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Filosofía

¿QUÉ? ¿CÓMO? ¿POR QUÉ? ¿PARA QUÉ?

Martín Sanchís – Macarena Rodriguez | Matemática 1° | ISFD n°186


Introducción

¿Qué es la filosofía? ¿Para qué sirve la filosofía? ¿Desde cuándo se hace filosofía?

La filosofía es una forma diferente de pensar, aunque se podrían decir otras definiciones,
las cuales abordaremos más adelante. Teniendo en cuenta a la filosofía como una forma
de pensar, se podría decir que el hombre hace filosofía desde que es hombre, con todo
lo que eso significa. Desde que el hombre comenzó a pensar por sí mismo.

De todas formas, se considera también que la filosofía, como la conocemos hoy en día,
nace en Grecia, junto con el gran Sócrates y sus discípulos Platón y Aristóteles. Estos
pensadores marcaron la historia de, no solo la filosofía occidental, sino la universal.

Anteriormente, mencioné que el hombre comenzó a pensar por sí mismo. Pero,


¿realmente el hombre piensa por sí mismo hoy en día? ¿Y hace 100 años? ¿Y hace 500
años? ¿Realmente pensamos por nosotros mismos? ¿Somos libres?

De eso se trata la filosofía. De preguntar. De dudar.

Y ahí reside la grandeza del hombre: sabiendo que es alguien finito, en un universo
infinito, sabiendo que en algún momento morirá, cuestiona igual.

Sobre eso se tratará este trabajo. Trabajaremos la filosofía, e intentaremos responder


esas preguntas, utilizando el libro de Jaime Barylko (La filosofía, una invitación a pensar),
la película de El Mundo de Sofía (Del director noruego Erik Gustavson) y los
pensamientos de los filósofos Darío Sztajnszrajber y José Pablo Feinmann.

Bienvenido a este viaje a la historia de la filosofía.

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Filosofía, una invitación a pensar
El autor

Escritor y ensayista argentino de origen judío,


Jaime Barylko (Buenos Aires, 1936 - Buenos Aires,
24 de diciembre de 2002) estudió Filosofía y Letras
en la Universidad de Buenos Aires, completando su
formación más tarde en la Universidad Nacional de
La Plata, donde se doctoró. Destacó por sus
estudios sobre la religión judía y su filosofía, siendo
experto en Religiones Comparadas, así como por su
labor de recuperación y enseñanza de las
tradiciones hebraicas. A lo largo de su carrera
académica fue profesor en la Universidad de Jaime Barylko
Belgrano y decano en la Universidad Maimónides,
además de dirigir los principales centros de educación e investigación judíos en
Argentina.

Estudioso de la condición humana contemporánea. Desarrolló un estilo poético lúcido


y particular. Pensaba y hacía pensar.

Maestro desde muy temprana edad, educador de generaciones en los temas esenciales
del judaísmo, a través de la cátedra, escritos y conferencias.

En la última década, la sociedad argentina se enriqueció con su visión crítica y


constructiva de la persona y la comunidad. La ética, la educación de los hijos, la jerarquía
de los valores fueron ejes temáticos centrales de su obra en busca del sentido de la
existencia.

“Enseñar a pensar es absurdo e imposible, además la


escuela no enseña nada: ni contenidos ni a pensar.
Hay que tener presente que es y no es función de la
escuela enseñar a pensar. Lo que la escuela puede y
tiene que hacer es darle a los niños la máxima
cantidad y calidad de experiencias para que todo
esto produzca pensamiento, pero cada uno va a
pensar a su manera, a su estilo y con su cabeza.”
Jaime Barylko

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Apariencias, creencias y crisis
De forma sutil, y con una serie de relatos y
puestas en escena, Barylko nos hace plantear y
replantear toda nuestra realidad. Lo que
creíamos que estaba bien, ahora no estamos
tan seguros. Lo que antes omitíamos u
obviábamos, ahora lo ponemos sobre la mesa.

Lo que propone Jaime, lo que propone la


Filosofía, es salir de esa zona de confort,
alejarse para poder visualizar nuestra vida,
nuestra realidad desde otro punto de vista,
desde otra perspectiva.

A veces, nuestra percepción de las cosas puede


ser falsa. Nuestros sentidos nos pueden
engañar, y creer algo que no es. El autor
ejemplifica esto con un pequeño relato de una
persona caminando por el campo. Sediento,
cree ver un molino a lo lejos, pero cuando se
acerca un poco, resultaba ser un galpón. Sin
embargo, cuando llega, se da cuenta que no era
ni un molino, ni un galpón, sino un tractor. El
protagonista compara su experiencia con Don
Quijote, que confundía molinos de viento con
gigantes.

Cuando uno se da cuenta de que, generalmente, no vemos la realidad, sino apariencias,


es cuando empieza a dudar. Cuando comienza a dudar, es cuando entra en crisis y es
cuando se inicia el viaje a la filosofía.

Según la Real Academia Española:

Definición de crisis:

 Cambio profundo y de consecuencias importantes en un proceso o una situación,


o en la manera en que estos son apreciados.
 Situación mala o difícil.

Cuando algo está mal, cuando algo funciona de manera incorrecta o de una forma
diferente a la esperada, uno entra en crisis. Y la crisis produce un análisis, una reflexión
sobre la situación, y cuando uno reflexiona, de alguna manera, está haciendo filosofía.

Las creencias constituyen la base de nuestra vida, el terreno sobre el que acontece la
experiencia, afirma José Ortega y Gasset.

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Para ejemplificar la importancia de las creencias en una sociedad, Ralph Linton dice:

“Una tribu que trata de detener una epidemia de fiebre tifoidea por
medio de una cacería de brujas en gran escala actúa lógicamente de
acuerdo con la creencia impuesta por su cultura, acerca de que las
brujas son las responsables de la enfermedad. Cuando nosotros
tratamos de lograr el mismo fin por medio de la vacuna, o hirviendo el
agua para beber, también actuamos lógicamente basándonos en el
conocimiento, producto cultural, de que la enfermedad es causada por
ciertas bacterias. La mayoría de los miembros de nuestra sociedad
jamás ha visto un germen, pero se les ha enseñado que existen y sin
más demostración aceptan su existencia. En efecto, nuestros propios
antecesores, y no muy lejanos, habrían encontrado más lógica la
cacería de brujas que la vacunación”.

Ciertamente, toda nuestra conducta, incluso la intelectual, depende de cuáles sean


nuestras creencias profundas, de las que no siempre somos conscientes.

Ahora bien, hay que diferenciar las creencias de las ideas.

Ortega y Gasset afirma que en la creencia se está, y en la duda, se cae. Cuando en una
creencia, hay lugar para la duda, para la incertidumbre, es donde aparecen las ideas.
Cuando se cae en la duda, uno empieza a pensar. Cuando uno piensa, aparecen las ideas.

Es decir, de una creencia sale una duda, de una incertidumbre, sale una idea.

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Sócrates
Uno de los más importantes pensadores de
la historia. Nació en Atenas, en el año 470
a.C. y falleció en el mismo lugar, en el año
399 a.C.

Hijo de una partera. Según él, aprendió el


oficio del pensamiento de su madre.
Porque pensar consiste en dar a luz, y esto
involucra cierto sufrimiento.

Como ya dijimos anteriormente, la filosofía


es consecuencia, de alguna manera, de la
crisis. Y Sócrates vivió en la crisis (Atenas,
luego de las guerras del Peloponeso, sufrió
un tiempo de inestabilidad).

La polis, la ciudad, era una parte fundamental en la vida de los griegos. Allí se centraba
su vida, se encontraban en la plaza y discutían, analizaban que era mejor para todos,
porque la ciudad es de todos, por ella y para ella vivían. Acerca de esto, Ortega y Gasset

“Cada hombre se siente vitalmente –no


como nosotros, idealmente- parte del cuerpo
público. No sabría vivir por sí y para sí. El
griego de este tiempo hubiera sentido su
propia individualidad como una soledad
trágica y violenta, como una amputación
que conlleva el dolor y la muerte”

explica:

Además de la madre, a Sócrates lo incentivó su mujer. Xantipa era su nombre. Una


mujer amargada y con un pésimo humor, capaz de empeorarle el día a cualquier persona,
pero no al filósofo. Sócrates sostenía que, si era capaz de mantener su estado de ánimo,
sin importar la presencia de su esposa, habría llegado a un nuevo nivel de superación.
Se estaría autogobernando.

Además de gobernarse a sí mismo, el humor de Xantipa obligaba a Sócrates a estar fuera


de su casa. Y de esa forma, el filósofo iba por las calles, por las plazas, pensando y, más
importante aún, haciendo pensar a los demás. Él sostenía que hasta el hombre más
ignorante e inculto guarda en su interior la verdad, conduciéndolo con preguntas a la
movilización, a la introspección, hasta que, finalmente, pueda extraer fuera de sí la
verdad que permanecía adormecida en su interior. Todo un pedagogo.

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Esa idea de Sócrates, que luego ampliaría Platón, es imposible no relacionarla con la
educación, ya que la función del maestro es justamente esa, la de ayudar al alumno a
producir la verdad.

Sócrates contaba con métodos para enseñarnos el modo de llegar hacia la verdad. El
primero consistía en que sus interlocutores descubrieran la verdad a partir de ellos
mismos, llamado mayéutica. El segundo método es el cual él hacía caer al otro en
contradicciones ante insistentes preguntas, la ironía socrática. Y el tercero: la
dialéctica basada en el razonamiento, la cual opera a través de conceptos opuestos.

¿Cómo ser sabio?

Conócete a ti mismo, sostenía Sócrates. Conoce tus debilidades, y aprende a dominarlas.


Sabio es quien sabe vivir, y no, como uno supondría, el que sabe muchas cosas. Entonces,
para ser sabio, debes aprender a vivir.

Sócrates sostenía que los gobernantes deberían ser los sabios, ya que son los mejores,
los más preparados para gobernar a los demás. Si uno no puede gobernarse a sí mismo,
si no sabe vivir, ¿cómo se puede pretender que gobierne a los demás?

Y ahí reside una de las principales diferencias de Sócrates con los gobernantes y la
función que cumplían y deberían cumplir.

La función que tienen los gobernantes es de ser educadores, filósofos, preocuparse por
los verdaderos problemas de su ciudad, tomar las medidas más convenientes para volver
a los ciudadanos cada vez mejores. Pero la
realidad es otra. Lo único que saben hacer los
gobernantes es preocuparse por los bienes
materiales, inclusive armarse de arsenales es más
“Es peor cometer una injusticia que
importantes para ellos. Con esto sólo logran padecerla porque quien la comete se
aplacar la sed de los ciudadanos por un convierte en injusto y quien la padece no.”
momento, darles solamente atenuantes y Sócrates
consuelos de medio pelo, olvidándose de lo
fundamental: el estado del ser y su pensar.

Los más adecuados para gobernar son los que educan a la ciudad que está bajo su mando,
y los que poseen la inteligencia para hacerlo.

Obviamente, a la gente en el poder no les agradaba Sócrates, ni les agradaba el hecho de


que él haga pensar a las personas por su cuenta. Decidieron que lo mejor era sacárselo
de encima. Y lo acusaron.

Sócrates pervertía a la juventud, dijeron, y de eso lo acusaron. Históricamente, el que


piensa diferente es una mala persona, es considerado un perverso.

De esta manera, Sócrates fue condenado a la prisión y a la muerte. Tuvo la posibilidad


de escapar, sus amigos se lo ofrecieron, sin embargo, él lo rechazó, y con razón. Si él
escapaba, le haría un daño a la ciudad, ya que estaría atacando el sistema de su justicia.
Por amor y respeto a las leyes de la polis, Sócrates aceptó su destino, y murió.

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El Gallo de Sócrates
Serenamente tomó el vaso de cicuta y
bebió. Antes de que el veneno surtiera
Antes de cerrar este capítulo, hay que hacer una mención
efecto, pidió un gallo para Esculapio.
especial a Platón, y su discípulo Aristóteles, ya que fueron
capaces de tomar la idea de Sócrates, y al mismo tiempo, Critón no piensa, se limita a cumplir la
pensar por sí mismos, a diferencia de Critón, que, como se orden de Sócrates. En su camino avizora
muestra en el cuento de Alas, “El gallo de Sócrates”, repite un gallo. Luego de una persecución,
sin dudar las ordenes de su maestro. este le dice a Critón: “Yo te conozco a ti.
Eres una sombra. La sombra de un
muerto. […] Muere el soñador inspirado
y quedan los discípulos alicortos…”

Se van los creadores y quedan los


repetidores, los “literalistas”. La frase
“un gallo para Esculapio” tenía un
sentido vital, irónico, una moraleja
oculta.

[…]

Cuando la ironía juguetona desaparece,


y tomamos las palabras del maestro sin
su ambigüedad, como órdenes
absolutas, ahí comienza la muerte del
pensamiento, y la persecución de gallos
inocentes.

“Hacéis del muerto una momia para


tener un ídolo. Petrificáis la idea y el
sutil pensamiento lo utilizáis como filo
que hace correr la sangre. Sí, eres
símbolo de la triste humanidad sectaria.
De las últimas palabras de un santo y de
un sabio sacas por primera
consecuencia la sangre de un gallo…
Sócrates no creía en Esculapio, no era
capaz de matar una mosca, cuánto
menos un gallo…”

El gallo de Sócrates, un cuento de


Leopoldo Alas “Clarín”

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Platón
Otro gran pensador, discípulo de Sócrates. Platón nació en Atenas, en el año 427 a. C. y
falleció en el 347 a. C.

Platón va de lo particular a lo general al


referirse a concepto “gobierno”, para él era
necesario restituir la polis para ser felices.
Esencialmente, el tema político está ligado al
de pedagogía. Este último quiere decir
enseñarle al niño el camino de la verdad; es
decir, enseñarles a los ciudadanos qué es la
polis, y cómo tienen que ser y pensar para
mejorarla.

Así como Sócrates plantea que la polis debe


ser gobernada por gente sabia, y preparada,
Platón también llega al mismo punto: todo
era por un bien público.

En La República, una de las obras más


importantes de Platón, se plantea una utopía,
es decir, una imagen ideal de la vida en una sociedad, que aún no ha sucedido en ningún
lugar y que es, más que nada, un sueño, una aspiración alejada de nuestra realidad
cotidiana.

A lo largo de toda la historia, se han escrito muchas utopías. Platón, en La República,


imagina como debería ser una sociedad ideal y plantea un sistema pedagógico rígido.
Un sistema donde todos cumplan su rol, ya que, si cada uno hace lo que quiere, nunca
alcanzarán la felicidad, afirma Platón. En su República, todo debe ser programado, todo
debe ser ordenado, entonces ahí uno será feliz. Obviamente, aquí entra la educación,
donde no se contempla la innovación, y los jóvenes no pueden estar en contra del
sistema. El sistema no puede someterse al capricho o azar del más fuerte, sino que debe
regirse por la razón, plantea Platón.

La mayor preocupación de Platón fue la búsqueda de la felicidad. Dice que para ser
felices no debemos hacer lo que queramos, ya que de esa manera el caos nos dominaría,
por eso hay que hacer lo que debemos.

Pero bien. ¿Quién determina lo que debemos hacer? La persona que determinaría
nuestro deber sería el gobernante que elijamos, que como ya se dijo repetidas veces, es
un hombre sabio y educador.

Lo que Platón plantea es la aristocracia, al decir que sólo los mejores deben gobernar.

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La ciudad ideal de Platón estaba dividida en tres clases sociales, pero en lo que
correspondía a partes del alma: en el piso que se situaba más abajo estaba las funciones
de supervivencia, el piso encima de este estaba lo sensible, el de las relaciones humanas,
y en lo más alto el sector de lo intelectual (el que caracteriza al hombre). Ya en la base
de la sociedad Platón plantea articular al Estado en tres grupos:

☆ Artesanos: Les corresponde satisfacer las necesidades materiales.

☆ Guardianes o soldados: Les toca defender la ciudad

☆ Sabios y maestros: Les correspondía legislar, dirigir y gobernar.

Los dos últimos estratos tenían un régimen comunista, es decir, Platón proponía el
comunismo.

Las clases bajas no habían alcanzado el


grado intelectual necesario como para
ubicarse en los estratos superiores. Pero
“Cuando la muerte se precipita sobre el
eso sí, a un comienzo todos tendrían las
mismas oportunidades de ascender y hombre, la parte mortal se extingue; pero el
superarse, -mediante la educación-, sin principio inmortal se retira y se aleja sano y
distinción alguna ni de clases ni de razas; salvo”
la mujer podía aspirar a realizar las Platón
mismas actividades que el hombre
realizaba en sus tiempos: “feminismo”.

El animal nace, el hombre se hace. Se hace a través de la educación. Platón hizo mucho
hincapié en la educación, y por eso plantea la cuestión de “Elegirse a sí mismo”. El
hombre tiene que decidir si se dejará llevar por los sentidos, por lo transitorio o por la
razón; por eso “El hombre depende de sí mismo” y de las decisiones que tome.

El autor, Barylko, cita un fragmento de La Odisea para ejemplificar el “justo medio”,


evitar los extremos. No caer en las tentaciones, pero tampoco evitarlas. Pero esta teoría
la ampliaremos cuando hablemos de Aristóteles.

El aprendizaje en sí es una construcción del que aprende, donde puede elegir qué idea
va a retener o rechazar, el maestro es el que produce la verdad, tal como lo dijo Sócrates,
el que hace parir a la mente y brotar el verdadero conocimiento.

Es decir, Sócrates y Platón sostenían que hasta la persona más inculta lleva consigo una
gran verdad, solo hay que guiarlo hasta ella. El conocimiento no se adquiere de afuera,
sino que se construye desde dentro.

Pero bien, ¿si la verdad está dentro nuestro, y no la obtuvimos desde el exterior, de
donde las sacamos?

Platón sostiene que vinieron a nosotros al mundo cuando nacimos, con nuestra alma. El
alma proviene de otro mundo, el de las ideas puras, el de las verdades inmortales.

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Al nacer, el alma ingresa a nuestro cuerpo y permanece allí, inmersa en un ambiente
lleno de sentidos y pasiones. Estos no nos dan verdades, sino apariencias. La verdad es
siempre verdad. Pero, ¿Qué produce lo sólido, lo verdadero, lo que siempre es? Los logos,
la razón, afirma Platón.

La verdad, la belleza, son ideas eternas. Los objetos, pasajeros.

“El objetivo de la educación es la virtud y el


deseo de convertirse en un buen ciudadano”
Platón

¿Cómo se logra la felicidad? ¿Por qué no somos felices? ¿Qué nos impide ser felices?

Nada nos da satisfacción, tenemos envidia, somos egoístas y narcisistas. ¿Por qué?
Porque somos mal-educados. Somos nuestra educación. No somos nuestros genes sino
lo que hacemos con ellos. Al escuchar esa oración, es inevitable rendir homenaje al gran
filósofo Jean-Paul Sartre, y su célebre frase: “Cada hombre es lo que hace con lo que
hicieron de él”. Nosotros tenemos la elección de qué hacer con nosotros.

Decimos amor, pero no podemos practicarlo. Los hermanos sean unidos, predicamos,
pero la separación y el alejamiento es el pan de cada día.

Amor…

¿Sabemos qué es el amor? ¿Lo podríamos definir?

Generalmente, se dice que el amor que es más ideal que carnal es el famoso “amor
platónico”. Pero, en realidad, se podría decir que todo amor verdadero es platónico. Los
placeres, los sentires, son momentáneos. Cuando uno dice que ama a una persona, ama
a la totalidad del ser, y esa totalidad está por encima de esas necesidades.

Amar es amar el alma, y el alma es el otro en su totalidad. Todo amor es platónico, sino
es solo un mero intercambio de favores.

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Aristóteles
Nacido en el año 384 a. C, en el Reino de
Macedonia, más específicamente en
Estagira. Y falleció en el mismo Reino, pero
en Calcis, en el año 322 a. C.

Su obra más conocida es la llamada


“Metafísica”, y allí se plantean ideas
contrarias a las expuestas por su maestro
Platón. Aristóteles creía que el mundo de
afuera se nos hace mundo de adentro
cuando sorbemos sus jugos y los
transformamos en conceptos.

Además, él planteaba que solo los vagos


podían pensar correctamente. Hay que
tener tiempo, estar desocupado y
despreocupado para poder pensar. Si alguien te decía “vago” en los tiempos de
Aristóteles, no te estaría insultando, es más, te estaría halagando.

“El sabio no debe recibir órdenes sino darlas,


y no es él quien ha de obedecer a otro, sino
que es el menos sabio quien ha de obedecerle
a él”
Aristóteles

¿Los sabios pueden ser políticos? ¿Y los políticos pueden ser sabios?

Nosotros podríamos responder, con cierta seguridad, que no. O al menos, cuando llegan
a un cargo, se olvidan de toda su sabiduría. Pues bien, Aristóteles no lo cree así, y desde
la Metafísica responde que:

- No importa; aunque nadie nos necesite, nosotros nos necesitamos. La sabiduría


impone el deber ético de transmitirla. Pero si nadie la quiere, el sabio se queda
con ella, y es feliz, porque la sabiduría es, justamente, in-dependiente de
consecuencias externas y ulteriores.

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La ley de potencia y el acto…

Déjeme ponerlo en contexto.

La mesa, es mesa. ¿Estamos de acuerdo? Bien, pero, ¿Siempre fue mesa? No. Si la mesa
es de madera, anteriormente era un árbol.
¿Siempre será mesa? Tampoco, pues si le
“Aquellos que educan bien a los niños quitamos una pata, ésta la podemos usar
merecen recibir más honores que sus para múltiples cosas.
propios padres, porque aquellos sólo les
Platón plantea que acto es lo que sucede
dieron vida, éstos el arte de vivir bien.” ahora, y lo que puede llegar a suceder es la
Aristóteles potencia.

Entonces, volvamos al ejemplo del árbol.

Tenemos una semilla. Esa semilla es acto, y su potencia es el árbol. Una vez que es árbol,
este se convierte en acto, y su potencia es ser una mesa.

El acto y la potencia pueden ser considerados a su vez materia y forma. La forma


determina qué es el acto ahora, en cambio la materia puede llegar a tener varias formas,
potencia.

Sin embargo, el paso de la potencia al acto requiere de un elemento exterior que movilice
o motive ese cambio. Ese elemento exterior es Dios. Dios es acto, el puedo mover todo,
pero no es movido por nada, por eso es perfecto, y al no ser movido por nada no es
potencia. Para Aristóteles Dios es la inteligencia suprema, él fue quien inició el concepto
de Dios: Él no quiere nada, querer es una imperfección.

Para cerrar el capítulo dedicado a Aristóteles, quiero retomar el concepto de justo medio
que había nombrado anteriormente.

El fragmento de La Odisea que cita el autor, Barylko, para ejemplificar el concepto, trata
sobre un capitán de un navío, de nombre Ulises. Durante el viaje, se encontraron con un
gran peligro: Sirenas. ¿Por qué son un peligro un grupo de sirenas? Tenían un canto
maravilloso, el cual atrapaba a sus víctimas, atrayéndolos y devorándolos. ¿Qué hizo
Ulises? Ordenó a sus compañeros que lo amarraran al palo mayor de la nave, para no
poder hacer nada cuando escuchara el canto de las sirenas. Y al resto de la tripulación,
cera en los oídos.

¿Qué logró Ulises? El justo medio. Ulises fue sabio. Pudo disfrutar del canto de las
sirenas, pero sin caer en la tentación de correr hacia ellas.

Aristóteles no nos propone alejarnos de la realidad, sino encontrar un justo medio. Para
llegar a él hay que practicar y adquirir buenos hábitos. De esto trata la vida humana:
“educación”, mediante hábitos y costumbres que nosotros podamos elegir.

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La filosofía aparece cuando estos hábitos y costumbres entran en crisis. Lo que podría
unirnos en esta situación es la verdad, pero lamentablemente en la actualidad cada
individuo cree tener su propia verdad, haciendo difícil mantener una comunicación.

“Todo hombre, por naturaleza, desea saber.”

Aristóteles

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Religión, fe y filosofía
La comunicación es un grave problema para los seres humanos, somos incapaces de
comprender otras culturas, otras épocas o a otras personas. A veces, esto surge debido a
que tenemos distintos conceptos para una misma palabra. Por ejemplo, Dios.

La filosofía y la religión están relacionadas, de algún modo. Como comentaba al


principio, la filosofía se basa en preguntar, en cuestionar, y una típica pregunta que se
hacen los filósofos, o cualquiera que
comience el duro camino de filosofar, es si
existe algún ser superior. Ya vimos, por
ejemplo, que, para Aristóteles, Dios es el
motor necesario para que una potencia se
convierta en un acto. Por otro lado, para
Francisco de Asís, Dios significaba amor,
piedad, hermano sol, hermana luna,
hermano asno, hermano pajarito, hermano
leproso. Para otros, un principio supremo,
una causa por la cual hay que luchar,
autorizando así a matar a los que se oponen
a ese culto religioso.

La religión es lo que el individuo hace de su


soledad. Cada uno posee una experiencia
diferente respecto a ella, eso hace de la
situación algo personal e íntimo, incomparable a las demás.

En el siglo I, los primeros judíos se encontraban desesperados, ya que habían sido


entregados a los invasores romanos por sus corruptos gobernantes, quienes no sólo
dominaban la Tierra, sino que querían dominar el alma, extirpando los ideales de los
profetas y la cultura de Moisés. Los judíos, llamados también “pueblo elegido”, se sentían
abandonados y sólo esperaban un mesías. Cuando falla la razón, cuando el absurdo se
instaura, cuando solo la muerte aguarda, nace la fe. Cuando uno toca fondo, necesita de
algo, de alguien superior para poder salir adelante.

Cuando nada cabe esperar, solo cabe la esperanza de la fe.

Dentro de todos los individuos que se presentaron como mesías, sólo uno cautivó y ese
fue Jesús de Nazaret. Él se dirigió a los hombres para enrolarlos en las enseñanzas de los
profetas del Antiguo Testamento.

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El saber no significa creer, la filosofía es saber, pero no es ni religión ni fe, la fe
no es saber. En el campo de la religión el Dios del misterio el Dios aristotélico, el cual
es incompatible con el religioso, he aquí el choque entre filosofía y religión. La religión
se fue convirtiendo en un órgano político. Quien cree no necesita saber, y aquel que
sabe no necesita creer.

San Agustín, cuyo nombre de pila es Agustín de Hipona,


fue un hombre dado a los placeres de la carne. Sin
embargo, un día leyendo a Cicerón su alma despertó.
Necesitaba buscar algo que diera sentido a su vida. Por lo
tanto, se interiorizó en la lectura de la Biblia y con la
influencia de San Pablo comenzó su carrera en la religiosa
y filosófica.

San Agustín indicaba que quería conocer a Dios y al alma.


La Biblia dice que Dios creó al hombre a su imagen y
semejanza, pero… ¿En qué consiste esa semejanza? En el
intelecto, en el entendimiento.

Finalmente, San Agustín unió la razón y la fe. Como todo


filósofo decía que ya nada se podía esperar de la ciudad
terrenal, sino que había que construir otra en el reino de
los cielos, la famosa “ciudad de Dios”. Sin embargo, esta
no sería la primera vez que se habla del concepto de dos
ciudades, ya que los hebreos hablaban de Jerusalén Agustín de Hipona (San Agustín)
celestial y la Jerusalén terrenal. La ciudad del pecado y la
materia, enfrentada con la ciudad de la verdad y el espíritu.

“No hay que temer en estas verdades [las del mundo


interior, las ideas, las imágenes, etc.] los argumentos de
los académicos que dicen: ‘¿Y si te engañas?’. Pues si me
engaño, soy. […] El que no existe, en verdad, ni
engañarse puede; y por esto existo si me engaño. Y
puesto que existo si me engaño, ¿cómo puedo
engañarme acerca de que existo, cuando es cierto que
existo si me engaño? Y, por tanto, puesto que yo, el
engañado, existiría, aunque me engañara, sin duda no
me engaño al conocer que existo.”
San Agustín

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Otra personalidad importante en el
campo de la filosofía y la religión fue
Tomás de Aquino.

Tomás distinguió la fe de la razón. La


razón tiene por objeto el mundo
exterior y para desarrollarla se tiene
que cultivar los sentidos, y la
inteligencia. A través de la razón se
puede tener cierto conocimiento
limitado de Dios. La fe en cambio
sirve de ayuda para conocer los
misterios de la Trinidad y del pecado.

La razón y la fe no se oponen, pero


tampoco son iguales, según Tomás
de Aquino y ratificado por Duns
Tomás de Aquino Escoto “es el camino que conduce a
la ciencia moderna” y devuelve al
hombre el uso de la razón
independiente de la religión que profesa.

Dios es intelecto, el hombre se contacta con Él mediante el Gran intelecto también,


según Maimónides con la moral podíamos estar tranquilos, contactarnos con el Gran
Intelecto.

La aspiración suprema es Dios, todo lo que hacemos tiene como finalidad alcanzar su
eternidad, eso sólo se logra cuando el alma se desprende del cuerpo.

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Pienso, por lo tanto, existo…
Cuando algo estaba muerto, y vuelve a la vida, renace. Tiene un renacimiento, al igual
que Europa luego de la Edad Media.

El Renacimiento fue el momento histórico en el que el hombre se descubrió a sí mismo


en su potencia creadora. Ya no repetía lo que dijeron Aristóteles o Tomás de Aquino
hace años, sino que ya tenían acceso a sus textos, y lo podían interpretar a su manera.

Ha surgido un hombre nuevo. El cuerpo humano, que hasta ahora en las diversas
manifestaciones artísticas solo se representaba como continente del alma, cobró una
nueva significación.

En el Renacimiento, hubo diversas personalidades significativas, de las cuales


procederemos a hablar a continuación.

Nicolás Copérnico estudió matemática,


astronomía y medicina. Mediante un observatorio
construido por él mismo puedo apreciar y descubrir
que es la Tierra y los planeas lo que giran alrededor
del Sol, llamada teoría heliocéntrica. Sin embargo,
su increíble revelación no fue tomada en cuenta, ya
que “ningún hombre cuerdo que posea el mínimo
conocimiento de la física podrá creer que la Tierra se
bambolee arriba y abajo y alrededor del Sol, pues a
la menor sacudida veríamos derrumbarse ciudades y
fortalezas, torres y montañas”.

Giordano Bruno pasó gran parte de su vida en el convento


de Santo Domingo. Recibió el título de doctor en Teología.
Giordano hizo algo revolucionario: pensaba por cuenta
propia. Por lo tanto, fue calificado de hereje, e iba de exilio
en exilio.

Se anticipó a su época, pues decía que Dios es el alma del


Universo, que está presente en todo ser y que todo ser es un
espejo de lo divino, contrario al pensar de la época que
sostenía que Dios era trascendente de una naturaleza
distinta más allá de nuestro mundo.

Sus ideas revolucionarias para la época lo llevaron a la hoguera.

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Galileo Galilei, como todos los eruditos del
Renacimiento, descubrió que Dios era el
creador del mundo; y que el sujeto humano
era el creador del saber del mundo.

El descubrimiento de Galileo, anticipado por


Copérnico, sostenía que el sol era el centro
del Universo. Este gran descubrimiento hizo
que fuera perseguido por la Inquisición,
porque desencadenaba una serie de
pensamientos que estaban dirigidos a que el
hombre es un ser pensante, y que en él
estaban todos los conocimientos, él es el centro del Universo. Por eso lo hicieron abjurar
para que no alterara o hiciera tambalear el orden de la iglesia.

Cogito, ergo sum

Pienso, luego existo, afirmaba René Descartes. Muchos


años antes, como ya vimos, San Agustín había planteado
algo que, a simple vista, era similar. Sin embargo,
Descartes expresaba todo lo contrario a lo que Agustín
afirmaba. René creía en la superioridad del YO; en su
razón y su capacidad por alcanzarla sin la necesidad del
dogma.

Para pensar, y así alcanzar la verdad, es requisito no


tener preocupaciones. Descartes sugiere no derrumbar de golpe todo lo que tenemos
por cierto, sino formarnos una idea y moral provisional de la vida mientras dure nuestra
búsqueda hacia la verdad.

Blaise Pascal parte de la idea que la razón por su


falta de amor, es la solución más no la salvación, lo
que nos podía salvarnos y hacernos felices realmente
es la fe -por medio de ella podemos alcanzar a Dios.
La fe es una gracia. Aquel que pueda alcanzar a Dios
por medio de la fe y de su corazón, que lo haga, y así
alcanzará la dicha. Quien no pueda, que se valga de
la razón para demostrar la existencia de Dios, sugería
Pascal.

La razón es solución, pero no salvación.

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El fin justifica los medios

Nicolás Maquiavelo es un realista. Inventó el


maquiavelismo, sin ser maquiavélico. Él planteaba que
el gobernante no debe ser bueno siempre, sino
comportarse según la realidad. Ser astuto como el zorro
y fuerte como un león. No tener por enemigo al pueblo,
porque ellos son la gran mayoría. No malgastar las
riquezas del Estado, más bien guardarlas.

El hombre estaba inmerso en una realidad,


que es la social, cuya estructura política se
denomina Estado. Thomas Hobbes lo
llamó Leviatán, porque es el nombre de
una de las bestias monstruosas que figuran
en la Biblia, que domina a todos, que se
come a todos.

Al contrario de Descartes, él afirmaba que


el hombre no estaba frente a Dios porque
él había sido eclipsado y marginado.

Hobbes en su frase: “El hombre es un lobo


para el hombre” da a entender que es “la
guerra de todos contra todos”, existen
fuerzas o corrientes contradictorias en cuanto a nuestros deseos, por eso hay que
aprender a conciliarlos.

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El gran aporte de John Locke fue hablar de los
derechos naturales. Él explicaba que la única forma de
que no sean aplastados por el Leviatán era mediante
ellos mismos, mediante los derechos naturales, como
el derecho al trabajo, a la propiedad, a vivir y
sobrevivir. Para Locke la propiedad era una
consecuencia del trabajo. No hay propiedad sin
trabajo.

Según Chatalet, en Locke se encuentran las


contradicciones del Estado Liberal.

El hombre ha nacido libre y sin embargo vive


en todas partes entre cadenas.

Jean-Jacques Rousseau propone el Contrato


Social: Contratamos la cesión de la libertad al
Estado y a él le dictamos nuestras reglas, nuestras
leyes. Por lo tanto, esas leyes nos devuelven la
libertad cedida, ya que son nuestras.

La fe en el individuo no bastaba, se necesitaba


educarla, ello traería la luz.

Debido a sus aportes, Rousseau es considerado el


padre de la pedagogía moderna. Él planteaba que
cada cual debe llegar a ser lo que puede ser. No
debe existir manipulaciones por parte de los
maestros y padre.

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David Hume se enfocó en el tema del YO, el cual
ya estaba sobreentendido. Y llega a la conclusión
que el YO como unidad no existe. La unidad no se
puede observar empíricamente porque el YO es
cambiante, por eso dejar de ser lo que es a cada
instante.

Los seres humanos somos un conglomerado de


percepciones, lo único que observamos son
percepciones. La ilusión que nos motiva a
considerar que hay un YO previo y uno posterior
es porque todas las situaciones por las que
pasamos son vertiginosas y continuas, que
parecen unirse en un interminable hilo. El hilo
está solamente en nuestra fantasía, y ese hilo
precisamente es el alma.

Crítica de la razón pura…

Crítica de la razón práctica…

Crítica del juicio…

Los títulos de los libros fundamentales de


Immanuel Kant comienzan con la
palabra “crítica”, ya que él creía que el
pensamiento era dogmático y decidía
criticarlo.

Kant, por lo tanto, produce la revolución


del criticismo. Criticar es poner en crisis
los dogmas y los absolutismos.

Dentro nuestro interior se encuentra la ley


de la moral, la libertad, afirmaba Kant.

La libertad no es hacer lo que uno quiere, más bien es elegir entre la ley que me hace
humano, la ley del deber, la ley de los sentidos, del paladar, del me gusta, del quiero, que
es ley de lo transitorio y vano.

“Obra de tal manera que siempre como si la máxima de tu acción debiera ser erigida por
tu voluntad en ley universal”.

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El Mundo de Sofía

¿Quién eres? ¿Para qué estás en este


mundo?

Esas son las dos preguntas que recibe la


pequeña Sofía Amundsen, a días de
cumplir sus quince años.

Sofía tenía una vida muy corriente. Iba a


la escuela, tenía una mejor amiga, de
nombre Yorunn, y vivía con su madre,
llamada Brígida Amundsen. Todo era
normal hasta que llegan esas misteriosas
cartas, con las preguntas nombradas
anteriormente. Luego, recibe un VHS, a
nombre de Alberto Knox. Allí es cuando
comienza el viaje filosófico de Sofía.

Cuando la adolescente reproduce la


cinta, se encuentra a Alberto, en un
papel de periodista. Knox se encuentra
en Atenas, relatando el juicio a Sócrates.
Recordemos que el filósofo griego, uno
de los más grandes pensadores de toda la historia, fue acusado de pervertir a la juventud,
y condenado a muerte. Luego, Alberto habla de Platón y las sombras, hasta que Sofía se
queda dormida.

Antes de continuar con la película, describiremos un poco a los personajes que rodean
a Sofía.

Brígida Amundsen, madre de Sofía. Una persona un poco torpe y despistada. Nunca
toma el camino filosófico de Sofía en serio.

Yorunn, amiga y vecina de Sofía. Muy extravagante y particular. Interesada en lo


paranormal, y siente una ligera curiosidad acerca del viaje que emprendió Sofía.

En determinados momentos de la trama, se nombra a un tal Evandro, el cual se da a


entender que es el padre de Sofía. Por lo que se puede deducir, él forma parte de las
Fuerzas Armadas, y se encuentra en una misión en otro país.

Alberto Knox, maestro de Sofía en este viaje en la historia de la filosofía. A lo largo de la


película, le va explicando los sucesos a la protagonista. En varias oportunidades, insiste
en tener una misión que proviene del “Comandante” o “Mayor”.

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Luego de la cinta, Sofía recibe otra carta, y se dirige a una cabaña abandonada en el
bosque, donde aparentemente vive Alberto Knox. Allí, encuentra diversos libros
filosóficos y una especie de documento de
identidad o pasaporte, el cual tenía el nombre
de Hilde Møller Knag, una adolescente que, a
juzgar por la foto, es idéntica a Sofía. En la
cabaña, había un espejo. En él, Sofía ve a una
chica en el fondo, que aparentemente es
Hilde, y al tocar el espejo, lo puede atravesar.
Asustada, se va a su casa.

En diversos momentos de la película, se


pueden ver personajes clásicos, como
Caperucita Roja, el Zorro y Los Tres
Mosqueteros. Además, se ve repetidas veces a
un señor grande, en un desierto, en un
contexto de base militar, escribiendo.

Alberto Knox lleva a Sofía a recorrer la Edad


Media, la cual tuvo lugar entre los años 400 y 1400, durando así 1000 años. Allí, le
presentó personajes como Hildegarda de Bingen, considerada por los especialistas
actuales como una de las personalidades más fascinantes y polifacéticas del Occidente
europeo, definida entre las mujeres más influyentes de la Baja Edad Media, entre las
figuras más ilustres del monacato femenino y quizá la que mejor ejemplificó el ideal
benedictino, dotada de una cultura fuera de lo común, comprometida también en la
reforma de la Iglesia, y una de las escritoras de mayor producción de su tiempo. El
intenso recorrido finalizó con una experiencia en primera persona de los desastres
causados por la Peste Negra.

A lo largo de la trama, se van descubriendo datos nuevos sobre este misterioso y


poderoso personaje, apodado “Comandante”. Según Alberto, es el autor. Escribe la
historia de ellos.

Mientras tanto, Sofía y Knox emprenden un nuevo viaje, pero esta vez hacia el
Renacimiento, teniendo un primer… explosivo encuentro con el arquitecto Rocco
Spinotti. Recordando lo que vimos anteriormente, en el Renacimiento renacieron los
ideales de la Antigua Grecia. La gente volvió a sentir curiosidad, volvió a pensar.

Si pensamos la historia de Europa como la vida de una persona, sería: La Antigüedad es


la infancia. La Edad Media es la etapa escolar. El Renacimiento es el decimoquinto
aniversario, donde Europa se abre al mundo. Es una época de experimentación e
investigación de las cuestiones vitales.

En el Renacimiento, conocen personajes como William Shakespeare, el cual estaba


ensayando una de sus obras más influyentes de la historia, Hamlet. “Ser, o no ser. Esa es
la cuestión”.

Luego, conocen a Nicolás Copérnico. Haciendo memoria al libro de Barylko, recordamos


que Copérnico tenía una polémica teoría en ese momento. La Tierra no era el centro del

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universo, decía. Por supuesto, el clero no lo permitía, pues le restaría poder. Sus teorías
no fueron discutidas hasta trescientos años después.

Instantes después, Sofía y Alberto conocen a Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel,


trabajando en una de sus mayores obras, respectivamente.

Sofía y Alberto conocen desde dentro una imprenta, inventada por Gutenberg. Esto
permitió una mayor difusión de las teorías, incentivando una interpretación propia, y
arrebatándole el monopolio a la Iglesia.

Durante la trama, Sofía sufre y está confundida. La filosofía angustia, confunde, provoca
miedo, incomoda y molesta. Porque todo lo que vos creías que estaba bien, ya no lo está.
La filosofía cuestiona la realidad, cuestiona lo obvio. Cada vez surgen más preguntas, y
cada vez hay menos respuestas, y te desespera. Por lo tanto, es lógico el sentimiento de
Sofía.

En una escena, Alberto y Sofía hablan con el Comandante. La adolescente le pregunta


sobre Hilde, y él se presenta. Su nombre es Albert Knag. Acto seguido, Knox le consulta
cuanto tiempo les queda, a lo que Knag responde: “Hasta que termine la historia”.
Alberto aclara que ellos seguirán con vida mientras Albert Knag escriba sobre ellos.

George Berkeley es el siguiente personaje que conocerá Sofía. Alberto le explica que el
mundo es como lo percibimos. Las cosas existen pueden ser sentidas o percibidas. Él,
junto con Tomas de Aquino, fueron los que entrelazaron la filosofía con la fe.

Minutos después, comprobamos que Hilde es idéntica a Sofía, pero con lentes. También
posee una madre bastante torpe, y cumple quince años. Además, menciona un libro,
llamado “El Mundo de Sofía”,
que escriben para ella. Alberto
Knox aclara que el Comandante,
Albert Knag, escribe una historia,
su historia, para su hija, Hilde
Møller Knag. Sofía le propone
escapar, pero Alberto se rehúsa.

Luego, los protagonistas


continúan su viaje a través de la
historia. Esta vez, van a la
Revolución Francesa, donde
Alberto explica los numerosos
beneficios que tenía la clase noble.

Libertad, Fraternidad, Igualdad.

Allí, conocen a Robespierre, líder de la revolución y admirador del filósofo Rousseau, el


cual vimos en el libro de Barylko. Robespierre malinterpretó a los filósofos, y condena a
muerte a todos los que han “atentado contra la revolución”. Una de ellas, es Olympe de
Gouges, escritora y heroína francesa que reivindicó la igualdad de derechos entre
hombres y mujeres en el marco de la Revolución Francesa, considerada precursora del
moderno feminismo. Murió guillotinada.
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Siguiendo la travesía filosófica, Sofía y Alberto llegan a Alemania, durante el
Romanticismo, una era enfocada en la naturaleza y el genio creador del artista.

Ya de vuelta en la cabaña, Sofía le propone una idea para escapar a Alberto, utilizando
un personaje secundario para distraer a Albert Knag.

En la anteúltima estación del viaje, Sofía llega a la Revolución Rusa. Un joven le explica
a Sofía las razones por la cual hacen la revolución. Explica que la gente se muere de
hambre. Las clases altas acaparan todo y oprimen al pueblo. Y cita a Lenin: “Pan para el
pueblo, tierra para los granjeros, paz en el país y poder para los soviets.”

Sigmun Freud es la última estación del viaje de Sofía. En una especie de sesión, Freud le
explica a Sofía que el Psicoanálisis es un método terapéutico que inventó para tratar a
las mentes enfermas. También, el psicoanálisis es una forma de describir la mente de la
gente común.

Es la fiesta de cumpleaños de Sofía, y


llevarán a cabo su plan para escapar de
la historia de Albert. El plan consiste
en distraer a Knag, utilizando a Jorge,
un amigo de Sofía. Este deberá tomar
el auto del vecino, y estrellarlo.
Mientras tanto, Sofía y Alberto
escapan. Y funciona. Atraviesan el
espejo, y llegan al mundo de Hilde,
donde no pueden interactuar con
nada ni nadie. Luego de permanecer
un rato allí, vuelven por donde vinieron. Al llegar, escuchan música, y ven que se está
llevando a cabo una fiesta. En ella, se encuentran personajes significativos de la historia,
como Campanita, el Zorro, Caperucita Roja, los Tres Mosqueteros, entre muchos otros.
En uno de los últimos diálogos, Sofía llega a la conclusión de que Hilde y Albert Knag
son solo humanos, mortales. En cambio, ella y Alberto Knox son ideas, formas eternas.
Al volver, ellos llegaron al Mundo de las Ideas que plantea Platón, el Mundo Inteligible.

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Mentira la verdad – Filosofía aquí y ahora

Darío Sztajnsrajber es un filósofo, ensayista,


profesor y presentador de televisión argentino.
Conduce el programa “Mentira la verdad”,
transmitido por el canal Encuentro.

Desarrolla una labor divulgativa de filosofía,


por lo que fue premiado por la Fundación
Konex en 2017 en la disciplina de Divulgación.

José Pablo Feinmann es un filósofo, docente, escritor,


ensayista, guionista y conductor de radio y televisión
argentino. Sus libros han sido traducidos al francés, alemán,
holandés e italiano.

En 2001 recibió el premio Konex de platino en la disciplina


Guion de Cine y Televisión, en 2004 el premio Konex
(Diploma al Mérito) en la disciplina Ensayo Político y en 2014
otro Diploma al Mérito en la disciplina Ensayo Político y
Sociológico.

Su intensa actividad como guionista cinematográfico, lo llevó


a ganar en dos ocasiones el premio de la Asociación de Críticos Cinematográficos de la
Argentina.

A continuación, analizaremos los primeros episodios de sus respectivas series, y los


relacionaremos.

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Los dos filósofos comienzan sus respectivos programas con una pregunta, realizada hace
tiempo atrás: “¿Por qué hay algo, y no más bien nada?”. Esa es la pregunta de las
preguntas, como la define Feinmann.

¿Por qué estamos acá? ¿Por qué somos así? ¿Qué pasará después?

Esas son preguntas típicas que nos podemos realizar en algún momento de la vida,
cuando estemos filosofando. Porque eso es la filosofía, preguntar, cuestionar, dudar.

Darío explica que la ciencia trata de responder el “¿Cómo?” de las cosas, mientras que la
filosofía, el “¿Qué?”. Por ejemplo, la ciencia explica cómo se forma la vida, pero no puede
explicar qué es la vida, y por qué es de esta forma y no de otra. Las preguntas del
“¿Cómo?” tienen respuestas, las del “¿Qué?” no, son solo indicios.

En una sociedad que juzga todo por su nivel de útilidad, se podría decir que la filosofía
es un saber inútil. Las cosas, en la vida cotidiana, tienen que servir para algo. La filosofía
cuestiona eso, y pregunta: “¿Por qué todo tiene que tener una utilidad?”. La filosofía
interpela y cuestiona la realidad.

La filosofia tambien se podria decir que es el analisis de lo obvio. ¿Qué es algo obvio?
Algo que se nos presenta como una verdad absoluta, que no se cuestiona. La filosofía
muestra la contaminación que hay en todas esas verdades. Demuestra que siempre hay
supuestos, y que cuando algo se nos presenta de manera obvia, es cuando primero hay
que desconfiar.

En la filosofía, plantea Darío, siempre vas a volver a nuevas preguntas, y no


necesariamente hay que encontrar un resultado. En ese sentido, Platón afirma que de lo
que se trata no es de encontrar una respuesta definitiva al misterio de la muerte. Sino de
ejercitarse en la filosofia para que cuando llegue el momento, nos encuentre preparado.
Haciendo filosofía, hacen hincapié los filosofos Feinmann y Sztajnsrajber, uno toma
dimensión de lo que uno es. Un ser finito en un universo infinito, un ser imperfecto en
un mundo perfecto. José Pablo agrega a esto que ahí es donde reside la grandeza del
hombre. Sabiendo que es mortal, y en algún momento morirá, pregunta igual, cuestiona
igual. No niega esa realidad, sino que la enfrenta, con la ayuda de la filosofía.

Feinmann, a su modo, resalta el hecho de la televisión y la pavada que se emite de allí.


Un trabajador que llega a su casa, y enciende la TV, está atrapado.

Una persona va a ser libre cuando comience a dudar, afirma, y cita a Descartes, el cual
mencionamos en el libro de Barylko, cuando dice “Voy a dudar”. René dudó de todo,
incluso de Dios. A partir de esas dudas, llegó a la célebre Cogito, ergo sum (Pienso, luego
existo), ya que de lo único que no podía dudar, era de su duda.

La grandeza del hombre reside en, además de el hecho de cuestionar su existencia,


sabiendo que va a morir, lo que hace con lo que hicieron de él, como decía Sartré, el cual
analizamos en el libro de Barylko.

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Conclusión
Luego de horas de analisis y, justamente, filosofar, se llega facilmente a la conclusión de
que la filosofía es compleja.

El camino de la filosofía es un camino difícil, solitario. Debido a que, cuando uno


comienza a hacer filosofía, empieza a preguntar, empieza a dudar de todo. Cuando
dudas de todo, ya no perteneces a la manada. Estás solo. Al comienzo es confuso, es
doloroso, como se la podía ver claramente a Sofía, una jovencita que se iniciaba en la
filosofía, y la sufría.

Pero una vez que comprendés que no tenés que concentrarte en el saber, en la respuesta,
sino en el amor, en las preguntas, el camino se hace más sencillo.

Filosofía, etimologicamente hablando, significa amor a la sabiduría. El acento debe estar


en el amor, y no en el saber. Es el amor a la pregunta. Es apostar a la busqueda como un
fin en si mismo. No provee certezas definitivas sobre las cuestiones importantes, pero
ejercita en la libertad de las preguntas, y nos invita a ser más libres, más abiertos, más
sensible con el mundo que nos rodea.

La filosofía sirve para transformar la forma de ver el mundo, desestructurar una realidad
que se nos impone como una verdad incuestionable. Sirve para poder ver en la crisis, en
los momentos malos, una oportunidad para cambiar nuestra vida. La filosofía tiene
como uno de sus puntos de partida la crisis. Hay que aprovechar eso, y poder mejorar a
partir de ese fracaso.

En una sociedad como la que estamos viviendo, llena de medios de comunicación que
manipulan la información, llena de redes sociales donde uno puede leer absolutamente
de todo, una sociedad que exije que todo tenga una utilidad, y todo tiene que ser de
manera inmediata, es donde más hace falta la filosofía. Hay que ser más libres, hay que
dudar, desconfiar de todo lo que nos digan, lo que leamos, y pensar por nosotros
mismos. Hoy en día es dificil, con todos los “formadores de opinión” que hay en los
medios, pero es necesario. Vale la pena intentarlo.

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Índice

Introducción……………………………………………................. 1

Filosofía, una invitación a pensar


El autor…………………………………………………………………… 2
Apariencias, creencias y crisis……………………………………………. 3

Sócrates……………………………………………………………………………… 5

Platón………………………………………………………………………………… 8

Aristóteles…………………………………………………………………………. 11

Religión, fe y filosofía………………………………………………………… 14

Pienso, por lo tanto, existo………………………………………………… 17

El Mundo de Sofía
Análisis………………………………………………………………………………. 22

Mentira la verdad – Filosofía aquí y ahora


Análisis………………………………………………………………………………. 26

Conclusión……………………………………………………………………….. 28

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