“El hombre que ha infringido un tabú se hace tabú, a su vez, porque posee la facultad
peligrosa de incitar a los demás a seguir su ejemplo. Resulta, pues, realmente contagioso, por
cuanto dicho ejemplo impulsa a la imitación, y, por lo tanto, debe ser evitado a su vez.”
(Frued, 1976). Aquí a través de la percepción el sujeto toma en consideración lo que está en
su exterior en este caso “El hombre que ha infringido un tabú” de este modo puede volverse
un ejemplo por el hecho de que a partir del proceso cognitivo adquirió un significado
diferente del cual se planteó, de este modo se crea nueva información y a su vez puede
adquirirlo como propio.
El análisis del entorno del tabú es muy apropiada para proyectar una cierta luz sobre el
medio y el origen de la conciencia moral. Sin imponer las nociones, puede hablarse de una
conciencia tabú y de un remordimiento tabú resultante del incumplimiento de un tabú. La
conciencia tabú constituye, probablemente, la forma más antigua de la conciencia moral. Es
decir:
“Cuando un individuo ha conseguido satisfacer un deseo reprimido, todos los demás
miembros de la colectividad deben experimentar la tentación, para reprimir esta tentación, es
necesario castigar la audacia de aquél cuya satisfacción envidia, y sucede, además, con
frecuencia, que el castigo mismo proporciona a los que lo imponen la ocasión de cometer a
su vez, bajo el encubrimiento de la expiación, el mismo acto impuro.” (Frued, 1976) Ante la
percepción de rompimiento de un tabú, entrará en análisis de esta percepción la conciencia
tabú o conciencia moral, en la cual se tendrá que castigar al autor como medida para que los
demás miembros nos incumplan las leyes y a su vez se pueda manifestar el cometimiento de
esta por el resto de miembros disfrazada de castigo hacia el otro. Al producirse un castigo se
generará una proyección por el hecho de que el deseo que se implanta en el otro sujeto será
reprimido y por tanto buscará el displacer en el otro con el fin de no aceptar como suyo este
deseo.
Otro punto importante es la neurosis, la misma que presentan, por una parte,
sorprendentes y profundas similitudes con las grandes producciones sociales del arte, la
religión y la filosofía (percepción), y por otra, se nos muestran como deformaciones de dichas
producciones (proyección). Se podría decir que una histeria es una obra de arte pero
deformada, que una neurosis obsesiva es un religión del mismo modo deformada, es decir,
estas deformaciones se generan por lo reprimido, lo que cual es inconcebible para el sujeto,
esto a su vez se va proyectando de diferentes formas una de ellas pueden ser las antes
mencionadas, esto se da porque este material reprimido buscará la manera de manifestarse,
de algún modo salir al mundo exterior de una manera más aceptable por así decirlo. (Freud,
1894).
“Se entiende por angustia al afecto o estado afectivo displacentero particular, que va
acompañado de un tipo de proceso de descarga corporal también típico, y la percepción de
este tipo de descarga.” (Freud, 1895). Es un estado desagradable vivido como sentimiento de
inseguridad interior, que para Freud “representa la reacción del Yo ante una situación que
evalúa como peligrosa.” (Freud, 1895). La angustio en la neurosis se siente frente a la
percepción de un peligro exterior sino frente a uno interno, aunque éste sea inconsciente, o
mejor dicho, a pesar de que el yo lo desconozca. Por consiguiente la angustia se da por la
percepción desde el interior del sujeto de acontecimientos inconciliables que a su vez se
proyectan en el exterior, es decir, en un animal o cosa que sea lo suficientemente apto para
generar esta angustia.
Para concluir podemos decir que la percepción se puede manifestar en el sujeto tanto de
forma interna y externa y que esta a su vez, a través del mecanismos cognitivo se va asimilar
de manera conciliable o inconciliable para el sujeto, de tal forma que si es inconsolable, se
proyectará (exteriorizará) con el fin de manifestarlo como un disfraz en el otro, sin
reconocerlo como suyo, debido a que este no es aceptable para el sujeto.
Bibliografía
Freud, S. (1894). Puntualizaciones sobre neuropsicosis de defensa. Buenos Aires: Amorrortu.