La bulimia es un trastorno de la conducta alimentaria que lleva a quien lo
padece a darse lo que se conoce popularmente como atracones; es decir, a ingerir cantidades excesivas de alimentos de alto contenido calórico de manera compulsiva y en muy poco tiempo. Después, con el objetivo de no aumentar de peso, la persona trata de compensar el haber comido demasiado con conductas anómalas, como provocarse el vómito, abusar de los laxantes y/o diuréticos, practicar excesivo ejercicio físico o seguir dietas alimentarias restrictivas. ¿Cuáles son sus síntomas?
Los síntomas de la bulimia nerviosa no siempre son fáciles de detectar,
puesto que la persona enferma tiende a esconder o disimular su trastorno y, a veces, no se produce adelgazamiento. Por otra parte, tampoco hay que esperar a que se den todos los síntomas de la enfermedad: ante la sospecha de algunos síntomas que pueden marcar su inicio se debe contactar con el profesional sanitario, ya que cuanto antes se inicie el abordaje, mejor.
Por tanto, los padres deben estar atentos a cualquier signo que pueda alertar de que su hijo o hija sufre este trastorno:
Alteraciones fisiológicas:
Se da irritación crónica de la garganta.
En ocasiones, se pueden perder piezas de la dentadura. Los vómitos pueden provocar en el dorso de la mano callosidades conocidas como “signo de Russell”. Dolores musculares. Oscilaciones bruscas de peso (se pierden o se ganan entre cinco y diez kilos en poco tiempo). Pueden producirse pequeñas rupturas vasculares bajo los ojos. Inflamación y aumento de las parótidas –las glándulas que producen la saliva-. Las menstruaciones se vuelven irregulares. Cansancio excesivo.
Alteraciones psicológicas y emocionales:
Percepción distorsionada de la propia imagen, trastorno severo
de la imagen corporal. Preocupación continua por la comida, miedo intenso a subir de peso o deseo compulsivo de perderlo. Frecuentes cambios de humor. Irritabilidad. Tristeza, pesimismo y tendencia a la depresión. Aparición de sentimientos de culpa y vergüenza. Sensación de descontrol. Baja autoestima y necesidad de ser aprobada/o por los demás. Egocentrismo. Dificultad para concentrarse.
Alteraciones de la actitud y la conducta. Como hemos comentado,
muchas de ellas se llevan a cabo a escondidas:
Comer compulsivamente y luego provocarse vómitos, que la
persona enferma no reconoce (ambas conductas deben darse al menos dos veces por semana durante tres meses). Seguimiento de dietas autoimpuestas muy estrictas, con el fin de compensar los atracones. Nerviosismo cuando llega la hora de comer. Abusar de laxantes y diuréticos. Ir a menudo al baño después de comer. Mentir y engañar a las personas sobre la conducta con la comida, negar y ocultar su enfermedad. Puede desaparecer comida de la cocina o, en cambio, aparecer escondida en el bolso, mochila o en la habitación de la persona enferma. Los temas de conversación se centran con frecuencia en el peso, las tallas, el físico o la nutrición. Aumento de la dedicación al estudio -e, incluso, a la limpieza de la casa-, aunque el rendimiento escolar o laboral suele descender. Ausencias en clase o en el trabajo. Preocupación excesiva por los comentarios sobre el aspecto físico de otras personas. Distanciamiento de los amigos y familiares, salidas frecuentes de casa para evitar a la familia. Se evita acudir a las comidas sociales o a lugares donde haya comida. Disminución de las horas de sueño. Consumo de alcohol y, en ocasiones, también de drogas. Promiscuidad sexual. ¿Cómo se trata la bulimia y se previene?
El tratamiento de la bulimia, al igual que el de la anorexia, es lento
y puede llegar a durar cuatro o cinco años, aunque en algunos casos los pacientes son resistentes a los tratamientos y la enfermedad se cronifica. Su objetivo es reorganizar el ritmo natural de alimentación, para lo que es necesario cambiar los hábitos nocivos de la persona afectada por otros saludables, al tiempo que se le enseña a aceptar el propio cuerpo y a controlar el peso sin tener que recurrir a conductas perjudiciales para la salud. Para que sea más efectivo, puede combinar varias líneas de actuación, cuya puesta en marcha requiere la actuación conjunta de un equipo multidisciplinar de profesionales, compuesto por psiquiatras, psicólogos, endocrinos, enfermeras o ginecólogos:
Sesiones de psicoterapia: pueden ser individuales, en grupo o
familiares, y en ellas se intenta dotar a la persona de herramientas para superar la dependencia de la comida y percibir la realidad de manera no condicionada por su físico. Para lograrlo, se trabajan en un espacio terapéutico y acompañado de profesionales de la salud los sentimientos, síntomas y/o alteraciones psicológicas del paciente como la baja autoestima, la insatisfacción con el propio cuerpo, las dificultades para entablar y mantener relaciones sociales o el miedo al fracaso. Aprendizaje de medidas dietéticas: el enfermo interioriza pautas para una correcta alimentación, como qué alimentos que componen una dieta equilibrada, la frecuencia y cantidades recomendadas, etc. Tratamiento farmacológico: al contrario que con la anorexia, algunos medicamentos como los antidepresivos sí pueden ser eficaces y ayudar a reducir la frecuencia de los atracones y vómitos, aunque su prescripción debe complementarse con las otras dos anteriores líneas de tratamiento.
¿QUÉ CONSECUENCIAS TIENE ESTE PROBLEMA?
Este problema interfiere seriamente en la vida de la persona que lo
padece. Consecuencias físicas Debido a los síntomas alimentarios, puede tener cambios bruscos en el peso. Sin embargo generalmente el peso de una persona con bulimia es normal. Es posible, que si tu hija lleva ya mucho tiempo con esta enfermedad, el descontrol sea mayor y haya terminado estando en un sobrepeso. Las reglas no suele faltar aunque pueden ser irregulares. Estas alteraciones en la alimentación pueden tener otra serie de consecuencias físicas. En ocasiones se produce una dilatación gástrica debido a la gran cantidad de comida que se come en un atracón. También puede sufrir fuertes dolores de estómago. Debido a los vómitos, las glándulas salivales pueden haberse inflamado y el esmalte dental erosionado, dando lugar a caries. No es raro la aparición de úlceras en su boca o en las manos. Si los vómitos son muy frecuentes, puede padecer regurgitaciones. Los vómitos pueden provocar una alteración de las concentraciones de sales minerales en sangre que a su vez también tienen consecuencias negativas. Otra de las consecuencias físicas es la presencia de edemas en las brazos y piernas. Quizá sufra estreñimiento debido a la alimentación inadecuada y al abuso de laxantes. Los mecanismos de hambre y saciedad también se encuentran alterados. La mayoría de estas alteraciones físicas son reversibles y mejoran cuando se soluciona el problema ¿Qué pasa con sus amigos? Su vida social puede estar alterada como consecuencia del problema. No es raro que encuentre grandes dificultades para enfrentar situaciones sociales como ir a la piscina y que incluso decida no salir un fin de semana porque no se encuentra a gusto con la ropa que se ha probado. En las relaciones sexuales pueden tener dificultades por no tolerar que otra persona vea su cuerpo, le toque…No sólo evita situaciones asociadas al cuerpo como hemos señalado anteriormente, sino aquellas en las que aparece la comida. Evita las comidas fuera de casa, en restaurantes, bodas, cumpleaños…, con un consecuente deterioro de su vida social. Sus alteraciones emocionales fomentan aún más el aislamiento social. ¿Y sus estudios? Los resultados académicos y/o funcionamiento laboral también se ven alterados. Las obsesiones y la inestabilidad emocional que padece afectan a su motivación y a las capacidades de atención, concentración y memoria con una disminución de su rendimiento intelectual. Es probable que suspenda asignaturas, repita curso o que incluso abandone los estudios. Aquellos que trabajan pueden requerir incluso de una baja laboral. ¿Cómo se comporta en casa? En la medida que los síntomas van incrementando, es habitual observar un caos en todo su funcionamiento. ¿En cuántas ocasiones habréis pensado que vuestra hija no parece la misma?. No es de extrañar, el cambio sufrido suele ser drástico. Se ha vuelto desorganizada, contestona, a veces ni siquiera respeta las normas básicas de convivencia de la casa Se alteran gravemente no sólo sus hábitos alimentarios sino otros hábitos básicos: higiene, sueño, horarios…En muchas ocasiones no puede ni siquiera levantarse de la cama y acudir a sus clases Es muy frecuente la desorganización de su habitación (reflejo de su desorden mental) y que ésta se extienda a otras áreas comunes de la casa. Comportamientos impulsivos Quizá tu hija también sufra otro tipo de comportamientos impulsivos además de los atracones. Alguien tiene un comportamiento impulsivo cuando tiene dificultad para resistirse a un acto que es perjudicial para si mismo y/o su entorno. Este comportamiento le produce liberación de tensiones emocionales, alivio, gratificación o placer. Puede tratarse de gritos, insultos o en casos más graves, descontrol con el alcohol, con las drogas, robos, autolesiones o incluso promiscuidad sexual. Tras él acto suele sentirse arrepentida y culpable. Los sentimientos de culpabilidad y autoreproches son muy frecuentes dada su forma de ser perfeccionista. Estas conductas, si aparecen, suelen coincidir con el momento de mayor gravedad del problema alimentario y tienden a desaparecer al mejorar este. ¿Cómo afecta a vuestra familia? Vuestras relaciones familiares no están mucho mejor. Hay constantes discusiones, las normas y hábitos familiares se han alterado y todo gira entorno al problema. Los momentos de las comidas son un sufrimiento. Los hermanos tienden a pasar menos tiempo en casa o evitan a tu hija. Sienten rabia hacia ella, al no entender la enfermedad y considerar que es culpable del mal ambiente que hay en casa. Pueden sentir que les hacéis menos caso y que su hermana enferma se lleva toda la atención. Vuestra relación de pareja también pasa por malos momentos. Generalmente el padre trata de mantenerse al margen del problema y la madre lo abandona todo por su hija enferma. Es posible que tu hija se muestre especialmente agresiva contigo o con el miembro de la familia que esté cumpliendo el papel de cuidador. Se enfada contigo cuando intentas que tome algo más de comida. También se enfada si intentas controlarle e impedir que se de un atracón. Cuando se lo ha dado, se enfadará por que no has evitado que se lo diese.
¿Cómo se pueden prevenir los trastornos de conducta alimentaria?
La prevención se puede realizar en diferentes ámbitos, como en la familia
o en el colegio:
Los centros escolares pueden suponer una fuente de información muy
válida, tanto para los padres como para los alumnos, mediante conferencias impartidas por profesionales. Asimismo, las actitudes de los profesores y de las compañeras ante la sospecha de un caso, pueden resultar determinantes en la detección. En casa, la prevención se basa en una adecuada relación familiar, con supervisión directa por parte de los padres y promoviendo un ambiente favorable para el diálogo. A pesar de que los padres puedan sentirse como “intrusos” en la intimidad de sus hijos, cuando se sospeche alguna conducta alimentaria alterada es muy importante que la observen de cerca. El hábito de comer en familia es una de las principales medidas preventivas. LA DROGADICCIÓN
Vivimos en una cultura de la droga, desde la mañana cuando tomamos
cafeína otefilina, al desayuno, hasta la noche, en que podemos relajarnos al volver a la casa, con un aperitivo alcohólico, o un inductor del sueño con un somnífero, recetado por el médico, estamos utilizando diferentes sustancias, que afectan sobre el Sistema Nervioso Central, para enfrentar estas peripecias de la cotidianeidad Definición de drogadicción. Es una enfermedad que tiene su origen en el cerebro de un gran número de seres humanos, la enfermedad se caracteriza por su cronicidad o larga duración, su progresiva y las recaídas. Es el uso indebido de cualquier tipo de drogas con otros fines y no los iniciales quese han prescrito, cuando existe la prescripción. ¿Que son las drogas? Son aquellas sustancias cuyo consumo puede producir dependencia, estimulación o depresión del sistema nervioso central, o que dan como resultado un trastorno en la función del juicio, del comportamiento o del ánimo de la persona
La dependencia producida por las drogas puede ser de dos tipos:
- Dependencia física: El organismo se vuelve necesitado de las drogas, tal
es así que cuando se interrumpe el consumo sobrevienen fuertes trastornos fisiológicos, lo que se conoce como síndrome de abstinencia.
- Dependencia psíquica: Es el estado de euforia que se siente cuando se
consume droga, y que lleva a buscar nuevamente el consumo para evitar el malestar u obtener placer. El individuo siente una imperiosa necesidad de consumir droga, y experimenta un desplome emocional cuando no la consigue.
Algunas drogas producen tolerancia, que lleva al drogadicto a consumir
mayor cantidad de droga cada vez, puesto que el organismo se adapta al consumo y necesita una mayor cantidad de sustancia para conseguir el mismo efecto. La dependencia, psíquica o física, producida por las drogas puede llegar a ser muy fuerte, esclavizando la voluntad y
desplazando otras necesidades básicas, como comer o dormir. La
necesidad de droga es más fuerte. La persona pierde todo concepto de moralidad y hace cosas que, de no estar bajo el influjo de la droga, no haría, como mentir, robar, prostituirse e incluso matar. La droga se convierte en el centro de la vida del drogadicto, llegando a afectarla en todos los aspectos: en el trabajo, en las relaciones familiares e interpersonales, en los estudios, etc.
Cómo prevenir la DROGADICCIÓN en adolescentes
1. Fortalecer los lazos familiares.
2. Desarrollar una disciplina familiar adecuada. 3. Proporcionar cercanía, apoyo y trato afectuoso a los hijos. 4. Supervisar sus actividades y relaciones sociales. 5. Demostrar una conducta y una actitud preventiva frente al consumo de drogas. 6. Claves para detectar el consumo. Nos fijamos en la acumulación de factores en estos 3 indicadores: A) Fisiológicos: olor a alcohol, aliento a tabaco, pupilas excesivamente dilatadas o contraídas, enrojecimiento, hinchazón o irritación de los ojos. B) Comportamentales: alteración del sueño, hábitos de alimentación, desorden de horarios, no hacer tareas de casa o del colegio. C) Emocionales: irritabilidad, aplanamiento emocional, agresividad o aislamiento. 7. Actuar en el consumo de droga de los adolescentes: A) Consultar con los expertos. B) Hablar con la persona de forma receptiva, concienciando de los riesgos del consumo y mostrando apoyo para que lo abandone. ESTUDIANTES: