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Pili es una niña wayuu en plena pubertad. Sabe que debe encerrarse y el
temor que siente ante la situación lo recompensa sabiendo que solo así
seguirá una tradición que en su ranchería se resiste a morir.
"Antes los encierros duraban seis o cinco años, y otros se finalizaban cuando un
hombre compraba a la niña", explica la directora. "En los últimos tiempos la
tradición se había perdido en muchas rancherías, pues las niñas de ahora se
avergüenzan de eso".
Por eso, varios años necesitó Padilla para encontrar una comunidad con la
práctica viva, una niña dispuesta a hacerlo, y sobre todo, interesada en
contarlo al mundo a través de la cámara. Otro año y medio viviendo en la
ranchería fue indispensable "para ganar la confianza de la abuela, quien
manda en el lugar".
Para muchos, el encierro puede ser una práctica macabra y obsoleta, pero si
el espectador
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wayuu), se da cuenta que el trasfondo de todo es hacer valorar a la mujer y
enseñarle cuáles son los retos que enfrenta al crecer, siempre guiada por la
madre o una mujer que no haya cambiado de esposo y no tenga vicios (en esta
caso, la abuela). Por eso Pili debe estar acostada en un chinchorro quieta, sin
mover los brazos ni las piernas, y someterse a varios baños de luna para que
la fortaleza y prosperidad invadan su cuerpo.
Antes el encierro tenía como objetivo buscar un buen esposo para la niña, un
buen comprador. Ahora, "el ritual se enfoca en mantener viva la tradición
wayuu" y en hacer que las jovencitas vuelvan a nacer con el fin de tener un
futuro prometedor. Pili, por ejemplo, aprende a tejer (indispensable para la
economía) pero su abuela tiene muy claro que ella debe ser profesional, razón
por la cual rechaza una oferta de compra.
"Los wayuu son muy inteligentes Ellos adoran su cultura y están consientes que no
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25/10/2018 El encierro Wayuu o el volver a nacer | ELESPECTADOR.COM
Los wayuu son muy inteligentes. Ellos adoran su cultura y están consientes que no
la deben perder, pero no por eso dejan de tomar aspectos positivos de la cultura
occidental", advierte Padilla. "Que ellos tengan celular o cámaras digitales no
les impide tener su idioma y sus creencias", por lo que Pili se preparó
durante 12 lunas, 365 soles y una lluvia para ser una profesional y no para
tener marido, pues como reconoce su abuela, los "nuestros hombres sólo saben
dar órdenes".
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E insistió en que este filme ha permitido hacer "un homenaje a los más de
cinco millones de desplazados" y es además "una muestra de lo que esconde
el discurso ilusionista de las Farc".
José Crisanto, su esposa, su suegro y sus hijos forman parte de esa tragedia,
ya que terminaron siendo perseguidos por las Farc y después por el propio
Estado, que lo encarceló cuatro años por secuestro y malos tratos.
Eso le impide encontrar trabajo, a lo que se suman las amenazas de las Farc
que lo siguen considerando "objetivo militar".
"La única protección que tengo es un chaleco antibalas para salir a la calle,
algo irrisorio atendiendo que las autoridades consideran que estoy en un
riesgo extraordinario de seguridad", explicó.
La familia huyó desde la vereda del Guaviare (sur) en la que vivían a San
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25/10/2018 El encierro Wayuu o el volver a nacer | ELESPECTADOR.COM
La familia huyó desde la vereda del Guaviare (sur) en la que vivían, a San
José, la capital departamental, donde entregó al pequeño al Instituto del
Bienestar Familiar bajo el nombre de "Juan David", tras indicar que era él su
"tío abuelo".
"No puse ninguna objeción a firmar la custodia porque me parecía que era lo
más humano que podía hacer", explicó, al detallar que nunca se ha
arrepentido de aquel acto.
Dos años más tarde, en diciembre de 2007, descubrió que ese bebé, al que
cuidó como a uno más de sus hijos, era el hijo de Clara Rojas y que la guerrilla
iba a ponerla en libertad.
Agobiado por la persecución de las Farc para que les entregara al pequeño,
Crisanto confesó la historia ante las autoridades y fue así como dieron con el
paradero de Emmanuel.
La película "Operación E" ha servido para que José Crisanto pueda ofrecer su
versión de los hechos, antes desconocida, y ahora sueña con escribir una
novela, pero para ello necesita, según dijo, un ordenador.
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