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La alfabetización digital, prácticas sociales y contextos

diferenciados
Mariana Rodríguez Velázquez

El presente ensayo se tiene como objetivo reflexionar acerca de cómo la


alfabetización digital permea todos los ámbitos de la vida social y la forma en que
los sujetos le dan sentido en contextos sociales específicos. La familia, la escuela,
los medios y el gobierno tienen un papel relevante para definir qué es, para qué es
necesaria y cuál es la finalidad de que los sujetos estén alfabetizados digitalmente
ante la convergencia tecnológica en contextos diferenciados.

En términos generales, se puede entender la convergencia tecnológica como la


coexistencia del conjunto de tecnologías digitales, pantallas, medios y lenguajes
de las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC). Cabe señalar que los
sujetos enfrentan la convergencia tecnológica de formas diferenciadas en
contextos específicos. En este sentido, toman relevancia nociones como “brecha
digital” y “brecha de uso”. La primera está determinada por las desigualdades
sociales de acceso y conectividad de las tecnologías digitales, mientras, la
segunda “se está definiendo por la capacidad de los usuarios de realizar
operaciones complejas, moverse en distintas plataformas y aprovechar al máximo
las posibilidades que ofrece la cultura digital” [CITATION Dus11 \p 12 \l 3082 ].

Carracedo sostiene que “no hay una sola brecha sino muchas brechas
superpuestas y solapadas” (2006, pág. 97). Incluso, el autor argumenta que el
concepto más adecuado para los estudios de los discursos y prácticas de las
desigualdades y diferencias es la estratificación digital a partir de seis parámetros
(acceso a ordenadores, infraestructura de entrada a la red, adquisición de
conocimientos del software y hardware y habilidades de manejo de la información)
“que se dan entre las distintas clases sociales, así como el género, edad, nivel
educativo, etnia, idioma, zona en la cual se habita y convicciones políticas o
religiosas” (2006, pág. 97).

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Sin embargo, las reflexiones del presente ensayo acerca de la alfabetización
digital giran en torno a aquellos contextos sociales en los cuales la convergencia
tecnológica forma parte de la cotidianidad de los sujetos. En este sentido, las
pantallas (como conjunto de tecnologías) cohabitan y transitan el espacio
formando parte del mundo del sentido común que “se encuentra tipificado en
categorías de significado que permiten reconocer los nuevos fenómenos e
incorporarlos a la conciencia del sujeto” (Schütz, 2006 citado en Franco, 2015).

“Cada tecnología se suma a la anterior y van marcando agendas y usos ligados,


fundamentalmente al entretenimiento y la socialización, y circunstancialmente a la
búsqueda de información” [ CITATION Bac17 \l 3082 ]. Con alfabetización digital
se pretende englobar un conjunto de alfabetizaciones que permiten a los sujetos
dar sentido en sus prácticas sociales a la integración tecnológica en contextos
específicos. Cabe señalar que las tecnologías:

afectan y son afectadas por la co-construcción de significados que


las personas les adjudican y, sobre todo, por los marcos de
referencia que asumen en dicho proceso; pero, a su vez también
afectan los significados sociales y sus interacciones por los propios
sentidos que proponen (Franco, 2015, pp. 119).
El sentido que los sujetos asignan en sus prácticas sociales a la integración
tecnológica depende, en gran medida, de sus interacciones sociales con otros. De
esta forma, no todos los sujetos deben tener el mismo tipo de alfabetización
digital, sin embargo, sí es necesario que asuman una postura crítica-reflexiva
como consumidores y creadores de contenidos para la transformación social.

Ser crítico-reflexivo no es resultado directo de la convergencia tecnológica, implica


diversas formas de socialización e interacción en las cuales los sujetos dan
sentido a sus prácticas sociales. De esta forma, la familia y la escuela tienen
relevancia en la conformación y posicionamiento de los sujetos frente a los
contenidos, así como, en los significados que transmiten en la creación propia de
contenidos.

A partir de la familia, entendida como socialización primaria, los sujetos comienzan


a formar su historia biográfica y, a partir de las interacciones, se lleva a cabo el
proceso de endoculturación. Entre los elementos centrales en este último proceso

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se encuentran el lenguaje, las formas de interpretar el mundo, los conocimientos,
los valores y los principios de la cultura a la que pertenecen. Por un lado, la familia
es uno de los elementos centrales para conformar la postura crítica frente a los
diferentes contenidos porque el sujeto construye los marcos de referencia para
interpretarlos y, por otro lado, lo que los sujetos transmiten en la creación de
contenidos son posturas frente a los significados compartidos por una cultura en
particular en contextos específicos.

Franco sostiene que la “familia es la unidad primaria de aprendizaje e interacción


mediática” (2015, pp. 117). El autor expone cuatro categorías analíticas para
entender el vínculo entre familias, educación y pantallas: estrategias educativas,
biografías mediáticas, trayectorias mediáticas familiares y migraciones
tecnológicas. Para responder a la pregunta ¿cómo se construyen y negocian las
estrategias educativas del uso de las pantallas al interior del hogar? Franco (2015,
pág. 118) argumenta que se requiere entender:

 El rol de las pantallas en las interacciones cotidianas de las familias.


 Lo que permite que cada tecnología se introduzca en el hogar.
 Los integrantes de la familia con mayor injerencia en la introducción de las
pantallas en el hogar.
 El significado que las familias se le asignan a cada pantalla.
 Las apropiaciones que se hacen de las pantallas y que se adquieren a
través de las relaciones interpersonales.

Se podría afirmar que el término “estrategias educativas” es un elemento central


que permite comprender la relevancia del papel que juega la familia en la
alfabetización digital. Franco define este concepto como el conjunto de “acciones
que se emplean en la familia para controlar, acompañar o mediar los usos y
consumos mediáticos que suceden dentro y fuera del espacio doméstico” (2015,
pág. 118). Dichas estrategias educativas implican la búsqueda de soluciones que
les permitan como familia convivir con las tecnologías e interactuar a través de
ellas.

Por su parte, la escuela tiene como finalidad llevar a cabo el proceso de


escolarización. Actualmente, existe una gran exigencia hacia las instituciones

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educativas para incorporar las TIC en sus diferentes prácticas. Sin embargo, una
de las críticas a los actores que trazan las políticas públicas es que asumen una
postura del determinismo tecnológico, en la cual la alfabetización digital sería el
resultado de la lógica o fuerza interna que las tecnologías poseen.

Algunos autores afirman que los esfuerzos por incorporar las TIC en los sistemas
educativos son “actos de fe de los políticos sobre las potencialidades de la
tecnología para el cambio de la práctica educativa” (García, Aquino, Ramírez,
Montalvo, 2016). En los últimos años, las acciones del gobierno mexicano se han
centrado en proveer a las escuelas dispositivos electrónicos (en algunos casos a
los estudiantes) y conectividad a Internet con la finalidad de disminuir las brechas
de acceso. Algunos ejemplos de estas iniciativas son Enciclomedia, Un Dispositivo
para Cada Estudiante (1:1), entre otras.

En debates recientes de política y práctica educativa, los estudiantes (infantes y


jóvenes) han sido etiquetados como nativos digitales por nacer en una época de la
omnipresencia de los medios digitales. Entre las cualidades que se les asignan
están la habilidad multitarea, la capacidad de navegar por ese mundo por el
aprendizaje eficaz y eficiente, y la construcción del conocimiento (Kirschner, De
Bruyckere, 2017).

Sin embargo, existe una gran cantidad de evidencia que demuestra que el nativo
digital no existe y que, aunque los estudiantes en esta generación sólo han
experimentado un mundo conectado digitalmente, no son capaces de manejar las
tecnologías modernas de la manera que a menudo se les atribuye (Kirschner, De
Bruyckere, 2017). Rechazar la estigmatización social de que los estudiantes son
nativos digitales implica que la alfabetización digital es un tema importante en la
educación de los estudiantes.

Cabe señalar que la alfabetización digital y la integración de las TIC de las


prácticas educativas no son resultados directos de la presencia de las pantallas y
la conectividad en las instituciones educativas; sin embargo, sí es una condición
necesaria. En el proceso de escolarización, Gutiérrez afirma que la presencia de
las TIC en las aulas tendría sentido si se integra adecuadamente en el desarrollo

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curricular escolar pero no como apoyo de los procesos de enseñanza aprendizaje
sino como “objeto de estudio y como agentes de educación informal”[CITATION
Gut06 \p 61 \n \t \l 3082 ].

La apuesta de Gutiérrez es un modelo de alfabetización digital integral en el cual


lo importante sería una alfabetización crítica-reflexiva centrada en el análisis de los
contenidos y afirma que de no adquirirse dentro de la educación formal “no es tan
fácil que se adquiera en otros entornos” (2006, pág. 61). Bacher (2017) sostiene
que la agenda educativa ha colocado a las TIC en un lugar estratégico porque
mediante ellas es posible acceder a muy bajo costo a un inagotable número de
información, fuentes y consumos culturales. Sin embargo, recalca que el desafío
de la escuela es proporcionar las competencias y criterios de valoración que los
sujetos requieren para comprender, desentrañar, apropiarse y aplicar los
contenidos.

Si bien la propuesta de Gutiérrez reconoce que es necesario formar receptores


críticos de los contenidos, considera que el principio básico de la alfabetización
digital es que los sujetos se conviertan en creadores de productos multimedia a
partir del fomento de su capacidad expresiva. Si partimos de la creación de
multimedia, en palabras del autor, “estaremos contribuyendo a crear individuos
preparados para opinar, para decir, para crear una sociedad más participativa y
democrática” [CITATION Gut10 \p 65 \l 3082 ]. Como ámbito social, Bacher (2017)
apuntala que la misión de la escuela consiste en bridar lo necesario para que los
sujetos se apropien del derecho a la comunicación. De esta forma, la escuela
provee de las herramientas, capacidades y habilidades para que las infancias y
juventudes puedan gozar la oportunidad de ocupar un lugar de protagonismo en la
transformación del proyecto escolar.

Una crítica sobre la alfabetización digital de la escuela es “que no va más allá de


la alfabetización instrumental” (Feito, 2006). Con base en algunas lecturas
consultadas, hay dos formas de comprender este último concepto: como el
carácter instrumental de la lecto-escritura (como en el caso de Feito); y, como el
manejo operacional de los soportes digitales, dispositivos y programas. Aunque la

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alfabetización digital no se limita o reduce a ninguna de estas dos formas de
comprenderla, tanto la lecto-escritura como la operacional son necesarias, e
incluso, indispensables.

La escuela, como socialización secundaria, toma relevancia porque en ese


entorno se llevan a cabo prácticas sociales cotidianas en interacción con otros. En
dichos entornos interactúan adultos, niños y jóvenes. Cada uno de ellos con
historia y construcción biográfica propia, carga cultural e ideológica. En este
sentido, las prácticas sociales fuera de los entornos educativos impactan
directamente en las prácticas escolares y la alfabetización digital:

ya no depende tanto ni tan exclusivamente de la acción directa de un


sistema educativo formal… Cada vez es mayor la influencia de
instancias de educación no formal y la de otros agentes de educación
no formal, como pueden ser los medios y las numerosas fuentes de
información (Gutiérrez, 2010, págs. 175-176)
Barbero afirma que “la mutación social configurada por las tecnologías de la
comunicación y la información no es algo que les llegue a las escuelas desde
afuera sino tatuado en los cuerpos y sensibilidades de los alumnos” (Bacher,
2017). Por ejemplo, el uso y apropiación de los medios y las tecnologías digitales
como espacios de interacción. Actualmente, los jóvenes se mueven en diferentes
entornos sociales mediados y no mediados.

Boyd (2014) asevera que la mayoría de los jóvenes utiliza gran cantidad de
medios sociales y sus prácticas son aparentemente distintas. A través ellos, los
jóvenes se conectan con personas que conocen, observan cómo esas personas
están usando el sitio y luego refuerzan o desafían esas normas a través de sus
propias prácticas. Esto implica que los jóvenes maniobran entre diferentes
contextos que han construido colectivamente y construyen socialmente. En estas
prácticas sociales, los jóvenes ponen en juego, por un lado, su control de la
información, el acceso y la visibilidad y, por otro lado, su control de la situación
social.

Para controlar la situación social, los jóvenes requieren un proceso de lucha


continuo con los siguientes elementos: poder, conocimientos y habilidades (Boyd,
2014). El primero refiere a tener un estatus de autoridad social o el poder de tomar

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medidas para resistir a los más poderosos. El segundo, supone la comprensión
razonable de la situación social que opera en contextos específicos. El tercero, las
habilidades para entender y afectar la forma en que la información funciona y se
interpreta.

Los medios toman relevancia en la comprensión del por qué es importante estar
alfabetizado digitalmente. Con la digitalización ha sido posible la coexistencia de
diferentes medios en un mismo entorno cuyo lenguaje es “multimodal o
multicódigo con sus propias características que sirve de encuentro e integración
de otros lenguajes” (Gutiérrez, 2010, pág. 172). En este sentido, Gutiérrez
propone hablar de la alfabetización multimedia digital porque “cualquier
alfabetización tendrá que incluir conocimientos básicos sobre las formas más
comunes de codificar y decodificar significativamente información verbal, sonora,
audiovisual y multimedia” [CITATION Gut10 \p 175 \n \t \l 3082 ].

Sin embargo, la alfabatización multimedia propuesta por Gutiérrez no se limita a


los conocimientos, sino tambien a las destrezas. Ambos, una vez adquiridos,
pueden ser utilizados por los sujetos para interpretar la realidad. Por esta razón, el
autor sostiene el proceso de alfabetización multimedia es parte integral de la
interacción social y que el “nivel de profundización en cada uno de los aspectos
técnicos y expresivos de los nuevos medios dependerá después del grado de
interés y necesidad de cada estudiante” [CITATION Gut10 \p 183 \l 3082 ].

A lo largo del presente ensayo se presentaron distintas formas de comprender qué


es y para qué sirve la alfabetización digital, así como, el papel que juega la familia,
la escuela, los medios y los gobiernos. En cada uno de los ámbitos de la vida
social y los sujetos le asignan sentido a la alfabetización digital. En conclusión, se
puede afirmar que la alfabetización digital toma relevancia como proceso continuo
que permea la cotidianidad de los sujetos a partir de sus prácticas sociales en
contextos diferenciados.

Fuentes de consulta

7
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Bacher, S. (2017). Tatuados por los medios. Dilemas de la educación en la era digital. Argentina:
Paidos.
Boyd, D. (2014). It’s complicated. USA: Yale.
Dussel, I. (2011). VII Foro Latinoamericano de Educación : aprender y enseñar en la cultura digital.
Buenos Aires: Fundación Santillana.
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y E. Calurano Díez (Ed.), Claves de la alfabetización digital (pág. 68 a 76). Madrid:
Fundación Telefónica.
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Ortiz Henderson y L. M. Garay Cruz, Comunicación, cultura y educación. México: UNAM-
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Ortiz y E. Calurano Díez (Ed.), Claves de la alfabetización digital (pág. 57 a 66). Madrid:
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Teaching and Teacher Education(67), 135-142.
Martínez Muñoz, S. F. (2007). na explicación del cambio tecnológico basada en el concepto de
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