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LIBRO: GEORGE H.

SABINE, HISTORIA DE LA TEORIA POLÍTICA, MÉXICO, FCE, 2009

X. CICERÓN Y LOS JURISCONSULTOS ROMANOS.

A COMIENZOS del siglo I a. C. los procesos políticos comenzados en la conquista de Oriente por Alejandro
estaban casi completos, la filosofía estoica había difundido las ideas de justicia natural, estado universal y
ciudadanía también universal, aunque esos términos tenían más bien sentido ético que jurídico. el futuro,
al menos inmediato, pertenecía a las ideas desarrolladas por los estoicos. Éstas se habían dispersado tanto
que había perdido su identificación con un sistema filosófico y habían llegado a ser patrimonio común de
todos los hombres educados. Ésas ideas comprendían una serie de convicciones de importancia ética o
religiosa, pero no dotadas de un grado muy alto de precisión filosófica.

las escuelas Comprendía la creencia en que el mundo está sujeto al gobierno divino de un dios que es, en
algún sentido, razonable y bueno y que, en consecuencia, se encuentra con los hombres en una relación
comparable a la de un padre con sus hijos. De ahí que existan algunas normas de moral, justicia y
racionalidad de la conducta, obligatorias para todos los hombres, no porque estén incluidas en el derecho
positivo o porque su relación vaya seguida de una pena, sino porque son intrínsecamente justas y
merecedoras de respeto. Por último y ello es acaso la más vaga de todas las nociones estoicas-se
consideraba que todos los hombres son, por naturaleza, fundamentalmente "sociales". No hacía sino
seguir el respeto a las leyes de Dios y de los hombres es un don innato de la naturaleza humana y que,
siguiendo la guía de esa reverencia innata, el hombre perfecciona su propia naturaleza, en tanto que se
degrada y decide hacer lo contrario.

El desarrollo de estas ideas en el siglo I a. C. y en los dos o tres inmediatamente posteriores siguió dos
líneas principales.

La primera continúa la dirección de indicada por la influencia del estoicismo en los comienzos de la
jurisprudencia romana; tuvo como resultado introducir el derecho natural en el aparato filosófico del
derecho romano.

La segunda estuvo relacionada con las consecuencias religiosas y en la idea de que el derecho y el gobierno
tienen sus raíces en el plan formulado por la divina Providencia para guía de la vida humana.

En ambos casos el desarrollo de una filosofía política fue algo incidental. El único de los escritores que es
necesario considerar y que trata de formular una teoría política fue Cicerón, y su esfuerzo por estudiar los
problemas políticos de la República romana es la parte menos importante de su obra. Pero aunque la
teoría política no era más que incidental, las formas de pensamiento político de ella resultantes se
separaron mucho del punto de vista que había predominado en la teoría política griega y ejercieron una
profunda influencia sobre la reflexión política de los siglos siguientes.

La presunción de que el estado es una criatura del derecho y no debe estudiarse como hecho sociológico
o como bien ético, sino en términos de competencia jurídica y de derechos-el "juridicismo"-apenas había
sido en el pensamiento griego parte intrínseca de la teoría política desde la época romana hasta nuestros
días.

El pensamiento político de Cicerón no es importante por su originalidad; como el mismo francamente


reconoce, sus libros eran compilaciones. Tenían, sin embargo, un mérito que no es, en modo alguno,
despreciable: todo el mundo los leía. El motivo de incluir a Cicerón en el mismo capítulo de los
jurisconsultos no es, desde luego, que fuera un gran jurista-que no lo era-, ni que los otros jurisconsultos
leyeran sus obras. No es sino de sus ideas políticas parecen tener tono secular por ello una afinidad
relativamente íntima con las de los jurisconsultos. Una vez aceptada una idea por Cicerón, ha quedado
conservada para los lectores de todos los tiempos futuros. Para comprender a Cicerón y darse cuenta de
su importancia histórica es preciso hacer una distinción clara entre la finalidad inmediata que perseguía
al escribir y la perdurable influencia que ha ejercido su influencia fue muy grande, pero el propósito que
le fiaba sufrió un fracaso total, por no decir que constituía un verdadero anacronismo en su época es decir
este propósito tenía poca realidad en el momento en que escribía Cicerón y absolutamente ninguna
transcurrida una generación después de su muerte. A esta parte de su geopolítica y que atribuir las ideas
a las que daba gran importancia pero que, en la época a que nos estamos refiriendo, apenas tenían más
que un interés histórico: una creencia en la excelencia de la forma mixta de gobierno y la teoría del
histórico de las formas de gobierno.

En realidad, Cicerón tenía un plan : Consiste en exponer una serie del estado perfecto (una forma mixta
de gobierno), desarrollando sus principios en el curso de una historia de la constitución romana, esa con
arreglo a la teoría del ciclo. Frutos de las aportaciones de muchas mentes distintas realizadas en
circunstancias diversas y comprensivas del mosaico de soluciones a los problemas políticos a medida que
habían ido surgiendo éstos, la constitución de Roma, tal como Cicerón la concibe, era la forma más estable
y perfecta de gobierno que había creado la experiencia política.

El ciclo de Polibio- alternativamente ordenada de buenos y malos gobiernos, el paso de la monarquía la


tiranía, de la tiranía a la aristocracia, de la aristocracia a la oligarquía, de la oligarquía a la democracia y de
la democracia la demagogia-había sido encomiable, sobre todo por su rigor lógico, pero las observaciones
empíricas que lo respaldan eran las de las ciudades-estados. Cicerón se daba cuenta, lamentándolo, de
que sus ideas no encajaban en la historia romana, y por ello no hizo sino poco más que rendir homenaje
de la vez afuera a la teoría del siglo, y quitarle hasta su rigor lógico. La intención de bosquejar una teoría
del estado en íntima relación con la historia de las instituciones romanas era laudable, pero no podía
realizarla ningún hombre adoptase una teoría previamente confeccionada a base de fuentes griegas y que
injertarse en ella una exposición de la historia romana.

La verdadera importancia de Cicerón para la historia del pensamiento político consiste en que vio a la
doctrina histórica del derecho natural la formulación en que ha sido universalmente conocida en toda la
Europa occidental desde su época hasta el siglo XIX. De él paso a los jurisconsultos romanos y en la menor
medida a los Padres de la Iglesia. Desde luego, las ideas no eran en ningún sentido originales de Cicerón,
Algunos de los grandes pasajes estan constantemente presentes en el espíritu de quienquiera que trate
de comprender la filosofía política de los siglos siguientes.

En primer lugar, hay un derecho natural universal que surge a la vez del providencial gobierno del mundo
por Dios y de la naturaleza racional y social de los seres humanos que les hace afines a Dios. Es, si
dijéramos, la constitución del estado universal; es la misma en todas partes y obligar indudablemente a
todos los hombres y todas las naciones. No es lícito tratar de modificar esta ley, ni permisible abrogar la
parcialmente, y es imposible anularla por entero. Ni el Senado ni el pueblo pueden absolvernos del
cumplimiento de esta ley, y se requiere nadie que le explique o interprete. No es una en Roma y otra en
Atenas, una hora y otra después, sino una ley única, eterna e inmutable, que obliga a todos los hombres
y para todos los tiempos: y existe un maestro y gobernante común de todos, Dios, que es el autor,
intérprete y juez de esa ley y que impone su cumplimiento. A la luz de esta ley eterna, todos los hombres,
como sostiene Cicerón del modo más inequívoco, son iguales. No son iguales en saber, y no es
conveniente que el estado intente igualarlos en riqueza, sino que son iguales en cuanto que poseen razón,
en su estructura psicológica y en su actitud general respecto a lo que creen honorable o indigno.

la democracia política, aunque sería difícil defender la democracia sin alguna convicción moral análoga.
Lo que se afirma es que debe darse a todo hombre una cierta medida de dignidad humana y de respeto,
puesto que está dentro y no fuera de la gran fraternidad humana. La deducción política que saca Cicerón
Este axioma ético es la de que un estado no puede perdurar o no puede, al menos, perdurar sino en mala
situación, a menos que se base en la conciencia de las obligaciones mutuas y del reconocimiento mutuo
de los derechos que unen a sus ciudadanos entre sí, y de que reconozca y lleve a la práctica las
consecuencias de esa conciencia. El estado es una comunidad moral, un grupo de personas que poseen
en común el estado por esta razón denomina el estado o frase feliz, res populi o res publica, "la cosa del
pueblo", que equivale prácticamente al uso que se hacía en inglés antiguo de la palabra comomonwealth.
Esta es la base del argumento empleado por Cicerón contra los epicúreos y los escépticos de que la justicia
es un bien intrínseco. Desde luego, es cierto que un estado puede ser tiránico y regirá sus súbditos por la
fuerza bruta-la ley moral no hace posible la inmoralidad-, pero la medida en que así ocurra, pierde su
carácter de verdadero estado. Así, pues, dijo el Africano, la República es la cosa del pueblo; el pueblo no
es el conjunto de todos los hombres reunidos en cualquier modo, sino reunidos para un acuerdo común
respecto al derecho y asociación por causa de utilidad.

El estado es, pues, un cuerpo, la pertenencia al cual es posición común de todos sus ciudadanos: Este para
dar miembros las ventajas de la ayuda mutua y de un gobierno justo. Si ese bello tres consecuencias:
primera, con el estado y su derecho son bien común del pueblo, su autoridad surge del poder colectivo
del pueblo. Segunda, el poder político, cuando se ejerce recta y legítimamente, es en realidad el poder
del pueblo como cuerpo. Tercera, el estado y su derecho están sometido siempre a la ley de Dios o a la
ley moral o naturala que es la norma superior de justicia que trasciende de la elección y de las instituciones
humanas. Estos principios generales de gobierno-de la autoridad procede del pueblo, que sólo debe ser
ejercida con el respaldo del derecho y que sólo está justificada por razones morales-alcanzaron una
aceptación casi universal en un tiempo relativamente breve después del época en que escribió Cicerón y
han seguido siendo aceptados en la filosofía política durante muchos siglos.

El período clásico del desarrollo de la prensa romana corresponde a los siglos I y II d. C. y los escritos de
los grandes jurisconsultos esa época fueron seleccionados y compilados en el Digesto o Pandectas el
emperador Justiniano hizo publicar en el año 533. La filosofía política subyacente en ese cuerpo legal es
una repetición y exposición de las teorías que habíamos encontrado en Cicerón. Los jurisconsultos eran
juristas, no filósofos. Por esta razón resulta a veces difícil averiguar hasta qué punto debe tomarse en
serio una idea filosófica cuando aparece; no se sabe si el propio autor la consideraba como un adorno
culto o sinfonía realmente en el juicio político. Es evidente que los jurisconsultos no tuvieron nunca el
propósito de formular una filosofía política y de inyectar una filosofía en el derecho. La filosofía de los 5
Lasleyes, III, I, 2. jurisconsultos romanos no era filosofía en sentido técnico, sino ciertas concepciones
generales, sociales y éticas, conocidas por todos los hombres cultos, y que los jurisconsultos consideraban
útiles para sus finalidades jurídicas. La enorme autoridad en toda la Europa occidental se atribuyó al
derecho romano dio paso a todas y cada una de las proposiciones reconocidas como parte integrante de
aquel. Además, era seguro que toda concepción general incluida en el derecho romano había de ser
conocida por todos los hombres educados y no sólo por los juristas, y de pasar en fin de cuentas, por
información común, a muchos no formados académicamente, el derecho romano acabó por ser una de
las más grandes fuerzas intelectuales de la historia de la civilización europea.

Los juristas reconocen tres tipos principales de derecho, el Kius civile, el ius getium y el ius nturale. El ius
civile está constituido por las leyes o el derecho óseo ordinario de un determinado estado, o sea lo que
hoy se denomina derecho positivo interno las otras dos clases no son tan claras, ni por lo que hace a la
tensión entre el ius gentium y el ius naturale ni en lo tocante a la relación de ambos con él ius civile, en su
origen, expresión ius gentium era propia de los juristas, en tanto que ius naturale era una traducción de
la terminología filosófica griega. Al parecer los dos términos se confundían, tanto para los primeros
jurisconsultos como para Cicerón. Significaban indiferentemente principios que gozaban del
reconocimiento general y eran, en consecuencia, comunes a los derechos de los diferentes pueblos y
también principios que dan en sí razonables gustos sin referencia a ningún sistema jurídico positivo en el
que pudieran aparecer.

El punto principal en el que discrepan elius gentium y el ius naturale era la esclavitud. Por naturaleza todos
los hombres nacen libres e iguales, pero se permite la esclavitud con arreglo al ius gentium. Es difícil
precisar qué significa esa libertad natural para los jurisconsultos que afirmaban de modo tan tajante su
realidad, pero en vista de los esfuerzos hechos, para poner salvaguardias legales en defensa de los
esclavos y otras clases oprimidas, parece razonable interpretarlos como una cierta reserva moral con
respecto a prácticas la legalidad de las cuales era indiscutible con arreglo a todos los códigos conocidos.
Tanto si distinguía entre el ius gentium y el ius naturale como en caso contrario, ninguno de los gris con
sus dos no daba de la existencia de un derecho superior al positivo de cada estado determinado. Como
Cicerón, concedían el derecho como definitivamente racional, universal, notable y divino, al menos con
respecto a los principios más importantes de derecho y de justicia. El derecho romano como el common
law inglés, sólo en parte pequeña es producto de la legislación. De ahí que nos estableciera nunca la
presunción de que el derecho no expresa otra cosa sino la voluntad de un cuerpo legislativo competente,
que es una idea de origen muy reciente. Se suponía que la "naturaleza" establecer ciertas normas a las
que el derecho positivo debe adaptarse lo más que pueda y que, como había creído Cicerón, una ley
"ilegítima" constituye derecho. Durante toda la Edad Media y hasta muy entrada la Moderna, se admitían
en discusión la existencia y la validez de tal derecho superior.

en teoría, el derecho positivo es una aproximación a la justicia y el derecho perfecto; éstos representan
sus objetos y forman los cánones con arreglo a los cuales hay que juzgarlo. La justicia es la voluntad
constante y perpetua de dar a cada uno su derecho.La jurisprudencia es el conocimiento de las cosas
divinas humanas, sea el justo y del injusto. De ahí que el jurisconsulto sea un "sacerdote de la justicia",
"practica una verdadera filosofía y no es difícil hacerlo". Pero sigue siendo cierto que los juristas romanos
construyeron un cuerpo de derecho más ilustrado que ninguno de los existentes hasta entonces, y aunque
los cambios por ellos introducidos tenían causas económicas y políticas, no debe creerse sea sin referencia
los ideales de la profesión.

El derecho natural significa la interpretación a la luz de concepciones tales como la igualdad ante la ley, la
felicidad a los compromisos contraídos, la equidad, la superior importancia de la intención con respecto
a las palabras y fórmulas, la protección de los carentes de capacidad jurídica y el reconocimiento de
derechos basados en el parentesco de sangre. Hay que notar que esas formas del derecho romano,
aunque completadas después del comienzo de la era cristiana, no se debieron el cristianismo la influencia
humanizado hará efectiva fue el estoicismo y no parece haber en absoluto prueba de ninguna influencia
de las comunidades cristianas sobre los grandes jurisconsultos de los siglos II y III. Su finalidad fue asegurar
de uno u otro situación jurídica de la Iglesia o de sus dignatarios, o contribuir a llevar a cabo políticas de
la Iglesia. Por último, el derecho romano cristaliza la teoría, ya contenida en Cicerón, de que la autoridad
del gobernante deriva del pueblo.

El "pueblo" es una entidad totalmente distinta de las personas incluidas en el cualquier momento
determinada. A la vez se ha conservado alguna esencia de la vieja doctrina con arreglo a la cual el derecho
es una "razón impersonal" y de que, consecuencia, hice una distinción moral entre el gobierno legítimo y
la tiranía afortunada. Sin embargo subsiste el hecho de que, a la larga, el ideal que había penetrado en el
derecho fue un factor permanente de la civilización política europea-destinado de la antigua vida de la
ciudadestado-- que pudo perdurar durante una época en que en apariencia se había trasplantado a Roma
y más allá de ella por el servilismo del despotismo oriental.

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