683
31/07/1973
Fecha: 31/07/1973
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
2 - Si la sociedad extranjera que percibe regalías es titular del 99,95% del capital de
la sociedad local que las abona, debe pagarse el impuesto a los réditos sobre tales
regalías como retribución por uso de marcas y patentes, pues si se admitiera como
gasto esos pagos se obtendría una exención impositiva que no otorga la ley.
3.
o Voces
3 - Si una sociedad local, pese a su aparente autonomía jurídica, está en relación
orgánica de dependencia con otra sociedad extranjera por su incorporación
financiera a ésta, si bien no queda suprimida la personalidad jurídica de aquélla,
tampoco anula su capacidad jurídica tributaria.
4.
o Voces
4 - Los convenios para evitar la doble imposición celebrados con países extranjeros
como Suecia (decreto-ley 12.821/72) y la República Federal Alemana (Alemania)
por la llamada ley 17249) sólo pueden ser aplicados a los súbditos o sociedades
involucrados en sus disposiciones y ello no importa afectar la garantía de igualdad
para quienes no están comprendidos en el tratamiento impositivo especial que se
base en el principio de reciprocidad.
5.
o Voces
6.
o Voces
7.
o Voces
En cuanto al fondo del asunto, el Fisco Nacional (D.G.I.) actúa por intermedio de
apoderado especial, que ya ha asumido ante V.E. la intervención que le corresponde.-
noviembre 17 de 1971. - Eduardo H. Marquardt
Considerando:
2.- Que interpuestos por la actora los recursos ordinario y extraordinario que autoriza la ley,
se concedió el primero a fs. 151, de conformidad con el art. 24, inc. 6°, apart. a) del
decreto-ley 1285/58, llamada ley 17.116, desestimándose el segundo por aplicación de la
doctrina de Fallos; t. 266, p. 53 (Rev. La Ley, t. 125, p. 294); t. 250, p. 437 -Rep. La Ley,
XXII, p. 409, sum. 423-; t. 247, p. 61, entre otros.
3.- Que en su memorial de fs. 159 la actora objeta: I.- La no deducibilidad como gasto por
parte de la Dirección General Impositiva de las regalías pactadas entre Parke Davis y Cía.
de Argentina S.A.I.C. y Parke Davis and Co. de Detroit (Estados Unidos de Norteamérica)
por servicios y usos de fórmulas acreditadas a nombre de la segunda accionista, en el
99,95% de la primera por considerarla utilidades gravadas en cabeza de ésta y en razón de
la comunidad de intereses entre ambas empresas vinculadas. II.- La aceptación por el
Tribunal Fiscal de la Nación y por los arts. 12 y 13 de la ley 11.683 t.o. en 1960 (actuales
arts. 11 y 12 de la misma ley). III.- La no aceptación como pauta de interpretación de los
convenios celebrados con Suecia (decreto-ley 12.821/62) y con la República Federal
Alemana (llamada ley 17.249) conforme al art. 31 de la Constitución Nacional.
4.- Que en apoyo de estas objeciones la actora transcribe en extenso en su memorial el voto
de la minoría en el fallo del Tribunal Fiscal y sostiene: a) Que todo contrato de regalía
implica de por sí comunidad de intereses; b) Que la existencia de un co-interés entre el
titular del derecho y el concesionario de éste, no puede privar de efectos propios a los
contratos de regalía previstos en la legislación impositiva, citándose el fallo de la Corte en
"La Petit S.A. Química Industrial y Comercial sobre apelación impuesto a los réditos"
(Fallos; t. 280, p. 112 -Rev. La Ley, t. 147, p. 687-). Afirma también que al aplicarse el
criterio de la significación económica sostenido por la Cámara a quo en Cía. Massey
Ferguson S.R.L. en sentencia del 1 de abril de 1963 (Rev. La Ley, t. 111, p. 764)
expresamente merituado en el fallo en recurso, se tuvo en vista un contrato de regalía
celebrado entre un socio mayoritario y una sociedad de responsabilidad limitada,
careciendo este tipo de sociedad de la personalidad reconocida en la ley 11.682 para las
sociedades anónimas. Añade que si el principio de la realidad económica sólo puede jugar
en materia tributaria cuando su aplicación no implique extender exenciones o beneficios a
contribuyentes que no estén comprendidos en ellos, conforme se resolviera por la Corte en
el caso "Papelera Pedotti S.A." (Fallos, t. 279, p. 247 -Rev. La Ley, t. 143, p. 5-) tampoco
sería viable denegar exenciones o deducciones expresamente admitidas en los arts. 5°, 61,
65 y 68 inc. a, de la ley 11.682 t.o. 1960 (actuales arts. 5°, 60, 64 y 67 inc. a) de la misma
ley).
Agrega que el método analógico ha sido desechado en materia tributaria, citando diversos
fallos de esta Corte y afirmando que en caso se lo haría jugar al aplicar una norma que
estaría destinada a las utilidades derivadas de los socios o componentes de sociedades de
capital (art. 68 inc. b, ley 11.682). Complementariamente se citan diversos fallos sobre el
método interpretativo en la materia. Igualmente sostiene la actora, que la sentencia
recurrida había violado la garantía de legalidad prevista en los arts. 4°, 17, 19 y 67 del inc.
2° de la Constitución Nacional y la de igualdad del art. 16, al desconocerse normas que
admiten la distinta personalidad impositiva entre sociedades de capital y accionistas.
También existirían dichas transgresiones, aun reconociendo tal distinta personalidad al
tratar el caso como ocurrente entre una casa matriz y su sucursal, ya que la legislación
admite la posibilidad de que entre tales entes puedan efectuarse operaciones normales.
5.- Que a fs. 97, mediante acta levantada ante el Tribunal Fiscal de la Nación, las partes
convinieron los puntos que constituyen la materia en litigio, solicitando que el pleito fuera
declarado como de puro derecho.
6.- Que a los efectos de la justa solución del litigio debe consignarse que el problema de
interpretación a dilucidar consiste en determinar si las deducciones efectuadas por Parke
Davis y Cía. de Argentina, en su balance impositivo, en concepto de regalías convenidas
por servicio y uso de fórmulas en el campo de la medicina y que deben abonarse o
acreditarse a Parke Davis de Detroit, de los Estados Unidos de Norteamérica, es conforme a
las disposiciones de las leyes locales impositivas que regulan ese aspecto de los impuestos.
Que a ello se agrega, como elemento propio, si en la estimación de los hechos ha de incidir
la circunstancia de que la sociedad norteamericana sea titular del 99,95% del total de las
acciones de la sociedad argentina.
En otros términos, la cuestión a resolver debe ponderar si los importes que pretenden
deducirse para el pago de los impuestos reclamados, pueden descontarse como gastos de
experimentación y acreditarse a favor de la empresa extranjera, titular de las fórmulas, no
obstante que ella sea propietaria del 99,95% de las acciones que constituyen el capital de la
sociedad local.
7.- Que parece conveniente, asimismo, para la mejor valoración del problema de
interpretación legal sometido a esta Corte, consignar que de acuerdo al Registro de
Accionistas de la actora, Parke Davis and Co. de Detroit, era titular en efectivo de m$n
349.817.000 del capital de m$n 350.000.000 de la sociedad argentina y que Pavdarco Inc.,
también sociedad estadounidense con sede en Detroit, era titular de m$n 176.000,
perteneciendo el resto del capital, por valor de m$n 7.000 a 11 accionistas locales. Todo
ello según resulta de fs. 19 de las actuaciones administrativas agregadas al juicio en
oportunidad de la asamblea general ordinaria del 31 de marzo de 1966, última que se
conoce, anterior a la iniciación de la demanda.
8.- Que la argumentación de la recurrente, expuesta más arriba con la síntesis debida, no ha
afectado los fundamentos de la sentencia del a quo.
Con respecto a la primera crítica, a saber, que la Cámara habría aplicado indebidamente la
doctrina del caso "Refinerías de Maíz S.A.", confirmada por la Corte (Fallos; t. 259, p. 141
-Rev. La Ley, XXV, p. 781, sum. 6-), por tratarse en el antecedente de una sociedad de
responsabilidad limitada y en el "sub lite", de dos sociedades anónimas, esto es, de capital y
con régimen impositivo propio, cabe consignar que las razones de hecho son semejantes en
uno y otro caso, ya que los regalistas en el primer supuesto, y la regalista en el segundo,
eran titulares de la casi totalidad del capital societario. Tal circunstancia impide admitir
diferencias sobre la regulación legal que debe aplicarse a los efectos impositivos,
existiendo, como existe, en ambos casos, una misma relación o participación en la
formación del capital de propiedad en su casi totalidad de los beneficiarios de la regalía.
9.- Que con ello no se desconoce la diferente regulación que para uno y otro tipo de
sociedades ha consignado la ley 11.682, sino que se hace aplicación de una pauta de
interpretación. Se acepta que el art. 68, inc. b), de la ley 11.682, hoy art. 65, citado por el a
quo al analizar el caso, se refiere a sociedades de hecho o de personas y a las relaciones de
sus socios con ellas a los efectos de los rubros deducibles, pero el otro elemento o principio
de la "realidad económica", a que también hace referencia la Cámara en su fallo, permite
extender aquellas disposiciones al caso sub examen, sin que por ello se afecte como
pretende la recurrente ni el principio de legalidad en materia impositiva ni el de igualdad,
garantía constitucional, ya que el sentenciante se ha limitado a aplicar a situaciones iguales
soluciones análogas.
10.- Que esta cuestión de la existencia de dos sociedades diferenciadas desde el punto de
vista del derecho privado, pero unificadas económicamente conduce al examen de otro
problema propio de la materia en recurso, planteado por la apelante: el alcance del concepto
de la "realidad económica" específicamente aceptado por las leyes impositivas nacionales
(arts. 11 y 12 de la ley 11.683, t.o. 1962).
11.- Que para la recurrente, todo contrato de regalía implica de por sí una comunidad de
intereses que no puede privar de efectos propios a dicho negocio jurídico.
Al respecto, cabe tener en cuenta que por contrato se entiende el acto jurídico bilateral y
patrimonial, en el cual están en presencia dos partes, que formulan una declaración de
voluntad común con directa atinencia a relaciones patrimoniales y que se traduce en crear,
conservar, modificar, transmitir o extinguir obligaciones. El Cód. Civil, en el art. 1137, no
habla de "parte" sino de persona, pero es preciso aprehender el concepto en relación con la
clasificación que formula el legislador sobre los hechos y actos jurídicos. Es menester
considerar las voluntades en sus diversas direcciones y en cuanto expresiones de un centro
de intereses o de un fin propio. El tercer apartado del art. 14 (hoy 12) del decreto
reglamentario de la ley 11.682 se refiere al ajuste de los términos de los contratos de
compra y venta, pero parte indiscutiblemente de una premisa: la existencia de tal contrato.
Esta figura jurídica no puede concebirse en estricto derecho cuando, como en el caso, no
existen dos sujetos en el negocio jurídico, en sus roles de acreedor y deudor. Si los intereses
de los que concurren al acto no son opuestos sino concurrentes o paralelos, no existe
contrato sino un acto complejo. Además no puede pensarse en la libertad de elección que
informa el principio de la autonomía de la voluntad, habida cuenta de la falta de
independencia real de las dos empresas vinculadas mediante lo que se ha llamado contrato,
pero en realidad traduce aporte de capital.
12.- Que para la solución del sub lite no se ha desconocido la existencia de dos sociedades
de capital perfectamente delimitadas conforme al orden jurídico privado, ni tampoco la
personería jurídica de la sociedad local. Pero tales datos, asentados en los principios del
derecho común en materia de sociedades, no son óbice para establecer la efectiva unidad
económica de aquéllas y su comunidad de intereses a través de la "significación económica
de los hechos examinados".
La sociedad Parke Davis de Detroit resulta titular del 99,95% del capital de la sociedad
local. De este modo, la retribución por el uso de las fórmulas y procedimientos de que es
titular la empresa extranjera, mediante las regalías, también volvería por vía de pago de la
casi totalidad de las utilidades, sin que fueran afectadas por el pago de los correspondientes
impuestos. El mismo accionista mayoritario vendría a percibir, por su calidad de regalista:
a) la retribución por el uso y explotación de marcas y patentes puestas en explotación en el
país por la sociedad local concesionaria de las regalías; b) el monto de las utilidades que
ellas produjeran por la superposición de su calidad de regalista y de concesionaria de la
regalía en un 99,95%. En tal forma computando la regalía como gasto en el balance
impositivo de la sociedad concesionaria de ésta, real y evidente exención impositiva que la
ley no le otorga ni en su letra ni en su espíritu.
A pesar de su aparente autonomía jurídica, la sociedad local se encuentra sin lugar a dudas
en relación orgánica de dependencia con la sociedad foránea por su incorporación
financiera a la sociedad dominante. Esa relación de subordinación no suprime la
personalidad jurídica de la sociedad dependiente, pero tampoco anula su capacidad jurídica
tributaria. Califica una innegable falta de independencia real, con evidentes implicancias en
la falta de libertad de elección respecto a los procedimientos contratados y aun a la real
utilidad que los mismos puedan reportar, así como a la necesidad de haberlos contratado.
13.- Que no varían estas conclusiones los agravios basados en el voto del Vocal disidente
del Tribunal Fiscal, que se dejan contestados precedentemente, la doctrina de esta Corte "in
re" "Papelera Pedotti" (Fallos, t. 279, p. 247 -Rev. La Ley, t. 143, p. 5-), inclusive el voto
en minoría, o el argumento emergente de los convenios suscriptos por el país con Suecia y
la República Federal Alemana, también analizados por el a quo y con cuya valoración,
respecto de la situación de autos, se coincide.
14.- Que como se ha adelantado, el fallo en el caso "Papelera Pedotti" no da base para la
revocatoria que se pretende por la apelante, pues lo que estaba en juego en aquel juicio era
la aplicabilidad de las normas impositivas a una fusión de sociedades, ajena por esencia a la
relación que existe entre las dos sociedades -local y extranjera- en el caso a examen,
perfectamente separadas en vista de su regulación legislativa.
15.- Que análogo rechazo merece la invocación que se hace respecto a los derechos
reconocidos de las sociedades comprendidas en los convenios celebrados con Suecia
(decreto-ley 12.821/62) y con la República Federal Alemana (llamada ley 17.249). El
reconocimiento de derechos formulados en dichos actos internacionales sólo puede ser
aplicado y afecta a los súbditos o sociedades involucrados en esas disposiciones
convencionales.
El convenio celebrado entre dos Estados en orden a evitar la doble imposición, es un
estatuto específico entre dos sujetos del derecho internacional que se endereza a otorgar un
trato de favor a los residentes de ambos Estados. Si la admisión de la cláusula antiórgano en
los tratados citados quebrara la coherencia del sistema tributario argentino, al contradecir
disposiciones contenidas en nuestra legislación, ello sólo produciría efectos en beneficio de
los residentes de los estados contratantes, a los que esta disparidad de tratamiento
solamente alcanzaría.
Es del caso decir que un fallo de un tribunal argentino, únicamente puede enderezarse a
establecer la igualdad ante una ley que es la del país, entre empresas sometidas a su propia
jurisdicción. Va de suyo, por lo tanto, que la igualdad reconocida por el art. 16 de la
Constitución no se halla afectada por las disposiciones convencionales invocadas, que
regulan exclusivamente a la empresa externa receptora.
16.- Que por último, ya sea por aplicación de la teoría de la penetración, como esta Corte lo
ha hecho tanto en materia no impositiva (caso "Gómez Gerardo c. Comisión Administrativa
de Emisoras Comerciales y L.S.82 T.V. Canal 7"; inserto en Fallos, t. 273, p. 111 -Rev. La
Ley, t. 137, p. 768-) cuanto impositiva ("Narden Argentina S.R.L.", Fallos, t. 280, p. 18 -
Rev. La Ley, t. 143, p. 154-), como mediante los parámetros del principio de la realidad
económica o de la teoría del órgano, de lo que se trata es de la consideración del fondo real
de la persona jurídica. Esto se impone no sólo por los abusos a que se presta la complejidad
de relaciones y actividades en ciertas estructuras sociales sino también por la dimensión
creciente de numerosos grupos de empresas internacionales y los graves problemas
jurídicos que su expansión plantea.
Por ello, habiendo dictaminado el procurador general acerca de la procedencia del recurso,
se confirma la sentencia apelada. Con costas.- Miguel A. Berçaitz.- Agustín Díaz Bialet.-
Manuel Aráuz Castex.- Ernesto A. Corvalán Nanclares.- Héctor Masnatta.
Eves Argentina S. A.
14/10/1993
Fecha: 14/10/1993
Hechos
Una empresa dedicada a tareas de intermediación fue considerada de oficio por la DGI
sujeto pasivo frente al impuesto al valor agregado correspondiente a ciertos ejercicios
fiscales. La Cámara revocó la decisión del Tribunal Fiscal en cuanto había confirmado
aquella resolución y declaró la inconstitucionalidad del decreto 499/74 reglamentario de la
norma tributaria aludida, por cuanto extendió en forma analógica los supuestos
taxativamente previstos en la ley señalada. Contra tal decisión el Fisco interpuso recurso
extraordinario federal. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, por mayoría, confirmó la
sentencia recurrida
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
4.
o Voces
5.
o Voces
2. Que para así resolver consideró que la actividad que desarrolla la actora, reconocida por
las partes, es meramente de intermediación y que, por ello, los contratos concertados por
ella con las empresas que prestan los servicios de hotelería, restaurante, etc. y con los
turistas que contratan los suyos, no inciden en su situación fiscal frente al impuesto al valor
agregado, al no encontrarse alcanzados por el art. 3° de la ley 20.631 y su planilla anexa;
sin que obste a dicha inferencia lo estatuido en el decreto 499/74, cuya ilegalidad declara.
4. Que en el art. 3° de la ley 20.631 (t. o. 1977), que integra las normas que definen el
objeto del tributo, se estableció que se encuentran alcanzadas por el impuesto al valor
agregado, en lo que aquí interesa, "las locaciones y las prestaciones de servicios que se
indican en la planilla anexa al presente artículo en cuanto no estuvieren incluidas en los
incisos precedentes" (inc. d).
5. Que, por su parte, el art. 4° de la citada ley de la materia determinaba que son sujetos
pasivos del impuesto, quienes: "sean locadores de cosas, obras o servicios, cuando la
locación se encuentre gravada" (inc. e).
6. Que en el "sub lite" corresponde dilucidar si, a la luz del aludido marco normativo,
resultan alcanzados por el tributo quienes, actuando en nombre propio, intermedian entre
quienes efectivamente prestan la locación de obras o servicios y aquellos que reciben la
prestación.
7. Que aun cuando el decreto 499/74 --reglamentario de la ley 20.631-- establecía que eran
"sujetos pasivos del impuesto en los casos de las prestaciones de servicios o locaciones
indicados en los incs. d) y e) del art. 4° de la ley, tanto quienes efectúen directamente como
quienes los realicen como intermediarios, en este último supuesto siempre que lo hagan a
nombre propio" (art. 7°) y, por tanto, sujetaba al tributo a la actividad de intermediación
efectuada por la actora; lo cierto es que esta norma constituye un avance sobre las concretas
previsiones de la ley entonces vigente.
9. Que en tales condiciones cualquier extensión analógica, aun por vía reglamentaria, de los
supuestos taxativamente previstos en la ley y señalados en el considerando anterior, se
exhibe en pugna con el principio constitucional de legalidad del tributo. Al respecto se tiene
sentado que no cabe aceptar la analogía en la interpretación de las normas tributarias
materiales para extender el derecho o imponer obligaciones más allá de lo previsto por el
legislador, habida cuenta de la reiterada doctrina en el sentido de que, atendiendo a la
naturaleza de las obligaciones fiscales, rige el principio de reserva o legalidad --arts. 4° y
67, inc. 2°, de la Constitución Nacional-- (Fallos: 312:912 y los allí citados).
10. Que, concordemente con lo expuesto, ninguna carga tributaria puede ser exigible sin la
preexistencia de una disposición legal encuadrada dentro de los preceptos y recaudos
constitucionales, esto es válidamente creada por el único poder del Estado investido de tales
atribuciones --arts. 4°, 17, 44 y 67 de la Constitución Nacional-- (Fallos: 248:482 --La Ley,
105, 279--).
11. Que, al ser ello así, la interpretación formulada por la cámara, en cuanto declaró la
inaplicabilidad del art. 7° del decreto reglamentario 499/74, deviene armónica con el
principio de reserva de la ley tributaria, de rango constitucional (Fallos: 303:245, entre
otros). Concretamente, el decreto de mentas se exhibe al margen de la atribución otorgada
por el art. 86, inc. 2°, de la Constitución Nacional (Fallos: 305:134 --La Ley, 1984-A, 350--
).
Por lo demás, no cabe obviar que la solución alcanzada consulta adecuadamente que el
intermediario no cuenta con medios propios para lograr la efectiva prestación del servicio y
que su rol tiende preponderantemente a la satisfacción de los requerimientos de oferta y
demanda.
2. Que para así resolver consideró que la actividad que desarrolla la actora es la de
intermediación, a nombre propio, entre los turistas que contratan los servicios a los que
aludía el entonces vigente art. 3° de la ley 20.631 y su planilla anexa y los prestadores de
dichos servicios, por lo que aquélla no se encontraba alcanzada por los términos del
mencionado artículo y, si bien resultaba incluida por los del art. 7° del decreto
reglamentario 499/74, este último texto no debía serle oponible en razón de constituir un
indebido avance sobre lo dispuesto en el mencionado art. 3° de la ley 20.631, lo que
justificó su declaración de inconstitucionalidad.
4. Que en el art. 3° de la ley mencionada, al referirse al objeto del tributo, estableció que se
encuentran alcanzadas por el impuesto, en lo que aquí interesa, "las prestaciones de servicio
que se indican en la planilla anexa al presente artículo en cuanto no estuvieren incluidas en
los incisos precedentes" (inc. d). En el referido anexo quedaron comprendidas las
efectuadas por bares, restaurantes, cantinas, salones de té, confiterías y, en general, por
quienes prestan servicios de refrigerios, comidas o bebidas en locales (propios o ajenos) o
fuera de ellos, excepto las efectuadas en lugares de trabajo, establecimientos sanitarios o de
enseñanza (oficiales o privados reconocidos por el Estado) en tanto sean de uso exclusivo
para el personal, pacientes o acompañantes o en su caso, para el alumnado (apart. 1), y
también a las efectuadas por hoteles, hosterías, pensiones, hospedajes, moteles y similares
(apart. 3).
5. Que, por su parte, el art. 4° de la citada ley determinaba que son sujetos pasivos del
impuesto, también en lo que aquí interesa, quienes "presten servicios gravados" (inc. d),
especificando el art. 7° del pertinente decreto reglamentario que resultan alcanzados por
dicho artículo "tanto quienes los efectúen directamente, como quienes lo realicen como
intermediarios, en este último supuesto siempre que lo hagan a nombre propio".
Sobre la base de lo recién expuesto, tiene dicho este tribunal que "las normas
reglamentarias, si bien subordinadas a la ley, la completan, regulando los detalles
indispensables para asegurar no sólo su cumplimiento sino también los fines que se propuso
el legislador" (Fallos: 241:384 --La Ley, 94-241--, a partir de la opinión de J. V. González,
allí citada); de suerte que aquéllas pasan a "integrar" éstas (Fallos: 255:264 y sus citas --La
Ley, 112-337--; 262:468 y sus citas; 312:1484 y sus citas; S. 31.XXIV, "Superintendencia
de Seguros de la Nación s/ infracción tarifaria de Sud América Terrestre y Marítima", del
23/2/93 --La Ley, 1993-C, 265--), sin que obste a ello "la circunstancia de que no se ajusten
en su ejercicio a los términos de la ley" (Fallos: 232:287 y sus citas; 250:758 y sus citas --
La Ley, 80-491; 106-95--), en razón de que la potestad reglamentaria fijada por la
Constitución no alude a la letra de la ley, sino a su espíritu que es lo que, en efecto, importa
(Fallos: 287:150; 312:1849 y sus citas, entre muchos otros).
8. Que, a idéntica conclusión cabe arribar con arreglo a lo prescripto por las pautas
hermenéuticas propias de la materia tributaria, según las cuales, en el examen de las leyes
impositivas, "se atenderá al fin de las mismas y a su significación económica" (arts. 11 y
12, ley 11.683 y sus modificaciones).
En este sentido, corresponde recordar que la finalidad tenida en mira por el legislador al
dictar la ley 20.631 fue la de crear un impuesto destinado a gravar "cada una de las etapas
del ciclo económico, pero solamente sobre el valor agregado por cada una de ellas"
(Mensaje del Poder Ejecutivo Nacional al Honorable Congreso de la Nación al remitirle el
proyecto respectivo, "Diario de Sesiones", Cámara de Diputados de la Nación, p. 2741, año
1973. Ver, en idéntico sentido: "Consideración del proyecto por la Honorable Cámara de
Diputados", op. cit., p. 4781 y, entre otros autores, Giuliani Fonrouge, "Derecho
financiero", p. 876, vol. II, Buenos Aires, 1976; Jarach, Dino, "Finanzas públicas y
Derecho tributario", p. 839, Buenos Aires, 1983).
A la luz de este criterio liminar, surge de forma diáfana que el decreto impugnado, al
actualizar lo establecido "in nuce" por el art. 3° de la ley 20.631, no hizo sino dar pleno
sentido a la política legislativa en ella establecida, toda vez que, en la especie, se limitó a
explicitar una de las posibles modalidades que asumen las prestaciones de servicios,
modalidad ésta que el legislador no pudo, en la letra de la ley, especificar en su concreto
detalle, pero que sí resulta sobradamente contemplada en el espíritu y finalidad de la norma
sancionada.
Tal conclusión no sólo deviene armónica con la hermenéutica que este tribunal ha dado del
art. 86, inc. 2 de nuestra Ley Fundamental (ver consid. 6°), sino con la que, de modo
ininterrumpido desde el caso "Scarcella", ha sentado para la presente materia, en el sentido
de que "las normas impositivas no deben entenderse con el alcance más restringido que su
texto admita, sino en forma tal que el propósito de la ley se cumpla de acuerdo con los
principios de una razonable y discreta interpretación" (Fallos: 179:337; 287:79 y sus citas --
La Ley, 152-342--; F. 171.XXII "Frigorífico Rioplatense S. A. s/recurso de apelación" y
S.227.XXII "Subpga S. A. C. I. E. e I. c. Estado nacional (ANA)" del 12/5/92; R.469.XXIII
"Rabinovich, Héctor c. Videla, Horacio Germán y otros", del 17/9/92 --La Ley, 1993-B,
199--; G.568.XXII "Gasparri y Cía. S. A. s/apelación-IVA", del 16/6/93, y sus citas, entre
muchos otros).
En lo que aquí interesa, tal propósito resulta enteramente satisfecho, toda vez que de la
lectura de las constancias arrimadas a los presentes autos (ver, por ejemplo, la
documentación que luce a fs. 65, 70, 71, 72, 81/85, 94 vta.) surge de forma indudable que la
actividad desarrollada por la actora, tal y como se dice en el Mensaje que explica y justifica
el texto de la ley 20.631, "agrega valor al ciclo económico" y, por ende, en la medida en
que se verifica tal aumento, dicha actividad resulta pasible del tributo en cuestión.
9. Que, asimismo, debe descartarse la argumentación del a quo según la cual la actora se
encuentra exenta del tributo demandado a raíz de que, con arreglo a lo establecido por el
art. 1623 del Cód. Civil y su nota, no es ella quien efectivamente "presta" los servicios
gravados.
A este respecto, y más allá del hecho --correctamente apuntado por el fiscal en su dictamen
de fs. 152, a partir de la opinión de reconocidas autoridades--, de que la locación de
servicios admite diversas modalidades, sin que quepa excluir, por principio, la que sustituye
en otro la prestación de los servicios en cuestión, corresponde señalar, de acuerdo con una
doctrina comúnmente admitida, que en relación a la presente materia el recurso a los
principios del derecho privado civil sólo opera de forma supletoria y que, aun en tales
hipótesis, no debe perderse de vista los propósitos y la naturaleza del ámbito al que se
destinan (así, entre otros: Jarach, Dino, op. cit., p. 405; Tipke, Klaus, "Steuerrecht", p. 92,
Köln, 1979).
Este criterio, cuyo origen se sitúa en la legislación alemana (ver, entre otros, Giuliani
Fonrouge, op. cit., p. 74; Navarrine, Camila, "Ley de adaptación impositiva alemana", p.
35, Buenos Aires, 1964) ha sido explícitamente recogido por nuestra legislación, la cual, en
el ya citado art. 11, párr. 2°, dispone que "sólo cuando no sea posible fijar por la letra o por
el espíritu, el sentido o alcance de las normas, conceptos o términos de las disposiciones
antedichas, podrá recurrirse a las normas, conceptos y términos del derecho privado".
A partir de la doctrina recién expuesta, y en armonía con las pautas hermenéuticas fijadas
en el considerando anterior, este tribunal ha sostenido que "la interpretación de las leyes
impositivas debe atenerse al fin de las mismas y a su significación económica, a la
verdadera naturaleza del hecho imponible y a la situación real de base, con prescindencia
de las formas y estructuras elegidas por el contribuyente, a fin de lograr la necesaria
prevalencia de la razón del derecho sobre el ritualismo jurídico formal, sustitutivo de la
sustancia que define la justicia, aprehendiendo la verdad jurídica objetiva" (P.207.XXII
"Parfums Francais S. R. L. s/recurso de apelación", de 16/6/92 y sus citas --La Ley, 1992-
E, 511--; C.164.XXIII "Camarero, Juan C. s/recurso de apelación - impuesto a las
ganancias", del 10/3/92 y sus citas, entre muchos otros).
Por ello, en lo que es materia de la presente litis --al margen de las cuestiones lingüísticas
que se invocan (ver fs. 135 vta., 136, 145 vta., 146) y que no hacen al fondo de la presente
cuestión-- resulta claro que la actividad de la actora (actividad de intermediación entre el
turista y quien "presta" el servicio de hotelería, de restaurante, etc.) constituye, en sí misma,
un servicio (la "prestación" lisa y llana de una actividad de intermediación) que, en la
medida en la que agrega valor al ciclo económico, resulta pasible de la imposición de la que
pretende liberarse.
10. Que, de igual forma, tampoco resulta atendible para descalificar el decreto impugnado,
lo expuesto por el a quo en el sentido de que el art. 4°, en sus incs. b) y c), gravaba las
actividades allí referidas tanto si éstas se realizaban en nombre propio como por cuenta de
terceros, criterio que, por el contrario, no se repite en relación a las actividades señaladas en
los incs. d) y e).
A este respecto, corresponde destacar, en primer lugar, que el ya citado inc. d) no establece
distingo ni limitación alguna, por lo que no cabe al intérprete realizarla, so pena de
atribuirse una facultad que le es por completo ajena (Fallos: 273:418 --La Ley, 135-969--).
Y, en segundo término, que tiene dicho esta Corte "que la interpretación y aplicación de las
leyes requiere no aislar cada artículo (...) por su fin inmediato y concreto, sino que debe
procurarse que todos se entiendan teniendo en cuenta los fines de los demás y
considerárselos como dirigidos a colaborar en su ordenada estructuración" (F.312.XXII
"Fata Sociedad de Seguros Mutuos s/apelación --por deneg. de rep.-- Ganancias-Capitales",
del 11/2/92); de suerte de "dar pleno efecto a la intención del legislador" (Fallos: 252:139 y
sus citas; 302:973 y sus citas --La Ley, 1980-D, 397--) y sin que obste a ello las posibles
"imperfecciones técnicas de su instrumentación legal" (Fallos: 268:55 y sus citas; 290:56 y
sus citas; 291:359 y sus citas --La Ley, 131-1083; 1975-B, 1; 1975-B, 677--).
11. Que, bajo tal orden de ideas, deviene diáfano que la interpretación del tribunal a quo no
se compadece con una lectura global y armónica del texto de la ley 20.631 y su decreto
reglamentario y, por tanto, no refleja el espíritu que la anima (Fallos: 287:79, esp. consid.
11, párr. 4° y sus citas), y que ha sido ratificado de forma constante e inequívoca a lo largo
de las ulteriores reformas de la que ha sido objeto, de suerte que, en lo que es materia del
presente recurso, la reforma de la ley 23.871, lejos de exhibir un cambio de criterio del
legislador, importa una coherente ratificación de la política fijada con el dictado del texto
legal estudiado y sus normas reglamentarias.
Por ello, se declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia.
Las costas de todas las instancias se imponen en el orden causado, en razón de que ante la
falta de precedentes de esta Corte y la naturaleza y complejidad de la cuestión debatida, la
aquí perdidosa pudo creerse con derecho a sostener su posición ("Fata Sociedad de Seguros
Mutuos", antes citado). -- Rodolfo C. Barra.
01/09/2003
Fecha: 01/09/2003
Hechos
La Cámara Argentina del Libro interpuso una acción de amparo en la que solicitó la
declaración de inconstitucionalidad del Dec. 616/01 que reglamentó la exención del
impuesto al valor agregado consagrada en el art. 7° inc. "a" de la Ley 23.349. La Cámara
revocó el pronunciamiento de primera instancia y ratificó la constitucionalidad del
mencionado decreto. La Corte Suprema de Justicia de la Nación, hizo lugar al recurso
extraordinario interpuesto y revocó lo resuelto.
Sumarios
1.
o Voces
-I-
Otorgó particular importancia a la mención de los objetivos de la Ley 25.414 dentro de los
considerandos del Dec. 615/01 pues, a través de aquélla, se delegaron en el Poder Ejecutivo
Nacional, y en forma temporaria, ciertas atribuciones legislativas.
Concluyó, entonces, que la aclaración del Dec. 616/01, al reglamentar el art. 7°, inc. a), de
la Ley de Impuesto al Valor Agregado y excluir de la exención a "las obras musicales
impresas" y a "los álbumes o libros de estampas y de los cuadernos para dibujar o colorear
para niños", no se exhibe por sí misma como incompatible con los propósitos del legislador
explicitados en los considerandos de su similar 615/01.
-II-
En primer lugar, adujo que el Dec. 616/01 viola el principio constitucional de legalidad
tributaria y negó que posea carácter meramente aclaratorio de la norma reglamentada, pues
altera su espíritu, al excluir de la exención a las obras musicales impresas, y a los libros
infantiles y de estampas.
Recordó que, desde la generalización del Impuesto al Valor Agregado (Ley 23.349), tanto
el hecho imponible como las exenciones se instrumentaron a través de leyes. Citó como
ejemplo la Ley 23.871, su similar 25.063, y los Decs. 493/01 y 615/01, dictados en uso de
las facultades delegadas por Ley 25.414.
Acusó a la sentencia de desconocer la Ley 25.446 ("Ley de fomento del libro y la lectura"),
que incorpora dentro del término "libros" a: "a) los libros infantiles y los de aprestamiento
para la educación inicial o temprana y... c) los libros de arte en general, incluidos los de
diseño gráfico, los de arte publicitario y los de música". Resaltó que la promulgación de
esta norma fue invocada al momento de contestar el informe producido por la demandada y
que el juzgador omitió su tratamiento, a pesar de constituir un extremo relevante para la
correcta solución del pleito.
Por todo ello, solicitó que se revoque el fallo cuestionado y que se declare la
inconstitucionalidad del Dec. 616/01.
-III-
-IV-
Cabe recordar que el origen del precepto bajo análisis se remonta a la modificación
introducida a la Ley del gravamen por su similar 23.871, publicada en el Boletín Oficial del
31/10/90. Esta última sustituyó el texto del entonces art. 6°, inc. a), de la Ley 23.349 y
consagró la exención para toda venta, locación e importación definitiva de libros, folletos e
impresos similares, incluso en hojas sueltas; diarios y publicaciones periódicas impresos,
incluso ilustrados. En el párrafo siguiente aclaraba que el término "libros" no incluía a los
que resultaban comprendidos en la partida 48.18 de la Nomenclatura del Consejo de
Cooperación Aduanera.
La partida 48.18 abarcaba a los libros, registros, cuadernos, cuadernillos y talonarios (de
notas, recibos y similares), blocks de notas, agendas, carpetas, clasificadores,
encuadernaciones (de hojas movibles y otras) y otros artículos de papel y cartón para usos
escolares, de oficina o de papelería; álbumes para muestrarios y para colecciones y
cubiertas para libros, de papel o cartón.
En lo que aquí interesa, esta redacción se mantuvo durante once años hasta que, en ejercicio
de las facultades delegadas por la Ley 25.414, el Poder Ejecutivo dictó los Decs. 493/01 y
615/01.
Por último, y en uso de las facultades conferidas por el art. 7°, inc. h), punto 22, de la Ley
23.349 y por el art. 99, inc. 2°, de la Constitución Nacional, emitió el Dec. 616/01
cuestionado en el presente.
-V-
En el sub lite corresponde dilucidar, entonces, si el Poder Ejecutivo Nacional ha utilizado
correctamente la facultad reglamentaria invocada en los considerandos del Dec. 616/01
para excluir de la exención a "las obras musicales impresas" y a "los álbumes o libros de
estampas y de los cuadernos para dibujar o colorear para niños".
Es reiterada jurisprudencia de V.E. que cualquier extensión analógica, aún por vía
reglamentaria, de los supuestos taxativamente previstos en la ley se exhibe en pugna con el
principio constitucional de legalidad del tributo, y que ninguna carga tributaria puede ser
exigible sin la preexistencia de una disposición legal encuadrada dentro de los preceptos y
recaudos constitucionales, esto es válidamente creada por el único poder del Estado
investido de tales atribuciones, de conformidad con los arts. 4°, 17, 44 y 67 -texto 1853-
1860- de la Constitución Nacional (Fallos 248:482; 303:245; 305:134; 312:912; 316:2329,
entre muchos otros relativos al principio de legalidad tributaria).
Paralelamente a ello, ha sostenido que, del mismo modo que el principio de legalidad que
rige en la materia impide que se exija un tributo en supuestos que no estén contemplados
por la ley, también veda la posibilidad de que se excluyan de la norma que concede una
exención situaciones que tienen cabida en ella con arreglo a los términos del respectivo
precepto (Fallos 316:1115).
Considero que esta conclusión se impone respecto del art. 1° del Dec. 616/01 sub examine.
En efecto, el principio de legalidad impide que, en uso de sus facultades reglamentarias, el
Poder Ejecutivo pueda excluir a "las obras musicales impresas" y "los álbumes o libros de
estampas y de los cuadernos para dibujar o colorear para niños" del término irrestricto
"libros", empleado por el legislador en el texto del art. 7°, inc. a), de la Ley del Gravamen.
Ello es así, pues el propósito de definir con precisión el alcance del beneficio, que inspira al
reglamento en crisis (cfr. cons. 4°, Dec. 616/01) no puede conducir, por vía interpretativa, a
establecer restricciones que no surgen de los términos de la ley, ni pueden considerarse
implícitas en ella, pues tal pauta hermenéutica no se ajusta al referido principio de legalidad
o reserva (Fallos 316:1115, cons. 9°).
En este orden de ideas, cabe atender a los antecedentes y a la evolución de las normas que
rigen el impuesto, las que -desde su sanción en el año 1973- eximieron a los bienes
comercializados por la actora (cfr. art. 26, Ley 20.631), y mantuvieron dicho beneficio a
través de las sucesivas modificaciones experimentadas (cfr. art. 6°, texto según Ley 23.349;
art. 1°, inc. 5), Ley 23.871; art. 1°, inc. d.1), Ley 25.063), aún las realizadas por el mismo
Poder Ejecutivo en uso de las facultades delegadas (art. 1°, inc. c), Dec. 493/01 y art. 1°,
inc. b), Dec. 615/01).
Tampoco puede inferirse que la intención del legislador ha variado teniendo en cuenta el
contexto general de las leyes, a poco que se repare en que, en el art. 4° de la Ley 25.446,
declaró comprendidos en la política integral del libro y la lectura a los libros infantiles y los
de aprestamiento para la educación inicial y temprana, y libros de música (cfr. inc. a. y c.),
conceptos comprensivos, en mi entender, de "las obras musicales impresas" y de "los
álbumes o libros de estampas y de los cuadernos para dibujar o colorear para niños"
discutidos en autos.
-VI-
Por último, afirma el a quo que la aclaración realizada por el Poder Ejecutivo no se exhibe,
por sí misma, como incompatible con los propósitos del legislador explicitados en los
considerandos del Dec. 615/01.
Sus dos únicos considerandos que se refieren a la exención sub examine se encuentran en el
8° y 9° párrafos.
El restante, por su parte, agrega que, con el fin de hacer efectiva la reducción de la alícuota
para los ingresos obtenidos de la venta de diarios, revistas y publicaciones periódicas por
los editores cuya actividad económica se encuadre en la definición prevista en el art. 83,
inc. b), de la Ley 24.467, se considera conveniente extender el tratamiento otorgado a todos
los sujetos intervinientes en la comercialización de dichos bienes.
Sobre dicha base, pienso que los propósitos del Poder Ejecutivo Nacional, explicitados en
los considerandos del Dec. 615/01, se limitaron a la aplicación del gravamen sobre los
ingresos obtenidos por la venta de diarios, revistas y publicaciones periódicas, bienes
ajenos a los "libros" discutidos en la especie.
Por último, no escapa a mi análisis que el texto exentivo, vigente al momento de dictarse el
reglamento impugnado, proviene de la sustitución realizada por el art. 1°, inc. c), del Dec.
493/01, emitido por el mismo Poder Ejecutivo en uso de las facultades delegadas por la Ley
25.414.
Sin embargo, entiendo que el supuesto de autos difiere del analizado por V.E. en Fallos
291:62, pues si bien tanto la norma reglamentaria como la reglamentada fueron dictadas -
aunque en ejercicio de funciones estatales diferentes- por un mismo órgano de gobierno, lo
cual podría conducir igualmente a suponer que promedió un criterio único en cuanto al
sentido y alcances verdaderos de la franquicia en debate, la delegación legislativa operada a
través de la Ley 25.414 rodea a la norma emitida en su consecuencia de una serie de
formalidades especiales, tales como los informes que -sobre su uso- debe brindar el Poder
Ejecutivo Nacional al Congreso (art. 4°), y el seguimiento por parte de la Comisión
Bicameral creada al efecto (art. 5°).
-VII-
Por lo expuesto, opino que cabe revocar la sentencia de fs. 276/279 en cuanto fue materia
de recurso extraordinario y devolver las actuaciones para que, por quien corresponda, se
dicte una nueva acorde con lo aquí dictaminado.- Octubre 31 de 2002.- Nicolás E. Becerra.
Vistos los autos: "Cámara Argentina del Libro y otros cc. P.E.N. - Dec. 616/01 s/ amparo
Ley 16.986".
Considerando:
Que las cuestiones planteadas en el sub examine han sido adecuadamente tratadas en el
dictamen del señor Procurador General, que el Tribunal comparte, y a cuyos fundamentos
corresponde remitirse por motivos de brevedad.
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario, y se revoca la sentencia apelada. Con costas.
Notifíquese y devuélvanse los autos a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
fallo con arreglo al presente.- Augusto C. Belluscio.- Enrique S. Petracchi.- Eduardo
Moliné O'Connor.- Antonio Boggiano. - Guillermo A. F. López.- Adolfo R. Vázquez.- Juan
C. Maqueda.
27/12/1996
Sumarios
1.
o Voces
1 - -- Los arts. 5º, inc. a) y 6º de la ley 20.631 (Adla, XXXVIII-A, 201), vigente en
1984, asignan preeminencia al precio de la concertación expresado en la factura a
los efectos del impuesto al valor agregado, en tanto dicho precio pueda ser
considerado sincero y representativo de los términos en que efectivamente fue
realizada la venta. Así, el art. 6º mencionado admite la prueba en contrario
enderezada a demostrar que el precio concertado en condiciones normales, pese a
resultar menor al corriente, es aquel por el cual verdaderamente fue realizada la
operación.
2.
o Voces
3.
o Voces
5.
o Voces
6.
o Voces
7.
o Voces
8.
o Voces
8 - Los arts. 5º, inc. a) y 6º de la ley 20.631, vigente en 1984 , asignan preeminencia
al precio de la concertación expresado en la factura a los efectos del impuesto al
valor agregado, en tanto dicho precio pueda ser considerado sincero y representativo
de los términos en que efectivamente fue realizada la venta. Así, el art. 6º
mencionado admite la prueba en contrario enderezada a demostrar que el precio
concertado en condiciones normales, pese a resultar menor al corriente, es aquel por
el cual verdaderamente ha sido realizada la operación.
9.
o Voces
10.
o Voces
3. Que la cámara, para decidir en el sentido indicado, tras enunciar los hechos que tuvo por
comprobados, y reseñar las normas que se encontraban en vigor en el año 1984, afirmó que,
al haber la actora emitido facturas por el precio concertado --coincidente con el valor
normal de plaza al momento en que tal concertación tuvo lugar-- y al haber sido aquél
íntegramente cancelado en oportunidad de la adjudicación de cada unidad, el débito fiscal
debía liquidarse sobre ese precio. Sostuvo que en el caso no concurría ningún supuesto en
el que cupiese adoptar una solución distinta. En tal sentido, puso de relieve que el precio
concertado no podía ser calificado como anormal o simulado, pues fue fijado "por el
montante de los fondos remitidos por la sociedad administradora coincidentes con los de las
listas de precios vigentes a ese momento (el de la concertación)".
Consideró asimismo que la interpretación de la ley del impuesto al valor agregado que
conducía a la conclusión indicada era coincidente con el criterio expresado en ciertos
dictámenes o instrucciones de la Dirección General Impositiva, a los que asignó carácter
vinculante. Por otra parte, juzgó que resultaba inaplicable al caso lo dispuesto por la ley
23.765.
5. Que el recurrente sostiene que la sentencia apelada tiene por probados hechos que no se
encuentran acreditados en autos y que se contradicen con las conclusiones del peritaje
contable. Aduce que la cámara no ha advertido que los precios de lista a los que hace
referencia son los "precios de lista a los concesionarios"; que éstos no intervienen como
adquirentes en las operaciones cuyo tratamiento fiscal se discute, y que, además, tampoco
coincide el importe de los fondos remitidos por la sociedad administradora a la empresa
actora con los precios a los que esta última facturó sus ventas. En tal sentido, destaca que a
los fines del impuesto al valor agregado las facturas debían reflejar los precios de venta al
público y los importes efectivamente percibidos por la terminal. Afirma que hubo un
artificioso desdoblamiento de la facturación --de la terminal a los concesionarios y de éstos
a los adquirentes-- que no corresponde a la realidad de los hechos ni a las instrucciones de
la Inspección General de Personas Jurídicas, toda vez que es la empresa terminal quien
transfiere la propiedad del automotor al adquirente, mientras que el concesionario sólo
actúa en cumplimiento de un mandato de aquélla. Dice también que la cámara ha omitido
examinar la vinculación jurídica existente entre Autolatina y la sociedad administradora,
quienes --según el recurrente-- constituyen una unidad económica y empresarial que integra
el "núcleo vendedor". Esta línea de argumentos lleva a la representación fiscal a calificar
con duros términos a la conducta de la actora; así, alude a una "dolosa actitud de la
contribuyente"; a un "sistema ideológicamente falso en la exposición de los valores
involucrados en la operación"; y a la "implementación del negocio en fraude a la ley fiscal
que habían organizado las fábricas automotrices".
Por otra parte, aduce que no puede tomarse en consideración la factura que se emite al
entregarse el vehículo en el marco del plan de ahorro previo, ya que tal documento no
consigna el precio definitivo a cargo del ahorrista, pues las cuotas que éste debe abonar son
ajustadas según las modificaciones que experimentan los precios de mercado durante el
tiempo de su integración.
Expresa que la ley 23.765 tiene el carácter de norma interpretativa pues siempre rigió el
principio del valor de plaza a la fecha de consumación del hecho imponible para establecer
el quantum de la base. Destaca en tal sentido que la determinación de oficio que dio origen
a esta causa se funda en las normas vigentes en el año 1984 (art. 6º, párr. 1º "in fine", ley
20.631 --t. o. en 1977 y sus modificaciones--) y que, según su criterio, de las distintas
formulaciones que ha tenido la ley del impuesto resulta, en el punto en examen, una
inteligencia única y coherente.
6. Que cabe precisar, en primer término, que según las constancias obrantes en las
actuaciones administrativas, en el "informe de inspección" se tomó como valor corriente en
plaza al resultante de las listas de precios de Ford Motors Argentina, "menos el descuento
que se consignaba para todos los concesionarios, informado en la referida lista de precios"
(fs. 67, act. adm.). Y que asimismo, para determinar las diferencias en la base de cálculo del
débito fiscal fueron confrontadas las facturas de venta emitidas en el año 1984 con "las
listas de precios vigentes durante el período antes mencionado, a efectos de determinar el
precio al concesionario, sin impuestos, al día de emisión de cada una de las facturas" (fs.
67, act. adm.). En concordancia con dicho informe, en el formulario acompañado al
correrse la vista establecida por el art. 24 de la ley 11.683, se expresa claramente que la
observación que motiva el comienzo del procedimiento de determinación de oficio
consistía en que se había comprobado que Ford Motors Argentina recibía por los
automóviles adjudicados por sorteo o licitación el precio total de la unidad vigente al
momento de la concertación; que tales unidades no eran entregadas en forma simultánea a
la recepción de los fondos sino con posterioridad y, al momento de su entrega, eran
facturadas "al precio vigente al día de la concertación, el que --en la mayoría de los casos--
no era coincidente con los valores según lista de precios que regía al momento de la
facturación y entrega de la unidad". Estos últimos valores que --según el criterio del ente
fiscal expresado en la indicada oportunidad procesal-- eran los que debían ser computados
como "precio de mercado... para una unidad cero kilómetro", por constituir el "valor
corriente en plaza", en los términos del primer párrafo, "in fine", del art. 6º de la ley 20.631,
eran los indicados en las listas de precios elaboradas por la empresa automotriz "menos el
descuento que se consignaba para todos los concesionarios" en esas mismas listas (fs. 77
vta., act. adm.).
Asimismo es útil señalar que en la resolución del organismo recaudador apelada ante el
Tribunal Fiscal se expresa que de lo actuado por el personal fiscalizador surgía que la
empresa había realizado "ventas de automotores a concesionarios mediante el sistema de
ahorro previo" (fs. 156, act. adm.), y que --con excepción de un punto que ha quedado al
margen de la controversia-- "sólo cabe confirmar el criterio expuesto en la vista corrida"
(fs. 165, act. adm.).
Por lo demás, dicha resolución ningún reproche ha formulado a la actora por haber
facturado sus ventas a los concesionarios. Tampoco la sentencia del Tribunal Fiscal
introdujo tal cuestión sino que, por el contrario, al definir la materia en litigio afirmó --
acertadamente-- que la pretensión del organismo recaudador partía de "considerar como
valor corriente en plaza el de la lista de precios de Ford Motors Argentina S. A. neto de
descuentos a concesionarios vigente al tiempo de la entrega de los vehículos". En el mismo
sentido expresó ese tribunal que "para efectuar el ajuste del órgano fiscal examinó las
facturas de ventas del año 1984... las que fueron cotejadas con los registros contables y las
listas de precios vigentes durante dicho período, confeccionando planillas de las que
resultan las diferencias entre el precio vigente al momento "de la facturación y entrega
según la lista de precios a concesionarios y el valor consignado en las referidas facturas de
venta que... correspondía a los montos percibidos de la sociedad Plan Ovalo".
Cabe poner de relieve que el representante del Fisco nacional, al contestar el memorial de
agravios que su contraria presentó ante la cámara, ningún planteo formuló respecto del
modo como el tribunal administrativo había definido la materia en litigio ni le imputó haber
omitido el tratamiento de temas relevantes.
7. Que en virtud de lo expresado corresponde concluir que los agravios formulados ante
esta Corte tendientes a descalificar la facturación efectuada por la actora por el hecho de
estar dirigida a los concesionarios --y no a los suscriptores de los planes de ahorro a quienes
eran adjudicados los automóviles-- así como las objeciones --derivadas de dicha
circunstancia-- respecto de la operatoria comercial de aquélla, resultan manifiestamente
inatendibles pues constituyen argumentos distintos de los que motivaron la resolución del
organismo recaudador, cuya revisión es el objeto de esta causa. Además, deviene aplicable
al caso, en el aspecto indicado, la jurisprudencia de la Corte según la cual no cabe
considerar en esta instancia cuestiones no sometidas a la decisión de los tribunales
inferiores (confr. causa T.32.XXIV "Trebas S. A. s/ recurso de apelación - impuesto a las
ganancias", fallada el 14 de septiembre de 1993 --I, 1993-13, 2124--, entre muchas otras).
8. Que sin perjuicio de ello, a fin de demostrar la improcedencia de los agravios del Fisco
Nacional referentes a la valoración que hizo el a quo de los extremos fácticos de la causa,
resulta conveniente detenerse en ciertas conclusiones del peritaje contable obrante a fs.
315/323 vta. En tal dictamen --que no mereció objeciones de la mencionada parte-- se
afirma que la sociedad administradora de los planes de ahorro (Plan Ovalo S. A.) constituía
grupos cerrados de ahorro integrados por adherentes que se comprometían a aportar cuotas
que mensualmente conformaban el "valor móvil" de dos vehículos, los que eran
adjudicados por sorteo o licitación entre los componentes de cada grupo. Los fondos eran
remitidos a Autolatina S. A. (ex Ford Motors Argentina) "concertándose en ese momento"
la adquisición de las unidades. En dicho informe se expresa que "la facturación de esas
unidades era efectuada por Ford Motors Argentina S. A. al concesionario con el cual el
adherente había suscripto el Plan, aplicando los precios de las unidades adjudicadas que
regían según las listas de precios al concesionario vigentes a las fechas de concertación y
que... coincidían con los de la fecha de remisión de fondos de la actora" (punto 3 del
peritaje, fs. 316 vta/317). Este extremo es ratificado en el punto 4 del informe: "en el
periodo que abarca el análisis efectuado, los importes percibidos y facturados por
Autolatina Argentina S. A. (ex Ford Motors Argentina S. A.) se corresponden y coinciden
con los valores o precios consignados en las respectivas listas de precios al tiempo de
concertarse las operaciones realizadas por el sistema de ahorro".
9. Que, por otra parte, en el peritaje se expresa que "la sociedad administradora concretaba
las compras que realizaban los grupos de adherentes del Sistema de Ahorro, al contado
anticipado y mensualmente", y que la actora "no ha reajustado el precio total, convenido y
percibido, correspondiente a las operaciones realizadas mediante el Sistema de Ahorro",
salvo en los casos en que el adquirente decidía incorporar equipos opcionales al vehículo o
cambiar el modelo elegido, supuestos irrelevantes para el "sub lite".
10. Que, frente a las conclusiones del peritaje contable, pierden consistencia los argumentos
del recurrente reseñados en el segundo párrafo del considerando quinto, pues carece de
relevancia que las cuotas a cargo de los adherentes a los planes de ahorro hayan continuado
ajustándose, inclusive después de la adjudicación y de la entrega del automóvil, ya que lo
relevante es que cada grupo cerrado de ahorristas reunía mensualmente el dinero necesario
para adquirir dos automóviles, y esos fondos, a través de la sociedad administradora, eran
girados a la actora. Las operaciones así realizadas, cabe reiterarlo, han sido calificadas por
los peritos como "al contado anticipado", y los precios respectivos --en lo que al caso
interesa-- no fueron objeto de reajustes.
11. Que, sobre la base de las mencionadas circunstancias de hecho, corresponde examinar
los agravios del recurrente fundados en la interpretación que éste asigna a las normas de la
ley del impuesto al valor agregado.
12. Que el art. 5º, inc. a, del ordenamiento legal vigente en el año 1984 --ley 20.631, texto
ordenado en 1977, con las modificaciones introducidas por las leyes 21.911, 22.031,
22.294, 22.774 y 22.817-- establecía, en cuanto guarda relación con el "sub examine", que
el impuesto era adeudado, "en el caso de ventas, desde el momento de la entrega del bien o
acto equivalente...".
Por su parte, el art. 6º --párr. 1º-- establecía: "El precio neto de la venta... será el que resulte
de la factura o documento equivalente extendido por los obligados al ingreso del impuesto,
neto de descuentos y similares efectuados de acuerdo con las costumbres de plaza. En caso
de efectuarse descuentos posteriores, éstos serán considerados según lo dispuesto en el art.
8º. Cuando no exista factura o documento equivalente, o ellos no expresen el valor
corriente en plaza, se presumirá que este es el valor computable, salvo prueba en contrario".
Los importes así obtenidos constituían la base para determinar el débito fiscal mediante la
aplicación de las alícuotas correspondientes, en los términos establecidos por el art. 7º de la
citada ley.
En este orden de ideas, la circunstancia de que la ley se limite a mencionar "el valor
corriente en plaza" --sin precisar a qué tiempo-- debe ser interpretada en referencia al valor
corriente al momento que la operación fue concertada pues sólo de este modo podría
determinarse si el precio reflejado en la factura se adecua al monto por el que el negocio
fue realizado.
14. Que, en otros términos, no podría sostenerse que lo establecido en la última parte del
primer párrafo del citado art. 6º consagrase una regla general que permitiese prescindir del
precio convenido --y consignado en el documento pertinente-- cuando éste fuese menor al
vigente en plaza al momento de la entrega de los bienes si --como en el caso-- el importe
expresado en la factura representa el precio genuino de la venta, realizada en condiciones
normales, al momento de la concertación del negocio y cancelación del precio.
15. Que, además, corresponde poner de relieve que el régimen legal en examen no preveía
que debiera computarse a valores actualizados el precio abonado con antelación a la entrega
de la cosa.
16. Que, con tal comprensión, resulta evidente que la ley 23.765, en cuanto sustituyó el
texto del art. 9º de la ley 23.349 --equivalente, en lo que al caso interesa, al art. 6º de la ley
20.631-- no ha hecho explícita una regla que con anterioridad pudiese entenderse contenida
en el ordenamiento legal --como lo aduce el Fisco Nacional-- puesto que ha alterado
significativamente el sentido de la regulación de la base de cálculo del débito, al prever la
adición de las actualizaciones de las "señas o anticipos a cuenta que congelen precio, con
anterioridad al momento en el cual, de acuerdo al art. 5º debe considerarse perfeccionado el
hecho imponible" y su comparación con el "precio de plaza vigente al aludido momento de
perfeccionamiento del hecho imponible", a fin de computar al mayor de tales valores.
17. Que toda vez que el Fisco nacional no fundó su derecho en la aplicación retroactiva de
las disposiciones de la ley 23.765, lo expresado precedentemente basta para desestimar el
agravio formulado sobre el punto. En efecto, tales disposiciones han sido invocadas por el
organismo recaudador sólo como aclaratorias de la conclusión que --según su criterio--
estaba ínsita en la ley del impuesto al valor agregado desde la instauración de ese tributo.
Descartada esa premisa, el razonamiento del recurrente queda desprovisto de todo sustento.
18. Que los agravios del Fisco nacional referentes a que el hecho imponible debe apreciarse
de consuno con la base de tributación no resultan decisivos, pues tal orden de
consideraciones --apoyadas en razones de orden técnico financiero-- no pueden conducir a
modificar la cuantía de las obligaciones fiscales que resulta de las normas legales
aplicables, toda vez que respecto de aquéllas rige el principio de reserva o legalidad (arts. 4,
17 y 75, inc. 2º, Constitución Nacional; confr. --entre muchos otros precedentes-- los
distintos votos concurrentes en la causa V.103.XXV. "Video Club Dreams c. Instituto
Nacional de Cinematografía s/ amparo", fallada el 6 de junio de 1995 --La Ley, 1995-D,
247--). En este orden de ideas cabe poner de relieve que esta Corte asimismo se ha
pronunciado por la invalidez constitucional de reglamentos fiscales que pretendieron
adecuar las obligaciones de los contribuyentes al fenómeno inflacionario apartándose de la
base de cálculo prevista por la ley (Fallos: 305:134, --La Ley, 1984-A, 350-- 1088).
19. Que, además, es útil señalar que esta Corte ha puntualizado que "no cabe confundir el
'hecho imponible' con la base o medida de la imposición pues el primero determina y da
origen a la obligación tributaria, mientras que la segunda no es más que el elemento a tener
en cuenta para cuantificar el monto de dicha obligación" (Fallos: 286:301, consid. 11 y sus
citas). Esa diferencia puede advertirse asimismo implícita pero inequívocamente en los
fundamentos del fallo dictado el 5 de abril de 1994 en la causa K.9.XXIII "Kodak
Argentina S. A. I. C. c. Provincia de Buenos Aires" (La Ley, 1995-A, 493).
20. Que tampoco resultan atendibles los agravios fundados en las pautas interpretativas
consagradas en los arts. 11 y 12 de la ley 11.683. Ello es así pues, sin desconocer la
significativa importancia que tiene en esta materia el principio de la "realidad económica",
su aplicación no puede conducir a desvirtuar lo establecido específicamente por las normas
legales que regulan concretamente la relación tributaria. Una conclusión contraria afectaría
el principio de reserva o legalidad --al que ya se ha hecho referencia--, supondría
paralelamente un serio menoscabo de la seguridad jurídica, valor al que este tribunal ha
reconocido asimismo jerarquía constitucional (confr. Fallos: 220:5; 243:465; 251:78;
253:47; 254:62 --La Ley, 108-208; 410--, causas: T.267.XXIV. "Tidone, Leda Diana c.
Municipalidad del Partido de General Pueyrredón" y J.13.XXVI. "Jawetz, Alberto s/
apelación resolución de la Caja de Retiros, Jubilaciones y Pensiones de la Policía Federal" -
-La Ley, 1995-A, 155--, sentencias del 22 de diciembre de 1995 y del 24 de marzo de 1994,
respectivamente--), e importaría prescindir de "la necesidad de que el Estado prescriba
claramente los gravámenes y exenciones para que los contribuyentes puedan fácilmente
ajustar sus conductas respectivas en materia tributaria" (Fallos: 253:332 --La Ley, 110-161-
-; 315:820 y causa M.130.XXIII. "Multicambio S. A. s/ recurso de apelación", fallada el 1º
de junio de 1993 --La Ley, 1993-D, 447--).
21. Que, por último, cabe destacar que en el precedente registrado en Fallos: 314:745 --
invocado a su favor por el Fisco nacional-- el tribunal consideró una situación que difiere
de la planteada en estos autos, por lo que las conclusiones allí alcanzadas no resultan
aplicables en la especie. En efecto, en esa oportunidad se debatía si el cómputo de créditos
fiscales por compras de mercaderías efectuadas a una empresa beneficiada con un régimen
de promoción que la eximía de ingresar el impuesto al valor agregado debía ser efectuado
en el período que se emitieron las facturas o en el que las mercaderías fueron efectivamente
recibidas por el adquirente; ello con la particularidad de que no había sido demostrado que
los bienes existiesen al momento de la facturación, extremo éste que el tribunal juzgó
decisivo.
22. Que las conclusiones expresadas tornan inoficiosa la consideración de los restantes
agravios del recurrente.
Por ello, se confirma la sentencia apelada, con costas. -- Julio S. Nazareno. -- Eduardo
Moliné O'Connor. -- Carlos S. Fayt (en disidencia). -- Enrique S. Petracchi (en disidencia).
-- Antonio Boggiano. -- Guillermo A. F. López. -- Adolfo R. Vázquez.
3. Que la cámara, para decidir en el sentido indicado, tras enunciar los hechos que tuvo por
comprobados, y reseñar las normas que se encontraban en vigor en el año 1984, afirmó que,
al haber la actora emitido facturas por el precio concertado --coincidente con el valor
normal de plaza al momento en que tal concertación tuvo lugar-- y al haber sido aquél
íntegramente cancelado en oportunidad de la adjudicación de cada unidad, el débito fiscal
debía liquidarse sobre ese precio. Sostuvo que en el caso no concurría ningún supuesto en
el que cupiese adoptar una solución distinta. En tal sentido, puso de relieve que el precio
concertado no podía ser calificado como anormal o simulado, pues fue fijado "por el
montante de los fondos remitidos por la sociedad administradora coincidentes con los de las
listas de precios vigentes a ese momento (el de la concertación)".
Consideró asimismo que la interpretación de la ley del impuesto al valor agregado que
conducía a la conclusión indicada era coincidente con el criterio expresado en ciertos
dictámenes o instrucciones de la Dirección General Impositiva, a los que asignó carácter
vinculante. Por otra parte, juzgó que resultaba inaplicable al caso lo dispuesto por la ley
23.765.
5. Que el recurrente sostiene que la sentencia apelada tiene por probados hechos que no se
encuentran acreditados en autos y que se contradicen con las conclusiones del peritaje
contable. Aduce que la cámara no ha advertido que los precios de lista a los que hace
referencia son los "precios de lista a los concesionarios"; que éstos no intervienen como
adquirentes en las operaciones cuyo tratamiento fiscal se discute, y que, además, tampoco
coincide el importe de los fondos remitidos por la sociedad administradora a la empresa
actora con los precios a los que ésta última facturó sus ventas. En tal sentido, destaca que a
los fines del impuesto al valor agregado las facturas debían reflejar los precios de venta al
público y los importes efectivamente percibidos por la terminal. Afirma que hubo un
artificioso desdoblamiento de la facturación --de la terminal a los concesionarios y de éstos
a los adquirentes-- que no corresponde a la realidad de los hechos ni a las instrucciones de
la Inspección General de Personas Jurídicas, toda vez que es la empresa terminal quien
transfiere la propiedad del automotor al adquirente, mientras que el concesionario sólo
actúa en cumplimiento de un mandato de aquélla. Dice también que la cámara ha omitido
examinar la vinculación jurídica existente entre Autolatina y la sociedad administradora,
quienes --según el recurrente-- constituyen una unidad económica y empresarial que integra
el "núcleo vendedor". Esta línea de argumentos lleva a la representación fiscal a calificar
con duros términos a la conducta de la actora; así, alude a una "dolosa actitud de la
contribuyente"; a un "sistema ideológicamente falso en la exposición de los valores
involucrados en la operación"; y a la "implementación del negocio en fraude a la ley fiscal
que habían organizado las fábricas automotrices".
Por otra parte, aduce que no puede tomarse en consideración la factura que se emite al
entregarse el vehículo en el marco del plan de ahorro previo, ya que tal documento no
consigna el precio definitivo a cargo del ahorrista, pues las cuotas que éste debe abonar son
ajustadas según las modificaciones que experimentan los precios de mercado durante el
tiempo de su integración.
Expresa que la ley 23.765 tiene el carácter de norma interpretativa pues siempre rigió el
principio del valor de plaza a la fecha de consumación del hecho imponible para establecer
el quantum de la base. Destaca en tal sentido que la determinación de oficio que dio origen
a esta causa se funda en las normas vigentes en el año 1984 (art. 6º, párr. 1º "in fine" de la
ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus modificaciones--) y que, según su criterio, de las distintas
formulaciones que ha tenido la ley del impuesto resulta, en el punto en examen, una
inteligencia única y coherente.
6. Que cabe precisar, en primer término, que según las constancias obrantes en las
actuaciones administrativas, en el "informe de inspección" se tomó como valor corriente en
plaza al resultante de las listas de precios de Ford Motors Argentina, "menos el descuento
que se consignaba para todos los concesionarios, informado en la referida lista de precios"
(fs. 67, act. adm.). Y que asimismo, para determinar las diferencias en la base de cálculo del
débito fiscal fueron confrontadas las facturas de venta emitidas en el año 1984 con "las
listas de precios vigentes durante el período antes mencionado, a efectos de determinar el
precio al concesionario, sin impuestos, al día de emisión de cada una de las facturas" (fs.
67, act. adm.). En concordancia con dicho informe, en el formulario acompañado al
correrse la vista establecida por el art. 24 de la ley 11.683, se expresa claramente que la
observación que motiva el comienzo del procedimiento de determinación de oficio
consistía en que se había comprobado que Ford Motors Argentina recibía por los
automóviles adjudicados por sorteo o licitación el precio total de la unidad vigente al
momento de la concertación; que tales unidades no eran entregadas en forma simultánea a
la recepción de los fondos sino con posterioridad y, al momento de su entrega, eran
facturadas "al precio vigente al día de la concertación, el que --en la mayoría de los casos--
no era coincidente con los valores según lista de precios que regía al momento de la
facturación y entrega de la unidad". Estos últimos valores que --según el criterio del ente
fiscal expresado en la indicada oportunidad procesal-- eran los que debían ser computados
como "precio de mercado... para una unidad cero kilómetro", por constituir el "valor
corriente en plaza", en los términos del párr. 1º "in fine", del art. 6º de la ley 20.631, eran
los indicados en las listas de precios elaboradas por la empresa automotriz "menos el
descuento que se consignaba para todos los concesionarios" en esas mismas listas (fs. 77
vta., act. adm.).
Asimismo es útil señalar que en la resolución del organismo recaudador apelada ante el
Tribunal Fiscal se expresa que de lo actuado por el personal fiscalizador surgía que la
empresa había realizado "ventas de automotores a concesionarios mediante el sistema de
ahorro previo" (fs. 156, act. adm.), y que --con excepción de un punto que ha quedado al
margen de la controversia-- "sólo cabe confirmar el criterio expuesto en la vista corrida"
(fs. 165, act. adm.).
Por lo demás, dicha resolución ningún reproche ha formulado a la actora por haber
facturado sus ventas a los concesionarios. Tampoco la sentencia del Tribunal Fiscal
introdujo tal cuestión sino que, por el contrario, al definir la materia en litigio afirmó --
acertadamente-- que la pretensión del organismo recaudador partía de "considerar como
valor corriente en plaza el de la lista de precios de Ford Motors Argentina S. A. neto de
descuentos a concesionarios vigente al tiempo de la entrega de los vehículos". En el mismo
sentido expresó ese tribunal que "para efectuar el ajuste el órgano fiscal examinó las
facturas de ventas del año 1984... las que fueron cotejadas con los registros contables y las
listas de precios vigentes durante dicho período, confeccionando planillas de las que
resultan las diferencias entre el precio vigente al momento de la facturación y entrega según
lista de precios a concesionarios y el valor consignado en las referidas facturas de venta
que... correspondía a los montos percibidos de la sociedad Plan Ovalo".
Cabe poner de relieve que el representante del Fisco Nacional, al contestar el memorial de
agravios que su contraria presentó ante la cámara, ningún planteo formuló respecto del
modo como el tribunal administrativo había definido la materia en litigio ni le imputó haber
omitido el tratamiento de temas relevantes.
7. Que en virtud de lo expresado corresponde concluir que los agravios formulados ante
esta Corte tendientes a descalificar la facturación efectuada por la actora por el hecho de
estar dirigida a los concesionarios --y no a los suscriptores de los planes de ahorro a quienes
eran adjudicados los automóviles-- así como las objeciones --derivadas de dicha
circunstancia-- respecto de la operatoria comercial de aquélla, resultan manifiestamente
inatendibles pues constituyen argumentos distintos de los que motivaron la resolución del
organismo recaudador, cuya revisión es el objeto de esta causa. Además, deviene aplicable
al caso, en el aspecto indicado, la jurisprudencia de la Corte según la cual no cabe
considerar en esta instancia cuestiones no sometidas a la decisión de los tribunales
inferiores (confr. causa T.32.XXIV "Trebas S. A. s/ recurso de apelación - impuesto a las
ganancias", fallada el 14 de septiembre de 1993, entre muchas otras).
8. Que sin perjuicio de ello, a fin de demostrar la improcedencia de los agravios del Fisco
nacional referentes a la valoración que hizo el a quo de los extremos fácticos de la causa,
resulta conveniente detenerse en ciertas conclusiones del peritaje contable obrante a fs.
315/323 vta. En tal dictamen --que no mereció objeciones de la mencionada parte-- se
afirma que la sociedad administradora de los planes de ahorro (Plan Ovalo S. A.) constituía
grupos cerrados de ahorro integrados por adherentes que se comprometían a aportar cuotas
que mensualmente conformaban el "valor móvil" de dos vehículos, los que eran
adjudicados por sorteo o licitación entre los componentes de cada grupo. Los fondos eran
remitidos a Autolatina S. A. (ex Ford Motors Argentina) "concertándose en ese momento"
la adquisición de las unidades. En dicho informe se expresa que "la facturación de esas
unidades era efectuada por Ford Motors Argentina S. A. al concesionario con el cual el
adherente había suscripto el Plan, aplicando los precios de las unidades adjudicadas que
regían según las listas de precios al concesionario vigentes a las fechas de concertación y
que... coincidían con los de la fecha de remisión de fondos a la actora" (punto 3 del peritaje,
fs. 316 vta/317). Este extremo es ratificado en el punto 4 del informe: "en el período que
abarca el análisis efectuado, los importes percibidos y facturados por Autolatina Argentina
S. A. (ex Ford Motors Argentina S. A.) se corresponden y coinciden con los valores o
precios consignados en las respectivas listas de precios al tiempo de concertarse las
operaciones realizadas por el Sistema de Ahorro".
9. Que, por otra parte, en el peritaje se expresa que "la sociedad administradora concretaba
las compras que realizaban los grupos de adherentes del sistema de ahorro, al contado
anticipado y mensualmente", y que la actora "no ha reajustado el precio total, convenido y
percibido, correspondiente a las operaciones realizadas mediante el sistema de ahorro",
salvo en los casos en que el adquirente decidía incorporar equipos opcionales al vehículo o
cambiar el modelo elegido, supuestos irrelevantes para el "sub lite".
10. Que frente a las conclusiones del peritaje contable, pierden consistencia los argumentos
del recurrente reseñados en el párr. 2º del consid. 5º, pues carece de relevancia que las
cuotas a cargo de los adherentes a los planes de ahorro hayan continuado ajustándose,
inclusive después de la adjudicación y de la entrega del automóvil, ya que lo relevante es
que cada grupo cerrado de ahorristas reunía mensualmente el dinero necesario para adquirir
dos automóviles, y esos fondos, a través de la sociedad administradora, eran girados a la
actora. Las operaciones así realizadas, cabe reiterarlo, han sido calificadas por los peritos
como "al contado anticipado", y los precios respectivos --en lo que al caso interesa-- no
fueron objeto de reajustes.
11. Que, sobre la base de las mencionadas circunstancias de hecho, corresponde examinar
los agravios del recurrente fundados en la interpretación que éste asigna a las normas de la
ley del impuesto al valor agregado.
12. Que el art. 5º, inc. a, del ordenamiento legal vigente en el año 1984 --ley 20.631, texto
ordenado en 1977, con las modificaciones introducidas por las leyes 21.911, 22.031,
22.294, 22.774 y 22.817-- establecía, en cuanto guarda relación con el "sub examine", que
el impuesto era adeudado, "en el caso de ventas, desde el momento de la entrega del bien o
acto equivalente...".
Por su parte, el art. 6º --párr. 1º-- establecía: "El precio neto de la venta... será el que resulte
de la factura o documento equivalente extendido por los obligados al ingreso del impuesto,
neto de descuentos y similares efectuados de acuerdo con las costumbres de plaza. En caso
de efectuarse descuentos posteriores, éstos serán considerados según lo dispuesto en el art.
8º. Cuando no exista factura o documento equivalente, o ellos no expresen el valor
corriente en plaza, se presumirá que este es el valor computable, salvo prueba en contrario".
Los importes así obtenidos constituían la base para determinar el débito fiscal mediante la
aplicación de las alícuotas correspondientes, en los términos establecidos por el art. 7º de la
citada ley.
13. Que en materia impositiva toda interpretación debe realizarse atendiendo esencialmente
a la realidad económica de que se trate. Tal ha sido la intención del propio legislador
cuando en los arts. 11 y 12 de la ley 11.683 estableció que la determinación de la verdadera
naturaleza del hecho imponible debe hacerse atendiendo a los actos, situaciones y
relaciones económicas que efectivamente realicen, persigan o establezcan los
contribuyentes; y ésta ha sido también la doctrina del tribunal cuando reiteradamente ha
señalado que para configurar la cabal intención del contribuyente, se debe atribuir
preeminencia a la situación económica real con prescindencia de las estructuras jurídicas
utilizadas, que pueden ser inadecuadas o no responder a esa realidad económica (Fallos:
237:246; 249:256; 251:379; 283:258 --La Ley, 87-148; 105-776; 107-104; 148-53--, y
307:118), de modo tal que el propósito de la ley se cumpla de acuerdo con los principios de
una razonable y discreta interpretación (Fallos: 302:661 --La Ley, 81-A, 322--).
14. Que en relación con ello, resulta conveniente destacar que el miembro informante de la
Cámara de Diputados --en oportunidad de la consideración del proyecto de la ley 20.631--
definió al tributo como "un impuesto que, recayendo en definitiva sobre el consumidor final
que lo paga a través del precio de lo que consume, ha sido ingresado al fisco por cada uno
de los intervinientes en el proceso de producción, distribución y comercialización en
proporción al valor que cada uno de ellos incorpora al producto" (confr. "Diario de
Sesiones", Cámara de Diputados de la Nación, año 1973, pág. 4781). En concordancia con
ello, el mensaje que el Poder Ejecutivo había remitido al Congreso, indicaba el propósito de
crear un impuesto, que recaerá en cada una de las etapas del ciclo económico, pero
solamente sobre el valor agregado por cada una de ellas" (op. cit., p. 2741).
15. Que para atender a tal caracterización del impuesto, la base de cálculo del débito fiscal
debe expresar el valor real del bien en el momento en que se perfecciona el hecho
imponible, pues si se computase el precio recibido por el vendedor con anterioridad a la
entrega de la cosa en su expresión nominal, en épocas de alta inflación, es evidente que el
importe que así se determinase no tendría relación con el valor que la empresa agregó al
producto, lo cual supondría alterar la esencia misma del tributo.
16. Que, además, ello equivaldría a admitir una injustificada asimetría entre la carga
tributaria soportada por el comprador al abonar el precio y el cómputo del respectivo débito
por parte del responsable, en razón del proceso de envilecimiento que experimentó el signo
monetario nacional en el período considerado.
Al respecto, es pertinente recordar que esta Corte ha establecido que existen casos en los
que es posible y además necesario reconocer trascendencia jurídica a los efectos
económicos de los impuestos para arribar a una solución que resulte armónica con los
derechos y garantías que establece la Constitución Nacional y con el ordenamiento jurídico
vigente (causa C.181.XXIV. "Compañía General de Combustibles S. A. s/ recurso de
apelación", fallada el 16 de junio de 1993, consid. 6º --La Ley, 1993-D, 379--).
17. Que sobre la base de tales consideraciones, cabe entender que cuando el art. 6º de la ley
20.631 alude al "valor corriente en plaza", está haciendo referencia al valor corriente en el
momento en el que se perfecciona el hecho imponible. Ello es así porque ante la ausencia
de precisiones en la norma que permitan afirmar con certeza que la intención del legislador
ha sido relacionar aquella expresión con el momento en que se concertó el negocio y abonó
el precio, corresponde adoptar el criterio que mejor se compadece con los principios
interpretativos anteriormente mencionados.
18. Que si bien es cierto que teóricamente el "hecho imponible" puede ser diferenciado de
la base o medida de la imposición (confr. Fallos: 286:301), cabe poner de relieve que al
examinar concretamente las disposiciones de la ley del impuesto al valor agregado, esta
Corte expresó que "el punto de partida en torno del cual deberá girar todo el esquema
interpretativo en esta materia está constituido por dos circunstancias esenciales que han
sido contempladas por el legislador: a) el nacimiento del hecho imponible (título I, art. 5º) y
b) la liquidación del tributo (título II)"; y afirmó que "debe cuidarse el mantenimiento de la
simetría y preservación de dichas circunstancias" (Fallos: 314:746). Agregó el tribunal en
aquel precedente --en concordancia con el criterio que se sigue en este caso-- que "sólo así
podrá realizarse plenamente el principio hermenéutico sentado firmemente por la Corte
desde antigua data y con arreglo al cual el alcance de las leyes impositivas debe
determinarse computando la totalidad de las normas que la integran, para que el propósito
de la ley se cumpla de acuerdo con las reglas de una razonable y discreta interpretación".
19. Que, por otra parte, resulta equivocada la conclusión que el a quo extrajo de diversos
dictámenes e "instrucciones" publicados en el boletín del organismo recaudador. Ello es así
porque --sin perjuicio de otras consideraciones que podrían formularse sobre el punto-- las
opiniones vertidas en ellos se refieren a supuestos específicos que difieren del planteado en
estos autos, sin que por vía de inferencias pueda colegirse la preexistencia de un
determinado criterio fiscal respecto del tema que se debate en el "sub lite".
Así, por ejemplo, la opinión que guardaría mayor proximidad con el caso en examen es la
vertida en la instrucción 369 --del 30 de diciembre de 1982-- emanada de la Dirección de
Asuntos Técnicos y Jurídicos, cuyo título es "Venta de Construcción sobre inmueble propio
- precio corriente en plaza" (Boletín D. G. I. Nº 350, p. 217). Si bien es verdad que ella --
más allá de estar dirigida al ámbito interno de la administración-- comienza enunciando una
determinada interpretación del art. 6º de la ley del impuesto --que favorecería a la actora en
el caso de autos-- las soluciones que en la práctica adopta relativizan los alcances de
aquella interpretación.
20. Que, en relación con ello, es conveniente destacar que, según jurisprudencia de esta
Corte, no cabe presumir renuncias por parte de la administración fiscal en su derecho-
obligación de cobrar las cargas impositivas (Fallos: 308: 1799, causa P.624.XXII "Prodesca
S. A. I. y C. s/ demanda de repetición", sentencia del 9 de diciembre de 1993 --I, 1994-A,
1256--).
21. Que de las consideraciones precedentes surge que la pretensión del Fisco nacional
cuenta con suficiente respaldo legal en las normas de la ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus
modif.-- que regían en el período fiscal involucrado en la causa.
En consecuencia, toda vez que tanto el Fisco nacional como la empresa actora niegan
efectos retroactivos a las disposiciones de la ley 23.765, que comenzaron a regir el 1º de
febrero de 1990 (art. 3º de dicha ley y dec. 53/90), resulta inoficioso el examen de aquéllas.
22. Que sin perjuicio de ello, se estima conveniente aclarar que la reglamentación que
realizó la Dirección General Impositiva con el fin de aplicar la actualización dispuesta por
el art. 9º, párr. 7º, de la ley 23.349 -- modificada por la ley 23.765-- ninguna relación
guarda con el caso de autos. Ello es así pues si bien es verdad que ese reglamento (res. gral.
3210) no previó la actualización de operaciones realizadas con anterioridad al mes de
marzo de 1990, también lo es que la determinación de oficio impugnada en esta causa no ha
indexado los precios consignados en las facturas emitidas por la actora sino que ha dejado
de lado tales importes para atender al valor de los bienes al momento en que ellos fueron
entregados.
Una empresa, llamada "Plan Ovalo", cumplía el rol de sociedad administradora de los
planes de ahorro. Entre sus objetivos centrales se encontraba el de crear grupos de personas
(en adelante, "adherentes" o "miembros"). Estas se comprometían a aportar mensualmente
cuotas cuyo monto por regla permitía reunir, cada treinta días, fondos equivalentes al valor
de dos vehículos.
Una vez que la sociedad administradora reunía ese dinero, lo entregaba a Autolatina (una
firma que fabrica automóviles) y, de ese modo, se "concertaba" la compra de dichos
vehículos, los que se adjudicaban por sorteo o licitación entre los miembros.
Después de ese hecho, el concesionario facturaba los vehículos, al valor de lista al público,
y los entregaba a los dos adquirentes a los que, tiempo antes, les habían sido adjudicadas las
unidades (2).
3. Que la principal cuestión que plantea el caso en examen es la siguiente: ¿Es posible --a la
luz de la ley 20.631 tal como fue modificada por la ley 22.294-- que Autolatina haya
liquidado el impuesto al valor agregado, originado por la venta de vehículos a través del
"sistema de ahorro previo para fines determinados", del modo en que lo hizo en el período
fiscal del año 1984; es decir, en función de considerar que la base imponible de tal
gravamen, era el "valor corriente en plaza" de los automóviles en el momento en que la
sociedad administradora de dicho plan le remitía los fondos al concertar cada operación de
venta?
5. Que, como se advertirá, el problema reseñado en el consid. 3º de este voto puede ser
dilucidado si se determina cuál es el significado de la frase "valor corriente en plaza", en las
palabras del transcripto art. 6º (en adelante, "VCP"). Ello es así, pues la validez de la base
imponible utilizada por la actora para liquidar el I.V.A., está condicionada a que el precio
por el cual facturó los vehículos, haya expresado el aludido "valor corriente en plaza".
b) que el VCP se refiere al precio de plaza (del vehículo) que estuvo vigente en el instante
en que Autolatina lo entregó al adquirente a través del concesionario; pues es este el
momento en que nace la obligación tributaria en concepto de I.V.A. tal como lo establece el
citado art. 5º de la ley 20.631 (tesis fiscal).
6. Que con el fin de precisar el alcance de la frase "valor corriente en plaza", es pertinente
el principio --acuñado por una larga línea de precedentes de esta Corte--, que establece que
el texto de las leyes es la primera fuente que debe estudiar el intérprete para determinar el
significado de dichas leyes.
Si el aludido texto fuera equívoco, es válido que se acuda a lo expresado por el miembro
informante, cuando explicó su sentido ante la cámara legislativa en la que fue aprobado (5).
Este principio de interpretación se funda en, al menos, dos razones. Por un lado, en la
presunción de que los dictámenes de los miembros informantes son el resultado de un
minucioso y detenido estudio de los asuntos que despachan (6) y, por el otro, en la
suposición de que tales miembros representan a la voluntad de los legisladores que
aprobaron tales normas.
Nada hay en el texto de la ley 20.631, ni en las leyes que la modificaron, que permita inferir
cuál es el significado que el Congreso quiso atribuir a la frase en estudio. En efecto, la sola
lectura de tales normas no permite precisar si el VCP alude a lo defendido por la actora o
por el fisco.
Por esta razón es posible acudir a lo expresado por el miembro informante de dicha ley,
cuando explicó el propósito del impuesto al valor agregado.
Al respecto, este diputado definió al tributo en examen --al presentar el proyecto de lo que
luego sería la ley 20.631-- como "un impuesto que, recayendo en definitiva sobre el
consumidor final que lo paga a través del precio de lo que consume, ha sido ingresado al
fisco por cada uno de los intervinientes en el proceso de producción, distribución y
comercialización en proporción al valor que cada uno de ellos incorpora al producto" (7).
En similar sentido, el mensaje que en esa oportunidad el Poder Ejecutivo había remitido al
Congreso, indicaba el propósito de crear un impuesto "que recaerá en cada una de las
etapas del ciclo económico, pero solamente sobre el valor agregado por cada una de ellas"
(8).
Por otro lado, la expuesta noción del I.V.A. es coincidente con la que aporta el derecho
comparado en esta materia (9).
7. Que para atender a tal caracterización del impuesto parece ineludible sostener que
cuando el art. 6º de la ley 20.631 alude al "valor corriente en plaza", está haciendo
referencia al valor corriente en el momento del "nacimiento del hecho imponible", en los
términos del art. 5º de dicha ley; es decir, el valor vigente en el instante en que Autolatina
entregó los vehículos a las concesionarias.
La tesis expuesta en el párrafo anterior se funda en varias razones, entre las que cabe
destacar las siguientes: si se interpretara que es posible computar como base imponible del
I.V.A. el precio recibido por el vendedor antes de la entrega de la cosa, es evidente que --en
épocas de alta inflación-- el importe que así se determinara no tendría relación con el valor
que el vendedor ha agregado al producto; y ello violaría el propósito de quienes dictaron la
ley en estudio, que ha sido expuesto en el considerando precedente.
Por otro lado, ante la ausencia de precisiones expresas en la norma "sub examine" que
permitan afirmar que la intención del Congreso ha sido relacionar la expresión "valor
corriente en plaza" con el momento en que se concertó el negocio y abonó el precio,
corresponde adoptar el criterio señalado en el primer párrafo de este considerando; porque,
de lo contrario, se admitiría una injustificada asimetría entre el precio y el cómputo del
respectivo débito por parte del responsable, en razón del proceso de desvalorización que
experimentó el signo monetario nacional en el período estudiado en el "sub lite".
8. Que si bien es cierto que teóricamente el "hecho imponible" puede ser diferenciado de la
base o medida de la imposición (confr. Fallos: 286:301), cabe poner de relieve, que al
examinar concretamente las disposiciones de la ley del impuesto al valor agregado esta
Corte expresó que "el punto de partida en torno del cual debe girar todo el esquema
interpretativo en esta materia está constituido por dos circunstancias esenciales que han
sido contempladas por el legislador: a) el nacimiento del hecho imponible (título I, art. 5º) y
b) la liquidación del tributo (título II)"; y afirmó que "debe cuidarse el mantenimiento de la
simetría y preservación de dichas circunstancias" (caso "Radio Serra", Fallos: 314:746 --
año 1991 --). Agregó el tribunal en aquel precedente --en concordancia con el criterio que
se sigue en este caso-- que "sólo así podrá realizarse plenamente el principio hermenéutico
sentado firmemente por la Corte desde antigua data y con arreglo al cual el alcance de las
leyes impositivas debe determinarse computando la totalidad de las normas que la integran,
para que el propósito de la ley se cumpla de acuerdo con las reglas de una razonable y
discreta interpretación".
9. Que, por otra parte, resulta equivocada la conclusión que el a quo extrajo de diversos
dictámenes e "instrucciones" publicados en el boletín del organismo recaudador. Ello es así
porque --sin perjuicio de otras consideraciones que podrían formularse sobre el punto-- las
opiniones vertidas en ellos se refieren a supuestos de hecho que claramente difieren del
planteado en estos autos; sin que por vía de inferencias pueda colegirse la existencia de un
determinado criterio fiscal respecto del tema que se debate en el "sub lite".
Así, por ejemplo, la opinión que guarda mayor proximidad con el caso en examen es la
vertida en la instrucción 369 --del 30 de diciembre de 1982-- emanada de la Dirección de
Asuntos Técnicos y Jurídicos, cuyo título es "Venta de Construcción sobre inmueble propio
- precio corriente en plaza" (Boletín D.G.I. Nº 350, p. 317).
10. Que de las consideraciones precedentes surge que la pretensión del Fisco Nacional
cuenta con suficiente respaldo legal en las normas de la ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus
modificaciones-- que regían en el período fiscal de que se trata en la causa.
Por ello, y toda vez que tanto el Fisco nacional como la empresa actora niegan efectos
retroactivos a las disposiciones de la ley 23.765 --que comenzaron a regir el 1º de febrero
de 1990 (art. 3º de dicha ley y dec. 53/90), resulta inoficioso el examen de aquéllas.
11. Que, por último, se estima conveniente aclarar que la reglamentación que realizó la
Dirección General Impositiva con el fin de aplicar la actualización dispuesta por el art. 9º,
párr. 7º, de la ley 23.349 --modificada por la ley 23.765-- ninguna relación guarda con el
caso de autos.
Ello es así pues si bien es verdad que ese reglamento (res. gral. 3210) no previó la
actualización de operaciones realizadas con anterioridad al mes de marzo de 1990 --como
la abordada en autos--, también lo es que la determinación de oficio impugnada en esta
causa no ha indexado los precios consignados en las facturas emitidas por la actora, sino
que ha dejado de lado tales importes para atender al "valor corriente en plaza" de los
vehículos al momento en que ellos fueron entregados por la demandante.
Por ello, se revoca la sentencia apelada, y se confirma la resolución administrativa
impugnada por la actora. Con costas. -- Enrique S. Petracchi.
(1)La cuestión principal que debe ser resuelta en este expediente se esboza "infra" en el
consid. 3º.
El sistema de ahorro para fines determinados se encuentra regulado por el decreto del Poder
Ejecutivo nacional Nº 142.277/43, las resoluciones 8/82 y 1/85 de la Inspección de
Personas Jurídicas y normas concordantes.
(3)Conf. art. 5º de la ley 20.631, según modificación realizada por la ley 22.294.
(4)Conf. art. 6º de la ley 20.631, según la modificación realizada por la ley 22.294 (énfasis
agregado).
(5)En los siguientes casos la Corte determinó el alcance de leyes sobre la base de lo
sostenido por el miembro informante, a raíz de que el texto de dichas normas fue
considerado equívoco: segundo párrafo de la página 168 del caso "Municipalidad de
Tucumán", Fallos: 113:165 --año 1910--; último párrafo de la página 187 y página 188 del
caso "Ferrocarril B. A. al Pacífico", Fallos: tomo 115:186 --año 1906--; caso "La Mortola",
Fallos: tomo 120-372 --año 1915--; en este precedente se afirmó que "(...) No debe acudirse
a los antecedentes parlamentarios de la discusión de una ley para fijar el alcance de sus
disposiciones, cuando éstas son claras" (conf. párr. 2º de la p. 398 del caso "La Mortola",
cit. "supra"); y también esta Corte expresó "(...) Es regla de interpretación de las leyes la de
que los jueces deben atenerse al texto de las mismas, cuando es claro y no da lugar a dudas
(...)" (caso citado, segundo párrafo de la página 399); caso "Ferrocarril Central Argentino",
Fallos: 127:189 --año 1918--, párr. 2º de la p. 218.
(6)Sobre este punto el tribunal ha expresado lo que sigue: "(...) que debiendo suponerse que
las comisiones parlamentarias estudian minuciosa y detenidamente, en su fondo y en su
forma, los asuntos que despachan, sus informes orales o escritos tienen más valor que los
debates en general del Congreso, o las opiniones individuales de los legisladores (caso
"Florencio Lara", Fallos: 77:319 --año 1899--, 141 U. S. 268; 166 U. S. 290) y constituyen
una fuente legítima de interpretación (Fallos, 33:228 --año 1888--; 100:51 --año 1904-- y p.
337 --año 1904--; 114:298 --año 1905--; 115:186 --1906--; Sutherland y Lewis, "Statutes
and Statury Construction", párr. 470, 2ª edición, 1904, y Fallos 143 U. S. 457 y 192 U. S.
470)" conf. caso "La Mortola", Fallos: 120:372 --año 1915--, tercer párrafo de la p. 402.
Con similar sentido esta Corte afirmó "(...) que si bien es cierto que las palabras o
conceptos vertidos en el seno del Congreso con motivo de la discusión de una ley, son en
general simples manifestaciones de opinión individual de las personas que las pronuncian
(Fallos: 77:319). También lo es que no puede decirse lo mismo de las explicaciones o
aclaraciones hechas por los miembros informantes de los proyectos o en los informes de las
respectivas comisiones encargadas de su estudio, pues tales explicaciones e informes
constituyen, según la doctrina y la jurisprudencia, una fuente propia de interpretación
(Fallos: 33:228; 100:51 y 337)", conf. caso "Municipalidad de Córdoba", Fallos: 114:298 --
año 1901--, 3º párrafo de la página 304; ver, además, caso "Don Ambrosio Neto", Fallos:
141:254 -- año 1924--, último párrafo de la página 269 y primer párrafo de la p. 270.
(9)Ver a TAIT, Alan, "Value Added Tax. International Practice and Problems", p. 4,
International Monetary Fund, Washington D. C. 1988; SHOUP, Carl S., "Choosing among
types ofVATs", p. 3, publicado en "Value Added Taxation in Developing Countries",
editado por Malcom Gillis, Carl S. Shoup y Gerardo P. Sicat, The World Bank Washington
D. C., 1990.
13/06/1989
Fecha: 13/06/1989
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
3 - Los tributos al consumo no tienen un régimen legal idéntico, toda vez que
comprenden hechos imponibles que difieren entre sí, por las operaciones que
resultan alcanzadas por las normas respectivas, por la base imponible y la alícuota
para su liquidación, lo cual revela particularidades específicas en cada uno de ellos,
que impide concluir que los gravámenes ostenten una similitud que no surge de la
hermenéutica de la ley, de la economía general del tributo, ni de la finalidad del
legislador al determinarla imposición al consumo. En el caso, la actora reclama la
devolución de las sumas abonadas en concepto de impuestos internos por el
expendio del producto en polvo "Royalina" que considera no alcanzado por el
tributo en cuestión.-
4.
o Voces
Vistos los autos: "Fleischmann Argentina Inc. s/ recurso por retardo - impuestos internos".
Considerando:
1°) Que la Sala III de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal mantuvo la decisión de la instancia anterior, que había rechazado el
recurso de repetición promovido por la actora para obtener la devolución de las sumas
abonadas en concepto de impuestos internos por el expendio del producto "Royalina"
durante el período del mes diciembre de 1978, y de enero a diciembre de 1979.
2°) Que para así resolver, el tribunal a quo interpretó que si bien la opinión de la oficina
química del Estado, mediante los análisis efectuados, determinó que la Royalina es un
producto no contemplado en el Código Alimentario Argentino, ello no impide que pueda
ser considerada como un refresco, a la luz de las "definiciones y exigencias" de dicho
Código, por lo cual entendió que es un "polvo deshidratado mezclado o no con sustancias
de uso permitido, u obtenido artificialmente por mezcla de sus componentes, que por
disolución en agua potable, origina una bebida refrescante"; en razón de la finalidad del
artículo 69 de la ley de impuestos internos (t.o. 1979) y las demás disposiciones técnicas
que no descartan la posibilidad de que existan refrescos sólidos; y además, que la reforma
al art. 69 de la ley de impuestos internos (t.o. 1979) efectuada por la ley 23.350, según el
debate parlamentario y el mensaje del Poder Ejecutivo, no tuvo por finalidad alterar la
imposición en el sentido pretendido por la recurrente.
3°) Que contra dicho pronunciamiento la actora interpuso recurso extraordinario que fue
concedido, y es procedente, en razón de que está controvertida la inteligencia de normas de
naturaleza federal, y la sentencia definitiva del superior tribunal de la causa es contraria a
las pretensiones que la recurrente sustenta en ellas.
4°) Que en el sub examine cabe dilucidar si el polvo denominado "Royalina" que
comercializa la actora, está alcanzado por el tributo previsto en el art. 69 de la ley de
impuestos internos (t.o. 1979) que establece que "las bebidas gasificadas no alcanzadas
específicamente por otros impuestos internos y los refrescos estarán gravados con un
impuesto interno del veinticinco por ciento (25 %). Igual gravamen pagarán los jarabes,
extractos y concentrados, no derivados de la fruta, destinados a la preparación de bebidas
sin alcohol".
5°) Que en cuanto a las características de los tributos al consumo, en general, esta Corte
consideró que ellos no tienen un régimen legal idéntico, toda vez que comprenden hechos
imponibles que difieren entre sí, por las operaciones que resultan alcanzadas por las normas
respectivas, por la base imponible y la alícuota para su liquidación, lo cual revela
particularidades específicas en cada uno de ellos, que impide concluir que los gravámenes
ostenten una similitud que no surge de la hermenéutica de la ley, de la economía general
del tributo, ni de la finalidad del legislador al determinar la imposición al consumo
específico o general (sentencia del 3 de setiembre de 1987 in re N.125.XX. "Noblex Chaco
S.A. c/ Fisco Nacional (D.G.I.) s/ nulidad de resolución").
6°) Que, por otra parte, con respecto a la interpretación del sistema normativo examinado,
se sostuvo que no cabe aceptar la analogía en la interpretación de las normas tributarias
materiales, para extender el derecho más allá de lo previsto por el legislador (sentencia del
17 de febrero de 1987 en lo autos "Frigorífico Bancalari S.A.I.C. s/ apelación - impuesto al
valor agregado"), a lo que cabe agregar, ni para imponer una obligación, habida cuenta de
la reiterada doctrina en el sentido de que atendiendo a la naturaleza de las obligaciones
fiscales, rige el principio de reserva o legalidad (arts. 4 y 67, inc. 2, de la Constitución
Nacional; fallo del 25 de agosto de 1988, P.287.XXI. "Panamérica de Plásticos S.A.I.C. c/
D.G.I. s/ nulidad de resolución" -cons. 7 y sus citas-).
8°) Que la ley 23.350 tampoco especifica en su texto ni el alcance que resulta susceptible
acordar a su finalidad, que se trata de una ley aclaratoria, sino, en cambio, la comparación
con el texto ordenado vigente a la fecha de su sanción revela en su contexto que modificó la
norma legal anterior.
9°) Que, en tales condiciones, y teniendo en cuenta que el polvo denominado "Royalina"
que comercializa la actora como está comprobado con la pruebas producida, no es strictu
sensu un refresco, un jarabe, ni un extracto o concentrado, en el estado que presenta al
momento de su expendio y además, que el uso posterior que le da el consumidor implica un
último proceso que se encuentra fuera del ámbito impositivo, cabe concluir que no
constituye un producto alcanzado específicamente por el gravamen examinado -en el
período comprendido en la litis-, en virtud de los fundamentos jurídicos necesarios y
suficientes, sustentados en la doctrina de esta Corte señalada en los puntos que anteceden.
Por ello, se revoca el pronunciamiento apelado en cuanto fue materia de recurso. Con
costas. - Augusto César Belluscio. - Carlos S. Fayt. - Enrique Santiago Petracchi. - Jorge
Antonio Bacqué.
Que el artículo 6º de la ley 11682 (t.o. 1960), en lo que al caso interesa, dispone: "En
general y sin perjuicio de las disposiciones especiales de los ar- tículos siguientes, son
réditos de fuente argentina aquellos que provienen de capitales, cosas o derechos situados,
colocados o utilizados económicamente en la República...". Por su parte, el artículo 9º,
inciso b), de la misma ley establece: "Los réditos que obtienen los exportadores del
extranjero, por la simple introducción de sus productos en la República, son de fuente
extranjera".
El beneficio que de la compraventa pudiera resultar para el exportador extranjero, tal como
lo establece el artículo 9º, inciso b), de la ley 11682, constituye un rédito de fuente no
nacional, desde que su causa no es otra que la actividad comercial llevada a cabo en el país
de origen. Es indudable, por tanto, que aquel beneficio escape al poder impositivo
argentino, por vía de principio.
El pago diferido a un año con intereses, permite presumir que éstos tienen carácter
compensatorio. Su finalidad no puede ser otra que retribuir la espera concedida para el
cobro del precio de venta, precio que en modo alguno integran.
30/09/1976
Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación
Fecha: 30/09/1976
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
3º - Que en el caso, atento los términos en que quedó trabada la litis, el problema que se
debe resolver no es si la actividad de la actora cae dentro de las exenciones impositivas del
art. 9º, inc. a) de la ley 12.143 (impuesto a las ventas), sino si la administración, por si,
podía revocar la resolución de fecha 18 de mayo de 1973, que obra a fs. 16/17 de las
actuaciones administrativas, que hace lugar a aquella exención.
4º - Que con fecha 18 de diciembre de 1967, Cerámica San Lorenzo I.C.S.A. interpuso ante
la Dirección General Impositiva el recurso de repetición que autoriza el art. 74 de la ley
11.683 (t. o. 1960), el que tuvo una resolución denegatoria (conf. fs. 6 del expediente
administrativo), contra la cual solicitó reconsideración en los términos del art. 71 de la
norma citada. Esta fue resuelta favorablemente por el Jefe de la Zona Fiscalización Buenos
Aires a fs. 16/17 del administrativo, haciendo saber por lo tanto, que existe un saldo a favor
de la actora de $ 7.109.527, que le queda acreditado para compensar con futuras
obligaciones fiscales. Las partes no discuten la competencia de dicho funcionario para
dictar ese acto administrativo y el procedimiento seguido, según lo relatado, es acorde con
lo previsto para el caso en la ley 11.683 (t. o.1968, vigente al momento de la resolución
revocada). A su vez, es materia opinable interpretar si el azulejo, definido por el
Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española como "ladrillo pequeño
vidriado" está comprendido dentro del género "ladrillo" exceptuado del impuesto a las
ventas por el art. 9º, inc. a) de la ley 12.143, independientemente, por supuesto, del acierto
o error de la conclusión. De lo dicho se infiere que el acto revocado en sede administrativa
tiene el carácter de regular, toda vez que cumple con los requisitos externos de validez, vale
decir, forma y competencia y, además, no incurre en error grave de derecho, que linde con
la incompetencia, en medida que supera lo meramente opinable en cuanto a la
interpretación de las normas legales que rigen el caso (Fallos, t. 255, p. 231; t. 258, p. 299;
t. 265, p. 349 -Rev. La Ley, t. 111, p. 538, fallo 50.781-, t. 116, p. 296; fallo 52.701 -Rep.
La Ley XXVIII, p. 2601, sum. 715-; y otros). Que no obsta a lo dicho el hecho de que se
haya prescindido de dictamen jurídico, toda vez que en el procedimiento de repetición de la
ley 11.683 (t. o. 1968, aplicable al dictarse la resolución revocada por la Dirección General
Impositiva), no estaba previsto ese requisito y el art. 7º, inc. d) de la ley 19.549. cuando lo
exige, lo supedita al supuesto de un acto que pudiera afectar derechos subjetivos e intereses
legítimos de los administrados, extremo que en autos, por el contrario, no se da.
5º - Que atento lo expuesto, y no resultando que el acto revocado contenga vicios que
hagan a su nulidad absoluta en los términos de los arts. 14 y 17 de la ley 19.549, el caso
encuadra en lo dispuesto en la primer parte del art. 18 de la norma citada, por lo que, una
vez notificado, no pudo ser revocado, modificado o sustituido en sede administrativa.
En Buenos Aires, a los 10 días del mes de septiembre de 1993, se reúnen los miembros de
la Sala B del TFN, dres. Agustín Torres (vocal de la 4ta. Nominación), Carlos A. Porta
(vocal de la 5ta. Nominación) y Alberto M. Gorosito (vocal de la 6ta. Nominación) a fin de
decidir en la causa caratulada "Ciccone Hnos. y Lima Establecimientos Gráficos SACI",
expte. 7902-I.
Informa que realizaba impresión de billetes de lotería y demás efectos por encargo de la
Sociedad del Estado Casa de la Moneda, sobre papel impreso con fondos de seguridad de
propiedad de dicha sociedad.
Dice que la Casa de la Moneda le informó que la impresión de los bienes en discusión, en
virtud del dictamen anterior, no están alcanzados por el IVA.
Entiende que el dictamen, emitido en los términos del art. 9 de la L. 11683, ha creado una
situación de cosa juzgada administrativa, apoyando su tesis en jurisprudencia que cita.
Estima que la misma situación reviste el primer pronunciamiento del juez administrativo
cuando no encontró argumentos para efectuar la determinación de oficio, sin interesar si se
califica a su operatoria de ventas o locaciones, ya que se juzgó la misma actividad de
impresiones, con cita de doctrina.
Sostiene que la partida 49.11 involucra la supresión de la carga fiscal a la totalidad del
proceso integrativo del bien, el que involucra a la impresión del mismo, tal como señala el
2do. párr. del art. 26 de la ley, atendiendo que si la venta de los efectos se halla exenta, la
locación de obra sigue la misma suerte, destacando que la posición fiscal restringe la
exención cuando las entidades emisoras fueran a la vez impresoras.
Para el supuesto de una decisión adversa, pide se le exima de los intereses del art. 150,
ofreciendo prueba y planteando el caso federal.
Afirma que la Casa de la Moneda no tiene facultades para otorgar exención, por lo que la
nota citada por la actora carece de todo efecto fiscal.
En relación a cosa juzgada administrativa del proceso determinativo iniciado y dejado sin
efecto, dice que la preclusión alegada se produce respecto de la venta de cosa mueble sin
incidir en la iniciación del nuevo procedimiento, que versa sobre materia distinta aun
cuando los hechos imponibles juzgados arrojan la misma suma de impuesto. Enfatiza que la
decisión administrativa dejó sin efecto la vista, pero no juzgó sobre la cuestión debatida.
Expresa que la prescripción ha sido suspendida para todos los contribuyentes por la L.
23029, por lo que debe rechazarse la pretensión de la actora.
En cuanto al fondo de la cuestión, interpreta que el art. 26 de la Ley del Impuesto al Valor
Agregado, en su planilla anexa, establece las exenciones que gozan las locaciones del ap. c)
del art. 3, alcanzando la misma a los billetes para juegos de sorteos o de apuestas (oficiales
o autorizados), de lotería, para viajar en transporte público y de entrada a espectáculos
públicos clasificados en la partida 49.11, pero únicamente cuando fueran puestos en
circulación por la entidad emisora. Tal el sentido, agrega, de la consulta 135, IVA, del
10/11/1976.
Contrariamente a lo afirmado por la actora, resalta que de ser cierta su interpretación, los
impresos de los artículos allí mencionados se verían alcanzados por la exención del
gravamen, por lo que no tendría sentido la observación puesta a la partida 49.11. Discrepa
además, con la interpretación del alcance de la L. 18226, la que a su juicio sólo benefició al
ente de Lotería Nacional.
Ofrece prueba, formula reserva del caso federal, y solicita se rechace el recurso interpuesto
por la actora, en todas sus partes, con costas.
III. Que a fs. 84/91 luce la sentencia del Tribunal, por la que se declara nula la resolución
apelada, la que es revocada por la CFed. a fs. 160/162 vta., no haciendo lugar a la vez, al
recurso extraordinario interpuesto por la actora.
IV. Que a fs. 187/190, este Tribunal hace lugar a la excepción de prescripción opuesta por
la actora en relación al año 1979.
V. Que producida la prueba ordenada en autos, las partes presentaron sus respectivos
alegatos a fs. 251/255 vta., pasando los autos a sentencia a fs. 269.
VI. Que debe dilucidarse si a los trabajos de impresión realizados por la actora les alcanza
la exención del IVA dispuesta por la partida 49.11 de la planilla anexa al art. 26.
Que el art. 3, inc. c), de la L. 20631, vigente en los períodos fiscales cuestionados, grava la
elaboración, construcción o fabricación de una cosa mueble -aun cuando adquiere el
carácter de inmueble por accesión- por encargo de un tercero, con o sin aporte de materias
primas, ya sea que la misma suponga la obtención del producto final o simplemente
constituya una etapa de su elaboración, construcción, fabricación o puesta en condiciones
de utilización.
Que el 1er. párr. del art. 26 de la citada ley exime del tributo las ventas, las locaciones
indicadas en el ap. c) del art. 3 y las importaciones definitivas que tengan por objeto las
cosas muebles clasificadas en las partidas de la NAB -posteriormente NCCA- que se
indican en las planillas anexas al mismo, con las observaciones que en cada caso se
formulan.
Que el 2do. párr. del aludido artículo aclara que en el caso de las locaciones indicadas en el
ap. c) del art. 3 de la ley, la exención sólo alcanza a aquéllas en que la obligación del
locador sea la entrega de una cosa mueble comprendida en el párr. ant.
Que la partida 49.11 tiene por título "Estampas, grabados, fotografías y demás impresos
obtenidos por cualquier procedimiento", restringiéndose la exención del tributo, cfr. las
observaciones a dicha partida, a sellos y pólizas de cotización o capitalización, billetes para
juegos de sorteos o de apuestas (oficiales o autorizados), sellos para organizaciones de bien
público del tipo empleado para obtener fondos o hacer publicidad, billetes de entrada a
espectáculos públicos, billetes para viajar en transportes públicos (incluso los de entrada a
plataformas o andenes), puestos en circulación por la respectiva entidad emisora,
únicamente.
VII. Que la Casa de la Moneda, entidad que está bajo la órbita del ME, consultó a la DGI
por N. 1143 (fs. 369/370 de los ant. adm.), si los trabajos que realiza están alcanzadas por el
gravamen, dictaminando el citado organismo por nota suscripta por el Subdirector General
(fs. 371 de los ant. adm.) cuáles eran los bienes sujetos al tributo, dentro de los cuales no
están los que motivan los presentes autos.
Que sin perjuicio de reconocer el acierto del dict. fiscal emanado del Subdirector General
de la DGI, el mismo ha tenido por efecto crear una relación jurídica que bien puede
calificarse de cosa juzgada administrativa, y que obliga a todo el organismo, ya que es
misión del citado funcionario, habilitado para reemplazar al Director General, interpretar
las normas o resolver las dudas que se refieran a los impuestos, derechos y gravámenes a
cargo del organismo que dirige (cfr. arg. art. 9, inc. a], última parte, L. 11683), sin que les
alcance la restricción del art. 12 del reglamento de dicha ley -si bien posterior a la fecha del
aludido dictamen-, ya que el mismo se refiere a los funcionarios que no tienen la referida
capacidad.
Que los referidos efectos se extienden necesariamente a la actora, atento que al generar su
hecho imponible se produce una estrecha relación que la vincula con el hecho imponible
exento de la Casa de la Moneda, conforme al juego armónico de los arts. 3, inc. c), y 26,
1er. y 2do. párrs., de la L. 20631.
VIII. Que, en consecuencia, estando los billetes para juegos de sorteos o de apuestas
(oficiales o autorizados), de lotería, para viajar en transporte público y de entrada a
espectáculos públicos exentos del gravamen, cfr. la partida 49.11, anexa al art. 26 de la L.
20631, las locaciones indicadas en el art. 3, inc. c), de la ley que tengan por objeto tales
bienes, se encuentran también alcanzadas por la exención.
Que la forma en que se resuelve torna innecesario el análisis de las demás cuestiones en
debate.
Que compartiendo la apreciación de los hechos y conclusiones del vocal preopinante, voto
en su mismo sentido.
Que con excepción de su consid. VII, adhiere al voto del dr. Gorosito, votando en su mismo
sentido.
SE RESUELVE:
1. Revocar la resolución apelada. Con costas.
2. Regular los honorarios del profesional intervinientes por la actora dr. Vicente O. Díaz, a
cargo del Fisco Nacional, en la suma de $ 280.000 (pesos doscientos ochenta mil) por su
intervención en autos en su doble carácter de apoderado y patrocinante (cfr. arts. 6, 7, 8, 9,
19, 37 y 38 de la L. 21839) actualizados hasta el 31/4/1991.
Texto Completo
VISTOS:
CONSIDERANDO:
2º) Que para así resolver consideró que, sin perjuicio de que el art. 6 de la L. 21589 prevé
dos supuestos de caducidad del plan de facilidades de pago del tributo, el atraso en el
ingreso de las cuotas debía exceder, en conjunto, los doce días; agregó que la actora
incurrió en una única demora de diez días en el cumplimiento de la totalidad del régimen
adoptado, y que no podía encontrarse en peor situación que quien hubiera cometido
sucesivos incumplimientos que, sin superar los seis días corridos en cada uno de ellos, no
totalizaran doce días.
3º) Que contra dicha decisión la DGI interpuso recurso extraordinario, que resulta
procedente habida cuenta de que se halla cuestionada la interpretación de normas de
naturaleza federal y la sentencia definitiva del superior tribunal de la causa es contraria al
derecho que la recurrente sustenta en ellas (art. 14, inc. 3 de la L. 48).
4º) Que, según lo preceptúa el art. 6, último párrafo de la L. 21589, "el plan de facilidades
caducará cuando no se ingresare alguna de las cuotas y asimismo, cuando se produjera el
atraso en el pago de las cuotas por un total de doce (12) días durante todo el plan de pagos o
de seis (6) días corridos en el pago de una de ellas. De verificarse alguno de estos
supuestos, deberá ingresarse el saldo adeudado en los plazos y condiciones que establezcan
la DGI". De tales términos se concluye que se prevén dos supuestos de caducidad por mora
independientes entre sí, uno para el atraso durante todo el plan y otro, para el retardo en el
ingreso de cada cuota en particular, y que ambos implican la pérdida ministerio legis del
beneficio de abonar en cuotas el saldo del impuesto, por lo que, en el segundo caso, deviene
ineficaz ponderar las oportunidades en que se ingresaron las cuotas posteriores, ya que el
plan de facilidades de pago no es susceptible de rehabilitarse.
5º) Que ello es así, toda vez que no resulta admisible una interpretación que omita
considerar lo previsto en forma expresa por el texto legal, si no media debate y declaración
de inconstitucionalidad, pues la exégesis de la norma, aun con el fin de adecuación a
principios de equidad, debe practicarse sin violencia de su letra y de su espíritu (Fallos -
301:595 y 849, entre otros).
Por ello, se revoca el pronunciamiento recurrido. Con costas por su orden, en mérito a que
la actora pudo creerse con derecho a sostener su posición, la que fue compartida por las
instancias anteriores. Notifíquese y devuélvase.
VISTOS:
CONSIDERANDO:
3) Que la Cámara resolvió que, si bien podía interpretarse que el gravamen del artículo 11
de la ley 22752 era aplicable al depósito a plazo fijo de 365 días instituido por el actor en el
Banco de la Nación Argentina el 5 de agosto de 1982 -es decir, antes de la sanción de la
citada ley pero con vencimiento posterior a aquélla-, no podía aceptarse que el impuesto
recayera sobre la porción de intereses y ajustes correspondientes a un momento anterior al
fijado por la ley. En tal sentido, el a quo consideró que la ley 22752 no contenía disposición
que previera su aplicación retroactiva y, por ello, era razonable, según la Cámara, que el
legislador hubiese entendido que no debían desconocerse ciertas consecuencias ya
verificadas, como lo eran los frutos civiles o reajustes del valor monetario que, aunque no
disponibles, se habían ganado en un período anterior a la entrada en vigor de la ley. En
consecuencia, resolvió, al hacer lugar a la demanda, que debía reintegrarse al actor la suma
por él pagada, correspondiente al período anterior al 1 de abril de 1983.
4) Que el apelante discrepa con la solución reseñada pues considera que aquélla se funda en
una interpretación errónea de la ley 22752. En su opinión, el hecho imponible del tributo
cuestionado consiste en el pago de ajustes e intereses, sin importar la fecha en que se
efectuó el depósito a plazo fijo. Rechaza la suposición de que el legislador haya entendido
que no debían desconocerse esas consecuencias ya verificadas. Opina que la ley era clara
en el sentido de que gravaba sin distinción a todos los frutos civiles o reajustes del valor
monetario que se abonaron durante la vigencia de la norma y que ésta fijó el momento del
cobro para gravar esa manifestación de la renta.
7) Que, por último, corresponde señalar que la solución a la que se acaba de arribar no
importa otorgar efecto retroactivo a la ley 22752, toda vez que sólo existe retroactividad si
el hecho imponible, incluida su dimensión temporal, ha tenido íntegra realización antes de
entrar en vigor la ley que lo convierte en imponible, lo cual, como se ha visto, no ha
ocurrido en autos.
Por ello, se revoca la sentencia apelada y se rechaza la demanda de fojas 15/20 (art. 16,
parte 2, de la L. 48). Con costas.
Kellogg Co. Arg. SACIyF s/recurso de apelación - impuesto a los réditos. CSJN.
26/02/1985
PARTE/S: Kellogg Co. Arg. SACIyF s/recurso de apelación - impuesto a los réditos
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 26/02/1985
En cuanto al fondo del asunto, el Estado Nacional (DGI) es parte, actúa por medio de
apoderado especial y las cuestiones debatidas revisten carácter estrictamente patrimonial,
razón por la que pido a V.E. se me exima de emitir opinión.
José A. Lapierre
" Kellogg Co. Arg. SACIyF s/recurso de apelación - impuesto a los réditos".
CONSIDERANDO:
II. Que contra dicha sentencia la sociedad actora interpuso recurso extraordinario, que fue
concedido a fs. 356, y que es formalmente procedente, toda vez que se controvierte la
inteligencia asignada a disposiciones federales y la decisión del superior tribunal de la
causa es contraria a la pretensión que la apelante funda en ellas (art. 14, inc. 3 de la ley 48).
III. Que en cuanto atañe al impuesto a los réditos, surge de la causa que la firma Kellogg
Co. Argentina, constituida como una sociedad anónima en la República Argentina, al
confeccionar sus declaraciones juradas correspondientes a los períodos 1970, 1971 y 1972,
dedujo importes por regalías, intereses de préstamos y contraprestaciones por servicios
técnicos de los cuales resultaban acreedores su casa matriz del exterior, Kellogg Co. Battle
Creek (EE.UU.) y otras afiliadas extranjeras; descontó también las diferencias de cambio
sobre dichos rubros y sobre la deuda que mantenía con la citada sociedad dominante
norteamericana. Asimismo, cargó a Kellogg Sales, sucursal Argentina, idénticos importes y
conceptos que los correspondientes a aquellas deducciones. Con relación al impuesto
sustitutivo del gravamen a la transmisión gratuita de bienes, incluyó en su pasivo
computable de los años 1968 a 1972 las deudas que mantenía con Kellogg Co. Battle Creek
(EE.UU.), las diferencias de cambio de revalúos de deudas con las afiliadas inglesa y
alemana de la citada casa extranjera, las provisiones para intereses correspondientes a la
sociedad dominante estadounidense, las regalías a favor de esta última y las diferencias de
cambio activadas por los bienes de uso que habían sido aportados por la casa matriz. Por
último, en lo que se refiere al impuesto especial a la regularización impositiva, instituido
por la ley 20532, compensó las rentas omitidas con saldos a su favor provenientes de su
tesis según la cual correspondía excluir de sus ingresos las sumas cargadas a Kellogg Sales,
sucursal Argentina, a fin de determinar su obligación por el impuesto a los réditos.
IV. Que como consecuencia del resultado de los recursos ya sustanciados y de las
impugnaciones que el ente recaudador formuló al accionar de la empresa apelante, Kellogg
Co. Argentina SA, la materia actualmente en litigio quedó circunscripta a determinar la
procedencia de los cargos que aquélla efectuara a Kellogg Sales, sucursal Argentina, para el
impuesto a los réditos; la pertinencia de computar en su pasivo las deudas que mantenía con
su casa matriz del exterior en el impuesto sustitutivo y la posibilidad de compensar rentas
omitidas con saldos a favor derivados de su propia actividad en el impuesto especial a la
regularización impositiva (ley 20532).
V. Que el fundamento esgrimido por el Fisco Nacional para reformar las declaraciones
juradas originales de la empresa actora -en el sentido de que da cuenta lo expuesto en el
considerando precedente acerca de las cuestiones sometidas a decisión- reposa en la
circunstancia de que el ente recaudador no admite que aquella sociedad esté constituida en
forma independiente de su casa matriz norteamericana, al estimar que ambas integran un
conjunto económico; en tanto que, en el orden interno, respecto de Kellogg Sales, sucursal
Argentina, no acepta igual configuración jurídico-tributaria al disponer que las relaciones
que aquélla mantiene con la apelante se rijan por la teoría del operador independiente.
VI. Que la actora pretende que durante la época en que acontecieron los hechos imponibles
controvertidos, se le dispense un tratamiento impositivo uniforme tanto en sus relaciones
extraterritoriales como en las que se producen en el ámbito de nuestro país, sobre la base de
que formaba parte de un conjunto societario inescindible; ya que cuando Kellogg Co.
Argentina SA se organizó en 1968 para fabricar artículos de copetín, no podía enjugar los
gastos que implicaba su penetración en el mercado, con el consiguiente riesgo de que
perdiera su capital al afrontar la etapa de comercialización y se produjera su disolución
como sociedad anónima para la legislación argentina. Para evitar ese efecto la casa matriz
dispuso que en la estructura societaria, la actora fabricara los productos que Kellogg Sales
Argentina (empresa también vinculada) iba a comercializar; como consecuencia de lo cual
esta última sociedad, que era la que obtenía el beneficio, soportaba, a la vez, las
obligaciones tributarias correspondientes a las transferencias de los cargos provenientes de
los aportes enviados desde el exterior.
VII. Que la forma de operar de ambas sociedades constituidas en el país quedó consagrada
por medio del instrumento agregado a los antecedentes administrativos (fs. 47/48, cpo. 1),
cuya validez no fue cuestionada por el ente fiscal, conforme al cual se convino que Kellogg
Sales de Argentina efectuase la distribución de los productos elaborados por la actora,
acordándose el precio de compra en el monto equivalente al costo de fabricación
incrementado en un 4%, destinado a cubrir los gastos administrativos.
IX. Que surge de las constancias de la causa y ha sido reconocido por el Tribunal anterior
en grado, que de las copias del registro de asistencia de accionistas de la recurrente se
desprende que Kellogg Co. de EE.UU. es titular de 80.000 acciones ordinarias de un voto,
sobre las 89.400 en que se divide el capital de la primera. Asimismo, los balances
comparativos consolidados correspondientes a los años 1968 a 1973 de Kellogg Co. de
EE.UU. y sus subsidiarias estadounidenses y extranjeras, y los estados consolidados para
dichos años que se presentaron a la Comisión de Valores ("Securities and Exchange
Comission" de Washington DC, EE.UU.), prueban que tanto la recurente como Kellogg
Sales de la Argentina integran un conjunto multinacional, del que es sociedad dominante
Kellogg Co. de EE.UU.
X. Que, establecido lo que antecede, cabe señalar que la cuestión sustancial que debe ser
dilucidada consiste en determinar si la actora, como resultado de la inspección efectuada
por el ente recaudador, tenía derecho a presentar sus declaraciones juradas por los
gravámenes que se discuten en la forma en que lo hizo, vale decir, si resulta admisible que
liquide sus impuestos sobre la base de considerarse incluida en un conjunto económico
interno e internacional, integrado también en nuestro territorio por otra sociedad anónima
de la que la recurrente aparece formalmente diferenciada.
XI. Que sobre el tópico esta Corte, en su actual integración, considera aplicables los
principios interpretativos fijados en el precedente que se registra en Fallos: 286:97, en
cuanto entonces se dijo que "esta cuestión de la existencia de dos sociedades diferenciadas
desde el punto de vista del derecho privado, pero unificadas económicamente, conduce al
examen de otro problema propio de la materia en recurso, planteado por la apelante: el
alcance del concepto de la `realidad económica' específicamente aceptado en las leyes
impositivas nacionales (arts. 11 y 12 de la ley 11683, t.o. 1962)".
"En el primero de esos artículos se dispone que `en la interpretación de las disposiciones de
esta ley o de las leyes impositivas sujetas a su régimen se atenderá al fin de las mismas y a
su significación económica'. Este enunciado se perfecciona en el art. 12, disponiéndose que
`para determinar la verdadera naturaleza del hecho imponible se atenderá a los actos,
situaciones y relaciones económicas que efectivamente realicen, persigan o establezcan los
contribuyentes', configurándose la intención legal del precepto en los párrafos siguientes".
XII. Que la citada regla de interpretación debe ser complementada con la doctrina que
emana del precedente registrado en Fallos: 287:79, conforme el cual "el renovado
instrumental jurídico, cuya elaboración es permanente tarea de la doctrina y de la
jurisprudencia, es el resultado de la valoración crítica de los problemas que plantea la
producción industrial en masa y las estructuras económico-sociales en transformación, pero
de manera alguna importa consagrar institutos que funcionen unilateralmente en favor
exclusivo de uno solo de los sujetos de la relación tributaria. Los Tribunales pueden
descorrer el velo societario en el interés de los mismos que lo han creado, haciendo
aplicación positiva de la teoría de la penetración y asimismo, admitir la invocación -como
en el caso- de la teoría del conjunto económico o sus equivalentes, ya que como dijera esta
Corte ("in re" "Compañía Swift de La Plata SA Frigorífica s/convocatoria de acreedores",
expte. C-705-XVI) de lo que se trata es de la necesaria prevalecencia de la razón del
derecho sobre el ritualismo jurídico formal, sustitutivo de la sustancia que define a la
justicia, aprehendiendo la verdad jurídica objetiva, sea ésta favorable al Fisco o al
contribuyente".
XIII. Que en autos la consagración de los principios que se dejan reseñados significa
admitir que el proceder de la actora, que reformuló sus declaraciones juradas por los
impuestos cuestionados conforme a la teoría del conjunto económico, como consecuencia
de la actitud del Fisco que le impuso dicho temperamento en su relación con la casa matriz
del exterior, tiene derecho a igual tratamiento en el ámbito interno respecto de la otra
empresa -Kellogg Sales, sucursal Argentina- con la que se halla asimismo vinculada por
efecto de la reconocida existencia de aquel conjunto. Baste al efecto advertir que el meollo
de la impugnación de la DGI sólo radica en la circunstancia de que la actuación del
conjunto, tal como quedara suficientemente referida en este pronunciamiento, produce, en
el caso de sociedades que poseen personalidad jurídica independiente reconocida para
nuestro derecho, una modificación deliberada de su capacidad contributiva en detrimento
del interés fiscal.
Pues bien, tal afirmación no ha sido demostrada en la causa, en la que ni siquiera resultó
impugnada la contabilidad de la recurrente y, menos aún, establecido el perjuicio que la
demandada dice que le ha irrogado la existencia y puesta en práctica de la señalada
vinculación económica. De tal suerte recobra vigencia la aseveración de que también en el
ámbito de nuestro territorio "únicamente adquieren relevancia y efectos tributarios las
operaciones realizadas por el conjunto con los terceros, que impliquen una real salida o
ingreso de mercadería del o al patrimonio del mentado conjunto. Y para ello, tanto no
interesa la sociedad que jurídica y contablemente realizó la operación cuanto la forma
adoptada para el cumplimiento de la prestación" (Fallos: 287:79).
XIV. Que por otra parte, en el caso, también se cumple con la exigencia de que "en
homenaje a la debida lealtad procesal y para que no haya desmedro en la seriedad del
planteo como condición de la acción del contribuyente que desarma en su beneficio la
ficción que creó, que acredite que ha rectificado su conducta impositiva total, conforme a
los extremos legales que impone la confesión de la existencia de dicho conjunto
económico" (Fallos: 287:79), toda vez que resulta de las constancias de la causa que la
recurrente y la empresa Kellogg Sales, sucursal Argentina, denunciaron en sus
declaraciones juradas la especial condición que revestían durante los años en cuestión.
XV. Que las particulares circunstancias bajo las cuales la recurrente y Kellogg Sales,
constituidas como sociedades anónimas en nuestro país, desarrollaron su actividad durante
los períodos fiscales sometidos a discusión, autorizan el tratamiento excepcional que esta
Corte ha dispensado a otros conjuntos económicos, según las argumentaciones expuestas en
los ya citados precedentes de Fallos: 286:97 y 287:79, sin que ello importe reconocer a
aquella vinculación el estatuto autónomo de un sujeto pasivo de la obligación tributaria
para los gravámenes controvertidos en esta causa, ya que debe ponerse de resalto "que para
la solución del `sub lite' no se ha desconocido la existencia de dos sociedades de capital
perfectamente delimitadas conforme al orden jurídico privado, ni tampoco la personería
jurídica de la sociedad local. Pero tales datos, asentados en los principios del derecho
común en materia de sociedades, no son óbice para establecer la efectiva unidad económica
de aquéllas y su comunidad de intereses a través de la `significación económica de los
hechos examinados' " (Fallos: 286:97).
XVI. Que, como consecuencia de lo expuesto, corresponde concluir que resulta ajustada a
las normas legales y principios tributarios en juego, que la actora liquide los tributos
cuestionados, durante los años que motivan la controversia, sobre la base de considerarse
incluida en un conjunto económico interno e internacional, integrado también en nuestro
territorio por Kellogg Sales, sucursal Argentina.
Por ello, y habiendo dictaminado el sr. procurador fiscal, se revoca la sentencia de fs.
329/332. Costas por su orden habida cuenta de la complejidad de la cuestión debatida.
Notifíquese y devuélvase.
Genaro R. Carrió - Carlos S. Fayt - Augusto C. Belluscio
27/12/1996
Fecha: 27/12/1996
Sumarios
1.
o Voces
1 - -- Los arts. 5º, inc. a) y 6º de la ley 20.631 (Adla, XXXVIII-A, 201), vigente en
1984, asignan preeminencia al precio de la concertación expresado en la factura a
los efectos del impuesto al valor agregado, en tanto dicho precio pueda ser
considerado sincero y representativo de los términos en que efectivamente fue
realizada la venta. Así, el art. 6º mencionado admite la prueba en contrario
enderezada a demostrar que el precio concertado en condiciones normales, pese a
resultar menor al corriente, es aquel por el cual verdaderamente fue realizada la
operación.
2.
o Voces
4.
o Voces
5.
o Voces
6.
o Voces
8.
o Voces
8 - Los arts. 5º, inc. a) y 6º de la ley 20.631, vigente en 1984 , asignan preeminencia
al precio de la concertación expresado en la factura a los efectos del impuesto al
valor agregado, en tanto dicho precio pueda ser considerado sincero y representativo
de los términos en que efectivamente fue realizada la venta. Así, el art. 6º
mencionado admite la prueba en contrario enderezada a demostrar que el precio
concertado en condiciones normales, pese a resultar menor al corriente, es aquel por
el cual verdaderamente ha sido realizada la operación.
9.
o Voces
10.
o Voces
10 - La circunstancia de que la ley 20.631, vigente en 1984 , a los efectos del
impuesto al valor agregado, se limite a mencionar "el valor corriente en plaza" sin
precisar a qué tiempo, debe ser interpretada en referencia al valor corriente al
momento en que la operación fue concertada, pues sólo de ese modo puede
determinarse si el precio reflejado en la factura se adecua al monto por el cual el
negocio fue realizado.
3. Que la cámara, para decidir en el sentido indicado, tras enunciar los hechos que tuvo por
comprobados, y reseñar las normas que se encontraban en vigor en el año 1984, afirmó que,
al haber la actora emitido facturas por el precio concertado --coincidente con el valor
normal de plaza al momento en que tal concertación tuvo lugar-- y al haber sido aquél
íntegramente cancelado en oportunidad de la adjudicación de cada unidad, el débito fiscal
debía liquidarse sobre ese precio. Sostuvo que en el caso no concurría ningún supuesto en
el que cupiese adoptar una solución distinta. En tal sentido, puso de relieve que el precio
concertado no podía ser calificado como anormal o simulado, pues fue fijado "por el
montante de los fondos remitidos por la sociedad administradora coincidentes con los de las
listas de precios vigentes a ese momento (el de la concertación)".
Consideró asimismo que la interpretación de la ley del impuesto al valor agregado que
conducía a la conclusión indicada era coincidente con el criterio expresado en ciertos
dictámenes o instrucciones de la Dirección General Impositiva, a los que asignó carácter
vinculante. Por otra parte, juzgó que resultaba inaplicable al caso lo dispuesto por la ley
23.765.
5. Que el recurrente sostiene que la sentencia apelada tiene por probados hechos que no se
encuentran acreditados en autos y que se contradicen con las conclusiones del peritaje
contable. Aduce que la cámara no ha advertido que los precios de lista a los que hace
referencia son los "precios de lista a los concesionarios"; que éstos no intervienen como
adquirentes en las operaciones cuyo tratamiento fiscal se discute, y que, además, tampoco
coincide el importe de los fondos remitidos por la sociedad administradora a la empresa
actora con los precios a los que esta última facturó sus ventas. En tal sentido, destaca que a
los fines del impuesto al valor agregado las facturas debían reflejar los precios de venta al
público y los importes efectivamente percibidos por la terminal. Afirma que hubo un
artificioso desdoblamiento de la facturación --de la terminal a los concesionarios y de éstos
a los adquirentes-- que no corresponde a la realidad de los hechos ni a las instrucciones de
la Inspección General de Personas Jurídicas, toda vez que es la empresa terminal quien
transfiere la propiedad del automotor al adquirente, mientras que el concesionario sólo
actúa en cumplimiento de un mandato de aquélla. Dice también que la cámara ha omitido
examinar la vinculación jurídica existente entre Autolatina y la sociedad administradora,
quienes --según el recurrente-- constituyen una unidad económica y empresarial que integra
el "núcleo vendedor". Esta línea de argumentos lleva a la representación fiscal a calificar
con duros términos a la conducta de la actora; así, alude a una "dolosa actitud de la
contribuyente"; a un "sistema ideológicamente falso en la exposición de los valores
involucrados en la operación"; y a la "implementación del negocio en fraude a la ley fiscal
que habían organizado las fábricas automotrices".
Por otra parte, aduce que no puede tomarse en consideración la factura que se emite al
entregarse el vehículo en el marco del plan de ahorro previo, ya que tal documento no
consigna el precio definitivo a cargo del ahorrista, pues las cuotas que éste debe abonar son
ajustadas según las modificaciones que experimentan los precios de mercado durante el
tiempo de su integración.
6. Que cabe precisar, en primer término, que según las constancias obrantes en las
actuaciones administrativas, en el "informe de inspección" se tomó como valor corriente en
plaza al resultante de las listas de precios de Ford Motors Argentina, "menos el descuento
que se consignaba para todos los concesionarios, informado en la referida lista de precios"
(fs. 67, act. adm.). Y que asimismo, para determinar las diferencias en la base de cálculo del
débito fiscal fueron confrontadas las facturas de venta emitidas en el año 1984 con "las
listas de precios vigentes durante el período antes mencionado, a efectos de determinar el
precio al concesionario, sin impuestos, al día de emisión de cada una de las facturas" (fs.
67, act. adm.). En concordancia con dicho informe, en el formulario acompañado al
correrse la vista establecida por el art. 24 de la ley 11.683, se expresa claramente que la
observación que motiva el comienzo del procedimiento de determinación de oficio
consistía en que se había comprobado que Ford Motors Argentina recibía por los
automóviles adjudicados por sorteo o licitación el precio total de la unidad vigente al
momento de la concertación; que tales unidades no eran entregadas en forma simultánea a
la recepción de los fondos sino con posterioridad y, al momento de su entrega, eran
facturadas "al precio vigente al día de la concertación, el que --en la mayoría de los casos--
no era coincidente con los valores según lista de precios que regía al momento de la
facturación y entrega de la unidad". Estos últimos valores que --según el criterio del ente
fiscal expresado en la indicada oportunidad procesal-- eran los que debían ser computados
como "precio de mercado... para una unidad cero kilómetro", por constituir el "valor
corriente en plaza", en los términos del primer párrafo, "in fine", del art. 6º de la ley 20.631,
eran los indicados en las listas de precios elaboradas por la empresa automotriz "menos el
descuento que se consignaba para todos los concesionarios" en esas mismas listas (fs. 77
vta., act. adm.).
Asimismo es útil señalar que en la resolución del organismo recaudador apelada ante el
Tribunal Fiscal se expresa que de lo actuado por el personal fiscalizador surgía que la
empresa había realizado "ventas de automotores a concesionarios mediante el sistema de
ahorro previo" (fs. 156, act. adm.), y que --con excepción de un punto que ha quedado al
margen de la controversia-- "sólo cabe confirmar el criterio expuesto en la vista corrida"
(fs. 165, act. adm.).
Por lo demás, dicha resolución ningún reproche ha formulado a la actora por haber
facturado sus ventas a los concesionarios. Tampoco la sentencia del Tribunal Fiscal
introdujo tal cuestión sino que, por el contrario, al definir la materia en litigio afirmó --
acertadamente-- que la pretensión del organismo recaudador partía de "considerar como
valor corriente en plaza el de la lista de precios de Ford Motors Argentina S. A. neto de
descuentos a concesionarios vigente al tiempo de la entrega de los vehículos". En el mismo
sentido expresó ese tribunal que "para efectuar el ajuste del órgano fiscal examinó las
facturas de ventas del año 1984... las que fueron cotejadas con los registros contables y las
listas de precios vigentes durante dicho período, confeccionando planillas de las que
resultan las diferencias entre el precio vigente al momento "de la facturación y entrega
según la lista de precios a concesionarios y el valor consignado en las referidas facturas de
venta que... correspondía a los montos percibidos de la sociedad Plan Ovalo".
Cabe poner de relieve que el representante del Fisco nacional, al contestar el memorial de
agravios que su contraria presentó ante la cámara, ningún planteo formuló respecto del
modo como el tribunal administrativo había definido la materia en litigio ni le imputó haber
omitido el tratamiento de temas relevantes.
7. Que en virtud de lo expresado corresponde concluir que los agravios formulados ante
esta Corte tendientes a descalificar la facturación efectuada por la actora por el hecho de
estar dirigida a los concesionarios --y no a los suscriptores de los planes de ahorro a quienes
eran adjudicados los automóviles-- así como las objeciones --derivadas de dicha
circunstancia-- respecto de la operatoria comercial de aquélla, resultan manifiestamente
inatendibles pues constituyen argumentos distintos de los que motivaron la resolución del
organismo recaudador, cuya revisión es el objeto de esta causa. Además, deviene aplicable
al caso, en el aspecto indicado, la jurisprudencia de la Corte según la cual no cabe
considerar en esta instancia cuestiones no sometidas a la decisión de los tribunales
inferiores (confr. causa T.32.XXIV "Trebas S. A. s/ recurso de apelación - impuesto a las
ganancias", fallada el 14 de septiembre de 1993 --I, 1993-13, 2124--, entre muchas otras).
8. Que sin perjuicio de ello, a fin de demostrar la improcedencia de los agravios del Fisco
Nacional referentes a la valoración que hizo el a quo de los extremos fácticos de la causa,
resulta conveniente detenerse en ciertas conclusiones del peritaje contable obrante a fs.
315/323 vta. En tal dictamen --que no mereció objeciones de la mencionada parte-- se
afirma que la sociedad administradora de los planes de ahorro (Plan Ovalo S. A.) constituía
grupos cerrados de ahorro integrados por adherentes que se comprometían a aportar cuotas
que mensualmente conformaban el "valor móvil" de dos vehículos, los que eran
adjudicados por sorteo o licitación entre los componentes de cada grupo. Los fondos eran
remitidos a Autolatina S. A. (ex Ford Motors Argentina) "concertándose en ese momento"
la adquisición de las unidades. En dicho informe se expresa que "la facturación de esas
unidades era efectuada por Ford Motors Argentina S. A. al concesionario con el cual el
adherente había suscripto el Plan, aplicando los precios de las unidades adjudicadas que
regían según las listas de precios al concesionario vigentes a las fechas de concertación y
que... coincidían con los de la fecha de remisión de fondos de la actora" (punto 3 del
peritaje, fs. 316 vta/317). Este extremo es ratificado en el punto 4 del informe: "en el
periodo que abarca el análisis efectuado, los importes percibidos y facturados por
Autolatina Argentina S. A. (ex Ford Motors Argentina S. A.) se corresponden y coinciden
con los valores o precios consignados en las respectivas listas de precios al tiempo de
concertarse las operaciones realizadas por el sistema de ahorro".
9. Que, por otra parte, en el peritaje se expresa que "la sociedad administradora concretaba
las compras que realizaban los grupos de adherentes del Sistema de Ahorro, al contado
anticipado y mensualmente", y que la actora "no ha reajustado el precio total, convenido y
percibido, correspondiente a las operaciones realizadas mediante el Sistema de Ahorro",
salvo en los casos en que el adquirente decidía incorporar equipos opcionales al vehículo o
cambiar el modelo elegido, supuestos irrelevantes para el "sub lite".
10. Que, frente a las conclusiones del peritaje contable, pierden consistencia los argumentos
del recurrente reseñados en el segundo párrafo del considerando quinto, pues carece de
relevancia que las cuotas a cargo de los adherentes a los planes de ahorro hayan continuado
ajustándose, inclusive después de la adjudicación y de la entrega del automóvil, ya que lo
relevante es que cada grupo cerrado de ahorristas reunía mensualmente el dinero necesario
para adquirir dos automóviles, y esos fondos, a través de la sociedad administradora, eran
girados a la actora. Las operaciones así realizadas, cabe reiterarlo, han sido calificadas por
los peritos como "al contado anticipado", y los precios respectivos --en lo que al caso
interesa-- no fueron objeto de reajustes.
11. Que, sobre la base de las mencionadas circunstancias de hecho, corresponde examinar
los agravios del recurrente fundados en la interpretación que éste asigna a las normas de la
ley del impuesto al valor agregado.
12. Que el art. 5º, inc. a, del ordenamiento legal vigente en el año 1984 --ley 20.631, texto
ordenado en 1977, con las modificaciones introducidas por las leyes 21.911, 22.031,
22.294, 22.774 y 22.817-- establecía, en cuanto guarda relación con el "sub examine", que
el impuesto era adeudado, "en el caso de ventas, desde el momento de la entrega del bien o
acto equivalente...".
Por su parte, el art. 6º --párr. 1º-- establecía: "El precio neto de la venta... será el que resulte
de la factura o documento equivalente extendido por los obligados al ingreso del impuesto,
neto de descuentos y similares efectuados de acuerdo con las costumbres de plaza. En caso
de efectuarse descuentos posteriores, éstos serán considerados según lo dispuesto en el art.
8º. Cuando no exista factura o documento equivalente, o ellos no expresen el valor
corriente en plaza, se presumirá que este es el valor computable, salvo prueba en contrario".
Los importes así obtenidos constituían la base para determinar el débito fiscal mediante la
aplicación de las alícuotas correspondientes, en los términos establecidos por el art. 7º de la
citada ley.
En este orden de ideas, la circunstancia de que la ley se limite a mencionar "el valor
corriente en plaza" --sin precisar a qué tiempo-- debe ser interpretada en referencia al valor
corriente al momento que la operación fue concertada pues sólo de este modo podría
determinarse si el precio reflejado en la factura se adecua al monto por el que el negocio
fue realizado.
14. Que, en otros términos, no podría sostenerse que lo establecido en la última parte del
primer párrafo del citado art. 6º consagrase una regla general que permitiese prescindir del
precio convenido --y consignado en el documento pertinente-- cuando éste fuese menor al
vigente en plaza al momento de la entrega de los bienes si --como en el caso-- el importe
expresado en la factura representa el precio genuino de la venta, realizada en condiciones
normales, al momento de la concertación del negocio y cancelación del precio.
15. Que, además, corresponde poner de relieve que el régimen legal en examen no preveía
que debiera computarse a valores actualizados el precio abonado con antelación a la entrega
de la cosa.
16. Que, con tal comprensión, resulta evidente que la ley 23.765, en cuanto sustituyó el
texto del art. 9º de la ley 23.349 --equivalente, en lo que al caso interesa, al art. 6º de la ley
20.631-- no ha hecho explícita una regla que con anterioridad pudiese entenderse contenida
en el ordenamiento legal --como lo aduce el Fisco Nacional-- puesto que ha alterado
significativamente el sentido de la regulación de la base de cálculo del débito, al prever la
adición de las actualizaciones de las "señas o anticipos a cuenta que congelen precio, con
anterioridad al momento en el cual, de acuerdo al art. 5º debe considerarse perfeccionado el
hecho imponible" y su comparación con el "precio de plaza vigente al aludido momento de
perfeccionamiento del hecho imponible", a fin de computar al mayor de tales valores.
17. Que toda vez que el Fisco nacional no fundó su derecho en la aplicación retroactiva de
las disposiciones de la ley 23.765, lo expresado precedentemente basta para desestimar el
agravio formulado sobre el punto. En efecto, tales disposiciones han sido invocadas por el
organismo recaudador sólo como aclaratorias de la conclusión que --según su criterio--
estaba ínsita en la ley del impuesto al valor agregado desde la instauración de ese tributo.
Descartada esa premisa, el razonamiento del recurrente queda desprovisto de todo sustento.
18. Que los agravios del Fisco nacional referentes a que el hecho imponible debe apreciarse
de consuno con la base de tributación no resultan decisivos, pues tal orden de
consideraciones --apoyadas en razones de orden técnico financiero-- no pueden conducir a
modificar la cuantía de las obligaciones fiscales que resulta de las normas legales
aplicables, toda vez que respecto de aquéllas rige el principio de reserva o legalidad (arts. 4,
17 y 75, inc. 2º, Constitución Nacional; confr. --entre muchos otros precedentes-- los
distintos votos concurrentes en la causa V.103.XXV. "Video Club Dreams c. Instituto
Nacional de Cinematografía s/ amparo", fallada el 6 de junio de 1995 --La Ley, 1995-D,
247--). En este orden de ideas cabe poner de relieve que esta Corte asimismo se ha
pronunciado por la invalidez constitucional de reglamentos fiscales que pretendieron
adecuar las obligaciones de los contribuyentes al fenómeno inflacionario apartándose de la
base de cálculo prevista por la ley (Fallos: 305:134, --La Ley, 1984-A, 350-- 1088).
19. Que, además, es útil señalar que esta Corte ha puntualizado que "no cabe confundir el
'hecho imponible' con la base o medida de la imposición pues el primero determina y da
origen a la obligación tributaria, mientras que la segunda no es más que el elemento a tener
en cuenta para cuantificar el monto de dicha obligación" (Fallos: 286:301, consid. 11 y sus
citas). Esa diferencia puede advertirse asimismo implícita pero inequívocamente en los
fundamentos del fallo dictado el 5 de abril de 1994 en la causa K.9.XXIII "Kodak
Argentina S. A. I. C. c. Provincia de Buenos Aires" (La Ley, 1995-A, 493).
20. Que tampoco resultan atendibles los agravios fundados en las pautas interpretativas
consagradas en los arts. 11 y 12 de la ley 11.683. Ello es así pues, sin desconocer la
significativa importancia que tiene en esta materia el principio de la "realidad económica",
su aplicación no puede conducir a desvirtuar lo establecido específicamente por las normas
legales que regulan concretamente la relación tributaria. Una conclusión contraria afectaría
el principio de reserva o legalidad --al que ya se ha hecho referencia--, supondría
paralelamente un serio menoscabo de la seguridad jurídica, valor al que este tribunal ha
reconocido asimismo jerarquía constitucional (confr. Fallos: 220:5; 243:465; 251:78;
253:47; 254:62 --La Ley, 108-208; 410--, causas: T.267.XXIV. "Tidone, Leda Diana c.
Municipalidad del Partido de General Pueyrredón" y J.13.XXVI. "Jawetz, Alberto s/
apelación resolución de la Caja de Retiros, Jubilaciones y Pensiones de la Policía Federal" -
-La Ley, 1995-A, 155--, sentencias del 22 de diciembre de 1995 y del 24 de marzo de 1994,
respectivamente--), e importaría prescindir de "la necesidad de que el Estado prescriba
claramente los gravámenes y exenciones para que los contribuyentes puedan fácilmente
ajustar sus conductas respectivas en materia tributaria" (Fallos: 253:332 --La Ley, 110-161-
-; 315:820 y causa M.130.XXIII. "Multicambio S. A. s/ recurso de apelación", fallada el 1º
de junio de 1993 --La Ley, 1993-D, 447--).
21. Que, por último, cabe destacar que en el precedente registrado en Fallos: 314:745 --
invocado a su favor por el Fisco nacional-- el tribunal consideró una situación que difiere
de la planteada en estos autos, por lo que las conclusiones allí alcanzadas no resultan
aplicables en la especie. En efecto, en esa oportunidad se debatía si el cómputo de créditos
fiscales por compras de mercaderías efectuadas a una empresa beneficiada con un régimen
de promoción que la eximía de ingresar el impuesto al valor agregado debía ser efectuado
en el período que se emitieron las facturas o en el que las mercaderías fueron efectivamente
recibidas por el adquirente; ello con la particularidad de que no había sido demostrado que
los bienes existiesen al momento de la facturación, extremo éste que el tribunal juzgó
decisivo.
22. Que las conclusiones expresadas tornan inoficiosa la consideración de los restantes
agravios del recurrente.
Por ello, se confirma la sentencia apelada, con costas. -- Julio S. Nazareno. -- Eduardo
Moliné O'Connor. -- Carlos S. Fayt (en disidencia). -- Enrique S. Petracchi (en disidencia).
-- Antonio Boggiano. -- Guillermo A. F. López. -- Adolfo R. Vázquez.
3. Que la cámara, para decidir en el sentido indicado, tras enunciar los hechos que tuvo por
comprobados, y reseñar las normas que se encontraban en vigor en el año 1984, afirmó que,
al haber la actora emitido facturas por el precio concertado --coincidente con el valor
normal de plaza al momento en que tal concertación tuvo lugar-- y al haber sido aquél
íntegramente cancelado en oportunidad de la adjudicación de cada unidad, el débito fiscal
debía liquidarse sobre ese precio. Sostuvo que en el caso no concurría ningún supuesto en
el que cupiese adoptar una solución distinta. En tal sentido, puso de relieve que el precio
concertado no podía ser calificado como anormal o simulado, pues fue fijado "por el
montante de los fondos remitidos por la sociedad administradora coincidentes con los de las
listas de precios vigentes a ese momento (el de la concertación)".
Consideró asimismo que la interpretación de la ley del impuesto al valor agregado que
conducía a la conclusión indicada era coincidente con el criterio expresado en ciertos
dictámenes o instrucciones de la Dirección General Impositiva, a los que asignó carácter
vinculante. Por otra parte, juzgó que resultaba inaplicable al caso lo dispuesto por la ley
23.765.
5. Que el recurrente sostiene que la sentencia apelada tiene por probados hechos que no se
encuentran acreditados en autos y que se contradicen con las conclusiones del peritaje
contable. Aduce que la cámara no ha advertido que los precios de lista a los que hace
referencia son los "precios de lista a los concesionarios"; que éstos no intervienen como
adquirentes en las operaciones cuyo tratamiento fiscal se discute, y que, además, tampoco
coincide el importe de los fondos remitidos por la sociedad administradora a la empresa
actora con los precios a los que ésta última facturó sus ventas. En tal sentido, destaca que a
los fines del impuesto al valor agregado las facturas debían reflejar los precios de venta al
público y los importes efectivamente percibidos por la terminal. Afirma que hubo un
artificioso desdoblamiento de la facturación --de la terminal a los concesionarios y de éstos
a los adquirentes-- que no corresponde a la realidad de los hechos ni a las instrucciones de
la Inspección General de Personas Jurídicas, toda vez que es la empresa terminal quien
transfiere la propiedad del automotor al adquirente, mientras que el concesionario sólo
actúa en cumplimiento de un mandato de aquélla. Dice también que la cámara ha omitido
examinar la vinculación jurídica existente entre Autolatina y la sociedad administradora,
quienes --según el recurrente-- constituyen una unidad económica y empresarial que integra
el "núcleo vendedor". Esta línea de argumentos lleva a la representación fiscal a calificar
con duros términos a la conducta de la actora; así, alude a una "dolosa actitud de la
contribuyente"; a un "sistema ideológicamente falso en la exposición de los valores
involucrados en la operación"; y a la "implementación del negocio en fraude a la ley fiscal
que habían organizado las fábricas automotrices".
Por otra parte, aduce que no puede tomarse en consideración la factura que se emite al
entregarse el vehículo en el marco del plan de ahorro previo, ya que tal documento no
consigna el precio definitivo a cargo del ahorrista, pues las cuotas que éste debe abonar son
ajustadas según las modificaciones que experimentan los precios de mercado durante el
tiempo de su integración.
Expresa que la ley 23.765 tiene el carácter de norma interpretativa pues siempre rigió el
principio del valor de plaza a la fecha de consumación del hecho imponible para establecer
el quantum de la base. Destaca en tal sentido que la determinación de oficio que dio origen
a esta causa se funda en las normas vigentes en el año 1984 (art. 6º, párr. 1º "in fine" de la
ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus modificaciones--) y que, según su criterio, de las distintas
formulaciones que ha tenido la ley del impuesto resulta, en el punto en examen, una
inteligencia única y coherente.
6. Que cabe precisar, en primer término, que según las constancias obrantes en las
actuaciones administrativas, en el "informe de inspección" se tomó como valor corriente en
plaza al resultante de las listas de precios de Ford Motors Argentina, "menos el descuento
que se consignaba para todos los concesionarios, informado en la referida lista de precios"
(fs. 67, act. adm.). Y que asimismo, para determinar las diferencias en la base de cálculo del
débito fiscal fueron confrontadas las facturas de venta emitidas en el año 1984 con "las
listas de precios vigentes durante el período antes mencionado, a efectos de determinar el
precio al concesionario, sin impuestos, al día de emisión de cada una de las facturas" (fs.
67, act. adm.). En concordancia con dicho informe, en el formulario acompañado al
correrse la vista establecida por el art. 24 de la ley 11.683, se expresa claramente que la
observación que motiva el comienzo del procedimiento de determinación de oficio
consistía en que se había comprobado que Ford Motors Argentina recibía por los
automóviles adjudicados por sorteo o licitación el precio total de la unidad vigente al
momento de la concertación; que tales unidades no eran entregadas en forma simultánea a
la recepción de los fondos sino con posterioridad y, al momento de su entrega, eran
facturadas "al precio vigente al día de la concertación, el que --en la mayoría de los casos--
no era coincidente con los valores según lista de precios que regía al momento de la
facturación y entrega de la unidad". Estos últimos valores que --según el criterio del ente
fiscal expresado en la indicada oportunidad procesal-- eran los que debían ser computados
como "precio de mercado... para una unidad cero kilómetro", por constituir el "valor
corriente en plaza", en los términos del párr. 1º "in fine", del art. 6º de la ley 20.631, eran
los indicados en las listas de precios elaboradas por la empresa automotriz "menos el
descuento que se consignaba para todos los concesionarios" en esas mismas listas (fs. 77
vta., act. adm.).
Asimismo es útil señalar que en la resolución del organismo recaudador apelada ante el
Tribunal Fiscal se expresa que de lo actuado por el personal fiscalizador surgía que la
empresa había realizado "ventas de automotores a concesionarios mediante el sistema de
ahorro previo" (fs. 156, act. adm.), y que --con excepción de un punto que ha quedado al
margen de la controversia-- "sólo cabe confirmar el criterio expuesto en la vista corrida"
(fs. 165, act. adm.).
Por lo demás, dicha resolución ningún reproche ha formulado a la actora por haber
facturado sus ventas a los concesionarios. Tampoco la sentencia del Tribunal Fiscal
introdujo tal cuestión sino que, por el contrario, al definir la materia en litigio afirmó --
acertadamente-- que la pretensión del organismo recaudador partía de "considerar como
valor corriente en plaza el de la lista de precios de Ford Motors Argentina S. A. neto de
descuentos a concesionarios vigente al tiempo de la entrega de los vehículos". En el mismo
sentido expresó ese tribunal que "para efectuar el ajuste el órgano fiscal examinó las
facturas de ventas del año 1984... las que fueron cotejadas con los registros contables y las
listas de precios vigentes durante dicho período, confeccionando planillas de las que
resultan las diferencias entre el precio vigente al momento de la facturación y entrega según
lista de precios a concesionarios y el valor consignado en las referidas facturas de venta
que... correspondía a los montos percibidos de la sociedad Plan Ovalo".
Cabe poner de relieve que el representante del Fisco Nacional, al contestar el memorial de
agravios que su contraria presentó ante la cámara, ningún planteo formuló respecto del
modo como el tribunal administrativo había definido la materia en litigio ni le imputó haber
omitido el tratamiento de temas relevantes.
7. Que en virtud de lo expresado corresponde concluir que los agravios formulados ante
esta Corte tendientes a descalificar la facturación efectuada por la actora por el hecho de
estar dirigida a los concesionarios --y no a los suscriptores de los planes de ahorro a quienes
eran adjudicados los automóviles-- así como las objeciones --derivadas de dicha
circunstancia-- respecto de la operatoria comercial de aquélla, resultan manifiestamente
inatendibles pues constituyen argumentos distintos de los que motivaron la resolución del
organismo recaudador, cuya revisión es el objeto de esta causa. Además, deviene aplicable
al caso, en el aspecto indicado, la jurisprudencia de la Corte según la cual no cabe
considerar en esta instancia cuestiones no sometidas a la decisión de los tribunales
inferiores (confr. causa T.32.XXIV "Trebas S. A. s/ recurso de apelación - impuesto a las
ganancias", fallada el 14 de septiembre de 1993, entre muchas otras).
8. Que sin perjuicio de ello, a fin de demostrar la improcedencia de los agravios del Fisco
nacional referentes a la valoración que hizo el a quo de los extremos fácticos de la causa,
resulta conveniente detenerse en ciertas conclusiones del peritaje contable obrante a fs.
315/323 vta. En tal dictamen --que no mereció objeciones de la mencionada parte-- se
afirma que la sociedad administradora de los planes de ahorro (Plan Ovalo S. A.) constituía
grupos cerrados de ahorro integrados por adherentes que se comprometían a aportar cuotas
que mensualmente conformaban el "valor móvil" de dos vehículos, los que eran
adjudicados por sorteo o licitación entre los componentes de cada grupo. Los fondos eran
remitidos a Autolatina S. A. (ex Ford Motors Argentina) "concertándose en ese momento"
la adquisición de las unidades. En dicho informe se expresa que "la facturación de esas
unidades era efectuada por Ford Motors Argentina S. A. al concesionario con el cual el
adherente había suscripto el Plan, aplicando los precios de las unidades adjudicadas que
regían según las listas de precios al concesionario vigentes a las fechas de concertación y
que... coincidían con los de la fecha de remisión de fondos a la actora" (punto 3 del peritaje,
fs. 316 vta/317). Este extremo es ratificado en el punto 4 del informe: "en el período que
abarca el análisis efectuado, los importes percibidos y facturados por Autolatina Argentina
S. A. (ex Ford Motors Argentina S. A.) se corresponden y coinciden con los valores o
precios consignados en las respectivas listas de precios al tiempo de concertarse las
operaciones realizadas por el Sistema de Ahorro".
9. Que, por otra parte, en el peritaje se expresa que "la sociedad administradora concretaba
las compras que realizaban los grupos de adherentes del sistema de ahorro, al contado
anticipado y mensualmente", y que la actora "no ha reajustado el precio total, convenido y
percibido, correspondiente a las operaciones realizadas mediante el sistema de ahorro",
salvo en los casos en que el adquirente decidía incorporar equipos opcionales al vehículo o
cambiar el modelo elegido, supuestos irrelevantes para el "sub lite".
10. Que frente a las conclusiones del peritaje contable, pierden consistencia los argumentos
del recurrente reseñados en el párr. 2º del consid. 5º, pues carece de relevancia que las
cuotas a cargo de los adherentes a los planes de ahorro hayan continuado ajustándose,
inclusive después de la adjudicación y de la entrega del automóvil, ya que lo relevante es
que cada grupo cerrado de ahorristas reunía mensualmente el dinero necesario para adquirir
dos automóviles, y esos fondos, a través de la sociedad administradora, eran girados a la
actora. Las operaciones así realizadas, cabe reiterarlo, han sido calificadas por los peritos
como "al contado anticipado", y los precios respectivos --en lo que al caso interesa-- no
fueron objeto de reajustes.
11. Que, sobre la base de las mencionadas circunstancias de hecho, corresponde examinar
los agravios del recurrente fundados en la interpretación que éste asigna a las normas de la
ley del impuesto al valor agregado.
12. Que el art. 5º, inc. a, del ordenamiento legal vigente en el año 1984 --ley 20.631, texto
ordenado en 1977, con las modificaciones introducidas por las leyes 21.911, 22.031,
22.294, 22.774 y 22.817-- establecía, en cuanto guarda relación con el "sub examine", que
el impuesto era adeudado, "en el caso de ventas, desde el momento de la entrega del bien o
acto equivalente...".
Por su parte, el art. 6º --párr. 1º-- establecía: "El precio neto de la venta... será el que resulte
de la factura o documento equivalente extendido por los obligados al ingreso del impuesto,
neto de descuentos y similares efectuados de acuerdo con las costumbres de plaza. En caso
de efectuarse descuentos posteriores, éstos serán considerados según lo dispuesto en el art.
8º. Cuando no exista factura o documento equivalente, o ellos no expresen el valor
corriente en plaza, se presumirá que este es el valor computable, salvo prueba en contrario".
Los importes así obtenidos constituían la base para determinar el débito fiscal mediante la
aplicación de las alícuotas correspondientes, en los términos establecidos por el art. 7º de la
citada ley.
13. Que en materia impositiva toda interpretación debe realizarse atendiendo esencialmente
a la realidad económica de que se trate. Tal ha sido la intención del propio legislador
cuando en los arts. 11 y 12 de la ley 11.683 estableció que la determinación de la verdadera
naturaleza del hecho imponible debe hacerse atendiendo a los actos, situaciones y
relaciones económicas que efectivamente realicen, persigan o establezcan los
contribuyentes; y ésta ha sido también la doctrina del tribunal cuando reiteradamente ha
señalado que para configurar la cabal intención del contribuyente, se debe atribuir
preeminencia a la situación económica real con prescindencia de las estructuras jurídicas
utilizadas, que pueden ser inadecuadas o no responder a esa realidad económica (Fallos:
237:246; 249:256; 251:379; 283:258 --La Ley, 87-148; 105-776; 107-104; 148-53--, y
307:118), de modo tal que el propósito de la ley se cumpla de acuerdo con los principios de
una razonable y discreta interpretación (Fallos: 302:661 --La Ley, 81-A, 322--).
14. Que en relación con ello, resulta conveniente destacar que el miembro informante de la
Cámara de Diputados --en oportunidad de la consideración del proyecto de la ley 20.631--
definió al tributo como "un impuesto que, recayendo en definitiva sobre el consumidor final
que lo paga a través del precio de lo que consume, ha sido ingresado al fisco por cada uno
de los intervinientes en el proceso de producción, distribución y comercialización en
proporción al valor que cada uno de ellos incorpora al producto" (confr. "Diario de
Sesiones", Cámara de Diputados de la Nación, año 1973, pág. 4781). En concordancia con
ello, el mensaje que el Poder Ejecutivo había remitido al Congreso, indicaba el propósito de
crear un impuesto, que recaerá en cada una de las etapas del ciclo económico, pero
solamente sobre el valor agregado por cada una de ellas" (op. cit., p. 2741).
15. Que para atender a tal caracterización del impuesto, la base de cálculo del débito fiscal
debe expresar el valor real del bien en el momento en que se perfecciona el hecho
imponible, pues si se computase el precio recibido por el vendedor con anterioridad a la
entrega de la cosa en su expresión nominal, en épocas de alta inflación, es evidente que el
importe que así se determinase no tendría relación con el valor que la empresa agregó al
producto, lo cual supondría alterar la esencia misma del tributo.
16. Que, además, ello equivaldría a admitir una injustificada asimetría entre la carga
tributaria soportada por el comprador al abonar el precio y el cómputo del respectivo débito
por parte del responsable, en razón del proceso de envilecimiento que experimentó el signo
monetario nacional en el período considerado.
Al respecto, es pertinente recordar que esta Corte ha establecido que existen casos en los
que es posible y además necesario reconocer trascendencia jurídica a los efectos
económicos de los impuestos para arribar a una solución que resulte armónica con los
derechos y garantías que establece la Constitución Nacional y con el ordenamiento jurídico
vigente (causa C.181.XXIV. "Compañía General de Combustibles S. A. s/ recurso de
apelación", fallada el 16 de junio de 1993, consid. 6º --La Ley, 1993-D, 379--).
17. Que sobre la base de tales consideraciones, cabe entender que cuando el art. 6º de la ley
20.631 alude al "valor corriente en plaza", está haciendo referencia al valor corriente en el
momento en el que se perfecciona el hecho imponible. Ello es así porque ante la ausencia
de precisiones en la norma que permitan afirmar con certeza que la intención del legislador
ha sido relacionar aquella expresión con el momento en que se concertó el negocio y abonó
el precio, corresponde adoptar el criterio que mejor se compadece con los principios
interpretativos anteriormente mencionados.
18. Que si bien es cierto que teóricamente el "hecho imponible" puede ser diferenciado de
la base o medida de la imposición (confr. Fallos: 286:301), cabe poner de relieve que al
examinar concretamente las disposiciones de la ley del impuesto al valor agregado, esta
Corte expresó que "el punto de partida en torno del cual deberá girar todo el esquema
interpretativo en esta materia está constituido por dos circunstancias esenciales que han
sido contempladas por el legislador: a) el nacimiento del hecho imponible (título I, art. 5º) y
b) la liquidación del tributo (título II)"; y afirmó que "debe cuidarse el mantenimiento de la
simetría y preservación de dichas circunstancias" (Fallos: 314:746). Agregó el tribunal en
aquel precedente --en concordancia con el criterio que se sigue en este caso-- que "sólo así
podrá realizarse plenamente el principio hermenéutico sentado firmemente por la Corte
desde antigua data y con arreglo al cual el alcance de las leyes impositivas debe
determinarse computando la totalidad de las normas que la integran, para que el propósito
de la ley se cumpla de acuerdo con las reglas de una razonable y discreta interpretación".
19. Que, por otra parte, resulta equivocada la conclusión que el a quo extrajo de diversos
dictámenes e "instrucciones" publicados en el boletín del organismo recaudador. Ello es así
porque --sin perjuicio de otras consideraciones que podrían formularse sobre el punto-- las
opiniones vertidas en ellos se refieren a supuestos específicos que difieren del planteado en
estos autos, sin que por vía de inferencias pueda colegirse la preexistencia de un
determinado criterio fiscal respecto del tema que se debate en el "sub lite".
Así, por ejemplo, la opinión que guardaría mayor proximidad con el caso en examen es la
vertida en la instrucción 369 --del 30 de diciembre de 1982-- emanada de la Dirección de
Asuntos Técnicos y Jurídicos, cuyo título es "Venta de Construcción sobre inmueble propio
- precio corriente en plaza" (Boletín D. G. I. Nº 350, p. 217). Si bien es verdad que ella --
más allá de estar dirigida al ámbito interno de la administración-- comienza enunciando una
determinada interpretación del art. 6º de la ley del impuesto --que favorecería a la actora en
el caso de autos-- las soluciones que en la práctica adopta relativizan los alcances de
aquella interpretación.
20. Que, en relación con ello, es conveniente destacar que, según jurisprudencia de esta
Corte, no cabe presumir renuncias por parte de la administración fiscal en su derecho-
obligación de cobrar las cargas impositivas (Fallos: 308: 1799, causa P.624.XXII "Prodesca
S. A. I. y C. s/ demanda de repetición", sentencia del 9 de diciembre de 1993 --I, 1994-A,
1256--).
21. Que de las consideraciones precedentes surge que la pretensión del Fisco nacional
cuenta con suficiente respaldo legal en las normas de la ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus
modif.-- que regían en el período fiscal involucrado en la causa.
En consecuencia, toda vez que tanto el Fisco nacional como la empresa actora niegan
efectos retroactivos a las disposiciones de la ley 23.765, que comenzaron a regir el 1º de
febrero de 1990 (art. 3º de dicha ley y dec. 53/90), resulta inoficioso el examen de aquéllas.
22. Que sin perjuicio de ello, se estima conveniente aclarar que la reglamentación que
realizó la Dirección General Impositiva con el fin de aplicar la actualización dispuesta por
el art. 9º, párr. 7º, de la ley 23.349 -- modificada por la ley 23.765-- ninguna relación
guarda con el caso de autos. Ello es así pues si bien es verdad que ese reglamento (res. gral.
3210) no previó la actualización de operaciones realizadas con anterioridad al mes de
marzo de 1990, también lo es que la determinación de oficio impugnada en esta causa no ha
indexado los precios consignados en las facturas emitidas por la actora sino que ha dejado
de lado tales importes para atender al valor de los bienes al momento en que ellos fueron
entregados.
Una empresa, llamada "Plan Ovalo", cumplía el rol de sociedad administradora de los
planes de ahorro. Entre sus objetivos centrales se encontraba el de crear grupos de personas
(en adelante, "adherentes" o "miembros"). Estas se comprometían a aportar mensualmente
cuotas cuyo monto por regla permitía reunir, cada treinta días, fondos equivalentes al valor
de dos vehículos.
Una vez que la sociedad administradora reunía ese dinero, lo entregaba a Autolatina (una
firma que fabrica automóviles) y, de ese modo, se "concertaba" la compra de dichos
vehículos, los que se adjudicaban por sorteo o licitación entre los miembros.
Después de ese hecho, el concesionario facturaba los vehículos, al valor de lista al público,
y los entregaba a los dos adquirentes a los que, tiempo antes, les habían sido adjudicadas las
unidades (2).
3. Que la principal cuestión que plantea el caso en examen es la siguiente: ¿Es posible --a la
luz de la ley 20.631 tal como fue modificada por la ley 22.294-- que Autolatina haya
liquidado el impuesto al valor agregado, originado por la venta de vehículos a través del
"sistema de ahorro previo para fines determinados", del modo en que lo hizo en el período
fiscal del año 1984; es decir, en función de considerar que la base imponible de tal
gravamen, era el "valor corriente en plaza" de los automóviles en el momento en que la
sociedad administradora de dicho plan le remitía los fondos al concertar cada operación de
venta?
5. Que, como se advertirá, el problema reseñado en el consid. 3º de este voto puede ser
dilucidado si se determina cuál es el significado de la frase "valor corriente en plaza", en las
palabras del transcripto art. 6º (en adelante, "VCP"). Ello es así, pues la validez de la base
imponible utilizada por la actora para liquidar el I.V.A., está condicionada a que el precio
por el cual facturó los vehículos, haya expresado el aludido "valor corriente en plaza".
b) que el VCP se refiere al precio de plaza (del vehículo) que estuvo vigente en el instante
en que Autolatina lo entregó al adquirente a través del concesionario; pues es este el
momento en que nace la obligación tributaria en concepto de I.V.A. tal como lo establece el
citado art. 5º de la ley 20.631 (tesis fiscal).
6. Que con el fin de precisar el alcance de la frase "valor corriente en plaza", es pertinente
el principio --acuñado por una larga línea de precedentes de esta Corte--, que establece que
el texto de las leyes es la primera fuente que debe estudiar el intérprete para determinar el
significado de dichas leyes.
Si el aludido texto fuera equívoco, es válido que se acuda a lo expresado por el miembro
informante, cuando explicó su sentido ante la cámara legislativa en la que fue aprobado (5).
Este principio de interpretación se funda en, al menos, dos razones. Por un lado, en la
presunción de que los dictámenes de los miembros informantes son el resultado de un
minucioso y detenido estudio de los asuntos que despachan (6) y, por el otro, en la
suposición de que tales miembros representan a la voluntad de los legisladores que
aprobaron tales normas.
Nada hay en el texto de la ley 20.631, ni en las leyes que la modificaron, que permita inferir
cuál es el significado que el Congreso quiso atribuir a la frase en estudio. En efecto, la sola
lectura de tales normas no permite precisar si el VCP alude a lo defendido por la actora o
por el fisco.
Por esta razón es posible acudir a lo expresado por el miembro informante de dicha ley,
cuando explicó el propósito del impuesto al valor agregado.
Al respecto, este diputado definió al tributo en examen --al presentar el proyecto de lo que
luego sería la ley 20.631-- como "un impuesto que, recayendo en definitiva sobre el
consumidor final que lo paga a través del precio de lo que consume, ha sido ingresado al
fisco por cada uno de los intervinientes en el proceso de producción, distribución y
comercialización en proporción al valor que cada uno de ellos incorpora al producto" (7).
En similar sentido, el mensaje que en esa oportunidad el Poder Ejecutivo había remitido al
Congreso, indicaba el propósito de crear un impuesto "que recaerá en cada una de las
etapas del ciclo económico, pero solamente sobre el valor agregado por cada una de ellas"
(8).
Por otro lado, la expuesta noción del I.V.A. es coincidente con la que aporta el derecho
comparado en esta materia (9).
7. Que para atender a tal caracterización del impuesto parece ineludible sostener que
cuando el art. 6º de la ley 20.631 alude al "valor corriente en plaza", está haciendo
referencia al valor corriente en el momento del "nacimiento del hecho imponible", en los
términos del art. 5º de dicha ley; es decir, el valor vigente en el instante en que Autolatina
entregó los vehículos a las concesionarias.
La tesis expuesta en el párrafo anterior se funda en varias razones, entre las que cabe
destacar las siguientes: si se interpretara que es posible computar como base imponible del
I.V.A. el precio recibido por el vendedor antes de la entrega de la cosa, es evidente que --en
épocas de alta inflación-- el importe que así se determinara no tendría relación con el valor
que el vendedor ha agregado al producto; y ello violaría el propósito de quienes dictaron la
ley en estudio, que ha sido expuesto en el considerando precedente.
Por otro lado, ante la ausencia de precisiones expresas en la norma "sub examine" que
permitan afirmar que la intención del Congreso ha sido relacionar la expresión "valor
corriente en plaza" con el momento en que se concertó el negocio y abonó el precio,
corresponde adoptar el criterio señalado en el primer párrafo de este considerando; porque,
de lo contrario, se admitiría una injustificada asimetría entre el precio y el cómputo del
respectivo débito por parte del responsable, en razón del proceso de desvalorización que
experimentó el signo monetario nacional en el período estudiado en el "sub lite".
8. Que si bien es cierto que teóricamente el "hecho imponible" puede ser diferenciado de la
base o medida de la imposición (confr. Fallos: 286:301), cabe poner de relieve, que al
examinar concretamente las disposiciones de la ley del impuesto al valor agregado esta
Corte expresó que "el punto de partida en torno del cual debe girar todo el esquema
interpretativo en esta materia está constituido por dos circunstancias esenciales que han
sido contempladas por el legislador: a) el nacimiento del hecho imponible (título I, art. 5º) y
b) la liquidación del tributo (título II)"; y afirmó que "debe cuidarse el mantenimiento de la
simetría y preservación de dichas circunstancias" (caso "Radio Serra", Fallos: 314:746 --
año 1991 --). Agregó el tribunal en aquel precedente --en concordancia con el criterio que
se sigue en este caso-- que "sólo así podrá realizarse plenamente el principio hermenéutico
sentado firmemente por la Corte desde antigua data y con arreglo al cual el alcance de las
leyes impositivas debe determinarse computando la totalidad de las normas que la integran,
para que el propósito de la ley se cumpla de acuerdo con las reglas de una razonable y
discreta interpretación".
9. Que, por otra parte, resulta equivocada la conclusión que el a quo extrajo de diversos
dictámenes e "instrucciones" publicados en el boletín del organismo recaudador. Ello es así
porque --sin perjuicio de otras consideraciones que podrían formularse sobre el punto-- las
opiniones vertidas en ellos se refieren a supuestos de hecho que claramente difieren del
planteado en estos autos; sin que por vía de inferencias pueda colegirse la existencia de un
determinado criterio fiscal respecto del tema que se debate en el "sub lite".
Así, por ejemplo, la opinión que guarda mayor proximidad con el caso en examen es la
vertida en la instrucción 369 --del 30 de diciembre de 1982-- emanada de la Dirección de
Asuntos Técnicos y Jurídicos, cuyo título es "Venta de Construcción sobre inmueble propio
- precio corriente en plaza" (Boletín D.G.I. Nº 350, p. 317).
10. Que de las consideraciones precedentes surge que la pretensión del Fisco Nacional
cuenta con suficiente respaldo legal en las normas de la ley 20.631 --t. o. en 1977 y sus
modificaciones-- que regían en el período fiscal de que se trata en la causa.
Por ello, y toda vez que tanto el Fisco nacional como la empresa actora niegan efectos
retroactivos a las disposiciones de la ley 23.765 --que comenzaron a regir el 1º de febrero
de 1990 (art. 3º de dicha ley y dec. 53/90), resulta inoficioso el examen de aquéllas.
11. Que, por último, se estima conveniente aclarar que la reglamentación que realizó la
Dirección General Impositiva con el fin de aplicar la actualización dispuesta por el art. 9º,
párr. 7º, de la ley 23.349 --modificada por la ley 23.765-- ninguna relación guarda con el
caso de autos.
Ello es así pues si bien es verdad que ese reglamento (res. gral. 3210) no previó la
actualización de operaciones realizadas con anterioridad al mes de marzo de 1990 --como
la abordada en autos--, también lo es que la determinación de oficio impugnada en esta
causa no ha indexado los precios consignados en las facturas emitidas por la actora, sino
que ha dejado de lado tales importes para atender al "valor corriente en plaza" de los
vehículos al momento en que ellos fueron entregados por la demandante.
(1)La cuestión principal que debe ser resuelta en este expediente se esboza "infra" en el
consid. 3º.
El sistema de ahorro para fines determinados se encuentra regulado por el decreto del Poder
Ejecutivo nacional Nº 142.277/43, las resoluciones 8/82 y 1/85 de la Inspección de
Personas Jurídicas y normas concordantes.
(3)Conf. art. 5º de la ley 20.631, según modificación realizada por la ley 22.294.
(4)Conf. art. 6º de la ley 20.631, según la modificación realizada por la ley 22.294 (énfasis
agregado).
(5)En los siguientes casos la Corte determinó el alcance de leyes sobre la base de lo
sostenido por el miembro informante, a raíz de que el texto de dichas normas fue
considerado equívoco: segundo párrafo de la página 168 del caso "Municipalidad de
Tucumán", Fallos: 113:165 --año 1910--; último párrafo de la página 187 y página 188 del
caso "Ferrocarril B. A. al Pacífico", Fallos: tomo 115:186 --año 1906--; caso "La Mortola",
Fallos: tomo 120-372 --año 1915--; en este precedente se afirmó que "(...) No debe acudirse
a los antecedentes parlamentarios de la discusión de una ley para fijar el alcance de sus
disposiciones, cuando éstas son claras" (conf. párr. 2º de la p. 398 del caso "La Mortola",
cit. "supra"); y también esta Corte expresó "(...) Es regla de interpretación de las leyes la de
que los jueces deben atenerse al texto de las mismas, cuando es claro y no da lugar a dudas
(...)" (caso citado, segundo párrafo de la página 399); caso "Ferrocarril Central Argentino",
Fallos: 127:189 --año 1918--, párr. 2º de la p. 218.
(6)Sobre este punto el tribunal ha expresado lo que sigue: "(...) que debiendo suponerse que
las comisiones parlamentarias estudian minuciosa y detenidamente, en su fondo y en su
forma, los asuntos que despachan, sus informes orales o escritos tienen más valor que los
debates en general del Congreso, o las opiniones individuales de los legisladores (caso
"Florencio Lara", Fallos: 77:319 --año 1899--, 141 U. S. 268; 166 U. S. 290) y constituyen
una fuente legítima de interpretación (Fallos, 33:228 --año 1888--; 100:51 --año 1904-- y p.
337 --año 1904--; 114:298 --año 1905--; 115:186 --1906--; Sutherland y Lewis, "Statutes
and Statury Construction", párr. 470, 2ª edición, 1904, y Fallos 143 U. S. 457 y 192 U. S.
470)" conf. caso "La Mortola", Fallos: 120:372 --año 1915--, tercer párrafo de la p. 402.
Con similar sentido esta Corte afirmó "(...) que si bien es cierto que las palabras o
conceptos vertidos en el seno del Congreso con motivo de la discusión de una ley, son en
general simples manifestaciones de opinión individual de las personas que las pronuncian
(Fallos: 77:319). También lo es que no puede decirse lo mismo de las explicaciones o
aclaraciones hechas por los miembros informantes de los proyectos o en los informes de las
respectivas comisiones encargadas de su estudio, pues tales explicaciones e informes
constituyen, según la doctrina y la jurisprudencia, una fuente propia de interpretación
(Fallos: 33:228; 100:51 y 337)", conf. caso "Municipalidad de Córdoba", Fallos: 114:298 --
año 1901--, 3º párrafo de la página 304; ver, además, caso "Don Ambrosio Neto", Fallos:
141:254 -- año 1924--, último párrafo de la página 269 y primer párrafo de la p. 270.
(9)Ver a TAIT, Alan, "Value Added Tax. International Practice and Problems", p. 4,
International Monetary Fund, Washington D. C. 1988; SHOUP, Carl S., "Choosing among
types ofVATs", p. 3, publicado en "Value Added Taxation in Developing Countries",
editado por Malcom Gillis, Carl S. Shoup y Gerardo P. Sicat, The World Bank Washington
D. C., 1990.
Notificación en día inhábil. Efectos recién a partir del primer día hábil ulterior: Voto en
disidencia del doctor Zavala Rodríguez: La ley 50 dispone que "no se cuentan en los
términos legales los días feriados" en que "no pueden efectuarse diligencias judiciales" (art.
19).
Es obvio que, recibidas las notificaciones por carta certificada el día sábado, no pueden, en
ese día, "efectuarse diligencias judiciales", por cuya razón debe concluirse que la
providencia en cuestión recién puede considerarse notificada, con todos sus alcances, el día
lunes siguiente, que reúne esas condiciones.
Como consecuencia de lo expuesto, la interpretación del a quo sobre la fecha en que la
recurrente debe considerarse notificada y el plazo en que debió presentar su reclamación
resulta lesiva del derecho de defensa que ampara la Constitución Nacional (art. 18),
debiendo entonces revocarse la resolución apelada (ver fallo 2).
VISTOS:
CONSIDERANDO:
2) Que el a quo expresó, como fundamento, que la posición sostenida por el Fisco Nacional
contradice abiertamente lo dispuesto por el artículo 22 del decreto 507/1993 pues esta
norma estableció la aplicación del artículo 34 de la ley 11683 -que admite la compensación-
en el ámbito de los recursos de la seguridad social. Juzgó que en virtud de tal reenvío "la
compensación a pedido del contribuyente resulta directamente operativa para aquél" (fs.
402 vta.), mientras que la resolución general (DGI) 3765, en su artículo 1, reglamenta la
compensación de oficio prevista en el artículo 35 de la ley 11683. Señaló que tal conclusión
no enerva la potestad-deber del organismo impositivo de verificar la existencia real de los
saldos invocados por el contribuyente, y que en el caso aquellos no fueron impugnados.
3) Que, por otra parte, rechazó los argumentos del organismo recaudador fundados en que
la decisión del juez de primera instancia colisionaba con la "nominatividad" de los aportes
efectuados a partir del régimen de la ley 24241 y con el régimen de coparticipación federal
de impuestos.
4) Que contra lo así decidido el Fisco Nacional interpuso el recuso extraordinario que -
concedido parcialmente por el auto de fs. 445/6- resulta formalmente admisible en cuanto
se ha controvertido la inteligencia y aplicación de normas de carácter federal y la sentencia
definitiva del Superior Tribunal de la causa ha sido adversa al derecho que la apelante
sustenta en ellas.
5) Que el artículo 22, del decreto 507/1993 -ratificado por la ley 2447 (artículo 22)-
dispuso, en su primer párrafo, lo siguiente: "Con relación a los vencimientos generales,
forma y lugar de imputación de pagos de los recursos de la seguridad social, se aplicarán
los artículos 27, 30, 31, 32, 33 y 34 de la ley 11683, t.o. 1978 y sus modificaciones". A su
vez, el artículo 29 del citado decreto, tras expresar que serían asimismo de aplicación en esa
materia las normas de la ley 11683 que por vía reglamentaria determinase el Poder
Ejecutivo, fijó esta regla: "No serán de aplicación supletoria otras normas de la citada ley".
Con posterioridad, fue dictado el decreto 2102/1993, que dispuso la aplicabilidad respecto
de los recursos de la seguridad social de "los artículos 16, 17, 18 -excluido el inciso f)-, 39,
55, 56, 58 -en lo que correspondiere-, 92 -excluido el séptimo párrafo y la remisión al
artículo 81 del noveno párrafo-, 95, 96, 98, 99, 103, 105 y 109 -excluido el tercer párrafo-
de la ley 11683 (t.o. 1978 y sus modificaciones)". En los fundamentos de este último
decreto se señaló -en concordancia con la regla expresamente establecida en el artículo 29
"in fine" del decreto 507/1993 -que únicamente resultan de aplicación a los recursos de la
seguridad social las disposiciones de la ley 11683 taxativamente mencionadas en ambos
decretos y que no cabe la aplicación supletoria de otras normas de esa ley.
6) Que la ley 11683 regula lo atinente a la compensación -básicamente- en sus artículos 34,
35 y 36 del texto ordenado en 1978 (al que se referirán las citas sucesivas con el propósito
de una mayor claridad). Según lo dispuesto por los decretos 507/1993 -ratificado por la ley
24447- y 2102/1993, sólo el primero de tales artículos es aplicable en el ámbito de los
recursos de la seguridad social, y no es posible interpretar que los dos restantes -el 35 y el
36- lo sean supletoriamente debido a la regla fijada por el mencionado artículo 29 "in fine".
7) Que toda vez que no cabe suponer la inconsecuencia o la falta de previsión en legislador
(Fallos: 278:62; 303:1041; 304:794) ni en el órgano responsable de la reglamentación
(Fallos: 315:1922), de la circunstancia precedentemente enunciada cabe extraer como
primera conclusión que en lo atinente a los recursos de la seguridad social han sido
restringidos los supuestos en que procede la compensación prevista en la ley 11683, ya que
ella ha quedado limitada a los casos contemplados en su artículo 34.
8) Que, sentado lo que antecede, resulta decisivo en el "sub examine" precisar los alcances
de la norma citada en último término, deslindándola de otras disposiciones de la ley 11683
que han sido excluidas del campo de los recursos de la seguridad social. A tal fin cabe
acudir al criterio fijado en los precedentes "Ricardo Zuberbuhler e Hijos SA" (Fallos:
304:1833) y "Manufactura de Tabacos Particular VF Greco SA" (Fallos: 305:287). En
ellos, en primer lugar, se dejó establecido -en términos similares a los reiterados en otros
pronunciamientos- el modo como opera la compensación en el sistema de la ley 11683. Al
respecto se expresó lo siguiente: "la compensación, como medio de extinguir obligaciones
tributarias, puede practicarse de oficio por el organismo fiscal o bien a requerimiento del
contribuyente, conforme se deduce de lo dispuesto por los artículos 27, 34 y 35 de la ley
11683 (t.o. 1978), siendo necesario para su procedencia que el crédito sea líquido y exigible
en los términos del artículo 819 del Código Civil, lo cual requiere en materia impositiva
que la autoridad de aplicación determine los saldos netos a compensar, salvo el supuesto
del artículo 34, primer párrafo "in fine", en el que no es preciso que medie tal
determinación, pues se faculta a los responsables a efectuar el pago del gravamen
correspondiente al período fiscal que se declare, detrayendo los saldos favorables que
hubieran consignado en declaraciones juradas anteriores no impugnadas".
Tras esa descripción del régimen, el Tribunal precisó concretamente cuál es el caso
contemplado por el mencionado artículo 34: se trata de la imputación de saldos acreedores
y deudores del mismo tributo, emergentes de declaraciones juradas que haya presentado el
responsable en las circunstancias previstas por el artículo 27 de la ley de la materia.
10) Que tal conclusión resulta adecuada a las especiales características de las obligaciones
para con el sistema de seguridad social pues ellas presentan una singularidad propia
otorgada por la directa e inmediata finalidad social del destino de tales recursos, con los que
se procura esencialmente cubrir riesgos de subsistencia (Fallos: 311:1937), objetivo éste
que constituye la guía para interpretar los conceptos utilizados por el legislador en esa
materia (Fallos: 313:959), así como los principios de solidaridad ínsitos en ella.
11) Que en relación con lo expresado, cabe poner de relieve que las obligaciones con el
régimen de seguridad social comprenden -entre otras- no sólo la contribución que le
corresponde al empleador (inciso b], del artículo 10, de la ley 24241), sino también el
aporte personal de los trabajadores en relación de dependencia (inciso a], del mismo
artículo), que aquél retiene -y que debe ingresar en el sistema (artículo 11, último párrafo
de la ley citada)-; fondos que, en el caso del régimen de capitalización -Título III de la
citada ley 24241- se acreditan en la cuenta individual del afiliado. Sin perjuicio de que las
consideraciones que se formulan son también validas respecto de la contribución de los
empleadores -en la medida en que constituyen recursos que financian las prestaciones
jubilatorias- no parece una conclusión valiosa la que permita que el efectivo cumplimiento
de esas obligaciones, en el que están involucrados elementales intereses sociales y el dinero
de terceros, quede supeditado a las dilaciones y contingencias de la pretendida
compensación con supuestos créditos de origen ajeno al capo de la seguridad social.
12) Que si bien las consideraciones que anteceden bastan para revocar la sentencia apelada,
se estima conveniente efectuar ciertas precisiones respecto de la cuestión debatida.
13) Que, en primer lugar, cabe dejar establecido que el caso "Tacconi" (Fallos: 312:1239)
no permite extraer conclusiones validas para decidir la controversia suscitada en el "sub
examine". En efecto, en aquella causa, tras determinarse que los saldos a favor del
contribuyente emergentes de los anticipos mensuales del impuesto al valor agregado -que
regían entonces- tenían el carácter de "libre disponibilidad", se concluyó en que eran
susceptibles de ser compensados con una deuda que el mismo responsable tenía en otro
impuesto, pues así lo autorizaban las normas reglamentarias vigentes. En cambio, en el
"sub examine", no se trata de compensar saldos acreedores y deudores de distintos
impuestos, sino el saldo favorable al contribuyente en un impuesto con deudas mantenidas
con el régimen de seguridad social, a cuyo respecto -como ha sido señalado- no son
admisibles, en principio, los compensaciones fuera del mismo sistema ni disposiciones
reglamentarias como las que en el caso "Tacconi" dieron sustento a la procedencia de la
compensación objeto de aquel pleito.
14) Que, por otra parte, la resolución general (DGI) 3795 -que fue derogada por la
resolución general 4339- no tiene relevancia en la decisión del "sub examine". En efecto,
ese reglamento facultó al ente recaudador a compensar de oficio los créditos que por
cualquier concepto tuviesen a su favor los contribuyentes con las deudas líquidas y
exigibles que éstos mantuvieran por aportes y contribuciones con destino al sistema único
de la seguridad social, pero nada estableció respecto de la situación inversa, es decir, la
originada cuando -como ocurre en el caso de autos- es el contribuyente quien tiene interés
en hacer valer la compensación. Sin abrir juicio alguno acerca de si el organismo
recaudador contaba con facultades que le permitieran dictar válidamente ese reglamento o
si éste se ajustaba a lo establecido en disposiciones de mayor jerarquía -tarea que sería
inoficiosa para decidir este pleito- lo cierto es que aquél no otorga sustento a la pretensión
de la actora.
Disidencia del señor vicepresidente Dr. Don Eduardo Moline O'Connor y de los señores
ministros Dres. Don Carlos S. Fayt y Don Antonio Boggiano.
CONSIDERANDO:
2) Que el a quo expresó que la posición sostenida por el Fisco Nacional resultaba
contradictoria con lo dispuesto por el artículo 22 del decreto 507/1993 en la medida en que
ésta norma estableció la aplicación del artículo 34 de la ley 11683 -que admite la
compensación- en el ámbito de los recursos de la seguridad social. Consideró que en virtud
de tal reenvío "la compensación a pedido del contribuyente resulta directamente operativa
para aquél" (fs. 402 vta.), mientras que el resolución general (DGI) 3795, en su artículo 1,
reglamentaba la compensación de oficio prevista en el artículo 35 de la ley 11683. Señaló
que tal conclusión no enervaba la potestad-deber del organismo impositivo de verificar la
existencia real de los saldos invocados por el contribuyente y que, en el caso, aquellos no
fueron impugnados.
3) Que, por otra parte, rechazó los argumentos del organismo recaudador fundados en que
la decisión del juez de primera instancia colisionaba con la "nominatividad" de los aportes
efectuados a partir del régimen de la ley 24241 y con el régimen de coparticipación federal
de impuestos.
6) Que dicho decreto dispuso que algunas de las normas de la ley de procedimiento
tributario -ley 11683- fueron aplicables a los recursos de la seguridad social que pasaron a
ser recaudados, fiscalizados y aplicados por la Dirección General Impositiva.
7) Que la posibilidad de compensación de créditos y deudas derivadas de uno o más
impuestos está prevista en la ley 11683 (artículos 34, 35, 36, 81 y 129) y la de proceder de
igual manera frente a la existencia de saldos fiscales disponibles con deudas previsionales
surge del reenvío efectuado por el artículo 22 del decreto 507/1993 al artículo 34 de la ley
11683. Ésta conclusión se encuentra abonada por la resolución general 3795/1994 -
emanada de la Dirección General Impositiva- que autorizó la compensación de créditos a
favor de los contribuyentes emergentes de cualquier tributo con las deudas líquidas y
exigibles que tuviesen con el sistema único de seguridad social.
8) Que, por consiguiente, una correcta interpretación del artículo 34 de la ley 11683, a la
luz de los fines perseguidos por el decreto 507/1993, permite concluir que la compensación
es plenamente aplicable a la materia previsional, pudiendo el contribuyente computar al
momento del pago de la obligación los saldos favorables que posea a su favor y que surjan
de declaraciones juradas anteriores no impugnadas.
9) Que si bien es cierto que la resolución general 3795/1994 dispone que los créditos por
cualquier concepto a favor de los contribuyentes, podrán ser compensados de oficio por el
organismo recaudador, de los términos de aquella no surge en manera alguna que el tramite
sólo pueda ser iniciado de oficio y que se excluya en consecuencia, la posibilidad de que el
contribuyente la solicite a las resultas, como es obvio, de lo que en definitiva decida el
organismo fiscal. Una interpretación contraria importaría colocar a la norma de inferior
jerarquía -como lo es tal resolución- en oposición al precepto legal (artículo 34 de la ley
11683, t.o. 1978) del que no resulta una limitación de esa naturaleza.
11) Que, esta corte se ha expedido sobre un supuesto de compensación en materia fiscal en
la causa registrada en fallos: 312:1241, en la que sostuvo que "la compensación como modo
de extinción de las obligaciones tributarias, puede practicarse de oficio por el organismo
fiscal o bien a requerimiento del contribuyente, conforme a lo que se deduce de lo dispuesto
por los artículos 27, 34 y 35 de la ley 11683; para su procedencia es necesario que el
crédito sea líquido y exigible en los términos del artículo 819 del Código Civil, lo cual
requiere en materia impositiva -salvo el supuesto del artículo 34, primer párrafo, "in fine"
de la citada ley- que la autoridad de aplicación determine los saldos netos a compensar
(Fallos: 304:1833 y 1848; 305:287; 308:1950, considerando 6). Ello es así dado que la
exigibilidad del crédito, se configura cuando la Dirección General haya comprobado la
existencia de pagos o ingresos excesivos y dispuesto acreditar el remanente respectivo, tal
como surge del artículo 36 de la mencionada norma legal".
13) Que, en consecuencia, si se tiene en cuenta que el decreto 507/1993 incluye, entre
otros, al artículo 34 de la ley 11683 como aplicable a los recursos de la seguridad social,
forzoso es concluir que el mecanismo de la compensación allí contemplado puede ser
utilizado por el contribuyente, ya sea que se trate de compensar créditos o deudas fiscales o
de recursos de seguridad social o fiscales, interpretación que se deriva, por otra parte, de las
disposiciones contenidas en la resolución general 3795/1994.
14) Que lo expuesto no implica desconocer que, por resolución general de la Dirección
General Impositiva 4339, de fecha 29 de mayo de 1997 (BO 3/6/1997) ha sido derogada la
resolución general 3795. Al respecto corresponde recordar, que tanto la solicitud de
compensación efectuada por la actora como el acto de la demandada, cuya impugnación
constituye el objeto de la demanda de autos, han sido suscriptos durante la vigencia de la
resolución general 3975 y, precisamente, teniendo en cuenta sus disposiciones. Sin
perjuicio de ello, de los fundamentos expresados en los anteriores considerandos resulta
que el derecho de la actora a solicitar la compensación tiene sustento en la mencionada
remisión que el decreto 507/1993 efectúa a las disposiciones de la ley 11683, de manera
que aquél no podría ser desconocido aún en ausencia de normas reglamentarias que
específicamente lo contemplen.
15) Que, por último, cabe poner de relieve que las consideraciones expuestas en los
considerandos que anteceden sólo son aplicables con respecto a la contribución a cargo de
los empleadores, prevista en el inciso b), del artículo 10, de la ley 24241. En efecto, en lo
relativo al aporte personal de los trabajadores en relación de dependencia -inciso a) del
citado artículo- debe advertirse que el empleador asume el carácter de "agente de retención"
(conf. último párrafo del artículo 11). Como tal, descuenta de las remuneraciones el importe
correspondiente a ese aporte personal, con la obligación de depositarlo en el sistema
(artículo 12, inciso c]), sin que resulte admisible que el cumplimiento efectivo de tal
obligación -en el que están involucrados intereses de terceros- quede supeditado a una
eventual compensación con saldos impositivos. Del mismo modo, resulta evidente que la
compensación no procede con relación a los recursos destinados a las obras sociales, pues
ello importaría -como en el supuesto precedentemente examinado- detraer recursos de
terceros, que no pueden resultar afectados por la circunstancia de que la empresa pueda ser
titular de determinados créditos fiscales.
Por ello, se declara procedente el recurso extraordinario y se confirma parcialmente la
sentencia, en los términos que resultan del considerando 15. Las costas de todas las
instancias se distribuirán según los respectivos vencimientos (artículos 71 y 279 del
CPCCN). Notifíquese y devuélvase.
Pago provisorio de impuestos vencidos. Contribuyente que pagó todas las posiciones
mensuales de un ejercicio en concepto de impuesto al valor agregado, pero no presentó la
declaración jurada final del año en cuestión. Improcedencia de la ejecución fiscal por el
pago provisorio. Fundamento. Inexistencia de deuda exigible. Requisitos de procedencia
del pago provisorio de impuestos vencidos. Insuficiencia de la mera omisión de presentar la
declaración jurada: Para que proceda liquidar el gravamen mediante el sistema del pago
provisorio de impuestos vencidos al que se refiere el artículo 38 de la ley 11683 (t.o. 1978 y
modif.), es menester que el contribuyente no haya presentado su declaración jurada, que tal
hecho importe la omisión del ingreso del tributo correspondiente, que el incumplimiento
subsista luego de vencer el plazo otorgado para que regularice la situación, y que la
"Dirección General conozca por declaraciones juradas o determinación de oficio la medida
en que les ha correspondido tributar gravamen en períodos anteriores" no prescriptos.
Cumplidos tales extremos, adquiere viabilidad la presunción de existencia de deuda por el
período fiscal omitido, determinable sobre la base del impuesto de los referidos períodos.
En consecuencia, debe confirmarse la sentencia del a quo (ver fallo 7) que, atendiendo a la
declaración jurada final correspondiente al respectivo ejercicio anual, tuvo por ingresado
íntegramente el impuesto al valor agregado del período que reclamó la ejecutante, incluso
al tiempo en que aquélla debió presentarse, restando además un saldo a favor del
contribuyente, por lo cual declaró la inhabilidad del título de deuda. Ello así, toda vez que
dicho aserto no ha sido impugnado en el recurso extraordinario y lo decidido se funda en la
circunstancia comprobada de no existir deuda exigible, sin que obste a lo resuelto lo
preceptuado en el último párrafo de la norma tratada por resultar inaplicable en la especie.
Suprema Corte:
Pienso, con arreglo a jurisprudencia reiterada de la Corte, que el recurso del artículo 14 de
la ley 48 es improcedente, por vía de principio, si se intenta, como acontece en el caso,
respecto de resoluciones recaídas en procedimientos ejecutivos y de apremio (Fallos:
240:86; 241: 117; 248:507; 259:215; 262:163 y 398; 270:117; 273:119; 284:236).
Y si bien el Tribunal ha señalado hipótesis de excepción a tal doctrina (M. 152, L. XVII,
"Municipalidad de Morón (Bs. As.) c/Deca Ind. y Com. Soc. Anón, y otra s/cobro de pesos
- apremio" e I. 89, L. XVII, "Recurso de Hecho deducido por la demandada en la causa
Instituto de Servicios Sociales para el Personal de la Industria de la Carne y Afines c/Bovril
Argentina S.A.C.I.F.A.G.", sentencias del 20 de mayo de 1976 y 1977, respectivamente,
sus citas y otros), no advierto que alguna de ellas resulte configurada en el sub examine.
Pongo de resalto en tal sentido que si bien es cierto que V. E. tiene declarado -en el primero
de los precedentes antes mencionados- que la exclusión del análisis de la obligación no
puede llevar a admitir una condena cuando falta alguno de los presupuestos básicos de la
acción, como es la existencia de deuda exigible, ocurre, empero en la especie, que al
articular sus defensas en autos, la propia recurrente reconoció su condición de sujeto pasivo
del crédito fiscal reclamado, aunque sin coincidir en el monto.
No obstante, cabe aclarar que lo resuelto por el a quo no impide que dicha parte haga valer,
al momento de practicarse la liquidación, los pagos que demuestre haber efectuado con
anterioridad como así también que ejercite sus defensas, en lo que pueda corresponder, por
la vía de repetición a que aluden los artículos 38, 92 y concordantes de la ley 11.683 antes
citada.
Vistos los autos: "Fisco Nacional (D.G.I.) c/Sasetru S.A.C.I.F.I.A. s/ejecución fiscal".
Considerando:
2°) Que las decisiones recaídas en los juicios ejecutivos y de apremio no son, como
principio, susceptibles de recurso extraordinario, pues no revisten el carácter de sentencia
definitiva en los términos del art. 14 de la ley 48 (Fallos: 263:47; 265:145; 266:97).
5°) Que la facultad del Fisco de requerir a quienes no presenten sus declaraciones juradas,
el pago provisorio de impuestos vencidos (art. 38 de igual ordenamiento), debe
interpretarse restrictivamente, por constituir una excepción al principio que consagran los
arts. 23 y 24 (ídem) en cuanto a ser impugnables por el contribuyente las determinaciones
de oficio. No cabe, por ende, excluir todo análisis respecto de la vigencia del gravamen
sobre cuya base se hubiese formulado el requerimiento fiscal.
Por ello, y habiendo dictaminado el señor Procurador General, se revoca la sentencia de fs.
75/76. Notifíquese y vuelvan los autos al tribunal de procedencia a fin de que se dicte
nuevo pronunciamiento de acuerdo con lo aquí declarado y lo que prevé el art. 16, primera
parte, de la ley 48.
VISTOS:
CONSIDERANDO:
2º) Que para así resolver consideró que, sin perjuicio de que el art. 6 de la L. 21589 prevé
dos supuestos de caducidad del plan de facilidades de pago del tributo, el atraso en el
ingreso de las cuotas debía exceder, en conjunto, los doce días; agregó que la actora
incurrió en una única demora de diez días en el cumplimiento de la totalidad del régimen
adoptado, y que no podía encontrarse en peor situación que quien hubiera cometido
sucesivos incumplimientos que, sin superar los seis días corridos en cada uno de ellos, no
totalizaran doce días.
3º) Que contra dicha decisión la DGI interpuso recurso extraordinario, que resulta
procedente habida cuenta de que se halla cuestionada la interpretación de normas de
naturaleza federal y la sentencia definitiva del superior tribunal de la causa es contraria al
derecho que la recurrente sustenta en ellas (art. 14, inc. 3 de la L. 48).
4º) Que, según lo preceptúa el art. 6, último párrafo de la L. 21589, "el plan de facilidades
caducará cuando no se ingresare alguna de las cuotas y asimismo, cuando se produjera el
atraso en el pago de las cuotas por un total de doce (12) días durante todo el plan de pagos o
de seis (6) días corridos en el pago de una de ellas. De verificarse alguno de estos
supuestos, deberá ingresarse el saldo adeudado en los plazos y condiciones que establezcan
la DGI". De tales términos se concluye que se prevén dos supuestos de caducidad por mora
independientes entre sí, uno para el atraso durante todo el plan y otro, para el retardo en el
ingreso de cada cuota en particular, y que ambos implican la pérdida ministerio legis del
beneficio de abonar en cuotas el saldo del impuesto, por lo que, en el segundo caso, deviene
ineficaz ponderar las oportunidades en que se ingresaron las cuotas posteriores, ya que el
plan de facilidades de pago no es susceptible de rehabilitarse.
5º) Que ello es así, toda vez que no resulta admisible una interpretación que omita
considerar lo previsto en forma expresa por el texto legal, si no media debate y declaración
de inconstitucionalidad, pues la exégesis de la norma, aun con el fin de adecuación a
principios de equidad, debe practicarse sin violencia de su letra y de su espíritu (Fallos -
301:595 y 849, entre otros).
Por ello, se revoca el pronunciamiento recurrido. Con costas por su orden, en mérito a que
la actora pudo creerse con derecho a sostener su posición, la que fue compartida por las
instancias anteriores. Notifíquese y devuélvase.
VISTOS:
Los autos: "Recurso de hechos deducido por la demandada en la causa Fisco Nacional
(Dirección General Impositiva) c/Seco, Aurelia Élida", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
2) Que para así resolver y, en cuanto ahora interesa, desestimó la prescripción opuesta
sobre la base de ponderar que el término de la prescripción se ha interrumpido a raíz de que
"la ejecutada ha reconocido la obligación impositiva al efectuar los pagos reclamados a
valores históricos en fecha 17/9/90, lo que importa un reconocimiento tácito del crédito del
Fisco, resultando en consecuencia de aplicación el artículo 69, inciso a), de la ley 11683".
3) Que si bien es cierto que esta Corte Suprema tiene establecido que, en principio, el
recurso extraordinario resulta improcedente tratándose de juicios ejecutivos y de apremio
(Fallos - T. 255 - pág. 2666 y T. 258 - pág. 36, entre muchos), no lo es menos que admitió
como excepción -entre otros- el supuesto de que la sentencia ocasione verosímilmente un
agravio irreparable, difícil de conjurar mediante el juicio ordinario posterior (Fallos - T.
266 - pág. 81, y sus citas). Tal es el caso del sub lite, pues el fallo apelado desestimó la
prescripción opuesta por la demandada con apoyo en una norma federal, lo que supone dar
curso a la ejecución fiscal, sin que el agravio que de ello resulte pueda ser revisado en
ulterior trámite, donde aquella defensa no sería ya admisible (Fallos - T. 271 - pág. 158, y
sus citas). Por lo demás, el pronunciamiento en recurso ha sido dictado por el Superior
Tribunal de la causa, según se desprende de la reforma introducida al artículo 92 de la ley
11683, por la ley 23658.
4) Que, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 59 de la ley 11683 (t.o. 1978 y modif.), las
acciones y poderes del Fisco para determinar y exigir el pago de los impuestos regidos por
dicha ley, prescriben, cuando se trata de un contribuyente inscripto -que es el caso presente-
, por el transcurso de cinco años.
Sin embargo, el "a quo" consideró que el pago efectuado por la demandada -a valores
nominales-, con fecha 17 de setiembre de 1990, con imputación a los conceptos que han
sido objeto de determinación y ulterior confirmatoria por parte del Tribunal Fiscal, operó
como un reconocimiento de la obligación tributaria y que, en consecuencia, ello trajo
aparejado la interrupción del curso de la prescripción.
01/10/1987
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
III. Fundamentos de la sentencia del a quo. Sostuvo, la Cámara que "mediante la ley 22.604
publicada en el B. O. el 9 de junio de 1982 se estableció un impuesto de emergencia, por
única vez, por aplicar sobre los activos financieros existentes al 31 de diciembre del año
anterior (art. lº); siendo sujetos pasivos las personas físicas y también las sucesiones
indivisas, con la previsión en cuanto a estas últimas, que resultarían contribuyentes sólo en
la medida en que aquella fecha (31 de diciembre de 1981) quedara comprendida en el lapso
comprendido entre el fallecimiento del causante y la correspondiente declaratoria de
herederos o declaración de validez del testamento".
Continuó señalando el inferior, que si bien la modalidad temporal con que opera el
gravamen puede ser considerada desde distintas ópticas, tal peculiaridad pierda relevancia
en la causa, desde que ambas partes -el contribuyente y el fisco- aceptan el carácter
retroactivo de la imposición de que se trata, aunque discutan las consecuencias que de tal
hecho se derivan.
Los jueces destacaron que la ley 21.282 (t. o. 1977) estableció con carácter de emergencia
un tributo que recae sobre el patrimonio neto que pertenezca a idénticos sujetos pasivos que
los señalados en el impuesto que se discute en el "sub examine", tomando como hito
temporal el 31 de diciembre de cada año (art. 1º). Excluía empero de la imposición en su
art. 4º, a las acciones, y a los depósitos efectuados en instituciones sujetas al re gimen legal
de entidades financieras en alguna de las formas previstas por el apartado correspondiente
del art. 20 de la ley de impuesto a las ganancia.
Confrontó luego el a quo, los activos financieros a que se refiere el art. 3º de la ley 22.604,
con los bienes exentos de la carga fiscal establecida en la ley 21.282, para confirmar la
sustancial correspondencia entre unos y otros, resultando entonces, según el tribunal, que la
creación del nuevo gravamen, funcionó como un instituto destinado a contrarrestar las
franquicias tributarias existentes en virtud de las cuales ciertas manifestaciones de riqueza
patrimonial que daban fuera del campo de la imposición.
En tales condiciones concluyó la Cámara para revocar la sentencia del Tribunal Fiscal, no
cabe asimilar la incidencia de un nuevo tributo sobre aspectos no sujetos con anterioridad al
impuesto, que no es el caso, con la eliminación de una exención que ya había utilizado el
contribuyente, al computarla para declarar y liquidar el gravamen regulado por la ley
21.282, ya que en este último supuesto el sujeto pasivo de la obligación, por la situación
fiscal cumplida al oblar el gravamen de conformidad con la ley vigente al momento en que
realizó el pago, ha quedado amparado por la doctrina de esta Corte, que impide rever su
tratamiento tributario por una norma posterior.
IV. Los agravios. En el remedio federal se efectúa una pormenorizada descripción de los
hechos relevantes de la causa, pero los agravios que a continuación se plantean, son en su
mayoría inconducentes, desde que sólo apuntan a brindar sustento a la conveniencia de la
implementación del impuesto de emergencia los activos financieros conforme a las
modalidades adoptadas, aspecto éste, extraño a esta instancia extraordinaria y más propio
de un ensayo sobre política y administración financiera.
Por lo demás, el recurso no se hace cargo adecuadamente de las razones dadas por la
cámara sobre los efectos liberatorios del pago para descalificar el tributo cuestionado. Ello
así, tal circunstancia bastaría para tener la apelación por infundada conforme a la exigencia
del art. 15 de la ley 48 y la pacífica jurisprudencia del tribunal (Fallos: t 299, p. 258; t. 302.
p. 884 -Rev. La Ley t. 198l-A, p. 325-, entre muchos otros), mas, para el caso que V. E. no
compartiera el mencionado criterio. en atención a entender, que se han expresado agravios
suficientes para alcanzar la finalidad perseguida (Fallos: T 300, p. 214, C. 42. L. XX.,
"Cichero, Ariel Y. y otros", sentencia del 9 de abril de 1985 -Rev. La Ley, t. 1985-C, p.
391- e I.13 L. XX, "incidente de excepción de falta de acción promovido por el doctor
Alberto Rodríguez Varela" pronunciamiento del 13 de junio de 1985), y que tener por
inoperativa constitucionalmente una disposición legal es un acto de suma gravedad que
debe su considerando como "ultima ratio" del orden jurídico (Fallos: t. 300, ps. 241, 1087;
t. 302, ps. 457, 484, 1149 -Rev. La ley t. 1979-B, p. 275; t. 1980-C, p. 506; t. 1981-A, p.
94-), pasaré a tratar los embates articulados por el Fisco Nacional.
Fundamentos que harían procedente la ley 22.604: a) El impuesto que establecido en plena
guerra de Malvinas, lo que justificaría un gravamen de emergencia que absorbiera por una
única vez parte del patrimonio de los contribuyentes para pagar las cargas extraordinarias
derivadas del conflicto bélico.
d) Lo reducido de las alícuotas, sobre todo si se las relaciona con las tasas nominales de
rentabilidad usuales para los activos financieros, representarían un argumento decisivo en
favor de la validez de la ley.
f) Sería irrisorio que la ley gravara los activos financieros para el futuro, ya que en tal
supuesto, los sujetos de los deberes impositivos habrían podido sustraerse de la carga fiscal
sacando patrimonio los bienes alcanzados por el tributo.
g) La doctrina de la Corte sobre los efectos liberatorios como consecuencia del pago los
tributos, actuando como límite a la retroactividad impositiva, se referiría a la modificación
de impuestos existentes y no a la creación de nuevos gravámenes.
V. Agravios que merecen ser tratados en esta instancia, para el caso de que VE. tuviera por
salvado el óbice formal de la adecuada fundamentación, tan solo alguno de los agravios
justifican ser considerados por el tribunal. Ello así, ya que el individualizado con la letra a)
ha sido tardíamente introducido desde que la argumentación que se intenta recién es
esgrimida en el recurso extraordinario (Fallos, t. 300, p. 596; t. 302, ps. 656, 705 -Rev. La
Ley t. 1981-A., p. 317-); y los que se desarrollan bajo las letras b); c) y d) sólo constituyen
genéricas consideraciones sobre la equidad, conveniencia y razonabilidad del tributo,
aspectos ajenos a la materia para cuya resolución ha sido convocada esta Corte.
En cuanto a los que se centran en pretender rebatir los argumentos brindados por el a quo
en sustento de su decisión, también merece destacarse sin abundar en consideraciones el
que precisa en este dictamen con la letra e). Ello así, que va de suyo, que si la ley 22.604 es
constitucionalmente invalida por vulnerar garantías constitucionales, tal inoperancia de la
norma, se extenderá a todo aquel contribuyente que la plantee judicialmente.
En orden a los restantes agravios, estimo, que un adecuado orden metodológico para su
tratamiento, demanda atender en primer término, si las particulares características del
gravamen en crisis, justifican como excepción convalidar su retroactividad; y en segundo
lugar, ya con carácter general, si la retracción en materia de legislación tributaria se halla en
pugna con garantías constitucionales consagradas en nuestra ley suprema.
VI. El efecto "fuga ante el impuesto" y leyes del candado. La "economía financiera", en el
capítulo pertinente en que aborda el estudio de los efectos económicos de los impuestos,
además de los enunciados tradicionalmente (percusión, traslación, incidencia, difusión,
amortización y capitalización), ha tomado en cuenta más modernamente algunos otros,
dentro de los cuales se halla el denominado "fuga ante el impuesto".
Sin perjuicio de ello, debe tenerse en cuenta que el principio de la irretroactividad ha sido
sostenido como norma de carácter general con extrema firmeza y que la excepción
apuntada, está esencialmente referida a normas dictadas por Estados de derecho, en los
cuales, el límite de sanción de las leyes se realiza en el ámbito del poder legislativo con la
consiguiente publicidad republicana de actos de gobierno.
En ese orden de ideas, tal definición jurisprudencial, siguió los pasos del Tribunal Federal
de los Estados Unidos de Norte América, el cual, a pesar de que la Constitución de su país,
prohibía en forma genérica las leyes "ex post facto", tanto al Congreso, en el art. 1, sección
9ª, como a los Estados Miembros, en el mismo artículo, sección 10ª, a menos de una década
de su aprobación, restringió sensiblemente esas cláusulas "in re": "Calder V. Bull" (1798),
al resolver que la retroactividad debía entenderse referida a las leyes criminales, pero no las
civiles. De tal modo la Suprema Corte de la Nación del Norte, pareció haber tenido en
cuenta, en esa oportunidad, que el pánico de 1796 había arruinado a muchos de los hombres
más sólidos del país, y que existía un fuerte sentimiento a favor de leyes de quiebras que
comprendieran las deudas ya existentes (Princhet, C. Herman, "la Constitución
Americana",p. 681, Ed/Tea, S. A., Buenos Aires, 1968).
Así el 21 de septiembre 1871, este tribunal,en la causa "Caffarena, José c. Banco Argentino
del Rosario de Santa Fe s/ conversión de billetes", entendió en el considerando undécimo
de la sentencia, "que la regla que niega fuerza retroactiva a las leyes, no estando escrita en
la Constitución, sino en los códigos comunes, es una advertencia hecha a los jueces para la
interpretación y aplicación de las leyes, y no una limitación al poder de las legislaturas, ni
una causal de nulidad para sus disposiciones y que, por consiguiente, los jueces no pueden
negar, fundados en esa regla, la aplicación de una ley cuando "de proeterito tempore et
adhuc pendentibus negotiis cantun sit, L. 7º C de legibus".(Fallos, t. 10, p. 427).
Un hito importante en la evolución de la doctrina de la Corte se verificó el 21 de agosto de
1922, "in re": Horta, José c. Harguindeguy, Ernesto, s/ consignación de alquileres" (Fallos,
t. 137, p. 47), donde se puso en cuestión la constitucionalidad del art. 1º de la ley 11.157
que prohibía cobrar, durante los 2 años siguientes a su promulgación por la locación de
inmuebles destinados a la habitación, comercio o industria, un precio mayor al que se-
pagaba por los mismos al 1 de enero de 1920, estableciéndose: "En tesis general, el
principio de la no retroactividad no es de la Constitución sino de la ley. Es una norma de
interpretación que deberá ser tenida en cuenta por los jueces en la aplicación de las leyes,
pero que no liga al Poder Legislativo, que puede derogarla en los casos en que el interés
general lo exija. Esta facultad de legislar hacia el pasado, no es, sin embargo ilimitada. El
legislador podrá hacer que la ley nueva destruya o modifique un mero interés, una simple
facultad o un derecho en expectativa ya existentes; los jueces, investigando la intención de
aquél, podrán, a su vez atribuir a la ley ese mismo efecto. Pero ni el legislador ni el Juez
pueden, en en virtud de una ley nueva o de su interpretación arrebatar o alterar un derecho
patrimonial adquirido al amparo de la legislación anterior. En ese caso, el principio de la no
retroactividad, deja de ser una simple norma legal para confundirse con el principio
constitucional de la inviolabilidad de la propiedad", continuando, "Sea poco o mucho
aquello que se quita al propietario por acción de la ley, ya no es posible conciliar a ésta con
el art. 17 de la Constitución que ampara la propiedad contra los actos de los particulares y
contra la acción de los poderes Públicos; que protege todo aquello que forma el patrimonio
del habitante de la Nación, trátase de derechos reales o personales, de bienes materiales o
inmateriales que todo eso es propiedad, a los efectos de la garantía constitucional", para
agregar "la doctrina de la omnipotencia legislativa que se pretende fundar en una presunta
voluntad de la mayoría del pueblo, es insostenible dentro de un sistema de Gobierno cuya
esencia de la limitación de los poderes de los distintos órganos y las supremacía de la
Constitución. Si el pueblo de la Nación quisiera dar al Congreso atribuciones más extensas
que las que ya le ha otorgado o suprimir algunas limitaciones que ya le ha impuesto, haría
en la única forma que el mismo ha establecido al sancionar el art 30 de la Constitución.
Entre tanto ni el legislativo ni ningún departamento del Gobierno puede ejercer lícitamente
otras facultades que las que le han sido acordadas expresamente o que deban considerarse
conferidas por necesaria implicancia de aquellas. Cualquier otra doctrina es incompatible
con la Constitución, que es la única voluntad expresada en dicha forma".
A ese respecto, creo oportuno recordar que la Corte ha dicho desde antiguo, que el término
'propiedad', cuando se emplea en los arts. 14 y 17 de la Constitución o en otras
disposiciones de ese estatuto comprende "todos los intereses que hombre pueda poseer
fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad". (Fallos; t. 137, p. 294; t. 444, p. 219);
añadiendo que, "todo derecho que tenga un valor reconocido como tal por la ley, sea que se
origine en las relaciones de derecho privado, sea que nazca de actos administrativos
(derechos subjetivos privados o públicos), a condición que su titular disponga de una acción
contra cualquiera que intente interrumpirlo en su goce así sea el Estado mismo, integra el
concepto constitucional de 'propiedad"' (Fallos, t. 145, p. 307).
Posteriormente, y aun después de la sanción de la ley 17.711, que reformó el art. 3º del
Cód. Civil y derogó los arts. 5º, 4044 y 4045 de igual cuerpo normativo, dejando de lado, la
teoría de los derechos adquiridos, sostenida por Savigny y en su momento por Dalmacio
Vélez Sársfield, por la tesis de los hecho cumplidos o de la situación jurídica se registra en
la jurisprudencia del tribunal la coexistencia de dos familias de fallos.
b) La retroactividad de las leyes tributarias. En el año 1881 le tocó a esta Corte resolver en
los autos: "El gremio de abastecedores de la ciudad de Tucumán c. La Municipalidad de la
misma" (Fallos, t. 31, p. 82) un interesante caso en que se debatieron distintos aspectos
constitucionales de la tributación.
Corresponde destacar aquí, la extensa disidencia del doctor Uladislao Frías, para quien
resultaba "un axioma de derecho público que no pueden exigirse impuestos sino en virtud
de una ley que los haya creado".
"Que con arreglo al art. 17 la propiedad es inviolable y ningún habitante de la Nación puede
ser privado de ella, sino en virtud de sentencia fundada en ley".
"Que esta disposición por los términos en que esta concebida...", "implica forzosamente la
prohibición de dictar leyes que ataquen derechos adquiridos" pues de no ser así "podría uno
ser privado de su propiedad por un acto legislativo, y no en virtud de sentencia, que sólo
dan los tribunales de Justicia...".
Que estos principios, son una consecuencia de la división de los poderes públicos en el
gobierno republicano representativo, división indispensable y sin la cual, en vez de
asegurar, como la Constitución se propone, los beneficios de la libertad para la Nación, no
se haría otra cosa que establecer el despotismo y la tiranía".
"Que por lo mismo, habiendo expirado el 31 de diciembre de 1879 el término por el cual se
prorrogó la ley que estableció el impuesto adicional sobre el ganado que se matase para el
abasto público, y no teniendo la Municipalidad de Tucumán facultad para ordenar su
continuación, provisoria ni definitivamente, 'ipso facto' caducó dicha ley, y los
demandantes desde entonces no estaban obligados a satisfacer el impuesto a que antes
estuvieron sujetos".
"Que, de consiguiente, dicha ley que aprobó una disposición nula por falta de poder de la
Municipalidad para dictarla, adolece del mismo vicio, y es además repugnante a la
Constitución, en cuanto mandó cobrar un impuesto cuando no había ley que lo hubiese
creado, privó de derechos en virtud de un acto legislativo y no de sentencia, y le dio efecto
retroactivo atacando derechos adquirido en virtud de la Constitución y de los principios que
ella reconoce...".
Una familia importante de fallos del tribunal que brindó sustento a las leyes tributarias
retroactivas, se encuentra referida al impuesto sucesorio a las herencias o a la transmisión
gratuita de bienes. Proviene de una época como lo explica Dino Jarach ("Curso superior de
derecho tributario", t. I, p. 111, Liceo Profesional Cima, Buenos Aires, 1969), en que gran
parte de la riqueza estaba en manos de personas domiciliadas en el exterior, en que no
existían registros civiles y en que los propietarios fallecían sin que se conociera la
existencia de la sucesión. En el momento de aplicarse el impuesto sucesorio podía haber
pasado ya mucho tiempo y el Estado podía no tener la posibilidad de establecer un
impuesto adecuado, de acuerdo con la ley que regía en el momento en que la sucesión se
había abierto. Asimismo podía ocurrir que en la época en que la sucesión se había
verificado no existiera tal impuesto.
Las distintas legislaciones que regularon el gravamen de referencia (en el orden nacional -
para la Capital Federal y Territorios Nacionales- y en el ámbito Provincial), recurrieran,
para poder aplicar las más actuales valuaciones y mayores alícuotas, a fijar como hito
temporal determinante de la ley aplicable, no ya la fecha de fallecimiento del causante, sino
la del acto de exteriorización de la sucesión. Así art. 1º de la ley 8890 disponía "todo acto
realizado ante la autoridad de los jueces, o ante los escribanos de registro, que exteriorice la
transmisión gratuita por causa de muerte, anticipo de herencia, donación de bienes muebles
o inmuebles, créditos, valores, etc., existentes en la Capital Federal o Territorios
Nacionales, estará sujeto desde la promulgación de esta ley, y cualquiera sea la fecha de la
muerte del causante en caso de transmisión por fallecimiento, a un impuesto sobre el monto
de cada hijuela, legado, anticipo o donación".
Apunto a continuación, que si bien el impuesto de la ley 8890 se hacía exigible en la fecha
y con ocasión, de los actos que exterioricen la transmisión gratuita de bienes por causa de
muerte, realizada ante los jueces o escribanos de registro, y no con motivo de la adquisición
de la posesión de la herencia, en el momento establecido en el art. 3410 del Cód. Civil, o
sea, en el de la muerte del causante, ello no alteraba lo establecido en dicho artículo, desde
que tal adquisición era exclusivamente a los fines civiles previstos en el art. 3417 y
correlativos del mismo Código.
Dentro del marco de la apuntada orientación también esta Corte convalidó la aplicación
retroactiva de otros tributos, sus prórrogas o modificaciones, pudiendo señalarse a modo de
ejemplo: los derechos de exportación (Fallos, t. 145, p. 180; t. 157, p. 300; t. 278, p. l08 -
Rev. La Ley, t. 144, p. 593, fallo 27.5l5-S-); los impuestos internos al consumo (Fallos, t.
169, p. 309); la sobretasa a los impuestos internos (Fallos, t. 177, p. 448); el adicional
impositivo incorporado a la ley de presupuesto (Fallos, t. 183, p. 314); un gravamen
provincial a la cancelación de hipotecas (Fallos, t. 185, p. 165 -Rev. La Ley, t. 16, p. 732-);
el sellado de actuación ante la Justicia del Trabajo (Fallos, t. 252, p. 219 -Rev. La Ley, t.
107, p. 614-); el impuesto a los réditos (Fallos, t. 218, p. 596; t. 254, p. 337; t. 291, p. 290 -
Rev. La Ley, t. 61, p. 801; t. 111, p. 888; Impuestos, t. 1976, p. 539-); y el impuesto
sustitutivo del gravamen a la transmisión gratuita de bienes (Fallos, t. 278, p. 51; t. 303, p.
1835 -Rev. La Ley, t. 144, p. 588, fallo 27.493-S; t. 1982-B, p. 465-).
Tengo para mi, que en este tópico, se impone la transcripción parcial de un precedente del
tribunal que marca los cauces dentro de las cuales se ha manifestado esta línea
jurisprudencial. En él se señala que "esta Corte tiene establecido, desde antiguo, que la
estabilidad y clara determinación de las relaciones jurídicas es tan vital condición del bien
común, que sin ellas podría quedar neutralizada la finalidad de justicia que se procura
mediante las modificaciones y rectificaciones que introduzcan en él la legislación y la
jurisprudencia; de ahí que el derecho adquirido mediante el pago hecho con sujeción a todo
lo que en orden a su forma y sustancia dispongan las leyes es, con respecto a la legítima
obligación a la cual corresponde, inalterable" (Fallos, t. 215, p. 420 -Rev. la Ley, t. 57, p.
337-). Y en sentido concordante se declaró también que, "finiquitada una relación jurídica
con el pago, éste tiene efectos liberatorios y constituye para el que cumplió la obligación,
un derecho que cuenta con la protección constitucional de la propiedad y, que por
consiguiente, enerva toda reclamación sobre la cuestión en que ese pago se hizo (Fallos, t,
234, p. 753 -Rev. la Ley, t. 83, p. 381-)" (Fallos, t. 269, p. 261; consid. 12 -Rev. la ley, t.
130, p. 470-).
Otro importante pronunciamiento, que restringen otro aspecto la potestad fiscal retroactiva,
es el recaído en la causa "S. A. Compañía Frigorífica Swift de La Plata c. Comisión de
Fomento de Villa Gobernador Galvez", sentencia del 22 de abril de 1964 (Fallos, t. 258,
p.208 -Rev. La Ley, t. 116, p. 348-), donde se estableció que la facultad de imponer tributos
puede ser materia de razonable limitación contractual y legal, y que el particular que pagó
sus contribuciones con arreglo al convenio celebrado oportunamente con las autoridades
comunales. tiene derecho a obtener la liberación correspondiente.
VIII. Tesis en la doctrina contemporánea que descalifican la validez de las normas
tributarias retroactivas con sustento en principios constitucionales. a) El principio de
legalidad. La primera garantía formal establecida en la Constitución en favor de los
derechos de los contribuyentes, y partida de nacimiento del derecho tributario, es la que se
expresa en el aforismo latino "nullum tributum sine lege", también enunciada por el
derecho público anglosajón en la fórmula "no taxation without representation".
En nuestro derecho patrio alumbra el fundamental concepto, en el Acta del Cabildo Abierto
del 25 de mayo de 1810, donde se incluyó: "y los señores, habiendo salido al balcón de
estas Casas Capitulares, y oído el Pueblo ratificó por aclamación el contenido de dicho
pronunciamiento o representación, después de haberse leído por mi en altos, e inteligibles
voces acordaron... Lo nono: Que no pueda imponer contribuciones, ni gravámenes al
Pueblo, o sus vecinos, sin previa consulta, y conformidad de este Excelentísimo Cabildo".
(Carlos A. Silva, "El Poder legislativo en la Nación Argentina", t. I. p. 7, Imprenta del
Congreso Nacional, Buenos Aires, 1937); para quedar consagrado definitivamente en la
Constitución Nacional de 1853, en su art. 17, párr. 3º, conforme al cual "Sólo el Congreso
impone las contribuciones que se expresan en el art. 4º" (concordantemente con los arts. 4º
y 67, inc. 1º y 2º, que asignan al Poder legislativo la titularidad exclusiva de la potestad
tributaria).
Tal hipótesis se vio disipada con la sentencia dictada el 24 de noviembre de 1981, "in re",
"Angel Moiso y Cía., S. R. L. s/ apelación", en que se estableció que no procedía el reparo
de inconstitucionalidad formulado al dec. 3057/70 atento que éste fuera publicado con
posterioridad al cierre de balance e impuesta su aplicación a él, habida cuenta que no cabía
reconocer la existencia de un derecho adquirido por el mero acaecimiento del hecho
generador de la obligación tributaria bajo la vigencia de normas que exigían el ingreso de
un gravamen menor (Fallos, t. 300, p.1835, consid. 6º).
A diferencia de la ponencia de ese país, sustentada por Qtto Eduardo Vizeu Gil (Memorias,
t. I, ps. 149 y sigts.), que recurre para condenar la retroactividad impositiva al art. 153 de la
Constitución de 1969 cuyo proemio asegura a los habitantes la inviolabilidad de derechos
fundamentales, y al inc. 3º del mismo artículo, que preceptúa que "la ley no perjudicará el
derecho adquirido, el acto jurídico perfecto o la cosa juzgada", el pensamiento del autor en
consideración, pone en énfasis los principios constitucionales liminares que condicionan en
su totalidad el ordenamiento jurídico. y en nuestro caso la legislación tributaria.
De tal manera, al mismo tiempo, una norma de esa naturaleza, contravendría la regla de la
igualdad ante las cargas públicas. Ello ocurriría, admitiendo que la ley retroactiva, pueda
determinar situaciones concretas de imposición en ausencia de capacidad contributiva
actual, lo que generaría que un cierto número de sujetos, teniendo igual capacidad
económica actual, y a paridad de todas las otras condiciones requeridas por la ley, sean
llamados a contribuir al mantenimiento del Estado en diversa medida, sólo porque en cierto
momento del pasado manifestaron una situación económica diversa o, que ciertos sujetos
teniendo distinta capacidad de pago actual, sean gravados en idéntica medida, porque en un
cierto momento del pasado era equivalente su situación económica.
Por su parte la Corte Constitucional sostuvo que, la Ley Fundamental de Bonn al ocuparse
en los arts. 20 y 28 del "Estado de derecho", reclama la certeza de los preceptos legales
aplicables, en mérito de lo cual el ciudadano debe poder prever los actos de imperio que el
Estado emita a su respecto y actuar en consecuencia; debe estar seguro, y protegido por el
derecho, en el sentido de que su comportamiento no es idóneo para producir consecuencias
no previsibles en el momento en que dicho comportamiento tiene lugar (K. Vogel,
"L'uiflusso della Giurisprudenza della Corte Constituzionale sul diritto tributario vigente
nella Republica Federale Tedesca", Rivista del Diritto Finanziario e Sceanza delle Finanze,
1968, vol. I, pgs. 16 y sigts.).
Los antecedentes del tribunal, sobre el particular, ya han sido reseñado en el punto VII,
apart. c) de este dictamen, los que doy por reproducidos a efectos de evitar reiteraciones.
Distintas son las criticas que se han formulado a este desarrollo doctrinario y
jurisprudencial y que proviene de dos vertientes diferenciadas. Una de ellas, con
fundamentos político filosófico, y en algunos casos jurídicos la rechaza; y la restante, con el
respaldo de argumentaciones jurídico prácticas resalta lo valioso de su aceptación, con la
salvedad, de su insuficiencia para resolver totalmente el problema de la retroactividad de la
ley tributaria.
Los detractores de la postura afirman, que establecer un límite a la acción fiscal retroactiva
recurriendo a la garantía constitucional del derecho de propiedad, presupone inspirarse, en
la ya superada tesis del carácter odioso de la leyes tributarias, que conducía lógicamente
(paralelamente a cuanto acontecía en el ámbito penal), a condenar la interpretación
extensiva o aplicación analógica de los gravámenes, desde que para el liberalismo
económico, el mejor impuesto, siempre fue el que no existía.
"El gobierno federal provee a los gastos de la Nación con los fondos del Tesoro Nacional
formado del producido de los derechos de importación y exportación; de la actividad
económica del Estado; de los servicios que preste; de la tasa de correos y
telecomunicaciones; de la venta y locación de bienes de propiedad nacional; de los
derechos de peaje por el uso o tránsito de caminos que unan el Distrito Federal con una o
más provincias, o a dos o más provincias entre sí, siempre que tales gravámenes sean
equitativos y tengan por finalidad la construcción, reparación y conservación de la obra vial
respectiva; de las demás contribuciones directas de acuerdo al régimen que establece el art.
67, inc. 2º y de los empréstitos y operaciones de créditos para atender urgencias o empresas
de utilidad nacional. Los impuestos no tendrán efecto retroactivo, salvo los que deban
percibirse durante el año fiscal, y en una misma fuente no podrán superponerse impuestos
de igual naturaleza o categoría, cualquiera fuere su denominación o la autoridad nacional,
provincial o municipal que lo establezca. La base de los impuestos será la igualdad,
proporcionalidad y progresividad. La Nación podrá convenir con las provincias un régimen
de coparticipación en los impuestos indirectos concurrentes, siempre que éstas adhieran a la
nacionalización y unificación de los mismos y que les asegure un porcentaje de distribución
no inferior al 50 % del producido líquido de los gravámenes...": sala de la comisión, 14 de
octubre de 1957, firmado: Ricardo Lavalle y otros (Diario de Sesiones de la Convención
Nacional Constituyente del año 1957, t. II, ps. 1016, 1023, Imprenta del Congreso de la
Nación, Buenos Aires, 1958).
Así lo considero, desde que participo del criterio del a quo sobre la sustancial
correspondencia entre los activos financieros a que se refiere el art. 3º de la ley 22.604, con
los bienes exentos de carga fiscal establecida por la ley 21.282 de impuesto al patrimonio
neto.
En tal sentido tiene señalado esta Corte "Que la denominación dada al gravamen no es
suficiente para definir el carácter de éste, pues a tal efecto y para establecer su conformidad
con la Constitución Nacional, debe estarse a la realidad de las cosas y a la manera cómo
incide el impuesto, por cuanto de otro modo podría fácilmente burlarse los propósitos de
aquélla..." (Fallos, t. 115,p. 92).
De tal manera la exención del impuesto al patrimonio neto, al 31 de diciembre de 1981, con
referencia a los bienes que en el sub examine pretende el organismo recaudador nacional
mantener gravados con el impuesto de emergencia a los activos financieros, se tornaría
inoperante, incidiendo el tributo sobre una situación jurídica, consumada y extinguida bajo
el imperio de la ley 21.282.
b) Aproximación final. Tengo para mi, que el principio de legalidad, como lo sostiene
calificada doctrina tributaria, posee en nuestra Constitución Nacional un significado más
amplio que el que siempre se le ha reconocido. El es, que el requisito de reserva de ley en la
materia, propio de Régimen Republicano y del Estado de derecho, no se agota en que una
norma jurídica con la naturaleza de ley formal tipifique el hecho que se considerará
imponible, sino que se requiere además, que esa ley, sea anterior al momento de la
consumación de la hipótesis de incidencia tributaria, entendida la garantía constitucional,
como una limitación, tanto para la creación de nuevas contribuciones fiscales, cuanto para
el agravamiento de las existentes.
Quiero recordar las enseñanzas ya más que centenarias del inspirador y maestro de la
Constitución Juan Bautista Alberdí, que previenen contra el fiscalismo de hoy, de ayer y de
todos los tiempos. A tal fin sólo transcribiré unos breves conceptos que mantienen toda su
vigencia: "Por el impuesto mal colocado, matáis tal vez un germen de riqueza nacional. Por
el impuesto mal recaudado, eleváis la contribución de que forma un gasto adicional; atacáis
la seguridad, formáis enemigos al gobierno, a la Constitución y al País, alejando las
poblaciones asustadas de un fisco armado en nombre de la República de todas las
herramientas de la inquisición. Las contribuciones, opuestas, los fines y garantías de la
Constitución son contrarias precisamente al aumento del Tesoro Nacional, que según ellas
tiene su gran surtidero en la libertad y en el bienestar general". ("Sistema económico y
rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853", p. 226, Ed.
Raigal, Buenos Aires, 1954).
Para ello descarto una exégesis estática de la Constitución Nacional, a pesar de observar en
sus raíces históricas, que están presentes los valores de legalidad, libertad, certeza,
seguridad, propiedad y progreso, porque sus normas se hallan destinadas a perdurar
regulando la vida de la República y no a paralizar las innovaciones transformadoras. La
interpretación dinámica de la ley fundamental, a la luz de la conciencia jurídica de nuestro
pueblo, y de la experiencia que ofrecen en franca evolución nuestras propias provincias y
otras naciones, permitirán no sólo salvaguardar la garantía, de las libertades, sino también
brindar tutela a la iniciativa y al emprendimiento económico, de forma que recreen las
condiciones de credibilidad y confianza para la inversión privada, sobre la base de reglas
ciertas, clave esencial para el desarrollo de todas nuestras potencialidades (ver en lo
pertinente doctrina de Fallos, t. 256, p.588, t. 254, p.4l6 -Rev. La Ley. t. 116, p.183; t. 124,
p. 685-).
Por lo que llevo expuesto, estimo, que el recurso extraordinario debe declararse
formalmente procedente, y confirmarse la sentencia apelada.
Considerando:
2) Que el remedio federal es procedente toda vez que se controvier la inteligencia de las
leyes 21.282 y 22.604, como así también la validez constitucional de esta última, y lo
resuelto en la sentencia definitiva del superior tribunal de la causa ha sido contrario a las
pretensiones de la recurrente.
3) Que la ley 22.604, publicada en el Boletín Oficial del 9 de junio de 1982, estableció un
impuesto de emergencia que se aplica sobre los activos financieros existentes al 31 de
diciembre de 1981, cuyos titulares sean las personas físicas y las sucesiones indivisas en la
medida en que aquella fecha quedara comprendida entre el fallecimiento del causante y la
declaratoria de herederos o la declaración de validez del testamento.
4) Que los referidos bienes son los mismos que se encuentran exentos del impuesto al
patrimonio neto creado por la ley 21.282, cuya obligación por el período fiscal 1981, que
incluyó el cómputo de las exenciones correspondientes, fue cumplido por el actor cuando
aún no se había dictado la ley 22604.
6) Que en el sentido expuesto, el dictamen que antecede contiene fundamentos que se dan
por reproducidos "brevitatis causa", sólo en cuanto resultan concordantes y se vinculan
directamente a lo expresado en los puntos anteriores.
Por ello, y de conformidad a lo dictaminado por el procurador Fiscal con los alcances del
punto 6 de esta sentencia, se confirma el fallo de fs. 104/106. Con costas. - Augusto C.
Belluscio. - S. Fayt. - Enrique S. Petracchi. - Jorge A. Bacqué.
Suprema Corte:
Contra la sentencia de la Sala III de la CNCont. Fed., que, en cuanto aquí interesa,
confirmó lo resuelto por el Tribunal Fiscal respecto del cómputo de la actualización del
crédito fiscal, dedujo la accionante recurso extraordinario, el que fue concedido a fs. 273.
Para arribar a la decisión que se impugna, entendió el a quo que en la especie se había
efectuado la intimación previa, contemplada por el art. 95 de la Ley de Aduana texto según
L. 21369. Tal circunstancia se habría producido, según el fallo, al notificarse la resolución
que formuló el cargo, correspondiendo, en consecuencia, reajustar la suma impaga desde
que entraron en vigor los regímenes que fijaron la actualización de las deudas tributarias.
La recurrente, por su parte, sostiene que la presente causa se inició bajo la vigencia de la
Ley de Aduanas (t.o. 1962), con los arts. 95 y 95 bis según texto L. 17729. En ese sentido,
señala que la disposición aduanera que dio origen a estas actuaciones no pudo en ningún
momento intimar al pago, por cuanto esto último sólo podía ocurrir una vez que se
encontrara firme, circunstancia que determina, a su juicio, la inexistencia de mora atribuible
a su parte.
En primer término, debo señalar que el recurso extraordinario es procedente desde el punto
de vista formal, toda vez que se encuentra en juego la inteligencia de disposiciones de
naturaleza federal.
Respecto del fondo del asunto, concuerdo con la recurrente en punto a que no ha existido
en el "sub lite" la intimación a que se refiere el art. 95 de la Ley de Aduana en la reforma
introducida por la L. 21369. Ello así, porque en el momento de notificarse la resolución
aduanera, esta última norma, que otorgaba a dicho acto el carácter de intimación no se
encontraba vigente. Por el contrario, las disposiciones aplicables a ese momento, preveían
la intimación como un acto que debía efectuarse a partir del momento en que quedara firme
la decisión administrativa (art. 95 del CA). Sin embargo, lo expuesto, si bien descarta la
aplicación del régimen de la L. 21369, no produce el mismo efecto con el sistema
introducido por la L. 21898.
Así lo considero, pues el óbice a la aplicación del cuerpo nombrado en primer término, se
debe a que su reforma al art. 97 de la Ley de Aduana, establece que la actualización operará
únicamente desde el vencimiento del plazo acordado, para el pago en la intimación formal,
extremo que no se da en el "sub examine" por no hallarse firme el mencionado acto
administrativo, y que es a mi juicio ineludible en el régimen de la L. 21369.
Sin embargo, por resultar posterior la entrada en vigencia de la L. 21898, es a partir de esta
oportunidad que debe computarse la actualización monetaria, desde que con la aplicación
de tal norma se torna operativa en el caso la repotenciación del crédito.
Por ello, y con el alcance indicado, creo que debe revocarse el pronunciamiento apelado.
Buenos Aires, 7/4/1987.
José O. Casas.
VISTOS:
CONSIDERANDO:
II. Que para demostrar la improcedencia del reajuste dispuesto, sostiene la recurrente que
no existió mora de su parte ya que contrariamente a lo afirmado en la sentencia, no cabe
asignar a la resolución por la que se formuló el cargo aduanero el carácter de intimación
formal de pago en los términos de la L. 21369. Aduce en este sentido, que toda vez que el
cargo aludido no se encontraba firme, por habérselo apelado ante el Tribunal Fiscal, el
organismo aduanero se hallaba inhabilitado para efectuar la referida intimación. Se agravia
asimismo de que, no obstante declararla exenta de intereses resarcitorios en mérito a la
complejidad de las cuestiones debatidas y a la conducta asumida por la apelante en el caso,
el fallo haya tenido por configurada la situación de mora para declarar procedente la
actualización de la deuda.
III. Que el primero de los agravios propuestos, por suscitar el examen de cuestiones de
hecho y de normas que, si bien federales, son de naturaleza procesal, atañe a materias que
reiteradamente esta Corte ha declarado propias de los jueces de la causa y ajenas, salvo en
supuestos de excepción que no se presentan en el "sub lite", a la instancia del art. 14 de la
L. 48. Corresponde, por ende desestimar en este aspecto el remedio intentado.
IV. Que, por el contrario, resulta admisible la restante impugnación esgrimida contra el
fallo, en cuanto, para disponer la exención de los mentados intereses, el tribunal a quo
invocó la doctrina emanada del pronunciamiento registrado en Fallos - 304:203, conforme a
la cual, ante la falta de toda previsión en el ordenamiento tributario acerca del carácter de la
mora del deudor, es posible recurrir a la legislación común para llenar ese vacío, en
especial para establecer el contenido del elemento subjetivo -imputabilidad del retardo- que
integra también el concepto de ese instituto jurídico. En tal orden de ideas, se declaró en
dicho precedente que resulta aplicable a la Ley Tributaria la última parte del art. 509 del
CC, "que exime al deudor de la responsabilidad de la mora -intereses moratorios, etc.
cuando prueba que no le es imputable" (consid. 8º).
VI. Que, en tales condiciones, y por no ser necesaria otra sustanciación, habida cuenta de la
referida constatación por el tribunal a quo de los extremos vinculados en el caso con el
deber de diligencia puesto en el cumplimiento de la obligación tributaria sustancial,
corresponde revocar la sentencia apelada en el aspecto que fue objeto del recurso
interpuesto.
Por ello, lo concordantemente dictaminado por el sr. procurador fiscal y con el alcance
señalado en los consids. IV a VI de este pronunciamiento, se declara procedente el recurso
extraordinario y se revoca la sentencia apelada en cuento dispuso el reajuste del cargo
aduanero formulado a la apelante (art. 16, 2da. parte de la L. 48).
Suprema Corte:
Si bien el auto de fs. 147 no resulta del todo claro, estimo que la denegatoria del remedio
federal se circunscribe al agravio vinculado con la fijación de un interés del 6% anual en
favor de la actora, sobre la suma repetida.
A los fines de una mejor comprensión del punto debatido, creo conveniente reseñar los
hechos que han dado origen a la presente litis.
Para admitir las pretensiones de la contribuyente, sostuvo la Cámara que resultaba aplicable
el art. 81 "in fine" de la L. 11683 (t.o. 1978) que obliga al fisco a compensar créditos y
deudas tributarias cuando ambas surgen de una verificación en la que se modifique
cualquier apreciación sobre un concepto o hecho imponible. Señaló el a quo que dicho
precepto rige no sólo en aquellas situaciones en que se hallaren prescriptas las acciones de
los contribuyentes, sino también, cuando esta circunstancia no se presenta.
Tal criterio, agregó, no era susceptible de alterarse en virtud de lo dispuesto por el art. 8 de
la L. 21489 en cuanto establece la actualización de los importes no ingresados del Impuesto
a las Ganancias, pues la finalidad de la norma es evitar que sea premiado aquél que dejó de
ingresar sumas que le correspondían abonar, situación que no se daba en este caso.
En ese orden de ideas, afirma que las RG 2223 y 2224 establecen que las compensaciones y
devoluciones, respectivamente, producirán efectos desde el momento en que se las solicite,
lo cual, en la especie, ha tenido lugar a través de la declaración jurada rectificativa,
presentada por la actora el 5/12/1979. Por el contrario, entiende que el saldo a su favor por
el impuesto a las ganancias debe actualizarse y generar intereses desde el vencimiento, es
decir, desde el 25/5/1978.
Por último, considera errónea la interpretación dada al art. 81 de la L. 11683 (t.o. 1978),
pues el espíritu de esa disposición es evitar que la disimilitud del curso de la prescripción
de las acciones del fisco y del contribuyente, genere desigualdades entre ambos.
En primer término, opino que cabe analizar la protesta vinculada con el alcance que se debe
asignar al art. 81 de la L. 11683. Al respecto, estimo que el remedio en estudio no contiene
una crítica concreta y razonada del pronunciamiento de fs. 115/1121, toda vez que la
recurrente no controvierte los argumentos expuestos por el a quo para arribar a la decisión
que se impugna, en especial el que se sustenta en la expresión "aun cuando la acción de
repetición se hallare prescripta" utilizada en el texto legal. Por el contrario, el fisco se
limita, en este aspecto, a sostener de manera dogmática que la aplicación del precepto
requiere, en forma ineludible, que las facultades del contribuyente se encuentren
prescriptas. Respecto de este agravio, pienso que debe declararse la improcedencia del
recurso extraordinario, atento la falta de fundamentación, lo que torna abstracta la
consideración de lo dispuesto en las RG 2223 y 2224.
Este peligro no se presenta, a mi modo de ver, cuando el dinero ha sido ingresado con
carácter previo al nacimiento del crédito reclamado, circunstancia en la que, como lo
expuse en la causa T.106, "Taverna Hnos. SA s/denegatoria de repetición" dictamen del día
de la fecha, se observa la falta de un perjuicio financiero en cabeza de la apelante, el que si
se ocasionaría al contribuyente de aceptarse la tesis de aquélla, por cuanto debería abonarle
intereses y actualización por el tiempo durante el cual el capital estuvo en poder de la
demandada.
A lo expuesto debo agregar, en apoyo de la solución que propongo, que este Ministerio
Público tiene dicho a partir de la causa R.30, "Repartidores de Kerosene de YPF de
Córdoba c/Fisco Nacional (DGI) s/repetición" dictamen del 28/5/1984, que si la
recaudación de los tributos pierde su fundamento esencialmente impositivo para convertirse
en un fenómeno exclusivamente financiero, generador de intereses y actualización sobre
deudas inexistentes, ello importa una distorsión de las bases éticas del derecho de recaudar.
Por lo expuesto, opino que, con el alcance que antecede, debe confirmarse la sentencia
recurrida.
José O. Casas.
VISTO:
CONSIDERANDO:
Que este Tribunal comparte los fundamentos del dictamen que antecede en el aspecto
vinculado con el alcance que cabe atribuir al art. 81 de la L. 11683, así como en cuanto a la
inteligencia asignada al art. 8 de la L. 21489.
Por ello, y lo concordemente dictaminado por el sr. procurador fiscal, se confirma la
sentencia de fs. 115/121 en cuanto fue materia de recurso extraordinario. Con cosas.
Notifíquese y devuélvanse
28/07/2005
Fecha: 28/07/2005
Hechos
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
4.
o Voces
5.
o Voces
6.
o Voces
Suprema Corte:
Para así resolver, el a quo recordó que la ley 11.683 permite la compensación de tributos,
así como que no hay norma legal que determine el período a considerar en mora, por lo que
debe estarse a la remisión al Código Civil que establece el art. 11 de aquel cuerpo
normativo.
Sostiene, en síntesis, que es arbitraria la interpretación del a quo sobre las normas que
regulan la compensación de deudas tributarias, aunque -aclara- éste no es el núcleo
principal de la cuestión, sino dilucidar desde cuándo produce efectos la presentación de la
solicitud de compensación. En este sentido, señala que en autos no se discute la
procedencia de la compensación efectuada por el actor, sino sus efectos y, por ello, critica
la sentencia cuando pretende aplicar, al sub lite, forzadamente las normas del Código Civil
cuando existe legislación tributaria específica que la regula, en cuyo ámbito existen normas
interpretativas (art. 11 de la ley 11.683), que deben aplicarse en primer lugar para resolver
el conflicto.
Desde esta perspectiva, dice, no hay vacío normativo, porque la resolución general (DGI)
2542, dictada conforme a derecho, establece expresamente los efectos de la presentación de
la solicitud de compensación. Así, el art. 8° prescribe que aquéllas producirán efectos desde
el momento de su presentación, siempre que en dicho acto se hubieren observado todos los
requisitos exigidos y, en caso contrario, sólo los producirán a partir de la fecha en que se
cumplan en su totalidad. Por ello, cuando la Cámara resolvió aplicar el art. 818 del C.C.
omitió pronunciarse sobre una cuestión fundamental para la dilucidación de la causa, que
había planteado oportunamente, cual es que la jueza de primera instancia declaró que
aquella resolución general era ilegítima por variar los efectos de la ley, aun cuando ello no
fue postulado por la actora, que no cuestionó su validez constitucional.
Pero, lo más llamativo del caso es que el a quo falló en contra de la posición que había
adoptado al resolver una causa anterior, donde también se discutían los efectos de la
solicitud de compensación y la procedencia de los intereses resarcitorios. Al respecto,
transcribió las partes pertinentes de dicha decisión, de donde surgiría que la Cámara acogió
su posición en cuanto a que los intereses que se devengan por el ingreso extemporáneo de
la obligación tributaria se calculan desde el vencimiento del impuesto hasta la presentación
de la solicitud de compensación y justificó este proceder en que recién a partir de ese
momento las sumas a compensar comenzaron a coexistir.
IV. En cuanto al fondo del asunto, cabe tener presente que, si se encuentra en discusión el
contenido y alcance de una norma de derecho federal, la Corte no se encuentra limitada por
los argumentos de las partes o del a quo sino que le incumbe realizar una declaratoria sobre
el punto disputado (Fallos: 324:920; 325:178, 860 y 1038, entre otros).
Ello sentado, es del caso destacar que no existe controversia sobre la compensación
efectuada por el contribuyente, como se encargó de señalar la apelante (v. manifestaciones
de fs. 123, primer párrafo), sino solamente hasta cuándo deben calcularse los intereses
resarcitorios por pagos fuera de término de obligaciones que luego fueron compensadas.
Sobre el punto existe coincidencia entre las partes en que aquéllos corren desde el
vencimiento general de la obligación pero discrepan sobre la fecha en que deben finalizar,
pues mientras el actor sostiene que culminan en los distintos vencimientos de las
declaraciones juradas cuyos saldos a favor de libre disponibilidad fueron afectados a la
cancelación de la deuda por capital, por el contrario, la DGI pretende que se calculen hasta
la presentación de las solicitudes de compensación.
Dicha regla metodológica se encuentra legislada en la ley 11.683 (art. 1°, t.o. 1998), que de
tal forma, en el terreno tributario, otorga la primacía a los textos que le son propios, de su
espíritu y de los principios de la legislación especial y, con carácter supletorio o secundario,
de los que pertenecen al derecho privado (Fallos: 304:203, con sus citas, 323:1315).
La ley 11.683 admite que la compensación, como modo de extinción de las obligaciones
tributarias, puede practicarse de oficio por el organismo fiscal o bien a requerimiento del
contribuyente, conforme a lo que se deduce de lo dispuesto por los arts. 34 y 35 (t.o. 1978,
vigentes al momento de los hechos, cuyos textos corresponden a los arts. 28 y 29 del t.o.
1998).
Así lo reconoció V.E. en Fallos: 312:1239 y, en fecha reciente, también sostuvo que el art.
35 de la ley 11.683 (t.o. 1978), que autoriza a la DGI a compensar los saldos acreedores de
los contribuyentes con las deudas o saldos deudores por impuestos, no determina el
apartamiento de los presupuestos elementales que el Código Civil establece para que sea
posible la compensación entre quienes reúnen la calidad de acreedor y deudor
recíprocamente (B. 574. XXXIII. "Provincia de Buenos Aires c. Dirección General
Impositiva (D.G.I.) s/impugnación de acto administrativo", sentencia del 11 de marzo de
2003, con cita de Fallos: 285:44).
Por su parte, la resolución general (DGI) 2542 reglamenta el procedimiento que deben
seguir los contribuyentes y responsables para solicitar la compensación de sus obligaciones
y, en lo que aquí interesa, dispone que tales solicitudes producirán efectos desde el
momento de su presentación, siempre que en dicho acto se hubieren observado todos los
requisitos exigidos. En caso contrario, sólo producirán efectos a partir de la fecha en que se
verifique el cumplimiento total de aquéllos (art. 8°).
Pues bien, en este contexto, pienso que la sentencia apelada se ajusta a derecho, pues, ante
la falta de previsión legal expresa, de contenido tributario, que contemple esta situación,
recurrió a las disposiciones pertinentes del Código Civil, en cuanto a que la compensación
se verifica entre quienes reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente, desde el
momento en que coexisten las deudas (art. 818), en concordancia con las pautas adoptadas
por V.E. en la causa B. 574. XXXIII ya indicada.
Asimismo, no puedo dejar de señalar que dicho criterio se alinea con la razón de ser de los
intereses resarcitorios, que no es de naturaleza represiva (Fallos: 323:1315), sino que tiene
por objeto retribuir la privación del capital de las sumas adeudadas (arg. de Fallos:
316:762), mientras que, adoptar la posición contraria esgrimida por la apelante, sería
asignarle aquel carácter que V.E. le negó y consagrar una situación de enriquecimiento sin
causa, pues aquélla tuvo las sumas a su disposición desde el vencimiento de las
declaraciones juradas cuyos saldos a favor de libre disponibilidad fueron afectados a la
cancelación de la deuda por capital.
Por último, cabe consignar que no obsta a este razonamiento la previsión del art. 8° de la
resolución general (DGI) 2542, pues ésta tiene por efecto declarar la extinción de las
deudas por compensación, siempre que la DGI lo admita y, en el caso, aquélla no
desconoció ni discutió la realizada por la actora.
3. Que contra tal sentencia el Fisco Nacional interpuso recurso extraordinario que fue
concedido a fs. 139/139 vta. y que resulta formalmente procedente toda vez que se
encuentra en discusión la inteligencia y aplicación de normas de carácter federal, y la
sentencia definitiva del superior tribunal de la causa es contraria al derecho que el apelante
sustenta en ellas (art. 14, inc. 3° de la ley 48).
5. Que en el derecho tributario ha sido consagrada la primacía de los textos que le son
propios, de su espíritu y de los principios de la legislación especial, y con carácter
supletorio o secundario los que pertenecen al derecho privado (art. 1° de la ley 11.683 -
texto ordenado según el decreto 821/98- y Fallos: 237:452; 249:189; 280:82; 290:97, entre
otros). Al respecto ha señalado el Tribunal que el concepto de "leyes impositivas"
empleado en la norma citada no excluye a las disposiciones reglamentarias emanadas de los
órganos competentes, pues ellas, en la medida que respeten su espíritu, son parte integrante
de la ley reglamentada y tienen la misma validez y eficacia que la propia ley (Fallos:
308:682, considerando 6° y sus citas).
7. Que cabe poner de relieve que en el sub lite -como ya ha sido señalado- el Fisco
Nacional no cuestiona la procedencia de las compensaciones solicitadas por el
contribuyente, y que a su vez, éste acepta que tales compensaciones se encuentran
reguladas por la mencionada resolución general, tal como expresamente lo manifiesta en el
escrito de interposición de la demanda (confr. fs. 16 y 17), sin cuestionar la validez de
dicho reglamento. Sin embargo, aduce que los efectos a que alude el art. 8° -
precedentemente transcriptos- son de carácter declarativo, "ya que los constitutivos se
hallan plasmados en los saldos a favor de esta Empresa, cuya materialidad resulta
innegable" (fs. 16 vta.).
8. Que pese a los argumentos desarrollados por la actora, una interpretación razonable y
discreta del mencionado art. 8° conduce a sostener que los "efectos" a los que se refiere no
pueden ser otros que la extinción de la obligación tributaria que el contribuyente pretende
compensar. De manera que al fijar la norma el momento en el que aquél se produce -en el
caso, desde la presentación de la solicitud respectiva- debe estarse, por las razones antes
expuestas, a las disposiciones del ordenamiento tributario, ya que -contrariamente a lo
sostenido por el a quo- no se presenta un vacío que haga necesario acudir supletoriamente a
las soluciones que ofrecería el derecho privado.
9. Que en orden a ello debe considerarse a mayor abundamiento que -al no tratarse de un
supuesto de compensación de oficio o "automática"- si la actora optó discrecionalmente por
destinar los saldos a su favor a obtener la compensación autorizada por la ley 11.683 y
reglamentada por la resolución general 2542, no puede sustraerse a lo dispuesto por dicha
normativa en cuanto al momento a partir del cual el pedido de compensación produce
efectos, ni pretender que se asigne al art. 8° de aquel reglamento una interpretación que
equivalga a prescindir de su texto (Fallos: 315:2555, entre otros).
10. Que por lo tanto, cabe concluir que la actora sólo canceló el saldo de impuesto en la
fecha en que presentó las solicitudes de compensación, por lo que resulta procedente la
exigencia de los intereses devengados durante ese lapso por la suma adeudada.
3. Que contra tal sentencia el Fisco Nacional interpuso recurso extraordinario que fue
concedido a fs. 139/139 vta. y que resulta formalmente procedente en tanto se encuentra en
discusión la inteligencia y aplicación de normas de carácter federal, y la sentencia definitiva
del superior tribunal de la causa es contraria a las pretensiones que el apelante sustenta en
ellas (art. 14, inc. 3° de la ley 48).
5. Que en el derecho tributario ha sido consagrada la primacía de los textos que le son
propios, de su espíritu y de los principios de la legislación especial, y con carácter
supletorio o secundario los que pertenecen al derecho privado (art. 1° de la ley 11.683 -
texto ordenado según el decreto 821/98- y Fallos: 237:452; 249:189; 280:82; 290:97, entre
otros). Al respecto ha señalado el Tribunal que el concepto de "leyes impositivas"
empleado en la norma citada no excluye a las disposiciones reglamentarias emanadas de los
órganos competentes, pues ellas, en la medida que respeten su espíritu, son parte integrante
de la ley reglamentada y tienen la misma validez y eficacia que la propia ley (Fallos:
308:682, considerando 6° y sus citas).
7. Que cabe poner de relieve que en el sub lite -como ya ha sido señalado- el Fisco
Nacional no cuestiona la procedencia de las compensaciones solicitadas por el
contribuyente, y que a su vez, éste acepta que tales compensaciones se encuentran
reguladas por la mencionada resolución general, tal como expresamente lo manifiesta en el
escrito de interposición de la demanda (confr. fs. 16 y 17), sin cuestionar la validez de
dicho reglamento. Sin embargo, aduce que los efectos a que alude el art. 8° -
precedentemente transcriptos- son de carácter declarativo, "ya que los constitutivos se
hallan plasmados en los saldos a favor de esta Empresa, cuya materialidad resulta
innegable" (fs. 16 vta.).
SUPREMA CORTE:
-I-
Destacó que la resolución general (AFIP) 1.497, emitida como consecuencia de esta
reforma, calificó a esas sociedades como "responsables sustitutos", al establecer los
requisitos y plazos para el ingreso del tributo.
En tal sentido, recordó que la resolución general (DGI) 2.542, del año 1985, establecía que
la compensación de las obligaciones fiscales podía ser solicitada tanto por los
contribuyentes como por los "responsables", en redacción que luego fue mantenida por su
reemplazante, la resolución general (AFIP) 1.658. De allí concluyó que a los
"responsables" no les estaba vedada la posibilidad de requerir la compensación.
En esta inteligencia, concluyó, la inclusión de los sustitutos como responsables por deuda
ajena en el art. 6º, inc. g), de la ley 11.683 (texto según ley 26.044) carece de relevancia
para denegar la compensación pedida, pues el accionante ha asumido todas las obligaciones
formales y materiales del sustituido, ocupando el lugar del deudor principal. Agregó que, a
todos los efectos legales, se genera una sola relación tributaria entre el Fisco y el sustituto,
condición que a los efectos de la materia en trato permite concluir en la identidad de sujeto
que requieren las normas reglamentarias para la compensación en debate.
-II-
Señaló que la controversia gira en torno a dos cuestiones: determinar si la actora debe ser
considerada como "responsable sustituto" o "responsable por deuda ajena" y, desbrozado
ello, si la demandante está en condiciones de solicitar la compensación.
Manifestó que el art. 1º de la resolución general (DGI) 2.542 requiere, para que proceda la
extinción de una deuda mediante compensación, de la identidad entre los sujetos tributarios,
esto es que el titular pasivo de una deuda impositiva debe, a la vez, ser titular activo de un
crédito contra el Fisco. Indicó que ello no ocurre en la especie, pues las sociedades
comerciales -sujetos activos del crédito de libre disponibilidad en el impuesto al valor
agregado- no son los sujetos pasivos del impuesto sobre los bienes personales por las
acciones y participaciones societarias, sino que lo son sus integrantes.
En sintonía con ello, indicó que la ley 25.585 únicamente obligó a las sociedades a liquidar
e ingresar el impuesto sobre los bienes personales de sus integrantes, pero ni explícita ni
implícitamente instituyó a las primeras como "responsables sustitutos" de los segundos.
-III-
-IV-
Desde esta perspectiva, estimo que resulta inoficiosa la distinción que plantea el Fisco
Nacional entre "responsable sustituto" y "responsable por deuda ajena", a la luz de lo
dispuesto por las resoluciones generales (DGI) 2.542 y (AFIP) 1.658, vigentes durante los
períodos de la litis.
En efecto, tanto el art. 1º de la resolución general (DGI) 2.542, como el art. 1º de su similar
(AFIP) 1.658, de idéntica redacción, establecen: "Los contribuyentes o responsables podrán
solicitar la compensación de sus obligaciones fiscales -determinadas y exigibles- con saldos
a su favor aun cuando éstos correspondan a distintos tributos de conformidad con el
régimen que se establece en la presente resolución general. Dicha compensación procederá
en tanto los saldos deudores y acreedores pertenezcan a un mismo sujeto y siempre que la
autoricen las normas que rigen los gravámenes de que se trate" (subrayado, agregado).
Por otra parte, opino que no debe soslayarse en el análisis que todo tributo pagado en
exceso por un contribuyente sigue siendo parte de su derecho de propiedad y. por ende, éste
puede disponer de él para la cancelación de otras obligaciones tributarias o para su
transferencia a terceros. Todo ello sujeto a una razonable reglamentación (arts. 14 y 28 de
la Constitución Nacional) que, en el caso, está dada por los arts. 27, 28, 29 y ccdtes. de la
ley 11.683 (Fallos: 304:1833 y 1848: 305:287; 308:1950: 312:1239 y 324:1848), a los
cuales no parece oponerse la interpretación de las normas reglamentarias realizada por la
Cámara.
- V-
Sentado lo anterior, observo que también se cumple con lo exigido por la segunda parte del
art. 1 de las resoluciones generales (DGI) 2.542 y (AFIP) 1.658, esto es, que tanto los
saldos deudores y acreedores pertenezcan a un mismo sujeto.
Se verifica así la requerida identidad entre los sujetos tributarios, esto es, que el titular
pasivo de la deuda impositiva sea, simultáneamente, el titular activo de un crédito contra el
Fisco, sin que. por los fundamentos ya desarrollados en el párrafo anterior, resulte relevante
que un caso lo sea como "responsable" y en el otro como "contribuyente".
Es que, por la forma como el legislador ha redactado el artículo sin número a continuación
del art. 25 de la ley 23.966 (texto según su similar 25.585), resulta innegable que
Rectificaciones Rivadavia S.A. es el único que queda obligado frente al Fisco por el tributo
que correspondería a sus accionistas o participantes en su capital, el cual deberá abonar con
carácter de pago único y definitivo, sin perjuicio del eventual reintegro de los importes
abonados que pueda luego intentar contra ellos, el que podrá o no practicarse incluso
reteniendo o ejecutando directamente los bienes que dieron origen al pago, siendo esto
último, obviamente, una cuestión entre particulares ajena, en principio, al Fisco Nacional.
-VI-
Por lo hasta aquí expuesto, opino que corresponde declarar formalmente admisible el
recurso extraordinario de fs. 142/156 y confirmar la sentencia apelada en cuanto pudo ser
materia de aquél.
ES COPIA
Laura M. Monti
CONSIDERANDO
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, se declara
formalmente procedente el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada en
cuanto fue materia de agravios, con costas. Notifíquese y devuélvase.
ES COPIA
DISIDENCIA DE LA SEÑORA VICEPRESIDENTA DOCTORA DOÑA ELENA I.
HIGHTON de NOLASCO
CONSIDERANDO:
1º) Que en lo relativo a lo resuelto por el a quo, a las quejas formuladas por el Fisco
Nacional y a la admisibilidad del recurso extraordinario interpuesto, el Tribunal comparte y
hace suyo lo expuesto en los capítulos I a III del dictamen de la señora Procuradora Fiscal
que antecede, a los cuales se remite.
2º) Que la ley 11.683 admite la compensación como modo de extinción de las obligaciones
tributarias, previendo que ella puede practicarse de oficio por el organismo fiscal o bien a
requerimiento del contribuyente, conforme a lo que se desprende de lo dispuesto por los
arts. 28 y 29 (t.o. 1998, cuyos contenidos son coincidentes con los de los arts. 34 y 35 del
t.o. 1978).
Ello ha sido así reconocido por la doctrina de esta Corte (conf. Fallos: 312:1239 y sus citas
del considerando 4º).
3º) Que, en fecha más reciente, en alusión al art. 35 de la citada ley 11.683 -t.o. 1978, como
antes se dijo, análogo al art. 29 del t.o. 1998- que autoriza al Fisco a compensar los saldos
acreedores de los contribuyentes con las deudas o saldos deudores por impuestos, el
Tribunal reafirmó expresamente la vigencia del criterio adoptado en el precedente de
Fallos: 285:44, según el cual, dicha disposición no significa apartarse de los presupuestos
elementales que el Código Civil establece para que sea posible la compensación entre
quienes reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente.
4º) Que, entre tales presupuestos elementales, el codificador ha previsto que, para ser
posible la compensación de obligaciones, la aludida calidad recíproca de acreedor y deudor
debe concurrir en cada uno de los sujetos involucrados "por derecho propio" (conf. art. 818
del Código Civil).
5º) Que, con sujeción a tales principios, corresponde señalar que la carga tributaria
resultante de la aplicación de la norma incorporada en el artículo, sin número, a
continuación del Art. 25 de la ley 23.966 (texto según ley 25.585), tiene como exclusivos
destinatarios -sujetos pasivos del impuesto sobre los bienes personales-, a los titulares de
acciones o participaciones societarias, sin que la individualización de la respectiva sociedad
como la encargada de liquidar e ingresar el gravamen - con absoluta independencia del
modo en que ella pueda resultar calificada-, altere esa conclusión (conf. doc. Fallos:
332:1531, voto en disidencia de la jueza Highton de Nolasco).
6º) Que, por su parte, tanto el art. 1º de la resolución general (D.G.I.) 2.542, como el art. 1º
de su similar (AFIP) 1.658, de idéntica redacción, establecen: "Los contribuyentes o
responsables podrán solicitar la compensación de su obligaciones fiscales -determinadas y
exigibles- con saldos a su favor aun cuando éstos correspondan a distintos tributos de
conformidad con el régimen que se establece en la presente resolución general. Dicha
compensación procederá en tanto los saldos deudores y acreedores pertenezcan a un mismo
sujeto y siempre que la autoricen las normas que rigen los gravámenes de que se trata".
7º) Que más allá de la jerarquía de estas disposiciones -adviértase al respecto que ellas no
podrían alterar previsiones de carácter sustancial contenidas en normas de rango superior-,
lo cierto es que de su texto, contrariamente a lo sostenido por la señora Procuradora Fiscal,
no se desprende autorización alguna para solicitar una compensación en los términos
pretendidos por la aquí actora.
En efecto, sin perjuicio que de su primera parte no cabe sino interpretar que la referencia a
"sus obligaciones fiscales" alude a las que corresponden a cada uno de los sujetos
nombrados; esto es, a las de los contribuyentes y a las de los responsables, respectivamente
-resultando indiferente, se reitera, cualquier calificación con respecto a estos últimos-, las
cuales pueden ser compensadas con "saldos a su favor", es decir, con los que tienen -a su
vez- cada uno de ellos a título propio, la formulación expresa e inequívoca de tal exigencia
surge de la parte final del texto al establecer que "Dicha compensación procederá en tanto
los saldos deudores y acreedores pertenezcan a un mismo sujeto.".
8º) Que, en esas condiciones, toda vez que el titular del crédito fiscal aquí invocado -saldos
de libre disponibilidad generados en su favor por la sociedad actora en el impuesto al valor
agregado-, es un sujeto distinto a aquél sobre el que recae el impuesto sobre los bienes
personales -los titulares de acciones de esa sociedad-, no resulta correcta la conclusión a la
que llegaron los tribunales de las anteriores instancias en tanto ella vulnera uno de los
presupuestos esenciales del instituto de la compensación.
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal, se revoca la sentencia apelada y se rechaza la
demanda. Las costas de todas las instancias se imponen en el orden causado en razón de lo
novedoso de la cuestión debatida (arts. 68, segunda parte, y 279 del Código Procesal Civil
y Comercial de la Nación). Notifíquese y, oportunamente, devuélvase.
ES COPIA
Traslado contestado por la actora, Rectificaciones Rivadavia S.A., representado por el Dr.
Carlos Silvio Knez.
VERIFICACIÓN Y FISCALIZACION
Suprema Corte:
III. Debo señalar, en primer lugar, que la cuestión federal articulada en la presente resulta
oportuna si se repara en que si bien el fallo impugnado confirmó lo decidido en primera
instancia, esta última resolución reconoció distintos fundamentos entre los que,
obviamente, no se encontraba el que ahora motiva el agravio de la recurrente.
IV. Según los términos del recurso, si bien la crítica de la apelante -consistente en
determinar si se encuentran debidamente fundadas las providencias que ordenan los
allanamientos en el citado inmueble, conforme con la inteligencia que cabe asignar al
artículo 403 del Código de Procedimientos en Materia Penal- conduce al examen de
cuestiones de hecho, prueba y derecho procesal, materia que, por regla, resulta ajena al
conocimiento de la Corte (Fallos: 299:201; 300:1087; 306:765; 310:396, entre muchos
otros), en la medida que esos aspectos se encuentran directamente relacionados con el
alcance que quepa atribuir a la garantía de la inviolabilidad del domicilio (art. 18 de la CN),
considero que ello constituye cuestión federal suficiente para habilitar, formalmente, la
instancia del artículo 14 de la ley 48 (conf. Fallos: 311:836; 313:612; 315:1043 y sus citas).
Por mínima que pueda considerarse esa fundamentación, sostener que los allanamientos
fueron dispuestos sin motivación alguna, implica un desmedido apego al respeto de formas
procesales, que prácticamente torna inoperante al precepto legal en cuestión (art. 403 del
CPMP).
Por el contrario, por las razones expuestas, insisto en que válidamente no puede afirmarse
que los allanamientos practicados en el caso fueron consecuencia de un mero capricho o
voluntad del funcionario judicial que los dispuso, razón por la cual la exigencia requerida
por el a quo, va en desmedro de la verdad jurídica objetiva y de la realización de justicia
(doctrina Fallos: 295:961; 298:312), por lo que debe ser descalificado como acto judicial
válido.
En este orden de ideas, adquiere relevancia la doctrina establecida por Vuestra Excelencia
en el precedente publicado en Fallos: 313:1305 -invocado por la apelante- por la que se
afirma que en el procedimiento penal tiene excepcional relevancia y debe ser siempre
tutelado "el interés público que reclama la determinación de la verdad en el juicio, ya que
aquél no es sino el medio para alcanzar los valores más altos: la verdad y la justicia (SCJ
EEUU - 'Stone c/Powell', 428 US 465, 1976 - pág. 488 y la cita de D.H. Oaks en nota 30 -
pág. 491)".
VISTOS:
Los autos: "Recurso de hecho deducido por la fiscal interina de la Fiscalía de la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Penal Económico Carolina Robiglio en la causa 'Yemal,
Jorge Gabriel y otros s/ley 23771 -expediente 7595-'", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
d) que otro magistrado a cargo del Juzgado Nacional en lo Penal Económico Nº 5 declaró la
nulidad de las órdenes de allanamiento de fojas 5, 8/11, 13/16, 32 y 34/39 dispuestas por el
anterior titular del Juzgado. Para así decidir sostuvo que aquéllas "fueron otorgadas para ser
cumplidas por funcionarios que no se hallaban autorizados al efecto, por no ser autoridades
de prevención... en las mismas no se identifica debidamente el presunto objeto procesal y
fueron otorgadas en forma omnicomprensiva vulnerando principios procesales". Como
consecuencia de aquella sanción, anuló todo lo actuado y sobreseyó definitivamente en la
causa y respecto de los procesados (fs. 551/557 vta.).
3) Que el Tribunal anterior en grado, si bien expresó que no compartía los fundamentos del
juez de instrucción, decretó la nulidad de las providencias de fojas 4 y 27 debido a que
carecían de fundamentación. Como consecuencia de la sanción decretada -que abarcó la de
todo lo actuado en consecuencia- sobreseyó definitivamente en la causa y respecto de los
procesados.
5) Que los agravios del apelante suscitan cuestión federal bastante para habilitar la vía
extraordinaria pues si bien la tacha de arbitrariedad no es aplicable a la discrepancia del
apelante con relación a la interpretación de normas procesales, cualquiera que sea su acierto
o error, no lo es menos que sí es cuestionable con sustento en aquella doctrina que la causa
haya sido resuelta sobre un punto controvertido en doctrina -como son las formalidades de
las providencias que disponen allanamientos- con fundamento sólo aparente y sin más base
que la afirmación dogmática de quienes suscriben el fallo, afectando de ese modo el debido
proceso legal (art. 18 de la CN).
Por lo demás cabe agregar que las reglas atinentes al mérito de la prueba deben ser
valoradas en función de la índole y características del asunto sometido a la decisión del
órgano jurisdiccional, principio éste que se encuentra en relación con la necesidad de dar
primacía -por sobre la interpretación de las normas procesales- a la verdad jurídica objetiva,
de modo que su esclarecimiento no se vea perturbado por un excesivo rigor formal.
8) Que, en definitiva, la exigencia de que los fallos judiciales tengan fundamentos serios,
señalada por la jurisprudencia y la doctrina unánimes sobre la materia, reconoce raíz
constitucional y tiene, como contenido concreto, el imperativo de que la decisión se
conforme a la ley y a los principios propios de la doctrina y de la jurisprudencia vinculados
con la especie a decidir.
En consecuencia, la tesis con arreglo a la cual son revisables en instancia extraordinaria las
sentencias sin otro fundamento que la voluntad de los jueces, autoriza el conocimiento del
Tribunal en los supuestos en que las razones aducidas por el fallo en recurso se impugnan,
con visos de verdad, por carentes de los atributos mencionados más arriba (Fallos: 236:27).
9) Que los argumentos reseñados ponen de manifiesto la relación directa e inmediata entre
lo resuelto y la garantía constitucional que se dice vulnerada (B.645.XXXI - "Baiadera,
Víctor Florindo s/homicidio culposo" - 20/8/1996).
Por ello, los fundamentos pertinentes del recurso examinado y los concordemente
expresados por el señor procurador general al sostenerlo, se hace lugar a la queja, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca el pronunciamiento apelado. Hágase saber,
agréguese la queja al principal y devuélvase a fin de que, por quien corresponda, se dicte
nuevo pronunciamiento con arreglo a derecho.
Julio S. Nazareno - Eduardo Moliné O'Connor - Carlos S. Fayt (en disidencia) - Augusto C.
Belluscio (en disidencia) - Enrique S. Petracchi (en disidencia) - Antonio Boggiano -
Guillermo A. F. López - Gustavo A. Bossert (en disidencia) - Adolfo R. Vázquez
CONSIDERANDO:
Por ello, oído el señor procurador general, se desestima la queja. Hágase saber y archívese,
previa devolución de los autos principales.
Carlos S. Fayt - Augusto C. Belluscio - Gustavo A. Bossert
CONSIDERANDO:
1) Que según surge de los autos principales (a cuyas fs. se referirán las citas siguientes) un
funcionario de la Dirección General Impositiva se presentó ante el Juzgado Nacional en lo
Penal Económico Nº 5 de la Ciudad de Buenos Aires y solicitó la expedición de una orden
de allanamiento del inmueble de la calle Azcuénaga 555, 5º piso, departamento Nº 21, de
esta Ciudad, según los términos del artículo 41, incisos d) y e) de la ley 11683. Su petición
fue fundamentada exclusivamente en las afirmaciones que se transcriben a continuación:
"La firma [cuyas dependencias se pretendía registrar] se dedica a la fabricación, venta e
importación principalmente de telas denominadas en el comercio 'denim y/o jean',
fabricando con las mismas vaqueros, camperas, etc.; las que luego se enajenan sin la
correspondiente factura de venta. A su vez, las importaciones que realizan se efectúan a
valores subfacturados. Además, con relación a parte del personal empleado en la empresa
no se realizan los aportes sociales legales. De averiguaciones oficiosas concretadas, cabría
la posibilidad [de] que los responsables sean titulares de cuentas bancarias en el exterior"
(fs. 3). A ello agregó: "Se deja constancia [de] que la presente implica, en principio,
formulación de denuncia en los términos de la ley 23771" (fs. 3 vta.).
Circunstancias imprevistas impidieron que la medida se llevara a cabo (conf. acta de fs.
13/16). Días después el pedido fue reiterado sin que el solicitante agregara fundamento
alguno y, nuevamente, el juez concedió, sin más ni más, la orden de allanamiento (conf. fs.
26 y 27).
4) Que tal como ha sido planteado, el supuesto de arbitrariedad revela una descripción
antojadiza de las circunstancias que dieron lugar a la orden de allanamiento que originó
estos autos. En efecto, la Dirección General Impositiva, en su solicitud, se limitó a afirmar -
sin aportar ninguna base que diera credibilidad a sus asertos conclusivos- que en la
operación de la empresa investigada se llevaban a cabo ilícitos tributarios y previsionales y,
por su parte, el juez en lo penal económico emitió la orden de registro sin decir más que
"expídase orden de allanamiento como se solicita precedentemente" (ver supra, consid. 1).
En otras palabras, el requirente no expuso 'in extenso los motivos' que hacían necesaria la
medida, o, con palabras del voto mayoritario, no "expuso las fundadas razones que
justificaban la petición" (cfr. consid. 6). Antes bien, únicamente manifestó su sospecha sin
expresar, indicar o aportar elementos objetivos que dieran un mínimo de razonabilidad a su
juicio.
Así, incluso en esa decisión en la que revocó su anterior doctrina -más estricta- formulada
en el caso "Spinelli c/United States" (393 US 410 [1969]), la corte estadounidense dejó
claramente sentado que las simples afirmaciones -tales como las que acompañaron a la
petición que dio inicio al "sub lite"- no autorizan en ningún caso la emisión de una orden de
registro.
6) Que el "sub examine" debe ser, a su vez, distinguido de aquellos casos respecto de los
cuales la Corte Suprema norteamericana ha sentado una excepción al requisito de la
"probable cause", según su sentido tradicional, e incluso a la necesidad de una orden
judicial de registro. En este ámbito revisten especial interés los precedentes "Cámara
c/Municipal Court of the City and County of San Francisco" (387 US 523) y "See c/City of
Seatle" (387 US 541), ambos resueltos conjuntamente el 5 de junio de 1967.
La Corte norteamericana modificó, entonces, su anterior doctrina sentada a partir del caso
"Frank c/Maryland" (359 US 360 [1959]), en el que había confirmado la condena de un
propietario que no había permitido que un inspector de salubridad municipal ingresara en
su domicilio para llevar a cabo una inspección de rutina sobre sus dependencias sin una
orden de allanamiento. En efecto, a partir de los precedentes "Cámara" y "See", dicho
Tribunal ha considerado que, cuando el propietario no consiente el ingreso, el inspector
debe requerir la emisión de una orden de allanamiento.
7) Que las aludidas limitaciones excepcionales a la santidad del domicilio frente al Estado
se explican, como correctamente lo hace Bernard Schwartz, por las características propias
de la sociedad actual: "La casa de un hombre debe seguir siendo aún, en teoría, un castillo;
pero este castillo ya no está situado en una colina aislada por un foso.
De ese modo quedan definidos también los márgenes de la excepción: ella no rige cuando
el registro del domicilio no tiene por fin sino el descubrimiento de prueba de un delito
penal. De otro modo, "... lo que fue originariamente concebido como una estrecha
excepción devoraría la regla y permitiría eludir los requerimientos de causa probable y de
orden judicial donde sus protecciones son más necesarias" (conf. Schwartz:
"Administrative Law. A casebook" - 4ª ed., Boston-Nueva York-Toronto-Londres - 1994 -
pág. 193).
8) Que, en definitiva, es fácil advertir que la doctrina reseñada carece de vínculo alguno
con el caso que ha sido traído al conocimiento de esta Corte. En efecto, en él no está en
juego un control rutinario de policía administrativa con el fin de prevenir, por ejemplo,
desviaciones de los estándares mínimos de seguridad o salubridad estatalmente requeridos.
Por el contrario, la solicitud de allanamiento que dio origen a estas actuaciones fue, ante
todo, una denuncia penal en virtud de las disposiciones de la ley 23771 y, con ello, la
postulación de una hipótesis según la cual, en el local finalmente registrado, podrían
encontrarse documentos que acreditaran la comisión de delitos tributarios y previsionales.
Por tanto, ante la tan evidente y absoluta falta de fundamentación de la petición y de las
resoluciones por las que fueron dictados los allanamientos en cuestión, los sintéticos
términos del pronunciamiento del a quo resultan una razonable aplicación del derecho
vigente a las manifiestas circunstancias probadas de la causa. En consecuencia, la queja
debe ser rechazada.
Por ello, oído el procurador general de la Nación, se desestima la queja. Hágase saber,
devuélvanse los autos principales y, oportunamente, archívese.
Enrique S. Petracchi
Casal, Alfredo Enrique y otros - Validez de la delegación de diligencias
de allanamiento de domicilio
PARTE/S:
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: A
FECHA: 10/12/1998
II - Con fundamento en la presunta perpetración del delito de evasión fiscal, previsto por la
ley 23771, el representante de la Dirección General Impositiva solicitó al Juez Federal el
libramiento de la pertinente orden de allanamiento del "Frigorífico Federal SA", con la
expresa petición de facultar al mencionado Organismo para secuestrar documentación y
requerir el auxilio de la fuerza pública; petición que fue proveída de conformidad por el
magistrado, haciéndose saber que se debía "observar en la diligencia lo preceptuado por el
artículo 18 de la Constitución Nacional y el artículo 399 y siguientes del Código de
Procedimientos en Materia Penal."
III - La mayoría del Tribunal a quo, si bien admitió que la presente causa había tramitado
según las normas del Código de Procedimientos en lo Criminal, se remitió a los argumentos
expuestos en otra causa resuelta por la misma Sala, que se había regido por las
disposiciones del Código Procesal Penal, en la que se anuló el allanamiento efectuado por
la Dirección General Impositiva con sustento en que el artículo 224 del Código Procesal
Penal "resulta suficientemente claro en cuanto a los requisitos y personas autorizadas para
practicar los allanamientos dispuestos por orden judicial, especificando que la delegación
deberá ser en funcionarios de la policía, calidad ésta que no revisten los funcionarios de la
Dirección General Impositiva". En el precedente invocado por la Cámara se expresó que el
allanamiento efectuado por funcionarios de la Dirección General Impositiva tampoco podía
considerarse válido a la luz del artículo 229 del Código Procesal Penal, puesto que "dicha
norma, en todo caso, otorga sustento a la concesión de órdenes de allanamiento en las
situaciones que contempla, pero no hace excepción ni modifica la forma prevista en el
artículo 224 del Código Procesal Penal".
V - Los agravios del apelante suscitan cuestión federal bastante. Ello así porque si bien se
refieren a cuestiones de derecho común y procesal, ajenas, como regla, a la vía del artículo
14 de la ley 48, ello no es óbice para que la Corte pueda conocer en los casos cuyas
particularidades hacen excepción al principio con base en la doctrina de la arbitrariedad,
toda vez que con ésta se tiende a resguardar la garantía de la defensa en juicio y el debido
proceso, exigiendo que las sentencias de los jueces sean fundadas y constituyan una
derivación razonada del derecho vigente, con aplicación a las circunstancias comprobadas
de la causa (Fallos - T. 312 - pág. 2507, entre varios). A ello cabe agregar que el
pronunciamiento impugnado es equiparable a sentencia definitiva, a los fines del remedio
federal, ya que su mero dictado configura un agravio de imposible reparación posterior.
VI - Esta Corte ha señalado que son arbitrarias las sentencias que prescinden de aplicar la
ley pertinente con fundamentación tan solo aparente y sin más base que la afirmación
dogmática de quienes suscriben el fallo, afectando de ese modo el debido proceso legal (art.
18, CN). Ello es lo que ha sucedido en el supuesto a estudio del Tribunal, puesto que el a
quo consideró aplicable la doctrina de otro precedente, tramitado bajo el Código Procesal
Penal, en que se anuló el allanamiento efectuado por funcionarios de la Dirección General
Impositiva por haberse interpretado que el artículo 224 del citado Código únicamente
admitiría el registro domiciliario por parte de la policía.
En referencia a las disposiciones legales, cabe señalar que el artículo 41, inciso e), de la ley
11683, dispone -en lo que al caso interesa- que al ejecutarse la diligencia de allanamiento
deberán observarse las disposiciones del artículo 399 y siguientes del Código de
Procedimientos en Materia Penal (L. 2372). Este ordenamiento procesal -que rigió la
tramitación de las presentes actuaciones- determina que el juez indicará la autoridad o
funcionario que hubiere de practicarlo (conforme art. 404). Además, en materia de
nulidades establece que el recurso sólo tiene lugar contra resoluciones pronunciadas en
violación con las formas sustanciales prescriptas a su respecto por este Código, o por
omisión de formas esenciales del procedimiento o por contener éste defectos de los que, por
expresa disposición del derecho, anulen las actuaciones (art. 509).
La remisión a la doctrina de la misma Sala fue decidida por el a quo sin ningún fundamento
adecuado al caso y sin examinar siquiera mínimamente si existían diferencias entre los
ordenamientos procesales en lo referente al régimen de nulidades y a la previsión legal del
allanamiento. Tampoco hizo referencia a que el registro del establecimiento comercial se
efectuó con el auxilio de la fuerza pública.
Estimó aplicable al caso, regido por la anterior ley ritual (L. 2372), un precedente de la
misma Sala donde -refiriéndose a disposiciones del CPPN (L. 23984)-, desarrolló su
posición acerca de las autoridades en las que pueden los magistrados delegar los registros
domiciliarios, excluyendo a la Dirección General Impositiva por no revestir el carácter de
policía judicial ni de fuerza de seguridad.
Así considera inaplicables al caso los fundamentos desarrollados por el a quo sobre la base
normativa del Código Procesal Penal de la Nación, toda vez que la presente causa se rige
por el anterior régimen previsto en la ley 2372.
Agregó, por otra parte, que al invalidar lo actuado sobre la base del diligenciamiento de los
allanamientos por funcionarios de la Dirección General Impositiva, la Cámara lesionó el
derecho de defensa que asiste al mencionado Organismo, toda vez que dicho argumento no
fue motivo de discusión en Primera Instancia, y ni siquiera fue esgrimido por la parte
acusada.
Por último, entiende que la nulidad ha sido decretada en el solo beneficio de la ley, pues
durante el trámite de la causa no se advierte transgresión alguna a garantías procesales de
raigambre constitucional, que justifiquen la decisión adoptada.
III - Más allá de la enunciación efectuada por el a quo, de lo que consideró una serie de
irregularidades en las que se habría incurrido desde el inicio de la causa, lo cierto es que el
argumento central desarrollado por los integrantes de la Sala para declarar las nulidades,
aunque en votos separados, se asienta en la imposibilidad de que pueda delegarse en la
Autoridad Recaudadora el diligenciamiento de una orden de registro domiciliario.
Ello es así, ya que no obstante la aclaración formulada por los vocales del Tribunal a quo,
doctores Frondizi y Dugo, respecto de la cita efectuada por el doctor Schiffrin, en cuanto a
la ley procesal vigente en esta causa y la que rigió el trámite del precedente, la
circunstancia de haber declarado aplicable la doctrina de este último sin fundar ni siquiera
mínimamente dicha remisión, constituye una afirmación dogmática que otorga al
pronunciamiento un fundamento sólo aparente.
En efecto, más allá del acierto o del error de la doctrina desarrollada en el antecedente,
resulta inadmisible que el a quo haya pasado por alto las diferencias, que en orden a los
allanamientos y registros domiciliarios, presentan ambas legislaciones.
Mas dicha conclusión no cabe extraerla de la letra y espíritu del régimen procesal anterior
aplicable a esta causa (L. 2372), donde las previsiones del artículo 399, según se sigue de lo
dispuesto en el artículo 404, estaban dirigidas también a la delegación que podría efectuar
el juez en la "autoridad o funcionario que lo hubiere de practicar", sin ceñirse
exclusivamente a la policía, sino designándolo más bien de acuerdo con la índole de la
investigación.
Delegación que, en mi opinión, nada obsta a que se realice en cabeza del Ente Recaudador
cuando se trate de la investigación de alguno de los delitos contemplados en la legislación
penal tributaria, sino por el contrario, resulta coherente a la luz de las funciones y
atribuciones que, como encargado de la verificación y de la fiscalización de los tributos
nacionales, le reservan los artículos 40 y 41 de la ley 11693.
Por último, cabe señalar que, según el régimen procesal aplicable a esta causa -
especialmente los arts. 509 y 696, CPMP-, la nulidad tendrá lugar sólo en los casos
previstos en el Código, por violación de las formas sustanciales prescriptas para
determinadas resoluciones, o por omisión de formas esenciales del procedimiento, o por
contener éste defectos de los que, por expresa disposición del derecho, anulen las
actuaciones.
Mera, Miguel Ángel (TF 27.870-I) c/DGI – Ley antievasión medios de pago.
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 19/03/2014
Buenos Aires, 19 de marzo de 2014
Considerando:
1°) Que la Administración Federal de Ingresos Públicos intimó al actor a abonar ciertas
sumas de dinero en concepto del impuesto a las ganancias (ejercicio 2003) e IVA
(ejercicios 1 a 4/2003 6/2003 11 y 12/2003 y 2 a 4/2004), como consecuencia de impugnar
gastos deducidos por aquél en el primero de tales tributos y créditos fiscales computados en
el segundo. Tales impugnaciones se fundaron en que el accionante abonó en efectivo
algunas compras efectuadas a sus proveedores, por cifras superiores a $ ...; es decir, sin
ajustarse a los medios de pago previstos en el art. 1° de la ley 25.345, por lo cual la AFIP -
aplicando lo dispuesto en el art. 2° de ese ordenamiento (modificado por la ley 25.413),
conocido como “ley antievasión”- no admitió el cómputo de las respectivas deducciones ni
créditos fiscales.
2°) Que el Tribunal Fiscal de la Nación revocó las aludidas resoluciones del organismo
recaudador. Para decidir en el sentido indicado -tras rechazar a fs. 119/122 la excepción de
incompetencia planteada por la AFIP a fs. 91/106- consideró que existe una colisión entre
lo dispuesto por el citado art. 2° de la ley 25.345 y el texto del art. 34 de la ley 11.683 (t.o.
en 1998), en tanto éste permite al contribuyente demostrar la veracidad de las operaciones
realizadas para poder computar a su favor las deducciones y créditos fiscales, aun cuando
los pagos se hayan realizado en efectivo. En tal situación, entendió que debía prevalecer la
norma del art. 34 de la ley de procedimiento tributario por su carácter de “ley especial”, y
por ser tuitiva del derecho de defensa al posibilitar que el contribuyente acredite la
veracidad de las operaciones impugnadas. Señaló además, que el ordenamiento tributario
presupone la realidad sustantiva de las operaciones por encima de las formalidades o los
medios de pago empleados para su cancelación. En ese orden de ideas, consideró asimismo
la jurisprudencia de esta Corte relativa a la arbitrariedad que implica la renuncia consciente
a la verdad jurídica objetiva y puso de relieve que en el caso de autos la representación
fiscal no niega la veracidad de las operaciones realizadas por la actora con sus proveedores.
Desde tal perspectiva, afirmó que cuando por medio de la aplicación literal de lo
establecido en el art. 2° de la ley 25.345 -con relación a los medios de pago admitidos- se
niega al contribuyente la posibilidad de descontar los gastos efectivamente realizados para
obtener o conservar las ganancias gravadas, el impuesto deja de recaer exclusivamente
sobre ganancias propiamente dichas para alcanzar también a los gastos realizados para
obtenerlas. Y del mismo modo, con relación al IVA, si por aplicación literal de ese precepto
no se admitiera que el responsable pudiera computar a su favor el crédito fiscal
efectivamente facturado y pagado a su proveedor, el impuesto que le es exigido dejaría de
guardar relación con el mayor valor agregado por él en la etapa respectiva. Es decir -
puntualizó la cámara- que en ambos casos se alteraría el hecho imponible definido en las
leyes que determinan la materia imponible y su medida.
5°) Que, sentado lo que antecede, el a quo juzgó que aplicar lo dispuesto en el art. 2° de la
ley 25.345 -según el cual tales gastos, a pesar de que se acredite la veracidad de las
operaciones, no podrían ser computados como deducciones ni créditos fiscales por los
contribuyentes o responsables-, comportaría una exacción que carece de base legal ya que
so pretexto del incumplimiento de un “deber formal”, se habilitaría la recaudación de una
cantidad mayor de la permitida por las leyes que crean los impuestos respectivos. En ese
orden de ideas, concluyó que, lo contrario no respetaría el principio de razonabilidad de la
ley.
6°) Que contra esa sentencia, la Administración Federal de ingresos Públicos interpuso el
recurso extraordinario de fs. 294/309 vta. que, tras ser contestado por la actora (fs.
314/322), fue concedido por el a quo en los términos de la resolución de fs. 324.
7°) Que los agravios formulados respecto de la admisión de la competencia del Tribunal
Fiscal para entender en el recurso planteado por el contribuyente remiten al examen de una
cuestión estrictamente procesal que, a pesar de estar regida por una ley federal resulta, en
principio, ajena a la vía prevista en el art. 14 de la ley 48 (Fallos: 297:301; 298:510;
300:293; 306:1855; 310:2937), máxime al no presentarse un supuesto de arbitrariedad. Ello
sin perjuicio de que en atención a los alcances con los que fue concedido el recurso en el
auto de fs. 324, y ante la ausencia de queja por su denegación parcial, los referidos agravios
serían de todos modos inatendibles en esta instancia (confr. doctrina de Fallos: 322:2559;
323:385, entre otros).
9°) Que en primer lugar cabe señalar que resultan inconducentes para la decisión del pleito
los argumentos desarrollados por el Fisco Nacional con el objeto de sostener que el art. 34
de la ley 11.683 no debe ser considerado como “ley especial” que desplace, por ese motivo
la aplicación del art. 2° de la ley 25.345.
En efecto, como surge de la reseña efectuada en los considerandos que anteceden, el a quo
juzgó que el referido art. 2° de la llamada “ley antievasión” era inaplicable al caso porque
resultaba irrazonable -desde una perspectiva constitucional-y no porque el art. 34 de la ley
de procedimiento tributario tuviese mayor especificidad que aquél.
11) Que la objeción constitucional formulada por el a quo se funda en que la aplicación de
esa norma -en casos como el sub examine en que está acreditada sin margen de duda la
veracidad de las respectivas operaciones en las que el accionante efectuó pagos en efectivo
a sus proveedores- distorsionaría la situación del contribuyente frente a los impuestos en los
que se le efectuaron los ajustes: en el tributo a las ganancias se le impedirían deducir gastos
necesarios para la obtención de las ganancias con lo cual se gravaría una utilidad ficticia y
desproporcionada con la que verdaderamente el legislador ha querido gravar con el tributo;
y frente al IVA se desnaturalizaría el cotejo entre débitos y créditos al excluirse la
posibilidad de computar éstos últimos. En síntesis, la cámara juzgó irrazonable que el
incumplimiento de deberes de carácter formal -como los establecidos en el art. 1° de la
citada ley 25.345- puedan acarrear tales consecuencias.
12) Que el organismo recaudador no ha expresado ante esta Corte argumentos de peso que
demuestren la razonabilidad de las referidas consecuencias. En efecto, en el recurso
extraordinario, se trae a colación el voto en disidencia de un vocal del Tribunal Fiscal en el
que se señala que “...la ley 25.345 ha pasado a integrar las leyes respectivas de impuestos”
(fs. 301), puntualizando que esa ley ha sido clara en cuanto a que su incumplimiento no
permitirá efectuar deducción o crédito fiscal alguno; y que la norma impugnada no presume
la veracidad ni la inexistencia de las operaciones, sino que prohíbe computar los gastos y
créditos fiscales por incumplimiento del art. 1°. En esa línea de argumentos, la
representación fiscal señala que no se trata de que las operaciones estén probadas o que no
lo estén porque “estamos ante un tema de validez: aun si fueran ciertos los gastos o
compras, la ley prohíbe el cómputo del beneficio por contravención a la norma” (fs. 301
vta.).
13) Que, como se observa, esa línea argumental consiste en una exégesis de la norma
impugnada que inclusive puede aceptarse como una correcta explicación del contenido de
esa disposición. Sin embargo, nada aporta que pueda avalar la razonabilidad de ese
precepto frente a las concretas objeciones en que se sustenta la decisión de la cámara; ni la
lógica que pueda guardar que se niegan o desconozcan los efectos de actos jurídicos u
operaciones cuya existencia y validez se encuentra probada.
14) Que en ese contexto cabe recordar que esta Corte ha establecido que las presunciones
“requieren un uso inteligente, concreto y racional” y que su utilización debe limitarse “a
aquellos casos en que existan circunstancias especialísimas que lo justifiquen” (conf.
“Hermitage”, Fallos: 333:993, considerando 12). Asimismo hizo notar en el citado
precedente -para declarar la inconstitucionalidad del impuesto a la ganancia mínima
presunta en un caso en el que se había demostrado que el contribuyente no había obtenido
ganancia alguna en el período examinado- que el legislador no había dado “fundadas
razones para impedir la prueba de que, en un caso concreto, no se ha obtenido la ganancia
presumida por la ley” (considerando 14), y concluyó en que “el medio utilizado por el
legislador para la realización del fin que procura, no respeta el principio de razonabilidad
de la ley, y por lo tanto, las normas impugnadas son constitucionalmente inválidas en su
aplicación al caso” (considerando 16).
15) Que ese mismo orden de consideraciones lleva a coincidir con el a quo en cuanto a la
inconstitucionalidad del art. 2° de la ley 25.345, máxime cuando en el caso en examen la
norma impugnada prohíbe lisa y llanamente el cómputo de las operaciones cuyos pagos
hayan sido efectuados por medios distintos de los mencionados en ese ordenamiento, lo que
equivale a establecer una ficción legal que pretende desconocer o privar de efectos a
operaciones relevantes para la correcta determinación de la base imponible y cuya
existencia y veracidad ha sido fehacientemente comprobada.
16) Que, por otra parte, es indudable que prohibir el cómputo de determinadas erogaciones
efectivamente realizadas -y que constituyen gastos deducibles en el impuesto a las
ganancias y créditos fiscales en el IVA— por motivos estrictamente formales importa
prescindir de la real existencia de capacidad contributiva, la que tiene que verificarse en
todo gravamen como requisito indispensable de su validez (confr. Fallos: 312:2467;
314:1293, considerando 4°, y sus citas); de manera que también, desde esta perspectiva, se
concluye en la falta de razonabilidad de la norma impugnada.
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal, se declara formalmente admisible el recurso
extraordinario —excepto en lo relativo al punto tratado en el considerando 7°— y se
confirma la sentencia apelada en cuanto pudo ser materia de dicho recurso. Con costas (art.
68 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y devuélvase.
CARLOS S. FAYT
E. RAÚL ZAFFARONI
DETERMINACIÓN DE OFICIO
1.
o Voces
1 - El art. 8°, inc. a, párrafo primero, de la ley 11.683 no requiere el carácter firme
del acto de determinación del tributo al deudor principal para exigir el cumplimiento
al deudor solidario, sino únicamente que se haya cursado al primero la intimación
administrativa de pago y que haya transcurrido el plazo de quince días previsto en el
segundo párrafo del art. 17 sin que tal intimación haya sido cumplida.
B. 773.XLVIII. R.O.
Bozzano, Raúl José (TF 33.056-I) c. DGI
VISTOS:
CONSIDERANDO:
1º. Que al impugnar las DDJJ de la actora, relativas al impuesto a las ganancias,
correspondientes a los ejercicios fiscales de los años 1979 a 1984, la DGI determinó de
oficio la materia imponible y el gravamen resultante -salvo en el último de los referidos
ejercicios, en el que ajustó el quebranto declarado- y le aplicó una multa en los términos del
art. 46 de la L. 11683 (t.o. 1978 y sus modifs.). El organismo recaudador no admitió que los
aportes de capital efectuados desde el exterior por una sociedad domiciliada en el
Principado de Liechtenstein -que era el principal accionista de Trebas SA- justificaran el
incremento patrimonial que se produjo en la entidad accionante y, por ende, aplicó la
presunción establecida por el art. 25, inc. e), de la citada ley, a tenor de la cual "los
incrementos patrimoniales no justificados con más un diez por ciento (10%) en concepto de
renta dispuesta o consumida en gastos no deducibles constituyen ganancia neta del ejercicio
en que se producen, a los efectos de la determinación del impuesto a las ganancias".
2º. Que el TFN declaró prescriptas las facultades de la DGI para determinar y exigir el
impuesto correspondiente al período fiscal 1979, confirmó la resolución administrativa en
cuanto en ella se determinó el tributo correspondiente a los años 1980 a 1983, y modificó el
encuadramiento legal de la infracción -no obstante lo cual, mantuvo la graduación de la
multa impuesta-, pues consideró que se había configurado la descripta en el art. 45 de la L.
11683 -"omisión de impuestos"-, en lugar de la contemplada en el art. 46 de dicho texto
legal, que reprime la "defraudación".
3º. Que el mencionado Tribunal señaló que los agravios de la actora se referían
exclusivamente al ajuste efectuado respecto de los aportes de capital realizados con
ingresos provenientes del exterior, por lo que se encontraban consentidas las restantes
impugnaciones que motivaron la determinación de oficio. En lo concerniente a los referidos
aportes, sostuvo que para enervar la presunción anteriormente referida debía probarse el
efectivo ingreso de los fondos, y que estos provenían de actividades o capitales que no
hubieran estado sujetos a imposición en jurisdicción nacional. Tuvo por acreditado el
primero de tales extremos, pero no el segundo. Ponderó respecto de este último que se
desconocía a los integrantes de la sociedad extranjera aportante de los fondos, así como la
actividad que le producía beneficios; a lo que añadió que el hecho de que los capitales
pudieran provenir de un "paraíso fiscal" -así consideró al Principado de Liechtenstein-
robustecía la presunción relativa a la falta de justificación del origen de tales ingresos.
4º. Que la Sala II de la CNFed. Apel. Cont.-Adm. confirmó el pronunciamiento del TFN en
lo referente a la prescripción que declaró, y lo revocó en cuanto mantuvo la resolución
administrativa respecto de la determinación del impuesto correspondiente a los años 1980 a
1983, y en lo concerniente a la multa. Asimismo, revocó la mentada resolución del
organismo recaudador en lo relativo a tales puntos.
5º. Que respecto del incremento patrimonial de la sociedad actora, el a quo consideró que
ésta había acreditado el ingreso de los fondos del exterior e individualizado a sus
aportantes, de acuerdo con lo que disponía la ley argentina aplicable en la especie. Señaló
que la legislación nacional no contenía otra exigencia, y que no era principio recibido en
ella que, en tales circunstancias, debiera exigirse la prueba que acreditara que los fondos
invertidos se hubiesen generado en actividades o capitales provenientes de extraña
jurisdicción, sin perjuicio de que cuando concurrieran circunstancias que autorizaran a
presumir que se tratase de capitales que pudieran haber sido ganancias de fuente argentina,
procediera el requerimiento de tal extremo. Ponderó que, ante la ausencia de sustento
normativo, la circunstancia de que la sociedad inversora tuviera su domicilio en un "paraíso
fiscal", no autorizaba a exigir la referida prueba.
6º. Que contra el referido pronunciamiento, el Fisco Nacional dedujo el recurso ordinario
de apelación, que fue admitido por esta Corte al acoger la queja que aquél interpuso
respecto de la resolución denegatoria del tribunal a quo (cfr. fs. 382/383 vta.).
7º. Que en el memorial de fs. 474/482 el apelante refiere las supuestas irregularidades que
habrían sido advertidas por los inspectores del organismo recaudador, las que -según su
criterio- justifican aplicar la presunción legal contenida en el art. 25, inc. e), de la L. 11683.
Afirma que la exigencia de que se acredite que los fondos remesados a la actora desde el
exterior se hubieran generado o provinieran de capitales que no estuviesen sujetos a
imposición en jurisdicción nacional, se encuentra dentro de las facultades que dicha norma
otorga al Fisco Nacional, pues son medidas de prueba que hacen a la propia naturaleza del
sistema indiciario o presuntivo, cuya valoración le compete efectuar. Sostiene que el fallo
de la Cámara se ha quedado inmerso en aspectos estrictamente formales, sin indagar acerca
de la verdad material. Expresa que la determinación efectuada es procedente, sin necesidad
de recurrir como elemento de convicción preponderante a la circunstancia de que los
fondos provengan de un llamado "paraíso fiscal", pues entiende que tal extremo no es
decisivo.
8º. Que cabe puntualizar que en la resolución administrativa -conforme a lo que surge del
informe al que ella se remite (cfr. fs. 227 del agregado)- se admitió que se encontraba
formalmente acreditado el ingreso de divisas desde el exterior y la existencia de la sociedad
extranjera, no obstante lo cual se aplicó la norma contenida en el art. 25, inc. e), de la L.
11683 por considerarse, tan sólo, que para justificar el incremento patrimonial el interesado
debía probar fehacientemente que los fondos dimanaban de una auténtica capacidad
económica y financiera de aquella empresa.
9º. Que, por lo tanto, el planteo que se realiza en el memorial con sustento en presuntas
irregularidades que permitirían aplicar la presunción contenida en el inc. e) del art. 25 de la
L. 11683, implica la introducción de un argumento distinto del que motivó la resolución del
organismo recaudador, cuya revisión constituye el objeto de esta causa. En tales
condiciones, resulta aplicable al caso la jurisprudencia de esta Corte según la cual es
improcedente considerar en esta instancia cuestiones no sometidas a la decisión de los
tribunales inferiores (Fallos - 310:2475 y sus citas). Sin perjuicio de ello, procede señalar
que las irregularidades aducidas quedaron desvirtuadas con la pericia que corre a fs.
112/116, cuyas conclusiones no han sido impugnadas por la demandada.
10º. Que cabe señalar, por otra parte, que la citada norma se limita a establecer una
determinada consecuencia legal, vinculada con el impuesto a las ganancias, para aquellos
supuestos en que se compruebe un aumento injustificado del patrimonio. Toda vez que la
materia en discusión no gira en torno de los efectos que cabe atribuir a un incremento de tal
característica, sino que ella consiste en determinar si el aumento de capital de la actora ha
sido debidamente justificado con las constancias obrantes en la causa, o bien si para ello es
menester que se acredite una circunstancia adicional, la reiterada invocación de dicha
norma que el Fisco Nacional realiza en su memorial no resulta apta para demostrar el
respaldo legal que le pretende asignar a la exigencia de esa otra prueba, relativa a que los
fondos remesados desde el exterior no han sido producto de alguna actividad o capital
gravado por la legislación argentina.
11º. Que el apelante no se ha hecho cargo de los sólidos fundamentos en que el a quo basó
su decisión, tales como que la legislación argentina no establece otras exigencias para
justificar los incrementos patrimoniales derivados de aportes de capital provenientes del
exterior que la acreditación de su ingreso y la individualización de los aportantes, y que
aquélla no requiere que a tales fines se deba probar que los fondos invertidos se hubiesen
generado en actividades o capitales provenientes de extraña jurisdicción. Ello es así toda
vez que en el memorial no se invoca otra norma que la precedentemente referida -que,
como se señaló, no es idónea para desvirtuar lo decidido-, ni se criticaron aquellos
argumentos sobre la base de disposiciones específicas de la Ley del Impuesto a las
Ganancias, ni de ninguna otra ley tributaria, ni con arreglo a los preceptos concernientes a
las inversiones extranjeras, ni se alega concretamente que Trebas SA o la sociedad del
exterior hubiesen realizado actividad alguna que se encontrara gravada de acuerdo con la
ley argentina, que pudiera haber generado utilidades no declaradas; incluso se admitió en
esta instancia que el hecho de que la sociedad aportante de los fondos tuviese su domicilio
en un Estado al que se calificó de "paraíso fiscal" no constituía un elemento decisivo.
12º. Que, por otra parte, carece de consistencia el agravio relativo a que el fallo apelado no
ha indagado acerca de la verdad material, toda vez que la posición que sustentó el Fisco
Nacional en este juicio ha estado encaminada a obtener la aplicación de una presunción
legal, sin haber especificado en qué consiste la realidad que invoca.
13º. Que en virtud de las consideraciones expuestas, cabe concluir que, en el aspecto
examinado precedentemente, los agravios del recurrente constituyen meras discrepancias
con el criterio del sentenciante, pero distan de contener una crítica concreta y razonada de
los fundamentos que informan la sentencia y resultan, finalmente, ineficaces al fin
perseguido (cfr. Fallos - 310:2475 y 2907; 311:1989; 312:609, entre otros), por lo que
corresponde declarar desierto el recurso con arreglo a lo establecido en el art. 280, 2do.
párr., del CPCC.
14º. Que, en cambio, el recurso resulta procedente en cuanto se aduce que el a quo revocó
la resolución administrativa sin haber considerado que ciertos aspectos de la determinación
efectuada por el organismo recaudador no fueron cuestionados por la actora. En efecto, en
su apelación ante el TFN, dicha parte no se agravió respecto de la totalidad de los rubros
que motivaron el dictado de aquélla, sino que limitó la impugnación a lo concerniente al
incremento patrimonial derivado de los aportes provenientes del exterior. En tales
condiciones, la revocación que dispuso la Cámara no puede alcanzar a aquellos aspectos del
acto administrativo que no fueron objeto del pertinente recurso que dedujo el contribuyente
ante el TFN toda vez que, de otro modo, se afectaría el principio de congruencia (cfr. Fallos
- 310:1068). Por tanto, corresponde restringir los alcances del pronunciamiento apelado a
los límites que resultan de lo expuesto.
Por ello, se declara desierto el recurso ordinario de apelación deducido por el Fisco
Nacional, salvo en lo relativo al planteo tratado en el consid. 14. En este aspecto, se
modifica el pronunciamiento apelado de acuerdo con lo allí establecido. Las costas de esta
instancia se imponen de acuerdo con lo establecido en el art. 71 del CPCC. Notifíquese y
devuélvase.
CONSIDERANDO:
1º. Que al impugnar las DDJJ de la actora, relativas al impuesto a las ganancias,
correspondientes a los ejercicios fiscales de los años 1979 a 1984, la DGI determinó de
oficio la materia imponible y el gravamen resultante -salvo en el último de los referidos
ejercicios, en el que ajustó el quebranto declarado- y le aplicó una multa en los términos del
art. 46 de la L. 11683 (t.o. 1978 y sus modifs.). El organismo recaudador no admitió que los
aportes de capital efectuados desde el exterior por una sociedad domiciliada en el
Principado de Liechtenstein -que era el principal accionista de Trebas SA- justificaran el
incremento patrimonial que se produjo en la entidad accionante y, por ende, aplicó la
presunción establecida por el art. 25, inc. e), de la citada ley, al tenor de la cual "los
incrementos patrimoniales no justificados con más un diez por ciento (10%) en concepto de
renta dispuesta o consumida en gastos no deducibles constituyen ganancia neta del ejercicio
en que se producen, a los efectos de la determinación del impuesto a las ganancias".
2º. Que el TFN declaró prescriptas las facultades de la DGI para determinar y exigir el
impuesto correspondiente al período fiscal 1979, confirmó la resolución administrativa en
cuanto determinó el tributo correspondiente a los años 1980 a 1983, y modificó el encuadre
legal de la infracción -no obstante lo cual mantuvo la graduación de la multa impuesta-,
pues consideró que se había configurado la descripta en el art. 45 de la L. 11683 -omisión
de impuestos-, en lugar de la contemplada en el art. 46 de dicho texto legal, que reprime la
defraudación.
3º. Que el mencionado Tribunal señaló que los agravios de la actora se referían
exclusivamente al ajuste efectuado respecto de los aportes de capital realizados con
ingresos provenientes del exterior, por lo que se encontraban consentidas las restantes
impugnaciones que motivaron la determinación de oficio. En lo concerniente a los referidos
aportes sostuvo que para enervar la presunción del art. 25, inc. e), de la L. 11683, debía
probarse el efectivo ingreso de los fondos, y que estos provenían de actividades o capitales
que no hubieran estado sujetos a imposición en jurisdicción nacional. Tuvo por acreditado
el primero de tales extremos, pero no el segundo. Ponderó respecto de este último que se
desconocía a los integrantes de la sociedad extranjera aportante de los fondos, así como la
actividad que le producía beneficios; a lo que añadió que el hecho de que los capitales
pudieran provenir de un "paraíso fiscal" robustecía la presunción de la falta de justificación
del origen de tales ingresos.
5º. Que la Cámara consideró, respecto del incremento patrimonial de la sociedad actora,
que ésta acreditó el ingreso de los fondos del exterior e individualizó a sus aportantes, de
acuerdo con lo que disponía la ley argentina aplicable en la especie. Señaló que la
legislación nacional no contenía otra exigencia, como la referente a la acreditación de que
los fondos invertidos se hubiesen generado en actividades o capitales provenientes de
extraña jurisdicción. Dejó a salvo, no obstante, la posibilidad de que cuando concurrieran
circunstancias que autorizasen a presumir que se tratare de ganancias de fuente argentina,
procediera el requerimiento de tal extremo. Ponderó que, ante la ausencia de sustento
normativo, la circunstancia de que la sociedad inversora tuviera su domicilio en un "paraíso
fiscal", no autorizaba a exigir la referida prueba.
6º. Que contra el referido pronunciamiento, el Fisco Nacional dedujo el recurso ordinario
de apelación, que fue admitido por esta Corte al acoger la queja que aquél interpuso
respecto de la resolución denegatoria de la Cámara.
7º. Que en el memorial, el apelante refiere las supuestas irregularidades que habrían sido
advertidas por los inspectores del organismo recaudador, las que según su criterio justifican
aplicar la presunción legal contenida en el art. 25, inc. e), de la L. 11683. Afirma que la
exigencia de que se acredite que los fondos remesados a la actora desde el exterior se
generaron o provinieron de capitales que no estuvieron sujetos a imposición en jurisdicción
nacional, se encuentra dentro de las facultades que dicha norma otorga al Fisco Nacional,
pues son medidas de prueba que hacen a la propia naturaleza del sistema indiciario o
presuntivo, cuya valoración le compete efectuar. Sostiene que el fallo de la Cámara ha
quedado inmerso en aspectos estrictamente formales, sin indagar acerca de la verdad
material debatida en la causa. Expresa que la determinación efectuada es procedente, sin
necesidad de recurrir como elemento de convicción preponderante a la circunstancia de que
los fondos provengan de un llamado "paraíso fiscal", pues entiende que tal extremo no es
decisivo.
Señala, asimismo, que el contribuyente se había agraviado ante el TFN exclusivamente
respecto del ajuste efectuado por los aportes de capital provenientes del exterior y había
consentido, en cambio, la determinación impositiva en cuanto ésta derivaba de otras
impugnaciones, no obstante lo cual, la Cámara revocó el pronunciamiento de aquel
Tribunal y, por ende, la resolución administrativa, sin atender a dicha circunstancia.
8º. Que en relación al primer agravio, el TFN había considerado que el ingreso de los
fondos del exterior estaba acreditado en la causa. No obstante, añadió otra exigencia
probatoria para tener por justificado el incremento patrimonial: la prueba de que los fondos
se hubieran generado por actividades o capitales provenientes de extraña jurisdicción.
9º. Que el núcleo de la cuestión radica, pues, en determinar si en ausencia de una norma
legal específica y precisa el organismo fiscal pudo presumir injustificados los ingresos
provenientes de un "paraíso fiscal" y exigir, para desvirtuar esa presunción, la prueba de
que ellos no fueron generados en el país.
14º. Que los informes mencionados en la sentencia del TFN para corroborar sus
conclusiones, confirman, por el contrario, lo antes considerado. Ello es así, ya que en
aquellos informes se citan diversas disposiciones de naturaleza legislativa que algunos
países han adoptado para evitar la utilización abusiva de paraísos fiscales, como un modo
de evasión impositiva.
15º. Que resta analizar la procedencia del otro agravio, referente al alcance de la revocación
de la sentencia del TFN por parte de la Alzada.
16º. Que asiste razón al recurrente, en cuanto sostiene que la Cámara revocó la resolución
administrativa sin haber considerado que ciertos aspectos de la determinación efectuada por
el organismo recaudador no habían sido cuestionados por la actora. En efecto, en su
apelación ante el TFN aquélla limitó su impugnación a lo concerniente al incremento
patrimonial derivado de los aportes provenientes del exterior. En tales condiciones, la
revocación que dispuso la Cámara no puede alcanzar a aquellos aspectos del acto
administrativo que no fueron objeto del pertinente recurso que dedujo el contribuyente ante
el TFN, toda vez que, de otro modo, se afectaría el principio de congruencia (cfr. Fallos -
310:1068). Por tanto, corresponde restringir los alcances del pronunciamiento apelado a los
límites que resultan de lo expuesto.
Antonio Boggiano
INTERESES
Cristalería de Cuyo SA
Suprema Corte:
La CNFed. Cont. Adm., Sala IV, confirmó la resolución de fs. 56/57, en la que se había
declarado la improcedencia de las pretensiones de la recurrente.
Estas reconocen sustento en la inteligencia del art. 42 de la ley 11683 según la cual esa
norma contiene una reserva implícita en el sentido de que no pueden considerarse
renunciados por el Fisco Nacional los intereses devengados en su favor, ni siquiera en el
caso de que no se hubiese formulado objeción en el momento de intimar el pago o en el de
percibir el importe de las deudas tributarias, y la decisión del Tribunal ha sido contraria a
dicha interpretación.
Opino por tanto, que existe en autos materia federal bastante para su examen de la instancia
del art. 14 de la ley 48.
Mario J. López
VISTOS:
CONSIDERANDO:
1º) Que la CNFed. Cont. Adm. Nº 4, confirmó el pronunciamiento del Tribunal Fiscal de la
Nación que había dejado sin efecto la resolución por la cual la DGI intimó a la empresa
Ika-Renault SAICyF el ingreso de $ 218.558,32 en concepto de intereses por mora en el
pago del impuesto a las ventas correspondientes a la segunda quincena de mayo de 1973.
2º) Que contra aquel fallo el organismo fiscal interpuso recurso extraordinario -concedido a
fs. 88-, el que es procedente por controvertirse aspectos relacionados con la interpretación
del art. 42 de la ley 11683 (t.o. 1968 y sus modif.) y ser la sentencia del Tribunal Superior
de la causa contraria a la pretensión que el apelante sustenta (art. 14, inc. 3 de la ley 48).
3º) Que según resulta de los antecedentes administrativos agregados, el 5/6/1973 la firma
Ika-Renault entregó al ente recaudador el certificado de reintegro de impuestos 158712, por
la suma de $ 731.992,50, imputándolo al pago del impuesto a las ventas por la segunda
quince de mayo de 1973. En razón de haber comunicado la Administración Nacional de
Aduanas a la DGI, con fecha 5 de octubre del mismo año, que dicho certificado había sido
observado -sin dar otra explicación-, el segundo de estos organismos intimó al
contribuyente el ingreso del tributo expresado, bajo apercibimiento de proceder a su cobro
por vía judicial. Ika-Renault cumplió con la intimación, el 9/8/1974; y el 22 del mismo mes
se le reclamó el pago de intereses resarcitorios, previstos por el art. 42 de la ley 11683 (t.o.
1968 y sus modif.), para los casos de mora, decisión que la empresa recurrió ante el
Tribunal Fiscal de la Nación.
4º) Que este organismo jurisdiccional, haciendo aplicación del art. 624 del CC, resolvió que
la aceptación del capital por el acreedor -DGI- sin reserva alguna sobre los intereses, había
extinguido la obligación del deudor respecto de éstos.
5º) Que llevado el asunto a los estrados judiciales, la CNFed. Cont. Adm., Sala 4, mantuvo
el pronunciamiento, aunque limitando la aplicación del art. 624 a las particularidades del
caso. En ese sentido, el Tribunal sostuvo que habiendo conocido exactamente el Fisco la
existencia y medida de la deuda y fijado un nuevo plazo para que ésta se abonara, ante la
comunicación que le cursara el contribuyente informándole sobre el ingreso del capital,
tuvo oportunidad para formular la reserva relativa a los intereses, la falta de diligencia del
ente recaudador no podía dejar subsistente la obligación de abonarlos, con desmedro de la
estabilidad de las relaciones jurídicas.
6º) Que en materia de interpretación de las leyes tributarias -sustanciales y formales- esta
Corte tiene expresado que "la exégesis debe efectuarse a través de una razonable y discreta
interpretación de los preceptos propios del régimen impositivo y de los principios que los
informan con miras a determinar la voluntad legislativa. Si tales fuentes no son decisivas,
cabe recurrir a los principios de derecho común, con carácter supletorio posterior" (Fallos:
258:149).
Esta regla metodológica se encuentra legislada en el art. 11 de la ley 11683 (t.o. 1968 y sus
modif.), que establece: "En la interpretación de las disposiciones de esta ley o de las leyes
impositivas sujetas a su régimen, se atenderá al fin de las mismas y a su significación
económica. Sólo cuando no sea posible fijar por la letra o por su espíritu, el sentido o
alcance de las normas, conceptos o términos de las disposiciones antedichas, podrá
recurrirse a las normas, conceptos y términos del derecho privado".
Consagra, así, este proceso, la primacía en el terreno tributario de los textos que le son
propios, de su espíritu y de los principios de la legislación especial; y con carácter
supletorio o secundario, de los que pertenecen al derecho privado (Fallos: 237:452;
249:189; 297:500).
El art. 42 de la ley 11683 (t.o. 1974 y sus modif.), establecía: "La falta total o parcial de
pago de los gravámenes, retenciones, anticipos y demás pagos a cuenta, devengará desde
sus respectivos vencimientos, sin necesidad de interpelación alguna y hasta el día de pago,
de pedido de prórroga o de interposición de la demanda de ejecución fiscal o de apertura de
concurso, un tipo de interés que no podrá exceder, en el momento de su establecimiento, el
doble del interés vigente para el descuento de documentos comerciales y cuya tasa fijará
con carácter general el Ministerio de Hacienda y Finanzas, en su caso, en función de la
mora...".
La circunstancia de que el texto transcripto no establezca, en lo relativo a intereses
moratorios, que subsiste la obligación de abonarlos no obstante la falta de reserva por parte
del Fisco al recibir el tributo, no puede significar que deba aplicarse supletoriamente el
principio contenido en el art. 624 del CC, pues no existe compatibilidad entre los supuestos
comunes contemplados por esta norma y el sistema especial de recaudación de los
gravámenes comprendidos de la ley citada.
Esta Corte tiene expresado, con carácter general, que el art. 624, al disponer que el recibo
del capital sin reserva alguna sobre los intereses extingue la obligación del deudor respecto
de ellos, impone como única formulación válida de la reserva que se haga al mismo tiempo
y en el mismo acto de recibir el capital (Fallos: 22:385; 127:87; 131:7; 183:276; 194:24;
202:542).
El efecto señalado, cuando no se observa este requisito, no puede ser extendido, sin más, a
los tributos alcanzados por la ley 11683 (t.o. 1974 y sus modif.), pues al establecer el art. 38
del decreto reglamentario de la misma, que el pago "se hará exclusivamente mediante
depósito en las cuentas especiales del Banco de la Nación Argentina y de los bancos
particulares que la Dirección haya autorizado o autorice en el futuro a ese objeto...", ha
creado un sistema propio que priva al Fisco -como sujeto activo de la relación tributaria- de
recibir directamente las sumas abonadas por los contribuyentes o responsables y formular
en el mismo acto la reserva sobre los intereses.
8º) Que, en cambio, dada la naturaleza resarcitoria de éstos -que surge del art. 42- y la falta
de toda previsión sobre el carácter de la mora del deudor, es posible recurrir a la legislación
común para llenar ese vacío.
Ello, en cuanto al elemento formal; pero nada dice respecto del elemento subjetivo -
imputabilidad del retardo- que integra también el concepto de aquel instituto jurídico.
En este sentido, resulta aplicable a la ley tributaria la última parte del art. 509 del CC, que
exime al deudor de las responsabilidades de la mora -intereses moratorios, etc.- cuando
prueba que no le es imputable.
9º) Que en el caso, incumbe al a quo pronunciarse en los términos del art. 512 del CC -
siempre que sea posible determinarlo con los elementos de juicio que obran en autos-, si ha
existido o no culpa del contribuyente en relación con el deber de diligencia puesto en el
cumplimiento de la obligación tributaria sustancial.
Por ello, oído el Sr. procurador general, se deja sin efecto la sentencia apelada en cuanto
fue materia de recurso extraordinario. Costas en el orden causado. Devuélvanse los autos al
Tribunal de origen a fin de que dicte nuevo pronunciamiento de conformidad con lo
establecido precedentemente. Notifíquese.
Adolfo R. Gabrielli - Abelardo F. Rossi - Elías P. Guastavino - César Black
CONSIDERANDO:
I. Que la Sala III de la CNFed. Cont.-Adm., al confirmar lo decidido por el TFN, mantuvo
la resolución de la DGI en cuanto impugnó las declaraciones juradas de la actora en el
impuesto a las ganancias correspondientes a los ejercicios fiscales 1992, 1993 y 1994,
determinó de oficio su obligación por el mencionado tributo en tales períodos, y dispuso la
aplicación de los intereses resarcitorios previstos por el art. 42 de la ley 11683 (t.o. 1978 y
sus modif.).
II. Que contra tal sentencia la parte actora planteó el recurso ordinario de apelación que fue
concedido a fs. 178, y resulta formalmente admisible pues la Nación es parte en el pleito y
el monto disputado, sin sus accesorios, supera el mínimo establecido por el art. 24, inc. 6,
ap. a), del decreto-ley 1285/1958 y la R. 1360/1991 de esta Corte. El memorial de agravios
obra a fs. 184/198 y su contestación a fs. 201/210.
III. Que la determinación de oficio -cuya impugnación dio origen a esta causa- radica en
que, en el concepto del organismo recaudador, es improcedente la deducción del impuesto a
los activos efectuada por la empresa actora en la liquidación de la base imponible del
impuesto a las ganancias en los ejercicios fiscales antes citados pues el primero de tales
tributos no ha sido efectivamente pagado ya que, a tal efecto, el contribuyente empleó el
mecanismo previsto por el art. 10 de la ley 23760 (modificada por la ley 23905), de manera
que no constituyó un gasto susceptible de ser deducido en la liquidación del tributo a las
ganancias.
IV. Que el a quo coincidió con el criterio de la DGI. Tras referirse a la modificación que la
ley 23905 introdujo en el art. 10 de la ley 23760, por la que se estableció que el impuesto a
las ganancias determinado para el mismo ejercicio fiscal por el cual se liquida el impuesto a
los activos podía ser computado como pago a cuenta de este último tributo -invirtiendo la
relación entre ambos gravámenes fijada por el texto original-, consideró que la actora
pretendía transformar una ficción de pago -el cómputo del pago a cuenta- en una salida
efectiva de fondos, ya que en realidad el desembolso efectuado es en concepto del impuesto
a las ganancias, el cual genera -según lo autoriza la ley- la posibilidad de su imputación en
el otro impuesto. De tal modo, juzgó que el criterio sostenido por la actora lleva a ampliar
indebidamente el beneficio fiscal que se ha querido otorgar y a burlar la prohibición de
deducir el impuesto a las ganancias en ese mismo gravamen (art. 88, inc. d], de la ley
20628, t.o. 1986).
V. Que la actora sostiene en su memorial de agravios que el impuesto a las ganancias, a raíz
de la mencionada modificación introducida por la ley 23905 en el art. 10 de la ley 23760, se
transformó en pago a cuenta del impuesto sobre los activos, por lo cual el pago efectuado
revestía la naturaleza de este último tributo. En consecuencia -según su razonamiento-
resulta deducible de la base del impuesto a las ganancias de acuerdo con lo establecido por
el art. 82, inc. a), de la ley 20628 (t.o. 1986 y sus modif.), dada la inexistencia de
prohibición o restricción legal que impida tal deducción.
Por otra parte, aduce que la circunstancia de que para cancelar el impuesto sobre los activos
no haya habido una "salida efectiva de fondos" no obsta a la procedencia de la deducción
de su importe en la base imponible del tributo a las ganancias pues la citada ley 20628
autoriza expresamente a detraer ciertos conceptos que en realidad no representan efectivas
erogaciones, como en el caso de las amortizaciones y las pérdidas previstas en los incs. c) y
d) de su art. 82, ya que -según afirma- es deducible todo lo que la ley indica como tal, aun
cuando no tenga el carácter de gasto necesario para obtener, mantener y conservar el rédito.
VI. Que la ley del impuesto a las ganancias (ley 20628, t.o. 1986, con las modif. vigentes
en los ejercicios fiscales que interesan en el "sub examine"), al tiempo que prescribe que
ese impuesto no es deducible de su base imponible (art. 88, inc. d], autoriza, en cambio, la
deducción de los "impuestos y tasas que recaen sobre los bienes que produzcan ganancias"
(art. 82, inc. a]).
VII. Que un impuesto o tasa, para que resulte deducible en los términos de la norma citada
en último lugar, debe representar una efectiva erogación para el contribuyente pues, de no
ser así, no hay en rigor un gasto ni disminución patrimonial que justifique detraer suma
alguna. Esta inteligencia de la norma del citado inciso surge sin esfuerzo de su propia letra -
pues es evidente que los tributos implican una carga económica-, de su integración con las
restantes disposiciones del impuesto a las ganancias, y del principio aplicable en la
interpretación de las disposiciones de las leyes tributarias, prescripto por el art. 1 de la ley
11683 y recibido por la jurisprudencia de esta Corte (Fallos - 249:657 - 251:379 - 283:258,
entre muchos otros), que consiste en la observancia de la realidad económica.
Los casos invocados por el apelante, con el propósito de demostrar que la ley del impuesto
a las ganancias admite deducciones que no constituyen salidas de fondos, en modo alguno
desvirtúan la afirmación que antecede pues si bien es verdad que las pérdidas a que se
refieren los incs. c) y d) del art. 82, así como las amortizaciones por desgaste y agotamiento
-inc. f) del mismo artículo- no constituyen, de por sí, un desembolso de dinero, se
relacionan con supuestos que importan la disminución del valor -o la desaparición- de
bienes que producen ganancias o que se encuentran afectados a la explotación, mientras que
en lo que respecta al impuesto sobre los activos, en las condiciones del caso "sub examine",
el patrimonio de la empresa actora no se ha visto afectado en modo alguno.
VIII. Que resulta incontrastable la afirmación del a quo en cuanto a que el impuesto que ha
sido realmente pagado es el que recae sobre las ganancias. En lo que respecta al impuesto
sobre los activos, la actora se ha visto beneficiada por la ficción legal establecida por el art.
10 de la ley 23760 -con la modificación introducida por la ley 23905-, lo cual le ha
permitido cancelarlo sin realizar ningún sacrificio patrimonial. Sobre el punto, la insistencia
del apelante en sostener que hubo una imputación autorizada por la ley, por la cual el pago
fue computado al impuesto sobre los activos, hace necesario poner de relieve que tal
imputación resulta sólo del procedimiento adoptado por el legislador para evitar una
presión fiscal que juzgó excesiva, en virtud de la cual el pago del impuesto a las ganancias
es susceptible de cancelar también el otro impuesto; pero de tal mecanismo no puede
derivar otra consecuencia que la dispuesta por la propia norma ya que de lo contrario se
llegaría a conclusiones absurdas, tal como la de entender que, pese a que el pago fue
efectuado en concepto del impuesto a las ganancias, este gravamen se encuentra insoluto
porque aquél fue imputado a cancelar otro impuesto. En síntesis, la realidad es que sólo
hubo un pago y que éste correspondió al impuesto a las ganancias, el cual no es deducible
de su propia base (art. 88, inc. d]).
IX. Que, por lo tanto, ninguna conclusión favorable a la tesis sostenida por la actora
corresponde extraer de la circunstancia de que el régimen legal vigente en los períodos
fiscales objeto de debate en este pleito no haya excluido expresamente a supuestos como el
de autos de la autorización para deducir impuestos y tasas prevista por el art. 82, inc. a), ya
que el recto sentido que corresponde atribuir a las normas en juego -según ha sido
establecido en los considerandos precedentes- determina que habría sido superflua una
norma que estableciese la aludida exclusión.
Notifíquese y devuélvase.
Julio S. Nazareno - Eduardo Moliné O'connor - Carlos S. Fayt - Augusto C. Belluscio -
Enrique S. Petracchi - Antonio Boggiano - Guillermo A. F. López - Gustavo A. Bossert -
Adolfo R. Vázquez
28/07/2005
Fecha: 28/07/2005
Hechos
Sumarios
1.
o Voces
3.
o Voces
4.
o Voces
5.
o Voces
6.
o Voces
Suprema Corte:
Para así resolver, el a quo recordó que la ley 11.683 permite la compensación de tributos,
así como que no hay norma legal que determine el período a considerar en mora, por lo que
debe estarse a la remisión al Código Civil que establece el art. 11 de aquel cuerpo
normativo.
Sostiene, en síntesis, que es arbitraria la interpretación del a quo sobre las normas que
regulan la compensación de deudas tributarias, aunque -aclara- éste no es el núcleo
principal de la cuestión, sino dilucidar desde cuándo produce efectos la presentación de la
solicitud de compensación. En este sentido, señala que en autos no se discute la
procedencia de la compensación efectuada por el actor, sino sus efectos y, por ello, critica
la sentencia cuando pretende aplicar, al sub lite, forzadamente las normas del Código Civil
cuando existe legislación tributaria específica que la regula, en cuyo ámbito existen normas
interpretativas (art. 11 de la ley 11.683), que deben aplicarse en primer lugar para resolver
el conflicto.
Desde esta perspectiva, dice, no hay vacío normativo, porque la resolución general (DGI)
2542, dictada conforme a derecho, establece expresamente los efectos de la presentación de
la solicitud de compensación. Así, el art. 8° prescribe que aquéllas producirán efectos desde
el momento de su presentación, siempre que en dicho acto se hubieren observado todos los
requisitos exigidos y, en caso contrario, sólo los producirán a partir de la fecha en que se
cumplan en su totalidad. Por ello, cuando la Cámara resolvió aplicar el art. 818 del C.C.
omitió pronunciarse sobre una cuestión fundamental para la dilucidación de la causa, que
había planteado oportunamente, cual es que la jueza de primera instancia declaró que
aquella resolución general era ilegítima por variar los efectos de la ley, aun cuando ello no
fue postulado por la actora, que no cuestionó su validez constitucional.
Pero, lo más llamativo del caso es que el a quo falló en contra de la posición que había
adoptado al resolver una causa anterior, donde también se discutían los efectos de la
solicitud de compensación y la procedencia de los intereses resarcitorios. Al respecto,
transcribió las partes pertinentes de dicha decisión, de donde surgiría que la Cámara acogió
su posición en cuanto a que los intereses que se devengan por el ingreso extemporáneo de
la obligación tributaria se calculan desde el vencimiento del impuesto hasta la presentación
de la solicitud de compensación y justificó este proceder en que recién a partir de ese
momento las sumas a compensar comenzaron a coexistir.
IV. En cuanto al fondo del asunto, cabe tener presente que, si se encuentra en discusión el
contenido y alcance de una norma de derecho federal, la Corte no se encuentra limitada por
los argumentos de las partes o del a quo sino que le incumbe realizar una declaratoria sobre
el punto disputado (Fallos: 324:920; 325:178, 860 y 1038, entre otros).
Ello sentado, es del caso destacar que no existe controversia sobre la compensación
efectuada por el contribuyente, como se encargó de señalar la apelante (v. manifestaciones
de fs. 123, primer párrafo), sino solamente hasta cuándo deben calcularse los intereses
resarcitorios por pagos fuera de término de obligaciones que luego fueron compensadas.
Sobre el punto existe coincidencia entre las partes en que aquéllos corren desde el
vencimiento general de la obligación pero discrepan sobre la fecha en que deben finalizar,
pues mientras el actor sostiene que culminan en los distintos vencimientos de las
declaraciones juradas cuyos saldos a favor de libre disponibilidad fueron afectados a la
cancelación de la deuda por capital, por el contrario, la DGI pretende que se calculen hasta
la presentación de las solicitudes de compensación.
Dicha regla metodológica se encuentra legislada en la ley 11.683 (art. 1°, t.o. 1998), que de
tal forma, en el terreno tributario, otorga la primacía a los textos que le son propios, de su
espíritu y de los principios de la legislación especial y, con carácter supletorio o secundario,
de los que pertenecen al derecho privado (Fallos: 304:203, con sus citas, 323:1315).
La ley 11.683 admite que la compensación, como modo de extinción de las obligaciones
tributarias, puede practicarse de oficio por el organismo fiscal o bien a requerimiento del
contribuyente, conforme a lo que se deduce de lo dispuesto por los arts. 34 y 35 (t.o. 1978,
vigentes al momento de los hechos, cuyos textos corresponden a los arts. 28 y 29 del t.o.
1998).
Así lo reconoció V.E. en Fallos: 312:1239 y, en fecha reciente, también sostuvo que el art.
35 de la ley 11.683 (t.o. 1978), que autoriza a la DGI a compensar los saldos acreedores de
los contribuyentes con las deudas o saldos deudores por impuestos, no determina el
apartamiento de los presupuestos elementales que el Código Civil establece para que sea
posible la compensación entre quienes reúnen la calidad de acreedor y deudor
recíprocamente (B. 574. XXXIII. "Provincia de Buenos Aires c. Dirección General
Impositiva (D.G.I.) s/impugnación de acto administrativo", sentencia del 11 de marzo de
2003, con cita de Fallos: 285:44).
Por su parte, la resolución general (DGI) 2542 reglamenta el procedimiento que deben
seguir los contribuyentes y responsables para solicitar la compensación de sus obligaciones
y, en lo que aquí interesa, dispone que tales solicitudes producirán efectos desde el
momento de su presentación, siempre que en dicho acto se hubieren observado todos los
requisitos exigidos. En caso contrario, sólo producirán efectos a partir de la fecha en que se
verifique el cumplimiento total de aquéllos (art. 8°).
Pues bien, en este contexto, pienso que la sentencia apelada se ajusta a derecho, pues, ante
la falta de previsión legal expresa, de contenido tributario, que contemple esta situación,
recurrió a las disposiciones pertinentes del Código Civil, en cuanto a que la compensación
se verifica entre quienes reúnen la calidad de acreedor y deudor recíprocamente, desde el
momento en que coexisten las deudas (art. 818), en concordancia con las pautas adoptadas
por V.E. en la causa B. 574. XXXIII ya indicada.
Asimismo, no puedo dejar de señalar que dicho criterio se alinea con la razón de ser de los
intereses resarcitorios, que no es de naturaleza represiva (Fallos: 323:1315), sino que tiene
por objeto retribuir la privación del capital de las sumas adeudadas (arg. de Fallos:
316:762), mientras que, adoptar la posición contraria esgrimida por la apelante, sería
asignarle aquel carácter que V.E. le negó y consagrar una situación de enriquecimiento sin
causa, pues aquélla tuvo las sumas a su disposición desde el vencimiento de las
declaraciones juradas cuyos saldos a favor de libre disponibilidad fueron afectados a la
cancelación de la deuda por capital.
Por último, cabe consignar que no obsta a este razonamiento la previsión del art. 8° de la
resolución general (DGI) 2542, pues ésta tiene por efecto declarar la extinción de las
deudas por compensación, siempre que la DGI lo admita y, en el caso, aquélla no
desconoció ni discutió la realizada por la actora.
2. Que para decidir en el sentido indicado, tras señalar que la ley 11.683 autoriza la
compensación de deudas tributarias, juzgó que ante la ausencia de norma legal expresa que
determine el período a considerar en mora y la remisión efectuada por el art. 11 de la
mencionada ley, resultaba supletoriamente aplicable al caso lo dispuesto por el art. 818 del
Código Civil en cuanto prevé que la compensación de deudas entre deudor y acreedor
extingue la obligación "... hasta donde alcance la menor desde el tiempo en que ambas
comenzaron a coexistir". En consecuencia, entendió que asistía razón a la actora en cuanto
a que el período de mora -que daba lugar a los intereses- se limitaba al transcurrido desde la
fecha del vencimiento general de la obligación hasta el vencimiento de las declaraciones
juradas de las que resultaron los saldos a su favor. Agregó que el organismo recaudador
tuvo a su disposición desde entonces "excedentes de capital, que luego fueron compensados
con crédito a favor del Fisco" por lo que, en su concepto, una interpretación contraria
"llegaría a favorecer el enriquecimiento ilegítimo de la demandada" (fs. 112).
3. Que contra tal sentencia el Fisco Nacional interpuso recurso extraordinario que fue
concedido a fs. 139/139 vta. y que resulta formalmente procedente toda vez que se
encuentra en discusión la inteligencia y aplicación de normas de carácter federal, y la
sentencia definitiva del superior tribunal de la causa es contraria al derecho que el apelante
sustenta en ellas (art. 14, inc. 3° de la ley 48).
5. Que en el derecho tributario ha sido consagrada la primacía de los textos que le son
propios, de su espíritu y de los principios de la legislación especial, y con carácter
supletorio o secundario los que pertenecen al derecho privado (art. 1° de la ley 11.683 -
texto ordenado según el decreto 821/98- y Fallos: 237:452; 249:189; 280:82; 290:97, entre
otros). Al respecto ha señalado el Tribunal que el concepto de "leyes impositivas"
empleado en la norma citada no excluye a las disposiciones reglamentarias emanadas de los
órganos competentes, pues ellas, en la medida que respeten su espíritu, son parte integrante
de la ley reglamentada y tienen la misma validez y eficacia que la propia ley (Fallos:
308:682, considerando 6° y sus citas).
7. Que cabe poner de relieve que en el sub lite -como ya ha sido señalado- el Fisco
Nacional no cuestiona la procedencia de las compensaciones solicitadas por el
contribuyente, y que a su vez, éste acepta que tales compensaciones se encuentran
reguladas por la mencionada resolución general, tal como expresamente lo manifiesta en el
escrito de interposición de la demanda (confr. fs. 16 y 17), sin cuestionar la validez de
dicho reglamento. Sin embargo, aduce que los efectos a que alude el art. 8° -
precedentemente transcriptos- son de carácter declarativo, "ya que los constitutivos se
hallan plasmados en los saldos a favor de esta Empresa, cuya materialidad resulta
innegable" (fs. 16 vta.).
8. Que pese a los argumentos desarrollados por la actora, una interpretación razonable y
discreta del mencionado art. 8° conduce a sostener que los "efectos" a los que se refiere no
pueden ser otros que la extinción de la obligación tributaria que el contribuyente pretende
compensar. De manera que al fijar la norma el momento en el que aquél se produce -en el
caso, desde la presentación de la solicitud respectiva- debe estarse, por las razones antes
expuestas, a las disposiciones del ordenamiento tributario, ya que -contrariamente a lo
sostenido por el a quo- no se presenta un vacío que haga necesario acudir supletoriamente a
las soluciones que ofrecería el derecho privado.
9. Que en orden a ello debe considerarse a mayor abundamiento que -al no tratarse de un
supuesto de compensación de oficio o "automática"- si la actora optó discrecionalmente por
destinar los saldos a su favor a obtener la compensación autorizada por la ley 11.683 y
reglamentada por la resolución general 2542, no puede sustraerse a lo dispuesto por dicha
normativa en cuanto al momento a partir del cual el pedido de compensación produce
efectos, ni pretender que se asigne al art. 8° de aquel reglamento una interpretación que
equivalga a prescindir de su texto (Fallos: 315:2555, entre otros).
10. Que por lo tanto, cabe concluir que la actora sólo canceló el saldo de impuesto en la
fecha en que presentó las solicitudes de compensación, por lo que resulta procedente la
exigencia de los intereses devengados durante ese lapso por la suma adeudada.
2. Que para decidir en el sentido indicado, tras señalar que la ley 11.683 autoriza la
compensación de deudas tributarias, juzgó que ante la ausencia de norma legal expresa que
determine el período a considerar en mora y la remisión efectuada por el art. 11 de la
mencionada ley, resultaba supletoriamente aplicable al caso lo dispuesto por el art. 818 del
Código Civil en cuanto prevé que la compensación de deudas entre deudor y acreedor
extingue la obligación "... hasta donde alcance la menor desde el tiempo en que ambas
comenzaron a coexistir". En consecuencia, entendió que asistía razón a la actora en cuanto
a que el período de mora -que daba lugar a los intereses- se limitaba al transcurrido desde la
fecha del vencimiento general de la obligación hasta el vencimiento -o presentación- de las
declaraciones juradas de las que resultaron los saldos a su favor. Agregó que el organismo
recaudador tuvo a su disposición desde entonces "excedentes de capital, que luego fueron
compensados con crédito a favor del Fisco" por lo que, en su concepto, una interpretación
contraria "llegaría a favorecer el enriquecimiento ilegítimo de la demandada" (fs. 112).
3. Que contra tal sentencia el Fisco Nacional interpuso recurso extraordinario que fue
concedido a fs. 139/139 vta. y que resulta formalmente procedente en tanto se encuentra en
discusión la inteligencia y aplicación de normas de carácter federal, y la sentencia definitiva
del superior tribunal de la causa es contraria a las pretensiones que el apelante sustenta en
ellas (art. 14, inc. 3° de la ley 48).
5. Que en el derecho tributario ha sido consagrada la primacía de los textos que le son
propios, de su espíritu y de los principios de la legislación especial, y con carácter
supletorio o secundario los que pertenecen al derecho privado (art. 1° de la ley 11.683 -
texto ordenado según el decreto 821/98- y Fallos: 237:452; 249:189; 280:82; 290:97, entre
otros). Al respecto ha señalado el Tribunal que el concepto de "leyes impositivas"
empleado en la norma citada no excluye a las disposiciones reglamentarias emanadas de los
órganos competentes, pues ellas, en la medida que respeten su espíritu, son parte integrante
de la ley reglamentada y tienen la misma validez y eficacia que la propia ley (Fallos:
308:682, considerando 6° y sus citas).
7. Que cabe poner de relieve que en el sub lite -como ya ha sido señalado- el Fisco
Nacional no cuestiona la procedencia de las compensaciones solicitadas por el
contribuyente, y que a su vez, éste acepta que tales compensaciones se encuentran
reguladas por la mencionada resolución general, tal como expresamente lo manifiesta en el
escrito de interposición de la demanda (confr. fs. 16 y 17), sin cuestionar la validez de
dicho reglamento. Sin embargo, aduce que los efectos a que alude el art. 8° -
precedentemente transcriptos- son de carácter declarativo, "ya que los constitutivos se
hallan plasmados en los saldos a favor de esta Empresa, cuya materialidad resulta
innegable" (fs. 16 vta.).
Suprema Corte:
-I-
Para así decidir, recordó que el citado precepto disponía que las reorganizaciones
societarias enmarcadas en el art. 70 de la ley del impuesto a las ganancias (t.o. en. 1977).
debían ser comunicadas al ente recaudador dentro de los ciento ochenta días "corridos"
contados a partir de la fecha de la reorganización.
Agregó que tal disposición se encuentra en sintonía con lo normado en el art. 1º, inc. e), ap.
2), de la ley de procedimientos administrativos, que fija que los plazos se contarán por días
hábiles administrativos, salvo disposición legal en contrario.
Por esto, consideró que el plazo en días "corridos" empleado por el art. 1º de la resolución
general (DGI) 2.245 resulta inconstitucional, pues se alza contra el régimen general de
cómputo de los términos en días "hábiles administrativos" dispuesto por las leyes 11.683 y
19.549, sin que el citado reglamento revista el carácter de ley especial, requisito exigido por
estas últimas dos normas para permitir un apartamiento de sus preceptos.
-II-
Señala que el art. 77 de la ley del impuesto a las ganancias (t.o. en 1997) establece que la
reorganización debe ser comunicada a la DGI en los plazos y condiciones que ella
determine, razón por la cual existe una delegación legislativa en favor del organismo
recaudador para que sea éste quien fije el término en que debe ser presentada la
comunicación.
Añade que la exigencia de que sea una ley emanada del Congreso la que fije el lapso en
días "corridos", como lo requiere la cámara en su pronunciamiento está cumplido en este
caso, pues es el art. 77 de la ley del impuesto a las ganancias es el que lo hace, si bien
encomendando está tarea al organismo recaudador.
-III-
-IV-
Sentado ello, es mi parecer que el organismo recaudador se encuentra facultado para fijar el
término dentro del cual la reorganización societaria debe ser comunicada, pues el art. 77 de
la ley del impuesto a las ganancias (t.o. 1997) claramente determina que: “La
reorganización deberá ser comunicada a la Dirección General Impositiva en los plazos y
condiciones que la misma establezca".
Pienso que tal atribución no encierra violación alguna al principio de reserva de ley en
materia tributaria consagrado en los arts. 4º, 17, 52 y 75 de la Constitución Nacional pues,
como adecuadamente V.E. puso de resalto en Fallos: 329:1554, éste abarca tanto a la
creación de impuestos, tasas o contribuciones como a las modificaciones de los elementos
esenciales que componen el tributo, es decir el hecho imponible, la alícuota, los sujetos
alcanzados y las exenciones (cfr. cons. 10º).
-V-
Llegados a este punto, corresponde analizar si este plazo que válidamente puede fijar la
AFIP, debe ser establecido en días "corridos" o "hábiles".
Al respecto, el art. 4º, segundo párrafo, de la ley 11.683 preceptúa: "Para todos los términos
establecidos en las normas que rijan los gravámenes a los cuales es aplicable esta ley, se
computarán únicamente los días hábiles administrativos, salvo que de ellas surja lo
contrario o así corresponda en el caso". A su turno, el art. 112 de la misma ley determina
que sus disposiciones se aplican, entre otros, al impuesto a las ganancias.
Por su parte, el art. 1º, inc. e), ap. 2), de la ley 19.549 menciona que los plazos se contarán
por días hábiles administrativos, "salvo disposición legal en contrario".
En este punto es prudente recordar que cuando una ley es clara y no exige mayor esfuerzo
interpretativo, no cabe sino su directa aplicación (Fallos: 320:2145, cons. 6º y su cita), y
que es adecuado dar a las palabras de la ley el significado que tienen en el lenguaje común
(Fallos: 302:429), o bien en el sentido más obvio del entendimiento común (Fallos:
320:2649).
Sobre la base de dichas pautas hermenéuticas, me parece evidente que las expresiones
"normas que rijan los gravámenes" y "disposición legal en contrario" empleadas por la ley
11.683 y 19.549, respectivamente, no exigen una ley formal, es decir emanada del
Congreso, para establecer términos en días corridos, sino que ambas indican -en forma
concordante- que otras normas jurídicas generales de rango distinto pueden hacerlo, sin
mengua de su eficacia o validez con sustento en su naturaleza de decreto reglamentario o
resolución general.
A la luz de la redacción empleada por la ley 11.683, no puede pasar inadvertido que los
tributos no sólo están "regidos" por las leyes formales que los crean y fijan sus elementos
esenciales, sino también por una pléyade de normas de rango infralegal que integran el
conjunto de disposiciones imperativas que instituyen y regulan su funcionamiento y que
poseen la misma eficacia que las primeras, en tanto respeten su espíritu (Fallos: 281: 170;
304:438).
Por lo dicho, entiendo que el organismo recaudador puede válidamente fijar el plazo para la
comunicación en días "corridos", en uso de las atribuciones conferidas por el art. 77 de la
ley del impuesto a las ganancias y, en consecuencia, debe revocarse la sentencia de fs.
242/245 en cuanto declaró la inconstitucionalidad del art. 1º de la resolución general (DGI)
2.245.
-VI-
Sentado lo anterior, corresponde tratar las demás argumentaciones traídas por la actora,
relativas a la "fecha de la reorganización", con base en lo dispuesto por el art. 105 del
decreto reglamentario 1.344/98.
Ello es así, conforme a la doctrina que establece que, en resguardo del derecho de defensa,
la vencedora en la segunda instancia puede plantear o mantener, al contestar el memorial de
su contraría, aquellos argumentos o defensas desechados en las etapas anteriores, que se ha
visto impedida de cuestionar por apelación pues, si bien no le eran favorables, no le
causaban agravios desde el punto de vista procesal (doctrina de Fallos: 247:111; 265:201;
276:261; 311:696 y 1337; 324:3345, entre otros).
La condición exigida se halla cumplida en esta causa, pues Guido C. Caratti e Hijos S.R.L.,
al contestar el traslado del recurso extraordinario en examen, mantuvo estos argumentos
que no fueron tratados por las sentencias de las instancias anteriores (cfr. pto. IV "Restantes
defensas esgrimidas por esta parte", fs. 273).
Sin embargo, añade que no pudo cumplir en término con los trámites societarios de la
escisión, razón por la cual la actividad la continuó desarrollando Guido C. Caratti e Hijos
S.R.L. en su totalidad hasta el momento de la efectiva escisión, circunstancia que
finalmente ocurrió un año más tarde de lo originalmente previsto, es decir el 1/04/00.
Relata que el 12/09/00 hizo una nueva presentación comunicando esta escisión operada el
1/04/00, la cual no fue debidamente tenida en cuenta por la Administración al momento de
decidir.
Resalta que tanto los arts. 77 y 78 de la ley como el 105 de su decreto reglamentario dan
efecto a todas las condiciones a partir de la fecha de la efectiva reorganización, siendo el
propio reglamento el que la define como "la del comienzo, por parte de la o las empresas
continuadoras, de la actividad o actividades que desarrollaban sus antecesoras".
Bajo este prisma, asevera que los plazos de la reorganización, a todos los fines y entre ellos
queda comprendido el de la comunicación prevista en el art. 1º de la resolución general
(DGI) 2.245, deben tomarse a partir de la fecha de la reorganización y ésta es aquella en la
cual la continuadora inicia el desarrollo de la actividad dé la antecesora, lo que en su caso
se produjo el 1/04/00.
Para demostrar este aserto, la accionante ofreció y produjo prueba informativa y pericial
contable (cfr. fs. 154/155 y 158/159, respectivamente).
Corrido el pertinente traslado de ese informe pericial, la AFIP manifestó que esta prueba
resultaba inconducente pese a lo cual, por imperativo procesal, formuló una serie de
consideraciones respecto de su validez y corrección técnica (fs. 161).
Por lo hasta aquí expuesto, me limito a opinar que se debe hacer lugar al recurso
extraordinario, revocar la sentencia apelada y, en caso de que V.E. considere que se ha
demostrado que la "fecha de la reorganización" fue el 1/04/00 y se ha cumplido entonces
con el plazo reglamentariamente fijado para el trámite en cuestión, hacer lugar a la
demanda.
ES COPIA
Laura M. Monti
Adriana N. Marchisio
Prosecretaria Administrativa
"Guido C. Caratti e Hijos S.R.L. c/ AFIP - DGI - resol. 122/01 s/ Dirección General
Impositiva".
CONSIDERANDO:
Notifíquese y remítase.
Carlos S. Fayt
Carmen M. Argibay
ES COPIA
Recurso extraordinario interpuesto por la AFIP, representado por el Dr. Eduardo Salvatore,
con el patrocinio letrado del Dr. Enrique Carballo.
Traslado contestado por Guido C. Caratti e Hijos SRL, representada por la Dra. Margarita
Victoria D'Amico, con el patrocinio de los Dres. Miguel José Cucchietti y Gastón Arcal.
Valot, Eduardo A.
Suprema Corte:
Para así decidir, recordó un precedente del mismo tribunal en el que se consideró que del
análisis del artículo 42 -actual 37- de la ley 11683 no surgía que estuviera prevista la
aplicación de intereses resarcitorios sobre intereses de ese mismo tipo, aun cuando éstos se
capitalizaran, pues interpretar lo contrario implica violar el principio de legalidad al crear
un suplemento tributario sin una norma previa que le otorgue fundamento. Añadió que, no
obstante que la reforma introducida por la ley 25239 al actual artículo 37 de la citada ley
tendría efectos aclaratorios, lo cierto es que con anterioridad "no existía norma legal alguna
que estableciera la mentada capitalización", motivo por el cual debe interpretarse que no se
trata de una mera aclaración sino de una modificación al régimen aplicable hasta el
momento de su entrada en vigencia, es decir, hasta el 31 de diciembre de 1999 y no puede
alcanzar a aquellas obligaciones cuya cancelación del capital operó con anterioridad a dicha
fecha.
Reproduce el texto del artículo 42 de la ley 11683 anterior a la reforma introducida por la
ley 25239 -vigente al momento de dictarse la resolución recurrida- y menciona que el
dictamen 16/1992 precisó que dicha norma tiene carácter enunciativo, por lo cual concluye
que, al referirse a los "pagos a cuenta", también comprende a los intereses capitalizados que
generarían, a su vez, intereses resarcitorios. Al respecto, sostiene que le causa agravio la
afirmación del Tribunal acerca de que no puede legítimamente exigirse intereses sobre
intereses no ingresados al Fisco en tanto no exista una norma que permita su capitalización,
pues ello implica una interpretación restrictiva del artículo 42 ya citado y, por otra parte, la
reforma del artículo 37, con sus efectos aclaratorios, solamente ratifica lo que la ley ya
decía. Esta solución, a su entender, prescinde del texto normativo sin que hubiera mediado
impugnación ni declaración de inconstitucionalidad, lo que constituye una "flagrante
violación al principio de división de poderes consagrado en la Constitución Nacional".
III. Considero que el recurso extraordinario interpuesto es formalmente admisible, toda vez
que se encuentra en juego la interpretación y aplicación de normas de carácter federal -
leyes 11683 y 25239- y la decisión del superior tribunal de la causa ha sido contraria a los
derechos que invoca el apelante.
IV. En cuanto al fondo del asunto, ante todo, cabe recordar que, en la tarea de establecer la
inteligencia de normas de la índole mencionada, la Corte no se encuentra limitada por las
posiciones del tribunal apelado ni por los argumentos de las partes, sino que le incumbe
realizar una declaración sobre el punto disputado, según la interpretación que rectamente le
otorgue.
Por otra parte, debo señalar que ambas partes coinciden en que las liquidaciones que dieron
origen a las impugnaciones efectuadas por el actor en sede administrativa versan sobre
intereses resarcitorios calculados sobre obligaciones tributarias correspondientes a los años
1993 a 1996, que fueron ingresadas fuera de término, circunstancia que indica que son
anteriores a la sanción de la ley 25239 (ver BO - 31/12/1999). En tales condiciones, el
"thema decidendum" consiste en dilucidar si el artículo 18, 2ª parte, de dicha ley, que
introduce un agregado a continuación del párrafo 4 del artículo 37 de la ley 11683 (t.o.
1998), reviste carácter aclaratorio o modificatorio y, en caso de que se concluya en esta
última hipótesis, si bajo el amparo de las disposiciones anteriores a aquella ley, el Fisco
Nacional se encontraba habilitado a capitalizar los intereses resarcitorios no satisfechos por
el contribuyente, mecanismo financiero denominado "anatocismo".
Al respecto, cabe recordar que VE ha admitido desde antiguo la facultad que asiste al
Congreso Nacional de dictar leyes aclaratorias o interpretativas de otras anteriores con el
objeto de despejar dudas sobre conceptos oscuros, equívocos o dudosos, o frente a la
existencia de interpretaciones judiciales contradictorias, o aun existiendo ya
pronunciamiento de la Corte en sentido contrario al establecido por la ley aclaratoria
(Fallos: 311:290 y sus citas). Por otra parte, es atribución del Poder Judicial determinar el
carácter de la norma cualquiera hubiese sido la denominación que le hubiere dado el
legislador, con el fin de establecer si so pretexto de aclarar, se afectaban derechos
legítimamente adquiridos bajo el amparo de la ley anterior (Fallos: 311:2073 y sus citas).
Asimismo, ha dicho VE que el carácter de aclaratoria que el legislador atribuye a la norma
no es suficiente para que el órgano jurisdiccional lo reconozca, pues el debido resguardo de
la independencia del Poder Judicial y el ejercicio consecuente del control de razonabilidad
de los actos públicos, impiden acatar un mandato que no es más que una reforma legislativa
destinada a invadir la esfera propia de los magistrados (Fallos: 234:717; 307:305).
En lo que atañe al "sub lite", la pretensión de la apelante en el sentido de que los intereses
resarcitorios no cancelados se conviertan en capital, independizándose así de su fuente para
producir nuevos intereses, implica una mutación de la naturaleza de la deuda inaceptable en
materia tributaria, por aplicación del principio de reserva o legalidad. En efecto, el texto
anterior de la norma en cuestión enumeraba los conceptos que, ante la falta de pago,
devengaban un interés resarcitorio, sin que estuviera contemplada expresamente la
capitalización de los intereses no cancelados de ese tipo.
Por otra parte, la pretensión de encuadrar los intereses impagos en la expresión "demás
pagos a cuenta" empleada por el artículo 37 de la ley ritual no corre, desde mi óptica, mejor
suerte, pues resulta claro que aquellos no representan obligaciones de cumplimiento
independiente, con individualidad y fechas de vencimientos propias (Fallos: 258:177), que
el organismo fiscal puede exigir hasta el vencimiento de ese plazo general (Fallos:
303:747).
Por otra parte, también el artículo 623 del CC, aplicable en razón de la ausencia de una
norma específica sobre el particular y en tanto no resulta incompatible con los principios
rectores en materia fiscal (Fallos: 304:556), impone desestimar el reclamo de la recurrente
de capitalizar los intereses que se devengan sobre el capital no pagado, habida cuenta de
que el caso no encuadra en las excepciones previstas en dicho precepto (Fallos: 302:1363).
Ello es así, pues, si bien dicha norma, luego de su reforma por la ley 23928, autoriza la
capitalización de intereses con un criterio más amplio que en la anterior redacción, sigue
limitándola a los supuestos expresamente contemplados por la norma, los que -dado su
carácter de excepción a la regla- no pueden ser interpretados extensivamente (Fallos:
316:3131; 319:63) y, en el caso de autos, es evidente que no podía haber acuerdo entre las
partes ni un mandato judicial en este sentido.
V. Por todo lo expuesto, opino que debe confirmarse la sentencia de fs. 192/193 en cuanto
fue materia de recurso extraordinario.
Nicolas E. Becerra
Buenos Aires, 17 de mayo de 2005
VISTOS:
Los autos: "Valot, Eduardo Alfredo c/AFIP - DGI - resoluciones 23/3/1999 y 31/5/1999
s/Dirección General Impositiva",
CONSIDERANDO:
2) Que para pronunciarse en el sentido indicado, el a quo consideró que del examen del
artículo 42 de la ley 11683 (37 en el texto ordenado en el año 1998) no surgía que se
encontrase prevista la aplicación de intereses sobre intereses, y que no existía una norma
que estableciese la capitalización de éstos a fin de que constituyeran base de cálculo de
nuevos intereses. En consecuencia, juzgó que la exigencia del organismo recaudador era
ilegítima, pues importaría crear un suplemento tributario sin una norma previa que le diese
fundamento. En esa inteligencia, negó que la mención efectuada en el citado artículo 37 de
los "demás pagos a cuenta" pudiese otorgar sustento a la posición de la AFIP.
3) Que, por otra parte, entendió que el párrafo incorporado por la ley 25239 al mencionado
artículo 37 no importa una mera aclaración, ya que modifica el régimen vigente hasta
entonces, por lo que no puede alcanzar a las obligaciones cuyo capital -como en el caso de
autos- había sido cancelado con anterioridad.
6) Que dado que la pretensión del Fisco Nacional consiste en percibir los intereses
resarcitorios previstos en el artículo 37 de la ley 11683 (t.o. en 1998), debe determinarse si
se configura alguno de los presupuestos de hecho que según esa norma da lugar al
devengamiento de tales accesorios, ya que de no ser así tal pretensión resultaría ilegítima
por ausencia de sustento legal, aun cuando no configurase un caso de anatocismo vedado
por el artículo 623 del CC (cfr. Fallos: 304:226 y 308:463).
7) Que al respecto cabe recordar que el derecho tributario -en cuyo ámbito ha sido
consagrada la primacía de los textos que le son propios, de su espíritu y de los principios de
la legislación especial, y con carácter supletorio o secundario los que pertenecen al derecho
privado (artículo 1 de la ley 11683, t.o. 1978, y Fallos: 307:412, entre otros)- presenta
particularidades que, en lo que importa en el "sub lite", se reflejan en distintos aspectos de
la regulación de los mencionados intereses (cfr. Fallos: 323:1315, consid. 10 y sus citas), en
especial en lo referente a sus elevadas tasas, que se justifican por el interés de la comunidad
en el pago puntual de los impuestos a fin de permitir el normal desenvolvimiento de las
funciones del Estado (cfr. Fallos: 308:283; 316:42 -consid. 4-; 323:3412).
8) Que, sentado lo que antecede, corresponde coincidir con la interpretación que el a quo ha
efectuado del mencionado artículo 37 ya que éste -en su redacción vigente cuando el
contribuyente canceló sus deudas por impuestos y anticipos (ver fs. 16/25 y 28/29)- preveía
el devengamiento de intereses resarcitorios ante la "falta total o parcial de pagos de
gravámenes, retenciones, percepciones, anticipos y demás pagos a cuenta" (párrafo 1).
Resulta claramente del texto legal que no se ha contemplado la aplicación de tales intereses
sobre una deuda proveniente de la falta de pago de esos mismos accesorios cuando se
hubiese cancelado la obligación principal. Precisamente respecto de este supuesto -la
percepción por parte del Fisco de la deuda principal- el mencionado artículo se limita a
establecer la subsistencia de la obligación de abonar estos intereses -mientras no haya
transcurrido el término de la prescripción de aquélla- no obstante la falta de reserva del ente
fiscal, sin disponer que esa suma genere, a su vez, nuevos intereses.
Por lo demás, resulta inaceptable el argumento del apelante en torno de la expresión "demás
pagos a cuenta", ya que es indudable que ésta alude a eventuales conceptos análogos a los
precedentemente mencionados por la norma; es decir, "retenciones", "percepciones" y
"anticipos", que ninguna relación guardan con una obligación por intereses. Del mismo
modo, el argumento relativo a que el artículo 37 no tiene carácter taxativo sino meramente
enunciativo resulta inconducente en tanto sólo traduce la pretensión de que se prescinda del
texto legal para admitir la procedencia de intereses en supuestos que no han sido previstos
en la norma.
9) Que al ser ello así, corresponde concluir que el párrafo que la ley 25239 incorporó a ese
artículo de la ley 11683 -estableciendo que en caso de cancelarse la deuda principal sin
cancelarse al mismo tiempo los intereses devengados por dicha deuda, éstos, transformados
en capital, devengarán desde ese mismo momento los intereses previstos en esa norma-
importó una modificación del anterior régimen legal que sólo podría ser aplicable hacia el
futuro y no a un caso como el "sub examine". No obsta a ello el carácter "aclaratorio" que
el punto 2 del artículo 18 de la ley 25239 asigna a tal agregado puesto que -como
adecuadamente lo señala el señor procurador general en su dictamen- es atribución del
Poder Judicial determinar el carácter de la norma, cualquiera que sea la denominación dada
por el legislador, con el fin de establecer si so pretexto de aclarar, se afectan derechos
legítimamente adquiridos al amparo de la ley anterior (Fallos: 311:2073 y sus citas). En tal
sentido ha expresado el Tribunal que el carácter de aclaratorio que el legislador atribuye a
la norma no es suficiente para que el órgano judicial lo reconozca, pues el debido resguardo
de la independencia del Poder Judicial y el ejercicio consecuente del control de
constitucionalidad de los actos públicos, impiden acatar un mandato que no es más que una
reforma legislativa destinada a invadir la esfera propia de los magistrados (Fallos: 234:717
y 307:305).
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el señor procurador general, se declara
formalmente admisible el recurso extraordinario y se confirma la sentencia apelada. Con
costas. Notifíquese y devuélvase.
INFRACCIONES Y SANCIONES
Suprema Corte:
Eduardo H. Marquardt
VISTOS:
Los autos: "Parafina del Plata SACI s/recurso de apelación - impuesto a los réditos
(multa)".
CONSIDERANDO:
1) Que el recurso extraordinario interpuesto por el Fisco a fs. 151 ha sido bien concedido
por hallarse en juego la interpretación de una norma federal: el art. 45, 2da. parte, de la ley
11683 (t.o. 1960).
2) Que la referida disposición establece que "con igual pena -se refiere a la fijada en el
parágrafo anterior- serán reprimidos los agentes de retención que mantengan en su poder
impuesto retenidos, después de haber vencido los plazos en que debieron hacerlos
ingresar".
4) Que el sistema de la ley 11683 (t.o. en 1960) no abona la tesis del recurrente. En efecto,
tanto la primera parte del art. 45 como el art. 44 se refieren al elemento subjetivo: el
primero, cuando se refiere a la realización de cualquier hecho, aserción, omisión,
simulación, ocultación o maniobra que "tenga por objeto" producir o facilitar la evasión
total o parcial de los tributos; y el segundo, en cuanto no obstante prever infracciones de
menor gravedad -para las que consecuentemente prevé pena reducida con relación a las que
fija el art. 45 en sus dos apartados- admite la impunidad cuando la omisión sea atribuible a
"error excusable en la aplicación al caso de las normas impositivas en que incurra quien
debe pagar el impuesto por cuenta propia o ajena".
5) Que, en forma coincidente, el art. 46 de la ley se refiere "a la intención de defraudar al
Fisco". Y el art. 51 dispone que las sanciones previstas en los arts. 43, 44 y 45 no serán de
aplicación en los casos en que ocurra el fallecimiento del infractor, aun cuando la
resolución respectiva haya quedado firme y pasada en autoridad de cosa juzgada; con lo
que se consagra el criterio de la personalidad de la pena que, en su esencia, responde al
principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien sea culpable, es decir, aquel a
quien la acción punible le pueda ser atribuida tanto objetiva como subjetivamente.
6) Que el art. 1 de la ley 16656, de acuerdo con cuya nueva redacción los agentes de
retención que menciona el art. 45 pueden ser sancionados con una pena de hasta seis años
de prisión, corrobora la exigencia del elemento subjetivo para que se configure la respectiva
infracción, pues no se concibe que semejante penalidad pueda aplicarse en forma
puramente objetiva sin considerar para nada la culpabilidad del agente.
Por ello, habiendo dictaminado el sr. procurador general, se confirma la sentencia apelada
en cuanto pudo ser materia de recurso extraordinario.
Eduardo A. Ortiz Basualdo - Roberto E. Chute (en disidencia) - Marco A. Risolia - Luis C.
Cabral - José F. Bidau (en disidencia)
CONSIDERANDO:
1) Que el recurso extraordinario interpuesto por el Fisco a fs. 151 fue bien concedido, por
hallarse en tela de juicio el alcance de una norma federal, como es el art. 45 de la ley 11683
(t.o. en 1960), y ser la decisión apelada contraria al derecho que el recurrente funda en
dicha norma.
2) Que está admitido en autos que la sociedad actora ingresó, después de vencidos los
plazos legales, las sumas retenidas para el pago de impuestos correspondientes a terceros.
En tales casos, dispone el referido art. 45 que se aplicarán las multas previstas en su 1er.
párrafo a los agentes de retención que mantengan en su poder el impuesto retenido después
de vencidos los plazos en que debieron ingresarlo.
4) Que, sin embargo, el 2do. párrafo del mismo artículo, al contemplar el caso de quienes
mantengan en su poder impuestos retenidos, después de vencido el plazo para su ingreso, es
decir el de 15 días que fija el art. 36 del decreto reglamentario de la ley 11682, no
contempla la realización de hecho alguno tendiente a defraudar al Fisco, sino sólo el
depósito tardío de sumas retenidas a terceros y que, por tanto, son ajenas al agente que
debió depositarlas.
Por ello, habiendo dictaminado el sr. procurador general, se revoca la sentencia apelada.
Suprema Corte:
Toda vez que la recurrente propone una interpretación diversa a la que formuló el a quo
respecto de los alcances del art. 45 de la ley 11683, opino que existe en autos cuestión
federal bastante para su examen en la instancia extraordinaria del art. 14 de la ley 48 (conf.
Fallos - 255:110; 263:63; 279:207, entre otros).
Mario J. López
VISTOS:
Los autos: "Usandizaga, Perrone y Juliarena SRL c/Fisco Nacional (DGI) s/demanda
contenciosa".
CONSIDERANDO:
1º) Que a fs. 77/81 la Sala 1 de la Cámara Federal de Apelaciones de La Plata revocó el
pronunciamento de la instancia anterior y admitió, con costas, la demanda de nulidad
deducida por la firma Usandizaga, Perrone y Juliarena SRL con el objeto de que se dejaran
sin efecto las sanciones que le fueron impuestas por la DGI, por considerársela incursa en la
infracción reprimida por el art. 45, 2do. párr., de la ley 11683 (t.o. 1974), al haber ingresado
en forma extemporánea sumas retenidas en concepto de impuesto nacional de emergencia a
la producción agropecuaria.
Para así resolver el tribunal expresó, como interpretación del precepto referido, que
"comete defraudación fiscal quien utiliza un ardid con la intención deliberada de obtener un
beneficio personal, es decir una acción u omisión dolosa, que tiene sus características
propias, aunque sea sustancialmente análoga al dolo penal y al dolo civil...". Finalmente,
compartió las consideraciones vertidas en el fallo de primera instancia, en el sentido que en
el caso se había justificado la falta de propósito de defraudar al haberse cancelado, aunque
tardíamente, el crédito fiscal, conclusión que a juicio de la Cámara también encontraba
sustento en la particularidad de que las cantidades abonadas con retraso resultaban
reducidas y las demoras esporádicas, en comparación con las sumas totales pagadas por el
tributo desde que fue implantado por ley 21399, así como respecto del giro de la empresa e
ingresos durante el período 1976/1977.
2º) Que contra dicha sentencia la representación del ente recaudador interpuso recurso
extraordinario a fs. 88/101, concedido a fs. 102 por el a quo, el cual es procedente por
hallarse controvertida la interpretación de una norma de carácter federal y ser el
pronunciamiento del superior tribunal de la causa contrario a la pretensión que el apelante
sustenta en ella (art. 14, inc. 3 de la ley 48), tal como lo ha dictaminado el señor procurador
general a fs. 132.
3º) Que a fs. 133/134 la parte actora denuncia como hecho nuevo la sanción de la ley
22294, por la que se deroga el impuesto nacional de emergencia a la producción
agropecuaria (art. 5, Anexo III, pto. 1ro.), y solicita que se considere a dicha norma como
ley penal más benigna, en la medida en que en virtud de ella "se torna imposible y carece
de sustento la aplicación del art. 45 de la ley 11683 (t.o. 1974)".
4º) Que si bien en Fallos - 198:214 esta Corte consideró que la infracción del agente de
retención que mantiene en su poder impuestos retenidos vencido el plazo para su ingreso se
configura por simple omisión, con posterioridad -Fallos - 271:297- revisó dicho criterio
sosteniendo que "no basta la mera comprobación de la situación objetiva en que se
encuentra el agente de retención, sino que es menester la concurrencia del elemento
subjetivo" en relación con "el principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien
sea culpable, es decir, aquél a quien la acción punible pueda serle atribuida tanto objetiva
como subjetivamente" (en igual sentido: Fallos - 282:193; 284:42; 289:336; 290:202;
292:195, etc.).
5º) Que ello es así toda vez que las infracciones y sanciones tributarias integran el derecho
penal especial y le son aplicables las disposiciones generales del Código Penal, salvo
disposición expresa o implícita en contrario (Fallos - 287:74).
6º) Que no cabe duda que tal doctrina fue recogida por el legislador al sancionar la ley
21344, de reformas a la 11683 (t.o. 1974), al introducir el término "fraudulentamente"
como calificativo de la acción de mantener en su poder el agente de retención los impuestos
oportunamente retenidos, luego del vencimiento. Dicha expresión explicitó normativamente
un elemento material, el fraude, y dejó en claro la improcedencia de aplicar una multa penal
fiscal por la simple comprobación objetiva de la falta de ingreso en término de los
impuestos retenidos.
7º) Que desde otro punto de vista, la expresión "fraudulentamente" integra el núcleo central
de la figura penal fiscal de que se trata, de manera que ésta exige la acción de mantener,
que de por sí se refiere a una conducta que se desenvuelve o desarrolla en el tiempo y que
excede del simple retardo u omisión simple en el ingreso y, además, calificada por el
fraude, concepto éste que requiere de hechos externos tales como la maniobra, ardid,
ocultación o engaño, aptos como para inducir en error, en el caso, al Fisco.
8º) Que, por último, cabe recordar que es concepto indudablemente recibido por el art. 18
de la Constitución Nacional, que el derecho penal -en cualquiera de sus ramas- es un
sistema riguroso y cerrado, formado por ilicitudes discontinuas, que no tolera ningún tipo
de integración por analogía, tendientes a completar los elementos esenciales de las figuras
creadas por la ley (Fallos - 301:395).
9º) Que por lo expuesto y del análisis de las normas aplicables en el "sub lite", resulta que
en el sistema penal de la ley 11683 no se halla prevista la conducta no fraudulenta del
agente de retención que no ingresó el impuesto, siendo improcedente encuadrarla en la
figura del art. 44 de dicha ley, pues ello significaría la aplicación por analogía, de una
norma penal fiscal.
10) Que atento a como se resuelve la cuestión, se torna irrelevante el tratamiento del hecho
nuevo denunciado (ver consid. 3).
CONSIDERANDO:
1º) Que a fs. 77/81 la Sala 1 de la Cámara Federal de Apelaciones de la Plata revocó el
pronunciamiento de la instancia anterior y admitió, con costas, la demanda de nulidad
deducida por la firma Usandizaga, Perrone y Juliarena SRL con el objeto de que se dejaran
sin efecto las sanciones que le fueron impuestas por la DGI, por considerársela incursa en la
infracción reprimida por el art. 45, 2do. párr. de la ley 11683 (t.o. 1974), al haber ingresado
en forma extemporánea sumas retenidas en concepto de impuesto nacional de emergencia a
la producción agropecuaria.
Para así resolver el tribunal expresó, como interpretación del precepto referido, que
"comete defraudación fiscal quien utilizar un ardid con la intención deliberada de obtener
un beneficio personal, es decir una acción u omisión dolosa, que tiene sus características
propias, aunque sea sustancialmente análoga al dolo penal y al dolo civil...". Finalmente,
compartió las consideraciones vertidas en el fallo de primera instancia, en el sentido que en
el caso se había justificado la falta de propósito de defraudar al haberse cancelado, aunque
tardíamente, el crédito fiscal, conclusión que a juicio de la Cámara también encontraba
sustento en la particularidad de que las cantidades abonadas con retraso resultaban
reducidas y las demoras esporádicas, en comparación con las sumas totales pagadas por el
tributo desde que fue implantado por la ley 21399, así como respecto del giro de la empresa
e ingresos durante el período 1976/1977.
2º) Que contra dicha sentencia la representación del ente recaudador interpuso recurso
extraordinario a fs. 88/101, concedido a fs. 102 por el a quo, el cual es procedente por
hallarse controvertida la interpretación de una norma de carácter federal y ser el
pronunciamiento del Superior Tribunal de la causa contrario a la pretensión que el apelante
sustenta en ella (art. 14, inc. 3, de la ley 48), tal como lo ha dictaminado el señor
procurador general a fs. 132.
3º) Que a fs. 133/134 la parte actora denuncia como hecho nuevo la sanción de la ley
22294, por la que se deroga el impuesto nacional de emergencia a la producción
agropecuaria (art. 5, Anexo III, pto. 1ro.), y solicita que se considere a dicha norma como
ley penal más benigna, en la medida en que en virtud de ella "se torna imposible y carece
de sustento la aplicación del art. 45 de la ley 11683 (t.o. 1974)".
4º) Que el art. 45 de la ley 11683 (t.o. 1974, art. 2 de la ley 21344) establece: "Incurrirán en
defraudación fiscal y serán pasibles de multas de una (1) hasta diez (10) veces el tributo en
que se defraudó al Fisco o se haya pretendido defraudarlo, sin perjuicio de la
responsabilidad criminal por delitos comunes, los contribuyentes, los responsables,
terceros, instigadores o cómplices que realicen cualquier hecho, aserción, omisión,
simulación, ocultación o maniobra que tenga por objeto producir o facilitar la evasión total
o parcial de los tributos. Serán reprimidos con igual multa los agentes de retención o de
percepción que mantengan fraudulentamente en su poder el tributo retenido o percibido,
después de vencidos los plazos en que debieron ingresarlo, sin necesidad de intimación
alguna. Dichos agentes de retención o percepción, además, si no ingresaran los importes
correspondientes, estando firme la intimación que se les efectuara, estarán sujetos a pena de
prisión de un (1) mes a seis (6) años...".
5º) Que habiendo reconocido este Tribunal la aplicabilidad de los preceptos generales del
Código Penal a la interpretación y juzgamiento de las infracciones al régimen tributario, en
tanto sus normas no dispongan lo contrario o aquéllos resulten incompatibles con éste
(doctrina de Fallos - 34:167; 46:370; 208:569; 212:64; 277:347; 281:297; 297:215), y toda
vez que, en virtud de lo dispuesto por el art. 2, 3er. párr., de dicho Código, los efectos de la
ley penal más benigna "se operan de pleno derecho" (Fallos - 295:729, 815 y sus citas),
corresponde resolver en primer término la cuestión planteada por la demandante.
6º) Que para que la alteración producida en las disposiciones represivas configure un
régimen más benigno es necesario que evidencie un criterio legislativo de mayor lenidad en
orden a la comisión del hecho ilícito, o bien la ausencia total de interés público en el castigo
de determinadas conductas en razón de que éstas han dejado de ser objeto de
desaprobación.
7º) Que la ley 22294 no introdujo modificaciones a la norma que reprime la conducta cuya
comisión se imputa a la peticionaria; ni la circunstancia de que se haya derogado el tributo
que aquélla debía retener a los contribuyentes, permite estimar que la acción de mantener
indebidamente las sumas retenidas ya no sea merecedora de reproche, en tanto la reforma
que se implanta no traduce una distinta de valoración de tal conducta, sino un cambio
enderezado, según se expresó en la nota que acompañó el proyecto de dicha ley, al
ordenamiento de las finanzas públicas.
8º) Que de lo expuesto precedentemente se advierte la diferencia que media entre el "sub
examine" y los casos que motivaron los pronunciamientos registrados en Fallos - 295:729,
815, 874 y 296:540, habida cuenta que, como lo advirtió este Tribunal, los propósitos que
llevaron al Poder Ejecutivo Nacional a dictar el decreto 29/1976, invocado en dichos
precedentes como norma penal más benigna, revelaban una nueva orientación de la política
económica en materia de precios, con el consiguiente cambio de criterio en cuanto a la
incriminación de los hechos considerados punibles (Fallos - 295:729, consid. 4to.);
variación que no ha experimentado el ordenamiento punitivo que motiva el presente caso
como consecuencia de las disposiciones contenidas en la ley 22294.
9º) Que este Tribunal tiene decidido en el precedente registrado en Fallos - 271:297, en
mérito a razones que resultan válidas para establecer la inteligencia que debe reconocerse al
precepto transcripto en el consid. 4to., que la mera comprobación del hecho objetivo de la
falta de ingreso de las sumas retenidas por el agente a su acreedor, no basta para considerar
configurada la infracción que se tipifica en dicha norma, al haber consagrado el régimen
represivo en cuestión el criterio de la personalidad de la pena que, en su esencia, responde
al principio fundamental de que sólo puede ser reprimido quien sea culpable, es decir, aquel
a quien la acción punible le pueda ser atribuida tanto objetiva como subjetivamente.
10) Que en cuanto a este último aspecto, debe considerarse que incurren en la infracción
que se imputa a la actora aquellos agentes que mantienen intencionalmente en su poder, sin
motivo razonable que lo justifique, las sumas que en su oportunidad fueron retenidas al
contribuyente, con independencia de que para ello se omita, simule u oculte cualquier
hecho o se ejecuten maniobras de diversa índole, habida cuenta que la conducta examinada
aparece descripta en la ley como figura distinta de la defraudación enunciada en el 1er.
párr. del art. 45, que se configura con la realización de alguna de tales acciones.
Por ello, se revoca la sentencia de fs. 77/81. Costas por su orden. Notifíquese y devuélvanse
las actuaciones al tribunal de origen para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente (art. 16, 1ª parte de la ley 48).
Adolfo R. Gabrielli
VISTOS:
Los autos "Mazza, Generoso y Mazza, Alberto s/recurso de apelación".
CONSIDERANDO:
3) Que el apelante discrepa con dicha solución. Considera, en primer lugar, que respecto a
las infracciones tributarias rige el principio de la responsabilidad objetiva. Agrega que, aun
de aceptarse el principio de la responsabilidad subjetiva en esa materia, le correspondería al
contribuyente desvirtuar las presunciones legales a los fines de acreditar su falta de
intención en defraudar al Fisco.
4) Que los principios desarrollados por el a quo, reseñados en el consid. 2, coinciden con la
doctrina elaborada por la Corte en el sentido de que el principio de culpabilidad resulta
aplicable a las infracciones tributarias (cfr. los pronunciamientos dictados "in re"
"SAFRAR SA Franco Argentina de Automotores, Comercial, Industrial y Financiera
c/ANA s/nulidad de resolución" - S.357.XXI - 27/12/1988 y "Cosecha Cooperativa de
Seguros Limitada c/Provincia de Buenos Aires -TFN- s/demanda
contenciosoadministrativa" - C.687.XXI - 14/2/1989), por lo que cabe rechazarse el agravio
del apelante sobre el punto.
5) Que, por otra parte, la negativa del fallo apelado de hacer extensivo al campo de la
responsabilidad penal tributaria el sistema de presunciones que la ley establece con el
objeto de determinar la existencia y medida de la obligación tributaria, se ajusta al principio
de legalidad (artículos 18 y 19 de la CN), toda vez que la ley 11683 (t.o. 1978), vigente en
el momento de los hechos, circunscribía la aplicación del mencionado sistema probatorio al
ámbito del derecho tributario sustantivo (v., en tal sentido, Fallos: 275:9, consid. 3).
Por ello, se confirma la sentencia apelada en lo que ha sido materia de recurso. Notifíquese
y devuélvase.
PARTE/S: Dr. García Pinto, José p/Mickey SA s/infracción art. 44, inc. 1, L. 11683
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 05/11/1991
VISTOS:
Los autos "Dr. García Pinto, José p/Mickey SA s/infracción art. 44, inc. 1, L. 11683".
CONSIDERANDO:
1º) Que con motivo del recurso deducido contra la resolución de la DGI, por la que se
dispuso aplicar la sanción de clausura prevista en el art. 44, inc. 1) de la L. 11683 -t.o. 1978
y sus modificaciones-, la juez federal subrogante de Neuquén declaró la
inconstitucionalidad de dicha norma.
2º) Que para admitir esa tacha, el a quo efectuó un examen relativo a la razonabilidad del
precepto, que lo llevó a concluir que la sanción de clausura implica una afectación de los
derechos individuales reconocidos en los arts. 14 y 17 de la CN, y señaló que ello no
redunda en beneficio de los intereses sociales representados por el Estado. Coligió, por
ende, que la sanción cuestionada no favorece el cumplimiento de la finalidad recaudatoria y
que la transgresión a las disposiciones reglamentarias involucradas -concernientes a las
pautas para la confección de facturas u otros comprobantes- "comporta un peligro abstracto
respecto a la recaudación de la renta mas no la prueba absoluta de una efectiva evasión
impositiva".
3º) Que el recurso extraordinario interpuesto por la representación del Fisco Nacional
resulta formalmente procedente, toda vez que se cuestiona, fundamente, la validez de una
ley y la decisión ha sido contraria a la pretensión que el apelante sustentó en ella (art. 14,
inc. 1, de la L. 48).
4º) Que la norma "sub examine", en cuanto aquí interesa, establece: "...se clausurarán por 3
(tres) días los establecimientos comerciales, industriales, agropecuarios o de servicios, que
incurran en alguno de los hechos u omisiones siguientes:
1) No emitan facturas o comprobantes de sus ventas, locaciones o prestaciones de servicios
en la forma y condiciones que establezca la Dirección General; o no conserven sus
duplicados o constancias de emisión.
5º) Que toda vez que en la decisión en recurso se pone en tela de juicio la razonabilidad de
una norma legal, reputada asimismo como violatoria de los derechos tutelados en los arts.
14 y 17 de la CN, el examen del precepto impugnado deberá efectuarse, en una primera
etapa, a partir de la individualización de los fines perseguidos por el legislador y
excluyendo la ponderación de los motivos que lo inspiraron para incriminar la conducta en
reproche desde que ellos pertenecen al ámbito de la política legislativa, ajena a la
apreciación judicial. Tales consideraciones involucran razones de oportunidad, mérito o
conveniencia, sobre las cuales está vedado a esta Corte inmiscuirse, so riesgo de arrogarse
ilegítimamente la función legislativa (Fallos - 308:1392).
El debate sobre la razonabilidad de una ley no puede llevarse a cabo sino en el ámbito de
las previsiones en ellas contenidas y de modo alguno sobre la base de los resultados
posibles de su aplicación, lo que importaría valorarlas en mérito a factores extraños a sus
normas (Fallos - 299:45).
6º) Que las leyes resultan irrazonables cuando los medios que arbitran no se adecuan a los
fines cuya realización procuran, o cuando consagran una manifiesta iniquidad (Fallos -
299:428). Consecuentemente, los jueces deben inclinarse a aceptar la legitimidad si tienen
la certeza de que expresan, con fidelidad, "la conciencia jurídica y moral de la comunidad"
(Fallos - 248:291, cons. 24).
7º) Que en orden a lo expuesto cabe advertir que el bien jurídico tutelado resulta notorio en
toda su dimensión, en la parte pertinente del informe emanado de la Comisión Legislativa
de la Cámara de Diputados de la Nación, que trató el proyecto de la L. 23314 -antecedente
de la L. 23658-; en el que se expresó: "La lucha contra la evasión se refleja a través de
distintas instituciones que mancomunadamente contribuyen a este objetivo, ya que su
control permitirá hacer efectiva la justicia que proclamamos, evitando las nocivas
consecuencias que produce tanto respecto al deber de solidaridad con el Estado, como a la
desleal competencia entre los mismos contribuyentes. O sea que propicia un cambio de
mentalidad social en materia tributaria, creando un sistema novedoso y equilibrado de
apercibimientos y estímulos, induciendo a los que no cumplen a que modifiquen
espontáneamente sus conductas". (Antecedentes Parlamentarios de la L. 23314 -
Información Parlamentaria - Nº 152 - págs. 6275/6).
8º) Que en dicho informe se calificó a la sanción de clausura como "un moderno concepto
que tiende a repercutir en la economía y no en la persona del contribuyente"; destacándose
que "el factor más relevante de la actividad fiscalizadora respecto de la evasión fiscal, que
se manifiesta en el circuito marginal o negro, tiene su correlato en el control de las ventas,
en el control de las compras y en la falta de anotación de las mismas. La pena será la
clausura de los establecimientos que no emitan facturas, que no puedan justificar los bienes
que posean o que no los registren en la forma o en el modo que corresponda".
9º) Que en tales condiciones la indagación de la voluntad del legislador permite inferir, sin
ejercer violencia alguna sobre el texto legal, que la ley fiscal no persigue como única
finalidad la recaudación fiscal; sino que se inscribe en un marco jurídico general, de amplio
y reconocido contenido social, en el que la sujeción de los particulares a los reglamentos
fiscales constituye el núcleo sobre el que gira todo el sistema económico y de circulación
de bienes. La tan mentada equidad tributaria se tornaría ilusoria de no mediar, al menos, el
cumplimiento de los deberes formales establecidos en cabeza de quienes tengan
responsabilidad impositiva. Precisamente, resulta un hecho notorio la situación en que se
encuentran aquéllos que en el ejercicio de sus actividades cumplen con los recaudos que las
leyes y reglamentos les imponen, frente a otros que operan en los circuitos económicos
informales y de creciente marginalidad. El cumplimiento de los extremos formales
constituye, en el caso, el instrumento que ha considerado el legislador para aproximarse al
marco adecuado en el que deben desenvolverse las relaciones económicas y de mercado. En
lo particular, las exigencias relativas a la emisión de facturas se establecen para garantizar
la referida igualdad tributaria; desde que permiten determinar la capacidad tributaria del
responsable y ejercer el debido control del circuito económico en que circulan los bienes.
10º) Que teniendo en cuenta las reflexiones formuladas acerca de los fines perseguidos por
la ley e individualizados los objetivos jurídicos y sociales tutelados, la sanción de clausura
allí dispuesta, no se exhibe como exorbitante; motivo por el cual corresponde desestimar la
tacha que, con sustento en la irrazonabilidad de la norma se articulara.
11º) Que en orden a la supuesta afectación que de los derechos tutelados en los arts. 14 y 17
de la CN se atribuye a la clausura del establecimiento en infracción, procede señalar que la
Carta Magna no consagra derechos absolutos, de modo tal que los derechos y garantías que
allí se reconocen, se ejercen con arreglo a las leyes que reglamentan su ejercicio, las que
siendo razonables, no son susceptibles de impugnación constitucional (Fallos - 304:319,
1524). Consecuentemente, resulta incuestionable la facultad concedida al legislador de
establecer los requisitos a los que debe ajustarse una determinada actividad (Fallos -
307:2262).
12º) Que frente a los mentados valores de solidaridad -que se traducen en el logro de
legítimos recursos económicos que permitan concretar el bien común de toda una sociedad-
resulta errónea una concepción de la libertad que la mantenga aislada del cumplimiento de
aquellas obligaciones que atiendan al respeto de los derechos de la comunidad y de la
finalidad ética que sustenta al Estado; postulados que se convierten de imposible
cumplimiento cuando el trabajo se manifiesta aislado dentro del cuerpo social que torna
posible su accionar -e insensible a sus necesidades generales-, debido a la evasión
deliberada de aquellas obligaciones sociales comunes, como son las de naturaleza
tributaria.
Por tanto, de conformidad con lo dictaminado por el señor procurador general, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada; con costas.
Notifíquese y devuélvase.
CONSIDERANDO:
1º) Que contra la sentencia del juez federal subrogante de Neuquén que declaró
inconstitucional el art. 44, pto. 1º, de la L. 11683, según la redacción dada por las L. 23314
y 23658, la representación de la DGI interpuso recurso extraordinario, que fue concedido a
fs. 47/48.
2º) Que el remedio federal resulta formalmente admisible toda vez que en el pleito se ha
puesto en cuestión la validez de una ley del Congreso bajo la pretensión de ser repugnante a
la Constitución Nacional y el fallo definitivo del superior tribunal de la causa -cfr. art. 26 de
la L. 23314- ha sido contrario a dicha validez (art. 14, inc. 1 de la L. 48).
3º) Que para arribar a aquella decisión, el a quo consideró comprobada la infracción que el
art. 44, pto. 1, de la L. 11683 sanciona con la clausura del establecimiento pues, en su
juicio, las facturas de venta se habían emitido sin los datos que exige el art. 7, pto. 1, 1.1.,
de la R. 3118/1990.
Sin perjuicio de ello, hizo saber a la DGI que debía abstenerse de proceder al cierre del
comercio de la actora, pues con sustento en que no existe proporción entre la pena y la
ofensa atribuida ni media correlación entre la sanción y la finalidad que tuvo en mira el
legislador al instaurarla, lo que equivale a emitir un juicio adverso a la razonabilidad del
precepto, declaró que el mencionado art. 44 vulnera los derechos reconocidos en los arts.
14 y 17 de la CN.
4º) Que la norma citada en el consid. 1º -en cuanto aquí interesa- dispone "Sin perjuicio de
la multa prevista en el art. 43, se clausurarán por tres (3) días los establecimientos
comerciales, industriales, agropecuarios o de servicios, que incurran en alguno de los
hechos u omisiones siguientes: 1. No emitan facturas o comprobantes de sus ventas,
locaciones o prestaciones de servicios en la forma y condiciones que establezca la
Dirección General; o no conserven sus duplicados o constancias de emisión".
Asimismo, la redacción incorporada a continuación del art. 44 establece que: "Los hechos u
omisiones que den lugar a la clausura de un establecimiento, deberán ser objeto de un acta
de comprobación en la cual los funcionarios fiscales dejarán constancia de todas las
circunstancias relativas a los mismos, a su prueba y a su encuadramiento legal,
conteniendo, además, una citación para que el responsable, munido de las pruebas de que
intente valerse, comparezca a una audiencia para su defensa...".
"El acta deberá ser firmada por los actuantes y notificada al responsable o representante
legal del mismo. En caso de no hallarse presente este último en el acto de escrito, se
notificará el acta labrada en el domicilio fiscal por los medios establecidos en el art. 100".
5º) Que, según resulta del mensaje del Poder Ejecutivo que acompañó al proyecto de la
norma referida, el espíritu de éste ha sido el común al de todas las iniciativas que el PEN se
ha propuesto someter al Congreso de la Nación en materia tributaria, esto es, recomponer el
sistema impositivo como fuente principal de recursos para el funcionamiento del gasto
público y el logro de su equidad. Empero, en especial, procuró asignar prioridad a la
"fiscalización y determinación de los impuestos, introduciendo modificaciones cuyo
propósito consiste en crear un sistema equilibrado de apercibimientos y estímulos legales
tendientes a inducir un cambio en los hábitos de conducta de un gran número de
contribuyentes evasores o simplemente remisos en el cumplimiento de sus obligaciones".
Es en este orden de ideas que se inscriben algunas medidas -entre ellas la clausura- cuyo
objeto es sancionar el incumplimiento de deberes formales a cargo de los responsables. A
su vez, según se desprende de la lectura de los antecedentes parlamentarios, dado que es
inconveniente mantener penas corporales para infracciones de tipo formal -pues se las
reserva para casos graves de defraudación que expresan comportamientos marginales- se ha
remplazado la sanción de arresto establecida con "atribuciones constitucionales discutibles"
por la clausura del establecimiento en "un moderno concepto que tiende a repercutir el
incumplimiento en la economía y no en la persona del contribuyente". Se destaca,
finalmente, que "el factor más relevante de la actividad fiscalizadora respecto de la evasión
fiscal, que se manifiesta en el circuito marginal o negro, tiene su correlato en el control de
las ventas, en el control de las compras y en la falta de anotación de las mismas" (cfr.
"Diario de Sesiones Diputados" - año 1985 - págs. 6276 y 6277 y "Diario de Sesiones
Senadores" - año 1985 - págs. 3198 y 3199).
De lo hasta aquí expuesto y de lo expresamente declarado por el informe producido por las
Comisiones de Presupuesto y Hacienda y de Legislación Penal se colige con claridad que el
bien jurídico de cuya protección se trata excede al de integridad de la renta fiscal. En
efecto, se considera de vital importancia como instrumento que coadyuvará a erradicar la
evasión, al logro de la equidad tributaria y, por ende, al correcto funcionamiento del
sistema impositivo, el hecho de dotar a la administración de mecanismos eficaces de
contralor y de apercibimientos con la finalidad de que los contribuyentes, en lo mediato,
modifiquen sus conductas tributarias voluntariamente y que, en lo inmediato, lo hagan
porque existe una estructura de riesgo ante la sola posibilidad de no cumplir (cfr. "Diario de
Sesiones Diputados" - año 1985 - pág. 6274).
6º) Que, ello sentado, y limitada la jurisdicción del Tribunal al aspecto referido en el
consid. 3, cabe recordar que esta Corte ha sostenido que no basta con sostener la
irrazonabilidad de una ley sino que es preciso vincularla con los fundamentos del dictado
de ésta (Fallos - 310:495, consid. 4), pues la constitucionalidad está condicionada, por una
parte, a la circunstancia de que los derechos afectados sean respetados en su sustancia y,
por la otra, a la adecuación de las restricciones que se les impone, a las necesidades y fines
públicos que los justifican, de manera que no aparezcan infundadas o arbitrarias, sino
razonables, esto es, proporcionadas a las circunstancias que las originan y a los fines que se
procura alcanzar con ellas (Fallos - 250:450), siendo a cargo de quien invoca dicha
irrazonabilidad, la alegación y prueba respectiva (Fallos - 247:121, consid. 14).
9º) Que ello es así, en tanto la reglamentación no adolezca de una iniquidad manifiesta
(Fallos - 300:642, consid. 6 y su cita) ni se trate de penas desmedidas, crueles o desusadas
(cfr. "Martínez, José A.", consid. 11 y su cit., del 6/6/1989), supuestos éstos que no se
configuran en la especie.
10) Que, efectuadas las precisiones que anteceden, cabe concluir que la norma impugnada,
al establecer la sanción de clausura por tres días para aquellos establecimientos comerciales
que no emitan facturas o comprobantes en la forma y condiciones que establezca la DGI -
garantizando, por lo demás, un adecuado resguardo del derecho de defensa con el
procedimiento reseñado en el consid. 3º-, constituye una razonable manifestación del poder
de reglamentación (arts. 14 y 28 de la CN) sin mengua de los derechos de trabajar y ejercer
toda industria lícita y de propiedad, reconocidos por la Carta Magna. Más aún, si se tiene en
cuenta que la atribución de declarar inconstitucional una ley sólo debe ser ejercida cuando
la repugnancia con la cláusula constitucional que se invoca es manifiesta y la
incompatibilidad inconciliable, debiendo resolverse cualquier duda a favor de la
constitucionalidad, en especial, si ello es posible sin violencia de los textos (Fallos -
209:337; 234:229; 235:548; 242:73 y 244:309).
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por el Señor Procurador General, se declara
procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada en cuanto fue materia
de apelación. Sin costas, atento a que las peculiaridades del caso y lo novedoso de la
cuestión jurídica planteada pudieron hacer creer al demandante que se encontraba asistido
de derecho para sostener su posición (art. 68, segunda parte, del CPCC). Notifíquese y
devuélvanse los autos al juzgado de origen a fin de que, por quien corresponda, dicte nuevo
pronunciamiento con arreglo al presente (art. 16, primera parte, de la L. 48).
Suprema Corte:
A fs. 11/15 la firma Mickey SA, interpuso el recurso de apelación previsto en el art. 78 bis
de la L. 11683 contra la resolución ANS 703/35/90 de fecha 18/5/1990, que dispuso la
clausura por tres días del establecimiento sito en la calle Perito Moreno Nº 40 de la ciudad
de Neuquén.
Puso de relieve que los demás datos exigidos por la reglamentación eran agregados
mediante un sello al momento de la entrega de la mercadería al comprador.
Afirmó también, que la segunda infracción tampoco se cometió, puesto que no tenía
obligación de emitir las facturas por una suma inferior a los =A= 20.000.
Señaló que la clausura del negocio por tres días, y debido a una infracción formal es
irrazonable porque se le impide ejercer su derecho a trabajar consagrado
constitucionalmente, y agregó que al ordenarse el cierre de su establecimiento se lo priva de
una parte considerable de su propiedad toda vez que al no tener ninguna clase de ingresos,
se lo obliga a seguir pagando los sueldos del personal y los demás gastos que hacen al giro
comercial del mismo.
II. El juez Federal de Neuquén dictó sentencia a fs. 30/33, rechazó los fundamentos del
recurso de apelación articulado por la empresa Mickey SA, declaró la inconstitucionalidad
del inc. 1 del art. 44 de la L. 11683 por resultar violatorio de los derechos consagrados en
los arts. 14 y 17 de la CN, y ordenó hacer saber a la DGI que no puede proceder al cierre
del comercio.
Para así decidir, y con relación a la presunta infracción, la tuvo por acreditada desechando
los argumentos del apelante.
Consideró así que el cierre del comercio, al interrumpir una de las etapas de circulación
económica, le ocasiona al apelante un perjuicio patrimonial que también alcanza a las arcas
del Estado que recauda una suma menor por los impuestos derivados de la actividad
comercial, lo cual afirmó, agrava aún más la crítica situación económica del país.
Estimó por ello que el derecho "de ejercer el comercio libremente y la facultad de usar y
disponer de los bienes, consagrados en los arts. 14 y 17 de la CN, se encontraban afectados
por la norma que los reglamenta, y que el perjuicio se extendía a los intereses sociales
representados por el Estado.
Remarcó que la norma era irrazonable puesto que no apunta al cumplimiento de los
objetivos de la L. 11683 que persigue recaudar y hacer efectivo el ingreso de dinero a las
arcas estatales.
Reputó por ello a la disposición que ordena la clausura del comercio, por la sola
circunstancia de emitir facturas sin los requisitos formales que establece la RG 3118 de
DGI, como abusiva y violatoria de los derechos consagrados en los arts. 14 y 17 de la Carta
Magna.
III. Contra ese pronunciamiento, interpuso la DGI recurso extraordinario a fs. 37/40, el que
fue concedido a fs. 47/48.
Sostiene el recurrente que la norma en cuestión no es irrazonable pues tiende a obtener los
datos de los contribuyentes y responsables, a los efectos de verificar y controlar las
obligaciones fiscales.
Agrega que las infracciones formales tratan de evitar maniobras ardidosas o engañosas que
impiden al Fisco preservar y tutelar los intereses de la sociedad.
Desde otro ángulo, afirma que la L. 11683 no tiene por única finalidad el aspecto
recaudatorio, puesto que también es objetivo de la norma, la organización de la
administración tributaria.
Manifiesta que la libertad de comercio es un derecho individual sujeto a las leyes que lo
reglamentan, y que en el caso la resolución cuestionada no lo anula, sino que lo encausa
adecuándolo a las leyes impositivas que tienden a evitar el incumplimiento de las
obligaciones fiscales, lo cual redunda en beneficio de toda la comunidad.
Por último, adujo que convalidar infracciones como la de autos, perjudica a los
contribuyentes que no obstante sus propias dificultades, cumplen con sus obligaciones
tributarias.
IV. A mi modo de ver, el recurso extraordinario interpuesto ha sido bien concedido por el a
quo, desde el punto de vista formal (art. 14, inc. 1, L. 48).
Cabe también reiterar que todo derecho consagrado constitucionalmente no es absoluto sino
que debe ejercerse de conformidad con las leyes que reglamentan su ejercicio, las cuales, a
su vez, no pueden alterarlos, lo que sucede cuando sus previsiones resultan irrazonables, o
sea, cuando no se adecuan al fin que requirió su establecimiento o incurren en manifiesta
iniquidad (Fallos - 256:241; 263:460; 302:457).
A mi juicio, el art. 44, inc. 1 de la L. 11683, texto según la L. 23314, que establece la
clausura por tres días de los establecimientos comerciales que no emitan facturas o
comprobantes de ventas en la forma y condiciones que establezca la DGI, no se muestra
exorbitante en relación al objetivo que se tuvo en mira para lograr su sanción.
En este sentido en el Mensaje del Poder Ejecutivo que acompañó al proyecto de ley que
modificó la L. 11683, se expresa que se pretende incursionar en temas específicos de la
fiscalización y determinación de los impuestos, introduciendo modificaciones cuyo
propósito consiste en crear un sistema equilibrado de apercibimientos y estímulos legales
tendientes a inducir un cambio en los hábitos de conducta de un gran número de
contribuyentes evasores o simplemente remisos en el cumplimiento de sus obligaciones. Es
en este orden de ideas que el poder administrador introdujo la sanción de clausura de los
establecimientos comerciales que infrinjan las normas sobre facturación, registro y
comprobación de sus operaciones.
La cuestión referida a la inconstitucionalidad del art. 44, inc. 1 de la L. 11683, texto según
L. 23314, requiere indagar si el legislador se ha excedido en los límites de su competencia,
ya sea por no adecuarse la ley al fin que requirió su establecimiento o incurrir en manifiesta
iniquidad.
En tales condiciones, toda vez que -según el mismo dictamen citado-, el factor más
relevante de la actividad fiscalizadora respecto de la evasión fiscal, se manifiesta en el
circuito marginal o negro, tiene su correlato en el control de ventas, en el control de las
compras y en la falta de anotaciones de las mismas y, valorando que el régimen
sancionatorio constituye un medio destinado preferentemente a promover un cambio social
de actitud frente a las obligaciones tributarias, es que cabe concluir que la sanción que
impone el art. 44, inc. 1 de la L. 11683 no puede considerarse desproporcionada en relación
al fin perseguido por la ley, ni por ende, carente de razonabilidad.
Ello así, teniendo en cuenta que el actual sistema sancionatorio no intenta tanto castigar la
conducta del contribuyente, sino encauzar a todos los contribuyentes, hacia metas más
elevadas de cumplimiento de las obligaciones fiscales es que carecen de virtualidad los
argumentos del a quo en el sentido de que la sanción de clausura que impone el art. 44, inc.
1 de la L. 11683 lesiona el derecho de trabajar y la garantía de la propiedad consagrados en
los arts. 14 y 17 de la CN.
Por otra parte, en Fallos - 300:642, la Corte dejó establecido que es ajeno al control
judicial, el examen de la conveniencia o acierto del criterio adoptado por el legislador en el
ámbito de sus atribuciones.
La doctrina expuesta, aparece de estricta aplicación al "sub lite" pues tal como lo he
sostenido el 8/10/1990 al dictaminar en la causa "Acevedo Pedro y otro s/robo calificado",
la autoridad del Poder Judicial, debe ser coordinada correcta y armoniosamente con la
legislatura, ya que no es una superior a la otra, antes bien, cada una debe moverse con igual
independencia dentro de la esfera que le está marcada, subordinándose ambas a la finalidad
de hacer justicia sin menoscabo del principio de división de poderes adoptado por nuestros
Constituyentes, en el que subyace la tan sabia previsión del equilibrado ejercicio de la
autoridad.
Por consiguiente, habida cuenta que la sanción prevista en el art. 44, inc. 1 de la L. 11683
no se opone a las normas contenidas en la Constitución Nacional, que importaría una
indebida injerencia del Poder Judicial, pretender sustituir el criterio del legislador por el de
los Jueces, en relación a la sanción que impone a determinadas conductas infraccionales,
que aquél utilizara en el ejercicio legítimo de sus facultades y, tomando en consideración
que la misión más delicada de la justicia es la de poder mantenerse dentro de la órbita de su
jurisdicción, sin menoscabar las funciones que incumben a los otros poderes o
jurisdicciones (Fallos - 272:231) es que estimo corresponde declarar procedente el recurso
extraordinario y revocar la sentencia apelada.
Oscar E. Roger
VISTOS:
CONSIDERANDO:
1º) Que el titular del JNPEcon. Nº 4 de la Capital Federal confirmó la sanción de clausura
dispuesta por la DGI, en el marco del sumario incoado por infracción al art. 44 de la L.
11683.
2º) Que para así resolver ponderó la conducta de la recurrente a la luz de las disposiciones
del art. 19 de la RG 3118 -relativa al cumplimiento de los plazos para la registración de
operaciones-, a la vez que desestimó la tacha de inconstitucionalidad de la norma que prevé
la sanción impuesta.
3º) Que contra lo así decidido se interpuso recurso extraordinario, en el que la apelante
limita sus agravios al rechazo del planteo de inconstitucionalidad del art. 44 de la L. 11683
(t.o. 1978 y modif.). Señala que dicho precepto resulta contrario a la Constitución Nacional
porque confiere la posibilidad de que se apliquen dos sanciones por un mismo hecho, ya
que la penalidad prevista en dicha norma lo es, "sin perjuicio de la multa prevista en el art.
43". Puntualiza que los arts. 43 y 44 de la aludida ley fiscal "apuntan a castigar un deber
formal" (fs. 199 vta.); expresión que debe ser entendida como que, en realidad, tienden a
reprimir el incumplimiento de deberes formales.
4º) Que el recurso extraordinario resulta formalmente procedente, toda vez que se cuestiona
fundadamente la validez de una ley y la decisión ha sido contraria a la pretensión que el
apelante sustentó en ella (art. 14, inc. 1 de la L. 48).
6º) Que sin perjuicio de señalar que en el "sub lite" la recurrente no ha cumplido siquiera
mínimamente con estas exigencias vitales para la procedencia de su pretensión, lo que torna
inadmisible la tacha formulada, cuadra puntualizar que en el caso no se advierte un
supuesto de doble persecución penal, a cuya prohibición esta Corte le ha reconocido rango
constitucional (Fallos - 272:188; 292:202). Ello así a poco que se repare que si bien los arts.
43 y 44 de la L. 11683 (t.o. 1978 y modif.) se refieren al incumplimiento de deberes
formales, y que dicha formulación genérica permite armonizar sus preceptos (Fallos -
303:578) para así dar pleno efecto a la voluntad del legislador (Fallos - 304:937), lo cierto
es que en el aludido art. 43 se tiene en miras aquéllos que tiendan "a determinar la
obligación tributaria o a verificar y fiscalizar el cumplimiento que de ella hagan los
responsables". En cambio, en el art. 44 "el cumplimiento de los deberes formales constituye
el instrumento que ha considerado el legislador para aproximarse al marco adecuado en el
que deben desenvolverse las relaciones económicas y de mercado". Las exigencias se
establecen para garantizar la igualdad tributaria, desde que permiten determinar no tan sólo
la capacidad contributiva del responsable, sino también "ejercer el debido control del
circuito económico en que circulan los bienes" (fallo del 5/11/1991, M.421.XXIII, "Dr.
García Pinto, José p/ Mickey SA s/infrac. art. 44, inc. 1, L. 11683").
Por ello, se confirma la sentencia recurrida en cuanto ha sido materia de agravios; con
costas. Notifíquese y devuélvase.
CONSIDERANDO:
Que contra la sentencia del titular del JPEcon. Nº 4, que confirmó la sanción de clausura
por tres días impuesta por la DGI al establecimiento comercial de Moño Azul SA y rechazó
el planteo de inconstitucionalidad del art. 44 de la L. 11683, la infractora interpuso el
recurso extraordinario que fue concedido a fs. 215.
Por ello, se declara inadmisible el recurso extraordinario (art. 280 del CPCC). Con costas.
Notifíquese y devuélvase.
Augusto C. Belluscio
CONSIDERANDO:
1º) Que contra la sentencia del juez en lo penal económico que confirmó la sanción de
clausura aplicada por la DGI a la firma Moño Azul SA, la perjudicada interpuso recurso
extraordinario, que fue concedido.
2º) Que el recurrente se agravia de la violación del principio del "non bis in idem", en razón
de la superposición de las sanciones de multa y clausura previstas en los art. 43 y 44 de la
L. 11683. Sin embargo, el agravio no guarda relación directa e inmediata con los hechos
que motivaron las actuaciones, pues, en el caso, sólo se aplicó la sanción prevista en el
segundo de esos artículos.
3º) Que, no obstante, cabe aclarar que esta Corte ha reconocido rango constitucional al
principio según el cual la doble persecución penal está prohibida (Fallos - 248:232;
258:220; 272:188; 292:202; 310:360). A su vez, dicho principio prohibitivo integra ahora
también la dimensión normativa de nuestro ordenamiento jurídico federal, a partir de la
ratificación de la Convención Americana sobre Derechos Humanos que prevé en el inc. 4
de su art. 8 que el inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser sometido a
nuevo juicio por los mismos hechos.
4º) Que sin embargo, el hipotético agravio no podría tener acogida favorable, pues no se
trata en estos casos de dos sanciones diferentes, sino de una única sanción que se concreta
de dos modos diversos, de conformidad con lo querido por el legislador (Fallos - 310:360,
consid. 3º). Esta modalidad sancionatoria, por otra parte, es corriente en las leyes penales y
contravencionales y se halla asimismo admitida por el Código Penal en diversos artículos
(Fallos - 191:233; 198:229; 240:228). El principio "non bis in idem" prohíbe la aplicación
de una nueva sanción por un mismo hecho ya juzgado y castigado (Fallos - 311:1451), mas
no la simultánea aplicación de penalidades como consecuencia de la persecución de un
mismo hecho, siempre que se respete el principio de razonabilidad de las penas impuesto
por la Constitución Nacional (cfr. P.199.XXIII, "Pupelis, María Cristina y otro s/robo con
armas", sentencia del 14/5/1991).
Por ello, se declara mal concedido el recurso extraordinario. Con costas. Notifíquese y
devuélvase.
Antonio Boggiano
VISTOS:
Los autos "Recurso de hecho deducido por Roberto Carlos Godoy en la causa Godoy,
Roberto Carlos s/L. 11683", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
1º) Que el titular del JNPEcon. Nº 7 de la Capital Federal confirmó la sanción de clausura
dispuesta por la DGI en el marco del sumario incoado por infracción al art. 44 de la L.
11683 (t.o. 1978 y modif.).
2º) Que para así resolver desestimó el planteo de nulidad de la resolución, sobre la base de
considerar que la asistencia letrada en sede administrativa no se encuentra exigida por la
norma incluida a continuación del art. 44 de la L. 11683, por lo que consideró válido el
trámite celebrado sin esa defensa técnica; y con respecto de las infracciones achacadas al
régimen de facturación -falta de mención del domicilio fiscal del responsable y omisión de
la leyenda "a consumidor final"-, consideró, a partir de interpretar la RG 3118, que la
encartada se encontraba exenta de responsabilidad en cuanto a la segunda imputación. En
cambio, desestimó los argumentos exculpatorios ensayados con relación a la restante
infracción, descartando asimismo los atinentes al "principio de insignificancia", también
invocados (fs. 26/28).
4º) Que la denegación del recurso extraordinario origina la presente queja, la que resulta
formalmente procedente en tanto se cuestiona la interpretación de normas de carácter
federal y lo decidido ha sido contrario a la pretensión que el apelante sustentó en ellas (art.
14, inc. 3 de la L. 48).
5º) Que respecto de lo decidido en torno al planteo de nulidad por ausencia de asistencia
técnica en el procedimiento administrativo, cuadra señalar que la cuestión dilucidada es de
carácter procesal y la solución alcanzada no adolece de arbitrariedad, toda vez que atendió
a los recaudos previstos en la pertinente norma de procedimiento (art. agregado a
continuación del 44 de la L. 11683) -cuya validez no fue impugnada- y que el imputado
pudo, finalmente, acceder a los estrados judiciales con la debida asistencia letrada. Por lo
que, en tales condiciones, la invocación de la garantía del art. 18 de la CN no guarda
relación directa e inmediata, requisitos para abordar la instancia extraordinaria.
6º) Que los argumentos tendientes de denunciar violación del principio de la reformatio in
pejus, carecen de entidad para acceder a la instancia extraordinaria, desde que la decisión
impugnada, en este aspecto, no luce arbitraria. Ello así teniendo en consideración que, aun
cuando el a quo desincriminó los hechos ponderados con relación a la supuesta violación
del art. 7, pto. 2.3.4 de la RG 3118 DGI, lo cierto es que se pronunció y condenó en lo
atinente al otro presupuesto fáctico que, por el contrario, encuadraba en otro tipo
infraccional diverso, cual es el previsto en el art. 7, pto. 1.1 de la referida resolución.
7º) Que para dilucidar la controversia suscitada en torno a si resultan aplicables al "sub lite"
las facultades eximentes previstas en el art. 52 "in fine" de la L. 11683 (t.o. 1978 y modif.)
-que alcanzaría, según surge de sus propios términos a los supuestos del artículo agregado a
continuación del 42 y del 43 de dicha ley-, resulta menester puntualizar que es
jurisprudencia clásica que la proscripción en el orden represivo, de la aplicación analógica
o extensiva de la ley, no excluye la hermenéutica que cumpla el propósito legal, con arreglo
a los principios de una razonable y discreta interpretación (Fallos - 179:337; 180:360;
182:486; 254:362 y 256:277, entre otros). Ello, claro está, sin dejar de puntualizar que las
prohibiciones de analogía en el ámbito penal se sustentan en la debida correlación entre la
sanción y el bien jurídico (Fallos - 312:1920) y que, en el caso, se trata de desentrañar el
marco en el que el juez puede ejercer las facultades eximentes que le confiere la ley. Más
allá de lo expuesto, y a mayor abundamiento, cabe recordar que el Código de
Procedimientos en Materia Penal establece la proscripción de la aplicación analógica y
extensiva de la ley, cuando ella resulte en contra del procesado (art. 12).
8º) Que en cuanto interesa, el art. 52 de la L. 11683 -según el texto introducido por la L.
23314- dispone que: "En los supuestos del artículo agregado a continuación del 42 y del art.
43, el juez administrativo podrá eximir de sanción al responsable cuando a su juicio la
infracción no revistiere gravedad". El art. 42 bis trata de la infracción formal consistente en
la obligación de presentar declaraciones juradas y la pena de multa por violación del tipo.
Por su parte, en el art. 43 se legisla sobre la sanción de multa prevista respecto de "los
infractores a las disposiciones de esta ley, de las respectivas leyes tributarias, de los
decretos reglamentarios dictados por el Poder Ejecutivo Nacional y de las resoluciones e
instrucciones dictadas por el director general que establezcan o requieran el cumplimiento
de deberes formales tendientes a determinar la obligación tributaria o a verificar y fiscalizar
el cumplimiento que de ella hagan los responsables...".
9º) Que la sanción de clausura prevista en el art. 44 de la L. 11683 tiene un correlato con el
precepto recientemente apuntado, desde que refiere a infracciones de deberes formales
contenidos, en el caso, en la propia ley. Por si cupiera alguna duda, la propia norma la
despeja al estatuir que "Sin perjuicio de la multa prevista en el art. 43, se clausurarán..."; de
modo tal que el legislador se ocupó de señalar, mediante el reenvío, la conexidad entre los
referidos arts. 43 y 44.
Para mayor sustento de la inferencia a que se accede, cabe destacar que la interpretación
restrictiva, es decir la que limita la posibilidad del ejercicio de las facultades eximitorias a
los supuestos en que cabría exclusivamente la pena de multa, no atiende a que aún con una
exégesis ceñida a los términos literales de la norma de mentas corresponde concluir que
aquéllas alcanzan a los supuestos de clausura. Ello es así a poco que se advierta que la ley
no dice que se podrá eximir de multa -tal como lo sugiere el concepto antagónico-, sino que
se expresa en términos más genéricos en cuanto al marco de la penalidad: "...el juez
administrativo podrá eximir de sanción al responsable cuando a su juicio la infracción no
revistiere gravedad". Va de suyo -sin perjuicio de lo sentado por esta Corte al resolver en
M.421.XXIII, "Dr. García Pinto, José p/ Mickey SA s/infracción art. 44, inc. 1, L. 11683",
del 5/11/1991, especialmente consid. 19, obviamente, que las facultades que la ley otorga al
juez administrativo se entienden como conferidas a los magistrados judiciales atento el
carácter del recurso instituido por el art. 78 bis de la L. 11683 -texto según L. 23314-;
comprensivo de la revisión del acto administrativo sancionatorio y del control de
legitimidad que le compete a los jueces ordinarios, en la especie, referido a la denominada
"proporcionalidad" del acto respecto de la finalidad propuesta en la ley (arg. art. 7, inc. f]
de la L. 19549, de aplicación supletoria), de conformidad con lo establecido en el art. 112
de la L. 11683 (t.o. 1978 y modif.).
10º) Que en tales condiciones deviene inoficioso el tratamiento de los restantes planteos.
Por ello, a mérito de los fundamentos expuestos en los acápites precedentes, se declara
admisible la queja y procedente el recurso extraordinario en los aspectos puntualizados en
los consids. 7, 8 y 9 y se deja sin efecto la sentencia apelada, debiendo volver los autos al
tribunal de origen para que, por quien corresponda se dicte un nuevo pronunciamiento; con
costas. Notifíquese, agréguese la queja al principal y devuélvase.
1º) Que contra la sentencia del juez nacional en lo penal económico que confirmo la
sanción de clausura dispuesta por la DGI en el sumario incoado por infracción al art. 44 de
la L. 11683, Roberto Carlos Godoy interpuso el recurso extraordinario cuya denegación
motivó la presente queja.
2º) Que el recurso es formalmente procedente sólo en cuanto se halla en tela de juicio la
interpretación de normas federales (art. 52 de la L. 11683) y lo decidido ha sido contrario a
la pretensión que el apelante sustentó en ellas (art. 14 de la L. 48). Respecto de los restantes
agravios, el recurso es inadmisible (art. 280 del CPCCN).
3º) Que el juez entendió que frente al texto del art. 52 de la L. 11683 resultaba imposible
acoger la pretensión del recurrente de que el mismo se aplicase también a los supuestos del
art. 44.
4º) Que el art. 52 de la L. 11683 dispone en su último párrafo, que "en los supuestos del
artículo agregado a continuación del 42 y del art. 43, el juez adminstrativo podrá eximir de
sanción al responsable cuando a su juicio la infracción no revistiere gravedad". Como surge
del texto legal transcripto, no se prevé dicha posibilidad para las sanciones de clausura,
previstas en el art. 44. Sin embargo, tal silencio normativo no debe conducir
inexorablemente a una interpretación restrictiva del art. 52 sin valorar las consecuencias de
la misma (Fallos - 302:1284, entre muchos otros). Principios de integración constitucional
aconsejan, ante la ausencia de una expresa autorización legal de aplicar analógicamente la
norma, la extensión de la solución que prevé a la sanción dispuesta en el art. 44. En efecto,
la recta solución de los casos, a la luz de sus particulares circunstancias, puede conducir al
juez administrativo, o al tribunal del Poder Judicial que conozca por vía de apelación (cfr.
artículo agregado a continuación del 78, L. 11683), a eximir de sanción al contribuyente
por considerar irrisoria la infracción. La apreciación de las circunstancias habilitantes de
esta solución excepcional corresponde al juez de la causa, ya que es una cuestión de hecho
y prueba ajena al recurso extraordinario, máxime teniendo en cuenta que carece, en
principio, de suficiente trascendencia institucional (cfr. art. 280 del CPCCN), por interesar
exclusivamente a la persona sancionada. De lo contrario, esta Corte se convertiría en una
segunda instancia de revisión amplia con evidente perjuicio para el ejercicio de su
jurisdicción constitucional, que resultaría necesariamente desatendida a causa del enorme
cúmulo de causas por clausuras que tramitan ante el tribunal.
Por ello, se hace lugar a la queja y al recurso extraordinario interpuestos y se deja sin efecto
la sentencia apelada con el alcance dispuesto en la presente. Vuelvan los autos al tribunal
de origen para que, por quien corresponda, se dicte una nueva sentencia. Con costas.
Notifíquese con copia del precedente citado, agréguese la queja al principal y devuélvase.
CONSIDERANDO:
1º) Que el jefe de la División Jurídica E de la DGI dispuso, conforme a lo que establece el
art. 44 de la L. 11683 (t.o. 1978 y sus modif.), la clausura por tres días del establecimiento
de propiedad de Roberto Carlos Godoy, con fundamento en haber omitido consignar el
domicilio y la leyenda "A consumidor final" en la factura de la que da cuenta el acta
obrante a fs. 2 de los autos principales, en infracción a lo requerido por el art. 7 de la RG
3118. Contra dicha resolución, el afectado interpuso recurso de apelación ante el juez de
primera instancia a cargo del JNPEcon. Nº 7 de la Capital Federal.
2º) Que si bien el magistrado consideró que no resultaba exigible en el caso concreto la
inserción en la factura, de la leyenda aludida en el considerando anterior, confirmó la
sanción con base en que la ausencia de mención del domicilio configuraba una infracción a
lo previsto expresamente en la referida resolución general.
3º) Que, en el recurso extraordinario -cuya denegación motivó la queja en examen- el
apelante formuló los siguientes agravios:
4º) Que el recurso extraordinario deducido es formalmente admisible con respecto a tales
agravios, pues se encuentra controvertido en autos al alcance de normas constitucionales y
otras disposiciones federales, y la decisión ha sido contraria al derecho invocado con
sustento en tales disposiciones (art. 14, inc. 3, L. 48).
5º) Que el agravio indicado bajo la letra "a" no resulta idóneo para conmover en ese punto
los fundamentos de la sentencia apelada. En efecto, al resolver el caso "Salgán", citado por
el recurrente en apoyo de sus pretensiones, el Tribunal resolvió que la omisión de la
autoridad aduanera -que ejercía en el caso funciones jurisdiccionales- de hacer saber al
procesado su derecho a contar con asistencia letrada en el procedimiento administrativo, era
contraria a la garantía constitucional de la defensa en juicio, plasmada, en lo que al caso
concernía, en la disposición del Código Aduanero que establecía la obligación de tal
patrocinio. Esta doctrina judicial no resulta aplicable al "sub lite" pues, tal como surge de la
constancia de fs. 6/8 del expediente principal, la autoridad impositiva hizo conocer al
recurrente con anterioridad a la audiencia de descargo su derecho a contar en tal
oportunidad con asistencia letrada. Por otra parte, no existen en autos las graves
circunstancias de indefensión advertidas en el caso C.610.XXIII, "Capranzano, Pompeo P.
s/acción de hábeas corpus en favor de Romero, Juan Carlos", del 8/10/1991, que llevaron a
resolver que resultaba constitucionalmente imperativo que la autoridad policial, que ejercía
funciones jurisdiccionales, asegurara la intervención de un letrado, ya fuera este particular o
de oficio, en ocasión de notificarse al condenado privado de su libertad, el pronunciamiento
dictado por la citada autoridad que le imponía la pena de 21 días de arresto (voto en
disidencia de los jueces Cavagna Martínez, Barra, Fayt y Petracchi, consid. 9).
Por las razones enunciadas, cabe concluir que el procedimiento llevado a cabo por la DGI
no resulta pasible de la objeción constitucional intentada.
6º) Que corresponde ahora examinar los agravios del apelante reseñados en el punto b) del
consid. 3º) relativos a la aplicación al caso del art. 52 "in fine" de la L. 11683.
La citada disposición establece: "En los supuestos del artículo agregado a continuación del
42 y del art. 43, el juez administrativo podrá eximir de sanción al responsable cuando a su
juicio la infracción no revistiere gravedad". Los mencionados artículos se refieren a las
infracciones sancionadas exclusivamente con pena de multa.
Según el apelante, esa exención de pena sería aplicable por extensión también a la sanción
de clausura prevista en el art. 44 de la ley mencionada.
Tal pretensión debe ser desechada toda vez que ni del examen del texto ni de los
antecedentes parlamentarios de la L. 23314, que fue publicada el 8/5/1986, surge que
el órgano legislativo, al incorporar a la L. 11683 la sanción de clausura, haya tenido el
propósito de extender a este instituto la exención de pena, que ya había sido prevista con
mucha anterioridad respecto de la multa. Una solución como la que propone el apelante
supondría desconocer que, en palabras de esta Corte, "...el ingente papel que en la
elaboración del derecho incumbe a los jueces -comprensivo de la determinación de su
conformidad con los principios y garantías de la Ley Fundamental- así como en la
interpretación y sistematización de las normas infraconstitucionales y la suplencia de sus
lagunas (art. 16 del CC) no incluye, obviamente, la facultad de instituir la ley misma. No es
lícito que los magistrados judiciales argentinos procedan con olvido de su carácter
de órganos de aplicación del derecho `vigente' ni que se atribuyan, así sea por invocación
de supuestas razones de `emergencia', o de `gravedad del interés público comprometido',
potestades legislativas de las que carecen..." (caso "Rolón Zappa", Fallos - 308:1848,
consid. 5).
7º) Que tampoco puede prosperar el agravio individualizado bajo la letra c) del consid. 3º).
Ello es así pues ya se ha establecido que, con el dictado de la L. 23314, el legislador
procuró signar prioridad a la "fiscalización y determinación de los impuestos, introduciendo
modificaciones cuyo propósito consiste en crear un sistema equilibrado de apercibimientos
y estímulos legales tendientes a inducir un cambio en los hábitos de conducta de un gran
número de contribuyentes evasores o simplemente remisos en el cumplimiento de sus
obligaciones". En este orden de ideas, se entendió que no era exorbitante, frente a la
finalidad aludida, la sanción prevista por el legislador para castigar la no emisión de
facturas o comprobantes, o la ausencia de ellos de los recaudos exigidos legal o
reglamentariamente (voto en disidencia parcial de los jueces Belluscio y Petracchi en la
causa M.421.XXIII, "Dr. García Pinto, José p/Mickey SA s/infracción art. 44, inc. 1, L.
11683", del 5/11/1991). Y dado que el apelante no ha invocado -excepto en lo que atañe al
aspecto tratado y desechado en el considerando anterior- la existencia de causales de
exención de responsabilidad que pudieran constituir una excepción al principio sentado en
el voto mencionado, corresponde desestimar este agravio.
8º) Que resulta necesario, finalmente, examinar el planteo señalado bajo la letra d) en el
consid. 3º, fundado en la supuesta violación de la prohibición constitucional de la
reformatio in pejus.
El citado principio, que veda a los tribunales de alzada agravar la pena a un procesado
cuando no media recurso acusatorio (Fallos - 312:1156 y sus cits., entre muchos otros), no
fue desconocido por la sentencia apelada toda vez que ésta no agravó la sanción aplicada al
recurrente por el organismo tributario sino que tan sólo la confirmó. Tal como esta Corte ya
lo ha resuelto, la circunstancia de que el a quo absuelva a un procesado por uno de los
hechos punibles que se le atribuyen y, sin embargo, confirme la sanción aplicada en la
instancia anterior, no constituye un exceso jurisdiccional vedado por el principio
constitucional enunciado (Fallos - 304:389).
9º) Que corresponde desestimar, por último, el restante agravio del apelante que atribuye al
a quo haber omitido la aplicación del principio de oportunidad -receptado en el art. 14 de la
L. 23771- a las conductas reprimidas en la L. 11683. En efecto, tal planteo, introducido por
vez primera en el recurso extraordinario, resulta extemporáneo, y, por tanto su
consideración es inadmisible en esta instancia, conforme a una conocida jurisprudencia del
Tribunal (Fallos - 311:371 y sus cits.; entre muchos otros).
Por ello, se declara admisible el recurso extraordinario en cuanto a los aspectos tratados en
los consids. 5 a 8 de este pronunciamiento e inadmisible en lo restante, y se conforma el
pronunciamiento apelado. Con costas. Agréguese la queja al principal. Notifíquese y
devuélvase.
CONSIDERANDO:
1º) Que contra la sentencia del JNPEcon. Nº 7 que confirmó la sanción de clausura
dispuesta por la DGI, en el sumario incoado por infracción al art. 44 de la L. 11683 (t.o.
1978 y sus modif.) Roberto Carlos Godoy interpuso el recurso extraordinario cuyo rechazo
motivó la presente queja.
2º) Que los agravios referentes a la presunta nulidad del procedimiento administrativo por
falta de asistencia técnica y a la supuesta "reformatio in pejus" en que habría incurrido el a
quo, carecen de fundamento suficiente como para habilitar esta instancia extraordinaria
toda vez que el primero de ellos ha sido adecuadamente resuelto por el magistrado
interviniente y el segundo no aparece mínimamente configurado.
3º) Que en cuanto al agravio del recurrente vinculado a la interpretación y alcance del art.
52 "in fine" de la L. 11683, resulta formalmente procedente en tanto se cuestiona una
norma de carácter federal y lo decidido ha sido contrario a la pretensión que el apelante
sustentó en ella (art. 14, inc. 3, de la L. 48).
4º) Que el recurrente sostiene que el mencionado artículo en su último párrafo, al disponer
que "En los supuestos del artículo agregado a continuación del 42 y del art. 43, el juez
administrativo podrá eximir de sanción al responsable cuando a su juicio la infracción no
revistiere gravedad", ha consagrado legalmente el denominado "principio de insignificancia
o bagatela" por el que no merecen sanción las infracciones que por su cuantía no ofenden el
bien jurídico tutelado, al tiempo que considera que, aun cuando no lo mencione, la norma
debe extenderse a las infracciones del art. 44.
5º) Que tal interpretación no sólo se opone a la letra de la ley sino también a su espíritu.
Ello es así por cuanto la autonomía de las sanciones previstas en el art. 43 y la del art. 44 no
sólo surge del texto de este último ("Sin perjuicio de la multa prevista en el art. 43, se
clausurarán...") sino también del diferente tratamiento procesal que merecen (Cap. X de la
ley).
Por otra parte, el recurrente confunde el principio de insignificancia o bagatela que atiende
a las características de la conducta examinada a fin de su discriminación -y que
efectivamente carece de consagración legal-, con una facultad conferida por la ley al juez
administrativo, que atiende a su subjetivo criterio de oportunidad.
6º) Que en tales condiciones la interpretación que pretende el recurrente resulta inatendible
y, en consecuencia corresponde rechazar el recurso extraordinario interpuesto.
Por ello, se hace lugar a la queja y se confirma la sentencia apelada, con costas.
Notifíquese, agréguese la queja al principal y devuélvanse las actuaciones.
CONSIDERANDO:
Que a fojas 126/126 vta. la Dirección General Impositiva reconoce que, a través de la
instrucción general (DGI) 11/1993 -invocada por su contraria a fs. 121/123-, ha modificado
las pautas tenidas en cuenta para la aplicación del artículo 44 de la ley 11683, por lo que la
actora no resulta pasible de la sanción de clausura recurrida en autos.
Que, en tales condiciones, toda vez que las sentencias de la Corte deben atender a la
situación existente al momento de la decisión, aunque ellas sean sobrevinientes al recurso
extraordinario (Fallos: 301:947 y 308:1087, entre otros), corresponde declarar procedente el
recurso extraordinario y revocar el pronunciamiento apelado (art. 16, parte 2, de la L. 48).
Por no encontrarse reunidos los presupuestos previstos en el artículo 70 del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación, costas a la demandada. Notifíquese y devuélvase.
Julio S. Nazareno - Carlos S. Fayt - Guillermo A. F. Lopez - Ricardo Levene (h) - Augusto
C. Belluscio - Eduardo Moliné O'connor - Antonio Boggiano
Texto Completo
VISTOS:
CONSIDERANDO:
3) Que, sobre la base de tal razonamiento, entendió que era de aplicación la doctrina
establecida por este Tribunal en el caso "Dumit" (Fallos: 284:150), con arreglo a la cual "no
cabe hablar de 'juicio' -y en particular de aquel que el art. 18 de la CN exige como requisito
que legitime una condena- si el trámite ante el órgano administrativo no se integra con la
instancia judicial correspondiente; ni de 'juicio previo' si esta instancia no ha concluido y la
sanción, en consecuencia, no es un resultado de actuaciones producidas dentro de la
misma". Por lo tanto, concluyó en que las disposiciones de la ley 24765 antes mencionadas
resultan contrarias a la garantía del debido proceso establecida en la Constitución Nacional.
4) Que contra tal sentencia el organismo recaudador interpuso el recurso extraordinario que
fue concedido mediante el auto de fojas 125/126 vta. Aduce el recurrente que el a quo ha
violado el principio de división de poderes, puesto que los jueces carecen de facultades para
reformar las leyes y prescindir de lo que éstas disponen. En orden a ello, destaca que la ley
24765 establece en forma clara y precisa que las apelaciones contra las resoluciones
administrativas a que ella se refiere en sus artículos 11 y 12 proceden en todos los casos
con efecto devolutivo y que el ente fiscal se encuentra autorizado para ejecutarlas, sin otra
sustanciación.
Por otra parte, sostiene que las infracciones a los deberes formales requeridos para asegurar
la adecuada verificación, determinación o percepción de los gravámenes participan de la
naturaleza de las contravenciones, y que la clausura carece de carácter penal, pues consiste
en una sanción de tipo administrativo, o bien en una medida preventiva o resultante del
ejercicio del poder de policía.
5) Que el primero de los mencionados agravios debe desestimarse de plano pues importa
tanto como desconocer que -según ha sido establecido desde antiguo- es elemental en
nuestra organización constitucional, la atribución que tienen y el deber en que se hallan los
tribunales de justicia, de examinar las leyes en los casos concretos que se traen a su
decisión, comparándolas con el texto de la Constitución para averiguar si guardan o no
conformidad con ésta, y abstenerse de aplicarlas si las encuentran en oposición con ella,
constituyendo esta atribución moderadora uno de los fines supremos y fundamentales del
Poder Judicial Nacional (cfr. causa "Municipalidad de la Capital c/Isabel A. de Elortondo" -
Fallos: 33:162, entre otros).
6) Que a ello cabe agregar que el artículo 43 de la Constitución Nacional dispone
expresamente que en el proceso de amparo "el juez podrá declarar la inconstitucionalidad
de la norma en que se funde el acto u omisión lesiva".
7) Que los restantes agravios del recurrente son igualmente inatendibles ya que en razón del
innegable carácter represivo que reviste la clausura prevista en el artículo 44 de la ley
11683, los argumentos vertidos en el recurso extraordinario resultan ineficaces para
desvirtuar la conclusión a la que llegó el a quo en cuanto a la aplicación al "sub examine"
de la doctrina establecida por esta Corte en el precedente de Fallos: 284:150. Cabe recordar
que el mencionado precedente trataba, precisamente, sobre la aplicación de la sanción de
clausura -prevista por la L. 14878- a la que el Tribunal calificó como una medida "de índole
estrictamente penal" (consid. 7).
Por ello, se declara improcedente el recurso extraordinario planteado por el Fisco Nacional.
Sin costas en atención a que no fue contestado el traslado que se confirió a fs. [...].
Notifíquese y devuélvase.
Suprema Corte:
-I-
A fojas 120/2, la Cámara Federal de Salta confirmó lo resuelto por la instancia anterior en
cuanto había revocado la sanción de multa de $ 1.500 y clausura por cinco (5) días
impuesta a Luis Dino Povolo, a raíz de haber verificado la Administración Federal de
Ingresos Públicos (AFIP, en adelante) que éste emitió comprobantes por sus ventas en
forma manual y no mediante el equipo electrónico denominado "controlador fiscal", tal
como lo ordenan las resoluciones generales 4104 y 259, lo cual -según la tesitura fiscal-
configura una infracción al artículo 40, inciso a), de la ley 11683 (t.o. 1998 y sus
modificaciones).
Para así decidir, con remisión a un precedente del propio tribunal, sostuvo que tal conducta
no resulta lesiva del bien jurídico tutelado por el citado artículo 40. Arguyó que la
resolución general 3419 y sus modificatorias regularon los requisitos, plazos y formas para
la emisión manual de comprobantes y que, si bien sus similares 4104 y 259 establecieron
posteriormente la obligación de utilizar dicho instrumento electrónico, también
mantuvieron el deber de contar, al propio tiempo, con el sistema manual para aquellos
casos en que el contribuyente estuviera imposibilitado de usar el controlador.
Expuso que aunque este último método es subsidiario y complementario, no deja de resultar
apto para cumplir con los fines de la verificación y control de las operaciones, circunstancia
que autoriza a descartar, en autos, una concreta afectación al bien jurídico protegido por los
artículos 33 y concordantes y 40, inciso a), de la ley de rito fiscal, dado que la infracción
configurada por éste supone que la acción u omisión del contribuyente, por sí misma,
impide a la AFIP conocer las operaciones gravadas o bien que les resta toda confiabilidad.
- II -
Disconforme, el Fisco Nacional interpuso el recurso extraordinario que luce a fojas 130/42,
concedido por el a quo a fojas 158/9.
Sostiene que la sentencia en crisis realiza una desviada inteligencia de las normas federales
aplicables (artículo 40, inciso a], de la ley 11683 y resoluciones generales 4104 y 259), lo
cual tiñe la decisión de arbitrariedad. Así, arguye que el decisorio contradice la valoración
realizada por la AFIP en cuanto a la exigencia de los métodos de facturación, pues sólo en
determinadas condiciones -que no se reúnen en la especie- está permitido emitir los
comprobantes en forma manual.
Por otra parte, las resoluciones generales 4104 y 259 gozan de presunción de legitimidad y
su razonabilidad no ha sido debidamente cuestionada ni demostrada por el infractor. La
sentencia en recurso interpreta las normas reglamentarias de manera tal que la forma de
emisión subsidiaria aparece equiparada a la obligatoria y principal.
Aduce, en último lugar, que para configurar la infracción discutida no se requiere probar
perjuicio alguno al bien jurídico tutelado.
- III -
Estimo que el recurso interpuesto es formalmente admisible toda vez que se halla en tela de
juicio la inteligencia de normas federales y la decisión definitiva del superior tribunal de la
causa ha sido adversa a la pretensión que la recurrente fundó en ellas. Además, pienso que
corresponde examinar en forma conjunta las impugnaciones traídas a conocimiento del
Tribunal, ya que las referidas a la alegada arbitrariedad en que habría incurrido el a quo y
las atinentes a la interpretación de las normas federales involucradas son dos aspectos que
guardan entre sí estrecha conexidad (conforme doctrina de Fallos: 321:2764; 323:1625).
- IV -
En cuanto al fondo del asunto, cabe señalar que el artículo 33 de la ley 11683 -ubicado en
su Título I, Capítulo V, "Verificación y fiscalización"- dispone que, con el fin de verificar
oportunamente la situación impositiva de los contribuyentes y demás responsables, la AFIP
podrá exigir que éstos lleven libros o registros especiales de las negociaciones y
operaciones propias y de terceros. Asimismo y, en lo que aquí interesa, su segundo párrafo
la faculta para exigir que los responsables otorguen determinados comprobantes y
conserven sus duplicados, como así también que lleven registraciones con los
comprobantes que las respalden.
Tales facultades se corresponden con los amplios poderes que posee el Fisco para verificar
el cumplimiento que los obligados den a las leyes y demás disposiciones tributarias,
contenidos en el artículo 35 de la ley de rito -en especial los incisos b) y c)- atinentes a
exigir la presentación de los libros, papeles y documentos acreditativos de las operaciones
de los responsables y efectuar su consiguiente estudio.
En tal sentido, no se nos escapa la importancia innegable que reviste, en materia fiscal, la
emisión, registración y conservación de los comprobantes y demás documentos
respaldatorios de todas las operaciones, en especial las comerciales, que realizan los
contribuyentes de los diversos tributos, puesto que se hallan ligadas, en forma más o menos
directa, a la determinación de sus obligaciones sustantivas. Como lo ha expresado con
claridad Vuestra Excelencia, la sujeción de los particulares a los reglamentos fiscales
constituye el núcleo sobre el que gira todo el sistema económico y de circulación de bienes,
a lo que se agrega que la tan mentada equidad tributaria se tornaría ilusoria de no mediar, al
menos, el cumplimiento de los deberes formales establecidos en cabeza de quienes tengan
responsabilidad impositiva (Fallos: 314:1376; 316:1190).
-V-
Con base en el citado artículo 33 de la ley 11683, la AFIP dispone la forma y demás
modalidades con que los distintos responsables deben cumplir, en cuanto a la emisión y
registración de las facturas y demás instrumentos. Así, la resolución general 4104 -texto
según su similar 259- tuvo por objeto sustituir el régimen de la 3419, por uno más exigente
y confiable, que no solamente regula la forma, modalidades, requisitos e información
necesaria que ha de volcarse en cada comprobante, para dar noticia cabal de los referidos
circuitos económicos y de la realización de los distintos hechos imponibles, sino también -
en virtud de los adelantos técnicos de la computación- facilita y agiliza en forma relevante
las tareas dirigidas a fiscalizar la situación de los responsables, pues permite obtener datos
fidedignos y su tratamiento informático inmediato por parte de los funcionarios del Fisco.
Asimismo, aclaró que si los sujetos obligados no utilizan dicho dispositivo, se configurará
un incumplimiento liso y llano de las disposiciones de la resolución general 3419 y
modificatorias, salvo los supuestos de excepción previstos.
De todo lo señalado, estimo que se desprende, sin hesitación, que para aquellos obligados a
contar con controladores fiscales no coexisten dos sistemas indistintos u optativos para
documentar las operaciones sino que, por el contrario, el Fisco ha dispuesto uno mucho más
exigente y confiable, en forma principal -el controlador- y otro de carácter subsidiario -el
manual-, sólo para los supuestos de excepción que enumera y que, además, en caso de
ocurrir, han de ser precisamente documentados en el libro único de registro (artículo 4,
puntos 6, 12, 20 y concordantes), que deben tener y llevar los responsables para su debido
control por parte del Fisco.
Por lo tanto, opino que la inteligencia otorgada por el a quo a las normas en juego, en
cuanto concluye, en definitiva, que resulta indiferente la utilización de uno u otro modo de
emisión de documentos comerciales, se halla en completa discrepancia con la clara letra y
espíritu de las disposiciones reglamentarias en estudio.
Es menester recordar la doctrina del Tribunal que señala que, cuando una norma es clara y
no exige mayor esfuerzo interpretativo, no cabe sino su directa aplicación (arg. Fallos:
308:1745; 320:2145) y que es adecuado, en principio, dar a las palabras de la ley el
significado que tienen en el lenguaje común (arg. Fallos: 302:429) o bien el sentido más
obvio al entendimiento común (arg. Fallos: 320:2649).
- VI -
Las disposiciones de la AFIP que se reseñan en el acápite anterior, si bien son normas de
inferior jerarquía que la ley 11683, la complementan. Así, el artículo 40 de esa ley, para
atender al núcleo de la acción allí prevista, remite a la norma complementaria para
integrarla con un elemento de hecho cuya especificación se defiere al Poder Administrador,
sin que ello suscite, en principio, objeciones de carácter constitucional (Fallos: 281:170;
316:1190 -considerando 6- y 1239).
Ha dicho la Corte que las facultades de reglamentación que confiere el artículo 99, inciso
2), de la Constitución Nacional -artículo 86, inciso 2), antes de la reforma de 1994-,
habilitan para establecer condiciones o requisitos, limitaciones o distinciones que, aun
cuando no hayan sido contemplados por el legislador de una manera expresa, cuando se
ajustan al espíritu de la norma reglamentada o sirven, razonablemente, a la finalidad
esencial que ella persigue (Fallos: 301:214), son parte integrante de la ley reglamentada y
tienen la misma validez y eficacia que éstas (Fallos: 190:301; 202:193; 237:636; 249:189;
308:668; 316:1239).
En tales condiciones, resulta claro el tipo infraccional del citado artículo 40, inciso a),
cuando prescribe la sanción de multa y clausura para quienes "...no emitieren facturas o
comprobantes equivalentes ... en las formas, requisitos y condiciones que establezca la
Administración Federal de Ingresos Públicos".
El bien jurídico tutelado por esta norma legal es, indudablemente, ese conjunto de
facultades de fiscalización y verificación que posee la Administración Fiscal y que se
plasma en la exigencia de cumplimiento de un determinado número de deberes formales
por parte de los contribuyentes y demás responsables.
En este orden de ideas, pienso que no puede sostenerse que la emisión de otro tipo de
comprobantes diversos de los exigidos -siquiera en la forma en que se ha realizado en el
caso de autos, conforme constancias de fs. 4- pueda subsanar la comisión de la infracción
de que se trata, habida cuenta que obviar o prescindir de tal extremo importaría lisa y
llanamente desbaratar el sistema infraccional creado por el legislador, a la vez que no se
compadece con la naturaleza formal del ilícito examinado (confrontar Fallos: 316:790,
considerando 5 y 2323).
- VII -
Corresponde, por último, tratar las argumentaciones expuestas por el infractor, relativas a la
crítica que, con base constitucional, ha formulado respecto de las resoluciones generales
4104 y 259. Ello es así, conforme la doctrina establece que, en resguardo del derecho de
defensa, la vencedora en la segunda instancia puede plantear, al contestar el memorial de su
contraria, aquellos argumento o defensas desechados en la instancia anterior, que se ha
visto impedida de cuestionar por apelación pues, si bien no le eran favorables, no le
causaban agravios desde el punto de vista procesal (doctrina de Fallos: 311:696 y 1337). La
condición exigida se encuentra cumplida en el "sub lite" pues Luis Dino Povolo, al
contestar el traslado del recurso extraordinario en examen, mantuvo los argumentos
desechados por la Cámara relativos a la inconstitucionalidad de las normas reglamentarias
referidas.
Como punto de partida, hay que recordar que todo derecho consagrado constitucionalmente
no es absoluto sino que debe actuarse de conformidad con las leyes que reglamentan su
ejercicio, las cuales, a su vez, no pueden alterarlos, lo que sucede cuando sus previsiones
resultan irrazonables, o sea, cuando no se adecuan al fin que requirió su establecimiento o
incurren en manifiesta iniquidad (Fallos: 256:241; 263:460; 300:642; 302:457; 304:319,
1524). Resulta incuestionable la facultad concedida al legislador de establecer los requisitos
a los que debe ajustarse una determinada actividad (Fallos: 307:2262; 314:1376).
En tales condiciones, observo que los planteos del infractor, enderezados a la impugnación
de inconstitucionalidad, configuran meras alegaciones sobre la supuesta violación de su
derecho de trabajar, de propiedad y de su capacidad económica, producida mediante una
reglamentación que tilda de irrazonable, pero sin que se haya aportado al "sub examine"
elemento probatorio concreto alguno sobre tales extremos, razón por la cual resultan -en la
mejor de las hipótesis- agravios meramente conjeturales.
En este orden de ideas, todo el planteo del infractor se reduce a poner en tela de juicio la
razonabilidad intrínseca de las resoluciones generales 4104 y 259. Al respecto, es menester
recordar que el debate sobre la razonabilidad de una norma no puede llevarse a cabo sino en
el ámbito de las previsiones en ella contenidas y de modo alguno sobre la base de los
resultados posibles de su aplicación, lo que importaría valorarla en mérito a factores
extraños a sus disposiciones (arg. Fallos: 299:45; 316:1261).
Por otra parte, ha de recordarse que sostuvo el Tribunal que las normas resultan
irrazonables cuando los medios que arbitran no se adecuan a los fines cuya realización
procuran o cuando consagran una manifiesta iniquidad (arg. Fallos: 299:428) y que, en
consecuencia, los jueces deben inclinarse a aceptar la legitimidad si tienen la certeza de que
expresan, con fidelidad, la coincidencia jurídica y moral de la comunidad (arg. Fallos:
248:291; 314:1376). No corresponde juzgar el acierto o conveniencia del medio arbitrado
por el legislador en el ámbito propio de sus atribuciones para alcanzar el fin propuesto
(Fallos: 240:223; 247:121; 250:410; 251:21; 253:352; 257:127), pues el control de
constitucionalidad que incumbe a los jueces excluye tal examen.
Que ello es así, en tanto la reglamentación -como queda dicho- no se ha demostrado que
adolezca de una iniquidad manifiesta (Fallos: 300:642) ni que se trate de penas desmedidas,
crueles o desusadas (Fallos: 312:826).
- VIII -
Por lo expuesto, opino que corresponde revocar la sentencia de fojas 120/2 en cuanto fue
materia de recurso extraordinario.
Nicolás E. Becerra
26/08/2003
Fecha: 26/08/2003
Hechos
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
Considerando:
1°) Que la sala V de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo
Federal, al confirmar el pronunciamiento del Tribunal Fiscal de la Nación, revocó la
resolución de la Dirección General Impositiva por la cual se había determinado de oficio la
obligación de Red Hotelera Iberoamericana S.A. frente al Impuesto a las Ganancias -en
concepto de "salidas no documentadas"- por los períodos comprendidos entre mayo y
noviembre de 1989 y enero de 1990, con su actualización monetaria e intereses
resarcitorios, y aplicado una multa equivalente a dos tantos del importe actualizado del
impuesto omitido.
2°) Que contra lo así decidido, la Administración Federal de Ingresos Público (Dirección
General Impositiva) interpuso recurso ordinario de apelación que fue concedido a fs. 1553,
y que resulta formalmente admisible porque se dirige contra la sentencia definitiva dictada
en una causa en que la Nación es parte y el valor disputado en último término, sin sus
accesorios, excede del mínimo legal previsto por el art. 24, inc. 6°, ap. a, del Dec.-ley
1285/58 y la res. 1360/91 de esta Corte.
3°) Que para decidir en el sentido indicado, tras afirmar que el Tribunal Fiscal de la Nación
no tuvo por acreditados los presupuestos fácticos fundantes de la pretensión del organismo
recaudador, la cámara puso de relieve que las cuestiones de hecho y prueba son ajenas -en
principio- al recurso que autoriza el art. 86, inc. b, de la Ley 11.683 (t.o. en 1978), vía por
la cual los autos llegaron a conocimiento y decisión de esa alzada, y que ese remedio no da
acceso, salvo error manifiesto a una instancia ordinaria que haga posible un nuevo
pronunciamiento sobre la prueba y en cuanto a la conclusión a la que hubiese llegado ese
tribunal administrativo al valorarla. Desde tal perspectiva, entendió que no concurrían
razones, en el examen de los hechos de acuerdo con las pruebas obrantes en la causa, y su
subsunción en las normas aplicables, para descalificar la labor jurisdiccional llevada a cabo
por el Tribunal Fiscal de la Nación.
4°) Que, según surge de las constancias incorporadas al proceso, Red Hotelera
Iberoamericana celebró un contrato con Mario Roberto Alvarez y Asociados por el cual le
encomendó todas las tareas necesarias para proyectar y dirigir hasta su total y completa
terminación la obra consistente en la construcción de un hotel internacional, categoría cinco
estrellas, de una superficie cubierta de aproximadamente 14.000 metros cuadrados, en la
esquina de la Avenida Peralta Ramos y la calle Saavedra, en la ciudad de Mar del Plata.
Entre las tareas que por dicho contrato la actora encomendó al mencionado estudio de
arquitectura, se estableció expresamente "el control y aprobación de los certificados de obra
presentados por el Constructor, así como la liquidación final de la misma, incluyendo los
adicionales y trabajos extras". Asimismo se le encomendó controlar -durante la ejecución
de la obra- que la documentación contractual fuese interpretada fielmente por el
constructor, la verificación de la calidad de los materiales, las mediciones de la obra, y los
comprobantes de gastos efectuados, a los efectos de aprobar todos los certificados que
presente el constructor para su cobro. Además -entre otras tareas- se comprometió a
informar al comitente, en un plazo no mayor de diez días, "sobre todos los pagos a efectuar
al Constructor y/o Subcontratistas". Los honorarios de Mario Roberto Alvarez y Asociados
se pactaron en un porcentaje sobre el monto total de la obra, precisándose que éste
comprende "todos los gastos necesarios para realizarla hasta su terminación, con exclusión
del costo del terreno y del honorario mismo" (confr. fs. 52/59 del expediente
administrativo).
5°) Que la construcción de ese hotel se realizó sobre la base de un proyecto de inversión
mediante el sistema de conversión de la deuda pública (comunicación A 1109 del Banco
Central de la República Argentina). La operatoria se llevó a cabo por intermedio del Banco
de Galicia y Buenos Aires.
6°) Que el acto administrativo de la Dirección General Impositiva -cuya impugnación dio
origen a la presente causa- se fundó en que las facturas y recibos detallados en la
documentación presentada por la mencionada entidad bancaria, referentes a pagos
realizados por la actora -en el marco de la operatoria precedentemente reseñada- a las
firmas Firenze Construcciones S.A., Grimsey S.A. y Arbill S.A. "adolecen de la debida
autenticidad", por lo cual consideró que tales erogaciones constituían "rentas en cabeza de
beneficiarios no identificados" (fs. 380 del expte. adm.), respecto de las cuales resultaba
aplicable la figura de las "salidas no documentadas" (arts. 37 y 38 de la Ley del Impuesto a
las Ganancias -t.o. en 1986 y sus modif.- y 56 del reglamento de esa ley).
7°) Que en el informe de fiscalización allí aludido, tras señalarse con relación a Arbill S.A.
que el domicilio social -según datos obtenidos de la Inspección de Justicia- era inexistente,
que luego se lo modificó por otro, que el documento de identidad manifestado por su
presidente no correspondía a persona alguna, que no presentó balances ante ese organismo
ni declaraciones juradas ante la DGI; con relación a Grimsey S.A. que quien figura como su
presidente lo hace con un documento que pertenece a otra persona, y que de aquél no hay
antecedentes en la Cámara Nacional Electoral, y que tampoco presentó balances ni
declaraciones juradas, se expresa que tales empresas "serían inexistentes", y que, por lo
tanto "no puede suponerse que hayan realizado tarea alguna en la construcción del Hotel
Costa Galana" (fs. 261 del expte. administrativo). En lo relativo a Firenze Construcciones
S.A. tuvo en cuenta que su presidente -que figura como constructor en planos
correspondientes al Hotel Costa Galana exhibidos a la municipalidad "actuando en forma
personal pero no a través de la empresa Firenze Construcciones S.A." (fs. 261/262 expte.
cit.)- manifestó que se desvinculó al poco tiempo de esa empresa y que no ha realizado obra
alguna sobre ese inmueble. Se puntualizó asimismo que se corroboró en los planos obrantes
en la municipalidad que el director de la obra era Mario Roberto Alvarez y Asociados, que
las empresas constructoras eran Juan J. Delucchi y Maral Bertoncini, y que se otorgó -por
resolución de la comuna marplatense- habilitación a Andrés Orsatti para efectuar la tarea de
extracción de piedra con uso de explosivos.
Además, puso de relieve que al verificarse los honorarios percibidos por Mario Roberto
Alvarez y Asociados por el proyecto y dirección de la obra -los que habían sido pactados
con Red Hotelera Iberoamericana S.A. del modo antes indicado- se advirtió que Grimsey
S.A., Arbill S.A. y Firenze Construcciones S.A. no están mencionadas en el detalle de la
facturación de todos los contratistas y proveedores intervinientes en la obra.
Por lo tanto, en el mencionado informe se concluyó en que "no cabe duda que las empresas
Grimsey S.A., Firenze Construcciones S.A. y Arbill S.A., no han efectuado las tareas en la
obra" y que fueron "otros los proveedores que la realizaron" (fs. 262 expte. cit.).
9°) Que la sentencia del Tribunal Fiscal ha efectuado un examen notoriamente superficial
de los fundamentos de la pretensión del organismo recaudador y revela graves deficiencias
en la valoración de las pruebas reunidas en el proceso, que imponían a la cámara la revisión
de lo decidido por aquél no obstante lo prescripto por el art. 86, inc. b de la Ley 11.683 (t.o.
en 1978). En efecto, si bien esa norma otorga carácter limitado a la revisión de la alzada y,
en principio, queda excluido de ella el juicio del Tribunal Fiscal respecto de los extremos
de hecho (Fallos 300:985, considerando 5°), resulta evidente, como surge del último
párrafo del mencionado artículo, que no se trata de una regla absoluta y que, por
consiguiente la cámara debe apartarse de las conclusiones del mencionado organismo
jurisdiccional cuando éstas presentan deficiencias manifiestas, tal como ocurre en el caso
de autos.
10) Que del informe producido por el Banco de Galicia -fs. 151 de autos y 23 del expte.
adm.- resultan los pagos que Red Hotelera Iberoamericana realizó a Firenze Construcciones
S.A., Arbill S.A. y Grimsey S.A., con el detalle de las fechas, importes, números de las
facturas y recibos. Asimismo, surge de las constancias de la causa que la actora abonó a
Arbill S.A. la suma de A 1.160.882.248, como anticipo, al suscribir el 19 de enero de 1990
un contrato por el cual se le encomendó la provisión de pisos y revestimientos y mano de
obra. Esa suma representa el 80% del total del precio pactado, que ascendía a A
1.451.102.810. Algo similar ocurrió con Gramsey S.A.: la actora le abonó como anticipo, al
suscribirse el 31 de enero de 1990 el contrato por el que se le encargaron las tareas de
albañilería y yesería, la suma de A 2.894.867.500, equivalente al 70% del precio total
convenido, que ascendía a A 4.135.525.000 (confr. fs. 763/771, 809/821 y 1352/1365).
11) Que al respecto no puede dejar de ponderarse que el estatuto de constitución de ambas
sociedades -Arbill y Grimsey- se suscribió sólo dos meses antes de la celebración de esos
contratos, y con un mismo capital social de A 3.000, pues llama la atención que, en tales
circunstancias, les hayan sido abonadas sumas de tal magnitud en concepto de anticipos.
A ello debe sumarse que la actora no ha desvirtuado en su recurso de fs. 425/489 los
informes obtenidos de la Cámara Nacional Electoral que dan cuenta de que la matrícula de
identidad del presidente de Grimsey S.A. -Juan Carlos Guzmán- "no ha sido asignada"; que
la correspondiente a Juan José Cisco -presidente de Grimsey S.A.- "corresponde a otro
ciudadano"; que dichas sociedades no habían presentado declaraciones de impuestos ni
balances, y que no se hallaban inscriptas ante la Cámara Argentina de la Construcción (fs.
24/31, 33, 35, 38 y 40/45 del expte. administrativo).
13) Que, por su parte, la actora tampoco ha refutado la conclusión a la que llegó la
fiscalización realizada por el organismo recaudador en cuanto a que en el detalle de la
facturación de todos los contratistas y proveedores de la obra -proporcionado por Mario
Roberto Alvarez y Asociados, que tuvo a su cargo la dirección- no están incluidos Arbill
S.A., Grimsey S.A. ni Firenze Construcciones S. A. Tal conclusión se encuentra respaldada
por las constancias obrantes a fs. 60/104 del expte. administrativo y corroborada por la
documentación obrante a fs. 538/591.
14) Que el informe producido por Mario Roberto Alvarez y Asociados en la instancia del
Tribunal Fiscal, lejos de desvirtuar las conclusiones tenidas en cuenta por el organismo
recaudador, las ratifica. En efecto, allí manifestó que "no ha tenido relación directa con las
empresas proveedoras que han extendido las facturas adjuntas", en alusión a las extendidas
por Arbill S.A., Grimsey S.A. y Firenze Construcciones S.A. (fs. 1386).
Al respecto, la circunstancia de que la dirección de obra haya manifestado que los "trabajos
realizados sobre la construcción del Hotel Costa Galana mencionados en la documentación
antes aludida se corresponden técnicamente y en adhesión física a la construcción del
precitado hotel" y que "lo incluido en dicha documentación ha sido necesario e
imprescindible para efectivizar esa construcción" (fs. 1387), nada aporta a la decisión del
sub examine, toda vez que no ha sido puesta en tela de juicio la efectiva construcción del
hotel, y por consiguiente la realización de todas las obras necesarias a tal fin. La objeción
formulada por el organismo recaudador radica en sostener que ellas no fueron efectuadas
por las tres empresas antes mencionadas. Y en este aspecto, debe ponerse de relieve que en
oportunidad de expresarse del modo precedentemente transcripto, Mario Roberto Alvarez y
Asociados ratificó que no ha tenido relación directa con dichas sociedades. Por otra parte,
no afirmó que hubiesen sido ellas quienes efectuaron las tareas. De manera que las
conclusiones que el Tribunal Fiscal extrajo del aludido informe de la dirección de obra son
manifiestamente equivocadas.
15) Que, por lo demás, consta a fs. 544/589 de autos la discriminación de los distintos
rubros de la obra "Hotel Costa Galana", con la nómina de los respectivos proveedores o
contratistas que intervinieron en cada uno de ellos y la indicación de los importes abonados
a esas empresas. Dicha documentación fue aportada por Mario Roberto Alvarez y
Asociados. Cabe poner de relieve que en esa nómina no figura ninguna de las tres
sociedades antes mencionadas -Arbill S.A., Grimsey S.A. y Firenze Construcciones S.A.-,
pese a que entre los rubros figuran algunos que supuestamente -según los documentos con
los que se pretendió justificar los pagos hechos a ellas- debieron haber estado a su cargo,
tales como "excavaciones", "albañilería", "yesería", "provisión de materiales" y "mosaicos".
16) Que, en tal sentido, cabe señalar, por ejemplo, que obran en autos facturas emitidas por
Firenze Construcciones S.A., por extracción de piedra con uso de explosivos, rotura de
bases de hormigón y derrumbe de paredes (confr. fs. 838, 847, 853 y 855). Sin embargo, en
la nómina proporcionada por Mario Roberto Alvarez y Asociados -además de no figurar
Firenze entre los contratistas o proveedores- consta en el rubro "excavaciones" sólo la
empresa Orsatti, a la que se le abonó un importe equivalente a U$S105.613,62 (confr. fs.
544/545).
Por otra parte, de los contratos y presupuestos de las empresas Arbill S.A. y Grimsey S.A.
surge que habrían tenido a su cargo la provisión de pisos y revestimientos, y la albañilería y
yesería desde el tercer subsuelo hasta el piso 16 y tanque de la obra, respectivamente
(confr. fs. 763/771 y 809/821). Dada la magnitud y el costo de las obras que según los
aludidos contratos habrían debido llevar a cabo aquéllas, resulta incompatible con toda
pauta de razonabilidad que -si verdaderamente dichas sociedades realizaron tales tareas- el
director de la obra no haya tenido relación directa con ellas y que no figuren tampoco en la
lista de proveedores y contratistas. Sólo a título de ejemplo cabe mencionar -por la
importancia del monto- que en la nómina a que se ha hecho referencia (fs. 544) a la
empresa que se ocupó del rubro "albañilería" -Maral Bertoncini- le fue abonado por tal
concepto el equivalente a U$S 2.849.443,75.
17) Que, en síntesis, los hechos probados en la causa llevan a coincidir con el criterio del
organismo recaudador en cuanto a que los pagos efectuados a Arbill S.A., Firenze
Construcciones S.A. y Grimsey S.A. carecen de documentación respaldatoria válida, ya que
los instrumentos respectivos no son aptos para determinar cuál fue la contraprestación que
la empresa actora recibió por ellos ni para individualizar al verdadero beneficiario de las
erogaciones, más allá de quienes nominalmente recibieron los fondos. En efecto, al haberse
realizado actos y emitido documentación carente de sinceridad, se ignora cuál ha sido la
operación económica realmente realizada por Red Iberoamericana S.A., y quiénes y en qué
proporción han obtenido beneficios pecuniarios de ella.
18) Que en tales circunstancias resulta aplicable lo dispuesto por el art. 37 de la Ley del
Impuesto a las Ganancias (t.o. en 1986 y sus modif.), ya que debe interpretarse que una
salida de dinero carece de documentación -a los fines de esa norma- tanto cuando no hay
documento alguno referente a ella, como en el supuesto en que si bien lo hay, el
instrumento carece de aptitud para demostrar la causa de la erogación e individualizar -al
tratarse de actos carentes de sinceridad- a su verdadero beneficiario.
19) Que lo aseverado se apoya en conocidos criterios, establecidos desde antiguo por el
Tribunal, en el sentido de que la proscripción de la aplicación analógica o extensiva de la
ley -como ocurre en el campo penal y en el tributario- no excluye la hermenéutica que
cumpla el propósito legal, con arreglo a los principios de una razonable y discreta
interpretación (Fallos 254:362; 256:277), o, dicho en otras palabras, "las normas
impositivas no deben necesariamente entenderse con el alcance más restringido que su
texto admite, sino en forma tal que el propósito de la ley se cumpla, de acuerdo con los
principios de una razonable y discreta interpretación" (Fallos 243:204 y su cita, entre otros).
20) Que, en ese mismo sentido, debe ponerse de relieve que de acuerdo con lo prescripto
por la Ley 11.683 (arts. 1° y 2° en el texto ordenado en 1998), en materia de interpretación
de las leyes impositivas debe atenderse al fin de ellas y a su significación económica, lo que
impide otorgar relevancia a la mera existencia de un instrumento si se demuestra que éste
no refleja la realidad económica.
21) Que, sobre la base de tales principios, no puede sino entenderse que tanto en uno como
en el otro supuesto mencionado en el considerando 18, la erogación carece de respaldo
documental, máxime si se tiene en cuenta -en lo relativo al propósito de la ley- que, como
lo ha señalado la Corte en el precedente de Fallos 323:3376, el instituto de las "salidas no
documentadas" ha sido adoptado por el legislador para asegurar la íntegra percepción de la
renta fiscal en una particular situación en la cual, ante la falta de individualización de los
beneficiarios, a cuyo cargo debiera estar el pago del impuesto al rédito percibido, quien
hace la erogación queda obligado a abonar sobre ella el tributo y debe hacerlo a título
propio (conf., en el mismo sentido, Fallos 275:83, citado en el mencionado precedente).
23) Que, por lo demás, la doctrina del precedente de Fallos 323:3376 lleva a descartar que
el art. 37 de la Ley del Impuesto a las Ganancias revista el carácter de una norma
sancionatoria, como parece haberlo entendido el Tribunal Fiscal.
VISTOS:
Los autos "Casa Elen - Valmi de Claret y Garello - TFN 10.582-I c/DGI"
CONSIDERANDO:
1º) Que el TFN confirmó la resolución de la DGI en cuanto determinó de oficio -con base
presunta- el IVA adeudado por los años 1983 a 1986 inclusive, con actualización monetaria
e intereses resarcitorios, y la dejó sin efecto en cuanto dispuso aplicar una multa con
sustento en el art. 45 de la ley 11683 (t.o. 1978 y sus modif.), equivalente al setenta por
ciento del impuesto omitido por los años 1984, 1985 y 1986, actualizado de conformidad
con las normas pertinentes.
2º) Que lo decidido respecto de la determinación del impuesto quedó firme, mientras que la
revocación de la multa fue apelada por el organismo recaudador ante la CNFed. Cont.
Adm. El Tribunal de Alzada -por su Sala V- confirmó lo resuelto en la instancia anterior.
Para pronunciarse en el sentido indicado consideró que resultaba aplicable al caso de autos
la doctrina establecida por esta Corte en la causa "Mazza, Generoso y Mazza, Alberto
s/recurso de apelación" cuyo sumario se encuentra registrado en Fallos - 312:447. Destacó
que en ese precedente se señaló que "si bien la presunción consagrada por el art. 25 de la
ley 11683 (t.o. 1978) resultaba suficiente para fundar una determinación impositiva...dichas
consecuencias no podían extenderse al campo del hecho ilícito tributario, sin el necesario
sustento de otros elementos de prueba que permitiesen acreditar la existencia de una
actividad dolosa, tendiente a defraudar los intereses del Fisco". Expresó asimismo -
transcribiendo los fundamentos de ese fallo- que la improcedencia de extender al campo de
la responsabilidad penal tributaria el sistema de presunciones que la ley establece con el
objeto de determinar la existencia y medida de la obligación tributaria, se ajusta al principio
de legalidad (arts. 18 y 19 de la CN).
3º) Que contra esa sentencia el representante del Fisco Nacional planteó recurso
extraordinario, que fue concedido a fs. 264, y que resulta formalmente procedente, toda vez
que se encuentra controvertida la inteligencia de una norma de carácter federal -como lo es
el art. 45 de la ley 11683 (texto citado)-, y la sentencia definitiva del superior tribunal de la
causa es contraria a las pretensiones que la recurrente sustenta en ella.
4º) Que la apelante aduce que la sentencia ha aplicado un precedente que no se ajusta a las
circunstancias de la causa, pues si bien en ambos casos se trató de una determinación de
oficio efectuada sobre base presunta, en aquél el debate versaba sobre la infracción prevista
en el art. 46 de la ley 11683 (t.o. 1978 y sus modif.), que requiere un accionar doloso del
contribuyente, mientras que en el "sub examine" se trata de la figura prevista en el art. 45
del mismo texto legal, que no exige una conducta como aquélla, y cuya configuración está
plenamente acreditada en autos.
5º) Que asiste razón al representante del Fisco Nacional ya que la doctrina establecida en el
precedente "Mazza" sólo encuentra sentido respecto de infracciones que requieran de una
actividad dolosa tendiente a defraudar los intereses del Fisco: dicha doctrina impide que las
presunciones que contempla la ley a los efectos de determinar la obligación tributaria del
responsable, sean utilizadas, además, para presumir -y tener de ese modo probada- la
existencia de esa conducta dolosa; tal extremo debe acreditarse con sustento en otros
elementos de prueba.
6º) Que la resolución del ente recaudador impugnada en el "sub examine" dispuso aplicar a
la actora una multa en los términos del art. 45 de la ley 11683 (t.o. 1978 y sus modif.),
norma que, en cuanto al caso atañe, dispone lo siguiente: "El que omitiere el pago de
impuestos mediante la falta de presentación de declaraciones juradas o por ser inexactas las
presentadas, será sancionado con una multa graduable entre el cincuenta por ciento (50%) y
el cien por ciento (100%) del gravamen dejado de pagar, retener o percibir oportunamente,
siempre que no corresponda la aplicación del art. 46, y en tanto no exista error
excusable...".
7º) Que surge claramente del texto transcripto que no es exigible una conducta de carácter
doloso del contribuyente que deba ser acreditada por el organismo recaudador. Por lo tanto,
la jurisprudencia que ha tenido en cuenta el a quo no es apta para decidir la cuestión en
examen.
8º) Que, sentado lo que antecede, cabe destacar que esta Corte ha reconocido en numerosas
oportunidades que en el campo del derecho represivo tributario rige el criterio de la
personalidad de la pena que, en su esencia, responde al principio fundamental de que sólo
puede ser reprimido quien sea culpable, es decir aquél a quien la acción punible pueda ser
atribuida tanto objetiva como subjetivamente (Fallos - 271:297; 303:1548; 312:149). Si
bien, por lo tanto, es inadmisible la existencia de responsabilidad sin culpa, aceptado que
una persona ha cometido un hecho que encuadra en una descripción de conducta que
merezca sanción, su impunidad sólo puede apoyarse en la concreta y razonada aplicación al
caso de alguna excusa admitida por la legislación vigente (Fallos - 316:1313; causa
L.269.XXXII, "Lambruschi, Pedro Jorge s/ley 23771", fallada el 31/10/1997).
9º) Que por lo tanto, toda vez que en el caso ha quedado acreditada la materialidad de la
infracción prevista por el art. 45 de la ley 11683 (texto citado) con la determinación de la
obligación tributaria que ha quedado firme -de la que resulta la omisión del pago de
impuestos y la inexactitud de las declaraciones juradas presentadas por la actora- la
exención de responsabilidad sólo podría fundarse válidamente en la concurrencia de alguna
de las circunstancias precedentemente aludidas. En orden a ello, cabe precisar que en lo
referente a la eventual existencia del "error excusable", previsto por dicha norma, la
sentencia únicamente formula una referencia indirecta, que no puede reputarse como un
juicio concreto a ese respecto (cfr. fs. 246 "in fine").
Texto Completo
-I-
Para así decidir sostuvo que, para configurar esta infracción, se requiere que el
contribuyente omita el pago del tributo "mediante la falta de presentación de declaraciones
juradas o mediante la presentación de declaraciones inexactas".
Destacó que, a la fecha de nacimiento de la obligación, ni la ley ni su reglamentación
exigían la confección de una declaración jurada para ingresar el impuesto a las ganancias
correspondiente a salidas no documentadas.
Por ello, concluyó que el incumplimiento en que incurrió la actora no puede ser encuadrado
en la norma sancionatoria sobre la base de la cual se aplicó la multa cuestionada.
- II -
Este reglamento, explicó, prescribe que el ingreso de la gabela debe realizarse dentro de los
quince días hábiles de producida la erogación o salida no documentada y establece los
formularios o volantes de pago a utilizar por los diferentes contribuyentes o responsables.
Sin perjuicio de ello, recordó que, según el art. 15 de la ley 11.683, las boletas de depósito
y las comunicaciones de pago tienen carácter de declaración jurada y las omisiones, errores
o falsedades que en dichos instrumentos se comprueben están sujetos a las sanciones de sus
arts. 39, 45 y 46.
- III -
- IV -
Liminarmente, corresponde señalar que el art. 45 de la 11.683 sanciona con multa al que
omitiere el pago de impuestos "mediante la falta de presentación de declaraciones juradas o
por ser inexactas las presentadas".
La demandada así lo afirma, indicando que ello estaba reglado tanto por la resolución
general (AFIP) 893 como por el art. 15 de la ley 11.683. Adelanto desde ya que disiento
con su postura.
En efecto, la resolución general (AFIP) 893 tomó vigencia a partir del 20/10/00 y establece
un plazo especial de ingreso para los hechos imponibles perfeccionados desde el 25/11/98
hasta el 20/10/00, fechas que -en ambos casos- son posteriores a las aquí debatida.
Por otra parte, considero que tampoco puede invocarse el art. 15 de la ley 11.683 en apoyo
de la tesitura fiscal. No se discute que, como indica el precepto, las boletas de depósito y las
comunicaciones de pago confeccionadas por el responsable con datos que él mismo aporte
tienen el carácter de declaración jurada. El debate finca en la ausencia de una disposición
que estableciera "forma" y "plazo de presentación" de la declaración jurada del impuesto a
las ganancias -salida no documentada- en el período 1995, o bien especificara las boletas de
depósito o los requisitos de las comunicaciones de pago que debían ser empleados para
exteriorizar la obligación y satisfacerla.
En mi criterio, ello tampoco puede ser suplido por el art. 52 del decreto 2353/86
(reglamentación vigente de la ley 11.683 durante el período en juicio), que otorgaba 15 días
para el "ingreso" de la obligación pero nada puntualizaba respecto de la "presentación" de
la declaración jurada para exteriorizarla.
Por ello, pienso que la genérica mención del art. 15 de la ley 11.683 que efectúa la
demandada, en tanto se pretenda invocar como sustento de una sanción de naturaleza penal
como lo es la multa (Fallos: 192:229; 195:56, entre otros), debe ser entendida en
concordancia con elementales principios constitucionales que vedan la previsión de
conductas mediante fórmulas extremadamente vagas o que por su laxitud impidan a los
individuos conocer con antelación mediante pautas inequívocas cuáles conductas están
permitidas y cuáles prohibidas (confr. doct. de Fallos: 308:2236, cons. 7). Más aún cuando
tal prohibición no solamente constriñe la actuación del Poder Legislativo por imperio del
art. 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 312:1920, consids. 9º, 10 y sus citas) sino que,
con mayor razón, constituye un imperativo que rige el actuar del poder administrador
cuando, en ejercicio de facultades legales, es llamado a integrar los pormenores y detalles
necesarios para la ejecución de las llamadas leyes penales en blanco.
Sobre la base de tales premisas concluyo que el vacío normativo existente respecto de la
"forma" y "plazo de presentación" de la declaración jurada correspondiente a la obligación
aquí omitida impide tipificar la conducta imputada bajo el art. 45 de la ley 11.683, pues tal
subsunción carecería de uno de los elementos requeridos para la figura típica cual es, vale
reiterarlo, la falta de presentación o presentación inexacta de la declaración jurada en la
"forma" y "plazo" fijados por la autoridad de aplicación.
-V-
ES COPIA
Laura M. Monti
VISTOS:
CONSIDERANDO:
Por ello, de conformidad con lo dictaminado por la señora Procuradora Fiscal, se declara
formalmente admisible el recurso extraordinario, y se confirma la sentencia apelada. Con
costas. Notifíquese y devuélvase.
En Buenos Aires, a los 11 días del mes de febrero de 2008 se reúnen los miembros de la
Sala B del Tribunal Fiscal de la Nación, Dres. Carlos A. Porta (Vocal de la 5ª Nominación),
Juan Pedro Castro (Vocal de la 6ª Nominación) y Agustín Torres (Vocal de la 4ª
Nominación), a fin de resolver en la causa 28.579-I, caratulada: "Cochería Tacuarí de
Campos y Cía. SCA s/apelación - impuesto a las ganancias", y
I. Que a fojas 9/13 la firma actora interpone recurso de apelación contra una resolución
dictada por la Dirección Regional Centro de la Dirección General Impositiva que le aplica
una multa de pesos doce mil ciento sesenta con diecisiete centavos, en los términos del
artículo 46 de la ley 11683, equivalente a dos veces el tributo supuestamente evadido, suma
reducida a un tercio en mérito a lo dispuesto en el artículo 49 de la mencionada norma.
Que considera que no se encuentran configurados los elementos que encuadran la conducta
observada por su parte del tipo imputado, ya que los mismos no permitirían imputar la
existencia de ardid o engaño que se le endilga. Por ello, añade, el soporte fáctico que
justifica la aplicación del artículo 46, no se encuentra probado dado que la calificación de la
conducta surge de manera caprichosa a partir de la instrucción del sumario pero no de la
inspección que colectó los elementos que permitan aseverar semejante injuria, al tratarlo de
defraudador fiscal. Manifiesta que no por el mero hecho de citar en la resolución los incisos
del artículo 47 que se consideran de aplicación en autos, se configura la defraudación fiscal
del artículo 46. Considera que del cotejo de las actuaciones administrativas puede
observarse su orfandad, solicitando la nulidad y detallando minuciosamente los aspectos
que, a su entender, merecen ese calificativo. Cita doctrina y jurisprudencia. Ofrece prueba
documental, hace reserva del caso federal y solicita se declare la nulidad de la resolución
apelada, con expresa imposición de costas al Fisco.
II. Que a fojas 23/34 el Fisco Nacional contesta el traslado del recurso. En primer lugar, se
explaya sobre la nulidad planteada por la recurrente. Manifiesta al respecto que en el
informe final de inspección se aclaró respecto del origen del cargo que el mismo se
desarrolló bajo la Orden de Intervención 102.508, surgiendo el mismo a raíz de tareas de
fiscalización llevadas a cabo en virtud de investigar la cesión de malos créditos efectuada
ante el PAMI, verificando la incidencia en el cedente y en el cesionario. Sostiene que dicha
aclaración no obsta a que el Fisco verifique en su totalidad la situación fiscal del
contribuyente. Agrega que en el marco de la mencionada Orden de Instrucción se
efectuaron controles de auditoría fiscal, concluyendo con la presentación de DDJJ
rectificativas del impuesto al valor agregado, períodos 1/2003 a 12/2004 y del impuesto a
las ganancias, períodos 2003 y 2004, procediendo el inspector a efectuar descargo en el que
dejó constancia de las conclusiones arribadas.
Que en lo que hace a la causa, sostiene que se encuentra acreditada por el hecho de haberse
presentado DDJJ del impuesto a las ganancias que no se condecían con la real situación
impositiva del contribuyente. Considera que la actora no desconoció la causa y motivación
del acto apelado y no discrepa con el Fisco por una cuestión que afecta la validez del acto
apelado, sino una que integra el fondo mismo de la cuestión. Finaliza la cuestión arguyendo
que la actora pudo hacer un absoluto ejercicio de su derecho de defensa, que el acto
administrativo se sustenta en los hechos y antecedentes que le sirven de causa, así como en
el derecho vigente, que el texto legal invocado es procedente, careciendo de asidero los
argumentos de la apelante, no advirtiéndose además violación alguna a la garantía
constitucional del debido proceso, por lo que solicita se rechace la nulidad, con costas.
Que sostiene que este actuar deja entrever mayormente una actitud de ocultación del
verdadero movimiento económico de la actora, en contraposición con una conducta
culposa, hecho que a su vez trasunta en importes de impuesto a ingresar muy inferiores a
los que en realidad corresponden conforme a la normativa vigente en la materia. En este
caso -dice- el desfasaje arrojó un saldo a favor del Fisco de $ 18.240,26 por los períodos
2003 y 2004. A su entender ello denotaría la intención consciente y deliberada de no
tributar los montos que corresponden al erario público conforme su realidad fiscal por lo
que el ánimo defraudatorio quedaría perfectamente verificado.
Que destaca que la recurrente defiende su situación en forma abstracta citando doctrina y
jurisprudencia en abono de su falta de dolo, pero en modo alguno desvirtúa los hechos
imputados, pues, no basta -dice- la mera alegación en derecho sino que el derecho debe
avalar los hechos concretamente esgrimidos. Cita doctrina y jurisprudencia, introduce la
cuestión federal y solicita se confirme la multa impuesta, con expresa imposición de costas
a la actora.
IV. Que previo a resolver cabe efectuar algunas reflexiones sobre la aplicación de los
artículos 46 y 47 de la ley 11683, en materia sumarial, al advertirse la existencia de un uso
conjunto e indistinto de dichas normas.
Que los mismos tienen notables diferencias entre ellos, lo que exige que su tratamiento
respete los límites propios de cada norma.
Que por otra parte el artículo 47, frente a las dificultades para acreditar aquella intención
dolosa, ha creado un mecanismo para presumir "...salvo prueba en contrario, que existe la
voluntad de producir declaraciones engañosas o de incurrir en ocultaciones maliciosas...",
en tanto se den diversos presupuestos que sirven de sustento fáctico a la presunción.
Que ello significa que la carga de la prueba, que tiene el Fisco Nacional es relativa a
establecer las situaciones de hecho previstas en los distintos incisos del artículo 47, que por
su objetividad facilitan la represión fiscal, quedando a cargo del infractor la destrucción de
la presunción legal, atacando la situación base que la sustenta.
Que en el caso de aplicar el artículo 47, la situación es análoga ya que el Fisco que en estos
casos tiene que acreditar solamente la situación de hecho que funda la presunción de dolo,
al invocar conjuntamente las conductas del 46, crea la misma confusión, arriba señalada, así
como también debilita su posición pues la subjetividad que exige el mencionado artículo 46
es propia de dicha norma y no puede encontrar sustento en los supuestos que fundan las
presunciones del artículo 47, en este último caso dispuestas por la ley mientras que en el
caso del artículo 46 actúan en base a las convicciones del juzgador.
Que cabe para finalizar una breve referencia a los distintos incisos del artículo 47, ya que,
también en este aspecto, se observa un uso falto de precisión en cuanto a los supuestos de
hecho a los que se aplica, lo que no se puede admitir dado que estas presunciones pasan a
formar parte del tipo penal y por lo tanto sujetas al principio de tipicidad.
Que el inciso e) se aparta del método utilizado en los casos anteriores donde de una
situación objetiva se deriva a una subjetividad dolosa por presunción legal, mientras que en
este supuesto, el legislador, consideró que el presupuesto de hecho base de la presunción de
dolo es casi la misma conducta dolosa. Obsérvese que expresa que se "declaren" o "hagan
valer" ciertas formas o estructuras inadecuadas o impropias que "oculten" o "tergiversen" la
realidad. El supuesto se dirige a conductas concretas de los contribuyentes, tales como
declarar, hacer valer, ocultar o tergiversar donde el legislador prácticamente ha superpuesto
esta conducta con la del artículo 46, ya que la valoración de dichas acciones, en nada ha
aliviado, para el Fisco, la inversión de la carga de la prueba del dolo que estatuye el artículo
47.
Que ello ocurre desde la misma Vista dada en sede administrativa (fs. 15/16 ant. adm.) y se
reitera en el acto apelado (párrafos 1 y 2 de fs. 23; 2, 3, 4 y 6 de fs. 24; 2 y 3 de fs. 25; y 1 y
6 de fs. 26 de los ant. adm.), con los inconvenientes premencionados.
Que, asimismo, como pudo apreciarse del análisis de los distintos supuestos del artículo 47
cada uno de ellos tiene su individualidad y requiere que en su aplicación, por el principio de
tipicidad penal, exista un estricto ajuste entre la norma y los hechos.
Que, así ello, podemos observar que no se ha dedicado el juez administrativo a cumplir con
dicha preceptiva, mientras consideró, y así lo hizo, la posibilidad de aplicar "masivamente"
algunos incisos de dicho artículo, habida cuenta de que del informe de inspección surgirían
supuestos que encuadrarían en uno o en otro.
Que siendo ello así debió haber discriminado cada supuesto para acreditar que se daba, no
sólo la situación prevista, sino con el carácter de "grave contradicción" o la "grave
incidencia", según el caso.
Que ello sería suficiente para declarar la nulidad del acto apelado, sin embargo cabe
agregar otras falencias en el mismo.
Que como bien señala la actora en el acto apelado se ignoró, que el rubro relativo créditos
incobrables no formó parte de la rectificativa, por no ser aceptada la impugnación por la
recurrente, lo que pone de manifiesto cierta incuria en el tratamiento de los actuados (si
bien es cierto que no se computó en la multa), así como también puede observarse que en el
informe de inspección no obran las fojas en que se encuentran !os respectivos ajustes, los
que evidentemente no han sido tenidos a la vista por juez administrativo, abdicando así de
funciones que le son propias y sometiendo su actividad a los dictados de la inspección.
Que por todo ello voto por declarar nulo el acto apelado, con costas.
Que en el caso de autos se apela de la multa impuesta por el Fisco Nacional con sustento en
los artículos 46 y 47, incisos a) y b), de la ley 11683, t.o. vigente, tal como se desprende de
la resolución por la que se instruyó el respectivo sumario y del propio acto recurrido.
Que, con relación a la multa por defraudación impuesta en la resolución apelada con
fundamento del artículo 46, debe dejarse sentado que para su aplicación es exigible que el
Ente Recaudador acredite no sólo la conducta omisiva del gravamen sino, también, el
proceder engañoso o malicioso mediante hechos externos y concretos.
Que, en el caso en análisis, el Organismo Fiscal, tal como se expusiera ut supra hizo
aplicación de las presunciones contenidas en los incisos a) y b) del artículo 47 de la ley
procedimental.
Que, ello así, se advierte que tales circunstancias hacen adecuado el encuadre de la
conducta de la actora por parte del juez administrativo en las presunciones previstas de los
incisos a) y b) del citado artículo 47, razón por la cual no se comparte la nulidad que
propicia el Vocal preopinante en su voto, y además cabe concluir que, ante la falta de
prueba idónea en contrario, la sanción impuesta resulta procedente, la que por otra parte,
aparece razonablemente graduada en el mínimo legal previsto por el artículo 46 de la ley de
rito, con la reducción prevista en el primer párrafo del artículo 49 de la misma ley.
SE RESUELVE:
2) Regular honorarios, a cargo del Fisco Nacional, al Dr. Daniel N. Malvestiti en el carácter
de patrocinante y apoderado de la actora en la suma de pesos seiscientos ($ 600) de conf.
con los artículos 6, 7, 22 y concordantes de la ley 21839 y 7 de la ley 23928.
VISTOS:
Los autos: "Recurso de hechos deducido por la demandada en la causa Fisco Nacional
(Dirección General Impositiva) c/Seco, Aurelia Élida", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
2) Que para así resolver y, en cuanto ahora interesa, desestimó la prescripción opuesta
sobre la base de ponderar que el término de la prescripción se ha interrumpido a raíz de que
"la ejecutada ha reconocido la obligación impositiva al efectuar los pagos reclamados a
valores históricos en fecha 17/9/90, lo que importa un reconocimiento tácito del crédito del
Fisco, resultando en consecuencia de aplicación el artículo 69, inciso a), de la ley 11683".
3) Que si bien es cierto que esta Corte Suprema tiene establecido que, en principio, el
recurso extraordinario resulta improcedente tratándose de juicios ejecutivos y de apremio
(Fallos - T. 255 - pág. 2666 y T. 258 - pág. 36, entre muchos), no lo es menos que admitió
como excepción -entre otros- el supuesto de que la sentencia ocasione verosímilmente un
agravio irreparable, difícil de conjurar mediante el juicio ordinario posterior (Fallos - T.
266 - pág. 81, y sus citas). Tal es el caso del sub lite, pues el fallo apelado desestimó la
prescripción opuesta por la demandada con apoyo en una norma federal, lo que supone dar
curso a la ejecución fiscal, sin que el agravio que de ello resulte pueda ser revisado en
ulterior trámite, donde aquella defensa no sería ya admisible (Fallos - T. 271 - pág. 158, y
sus citas). Por lo demás, el pronunciamiento en recurso ha sido dictado por el Superior
Tribunal de la causa, según se desprende de la reforma introducida al artículo 92 de la ley
11683, por la ley 23658.
4) Que, con arreglo a lo dispuesto en el artículo 59 de la ley 11683 (t.o. 1978 y modif.), las
acciones y poderes del Fisco para determinar y exigir el pago de los impuestos regidos por
dicha ley, prescriben, cuando se trata de un contribuyente inscripto -que es el caso presente-
, por el transcurso de cinco años.
Sin embargo, el "a quo" consideró que el pago efectuado por la demandada -a valores
nominales-, con fecha 17 de setiembre de 1990, con imputación a los conceptos que han
sido objeto de determinación y ulterior confirmatoria por parte del Tribunal Fiscal, operó
como un reconocimiento de la obligación tributaria y que, en consecuencia, ello trajo
aparejado la interrupción del curso de la prescripción.
Suprema Corte:
-I-
A fs. 460/463 vta., la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal revocó parcialmente la sentencia del Tribunal Fiscal de la Nación
—la que a su vez, había confirmado la resolución 529/86 del Departamento Contencioso
Capital de la Administración Nacional de Aduanas— en cuanto había rechazado la
excepción de prescripción opuesta por la acción penal fiscal, llevada adelante por la
presunta comisión de una infracción prevista en el inc. 1, ap. a), del art. 954 del Código
Aduanero, confirmándola en lo relativo a los cargos formulados por tributos.
Para así decidir, estimó que los despachos de importación involucrados datan de 1981,
por lo cual lo relativo a su prescripción no se rige por las normas del Código Aduanero,
sino por las de la ley de aduana (t.o. en 1962) y de la ley 11.683 (t.o. en 1978 y sus
modificaciones a esa fecha), en virtud de lo dispuesto por el art. 80 del decreto 6.692/63.
Por ello, el plazo de prescripción quinquenal comenzó a correr ello de enero de 1982,
y si bien la resolución que aplicó la multa fue dictada antes de su acaecimiento, el 27 de
noviembre de 1986, fue notificada el 10 de abril de 1987, una vez transcurrido
íntegramente el lapso. Por aplicación del arto 11 de la ley 19.549, fue recién a partir de la
notificación que el acto adquirió eficacia, mas la acción del Fisco para establecer una
multa estaba ya prescripta.
Con respecto a los aspectos tributarios de fondo, estimó que la ponderación realizada
por la instancia anterior resultaba correcta y con suficientes fundamentos fácticos y
normativos, por lo que correspondía mantener la corrección realizada por el Fisco en
cuanto al precio declarado por la actora en las operaciones de importación involucradas.
-II-
Disconforme con lo resuelto por el a quo, el Fisco Nacional (DGA) interpuso el
recurso extraordinario que obra a fs. 468/477 vta.
Argüyó, sintéticamente, que en autos existe una cuestión federal involucrada, pues se
controvierte la inteligencia de normas de tal naturaleza, las que prevén la forma en que
prescribe la multa aplicada en autos y las causales de suspensión del término para su
establecimiento y percepción.
Por otra parte, afirmó que no cabe realizar una aplicación supletoria del art. 11 de la
ley de procedimientos administrativos, ya que no hay vacío legal alguno que cubrir en las
normas pertinentes de la ley 11.683.
Además, tildó de arbitraria la decisión de la Cámara, al considerar que no es una
decisión derivada del derecho vigente porque agrega un requisito no previsto legalmente,
con lesión del bien común de la sociedad.
-III-
En mi criterio, el recurso federal es formalmente admisible, en tanto se ha puesto en
tela de juicio la interpretación de normas de carácter federal (ley de aduanas; art. 68, inc.
b, de la ley 11.683, t.o. en 1978; y art. 11 de la ley 19.549) y la decisión definitiva del
superior tribunal de la causa ha resultado contraria al derecho que la apelante fundó en
ella (art. 14, inc. 3o, de la ley 48).
Por otra parte, si bien el recurso extraordinario ha sido rechazado parcialmente, en lo
atinente a las tachas de arbitrariedad, ello no obsta a su tratamiento puesto que tales
impugnaciones guardan estrecha conexidad con las atinentes a la interpretación de la
cuestión federal (arg. Fallos: 321:2764; 323:1625, entre otros).
-IV-
Con relación al fondo del asunto, estimo que no se halla en discusión que al supuesto
de autos le son aplicables las disposiciones de la ley de aduanas (t.o. en 1962) y las
normas de la ley de procedimientos tributarios (t.o. en 1978 y sus modificaciones
vigentes a la fecha de realización de los hechos que se pretende sancionar) relativas a las
causales de suspensión de la prescripción, en virtud de lo dispuesto por el art. 8o del
decreto-ley 6692/63. Tampoco se controvierte que el plazo para la prescripción de la
acción para imponer penas por infracciones aduaneras es el quinquenal, establecido en el
art. 122 de la ley de aduanas, y que idéntico plazo rige para llevar adelante la acción de
cobro, conforme al art. 123 siguiente.
Según surge de las constancias de la causa —que no han sido puestas en tela de juicio
por las partes—, las infracciones fueron comprobadas en febrero y marzo de 1981, y el
curso del plazo quinquenal de prescripción para aplicar las multas correspondientes, del
citado art. 122 de la ley de aduanas, comenzó a correr a partir del 1º de enero de 1982.
El acto de imposición de estas sanciones (la citada resolución 529/86) fue dictado el
27 de noviembre de 1986, y notificado ello de abril de 1987.
A mi modo de ver, la circunstancia de que el acto haya sido notificado en la fecha
mentada no obsta a su validez, sino que en todo caso lo será con relación a sus efectos
propios (arg. Fallos: 291:591, "Antonio Apolinar López", doctrina reiterada en Fallos:
298:172; 306:1670; 307:321, 349 y 1936; 308:848; 324:4289, entre otros). De allí que,
aplicada dicha jurisprudencia al supuesto del sub lite, entiendo que el acto administrativo
sólo puede producir sus efectos propios a partir de la notificación al interesado y que la
falta de notificación dentro del plazo de prescripción para que la sanción sea aplicada no
causa la anulación del acto en tanto no hace a su validez sino a su eficacia.
Estimo entonces, a la luz de tal criterio, que la sanción fue válidamente impuesta por
el Fisco dentro del plazo previsto para ello, sin que se haya alegado —ni mucho menos
demostrado— la certeza de la fecha en que emanó la resolución impugnada (confr. arg.
Fallos: 291:591, cons. 3o, in fine).
Por ende, ha de concluirse en que resulta errada la sentencia del a quo en cuanto
sostuvo que la acción del Fisco para aplicar la multa se encontraba prescripta al momento
de la notificación.
Ahora bien, puestas las cosas en su recto quicio, advierto que resta determinar lo
atinente al transcurso del siguiente plazo quinquenal de que goza el Fisco para exigir el
pago de la multa de que se trata, en virtud del art. 123 de la ley de aduanas, extremo cuya
dilucidación corresponde al tribunal de origen.
-V-
Por lo expuesto, opino que cabe declarar formalmente procedente el recurso
extraordinario, revocar la sentencia de fs. 460/463 vta., y devolver las actuaciones al a
quo a fin de que, por quien corresponda, dicte sentencia de acuerdo con las pautas del
presente dictamen. Buenos Aires, 29 de agosto de 2008. — Laura M. Monti.
Buenos Aires, 8 de noviembre de 2011
VISTOS LOS AUTOS:
"Bossi y García S.A. (TF 5932-A) c/ DGA".
CONSIDERANDO:
1º) Que la Sala I de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Contencioso
Administrativo Federal, en lo que al caso interesa, revocó la sentencia del Tribunal Fiscal
de la Nación que había rechazado la excepción de prescripción de la acción penal
aduanera. Contra dicho pronunciamiento, el Fisco Nacional interpuso el recurso
extraordinario de fs. 468/477 vta., que fue contestado a fs. 480/480 vta.
2º) Que los agravios contenidos en el remedio federal intentado habilitan la
intervención del Tribunal en los términos del artículo 14, inc. 3o, de la ley 48. Ahora
bien, teniendo en cuenta el planteo formulado por la defensa a fs. 490, corresponde que
respecto de la sanción punitiva — multa aplicada en los términos del artículo 954 del
Código Aduanero—, esta Corte se expida, de manera previa, sobre la afectación de la
garantía de ser juzgado en un plazo razonable, máxime cuando —con arreglo a reiterada
doctrina—, la prescripción es de orden público, opera por el mero transcurso del tiempo y
debe ser declarada aun de oficio por el Tribunal a fin de evitar la continuación de un
juicio innecesario.
3º) Que en diversas oportunidades el Tribunal ha señalado que el instituto de la
prescripción de la acción tiene una estrecha vinculación con el derecho del imputado a un
pronunciamiento sin dilaciones indebidas (Fallos: 322:360, esp. disidencia de los jueces
Petracchi y Boggiano, y 323:982), y que dicha excepción constituye el instrumento
jurídico adecuado para salvaguardar el derecho en cuestión.
4º) Que, según las constancias de la causa, frente a la denuncia por la comisión de
infracciones en dos despachos aduaneros tramitados en febrero y marzo de 1981, el
"Departamento Contencioso Capital de la Administración Nacional de Aduanas" dictó el
"Fallo ANCC n° 529/86", de 27 de noviembre de 1986, que impuso la multa aquí
involucrada (conf fs. 1/2 y 34/36 de expte. adm. "EAAA/N0 600306/1986). La apelación
del 20 de abril de 1987 contra esa decisión (conf. fs. 9/18), dio lugar a los
pronunciamientos del Tribunal Fiscal de la Nación de 24 de noviembre de 1987 (conf. fs.
41/43 y vta.) y de 15 de diciembre de 2000 (conf. fs. 406/410). Apelados —a su vez—
estos últimos, la alzada dictó la sentencia de 30 de abril de 2007, referida al inicio del
presente, contra la cual se dedujo recurso extraordinario.
5º) Que, en el caso, un procedimiento recursivo que se ha prolongado durante más de
veintitrés años excede todo parámetro de razonabilidad de duración del proceso penal. En
tales condiciones, si en la especie se ordenara un reenvío a los efectos de la tramitación
de un incidente de prescripción de la acción en la instancia pertinente de acuerdo con el
ya mencionado planteo de la imputada, ello no haría más que continuar dilatando el
estado de indefinición en que se ha mantenido a esa parte, en violación de su derecho
constitucional a obtener un pronunciamiento judicial sin dilaciones indebidas (artículos
18, Constitución Nacional, y 8o, inc. 1, Convención Americana sobre Derechos
Humanos; Fallos: 329:445; 330:1369; 332:1492 y sus citas). Por lo tanto, y de
conformidad con el criterio que se deriva de tales precedentes, corresponde que sea esta
Corte la que ponga fin a la presente causa —en cuanto aquí se trata— declarando la
extinción de la acción penal por prescripción, lo cual torna abstractos los agravios del
Fisco Nacional.
Por ello,
oída la señora Procuradora Fiscal, se declara admisible el recurso extraordinario y
extinguida la acción penal en la presente causa. Las costas se imponen en el orden
causado en atención al modo en que se decide (art. 68, segundo párrafo, del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación). Notifíquese y devuélvase.
Ricardo Luis Lorenzetti
Elena I. Highton de Nolasco
Carlos S. Fayt
Enrique Santiago Petracchi
(en disidencia)
Juan Carlos Maqueda
E. Raúl Zaffaroni
Carmen M. Argibay
(en disidencia)
Disidencia del señor ministro doctor don Enrique Santiago Petracchi:
CONSIDERANDO:
1°) Que los antecedentes de la causa se encuentran adecuadamente reseñados en el
dictamen de la señora Procuradora Fiscal, a cuyos términos corresponde remitirse, en tal
aspecto, por motivos de brevedad.
2º) Que si bien en principio lo referente a la prescripción de la acción penal o de la
pena es materia ajena a la jurisdicción extraordinaria, por versar esencialmente sobre
temas de hecho y derecho procesal y común (Fallos: 298:21; 300:712; 305:373, entre
muchos otros), cabe hacer excepción a ese principio cuando —como ocurre en el sub
lite— los agravios del apelante ponen de manifiesto que el a quo se ha apartado de lo
establecido por la norma de carácter federal aplicable al caso y en la que el recurrente
sustenta su derecho.
3º) Que esta Corte ha tenido oportunidad de señalar en la causa "Wonderland S.R.L. c/
Aduana Rosario" (Fallos: 332:1109), en la que se discutía sobe la interpretación del art.
937, inc. a, del Código Aduanero —según el cual la prescripción de la acción para
imponer penas por infracciones aduaneras se interrumpe por "el dictado del auto por el
cual se ordenare la apertura del sumario"—, que de la letra de esa norma surge
claramente que la interrupción de la prescripción se produce por la sola circunstancia del
"dictado" del auto respectivo.
También afirmo la Corte en tal precedente que la eficacia del acto que dispone la
apertura del sumario a los fines de interrumpir la prescripción está dada por la directa
aplicación de la norma que así lo establece (art. 937 del código de la materia), por lo que
descartó que a tales fines debiera acudirse a otros ordenamientos normativos.
4º) Que el criterio fijado en la causa "Wonderland S.R.L." resulta planamente
aplicable en el sub examine respecto de los alcances que cabe atribuir al art. 68, inciso b,
de la ley 11.683 (t.o. 1978), vigente al momento de los hechos, puesto que éste, al
establecer que el curso de la prescripción de la acción penal se suspende "desde la fecha
de la resolución condenatoria", no requiere —al igual que el artículo 937. Inc. a, del
Código Aduanero— que el acto respectivo sea notificado al sumariado para que tenga
virtualidad —en este caso— suspensiva.
Por ello,
oída la señora Procuradora Fiscal, se declara formalmente procedente el recurso
extraordinario y se revoca la sentencia apelada en cuanto ha sido motivo de agravios.
Con costas. Notifíquese y remítanse las actuaciones al tribunal de origen a fin de que, por
quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento.
Enrique Santiago Petracchi
Disidencia de la señor ministra doctora doña Carmen M. Argibay
CONSIDERANDO:
Que el recurso extraordinario, es inadmisible (artículo 280 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación).
Por ello,
oída la señora Procuradora Fiscal, se lo desestima. Notifíquese y devuélvase.
Carmen M. Argibay
-I-
A fs. 173/182, el Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de La Rioja rechazó el
recurso de casación interpuesto por el Fisco Nacional, respecto de la resolución dictada
por la Cámara en lo Civil, Comercial y de Minas de la segunda circunscripción judicial,
en el expediente "Verificación tardía AFIP-DGI en Expte. 17.214/00, Bodegas y Viñedos
El Águila SRL - concurso preventivo", por la que se había dispuesto no hacer lugar al
incidente de verificación tardía articulado por la AFIP, por haber operado la prescripción
de la acción intentada, de acuerdo con el art. 56 de la ley 24.522 (fs. 40/43 del expediente
agregado por cuerda).
Para así resolver, sostuvo que era correcto lo decidido por la cámara en cuanto a que
correspondía aplicar el plazo previsto en el mentado artículo de la ley concursal, y no el
establecido en la ley 11.683. Apoyó tal tesitura, también, con la justificación expresada
en el mensaje de elevación del proyecto de ley al Congreso.
Por otra parte, desestimó el agravio del Fisco fincado en que entre la presentación en
concurso y su apertura (11 de agosto y 30 de octubre de 2000, respectivamente), por una
parte, y la designación del síndico y la última publicación de edictos (7 de septiembre y
30 de noviembre de 2001, respectivamente), por otra, transcurrió parte del plazo sin que
los acreedores pudieran presentarse a verificar sus créditos, motivo por el cual -estimaba
el Fisco- el tribunal del concurso debió suspender el transcurso del plazo. Al respecto,
adujo el a quo que si bien es aplicable el art. 3.980 del Código Civil a los supuestos
regidos por el art. 56 de la ley 24.522, en la especie no se verificaban razones que así lo
justificaran.
- II -
A fs. 86/110 luce el recurso extraordinario interpuesto por el Fisco Nacional. En
síntesis apretada, arguye que hay cuestión federal simple ya que se ha preterido la
aplicación del plazo de prescripción de su acreencia contemplado por el art. 56 de la ley
11.683 y, por otra parte, puesto que ha existido arbitrariedad en la apreciación de las
circunstancias de la causa.
De forma concomitante, solicitó la declaración de inconstitucionalidad del sexto
párrafo del art. 56 de la ley de concursos y quiebras, en tanto establece un plazo
liberatorio de dos años cuyo transcurso comienza sin que tenga noticia de ello el
acreedor, en violación a su derecho de defensa.
Por último, arguyó la existencia de un supuesto de gravedad institucional, al estar en
juego la percepción de las rentas públicas.
- III -
Estimo que si bien el a quo concedió el recurso extraordinario por arbitrariedad de la
sentencia, esgrimida por el Fisco Nacional (ver auto de fs. 125/129) y lo denegó en lo que
hace a la cuestión federal, en el presente caso es de aplicación la doctrina del Tribunal
que establece que ambas cuestiones guardan entre sí estrecha conexidad (conf. Fallos:
321:2764 321:2764; 323:1625, entre otros), puesto que las alegaciones en torno a que el
pronunciamiento apelado resulta arbitrario envuelven en sí el estudio de la aplicación o
no al caso de la ley 11.683, en cuanto establece plazos de prescripción para las acciones
del fisco tendientes al cobro de una acreencia tributaria.
Por otra parte, es de recordar que, en estos casos, V.E. no se encuentra limitada por los
argumentos del a quo o de las partes, sino que le incumbe efectuar una declaración sobre
el punto disputado (Fallos: 310:2200; 314:529 y 1834, entre otros).
- IV -
En primer término, debo destacar que el planteamiento de inconstitucionalidad del art.
56 de la ley 24.522 que realiza el Fisco Nacional ha sido introducido recién con la
interposición del recurso extraordinario. En tales condiciones, estimo que resulta un
planteamiento fruto de una reflexión tardía, que no fue oportunamente deducido ante el
tribunal de la causa, como era menester (arg. Fallos: 319:1057; 320:305).
De todas maneras, también obsta al tratamiento de dicha cuestión la clara doctrina de
esa Corte que veda a los entes estatales la posibilidad de poner en tela de juicio la validez
constitucional de leyes emanadas del Congreso Nacional (arg. Fallos: 312:2075; 322:227,
entre otros).
-V-
Por lo demás, el Fisco Nacional impugna la sentencia del a quo al entender que la
prescripción de su crédito contra la firma Bodegas y Viñedos El Águila SRL ha de
regirse por el plazo quinquenal establecido en el art. 56, inc. a), de la ley de
procedimientos tributarios (t.o. en 1998 y sus modificaciones).
A mi modo de ver, la sentencia apelada resulta ajustada a derecho y a las
circunstancias de la presente causa.
En efecto, es cierto -como lo afirma la AFIP- que el derecho tributario ha ganado
autonomía como rama del ordenamiento jurídico, por los conceptos, principios, institutos
y métodos con el que cuenta. Pero también lo es que las normas tributarias no deben
quedar al margen de la unidad general del derecho, sino que han de compatibilizarse,
necesariamente, con los principios generales del derecho (públicos o privados) en cuanto
éstos tengan vigencia general en todo el orden jurídico (arg. Fallos: 297:500).
Por otra parte, ha de tenerse presente que es clara la pauta hermenéutica que postula
que las leyes deben interpretarse siempre evitando darles un sentido que ponga en pugna
sus disposiciones, procurando adoptar como verdadero el que las concilia y deja a todas
con valor (Fallos: 319:68; 320:1909 y 2656; 323:2117). Además, la interpretación y
aplicación de las leyes requiere no aislar cada norma por su fin inmediato y concreto,
sino que debe procurarse que todas se entiendan teniendo en cuenta los fines de las
demás y considerárselas como dirigidas a colaborar en su ordenada estructuración
(Fallos: 319:1311).
En el supuesto planteado en sub judice, se trató de un proceso concursal, regido por la
ley 24.522, norma dictada por la misma autoridad nacional de la cual, a su vez, emanó el
Art. 56 de la ley 11.683, motivo por el cual no puede hablarse, a mi juicio, de prelación
de normas, sino que debe discernirse cuál de ellas es la que rige la prescripción del
crédito que tardíamente, por vía incidental, pretende verificar el Fisco Nacional.
Tengo para mí que, tal como adelanté, la interpretación normativa realizada por el a
quo resulta ajustada a las citadas pautas hermenéuticas, puesto que la especificidad de
aquellos procesos que, como el concursal, por sus características de universalidad,
requieren de la unidad de criterios y de pautas uniformes y seguras, hacen que el crédito
fiscal que es anterior a la presentación en concurso de Bodegas y Viñedos El Águila
SRL, se vea afectado por éste y, en tales condiciones, se reduzca su plazo de prescripción
al establecido, de manera clara y terminante, por el sexto párrafo del art. 56 de la ley de
concursos y quiebras.
No se me escapa que éste es el método ideado por el legislador al sancionar la ley
24.522, en cuanto busca, por una parte, dar seguridad jurídica y certeza ante una situación
de iliquidez o de falencia y, por otra, posibilita la compatibilización de todos los derechos
que se hallan en pugna dentro de un proceso concursal, es decir, tanto el interés del
deudor en saldar sus deudas, como de los acreedores frente a él y entre sí.
Por otra parte, aunque es cierto que en autos el Fisco Nacional -como todos los demás
acreedores de la concursada- recién pudo hacer uso de su derecho a verificar su crédito a
partir de la designación del síndico (7 de septiembre de 2001), ha de hacerse notar que,
como lo apreció con buen criterio el tribunal recurrido, gozó de un tiempo suficiente para
presentar su acreencia a verificar, ya que fue debidamente notificada por el contribuyente
de su presentación en concurso (ver formulario 735 a fs. 29).
Al mismo tiempo, debe destacarse que la deuda reclamada -impuesto a la ganancia
mínima presunta de 1999- surge de la declaración jurada presentada por el propio
contribuyente, y no de un procedimiento determinativo de oficio, supuesto éste que, de
acaecer, sí podría eventualmente llegar a exceder de los dos años previstos en el sexto
párrafo del Art. 56 de la ley 24.522.
Es decir, el Fisco Nacional sólo precisó del instrumento emanado del contribuyente
para determinar el monto de su acreencia a verificar, motivo por el cual las demoras que
pudo haber alegado son el fruto de su propia conducta, libremente escogida.
- VI -
Por lo hasta aquí expuesto, opino que corresponde confirmar la sentencia apelada en
cuanto fue materia de recurso extraordinario.
Buenos Aires, 05 de noviembre de 2007
ES COPIA
LAURA M. MONTI
ES COPIA
DISIDENCIA DE LA SEÑORA MINISTRA DOCTORA DOÑA CARMEN M.
ARGIBAY
CONSIDERANDO:
Que el recurso extraordinario es inadmisible (art. 280 del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación).
Por ello, oída la señora Procuradora Fiscal, se desestima el recurso extraordinario, con
costas (art. 68 del código citado). Notifíquese y devuélvase.
CARMEN M. ARGIBAY
ES COPIA
Recurso extraordinario interpuesto por la Administración Federal de Ingresos Públicos
- Dirección General Impositiva, representada por la Dra. Carolina Isabel Zandri.
Traslado contestado por Bodegas y Viñedos El Águila Sociedad de Responsabilidad
Limitada, representada por el Dr. Mario Emilio Pagotto y Silvya Eve Ariaudo, en calidad
de síndico, con el patrocinio de la Dra. Silvia Estelka Leo.
Tribunal de origen: Tribunal Superior de Justicia de la Provincia de La Rioja.
Tribunales que intervinieron con anterioridad: Cámara en lo Civil, Comercial y de
Minas de Chilecito, Provincia de La Rioja.
PROCESOS Y RECURSOS
VISTO:
Los autos: "Recurso de hecho deducido por la actora en la causa Microómnibus Barrancas
de Belgrano SA s/impugnación", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
2) Que el a quo fundó su decisión en las leyes 18820 y 21864 que establecen la obligación
de depositar el importe de la deuda resultante de la resolución administrativa como
requisito previo de la procedencia del recurso ante la justicia del trabajo. El apelante
sostiene, en uno de sus agravios, que las citadas disposiciones legales son contrarias al
artículo 8, inciso 1), de la Convención Americana de Derechos Humanos, aprobada por la
ley 23054, que establece lo siguiente: "Toda persona tiene derecho a ser oída, con las
debidas garantías y dentro de un plazo razonable por un juez o Tribunal competente,
independiente e imparcial, establecido con anterioridad por la ley, en la sustanciación de
cualquier acusación penal formulada contra ella, o para la determinación de sus derechos y
obligaciones de orden civil, laboral, fiscal o de cualquier otro carácter". El recurrente
considera que esta disposición es operativa pues no requiere de una reglamentación interna
para ser aplicada por los jueces al caso de autos.
3) Que, del examen de la jurisprudencia de la Corte, surge que el otorgamiento del carácter
operativo o programático a los tratados internacionales ha dependido de si su ejercicio
había sido supeditado o no a la adopción, en el caso concreto, de medidas legislativas por
parte del orden jurídico interno del país contratante (ver, en tal sentido, Fallos: 186:258;
249:677; 252:262; 284:28 y los pronunciamientos dictados en las causas: "Costa, Héctor R.
c/Municipalidad de Buenos Aires y otros" - C.752.XIX y C.753.XIX - 12/3/1987;
"Eusebio, Felipe Enrique s/sucesión 'ab intestato'" - E.56.XXI - 9/6/1987; "Firmenich,
Mario E. s/incidente de excarcelación" - I. 74.XXI - 28/7/1987; "Jáuregui, Luciano Adolfo
s/planteo de excepciones previas" - J.60.XXI - 15/3/1988 y "Sánchez Abelenda, R.
c/Ediciones de la Urraca SA y otro" - S.454.XXI - 1/12/1988, entre otros, y asimismo,
Henkin, Louis: "Foreign affairs and the Constitution" - 1972 - págs. 156/159 y la
jurisprudencia allí citada).
5) Que, en tales condiciones, corresponde hacer lugar a la queja en este punto, declarar la
procedencia formal del recurso extraordinario y examinar si las leyes impugnadas son o no
contrarias al artículo 8, inciso 1) de la Convención de Derechos Humanos, invocado por el
apelante en apoyo de sus pretensiones (art. 14, inc. 3], L. 48).
6) Que, a tal fin, resulta conveniente remitirse, tal como se hizo en el caso "Firmenich"
(consid. 5), a la jurisprudencia elaborada por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos
respecto de la Convención que rige en el viejo continente, cuyo artículo 6, inciso 1), está
redactado en términos casi idénticos a la disposición americana en cuestión.
8) Que la aplicación de la doctrina reseñada al "sub lite" no autoriza a concluir que las leyes
impugnadas resulten violatorias del artículo 8, inciso 1) de la Convención Americana toda
vez que el apelante ni siquiera ha alegado que le fuera imposible, debido al excesivo monto
del depósito, interponer el recurso de apelación previsto en la legislación cuestionada, de tal
forma de impedir real y efectivamente el ejercicio de su derecho. Tal solución se ajusta, por
lo demás, a la jurisprudencia dictada por esta Corte en casos similares al interpretar el
artículo 18 de la Constitución Nacional (Fallos: 215:225 y 501; 219:668; 247:181; 261:101;
285:302; entre otros).
9) Que, por último, la tacha de arbitrariedad efectuada carece de base para descalificar la
solución adoptada por la Alzada, pues aunque el organismo administrativo no hubiera
liquidado los recargos de los aportes omitidos, el recurrente pudo depositar los aportes
omitidos si se tiene en cuenta que la autoridad previsional le hizo saber en su oportunidad la
composición nominal de lo adeudado (ver fs. 9 y 17 del expte. principal) y que, por otra
parte, las pautas para determinar los recargos y actualizaciones correspondientes aparecen
claramente fijados en los artículos 3 de la ley 18820 y 8 de la ley 21864.
Suprema Corte:
Para arribar a la decisión que se impugna, sostuvo el a quo, en su voto mayoritario, que el
hecho imponible establecido por la ley 17741 que creó el Fondo de Fomento
Cinematográfico, era la concurrencia a una exhibición cinematográfica que, ya fuera
onerosa o gratuita, daba nacimiento a la obligación de tributar el equivalente al 10% del
valor de la entrada.
Sentado ello, el Tribunal consideró aplicables al caso las disposiciones sobre repetición de
gravámenes contenidas en el art. 74 de la ley 11683, t.o. 1968 (actualmente art. 81 del t.o.
1978), en cuanto faculta a los contribuyentes y demás responsables para repetir los
impuestos y sus accesorios que hubieran abonado de más, ya sea espontáneamente o a
requerimiento de la DGI.
En primer término, creo conveniente precisar los alcances del auto que parcialmente
concede el recurso extraordinario. Entiendo que la denegatoria del mismo se encuentra
referida exclusivamente al tema de la imposición de costas, el cual, al no mediar recurso de
queja, debe quedar marginado del dictamen. En cuanto al resto de los agravios, aun cuando
la recurrente invoca erróneamente la doctrina de la arbitrariedad, ellos remiten a mi juicio, a
la interpretación de normas federales, razón por la que el recurso es, a su respecto,
formalmente procedente.
En cuanto al fondo del asunto, pienso que deben distinguirse los dos argumentos sobre los
que se sustenta el pronunciamiento recurrido y que, en algunos pasajes del recurso
extraordinario, no aparecen claramente delimitados. Ellos son:
a) La calidad de mero agente de percepción del gravamen establecido por la ley 17741
atribuido al actor.
Acerca del primer fundamento, pienso que el recurso extraordinario no se hace debido
cargo de los motivos expuestos por el a quo para arribar a tal inteligencia. En efecto, la
mera aserción dogmática en punto a que un "ente indeterminado" como los espectadores no
puede ser sujeto pasivo de un tributo, así como que tal inteligencia no se ajusta a la realidad
jurídica es insuficiente, en mi criterio, para desvirtuar la conclusión del a quo que, con
apoyo en el texto del art. 65 de la ley 17741 y en la aceptación de la asistencia al
espectáculo como hecho imponible, entendió que el contribuyente en este gravamen
resultaba el espectador. En consecuencia estimo que en lo que hace a dicho punto, debe
declararse improcedente el remedio federal intentado.
Queda pues, como cuestión a decidir, si los agentes de percepción pueden, en los supuestos
en que no hubieren abonado los tributos con fondos propios, repetir tales gravámenes.
En primer término, creo que debe destacarse que la afirmación del a quo según la cual las
acciones de repetición intentadas por los referidos sujetos contemplados en la ley 17741 se
rigen por lo normado al respecto en la ley 11683, al margen de no haber sido motivo de
controversia en autos resulta, a mi entender, ajustada a las disposiciones de aquel cuerpo,
en la medida en que si bien sólo se menciona expresamente en su art. 65 la aplicación de
normas de la Ley de Procedimiento Tributario referidas a la responsabilidad patrimonial y
penal de los agentes de percepción, esta normativa resulta aplicable también a las restantes
relaciones de naturaleza patrimonial entre el agente de percepción y el organismo
encargado de la recaudación del tributo, como es, en este caso, el reclamo efectuado con
sustento en una interpretación errónea de la base imponible.
En consecuencia, se torna necesario analizar el alcance que debe asignarse al actual art. 81
de la ley 11683 (t.o. 1978) en cuanto establece que los contribuyentes y demás responsables
tienen acción para repetir los tributos y sus accesorios que hubieran abonado de más, ya sea
espontáneamente o a requerimiento del organismo recaudador.
Señaló la Corte entonces, que dos eran los fundamentos de la acción destinada a lograr la
restitución de lo pagado indebidamente en concepto de tributos:
Sobre dicha base, cabe destacar que los agentes de percepción como los de retención, se
encuentran referidos en el art. 16, inc. f) de la ley antes mencionada, como responsables del
cumplimiento de la deuda ajena junto con los otros allí mencionados, con los recursos que
"administran, perciben o disponen" y, encuadran, indudablemente, dentro de los sujetos
habilitados por el art. 81 para repetir los gravámenes ingresados de más.
Sin embargo, ello por sí solo no basta a mi entender para interpretar que esa norma resulta
aplicable a cualquier circunstancia en la que uno de dichos agentes peticiona la devolución
de una suma ingresada al ente recaudador. En tal orden de ideas, es necesario recordar
previamente, que la actividad por ellos desarrollada se vincula, en lo que aquí interesa, con
el sistema de percepción de los tributos en la misma fuente, en virtud de una disposición
expresa que así lo establezca y atendiendo a razones de conveniencia en la política de
recaudación tributaria.
Tanto para el contribuyente como para estos agentes el nacimiento de sus respectivas
obligaciones frente al Fisco se subordina a la existencia de un presupuesto de hecho, pero
en cada uno de esos dos casos ese presupuesto de hecho es diferente. Para el primero, la
realización del hecho imponible da origen a la obligación tributaria sustancial, para los
segundos la circunstancia de intervenir en determinados actos, da nacimiento a su deber de
retener o percibir, total o parcialmente, el tributo e ingresarlo posteriormente al Fisco.
Ello pone de resalto que el dinero retenido o percibido proviene del patrimonio del
contribuyente que es quien, estrictamente, efectúa el pago y no del patrimonio del agente de
retención o percepción quien desde el punto de vista técnico sólo ingresa dicha suma en las
cuentas del Fisco.
Lo expuesto debe conectarse con el hecho de que el fundamento antes descripto en a),
implica reconocer que el enriquecimiento sin causa a determinado sujeto requiere, de
manera imprescindible, una relación entre dos patrimonios con un desplazamiento de
bienes que afecta a uno e incrementa al otro, y estas circunstancias deben analizarse sobre
la base de las consecuencias directas e inmediatas de esa relación interpatrimonial.
En tales condiciones, estimo que la posibilidad que el art. 81 acuerda a los sujetos hasta
aquí mencionados de repetir los impuestos ingresados de más, sólo está referida a los
supuestos en que éstos no se limitaron a ingresar el gravamen, sino que, en un sentido
estricto, puede decirse que además lo han pagado, en virtud de que los valores utilizados a
tal efecto tienen origen en su patrimonio, circunstancia que obliga a desestimar los planteos
del recurrente, máxime cuando en el caso de autos los contribuyentes resultan difícilmente
determinables, lo que se traduciría en definitiva en sustituir un aparente enriquecimiento sin
causa del ente recaudador del gravamen, por el del agente de percepción.
Sin embargo, estimo que las razones expuestas en el presente dictamen y la contradicción
existente entre las doctrinas de Fallos - 186:170 y 255:129 y posteriores, autorizan un
replanteo de la cuestión.
Por ello, opino que corresponde confirmar el pronunciamiento recurrido en cuanto ha sido
materia de agravios.
Texto Completo
Fecha: 18/10/1973
Sumarios
1.
o Voces
2.
o Voces
3.
o Voces
4.
o Voces
5.
o Voces
6.
o Voces
6 - Si entre dos sociedades media un conjunto económico, como que una de ellas
tiene el 99% del capital de la otra, las operaciones que entre ellas celebran sólo
significan un traslado de mercaderías entre sectores de dicho conjunto y en
consecuencia a los efectos tributarios, en el caso el impuesto a las ventas,
únicamente interesan las operaciones del conjunto con terceros que signifiquen real
entrada de mercaderías al conjunto o salida de él.
7.
o Voces
7 - No se da la situación prevista en el art. 6º párr. 3º a) de la ley 12.143 si las
operaciones que dan origen al litigio responden a obras realizadas por encargo de
terceros para ser instaladas en inmuebles o muebles de otras personas.
8.
o Voces
9.
o Voces
10.
o Voces
11.
o Voces
11 - Son ajenos al campo de la imposición del gravamen de las ventas los procesos
artesanales mencionados en el art. 28 de la reglamentación y las que fueren
declaradas comprendidos en dicho artículo por resolución del organismo de
aplicación del impuesto.
Opinión del Procurador General de la Nación
En cuanto al fondo del asunto, el Fisco Nacional (D.G.I.) actúa por intermedio de
apoderado especial, que ya ha asumido ante V.E. la intervención que le corresponde.-
Noviembre 22 de 1972. - Eduardo H. Marquardt
Considerando:
2º - Que tanto el Tribunal Fiscal como la alzada al admitir la acción fundaron sus
respectivos pronunciamientos en los siguientes argumentos: a) La existencia entre Mellor
Combustion S.A. I. y Mellor Godwin S.A. C. de un "conjunto económico" como fuera
sostenido por la propia accionante al declarar que ambas sociedades se encontraban
vinculadas económicamente o en relación de sujeción económica, por lo cual sostiene que
no puede admitirse que ambas empresas realizaran entre sí operaciones de compraventa,
sino traspaso de mercaderías entre entes mutuamente complementados; b) La existencia de
ejecución de trabajos sobre inmuebles de terceros por parte del aludido conjunto
económico, lo que encuadra el caso en el art. 6º inc. a), de la ley 12.143, con el efecto de
excluir el gravamen a las ventas cuya repetición se reclama. c) La imposibilidad de atribuir
a los elementos que elabora la accionante el carácter de mercaderías, frutos o productos a
que alude el art. 1º de la mentada ley de impuesto a las ventas.
3º - Que esta Corte ha tenido oportunidad de declarar "in re"; "Parke Davis y Cía. de
Argentina S.A. I. C. s/recurso de apelación" (Rev. La Ley, t. 151, p. 353) (expte. P. 306.
XVI) que para la configuración de contrato deben mediar diversidad de partes, posibilidad
de deliberación y diferenciación de intereses, por lo que acreditada -como en autos- la
relación de sujeción o conjunto económico, pierden eficacia todas las apariencias
contractuales con que se han encubierto prestaciones. Porque sea por aplicación de la teoría
del órgano, de la realidad económica o de la penetración en la forma de la persona
colectiva, la sola existencia comprobada del fenómeno de la concentración de empresas que
constituye su base material impone la consideración del fondo real de la persona jurídica y
la estimación sustantiva de las relaciones que auténticamente las vinculan.
Por otra parte, la ley aplicable al caso contiene una norma que prevé con claridad este modo
operativo, ya que el art. 5º de la ley 12.143, expresa en su segundo párrafo que cuando el
responsable del impuesto efectúe sus ventas a o por intermedio de personas o sociedades
que económicamente puedan considerarse vinculadas con aquél, en razón del origen de sus
capitales o de la dirección efectiva del negocio o del reparto de utilidades, etc., el impuesto
será liquidado sobre el mayor precio de venta obtenido, pudiendo la Dirección exigir
también su pago en esas otras personas o sociedades y sujetarlas al cumplimiento de todas
las disposiciones de la presente ley. Tal vinculación económica se presumirá, salvo prueba
en contrario, cuando la totalidad de las operaciones del responsable o de determinada
categoría de ellas, sea absorbida por las otras empresas o cuando la casi totalidad de las
compras de estas últimas o de determinada categoría de ellas es efectuada a un mismo
responsable.
5º - Que ello sentado, el tribunal rechaza la posición sostenida por la D.G.I. demandada en
el presente proceso, al sostener que la finalidad del art. 5º de la ley de Ventas, transcripto en
el Considerando 3º), es "un arma legal aplicable sólo para el fisco..." y "no otorgada a los
responsables a fin de que, según su conveniencia, la utilicen para no pagar el gravamen". El
renovado instrumental jurídico, cuya elaboración es permanente tarea de la doctrina y de la
jurisprudencia, es el resultado de la valoración crítica de los problemas que plantea la
producción industrial en masa y las estructuras económico-sociales en transformación, pero
de manera alguna importa consagrar institutos que funcionen unilateralmente en favor
exclusivo de uno solo de los sujetos de la relación tributaria. Los tribunales pueden
descorrer el velo societario en el interés de los mismos que la han creado, haciendo
aplicación positiva de la teoría de la penetración y asimismo, admitir la invocación -como
en el caso- de la teoría del conjunto económico o sus equivalentes, ya que como dijera esta
Corte "in re", "Compañía Swift de La Plata S.A. Frigorífica s. convocatoria de acreedores",
expte. C-705, XVI, de lo que se trata es de la necesaria prevalencia de la razón del derecho
sobre el ritualismo jurídico formal, sustitutivo de la sustancia que define a la justicia,
aprehendiendo la verdad jurídica objetiva, sea ésta favorable al fisco o al contribuyente.
Este, por lo tanto, está habilitado -en términos generales- para invocar la existencia en su
beneficio del conjunto económico, sin perjuicio de las particularidades de cada caso,
conforme a los principios generales en orden a la oportunidad y buena fe de su articulación.
Aunque es exacto, como se sostuviera "in re" Lagazzio, E.F., s/apelación (L 188. XVI) que
la idea del conjunto económico -utilizada por primera vez por el decreto-ley 18.229/43 art.
8º- obedeció al propósito de evitar revalúos ficticios, amortizaciones simuladas y
transferencias indebidas, no cabe negar a la recurrente el derecho de alegar la existencia de
"conjunto" para encuadrar debidamente los hechos imponibles, so pretexto, como lo
pretende el fisco demandado, de que no puede invocar su propia torpeza, derivada del
hecho de haberlos expuesto en sucesivas declaraciones impositivas bajo una forma que
encubría una realidad jurídica y económica no exteriorizada.
6º - Que si bien el principio "nemo auditur..." no tiene el alcance que en el caso le atribuye
el Fisco, debe sí exigirse en homenaje a la debida lealtad procesal y para que no haya
desmedro en la seriedad del planteo como condición de la acción del contribuyente que
desarma en su beneficio la ficción que creó, que acredite que ha rectificado su conducta
impositiva total, conforme a los extremos legales que impone la confesión de la existencia
de dicho conjunto económico. Ello así, en virtud del principio que surge del art. 959 del
Cód. Civil, en su parte final. Consiguientemente es legítimo sostener que la actora también
debió acreditar que la existencia de la situación que aquí denuncia para intentar la
repetición de tributos pagados en virtud de la ley 12.143 de impuesto a las ventas, fue
igualmente exteriorizada a los efectos de realizar los correlativos ajustes en los demás
tributos cuya recaudación compete al Estado Nacional. Lo contrario impide la ponderación
total de la conducta del reclamante, extremo que resulta imprescindible para descartar todo
reproche o incorrección que descalificaría la rectitud y buena fe que son exigibles en el
ejercicio de los derechos y acciones en justicia. A estos fines, resulta insuficiente la
invocación de la situación que se meritúa sólo respecto al gravamen cuya repetición se
pretende, habida cuenta que la accionante presentó durante seis períodos fiscales
declaraciones juradas del impuesto a las ventas sin denunciar durante esos años la especial
condición que revestía y ahora invoca, al parecer, con ese solo objeto.
7º - Que a este respecto, siendo misión del juez hacer aplicación del derecho objetivo con
independencia de los planteos de las partes (Fallos, t. 282, p. 209; t. 261, p. 193 -Rev. La
Ley; t. 118, p. 626-; t. 263, p. 32 -Rev. La Ley, XXVI, p. 1038, sum. 35-, entre otros) cabe
establecer -con respecto al fundamento indicado en el Considerando 2º letra b)- que en
autos no se da la situación prevista por el párr. 3º, inc. a) del art. 6º de la ley 12.143 que
reza: "En el caso de construcción de edificios e inmuebles en general y de ejecución de
trabajos sobre muebles o inmuebles de terceros, el que efectúe la construcción o trabajo es
responsable por el valor de venta real o presunto de las mercaderías que incorpore a la obra,
siempre que sean de su importación u obtenidas mediante un proceso de elaboración,
fabricación o manufactura propia anterior a la construcción o reparación misma".
La hipótesis legal no se verifica en autos ya que según la pericia de fs. 104 y vta. los
contadores designados por las partes concuerdan en que la materia en litigio responde "a
obras realizadas por encargo de terceros". Por otra parte, al contestar los agravios la actora
reconoce que "la contratación de las obras y su facturación final a los clientes se efectúa por
medio de Mellor Goodwing S.A. C. sociedad vinculada a mi representada quien los instala
en los bienes de los adquirentes".
Ello implica que el caso de autos queda abarcado por la imposición sin las excepciones
mentadas.
La tesis sostenida por la jurisprudencia dominante parece olvidar dicha equiparación, que
data del decreto 24.671 del 10 de 0ctubre de 1945 y que tuvo la única finalidad de precisar
la procedencia de la imposición en supuestos como el de autos. En tal sentido, en la
exposición de motivos del proyecto elaborado por el Ministerio de Hacienda se expresó que
"no se justificaría que la ley creara diferencias entre el productor que fabrica por propia
iniciativa en vista del posible comprador y el productor que aguarda el encargo del cliente,
ya que uno y otro operan con igual organización industrial, contemplan iguales factores de
producción y suman los mismos valores de costos y utilidad para formar el precio de la
mercadería". Este es precisamente el problema replanteado en autos, que así reproduce la
situación resuelta en 1945 por dicha norma interpretativa.
La misma traduce una aplicación concreta del principio de la realidad económica, ya que
cuando se atribuye a un acto una denominación que no responda a su esencia jurídica, es
ésta la que debe prevalecer para su encuadramiento fiscal, conforme a viejas reglas de
hermenéutica que ya se encuentran receptadas en la propia ley civil (art. 1326 y nota 1493).
Va de suyo que la situación de base del impuesto que se trata se completa con la atribución
subjetiva del art. 6º de la propia ley, al enumerar los responsables directos y precisar en el
inc. a) a "productores e industriales" (Conf. lo resuelto por esta Corte "in re". "Aebi Hnos.
S.R.L.", el 26/7/97 -Rev. La Ley, t. 151, p. 503-). Queda entendido entonces que resultan
ajenos al campo de la imposición o no alcanzados por el impuesto los procesos artesanales
especialmente mencionados en el art. 28 de la reglamentación (t. o. en 1960), como así
también "aquellas otras actividades que por ajustarse a las características y condiciones
generales enunciadas en los incisos que anteceden fuesen declaradas incluidas en este
artículo por resolución del organismo de aplicación de este impuesto" (art. citado, inc. f)).
Congruente con ello, la resolución 744 del 21-11-61 de la D.G.I. declaró fuera del campo
de imposición la elaboración por encargo de terceros de clisés empleados en las artes
gráficas, (fotograbado, fotocromía y litografía), precisamente por tratarse de trabajos de
artesanía. Esta situación, obviamente, tampoco se da en la especie, habida cuenta de la
naturaleza industrial de los procesos desarrollados por la accionante.
9º - Que tampoco es óbice a lo antes expresado en el art. 2º, punto 3 del decreto-ley
18.032/68, en cuanto define el carácter de mercadería de propia producción y señala que el
mismo "subsiste a los fines del impuesto, aun cuando los procesos respectivos se realicen
por cuenta de terceros o los productos obtenidos tuvieren características especiales
establecidas por el cliente que realiza el pedido y aunque tales bienes fueren utilizables sólo
para quienes los hubieren encargado". Ello porque su carácter aclaratorio resulta indudable,
por encima de la literalidad, si se tiene en cuenta lo establecido, según se vio, por el decreto
24.651/45 y los términos del mensaje que acompañó dicho decreto 18.032, en cuanto señala
que "además se ha procurado dar más precisión a ciertas normas a fin de evitar la
posibilidad de diferentes interpretaciones que desvirtúan el objetivo de la ley", con obvia
referencia a la materia de que se trata. Por otra parte, la expresión "modifícase el art. 6º"
que encabeza el apartado 3 del nombrado art 2º no puede ser interpretada en un mero
alcance gramatical o de lógica formal ya que este tribunal postula como exigencia
inexcusable del adecuado servicio de la justicia, que garantiza el art. 18 de la Constitución
Nacional, la necesidad de que sus pronunciamientos sean derivación razonada del derecho
vigente y no se aparten de la verdad jurídica objetiva (Fallos, t. 236, p. 27; t. 238, p. 550 -
Rev. La Ley, t. 881, p. 92; t. 89, p. 412-; t. 252, p. 459 -Rev. La Ley, t. 122, p. 904- entre
muchos otros).
10. - Que igualmente no empece el criterio que sienta este pronunciamiento lo dispuesto
por el art. 3º del decreto-ley 18.236/69, en cuanto señala que "lo dispuesto en el punto 3 y
en el inc. d), del punto 6 del art. 2º del decreto-ley 18.032/68 no se aplicará a las obras o
trabajos contratados con anterioridad al 1º de enero de 1969" toda vez que el verdadero
sentido y alcance de dicha norma no está sino referido a las disposiciones verdaderamente
modificatorias contenidas en los puntos señalados y no se propone crear una excepción con
carácter retroactivo a dicha fecha. Esto es claro si se ponderan los términos del mensaje que
acompañó dicho decreto-ley, en cuanto explicita que "el art. 3º tiene por finalidad aclarar
un aspecto no contemplado en el decreto-ley 18032/68 al modificar los arts. 9º y 10 con el
objeto de gravar obras y trabajos que anteriormente no se encontraban sujetos al pago del
tributo", esto es a supuestos diferentes de los previstos en el tercer párrafo del inc. a) del
art. 6º de de la ley del gravamen, de acuerdo con la redacción dada al mismo por el
mencionado punto 3.
11. - Que finalmente, la repetición de autos tampoco procede en razón que el accionante no
ha acreditado un presupuesto básico de su acción. El derecho de repetición tiene su
fundamento legal en la ley civil (arts. 784 y sigts. Cód. Civil) y es unánimemente
conceptuado como un supuesto particular del enriquecimiento sin causa (Fallos, t. 190, p.
397 -Rev. La Ley, t. 23, p. 880-), que en el último análisis encierra la idea del daño
experimentado en un acervo y el correlativo aumento en otro patrimonio, desplazamiento
sin derecho que genera la pretensión de restablecer la equivalencia perdida o el equilibrio
alterado. El fundamento jurídico de la restitución es la expresión de una norma ética. Si
bien tanto el error de hecho como el de derecho autorizan la repetición, el deber de restituir
nace de la circunstancia de haber hecho suyo el objeto el -accipiens-, sin que medie causa.
De la prueba rendida en estos autos no se advierte que la empresa demostrara haber
cumplido el elemental recaudo de procedibilidad que implica la acreditación, no sólo del
aumento o enriquecimiento del patrimonio del obligado a la restitución, a que limitara su
prueba sino del correspondiente y proporcional empobrecimiento del actor (art. 377, Cód.
Procesal; art. 89, ley 11.683) que no es inferible en este supuesto del solo hecho en los
pagos como en el caso de un particular y por su única virtud, máxime ante la negativa
general de fs. 42 (Fallos, t. 186, ps. 64 y 316 -Rev. La Ley, t. 17, p. 661; t. 18, p. 225-, entre
otros). Tanto la doctrina como la jurisprudencia están contestes en que ambos extremos y
no sólo el enriquecimiento y la falta de causa son condiciones indispensables para la
existencia del derecho a repetir, por lo cual la ausencia de empobrecimiento en el
accionante o su falta de acreditación y cuantía implican descartar el interés legítimo para
accionar en justicia reclamando la devolución íntegra de las sumas ingresadas por pagos de
tributos que se impugnen. Así lo decidió la Corte en el caso "Cabanillas Orfilio c. Gobierno
nacional", registrado en el Libro de Copias de Sentencias de esta Corte, núm. 65, pero no
inserta en la colección de Fallos, donde dejóse establecido que el actor demandante contra
la Nación fundado en el enriquecimiento sin causa tiene a su cargo la prueba del
enriquecimiento, del empobrecimiento y de la relación causal entre ambos extremos.
En autos la sociedad comercial actora trata de repetir un impuesto que por su naturaleza es
trasladable, lo que torna viable el razonamiento que informa soluciones de otros
ordenamientos en los cuales sólo se autoriza la repetición cuando la empresa reclamante
demuestra que no hubo traslación de la carga impositiva, en tanto, si quien demanda por
repetición obtiene sentencia favorable y antes trasladó el impuesto al precio de la
mercadería vendida, habría cobrado dos veces, criterio que reposa en una clara regla ético
jurídica, conforme a la cual la repetición de un impuesto no puede sino depender de la
indispensable prueba del real perjuicio sufrido, por las razones que se han mencionado
precedentemente, toda vez que su traslación hacia terceros no depende en definitiva sino de
las condiciones del mercado, lo cual, tratándose de indiscutible cuestión de hecho y prueba,
debió estar en el caso, a cargo del accionante. La determinación de las condiciones de la
pretensión procesal constituye irrenunciable tarea de los jueces ya que el esclarecimiento
del hecho controvertido es el que permite ponderar el interés que fundamentan las acciones
y, como queda visto, no corresponde sostener que medie enriquecimiento indebido del fisco
por el simple hecho de acreditar el desembolso del tributo, ya que el contribuyente actor
debió demostrar que ese pago ha representado para sí un detrimento patrimonial concreto y
asimismo, la medida de éste. En este sentido, la Corte rectifica pronunciamientos anteriores
(Fallos, t. 101, p. 8; t. 168, p. 226; t. 170, p. 158; t. 191, p. 35; t. 183, p. 160 -Rev. La Ley,
t. 25, p. 142; t. 14, p. 68-, entre otros y especialmente el fallado el 15 de setiembre de 1865,
"Domingo Mendoza y Hnos. c. Provincia de San Luis" donde el tribunal, integrado por
Francisco de las Carreras, Salvador María del Carril, José Barros Pazos, J. B. Gorostiaga y
Bernardo de Irigoyen, al referirse a la devolución de lo pagado en virtud del art. 18 de la
Ley General de Impuestos de la Provincia de San Luis del 7 de julio de 1862 expresó: "1º -
Que aun cuando la casa de Domingo Mendoza y Hnos., que ejercía el negocio de compra
de frutos del país en la Provincia de San Luis sea quien haya pagado los derechos sobre los
productos exportados por ella; sin embargo son los productores en realidad sobre quienes
ha recaído el impuesto, porque los compradores han debido deducir su valor del precio del
producto, disminuyéndolo proporcionalmente al importe de los derechos que tenían que
satisfacer. Que así la cantidad de dinero cuya restitución solicitan los demandantes viene a
ser la misma que se supone que ellos pagaron de menos al productor o dueño primitivo de
los frutos, presentándose en consecuencia esta reclamación ante la Corte destituida de todas
las consideraciones de equidad que pudieran recomendarla".
A todo ello debe añadirse que la interpretación de la ley impositiva debe respetar los
propósitos generales, de orden económico financiero y de promoción de la comunidad,
tenidos en cuenta al crear el impuesto (Fallos, t. 267, p. 247 -Rev. La Ley, t. 126, p. 582-)
por lo cual "las exenciones impositivas deben resultar de la letra de la ley, de la indudable
intención de legislador o de la necesaria implicancia de las normas que las establezcan.
Fuera de tales supuestos, corresponde la interpretación estricta de las cláusulas respectivas
(Fallos, t. 271, p. 338, sus citas y otros; t. 277, p. 334 -Rev. La Ley, t. 142, p. 193-).
Conforme al criterio de Fallos, t. 263, p. 453 (Rev. La Ley, t. 123, p. 957), la interpretación
judicial no ha de practicarse en forma que se agote con la consideración indeliberada de su
letra, sino establecer la versión técnicamente elaborada de la norma aplicable al caso, por
medio de una sistemática, razonable y discreta hermenéutica, que responda a su espíritu y
observe y precise la voluntad del legislador, en la común tarea de éste con los jueces en la
búsqueda de las soluciones justas y adecuadas para la adjudicación de los derechos de sus
conciudadanos (Fallos, t. 249, p. 37 -Rev. La Ley, t. 104, p. 29-, y otros). Ello porque "la
interpretación de las leyes debe practicarse teniendo en cuenta el contexto general y los
fines que las informan (Fallos, t. 265, p. 256 -Rev. La Ley, t. 124, p. 256-), como asimismo,
que dicha interpretación comprende no sólo la pertinente armonización de sus preceptos,
sino también su conexión con las demás normas que integran el ordenamiento jurídico
(Fallos, t. 271, p. 7; t. 258, p. 75 -Rev. La Ley, t. 131, p. 773, t. 116, p. 13-), doctrina que es
aplicable también en los supuestos en que el régimen jurídico pertinente está organizado en
más de una ley formal (Fallos, t. 263, p. 63 -Rev. La Ley, t. 122, p. 945-)". En el caso
"Ultramar Petrolera Financiera s. apelación" (Fallos, t. 263, p. 453 cit.) se expresó que "el
tribunal estima necesario agregar que comparte la creencia de que es requisito de una
economía de expansión exitosa el completo y oportuno cumplimiento de las obligaciones
fiscales. Y si esto es así respecto de las obligaciones impositivas en que media exacción
patrimonial indudable, aunque lícita -doctrina de Fallos, t. 256, p. 551 (Rev. La Ley, t. 114,
p. 68) y otros- resulta imprescindible ponderarlo cuando la pretensión persigue la repetición
de impuestos -con eventual desequilibrio fiscal sin esclarecer en el debido proceso los
indispensables supuestos de hecho que determinen el derecho y los mismos límites de la
restitución, máxime en circunstancias en que resulta imperativa la reconstrucción nacional.
Por ello y lo dictaminado a fs. 202 por el procurador general en cuanto a la procedencia del
recurso, se revoca la sentencia apelada y se rechaza la demanda. Costas por su orden.
Miguel A. Bercaitz. - Agustín Díaz Bialet. - Manuel Aráuz Castex. - Ernesto A. Corvalán
Nanclares. - Héctor Masnatta.
Acción de repetición. Enriquecimiento sin causa y pago indebido. Modificación del criterio
jurisprudencial sostenido por la Corte Suprema. Inviabilidad del requisito de la prueba del
propio empobrecimiento para poder repetir. Fundamento: Si se creyera que el derecho a la
repetición de tributos, como se halla legislado en la ley 11683 (t.o. 1974), tiene su
fundamento en la ley civil y constituye un supuesto particular de la teoría del
enriquecimiento sin causa, es necesario comenzar estudiando si esta figura jurídica, con las
características establecidas por la doctrina y la jurisprudencia para el ejercicio de la acción
que genera, abarca también en las mismas condiciones a la que deriva de aquél.
Ante todo, cabe señalar que el principio según el cual nadie debe enriquecerse a expensas
de otro, llevado al derecho civil, ha dado base a la teoría del enriquecimiento sin causa que
no ha sido, sin embargo, expresamente disciplinado por el Código Civil. En cambio, por
obra de la jurisprudencia, se han establecido las condiciones requeridas para el ejercicio de
la acción respectiva ("actio de in rem verso") que son las siguientes: a) enriquecimiento del
demandado; b) correlativo empobrecimiento del demandante; c) relación de causalidad o
nexo causal; d) falta de causa jurídica que justifique el enriquecimiento; e) que el
damnificado no tenga otra acción fundada en ley o en contrato que le permita obtener el
resarcimiento que reclama.
Ante la existencia de normas legales expresas -como son las contenidas en los arts. 74 y 76
de la L. 11683 - t.o. 1974- que reglan todo lo relacionado con el pago indebido de tributos,
la introducción de ese nuevo requisito, por un lado, haría perder a aquéllas su
individualidad propia, con riesgo de afectar garantías consagradas por la Constitución
Nacional y, por otro, vendría a crear una nueva condición, a modo de un presupuesto más,
no requerido para la procedencia de la acción.
En ese sentido y con particular referencia a la ley 11683 (t.o. 1974), esta Corte, en su actual
composición, retoma la doctrina sentada en numerosos pronunciamientos, que expresa: "El
interés inmediato actual del contribuyente que paga un impuesto, existe con independencia
de saber quién puede ser, en definitiva, la persona que soporte el peso del tributo, pues las
repercusiones de éste, determinadas por el juego complicado de las leyes económicas,
podrían llevar a la consecuencia inadmisible de que en ningún caso las leyes de impuestos
indirectos y las de los directos en que también aquélla se opera pudieran ser impugnadas
como contrarias a los principios fundamentales de la Constitución Nacional". Y por eso ha
dicho esta Corte: "Siempre se ha reconocido interés y personería a los inmediatamente
afectados por un impuesto para alegar su inconstitucionalidad sin tomar en cuenta la
influencia que aquél puede tener sobre el precio de las cosas, ni quién sea el que en
definitiva los abona, extremos ambos sometidos a reglas económicas independientes de las
leyes locales. Jurídicamente, el derecho de repetir un pago sin causa o por causa contraria a
las leyes corresponde a quien lo hizo, siendo su devolución a cargo de la persona pública o
privada que lo exigió. La circunstancia de que quien realizó el pago haya cobrado, a su vez,
fraccionadamente la misma suma a otras personas, no puede constituir argumento valedero
a su devolución, si procede, porque los últimos podrían, a su turno, accionar contra los
introductores y los consumidores contra aquéllos, si en un caso, hipotético pero posible, las
cosas se hubieran preparado en una acción conjunta con esa finalidad" (Fallos - T. 101 -
pág. 8; T. 170 - pág. 159; T. 183 - pág. 160; T. 187 - pág. 392; T. 188 - págs. 143 y 373; T.
190 - págs. 464 y 580; T. 191 - pág. 354 y T. 283 - pág. 360).
-I-
A fs. 68/72, el Juzgado Federal de Azul rechazó las excepciones de inhabilidad de
título, litispendencia, inexistencia de deuda e inconstitucionalidad opuestas por la
demandada y mandó llevar adelante la ejecución fiscal.
En lo que aquí interesa, afirmó que el título ejecutivo cabeza de estas actuaciones no
sólo cuenta con todos los elementos extrínsecos necesarios para su validez sino también
que la deuda allí declarada es exigible, pues el Tribunal Fiscal de la Nación ya se había
pronunciado con anterioridad a su libramiento en virtud del recurso interpuesto por el
ejecutado contra el acto administrativo que determinó de oficio su obligación tributaria.
Agregó que la posterior apelación de la sentencia de dicho tribunal ante la Cámara
Nacional de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal sólo surte efecto
devolutivo respecto del capital y los intereses, como lo establece el art. 194 de la ley
11.683, motivo por el cual la actora se encontraba habilitada para iniciar el apremio por
esos conceptos.
- II -
Disconforme, la accionada interpuso el recurso extraordinario de fs. 75/91, concedido
a fs. 99.
Explicó que había presentado recurso de apelación ante el Tribunal Fiscal contra el
acto administrativo que determinó de oficio la deuda cuyo cobro aquí se persigue, mas
ese Tribunal hizo lugar erróneamente a la excepción de cosa juzgada opuesta por el Fisco
Nacional, al negar la ampliación del plazo prevista en el art. 158 del Código Procesal
Civil y Comercial de la Nación.
Indicó que había recurrido este pronunciamiento ante la alzada, donde invocó la
doctrina plenaria que declara aplicable la ampliación del plazo en razón de la distancia
para los casos en que se apelen resoluciones de la AFIP-DGI ante el nombrado tribunal
administrativo.
Reseñó que, luego de la presentación de su recurso de apelación ante la Cámara, fue
notificada del inicio de este proceso de apremio, en el cual opuso la inhabilidad del título
ejecutivo pues la deuda por él declarada no era aún exigible.
Concluyó que, de manera arbitraria, el a quo rechazó esta defensa, lo que le obliga a
cancelar una deuda cuya procedencia aún se encuentra en discusión.
- III -
Es doctrina reconocida del Alto Tribunal que las decisiones recaídas en los juicios
ejecutivos y de apremio no son, como principio, susceptibles de recurso extraordinario,
pues no revisten el carácter de sentencias definitivas en los términos del art. 14 de la ley
48 (Fallos: 311:1724). Empero, considero que el remedio federal es formalmente
admisible en esta causa pues V.E. ha señalado que tratándose de juicios de apremio, la
vía extraordinaria procede, en forma excepcional, cuando resulta manifiesta la
inexistencia de deuda exigible, pues lo contrario importa privilegiar un excesivo rigor
formal con grave menoscabo de garantías constitucionales (Fallos: 278:346; 298:626;
302:861; 318:1151; 324:2009, entre otros).
Por otra parte, el pronunciamiento apelado ha sido dictado por el superior tribunal de
la causa, ya que no es apelable en las instancias ordinarias según la reforma introducida
al art. 92 de la ley 11.683 por su similar 23.658.
- IV -
Es menester precisar que, de acuerdo con las pautas supra indicadas, los tribunales
inferiores también se encuentran obligados a tratar y resolver adecuadamente, en los
juicios de apremio, las defensas fundadas en la inexistencia de deuda exigible, siempre y
cuando ello no presuponga el examen de otras cuestiones cuya acreditación exceda el
limitado ámbito de estos procesos, razón por la cual se concluye, sin dificultad, que no
pueden ser tenidas como sentencias válidas aquellas que omitan tratar en forma adecuada
las defensas aludidas, toda vez que aquéllas han de gravitar fundamentalmente en el
resultado de la causa (arg. Fallos: 312:178, cons. 5 y 6).
Desde esta perspectiva, observo que el a quo desconoció el efecto suspensivo de la
apelación interpuesta por la ejecutada contra la sentencia del Tribunal Fiscal que había
hecho lugar a la defensa de cosa juzgada, en contradicción a lo dispuesto por el art. 194
de la ley 11.683 (t.o. 1998), el cual claramente establece, como regla general, que aquella
apelación "se concederá en ambos efectos".
Por el contrario, el juzgador aplicó indebidamente la excepción a esta regla, limitada
únicamente a aquel pronunciamiento del Tribunal Fiscal que "condene al pago de tributos
e intereses, que se otorgará al solo efecto devolutivo", supuesto ajeno al debatido en
autos.
Por tal razón, en mi criterio, la sentencia recurrida no satisface sino en forma aparente
la necesidad de ser derivación razonada del derecho vigente, con adecuada referencia a
los hechos de la causa, por lo que correspondería atender los agravios del apelante en
cuanto a la arbitrariedad que imputa a lo resuelto (Fallos: 261:209; 262:144; 308:719 y
sus citas, entre otros).
A mayor abundamiento, corresponde destacar que es doctrina de V.E. que el efecto
suspensivo de la obligación tributaria mientras penden los procedimientos ante el
Tribunal Fiscal tiene por objeto garantizar al contribuyente que la determinación del
gravamen se ajusta a la ley, lo que quiere decir que, en el plano jurídico, ese efecto
suspensivo opera siempre que concurra la circunstancia que lo funda, esto es, siempre
que haya "determinación de oficio" (Fallos: 313:1420; 314:1714; 316:2142).
Pero, respecto de la deuda exigida en autos, no ha sido materia de debate la
competencia en razón de la materia del Tribunal Fiscal de la Nación ni tampoco la
naturaleza del acto administrativo llevado por la ejecutada ante sus estrados sino,
únicamente, el efecto del recurso contemplado en el art. 192 de la ley 11.683, interpuesto
contra la sentencia que hizo lugar a la excepción de cosa juzgada opuesta por el Fisco
Nacional.
En tales circunstancias, observo que no resultan aplicables al caso, en lo pertinente, las
conclusiones que abonaron lo resuelto por la Corte al fallar en las causas "Firestone de
Argentina S.A.I.C.", "Fisco Nacional (D.G.I.) c/Maderas Industrializadas Delta
S.A.C.I.F. e I." y "Crisolmet S.A.I.C. s/apelación", registradas en Fallos: 313:1420;
314:1714; 316:2142, respectivamente.
Por último, creo importante señalar que la solución que propicio conserva
independencia respecto de lo que pueda decidir finalmente la Cámara competente. En
efecto, cualquiera sea su resultado, la ejecución ha sido mal iniciada, sin que una
posterior ratificación de la sentencia del Tribunal Fiscal pueda otorgarle exigibilidad de
manera retroactiva a una deuda que carecía de ella al momento de librarse su
correspondiente boleta, situación que estimo importante dejar en claro desde ahora pues
afecta, de manera directa, el momento de inicio del cálculo de los intereses punitorios a la
luz de lo dispuesto por el art. 52 de la ley 11.683.
-V-
Por lo expuesto, opino que debe revocarse la sentencia de fs. 68/72 en cuanto fue
materia de recurso extraordinario y ordenar, por quien corresponda, que se dicte una
nueva conforme a derecho.
Buenos Aires, 11 de agosto de 2008.
ES COPIA
LAURA M. MONTI
Buenos Aires, 9 de marzo de 2010
VISTOS LOS AUTOS:
"Administración Federal de Ingresos Públicos c/ González, Alfredo Oscar s/ ejecución
fiscal".
CONSIDERANDO:
1) Que el Juzgado Federal de Primera Instancia de Azul rechazó las excepciones de
inhabilidad de título, litis pendencia e inexistencia de deuda, así como el planteo de
inconstitucionalidad opuesto por la demandada y, en consecuencia, mandó llevar adelante
la ejecución promovida por el organismo recaudador, por la suma de $ 1.069.308,85, que
surge de los certificados obrantes a fs. 2/8, más intereses y las costas del juicio.
2) Que contra tal sentencia la demandada interpuso el recurso extraordinario de fs.
75/91 que, tras ser contestado por la actora, fue concedido mediante el auto de fs. 99/99
vta.
3) Que a raíz de la medida para mejor proveer dispuesta por esta Corte a fs. 109 fue
agregada en autos copia certificada de la sentencia de la Sala V de la Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Contencioso Administrativo Federal que revocó el pronunciamiento
del Tribunal Fiscal de la Nación que había declarado la improcedencia del recurso
deducido ante ese organismo jurisdiccional por el aquí demandado contra el acto por el
cual la AFIP determinó el impuesto y los accesorios que se pretenden ejecutar en las
presentes actuaciones, por considerar que había sido interpuesto en forma extemporánea
(conf. 116/117). Para así decidir, la cámara juzgó que resultaba aplicable a tal fin la
ampliación del plazo prevista por el art. 158 del Código Procesal Civil y Comercial de la
Nación y que, en consecuencia, correspondía tener por presentado en término el aludido
recurso. Por lo tanto, dispuso devolver las actuaciones al Tribunal Fiscal para que se
expidiera sobre las restantes cuestiones planteadas. En el oficio de fs. 118 se informa que
el aludido pronunciamiento de la alzada se encuentra firme.
4) Que en tales condiciones, cabe concluir que el efecto suspensivo asignado a los
recursos deducidos ante el Tribunal Fiscal por el art. 167 de la ley 11.683 (t.o. en 1998)
impedía a la AFIP promover la presente ejecución.
5) Que al ser ello así, y como adecuadamente lo puntualiza la señora Procuradora
Fiscal en su dictamen, si bien las decisiones recaídas en los juicios ejecutivos y de
apremio no son, como principio, susceptibles de recurso extraordinario, pues no revisten
el carácter de sentencias definitivas en los términos del art. 14 de la ley 48, la Corte ha
hecho excepción a tal principio en supuestos en los que -como ocurre en el sub examine-
resulta manifiesta la inexistencia de deuda exigible, pues lo contrario importaría
privilegiar un exceso de rigor formal con grave menoscabo de garantías constitucionales
(Fallos: 278:346; 298:626; 302:861; 318:1151; 324:2009, entre otros).
6) Que, por lo demás, el pronunciamiento apelado ha sido dictado por el superior
tribunal de la causa, ya que no es apelable en las instancias ordinarias según la reforma
introducida en el art. 92 de la ley 11.683 por la ley 23.658.
Por ello, y lo concordemente dictaminado, en lo pertinente, por la señora Procuradora
Fiscal, se declara procedente el recurso extraordinario y se revoca la sentencia apelada,
con costas. Notifíquese y vuelvan los autos al tribunal de origen a fin de que, por quien
corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a la presente.
ES COPIA
Recurso extraordinario interpuesto por Alfredo Oscar González, con el patrocinio de la
Dra. Sandra Gallasso.
Traslado contestado por el Fisco Nacional (Administración Federal de Ingresos
Públicos - Dirección General Impositiva), representado por la Dra. María Claudia
Gazzolo, con el patrocinio de la Dra. María Alba Ramos.
Tribunal de origen: Juzgado Federal de Primera Instancia de Azul.
Texto Completo
ES COPIA
DISIDENCIA DEL SEÑOR MINISTRO DOCTOR DON E. RAÚL ZAFFARONI
CONSIDERANDO:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación originó esta queja, es inadmisible (art.
280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
Por ello, se desestima la queja. Declárase perdido el depósito obrante a fs. 1. Hágase
saber y archívese, previa devolución de los autos principales.
E. RAUL ZAFFARONI
ES COPIA
Recurso de hecho interpuesto por Administración Federal de Ingresos Públicos,
representada por la Dra. Graciela Inés Sosa, con el patrocinio del Dr. Álvaro Ramasco
Padilla.
Tribunal de origen: Cámara Federal de Tucumán.
Intervino con anterioridad: Juzgado Federal de Primera Instancia n° 1 de Tucumán.
Texto Completo
Fisco Nacional - Administración Federal de Ingresos Públicos c/Plavinil Argentina
SAIC s/ejecución fiscal
PARTE/S: Fisco Nacional - Administración Federal de Ingresos Públicos
c/Plavinil Argentina SAIC s/ejecución fiscal
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 17/04/2001
Buenos Aires, 17 de abril de 2001
VISTOS LOS AUTOS:
"Fisco Nacional - Administración Federal de Ingresos Públicos c/Plavinil Argentina
SAIC s/ejecución fiscal".
CONSIDERANDO:
1) Que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo
Federal Nº 9 rechazó la ejecución fiscal promovida por el organismo recaudador con el
objeto de obtener el cobro de la suma adeudada en concepto de retenciones de impuesto a
las ganancias. Para así decidir, admitió la excepción de "pago total documentado"
opuesta por la demandada con fundamento en que la deuda reclamada había sido
oportunamente cancelada mediante la presentación de formularios de compensación en
los que el contribuyente aplicó saldos a su favor provenientes de otro impuesto. El a quo
consideró que si bien no constaba en autos que el Fisco hubiese aceptado los pedidos de
compensación, como tampoco los había rechazado expresamente, correspondía tener por
cancelada de ese modo la deuda, en atención al tiempo transcurrido desde que aquéllos
fueron formulados.
2) Que contra esa sentencia la parte actora interpuso el recurso extraordinario que fue
concedido a fojas 49/49, y resulta formalmente admisible pues si bien, en principio, las
decisiones dictadas en juicios de ejecución fiscal no constituyen sentencias definitivas a
los fines de dicho recurso, en el "sub examine" se configura un supuesto de excepción
porque el a quo ha resuelto el caso de modo tal que los agravios del Fisco Nacional no
podrían ser atendidos en otra oportunidad procesal (art. 553, cuarto párrafo, del CPCCN
y Fallos: 294:363 y 315:2954, entre otros). Por otra parte, la sentencia ha sido dictada por
el superior tribunal de la causa, ya que, según el artículo 92 de la ley 11683, ella no es
apelable en las instancias ordinarias.
3) Que, en cuanto al fondo del asunto, al decidir en el sentido indicado, el a quo se ha
apartado injustificadamente de lo prescripto en la ley aplicable al caso -art. 92 de la L.
11683- ya que ésta, en lo que interesa, sólo prevé la excepción de pago documentado y
no contempla a la compensación entre las defensas oponibles (conf. Fallos: 321:2103).
En el caso de autos, pese a que la demandada manifestó que oponía excepción de pago
documentado, su único fundamento -que ha sido admitido en la sentencia- radicó en los
pedidos de compensación que había efectuado.
4) Que sin perjuicio de ello, tampoco podría sostenerse en el caso que la deuda
reclamada es manifiestamente inexistente, en los términos precisados por la
jurisprudencia de esta Corte (conf. doctrina de Fallos: 294:420; 312:178, entre otros)
pues no ha mediado un acto del organismo recaudador que hubiese admitido las
compensaciones solicitadas por el contribuyente y dispuesto la acreditación de los saldos
invocados por éste. Al respecto es evidente que el a quo, al asignar sentido positivo al
silencio de la administración respecto de tales pedidos sin que mediase una norma
expresa que así lo dispusiere, se apartó de lo prescripto en el artículo 10 de la ley 19549.
Tampoco se ha demostrado que el contribuyente hubiese hecho uso de los remedios que
el ordenamiento jurídico prevé ante la mora de las reparticiones administrativas. Por lo
demás, las controversias suscitadas en torno de la compensación -cuya procedencia fue
negada por el representante fiscal- deben resolverse mediante las vías pertinentes para
ello y no en el marco de un proceso de ejecución fiscal. Lo contrario importaría afectar
indebidamente la ejecutoriedad de que goza el crédito de la actora (conf. Fallos: 323:795
y 825, precedentes en los que se plantearon cuestiones similares a las del "sub lite").
5) Que las razones expuestas llevan a descalificar el fallo apelado como acto judicial
válido de acuerdo con la conocida doctrina elaborada por el Tribunal respecto de las
sentencias arbitrarias.
Por ello, SE DECLARA PROCEDENTE el recurso extraordinario y SE DEJA SIN
EFECTO la sentencia apelada. Con costas. Notifíquese y devuélvase al tribunal de origen
a fin de que por quien corresponda, se dicte un nuevo fallo con arreglo a lo resuelto en el
presente.
Eduardo Moliné O'Connor - Carlos S. Fayt - Augusto César Belluscio - Enrique
Santiago Petracchi - Antonio Boggiano - Adolfo Roberto Vázquez - Gustavo A. Bossert
Texto Completo
Suprema Corte
I. A fojas 69/72 de los autos principales (a los que se referirán las demás citas), el
Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo Federal Nº 7
rechazó las excepciones opuestas y mandó llevar adelante la ejecución fiscal.
En primer término, rechazó la defensa de falta de legitimación pasiva, opuesta por la
demandada con sustento en la falta de resolución del recurso jerárquico presentado contra
la caducidad del plan de facilidades de pago al que se había acogido en las condiciones
fijadas por el decreto 493/1995.
Para así decidir, indicó que la ley 11683 (t.o. 1998) no prevé aquel remedio y al no
encuadrar la presentación en los supuestos previstos por su artículo 76, la Administración
debió tramitarlo en los términos del artículo 74 del decreto reglamentario 1397/1979, el
cual no establece la suspensión automática del acto impugnado sino que, por el contrario,
remite al artículo 12 de la ley 19549 en lo atinente a su ejecución, sin requerir la previa
decisión del recurso.
Añadió que, aun de aplicarse al procedimiento tributario el recurso jerárquico
legislado en el artículo 89 del decreto 1759/1972, también éste carece de efecto
suspensivo, por lo que se arriba a igual resultado acerca de la improcedencia de la
defensa opuesta.
En segundo lugar, rechazó la excepción de pago, toda vez que las constancias de
cancelación aportadas no acreditan el cabal cumplimiento de la deuda que se persigue, ya
que se encuentran referidas a las "cuotas" del plan de facilidades del decreto 493/1995
mientras lo que aquí se reclama es la "suma resultante de haberse decretado la caducidad"
de aquél. Añade que el Fisco Nacional no desconoce la existencia de los abonos sino que,
por el contrario, los reconoce y afirma que la forma en que fueron pagados o dejados de
pagar es la que determinó la caducidad del plan cuyo importe final ahora exige.
Por último, aseveró que no corresponde analizar la inexistencia de caducidad del plan
de pagos, pues ella involucra la discusión sobre la causa de la obligación, aspecto vedado
en este tipo de procesos. Más aún, agregó, cuando en "sub lite" la inexistencia de deuda
no surge en forma manifiesta de las constancias agregadas al expediente.
II. Disconforme, la ejecutada interpuso el recurso extraordinario de fojas 75/83, cuya
denegatoria a fojas 94 dio origen a la presente queja.
Adujo que el decisorio es arbitrario pues, si bien el artículo 12 de la ley 19549
establece que los recursos presentados no suspenden la ejecución del acto ni sus efectos,
existe un perjuicio grave al interesado, que obliga a admitir la falta de legitimación
pasiva del Fisco sobre la base de lo dispuesto por la parte 2 del precepto, situación que el
pronunciamiento desconoce, apartándose así de los extremos fácticos y legales del caso.
Reiteró que la cuota Nº 27 fue abonada en término, por lo que la caducidad declarada
por el Fisco viola el principio de legalidad.
Sin perjuicio de ello, calificó de inequitativo, irrazonable e injusto que se ordene llevar
adelante el apremio por el ingreso tardío y no imputable de aquella cuota cuando ya se
habían abonado las sesenta comprometidas en el régimen, conducta que condena a la
demandada a afrontar una suma que implica su quiebra.
Por último, reconoció que si bien los jueces no están obligados a ponderar todas las
pruebas aportadas a la causa, deben hacerlo respecto de aquellas que -como sucede en
autos- demuestran la inexistencia manifiesta de la deuda reclamada. Por omitir esa tarea,
indicó que la sentencia resulta inexcusablemente errónea y se impone su revocación.
III. Liminarmente, corresponde señalar que las resoluciones dictadas en juicios
ejecutivos son, por regla, insusceptibles de tratamiento por vía extraordinaria, toda vez
que, para ello, se requiere que la apelada sea sentencia definitiva, entendiendo por tal la
que pone fin al pleito o causa un gravamen de imposible o insuficiente remedio ulterior,
requisito cuya concurrencia no debe obviarse aunque se invoque -como en el "sub
iudice"- arbitrariedad o violación de garantías constitucionales (Fallos: 242:260; 245:204;
267:484; 270:117; 276:169; 278:220; 295:1037; 302:181, entre otros).
Sobre tal base, estimo que el agravio referido a la inexistencia de caducidad del plan
de pagos, por haberse abonado en término su cuota Nº 27, no es apto para la apertura de
la vía extraordinaria, pues asiste a la demandada la posibilidad de plantearlo nuevamente
en la instancia ordinaria posterior.
Idéntica conclusión se impone, en mi parecer, respecto de sus cuestionamientos sobre
la inequidad, irrazonabilidad e injusticia del reclamo de la deuda total, pues él se efectúa
luego del pago de las sesenta cuotas comprometidas en el régimen del decreto 493/1995 y
cuando el ingreso tardío de la Nº 27 no le es imputable.
Entiendo que ellos se encuentran enderezados a cuestionar la inequidad,
irrazonabilidad e injusticia del acto administrativo que declaró la caducidad y exigió el
pago total de la sumas regularizadas. Atento a la forma como se resolvió el "sub lite",
también la ejecutada cuenta con la posibilidad de introducirlos en un posterior juicio
ordinario, sin que haya ofrecido prueba alguna -pese a sus alegaciones en tal sentido- que
esta circunstancia le ocasione un gravamen de imposible o insuficiente remedio ulterior
(Fallos: 308:1230; 311:1724, entre otros).
IV. Es cierto que los tribunales inferiores se encuentran obligados a tratar y resolver
adecuadamente, en los juicios de apremio, las defensas fundadas en la inexistencia de
deuda pues si bien, como señalé supra, en principio las sentencias en los juicios
ejecutivos no reúnen el carácter de definitivas a los fines del recurso previsto en el
artículo 14 de la ley 48, ello no implica que pueda exagerarse el formalismo hasta el
extremo de admitir una condena por deuda inexistente, cuando esto resulta manifiesto de
autos (Fallos: 278:346; 298:626; 302:861; 312:178; 318:1151, entre otros).
Pero no menos cierto es que este recaudo es exigible siempre y cuando ello no
presuponga el examen de otras cuestiones cuya acreditación exceda el limitado ámbito de
estos procesos (arg. Fallos: 312:178; M.2154 - L.XXXVIII - "Municipalidad de Paraná
c/Reula, Emilio Ramón" - 4/11/2004).
En autos, el a quo desestimó la inexistencia de deuda, pues consideró que ello no surge
en forma manifiesta de las constancias agregadas al expediente. Coincido con su postura
y, por ende, considero que esta defensa ha sido bien rechazada, pues los formularios
acompañados acreditan el pago de las "cuotas" de plan de facilidades del decreto
493/1995 mientras lo que aquí se reclama es la "suma resultante de haberse decretado la
caducidad" de aquel régimen, importe -cabe destacar- no necesariamente idéntico a la
sumatoria de todas las primeras.
Por ello, desde mi punto de vista, lo decidido resulta una derivación razonada del
derecho vigente, con adecuada referencia a los hechos de la causa, razón por la cual debe
ser ratificado.
V. Por último, observo que el rechazo de la defensa de falta de legitimación pasiva,
tratada como inhabilidad de título, es asimilable a la sentencia definitiva a la que alude el
artículo 14 de la ley 48, pues el fallo apelado la desestimó, lo que supone dar curso a la
ejecución fiscal, sin que el agravio que de ello resulte pueda ser revisado en trámite
ulterior, donde no sería ya procedente (art. 553, párrs. 3 y 4 del CPCCN y arg. de Fallos:
271:158; 315:1916; 319:1097, entre otros).
Por otra parte, en el "sub lite" se trata de una sentencia que resulta inapelable en virtud
de la reforma introducida por la ley 23658 al artículo 92 de la ley de procedimientos
tributarios y, por ende, emanada del Superior Tribunal de la causa.
Como lo reconoce la propia demandada, el artículo 12 de la ley 19549 -al cual remite
el art. 74 del D. 1397/1979- establece que los recursos presentados por los administrados
no producen, per se y de modo automático, efectos suspensivos. En idéntico sentido se ha
pronunciado el tribunal en Fallos: 310:2683 (consid. 7).
Bajo tales premisas, estimo que las controversias suscitadas en torno al perjuicio grave
que ocasionaría al interesado su ejecución, así como la necesidad de suspender sus
efectos, deben resolverse mediante las vías pertinentes para ello y no en el marco de un
proceso de apremio fiscal. Lo contrario importa afectar indebidamente la ejecutoriedad
de que goza el crédito de la actora (conf. Fallos: 323:795 y 825) y desvirtuar el marco del
juicio de apremio mediante un injustificado apartamiento de las disposiciones del artículo
92 de la ley 11683 (Fallos: 322:571, consid. 8 y sus citas).
VI. En virtud de lo hasta aquí expuesto, opino que corresponde hacer lugar
parcialmente al recurso extraordinario, con el alcance fijado en el punto V del presente, y
confirmar la sentencia de fojas 69/72 en todas sus partes.
Buenos Aires, 30 de noviembre de 2005
Ricardo O. Bausset
Buenos Aires, 6 de noviembre de 2007
VISTOS:
Los autos: "Recurso de hecho deducido por la demandada en la causa Fisco Nacional
Dirección General Impositiva c/Llámenos SA", para decidir sobre su procedencia.
CONSIDERANDO:
Que el recurso extraordinario, cuya denegación origina la queja, no se dirige contra
una sentencia definitiva o equiparable a tal (art. 14 de L. 48).
Por ello, habiendo dictaminado el señor procurador fiscal subrogante, se desestima la
queja. Reintégrese el depósito de fojas 1 por no corresponder [art. 13, inc. j) de la L.
23898 y sus modif.]. Notifíquese y, oportunamente, archívese, previa devolución de los
autos principales.
Ricardo L. Lorenzetti - Elena I. Highton de Nolasco (en disidencia) - Carlos S. Fayt -
Enrique S. Petracchi - Juan C. Maqueda (en disidencia) - E. R. Zaffaroni (en disidencia)
- Carmen M. Argibay
DISIDENCIA DE LA DOCTORA HIGHTON DE NOLASCO Y DOCTOR
MAQUEDA
CONSIDERANDO:
Que este tribunal comparte los fundamentos y conclusiones expuestos por el señor
procurador fiscal en su dictamen de fojas 43/44, al que cabe remitirse por razones de
brevedad.
Por ello, se declara parcialmente procedente el recurso extraordinario deducido, con el
alcance fijado en el punto V del mencionado dictamen, y se confirma la sentencia
recurrida, con costas.
Elena I. Highton de Nolasco - Juan C. Maqueda
DISIDENCIA DEL DOCTOR ZAFFARONI
CONSIDERANDO:
1) Que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo
Federal Nº 7 rechazó las excepciones opuestas por la demandada y, en consecuencia,
mandó llevar adelante la ejecución promovida por el Ente Recaudador, con el objeto de
obtener el cobro de la suma de $ 134.709,11, con más sus intereses legales y costas.
2) Que contra dicho pronunciamiento la demandada dedujo el recurso extraordinario
de fojas 75/83 cuya denegatoria a fojas 94 diera origen a la presente queja. La recurrente
aduce la arbitrariedad de la decisión por entender -tal como lo había expresado en
oportunidad de oponer sus excepciones- que la actora había aceptado pacíficamente
durante sesenta (60) meses el pago de las cuotas del plan de facilidades de pago al cual
había incorporado los conceptos reclamados, y por una contingencia relativa a la
cancelación de la cuota Nº 27 que, conforme se desprende del oportuno ofrecimiento de
prueba para la demostración de su aserto, no le resulta imputable, se la condena al pago
de una suma que podría significar la quiebra de la empresa.
En consecuencia, sostiene que el fallo es violatorio de los artículos 17, 18, 19, 33 y
concordantes de la Constitución Nacional, en tanto afectan su derecho de propiedad y de
defensa en juicio y debido proceso.
3) Que si bien, conforme a conocida jurisprudencia, las decisiones recaídas en juicios
ejecutivos y de apremio no constituyen, en principio, la sentencia definitiva a la que
alude el artículo 14 de la ley 48 (Fallos: 311:1724), este tribunal ha establecido que cabe
hacer excepción a dicho principio cuando de las constancias de la causa resulta
manifiesta la inexistencia de deuda exigible (en el mismo sentido, Fallos: 278:346;
294:420; 298:626; 302:861; 312:178; 316:2153; 318:646; 323:816; 324:2009 y
325:1008; entre otros pronunciamientos), sin necesidad de adentrarse en mayores
demostraciones (cfr. causa D.461.XXII - "Dirección General Impositiva"; Fallos:
317:1400), pues lo contrario importaría privilegiar un excesivo rigor formal con grave
menoscabo de garantías constitucionales (Fallos: 278:346; 298:626; 302:861; 312:178;
318:1151, entre otros).
4) Que, en efecto, el principio jurisprudencial antes mencionado no puede llevarse
hasta el extremo de convertirse en un impedimento para la valoración de grados extremos
de arbitrariedad por parte de esta Corte, cuando comprometen principios constitucionales
y la propia imagen del Estado Nacional. Ello es así pues este tribunal, en causa judicial
concreta llegada a sus estrados por las vías pertinentes, inviste el poder supremo de
resguardar la Constitución, poder que no puede ser enervado por lo dispuesto en la ley
ritual (Fallos: 300:1102).
Por lo tanto, el remedio intentado cabe ser considerado cuando se halla en tela de
juicio alguno de los presupuestos esenciales de la vía ejecutiva, como es la exigibilidad
de la deuda (Fallos: 295:338).
5) Que por otra parte, los agravios de la recurrente suscitan cuestión federal bastante
para su examen por la vía elegida, toda vez que lo resuelto admite revisión en supuestos
excepcionales cuando se omite ponderar argumentos conducentes para la correcta
solución del pleito e importa la aplicación mecánica de una norma legal (conf. Fallos:
318:1151); máxime que en la especie se plantea la posibilidad de que la recurrente deba
pagar dos veces por la misma deuda, más allá de la distinta categorización conceptual
que sucesivamente se le ha otorgado a ésta en sede administrativa.
6) Que, por lo demás, desde el precedente "Colallillo" (Fallos: 238:550), esta Corte ha
sostenido reiteradamente que los jueces no pueden renunciar a la verdad jurídica objetiva
por consideraciones meramente formales. Por ende, no cabe duda que el tribunal siempre
debe determinar la verdad sustancial por encima de los excesos rituales, ya que el logro
de la justicia requiere que sea entendida como lo que es, es decir una virtud al servicio de
la verdad (en igual sentido, Fallos: 280:228 y otros).
7) Que de las constancias glosadas a la causa se desprende en modo palmario que la
firma ejecutada presentó ante el Organismo Recaudador el acogimiento al plan de
facilidades de pago dispuesto por el decreto 493/1995 y concordantes, solicitando su total
cancelación en 60 (sesenta) cuotas consecutivas; extremo que dice haber cumplimentado.
En efecto, la parte ejecutada ha adjuntado comprobantes de pago por la totalidad de las
cuotas del plan de facilidades de pago del decreto 493/1995.
Por lo demás, cabe señalar que si bien la actora reclama las sumas resultantes de
haberse decretado la caducidad de ese régimen, lo cierto es que, existiendo en la especie
una relación de causalidad adecuada, debe inferirse una cabal correspondencia entre
ambos conceptos, extremo éste que no puede permanecer ajeno al ámbito de tratamiento
por parte de este tribunal.
8) Que la propia AFIP-DGI no ha desconocido ni negado la autenticidad de todas las
constancias de pago presentadas en autos, en los términos del artículo 356, inciso 1), del
Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, sino que se ha limitado a señalar que las
mismas no resultan suficientes a efectos de excepcionar, en virtud de haberse decretado
la caducidad del referido plan de facilidades de pago, debido a la falta de cancelación de
la cuota Nº 27.
9) Que en tales condiciones, la referida circunstancia debe ser interpretada de modo
razonable, y sin que genere perjuicios económicos injustificados en cabeza de la
ejecutada, que indudablemente se le ocasionarían de aceptarse la tesis fiscal, pues debería
abonar, en virtud de un mero rigorismo de tipo formal, ya que se desprende las
constancias acompañadas que la cuota cuestionada ha sido finalmente cancelada con sus
respectivos intereses resarcitorios, nuevos intereses derivados de un capital que siempre
estuvo en poder del Organismo Recaudador.
Prescindir por completo de toda valoración a su respecto importaría, sin más, una
indudable falta de acatamiento al espíritu de la ley, máxime cuando en la especie no se
observa perjuicio fiscal alguno.
10) Que en efecto, las normas específicas que rigen la cuestión deben ser interpretadas
considerando armónicamente la totalidad del ordenamiento jurídico y los principios y
garantías de raigambre constitucional, para obtener un resultado adecuado, atento a las
excepcionales particularidades de esta causa, pues la admisión de soluciones
notoriamente disvaliosas no resulta compatible con el fin común tanto de la tarea
legislativa como de la judicial (Fallos: 255:360; 258:75; 281:146; 302:813). Ello así, pues
si bien es cierto que la primera exigencia de cualquier método hermenéutico en la
interpretación de las leyes es dar pleno efecto a la intención del legislador, también lo es,
y desde el plano normativo, la de estimar que uno de los índices más seguros para
verificar la razonabilidad de la inteligencia de una norma y su congruencia con el resto
del sistema a que está engarzada, es la consideración de sus consecuencias (Fallos:
234:482; 295:1001).
11) Que, si bien la demandante tiene la facultad de observar los incumplimientos con
posterioridad, esta atribución razonable no puede convertirse en un artilugio legal
mediante el cual se siguen percibiendo sin observación alguna las 33 cuotas restantes
para luego reclamar la totalidad de lo adeudado y pretender que la demandada reclame la
devolución de lo pagado por vía ordinaria. No sería éste el caso si la irregularidad en la
cuota 27 hubiese sido oculta o disimulada, pero en el supuesto de autos, de haber existido
sería bien manifiesta y notoria, conforme surge de la correspondiente documentación
acompañada a estos autos.
12) Que, en tal sentido, el Fisco debe gozar de todos los privilegios necesarios y
convenientes para percibir lo que corresponda, pero esos mismos privilegios no pueden
en ningún caso emplearse para reclamar lo que se ha pagado y, menos aún, para
continuar durante largo tiempo percibiendo el pago y luego reclamar la totalidad de lo
adeudado. El grado de irrazonabilidad de este procedimiento no puede ser cubierto con
ningún argumento formal, porque el cobro doble de la deuda es manifiestamente
irracional y el principio republicano (art. 1 de la CN) prohíbe la irracionalidad de los
actos de gobierno.
13) Que no se trata de cualquier acto de gobierno, sino nada menos que de la
percepción de los tributos por el Fisco, materia que, con la Carta Magna, está vinculada a
los remotos orígenes del constitucionalismo y que ha sido objeto de discusiones -y de las
más reñidas- en nuestras asambleas constituyentes. Es deber de esta Corte, por ende, dada
su específica función constitucional, velar muy especialmente por las garantías de los
ciudadanos en esta materia.
14) Que las formas jurídicas tienen por objeto la realización del derecho material y
éste se agota en el caso con la percepción de la deuda reclamada. Lo que el derecho
material exige es que el contribuyente pague sus deudas al Fisco y cuando éste ha pagado
y el Fisco ha aceptado los pagos no puede pretender cobrar nuevamente, pues eso no lo
autoriza el derecho de fondo y no puede servir de pretexto para ello que el Fisco se
considere perjudicado por los intereses de tres o cuatro días de la sexagésima parte de la
deuda, cuando ha percibido la totalidad de la suma sin reclamar ni hacer uso, en tiempo
oportuno, de la facultad de cancelar el convenio.
15) Que cualquiera haya sido la irregularidad en el pago de la cuota 27, lo que surge
de la documentación y de lo admitido por la propia demandante es que si el Fisco hubiese
sufrido algún perjuicio -extremo que tampoco se encuentra verificado-, éste sería ínfimo
en relación a la suma adeudada y pagada, de modo que sería absolutamente irracional el
reclamo de la totalidad de la suma frente al perjuicio de intereses de días de una cuota
que representa la sexagésima parte de la deuda, especialmente cuando se han seguido
percibiendo las 33 cuotas restantes sin objeción alguna. No es posible que por un
eventual perjuicio de $ 100 o menos se reclame el pago de $ 134.709 por un concepto
que ya se ha cobrado.
16) Que desde cualquier metodología jurídica el reclamo del doble pago, invocando el
valor absoluto de principios jurisprudenciales sostenidos por esta Corte y que en general
son racionales, resulta contrario a un sano entendimiento del derecho. Tomar la letra de la
ley y sostener en base a ella el "dura lex sed lex" o el "fiat iustitia, pereat mundus",
cuando es poco dudoso que eso sea "iustitia", se respondía otrora con el "summum ius
summa iniuria" o el "summum ius summast malitia" y era posible seguir con la
contraposición de máximas y acabar reduciendo el derecho a un "art pour l'art" poco
edificante y escasamente compatible con un estado constitucional de derecho.
17) Que no se trata de perderse en discusiones de pasados siglos para reconocer que
ningún acto de gobierno debe estar reñido con la racionalidad republicana y menos aún
con los principios éticos a que deben atenerse los poderes del Estado en esa forma de
gobierno. Si bien es deber jurídico del contribuyente pagar sus impuestos y también es
deber jurídico del Fisco percibirlos y exigir su cobro, nunca puede ser deber jurídico del
Fisco cobrar lo pagado, cuando sabe que se ha pagado y así lo reconoce, porque el Estado
constitucional no puede actuar en forma contraria a la ética republicana. A ningún
Ciudadano se le podría explicar lo contrario razonablemente y convencerlo de que es
correcto cobrar una deuda pagada.
18) Que no hay tecnicismo que pueda neutralizar la naturaleza inmoral de la exigencia
de pagar lo pagado. La imputación que haya hecho el Fisco respecto de las sumas
recibidas (la totalidad de las cuotas del convenio, o sea, la totalidad de lo adeudado) no
puede pretender ignorar que la causa de esa percepción era la deuda impositiva y, por
ende, no puede reclamarle lo que le ha pagado ni pretender que se le solicite la
devolución por otra vía, valiéndose de la ejecutoriedad de un título que aparece viciado
en su causa, nada menos que porque se ha percibido la totalidad de las sumas adeudadas.
19) Que, por otra parte, una regla fundamental de interpretación de todos los
convenios es la buena fe. Quien incurre en una irregularidad en el pago de una cuota de
un plan de facilidades de pago (en este caso la 27) y la repara como mejor puede,
especialmente si ha sido sin culpa de su parte, lo que no corresponde discutir aquí sino en
el reclamo que pueda hacérsele en caso que se considere que se ha sufrido el ínfimo daño
que puede surgir de eso, procede de buena fe pagando las restantes 33 cuotas
puntualmente y, por supuesto, supone la buena fe del acreedor que las percibe sin
objeción alguna. Pero no procede de buena fe quien, conociendo la supuesta irregularidad
y debiendo sentirse perjudicado si en realidad lo fue, acepta sin observación los pagos
durante 33 meses y luego en razón de ese supuesto ínfimo perjuicio reclama que se le
pague nuevamente lo ya pagado y recibido a lo largo de cinco años.
20) Que no corresponde invalidar las atribuciones conferidas por el decreto 493/1995
ni declarar su inconstitucionalidad, en primer lugar porque no ha sido impetrada y,
fundamentalmente, porque se trata de una norma que prima facie no es irracional, dado
que si el Fisco concede por convenio la facilidad de cancelar la deuda en cuotas, es en
principio correcto que tenga la posibilidad de rescindir el convenio cuando se incumple
por parte del deudor y proceder a la ejecución. Pero esta norma, como cualquiera dentro
del vigente derecho positivo nacional, debe entenderse que habilita un poder que
necesariamente debe ser ejercido en forma racional y de buena fe.
Por ende, el rechazo fiscal debe realizarse en tiempo oportuno con el fin de evitar que
el contribuyente continúe abonando las cuotas de un régimen de moratoria que la AFIP-
DGI manifiesta no haber aceptado, a efectos de garantizar una ejemplar seguridad
jurídica en la relación Fisco-contribuyente.
Y de ello no cabe menos que concluir que la operatoria seguida por la recurrente
respecto a la cabal cancelación de la cuota Nº 27 del referido plan de facilidades de pago
goza de plenos efectos jurídicos por no haber sido oportunamente impugnada por la
Autoridad de Aplicación, máxime cuando ésta se encontraba debidamente notificada de
la misma, recibió el dinero correspondiente a dicha cuota y continuó recibiendo el pago
de las restantes cuotas acordadas sin objeción alguna hasta agotar los pagos del plan
acordado y sin ningún vicio oculto o disimulado a lo largo de su cumplimiento.
21) Que el Estado no puede ejecutar un título, por ejecutorio que sea, cuando el mismo
es carente de causa, por no constituir una finalidad buscada o querida por la ley. Es
inadmisible que un Estado republicano cobre compulsivamente un tributo que sabe que
se le ha pagado y que lo admite. Los principios procesales de sana jurisprudencia
sentados por esta Corte nunca pueden ser manipulados en forma que prácticamente abran
las puertas a un comportamiento que se aproxima demasiado a una exacción,
comprometiendo el derecho de propiedad de los contribuyentes por la vía de
inmovilizarle indebidamente parte de su patrimonio con cobros dobles, lo que incluso
puede comprometer su evolución, en momentos en que es indispensable impulsar el
aumento de las fuentes de trabajo y de la producción.
22) Que tampoco puede interpretarse un convenio de pago en 60 cuotas entendiendo
que si se produce una irregularidad no oculta en la cuota Nº 27 se pueden percibir las 33
cuotas restantes sin objeción y luego reclamar el pago de la totalidad de lo adeudado,
porque se trataría de un contrato inmoral y tales actos jurídicos, por expresa disposición
legal, serían nulos. Los contratos rigen entre las partes como la ley misma, según el
principio de soberanía de la voluntad en los contratos, pero es claro que una demanda de
Shylock no hubiese sido admitida en nuestro derecho positivo.
23) Que la única interpretación jurídica que podría admitir esta pretensión y el doble
pago sería menos que exegética y sobre el mero plano de leyes inferiores a las de nivel
constitucional, o sea, en el mejor de los casos, conforme a normas propias de un estado
legal de derecho, prescindiendo del marco constitucional republicano. Dado que nuestra
Constitución nos impone un Estado constitucional de derecho, esta metodología
interpretativa no es viable.
24) Que se requiere un análisis dogmático del caso y, desde esta perspectiva, tanto la
racionalidad que impone al Fisco Nacional (Estado) el artículo 1 de la Constitución
Nacional, como los principios generales que rigen la materia contractual y que si bien son
modificados mantienen su plena vigencia también en el caso como marco para todo
acuerdo de voluntades, exigen descalificar la pretensión, debido al contenido inmoral de
la misma.
25) Que, por otra parte, toda interpretación dogmática debe tener en cuenta el
elemento teleológico de la norma que, en este caso, no puede ser otro que el cobro de lo
adeudado y la facilitación de las exigencias legales del Fisco Nacional y la reparación de
cualquier daño que éste pudiera sufrir con conductas remisas.
26) Que no actuaría en interés del Fisco esta Corte, es decir, que lo haría en forma
contraria al elemento teleológico de la norma, si permitiese el doble cobro de una deuda
en virtud de la interpretación irrazonable de un convenio, pues desalentaría a cualquier
contribuyente a celebrar convenios de pago, ante el riesgo de que éstos sean luego
interpretados con semejante criterio y terminasen convirtiéndose, conforme se ha
señalado supra, en un artilugio legal que, aplicado directamente sobre un concepto
carente de causa, llevaría al doble pago de lo reclamado. Esto sería contrario al objetivo
legal de percepción de las deudas fiscales del modo que sea más expeditivo y eficaz para
el Fisco Nacional.
27) Que admitir lo contrario y hacer lugar a la presente ejecución fiscal en virtud de
los argumentos ensayados por la representación fiscal implicaría, en consecuencia,
configurar un exceso de rigor formal, es decir, un predominio exagerado de las
formalidades, incompatible con los principios que deben ceñir la correcta aplicación,
percepción y fiscalización de los tributos, siempre teniendo en consideración que puede
ser tildado de arbitrario el pronunciamiento que prescinde de la verdad jurídica objetiva
(Fallos: 317:826).
A lo que habrá que sumarle que los objetivos propuestos por el citado plan de
facilidades de pago, en relación a la demandada, fueron ya cumplidos, esto es, la
regularización impositiva de la contribuyente morosa, siendo que del comportamiento
observado durante todo el mentado régimen surge la evidente intención de cumplir en su
totalidad con las obligaciones fiscales asumidas.
28) Que por lo demás, tampoco debe perderse de vista que esta Corte ha dicho
inveteradamente en relación a la interpretación de normas tributarias que debe atenerse al
fin de las mismas y a su significación económica, a la verdadera naturaleza del hecho
imponible y la situación real de base, con prescindencia de las formas y estructuras
elegidas por el contribuyente, a fin de lograr la necesaria prevalencia de la razón del
derecho sobre el ritualismo jurídico formal, sustitutivo de la sustancia que define a la
justicia (Fallos: 315:1284).
Como así también, en el mismo sentido, que si la recaudación de los tributos pierde su
fundamento esencialmente impositivo para convertirse en un fenómeno exclusivamente
financiero generador de intereses y actualización sobre deudas inexistentes, como sucede
en la especie, ello importa una indudable distorsión de las bases éticas del derecho de
recaudar ("repartidores de kerosene", dictamen del procurador fiscal del 28 de mayo de
1984, Fallos: 306:1970).
29) Que en efecto, no se trata en el caso de desconocer las palabras de la ley, sino de
dar preeminencia a sus fines, al conjunto armónico del ordenamiento jurídico, y a los
principios fundamentales del derecho en el grado y jerarquía en que éstos son valorados
por el todo normativo, cuando la inteligencia de un precepto, basada exclusivamente en
la literalidad de uno de sus textos conduzca a resultados concretos que no armonicen con
los principios axiológicos enunciados precedentemente, arribe a conclusiones reñidas con
las circunstancias singulares del caso o a consecuencias concretas notoriamente
disvaliosas. De lo contrario, aplicar la ley se convertiría en una tarea mecánica
incompatible con la naturaleza misma del derecho y con la función específica de los
magistrados que les exige siempre conjugar los principios contenidos en la ley con los
elementos fácticos del caso, pues el consciente desconocimiento de unos u otros no se
compadece con la misión de administrar justicia (doct. de Fallos: 302:1284; 234:482 y
sus citas).
30) Que, por lo tanto, cabe concluir que la operatoria de pago desarrollada por la
ejecutada deviene eficaz a efectos de satisfacer el concepto reclamado en estos obrados y
resulta suficiente para oponerse al progreso de la acción fiscal, por lo que los títulos
ejecutivos glosados a fojas 1/2 resultan inexigibles para ejecutar las acreencias
reclamadas por la actora.
Por ello, y oído el señor procurador fiscal subrogante, se declara procedente el recurso
extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada, debiendo volver los autos al
juzgado de origen a fin de que, por quien corresponda, se dicte un nuevo
pronunciamiento con arreglo a lo expresado. Con costas.
Notifíquese y remítase.
E. R. Zaffaroni
Texto Completo
Fisco Nacional (DGI) c/Establecimientos Recife SACIIFyA s/ejecución fiscal
PARTE/S: Fisco Nacional (DGI) c/Establecimientos Recife SACIIFyA
s/ejecución fiscal
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 27/10/1994
CONSIDERANDO:
Señaló que el juicio tramitaría de acuerdo a lo dispuesto en los arts. 92, 96 y ctes. de la ley
11.683 (t.o. 1998, con las reformas introducidas por la ley 25.239), por lo que informó al
magistrado de primera instancia que, según lo establecido en el art. 92, había dispuesto el
embargo general de fondos y valores del ejecutado -en cuentas bancarias, cajas de
seguridad, títulos y cualquier otro activo financiero- por el monto del capital reclamado,
con más el 15% de dicha suma para responder por intereses y costas. Agregó que a tales
efectos libraría oficio al Banco Central de la República Argentina (fs. 5).
2) Que a raíz del planteo efectuado por la ejecutada, el titular del Juzgado Federal n° 1 de
Salta declaró la inconstitucionalidad del inc. 5 del art. 18 de la ley 25.239, en tanto
sustituyó el texto del art. 92 de la ley 11.683 y, en consecuencia, decretó la nulidad de todos
los actos procesales cumplidos en autos (confr. fs. 40/45 vta.).
Para así decidir, el magistrado consideró, en síntesis, que las modificaciones introducidas
en el citado art. 92 establecen, para el supuesto de que el ejecutado no oponga excepciones,
una verdadera ejecución administrativa, sin intervención del Poder Judicial, en abierta
violación al art. 17 de la Constitución Nacional.
En tal sentido, señaló que la norma impugnada, al permitir a los agentes fiscales disponer
por sí medidas cautelares a los efectos de garantizar el crédito, transforma al Fisco en juez y
parte, lo que resulta incompatible con diversos principios de raigambre constitucional.
3) Que a su turno, la Cámara Federal de Salta hizo lugar al recurso de apelación interpuesto
por el representante del Fisco Nacional, revocó lo resuelto en la instancia anterior y, con
remisión a un precedente de ese mismo tribunal, rechazó el planteo de inconstitucionalidad.
Como sustento de su decisión, el a quo sostuvo que no obstante el monopolio del Poder
Judicial en los procesos ejecutivos, existían casos de ejecuciones extrajudiciales como,
entre otros, los supuestos de procedimientos de ejecuciones aduaneras, de prenda de menor
cuantía, de la prenda comercial y con registro cuando el acreedor es una institución oficial,
bancaria o financiera, de los warrants, de la hipoteca a favor del Banco de la Nación
Argentina, etc.; respecto de los cuales la Corte se había pronunciado favorablemente a la
validez constitucional de tales normas. Citó a esos efectos los precedentes de Fallos:
139:259; 249:393 y 250:464.
Afirmó, asimismo, que la restricción a las defensas oponibles por el ejecutado -en particular
a partir de la modificación introducida por la ley 23.658- no impidió que los tribunales
ejercieran sus facultades propias para morigerar algunos efectos de tales limitaciones,
cuando la aplicación lisa y llana de la ley producía iniquidad en el caso concreto.
En esa inteligencia, puntualizó que las modificaciones incorporadas por la ley 25.239 al
procedimiento establecido por el art. 92 de la ley 11.683 procuraban otorgar mayor
celeridad al trámite de cobro de los impuestos, multas, sanciones y recursos de la seguridad
social adeudados por los contribuyentes, y que el régimen así diseñado debía ser apreciado
en concordancia con la doctrina jurisprudencial aludida.
Para concluir, y con relación al embargo preventivo sobre los fondos de las cuentas
bancarias de las que fuese titular la demandada, puso de relieve que la adopción de dicha
medida fue informada inicialmente al juez, que tiene la potestad que resulta de lo
establecido por los arts. 202 al 204 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación, la
cual no era vedada por la ley 25.239, de manera que no se afectaba la injerencia judicial en
resguardo de derechos constitucionales.
4) Que contra esa decisión, la parte ejecutada interpuso el recurso extraordinario de fs.
91/100 vta., que fue concedido a fs. 108/108 vta. En sus agravios, la apelante argumentó, en
síntesis, que la norma impugnada es inconstitucional en cuanto otorga facultades a
funcionarios de la administración que, de acuerdo con el sistema de división de poderes,
corresponden exclusivamente al Poder Judicial, tales como la firma y el libramiento del
mandamiento de intimación de pago y, especialmente, la disposición y traba de medidas
cautelares. Según el apelante, se trata de un "pseudo apremio administrativo" que viola los
derechos de defensa y propiedad, la garantía del juez natural y del debido proceso.
8) Que en lo que hace a la cuestión sometida a consideración del Tribunal, cabe señalar que
en la ley 25.239, que introdujo diversas modificaciones a la ley 11.683, se facultó a la AFIP
a decretar y trabar, por sí, medidas precautorias sobre los bienes del responsable ejecutado.
Incluso, se establece en el precepto que en cualquier estado del proceso el Fisco podrá
disponer el embargo general de los fondos y valores de cualquier naturaleza que los
ejecutados tuvieran depositados en entidades financieras regidas por la ley 21.526.
Únicamente en los casos en que se requiera desapoderamiento físico o allanamiento de
domicilio se prevé la previa orden del juez competente. Además, en la norma se dispone
que la anotación de las medidas que recaigan sobre bienes registrables o cuentas del deudor
se practicará por oficio expedido por el agente, que tendrá el mismo valor que una
requisitoria y orden judicial.
9) Que tales modificaciones persiguieron, según las palabras del miembro informante del
dictamen de mayoría, diputado Baglini, fortalecer la administración tributaria y acelerar y
facilitar la tarea del Fisco en los procesos de ejecución judicial, con el objeto de "...
terminar con el impedimento que tienen hoy los juzgados al verse obligados a tramitar
25.000 expedientes en una secretaría que ni siquiera está especializada en materia aduanera
o tributaria, con lo cual termina asfixiada por los papeles y proveyendo los escritos a los
dos o cinco meses..." (confr. "Antecedentes Parlamentarios". LL. Buenos Aires. 2000.
Tomo 2000-A, pág. 1061 y ss.).
10) Que a los efectos de examinar los agravios expuestos por el recurrente respecto de la
normativa en examen es imprescindible recordar que una de las consecuencias derivadas de
la "separación de poderes" o "distribución" de los poderes, principio fundamental de
nuestra estructura política y organización jurídica (arts. 1 y afines de la Constitución
Nacional), es que corresponde a los tribunales de justicia conocer y decidir las causas que
lleguen a sus estrados y hacer cumplir sus decisiones, según las reglas y excepciones que
prescriba el Congreso.
Es que, en definitiva, no debe perderse de vista que la disposición constitucional que niega
al Presidente de la República el ejercicio de funciones judiciales o el derecho de conocer en
causas pendientes o de restablecer las fenecidas responde al propósito de poner a cubierto a
los habitantes de los abusos del gobierno y al de marcar la línea divisoria de los tres
poderes que lo integran (Fallos: 149: 175).
11) Que, con sustento en las consideraciones efectuadas, no cabe sino concluir en que, en
su actual redacción, el art. 92 de la ley 11.683 contiene una inadmisible delegación, en
cabeza del Fisco Nacional, de atribuciones que hacen a la esencia de la función judicial. En
efecto el esquema diseñado en el precepto, al permitir que el agente fiscal pueda, por sí y
sin necesidad de esperar siquiera la conformidad del juez, disponer embargos, inhibiciones
o cualquier otra medida sobre bienes y cuentas del deudor, ha introducido una sustancial
modificación del rol del magistrado en el proceso, quien pasa a ser un mero espectador que
simplemente es "informado" de las medidas que una de las partes adopta sobre el
patrimonio de su contraria. Tan subsidiario es el papel que la norma asigna al juez en el
proceso que prevé que, para el supuesto de que el deudor no oponga excepciones, sólo
deberá limitarse a otorgar una mera constancia de tal circunstancia para que la vía de
ejecución del crédito quede expedita (art. 92, párrafo 16).
12) Que esta participación menor e irrelevante que se reserva a los jueces en los procesos
de ejecución no sólo violenta el principio constitucional de la división de poderes sino que
además desconoce los más elementales fundamentos del principio de la tutela judicial
efectiva y de la defensa en juicio consagrados tanto en el art. 18 de la Constitución
Nacional como en los Pactos internacionales incorporados con tal jerarquía en el inc. 22 de
su art. 75 (confr. el art. 8 del Pacto de San José de Costa Rica, el art. XVIII de la
Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; art. 11 de la Declaración
Universal de Derechos Humanos; art. 14.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos). A tal conclusión es posible arribar a poco de que se observe que, de acuerdo con
el sistema implementado en la normativa cuestionada, tanto la verificación de la
concurrencia de los requisitos específicos para la procedencia de las medidas cautelares -
"verosimilitud del derecho" y "peligro en la demora" - como la evaluación de su
proporcionalidad de acuerdo a las circunstancias fácticas de la causa no son realizadas por
un tercero imparcial sino por la propia acreedora, que no tiene obligación de aguardar la
conformidad del juez para avanzar sobre el patrimonio del deudor.
13) Que, por otra parte, las disposiciones del art. 92 tampoco superan el test de
constitucionalidad en su confrontación con el art. 17 de la Norma Suprema en cuanto en él
se establece que la propiedad es inviolable y ningún habitante puede ser privado de ella
sino es en virtud de una sentencia fundada en ley. No resulta óbice a ello el hecho que lo
puesto en tela de juicio sea la potestad de disponer unilateralmente medidas cautelares, pues
como correctamente lo señaló el señor Procurador General de la Nación en su dictamen en
la causa A.413.XXXVII "AFIP c/ Consorcio Forestal Andina s/ ejecución fiscal" -al que
remite en las causas A.570.XXXVII "AFIP c/ Atahualpa S.R.L. s/ ejecución Fiscal" y la
presente-, ellas, cualquiera sea su naturaleza, afectan concretamente el derecho de
propiedad del individuo, "ya que si bien no importan -en principio- una ablación de su
patrimonio, su función es, precisamente, limitar de manera efectiva otros atributos no
menos importantes de ese derecho, cuales son los de usar y disponer de él, con función de
garantía. A nadie escapa, por dar un ejemplo, que un bien embargado pierde peso
económico en el mercado y que limita, en mayor o menor medida, las posibilidades de
actuación económica del sujeto...". En este sentido, no es necesario un profundo examen
para advertir las negativas consecuencias económicas que sobre el giro normal de las
actividades de cualquier comercio, empresa o particular puede tener la traba de un embargo
sobre cuentas o bienes.
14) Que, por otra parte, no puede dejar de señalarse que los reparos hasta aquí formulados
fueron advertidos por los propios legisladores en oportunidad de tratar la norma cuya
constitucionalidad se pone en tela de juicio. Así, se señaló que "... un recaudador de algún
estado feudal del Medioevo no tendría más atribuciones que las que estamos otorgando al
agente fiscal. Tiene facultades para todo..." (diputado Pichetto); "... se otorgan a los
abogados del fisco, de la parte actora, facultades propias del Poder Judicial..." (diputado
Natale); " Hago reserva de constitucionalidad con respecto a la modificación del artículo 92
de la ley de procedimiento. Creo que viola el artículo 8 del Pacto de San José de Costa Rica
y los artículos 17 y 18 de la Constitución Nacional..." (diputada Carrió); "... Se prescinde
del Juez. Se convierte en un procedimiento administrativo y se genera, a mi criterio, una
mayúscula inconstitucionalidad..." (senador Carbonell). Incluso el miembro informante por
la mayoría dejó margen a las dudas expresadas al señalar que "... el proceso puede hallarse
al borde de lo judicialmente tolerado -diríamos-, y me hago cargo de esas observaciones
porque es posible que haya que transitar con cuidado esta línea..." (diputado Baglini)
(confr. "Antecedentes Parlamentarios". LL. Buenos Aires. 2000. Tomo 2000-A, pág. 1061
y ss.).
15) Que no resulta admisible que a la hora de establecer procedimientos destinados a
garantizar la normal y expedita percepción de la renta pública se recurra a instrumentos que
quebrantan el orden constitucional. Es que la mera conveniencia de un mecanismo para
conseguir un objetivo de gobierno -por más loable que este sea- en forma alguna justifica la
violación de las garantías y derechos consagrados en el texto constitucional. Así, se ha
sostenido que es falsa y debe ser desechada la idea de que la prosperidad general constituya
un fin cuya realización autorice a afectar los derechos individuales o la integralidad del
sistema institucional vigente. El desarrollo y el progreso no son incompatibles con la cabal
observancia de los arts. 1 y 28 de la Constitución Nacional, sino que, por el contrario,
deben integrarse con éstos, de modo tal que la expansión de las fuerzas materiales y el
correlativo mejoramiento económico de la comunidad sean posibles sin desmedro de las
libertades y con plena sujeción a las formas de gobierno dispuestas por la Ley
Fundamental, a cuyas normas y espíritu resultan tan censurables la negación del bienestar
de los hombres como pretender edificarlo sobre el desprecio y el quebrantamiento de las
instituciones (Fallos: 247:646).
16) Que, en consecuencia, el régimen establecido en el art. 92 de la ley 11.683 -en cuanto
otorga a los funcionarios del organismo recaudador la potestad de disponer y trabar
unilateralmente medidas cautelares-, en la medida en que no se adecua a los principios y
garantías constitucionales de la división de poderes, la defensa en juicio y la propiedad, es
inconstitucional.
17) Que no obstante todo lo hasta aquí expuesto, no es posible soslayar que el
cumplimiento de las funciones del Estado, que es deber suyo atender, origina "gastos", cuya
provisión expresamente se contempla en el art. 4 de la Constitución Nacional. En este
sentido, la importancia de la renta pública para la existencia de la Nación ya fue advertida
por Alexander Hamilton al sostener que " El dinero está considerado, con razón, como
principio vital del cuerpo político, y como tal sostiene su vida y movimiento y lo capacita
para cumplir sus funciones más esenciales. Por consiguiente, una facultad perfecta de
allegarse con normalidad y suficiencia los fondos necesarios, hasta donde los recursos de la
comunidad lo permitan, debe ser considerada como un elemento componente indispensable
en toda Constitución" (confr. Hamilton, Alexander; Madison, James; Jay, John; "El
federalista", XXX, Fondo de Cultura Económica, México, 1994, pág. 119). La relevancia
de la cuestión tampoco escapó a Juan Bautista Alberdi para quien " el Tesoro y el gobierno
son dos hechos correlativos que se suponen mutuamente. El país que no puede costear su
gobierno, no puede existir como Nación independiente, porque no es más el gobierno que el
ejercicio de su soberanía por sí mismo. No poder costear su gobierno, es exactamente no
tener medios de ejercer su soberanía; es decir, no poder existir independiente, no poder ser
libre. Todo país que proclama su independencia a la faz de las naciones, y asume el
ejercicio de su propia soberanía, admite la condición de estos hechos, que es tener un
gobierno costeado por él, y tenerlo a todo trance, es decir, sin limitación de medios para
costearlo y sostenerlo; por la razón arriba dicha, de que el gobierno es la condición que
hace existir el doble hecho de la independencia nacional y el ejercicio de la soberanía
delegada en sus poderes públicos. Desconocer este deber, es hollar el juramento de ser
independientes y libres, es abdicar la libertad y entregar el gobierno del país al extranjero, o
a cualquiera que tenga dinero para costearlo. Tasar, limitar de un modo irrevocable la
extensión de los sacrificios exigidos por el interés bien entendido de la independencia
nacional, es aproximarse de aquel extremo vergonzoso" (confr. "Sistema Económico y
Rentístico de la Confederación Argentina según su Constitución de 1853", en
"Organización de la Confederación Argentina", El Ateneo, Madrid, 1913, pág. 211).
18) Que, en este entendimiento, esta Corte ha sostenido que uno de los peores males que el
país soporta es el gravísimo perjuicio social causado por la ilegítima afectación del régimen
de los ingresos públicos que proviene de la evasión o bien de la extensa demora en el
cumplimiento de las obligaciones tributarias y que, en la medida en que su competencia lo
autorice, los jueces tienen el deber de contribuir a la aminoración de esos dañosos factores
y comprender que son disvaliosas las soluciones que involuntariamente los favorecen
(Fallos: 313:1420 y sus citas). Y, por ello, ha recalcado que los magistrados deben
examinar con particular estrictez la adopción de medidas que pudieran afectar el erario
público pues la percepción de las rentas del Tesoro -en tiempo y modo dispuestos
legalmente- es condición indispensable para el regular funcionamiento del Estado (Fallos:
327:5521; 328:3720; 330:2186; entre muchos otros).
19) Que la agilización de los procedimientos para la percepción de los créditos tributarios
resulta ser un objetivo a lograr y a cuya concreción deben colaborar, dentro de la órbita de
su competencia, todos los poderes públicos pues, en definitiva, lo que se persigue con ello
no es otra cosa más que dotar al Tesoro Nacional de los recursos necesarios para que el
Estado pueda dar adecuado cumplimiento con las funciones que constitucionalmente le han
sido asignadas.
20) Que la audiencia celebrada ante esta Corte el 16 de julio de 2008 ha resultado
sumamente ilustrativa pues tanto la actora como el amicus curiae tuvieron oportunidad de
demostrar en qué forma las modificaciones implementadas por la ley 25.239 al
procedimiento tributario colaboraron tanto para reducir los plazos de aseguramiento y
percepción de los créditos reclamados por el Fisco como para disminuir la litigiosidad en la
materia. Sin embargo, también quedó suficientemente en claro de las citadas exposiciones
que esa celeridad en nada se vería afectada por una adecuada y plena intervención del
Poder Judicial en el procedimiento, en tanto y en cuanto se asegure a los tribunales
competentes los recursos y la tecnología necesaria para poder responder a los
requerimientos del Fisco.
Por otra parte, la insuficiencia de la infraestructura judicial para hacer frente a las
necesidades del Fisco a la hora de percibir coactivamente la renta pública también fue
advertida por el propio legislador quien, a pocos meses de aprobar las modificaciones a la
ley 11.683 que aquí se cuestionan, sancionó la ley 25.293 en la que se dispuso la creación
de Juzgados Federales de Ejecuciones Fiscales Tributarias en la Capital Federal y de
secretarías con competencia específica en materia de ejecuciones fiscales tributarias en los
juzgados federales con asiento en distintas ciudades del país. Sin embargo, pese al tiempo
transcurrido desde la sanción de la ley (julio de 2000) y a la apremiante necesidad que
justificó la adopción de esta medida, lo cierto es que, a la fecha, la puesta en marcha de
estos tribunales y secretarías apenas ha podido realizarse -en Capital Federal, y sólo
parcialmente- por no haberse dotado al Poder Judicial de la Nación de los recursos
necesarios para ello.
21) Que, el contexto descrito, la especial trascendencia de la materia examinada así como
elementales razones de seguridad obligan a rechazar cualquier inteligencia de la presente
decisión que lleve a obstruir o paralizar la adecuada y expedita percepción de la renta
pública. Ello es así toda vez que la aplicación en el tiempo de los nuevos criterios
jurisprudenciales ha de ser presidida por una especial prudencia con el objeto de que los
avances propuestos no se vean malogrados en ese trance. En mérito de ello, es necesario
trazar la línea divisoria para el obrar de la nueva jurisprudencia, apoyándola en razones de
conveniencia, utilidad y en los más hondos sentimientos de justicia, necesidad que entraña,
a su vez, la de fijar el preciso momento en que dicho cambio comience a operar (conf.
causas "Tellez", Fallos: 308:552 y "Rosza", Fallos: 330:2361).
22) Que, en este sentido, en "Rosza" se recordó que, en el ámbito del derecho
constitucional comparado, la Corte Suprema de los Estados Unidos sostuvo que, si bien una
ley del Congreso declarada inconstitucional no es ley, que es inoperativa y que no confiere
derechos ni impone deberes, su existencia efectiva en forma previa a esa declaración es un
hecho operativo cuyas consecuencias no pueden ser justamente ignoradas. El pasado no
siempre puede ser borrado por una nueva decisión de la justicia. El efecto de una sentencia
posterior que declara la invalidez debe ser considerado en diversos aspectos referidos a
relaciones particulares -personales y societarias- y a conductas particulares -privadas y
oficiales-. Las cuestiones concernientes a derechos que se alegan como adquiridos, al
estado legal, a decisiones previas que se consideran firmes y en cuyas consecuencias se ha
actuado, y al orden público a la luz de la naturaleza de la ley y de su anterior aplicación
requieren ser examinadas. Estos interrogantes aparecen entre los más difíciles que han
ocupado la atención de los tribunales, estaduales y federales; y surge en forma manifiesta
de numerosas sentencias que la afirmación general de un principio de invalidez retroactiva
absoluta no puede ser justificada (conf. doctrina emanada de los casos "Norton vs. Shelby
County" 118 U.S. 425, "Chicot County Drainage Dist. vs. Baxter State Bank" 308 U.S.
371, 374).
23) Que, en esta línea de razonamiento resulta claro que, decisiones con las repercusiones
de la presente, no pueden dictarse desatendiendo las consecuencias que, de modo
inmediato, derivarán de ella. Ello exige que el Tribunal, en cumplimiento de su deber
constitucional de adoptar las medidas apropiadas para evitar la eventual afectación de la
percepción de la renta pública, establezca pautas claras y concretas acerca de la manera en
que los efectos de su pronunciamiento operarán en el tiempo.
Para satisfacer ese objetivo, resulta necesario admitir la validez de las medidas cautelares
que, al amparo de las disposiciones del art. 92 de la ley 11.683, los funcionarios del Fisco
Nacional hayan dispuesto y trabado hasta el presente, sin perjuicio de que los jueces de la
causa revisen en cada caso su regularidad y procedencia en orden a los demás recaudos
exigibles. En cambio, no habría justificación alguna para dejar subsistentes medidas
precautorias dispuestas por los funcionarios de la AFIP con posterioridad a la presente
sentencia puesto que a partir de que esta Corte se pronuncia declarando el vicio
constitucional que afecta el procedimiento previsto por la citada norma, nada obsta a que
las medidas cautelares que el organismo recaudador considere necesario adoptar en lo
sucesivo, sean requeridas al juez competente para entender en el proceso ejecutivo, y que
sea tal magistrado quien adopte la decisión que corresponda.
Notifíquese y devuélvase a fin de que el tribunal de origen, por quien corresponda, proceda
de acuerdo con lo aquí decidido.
ELENA I. HIGHTON de
RICARDO LUIS
NOLASCO
LORENZETTI
(en disidencia)
ENRIQUE SANTIAGO
CARLOS S. FAYT PETRACCHI
(en disidencia)
JUAN CARLOS
E. RAÚL ZAFFARONI
MAQUEDA
CARMEN M. ARGIBAY
(en disidencia)
ES COPIA
CONSIDERANDO:
1) Que los infrascriptos adhieren a los considerandos 1 a 7 del voto de la mayoría que se
dan por reproducidos en razón de brevedad.
8º) Que es verdad, como lo afirma el a quo y no ha sido negado por la apelante, que nuestro
ordenamiento jurídico presenta casos de procedimientos ejecutivos que se llevan a cabo
fuera de la órbita del Poder Judicial y que esta Corte no formuló a su respecto objeciones de
índole constitucional (confr. Fallos: 139:259; 176:267; 177:13; 184:490 y 323:809).
9º) Que la ejecución fiscal, tras la reforma introducida por la ley 25.239, continúa
revistiendo el carácter de un proceso judicial que se desarrolla bajo la dirección de un juez,
sin que obsten a ello las atribuciones que la ley confiere a la administración tributaria. Es
verdad que el otorgamiento de tales atribuciones otorga un matiz peculiar al proceso, pero
lo determinante a los efectos de su caracterización reside en que la potestad para decidir
cualquier cuestión litigiosa que se plantee en su curso o para pronunciarse sobre la validez
o nulidad de los actos o diligencias, sobre su mantenimiento, sustitución o revocación
permanece en cabeza del juez.
10) Que, en tal sentido, corresponde destacar que el Art. 92 de la ley 11.683 define a la
ejecución regulada en él como un "cobro judicial" (párrafo primero), y más adelante
(párrafo quinto) establece expresamente que "la ejecución fiscal será considerada juicio
ejecutivo a todos sus efectos", y que sin perjuicio de las disposiciones contenidas en el
capítulo XI del título I de esa ley se aplicarán supletoriamente las disposiciones del Código
Procesal Civil y Comercial de la Nación. Entre éstas últimas adquiere una especial
relevancia la prescripta en la primera parte del art. 531 en cuanto impone al juez, en una
etapa liminar del proceso, la realización de un cuidadoso examen del instrumento con que
se deduce la ejecución a fin de determinar, precisamente, si se trata de un título de los que,
según la ley, llevan aparejada ejecución. En este punto cabe poner de relieve que ninguna
norma de las contenidas en el mencionado capítulo de la ley 11.683 obsta a que el juez
realice ese examen ni le impiden, si su juicio sobre la habilidad del título es negativa,
disponer que no prosiga el apremio y, en su caso, dejar sin efecto los actos que pudieron
haberse cumplido. En tal sentido, el párrafo octavo del art. 92, pese a cierta ambigüedad en
su texto, no puede sino ser interpretado en el sentido de que el agente fiscal debe, en su
primera presentación ante el juez, acompañar el título en que se funda la ejecución, carga
que en el sub lite ha sido cumplida (confr. fs. 1/4 bis).
12) Que, precisamente, las modificaciones que la ley 25.239 introdujo en el art. 92,
obedecieron al propósito de superar, o al menos atenuar, las demoras en los procesos de
ejecución fiscal -y de la consiguiente percepción de las rentas públicas- derivadas de la
extraordinaria cantidad de juicios de esa clase radicados en los juzgados federales, que
impedían que su trámite fuese llevado adelante en plazos adecuados (conf. intervención del
diputado Baglini en el debate parlamentario, "Antecedentes Parlamentarios", Buenos Aires,
LL, 2000-A, pág. 1061 y ss).
13) Que, como ya fue adelantado, la respuesta que concibió el legislador para superar la
situación señalada fue mantener el carácter judicial del proceso, pero otorgando al agente
fiscal representante de la AFIP facultades para realizar ciertos actos y diligencias. En orden
a ello, la circunstancia de que la ley otorgue atribuciones a tales funcionarios
administrativos -después de que éstos se hayan presentado ante el juez observando todos
los recaudos prescriptos por el párrafo octavo del art. 92- para suscribir y librar el
mandamiento de intimación de pago y embargo, con la citación a oponer excepciones, es
indudable que no afecta la sustancia del proceso ni el derecho de defensa del contribuyente,
quien podrá presentarse ante el juez competente oponiendo las excepciones que estime
pertinentes o, en su caso, impugnando la validez del acto o diligencia si hubiesen sido
cumplidos irregularmente. En este sentido, cabe destacar que, en caso de oponerse
excepciones, éstas serán resueltas por el juez, previo traslado al agente fiscal.
14) Que, de tal modo, se cumple el requisito que, desde antiguo, esta Corte ha considerado
indispensable para que el derecho de defensa no sufra agravio: que el litigante tenga la
oportunidad de ser oído y se encuentre en condiciones de ejercer sus derechos en la forma
que establecen las leyes respectivas (Fallos: 205:9, entre otros).
15) Que, precisamente, en el caso de autos, la aplicación de las normas procesales cuya
validez constitucional impugna la demandada, no le ha impedido a ésta incluso, oponer
subsidiariamente la excepción de litispendencia. En tales circunstancias, carecen de
fundamento los invocados agravios al derecho de defensa, al juez natural, al debido proceso
y a la división de poderes. En efecto, la administración fiscal ha planteado ante un
magistrado la pretensión de ejecutar un acto administrativo, el contribuyente ha tenido la
oportunidad de defenderse, la ha ejercido, y será el juez competente quien determine si
admite la excepción o si manda llevar la ejecución adelante.
16) Que, por lo demás, debe destacarse que en el supuesto en que la decisión fuese
desfavorable a la aquí demandada, ésta tendrá oportunidad de hacer valer en un juicio
ordinario posterior, con total amplitud, los derechos que pudieren asistirle.
17) Que, por otra parte, la tacha de inconstitucionalidad derivada de la circunstancia de que
la ley establezca que en el supuesto en que no se hayan opuesto excepciones en el plazo
conferido para hacerlo, el representante de la AFIP requerirá al juez "constancia de dicha
circunstancia, dejando de tal modo expedita la vía de ejecución del crédito reclamado, sus
intereses y costas" no es apta para dar sustento al recurso extraordinario. En efecto, sin
perjuicio de que éste no es el supuesto que se ha configurado en autos pues, como se
señaló, el contribuyente opuso la excepción de litispendencia es dable advertir que también
en aquella hipótesis el magistrado -pese a que la ley alude sólo a una "certificación"- tiene
plena potestad para revisar y controlar que el trámite se haya desarrollado regularmente y,
por consiguiente, para anular el proceso en caso de juzgar que estuviese viciado por algún
defecto, ya que solo con esta comprensión adquiere sentido que la ley requiera la
intervención del juez.
18) Que, sentado lo que antecede, cabe examinar los agravios referentes a la medida
cautelar. La norma impugnada faculta a la Administración Federal de Ingresos Públicos,
por intermedio del agente fiscal, a "decretar el embargo de cuentas bancarias, fondos y
valores depositados en entidades financieras, o de bienes de cualquier tipo o naturaleza,
inhibiciones generales de bienes y adoptar otras medidas cautelares tendientes a garantizar
el recupero de la deuda en ejecución", entre ellas el embargo general de los fondos y
valores que los deudores tengan depositados en entidades financieras regidas por la ley
21.526. En el caso de autos, en ejercicio de tales facultades, el representante del Fisco
Nacional informó que libraría un oficio al Banco Central de la República Argentina a los
fines previstos por esa norma (fs. 5). La demandada afirma que la medida cautelar dispuesta
por el organismo recaudador se opone, al art. 17 de la Constitución Nacional, en cuanto
prescribe que la propiedad es inviolable y ningún habitante de la Nación puede ser privado
de ella sino en virtud de sentencia fundada en ley.
19) Que, en primer lugar, debe destacarse que no se trata de un supuesto de "privación" de
la propiedad, sino de una afectación meramente provisional del derecho a disponer de los
bienes objeto de la cautela, con el propósito de asegurar el cobro de un crédito expresado en
un instrumento al cual la ley confiere el carácter de ejecutivo. La circunstancia de que se
trate de una afectación meramente provisional explica que los ordenamientos procesales
establezcan, de ordinario, que tal clase de medidas puedan adoptarse sin necesidad de oír
previamente al afectado.
20) Que, en orden a ello, el art. 92 de la ley 11.683 exige que en la presentación inicial ante
el juez, el agente fiscal informe "las medidas precautorias a trabarse" (párrafo octavo). Si en
el curso del proceso la administración considerase necesarias otras medidas cautelares,
también deberá indicarlas al juez (párrafo décimo). Asimismo, la ley dispone expresamente
que si "cualquier medida precautoria resulte efectivamente trabada antes de la intimación al
demandado, éstas deberán serle notificadas por el agente fiscal dentro de los cinco (5) días
siguientes de tomado conocimiento de la traba por el mismo" (párrafo décimo tercero). Por
otra parte, la ley prescribe expresamente que en "los casos en que se requiera
desapoderamiento físico o allanamiento de domicilios (el agente fiscal) deberá requerir la
orden respectiva del juez competente" (párrafo décimo segundo).
21) Que, en consecuencia, si bien la ley faculta al organismo recaudador a disponer por sí
medidas precautorias, se advierte una clara preocupación del legislador para que el juez esté
en conocimiento de ellas. El sentido de la norma es someter la conducta de la
Administración a un inmediato control judicial, que podrá ser ejercido de oficio o a pedido
del afectado por tales medidas, con anterioridad a su concreción o con posterioridad a ella.
No hay disposición alguna en el extenso art. 92 que limite la competencia de los jueces para
impedir la traba de tales medidas o para dejarlas sin efecto, sustituirlas por otras o
limitarlas, cuando ello sea necesario a fin de evitar perjuicios o gravámenes innecesarios al
titular de los bienes (arts. 203 a 205 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación).
22) Que, en tales condiciones, no se advierte la lesión al derecho de propiedad invocada por
el contribuyente.
23) Que una compulsa de la jurisprudencia del Tribunal permite advertir la existencia de
numerosos precedentes en los cuales en aras de la eficaz protección de intereses públicos se
ha considerado válido el accionar de la Administración que se proyectó sobre la esfera de
los derechos patrimoniales de los particulares, siempre que se dieran las condiciones a las
que precedentemente se ha hecho referencia (conf. Fallos: 128:296; 161:209 y 343;
199:448, entre otros).
24) Que, por último, para descartar que el embargo preventivo trabado constituya un
supuesto de privación de la propiedad sin "sentencia fundada en ley" (art. 17 de la
Constitución Nacional), basta con agregar que tal clase de medidas es por naturaleza una
restricción provisional del derecho de propiedad que, si bien afecta la disponibilidad de los
bienes, no altera la titularidad del dominio de éstos, la cual se mantiene en cabeza del
propietario (cf. Fallos: 300:214; Pietro-Castro Ferrandiz, L. "Derecho Procesal Civil",
Segunda Parte, Madrid, Revista de Derecho Privado, Madrid 1965, página 370; Ramos
Méndez, Francisco, "Derecho Procesal Civil", Tomo II, Barcelona, Bosch, 1990, página
1049), a lo que se añade la intervención que le cupo al juez de la causa y el alcance con que
fue pedido el embargo de bienes. En efecto, según lo informó la Administración en su
presentación inicial ante el juzgado competente, se libraría el oficio para trabar el embargo
sobre los fondos y valores del ejecutado con el recaudo de que "...los fondos embargados
deberán retenerse en la entidad [en la que se hallaran depositados] a las resultas de la orden
judicial de transferencia a la cuenta de autos y a la orden de ese Juzgado" (fs. 5). Dicha
medida, por lo demás, pudo ser examinada por el juez antes de su libramiento y así lo fue al
disponer aquél que se tenga presente "...las cautelares informadas por el agente fiscal" (fs.
6).
Al respecto cabe señalar, en primer término, que una consolidada jurisprudencia del
Tribunal expresa que la garantía del art. 18 de la Constitución Nacional no debe ser
considerada por los jueces cuando quien la invoca -como ocurre en autos- no explica de un
modo concreto cuáles son las defensas o pruebas de que se ha visto privado ni la relación
que media entre ellas y el resultado del litigio (Fallos: 299:307; 300:178 y 590; 301:505;
313:1461; 315:406; 323:809) y porque dicha garantía que reconoce a "...los habitantes del
país el derecho de ocurrir ante un órgano judicial en procura de justicia" (Fallos: 311:700,
considerando 4 y el allí citado) requiere, en su aspecto más primario, que no se prive a
nadie arbitrariamente de la oportuna tutela de los derechos que pudieran eventualmente
asistirle sino por medio de un proceso conducido en legal forma que concluya con el
dictado de una sentencia fundada (Fallos: 312:767; 315:952, considerando 9 y los allí
citados; 315: 1418). En el mismo sentido, ha sostenido esta Corte que "...el derecho a la
jurisdicción, consagrado implícitamente en el art. 18 de la Carta Magna y expresamente en
el art. 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, importa la posibilidad de
ocurrir ante algún órgano jurisdiccional y obtener de ellos sentencia útil relativa a los
derechos de los litigantes (Fallos: 199:617; 305:2150, entre otros)" -ver Fallos: 319:2925- y
que, no obstante haberse procedido en las actuaciones administrativas con lesión a la
garantía del art. 18 de la Constitución Nacional, debe considerarse reparado el agravio si la
actuación judicial posterior brinda oportunidad para el regular ejercicio del derecho en
cuestión (Fallos: 205:549 y los allí citados).
Dichas defensas fueron tratadas y resueltas por dos instancias judiciales, lo que origina,
precisamente, el control constitucional que a este Tribunal le incumbe.
27) Que tampoco cabe admitir la impugnación de la ley 25.239 con sustento en que, al
permitir que un funcionario administrativo trabe medidas precautorias como la discutida en
autos -que, según el apelante serían de estricta índole judicial- aquella norma vulnera el
principio de que "toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas garantías y dentro
de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente e imparcial...",
establecido en el Art. 8, párrafo 1. de la Convención Americana sobre Derechos Humanos
y, en una redacción casi idéntica, por el art. 14.1. del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos y el Art. 6.1 de la Convención Europea de Derechos Humanos. Sobre el
particular cabe recordar lo resuelto por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos respecto
del citado art. 6.1, a cuya jurisprudencia corresponde acudir para interpretar la primera de
las convenciones internacionales antes mencionadas, según lo señaló esta Corte en Fallos:
312:2490, considerando 6 y en el fallo entonces citado.
En el mismo orden de ideas, aquel tribunal sostuvo que un sistema donde las autoridades
fiscales de carácter administrativo pueden imponer sanciones tales como un recargo
impositivo no resultaba incompatible con el art. 6 de la mencionada Convención si el
contribuyente podía llevar la decisión que lo afectara ante un tribunal judicial con poder
suficiente para anular lo decidido, incluyendo aspectos de hecho y derecho sobre la
decisión cuestionada (sentencia pronunciada en el caso "Vastberga Taxi Aktiebolag y otro
c/ Suecia" ([2002] ECHR 36985/97), el 23 de julio de 2002).
28) Que lo expresado en el primer párrafo del considerando penúltimo, lleva a rechazar la
impugnación que el apelante efectúa con base en que se habría vulnerado el principio de
división de poderes consagrado por el art. 109 de la Constitución Nacional reformada en el
año 1994 (que mantiene la antigua redacción del art. 95 de la Constitución Nacional de
1853), pues la aceptación de facultades de naturaleza jurisdiccional en las condiciones antes
referidas, tuvo por sustento la admisión de una suerte de morigeración o de adaptación
universal de aquel principio frente a intereses colectivos que de lo contrario sólo podrían
ser tardía o insuficientemente satisfechos (ver lo expresado por la mayoría del Tribunal en
el conocido precedente de Fallos: 247:646, en especial, considerandos 5 y 10, frente a la
postura más restrictiva que traduce el voto disidente de los jueces Boffi Boggero y
Aberastury).
29) Que, por último, respecto de la invocada violación de la garantía constitucional de los
jueces naturales, que en el juicio del recurrente consistiría en una indebida concesión de
facultades "judiciales" a la administración, cabe señalar que aquélla no guarda relación
directa con la cuestión debatida en la causa, pues desde antiguo el Tribunal ha mantenido
que dicha garantía tiene por objeto asegurar a los habitantes del país una justicia imparcial
y "...sólo tiende a impedir la sustracción arbitraria de una causa a la jurisdicción del juez
que continúa teniéndola para casos semejantes, con el fin de atribuir su conocimiento a uno
que no la tiene, constituyendo así, por vía indirecta, una verdadera comisión especial
disimulada" (Fallos: 234:482 y 637; 236:528; 237:673; 310:2845, entre muchos otros),
circunstancias que en modo alguno se configuran en el régimen delineado por la ley 25.239.
30) Que, descartadas como han quedado las impugnaciones de orden constitucional
dirigidas contra la ley 25.239 y, sin abrir juicios sobre el peculiar sistema de juicio de
ejecución fiscal que en aquélla se estableció -pues el acierto, la conveniencia o la eficacia
del régimen instaurado constituye una cuestión de política legislativa ajena a la jurisdicción
de los magistrados (doctrina de Fallos: 306:1964 y 324:3184, entre muchos otros)-,
corresponde confirmar el pronunciamiento apelado.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara formalmente procedente el recurso
extraordinario, y se confirma la sentencia apelada. Con costas. Notifíquese y,
oportunamente, devuélvase.
ENRIQUE SANTIAGO
CARMEN M. ARGIBAY
PETRACCHI
ES COPIA
CONSIDERANDO:
Que la infrascripta concuerda con los considerandos 1º a 7º de la mayoría, que se dan por
reproducidos.
8º) Que la ejecución fiscal, a partir de la reforma de la ley 11.683 por la ley 25.239,
continúa revistiendo el carácter de un proceso judicial que se desarrolla bajo la dirección de
un juez, sin que obsten a ello las atribuciones que la ley confiere a la administración
tributaria. Es verdad que ciertos actos de la ejecución fiscal ahora son llevados a cabo
directamente por el agente fiscal, pero lo determinante a los efectos de su caracterización
reside en que la potestad para decidir cualquier planteo legal que se realice en su curso,
incluido el control de constitucionalidad, o para pronunciarse sobre la validez o nulidad de
los actos o diligencias, sobre su mantenimiento, sustitución, o revocación o para disponer el
allanamiento del domicilio, siempre está en cabeza de un magistrado judicial.
9º) Que, en tal sentido, corresponde destacar que el Art. 92 de la ley 11.683 define a la
ejecución regulada en él como un "cobro judicial" (párrafo primero), y más adelante
establece expresamente que "la ejecución fiscal será considerada juicio ejecutivo a todos
sus efectos", y que sin perjuicio de las disposiciones contenidas en el capítulo XI del Título
I de esa ley se aplicarán supletoriamente las disposiciones del Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación (párrafo quinto). La remisión al Código Procesal Civil y Comercial
de la Nación vuelve a aparecer en los párrafos 15 y 16 del art. 92 de la ley 11.683.
Asimismo la norma cuestionada requiere que la demanda de ejecución fiscal sea presentada
"ante el Juzgado con competencia tributaria, o ante la Mesa General de Entradas de la
Cámara de Apelaciones u Órgano de Superintendencia Judicial pertinente en caso de tener
que asignarse el juzgado competente" y al indicar la medida precautoria dispuesta se exige
indicar el "juez asignado interviniente y la sede del juzgado". La norma también dispone
que "para los casos en que se requiera desapoderamiento físico o allanamiento de
domicilios deberá requerir la orden respectiva del juez competente".
Las excepciones opuestas por el ejecutado deben presentarse ante el Juez asignado y el Juez
debe ordenar "el traslado... al ejecutante, debiendo el auto que así lo dispone notificarse
personalmente o por cédula al agente fiscal interviniente...".
10) Que como se advierte de la transcripción de todas estas normas, existe una constante
intervención del juez en la ejecución fiscal. Asimismo, entre las normas del Código
Procesal Civil y Comercial citadas, adquiere una especial relevancia lo prescripto en la
primera parte del art. 531 en cuanto impone al juez, en una etapa liminar del proceso, la
realización de un cuidadoso examen del instrumento con que se deduce la ejecución a fin
de determinar, precisamente, si se trata de un título de los que, según la ley, son de los que
llevan aparejada ejecución.
En este punto, cabe poner de relieve que ninguna norma de las contenidas en el mencionado
capítulo de la ley 11.683 obsta a que el juez realice ese examen ni le impiden, si su juicio
sobre la habilidad del título es negativa, disponer que no prosiga el apremio y, en su caso,
dejar sin efecto los actos que pudieron haberse cumplido. En tal sentido, el párrafo octavo
del art. 92 no puede sino ser interpretado en el sentido de que el agente fiscal debe, en su
primera presentación ante el juez, acompañar el título en que se funda la ejecución, carga
que en el sub lite ha sido cumplida (confr. fs. 1).
12) Que, precisamente, las modificaciones que la ley 25.239 introdujo en el art. 92,
obedecieron al propósito de superar, o al menos de atenuar, las demoras en los procesos de
ejecución fiscal -y de la consiguiente percepción de las rentas públicas- derivadas de la
extraordinaria cantidad de juicios de esa clase radicados ante los juzgados federales, que
impedían que su trámite fuese llevado adelante en plazos adecuados. Se buscó entonces
hacer más expeditiva esta ejecución alivianando la tarea del tribunal pero sin transformar el
juicio de apremio fiscal en un proceso exclusivamente administrativo.
13) Que tampoco resulta sobreabundante recordar las numerosas situaciones de nuestro
ordenamiento jurídico que presentan casos de ejecuciones administrativas que, como tales,
se llevan a cabo fuera de la órbita del Poder Judicial y cuya constitucionalidad ha sido
siempre mantenida por este Tribunal (Fallos: 139:259; 176:267; 184:490 y 249:393 -Banco
Hipotecario Nacional-; Fallos: 177:13 -Banco de la Provincia de Buenos Aires-; Fallos:
268:213 y 323:809 -Banco de la Nación Argentina-; y Fallos: 138:157 -prenda agraria-).
14) Que en tal sentido cabe recordar las prerrogativas otorgadas a los bancos oficiales, tales
como el Banco de la Nación Argentina (Carta Orgánica - ley 21.799, art. 29); el antiguo
Banco Hipotecario Nacional (Carta Orgánica, art. 44 del decreto 540/93 y art. 45 de la ley
22.232); el ex Banco Industrial de Desarrollo y de la ex Caja Nacional de Ahorro y Seguro
y en igual medida de otros bancos oficiales como el caso del art. 11 del decreto-ley 9372/63
ratificado por ley 16.478 (que autoriza al Banco Ciudad de Buenos Aires a vender en
remate público y sin citación del deudor las prendas correspondientes a empeños vencidos),
o de normas de bancos provinciales tales como el Banco de Mendoza (ley 5805, art. 23,
actualmente derogado por ley 6276, art. 9), el Banco de Previsión Social (ley 3894, que
otorga facultades similares al Banco de Mendoza), el Banco Municipal de La Plata (ley
6722 de 1962) y la del Banco Social de Córdoba (art. 24, ley 3954 reglamentada por
decreto 23.723/42). En general puede decirse que en la mayoría de estos casos es el mismo
banco el que organiza la subasta, la realiza e incluso tiene facultades para adjudicarse el
bien en caso de ausencia de ofertas.
15) Que, asimismo, la ley 24.441 (arts. 52 y siguientes) legisló el régimen especial de
ejecución de hipotecas en el derecho argentino. En el proyecto original de la ley 24.441, el
Título V contenía la palabra "extrajudicial", que luego se cambió quedando como
denominación la de "Régimen especial de ejecución de hipotecas". No obstante ello, la ley
24.441 legisló este procedimiento como extrajudicial, por cuanto gran parte de las
actuaciones ocurren fuera de los tribunales y sin orden judicial, aunque no por ello deja de
tener intervención el juez. La citada norma permite al acreedor hipotecario, en los casos en
que así se haya pactado, proceder a rematar el inmueble por la vía extrajudicial, una vez
cumplidos ciertos pasos enunciados en los arts. 53 y siguientes de la ley 24.441. Como la
ejecución extrajudicial de esta ley sólo puede ser llevada a cabo si las partes la han pactado,
se trata de un sistema convencionalmente aceptado.
16) Que también en relación a las facultades del Banco Hipotecario, esta Corte tiene dicho
que "La facultad del Banco Hipotecario de vender por sí y ante sí los bienes hipotecados
con sujeción a los preceptos de su ley y reglamento, comporta una seguridad insustituible
para los intereses de la institución, que no deben ser perturbados con las complicaciones y
dilaciones propias de los procedimientos judiciales. Los jueces no pueden suspender o
trabar el procedimiento del Banco para el ejercicio de sus facultades o para la venta de los
inmuebles hipotecados" (Fallos: 249:393; 268:213; 323:809).
17) Que en el caso de Fallos: 268:213 este Tribunal se encargó de señalar "la inexistencia
de la violación de las garantías de los arts. 17 y 18 de la Constitución Nacional que se dicen
vulneradas. En cuanto al primero, porque la pérdida de la propiedad se conjura pagando la
deuda que da origen a la ejecución. En lo que atañe al segundo, porque aquél podrá hacer
valer sus derechos con toda amplitud en la acción ordinaria, si realmente el procedimiento
ha sido arbitrario o irregular, con toda garantía que supone la solvencia del Banco de la
Nación Argentina". A similares conclusiones se arribó en relación al Banco de la Nación
Argentina en Fallos: 323:809 y en relación al Banco Provincia de Buenos Aires en Fallos:
177:13.
18) Que si bien es cierto que -a diferencia del presente-, en esos supuestos se hizo expresa
alusión a la existencia de una convención libremente pactada -lo que ocurre también en el
caso de la ley 24.441- donde el deudor acepta expresamente las mencionadas prerrogativas,
renunciando expresamente a los beneficios que pudieran derivar de la sustanciación de un
procedimiento previo ante la justicia (Fallos: 139:259, considerando 8 y 268:213,
considerando 9) lo hasta aquí expuesto demuestra que en el Derecho argentino encontramos
numerosos institutos que con claras finalidades prácticas -evitar la excesiva recarga de los
tribunales, disminuir los costos o acelerar los procesos de ejecución- autorizan la
liquidación de bienes permitiendo la realización de ciertos actos fuera del ámbito judicial
sin que pueda considerarse -como se ha resuelto hasta la fecha-, que hay agravio
constitucional si de algún modo existe la posibilidad de control judicial.
20) Que, como ya fue adelantado, la respuesta que concibió el legislador para superar la
situación señalada en el considerando 12 fue mantener el carácter judicial del proceso, pero
otorgando al agente fiscal representante de la AFIP facultades para realizar ciertos actos y
diligencias. En orden a ello, la circunstancia de que la ley otorgue atribuciones a tales
funcionarios administrativos -para suscribir y librar el mandamiento de intimación de pago
y embargo, con la citación a oponer excepciones-, es indudable que no afecta la sustancia
del proceso ni el derecho de defensa del contribuyente, quien podrá ocurrir ante el juez
competente oponiendo las excepciones que estime pertinentes o, en su caso, impugnando la
validez del acto o diligencia si éstos hubiesen sido cumplidos irregularmente. En este
sentido, cabe destacar que, en caso de oponerse excepciones, éstas serán resueltas por el
juez, previo traslado al agente fiscal (art. 92, párrafo 15, ley 11.683).
21) Que de tal modo se cumple el requisito que desde antiguo esta Corte ha considerado
indispensable para que el derecho de defensa no sufra agravio: que el litigante tenga la
oportunidad de ser oído, se encuentre en condiciones de ejercer sus derechos en la forma
que establecen las leyes respectivas (Fallos: 205:9, entre otros).
23) Que por otra parte, del examen de los casos que obran en este Tribunal surge que los
jueces que entienden en estas ejecuciones fiscales, al despachar las mismas, han dispuesto
tener presente la medida cautelar y en algunos casos hasta han ejercido el control de
constitucionalidad de oficio declarando la invalidez de las normas aquí cuestionadas. Es
decir, los tribunales que intervienen en el proceso especial de ejecución siempre han
tomado conocimiento de las medidas cautelares dispuestas por la ejecutante, quedando la
posibilidad de disponer las modificaciones del caso en el supuesto de detectar de oficio o a
pedido de parte alguna irregularidad.
24) Que por lo demás, debe destacarse que en el supuesto en que la decisión fuese
desfavorable a la aquí demandada, ésta tendrá oportunidad de hacer valer en un juicio
ordinario, con total amplitud, los derechos que pudieren asistirle.
25) Que, por otra parte, la tacha de inconstitucionalidad derivada de la circunstancia de que
la ley establezca que en el supuesto en que no se hayan opuesto excepciones en el plazo
conferido para hacerlo, el representante de la AFIP requerirá al juez "constancia de dicha
circunstancia, dejando de tal modo expedita la vía de ejecución del crédito reclamado, sus
intereses y costas", no es apta para dar sustento al recurso extraordinario. En efecto, sin
perjuicio de que éste no es el supuesto configurado en autos, pues el contribuyente opuso la
excepción de litispendencia, que se encuentra pendiente de decisión, es dable advertir que
también en aquella hipótesis el magistrado -pese a que la ley alude sólo a una
"certificación"- tiene plena potestad para revisar y controlar que el trámite se haya
desarrollado regularmente y, por consiguiente, para -eventualmente- anular el proceso en
caso de juzgar que estuviese viciado por algún defecto, ya que sólo con esta comprensión
adquiere sentido que la ley requiera la intervención del juez.
26) Que como puede advertirse, al demandado le queda la posibilidad de enervar la
ejecución siempre y cuando articule la oposición en la oportunidad en que se le hace saber
la existencia de la acción deducida en su contra. Es decir que la nota principal de esta
ejecución especial es que planteada la ejecución, se invierte la carga del contradictorio
sobre el demandado, quien deberá oponer excepciones -si procediesen- con la finalidad de
no dejar expedita la ejecución.
27) Que sentado lo que antecede, cabe examinar los agravios relativos a la medida cautelar.
La norma impugnada faculta a la AFIP, por intermedio del agente fiscal, a decretar "el
embargo de cuentas bancarias, fondos y valores depositados en entidades financieras o de
bienes de cualquier tipo o naturaleza, inhibiciones generales de bienes y adoptar otras
medidas cautelares tendientes a garantizar el recupero de la deuda en ejecución" (art. 92,
párrafo undécimo, ley 11.683).
La demandada alega que una medida cautelar dispuesta por el organismo recaudador se
opone, por un lado, al art. 17 de la Constitución Nacional, en cuanto prescribe que la
propiedad es inviolable y ningún habitante de la Nación puede ser privado de ella sino en
virtud de sentencia fundada en ley, y, por el otro, al art. 109 porque importa atribuir al
organismo administrativo funciones jurisdiccionales.
28) Que en primer lugar, debe destacarse que no se trata de un supuesto de privación de la
propiedad sino de una afectación meramente provisional del derecho a disponer de los
bienes objeto de la cautela, con el propósito de asegurar el cobro de un crédito fiscal
expresado en un instrumento al cual la ley le confiere ejecutividad.
29) Que asimismo, cabe agregar que toda medida cautelar -incluso la dictada por un
tribunal judicial- afecta la propiedad y disminuye el valor de la cosa gravada. De allí que el
problema no pasa por el dictado de la medida cautelar sino por determinar quién la decide y
con qué alcance dentro de las facultades constitucionales. Por otra parte, el contribuyente
sólo será privado definitivamente de su propiedad con el eventual dictado y efectivización
de la sentencia definitiva favorable a la contraria, criterio que cumple acabadamente con lo
dispuesto en el art. 17 de la Constitución Nacional.
30) Que como surge de la norma impugnada, la medida cautelar sólo se puede trabar una
vez comenzada la ejecución fiscal, lo que tiene lugar luego de la presentación ante el juez,
dentro de un proceso judicial. Es decir, que la Administración no puede disponer estas
medidas fuera del marco del juicio de apremio fiscal regulado en el art. 92 de la ley 11.683
y de conformidad con los presupuestos a los que se ha hecho referencia en los
considerandos anteriores.
31) Que esta inteligencia surge con claridad del texto de la ley (art. 92, párrafos octavo y
noveno de la ley 11.683) por lo que cuando la letra de la ley no exige un esfuerzo de
interpretación, la norma debe ser aplicada con prescindencia de consideraciones que limiten
los supuestos comprendidos en ella y procurando dar pleno efecto a la voluntad del
legislador (Fallos: 200:165; 302:973; 306:940; entre muchos otros). Si alguna duda queda
con la lectura de la ley, basta consultar los antecedentes parlamentarios para conocer su
sentido y alcance, criterio que este Tribunal ha señalado como guía para la interpretación de
las normas jurídicas (Fallos: 313:1149 y 317:779). Por otra parte, ante las diversas
interpretaciones de que pueda ser objeto el art. 92 de la ley 11.683, debe escogerse la
exégesis que preserve y no la que destruya la norma (Fallos: 247:121; 306:655; 307:146,
entre muchos otros).
33) Que de lo expuesto se desprende que no hay supresión del derecho de propiedad por un
acto administrativo, sino solo una simplificación de los procesos cautelares recurriendo a su
disposición y anotación por medios extrajudiciales, decisión que es puesta en ejecución por
un agente fiscal siempre dentro del marco de un juicio de apremio que tramita ante el Poder
Judicial de la Nación y que está sujeto al control de sus magistrados y a los planteos que
pueda realizar el contribuyente. Lo hasta aquí expuesto deja sin sustento el agravio relativo
a la división de poderes.
34) Que en cuanto al alcance de la medida cautelar, la propia norma impugnada aclara que
sólo podrá disponerse por la suma reclamada con más un quince por ciento para responder
a intereses y costas (art. 92, párrafo noveno de la ley 11.683).
35) Que en consecuencia, si bien se faculta al agente fiscal a disponer por sí medidas
precautorias, se advierte una clara preocupación del legislador por que el juez esté siempre
en conocimiento de ellas, sin que exista disposición alguna en la ley 25.239 que le impida
al magistrado adoptar otras medidas o dejar sin efecto las informadas por el Fisco.
36) Que en relación a la violación al derecho de propiedad cabe señalar que otros
ordenamientos han previsto limitaciones al derecho de propiedad relacionados con la
recaudación tributaria. Tal es el caso del Protocolo adicional n° 1 a la Convención Europea
de Derechos Humanos, que al reconocer el derecho de propiedad lo ha hecho con
limitaciones en relación al derecho de los Estados a asegurar el pago de los impuestos. En
efecto, el art. 1 dispone que "Toda persona física o moral tiene derecho al respeto de sus
bienes [...]" y agrega que "Las disposiciones precedentes se entienden sin perjuicio del
derecho que poseen los Estados de poner en vigor las leyes que juzguen necesarias para la
reglamentación del uso de los bienes, de acuerdo con el interés general o para asegurar el
pago de impuestos u otras contribuciones o de las multas".
37) Que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos tuvo oportunidad de interpretar esta
norma en el caso "Gasus Dosier- und Fördertechnik GmbH c/Países Bajos" (20 EHRR 403,
sentencia del 23 de febrero de 1995) convalidando una disposición legal que otorgaba al
fisco holandés la facultad de secuestrar bienes muebles en poder del contribuyente deudor -
aunque pertenecieran a un tercero incluso con reserva de dominio- y rematarlos para
cobrarse las deudas impositivas.
39) Que por ello tampoco cabe admitir la impugnación del art. 92 de la ley 11.683 con
sustento en que, al permitir que un funcionario administrativo trabe medidas precautorias
como la discutida en autos -que según el apelante serían de estricta índole judicial- aquella
norma vulnera el principio de que "Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o tribunal competente, independiente
e imparcial..." establecido en el art. 8, párrafo 1 de la Convención Americana sobre
Derechos Humanos.
40) Que las medidas cautelares, como ya se explicó en los considerandos que anteceden, se
dictan dentro del marco de un proceso judicial en el cual el juez sigue teniendo la facultad
de convalidarlas o revocarlas. Por ende se recuerda que la ejecución fiscal sigue siendo un
proceso ejecutivo de neto corte judicial donde, merced a la presencia de un magistrado,
existe siempre la posibilidad de revisar lo ocurrido en él. A esa revisión judicial cabe
agregar la posibilidad de revisión en juicio ordinario.
41) Que a mayor abundamiento, cabe recordar que este Tribunal ha amparado el respeto a
las garantías constitucionales sosteniendo que no pueden considerarse válidas las sentencias
que desvirtúan el marco del juicio de ejecución fiscal mediante un injustificado
apartamiento de las disposiciones del art. 92 de la ley 11.683 (Fallos: 322:571,
considerando 8 y sus citas; 323:795, entre muchos otros) criterio que sigue vigente y que
demuestra que los actos que tienen lugar dentro del marco del juicio de apremio se
encuentran sujetos al control judicial, incluso de la propia Corte Suprema.
En ese sentido, debe tenerse presente que la medida enjuiciada consiste -como ya se ha
señalado- en las atribuciones que el art. 92 de la ley 11.683 (texto según ley 25.239) pone
en cabeza del agente fiscal, que según la ejecutada afecta sus derechos de propiedad y
defensa. En otros términos, la alegada restricción a esos derechos se sustenta en que la
norma otorga a funcionarios de la administración facultades que corresponden
exclusivamente a los tribunales de justicia, como lo son la firma y el libramiento del
mandamiento de intimación de pago y la citación para oponer excepciones, así como la
disposición y traba de medidas cautelares.
Por otra parte, corresponde destacar que, tal como surge de los citados antecedentes
parlamentarios de la ley 25.239 y de los considerandos de la disposición 276/2008 dictada
por la AFIP, el reconocimiento de aquellas atribuciones a los agentes fiscales persiguieron,
como objetivos centrales, la optimización de la eficiencia y eficacia de la gestión
recaudatoria de ese organismo, la reducción significativa de los plazos de tramitación de las
ejecuciones fiscales, la descongestión de los juzgados y la adecuación del procedimiento
tributario a los avances tecnológicos.
43) Que, en ese orden de ideas, no se requiere un mayor esfuerzo expositivo para concluir
que la medida en cuestión resulta idónea para cumplir con los objetivos mencionados, en
tan en tanto el procedimiento previsto en la norma - comprensivo de las atribuciones
cuestionadas- aparece como apropiado o apto para reducir los plazos de la ejecución y
lograr una más rápida y efectiva percepción de las rentas públicas, o al menos posee entidad
suficiente como para contribuir de algún modo a esos objetivos. Esta conclusión se ve
corroborada por la circunstancia de que no puede determinarse de modo inequívoco y
manifiesto la existencia de otros medios alternativos igualmente idóneos y que, al mismo
tiempo, provoquen una menor restricción a los derechos involucrados. Debe recordarse
aquí que no corresponde a los jueces decidir sobre la conveniencia o acierto del criterio
adoptado por el legislador en el ámbito propio de sus funciones, ni pronunciarse sobre la
oportunidad o discreción en el ejercicio de aquéllas, ni imponer su criterio de eficacia
económica o social al Congreso de la Nación; y que el control de constitucionalidad no
autoriza a la Corte Suprema a sustituir en su función a los otros poderes del gobierno
(Fallos: 328:690 y sus citas, voto de los jueces Highton de Nolasco y Maqueda).
44) Que el examen de proporcionalidad de la medida requiere valorar la entidad de la
restricción que genera la norma impugnada en función de la importancia del fin legislativo,
y en tal sentido cabe señalar, como surge de los propios considerandos de la ley 25.239, que
al modificar el art. 92 de la ley 11.683 y establecer el procedimiento aquí impugnado, el
legislador tuvo como esencial propósito agilizar y dotar de mayor eficacia a la función de
recaudación de la AFIP, de modo que una eventual decisión contraria a su validez podría
incidir en la oportuna percepción de la renta pública, circunstancia que revela prima facie
un factor de retardo y perturbación en el desarrollo de la política económica del Estado, con
menoscabo de los intereses de la comunidad (confr. doctrina de Fallos: 314:258; 316:2922,
entre muchos otros).
45) Que en función de ello, cabe concluir que los medios arbitrados no aparecen como
desproporcionados con relación al fin que persiguen, pues, a través de un procedimiento
que en definitiva cuenta con pleno control judicial, se obtienen beneficios en un ámbito en
el que están en juego intereses generales, como lo son la mayor eficacia y celeridad en la
percepción de la renta pública.
46) Que por último, también debe descartarse el agravio relativo a la actuación del Fisco
nacional como juez y parte en violación a la garantía de la igualdad contemplada en el art.
16 de la Constitución Nacional. Al respecto cabe recordar que este Tribunal ha dicho que la
garantía de igualdad ante la ley radica en consagrar un trato legal igualitario a quienes se
hallan en una razonable igualdad de circunstancias (Fallos: 151:359; 300;1084; 306:1560;
entre otros), por lo que tal garantía no impide que el legislador contemple en forma distinta
situaciones que considere diferentes (Fallos: 182:355; 236:168; 313:1513; 315:1779, entre
otros), en tanto dichas distinciones no se formulen con criterios arbitrarios, de indebido
favor o disfavor, privilegio o inferioridad personal o de clase, o de ilegítima persecución
(Fallos: 181:203; 182:355; 262:73; 266:206; 306:533; 308:857; 310:1080, entre muchos
otros).
47) Que como ya se señaló en los considerandos que anteceden, el Estado en esta ejecución
especial actúa como parte, no como juez pues el juicio de apremio sigue conservando su
naturaleza judicial y, por ende, no reviste la categoría de un proceso estrictamente
administrativo.
48) Que si bien este Tribunal ha dicho en alguna oportunidad que el principio de igualdad
ante la ley rige durante el proceso tutelando ciertas situaciones de manera de no alterar el
equilibrio procesal de los litigantes (Fallos: 283:213 y 310:2709) cabe recordar que la
igualdad entre el Estado y los particulares en materia litigiosa no debe llegar a una
equiparación rigurosa (Fallos: 246:194) pues como se señaló respecto de los remates del ex
Banco Hipotecario Nacional, este Tribunal ha convalidado las normas que le dieron origen
con el argumento de que tales actos extrajudiciales "...no deben ser perturbados con las
complicaciones y dilaciones propias de los procedimientos judiciales..." (Fallos: 249:393 y
268:213). Por otra parte, cabe señalar la existencia de normas procesales que otorgan
ciertas prerrogativas al Estado, como un plazo mayor para contestar la demanda (art. 338 in
fine del Código Procesal Civil y Comercial), o la eximición de caución en las medidas
obtenidas por el Estado (art. 200, inciso 1 del Código Procesal Civil y Comercial) o la
exención de tasa de justicia en las ejecuciones fiscales (art. 13 inc. "j" de la ley 23.898,
según la reforma por ley 24.037) o la no aplicación de la ley de mediación (art. 5 inc. c de
la ley 26.589).
49) Que no se advierte entonces que se viole la igualdad ante la ley ya que las prerrogativas
que pueda tener el Fisco Nacional en esta especial ejecución son propias del interés que se
busca tutelar relacionado con la obtención en tiempo oportuno de los impuestos.
50) Que en el caso de autos corresponde concluir que los requisitos para reconocer la
validez constitucional a la norma que otorga facultades a la Administración para disponer
embargos y otras medidas cautelares en el marco de una ejecución fiscal se encuentran
cumplidos.
Por ello, oído el señor Procurador General, se declara formalmente procedente el recurso
extraordinario y se confirma la sentencia apelada. Con costas. Notifíquese y devuélvase.
ES COPIA
Traslado contestado por la AFIP, actora en autos, representada por el Dr. Martín Cornejo.
CONSIDERANDO:
2) Que para así resolver consideró que en los juicios de apremio en ningún caso puede
controvertirse el origen del crédito ejecutado, pues así lo establece el artículo 6 del decreto
ley 9122. Esta restricción en las defensas -señaló- se funda en la presunción de legitimidad
que, en virtud de su origen y su naturaleza, acompaña a los respectivos títulos ejecutivos y
obedece a la imperiosa necesidad de que el Fisco perciba sin mayores dilaciones las sumas
que se le adeudan, destinadas a fines de utilidad general.
4) Que los agravios del recurrente suscitan cuestión federal bastante para su examen por la
vía elegida, sin que obste a ello que las cuestiones debatidas sean de hecho, prueba y
derecho público local y, como regla, ajenas al recurso del artículo 14 de la ley 48, toda vez
que lo resuelto sobre temas de esa índole admite revisión en supuestos excepcionales
cuando -como en el presente- omite ponderar argumentos conducentes para la correcta
solución del pleito e importa la aplicación mecánica de una norma legal.
6) Que, conforme a ello, los Tribunales inferiores también se encuentran obligados a tratar
y resolver adecuadamente en tales pleitos, las defensas fundadas en la inexistencia de
deuda, siempre y cuando ello no presuponga el examen de otras cuestiones cuya
acreditación exceda el limitado ámbito de estos procesos (Fallos: 312:178).
7) Que en el "sub lite" surge de las constancias de autos que la demandada opuso, desde su
primera presentación en juicio (fs. 68/74), la defensa basada en la inexistencia de la deuda,
pues sostuvo que la ordenanza general 296/1981 la exime del pago de la tasa reclamada e,
incluso, objetó la constitucionalidad del artículo 6 del decreto ley 9122 (fs. 70) norma que,
en el orden local, impide a los jueces indagar sobre el origen del crédito ejecutado.
8) Que, sin embargo, el a quo no se hizo cargo de ninguno de tales planteos sino que, por el
contrario, eludió su tratamiento con el argumento de que excedía el estrecho marco del
proceso cuando, en rigor, la solución definitiva del caso sólo requiere la interpretación del
artículo 1 de la mencionada ordenanza (fs. 77) sin que ello, en la especie, afecte el carácter
ejecutivo de la acción promovida.
9) Que, en estas condiciones, cabe concluir que la sentencia de la Suprema Corte de Justicia
de la Provincia de Buenos Aires, no satisface sino en forma aparente la necesidad de ser
derivación del derecho vigente con adecuada referencia a los hechos de la causa, por lo que
corresponde atender los agravios del apelante en cuanto a la arbitrariedad que imputa a lo
resuelto.
Julio S. Nazareno - Eduardo Moliné O'Connor - Carlos S. Fayt - Ricardo Levene (h) -
Antonio Boggiano - Guillermo A. F. López
I
A fojas 3, la Administración Federal de Ingresos Públicos (en adelante AFIP), inició
ejecución fiscal contra Compañía de Transporte El Colorado SAC, por deuda
correspondiente a una multa aplicada en el sumario (DJGM) 701/1997 (impuesto a las
ganancias DDJJ 1990 y 1991 -ver boleta de deuda de fs. 1-), con más sus intereses y las
costas.
II
A fojas 12/3 vuelta, la ejecutada opuso la excepción de inhabilidad de título. Dijo que
la multa cuya ejecución se trata fue oportunamente apelada en los términos del artículo
82, inciso a), de la ley 11683 (t.o. en 1998 y sus modif.), y que dicha causa -caratulada
"Compañía de Transportes El Colorado SA c/AFIP-DGI s/R. 9/6/1999", expte. 26503 del
registro de la Mesa de Entradas del Fuero- se encontraba radicada, al momento de
iniciarse la ejecución, ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso
Administrativo Federal Nº 7, ofreciendo la prueba oportuna para la demostración de su
aserto.
Adujo que, a su entender, tal circunstancia acarreaba la inexigibilidad actual de la
deuda, pues ésta no se encuentra firme no ejecutoriada. Sin perjuicio de ello, expresó que,
en realidad, en el caso se trata de un supuesto de litispendencia, pero como esta defensa
no se halla prevista entre las expresamente contempladas en el artículo 92 de la ley de
rito tributaria, entiende que el supuesto debe desarrollarse dentro de la excepción que
opuso.
III
A fojas 32/3, la jueza de primera instancia rechazó la excepción de inhabilidad de
título y, asimismo, la litispendencia aducida, mandando llevar adelante la ejecución.
Para así decidir, consideró -en cuanto a la primera defensa- que procede sólo ante
vicios extrínsecos del certificado de deuda, el cual, en el caso "sub examine", cumple con
todos los requisitos exigibles. Por lo demás, la excepción es admisible, a su entender,
sólo si se niega la deuda, extremo que la demandada omitió.
En cuanto al supuesto de litispendencia -al que consideró como una verdadera
excepción-, sostuvo que si bien no está prevista en forma expresa en la ley de
procedimientos tributarios, ello no impide su articulación, toda vez que constituye una
defensa exclusivamente procesal que tiene por finalidad evitar pronunciamientos
contradictorios. Sin embargo y, sin proveer la prueba ofrecida por la ejecutada, afirmó
que no se encuentra configurada en autos, puesto que no se está frente a otro juicio
ejecutivo con identidad de partes y en razón del mismo título y, además, no hay
coincidencia en la posición jurídico-procesal de las partes en ambos procesos.
IV
Disconforme, la ejecutada interpuso el remedio federal que luce a fojas 36/9 vuelta,
cuya concesión por el a quo trae el asunto a conocimiento del Tribunal. Sostiene que el
fallo es arbitrario y violatorio de los artículos 16, 17, 18, 19, 28 y concordantes de la
Constitución Nacional, en tanto afectan su derecho de propiedad y de defensa en juicio.
Plantea que el decisorio apelado omitió considerar lo prescripto en el artículo 51 de la
ley 11683, en cuanto dispone la suspensión del pago de las multas aplicadas por la
administración -tras la necesaria realización del sumario previo, conf. los arts. 70, 71 y
concs. de la citada ley- cuando las mismas hayan sido objeto de las acciones o de los
recursos previstos en los artículos 76, 82 y 86.
Sostiene que, en consecuencia, la ejecución intentada por el Fisco es improcedente,
puesto que la sanción fue oportunamente impugnada a través de la demanda contenciosa,
cuya existencia fue alegada y ofrecida la pertinente prueba.
Aduce que la magistrada yerra al rechazar la configuración de un supuesto de
litispendencia, dado que -de acuerdo a los términos del escrito obrante a fs. 12/3 vta.-, su
parte nunca interpuso tal defensa sino que, en realidad, ante la ausencia de aquélla dentro
de la enumeración taxativa del artículo 92 de la ley 11683, consideró adecuado encuadrar
dicho supuesto en la excepción de inhabilidad de título, ya que igualmente existía
manifiesta inexigibilidad de deuda.
Por otra parte, adujo que la sanción que se ejecuta se halla condonada por el decreto
del (PEN) 93/2000, razón por la cual la deuda perseguida por la AFIP es asimismo
inexigible.
V
Es doctrina reconocida del Alto Tribunal que "las decisiones recaídas en los juicios
ejecutivos y de apremio no son, como principio, susceptibles de recurso extraordinario,
pues no revisten el carácter de sentencias definitivas en los términos del artículo 14 de la
ley 48" (Fallos, 311:1724). Empero, Vuestra Excelencia ha señalado que "tratándose de
juicios de apremio, la vía extraordinaria procede, en forma excepcional, cuando resulta
manifiesta la inexistencia de deuda exigible, pues lo contrario importa privilegiar un
excesivo rigor formal con grave menoscabo de garantías constitucionales" (Fallos,
312:178; 318:1153, entre otros).
Por otra parte, entiendo que los agravios del recurrente suscitan cuestión federal
bastante para su examen por la vía elegida, no obstante que las cuestiones debatidas sean
de hecho y prueba, toda vez que lo resuelto admite revisión en supuestos excepcionales
cuando se omite ponderar argumentos conducentes para la correcta solución del pleito e
importa la aplicación mecánica de una norma legal (conf. Fallos, 318:1153).
En efecto, en el caso "sub examine", resulta que desde su primera presentación en
juicio (ver fs. 12/3), la ejecutada articuló su defensa basada en la inexigibilidad de la
deuda reclamada, al sostener que, en forma tempestiva, interpuso una demanda
contenciosa contra la resolución administrativa que confirmó, oportunamente, la
aplicación de la multa impuesta por el organismo fiscal, conforme a lo establecido en el
artículo 82, inciso a), de la ley 11683 (t.o. en 1998 y sus modif.). En forma concomitante,
denunció dichos autos y ofreció la prueba informativa pertinente.
Tengo para mí que, de ello, se desprende que, ante la defensa opuesta por la ejecutada
y para la correcta dilucidación del entuerto, el a quo omitió considerar adecuadamente
dicho extremo, el cual, en caso de resultar comprobado, determinaría la inexigibilidad de
la deuda reclamada, atento los términos del artículo 51 de la ley 11683, en tanto establece
que "las multas aplicadas deberán ser satisfechas por los responsables dentro de los 15
(quince) días de notificadas, salvo que se hubiera optado por interponer contra las
mismas las acciones o recursos que autorizan los artículos 76, 82 y 86" (énfasis,
agregado).
En estas condiciones, considero que, al omitir el a quo la producción de las medidas
conducentes a la constatación de los extremos indicados -vgr. omitir el libramiento del
oficio solicitado a fs. 13-, la sentencia recurrida no satisface sino en forma aparente la
necesidad de ser derivación del derecho vigente con adecuada referencia a los hechos de
la causa y, por lo tanto, los agravios dirigidos a cuestionar su validez jurisdiccional,
deben ser acogidos.
En consonancia con lo hasta aquí expuesto, cabe recordar, como la Corte lo ha
sostenido en forma reiterada, que "resultan descalificables, en los términos de la doctrina
de la arbitrariedad, las sentencias que, con menoscabo de los derechos de defensa en
juicio y de propiedad (arts. 17 y 18 de la CN) omiten tratar cuestiones oportunamente
planteadas por las partes y conducentes para la correcta decisión de la causa" (Fallos,
322:569 consid. 3 y sus citas; Fallos, 318:634, entre otros).
VI
Por lo expuesto, opino que cabe declarar formalmente admisible el recurso
extraordinario de fojas 36/9 vuelta, revocar la sentencia apelada y devolverla al tribunal
de origen para que, por quien corresponda, se dicte un nuevo pronunciamiento, conforme
a derecho.
Nicolás Eduardo Becerra
Buenos Aires, 26 de junio de 2001
VISTOS LOS AUTOS:
"Fisco Nacional - Administración Federal de Ingresos Públicos c/Compañía de
Trasporte El Colorado SAC s/ejecución fiscal".
CONSIDERANDO:
1) Que el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo Contencioso Administrativo
Federal Nº 10 rechazó las excepciones opuestas por la demandada y, en consecuencia,
mandó llevar adelante la ejecución promovida por el ente recaudador con el objeto de
obtener el cobro de la multa de $ 9.709,94 aplicada en un sumario administrativo
referente al impuesto a las ganancias.
2) Que contra dicho pronunciamiento la demandada dedujo el recurso extraordinario
que fue concedido a fojas 45/45 vuelta. El recurrente aduce la arbitrariedad de la decisión
por entender -tal como lo había expresado en oportunidad de oponer sus excepciones-
que la multa cuyo pago se reclama en estos autos resulta manifiestamente inexigible, en
razón de que la resolución que la impuso fue oportunamente impugnada mediante la
demanda contenciosa prevista por el artículo 82, inciso a), de la ley 11683.
3) Que si bien, conforme a conocida jurisprudencia, las decisiones recaídas en juicios
ejecutivos y de apremio no constituyen, en principio, la sentencia definitiva a la que
alude el artículo 14 de la ley 48, el Tribunal ha establecido que cabe hacer excepción a
dicho principio cuando resulta manifiesta la inexistencia de deuda exigible, pues lo
contrario importaría privilegiar un excesivo rigor formal con grave menoscabo de
garantías constitucionales (Fallos, 278:346; 298:626; 302:861; 318:1151, entre otros).
Por otra parte, el pronunciamiento apelado ha sido dictado por el superior tribunal de la
causa, ya que no es apelable en las instancias ordinarias según la reforma introducida al
artículo 92 de la ley 11683 por la ley 23658.
4) Que los argumentos daos por el a quo para sustentar su decisión constituyen sólo un
fundamento aparente puesto que omitió considerar que la demanda que la parte ejecutada
afirmó haber interpuesto ante el Juzgado Nacional de Primera Instancia en lo
Contencioso Administrativo Federal Nº 7, en los términos del artículo 82, inciso a), de la
ley 11683, texto ordenado en 1998, determinaría la inexigibilidad de la deuda reclamada
en virtud de lo prescripto por el artículo 51 del mismo ordenamiento legal.
5) Que, en tales condiciones, la decisión apelada resulta descalificable como acto
judicial válido a la luz de la conocida doctrina de la Corte elaborada en torno a las
sentencias arbitrarias (Fallos, 312:1150; 314:740 y 318:643, entre otros).
Por ello, y de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General, se
declara procedente el recurso extraordinario y se deja sin efecto la sentencia apelada,
debiendo volver los autos al juzgado de origen a fin de que, por quien corresponda, se
dicte un nuevo pronunciamiento con arreglo a lo expresado. Con costas. Notifíquese y
remítase.
Julio S. Nazzareno - Eduardo Moline O'Connor - Carlos S. Fayt - Enrique Santiago
Petracchi - Antonio Boggiano - Guillermo A. F. López - Gustavo A. Bossert
Texto Completo
Fisco Nacional (Dirección General Impositiva) c/Ansabo SCA
PARTE/S: Fisco Nacional (Dirección General Impositiva) c/Ansabo SCA
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 16/04/1998
Supercanal SA
PARTE/S: Supercanal SA
TRIBUNAL: Corte Sup. Just. Nac.
SALA: -
FECHA: 02/06/2003
Suprema Corte:
I. El magistrado a cargo del Juzgado Nacional en lo Comercial Nº 20, solicitó al
Tribunal Fiscal de la Nación la remisión de las presentes actuaciones en virtud de lo
dispuesto por el artículo 21 de la ley 24522 (fs. 52).
El Tribunal Fiscal de la Nación se opuso a la remisión (fs. 79/80) con fundamento en
que la ley 11683 ha previsto un trámite específico y un órgano determinado de decisión,
así como la posibilidad de apelar ante tribunales del Poder Judicial Nacional (artículos
174 y 177 y 4 de la ley 21628) e invocó precedentes de esa Corte de los que se
desprendería la incompetencia del tribunal que entiende en el concurso para intervenir en
la causa.
En tales condiciones se suscita un conflicto de competencia positiva que VE debe
dirimir, al no existir un tribunal superior común a ambos órganos en conflicto.
II. Cabe señalar en primer lugar que surge de las actuaciones, que la decisión emanada
de jefe de la división "revisión y recursos" de la región Mendoza de la Dirección General
Impositiva dependiente de la Administración Federal de Ingresos Públicos, fue apelada
por la concursada ante el Tribunal Fiscal de la Nación en virtud de lo dispuesto por el
artículo 76, inciso b) de la ley 11683, recurso este, al que se dio trámite ordenándose los
traslados correspondientes, motivo que impide en el estado actual de la causa que opere
el fuero de atracción, al hallarse pendiente de tratamiento la apelación consentida por las
partes ante un tribunal de alzada (v. Fallos: 301:514, 310:735, 320:1348).
Sin perjuicio de ello cabe poner de relieve, en orden a los argumentos del Tribunal
Fiscal de la Nación para oponerse a la remisión, que en los precedentes que cita, se aludió
de modo expreso a que no se había iniciado acción alguna contra el concurso, ni
promovido ejecución sobre la base del invocado crédito fiscal, y que en cuanto a la
existencia de una pretensión de verificación, se trataba de actuaciones iniciadas por el
síndico impugnando la determinación tributaria hecha de oficio por el Fisco, por lo que
en mi criterio no resultarían estrictamente aplicables al caso.
Así lo pienso por cuanto se desprende también de los autos que el organismo fiscal,
habría iniciado un trámite de verificación de crédito ante el juez del concurso, dentro del
cual se incluirían las pretensiones crediticias establecidas en la determinación que
efectuara en el trámite administrativo y se encuentran recurridas ante el Tribunal Fiscal
de la Nación, circunstancia ésta que no aparece negada, y que -valga resaltarlo- ha sido
confirmada por el juzgado donde tramita el concurso a este Ministerio Público.
En virtud de ello, al existir un procedimiento de reconocimiento del crédito promovido
ante el tribunal judicial ordinario con competencia universal por propia iniciativa del
pretenso acreedor y en virtud de disposición legal de orden público que atiende al interés
general, resulta evidente que no puede admitirse la existencia de dos procedimientos
judiciales con el mismo objeto, es decir tendientes a revisar la existencia y alcance del
crédito y viabilizar su reclamo ante la empresa deudora, porque ello importaría limitar la
facultad jurisdiccional de los jueces intervinientes, afectar los principios liminares de
defensa en juicio y debido proceso, abriendo la posibilidad de alterar la cosa juzgada y
generar el peligro de decisiones contradictorias, con afectación del supremo objetivo de
la seguridad jurídica.
Estimo por tanto, que en aras de evitar un inútil dispendio jurisdiccional por razón de
un nuevo planteo de incompetencia, corresponde determinar ahora, cuál de dichos
tribunales debe intervenir con posterioridad a la resolución del Tribunal Fiscal de la
Nación.
Procede a esos efectos destacar que, si bien es cierto que el legislador ha establecido
en la ley 11683, un trámite específico y los órganos competentes para entender en el
procedimiento tributario en sus diversas fases, también lo es que en la ley de concursos,
ante una situación excepcional, cual es el estado de cesación de pagos de una persona
física o jurídica que recurre o es llevada a un juicio de carácter colectivo donde se halla
involucrada la totalidad del pasivo y del activo del deudor, establece procedimientos
específicos y obligatorios para la totalidad de los acreedores, sin distinción de la
naturaleza del crédito salvo las limitadas excepciones allí previstas.
El mencionado procedimiento, consiste en la obligación del acreedor de verificar la
pretensión crediticia en un trámite de naturaleza ordinaria y plena que hace cosa juzgada
formal y material, donde intervienen no sólo el pretensor y el deudor, sino la sindicatura
y los demás acreedores, quienes también pueden impugnar la pretensión en cuanto a su
entidad y privilegio y hacerse parte en el proceso. A esos fines ha dispuesto mecanismos
e institutos de carácter excepcional, que atienden a asegurar el orden público e interés
general y a principios superiores que preservan la seguridad jurídica e igualdad de trato,
como es el de desplazar la competencia judicial original o exclusiva otorgada a
determinados tribunales en otras normas legislativas.
Por tal razón estimo que las actuaciones resultan alcanzadas por el fuero de atracción
previsto en el artículo 21 de la ley 24522, debiendo incorporarse al procedimiento de
verificación ya iniciado por la Dirección General Impositiva, para lo cual deben remitirse
al tribunal donde tramita el concurso, una vez cumplido el procedimiento administrativo
ya en curso ante el Tribunal Fiscal de la Nación, destinado a revisar la determinación del
crédito efectuado por la Dirección General Impositiva.
Buenos Aires, 19 de marzo de 2003
Felipe D. Obarrio
Buenos Aires, 2 de junio de 2003
AUTOS Y VISTOS:
De conformidad con lo dictaminado por el señor procurador fiscal, se declara que
resulta competente para conocer en las actuaciones el Juzgado Nacional de Primera
Instancia en lo Comercial Nº 20, al que se le remitirán una vez concluido el
procedimiento en curso ante el Tribunal Fiscal de la Nación. Devuélvanse a este último, a
tales efectos y hágase saber al tribunal arriba mencionado.
Carlos S. Fayt - Augusto C. Belluscio - Enrique S. Petracchi - Adolfo R. Vázquez - Juan
C. Maqueda
Texto Completo