CAPÍTULO XXXV
¿Es conseguir que sea fino, cortés, y adquiera distinción para el trato
con la gente? No. Todo eso es bueno y necesario para el niño, pero no
es propiamente la educación, sino tan sólo su envoltura, lo menos
importante.
V. Formarlo en la piedad.
Es decir, darle a entender la necesidad imperiosa y las grandes
ventajas de la oración; acostumbrarle, desde la más tierna infancia, a
rezar con respeto, modestia, atención y recogimiento; familiarizarle con
las prácticas de la piedad cristiana, para lograr que en los ejercicios
religiosos y en la oración, halle su dicha y consuelo.
4.a Solamente la virtud hace feliz al hombre, aun aquí abajo. Deber y
dicha corren parejas y son inseparables. Verdad de fe es que la alegría,
los consuelos y la felicidad son la herencia del hombre virtuoso, como
es cierto también que los remordimientos, la angustia y la tribulación
acosan por doquier al hombre que obra mal y se entrega a los vicios..
Al revés, tener mal carácter es una desgracia para quien nace con él y
para quienes con tal persona han de vivir. Es causa de discordia y
puede ser un verdadero azote para una familia entera. Pero, a Dios
gracias, el carácter se puede modificar, corregir y mejorar. Sí, aun el
peor genio, con una buena educación, puede reformarse.