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CAMINAR

CON
DIOS
Pedro Pablo Fuentes
Caminar con Dios : reyes de Israel y Judá. - 1a ed.
Ciudad Autónoma de Buenos Aires: Sembrar Ediciones Cristianas,
2018.
256 p. ; 20 x 14 cm.
ISBN 978-987-28429-7-0

1. Meditación. 2. Estudios Bíblicos. I. Título.


CDD 220.6

© 2018 Pedro Fuentes


Todos los derechos reservados. Prohibida la reproducción parcial o total
de esta obra sin la autorización previa de los editores.

Sembrar Ediciones
sembrarediciones.com.ar
Impreso en Argentina

Corrección literaria: Natalia Fuentes


Diseño de cubierta e interior: Lucas Fuentes
DÍA 1

DIOS SÍ ESCUCHA
“Elí respondió y dijo: Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la petición que le has
hecho. Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su
camino, y comió, y no estuvo más triste.”
1ª Samuel 1:17-18

Abrimos el libro de Samuel para recorrer juntos la historia de los


reyes de Israel y de Judá. La historia comienza con la llegada del
niño Samuel. Su madre era una mujer piadosa, llena de ilusiones
y deseosa por tener hijos, pero no podía porque era estéril. En
Israel, cuando una mujer casada no tenía hijos era mal mirada,
despreciada y, en ocasiones, avergonzada por la sociedad. La
tristeza que embargaba a esta joven mujer era inmensa, nada
llenaba su corazón. A tal punto era la angustia de su alma que un
día, mientras lloraba, su esposo le hizo el siguiente comentario:
“Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu
corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?” 1ª Samuel 1:8

La familia no la entendía
Nadie entendía lo que sucedía en el ser interior de esta desolada
mujer, ni su propio marido. Así es como sucede muchas veces en
nuestro peregrinaje; ni los más cercanos logran captar la tristeza, la
soledad y la desazón por la que podríamos estar atravesando. Ana
se sentía mal, muy mal, pero no encontraba en quién depositar su
carga; su familia no la comprendía.

El sacerdote no la entendía
La afligida mujer decidió ir al santuario y allí expresar su tragedia
al sacerdote de turno. Toda su ilusión era ver al ungido del Señor
para que aliviara su carga. No sucedió así. El hombre no lograba
descubrir cuál era el problema. Tanta fue la confusión en que se

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encontró el sacerdote Elí, que hasta trató a la mujer de manera
descortés acusándola de que estaba ebria. Finalmente, logró el
anciano líder dilucidar parte del drama de la mujer indicándole
que regrese a su casa: “Ve en paz, y el Dios de Israel te otorgue la
petición que le has hecho” 1ª Samuel 1:17. Si no conociéramos el
final de la historia, diríamos que estas fueron solo palabras que
se las llevaría el viento, pero no fue así, porque Dios sí escuchó.

Dios la entendía
Ana estaba triste y su familia no la entendía, estaba llena de
angustia y desesperación y el sacerdote no sabía cómo actuar,
pero Dios sí la entendía y la escuchó. Nada más apropiado para
esta situación que las palabras que años más tarde le diría Dios
a Samuel (el hijo de Ana): “El hombre mira lo que está delante de
sus ojos, pero Dios mira el corazón.” 1ª Samuel 16:7. Dios vio su
angustia, consideró sus lágrimas, valoró su petición y concedió
el deseo de su corazón; así obra Dios. El texto nos dice que Ana
regresó a su casa y no estuvo más triste. Siempre habrá paz para
quienes derramen su alma en la presencia de Dios, porque él
siempre nos entiende. Pocos años más tarde de este suceso, el
salmista escribió, basándose en su propia experiencia: “Este pobre
clamó, y le oyó Jehová, y lo libró de todas sus angustias.” Salmos 34:6.
El pueblo de Dios estaba a punto de iniciar un período de más
de ciento veinte años de gloria, y todo comenzó con una mujer
angustiada. Ella no guardó su desdicha, sino que la presentó al
Señor y Dios bendijo a Ana y a todo su pueblo a través de ella.

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DÍA 2

VOLVER AL LUGAR
“Por este niño oraba, y Jehová me dio lo que le pedí. Yo, pues, lo dedico también a
Jehová; todos los días que viva, será de Jehová. Y adoró allí a Jehová.”
1ª Samuel 1:27-28

Un año después, la mujer era otra. Su tristeza y su profunda


angustia habían sido cambiadas por la gracia bendita del Señor
y era una nueva mujer. Su corazón rebosaba de felicidad, Dios le
había concedido el deseo de su corazón. Lo más común suele ser
que cuando alguien recibe lo que esperó por mucho tiempo, se
aferre a lo recibido y trate de conservarlo a cualquier precio. Nos
sorprende grandemente que no haya sido así en el caso de Ana.
Ella no buscó cumplir su propio plan, sino que aceptó ser parte en
el plan de Dios y por ello Dios utilizó de manera extraordinaria a
su hijo Samuel para dar inicio al reino de Israel. Al leer el relato,
nos damos cuenta de que ella hizo sencillamente lo que Dios
espera de cada uno de sus hijos.

Gratitud
Ana regresó a la pequeña aldea de Silo, el mismo lugar donde
pocos años atrás había estado angustiada, clamando a Dios
por un hijo. Ahora vino con un corazón lleno de paz interior y
de reconocimiento a expresar su gratitud a Dios. Una persona
agradecida siempre vuelve al dador de “toda buena dádiva”. Así
lo hizo uno de los diez leprosos que curó nuestro Señor y fue
elogiado por el Maestro: “Uno de ellos, viendo que había sido sanado,
volvió glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra a sus
pies, dándole gracias; y este era samaritano. Respondiendo Jesús, dijo:
¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve ¿dónde están?”
Lucas 17:15-17. El relato es muy significativo, porque da cuenta
de una de las pocas veces que el Señor hace un reclamo; y este
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reclamo es por la ingratitud de los que no regresaron a agradecer.

Dedicación
Ana sigue sorprendiéndonos al traer a su pequeño hijo al lugar de
adoración, lo trae para dejarlo. “ Yo, pues, lo dedico también a Jehová;
todos los días que viva, será de Jehová”. Cuando le entregamos al
Señor nuestro corazón, no nos es difícil entregar lo demás; si lo
hacemos, él multiplicará la bendición para nosotros y para quienes
nos rodean. Entregar lo nuestro para honrar a Dios tiene como
resultado llenar nuestro corazón con lo que Dios nos da.

Adoración
Luego de entregar a su hijo Samuel al cuidado del sacerdote
Elí para que sirviera en las cosas sagradas, el texto dice que
Ana adoró allí a Jehová. Solo podemos adorar cuando estamos
agradecidos a Dios, porque un corazón insatisfecho nunca puede
expresar adoración. La adoración es la admiración que tenemos
a la persona de Dios y a su manera única de actuar. Adorar es
reconocer que nadie puede hacer las cosas tan bien como las hace
Dios. Adorar es quedar en silencio contemplando la grandeza de
Dios. Adorar no es hacer cosas, sino reconocer lo que Dios hace.
Adorar es estar involucrado en los planes de Dios. Adorar es dejar
que Dios se muestre.
Esto es lo que hizo Ana. Nos conmueve y nos desafía a vivir
el resto de nuestros días con un corazón lleno de gratitud por
las bendiciones recibidas. Todos los cristianos debiéramos vivir
dedicando lo nuestro al Señor y caminando cada día en una
continua adoración.

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DÍA 3

ORACIÓN AL SOBERANO
“Jehová mata, y él da vida; Él hace descender al Seol, y hace subir. Jehová empobrece,
y él enriquece; Abate, y enaltece.”
1ª Samuel 2:6-7

La vida de esta piadosa mujer nos deja sorprendidos en cada una


de sus maneras de actuar. Antes de salir de la escena del relato
bíblico, Ana, con un corazón rebosante de gozo y reconocimiento,
eleva una oración a Dios. Cada párrafo de esta oración exalta
la persona de Dios y nos deja ver lo mucho que ella conocía
a su Señor. Quizás lo más sobresaliente de esta oración sea la
exaltación que hace Ana de la soberanía de Dios. Ella dice que
Dios tiene el control sobre todo, absolutamente todo.

Control sobre la vida: “Jehová mata, y él da vida”


La vida del ser humano está siempre en las manos de Dios. Nadie
nace porque quiere y nadie muere porque quiere, ni aun quienes
se quitan la vida lo hacen sin que Dios lo haya permitido, aun
cuando nosotros no lo entendamos ni lo aceptemos. Que nosotros
hayamos nacido y que sigamos con vida es una gracia de Dios
y el día que dejemos este mundo será porque el Señor dispuso
nuestra partida. Dios es y será soberano sobre la vida y la muerte.
El salmista dijo: “Mi vida entera está en tus manos.” Salmos 31:15

Control sobre las circunstancias: “Jehová empobrece, y él


enriquece”
Demasiadas veces creemos que somos nosotros quienes manejamos
las circunstancias, y tenemos el control sobre ellas, pero no es así.
Para los cristianos, las circunstancias están muy ligadas a su vida
de fe y, en ocasiones, nos suceden cosas malas como disciplina
por nuestras decisiones equivocadas. En otras ocasiones nos
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suceden cosas malas, a las que la Biblia llama “pruebas” y son para
modelar nuestro carácter. No debemos olvidar que, sobre todo lo
malo o lo bueno que nos sucede, Dios siempre tiene el control y
lo utiliza para nuestro beneficio. Así lo expresa el apóstol Pablo
cuando dice: “Sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas
cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su
propósito” Romanos 8:28. Lo que debemos aprender de la preciosa
oración de Ana es que Dios es soberano en todo, también en las
circunstancias.

Control sobre las personas: “Abate, y enaltece”


El deseo de dominar a los demás es una tentación a la que
cada ser humano está siempre expuesto. En la vida familiar,
laboral, de estudio o cualquier relación social, muchas veces
nos encontraremos con personas que querrán dominarnos y en
ocasiones causarnos algún daño. No debemos olvidar que Dios
es soberano sobre todas las personas, sin importar el rango que
ocupen en la sociedad. La historia sagrada está llena de ejemplos
de personas que debieron vivir y moverse bajo el mando de gente
perversa e injusta. Dios nunca perdió el control sobre ellos, sea del
Faraón de Egipto, de Saúl persiguiendo a David o del carcelero en
Filipos. Las palabras del sabio Salomón son muy aleccionadoras
en este tema: “Como los repartimientos de las aguas, así está el
corazón del rey en la mano de Jehová; a todo lo que quiere lo inclina.”
Proverbios 21:1. Ana, quien no había leído esta palabra, tenía la
claridad de pensamiento acerca de la soberanía de Dios sobre
las personas. Cuando sabemos esto, vivimos tranquilos, porque
nadie podrá hacernos nada malo, pues Dios tiene todo el control
y nosotros estamos en sus manos preciosas.

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DÍA 4

DESAPROBADOS
“Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová.”
1ª Samuel 2:12

En aquel tiempo Elí era el sacerdote, sus hijos Ofni y Finees eran
quienes le ayudaban en el oficio sacerdotal y lo más probable es que
luego de la muerte de su padre fueran ellos quienes le sucederían
en el cargo. Pero no fue así, la carrera ministerial de estos jóvenes
descarriló a mitad de camino. La razón de este fracaso aparece en
el capítulo 2 de 1ª Samuel, la clave se encuentra en el texto 12:
“…no tenían conocimiento de Jehová.”

Conocían la teología
Los muchachos habían sido criados en una familia donde se
leían las Escrituras, su padre, como sacerdote, les debe haber
enseñado la historia de su pueblo. Una y mil veces deben haber
escuchado la historia de los grandes patriarcas de Israel, de la
esclavitud de Egipto y cómo Dios los había sacado de allí y la
historia de los Jueces liberando al pueblo de los enemigos. La
ley de Moisés era conocida, memorizada y recitada en el hogar
de estos jóvenes. Ellos conocían perfectamente la teología y
sus posibles interpretaciones, pero eso no alcanzaba para ser
aprobados por el Señor. El conocimiento de la Biblia no nos hace
mejores cristianos y hasta puede hacernos pensar que Dios tiene
que agradarse de nosotros porque conocemos su Palabra, pero no
es así. Podemos llegar a ser grandes teóricos de la Biblia y seguir
con un corazón vacío.

Conocían el oficio
Ofni y Finees habían sido llevados al santuario por su padre desde
muy niños. Habían practicado cómo encender las lámparas, cómo
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matar los distintos animales que se ofrecían y cómo separar las
ofrendas que el pueblo hacía. El oficio lo conocían perfectamente
bien, posiblemente en algunas ocasiones oficiaran en el santuario
en ausencia de su padre. Estos muchachos cumplían con el
ministerio sacerdotal y posiblemente lo hacían muy bien. Los
jóvenes conocían el oficio, pero esto no alcanza para agradar a
Dios. El servicio cristiano es muy importante en la iglesia y fuera
de ella, pero debemos estar atentos de no confundir aprobación
con ejercicio de un ministerio.

No conocían a Dios
La razón por la que los hijos de Elí fueron desaprobados y se
frustrara la carrera ministerial y sus propias vidas no fue que
no conocieran la teología o que no ejercieran un ministerio.
La verdadera razón del fracaso de estos muchachos fue que no
conocían a Jehová. Conocer a Dios significa tener una relación
personal con él. Significa tener vida interior, la vida de Dios en
nosotros. El Señor Jesús definió así el conocimiento de Dios:
“Esta es la vida eterna, que te conozcan a ti, el único Dios verdadero.”
Juan 17:3. Una vez establecida esa relación con Dios, el objetivo
mayor de todo cristiano debe ser crecer en ese conocimiento, en
esa relación. Los hijos de Elí se alejaron de Dios, dejaron de tener
una relación estrecha con él y terminaron confundidos y lejos de
sus propósitos. El apóstol Pablo nos dice que, para él, la meta más
alta que se había propuesto en la vida era conocer a su Señor:
“A fin de conocerle” Filipenses 3:10. Solo cuando estamos cerca de
Dios es que conocemos su voluntad y deseamos obedecerla. El
conocimiento de Dios nos conducirá a la verdadera dicha y a
lograr el propósito que él tiene para cada uno de nosotros.

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DÍA 5

APROBACIÓN
“ Y el joven Samuel iba creciendo,
y era acepto delante de Diosy delante de los hombres.”
1ª Samuel 2:26

Samuel era muy joven, recién estaba comenzando a vivir y ya se


podía apreciar en él una actitud y una conducta muy diferente a
la Ofni y Finees. Toda la vida del profeta Samuel y su ministerio
fueron aprobados por Dios.

Crecer con el tiempo


La expresión que utiliza el narrador de la historia es: “Samuel
iba creciendo”, es decir que iba superando etapas y respetando los
tiempos en su desarrollo. El crecimiento siempre es un proceso
que lleva tiempo, y es muy importante respetar ese tiempo. La
transformación en una persona no se produce de un día para otro
y Samuel iba siguiendo ese proceso para llegar a ser el gran profeta
y juez de Israel. La madurez en cualquier área de la vida requiere
tiempo de aprendizaje y nunca se logra de forma automática. En
la vida de Samuel se puede observar cómo este joven respetaba los
tiempos y se sujetaba a la manera de obrar de Dios en él.

Crecer aprobado
El mayor desafío para un creyente es ser aprobado por Dios,
todo lo demás no cuenta si somos desaprobados. No debemos
confundir aprobación con hacer todo bien, porque nadie hace
todo bien. Lo que Dios espera es que tengamos un corazón
dispuesto a aprender, a reconocer cuando nos equivocamos, a
arrepentirnos de nuestros pecados y apartarnos de ellos. Eso es
lo que aprueba nuestro Señor: “Al corazón contrito y humillado, no
despreciarás tú, oh Dios.” Salmos 51:17. Al comienzo del ministerio
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de Jesús, cuando él fue bautizado, se oyó desde el cielo la voz de
Dios el Padre: “Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia”
Mateo 3:17. En la obra de Dios, todo comienza con la aprobación
del Señor sobre la vida de sus siervos. Los muchachos de Elí no
agradaron a Jehová y por ello fueron desechados del ministerio.

Crecer en confianza
En la pequeña Silo, todos hablaban bien del hijo de Ana, cada
comentario que se oía era favorable. El estilo de vida de Samuel
era muy diferente al de los hijos de Elí. Tener la aceptación de las
personas no es algo que debe desvelarnos, pero sí es importante
saber que cuando estamos siendo aprobados por Dios, él
hace que las personas nos valoren y nos reconozcan. El sabio
Salomón, cuando habla acerca de la importancia de obedecer la
ley del Señor en los Proverbios, nos dice que el resultado de esa
obediencia será la aceptación de las personas que nos rodean: “ Y
hallarás gracia y buena opinión ante los ojos de Dios y de los hombres.”
Proverbios 3:4. Samuel es un joven en quien Dios ha puesto sus
ojos y no podemos decir que fuera por sus méritos personales.
Podemos afirmar que era alguien que se tomaba en serio su
relación con el Señor, que caminaba procurando hacer su voluntad
y deseaba agradarle. El apóstol Pablo, cuando evalúa por qué Dios
lo puso en el ministerio, tiene una expresión de profunda gratitud
a su Señor: “Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús nuestro
Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome en el ministerio, habiendo
yo sido antes…” 1ª Timoteo 1:12-13. Cuando alguien es aprobado,
es cuando menos digno se siente y por ello da toda la gloria a
Dios y esto lo califica para ser aprobado.

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DÍA 6

EL MEJOR NEGOCIO
“ Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.”
1ª Samuel 2:30

Al observar cómo terminaron su carrera los hijos de Elí y cómo


terminó Samuel, nos damos cuenta de que la declaración de Dios,
“ Yo honraré a los que me honran”, se cumplió totalmente. La vida
de Samuel fue dedicada a los intereses de Dios desde que él era
muy pequeño, mientras que la vida de los dos muchachos, Ofni y
Finees, no fue igual. Honrar a Dios tiene un alto precio, pero el
resultado es sumamente beneficioso para quienes lo practican, por
eso decimos que honrar a Dios es el mejor negocio. Definamos
qué es honrar: es respetar, enaltecer y celebrar a una persona a
quien consideramos digno de tal homenaje.

Respetar
Cuando alguien honra a Dios, quiere decir que respeta su palabra,
que tiene en cuenta su voluntad y que obedece sus mandatos.
Honrar a Dios es ser un siervo obediente y dispuesto a seguir sus
instrucciones.

Enaltecer
Cuando alguien honra a Dios, significa que lo enaltece, es decir,
que lo pone en alto y busca que su nombre sea reconocido por
encima de cualquier otro interés, aun del suyo propio. Quien
honra a Dios lo tiene en primer lugar y deja su ego a un lado
con tal de que Dios sea visto por los demás. Es seguir el camino
trazado por el último de los profetas en el Nuevo Testamento,
Juan el Bautista, quien dijo: “Es necesario que él crezca pero que
yo mengüe.” Juan 3:30

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Celebrar
Cuando alguien honra a Dios, hace acciones que festejan a Dios,
que lo celebran, tiene demostraciones de disfrute y alegría por
estar en la presencia de su Dios. Cuando Jesús hizo su entrada
triunfal en Jerusalén, montado en un pequeño asno, la multitud
lo aclamaba, lo celebraba y el Señor mostró su agrado en ese
momento.

La respuesta de Dios a una persona que lo honra es que él también


lo va a honrar. Esto es algo extraordinario. ¿Podemos imaginarnos
qué significa que Dios nos honre? Es difícil entenderlo y mucho
más difícil explicarlo. Pero tenemos ejemplos en la historia
sagrada que dan cuenta de hombres y mujeres a quienes Dios
honró. El ejemplo de una mujer a quien Dios honró fue Rut, la
moabita. Ella no tenía nada, era una viuda joven y muy pobre.
No tenía un apellido importante, pero hizo algo importante. Rut
tomó la decisión de buscar al Dios de Israel y quiso honrarlo.
Como ella quiso respetar y enaltecer a Dios, el Señor le dio un
nombre en la historia de su pueblo y fue la bisabuela del gran rey
David. El mismo David fue un adolescente en quien nadie tenía
expectativas de lo que podría llegar a ser, ni aun su padre creía en
él. Pero este pastorcito de Belén sorprendió al mundo de su época
y aún hoy sigue su renombre. La razón fue que él quiso honrar
a Dios y fue honrado por el Señor de una manera inimaginable.
Esto sucedió porque Dios siempre cumple sus compromisos.
Samuel fue un hombre que aceptó el negocio de honrar a Dios
y le fue bien, su vida quedó en la historia como alguien a quien
Dios encontró para cumplir su palabra. Nosotros, al igual que
estas personas de la historia bíblica, somos desafiados cada día a
tomar la decisión de honrar a Dios. El resultado será el mismo,
seremos grandemente beneficiados y bendecidos porque “Dios
honra a los que le honran”.

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DÍA 7

DISPUESTO A OÍR
 “ Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces
Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye.”
1ª Samuel 3:10

El comienzo del capítulo 3 de 1ª Samuel describe con claridad


cómo era el tiempo que se estaba viviendo en Israel: “ Y la palabra
de Jehová escaseaba en aquellos días, no había visión con frecuencia.”
1ª Samuel 3:1. La imagen que nos presenta el relato es la de un
anciano sacerdote vencido y la de los jóvenes sucesores desviados
del camino. Ante este triste panorama, Dios guardaba silencio,
posiblemente porque no había quién escuchara. El Señor siempre
se manifiesta y habla cuando hay quienes quieran oírlo.

Una confusión temporal


El joven Samuel no tenía experiencia y confundió los tres llamados
que Dios le hizo mientras dormía con la voz de Elí. Confundir
la voz de Dios con la voz de un mortal puede ser muy común,
en el caso de Samuel fue por su inexperiencia. Nosotros también
podemos confundirnos. Muchas veces Dios utiliza a personas
para hablarnos, aunque principalmente utiliza su Palabra. En
ocasiones, Dios nos habla a través de las circunstancias y es muy
importante estar atentos al llamado de Dios para no confundirnos.
Samuel estuvo confundido solo por un breve tiempo, porque el
resto de su ministerio se mantuvo identificando la voz del Señor,
viviendo en una estrecha comunión con él.

Un llamado personal
Cuando a media noche Dios llamó al joven, lo identificó por
su nombre. Dios siempre habla en forma personal a sus siervos.
De Moisés leemos que “Dios le hablaba como quien habla a su
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compañero” Éxodo 33:11. Nunca seremos un número más para
el Señor, él nos tiene bien identificados y nos trata a cada uno
de manera personal. El salmista dice en el Salmos 139:1-2: “Tú
me has examinado y conocido, tú has conocido mi sentarme y mi
levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos, todos mis
caminos te son conocidos.”

Una respuesta personal


Fue importante que Samuel oyera la voz del Señor y que le
respondiera como lo hizo: “Habla Jehová, que tu siervo oye.”. La
actitud y disposición de Samuel al responderle a Dios muestra
que este muchacho tenía decidido obedecer las instrucciones
que recibió, y así lo hizo. No debe haber sido fácil para Samuel
contarle a Elí lo que había oído de boca del mismo Señor. No
tenía buenas noticias para darle, porque la sentencia contra la casa
del sacerdote era de disciplina y castigo. La única manera que
tenía Samuel para demostrar que de verdad le interesaba oír la
voz de Dios era poniéndola en práctica. Así es como lo explicó
Jesús a sus seguidores: “El que tiene mis mandamientos, y los guarda,
ese es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo
le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21
Para entender por qué el ministerio de Samuel fue tan relevante
y de tanta trascendencia, tenemos que partir de su disposición a
oír a Dios y ser obediente a sus mandatos. Esto lo diferenció de
sus contemporáneos y marcó un punto de inflexión en la historia
del pueblo de Israel. Nuestro ministerio puede tener ese mismo
destino si nos decidimos a oír a Dios y seguir sus instrucciones.

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DÍA 8

DESARROLLO DE UN SIERVO
“ Y Samuel creció, y Jehová estaba con él,
y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras.”
1ª Samuel 3:19

“Y Samuel creció”
Si tenemos que definir “crecimiento”, tenemos que decir que es
aumentar, es cambiar, es tener mayor estatura y por ello mejor
visión. El crecimiento de un niño en lo físico le permite mirar las
cosas casi a la altura en que estas se encuentran. Tomemos como
ejemplo lo que ocurre ante un suceso importante en plena calle, lo
más probable es que se junte mucha gente para ver, entonces los
padres de niños pequeños los suben sobre sus hombros para que
ellos también puedan observar. Cuando los niños crecen ya no es
necesario hacerlo, porque ellos ya pueden ver lo mismo que ven
sus padres; eso significa que crecieron. La característica del joven
Samuel es que su vida iba siguiendo el crecimiento natural. El
desarrollo físico y espiritual iban juntos, como lo fue en el caso de
Jesús, de quien Lucas dice: “ Y Jesús crecía en sabiduría, en estatura
y en gracia para con Dios y los hombres.” Lucas 2:52. A medida que
pasaba el tiempo, Samuel iba adquiriendo una perspectiva más
clara de las cosas en todas las áreas: física y espiritual.

“Y Jehová estaba con él”


La razón por la que Samuel tuvo un desarrollo extraordinario
como siervo de Dios radica en que Dios estaba presente cada
día en su vida. Todo lo que sabemos, hagamos o digamos
adquiere verdadero sentido si Dios está con nosotros. Muchas
veces se confunde espiritualidad con otras cosas. El verdadero
crecimiento espiritual tiene que ver con el grado de comunión
que mantenemos con Dios, con su Palabra, con dejar obrar al
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Espíritu Santo en nuestros corazones. Cuando repasamos la
historia de hombres como José o David, podemos leer vez tras vez
en el relato bíblico la frase: “el Señor estaba con él”. Eso fue lo que
les permitió ser lo que fueron y llegar donde llegaron, porque solo
la comunión con Dios es lo que permite el crecimiento espiritual.
Debemos cultivar la disciplina de la lectura diaria de la Palabra,
pasar un tiempo cada día a solas con Dios. Tener nuestro espacio
para meditar y orar nos hará personas de continuo crecimiento. Si
buscamos estar con Dios, Dios estará con nosotros. Debiéramos
invitar cada día al Señor a que esté en nuestro corazón, como le
dijeron los caminantes a Emaús: “Quédate con nosotros, porque se
hace tarde…” Lucas 24:29

“Y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras”


Samuel creyó a la Palabra de Dios y procuró obedecer en todo, eso
significa esta frase. El joven profeta se tomó en serio lo que Dios
decía y no abandonó ninguno de sus dichos. La Palabra de Dios
es considerada como una semilla y Samuel hizo que esa semilla
no cayera en tierra, sino que germinara en su corazón, en su
carácter y en su conducta. Podemos escuchar mucho de la Biblia,
podemos memorizarla y hasta podríamos enseñarla, pero si no
dejamos que brote y crezca en nuestra vida, podemos llegar a ser
como la casa edificada sobre la arena. En los dichos de Jesús, las
dos personas escucharon la Palabra, pero solo el que la obedeció
obtuvo el beneficio de la firmeza y permanencia: “Cualquiera que
me oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre prudente,
que edificó su casa sobre la roca.” Mateo 7:24

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DÍA 9

UN SIERVO EN ACCIÓN
“Después volvía a Ramá, porque allí estaba su casa, y allí juzgaba a Israel;
y edificó allí un altar a Jehová.”
1ª Samuel 7:17

El trabajo de Samuel fue arduo, porque el sacerdote no se quedaba


en un solo lugar, esperando que la gente viniera a verlo. El profeta
recorría la amplia zona de Betel, Gilgal y Mizpa, visitando a las
familias y resolviendo diferentes asuntos. Esta tarea resultaba muy
cansadora y exigía mucha dedicación, así que luego de recorrer
el país, Samuel regresaba hasta Ramá, donde tenía tres grandes
compromisos. Estos mismos compromisos son los que nosotros
debemos asumir como creyentes y siervos del Señor.

Su casa
Samuel regresaba a Ramá porque allí estaba su familia y era
su responsabilidad dedicarle el tiempo necesario. Es fácil caer
en la trampa del descuido familiar y la mayoría de las veces es
por ignorancia o ausencia de prioridades claras. Los verdaderos
siervos de Dios son personas íntegras y jamás pensarían hacerle
daño a su familia, pero el descuido en esa área les resulta en
gran perjuicio y en algunos casos es irreparable. Cada uno de los
miembros de la familia necesita atención personalizada y nunca
debiéramos perder el rumbo en este sentido. De mi experiencia
personal, tengo algunas cosas que lamentar por no haberle
dedicado mayor tiempo a mis hijos. Doy gracias a Dios por el
libro Influencia Paterna de Josh McDowell, que nos ayudó a mi
esposa y a mí a dedicar un tiempo semanal con cada uno de ellos,
cuando aún eran pequeños. En ocasiones, aun dedicando tiempo
y trabajo a la familia, podría suceder que alguno de nuestros hijos
tomen decisiones equivocadas, como le sucedió a Samuel. Lo
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interesante es que Dios no le reclamó a este padre lo que sí le
reclamó a Elí. Nosotros no podemos hacernos responsables de
las decisiones de nuestros hijos cuando estos son mayores, pero sí
somos responsables mientras están bajo nuestra responsabilidad
en la crianza y formación.

Su ministerio
Un segundo compromiso que tenía Samuel era su ministerio
en Ramá. Un buen líder o pastor siempre deberá asumir
responsabilidad con quienes tiene cercanía, porque es allí donde
mejor podrá desarrollar su carácter y adquirir experiencia. Otra
de las trampas en las que Samuel no cayó fue la de ser líder de
personas por unos días. Esto puede ser muy tentador, recorrer
muchos lugares y recibir la admiración de la gente, pero luego
retirarnos sin asumir ningún compromiso con esas personas. La
única manera que hay para influenciar a otros es a través del trato,
de la convivencia, y para ello es necesario quedarnos con la gente
que lideramos. Este mismo principio aplicó nuestro Señor, él
estuvo por tres años trabajando en la formación de los nuevos
líderes y así logró influenciarlos. Samuel sabía de qué se trataba el
liderazgo y por ello regresaba a Ramá.

Su Dios
Su tercer compromiso era oficiar de sacerdote de Dios, y la gente
de Ramá lo esperaba para levantar el altar y adorar. El propósito
mayor que cada uno de nosotros tiene en la vida es adorar a Dios
y la responsabilidad mayor es llevar a la gente a que adore a Dios,
Samuel lo había entendido bien y por ello fue aprobado.

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DÍA 10

QUEREMOS REY
“ Y dijo Jehová a Samuel: Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te
han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos.”
1ª Samuel 8:7

La voz del pueblo


En la sociedad en la que nos toca vivir, que no tiene en cuenta a
Dios ni su Palabra, esta expresión, “la voz del pueblo”, parece casi
sagrada. Todos sabemos que siempre se manipuló la opinión de la
gente, mucho más en este tiempo con los medios de comunicación
masivos. En tiempos de Samuel, Dios aceptó que la opinión de la
gente debía respetarse, aun advirtiéndoles de lo equivocado de la
decisión de pedir un rey.
“Como tienen los demás”: El pueblo quería rey para ser como las
demás naciones. Esta es una gran tentación: querer parecernos a
quienes no tienen en cuenta a Dios ni sus principios. El enemigo
de nuestras almas suele susurrarnos al oído: “si todos lo hacen,
por qué no hacerlo nosotros”. Cuando Jesús enseñó sobre cómo
deben vivir sus seguidores y cómo no deben seguir el ejemplo de
los fariseos, dijo: “No se hagan semejantes a ellos.” Mateo 6:8
“El pueblo no quiso oír la voz de Samuel”: La advertencia del
profeta fue muy clara y directa, pero ellos la rechazaron. El pueblo
prefirió oír su propia voz y dejar de lado la palabra y la voluntad de
Dios. Cuando buscamos satisfacción inmediata, dejamos de lado
lo invisible para tomar lo visible, renunciamos a lo espiritual por
lo material, abandonamos las convicciones por la conveniencia, y
esto nos lleva al desastre. Lo que hizo que Israel pasara de vivir
en teocracia, Dios gobernando al pueblo, a vivir en monarquía,
un hombre siendo rey, fue solo una decisión. Las consecuencias
fueron tremendas.

25
La voz de Dios
Cuando Dios habla, no necesariamente habla lo que nosotros
queremos escuchar, ni siquiera suele coincidir con lo que nosotros
deseamos. Lo que debemos tener en cuenta es que Dios es
Dios y él tiene todo el derecho y la autoridad para decirnos lo
que debemos o no debemos hacer. El profeta Isaías tiene una
expresión muy gráfica sobre la diferencia entre lo que piensa
Dios y lo que pensamos nosotros: “Porque mis pensamientos no son
vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.
Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más
altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos.” Isaías 55:8-9

La voz del rey


El rey iba a ser uno de ellos y no se debía esperar otra cosa que un
hombre actuando, con sus limitaciones, locuras, bondades y odios.
Años más tarde, la voz del rey conduciría al pueblo al desastre,
hasta llevar al pueblo al cautiverio en Babilonia. Algunos de los
reyes que buscaron a Dios de todo corazón pudieron conducir
al pueblo por sendas rectas, fueron bendecidos ellos y su gente.
Tristemente, fueron los menos, nosotros leeremos la historia de
la mayoría de ellos y procuraremos tomar ejemplo para nuestras
vidas. La sentencia dada a Samuel se cumplió ampliamente en
la vida de estos reyes: “ Yo honraré a los que me honran, y los que me
desprecian serán tenidos en poco.” 1ª Samuel 2:30

26
DÍA 11

LLAMADO ESPECIAL
“Tomando entonces Samuel una redoma de aceite, la derramó sobre su cabeza, y lo
besó, y le dijo: ¿No te ha ungido Jehová por príncipe sobre su pueblo Israel?”
1ª Samuel 10:1

Se abre aquí el capítulo de los reyes de Israel, un nuevo estilo de


liderazgo y una nueva forma de organización política y social para
el pueblo de Dios. El nombramiento del primer rey de Israel se
hizo a través del ungimiento por parte del profeta Samuel, quien
lo realizó en nombre de Dios. La imagen está llena de simbolismo:
el aceite se derramaba sobre la cabeza de la persona reconocida,
dejando que el aceite descendiera hasta el borde de sus vestiduras.
De esta manera se entendía que el Espíritu Santo cubría a la
persona y la presencia de Dios estaría presente en ella. La acción
del Espíritu generaría en el nuevo rey, Saúl, algo extraordinario,
así lo describe el relato: “Entonces el Espíritu de Jehová vendrá sobre
ti con poder, y profetizarás con ellos, y serás mudado en otro hombre.”
1ª Samuel 10:6

Ungido del Señor


Saúl era un hombre sobresaliente, no solo por su estatura física
y su belleza, sino también por su carácter. Fue obediente a la
orden de Cis, su padre, cuando lo mandó a buscar unas asnas
que se le habían perdido. Si Saúl hubiera continuado con esta
actitud de obediencia, seguramente le hubiera ido muy bien en su
reinado, pero tristemente no fue así. Saúl, además, era un hombre
sensible y comprensivo. Su reflexión, luego de algunos días de
estar buscando las asnas y de no haberlas encontrado, fue ponerse
en el lugar de su padre y entender qué estaría sintiendo en ese
momento. Es muy interesante lo que el joven le dice a su criado:
“Volvamos a casa. Es probable que ahora mi padre esté más preocupado
27
por nosotros que por las asnas.” 1ª Samuel 9:5. De todas maneras,
estas características no lo habilitaban para ser un buen rey. Lo
que acreditaba a Saúl para ser rey era haber sido llamado por
Dios y ungido por el profeta. El Señor es quien nos designa y nos
capacita para el ministerio que nos encomienda. Es importante
tener un buen carácter y las capacidades apropiadas para la tarea,
pero si Dios no está presente en la vida de un siervo, de nada
servirá todo lo demás.

Los propósitos del Señor


El Señor tenía grandes planes para este rey. Cuando fue elegido,
recibió la admiración del pueblo y la aprobación de Dios. El gran
Saúl reinó por cuarenta años con grandes éxitos y muchos fracasos.
Los propósitos de Dios para este joven no pudieron cumplirse
porque él no quiso someterse a su voluntad. En varias ocasiones
lo vemos siguiendo sus propios caprichos y no consultando al
Señor para tomar decisiones. Dios siempre tiene buenos planes
para sus hijos, pero somos nosotros quienes debemos seguir las
instrucciones del Señor para llevarlos a cabo. El segundo rey de
Israel, el joven pastor de ovejas, deseaba profundamente que Dios
lo utilizara y por ello escribió: “El Señor cumplirá su propósito en mí;
tu misericordia, oh Señor, es para siempre; no desampares la obra de
tus manos.” Salmos 138:8. Cuando en nuestras vidas los propósitos
de Dios tienen un alto valor, estamos dispuestos a seguir sus
instrucciones. Cuando el Señor ve esa actitud, hace grandes cosas
con nosotros y a través de nosotros, como lo hizo con tantos en
la historia.

28
DÍA 12

SABER DISIMULAR
“Pero algunos perversos dijeron: ¿Cómo nos ha de salvar este?
Y le tuvieron en poco, y no le trajeron presente; mas él disimuló.”
1ª Samuel 10:27

Cuando el joven Saúl comenzó su reinado, sucedió lo que siempre


sucede ante el nombramiento de una nueva autoridad. Están
quienes apoyan la nueva gestión, los indiferentes y los críticos de
siempre. Saúl no escapó a esta regla general del liderazgo. Dios
fue quien lo llamó para el reinado y él mismo fue quien preparó
el corazón de muchos para que lo apoyaran. Así nos dice el relato:
“Fueron con él los hombres de guerra cuyos corazones Dios había
tocado.” 1ª Samuel 10:26. Hubo otro grupo que despreció al nuevo
rey y, como se dice ahora, “lo ningunearon”, le faltaron el respeto y
la consideración. Esto suele ser muy común y, tristemente, algunas
veces sucede en la obra de Dios. La condición del ser humano
no ha cambiado y el egoísmo y la envidia siguen instalados en
nuestros corazones.

Los críticos
Son aquellos que siempre tienen algo para decir y la mayoría de
las veces es para descalificar a quien tienen que obedecer. Quien
critica permanentemente termina como un murmurador, es decir,
alguien que divulga la falta real o inventada de otra persona. Quien
daña la reputación de una persona, se transforma en un “asesino de
imagen” porque intenta matar el prestigio del criticado. El apóstol
Pablo, en Romanos 1:30, pone esta actitud de “murmuradores” en
una larga lista de pecados que Dios detesta y condena.

Los envidiosos
La envidia es el espíritu que no soporta que otro posea cosas. La
29
persona envidiosa no es que quiere tener las cosas que tiene su
prójimo, sino que sencillamente desea que el otro no las tenga. Es
la actitud del amargado, los griegos definían la envidia como “la
pesadumbre por razón de algún bien ajeno o por la buena suerte del
prójimo”. Hay personas que nunca critican ni murmuran contra
nadie, pero de pronto, ante el reconocimiento o nombramiento
para subir de categoría de alguno de sus pares, se transforman.
El sentimiento de celos y envidia los descontrola y no pueden
evitar decir cosas de las que suelen arrepentirse después de haber
causado el daño. La razón por la que estos hombres perversos
no le trajeron presente al nuevo rey ni lo quisieron honrar fue la
envidia. Ellos tuvieron expresiones de descalificación para Saúl:
“¿Cómo nos ha de salvar éste? Y le tuvieron en poco.”.

Los que disimulan


La mayoría de las personas reaccionamos de manera agresiva
cuando alguien nos critica. No fue así como actuó este joven rey.
La actitud de Saúl ante el desprecio de los hombres perversos
fue muy sabia, el relato nos dice que el rey disimuló. Pasados
los meses se desató una guerra contra los filisteos y el nuevo rey
estuvo al frente de ella. Concluida la batalla y habiendo obtenido
una gran victoria, los amigos de Saúl quisieron tomar revancha
de quienes habían despreciado al rey. Saúl no se los permitió, así
es como reaccionó: “El pueblo dijo a Samuel: ¿Quiénes son los que
decían: Ha de reinar Saúl sobre nosotros? Dadnos esos hombres, y los
mataremos. Y Saúl dijo: No morirá hoy ninguno, porque hoy Jehová
ha dado salvación en Israel.” 1a Samuel 11:12-13. Así debería ser
nuestra actitud frente a quienes nos critican, Dios es quien nos
hará justicia.

30
DÍA 13

SEGURIDAD SOLO EN DIOS


“Jehová no desamparará a su pueblo, por su grande nombre;
porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo.”
1a Samuel 12:22

Samuel reunió al pueblo para recordarles el gran error en el que


habían incurrido al pedir rey y desechar a Dios como soberano.
El profeta les recuerda que la misericordia del Señor no se ve
alterada por las actitudes caprichosas del hombre y les da palabra
de consuelo y de ánimo.

Seguridad: “Jehová no desamparará a su pueblo”


Los israelitas podían estar tranquilos porque la seguridad de ellos
estaba en Dios y por lo tanto era firme y no corría riesgos. Los
enemigos eran muchos y estaban siempre al acecho del pueblo
de Dios, pero la promesa de su cuidado era segura y nada ni
nadie podría destruirlos. En muchas ocasiones podremos sentir
que estamos rodeados de problemas, presionados por personas y
viviendo circunstancias adversas, pero las promesas de cuidado de
nuestro Dios siguen firmes. El Señor Jesús dijo a sus seguidores:
“En el mundo tendrán aflicciones, pero confíen en mí, yo vencí al
mundo.” Juan 16:33

Garantía: “Por su grande nombre”


La seguridad que Dios le ofrecía a su pueblo a través de Samuel
no estaba basada en la forma en que ellos se comportaran. La
garantía de la promesa de protección estaba fundamentada en
“su gran nombre”. Es difícil entender esto, pero es como obra
el Señor. Dios se comprometió y va a cumplir su promesa a
pesar de la actitud de su pueblo. En el Nuevo Testamento, este
concepto lo entendemos como “la gracia del Señor”, pero basta
31
recorrer la historia sagrada en el Antiguo Testamento para ver
al mismo Dios de gracia, queriendo bendecir a su pueblo. En
nuestra experiencia, podemos disfrutar de esa misma disposición
de Dios para cuidarnos y bendecirnos. La Palabra nos enseña que
todo lo que recibimos viene de la buena disposición de Dios para
bendecirnos: “Hermanos, no se equivoquen. Toda buena dádiva y
todo don perfecto, desciende de lo alto, del Padre de las luces, en él no
hay mudanza ni sombra de variación.” Santiago 1:16-17. El apóstol
nos exhorta a recordar que es un gran error pensar que lo que
recibimos tiene merecimiento. Toda la bendición que disfrutamos
es por su grande nombre, es decir, porque el Señor es grande y se
complace en cumplir sus promesas.

Soberanía: “Porque Jehová ha querido haceros pueblo suyo”


Una razón más que Samuel le explica al pueblo para que
entiendan la bendición y cuidado de Dios para ellos es que
él lo hace sencillamente porque quiere. Es decir, porque es
soberano y nadie le dice a quién bendecir y a quién no. Esto no
lo entendemos, pero es así, Dios es Dios y no da explicaciones de
su manera de hacer las cosas. Años atrás, el gran Moisés había
declarado algo muy similar: “Jehová tu Dios te ha escogido para serle
un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra.
No por ser ustedes más que todos los pueblos…sino por cuanto Jehová
los amó y quiso guardar el juramento…” Deuteronomio 7:6-8. Ante
esta declaración, lo único que debe hacer el pueblo de Dios es
inclinarse y reconocer la soberanía y gracia del Señor, quien ha
querido bendecirnos. Alabemos a Dios porque nuestra seguridad
depende únicamente de él.

32
DÍA 14

INTERCEDER SIEMPRE
“Así que, lejos sea de mí que peque yo contra Jehová cesando de rogar por vosotros;
antes os instruiré en el camino bueno y recto.”
1ª Samuel 12:23

Cuando Samuel está terminando su discurso a todos los israelitas


congregados en asamblea, les hace esta extraordinaria declaración
sobre su compromiso con el pueblo. El profeta tomaba en serio
el trabajo con la gente, no era un pasatiempo. Toda la vida de
Samuel era un compromiso con las personas que tenía a su cargo,
no solo las guiaba aconsejando a sus líderes, sino que también las
instruía y se comprometía a orar siempre por ellos.

No pecaré
Para este líder, dejar de orar por su pueblo era cometer pecado, es
decir, ofender a Dios. Samuel estaba convencido de que la mejor
forma de ayudar a su gente era presentándola en oración a Dios.
Este hombre sabía el significado de la oración y los resultados que
produce la intercesión. Cuando no oramos, estamos diciendo que
solos podemos y que no necesitamos de Dios. La autosuficiencia
es pecado porque estamos ignorando a Dios y dejando de
depender de él. Los grandes líderes de la Biblia dependieron de
Dios y vivieron en estrecha comunión con él. Podemos recordar
a Moisés, que vez tras vez lo vemos intercediendo por el pueblo.
No importa cuán grande o pequeño sea el grupo de personas que
tenemos a nuestro cargo, siempre debemos presentarlos delante
de Dios, para que sea él quien trabaje en sus vidas.

No cesaré
Samuel vivía en una constante comunicación con Dios, a quien
le encomendaba el cuidado de sus liderados, en ese sentido nos
33
recuerda al apóstol Pablo. Cuando el apóstol de los gentiles escribe
las cartas a las iglesias, pone en evidencia su tarea pastoral, y a
todas las iglesias les recuerda que siempre ora por ellos. Veamos
algunos ejemplos: les dice a los efesios: “No ceso de dar gracias
por todos ustedes, haciendo memoria de en mis oraciones, para que
el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, les dé espíritu
de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él.” Efesios 1:16;
a los filipenses: “Siempre en todas mis oraciones rogando con gozo
por todos ustedes, por la comunión en el evangelio.” Filipenses 1:4; a
los colosenses: “Siempre orando por ustedes, damos gracias a Dios.”
Colosenses 1:3; y a los tesalonicenses: “Damos siempre gracias a Dios
por todos vosotros, haciendo memoria de vosotros en nuestras oraciones.”
1ª Tesalonicenses 1:2. El apóstol está convencido, al igual que
el profeta Samuel, que la oración es la mejor herramienta para
acompañar al pueblo en la búsqueda de la voluntad de Dios.

Los instruiré
La intercesión debe ir acompañada de instrucción en las verdades
de la Palabra, así lo entiende el profeta. Demasiadas veces erramos
el camino porque no acompañamos nuestro ruego al Señor con
la enseñanza de la Biblia. Un pastor amigo solía decir: “Biblia sin
oración es teología sin poder, pero oración sin Biblia es poder a la
deriva”. Dios quiere manifestarse con todo su poder en nuestras
vidas, pero siempre lo hará dentro de su voluntad y, para poder
conocerla, necesitamos dejarnos guiar por las Escrituras. Samuel
hizo una tarea completa: oró por el pueblo y lo instruyó con la
Palabra.

34
DÍA 15

BAJO PRESIÓN
“Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se
me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado,
y que los filisteos estaban reunidos en Micmas.”
1a Samuel 13:11
Saúl había cumplido dos años de su reinado y Dios les había dado
varias victorias frente a sus enemigos. El relato nos dice que, en
este momento de la historia, los filisteos se habían hecho fuertes
y, por miedo a ellos, la gran mayoría de los soldados de Saúl se
escondieron en cuevas. La batalla prometía ser muy dura, quizás
por ese motivo el profeta Samuel le había dado instrucciones muy
precisas al rey. Saúl debía ir a Gilgal y esperar durante siete días
hasta que llegara Samuel. El profeta iba a realizar un sacrificio y le
daría indicaciones de parte de Dios para la batalla. Esto marcaría
el camino de la victoria para el ejército de Israel. También
marcaría para Saúl el inicio de un camino de gloria en su carrera
real. Saúl no obedeció a Samuel y este fue el comienzo de una vida
de fracaso tras fracaso. En ocasiones, puede pasarnos lo mismo
que le sucedió a Saúl, desobedecer frente a una situación límite.
La orden de Samuel no fue obedecida por Saúl y esta actitud
fue llevando poco a poco al desastre a este primer rey de Israel.
Las razones que esgrime el rey para justificar su desobediencia
no son valederas, porque en realidad ninguna razón la es para
desobedecer a Dios. Veamos las tres justificaciones que dio Saúl:

“Vi que el pueblo se me desertaba”


¿Es que no sabía Saúl que Dios puede dar la victoria siempre?
No importa si hay pocos hombres, muchos hombres o ningún
hombre. Años más tarde, el profeta advierte que las batallas del
Señor se ganan con las estrategias de Dios: “No con ejército, ni
con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.”
35
Zacarías 4:6. La circunstancia de tener a todo el ejército reunido
era favorable, pero no significaba que había que depender de él.

“Vi que tu no venías dentro del plazo”


Saúl estuvo pendiente de lo que el profeta debía hacer. Este es
un problema muy común en nosotros, dejarnos llevar por lo que
otros hacen o dejan de hacer. En el supuesto caso que Samuel
no hubiera llegado en el plazo acordado, ¿podríamos pensar que
Dios iba a abandonar a Saúl? Dios jamás deja nuestra suerte a
merced de terceros. Para él, somos su especial tesoro y siempre
nos guardará del enemigo.

“Vi que los filisteos estaban reunidos”


La presencia de los filisteos perturbó los sentimientos de Saúl y el
miedo se apoderó de su mente. El apuro por tomar una decisión
desvió su voluntad, de modo que, en lugar de hacer lo que debía,
hizo lo que sentía. Saúl tuvo la gran oportunidad de obedecer y
confiar en Dios aun en medio de la crisis que estaba viviendo,
pero prefirió seguir sus sentimientos y dejarse llevar por la presión
de las circunstancias. Años más tarde, el gran rey David escribió
un Salmo de guerra y dijo: “Estos confían en carros y aquellos en
caballos, pero nosotros del nombre de nuestro Dios tendremos memoria”
Salmos 20:7. Lo que el salmista nos está diciendo no es que
nosotros no tenemos que tener carros y caballos para la guerra,
sino que teniendo las mismas armas que nuestros enemigos,
no confiamos en ellas. Las batallas del Señor no se ganan con
nuestras fuerzas, sino con las de Dios. Nunca dejemos que las
presiones manejen nuestras decisiones.

36
DÍA 16

EL COMIENZO DEL FIN


“Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento
de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu
reino sobre Israel para siempre.”
1ª Samuel 13:13

La diferencia entre el éxito y el fracaso se encuentra en una


sola decisión: obedecer o desobedecer. Alguien que podía haber
terminado bien, terminó mal. ¿Dónde estuvo el problema?
En su desobediencia, así de sencillo y así de trágico. Saúl es
un hombre que siempre encuentra excusas para desobedecer,
siempre encuentra justificativos, siempre otros tienen la culpa de
sus errores. Este hombre es esa clase de gente que nunca se hace
responsable de nada, es eso que los psicólogos llaman “negadores”.
En tres frases el profeta define la situación del rey:

“Locamente has hecho”


Cuando alguien desobedece por ignorancia es muy distinto a
cuando desobedece plenamente consciente de que está tomando
el camino equivocado. Saúl tenía indicaciones claras de lo que
tenía que hacer. Solo debía esperar y no lo hizo. El profeta llama a
la desobediencia “una locura”. Todo el libro de Deuteronomio y el
de Proverbios es un llamado permanente a la obediencia. Los dos
libros marcan, para motivar a sus lectores a obedecer, los grandes
beneficios que se obtienen cuando se obedece. Por ejemplo: “Hijo
mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos;
porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.”
Proverbios 3:1-2. Saúl es un desobediente serial y por ello no
prosperó en su reino y finalmente fue desechado.

37
“No guardaste el mandamiento”
La orden de Samuel era muy precisa, Saúl no tenía que hacer
nada, solo esperar. Quizás esto sea una de las cosas que más
nos cuesta hacer… porque no hay que hacer nada. La espera, en
este caso, implicaba confianza, fe y dependencia de Dios y allí
estaba el problema de Saúl. Confiar en la palabra del profeta era
confiar en Dios, era dejarse en las manos de otro. El rey pensaba
que su manera de actuar sería más efectiva que la tardanza del
profeta. Saúl no pudo aceptar que el reloj de Dios no sigue los
tic-tac nuestros y que el tiempo es una cuestión humana, no de
la divinidad, por lo tanto, Dios nunca llega tarde. El rey David
aprendió la lección y en una situación de conflicto muy parecida
a la que este rey estaba viviendo dijo: “En tus manos están mis
tiempos; líbrame de la mano de mis enemigos.” Salmos 31:15

“Jehová hubiera confirmado tu reino”


Saúl estuvo a un paso muy corto de ser el hombre elegido por
Dios para ser el rey de la posteridad de Israel, como lo fue
David, pero prefirió hacer su plan y no el de Dios. ¿Qué hubiera
significado para Saúl que Dios confirmara su reino? Que hoy
tendríamos los Salmos de Saúl y no los de David. Que Goliat
no lo hubiera humillado. Que las mujeres hubieran cantado a su
favor y no a favor del pastorcito de Belén. Que Jonatán su hijo
no hubiera sido perjudicado por su terco padre. Que sus hijos
y nietos hubieran heredado el trono de Israel por la posteridad.
Que Dios se hubiera agradado de él. Que hoy identificaríamos
la estrella de David como la estrella de Saúl. Todo hubiera sido
distinto para Saúl si sencillamente hubiera decidido obedecer a
Dios sin reparos.

38
DÍA 17

UN CORAZÓN QUE AGRADA A DIOS


“Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a
su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por
cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.”
1ª Samuel 13:14

Este es uno de los textos más conocidos en relación a la


designación de David para que fuera rey. Nadie sabía quién sería
el sucesor de Saúl. El rey no lo sabía, tampoco Samuel, ni el
mismo David. El futuro príncipe se encontraba perdido en medio
del desierto cuidando unas pocas ovejas y jamás podía imaginar
que Dios había puesto sus ojos en él. Nuestro versículo descubre
tres grandes acciones de Dios en relación a sus siervos.

Dios busca
Nadie hubiera ido en busca de un adolescente campesino para
ofrecerle el trono de Saúl, pero el Señor sí. El muchacho estaba
haciendo lo que mejor sabía hacer: cuidar ovejas, y jamás pasó
por su cabeza que el eterno Dios estaba poniendo sus ojos en
él. Así es como sucede en la obra del Señor, es Dios quien busca
a sus siervos y los lleva al lugar que él quiere. La gran trampa
en la que se puede caer con facilidad es pensar que necesitamos
promocionarnos para que Dios nos encuentre. Nada de eso. El
Facebook es muy útil para promocionar personas, pero no es el
instrumento que Dios necesita para buscar a sus siervos. El Señor
nos ve allí donde estamos y es él quien nos busca, como lo hizo
con el pastorcito de Belén.

Dios designa
El puesto que Saúl dejaba vacante, por su desobediencia, era muy
codiciado por todos, pero el que entregaba la corona y el cetro

39
era Dios mismo. No debiéramos preocuparnos demasiado por ser
designados en algún cargo, esto le corresponde al Señor, porque es
él quien “pone reyes y saca reyes”. La historia del pueblo de Israel
hubiera sido muy distinta si los hombres que asumieron el trono
hubieran entendido esta verdad. Muchos de ellos llegaron a ser
reyes por la fuerza y llevaron grandes perjuicios al pueblo. Esto
mismo puede suceder en la iglesia cuando algún líder procura por
todos los medios ser nombrado en algún cargo. Que el Señor nos
ayude a dejar que la designación de los cargos siempre esté en las
manos de Dios y no en las nuestras.

Dios manda
El Señor es quien busca a sus siervos y quien los designa para
las diferentes funciones, pero también es quien da las órdenes y
pone las reglas en su obra. Saúl no se sujetó a los mandatos de
Dios y por ello fue desechado del cargo. Al buscar a David para
esa función, el Señor esperaba un corazón obediente a él. Así fue
con el nuevo rey y es esto lo que significa “un varón conforme al
corazón de Dios”, un corazón dispuesto a obedecer. Esta actitud
es la que encontramos en el siervo perfecto, de quien se dijo:
“Estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose
obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.” Filipenses 2:9

40
DÍA 18

DECISIONES EQUIVOCADAS
“Respondió Jonatán: Mi padre ha turbado el país. Ved ahora cómo han sido aclarados
mis ojos, por haber gustado un poco de esta miel.”
1ª Samuel 14:29

En medio de la batalla contra los filisteos, el rey Saúl tomó una


decisión y Jonatán, su hijo, tomó otra. Ambas trajeron diferentes
consecuencias para el pueblo. Siempre las decisiones traen
consecuencias, buenas o malas, pero no es posible tomar un
camino y no llegar a ningún sitio.

Malas decisiones
Saúl es el rey y, en esos tiempos, el monarca era dueño de todo,
incluso hasta de la vida de sus súbditos. Cuando el rey observa
que la batalla con los filisteos se está complicando, piensa una
estrategia muy común para su época, hacer una promesa en la
que involucró a todo su ejército. Nadie debía comer nada durante
todo el día hasta obtener la victoria. Esto hizo que todo su ejército
estuviera en batalla debilitado físicamente y, a consecuencia de
ello, malhumorado y fastidiado. No fue sabia la decisión de Saúl
porque perjudicó a su gente e impidió una gran victoria. Para
tomar decisiones sabias se necesita la guía de Dios y, en muchas
ocasiones, el Señor utiliza a quienes tenemos cerca para que
nos aconsejen al respecto. Este rey no pidió consejos ni buscó
la aprobación de Dios antes de tomar semejante decisión. El
sabio Salomón insiste en que no nos dejemos llevar por nuestro
parecer: “No seas sabio en tu propia opinión; teme a Jehová y apártate
del mal.” Proverbios 3:7. Cuando Saúl tomó esta decisión, no solo
puso en riesgo a su ejército, sino también a su propio hijo, quien
por ignorancia comió miel y desobedeció la orden del rey. Toda
una tragedia estuvo a punto de suceder por la decisión equivocada
41
de un hombre que no quiso consultar a nadie antes de decidir.

Buenas decisiones
Jonatán vio lo mismo que su padre, vio que los filisteos se estaban
haciendo fuertes y que en cualquier momento atacarían al pueblo
de Israel. El joven guerrero decidió ir y comenzar una incursión
para enfrentar a los enemigos. Dios prosperó su decisión y le dio
una sorprendente victoria frente a los bravos filisteos. Ese día
Dios se mostró en un terremoto y una gran confusión se generó
en el ejército de los filisteos. Los soldados de Saúl, quienes se
encontraban debilitados físicamente por la falta de alimentación
durante todo ese día, pudieron perseguir a unos cuantos filisteos
y lograron obtener una mediana victoria. Si Jonatán no hubiera
decidido avanzar, seguramente Israel hubiera sido derrotado, pero
no fue así.

Diferencias
Dios no se agrada cuando tomamos decisiones que involucran
a los demás en el riesgo y que las buenas consecuencias sean un
beneficio personal para nosotros. Esto es lo que hizo Saúl: por
querer tener una venganza personal puso en riesgo a todo su
ejército.
Dios sí se agrada cuando asumimos el riesgo de una decisión y el
beneficio es para los demás. Jonatán puso en juego su vida para
que el ejército de Israel obtuviera la victoria. Este es un principio
que debemos respetar cuando decidimos e involucramos a los
demás. El apóstol Pablo lo deja claro: “Nada hagan por contienda o
por vana gloria; antes bien con humildad, estimando a los demás como
superiores a él mismo. No mirando cada uno por los suyo propio, sino
cada cual por lo de los otros.” Filipenses 2:3-4

42
DÍA 19

OBEDECER ES MEJOR
“ Y Samuel dijo: ¿Se complace Jehová tanto en los holocaustos y víctimas, como en
que se obedezca a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los
sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros.”
1ª Samuel 15:22

Este es uno de los textos que nos presentan el deseo de Dios para
el corazón de sus siervos. Dios siempre puso las cosas en claro, a
él no le agradan los grises. Cuando el Señor Jesús fue bautizado,
Dios el Padre puso su sello de aprobación con la manifestación del
Espíritu Santo sobre él y una declaración audible diciendo: “Este
es mi Hijo amado en quien tengo complacencia.” Mateo 3:17. Esta
frase fue pronunciada por Dios como respuesta a la actitud de
Jesús de querer “cumplir toda justicia”. La obediencia le complace
a Dios.

Es mejor obedecer
Saúl estaba dispuesto a ofrecer holocaustos, es decir, a quemar
ofrendas para agradar a Dios. Esto estaba estipulado en la
antigua ley, pero siempre debía ser una consecuencia de la actitud
de querer agradar a Dios. Todo israelita, como dice don José
María Martínez, debía mantener un equilibrio en su concepción
teológica. El Antiguo Testamento nos presenta la vida religiosa
muy unida e inseparable a la experiencia cotidiana del ser
humano. Siempre aparecen juntos, como un todo indivisible, el
credo, el culto y la conducta del pueblo. Saúl separaba el culto
de su conducta, pensaba que si hacía toda la ceremonia religiosa
y cumplía con el ritualismo de los sacrificios, estaría todo bien.
Esto no le agradó al Señor, por esta razón le dice que “obedecer
es mejor que los sacrificios”. Quizás no podamos percibir la
importancia que le da Dios a la actitud de obediencia que deben
43
tener sus siervos y podríamos caer en el mismo problema en el
que cayó el rey Saúl. En esta época en que nadie quiere dar cuenta
a nadie y en donde lo que cuenta es lo que sentimos y lo que
deseamos, en desmedro de lo que debemos y nos corresponde
hacer, obedecer tiene poca prensa. No debiéramos esperar ser
felicitados por obedecer a Dios. Es muy probable que muchas
veces seamos criticados y quizás burlados, pero no olvidemos que
Dios sí lo tiene en cuenta. Nuestro desafío es agradar al Señor de
nuestras vidas y no a los demás.

Es mejor prestar atención


Saúl no pecó por desconocer la ley de Dios, no fue por ignorancia,
el rey desobedeció por no estar atento a lo que el Señor le había
mandado. Para evitar caer en esta trampa de desobediencia,
debemos leer el libro de Dios con dedicación. Por ejemplo, podemos
repasar el libro de Proverbios que está lleno de recomendaciones
sobre el prestar atención al consejo, a la ley y al mandamiento
de Dios. Debemos leer con atención y debemos meditar lo que
leemos, buscando el sentido del texto para poder aplicarlo en
nuestro diario vivir. Esto es lo que hacía el prestigioso escriba del
post exilio: “Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir
la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos
y decretos.” Esdras 7:10. Los tres pasos que siguió Esdras con la
Palabra son muy significativos: inquirió, es decir, investigó la
Palabra; cumplió el mandamiento; y finalmente enseñó el consejo
de Dios al pueblo. Siguiendo con Saúl, si no prestamos atención a
la Palabra de Dios, podemos desviarnos de la voluntad del Señor
y comenzar a caminar nuestros propios planes, esto no agradará
a Dios. Recordemos que las consecuencias de la desobediencia
pueden ser tremendas, como las fueron para el primer rey de
Israel.

44
DÍA 20

FINAL TRISTE
“Samuel nunca más volvió a ver a Saúl, pero lloraba por él constantemente. Y el
Señor se lamentó de haber hecho a Saúl rey de Israel.”
1ª Samuel 15:35

Fueron cuarenta los años del reinado de Saúl, pero el relato bíblico
nos deja ver que a partir del capítulo 15 del libro de 1ª Samuel
la vida de este rey no cuenta. Dios lo abandonó a su suerte y el
reinado se cerró de la peor manera: con un rey que se terminó
suicidando. Es difícil entender este final, pero no es tan difícil si
vemos cómo Saúl persistió en desobedecer los mandatos expresos
que Dios le había dado a través del profeta. Nuestro texto nos
permite ver la manera en que afectó la inconducta de Saúl.

Saúl perdió al profeta


El mentor y consejero de Saúl era Samuel y realmente el profeta
amaba al rey, porque fue él mismo quien lo buscó y lo ungió por
rey. Saúl se sentía no solo acompañado y respaldado por el anciano
profeta, sino que además se sentía protegido por él. De pronto,
Saúl ve que Dios ya no está con él y que el profeta lo abandona
para siempre; la amargura que empezó a experimentar fue muy
fuerte. Son muchas las cosas que se pierden cuando se persiste
en desobedecer al Señor. Siempre hay tiempo para reflexionar,
arrepentirse y cambiar de conducta, pero no se puede dejar pasar
las oportunidades. La Biblia dice: “El que encubre sus pecados, no
prosperará, mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia.”
Proverbios 28:13

Samuel lloró al rey


La tristeza que sentía el profeta Samuel era profunda. No podía
entender ni aceptar que aquel joven al que un día había ungido
45
como el primer rey de Israel, ahora estuviera tan alejado del
camino. Las lágrimas de Samuel eran por el pecado ajeno, pero
que él los sufría como propios. Cuando hay pecado, siempre hay
tragedia, siempre hay dolor, siempre hay lágrimas. Esta tragedia
de pecados ajenos la vivió nuestro Salvador, él vivió la experiencia
de la encarnación y tuvo que sujetarse, como Dios, al tiempo y
al espacio. El mayor dolor que experimentó nuestro Señor no
fueron los clavos, ni la lanza romana, ni el medio día colgado
en el madero. Su mayor dolor fue la separación que experimentó
cuando exclamó: “Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”. Jesús
también experimentó las lágrimas de la tristeza. Fue en Getsemaní
en donde el Señor expresó a sus amigos más íntimos: “Mi alma
está muy triste”. Allí se derramó en lágrimas por pecados ajenos,
por los tuyos y los míos, porque donde hay pecado siempre hay
tragedia, siempre hay dolor, siempre hay lágrimas.

El Señor se lamentó
Aunque algunas versiones dicen: “Jehová se arrepintió de haber
puesto a Saúl por rey”, sabemos que Dios “no es hombre para que
mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta”. La expresión que
“le pesó” o que “se lamentó” se ajusta más a la verdad de que Dios
todo lo sabe, pero deja libertad al hombre para que decida. Ante
la desobediencia de Saúl, podemos contrastar la obediencia de
nuestro Señor. El salmo dedicado a las bodas del rey pareciera
hablarnos proféticamente del gran rey Jesús, de quien Dios no
se lamenta sino que dice: “Has amado la justicia y aborrecido la
maldad, por lo cual te ungió Dios, el Dios tuyo, con óleo de alegría más
que a tus compañeros.” Salmos 45:7

46
DÍA 21

LA MEJOR MIRADA
“ Y Jehová respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura,
porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre
mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
1ª Samuel 16:7

El rey había sido desechado por su desobediencia, pero seguía en


el cargo. Seguía siendo el rey, pero no tenía la autoridad de rey,
porque la presencia de Dios se había apartado de él. En medio de
esta tragedia para el pueblo, el Señor no había olvidado ninguna
de sus promesas y sus planes seguían firmes. La desilusión del
profeta Samuel era grande, necesitaba recordar que nada ni nadie
puede interferir en los propósitos de Dios. El profeta volvió a oír
la indicación del Señor de ungir a otro hombre como rey. Es muy
probable que Samuel no entendiera lo que estaba ocurriendo, pero
ya estaba en los planes de Dios quién sucedería al desobediente
Saúl y para ello debía volver a llenar el cuerno de aceite y marchar
hacia Belén.

Lo que miran los hombres


Samuel fue muy ilusionado a ver a Isaí, quien era padre de ocho
hijos varones y, por lo que el relato nos dice, el profeta imaginó
que el mayor de ellos sería el elegido por el Señor. Eliab era alto,
atractivo y de buena presencia, así que Samuel no dudó en iniciar
la ceremonia del ungimiento. El profeta tenía experiencia, años
atrás había hecho el mismo trámite con el joven Saúl, quien
también era de buen parecer. Esta vez Dios lo detiene y le dice
con toda claridad: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su
estatura, porque yo lo desecho”. Solemos equivocarnos con mucha
facilidad cuando nos dejamos guiar por lo que vemos, el dicho
popular dice que “las apariencias engañan” y este era el error

47
en el que estaba a punto de caer Samuel si Dios no lo detenía.
Es verdad que cuando nos presentamos para un concurso de
trabajo o de cualquier índole debemos cuidar nuestra apariencia,
porque muchas veces de ella depende nuestro éxito. Una famosa
conductora de televisión suele repetir esta frase: “Como te ven te
tratan. Si te ven mal, te maltratan; si te ven bien, te tratan bien; si
te tratan bien, te contratan”. Esto es verdad en el campo laboral,
pero no se puede aplicar esta norma para ser ungido por el Señor
para un ministerio, porque el Señor no puede ser engañado con
una buena imagen.

Lo que mira Dios


El Señor detuvo el cuerno de aceite de la mano de Samuel cuando
estaba a punto de ser derramado sobre Eliab o sobre alguno de
los siete hijos de Isaí. El Señor estaba buscando otra cosa en el
hombre que sucedería en el cargo a Saúl. Así que Dios le dio
una consigna muy clara al profeta: “Jehová no mira lo que mira
el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
Jehová mira el corazón”. Samuel debía encontrar un hombre con
un corazón humilde, que pueda mirar a los demás como más
importantes que él mismo, un hombre que estuviera dispuesto a
renunciar a sus intereses personales para cumplir el plan de Dios
y un hombre que buscara, por sobre todas las cosas, glorificar al
Señor en su vida. Cuando David cumplía su tarea de rey, entre las
tantas expresiones que describen su corazón obediente, aparece
esta: “Hizo David como Dios le mandó y derrotaron al ejército de
los filisteos… y la fama de David fue divulgada por todas aquellas
tierras.” 1ª Crónicas 14:16-17

48
DÍA 22

PRUEBA DE OBEDIENCIA
“Entonces dijo Samuel a Isaí: ¿Son estos todos tus hijos? Y él respondió: Queda aún
el menor, que apacienta las ovejas. Y dijo Samuel a Isaí: Envía por él, porque no nos
sentaremos a la mesa hasta que él venga aquí.”
1ª Samuel 16:11

Samuel estaba desilusionado al ver que todos los hijos de Isaí


habían pasado frente a él y el Señor no le había indicado a
ninguno para que lo ungiera por rey. Al pasar el último de los
siete muchachos, el profeta hace la pregunta final: “¿Son éstos todos
tus hijos?”. En la respuesta que da Isaí, se puede leer entre líneas
una suerte de poca valoración por su hijo más pequeño: “Queda
aún el menor, que apacienta las ovejas”. Es como si dijera “casi ni
vale la pena llamarlo”. El padre de David no tenía demasiadas
expectativas en él. Nadie piensa en grandes cosas cuando ve a
un niño, pero Dios sí. Creo que la mayor prueba del tremendo
valor que tenía este muchachito para ser elegido rey era que
estaba en el lugar donde su padre lo había mandado y haciendo
lo que se le había pedido que hiciera: cuidando ovejas. ¡Esto se
llama sencillamente obediencia! Veamos algunas características
de la tarea que este pequeño y casi olvidado pastorcito hacía. Su
nombre era David.

Cuidaba pocas ovejas


No era el pastor de un gran rebaño, quizás no eran más de diez
o veinte ovejas. Alcanzaba con un adolescente para cuidarlas, así
que eran realmente pocas. La gran mayoría de las personas piensa
que para ser un siervo de Dios hay que ocuparse de grandes cosas.
David tenía la convicción, desde muy joven, de que lo importante
era hacer las cosas bien, sin importar el tamaño de la tarea que se
le encomendara. El Señor Jesús dejó claro este mismo principio

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cuando contó la parábola de los talentos: “Bien, buen siervo y fiel;
sobre poco fuiste fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu
Señor.” Mateo 25:21

Cuidaba ovejas ajenas


Siempre hacemos mejor las cosas si la ganancia es para nosotros,
pero cuando se trata de dejar las ganancias para otros no ponemos
el mismo entusiasmo ni dedicación. David no era de esa clase de
personas, él trabajaba con buen ánimo y esmero aun sabiendo que
se trataba de ovejas ajenas. Su hijo Salomón, tiempo más tarde,
escribió: “¿Has visto hombre solícito en su trabajo? Delante de los reyes
estará; no estará delante de los de baja condición.” Proverbios 22:29.
David llegó no solo a la corte del rey, sino que él mismo llegó a
serlo, porque los principios de la Palabra siempre se cumplirán en
la vida de quienes respetan lo que Dios dice.

Cuidaba ovejas en el anonimato


David nunca se sacó una selfie y la publicó en Facebook ni en
ninguna red social. Jamás pediría que lo publiquen para hacerse
conocido, a David lo que le interesaba era que Dios lo tuviera
en cuenta. Él sabía que si aquí no lo premiaban, el Señor sí lo
haría en la eternidad. La convicción del pequeño pastor era la
misma que nos declara San Pablo cuando dice: “…hasta que venga
el Señor, el cual aclarará también las intenciones de los corazones; y
entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.” 1ª Corintios 4:5. Las
ovejas pueden ser pocas, ajenas y anónimas, pero Dios, que todo
lo ve, es el que recompensa a cada uno según su labor, por ello,
imitemos a David en su obediencia.

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DÍA 23

UNCIÓN 
“ Y Samuel tomó el cuerno del aceite, y lo ungió en medio de sus hermanos; y desde
aquel día en adelante el Espíritu de Jehová vino sobre David. Se levantó luego
Samuel, y se volvió a Ramá.”
1ª Samuel 16:13

El almuerzo no se serviría ese día en la casa de Isaí hasta que


el pequeño cuidador de pocas ovejas no regresara del campo. El
asombro de los siete hermanos fue muy grande, ninguno de ellos
podía aceptar que el profeta estuviera pensando en el menor de la
familia. Lo que sucede es que las maneras de obrar de Dios suelen
ser un poco raras para nuestra manera de ver las cosas, porque
la lógica de Dios, la mayoría de las veces, suele ser diferente a
la nuestra. El apóstol dice: “Lo vil del mundo y lo menospreciado
escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie
se jacte en su presencia.” 1ª Corintios 1:28-29

Una señal: “Y Samuel tomó el cuerno del aceite”


El cuerno lleno de aceite se utilizaba para el ungimiento de
sacerdotes y reyes. Este elemento fue el que llevó Samuel a la casa
de Isaí para ungir al segundo rey de Israel. El aceite era una señal
de la presencia del Espíritu Santo en la vida del elegido. Dios
muchas veces utilizó señales para indicar que él estaba actuando
en medio de su pueblo. Así lo hizo cuando nos dejó el arcoíris
para recordarnos su pacto de no volver a destruir la tierra con
agua. Cuando nuestro Señor nació, envió una estrella para que
los magos se guiaran en medio de la noche, ellos dijeron: “Su
estrella hemos visto en el oriente y vinimos a adorarle”. En nuestra
vida, muchas veces el Señor nos deja señales, a veces a través de
las circunstancias y otras veces a través de personas que pone en
nuestro camino. Lo cierto es que Dios muchas veces manifiesta
51
su poder invisible a través de cosas visibles.

Un testimonio: “Lo ungió en medio de sus hermanos”


Los hermanos de David no entraban en su asombro, el mismo
David no comprendía demasiado lo que estaba sucediendo cuando
el profeta y sacerdote Samuel estaba ungiéndolo. Dios quiso que
el profeta hiciera este ungimiento delante de sus hermanos y de
sus padres para que fuera un testimonio público y todos supieran
que el pequeño pastor un día sería el que ocuparía el trono de
Israel.

Una presencia: “Desde aquel día en adelante el Espíritu de


Jehová vino sobre David”
Cuando Samuel inclinó el cuerno de aceite sobre la cabeza del
joven David, Dios estaba haciéndose presente desde ese día en la
vida del pastorcito de Belén. Esta presencia fue la que hizo que
David fuera lo que llegó a ser. Fue la gloriosa presencia del Señor
la que lo convirtió en “el dulce cantor de Israel”, en el guerrero
más prestigioso de la época y ganador de todas las batallas. David
nunca perdió una guerra, todas las ganó, porque el Señor estaba
con él. David fue el rey más grande que tuvo el pueblo de Israel
y el hombre a quien Dios quiso dejar para la posteridad como el
antecesor del reinado eterno de nuestro Señor Jesucristo. Así lo
expresa el libro de Revelaciones: “El León de la tribu de Judá, la raíz
de David, ha vencido…” Apocalipsis 5:5. Lo que hizo la diferencia
entre los demás reyes y David es que este pequeño pastorcito y
gran rey, siempre dejó que Dios se manifestara en su vida, y eso
fue lo que lo hizo grande.

52
DÍA 24

GRACIA TEMPORAL
“ Y Saúl envió a decir a Isaí: Yo te ruego que esté David conmigo,
pues ha hallado gracia en mis ojos.”
1ª Samuel 16:22

David llamado por el rey


Cuando Dios apartó su presencia de la vida de Saúl, este entró
en una tremenda locura. El relato bíblico dice que esta locura le
vino de parte de Jehová. Los siervos de Saúl le sugirieron traer a
alguien que tocara música para aquietar su espíritu y el rey aceptó
la propuesta. Los cortesanos hicieron llamar a David para que
tocara el arpa e hiciera que la locura del rey se calmara. De pronto,
encontramos al joven campesino en medio de la corte del rey de
Israel. Esta fue la primera vez que el desconocido pastor de ovejas
entraba al palacio del rey. Todo debe haber sido muy impresionante
para David, el trato que le brindaron fue muy especial, no solo por
lo buen músico que era, sino además porque el rey fue aliviado
de su locura. Así comenzaba la escuela en la que David se iba
a ir formando para asumir el trono que dejaría años después el
desobediente Saúl. Cuando Dios quiere formar un siervo al que
le dará responsabilidad en el liderazgo en su obra, lo hace pasar
por diferentes etapas, algunas de ellas muy agradables y otras no
tanto. David debe haberse quedado embelesado con todo lo que
vio en el palacio, desde la ropa que vestían los cortesanos, hasta la
comida que comían y el estilo de vida que llevaban. Todo era muy
distinto a lo que él estaba acostumbrado en su humilde aldea de
Belén y en el desierto donde cuidaba las pocas ovejas de su padre.
Cuando David llegó para tocar su arpa, nos dice el relato que Saúl
lo amó y lo hizo su escudero. David tenía algo muy especial en su
vida que lo hacía distinto al común de los demás. Lo que David
tenía era la presencia de Dios con él y esto lo hacía diferente. Ser
53
llamado por el rey fue un gran privilegio, pero fue a partir de ese
llamado que tuvo que afrontar grandes desafíos que lo llevarían a
vivir como un fugitivo durante varios años.

David halla gracia en Saúl


Todos querían hallar gracia ante los ojos del rey, esto significaba
que el rey los tendría en cuenta, que los trataría bien y que podrían
gozar de ciertos privilegios en su corte. Así le sucedió a David,
dejó de ser un desconocido para recibir un trato preferencial
de parte de Saúl. Todos querían ser como David y estar en su
lugar. Lo que la mayoría no sabe es que hallar gracia a los ojos
de los hombres es un bien temporal, condicional y de valor solo
aquí en la tierra. Es una gracia que se consigue a cambio de algo
y por lo tanto no es gracia, sino un intercambio de favores. La
verdadera gracia la debemos buscar ante los ojos de Dios, esa no
se compra ni se paga con nada. Cuando hablamos de la gracia
de Dios, estamos refiriéndonos a la mano abierta del Señor
para bendecirnos, para hacernos bien sin esperar nada a cambio.
Cuando Dios extiende su gracia, lo hace porque él es bueno, no
porque nosotros la merezcamos, y esta gracia no cambia por lo
que nosotros hagamos o dejemos de hacer. Cuando David halló
gracia ante los ojos de Saúl, duró muy poco, tan poco como el
ánimo del rey, mientras que la gracia de Dios es eterna, porque
Dios es eterno. David nunca dependió de la buena voluntad de las
personas, porque con Saúl aprendió que depender de los hombres
es estar condenado al fracaso, por eso David dejó claro en muchos
de sus salmos que él dependía solo de la gracia de Dios: “Porque
un momento será su ira, pero su favor dura toda la vida.” Salmos 30:5

54
DÍA 25

SIN BUSCAR PRIVILEGIOS


“Pero David había ido y vuelto, dejando a Saúl,
para apacentar las ovejas de su padre en Belén.”
1ª Samuel 17:15

David pasó varios días en la corte tocando el arpa. El estado de


locura del rey se fue yendo y poco a poco el ánimo de Saúl volvió a
la normalidad. Cuando las cosas se tranquilizaron, David regresó
a Belén. El relato nos llama la atención, porque nos muestra a un
joven tomando una decisión muy distinta a la que la mayoría de
las personas tomarían.

Dejó a Saúl
Esto significa mucho más que dejar al rey, significa dejar privilegios.
David dejaba un lugar muy cómodo en el que dormía. Dejaba los
mejores manjares que se comían en la mesa del rey. Dejaba un trato
preferencial que recibía por ser el músico de la cámara íntima del
monarca. No siempre es fácil dejar tantos privilegios, renunciar
voluntariamente a este tipo de beneficios requiere una convicción
muy firme, exige una gran claridad de pensamiento. David tenía
esas convicciones y esa firmeza y esta es la razón por la que, años
más tarde, puede escribir tantos poemas acerca de cómo debe ser
la vida de un siervo de Dios. Muchas veces en la vida cristiana
tendremos que tomar este tipo de decisiones. Tendremos que estar
dispuestos a renunciar a cosas que nos gustan y que nos hacen
sentir cómodos, pero que la responsabilidad con el ministerio que
el Señor nos encomendó lo demanda. Nunca debiéramos dudar
ante esta encrucijada de elegir lo que nos conviene a nosotros y lo
que será de bendición para otros. El Señor nos dejó su ejemplo:
“Porque ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor
a ustedes, siendo rico, se hizo pobre, para que mediante su pobreza,
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ustedes fueran enriquecidos.” 2ª Corintios 8:9

Volvió a su lugar de servicio


David regresó a Belén. Inmediatamente fue donde estaban las
pocas ovejas de su padre. Allí no estaban las luces del palacio ni
los ricos sabores de las comidas, allí estaba la dura tarea de cuidar
ovejas y de comer pan tal vez un poco duro que le iba quedando
con el correr de los días. David sabía que era esa la tarea que
su padre le había encomendado y estaba dispuesto a cumplirla,
sencillamente porque era un muchacho obediente.
Hace algunos años, fui invitado a un congreso de educación que
se realizó en el Hotel Sheraton de la ciudad de Buenos Aires.
En aquel tiempo estaba en la obra misionera en el Centro
Comunitario Rural Evangélico en el pueblo de Brea Pozo, en
Santiago del Estero. Tuve que dejar mi trabajo por algunos días y
viajar del pequeño pueblo a la gran ciudad. Mientras estábamos
en el congreso, no dejaba de asombrarme del tremendo lujo que
tenía este hotel, la comida era de primera y la atención era muy
buena. Recuerdo que cuando entré al baño en uno de los recreos
que tuvimos, pensé: “Aquí me quedaría a vivir”. En ese momento
recordé el texto que estamos meditando y sentí una profunda
vergüenza de verme tan diferente al joven David. Siempre
queremos pasarla bien y, en ocasiones, elegimos el lugar donde
poder disfrutar antes de seguir donde Dios nos puso para servirle.
David es un hombre que sabe elegir la voluntad de Dios por sobre
sus intereses y esto lo hizo ser el hombre que Dios quería utilizar
en su obra. Esta es la exigencia que puso Jesús para sus seguidores:
“Si alguno quiere seguir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz
cada día y sígame.” Mateo 16:24

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DÍA 26

SER RESPONSABLE
“Se levantó, pues, David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda,
se fue con su carga como Isaí le había mandado; y llegó al campamento cuando el
ejército salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.”
1ª Samuel 17:20

David es un joven responsable. Tenía siete hermanos, tres estaban


con Saúl en el campo de batalla y los otros cuatro estaban en la
casa. Isaí podría haber mandado a cualquiera de los cuatro a ver
cómo estaban los tres soldados. Es interesante que el padre pensara
en David a la hora de hacer un encargo en lugar de mandar a
cualquiera de los que estaban desocupados en la casa. Siempre
será así, a quien más responsable sea, mayor responsabilidad se
le asignará. David estaba siendo preparado para ser rey y era
necesario que aprendiera los grandes principios del servicio.

Diligente
Cuando David recibió la orden de su padre de hacer el viaje al
campo de batalla para ver cómo estaban sus hermanos, se alistó
y al día siguiente se levantó muy temprano para cumplir su tarea.
Esto es diligencia, David no es un dormilón ni un perezoso. El
apóstol Pablo, cuando enseña sobre cómo debe ser la vida de un
siervo de Dios, nos dice: “En lo que requiere diligencia, no perezoso;
fervientes en espíritu, sirviendo al Señor.” Romanos 12:11

Responsable
Ante la orden de su padre, bien podría haber pensado David: “que
alguien se encargue de las ovejas, yo estoy asignado a otra tarea”.
No fue así como actuó el pequeño pastor de ovejas ajenas. No es
así como obra alguien que desea ser usado por el Señor en su obra.
David se preocupó en buscar un cuidador para que lo reemplace

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mientras él estaba cumpliendo con una nueva tarea que se le había
encargado. La responsabilidad con la que este joven realizaba
su trabajo era asombrosa, siempre se hacía cargo de lo que se le
encomendaba, no era un descuidado. Si somos cuidadosos en lo
poco, Dios nos podrá dar algo más para que hagamos; mientras
que si no somos fieles en lo poco, no debiéramos esperar que se
nos asignen mayores responsabilidades. El Señor Jesús advirtió
sobre este tema cuando dijo: “El que es fiel en lo muy poco, también
en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más
es injusto.” Lucas 15:10

Obediente
Esta es la clave del gran éxito de David, siempre fue obediente.
Él podría haber regañado a su padre, que lo estaba llenando de
trabajo y responsabilidades. Primero lo mandó a cuidar ovejas en
medio del desierto, luego le pidió que fuera a tocar el arpa al
loco del rey, ahora lo envía a llevar unos panes y unos quesos
a sus hermanos. David tenía sobradas razones para argumentar
que estaban siendo injusto con él. Nada de eso hizo el futuro
rey. Sencillamente obedeció y allí estaba la razón de por qué el
Señor había puesto sus ojos en él y por qué el aceite de la unción
había sido derramado sobre su cabellera. En David se cumple
la promesa que siglos más tarde dejó nuestro Señor: “El que me
ama, mi palabra guardará; y mi padre le amará, y vendremos a él y
haremos morada con él.” Juan 14:23. Por haber sido responsable y
cumplir con lo que su padre le encomendó, David tuvo la gran
oportunidad de encontrarse en el campo de batalla y derrotar
al gran Goliat. Todos sabemos cómo terminó esta historia, pero
muchos olvidamos cómo comenzó.

58
DÍA 27

LA EXPERIENCIA CUENTA
“Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también
me librará de la mano de este filisteo. Y dijo Saúl a David: Ve, y Jehová esté contigo.”
1ª Samuel 17:37

El desafío de experiencias difíciles


Cada noche era una experiencia difícil, cada mañana traía
sus complicaciones con la posibilidad de que alguna fiera del
campo atacara a sus ovejas. El pastorcito de Belén enfrentaba
riesgos todos los días, pero siempre sentía que el Señor lo estaba
cuidando. No siempre nos damos cuenta de lo mucho que nos
servirá en el futuro el pasar por experiencias difíciles, por eso no
debiéramos renegar de lo que Dios nos hace vivir en este tiempo.
Las situaciones del diario vivir pueden ser experiencias duras e
incomprensibles, pero serán para nuestro beneficio futuro. Nunca
imaginó, el hijo menor de Isaí, que la solitaria tarea de cuidar
unas pocas ovejas lo prepararía tanto como para transformarlo
en el paladín de Israel. A David, aunque era valiente, el miedo a
las fieras del campo lo mantenía siempre en estado de alerta. En
cualquier momento podía aparecer un oso o un león hambriento
para tomar alguna de sus ovejas y era responsabilidad del pastor
salvarla. En muchas ocasiones el joven arriesgaba su pellejo por
salvar alguno de sus corderitos y lo hacía con toda su pasión.

El rédito de la experiencia
Cuando David llegó al campo de batalla para ver a sus hermanos
que estaban enfrentando a los filisteos, todo era raro. Los soldados
de Saúl estaban escondidos y el ejército filisteo, parado en orden
de batalla vivando al gran Goliat, quien apareció entre las filas
filisteas desafiando a los israelitas. La gran desilusión que se llevó
el pastorcito de Belén fue oír al enorme filisteo gritar y avergonzar
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al pueblo de Dios. Para David, insultar al pueblo de Dios era
ofender al Dios de ese pueblo, a su Dios. Por ello, como hombre
que mantenía una estrecha comunión con Jehová, el Dios de los
escuadrones de Israel, sintió que el desafío era para él, y lo aceptó.
Cuando llegó el momento de pararse frente a Goliat, David sacó
a relucir su experiencia. Saúl, que tenía tanto miedo como sus
soldados, no podía aceptar que este muchachito de nombre David
estuviera dispuesto a pelear con el gigante. Él no era un guerrero
preparado en las filas de un ejército, sino un hombre de campo
que había adquirido experiencia y acumulado valor para enfrentar
al enemigo, así que en esta oportunidad pondría a prueba su valor
una vez más.

El resultado de confiar en Dios


Cuando Saúl y David discuten el tema de enfrentar a Goliat,
el rey le hace notar al joven David que la experiencia guerrera
de Goliat era mucho mayor que la de él y que no debía asumir
semejante riesgo. Saúl tenía razón en su argumento, pero no
contaba con la experiencia de la relación con Dios que tenía
David. Es aquí donde el pastorcito de Belén hace una de las
declaraciones más fuertes que se pueda escuchar de un guerrero
que confía en su Señor: “Jehová, que me ha librado de las garras del
león y de las garras del oso, él también me librará de la mano de este
filisteo.”. Para David esta sería otra oportunidad más de ver el
poder del Señor defendiéndolo de su enemigo. El resultado ya
lo conocemos, David vuelve a demostrarnos que la experiencia
de conocer a Dios nos permite vivir confiados, expectantes de su
obrar y seguros de la victoria final.

60
DÍA 28

SU PRESENCIA HACE LA DIFERENCIA


“ Y David se conducía prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.”
1ª Samuel 18:14

Luego de la gran victoria ante Goliat, se desató una ola de


bendiciones en la vida de David. Las cosas comenzaron a alinearse,
de manera que podemos ver a David en un escalón más arriba en
su escuela de aprendizaje para llegar al trono.

La canción de las mujeres


Las mujeres de Israel se dieron cuenta de que un nuevo líder se
acababa de levantar y compusieron una canción de loas al joven
guerrero. David no entraba en su asombro al ver tanto revuelo a
su alrededor, él solo había hecho lo que cualquier hombre que
conociera personalmente al Dios de Israel hubiera hecho. La
pregunta es ¿por qué él se atrevió y los demás soldados no? La
razón es que Dios estaba con David y, cuando esto es una realidad,
todo es diferente. Nadie puede ser igual si Dios está de su lado. El
apóstol Pablo dijo con toda certeza: “¿Qué diremos a esto? Si Dios
es por nosotros, ¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31

Los celos de Saúl


El rey estaba muy feliz de la actuación del nuevo soldado, quien
sin ninguna experiencia militar había derribado al hombre más
temido en la batalla y había dado liberación a Israel. La alegría de
Saúl muy pronto se convirtió en celos amargos al oír el canto de
las mujeres que decía: “Saúl mató a mil y David a sus diez mil”. En
principio, este hombre celoso no se animaba a actuar en contra
del joven guerrero porque veía algo muy especial en David. El
relato dice: “Saúl estaba temeroso de David, por cuanto Jehová estaba
con él, y se había apartado de Saúl.” 1ª Samuel 18:12. El viejo rey
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no se animaba, al menos por ahora, a hacerle daño al muchacho
David porque Dios lo protegía. La presencia de Dios en David
generaba temor, más bien miedo en Saúl.

El amor del pueblo


La gente comenzó a tener un aprecio especial por este muchacho,
veían algo especial en él: “Mas todo Israel y Judá amaba a David,
porque él salía y entraba delante de ellos.” 1ª Samuel 18:16. Dios
amaba a David y David amaba a Dios, y allí estaba la diferencia.
Cuando alguien tiene a Dios en primer lugar en su vida y busca
de todo corazón agradarle, Dios acomoda las circunstancias a su
favor: “ Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan
a bien.” Romanos 8:28. De la misma manera, Dios acomoda a las
personas, aun a aquellos que pudieran ser sus enemigos, para que
lo traten bien: “Cuando los caminos del hombre son agradables a
Jehová, aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” Proverbios 16:7

El nombramiento confirmado
Lo que confirmaba el llamado de David para ser el ungido del
Señor era la manifestación de Dios en él. David era el mismo
joven que cuidaba ovejas en el campo, el mismo que tocaba el
arpa en las noches solitarias bajo el cielo estrellado. Lo que hacía
la diferencia era la presencia de Dios en su vida. A través de la
historia, todos los hombres y mujeres que le dieron lugar a Dios
para que gobierne sus corazones fueron diferentes, vivieron una
vida distinta a todos los demás. Por esta razón, lo único que nos
debe importar en la vida es la presencia de Dios, todo lo demás es
relativo y de escaso valor.

62
DÍA 29

NINGUNA COMO ELLA


“ Y el sacerdote respondió: La espada de Goliat el filisteo, al que tú venciste en el valle
de Ela, está aquí envuelta en un velo detrás del efod; si quieres tomarla, tómala;
porque aquí no hay otra sino esa. Y dijo David: Ninguna como ella; dámela.”
1ª Samuel 21:9

El tiempo fue pasando y David se hacía cada vez más popular y


querido por los cortesanos y el pueblo en general. El hijo del rey,
el joven Jonatán, entabló una hermosa amistad con el vencedor de
Goliat, lo que generó un gran enojo de parte de Saúl. Tanto fue el
fastidio del rey que comenzó una persecución contra el pastorcito
de Belén. La envidia y los celos comenzaron a consumir el
corazón de Saúl. David huyó a Nob, donde se encontró con el
sacerdote Ahimelec. En su apuro por escapar, no llevó ni comida
ni armamentos, así que le solicitó al sacerdote estas provisiones.
Lo curioso es que en el santuario solo había una vieja espada, nada
menos que la de Goliat. El diálogo que se da entre el sacerdote
y David nos ayudarán a reflexionar sobre algunos principios para
ganar batallas.

Una espada con recuerdos de victoria


Ahimelec le dijo a David que solo tenía “la espada de Goliat
el filisteo”, al que él había vencido en el valle de Ela. ¡Cuántos
recuerdos habrán venido a la mente de David! Los recuerdos
son importantes, pero pueden ser alentadores y abrumadores. La
espada de Goliat podía hacer sentir añoranza y tristeza a este
guerrero, o esperanza y ánimo para seguir esperando el tiempo de
Dios. Los elementos no tienen poder ni virtud en sí mismos, si
así lo creemos seremos unos fetichistas e ignorantes. La espada de
Goliat no era poderosa, era solo una espada. El poder está dado
en lo que Dios puede hacer con cualquier elemento a través de
63
las personas. Por eso, el mismo David años más tarde escribió:
“Unos confían en carros y otros en caballos, más nosotros del nombre
de nuestro Dios tendremos memoria.” Salmos 20:7. Los carros y los
caballos no dan la victoria, sino Dios que utiliza estos elementos.

Una espada envuelta y escondida


La espada de Goliat había ganado cientos de batallas, pero
ahora estaba envuelta en una tela y escondida. Esto nos recuerda
cuántos recursos que podrían estar siendo utilizados para ganar
batallas están envueltos y escondidos. Muchos dones, recursos,
oportunidades y otros elementos que Dios pone a nuestra
disposición no son usados en su obra, sino que, al igual que la
espada de Goliat, permanecen guardados. La parábola de los
talentos nos advierte sobre lo trágico que puede ser esconder lo
que el Señor nos da para que lo utilicemos en su obra. El relato de
Jesús nos dice: “Llegando también el que había recibido un talento,
dijo: Señor, te conocía que eres hombre duro… por lo cual tuve miedo,
y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo.”
Mateo 25:24-25. La reprensión del señor no se tardó: “Quitadle el
talento… porque al que tiene, se le dará y tendrá más; y al que no tiene,
aun lo que tiene se le será quitado.” Mateo 25:28

Una espada en manos de un valiente


David tomó la espada de Goliat y con ella peleó grandes batallas y
fue un guerrero triunfador siempre. La espada envuelta y escondida
volvió a brillar en las noches oscuras de Israel, porque un soldado
valiente la utilizó. Dios quiere utilizar muchos recursos, pero es
necesario que se levanten hombres como David, dispuestos a
utilizar todos los recursos disponibles para la gloria de Dios.

64
DÍA 30

LO PEOR DE LO PEOR
“ Y se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado, y todos los
que se hallaban en amargura de espíritu, y fue hecho jefe de ellos; y tuvo consigo como
cuatrocientos hombres.”
1ª Samuel 22:2

La escuela de Dios para David estaba en pleno desarrollo. En


este capítulo aparecen los hombres que luego serían su equipo
de liderazgo en su reinado. Cualquiera de nosotros hubiera
seleccionado a hombres inteligentes, preparados y con un buen
currículum. No fue el caso de este equipo. La descripción que se
hace de los cuatrocientos seguidores de David a quien él tenía que
preparar era terrible, era uno peor que el otro.

Afligidos
Este grupo de hombres se encontraba en un estado de preocupación
y tremenda ansiedad. Algunos habían sido abandonados por
sus familias, otros habían sido dejados de lado por sus amigos.
Muchos de ellos quizás eran desertores del ejército de Saúl y eran
buscados por la justicia. Lo cierto es que estaban quebrantados en
su integridad y dignidad porque nadie los quería recibir. David era
diferente, él tenía un corazón abierto para todos. En la cueva de
Adulam había lugar para todos, sin distinción. Cuando alguno de
estos afligidos de espíritu buscaba refugio, le aceraban la dirección
de la cueva donde se escondía David con su gente, era el lugar de
refugio de los desamparados. Todos eran bienvenidos. Nosotros
también estábamos en aflicción y abandonados, pero el Señor
Jesucristo nos invitó: “Vengan a mí todos los que están trabajados y
cargados, yo los haré descansar.” Mateo 11:22

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Endeudados
La segunda descripción que se hace de este grupo es que son
hombres endeudados. Quizás muchos de ellos tuvieron que
entrar en deudas para alimentar a sus hijos, otros para ayudar a
sus padres. Tal vez algunos hicieron mal los cálculos y quedaron
prisioneros de deudas imposibles de pagar y la única salida que
encontraron fue huir y andar como parias por el desierto. Un día
escucharon de la cueva de Adulan, donde el hijo de Isaí, el gran
vencedor de Goliat estaba escondido porque Saúl lo perseguía, y
hasta allí llegaron, y ¡fueron bienvenidos!

Amargados de espíritu
La última descripción que se hace de este grupo de fugitivos
es que son los amargados de espíritu. Estos eran hombres que
habían intentado hacer de todo para mejorar su situación, pero
siempre habían fracasado. Se sentían lo peor de lo peor. Nada
había que levantara sus ánimos, la frustración era un estado que los
perseguía y atormentaba. Nada ni nadie había logrado cambiar su
estado de ánimo. Finalmente oyeron hablar del músico que había
calmado la locura de Saúl y que ahora tenía una banda, pero no
de músicos. Ellos también quisieron formar parte de este grupo
de refugiados. David experimentó en su vida la gracia bendita del
Señor y lo expresó en uno de sus mejores cantos de renovación
que tiene el salterio: “Pacientemente esperé a Jehová, y se inclinó a mí,
y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo
cenagoso. Puso mis pies sobre peña y enderezó mis pasos. Puso luego
en mi boca cántico nuevo alabanza a nuestro Dios.” Salmos 40:1-3.
David estaba dispuesto a compartir esta experiencia de la gracia,
por esta razón le daba la bienvenida a todos los que llegaban hasta
la cueva de Adulam.

66
DÍA 31

CUIDAR A LOS PADRES


“ Y se fue David de allí a Mizpa de Moab, y dijo al rey de Moab: Yo te ruego que mi
padre y mi madre estén con vosotros, hasta que sepa lo que Dios hará de mí.”
1ª Samuel 22:3

Poco sabemos sobre la vida de los padres de David. Este texto


descorre un velo sobre la preocupación que David tenía por ellos.
La persecución de Saúl se había desatado sobre el joven guerrero.
Mientras él estaba en la cueva de Adulam, pensó en la seguridad
de sus padres y pidió al rey de Moab hospedaje y cuidado para
ellos.

Responsabilidad familiar
En la sociedad acelerada en que nos toca vivir, no siempre
pareciera quedarnos tiempo para atender a nuestros padres,
especialmente cuando estos están envejeciendo. Las muchas
tareas nos exigen andar a las corridas y despreocuparnos por los
afectos naturales. Esta es una gran trampa en la que podemos
caer para luego lamentarnos cuando nuestros progenitores nos
falten. David, quien sabía que en el futuro sería el rey de Israel,
estaba lleno de preocupaciones por su seguridad personal y la de
los cuatrocientos hombres que lo seguían, pero no cayó en esta
trampa, él se hizo el tiempo para ocuparse de sus padres.
David es un hombre que procuraba cumplir la ley del Señor y
por ello se ocupó de sus padres con mucha diligencia. Dentro
de los diez mandamientos, Dios dejó órdenes muy claras sobre
la actitud que los hijos deben tener con sus padres: “Honra a tu
padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que
Jehová tu Dios te da.” Éxodo 20:12. Es muy significativo que el
apóstol Pablo, cuando enseña sobre la vida familiar en la carta
a los efesios, recuerda este mandamiento y lo enmarca como el
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primer mandamiento que tiene promesa: “Honra a tu padre y a
tu madre, que es el primer mandamiento con promesa.” Efesios 6:2.
Hay por lo menos tres razones por las que debemos ocuparnos
de nuestros padres: En primer lugar, es un mandato dado por el
mismo Dios en los diez mandamientos. En segundo lugar, es una
bendición, la promesa de Dios siempre se cumplirá y nosotros
podemos perderla si no obedecemos la indicación. En tercer lugar,
es una siembra, porque cosecharemos lo que sembramos. Cuando
nosotros seamos mayores, nuestros hijos harán lo mismo que
nosotros hicimos con sus abuelos. David se ocupó del bienestar
de sus padres y Dios lo bendijo grandemente.

Responsabilidad personal
Otra preocupación de David era saber lo que Dios haría con él.
Aquí encontramos una gran lección de las prioridades del joven
guerrero. No sería nada fácil para él, sabiendo que había sido
ungido como el futuro rey de Israel, encontrarse huyendo como un
fugitivo de la espada del rey actual. El pastorcito de Belén, quien
había demostrado ser un gran guerrero, podía haber armado toda
una estrategia para derrotar al desobediente Saúl, pero no lo hizo.
No se dejó llevar por sus instintos, ni por las sugerencias de sus
aguerridos y desesperados acompañantes. Él confiaba y esperaba
en Dios, lo único que le interesaba a David era saber cuáles eran
los planes del Señor para su vida y estaba dispuesto a seguirlos.
En medio de las grandes preocupaciones que el futuro rey tenía,
no desatendió el cuidado de sus padres y también mantuvo la
prioridad de esperar las indicaciones del Señor sobre su futuro.
Siguió el principio que nos enseña Jesús: “Busquen primeramente
el reino de Dios y su justicia, y todas las demás cosas serán añadidas.”
Mateo 6:33

68
DÍA 32

JOVEN EJEMPLAR
“Entonces Ahimelec respondió al rey, y dijo:
¿Y quién entre todos tus siervos es tan fiel como David,
yerno también del rey, que sirve a tus órdenes y es ilustre en tu casa?”
1ª Samuel 22:14

Cuando el rey se enteró de que Ahimelec había ayudado a David


dándole comida y la espada de Goliat, envió a llamarlo para
darle muerte. Antes de ejecutarlo conversó con él y el sacerdote
trató de convencer al rey de lo honorable que era David y de los
valores que el joven tenía, pero el terco Saúl no le prestó atención.
Detengámonos por un momento para reflexionar sobre las tres
características que menciona el sacerdote Ahimelec sobre David.

Era fiel
David era un hombre leal, tenía un corazón fiel a sus convicciones,
que estaban fundamentadas en los principios de la ley del Señor.
Saúl, como muchos, confunde lealtad con pleitesía, es decir, con
adular o avalar conductas incorrectas de los jefes para hacerlos
sentir bien. Esto está mal y Dios no lo aprueba, porque la verdad
y la integridad no es una moneda que se negocia por intereses
temporales. Siempre será preferible perder cosas temporales por
ganar la aprobación de Dios, y Saúl, con su perverso corazón, no
podía aceptarlo.

Era servicial
Otra de las características que tenía David es que se comportaba
como un buen siervo. El pastorcito de Belén había dado sobradas
muestras de ser un hombre servicial. Cada vez que el rey requirió
de su ayuda, estuvo dispuesto a realizar la tarea solicitada. David
no fue un hombre de esos que le huyen a la responsabilidad, más
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bien fue esforzado y disciplinado para el trabajo. Como pastor,
pasó largas noches sin dormir cuidando las pocas ovejas de su
padre Isaí. Como músico, dedicó horas y horas a ensayar de modo
que fue reconocido como un gran músico y consiguió el título de
“dulce cantor de Israel”. Como guerrero, nunca perdió una guerra,
siempre se esforzó para ganar cada batalla que se le presentó. Las
órdenes de Saúl siempre fueron cumplidas por este soldado de
Belén.
David fue un gran siervo y por ello pudo llegar a ser un gran rey.

Era ilustre
La tercera característica que menciona el sacerdote sobre David es
que era alguien ilustre, o como traducen otras versiones: honrado,
respetado y apreciado. David era un hombre distinguido, diferente,
único y muy querido por todos. La gente decía de David: “Mi
señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y
lo malo.” 2ª Samuel 14:17. Joab dijo de David: “Mi señor es sabio
conforme a la sabiduría de un ángel de Dios, para conocer lo que hay
en la tierra.” 2ª Samuel 14:20. Mefiboset dijo de David: “Mi señor
el rey es como un ángel de Dios.” 2ª Samuel 19:27. El brillo de la
presencia de Dios en la vida de David lo hacía ser un hombre
único y era imposible no darse cuenta de que este joven tenía
algo especial. No pensemos que “ilustre” significa “inteligente” o
“alguien lleno de conocimiento”, tampoco refiere la calificación
de ilustre a alguien que tiene buena posición económica. Para ser
ilustre es necesario ser fiel a Dios y a su Palabra, dispuesto a servir
por amor a Dios y nuestros semejantes. Como consecuencia de
ello se puede llegar a ser ilustre.

70
DÍA 33

PROTEGIDO POR DIOS


“ Y David se quedó en el desierto en lugares fuertes,
y habitaba en un monte en el desierto de Zif;
y lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó en sus manos.”
1ª Samuel 23:14

David era un verdadero fugitivo, Saúl había iniciado una caza


sobre el pequeño guerrero de Israel. Es una locura lo que hacía
Saúl para procurar matar a David; organizó todo su ejército tanto
o más que cuando enfrentaba al ejército de los filisteos.

Andar en el desierto
David es informado de esta estrategia del rey y empieza a huir
de semejante locura. El pastorcito de Belén huye al desierto,
allí donde no era tan fácil encontrarlo. Es en el desierto donde
compone algunos de los mejores Salmos que conocemos, como el
número 27, que dice: “Cuando se juntaron contra mí los malignos,
mis angustiadores y mis enemigos para comer mis carnes, ellos
tropezaron y cayeron. Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá
mi corazón, aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.”
Salmos 27:2-3. Nosotros también podemos estar en lugares
desérticos, quizás sintiéndonos perseguidos o abandonados por
aquellos en los que confiábamos, posiblemente sin las comodidades
que nos gustaría tener, pero nunca olvidemos que podemos estar
confiados como David. Dios está con nosotros para ayudarnos.

Andar en el monte
En otras ocasiones David prefería huir a las montañas porque
estaba rodeado por el ejército de Saúl. Allí, en la alta montaña,
escribió otros de sus preciosos cantares, como el salmo del viajero:
“Alzaré mis ojos a los montes, ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi
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socorro viene de Jehová, que hizo los cielos y la tierra. No dará tu pie
al resbaladero, ni se dormirá el que te guarda.” Salmos 121:1-3. El
Señor cuidó de David sin importar dónde este se encontrara, sin
importar cuántos hombres lo persiguieran, ni siquiera importaba
por cuánto tiempo el rey lo buscara; su vida estaba guardada por el
mismo Dios, que hizo los cielos y la tierra. Así de seguros podemos
sentirnos nosotros también, siempre estaremos guardados por su
mano poderosa.

Andar protegido por Dios


El relato dice: “lo buscaba Saúl todos los días, pero Dios no lo entregó
en sus manos”, este texto nos enseña la gran lección de la soberanía
y el poder de Dios. Dios es soberano y esto quiere decir que él
tiene todo el control sobre las circunstancias y las personas en
todo el universo. Nada ni nadie escapa al control y dominio del
Soberano Señor. Este concepto dejaba en absoluta tranquilidad
al fugitivo guerrero, su corazón estaba en paz aun cuando vivía
huyendo de la locura de un rey perverso. La razón por la que
Saúl no lograba atrapar a David no era la capacidad del joven
de Belén para esconderse ni por la incapacidad del viejo rey para
atraparlo; el relato nos dice que “Dios no lo entregó en sus manos”.
De la misma manera se mostrará con nosotros la mano soberana
del Señor, nada ni nadie podrá hacernos daño, a menos que Dios
lo permita, ¡bendito sea nuestro Dios! Dios tiene todo el poder
y le dio la suficiente fuerza a David para soportar el tiempo en
que tuvo que ser un fugitivo. Las palabras del salmo se hicieron
realidad en David: “Tú aumentarás mis fuerzas como las del búfalo;
seré ungido con aceite fresco.” Salmos 92:10

72
DÍA 34

TODO EN LAS MANOS DE DIOS


“Que el Señor juzgue entre nosotros. Tal vez el Señor lo castigue por lo que intenta
hacer, pero yo nunca le haré daño.”
1ª Samuel 24:12

Saúl y su gente llegaron a la misma cueva en la que David estaba


escondido y se pusieron en la puerta. El rey, cansado del camino,
se recostó un poco más adentro. Todo indicaba que el momento
había llegado para que David se tomara revancha y matara a
su enemigo Saúl. David no lo hizo por varias razones: David
no consideraba al rey su enemigo y, además, tenía un corazón
conforme al corazón de Dios. Cualquiera de nosotros hubiera
seguido el consejo que le dieron los valientes que huían con él.
David hizo una declaración que muestra las razones por las que
no actuó como hubiera actuado un hombre común.

Dejar el juicio al Señor


Esta actitud lo hacía ser un hombre diferente, no tomar el lugar de
juez, ni aun teniendo razón. David sabía que podía equivocarse al
emitir un juicio sobre la manera de actuar de Saúl. Todos nosotros
sabemos que Saúl tenía cierto grado de locura y que no razonaba
de manera lógica. Sabemos también que era desobediente y
pensamos que Dios debía castigarlo por su manera terca de hacer
las cosas y hasta creeríamos que en ese momento Dios lo puso
en el camino de David para que hiciera justicia. Eso es lo que
pensaban los seguidores de David, pero no él. Casi diez siglos
después, el apóstol Pablo nos aclara el principio que aplicó David
con Saúl, cuando dice: “No juzguéis nada antes de tiempo, hasta
que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas,
y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno
recibirá su alabanza de Dios.” 1ª Corintios 4:5. David no tenía las
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cartas de Pablo para leer, pero sí tenía claro los principios de Dios
para aplicar en cada una de las circunstancias que le tocaba vivir.
Eso es ser un hombre piadoso.

Dejar el castigo al Señor


El deseo de revancha que sentimos cuando alguien nos hace
daño puede ser muy fuerte, pero no fue así con David. Él dice de
manera convincente: “Tal vez el Señor lo castigue por lo que intenta
hacer”. Ni siquiera está convencido de que Dios castigará a Saúl
por lo que está haciendo con él. Todo indica que la prudencia
que este joven tenía la adquirió en sus largas noches que pasó en
comunión con su Dios. Mientras David cuidaba las pocas ovejas
de su padre en las montañas de Belén, aprendió de la gracia y
misericordia de Dios por sus criaturas.

No hacer justicia por su cuenta


La frase “yo nunca le haré daño” nos revela un corazón sin rencores,
sin odios y sin espíritu de revancha. David quiere lo mejor para el
rey. Cuánto respeto tenía el pastorcito de Belén por el ungido del
Señor. Cuando le cortó el borde del manto para luego mostrarle
a Saúl que de verdad lo respetaba, dice el relato: “Después de esto se
turbó el corazón de David, porque había cortado la orilla del manto de
Saúl.” 1ª Samuel 24:5. David esperaba la bendición de Dios, no la
de los hombres, por esa razón no se preocupaba por hacerle daño
a sus adversarios, porque no serían ellos quienes le quitarían la
bendición del Señor. Cuando escribió uno de sus salmos, nos dice:
“Bendice alma mía a Jehová y bendiga todo mi ser su santo nombre.
Bendice alma mía a Jehová y no olvides ninguno de sus beneficios.”
Salmos 103:1-2

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DÍA 35

EL FINAL DE UN GRANDE
“Murió Samuel, y se juntó todo Israel, y lo lloraron, y lo sepultaron en su casa en
Ramá. Y se levantó David y se fue al desierto de Parán.”
1ª Samuel 25:1

Todos vamos a morir, eso lo sabemos, pero no es tan sencillo


asumir cuando alguien muy respetado y querido parte de esta
tierra.

El final de un siervo
No importa cuán significativa y grande sea la obra que podamos
hacer aquí en la tierra, un día tendremos que morir, la Biblia dice:
“Está establecido para los hombres que mueran…” Hebreos 9:27.
Así sucede con todos los humanos y así es como murieron los
grandes personajes de la historia sagrada, los grandes hombres
de la iglesia y nuestros antiguos pastores y escritores que tanto
amamos. Nosotros también vamos a partir y por ello debemos
estar preparados para el día que Dios designó. Nunca podremos
explicar por qué Dios decide llevarse a unos y dejar a otros, es un
misterio que le pertenece solo a Dios, porque él es el creador de
la vida. Los días de Samuel llegaron a su fin y, ante el llamado del
Señor, debió marchar. Nos hubiera gustado que muriera después
de que David llegara al trono, posiblemente a Samuel también,
pero Dios decidió otra cosa y está bien. El gran Moisés escribió:
“Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira. Acabamos
nuestros años como un pensamiento.” Salmos 90:9

El lloro de un pueblo
La partida de Samuel produjo una gran tristeza en todo Israel,
todos lo respetaban. El pueblo entero se reunió a llorar la partida
del profeta y sacerdote, quien se había ganado el cariño de todos.
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El profeta fue uno de esos hombres a los que no se le encontraban
cosas para criticar. Era realmente un hombre de Dios, firme en
su carácter, amable en el trato e íntegro en su proceder. No todos
sus antecesores pudieron decir lo que Samuel le dijo al pueblo:
“Testifiquen contra mí en presencia del Señor y ante su ungido. ¿A
quién le he robado un buey o un burro? ¿Alguna vez he estafado a
alguno de ustedes? ¿Alguna vez los he oprimido? ¿Alguna vez he
aceptado soborno o he pervertido la justicia? Díganmelo y corregiré
cualquier cosa incorrecta que haya hecho. No, le contestaron ellos, nunca
has engañado ni oprimido y nunca has aceptado soborno alguno.”
1ª Samuel 12:3-4

El joven sin consejero


David lo sintió tanto que decidió ir a llorarlo al desierto y allí
se quedó por algún tiempo. Cuando Dios se lleva algún familiar
cercano o algún amigo, lo lloramos y lo extrañamos toda la vida,
pero cuando se lleva a nuestro mentor, al maestro, al guía que
teníamos como modelo de vida, nos sucede algo muy especial.
Muchos de nosotros hemos sentido que con la partida de
nuestro maestro se nos exige crecer, asumir un rol para el que no
sentimos estar preparados; eso se llama crecimiento. David tuvo
que asumir que ya no tendría a su maestro para consultar y que
ahora muchos le pedirían a él que los aconseje. Todos debemos
aprender de nuestros maestros y todos debemos estar preparados
para ser maestros de quienes vienen detrás de nosotros. El apóstol
Pablo tenía bien asumido este concepto, por eso dice: “No dejen
de poner en práctica todo lo que aprendieron y recibieron de mí, todo lo
que oyeron de mis labios y vieron que hice.” Filipenses 4:9. También
Samuel dejó un verdadero ejemplo a seguir, y por ello cunado él
murió se puede decir que fue el final de un grande.

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DÍA 36

EL MEJOR SALUDO
“Decidle así: Sea paz a ti, y paz a tu familia,
y paz a todo cuanto tienes.”
1ª Samuel 25:6

David seguía siendo perseguido por Saúl, así que estando en el


desierto de Parán llegó hasta Carmel, donde se encontraba un
hombre conocido, de nombre Nabal. David estaba con un grupo
de más de cuatrocientos hombres hambrientos que lo seguían; al
enterarse de la presencia de Nabal, quien tenía una gran hacienda
de animales y muchas ovejas, pensó que podía contar con él. Era
tiempo de esquila por lo que había mucha comida preparada para
los esquiladores. David envió a diez de sus hombres a pedirle
ayuda para alimentar a su gente. El desarrollo de la historia es
muy interesante, pero nosotros solo meditaremos en el saludo que
David le hizo llegar a Nabal antes de hacerle el pedido.

Deseo personal: “Sea paz a ti”


David es consciente de que lo que más necesita una persona para
sentirse bien y para disfrutar de la vida es paz en su ser interior.
Mucha gente vive preocupada por resolver su vida laboral,
económica, social y familiar, sin alcanzar a experimentar la paz
en sus corazones. La Biblia enseña que Dios está muy interesado
en darle paz al ser humano y por ello nos envió al Príncipe de
Paz para que nos resolviera este drama. Así nos dice el Apóstol:
“Justificados por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro
Señor Jesucristo.” Romanos 5:1. Esa paz que tenemos con Dios se
transforma en una experiencia diaria de vida, aun en medio de
necesidades. Esto es lo que dice el mismo apóstol en otra de sus
cartas: “Por nada estén preocupados, sino sean conocidas sus peticiones
delante de Dios, en oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz
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de Dios guardará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses 4:6-7. David deseaba esa paz para el perverso Nabal,
quien rechazó este saludo y despreció a los enviados de David.

Deseo familiar: “Paz a tu familia”


La paz en el hogar es el resultado de la paz en la vida personal y
esto David lo sabía muy bien. El Señor siempre quiere bendecir
nuestra familia con su presencia para que disfrutemos de esa paz
que solo él puede darnos. El salmo 128 está lleno de promesas
para el hombre que teme a Dios y que anda en sus caminos. La
última promesa es que tendrá paz y este es el ofrecimiento del
Señor para nuestra familia.

Deseo comercial: “Sea paz a todo cuanto tienes”


David conocía a Nabal y sabía de su gran preocupación por
el negocio de la ganadería, porque tiempo atrás David y sus
hombres había estado con él y habían defendido sus intereses.
Lo que David no sabía era el corazón tacaño que tenía Nabal
y que, al igual que la mayoría de las personas, pensaba que lo
que tenía era solo para él y no deseaba compartir con nadie la
bendición de tener. David le desea prosperidad en el negocio,
de modo que el fruto del trabajo le permita compartir con los
demás. Así nos enseña la Biblia: “El que hurtaba no hurte más,
sino trabaje, haciendo lo que es bueno para que tenga qué compartir
con el que padece necesidad.” Efesios 4:28. Nabal no entendía este
concepto o quizás no lo quería entender, porque el egoísmo y la
avaricia lo consumían.
Lo bueno de este saludo de David a Nabal es que pone en orden
de prioridad las cosas en las que tenemos que ocuparnos: “Sea paz
a ti, y paz a tu familia, y paz a todo cuanto tienes.”.

78
DÍA 37

BENDITO ENCUENTRO
“ Y dijo David a Abigail: Bendito sea Jehová Dios de Israel, que te envió para
que hoy me encontrases. Y bendito sea tu razonamiento, y bendita tú, que me has
estorbado hoy de ir a derramar sangre, y a vengarme por mi propia mano.”
1ª Samuel 25:32-33

Los jóvenes que envió David a buscar alimentos a la tienda de


Nabal regresaron con las manos vacías y un mensaje de desprecio
de parte de este perverso hombre. David se llenó de una gran
ira de tal forma que decidió destruir el campamento de Nabal.
Los hombres de David se alistaron y comenzaron a marchar a
la tienda de Nabal para ejecutar el gran fastidio de su líder, pero
se encontraron con la mujer sabia de Nabal, llamada Abigail.
Esta detuvo con sabias palabras y consejo oportuno la marcha
de la compañía de guerreros que iban a destruir a Nabal y a su
gente. Cuando David comprendió el error que estaba a punto
de cometer dejándose llevar por la venganza, tuvo palabras de
gratitud y elogios para Abigail. Reflexionemos sobre las palabras
que David le dice a esta sabia mujer.

“Bendito sea Jehová Dios de Israel”


David reconoce que es Dios quien envió a Abigail a que lo
detuviera en su propósito de destruir a Nabal y a su gente. David
estaba dispuesto a cometer una gran matanza y terminar con la
vida de gente inocente. Una vez más, el joven hebreo reconoció la
intervención de Dios en su vida. Una vez más, David nos vuelve a
demostrar que vivía con una actitud abierta a ver a Dios obrar en
su andar. Cuántos errores y cuántas malas decisiones podríamos
evitar si tuviéramos, como David, nuestro corazón abierto para
oír a Dios, a través de las personas que él pone en nuestro camino.
David reconoció que Dios intervino a su favor al enviar a Abigail

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para que lo detuviera de hacer el mal, por eso dice: “Bendito sea
Jehová, el Dios de Israel.”.

“Bendito sea tu razonamiento”


El joven guerrero no es un caprichoso y no se siente dueño de la
verdad, es capaz de aceptar otro punto de vista y de considerar la
opinión de una mujer, en una cultura en donde esto no era común.
La capacidad de reflexión que muestra David en esta ocasión nos
habla de un hombre razonable y prudente. No se dejó llevar por
su ira y fue capaz de frenar su impulso de destrucción porque
actuó siguiendo el principio expresado en el proverbio: “Mejor es
el que tarda en airarse que el fuerte; y el que se enseñorea de su espíritu,
que el que toma una ciudad.” Proverbios 16:32. Muchas de las peleas
y de relaciones familiares y ministeriales arruinadas se deben a la
falta de prudencia al reaccionar. La Biblia nos dice: “Todo hombre
sea … tardo para airarse… porque la ira del hombre no obra la justicia
de Dios.” Santiago 1:19-20

“Bendita tú”
David tuvo un gran reconocimiento por Abigail, quien fue la
mujer que lo libró de cometer un gran desastre. Por lo general
no reconocemos públicamente a quienes nos han ayudado y en
ocasiones somos poco agradecidos. David es un hombre lleno
de gratitud hacia Dios y hacia las personas que le ayudaron.
La Biblia nos enseña a ser agradecidos y a reconocer a los que
hacen cosas buenas para nuestro beneficio. El Apóstol Pablo
es un gran ejemplo en este sentido: “Saluden a Priscila y Aquila,
mis colaboradores en Cristo Jesús, que expusieron su vida por mí; a
los cuales no solo yo doy gracias, sino también todas las iglesias.”
Romanos 16:3-4

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DÍA 38

CONTRADICCIONES DE LA VIDA
“Vive Jehová, que tú has sido recto, y que me ha parecido bien tu salida y tu entrada
en el campamento conmigo, y que ninguna cosa mala he hallado en ti desde el día que
viniste a mí hasta hoy; mas a los ojos de los príncipes no agradas.”
1ª Samuel 29:6

En aquellos días se había desatado una nueva guerra entre los


filisteos y el pueblo de Israel, mientras David servía al rey de
Aquis, quien tenía alianza con los filisteos. Al marchar a la batalla
el rey de Aquis, alistó a sus soldados para ayudar a los filisteos;
entre ellos se encontraban David y sus hombres. Los príncipes de
los filisteos se fastidiaron mucho al ver en las filas de los soldados a
este grupo de hebreos. Allí es que el rey de Aquis debió impedirle
a David que fuera con ellos a la batalla y la explicación que le dio
fue muy llamativa.

Una buena conducta


David había servido fielmente a este rey de Aquis, por lo que
el monarca no tenía ningún reproche para hacerle. Todo lo que
les dice a los filisteos sobre David es una cantidad de elogios y
virtudes que había visto en este guerrero hebreo. Ninguno de los
argumentos que les dio los convenció para que le permitieran
llevarlo a la batalla. Así que el rey de Aquis llamó a David y le hizo
la siguiente declaración: “Que tú has sido recto, y que me ha parecido
bien tu salida y tu entrada en el campamento conmigo, y que ninguna
cosa mala he hallado en ti desde el día que viniste a mí hasta hoy”.
Esta era una nota de felicitaciones y admiración sobre la conducta
intachable de David. El pastorcito de Belén brillaba siempre, no
importa dónde ni con quién estuviera, su conducta era siempre la
misma. Esto nos muestra a un hombre íntegro y consecuente con
los principios que decía creer. Cómo necesitamos personas de esta

81
talla en nuestros días. Estamos cansados de ver gente incoherente,
especuladora y ventajista, que mide su conducta por el beneficio
personal y no por su deseo de honrar a Dios.

Una mala mirada


Los príncipes filisteos comprendieron muy bien que David era un
hombre de mucho valor, pero no quisieron aceptarlo en sus filas.
El rey de Aquis no encontró otra razón que la que le trasmitió a
David al pedirle que no fuera con ellos a la guerra: “A los ojos de
los príncipes no agradas”. Esta razón suele ser muy común cuando
dejamos de lado a alguien de valor, sencillamente porque no
nos agrada. Suena muy injusto y arbitrario, pero tristemente es
muy común que así sea. La envidia, los celos y el complejo de
inferioridad hace que muchos líderes, aquí llamados “príncipes”,
desestimen y menosprecien a personas de mucho valor. Debemos
estar atentos de no caer en esta trampa diabólica de menospreciar
y dejar de lado a personas que Dios estima solo porque a nosotros
no nos caen bien. También debemos estar atentos para, si alguna
vez somos despreciados y maltratados por personas celosas, hacer
lo que nos enseña el apóstol Pedro, mencionándonos el ejemplo de
nuestro Maestro: “…Cristo padeció por nosotros dejándonos ejemplo,
para que sigamos sus pisadas. Cuando le maldecían no respondía con
maldición; cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa
al que juzga justamente.” 1ª Pedro 2:21-23. Una buena conducta
puede tener una mala mirada de la gente, pero no de Dios.

82
DÍA 39

BUSCANDO LA OPINIÓN DE DIOS


“Después de esto aconteció que David consultó a Jehová, diciendo: ¿Subiré a alguna
de las ciudades de Judá? Y Jehová le respondió: Sube. David volvió a decir:
¿A dónde subiré? Y él le dijo: A Hebrón.”
2ª Samuel 2:1

Se cierra el primer libro de Samuel con la muerte del rey Saúl y sus
hijos. Cualquiera podría pensar que ahora David iría apresurado a
tomar el poder en el trono vacante, pero no fue así. El pastorcito
de Belén sintió un profundo dolor por la muerte de su rey y de
su amigo Jonatán. Lo primero que hizo el dulce cantor de Israel
fue escribir un poema que expresaban su tristeza y desazón por
la partida de dos príncipes de Israel. Luego de llorar esta trágica
partida, David hace lo que todo siervo de Dios debe hacer antes
de tomar una decisión: consultar al Señor. Samuel había ungido
por rey de Israel a David entre trece y diecisiete años atrás, ahora
había llegado el tiempo para que asumiera el cargo. El joven
príncipe y próximo rey no se desesperó por ponerse la corona
de rey, el poder no era lo que más le atraía al hijo de Isaí. La
experiencia de Saúl dejaba claro que se puede tener el poder del
cargo, pero carecer de la autoridad de Dios para ejercerlo y David
no quería eso para su reinado. Esta es la razón principal por la que
consultó al Señor. Veamos algunas otras razones de por qué un
siervo de Dios debe consultar antes de tomar decisiones:

No sabemos cuál es el plan de Dios


En algunas ocasiones no es sencillo darnos cuenta si estamos
siguiendo nuestro plan o el de Dios. Los intereses personales
y el deseo de lograr ciertos objetivos suelen ser tan fuertes que
fácilmente confundimos nuestro plan con el de Dios, por eso
debemos orar y buscar claridad antes de tomar decisiones. David
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tenía algunas certezas, pero no quería equivocarse en relación
al tiempo de Dios para asumir el trono, por esta razón oraba
de la siguiente manera: “Jehová cumplirá su propósito en mí; tu
misericordia, oh Jehová, es para siempre, no desampares la obra de tus
manos.” Salmos 138:8

Necesitamos la confirmación de Dios


El aceite derramado sobre su cabeza había sido la señal mayor
de su nombramiento como futuro rey, pero necesitaba la
confirmación de Dios sobre la nueva responsabilidad que estaba
a punto de asumir. Por esta razón, David vuelve a consultar a
Dios y el Señor le responde afirmativamente. En él se cumplió
el principio del proverbio: “Reconócelo en todos tus caminos y él
enderezará tus veredas.” Proverbios 3:6. Nosotros, al igual que
David, no debiéramos quedarnos con una sola señal, necesitamos
ser confirmados por el Señor de distintas maneras, de modo que
andemos por caminos seguros. Dios utiliza muchas maneras
para confirmarnos su voluntad: pueden ser las circunstancias,
personas que pone cerca nuestro, paz en nuestro corazón y
fundamentalmente su Palabra. Seguramente el nuevo rey puso
en práctica en esta oportunidad los consejos que él mismo nos
dejó en algunos de sus Salmos, uno de ellos dice: “Oh Jehová,
de mañana oirás mi voz, de mañana me presentaré delante de ti y
esperaré.” Salmos 5:3

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DÍA 40

CONCIENCIA DE SÍ MISMO
“ Y yo soy débil hoy, aunque ungido rey; y estos hombres, los hijos de Sarvia, son muy
duros para mí; Jehová dé el pago al que mal hace, conforme a su maldad.”
2ª Samuel 3:39
David tuvo que cursar en varias universidades antes de llegar al
lugar que Dios le tenía asignado. Primero pasó por la escuela de
las majadas, mientras cuidaba el rebaño de su padre; luego, en la
escuela de las batallas, peleando con varios gigantes enemigos; y
ahora iniciaba la escuela de la corona, que también tendría sus
dificultades. El pastorcito de Belén se sentó en el trono de Saúl
como el segundo rey de Israel. Cualquiera podría decir que ya se
le acabarían las dificultades, pero no, nada de eso sucedió. Ahora
comenzaban otras batallas y algunas mucho más complicadas
que las anteriores. La primera dificultad con la que se encontró
fue la traición de los hijos de Sarvia, uno de ellos, el reconocido
general Joab, dio muerte al general Abner a escondidas de David.
Si no hubiera sido por el corazón tierno y sincero que tenía el
dulce cantor de Israel, ese mismo día podría haber perdido el
reino. Pero Dios estuvo con él como siempre había estado en su
peregrinaje al trono. En esta ocasión el gran David escribió un
poema de lamento para el hombre valiente al que Joab había dado
muerte y luego hizo una declaración al pueblo que nos desnuda
cómo se sentía el rey en sus primeros días de reinado: “ Yo soy débil
hoy, aunque ungido rey.”.

Ignorar la debilidad
Se puede andar en la vida sin tomar conciencia de la debilidad
y vivir en ignorancia. Los necios y los soberbios viven de esta
manera y son galardonados con trofeos de fracasos que hacen
sufrir a quienes tienen a su alrededor. La mayoría de las veces, los
más perjudicados son ellos mismos y sus familias, pero no escapan
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a las esquirlas sus amigos y compañeros que los rodean. David era
un hombre sabio y era consciente de que lidiar con esta clase de
generales lo superaba, de que el trono tenía complicaciones que él
no dominaba, de que la responsabilidad era mayor que sus fuerzas
interiores y de que no quería ser ignorante, por eso dijo: Soy débil,
y aunque ahora ustedes me hayan hecho rey, esto no me quita la
condición de humano.

Asumir la debilidad
Cuando alguien toma conciencia de su debilidad, está en
condiciones de asumirla, esto le evita la arrogancia de sentirse
un superhombre. El apóstol Pablo advierte sobre este asunto y
dice: “El que piense estar firme mire que no caiga.”. Es mejor asumir
nuestra debilidad para evitar la caída que ignorarla y vivir al borde
del precipicio. David no ignora su debilidad, sino que la asume y
busca el auxilio de Dios. Él clamó al cielo y dijo: “Alzaré mis ojos a
los montes ¿de dónde vendrá mi socorro? Mi socorro viene de Dios que
hizo los cielos y la tierra.” Salmos 121:1-2

Sobreponerse a la debilidad
Para transitar los próximos cuarenta años de reinado, David
debió sobreponerse vez tras vez a su debilidad. Muchas veces
tuvo que afrontar debilidad física, anímica y espiritual, pero en
todo momento Dios estuvo atento para fortalecerlo. El gran rey
David tuvo que tomar la lección que el Apóstol nos dice que
había aprendido al oír al Señor decirle: “Bástate mi gracia; porque
mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me
gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder
de Cristo.” 2ª Corintios 12:9

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DÍA 41

RECONOCIMIENTO
“Todas las tribus de Israel se reunieron alrededor de David y dijeron:
‘…En el pasado, cuando Saúl era nuestro rey, en realidad era usted quien dirigía a
las fuerzas de Israel. Y el Señor le dijo:
Tú serás el pastor de mi pueblo Israel; tú serás el líder de Israel’.”
2ª Samuel 5:2

Luego de la muerte trágica de Isboset hijo de Saúl, David es


proclamado por todas las tribus como rey en todo Israel. Los
príncipes de cada tribu se reunieron y antes de reconocerlo como
el nuevo rey hicieron esta proclama.

Reconocido como dirigente


Es muy probable que, mientras vivía Saúl, nadie se atreviera a
decir lo que ahora le dicen a David: “Cuando Saúl era nuestro rey,
en realidad era usted quien dirigía a las fuerzas de Israel”. David
nunca antes había tenido este reconocimiento público. Aun
cuando hacía la tarea de manera diligente, tuvo que esperar años
para que llegara este día. En el nuevo rey se cumple la sentencia
del Apóstol Pedro cuando dijo: “Humíllense bajo la poderosa mano
de Dios, para que él los exalte cuando sea tiempo.” 1ª Pedro 5:6.
Quizás en algunas circunstancias tengamos que vivir experiencias
parecidas a la de David, puede ser que las personas a las que
servimos no reconozcan el trabajo que hacemos para su beneficio,
esto no nos debe preocupar. Tal vez algún día nos reconozcan y si
así no fuera, el Señor lo hará en la eternidad.

Reconocido como pastor


David había aprendido a ser pastor de su pueblo pastoreando
las ovejas de su padre Isaí, en medio de la soledad. Ahora era
proclamado públicamente como pastor de Israel. La tarea

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pastoral es la de cuidar personas, alimentarlas y protegerlas.
Quienes tomamos alguna responsabilidad en la obra de Dios —
sea en la iglesia o en alguna organización cristiana— debiéramos
recordar que la primera función que tenemos con las personas es
pastorearlas. Cuando Dios pone personas cerca de nosotros, se
las debe ver como una oportunidad para cuidarlas y ayudarlas a
ser mejores cristianos. El Apóstol Pablo nos enseña que la tarea
de enseñarnos y cuidarnos debe ser unos a otros: “La palabra de
Cristo more en abundancia en ustedes, enseñándoos y exhortándoos
unos a otros en toda sabiduría.” Colosenses 3:16. David había
experimentado el cuidado pastoral de Dios sobre su vida. Por esta
razón, siempre estuvo preocupado por el bienestar de la gente y
ahora era reconocido como pastor.

Reconocido como líder


La única manera de saber si alguien está ejerciendo el liderazgo es
ver si hay personas que lo están siguiendo. David era un verdadero
líder, es decir, era un verdadero siervo, alguien con quien la gente
se sentía cómoda. El liderazgo en el mundo tiene que ver con
cuántas personas le obedecen, mientras que el liderazgo en la
Biblia tiene que ver con a cuántas personas se sirve. El Señor
Jesús, con su ejemplo de siervo, nos dejó muy claro en qué
consiste el liderazgo que Dios aprueba. Y cuando enseñó sobre
el liderazgo dijo: “El que quiera hacerse grande entre ustedes será su
servidor. Y el que de ustedes quiera ser el primero, será siervo de todos.”
Marcos 10:43-44. El nuevo rey de Israel había aprobado este
examen y todo Israel lo reconoció como un dirigente, un pastor y
un líder. Pero David nunca se la creyó y siempre vivió buscando la
gloria de su Señor y por ello fue aprobado.

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DÍA 42

EL SEÑOR PRESENTE
“David se hacía cada vez más poderoso, porque el Señor Dios de los Ejércitos
Celestiales estaba con él.”
2ª Samuel 5:10

Todos los gobernantes, en todos los tiempos y en todos los lugares,


amaron el poder, y por ello se pelearon y lucharon para conservarlo.
No fue así en el caso de David, porque fue Dios mismo quien se
lo había dado. En este pasaje estamos en el comienzo del reinado
del gran rey David y es muy llamativo cómo en poco tiempo el
joven rey se convirtió en el rey más grande que tuvo el pueblo
de Israel. Si queremos saber por qué tuvo tanto éxito el reinado
de David, podríamos pensar en varias razones. Todas ellas las
tuvieron otros hombres en la historia de las monarquías, pero no
lograron sobresalir como sucedió con David. Veamos algunas de
estas características:

Carisma: Absalón fue un hombre carismático, atractivo y querible,


pero fue un fracaso en su intento por llegar a ser rey. Jeroboam
fue otro al que todos querían seguir y llegó a ser rey de diez de las
tribus de Israel, pero terminó en otro fracaso.
Conocimiento de la gente: Ezequías fue un hombre que conocía
a la gente que gobernaba y procuró suplir sus necesidades, pero no
logró el éxito de David.
Capacidad para la guerra: la historia de Israel registra a muchos
reyes que tuvieron gran estrategia para la guerra, y sin embargo
no lograron destellar. El rey David fue distinto, su vida estuvo
signada por el éxito y la razón la encontramos en este versículo:
“porque el Señor Dios de los Ejércitos Celestiales estaba con él”. Esto
es lo que hace de David un hombre singular, único, que lo deja
como el prototipo de lo que Dios quiere hacer con sus siervos.
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Reflexionemos sobre qué significó para David que Dios estuviera
con él:
Quietud de espíritu: David no fue un hombre que vivía alterado,
aun las malas noticias lo acercaban más a Dios y serenaban su
corazón. El joven guerrero pudo decir: “Aunque un ejército acampe
contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra,
no temerá mi corazón.” Salmos 27:3. En este tiempo en que hay
tanto que nos altera y nos quita la paz, debemos buscar de todo
corazón la presencia de Dios, porque es lo único que nos permitirá
estar quietos en espíritu y con mucha paz en medio de cualquier
tormenta.
Seguridad en sus decisiones: Cuando Dios se hace presente en
la vida de una persona, le sucede lo mismo que a David, puede
tomar decisiones sin temor a equivocarse. Ser el rey le exigía
estar en un ámbito de continuas decisiones que afectaban la
vida de muchas personas y pueblos enteros, y por ello no podía
equivocarse. El profeta Natán, en una ocasión en que David le
pidió consejo sobre el deseo de construir una casa para el Señor,
le respondió: “Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está
contigo.” 1ª Crónicas 17:2
Victoria asegurada: Nos dice el relator de la historia de
David: “Jehová daba el triunfo a David donde quiera que iba.”
1ª Crónicas 18:13. Este rey nunca perdió ninguna batalla, Dios
le concedió todas las batallas, porque es imposible perder si Dios
está de nuestro lado, así lo dijo el apóstol: “Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros?” Romanos 8:31. El secreto de la preciosa
vida de David estaba en la presencia de Dios con él, procuremos
lo mismo.

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DÍA 43

DECISIONES AVALADAS
“ Y Natán dijo al rey: Anda, y haz todo lo que está en tu corazón,
porque Jehová está contigo.”
2ª Samuel 7:3

El rey David, al observar el hermoso palacio que había hecho


construir, reflexionó acerca de la tienda en la que estaba el arca
del pacto. En aquel tiempo, no había un templo y la presencia
de Dios se seguía mostrando en el tabernáculo, una tienda hecha
de telas. David se dio cuenta de que era una incoherencia que,
mientras su casa era de cedro, la habitación del Señor fuera de
cortinas y sintió en su corazón el deseo de hacerle una casa mucho
mejor que la que él habitaba. El rey consultó con el profeta y este
le respondió que hiciera todo lo que estaba en su corazón. La
Biblia es muy amplia cuando habla del corazón. En el Antiguo
Testamento, “corazón” refiere al asiento de las emociones, de los
valores y el centro de la reflexión. Podemos decir que es un centro
espiritual que da dirección a toda la vida. David tenía alineado su
corazón con el corazón de Dios y por ello podía hacer lo que tenía
adentro. Lo que pensamos, lo que sentimos y lo que decidimos
está asociado a nuestro corazón y David ajustaba su corazón a la
aprobación de Dios.

Lo que pensamos
Los pensamientos de David estaban enmarcados en los principios
de la Palabra de Dios. Él era consciente de que el Señor conocía
su manera de pensar y quedaba asombrado al reflexionar sobre
esto: “Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido
desde lejos mis pensamientos. Has escudriñado mi andar y mi reposo,
y todos mis caminos te son conocidos… Tal conocimiento es demasiado
maravilloso para mí.” Salmos 139:2-6. El dulce cantor de Israel
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había compuesto infinidad de poemas que expresaban su cercanía
con el pensamiento del Señor. El rey, en esta oportunidad, quería
saber si Dios estaba pensando lo mismo que él pensaba.

Lo que sentimos
David sentía una gran vergüenza por no darle a Dios un lugar
digno y por ello siente un profundo deseo de construirle una casa
mucho más grande y más hermosa que su propio palacio. El rey
vivía enamorado de su Dios y escribió: “Grande es Jehová, y digno
de ser en gran manera alabado en la ciudad de nuestro Dios, en su
monte santo.” Salmos 48:1 y luego expresó: “De Sion, perfección de
hermosura, Dios ha resplandecido.” Salmos 50:2. El gran rey quería
hacerle un templo al Señor que expresara su profunda adoración
y necesitaba confirmar con el profeta este sentimiento. Cuando
lo que sentimos está aprobado por Dios y no contradice lo que
él siente, podemos avanzar tranquilos. En esta ocasión, Natán le
confirmó a David que estaba bien lo que sentía: “Anda, y haz todo
lo que está en tu corazón, porque Jehová está contigo.”.

Lo que decidimos
La toma de decisiones es lo que expresa de manera concreta lo
que pensamos y sentimos y el rey ya tenía confirmación sobre
esto. Esa noche, Dios volvió a hablar al profeta Natán y le dio
palabra para David diciéndole que no sería él quien edificaría la
casa de Jehová, sino su hijo Salomón. David no se encaprichó
en hacer su voluntad. En 2ª Samuel 8, Dios le hace grandes
declaraciones para el futuro del reinado de David que llenaron
al rey de reconocimiento. Esto es lo que dijo el dulce cantor de
Israel: “Que sea engrandecido tu nombre para siempre y se diga: Jehová
de los ejércitos es Dios sobre Israel.” 2ª Samuel 8:29. Aun cuando lo
que pensamos y sentimos esté bien, lo importante es saber si Dios
quiere que seamos nosotros quienes concretemos la acción.

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DÍA 44

RECORDAR LA HISTORIA
“Así ha dicho Jehová de los ejércitos: Yo te tomé del redil, de detrás de las ovejas, para
que fueses príncipe sobre mi pueblo, sobre Israel.”
2ª Samuel 7:8

El Señor le habló a David a través del profeta Natán para


responderle sobre el deseo del rey de construir una casa para Dios.
La palabra del Señor a David fue muy sorprendente: “Asimismo
Jehová te hace saber que él te hará casa.” 2ª Samuel 7:11, luego le
dio una serie de promesas muy buenas para su posteridad. Antes
de declararle lo que haría con David y su descendencia, Dios le
recordó al rey de dónde lo había tomado para llevarlo a la posición
que ocupaba en la actualidad. David debía recordar tres grandes
verdades acerca del obrar de Dios en su vida.

Tomado por Dios: “Yo te tomé”


El Señor le dice esto al rey recordándole que no fue mérito de
él, ni el azar o el destino, sino que fue Dios mismo quien tuvo
la iniciativa. David nunca podía olvidar que al profeta Samuel
lo había enviado Dios para que lo ungiera rey. Fue el mismo
Señor el que no permitió que el aceite de la unción se derramara
en ninguno de sus siete hermanos. El Apóstol Pablo también
tenía muy presente que su llamamiento a la obra de Dios tuvo
que ver con Dios y no con mérito personal: “Pero por la gracia
de Dios soy lo que soy.” 1ª Corintios 15:10. Nosotros debemos
vivir bajo esta misma convicción, es solamente porque el Señor
ha querido tomarnos que estamos enrolados en su obra. Nunca
entenderemos el porqué, pero nuestro corazón está lleno de
gratitud y reconocimiento a su abundante gracia al tomarnos para
su obra.

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Tomado del redil: “Te tomé del redil, de detrás de las ovejas”
David no fue seleccionado de una universidad, ni de un grupo
selecto de especialistas en liderazgo. El Señor lo trajo del medio
del campo, de las majadas, de donde cuidaba las pocas ovejas
de su padre en la pequeña aldea de Belén. Dios le recuerda de
dónde lo había tomado, porque solo quienes tienen presente su
lugar de origen pueden medir mejor su presente. El corazón de
David se llenaba de gratitud cada vez que recordaba cómo había
obrado Dios en su vida cuando era un muchachito desconocido y
menospreciado por sus hermanos. El apóstol Pablo también tiene
un corazón agradecido al recordar lo que el Señor había hecho
con él al tomarlo como su siervo: “Doy gracias al que me fortaleció,
a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me tuvo por fiel, poniéndome
en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e
injuriador…” 1ª Timoteo 1:12-12

Tomado para ser príncipe: “Para que fueses príncipe sobre mi


pueblo”
El propósito y los planes de Dios para sus siervos siempre superan
las expectativas de estos. Así obró Dios en la antigüedad con
Abraham, con José, con Moisés y con tantos otros a quienes Dios
tomó para utilizar en sus planes. David sabía que había llegado
a ser rey de Israel solo porque el Señor así lo había dispuesto.
El dulce cantor de Israel se inclinó y dijo: “Señor Jehová, ¿quién
soy yo, y qué es mi casa, para que tú me hayas traído hasta aquí?”
2ª Samuel 7:18. Es importante vivir bajo esta convicción, porque
es Dios quien nos coloca y sostiene en su obra. Tiempo después,
el mismo David escribió: “Jehová cumplirá su propósito en mí, tu
misericordia, oh Jehová, es para siempre; no desampares la obra de tus
manos.” Salmos 138:8

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DÍA 45

BUSCAR PRIMERO A DIOS


“Que sea engrandecido tu nombre para siempre, y se diga: Jehová de los ejércitos es
Dios sobre Israel; y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti.”
2a Samuel 7:26

Quizás este sea el mayor secreto de la brillante carrera del


pastorcito de Belén: “Que sea engrandecido tu nombre para siempre”.
Sabemos que el gran Johann Sebastian Bach firmaba sus obras
con la sigla “S.D.G.” para decir “Soli Deo Glori”, que significa
“Solo a Dios la Gloria”. Su música perdura a través de los siglos,
porque todo lo que hacemos para la gloria de nuestro Dios
permanecerá. Así dice el Apóstol Pablo al referirse a las obras que
hacemos: solo permanecerán aquellas que no las queme el fuego,
y por ello recomienda utilizar (figurativamente) materiales como
el oro, la plata y las piedras preciosas. ¿Qué significa hacer algo
para la gloria de Dios?

Buscar lo que Dios quiere que hagamos


David es un hombre que siempre buscó hacer lo que Dios le pedía
y no se encaprichaba con sus planes. En el relato del capítulo 7
de 2ª Samuel, se puede ver al gran rey dispuesto a aceptar que no
sería él quien edificara casa para su Señor, sino su hijo Salomón.
Cuando Dios le habló a través del profeta para explicarle el plan
en relación a la construcción del templo, el rey aceptó de buen
ánimo y exclamó: “Que sea engrandecido tu nombre para siempre.”.
Esto es dar gloria a Dios, hacer lo que Dios quiere que hagamos.

Buscar que en todo se muestre la presencia de Dios


Cuando David hacía algo pequeño o grande, siempre le atribuía
a Dios sus logros. Así contaba David sus batallas contra osos y
leones mientras cuidaba las ovejas de su padre: “Jehová, que me
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ha librado de las garras del león y de las garras del oso, él también
me librará de la mano de este filisteo.” 1ª Samuel 17:37. Cuando
enfrentó a Goliat, le declaró por qué estaba seguro de que lo
vencería: “ Yo vengo a ti, en el nombre de Jehová de los ejércitos,
el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.”
1ª Samuel 17:45. David nunca atribuyó ninguna victoria a su
habilidad y entendió que era Dios quien le permitía tener a su
pueblo para que lo gobierne: “Bendito sea Jehová, mi roca, quien
adiestra mis manos para la batalla, y mis dedos para la guerra.
Misericordia mía y mi castillo, fortaleza mía y mi libertador. Escudo
mío, en quien he confiado; el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.”
Salmos 144:1-2

Buscar que otros vean a Dios


Observando la vida de David podemos ver que sus éxitos llenaban
de alegría a quienes lo rodeaban. Aun cuando algunos elogiaron sus
logros, él nunca se la creyó y siempre atribuyó a Dios los triunfos.
Cuando David mató a Goliat, un grupo de mujeres compuso una
canción en la que decían: “Saúl mató a sus miles, David a sus diez
miles” 1ª Samuel 18:7. El nuevo guerrero de Belén no hizo ningún
comentario ni se atribuyó la victoria sobre la muerte del filisteo.
El salmista escribió: “Entonces dirán entre las naciones: Grandes
cosas ha hecho Jehová con estos… estaremos alegres.” Salmos 126:2.
Cuando renunciamos a nuestro orgullo y dejamos que el Señor
sea honrado y glorificado, recibimos mayor bendición y el cielo se
abre para nosotros. El mismo Dios le declaró al profeta Samuel:
“ Yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos
en poco.” 1ª Samuel 2:30

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DÍA 46

BONDAD DE DIOS
“Enseguida el rey le preguntó: ¿Hay alguien de la familia de Saúl que todavía viva?
De ser así, quisiera mostrarle la bondad de Dios. Siba le contestó: Sí, uno de los hijos
de Jonatán sigue con vida. Está lisiado de ambos pies.”
2ª Samuel 9:3

David ya era el rey de las doce tribus de Israel y tenía todo el


poder, bien podría haber querido vengarse de sus adversarios y de
toda la familia de Saúl, pero no fue así.

Buscando a los adversarios


Cuando el rey preguntó si había alguien vivo de la casa de Saúl,
todos imaginaron que el tiempo de la venganza había llegado,
que el poderoso rey quería tomarse revancha de su sufrimiento de
tantos años. El corazón de David no era así, su deseo no era hacer
el mal, sino el bien y para sus cortesanos era muy difícil entender.
La lealtad del pastorcito de Belén a su antiguo rey seguía aun
después de su muerte, porque nunca lo tuvo por enemigo, sino
por el ungido de Dios y lo respetaba. David no había leído a
Jesús, pero conocía el pensamiento de Dios: “Amen a sus enemigos,
bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los aborrecen.”
Mateo 5:44

Buscando oportunidades
Muchas veces no aprovechamos las oportunidades que Dios nos
presenta para compartir lo que tenemos. En el caso de David,
él buscó a quién ayudar. Si nos diéramos cuenta de que, en la
economía de Dios, el que da es el que se lleva el mayor beneficio,
estaríamos más atentos a no dejar pasar ninguna ocasión en la que
podamos hacerlo. El Apóstol Pablo les recuerda este principio
a los líderes de Éfeso: “Más bienaventurado es dar que recibir.”

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Hechos 20:35. El deseo de David era encontrar a alguien de la
familia de Saúl para hacerle bien, para ayudarlo y para compartir
la bendición del trono. Esta búsqueda del rey de querer ayudar
a otros nos recuerda otro principio que dejó el Apóstol: “No nos
cansemos de hacer el bien… así que, según tengamos oportunidad
hagamos bien a todos.” Gálatas 6:9-10

Buscando mostrar la bondad de Dios


Cuando ayudamos a alguien, podemos caer en la tentación de
creernos buenos y mejores que los demás. Nuestra ignorancia,
acompañada de soberbia, nos lleva a pensar que ayudamos porque
tenemos y no porque hemos recibido. La Biblia nos enseña: “De
gracia recibieron, den también de gracia.” Mateo 10:8. El gran rey
tiene absoluta claridad de que el bien que va a hacer con la casa de
Saúl no es un acto de bondad de él, sino que es una oportunidad
de mostrar a Dios, por eso dice: “quisiera mostrarle la bondad de
Dios”. Cómo cambiaría la manera de ayudar a los necesitados si
tuviéramos esta convicción. Las personas a quienes hacemos el
bien nunca debieran sentirse en deuda con nosotros, sino con
una profunda gratitud al Señor porque de él proviene “toda buena
dádiva y todo don perfecto” Santiago 1:17. Al leer esta parte de la
historia, nos asombra el final: “A partir de ese momento Mefiboset
comió a la mesa de David, como si fuera uno de los hijos del rey.”
1ª Samuel 9:11. Volvemos a descubrir al hombre que tiene un
corazón conforme al corazón de Dios. Este pobre lisiado nunca
más tuvo que mendigar porque David supo hacer el bien.
Seguramente encontraremos muchos Mefiboset en nuestro
camino que, si seguimos el ejemplo de David, tendrán abundancia
porque les compartiremos de todo lo que Dios nos ha bendecido.

98
DÍA 47

DESAGRADAR A DIOS
“ Y pasado el luto, envió David y la trajo a su casa; y fue ella su mujer, y le dio a luz
un hijo. Mas esto que David había hecho, fue desagradable ante los ojos de Jehová.”
2ª Samuel 11:27

Este es uno de los capítulos de la Biblia que preferiríamos que no


se hubiera escrito. Es tal vez uno de los momentos más oscuros del
dulce cantor de Israel, en el que toda la belleza de su carácter, la
frescura de su corazón y la luz de sus ojos se oscurecen. Dios quiso
dejarnos este relato de David y Betsabé para que estuviéramos
advertidos sobre nuestra condición humana, de la que nadie
puede escapar, ni siquiera el brillante rey de Israel. David había
cometido adulterio y un asesinato, esto es una tragedia muy difícil
de aceptar en un hombre como nuestro admirado pastorcito. Hay,
en este relato, muchas verdades que se desprenden del accionar de
David y del trato que el Señor le da al caso.

La debilidad siempre está presente


Al seguir paso a paso la historia de David, nos parece estar
tratando con un elegido intocable, un hombre sin mancha ni
nada de lo que podamos recriminar. Tal vez en algún momento
él también se sintió intachable. Quizás pensó que su cercanía con
el Señor, su vida de obediencia y sujeción a la voluntad divina lo
habían librado de la condición de hombre pecador. No es así con
David ni con ninguno de nosotros, el Apóstol Pablo llegó a decir:
“Miserable hombre de mí, quién me librará de este cuerpo de muerte.”
Romanos 7:24. Y para aquellos que piensan que nunca resbalarán
ni se ensuciarán con el pecado, el mismo Apóstol advierte: “Así
que, el que piensa estar firme, mire que no caiga.” 1ª Corintios 10:12.
Esto debe ayudarnos a no sentirnos intachables y a no asumir de
jueces sobre quienes se deslizan del camino de la rectitud, porque
99
todos estamos expuestos y todos debemos estar atentos con un
corazón humilde delante de Dios y de los demás.

La mirada de Dios siempre está presente


David pensó que nadie lo había visto y olvidó que siempre
estamos bajo la mirada del Señor. Pasado un tiempo, el mismo rey
escribió uno de los salmos que más leemos: “¿A dónde me iré de tu
Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” Salmos 139:7. Un año
más tarde, el profeta Natán le habló a David y lo hizo reflexionar
sobre lo que él había mantenido oculto por muchos meses. Él
tuvo que reconocer que nada está oculto a los ojos del Señor y que
su mirada sobre nuestro corazón y sobre nuestras acciones más
íntimas siempre está presente.

La misericordia del Señor siempre está presente


En medio de la tragedia en la que se encontró el rey, la misericordia
de Dios estaba presente. La mirada de un Dios santo no toleraría
ese pecado, como no tolera ningún otro pecado. Por eso exclama el
pastorcito de Belén: “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Dije: confesaré mis transgresiones a Jehová; y tú perdonaste la maldad
de mi pecado.” Salmos 32:5. Esa misma mirada santa estaba llena
de misericordia y de gracia para el corazón arrepentido de un
hombre compungido por haber ofendido la santidad del Señor.
El rey David sufrió consecuencias tristes por haberse desviado
del camino, pero fue alcanzado con la gracia del perdón de un
Dios lleno de misericordia. Su oración de confesión incluyó un
pedido que nosotros debemos hacer cada día: “Crea en mí, oh
Dios un corazón limpio, y renueva un espíritu recto dentro de mí.”
Salmos 51:10

100
DÍA 48

COMPARADO CON UN ÁNGEL


“…Mi señor el rey es como un ángel de Dios para discernir entre lo bueno y lo malo.
Así Jehová tu Dios sea contigo.”
2ª Samuel 14:17

Luego del capítulo más negro y triste de la vida de David, la


actividad en el palacio siguió su ritmo. En una oportunidad se
presentó una mujer enviada por el general Joab procurando que
Absalón, el hijo de David, obtuviera permiso para regresar a
Jerusalén. El problema familiar de la casa real era grave, porque el
odio y el deseo de venganza entre los hijos del rey era muy fuerte.
Absalón, quien dio muerte a uno de sus hermanastros, había
tenido que huir y David lloraba por él, pero no podía hacerlo
regresar para evitar males mayores. La mujer que vino a interceder
por Absalón tuvo una expresión muy significativa para con el rey,
la misma que tuvieron varios que observaban de cerca a David:
“Mi señor el rey es como un ángel de Dios.”. Hay algunas semejanzas
que hacían que esta comparación fuera cierta:

Era un enviado de Dios


La palabra “ángel” significa “mensajero” y David era un verdadero
mensajero de Dios. Cuando el hijo de Isaí hizo su primera
aparición en público, fue para animar a Saúl y a su ejército. En
esa oportunidad dio ánimo anunciando que Dios daría la victoria
sobre el temible filisteo, y así renovó la fe del pueblo para que
confiaran plenamente en Jehová de los ejércitos. En sus salmos
nos habla palabra de Dios para cada uno de nosotros. La gente se
daba cuenta de que cuando el rey hablaba, oían al mismo Dios.
El Nuevo Testamento dice cómo debe ejercerse el don de la
palabra. La versión de Torres Amat traduce el texto así: “El que
habla, hágalo de modo que parezca que habla Dios.” 1ª Pedro 4:11. Si
101
queremos imitar al rey David, nuestra palabra deberá reflejar el
pensamiento de Dios de modo que quienes nos escuchen sientan
que Dios está hablando a través de nosotros.

Era un servidor de Dios


Los ángeles están al servicio de Dios y hacen su voluntad
permanentemente. La Biblia nos dice sobre la tarea de los
ángeles: “Los ángeles solo son sirvientes, espíritus enviados para
cuidar a quienes heredarán la salvación.” Hebreos 1:14. David no se
sintió el señor de quienes lo seguían, sino su servidor y por ello
los cuidaba. Es fácil perder la perspectiva de siervos cuando se nos
confiere poder de decisión sobre otras personas, lo más común es
que quien ostenta el poder se haga servir por quienes están bajo
su mando. No sucedía así con este rey de Israel, todos observaron
su actitud de siervo y se ganó la buena opinión de la gente: “Mi
señor el rey es como un ángel de Dios.”.

Era un hombre diferente


Una característica que distinguía a David de los hombres comunes,
y por ello se lo compara con un ángel, es que pudo darse cuenta
de lo que era correcto y de lo que era incorrecto. La Biblia nos
enseña que cuando una persona está en constante relación con la
Palabra de Dios, sus sentidos se ejercitan para discernir entre lo
malo y lo bueno: “El alimento sólido es para los que han alcanzado
madurez, para los que por el uso tienen los sentidos ejercitados en el
discernimiento del bien y del mal.” Hebreos 5:14. La meditación y
el aprendizaje de la Palabra de Dios nos conducirá a un corazón
capaz de discernir entre el bien y el mal, como el rey David a
quien comparaban con un ángel.

102
DÍA 49

UN REY CONFIADO
“Un mensajero vino a David, diciendo:
El corazón de todo Israel se va tras Absalón.”
2ª Samuel 15:13

Un rey dolido
Esta quizás sea una de las noches más tristes que le tocó vivir
al rey de Israel. Cuando todo parecía ir bien, su propio hijo lo
traicionó. La ignorancia, la soberbia y la ambición de poder,
llevaron al joven Absalón a codiciar el trono de su padre. David
tenía un corazón muy especial, no se había aferrado al poder
como su antecesor Saúl, ni lo había codiciado como su hijo
Absalón. Sencillamente había ocupado el lugar que el Señor le
había dado. En esta ocasión, su corazón estaba profundamente
dolido, no llegaba a comprender cómo puede enceguecerse tanto
el corazón de un joven por la ambición de poder. Cuando David
era un adolescente, había vivido la triste experiencia de ver a sus
hermanos envidiando su integridad y despreciándolo por ser el
elegido del Señor. Ahora lo veía en su propio hijo, llenando de
tristeza su corazón. Años atrás, había sufrido el tremendo celo de
Saúl, quien por haber desobedecido los mandatos del Señor había
sido desechado y la gracia del trono le había sido dada a él. Saúl
lo odiaba y deseaba matarlo, ahora veía esta misma actitud en su
propio hijo. Cuando huía de su hijo, uno de los descendientes
de la tribu de Benjamín, llamado Simei, maldijo a David. Este,
dolido en su corazón, hizo la siguiente declaración: “Quizá mirará
Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus maldiciones de hoy.”
2ª Samuel 16:12

Un rey frustrado
Absalón anhelaba sentarse en el trono de su padre y para ello estaba
103
dispuesto a todo. La traición, la mentira y el engaño eran parte
de lo que estaba listo para realizar con tal de lograr su objetivo.
Este joven no se dio cuenta de que para llegar a ser David debía
seguir el camino que su padre recorrió; un camino de humildad,
de servicio y de un profundo deseo de honrar a Dios por sobre
todas las cosas. Absalón murió frustrado porque no puso a Dios
en primer lugar y no entendió lo que su propio padre escribió
para sus amigos: “Jehová te oiga en el día de conflicto… te dé conforme
al deseo de tu corazón y cumpla todo tu consejo.” Salmos 20:1-4. Si
en lugar de querer conseguir el poder por sus propios medios,
hubiera dejado que el Señor decidiera sobre su vida, las cosas
hubieran sido distintas. A diferencia de Absalón, David sabía que
el Señor toma nuestros más íntimos deseos y los transforma en
realidad. Para ello, debemos comprometernos a buscar, en primer
lugar, los intereses de Dios, como lo hacía el pastorcito de Belén.

Un rey fiel
David tomó una de las decisiones más comprometedoras para
sus seguidores: dejar la ciudad real y huir a la montaña. No lo
hacía por miedo al joven Absalón ni a sus seguidores, sino por
no ver sangre derramada en medio de sus hermanos. David sabía
que el trono le pertenecía al Señor y no tenía ninguna intención
de retenerlo a costa de lo que fuera. Cuando alguien es fiel a
Dios, no teme perder el poder ni la posición jerárquica que le
haya tocado ocupar. Lo que verdaderamente importa es honrar al
Señor y dejar que sea él quien disponga. La convicción de David
siempre fue la misma: “Jehová estableció en los cielos su trono, y su
reino domina sobre todos.” Salmos 103:19. Cuando vivimos a la luz
de esta verdad, nada tememos, porque le hemos dejado el control
a Dios, quien tiene todo el dominio en el cielo y en la tierra.

104
DÍA 50

ACEPTAR LO QUE DIOS DISPONE


“Pero si él ha terminado conmigo,
entonces dejemos que haga lo que mejor le parezca.”
2ª Samuel 15:26

Toda la tristeza y la desazón que sentía el corazón de David por


tener que huir de su propio hijo no le hizo perder de vista las
prioridades. El Arca del Pacto del Señor no tenía por qué estar
paseando por el desierto, cuando no había indicación de Dios
para hacerlo, por lo que no era necesario llevarla con él. El rey
dispuso que el sacerdote Sadoc regresara con ella a la ciudad de
Jerusalén. Cualquier rey hubiera preferido tener el arca con él
como un amuleto, pero no David, quien conocía a su Dios tanto
como para seguir confiando en él con el arca o sin el arca. Una de
las lecciones que nos deja el gran rey de Israel en esta ocasión es
que la confianza y la fe la debemos poner en la persona de Dios, en
su carácter y no en las cosas que se ven y que lo representan. Los
elementos pueden ser símbolos y representaciones, pero nunca
son ellos la esencia de la persona de Dios. Con mucha facilidad
caemos en la trampa de confiar y depender de los símbolos, y esto
nos conduce con facilidad a la idolatría. Cuando el rey se niega a
llevar el arca con él, le declara al sacerdote Sadoc dos verdades en
las que vamos a reflexionar.

Dios tiene toda la autoridad


David dice: “Si él ha terminado conmigo…”, aceptando que el
Señor es quien dispone de su vida y por lo tanto él no hará ningún
reclamo. Con demasiada frecuencia nos creemos dueños de
nuestra existencia y señores de nuestros días. David tiene absoluta
claridad de que su vida está en las manos de Dios. En uno de sus
salmos, el cantor de Israel dijo: “ Yo en ti confío, oh Jehová; digo:
105
Tú eres mi Dios, en tu mano están mis tiempos.” Salmos 31:14-15.
Tener esta convicción nos permite vivir en dependencia de Dios,
es decir que no nos creemos con autoridad para dirigir nuestra
vida. Significa, además, que aceptamos que es Dios quien tiene
toda la autoridad sobre nuestra existencia y cada día que vivimos
es un regalo de él para nosotros y por ello vivimos agradecidos.

Dios hará siempre lo mejor


El rey David vivía bajo la convicción de que Dios hace siempre
lo mejor, aun cuando no lo entendiera. La frase “dejemos que haga
lo que mejor le parezca” demuestra una absoluta confianza en el
proceder de Dios. Es muy probable que las dos razones por las
que podía confiar plenamente en las decisiones de su Señor hayan
sido las mismas por las que nosotros solemos no hacerlo.
David conocía a Dios: Cuando alguien puede conocer un poco de
la majestad de Dios, de su poder infinito, de su magnífica gloria,
no le es difícil confiar en él. David había tenido un trato directo
con Dios y por ello sabía cómo era su manera de obrar y estaba
seguro de que sería la mejor, así lo expresa en Salmos 103:8-11:
“Misericordioso y clemente es Jehová… No ha hecho con nosotros
conforme a nuestras iniquidades… como la altura de los cielos sobre la
tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le temen.”.
David se conocía a sí mismo: La toma de conciencia de su
humanidad le permitía no confiar en él, sino en Dios. La
ignorancia, unida a la soberbia, nos lleva a desconfiar de Dios.
David había descubierto lo débil que era y esa fragilidad lo hacía
entregarse plenamente a la voluntad de su Señor. El dulce cantor
de Israel vivía seguro y feliz aunque las cosas no salieran como
él hubiera querido, porque confiaba en el obrar de Dios sobre su
vida.

106
DÍA 51

LOS SEGUIDORES DEL REY


“—¿Para qué es todo esto? —le preguntó el rey a Siba. —Los burros son para que
monten los que acompañen al rey —contestó Siba—, y el pan y la fruta son para que
coman los jóvenes. El vino es para los que se agoten en el desierto.”
2ª Samuel 16:2

La huida del rey de la ciudad de Jerusalén fue muy de prisa, por


lo que no alcanzaron los siervos a preparar suficientes víveres para
el camino. El recorrido no era corto y luego de algunas horas los
caminantes que acompañaban al rey necesitaban reponer energías.
Fue allí que apareció este personaje llamado Siba. Él llevaba un
cargamento de provisiones y tenía bien organizado cómo debía
hacerse la distribución. Cada uno de los destinatarios de lo traído
por Siba bien podría representar etapas por las que atravesamos
en nuestro peregrinaje aquí en la tierra.

Los mayores
Estos no eran guerreros, era gente común que, conmovida por
la tragedia de la traición del hijo del rey, se dispuso a seguir a
David, sin importarles lo que dejaban en la ciudad. No llevaban
armas, eran sencillamente admiradores y seguidores del rey.
Posiblemente había gente mayor que, a poco de andar, comenzó
a sentir cansancio y fatiga. Para ellos, Siba había traído unos
cuantos burros que permitirían que la travesía se hiciera un poco
menos agotadora. Posiblemente no te sientas un gran guerrero ni
un líder en la obra de Dios, pero sentís el cansancio del camino,
te recuerdo que Dios lo sabe, y para ello nos provee de personas
como Siba, quienes alivian nuestro cansancio. Debemos valorar
y agradecer a Dios por esas personas que, con sus palabras y
silencios, con sus acciones y ofrendas hacen que nuestro andar sea
menos agotador.

107
Los jóvenes
Siba también había llevado pan y frutas pensado en el grupo de
jóvenes que seguía tras el rey David. En la juventud, las personas
sienten con más intensidad la necesidad de alimentarse y, aunque
tienen mucha energía, también les llega el cansancio y sufren
la necesidad de comida. El profeta Isaías nos recuerda que,
aun siendo jóvenes, se necesita reponer fuerzas: “Los muchachos
se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que
esperan a Jehová tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las
águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán y no se fatigarán.”
Isaías 40:30-31. Podemos estar transitando un tiempo en el que
nos sentimos fuertes y vigorosos, pero no debemos olvidar nuestra
condición humana, tarde o temprano nos llegará la debilidad y es
allí donde debemos estar atentos para no descuidar la provisión
del Señor. La Biblia está llena de promesas para satisfacer
nuestro corazón de las fuerzas de Dios. El Apóstol nos recuerda:
“Fortalézcanse en el Señor y en el poder sus fuerzas.” Efesios 6:10

Los guerreros
Una última cosa que había traído Siba era vino. Es muy probable
que estuviera pensando en los hombres de guerra, a los que la sed
producida por la ansiedad y su pasión por la lucha les hiciera secar
la garganta. En muchas ocasiones nos sentiremos como estos
guerreros, con gran ansiedad y sed de justicia. El mismo David
escribió tiempo después: “Junto a aguas de reposo me pastoreará,
confortará mi alma, me guiará por sendas de justicia.” Salmos 23:2-3.
El vino traído por Siba satisfizo la sed y alegró el corazón de los
guerreros. El Señor hará lo mismo con nosotros y nos proveerá
de todo lo que necesitemos para ser soldados victoriosos y alegres.

108
DÍA 52

NO RESPONDER CON MALDICIÓN


“Si el Señor le dijo que me maldijera, ¿quiénes son ustedes para detenerlo?”
2ª Samuel 16:10

Mientras la caravana del rey se desplazaba, se acercaron personas


como Siba para colaborar con la expedición, pero también
aparecieron otros como Simei. Este hombre era de la familia de
Saúl, estaba lleno de odio, de rencor y de amargura y en un acto de
desprecio a David, irrumpió en insultos y maldiciones contra el rey.
Los hombres de David inmediatamente quisieron intervenir para
hacer callar a este perverso que se atrevía a ofender públicamente
a su rey. Claro que la forma que propuso Abisai para silenciar al
ofensor era sencillamente cortarle la cabeza. Esta manera de obrar
del valiente David refleja la manera en que nosotros también
solemos reaccionar frente a la ofensa y el insulto. Nos gustaría
hacer desaparecer a quienes no nos consideran o nos desprecian,
pero no era así como actuaba David, el hombre conforme al
corazón de Dios. El rey da dos razones importantes por las que
no le permitiría a sus hombres hacer justicia por mano propia.

Quizás Dios lo envió


Se nos hace muy difícil aceptar que la ofensa y el insulto vengan de
parte de Dios; no era así para David, quien hacía mucho tiempo
había entendido que su vida estaba en las manos del poderoso
Señor. El pastorcito de Belén había experimentado vez tras vez
que todo lo que le sucedía estaba controlado desde el cielo. David
sabía que nada le sucedería que escapara a la mirada y voluntad
permisiva de su Dios, por ello podía decir: “El Señor es mi luz y
mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida;
¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los
malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes,
109
ellos tropezaron y cayeron.” Salmos 27:1-2. David estaba convencido
de que sus enemigos no podrían hacer más de lo que su Señor les
permitiera. En medio de las asechanzas de los adversarios, el rey
estaba confiado y tranquilo porque vivía bajo la mano soberana de
su Dios. Había aprendido a aceptar humildemente la voluntad de
Dios y a descansar bajo su soberanía, como lo explica el Apóstol
Pedro: “Muestren humildad bajo la poderosa mano de Dios, para que
él los exalte a su debido tiempo.” 1ª Pedro 5:6

Su defensa viene de parte de Dios


La reacción natural que muestra Abisai no refleja la convicción
con la que vivía David. En esta ocasión el rey entendió que no
debía actuar para defenderse y prefirió dejar a Dios en el centro
de la escena. Esta es la razón por la que le impidió a sus hombres
que tomaran venganza. Siglos más tarde, uno de los seguidores
de Jesús describió la manera en que el Maestro actuaba ante
las ofensas personales: “Cristo no cometió ningún pecado, ni hubo
engaño en su boca. Cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando sufría, no amenazaba, sino que remitía su causa al que juzga
con justicia.” 1ª Pedro 2:22-23. Esta correcta actitud frente a la
ofensa hace que una persona no cometa locuras o injusticias y
le permiten vivir en paz sin ninguna carga de conciencia. Las
reacciones de venganza generan mucha amargura en el corazón
y esclavizan. David es un hombre libre que disfruta viendo cómo
Dios va guiando su vida a través de distintas experiencias que él
no puede controlar, pero que sí controla su Señor, por eso dijo:
“Quizá mirará Jehová mi aflicción, y me dará Jehová bien por sus
maldiciones de hoy.” 2ª Samuel 16:12

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DÍA 53

VALORAR AL LÍDER 
“Tú ahora vales tanto como diez mil de nosotros.
Será mejor que tú nos des ayuda desde la ciudad.”
2ª Samuel 18:3

David seguía huyendo de Absalón y llegó a la ciudad de


Mahanaim, donde estableció el cuartel general para organizar
la defensa contra sus adversarios. Como hábil estratega militar,
organizó tres columnas de soldados en las que puso un general a
cargo. Él estaba dispuesto a marchar con una de estas columnas.
El pueblo no aceptó que David saliera con ellos a la batalla, y le
dijeron al rey: “No saldrás; porque si nosotros huyéramos, no harán
caso de nosotros; y aunque la mitad de nosotros muera, no harán caso
de nosotros; mas tu ahora vales tanto como diez mil de nosotros.”
2ª Samuel 18:3. Esto demuestra la valoración que el pueblo tenía
por su líder. Al reflexionar sobre las razones que ellos tenían para
apreciar tanto a su rey podemos pensar en algunas de ellas.

El valor del ejemplo


David fue un hombre que dio el ejemplo de lo que esperaba de
sus liderados. En nuestro tiempo, no estamos acostumbrados a
ver a quienes nos gobiernan dando el ejemplo, lamentablemente
en muchos casos los vemos como ejemplo de lo que no se debe
hacer. Es mucho más lamentable cuando esto sucede en el ámbito
de la iglesia. David no fue de aquellos que les gusta hablar y no
hacer, ordenar y no obedecer o dar buenos discursos sin actuar.
El pastorcito de Belén supo ganarse la valoración y respeto de su
gente porque siguió los principios de liderazgo que marcó nuestro
Señor. Cuando Jesús terminó de lavar los pies a sus discípulos,
les dijo: “Si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, ustedes
también deben lavarse los pies los unos a los otros. Porque ejemplo
111
les he dado, para que como yo lo he hecho ustedes también lo hagan.”
Juan 13:14-15. El Señor hizo algo que hacían normalmente
los esclavos: lavar los pies a los visitantes. Él no tuvo ningún
problema en asumir este rol. Debemos tomar nota de que fue un
gesto intencional, para luego explicar cómo funciona el liderazgo.
Muchos piensan que liderar es mandar y Jesús muestra que liderar
es servir. La segunda intención que el Maestro tenía al lavar los
pies de sus discípulos era que ellos siguieran su ejemplo, porque
este es el camino de la autoridad. David sabía el valor que tiene el
ejemplo sobre el de las palabras.

El valor de la autoridad
La mayoría de la gente confunde “poder de mando” con
“autoridad”. El poder tiene que ver con la capacidad de mando
y de toma de decisiones sobre los demás, mientras que autoridad
tiene que ver con el carácter y la buena relación que se mantiene
con los liderados. David era un hombre con gran autoridad, esto
significa que los demás lo respetaban, lo reconocían como su
líder, lo escuchaban y obedecían voluntariamente. Nuestro Señor
enseñó que se puede tener autoridad legítima, pero esta debe ser
ganada con conductas muy visibles. Jesús dijo: “Aquel de ustedes que
quiera hacerse grande será su servidor, y aquel de ustedes que quiera
ser el primero será su esclavo.” Marcos 10:43. David estuvo siempre
dispuesto a servir. Cuando era adolescente servía cuidando las
ovejas de su padre; de joven, sirvió en el palacio de Saúl; cuando
fue adulto, servía a más de cuatrocientos refugiados que fueron
a pedir su ayuda en la cueva de Adulam; y finalmente, como rey,
nunca dejó de estar al servicio de la gente. Todo esto hizo que sus
liderados lo tuvieran en tan alta estima que llegaron a compararlo
con diez mil soldados. David no buscó recibir tal reconocimiento,
allí estuvo el secreto.

112
DÍA 54

MONUMENTO AL EGO
“Mientras aún vivía, Absalón se había erigido a sí mismo un monumento en el valle
del Rey, porque dijo: No tengo hijo que perpetúe mi nombre. Le puso al monumento
su propio nombre, y es conocido como el monumento de Absalón hasta el día de hoy.”
2ª Samuel 18:18

Cuando el ejército de David se dispuso a dar pelea a los sediciosos


seguidores de Absalón, la batalla no duró demasiado. La
experiencia de los hombres de David y la estrategia que armaron
permitió que, rápidamente, obtuvieran una victoria contundente.
El enfrentamiento terminó con la muerte del joven rebelde.
Pareciera cumplirse la advertencia que el Apóstol Pedro nos deja
en una de sus cartas: “Jóvenes, estén sujetos a los ancianos; y todos
sumisos unos a otros, revístanse de humildad, porque Dios resiste a los
soberbios y de gracia a los humildes.” 1ª Pedro 5:5. Este no fue un
principio de vida que respetara Absalón. Su ambición y deseos
de poder lo condujeron a la rebelión, al enfrentamiento contra su
propio padre, para finalmente encontrarse con una muerte trágica.

Un monumento inútil
En medio del relato de su muerte, aparece un texto que define
con mucha claridad el carácter de este joven ambicioso. La
descripción es muy elocuente y describe a un Absalón deseoso
de protagonismo y con un anhelo de trascendencia. C. Swindoll
dice que a todos los seres humanos en algún momento nos llega
el síndrome de protagonismo, y tiene razón. El deseo de ser
considerados y de sentirnos valorados e importantes nos suele
nublar la visión y podemos llegar a realizar cualquier cosa para
conseguirlo. Esto es lo que le sucedió al hijo de David. El relato
nos dice que no tenía hijos y como en oriente se creía que no dejar
descendencia era una tragedia porque su nombre desaparecía,

113
Absalón decidió hacer algo para que la gente lo recordara. No
tuvo mejor idea que levantar una columna en medio de un valle y
colocarle su nombre con letras bien grandes, de manera que todos
pudieran leerla a la distancia. Es probable que la columna fuera
vistosa, pero no servía para nada, solo para llevar la inscripción
“Columna de Absalón”. Siglos antes, otro hombre había cavado un
pozo que no tenía muy buena vista, pero que benefició a muchas
generaciones proveyéndoles de agua. Él no se atrevió a poner su
nombre, pero quienes recibieron el beneficio de su esfuerzo lo
llamaron “El pozo de Jacob”. Hasta ese lugar llegó el hijo de Dios
a saciar su sed y a compartir el evangelio con una mujer y luego
con toda la ciudad de Samaria. Cada uno decide en su vida qué
clase de monumento quiere dejar para la generación siguiente.

Un recuerdo amargo
La muerte de Absalón nos deja un sabor amargo, porque era un
joven talentoso, inteligente, carismático y lleno de proyectos. El
problema es que no logró darse cuenta de que la obediencia a
Dios era el primer paso para alcanzar el éxito verdadero. En la
vida no alcanza con lo que tenemos, necesitamos lo que tiene
Dios para nosotros si de verdad queremos ser felices y sentirnos
realizados. El padre de este pretencioso muchacho escribió sobre
la importancia de dejar en libertad a Dios para que se meta en su
vida y lo dirija: “Examíname, oh Dios y conoce mi corazón, pruébame
y conoce mis pensamientos, y ve si hay en mí camino de perversidad y
guíame en el camino eterno.” Salmos 139:23

114
DÍA 55

ANIMARSE A CRUZAR EL JORDÁN


“El rey le dijo a Barzilay: Ven conmigo a Jerusalén,
y yo te daré todo lo que te haga falta.”
2ª Samuel 19:33

La batalla había terminado, el rey David regresaba a la ciudad


santa para asumir nuevamente el reinado. La algarabía y el
entusiasmo de la gente era muy grande, todos salían al camino
para saludar al victorioso rey. Entre los tantos que se mencionan,
aparece el nombre del anciano Barzilay, quien había ayudado con
provisiones a David semanas atrás, cuando huía de Absalón. El
dulce cantor de Israel era un hombre agradecido y siempre estaba
atento para reconocer la generosidad de sus allegados. Por esto
invitó a su viejo amigo Barzilay a cruzar el Jordán y quedarse a
vivir en Jerusalén en el palacio real. Las reflexiones que el anciano
hace para no aceptar ir al palacio del rey nos permiten vernos
reflejados en las ocasiones en que perdemos la oportunidad de
estar con nuestro rey y Dios por sentirnos como Barzilay. Veamos
sus argumentos que aparecen en cinco preguntas en los textos de
2ª Samuel 19:34-36.
¿Cuántos años más habré de vivir? Creer que ya estamos en
el final es una trampa para no permitirnos disfrutar de las
bendiciones de Dios. El Señor le dijo al profeta Elías, cuando este
se sentía acabado: “Levántate y come, porque largo camino te resta.”
1ª Reyes 19:7. Los años que viviremos están en las manos de Dios
y no en las nuestras, es por eso que debemos disfrutar cada día y
no darnos por vencido antes de llegar al final.
¿Podré distinguir entre lo que es agradable y lo que no lo es? Con
la vejez, el anciano fue perdiendo la capacidad de distinguir entre
lo agradable y lo que no lo era. En nuestra experiencia cristiana,
debemos mantenernos atentos para que esto no nos suceda y para
115
ello debemos vivir cerca de la Palabra de Dios, a la que el escritor
apostólico llama “alimento sólido”: “El alimento sólido es para los
que han alcanzado madurez, para los que por el uso tienen los sentidos
ejercitados en el discernimiento del bien y del mal.” Hebreos 5:14
¿Crees que podré apreciar la comida o la bebida? Se puede llegar a
perder el gusto por la comida y por la bebida, pero no el gusto por
la vida. Dice el Apóstol: “Dios nos da todas las cosas en abundancia
para que las disfrutemos.” 2ª Timoteo 6:17
¿Crees que podré escuchar mejor a tus cantores y cantoras? El
anciano estaba perdiendo la sensibilidad y se daba cuenta de que
no podía oír bien, eso le impediría escuchar la buena música del
palacio. Los cristianos en ocasiones perdemos la sensibilidad para
oír y ver la gracia de Dios obrando en nuestras vidas y en la vida
de los demás. El profeta Isaías buscaba que Dios despertara su
oído para poder escucharlo: “Despertará mañana tras mañana,
despertará mi oído para que oiga como los sabios.” Isaías 50:4
¿Por qué tendrías que darme una mayor recompensa? El
sentimiento de no ser merecedor de un buen trato puede tener
dos aspectos. El primero es pensar que hay que ganarse todo
en la vida y el segundo, sentirse tan indigno que no aceptamos
que Dios nos dé su bendición. Cualquiera de estas dos ideas nos
deja fuera de la bendición, y esto fue lo que le sucedió a nuestro
amigo Barzilay, quien no aceptó ir al palacio del rey y se perdió la
oportunidad de disfrutar.

116
DÍA 56

UNA LÁMPARA ENCENDIDA


“Nunca más de aquí en adelante saldrás con nosotros a la batalla,
no sea que apagues la lámpara de Israel.”
2ª Samuel 21:17

Las batallas no terminaron en el reino de David. Luego del


triunfo ante la rebelión de Absalón, vuelven los filisteos a hacer
la guerra al pueblo de Dios. David ya era de edad avanzada, pero
salió de todos modos con su ejército al campo de batalla. En el
momento en que un filisteo estuvo a punto de atravesarlo con una
lanza, apareció el general Abisai y libró a David de morir. Luego
de ese episodio, se reunieron los jefes del ejército y reconvinieron
a David de que no saliera más con ellos a la guerra. La razón que
le dan sus generales por la que no debía ir al campo de batalla nos
pinta un cuadro de la clase de hombre que era David.

Un rostro iluminado
A David lo consideraban “la lámpara de Israel”, era como decirle
que él era la luz de la nación. La vida de David siempre estaba
iluminada, sus ojos brillaban con un entusiasmo contagioso,
su carisma y su buen trato con la gente lo hacían una persona
atractiva. Todos querían estar cerca de él porque los hacía sentir
bien. Era un hombre que vivía agradecido y todo el tiempo
estaba alabando a Dios. Su vida era una luz encendida, vivía la
experiencia de la que nos habló Jesús cuando dijo: “Ustedes son
la luz del mundo, y una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder.” Mateo 5:14

Un rostro que ilumina


David tuvo que vivir algunos períodos de su vida en soledad, pero
cuando estuvo con gente siempre fue una lumbrera para ellos.
117
Su rostro servía de guía y dirección para quienes lo rodeaban.
No era tanto lo que David hacía, sino lo que él era y lo que era
estaba ligado a la búsqueda de la luz de Dios. En varias ocasiones
fue comparado con un ángel de Dios. La mayor preocupación
de David no era su propia vida y bienestar, sino el de los demás.
No buscaba tener el primer lugar, pero Dios siempre le concedía
ámbitos de privilegio. La primera aparición pública de David fue
en la oscuridad del campo de batalla, aquel mediodía memorable
en que la antorcha de David se encendió para traer esperanza a
un rey vencido. Todos ese día vieron la luz de Dios a través de
este desconocido pastorcito de Belén, iluminando el camino de
victoria que Dios tenía para su pueblo. Después de haber vencido
a Goliat, David vivió el resto de sus días iluminando al pueblo de
Israel. Su vida fue un reflejo de lo que Salomón dijera años más
tarde: “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en
aumento hasta que el día es perfecto.” Proverbios 4:18

Un rostro que se deja iluminar


El secreto de la luz que reflejaba David no procedía de su esencia,
sino de la cercanía con el Señor. David dejó que Dios iluminara
lo más profundo de su ser. En una de sus oraciones memorables,
le dijo a Dios: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón.”
Salmos 139:23. Nadie podrá tener la luz de Dios si no está
dispuesto a que él intervenga en su ser interior. David buscaba
cada día estar en comunión íntima con el Señor. Todo el brillo
del cantor de Israel y su singular atractivo venían de parte de
Dios, porque de alguna manera Dios se manifestaba visiblemente
a través de su siervo, como lo quiere hacer con nosotros. Por ello,
clamemos cada día como David: “Envíanos tu luz y tu verdad;
estas me guiarán, me conducirán a tu santo monte, y a tus moradas.”
Salmos 43:3

118
DÍA 57

EL DULCE CANTOR DE ISRAEL


“Estas son las palabras postreras de David. Dijo David hijo de Isaí, Dijo aquel
varón que fue levantado en alto, El ungido del Dios de Jacob,
El dulce cantor de Israel.”
2ª Samuel 23:1

Este es el cierre del segundo libro de Samuel y el relator registra


las últimas palabras del rey David. Son conmovedoras por el
sentido profético que tienen. Antes de oír hablar al rey, el escritor
hace una descripción de quién es David.

Una persona común


Este gran rey, estadista, militar, poeta y pastor de ovejas era una
persona común y corriente, por eso el relato dice: “David hijo de
Isaí”. Su padre era un hombre humilde que vivía en una de las
aldeas más pequeñas de toda la nación de Israel. David nunca
se sintió importante ni se mostró diferente a los demás, él sabía
que Dios lo había tenido en cuenta por su gracia y nada más
que por su gracia. Estaba sorprendido que Saúl pusiera tanto
interés en querer destruir su vida cuando era un muchacho y no
le encontraba explicación, a tal punto que en una ocasión le dijo
a Saúl: “Ha salido el rey de Israel a buscar una pulga, así como quien
persigue una perdiz por los montes.” 1ª Samuel 26:20

Un siervo levantado
Cuando David cuidaba las ovejas de su padre, mostró una actitud
de obediencia a todas las indicaciones que Isaí le daba. Cuando
estuvo en el palacio de Saúl, sobresalía por su actitud de servicio
y disposición para salir a las batallas que el rey le asignaba. El
día que llegó al trono, siguió considerándose un siervo. Esta es
una de las razones más evidentes por las que el Señor levantó a

119
este siervo para que llegara a ser el rey de Israel. David fue fiel en
lo poco y Dios lo puso en lo mucho. David no buscó su propia
exaltación, sino que procuró siempre dar gloria a Dios y por ello
fue levantado por el mismo Señor. Cuando el poeta Asaf escribe
su salmo y hace un recorrido por la historia del pueblo de Israel,
al llegar a la vida de David dice lo siguiente: “Eligió a David su
siervo, y lo tomó de las majadas de las ovejas; de tras las paridas lo
trajo, para que apacentase a Jacob su pueblo, y a Israel su heredad.”
Salmos 78:70-71. David fue un siervo con todas las letras en
quien Dios cumplió la promesa: “Humíllense bajo la poderosa mano
de Dios, para que él los exalte cuando sea el tiempo.” 1ª Pedro 5:6

Un rey ungido
David llegó a ser rey no porque él lo quisiera, sino porque Dios
lo había decidido. Cuando Samuel llegó a la casa de Isaí, en la
calurosa Belén, nadie imaginó que el segundo rey de Israel estaba
a punto de ser ungido. El menor de los hijos de Isaí no estaba
en casa cuando el sacerdote estaba por hacer la ceremonia del
ungimiento. De todas maneras, no se podía hacer hasta que el
pastorcito llegara. El cuerno de aceite debía derramarse sobre su
cabeza, porque Dios lo había decidido. El aceite en la Biblia es
símbolo del Espíritu Santo, y David jamás podría haber tenido un
reinado tan exitoso si no hubiera estado con él la presencia misma
de Dios. La vida de David está llena de sorpresas y bendiciones
porque Dios puso sus ojos en este hombre común, quien estuvo
dispuesto a ser un siervo a tiempo completo. David aceptó que
fuera Dios quien lo designara en tan alto cargo como ser el
segundo rey de Israel. Así lo expresa uno de los salmistas: “Hallé
a David mi siervo, lo ungí con mi santa unción. Mi mano estará
siempre con él, mi brazo también lo fortalecerá.” Salmos 89:20-21

120
DÍA 58

EL UNGIDO DEL SEÑOR


“Será como la luz de la mañana, como el resplandor del sol en una mañana sin nubes,
como la lluvia que hace brotar la hierba de la tierra.”
2ª Samuel 23:4

El Espíritu del Señor habló a David y le declaró: “Habrá un justo


que gobierne entre los hombres, que gobierne en el temor de Dios.”
2ª Samuel 23:3. Esta declaración es palabra profética y refiere
a la llegada del Mesías, quien viviría entre los hombres, como
lo expresa el evangelista: “ Y aquel Verbo fue hecho carne y habitó
entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre,
lleno de gracia y de verdad.” Juan 1:14. El mismo David recibe una
descripción sencilla, pero extraordinaria de cómo sería ese justo.

Guía de Dios: “Como la luz de la mañana”


La Biblia nos enseña que la luz simboliza por lo menos dos
verdades. La primera es la santidad de Dios. El Apóstol dice:
“Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” 1ª Juan 1:5. Este
justo que gobernaría lo haría bajo los principios de la santidad
de Dios. La segunda verdad que representa la luz es dirección
o guía, así lo expresó el mismo Señor cuando dijo: “ Yo soy la luz
del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la
luz de la vida.” Juan 8:12. Los que se dejan iluminar por la luz de
Jesús pueden transitar por camino seguro, porque van siguiendo
la dirección que el Señor les va marcando. Nunca perderemos
el rumbo si seguimos tras los pasos de Jesús. Lo que marca la
diferencia entre un cristiano que prospera en todos los sentidos
de su vida y otro que vive empantanado y no avanza es en qué
medida están siguiendo los pasos del Maestro.

121
Gloria de Dios: “Como el resplandor del sol”
Cuando Jesús mostró su gloria en el monte de la transfiguración,
nos dice el escritor hebreo en Mateo 17:2 que “se transfiguró
delante de ellos, y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestiduras se
hicieron blancas como la luz.” La gloria de Dios significa muchas
cosas: resplandor, presencia, rostro de Dios y muchas otras. Jesús
mismo declaró: “A Dios nadie le vio Jamás, el unigénito Hijo, que
está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.” Juan 1:18. Este
justo, del que nos dice David que gobernará en el futuro, vino a
mostrarnos el rostro de Dios. Por ello los cristianos debemos vivir
empeñados en conocer cada día más de Jesús a través de la lectura
de los evangelios y permitiendo que el Señor trate con nosotros.
Él dijo: “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.” Juan 14:9

Gracia de Dios: “Como la lluvia”


Como la lluvia permite que la tierra produzca y lleven fruto las
plantas, así también es la presencia de este justo en nuestras vidas.
La llegada de Jesús a la vida de las personas es para bendición;
los que nos hemos acercado al Señor, hemos cambiado nuestras
vidas: “De modo que si alguno está en Cristo nueva criatura es, las cosas
viejas pasaron, todas son hechas nuevas.” 2ª Corintios 5:17. La gracia
del Señor llena todo en nuestras vidas y nos sentimos satisfechos,
plenos y rebosantes; no por tener todo lo que quisiéramos, sino
por saber que él está guiando nuestro andar. El Apóstol Pablo nos
recuerda cómo fuimos enriquecidos con su presencia cuando dice:
“Porque ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor
a ustedes se hizo pobre, siendo rico, para que ustedes con su pobreza
fueran enriquecidos.” 2ª Corintios 8:9. Posiblemente el rey David
no tuviera mucha claridad sobre cómo sería Jesús, pero sabía que
Dios cumpliría la promesa dada a sus antepasados: “Habrá un
justo que gobierne entre los hombres.”.

122
DÍA 59

TRES VALIENTES
“Sama no cedió terreno en medio del campo e hizo retroceder a los filisteos. Así que el
Señor le dio una gran victoria.”
2ª Samuel 23:12

David tuvo treinta jefes en su ejército, pero tres sobresalieron


por su valentía y hazañas militares realizadas en el campo de
batalla: Yoseb Basébet, Eleazar y Sama. Este último se destacó
por defender un campo de lentejas que los filisteos quisieron
apropiarse. Sama se paró en medio del terreno y lo defendió
matando a todos los filisteos que lo estaban invadiendo. Hay
algunas verdades que hicieron que este valiente obtuviera victoria.

No cedió terreno
Sama fue capaz de pararse firme en medio del campo y no dejar
pasar a ninguno de los filisteos invasores. Esto nos recuerda cómo
debe ser nuestra batalla contra las asechanzas del enemigo. El
Apóstol nos dice: “No den lugar al diablo.” Efesios 4:27. Basta con
dejar que el enemigo tome unos momentos nuestros pensamientos
o sentimientos para que nos gane terreno en la batalla contra el
pecado. Alcanza con que nos dejemos atrapar por una discusión
para que terminemos ofendiendo y lastimando a alguien. Esta
es otra área del terreno de nuestra integridad que el enemigo
quiere ganar. En ocasiones, por obtener un mayor beneficio no
reparamos en guardar ciertos principios y conseguimos lo que
deseamos dejándole al enemigo ganar el terreno de la honestidad
y ética cristiana. Sama no cedió terreno y obtuvo una gran victoria,
es un ejemplo para nosotros.

Hizo retroceder a los enemigos


Mientras se mantenía firme, este guerrero valiente avanzaba
123
algunos pasos y los enemigos retrocedían. Nosotros, al igual
que Sama, debemos hacer que el enemigo retroceda y así
poder ganarle terreno. San Pablo dice: “Las armas de nuestra
milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción
de fortalezas, derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento
a la obediencia a Cristo.” 2ª Corintios 10:4-5. Debemos aprender a
utilizar toda la armadura de Dios no solo para defendernos, sino
también para avanzar. Debemos conquistar terreno cada día para
ser más parecidos a Jesucristo y llegar a la mayor cantidad de
personas con el evangelio de salvación.

El Señor le dio una gran victoria


Los relatos de las conquistas de estos valientes terminan con
la misma conclusión: “Jehová dio una gran victoria”. Ese era el
secreto de los logros alcanzados por los hombres de David, como
lo declaró tiempo después Salomón: “El caballo se prepara para el
día de la batalla, pero la victoria pertenece al Señor.” Proverbios 21:31.
Es demasiado pretencioso e ignorante pensar que obtenemos
victoria por nuestra propia capacidad o inteligencia. El Apóstol
nos recuerda: “No es que nos creamos competentes por nosotros mismos,
como si esta competencia nuestra surgiera de nuestra propia capacidad.
Nuestra competencia proviene de Dios, porque él nos hizo ministros
competentes…” 2ª Corintios 3:5-6. El secreto de la victoria está en
la persona de Dios, y en la medida en que permitamos que él obre
a través de nosotros, conseguiremos grandes victorias, que serán
duraderas y bendecirán a muchos. Sama puso todo de él, pero el
escritor nos recuerda que la victoria le perteneció al Señor.

124
DÍA 60

DESEO CONCEDIDO
“ Y David dijo con vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén
que está junto a la puerta! Pero David rehusó tomarla,
en cambio la derramó como ofrenda al Señor.”
2ª Samuel 23:15

El escritor de la historia de 2ª Samuel sigue haciendo memoria de


los hechos destacados de la vida del rey y nos relata un episodio
sobresaliente que tuvo lugar cuando David estaba huyendo de
Saúl y se encontraba en la cueva de Adulam. Allí sintió añoranza
por su querida Belén y tuvo un gran deseo de tomar agua
fresca del pozo del antiguo pueblito donde se había criado. Es
interesante que el rey solo esbozó un deseo, pero los tres valientes
antes mencionados irrumpieron en Belén a riesgo de perder sus
vidas para satisfacer el deseo de su líder. El relato dice: “Entonces
los tres atravesaron las líneas filisteas, sacaron agua del pozo junto a la
puerta de Belén y se la llevaron a David…” 2ª Samuel 23:16. Llama
la atención que estos hombres se jugaran la vida por cumplir un
deseo de David. Nos preguntamos qué vieron estos tres guerreros
en este fugitivo campesino para hacer esto.

Reconocían autoridad
David era un hombre que emanaba autoridad, su palabra
normalmente era obedecida no por imposición, sino por respeto.
Había arriesgado su vida muchas veces por defender a su pueblo
y todos lo sabían. Desde que enfrentó a Goliat, David demostró
que era un verdadero valiente y eso le daba autoridad. Esta era
una razón más que valedera para que sus seguidores quisieran
satisfacer el deseo del líder. Si el agua conseguida había sido a
riesgo de la vida de sus soldados, David no la tomaría, es por esto
que la derrama a tierra y la ofrece en adoración a su Dios. Esto le

125
dio más autoridad aún porque sus hombres vieron que él amaba
más a Dios que a su propia vida y deseaba honrar a su Señor antes
que regodearse en los privilegios que le concedían sus liderados.

Sentían admiración
El valiente guerrero siempre despertó admiración en quienes
estaban cerca de él. La admiración comenzó con aquel grupo de
soldados que vio cómo el humilde pastorcito de Belén se animaba
a enfrentar al temible Goliat, luego siguió con las mujeres que
compusieron aquella canción de loas a David. Cada uno de
quienes estuvieron cerca de David lo admiraban. El escritor Gene
Edwards, en su obra el Perfil de Tres Monarcas, pone en boca
de Abisai la siguiente reflexión: “Apreciado rey, Saúl era un rey
malo. Absalón es de cierto modo una juvenil encarnación de Saúl.
Solo tú eres invariable. Tú eres siempre el pastorcito quebrantado
de corazón.”. Los tres valientes de David que fueron por el agua
arriesgaron sus vidas por la admiración que tenían por su líder.
David derramó el agua en adoración a Dios, reconociendo que
el único que debe ser admirado es Dios, por eso escribió: “No a
nosotros, oh Jehová, no a nosotros, sino a tu nombre da gloria, por tu
misericordia, por tu verdad.” Salmos 115:1

Tenían gratitud
No es difícil entender el riesgo que asumieron estos hombres para
satisfacer el deseo de su señor si recordamos el estado en el que
se encontraban cuando buscaron a David para ser protegidos: “ Y
se juntaron con él todos los afligidos, y todo el que estaba endeudado,
y todos los que se hallaban en amargura de espíritu.” 1ª Samuel 22:2.
David derramó el agua en adoración y en señal de gratitud a Dios
por la fidelidad de sus hombres.

126
DÍA 61

LAS MEJORES MANOS


“Caigamos ahora en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas,
mas no caiga yo en manos de hombres.”
2ª Samuel 24:14

Cuando David realiza el censo para saber cuánta gente tiene en


su reino, Dios no se agrada de esto y por boca del profeta Gad le
da la sentencia de su castigo. Los castigos podían ser siete años de
hambre en la tierra, huir tres meses delante de sus enemigos y que
ellos lo persigan o que tres días haya peste en la tierra. David debía
elegir entre estas tres opciones de castigo. El hombre conforme al
corazón de Dios decide la opción más benigna: “Caigamos ahora
en mano de Jehová, porque sus misericordias son muchas.”.

David sabe cómo es el corazón del hombre


Para David la gravedad no estaba en la clase de castigo que
tuviera que sufrir, sino en quién administraría ese castigo.
Conociendo algo de lo que hay en el interior del ser humano,
David prefiere evitar ser juzgado y castigado por las personas.
La Biblia nos enseña que el corazón del hombre es engañoso y
perverso ( Jeremías 17:9), que está inclinado de continuo al mal
(Génesis 6:5) y que las guerras y peleas entre semejantes son
por las pasiones incontroladas de su corazón (Santiago 4:1). Por
esto, David no quiere caer en las manos de los hombres. Ya había
vivido experiencias muy desagradables: cuando se enojó Saúl con
él, cuando los príncipes de Keila lo menospreciaron o cuando
su propio hijo se levantó en armas contra él. David conocía
su propio corazón y sabía que en un ataque de furia, como le
sucedió cuando Nabal no le quiso dar ayuda, el hombre pierde el
equilibrio emocional y tiene reacciones incontrolables. Por ello
dice: “No caiga yo en manos de hombres.”.
127
David sabe cómo es el corazón de Dios
Desde muy jovencito, David comenzó su relación con el Dios
creador y sustentador, el Dios de Israel. Había tratado con Dios
y había dejado que Dios tratara con él. Por las noches solía mirar
el cielo estrellado y reflexionaba: “Cuando veo tus cielos, obra
de tus dedos, la luna y las estrellas que tu formaste, digo ¿qué es el
hombre, para que tengas de él memoria y el hijo del hombre, para que
lo visites?” Salmos 8:3. El dulce cantor de Israel sabía que Dios
nunca olvidaría a sus criaturas y las visitaría con misericordia. A
David le asombraba que un Dios tan grande y lleno de tanto
poder al crear los cielos y la tierra se detuviera y mirara con
tanta atención al ser humano. Cuando escribió el conocido
salmo sobre los beneficios que había recibido y por los que él
alababa a Dios, hizo la siguiente declaración: “Como el padre
se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen.
Porque él conoce nuestra condición; se acuerda de que somos polvo.”
Salmos 103:13-14. Es posible encontrar a padres que no sienten
amor ni interés por sus hijos, pero en este salmo se describe a
un padre normal, equilibrado y lleno de afecto natural, alguien
que se desvive por sus hijos y que está dispuesto a todo para
cuidarlos y protegerlos. En la historia que contó Jesús sobre el
hijo pródigo, cuando el muchacho volvió arrepentido, el hermano
mayor esperaba que el padre actuara de juez y que se olvidara de
ser padre, pero no fue posible, el padre actuó de padre y lo recibió
con los brazos abiertos, perdonándole y haciéndole una fiesta de
bienvenida. David sabía que Dios lo trataría de esa manera, por
eso escribió en otro de sus salmos: “Al corazón contrito y humillado
no despreciarás tú, oh Dios.” Salmos 51:17. En este y otros salmos,
David expuso el conocimiento que tenía de Dios y por ello
prefería que fuera él quien tratara su causa.

128
DÍA 62

EL PRECIO DE LA ADORACIÓN
“No ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada.
Entonces David compró la era y los bueyes por cincuenta siclos de plata.”
2ª Samuel 24:24

Cuando el ángel de Dios estaba por destruir Jerusalén, el Señor


detuvo el castigo y el profeta Gad ordenó a David hacer un altar
ofreciendo un sacrificio y ofrenda de paz como agradecimiento
y adoración a Dios. El profeta le indicó el tipo de sacrificio y el
lugar donde debía hacerse. Cuando el rey llegó al lugar, el dueño
de la propiedad, el jebuseo Arauna salió a recibirlo y le ofreció
gratuitamente el campo para el sacrificio. El rey le respondió:
“No ofreceré a Jehová mi Dios holocaustos que no me cuesten nada”,
así que David pagó el precio del terreno y entonces realizó el
sacrificio y adoró a Dios. Este relato debiera hacernos reflexionar
sobre el precio que debemos pagar cuando nos disponemos a
dedicar nuestras vidas a Dios. El Apóstol nos dice: “Les ruego
por las misericordias de Dios, que presenten sus cuerpos en sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios, ese es el culto racional.” Romanos 12:1.
Pensemos a qué cosas debemos estar dispuestos a renunciar.

Tiempo
Siempre estamos corriendo con el tiempo y nos cuesta mucho
disponer de él para las cosas verdaderamente importantes. Nos es
muy difícil encontrar tiempo para orar, leer y estudiar la Palabra
de Dios, asistir a los cultos y dedicar tiempo a servir a otros.
Debemos pagar el precio de renunciar a nuestro tiempo para
usarlo en estas tareas.

Dinero
Usar el dinero solo para satisfacer nuestras necesidades y gustos
129
es algo muy común en la experiencia de muchos cristianos. David
estaba dispuesto a utilizar su dinero para comprar la propiedad
donde realizaría el sacrificio. Si queremos ser imitadores de David,
tendremos que estar dispuestos a utilizar parte de nuestro dinero
en ayudar a otras personas. Si queremos ser aprobados en esta
área, debemos seguir el ejemplo de los creyentes en Macedonia, de
quienes el Apóstol dijo: “Doy testimonio de que con agrado han dado
conforme a sus fuerzas, y aún más allá de sus fuerzas.” 2ª Corintios 8:3

Comodidades
Servir a Dios incluirá la renuncia a muchas de nuestras
comodidades y cosas que nos gustan. No esperemos ser aprobados
por Dios si solo pensamos en nosotros y no estamos dispuestos
a vivir pensando en los demás y en los intereses del Señor. El
mayor ejemplo lo tenemos en Jesucristo quien “siendo en forma de
Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a qué aferrarse, sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los
hombres.” Filipenses 2:6-7

Oportunidades
En muchas ocasiones tendremos posibilidades de hacer alguna
actividad, conocer algún nuevo lugar o disfrutar de algo que
nos gusta y tendremos que elegir. Podrá resultarnos dura la
experiencia, pero a menos que estemos dispuestos a esta renuncia,
no conseguiremos los resultados eternos. Así se nos dice del gran
Moisés: “Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la
hija de Faraón, escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo por mayores
riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque
tenía puesta la mirada en el galardón.” Hebreos 11:24-26

130
DÍA 63

UN GRAN EJÉRCITO
“De Zabulón cincuenta mil, que salían a campaña prontos para la guerra,
con toda clase de armas de guerra, dispuestos a pelear sin doblez de corazón.”
1ª Crónicas 12:33

El libro de 1ª Crónicas retoma parte de la vida y el reinado de


David y en el capítulo 12 está el relato de la formación del ejército
que tuvo: “Porque entonces todos los días venía ayuda a David, hasta
hacerse un gran ejército, como ejército de Dios.” 1ª Crónicas 12:22.
Al hacer la descripción de las personas y los grupos que se le
unían, aparece la tribu de Zabulón, de quien se mencionan varias
características de estos soldados.

Entusiasmo: “Prontos para la guerra”


Las batallas no las ganan los pusilánimes ni los cobardes, sino los
que luchan con toda valentía y entusiasmo. Las personas con poco
entusiasmo contaminan a los que tienen a su alrededor y hacen
que el ánimo y la motivación decaiga. Así sucedió en el relato de
los doce espías que envió Moisés a ver la tierra de Canaán. Gracias
a que aparecieron dos hombres como Josué y Caleb que estaban
entusiasmados con lo que Dios haría en medio de su pueblo, las
cosas salieron bien. Nosotros también estamos en una batalla y
debiéramos renovar nuestro entusiasmo, recordando todas las
promesas de victoria que el Señor nos dejó en su Palabra. Los
soldados de Zabulón vinieron entusiasmados a unirse al ejército
de David.

Estrategia: “Con toda clase de armas”


Las batallas no se ganan improvisando, sino planificando y
utilizando todo lo que esté al alcance de la mano. En ocasiones
no avanzamos en la batalla por no utilizar las armas que el Señor
131
ha puesto a nuestra disposición. Todos los recursos que tenemos
deben ser puestos al servicio de nuestro Dios. Debemos pedir
sabiduría para discernir las mejores estrategias, como lo hacía el
Apóstol Pablo: “A los judíos me hice judío… a todos me hice todo, para
que de todos modos salve a algunos.” 1ª Corintios 9:20-22

Entrega: “Dispuestos a pelear”


Las batallas no las ganan los mezquinos, sino los generosos,
aquellos que están dispuestos a darlo todo en la lucha. Es más
cómodo vivir sin renunciar a lo nuestro, pero debemos recordar que
para lograr victorias duraderas es necesario pagar un alto precio.
El Apóstol Pablo estaba dispuesto a vivir ese estilo de vida, a tener
ese perfil de soldado, dándose por completo, buscando agradar a
Dios en primer lugar: “ Y yo con el mayor placer gastaré lo mío y
aun yo mismo me gastaré del todo.” 2ª Corintios 12:15. Los hombres
de la tribu de Zabulón estaban dispuestos a pelear y a entregar
todo, si fuera necesario, con tal de pertenecer a los escuadrones
del mejor rey de Israel. Esa misma convicción debiéramos tener
nosotros para luchar en las batallas de la vida cristiana.

Entereza: “Sin doblez de corazón”


Las batallas no las ganan los mediocres, sino los íntegros de
corazón, aquellos que son aprobados por Dios, no por no
equivocarse nunca, sino por tener un corazón entero para
Dios. El Señor Jesucristo elogió la actitud con la que vivía el
último de los profetas de Israel, Juan el Bautista, de quien dijo:
“¿Qué salieron a ver al desierto, una caña sacudida por el viento?
Mateo 11:7. El Bautista era de una sola pieza, estaba jugado por
sus creencias y no renunciaría a ninguno de sus principios porque
era “sin doblez de corazón”. Así es como nos quiere el Señor en su
obra, con las mismas características que este puñado de hombres
de la tribu de Zabulón.

132
DÍA 64

BENDECIR A LA FAMILIA
“Luego todos regresaron a su casa, y David volvió
a su hogar para bendecir a su propia familia.”
1ª Crónicas 16:43

Cuando David era joven, se preocupó por sus padres


consiguiéndoles albergue en Mizpa de Moab para protegerlos
de Saúl. Ahora que es adulto lo vemos interesado en su propia
familia, buscando que ellos tengan la bendición del Señor. El
pueblo estaba alegre porque David había hecho volver el arca
a la ciudad de Jerusalén, todos cantaban y alababan a Dios por
las calles de la ciudad. Cuando todo había terminado y habían
disfrutado de “una hermosa reunión”, como solemos decir, David
tuvo una actitud que muestra a un hombre consciente de que
la alabanza al Señor debe estar relacionada con la vida familia.
Por eso leemos: “David volvió a su hogar para bendecir a su propia
familia”. Hay algunas cosas que se deben tener en cuenta si
queremos ser de ayuda a la familia.

Bendecir con la presencia


La presencia de los padres es muy importante en la vida de la
familia y no se puede reemplazar con cosas materiales. Esta es
una confusión en la que se puede caer con demasiada frecuencia.
Solemos oír a padres diciendo: “Yo trabajo de sol a sol para darle
todo a mis hijos, porque no quiero que les falte nada”. Lo que
sucede es que con esto se está tratando de llenar o tapar con
cosas la ausencia permanente de los padres, olvidándonos que
nada puede suplir esta presencia. El Apóstol Pablo, cuando
habla acerca del cuidado pastoral que él tiene de sus hermanos,
pone como ejemplo a las madres que cuidan con ternura a sus
hijos: “Fuimos tiernos entre ustedes como la nodriza que cuida con
133
ternura a sus propios hijos.” 1ª Tesalonicenses 2:7. Para dar ternura
es necesario estar presente y, en la sociedad actual, tanto el padre
como la madre pasan muy poco tiempo con sus hijos. Esto acarrea
consecuencias negativas en la vida familiar. David regresó a su
casa para estar con su familia y bendecirlos con su presencia.

Bendecir con la protección


Nadie protege mejor a los niños que los padres y es por eso que
la presencia de ellos en el hogar adquiere tanta importancia.
Padres ausentes producen niños rebeldes y cuando pasan los años,
estos niños se vuelven descreídos de todo, porque no pudieron
contar con sus padres cuando más los necesitaban. El sentido de
protección que brindan los padres genera en los hijos un estado de
seguridad y estabilidad emocional. Cuando Jesús habló acerca de
la seguridad de nuestra salvación, dijo que la vida de los creyentes
está guardada en las manos del Padre: “Nadie las puede arrebatar
de la mano de mi Padre.” Juan 10:28. Dar protección es otra de las
responsabilidades de los padres.

Bendecir con la provisión


La presencia de los padres debe también dar provisión para cubrir
todas las necesidades. Si un líder, como el rey David, que podía
suplir las necesidades del pueblo, no lo hacía con su propia familia,
estaba negando la fe y su vida de piedad, así lo expresa el Apóstol:
“Si alguno no provee para los suyos, y mayormente para los de su casa,
ha negado la fe, y es peor que un incrédulo.” 1ª Timoteo 5:8. Aquí la
palabra provisión no refiere únicamente a las necesidades físicas,
sino que incluye toda necesidad que debe ser provista en la vida
de un ser humano. David regresó de la fiesta espiritual que había
disfrutado con el pueblo a su casa para bendecir en todo sentido
a su familia.

134
DÍA 65

BIEN CONOCIDO
“¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado?
Tú sabes cómo es realmente tu siervo.”
1ª Crónicas 17:18

David estaba muy asombrado al considerar la forma en que


Dios había obrado a su favor, sentía una profunda gratitud y
reconocimiento a su Señor. Esta reflexión lo llevó a desear construir
una casa, un templo para Dios. Cuando se lo comunicó al profeta
Natán, este le dio una respuesta que todos nosotros desearíamos
recibir: “Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo.”
1ª Crónicas 17:2. En este párrafo descubrimos por qué a David le
salían siempre tan bien las cosas. El secreto radicaba en que Dios
estaba con él. Ahorraríamos muchos disgustos y frustraciones
si antes de emprender cualquier proyecto nos aseguráramos de
que Dios está realmente presente y aprobando lo que hacemos.
Cuando David estaba por avanzar con la idea de la construcción,
Dios vuelve a hablar a David por medio de Natán y le explica que
será su hijo Salomón quien se hará cargo de la construcción del
gran templo de Jerusalén. En ese mismo mensaje, David escucha
al profeta anunciarle de parte de Dios toda la bendición que aún
estaba preparada para el dulce cantor de Israel. El asombro de
David es mayor aún y hace la siguiente declaración: “¿Qué más
puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado? Tú sabes cómo
es realmente tu siervo.”.

Dios lo conoce
El asombro de David no solo era por la enorme bendición que
estaba siendo derramada sobre él, sino por su condición de
hombre pecador que muchas veces se había desviado del camino.
Le era difícil entender cómo sería posible que un Dios santo
135
bendijera de esta forma a un hombre como él. A David, como a
nosotros, nos cuesta aceptar que la gracia de Dios no se merece,
no se gana, ni se consigue; sencillamente se recibe, porque a Dios
así le ha agradado y no hay más explicación. El profeta Oseas
nos dice un poco más acerca de cómo funciona la bendición de
Dios sobre su pueblo. Así lo declara el mismo Dios: “ Yo sanaré su
rebelión, los amaré de pura gracia; porque mi ira se apartó de ellos.”
Oseas 14:4. David sabía lo que había en su pasado, Dios también
lo sabía. La gente suele no perdonar nuestros errores y pecados
cometidos, no importa cuánto tiempo haya pasado, pero Dios está
dispuesto a perdonar y a olvidar nuestro pasado, porque en Cristo
“las cosas viejas pasaron, todas son hechas nuevas.” 2ª Corintios 5:17.
David sabía lo que había en su corazón, Dios también lo sabía y
lo había recibido para bendecirlo: “Al corazón contrito y humillado
no despreciarás tú, oh Dios.” Salmos 51:17

Dios lo honra
La carrera ministerial de David estaba llegando a su final y el rey
reconoció que la antigua sentencia de Dios se había cumplido
para él. Antes de que David fuera elegido rey, cuando Dios
desechó al sacerdote Elí por no haberlo honrado, el mismo Señor
lo sentenció por boca del profeta Samuel: “ Yo honraré a los que me
honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco.” 1ª Samuel 2:30.
David sentía la mano bondadosa del Señor reposando sobre su
vida y su futuro, veía que el Señor había extendido su misericordia
sobre él y por ello se sentía honrado. El viejo pastorcito de Belén
seguía palpitando la gracia de Dios en su lento peregrinaje ahora,
y su corazón desbordaba de gratitud y reconocimiento al Gran
Pastor de Israel.

136
DÍA 66

LAS VICTORIAS DE DAVID


“ Y puso David guarnición en Siria de Damasco, y los sirios fueron hechos
siervos de David, trayéndole presentes; porque Jehová daba la victoria
a David dondequiera que iba.”
1ª Crónicas 8:6

El rey David dirigió a Israel por cuarenta años y no se registra


en este período ninguna derrota frente a los enemigos del pueblo
de Dios. Podríamos calificar a David como un triunfador, un
hombre que tenía asegurada la victoria porque siempre jugaba en
el equipo ganador. Nuestro texto dice que el Señor es quien daba
la victoria a David. Sería un gran error pensar que las batallas
ganadas eran como consecuencia de su capacidad militar y las
estrategias que aplicaba. Creo que David tenía bien clara esta
idea, porque en uno de sus Salmos nos dice: “Tú, el que da victoria
a los reyes, el que rescata de maligna espada a David su siervo.”
Salmos 144:10. Podemos dividir las batallas libradas por David en
dos: los enemigos de Israel y los enemigos de David.

Los enemigos de Israel


Los filisteos fueron los enemigos acérrimos de Israel, quienes
querían someter al pueblo de Dios bajo su mando. El Señor
levantó a David, su siervo, para defenderlos y cada vez que David
salía a luchar contra ellos era Dios mismo quien peleaba estas
batallas. Por eso el guerrero del Señor dijo al enfrentar a Goliat, el
paladín de los filisteos: “ Yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los
ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.”
1ª Samuel 17:45. David peleaba las batallas del Señor y cada vez
que se presentaba en alguna batalla lo hacía confiando en Dios
y no en sus propias fuerzas. Esa era la razón por la que siempre
vencía. Él dijo cómo enfrentaba al enemigo cuando estaba en el

137
campo de batalla: “Estos confían en carros, y aquellos en caballos,
mas nosotros del nombre de Jehová nuestro Dios tendremos memoria.”
Salmos 20:7. En nuestro andar cristiano, nos enfrentaremos con
distintos enemigos del Señor, y siempre podremos ser vencedores
si seguimos los principios que este rey de Israel siguió.

Los enemigos de David


David no fue un hombre que buscara enemigos, sin embargo,
tuvo muchos, hombres que por envidia, celos y viejos rencores
quisieron destruir su vida. Es interesante ver cómo el pastorcito
de Belén enfrentó este tipo de enemigos:
Cuando sus hermanos, quienes estaban escondidos por miedo
a Goliat, se burlaron y lo descalificaron en el campo de batalla,
David no les respondió ni les presentó batalla. Dejó esta batalla
en manos del Señor. Cuando Saúl le tuvo celos y arrojó una lanza
contra el joven músico, quien solo había ido al palacio para aliviar
la locura del rey, David no hizo nada, solo esquivó la lanza, y Dios
le dio la victoria. Cuando los príncipes de Aquis lo despreciaron
por miedo a perder una guerra, David hizo silencio y soportó ese
desprecio, y Dios le dio la victoria. Cuando Absalón lo persiguió
para quitarle el reino, David no se defendió para seguir siendo rey,
sino que dejó Jerusalén para evitar mortandad en la ciudad, y Dios
le dio la victoria. Cuando Simei lo insultó y trató de avergonzarlo,
recriminándole por viejos rencores que guardaba en su corazón,
David le perdonó la vida y dejó que el Señor lo reivindicara:
“Porque Jehová daba la victoria a David dondequiera que iba.”.

138
DÍA 67

DEDICADOS A LA ALABANZA
“Para asistir cada mañana todos los días a dar gracias y tributar alabanzas a Jehová
y asimismo por la tarde.”
1ª Crónicas 23:30

El rey David ya estaba dejando el trono porque sus días estaban


llegando a su fin. Antes de partir de este mundo, dejó a su hijo
Salomón como sucesor al trono de Israel. David le dio una
serie de instrucciones en relación a cómo debía comportarse,
cómo dirigir el reino y especialmente sobre el compromiso que
debía asumir para la construcción del templo de Jehová. Otra
cosa que hizo David fue llamar a todos los de la tribu de Leví
para distribuir una serie de tareas entre ellos. A la gran mayoría
puso para la construcción del templo, otro grupo menor para
que fueran gobernadores y jueces y un pequeño grupo para que
se dedicaran a la alabanza. Es muy probable que hayan sido
músicos y cantores. Hay, en esta descripción, algunas verdades
que debemos tener presentes para nuestra manera de vivir la vida
cristiana. Recordemos que hay algunas diferencias importantes
en la forma de alabar a Dios entre el Antiguo Testamento y el
Nuevo Testamento. En el pueblo de Israel había un grupo selecto
que oficiaba el sacerdocio y eran solo ellos quienes podían realizar
la alabanza. En la vida de la Iglesia, todos somos sacerdotes y
tenemos libre entrada a la presencia de Dios para ofrecer nuestra
alabanza y adoración al Señor: “Así que, hermanos, teniendo libertad
para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el
camino nuevo y vivo que él nos abrió… acerquémonos.” Hebreos 10:19.
Para los levitas, había algunas indicaciones muy claras acerca de
cómo debía hacerse la tarea de albar a Dios y bien haremos en
tomarlas en cuenta porque son principios que se mantienen en el
Nuevo Testamento.
139
Prioridad: “Cada mañana”
El presentarnos delante del Señor debe ser un hábito, un estilo
de vida. David decía: “De mañana oirás mi voz, de mañana me
presentaré delante de ti y esperaré.” Salmos 5:3. No debiéramos
comenzar las actividades de cada día sin buscar el rostro del Señor,
sin pedir de él las instrucciones, sin recibir de él la sabiduría y el
poder para conducirnos durante el resto de la jornada. El Señor
Jesús tenía esa práctica. En varias ocasiones de su ministerio lo
encontramos buscando esa comunión: “Levantándose muy de
mañana, siendo aún muy oscuro, salió y se fue a un lugar desierto, y
allí oraba.” Marcos 1:35

Continuidad: “Todos los días”


Cuando iniciamos alguna actividad, generalmente la hacemos
con mucho entusiasmo al comienzo, pero con el correr del tiempo
vamos perdiendo interés y solemos abandonarla. La perseverancia
es una virtud de los triunfadores y es algo que Dios aprueba. La
práctica de la alabanza a Dios debe ser hecha permanentemente,
es decir, no dejar nunca de agradecer y alabar a nuestro Dios.
David decía: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo, su alabanza estará
de continuo en mi boca.” Salmos 34:1

Reconocimiento: “Dar gracias y alabar”


Dios espera nuestro reconocimiento y gratitud. Así se lo hizo
saber el Señor Jesús a los nueve leprosos que no regresaron a
dar gracias por haber sido sanados. El libro de Romanos nos
recuerda una de las razones por las que Dios se disgustó tanto
con la humanidad: “Habiendo conocido a Dios, no le glorificaron ni
le dieron gracias.” Romanos 1:20. Nosotros, al igual que los levitas,
debemos mantenernos en continua alabanza y gratitud a nuestro
buen Dios.

140
DÍA 68

DAR GENEROSAMENTE
“ Yo con rectitud de mi corazón voluntariamente te he ofrecido todo esto, y ahora he
visto con alegría que tu pueblo, reunido aquí ahora,
ha dado para ti espontáneamente.”
1ª Crónicas 29:17

Para la construcción del templo se necesitaba mucho material, y


David hizo toda una campaña de recolección y almacenamiento.
Lo notable de esto es que él dio también de su propiedad privada
una buena parte, así lo expresa el escritor de Crónicas: “Además
de esto, por cuanto tengo mi afecto en la casa de mi Dios, yo guardo
en mi tesoro particular oro y plata que, además de todas las cosas que
he preparado para la casa del santuario, he dado para la casa de mi
Dios.” 1ª Crónicas 29:3. David nos hace ver que su ofrenda era el
resultado de un corazón lleno de afecto por su Dios. Ese amor lo
llevó a decidir dar de lo que tenía en su tesoro particular. Al mirar
nuestro texto principal, observamos dos características que tenían
las ofrendas que se traían para la construcción del templo. Estas
son las mismas que Dios espera de nosotros cuando ofrendamos
para su obra.

Voluntarias
David deja ver que está ofrendando desde un corazón recto, es
decir que no ofrenda por compromiso o por alguna presión, sino
que lo hace de su propia voluntad. En ocasiones podemos ver
con tristeza cómo se manipula a las personas para que lleven
sus ofrendas. Esto no es lo que le agrada al Señor. En el Nuevo
Testamento leemos algunos pasajes acerca de la ofrenda y de cómo
debe hacerse. El Apóstol Pablo describe cómo era la manera de
ofrendar de los hermanos de Macedonia: “Doy testimonio de que
con agrado han dado conforme a sus fuerzas, pidiéndonos con mucho

141
ruego que les concediésemos el privilegio de participar en este servicio
para los santos.” 2ª Corintios 8:3-4. Nadie debe ofrendar por
obligación y quienes presionan a la gente para que ofrenden son
“obreros fraudulentos”, como dice la Palabra. Otro ejemplo que
aparece de alguien que ofrendó voluntariamente es la viuda sobre
quien se relata en Marcos 12:41-42: “Estando Jesús sentado delante
del arca de la ofrenda miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca;
y muchos ricos echaban mucho. Y vino una viuda pobre, y echó dos
blancas.”. Jesús elogió a esta mujer porque voluntariamente echó
todo lo que tenía. Nadie la había obligado, sencillamente abrió
su corazón para Dios y dio todo lo que tenía. El Señor siempre
respeta nuestra voluntad y se agrada cuando decidimos dar para
sus intereses voluntariamente.

Espontáneas
David nos dice que se alegró mucho al ver cómo daba el pueblo
sus ofrendas de manera espontánea. El Apóstol, cuando enseña
sobre la ofrenda, nos dice: “Cada uno dé como propuso en su corazón:
no con tristeza ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre.”
2ª Corintios 9:7. Ofrendar para la obra de Dios debe ser algo
voluntario, espontáneo y con alegría, de lo contrario no estamos
agradando al Señor. El resultado de una ofrenda así es que la
obra avanza, nuestros corazones disfrutan y Dios nos bendice de
manera asombrosa, así lo dijo el Señor: “Traigan todos los diezmos
al depósito del templo, para que haya suficiente comida en mi casa. Si lo
hacen, dice el Señor de los Ejércitos Celestiales, les abriré las ventanas
de los cielos. ¡Derramaré una bendición tan grande que no tendrán
suficiente espacio para guardarla! ¡Inténtenlo! ¡Pónganme a prueba!”
Malaquías 3:10

142
DÍA 69

CONSEJOS PARA EL ÉXITO


“Guarda los preceptos de Jehová tu Dios, andando en sus caminos, y observando sus
estatutos y mandamientos… para que prosperes en todo lo que hagas
y en todo aquello que emprendas.”
1ª Reyes 2:3

El rey era consciente de su partida, por eso ordenó a su hijo


Salomón como su sucesor y le dijo: “ Yo voy camino al lugar donde
todos partirán algún día.” 1ª Reyes 2:2. Luego le dio algunos
consejos que Salomón debía tener en cuenta si deseaba tener
éxito en su vida y en su reinado. Estos son requisitos que Dios
pone para aquellos que desean triunfar.

Guardar
El joven Salomón debía seguir todos los caminos que Dios le
había marcado en su ley. El Señor Jesús reiteró esta misma idea
cuando dio los requisitos que debían cumplir sus seguidores: “El
que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama; y el
que me ama será amado por mi Padre, y yo le amaré y me manifestaré
a él.” Juan 14:21. La única forma de mostrar que amamos a Dios
es obedeciendo sus mandatos.

Andar
El joven rey debía avanzar en la vida siguiendo las instrucciones
de la ley del Señor y no debía apartarse ni a derecha ni a izquierda
si deseaba tener éxito. El verbo “andar” transmite la idea de
movimiento, es decir que mientras nos trasladamos en el camino
de la vida debemos movernos sobre los principios de Dios. El
Apóstol Juan nos anima a caminar como lo hizo Jesús: “El que
dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.” 1ª Juan 2:6. En
el camino encontraremos muchas cosas que nos distraerán de lo

143
importante, nos harán perder el propósito final de nuestra vida,
nos harán confundir las prioridades, por ello debemos estar muy
atentos. Cuando avancemos en el análisis de la vida de Salomón
veremos que en varias ocasiones él se distrajo y no anduvo en
los caminos del Señor. Esta advertencia es muy importante para
nosotros.

Observar
Es mirar con atención e implica ser estudioso de las instrucciones
recibidas, el texto dice: “observando sus estatutos y mandamientos.”.
El rey Salomón tenía todo el Pentateuco a su disposición para
mirar cada día la ley del Señor. La brújula de la vida cristiana es la
Palabra de Dios y por ello debemos leerla, meditarla y estudiarla
todos los días de nuestro peregrinaje. Si no observamos lo que
el Señor nos dejó por escrito, su Palabra, estamos próximos a
desviarnos del camino correcto. Josué, el segundo de Moisés,
inició su tiempo de liderazgo con instrucciones muy similares a
las del nuevo rey de Israel: “Nunca se apartará de tu boca este libro
de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que hagas
conforme a todo lo que en él está escrito…” Josué 1:8.

Prosperar
El resultado de guardar, andar y observar la Palabra de Dios traería
como resultado prosperidad a la vida y al gobierno de Salomón.
Dios le aseguraba a este joven rey que todo lo que emprendiera
tendría éxito. El Señor es un Dios de prosperidad y desea que nos
vaya bien siempre. La bendición y la abundancia en nuestra vida
comienza con un corazón dispuesto a obedecer lo que Dios nos
pide, así le dijo el Señor a Josué: “Porque entonces harás prosperar tu
camino, y todo te saldrá bien.” Josué 1:8

144
DÍA 70

UN BUEN FINAL
“ Y murió en buena vejez, lleno de días, de riquezas y de gloria;
y reinó en su lugar Salomón, su hijo.”
1ª Crónicas 29:28

Como todos los mortales, también David, nuestro querido


pastorcito de Belén, el dulce cantor de Israel, llegó al final de sus
días. Su historia fue única, su vida fue un poema escrito en el cielo
que Dios quiso dejarnos leer aquí en la tierra. El historiador Flavio
Josefo describe al segundo rey de Israel de esta manera: “Fue un
hombre excelente, dotado de todas las virtudes que son deseables
en un rey y en el que tiene a su cargo el cuidado de tantas tribus.
De extraordinario valor, decidido y primero en todos los peligros
cuando luchaba por sus súbditos”. En otro párrafo el historiador
sigue describiendo a este gigante de la historia del pueblo de Dios
y dice: “Era prudente, moderado, amable con los que sufrían,
justo y humano, que son buenas cualidades, particularmente
convenientes para un rey.”. El relator de la historia sagrada nos
dice que murió en buena vejez y nos da una serie de características
que nos recuerdan cómo vivió el hombre de quien el profeta dijo
que tenía “un corazón conforme al corazón de Dios”.

Buena vejez
No terminó su vida muerto por la espada del enemigo como su
antecesor, tampoco enfermó y quedó convaleciente, como varios
de los reyes que le sucedieron. Su vejez fue vivida y disfrutada,
como dice el poeta argentino, “como un anciano adorable”.

Lleno de días
David vivió lo suficiente para cumplir la misión para la que
Dios lo había enviado al mundo. Sus días fueron vividos a pleno,
145
valorando cada circunstancia que le tocó atravesar, sin culpar
a nadie, sin reproches y sin ninguna raíz de amargura. David
fue un hombre que disfrutó de la libertad que Dios concede a
sus criaturas y dejó vivir en esa misma libertad a todos los que
tuvieron contacto con él. Aprovechó sus días sirviendo al pueblo
de Dios, como lo describe San Pablo: “David, habiendo servido a
su propia generación según la voluntad de Dios, durmió, y fue reunido
con sus padres, y no vio corrupción.” Hechos 13:36. Nosotros también
terminaremos bien si dedicamos la vida a servir al Señor en lo que
él nos pide.

Lleno de riquezas
El rey David no fue un hombre avaro ni interesado en las
riquezas. Su actitud fue prudente y equilibrada, como se ve con
claridad cuando hizo que el botín tomado de los amalecitas se
repartiera entre todos sus hombres sin distinción entre los que
habían ido a la batalla y los que se habían quedado cuidando el
bagaje (1ª Samuel 30:22-25). David llegó a tener mucha riqueza
material, pero no estuvo detrás de ella, sino que buscó a Dios
como prioridad en su vida y se cumplió lo que dijo Jesús: “Busquen
primero el reino de Dios y su justicia y todas las demás cosas serán
añadidas.” Mateo 6:33. Así podría ser también nuestra experiencia
si seguimos el camino trazado por la Palabra, todo será añadido.

Lleno de gloria
La mayor riqueza del rey David no fue la obtenida como guerrero
o como rey, su mayor riqueza fue haber sido aprobado por Dios.
La gloria de la que disfrutó este siervo del Señor fue la misma
presencia de Dios en su vida. Su mayor disfrute fue Dios mismo:
“Me mostrarás la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de
gozo; delicias a tu diestra para siempre.” Salmos 16:11. Para terminar
bien hay que vivir en la presencia de Dios.

146
DÍA 71

TODO ES DEL SEÑOR


“Tu siervo está en medio de tu pueblo al cual tú escogiste; un pueblo grande,
que no se puede contar ni numerar por su multitud.”
1ª Reyes 3:8

Cuando Salomón asumió al trono siendo muy joven, lo primero


que hizo fue buscar a Dios ofreciendo sacrificios en un lugar
llamado Gabaón. Estando allí tuvo un sueño en el que él hablaba
con Dios y le confesaba al Señor su inexperiencia e incapacidad
para gobernar al pueblo. En esta parte de la oración hace tres
declaraciones que definen sus convicciones.

Tu siervo
Lo primero que Salomón hizo fue reconocerse un siervo del Señor.
Esto es muy importante, porque de ello dependerá la manera de
conducirse en el trono. La toma de conciencia de ser un siervo
ahuyenta el espíritu de soberbia y nos permite buscar la gloria de
Dios y el beneficio de las personas a quienes servimos. Permite
ver el señorío de Dios y quiebra nuestra voluntad ante la suya.
Reconocernos siervos nos permite encontrarle el sentido divino
al servicio y nos anima a realizar cada tarea con responsabilidad y
entusiasmo. Los verdaderos siervos disfrutan de servir y no tanto
del reconocimiento por hacerlo. El disfrute mayor es saber que
servimos a Dios, él pone personas en nuestro camino para que
les sirvamos. De esta manera, expresamos al Señor nuestro amor
y reverencia, y por ello hacemos lo que hacemos bendiciendo
a tantos. La carta paulina dice: “ Y todo lo que hagan, háganlo de
corazón, como para el Señor y no para los hombres.” Colosenses 3:23

Tu pueblo
Salomón había aprendido bien la lección de su padre, el pueblo
147
de Israel no era su pueblo, sino el pueblo de Dios. Los hombres
de Dios saben diferenciar en la obra el sentido de propiedad.
Nunca se sentirán los dueños, esto es grandemente peligroso y ha
llevado a la ruina a muchos. Cuando alguien se siente el dueño,
comienza a tomar señorío y pierde el sentido de administrador
y por ello vive el servicio como si nunca tuviera que dar cuentas.
El Apóstol recuerda a los siervos en Corinto: “Se requiere de los
administradores, que cada uno sea hallado fiel.” 1ª Corintios 4:2.
Cuando el Nuevo Testamento da instrucciones acerca de la
relación que deben mantener los miembros con los pastores, nos
dice: “Obedezcan a sus pastores, y respétenlos. Ellos cuidan de ustedes
porque saben que tienen que dar cuenta a Dios.” Hebreos 13:17

Tu decisión
El nuevo rey reconoció que Israel era el pueblo de Dios, porque
Dios lo escogió para que sea su propiedad, así lo dice Moisés en su
libro: “Tú eres un pueblo santo porque le perteneces al Señor tu Dios. De
todos los pueblos de la tierra, el Señor tu Dios te eligió a ti para que seas
su tesoro especial.” Deuteronomio 7:6. David, el padre de Salomón,
siempre había sido muy cuidadoso cuando se refería al pueblo del
Señor. En aquella ocasión en que se equivocó haciendo el censo
y Dios estaba castigando al pueblo, clamó a Dios: “ Y David dijo
a Jehová, cuando vio al ángel que destruía al pueblo: Yo pequé, yo hice
la maldad; ¿qué hicieron estas ovejas? Te ruego que tu mano se vuelva
contra mí.” 2ª Samuel 24:17. El joven Salomón sabía de este hecho
y era consciente de que en su gobierno trataría con las ovejas del
Señor y debía cuidarlas.

148
DÍA 72

SOLO SABIDURÍA
“Al Señor le agradó
que Salomón pidiera sabiduría.”
1ª Reyes 3:10

Salomón convocó a todo el pueblo y a sus príncipes para ir


juntos a Gabaón; allí ofreció sacrificios y adoración a Dios. Por
la noche, mientras dormía, nos dice el libro de 2ª Crónicas que
Dios se le presentó y le dijo: “Pídeme lo que quieras que yo te dé.”
2ª Crónicas 1:7. Salomón estaba ante un ofrecimiento único, el
eterno Dios y rey de reyes, el soberano del universo, le proponía
que le pidiera lo que él deseara. ¿Qué hubiéramos pedido nosotros
en su lugar? El muchacho, consciente de su falta de capacidad,
le pidió a Dios que le diera sabiduría para poder enfrentar la
responsabilidad de dirigir al pueblo de Israel. Aparecen algunas
razones por las que este joven le pidió sabiduría a Dios y te
propongo que reflexionemos sobre ellas.

Sabiduría para presentarse delante del pueblo


En el relato de 2ª Crónicas 1:10 leemos: “Dame ahora sabiduría y
ciencia, para presentarme delante de este pueblo; porque ¿quién podrá
gobernar a este tu pueblo tan grande”. Salomón se dio cuenta de
que, al ser tan joven, la gente lo estaría observando y no quería
cometer errores. El nuevo rey era hijo nada menos que del glorioso
rey David, un hombre admirado y venerado por todo Israel, por
ello Salomón se sentiría comparado y medido con la vara alta que
había dejado su padre. Nosotros también debemos presentarnos
cada día ante nuestra familia, nuestros compañeros de estudio o
de trabajo, ante nuestros hermanos y ante una sociedad que nos
mide. Cuando digamos que somos hijos de Dios, nos sucederá
algo parecido a lo que le sucedía a Salomón, la gente esperará que
149
nos parezcamos a nuestro padre. Por ello, también necesitamos
mucha sabiduría para saber medir cada palabra, actitud, conducta
y acciones que realicemos, de modo que el nombre de nuestro
Padre Celestial sea bien visto por todos los que nos rodean. El
Apóstol nos desafía a ser buenos imitadores del Padre: “Imiten
a Dios en todo lo que hagan porque ustedes son sus hijos queridos.”
Efesios 5:1

Sabiduría para gobernar al pueblo


La tarea que tenía Salomón era grande y difícil, por ello necesitaba
la sabiduría del cielo para poder realizar con éxito esta función.
Liderar nunca será tarea fácil. Cuando se toman decisiones,
no es posible conformar a todos. En el gobierno de cualquier
grupo de personas siempre habrá gente que no estará contenta
y despertará críticas, muchas de ellas muy hirientes. Cuando se
atraviesa por este período, se necesita mucha sabiduría para saber
cómo actuar. En el servicio de liderar en la iglesia puede darse
esta situación y los siervos de Dios deben saber enfrentar la crítica
con la sabiduría de Dios. Nos dice el Apóstol: “Si alguno tiene falta
de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin
reproche.” Santiago 1:5

Sabiduría para discernir entre lo bueno y lo malo


Las oportunidades que tendría Salomón de decidir sobre
distintas situaciones lo llevarían a grandes dudas sobre lo que
está bien y lo que está mal. Este mismo dilema sufre cualquier
persona que quiere actuar correctamente y mucho más quienes
tienen que liderar a otros. San Pablo, cuando ora por los creyentes
de Filipo, les dice: “Esto pido en oración… para que aprueben lo
mejor.” Filipenses 1:9-10. Cuando Salomón terminó su pedido
de sabiduría, Dios se agradó y le concedió todo lo que no pidió
también.

150
DÍA 73

DIOS ES MUY GRANDE


“¿Es verdad que Dios morará sobre la tierra? He aquí que los cielos, los cielos de los
cielos, no te pueden contener; ¿cuánto menos esta casa que yo he edificado?”
1ª Reyes 8:27

Salomón dedicó siete años a la construcción del templo, fue


una obra majestuosa. Estaba toda cubierta de oro por dentro
y por fuera. Era imponente y llena de esplendor. El día de la
inauguración estuvieron presentes todos los ancianos de la nación,
todos los jefes de las tribus, los principales de las familias de los
hijos de Israel y todo el pueblo. Vinieron de los distintos rincones
del país, de cada aldea y pueblo. No faltaba nadie, era una gran
multitud que se había reunido para celebrar junto a su rey y a
los sacerdotes la dedicación del templo al Señor. En ese solemne
acto, el rey Salomón pronunció una ferviente oración a Dios, el
Dios de Israel a quien le estaban dedicando el templo.

Dios morando en la tierra


La pregunta que el rey se hace es: “¿Dios morará sobre la tierra?”.
La Versión NTV traduce: “¿Es realmente posible que Dios habite en
la tierra?”. Para el hombre es imposible comprender dónde habita
Dios, porque él está en todas partes. Los teólogos describen esta
verdad con la palabra omnipresencia, cuando nos hablan de los
atributos no comunicables de Dios. El salmista se pregunta: “¿A
dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si
subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he
aquí allí, tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo
del mar, aun allí me guiará tu mano.” Salmos 139:7-10. David, al
reflexionar sobre el tema, nos dice que Dios está en todos lados,
pero no tiene un lugar fijo aquí en la tierra. La presencia del sol
refleja levemente lo que significa la presencia de Dios. Todas las
151
mañanas el sol se asoma por mi ventana y también por la tuya,
y por la de aquellos que están a miles de kilómetros de nosotros.
Es el mismo sol que aparece en todas partes, pero es uno solo.
Eliú, uno de los amigos de Job, dice: “Dios es grande, y nosotros
no le conocemos, ni se puede seguir la huella de sus años.” Job 36:26.
Salomón tenía razón cuando se asombra al pensar si Dios puede
morar sobre la tierra.

Dios morando en el templo


La segunda pregunta que se hace el rey es: “¿Dios morará en esta
casa?”. Habían dedicado mucho tiempo, mucho esfuerzo y mucha
inversión para construirla y la pregunta para Salomón estaba sin
responder. ¿Podemos encerrar a Dios en este templo? La respuesta
es un “no” definitivo. El Apóstol responde con toda claridad: “El
Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del
cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas.”
Hechos 17:24

Dios morando en nuestro corazón


Cuánto nos hubiera gustado estar en aquella gran inauguración
del templo de Salomón. Lo más extraordinario es que el Dios
eterno y Señor del cielo y de la tierra haya querido vivir en nuestro
ser interior. El Apóstol oraba por los creyentes de Éfeso pidiendo
que “habite Cristo por la fe en sus corazones.” Efesios 3:17. Pablo pide
que el mismo Jesucristo, Dios hecho hombre, se haga presente en
la vida de los creyentes. Cada día debemos valorar y disfrutar que
Dios esté con nosotros y que no haya aceptado quedarse solo en
el hermoso templo de Salomón.

152
DÍA 74

SIEMPRE PRESENTE
“Que estén tus ojos abiertos de noche y de día sobre esta casa,
sobre este lugar del cual has dicho: Mi nombre estará allí;
y que oigas la oración que tu siervo haga en este lugar.”
1ª Reyes 8:29

La oración de Salomón continúa y pide al Señor dos bendiciones


que todo creyente necesita para vivir en paz y seguro.

Tus ojos abiertos


La mirada de Dios sobre esta casa era de vital importancia para
el pueblo de Israel, como lo es para nosotros. Necesitamos que
sea Dios quien mire nuestra vida, nuestra familia y su iglesia. La
mirada del Señor es protectora, es proveedora es sustentadora de
todo lo que nos sucede. Cuando mis hijos eran pequeños, vivíamos
en una zona rural y en ese tiempo sufríamos muy seguido la falta
de energía eléctrica durante la noche. En una ocasión en que se
cortó el suministro de electricidad y no teníamos luz en la casa,
desperté a mi hijo a medianoche para llevarlo al baño. Alumbré el
trayecto con una linterna y al entrar al baño mi hijo me dijo: “Papá,
vos quedate en la puerta y mirame”. Para él, la mirada de su padre
alcanzaba para quedarse tranquilo a pesar de la oscuridad que lo
rodeaba. Salomón sabía que, si Dios estaba con sus ojos puestos
sobre el templo, todo estaría bajo control y esto le daba absoluta
seguridad. Seguramente el rey recordaba todo lo que significó la
mirada de Dios sobre el pueblo de Israel cuando era esclavo de
Egipto. Dice el relato: “ Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció
Dios.” Éxodo 2:25. Esa mirada fue suficiente para que el poder del
Señor se manifestara en rescate y bendición de todo el pueblo.
La mirada de Dios bastó para transformar esclavitud en libertad,
cansancio y angustia en descanso y paz. Los ojos del Señor sobre
153
nosotros transforman nuestro ser interior y nos permiten tener
una percepción correcta de la realidad. Las circunstancias podrían
no cambiar, pero estaremos tranquilos porque Dios está mirando
lo que nos sucede y eso nos dará paz.

Tus oídos abiertos


Salomón le pidió a Dios que escuchara su oración y que atendiera
a sus ruegos. En este momento de la historia, había calma y gran
alegría en todo el pueblo porque las cosas estaban bien, pero el
rey sabía que los tiempos de dificultad vienen sin llamarlos y
por ello quería asegurarse la atención de Dios. Cuando estamos
en aflicción, necesitamos ser escuchados porque la angustia y la
desesperación nos invade. El rey David compuso un poema que
describe esta situación en la que todos necesitamos ser asistidos
por Dios: “Pacientemente esperé al Señor, y se inclinó a mí y oyó mi
clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso.”
Salmos 40:1-2. Cuando Dios escucha nuestra oración, nunca se
queda con los brazos cruzados, él no es insensible ni indiferente
a nuestra situación. Ocurre que su forma de actuar y los tiempos
que él dispone no siempre coinciden con los nuestros y por ello
pensamos que no se está ocupando. Recordemos las palabras del
profeta: “El Señor ha dicho: Mis pensamientos no son los pensamientos
de ustedes, ni son sus caminos mis caminos.” Isaías 55:8. Dios es el
que maneja cómo nos va a ayudar y cuándo lo va a hacer y no
nosotros, porque él es el Señor. Nosotros debemos confiar y dejar
a Dios en el control, porque como decía el salmista: “Los ojos del
Señor están sobre los justos, y sus oídos atentos al clamor de ellos.”
Salmos 34:15. Y esto es suficiente.

154
DÍA 75

PLAGA EN EL CORAZÓN
“Toda oración y toda súplica que hiciere cualquier hombre, o todo tu pueblo Israel,
cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón,
y extendiere sus manos a esta casa, tú oirás en los cielos…”
1ª Reyes 8:38

La oración de Salomón va describiendo distintas situaciones


de conflicto que el pueblo podría llegar a atravesar. En todos
los casos debían orar a Dios, la afirmación del rey es: “Tú oirás
desde el cielo”. En el capítulo 8 desde el versículo 33 hasta el 37
se presentan situaciones de adversidades externas que afligirían
al pueblo. En todos los casos debían clamar a Dios en oración
y Dios oiría y actuaría. En el texto que tenemos para meditar, el
conflicto no es externo ni la aflicción viene desde afuera, el texto
dice: “cuando cualquiera sintiere la plaga en su corazón”. La versión
de Las Américas traduce: “Conociendo cada cual la aflicción de su
corazón”. No siempre es fácil identificar la aflicción del corazón,
porque nos es más cómodo ver afuera o en otros el conflicto que
tenemos en nuestro interior. El Apóstol Pablo lograba identificar
estas dos formas de dificultades: “Cuando vinimos a Macedonia,
ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados;
de fuera, conflictos; de dentro, temores.” 2ª Corintios 7:5. En muchas
ocasiones la plaga en el corazón se da por diversas situaciones que
afligen nuestro ser interior:

Pecados con los que luchamos


Hay conductas y hábitos que son pecaminosos con los que
luchamos y hasta tanto no logremos vencerlos nos producirán
aflicciones en el corazón. Gracias a Dios que tenemos el camino
abierto por el Señor para resolver y superar esta “plaga del
corazón”. Dice el Apóstol: “Si confesamos nuestros pecados, él es

155
fiel y justo para perdonarnos y limpiarnos de toda maldad.” 1ª Juan
1:9. Aparte de confesarlo, debemos apartarnos de la práctica del
pecado para que Dios pueda llevarnos a la prosperidad integral:
“El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se
aparta alcanzará misericordia.” Proverbios 28:13

Raíces de amargura que ocultamos


Cuando somos heridos u ofendidos por alguien solemos guardar
un sentimiento de odio y rencor hacia nuestro ofensor. Este
pensamiento y sentimiento nos esclaviza y genera gran aflicción
en nuestro corazón. Es una verdadera plaga que nos va invadiendo
hasta dejarnos en un estado de gran angustia. En esta situación,
podemos clamar a Dios porque él “oirá desde los cielos” y estará
dispuesto a ayudarnos a ser liberados de esa plaga. El libro de los
Hebreos dice que esta raíz puede contaminar a quienes tenemos
a nuestro alrededor: “Cuídense unos a otros, para que ninguno de
ustedes deje de recibir la gracia de Dios. Tengan cuidado de que no
brote ninguna raíz venenosa de amargura, la cual los trastorne a
ustedes y envenene a muchos.” Hebreos 12:15

Oraciones no contestadas
Cuando clamamos a Dios por algo que realmente nos importa
y queremos que él intervenga, y no sucede así, esto puede
generarnos mucha angustia. Debemos recordar que podemos
llevar todas nuestras peticiones a la presencia de Dios y él se
compromete, no necesariamente a concedernos lo que le pedimos,
pero sí a quitarnos la plaga de la aflicción del corazón. Así lo
dice el Apóstol: “ Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento,
guardará sus corazones y pensamientos en Cristo Jesús.” Filipenses 4:7

156
DÍA 76

DIOS ES PARA TODOS


“El extranjero que viniere… a causa de tu nombre (pues oirán de tu gran nombre, de
tu mano fuerte y de tu brazo extendido)… a orar a esta casa, tú oirás en los cielos.”
1ª Reyes 8:42-43

El Dios de Israel debía hacerse conocer en todas las naciones,


este era el mandato del Señor cuando los eligió como su pueblo,
así lo dice el profeta: “Te di por luz de las naciones, para que seas mi
salvación hasta lo postrero de la tierra.” Isaías 49:6. Así que Salomón
asume este compromiso y dice que también sería oída la oración
“del extranjero, que no es de tu pueblo Israel, que viniere de lejanas
tierras a causa de tu nombre” 1ª Reyes 8:41. Si nos preguntamos por
qué un extranjero querría orar al Dios de Israel, la respuesta la da
el mismo Salomón.

La gloria de Dios: “Oirá de tu gran nombre”


Dios es único y lleno de majestad, así fue como se manifestó en el
monte Sinaí cuando Moisés recibió las tablas de la Ley. La gloria
de Dios es su resplandor, su majestad, su misma presencia, su
rostro incomparable al que al hombre no le es posible acceder, por
ello despertaba tanto interés en los vecinos de Israel. Nosotros,
al igual que el pueblo elegido del Señor, podemos hacer conocer
la gloria de Dios a través de su obrar en nuestras vidas y de su
abundante bendición derramada cada día. Como lo expresa la
canción de Montaner: “De la Gloria de Dios vendrá / bendición
y abundante pan / para ti y para mí / y a quien quiera venir / a la
Gloria de Dios”.

El poder de Dios: “Oirá de tu mano fuerte”


Todas las naciones que rodeaban a Israel sabían de la manera en
que el Señor los había sacado de la esclavitud de Egipto. El brazo
157
poderoso de Dios se había mostrado y los vecinos sentían gran
admiración y respeto por el Dios de los hebreos. Debiéramos
estar atentos para comunicar lo que Jesucristo hizo en nuestras
vidas de modo que los que no son cristianos sientan admiración
por nuestro Señor. Esto va a generar en nuestros vecinos deseos
de conocer al Dios en el que creemos. Dice el Apóstol: “Ustedes
son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido
por Dios, para que anuncien los hechos maravillosos de aquel que los
llamó de las tinieblas a su luz admirable.” 1ª Pedro 2:9. El mejor
testimonio de nuestra fe para los que no son cristianos son los
cambios producidos por Dios en nuestro carácter y en nuestras
conductas.

La misericordia de Dios: “Oirá de tu brazo extendido”


Los dioses paganos eran vengativos y muy crueles con sus
seguidores, no así el Dios de Israel. En cada intervención del
Señor resaltaba su misericordia y su gracia. Los profetas siempre
traían palabra de esperanza para el pueblo. Los vecinos de Israel
oirían hablar de Jehová, el Dios de los hebreos, quien tenía una
forma de trato muy especial con su pueblo y desearían buscarlo
para que fuera su Dios. El brazo de bendición del Señor siempre
estaría extendido para llenarlos con todo bien también a ellos.
Cualquiera de esos vecinos podía clamar al Dios de Israel, el Señor
los oiría desde los cielos y les respondería. Los cristianos gozamos
del mismo Dios y muchas más promesas que los israelitas,
así lo dice el Apóstol: “…nos ha dado preciosas y grandísimas
promesas, para que por ellas participemos de su naturaleza divina”
2ª Pedro 1:4. Es un gran desafío que las personas que nos rodean
puedan desear tener el mismo Dios que dirige nuestras vidas y se
cumpla el deseo del Señor: “A fin de que todos los pueblos de la tierra
sepan que Jehová es Dios y que no hay otro.” 1ª Reyes 8:60

158
DÍA 77

PROMESA CONDICIONAL
“Si tú anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre, en integridad de
corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando
mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino para siempre…”
1ª Reyes 9:4

La oración de Salomón elevada en el acto de inauguración del


templo había sido escuchada por el Señor. Dios volvió a aparecerse
al rey para hacer un pacto con él y este tenía tres partes.

Propuesta de Dios
Dios le pidió al rey que fuera fiel en cumplir sus indicaciones
como lo fue su padre David. Es interesante que el Señor lo
anima a Salomón a tomar la decisión de seguir los pasos de su
primogénito para que obtenga los mismos resultados.

Preceptos para cumplir


Andar delante de Dios. Esto significaba que el joven rey debía
vivir consciente de la presencia de Dios, debía asumir que
todos sus actos estaban siendo mirados por Dios. Los profetas
del Antiguo Testamento, vez tras vez, se presentaban diciendo:
“Vive Jehová, en cuya presencia estoy”. Esto significaba que ellos
caminaban a la luz de la presencia del Señor, que no había nada
que ocultaran ante el Dios eterno.
Andar en integridad. Es decir, vivir con un corazón entero para
Dios, sin dobleces, sin medias tintas. Dios desea que seamos todo
para él, que no dividamos nuestro corazón, que no tengamos los
intereses divididos. Cuando Jesús llamó a seguirle dijo: “Ninguno
puede servir a dos señores; porque aborrecerá al uno y amará al otro, o
estimará a uno y menospreciará al otro. No pueden servir a Dios y a
las riquezas.” Mateo 6:24

159
Andar en equidad. Como rey, Salomón debía administrar justicia
y equidad. Esta es una tarea muy difícil. Nuestra mejor intención
de hacer las cosas bien y practicar la justicia no es suficiente,
porque como dice el profeta: “Toda nuestra justicia es como trapo de
inmundicia.” Isaías 64:6. La condición de cumplir el hacer justicia
y equidad está ligada a nuestro deseo de hacerlo y a la búsqueda
continua de la sabiduría y el valor que el Señor nos pueda dar para
poder aplicarla.
Guardar los estatutos y decretos. La obediencia a la ley del Señor
era la condición que Dios había establecido para sus siervos. Fue
por desobedecer que Saúl fue desechado y fue por su obediencia
que David fue aprobado. Ahora, el nuevo rey tenía el mismo
desafío: su reino permanecería si estaba dispuesto a guardar los
mandatos de Dios. En el Nuevo Testamento, el Señor dice que
la única forma de demostrarle nuestro amor a él es a través de la
obediencia a su Palabra, por eso dice: “El que me ama, mi palabra
guardará.” Juan 14:23. Si deseamos servir a Dios, debemos
decidirnos a ser obedientes a sus mandatos.

Promesa de bendición
El Señor deseaba bendecir la vida y el reinado de Salomón como
lo había hecho con su padre David. Dios es un Dios bendecidor
que desea lo mejor para sus hijos. Algunos años más tarde, el
mismo Salomón escribió: “La bendición de Jehová es la que
enriquece, y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22. La Biblia
está llena de promesas de Dios para su pueblo, la mayoría de ellas
son condicionales, es decir que el Señor nos dice que solo se van a
cumplir si nosotros hacemos nuestra parte. Oremos al Señor para
que nos dé la gracia de andar en sus caminos y ser obedientes a
sus mandatos, así seremos grandemente bendecidos.

160
DÍA 78

LA MEJOR CASA
“Terminó, pues, Salomón la casa de Jehová, y la casa del rey; y todo lo que Salomón se
propuso hacer en la casa de Jehová, y en su propia casa, fue prosperado.”
2ª Crónicas 7:11

La casa de Dios
La promesa de bendición para Salomón se fue cumpliendo y el
Señor prosperó toda la obra que quiso hacer. El templo fue una
de las construcciones más sobresalientes de la época, como dice
Kile Yates: “La estructura no era muy voluminosa, con todo, fue uno
de los edificios más hermosos y famosos que jamás se han edificado.
Allí se honró el nombre de Dios”. Sabemos que Dios no habita en
templos hechos por manos humanas, pero también sabemos que
la construcción del templo representaba la actitud que Salomón
y todo el pueblo tenían hacia Dios, a quien querían honrar. Hay
algunas características que aparecen en esta construcción que el
historiador Flavio Josefo describe muy bien.

Buen cimiento: “El rey hizo poner los cimientos del templo bien
profundamente en el suelo. Mandó hacerlo con piedra fuerte que
resistiera el rigor del tiempo.”. Para los cristianos, la casa del Señor
somos nosotros, su iglesia, y esta tiene un mejor fundamento. El
Apóstol nos dice: “Nadie puede poner otro fundamento que el que
está puesto, el cual es Jesucristo” 1ª Corintios 3:11. La iglesia está
asegurada y firme con el mejor fundamento, así que aun cuando los
hombres que la lideran fallen, nosotros podemos estar tranquilos,
el fundamento está firme.
Buena estructura: “Tenía que ser suficientemente fuerte para
sostener con facilidad la basta estructura superior.”. Al igual que
en el templo, la iglesia del Señor tiene una estructura construida
con las acciones que cada uno de los creyentes realiza y para ello
161
debe cuidar el tipo de material que utiliza: “Si sobre el fundamento
alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la declarará…”
1ª Corintios 3:12. Cómo debemos cuidar nuestra manera de hacer
las cosas de modo que podamos contribuir a la buena estructura
de la casa del Señor.
Buena armonía: Cuando se planeó la construcción, se decidió
que no se utilizaría ningún tipo de herramienta que produjera
ruido de hierro: “…ni martillos ni hachas se oyeron en la casa, ni
ningún otro instrumento de hierro”. Así que todo se preparaba lejos
del lugar del templo, para que ensamblara de forma casi perfecta.
Nos dice el historiador: “Parecía como si todo el material se
hubiese unido armónicamente, concordando las partes más bien
naturalmente, que por la fuerza de las herramientas”. La iglesia del
Señor tiene una armonía dada por el mismo Señor de modo que
puede funcionar sin necesidad de ruidos extraños ni aparatosidad.
Deslumbraba: Josefo nos dice que el templo era visto por todos:
“Todo el Templo relucía y el esplendor del oro que tenía en todas
partes deslumbraba a los que entraban”. La vida de los creyentes
debe brillar de modo tal que la gente se quede asombrada y desee
formar parte de este templo espiritual que es la iglesia. El Apóstol
nos anima: “Lleven una vida limpia e inocente como corresponde a
hijos de Dios y brillen como luces radiantes en un mundo lleno de gente
perversa y corrupta.” Filipenses 2:15

162
DÍA 79

UN FINAL TRISTE
“ Y cuando Salomón era ya viejo, sus mujeres inclinaron su corazón tras dioses ajenos,
y su corazón no era perfecto con Jehová su Dios, como el corazón de su padre David.”
1ª Reyes 11:4

Nos hubiera encantado llegar al final de la historia del tercer rey


de Israel y leer que terminó como su padre David, pero no fue
así. Dios se encargó de dejarnos el relato real de la historia, tal
como sucedieron las cosas en la vida de este rey. Salomón había
comenzado su reinado muy bien y Dios había prosperado su vida,
de tal modo que leemos: “Toda la tierra procuraba ver la cara de
Salomón, para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón.”
1ª Reyes 10:24. Las multitudes se agolpaban para ver y escuchar
al hombre más sabio de la tierra. La reina de Sabá hizo miles
de kilómetros para escucharlo y su opinión fue: “ Yo no creía las
palabras de ellos, hasta que he venido, y mis ojos han visto; y he aquí
que ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me había sido
dicha; porque tú superas la fama que yo había oído.” 2ª Crónicas 9:6.
Salomón no terminó bien su carrera, ¡cuánta advertencia nos deja
este final del relato de la vida del hijo del dulce cantor de Israel!

El tiempo pasa para todos: “Cuando era ya viejo”


El tiempo que transcurre en nuestra vida nos puede ir haciendo
más sabios y temerosos de Dios o puede ir limando nuestra
piedad y endureciendo nuestro corazón, como le sucedió a este
rey. Es probable que no nos demos cuenta de esta tragedia, por
ello debemos “velar y orar” continuamente. El mismo Salomón
había escrito: “Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo
y necio que no admite consejos.” Eclesiastés 4:13. Hasta el último
día de nuestra vida debemos estar abiertos a ser aconsejados y
enseñados por nuestros hermanos, porque ni aun Salomón con
163
toda su sabiduría terminó bien, porque cerró sus oídos a escuchar
las advertencias de las personas que tenía a su alrededor.

Las pasiones desordenadas, desordenan la vida: “Las mujeres


inclinaron su corazón”
El poder, las riquezas, la fama y aun la experiencia pueden hacernos
perder el equilibrio y desviarnos del camino correcto. Salomón
fue un rey de poder extremo y no pudo controlar sus pasiones,
como dice la sentencia del historiador británico Lord Acton: “El
poder corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente”. El
libro de Proverbios, del que Salomón escribió la mayor parte, nos
advierte al respecto: “Más vale ser paciente que valiente; más vale el
dominio propio que conquistar ciudades.” Proverbios 16:32. Cuando
Salomón aceptó transgredir el mandato dado por el Señor de no
tomar mujeres extranjeras como esposas, se subió al tobogán del
que era muy difícil regresar y la caída fue segura. Su desvío llevó
al desvío del pueblo y a sufrir la disciplina de Dios.

Descuidar el corazón es descuidar la vida: “Su corazón no era


perfecto”.
La intimidad del ser humano es el motor de la vida, es el timón
de la embarcación. Por eso Jesús dijo que el Espíritu Santo iba a
obrar en la vida de quienes creyeran en él: “De su interior correrán
ríos de agua viva.” Juan 7:37. La advertencia del proverbio es:
“Cuida tu corazón más que otra cosa, porque él es la fuente de la vida.”
Proverbios 4:23. Busquemos vivir en intimidad con Jesús cada día
para recibir toda la gracia y la ayuda del Espíritu Santo para que
nuestro corazón siga su dirección y evitemos desviarnos.

164
DÍA 80

LA BENDICIÓN DE LOS PADRES


“Pero no quitaré nada del reino de sus manos, sino que lo retendré por rey todos los
días de su vida, por amor a David mi siervo, al cual yo elegí, y quien guardó mis
mandamientos y mis estatutos.”
1ª Reyes 11:34

Salomón tenía la gran promesa que el Señor le había dado


a David. Aun cuando Salomón no fue obediente ni se esmeró
en guardar los mandatos que todo siervo de Dios debe guardar,
el Señor conservó su promesa. Podríamos pensar que esto es
injusto, porque sin obedecer igual le fue bien. No es correcta esta
apreciación, porque a Salomón le sucedió algo muy parecido a
lo que leemos de Jacob: tuvo la bendición, pero no la disfrutó.
Además de haber tenido la bendición de un reino estable, Salomón
tuvo la bendición de un padre que le dejó una gran bendición
en su crianza. Veamos el valor que tuvo para este hombre haber
tenido un padre como David. Los padres que aman y respetan
los principios de Dios dejan para sus hijos la mejor herencia. El
ejemplo de sus vidas son una gran bendición para ellos.

Ejemplo de comunión
David había vivido muy cerca de Dios todos los días de su vida,
brotaba desde su corazón un profundo anhelo por estar en la
intimidad con Dios. Solía cantar cada mañana: “¡Cuán amables
son tus moradas, oh Jehová de los ejércitos! Anhela mi alma y aun
ardientemente desea los atrios de Jehová.” Salmos 84:1. Cuando un
padre respira la presencia de Dios, impregna a sus hijos de este
grato perfume y los llena de gozo y de esperanza, preparándolos
para un mundo desabrido y en tinieblas.

165
Ejemplo de buen trato
El padre de Salomón fue un hombre que desde muy jovencito
supo lidiar con gente complicada y a todos ellos los trató bien. Las
personas viven ofendiéndose e hiriéndose entre ellas, las familias
suelen sufrir día tras día sus propias agresiones. El padre que ama
a Dios y respeta su voluntad tendrá la suficiente gracia para tratar
bien a cada uno de sus hijos sin importar las actitudes y acciones
de ellos. Les enseñará, a través del respeto y el amor con que los
crió, cómo deben tratar a su prójimo. Esta manera de tratar a las
personas estará impresa en sus corazones y en sus conductas de
modo que les resultará en una gran bendición cuando caminen en
el mundo tan hostil que les toca vivir.

Ejemplo de humildad
El orgullo de los reyes que gobernaron a Israel y a Judá son una
prueba evidente del mal ejemplo que recibieron y dejaron para su
posteridad; no así David. El padre de Salomón vivió siempre con
un corazón humilde y lleno de gratitud a Dios y a sus hermanos.
David nunca se sintió el dueño del mundo ni de las personas
que gobernaba. Cuando se refería al pueblo de Israel, decía “las
ovejas del Señor”, esto lo elevaba a ser reconocido como un
siervo de su pueblo. Cuando se equivocaba y ofendía la santidad
de Dios, confesaba y buscaba su misericordia. No vivía con
soberbia ni altanería, sino que se ajustaba al principio bíblico que
dice: “Al corazón contrito y humillado, no despreciarás tú, oh Dios”
Salmos 51:17. Si Salomón hubiera valorado este ejemplo, hubiera
sido otro el final de sus días. Los padres tenemos la oportunidad
de dejarles una gran herencia a nuestros hijos, marcándoles el
mejor ejemplo para que ellos disfruten de la bendición del Señor.

166
DÍA 81

FIDELIDAD INALTERABLE
“ Y a su hijo daré una tribu, para que mi siervo David tenga lámpara todos los días
delante de mí en Jerusalén, ciudad que yo me elegí para poner en ella mi nombre.”
1ª Reyes 11:36

Ante la desobediencia de Salomón, el Señor pronunció una


sentencia que cumpliría a la muerte del rey. El pueblo de Israel se
dividiría en dos reinos; uno estaría formado por diez tribus al que
se le llamaría el reino del Norte o reino de Israel y el otro sería
el reino del Sur o reino de Judá. Dios le recordó a Salomón que
no acabaría con su descendencia en el trono por amor a David
y para ello utilizó la frase poética: “…para que mi siervo David
tenga lámpara todos los días delante de mí en Jerusalén, ciudad que
yo me elegí para poner en ella mi nombre.”. Hay, por lo menos, dos
razones por las que Roboam, el hijo de Salomón, recibió el trono
del reino de Judá.

Misericordia de Dios con David


El Señor mismo llamó a David “mi siervo”, mostrando la
valoración que Dios tenía y siguió teniendo por el pastorcito
de Belén. A pesar de la desobediencia de Salomón, Dios
mantuvo su compromiso de misericordia y bendición sobre los
descendientes de su siervo. Me resulta muy difícil explicar cómo
funciona la misericordia de Dios para Salomón, porque no llego a
comprenderla. En nuestra manera de evaluar y juzgar la situación
a la que había llegado el rey Salomón, correspondería el castigo
que recibía cualquier idólatra del pueblo de Israel. Salomón era
un hombre a quien Dios había bendecido sobremanera, dándole
sabiduría más que a todos los mortales en la tierra, pero él no
valoró ni correspondió al Señor con fidelidad. Cualquiera de
nosotros podría decir que Salomón y su descendencia no merecían
167
ninguna misericordia de parte de Dios, pero el Señor no pide
permiso para mostrarse misericordioso. El rey David escribió que
Dios “no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni
nos ha pagado conforme a nuestros pecados. Porque como la altura de
los cielos sobre la tierra, engrandeció su misericordia sobre los que le
temen.” Salmos 103:10-11. Cómo debemos valorar que el Señor
nos trate con tanta misericordia y cómo debemos orar para que se
cumpla en nosotros la promesa: “Les daré las misericordias fieles de
David.” Hechos 13:34

Muestra de fidelidad a su promesa


Un día Dios le habló a David por el profeta Natán y le prometió
que su trono sería estable y para siempre: “Cuando tu vida llegue
a su fin y vayas a descansar entre tus antepasados, yo pondré en el
trono a uno de tus propios descendientes, y afirmaré su reino… tu
casa y tu reino durarán para siempre delante de mí; tu trono quedará
establecido para siempre.” 2ª Samuel 7:12-16. Esta promesa se
cumplió totalmente, porque fue a través de la línea genealógica de
David que apareció nuestro Señor Jesucristo, así lo dice el Nuevo
Testamento en Mateo 1:1: “Libro de la genealogía de Jesucristo,
hijo de David.” y en Romanos 1:3 dice: “Este evangelio habla de su
Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David.”.
Salomón solo fue un instrumento en las manos de Dios para
bendecir a la humanidad, quien podía haber terminado bien su
carrera y disfrutado del privilegio de ser utilizado por Dios para
propósitos tan sublimes. Aunque no comprendamos la forma
que tiene Dios para llevar adelante sus planes, nunca olvidemos
que siempre será para nuestro bien porque su misericordia y su
fidelidad son inalterables.

168
DÍA 82

TÚ PASAS POR LA HISTORIA


“Durmió Salomón con sus padres, y fue sepultado en la ciudad de su padre David;
y reinó en su lugar Roboam su hijo.”
1ª Reyes 11:43

Nunca hubiéramos imaginado que el relato del final de la vida


del rey más sabio de la historia terminaría en esta corta frase.
No recibió elogios de parte del historiador sagrado, ni se hace
ninguna alusión especial como leímos en el registro de la muerte
de su padre David. La descripción de su muerte es igual al relato
de cualquiera de los casi cuarenta reyes que pasaron por Israel
y Judá. Las tres frases que describen su epitafio nos recuerdan
verdades que debemos considerar mientras estamos vivos.

Durmió con sus padres


Todos vamos a morir y eso lo sabemos, pero muchos pensamos
que nunca nos llegará la hora. Las luces de colores y el bullicio
de las interminables fiestas del palacio, entre las que vivió este
fastuoso rey, le hacían pensar que la muerte nunca llegaría. Pero
el frío de la despedida un día tocó a su puerta y las palabras del
poeta español Gustavo Adolfo Bécquer, resonaron a su alrededor:
“Despertaba el día, y a su albor primero, / con sus mil ruidos
despertaba el pueblo / ante aquel contraste de vida y misterios,
/ de luz y tinieblas, medité un momento: / ¡Dios mío, qué solos
se quedan los muertos!”. Salomón quizás vivió olvidado de la
sentencia bíblica: “Está establecido para los hombres que mueran una
vez, y después de esto el juicio.” Hebreos 9:27. Como todos vamos a
morir, todos debemos estar preparándonos para cuando Dios nos
llame.

169
Fue sepultado en la ciudad de su padre
En muchas ocasiones tenemos la sensación de ser imprescindibles
y suponemos que si nos ausentáramos, las cosas dejarían de
funcionar. Pero no es así, no es demasiado lo que se modificará
por nuestra ausencia. Los más cercanos nos llorarán un tiempo,
otros nos echarán de menos algunas semanas y algunos que
nos conocieron quizás ni se den cuenta de nuestra ausencia. El
mismo Salomón había dicho: “Aún hay esperanza para todo aquel
que está entre los vivos; porque mejor es perro vivo que león muerto.”
Eclesiastés 9:4. Por esta razón, debemos aprovechar cada momento
de nuestra vida y, mientras tengamos vida, utilizarla con sabiduría,
porque un día seremos sepultados.

Reinó en su lugar Roboam su hijo


La famosa frase “Muerto el rey, ¡viva el rey!” se cumplió en este
caso. La gente pensó en el nuevo rey y ni siquiera le importó
demasiado que Roboam dividiera el reino. Recuerdo que
cuando cursé Historia del Cristianismo, el profesor, don José
Grau, comenzó su primera clase diciéndonos: “Nunca olvidéis,
que cuando vosotros llegasteis había historia y cuando vosotros
os vayáis, seguirá la historia. La historia no pasa por vosotros,
vosotros pasáis por la historia”. Debiéramos vivir conscientes de
la rapidez con que dejamos este mundo y que nosotros somos
solo un eslabón de la cadena. El protagonista de la historia es el
Señor, quien es el Dios de la historia y no nosotros, aun cuando
en ocasiones nos invada, como dice Charles R. Swindoll, “el
síndrome del protagonismo”. Salomón, quien ocupó el centro de
la historia de Israel por cuarenta años, un día dejó este mundo y
Dios siguió haciendo su voluntad con Israel. Así sucederá con
nosotros; el Señor no detendrá su reloj cuando dejemos este
mundo. Él permanece siempre inalterable, porque “en Dios no hay
mudanza ni sombra de variación.” Santiago 1:17

170
DÍA 83

MALOS CONSEJEROS
“Roboam rechazó el consejo de los ancianos y pidió, en cambio, la opinión de los
jóvenes que se habían criado con él y que ahora eran sus consejeros.”
1ª Reyes 12:8

Luego de la muerte de Salomón, Roboam, su hijo, se dirigió a


la ciudad de Siquem con mucho entusiasmo e ilusión, porque el
pueblo iba a hacerlo rey. Posiblemente el nuevo rey no imaginó
que, en el mismo momento de su asunción, el despechado
Jeroboam le hablaría en nombre del pueblo para hacerle algunos
pedidos. El pedido era justo y comprensible para cualquiera
que conociera la situación de agobio económico al que habían
llegado por el exceso de impuestos y cargas que Salomón había
mantenido sobre el pueblo. La voz cantante la llevaba Jeroboam,
antiguo adversario del rey Salomón. El joven Roboam no dio una
respuesta inmediata, sino que solicitó tres días para hacer algunas
consultas. Veamos cómo procedió este joven rey.

Consejo de mayores
Roboam solicitó consejo, en primer lugar, a los ancianos de Israel,
aquellos hombres que habían estado en la corte muy cerca de su
padre Salomón. Dice Flavio Josefo: “Estos le dieron un consejo
propio de hombres bien intencionados y conocedores del alma
popular, le aconsejaron que hablara a la multitud amablemente
y con más familiaridad de la que correspondía a la pompa real”.
Si así lo hubiera hecho Roboam, hubiera evitado el desastre
nacional. Un profesor del Seminario solía decirnos: “Quien pide
consejo a los mayores y utiliza la experiencia ajena, vive con
sabiduría extra”. Es de sabios pedir consejo, pero no es de sabios
hacer lo que más nos agrade por sobre la sabiduría de los consejos
recibidos, y esto es lo que hizo Roboam. Este muchacho debió
171
haber atendido el consejo de estos hombres de experiencia para
actuar con sabiduría, como decía Salomón: “Atiendan el consejo y
sean sabios, y no lo menosprecien.” Proverbios 8:33

Consejo de pares
Luego pidió consejo a sus amigos, a quienes se habían criado
con él, a sus pares. Esto fue un grave error de parte de Roboam,
porque sus pares podían ver lo mismo que él veía y no lo llevarían
a ver más allá de su propia visión. Nunca debiéramos olvidar que
la experiencia de los mayores nos ayuda a ver lo que nosotros no
vemos. La Biblia nos enseña que debemos respetar a las personas
que han llegado a ancianos, así lo expresa el texto en Levítico
19:32: “Delante de las canas te levantarás, y honrarás el rostro del
anciano, y de tu Dios tendrás temor. Yo Jehová”. Los amigos de
Roboam lo dirigieron a desoír el consejo de los ancianos. El relato
dice que “Roboam rechazó el consejo de los ancianos” y esto lo llevó al
desastre. Podríamos decir que comenzó su reinado y su liderazgo
con una gran derrota. Lo que quiso escuchar este joven arrogante
fue el deseo de su propio corazón y olvidó la advertencia sagrada:
“Engañoso es el corazón más que todas las cosas y perverso, ¿quién
lo conocerá?” Jeremías 17:9. Luego de seguir el consejo de sus
amigos y dejarse llevar por lo que su corazón le dictaba, el pueblo
se reveló y se apartó de su reinado. Esta fue la tragedia que se
conoce como la división del reino. Nunca más el pueblo de Israel
volvió a ser un pueblo unificado. Las consecuencias de las malas
decisiones no solo las sufren quienes las toman, sino que otros
suelen ser afectados, por ello debemos recordar la palabra que
dice: “No seas sabio en tu propia opinión; teme al Señor y apártate del
mal.” Proverbios 3:7

172
DÍA 84

LOS PELIGROS DEL ÉXITO


“Cuando Roboam estaba fuerte y firmemente establecido, abandonó la ley del Señor y
todo Israel lo siguió en este pecado.”
2ª Crónicas 12:1

Prosperidad y fortaleza
Roboam gobernó por diecisiete años y una parte de estos años
fueron buenos. Dios le permitió tener victoria contra su adversario
Jeroboam, fortificar su ejército con buen armamento y tener a
las dos tribus, Judá y Benjamín, sujetas a su autoridad. Las cosas
marchaban muy bien y todo se encaminaba a un reinado de gloria.
El problema de este rey fue pensar que la prosperidad en el reino
era por su capacidad y que Dios no tenía nada que ver. Suele ser
muy común que esta idea llene nuestro corazón. Cuando las cosas
van bien y todo parece marchar “viento en popa”, la soberbia aflora
y dejamos afuera a Dios. Esto fue lo que le pasó al rey Roboam
y esto mismo puede pasarnos a nosotros si no estamos atentos.

Abandono de la ley
Con mucha facilidad Roboam dejó la ley del Señor para seguir
sus propias ideas y deseos. Se desvió tras la inmoralidad y el
politeísmo de los cananeos, los mismos pecados en los que incurrió
su padre Salomón. Esta conducta desagradó a Dios y por ello fue
castigado. El relato nos dice: “Hizo lo malo, porque no dispuso su
corazón para buscar a Jehová.” 2ª Crónicas 12:14. El relato del libro
de Reyes es más fuerte aún porque explica: “ Y Judá hizo lo malo
ante los ojos de Jehová, y le enojaron más que todo lo que sus padres
habían hecho en sus pecados que cometieron.” 1ª Reyes 14:22. Es muy
común en nosotros olvidarnos de los principios y mandamientos
del Señor, y las razones pueden ser muchas, pero ninguna nos
justifica. A veces es la falta de conocimiento, como dice el profeta:
173
“Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento.” Oseas 4:6.
Otras veces es por nuestra soberbia, ese querer manejarnos solos
y por nuestra cuenta. Solemos pensar que tenemos mejores ideas
y planes que los que nos propone Dios y terminamos vacíos y
con una gran frustración, como lo describe el profeta Jeremías:
“Porque dos males ha hecho mi pueblo: me dejaron a mí, fuente de
agua viva, y cavaron para sí cisternas, cisternas rotas que no retienen
agua.” Jeremías 2:13. El abandono de la ley del Señor siempre trae
consecuencias nefastas para nosotros y para quienes nos rodean,
por ello debemos estar atentos y ser muy cuidadosos en cumplir
los mandatos de Dios, como nos advierte la Palabra: “Hijo mío,
no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos.”
Proverbios 3:1

Influencia negativa
La narración de esta desgracia en la que cayó Roboam por su
propia decisión, arrastró a todo el pueblo: “Roboam… abandonó la
ley del Señor y todo Israel lo siguió en este pecado.”. El rey no asumió
con responsabilidad el liderazgo al que había sido llamado,
porque en lugar de llevar al pueblo a seguir la voluntad del Señor,
los condujo con su mal ejemplo a la desobediencia a Dios. En
cualquier liderazgo que tengamos, sea con nuestros hijos, alumnos,
empleados, hermanos de la iglesia u otros, los liderados seguirán
lo que nosotros hagamos por sobre lo que les digamos. Esta idea
la tenía muy clara el Apóstol cuando les escribió a sus hermanos
a quienes estaba cuidando: “Lo que ustedes aprendieron y recibieron
de mí; lo que de mí vieron y oyeron, pónganlo por obra, y el Dios de
paz estará con ustedes.” Filipenses 4:9. Qué gran ejemplo nos dejó el
Apóstol y qué gran diferencia se observa con Roboam.

174
DÍA 85

LA MISERICORDIA ES INEXPLICABLE
“ Y cuando él se humilló, la ira de Jehová se apartó de él, para no destruirlo del todo;
y también en Judá las cosas fueron bien.”
2ª Crónicas 12:12

Cada vez que leemos textos como este, nos volvemos a quedar
asombrados y sin palabras ante la inmensa misericordia de Dios.
La descripción que hay en el relato sobre las conductas perversas
que permitió Roboam son dignas de castigo, y esto es lo que iba a
suceder, la sentencia de castigo estaba siendo ejecutada: “Por cuanto
se habían revelado contra Jehová, en el quinto año del rey Roboam
subió Sisac rey de Egipto contra Jerusalén, con mil doscientos carros…”
2ª Crónicas 12:2-3. Jerusalén iba a ser destruida e invadida por el
rey de Egipto. Pero una vez más vemos la abundante misericordia
del Señor para con quienes están dispuestos a humillarse y a
buscarlo nuevamente. Los tres personajes que aparecen en este
versículo nos dejan grandes lecciones.

Roboam se humilló
La pecaminosidad del corazón del hombre es innata y por ello el
desvío del camino de la rectitud le es casi natural, dice la Escritura:
“ Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que
todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo
al mal.” Génesis 6:5. Aun así Dios sigue amando a sus criaturas y
está dispuesto a ayudarnos. Lo que el Señor espera es que haya
un verdadero reconocimiento del pecado y arrepentimiento, para
ello debemos humillarnos. Humillarse delante de Dios es aceptar
la culpa e imposibilidad de cambiar por nuestra cuenta, es buscar
el auxilio y ayuda del Señor, es esperar y depender únicamente de
su misericordia para salir del pantano del pecado. Seguramente
Roboam recordaba la historia del nacimiento de su padre. Dios
175
había tenido misericordia de su abuelo David y de su abuela
Betsabé y les había dado una nueva oportunidad. Posiblemente
Roboam había escuchado decir a David: “Al corazón contrito y
humillado, no despreciarás tú, oh Dios.” Salmos 51:17. Esta actitud
le permitió a Roboam tener una nueva oportunidad y ser librado
del castigo.

Jehová apartó su ira


Dios no es un Dios vengativo, sino que es “lento para la ira y grande
en misericordia”. La ira del Señor es siempre contra el pecado, la
maldad, lo incorrecto, es contra todo lo que afrenta su carácter
santo, pero nunca siente odio o rencor por sus criaturas. Cuánto
debemos agradecer a nuestro Dios que sea lento para la ira. Así
fue como actuó con Roboam y con tantos otros personajes de la
historia, y es así como quiere actuar con nosotros, pero exige que
haya un genuino reconocimiento del pecado. El apóstol lo explica
de la siguiente manera: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y
justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad.”
1ª Juan 1:9

El pueblo fue bendecido


La conducta y decisión de Roboam como rey de Judá afectaba
directamente al pueblo que él lideraba. Así sucede siempre,
los que lideran son muy responsables de las consecuencias que
vive el pueblo. Luego del cambio de actitud de Roboam, Dios
actuó a su favor y bendijo a sus liderados: “También en Judá las
cosas fueron bien.”. El deseo del Señor es bendecir a sus hijos, el
problema solemos ser nosotros que por el orgullo y la falta de
reconocimiento de nuestros pecados, no permitimos que Dios
nos llene de su bendición.

176
DÍA 86

HACER SUS PROPIAS REGLAS


“Así que el día quince del octavo mes, una fecha que él mismo había designado,
Jeroboam ofreció sacrificios sobre el altar de Betel. Él instituyó un festival religioso
para Israel y subió al altar a quemar incienso.”
1ª Reyes 12:33

El inicio del nuevo reino de las diez tribus de Israel, conocido


como el reino del Norte o reino de Israel, comandado por el joven
Jeroboam, es también el inicio del desastre de la nación. Todo
empieza con un hombre que no tiene respeto por las disposiciones
del Señor, sino que hace sus propias reglas y establece un nuevo
orden al dado por Dios a su pueblo. La rebelión de Jeroboam está
narrada en 1ª Reyes 12:25-33. Allí se describen las nuevas reglas
que estableció este soberbio rey, haciendo una burda imitación de
las disposiciones dadas por el Señor sobre cómo debían realizarse
las ceremonias en Israel. Jeroboam estableció nuevo objeto de
culto (v. 28), nuevo centro de adoración (v. 29), nuevo orden de
sacerdotes (v. 31), nuevo calendario de fiestas (v. 32) y nuevo altar
de sacrificio (v. 32). El Señor se desagradó de esta innovación que
contradecía las indicaciones establecidas en el libro de Levítico
y que los anteriores reyes habían respetado. Veamos las nefastas
acciones de Jeroboam.

Calendario establecido
Queriendo diferenciarse del trono de David, Jeroboam hizo a
propósito un cambio de fecha de la fiesta de los Tabernáculos.
Esta fiesta estaba estipulada por el Señor en el séptimo mes, así
lo había indicado Moisés por mandato de Dios: “Habla con los
hijos de Israel, y diles que el día primero del mes séptimo será para
ustedes día de reposo, en el que al son de las trompetas deberán celebrar
una santa convocación.” Levítico 23:24. Jeroboam la cambió de

177
manera caprichosa, como lo dice el relato: “Así que el día quince
del octavo mes, una fecha que él mismo había designado, Jeroboam
ofreció sacrificios sobre el altar de Betel.”. Este rey tuvo en poco
la instrucción y el Señor no se agradó. Cuando alguien desea
servir a Dios, debe seguir sus instrucciones y el calendario y los
tiempos los dispone Dios, no nosotros. El rey David expresó: “En
tu mano están mis tiempos.” Salmos 31:15. Esto quiere decir que
nuestro calendario y todo lo que hemos de hacer está ordenado,
diagramado y organizado por el calendario de Dios y no debemos
intentar cambiarlo.

Objeto de culto establecido


No hay ningún objeto de culto que se interponga entre Dios y su
pueblo, así estaba establecido en la ley del Señor. Jeroboam hizo
dos becerros de oro repitiendo un acto de idolatría cometido por
el pueblo de Israel en el desierto. El rey utilizó, en esta ocasión,
las mismas palabras dichas por el pueblo al pie del monte Sinaí:
“Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto.”
Éxodo 32:4. Las palabras de Jeroboam fueron: “He aquí tus
dioses, oh Israel, los cuales te hicieron subir de la tierra de Egipto.”
1ª Reyes 12:28. Desde el éxodo hasta Jeroboam habían pasado
muchos años, pero el corazón del pueblo no había cambiado.
La idolatría es un pecado atractivo y cautivante. Idolatría es
remplazar a Dios por otro objeto; muchas veces es nuestro yo
y nuestros caprichos lo que nos hace ser grandes idólatras de
nosotros mismos. Para evitar parecernos a Jeroboam, digamos
como el salmista: “Te exaltaré mi Dios mi rey, y bendeciré tu nombre,
eternamente y para siempre, cada día te bendeciré.” Salmos 14:1-2

178
DÍA 87

ACTITUDES Y CONDUCTAS DIFERENTES


“Le arranqué el reino a la familia de David y te lo entregué a ti; 
pero tú no has sido como mi siervo David, quien obedeció mis mandatos y me siguió
con todo el corazón y siempre hizo lo que yo quería.”
1ª Reyes 14:8

El rey Jeroboam es el prototipo de desobediencia. Vez tras vez


aparecen en el relato de la historia de los reyes expresiones de
reclamo de parte de Dios. Entre otros, se menciona al rey Baasa
y el relator utiliza la misma frase que para varios reyes de Israel:
“Hizo lo malo ante los ojos de Jehová, y anduvo en el camino de
Jeroboam, y en su pecado con que hizo pecar a Israel.” 1ª Reyes 15:34.
Jeroboam contaminó su descendencia con su mal ejemplo, y la
semilla de la idolatría es muy difícil arrancar. El profeta Ahías deja
en evidencia el gran contraste entre Jeroboam y David. Cuando
uno de los hijos de Jeroboam se enfermó, este quiso consultar al
profeta y para ello utilizó a su esposa, quien disfrazada se presentó
a Ahías, ocultando la verdad. La sentencia de la disciplina de Dios
sobre Jeroboam y su casa fue muy dura y para explicársela, Dios lo
hace reflexionar sobre la diferencia que había entre el pastorcito
de Belén, quien llegó a ser rey, y él.

Obediencia
La vida de David fue una sucesión de actos de obediencia y
sumisión a la voluntad de su Dios. La expresión que definió su
elección para ocupar el trono de Saúl fue: “Jehová se ha buscado
un varón conforme a su corazón.” 1ª Samuel 13:14. La actitud
de David ante los principios de Dios fue de obediencia, así lo
expresó: “Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto.”
Salmos 7:7. La obediencia no es algo que debiera pasar por el filtro
de lo que nos gusta o deja de gustar, por el placer que nos cause

179
o el sacrificio que signifique; obediencia siempre es renunciar a
nuestra voluntad para hacer la voluntad de Dios sin discusión.
Obediencia siempre es luchar entre lo que quiero y lo que debo,
entre lo que pienso y lo que siento, entre lo que Dios me propone
y mis planes. Hasta que no derribemos nuestro yo y le digamos a
Dios: “mi corazón está dispuesto”, no estaremos en el camino de
David, sino en el de Jeroboam.

Seguimiento
Seguir detrás de alguien es aceptar la dirección de quien nos está
conduciendo, es asumir que otro tiene el liderazgo y avanzar sobre
la huella dejada, es no decidir nuestro propio destino. Dios dijo
de David: “…me siguió con todo el corazón”. Jeroboam no estaba
dispuesto a seguir a nadie que no fueran sus propias ideas y planes.
Este nuevo rey imaginó que él era el dueño del pueblo y de su
recorrido y por ello organizó a su manera las cosas. Todos los reyes
que le sucedieron siguieron sus huellas y fueron un desastre como
él. Qué distinto hubiera sido si hubieran seguido las instrucciones
de Dios. Él los hubiera guiado “por sendas de justicia por amor de su
nombre”, como lo hacía el rey David.

Acción
La vida y el reinado de David estuvieron llenos de acción, pero
todas ellas eran guiadas y dirigidas por su Dios. El caso de
Jeroboam fue distinto, él hizo muchas cosas y todas ellas pensando
en él mismo y no en hacer la voluntad de Dios. A este rey no
le interesaba lo que Dios decía y eso lo diferenciaba de David.
Estas tres razones hicieron la diferencia entre David y Jeroboam,
nosotros decidimos de qué lado vamos a estar.

180
DÍA 88

BUENAS DECISIONES
“Asa hizo lo recto a los ojos del Señor, como su antepasado David.”
1ª Reyes 15:11

Asa fue el tercer rey de Judá y reinó por cuarenta y un años. Fue un
rey próspero en casi todo su reinado. Fue bendecido por el Señor
porque su corazón se inclinó a hacer la voluntad de Dios y procuró
andar en sus mandamientos. El registro de los libros históricos
dan cuenta de grandes decisiones que tomó este rey: Quitó del
país a los sodomitas, destruyó los ídolos que sus padres habían
hecho, quitó los lugares altos de adoración idólatras, guardó en el
templo lo que su padre y él habían dedicado al Señor, impidió que
su madre Maaca fuese reina madre porque había hecho un ídolo
de Asera, logró una gran victoria contra los etíopes porque confió
en el Señor y mandó a Judá que buscase a Jehová, el Dios de sus
padres. Cada una de estas decisiones tuvo la aprobación de Dios
y Asa fue exitoso en ese tiempo en que su corazón hizo lo recto a
los ojos del Señor. Veamos algunas de estas decisiones:

Impidió que su madre fuese reina madre


Ser reina madre significaba que estaría junto al rey, disfrutaría de
privilegios y participaría de las decisiones del monarca. No debe
haber sido nada fácil para Asa tomar esta decisión, porque los
sentimientos suelen dirigir nuestras conductas y el amor que se
siente por una madre hace que siempre se la quiera favorecer. En
esta oportunidad, estaba en juego el amor y respeto a los mandatos
del Señor frente a sus sentimientos, y Asa decidió agradar a Dios
por sobre ellos. Sin haber leído a Jesús, Asa entendió y respetó el
principio dado por el Maestro: “El que ama a padre o madre más
que a mí, no es digno de mí; el que ama a hijo o hija más que a mí, no es
digno de mí.” Mateo 10:37. Muchas obras (iglesias, organizaciones
181
cristianas, ministerios, etc.) se han arruinado por haber elegido
los intereses familiares por encima de los intereses de Dios. No
sucedió esto con el rey Asa, él pudo ver con claridad por sobre sus
sentimientos.

Logró vencer a los etíopes


La guerra contra los etíopes era un desafío mayor, el relato de
Crónicas nos dice: “Salió contra ellos Zera etíope con un ejército de
un millón de hombres y trescientos carros.” 2ª Crónicas 14:9. No era
posible hacerle frente a semejante ejército porque la tropa militar
del ejército de Asa era muy pequeño comparado con el de los
etíopes, la derrota era segura. Es en ese momento en el que Asa
tomó una decisión importante: decidió buscar la ayuda de Dios
y clamó a Jehová: “¡Oh Jehová, para ti no hay diferencia alguna en
dar ayuda al poderoso o al que no tiene fuerzas! Ayúdanos, oh Jehová
nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra
este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios; no prevalezca contra ti
el hombre.” 2ª Crónicas 14:11. Esta oración muestra a un hombre
confiado absolutamente en el poder de Dios. El Señor vio su
corazón y le respondió, dándole una gran victoria.

Mandó a Judá que buscara a Jehová


Esta fue, quizás, la mejor decisión: hacer un llamado al pueblo y
motivarlo a seguir en los caminos del Señor. Dios siempre espera
que los líderes guíen al pueblo a buscarlo y que les enseñen a
obedecer sus mandamientos. El gran rey David, cuando pensaba
en lo lindo que fue dirigir las ovejas del Señor, decía: “Me acuerdo
de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí; de cómo yo fui con la
multitud, y la conduje hasta la casa de Dios, entre voces de alegría y
alabanza del pueblo en fiesta.” Salmos 42:4. Las tres decisiones de
Asa fueron aprobadas por el Señor y por ello recibió una gran
bendición.

182
DÍA 89

MALAS DECISIONES
“Sin embargo los lugares altos no se quitaron.”
1ª Reyes 15:14

“Haya alianza entre nosotros, como entre mi padre y el tuyo. Yo te envío un presente
de plata y de oro; y ve y rompe tu pacto con Baasa, rey de Israel,
para que se aparte de mí.”
1ª Reyes 15:19

La Biblia no cuenta únicamente la parte linda de la historia de los


siervos de Dios, ni oculta las fallas y debilidades de los hombres
que desearon agradarle. Así sucede con la historia del rey Asa,
el Señor se encargó de que quedara registrado ese “sin embargo”
que nos duele tanto y que lamentamos que esté en el relato. Hay
dos malas decisiones que tomó Asa que le trajeron tristezas y la
desaprobación del Señor.

No quitaron todos los lugares altos


Se llamaba “lugares altos” a los altares que los pueblos paganos
levantaban para ofrecer sacrificios a sus dioses. Cuando Israel
entró a la tierra prometida y comenzó a conquistar ciudades, debía
derribar esos altares o lugares altos. A través de la historia del
pueblo de Dios, vemos que muchos de sus reyes aceptaron seguir
teniendo esos lugares de sacrificio y adoración a dioses falsos,
como fue el caso de Salomón y otros. A Dios no le agradaron
estas malas decisiones y castigó a los líderes y al pueblo que fue
tras dioses ajenos. Asa decidió quitarlos, pero no a todos, muchos
lugares siguieron funcionando. En nuestra experiencia, suele
suceder que tomamos muchas buenas decisiones, pero algunas
de ellas no las alcanzamos a concretar y otras las abandonamos.
El descuido de no cumplir con los compromisos asumidos nos

183
conduce a la desaprobación de Dios. Esto le sucedió al rey Asa,
él estaba entusiasmado en quitar todos los lugares altos y tomó la
decisión correcta pero no estuvo atento a que se cumpliera.

Hizo alianza con el rey de Siria


El rey Asa tenía muchas guerras ganadas y entre ellas la gran
batalla contra los etíopes, porque el Señor fue quien le dio la
victoria. Algo sucedió en la mente de este rey, que ante el avance
del rey de Israel entró en pánico, en angustia y gran desesperación.
En ese estado debía haber recurrido a Dios como lo había hecho
en situaciones anteriores, pero no lo hizo. La idea que se le ocurrió
fue llamar a alguien para que lo defendiera y ese era Ben-adad,
el rey de Siria, quien tenía acuerdos militares con sus enemigos,
los israelitas. Así que le ofreció oro y plata para hacer una alianza
y recibir de él la ayuda que necesitaba. Esto no estuvo bien. Aun
cuando el reino de Judá era más pequeño que el de Israel, el rey
Asa debió confiar en Dios y recordar que los siervos de Dios
ganan las batallas de otra manera: “No con espada, ni con fuerza,
sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos” Zacarías 4:6. Es
posible que el rey se haya sentido rodeado y haya creído que ya no
había chances de alcanzar la victoria porque el rey de Israel estaba
construyendo una fortaleza que impediría a los de Judá salir de su
ciudad. Esto mismo suele suceder en nuestras vidas, en ocasiones
nos vemos rodeados de problemas, de personas agresivas y de
todo tipo de dificultades y en nuestra desesperación tomamos
la decisión de pedir ayuda en lugares y a personas equivocadas,
como hizo Asa. En situaciones como estas, debemos recordar
las palabras del salmista: “Aunque un ejército acampe contra mí,
no temerá mi corazón; aunque contra mí se levante guerra, yo estaré
confiado.” Salmos 27:3. Asa hubiera terminado bien sus días si no
hubiera tomado estas malas decisiones.

184
DÍA 90

MODELO EQUIVOCADO
“Nadab, hijo de Jeroboam… hizo lo malo a los ojos del Señor; siguió el mal ejemplo
de su padre y cometió los mismos pecados con que hizo pecar a Israel.”
1ª Reyes 15:25-26

“Baasa hizo lo malo a los ojos del Señor, y siguió el mal ejemplo de Jeroboam, y con
sus pecados hizo pecar a Israel.”
1ª Reyes 15:34

Hay una sucesión de reyes, especialmente en el reino de Israel,


que siguieron el mal ejemplo de su antecesor Jeroboam. Sus vidas
fueron un desastre y su reinado de igual manera. En los dos casos
que elegimos, se repite exactamente el mismo patrón de conducta.

Hicieron lo malo
Esta descripción pone en evidencia que hacer lo malo es una
decisión personal, nadie obliga a nadie a tener tal o cual conducta.
Hay una corriente generalizada que pretende encontrar culpas
en otros o en las circunstancias para justificar las malas acciones.
Este modo de pensar le quita toda responsabilidad al sujeto
permitiéndole vivir sin hacerse cargo de sus errores, desvíos y
pecados. Dios nos invita a asumir nuestra condición de hombres
pecadores y a responsabilizarnos de las malas decisiones que
tomamos. El sabio Salomón dijo: “El que encubre sus pecados, no
prosperará, mas el que los confiesa y se aparta, alcanzará misericordia.”
Proverbios 28:13

Siguieron el mal ejemplo


Mi madre solía decir: “Los malos ejemplos son más fáciles de
seguir que los buenos”. El diablo aprovecha esto para presentarnos
muchos malos ejemplos diariamente, de modo que nos parezca
normal hacer lo malo. Escuchamos con mucha frecuencia decir
185
que “todos lo hacen”, y eso pareciera dar justificativo a lo malo.
El Apóstol, viendo la variedad de ejemplos que había en la iglesia
y que algunos de ellos no eran buenos, dijo: “Amado, no imites lo
malo, sino lo bueno.” 3ª Juan 1:11. Las personas hacen cosas buenas
y malas, y lo que nosotros debemos hacer no es imitarlos a ellos,
sino imitar sus buenas conductas y evitar hacer las cosas malas
que vemos en ellos. El rey David, cuando era joven, vio un muy
mal ejemplo en la vida de Saúl y en su manera de conducir el
gobierno de Israel, pero no lo tomó como modelo. El niño Samuel
tuvo un mal ejemplo en los hijos de Elí, quienes eran perversos
y corruptos, pero no los quiso imitar, por el contrario, denunció
sus conductas y se alejó de ellas. Estos dos reyes, Nadab y Baasa,
no siguieron el consejo del sabio Salomón cuando dijo: “Hijo mío,
si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. Si dijeren ven con
nosotros… no andes en caminos con ellos, aparta tu pie de sus veredas.”
Proverbios 1:10-15

Hicieron pecar al pueblo


La consecuencia de la conducta nefasta de estos reyes fue que
“con sus pecados hicieron pecar a Israel”. La influencia que ejercen
los líderes sobre los liderados es muy fuerte, como dice el profeta:
“ Y será el pueblo como el sacerdote”. La responsabilidad que tenemos
sobre las personas que están bajo nuestro cargo es grande, sean
estos hijos, hermanos, alumnos, empleados o miembros de la
congregación. Debemos estar atentos a cómo vivimos y cómo
tomamos decisiones, porque ellos seguirán el modelo que estemos
dejándoles. Para poder dejar un buen ejemplo, lo mejor será mirar
a Jesús, nuestro modelo perfecto, quien pudo decir: “Aprendan de
mí que soy manso y humilde de corazón.” Mateo 11:29

186
DÍA 91

LAS PEORES CONSECUENCIAS


“Acab hijo de Omri hizo lo que ofende al Señor,
más que todos los reyes que lo precedieron.”
1ª Reyes 16:30

Este rey se suma a la lista de reyes perversos de Israel, siguiendo


el ejemplo de Jeroboam. El relator lo destaca como alguien a
quien le pareció poco el pecado de su antecesor y quiso superarlo.
Los pecados en los que incurrió este rey no solo fueron groseros,
sino que además estaban estrictamente prohibidos por la ley de
Moisés.

Tomó a Jezabel por esposa


Jezabel no solo era una mujer de un pueblo pagano, sino que era
la hija del rey de los sidonios, pueblo que oprimió a los hebreos en
épocas de los reyes de Israel. Era, además, de una nación en el que
la divinidad estaba representada por Baal y Astoret. Baal significa
“señor”, era el nombre del dios supremo adorado en la antigua
Canaán y Fenicia. El dios de la fertilidad que creían capaz de
habilitar la tierra para producir cosechas y permitir a las personas
tener hijos. Toda esta idolatría fue introducida por Acab al pueblo
de Israel a través de su mujer Jezabel.

Sirvió a Baal
Esto quiere decir que el rey del pueblo de Dios ocupó sus fuerzas
y capacidades para dar servicio a un dios falso. Dedicó parte del
presupuesto de la nación y a mucha gente para que construyera
altares y templos a este falso dios, desobedeciendo al Dios de
Israel.

187
Adoró a Baal
El corazón del pueblo fue llevado a venerar a Baal. La gente sabía
que no era este el Dios de Israel, pero la influencia e imposición
del rey fue tal que todo Israel fue tras estos dioses ajenos al pueblo.

Hizo un altar a Baal


Además de levantar un altar al dios de los sidonios, el rey estaba
tan enceguecido por la idolatría que hasta construyó una imagen
para Asera, contradiciendo toda la instrucción recibida por
Moisés en la antigua ley.

Dios actuó
El Señor se enojó mucho con este rey y lo disciplinó a él y al
pueblo por ir tras estos falsos dioses. Por tres años y medio hubo
sequía en todo Israel, porque no llovía y la gente moría de hambre
ante la falta de producción de la tierra. La historia de este rey
es muy triste y lamentable porque tuvo, al igual que otros, la
oportunidad de hacer las cosas bien, pero sus malas decisiones lo
condujeron al desastre. Bien haremos en recordar la importancia
que tiene respetar los mandatos del Señor. Acab conocía la ley y
sabía lo que Dios pedía, pero no hizo caso. El Señor Jesús enseñó:
“Cualquiera que oye estas palabras y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca.” Mateo 7:24. La casa de
Acab no tuvo ninguna firmeza, muy pronto se derrumbó. La vida
de Acab fue como la casa edificada sobre la arena, “fue grande su
ruina”. Es importante tomar nota sobre las recomendaciones que
el Señor le hizo a uno de los primeros líderes de Israel, a Josué:
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y
de noche meditarás en él, para que hagas conforme a todo lo que en él
está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá
bien.” Josué 1:8. Dios desea que nos vaya bien y para ello debemos
seguir sus instrucciones y evitar el camino de Acab.

188
DÍA 92

VIVIR EN SU PRESENCIA
“Elías, un tisbita que vivía en Galaad, fue a decirle a Acab: Vive el Señor, Dios de
Israel, en cuya presencia estoy, que en los años que vienen no va a llover, y ni siquiera
va a caer rocío, a menos que yo lo diga.”
1ª Reyes 17:11

El pueblo de Dios estaba viviendo tiempos de oscuridad, la


idolatría los había conducido a una gran crisis moral, social,
económica y fundamentalmente espiritual. En este punto de la
historia, Dios levantó al conocido profeta Elías. Se lo llamaba
“tisbita” porque era de una localidad llamada Tisbe en la región
de Galaad. Elías fue un hombre que trascendió su tiempo, es el
representante de la profecía del Antiguo Testamento, como lo fue
Moisés con la ley. Es citado en el Nuevo Testamento en varias
ocasiones y junto con Moisés fueron los dos que aparecieron en el
monte de la transfiguración acompañando a Jesús. Este hombre
fue único y fue el instrumento que Dios utilizó para hacer volver
al pueblo de la idolatría. Veamos algunas características de Elías.

Vive en comunión con Dios


Cuando Elías se presentó delante del perverso e idólatra Acab, le
dijo: “Vive el Señor, Dios de Israel, en cuya presencia estoy.”. Este es
su perfil de siervo de Dios, vive en la presencia del Señor. Significa
que no tiene tiempos esporádicos en los que se encuentra con
Dios, no es una especie de citas ocasionales, Elías siempre está
en comunión con el Señor. Cuando así sucede, la vida adquiere
otra dimensión, porque vivir cerca de él nos permite conocer su
majestad y grandeza, su gran misericordia y gracia; nos permite
saber su voluntad y entender sus planes, nos ayuda a descubrir su
forma de tratar a las personas. Cuando vivimos en la presencia del
Señor todo el tiempo, podemos ser distintos, podemos ser lo que

189
Dios espera que seamos.

Cree en el poder de Dios


Elías no es un pusilánime, no le tiene miedo al perverso Acab
porque confía en el poder de Dios. No está preocupado por salvar
su pellejo, está dispuesto a jugar su vida y por ello se presentó
ante Acab. La palabra que el profeta tenía para decirle al rey
no era un llamado de atención, no era una advertencia, era una
sentencia de disciplina de parte de Dios. Dios dijo que no iba a
llover por mucho tiempo. Elías sabía y creía que Dios tiene todo
el poder para manejar las leyes de la naturaleza, porque él las creó.
Cuando confiamos en el poder de Dios, estamos seguros de que
no hay nada que él no pueda hacer: “Porque lo que es imposible para
los hombres, es posible para Dios.” Lucas 18:27. Este era un gran
desafío para Elías y solo sería posible su concreción si intervenía
Dios. Conocemos el final de la historia y sabemos que Dios
cumplió su palabra y la tierra de Israel sufrió por tres años y seis
meses de una gran sequía. Acab y el pueblo tenían que aprender
que con la desobediencia y la idolatría no se juega, Dios toma
muy en serio sus mandamientos. El poder de Dios está a nuestra
disposición para bendecirnos, pero Dios puede utilizarlo también
para disciplinarnos de modo que nos volvamos a él cuando vamos
tras dioses ajenos.

Se deja utilizar por Dios


El profeta es un gran ejemplo de cómo alguien puesto en las
manos de Dios puede cambiar la historia de una nación. Elías
fue llamado para una tarea muy difícil, pero tuvo todo el poder
y la capacidad para hacerlo porque vivió cada día en la presencia
de Dios.

190
DÍA 93

CUERVOS OBEDIENTES
“Beberás del arroyo, y yo he mandado
a los cuervos que te den allí de comer.”
1ª Reyes 17:4

Elías salió de la presencia del rey de Israel y debió esconderse


porque su cabeza, a partir de ese momento, tenía precio. Por tres
años y medio Acab lo buscaría para matarlo. Cumplir con la
misión que el Señor le había encomendado al profeta tenía un
costo, en este caso era a riesgo de perder su vida, porque la ira de
Acab no lo perdonaría. Dios, para proteger a su siervo, le indicó
que se escondiera a orillas del arroyo de Querit, un afluente del
Jordán, prometiéndole que nada le iba a faltar, y así fue. En medio
de la escasez que el pueblo vivía a partir de la falta de lluvia, el
Señor tenía todo planeado para proveer a su siervo.

El arroyo de Querit
Dios tiene toda la creación bajo su mando y tiene muchos arroyos
preparados, como el de Querit, para saciar la sed de sus siervos.
Con mucha facilidad olvidamos que “de Jehová es la tierra y su
plenitud, el mundo y los que en el habitan, porque él la fundó sobre
los mares y la afirmó sobre los ríos.” Salmos 24:1-2. Al igual que
el profeta Elías, podemos vivir confiados y tranquilos de que,
mientras estemos haciendo la voluntad de Dios, él pondrá toda
su creación a nuestra disposición para proveer lo que necesitemos.
Mientras en la ciudad escaseaba el agua, Elías tenía suficiente y
abundante agua cristalina y fresca para beber y para bañarse todas
las veces que lo deseara. Así es siempre la bendición del Señor
sobre sus hijos, dice el sabio Salomón: “La bendición del Señor es la
que enriquece y no añade tristeza con ella.” Proverbios 10:22

191
Los cuervos del Señor
La orden del Señor para el profeta Elías era muy clara, debía irse
a vivir junto al arroyo y allí el Señor le proveería de alimento. La
gran sorpresa del profeta fue cuando escuchó de parte del Señor
que sus proveedores serían unos cuervos. En algunas geografías,
los cuervos no tienen muy buena prensa y son vistos como la
encarnación de la maldad, pero esto es solo un mito. Estas
aves son consideradas por quienes las han estudiado como los
animales más inteligentes después de los primates. Dios eligió a
esta especie para proveer de alimento al profeta. Suena extraña la
forma en que Dios hace las cosas, pero Dios es Dios y él decide
cómo se llevarán a cabo sus planes. Elías tenía cada mañana y
cada tarde su porción de comida que los cuervos le traían por
mandato de Dios. Cuánto se habrá alegrado el profeta sabiendo
que a ninguno de los cuervos se le ocurriría desobedecer la orden
del Señor ni de hacer paro o dejar de cumplir la indicación; su
mantención dependía de la obediencia y cumplimiento estricto
de estas aves. Quizás debiéramos aprender de ellas y reflexionar
sobre cuánta gente está pendiente de nuestro cumplimiento y de
nuestra obediencia para recibir algún beneficio. La obediencia a
los mandatos de Dios siempre nos traen bendiciones, esto es lo
que le dijo Moisés al pueblo de Israel cuando estaban a punto de
entrar en la tierra prometida: “Si obedeces al Señor tu Dios en todo
y cumples cuidadosamente sus mandatos que te entrego hoy, el Señor
tu Dios te pondrá por encima de todas las demás naciones del mundo.
Si obedeces al Señor tu Dios, recibirás las siguientes bendiciones.”
Deuteronomio 28:1-2. Como siervos del Señor, debemos ser tan o
más obedientes que los cuervos que alimentaron a Elías.

192
DÍA 94

CUANDO EL ARROYO SE SECA


“Pero después de algunos días el arroyo se secó,
porque no había llovido sobre la tierra.”
1ª Reyes 17:7

Todo marchaba bien y estaba bajo control para el profeta. La


sequía estaba haciendo su efecto en los campos y las ciudades,
pero él estaba provisto de alimento. De pronto, el arroyo de
Querit comenzó a tener menos caudal de agua a tal punto que
solo era un hilo muy fino que apenas corría, y finalmente se secó.
Elías debe haberse sentido abandonado y desprotegido, pero Dios
no lo había abandonado, porque no es el estilo de Dios para con
sus siervos. A nosotros muchas veces nos suceden experiencias
muy parecidas a las del profeta. Tenemos nuestro propio arroyo y
un par de cuervos que nos proveen y creemos que eso durará para
siempre, pero por lo general no suele ser así.

Nuestros propios arroyos


La familia puede ser nuestro arroyo y es muy lindo tener familia,
pero en ocasiones puede pasar que se seque, como le pasó al arroyo
de Querit. El trabajo que nos permite ganar nuestro sustento es
otro arroyo en el que solemos poner toda nuestra dependencia, y
cuando se pierde o no podemos continuar por alguna enfermedad,
puede llegar la gran desilusión y sentido de fracaso. En otras
ocasiones, el ministerio en la iglesia es nuestro arroyo, es de donde
nos alimentamos emocional y socialmente y de alguna manera
nos hace sentir realizados. Por distintas razones, los ministerios
no duran toda la vida, en algún momento debemos dejarlos o
terminarlos y si eso es todo nuestro sustento, lo más probable es
que nos llegue cierta depresión. Al secarse el arroyo, el profeta se

193
encontraba en una situación de gran crisis, pero pudo levantar los
ojos al cielo y recordar que Dios no estaba en crisis, que para él, el
agua nunca se acaba. Elías sabía que, aunque el Querit se secara,
el agua que él necesitaba para saciar su sed interior siempre fluiría.
Siglos después, el Señor hizo la siguiente declaración: “El que cree
en mí, de su interior correrán ríos de agua viva.” Juan 7:38

Dios sigue teniendo el control


Cuando el plan de Dios parecía fracasar, porque finalmente el
arroyo se secó, Elías volvió a escuchar la voz del Señor diciéndole:
“Ve ahora a Sarepta de Sidón, y permanece allí. A una viuda de ese
lugar le he ordenado darte de comer.” 1ª Reyes 17:9. El profeta se
quedó por un largo tiempo en la casa de esta viuda, quien tuvo que
poner a prueba su fe. En el primer encuentro, Elías le pidió que
de lo poco que ella tenía le hiciera primero comida para él y luego
habría abundancia para todos, y así sucedió. Cuando aceptamos
ser parte de los planes de Dios, siempre salimos beneficiados,
esto es lo que le sucedió a la viuda de Sarepta. Ella entregó lo
poco que tenía para beneficiar al siervo de Dios y a consecuencia
de ello, el Señor la alimentó. La experiencia que vivió Elías nos
recuerda que aun cuando la fuente de nuestro sustento se termine,
Dios siempre tendrá el control de la situación y tendrá nuevos
planes, de modo que podemos vivir confiados y seguros, como lo
enseña el profeta Habacuc: “Aunque la higuera no florezca, ni en
las vides haya fruto, aunque falte el producto del olivo y los labrados
no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no
haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me
gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza.”
Habacuc 3:17-19. Por ello, no nos preocupemos aunque el arroyo
de Querit se seque.

194
DÍA 95

FALTA DE DECISIÓN
“¿Hasta cuándo van a seguir indecisos? Si el Dios verdadero es el Señor,
deben seguirlo, pero si es Baal, síganlo a él. El pueblo no dijo una sola palabra.”
1ª Reyes 18:21

Dios habló al profeta para que se presentara ante Acab luego de


tres años y medio. Elías tenía que decirle al rey que Dios iba a
levantar la disciplina, pero antes habría una gran demostración
de quién era verdaderamente Dios y Señor. Todo el pueblo fue
convocado por el rey al monte Carmelo, allí se presentarían las
pruebas de la autenticidad del verdadero Dios ante la pretensión
de Acab y de sus falsos profetas de imponer a Baal como el Dios
de Israel. Cuando todos estaban reunidos, el profeta Elías hizo el
gran desafío de preparar dos altares. Uno en el que los profetas
de Baal harían su sacrificio y pedirían a su dios que enviara
fuego del cielo para consumirlo; el otro, para el Dios de Elías.
Conocemos la historia y sabemos cómo terminó; solo el altar de
Elías recibió el fuego del cielo, porque Jehová, el Dios verdadero,
pudo manifestarse con poder y gloria. Antes de hacer esta prueba,
el profeta lanzó un reto a todo el pueblo y los desafió con la
siguiente pregunta: “¿Hasta cuándo van a seguir indecisos?”. Nadie
se animó a responder, porque en lo más íntimo de sus corazones
sabían que estaban en falta delante de Dios. Esta pregunta nos
debe hacer reflexionar en varios sentidos:

La indecisión paraliza
Por más de tres años, la gente había estado oprimida, pero
nada hacían para resolver la situación. Quizás tenían miedo al
rey y a su ejército, o tal vez porque muchos creían que Baal era
realmente su dios. Cuando no decidimos, no podemos avanzar,
nuestra marcha se detiene, y eso es lo que le pasaba al pueblo de
195
Israel. Estar paralizados es ser improductivos, es no cumplir con
el propósito para el que Dios nos tiene en esta tierra. Nuestro
enemigo, el diablo, siempre estará contento con vernos detenidos
en el camino, mientras que la enseñanza bíblica nos desafía a
que avancemos y crezcamos. Dice el Apóstol: “Así que, amados
hermanos míos, manténganse firmes y constantes, y siempre creciendo
en la obra del Señor.” 1ª Corintios 15:58

La indecisión es cobardía
La razón por la que muchas veces no tomamos decisiones y
no nos jugamos por lo que creemos que es correcto es que no
nos animamos, tenemos miedo. La cobardía está ligada a la
incredulidad. La falta de fe para creerle a Dios y para confiar
en sus promesas nos impide tomar decisiones. Los hombres y
mujeres de fe siempre fueron personas de decisiones firmes.
Tenemos una lista muy larga en el libro de Hebreos de personas
que no fueron cobardes porque le creyeron a Dios: “…por fe
conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon
bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada,
sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batalla, pusieron
en fuga ejércitos extranjeros.” Hebreos 11:33-34

La indecisión es indiferencia
La pregunta fue: ¿hasta cuándo van a estar titubeando,
claudicando o vacilando? Cuando no decidimos por indiferencia,
estamos mostrando la incapacidad de ver la realidad. A estos,
el escritor José Ingenieros los llama mediocres. El Señor Jesús
los llamó tibios y dijo que él no acepta esta manera de vivir.
Viendo el ejemplo del pueblo de Israel, debiéramos presentarnos
delante de Dios y decirle que nosotros nos alineamos en las filas
de los hombres y mujeres de fe que toman decisiones correctas
aceptando los desafíos.

196
DÍA 96

CAMINO POR RECORRER


“Pero el ángel del Señor volvió por segunda vez, lo despertó y le dijo:
Levántate y come, que todavía tienes un largo camino por recorrer.”
1ª Reyes 19:7

El Señor había dado un gran triunfo al profeta ante los falsos


profetas de Baal, a quienes Elías había dado muerte. Luego de
subir a la cumbre del monte Carmelo, el profeta oró y Dios
concedió la tan esperada lluvia, y una vez más se manifestó el
poder y la gloria del Dios de Israel. Todos estaban felices, menos
la malvada Jezabel, quien se mostró con gran ira y amenazó de
muerte al profeta del Señor. Elías huyó ante esta amenaza y se
refugió debajo de un gran árbol llamado enebro. Allí pronunció
la oración más desesperante que oímos de un siervo de Dios:
“Señor, ¡ya no puedo más! ¡Quítame la vida, pues no soy mejor que mis
antepasados! 1ª Reyes 19:4. El profeta, luego de elevar esta oración,
se quedó dormido. Un ángel del Señor vino a despertarlo y,
trayéndole comida, lo animó y desafió con las siguientes palabras:
“Levántate y come, que todavía tienes un largo camino por recorrer.”.

Hay camino por recorrer


Lo que el ángel le estaba diciendo a Elías era que su carrera
ministerial no había concluido aún. El cansancio físico y el
desánimo lo habían confundido y no podía ver con claridad los
planes que Dios tenía todavía para él. En nuestro caminar, puede
sucedernos algo parecido, podemos pensar que ya hemos llegado
al final del camino, y esto no es cierto. Dice Salomón: “Aún hay
esperanza para todo aquel que está entre los vivos; porque mejor es
perro vivo que león muerto.” Eclesiastés 9:4. El final del camino se
termina cuando Dios lo decide y no cuando nosotros queremos,
porque el dueño de nuestra vida y de la historia es el Señor. Así
197
que, mientras tengamos vida, seguimos con esperanza de nuevas
cosas.

Hay trabajo por hacer


Elías pensó que su tarea ya estaba concluida y que no tenía nada
más para hacer aquí en la tierra. A nosotros nos sucede algo muy
parecido; tenemos una manera de evaluar el ministerio muy
humana, que es lo que nos corresponde, porque somos humanos.
Lo que sucede es que el ministerio que se nos encarga viene
diseñado desde el cielo y con una perspectiva de eternidad. Esta
es la razón por la que nuestra lógica no suele coincidir con la de
Dios, porque como dice el profeta: “Como son más altos los cielos
que la tierra, así son mis caminos más altos que los caminos de ustedes,
y mis pensamientos más que sus pensamientos.” Isaías 55:9

Hay nuevas oportunidades


Elías casi oía el tropel de los caballos del ejército de Jezabel
viniendo por su vida, así que ya no tenía ninguna esperanza de
hacer nuevas cosas. Esto no era verdad, el Señor le habló por
medio de su ángel para decirle que aún tenía que ungir a dos reyes
y a un profeta; y nada menos que a Eliseo, quien lo reemplazaría
en su tarea de guiar al pueblo en su vida espiritual. Quizás no
puedas imaginar las obras que el Señor aún tiene para tu vida y la
cantidad de sorpresas que hay en el camino, en el que volverás a
ver el poder y la gloria de Dios en tu ministerio. No dejemos que
el miedo o la desesperación del momento nublen nuestra visión,
aceptemos la indicación del ángel del Señor: “Levántate y come,
que todavía tienes un largo camino por recorrer.”.

198
DÍA 97

PERFIL DEL NUEVO PROFETA


“Después se levantó y fue tras Elías, y le servía.”
1ª Reyes 19:21

La tarea de Elías fue fantástica. Todo Israel había visto el poder


de Dios a través de él y había quedado demostrado en el monte
Carmelo quién era el verdadero Dios. Los años iban pasando y,
en poco tiempo más, el profeta de Israel sería reemplazado por
un joven a quien Dios ya había elegido. Era necesario preparar al
sucesor del siervo de Tisbe y para esta tarea fue el mismo Elías
quien se encargó. El relato de 1ª Reyes 19:19-21 da cuenta de
cómo fue el llamado del joven Eliseo. El relato es elocuente y deja
ver tres actitudes muy marcadas en la vida de este nuevo profeta
de Israel a quien la gente llamaría “Varón de Dios” y quien sería
el continuador de la tarea del Elías.

Dedicado al trabajo
El trabajo es un invento de Dios, desde el comienzo en Génesis
se ve a Dios trabajando en la creación. El trabajo es, además, un
mandato para el hombre. Los siervos de Dios deben ser personas
trabajadoras, como dijo Jesús: “Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo
trabajo.” Juan 5:17. No es posible participar haciendo la obra del
Señor sin estar dispuestos a trabajar y ser personas esforzadas y
dedicadas a la tarea asignada. En la primera aparición pública de
Eliseo, lo vemos arando el campo con doce yuntas de bueyes. Los
discípulos que eligió el Señor fueron hombres ocupados en sus
trabajos, y nosotros debemos seguir estos ejemplos.

Dispuesto a renunciar
Además de ser un hombre que trabajaba, Eliseo era alguien
con mucha claridad a la hora de elegir y definir sus prioridades.
199
Estuvo dispuesto a renunciar a su trabajo, a su empresa, a sus
bienes familiares, a su comodidad y vaya a saber a cuántas cosas
más por hacer la obra de Dios. En los campos del Señor, lo
primero que tenemos que saber es que no es posible dedicarnos a
servirle sin estar dispuestos a renunciar. Este principio estableció
Jesús cuando llamó a sus seguidores: “Si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, y tome su cruz, y sígame.” Mateo 16:24.
El seguimiento y el servicio al Señor siempre serán sinónimos de
renuncia. El mismo Jesús nos dejó el ejemplo: “El cual siendo en
forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
sino que se despojó a sí mismo” Filipenses 2:6-7. El Apóstol Pablo
dice: “Cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo.” Filipenses 3:7. Cuando pretendamos
servir al Señor pero no sea nuestra prioridad porque tengamos
amores mayores, nos resultará en una carga y en ocasiones hasta
tedioso, porque solo hacemos con verdadera pasión aquello que
amamos. Eliseo estuvo dispuesto a dejar todo atrás y poner como
máxima prioridad la obra de Dios antes que sus doce yuntas de
bueyes. El relato nos dice que “araba con doce yuntas de bueyes
delante de él”. A partir de su decisión de servir a Dios, lo que iba
delante de Eliseo fueron los intereses del Señor.

Listo para servir


Cuando Eliseo tomó la decisión de dejar todo por seguir a
Elías, no lo nombraron jefe, ni supervisor, ni líder. La tarea que
le asignaron fue la de servir al profeta Elías. Esta es la escuela
de los siervos de Dios. Empiezan su carrera sirviendo y cuando
se gradúan, son los mejores siervos, los que más sirven, los más
dedicados a trabajar para beneficio de los demás, tal como lo hizo
Jesús. Por eso Eliseo se ganó el título de “Varón de Dios”.

200
DÍA 98

¿DOBLE PORCIÓN?
“Te ruego que una doble porción de tu espíritu sea sobre mí.”
2ª Reyes 2:9

Por algún tiempo se habló mucho de esta frase y se la utilizaba


para decir que Dios le daba a algunos una doble porción de su
Espíritu. No hay en la Biblia, fuera de este pasaje, otro momento
en el que se hable sobre este tema. La Escritura enseña que:
“Dios no da su Espíritu por medida.” Juan 3:34. Esto nos lleva a la
conclusión de que la escena que se presenta aquí es solo una forma
de hacernos ver que el Espíritu del Señor estaría con Eliseo como
lo estuvo con Elías. Lo que sí se puede observar es que quedaron
registrados el doble de milagros hechos por Eliseo que los que
hizo Elías. En el capítulo 2 de 2ª Reyes, se relata la ascensión de
Elías al cielo llevado por un carro de fuego y a Eliseo asumiendo
la continuidad de la tarea del profeta.

Nuevo profeta
Al igual que a todos los mortales, al gran profeta Elías le llegó
el final de sus días. La tarea, por más sublime que fuera, debía
ser continuada por otros. Los grandes hombres de Dios que
pasaron por la historia son una evidencia de lo efímero de la vida
y nos vuelven a recordar que el único que permanece es el Señor.
Don Roberto Grancharoff solía decir: “Nosotros somos solo un
eslabón de la cadena en la obra de Dios”. Qué importante que
será para nuestro ministerio vivir conscientes de esto. El gran
Moisés dijo: “Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira,
acabamos nuestros años como un pensamiento.” Salmos 90:9. Elías
pasó y ahora comienza su tiempo Eliseo, quien también pasará,
pero Dios no pasará.

201
Nuevos desafíos
El trabajo de Elías fue muy importante porque desbarató el
engaño de la malvada Jezabel y la terquedad de Acab, quien llevó
al pueblo tras dioses ajenos. El ministerio de Eliseo es otro, debe
tratar especialmente con personas necesitadas del pueblo. Elías
fue el fundador de las escuelas de profetas, pero Eliseo tiene que
darle un impulso mayor. Elías trató especialmente con el rey de
Israel, Eliseo debe tratar con las autoridades de Siria. Cada vez
que el Señor llama a alguien, le asigna tareas específicas y espera
que las pueda desarrollar según las capacidades que él mismo
le dio. El Apóstol dice: “Cada uno según el don que ha recibido,
ministre a los demás, como buenos administradores de la multiforme
gracia de Dios.” 1ª Pedro 4:10. No debemos procurar parecernos
a los grandes siervos de Dios, debemos ser nosotros mismos, tal
como Dios nos creó y nos preparó.

El mismo Dios
En la obra de Dios pueden cambiar los siervos del Señor, pueden
ser diferentes los desafíos, pero lo que nunca va a cambiar es el
Señor de la obra. Esta verdad nos deja tranquilos y seguros, porque
a él podemos confiar nuestras vidas. Dice la carta apostólica:
“En Dios no hay mudanza, ni sombra de variación.” Santiago 1:17.
Dios tiene planes que está llevando adelante y nosotros podemos
participar en ellos. Como sus planes tienen una mirada eterna,
no los vive cambiando, como lo hacemos nosotros. El profeta
Jeremías le recuerda al pueblo las palabras del Señor: “Solo yo
sé los planes que tengo para ustedes. Son planes para bien, y no para
mal, para que tengan un futuro lleno de esperanza.” Jeremías 29:11.
El éxito del trabajo de Eliseo no iba a depender de él ni de sus
capacidades, sino de Dios, quien tenía trazado excelentes planes
que llevaría a cabo Eliseo.

202
DÍA 99

UN HOMBRE DE DIOS
“Le dijo a su marido: ¿Sabes de qué me he dado cuenta? ¡Que este hombre que
siempre pasa por nuestra casa es un santo varón de Dios!”
2ª Reyes 4:9

Mientras Eliseo hacía su ministerio, todos los ojos del pueblo


estaban sobre él. El concepto que la gente tenía del profeta era
que su vida reflejaba la presencia de Dios; por esta razón lo
identificaban como “el varón de Dios”. Fue tal el impacto que
causaba Eliseo en las personas, que una mujer pensó que la manera
de mostrar su estima y respeto por él era hospedándolo en su casa.
Esta mujer le pidió a su esposo que construyera una habitación
para el profeta donde pudiera quedarse a descansar las veces que
lo necesitara. El relato dice: “ Yo te ruego que hagamos un pequeño
aposento de paredes, y pongamos allí cama, mesa, silla y candelero.”
2ª Reyes 4:10. Pondrían en la habitación cuatro elementos para
satisfacer necesidades importantes que todo siervo de Dios debe
cubrir.

Una cama
Representaba el descanso que todo ser humano necesita,
porque así nos creó el Señor. El descanso físico suele tener poca
importancia para algunos siervos de Dios y esto los ha llevado a
tener serios problemas de salud. El agotamiento y el estrés son
“virus” que han contaminado a demasiados obreros del Señor,
que luego terminan en largos tratamientos. Algunos tuvieron
que abandonar el ministerio y otros quedaron afectados de por
vida. Debemos recordar que Dios, cuando terminó el trabajo de
la creación, descansó y dejó instrucciones sobre la importancia del
descanso. La falta de este descanso nos ha privado de contar con
siervos sanos que realicen la tarea pastoral y de liderazgo.
203
Una mesa
Aquí está representado el tiempo de la comida. La buena
alimentación permite que una persona esté sana y vigorosa
para la tarea que debe desarrollar. Es algo a lo que se le debe
dar la importancia que tiene. Dios nos da todo lo suficiente para
estar bien alimentados y, en ocasiones, no le damos el valor ni
la importancia al tiempo de alimentarnos. El Señor, como buen
judío, ocupó tiempo en estar bien físicamente y se cuidó comiendo
sano y lo que necesitaba para que su organismo funcione bien.

Una silla
Con este elemento representamos el tiempo de detenernos y
sentarnos. El activismo es otro “virus” que ataca con frecuencia
a los siervos de Dios. Hay quienes piensan que nunca deben
parar de trabajar. Piensan que sus vidas solo tienen valor cuando
están activos y corriendo de aquí para allá. Esto no es verdad,
Jesús estuvo muy ocupado, pero fue todo lo equilibrado que Dios
esperaba que fuera. El relato nos dice que “Jesús, cansado del camino,
se sentó junto al pozo.” Juan 4:6. Eran como las doce del mediodía
y el Señor decidió que no seguiría su actividad, sino que tomaría
un tiempo para descansar. Lo interesante de esto es que mientras
descansaba tuvo la oportunidad de ayudar a una mujer samaritana
y luego, a toda una ciudad. Jesús supo detenerse a tiempo.

Un candelero
Representa la importancia de vivir iluminado. Esta era la única
forma que el profeta tendría para poder manejarse. Los siervos
del Señor necesitamos vivir con la claridad suficiente para saber
cómo tomar las decisiones correctas. Solo quienes viven en luz
pueden guiar a otros a andar en luz.

204
DÍA 100

PERSONALIDADES DIFERENTES
“Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor,
y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria.
Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso.”
2ª Reyes 5:1

La historia relatada en el capítulo 5 de 2ª Reyes nos permite


observar varios personajes que aparecen en el relato, mostrándonos
distintas personalidades y formas de conducta.

Un hombre que se impone


La figura del general sirio era señorial, el sonar de las medallas
que colgaban sobre su uniforme militar anticipaban su llegada
a cualquier ámbito que ingresara, todos le tenían admiración.
Naamán era un gran guerrero, había alcanzado los más altos
honores que un país puede darle a sus valientes; tenía mucho de
qué enorgullecerse. El relato dice: “pero leproso”. El general no
podía tapar la miseria de su enfermedad con todas las insignias
ganadas en su carrera profesional. Muchos comentaristas de la
Biblia asocian la lepra como figura del pecado, y es verdad que
se parecen. La lepra, al igual que el pecado, puede taparse con
la ropa que nos ponemos y podemos disimularla con muchas
condecoraciones ganadas, pero no quitan la enfermedad. Naamán
podía decir que por fuera iba todo bien, pero que por dentro estaba
todo mal. Solo cuando el general reconoció su lepra, aceptó ser
ayudado por el profeta y obedeció a Dios fue sanado y liberado de
tan grande miseria.

Una muchacha que ama a su prójimo


Cuando la sirvienta de la casa del general vio la tragedia que su
amo estaba viviendo, le recomendó a la esposa de Naamán que

205
este fuera a ver al profeta de Israel para ser sanado. La muchacha
era esclava y podía haber guardado mucho odio para quienes la
habían raptado de su país y de su familia y hasta podía haberse
alegrado con la enfermedad del general, pero no lo hizo. Ella
pudo superar el odio y mostrar con toda sencillez y alegría que su
Dios siempre tiene misericordia de quienes lo buscan. Quizás la
lección más grande que aprendemos de esta desconocida esclava
es que el amor de Dios en ella superaba cualquier circunstancia,
por más difícil que fuera. El amor siempre triunfa.

Un profeta que cumple su tarea


El general sirio se dirigió a la casa del profeta esperando ser curado
e imaginando el trato preferencial que recibiría de parte de Eliseo.
Nada de eso sucedió, el profeta le dio la indicación a través de su
criado Giesi de que se zambullera siete veces en el río Jordán y
quedaría sano de la lepra. Cuando el general fue sanado, quiso
recompensar al profeta con una cantidad de reglaos, pero Eliseo
no los aceptó. Este “varón de Dios” no cumplía su ministerio por
intereses materiales, no sacaba ventaja de su posición de liderazgo
y nunca hizo el ministerio por “ganancia deshonesta”. Este siervo
de Dios dependía de Dios.

Un siervo confundido
El ayudante del profeta, ante el ofrecimiento de presentes
por parte del general sirio, se confundió y quiso recibir él este
donativo. Giesi no tenía claras las prioridades y las luces de
colores lo encandilaron con facilidad. Por esta razón, fue detrás
del sirio buscando sus dádivas, algo que a Eliseo le fastidió
grandemente: “¿Acaso es momento de recibir dinero y ropa, olivares
y viñedos, ovejas y ganado, sirvientes y sirvientas?” 2ª Reyes 5:26.
Cada uno de nosotros vive experiencias similares a esta historia
y puede identificar sus prioridades para decidir cómo va a actuar.

206
DÍA 101

CAMBIOS GENERACIONALES
“Un día, los miembros de la comunidad de los profetas le dijeron a Eliseo:
Como puede ver, el lugar donde ahora vivimos con usted nos resulta pequeño.”
2ª Reyes 6:1

El trabajo de Eliseo era múltiple: aconsejaba al rey y a quienes


trabajaban para el gobierno, ayudaba a las personas a resolver
sus asuntos y además dirigía un centro de estudios al que se lo
llamaba “escuela de profetas”. A los alumnos de esta escuela se
los llamaba “los hijos de los profetas”. Alumnos y director vivían
en comunidad, utilizando la misma casa y los mismos elementos
para desarrollar la vida cotidiana. Fue en esta comunidad que
se evidenció un problema y los participantes actuaron para
resolverlo. Las edades de quienes participaban de esta comunidad
era variada y fue necesario practicar los mismos principios para
poder convivir en armonía. Vamos a pensar juntos en tres actitudes
que tuvieron los jóvenes para enfrentar los problemas.

Reflexión
La actitud que tuvieron estos jóvenes cuando miraron su propia
vivienda fue asumir que no estaban en un lugar cómodo. Esto
es reflexionar, poder mirarse a uno mismo, repensar la situación
presente, ser capaz de autoevaluarse. Esta actitud escasea en
nuestros días y pocas veces podemos mirarnos a nosotros mismos
con ojos críticos. Si de verdad queremos mejorar y superarnos
en la vida y en el ministerio, es necesario tomar conciencia de la
realidad y poder analizarla para luego tomar decisiones correctas.
El Apóstol Pablo dice: “Ten cuidado de ti mismo” 1ª Timoteo 4:16,
y en otra carta advierte: “Miren con diligencia cómo andan, no como
necios, sino como sabios.” Efesios 5:15

207
Respeto
Los hijos de los profetas invitaron al profeta a que los acompañara
al monte a cortar la madera para ampliar y mejorar la vivienda. Con
esta actitud, mostraron el respeto y la consideración que tenían
por el anciano director. Lo interesante es que Eliseo aceptó ir con
ellos porque también los respetaba y valoraba sus inquietudes. En
la sociedad que nos toca vivir, ha pasado de moda respetar a los
mayores, pareciera que el valor de una persona está en ser joven.
Esta actitud habilita el desprecio y la desconsideración a la gente
mayor. La Biblia enseña todo lo contrario, desde muy temprano
en el texto sagrado aparecen instrucciones acerca del trato que se
le debe dar a los de edad mayor. La ley del Señor dice: “Ponte de pie
en presencia de los mayores. Respeta a los ancianos; teme a tu Dios. Yo
soy el Señor.” Levítico 19:32. Cuando no se respeta a los ancianos,
se está despreciando el pasado y no se valora la tarea realizada
por ellos. Debemos recordar que nosotros estamos aquí hoy por
la labor de quienes nos antecedieron y todo lo que sabemos es el
resultado de su trabajo y enseñanza.

Responsabilidad
Mientras cortaban la madera en el bosque, a uno de los jóvenes
se le cayó el hacha al río y se lamentó grandemente porque la
herramienta era prestada. La responsabilidad de este muchacho
lo hizo lamentarse mucho porque debía devolverla a su dueño.
El profeta Eliseo estaba presente en la expedición de trabajo e
hizo el milagro de hacer flotar el hierro y devolver el hacha a su
dueño. Este grupo de jóvenes pudo resolver el problema que se les
presentó porque trabajaron en armonía jóvenes y mayores.

208
DÍA 102

SEÑOR, ABRE MIS OJOS.


“Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea! Así que el Señor abrió los ojos del
joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena
de caballos y carros de fuego.”
2ª Reyes 6:17

El rey de Siria quiso conquistar Israel, pero cada vez que los sirios
planeaban atacar a los israelitas, el profeta del Señor descubría sus
estrategias militares al rey de Israel y frustraba el ataque. Alguien
le avisó a Ben-adad, rey de Siria, de la presencia de Eliseo en
medio del pueblo de Dios, quien impedía que los sirios tomaran
por sorpresa a los israelitas. El rey enemigo decidió sitiar la
pequeña Dotán, donde se encontraba el profeta del Señor y así
terminar con su vida. Por la mañana, el siervo del varón de Dios
salió de su tienda y se encontró que Dotán estaba rodeada por
los sirios y listos para atacar. El clamor desesperado del joven
sirviente de Eliseo fue: “¡Ay, Señor mío! ¿y ahora qué vamos a hacer?”
2ª Reyes 6:15. El profeta le dio la mejor respuesta, fue una oración
a Dios. En esta oración, pidió algo un poco extraño que nos debe
ayudar a reflexionar sobre la manera de enfrentar las adversidades.

No negar la realidad
Eliseo no le dijo al joven sirviente que los sirios no estaban allí,
no trató de minimizar el problema. El profeta del Señor sabía
que estaban en serias dificultades, conocía de la crueldad de los
sirios, sabía que si los tomaban como prisioneros tendrían pocas
chances de salvar sus vida. En ocasiones se cofunde la fe con la
ignorancia o la negación de la realidad, y nada de esto es lo que
hizo Eliseo.

209
Ver lo que Dios está haciendo
El profeta pudo ver otra realidad no visible para los ojos de los
incrédulos, una realidad superior, que le es conferida por el mismo
Dios a quienes lo conocen y confían en él. Esta es la razón por la
que elevó una oración al Señor, no pidió que cambiara la realidad,
sino que cambiara la visión de su sirviente: “Señor, ¡abre los ojos
de este joven para que vea!” Cualquiera podría preguntarse: ¿qué
cosa tiene que ver con claridad el ayudante del profeta? Cuando
estamos frente a un problema, nos es difícil identificar el obrar de
Dios en medio de la situación y solemos perder de vista que Dios
sigue teniendo el control de todo. El profeta veía lo que otros no
veían, lo que su siervo no veía. El hombre de Dios podía ver al
ejército poderoso del Señor guardando su vida y esto hacía que el
miedo no lo acobardara. Dios respondió la oración de Eliseo y el
siervo finalmente pudo ver con los ojos de la fe la otra realidad:
“Así que el Señor abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio
que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena de caballos y carros
de fuego.”. Ahí, el sirviente entendió que Dios tenía todo bajo su
control.

Confiar siempre en Dios


Confiar es mucho más que creer; confiar es depender de Dios
y así es como vivía Eliseo, no dependía de las cosas que se ven.
Siglos después, el Apóstol Pablo estaba tratando el tema de
cómo enfrentar las aflicciones que sufren los cristianos y dijo:
“No mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven;
porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son
eternas.” 2ª Corintios 4:18. Para Eliseo no era tan importante que
los sirios lo rodearan, lo importante era ver que Dios estaba de
su lado. Al igual que Moisés, “se sostuvo como viendo al Invisible”.
Hebreos 11:27

210
DÍA 103

EN LOS CAMINOS CORRECTOS


“ Y Jehová estuvo con Josafat, porque anduvo en los primeros caminos
de David su padre, y no buscó a los baales.”
2ª Crónicas 17:3

El rey Josafat fue el sucesor de Asa en el reino de Judá; luego


de la muerte de Salomón, habían gobernado en Judá Roboam,
Abías y Asa. Josafat tenía treinta y cinco años cuando comenzó
su reinado. El comienzo de este rey fue bueno y Dios lo aprobó
porque anduvo en los caminos de David. Tuvo un reinado muy
próspero y muchas riquezas. Veamos tres aspectos importantes de
la vida de este rey.

Dios presente
“Jehová estuvo con Josafat”, este fue el mayor secreto de su éxito,
todas las demás cosas y los grandes logros que nos permite ver el
relato son consecuencia de la presencia de Dios en su vida. Dios
se hace presente y se manifiesta en la vida de una persona cuando
esta se lo permite. El Señor nunca toma el control de una vida por
la fuerza. Esto es lo que el profeta Azarías le había dicho al rey y
al pueblo: “Escúchenme ustedes, Asa y todo Judá y Benjamín: El Señor
estará con ustedes, si ustedes están con él. Si lo buscan, lo hallarán; pero
si lo dejan, también él los dejará.” 2ª Crónicas 15:2. Posiblemente
Josafat era ya un muchacho cuando Dios le advirtió a su padre
sobre la importancia de buscar al Señor de todo corazón. El hijo
de Asa era muy joven cuando oyó al profeta Azarías pronunciar
esta sentencia, pero tomó en serio esta palabra y la aplicó luego
en su reinado. Así lo expresa el relato, refiriéndose a Josafat: “Sino
que buscó al Dios de su padre, y anduvo en sus mandamientos, y no
según las obras de Israel.” 2ª Crónicas 17:4. El éxito de este rey fue

211
que Dios estuvo presente en su vida y en su trabajo. También es
el secreto para nuestras vidas, porque lo más importante siempre
será que Dios esté presente.

Dios obedecido
Las promesas de Deuteronomio eran muy claras para el pueblo
de Dios; si ellos se ajustaban a los principios de la ley, les iría bien:
“Si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, para guardar y poner
por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy, también
Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.”
Deuteronomio 28:1. El Señor, como siempre, estaba cumpliendo
su promesa en la vida de este nuevo rey de Judá. No hay desgracia
mayor para un hijo de Dios que vivir en desobediencia. El relato
bíblico está lleno de ejemplos de personas que se rebelaron a la
voluntad de Dios y las consecuencias fueron muy tistes. El pastor
Cipriano Geldres solía repetir con frecuencia en sus sermones:
“En la obediencia está la ganancia”. Sin duda que tenía razón,
porque obedecer al Señor nos conduce al verdadero éxito.

Dios único
Josafat se mantuvo alejado de los falsos dioses, el relato nos dice
que “no buscó a los baales”. Dios castigó severamente a aquellos reyes
que se inclinaron a otros dioses porque detesta la idolatría, eso fue
lo que le dijo al antiguo Saúl cuando desobedeció sus mandatos
(1ª Samuel 15:23). El Señor no comparte su gloria ni su lugar de
preeminencia con nadie, el gran mandamiento comienza: “Oye
Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.” Deuteronomio 6:4, y la ley
dice: “No tendrás dioses ajenos delante de mí… no te inclinarás a ellas,
ni las honrarás.” Éxodo 20:3-5. La vida de Josafat fue bendecida y
guardada por el Señor porque mantuvo a Dios como prioridad
en su vida.

212
DÍA 104

ENSEÑAR EL LIBRO
“ Y enseñaron en Judá, teniendo consigo el libro de la ley de Jehová,
y recorrieron todas las ciudades de Judá enseñando al pueblo.”
2ª Crónicas 17:9

Cuando Josafat había reinado tres años, tomó la decisión más


importante para el pueblo de Dios; organizar y ejecutar un plan
de instrucción de la ley de Dios en toda la nación.

La tarea de enseñar
En Jerusalén había sacerdotes capacitados que hacían el trabajo
de enseñar la ley, pero en muchas ocasiones quedaba a criterio
de la buena disposición y posibilidades que tuvieran para llevar
adelante la enseñanza. El rey tenía el poder y contaba con todos
los medios para hacer que este mandato de Dios de instruir al
pueblo se cumpliera, y Josafat lo hizo. En todos los ámbitos de la
vida, la ignorancia lleva a la destrucción y al desastre. No conocer
las verdades de Dios nos conduce al desvío del camino, esto es lo
que le sucedió al pueblo de Dios en muchas ocasiones. El profeta
Oseas declaró: “Mi pueblo fue destruido porque le faltó conocimiento.”
Oseas 4:6. La responsabilidad de los padres, de los líderes y de los
pastores es enseñar todo el consejo de Dios, como nos exhorta el
Apóstol. La mejor inversión que podemos hacer en la gente que
lideramos es enseñarles la Palabra del Señor. Esto es lo único que
los hará fuertes y los preparará para enfrentar las adversidades de
la vida. Los hijos bien instruidos en los principios de Dios tendrán
mayores posibilidades de cumplir con los propósitos que el Señor
tiene para ellos: “Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere
viejo no se apartará de él.” Proverbios 22:6. Un pueblo que conoce
las verdades de la Palabra tiene mayores chances de no desviarse
del camino que Dios quiere que recorramos.
213
La necesidad de llevar el libro
La enseñanza que Josafat dispuso para el pueblo no fue sacada
de un autor de moda, ni de una nueva línea de pensamiento que
había aparecido últimamente en Judá. Los sacerdotes y levitas,
junto con los príncipes a quienes se les encargó la tarea, debían
“llevar consigo el libro de la ley de Jehová”, de allí tenían que
sacar la instrucción. Ese era el manual de estudio, por lo tanto,
debían conocerlo y saber enseñarlo con toda sencillez y claridad.
La instrucción al antiguo líder de Israel fue: “Nunca se apartará
de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en
él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito;
porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien.”
Josué 1:8. Este gran siervo de Dios siguió las instrucciones del
manual divino. Todos sabemos que le fue bien y que cada una
de las promesas de Dios se cumplieron en su vida y el ministerio
que desarrolló como sucesor de Moisés. Josafat se dio cuenta de
la importancia de seguir la guía y dirección de la Palabra de Dios
y le fue bien.

La responsabilidad de recorrer todas las ciudades


El rey Josafat dio la orden de enseñar la ley de Dios en cada
rincón de su reino, dice el texto que “recorrieron todas las ciudades
de Judá enseñando al pueblo”. No descuidó ningún grupo ni se
conformó con dar enseñanza donde aumentaría su popularidad,
sino en cada lugar donde había personas que formaran parte
del pueblo de Dios. Enseñar la Palabra de Dios al pueblo trajo
grandes resultados: libró al pueblo de la idolatría, de desviarse del
camino, lo hizo un pueblo fuerte en sus convicciones, admirado y
temido por las demás naciones. Siempre el resultado de conocer la
Palabra de Dios nos bendecirá a nosotros y a nuestra posteridad.

214
DÍA 105

CONDICIONES PARA LIDERAR


“ Y les mandó diciendo: Procederéis asimismo con temor de Jehová,
con verdad, y con corazón íntegro.”
2ª Crónicas 19:9

Josafat recorría todo el país visitando las ciudades importantes


de su reino para tener información directa de lo que sucedía
con el pueblo. Además, había enviado a un grupo de hombres
capacitados para que oficiaran de jueces sobre los asuntos
del pueblo, esto permitía que cada comunidad se sintiera bien
atendida por su administración. El rey les dio a sus delegados
varias indicaciones y advertencias que debían tener en cuenta en
el momento de administrar justicia: “Tengan cuidado con lo que
hacen, y que el temor del Señor sea con ustedes. Con el Señor, nuestro
Dios, no hay injusticia, ni acepción de personas, ni hay lugar para el
soborno.” 2ª Crónicas 19:7. Además de estas indicaciones, en el
versículo 9 da tres indicaciones que debían respetar al juzgar al
pueblo:

Con temor
La manera de administrar justicia debía ser bajo el temor del Señor,
esto no refiere a hacerlo con miedo o a ser un pusilánime. Esto
significa que debían actuar conscientes de la presencia de Dios.
Como dice el Apóstol: “… No sirviendo al ojo como los que quieren
agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios.”
Colosenses 3:22. Cuando hacemos las cosas con temor al Señor, las
hacemos con excelencia, con humildad y con un profundo deseo
de agradar a nuestro Dios, esperando que él apruebe la tarea. Por
esta razón, Josafat les dice a sus enviados que procedieran con
temor.

215
Con verdad
Solemos decir que la mentira es lo opuesto a la verdad y es cierto,
pero no es menos cierto que la mentira es lo más parecido a la
verdad. Cuando se aplica justicia, se lo debe hacer desde el marco
de la verdad. Por esta razón decimos que para administrar justicia
se debe transitar el camino de la verdad, de lo contrario, se cae en la
injusticia y en el favoritismo. La Biblia tiene mucho para decirnos
al respecto. El proverbio dice: “Compra la verdad y no la vendas.”
Proverbios 23:23. Esto significa que debemos procurar por todos
los medios obtener la verdad y nunca entregarla, cambiarla o
venderla. La verdad es un principio que debe conservarse al precio
que sea necesario. Para poder administrar justicia con la verdad, se
debe practicar la verdad, ser hombres de verdad en todas las áreas
de la vida. El Apóstol Pablo instruye a los cristianos a que vivan
en la verdad y les dice: “Cada uno de ustedes debe desechar la mentira
y hablar la verdad con su prójimo; porque somos miembros los unos de
los otros.” Efesios 4:25. Josafat tenía claras estas ideas y les pidió a
los jueces que envió a recorrer las ciudades que procedieran con
verdad.

Con integridad
Una persona íntegra no es alguien que nunca se equivoca o que
no comete pecado, sino alguien que tiene un corazón entero para
Dios, como lo fue el corazón de David. Hay una bendición en la
Biblia para los que tienen ese tipo de corazón: “El que camina en
integridad anda confiado”, seguida de una advertencia: “Mas el que
pervierte sus caminos será quebrantado” Proverbios 10:9. Hacer las
cosas sin integridad es hacerlas por motivos que no tienen que ver
con lo recto y justo, sino con otros intereses, a veces personales,
familiares, políticos u otros que nada tienen que ver con lo que
Dios aprueba. Por esta razón, Josafat les pidió a los jueces que
procedieran con corazón íntegro.

216
DÍA 106

DECLARACIÓN DE INSOLVENCIA
“¡Oh Dios nuestro! ¿no los juzgarás tú? Porque en nosotros no hay fuerza contra tan
grande multitud que viene contra nosotros; no sabemos qué hacer,
y a ti volvemos nuestros ojos.”
2ª Crónicas 20:12

Todo el relato del capítulo 20 de 2ª Crónicas tiene muchas


semejanzas con la historia personal de cada uno de nosotros. Hay
tres momentos que se pueden identificar en este recorte de la
historia del andar del reinado de Josafat.

Problemas inesperados
Todo parecía estar en calma en el reino de Judá, el pueblo disfrutaba
de andar en los caminos de la ley del Señor. Nada hacía suponer
que se acercaba una guerra y que toda la nación se encontraría
ante un gran peligro. El relato comienza diciendo: “Pasadas estas
cosas, sucedió que los hijos de Moab y Amón, y con ellos otros de los
amonitas, vinieron contra Josafat a la guerra.” 2ª Crónicas 20:1.
La bonanza suele ser una pausa entre dos crisis. No debiéramos
desesperar cuando aparecen, porque el mismo Dios de la quietud
y bendición es el Dios que quiere manifestarse en la guerra y en la
tormenta que pudiéramos tener que atravesar. El salmista decía:
“Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón. Aunque
contra mí se levante guerra, yo estaré confiado.” Salmos 27:3

Pedido de auxilio
Ante la tremenda noticia de que el enemigo se aproximaba con
un gran ejército para pelear contra el pueblo de Judá, Josafat
siente mucho miedo, así lo expresa la versión Reina Valera
Contemporánea: “Lleno de miedo, Josafat se dispuso a consultar
al Señor, y ordenó que todos en Judá ayunaran.” 2ª Crónicas 3:20.

217
Tener miedo no es lo grave, el asunto es ¿qué hacemos con el
miedo? Josafat hizo lo que un hijo de Dios debe hacer en estos
casos: presentarse delante de Dios y exponer la situación. Es muy
importante notar que el rey convocó a todo el pueblo para pedir
ayuda al Señor. Josafat no ocultó su preocupación e insolvencia
para resolver el asunto. El rey le dijo a Dios: “No sabemos qué hacer,
y a ti volvemos nuestros ojos.”. No debiéramos olvidar que, cuando
estamos en crisis o en necesidad, la comunión con el pueblo de
Dios para clamar en búsqueda de ayuda es algo que a él le agrada.
La reacción de Josafat fue correcta, se apropió de la promesa dada
por el mismo Señor a Salomón en la dedicación del templo: “Si
se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren,
y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces
yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.”
2ª Crónicas 7:14

Preparación para el milagro


El profeta del Señor, Jahaziel, declaró al rey y a todo el pueblo que
Dios daría una gran victoria, así les dijo: “Porque no es de ustedes
la guerra, sino de Dios.” 2ª Crónicas 20:15. Luego de esta palabra,
todo el pueblo, guiado por los levitas, alabó al Dios del cielo con
grandes cánticos de victoria y adoración. Así se preparó el pueblo
para recibir la victoria que Dios les daría al día siguiente. De esta
historia debemos aprender que, cuando estamos en crisis, en lugar
de quejarnos y desesperar, lo que tenemos que hacer es comenzar
a dar gracias a Dios por la victoria que él tiene preparada para
nosotros, porque como dice el Apóstol: “En todas estas cosas, somos
más que vencedores por medio de aquel que nos amó.” Romanos 8:37

218
DÍA 107

PAZ DEL CIELO


“ Y el reino de Josafat tuvo paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.”
2ª Crónicas 20:30

El rey Josafat y todo su pueblo no necesitaron empuñar las armas


para vencer a sus enemigos porque el Señor mismo combatió
por ellos. Luego de haber obtenido una gran victoria sobre los
moabitas y amonitas, el Señor les concedió un tiempo de paz en
todo el reino de Judá. Nuestro texto dice: “ Y el reino de Josafat tuvo
paz, porque su Dios le dio paz por todas partes.”. Tengamos algunas
reflexiones acerca de la paz. Hay tres términos muy conocidos en
el mundo antiguo que hablan sobre este concepto.

Pax romana
Según la Enciclopedia Británica, esta es una expresión latina para
referirse al período de calma interior y seguridad exterior de más
de doscientos años que vivió el Imperio Romano. Todos sabemos
que esta paz romana fue lograda por medio de la violencia y de
la fuerza del poderoso ejército del imperio. Ellos decían: “Aquí
va a haber paz sí o sí”. Un escritor cristiano, refiriéndose a esta
paz, dice: “La fuerza del ejército romano ejerció el poder absoluto
sobre el mundo conocido logrando una especie de paz”. Cuando
la paz se impone por medio de la violencia, no es paz. Eso es
lo que los romanos habían conseguido: someter a los pueblos
vecinos y obligarlos a estar en paz con ellos. Esta no es la clase de
paz que el Señor quiere darnos.

Eirene griega
La idea de paz que transmite este término es la de una situación
en la que no hay guerra y es considerada sinónimo de tranquilidad.
Eirene es ausencia de problemas, y esto no es posible en la vida
219
de ninguna persona en esta tierra. El Señor Jesús advirtió a sus
seguidores que siempre tendrían problemas y dificultades, pero
que esto no les quitaría la paz: “Estas cosas les he hablado para
que tengan paz. En el mundo tendrán aflicciones; pero confíen, yo
he vencido al mundo.” Juan 16:33. La ausencia de problemas no
es sinónimo de paz. El relato bíblico está lleno de historias de
personas que pasaron por grandes adversidades y, sin embargo,
disfrutaron de quietud interior y vivieron con la paz que viene de
parte de Dios.

Shalom judío
Es la palabra que utilizaban y utilizan aún los hebreos para
saludarse. Con ella expresan buenos deseos. El término shalom
refiere tanto a la paz entre dos partes (especialmente entre el
hombre y Dios o entre dos países), como también a la paz interior
o tranquilidad de una persona. Shalom no es solo la ausencia
de conflicto o la desaparición de hostilidad, sino que significa
también un retorno al equilibrio y a la justicia. Esto es lo que
hace Dios con nosotros cuando interviene en nuestras vidas. La
idea de paz en el concepto bíblico refiere al estado de armonía
que produce Jesucristo entre Dios y nosotros, así lo expresa el
Apóstol: “Justificados por la fe, tenemos paz para con Dios, por medio
de nuestro Señor Jesucristo.” Romanos 5:1. La paz de la que disfrutó
Josafat fue la paz dada por el mismo Dios, este rey nada podía
hacer para conseguirla, porque no le era posible con sus propias
fuerzas. Qué bueno es saber que podemos disfrutar cada día y por
la eternidad de la paz dada por el Príncipe de Paz. Él nos aseguró:
“La paz les dejo, mi paz les doy; yo no la doy como el mundo la da. No
dejen que su corazón se turbe, ni tenga miedo.” Juan 14:27

220
DÍA 108

MALAS AMISTADES
“Pasadas estas cosas, Josafat rey de Judá trabó amistad con Ocozías rey de Israel,
el cual era dado a la impiedad.”
2ª Crónicas 20:35

El final la historia de Josafat no fue como nos hubiera gustado,


porque después de que el Señor le dio tantas bendiciones y un
reinado en paz, tomó una decisión equivocada. El rey se hizo
amigo de un hombre “dado a la impiedad”, esto quiere decir que
trabó amistad con una persona que no respetaba a Dios ni su
ley. Las consecuencias fueron muy malas para Josafat y para su
administración.

Pérdida de tiempo y dinero


El rey de Judá se dejó llevar por las ideas del perverso Ocozías y
esto le hizo descuidar asuntos importantes de su vida de devoción
a Dios. Josafat había mantenido cuidado y celo por la enseñanza
de la ley del Señor a todo el pueblo, pero ahora, al estar tratando
con alguien que no respetaba a Dios, comenzó a desviarse de los
principios de la ley. Otra cosa que perdió Josafat fue una gran
cantidad de dinero, ya que las naves que construyó en sociedad
con Ocozías para ir a conquistar Tarsis se rompieron todas. La
amistad de Josafat con el rey de Israel solo le trajo complicaciones
y grandes pérdidas.

Pérdida de prestigio
El rey de Judá había ganado buena reputación y la gente lo
apreciaba mucho por las buenas medidas de gobierno que
había tomado. Cuando se asoció a Ocozías, la gente se vio muy
desilusionada, ya que la fama de rey de Israel era muy mala. Así lo
describe la crónica: “También él anduvo en los caminos de la casa de
221
Acab, pues su madre le aconsejaba que actuase impíamente. Hizo, pues,
lo malo ante los ojos de Jehová, como la casa de Acab; porque después
de la muerte de su padre, ellos le aconsejaron para su perdición.”
2ª Crónicas 22:2-4. El proverbio de Salomón advierte sobre las
malas compañías y sobre las consecuencias que se sufren por
compartir con ellos el camino: “El que anda con sabios, sabio será;
mas el que se junta con necios será quebrantado.” Proverbios 13:20

Pérdida de aprobación de Dios


La consecuencia más grave que sufrió Josafat por hacer amistad
con Ocozías fue la desaprobación de Dios. Este es el punto central
de la vida de alguien que sirve al Señor. No importa tanto perder
prestigio delante de los demás, ni tampoco tener pérdidas de
bienes o de posición económica, lo más grave es no tener a Dios
de tu lado. Esta fue la mayor consecuencia que tuvo que afrontar
Josafat, la desaprobación de Dios. Su vida terminó mal y todo lo
bueno que había hecho perdió brillo. La declaración del sabio se
aplica perfectamente en este caso: “El mal olor de una mosca muerta
echa a perder el mejor perfume. La tontería más pequeña afecta el
prestigio de quien es sabio y honorable.” Eclesiastés 10:1. No siempre
es fácil darse cuenta del desvío del camino, por ello debemos estar
atentos para ver todas las señales que Dios nos deja en su Palabra,
en el consejo de las personas que caminan cerca de Dios y en las
circunstancias. Dios nos dice: “Entonces oirán ustedes decir a sus
espaldas estas palabras: Este es el camino; vayan por él. No se desvíen
a la derecha ni a la izquierda.” Isaías 30:21
La influencia que ejerció Ocozías sobre el rey Josafat fue
determinante para que el rey de Judá quedara en el registro bíblico
como un hombre que no terminó bien.

222
DÍA 109

UN REY FUERTE
“Así que Jotam se hizo fuerte, porque preparó sus caminos delante de Jehová su Dios.”
2ª Crónicas 27:6

Jotam fue el décimo rey de Judá y reinó dieciséis años. Aunque


solo tenía veinticinco cuando inició su reinado, alcanzó gran éxito
porque hizo lo que Dios esperaba de él. Entre los logros de Jotam
podemos mencionar la construcción de la puerta superior del
templo y la edificación de torres y fortalezas. Además, derrotó a los
amonitas y les exigió tributos anuales por tres años consecutivos
en plata y trigo. La versión NTV lo describe así: “El rey Jotam
llegó a ser muy poderoso porque procuró vivir en obediencia al Señor su
Dios.”. Este fue el secreto del joven rey de Judá. Nosotros también
podemos hacernos fuertes en el Señor si, al igual que Jotam,
seguimos los principios de la Palabra.

Mente preparada
Dios espera que ocupemos nuestra mente, nuestros pensamientos,
en la verdad que él nos enseña en la Palabra, así se lo dijo a Josué:
“Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de
noche meditarás en él…” Josué 1:8. Este le obedeció y se hizo un
hombre fuerte. El salmista, cuando habla acerca del éxito y la
prosperidad del hombre piadoso, dice: “Sino que en la ley de Jehová
está su delicia y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol
plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo y su
hoja no cae; y todo lo que hace prosperará.” Salmos 1:2-3. Ocupar la
mente en pensar los pensamientos de Dios es una condición para
ser un hombre fuerte.

Corazón preparado
Asociamos lo que pasa por el corazón a nuestra parte afectiva:
223
tristeza, alegría, odio, amor… Aun cuando la Biblia asocia
corazón también a los pensamientos, nosotros identificamos el
corazón con los sentimientos. Estos se alimentan de la realidad
que vivimos y de lo que recibimos. Una persona que busca a Dios
encuentra buen recibimiento y mucho amor y, por lo tanto, ama
mucho a Dios. Dice el Apóstol: “Nosotros le amamos a él, porque él
nos amó primero.” 1ª Juan 4:19. Cuando amamos a Dios, la única
forma que tenemos para demostrárselo es obedeciéndolo, es decir,
haciendo su voluntad. Jotam era un hombre que tenía su corazón
dispuesto para Dios.

Voluntad preparada
Dios nos ha dado la capacidad y la posibilidad de decidir, y es
muy respetuoso de nuestra libertad. Esta es la razón por la que
hay personas que deciden agradar a Dios y otras a las que no
les interesa hacer lo que Dios dice. Tristemente vemos cómo
muchos desperdician sus vidas tomando decisiones equivocadas y
contrarias a la voluntad de Dios. En el caso de Jotam, no fue así.
Leemos que él “preparó sus caminos delante de Jehová su Dios”. Esto
significa que el joven rey tomó una decisión y fue agradar a Dios.
La consecuencia de esta sabia decisión fue que el rey Jotam se
hizo fuerte, y fue muy poderoso. ¿Sabes por qué? Porque aceptó el
desafío de Dios. La promesa del Señor es esta: “El Señor te pondrá
a la cabeza, nunca en la cola. Siempre estarás en la cima, nunca en el
fondo, con tal de que prestes atención a los mandamientos del Señor tu
Dios que hoy te mando, y los obedezcas con cuidado.” Deuteronomio
28:13. No debiera sorprendernos la grandeza que alcanzó el
rey Jotam, porque lo normal es que a quien hace la voluntad de
Dios le va bien, porque esa es su promesa: “ Y todo te saldrá bien.”
Josué 1:8

224
DIA 110

ORACIÓN DESESPERADA
“Mas Joacaz oró en presencia de Jehová, y Jehová lo oyó; porque miró la aflicción de
Israel, pues el rey de Siria los afligía.”
2ª Reyes 13:4

Todos los reyes de Israel hicieron lo malo ante los ojos del Señor,
siguiendo el mal ejemplo de su antepasado Jeroboam. Siguieron
quebrantando el pacto de Dios al ir tras dioses ajenos en lugar
de adorar solo a Jehová, el Dios de Israel. El rey Joacaz no fue la
excepción, pero este texto que estamos considerando nos permite
ver la gran misericordia de Dios por su pueblo. Tres verbos definen
el cuadro de esa gran misericordia.

Oró Joacaz
El Señor se enojó mucho con el pueblo de Israel. Dice el relato
que fue Dios quien “los entregó en mano de Hazael rey de Siria, y en
mano de Ben-adad hijo de Hazael, por largo tiempo” 2ª Reyes 13:3.
Fueron perdiendo territorio y la aflicción que los sirios causaron
al pueblo era grande. El rey, en su desesperación, clamó a Dios
por ayuda, dice el relato que “Joacaz oró en presencia de Jehová”.
El apremio en el que se encontraba lo llevó a esta desesperada
oración. La oración es el recurso que siempre tendremos a nuestra
disposición, el mismo Dios dijo por boca del profeta: “Clama a
mí y yo te responderé y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no
conoces.” Jeremías 33:3. Los cristianos solemos dejar la oración
como último recurso, como lo hizo Joacaz, pero no debiera ser
así. La oración, como dice el pastor Ronald Hussey: “Es como
nuestra respiración, no es posible vivir sin ella.”.

Oyó el Señor
En medio de la desesperación, este perverso rey clamó al Señor y
225
como Dios nunca deja de oír, lo oyó porque es Dios y es grande
en misericordia. A nuestro juicio, Dios debería haber hecho
oídos sordos a un hombre como Joacaz, pero el Señor no se hizo
el distraído, sino que atendió su clamor. Cuando el rey David
hizo una oración desesperada, el Señor lo escuchó y lo libró de
la aflicción, fue entonces que escribió: “Pacientemente esperé a
Jehová, y se inclinó a mí y oyó mi clamor y me hizo sacar del pozo
de la desesperación, del lodo cenagoso.” Salmos 40:1-2. Nos asombra
que Dios haya escuchado de la misma manera y con la misma
atención la oración del rey David y la de Joacaz. Según nuestra
evaluación, uno merece más que el otro ser oído, pero Dios es
Dios y su carácter lleno de misericordia nos vuelve a dejar sin
palabras. El mismo David, cuando intenta decirnos cómo es
Dios, escribe: “Misericordioso y clemente es Jehová; lento para la
ira y grande en misericordia… no ha hecho con nosotros conforme a
nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados.”
Salmos 103:8-10

Miró el Señor
La expresión “miró la aflicción de Israel, pues el rey de Siria los
afligía”, no refiere a una mirada pasiva o contemplativa. La
mirada de Dios es para ayudar, para dar respuesta al clamor de
este desesperado hombre. El texto siguiente dice: “Dio Jehová
salvador a Israel, y salieron del poder de los sirios, y habitaron los hijos
de Israel en sus tiendas como antes.” 2ª Reyes 13:5. El Señor siempre
estará dispuesto a ayudarnos, a sacarnos del peor momento
y circunstancia adversa que podamos estar atravesando. Solo
espera que clamemos a él y él se hará presente porque es fiel a sus
promesas. En este relato se hace evidente la declaración paulina:
“Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo.”
2ª Timoteo 2:13

226
DÍA 111

SIN VER SU ROSTRO


“Jehová, por tanto, se airó en gran manera contra Israel,
y los quitó de delante de su rostro; y no quedó sino solo la tribu de Judá.”
2ª Reyes 17:18

Después del reinado de Joacaz se sucedieron ocho reyes más en


el reino de Israel, el último de ellos fue Oseas, quien gobernó
por nueve años. Este rey terminó su reinado de la peor manera,
porque Israel fue llevado cautivo y fue disperso por toda Asiria. La
desobediencia da cada uno de estos veinte reyes que gobernaron
Israel desde la división del reino fue una gran tragedia que
concluyó con la desaparición definitiva del reino del Norte en
manos de los asirios. El castigo de Dios para esta parte de su
pueblo fue definitivo, porque nunca más regresaron como pueblo
a ocupar sus tierras. Solo quedó el reino del Sur, es decir, el reino
de Judá, que se mantuvo por unos años más, pero que finalmente
también fue llevado cautivo por los babilónicos. La expresión
utilizada por el relato del libro de los Reyes es muy fuerte, nos
dice que Dios “los quitó de delante de su rostro”. Esto implica varias
cosas:

Perdieron la relación con Dios


El pueblo hebreo es el pueblo de Dios, así lo declaró Dios mismo,
quien se mantuvo en una relación de cercanía con ellos. Cuando
los sacó de Egipto con mano poderosa y grandes milagros, dice
el relato que “Jehová iba delante de ellos de día en una columna de
nube para guiarlos por el camino, y de noche en una columna de fuego
para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y de noche. Nunca
se apartó de delante del pueblo la columna de nube de día, ni de noche
la columna de fuego.” Éxodo 13:21-22. Cada día, el pueblo podía
ver a Dios y esta relación se mantuvo mientras ellos estuvieron
227
dispuestos a seguir la voluntad del Señor. Cuando el Señor “los
quitó de delante de su rostro”, esta relación de cercanía se cortó y no
pudieron ver actuar a Dios.

Perdieron la comunión con Dios


Una vez establecidos en la tierra prometida, el pueblo junto
con sus reyes, no buscaron al Señor de todo corazón, sino que
siguieron sus propios caminos y finalmente Dios “los quitó de
delante de su rostro”. Perdieron esa comunión que tenían con el
Señor y dejaron de disfrutar la posibilidad de tener buen diálogo
con el Dios de Israel. El profeta dice con mucha claridad: “Son las
iniquidades de ustedes las que han creado una división entre ustedes y
su Dios. Son sus pecados los que le han llevado a volverles la espalda
para no escucharlos.” Isaías 59:2. Cuando perdemos la relación con
Dios, dejamos de verlo en la vida cotidiana. Cuando perdemos
la comunión con Dios, es porque hay pecados no confesados
que impiden el diálogo entre un Dios santo y nuestro corazón
encaprichado en hacer lo que Dios no aprueba. Esto le pasó
al pueblo de Israel y nos puede pasar a nosotros si no estamos
atentos.

Perdieron la intimidad con Dios


El pueblo de Israel había perdido la relación, la comunión y
también la intimidad con Dios. Ellos decidieron seguir a otros
dioses, hacer su propia voluntad y desconocer los mandatos del
Señor, por esto Dios “los quitó de delante de su rostro”. Vivir en
intimidad con Dios es un privilegio que él concede a quienes lo
desean con todo el corazón. El Señor Jesús les dijo a sus discípulos:
“El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre le amará, y
vendremos a él, y haremos morada con él.” Juan 14:23. Dios no desea
apartarnos de su rostro, somos nosotros quienes elegimos vivir en
lejanía o en intimidad con él.

228
DÍA 112

VOLVER A EMPEZAR
“En el mes primero del primer año de su reinado, Ezequías abrió las puertas del
templo del Señor, y las reparó.”
2ª Crónicas 29:3

Ezequías era muy joven cuando comenzó a reinar, solo tenía


veinticinco años y fue uno de los mejores reyes que gobernó Judá.
Tomó decisiones muy importantes que agradaron a Dios. Nos
detendremos en la primera medida de gobierno de Ezequías:
abrió las puertas del templo del Señor, y las reparó.

Abrió las puertas


Cuando Ezequías asumió el gobierno de Judá, convocó a los
sacerdotes y levitas y les dio instrucciones precisas sobre lo que
tendrían que hacer. El pueblo de Judá, por muchos años, había
abandonado la ley del Señor y habían descuidado el templo a
tal punto que el rey les hizo notar el tremendo desinterés al que
habían llegado los dirigentes anteriores: “Aun cerraron las puertas del
pórtico y apagaron las lámparas; no quemaron incienso, ni sacrificaron
holocausto en el santuario al Dios de Israel.” 2ª Crónicas 29:7. Esta
forma de administrar los había conducido a un gran descuido de
lo sagrado. Las puertas cerradas por mucho tiempo seguramente
habían generado olor a encierro y a humedad. La casa del Señor
estaba abandonada y esto no agradaba a Dios. Las puertas cerradas
no permitían ver lo que pasaba adentro, como si quisieran ocultar
algo. Al llegar Ezequías al trono, lo primero que hizo fue hacer
abrir las puertas del Templo por varias razones. Una de ellas era
para que entrara la luz del sol, para que se iluminara y para que
todos pudieran mirar hacia adentro. El Nuevo Testamento nos
enseña que nosotros somos el templo del Espíritu Santo y puede
pasarnos que tengamos algunas puertas cerradas y la luz del Señor
229
no pueda entrar. Quizás debamos abrir las puertas de algunas
áreas de nuestra vida, pueden ser rencores hacia algunas personas,
raíces de amargura por alguna injusticia o traición que sufrimos o
tal vez por pecados ocultos que no confesamos aún. Las puertas
deben abrirse, pero no se abrirán solas, debemos hacerlo nosotros
mismos como lo hizo Ezequías, y permitir que entre toda la luz.
Así disfrutaremos de la declaración de nuestro Señor: “ Yo soy la
luz del mundo, el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá
la luz de la vida.” Juan 8:12. Abrir las puertas fue la mejor forma
de darse cuenta de que debían repararse.

Reparó las puertas


El abandono de la casa del Señor era tal que las puertas se habían
arruinado y nadie había hecho nada para evitarlo. Ezequías dio
la orden de arreglarlas; quizás debían cambiarle las bisagras o
tal vez reparar algunas maderas. Los arreglos tenían que ver con
seguridad, con estética y con belleza. En nuestras vidas, suele
pasar algo parecido a lo sucedido con las puertas de la casa del
Señor. En el andar de la carrera cristiana se nos van arruinando
algunas áreas, en el carácter o en las relaciones. Todas ellas deben
ser reparadas con la dirección de la Palabra de Dios y la ayuda del
Espíritu Santo. El Señor de nuestras vidas está comprometido
a ayudarnos en esa reparación: “El que comenzó en ustedes la
buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo.” Filipenses 1:6.
Quizás sea hora de reparar puertas de relaciones con familiares,
amigos, hermanos de la iglesia y otras que solo nosotros sabemos:
“Si es posible, en cuanto dependa de ustedes, estén en paz con todos.”
Romanos 12:18. Imitemos a Ezequías, de quien se dijo: “Hizo lo
que era agradable a los ojos de Dios.” 2a Reyes 18:3

230
DÍA 113

EL SECRETO DE LA VICTORIA
“Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria,
ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.”
2ª Crónicas 32:7

El rey Ezequías convocó al pueblo de Judá y a los que quedaron


en el reino de Israel para celebrar juntos la fiesta de la Pascua.
Muchos aceptaron la invitación y fueron. Por catorce días
estuvieron de fiesta en Jerusalén. Luego de este magno encuentro,
el rey organizó el servicio de los sacerdotes y levitas para que
oficiaran en las ceremonias diarias en el Templo, según lo indicaba
la ley de Moisés. Una vez que los asuntos espirituales estaban
en orden, se esperaba que la marcha del gobierno de Ezequías
avanzara viento en popa. Pero no fue así, porque el enemigo de
los proyectos de Dios nunca dejará que avancemos sin tratar
de impedir que los planes de Dios se lleven a cabo. Así sucedió
en el reino de Judá. Después de haber disfrutado de una gran
fiesta, como fue la celebración de la Pascua que hacía años no se
realizaba, aparece este tenso capítulo 32 del libro de 2ª Crónicas.

Problemas inesperados
Llama la atención cómo se inicia este capítulo: “Después de estas
cosas y de esta fidelidad, vino Senaquerib rey de los asirios e invadió
a Judá, y acampó contra las ciudades fortificadas, con la intención
de conquistarlas.” 2ª Crónicas 32:1. Ezequías estaba haciendo las
cosas bien, había tomado decisiones correctas y el Señor aprobaba
su manera de conducirse. Cuando hacemos lo que Dios espera
que hagamos, el adversario se enoja y pretende arruinar la obra
de Dios. Debemos saber que el diablo está derrotado y lo único
que puede hacer es molestar, pero nunca podrá detener la obra de
Dios. Es verdad que el relato nos presenta a un ejército rodeando
231
la ciudad y pareciera que la invasión es inminente, pero no fue así,
porque Dios estaba del lado de su pueblo.

Preparación adecuada
Cuando el rey recibió el informe del estado de situación, no
se quedó con los brazos cruzados, sino que tomó decisiones
apropiadas. Primero, se reunió con el equipo para analizar y
buscar estrategias de resistencia y de cómo superar la situación.
Luego, cortaron el flujo de agua para que los invasores no tuvieran
provisión, arreglaron algunos muros y construyeron otros. El rey
nombró nuevos líderes para que condujeran esta etapa de crisis.
Todo estaba organizado de modo que presentarían una buena
defensa frente a los sirios que ya estaban comenzando a rodear
las ciudades de Judá. Es importante que, frente a los ataques del
enemigo, no nos quedemos pasivos, pensando que no podemos
hacer nada. Debemos hacer todo lo que esté a nuestro alcance.
Hay algunas decisiones que nos corresponde a nosotros tomar.
La confianza en la victoria siempre la pondremos en el poder del
Señor y no en nuestras estrategias, aun cuando las tengamos.

Palabras de ánimo y motivación


El relato nos dice que Ezequías supo motivar adecuadamente al
pueblo: “Los hizo reunir en la plaza de la puerta de la ciudad, y habló
al corazón de ellos.” 2ª Crónicas 32:6. La confianza que el rey le
transmite a su gente está basada en la presencia de Dios con ellos
y no en su habilidad para enfrentar la guerra. Ezequías le pidió
al pueblo que hiciera un esfuerzo y les recordó quién estaba de
su lado: “Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de
Asiria, ni de toda la multitud que con él viene; porque más hay con
nosotros que con él.”. Allí está el secreto de la victoria.

232
DÍA 114

LAS CARTAS SOBRE LA MESA


“ Y tomó Ezequías las cartas de mano de los embajadores; y después que las hubo leído,
subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías delante de Jehová.”
2ª Reyes 19:14

El reinado de Ezequías tuvo una gran cantidad de hechos que nos


permiten ver la obra de Dios en la vida de alguien que se dispone
a confiar en él. El relato de la invasión de Senaquerib rey de Asiria
sobre el reino de Judá está contado también en el libro de los
Reyes. Aquí aparece una descripción que muestra algunos detalles
que no figuran en el libro de Crónicas. El rey de Asiria envió
una comisión para decirle al rey de Judá que debía entregarse sin
presentar resistencia si deseaba salvar su vida. Cuando Senaquerib
se enteró de que Ezequías no haría caso a su amenaza, envió una
carta con la sentencia sobre Judá. La desesperación del rey de
Judá fue tal que recurrió, como última opción, al profeta Isaías
para pedir ayuda. Esta fue la mejor decisión del rey Ezequías. El
relato es muy gráfico en relación a lo que hizo el rey con las cartas
de amenazas que trajo la delegación del rey de Asiria: “Después
que las hubo leído, subió a la casa de Jehová, y las extendió Ezequías
delante de Jehová.”.

Muestra impotencia
El ejército de asiria era muy poderoso, había realizado grandes
conquistas y todos le tenían respeto y mucho miedo. Cuando
Ezequías se dio cuenta de que ya tenía a los soldados de
Senaquerib rodeando su ciudad, comenzó a ver que no era posible
ganar esa batalla. Él se había preparado y había organizado la
defensa de la mejor manera, pero esto no era suficiente. Así es
como suele sucedernos en muchas ocasiones. Cuando pareciera
que hicimos todo lo que estaba a nuestro alcance, pero eso no
233
es suficiente para lograr los objetivos, nos sentimos frustrados e
impotentes, como este rey de Judá. El Apóstol Pablo también se
sentía impotente para realizar la obra de Dios y por esto dice:
“No que seamos competentes por nosotros mismos para pensar algo
como de nosotros, sino que nuestra competencia proviene de Dios.”
2ª Corintios 3:5

Muestra desesperación
La impotencia es la sensación de no ser capaz, de no poder,
mientras que la desesperación es el sentimiento de angustia y
desolación interior por no saber qué camino tomar. Quienes sirven
a Dios, como Ezequías, pueden ser librados de este estado de
conflicto, como lo declaró el Apóstol Pablo: “Estamos atribulados
en todo, mas no angustiados; en apuros, mas no desesperados;
perseguidos, mas no desamparados; derribados, pero no destruidos.”
2ª Corintios 4:8-9. El párrafo del Apóstol termina diciendo: “Pero
gracias a Dios, el cual nos lleva siempre de triunfo en triunfo en Cristo
Jesús.” 2ª Corintios 2:14

Muestra dependencia
Ezequías hizo lo mejor que podía, en realidad lo único que debía
hacer frente a la terrible amenaza del rey de Asiria. Como dice
el historiador Flavio Josefo refiriéndose a este hecho: “Leídas
estas cartas, Ezequías mantuvo, sin embargo, su buen ánimo,
por la confianza que depositara en Dios. Dobló las cartas y las
depositó en el Templo”. El relato del libro de los Reyes, como el
de Isaías 36, nos dice literalmente que el rey “extendió las cartas
delante de Jehová”. Esto es lo que debemos hacer en cualquier
circunstancia difícil que nos toque enfrentar, cuando la impotencia
y la desesperación nos invaden. El Apóstol Pedro nos dice:
“Echen toda la ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de ustedes.”
1ª Pedro 5:7. Así lo hizo Ezequías y Dios le dio una gran victoria.

234
DÍA 115

LÁGRIMAS DELANTE DE DIOS


“ Yo he oído tu oración, y he visto tus lágrimas; he aquí que yo te sano; al tercer día
subirás a la casa de Jehová.”
2ª Reyes 20:5

El profeta Isaías le habló a Ezequías de parte de Dios y le comunicó


la gran victoria que tendrían sobre el malvado Senaquerib. Dice
el relato bíblico que “aquella misma noche salió el ángel de Jehová,
y mató en el campamento de los asirios a ciento ochenta y cinco mil.”
2ª Reyes 19:35. La victoria fue absoluta. Todo indicaría que, para
el rey Ezequías, las cosas regresaría a la calma, pero no fue así,
porque se enfermó gravemente y el profeta Isaías fue a visitarlo
para decirle: “Así dice el Señor: ordena tu casa, porque morirás y
no vivirás.” 2ª Reyes 20:1. Ante esta noticia, el rey se angustió
grandemente y oró y lloró delante de Dios. El Señor le respondió
dándole quince años más de vida. El gran líder, el hombre que
había superado grandes desafíos y había logrado hacer volver al
pueblo a los caminos del Señor, se encontraba en una gran crisis
personal. Esto nos ayuda a recordar que el hombre siempre es
hombre y no un dios. El ser humano está lleno de limitaciones
y tiene establecido por el Creador sus días aquí en la tierra. No
nos corresponde juzgar si estuvo bien o mal que Ezequías haya
pedido vivir más años que los asignados. Porque si estuvo mal, fue
el Señor quien se los concedió. Si estuvo bien, no aparece en toda
la Biblia ningún otro caso semejante para tomarlo como ejemplo
a seguir. El relato nos dice que el Señor consideró la petición de
Ezequías.

He oído tu oración
Orar no es solo elevar un pedido a Dios, orar es mucho más que
hablar con Dios. Orar es depender de Dios, es declararle nuestra
235
insolvencia, nuestra incapacidad para conseguir lo que le estamos
pidiendo. Orar es dejar claro que no podemos y que necesitamos
su ayuda. Orar es inclinarnos delante de la grandeza de Dios y
reconocer nuestra bajeza. Orar es reconocer que mientras Dios
puede todo, nosotros no podemos nada. Orar es reconocernos
incapacitados y necesitados de la ayuda de Dios. Orar es buscar
al Dios poderoso y clamar por misericordia. Esto es lo que hizo
Ezequías cuando abrió sus labios para pedir que el Señor lo sanara
y le concediera vivir. La promesa dicha por Jeremías se cumplió
para este hombre enfermo y desesperado: “Clama a mí, y yo te
responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.”
Jeremías 33:3

He visto tus lágrimas


El rey no solo elevó una oración desesperada, sino que además
derramó lágrimas delante del Señor. Las lágrimas que derramó
Ezequías son una evidencia de lo mucho que le afectó la noticia de
la proximidad de su muerte. Las lágrimas representan un estado
emocional muy fuerte y, en este caso, eran de angustia y de una
gran desolación. Es posible que en algunas ocasiones pasemos
por experiencias muy dolorosas y nos invada un estado emocional
de gran angustia. No olvidemos que Dios estará viendo nuestras
lágrimas como le sucedió a este rey. El salmista dijo: “Tú llevas
la cuenta de todas mis angustias y has juntado todas mis lágrimas en
tu frasco; has registrado cada una de ellas en tu libro.” Salmos 56:8.
Qué bien nos hace recordar que llegará un día en el que no
derramaremos más lágrimas, porque el buen Señor cumplirá su
promesa y nos liberará definitivamente del pecado y del enemigo
de nuestras almas: “Secará todas las lágrimas de ellos, y ya no habrá
muerte, ni llanto, ni lamento, ni dolor; porque todo lo que antes existía
ha dejado de existir.” Apocalipsis 21:4

236
DÍA 116

CUANDO EL ZAPATO APRIETA


“Luego que fue puesto en angustias, oró a Jehová su Dios, humillado grandemente en
la presencia del Dios de sus padres.”
2ª Crónicas 33:12

Manasés fue el rey que mayor cantidad de años reinó en Judá;


llegó a estar en el trono durante cincuenta y cinco años. Fue el
rey de Judá que más daño le hizo al pueblo, porque los condujo
por las peores atrocidades. El relato bíblico dice: “En ambos atrios
del templo del Señor construyó altares en honor de los astros del cielo.
Sacrificó en el fuego a sus hijos en el valle de Ben Hinón, practicó la
magia, la hechicería y la adivinación, y consultó a los muertos y a
espiritistas. Hizo continuamente lo que ofende al Señor, provocando
así su ira.” 2ª Crónicas 33:5-6. Por esto puede ser catalogado como
el peor rey. Dios mismo dice de él: “Ha hecho más mal que todo lo
que hicieron los amorreos que fueron antes de él.” 2ª Reyes 21:11. Por
esta actitud de desobediencia y desviación en la que anduvo este
rey, la ira del Señor se encendió y Dios declaró: “ Yo traigo tal mal
sobre Jerusalén y sobre Judá, que al que lo oyere le retiñirán ambos
oídos.” 2ª Reyes 21:12. El castigo del Señor para Manasés y el
pueblo estaba decretado. Así sucedió, los generales del rey de los
asirios aprisionaron con grillos a Manasés y, atado con cadenas,
lo llevaron a Babilonia. Podríamos suponer que aquí termina la
historia de este perverso rey, pero no fue así. Para sorpresa nuestra,
el relato dice que “cuando fue puesto en angustia, oró a Jehová su
Dios… y habiendo orado a él, fue atendido; pues Dios oyó su oración y
lo restauró a Jerusalén, a su reino.” 2ª Crónicas 33:13.

La desobediencia no tiene límite


El padre de Manasés era el piadoso rey Ezequías, que le dio un
buen ejemplo a su hijo, pero este no siguió sus pasos. Poco a
237
poco Manasés se alejó del camino y fue demasiado lejos, hasta
desbarrancarse en la desobediencia total. El grado de su pecado
era tal que no tuvo límites en su desvío. No es posible mensurar
ni prever hasta qué punto puede llegar la desobediencia. Esta es
la razón por la que se nos advierte: “No te desvíes, ni a la derecha ni
a la izquierda, aparta tu pie del mal.” Proverbios 4:27

La disciplina es inevitable
El libro de Deuteronomio está lleno de indicaciones acerca de
cómo debían comportarse los reyes del pueblo de Dios, pero
Manasés no las siguió. Seguramente los profetas de su época
advirtieron a Manasés, de parte del Señor, sobre sus desvíos y
pecados, pero él no los oyó. Todo esto hizo que Dios decretara
una fuerte disciplina para el rey y su pueblo. Las consecuencias
del pecado de Manasés y su mal ejemplo siguieron con su hijo
Amón, a quien mataron sus propios hijos. Nunca pueden medirse
las consecuencias del pecado, por eso debemos cuidarnos y estar
atentos a obedecer la ley del Señor.

La restauración es posible
Todo indicaba que la disciplina y castigo del Señor para este
hombre terminaría en su destrucción total y definitiva, pero no
fue así. El relato nos dice: “Habiendo orado a él, fue atendido; pues
Dios oyó su oración y lo restauró a Jerusalén y a su reino. Entonces
reconoció Manasés que Jehová era Dios.” 2ª Crónicas 33:13. Una
vez más, aparece la inexplicable gracia y misericordia del Señor
para aquellos que se humillan y claman por perdón. Volvemos a
sorprendernos del amor y paciencia de Dios para con Manasés y
para con nosotros.

238
DÍA 117

SI ESCUCHAS, DIOS ESCUCHA.


“Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón se enterneció,
y te humillaste delante de Jehová… también yo te he oído, dice Jehová.”
2ª Reyes 22:18-19

Josías fue el mejor rey de Judá, así lo expresa el relato: “No hubo
otro rey antes de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón, de
toda su alma y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley de Moisés; ni
después de él nació otro igual.” 2ª Reyes 23:25. Su reinado duró treinta
y un años e hizo las mayores reformas que un rey haya hecho en
Judá. El gran despertar espiritual para hacer estas reformas está
basado en un hecho extraordinario: el descubrimiento del libro de
la ley de Moisés. Por años, el libro de Dios había estado guardado,
bien guardado, de modo que no lo leían ni los dirigentes ni el
pueblo. Cuando el sacerdote Hilcías halló el libro, lo comunicó
inmediatamente al escriba Safán, quien lo leyó y luego se lo
presentó al rey para que él también lo leyera. Cuando Josías leyó
el libro de la ley, se produjo una conmoción en su ser interior
y rasgó sus vestiduras en señal de estar muy afligido delante
de Dios. El rey pidió que se consultase a la profetisa Hulda y
esta le declaró el enojo del Señor y el castigo decretado por la
idolatría y desobediencia del pueblo de Judá. Josías recibió una
palabra especial de parte del mismo Dios, porque su corazón
estuvo dispuesto cuando tomó conciencia de la situación en la
que se encontraban. Las palabras del Señor para Josías fueron
muy elocuentes: “Por cuanto oíste las palabras del libro, y tu corazón
se enterneció, y te humillaste delante de Jehová… también yo te he
oído, dice Jehová.”. Fueron tres las razones por las que el Señor
oyó la oración de Josías y decretó que no sufriría el castigo de la
desobediencia de su pueblo.

239
Oíste las palabras del libro
Dios toma muy enserio el grado de atención que le damos a su
Palabra. Vez tras vez la Biblia nos recuerda la importancia que
tiene oír con atención la voz de Dios a través de su Palabra.
Cuando Josías leyó el libro de la ley, le prestó toda su atención y
se preocupó por ponerla en práctica en su vida y en el reino que
manejaba. Minimizar el valor y el contenido del libro de Dios
nos deja expuestos a la disciplina del Señor. Cada día debiéramos
presentarnos en la presencia de Dios y decir: “Habla Señor, porque
tu siervo oye.” 1ª Samuel 3:10

Tu corazón se enterneció
Este verbo da la idea de un corazón sensible, blando y que se hace
tierno. Lo contrario a enternecernos es cuando somos duros para
aceptar la autoridad de la Palabra de Dios. Josías no trató de buscar
excusas o de encontrarle una interpretación diferente a lo que
claramente decía el libro. Dios no se agrada cuando intentamos
que la Biblia diga lo que no dice o diga lo que a nosotros nos
gustaría que dijera. Dice el profeta: “Oh Señor, he oído tu Palabra y
temí.” Habacuc 3:1. A Dios le agradó la actitud de Josías.

Te humillaste delante de Jehová


Si hay algo a lo que Dios no se resiste es a un corazón que se
humilla, que reconoce su pequeñez, su miseria y su necesidad.
Dios quiere escucharnos y desea bendecirnos, así dice el texto:
“Dios resiste a los soberbios y da gracia a los humildes.” 1ª Pedro 5:5.

240
DÍA 118

INFLUENCIA
“ Y quitó Josías todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo
que todos los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de
en pos de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo que él vivió.”
2ª Crónicas 34:33

La influencia que ejerció este hombre extraordinario sobre sus


liderados fue grande. Por muchos años el pueblo había sido
llevado a la idolatría y al abandono de la vida espiritual, pero en
el tiempo de Josías no sucedió así. Desde que el rey se reencontró
con el libro de Dios, las cosas cambiaron para el pueblo de Judá,
todos se alinearon detrás de la piedad de Josías. Dos actitudes se
destacan en nuestro texto:

Todos servían a Dios


El servicio a Dios en el Antiguo Testamento estaba relacionado
con la adoración y con la búsqueda de la exaltación del nombre
del Dios de Israel. Desde tiempos antiguos, el pueblo de Dios
recordaba que cuando fueron sacados de la esclavitud de Egipto
tenían que cumplir con el propósito para el cual Dios los había
liberado: “Cuando hayas sacado de Egipto al pueblo, servirán a Dios
sobre este monte.” Éxodo 3:12. El pueblo fue sacado de Egipto para
servir a Dios. Pasados los años, vez tras vez el pueblo perdía de
vista este propósito y comenzaba a caminar sin rumbo. Cuando
Josías reinó sobre Judá, toda la nación tomó conciencia de la
importancia de hacer la voluntad de Dios. Las personas que nos
siguen, sean nuestros hijos, alumnos o personas que están bajo
nuestro cuidado, por lo general, repetirán el modelo de vida que
ven en nosotros. Cuando nuestro Señor estuvo aquí en la tierra,
él les enseñó a sus discípulos, a través del ejemplo, cómo funciona
el tema de la influencia. En la cena que relata el evangelio de

241
Juan, Jesús les lavó los pies a todos los que estaban sentados a
la mesa; luego les habló y les dijo: “Ejemplo os he dado, para que
como yo he hecho, ustedes también hagan.” Juan 13:15. Jesús esperaba
que sus discípulos, quienes se transformarían en poco tiempo
en los grandes líderes de su iglesia, conocieran este principio
de liderazgo. Los seguidores repiten el modelo que ven en sus
líderes. Esta fue la experiencia que se ve en Josías y la manera en
que respondió el pueblo.

Todos seguían detrás de Jehová, el Dios de sus padres.


Josías llevó al pueblo no solo a servir, sino también a seguir de cerca
a Dios. Dice el texto: “No se apartaron de en pos de Jehová el Dios
de sus padres, todo el tiempo que él vivió.”. La conducta del pueblo
demostraba cuánto conocían a Dios. Servir al Señor y seguirle
son dos principios que van juntos, así lo enseñó Jesús cuando dijo:
“Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí estará también
mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará.” Juan 12:26.
En el servicio, hacemos aquellas acciones que llevan un beneficio
a quienes nos rodean, esta fue la manera de vivir de nuestro
Maestro. En el seguimiento, modelamos nuestro carácter para
que se asemeje al de Jesús. De esta manera nos transformamos en
imitadores del Maestro. El servicio sin seguimiento transforma
la vida en un activismo tedioso e imposible de sostener en el
tiempo. El seguimiento sin servicio nos transforma en grandes
teóricos e incluso en “grandes teólogos”, vacíos de la esencia del
cristianismo. La manera de dirigir al pueblo que tuvo este rey
muestra cuánta influencia pudo ejercer en ellos. Josías podría
parafrasear la declaración paulina: “Les rogamos y exhortamos en
el Señor Jesús, que de la manera que aprendieron de nosotros cómo
les conviene conducirse y agradar a Dios, así abunden más y más.”
1ª Tesalonicenses 4:1

242
DÍA 119

OÍDOS SORDOS
“Sedequías hizo lo malo ante los ojos del Señor su Dios, y no se humilló delante del
profeta Jeremías, que le hablaba de parte del Señor.”
2ª Crónicas 36:12

El rey Josías había hecho volver al pueblo de Judá a los caminos


del Señor, pero luego le sucedieron cuatro reyes, cada uno peor
que el anterior: Joacaz, Joacim, Joaquín y Sedequías. Este último
quedó en la historia como el rey que con su desobediencia llevó
al pueblo de Judá a la cautividad en Babilonia. Sedequías no
quiso escuchar al profeta Jeremías, quien le hablaba de parte de
Dios y las consecuencias fueron devastadoras. La descripción
que hace 2ª Reyes 25:1-21 acerca de la forma en que Jerusalén
fue destruida es muy cruda. Luego de dieciocho meses de estar
sitiada, gran cantidad de personas fueron muertas a filo de espada
por los caldeos. Sedequías y otros alcanzaron a huir, pero fueron
alcanzados por los caldeos y fueron capturados. A Sedequías lo
llevaron ante el rey de Babilonia, quien mató a sus hijos delante de
él y luego le quitó los ojos al rey de Judá. Todo esto fue muy cruel
y devastador. Los más jóvenes del pueblo de Judá fueron llevados
cautivos a pie hasta Babilonia para ser esclavos y sirvientes de
los babilonios. El salmo 137 describe la tristeza y angustia con
la que marcharon a recibir la disciplina del Señor: “Junto a los
ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y aun llorábamos, acordándonos
de Sion. Sobre los sauces en medio de ella colgamos nuestras arpas.
Y los que nos habían llevado cautivos nos pedían que cantásemos.”
Salmos 137:1-3. Cuando leemos el tremendo castigo que debió
sufrir el reino de Judá, tenemos que reflexionar sobre las promesas
y advertencias que recibieron por parte de los profetas del Señor.

243
No quisieron escuchar
El Señor le reclamó a Israel en varias ocasiones, pero ellos no
quisieron oír su palabra, esto mismo le sucedió a Judá: “¡Oh, si
me hubiera oído mi pueblo, si en mis caminos hubiera andado Israel!
En un momento habría derribado a sus enemigos.” Salmos 81:13-14.
Esta actitud de hacer oídos sordos a la voz de Dios le resultó muy
caro al reino de Israel y ahora Judá, el reino del Sur, seguía el
mismo camino. El Señor lamentó que no hubieran aprendido de
la experiencia del reino del Norte. Esto mismo puede pasarnos a
nosotros si no estamos dispuestos a escuchar al Señor.

No quisieron obedecer
El no querer escuchar al profeta fue una muestra de su soberbia,
así lo dice el relato: “Sedequías… no se humilló delante del profeta
Jeremías, que le hablaba de parte del Señor.”. Todo Judá fue tras la
desobediencia de Sedequías y Dios se fastidió grandemente, así
se describe el estado de situación: “Mas ellos hacían escarnio de los
mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus
profetas, hasta que subió la ira de Jehová contra su pueblo, y no hubo ya
remedio.” 2ª Crónicas 36:16. No solo no escuchaban y desobedecían
las instrucciones dadas en la ley del Señor, sino que se mofaban de
ella. La frase final es categórica: “no hubo ya remedio”, esto muestra
que a Dios le hubiera gustado ayudarlos, pero ellos no quisieron.
Siglos después, el Señor Jesús hizo la siguiente lamentación:
“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te
son enviados! ¡Cuántas veces quise juntar a tus hijos, como la gallina
junta a sus polluelos debajo de las alas y no quisisteis!” Mateo 23:37.
El Señor estuvo dispuesto, pero ellos no quisieron aceptar su
ayuda, ¡qué gran oportunidad perdida!

244
DÍA 120

EL REINO ES DE DIOS
“Así dice Ciro, rey de los persas: Jehová, el Dios de los cielos, me ha dado todos los
reinos de la tierra; y él me ha mandado que le edifique casa en Jerusalén, que está en
Judá. Quien haya entre vosotros de todo su pueblo, sea Jehová su Dios con él, y suba.”
2ª Crónicas 36:23

Los reyes de Israel y de Judá habían fracasado. El reino del Norte


había sido asolado y dispersado por toda Asiria y el reino del Sur
había sido llevado en cautiverio por los caldeos. Durante setenta
años, el reino de Judá permaneció cautivo en la gran Babilonia,
siendo disciplinado por Dios por la continua desobediencia de
sus reyes, sacerdotes y el pueblo en general. Todo parecía haber
terminado para los descendientes de Abraham. Nadie se acordaba
de Moisés, de David ni de las antiguas promesas dadas al pueblo
de Dios. El que no se había olvidado del plan para su pueblo era
el Señor, el Dios de Israel. En ocasiones, puede pasarnos algo
parecido. Mientras todo indica que ya no tenemos futuro y que
las promesas de Dios para nuestras vidas fueron sepultadas, Dios
se presenta para mostrarnos que él seguirá adelante para cumplir
sus propósitos con nosotros. En esta parte de la historia del reino
de Judá, aparece un personaje que no pertenece al pueblo de Dios,
Ciro el persa, a quien Dios decidió utilizar para beneficiar a su
pueblo. De esta misma manera suele pasar en nuestras vidas.
Dios utiliza gente que no imaginamos para bendecirnos. Esto
nos vuelve a demostrar que el que gobierna siempre es Dios, él es
quien tiene el control de todas las cosas y de todas las personas.
La gente que nos rodea, como en este caso Ciro para el pueblo
de Judá, se transforman en “actores de reparto” para cumplir
los planes de Dios. El verdadero protagonista de la historia y
personaje principal siempre será nuestro Señor. Veamos las tres
declaraciones que nos recordarán que el reino es de Dios.

245
Dios es rey sobre todos los hombres
Durante los setenta años que estuvo el pueblo de Dios en
Babilonia, se sucedieron cuatro monarcas: Nabucodonosor,
Belsasar, Darío y Ciro el persa. Todos ellos hombres paganos,
alejados de la fe hebrea y ajenos a las promesas del pueblo de
Dios. Pero cuando llegó el tiempo señalado por el calendario del
cielo, Dios irrumpió en la vida de Ciro, el rey de Persia. Así dice el
relato: “En el primer año de Ciro rey de Persia, para que se cumpliese
la palabra de Jehová por boca de Jeremías, despertó Jehová el espíritu
de Ciro.” Esdras 1:1. Dios es quien despierta el espíritu, clarifica
las ideas y quebranta la voluntad de aquellos a quienes quiere
utilizar. Así lo hizo con Ciro y así lo hará con aquellas personas
que están cerca de nosotros y pueden hacer algo para el adelanto
de la obra de Dios, sean estos funcionarios públicos, empresarios,
autoridades de instituciones, religiosos, políticos o cualquier
persona que tenga cierta influencia en algún área. Todos están
bajo la mano soberana de Dios y solo serán “actores de reparto”
en su obra.

Dios es rey sobre todos los reinos


Ciro reconoció que los reinos que él gobernaba los había recibido
de parte de Dios. Solemos pensar que quienes gobiernan son
independientes y absolutamente autónomos, olvidando que es
Dios quien “pone reyes y saca reyes” Daniel 2:21. Nabucodonosor
fue castigado severamente por Dios: “Hasta que conozcas que el
Altísimo tiene dominio en el reino de los hombres, y que lo da a quien
quiere.” Daniel 4:25. Vivamos de tal manera que quienes nos
rodean puedan ver, como dice Salmos 93:1, que el Señor reina.

246
Otra serie de Sembrar Ediciones

VIVAMOS
COMO JESÚS
Vivamos como Jesús es una serie de 49 devocionales para 7
semanas que te ayudará a reflexionar sobre el cristianismo
que debemos vivir, imitando la vida de Jesús.

Cada edición aborda una temática particular y es ideal para


trabajar con grupos pequeños, campañas en la iglesia o
como devocional personal.

La serie está compuesta por:

1. El fruto del Espíritu


2. La otra cultura
3. Siguiendo sus pisadas
4. Las parábolas del Maestro
5. Los milagros del Salvador
6. Más que preguntas
7. Encuentros

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Te desafío a mirar algunos personajes que fracasaron y tal
vez te identifiques con ellos a lo largo de la lectura. Pero
eso no alcanza si no buscas claves que te ayuden a tomar
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Las claves no son recetas baratas ni se encuentran en kioscos


de revistas, será mejor descubrirlas en las vidas de aquellos
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Aprender a relacionarnos entre hermanos es un desafío


de toda la vida porque cada uno de nosotros es distinto y
cambiamos con el paso del tiempo.

El aprender a pastorearnos entre los hermanos es otro


desafío importante porque exige renunciar a nuestro
egoísmo y comodidad.

El propósito de este libro es animarnos a que revisemos la


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El modelo de Jesús

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Impreso en julio de 2018
por Grancharoff Impresores
Tapalqué 5868, Buenos Aires
impresores@grancharoff.com

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