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Me tiraste un limón y tan amargo

Este soneto se escribió para El Silbo vulnerado. Apenas tiene variaciones,


posiblemente estén dedicados a Josefina. En este soneto, parece ser, que
relata un hecho real, de un día que Josefina le tiró un limón a Miguel en la
cabeza porque él, estando en el huerto, le robó un beso al descuido y ella,
ofendida, le tiró un limón y le produjo una herida sangrante, y además, a
ella, parece ser que le hizo gracia el limonado hecho y encima se ríe. Este
despecho o desprecio fue causa de un deseo frustrado que llevó al poeta en
otros sonetos a recordar sus «delincuentes» besos, el deseo de ser besado
por la amada, que tenía una «mentalidad pueblerina». La palabra beso se
repite 9 veces, para él son «sustanciales besos». También en el soneto 11,
v. 3 escribe raptor intrépido de un beso. Miguel se convierte en un
empedernido busca besos, para ser querido y aceptado por la amada como
demostraciones de amor sincero.

Miguel deja inconclusa la anécdota poética, sin moraleja, posiblemente


desea volver a retomar el tema del beso robado, lo cual supone un
procedimiento de gran atractivo que evidencian los recursos estéticos del
poeta en el sentido de dejar en el lector un testigo o cláusula que le servirá
para repetir la anécdota desde otro punto de vista.

Tu corazón, una naranja helada

El amado reprocha a la amada la frigidez que demuestra hacia él. En


cambio, él es «cálido febril granada / de agrupado rubor». Vemos una
antítesis entre el corazón helado de la amada y la febril granada que es el
amado. La granada pertenece a la cosmovisión poética de Miguel, la
encontramos en la octava real XXIII de Perito en lunas: «alcancía de
collares» (verso 2), es también en este soneto «que sus tiernos collares le
ofreciera» (verso 7). El fruto de la granada es para él un collar rojo o de
agrupado rubor.

Esta actitud de frialdad es un quebranto para el poeta, por ello, le


reprocha que cada vez que se acerca hacia ella encuentra hielo «ir a tu
corazón y hallar hielo». Esta actitud provoca en el poeta un llanto y saca un
«pañuelo sedientota de vuelo» (v. 13). Con el pañuelo hace un vuelo de
paloma en el aire antes de llevárselo a los ojos, donde en el pañuelo
abreviará su pena, es decir, en el pañuelo ahogará el llanto de su dolor por
lo continuos rechazos.

Para la ilustración de este soneto la mujer está de espaldas al hombre


porque ella es la naranja helada, el hombre representa a la granada cálida.
Las cabezas de ambos amantes se han transformado en sentimientos
entrelazados y en corazones. Más que cuerpos humanos son alegorías de
sentimientos opuestos, como si se unirán en el tiempo venidero.
ME TIRASTE UN LIMÓN
Ella es inocente, pura. Él es pecador. En El rayo que no cesa, el poema 4
describe el divertido suceso de la bella arrojando un limón, y cómo se le
altera la sangre a Miguel, que ha sentido "la mordedura / de una punta de
seno duro y largo". Se siente culpable de sus eróticos pensamientos, frente
a la pureza santa de ella:

Me tiraste un limón y tan amargo,


con una mano rápida y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.

Con el golpe amarillo, de un letargo


pasó a una desvelada calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno, duro y largo.

Pero al mirarte y verte la sonrisa


que te produjo el limonado hecho,
a mi torpe malicia tan ajena,

se me durmió la sangre en la camisa,


y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.

Cano Ballesta define con sencillez y precisión las abiertas llagas del poeta
herido de amor y rechazo por El rayo que no cesa: "En este libro es el amor
el que adquiere acento de pasión atormentada, de anhelo insatisfecho, de
ansias de posesión. De él fluye una poesía que cristaliza en sonetos de
gran intensidad y estructura perfecta, expresión de una experiencia
amorosa honda, sincera e irreprimible."
Me tiraste un limón, y tan amargo,
con una mano cálida, y tan pura,
que no menoscabó su arquitectura
y probé su amargura sin embargo.

Con el golpe amarillo, de un letargo


dulce pasó a una ansiosa calentura
mi sangre, que sintió la mordedura
de una punta de seno duro y largo.

Pero al mirarte y verte la sonrisa


que te produjo el limonado hecho,
a mi voraz malicia tan ajena,

se me durmió la sangre en la camisa,


y se volvió el poroso y áureo pecho
una picuda y deslumbrante pena.

Interesa atender a la estructura rítmica del soneto, cuya construcción fónica


es uno de los grandes aciertos de su conformación literaria. Así, es
destacable la insistencia en los efectos sonoros producidos por los grupos
consonánticos de la rima, basados en reiteraciones de fonemas velares y
laterales vibrantes, con contrastes entre vocalización abierta y vocalización
cerrada: «amargo», «embargo», «letargo», «largo» se contraponen
combinándose y abrazándose con rimas en las que también están
presentes las consonantes vibrantes: «pura», «arquitectura», «calentura»,
«mordedura». Y estos fonemas de las rimas se diseminarán en otras
palabras del interior del soneto: «amargura», «amarillo», «duro», «mirarte y
verte», «voraz», «durmió», «poroso y áureo», «deslumbrante». La
insistencia aliterativa en las consonante vibrantes se combina en el soneto
con agrupaciones consonánticas de nasales, sin duda por asimilación con la
palabra «limón»: «limón y tan amargo», «unamano», «no menoscabó», «sin
embargo», «a una ansiosa», «una punta de seno». Tales complementos
rítmicos era habituales en el Miguel Hernández de madurez, sobre
http://revistes.uab.cat/anuariolopedevega 104 Francisco Javier Díez de
Revenga Todo desde que inicia su acercamiento a los poetas del Siglo de
Oro, y de los que ya hizo despliegue en el lenguaje poético de su auto
sacramental, como estudiamos hace muchos años (Díez de Revenga y de
Paco 1981). La acción de arrojar el limón por parte de la amada es también
de tradición lopesca. Cuando la amada lanza un fruto a su galán, algo está
sucediendo, algo quiere comunicarle.

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