Anda di halaman 1dari 3

Ara Koo 24/03/18

El arrepentimiento según la ley de Dios

Toda esta semana se vino proclamando la palabra del arrepentimiento del pecado de Juan 16.9, y cómo
todos al escuchar el testimonio de quién es Jesús se arrepintieron como en el libro de los Hechos 2. Pero yo no
entendía cuál era el pecado de la cual Dios quería que me arrepintiera.

Esta semana al escuchar estas poderosas palabras me hicieron meditar y clamar aún más por la guía del
Espíritu Santo para que me indicara cuál era el pecado por la cual tenía que arrepentirme. Como se dijo, nuestro
Dios y Señor no estaba buscando el arrepentimiento de pecado de salvación, éste se hizo una vez por todas, sino lo
que el Señor estaba pidiendo era si nosotros realmente habíamos encomendado toda nuestra vida hacia él o no.

La palabra de la madrugada del viernes, me paralizó. Mientras el profe Hanu compartía en un momento mi
corazón y mente se paralizaron, dejaron de procesar todo y sólo me quedé con una cosa: “¿Realmente
encomendaste toda tu vida hacia mí?. Si tocara lo más preciado de tu vida, ¿creerías en mí?” Esto hizo que mi
corazón se derrumbara por completo porque fue en esos momentos que el Espíritu Santo me mostró que yo no
estaba viviendo según las leyes de mi Dios. Me hizo ver que por dos años estuve entregada completamente a algo
que no era el Señor Jesús.

Esta semana al estar clamando por el arrepentimiento, el Espíritu Santo me estuvo mostrando cosas que
quedaban clavadas en mi corazón, pero aun así no podía arrepentirme según la ley de Dios. Pero hoy con la
palabra del co-pastor de la Iglesia Han Maum, el Señor me mostró claramente el pecado por la cual quiere que me
arrepienta. Hace dos años cuando me puse a trabajar lo hice por la necesidad que tenían mis papás, de cómo iban
a vivir, cómo se iban a mantener. En esos momentos clamé al Señor para que me guiase en esos tiempos y me
diese una solución, pero mi centralidad fue la necesidad de mis padres. Es por eso que desesperadamente
encontré trabajo y lo entregué al Señor como pude. A partir de ese entonces entregué todo lo que yo consideraba
entregar al Señor mi vida, lo hice. Pero hoy puedo ver que muchas cosas de las que me pasaban eran obstáculos
porque todavía había un tesoro que no lo podía entregar. Exteriormente me arrepentía, clamaba al Señor y me
sostenía de Él en todo momento que pudiese. Pero, cuando algo les sucedía a mis papás, o preocupaciones que
ellos tenían, eso me hacía tambalear frente al Señor Jesús resucitado. Clamaba, y me sostenía en oración pero mi
centralidad no era mi Señor, ni mi Dios.

Fueron dos años que viví de esta manera, no pude terminar la carrera porque en mi corazón tenía la
necesidad de que ellos pudiesen vivir una vida un poco mejor, con el costo de pisoteando a Jesús en todo
momento. Hubieron veces que por arrepentimiento dejaba este corazón y volvía al Señor, pero fue este pecado
recurrente que me llevó dos años darme cuenta de que mi centralidad eran la necesidad de mis padres. Pero en la
madrugada el Espíritu Santo me mostró cuan abominable es el pecado, cómo esta centralidad de mi corazón hizo
que no hubiese lugar para mi dueño. Este pecado es como un virus que una vez que entra toma control como si
todas las cosas fuesen suyas. Fue como ver una película en retroceso, ver cómo yo clamaba al Señor para que él
fuese mi dueño, y tomara su lugar, que le encomendaba mi vida, pero tenía esta centralidad que no podía soltar.
También lo que vi fue que no había lugar en mi corazón cuando decía que encomendaba mi vida hacia el Señor. El

31
Ara Koo 24/03/18

corazón no puede tener dos señores, entonces cuando clamaba al Señor a que tomase su lugar, no tenía para
entregarle. Eso realmente me partió el corazón. Además de pisotear a Jesús, ignorando quién es, no pude entregar
lo único que me pedía, lo que realmente le pertenecía.

Pero hoy por medio de su resurrección de Jesús vivo hoy, sólo puedo agradecer al Señor porque murió por
mí en esa cruz, murió por las necesidades de mi papá, y él vino a ser dueño de lo que ya le pertenecía. No puedo
entender esa gracia inmensa que no merezco porque fui realmente la más hipócrita de todas, la más mentirosa
delante del Señor, y la más pecadora. Sé que no soy merecedora de esa gracia, pero tampoco puedo negarla porque
es Dios quien resucitó y es él quien vive ahora en mí, y realmente mi gran anhelo es que él sea quien viva en mí.
Ahora lo único que deseo es encomendar mi vida completamente hacia él, y realmente vivir sólo por y para él.

Sin embargo, en todo este tiempo que venía viviendo así el Señor nunca dejó de ser fiel a los infieles como
yo. Por el poder del Espíritu Santo me hizo encomendar de a poquito una cosa por vez para que cuando llegué la
gran obra del arrepentimiento en la comunidad de Argentina podamos todos juntos ver la verdadera centralidad
de nuestro corazón. Me hizo dejar los estudios en manos del Señor, mi relación con Jae Hyong oppa, y hasta las
necesidades de mis papas en sus manos. Pero lo que desencadenó este arrepentimiento fue la palabra de la
madrugada que se vino compartiendo que quedaban grabadas en mi corazón, y un comentario muy simple de mi
mamá. Me dijo: “Sólo queda un año para que nos dejes de ayudar…” Al escuchar esto yo estaba re feliz, pero al día
siguiente escuchando al Espíritu Santo por medio del profe Hanu me demostró claramente el pecado por la cual
tenía que arrepentirme. En el mundo que yo este cuidando de las necesidades de mis padres es algo bueno, pero
desde la perspectiva de Dios es abominable que un simple pensamiento ocupe el corazón de nuestro dueño. Creo
que por fin entiendo lo asqueroso, terrible y detestable que es el pecado.

El pecado de Juan 16.9, el arrepentimiento de la salvación es algo que todos entendemos tanto por la
cabeza, como de corazón. El Espíritu Santo por medio de la Resurrección muestra a Jesús vivo, nos hace ver cuál
fue el pecado por la cual tuvo que morir Jesús. Pero el pecado que el Señor quiere en nuestro momento a
momento no es ese pecado inicial, sino uno mucho más profundo porque aquel que conoció al Señor no puede
volver a pecar. Es el pecado de la compañía, de la unión eterna, de habiendo vivido junto al Todopoderoso lo dejó
como mujer infiel en busca de los tesoros terrenales. Este pecado es más repugnante y atroz que el pecado de no
creer en Jesús. Aquel que sabiendo su dueño es Jesucristo resucitado quien vivo está y vive en él y peca es el peor
pecador. Y esa fui yo.

Señor, si no hubiese sido tu Resurrección sin la guía del Espíritu Santo no hubiese jamás podido
arrepentirme de este pecado que denigraba quién sos vos. Señor, clamo en arrepentimiento para que este pecado
no habite más en tu lugar, y realmente seas tú mi Señor y mi Dios quien viva. No me enfoco en mi pecado
detestable, sino en la Resurrección de Jesucristo que me hace doblar las rodillas y arrepentirme de corazón por
haberte deshonrado, despreciado y matado nuevamente en la cruz. Eres tú Señor Jesús quien vivo esta hoy, el
pecado muerto en la cruz ya no vive. Señor clamamos para que en la comunidad de Argentina se produzca la gran
obra de arrepentimiento como en Hechos 2. Anhelamos ser la comunidad de la Iglesia primitiva, y por eso te
entregamos lo único que nos diste en esta tierra que era desde el principio tuyo. Te encomendamos nuestras vidas,

32
Ara Koo 24/03/18

todos nuestros pensamientos, nuestras familias para que vos seas el dueño y nosotros tus siervos por amor a ti.
Señor transforma nuestro corazón momento a momento, segundo a segundo para que lo único que nos esté
guiando sea el Espíritu Santo por medio de la oración y la palabra. Señor gracias a la comunidad porque por
medio de ellas, tú obras y es la que lleva a otras almas a que puedan conocer quién sos vos, y cuál es tu corazón.
Gracias Señor por tu Resurrección, gracias por el amor que derramaste en la cruz, gracias al Espíritu Santo, y
gracias a la comunidad. ¡Gracias Señor porque hoy vivís vos!

33

Anda mungkin juga menyukai