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De lo abstracto a lo concreto1

Por Cynthia Ottaviano, Defensora del Público

Servicios de comunicación social, en lugar de empresas. Interés público, en vez de


negocios privados. Responsabilidad social, por sobre la desidia individual. Y derecho
humano fundamental e inalienable en reemplazo de privilegio o mercancía. Estas son
las palabras esenciales que irrumpieron en la realidad comunicacional de la Argentina
desde que quedaron plasmadas en la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual
(LSCA), que buscó dejar en el olvido el decreto de la dictadura cívico militar que no
reconocía a la comunicación más que como una herramienta de la Doctrina de la
Seguridad Nacional para imponer un genocidio y hacer buenos negocios.

Treinta años de democracia fueron necesarios para esgrimir en 166 artículos la


transformación de un paradigma autoritario, mercantilista y liberal en otro en la
perspectiva de los derechos humanos. Sin embargo, muchas de las declaraciones y
obligaciones planteadas en la LSCA todavía no lograron materializarse. Basta con hacer
zapping a cualquier hora para comprobar que aún en nuestra radio y televisión hay
trato discriminatorio, no se respetan los derechos de niñas, niños y adolescentes, las
estigmatizaciones son constantes y los estereotipos que cristalizan desigualdades
ganan tiempo en el minuto a minuto de las competencias cotidianas.

Y no es que en la Argentina tengamos audiencias inactivas, como puede ocurrir en


otros países de Latinoamérica que todavía no pudieron atravesar el complejo debate
por la soberanía comunicacional. Por el contrario, desde la creación de la Defensoría
del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual, a fines de 2012, se pudo
comprobar que las audiencias que participaron a través de este organismo de derechos
humanos nuevo, especializado en derecho a la comunicación, reclaman de manera
sistemática por cosificación de la mujer, criminalización de la juventud, estigmatización
y discriminación.

Entre los objetivos de la Defensoría del Público se encuentra el de canalizar los


reclamos, consultas y denuncias de esas audiencias activas. Ya suman 2171 las
presentaciones. Entre ellas se destaca la que enuncia disconformidad por el
tratamiento periodístico que recibió la noticia de que Luana reclamaba su nuevo DNI
con la identidad de género autopercibida. Como ocurre en la Defensoría para este tipo
de denuncias, el equipo de Análisis, Investigación y Monitoreo, dirigido por el
investigador y docente Gerardo Halpern, coordinado en esta ocasión por Romina
Paolino, realizó un relevamiento sobre los canales de televisión abierta: se
monitorearon 49 horas y media, correspondientes a 35 programas de televisión, entre
noticieros y magazines. De ese total, trataron el tema 10 programas, equivalentes a
unas 12 horas netas.

Las conclusiones son las que compartimos aquí, con la certeza de que no se tratan de
un punto de llegada sino de partida para una reflexión más amplia y profunda que nos

1 Artículo escrito a fines de 2013


permita sistematizar las problemáticas y crear las herramientas necesarias para
transformar la comunicación.

La propia LSCA plantea la defensa de la persona humana y, sobre todo, la participación


de los medios de comunicación como formadores de sujetos, de actores sociales y de
diferentes modos de comprensión de la vida y del mundo, con pluralidad de puntos de
vista y debate de ideas. Y es, justamente, en ese ejercicio que se fundamenta la
democracia.

Luego de profundos debates desarrollados durante años, de los que la radio y la


televisión no fueron ajenos, la sociedad argentina materializó el reconocimiento de la
igualdad de derechos de las personas gays, lesbianas, bisexuales y trans en diferentes
instrumentos legales como la ley N° 26.618, conocida como de “matrimonio
igualitario”, en la que se reconocen los mismos derechos y obligaciones a las personas,
sin distinción, o la ley N° 26.743, de Identidad de Género, reconociendo el derecho a
elegir con libertad la propia identidad, a la vez que se derogaron artículos de los
Códigos de Faltas y Contravencionales de diferentes provincias que discriminaban y
humillaban a las personas por su elección sexual, criminalizando la homosexualidad y
el travestismo.

El abordaje de temas como la orientación sexual debería ser incluido en la agenda de


los medios de comunicación con criterios inclusivos, amplios y diversos, promoviendo
el respeto y la comprensión de la diversidad de las expresiones de género, tal como se
señala en el Programa Nacional de Educación Sexual Integral del Ministerio de
Educación de la Nación.

Comprendiendo que la homofobia, lesbofobia, transfobia e interfobia son culturales, la


programación de la radio y la televisión en general resultan, contrariamente a lo que
muchas veces ocurre, una oportunidad extraordinaria para un abordaje integrador. Por
otra parte, teniendo en cuenta que la escuela es uno de los lugares en el que los niños,
niñas y adolescentes sufren más la discriminación por orientación sexual -de acuerdo
con el estudio presentado a fines del año pasado por la Federación Estatal de
Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de España-, el horario de protección a la
niñez y adolescencia resulta adecuado también, tanto como el ámbito educativo, para
incluir y no invisibilizar la realidad del colectivo LGTBI.

Si las personas tienen derecho a ejercer su sexualidad con libertad, sin ser
discriminadas, a gozar los mismos derechos más allá de las diferencias, a no ocultarse
por miedo a la violencia o la exclusión, también tienen derecho a no ser invisibilizados.

Invisibilizar también es discriminar.

Cuando alguien no es representado, no es dicho, en términos comunicacionales “no


existe”. La invisibilización es uno de los padecimientos del colectivo LGTBI. Por eso,
contribuir, desde la radio y la televisión a denunciar la homofobia, la lesbofobia, la
transfobia, a difundir campañas contra la discriminación y no invisibilizar la realidad,
sino exteriorizarla con diversidad, pluralidad e inclusión es fundamental para la
profundización democrática, a la luz de la LSCA.
La Argentina ha transformado sus paradigmas y la radio y la televisión no pueden
permanecer ajenas a ese proceso de cambio, sino que por el contrario es clave que lo
exterioricen, contribuyendo al empoderamiento ciudadano y al enriquecimiento de la
sociedad en igualdad de acceso y condiciones.

A partir del informe de esta Defensoría se podrá concluir que desde los servicios de
comunicación audiovisual hay una clara tendencia a patologizar las realidades no
patologizantes, a hacer comunes los pensamientos propios o ajenos, convirtiendo así el
punto de vista individual en una perspectiva colectiva; a naufragar muchas veces en el
campo de la subjetividad plena, sin buscar las herramientas necesarias que permitan
acercarse a la verdad. Es así que muchos comunicadores se han transformado en su
propia fuente, de manera que la pluralidad se diluye en la estructura psíquica, cultural,
política y social del propio periodista en lugar de fomentar la pluralidad y diversidad de
ideas y opiniones, transfiriendo así un punto de vista personal, único, hacia un mundo
que es múltiple.

La transformación cultural que pretendemos es imposible de la noche al amanecer,


pero se vuelve tangible cuando una Defensoría empodera a la ciudadanía, amplía sus
legítimos reclamos y logra cambios para que lo abstracto se vuelva concreto.
Defensoría del Público de Servicios de Comunicación Audiovisual
Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo

Informe sobre la cobertura periodística del caso Luana, la niña trans que
solicitó un nuevo DNI

Con motivo de los señalamientos manifestados bajo la Actuación 674/2013, la


Dirección de Análisis, Investigación y Monitoreo realizó el visionado y posterior análisis
de los noticieros y magazines televisivos de distintos canales (América TV, Telefé, TV
Pública, Canal 9, Canal 13, Crónica TV, A24) que cubrieron el tema durante la semana
del 23 al 27 de septiembre, abarcando y extendiendo la franja temporal precisada por
el denunciante. Dicho monitoreo permite plantear las siguientes conclusiones:

-En la cobertura mediática del caso predomina la falta de rigurosidad. A pesar de


advertirse un tratamiento informativo más responsable en los noticieros del canal TV
Pública y en el seguimiento del caso que hacen los noticieros de Canal 13, estos dos
ejemplos no permiten contrarrestar el rasgo sobresaliente. Dicha falta de rigurosidad se
evidencia en una serie de aspectos relevantes: en primer lugar, en la difusión de
expresiones, análisis y teorías que están sustentados en la opinión subjetiva y/o en
“estudios” que no se especifican y que, por un lado, tienden a estigmatizar y
patologizar a Luana y, por el otro, a culpabilizar injuriosamente a su familia.

-A su vez, cabe destacar que este tipo de formulaciones se construyen eludiendo el


dato fundamental de que Luana está siendo acompañada en su proceso por un equipo
de profesionales desde varios años antes de que los medios conviertan su vivencia en
noticia. Y si bien hay coberturas que sí hacen mención a este acompañamiento
profesional, el dato no parece estar internalizado en el discurso que difunden.

-La falta de rigurosidad se replica en la exhibición del desconocimiento de los


periodistas y/o conductores para referirse a las complejas relaciones que existen entre
las identidades, los géneros y las sexualidades como una misma cosa.
Desconocimiento que se evidencia no solamente en el tipo de formulaciones subjetivas
referidas, sino también en la falta de crédito que practican ante las voces especialistas
que entrevistan. Todo lo cual se traduce en la difusión del propio desconocimiento (y de
las confusiones que de él devienen) ante el público. Cabe señalar que, en ocasiones, la
mediatización de dicho desconocimiento redunda en un efecto de sentido que excluye
y patologiza aquello que no cabe en los estereotipos dicotómicos prefijados
socioculturalmente.

-Se advierte una falta de profundización de las consideraciones que expresan los/as
especialistas, lo cual se traduce en la tendencia a indagar sobre las mismas
dimensiones (como la precocidad de la edad y en los antecedentes infantiles
semejantes). Sobre este aspecto, cabe señalar que los profesionales interiorizados en
el caso no sólo son las únicas voces que expresan un reconocimiento positivo del
accionar de la niña y de su madre, tratando de explicarlo con claridad al público, sino
también quienes intentan abrir las variables de análisis sobre otros aspectos de la
temática que no son indagados por los periodistas.

-Asimismo, la falta de profundidad también se manifiesta en los modos de enmarcar las


entrevistas a estas voces especializadas, tal es el caso, por ejemplo, del conductor de
un noticiero de Canal 9 (24/9), quien anuncia la nota a Marcelo Suntheim (integrante
de la CHA), presentándolo como quien va a contar detalles de la “historia impactante”
de Luana. Y que al finalizar la entrevista, retorna al estudio y, sin mediar ningún
análisis o reflexión ampliatoria al respecto, presenta una nota sobre “las 30 ballenas
que quedaron varadas en la Costa de Natal”.

-Del mismo modo, el carácter poco riguroso de la cobertura se pone de manifiesto en el


despliegue de enfoques que desconocen a la niña como un sujeto de derecho, con
capacidad de discernimiento y con el derecho a que sus opiniones sean escuchadas y
tenidas en cuenta (tal como lo establece, por ejemplo, la ley 26.061 de protección
integral de los derechos del niño en sus artículos 3° y 24°). Desconocimiento y
descalificación que se evidencia en la proliferación de opiniones y expresiones sobre
las facultades vedadas a la infancia, tales como: “la criatura no tiene mucho poder de
decisión”, “No podía definir nada a los dos años. Los chicos ni saben hacer pis a los dos
años”. Asimismo, tales expresiones resultan acompañadas, en muchos de los
materiales relevados, por el despliegue de una mirada fuertemente culpabilizadora de
la madre de Luana.

-Y si bien se identifica un conjunto de presentaciones y descripciones, que hacen eco


del tratamiento que prescribe la ley 26.743 de identidad de género (en sus artículos 1°
y 2°), las mismas conviven con figuraciones contrarias, que enfatizan, en la
presentación de Luana, una identidad de género ligada a su sexo anatómico.

-Finalmente, las imágenes que acompañan la noticia refuerzan, en ciertos casos, la


significación negativa que se asigna, desde las distintas coberturas, a la vivencia de
Luana. Tal es el caso cuando la noticia es ilustrada a través de una fotografía de una
niña que esconde su rostro bajo su brazo flexionado a modo de escudo (América TV:
24/9; Telefé: 26/9; Canal 13: 26/9). Una imagen que contiene gran carga emotiva y que
connota vergüenza, temor, sufrimiento. De hecho, se trata de la misma imagen que fue
utilizada para acompañar la presentación de la noticia sobre un presunto abuso en un
jardín de infantes de la ciudad de La Plata. Noticia que fuera televisada, por ejemplo,
por un noticiero de América TV el día 11/9. En segundo lugar, la foto de Luana también
es acompañada por una música instrumental lenta (América TV: 24/9; Telefé: 26/9;
Canal 9: 24/9) que contribuye en la difusión de una percepción negativa del caso, ya
que insinúa la experiencia como un hecho triste y/o dramático. Y por último, la puesta
en alternancia de la foto de Luana con la imagen de un nene vestido de celeste y
rodeado de juguetes del mismo color y con la imagen de una nena vestida de rosa y
rodeada de juguetes del mismo color (Canal 13: 26/9), contribuyendo así a reforzar la
mirada dicotómica y estereotipada en torno al tema de la identidad de género.

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