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Pontificia Universidad Católica del Ecuador

Facultad de Economía

Ética Personal, Social y Profesional

Juan Sebastián Abad

26 de julio, 2017

El Divorcio: Un Problema Social

“El que quiere hacer la voluntad de Dios conocerá si esta enseñanza es de Dios o si yo hablo por
mi cuenta. El que habla por su cuenta busca su propia gloria, pero el que busca la gloria de
aquel que lo envió, ese dice la verdad y no hay nada de falso en él.”

San Juan 7:17-18

El valor de la verdad

Joan Bestard afirma en su libro “Diez valores éticos” que no podemos confundir la verdad con la
mayoría. Es decir, las estadísticas mayoritarias no crean la verdad. De esta manera, la moralidad
radica en la verdad, no en lo que piensa la mayoría. En palabras de Anatole France “una tontería
sigue siendo una tontería, aunque sea dicha por cincuenta millones de personas”. Para Bestard,
los fundamentos básicos de la moralidad son la ley natural y la ley positiva (cuando es justa).

Santo Tomás de Aquino definió a la ley natural como “la expresión en la naturaleza humana de
la ley eterna determinada por Dios para todos los seres creados.” Por otro lado, entiende la ley
positiva como una prolongación de la ley natural, que constituye el conjunto de normas morales
que le permiten vivir al hombre en sociedad. Puesto que se basa en la ley natural, la organización
del Estado debe adecuarse a ella y, en última instancia, a la ley divina1.

En este ensayo voy a partir con tres ideas fundamentales. En primer lugar, la Biblia es la Palabra
escrita inspirada por Dios. Realmente creo esto sin dudar, pero lastimosamente vivimos en una
sociedad escéptica que cree que todo es relativo y que no existen más absolutos morales. Todo
aquel que se levanta con valentía en contra de esta mentira es tildado de retrógrada e
intolerante. Hace unos cincuenta años, hablar de divorcio (y peor aún, recasamiento) era
prácticamente impensable. Hoy en día es relativamente muy fácil que un matrimonio se
disuelva, tanto desde la moralidad de la cultura ecuatoriana como desde la legislación. Los de
edad más avanzada pueden confirmar que antes era muy real un “freno” en la sociedad desde
la misma vergüenza social que traería romper el vínculo matrimonial. Pero ese freno está
perdiendo su fuerza.

1
http://filosusainas.over-blog.es/pages/Santo-tomas-ley-eterna-ley-natural-y-ley-positiva-6003995.html
Recuperado el 14 de Julio, 2017
Pero a Dios no le importa nuestros estándares. Él juzgará a todos los hombres por sus acciones,
bajo Sus estándares, con imparcialidad y dura justicia (muy distinta a la justicia humana, muchas
veces subjetiva e irónicamente injusta). En aquel día nadie tendrá excusa por sus malas acciones,
delante de un Dios absolutamente santo y justo, que aborrece la maldad. Todo saldrá a la luz y
nadie podrá rebatir los justos juicios de Aquel cuyos ojos son como llama de fuego.

Segundo, alejarse de la verdad conlleva un serio peligro para la sociedad, su orden y su bienestar.
La ética es el estudio del comportamiento desde la moralidad de los actos humanos. Y no hay
otra fuente de moralidad que las palabras del Verbo eterno, quien vivió como hombre (Cristo
Jesús) y nos dejó el camino para seguir sus pisadas. Todo aquel que se llame a sí mismo
“cristiano” (término que por cierto significa “pequeño Cristo”) debe más que nadie escuchar
humildemente sus palabras y temblar, aceptando su doctrina como absoluta e indiscutible. De
otra manera, es como aquellos fariseos que se justificaban a sí mismos, pero cuyo corazón
estaba muy alejado de Dios. Y Jesús dijo que nos cuidemos de la levadura de los fariseos, que es
la hipocresía.

Tercero, los estándares morales de nuestra sociedad, que actualmente están degradándose a
un ritmo alarmante, no deben moldear el comportamiento humano, pues siempre están
cambiando. Si fueran una base sólida, podría considerarse que debe ser la norma. Pero son los
principios bíblicos, base sólida inalterable (aun cuando muchos –sino la mayoría– de los líderes
‘cristianos’ estén traicionándolos, eso no cambia nada), los que deben moldear el
comportamiento humano. Los principios de este mundo son diametralmente opuestos a los
principios bíblicos, debido a la naturaleza caída del hombre, pero un día Jesucristo reinará sobre
hombres y mujeres perfectos, en una nueva tierra y cielos nuevos, una nueva creación
totalmente redimida del pecado y de cualquier corrupción. Conviene entonces que los principios
de este Reino se apliquen de una vez a las vidas de las personas, sin necesidad de esperar a que
aquel día llegue.

En este ensayo, quiero aclarar que estoy consciente de que el tema es delicado, y no soy
insensible al sufrimiento que conlleva, pues he vivido la angustia y la tristeza desde mi propia
realidad. Pero precisamente la compasión es mi motivación para hablar la verdad y no callarla.
Cuando la mentira es generalizada, defender la verdad es un imperativo ineludible. Cuando Dios
le dijo a Adán que no comiera del árbol del conocimiento del bien y del mal, no esperaba menos
que obediencia. Pero por la desobediencia de un hombre entró el pecado al mundo (Ro.5:12).
Aún más, la Biblia dice que toda la creación fue sujeta a corrupción (Ro.8:20-21). Así de grave es
el pecado del hombre. Y todos los hombres son responsables por sus propios pecados. Por culpa
del mismo hombre, al rebelarse contra Dios, es que el hombre sufre. Y en el tema del divorcio
no es diferente. Si la gente conociera la verdad, no habría tantas familias destruidas, hijos
traumados, etc., por causa del divorcio.

Ver, juzgar y actuar

Para el presente trabajo, se utilizará la metodología “ver, juzgar y actuar” para problemas éticos
de la vida social. Como se evidenciará, la separación o el divorcio constituyen una crisis
estructural importante.

El drama del divorcio es una pérdida para todos los involucrados y genera cambios en toda la
dinámica familiar y social que no se deben minimizar. Nadie es igual después de un divorcio.

Aunque actualmente sea un camino aparentemente fácil de tomar, las consecuencias traspasan
las generaciones y afecta la vida desde la niñez hasta la adultez. El testimonio de varios jóvenes
de padres divorciados da cuenta de su pérdida de confianza en el amor y en el matrimonio.

Para Gallego, Marín y Vásquez (2012), la sensación de cada miembro de la familia es que ha
perdido su lugar en relación con los demás. Además, es común que se dé el divorcio no amigable
o “destructivo” en el cual suele suceder que los hijos queden en medio del conflicto y sean
utilizados por uno o ambos de los padres con fines vengativos, retaliativos, de control o de
manipulación. Por esto el divorcio se puede considerar como una forma singular de maltrato
contra los niños. Las parejas jóvenes que traen daños a causa del divorcio de sus padres
posiblemente no tengan las habilidades relacionales de una pareja basada en el amor y el
compromiso.

Ver: Síntomas

Según algunas fuentes2, se encontró que los síntomas previos a un divorcio o separación
incluyen: falta de intimidad sexual; secretividad; pérdida de valor del cónyuge; discusiones
repetitivas; quejarse con las amistades; usar substancias o distracciones para ahogar los
problemas; pérdida de la vida en común; desconexión emocional; pérdida de la importancia de
los sentimientos del cónyuge; peleas por cosas mínimas, sin resolución; desafecto; mayor
atención fuera del matrimonio, entre otros.

2
http://www.huffingtonpost.com/2014/08/07/divorcio-senales_n_5658372.html
http://www.prevention.com/sex/marriage/divorce-early-warning-signs
https://www.psychologytoday.com/blog/divorce-grownups/200911/the-six-signals-divorce
Recuperados el 14 de julio, 2017.
Ver: Causas

De igual manera, se lograron identificar causas comunes para el divorcio y la separación, que
incluyen3: infidelidad (adulterio); abuso (físico o emocional); adicción; desaparición de la
confianza; no estar preparados para el matrimonio; celos; falta de comunicación; excesivo
control; relaciones sexuales deficientes; falta de respeto mutuo; falta de dinero; incapacidad de
resolver conflictos; hablar mal a espaldas del otro; la fijación en lo que el cónyuge no hace bien;
falta de empatía en la relación; utilizar “máscaras”; esperar demasiado tiempo para hacer frente
a sus problemas; lucha de poder por el cónyuge que ganar más dinero, o falta de celebración
cuando al otro le va bien; incompatibilidad (“no es la misma persona con la que me casé”);
diferencias en estilo de crianza de los hijos; e incluso la edad.

De acuerdo con Gallego, Marín y Vásquez (2012), las formas de conflicto conyugal que pueden
generar un divorcio o separación incluyen: infidelidad; violencia, que muchas veces viene
acompañada de consumo de sustancias alcohólicas; una relación dispareja, donde existe un
agotamiento de la relación por el malestar prolongado de uno de los cónyuges; distanciamiento
progresivo, cuando existen proyectos de vida diferentes; y resentimiento, donde se acumulan
conflictos no resueltos por muchos temas.

Ver: Consecuencias

Los procesos de divorcio que Gallego, Marín y Vásquez (2012) calificarían de malignos se
caracterizan por la prolongación de la crisis trayendo altos costos a nivel afectivo y económico y
la aparición de niños y adolescentes con diferentes dificultades escolares, de salud y de
conducta, entre otros. Otras señales pueden ser: la aparición de un conflicto de lealtades en los
hijos. También cuando los hijos se convierten en el mensajero entre sus padres, o cuando se
restringe la libre circulación de los niños o el acercamiento al otro padre. No en pocos casos los
límites y restricciones se pueden deber a situaciones irregulares, inmorales o peligrosas a las
que se exponen a los niños.

3
https://afrel.wordpress.com/2010/10/13/las-diez-principales-causas-de-divorcio/
http://eldia.com.do/conozca-las-causas-mas-comunes-del-divorcio/
http://www.redbookmag.com/love-sex/relationships/features/g3279/causes-of-divorce/
https://www.marriage.com/advice/divorce/10-most-common-reasons-for-divorce/
https://www.poweroftwomarriage.com/info/causes-of-divorce/
http://www.divorcemag.com/articles/surprisingly-common-causes-of-divorce
http://divorce.lovetoknow.com/Top_Reasons_for_Divorce
Recuperados el 14 de julio, 2017.
Consecuencias sobre la estructura familiar

A nivel de la estructura familiar, se puede generalizar dos consecuencias importantes:


padrectomía y monoparentalización (Gallego, Marín, & Vásquez, 2012).

La padrectomía se refiere a la figura masculina y tiene que ver con el posible alejamiento forzado
del padre y la pérdida de sus derechos ante los hijos, dadas las complicaciones del divorcio. El
hijo sufre la deprivación parental (de uno o ambos padres) con el dolor que esto implica por la
pérdida de un ser muy significativo en su vida. Las relaciones pueden entrar en circuitos de
venganza sutil que terminan relegando al padre que se va, lo más lejos posible. En Latinoamérica
se ha privilegiado la presencia de la madre sobre el padre. Después de un divorcio, es muy
probable que el hombre se case de nuevo más rápido que la mujer.

En cuanto a la monoparentalización, en la cultura latinoamericana, existe la tendencia de que la


madre sea quien se queda con los hijos, especialmente si son pequeños. La generalidad es que
el aporte económico del cónyuge que no vive con los hijos es insuficiente, lo cual lleva de por sí
al empobrecimiento de la familia y a tener estresores adicionales que facilitan el surgimiento de
la violencia intrafamiliar, la soledad, el abandono o desprotección de los niños por causa de las
jornadas de trabajo extendidas de la madre. La mujer aparece en particular un sentimiento de
desprotección e inseguridad acompañados de la depresión y la ira. Ambos padres tendrán que
enfrentar la sensación de fracaso y la sensación de estar en un status inferior. Es común que se
presente acoso sexual o emocional, dada la vulnerabilidad en que se encuentra un divorciado o
separado.

Las consecuencias sobre los padres

Las consecuencias son diversas y representan profundos problemas en todos los involucrados.
En los padres, las consecuencias incluyen4: pérdida de identidad personal y familiar; inseguridad;
culpabilidad y dolor, baja autoestima; tensión por cubrir ambos roles de los padres; irritabilidad;
alto costo emocional; incertidumbre frente al futuro; emociones fuertes y contradictorias;
sentimiento de fracaso; depresión; deseos de venganza; miedo a la soledad; dificultad para
concentrarse y tomar decisiones; menos tiempo para ocuparse de la casa y los hijos (por
trabajar).

4
https://www.slideshare.net/rosahernandezmel/consecuencias-del-divorcio
http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-15092455
http://www.crecimiento-y-bienestar-emocional.com/consecuencias.html
Recuperados el 14 de julio, 2017.
Las consecuencias del divorcio sobre los hijos

En los hijos se da la mayor afectación5. Así, en los niños se da: déficit de atención; problemas de
comportamiento; bajo rendimiento académico; baja autoestima; agresividad; sentimiento de
culparse a sí mismos; depresión; trastornos del sueño; irritabilidad, berrinches;
desconcertamiento, inventando historias de fantasía; sentimiento de abandono y rechazo;
conflictos de lealtad, sentirse físicamente agotado; problemas con el control de los impulsos;
comportamiento desorganizado; miedo a la soledad; cólera intensa; quejas físicas, dolores de
cabeza y estómago; hiperactividad para evitar pensar en el divorcio; sentirse diferente a otros
niños. Por otro lado, en los adolescentes existe: consumo de drogas; actividad sexual precoz;
baja autoestima; estrés; depresión; ansiedad; rebeldía; necesidad de atención; tendencia a
manipulación; adopción del papel de progenitor; miedo de estar aislado; sentimiento de que los
padres no están disponibles para ellos; sentirse apresurado para lograr la independencia;
sentirse en competencia con los padres; preocupación por la supervivencia de su matrimonio
futuro; fatiga crónica, dificultad para concentrarse; llorar la pérdida de la familia de su infancia.

Los hijos que han recibido el legado del divorcio, a menudo luchan con profundos temores a que
sus relaciones afectivas fracasen igual que las de sus padres. Es un temor constante a la pérdida,
a la traición y al abandono. De hecho, en los hijos de familias que han sufrido el divorcio la tasa
de divorcio es más alta.

En la década pasada la cuarta parte de la población de los adultos menores de cuarenta y cuatro
años sean hijos del divorcio. De acuerdo a una investigación hecha por 25 años a 131 niños del
divorcio, es importante no sostener el mito de que es muy bueno que los niños vivan en dos
hogares, y que los niños del divorcio superan tan fácil la fractura de sus familias. El divorcio es
una crisis de largo plazo que está afectando el perfil psicológico de toda una generación. Y
transforma toda la vida.

Los niños del divorcio experimentan el sentido de su propia vulnerabilidad, sentimientos de


rechazo y sentimiento de culpa. Contra lo que muchos pensarían, el mayor impacto del divorcio
se vive en la adultez, cuando estos hijos están formando sus propios hogares y escogiendo
pareja. Llevan consigo el patrón de esta relación hasta la adultez y lo utilizan para buscar la
imagen de su nueva familia.

5
https://www.mediate.com/articles/psych.cfm Recuperado el 14 de julio, 2017.
Juzgar: principios éticos vulnerados

Existen siete principios de la ética social: i) bien común; ii) principio de autoridad; iii) principio
de solidaridad; iv) principio de subsidiaridad; v) justicia conmutativa; vi) justicia distributiva; y
vii) justicia social.

De estos siete principios, el autor considera que al menos los tres primeros son vulnerados por
esta problemática social. La familia es el núcleo de la sociedad. Si la familia anda mal, la sociedad
anda mal, así de simple. El primer principio es vulnerado por cuanto el divorcio no favorece el
desarrollo integral de las personas (especialmente a nivel psicológico), como se puede
evidenciar claramente luego de tomar en cuenta las consecuencias que acarrea el divorcio.

Como consecuencia de esto, el segundo principio también es vulnerado, puesto que en el


Ecuador y en muchos otros países el divorcio ya es algo legalmente fácil de lograr. Las
autoridades no están promoviendo el bien común de los ciudadanos al permitir tanta facilidad
para disolver el pacto matrimonial.

Tanto es así que en nuestro país hasta mayo del presente año ya se han disuelto 3.000
matrimonios en las notarías. Todo gracias al nuevo Código Orgánico General de Procesos6. Si eso
es progreso social, este mundo está de cabeza. Por otro lado, el INEC registra que en los últimos
10 años los divorcios en Ecuador crecieron en 119,1%, ascendiendo a un total de 25.692
separaciones legales7. Es decir, los divorcios han crecido en más del doble en esos años. Según
el INEC, el promedio de duración de los matrimonios disueltos en 2015 fue de 15 años. Como
escuché alguna vez, antes los matrimonios duraban porque en vez de desechar las cosas, se
reparaban. Así concuerda Andrés Osorio, sociólogo de la Universidad Central, quien afirma que
“una relación afectiva se la puede relacionar con la sociedad de mercado, de tipo descartable
dadas las condiciones actuales”. Afirma además que “el promedio de edad de las personas
divorciadas -42 años en hombres y 39 en mujeres- corresponde a personas nacidas en los 70 y
80 que ‘viven sin tanta restricción moral de una cierta ética en relación al amor’”.

Cuando es más fácil en nuestro país divorciarse, destruyendo así cuando menos una familia, que
empezar una nueva empresa, cualquiera que vea a esto como un avance y no un retroceso, se
puede afirmar que es un defensor de lo indefendible. Como Gallego, Marín y Vásquez (2012)
afirman, la gente cree que las cifras (gran cantidad de personas divorciadas) silencian el
sufrimiento de los niños, con traumas que afectan su vida entera.

6
http://www.expreso.ec/actualidad/divorciarse-nunca-fue-tan-facil-MN1348907
7
http://www.eltelegrafo.com.ec/noticias/sociedad/4/los-matrimonios-que-terminaron-en-divorcio-
duraron-un-promedio-de-16-anos
En cuanto al tercer principio, la consideración de que ha sido vulnerado por esta problemática
social nos permite evitar que culpemos solamente a las autoridades de lo que está pasando,
pues el principio de solidaridad es la determinación firme y perseverante de empeñarse por el
bien común: es decir el bien de todos y de cada uno, para que todos seamos verdaderamente
responsables de todos. Cuando la sociedad poco a poco entra en la crisis moral que se está dando
actualmente (no sólo en nuestro país, sino que viene principalmente del primer mundo – y
nosotros les “copiamos”), los valores entran en decadencia y los antivalores se vuelven la nueva
moralidad en el carácter de las personas, a nivel general (i.e. culturalmente).

Pero más allá de la visión humanista, que se enfoca en los derechos del hombre, resulta
indispensable considerar lo que piensa Dios al respecto, y cómo esta situación es vista por Él.

Juzgar: la dimensión bíblica

La Santa Biblia revela claramente cómo Dios mira el divorcio (y el recasamiento):

“Levantándose de allí, Jesús se fue a la región de Judea y al otro lado del Jordán; y se reunieron
de nuevo las multitudes junto a El, y una vez más, como acostumbraba, les enseñaba. Se
acercaron algunos Fariseos, y para poner a prueba a Jesús, Le preguntaban si era lícito a un
hombre divorciarse de su mujer. “¿Qué les mandó Moisés?” les dijo Jesús. Ellos respondieron:
“Moisés permitió al hombre escribir carta de divorcio y repudiarla.” Entonces Jesús les dijo: “Por
la dureza del corazón de ustedes, Moisés les escribió este mandamiento. Pero desde el principio
de la creación, Dios los hizo varón y hembra. Por esta razón el hombre dejara a su padre y a su
madre, y los dos serán una sola carne; así que ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo
que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.” Ya en casa, los discípulos le volvieron a preguntar
sobre esto. Y El les dijo: “Cualquiera que se divorcie de su mujer y se case con otra, comete
adulterio contra ella; y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.”
(Mrc.10:1-12, NBLH).

En primer lugar, este pasaje muestra que es Dios quien instituyó el matrimonio como algo
sagrado, luego Él es el único que puede establecer las condiciones. Esto no depende del hombre,
ni la mujer, ni de las leyes de un país. Sus principios y Su voluntad son inmutables y eternos. Y
podemos conocer ambos por Su palabra revelada en las Sagradas Escrituras (Jn.17:17,
Sal.119:160, 2 Ti.3:16). La voluntad de Dios es una unión indisoluble durante toda la vida del
matrimonio.

El matrimonio no es una sociedad entre dos partes, en la que cada una pone sus condiciones.
Esa idea absurda viene de una concepción de la sociedad meramente contractualista. El vínculo
matrimonial es indisoluble. Y Dios exige lealtad al pacto matrimonial, porque él aborrece el
divorcio (Mal. 2:14-16). De hecho, lo único que puede romper el vínculo matrimonial es la
muerte de uno de los cónyuges (1 Co. 7:39).

Aunque no es estrictamente el tema discutido (aunque sí es una extensión del mismo), el


recasamiento es otro signo de la degradación moral creciente de la sociedad. La Biblia enseña
claramente que si alguien se divorcia y se casa de nuevo, comete adulterio (Mrc. 10:11-12, Lc.
16:18, Rom. 7:3)8. El adulterio es el pecado de una persona casada que tiene relaciones sexuales
con otra persona que no es su cónyuge. Es decir que, de acuerdo con la enseñanza de Jesús,
cuando dos personas se divorcian, puede ser que a los ojos de los hombres se hayan separado,
pero no a los ojos de Dios; por lo que, si alguno se casa con otra persona, comete adulterio en
contra de su verdadero cónyuge (que sigue vivo).

Actuar: propuestas

Atacar el problema de raíz

Ante toda esta problemática social y familiar, surgen propuestas del autor para combatir esta
triste realidad. La primera propuesta es atacar el problema de raíz. ¿Pero cuál es el problema de
raíz? ¿Será la violencia? ¿O la infidelidad? ¿Acaso será la falta de dinero?

Aún si se atacaran esos problemas, considero que no se llegaría a la raíz del asunto. Sería como
cortarle ramas a un árbol maligno que luego volverán a crecer. Hay un problema de raíz que no
sólo aplica al divorcio sino a todos los problemas humanos, y ya lo mencioné con anterioridad:
el pecado. Así es, el pecado. El anticuado autor sigue creyendo que el pecado es la raíz de todos
los males. Y nótese que intencionalmente escribí “el pecado” y no “los pecados”. ¿Qué es el
pecado? Pues el pecado, al contrario de lo que muchos piensan –que es algo que el hombre
hace–, es en realidad lo que el hombre es. El pecado es la naturaleza humana. Del pecado se
derivan todas las acciones malvadas del hombre en contra de Dios y del prójimo. Y la buena
noticia es que Jesús vino al mundo precisamente para salvar a los pecadores, no simplemente
del infierno (el castigo por el pecado) como muchos creen, ¡sino de todos sus pecados9!

Ahora, ¿cómo atacar un problema así? La Biblia enseña que una persona debe “nacer de nuevo”,
de agua y de Espíritu, para entrar en el Reino de Dios (Jn. 3:5). Para esto primeramente Dios,

8
La ley de Moisés de hecho permitía el divorcio, pero no con la ligereza que se permite hoy en día. El
único permiso era cuando la mujer había pecado de fornicación y su marido la descubría (Dt.22:13-21).
Además, Jesús elevó ese estándar para prácticamente decir “ahora no existe divorcio, ni recasamiento”.
Para quien dude sobre a quién escuchar (si a Moisés o a Jesús), recomiendo leer el relato de la
transfiguración de Jesús (Mt.17:1-13).
9
“Pero mientras pensaba en esto, se le apareció en sueños un ángel del Señor, diciéndole: “José, hijo de
David, no temas recibir a María tu mujer, porque el Niño que se ha engendrado en ella es del Espíritu
Santo. Y dará a luz un Hijo, y Le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a Su pueblo de sus pecados.”
quien es juez justo y está airado contra el pecador todos los días (Sal.7:11), manda a todos los
hombres en todas partes, que se arrepientan de sus pecados y se vuelvan a Él, creyendo en
Jesucristo (Hch. 17:30-31). De hecho, eso fue lo primero que Jesús predicó cuando estaba aquí
en la tierra (Mt. 4:17). Arrepentirse (que viene del griego “metanoia” – que significa “cambiar
de actitud”, “cambiar de mente”) siempre ha sido y será el primer paso para acercarse a Dios,
para reconciliarse con Él (todos los hombres están naturalmente separados de Dios – Ro.3:23).
Todas las personas están llamadas a reconocer sus pecados, confesarlos y apartarse de ellos
(Pr.28:13). Por ejemplo, si alguien que antes lo ignoraba, descubre mediante la verdad que está
viviendo en adulterio (al estar recasado), debe arrepentirse, con todo lo que ello implica, y
empezar a poner su vida en orden. Si esa persona ha creído en Jesucristo, tomando el camino
de vida (Jn. 14:6), recibirá Su guía para hacerlo, además de Su ayuda para tomar las decisiones
radicales que sean necesarias (como perdonar en caso de que la causa de divorcio haya sido
infidelidad, o dejar su actual relación y reconciliarse con su verdadero cónyuge). Esto es el
verdadero arrepentimiento, y Dios amará a cualquiera que reverencialmente haga su voluntad
(Jn. 14:23). Pero los adúlteros no heredarán el Reino de Dios (1 Co. 6:9).

Atacar el problema de fondo

La segunda propuesta es atacar el problema de fondo del divorcio (el problema de raíz va más
allá de este problema social específico). Para entender el problema de fondo, sería útil preguntar
a algún matrimonio de décadas que nunca se divorció, cómo hizo para no hacerlo. ¿Cómo hizo
para no divorciarse a pesar de atravesar muchos problemas, como peleas, discusiones,
calamidades económicas, etc.? Pues seguramente responderá que el compromiso del
matrimonio es algo muy serio y divorciarse era algo impensable.

Quiero ir más allá de eso y volver a lo que recalco desde el inicio, que los principios bíblicos
deben guiar las normas de comportamiento. No sólo es el compromiso de un matrimonio, sino
el pacto delante de Dios, lo que sostendrá el mismo a pesar de muchas dificultades. Sólo
comprendiendo que el pacto matrimonial es “hasta que la muerte los separe” es que la pareja
verá seriamente su relación como algo indisoluble, que cuando se presentan problemas, sin
importar lo difíciles que sean, persistirán en el compromiso. Esto va muy de la mano con el amor,
pero hoy en día vivimos en una época de “vulgarización del amor”, donde el amor se entiende
más como algo que se siente a algo que se hace a pesar de las circunstancias. Hay que
desmitificar la facilidad del divorcio y se hace cada vez más pertinente trabajar en buenos
programas de prevención para parejas (Gallego, Marín, & Vásquez, 2012).
Por tanto, se hace supremamente urgente enseñar a las nuevas generaciones cómo prevenir la
ruptura matrimonial (Gallego, Marín, & Vásquez, 2012). Educar a las parejas sobre la concepción
bíblica del matrimonio, los principios para un matrimonio sólido, y consejería para los problemas
existentes, evitarán que las nuevas generaciones se vean afectadas por la crisis moral que
atraviesa la sociedad. De esta manera, previniendo el divorcio desde el inicio mediante la
enseñanza fiel a las Sagradas Escrituras, se evitaría el problema y además se ayudaría a formar
familias fuertes y estables, cimentadas sobre una base sólida. Para esto es necesario no enseñar
lisonjeramente, es decir, no enseñar lo que la gente quiere escuchar, sino hablar con valentía lo
que necesitan escuchar (lo que ya se ha presentado anteriormente).

Por último, como país, es necesario dejar de asumir el ejemplo de los países desarrollados como
imitable per se. Que se imite el desarrollo tecnológico puede ser deseable, pero no las
instituciones corrompidas que destruyen poco a poco a la familia. En una sociedad cada vez más
utilitarista, las relaciones se van cosificando y ya no se ve al matrimonio como algo sagrado, sino
como un contrato más.

Actuar: resultados esperados

Como resultados esperados, en cuanto a la primera propuesta, se espera que un


arrepentimiento genuino y la fe en Jesucristo provocados por la predicación de la verdad lleven
a las personas a replantear las nuevas concepciones del matrimonio y volver a los principios
bíblicos, lo cual siempre será bueno para la familia, y por lo tanto, para la sociedad. Esto
permitirá, junto con los programas de prevención, que familias sean restauradas de las heridas
y secuelas profundas del divorcio (ya mencionadas) y que los matrimonios con problemas eviten
el divorcio, al ni siquiera considerarlo como una posibilidad.

Conclusiones

Como conclusión, el divorcio y la separación conyugal son una realidad creciente, provocados
mayormente por una crisis moral que se cocina en el Primer Mundo. Como tal, se puede afirmar
luego de lo expuesto que es un problema social grave, pues amenaza con destruir a la familia,
núcleo de la sociedad. Las causas y síntomas son diversas, incluyendo la violencia, la falta de
intimidad, la infidelidad, etc. Las consecuencias del divorcio para la familia, especialmente para
los hijos, son muy dolorosas, desde lo psicológico hasta sus relaciones y la búsqueda de formar
un hogar en el futuro.
Es necesario cambiar la concepción “novedosa” que está abriéndose paso sobre el matrimonio
y regresar a los principios bíblicos, únicos rectores de las normar morales de la sociedad. La
enseñanza de la Biblia es clara en que Dios aborrece el divorcio y que lo único que puede disolver
el vínculo matrimonial a Sus ojos es la muerte de uno de los cónyuges.

El arrepentimiento genuino es la base para restaurar el propósito de Dios para la familia y para
el hombre en general. Programas de prevención para las parejas jóvenes son necesarios, además
de una educación bíblica sobre matrimonios saludables. Se espera que al enseñar a las personas
la verdad sobre el matrimonio, familias sean restauradas y divorcios sean evitados, con todo el
ahorro de dolor y sufrimiento que eso significa. Si las familias están saludables, la sociedad
puede vivir saludablemente. De la misma manera, no existe bien común si las familias no se
desarrollan en paz. La sociedad ecuatoriana necesita entender lo expuesto en estos párrafos y
dejar de copiar todo lo que viene del extranjero.

Referencias bibliográficas
Gallego, C., Marín, E., & Vásquez, E. (2012). Mejor son dos que uno: Guía y Manual de consejería
pastoral para el siglo XXI.

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