Jesús vino a romper el paradigma del amor que debe expresarse más
con palabras que con acciones. Él nos enseña que el verbo amar debe
complementarse con circunstanciales como: fidelidad, lealtad y
respeto. Cónyuges, padres, hijos, amigos, todos debemos conjugar el
verbo amar con esas expresiones concretas que lo hacen realidad.
El Señor dice que nos ha dado misericordia, es decir que nos ha dado
la gracia que no merecíamos porque nos ama. En ningún momento
dijo que nos escribirá cartas tiernas y cariñosas o que nos dará un
cálido abrazo. La expresión de Su amor es extendernos las
oportunidades de arrepentimiento por nuestras faltas. Su amor se
concreta en ofrecernos misericordia. Debemos buscar balance al decir
y demostrar el amor. Realmente no amamos si decimos: “te amo”
pero insultamos o maltratamos a la persona querida; la amamos de
verdad si le ofrecemos respeto y atención, aunque tal vez no se lo
digamos.
Juan 13:16 afirma: Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha
dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se
pierda, mas tenga vida eterna.