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Capítulo 2

La Psicología: Objeto de estudio y Problemática Contemporánea

2.4 LA MULTIPLICIDAD DE ESCUELAS EN PSICOLOGÍA. LA UNIDAD COMO


ILUSIÓN Y LAS CONTRADICCIONES COMO EFECTOS

Mariana Arcanio, Ariel Aybar y Carla Falavigna

1. ¿Qué es “eso” llamado Psicología?


En realidad, comenzar este escrito con una pregunta acerca de qué es la Psicología
implica poner al lector ante una trampa: la de la imposibilidad de responder desde una
posición única; ya que no se trata de un campo homogéneo desde el cual pueda
efectuarse una definición acerca de “la” Psicología sino, más bien, de un ámbito de
producciones que se encuentran en constante pugna y que se sostiene a partir de
supuestos epistemológicos, metodológicos y filosóficos disímiles.
Son la “pluralidad de objetos, conceptos, teorizaciones y métodos” (Annoni, 1993) los que
plantean la imposibilidad de definir en términos unívocos qué es la Psicología o cuál es su
objeto de estudio. En este sentido, el objeto se define en su dispersión y se hace
ineludible pensar a la Psicología no en términos de una unidad ilusoria, sino desde la
multiplicidad de discursos que la atraviesan y construyen históricamente. En la misma
línea, Ageno (1992) plantea: “La historia de la Psicología muestra que distintos discursos
(…) han ido constituyendo un complejo entretejido discursivo que pone de manifiesto un
objeto que no está definidamente acotado (…) [la Psicología] formación discontinua
discursiva con un objeto en permanente cambio o transformación, pero también en
permanente construcción”.
Se han utilizado hasta aquí palabras que remiten a lo múltiple, lo indefinido, lo disperso o
lo fragmentado en relación con el campo de la Psicología. Es preciso destacar ahora que
hablar de “las psicologías” para caracterizar la inexistencia de una unidad, ha sido y es
valorado desde distintos posicionamientos. Se encuentran aquéllos para los cuales éste
es un factor de inconsistencia y de ausencia de rigurosidad que debe ser superada para
alcanzar el estatuto de “Ciencia”. Pero también se encuentran otros, desde un
posicionamiento opuesto, que sostienen que es justamente su carácter de
inconmensurabilidad1 y no univocidad lo que la define en sí misma y que esto no debe ni

1
Hace años que los filósofos de la ciencia se ocupan de reflexionar sobre las incompatibilidades entre los
distintos paradigmas científicos. Thomas S. Kuhn, con la publicación de Las estructuras de las revoluciones
científicas en 1962, echa luz a este conflicto con su «teoría de la inconmensurabilidad de los paradigmas». La
inconmensurabilidad e incompatibilidad de dos teorías es la diferencia de significado entre los términos
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puede ser superado. Por lo tanto, es justamente la imposibilidad de acuerdos e


integraciones ingenuas entre los diferentes discursos lo que caracteriza a las ciencias
sociales.
Podemos situar estos posicionamientos en torno a la definición efectuada por Kuhn de las
ciencias sociales como pre-paradigmaticas y la discusión introducida por Follari al
redefinirlas como a-paradigmáticas.

1. Discusiones en torno a la noción de paradigma en las ciencias sociales


La noción de paradigma2 de Kuhn nos remite a las condiciones histórico-sociales que
hacen que las ciencias funcionen de determinada manera. En este sentido, Kuhn analiza
cómo se forman los científicos a partir de la utilización de manuales en los que se
compilan categorías, leyes y enunciados ordenados, dados por válidos y aceptados por
una comunidad científica que los torna indiscutibles. Cuando se produce su formación, lo
que hace el científico es aceptar lo que la misma ciencia ha construido, aprender los
dogmas3 científicamente comprobados y resolver problemas sin cuestionar los
fundamentos que sostienen lo ya aceptado.
Las características principales de la ciencia para Kuhn, son las que prevalecen en el
momento denominado ciencia normal4 , en el que no se cuestionan ni se ponen a prueba
los fundamentos aceptados que la sostienen, sino que se utilizan o se aplican de manera
acrítica. El científico de la ciencia normal, entonces, no pone nunca en cuestión el
paradigma en el cual está inserto y en el cual trabaja.

utilizados por dos comunidades científicas distintas. La diferencia de los significados de los conceptos entre
teorías disímiles es radical. No existe ningún lenguaje en común.
2
“En su posdata de 1969 a La estructura de las revoluciones científicas, Kuhn buscó precisar el significado de
la categoría paradigma, asumiendo que se trataba de una expresión que había sido usada por él con –
cuanto menos- dos acepciones diferentes: por una parte como acuerdo de la comunidad científica; por la
otra, como cúmulo de supuestos, metodologías, elecciones temáticas, procedimientos de evaluación, etc.;
es decir, como el contenido de aquellos acuerdos.
Refiriéndose al segundo de estos dos significados del término, el autor reconocía que había sido criticado
por encontrarse 22 modulaciones diferentes de la palabra ‘paradigma’ en su libro. En el esfuerzo por acotar
el significado de tal categoría, plantea que se debe entender como una ‘matriz disciplinaria’ […] que ‘refiere
a la posesión común de quienes practican una disciplina particular’” (Follari, 2000).
3
Dogma: del latín dogma. Proposición que se asienta por firme y cierta, y como principio innegable de una
ciencia.
Definiciones extraídas del diccionario de la Real Academia Española. 2006.
4
La ciencia normal es una de las etapas del desarrollo científico que caracteriza a la ciencia propiamente
dicha. En esta etapa los científicos no se cuestionan ni ponen a prueba los fundamentos aceptados, tampoco
buscan la creación de nuevas teorías, sino que se dedican a utilizar o aplicar estos fundamentos.
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Para comprender la noción de paradigma, como matriz disciplinar de lo científico, se


pueden tomar varios elementos o componentes que lo constituyen, tales como: las leyes y
los supuestos teóricos, las formas de aplicar las leyes teóricas fundamentales a los
diversos tipos de situaciones, las técnicas instrumentales y las prescripciones
metodológicas.
Tal como plantea Chalmers (1987), Kuhn sostiene que “Lo que distingue a la ciencia
normal, madura, de la actividad relativamente desorganizada de la pre-ciencia inmadura
es la falta de desacuerdo en lo fundamental. Según Kuhn, la pre-ciencia se caracteriza
por el total desacuerdo y el constante debate de lo fundamental”. En este sentido, Kuhn
sostiene que las ciencias sociales serían pre-paradigmáticas por el hecho de no estar
caracterizadas por acuerdos o consensos, es decir que: “aún no están maduras, y que
cuando arriben a los acuerdos propios de las disciplinas más avanzadas, se configurarán
plenamente como ciencias” (Follari, 2000).
Resulta interesante introducir la discusión en torno a la existencia de paradigmas en las
ciencias sociales; no para definir a las mismas como pre-paradigmáticas sino como
aparadigmáticas.
Con esta distinción se subraya que las ciencias sociales no estarían preparándose
para una madurez futura sino que nunca habrá acuerdo entre las distintas teorías,
simplemente, porque no puede haberlo (Follari, 2000). Así, las ciencias sociales de
ningún modo podrán convertirse en paradigmáticas, ya que el desacuerdo en ellas es
inevitable, “depende de la condición misma del conocimiento social”; es decir que, cuando
miramos el mundo social, lo hacemos desde nuestra “lente”, construida a partir del
posicionamiento político-ideológico que como sujetos sostenemos. En este sentido, el
conocimiento puede ser pensado como producto de un proceso históricamente
construido.
En los períodos de ciencia normal “parece como si la realidad hablara directamente en
términos del actual paradigma, y por tanto éste no se hace asequible a quienes están ‘ya’
dentro de él. El paradigma es el lente con el cual se mira, no forma parte del objeto
observado, y por ello para nada es percibido por sus actores” (Follari, 2000). Por esto,
afirmar la inexistencia de paradigmas en ciencias sociales es el punto más ventajoso que
puede tomarse de la obra de Kuhn para las mismas. Si en éstas no existe un
conocimiento aceptado en común, característico de los períodos de ciencia normal en los

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cuales no se discuten los supuestos, tampoco existirían presupuestos naturalizados5,


cristalizados e indiscutibles de toda una comunidad científica.
Afirmar la inexistencia de paradigmas en ciencias sociales no quiere decir que no existan
“comunidades científicas” dentro de la Psicología ni que dentro de éstas no existan los
“científicos de la ciencia normal” a los que hace referencia Kuhn. Lo que se plantea es
que no habría una gran comunidad científica regida por un solo paradigma, sino que hay
acuerdos “en la comunidad científica (los de quienes pertenecen a una misma teoría o –si
se quiere- tradición teórica), pero no de la comunidad científica, dado que no existe de
ninguna manera un consenso global” (Follari, 2000).

2. La Psicología como campo de saberes no unificados/unificables.


La Psicología se constituye, entonces, como un campo de saberes no unificado. La
multiplicidad de áreas de intervención e investigación, como así también de escuelas,
dentro de este campo remiten a distintas condiciones (epistemológicas, filosóficas,
sociales y metodológicas) de producción.
En este sentido, la Psicología puede ser caracterizada como un campo de conflictos y
desacuerdos o, como dice Ana Fernández, como un “campo de problemáticas”
atravesado por diversas inscripciones históricas, institucionales, económicas y políticas
que lo construyen, y desde el cual se propone “discutir” aquellas visiones de objeto
discreto o unívoco.
Al comienzo de este escrito, comenzamos planteándonos una pregunta acerca de qué
decimos cuando decimos Psicología. Planteamos, entonces, que dicha pregunta
implicaba una trampa que requería acercarse a una multiplicidad de intentos de respuesta
que se han ido construyendo no sólo en diferentes épocas y contextos, sino también en la
actualidad.
Se planteó además que esa multiplicidad de respuestas a la pregunta acerca de qué es la
Psicología remite a supuestos epistemológicos, metodológicos y filosóficos disímiles.
Conjuntamente con Maritza Montero, podemos agregar a estos supuestos los éticos y los
políticos6, ya que éstos están involucrados en la producción de conocimientos del campo
de la Psicología.

5
Supuestos que permanecen como obvios, como dados, como naturales; sin posibilidad de cuestionarlos,
por aparecer como verdades absolutas e indiscutibles, y por ende inmodificables.
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La Psicología no puede ser considerada, entonces, como un dominio dado, separado de


algo llamado “sociedad”: los procesos por los cuales se producen sus verdades son
constitutivamente “sociales”. Es más, el objeto de la Psicología no puede ser
considerado como algo dado, independiente, que preexiste al conocimiento y que es
meramente “descubierto”. La Psicología constituye su objeto en el proceso de conocerlo
(Rose, 1996).
Podemos concluir, entonces, que pensar las construcciones de los objetos en las
escuelas de la Psicología implica preguntarse no sólo acerca de aquello que lo define,
sino también sobre aquellos aspectos sociales, políticos, económicos que fueron las
condiciones de posibilidad de esas construcciones teóricas.

Aproximaciones a las construcciones de “los objetos” en las escuelas de la


Psicología.
La construcción de “los” objetos en Psicología también requiere ser analizada como el
producto de la coexistencia de muchos discursos que se encuentran actualmente en
debate y sostienen, cada uno, los supuestos de las escuelas en Psicología. En este
sentido, al realizar un recorrido por la historia de la Psicología o por los “autores” de otras
épocas, es importante que ésta pueda ser pensada no como “enunciados” del pasado (ya
abandonados), sino como presupuestos que sostienen las distintas formas de definir qué
es la Psicología7.
Lo anterior implica evitar pensar que el saber en Psicología está dado de manera lineal y
que la producción de los desarrollos teóricos de cada una de las escuelas se presenta de
manera evolutiva como si lo nuevo fuese superador de lo viejo8. En contraposición, se

6
Acerca de las dimensiones Ética y Política, las cuales atraviesan toda producción de conocimiento, Montero
las define de la siguiente manera: Ética “remite a la definición del otro y a su inclusión en la relación de
producción de conocimiento, al respeto a ese otro y a su participación en la autoría y la propiedad del
conocimiento producido”, en tanto que la dimensión Política “se refiere al carácter y la finalidad del
conocimiento producido, así como a su ámbito de aplicación y a sus efectos sociales”.
7
Se aclara que no queremos decir con esto que ciertos postulados y supuestos no hayan ido cambiado a lo
largo de la historia; ni que aún se sostengan todas las teorías tal como se las definió en sus orígenes. Más
bien queremos dar cuenta de que los supuestos con los que la Psicología fue construida han señalado líneas
de indagación que marcan debates actuales.
8
En ese sentido, muchas veces se presenta la “historia” de la Psicología como una sumatoria de datos y
hechos a partir de los cuales se fueron constituyendo escuelas que luego se han abandonado radicalmente.
Esta forma de hacer historia, tal como plantea Rose (1996), se logra llevando a cabo una división entre
textos y autores sancionados y caducados, entre teorías y argumentos que coinciden con la imagen actual
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podría priorizar lo que Rose (1996) define como una historia del presente, que analice la
imagen actual de la disciplina no como mito ni reflejo del pasado, sino a partir de cómo el
pasado opera en el presente y cuáles son las funciones que actualmente tiene.
Más que dejar de lado los textos del pasado desde el punto de vista del presente, sería
mucho mejor utilizarlos para cuestionar las certezas del presente (Rose, 1996).
Sin intentar agotar la problemática, podemos plantear un ejemplo de estos debates que,
aunque han sido reformulados, han marcado la construcción de la Psicología como un
campo en el que el desacuerdo es constitutivo. Podríamos analizar la concepción de
sujeto como uno de los supuestos que constituyen la imposibilidad de acuerdo entre las
distintas escuelas de la Psicología.
Rossi (2000) plantea tres grandes construcciones en torno al sujeto en la constitución del
discurso de lo psicológico: la conciencia9 (construcción cartesiana, siglo XVII), la
conducta10 (construcción de Watson, conductismo), y el inconsciente11 (construcción de
Freud, psicoanálisis).
Lo que evidentemente se advierte es que estas tres construcciones son contradictorias: la
conciencia es la construcción principal, y luego tenemos dos reacciones a ella que se
formulan a fines del siglo XIX y principios del XX, conducta e inconsciente. Estas dos
reacciones a la conciencia están diciendo que el sujeto no se agota en lo que sabe, en lo
que puede inteligir. En la construcción conciencia, hay dimensiones que quedan fuera y

que a la disciplina le interesa mostrar. El pasado “legítimo” se ordena en una secuencia más o menos
continua que llevó al presente.
9
Descartes va a fundar la inteligencia, el cogito, la conciencia construyéndola como autónoma, como parte
fundamental y definitoria del sujeto. La conciencia, entonces, se identificará con el yo; con la realidad
sustancial del individuo
10
Watson cuestiona todos los conceptos como "alma", "espíritu”, "mente", "conciencia", considerando que
nadie puede ver los pensamientos y sentimientos de otra persona, y que es imposible fundamentar ningún
conocimiento objetivo con lo que sólo es accesible a una observación individual. Para Watson el objeto de la
Psicología es la conducta, entendiéndola como la actividad del organismo en su conjunto; tanto las
funciones fisiológicas como el comportamiento son actividades de estructuras físicas que, como tales, son
susceptibles de ser analizados por los métodos objetivos y rigurosos de las ciencias naturales.
11
El inconsciente, como concepto teórico, no puede ser cerrado en una definición, como si se tratara de un
asunto
acabado, sino que viene articulado de manera compleja con otros conceptos, como por ejemplo: lenguaje,
pulsión y deseo. Esto quiere decir que tratar de exponer en un espacio preciso, y de una vez, el
funcionamiento del inconsciente no sólo sería inútil, sino equívoco desde el punto de vista teórico. A modo
de aproximación, podemos pensar que el inconsciente para Freud captura una dimensión distinta, de la cual
la conciencia y la conducta no pueden dar cuenta. Hay una dimensión del sujeto que tiene que ver con el
deseo y la palabra que no llega a ser explicada por la conciencia.
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que son retomadas por las otras dos construcciones. ¿Qué dimensión queda afuera
según el conductismo? El hacer. ¿Qué dimensión queda afuera según Freud? El
inconsciente, la palabra y el deseo (Rossi, 2000).
Tomando a la conciencia como una construcción a partir de la cual se fueron
estructurando distintas posiciones con respecto a la Psicología, resulta fundamental
mencionar a Wundt (estructuralismo) como un autor que toma la conciencia como su
objeto de estudio. Estudiar la conciencia implicaba, para este autor, investigar ciertos
fenómenos elementales o procesos psicológicos básicos, entre los cuales se
encontraban: las sensaciones, las imágenes, los pensamientos y los sentimientos.
Wundt pretendía constituir a la Psicología en una ciencia y, para ello, construye un
método que la articulaba con las ciencias físico-naturales. En este sentido, Wundt utiliza la
medición y la experimentación dentro del método que él define como fundamental de la
Psicología.
Watson discutirá este objeto de estudio, aunque no el imperativo de construcción de una
psicología científica. Tan tajante es el corte de Watson que va a llamar a lo suyo
“Manifiesto Conductista”. Él dice que no hay que hablar más de conciencia porque es un
concepto filosófico y hasta religioso. Prohíbe hablar de la conciencia como científica,
negándola. Por lo tanto, en esta negación se está dibujando reactivamente su posición: la
conducta es todo lo que no es conciencia (Rossi, 2000). La conducta será reducida a lo
observable y objetivamente comprobable, y se definirá como respuestas o reacciones
(medibles, cuantificables, verificables y observables) del “organismo” a estímulos.
Watson plantea que la conducta empieza con el estímulo y termina con la respuesta; la
define como el dispositivo por el cual el estímulo desencadena la respuesta. Esto señala a
un sujeto o a un organismo constituido en el desempeño y en el resultado. Desde esta
postura, para entender lo que sucede no importa lo que el sujeto sintió, experienció ni
pensó, sino lo que dejó hecho concretamente. Lo observable es lo realizado
concretamente, y es esta instancia la que representa al sujeto (Rossi, 2000).
¿Qué dice de la conciencia Freud? Si analizamos la palabra inconsciente encontramos
que contiene en sí misma a la palabra conciencia12. Podemos imaginar que le está
hablando a la conciencia cartesiana de nuevo, pero para descentrarla. ¿Qué quiere decir

12
Aclaramos que con esto no queremos definir al inconsciente como negación de la conciencia. La definición
de inconsciente y los conceptos fundamentales a él articulados serán trabajados dentro de los contenidos de
la materia Psicoanálisis.
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esto? Que le está estableciendo límites: la conciencia se empieza a mostrar cómo no


pudiendo dar cuenta de todas las cuestiones del sujeto; se muestra fragmentaria e
insuficiente. La conciencia como ese gran concepto que aparece en el siglo XVII,
pretendiendo representar la totalidad del sujeto, quedará descubierta así en sus falencias
e insuficiencias (Rossi, 2000).
Decíamos que, en el siglo XVII, Descartes define al sujeto como el dueño de sus saberes,
autónomo y autosuficiente; planteando un sujeto que conoce el mundo a partir de la
razón. Freud, al contrario, postula un sujeto “ciego” para conocerse a sí mismo. Un sueño,
un lapsus, una equivocación, un acto fallido o un error son formaciones del inconsciente
mediante las cuales se puede inferir la no autonomía de la conciencia. Estas
producciones (chistes, lapsus, sueños, actos fallidos) son para la psicología de la
conciencia y de la conducta sinónimas de error; son insignificantes para la ciencia. Pero
todo lo que las “ciencias” van descartando por considerarlas sin sentido, no objetivas ni
científicas, será de algún modo retomado por Freud.
Lo que el psicoanálisis plantea es que “no somos los amos de nuestra propia casa”, que
aquello que considerábamos como el centro de nuestro ser (la conciencia) no es más que
un órgano de percepción, tan sensible y equívoco como cualquier otro. Esto se relaciona
con lo que se denomina la subversión del sujeto cartesiano, que lleva a cabo el
psicoanálisis. Allí donde la razón tropieza, donde el sujeto cartesiano muestra sus fisuras,
en aquellos lugares en los que la fluidez del discurso consciente se ve interrumpida, es
donde el inconsciente, por así decir, se “expresa” (Rossi, 2000).
Este recorrido intenta dar cuenta de la existencia de discusiones epistemológicas que
definen al sujeto de manera diferente y contrapuesta en sus nociones básicas. Siguiendo
lo anterior, la concepción de sujeto se relaciona con la definición de Psicología que se
sostiene. En este sentido, no es lo mismo pensar a la Psicología como una ciencia
natural, como una ciencia de la conducta, o como una ciencia social y de la subjetividad; y
estas definiciones son indisociables de la concepción de sujeto.
En un principio, comenzamos este escrito preguntándonos acerca de qué es la
Psicología, planteamos también la imposibilidad de responder desde una posición única;
lo cual nos permitió pensar en la construcción de las escuelas, corrientes y sistemas como
un campo heterogéneo de producciones que se encuentran en constante pugna y que se

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sostiene a partir de supuestos epistemológicos, metodológicos, filosóficos, políticos y


éticos disímiles.
Pretendimos dejar planteado un modo de abordaje que permita acercarse a la historia de
la Psicología y de las escuelas, sistemas y corrientes de una forma no lineal ni de
acumulación de datos o hechos históricos, sino desde el lugar del trabajo. Trabajo en el
sentido de poner a trabajar, de ocuparse y producir; lo que implica tensionar, confrontar,
problematizar, discutir y repensar los fundamentos que sostienen a cada una de las
escuelas que se conocerán en el transcurso del primer año de la carrera, y que
constituyen “eso” llamado “Psicología”13.

Bibliografía
Ageno, R. (1992). “La enseñanza de la Psicología”, en Cuadernos de Psicología y
Psicoanálisis, U.N.R.
Bourdieu, P. et al. (1975). El oficio del sociólogo, Buenos Aires: Siglo XXI.
Chalmers, A. (1987). ¿Qué es esa cosa llamada ciencia?, Madrid: Siglo XXI.
Fernandez, A. M. (1989). “Introducción” y “Cap. II: Lo Singular y lo colectivo”, en El
Campo Grupal. Notas para una Genealogía, Buenos Aires: Ed. Nueva Visión.
Follari, R. (2000). Epistemología y sociedad, Rosario: Homo Sapiens.
Khum, T. (1996). La tensión esencial. México: F.C.E.
Khum, T. (1980). La estructura de las revoluciones científicas. México: F.C.E.
Khum, T. (1989). ¿Qué son las revoluciones científicas? Y otros ensayos. Barcelona:
Paidós.
Montero, M. (2004). El paradigma de la Psicología Comunitaria y su fundamentación ética
y relacional. En Introducción a la Psicología Comunitaria. Desarrollos, conceptos y
procesos. Buenos Aires: Paidós.
Rose, N. (1996). Una historia crítica de la Psicología. En Rose, N. Inventing our Selves.
Londres: Cambridge University Press.

13
No es el objetivo de este artículo avanzar sobre los contenidos que se desarrollarán en el primer año del
ciclo lectivoˇ, por ello no nos hemos detenidos en un análisis de los conceptos, objetos y métodos de las
escuelas.
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Rossi, L. (2000). “La construcción del discurso psicológico. Distintos modos de


representar e interpretar en Psicología. El sujeto y lo real”, en Material de cátedra de
la materia Historia de la Psicología. Cátedra II, Facultad de Psicología, Universidad
Nacional de Buenos Aires.
Venzzetti, H. (2001). “Michel Foucault: apuntes para una arqueología de la Psicología”, en
conferencia en el XXVIII Congreso Interamericano de Psicología, Santiago de Chile,
29 de julio al 3 de agosto 2001

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