Consta esencialmente de tres etapas perfectamente definidas: solubilización, temple y
maduración. En primer lugar se ha de calentar la aleación a temperatura y tiempo determinados, seguido de un enfriamiento brusco. El tratamiento de precipitación posterior puede realizarse a temperaturas próximas a la ambiente (maduración natural) o calentarse a temperaturas moderadas, entre 100 y 250 C (maduración artificial).