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LOS MISTERIOS DEL DISEÑO EN CONCRETO ARMADO

Hace unos días leía justamente en este grupo de Facebook, un post de Rafael Maraví que preguntaba,
a manera de encuesta “El diseño de las vigas, columnas, etc de concreto armado ¿Lo realizas en el
rango elástico o inelastico?” Entonces regresé a una cuestión que me he preguntado varias veces y
sobre la cual he filosofado mucho, tanto en clases como en conferencias.
Para exponer las cosas con orden y claridad, lo primero que deberíamos hacer es clasificar en etapas
este proceso que llamamos el “Diseño en Concreto Armado”. Este podríamos clasificarlo en las
siguientes etapas:
A) Estructuración
B) Análisis
C) Dimensionamiento (el cual se denomina muchas veces “Diseño”, propiamente dicho)
A su vez el segundo ítem podríamos dividirlo en tres partes:
B1) Modelación
B2) Determinación de las solicitaciones de diseño
B3) Determinación de las acciones de diseño sobre el modelo
Trataremos entonces de definir cada una de estas etapas y entender a su vez cómo nos hemos ido
familiarizando cada vez más con un procedimiento conjunto que encierra a su vez tantas limitaciones
y contradicciones.
A) Estructuración: Es la etapa de conjetura inicial racional y educada (supuestos de diseño) que
proviene de la experiencia y la intuición más que de cálculos científicos. En ella se determinan la
ubicación y dimensiones de los diversos elementos estructurales, esperando en lo posible que
resulten definitivos.
B) Análisis: Es la etapa en la cual se elige un modelo matemático que represente el comportamiento
de la estructura bajo las solicitaciones o cargas a las cuales estará sometida, de manera que se
obtengan las acciones de diseño sobre el modelo (momentos flectores, fuerzas axiales, fuerzas
cortantes, desplazamientos).
Entonces, para fines didácticos, dividiremos esta etapa a su vez en tres partes:
B1) Modelación
B2) Determinación de las solicitaciones de diseño
B3) Determinación de las acciones de diseño sobre el modelo → Momentos flectores, fuerzas
cortantes, desplazamientos.
C) Dimensionamiento (o Diseño, propiamente dicho): Es la etapa final del proceso de diseño
estructural, en la cual se obtienen y/o verifican las dimensiones preliminares consideradas para los
diversos elementos estructurales, así como la de los refuerzos complementarios (por ejemplo, en el
caso del concreto armado, se calculan las armaduras de acero necesarias).
Bastante se ha tratado en otro artículo de la importancia de una buena ESTRUCTURACIÓN, cuyos
conceptos básicos deberían alcanzar inclusive hasta a los arquitectos. Iniciemos aquí nuestros
aspectos filosóficos que siguen a partir del ANÁLISIS. Obviamente, en primer lugar, debemos
modelar primero a la estructura. Haremos entonces una serie de suposiciones y simplificaciones que
harán posible que nuestra estructura sea un conjunto de barras o piezas lineales con articulaciones y
empotramientos en diversos lugares, de manera que podamos usar una computadora (u “ordenador”,
como dicen los españoles) y con ayuda de algún software (SAP 2000, ETABS o tal vez alguno más
moderno) estemos en condiciones de calcular las reacciones, tanto exteriores como interiores, así
como los desplazamientos de nuestra estructura. Claro que deberemos detenernos un instante a
pensar si nuestro modelo estará cumpliendo una serie de premisas (como la hipótesis de diafragma
rígido o la concentración de esfuerzos por discontinuidades, por ejemplo). Pero ¡alto ahí! Nos hemos
olvidado que, para ello, debemos cargar previamente a la estructura con un sistema de cargas
actuantes. Nos damos cuenta entonces que las cargas verticales, como los pesos propios y
sobrecargas, podemos quizá estimarlas con bastante certeza. Pero las cargas horizontales, debidas a
los sismos, sí son una auténtico enigma. Recurriremos entonces a las correspondientes normas, las
cuales nos darán (a partir de aceleraciones espectrales y datos estadísticos) unos ciertos valores a
utilizar. Y con ellos (y con ayuda de nuestro fabuloso software), calcularemos los momentos
flectores, fuerzas cortantes y desplazamientos de nuestro modelo. Pero detengámonos aquí a
reflexionar de nuevo en dos cuestiones: ¿Representa nuestro modelo realmente el comportamiento
de la estructura? Y ¿son las cargas consideradas, las actuantes realmente sobre la estructura?
Recuerdo que un gran profesor que tuve en la universidad, el Ing. Luis Zegarra Ciquero, decía: “Una
vez que metes a la estructura en la computadora, de lo que puedes estar seguro es que se mueve de
cualquier manera, menos como creías”.
Sobre este punto, es conveniente realizar ahora una oportuna reflexión. Indiscutiblemente, la
aparición de cada vez más potentes softwares de análisis y diseño ha aliviado enormemente la tarea
operativa, a tal punto que muchos ingenieros jóvenes (con gran dominio de la parte informática)
creen que los resultados obtenidos son como la palabra de Dios… ¡Y olvidan lo que los gringos
llaman GIGO! GIGO significa GARBAGE IN, GARBAGE ON (BASURA QUE ENTRA,
BASURA QUE SALE). Si no proporcionamos a nuestro modelo la suficiente veracidad y
correspondencia en los datos de ingreso, poca confianza nos podrán presentar los resultados
obtenidos, por más que ellos hayan sido logrados por medio del más eficiente de los programas de
análisis estructural. En el ejercicio que llevo en los últimos dieciocho años como delegado
calificador de estructuras del CIP en las diferentes municipalidades de Lima metropolitana, muchas
veces, ante unos planos que muestran cosas sospechosamente extrañas, me he visto en la necesidad
de pedir al proyectista que justifique algún aspecto particular de su diseño. Y en muchas ocasiones,
se ha dado el caso que el proyectista es un ingeniero joven que ha aparecido con una gran cantidad
de hojas (que no las entiende ni Macuito), con resultados de computadora y limitándose – y
encogiéndose de hombros – a decir que “eso es lo que me sale”. Y entonces, ante su impotencia, yo
le he dicho: “¡No, ingeniero! Yo no le estoy pidiendo eso sino algo mucho más simple: hipótesis
consideradas, cargas actuantes sobre el elemento, diagrama de cuerpo libre…” ¡Y cada vez es mayor
el número de jóvenes que se quedan sin saber qué responder! Y es que cada vez es más preocupante
el hecho que los programas de diseño estructural se conviertan en una especie de caja negra que
calcula resultados sin saber qué cosa pasa en el interior. Y esto está ocasionando que cada vez sea
mayor la cantidad de usuarios que han perdido una cosa importantísima: distinguir el orden de
magnitud de los resultados. Muchas personas – legas en el conocimiento de la ingeniería estructural
– creen que basta ser un ingeniero con buen dominio de la informática para poder ser un eficiente
ingeniero estructural. ¡Craso error! Esto equivale a creer que cualquier persona, con un buen
dominio del procesador de textos WORD, está en condiciones por ello de escribir una gran novela y
aspirar al premio nóbel de literatura.
Afortunadamente – diría – yo pertenezco a la generación de ingenieros que aprendió con los
métodos manuales de cálculo. De cuando se utilizaban pórticos planos unidos por bielas rígidas y se
corregía luego el efecto por torsión, en lugar de tener sistemas tridimensionales (¡Y claro que era una
verdadera maldición gitana resolver manualmente un sistema de esos!). Pero vayamos todavía un
poco más atrás en el tiempo. Antes de que pudiéramos disponer de estos modernos programas, es
decir, cuando las estructuras se resolvían manualmente, se usaban los métodos de Cross, Kani, Muto
y Ozawa, por citar algunos. Todos estos métodos se basan en la teoría de la elasticidad (por eso
utilizan el módulo de elasticidad E) ¿Y acaso el concreto armado es un material linealmente
elástico? Y además, recordemos ¿Con qué momento de inercia de las secciones transversales se
trabaja? ¡Con el momento de inercia de la sección bruta! Alguien podría decir aquí “¡Ah, claro!
Trabajemos entonces con el momento de inercia de la sección fisurada. Es decir, consideremos por
ejemplo, que en una viga sometida a momento flector positivo, toda la zona de concreto situada bajo
el eje neutro estaría traccionada y, por tanto, no trabajaría”. Pero entonces reparamos que para hacer
todo eso (encontrar la ubicación del eje neutro y calcular el refuerzo de acero de la viga) deberíamos
haber pasado el item C), es decir, haber concluido el dimensionamiento (o diseño, propiamente
dicho) ¡Y todavía no hemos realizado el análisis! Además, para los diferentes valores del momento
flector ¡Tendríamos diferentes posiciones del eje neutro y diferentes refuerzos! Esto ya parece cosa
de locos.
En la tercera etapa, denominada DIMENSIONAMIENTO (o DISEÑO, propiamente dicho) se
determinará recién el refuerzo de acero para los elementos de concreto armado. Tradicionalmente,
las metodologías de diseño utilizadas en la ingeniería, son de dos tipos:
I) Diseño por esfuerzos admisibles
II) Diseño por capacidad resistente
En la primera modalidad (diseño por esfuerzos admisibles o diseño para cargas de servicio), la
capacidad resistente de la estructura, del elemento estructural o de la sección específica de un
elemento estructural - propiamente el esfuerzo máximo del material que provoca la rotura o que
genera grandes deformaciones - se divide entre un factor de seguridad aceptable para volverla
comparable con la magnitud de las solicitaciones (comparable con los esfuerzos generados por las
cargas de servicio). Se consigue un diseño apropiado cuando la magnitud de las Solicitaciones no
supera a la Capacidad Resistente dividida para el Factor de Seguridad (F.S.).
En la segunda modalidad (diseño por capacidad resistente), las solicitaciones que actúan sobre la
estructura se amplifican mediante factores apropiados para que las acciones exteriores sean
comparables con la capacidad resistente de la estructura, del elemento estructural o de la sección
específica de un elemento estructural. Se consigue un diseño apropiado cuando la magnitud de las
solicitaciones amplificadas no supera a la capacidad resistente.
Esta segunda modalidad - que es la utilizada actualmente para el diseño de estructuras de concreto
armado – apareció recién en el código ACI del año 1971 y podría decirse que fue la innovación más
trascendente realizada hasta entonces en el reglamento base de los diseños en concreto armado.
Antes de ello, hasta el código de 1963, el método “oficial” de diseño era el método elástico, que se
basa en los esfuerzos admisibles. El código de 1971 presentó como método “oficial” de diseño para
el concreto armado, el método a la rotura, basado en la capacidad resistente. En el código de 1977
inclusive, el método elástico parece batirse definitivamente en retirada ya que aparece como
apéndice, al final del reglamento.
Pero sigamos viendo las caprichosas contradicciones del procedimiento. En cualquiera de las dos
modalidades, al realizar el análisis de la estructura, se utilizan métodos elásticos, empleando el
momento de inercia de la sección transversal bruta. En el diseño elástico por flexión, se considera
que el esfuerzo en el concreto comprimido tiene una variación lineal, siendo nulo al nivel del eje
neutro. La zona traccionada del concreto no trabaja y el equilibrio de fuerzas exige que la resultante
de los esfuerzos de la zona comprimida sea igual a la resultante del refuerzo de acero. Esta
condición, conjuntamente con el igualar el momento flector en la sección con el momento producido
por este par de fuerzas, resuelve las incógnitas del problema. En el diseño a la rotura se procede de la
misma manera con la diferencia que en la zona comprimida del concreto, la variación del esfuerzo
no es lineal. Se considera entonces un diagrama rectangular equivalente, llamado el bloque de
Whitney.
Otra diferencia importante es que en el diseño elástico se trabaja con las cargas “reales” (o
“verdaderas”) actuantes sobre la estructura y los esfuerzos máximos ocasionados se comparan con
los esfuerzos admisibles, obtenidos de dividir la capacidad resistente entre un factor de seguridad. En
el diseño a la rotura, en cambio, se trabaja con cargas amplificadas, obtenidas multiplicando las
cargas “reales” o “verdaderas” actuantes por un factor de amplificación, que depende del tipo de
carga considerada. Adicionalmente a la amplificación de las cargas, la capacidad resistente se ve por
unos factores (φ) que dependen del tipo de solicitación que esté siendo considerada. Los valores de
capacidad nominal se deben multiplicar por factores reductores para obtener la capacidad resistente
real de los elementos estructurales (también llamada capacidad última o a la rotura). Otra
“curiosidad”: Como valores de la capacidad resistente se utilizan, para el concreto la resistencia a la
compresión f’c mientras que para el acero se utiliza el esfuerzo de fluencia fy. Por supuesto que,
ambos procedimientos, aunque a grandes rasgos parecieran realizar lo mismo, esto en realidad no es
cierto. En el diseño elástico, los esfuerzos se encuentran en todo instante en el régimen elástico. En
el diseño a la rotura, en cambio, los esfuerzos ingresan al régimen inelástico. Por eso mismo, el
diagrama de esfuerzos del concreto tiene forma diferente en cada caso.
Y aquí viene entonces una de las grandes contradicciones: La estructura modelada se analiza por
métodos elásticos, considerando el momento de inercia de las secciones transversales brutas. Sin
embargo se diseña (o dimensiona) luego por un método a la rotura, considerando el momento de
inercia de la sección transversal fisurada (el concreto en tracción, no trabaja). Por eso mismo, el
desplazamiento inelástico de la estructura se obtiene multiplicando el desplazamiento elástico,
obtenido del análisis elástico, por un factor.
Reflexionemos entonces, finalmente, sobre todas las cosas “raras” que hemos hecho. En primer
lugar, hemos atribuido propiedades elásticas a un material (concreto armado) que en realidad, no las
tiene. Luego, hemos idealizado a la estructura mediante un modelo que, más que probablemente, no
refleja realmente su comportamiento. A continuación, hemos cargado al modelo con cargas (como
las de sismo) que estamos muy lejos de poder precisar con exactitud. Y después… ¡Pretendemos dar
a estos resultados la misma interpretación de veracidad que da un fanático musulmán al Corán! Yo
creo que la mejor posición es la asumida por el notable ingeniero mexicano, el Dr. Roberto Meli
Piralla. En su monumental libro “Diseño Estructural”, él dice: “El Diseño Estructural es el arte de
usar materiales que en realidad NO conocemos, para formar estructuras que en realidad NO
podemos analizar, de manera que resistan cargas que en realidad NO podemos evaluar… y hacer
todo esto de modo que el público no se dé cuenta de nuestra IGNORANCIA”.

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