Escritor:
ROBERT SUNNY Quispe heller
COKI EN BUSCA
DE AMOR
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Prólogo
Este libro me es inspirado al ver a tantos niños de
nuestra sociedad que trabajan para ayudar a sus
padres, no se alimentan bien y descuidan sus propios
estudios.
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Esta historia cuenta de un niño que no tenía familia,
debido a que su madre, encontrándose gravemente
enferma, sabiendo que no le quedaba mucho tiempo de
vida y, habiendo perdido contacto con sus familiares,
quienes radicaban en otra ciudad, lo puso en un cesto
portabebés y lo dejó junto a la puerta de una vivienda
cuyas características la ubicaban en el nivel
socioeconómico bajo superior. Una vez allí el bebé, la
madre partió y se alejó caminando entre lágrimas,
resignada a transcurrir sus últimos días lo mejor que
pudiera, mientras llegaba el final, y con la esperanza de
que su niño pudiera ser acogido por una familia que le
brindara amor y una vida digna.
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A continuación, se dirigió a la cocina en busca de algo
que pudiera darle a Coki, pero al instante cayó en la
cuenta de que aquel bebé no podría beber de una taza,
por lo que corrió a la farmacia ubicada a pocas cuadras
y adquirió un biberón y una fórmula infantil.
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El conductor del automóvil se detuvo inmediatamente,
bajó de su auto a fin de socorrer a Jorge,
preguntándole preocupado “¿Se encuentra bien…? Lo
llevaré al hospital de inmediato”. Jorge sólo alcanzó a
pronunciar: “Co….Co… Coki”, y en ese instante falleció.
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respondió entre sollozos: “Sí”. Otro decía “Ay,
pobrecito”. Agobiado por la desesperación, Coki echó a
correr sin rumbo. El niño nuevamente se fue a vivir en
las calles, y perdió contacto con la gente que lo
conocía.
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preguntaba: “¿Por qué no tengo familia? ¿Por qué me
pasa esto a mí?” y, sin poder responderse, se echaba a
llorar desconsoladamente.
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anciana le contestó que había salido a comprar la leche,
sin que su familia se entere y, como no conocía bien las
calles, se perdió”. “¿Y por qué se perdió?” inquirió Coki;
“Porque no veo, soy ciega”, respondió la anciana.
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puede distinguir su casa si no puede ver?”. Estrella le
dijo: “No sé cómo explicártelo, pero toco y huelo
aunque no vea”. Coki se quedó callado sin entender lo
que le dijo la señora. Estrella le preguntó: “Coki
¿conoces a Jesús?”; Coki le respondió: “No ¿quién es?” –
“Te cuento una historia…” fue la respuesta de Estrella.
“Jesús fue el hijo de Dios”, siguió diciendo ella.
Proverbios. 28:6-16
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Coki no comprendía del todo lo que le decía Estrella,
pero la escuchaba atentamente.
Estrella preguntó a continuación:
“Y dime ¿cuántos años tienes?”, a lo
cual él contestó: “Yo tengo 10 años.
Trabajo para ganar mi dinero y
salir adelante” - “¿Y dónde están tus
padres?” inquirió Estrella; “Mi papá murió en un
accidente y no conocí a mi mamá”, fue la respuesta de
Coki. Estrella entonces interrogó: “¿Y en qué trabajas?”,
y Coki le informó: “Yo lavo carros, vendo chicle, reciclo
botellas…”.
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tienen tiempo para mí. Por ello. contrataron a una
señora para que cuide de mí, mas no tiene paciencia y,
por ello, algunas veces como hoy, no viene. Por esa
razón salí a comprar pan y leche y creo que me perdí”.
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el pobre que camina en su integridad que el de
perversos caminos, y rico”.
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parte de una familia, y que en ella hubiera una abuela
como Estrella.
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definidos, al no haber en su entorno tales figuras; al
pensar en Estrella, fue comprendiendo que la soledad
era una condición que ambos tenían en común, ya que
ella tampoco contaba con la compañía y apoyo de sus
familiares, y se fue llenando de tristeza.
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que hoy quise presentarme” – “Igualmente, padre”,
respondió Coki.
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disimular su congoja y esforzándose por esbozar una
sonrisa de simpatía, le ofreció: “Coki ¿te gustaría asistir
gratuitamente a unas clases llamadas catequesis,
donde niños como tú aprenden de la Palabra de Dios, y
pueden conocer amigos con quienes juegan, conversan
y la pasan bien? Me encantaría que estuvieras allí”
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de Estrella, tocó el timbre y ella salió y, al verlo, lo
saludó diciendo: “Hola, Coquito… ¿A qué se debe tu
visita?”, y el niño pasó a relatarle entusiásticamente lo
ocurrido; ante ello, la anciana replicó: “¡Qué bueno,
Coquito! ¿Ves? Dios es bueno y te cuida”.
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estaba viviendo, próximo a entrar en la adolescencia.
Ella solía relatarle pasajes de la Biblia que recordaba,
extrayendo de ellos lecciones de conducta y valores,
que Coki procesaba y probaba poner en práctica,
dándose cuenta de que eran prácticos y fomentaban las
buenas relaciones.
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su vida, llegando a constituir un sólido e integrado
grupo de amigos.
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inquietud lo invadía: aunque se esforzó por
disimularlo, en el fondo temía perder a otra figura
importante en su vida, y que se repitiera el duelo que
antes había experimentado.
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“¿Cómo está, señora?”, preguntó Coki cuando
estuvieron a solas; “Estoy débil; las fuerzas me
abandonan. No sabes cuánto ha significado para mí tu
compañía en estos años que nos conocemos. Puedo
notar el cambio en tu comportamiento, tu voz y tu
manera de expresarte: es obvio que estás dejando de
ser un niño y estás pasando a ser un joven estable y
rico en virtudes. He tenido la satisfacción de conocerte
y ver en ti estos signos de progreso; Dios te envió para
acompañarme”.
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Ahora quiero ayudar a otros jóvenes sin familia, y
darles algo de lo que ustedes me dieron”.
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Por el camino, Coki iba sintiéndose invadido por una
inquietud que aumentaba con los minutos, no
queriendo ser pesimista, pero, en el fondo, temiendo lo
peor. Vio pasar por su mente aceleradamente escenas
vividas con Estrella, desde que se conocieron hasta la
última vez que se vieron. Desbordado por la congoja,
gruesas lágrimas brotaron de los ojos del muchacho,
pues percibía que se acercaba un duelo más a su vida.
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escuchaba atentamente, mientras lágrimas de congoja
y frustración seguían bañando su rostro, a la vez que
en su mente resonaban las palabras: “¡No te vayas!
¡Aún te necesito, abuelita Estrella!”.
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A continuación, el hijo de la anciana intervino diciendo:
“Gracias por apoyar a nuestra madre, has sido más leal
con ella que nosotros, y nos has dado una lección: has
aprovechado sus mejores años de sabiduría. Cuenta
con nosotros, nos mantendremos en contacto para
ayudarte en todo lo que necesites”.
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El hijo de estrella, dejando caer algunas lágrimas,
corrió a llamar al médico, quien llegó para certificar el
deceso. Coki observaba todo desde una suerte de
aturdimiento, ya que no asimilaba la pérdida. En los
días siguientes, estuvo presente en el velorio y el
posterior sepelio; Gonzalo, siendo sacerdote, ofició la
misa respectiva.
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seres que había perdido era, más bien, grato y
reconfortante. Y, sobre todo, tenía presente a Dios en
todo lo que hacía, sintiéndose responsable ante Él,
decidido a usar el resto de su vida para enriquecer la
de aquellos que, como él, no contaban con el amor de
una familia de la cual ser parte.
“Ama a tus abuelos y valora a los niños, como lo hizo Jesús, porque
ellos están empezando a vivir”.
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Agradecimientos.
En primer lugar mi agradecimiento infinito a Dios
por haberme dado las fuerzas día tras día para que
este cuento llegue a manos de Ud. Amigo lector y
también mis agradecimientos a cada uno de mis
amigos que me ayudaron para la realización
…El Autor.
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“como flechas en la mano de un poderoso son los hijos de
la juventud” (Salmo 127:4)
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Autor: Robert Sunny Quispe Heller
Compositor de relatos
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