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UNIVERSIDAD LATINA DE MEXICO

9no Educativa

Paula Berenice Noriega Zavala

Sonata a Kreutzer

En esta brevísima novela, Lev Tolstói nos relata la historia de Pózdnyshev, un hombre
que se casa enamorado y dispuesto a llevar una vida de tranquila felicidad doméstica.
Pero las dulzuras de la luna de miel pronto dejan paso a la rudeza de la vida cotidiana,
cuando el amor se quita la máscara y queda la descarnada realidad. Cuando por último
entran en escena los celos, el final trágico se precipita: Pózdnyshev quitará la vida a su
mujer.

El protagonista es consciente de que lo que ha hecho está mal y la idea del cuerpo de
su esposa, inerte sólo por su causa, le llena de horror. No obstante, comprende que
sus actos han sido el fruto de una serie de hechos y convenciones de las que él no ha
tenido la energía suficiente para escapar.

La primera parte de la novela, en la que el protagonista se dedica a narrar sus


reflexiones acerca de lo que suponen las relaciones entre hombres y mujeres, es
magistral. Tolstói se sirve de un personaje que ha tocado fondo, un asesino, para poner
en su boca pensamientos que nadie más podría expresar sin causar escándalo y que
sin embargo, están llenos de razón.

Pózdnyshev no se engaña y considera que un único sentimiento preside las relaciones


entre hombres y mujeres: el deseo sexual. Un deseo primigenio, esencia misma del ser
humano, pero que éste ha tenido que disfrazar bajo la palabra ‘amor’, para no tener
que reconocer ante sí mismo que, al menos en ese aspecto, muy poco le diferencia del
resto de los animales.

Al hombre se le educa además desde su primera juventud para que satisfaga esa
pasión y se le enseña a mirar a la mujer como vehículo para la obtención de un placer
que, además, es saludable. El hombre no es capaz de contemplar a la mujer como una
compañera, mucho menos como a una igual: la mujer es simplemente un objeto de
placer. A algunas se las puede conseguir de una manera sencilla; para conseguir a
otras, y por un convencionalismo social, es necesario pasar por el trámite del
matrimonio.

La mujer, por su parte, debe convertirse en una simple mercadería y lograr convencer a
algún hombre de que pague el precio (el matrimonio) para poder disfrutar con ella de
los placeres sensuales; además de abrirle a ella a su vez la puerta a esos placeres que
de otra manera le están vedados. Pózdnyshev, de regreso del infierno tras matar a su
esposa, se rebela contra una sociedad que bendice unas relaciones desiguales.

El hombre humilla a la mujer cada vez que la contempla como un objeto destinado sólo
a su placer. E inevitablemente, la contempla así siempre, porque eso le dictan sus
instintos y eso aplaude la sociedad. El hombre precisa satisfacer su sensualidad
siempre, y eso le lleva a ser el único animal que no respeta los periodos de gestación o
lactancia de su compañera: no aprecia el milagroso esfuerzo de dar vida a un nuevo
ser, sino que sigue buscándola para su solaz. Siendo esto así, jamás podrá darse una
relación de igualdad entre hombres y mujeres.

La segunda parte de la novela, en la que el protagonista abandona las reflexiones


generales sobre las relaciones entre hombres y mujeres, para centrarse en los detalles
de su infeliz vida matrimonial, donde los momentos de deseo acabaron por no poder
encubrir el odio que se había ido desarrollando entre los cónyuges, es menos
interesante. A pesar del final dramático, de la tensión creciente que conduce a él, tiene
menos capacidad de apelar al lector.

Una reflexión apunta, no obstante, entre el relato de los acontecimientos. Y es que la


esposa de Pózdnyshev, hermosa, liberada por los médicos del peligro de la
maternidad, vuelve a ser un bocado apetecible, no sólo para su esposo. La idea de que
pueda gozar de placeres sensuales con otro, liberada del temor de engendrar un hijo
fuera del matrimonio, enerva a un marido que, por una vez, teme a una mujer dueña de
su sexualidad.

En resumen, una obra que invita a reflexionar sobre el papel de la sexualidad en las
relaciones entre hombres y mujeres, enseñándonos que, en algunos sentidos, poco
han cambiado a pesar del paso del tiempo.

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