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LAS INSOLVENCIAS PUNIBLES
EN EL CÓDIGO PENAL DE 1995

José Manuel Barranco Gámez.


1
José Manuel Barranco Gámez.

Abogado.
Licenciado en Derecho.
Licenciado en Criminología.
Detective Privado.
Máster en Prevención de Riesgos Laborales
Técnico Superior en PRL de las tres Especialidades.

JUS NON IN SINGULAS PERSONAS, SED GENERALITER


CONSTITUITUR

2
INDICE

LAS INSOLVENCIAS PUNIBLES


EN EL CÓDIGO PENAL DE 1995

I. INTRODUCCIÓN.

II. EL ALZAMIENTO DE BIENES.


1. TIPO PENAL.
2. CONCEPTO.
3. CONTENIDO DEL DELITO.
4. ELEMENTOS.
5. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO.
6. INSOLVENCIA DEL DEUDOR.
7. PERJUICIO DE LOS ACREEDORES.
8. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN.
9. ELEMENTOS SUBJETIVOS. EL DOLO.

10. ELEMENTOS OBJETIVOS.


11. CONSUMACIÓN.
12. EL ALZAMIENTO PROPIO O GENUINO.
13. EL ALZAMIENTO PROCESAL O PROCEDIMENTAL.
14. SUPUESTOS CONCRETOS.
15. RESPONSABILIDAD CIVIL.

III. QUIEBRA FRAUDULENTA.

1. CONDICIÓN OBJETIVA DE PUNIBILIDAD.

2. CALIFICACIÓN CIVIL.

3. ELEMENTOS.

3
4. OCULTACIÓN DE ACTIVOS.

5. NO LLEVANZA DE CONTABILIDAD.

6. PERFECCIONAMIENTO.

7. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN.

8. PRESCRIPCIÓN.

9. CONSUMACIÓN.

IV. EL CONCURSO DE ACREEDORES.

1. INTRODUCCIÓN.

2. PRESUPUESTOS PARA LA DECLARACIÓN DEL


CONCURSO.

3. LOS EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DEL CONCURSO.

4. OPERACIONES DEL CONCURSO.

5. FORMAS DE TERMINACIÓN DEL PROCEDIMIENTO


CONCURSAL.

6. ACCIONES DE REINTEGRACIÓN Y RESCISIÓN


CONCURSAL.

7. ACCIONES CIVILES.

8. ACCIÓN RESCISORIA CONCURSAL.

9. ADMINISTRACIÓN CONCURSAL.

a. CONCEPTO.

b. CARACTERES.

c. COMPOSICIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN
CONCURSAL.

d. DESIGNACIÓN DE MIEMBROS DE LA
ADMINISTRACION CONCURSAL.
4
e. SEPARACIÓN DE LOS ADMINISTRADORES.

f. INCAPACIDADES, INCOMPATIBILIDADES Y
PROHIBICIONES PARA SER ADMINISTRADOR
CONCURSAL.

g. ACEPTACIÓN DEL CARGO, RENUNCIA,


NOMBRAMIENTO Y RECUSACIÓN.

h. RETRIBUCIÓN.

i. RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES


CONCURSALES.

10. CONCURSADO.

a. CONCEPTO.

b. LEGITIMACIÓN PARA INSTAR EL CONCURSO.

c. CONSECUENCIAS DE LA DECLARACIÓN
JUDICIAL DEL CONCURSO.

11. CONCURSO NECESARIO.

12. CONCURSO VOLUNTARIO.

13. DECLARACIÓN DEL CONCURSO.

14. CRÉDITOS EN EL CONCURSO

a. CONCEPTO.

b. CLASES DE CRÉDITOS EN EL CONCURSO.

c. CRÉDITOS CONTRA LA MASA.

d. CRÉDITOS CONCURSALES.

15. MASA ACTIVA Y PASIVA DEL CONCURSO.

a. CONCEPTO.

b. ESTRUCTURA DEL INFORME DE LA


ADMINISTRACIÓN CONCURSAL.

5
c. LA MASA ACTIVA.

d. LAS ACCIONES DE REINTEGRACIÓN.

e. LA MASA PASIVA.

f. CLASIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS


CONCURSALES QUE INTEGRAN LA MASA PASIVA.

16. REGISTRO PÚBLICO DE RESOLUCIONES CONCURSALES.

a. CONCEPTO.

b. SECCIÓN PRIMERA.

c. SECCIÓN SEGUNDA.

d. SECCIÓN TERCERA.

V. JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO.

1. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 28 DE MAYO DE


1979.

2. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 25 DE MAYO DE


1987.

3. SENTENCIA LDE TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE JULIO DE


1988.

4. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE MAYO DE


1990.

5. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 2 DE


NOVIEMBRE DE 1990.

6. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 31 DE MAYO DE


1991.

6
7. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 13 DE FEBRERO
DE 1992.

8. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 14 DE FEBRERO


DE 1992.

9. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 7 DE ABRIL DE


1992.

10. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 13 DE MAYO DE


1992.

11. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE JUNIO DE


1992.

12. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10 DE JULIO DE


1992.

13. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17 DE


SEPTIEMBRE DE 1992.

14. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 20 DE ENERO


DE 1993.

15. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 19 DE FEBRERO


DE 1993.

16. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 25 DE FEBRERO


DE 1993.

17. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE MAYO DE


1995.

18. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE OCTUBRE


DE 1996.

19. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 20 DE ENERO


DE 1997.

20. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 24 DE ENERO


DE 1997.
7
21. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 31 DE ENERO
DE 1997.

22. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 12 DE FEBRERO


DE 1997.

23. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 15 DE


DICIEMBRE DE 1997.

24. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 24 DE ENERO


DE 1998.

25. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 21 DE


OCTUBRE DE 1998.

26. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE FEBRERO


DE 1999.

27. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10 DE JUNIO DE


1999.

28. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 12 DE ABRIL DE


2000.

29. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE ABRIL DE


2000.

30. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 16 DE JUNIO DE


2000.

31. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 29 DE JUNIO DE


2001.

32. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 23 DE JULIO DE


2001.

33. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 18 DE


SEPTIEMBRE DE 2001.

34. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE


NOVIEMBRE DE 2001.
8
35. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE
NOVIEMBRE DE 2001.

36. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 30 DE


NOVIEMBRE DE 2001.

37. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE


DICIEMBRE DE 2001.

38. SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17 DE MAYO DE


2017.

VI. BILIOGRAFIA.

9
RESUMEN

El Código Penal, viene a sancionar todas aquellas maniobras del deudor que
tienden a entorpecer, obstaculizar o impedir la satisfacción de un crédito para el que ya
se esté en fase de ejecución o de previsible ejecución, en perjuicio del titular de dicho
crédito.

Junto con el tipo básico de alzamiento, consistente en la desaparición física del


deudor con sus bienes, incluye una nueva modalidad de alzamiento consistente en la
realización de cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones,
siempre que a consecuencia de este acto patrimonial u obligacional, el deudor se
muestre insolvente ante la obligación.

El delito castiga la insolvencia, no la pretensión de acreedores, puesto que si el


que recibe los bienes con injusta preferencia, es en todo caso titular de un crédito, se
tratará de un problema de anulabilidad del negocio, situado extramuros del Código
Penal. Es preciso deslindar en cada caso los ámbitos del ámbito civil y penal o dicho de
otro modo, separar el negocio civil impugnable del delito de alzamiento de bienes. Se
estará ante una conducta de favorecimiento de acreedores, situada extramuros del
Código Penal cuando el futuro insolvente solventa sus deudas con alguno de los
acreedores, perjudicando al resto siempre que aquél no esté constreñido a satisfacer el
crédito pospuesto en el pago, por el contrario, cuando exista este constreñimiento
jurídico debe estimarse que no existe causa de justificación que ampare tal anticipación
de pago, y que en consecuencia en la medida que con el pago efectuado se ha
constituido en una situación de insolvencia, es decir sin bienes, ante el resto de los
acreedores, singularmente ante aquel acreedor que ostentaba un crédito ya realizable, ha
de estimarse tal acción como incursa en el Código Penal.

Debiéndose deducirse el elemento subjetivo, tendencial consistente en la


intención de causar perjuicio a los acreedores, como objetivo intentado, sin que se exija
10
su efectividad, de la propia prueba indiciaria que exista al respecto, ya que, la
acreditación de este elemento interno, como juicio de intenciones que anima la acción
del culpable, se acreditará más bien por prueba indirecta o indiciaria, que por prueba
directa.

PALABRAS CLAVES

Insolvencia, alzamiento de bienes, quiebra, concurso, suspensión, patrimonio,


responsabilidad personal, pago, crédito, ejecución, ocultar, sustraer, obstaculizar,
bienes, perjuicio, acreedor, elemento subjetivo.

11
LAS INSOLVENCIAS PUNIBLES
EN EL CÓDIGO PENAL DE 1995

I. INTRODUCCIÓN

La jurisprudencia de la Sala Segunda del Tribunal Supremo, viene exigiendo el


resultado del perjuicio a los acreedores, para la consumación de este delito utilizando
la expresión insolvencia y la doctrina encuadra esta infracción junto con los delitos de
quiebra y concurso bajo la denominación de insolvencias punibles, criterio
sistemático que acoge nuestro Código Penal al incluir todos ellos el mismo Capítulo
VII del Título XIII del Libro II, del Código Penal bajo la denominación "De las
insolvencias punibles," de modo semejante al Código Penal de 1973. Conviene
precisar que como resultado de este delito no se exige una insolvencia real y efectiva,
sino una verdadera ocultación o sustracción de bienes que sea un obstáculo para el
éxito de la vía de apremio. Y por eso las sentencias de la Sala Segunda del Tribunal
Supremo, que hablan de la insolvencia como resultado del alzamiento de bienes,
siempre añaden los adjetivos total o parcial, real o ficticia (sentencias de 28-5-79, 29-
10-88 y otras muchas), porque no es necesario en cada caso hacerle la cuenta al
deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo, lo cual no sería posible en
muchos casos precisamente por la actitud de ocultación que adopta el deudor en estos
supuestos.

El Tribunal Supremo ha considerado de modo invariable, aunque ajustado a la


temática peculiar de cada uno de los casos enjuiciados, que el alzamiento es una
infracción contra el patrimonio caracterizada: a) por la presencia de una deuda
preexistente, legítima y real, generalmente vencida, líquida y exigible; b) por una
dinámica comisiva variadísima pero encaminada siempre a la abolición, merma o
disminución fraudulenta del activo del deudor, realizando actos de desposesión de
12
bienes y de derechos, enajenaciones reales o ficticias, gratuitas u onerosas, pero con
desaparición siempre del numerario obtenido en su caso, ocultación o destrucción de
dichos bienes o derechos, constitución de gravámenes, ficción de créditos
privilegiados y preferentes o cualesquiera otros medios operativos que la inventiva de
los deudores, o de sus mentores, maquina incesantemente con el afán y la esperanza
de eludir el cumplimiento de sus obligaciones; c) por la especial intención o ánimo
específico de burlar al acreedor o acreedores legítimos, de tal modo que los actos
enumerados se practiquen con el fin de evadir la responsabilidad patrimonial
universal establecida en los artículos 1.111 y 1.911 del Código Civil, impidiendo, de
ese modo torticero, que dichos acreedores, ante la ausencia de bienes en los que hacer
trance y remate, perciban el importe de sus créditos; d) y, finalmente, por la
concurrencia de un elemento residual, como lo es que el deudor devenga, merced a
los fraudulentos actos de desposesión de bienes, total o parcialmente insolvente con
el consiguiente detrimento patrimonial para su acreedor o acreedores. (STS de
28/05/1979).

El Capítulo VII del Título XIII del Libro II del Código Penal instrumenta la
punición de las insolvencias punibles, mediante dos figuras básicas:

- El alzamiento de bienes, al que se refieren los artículos 257 y 258.

- Los delitos relativos a las quiebras, concursos o suspensiones de pagos, que se


sancionan en los artículos 259 a 261.

13
II. EL ALZAMIENTO DE BIENES

1. TIPO PENAL

CAPÍTULO VII

Frustración de la ejecución

Artículo 257.

1. Será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a
veinticuatro meses:
1.º El que se alce con sus bienes en perjuicio de sus acreedores.
2.º Quien con el mismo fin realice cualquier acto de disposición patrimonial o
generador de obligaciones que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o de
un procedimiento ejecutivo o de apremio, judicial, extrajudicial o administrativo,
iniciado o de previsible iniciación.
2. Con la misma pena será castigado quien realizare actos de disposición,
contrajere obligaciones que disminuyan su patrimonio u oculte por cualquier medio
elementos de su patrimonio sobre los que la ejecución podría hacerse efectiva, con la
finalidad de eludir el pago de responsabilidades civiles derivadas de un delito que
hubiere cometido o del que debiera responder.
3. Lo dispuesto en el presente artículo será de aplicación cualquiera que sea la
naturaleza u origen de la obligación o deuda cuya satisfacción o pago se intente eludir,
incluidos los derechos económicos de los trabajadores, y con independencia de que el
acreedor sea un particular o cualquier persona jurídica, pública o privada.
No obstante lo anterior, en el caso de que la deuda u obligación que se trate de eludir
sea de Derecho público y la acreedora sea una persona jurídico pública, o se trate de
obligaciones pecuniarias derivadas de la comisión de un delito contra la Hacienda

14
Pública o la Seguridad Social, la pena a imponer será de prisión de uno a seis años y
multa de doce a veinticuatro meses.
4. Las penas previstas en el presente artículo se impondrán en su mitad superior
en los supuestos previstos en los numerales 5.º o 6.º del apartado 1 del artículo 250.
5. Este delito será perseguido aun cuando tras su comisión se iniciara un
procedimiento concursal.

Artículo 258.

1. Será castigado con una pena de prisión de tres meses a un año o multa de seis
a dieciocho meses quien, en un procedimiento de ejecución judicial o administrativo,
presente a la autoridad o funcionario encargados de la ejecución una relación de bienes
o patrimonio incompleta o mendaz, y con ello dilate, dificulte o impida la satisfacción
del acreedor.
La relación de bienes o patrimonio se considerará incompleta cuando el deudor
ejecutado utilice o disfrute de bienes de titularidad de terceros y no aporte justificación
suficiente del derecho que ampara dicho disfrute y de las condiciones a que está sujeto.
2. La misma pena se impondrá cuando el deudor, requerido para ello, deje de
facilitar la relación de bienes o patrimonio a que se refiere el apartado anterior.
3. Los delitos a que se refiere este artículo no serán perseguibles si el autor,
antes de que la autoridad o funcionario hubieran descubierto el carácter mendaz o
incompleto de la declaración presentada, compareciera ante ellos y presentara una
declaración de bienes o patrimonio veraz y completa.

Artículo 258 bis.

Serán castigados con una pena de prisión de tres a seis meses o multa de seis a
veinticuatro meses, salvo que ya estuvieran castigados con una pena más grave en otro
precepto de este Código, quienes hagan uso de bienes embargados por autoridad pública
15
que hubieran sido constituidos en depósito sin estar autorizados para ello.

Artículo 258 ter.

Cuando de acuerdo con lo establecido en el artículo 31 bis una persona jurídica


sea responsable de los delitos comprendidos en este Capítulo, se le impondrán las
siguientes penas:
a) Multa de dos a cinco años, si el delito cometido por la persona física tiene
prevista una pena de prisión de más de cinco años.
b) Multa de uno a tres años, si el delito cometido por la persona física tiene
prevista una pena de prisión de más de dos años no incluida en el inciso anterior.
c) Multa de seis meses a dos años, en el resto de los casos.
Atendidas las reglas establecidas en el artículo 66 bis, los jueces y tribunales podrán
asimismo imponer las penas recogidas en las letras b a g del apartado 7 del artículo 33.

2. CONCEPTO

El alzamiento de bienes es aquella conducta que realiza un deudor en


virtud de la cual disminuye o anula su patrimonio con el fin de frustrar las
expectativas de derecho del acreedor a cobrar su deuda. En toda relación jurídica
obligacional existen dos partes distintas: acreedor y deudor, y cada una de ellas puede
estar ocupada por un solo sujeto o por varios (en una misma obligación puede haber
varios deudores o varios acreedores). En esa relación jurídica cada parte tiene
intereses diferentes; mientras que el deudor debe hacer frente a la deuda con todos sus
bienes presentes y futuros (responsabilidad patrimonial universal, artículo 1911 del
Código Civil) el acreedor puede dirigirse contra el patrimonio del deudor para
satisfacer su deuda en todas sus vertientes. Cuando el deudor realiza actos de
16
disposición, gratuitos u onerosos, u oculta la titularidad de sus bienes, con el fin de no
hacer frente a sus deudas, en perjuicio de sus acreedores, el ordenamiento jurídico
debe sancionarlo.

El delito de insolvencia punible del art. 257.1 CP 1995 pretende reforzar


mediante la fuerza intimidativa de la sanción penal, el derecho de los acreedores a
satisfacer sus créditos con el patrimonio del deudor, haciendo efectivo el principio de
responsabilidad universal establecido en el art. 1911 CC. Se entiende por alzamiento
la ocultación material o jurídica de los bienes propios en fraude de los acreedores,
constituyéndose así el deudor en estado de insolvencia y sustrayéndose al pago de las
deudas.

La diferencia de la regulación actual con la que contemplaba el Código Penal


derogado es que en la actualidad se sancionan dos conductas más: el alzamiento
procesal o procedimental, y el alzamiento para eludir la responsabilidad civil derivada
del delito, regulado en el artículo 257.2 del Código Penal.

El mencionado delito requiere la concurrencia de los siguientes presupuestos:

a) la existencia de uno o más créditos contra el sujeto activo, generalmente


preexistentes y reales y, de ordinario, vencidos, líquidos y exigibles, si bien es
frecuente que los defraudadores, ante la inminencia del vencimiento de un crédito, se
adelanten a su advenimiento, frustrando las legítimas expectativas de los acreedores
mediante la adopción de medidas de desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los
derechos de aquéllos y eludir su responsabilidad patrimonial.

b) un elemento dinámico consistente en destruir u ocultar su activo, real o


ficticiamente.

17
c) un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar las legítimas
expectativas generadas en el acreedor de poder cobrar sus créditos, intención ésta que
excede del resultado típico, ya que el alzamiento es un delito de mera actividad.

d) que, como consecuencia de las maniobras defraudatorias, devenga el deudor


total o parcialmente insolvente, o experimente una acusada aunque ficticia
disminución de su patrimonio, imposibilitando o dificultando a sus acreedores el
cobro de sus créditos

STS de 20/01/1997. Con relación al delito de alzamiento de bienes, definido en


el art. 519 del CP anterior, que se corresponde con el 257 del ahora vigente, nos
remitimos a lo que la sentencia recurrida nos dice, respecto de la inexistencia de
acreedores en cuyo perjuicio se hubiera producido el alzamiento de bienes. Parece
lógico considerar no probada la realidad del derecho de crédito cuando no fue posible
liquidar las relaciones patrimoniales existentes entre Gaspar y Isidro, como
protagonistas de estos hechos, al no haberse aportado por este último la contabilidad
de la administración correspondiente a las fincas discutidas, no obstante los
requerimientos que al respecto se le realizaron. En todo caso, entendemos que no hay
prueba de que la llamada dación en pago y la escritura posterior de la misma fecha
(1.913 y 1.914 de 10-9-86), por las que el recurrente dice que se cometió el
alzamiento de bienes ahora examinada, se hicieran con la intención de sustraer las
fincas a las obligaciones a que estaban afectas por el contrato de 17-2-86. La prueba
con que ordinariamente queda acreditada tal intención es la de indicios, y algunos de
los que hay al respecto en el caso presente apuntan en la dirección opuesta: hubo un
préstamo real de Elena a favor de la familia de Gaspar para impedir una subasta
púbica de dos de los inmuebles de autos y toda la operación posterior (las dos
mencionadas escrituras, 1.913 y 1.914 de 10-9-86) estaban dirigidas a permitir que
ese crédito pudiera ser pagado. En todo caso las fincas no habían salido de la familia
y continuaron bajo la posesión de Isidro que siguió administrándolas, y aún continúa
18
así con relación a parte de las mismas, todo ello sin rendición alguna de las cuentas
que habría de llevar en calidad de administrador de la S.L. "Explotaciones
Agropecuarias". Las mismas razones antes expuestas valen respecto del otro delito
por el que acusó la parte querellante, el de simulación de contrato en perjuicio de otro
del art. 532.2º del CP anterior que aparece con idéntica redacción en el n.º 3º del art.
251 del ahora en vigor. Nos hallamos ante una figura de delito que requiere los
siguientes elementos:

1º. Dos o más personas se ponen de acuerdo para aparentar la realidad de un


contrato cuando no quieren celebrar ninguno (simulación absoluta) o quieren otro
diferente (simulación relativa).

2º. Todo ello con un resultado que ha de consistir en un perjuicio evaluable


económicamente, de acuerdo con la naturaleza patrimonial que siempre tienen las
estafas.

3º. El dolo, como elemento subjetivo, consistente en la conciencia y voluntad


de que concurren los dos elementos objetivos antes expuestos: simulación y perjuicio
patrimonial (Sentencias de esta Sala de 30-1-85 y 12-6-88, entre otras muchas).

Aunque aquí pudiera haber existido la simulación antes referida, concretamente


en el último contrato en el que, con apariencia de compraventa, parece que hubo una
donación en favor de los hijos de Everardo, Donato y Gustavo, precisamente los que
no habían intervenido en el contrato privado anterior de 17-2-86 ni en la posterior
constitución de la Sociedad Limitada "Explotaciones Agropecuarias" (simulación
relativa), en todo caso faltan datos para acreditar que hubo un perjuicio patrimonial,
ante la falta de liquidación por parte del querellante en relación con la explotación de
las fincas rústicas que aportó la otra parte contratante para el reparto por mitad de los
beneficios que pudieran obtenerse una vez cubiertos determinados conceptos que se
especificaron en el correspondiente documento. Extraña a esta Sala que un señor que
no es capaz de rendir cuentas de la administración de una importante explotación
agraria para la que los otros contratantes han aportado todo su patrimonio rústico se
atreva a formular una querella acusando de unos delitos que, en definitiva, siempre
requieren un perjuicio patrimonial En conclusión, en cuanto a estos tres motivos del

19
presente recurso (2, 4º y 5º), hemos de decir que la pretendida omisión de datos
esenciales acreditados por prueba documental no existió, porque, aun introduciendo
en el relato de hechos probados de la sentencia recurrida los relativos al valor del
derecho de Isidro, al cobro de la mitad del precio de la venta, ninguno de los delitos
objeto de la acusación se habrían cometido, ninguno de los tres examinados en este
Fundamento de Derecho (estafa del 532-2º, alzamiento de bienes o estafa ordinaria
del 528), ni tampoco los otros dos a que nos hemos referido antes (estafa del 531-2 y
falsedad).

3. CONTENIDO DEL DELITO

El delito de alzamiento de bienes constituye una infracción del deber de


mantener íntegro el propio patrimonio como garantía universal en beneficio de
cualquier acreedor (artículo 1.911 del Código Civil). Aparece sucintamente definido
en los artículos 519 CP 73 y 257.1º CP 95 que utilizan dos expresiones muy ricas en
su significación, conforme han sido reiteradamente interpretadas por la doctrina y por
la jurisprudencia de esta sala: "alzarse con sus bienes" y "en perjuicio de sus
acreedores".

Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra historia, referido al


supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de su patrimonio, en la
actualidad alzamiento de bienes equivale a la sustracción u ocultación que el deudor
hace de todo o parte de su activo de modo que el acreedor encuentre dificultades para
hallar algún elemento patrimonial con el que poder cobrarse.

Tal ocultación o sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede


hacerse de modo elemental apartando físicamente algún bien de forma que el
acreedor ignore donde se encuentra, o de forma más sofisticada, a través de algún
20
negocio jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra persona,
generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen, o de otro modo
similar se impide o dificulta la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal
negocio real, porque efectivamente constituya una transmisión o gravamen
verdaderos pero fraudulentos, como sucede en los casos tan frecuentes de donaciones
de padres a hijos, bien se trate de un negocio ficticio que, precisamente por ser una
simulación, no disminuye en verdad el patrimonio del deudor, pero en la práctica
impide la ejecución del crédito porque aparece un tercero como titular del dominio o
de un derecho que obstaculiza la vía de apremio.

La expresión "en perjuicio de sus acreedores", que utilizan los mencionados


artículos, ha sido siempre interpretada por la doctrina de esta sala, no como exigencia
de un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el sentido
de intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio en su
propio beneficio o en el de alguna otra persona, obstaculizando así la vía de ejecución
que podrían seguir sus acreedores.

De tal expresión, entendida de este modo, se deducen tres consecuencias:

1ª. Ha de haber uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque


puede ocurrir que, cuando la ocultación o sustracción se produce, todavía no fueran
vencidos o fueran ilíquidos y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que,
ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, alguien
realice un verdadero y propio alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar al acreedor o acreedores constituye un elemento


subjetivo del tipo, una parte del dolo.

21
3ª. Se constituye así esta figura penal como un delito de tendencia en el que
basta la intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que
obstaculiza la vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total
y absolutamente cerrada, ya que es suficiente con que se realice esa ocultación o
sustracción de bienes, que es el resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real
pertenece, no a la fase de perfección del delito, sino a la de su agotamiento.

La jurisprudencia viene exigiendo ese resultado para la consumación de este


delito utilizando la expresión insolvencia, y la doctrina encuadra esta infracción junto
con los delitos de quiebra y concurso bajo la denominación de insolvencias punibles,
criterio sistemático que acoge nuestro Código Penal vigente al incluir todos ellos en
el mismo Capítulo VII del Título XIII del Libro II CP bajo la denominación "De las
insolvencias punibles", de modo semejante al CP 73.

Conviene precisar que, como resultado de este delito, no se exige una


insolvencia real y efectiva, sino una verdadera ocultación o sustracción de bienes que
sea un obstáculo para el éxito de la vía de apremio. Y por eso las sentencias de esta
sala, cuando hablan de la insolvencia como resultado del alzamiento de bienes,
siempre añaden los adjetivos total o parcial, real o ficticia (sentencias de 28-5-79, 29-
10-88 y otras muchas), porque no es necesario en cada caso hacerle la cuenta al
deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo, lo cual no sería posible en la
mayoría de las ocasiones precisamente por la actitud de ocultación que adopta el
deudor en estos supuestos.

Desde luego, no se puede exigir que el acreedor, que se considera burlado por
la actitud de alzamiento del deudor, tenga que ultimar el procedimiento de ejecución
de su crédito hasta realizar los bienes embargados (sentencia de 6-5-89), ni menos
aún que tenga que agotar el patrimonio del deudor embargándole uno tras otro todos
sus bienes para, de este modo, llegar a conocer su verdadera y real situación
económica.
22
Lo que se exige como resultado en este delito es una efectiva sustracción de
alguno o algunos bienes, que obstaculice razonablemente una posible vía de apremio
con resultado positivo y suficiente para cubrir la deuda, de modo que el acreedor no
tiene la carga de agotar el procedimiento de ejecución, precisamente porque el deudor
con su actitud de alzamiento ha colocado su patrimonio en una situación tal que no es
previsible la obtención de un resultado positivo en orden a la satisfacción del crédito.

Por lo tanto, producida la ocultación de bienes con intención probada de impedir


a los acreedores la ejecución de sus derechos, ya no es necesario ningún otro requisito
para la existencia de este delito.

Ahora bien, es incompatible este delito con la existencia de algún bien no


ocultado y conocido, de valor suficiente y libre de otras responsabilidades, en situación
tal que permitiera prever una posible vía de apremio de resultado positivo para cubrir el
importe de la deuda, porque en ese caso aquella ocultación no era tal y resultaba inocua
para los intereses ajenos al propio deudor, y porque nunca podría entenderse en estos
supuestos que el aparente alzamiento se hubiera hecho con la intención de perjudicar a
los acreedores, pues no parece lógico estimar que tal intención pudiera existir cuando se
conservaron otros elementos del activo patrimonial susceptibles de una vía de ejecución
con perspectivas de éxito.

En conclusión, el concepto de insolvencia, en cuanto resultado necesario exigido


para el delito de alzamiento de bienes, no puede separarse de los adjetivos con los que la
jurisprudencia de esta sala lo suele acompañar, total o parcial, real o ficticia, y debe
referirse siempre a los casos en los que la ocultación de elementos del activo del deudor
produce un impedimento o un obstáculo importante para una posible actividad de
ejecución de la deuda, de modo tal que sea razonable prever un fracaso en la eventual
vía de apremio. En definitiva, algo que se encuentra ínsito en el mismo concepto de
23
alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores y que no puede constituir un
elemento del tipo nuevo a añadir a la definición del artículo 257.1.1º del Código Penal
actual (519 CP anterior), salvo que se entienda en la forma antes expuesta. Así se viene
pronunciando esta sala con reiteración. Véanse las recientes sentencias de 27.4.2000,
12.3.2001, 11.3 y 18.10 de 2002, entre otras muchas. En el caso, el acusado absuelto,
sin estar constreñido jurídicamente al pago de los créditos que tenía con una entidad
bancaria, antepuso su pago con la constitución de una segunda hipoteca sobre el piso
propiedad de la empresa de la que era administrador único, y con ello impidió la
eficacia del embargo y despacho de ejecución contra dicho piso acordado por el
Juzgado de lo Social, eludiendo así el pago de la indemnización fijada en favor de un
empleado de dicha empresa –recurrente en casación– por su despido declarado
improcedente. La conducta del acusado no puede considerarse atípica porque no obró en
el ejercicio de un derecho, no existió causa de justificación alguna que amparase tal
anticipación en el pago, sino conducta dolosa tendente a perjudicar al empleado. La
proximidad de las fechas entre el despacho de ejecución acordado por el Juzgado de lo
Social y la constitución a los pocos días de la segunda hipoteca para abonar deudas de la
entidad bancaria respecto de las que no existía procedimiento ejecutivo alguno, permite
–dada la singular potencia acreditativa del indicio, no desvirtuado por contra indicios–
obtener el juicio de inferencia de que esta segunda hipoteca tuvo como finalidad eludir
el pago de aquella deuda. Procede, por tanto, estimar el recurso de casación y calificar la
conducta del acusado como incursa en el supuesto de insolvencia punible del art.
257.1.2.º CP 1995.

STS 23/07/2001. La tesis que sustenta el motivo es que en la medida en que


con fecha 1 de Octubre de 1996, se le notificó al Sr. Pablo el embargo de la vivienda
en el procedimiento de apremio seguido ante el Juzgado de lo Social a instancias de
su anterior empleado, indebidamente despedido, y que con posterioridad a tener
conocimiento de ello, dispuso días después de la vivienda, estableciendo una nueva
hipoteca, ello fue con la exclusiva finalidad de hacer ineficaz el embargo trabado por
el Juzgado de lo Social, conducta que integra la acción típica descrita en el art. 257-1º
párrafo segundo, según la cual integra la acción de alzamiento "....cualquier acto de
24
disposición patrimonial generador de obligaciones que dilata, dificulte o impida la
eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio judicial,
extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación....". El actual art.
257 del Código Penal, no solo es el sucesor del art. 519 que sancionaba el alzamiento
de bienes, sino que además ha ampliado notablemente su contenido, pues junto con el
tipo básico de alzamiento, consistente en la desaparición física del deudor con sus
bienes, incluye una nueva modalidad de alzamiento consistente en la realización de
"....cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones....",
siempre que a consecuencia de este acto patrimonial u obligacional, el deudor se
muestre insolvente ante la obligación, esta ampliación del tipo ha reforzado la
naturaleza del delito como de estructura abierta. Esta nueva modalidad delictiva que
supone un acto de disposición u obligacional en perjuicio de un acreedor, puede
entrar en colisión con la consolidada doctrina jurisprudencial que tiene declarado que
el delito de alzamiento castiga la insolvencia, no la pretensión de acreedores, puesto
que si el que recibe los bienes con injusta preferencia, es en todo caso titular de un
crédito, se tratará de un problema de anulabilidad del negocio, situado extramuros del
Código Penal. Es preciso deslindar en cada caso los ámbitos del ámbito civil y penal
o dicho de otro modo, separar el negocio civil impugnable del delito de alzamiento de
bienes. Se estará ante una conducta de favorecimiento de acreedores, situada
extramuros del Código Penal cuando el futuro insolvente solventa sus deudas con
alguno de los acreedores, perjudicando al resto siempre que aquél no esté constreñido
a satisfacer el crédito pospuesto en el pago, por el contrario, cuando exista este
constreñimiento jurídico debe estimarse que no existe causa de justificación que
ampare tal anticipación de pago, y que en consecuencia en la medida que con el pago
efectuado se ha constituido en una situación de insolvencia, es decir sin bienes, ante
el resto de los acreedores, singularmente ante aquel acreedor que ostentaba un crédito
ya realizable, ha de estimarse tal acción como incursa en el nuevo supuesto
contemplado en el art. 257-1º párrafo segundo que solo exige que el crédito
pretendido sea ejecutivo, habiéndose ya iniciado la ejecución o siendo previsible su
iniciación, debiéndose deducirse el elemento subjetivo tendencial consistente en la
intención de causar perjuicio a los acreedores, como objetivo intentado, sin que se
exija su efectividad, de la propia prueba indiciaria que exista al respecto en el
25
supuesto contemplado, ya que, la acreditación de este elemento interno, como juicio
de intenciones que anima la acción del culpable, se acreditará más bien por prueba
indirecta o indiciaria, que por prueba directa, STS de 20 de Enero de 1997. En
definitiva el nuevo tipo que se comenta viene a sancionar todas aquellas maniobras
del deudor que tienden a entorpecer, obstaculizar o impedir la satisfacción de un
crédito para el que ya se esté en fase de ejecución o de previsible ejecución, en
perjuicio del titular de dicho crédito.

El tipo penal contenido en el art. 257 CP 1995 se configura como un delito de


tendencia en el que basta la intención de perjudicar a los acreedores mediante la
ocultación que obstaculiza la vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía
ejecutiva quede total y absolutamente cerrada, ya que es suficiente con que se realice
esa ocultación de bienes, pues el perjuicio real pertenece a la fase de agotamiento del
delito. El alzamiento de bienes equivale a la sustracción que el deudor hace de todo o
parte de su activo de modo que el acreedor encuentra dificultades para hallar bienes
con los que poder cobrarse, siendo una conducta arquetípica de este tipo penal la
realización de algún negocio jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en
favor de otra persona, generalmente parientes o amigos, de modo que se impide o
dificulta la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque
efectivamente suponga una transmisión verdadera pero fraudulenta, bien se trate de
un negocio ficticio. En el caso, el acusado recurrió a la fórmula de vender los
muebles a una sociedad en la que era socio mayoritario –con el 87,5% del capital
social– y administrador único, con la evidente intención de evitar la ejecución del
embargo dictado por el Juzgado de lo Social. El delito se consuma en el momento en
que vende a la nueva mercantil los muebles del despacho con la clara intención de
hacer ineficaz el cobro de las deudas que pesaban contra la primera sociedad y contra
él mismo. El hecho de que la trabajadora pudiera finalmente percibir la suma que se
le adeudaba en modo alguno afecta a la consumación, pues se trata de un delito de
simple actividad, no siendo preciso que el deudor haya logrado alcanzar su propósito
de lesionar definitivamente el patrimonio de los acreedores.

26
STS de 21-10-1998. Dice el recurrente que no concurren los elementos que
configuran el ilícito penal por el que fue condenado el acusado, y al desarrollar el
motivo introduce una serie de factores y datos que no figuran en el factum de la
sentencia combatida procediendo, seguidamente, a hacer una crítica de la valoración
de la prueba efectuada por el Tribunal de instancia, quebrantando de esta manera la
esencia de esta vía impugnativa, que exige un absoluto respeto al relato de hechos
probados, que deben permanecer incólumes a todo tipo de añadido o de exclusión de
los que allí se contienen, a partir de los cuales sólo se permite el análisis de los
mismos a fin de determinar si la subsunción que se realiza en el fallo es o no ajustada
a la ley, Tiene declarado esta Sala que el delito de alzamiento de bienes es un tipo
penal de actividad o riesgo, o de resultado cortado, pues basta la existencia de una
situación de insolvencia parcial provocada para burlar la actuación judicial o
extraprocesal de los acreedores para que se produzca la consumación del mismo.
Igualmente es doctrina de esta sala que el mencionado delito requiere la concurrencia
de los siguientes presupuestos: a) la existencia de uno o más créditos contra el sujeto
activo, generalmente preexistentes y reales y, de ordinario, vencidos, líquidos y
exigibles, si bien es frecuente que los defraudadores, ante la inminencia del
vencimiento de un crédito, se adelanten a su advenimiento, frustrando las legítimas
expectativas de los acreedores mediante la adopción de medidas de desposesión de
sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y eludir su responsabilidad
patrimonial; b) un elemento dinámico consistente en destruir u ocultar su activo, real
o ficticiamente; c) un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar las
legítimas expectativas generadas en el acreedor de poder cobrar sus créditos,
intención ésta que excede del resultado típico, ya que el alzamiento es un delito de
mera actividad, y d) que, como consecuencia de las maniobras defraudatorias,
devenga el deudor total o parcialmente insolvente, o experimente una acusada aunque
ficticia disminución de su patrimonio, imposibilitando o dificultando a sus acreedores
el cobro de sus créditos ( TS de 7 de abril y 26 de junio de 1.992, 20 de enero y 19 de
febrero de 1.993, 8 de octubre de 1.996, 31 de enero de 1.997, etc.). En cuanto al
llamado "ánimo de defraudar", se ha entendido como el dolo de este hecho punible y
que, por tanto, sólo requiere el conocimiento de los elementos del tipo objetivo del
delito y la voluntad de realización del mismo, que se deducen de tal conocimiento
27
(STS de 31 de mayo de 1.991, entre otras). También, la expresión "en perjuicio de
terceros" que emplea la dicción del art. 519 del C.P.A. ha sido interpretada por la
doctrina de esta Sala Segunda, no como exigencia de un perjuicio real y efectivo al
titular de un derecho de crédito, sino en el sentido de intención del deudor que
pretende poner a salvo algunos bienes o todo su patrimonio obstaculizando así la vía
de apremio de los acreedores, siendo suficiente para la consumación esa ocultación
de los bienes, ya que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del delito,
sino a la de su agotamiento (STS de 13 y 14 de febrero, 13 de mayo y 17 de
septiembre de 1.992, 25 de febrero de 1.993, etc.). Pues bien, sobre la base de la
doctrina jurisprudencial anterior, resulta patente que los hechos declarados probados
en la sentencia de instancia reúnen todos y cada uno de los elementos objetivos del
tipo delictivo, en cuanto que allí constan con meridiana claridad las actividades del
acusado mediante las cuales se separan los bienes inmuebles de la masa de la quiebra
de la empresa, impidiendo al acreedor realizar sus derechos crediticios sobre dichos
bienes. Y, en cuanto al elemento subjetivo del tipo, también concurre. El Tribunal a
quo lo afirma de manera expresa en el "factum" de la sentencia, con técnica procesal
poco ortodoxa por cuanto esta misma Sala ha insistido en múltiples ocasiones en que
los propósitos, las intenciones y, en definitiva, los factores anímicos y subjetivos no
deben figurar en los hechos probados, precisamente por no tratarse de hechos, sino
solamente los elementos objetivos y fácticos de los que deducir en los Fundamentos
de Derecho la correspondiente inferencia sobre aquéllos. No obstante lo cual, y aun
excluyendo del relato histórico la frase en cuestión ("con la única finalidad de evitar
la nulidad de la aportación de las fincas"), permanece incólume la concurrencia del
ánimo defraudatorio del acusado que el Tribunal de instancia apreció y razonó en su
fundamentación jurídica, basándose para ello no sólo en la mecánica comisiva de esta
clase de infracciones, sino también en la falta de credibilidad que le mereció el
acusado cuando ante el propio Tribunal trató de excluir de su conducta el propósito
de defraudar las expectativas del acreedor. La Sala valoró las pruebas existentes sobre
los hechos, ponderó los factores indiciarios concurrentes, escuchó y vio al acusado en
sus explicaciones -lo que este Tribunal no puede hacer- y con todo ese bagaje formó
su convicción al respecto, convicción que en absoluto puede ser calificada de ilógica
o arbitraria, sino en todo ajustada a la razón y coherente con los elementos de juicio
28
utilizados que constan en los hechos probados, más que suficientes para apreciar la
concurrencia del elemento subjetivo de este delito.

STS de 10/06/1999. Ha de tenerse presente que la resolución impugnada


condenó por delito de insolvencia punible del artículo 257.1, insolvencia punible
antes recogida como alzamiento de bienes en el artículo 519 del viejo Código, según
la conclusión alternativa del Ministerio Fiscal, siendo así que la insolvencia punible
por declaración de quiebra, del artículo 260.1 vigente ahora, antiguo artículo 520 que
regulaba la que se denominaba insolvencia fraudulenta, era la única petición de la
acusación particular, lo que quiere decir que al haberse dictado sentencia absolutoria
en cuanto a esta modalidad de insolvencia, devienen en intrascendentes cualquier
irregularidad formal que fuere achacable a la personación de los citados Síndicos. Los
elementos del tipo acogido en el artículo 257 del Código Penal se descomponen así,
a) existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y en consecuencia
unas obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios
bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los
bienes citados al destino solutorio a que se hayan afectos; c) situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad
dinámica antes mencionada; y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico,
tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido
no obstante que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento
(Sentencias de 8 de octubre de 1996, 20 de enero y 19 de febrero de 1993, 26 de junio
y 7 de abril de 1992, etc.). El delito de alzamiento de bienes subsiste aun cuando la
ocultación o las operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o camuflar la
intención dolosa, se produzca y origine en el momento en que el crédito todavía no
fuere vencido, ni exigible, siendo así que nada impide (Sentencia de 26 de febrero de
1990) que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, se
29
realice, con cualquier suerte de preparación previa que enmascare o facilite el fraude,
un verdadero y propio alzamiento de bienes. El delito de alzamiento de bienes, como
delito de mera actividad y de riesgo, adopta muy diversas modalidades, todas
alrededor de esta típica conducta del deudor, no definida por la Ley, que busca la
fuga, la ocultación, la defraudación, la falsedad, el engaño y el perjuicio para quien o
quienes son sus legítimos acreedores. Una conducta que busca la desaparición
engañosa de su propio caudal. Es, en suma, una infracción que protege
indirectamente al acreedor respecto de las disminuciones patrimoniales fraudulentas
provocadas por el deudor (sentencia de 8 de mayo de 1990).

STS- 18-6-2002. Niega la recurrente que hubiera conocido la finalidad


defraudatoria de la conducta de los otros acusados, en base a la relación que mantenía
con Guillermo, constituyendo ello una simple conjetura que no puede sustentarse
como apoyo probatorio. Pero el tribunal de instancia no solo contó con la existencia
de la relación de esta acusada con uno de los otros acusados, sino también con su
propio reconocimiento de que sabía buscaban la insolvencia frente a quien podía
embargarles y con las improbadas e improbables afirmaciones hechas por los tres
sobre la transferencia de la propiedad con anterioridad al otorgamiento de la escritura,
precisamente el siguiente día a haber sido requeridos para prestar una elevada fianza.
Sin embargo no es este extremo, aunque se argumente así en el motivo, el que puede
ser objeto del mismo, sino saber si en el caso fueron correctamente aplicados o no los
artículos del Código Penal que en el motivo se expresan. Y a este respecto, no hay
duda de que la conducta de los otros encausados reúne todos los requisitos propios
del alzamiento de bienes que la jurisprudencia de esta Sala ha repetidamente
señalado: 1º) existencia de un crédito que determine obligaciones de pago, o, como
en este caso, de afianzamiento, para una persona. 2º) Ocultación o enajenación real o
ficticia por parte de ese deudor de bienes propios o simulación de otros créditos u
otro procedimiento que sustraiga los bienes a sus fines solutorios. 3º) resultado de
insolvencia total o parcial, real o aparente del deudor como consecuencia de la
conducta antes mencionada y 4º) concurrencia de un ánimo específico de intención de
perjudicar al acreedor o acreedores, sin que sea preciso para la consumación que tal
30
perjuicio se consiga por ser este delito de mera actividad. E indudablemente, son
autores de tal delito de alzamiento en este caso, quien sin pretender defraudar las
expectativas de los propios acreedores contribuye a la ejecución de ese propósito de
otras personas realizando un acto sin el cual el delito no se había efectuado, que es
cabalmente lo que esta recurrente hizo figurando como compradores de ese bien
inmueble con lo que disminuyó la solvencia de los vendedores. Consecuentemente el
motivo ha de ser desestimado.

Se recoge en la STS de 28-2-2002, que tanto el artículo 535 del Código Penal
de 1973, como el artículo 252 del vigente Código Penal, presentan dos modalidades
de apropiación indebida típica: bien que el sujeto se apropie o distraiga bienes que
hubiera recibido por un título adecuado, bien que niegue haberlos recibido. En la
primera modalidad, el sujeto ha recibido la cosa por algún título idóneo y, por tanto,
posee la cosa de forma legítima, si bien posteriormente la incorpora a su patrimonio
cuando estaba obligado a entregarla o devolverla o la destina a una finalidad distinta a
aquella para la que le fue entregada. En el supuesto que examinamos queda patente
que el acusado recibió por vía legítima importantes sumas de dinero para la
realización de diversos trabajos profesionales que no realizó, haciendo suyo el dinero
recibido que lo incorporó a su patrimonio, con ánimo de lucro. Concurren, pues,
cuantos elementos objetivos y subjetivos caracterizan el delito de apropiación
indebida objeto de acusación, siendo abundantes y muy razonados los fundamentos
jurídicos de la sentencia de instancia sobre lo correcto de dicha calificación jurídica.
En segundo lugar se cuestiona la concurrencia de cuantos elementos caracterizan el
delito de alzamiento de bienes por el que fueron condenados ambos recurrentes en la
sentencia recurrida. Es doctrina reiterada de esta Sala (Sentencias 14 de noviembre de
1999, 23 de septiembre de 1998 y 28 de febrero de 1996, entre otras muchas) que el
delito de alzamiento requiere para poder ser estimado la concurrencia de los
siguientes elementos: a) la existencia de un derecho de crédito por parte del acreedor
y, en consecuencia, de unas obligaciones dinerarias por parte del deudor,
generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b) la ocultación, enajenación real o
ficticia, onerosa o gratuita de los propios bienes, o cualquier otra actividad que
31
sustraiga los bienes citados al destino solutorio al que se hallan afectos; c) situación
de insolvencia, total o parcial, real o aparente del deudor, consecuencia de dicha
actividad; y d) concurrencia de un elemento subjetivo tendencial, consistente en la
intención de causar perjuicio al acreedor, intención que excede del resultado típico,
ya que el alzamiento es un delito de mera actividad, perteneciendo el perjuicio real a
la fase de agotamiento del delito. A ello hay que añadir que el Código Penal de 1995,
en el apartado 2º del artículo 257, hace expresa mención, como conducta típica, de
aquel acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones que dilate, dificulte
o impida la eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio,
judicial, extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación; sin
embargo esa previsibilidad en la iniciación del proceso de reclamación, cuando el
acto generador de la deuda ya se había producido, está implícito en el texto derogado,
como ha sido recogido en reiteradas sentencias de esta Sala del Tribunal Supremo y
el legislador del Código de 1995 ha venido a incluir expresamente en el tipo lo que la
doctrina de esta Sala venía entendiendo igualmente abarcado por el delito de
alzamiento de bienes tipificado en el artículo 519 del Código Penal de 1973, es decir,
todos aquellos supuestos en los que se ha producido el hecho generador de la deuda
aunque ésta aún no se haya ejercitado y el deudor provoca una situación perjudicial
para los derechos económicos del acreedor.

STS de 13-7-2004. Existió como presupuesto unos créditos contra el


recurrente, vencidos líquidos y exigibles. Hubo una ocultación real de todos los
activos de la entidad deudora mediante la venta efectuada de toda su maquinaria y
utillaje que provocó una real imposibilidad o dificultad de que los acreedores
pudieran obtener el cobro de lo debido, y, finalmente el elemento subjetivo del
injusto constituido por el ánimo tendencial de efectuar tales operaciones para
perjudicar y burlar las legítimas expectativas de los acreedores, lo que se ha
entendido no como un perjuicio real sino basta el intencional, porque no se está en un
delito de resultado sino de tendencia, existiendo un adelantamiento de las barreras de
protección -- SSTS de 18 de Junio de 2001, 1536/01 de 23 de Julio, 442/2002 de 8 de
Marzo, 789/2004 de 18 de Junio, entre otras--. No obstante, en el presente caso hay

32
que recordar que la deuda contraída, seguía impagada al tiempo de la redacción de la
sentencia de instancia, como ya se ha dicho, con lo que el delito no sólo está
consumado, sino agotado.

El alzamiento de bienes (artículo 257). Su naturaleza en inminencia de riesgo,


basta la existencia de una insolvencia parcial por parte del deudor son la finalidad de
eludir la actuación judicial o extrajudicial de los acreedores (Sentencias del Tribunal
Supremo 922/2004; 1263/1998; 959/1999). Es necesaria la concurrencia de
determinados elementos para apreciar la existencia del tipo penal del artículo 257 del
Código. Penal, tales como:

a) El sujeto activo debe referirse a aquellas personas que adquieran la


condición de deudor, directa o subsidiariamente, o a los que colaboren con ellos en
auxilio necesario, o aquellos que sin ser deudor civil, asuman el pago de una cantidad
ante el acreedor, aun siendo esta parcial, de un crédito vencido o no, materializando
posteriormente el alzamiento de sus bienes.

b) Existencia de un derecho de crédito por parte del acreedor sobre una deuda
licita, consistente en dar algo, contraída por el deudor, cualquiera que sea la
naturaleza de la misma, sin que sea necesaria que dicha deuda se encuentre vencida,
liquida y exigible en el momento del alzamiento.

c) Acción consistente en la ocultación patrimonial o la realización de


maniobras de diversa índole (enajenación real, ficticia, onerosa o gratuita, total o
parcial), que produzca un estado de insolvencia, total o parcial, real o ficticia en el
deudor, aun no declarada judicialmente, imposibilitando o dificultando en grado
sumo, así el ejercicio de los legítimos derechos del acreedor consistente en la

33
satisfacción de su crédito, siendo indiferente la solvencia de cofiadores solidarios,
para apreciar la existencia del delito.

d) Dolo directo o voluntad del sujeto activo de "alzarse" con sus bienes con el
propósito o intención de provocar su insolvencia, eludiendo así la responsabilidad
patrimonial del deudor en perjuicio de sus acreedores, concretado en la defraudación
de sus legítimas expectativas de cobrar el crédito, no siendo necesario un perjuicio
real, siendo conocedor que su insolvencia provocará este resultado, no siendo por
tanto, admisible la comisión de este tipo delictivo por imprudencia o error
(Sentencias del Tribunal Supremo: 1133/2002; 388/2002; y 1117/2004 entre otras
muchas).

4. ELEMENTOS

Los elementos del tipo, recogidos en el art. 257 CP 1995, se descomponen así:
a) existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y en consecuencia
unas obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios
bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los
bienes citados al destino solutorio a que se hayan afectos; c) situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad
dinámica antes mencionada, y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico,
tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido
no obstante que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento.

34
El delito de alzamiento de bienes es un delito de mera actividad y de riesgo,
también denominado de resultado cortado.

Aun cuando adopta diversas modalidades, siempre se busca , por medio de la


actividad del sujeto activo, la fuga, la falsedad, el engaño y el perjuicio para quienes
son legítimos acreedores . Una conducta que pretende la desaparición engañosa del
propio caudal, bien entendido que la infracción subsiste a pesar de que la ocultación o
las operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o camuflar la intención
dolosa, se origine en el momento en el que el crédito todavía no fuere vencido ni
exigible.

En tal sentido nada impide (Sentencias de 26 de febrero de 1990 y 6 de marzo


de 1991) que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable,
se realice un verdadero alzamiento de bienes, a medio o por medio de cualquier
preparación previa para enmascarar o facilitar el fraude.

Con la infracción se protege indirectamente al acreedor respecto de las


discriminaciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor (Sentencia de
8 de mayo de 1990). Se ha dicho que al ser delito de tendencia, es suficiente la
intención de perjudicar a los acreedores mediante la maniobra fraudulenta para
obstaculizar la vía de apremio, en tanto que el perjuicio real pertenece no a la fase de
perfección del delito sino a la de su agotamiento. Por eso no se exige en el tipo penal
que la insolvencia a la que se llegue, sea real y efectiva, porque puede ser real o
ficticia, total o parcial. Como en tantas infracciones acontece, el elemento subjetivo
del injusto, o dolo intencional, si no surge por propia manifestación, ha de deducirse
por medios indirectos. El ánimo y deseo de defraudar legítimos derechos de los
acreedores ha pues de inferirse de cuantos datos externos o signos reveladores, no
meras sospechas, concurran. En tal sentido puede señalarse:

35
1. Para que se consume el delito basta con que se haya llegado a una
insolvencia parcial provocada con el propósito de burlar la acción judicial (Sentencia
de 13 de junio de 1990).

2. Si se protege al acreedor, o acreedores, respecto de disminuciones


patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor, esas disminuciones se deben
determinar, desde el punto de vista del delito, en relación al valor general de los
bienes, porque de lo contrario se establecería poco menos que una obligación total de
inamovilidad comercial del deudor, o deudores.

3. El delito exige la existencia de la deuda y la enajenación o desaparición de


algunos bienes del patrimonio, datos ahora concurrentes. Más también precisa el dolo
y la insolvencia. Y es que la ocultación de bienes razonablemente ha de suponer un
obstáculo para el éxito de la vía de apremio, sin que sea necesario que en cada caso se
haga la cuenta al deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo.

El concepto de insolvencia debe referirse siempre a casos en los que la


ocultación de parte del activo del deudor produzca un impedimento importante a la
hora de la ejecución de las deudas, de modo tal que sea razonable prever un fracaso
en la eventual vía de apremio

Así es evidente el precio inferior al real en cuanto a la venta de las viviendas.


Como también el vínculo de parentesco y las demás connotaciones que alrededor de
tal transacción se mueven (la dudosa capacidad adquisitiva de los compradores, la
continuidad de los vendedores en el disfrute de las viviendas después de la
transmisión, etc.). Finalmente, la situación de insolvencia en que los acusados
quedaron respecto de la deuda contraída con sus acreedores.

36
La condición de comerciante constituye realmente un subtipo agravado en
función de la especial confianza pública que inspiran así como la mayor facilidad
para sus actividades jurídico-mercantiles, con todo lo cual se configura un "status"
caracterizado por una mayor exigencia en las obligaciones contraídas, un "plus" de
culpabilidad (Sentencias de 29 de noviembre de 1985 y 5 de julio de 1989) y en
conclusión un mayor rigor penal del artículo 519, cuya aplicación lleva consigo una
referencia necesaria al artículo 1 del Código de Comercio.

Ahora el desplazamiento patrimonial para que los acreedores no puedan hacer


efectivos sus créditos cuando sean exigibles y el ánimo tendencial dirigido a
perjudicarles, dan cima al delito aquí considerado desde el momento en que la deuda
o vínculo obligacional y la exclusión de algún elemento patrimonial a aquella
posibilidad de ejecución, si la insolvencia así sobrevenida se hace manifiesta, definen
lo que entonces es incuestionable (Sentencia de 11 de octubre de 1991). Los
cooperadores necesarios se hacen acreedores a la condena, al igual que los otros dos
coautores por participación directa. Mas es evidente que no puede hacerse extensivo
el carácter de comerciante, en interpretación alusiva, a las esposas, cuñadas o hijas, a
pesar de que todos estos hayan tenido una participación decisiva con los sujetos
activos principales, y aunque conocieran la cualidad mercantil de estos, sus
maniobras y sus intenciones.

STS de 07/04/1992. El delito de alzamiento de bienes es un delito de mera


actividad y de riesgo, también denominado de resultado cortado, acogido en el
artículo 519 del Código Penal. Aun cuando adopta diversas modalidades, siempre se
busca , por medio de la actividad del sujeto activo, la fuga, la falsedad, el engaño y el
perjuicio para quienes son legítimos acreedores. Una conducta que pretende la
desaparición engañosa del propio caudal, bien entendido que la infracción subsiste a
pesar de que la ocultación o las operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o
camuflar la intención dolosa, se origine en el momento en el que el crédito todavía no
fuere vencido ni exigible. En tal sentido nada impide (Sentencias de 26 de febrero de

37
1990 y 6 de marzo de 1991) que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero
todavía no ejercitable, se realice un verdadero alzamiento de bienes, a medio o por
medio de cualquier preparación previa para enmascarar o facilitar el fraude. Con la
infracción se protege indirectamente al acreedor respecto de las discriminaciones
patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor (Sentencia de 8 de mayo de
1990). Se ha dicho que al ser delito de tendencia, es suficiente la intención de
perjudicar a los acreedores mediante la maniobra fraudulenta para obstaculizar la vía
de apremio, en tanto que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del
delito sino a la de su agotamiento. Por eso no se exige en el tipo penal que la
insolvencia a la que se llegue, sea real y efectiva, porque puede ser real o ficticia,
total o parcial. Como en tantas infracciones acontece, el elemento subjetivo del
injusto, o dolo intencional, si no surge por propia manifestación, ha de deducirse por
medios indirectos. El ánimo y deseo de defraudar legítimos derechos de los
acreedores ha pues de inferirse de cuantos datos externos o signos reveladores, no
meras sospechas, concurran. El primer motivo ha de ser desestimado porque ahora, a
la vista del "factum" asumido por los jueces, no concurren los requisitos del tipo
contenido en el artículo 519. 1. Para que se consume el delito basta con que se haya
llegado a una insolvencia parcial provocada con el propósito de burlar la acción
judicial (Sentencia de 13 de junio de 1990), mas aquí ni se ha producido insolvencia
de clase alguna ni los acusados principales buscaban ningún fraude, solo preservar
determinados bienes, de entre los muchos que constituían su patrimonio, de la acción
judicial, intención que, sea por las razones que fueren, no conculca en este caso
precepto penal alguno. 2. Si se protege al acreedor, o acreedores, respecto de
disminuciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor, esas
disminuciones se deben determinar , desde el punto de vista del delito, en relación al
valor general de los bienes, porque de lo contrario se establecería poco menos que
una obligación total de inamovilidad comercial del deudor, o deudores , cuando en
este caso el valor de los bienes enajenados representan una mínima parte del enorme
capital de los acusados principales, leas los padres que transmitieron a sus dos hijas
(Sentencia de 8 de mayo de 1990). 3. El delito exige la existencia de la deuda y la
enajenación o desaparición de algunos bienes del patrimonio, datos ahora
concurrentes. Más también exige, y estos requisitos no se dan aquí, el dolo y la
38
insolvencia. Y es que la ocultación de bienes razonablemente ha de suponer un
obstáculo para el éxito de la vía de apremio, sin que sea preciso que en cada caso se
haga la cuenta al deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo. Pero lo que ha
de dejarse claro es que el delito, tal ahora acontece, es incompatible con la existencia
de bienes importantes, de valor suficiente, muy superior al conjunto de las deudas ,
que en ningún momento van a propiciar una dificultosa vía de apremio. No parece
lógico estimar la intención de perjudicar a los acreedores cuando se conserva un
capital de cerca de mil millones de pesetas sobre el total del pasivo (Sentencia de 26
de diciembre de 1989). El concepto de insolvencia debe referirse siempre a casos en
los que la ocultación de parte del activo del deudor produzca un impedimento
importante a la hora de la ejecución de las deudas, de modo tal que sea razonable
prever un fracaso en la eventual vía de apremio.

STS de 20/01/1993. Queda claramente consignado en los hechos que se


declaran probados en la sentencia que la presunta situación de insolvencia que se
invoca de los procesados, a resultas de las cesiones de bienes realizadas, es
consecuencia del pago de deudas anteriormente contraídas. Tiene declarado esta Sala
que el delito de alzamiento de bienes requiere la concurrencia de los siguientes
presupuestos: a) la existencia de uno o más créditos contra el sujeto activo,
generalmente preexistentes y reales, y, de ordinario, vencidos, líquidos y exigibles, si
bien es frecuente que los defraudadores, ante la inminencia del advenimiento de un
crédito, se adelanten a su vencimiento, liquidez o exigibilidad, frustrando las
legítimas expectativas de los acreedores, mediante la adopción de medidas de
desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquellos y eludir su
responsabilidad patrimonial; b) un elemento dinámico consistente en destruir u
ocultar su activo, real o ficticiamente; c) un elemento tendencial o ánimo específico
de defraudar las legítimas expectativas generadas en el acreedor de poder cobrar sus
créditos; y d) que como consecuencia de las maniobras defraudatorias, devenga el
deudor total o parcialmente insolvente, o experimente una acusada, aunque ficticia,
disminución de su patrimonio, imposibilitando o dificultando a sus acreedores el
cobro de sus créditos (Cfr. sentencias de esta Sala de 24 de noviembre de 1989, 2 de
39
noviembre de 1990, 21 de enero y 14 de febrero y 23 de octubre de 1992). En el caso
que examinamos no concurren los presupuestos que viabilizan la figura delictiva de
alzamiento de bienes. No están presentes las maniobras defraudadoras del crédito del
acreedor al expresarse que los contratos de cesión de bienes responden al pago de
deudas anteriormente contraídas. El motivo debe ser desestimado.

STS de 19-02-1993. La carencia de fundamento del motivo se destaca en el


elemento fáctico determinante de la condena del recurrente citado, que avaló como
socio de DIRECCION000, una póliza de crédito bancario concedida a tal entidad y
ante el previsible impago de tal deuda, decidió vender, veinte días antes de la fecha
del reintegro del crédito a Bansander, el piso en que residía, siendo compradores los
también recurrentes, hija y yerno que sabedores de la deuda y para evitar el embargo
del piso realizaron tal operación, burlando así el derecho de un legítimo acreedor.
Tales hechos determinantes del fallo condenatorio no se pueden desvirtuar con los
sedicentes documentos aducidos, que no se refieren para nada al aparente préstamo
del yerno al suegro. No hace falta por ello examinar en este caso, como en otros
acontece, la virtualidad documental de los aducidos escritos, para desestimar el
motivo, pues aun admitiendo tal carácter a efectos casacionales y como aptos para
demostrar el error facti, nunca enervarían la otra parte del hecho probado. La
sentencia impugnada, modélica, describe en primer lugar los hechos acreditados y el
mecanismo probatorio determinante para después realizar diversas refutaciones, entre
ellas el argumento defensivo del motivo, relativo a que los anteriores negocios del
procesado Salvador originaron diversos gastos que fueron satisfechos con préstamos
del coprocesado José Ramón y que se reintegraron con la venta del piso. Destaca al
respecto la sentencia de instancia: a) El dato que la transmisión se realizara veinte
días antes del vencimiento del crédito bancario. b) Que siguiera viviendo, tras la
enajenación a su hija y yerno en la misma vivienda. c) Que no se abonara en efectivo
el precio de tal venta, sino que se imputara a préstamos anteriores realizados por el
yerno, en tiempo que aún no había contraído matrimonio con la hija. d) Por ser hecho
notorio que el mencionado yerno no podía disponer de dinero para realizar tales
40
préstamos, por carecer de fortuna propia y sus ingresos ser los propios de un Oficial
del Ejército. e) Tras la adquisición de la vivienda por el joven matrimonio, éste
marcha a vivir a otro lugar y deja el adquirido para su padre. f) El coprocesado
adquirió como ganancial un piso, contraprestación de un dinero privativo, pues estaba
en tiempo del supuesto préstamo, soltero y g) Incluso con referencia al pago de la
supuesta deuda, el precio del piso, a juicio de los recurrentes, no era superior en
mucho en el año 1982 al que se hizo figurar en la escritura, mientras que la deuda
contraída de Luz con su yerno, sí que era superior a tal precio y la cesión de tal piso
no era sino pago de dicha deuda. Así, aun dando por supuesto que existieran tales
deudas que los sedicentes documentos acreditarían, ello no alteraría el dato de que
fue, no para pagar las mismas, sino para evitar que el piso fuera embargado por un
acreedor legítimo, lo que determinó tal venta simulada. El motivo correlativo,
amparado en el nº 1º del art. 849 de la Ordenanza procesal penal denuncia infracción
de Ley por aplicación indebida del art. 519 del Código Penal, al estimarse
inadecuadamente como crédito real y legítimo el del Banco querellante. Pretende el
motivo que el crédito del Banco de Santander no era real y legítimo, ni generador de
una deuda vencida y líquida, con olvido que la vía casacional emprendida por los
recurrentes exige un respeto absoluto al hecho probado y cualquier alteración del
mismo desencadena la inadmisión -en este trámite procesal la desestimación-. El
hecho probado 1, "in fine" describe al respecto que <<cuando el Banco de Santander
instó ante el Juzgado de Primera Instancia nº 21, el juicio ejecutivo nº 173/83 y se
acordó con fecha 1 de marzo de dicho año el embargo del piso citado y con fecha 7
de marzo se dictó sentencia de remate, la misma no pudo ejecutarse por estar inscrito
el piso a nombre de personas distintas de las demandadas, con lo que el Banco de
Santander no pudo hacer efectivo su crédito>>. Tal relato patentiza la existencia de
un crédito real y fue estimado en la sentencia de remate, o sea tras un proceso
ejecutivo. No fue la carencia de virtualidad, ni la falta de legitimidad del crédito, sino
la elusión de la responsabilidad patrimonial contraída para burlar el derecho del
acreedor a recuperar su dinero e intereses. El motivo pretende alterar el intangible
factum, con lamentable olvido de que aquí sólo se cuestiona el error iuris,
pretendiéndose en esta vía penal atacar el crédito extemporáneamente, cuando en la
propia vía civil precedente no compareció y fue declarado en rebeldía. Tampoco la
41
defensa planteó tal cuestión, en las conclusiones provisionales que elevó a definitivas
en el acto del juicio, ello constituiría una cuestión nueva proscrita en casación.
Además la introducción de tal dato fáctico quebranta la línea casacional del motivo
emprendido y se encuentra en abierta contradicción con el hecho probado. El
correlativo, amparado en el mismo precepto procesal que el precedente, denuncia
indebida aplicación del art. 519 del Código Penal, al apreciar indebidamente la
existencia de ocultación, porque la escritura se formalizó ante Notario, lo que
presupone la ausencia de todo planteamiento de ocultación. Con tal argumentación
del motivo se confunde e involucra la ocultación de los bienes, no ha existido
ciertamente la ocultación material, pero sí la jurídica que se patentiza en el hecho
probado, cuando se describe al acreedor, que en virtud de un título judicial pretende
la posesión habiendo desaparecido el requisito de la titularidad para hacerla efectiva.
Existía en tal momento del fallido apremio un nuevo titular registral por virtud de la
maniobra transmisiva, realizada de consenso por todos los recurrentes. No se precisa
la ocultación material que, por otra parte resulta imposible en los inmuebles, bastando
cualquier ardid para sacar dicho bien, afecto a la responsabilidad universal
proclamada en el art. 1911 del Código Civil, para la existencia de la infracción. Como
ha destacado la sentencia de esta Sala de 6 de marzo de 1991, el delito de alzamiento
de bienes adopta muy diversas modalidades, todas alrededor de esta típica conducta
del deudor que busca la fuga, la ocultación, la defraudación, la falsedad, el engaño y
el perjuicio para quienes son legítimos acreedores y proteger indirectamente a todo
acreedor respecto a las disminuciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el
deudor - sentencia de 8 de mayo de 1990- pues lo que castiga en definitiva el art. 519
del Código Penal es la exclusión de elementos patrimoniales a las posibilidades de
ejecución de los acreedores - sentencia de 17 de abril de 1990-.

El correlativo motivo, con el mismo amparo que el precedente, denuncia la


indebida aplicación del art. 519 del Código Penal al apreciarse en la sentencia
recurrida una insolvencia deliberada que no es tal. Luego en la fundamentación los
recurrentes sostienen que la sentencia de instancia no menciona tan esencial elemento
y sí el deudor pagó a alguno de sus acreedores, aún en perjuicio de los demás, su
42
conducta estaría justificada, aun no existiendo prelación de créditos. La omisión de la
insolvencia en la sentencia impugnada carece de relevancia alguna, porque la doctrina
de esta Sala ha ido progresivamente evolucionando en este punto del delito del art.
519 del Código Penal, desde la insolvencia total a la parcial - sentencias de 22 de
noviembre de 1990 y 4 de febrero de 1991, que comprenden más precisamente la real
o ficticia, la total o parcial, - sentencia de 17 de enero de 1992- que estima suficiente
para la consumación delictiva una insolvencia aparente. La de 13 de febrero del
mismo año configura el tipo penal como un delito de tendencia en el que basta la
intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación, como el que
obstaculiza la vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total
o absolutamente cerrada, pues el principio real pertenece, no a la fase de perfección
del delito, sino a la de su agotamiento-. Reiteran la exigencia de la insolvencia real o
ficticia, total o parcial las de 14 de febrero, 7 de abril, 12 y 26 de junio, 11 y 17 de
septiembre de 1992, insistiendo la de 28 de febrero de dicho año, que el delito de
alzamiento de bienes no consiste en un delito de insolvencia, toda vez que la
insolvencia del autor no es un elemento necesario del tipo del delito, lo decisivo no es
la enajenación de los bienes del patrimonio, sino la frustración (mediante insolvencia
o no) de la ejecución de las pretensiones de los acreedores.

En cuanto al otro punto del motivo, respecto al pago a otro acreedor que el
hecho probado no niega tajantemente, omite la realidad del pago entre los
coprocesados, al contradecir que el recurrente José Ramón hubiese prestado dinero a
su suegro, el coprocesado Salvador, por lo que tal alegación del motivo, frontalmente
contraria al factum, determina su desestimación. Por la misma vía casacional que los
precedentes, sigue estimando la indebida aplicación del art. 519 del Código Penal "al
considerar existente el inexistente ánimo de defraudar de los condenados" (sic). El
motivo tiene que ser desestimado inexcusablemente, pues no respeta el hecho
probado, que se completa con los oportunos fundamentos jurídicos. Por la vía del art.
849,2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la violación del principio
de igualdad consagrado en el art. 14 de la Constitución Española. Se sostiene que otro
Banco presentó otra querella en otro Juzgado de Instrucción de Madrid, por los

43
mismos hechos aquí perseguidos y condenados y se archivó por no estimar los hechos
constitutivos de delito.

No se pueden estimar elementos desiguales, designados como iguales, pues eso


contraría el principio de igualdad, y no puede equipararse una condena penal con
amplitud de contradicción, publicidad e inmediación con un archivo de querella. Son
elementos diferentes, de alcance y entidad tan diversa que no pueden equipararse, ni
siquiera por mor de defensa. Por otra parte, como con acierto destaca el Ministerio
Fiscal, ello afectaría a la otra entidad bancaria, que vio archivada su querella por tales
hechos, pero en modo alguno alcanzaría a afectos al "non bis in idem" a los
recurrentes.

La igualdad ante la Ley, hay que entenderla como participación de los


ciudadanos ante el ordenamiento jurídico en idénticas circunstancias, con las mismas
cualidades, méritos o servicios y con paralelo comportamiento y conducta. El motivo
debe desestimarse, porque no afecta al principio de igualdad, ni compara a los
recurrentes con otros y desde el punto de vista de los querellantes, carece de
legitimación para tal denuncia. El último motivo del recurso, por la vía del n.º 1º del
art. 849 de la Ley procesal penal, denuncia indebida aplicación del art. 519 del
Código Penal por declararse en la sentencia la nulidad del contrato que no han
solicitado ninguna de las acusaciones. El motivo debe rechazarse por su inexactitud,
porque en el acto del juicio oral consta que la acusación particular modificó la sexta
conclusión en el sentido de solicitar la nulidad de la escritura pública y las demás a
definitivas.

STS de 08/10/1996. En este sentido hemos de indicar, como razonamiento


previo, que cualquier escritura pública que contenga un negocio jurídico, de lo único
que da fe el notario autorizante y sirve de prueba frente a terceros, es de su fecha, de
la identidad de las personas intervinientes y del hecho que motivó su otorgamiento
(artículo 1.218, inciso primero, del Código Civil). De lo demás, el notario es un
auditor y subsiguiente relator de lo que las partes intervinientes le expresen, ya sean

44
verdaderas o falsas, aunque ello no quiere decir que ese funcionario no tenga la
obligación moral y profesional de tratar de averiguar si lo expresado en el acto del
otorgamiento es fiel reflejo de una realidad y no contiene ninguna finalidad espuria o
ilegal. Partiendo de esa idea inicial de lo que constituye en esencia la fe notarial, la
referida escritura de 25 de Octubre de 1.982 lo único cierto que nos prueba, amén de
la fecha y de los intervinientes, es el dato objetivo de la transmisión, pero de forma
alguna si se pagó un precio cierto por parte del comprador, si fue simulada, ni, por
ende, si la intención del vendedor fue o no la real venta o, por el contrario, deshacerse
temporal y ficticiamente de sus bienes para provocar su insolvencia. O lo que es lo
mismo, esa posible intención defraudatoria ha de inferirse de los hechos antecedentes
y de los concomitantes que provocaron la escritura y subsiguiente inscripción
registral, así como de las consecuencias obtenidas con ella. En este sentido, es de
resaltar lo que sigue: a) Nadie pone en duda, ni es objeto de discusión, que el
recurrente-vendedor había contraído una importante deuda procedente de diversos
créditos obtenidos. b) Que como sustento o garantía de los mismos, además de
algunos avales prestados por otras personas, lo eran las fincas objeto de la tan
repetida compraventa. c) Que el adquirente de la transmisión y subsiguiente titular
registral, lo fue, según se ha dicho, un pariente próximo, menor de edad y con lógica
dificultad para pagar el precio de la compra, a lo que se ha de añadir, a efectos de una
mayor concreción simuladora del negocio jurídico, el dato de que el menor obtuvo su
capacidad de obrar en el mismo acto transmisorio a través del instrumento de la
emancipación. d) Que, finalmente, fue esa venta y subsiguiente inscripción, la que
imposibilitó a la entidad acreedora hacerse cobro de lo debido. Fácil es comprender,
por lo dicho, que la Sala de instancia no incidió en error alguno en la apreciación de
la prueba, ni, en concreto, en la interpretación de la escritura pública base de la
inculpación, debido esencialmente, y repetimos, por no haberse justificado de forma
alguna el pago del precio como elemento esencial del contrato, máxime cuando es
difícil imaginar a un recién emancipado (instantáneamente emancipado) con
disponibilidad económica suficiente para hacer pago de lo adquirido. Además, el
pago del precio, al que después nos volveremos a referir, ni ha sido demostrado y, ni
siquiera, se ha intentado hacerlo.

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De una interpretación lógica de ese precepto se deduce que el tipo delictivo que
en él se describe se compone de dos elementos esenciales, uno objetivo y otro
subjetivo. El requisito objetivo que exige el tipo lo constituye la existencia de uno o
varios créditos reales y exigibles en su día de los que sea deudor el acusado del delito,
sin la necesidad de que esos créditos estén vencidos o fueran líquidos en el momento
del alzamiento, de ahí que digamos "exigibles en su día", pues entender la necesidad
del vencimiento como requisito comisorio sería tanto como desnaturalizar la esencia
de este acto defraudatorio, ya que es precisamente el temor a que llegue el momento
del cumplimiento de la deuda lo que induce en pura lógica al vendedor a evitarlo con
la necesaria anticipación, deshaciéndose de todos sus bienes o parte de ellos para así
caer en insolvencia total o parcial e impedir a los acreedores o dificultarles el cobro
de lo debido. En el caso que nos ocupa es obvio que este primer requisito se cumple
plenamente según anteriormente hemos indicado y nos señalan los hechos probados
de la sentencia.

El elemento subjetivo consiste en la intencionalidad del agente comisor de


"alzarse" con sus bienes en perjuicio de su acreedor o acreedores, utilizando para ello
el mecanismo de desaparición simulada o aparente del patrimonio que sirve de
garantía al crédito. Esa intencionalidad directa (no cabe la comisión por imprudencia)
ha de inferirse necesariamente de los actos realizados por el deudor en orden a
provocar su insolvencia, que normalmente consisten en la transmisión de sus bienes a
familiares, amigos o personas de su confianza que ya saben de antemano lo ficticio o
irreal de esa transmisión. En el supuesto que nos ocupa es muy claro, según antes se
ha razonado, que el método o vehículo empleado para el alzamiento no fué otro que
la escritura de venta de 25 de Octubre de 1.982 que por sí sola denota lo simulado de
la transmisión, sobre todo, en cuanto fue irreal la contraprestación, es decir el precio
que se dice pagado.

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En este último punto nos hemos de detener brevemente. De manera esencial la
Sala de instancia razona su inexistencia con el dato de la menor edad del comprador
que al ser emancipado en la misma escritura hace imposible su disponibilidad
económica. En contra de ello, y ante tal evidencia, el imputado reacciona en este
trámite de recurso alegando que tal pago se había efectuado con anterioridad por su
hermana, madre del menor, mediante la cesión de un crédito de siete millones de
pesetas que le había concedido la misma Caja de Ahorros. Sin embargo, y dicho
respetuosamente, este argumento nos parece un tanto absurdo y que de modo alguno
sirve para destruir el empleado por el Tribunal sentenciador, pues si bien la cesión de
créditos favorables a quien los cede puede ser una forma de pago, lo que no cabe es
que sirva para tal fin la cesión de deudas, que fue lo que, en definitiva, hizo la madre
del comprador a favor de su hermano, el vendedor, ya que si bien los referidos siete
millones de pesetas entraron inicialmente a formar parte de su patrimonio, quedaron
siempre sometidos a la obligación de devolverlos, por lo que de ningún modo
pudieron constituir el precio de la compraventa. Al no existir precio sólo existió ese
negocio jurídico de manera simulada, simulación provocada lógicamente por el
inculpado que así consiguió su insolvencia e impidió a sus acreedores satisfacer sus
derechos de cobro.

STS de 08/11/2001. Confunde el recurrente el efecto probatorio civil que


disponen los artículos 1216 y siguientes del Código civil, con el juego probatorio que
se dispone en el proceso penal, mediante el mecanismo del art. 741 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, con la motivación y razonamiento expresado en la
resolución que exige nuestra doctrina jurisprudencial. La Sala sentenciadora incluyó
tal venta y donación en los hechos probados de la Sentencia dictada, por lo que no se
produjo error alguno en la valoración probatoria. Ahora bien, dedujo, mediante
prueba indiciaria, que ambos instrumentos públicos encubrían el elemento subjetivo
del tipo penal (del alzamiento de bienes que aplicó) consistente en el deliberado
propósito de defraudar el crédito que ostentaba la parte querellante, Estíbaliz, que
había obtenido, mediante Sentencia de divorcio, aprobatoria del convenio regulador,
una pensión compensatoria de 114.600 pesetas, a cargo del acusado Sr. Agustín (su
47
ex marido), con las revalorizaciones correspondientes, cantidades que dejaron de
satisfacerse a partir de julio de 1996. El Tribunal "a quo" toma como elementos
probatorios: 1) el hecho de no constar deudas anteriores a favor de la coacusada Sra.
Almudena, y que sustentaban el pago de la compraventa y al parecer el objeto de la
donación; 2) la coincidencia en el tiempo con el inicio de las actuaciones civiles
tendentes a la ejecución del crédito por parte de la querellante; 3) la circunstancia
acreditada de que el acusado siguió estando en posesión de los bienes que
formalmente había enajenado, pues así lo reconocieron los acusados en declaración
efectuada en fase de instrucción. Tales indicios son razonablemente suficientes, a
efectos de este control casacional, para llegar a la conclusión que obtiene la Sala
sentenciadora. Consta que el Ministerio fiscal, en sus conclusiones definitivas,
calificó los hechos como constitutivos de un delito de alzamiento de bienes tipificado
en el art. 257.2º del Código penal. Tras la entrada en vigor de este nuevo texto
punitivo, las conductas típicas definidas en los dos apartados del mismo son
constitutivas de alzamiento de bienes, si bien en sus diversas fases comisivas, que
integran el propio alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores del sujeto
activo del delito, o bien la realización de actos de simple dilación, dificultad o
impedimento de la eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de
apremio, judicial, extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación,
todo ello de acuerdo con la línea interpretativa que venía manteniendo este Tribunal
respecto a la interpretación del precepto punitivo, contenido en el art. 519 del Código
penal de 1973. Con relación a dicha postura jurisprudencial, ya habíamos declarado
(Sentencia de 8 octubre 1996) que de una interpretación lógica de ese precepto se
deduce que el tipo delictivo que en él se describe se compone de dos elementos
esenciales, uno objetivo y otro subjetivo.

El requisito objetivo que exige el tipo lo constituye la existencia de uno o


varios créditos reales y exigibles en su día, de los que sea deudor el acusado del
delito, sin la necesidad de que esos créditos estén vencidos o fueran líquidos en el
momento del alzamiento, de ahí que digamos «exigibles en su día», pues entender la
necesidad del vencimiento como requisito comisorio sería tanto como desnaturalizar
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la esencia de este acto defraudatorio, ya que es precisamente el temor a que llegue el
momento del cumplimiento de la deuda lo que induce en pura lógica al deudor a
evitarlo con la necesaria anticipación, deshaciéndose de todos sus bienes o parte de
ellos para así caer en insolvencia total o parcial e impedir a los acreedores o
dificultarles el cobro de lo debido.

El elemento subjetivo consiste en la intencionalidad del agente comisor de


«alzarse» con sus bienes en perjuicio de su acreedor o acreedores, utilizando para ello
el mecanismo de desaparición simulada o aparente del patrimonio que sirve de
garantía al crédito. Esa intencionalidad directa (no cabe la comisión por imprudencia)
ha de inferirse necesariamente de los actos realizados por el deudor en orden a
provocar su insolvencia, que normalmente consisten en la transmisión de sus bienes a
familiares, amigos o personas de su confianza que ya saben de antemano lo ficticio o
irreal de esa transmisión. De manera que los elementos del tipo, hoy recogido con
mucha mayor precisión en el artículo 257 del Código de 1995, se descomponen así:
a) existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y en consecuencia
unas obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios
bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los
bienes citados al destino solutorio a que se hayan afectos; c) situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad
dinámica antes mencionada; y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico,
tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido
no obstante que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento
(Sentencias de 8 octubre 1996, 20 enero y 19 febrero 1993, 26 junio y 7 abril 1992, y
últimamente Sentencia de 31 enero 1997). El tipo penal aplicado por la Sala
sentenciadora fue el número segundo del citado art. 257 del Código penal,
habiéndose cumplido en este caso todos los citados requisitos constitutivos de la
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infracción (segundo apartado de este reproche casacional), ya que no existe -como
alega el recurrente- crédito posterior a las enajenaciones llevadas a cabo, sino anterior
que se produjo como consecuencia del impago de las pensiones que el Sr. Agustín
debía (en el mes de julio de 1996), lo que determinó que Estíbaliz instara la ejecución
de la Sentencia de divorcio en tal apartado económico, y para ponerse a salvo de
cualquier traba judicial en su patrimonio, se realizaron las enajenaciones que constan
en el "factum" con la finalidad de burlar tal procedimiento ejecutivo, lo que
constituye la esencia del delito aplicado, deduciendo el Tribunal sentenciador la
connivencia en el fraude por las relaciones habidas entre los acusados, pero
fundamentalmente por el hecho de mantenerse en poder del Sr. Agustín la posesión
de los bienes enajenados, como consta en las declaraciones prestadas en los folios
116 y 117 de los autos, cuya valoración probatoria no podemos invadir.

Son requisitos exigidos por la jurisprudencia para apreciar la existencia del


delito de alzamiento de bienes: la preexistencia de una relación jurídica obligacional
de la que se deriva la presencia de una o varias deudas reales, generalmente vencidas
y líquidas y exigibles; b) la materialización de la ocultación o disipación del
patrimonio que responde de las deudas, merced a la actividad desplegada por el
deudor o deudores, actividad que puede adoptar numerosas formas, no todas ellas
previstas o encajables en las relaciones jurídicas reconocidas por el ordenamiento, ya
que lo verdaderamente efectivo es la desaparición material o jurídica de los bienes
que abandonan el patrimonio del deudor, colocándole en una situación de insolvencia
real y efectiva, al no existir bienes susceptibles de ser sometidos a la acción de los
acreedores (TS 2.ª S 10 Jul. 1992); c) una situación de insolvencia total o parcial, real
o aparente del deudor, que sea consecuencia o efecto de las maniobras elusivas o
fraudulentas, haciendo inefectivos los derechos de los acreedores, al derivar estéril el
ejercicio de sus normales pretensiones de cobro, y d) como elemento vitalizador del
injusto, un ánimo o propósito delictivo encaminado a defraudar a los acreedores,
eludiendo el pago o cumplimiento de sus obligaciones merced a la desposesión de sus
bienes, ocultándolos, enajenándolos o haciéndolos desaparecer mediante actos o

50
negocios jurídicos fingidos, que denotan el elemento subjetivo del tipo exigido por el
principio de culpabilidad.

STS de 10/07/1992. La afirmación de que el procesado resultó a partir de un


determinado momento insolvente, figura al final del relato de hechos probados
después de haber descrito que la operación de embargo llevada a cabo por el acreedor
resultó infructuosa debido a que, concertado con su esposa, había otorgado
capitulaciones matrimoniales por las que se atribuían a ésta, -condenada como
cooperadora necesaria-, los únicos bienes de valor que declararon los procesados. El
procesado como consecuencia de estas operaciones se constituyó en estado de
insolvencia por lo que la definición y calificación que realiza la sentencia recurrida
no incurre en el vicio procesal que se denuncia en cuanto que la expresión insolvente
es perfectamente clara y definidora de la situación económica en que se encontraba
con respecto a su acreedor que trataba infructuosamente de lograr el pago de lo que se
le debía. Estima la Sala sentenciadora que con el otorgamiento de las capitulaciones
matrimoniales se pretendía generar la insolvencia del acusado y la imposibilidad, en
fin, del cobro de la letra. No se precisa cual debía ser el sentido del hecho probado
que sustituyese al originalmente redactado. Precisamente los documentos invocados
como base y fundamento del error del juzgador han sido los que ha utilizado la Sala
sentenciadora para sustentar el hecho probado ya que su contenido no se opone o
contradice la redacción definitiva que se incorpora al hecho probado. En virtud de la
realidad que se desprende de los mencionados documentos se puede afirmar que el
procesado suscribió la letra de cambio en pago de la cantidad adeudada. Está
perfectamente acreditado que cuando llega el día del vencimiento la letra no fue
atendida lo que dio lugar al consiguiente juicio ejecutivo en el que se dictó auto
despachando ejecución y acordada la práctica de la diligencia de embargo resultó
infructuosa debido a que el procesado, -de acuerdo con su esposa-, había liquidado la
sociedad de gananciales otorgando nuevas capitulaciones matrimoniales. Resulta
indiferente que el procesado tuviese otros bienes pues lo verdaderamente acreditado
es que no se pudo realizar traba sobre bienes propios del procesado. Conviene
precisar, ante esta clase de delitos, que no corresponde al acreedor la búsqueda y
51
pesquisa del patrimonio del deudor, sino que debe ser éste, en aras de la buena fe
contractual y en cumplimiento de la responsabilidad universal contraída por ley frente
a sus acreedores, el que debe mostrar los bienes de que dispone, al no hacerlo así se
colocó en situación de insolvencia real frente a su acreedor, por lo que su conducta
entra de lleno en el tipo penal que acertadamente declaró la sentencia recurrida.

Reconoce expresamente el recurrente que debemos partir de un absoluto


respeto al contenido de hechos probados. Como ha señalado una reiterada doctrina de
esta Sala el delito de alzamiento de bienes es una infracción de tendencia o mero
riesgo, más que de resultado real y lesivo, cuya consumación no exige el absoluto,
insuperable y definitivo perjuicio del acreedor burlado, pudiendo señalarse como
elemento que le caracteriza y define: a) Preexistencia de una relación jurídica
obligacional de la que se desprende la presencia de una o varias deudas reales,
generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b) Un ánimo o propósito delictivo
encaminado a defraudar a los acreedores eludiendo el pago o cumplimiento de sus
obligaciones merced a la desposesión de sus bienes, ocultándolos, enajenándolos o
haciéndolos desaparecer mediante actos o negocios jurídicos fingidos que denotan el
elemento subjetivo del tipo exigido por el principio de culpabilidad; c)
Materialización de la ocultación o disipación del patrimonio merced a la actividad
desplegada por el deudor, actividad que puede adoptar numerosas formas no todas
ellas previstas o encajables en las relaciones jurídicas reconocidas por el
ordenamiento ya que lo verdaderamente efectivo es la desaparición material y
jurídica de los bienes que abandonan el patrimonio del deudor, colocándole en una
situación de insolvencia real y efectiva al no existir bienes susceptibles de ser
sometidos a la acción de los acreedores; d) Situación de insolvencia total o parcial,
real o aparente del deudor que sea consecuencia o efecto de las maniobras elusivas o
fraudulentas, haciéndose de tal modo inefectivos los derechos de los acreedores al
devenir estériles el ejercicio de sus normales pretensiones de ejecución, tras el
reconocimiento judicial del crédito y el imperativo pronunciamiento de condena
subsiguiente, situación fáctica del deudor que obstruye el juego normal de la
responsabilidad universal recogida en el artículo 1.911 del Código Civil.
52
El delito de insolvencia punible previsto y penado en el art. 257.1 2.º CP 1995
se articula por la conjunción de los siguientes elementos: a) existencia de créditos
vencidos, líquidos y exigibles por parte de los acreedores; b) la sustracción por el
deudor al destino solutorio de sus obligaciones, de bienes propios, realizado de
cualquier modo, tales como enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita o
simulación fraudulenta de créditos; c) la consecución de un estado de insolvencia real
o aparente, ya sea total o parcial, y d) la concurrencia como hilo conductor que
encauza y da sentido a todas las operaciones, de un dolo específico de causar
perjuicio a los acreedores, que actúa como elemento subjetivo tendencial, ya que el
delito de alzamiento está concebido como mera actividad –o si se quiere de resultado
en cuanto a la ocultación– en la medida que no requiere la real causación del
perjuicio a los acreedores, por ello puede decirse que se consuma con la realidad del
alzamiento de los bienes a través de su ocultación, pero no es un delito de lesión,
porque no exige la realidad del prejuicio que se buscaba.

STS de 12/04/2000. La prueba está constituida por los documentos públicos


acreditativos de los actos de disposición efectuados, prueba que fue la tenida en
cuenta por la Sala para fundamentar el juicio de certeza objetivado en el factum. Los
recurrentes se esfuerzan en contrargumentar la inexistencia de alzamiento estimando
que no existe ánimo defraudatario, que el recurrente Íñigo hizo pago de los intereses
del préstamo, y que asimismo hubo de pagar del impuesto de sucesiones de sus
padres diez millones de ptas. y por ello hipotecó dos inmuebles. la Sala de instancia
da respuesta a esas cuestiones en el segundo de sus fundamentos, y el mantenimiento
de esta estrategia por el recurrente ante esta sede casacional evidencia que lo
realmente apetecido con el motivo no es alegar la existencia de vacío probatorio sino
a pretexto de inexistencia discrepar de la valoración de la prueba de cargo existente
efectuada por la Sala de instancia, lo que está condenado al fracaso porque como ya
se ha dicho y ahora se reitera, la valoración de la prueba no tiene acceso a la casación
por el cauce de la violación del derecho a la presunción de inocencia, y poco importa
que la entidad prestamista pudiera haberse cobrado con el exceso del valor no
53
gravado de la nave industrial de Getafe. Debe tenerse en cuenta que el delito por el
que han sido condenados, de insolvencia punible previsto y penado en el art. 257-1-2º
del Código Penal se articula por la conjunción de los siguientes elementos: a)
Existencia de créditos vencidos, líquidos y exigibles por parte de unos acreedores,
constituido en el presente caso por la resolución anticipada del préstamo concedido
por Bancaja al concurrir los requisitos pactados en el contrato. b) La sustracción por
el deudor al destino solutorio de sus obligaciones, de bienes propios, realizado de
cualquier modo, tales como enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita o
simulación fraudulenta de créditos. c) La consecución de un estado de insolvencia
real o aparente, ya sea total o parcial. Y en el presente caso con las enajenaciones
efectuadas el matrimonio se quedó sin patrimonio. d) La concurrencia como hilo
conductor que encauza y da sentido a todas las operaciones, de un dolo específico de
causar perjuicio a los acreedores, que actúa como elemento subjetivo tendencial,
debiéndose recordar que el delito de alzamiento está concebido como mera actividad
--o si se quiere de resultado en cuanto a la ocultación-- en la medida que no requiere
la real causación del perjuicio a los acreedores, por ello puede decirse que se
consuma con la realidad del alzamiento de los bienes a través de su ocultación, pero
no es un delito de lesión, porque no exige la realidad del prejuicio que se buscaba.

Los elementos del tipo acogido en el art. 257 CP 1995 se descomponen así: a)
existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y, en consecuencia, unas
obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios
bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los
bienes citados al destino solutorio a que se hallan afectos; c) situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad
dinámica mencionada, y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico,
tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido,
no obstante, que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como

54
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento.

Los elementos del tipo del art. 519 CP, acogido en la actualidad con mucha
mayor precisión en el art. 257 CP 1995, se descomponen así: a) existencia de un
derecho de crédito por parte de un acreedor y, en consecuencia, unas obligaciones
dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b)
ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita, de los propios bienes,
simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los bienes
citados al destino solutorio a que están afectos; c) situación de insolvencia total o
parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad dinámica
mencionada, y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico, tendencial,
consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido, no
obstante, que el de alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
corto, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real no pertenece a la fase de perfección, sino a la de su agotamiento.

STS de 31/01/1997. Lo que acontece es que el recurrente manifiesta su


oposición a la valoración de las pruebas llevada a cabo por los Jueces de la Audiencia
de acuerdo con las facultades exclusivas que los artículos 741 procesal y 117.3
constitucional les confieren (ver la Sentencia de 24 de mayo de 1996), pues la prueba
evidentemente existe documentalmente en relación a las dos infracciones, alzamiento
de bienes y malversación, tanto la venta del patrimonio único activo de la que era
empresa deudora, de un lado, como la aceptación del cargo de depositario de los
bienes embargados y su posterior desaparición, de otro. Otra cosa son las
deducciones lícitas obtenidas por los Jueces por medio de una prueba indirecta
cuando ésta fue necesaria para la inferencia asumida en su caso por el Tribunal de
instancia de acuerdo con las reglas que los artículos 1.253 y 1.249 del Código Civil
señalan (ver la Sentencia de 12 de diciembre de 1994). Como se ha dicho hasta la

55
reiteración (ver la Sentencia de 24 de abril de 1995) los juicios de inferencia sobre las
intenciones de los intervinientes en los actos criminales no son hechos en sentido
estricto, y al no ser aprehensibles por los sentidos, no son objeto de prueba
propiamente dicha, quedando así fuera de la garantía constitucional, lo que es distinto
de que, a través del artículo 849.1 procesal, se puedan discutir los hechos en los que
el juicio de valor se apoya. El respeto, obligado en este cauce procesal, a los hechos
dados como probados por los Jueces de la instancia, acreditan y justifican la
infracción pues con base en los mismos es concluyente la existencia de todos y cada
uno de los requisitos exigidos para considerar conculcado el precepto penal.

Los elementos del tipo, hoy acogido con mucha mayor precisión en el artículo
257 del Código de 1995, se descomponen así: a) existencia de un derecho de crédito
por parte de un acreedor y en consecuencia unas obligaciones dinerarias por parte del
deudor, generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b) ocultación, enajenación real o
ficticia, onerosa o gratuita de los propios bienes, simulación fraudulenta de créditos o
cualquier actividad que sustraiga los bienes citados al destino solutorio a que se
hayan afectos; c) situación de insolvencia total o parcial, real o aparente, del deudor
como consecuencia de la actividad dinámica antes mencionada; y d) concurrencia de
un elemento subjetivo específico, tendencial, consistente en la intención de causar
perjuicio al acreedor, bien entendido no obstante que el alzamiento es un delito de
mera actividad, de riesgo, de resultado cortado, con lo cual basta con que se lleve a
cabo la ocultación de bienes, como resultado exigido por el tipo en relación a la
simple intención de perjudicar, pues el perjuicio real pertenece no a la fase de
perfección sino a la de su agotamiento (Sentencias de 8 de octubre de 1996, 20 de
enero y 19 de febrero de 1993, 26 de junio y 7 de abril de 1992, etc.).

En el supuesto presente se traspasa el único activo patrimonial de la sociedad


deudora, en julio de 1988 cuando el que vende y el que compra (no puede dejarse de
lado que eran padre e hijo) conocen que desde mayo del mismo año se reclamaban a
aquélla más de once millones de pesetas. La acreedora no ha podido hacer efectivo su
crédito ni siquiera a través del auto de adjudicación del remate sobre los bienes
embargados, precisamente los transferidos, lo que sigue siendo significativo, y ayuda
a formar la convicción judicial sobre el dolo específico de quien, ahora acusado, fue
56
realmente un cooperador necesario del autor directo. Como quiera que la
transferencia, u ocultación de bienes, se hizo valorando a la baja el patrimonio único
objeto de la misma, claro es que no puede hablarse aquí, como enervador del delito,
de un activo restante suficiente.

STS de 07/03/1996. En el supuesto analizado, concurren todos los requisitos


exigidos legal y jurisprudencialmente para apreciar la comisión del delito de
alzamiento de bienes, pues ha quedado acreditada la existencia de una relación
jurídica obligacional de la que se desprende una o varias deudas reales, como son los
préstamos que la entidad bancaria había concedido a una empresa, garantizados con
hipoteca, y que al momento de ejecutar la misma arrojaban una deuda vencida,
líquida y exigible de más de 113.000.000 ptas., la realización de actos de enajenación
u ocultación de los bienes, como son la transmisión material de los mismos a otra
mercantil fingiendo la existencia de un previo contrato de cesión, que aparentaba que
los bienes no eran propiedad de la mercantil deudora, la insolvencia total de empresa
deudora, que queda acreditada con el hecho de que, tras ejecutar la hipoteca, siga la
entidad bancaria siendo acreedora por una importante cantidad de una mercantil sin
actividad y en suspensión de pagos, e igualmente cabe apreciar la concurrencia del
elemento subjetivo del injusto, que viene representado por la intención del acusado de
defraudar a sus acreedores ocultando unos bienes que de manera inmediata iban a ser
adjudicados en la ejecución de la hipoteca. Por todo ello, los hechos declarados
probados en la resolución son constitutivos de un delito de alzamiento de bienes
previsto y penado en el art. 519 CP, aplicable al caso, al ser el vigente a la fecha de la
comisión de los hechos y resultar más beneficioso para los acusados según la
disposición transitoria 1.ª CP 1995.

El delito de insolvencia punible previsto en el art. 257.1.º CP 1995 precisa de


los siguientes elementos: a) existencia de un derecho de crédito con obligaciones
dinerarias del deudor, generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b) enajenación
real o ficticia, onerosa o gratuita de bienes propios, sustrayéndolos al destino

57
solutorio; c) situación de insolvencia real o aparente del deudor, consecuencia de la
actividad dinámica realizada por éste; d) intención de causar perjuicio al acreedor
pues el perjuicio real pertenece al agotamiento del delito que es de mera actividad; e)
se comete asimismo por aquellas personas que auxilian y colaboran a la desposesión
de bienes, auxiliándole con actos necesarios, y f) la autoría del delito puede recaer
sobre personas físicas o jurídicas. Además para la consumación del delito no es
necesario que el deudor quede en una situación de insolvencia total o parcial pues
basta que sea aparente, al tratarse de un delito de simple actividad o riesgo,
fundamentalmente tendencial con el fin de que los acreedores no encuentren
fácilmente bienes realizables. En el supuesto el acusado conocía la existencia de las
deudas contraídas por la empresa de la que era administrador único y al desposeerla
de los únicos bienes mediante su traspaso a otras sociedades por él, también,
regentadas hacía ilusorias las demandas y condenas judiciales que profusamente
habían fallado en su contra en los pleitos civiles instados por los múltiples
acreedores.

Los elementos típicos del delito de alzamiento de bienes –art. 257 y ss. CP
1995–, a saber: a) la existencia de uno o más créditos contra el sujeto activo,
generalmente preexistentes, reales y, de ordinario, vencidos líquidos y exigibles y
ello porque es muy frecuente que los defraudadores, ante la inminencia o proximidad
del advenimiento de un crédito futuro, augurando un evidente perjuicio para sus
intereses patrimoniales, se adelanten o anticipen a la materialización del crédito o
créditos, o a su vencimiento, liquidez o exigibilidad, frustrando o abortando las
legítimas expectativas de sus acreedores, mediante la adopción de medidas de
desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y a eludir su
responsabilidad criminal; b) un elemento dinámico que puede estribar en destrucción
u ocultación de su activo, en enajenaciones reales o ficticias, onerosas o gratuitas; c)
un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar al acreedor o acreedores,
burlando o eludiendo la responsabilidad patrimonial universal del deudor, consagrada
en los arts. 1111 y 1911 CC; y d) que, como consecuencia de tales maniobras,
58
devenga total o parcialmente insolvente o experimente una acusada, aunque ficticia,
disminución del acervo patrimonial, imposibilitando o dificultando, en grado sumo, a
sus acreedores, el cobro de sus legítimos créditos.

STS de 14/02/1992. Afirma la parte recurrente, en apoyo de este motivo, que,


entre otros requisitos, exige la jurisprudencia de esta Sala --para la existencia del
delito de alzamiento de bienes-- "a) Existencia de uno o varios créditos reales,
legítimos y exigibles" y "d) un resultado de insolvencia querida y buscada
expresamente, ..". Y, en este sentido, se refiere a las concretas fechas de venta de sus
bienes, y, seguidamente, a las del vencimiento de los títulos de los acreedores
(posteriores a aquéllas); añadiendo que "además, el Sr. Gregorio tenía solvencia
suficiente consistente en un derecho de crédito por importe de 13.000.000 ptas.,
reconocido en escrituras públicas.". Tiene declarado esta Sala que los requisitos
precisos para la existencia del delito de "alzamiento de bienes" son los siguientes: a)
como presupuesto básico, la existencia de uno o más créditos contra el sujeto activo,
generalmente preexistentes, reales, serios y graves, y, de ordinario, vencidos, líquidos
y exigibles; empleándose las expresiones adverbiales "generalmente" y "de
ordinario", porque es muy frecuente que los defraudadores, ante la inminencia o
proximidad del advenimiento de un crédito futuro, augurando un evidente perjuicio
para sus intereses patrimoniales, se adelanten o anticipen a la materialización del
crédito o créditos, o a su vencimiento, liquidez o exigibilidad, frustrando y abortando
las legítimas expectativas de sus acreedores, mediante la adopción de medidas de
desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y a eludir su
responsabilidad patrimonial; b) un elemento dinámico que puede estribar en
destrucción u ocultación de su activo, en enajenaciones reales o ficticias, onerosas o
gratuitas, y en otras muchas más modalidades comisivas; c) un elemento tendencial o
ánimo específico de defraudar al acreedor o acreedores, burlando y eludiendo la
responsabilidad personal patrimonial universal del deudor, consagrada en los
artículos 1911 y 1111 del Código Civil; y d) que, como consecuencia de tales
maniobras elusivas, devenga total o parcialmente insolvente, o experimente una
acusada, aunque ficticia, disminución de su acervo patrimonial, imposibilitando o
59
dificultando, en grado sumo, a sus acreedores el cobro de sus legítimos créditos (v.
las ss. de 8 de julio de 1988 y de 2 de noviembre de 1990). En el presente caso -- y
con independencia de las consecuencias inherentes a la aplicación al mismo de la
anterior doctrina jurisprudencial--, es preciso tener en cuenta, además, que las deudas
del procesado, al margen de las fechas de vencimiento de los plazos e instrumentos
de pago convenidos, habían sido contraídas en fechas notoriamente anteriores a las de
las enajenaciones de sus bienes, pues éstas tuvieron lugar mayoritariamente en
octubre de 1984, y, como resulta del "factum", la compra de la finca a Diego tuvo
lugar el 28 de enero de 1967, habiéndose convenido inicialmente el pago del precio a
plazos y, como último vencimiento, el 20 de enero de 1983; el préstamo concertado,
por tres años, con la Caja de Ahorros de Córdoba lo fue el 25 de agosto de 1981; e,
incluso, las operaciones mercantiles convenidas con el DIRECCION003 de D.ª Elsa
se desarrollaron los meses de junio y julio de 1984. Es patente, por todo lo dicho, que
el motivo carece de fundamento y debe ser desestimado. Alega sustancialmente la
parte recurrente, en apoyo de este motivo, que consta acreditado en la causa "que el
recurrente ha satisfecho todas las responsabilidades". Silencia la parte recurrente que
la indemnización a su acreedores tuvo lugar a partir del segundo semestre de 1.986
(así consta en el "factum"), cuando la querella formulada por Doña Elsa, origen de las
presentes actuaciones penales, fue admitida a trámite por auto de fecha veinticinco de
marzo de mil novecientos ochenta y cinco, y que este mismo año sus acreedores
hubieron de promover contra él los juicios ejecutivos, de los que correspondió
conocer al Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Córdoba --registrados, bajo los
números 40 y 80/1985--, según resulta del "factum". En cualquier caso, como quiera
que el Tribunal de instancia ha impuesto al hoy recurrente las penas correspondientes
a los delitos por los que le ha condenado en el límite mínimo de sus respectivos
grados mínimos, es evidente que el motivo ahora examinado carecería de toda
finalidad práctica.

STS DE 08/07/1988. Es doctrina pacíficamente aceptada y reiteradísima a


través de numerosas sentencias de esta Sala la de que el delito de alzamiento de
bienes es un delito de mera actividad de riesgo o resultado cortado en el que la
60
intención excede el resultado y, a su vez que puede adoptar la más variada
morfología, dadas las ilimitadas e imprevisibles acciones que se pueden realizar para
lograr el resultado apetecido o buscado, como es, el vaciar el propio patrimonio total
o parcialmente haciendo desaparecer él mismo todos o parte de los bienes que lo
integraban, bien mediante la ocultación o desaparición jurídica de los mismos o, bien
mediante un ficticio aumento del pasivo que quebrante las garantías patrimoniales del
acreedor, pero en todo caso para que se entienda cometida la infracción penal es
menester que concurran los requisitos siguientes: a) La existencia de una deuda
legítima, real, líquida, vencida y exigible b) Ocultación, enajenación o desaparición
de los medios, sea cual fuere el medio utilizado para ello, y de que tratándose de
enajenación, sea real o ficticia, onerosa o gratuita, c) La existencia de un ánimo
tendencial a lograr que se frustren las acciones del acreedor a la realización de su
crédito, cuyo ánimo o intención constituye el elemento subjetivo del injusto. De todo
el relato fáctico de la sentencia recurrida, anteriormente transcrito resulta, que en él
no se dice nada en absoluto respecto a cuándo el crédito reclamado por los acreedores
se convirtió en líquido y exigible; ni la fecha en la que promovieron la
correspondiente acción judicial tendente a lograr la realización del mismo; ni la fecha
en la que fueron decretados los embargos, etc., de modo que únicamente quedan
como fechas clave a los efectos decisorios de la cuestión planteada las dos siguiente:
a) La de que la sociedad "Géneros de Punto Nerva, S. A.», y el procesado,
mantuvieron relaciones comerciales hasta el año 1980, y que el procesado otorgó la
mentada escritura de capitulaciones con fecha 11 de agosto de 1980, de donde
claramente resulta, que no hay términos hábiles para saber si dicha escritura fue
otorgada en fecha anterior o posterior a aquella durante la cual las partes mantuvieron
relaciones comerciales y negociaciones sobre la fijación y forma de pagó de la deuda
en cuanto que se dice que las tuvieron en el año 1980, o sea, hasta el mismo en que
fue otorgada la escritura de capitulaciones, o sea que no hay datos precisos para saber
si fue antes p después de que él crédito fuese liquidó y exigible, anterior, o posterior a
la fecha de iniciación de las reclamaciones judiciales, al decretamiento de los
embargos, etc., por lo que, como la parte recurrente no ha interpuesto el
correspondiente motivo de casación tendente a que se completase el tan deficiente
relato fáctico con los elementales datos, referidos que son absolutamente
61
imprescindibles para conocer si han concurrido o no, todos los elementos integrantes
del delito de alzamiento de bienes, la comisión del mismo no puede darse por
probada por no aparecer en el resultando de hechos probados, con la necesaria
claridad, los datos necesarios para comprobar si han concurrido o no, los requisitos
que lo integran, razón por la que procede desestimar el primero de los motivos
interpuesto al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, denunciando la infracción de lo dispuesto en el artículo 519 del Código
Penal. La desestimación del segundo de los motivos procede por la sencilla razón de
que se interpone al amparo del número 2 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, denunciando el supuesto error de hecho en la apreciación de la prueba en la
que se dice haber incurrido el Tribunal de instancia y se cita como documento
acreditativo de tal error el documento que obra en los folios 161 a 164 del sumario,
que es, precisamente la ya mencionada escritura de capitulaciones matrimoniales, de
la que resulta únicamente, la fecha en que se otorgó y lo que en ella se hizo constar,
pero lo que no resulta de ella y, a ello sí que debió dirigirse el recurso, es la
determinación de las otras fechas claves a las que se ha hecho referencia
anteriormente, para determinar si la escritura de capitulaciones fue otorgada durante
el tiempo en que podía serlo lícitamente aunque se hiciese en provisión de
aconteceres posteriores, o fue otorgada en la fecha que el querellado tenía anuladas
las facultades de disposición por la exigencia del ordenamiento legal que impone a
los deudores el mantenimiento íntegro del contenido de su patrimonio para evitar que
se frustren fraudulentamente las expectativas de los acreedores a la realización de sus
créditos.

STS de 02/11/1990. Constituye el delito de alzamiento de bienes una


infracción de tendencia o mero riesgo, más que de resultado real y lesivo, cuya
consumación no exige la absoluta, insuperable y definitiva perjudicialidad del
acreedor burlado, pudiendo señalarse como elementos que le caracterizan y definen
los siguientes: a) Preexistencia de una relación jurídica obligacional de la que se
desprende la presencia de una o varias deudas reales, generalmente vencidas, líquidas
y exigibles (Sentencia, entre otras, de 6 de junio de 1977, 30 de diciembre de 1978,
62
28 de mayo de 1979, 9 de mayo y 9 de junio de 1986 y 10 de marzo de 1987 ); b)
ánimo del deudor finalísticamente encaminado a defraudar a sus acreedores,
eludiendo el cumplimiento de sus obligaciones merced a la procurada desposesión de
sus bienes, ocultación, enajenación o desaparición de todo o parte del patrimonio al
servicio de aquel designio engañoso, lo que impedirá el ejercicio con resultado
favorable de cualquier pretensión dirigida a la realización del crédito, o tornará difícil
y escabroso el camino a seguir para la prosperabilidad de la pretensión reclamadora,
elemento subjetivo del injusto que tilda de antijurídico el proceder del reo que, de
otra forma, carecería de relevancia en la órbita penal, no confundible con el dolo,
limitado éste, ante el conocimiento de las circunstancias del tipo objetivo, a la
voluntad del deudor de insolventarse, de «alzarse», conociendo el alcance de su
acción en orden al cumplimiento de sus obligaciones; c) materialización de la
ocultación, enajenación o desaparición de los bienes propios merced a la actividad
dinámica desplegada, imposible de encerrar en numerus clausus y tan varia como
alumbra la imaginación humana cuando viene incitada por propósitos defraudatorios,
gratuitos u onerosos, constitución de gravámenes, ficción de créditos de carácter
preferente, etc., medios directos o indirectos de sustraer el activo a la disposición de
los acreedores que vienen a definir el elemento objetivo del delito, burlándose de tal
modo la eficacia de un orden jurídico estatuido para atendimiento y defensa de los
intereses del acreedor; d) situación de insolvencia total o parcial, real o aparente, del
deudor, efecto y consecuencia de las maniobras elusivas y fraudulentas llevadas a
término con precedencia, en definitiva, directa relación de causalidad entre el
alzamiento y la defraudación conseguida, haciéndose de tal modo inefectivos los
derechos crediticios de los acreedores, al devenir estéril el ejercicio de sus normales
pretensiones procesales de ejecución, tras el reconocimiento judicial del crédito y el
imperativo pronunciamiento de condena subsiguiente; situación fáctica del deudor
que obstruye el juego normal de la responsabilidad universal proclamada por el art.
1.911 del Código Civil , ya de una manera absoluta, ya relativa, poniéndose en
peligro o afectándose de alguna manera el derecho de satisfacción del acreedor,
verdadero bien jurídico protegido en el delito de alzamiento de bienes, al crearse un
riesgo anormal para sus intereses a través de conductas del deudor que van más allá
de los razonables límites de la libertad contractual y del normal poder de disposición;
63
siendo reiterada la jurisprudencia que, de forma más o menos pormenorizada, viene
refiriéndose a los enumerados elementos como requisitos configuradores del delito de
alzamiento de bienes, cabiendo citar, entre otras muchas, las Sentencias de 20 de
marzo de 1974, 30 de junio de 1975, 15 de abril de 1978, 28 de mayo de 1979, 9 de
mayo de 1981, 16 de diciembre de 1982, 16 de febrero de 1983, 29 de mayo de 1985,
7 de marzo de 1986, 22 de abril de 1987 y 27 de octubre de 1988. No puede
apreciarse en el proceder del querellado aquella conducta integrante del tipo penal del
art. 519 del Código Penal. Se acusa aquel elemento previo a la existencia de cualquier
delito de alzamiento de bienes, cual es la existencia de deudas legítimas y reales,
vencidas, líquidas y exigibles. Mas ha de estimarse ausente el ánimo de defraudar a
los acreedores, vaciando de contenido el haber del procesado o de la empresa
«Confecciones Ojeda», en ejecución de un plan encaminado con aquel respaldo
económico del deudor para la satisfacción última de sus pretensiones satisfactivas. El
inculpado, y según reza el factum, pasada la titularidad de los bienes a favor de
«Confecciones Ojeda», vio subastados unos por deudas y tuvo que adjudicar otros
inmuebles a terceros para pago igualmente de deudas, En cuanto a la venta del
vehículo, se dice en el presupuesto fáctico que recibió 800.000 ptas. en metálico y el
resto del precio se compensó con el compromiso del comprador de hacer efectivas las
letras todavía adeudadas por dicha cantidad a «Autos Cátala»; asimismo se deja
constancia de que el procesado, de la suma recibida, dispuso en fecha 11 de marzo de
1985 de 449.481 ptas. en favor del acreedor al que había hecho cesión de bienes
inmuebles en pago de deudas.

Ninguna influencia ofrece en el enjuiciamiento de los hechos la circunstancia


de que la procesada figure como adquirente del vehículo en el último eslabón de la
cadena transmisora. En lo concerniente a la vivienda de la calle DIRECCION000 de
Valencia consta haberse llevado a efecto la rectificación de su titularidad a favor de
Melisa por escritura de 24 de octubre de 1984, por ser ella la adjudicataria del piso y
haberse debido a un error la titulación a nombre del procesado. Son conclusiones
acerca de la prueba, formuladas por la Sala sentenciadora en uso de las atribuciones
conferidas por los arts. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y 117.3 de la
64
Constitución Española. Partiendo pues, de la intangibilidad de los hechos declarados
probados no puede sostenerse la existencia de la imputada dinámica finalísticamente
defraudora, haciendo desaparecer bienes propios y creando una ficticia e infundada
insolvencia, tornando quiméricas las pretensiones de los acreedores.

STS de 26/02/1999. El Motivo está abocado al fracaso una vez que se constata
como el fundamento jurídico primero de la sentencia recurrida pormenoriza de forma
minuciosa la situación deudora del acusado previa a la adquisición del maíz y
cereales, la cual evidencia que, a pesar de saber que no podía pagar, compraba todo lo
que le llevaban. Dicha conclusión está basada, no sólo en la existencia de hipotecas
constituidas sobre las fincas de "Maycer y Motrans", sobre las fincas del matrimonio
o privativas del cónyuge del acusado, sino a través de los movimientos de las cuentas
que a nombre de las entidades y del acusado, existían en Banesto y en el B.C.H. El
elenco de datos de que hace gala la combatida -extraídos de la abundante
documentación aportada a la causa y de declaraciones del propio acusado- pone de
relieve que los documentos citados en el motivo carecen de lo que se denomina
autarquía demostrativa tal como ya se ha apuntado precedentemente por no tener
virtualidad autónoma para acreditar la censura de equivocación judicial que, por lo
mismo, se rechaza. Desde un punto de vista sustantivo aunque con referencia a las
carencias probatorias que justificarían tan peculiar y conjunta censura, mantiene el
recurrente que falta el dolo defraudatorio característico del delito de estafa y que no
existe prueba de que se actuara con un plan preconcebido. La sustancial
incompatibilidad de ambas formulaciones en un solo Motivo ya es de por sí expresiva
de la fragilidad de una estructura casacional cuyo desarrollo pone de relieve que la
invocación del socorrido Principio presuntivo trata de reafirmar -aludiendo a la
ausencia de prueba- la aseveración recurrente de inexistencia de Dolo y engaño. El
planteamiento impugnativo no puede asumirse en modo alguno, no sólo porque
resulta ajeno a la ortodoxia casacional que exige el tratamiento diferenciado de
cuestiones tan dispares, sino porque la axiomática regla de respeto integral a los
hechos probados impuesta por la vía elegida se violenta clamorosamente por quién
recurre y el alegato referido a la inexistencia de prueba no encubre sino la realidad de
65
una paralela e invasiva valoración destinada a descalificar a través de ocho
conclusiones exculpatorias que resumen una interesada evaluación de la conducta de
sus patrocinados, la deducción inculpatoria obtenida por la Sala "a quo" que,
plasmada con precisión en los fundamentos jurídicos primero y segundo de la
combatida, contiene múltiples y expresas referencias a la prueba personal y
documental obrante en autos para explicar las contundentes conclusiones
incriminatorias proporcionadas por su detallado análisis que se resume en estos
términos:

1.- Por el reconocimiento del propio acusado, quién en el acto del juicio,
admitió que el dinero que obtuvo de vender los cereales comprados, lo dedicó a pagar
a otros acreedores (no consta tal pago en todo el proceso) y sobre todo para montar un
negocio de alimentación con unos checoslovacos y belgas en Tibi; negocio que
tampoco ha quedado acreditado ni siquiera indiciariamente; no existe en autos la más
mínima prueba no solo de que el negocio se llevara o no a efecto sino que no consta
ni que hubiere conversaciones previas con tales ciudadanos; no obstante, tampoco
puede entenderse como un negocio que no llega a formalizarse puede suponer una
pérdida de decenas de millones máxime cuando ni siquiera existió compra del
terreno, sino que este, en todo caso, se habría adquirido mediante una permuta que, en
el peor de los supuestos, y aunque se admitiese que la misma existió, únicamente
hubiera producido un desembolso en metálico de tres millones de pesetas;

2.- Porque cuando se adquiere el maíz, y se entregan los pagarés, no solo


existían constituidas hipotecas sobres las fincas de Maycer y Motrans, sino sobre las
propias del matrimonio G.S. e incluso sobre las privativas de V.S.M.

Por ello, a partir de una narración fáctica inalterada -una vez que han fracasado
los Motivos destinados a conseguir su rectificación- no procede tachar de indebida la
aplicación del tipo descrito en el art. 528 del C. Penal a la conducta enjuiciada por
ausencia de Dolo, pues del "factum" fluye naturalmente el elemento subjetivo propio
de la estafa en tanto que se refleja la existencia de un conocimiento previo por parte
del acusado de la situación económica en la que se encontraba, la cual le impedía

66
hacer frente al pago de la mercancía que iba a adquirir. Así si se dice en el relato de
hechos probados: "siendo consciente de que no iba a poder abonar el precio del maíz
y cereales", y a pesar de ello, el acusado actúa y no paga disponiendo de la
mercancía, se está afirmando la existencia de un engaño omisivo en el que, como dice
la Sentencia de esta Sala de 7-2-97, "se ocultan datos significativos decisivos para
que la parte desinformada acceda a realizar la prestación y el consiguiente
desplazamiento patrimonial". Tal actitud lleva a los perjudicados a confiar en el
resultado de transacciones de años anteriores sin conocer la difícil situación
financiera del comprador que, de antemano, sabía que no cumpliría con el pago.

Los términos en que al respecto se pronuncia la Sala de instancia son, por su


coincidente adscripción a la praxis jurisprudencial que cita, asumibles en su
integridad en este trance. De ahí que nos sirvan para, por vía reproductiva, completar
la respuesta jurisdiccional que merece el alegato recurrente: "Existe estafa, por cuanto
sí bien es cierto el acusado, R.G.M., dueño y administrador único de las sociedades
limitadas Motrans y Maycer (aunque formalmente no conste así), no engañó
"materialmente" a los perjudicados para que estos le vendieran el maíz o la cebada,
haciéndolo por tanto de forma voluntaria, no lo es menos, por un lado, que ellos
venden al acusado dichos productos porque en años anteriores no habían existido
problemas de pago con las personas que habían vendido sus productos al acusado, lo
cual, obviamente, les producía confianza, y de otro, (este es el principal motivo de
entender que concurren los elementos de la estafa) que el acusado cuando compra el
maíz y los cereales, es consciente de que no va a poder pagar y pese a ello adquiere
todo cuanto le llevan; es lo que nuestra doctrina jurisprudencial ha denominado
"negocios jurídicos criminalizados"; que se consuman cuando en el intercambio
social se encubren, bajo la forma de relaciones comerciales transacciones engañosas
que son meras simulaciones, como ocurre cuando una de las partes contratantes -y así
sucede en el caso de autos- no tiene propósito de cumplir (o se haya imposibilitada de
hacerlo) lo que le incumbe, ocultando su designio a la otra, en cuyo caso, no existe
compensación mutua y el que hace entrega de dinero o cosa -en el caso enjuiciado,
cebada y maíz- resulta burlado en su buena fe y patrimonio, al dar por cierta y ser
67
ficticia la apariencia de solvencia, crédito y honestidad comercial, en cuyo medio
engañoso radica el dolo característico de los citados negocios defraudatorios". Por
tanto, si la criminalización de los negocios civiles y mercantiles, se produce cuando el
propósito defraudatorio se produce antes o al momento de la celebración del contrato
y es capaz de mover la voluntad de la otra parte a diferencia del "dolo subsequens"
del mero incumplimiento contractual y -como se afirma en la Sentencia de este
Tribunal de 31-12-96- el elemento nuclear del engaño existe, no sólo cuando se
desarrolla una puesta en escena destinada a crear una apariencia de solvencia que en
realidad no existe, sino también cuando se omiten o escamotean elementos de la
realidad cuyo conocimiento hubiera sido decisivo para disuadir a la otra parte de
llevar a cabo un determinado contrato, no cabe sino reafirmar que en el supuesto
sometido a consideración resulta incuestionable la presencia de ese dolo penal que
aflora cuando, en función de las circunstancias perfectamente conocidas por el autor
del incumplimiento, se tiene la convicción de que la prestación asumida se presenta
imposible o altamente problemática.

Son elementos que conforman el delito de alzamiento de bienes: a) la


existencia de una o varias obligaciones de que sea titular el sujeto pasivo en su
aspecto activo o crédito; b) la ocultación de los bienes a través de una enajenación
simulada o fraudulenta; c) la configuración de una situación de insolvencia, y d) la
concurrencia de un elemento subjetivo específico, consistente en la intención de
causar perjuicio al acreedor. Así, se comete este delito cuando se produce una
insolvencia real o ficticia ya que es un delito de frustración de la ejecución de las
obligaciones por parte del deudor, siendo innecesaria la insolvencia real para
configurar este delito al aceptarse admisible como requisito del tipo penal la
insolvencia ficticia del acusado.

STS de 24/01/1998. En principio es claro que la prueba de la simulación de un


contrato no surge del contrato mismo, salvo cuando ello se diga expresamente en el

68
documento. Pero éste no es el caso en la presente causa. Por lo tanto, el contrato que
consta en escritura pública no puede tampoco proporcionar la prueba de su realidad.
Independientemente de ello, que ya sería suficiente para la inadmisión a trámite del
motivo, lo cierto es que el delito de alzamiento de bienes se comete tanto cuando se
produce una insolvencia ficticia como una insolvencia real (SSTS de 22-4-87; 9-5-81;
10-3-87; 6-3-90 entre muchas otras). Por lo tanto la supuesta realidad del contrato
carece de relevancia, dado que el delito de alzamiento de bienes no es un delito de
insolvencia, sino de frustración de la ejecución de las obligaciones por parte del
deudor y, a tales efectos, cuando en la jurisprudencia se hace referencia a la
insolvencia real o ficticia se quiere decir, en verdad, que ésta, como tal, es innecesaria
para la configuración del delito. En lo que concierne al elemento subjetivo del tipo, es
decir al dolo, es evidente que también es de apreciar, dado que los acusados sabían
que mediante el procedimiento de la enajenación hacían prácticamente imposible la
ejecución de la deuda. La afirmación de la Defensa relativa al pago a otros acreedores
que habría realizado el acusado F.H.R. con el producto de la enajenación a su hijo de
los bienes de DDDDDDDD S.A., no puede ser considerada en el marco del art.
849,1º LECr., dado que no surge de los hechos probados y no hubiera surgido de los
documentos invocados en el cuarto motivo del recurso, aunque el mismo hubiera sido
de estimar. El sexto y último motivo del recurso se basa en la infracción del art. 24
CE. Considera la Defensa que es lamentable que (la Audiencia) interprete que el
hecho de haber vendido un bien, con cuyo producto se ha pagado a varios acreedores,
persiguiese la intención de dejar de pagar a los Sres. G.M. El motivo debe ser
desestimado. La Audiencia no ha tenido por probado que el producto de la venta del
patrimonio inmobiliario de DDDDDDDD S.L. se haya destinado al pago de otros
acreedores. El recurrente no dice de qué elementos de la causa el Tribunal a quo
debería haber tenido por probado dichos extremos. Se limita a afirmar que no existen
pruebas claras en cuanto a los hechos. La jurisprudencia de esta Sala ha sostenido
reiteradamente que el razonamiento del Tribunal a quo sobre la prueba producida es
revisable en casación cuando infringe las reglas de la lógica, se aparta de las máximas
de la experiencia o de los conocimientos científicos. En la medida en la que la
Defensa no ha intentado siquiera fundamentar alguno de estos extremos es claro que

69
el motivo carece manifiestamente de contenido y que puede ser desestimado con
apoyo en el art. 885,1º LECrm.

5. BIEN JURÍDICO PROTEGIDO

El bien jurídico común a todas las insolvencias punibles que se tipifican en el


Cap. VII CP 1995 es el derecho de crédito de los acreedores, concretado en el
derecho a la satisfacción que tienen sobre el patrimonio del deudor en el caso de que
éste incumpla sus obligaciones, como contrapartida del deber que el deudor tiene de
responder del incumplimiento de sus obligaciones con todos sus bienes presentes y
futuros –art. 1911 CC–. El derecho de crédito comprende dos intereses diferentes, y
que tienen distintas consecuencias; por un lado está el derecho que el acreedor tiene a
que el deudor cumpla con su obligación –aspecto que no sale de la esfera puramente
civil, siendo impune el mero incumplimiento de las obligaciones–, y por otro lado
está el derecho que el acreedor tiene a satisfacerse con cargo al patrimonio del deudor
en caso de que no cumpla con sus obligaciones, siendo esta última vertiente la única
que tiene trascendencia para la delimitación del bien jurídico protegido en los delitos
de insolvencia. Sólo cuando ese incumplimiento obligacional va acompañado o se
traduce en la frustración del interés del acreedor a satisfacerse en el patrimonio del
deudor, porque evade los bienes que están adscritos al incumplimiento de las
obligaciones, es cuando se justifica la intervención del Derecho penal a través de los
delitos de insolvencia.

Un sector doctrinal entiende que el alzamiento de bienes, al igual que las demás
insolvencias, es, en principio, una infracción patrimonial. En él se da esa doble
vertiente de lucro propio y daño ajeno, que son propias de las infracciones
patrimoniales de enriquecimiento. La referencia que, de forma expresa, se hace a los
acreedores en el número 1 del apartado 1 del artículo 257 demuestra que son los
derechos de éstos lo que debe ser objeto de protección jurídica. Es, por tanto, el
70
patrimonio de los acreedores lo que debe ser protegido. Por su parte otro sector
doctrinal entiende que no es de forma concreta el patrimonio de los acreedores el bien
jurídico sino el interés del acreedor a satisfacer su crédito con el patrimonio del
deudor. Es más bien el derecho del acreedor lo que se debe proteger y no su
patrimonio. Asimismo, y tras la reforma operada por la LO 1/2015, de 30 de marzo,
se tiende a proteger no solo al acreedor sino a la propia eficacia de la actividad
ejecutiva dirigida a satisfacer las deudas pecuniarias, de ahí que el legislador haya
modificado la nomenclatura del Capítulo VII y englobe dichas conductas bajo el
título "frustración de la ejecución".

Con respecto al derecho de crédito como bien jurídico protegido hay que hacer
las siguientes precisiones:

1. El derecho de crédito es un derecho del acreedor algo difuso que se concreta


en una doble vertiente: un aspecto positivo, basado en el derecho a satisfacer su
crédito en el patrimonio del deudor. Y una vertiente negativa, en el derecho de que el
deudor no realice actos que puedan frustrar la realización del derecho del acreedor.
Deben concurrir ambos aspectos para que pueda sancionarse esta conducta. La mera
constatación de que el acreedor no pueda ver satisfecho su crédito sin que el deudor
haya provocado esa situación no provoca la aplicación del tipo. La simple puesta en
peligro de ese derecho no provoca la comisión del delito salvo que se haya lesionado
las expectativas de cobro.

2. El derecho de crédito del acreedor tiene dos momentos distintos: El


momento en el que el acreedor puede exigir el cumplimiento de la obligación, una
vez vencida ésta; y el momento de poder dirigirse contra el patrimonio del deudor por
el incumplimiento de su obligación. Es este último instante el que, según la doctrina
mayoritaria, debe ser objeto de protección (posibilidad de dirigirse contra el
patrimonio del deudor).

71
3. El derecho de crédito debe tener una configuración material y formal: En el
primer caso, es necesario que esa deuda exista realmente, cualquiera que sea la forma
en que se manifieste; y en el segundo, es necesario que esté reflejada en un título
formal que pueda ser exigido ante los tribunales.

La Exposición de Motivos de la Ley Orgánica 1/2015, de 30 de marzo, por la


que se modifica la Ley Orgánica 10/1995, de 23 de noviembre, del Código Penal,
destaca que "se lleva a cabo una revisión técnica de los delitos de insolvencia punible
que parte de la necesidad de establecer una clara separación entre las conductas de
obstaculización o frustración de la ejecución, a las que tradicionalmente se ha
entendido referido el delito de alzamiento de bienes, y los delitos de insolvencia o
bancarrota".

6. INSOLVENCIA DEL DEUDOR

Siendo lo cierto que el intento del acusado, de sacar bienes de su patrimonio,


para evitar fueran ejecutados por sus acreedores, aparece claramente descrito en la
narración fáctica de la sentencia de instancia, el art. 257 CP 1995, en el que se define
y sanciona el delito de alzamiento de bienes, ha sido correctamente aplicado al
acusado.

STS de 23/09/2002. En la primera parte de la narración fáctica de la sentencia


de instancia se describe como los esposos Juan Antonio y Ariadna, titulares en la
fecha de los hechos de la DIRECCION000, en virtud de dos pólizas de afianzamiento
mercantil suscritas con "Banco Central Hispano, S.A." llegaron a adeudar a esta
Entidad 5.782.933 pesetas, lo que motivó que el indicado Banco iniciara Juicio
Ejecutivo ante el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Santa Coloma de Gramanet,
anotándose preventivamente, entre otros inmuebles, la finca registral número
72
NUM000, domicilio particular de ambos acusados. Notificada a través de Corredor
de Comercio dicha deuda el 11 de febrero de 1993, cuatro días después, 15 de febrero
de 1993, los acusados otorgaron escritura pública de reconocimiento de deuda por
valor de 35.000.000 de pesetas en favor de Esteban, constituyendo acto seguido para
garantizar esa deuda hipoteca sobre la indicada firma registral NUM000. Calificando
la Sala a quo la deuda de 35 millones de pesetas en el Fundamento de Derecho
Primero de su sentencia, de "inexistente". Acreditados documentalmente y
reconocidos por las partes los indicados negocios jurídicos, el problema se centra por
la Audiencia en la deuda de 35.000.000 de pesetas de Juan Antonio y Ariadna con
Esteban, deuda que considera ficticia. De todo ello deriva que la afirmación que hace
el Tribunal de instancia en el párrafo final del Fundamento Jurídico Segundo de su
sentencia relativa a que estamos ante una operación ficticia perfectamente urdida por
los acusados Juan Antonio, su esposa Ariadna y Esteban, tendente a impedir que el
Banco Central Hispano pudiese cobrar su crédito con cargo a la finca NUM000, está
razonadamente fundada y razonablemente inferida. Por tanto, estando los elementos
objetivos del delito de alzamiento de bienes por el que se condena a Juan Antonio
documentalmente acreditado e inferido los subjetivos de norma razonable y razonada,
hay que concluir que existe en las actuaciones actividad probatoria de cargo
legalmente obtenida que desvirtúa el derecho a la presunción de inocencia. Respecto
a la alegación de que la acusada poseía otros bienes sobre los que hacer efectivos los
créditos, nos remitimos a la constante doctrina de esta Sala, expuesta en la reciente
sentencia 667/2002, de 15 de abril, en la que se dice que "la expresión en perjuicio de
sus acreedores" que utilizaba el artículo 519 del Código Penal de 1973, y hoy reitera
el artículo 257.1º del Código Penal de 1995, ha sido siempre interpretada por la
doctrina de esta Sala, no como exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular
del derecho de crédito, sino en el sentido de intención del deudor que pretende salvar
algún bien o todo su patrimonio en su propio beneficio o en el de alguna otra persona
allegada, obstaculizando así la vía de ejecución que podrían seguir sus acreedores.
Este mismo precedente jurisprudencial precisa que como resultado de este delito no
se exige una insolvencia real y efectiva, sino una verdadera ocultación o sustracción
de bienes que sea un obstáculo para el éxito de la vía de apremio. Y por eso las
sentencias de esta Sala, que hablan de la insolvencia como resultado del alzamiento
73
de bienes, siempre añaden los adjetivos total o parcial, real o ficticia (sentencias de 28
de mayo de 1979, 29 de octubre de 1988 y otras muchas)".

Se niega, en el caso debatido, la presencia del elemento subjetivo consistente


en el ánimo del deudor de defraudar a los acreedores y se dice que está igualmente
ausente la situación de insolvencia total o parcial del acusado. El art. 257.1.2 del CP
1995 tipifica las específicas insolvencias asimiladas al alzamiento de bienes y en
concreto, castiga a quien con el fin de perjudicar a sus acreedores realice cualquier
acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones que dilate, dificulte o
impida la eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio
judicial, extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación. En estas
conductas delictivas el deudor trata de obstaculizar o provocar la ineficacia de los
procedimientos que se siguen para el cobro de las deudas o que previsiblemente se
iniciarán. Y no debe olvidarse que no es la mera situación de insolvencia lo que se
persigue con estos delitos, ya que ello supondría reinstaurar una proscrita prisión por
deudas, sino aquella conducta dolosa que provoca o agrava la situación de
insolvencia del deudor en perjuicio de sus acreedores. En los hechos probados consta,
sin duda, que el acusado dificulta con la venta simulada las expectativas de los
acreedores de cobrar las importantes sumas que debe, como tampoco cabe duda que,
consciente y voluntariamente provoca esa disminución patrimonial aparentando una
venta a sus hijas de bienes que pretende sustraer del pago de sus deudas. Concurren
pues, los elementos objetivos y subjetivos que caracterizan esta figura delictiva
correctamente apreciada por el juzgador de instancia.

STS de 26/12/2001. El artículo del Código Penal que se dice infringido tipifica
las insolvencias punibles y en su número segundo se refiere a unas específicas
insolvencias asimiladas al alzamiento de bienes y en concreto se castiga a quien con
el fin de perjudicar a sus acreedores realice cualquier acto de disposición patrimonial
o generador de obligaciones que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o

74
de un procedimiento ejecutivo o de apremio judicial, extrajudicial o administrativo,
iniciado o de previsible iniciación. En estas conductas delictivas el deudor trata de
obstaculizar o provocar la ineficacia de los procedimientos que se siguen para el
cobro de las deudas o que previsiblemente se iniciarán. No debe olvidarse que tanto
en esta modalidad delictiva como en las otras previstas en el mismo artículo del
Código Penal, la insolvencia constituye el elemento nuclear y común, de modo que se
requiere, en todo caso, que el deudor se encuentre en una situación de desequilibrio
patrimonial entre los valores realizables y las prestaciones exigibles, de modo que el
acreedor no encuentre en el patrimonio del deudor medios económicos con los que
pueda satisfacer sus crédito. Y tampoco debe olvidarse que no es la mera situación de
insolvencia lo que se persigue con estos delitos, ya que ello supondría reinstaurar una
proscrita prisión por deudas, sino aquella conducta dolosa que provoca o agrava la
situación de insolvencia del deudor en perjuicio de sus acreedores. En los hechos que
se declaran probados, que deben ser respetados, consta, sin duda, que el acusado
dificulta con la venta simulada de los vehículos las expectativas de los acreedores de
cobrar las importantes sumas que debe el recurrente, como tampoco cabe duda que el
acusado, consciente y voluntariamente provoca esa disminución patrimonial
aparentando una venta a sus hijas de bienes que pretende sustraer del pago de sus
deudas. Han concurrido, pues, los elementos objetivos y subjetivos que caracterizan
esta figura delictiva correctamente apreciada por el Tribunal sentenciador.

La jurisprudencia viene exigiendo el resultado de insolvencia para la


consumación del delito de alzamiento de bienes del art. 257.1.º 1 CP 1995, y la
doctrina encuadra esta infracción junto con los delitos de quiebra y concurso, bajo la
denominación de insolvencias punibles, criterio sistemático que acoge el CP 1995 al
incluir todos ellos en el mismo Capítulo VII del Título XIII del Libro II del
mencionado Código, bajo la denominación «De las insolvencias punibles», de modo
semejante al CP. El concepto de insolvencia, en cuanto como se ha dicho resultado
necesario para la consumación de dicho delito, no puede separarse de los adjetivos
con los que la jurisprudencia lo suele acompañar, total o parcial, real o ficticia, y debe
referirse siempre a los casos en los que la ocultación de elementos del activo del
75
deudor produce un impedimento o un obstáculo importante para una posible actividad
de ejecución de la deuda, de modo tal que sea razonable prever un fracaso en la
eventual vía de apremio. En definitiva, algo que se encuentra ínsito en el mismo
concepto de alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores, y que no puede
constituir un elemento del tipo nuevo, que se pueda añadir a la definición del
mencionado artículo, salvo que se entienda en la forma antes expuesta.

STS de 27/04/2000. El delito de alzamiento de bienes aparecía sucintamente


definido en el art. 519 del CP anterior. Ahora se encuentra regulado con una mayor
extensión en los arts. 257 y 258 del CP vigente. Sin embargo, en ambas regulaciones,
obedece a la misma finalidad: la necesidad de mantener íntegro el patrimonio del
deudor como garantía universal en beneficio de sus acreedores (art. 1911 del Código
Civil). Pese a la mencionada mayor extensión de su regulación actual, las diversas
figuras de este delito que aparecen recogidas en tales arts. 257 y 258 responden a la
definición que nos daba el art. 519 del CP anterior y que ahora recoge el nº 1 del
apartado 1 del art. 257 CP actual que sanciona al "que se alce con sus bienes en
perjuicio de sus acreedores". Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en
nuestra historia, referido al supuesto de fuga del deudor con desaparición de su
persona y de su patrimonio, en la actualidad alzamiento de bienes equivale a la
sustracción u ocultación que el deudor hace de todo o parte de su activo de modo que
el acreedor encuentra dificultades para hallar bienes con los que poder cobrarse. Tal
ocultación o sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede hacerse
de modo elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor ignore
donde se encuentra, o de modo más sofisticado, a través de algún negocio jurídico
por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra persona, generalmente
parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o dificulta la posibilidad
de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque efectivamente suponga una
transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como sucede en los casos tan
frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un negocio ficticio que,
precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en verdad el patrimonio
del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito porque aparece un
76
tercero como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza la vía de
apremio. La expresión "en perjuicio de sus acreedores" que utiliza el mencionado
artículo 257.1.1º ha sido siempre interpretada por la doctrina de esta Sala, no como
exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el
sentido de intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio
en su propio beneficio o en el de alguna otra persona allegada, obstaculizando así la
vía de ejecución que podrían seguir sus acreedores. De tal expresión así entendida se
deducen tres consecuencias:

1ª. Han de existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque
puede ocurrir que cuando la ocultación se produce todavía no fueran vencidos o
fueran ilíquidos y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que ante la
perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, alguien realice un
verdadero y propio alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo.

3ª. Se configura así este tipo penal como un delito de tendencia en el que basta
la intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que obstaculiza la
vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total y
absolutamente cerrada, ya que es suficiente con que se realice esa ocultación o
sustracción de bienes, que es el resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real
pertenece, no la fase de perfección del delito, sino a la de su agotamiento.

La jurisprudencia de esta Sala viene exigiendo ese resultado para la


consumación de este delito utilizando la expresión insolvencia y la doctrina encuadra
esta infracción junto con los delitos de quiebra y concurso bajo la denominación de
insolvencias punibles, criterio sistemático que acoge nuestro Código Penal al incluir
todos ellos el mismo Capítulo VII del Título XIII del Libro II CP bajo la
denominación "De las insolvencias punibles," de modo semejante al CP 73. Conviene
precisar que como resultado de este delito no se exige una insolvencia real y efectiva,
sino una verdadera ocultación o sustracción de bienes que sea un obstáculo para el
éxito de la vía de apremio. Y por eso las sentencias de esta Sala, que hablan de la
insolvencia como resultado del alzamiento de bienes, siempre añaden los adjetivos

77
total o parcial, real o ficticia (sentencias de 28-5-79, 29-10-88 y otras muchas),
porque no es necesario en cada caso hacerle la cuenta al deudor para ver si tiene o no
más activo que pasivo, lo cual no sería posible en muchos casos precisamente por la
actitud de ocultación que adopta el deudor en estos supuestos. Desde luego no se
puede exigir que el acreedor, que se considera burlado por la actitud de alzamiento
del deudor, tenga que ultimar el procedimiento de ejecución de su crédito hasta
realizar los bienes embargados (sentencia de 6-5-89), ni menos aún que tenga que
agotar el patrimonio del deudor embargándole uno tras otro todos sus bienes para, de
este modo, llegar a conocer su verdadera y real situación económica.

Volvemos a repetir que lo que se exige como resultado en este delito es una
efectiva sustracción de alguno o algunos bienes, que obstaculice razonablemente una
posible vía de apremio con resultado positivo y suficiente para cubrir la deuda, de
modo que el acreedor no tiene la carga de agotar el procedimiento de ejecución,
precisamente porque el deudor con su actitud de alzamiento ha colocado su
patrimonio en una situación tal que no es previsible la obtención de un resultado
positivo en orden a la satisfacción del crédito. Por lo tanto, producida la ocultación de
bienes con intención probada de impedir a los acreedores la ejecución de sus
derechos, ya no es necesario ningún otro requisito para la existencia del delito del
artículo 257.1.1º. Ahora bien, es incompatible este delito con la existencia de algún
bien no ocultado y conocido, de valor suficiente y libre de otras responsabilidades, en
situación tal que permitiera prever una posible vía de apremio de resultado positivo
para cubrir el importe de la deuda, porque en ese caso aquella ocultación no era tal y
resultaba inocua para los intereses ajenos al propio deudor y porque nunca podría
entenderse en estos supuestos que el aparente alzamiento se hubiera hecho con la
intención de perjudicar a los acreedores, pues no parece lógico estimar que tal
intención pudiera existir cuando se conservaron otros elementos del activo
patrimonial susceptibles de una vía de ejecución con perspectivas de éxito.

En conclusión, el concepto de insolvencia, en cuanto resultado necesario


exigido para el delito de alzamiento de bienes, no puede separarse de los adjetivos
con los que la jurisprudencia de esta Sala lo suele acompañar, total o parcial, real o
78
ficticia, y debe referirse siempre a los casos en los que la ocultación de elementos del
activo del deudor produce un impedimento o un obstáculo importante para una
posible actividad de ejecución de la deuda, de modo tal que sea razonable prever un
fracaso en la eventual vía de apremio. En definitiva, algo que se encuentra ínsito en el
mismo concepto de alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores y que no
puede constituir un elemento del tipo nuevo a añadir a la definición del artículo
257.1.1º del Código Penal, salvo que se entienda en la forma antes expuesta.

El alzamiento de bienes –art. 257 CP 1995– equivale a la sustracción u


ocultación que el deudor hace de todo o parte de su activo de modo que el acreedor
encuentre dificultades para hallar bienes con los que poder cobrarse, sin que se exija
como resultado una insolvencia real y efectiva, sino una verdadera ocultación o
sustracción de bienes que sea un mero obstáculo para el éxito de la vía de apremio, no
pudiendo separarse el concepto de insolvencia de los adjetivos total o parcial, real o
ficticia. Ahora bien, por la misma exigencia de la insolvencia, el delito es
incompatible con la existencia de algún bien no ocultado y conocido, de valor
suficiente y libre de otras responsabilidades, en situación tal que permitiera prever
una posible vía de apremio de resultado positivo para cubrir el importe de la deuda.
En el caso, la cuestión ha de centrarse en si la existencia en el patrimonio del deudor
de las participaciones sociales obtenidas por el mismo tras la aportación a la
cooperativa de las fincas prometidas como garantía de solvencia, eliminan el requisito
de la insolvencia por permitir a la querellante embargar las mismas con garantías de
éxito solutorio. Pues bien, atendiendo al entorpecimiento real de las expectativas de
realización del crédito para el acreedor y habida cuenta de que el valor de dichas
acciones está mermado desde el momento en que las fincas fueron gravadas
posteriormente con una hipoteca cuya cifra de garantía agota el valor del capital
social, existen indicios racionales de la existencia de una insolvencia al menos parcial
que justifica la apertura del juicio oral.

79
El bien jurídico común a todas las insolvencias punibles que se tipifican en el
Cap. VII CP 1995 es el derecho de crédito de los acreedores, concretado en el
derecho a la satisfacción que tienen sobre el patrimonio del deudor en el caso de que
éste incumpla sus obligaciones, como contrapartida del deber que el deudor tiene de
responder del incumplimiento de sus obligaciones con todos sus bienes presentes y
futuros –art. 1911 CC–. El derecho de crédito comprende dos intereses diferentes, y
que tienen distintas consecuencias; por un lado está el derecho que el acreedor tiene a
que el deudor cumpla con su obligación –aspecto que no sale de la esfera puramente
civil, siendo impune el mero incumplimiento de las obligaciones–, y por otro lado
está el derecho que el acreedor tiene a satisfacerse con cargo al patrimonio del deudor
en caso de que no cumpla con sus obligaciones, siendo esta última vertiente la única
que tiene trascendencia para la delimitación del bien jurídico protegido en los delitos
de insolvencia. Sólo cuando ese incumplimiento obligacional va acompañado o se
traduce en la frustración del interés del acreedor a satisfacerse en el patrimonio del
deudor, porque evade los bienes que están adscritos al incumplimiento de las
obligaciones, es cuando se justifica la intervención del Derecho penal a través de los
delitos de insolvencia.

7. PERJUICIO DE LOS ACREEDORES

En el caso, consta suficientemente la concurrencia de una deuda de elevado


importe, contraída en el curso de las relaciones comerciales entre dos sociedades y
reiteradamente reclamada e impagada a su vencimiento. Consta, también, la
ocultación o sustracción de bienes a través de maniobras claramente fraudulentas e
injustificadas, como son la venta de dos máquinas por parte de la empresa deudora a
otra mercantil en cuyo nombre actuaba el hermano del acusado, quien al mismo
tiempo era socio de la vendedora, estando la primera al tiempo de efectuar la
enajenación en situación de crisis económica. Además, estas dos mercantiles
80
compartían el domicilio social, las dos tenían igual objeto social y se encontraban en
la misma ubicación física. Después de efectuada la venta, cuya realidad y destino no
han resultado acreditados, la transmisora desapareció del tráfico mercantil sin acudir
a ninguna de las vías legales previstas para su disolución, mientras que la sociedad
dirigida por el hermano del acusado aprovechaba el mobiliario, existencias, clientes,
proveedores y trabajadores de la antigua sociedad. Por último, el ánimo de defraudar
las legítimas expectativas de los acreedores se infiere de modo manifiesto de los
datos objetivos acreditados. De todo ello se desprende que los anteriores hechos son
constitutivos de un delito de alzamiento de bienes, previsto y penado en el art. 519
CP 1973, como más beneficioso que el previsto en el art. 257 CP 1995.

Para la culminación del delito de alzamiento de bienes se precisa que se actúe


en «perjuicio de los acreedores». Esta expresión ha sido interpretada no como
exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el
sentido de intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio
en su propio beneficio o en el de alguna otra persona allegada, obstaculizando así la
vía de ejecución que podrían seguir sus acreedores. En el caso, no se puede concluir
que el acusado ocultara o sustrajera bienes del patrimonio social. El debido a su
difícil situación económica, se vio obligado a trasladar la sede social de su empresa a
un local de reducidas dimensiones, fijando un cartel en la antigua sede anunciando el
traslado, y ante la falta de espacio sólo pudo ubicar en el nuevo local parte del
material, depositando el resto del género en un local de su hermano. Un día, estando
en el nuevo local, compareció una comisión judicial para efectuar un embargo
preventivo, a causa de la demanda interpuesta, y embargaron las existencias que allí
se encontraban, sin que le hiciesen requerimiento alguno acerca de otros bienes, como
el resto del género depositado en el local del hermano; así lo manifestó la primera vez
que le preguntaron al respecto ante el Juzgado de Instrucción, compareciendo la
comisión judicial en ese local y comprobando que, efectivamente, todo el género
estaba a disposición y alcanzaba el valor necesario para cubrir la deuda.

81
8. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN

El acusado aparece como socio fundador de la sociedad que sustituye a las


originarias, si bien con carácter aparente, habiéndose determinado su participación en
los hechos constitutivos del alzamiento objeto de condena en virtud de su condición
de perito mercantil y colaborador profesional de otro acusado. Conocía perfectamente
la situación y se prestaba voluntariamente a actuar de testaferro para ocultársela a los
verdaderos titulares y gestores de la empresa, respecto de los cuales actuaba a su vez
como asesor económico. Como consecuencia de todo el entramado puesto en marcha
y de la decisiva participación del recurrente, se defraudan los créditos de algunos
acreedores, desapareciendo la nueva empresa sin que conste el paradero de sus
bienes. De todo ello se desprende con claridad que no se está ante un supuesto de
simple alteración de la relación de créditos, sino ante una trama perfectamente
diseñada por la que se evade el patrimonio de las entidades deudoras, traspasándolo a
un nuevo titular aparente que permanece oculto para la mayoría de los acreedores.
Nada obsta al carácter delictivo de la conducta descrita la circunstancia de que se
hayan pagado algunas deudas, como las que corresponden a alguno de los
trabajadores que habían pasado a la nueva empresa, y lo cierto es que el banco
acreedor no cobró ninguna cantidad debido al artificio creado.

STS de 16/06/2000. Acudiendo a los requisitos exigidos por la jurisprudencia


de esta Sala podemos afirmar que confluyen todos ellos: a) Preexistencia de una
relación jurídica obligacional de la que se deriva la presencia de una o varias deudas
reales, generalmente vencidas y líquidas y exigibles. Del relato fáctico se desprende
que, ambos acusados, como titulares y administradores únicos de las sociedades
constituidas, habían contraído, con una entidad bancaria, una serie de deudas
derivadas de diversos contratos de crédito y descuento. El saldo total deudor ascendía
82
a más de treinta y cinco millones de pesetas. b) La materialización de la ocultación o
disipación del patrimonio que responde de las deudas, merced a la actividad
desplegada por el deudor o deudores, actividad que, como dice la Sentencia de esta
Sala de 10 de Julio de 1.992, puede adoptar numerosas formas no todas ellas
previstas o encajables en las relaciones jurídicas reconocidas por el ordenamiento ya
que, lo verdaderamente efectivo, es la desaparición material o jurídica de los bienes,
que abandonan el patrimonio del deudor colocándole en una situación de insolvencia
real y efectiva, al no existir bienes susceptibles de ser sometidos a la acción de los
acreedores. La sentencia recurrida, después de relatar las maniobras realizadas para
extinguir las sociedades deudoras y crear otra nueva, declara que los acusados
transfirieron materialmente a esta última sociedad, las materias primas, máquinas e
instrumentos de su propiedad, así como la mayor parte de sus empleados, los cuales
continuaron prestando servicios para la nueva sociedad. c) Situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente del deudor que sea consecuencia o efecto de las
maniobras elusivas o fraudulentas, haciéndose inefectivos los derechos de los
acreedores, al derivar estériles el ejercicio de sus normales pretensiones de cobro.
Como dato final, la sentencia recurrida nos dice que la entidad bancaria no ha
percibido parte alguna de su crédito, habiendo desaparecido la nueva empresa y no
constando el paradero de sus bienes. d) Como elemento vitalizador del injusto se
requiere un ánimo o propósito delictivo encaminado a defraudar a los acreedores,
eludiendo el pago o cumplimiento de sus obligaciones merced a la desposesión de sus
bienes, ocultándolos, enajenándolos o haciéndolos desaparecer, mediante actos o
negocios jurídicos fingidos que denotan el elemento subjetivo del tipo exigido por el
principio de culpabilidad. El elemento subjetivo o tendencial aflora con facilidad, a
través del examen y análisis de todos los elementos objetivos que constan
incorporados al hecho probado. Todas las maniobras fraudulentas que se han descrito
con anterioridad, nos llevan a concluir, del mismo modo que ha hecho la Sala
sentenciadora, que el propósito que animaba a los recurrentes era el de eludir el pago
de la deuda contraída con la entidad bancaria. Admitiendo en principio la situación
material de las empresas originarias y la grave crisis por la que atravesaban, tal como
reconoce el hecho probado y admitiendo que, en teoría, una de las soluciones posibles
pasaba por mantener los puestos de trabajo, lo cierto es que resulta injustificable que
83
los recurrentes no hubieran informado de este propósito a la entidad bancaria
acreedora para que, si lo estimaba factible, hubiera incluso proporcionado su
asentimiento a la operación si con ello contribuía a salvar la crisis existente. A pesar
de las protestas de las partes recurrentes, no existe el más mínimo dato que avale su
afirmación de que avisaron a los acreedores y además concurren elementos, como el
de la creación de una sociedad en la que sus verdaderos gestores y administradores
permanecían en la sombra, que denotan inequívocamente un propósito fraudulento tal
como ha apreciado la sentencia recurrida. Por otro lado, se cierra el círculo de las
valoraciones sobre el elemento subjetivo, al existir un dato complementario de
carácter fáctico que avala esta conclusión, como es el relativo a que, en ningún
momento, las sociedades extinguidas abrieron un proceso de liquidación acudiendo a
los instrumentos jurídicos previstos para estas situaciones.

9. ELEMENTOS SUBJETIVOS. EL DOLO

En cuanto al llamado "ánimo de defraudar", se ha entendido como el dolo de


este hecho punible y que, por tanto, sólo requiere el conocimiento de los elementos
del tipo objetivo del delito y la voluntad de realización del mismo, que se deducen de
tal conocimiento.

También, la expresión "en perjuicio de terceros" que emplea la dicción del art.
519 del C.P.A. ha sido interpretada por la doctrina de esta Sala Segunda, no como
exigencia de un perjuicio real y efectivo al titular de un derecho de crédito, sino en el
sentido de intención del deudor que pretende poner a salvo algunos bienes o todo su
patrimonio obstaculizando así la vía de apremio de los acreedores, siendo suficiente
para la consumación esa ocultación de los bienes, ya que el perjuicio real pertenece
no a la fase de perfección del delito, sino a la de su agotamiento.

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STS de 31/05/1991. La insolvencia real del autor no es elemento necesario del
delito de alzamiento de bienes, dado que éste se consuma no con la frustración
definitiva del crédito del acreedor, sino con la frustración de la ejecución del mismo,
mediante una clara forma de fraude a la ley (art. 6.4 Código Civil), que consiste en
valerse de formas jurídicas legales para lograr una finalidad antijurídica. El llamado
"ánimo de defraudar" del delito de alzamiento de bienes (art. 519 CP) no es otra cosa
que el dolo de este hecho punible. Por lo tanto, sólo requiere el conocimiento de los
elementos del tipo objetivo del delito y la voluntad de realización del mismo, que se
deduce de tal conocimiento. Por lo tanto, el dolo será de apreciar cuando el autor o
autores hayan tenido conciencia de realizar operaciones que frustraban la ejecución
del crédito del acreedor. Tal conocimiento es indiscutible cuando el autor realiza
operaciones simuladas, por precios ficticios y transmisión a parientes próximos de la
propiedad de bienes, afectados directamente por la ejecución de un crédito, cuyo pago
sabe ha incumplido. El reconocimiento del crédito en la relación de acreedores del
procedimiento de la suspensión de pagos no modifica en lo más mínimo estos
elementos constitutivos del dolo, pues el autor al excluir sin causa lícita del
patrimonio los bienes que garantizaban el crédito, ha frustrado, de todos modos, la
ejecución normal del crédito, remitiendo al acreedor a un procedimiento, en principio,
de resultados inciertos.

STS de 13/02/1992. El delito de alzamiento de bienes constituye una infracción


del deber de mantener íntegro el propio patrimonio como garantía universal en
beneficio de cualquier acreedor (artículo 1.911 del Código Civil). Aparece
sucintamente definido en el artículo 519 del Código Penal que utiliza dos expresiones
muy ricas en su significación, conforme han sido reiteradamente interpretadas por la
Doctrina y por la jurisprudencia de esta Sala, "alzarse con sus bienes" y "en perjuicio
de sus acreedores". Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra
historia, referido al supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de
su patrimonio, en la actualidad alzamiento de bienes equivale a ocultación o
sustracción que el deudor hace de todo o parte de su activo de modo que el acreedor
85
encuentra dificultades para hallar bienes con los que poder cobrarse. Tal ocultación o
sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede hacerse de modo
elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor ignore donde se
encuentra, o puede cometerse de modo más sofisticado, a través de algún negocio
jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra persona,
generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o dificulta
la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque efectivamente
suponga una transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como sucede en
los casos tan frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un negocio
ficticio que precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en verdad el
patrimonio del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito porque
aparece un tercero como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza la
vía de apremio. La expresión "en perjuicio de sus acreedores", que utiliza el
mencionado artículo 519, ha sido siempre interpretada por la Doctrina de esta Sala,
no como exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito,
sino en el sentido de intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su
patrimonio en su propio beneficio o en el de alguna otra persona allegada,
obstaculizando así la vía de ejecución que podrían seguir sus acreedores. De tal
expresión así entendida se deducen tres consecuencias:

1ª. Han de existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque
puede ocurrir que cuando la ocultación se produce todavía no fueran vencidos o
fueran ilíquidos, y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que ante la
perspectiva de una deuda, ya nacida pero aún no ejercitable, alguien realice un
verdadero y propio alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo que


impide la realización de este delito por imprudencia.

3ª. Se configura así este tipo penal como un delito de tendencia en el que basta
la intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que obstaculiza la
vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total y
absolutamente cerrada, ya que basta con que se realice esa ocultación o sustracción de

86
bienes que es el resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real pertenece, no a la
fase de perfección del delito, sino a la de su agotamiento.

La jurisprudencia de esta Sala viene exigiendo ese resultado para la


consumación de este delito utilizando la expresión insolvencia y la Doctrina encuadra
esta infracción junto con los delitos de quiebra y concurso bajo la denominación de
insolvencias punibles, criterio sistemático que acoge nuestro Código Penal al incluir
todos ellos en la misma sección bajo el título "del alzamiento, quiebra, concurso e
insolvencias punibles." Ahora conviene precisar que como resultado de este delito no
se exige una insolvencia real y efectiva, sino una verdadera ocultación de bienes que
sea, o razonablemente se crea que puede ser, un obstáculo para el éxito de la vía de
apremio, y por eso las sentencias de esta Sala, que hablan de la insolvencia como
resultado del alzamiento de bienes, siempre añaden los adjetivos total o parcial, real o
ficticia (sentencias de 28-5-79, 29-10-88 y otras muchas),porque no es necesario en
cada caso hacerle la cuenta al deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo, lo
cual no sería posible en muchos casos precisamente por la actitud de ocultación que
adopta el deudor en estos supuestos. Desde luego no se puede exigir que el acreedor,
que se considera burlado por la actitud de alzamiento del deudor, tenga que ultimar el
procedimiento de ejecución de su crédito hasta realizar los bienes embargados
(sentencia de 6-5-89), ni menos aún que tenga que agotar el patrimonio del deudor
embargándole uno tras otro todos sus bienes para, de este modo, llegar a conocer su
verdadera y real situación económica. Volvemos a repetir que lo que se exige como
resultado en este delito es una efectiva ocultación de alguno o algunos bienes que
obstaculice razonablemente una posible vía de apremio con resultado positivo y
suficiente para cubrir la deuda, de modo que el acreedor no tiene la carga de agotar el
procedimiento de ejecución, precisamente porque el deudor con su actitud de
alzamiento ha colocado su patrimonio en una situación tal que no es previsible la
obtención de un resultado positivo en orden a la satisfacción del crédito. Por lo tanto,
producida la ocultación de bienes con intención probada de impedir a los acreedores
la ejecución de sus derechos, ya no es necesario ningún otro requisito para la
existencia del delito del artículo 519.
87
STS de 13/05/1992. Conviene señalar lo que se entiende por alzamiento de
bienes en la descripción típica del artículo 519 del Código Penal. La voz alzar tiene
una semántica por demás proteica. No en vano el Diccionario de la Real Academia
Española registra hasta diecisiete acepciones de la misma. Si nos reducimos al
estricto campo jurídico, el alzarse con sus bienes el deudor, se adjudicó antiguamente
al deudor fugitivo. Más tarde al que disipa sus bienes en perjuicio de sus acreedores.
Por eso se dijo: decoctor ergo fraudatur . Finalmente, la cambiante morfología del
elemento objetivo de este delito se identifica con cualquier actividad que tienda a
menoscabar fraudulentamente el patrimonio del deudor haciendo ineficaz la acción de
los acreedores según dijo de manera paradigmática la antigua sentencia de 13 de
mayo de 1882 luego constantemente repetida por la posterior jurisprudencia, de cuya
concepción se deduce que estamos ante un delito de los llamados de tendencia y de
resultado cortado , porque el elemento subjetivo del injusto delatado por la locución
finalista "en perjuicio", anticipa el resultado que ya no es la efectiva causación del
perjuicio a los acreedores, sino el peligro de causarlo, que de producirse agotaría el
delito ya consumado jurídicamente, por lo que bien puede calificarse este delito como
de actividad y de riesgo . De otra parte el predominante elemento subjetivo o animus
nocendi lleva a cubrir tanto la insolvencia real como aparente, total como parcial,
según notoria jurisprudencia que es ocioso citar. Tras la anterior referencia a la
naturaleza jurídica del delito de alzamiento de bienes, ya se comprende que la acción
de alzarse no está vinculada en sus aspectos objetivos a la clase de actos realizados
por el deudor para evadir la acción de sus acreedores, actos que pueden ser incluso
reales y lícitos siempre que ostenten la exigible finalidad del buscado perjuicio que
haga desaparecer o mermar la total garantía patrimonial que tiene el deudor frente a
sus acreedores a tenor del artículo 1.911 del Código Civil. En consecuencia, aun
dando por válido que la fecha de la diligencia de requerimiento y embargo fuera
posterior a la venta de los bienes realizada por el procesado y admitiendo igualmente
que tal venta no fue simulada sino efectiva, ajena al consilium fraudis con los
compradores de dichos bienes, si existe prueba indiciaria, única posible, del propósito
88
del procesado de menoscabar con tal venta el crédito de su acreedor el Banco de
Vizcaya, pues es claro que, después de todo lo dicho, se habrá consumado el delito
imputado. En todo caso existe un dato insoslayable y es que, no obstante el precio
que se dice obtenido por el procesado con la venta, que alcanzó los dos millones de
pesetas (los dos inmuebles enajenados tenían un valor de ocho millones), no se aplicó
tal precio obtenido al pago del crédito que ostentaba dicho Banco que se cifra en
1.939.238 pesetas. Es decir, hubo conmutación de un bien por otro pero en todo caso
se ocultaron ambos con perjuicio para el acreedor. Finalmente, existe otros datos
periféricos al delito, los llamados indicios, perfectamente probados, que la sentencia
analiza y que la llevan a sentar en juicio razonable y lógico la prueba del delito
cometido, datos apoyados por prueba documental. Por otra parte, si con arreglo al
artículo 1º del Código de Comercio son comerciantes los que se dedican
habitualmente a ejercer el comercio (criterio objetivo) prescindiendo de su
matriculación o no como comerciantes (criterio subjetivo), al primero de los cuales se
adscribe el propio artículo 519 del Código Penal, se hace evidente que si el procesado
se asoció con José Pedro para la explotación y comercialización de un negocio de
puertas metálicas del que era propietario el segundo de los nombrados, que a tal
efecto abrieron una cuenta corriente común en la Sucursal del Banco de Vizcaya de
Torrelavega, con la que operaban y descontaban efectos comerciales, y suscribieron
una póliza de crédito con dicha entidad bancaria que ambos socios suscribieron con
carácter solidario que se pagó a su vencimiento por Jose Pedro en la parte que le
correspondía, lo que no hizo el acusado quedando un débito contra él de 1.939.238
pesetas, es evidente, decimos, que conociendo el procesado la exigibilidad de su parte
de deuda, no la hizo efectiva pese a los requerimientos de la entidad bancaria la que,
al final, se vio obligada a promover un juicio ejecutivo en 22 noviembre de 1982 y
que en 23 diciembre 1982, el procesado vendió los dos inmuebles que constituían su
garantía patrimonial, toda esta actividad antecedente, concomitante y posterior a la
concesión del crédito bancario e impago del mismo por parte del acusado, está ligada
a una serie de operaciones mercantiles que transfunden la condición de comerciante a
quien las realiza.

89
STS de 17/09/1992. El delito de alzamiento de bienes constituye una infracción
del deber de mantener íntegro el propio patrimonio como garantía universal en
beneficio de cualquier acreedor (artículo 1.911 del Código Civil). Aparece
sucintamente definido en el artículo 519 del Código Penal que utiliza dos expresiones
muy ricas en su significación, conforme han sido reiteradamente interpretadas por la
doctrina y por la jurisprudencia de esta Sala, "alzarse con sus bienes" y "en perjuicio
de sus acreedores". Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra
historia, referido al supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de
su patrimonio, en la actualidad alzamiento de bienes equivale a ocultación o
sustracción que el deudor hace de todo o parte de su activo de modo que el acreedor
encuentre dificultades para hallar bienes con los que poder cobrarse. Tal ocultación o
sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede hacerse de modo
elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor ignore donde se
encuentra, o puede cometerse de modo más sofisticado, a través de algún negocio
jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra persona,
generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o dificulta
la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque efectivamente
suponga una transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como sucede en
los casos tan frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un negocio
ficticio que, precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en verdad el
patrimonio del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito porque
aparece un tercero como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza la
vía de apremio. La expresión "en perjuicio de sus acreedores", que utiliza el
mencionado artículo 519, ha sido siempre interpretada por la doctrina de esta Sala, no
como exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito,
sino en el sentido de intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su
patrimonio en su propio beneficio o en el de alguna otra persona allegada,
obstaculizando así la vía de ejecución que podrían seguir sus acreedores. De tal
expresión así entendida se deducen tres consecuencias: 1ª. Han de existir uno o varios
derechos de crédito reales y existentes, aunque puede ocurrir que cuando la
sustracción se produce todavía no fueran vencidos o fueran ilíquidos, y, por tanto,
aún no exigibles, porque nada impide que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida
90
pero aún no ejercitable, alguien realice un verdadero y propio alzamiento de bienes.
2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo que impide la
realización de este delito por imprudencia. 3ª. Se configura así este tipo penal como
un delito de tendencia en el que basta la intención de perjudicar a los acreedores
mediante la ocultación que obstaculiza la vía de apremio, sin que sea necesario que
esta vía ejecutiva quede total y absolutamente cerrada, ya que basta con que se realice
esa ocultación o sustracción de bienes que es el resultado exigido en el tipo, pues el
perjuicio real pertenece, no a la fase de perfección del delito, sino a la de su
agotamiento. En cuanto a este particular elemento subjetivo del delito de alzamiento
de bienes, conviene ahora poner de relieve que, como todos los de esta clase,
ordinariamente no puede acreditarse mediante prueba directa, por lo que es necesario
con frecuencia acudir a la de indicios, para deducir su concurrencia del conjunto de
circunstancias que rodearon el hecho de la ocultación o sustracción del
correspondiente activo patrimonial, circunstancias que han de estar plenamente
acreditadas (art. 1.249 del C.C.) y han de conducir al hecho necesitado de
acreditación porque haya un enlace preciso y directo según las reglas del criterio
humano (art. 1.253 del mismo Código). Ninguna prueba directa hubo en el caso
presente respecto de que los ahora recurrentes hubieran transmitido la explotación del
supermercado de autos a uno de ellos, concretamente a Guillermo, con intención de
impedir la ejecución del derecho de crédito de la entidad querellante. Siempre lo
negaron los procesados, quienes manifestaron haber actuado así para dejar a uno solo
de ellos que llevara el negocio, que no deba beneficios para poder vivir los tres, y
sacar así el dinero necesario para poder ir pagando las deudas y salir adelante. Se
hacía imprescindible, por tanto, acudir a la prueba de indicios, para cuyo éxito era
necesario concretar las circunstancias de esa transmisión para, una vez concretadas,
poder deducir de ellas si hubo o no esa intención de perjudicar a los acreedores. Pero
la sentencia de la Audiencia reconoció en el propio relato de hechos probados que no
llegaron a acreditarse "las condiciones en que la sociedad transmitió a Guillermo la
explotación del supermercado, la cual se llevó a cabo sin constancia documental".
Ante tal carencia de datos en relación con el hecho central de la pretendida infracción
penal, no cabe otra opción que la de negar la posibilidad de utilización de la prueba
de indicios al fin mencionado, porque falla el elemento básico en este especial
91
mecanismo probatorio, la acreditación de las circunstancias concretas de las cuales
pudiera inferirse la realidad de la mencionada intención. La sentencia recurrida en el
apartado d) de su fundamento de derecho 1º dice que "el acuerdo de los tres socios, la
ausencia de pruebas sobre el pago de otros créditos que hallándose en iguales
condiciones justificase su acción, la ausencia de contraprestación en la transmisión
con la que hace frente al crédito este, nos llevan de forma clara a estimar probada esta
intención. Entiende esta Sala que no es conforme con las reglas de la lógica tal
razonamiento de la Audiencia, porque las mencionadas circunstancias son
perfectamente compatibles con la explicación dada por los acusados, antes referida,
que es coherente y ofrece credibilidad teniendo en cuenta la forma en que los hechos
acaecieron. Conviene poner de manifiesto, aquí y para terminar, que en los casos en
que se somete al Tribunal de casación el resultado de una prueba de indicios, la Sala
"ad quem" ha de respetar los hechos básicos en que tal prueba se funda (a salvo
siempre su posibilidad de impugnación por carencia de prueba en base a la
presunción de inocencia o por la vía del n.º 2º del art. 849 de la L.E.Cr.); pero puede
revisar el mecanismo de inferencia del hecho necesitado de prueba y resolver en
contra del razonamiento del Tribunal "a quo" cuando éste no responda a las reglas del
criterio humano a las que se refiere el mencionado art. 1.253 del C.C. (sentencias de
esta Sala de 14-2-90, 11-3-91, 12-3-92 y 23-3-92, entre otras muchas).

STS de 25/02/1993. El primer motivo de impugnación, al amparo del número


1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia aplicación
indebida del artículo 519 del Código Penal, ya que, según el recurrente, no concurren
los requisitos jurisprudenciales que configuran el delito de alzamiento de bienes,
basándose en los hechos probados de la Sentencia de instancia. Y así, expresa que no
existía título obligacional del que emanara una deuda exigible y válida, por cuanto
que dicho título se produce cuando la Magistratura de Trabajo fija, en fecha 3 de Julio
de 1.985, como indemnización la suma de 1.252.281 pesetas mientras que la escritura
de capitulaciones matrimoniales se otorgó el 3 de Junio del mismo año. Así mismo,
cuestiona el recurrente la concurrencia de un ánimo de defraudar, ya que el
otorgamiento de la citada escritura supone la realización de un acto lícito, verificado
92
cuando aún no podía considerarse deudor. Tampoco, asevera, es equiparable la firma
de la escritura a "la desposesión de sus bienes", y por último, tampoco estima
concurre el elemento referente a que la situación de insolvencia, como consecuencia
de las maniobras fraudulentas, hiciera ineficaz el derecho del acreedor. Sin embargo,
1º) si bien es cierto que la escritura de capitulaciones matrimoniales fue anterior al
señalamiento de la indemnización, por resolución del contrato en favor del trabajador
por la Magistratura, también la narración fáctica afirma, que las actuaciones del
despido, a instancia de aquel, concluyeron por Sentencia de 10 de Enero de 1.985, en
la que se decretó la readmisión o el abono de 1.185.620 pesetas, más el importe de los
salarios de tramitación devengados. Y que el procesado, si bien lo readmitió, no le
proporcionó ocupación laboral, por lo que con fecha 21 de mayo del mismo año
1.985, el trabajador instó la resolución de la relación laboral y el abono de la
correspondiente indemnización fijada definitivamente por la suma mencionada, el 3
de Julio siguiente. El recurrente, pues, ante la perspectiva de la resolución del
contrato y señalamiento de la indemnización ya solicitada, el 21 de mayo, otorga la
escritura de capitulaciones matrimoniales el 3 de junio, en la cual, se adjudica a su
esposa el único bien inmueble existente en la sociedad de gananciales, de tal forma,
que aunque la fijación de la indemnización fue un mes después de aquel
otorgamiento, dicha adjudicación provocó la imposibilidad de hacerla efectiva, y en
consecuencia, se le declare insolvente por la Magistratura. La sentencia de esta Sala
de 26 de Febrero de 1.990 declaró que, aunque han de existir uno o varios derechos
de credito reales y existentes, puede ocurrir que cuando la ocultación se produce, no
fueran vencidos o fueran ilíquidos, y por ende, aún no exigibles, pero ello no impide
que, ante la perspectiva de una deuda ya nacida, pero aún no ejercitable, alguien
realice un verdadero y propio alzamiento de bienes. 2º) La expresión "en perjuicio de
sus acreedores", que emplea la dicción del artículo 519 del Código Penal, ha sido
interpretada por la doctrina de esta Sala -cfr. Sentencias 13 y 14 Febrero, 13 Mayo y
17 Setiembre 1.992-, no como exigencia de un perjuicio real y efectivo en el titular de
un derecho de crédito, sino en el sentido de intención del deudor que pretende poner a
salvo algún bien o todo su patrimonio en su propio beneficio, o en el de alguna
persona muy allegada, obstaculizando así la vía de apremio de los acreedores. Es por
ello, que el delito de alzamiento de bienes, se configura como un delito de tendencia
93
en el que basta que se lleve a cabo esa ocultación de bienes que es el resultado
exigido por el tipo, ya que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del
delito, sino a la de agotamiento. Es evidente, pues, la existencia de ese ánimo
tendencial en el procesado, dirigido a lograr la frustración de la acción del trabajador
puesto que, y así se manifiesta en el fundamento de derecho primero de la Sentencia
impugnada, el otorgamiento de las capitulaciones matrimoniales tuvo como única
finalidad preservar la vivienda, al no acreditarse razón alguna que justificara la
desarmonía conyugal que pudiera servirle de fundamento, y la materialización de tal
ánimo, se logró mediante dicho otorgamiento y el acceso de la correspondiente
escritura al Registro de la Propiedad, que determinó al Magistrado a denegar el
embargo de dicho inmueble, con la consiguiente declaración de insolvencia del
procesado, al no ser titular de otros bienes sobre los que hacer efectiva la pertinente
vía de apremio. La configuración del delito de alzamiento como una infracción
tendencial o de mero riesgo, priva de valor a la alegación del recurrente de no haberse
hecho ineficaz el derecho del trabajador, al haber sido satisfecha, hasta el límite que
establecía la normativa vigente, el Fondo de Garantía Salarial, ya que el tipo delictivo
que se examina, no requiere una insolvencia real y efectiva sino una verdadera
ocultación de bienes. La responsabilidad subsidiaria del Fondo, se establece para los
supuestos de insolvencia en las situaciones que se refiere en el artículo 33 del
Estatuto de los Trabajadores, previa condena de la empresa y subsiguiente
insolvencia, para poder exigir del Fondo el pago de lo que corresponda en su caso. En
el correlativo motivo, por la vía procesal del número 1º del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la inaplicación del artículo 8.11ª del Código
Penal, en relación con los artículos 9,3, 24 y 25 de la Constitución y 1.392.4º del
Código Civil. Sostiene el recurrente que su conducta se halla justificada al haber
obrado en el ejercicio legítimo de un derecho al otorgar la escritura de capitulaciones
matrimoniales, ya que la disolución y liquidación de la Sociedad de Gananciales la
estima un acto lícito y un derecho que se reconoce a los cónyuges en el nº 4 del
artículo 1.392 del Código Civil, y no se puede convertir el ejercicio de un derecho en
un delito, contraviniendo el principio de legalidad penal.

94
Mas al argumentar así, olvida el recurrente, que el propio Código Civil que
invoca en su artículo 7º, establece que los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe y que la ley no amparará el abuso del derecho o el ejercicio
antisocial del mismo. Y mucho menos, que al amparo del ejercicio de un derecho
legítimo, se incida en una infracción del tipo penal, siendo aquel el medio "legal"
para su realización. Las capitulaciones matrimoniales, son válidas y ésta regulado su
otorgamiento por el ordenamiento civil entre los cónyuges, pero no cuando aquéllas
tienen una finalidad ilícita, cual es, salvaguardar la vivienda del procesado, de las
acciones, también legítimas, del trabajador dirigidas a obtener el resarcimiento de su
crédito. El delito de alzamiento de bienes, exige como uno de sus requisitos
esenciales, el de la ocultación, enajenación o desaparición de los bienes del deudor,
sea cual fuere el medio utilizado para ello, imposible de delimitar en un numerus
clausus, pudiendo indudablemente cometerse a través de un negocio jurídico ficticio
o bien real, pero con una finalidad que incida en dicho tipo penal. Procede, pues, la
desestimación del motivo.

El delito de insolvencia punible previsto en el art. 257 CP 1995 presupone la


existencia de un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar al acreedor o
acreedores, burlando y eludiendo la responsabilidad personal patrimonial universal
del deudor de los arts. 1111 y 1911 CC, elemento subjetivo que es preciso inferir de
los hechos externos, sin que sea necesario que el perjuicio efectivamente se haya
llegado a causar, pues la insolvencia es un delito de mera actividad y por ello la
causación efectiva del perjuicio es agotamiento del mismo.

STS de 23/03/2002. Los hechos típicos están probados, como señala el


fundamento de derecho primero de la sentencia, además de por prueba documental,
por las propias declaraciones de los acusados, "sometidas a contradicción las
prestadas con las formalidades legales ante el Juzgado", prueba de cargo que alcanza
a los hechos y a la participación en los mismos de los ahora recurrentes. El delito de
insolvencia punible previsto en el vigente artículo 257 C.P. presupone la existencia

95
de un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar al acreedor o acreedores,
burlando y eludiendo la responsabilidad personal patrimonial universal del deudor de
los artículos 1111 y 1911, ambos C.C., elemento subjetivo que es preciso inferir de
los hechos externos, sin que sea necesario que el perjuicio efectivamente se haya
llegado a causar, pues la insolvencia es un delito de mera actividad y por ello la
causación efectiva del perjuicio es agotamiento del mismo. La Sala Provincial
establece la inferencia a partir de los hechos externos declarados en el "factum",
como razona correctamente en los fundamentos jurídicos primero y segundo,
teniendo en cuenta además las propias declaraciones del correcurrente Luis Alberto,
de donde se desprende el acomodo a las reglas de la lógica y experiencia de la
conclusión final. Por último, el invocado principio "in dubio pro reo" no constituye
un derecho que directamente puede invocar el acusado sino un principio que deberá
tener en cuenta el Tribunal cuando su convicción no alcance el grado de certeza
necesaria y sólo puede ser invocado en casación cuando a pesar de ello se haya
dictado una sentencia de condena. Tampoco cabe invocar el principio de igualdad en
relación con la absolución de las imputadas puesto que se trate de situaciones
distintas razonadas debidamente por la Audiencia. Afirmar que "se ha creado una
nueva sociedad para llevar a cabo un nuevo negocio y se podría haber constituido sin
la presencia de mi mandante, como así ya se efectuó por los otros acusados en un
primer momento al crear la segunda sociedad", es un argumento inane por cuanto el
propósito es diferente, como se infiere del hecho probado, pues la participación del
tercero dificulta la ejecución de los bienes aportados a dicha sociedad por parte del
acreedor. Igualmente la Jurisprudencia reiterada de esta Sala señala que no es preciso
ser deudor y disponer de un determinado patrimonio para ser condenado como autor
de un delito de alzamiento de bienes, sino que también debe serlo el cooperador que
colabora con la persona en la que concurran tales circunstancias, participación a título
de cooperador necesario que se ha aplicado correctamente en el presente caso,
teniendo en cuenta la Sala para ello la pluralidad de indicios concurrentes en el
"factum" de los que extrae dicha conclusión mediante el empleo de las presunciones
judiciales a que se refiere hoy el artículo 386 LEC., existencia entre el hecho
demostrado y el presunto de un enlace preciso y directo según las reglas del criterio
humano, y así argumenta la sentencia que ello "se infiere de los extremos básicos
96
acreditados por las declaraciones de Luis Alberto , en el sentido de que es
administrativo y nunca había realizado actividades mercantiles, y de que la sociedad
constituida no llegó a desarrollar su actividad ....., impidiendo con dicha conducta la
efectividad del embargo acordado en el procedimiento civil", sin olvidar que el
mismo día de la constitución de la sociedad, Luis Alberto otorgó poderes a favor de
los hermanos Blas para dirigir la citada mercantil. Según se desprende del factum de
la sentencia recurrida, el acusado desplegó una conducta que objetivamente podía
incardinarse en el art. 257 CP 1995 si no fuera porque no puede estimarse
concurrente el elemento subjetivo del injusto, integrado por el propósito de perjudicar
a los acreedores. Y así, es obvia la concurrencia de: a) la existencia de un derecho de
crédito real y exigible, reconocido además por sentencia firme; b) la enajenación real
y efectiva de la finca que constituye el único bien que patrimonialmente estaba
destinado a la satisfacción de los créditos; c) la situación de insolvencia provocada
por tal enajenación, y d) el ocasionamiento de un perjuicio objetivo a un acreedor, ya
que de no haberse producido la enajenación, el embargo trabado como consecuencia
del procedimiento iniciado por demanda en reclamación de cantidad presentada por
este acreedor sobre aquel único bien habría surtido sus efectos. Pues bien, a pesar de
darse tales requisitos, no puede desconocerse la ausencia del elemento subjetivo del
delito, pues ha quedado acreditado que ya en 1995 el acusado hizo gestiones para
vender la finca, y el día que tiene noticia del embargo, 8 Julio 1996, ya había
realizado la venta, que tuvo lugar el 26 Junio 1996. Frente a estos datos no figura
ninguno de signo contrario que dé base para entender que la actuación tuvo otros
móviles. En efecto, el acusado no oculta bien alguno por el acto de disposición
realizado, que se efectúa pública, abierta y conocidamente –escritura notarial–, y con
tal enajenación no obtiene ningún beneficio, ya que el importe de lo conseguido lo
aplica a la extinción de créditos distintos a los del querellante; eso sí, sin que se
conozcan las razones de la elección de los créditos a extinguir, lo que supone una
conducta arbitraria, y quizás egoísta, pero no típica, en cuanto no iba dirigida a
provocar la inefectividad de los créditos pendientes.

97
STS de 18/09/2001. La naturaleza de la censura obliga al más absoluto respeto
a los hechos probados. De ellos se colige, que el acusado desplegó una conducta, que
objetivamente podía incardinarse en el art. 257 del C. Penal, si no fuera porque el
Tribunal, no estimó concurrente el elemento subjetivo del injusto, integrado por el
propósito de perjudicar a los acreedores. En el caso de autos es obvio la concurrencia
de: a) existencia de un derecho de crédito real y exigible, reconocido además por
sentencia firme. b) enajenación real y efectiva del único bien que patrimonialmente
estaba destinado a la satisfacción de los créditos. c) situación de insolvencia
provocada por tal enajenación. d) ocasionamiento de un perjuicio objetivo a un
acreedor, ya que de no haberse producido la enajenación el embargo trabado habría
surtido sus efectos. Pues bien, a pesar de darse tales requisitos, no puede
desconocerse la ausencia del elemento subjetivo del delito, dadas las circunstancias
concurrentes en el hecho, a partir de las cuales y en racional inferencia el Tribunal
pudo alcanzar la convicción que el factum refleja. Ha quedado acreditado que ya en
septiembre de 1995 el acusado hizo gestiones para vender la finca y el día que tiene
noticia del embargo (8-julio-96), ya había realizado la venta, que tuvo lugar el 26 de
junio de 1996. Frente a estos datos no figura ninguno de signo contrario que dé base
para entender que la actuación tuvo otros móviles. En efecto, el acusado no oculta
bien alguno, por el acto de disposición realizado, que se efectúa pública, abierta y
conocidamente (escritura notarial). Con tal enajenación no se obtiene ningún
beneficio para el acusado, ya que el importe de lo conseguido lo aplica a la extinción
de créditos distintos a los del querellante; eso sí, sin que se conozcan las razones de la
elección de los créditos a extinguir, lo que supone una conducta arbitraria, y quizás
egoista, pero no típica, en cuanto no iba dirigida a provocar la inefectividad de los
créditos pendientes. Constituye doctrina de esta Sala, oportunamente recordada por el
Mº Público, que no hay alzamiento de bienes, cuando aquello que sustrae el deudor a
la posible vía de apremio del acreedor fue empleado en el pago de otras deudas
realmente existentes, pues lo que el art. 257 castiga es la exclusión de algún elemento
patrimonial a las posibilidades de ejecución de los acreedores en su globalidad y no
individualmente determinados, ya que esta figura de infracción criminal no es una
tipificación penal de la violación de las normas civiles o mercantiles relativas a la
prelación de créditos. La determinación de la preferencia entre los acreedores para la
98
satisfacción de sus respectivos derechos es una materia de Derecho privado cuya
inobservancia no constituye el objeto del delito ahora examinado.

Para determinar la concurrencia del elemento subjetivo del art. 257 CP 1995,
que viene constituido por el dolo específico de causar un perjuicio a los acreedores,
han de tenerse en cuenta las diferentes circunstancias que concurren en el supuesto y
partir de las pruebas e indicios; entre esas circunstancias están las relativas a la
relación personal entre los sujetos que intervienen en las concretas operaciones que
dan lugar a que el bien o bienes de que se traten salgan del patrimonio del deudor
evitando toda posibilidad de ejecución sobre el mismo de las deudas de los
acreedores. En el caso, la sociedad deudora vende un piso de su propiedad a otra
sociedad constituida por las mismas personas, pero resultan acreditadas las
transferencias bancarias y hay diferencia en el precio de la venta en relación con el de
la compra realizada 3 años antes, por lo que no se considera probado que dicha venta
tuviese por objeto eludir el pago de los créditos, y se absuelve a los imputados. El
pago a otros acreedores –hipoteca, deudas a trabajadores por salarios y finiquitos–,
parece excluir el ánimo defraudatorio típico que da vida al delito de alzamiento de
bienes.

En el caso de referencia se aprecia una dinámica comisiva, con las


características y apariencia de un alzamiento, y probablemente se diera esta figura si
fuera aplicable el CP 1995, cuyo art. 257 concreta mucho más este tipo penal. Sin
embargo, con la genérica descripción del art. 519 CP, los hechos no parecen revestir
caracteres de delito al no quedar claramente acreditado el ánimo de lucro en la
actuación de los acusados, ya que se entendía, como causa excluyente del dolo, el
propósito del agente de pagar a acreedores, aunque sólo lo hiciera a parte de ellos. Lo
importante es que no añoraba el propósito de beneficiarse económicamente;
sospechoso sería si los acusados hubieran pagado créditos dudosos a parientes,
desatendiendo a terceros extraños, pero en el caso se han satisfecho sus créditos a la
S.S. y a diversos proveedores, entre ellos los propios querellantes.

99
La figura del alzamiento de bienes es de naturaleza dolosa, pues uno de los
elementos que la caracterizan es el propósito deliberado de defraudar los derechos de
los acreedores, dolo o intención que, animando sus actos, le mueve a buscar su
insolvencia total o parcial. Significa esto que el sujeto tiene que realizar los hechos
con el conocimiento y voluntad de su específico fin; es una exigencia que ha de
cubrir cualquiera de los sujetos que interviene en la mecánica delictiva, en cualquier
forma de autoría, ya sea el autor directo, ya el que presta la cooperación necesaria
para llevar a cabo el propósito delictivo. No cabe la comisión por imprudencia.
Cuando son varios los sujetos que aparecen en el iter negocial que desemboca en la
puesta de bienes fuera del alcance de los acreedores, será preciso que medie una
probada y declarada confabulación –pactum scaeleris--y, en el caso de mediar
transmisión de bienes, –consilium fraudis-- que se dará cuando se conoce el propósito
y el alcance de la transmisión de bienes que efectúa el deudor, y se le presta al mismo
concurso de actividad con actos esenciales, anteriores, simultáneos o posteriores,
precisos para que el patrimonio quede oculto, disimulado o evadido, prestando así la
colaboración y el medio necesario para el alzamiento.

El delito de alzamiento de bienes previsto y penado en el art. 519 CP –


actualmente art. 257 CP 1995–, requiere entre otros requisitos, el subjetivo o
intencional de que el sujeto activo del mismo se proponga con su actuación defraudar
los intereses de sus acreedores. Intención del sujeto que dado su carácter interno en la
psiquis del mismo, resulta de difícil probanza por medio de pruebas materiales
directas, por lo que normalmente habrá de acudirse a las pruebas de indicios, para
mediante los actos y manifestaciones externas del sujeto, determinar si su proceder
venía regido y determinado por la intencionalidad referida. Intención del sujeto que
por otro lado no requiere que su actuación derive en un efectivo y real perjuicio de los

100
acreedores, sino que basta tan solo que el fin perseguido sea ése, el defraudar a los
acreedores, aunque finalmente ello no se consiga.

10. ELEMENTOS OBJETIVOS

Valorando que las acusaciones calificaban los hechos como constitutivos de un


delito de insolvencia punible, en cuanto entendían que los acusados habían conducido
dolosamente a la empresa a una situación de quiebra; de un delito de alzamiento de
bienes, en cuanto que sostenían que, existiendo deudas, disponían de bienes y los
ocultaron utilizándolos en las empresas posteriormente creadas; y de un delito de
estafa, en cuanto que afirmaban que realizaron pedidos de material ocultando la
situación de la empresa y sabiendo que no iban a satisfacer su precio, puede
apreciarse sin dificultad que las pruebas propuestas –y no admitidas– tienden a
demostrar la continuidad en la actividad mercantil de los acusados a través de las
empresas creadas con posterioridad al cierre empresarial al que se refieren los hechos,
lo cual puede resultar de importancia en el momento de valorar conjuntamente la
prueba. Sin perjuicio de su adecuada valoración en función de su resultado y de las
demás pruebas, lo que corresponde efectuar en el momento oportuno al tribunal de
instancia, puede afirmarse que las pruebas propuestas son pertinentes en cuanto que
se relacionan con lo que constituye el objeto del proceso, concretamente lo que se
califica por las acusaciones recurrentes como una actuación fraudulenta de los
acusados en el cierre del negocio y en su continuación a través de otras entidades. Ha
de reconocerse su posible relevancia, en cuanto que están orientadas a demostrar esa
continuidad en el ejercicio empresarial. Son útiles, pues podrían contribuir a acreditar
lo mantenido por quien las ha propuesto. Y, finalmente, no consta en este momento
de modo suficiente que su práctica no sea posible. Así pues, puede considerarse que
las pruebas fueron indebidamente denegadas.

101
STS de 19/11/2002. Así pues, valorando que las acusaciones calificaban los
hechos como constitutivos de un delito de insolvencia punible, en cuanto entendían
que los acusados habían conducido dolosamente a la empresa a una situación de
quiebra; de un delito de alzamiento de bienes, en cuanto que sostenían que, existiendo
deudas, disponían de bienes y los ocultaron utilizándolos en las empresas
posteriormente creadas; y de un delito de estafa, en cuanto que afirmaban que
realizaron pedidos de material ocultando la situación de la empresa y sabiendo que no
iban a satisfacer su precio, puede apreciarse sin dificultad que las pruebas propuestas
tienden a demostrar la continuidad en la actividad mercantil de los acusados a través
de las empresas creadas con posterioridad al cierre empresarial al que se refieren los
hechos, lo cual puede resultar de importancia en el momento de valorar
conjuntamente la prueba. Sin perjuicio de su adecuada valoración en función de su
resultado y de las demás pruebas, lo que corresponde efectuar en el momento
oportuno al Tribunal de instancia, puede afirmarse ahora que las pruebas propuestas
son pertinentes en cuanto que se relacionan con lo que constituye el objeto del
proceso, concretamente lo que se califica por las acusaciones recurrentes como una
actuación fraudulenta de los acusados en el cierre del negocio y en su continuación a
través de otras entidades. Ha de reconocerse su posible relevancia, en cuanto que
están orientadas a demostrar esa continuidad en el ejercicio empresarial. Son útiles,
pues podrían contribuir a acreditar lo mantenido por quien las ha propuesto. Y,
finalmente, no consta en este momento de modo suficiente que su práctica no sea
posible. Así pues, debe considerarse que las pruebas fueron indebidamente
denegadas, lo que conduce a la estimación del motivo.

11. CONSUMACIÓN

El delito de alzamiento de bienes previsto en el Código Penal protege al


acreedor respecto de disminuciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el
102
deudor. Estas disminuciones patrimoniales se deben determinar en relación al valor
general de los bienes y no a los objetos mismos que componen el patrimonio. De lo
contrario, la garantía genérica del patrimonio para los acreedores importaría una
obligación total de inmovilidad comercial del deudor, que no resulta compatible con el
sistema de garantías jurídicas del orden jurídico vigente. La existencia de institutos
específicos para lograr la inmovilidad patrimonial de cosas determinadas del
patrimonio, como la hipoteca y la prenda, demuestran, en este sentido, que la finalidad
del Código Penal, no puede consistir en prohibir todo negocio jurídico de enajenación,
sino en imponer una obligación de mantenimiento del valor global del patrimonio,
dentro de lo que resulte socialmente adecuado.

Esta obligación no será, por lo tanto, infringida cuando el deudor realice


enajenaciones o entregue bienes en garantía ingresando en su patrimonio lo percibido
realmente por tales operaciones, pues en tales casos no habrá disminuido su
patrimonio, sino simplemente cambiado valores relativamente equivalentes dentro del
mismo.

Constituye doctrina jurisprudencial la de que no hay alzamiento de bienes


cuando aquello que sustrae el deudor a la posible vía de apremio del acreedor fue
empleado en el pago de otras deudas realmente existentes, pues lo que el art. 257 CP
1995 castiga es la exclusión de algún elemento patrimonial a las posibilidades de
ejecución de los acreedores en su globalidad y no individualmente determinados, ya
que esta figura de infracción criminal no es una tipificación penal de la violación de
las normas civiles o mercantiles relativas a la prelación de créditos. La determinación
de la preferencia entre los acreedores para la satisfacción de sus respectivos derechos
es una materia de Derecho privado cuya inobservancia no constituye el objeto del
delito examinado.

Como requisitos del tipo de alzamiento de bienes –art. 257 CP 1995– se


exigen: a) existencia de uno o más créditos generalmente preexistentes, reales, y de
103
ordinario, vencidos, líquidos y exigibles; b) ánimo de defraudar a los acreedores,
mediante la ocultación o enajenación de todo o parte de su patrimonio; c)
materialización de tal ánimo, merced a una conducta dinámica que no es posible
identificar en un –numerus clausus--, pues es cualquier actividad tendente al fin
expuesto, y d) insolvencia total o parcial, real o aparente del deudor. En el caso,
consta suficientemente acreditada la concurrencia de una deuda anterior de elevado
importe, conocida por el deudor, que venía siendo renovada, ante las dificultades
económicas de hacer frente al pago, garantizándose incluso personalmente por el
acusado y su esposa. Agravada la situación económica de la entidad mercantil, ante
una inspección fiscal de Hacienda, la crisis empresarial se desencadenó. Se crea una
nueva sociedad, pero no resulta acreditado de la abundante prueba practicada que lo
fuese con la intención criminal que constituye el delito que se formula en la
acusación, ni que bienes concretos se traspasaron de una entidad a otra, los que
constan adquiridos fueron en subastas judiciales, y por ello no puede admitirse que
fuesen con dicha intención defraudatoria.

STS de 06/03/1991. El delito de alzamiento de bienes, tipificado en el artículo


519 del Código Penal, como delito de mera actividad y de riesgo, adopta muy
diversas modalidades, todas alrededor de esa típica conducta del deudor, no definida
por la Ley, que busca la fuga, la ocultación, la defraudación, la falsedad, el engaño y
el perjuicio para quien o quienes son sus legítimos acreedores. Una conducta que
busca la desaparición engañosa de su propio caudal. Es, en suma, una infracción que
protege indirectamente al acreedor respecto de las disminuciones patrimoniales
fraudulentas provocadas por el deudor (sentencia de 8 de mayo de 1990). Se ha dicho
que como delito de tendencia, es suficiente la intención de perjudicar a los acreedores
mediante la ocultación, o maniobra fraudulenta, que pretende en su caso obstaculizar
la vía de apremio, pues que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del
delito sino a la de su agotamiento. Es por eso por lo que no se exige que la
insolvencia a la que se llegue por parte del sujeto activo sea real y efectiva, pudiendo
ser real o ficticia, total o parcial. Con estos razonamientos quedan desvirtuadas las
argumentaciones de los recurrentes al pretender justificar una conducta, la del deudor,
104
con una serie de operaciones y negocios supuestamente expansivos y productivos, tal
se acaba de decir. Lo verdaderamente importante es la ocultación de los bienes
mediante venta simulada con fraude de los acreedores, con intención de impedir a
estos la ejecución de sus derechos, tras lo cual, cumplido en su esencia el contenido
del artículo 519, está de más especular sobre el contenido y extensión de la
insolvencia en la que el deudor se colocó, al sustraer un algo tangible de aquello
sobre lo que el acreedor tenía la posibilidad de la ejecución. Procede la desestimación
del motivo tercero (segundo ordinal) por infracción de Ley del artículo 849.1 en
aplicación indebida del artículo 519 del Código, porque sobre la base del crédito, de
la escritura de ocultamiento y de la insolvencia, hechos inconfundibles y esenciales
cuya importancia ahora justifica la reiteración de los mismos, aparecen claros los
requisitos que configuran el tipo, de los que hemos hecho mención. Ciertamente que
el elemento subjetivo del injusto, el dolo intencional y la malicia voluntaria, no es
directamente perceptible, como perteneciente al mundo del espiritu, escondido en lo
más profundo del ser humano y, si no se quiere expresamente manifestar al exterior
lo que se lleva en el pensamiento, entonces es necesario que ese actuar para ocultar,
ese ánimo para perjudicar, ese deseo de defraudar legítimos derechos de los
acreedores , haya de inferirse de datos externos, de indicios reveladores, no meras
sospechas, que permitan el correspondiente proceso deductivo (Sentencia de 17 de
diciembre de 1990).

STS de 27/11/2001. El delito de alzamiento de bienes del artículo 519, no es


definido en el texto legal, a diferencia de lo que ocurría en nuestro derecho histórico,
si bien coinciden la doctrina científica y la jurisprudencia en que supone sustraer los
propios bienes a la acción de los acreedores, no solo si desaparece con ellos, sino
también mediante su enajenación u ocultación fraudulenta, llegando la jurisprudencia
de esta Sala -sentencias 14 Octubre 1985 y 5 Julio 1986- a referirse a miles de formas
comisivas imaginables que lleven a la insolvencia, e imposibiliten al acreedor la
satisfacción de su crédito. Se trata de un delito de peligro, de simple actividad, de
tendencia o resultado cortado, que se consuma por la simple ocultación de bienes, o
simulación de deudas, con intención de defraudar a créditos legítimos, sin precisar
105
resultado perjudicial alguno, perteneciendo el perjuicio real a la fase de agotamiento
del delito, y no, a la de perfección. Como requisitos del tipo, se exigen: 1º) Existencia
de uno o más créditos generalmente preexistentes, reales, y de ordinario, vencidos,
líquidos y exigibles, aunque es frecuente que los defraudadores ante la inminencia del
vencimiento de un crédito futuro, se anticipen, frustrando las legítimas expectativas
de su acreedor o acreedores - Tribunal Supremo sentencias de 14 febrero y 7 abril de
1992, y 20 febrero y 8 octubre de 1996-. 2º) Animo de defraudar a los acreedores,
mediante la ocultación o enajenación de todo o parte de su patrimonio. 3º)
Materialización de tal ánimo, merced a una conducta dinámica que no es posible
identificar en un "numerus clausus", pues es cualquier actividad tendente al fin
expuesto, considerándose medio idóneo, el otorgamiento de capitulaciones
matrimoniales - Tribunal Supremo sentencias de 15 abril y 14 mayo de 1991-. 4º)
Insolvencia total o parcial, real o aparente del deudor - sentencia 6 de marzo de 1991-
. En relación con la responsabilidad civil, procederá la sentencia a declarar la nulidad
de los contratos fraudulentos reintegrando al patrimonio del deudor los bienes para
que respondan del crédito, si lo solicitan el Ministerio Fiscal o la parte acusadora, sin
que pueda perjudicar a quien no fuera parte, habiendo reiteradamente declarado esta
Sala que el importe de la responsabilidad no se identifica con el de las deudas
preexistentes, sino al perjuicio derivado de la maquinación que integra el alzamiento -
sentencia de 12 julio 1996-.

La cuestión litigiosa radica en el hecho de que, al causar baja voluntaria en la


empresa en la que venía prestando sus servicios, el acusado dejó de devengar salarios,
y con ello impidió la retención de la pensión de alimentos ordenada sobre sus
percepciones salariales. Ahora bien, tal conducta no incide en el supuesto previsto en
el art. 257 CP 1995. Las percepciones salariales futuras, esto es, aún no devengadas,
no pueden calificarse en modo alguno de patrimonio, ya que, además de su carácter
condicionado –sólo se percibirán si efectivamente se trabaja–, son simples
expectativas de futuro que pueden o no materializarse. En ese sentido, las
denominadas rentas del trabajo son radicalmente distintas de las denominadas rentas
del capital. Éstas, para su devengo, están sujetas únicamente al transcurso del tiempo,
ya que tienen en su base un capital ya existente, mientras que las rentas del trabajo

106
dependen de una doble condición: el transcurso del tiempo y el efectivo desempeño
del trabajo durante ese período, de suerte que si falta este último dato, las mismas no
se devengarán. Así, quien deja su puesto de trabajo y, como consecuencia de ello,
deja de percibir ingresos, ni realiza un acto de disposición patrimonial ni genera una
obligación o deuda que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o de un
procedimiento ejecutivo. Evidentemente, la subsiguiente falta de ingresos
determinará la imposibilidad material –parcial o absoluta– de hacerse pago, al igual
que ocurre en el alzamiento de bienes, pero tal conducta, en sí misma considerada, no
cumple los elementos típicos descritos en el Código Penal. Procede, por tanto,
absolver al acusado del delito de alzamiento de bienes por el que se le condenó en la
instancia.

12. EL ALZAMIENTO PROPIO O GENUINO

Este tipo delictivo está presente en el apartado primero del artículo expuesto.
Las conductas castigadas como alzamiento de bienes del artículo 257.1 del Código
Penal son:

- Enajenar u ocultar bienes antes de que los acreedores hayan entablado ningún
procedimiento de ejecución contra ellos.

- Enajenar u ocultar bienes, una vez que se haya entablado un procedimiento de


ejecución por los acreedores.

107
- Enajenar u ocultar bienes, una vez pronunciada sentencia firme de ejecución
contra ellos, o éstos estuvieran ya embargados o puestos bajo su custodia en depósito.

La conducta del artículo 257.1 del código Penal exige cuatro elementos:

- El elemento objetivo. Éste lo constituye la relación jurídica obligacional,


siendo la deuda normalmente preexistente al acto ilícito. Esta deuda debe existir en
un título formal, incluso ser reconocida en sentencia. El mismo juez penal puede
reconocer la existencia de una deuda sobre la base del artículo 3 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal en las cuestiones prejudiciales. No obstante, puede darse
este delito cuando el sujeto activo realice la acción típica habiendo nacido la deuda
pero antes de que ésta sea exigible. El Tribunal Supremo en Sentencia de 13 de
febrero de 1992 afirmó que "nada importa a estos efectos la fecha del vencimiento, ni
la constancia de la liquidez de las deudas, pues lo único que interesa sobre este
particular para la apreciación de este delito es la realidad de uno o varios créditos
realmente existentes, aunque aún pudieran estar sin vencer o sin concretar su cuantía
cuando los actos fraudulentos se realizaron".

Lo dispuesto en este artículo será de aplicación cualquiera que sea la naturaleza


y origen de la obligación o deuda, y con independencia de que el acreedor sea un
particular o cualquier persona jurídica, pública o privada. Esto ha representado una
auténtica novedad con respecto al anterior Código Penal. Al amparo del anterior
Código la posición que ocupaba la Administración frente a los administrados hacía
innecesaria una adicional protección de los créditos de carácter público, razón por la
cual la doctrina entendía que el delito de alzamiento sólo incluye obligaciones
derivadas de una relación jurídica privada, excluyéndose, pues, las obligaciones
nacidas de la relación habida entre el Estado y sus administrados. La actual
regulación que hace el Código Penal vigente no distingue entre acreedores públicos o
privados; el apartado segundo afirma "con independencia de que el acreedor sea un
particular o cualquier persona jurídica, pública o privada". Esta equiparación no es
unánimemente aceptada por toda la doctrina; algunos consideran que el Estado cuenta

108
con medios de defensa de los que carecen los particulares, razón por la cual la
protección penal de aquel es, en esencia, diferente a la de estos últimos.

- El elemento subjetivo que debe concurrir para provocar el resultado típico es


que el sujeto pasivo haya realizado esa conducta en perjuicio de los acreedores; este
elemento subjetivo excluye la posibilidad de que se castigue la conducta como
imprudente.

- El tercer elemento que debe concurrir es la materialización del ánimo


defraudatorio a través de la conducta del delincuente. Esta forma de hacer efectivo
esa voluntad de perjudicar a sus acreedores es de la más diversa índole, estableciendo
el tipo penal una estructura abierta que soporta diversos comportamientos; la
expresión alzarse es sinónima de insolventarse u ocultar, y esto se puede llevar a cabo
de forma burda o vulgar, o revestido de un negocio jurídico como constituir
hipotecas, hacer donaciones, ventas o, incluso, capitulaciones matrimoniales.

- El último elemento exigible es el del resultado. Para que pueda sancionarse


esta conducta es necesario que se haya producido una situación de insolvencia ya sea
total o parcial, real o ficticia, siempre y cuando se hayan visto frustradas las
posibilidades de cobro de las deudas por los acreedores. En estos casos se incluye
tanto que el sujeto haya buscado esa situación de insolvencia, con esa finalidad, como
que la haya agravado; es decir, que haya empeorado su situación patrimonial ya de
por sí mala e insuficiente para hacer frente a sus deudas con la intención de anular o
disminuir mucho más las posibilidades de ver satisfechos los créditos sus acreedores.

En cuanto a la naturaleza de este delito, la doctrina es dispar; así, algunos


autores entienden que es un delito de lesión, en el que se exige no sólo que se ponga
en peligro el derecho de crédito del acreedor o acreedores, sino que se haya hecho
109
imposible el cobro de sus créditos. Por el contrario, otros entienden que es un delito
de mera actividad, considerando que lo verdaderamente importante es la conducta del
sujeto con la intención de frustrar las expectativas de sus acreedores. El Tribunal
Supremo ha tomado partido por esta última teoría y entiende que es un delito de
peligro o de mera tendencia, ya que considera que este tipo delictivo no exige la
causación de un daño al derecho de los acreedores sino la actividad encaminada a ese
fin. Afirma que esa infracción es de mero riesgo y no exige un resultado lesivo pues
el perjuicio no pertenece a la fase de perfeccionamiento del delito sino de su
agotamiento.

13. EL ALZAMIENTO PROCESAL O PROCEDIMENTAL

Este tipo penal se contempla en el apartado segundo del artículo 257 del
Código Penal, cuando dispone que "2º) Quien con el mismo fin (se entiende que es
alzarse con sus bienes) realice cualquier acto de disposición patrimonial o generador
de obligaciones que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o de un
procedimiento ejecutivo o de apremio, judicial, extrajudicial o administrativo,
iniciado o de previsible iniciación", y tiene como finalidad impedir las medidas
cautelares o ejecutivas. En este caso existen dos elementos: el objetivo y el subjetivo.
En cuanto a este último se exige, al igual que en el alzamiento de bienes estudiado,
que el sujeto activo busque defraudar las expectativas de cobro de sus acreedores; es
decir, que su conducta esté destinada a ese fin, por lo que este delito se configura
igualmente como un delito de peligro o mera actividad. En lo que se refiere al
elemento objetivo, éste es la conducta realizada por el agente y que consiste en:
"realizar cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones".
Ahora bien, a estos actos sí se les exige un resultado: "que dilaten, dificulten o
impidan la eficacia" de ciertos procedimientos judiciales, que el Código Penal
enumera exhaustivamente. Debe existir, por tanto, un nexo causal entre el
comportamiento y el resultado. Este último aspecto es lo que diferencia este delito del

110
anterior ya que se exige la efectiva obstaculización de los embargos o procedimientos
de apremio existentes o que previsiblemente pudieran iniciarse, siendo necesario el
resultado expuesto para que el delito se consume.

14. SUPUESTOS CONCRETOS

En el supuesto, en el que existe una sentencia de remate procedente de un


juicio ejecutivo, por tanto un derecho de crédito vencido, líquido y exigible, se
hicieron desaparecer de la traba de embargo parte de los bienes consistentes en las
rentas que habían de percibirse del arrendamiento de unos inmuebles propiedad del
acusado, empleando para ello el subterfugio de cobrar por adelantado las rentas
mediante la aceptación como pago, de una serie de pagarés librados a su favor y por
el arrendatario, deudor de las rentas, que de este modo se colocó en situación de
insolvencia, aunque fuera parcial, en perjuicio lógico del acreedor ejecutante.
Además, el elemento subjetivo o intención de ocultar los bienes y perjudicar al
acreedor se infiere necesariamente de estos hechos defraudatorios, sobre todo de ese
cobro anticipado de las rentas embargadas que no pudo tener otra finalidad que
sustraerlos o sacarlos de la traba que sobre ellos pesaba, en consecuencia se dan todos
y cada uno de los requisitos que exige el tipo del delito de insolvencia punible.

STS de 30/11/2001. De un examen detenido de los hechos que la sentencia


declara como probados, a los que obligatoriamente nos hemos de atener dada la vía
casacional empleada, se infiere que se dan todos y cada uno de los requisitos que
exige el tipo, y así tenemos. 1º. Existencia de un derecho de crédito vencido, líquido
y exigible. No otra cosa significa la sentencia de remate procedente de un juicio
ejecutivo que se tradujo en las diligencias de requerimiento de pago y subsiguiente
111
embargo. 2º. Ocultación o enajenación real o ficticia de los propios bienes. Se
hicieron desaparecer de la traba de embargo parte de esos bienes consistentes en las
rentas que habían de percibirse del arrendamiento de unos inmuebles propiedad del
acusado, empleando para ello el subterfugio de cobrar por adelantado las rentas
mediante la aceptación como pago, de una serie de pagarés librados a su favor y por
el arrendatario, deudor de las rentas. 3º. De este modo se colocó en situación de
insolvencia, aunque fuera parcial, en perjuicio lógico del acreedor ejecutante. 4º. El
elemento subjetivo o intención de ocultar los bienes y perjudicar al acreedor, se
infiere necesariamente de los hechos defraudatorios antes indicados y los que resultan
del "factum" de la sentencia, sobre todo de ese cobro anticipado de las rentas
embargadas que no pudo tener otra finalidad que sustraerlos o sacarlos de la traba que
sobre ellos pesaba.

El art. 257 CP 1995 ha ampliado notablemente el contenido del alzamiento de


bienes pues junto con el tipo básico, consistente en la desaparición física del deudor
con sus bienes, incluye una nueva modalidad de alzamiento consistente en la
realización de «cualquier acto de disposición patrimonial o generador de
obligaciones», siempre que a consecuencia de este acto patrimonial u obligacional, el
deudor se muestre insolvente ante la obligación. Esta nueva modalidad delictiva
puede entrar en colisión con la consolidada doctrina jurisprudencial que tiene
declarado que el delito de alzamiento castiga la insolvencia, no la pretensión de
acreedores, puesto que, si el que recibe los bienes con injusta preferencia es titular de
un crédito, se tratará de un problema de anulabilidad del negocio, situado extramuros
del CP. Es preciso deslindar en cada caso el negocio civil impugnable del delito de
alzamiento de bienes. Se estará ante una conducta de favorecimiento de acreedores,
situada extramuros del CP, cuando el futuro insolvente solventa sus deudas con
alguno de los acreedores perjudicando al resto siempre que aquél no esté constreñido
a satisfacer el crédito pospuesto en el pago, por el contrario, cuando exista este
constreñimiento jurídico, debe estimarse tal acción como incursa en el nuevo
supuesto contemplado en el citado art. 257. En definitiva, el nuevo tipo penal viene a
sancionar todas aquellas maniobras del deudor que tienden a entorpecer, obstaculizar
112
o impedir la satisfacción de un crédito que ya esté en fase de ejecución o de previsible
ejecución, en perjuicio del titular de dicho crédito.

STS de 23/07/2001. El actual art. 257 del Código Penal, no solo es el sucesor
del art. 519 que sancionaba el alzamiento de bienes, sino que además ha ampliado
notablemente su contenido, pues junto con el tipo básico de alzamiento, consistente
en la desaparición física del deudor con sus bienes, incluye una nueva modalidad de
alzamiento consistente en la realización de "....cualquier acto de disposición
patrimonial o generador de obligaciones....", siempre que a consecuencia de este acto
patrimonial u obligacional, el deudor se muestre insolvente ante la obligación, esta
ampliación del tipo ha reforzado la naturaleza del delito como de estructura abierta.
Esta nueva modalidad delictiva que supone un acto de disposición u obligacional en
perjuicio de un acreedor, puede entrar en colisión con la consolidada doctrina
jurisprudencial que tiene declarado que el delito de alzamiento castiga la insolvencia,
no la pretensión de acreedores, puesto que si el que recibe los bienes con injusta
preferencia, es en todo caso titular de un crédito, se tratará de un problema de
anulabilidad del negocio, situado extramuros del Código Penal. Es preciso deslindar
en cada caso los ámbitos del ámbito civil y penal o dicho de otro modo, separar el
negocio civil impugnable del delito de alzamiento de bienes. Se estará ante una
conducta de favorecimiento de acreedores, situada extramuros del Código Penal
cuando el futuro insolvente solventa sus deudas con alguno de los acreedores,
perjudicando al resto siempre que aquél no esté constreñido a satisfacer el crédito
pospuesto en el pago, por el contrario, cuando exista este constreñimiento jurídico
debe estimarse que no existe causa de justificación que ampare tal anticipación de
pago, y que en consecuencia en la medida que con el pago efectuado se ha constituido
en una situación de insolvencia, es decir sin bienes, ante el resto de los acreedores,
singularmente ante aquel acreedor que ostentaba un crédito ya realizable, ha de
estimarse tal acción como incursa en el nuevo supuesto contemplado en el art. 257-1º
párrafo segundo que solo exige que el crédito pretendido sea ejecutivo, habiéndose ya
iniciado la ejecución o siendo previsible su iniciación, debiéndose deducirse el
elemento subjetivo tendencial consistente en la intención de causar perjuicio a los
113
acreedores, como objetivo intentado, sin que se exija su efectividad, de la propia
prueba indiciaria que exista al respecto en el supuesto contemplado, ya que, la
acreditación de este elemento interno, como juicio de intenciones que anima la acción
del culpable, se acreditará más bien por prueba indirecta o indiciaria, que por prueba
directa -- STS de 20 de Enero de 1997--. En definitiva el nuevo tipo que se comenta
viene a sancionar todas aquellas maniobras del deudor que tienden a entorpecer,
obstaculizar o impedir la satisfacción de un crédito para el que ya se esté en fase de
ejecución o de previsible ejecución, en perjuicio del titular de dicho crédito.

Ambos acusados, titulares y administradores únicos de determinadas


sociedades, habían contraído con una entidad bancaria una serie de deudas, derivadas
de diversos contratos de crédito y descuento, cuyo saldo total ascendía a más de
35.000.000 ptas., y tras crear una nueva sociedad, transfirieron materialmente a esta
última las materias primas, máquinas e instrumentos de su propiedad, así como la
mayor parte de sus empleados, los cuales continuaron prestando servicios para la
nueva sociedad. La entidad bancaria no ha percibido parte alguna de su crédito,
habiendo desaparecido la nueva empresa y no constando el paradero de sus bienes.
Todas estas maniobras fraudulentas llevan a concluir que el propósito que animaba a
los recurrentes era el de eludir el pago de la deuda contraída con la entidad bancaria.
Admitiendo, en principio, la situación material de las empresas originarias y la grave
crisis por la que atravesaban, y admitiendo también que, en teoría, una de las
soluciones posibles pasaba por mantener los puestos de trabajo, lo cierto es que
resulta injustificable que los recurrentes no hubieran informado de este propósito a la
entidad bancaria acreedora para que, si lo estimaba factible, hubiera incluso
proporcionado su asentimiento a la operación, si con ello contribuía a salvar la crisis
existente. Concurren, en consecuencia, todos los requisitos exigidos por la
jurisprudencia –preexistencia de una relación jurídica obligacional, ocultación o
disipación del patrimonio, situación de insolvencia y propósito de defraudar a los
acreedores– para apreciar el delito de alzamiento de bienes. (STS 16/06/2000).

114
Sentencia Tribunal Supremo (Sala de lo Penal), sentencia n.º 289/2009, 17 de
marzo. La jurisprudencia que interpretó las figuras de la complicidad y la coautoría
en el alzamiento de bienes o en las quiebras o insolvencias fraudulentas fue analizada,
con reiteración, por la jurisprudencia de la época. Basta citar por todas la STS de 10
de marzo de 1989, en la que se dice que, sin duda, el autor del delito de alzamiento de
bienes sólo puede serlo el deudor, pero soslayando la rica problemática que suscita la
cooperación en los delitos especiales strictu sensu, el Tribunal Supremo viene
llevando al campo de la autoría, por conducto de la cooperación necesaria del art.
28.b) CP, incluso a los que prestan actividades escasas, de trascendencia causal en el
alzamiento y que implican, necesariamente, dominio del acto.

En este caso se trata, de un allegado, sin cuyo concurso no hubiera podido tener
realidad formal la actividad defraudatoria de los acreedores. Hubo por tanto un
acuerdo que le hace acreedor a su calificación como cooperador necesario de los
autores juzgados y condenados.

Sentencia Tribunal Supremo (Sala de lo Penal), sentencia n.º 684/2009, 15 de


junio. Reitera la doctrina jurisprudencial que aunque el Código Penal no define
claramente lo que debe entenderse por alzamiento de bienes y, desde el punto de vista
histórico, dicho término hacía referencia a los supuestos en los que el deudor huía
llevándose sus bienes u ocultándolos para defraudar a sus acreedores, en el Derecho
moderno se entiende por tal el hecho de colocarse dolosamente el deudor en situación
de insolvencia frente a los acreedores o de agravar fraudulentamente la insolvencia
sobrevenida de manera fortuita, mediante la ocultación —física o jurídica— de sus
bienes, cualquiera que sea el modo empleado, eludiendo así la necesidad de mantener
íntegro el patrimonio del deudor como garantía universal en beneficio de sus
acreedores, a tenor del art. 1911 del C. Civ.

Constituye presupuesto de esta figura penal la existencia de obligaciones


jurídicamente válidas que, en principio, deberán ser anteriores al estado de
115
insolvencia, si bien, excepcionalmente, se ha apreciado también, en alguna ocasión, la
existencia de este delito en casos de ocultación de los bienes anterior al nacimiento de
las obligaciones (vid. SSTS 29 de junio 1989, 7 de marzo 1996). Sin embargo, esta
tesis no debe prevalecer, pues, como pone de relieve la doctrina, estos supuestos
deben quedar extramuros del delito de alzamiento, por cuanto si, con anterioridad al
nacimiento de la obligación o de las obligaciones de que se trate, el sujeto tenía el
propósito de no cumplirlas para defraudar así a la otra u otras partes contratantes que,
a consecuencia del error que les producía su conducta engañosa, habían llevado a
cabo un determinado desplazamiento patrimonial, tal conducta (aparentando seriedad
y solvencia) formaría parte integrante de su conducta engañosa y, por ello, habría de
valorarse jurídicamente en el contexto del delito de estafa.

Lo que caracteriza el delito de alzamiento es, por tanto, el hecho de causar


dolosamente la insolvencia o de agravarla, por cualquier medio, en perjuicio de los
acreedores; y, en principio, constituye presupuesto necesario de este delito la
existencia de una o varias obligaciones previas. La insolvencia debe ser la
consecuencia lógica de la ocultación o de la disposición fraudulenta de los bienes, y
deberá producirse con el ánimo de perjudicar a los acreedores, lo que constituye el
elemento subjetivo del injusto. De ahí que no se haya apreciado la comisión de este
delito cuando el sujeto ha vendido sus bienes para pagar a sus acreedores, o cuando la
insolvencia no se ha producido con ánimo defraudatorio.

La existencia de una o varias obligaciones previas al ocultamiento de los


bienes deberá apreciarse no sólo cuando dichas obligaciones sean ya vencidas y
exigibles, sino también cuando los hechos de los que dimanan tales obligaciones sean
previos al alzamiento, pues, como se dice en la STS de 8 de octubre 1996, el requisito
objetivo que exige este tipo penal lo constituye la existencia de uno o varios créditos
reales y exigibles en su día de los que sea deudor el acusado del delito, «sin la
necesidad de que esos créditos estén vencidos o fueran líquidos en el momento del
alzamiento, de ahí que digamos "exigibles en su día", pues entender la necesidad del

116
vencimiento como requisito comisorio sería tanto como desnaturalizar la esencia de
este acto defraudatorio, ya que es precisamente el temor a que llegue el momento del
cumplimiento de la deuda lo que induce en pura lógica al vendedor a evitarlo con la
necesaria anticipación, deshaciéndose de todos sus bienes o parte de ellos para así
caer en insolvencia total o parcial e impedir a los acreedores o dificultarles el cobro
de lo debido».

En el caso de la presente sentencia, los hechos generadores de las


obligaciones incumplidas por el acusado son posteriores a la liquidación de la
sociedad de gananciales de su matrimonio por lo que no constituye un acto de
alzamiento.

15. RESPONSABILIDAD CIVIL

En los casos de delito de alzamiento de bienes, la reparación civil no se


produce a través de una indemnización de perjuicios, sino por medio de la restitución
de la cosa que indebidamente salió del patrimonio del deudor –arts. 101 y 102 CP
1973– o de la declaración de nulidad de los gravámenes ilícitamente constituidos, y
cuando se ha realizado un negocio jurídico en la comisión del delito, como ocurre en
el caso con la aportación de inmuebles en la escritura de constitución de una
sociedad, tal reparación civil se realiza a través de la declaración de nulidad de dicho
negocio. Si en tal contrato intervinieron varias personas, todas ellas han de ser traídas
al proceso, porque contra todas ha de ejercitarse la correspondiente acción civil de
nulidad, bien exclusivamente –figurando sólo como demandados civiles en el seno
del proceso penal–, bien acumulada a la acción penal porque el procedimiento se
dirija contra todos los intervinientes en el contrato al haber sido todos ellos acusados
como partícipes en el delito y, consiguientemente, como responsables civiles ex art.
19 de la norma citada. Lo que no cabe reputar correcto es ejercitar la acción de
nulidad de un contrato sin traer al proceso a todos sus otorgantes.
117
STS de 25/05/1987. Por lo que atañe a la pretendida infracción, por aplicación
indebida del artículo 519 del Código Penal, mal cabe apreciar aquélla a tenor de un
relato fáctico -inmodificable por esta vía-, del que se desprende la concurrencia de
cuantos requisitos o elementos conforman el alzamiento de bienes: a) existencia de
deudas legítimas, reales, líquidas y, generalmente, vencidas y exigibles, ya que la
acción correspondiente al tipo penal puede ser posterior a la exigibilidad crediticia,
siempre que se demuestre que estaba encaminada a impedir la efectividad de los
créditos conforme a las previsiones del ordenamiento jurídico (sentencias de 9 de
mayo de 1981 y 16 de febrero de 1983); b) ocultación, enajenación o desaparición de
los bienes por cualquier medio, con independencia -en cuanto a la enajenación- de
que la misma sea real o ficticia, onerosa o gratuita (sentencias de 18 de noviembre de
1985 y 10 de febrero y 7 de marzo de 1986), y c) ánimo tendencial hacia la
insolvencia, de forma que este elemento subjetivo del injusto, además de rechazar la
comisión culposa, refuerza la concepción del alzamiento como delito de mero riesgo
y resultado cortado, en el que la consumación se alcanza sin necesidad de que se
produzca el perjuicio efectivo del acreedor, o se llegue a la insolvencia total
(sentencias de 14 de diciembre de 1985 y 9 de mayo y 9 de junio de 1986). En el caso
de autos, el ahora recurrente -según el relato fáctico- reconoció en documento privado
de 26 de junio de 1979 ser deudor a la entidad mercantil "Galicia de Automoción,
SA.» de un saldo de 2.828.364 pesetas, "consecuencia de las relaciones comerciales
sostenidas en dicha sociedad», y se comprometió a su abono mediante veinticuatro
cambiales con vencimientos mensuales desde el 26 de julio de 1979 al 26 de junio de
1982, si bien cesó en sus pagos tras el abono de sólo cuatro cambiales, "y se colocó
en estado de insolvencia y en perjuicio de la entidad acreedora -Galicia de
Automoción, SA. (Galasa)- frente a las reclamaciones judiciales entabladas por ésta»,
y ello mediante la donación de una finca a su hijo en escritura pública de 3 de octubre
de 1979 y enajenación de otros inmuebles a sus hijos en escritura de 31 de diciembre
de igual año, lo que revela la concurrencia tanto de los elementos objetivos del tipo
como del ánimo tendencial defraudatorio.
118
III. QUIEBRA FRAUDULENTA

1. CONDICIÓN OBJETIVA DE PUNIBILIDAD

Los elementos del tipo acogido en el art. 257 CP 1995 se descomponen así: a)
existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y, en consecuencia, unas
obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios
bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los
bienes citados al destino solutorio a que se hallan afectos; c) situación de insolvencia
total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad
dinámica mencionada, y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico,
tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido,
no obstante, que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado
cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como
resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el
perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento.

La quiebra fraudulenta, la más grave de las así calificadas en la práctica


comercial, en la nueva tipicidad del art. 260 CP 1995 se comete con un presupuesto
de la declaración de quiebra y cuya insolvencia ha sido causada o agravada
dolosamente por el deudor.

STS de 15/12/1997. El acta del juicio patentiza -y de ello se hace eco el


fundamento jurídico primero de la sentencia de la Audiencia- que todas las defensas
solicitaron de forma contundente y categórica la aplicación de las disposiciones del
Código Penal de 1995, por considerarlas más favorables, debiendo tenerse en cuenta
119
al respecto que las partes acusadoras habían formulado conclusiones alternativas para
el supuesto de aplicación de una u otra legislación y si optaron por la nueva
normativa era porque sus disposiciones en este punto son mucho más beneficiosas
para el condenado. Si se aplicara el artículo 520 del texto de 1973, castigado con
prisión mayor, su prescripción, por exceder de seis años, en cuanto se extendía de seis
años y un día a doce años, se fijaba en los diez años y tampoco habría prescrito la
infracción y el motivo tendría que perecer inexcusablemente. Por tanto, no puede
ahora la defensa de este acusado solicitar que se le apliquen disposiciones del texto
punitivo de 1973, cuando ella, juntamente con la del coacusado, solicitó -y así fue
aceptado por el Tribunal de instancia- la aplicación del Código de 1995. Mas, y ello
se dice tan sólo a efectos dialécticos y puramente discursivos, si se aplicara el texto
derogado habría que partirse del presupuesto acusatorio de las alternativas fijadas en
las calificaciones provisionales, luego elevadas a definitivas. No cabe duda de que se
trata en el sentido mercantil de una quiebra fraudulenta, la más grave de las así
calificadas en la práctica comercial, que ahora en la nueva tipicidad del precepto se
comete con un presupuesto de la declaración de quiebra y cuya insolvencia ha sido
causada o agravada dolosamente por el deudor. Mas ello concurre indudablemente en
este supuesto y para evitar repeticiones, esta Sala acepta las razones del fundamento
jurídico de la resolución recurrida, así como la cuantía del perjuicio, el número de
afectados y su condición económica. Las actuaciones realizadas en la póliza en favor
de Bodegas Rivera Alta S.A. y su cobertura hipotecaria e inmobiliaria sin
justificación a deudas anteriores y con ausencia de los asientos contables al respecto,
agravaron intencional, maliciosa y voluntariamente la crisis económica de la empresa.
El delito es paradigma del art. 260 aducido

En el caso ninguna duda puede albergar que la sistemática ocultación de


activos, carente probatoriamente tanto de reflejo documental, como de aplicación
social, comportó una disminución injustificada y fraudulenta del patrimonio social,
en tanto despojó a la masa de acreedores de efectivo o capital perteneciente al activo
social, incidiendo el acusado tanto en las previsiones contempladas en los apartados.
1, 5 y 6 del art. 890 C. Com., si se atuviere su proceder al art. 520 CP, como en la
120
última de las modalidades conductuales previstas en el art. 260 del CP 1995 –
legislación definitivamente aplicable–, por ser más beneficiosa para el reo –art. 2.2
del mismo texto legal– conforme todas las partes entendieron fluyendo de la acción
misma el elemento subjetivo del injusto, se atenga a un especial ánimo de perjudicar
a los acreedores, se atenga a que el autor haya obrado con simple dolo, que tan sólo
requeriría conciencia y voluntad: el desvalor de la conducta, en supuestos de
ocultamiento y alzamiento de bienes viene íntegramente dado por la propia acción,
pues el autor sabe que ocultando bienes a la masa, necesariamente va a reducir las
posibilidades de satisfacción de créditos.

2. CALIFICACIÓN CIVIL

Cada orden jurisdiccional –civil y penal– es autónomo e independiente para, a


la vista de las pruebas y principios que inspiran el sistema de justicia civil y penal,
efectuar sus propios pronunciamientos sin subordinación del uno al otro. Es por ello
que la declaración de fraudulenta de la quiebra, efectuada en el orden civil, no se
impone al orden penal, debiendo éste valorar el material probatorio a fin de
determinar si existe ilicitud encuadrable dentro de la tipicidad que delimita y
circunscribe la ilicitud penal. En tal sentido basta con la cita del ap. 4 art. 260 CP
1995 que determina que la calificación de la insolvencia en el proceso civil no
vincula a la jurisdicción penal.

121
3. ELEMENTOS

El delito de quiebra fraudulenta exige la concurrencia de los siguientes


elementos: a) que se den algunos de los supuestos descritos en los arts. 890 a 892 y
899.2 C. Com.; b) que igualmente exista entre esos hechos, de relevancia penal, y la
insolvencia, una relación de causalidad; c) que concurra a la vez un perjuicio
económico, material, concreto y manifiesto; d) cualidad de comerciante en el sujeto
activo de la infracción, salvo la autoría o cooperación necesaria por parte de quien no
ostentaba tal carácter; e) como elemento subjetivo del injusto es necesario se dé el
claro propósito de perjudicar a los acreedores, de defraudar a la masa de acreedores,
porque las acciones y omisiones tiendan a provocar la situación de insolvencia, y f)
como requisito previo de procedibilidad en el proceso penal es también
imprescindible la declaración, por parte del juez civil, de quiebra fraudulenta en
atención a los hechos producidos, temporalmente, antes de la ocupación de bienes y
papeles a los que se refiere el art. 1334 LEC (Cfr. TS S 25 Oct. 1993). El carácter
criminal de la quiebra fraudulenta no es consecuencia de una actitud anímica especial
del autor, sino que el desvalor de la conducta punible, al menos en el caso de
ocultamiento y alzamiento, está ya íntegramente dado en el caso en que el autor sabe
que oculta bienes a la masa, pues ello implica necesariamente una reducción de las
posibilidades de ésta de satisfacer sus créditos.

STS de 27/05/1995. Afirma el recurrente que se ha vulnerado el art. 24.2 CE


pues se ha considerado acreditado "el ánimo de defraudar a los acreedores", cuando
"de todo lo actuado se desprende que el procesado actuó con el "único objetivo de
preservar el patrimonio de la sociedad quebrada". El recurso debe ser desestimado. a)
El texto del art. 520 CP. no hace referencia alguna a especiales elementos subjetivos
de la autoría, para decirlo con una terminología más clásica, a especiales elementos
subjetivos de lo injusto. La cuestión de si además del dolo este delito requiere un
particular "animo de defraudar a los acreedores", por otra parte, ha dividido la

122
opinión de la doctrina. Mientras algunos autores requieren tal "animo de defraudar",
otros se limitan a exigir que el autor haya obrado con dolo, es decir, con
conocimiento, y en su caso voluntad, de la realización de la acción descrita en el tipo
penal. En la jurisprudencia se ha sostenido que es preciso que el autor haya obrado
con "ánimo de defraudar a los acreedores" y se ha considerado este elemento,
ocasionalmente, como dolo específico (ver SSTS 13-6-59; 29-3-68; 20-12-69; 23-6-
78; 23-3-79, entre otras). Sin embargo, la jurisprudencia ha reconocido que el delito
del art. 520 CP. puede ser cometido en forma imprudente, es decir, que puede ser
sancionado mediante el art. 565 CP (ver también entre otros SSTS 13-6-59; 9-4-69;
20-12-69; 27- 6-72; 20-6-77), punto de vista que da lugar a la cuestión de si este
ánimo de defraudar constituye realmente un elemento subjetivo diferente del dolo. En
efecto, por regla, la jurisprudencia ha excluido una aplicación del art. 565 CP. cuando
el delito requiera un especial elemento subjetivo no compatible con la realización
imprudente del tipo. De ello cabe deducir que cuando en los precedentes de esta Sala
se ha entendido que la punibilidad requiere que el autor haya obrado con ánimo de
defraudar, en realidad, ha hecho referencia simplemente al carácter doloso de la
acción típica. Esta visión del problema resulta, además, confirmada por la sencilla
razón que el carácter criminal de la quiebra fraudulenta no es consecuencia de una
actitud anímica especial del autor, sino que el disvalor de la conducta punible, al
menos en el caso de ocultamiento y alzamiento (art. 890,1º C.Com.), está ya
íntegramente dado en el caso en el que el autor sabe que oculta bienes a la masa, pues
ello implica necesariamente una reducción de las posibilidades de ésta de satisfacer
sus créditos. La cuestión de si todos los supuestos del art. 890 C. de comercio tienen
la misma estructura subjetiva que el número primero de dicho artículo, puede quedar
aquí abierta a nuevas consideraciones, dado que en el presente caso la Audiencia
aplicó dicho supuesto y el recurrente no cuestiona este aspecto de la sentencia
recurrida. b) Aclarada la configuración del tipo subjetivo del delito del art. 520 CP.,
aplicado en relación al art. 890,1º C. de com., la decisión del presente caso no resulta
problemática. En la medida en la que de los precedentes jurisprudenciales de esta
Sala no es posible deducir que el ánimo de defraudar sea un elemento distinto del
dolo, la pretensión del recurrente no puede prosperar, dado que se fundamenta en una
exigencia que la ley no establece y que la jurisprudencia no ha entendido necesaria.
123
Tampoco cabe pensar en una vulneración del art. 24.2 CE., dado que el derecho a la
presunción de inocencia no puede ser vulnerado por la falta de prueba de un elemento
que no constituye un presupuesto de la punibilidad recogido en el tipo (garantía) del
delito, es decir, en aquella forma más general del tipo penal que recoge íntegramente
todos los presupuestos que condicionan la punibilidad. Por lo demás, si el procesado
supo -como ha establecido el hecho probado- que entregaba parte de los bienes a un
tercero y que otros los trasladaba fuera de la sociedad quebrada, sin comunicarlo a los
interventores de la suspensión de pagos y sin asentarlo registralmente, no puede haber
ignorado que, de esa manera, excluía del activo bienes sobre los que no sería posible
la ejecución, pues difícilmente podrían ser encontrados por los acreedores.
Acreditado esto no ofrece dudas que el saber lo que hacía, el recurrente también sabía
que perjudicaba a sus acreedores.

STS de 24/01/1997. El delito de quiebra fraudulenta exige la concurrencia de


los siguientes elementos: a) que se den algunos de los supuestos descritos en los
artículos 890 a 892 y 899.2 del Código de Comercio; b) que igualmente exista entre
esos hechos, de relevancia penal, y la insolvencia, una relación de causalidad; c) que
concurra a la vez un perjuicio económico, material, concreto y manifiesto; d) cualidad
de comerciante en el sujeto activo de la infracción, salvo la autoría o cooperación
necesaria por parte de quien no ostentaba tal carácter; e) como elemento subjetivo del
injusto es necesario se dé el claro propósito de perjudicar a los acreedores, de
defraudar a la masa de acreedores, porque las acciones y omisiones tiendan a
provocar la situación de insolvencia, y f) como requisito previo de procedibilidad en
el proceso penal es también imprescindible la declaración, por parte del Juez civil, de
quiebra fraudulenta en atención a los hechos producidos, temporalmente, antes de la
ocupación de bienes y papeles a los que se refiere el art. 1.334 de la L.E.Cr.
(sentencia de 25 de octubre de 1.993, por cita de alguna). El carácter criminal de la
quiebra fraudulenta no es consecuencia de una actitud anímica especial del autor, sino
que el disvalor de la conducta punible, al menos en el caso de ocultamiento y
alzamiento (artículo 890,1, del C. de C.), está ya íntegramente dado en el caso en que
el autor sabe que oculta bienes a la masa, pues ello implica necesariamente una
124
reducción de las posibilidades de ésta de satisfacer sus créditos (Cfr. sentencia de 27
de mayo de 1.995). En el apartado sexto de los hechos probados se dice "no consta
acreditada la pérdida ocasionada a los acreedores, siendo en todo caso inferior al 10
por ciento de sus respectivos créditos". Se completa dicha declaración con el
pronunciamiento del fallo que deja para ejecución de sentencia la concreción de los
perjuicios causados y respectivas indemnizaciones. Ello no supone, cual apunta el
recurrente, que no conste que los acreedores hubieran sufrido ningún perjuicio; obvio
resulta que la eliminación del patrimonio de un bien como el que nos ocupa ha de
repercutir en la expectativa de realización de los créditos pendientes sobre la
sociedad. Lo que se relega al período de ejecución es la determinación concreta del
quantum de perjudicialidad. De otra parte, si el perjuicio exigido en el tipo delictivo
se concreta en el importe del bien fraudulentamente "extraído" de la masa de la
quiebra, aquel viene cifrado en el apartado quinto del factum, según valoración
pericial, en 54.920.665 pesetas.

El elemento subjetivo fluye de modo patente y natural a través de los actos


descritos en el relato fáctico. Basta su lectura y las consideraciones vertidas por el
Tribunal en el fundamento segundo de la sentencia para comprobar el ánimo que ha
impulsado al acusado de mantener en su propio patrimonio el bien en cuestión,
perjudicando a los acreedores. Se aduce por el recurrente que el tipo delictivo del
artículo 520 requiere que las acciones u omisiones que provoquen la insolvencia se
hubieran producido con anterioridad a la ocupación de papeles, bienes y demás
diligencias a las que hace referencia el artículo 1.334 de la Ley de Enjuiciamiento
Civil. El enunciado de Hechos Probados de la sentencia que se recurre -se dice- relata
las actuaciones que según la misma organizó el ahora recurrente para sustraer del
patrimonio de la entidad "Vinos DIRECCION000." la nave de Sevilla, siendo la
última de estas actuaciones y siempre según la propia sentencia, instar a su esposa
Laura para que en fecha 18 de julio de 1.985 vendiera la finca-nave a la entidad
"Unión de Drogueros y Perfumistas Andaluces S.A.", cosa que efectivamente se hizo.
Por lo tanto -concluye el recurrente- si tenemos en cuenta que la propia sentencia (en
sus Fundamentos de Derecho) considera esta fecha, la del 18 de julio de 1.985, como
125
fecha de comisión del delito y que la ocupación de papeles, bienes y demás
diligencias referidas en el artículo 1.334 de la L.E.C. se produjo con anterioridad, en
fecha 14 de febrero de 1.985 (consta a folio 230 de las actuaciones), se debe colegir
que no puede tipificarse la conducta de José como constitutiva del delito del art. 520
del Código Penal por la ausencia del mencionado requisito. En la sentencia se resalta
perfectamente cómo una operación realizada años antes, aun sin haber tenido reflejo
registral, es "rehabilitada" ante la insolvencia patente de "Vinos DIRECCION000.",
mediante otorgamiento de poderes y escrituras correspondientes, para extraerla del
patrimonio social al que correspondía, como revela su permanente utilización por la
quebrada. El recurrente fija su atención en la última operación de venta que consta en
los hechos probados, al instar el acusado a su esposa Laura para vender la finca en 18
de julio de 1.985 a la entidad "Unión de Drogueros y Perfumistas Andaluces". Pero,
antes de referida transacción, la maniobra tendente a la eliminación de la finca-nave
del patrimonio de Vinos DIRECCION000 ." por su administrador, el acusado José ,
quedó consumada merced a la escritura de compraventa otorgado por Rita a favor de
Laura en 17 de febrero de 1.984 (f. 76), haciéndose constar haberla adquirido la
vendedora por compra a " DIRECCION002 " en contrato privado celebrado el día 16
de diciembre de 1.972, elevado a escritura pública el propio 17 de febrero de 1.984 (f.
83); compra ratificada el día 2 de marzo de 1.984 (f. 80). Estas fechas son las
decisivas al objeto de confrontar con la de 14 de febrero de 1.985 de ocupación de
libros y papeles en la quiebra.

El delito de insolvencia punible contenido en el art. 260 CP 1995 –quiebra


fraudulenta, en la denominación del art. 520 CP 1973– exige la concurrencia, entre
otros, de los siguientes elementos: a) una conducta activa incardinable en alguno de
los supuestos descritos en el Código de Comercio; b) que entre esta conducta y la
insolvencia exista una relación de causalidad; c) que concurra a la vez un perjuicio
económico, material, concreto y manifiesto; d) cualidad de comerciante en el sujeto
activo de la infracción, salvo la autoría o cooperación necesaria por parte de quien no
ostentaba tal carácter; y e) como elemento subjetivo del injusto es necesario el claro
126
propósito de perjudicar a los acreedores, de defraudar a la masa de acreedores, porque
las acciones y omisiones tiendan a provocar la situación de insolvencia. En el
supuesto de autos, la Audiencia entendió que tal delito no existía ya que no ha
quedado justificada ni la ausencia de contabilidad en la quebrada, ni que las
operaciones mercantiles realizadas por ella hayan producido una descapitalización de
la empresa; tampoco concurre el elemento subjetivo de la infracción, esto es, la
voluntad de los acusados de provocar la insolvencia de la quebrada, en perjuicio de
sus acreedores, y por último, no existe relación de causalidad entre las operaciones
mercantiles descritas por la acusación y la situación de insolvencia.

STS de 12/02/1997. La Audiencia se ha ocupado de esta cuestión en el


Fundamento jurídico cuarto de la sentencia recurrida, llegando a la conclusión de que
las operaciones referentes a las parcelas y a la construcción de naves no han tenido
una influencia decisiva "si se tiene en cuenta el volumen de operaciones de la
empresa por aquella época" y que los créditos simulados a favor de los socios (unos
28.400.000 pts., dice el Tribunal a quo) "permiten una valoración mínima de su
influencia en la referida situación de insolvencia que luego se produce". De los
pasajes de la argumentación transcritos se deduce claramente que la Audiencia sólo
ha considerado un aspecto del problema, toda vez que se ha limitado a comprobar la
relación de causalidad entre las operaciones indebidas y el resultado de la crisis que
culminó en la quiebra. Por el contrario, la Audiencia no tuvo en cuenta que el tipo
penal, tal como ha sido precisado en la doctrina, no sólo se da cuando las operaciones
dolosas han causado la quiebra, sino también cuando las mismas han agravado la
situación crítica de la entidad mercantil. Por agravación de ésta se debe entender el
perjuicio injustificado de la masa de acreedores. En este sentido, es preciso señalar,
que la ley penal y su complemento normativo mercantil (art. 890 C. Comercio), no
requiere un mínimo de perjuicio patrimonial. En el presente caso, de acuerdo con lo
dicho, el argumento central de la Audiencia tendente a excluir la aplicación del art.
520 CP. adolece de un error fundamental al desconocer que la escrituración a nombre
de los acusados de las parcelas referidas en los hechos probados, adquiridas con
fondos de la empresa, la construcción de naves en dichas parcelas por cuenta de la
127
empresa, así como la simulación de créditos a favor de aquéllos importan una
disminución injustificada del patrimonio social. La circunstancia de que la sociedad
haya tenido perspectivas económicas, que, como resulta claro de las actuaciones, no
llegaron a materializarse, no tiene los efectos que le atribuye la Audiencia. En efecto,
de esas posibilidades económicas o de su solvencia no surge ningún derecho de los
administradores a utilizar en propio beneficio los fondos sociales y, por lo tanto,
cualquiera haya sido el futuro que se hubiera podido augurar a la sociedad tales
circunstancias no justifican la disminución del activo causada por los
administradores. De la misma manera resulta indiscutible que tampoco tienen tal
efecto justificante del proceder de los acusados los desacuerdos de la sociedad con
sus trabajadores y sus acreedores. Es evidente que la punibilidad del delito,
consistente en despojar a la masa de acreedores de bienes que pertenecen al activo
social, no está condicionada por ninguna otra circunstancia. Dicho de otra manera: las
dificultades económico-sociales y los desacuerdos con la base trabajadora no generan
derecho alguno de los socios para extraer de la sociedad partes de su capital en favor
de sí mismos. Las Defensas han alegado, por otra parte, otras razones adicionales que
tampoco son atendibles. En efecto, la circunstancia que en el momento de la
extracción de los bienes no existieran todavía los conflictos que finalmente
condujeron a la quiebra, no otorgaba a los socios derecho alguno a extraer parte del
activo de la sociedad para su propio provecho. d) Tampoco resulta convincente la
exclusión del dolo que se postula en la sentencia recurrida. El dolo se debe apreciar
cuando el autor, al menos, sabe que la realización del tipo por su acción no es
improbable (confr. STS de 23-4-92 ). En el delito de quiebra fraudulenta, el tipo está
constituido por la causación de la insolvencia que la motiva o por la agravación de la
misma, dado que sólo éstos son los elementos del tipo objetivo. Por el contrario, la
declaración de quiebra no forma parte del tipo objetivo y, consecuentemente, no
requiere haber sido alcanzada por el dolo del autor en el momento de realizar la
acción. Como es sabido, la declaración de quiebra en el delito del art. 520 CP.,
constituye una condición objetiva de punibilidad. La Audiencia al excluir el dolo, sin
embargo, ha razonado considerando, implícitamente, que la declaración de la quiebra
y de las circunstancias mercantiles que la generaron son un elemento del tipo penal y
por ello ha atribuido importancia al hecho que cuando se realizaron las acciones de
128
detrimento injustificado del activo social nada hacía presagiar la bancarrota en la que
finalmente se caería. e) El contenido del tipo penal del art. 520 CP. (1973) no ha sido
modificado por el nuevo delito del art. 260 CP. (L.O. 10/95), pues éste sólo ha
explicitado lo que la doctrina y la jurisprudencia venían entendiendo respecto de la
conducta típica. Sin embargo la nueva redacción del art. 260 CP. conmina el hecho
punible con una pena de dos a seis años de prisión y multa de ocho a veinticuatro
meses, que es evidentemente más favorable a los acusados y que, por tal razón,
configura el marco penal aplicable según el art. 2º.2 CP.

4. OCULTACIÓN DE ACTIVOS

En el caso ninguna duda puede albergar que la sistemática ocultación de


activos, carente probatoriamente tanto de reflejo documental, como de aplicación
social, comportó una disminución injustificada y fraudulenta del patrimonio social,
en tanto despojó a la masa de acreedores de efectivo o capital perteneciente al activo
social, incidiendo el acusado tanto en las previsiones contempladas en los apartados.
1, 5 y 6 del art. 890 C. Com., si se atuviere su proceder al art. 520 CP, como en la
última de las modalidades conductuales previstas en el art. 260, el CP 1995 –
legislación definitivamente aplicable–, por ser más beneficiosa para el reo –art. 2.2
del mismo texto legal– conforme todas las partes entendieron fluyendo de la acción
misma el elemento subjetivo del injusto, se atenga a un especial ánimo de perjudicar
a los acreedores, se atenga a que el autor haya obrado con simple dolo, que tan sólo
requeriría conciencia y voluntad: el desvalor de la conducta, en supuestos de
ocultamiento y alzamiento de bienes viene íntegramente dado por la propia acción,
pues el autor sabe que ocultando bienes a la masa, necesariamente va a reducir las
posibilidades de satisfacción de créditos.

129
5. NO LLEVANZA DE CONTABILIDAD

Es cierto que el CP, en sus arts. 523 y 524, verificaba una remisión a los arts.
888 a 890 C. Com., regulando los distintos supuestos de quiebra culpable y de
insolvencia fraudulenta. También lo es que el CP 1995, en sus arts. 257 a 262, no
contiene esa remisión normativa, ni tampoco distingue entre quiebra fraudulenta y
culpable. Sin embargo, de tales datos no puede extraerse la consecuencia que
pretenden los recurrentes en su adaptación de los motivos al CP 1995 –supuesta
despenalización de la carencia de contabilidad–, pues es obvio que si bien falta la
enumeración que efectuaba el C. Com. y que era aplicable en el ámbito penal por
remisión de las normas correspondientes del CP, no menos cierto es que la no
llevanza de contabilidad en la anterior legislación era una simple presunción –
reprobable siempre e inaplicable en el ámbito penal–, aunque constituía un supuesto
autónomo para estimar culpable o fraudulenta la quiebra, como se deduce del art.
889.1 C. Com. Pero todos los supuestos de los preceptos citados de dicho cuerpo
legal están incluidos también, obviamente, en el art. 261 CP 1995, por lo que debe ser
rechazada la pretensión.

6. PERFECCIONAMIENTO

El bien jurídico protegido es el mismo en todas las modalidades de insolvencia


punible: la garantía de que goza todo acreedor de ejecutar y hacer efectivo su crédito,
caso de incumplimiento, contra el patrimonio del deudor, conforme dispone el art.
1911 CC. Es el derecho a no impedir u obstaculizar que tal ejecución logre plena
efectividad lo que la Ley penal trata de salvaguardar. Así pues, todos los actos,
operaciones, negocios, contratos o maniobras tendentes a impedir u obstaculizar la
regular realización de un crédito deben tener cabida y ser considerados como un
delito, sean cuales fueran el número de acreedores o de deudas, bien afecten al
patrimonio personal o al de las sociedades que les pertenecen, o bien se logre a través
130
de un solo acto o a través de varios. En el caso de autos, en el mismo día se realizan
los actos dispositivos de traspaso de bienes de la sociedad deudora a otra, que se crea
al efecto, y del patrimonio personal de los cónyuges administradores y avalistas a una
tercera sociedad también concebida ad hoc, todo ello para obtener un único propósito:
burlar los créditos de los terceros acreedores. El delito del art. 260.1 CP 1995 debe
absorber al del art. 519 CP 1973, no sólo por suponer una mayor progresión en el
propósito ilícito de hacer inefectivos los créditos de terceros, sino por hallarse
castigado con mayor pena –art. 8.4 del Código–. En consecuencia, se considera
consumido el delito de alzamiento en el de insolvencia del art. 260.1, por lo que los
procesados deberán ser absueltos del alzamiento.

STS de 14/05/2003. El bien jurídico protegido es el mismo en todas las


modalidades de insolvencia punible: la garantía de que goza todo acreedor de ejecutar
y hacer efectivo su crédito, caso de incumplimiento, contra el patrimonio del deudor,
conforme dispone el art. 1911 C. Civil. Es el derecho a no impedir u obstaculizar que
tal ejecución logre plena efectividad lo que la ley penal trata de salvaguardar. Así
pues, cuantos actos, operaciones, negocios, contratos o maniobras, tendentes a
impedir u obstaculizar la regular realización de un crédito deben tener cabida y ser
considerados como un delito, sean cuales fueran el número de acreedores o de
deudas, bien afecten al patrimonio personal o al de las sociedades que les pertenecen,
bien se logre a través de un sólo acto o a través de varios.

7. AUTORÍA Y PARTICIPACIÓN

Concurren en el supuesto enjuiciado todos los elementos que integran el delito


de quiebra fraudulenta del art. 260 CP 1995. Así, consta la previa declaración por el
juez civil de quiebra fraudulenta, que opera como requisito de procedibilidad para el

131
proceso penal. Consta el elemento causal consistente en que la situación de crisis
económica o la insolvencia sea causada o agravada dolosamente. En el caso, ello se
patentiza con la enajenación de las participaciones de la empresa descapitalizada por
parte del recurrente al coacusado, venta que tuvo la consecuencia de propiciar la
inactividad de la empresa, con la correspondiente pérdida de los posibles activos que
tenía a su favor, pendientes de cobro, e imposibilitando el pago de los créditos que los
proveedores tenían contra ella. Consta el elemento tendencial de naturaleza subjetiva
de efectuar tales operaciones en perjuicio de la masa de acreedores, con el objetivo de
eludir las responsabilidades contraídas por la mercantil. Y en relación a la condición
de comerciante, es claro que concurre en el recurrente en su condición de director
único de la empresa, de la que era, además, socio mayoritario y administrador
solidario junto con su esposa. Precisamente esa condición de director, que le
facultaba para disponer de ella, como hizo al venderla al coacusado, le legitima como
responsable penal, ya que manteniéndose el dogma de que la sociedad no delinque, su
lógico correctivo que impide la impunidad de la delincuencia societaria, es la
atribución de la responsabilidad, de conformidad con el art. 31 CP 1995, al
administrador o a aquel que tenga la representación legal o voluntaria de la empresa.

STS de 29/06/2001. En efecto, en el Fundamento Jurídico primero de la


sentencia recurrida se estudian los elementos que integran el delito de quiebra
fraudulenta del art. 260 del vigente Código Penal, equivalente al art. 520 del anterior
Código Penal, si bien se aplica la legalidad actual al ser menor la pena prevista al
tipo. En este control casacional se comprueba la consecuencia de todos los elementos
que vertebran el tipo. En efecto, consta: a) la previa declaración por el Juez civil de
quiebra fraudulenta, que opera como requisito de procedibilidad para el proceso
penal, aunque es obvio que a consecuencia de la independencia que tiene cada orden
jurisdiccional, aquel pronunciamiento de fraudulenta en el orden civil no se impone
en el orden penal, por lo que resulta indispensable la existencia de prueba en el
proceso penal que sirva de fundamento al Juez penal para efectuar el
pronunciamiento correspondiente, por ello procede rechazar la critica que se efectúa
en el motivo de sumisión acrítica del orden penal al civil en orden a la calificación de
132
fraudulenta de la quiebra. Nada más lejano. La declaración se efectúa en virtud de la
prueba practicada en el juicio oral. b) El elemento causal al que se refiere el art. 260
en relación a que la situación de crisis económica o la insolvencia sea causada o
agravada dolosamente, se patentiza en el presente caso con la enajenación de las
participaciones de DIRECCION000, por parte del recurrente al coacusado venta que
tuvo la consecuencia de propiciar la inactividad de DIRECCION000, con la
correspondiente pérdida de los posibles activos que tenía a su favor, pendiente de
cobro, e imposibilitando el pago de los créditos que los proveedores tenían contra
ella. Dicha venta, además se tradujo en la práctica en la desaparición de la empresa,
de suerte que en el proceso civil de quiebra no se pudo ocupar ningún bien ni
documentación o contabilidad de la quebrada. Precisamente aquí pudiera estar el
móvil de la concertada acción entre los dos recurrentes y al que se refería la
representación del Sr. Armando en el anterior motivo, pues es lo cierto, como se
afirma en la sentencia, que no se tiene conocimiento del destino de aquellos activos --
40 millones-- cobrables en gran medida de que disponía DIRECCION000, pudiendo
apuntarse como especulación sobre el móvil de la transmisión rechazada, el impago a
los acreedores, poniendo a salvo dicho activo realizable mediante el velo de la
transmisión realizada y el cese de la actividad empresarial, todo ello con el acuerdo
de ambos condenados. c) El elemento tendencial de naturaleza subjetiva de efectuar
tales operaciones en perjuicio de la masa de acreedores, bien patente en el presente
caso como se recoge en el factum "....con el objetivo de eludir las responsabilidades
contraídas por la mercantil DIRECCION000....". d) En relación a la condición de
comerciante --extremo que se niega por el recurrente-- es claro que concurre en el Sr.
Armando en su condición de director único de la Sociedad DIRECCION000 ., de la
que era, además, socio mayoritario y administrador solidario junto con su esposa.
Precisamente esa condición de director de la Empresa que le facultaba para disponer
de ella, como hizo al venderla al Sr. Carlos María, le legitima como responsable
penal en nuestro sistema de justicia, ya que manteniéndose el dogma de que la
sociedad no delinque, su lógico correctivo que impide la impunidad de la
delincuencia societaria, es la atribución de la responsabilidad, de conformidad con el
art. 31, al administrador o a aquél que tenga la representación legal o voluntaria de la
empresa, que en este caso recae sobre Armando como ya se ha argumentado.
133
Recordemos que en el factum se recoge el hecho de que el Sr. Armando
"administraba y dirigía" DIRECCION000.

El de quiebra fraudulenta es un ejemplo característico de los delitos especiales.


El principio de tipicidad, que es consecuencia del de legalidad, exige respetar los
términos en que se expresa el legislador a la hora de determinar el sujeto activo del
delito, que el art. 520 CP lo concreta en el quebrado. Así, surge el siguiente dilema: el
quebrado o deudor es la sociedad, ésta no responde penalmente, societas delinquere
non potest, y como la persona física que llevó a cabo la conducta típica no es
quebrado ni deudor, podría originarse una situación de impunidad. La LO 8/1983 de
25 Jun. (reforma urgente y parcial del CP) trata de solventar estas dificultades
incorporando el art. 15 bis, que tiene como ámbito de aplicación el de los delitos
especiales y contiene una cláusula de extensión de la autoría con el fin de solventar
los problemas de tipicidad. El CP 1995 lo recoge en su art. 31 y lo extiende también a
las personas físicas. En consecuencia, en los denominados delitos especiales, que
exigen unas determinadas condiciones, cualidades o relaciones en el sujeto activo,
surge un problema de tipicidad cuando quien realiza la conducta típica no está
investido de esas especiales características, pero sí la persona –física o jurídica– en
cuyo nombre se actúa. El principio de legalidad impediría la sanción del autor de la
conducta, por faltar uno de los elementos típicos. El art. 15 bis tiene como exclusiva
finalidad resolver ese problema técnico, permitiendo imputar al real autor de la
conducta delictiva la cualidad, condición o relación exigida por el tipo penal, que no
concurre en él pero sí en la persona jurídica en cuya representación actúa. El ámbito
de aplicación del art. 15 bis –igual que el vigente art. 31– se ciñe, por tanto, a esos
fines y a los delitos especiales, como sucede en el de quiebra fraudulenta.

134
8. PRESCRIPCIÓN

La necesidad de que la calificación de la insolvencia en el procedimiento


universal de quiebra necesariamente haya de ser resuelta por el juez civil, y sea un
requisito de procedibilidad penal –art. 520 CP–, no permite considerar su
sustanciación como un tiempo de paralización del proceso penal ya iniciado, a efectos
prescriptivos. En la pieza 5.ª del procedimiento de quiebra no se atienden sólo
cuestiones civiles del fondo del asunto, sino que se investiga la actuación del
quebrado a efectos de su posible responsabilidad penal, por lo que es una forma
específica y legalmente obligada de investigación sobre responsabilidades penales.
Dirigido previamente el procedimiento contra los recurrentes, cuya responsabilidad se
investigaba en dicha pieza, no cabe decir que la causa penal estuviera paralizada, en
tanto que en ella se calificaba, a efectos penales, su conducta, de modo que el
principio general de que las actuaciones civiles no interrumpen la prescripción cede
ante la diferente y peculiar naturaleza de las actuaciones procesales de la mencionada
pieza de responsabilidad.

9. CONSUMACIÓN

En el caso enjuiciado, la sentencia impugnada declara que los acusados, al


margen de ser los coadministradores de la entidad declarada en quiebra voluntaria,
eran titulares de unos derechos de crédito contra aquélla y que al entrar ésta en
período de crisis económica los hicieron efectivos, lo que, naturalmente, provocó una
disminución del activo de la sociedad y la consiguiente negativa repercusión en las
expectativas de los demás acreedores a percibir sus créditos. Sin embargo, tratándose
del ejercicio legítimo de un derecho, no cabe reputar que esta conducta sea
constitutiva de la acción maliciosa y fraudulenta que constituye el núcleo del delito

135
previsto en el art. 260 CP 1995, concretado en agravar dolosamente la situación de
crisis económica de la empresa, ya que la disminución del activo fue inexorable
consecuencia de cumplir la obligación previamente adquirida con los acreedores que
hacen efectivo su derecho crediticio, resultado que hubiera sido el mismo de ser
cualquier otro acreedor el que hubiese ejercitado su derecho. De otro lado, dado que
el pago de los créditos de que eran titulares los acusados se realizó con anterioridad a
la solicitud de declaración de quiebra voluntaria, tampoco podría ser aplicable el art.
259 del Código. En consecuencia de todo lo expuesto, los acusados deben ser
absueltos.

Se considera consumado por tanto el tipo delictivo cuando cumplida la


exigencia de la declaración judicial del concurso de acreedores, quiebra o suspensión
de pagos, concurran los criterios materiales explícitamente exigidos por el precepto
penal enumerados en tres: causar o agravar la situación de insolvencia; actuar
dolosamente; y que se ocasione perjuicio a los acreedores.

Respecto a la figura del artículo 260, los vicios de contabilidad, vaciamiento


patrimonial, y descapitalización general, integran la causación dolosa de la
insolvencia patrimonial que describe el artículo 260 del Código Penal (sentencias del
Tribunal Supremo: 1018/2006; 1757/2002; 87/2003). Si bien en cualquiera de estos
casos, deberá encontrarse acreditado la verdadera conciencia del autor de situarse en
un estado de insolvencia en perjuicio de los acreedores, con ánimo de no hacer frente
al pago de sus deudas, toda vez ni los vicios de la contabilidad, salidas de dinero en
efectivo no acreditadas; irregularidades mercantiles o venta irregular en la que se
carecen de datos para determinar la comisión de un hecho delictivo, no debe ser por sí
mismo determinante de la agravación dolosa (sentencia del Tribunal Supremo
620/2006).

136
Sentencia del Tribunal Supremo (Sala de lo Penal), sentencia n.º 146/2009, 18
de febrero. En el caso objeto del recurso resuelto por el Tribunal Supremo alega el
recurrente en el presente caso que no es posible que la sentencia penal se extienda a
hechos distintos de los que sustentan la declaración y calificación de la quiebra en el
orden civil, que, a tal fin, no contempla esos desplazamientos patrimoniales.

El Tribunal Supremo reitera aquí la doctrina de la Sala en supuestos similares,


como es exponente, por todas, la STS 771/2006 cuando señala que «[...] en relación a
las sentencias dictadas por estos órganos jurisdiccionales civiles, es de recordar
reiterada doctrina de esta Sala —por ejemplo, STS 180/2004, de 9 de febrero que
viene declarando que no vincula el contenido de otra sentencia dictada en el mismo u
otro orden jurisdiccional, dejan a salvo los supuestos de cosa juzgada. Así, en la STS
232/2002, de 15 de febrero, se hace una reseña de la doctrina de esta Sala y se
recuerda que ya la sentencia de 16 de octubre de 1991, estableció que: "los datos
fácticos de resoluciones precedentes, aunque lo sean de la jurisdicción penal, carecen
de virtualidad suficiente como para que, en proceso distinto y por jueces diferentes,
se haya de estar o pasar por los hechos antes declarados probados, no pudiendo pues
sobreponerse éstos a las apreciaciones de los jueces posteriores, a menos que se diera
entre las dos resoluciones la identidad de cosa juzgada. Y la sentencia de 12 de marzo
de 1992, ahondando más en la cuestión, de acuerdo con otras resoluciones (SSTS 14
de febrero de 1989, 4 de noviembre 1987 y 15 de septiembre de 1987, 12 de abril
1986 y 18 de diciembre 1985, establece: primero, que los testimonios o
certificaciones de tales resoluciones judiciales ajenas, acreditan que se ha dictado
determinada sentencia o resolución, pero de ninguna manera hacen fe del acierto de
lo resuelto ni de la veracidad de lo en ellas contenido; segundo, que lo resuelto por un
Tribunal, excepto en la cosa juzgada material, no vincula ni condiciona a otro, el cual
con soberano criterio y plena libertad de decisión puede aceptar como definitivo lo ya
resuelto, o por el contrario llegar a conclusiones distintas; tercero, que en tales
supuestos no pueden extrapolarse las valoraciones o apreciaciones de los jueces pues
de lo contrario se incurriría en una recusable interferencia en la apreciación racional y
en conciencia de la prueba"». En el mismo sentido se expresa la STS 1341/2002, de
137
17 de julio, en la que declara la Sala de lo Penal que tiene afirmado en varias
sentencias (de las que pueden citarse entre otras, las de 26 de junio 1995 y 11 de
enero de 1997) que no vincula a un Tribunal lo resuelto por otro, razón por la cual, a
efectos de apreciación del error, carecen los fundamentos fácticos de una resolución
temporalmente anterior, de virtualidad para acreditar error. Y en concreto la STS de
27 de marzo de 1995 declara que constituye doctrina judicial consagrada y pacífica
en esta materia:

a) Que los testimonios o certificaciones de resoluciones, más concretamente


sentencias, dictadas por cualesquiera órganos judiciales, acreditan la realidad de su
emisión, pero de ninguna manera, y frente a otros órganos judiciales, hacen fe del
acierto y corrección jurídica de lo resuelto, ni de la realidad y veracidad de los hechos
que les sirvieron de antecedente y determinaron su pronunciamiento.

b) Lo resuelto por un Tribunal, y excepto en el contenido y alcance propio que


contornea la cosa juzgada material, no vincula ni condiciona a otro distinto, el cual
con soberano criterio y plena libertad de decisión puede aceptar como correcto lo ya
resuelto, o, por el contrario, llegar a conclusiones dispares de las del primero.

c) En consecuencia, no pueden extrapolarse las apreciaciones o valoraciones de


los Jueces recogidas en una determinada resolución, incurriéndose en recusable
interferencia en la función de apreciación racional y en conciencia de la prueba
reservada inexcusablemente al Juez o Tribunal sentenciador.

d) De ahí que se predique, cuando de error en la apreciación de la prueba se


trata, la carencia de virtualidad suficiente de los fundamentos fácticos de sentencias o
resoluciones antecedentes, a fin de que en proceso distinto y por Tribunal diferente se
haya de estar forzosamente a las conclusiones adoptadas en aquéllas.

138
Y con carácter específico, en relación al delito del art. 260 CP y al contenido
de sus apartados 3 y 4, se infiere que a los efectos de la eventual persecución penal de
un quebrado, lo esencial no es ya el dato jurídico-formal del resultado del juicio que
su gestión empresarial mereciera al Juez civil, sino la efectiva calidad de ésta,
evaluada de manera autónoma en el marco de la causa que se hubiera abierto al
respecto. Esto no quiere decir —como ya precisó la anteriores sentencias 682/2004,
de 28 de mayo, y 1316/2005, de 9 de noviembre, que el contenido de las actuaciones
seguidas en aquella jurisdicción y su resultado sean inútiles o indiferente; por el
contrario, podrían ser de indudable utilidad, siempre que, como es lo más normal,
arrojen luz sobre las peculiaridades de la conducta a examen, es decir, pese a que
eventualmente pueda ser valorada esa calificación como prueba reveladora del ánimo
del quebrado, la mera calificación civil de la quiebra no impone automáticamente su
aceptación en vía penal, ni siquiera suministra una presunción probatoria gozando la
jurisdicción penal de plena soberanía para evaluar el carácter delictivo o no de la
quiebra previamente calificada en otro orden jurisdiccional.

Entiende la doctrina de la Sala que la Ley Concursal 227/2003 establece la


separación entre los ilícitos civiles y penales en el art. 163.2 cuando dice que «el
concurso se calificará como fortuito o como culpable», pero que «la calificación no
vincula a los jueces y tribunales del orden jurisdiccional penal que, en su caso,
entienden de actuaciones del deudor que pudieran ser constitutivas de delito».
Afirmación que coincide con lo dicho en los apartados 3 y 4 del art. 260 CP, en los
que se consagra la independencia del proceso penal respecto al civil-mercantil y la
desaparición a la condición objetiva de perseguibilidad que se consideraba incluida
en los arts. 520 y 521 del anterior CP 1973. Ahora, tanto «este delito» como «los
delitos singulares relacionados con él» (v. gr., falsedades, apropiaciones, alzamientos,
etc.), «podrán perseguirse sin esperar a la conclusión del proceso civil y sin perjuicio
de la continuación de éste». A esta independencia de la jurisdicción penal para la
persecución de estos delitos hay que añadir también la desvinculación de que gozan
los Juzgados y Tribunales respecto a la legislación mercantil, de manera que ahora, y
ya desde el CP de 1995, pueden integrar el tipo penal sin acudir a los supuestos de
139
culpabilidad que establece la Ley Concursal (art. 164), bastando que por la prueba
practicada en el proceso penal quede acreditado que «la situación de crisis económica
o la insolvencia ha sido causada o agravada dolosamente por el deudor o persona que
actúa en su nombre», esto es, por los representantes legales de una persona física o
por los administradores o liquidadores de derecho o de hecho de una persona jurídica
(art. 164.1 Ley Concursal).

Consecuentemente, y aun reconociendo el valor extrínseco de documento al


testimonio de una sentencia, sea o no del orden penal, la misma no vincula ni
condiciona a otro órgano jurisdiccional, por lo que no puede invocarse a efectos
casacionales para fundamentar el error en la apreciación de la prueba, ex art. 849.2
LECrim.

IV. EL CONCURSO DE ACREEDORES

1. INTRODUCCIÓN

La finalidad del concurso de acreedores es la satisfacción de los diversos


créditos que concurren en el patrimonio insolvente del deudor evitando la satisfacción
preferente de unos sobre otros y justificando una distribución equitativa entre dichos
acreedores respecto de la insuficiencia patrimonial habida como consecuencia de una
actividad mercantil infructuosa.

Así, el concurso no es sino una institución o instrumento jurídico para el


tratamiento eficiente de la masa concursal dirigida a la satisfacción siquiera sea
parcial, de los créditos concurrentes.

Dentro de las nuevas leyes que disciplinan la materia concursal está la Ley
22/2003, de 9 de julio, Concursal, que ordena el concurso de acreedores, tanto en lo
que se refiere a los aspectos sustantivos como a los aspectos procesales del mismo.
De otro lado, la Ley Orgánica 8/2003, para la reforma concursal, que supone la
140
creación de los juzgados de lo mercantil competentes, entre otras materias, para
conocer de cualquier concurso, también lleva a cabo una determinación de aquellas
limitaciones a los derechos fundamentales que resultan de la declaración de concurso
(intervención de las comunicaciones, entrada y registro del domicilio del deudor).

Dicha normativa sustituye a la vigencia que el Código de Comercio de 1829


conservaba al respecto de las normas procesales contenidas en la anterior Ley de
Enjuiciamiento Civil de 1881, y después de los variados intentos por regular la
materia que nos ocupa (concretamente el Anteproyecto de 1959, el Anteproyecto de
Ley concursal de 1983 y la Propuesta de Anteproyecto de Ley Concursal de 1983).

La nueva regulación supone la consolidación en un único procedimiento para


tratar los cuatro tipos de supuesto regulados con anterioridad, a saber, quiebra,
suspensión de pagos, concurso de acreedores y beneficio de quita y espera.

2. PRESUPUESTOS PARA LA DECLARACIÓN DEL CONCURSO

1. Objetivo

Viene definido en el artículo 2.1 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal


como "la declaración de concurso procederá en caso de insolvencia del deudor
común", definiéndose dicho estado de insolvencia a reglón seguido como: "Se
encuentra en estado de insolvencia el deudor que no puede cumplir regularmente sus
obligaciones exigibles".

Ahora bien, la Ley realiza alguna matización en función de que se trate de un


concurso voluntario, esto es, declarado a iniciativa del deudor o de un concurso
forzoso, en cuyo caso el artículo 2.3 dispone que: "Si la solicitud de declaración de
concurso la presenta el deudor, deberá justificar su endeudamiento y su estado de
insolvencia, que podrá ser actual o inminente. Se encuentra en estado de insolvencia
inminente el deudor que prevea que no podrá cumplir regular y puntualmente sus
obligaciones", o bien declarado a iniciativa de los acreedores. En este punto el
141
apartado 4 del artículo 2 de la Ley Concursal dispone que "deberá fundarla en título
por el cual se haya despachado ejecución o apremio sin que del embargo resultasen
bienes libres bastantes para el pago, o en la existencia de alguno de los siguientes
hechos:

a) El sobreseimiento general en el pago corriente de las obligaciones del


deudor.

b) La existencia de embargos por ejecuciones pendientes que afecten de una


manera general al patrimonio del deudor.

c) El alzamiento o la liquidación apresurada o ruinosa de sus bienes por el


deudor.

d) El incumplimiento generalizado de obligaciones de alguna de las clases


siguientes: las de pago de obligaciones tributarias exigibles durante los tres meses
anteriores a la solicitud de concurso; las de pago de cuotas de la Seguridad Social, y
demás conceptos de recaudación conjunta durante el mismo período; las de pago de
salarios e indemnizaciones y demás retribuciones derivadas de las relaciones de
trabajo correspondientes a las tres últimas mensualidades".

2. Presupuesto subjetivo

Pueden ser sujetos del concurso tanto las personas naturales como las personas
jurídicas (artículo 1.1).

Como excepción también puede ser declarada en concurso la herencia aceptada


a beneficio de inventario y ello aun cuando no tenga personalidad jurídica (artículo
1.2).

3. Presupuesto formal

El presupuesto formal de la declaración de concurso es el Auto de declaración


que se regula en el artículo 20 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal. Solicitado
el concurso ante el juez de lo mercantil competente, por el deudor o por los
acreedores, se produce la apertura de la primera de las fases del proceso concursal, a
saber, aquella durante la cual el juez examinará la concurrencia de los requisitos
marcados para cada caso por la ley (artículo 16).
142
En el caso de la concurrencia de los requisitos para la continuación del
procedimiento, se dictará auto. La ley fija el contenido de dicho auto en el artículo 21,
del que se puede destacar lo siguiente:

1. El carácter necesario o voluntario del concurso, con indicación, en su caso,


de que el deudor ha solicitado la liquidación o ha presentado propuesta anticipada de
convenio.

2. Los efectos sobre las facultades de administración y disposición del deudor


respecto de su patrimonio, así como el nombramiento y las facultades de los
administradores concursales.

3. En su caso, las medidas cautelares que el juez considere necesarias para


asegurar la integridad, la conservación o la administración del patrimonio del deudor
hasta que los administradores concursales acepten el cargo.

4. La publicidad que haya de darse a la declaración de concurso.

3. LOS EFECTOS DE LA DECLARACIÓN DEL CONCURSO

1. Efectos sobre el deudor

Surge de inmediato sobre el deudor la obligación de recta administración de su


patrimonio, en garantía de los derechos de los acreedores, desde el momento mismo
de la declaración del concurso, expresándose en diversas limitaciones a sus facultades
dominicales, expresadas en el artículo 40 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal
y que pueden suponer por una parte, bien una suspensión de su poder de disposición
o bien puede sujetarse a la intervención de los administradores concursales, sin
perjuicio de la facultad de valoración judicial según las circunstancias de cada caso.

2. Sobre el patrimonio del deudor

Desde el momento mismo del inicio de las actuaciones concursales, el


patrimonio del deudor queda protegido frente a ejecuciones individuales de los

143
acreedores, se encuentre en el estado que se encuentren, bien pendientes de finalizar,
bien tan sólo iniciadas, procediéndose a la acumulación de las mismas.
Sancionándose con la nulidad de pleno derecho a la ejecución que contraviniera lo
anterior. Así dispone el artículo 55 que "Declarado el concurso, no podrán iniciarse
ejecuciones singulares, judiciales o extrajudiciales, ni seguirse apremios
administrativos o tributarios contra el patrimonio del deudor.

Hasta la aprobación del plan de liquidación, podrán continuarse aquellos


procedimientos administrativos de ejecución en los que se hubiera dictado diligencia
de embargo y las ejecuciones laborales en las que se hubieran embargado bienes del
concursado, todo ello con anterioridad a la fecha de declaración del concurso,
siempre que los bienes objeto de embargo no resulten necesarios para la continuidad
de la actividad profesional o empresarial del deudor.

Las actuaciones que se hallaran en tramitación quedarán en suspenso desde la


fecha de declaración de concurso, sin perjuicio del tratamiento concursal que
corresponda dar a los respectivos créditos".

Otro efecto derivado sobre el patrimonio del deudor es la denominada


prohibición de compensación prevista en el artículo 58 cuando dispone que: "Sin
perjuicio de lo previsto en el artículo 205, declarado el concurso, no procederá la
compensación de los créditos y deudas del concursado, pero producirá sus efectos la
compensación cuyos requisitos hubieran existido con anterioridad a la declaración,
aunque la resolución judicial o el acto administrativo que la declare se haya dictado
con posterioridad a ella. En caso de controversia en cuanto a este extremo, ésta se
resolverá a través de los cauces del incidente concursal.".

Finalmente, también se contempla en los artículos 56 y 57 la realización de las


garantías reales, afectada por las reglas de coordinación de las actuaciones de los
acreedores.

3. Sobre los créditos

Los créditos de los diversos acreedores van a sufrir durante el concurso una
determinación inicial de la cuota de responsabilidad que a cada uno de ellos
corresponde.
144
Se produce al mismo tiempo, y para la definición de dicha cuota una
paralización en el devengo de los intereses generados por cada uno de los créditos
(artículo 59).

Así como un vencimiento anticipado de los créditos como dispone el artículo


88.4 de la Ley cuando dice que: "Los créditos que tuvieran por objeto prestaciones
dinerarias futuras se computarán por su valor a la fecha de la declaración de
concurso, efectuándose la actualización conforme al tipo de interés legal vigente en
ese momento".

Finalmente, el artículo 88.1 dispone que: "A los solos efectos de la


cuantificación del pasivo, todos los créditos se computarán en dinero y se expresarán
en moneda de curso legal, sin que ello suponga su conversión ni modificación".

4. OPERACIONES DEL CONCURSO

1. Determinación de la masa común

El artículo 76 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal dispone que:


"Constituyen la masa activa del concurso los bienes y derechos integrados en el
patrimonio del deudor a la fecha de la declaración de concurso y los que se reintegren
al mismo o adquiera hasta la conclusión del procedimiento. Se exceptúan de lo
dispuesto en el apartado anterior aquellos bienes y derechos que, aun teniendo
carácter patrimonial, sean legalmente inembargables".

La determinación de la masa activa del concurso se lleva a cabo a través de dos


tipos de operaciones:

• Operaciones de reducción: que supone la exclusión tanto de los bienes ajenos


cuanto de los bienes que, por no ser propiedad del deudor, no pueden quedar afectos a
la satisfacción de los derechos de crédito.

145
• Operaciones de reintegración: que con la intención de reintegrar o devolver al
patrimonio del deudor todos aquellos bienes o derechos que indebidamente salieron
del mismo en perjuicio de los acreedores, vienen reguladas, sustituyendo a los
anteriores institutos jurídicos previstos en la normativa del Código de Comercio, en
los artículos 71 a 73 de la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal.

2. Determinación de la masa pasiva del concurso

La masa pasiva del concurso la constituyen todos aquellos créditos que


nacieron con anterioridad a la declaración del concurso. Por exclusión, el artículo 84
de la Ley dispone que: "Constituyen la masa pasiva los créditos contra el deudor
común que conforme a esta Ley no tengan la consideración de créditos contra la
masa", realizando a continuación una relación de éstos últimos que quedan fuera de la
masa pasiva del concurso y de los efectos del mismo.

Es el artículo 85 el que establece la regla general de comunicación cuando dice


que "los acreedores del concursado comunicarán a la administración concursal la
existencia de sus créditos".

Las actuaciones subsiguientes darán lugar a la formación, de la denominada


(artículo 97) lista de acreedores. Es éste un punto fundamental del procedimiento
concursal toda vez que vincula tano al deudor cuanto a los acreedores. Así, el citado
artículo 97 dispone que "quienes no impugnaren en tiempo y forma el inventario o la
lista de acreedores no podrán plantear pretensiones de modificación del contenido de
estos documentos, aunque sí podrán recurrir contra las modificaciones introducidas
por el juez al resolver otras impugnaciones. Si el acreedor calificado en la lista de
acreedores como especialmente relacionado con el deudor no impugnare en tiempo y
forma esta calificación, el juez del concurso, vencido el plazo de impugnación y sin
más trámites, dictará auto declarando extinguidas las garantías de cualquier clase
constituidas a favor de los créditos de que aquel fuera titular, ordenando, en su caso,
la restitución posesoria y la cancelación de los asientos en los registros
correspondientes. Quedan exceptuados de este supuesto los créditos comprendidos en
el número 1 del artículo 91 cuando el concursado sea persona natural".

146
5. FORMAS DE TERMINACIÓN DEL PROCEDIMIENTO
CONCURSAL

1. Propuesta anticipada de convenio

Realmente, es un supuesto excepcional de terminación del concurso. El artículo


104 dispone que "Desde la solicitud de concurso voluntario o desde la declaración de
concurso necesario y, en ambos casos, hasta la expiración del plazo de comunicación
de créditos, el deudor que no hubiese pedido la liquidación y no se hallare afectado
por alguna de las prohibiciones establecidas en el artículo siguiente podrá presentar
ante el juez propuesta anticipada de convenio".

Mientras, las prohibiciones a la presentación de dicha propuesta anticipada se


prevén en el artículo 105:

1. "Haber sido condenado en sentencia firme por delito contra el patrimonio,


contra el orden socioeconómico, de falsedad documental, contra la Hacienda Pública,
la Seguridad Social o contra los derechos de los trabajadores.

2. En caso de deudor persona jurídica, se dará esta causa de prohibición si


hubiera sido condenado por cualquiera de estos delitos, alguno de sus
administradores o liquidadores, o de quienes lo hubieran sido en los tres años
anteriores a la presentación de la propuesta de convenio.

3. Haber incumplido en alguno de los tres últimos ejercicios la obligación del


depósito de las cuentas anuales.

4. No figurar inscrito en el Registro mercantil, cuando se trate de persona o


entidad de inscripción obligatoria.

5. Haber estado sometido a otro concurso de acreedores sin que a la fecha de la


solicitud del que se encuentra en tramitación hayan transcurrido tres años desde la
conclusión de aquél.

147
6. Haber realizado dentro de los tres años anteriores a la fecha de solicitud del
concurso alguno de los siguientes actos:

i. Disposición de bienes o derechos a título gratuito que exceda de las


liberalidades al uso.

ii. Disposición de bienes o derechos a título oneroso a favor de un tercero o de


alguna de las personas especialmente relacionadas con el concursado a que se refiere
el artículo 93, realizada en condiciones que, al tiempo de su celebración, no fueren las
normales de mercado.

iii. Pago de obligaciones no vencidas.

iv. Constitución o ampliación de garantías reales para el aseguramiento de


obligaciones preexistentes.

v. Otros actos que hayan sido declarados en fraude de acreedores por sentencia,
aunque no haya alcanzado firmeza.

7. Haber incumplido el deber de solicitar la declaración de concurso o haber


infringido durante la tramitación del concurso alguno de los deberes u obligaciones
que impone esta Ley.

Para su admisión a trámite, la propuesta deberá ir acompañada de adhesiones


de acreedores ordinarios o privilegiados, prestadas en la forma establecida en esta
Ley y cuyos créditos superen la quinta parte del pasivo presentado por el deudor
(artículo 106).

Admitida a trámite la propuesta anticipada de convenio, el juez dará traslado de


ella a la administración concursal para que en un plazo no superior a diez días
proceda a su evaluación. (Artículo 107).

Desde la admisión a trámite de la propuesta anticipada de convenio y hasta la


expiración del plazo de impugnación del inventario y de la lista de acreedores,
cualquier acreedor podrá manifestar su adhesión a la propuesta. Cuando la clase o la
cuantía del crédito expresadas en la adhesión resultaren modificadas en la redacción
definitiva de la lista de acreedores, podrá el acreedor revocar su adhesión dentro de
los cinco días siguientes a la puesta de manifiesto de dicha lista en la secretaría del
148
juzgado. En otro caso, se le tendrá por adherido en los términos que resulten de la
redacción definitiva de la lista. (Artículo 108).

2. El convenio

Cuando el concursado no hubiere solicitado la liquidación y no haya sido


aprobada ni mantenida una propuesta anticipada de convenio conforme a lo
establecido en la sección precedente, el juez, dentro de los quince días siguientes a la
expiración del plazo de impugnación del inventario y de la lista de acreedores si no se
hubiesen presentado impugnaciones o, de haberse presentado, a la fecha en que se
pongan de manifiesto en la secretaría del juzgado los textos definitivos de aquellos
documentos, dictará auto poniendo fin a la fase común del concurso, abriendo la fase
de convenio y ordenando la formación de la sección quinta (Artículo 111.1).

El Convenio supone para los acreedores una segunda oportunidad, fracasado el


supuesto de propuesta anticipada, antes de abrir la liquidación concursal.

La aprobación del convenio exige el voto favorable de la mitad del pasivo


ordinario.

En los casos de convenios poco gravosos para los acreedores, según lo


referenciado en el artículo 124, bastará con que se dé mayoría simple. No obstante lo
dispuesto en el párrafo anterior, cuando la propuesta consista en el pago íntegro de
los créditos ordinarios en plazo no superior a tres años o en el pago inmediato de los
créditos ordinarios vencidos con quita inferior al veinte por ciento, será suficiente que
vote a su favor una porción del pasivo superior a la que vote en contra. A estos
efectos, en los supuestos de propuesta anticipada y de tramitación escrita, los
acreedores deberán, en su caso, manifestar su voto en contra con los mismos
requisitos previstos para las adhesiones en el artículo 103 y en los plazos, según sea
el caso, de los artículos 108 y 115 bis (párrafo II, artículo 124).

Una vez aprobado el convenio el mismo ha de ser objeto de refrendo por el


juez.

En caso de cumplimiento del convenio, el deudor, presentará al juez del


concurso el informe correspondiente con la justificación adecuada y solicitará la
declaración judicial de cumplimiento. El juez acordará poner de manifiesto en la
149
secretaría del juzgado el informe y la solicitud. Transcurridos quince días desde la
puesta de manifiesto, el juez, si estimare cumplido el convenio, lo declarará mediante
auto, al que dará la misma publicidad que a su aprobación (Artículo 139).

En caso de incumplimiento (Artículo 140) cualquier acreedor que estime


incumplido el convenio en lo que le afecte podrá solicitar del juez la declaración de
incumplimiento. La acción podrá ejercitarse desde que se produzca el incumplimiento
y caducará a los dos meses contados desde la última de las publicaciones del auto de
cumplimiento.

3. La liquidación

El artículo 142 establece que el deudor podrá pedir la liquidación:

1. "El deudor podrá pedir la liquidación en cualquier momento.

Dentro de los diez días siguientes a la solicitud el juez dictará auto abriendo la
fase de liquidación.

2. El deudor deberá pedir la liquidación cuando, durante la vigencia del


convenio, conozca la imposibilidad de cumplir los pagos comprometidos y las
obligaciones contraídas con posterioridad a la aprobación de aquél. Presentada la
solicitud, el juez dictará auto abriendo la fase de liquidación.

Si el deudor no solicitara la liquidación durante la vigencia del convenio, podrá


hacerlo cualquier acreedor que acredite la existencia de alguno de los hechos que
pueden fundamentar una declaración de concurso según lo dispuesto en el artículo
2.4. Se dará a la solicitud el trámite previsto en los artículos 15 y 19 y resolverá el
juez mediante auto si procede o no abrir la liquidación.

3. En caso de cese de la actividad profesional o empresarial, la administración


concursal podrá solicitar la apertura de la fase de liquidación. De la solicitud se dará
traslado al deudor por plazo de tres días. El juez resolverá sobre la solicitud mediante
auto dentro de los cinco días siguientes.

Además, el artículo 143 regula los supuestos en los que se abriría el periodo de
liquidación de oficio:

150
1. "No haberse presentado dentro de plazo legal ninguna de las propuestas de
convenio a que se refiere el artículo 113 o no haber sido admitidas a trámite las que
hubieren sido presentadas.

2. No haberse aceptado en junta de acreedores ninguna propuesta de convenio.

3. Haberse rechazado por resolución judicial firme el convenio aceptado en


junta de acreedores sin que proceda acordar nueva convocatoria o el tramitado por
escrito sin que proceda nueva convocatoria de junta ni nueva tramitación escrita.

4. Haberse declarado por resolución judicial firme la nulidad del convenio


aprobado por el juez.

5. Haberse declarado por resolución judicial firme el incumplimiento del


convenio.

La apertura de la liquidación producirá el vencimiento anticipado de los


créditos concursales aplazados y la conversión en dinero de aquellos que consistan en
otras prestaciones (Artículo 146).

La situación del concursado durante la fase de liquidación será la de suspensión


del ejercicio de las facultades de administración y disposición sobre su patrimonio,
con todos los efectos establecidos para ella. Cuando en virtud de la eficacia del
convenio, y conforme a lo previsto en el apartado 2 del artículo 133, los
administradores concursales hubieren cesado, el juez, acordada que haya sido la
apertura de la liquidación, los repondrá en el ejercicio de su cargo o nombrará a otros.
Si el concursado fuese persona natural, la apertura de la liquidación producirá la
extinción del derecho a alimentos con cargo a la masa activa, salvo cuando fuere
imprescindible para atender las necesidades mínimas del concursado y las de su
cónyuge, pareja de hecho inscrita cuando concurra alguna de las circunstancias
previstas en el artículo 25.3 y descendientes bajo su potestad. Si el concursado fuese
persona jurídica, la resolución judicial que abra la fase de liquidación contendrá la
declaración de disolución si no estuviese acordada y, en todo caso, el cese de los
administradores o liquidadores, que serán sustituidos por la administración concursal,
sin perjuicio de continuar aquéllos en la representación de la concursada en el
procedimiento y en los incidentes en los que sea parte (Artículo 145).
151
Antes de proceder al pago de los créditos concursales, la administración
concursal deducirá de la masa activa los bienes y derechos necesarios para satisfacer
los créditos contra ésta. Las deducciones para atender al pago de los créditos contra la
masa se harán con cargo a los bienes y derechos no afectos al pago de créditos con
privilegio especial (Artículo 154).

Deducidos de la masa activa los bienes y derechos necesarios para satisfacer


los créditos contra la masa y con cargo a los bienes no afectos a privilegio especial o
al remanente que de ellos quedase una vez pagados estos créditos, se atenderá al pago
de aquellos que gozan de privilegio general, por el orden establecido en el artículo 91
y, en su caso, a prorrata dentro de cada número. El juez podrá autorizar el pago de
estos créditos sin esperar a la conclusión de las impugnaciones promovidas,
adoptando las medidas cautelares que considere oportunas en cada caso para asegurar
su efectividad y la de los créditos contra la masa de previsible generación (Artículo
156).

El pago de los créditos ordinarios se efectuará con cargo a los bienes y


derechos de la masa activa que resten una vez satisfechos los créditos contra la masa
y los privilegiados. El juez, a solicitud de la administración concursal, en casos
excepcionales podrá motivadamente autorizar la realización de pagos de créditos
ordinarios con antelación cuando estime suficientemente cubierto el pago de los
créditos contra la masa y de los privilegiados. El juez podrá también autorizar el pago
de créditos ordinarios antes de que concluyan las impugnaciones promovidas,
adoptando en cada caso las medidas cautelares que considere oportunas para asegurar
su efectividad y la de los créditos contra la masa de previsible generación (Artículo
157).

El concurso concluye con el pago a los acreedores, aun cuando no haya bienes
suficientes para satisfacerlos a todos. (Artículo 176).

El concurso de una persona natural se reabrirá cuando se hubiera cerrado por


falta de bienes suficientes y en los cinco años siguientes se pida otra vez el concurso.
En el año siguiente a la fecha de la resolución de conclusión de concurso por
insuficiencia de masa activa, los acreedores podrán solicitar la reapertura del

152
concurso con la finalidad de que se ejerciten acciones de reintegración, indicando las
concretas acciones que deben iniciarse o aportando por escrito hechos relevantes que
pudieran conducir a la calificación de concurso como culpable, salvo que se hubiera
dictado sentencia sobre calificación en el concurso concluido (Artículo 179).

6. ACCIONES DE REINTEGRACIÓN Y RESCISIÓN CONCURSAL

Novedoso resulta el tratamiento que la Ley Concursal da al tema de los efectos


de la declaración de concurso sobre los actos realizados por el deudor en el periodo
anterior a dicha declaración, calificando de "perturbador" el sistema de retroacción
propio de la legislación anterior. Este sistema se sustituye por unas específicas
acciones de reintegración destinadas a rescindir los actos perjudiciales para la masa
activa, que en determinados casos, se presume. La Ley Concursal 22/2003, de 9 de
julio dedica los artículos 71 a 73, que integran el Capítulo IV del Título III, a los
efectos sobre los actos perjudiciales para la masa activa; y contempla una específica
acción rescisoria concursal, sin perjuicio de otras acciones de impugnación de actos
del deudor que procedan conforme a derecho (acciones revocatoria y subrogatoria).

7. ACCIONES CIVILES

Las acciones subrogatoria y revocatoria o pauliana (artículo 1111 del Código


Civil), en cuanto medidas conservativas del patrimonio del deudor, en terminología
de Castán, constituyen dos mecanismos que la legislación civil pone a disposición de
los acreedores para asegurar la integridad del patrimonio del deudor común, haciendo
efectivo el principio de responsabilidad patrimonial universal (artículo 1911 del

153
Código Civil), y cuya compatibilidad con la acción rescisoria concursal, proclama el
artículo 71.6 de la Ley Concursal 2003. Y se establecen particularidades en cuanto a
la legitimación y competencia (artículo 72 de la Ley Concursal 2003), que son
comunes a todas las acciones de reintegración.

a) Acción subrogatoria (artículo 1111 del Código Civil)

La subrogación faculta a los acreedores para ejercitar los derechos y acciones


del deudor, de forma que el artículo 1111 Código Civil contempla, más que una
acción, una norma de legitimación subsidiaria de los acreedores, ya que sólo podrán
ejercitar dichas acciones cuando hayan perseguido todos los bienes del deudor sin
conseguir cobrar su crédito (Sentencia del Tribunal Supremo de 19 de noviembre de
2002, rec. 3303/2000), si bien en estos casos debe tenerse presente que el acreedor no
tendrá que acreditar dicho extremo, por cuanto la insolvencia del deudor constituye el
presupuesto objetivo de la declaración de concurso (artículo 2 de la Ley Concursal
2003).

b) Acción revocatoria

Los acreedores también pueden impugnar los actos que el deudor haya
realizado en fraude de sus derechos (artículo 1111 del Código Civil), siendo la
rescisión por fraude a que se refiere el artículo 1291.3º del Código Civil, el
mecanismo típico de la revocación, si bien también resulta admisible la acción de
nulidad de un contrato por falta de algunos de los elementos esenciales (artículo 1261
del Código Civil), y así, resulta típica en el contexto de la insolvencia la acción por
simulación, por falta de causa; siendo frecuente que el acreedor ejercite la acción de
nulidad por simulación, y con carácter subsidiario, la rescisión del contrato por
fraude.

La jurisprudencia exige los siguientes requisitos para que prospere la acción


rescisoria civil:

a) La existencia de un negocio válido aunque rescindible;

154
b) La producción de un concreto perjuicio para el acreedor, que ve mermada su
posibilidad de percibir su crédito (elemento objetivo o eventus damni), que no exige
acreditar la inexistencia total de bienes (Sentencia del Tribunal Supremo de 26 de
febrero de 2002, rec. 2787/1996);

c) Concurrencia de una intención fraudulenta por parte del deudor, sin que sea
preciso la intención de dañar, bastando la conciencia del perjuicio (elemento
subjetivo o sciencia fraudis, vg. Sentencias del Tribunal Supremo de 7 de noviembre
de 2002, rec. 1130/1997, 11 de febrero y 1 de diciembre de 1997, rec. 1334/1993); y

d) Que la acción se ejercite dentro del plazo de caducidad de cuatro años


previsto en el artículo 1299 del Código Civil (Sentencia del Tribunal Supremo de 31
de octubre de 2002).

8. ACCIÓN RESCISORIA CONCURSAL

Es tradicional en la normativa concursal española el nacimiento de acciones


especiales para poner remedio a una eventual alteración de la masa activa anterior a la
declaración de concurso. Siguiendo esta tradición normativa, la Ley Concursal regula
una acción rescisoria concursal, que permite a la administración concursal examinar
los actos realizados por el deudor en los dos años anteriores a la declaración de
concurso, de forma que son rescindibles los actos perjudiciales para la masa activa
realizados en dicho periodo. Existen varios sistemas de reintegración de la masa
activa, que en síntesis se reducen a dos: de una parte, establecer acciones de nulidad
absoluta por referencia a una fecha en la que se considera que se ha producido la
insolvencia, resultando nulos todos los actos posteriores, y en segundo lugar,
establecer acciones de rescisión por fraude.

155
La jurisprudencia había declarado que corresponde al legislador ordinario optar
entre los diversos sistemas de reintegración de la masa, y que el sistema de nulidad
absoluta aunque próximo a la inconstitucionalidad por la inseguridad jurídica que
genera, era conforme con la Constitución (Sentencia del Tribunal Supremo de 22 de
marzo de 1985). En el derecho anterior de quiebras el sistema era mixto, aunque era
básicamente de nulidad absoluta, si bien dicha sanción fue matizada por la
jurisprudencia que declaró que la posible nulidad radical del artículo 878 del Código
de Comercio es susceptible de ser interpretada como relativa (Sentencias del Tribunal
Supremo de 12 de marzo de 1993, rec. 1589/1990, y 20 de noviembre de 1993), si no
se prueba el perjuicio a la masa (Sentencias del Tribunal Supremo de 20 de febrero de
2001, rec. 265/1996, 15 de marzo y 31 de octubre de 2002, rec. 981/1997).

1. Presupuestos

Del artículo 71 de la Ley Concursal 2003 se coligen los siguientes presupuestos


para que prospere esta acción:

A) Existencia de un negocio válido, presupuesto que como hemos visto, es


común a las demás acciones rescisorias civiles. Por excepción, no serán rescindibles
los actos ordinarios de la actividad profesional o empresarial del deudor realizados en
condiciones normales de mercado, los actos comprendidos en el ámbito de leyes
especiales reguladoras de los sistemas de pagos y compensación y liquidación de
valores e instrumentos derivados ni las garantías constituidas a favor de créditos de
Derecho Público y a favor del FOGASA (artículo 71.5.3 de la Ley Concursal 2003).

Tampoco serán rescindibles los acuerdos de refinanciación alcanzados por el


deudor conforme al artículo 71 bis o Disposición Adicional 4ª Ley Concursal 2003,
así como los negocios, actos y pagos, cualquiera que sea la naturaleza y la forma en
que se hubieren realizado, y las garantías constituidas en ejecución de los mismos,
cuando:

156
a) En virtud de éstos se proceda, al menos, a la ampliación significativa del
crédito disponible o a la modificación o extinción de sus obligaciones, bien mediante
prórroga de su plazo de vencimiento o el establecimiento de otras contraídas en
sustitución de aquéllas, siempre que respondan a un plan de viabilidad que permita la
continuidad de la actividad profesional o empresarial en el corto y medio plazo; y

b) Con anterioridad a la declaración del concurso:

1.º El acuerdo haya sido suscrito por acreedores cuyos créditos representen al
menos tres quintos del pasivo del deudor en la fecha de adopción del acuerdo de
refinanciación. En el caso de acuerdos de grupo, el porcentaje señalado se calculará
tanto en base individual, en relación con todas y cada una de las sociedades afectadas,
como en base consolidada, en relación con los créditos de cada grupo o subgrupo
afectados y excluyendo en ambos casos del cómputo del pasivo los préstamos y
créditos concedidos por sociedades del grupo.

2.º Se emita certificación del auditor de cuentas del deudor sobre la suficiencia
del pasivo que se exige para adoptar el acuerdo. De no existir, será auditor el
nombrado al efecto por el registrador mercantil del domicilio del deudor y, si éste
fuera un grupo o subgrupo de sociedades, el de la sociedad dominante.

3.º El acuerdo haya sido formalizado en instrumento público al que se habrán


unido todos los documentos que justifiquen su contenido y el cumplimiento de los
requisitos anteriores.

Tampoco serán rescindibles aquellos actos que, realizados con anterioridad a la


declaración de concurso, no puedan acogerse al apartado anterior pero cumplan todas
las condiciones siguientes (en el momento de suscripción del correspondiente
instrumento público), ya sea de forma individual o conjuntamente con otros que se
hayan realizado en ejecución del mismo acuerdo de refinanciación:
157
a) Que incrementen la proporción de activo sobre pasivo previa.

b) Que el activo corriente resultante sea superior o igual al pasivo corriente.


Para ello, y para el anterior requisito, se tendrán en cuenta todas las consecuencias de
índole patrimonial o financiera, incluidas las fiscales, las cláusulas de vencimiento
anticipado, u otras similares, derivadas de los actos que se lleven a cabo, aun cuando
se produzcan con respecto a acreedores no intervinientes.

c) Que el valor de las garantías resultantes a favor de los acreedores


intervinientes no exceda de los nueve décimos del valor de la deuda pendiente a favor
de los mismos, ni de la proporción de garantías sobre deuda pendiente que tuviesen
con anterioridad al acuerdo. Se entiende por valor de las garantías el definido en el
apartado 2 de la disposición adicional 4ª LC 22/2003.

d) Que el tipo de interés aplicable a la deuda subsistente o resultante del


acuerdo de refinanciación a favor del o de los acreedores intervinientes no exceda en
más de un tercio al aplicable a la deuda previa.

e) Que el acuerdo haya sido formalizado en instrumento público otorgado por


todas las partes intervinientes en el mismo, y con constancia expresa de las razones
que justifican, desde el punto de vista económico, los diversos actos y negocios
realizados entre el deudor y los acreedores intervinientes, con especial mención de las
condiciones previstas en las letras anteriores.

Tanto el deudor como los acreedores podrán solicitar el nombramiento de un


experto independiente para que informe sobre el carácter razonable y realizable del
plan de viabilidad, sobre la proporcionalidad de las garantías conforme a condiciones
normales de mercado en el momento de la firma del acuerdo, así como las demás
menciones que, en su caso, prevea la normativa aplicable. Cuando el informe
contuviera reservas o limitaciones de cualquier clase, su importancia deberá ser
expresamente evaluada por los firmantes del acuerdo. El nombramiento de un experto
independiente corresponderá al registrador mercantil del domicilio del deudor. Si el
acuerdo de refinanciación afectara a varias sociedades del mismo grupo, el informe
podrá ser único y elaborado por un solo experto, designado por el registrador del
158
domicilio de la sociedad dominante, si estuviera afectada por el acuerdo o, en su
defecto, por el del domicilio de cualquiera de las sociedades del grupo. El
nombramiento se hará entre profesionales que resulten idóneos para la función.
Dichos expertos quedarán sometidos a las condiciones del artículo 28 LC 22/2003 y a
las causas de incompatibilidad establecidas para los auditores en la legislación de
auditoría de cuentas.

B) Elemento objetivo o eventus damni, que se traduce en que los actos sean
perjudiciales para la masa activa. Sin embargo, a diferencia de las acciones
rescisorias civiles que tienen carácter subsidiario, la acción rescisoria concursal no es
subsidiaria de otras iniciativas, lo cual es lógico si se piensa que el presupuesto
objetivo de la declaración de concurso es la insolvencia del deudor (artículo 2 de la
Ley Concursal 2003).

C) La acción rescisoria concursal no exige elemento intencional, a diferencia


de la acción rescisoria civil, así el artículo 71.1 in fine de la Ley Concursal 2003
permite el ejercicio de la acción, aun cuando no hubiera existido intención
fraudulenta.

D) Frente al plazo de cuatro años para ejercitar las acciones rescisorias civiles,
en el caso de la acción rescisoria concursal, pueden rescindirse los actos perjudiciales
realizados en los dos años anteriores a la declaración de concurso.

2. Prueba del perjuicio patrimonial

En general el perjuicio debe ser acreditado por el actor (artículo 71.4 de la Ley
Concursal 2003), pero la Ley establece unas presunciones de perjuicio, distinguiendo
según admitan o no prueba en contrario.

159
Como presunciones iuris e de iure, en las que el perjuicio patrimonial se
presume, sin admitir prueba en contrario, establece el artículo 71.2 de la Ley
Concursal 2003:

a) Que se trate de actos de disposición a título gratuito, salvo las liberalidades


de uso;

b) Que se trate de pagos u otros actos de extinción de obligaciones cuyo


vencimiento fuere posterior a la declaración del concurso excepto si contasen con
garantía real.

Como presunciones iuris tantum, en las que el perjuicio patrimonial se


presume, salvo prueba en contrario, establece el artículo 71.3 de la Ley Concursal
2003:

a) Cuando se trate de actos dispositivos a título oneroso realizados a favor de


alguna de las personas especialmente relacionadas con el concursado;

b) Cuando se constituyan garantías reales a favor de obligaciones preexistentes


o de las nuevas contraídas en sustitución de aquéllas.

c) Los pagos u otros actos de extinción de obligaciones que contasen con


garantía real y cuyo vencimiento fuere posterior a la declaración de concurso. Antes
de la reforma de la Ley 38/2011, de 10 de octubre, este tipo de operaciones
constituían la presunción sin posibilidad de prueba en contrario, como ocurre
actualmente cuando no existe la citada garantía real.

Conforme al artículo 93 de la Ley Concursal 2003, se consideran personas


especialmente relacionadas con el deudor, si el concursado es persona física, al
cónyuge o quien lo hubiera sido dentro de los dos años anteriores a la declaración de
concurso, su pareja de hecho o las personas que convivan con análoga relación de
afectividad o hubieran convivido habitualmente con él dentro de los dos años
anteriores a la declaración de concurso, y a los ascendientes, descendientes y
hermanos del concursado o de cualquiera de las personas unidas por análoga relación
de afectividad, y a los cónyuges de los ascendientes, de los descendientes y de los

160
hermanos del concursado. Y si el concursado es persona jurídica, se consideran
personas especialmente relacionadas, a los socios que conforme a la ley sean personal
e ilimitadamente responsables de las deudas sociales y aquellos otros que sean
titulares de, al menos, un cinco por ciento del capital social, si la sociedad declarada
en concurso tuviera valores admitidos a negociación en mercado secundario oficial, o
un diez por ciento si no los tuviera (si los socios son personas naturales, se
considerarán también personas especialmente relacionadas con la persona jurídica
concursada las personas que lo sean con los socios conforme a lo dispuesto en el
apartado anterior); a los administradores, de derecho o de hecho, los liquidadores del
concursado persona jurídica y los apoderados con poderes generales de la empresa,
así como quienes lo hubieren sido dentro de los dos años anteriores a la declaración
de concurso. Los acreedores que hayan capitalizado directa o indirectamente todo o
parte de sus créditos en cumplimiento de un acuerdo de refinanciación adoptado de
conformidad con el artículo 71 bis o la disposición adicional cuarta, de un acuerdo
extrajudicial de pagos o de un convenio concursal, y aunque hayan asumido cargos en
la administración del deudor por razón de la capitalización, no tendrán la
consideración de personas especialmente relacionadas con el concursado a los efectos
de la calificación de los créditos que ostenten contra el deudor como consecuencia de
la refinanciación que le hubiesen otorgado en virtud de dicho acuerdo o convenio.
Salvo prueba en contrario, no tendrán la consideración de administradores de hecho
los acreedores que hayan suscrito el acuerdo de refinanciación previsto por el artículo
71 bis o la disposición adicional cuarta, por las obligaciones que asuma el deudor en
relación con el plan de viabilidad, salvo que se probase la existencia de alguna
circunstancia que pudiera justificar esta condición.

Por último, tendrán la misma consideración las sociedades que formen parte
del mismo grupo que la sociedad declarada en concurso y sus socios comunes,
siempre que éstos reúnan las mismas condiciones que en artículo 93.2.1º LC 22/2003.
Salvo prueba en contrario, se presumen personas especialmente relacionadas con el
concursado los cesionarios o adjudicatarios de créditos pertenecientes a cualquiera de

161
las personas anteriormente mencionadas, siempre que la adquisición se hubiere
producido dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso.

3. Legitimación

La legitimación activa para el ejercicio de las acciones rescisorias y demás de


impugnación corresponde (artículo 72.1 de la Ley Concursal 2003):

a) La administración concursal;

b) También se reconoce una legitimación subsidiaria de los acreedores, que


cuando hayan instado por escrito de la administración concursal el ejercicio de alguna
acción, señalando el acto concreto que se trate de rescindir o impugnar y el
fundamento para ello, si la administración concursal no lo hiciere dentro de los dos
meses siguientes al requerimiento, podrán ejercitarla. Esta legitimación subsidiaria no
entra en juego si se ejercita la acción rescisoria u otra de impugnación frente a los
acuerdos de refinanciación del artículo 71.bis LC 22/2003.

En cuanto a la legitimación pasiva, conforme al artículo 72.3 de la Ley


Concursal 2003, las demandas de rescisión deberán dirigirse contra:

- el deudor;

- contra quienes hayan sido parte en el acto impugnado;

- y si el bien que se pretenda reintegrar hubiera sido transmitido a un tercero, la


demanda también deberá dirigirse contra éste cuando el actor pretenda desvirtuar la
presunción de buena fe del adquirente o atacar la irreivindicabilidad de que goce o la
protección derivada de la publicidad registral.

4. Procedimiento

Las acciones rescisorias y demás de impugnación se tramitarán por el cauce del


incidente concursal (artículo 72.3 de la Ley Concursal 2003), que concluirá por
sentencia que, de acuerdo con el artículo 196.4 Ley Concursal 2003, produce eficacia
162
de cosa juzgada una vez firme. La acción rescisoria puede ejercitarse no sólo durante
la fase común, sino también con posterioridad, aunque siempre antes de la conclusión
del concurso, pues así se desprende de la dicción del artículo 82.4 Ley Concursal
2003. Este precepto prevé que en el inventario, la administración concursal advierta
de las posibles acciones de reintegración de la masa activa que pudieran ejercitarse.
Luego, si el inventario pone fin a la fase común y se prevé que en él se informe sobre
posibles acciones de reintegración, se está admitiendo el ejercicio posterior de éstas
una vez concluida la fase común.

5. Recursos

Contra la sentencia que resuelve el incidente de reintegración cabe recurso de


apelación. Aunque el artículo 197.3 de la Ley Concursal 2003 excluye el recurso de
apelación contra las sentencias dictadas en incidentes concursales promovidos
durante la fase común, resultaría absurdo que una interpretación literal del precepto
discriminara la recurribilidad de la sentencia según el momento en que se hubiera
iniciado el incidente -antes o después de la fase común-. El precepto mencionado
debe quedar circunscrito al incidente generado por la impugnación del inventario o de
la lista de acreedores, en la medida en que esa impugnación dilata la aprobación de la
lista definitiva de acreedores y del inventario y con ello la terminación de la fase
común.

6. Efectos de la rescisión

La rescisión como causa de ineficacia contractual genera la ineficacia


sobrevenida de un contrato, inicialmente eficaz, como consecuencia de que del
mismo se derivan resultados perjudiciales. La sentencia que estima la acción, deberá
declarar la ineficacia de los mismos, ya que éstos habrán nacido a la vida jurídica con
plena validez.

La sentencia que estime la acción declarará la ineficacia del acto impugnado y


condenará a la restitución de las prestaciones objeto de aquel, con sus frutos e
intereses (artículo 73.1 de la Ley Concursal 2003).
163
En los casos en los que resulte imposible la restitución (artículo 73.2 Ley
Concursal 2003), es decir cuando los bienes y derechos salidos del patrimonio del
deudor no pudieran reintegrarse a la masa, por pertenecer a tercero no demandado o
que, conforme a la sentencia, hubiera procedido de buena fe o gozase de
irreivindicabilidad o de protección registral, se condenará a quien hubiera sido parte
en el acto rescindido:

- a entregar el valor que tuvieran dichos bienes y derechos cuando salieron del
patrimonio del deudor concursado;

- a abonar el interés legal;

- y si la sentencia apreciase mala fe en quien contrató con el concursado, se le


condenará a indemnizar la totalidad de los daños y perjuicios causados a la masa
activa.

El derecho a la prestación que resulte a favor de cualquiera de los demandados


como consecuencia de la rescisión, se calificará de la siguiente manera (artículo 73.3
de la Ley Concursal 2003):

a) como crédito contra la masa, si la sentencia no ha apreciado mala fe en quien


contrató con el concursado, y habrá de satisfacerse simultáneamente a la
reintegración de los bienes y derechos objeto del acto rescindido.

b) Como crédito concursal subordinado si la sentencia apreciare mala fe en el


acreedor.

7. Efectos de la pendencia de acciones de reintegración

Sobre el inventario: Conforme prevé el artículo 82.4 de la Ley Concursal 2003


ya citado, al inventario se añadirá una relación de todos los litigios cuyo resultado
pueda afectar a su contenido y otra comprensiva de cuantas acciones debieran
promoverse, a juicio de la administración concursal, para la reintegración de la masa
activa. En ambas relaciones se informará sobre viabilidad, riesgos, costes y
posibilidades de financiación de las correspondientes actuaciones judiciales.

164
8. Norma de derecho internacional privado

Como excepción al régimen expuesto de acciones de reintegración, no procede


el ejercicio de dichas acciones cuando el beneficiado por el acto perjudicial para la
masa activa pruebe que dicho acto está sujeto a la ley de otro Estado que no permite
en ningún caso su impugnación en caso de insolvencia (artículo 208 de la Ley
Concursal 2003).

9. ADMINISTRACIÓN CONCURSAL

a. CONCEPTO

Por administración concursal se entiende el órgano específicamente creado por


la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal (en adelante LC), para la organización y
gestión del concurso bajo la supervisión del Juez Mercantil como Juez del Concurso.

El Título II de la Ley regula la administración concursal dividido en dos


capítulos, precedidos por el artículo 26 LC 22/2003 dedicado a la formación de la
sección segunda que se limita a señalar que declarado el concurso, el Juez ordenará la
formación de la Sección Segunda, especificando el contenido de tal Sección: "todo lo
relativo a la administración concursal del concurso, al nombramiento y al estatuto de
los administradores concursales, a la determinación de sus facultades y a su ejercicio,
a la rendición de cuentas y, en su caso, a la responsabilidad de los administradores
concursales". El primero de dichos capítulos se denomina "Del nombramiento de los
administradores concursales", y el segundo, se refiere al "Estatuto jurídico de los
administradores concursales".

165
b. CARACTERES

a) Órgano necesario. La administración concursal constituye el componente


personal imprescindible de todo concurso. La Exposición de Motivos de la Ley, en su
apartado III, dice que: "Sólo el juez y la administración concursal son órganos
necesarios en el procedimiento. La Junta de acreedores únicamente habrá de
constituirse en la fase de convenio cuando no se haya aprobado por el sistema de
adhesiones escritas una propuesta anticipada. La intervención por parte del Ministerio
Fiscal se limita a la sección sexta, de calificación del concurso, cuando proceda su
apertura, sin perjuicio de su actuación que se establece en esta ley cuando intervenga
en delitos contra el patrimonio o el orden socioeconómico".

b) Órgano de gestión y de cooperación. A la administración concursal se le


atribuye la gerencia del concurso mismo, lo que incluye desde la masa pasiva, a las
facultades patrimoniales del deudor y, desde luego, del patrimonio, a cuyos efectos es
dotado de potestades y poderes jurídicos concretos o determinables por el Juez del
concurso. Tiene además facultad de evacuar informes sobre la situación del
concursado, y de evaluación de las propuestas de convenio o del plan de liquidación,
así como de asesoramiento del juez sobre la marcha del concurso.

c. COMPOSICIÓN DE LA ADMINISTRACIÓN CONCURSAL

La administración concursal estará integrada por un único miembro, que deberá


reunir alguna de las siguientes condiciones (artículo 27 LC 22/2003 en vigor hasta el
desarrollo reglamentario de la Ley 17/2014, de 30 de setiembre, por la que se adoptan
medidas urgentes en materia de refinanciación y reestructuración de la deuda
empresarial):

166
1. Ser abogado en ejercicio con cinco años de experiencia profesional efectiva
en el ejercicio de la abogacía, que hubiera acreditado formación especializada en
Derecho Concursal.

2. Ser economista, titulado mercantil o auditor de cuentas con cinco años de


experiencia profesional, con especialización demostrable en el ámbito concursal.

También podrá designarse a una persona jurídica en la que se integre, al menos,


un abogado en ejercicio y un economista, titulado mercantil o auditor de cuentas, y
que garantice la debida independencia y dedicación en el desarrollo de las funciones
de administración concursal.

En el momento en que entre en vigor dicho desarrollo reglamentario, serán


administradores concursales aquellas personas físicas o jurídicas que figuren inscritas
en la sección cuarta del Registro Público Concursal, y hayan declarado su disposición
a ejercer las labores de administrador concursal en el concreto ámbito territorial
donde se proceda a su nombramiento. Los nuevos requisitos para ello serán objeto de
desarrollo reglamentario y se referirán a la titulación requerida, a la experiencia a
acreditar, y a la realización o superación de pruebas o cursos específicos; pudiéndose
exigirse requisitos adicionales para los concursos de gran tamaño, o de tamaño medio
(cuyos parámetros también serán definidos reglamentariamente).

d. DESIGNACIÓN DE MIEMBROS DE LA ADMINISTRACION


CONCURSAL

Hasta que se lleve a cabo dicho desarrollo reglamentario, los administradores


se nombrarán por el Juez del Concurso a partir de una lista, obrante en cada Juzgado
Decano, integrada por los profesionales y las personas jurídicas que hayan puesto de
manifiesto su disponibilidad para el desempeño de tal función, su formación en
materia concursal y, en todo caso, su compromiso de continuidad en la formación en
esta materia.

167
A tal efecto, el Registro Oficial de Auditores de Cuentas y los correspondientes
colegios profesionales presentarán, en el mes de diciembre de cada año, para su
utilización desde el primer día del año siguiente, los respectivos listados de personas
disponibles, incluidas las personas jurídicas. Los profesionales cuya colegiación no
resulte obligatoria podrán solicitar, de forma gratuita, su inclusión en la lista en ese
mismo período justificando documentalmente la formación recibida y la
disponibilidad para ser designados. Igualmente las personas jurídicas podrán solicitar
su inclusión, reseñando los profesionales que las integran y, salvo que ya figuraran en
las listas, su formación y disponibilidad. Las personas implicadas podrán solicitar la
inclusión en la lista de su experiencia como administradores concursales o auxiliares
delegados en otros concursos, así como de otros conocimientos o formación
especiales que puedan ser relevantes a los efectos de su función.

Los administradores concursales profesionales se nombrarán por el juez


procurando una distribución equitativa de designaciones entre los incluidos en las
listas que existan. No obstante, el juez:

1. Podrá, apreciándolo razonadamente, designar a unos concretos


administradores concursales cuando el previsible desarrollo del proceso exija una
experiencia o unos conocimientos o formación especiales, como los vinculados a
asegurar la continuidad de la actividad empresarial o que se puedan deducir de la
complejidad del concurso.

2. Para concursos ordinarios deberá designar a quienes acrediten su


participación como administradores o auxiliares delegados en otros concursos
ordinarios o, al menos, tres concursos abreviados, salvo que el juez considere, de
manera motivada, idónea la formación y experiencia de los que designe en atención a
las características concretas del concurso.

En supuestos de concursos conexos, el juez competente para la tramitación de


éstos podrá nombrar, en la medida en que ello resulte posible, una administración
concursal única designando auxiliares delegados.

En caso de acumulación de concursos ya declarados, el nombramiento podrá


recaer en una de las administraciones concursales ya existentes.

168
Como excepción a lo indicado:

1. En caso de concurso de una entidad emisora de valores o instrumentos


derivados que se negocien en un mercado secundario oficial, de una entidad
encargada de regir la negociación, compensación o liquidación de esos valores o
instrumentos, o de una empresa de servicios de inversión, será nombrado
administrador concursal un miembro del personal técnico de la Comisión Nacional
del Mercado de Valores u otra persona propuesta por ésta, a cuyo efecto la Comisión
Nacional del Mercado de Valores comunicará al juez la identidad de aquélla.

2. En caso de concurso de una entidad de crédito o de una entidad aseguradora,


el juez nombrará al administrador concursal de entre los propuestos respectivamente
por el Fondo de Garantía de Depósitos y el Consorcio de Compensación de Seguros.

3. En caso de concursos ordinarios de especial trascendencia el juez nombrará,


además del administrador concursal previsto, a un administrador concursal acreedor
titular de créditos ordinarios o con privilegio general no garantizado de entre los que
figuren en el primer tercio de mayor importe.

A estos efectos, cuando el conjunto de las deudas con los trabajadores por los
créditos señalados estuviera incluida en el primer tercio de mayor importe, el juez
podrá nombrar como administrador acreedor a la representación legal de los
trabajadores, si la hubiere, que deberá designar un profesional que reúna la condición
de economista, titulado mercantil, auditor de cuentas o abogado, quedando sometido
al mismo régimen de incapacidades, incompatibilidades, prohibiciones, remuneración
y responsabilidad que los demás miembros de la administración concursal.

Cuando el acreedor designado sea una Administración pública o una entidad de


Derecho Público vinculada o dependiente de ella, la designación del profesional
podrá recaer en cualquier empleado público con titulación universitaria, de graduado
o licenciado en ámbitos pertenecientes a las ciencias jurídicas o económicas, y su
régimen de responsabilidad será el específico de la legislación administrativa.

Una vez se opere el citado desarrollo reglamentario, se distinguirá entre


concursos de tamaño pequeño, medio o grande. Reglamentariamente seSe fijarán
también las características que permitan definir el tamaño del concurso. De esta
169
forma, la designación del administrador concursal recaerá en la persona física o
jurídica del listado de la sección cuarta del Registro Público Concursal que
corresponda por turno correlativo y que, reuniendo las condiciones exigidas en los
apartados anteriores, haya manifestado al tiempo de solicitar su inscripción en dicho
registro o, con posterioridad, su voluntad de actuar en el ámbito de competencia
territorial del juzgado que lo designe. La primera designación de la lista se realizará
mediante sorteo. Si bien, en los concursos de gran tamaño, el juez, de manera
motivada, podrá designar a un administrador concursal distinto del que corresponda
al turno correlativo cuando considere que el perfil del administrador alternativo se
adecúa mejor a las características del concurso. El juez deberá motivar su designación
atendiendo a alguno de los siguientes criterios: la especialización o experiencia previa
acreditada en el sector de actividad del concursado, la experiencia con instrumentos
financieros empleados por el deudor para su financiación o con expedientes de
modificación sustancial de las condiciones de trabajo o de suspensión o extinción
colectiva de las relaciones laborales.

Como excepciones:

1. En caso de concurso de una entidad de crédito, el juez nombrará al


administrador concursal de entre los propuestos por el Fondo de Reestructuración
Ordenada Bancaria.

2. En el caso de las entidades sujetas a supervisión, se nombrará de entre los


propuestos por la Comisión Nacional del Mercado de Valores.

3. Si se trata de entidades aseguradoras, de entre los propuestos por el


Consorcio de Compensación de Seguros.

4. En aquellos concursos en que exista una causa de interés público que así lo
justifique, el juez del concurso, de oficio o a instancia de un acreedor de carácter
público podrá nombrar como segundo administrador concursal a una Administración
Pública acreedora o a una entidad de Derecho Público acreedora vinculada o
dependiente de ella. La representación de la administración deberá recaer sobre algún
empleado público con titulación universitaria, de graduado o licenciado, que
desempeñe sus funciones en el ámbito jurídico o económico, y su régimen de

170
responsabilidad será el específico de la legislación administrativa. Asimismo, la
representación de la administración concursal frente a terceros recaerá sobre el primer
administrador concursal. La Administración Pública acreedora o la entidad vinculada
a ella podrá renunciar al nombramiento.

5. En supuestos de concursos conexos, el juez competente para la tramitación


de estos podrá nombrar, en la medida en que ello resulte posible, una administración
concursal única, designando auxiliares delegados. En caso de acumulación de
concursos a declarados, el nombramiento podrá recaer en una de las administraciones
concursales ya existentes.

e. SEPARACIÓN DE LOS ADMINISTRADORES

El artículo 38 LC 22/2003 establece que en todos los casos de cese de un


administrador concursal, el juez procederá de inmediato a efectuar un nuevo
nombramiento. Si el cesado fuera el representante de una persona jurídica
administradora, el juez requerirá la comunicación de la identidad de la nueva persona
física que haya de representarla en el ejercicio de su cargo. Al cese y nuevo
nombramiento se dará la misma publicidad que hubiera tenido el nombramiento del
administrador concursal sustituido. En caso de cese del administrador concursal antes
de la conclusión del concurso, el juez le ordenará rendir cuentas de su actuación en
las competencias que le hubieran sido atribuidas.

En caso de cese del administrador concursal antes de la conclusión del


concurso, el juez le ordenará rendir cuentas de su actuación. Esta rendición de
cuentas se presentará por el administrador concursal dentro del plazo de un mes,
contado desde que le sea notificada la orden judicial, y será objeto de los mismos
trámites, resoluciones y efectos previstos en el artículo 181 para las rendiciones de
cuentas a la conclusión del concurso.

171
En supuesto de concurrencia de justa causa, el Juez bien de oficio o a instancia
del deudor o de cualquiera de sus acreedores, y si se tratare del concurso de una
persona jurídica, el órgano de administración o de liquidación, en su caso (artículo
3.1 LC 22/2003), o de cualquiera de los demás miembros de la administración
concursal, podrá separar del cargo a los administradores concursales o revocar el
nombramiento de los auxiliares delegados (artículo 37.1 LC 22/2003).

En el supuesto de que el cesado fuera representante de una persona jurídica


administrador, el Juez requerirá que se le designe la persona natural que haya de
representar a la jurídica, a no ser que determine que el cese debe afectar también a
ésta, procediendo en tal supuesto nuevo nombramiento (artículo 37.2 LC 22/2003).
Tal resolución de cese revestirá la forma de auto, recogiendo los motivos en que el
juez apoya tal decisión (artículo 37.3 LC 22/2003).

Del contenido del auto el Secretario judicial dará conocimiento al registro


público previsto en el artículo 198 LC 22/2003.

f. INCAPACIDADES, INCOMPATIBILIDADES Y PROHIBICIONES


PARA SER ADMINISTRADOR CONCURSAL

Las incapacidades, incompatibilidades y prohibiciones se contienen en el


artículo 28 LC 22/2003.

1. Incapacidades

No podrán ser nombrados administradores concursales quienes no puedan ser


administradores de sociedades anónimas o de responsabilidad limitada. Según el
artículo 213 de la Ley de Sociedades de Capital son causas de incapacidad la minoría
de edad, salvo emancipación y la incapacitación por resolución judicial.

2. Inhabilitaciones

172
a) Por la Ley concursal en caso de sentencia en pieza de calificación que
califique al concurso como culpable (artículo 172 de la Ley Concursal 22/2003)
respecto de los inhabilitados.

b) Los condenados por delitos contra la libertad, el patrimonio y orden


socioeconómico, contra la seguridad colectiva, contra la Administración de Justicia o
cualquier clase de falsedad.

c) Los que fueron separados del cargo de administrador concursal en concurso


anterior, hasta tanto transcurran los dos años de inhabilitación (artículo 28.2, inciso
final, de la Ley Concursal).

d) Los mismos administradores que hayan sido inhabilitados por desaprobación


de las cuentas hasta que transcurra el plazo de inhabilitación.

3. Prohibiciones

1. Absolutas

Los que no pueden legalmente ejercer comercio por razón de su cargo.


Además, la Ley de Sociedades de Capital establece en el artículo 213 LC 22/2003
que tampoco podrán ser administradores los funcionarios al servicio de la
Administración pública con funciones a su cargo que se relacionen con las
actividades propias de las sociedades de que se trate, los jueces o magistrados y las
demás personas afectadas por una incompatibilidad legal.

2. Relativas

a) Quienes hayan prestado cualquier clase de servicios profesionales al deudor


o a personas especialmente relacionadas con éste en los últimos tres años, incluidos
aquellos que durante ese plazo hubieran compartido con aquél el ejercicio de
actividades profesionales de la misma o diferente naturaleza.

b) Quienes, estando inscritos en la sección cuarta del Registro Público


Concursal, se encuentren, cualquiera que sea su condición o profesión, en alguna de
las situaciones a que se refiere el artículo 13 del Real Decreto Legislativo 1/2011, de
1 de julio, por el que se aprueba el Texto Refundido de la Ley de Auditoría de

173
Cuentas, en relación con el propio deudor, sus directivos o administradores, o con un
acreedor que represente más del 10 por ciento de la masa pasiva del concurso.

c) Quienes estén especialmente relacionados con alguna persona que haya


prestado cualquier clase de servicios profesionales al deudor o a personas
especialmente relacionadas con éste en los últimos tres años.

d) Quien, como experto independiente, hubiera emitido el informe al que se


refiere el artículo 71 bis.4 de esta Ley en relación con un acuerdo de refinanciación
que hubiera alcanzado el deudor antes de su declaración de concurso.

e) Por vínculo personal o profesional entre administradores concursales. Salvo


para las personas jurídicas inscritas en la sección cuarta del Registro Público
Concursal, no podrán ser nombrados administradores concursales en un mismo
concurso quienes estén entre sí vinculados personal o profesionalmente. Para apreciar
la vinculación personal se aplicarán las reglas establecidas en el artículo 93. Se
entenderá que están vinculadas profesionalmente las personas entre las que existan, o
hayan existido en los dos años anteriores a la solicitud del concurso, de hecho o de
derecho, relaciones de prestación de servicios, de colaboración o de dependencia,
cualquiera que sea el título jurídico que pueda atribuirse a dichas relaciones.

Estas prohibiciones se aplicarán a los representantes de la Comisión Nacional


del Mercado de Valores, del Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria,
Consorcio de Compensación de Seguros y de cualesquiera Administraciones Públicas
acreedoras, con excepción de las prohibiciones por razón de cargo o función pública,
de las contenidas en el párrafo segundo del apartado 3 de este artículo y de las
establecidas en el apartado 2.2.º del artículo 93.

4. Incompatibilidades

Puede ser designado o nombrado administrador una persona física o jurídica,


estableciendo el artículo 30 LC 22/2003 una serie de disposiciones:

a) En caso de designación de una persona jurídica:

- Al aceptar el cargo, el deber de comunicar la identidad de la persona natural


que haya de representarla en el ejercicio de su cargo.

174
- Será de aplicación al representante de la persona jurídica designada el
régimen de incompatibilidades, prohibiciones, recusación y responsabilidad y
separación establecido para los administradores concursales que se superpone al de
las personas jurídicas, que también se someten al mismo régimen de
incompatibilidades y prohibiciones del artículo 28 LC 22/2003.

De forma específica:

- Como consecuencia de nombramientos precedentes por el mismo Juzgado en


tres concursos en dos años, salvo que no haya personas suficientes (artículo 28.2 LC
22/2003). Existe una limitación ya que los nombramientos para sociedades del mismo
grupo de empresas se computarán como uno solo (artículo 28.2.1 LC 22/2003). Con
esta limitación el legislador ha pretendido evitar que sean siempre los mismos
administradores en el mismo Juzgado, como acontecía con las suspensiones de pagos
en el sistema precedente.

- Cuando la persona jurídica haya sido nombrada por su cualificación


profesional, ésta deberá concurrir en la persona natural que designe como
representante.

b) En caso de designación como administrador de una persona física, está habrá


de comunicar al juzgado si se encuentra integrado en alguna persona jurídica de
carácter profesional al objeto de extender el mismo régimen de incompatibilidades a
los restantes socios o colaboradores.

g. ACEPTACIÓN DEL CARGO, RENUNCIA, NOMBRAMIENTO Y


RECUSACIÓN

El cargo de administrador concursal no es obligatorio. Salvo el administrador


acreedor que resulta llamado del propio concurso, tanto el jurista como el economista
para ser nombrados han tenido que manifestar su disponibilidad para el desempeño
de tal función en el Registro oficial de auditores de cuentas o en el correspondiente
175
colegio profesional en caso de colegiación obligatoria, debiendo en otro caso,
inscribirse en las listas que a tal efecto se lleven en el Decanato de los juzgados
competentes.

Dispone el artículo 29.1 LC 22/2003 que "el nombramiento de administrador


concursal será comunicado al designado por el medio más rápido. Dentro de los cinco
días siguientes al de recibo de la comunicación, el designado deberá comparecer ante
el juzgado para acreditar que tiene suscrito un seguro de responsabilidad civil o
garantía equivalente proporcional a la naturaleza y alcance del riesgo cubierto en los
términos que se desarrollen reglamentariamente, para responder de los posibles daños
en el ejercicio de su función y manifestar si acepta o no el encargo. Cuando el
administrador concursal sea una persona jurídica recaerá sobre ésta la exigencia de
suscripción del seguro de responsabilidad civil o garantía equivalente".

No es suficiente con que se haya manifestado su disponibilidad a pertenecer al


órgano de administración concursal en el oportuno Registro, Colegio o Decanato
judicial, sino que es precisa la aceptación para el concreto y determinado concurso y
la posesión de un seguro de responsabilidad civil.

La Ley equipara los casos de que el designado no compareciese y del que no


aceptase el cargo sin justa causa, con el mismo efecto: el juez procederá de inmediato
a un nuevo nombramiento. A quien sin justa causa no compareciese, no tuviera
seguro suscrito o no aceptase el cargo, no se le podrá designar administrador en los
procedimientos concursales que puedan seguirse en el mismo partido judicial durante
un plazo de tres años (artículo 29.2 LC 22/2003).

"Aceptado el cargo, el designado sólo podrá renunciar por causa grave"


(artículo 29.3 LC 22/2003). El juez mandará expedir y entregar al designado
documento acreditativo de su condición de administrador concursal (artículo 29.1 LC
22/2003).

Al aceptar el nombramiento, todo administrador concursal deberá acreditar ante


el secretario judicial del Juzgado que conozca del concurso la vigencia de un contrato
de seguro o una garantía equivalente por cuya virtud el asegurador o entidad de
crédito se obligue, dentro de los límites pactados, a cubrir el riesgo del nacimiento a

176
cargo del propio administrador concursal asegurado de la obligación de indemnizar
por los daños y perjuicios causados en el ejercicio de su función (artículo 1 Real
Decreto 1333/2012).

Además, al aceptar el cargo, el administrador concursal, deberá facilitar al


juzgado las direcciones postal y electrónica en las que efectuar la comunicación de
créditos, así como cualquier otra notificación y designar un despacho u oficina para el
ejercicio de su cargo en alguna localidad del ámbito de competencia territorial del
juzgado (artículo 31 LC 22/2003). En caso de persona jurídica debe comunicar la
identidad de la persona física que haya de representarla en el ejercicio de su cargo.

Los administradores pueden ser recusados por cualquiera de las personas


legitimadas para solicitar la declaración de concurso. Tales personas son el deudor y
cualquiera de sus acreedores. Si el deudor fuere persona jurídica será competente el
órgano de administración o de liquidación. No está legitimado el acreedor que dentro
de los seis meses anteriores a la presentación de la solicitud de declaración de
concurso hubiera adquirido el crédito por actos inter vivos y a título singular, después
de su vencimiento. En la declaración de concurso de una persona jurídica están
legitimados "los socios, miembros o integrantes que sean personalmente
responsables, conforme a la legislación vigente, de las deudas de aquélla" .

Son causas de recusación las constitutivas de incapacidad, incompatibilidades o


prohibición del artículo 28 y asimismo las establecidas en legislación procesal para la
recusación de los peritos (artículo 33 LC 22/2003).

h. RETRIBUCIÓN

La retribución de la administración concursal se determinará mediante el


arancel que se apruebe reglamentariamente y que atenderá a la cuantía del activo y
pasivo, al carácter ordinario o abreviado del procedimiento, a la acumulación de
concursos y a la previsible complejidad del mismo (artículo 34 LC 22/2003).

177
El arancel se ajustará necesariamente a las siguientes reglas:

a) Exclusividad. Los administradores concursales sólo podrán percibir por su


intervención en el concurso las cantidades que resulten de la aplicación del arancel.

b) Limitación. La administración concursal no podrá ser retribuida por encima


de la cantidad máxima que se fije reglamentariamente para el conjunto del concurso.

c) Efectividad. En aquellos concursos en que la masa sea insuficiente, se


garantizará el pago de un mínimo retributivo establecido reglamentariamente,
mediante una cuenta de garantía arancelaria que se dotará con aportaciones
obligatorias de los administradores concursales. Estas dotaciones se detraerán de las
retribuciones que efectivamente perciban los administradores concursales en los
concursos en que actúen en el porcentaje que se determine reglamentariamente.

d) Eficiencia. La retribución de la administración concursal se devengará


conforme se vayan cumpliendo las funciones previstas en el artículo 33. La
retribución inicialmente fijada podrá ser reducida por el juez de manera motivada por
el incumplimiento de las obligaciones de la administración concursal, un retraso
atribuible a la administración concursal en el cumplimiento de sus obligaciones o por
la calidad deficiente de sus trabajos.

i. RESPONSABILIDAD DE LOS ADMINISTRADORES


CONCURSALES

Los administradores concursales y los auxiliares delegados responderán frente


al deudor y frente a los acreedores de los daños y perjuicios causados a la masa por
los actos y omisiones contrarios a la ley o realizados sin la debida diligencia (artículo
36 LC 22/2003).

Los administradores concursales responderán solidariamente con los auxiliares


delegados de los actos y omisiones lesivos de éstos, salvo que prueben haber
empleado toda la diligencia debida para prevenir o evitar el daño.
178
La acción de responsabilidad se sustanciará por los trámites del juicio
declarativo que corresponda, ante el juez que conozca o haya conocido del concurso.

La acción de responsabilidad prescribirá a los cuatro años, contados desde que


el actor tuvo conocimiento del daño o perjuicio por el que reclama y, en todo caso,
desde que los administradores concursales o los auxiliares delegados hubieran cesado
en su cargo.

Si la sentencia contuviera condena a indemnizar daños y perjuicios, el acreedor


que hubiera ejercitado la acción en interés de la masa tendrá derecho a que, con cargo
a la cantidad percibida, se le reembolsen los gastos necesarios que hubiera soportado.

Quedan a salvo las acciones de responsabilidad que puedan corresponder al


deudor, a los acreedores o a terceros por actos u omisiones de los administradores
concursales y auxiliares delegados que lesionen directamente los intereses de
aquéllos.

10 CONCURSADO

a. CONCEPTO

Con la declaración de concurso del deudor, éste adquiere la cualidad de


concursado, quedando sometido a las reglas propias del procedimiento concursal. La
declaración de concurso conforma una situación jurídica nueva que, en definitiva,
está pensada para poder alcanzar un acuerdo del deudor con sus acreedores o para
que, en su caso, se consiga una ordenada liquidación del patrimonio del deudor
común, que está sometido, como siempre lo ha estado, a la vigencia de un sistema de
privilegios, de suerte que la pretendida virtualidad del horizonte de la par condictio
creditorum solo es de apreciar realmente para los acreedores ordinarios, no así para
los que, en el marco del procedimiento concursal, y haciendo abstracción del derecho
de ejecución separada ex iure crediti del artículo 76.3 de la Ley Concursal 22/2003,

179
ostentan un privilegio en relación a buques o aeronaves (con la consiguiente
preferencia) o vienen postergados al ser declarado su crédito como subordinado.

Dos son los grandes pilares sobre los que asienta la estructura del proceso
concursal, a saber: se ha creado un concurso único, con una regulación aplicable tanto
a los comerciantes como, en principio, a cualquier ciudadano cuya situación
patrimonial y financiera venga a conformar el presupuesto objetivo que contempla la
Ley; de otra parte, el procedimiento se ha judicializado en todos sus niveles y fases,
creando el legislador una nueva figura en el organigrama de la planta judicial, el
Juzgado de lo Mercantil.

Históricamente había existido un tratamiento diverso para las situaciones de


insolvencia, en función de que el deudor fuera o no comerciante. Como medida de
protección del tráfico económico, y en atención de las graves consecuencias que traía
consigo la insolvencia de un comerciante, éste era tratado con mayor rigor. Ello
justificaba una regulación distinta a la generalmente dispuesta para el deudor no
comerciante, y con esta vocación se reguló el procedimiento de quiebra. Con el paso
del tiempo, sin embargo, esta severidad en el tratamiento del comerciante insolvente
se ha venido mitigando, concediéndosele la posibilidad de acudir a expedientes más
beneficiosos (en nuestro país, la suspensión de pagos). Por otro lado, en la práctica se
ha constatado que la mayoría de los procedimientos de insolvencia el deudor es un
empresario, siendo muy excepcional el concurso de un deudor civil.

Debe entenderse cuestión pacífica que la circunstancia de que el deudor


insolvente sea un empresario debe tener consecuencias en el tratamiento de su
insolvencia. En especial, las derivadas del deber público de llevar una contabilidad
ordenada y adecuada a su empresa, así como en su caso, y derivado de la apreciación
de las circunstancias concurrentes, el rigor en la Sección de Calificación. Pero estas
especialidades propias de la condición de empresario no justificaban, de suyo, una
dualidad de procedimientos, sin perjuicio, como se ha dicho, de que tales
especialidades se reflejen en exigencias concretas dentro de un mismo procedimiento
concursal, requeridas sólo para el supuesto de que el deudor concursado sea
empresario.

180
La unidad subjetiva sobre la base de la cual al concurso de acreedores queda
sometido el deudor común "personal natural o jurídica" (artículo 1.1 de la Ley
Concursal 22/2003) con independencia de su condición empresarial, acaba con la
tradicional dicotomía civil y mercantil en nuestro Derecho respecto del tratamiento de
las crisis económicas, encontrando dicha unidad su justificación en que, no obstante
las diferencias existentes entre quienes son empresarios y quienes no lo son (mayor
riesgo en la utilización del crédito y empleo predominante de la propiedad mobiliaria
frente a la inmobiliaria), se suscita la necesidad de dar idénticas soluciones a
problemas iguales planteados en torno a las crisis económicas. Con ello se sigue la
tendencia generalizada en el marco del Derecho comparado y, en particular, en los
modelos anglosajón y germánico que, tradicionalmente, han regulado unitariamente
el tratamiento de las crisis económicas con independencia de la condición del deudor.

b. LEGITIMACIÓN PARA INSTAR EL CONCURSO

Alude la Ley 22/2003, de 9 de julio, a la unidad de procedimiento para reseñar


que el mismo se identifica con el presupuesto objetivo de la insolvencia, concebido
como el estado patrimonial del deudor que no puede cumplir regularmente sus
obligaciones. A partir de ello y especialmente en la legitimación para instar el
Concurso, establece un complejo sistema que desde esa declaración de concurso nos
lleva a la apertura de un procedimiento (ordinario o abreviado) en donde pueden
sucederse multitud de incidentes y que se estructura bajo el principio -también
señalado por la citada norma- de unidad legal, incorporando aspectos materiales y
procesales en un único texto atribuyendo jurisdicción y competencia al Juez del
Concurso para el conocimiento de la mayoría de las acciones que pudieran derivarse
y afecten al patrimonio del concursado.

El artículo 3 de la Ley Concursal 22/2003 se refiere a la legitimación para la


solicitud del concurso partiendo de los presupuestos subjetivos respecto de las
personas que pueden ser declaradas en dicha situación (artículo 1 LC 22/2003) y
181
presupuestos objetivos de insolvencia (artículo 2 LC 22/2003). La situación actual en
punto a la suerte del procedimiento en atención a la cualidad de su promotor queda
del siguiente modo: El concurso voluntario, que viene promovido a instancia del
deudor. El denominado concurso necesario que podrá ser instado por los acreedores
del deudor, en sentido amplio, y por otros legitimados (herederos, acreedores de la
herencia, administrador de la herencia, etc.). Asimismo, la reforma que opera el
artículo 21 de la Ley 14/2013, de 27 de setiembre, de apoyo a los emprendedores y su
internacionalización, amplia la legitimación del artículo 3 al mediador concursal,
quien debe instar el concurso llamado consecutivo (y con apertura de liquidación),
cuando no consiga alcanzar el acuerdo extrajudicial de pagos, una vez iniciado el
procedimiento; o cuando, una vez aprobado éste, el deudor no fuere capaz de
cumplirlo.

La Exposición de motivos de la Ley Concursal recoge dos apartados concretos


en referencia a dichas solicitudes:

1. Si la solicitud de concurso la promueve el propio deudor, deberá justificar su


endeudamiento y su estado de insolvencia, si bien en este caso no sólo podrá ser
actual, sino futura, prevista como inminente. El deudor tiene el deber de solicitar la
declaración de concurso cuando conozca o hubiera debido conocer su estado de
insolvencia; teniendo la facultad (derecho-deber) de anticiparse a éste. El Legislador
configura una carga, de suerte que el deudor insolvente viene obligado a afrontar
cuanto antes la situación de insolvencia, todo ello en atención al plausible efecto de
clarificación del mercado y del tráfico jurídico. La obligación que se enuncia en el
artículo 5 complementa la legitimación del deudor para solicitar la declaración del
concurso, de suerte que su incumplimiento comporta graves consecuencias, como la
prohibición de presentar propuesta anticipada de convenio y la presunción iuris
tantum de dolo o culpa grave en la calificación del concurso (artículo 165.1. 1º LC
22/2003).

2. Incumbe al solicitante del concurso necesario la prueba de los hechos en que


fundamente su solicitud, que deberán expresarse en la solicitud. En todo caso, la
declaración ha de hacerse con respeto de las garantías procesales del deudor, quien
habrá de ser emplazado y podrá oponerse a la solicitud, basándose en la falta de
182
legitimación del solicitante por no tener crédito, la inexistencia del hecho en que ésta
se fundamente o en la irrealidad de su alegado estado de insolvencia, incumbiéndole
en este caso la prueba de su solvencia. Las garantías del deudor se complementan con
la posibilidad de recurrir la declaración de concurso (artículo 20.3 LC 22/2003). Tras
la reforma operada por la ley 38/2011, de 10 de octubre, de reforma de la Ley
Concursal, se habilitó una posibilidad especial de declaración del concurso necesario
"inaudita parte", en el vigente artículo 15.1 LC 22/2003, cuando la solicitud se
presenta por un acreedor con fundamento en un embargo o en una investigación de
patrimonio infructuosos o concurriera una declaración administrativa o judicial de
insolvencia. En estos casos, se podrá declarar directamente el concurso, sin previo
traslado al deudor, pudiendo, este último, recurrir el auto de declaración de la
insolvencia en apelación.

En el caso del deudor es claro que se trata de un derecho ajeno a todas y cada
una de las relaciones jurídicas obligacionales que le vinculan con cada uno de sus
acreedores. Esto es, se trata de un derecho al cambio jurídico que tiene su fundamento
en la responsabilidad patrimonial universal (artículo 1911 del Código Civil) del
deudor insolvente, o que prevea su insolvencia inminente.

Por su parte, cuando se trata de un concurso promovido por un acreedor, éste


no ejercita su derecho de crédito no atendido ni siquiera en los casos en que la
solicitud venga fundada de modo inmediato en la sustanciación de una ejecución civil
frustrada. El acreedor ejercita otro derecho distinto al de crédito, o al de ejecución del
crédito judicialmente declarado. Ejercita el derecho potestativo al cambio del status
jurídico del deudor, creándose una situación jurídica nueva, de concurso del deudor
común.

El deudor viene obligado en los términos del artículo 5 de la Ley Concursal


22/2003 a solicitar la declaración de concurso cuando se den los requisitos y
presupuestos exigidos por la misma, dentro de los dos meses siguientes a que hubiere
conocido o debido conocer su estado de insolvencia (artículo 5 LC 22/2003) y puede
hacerlo cuando lo prevea como inminente (artículos 6.1, 7 y 14 LC 22/2003). El
actual apartado 5 del artículo 5 bis LC 22/2003, permite ampliar el indicado plazo en
tres meses más uno (en el cual deberá realizar la solicitud), cuando se haya
183
comunicado el inicio de negociaciones con acreedores para alcanzar un acuerdo de
refinanciación o para obtener adhesiones a una propuesta anticipada de convenio. El
mismo efecto se producirá, en relación con una eventual presentación de solicitud de
concurso consecutivo por parte del mediador concursal (nombrado en el marco de un
acuerdo extrajudicial de pagos), cuando el registrador mercantil o notario que nombre
a aquel comunique al Juzgado de lo Mercantil competente la aceptación del cargo por
el mediador propuesto.

No obstante ello, se ha de señalar que aquél no está exento de probar con dicha
solicitud su condición de ""deudor común" (artículo 2.1 LC 22/2003) pero,
evidentemente, esto se produce automáticamente con la presentación de la
documentación a la que se refiere el artículo 6 de la Ley Concursal 22/2003 respecto
de todo lo que se refiere a su estado de insolvencia. Es decir, siempre que concurra
alguno de los presupuestos subjetivos del artículo 1, bastará la prueba de su
insolvencia para que resulte directamente legitimado.

Si se trata de persona jurídica, la legitimación además vendrá determinada por


la adopción del correspondiente acuerdo de promoción de dicha solicitud por el
órgano de administración o de liquidación de la misma (párrafo segundo del artículo
3.1 de la Ley Concursal 22/2003). Nada impide, en principio, que la solicitud se
deduzca, en su caso, por el Consejero Delegado, pues tal facultad no es indelegable.

Es de notar que la legitimación la ostenta el órgano de administración y no la


Junta de socios o asamblea de la persona jurídica, a diferencia del supuesto prevenido
en la normativa societaria para el supuesto de que concurra causa de disolución en
que se refiere convocatoria de Junta para deliberar la adopción del acuerdo pertinente
en tal supuesto.

Si la solicitud la hubiere presentado el deudor, el Juez habrá de examinar si


justifica su endeudamiento y su estado de insolvencia alegados. Tal exigencia se ha
incorporado a la delimitación del presupuesto objetivo conforme refiere el artículo
2.3 de la Ley Concursal 22/2003. Esto es, superando el criterio tradicional en la
materia, conforme al cual la solicitud voluntaria del deudor suponía el
reconocimiento de su estado de insolvencia, ha prosperado el sistema objetivo de

184
carga de acreditación del estado de insolvencia en orden a evitar eventuales abusos
del deudor que pudiere pretender perjudicar a acreedores individuales, promoviendo
su propio concurso, con independencia de la realidad de su situación patrimonial.

La Ley Concursal exige que el deudor solicitante justifique su endeudamiento y


su estado de insolvencia, que podrá ser actual o aun inminente. Esta justificación ha
de resultar, en principio, de la documentación aportada con la solicitud (artículos 6 y
14 de la Ley Concursal 22/2003). Seguidamente, es función del Juez valorar en su
conjunto la documentación aportada determinando si está acreditada la insolvencia o
si aquélla resulta insuficiente.

El Juez debe tener por cierto el pasivo declarado por el deudor a los efectos de
derivar del mismo la certeza de la situación de insolvencia que se alega. La Ley
Concursal se refiere a la justificación del "estado de insolvencia" y a la "existencia de
alguno de los hechos previstos en el apartado 4 del artículo 2 u otros que acrediten la
insolvencia alegada por el deudor" (artículos 2.3 y 14.1 LC 22/2003). Cuando el
solicitante del concurso es el propio deudor, el hecho alegado basta para acreditar el
estado de insolvencia; esto es, resulta suficiente en estos casos invocar alguno de esos
hechos y acreditar documentalmente su existencia, para que el Juzgador tenga por
acreditada la situación de insolvencia del deudor. En la medida en que es el propio
deudor quien no sólo es que no se opone frente a la pretensión de un tercero sino que
es él mismo quien promueve su declaración de concurso y, al efecto, invoca como
justificación de su procedencia la concurrencia de uno de esos hechos, el Juez debe
considerar acreditada la concurrencia del presupuesto objetivo diseñado por la Ley.

Cuestión correlativa, aunque diversa de la expuesta, es la que atiende a la


circunstancia de que de la documentación que se aporte no resulte, en modo alguno,
la circunstancia de que se trate de un "deudor común", esto es, de un deudor con una
pluralidad de acreedores, sea ésta más o menos extensa. En tal caso, faltaría
radicalmente el presupuesto objetivo del concurso, y por ende no procede en modo
alguno su declaración. En este orden de cosas, hay que pensar que, habida cuenta que
subjetivamente pueden venir declaradas en concurso, o impetrarse tal declaración,
tanto respecto de personas físicas no comerciantes como de empresarios -individuales

185
o sociales-, la situación que se enuncia no es, por poco frecuente, absolutamente
inexistente, como la práctica judicial de los últimos años ha puesto de manifiesto.

Aunque no esté explicitado de forma clara (ni en el antiguo Derecho ni en la


Ley Concursal) e, incluso, aunque al propio artículo 3.1 de la Ley le baste la petición
de un solo acreedor para que el concurso pueda declararse judicialmente, la esencia
misma del concurso exige una pluralidad de acreedores. Si, cualquiera que sea la
causa, en el momento de la solicitud no consta la existencia de esa pluralidad de
acreedores (y más aún si lo que consta es que es uno solo el acreedor) el Juez debe
dictar resolución denegando la declaración de concurso y la apertura del
procedimiento concursal.

Por eso se dice que el concurso es un proceso universal de ejecución pues: "...
si no existe la necesidad de repartir el total patrimonial del deudor entre sus
acreedores particulares de la manera justa que el procedimiento universal de quiebra
garantiza, porque las reclamaciones individuales a que, en principio, tienen derecho
los acreedores, caben en el activo patrimonial del comerciante por exceder del
montante de ellas, no puede hablarse de situación de quiebra..." (Sentencia del
Tribunal Supremo de 9 de enero de 1984). La pluralidad de acreedores debe ser real y
no deben contarse entre ellos los acreedores ficticios (que serían, entre otros, aquéllos
directamente vinculados al concursado, o sociedades participadas sobre las que se
tenga control).

Si fuera necesaria una referencia al Derecho positivo, el presupuesto objeto de


la pluralidad de acreedores resulta de la referencia de la Ley Concursal al "deudor
común" (artículo 2 LC 22/2003); pues "común" sólo es el deudor que tiene varios
acreedores. También (y aunque sea una impostación de última hora) de la vaga
referencia a la "pluralidad de acreedores" que hace el artículo 4 de la Ley Concursal
22/2003.

186
c. CONSECUENCIAS DE LA DECLARACIÓN JUDICIAL DEL
CONCURSO

La declaración judicial de concurso comporta, como ya se ha dicho, el


establecimiento de una situación nueva que pasa por la sujeción del deudor
concursado a la suerte y pendencia del procedimiento concursal. En la esfera
patrimonial, se desenvuelve un régimen de restricciones de la libre autonomía
individual del sujeto concursado. Por cuanto se refiere a las facultades de disposición
y administración sobre el patrimonio afecto al concurso, si se limitan a una simple
intervención judicial, el deudor conservará tales facultades, si bien quedará sujeto a la
necesaria supervisión de los administradores concursales. En cambio, si se ha
decidido el régimen de suspensión, el concursado queda privado de dichas facultades
de disposición y administración. A efectos prácticos, y tratándose de un empresario,
el deudor (o los administradores sociales) quedarían separados de la gestión. En la
actualidad, en nuestro Derecho (artículo 40 de la Ley Concursal 22/2003) se prevé
con carácter general que en los casos de concurso voluntario el régimen a acordar
será el de intervención de las operaciones del deudor, en tanto que en los casos de
concurso necesario (esto es, aquél promovido por un acreedor u otro legitimado
distinto del propio deudor) el régimen ordinario sería el de suspensión, y ello en todo
caso sin perjuicio de que el Juez del Concurso pueda, motivadamente, acordar un
régimen diverso en uno u otro caso.

Pero en todo caso, es claro que por el mero hecho de la declaración de concurso
no se debe producir el efecto de la inhabilitación para el comercio del deudor o de los
administradores sociales. Este efecto ha de quedar a expensas de lo que resulte en la
pieza de calificación, reservándose para los casos en que el concurso venga declarado
como culpable y aquéllos vengan declarados personas afectadas por la calificación
(artículo 172 de la Ley Concursal 22/2003).

En el régimen del Código de Comercio, la declaración de quiebra llevaba


aparejado como efecto directo la inhabilitación del quebrado (artículo 878.1 del
Código de Comercio), con pérdida de los poderes de administración y disposición

187
sobre sus propios bienes, y que no se recuperaban con la conclusión del
procedimiento sino antes bien con la rehabilitación. En el marco de la Ley Concursal,
la situación es diversa, en cuanto que la inhabilitación es un efecto que se reserva
para los supuestos de concurso calificado como culpable, en los que se impone con
carácter de sanción a las personas afectadas, y con una duración temporal
determinada. Se diferencian los efectos que se despliegan sobre la órbita personal y
sobre la órbita patrimonial del concursado. En el caso de que el concurso se califique
como fortuito, no se produce ningún efecto de inhabilitación.

La sanción de inhabilitación debe imponerse en todo caso cuando el concurso


se califique como culpable, y habrá de recaer sobre aquéllas personas declaradas en la
sentencia como afectadas por la calificación "atendiendo en todo caso a la gravedad
de los hechos y a la entidad del perjuicio", lo que supone la introducción de
parámetros objetivos en la fijación de su duración.

La inhabilitación comporta "la prohibición para administrar bienes ajenos", lo


que de suyo no significa merma alguna de la capacidad de obrar sino antes bien una
prohibición, semejante a la que se prevenía en el artículo 922 del Código de
Comercio, debiendo tenerse en cuenta la previsión contenida en el actual artículo 13
del Código de Comercio, modificado por la Disposición Final 2ª de la Ley Concursal
22/2003, en cuya virtud no podrán ejercer el comercio ni tener cargo o intervención
administrativa o económica en compañías, "las personas que sean inhabilitadas
conforme a la Ley Concursal mientras no haya concluido el periodo de inhabilitación
fijado en la sentencia de calificación del concurso".

Excepcionalmente, y en el caso de calificaciones culpables derivadas de


convenio gravoso aprobado judicialmente, previa solicitud de la administración
concursal correspondiente, excepcionalmente la sentencia de calificación podrá
autorizar al inhabilitado a continuar al frente de la empresa o como administrador de
la sociedad concursada.

La inhabilitación se dictará conforme al artículo 164.1 de la Ley Concursal


22/2003 frente al concursado en el caso de que se trate de persona física y frente a los
administradores o liquidadores, de hecho y de derecho, y de los apoderados

188
generales, afectados en caso de persona jurídica, debiendo cesar en sus cargos
(artículo 173.1 LC 22/2003). Si el cese impidiese el funcionamiento del órgano de
administración o liquidación, la Administración concursal convocará junta o
asamblea de socios para proveer el nombramiento de quienes hayan de cubrir las
vacantes dejadas por razón de la inhabilitación de los anteriormente nombrados
(artículo 173.2 LC 22/2003). Ahora bien, la situación que se plantea es ciertamente
diversa según los casos en que el concurso se desenvuelva en solución liquidatoria o
en solución concordada.

En el caso de liquidación del deudor persona jurídica, la resolución judicial


ordena la disolución de la mercantil y el cese de los administradores o liquidadores,
que vendrán sustituidos por la administración concursal (artículo 145.3 LC 22/2003).
En el caso de convenio aprobado, el problema se suscita, en principio, en cuanto que
los administradores concursales habrán cesado en sus cargos (artículo 133.2.2 LC
22/2003), si bien es claro que el propio precepto ha previsto el mantenimiento de sus
funciones a los efectos de la normativa del Capítulo II del Título VI de la Ley. Es
decir, para continuar los incidentes en curso, pudiendo solicitar la ejecución de las
sentencias y autos que se dicten en ellos, hasta que sean firmes, así como para actuar
en la sección sexta hasta que recaiga sentencia firme.

En la esfera patrimonial, se prevé la pérdida de cualquier derecho que las


personas afectadas por la calificación tuvieren como acreedores concursales, e
incluso se estatuye, en los casos de concurso de persona jurídica, y respecto de sus
administradores o liquidadores (o quienes lo hubieren sido en los dos años anteriores
a la declaración de concurso) la eventualidad de una condena a la cobertura total o
parcial del déficit persistente tras la total liquidación del activo.

11. CONCURSO NECESARIO

Aunque el primer obligado a solicitar el concurso es el deudor, la Ley


Concursal legitima a los acreedores a pedir el concurso de sus deudores (salvo que
189
sean adquirentes del crédito dentro de los seis meses anteriores a la solicitud). En
concreto, la Ley Concursal establece que el deudor deberá solicitar la declaración de
concurso dentro de los dos meses siguientes a la fecha en que hubiera conocido o
debido conocer su estado de insolvencia, pero que para solicitar la declaración de
concurso están legitimados el deudor y cualquiera de sus acreedores. Pues bien, el
concurso de acreedores tendrá la consideración de voluntario cuando la petición de
concurso haya sido presentada por el propio deudor con la excepción de que en los
tres meses anteriores a la fecha de la solicitud del deudor, se hubiera presentado y
admitido a trámite otra por un acreedor, aunque se hubiera archivado. En los demás
casos, es decir, cuando la declaración del concurso la solicita cualquiera de los
acreedores, el concurso se denomina necesario.

12. CONCURSO VOLUNTARIO

El primer obligado a solicitar el concurso es el deudor. En concreto, la Ley


Concursal establece que el deudor deberá solicitar la declaración de concurso dentro
de los dos meses siguientes a la fecha en que hubiera conocido o debido conocer su
estado de insolvencia. Pues bien, el concurso de acreedores tendrá la consideración de
voluntario cuando la primera petición de concurso haya sido presentada por el propio
deudor con la excepción de que en los tres meses anteriores a la fecha de la solicitud
del deudor, se hubiera presentado y admitido a trámite otra por un acreedor, aunque
se hubiera archivado. En los demás casos, es decir, cuando la declaración del
concurso la solicita cualquiera de los acreedores, el concurso se denomina necesario.

190
13. DECLARACIÓN DEL CONCURSO

La declaración del concurso es la resolución judicial en virtud de la cual, y tras


el procedimiento legal oportuno instado por alguno de los legitimados para iniciar el
concurso, se acuerda declarar que el deudor está en situación de insolvencia y, en
consecuencia, que sus facultades de administración y disposición respecto de su
patrimonio han de ser intervenidas o suspendidas y sustituido por la Administración
concursal, que en dicha resolución es nombrada, adoptando las decisiones oportunas
para que el proceso concursal produzca todos sus efectos hasta que tenga lugar o un
convenio con los acreedores o se liquide el patrimonio del deudor.

14. CRÉDITOS EN EL CONCURSO

a. CONCEPTO

Siendo el concurso el proceso de ejecución universal y colectiva previsto para


la satisfacción ordenada de una pluralidad de acreedores de un deudor común, que
parte del principio de la continuación de la actividad empresarial o profesional que
viniere ejerciendo el deudor y cuyo desarrollo conforme los términos legalmente
previstos origina indefectiblemente una serie de gastos, no siempre susceptibles de
atención inmediata, se comprende el papel fundamental de los créditos en el marco
del procedimiento concursal, su origen diverso y el tratamiento diferente que se
realiza de los mismos, muchas veces relacionado directa e inmediatamente con aquel,
con la correspondiente influencia en su conceptuación y en la prelación dispuesta
para su atención.

En este sentido, es la existencia de una pluralidad de créditos pertenecientes, a


su vez, a otra pluralidad de acreedores, la que determina la procedencia del concurso

191
cuando no es susceptible su oportuna atención, todo ello en orden a hacer factible el
principio de igualdad de trato entre los mismos dentro del marco legal.

Asimismo, es la satisfacción de dichos créditos la finalidad primordial del


concurso, a la que se orienta inexorablemente por mucho que intente compatibilizarse
con otros fines tendentes a la pervivencia de la empresa deudora y mantenimiento de
los puestos de trabajo de la misma, como es fácilmente perceptible de la lectura de las
disposiciones contenidas en la Ley 22/2003, de 9 de julio, Concursal, norma básica
en esta materia.

En definitiva, por la naturaleza del concurso, los créditos del deudor


determinan su nacimiento, a su satisfacción ordenada y conforme a criterios de
igualdad (en los términos legales y con las excepciones del mismo carácter) se dirige
el mismo y también a los que surgen durante el discurrir de dicho procedimiento,
determinados por la continuación de la actividad económica del deudor no afectada
por el proceso concursal y por los gastos que son inherentes al mismo o que lleva
consigo.

b. CLASES DE CRÉDITOS EN EL CONCURSO

En inmediata y directa relación con lo acabado de exponer, en el concurso se


contraponen dos clases de créditos fundamentales. Por un lado, los créditos
concursales, que son aquellos cuya existencia en relación con la situación financiera y
comportamiento del deudor determinan el concurso, situándose su nacimiento, por
tanto, con carácter general, con carácter previo a la declaración del estado concursal,
siendo aquellos cuyo tratamiento colectivo y paritario es la razón del ser del concurso
y cuya satisfacción en los mismos términos constituye su finalidad esencial. Por otro
lado, los créditos contra la masa, caracterizados, de manera esencial, por surgir
durante el desarrollo del procedimiento concursal, con origen, bien en la continuación
de la actividad empresarial, profesional o económica del deudor que se produce
durante el mismo, bien en la propia existencia del procedimiento.

192
Si a través del procedimiento concursal se pretende, en líneas generales,
determinar de la manera más exacta posible el estado patrimonial o económico del
deudor a través de la determinación de su masa pasiva (deudas que tiene) y activa
(bienes y derechos patrimoniales con los que puede hacer frente a sus deudas y con
los que, igualmente, debe atenderse los gastos originados por y durante la tramitación
concursal que son a cargo del deudor) para, sobre su base, procederse a la satisfacción
de la pluralidad de créditos cuya ausencia de atención puntual ha sido la base de la
existencia del procedimiento concursal a través de alguna de las dos soluciones
dispuestas de manera alternativa (convenio del deudor con los acreedores que excluye
el reparto de su patrimonio o liquidación de éste a través de los cauces legalmente
dispuestos con reparto del numerario dispuesto entre todos aquellos), puede colegirse
de la distinción anterior que únicamente los créditos concursales se incluyen en la
masa pasiva referida, con la que nada tienen que ver en razón de su procedencia los
créditos contra la masa, excluidos por ello de las reglas contenidas en la Ley
Concursal sobre reconocimiento, graduación y clasificación de créditos, hasta el
punto de que se configuran con el carácter de prededucibles, lo que significa que
deben ser atendidos antes que los concursales (según el artículo 154.1 de la Ley
Concursal 22/2003"antes de proceder al pago de los créditos concursales, la
administración concursal deducirá de la masa activa los bienes y derechos necesarios
para satisfacer los créditos contra ésta"). Precisamente, ésta circunstancia ha llevado
al legislador a otorgar dicho carácter a determinados créditos que participan de la
naturaleza de los créditos concursales y que, merced a una decisión de política
legislativa en orden a asegurar su íntegra satisfacción, se ven conceptuados como
créditos contra la masa y, consecuentemente, privilegiado su tratamiento y abono (el
caso más paradigmático es el de determinados créditos salariales que posteriormente
se concretarán).

En todo caso, esta diferente configuración de ambas clases de créditos no


implica que su contemplación y tratamiento corra en todo caso por caminos diversos
sin interrelación de tipo alguno. Antes al contrario, existiendo diversos ejemplos
repartidos a lo largo de la Ley Concursal, empezando por la relación separada de los
créditos contra la masa que debe figurar junto a la lista de acreedores emitida para

193
determinar la masa pasiva (atinente por tanto únicamente a los créditos concursales) y
siguiendo, sin ánimo exhaustivo, por el hecho de que las deducciones para atender el
pago de los créditos contra la masa deben hacerse a cargo de bienes y derechos no
afectos al pago de créditos con privilegio especial (que son créditos concursales y que
vienen integrados, esencialmente, por los créditos con garantía real), que la
realización del pago de créditos ordinarios con antelación no es factible si no está
suficientemente cubierto el pago de los créditos contra la masa (lógica consecuencia
de ser prededucibles) y que, en función de la posición que se adopte respecto los
contratos de tracto sucesivo en los que hubiere concurrido un incumplimiento previo
del concursado, es factible la existencia de comunicaciones entre ambos grupos de
créditos (artículos 61 y 62 de la Ley Concursal 22/2003).

Asimismo y fruto de ese diferente carácter, los puntos relativos a las deudas de
la masa se comprenden en la sección tercera del concurso junto, esencialmente, a las
cuestiones relativas a la determinación de la masa activa, mientras que la sección
cuarta comprende lo relativo a la determinación de la masa pasiva (es decir, los
créditos concursales) de manera fundamental, que abarca las cuestiones atinentes a la
comunicación, reconocimiento, graduación y clasificación de los créditos.

En el ámbito de los créditos concursales es factible distinguir entre créditos


concurrentes y no concurrentes, con independencia del principio de universalidad de
la masa pasiva (ya que el artículo 49 de la Ley Concursal 22/2003 dice que, declarado
el concurso, todos los acreedores del deudor, ordinarios o no, cualesquiera que sean
su nacionalidad o domicilio, quedarán de derecho integrados en la masa pasiva del
concurso, sin más excepciones que las establecidas en las leyes). Los primeros son
los incluidos en el concurso como consecuencia de su reconocimiento por la
administración concursal tras haber sido comunicados o puestos de manifiesto en el
concurso por sus titulares o, en defecto de dicha comunicación, por constar por
cualquier razón en el concurso (caso de los que resultan de los libros y documentos
del deudor) o por hallarse en alguno de los casos en que legalmente se determina su
inclusión (créditos reconocidos por laudo arbitral o sentencia, los que consten en
documento con fuerza ejecutiva, los reconocidos por certificación administrativa, los
asegurados con garantía real inscrita en registro público y los créditos de los
194
trabajadores cuya existencia y cuantía resulten de los libros y documentos del deudor
o por cualquier otra razón consten en el concurso). Los créditos no concurrentes son
propiamente aquellos que quedan al margen del concurso por ausencia de
comunicación en el concurso por sus titulares sin constancia de otro modo en el
mismo. Respecto estos últimos créditos, que participan de la naturaleza de los
créditos concursales pero que no figuran en el concurso y que, por tanto, no han
podido ser reconocidos, aunque fuere tardíamente, se discute la solución a adoptar en
el marco del concurso, partiendo de la base de su ausencia de extinción por la
tramitación del procedimiento concursal y que siguen siendo a cargo del deudor. Se
discute esencialmente al respecto entre su postergación dentro de los créditos
concursales (ocupando el último puesto en la prelación, lo que significa en la práctica
tomarlos en consideración y, con ello, que en la práctica fueren concurrentes) o
considerarlos como inexistentes a propósito del concurso, sin perjuicio que en el
futuro y, en función de la solución del concurso y una vez hayan cesado sus efectos,
cobren su virtualidad y pueda accionarse sobre su base.

Señalar, finalmente, que la denominación de créditos no concurrentes se utiliza


también para referirse a los créditos que no quedan sometidos a las reglas del
concurso, con particular referencia a aquellos que llevan aparejado el derecho de
ejecución separada (por contar con garantías reales) en caso de hacerse uso del
mismo.

c. CRÉDITOS CONTRA LA MASA

Vienen relacionados de manera abierta en el artículo 84 de la Ley Concursal


22/2003, que finaliza considerando como tales a cualesquiera créditos a los que dicha
Ley les atribuya expresamente tal consideración. Previamente ya se ha señalado que
tienen el carácter de prededucibles y que surgen durante el desarrollo del
procedimiento concursal, sometiéndose a un régimen diverso al de los créditos
concursales, circunstancias que llevan a la doctrina a remarcar en ellos las notas de
extraconcursalidad (por el diverso régimen, que conlleva que no estén sometidos a los

195
efectos que el concurso origina en los otros créditos) y de prioridad (al anteponerse su
pago a los restantes créditos en el concurso). Por otro lado, al caracterizarse por venir
originados durante el desarrollo del procedimiento concursal, su nacimiento no puede
más que situarse con su incoación, vinculándose, como ya se apuntó, a la
continuación de la actividad económica del deudor o al discurrir normal del
procedimiento haciendo factible el mismo. De ahí que tengan tal consideración, entre
otros, los créditos generados por el ejercicio de la actividad empresarial o profesional
del deudor tras la declaración del concurso, incluidos los créditos laborales; los
derivados de obligaciones válidamente contraídas durante el procedimiento por la
administración concursal o por el concursado sometido a intervención con la
autorización o conformidad de la misma; los que resulten de prestaciones a cargo del
concursado en los contratos con obligaciones recíprocas pendientes de cumplimiento
que continúen en vigor tras la declaración de concurso; los de costas y gastos
judiciales ocasionados por la solicitud y declaración de concurso, publicaciones
previstas en la Ley de las resoluciones judiciales y asistencia y representación del
concursado y de la administración concursal, así como la retribución de los
administradores concursales.

No obstante lo expuesto y, pese a que tienen un origen diverso y su nacimiento


es anterior a la existencia misma del concurso, ya se adelantó que el legislador en
orden a priorizar su pago ha decidido que merezcan la consideración de créditos
contra la masa "los créditos por salarios por los últimos treinta días de trabajo
anteriores a la declaración de concurso y en cuantía que no supere el doble del salario
mínimo interprofesional", estableciendo igualmente que deben pagarse de forma
inmediata, con independencia de que la regla general en los créditos contra la masa es
que, cualquiera que sea su naturaleza, habrán de satisfacerse a sus respectivos
vencimientos.

Las acciones relativas a la calificación o pago de estos créditos se ejercitarán


ante el juez del concurso por los trámites del incidente concursal, pero no podrán
iniciarse ejecuciones para hacerlos efectivos hasta que se apruebe un convenio, se
abra la liquidación o transcurra un año desde la declaración de concurso sin que se
hubiere producido ninguno de estos actos.
196
Las deducciones para atender su pago se harán con cargo a los bienes y
derechos no afectos al pago de créditos con privilegio especial, y caso de ser
insuficientes, dice el artículo 84.3 de la Ley Concursal 22/2003 que "Los créditos del
número 1.º del apartado anterior (los de los trabajadores de los últimos 30 días de
trabajo efectivo respecto la declaración de concurso) se pagarán de forma inmediata.
Los restantes créditos contra la masa, cualquiera que sea su naturaleza y el estado del
concurso, se pagarán a sus respectivos vencimientos", disposición legal respecto la
que se discute si realmente lo que establece, más que un pago por orden de
vencimientos, es un pago a prorrata de todos los créditos (única forma de distribuir lo
obtenido entre todos los acreedores). Asimismo, el art. 176 bis LC 22/2003, establece
un orden de pagos alternativo, en los supuestos de insuficiencia de masa para el pago
de créditos contra la masa, en la que se otorga preferencia a los gastos
imprescindibles para la liquidación, los créditos laborales, los alimentos, y las costas
y gastos judiciales del concurso.

d. CRÉDITOS CONCURSALES

Establecido previamente su concepto y sus notas definitorias en contraposición


a los créditos contra la masa, tal como verifica la Ley Concursal, que los define como
aquellos créditos que no son contra la masa (artículo 84.1 LC 22/2003), procede
referirse seguidamente a las circunstancias atinentes a su comunicación,
reconocimiento, clasificación, pago y efectos del concurso sobre los mismos.

1. Comunicación, reconocimiento y clasificación

Para determinar de la manera más exacta posible el pasivo del deudor es


preciso el conocimiento de todos los créditos que debe satisfacer, con independencia
de que hayan ya resultado impagados o de que su vencimiento esté por llegar. En
orden a dicha fijación, competencia de la administración concursal, se confiere un
plazo para que se ponga en conocimiento de la misma los créditos que se ostenten
contra el deudor, sin perjuicio que la administración concursal deba computar todos
197
aquellos que resultan de la propia documentación del deudor, en el sentido antes
referido al hablar de los créditos concurrentes. De ahí que en el auto de declaración
de concurso se llame a los acreedores concursales para que pongan en conocimiento
de la administración concursal la existencia de sus créditos en el plazo de un mes a
contar desde la última de las publicaciones de aquel (plazo que, con carácter general,
se reducirá a la mitad en el caso de seguirse los trámites del procedimiento abreviado
en vez del ordinario). Dicha comunicación se realiza mediante escrito presentado en
el Juzgado que conozca del concurso en el que se identificará el crédito y sus
elementos, con particular indicación de la cuantía que se pretende y la calificación
crediticia que se defiende, aportándose los documentos relativos al crédito. A la vista
del contenido de dichas comunicaciones y de lo que resulte de los libros y
documentos del deudor, junto con los supuestos de inclusión necesaria ya tratados
también a propósito de los créditos concurrentes, la administración concursal
calculará provisionalmente el pasivo del deudor a través de una lista de acreedores,
con indicación de cada uno de los créditos que estima existentes, su cuantía y la
calificación que merecen conforme a las previsiones legales, computando todos los
créditos, a efectos de dicha cuantificación, en dinero, pero sin que ello suponga su
conversión o modificación. Dicha lista provisional es objeto de publicación general,
con comunicación individualizada a cada acreedor cuyo crédito no haya sido
reconocido en los términos en que fue instado, al objeto que pueda discutirse a través
del trámite del incidente concursal la existencia, cuantía y calificación de aquellos
créditos sobre los que siga reinando litigiosidad por no aceptar sus titulares el
dictamen emitido acerca de los mismos por la administración concursal que
determina los términos de su reconocimiento en la lista provisional, siempre que
aquellos realicen dentro del término legal la correspondiente impugnación. Resueltas
dichas impugnaciones, caso de haberse verificado, tendremos configurada o
determinada la masa pasiva del concurso, es decir, los créditos concursales a
satisfacer en el marco del concurso con arreglo a la masa activa determinada al
unísono en función de las posibilidades que puedan presentarse con arreglo a la
misma, pretensión del deudor (si pide la liquidación se acude a la misma
inexorablemente) y actividad económica que pueda seguir desarrollando.

198
En dicha masa pasiva se integraran los créditos concursales calificándolos
como pertenecientes a alguna de las siguientes clases: privilegiados, ordinarios y
subordinados. A su vez, los créditos privilegiados se clasificarán en créditos con
privilegio especial, si afectan a determinados bienes o derechos, y créditos con
privilegio general, si afectan a la totalidad del patrimonio del deudor, teniendo
siempre presente que todo privilegio debe estar reconocido en la Ley Concursal.

La citada clasificación tiene una importancia esencial, en tanto en cuanto


configura la posición de los créditos en el concurso y determina de manera inmediata
y directa las posibilidades de actuación dentro del mismo en orden a su satisfacción y
la prelación para su abono. Sin alterar dicho sistema, se configuran además unos
supuestos especiales de reconocimiento en el artículo 87 de la Ley Concursal 22/2003
y que comprenden, esencialmente, los supuestos de créditos sometidos a condición
suspensiva, créditos sometidos a condición resolutoria, créditos litigiosos y créditos
en los que el acreedor disfrute de fianza de tercero.

a) Créditos con privilegio especial

Relacionados de manera taxativa en el artículo 90 de la Ley Concursal


22/2003, se trata en su mayoría de créditos con garantía real (los créditos
garantizados con hipoteca es el caso más común) que ocupan una posición
privilegiada dentro del concurso, ya que pueden en determinados casos ejecutar
separadamente la garantía para el cobro de su crédito al margen del resto de
acreedores, solo quedan vinculados al convenio (de ser ésta la solución del concurso)
si votan a favor de la correspondiente propuesta y, en todo caso, el bien o derecho
afecto queda vinculado a la satisfacción del crédito respectivo. De no poderse
satisfacer todo el crédito con cargo al bien o derecho afecto, la parte que reste se
satisfará conjuntamente con los créditos ordinarios a prorrata.

b) Créditos con privilegio general

Como se ha señalado, afectan a todo el patrimonio del deudor, gozando de


determinadas preferencias en función de una decisión legislativa vinculada a las
especiales características de determinados créditos, cuyas posibilidades de atención
en el marco del concurso se han tratado de reforzar o garantizar en la medida de lo

199
posible. Dichas preferencias, excluyendo toda posibilidad de ejecución separada, son
idénticas a las de los créditos con privilegio especial en caso de convenio, mientras
que en los casos de liquidación su abono se realiza por el orden con que aparecen
enumerados en el artículo 91 de la Ley Concursal 22/2003 con cargo a los bienes y
derechos no afectos a privilegio especial que integren la masa activa, una vez
deducidos los necesarios para atender a los créditos contra la masa, siempre
prioritarios con exclusión de bienes y derechos afectos. Estos créditos con privilegio
general vienen constituidos, esencialmente, por créditos de Derecho Público,
salariales y por responsabilidad civil extracontractual dentro de ciertos límites,
teniendo también este carácter los créditos de que fuere titular el acreedor que hubiere
solicitado la declaración de concurso y que no tuvieren el carácter de subordinados
hasta la cuarta parte de su importe, privilegio éste último que se justifica en que el
acreedor, con su solicitud de concurso, actúa en beneficio de todos los acreedores,
sirviendo además para fomentar actuaciones de este tipo en los casos en que se den
los presupuestos del concurso y, por la razón que sea, el deudor no se presente
voluntariamente en dicho estado.

c) Créditos subordinados

Constituyen los créditos que disfrutan de peor condición dentro del concurso,
hasta el punto de haber sido considerados antiprivilegiados. Buena muestra de lo
expuesto es que, en caso de convenio, carecen de derecho de voto y, aunque quedan
sometidos a las mismas quitas y esperas establecidas en convenio para los créditos
ordinarios, los plazos de espera se les computan a partir del íntegro cumplimiento del
convenio respecto los créditos ordinarios. Si la solución del concurso es la
liquidación, solo se abonaran si previamente han sido satisfechos íntegramente los
créditos ordinarios, realizándose en tal caso su abono por el orden con que aparecen
relacionados en el artículo 92 de la Ley Concursal 22/2003.

Las razones de esta postergación varían en cada caso particular: por la


comunicación tardía del crédito; por ser el titular del crédito una persona
especialmente relacionada con el deudor (artículo 93 de la Ley Concursal 22/2003);
por la existencia de pacto contractual al respecto; por su naturaleza sancionadora

200
(caso de las multas); por su carácter accesorio (intereses) o por haberse apreciado
mala fe en el titular del crédito con ocasión de su rescisión.

d) Créditos ordinarios

Se definen legalmente en sentido negativo como aquellos que no son


privilegiados ni subordinados. En caso de convenio ostentan derecho de voto en todo
caso en tanto en cuanto van a venir afectados por el mismo caso de aprobación,
mientras que de acudirse a la liquidación, su pago se verifica con cargo a los bienes y
derechos de la masa activa que resten una vez satisfechos los créditos contra la masa
y los privilegiados. De no ser suficiente la masa activa para su atención íntegra, se
abonarán a prorrata conjuntamente con los créditos con privilegio especial en la parte
en que éstos no hubieren sido satisfechos con cargo a los bienes y derechos afectos.
El pago de estos créditos se realizará en función de la liquidez de la masa activa,
pudiendo disponerse la entrega de cuotas cuyo importe no baje del cinco por ciento
del nominal de cada crédito.

2. Efectos sobre los créditos

De la declaración de concurso se derivan para los créditos concursales las


siguientes consecuencias fundamentales, amén de su integración en la masa pasiva
conforme al principio de universalidad de la misma:

a) Imposibilidad de inicio de ejecuciones o apremios contra el patrimonio del


deudor, suspendiéndose las que se hallaren tramitación (con excepción de
determinados procedimientos administrativos de ejecución y ejecuciones laborales),
al margen del derecho de ejecución separada que con carácter general y dentro de los
límites legales se reconoce en los casos de créditos con garantía real en orden a la
efectividad de la misma.

b) Prohibición de compensación: dice el artículo 58 de la Ley Concursal


22/2003 que declarado el concurso no procederá la compensación de los créditos y
deudas del concursado, pero producirá sus efectos la compensación cuyos requisitos
hubieran existido con anterioridad a la declaración.

c) Suspensión del devengo de intereses: desde la declaración de concurso


queda suspendido el devengo de los intereses, legales o convencionales, salvo los
201
correspondientes a los créditos con garantía real, que serán exigibles hasta donde
alcance la respectiva garantía.

d) Interrupción de la prescripción de las acciones contra el deudor por los


créditos anteriores a la declaración, reiniciándose su cómputo en el momento de la
conclusión del concurso.

En caso de convenio habrá que estar, respecto los créditos cuyos titulares
resulten vinculados por el mismo en función de su calificación o comportamiento
seguido, a los términos del mismo, con la espera, quita o ambos efectos que puedan
haberse pactado dentro de los límites legales (respecto los créditos ordinarios, la quita
no puede exceder de la mitad del importe de cada uno de ellos, ni la espera superar
los cinco años a partir de la firmeza de la resolución judicial que apruebe el
convenio).

En el supuesto de que la solución definitiva del concurso sea la liquidación, se


producen dos efectos específicos sobre los créditos concursales:

1) Conversión en dinero de los créditos que consistan en prestaciones diversas


a las pecuniarias, efecto que se considera que deviene inexorable por cuanto durante
la liquidación se pretende obtener un numerario a repartir entre los acreedores, lo que
impone dicha conversión para realizar el correspondiente reparto.

2) Vencimiento anticipado de los créditos concursales aplazados, consecuencia


cuyo fundamento viene dado por la necesaria determinación precisa de la masa pasiva
para su atención mediante la realización de los bienes y derechos integrantes de la
masa activa y en que la misma discurra eficazmente sin los condicionamientos
derivados de la existencia de plazos que debieren observarse, los que, por otra parte,
pierden su virtualidad por la situación del deudor en relación con la solución
dispuesta para el concurso. Esta última consecuencia debe relacionarse con el hecho
de que si el pago de un crédito se realiza antes del vencimiento que tuviere a la fecha
de apertura de la liquidación, se hará con el descuento correspondiente calculado al
tipo de interés legal.

202
15. MASA ACTIVA Y PASIVA DEL CONCURSO

a. CONCEPTO

Tras la declaración de concurso, que difiere según se trate de concurso


voluntario o necesario, la unidad y la flexibilidad del procedimiento concursal se
reflejan en su propia estructura, articulada, en principio, en una fase común que puede
desembocar en otra de convenio o de liquidación.

La fase común se abre con la declaración de concurso y concluye una vez


presentado el informe de la administración concursal y transcurrido el plazo de
impugnaciones o resueltas las formuladas contra el inventario o contra la lista de
acreedores, con lo que se alcanza el más exacto conocimiento del estado patrimonial
del deudor a través de la determinación de las masas activa y pasiva del concurso.

En consecuencia la fase común tiene como objeto y finalidad determinar el


conjunto de bienes y derechos que integran la masa activa del concurso y las deudas
que forman la masa pasiva.

La determinación de las masas activa y pasiva del concurso se realiza a través


de tres fases: el inventario y listad de acreedores presentados por el deudor (bien en
su solicitud de concurso voluntario, bien tras requerimiento, una vez declarado el
concurso necesario) el informe de la administración concursal y de la modificaciones
que pueden introducirse al mismo por el juez vía impugnación del inventario y de la
lista de acreedores, tras la tramitación del correspondiente incidente concursal.

La fase común culmina con la presentación del informe de la administración


concursal y la resolución, en su caso, de las impugnaciones.

Conforme al artículo 74 de la Ley Concursal 22/2003 el plazo de presentación


del informe de los administradores concursales es de dos meses, contados a partir de
la fecha en que se produzca la aceptación de dos de ellos (un mes en caso de concurso
abreviado).

El plazo de presentación podrá ser prorrogado por el juez:


203
- En caso de que concurran circunstancias excepcionales, a solicitud de la
administración concursal presentada antes de que expire el plazo legal, por tiempo no
superior a dos meses más. No obstante, el administrador que haya sido nombrado en,
al menos, tres concursos en tramitación no podrá solicitar prórroga para la emisión de
su informe, salvo que justifique que existen causas ajenas a su ejercicio profesional.

- Si al vencimiento del plazo de dos meses no hubiera concluido el plazo de


comunicación de créditos, a solicitud de la administración concursal, hasta los cinco
días siguientes a la conclusión del plazo.

Cuando el número de acreedores sea superior a dos mil, los administradores


concursales podrán solicitar una prórroga por tiempo no superior a cuatro meses más.

Dichos plazos son de obligado cumplimiento con la finalidad de no acumular


demoras en la tramitación de los concursos de modo que además de la
responsabilidad y de la causa de separación en que hubieren podido incurrir por tal
incumplimiento, los administradores concursales que no presenten el informe dentro
del plazo perderán el derecho a la remuneración fijada por el juez del concurso y
deberán devolver a la masa las cantidades percibidas.

b. ESTRUCTURA DEL INFORME DE LA ADMINISTRACIÓN


CONCURSAL

El informe de la administración concursal presenta la siguiente estructura:

1. Análisis de los datos y circunstancias del deudor expresados en la memoria


que se ha de acompañar a la solicitud de concurso o que debe presentar después el
deudor en caso de concurso necesario.

2. Estado de la contabilidad del deudor y, en su caso, juicio sobre las cuentas,


estados financieros, informes y memoria que sobre estos extremo ha de presentar el
deudor.

204
Si el deudor no hubiese presentado las cuentas anuales correspondientes al
ejercicio anterior a la declaración de concurso, serán formuladas por la
administración concursal, con los datos que pueda obtener de los libros y documentos
del deudor, de la información que éste le facilite y de cuanta otra obtenga en un plazo
no superior a quince días.

3. Memoria de las principales decisiones y actuaciones de la administración


concursal.

Además, necesariamente, al informe deben unirse los documentos siguientes:

1. Inventario de la masa activa.

2. Lista de acreedores.

3. En su caso, el escrito de evaluación de las propuestas de convenio.

4. En su caso, el plan de liquidación.

5. Valoración de la empresa en su conjunto y de las unidades productivas que


la integran bajo la hipótesis de continuidad de las operaciones y liquidación.

6. Exposición motivada de los administradores concursales acerca de la


situación patrimonial del deudor y de cuantos datos y circunstancias pudieran ser
relevantes para la ulterior tramitación del concurso.

c. LA MASA ACTIVA

La composición de la masa activa del concurso se inspira en el principio de


universalidad de modo que, como indica el artículo 76 de la Ley Concursal 22/2003
constituyen la masa activa del concurso los bienes y derechos integrados en el
patrimonio del deudor a la fecha de la declaración de concurso y los que se reintegren
al mismo o adquiera hasta la conclusión del procedimiento.

Se exceptúan aquellos bienes y derechos que, aun teniendo carácter


patrimonial, sean legalmente inembargables (véase artículos 605 y siguientes de la
Ley de Enjuiciamiento Civil, que declara inembargables, entre otros los inalienables,
205
el mobiliario y menaje de la casa, las ropas del ejecutado y su familia, los libros e
instrumentos necesarios para el ejercicio de la profesión arte u oficio, los bienes
sacros...).

Los titulares de créditos con privilegios sobre los buques y las aeronaves
podrán separar estos bienes de la masa activa del concurso mediante el ejercicio, por
el procedimiento correspondiente, de las acciones que tengan reconocidas en su
legislación específica. Si de la ejecución resultara remanente a favor del concursado,
se integrará en la masa activa.

Si la ejecución separada no se hubiere iniciado en el plazo de un año desde la


fecha de declaración del concurso, ya no podrá efectuarse y la clasificación y
graduación de créditos se regirá por lo dispuesto en esta ley.

En caso de concurso de persona casada, la masa activa comprenderá los bienes


y derechos propios o privativos del concursado y si el régimen económico del
matrimonio fuese el de sociedad de gananciales o cualquier otro de comunidad de
bienes, se incluirán en la masa, además, los bienes gananciales o comunes cuando
deban responder de obligaciones del concursado. En este caso, el cónyuge del
concursado podrá pedir la disolución de la sociedad o comunidad conyugal y el juez
acordará la liquidación o división del patrimonio que se llevará a cabo de forma
coordinada con lo que resulte del convenio o de la liquidación del concurso.

Tratándose de personas casadas en régimen de separación de bienes, se


establece una presunción iuris tantum (que admite prueba en contrario) de donación,
en beneficio de la masa, de la contraprestación satisfecha por el no concursado para la
adquisición de bienes a título oneroso cuando esta contraprestación proceda del
patrimonio del concursado. De no poderse probar la procedencia de la
contraprestación se presumirá, salvo prueba en contrario, que la mitad de ella fue
donada por el concursado a su cónyuge, siempre que la adquisición de los bienes se
haya realizado en el año anterior a la declaración de concurso.

Esta presunción no regirá cuando los cónyuges estuvieran separados


judicialmente o de hecho.

206
Además, en el ámbito del concurso de persona casada debe tenerse en cuenta
que los bienes adquiridos por ambos cónyuges con pacto de sobrevivencia se
considerarán divisibles en el concurso de cualquiera de ellos, integrándose en la masa
activa la mitad correspondiente al concursado.

Por último, a favor del cónyuge del concursado se establece la posibilidad de


adquirir la totalidad de cada uno de los bienes satisfaciendo a la masa la mitad de su
valor. Si se tratare de la vivienda habitual del matrimonio, el valor será el del precio
de adquisición actualizado conforme al índice de precios al consumo específico, sin
que pueda superar el de su valor de mercado. En los demás casos, será el que de
común acuerdo determinen el cónyuge del concursado y la administración concursal
o, en su defecto, el que como valor de mercado determine el juez, oídas las partes y
previo informe de experto cuando lo estime oportuno.

Si la vivienda habitual del matrimonio tuviese carácter ganancial o les


perteneciese en comunidad conyugal y procediere la liquidación de la sociedad de
gananciales o la disolución de la comunidad, el cónyuge del concursado tendrá
derecho a que aquella se incluya con preferencia en su haber, hasta donde éste
alcance o abonando el exceso.

También se integran en la masa activa del concurso la totalidad de los saldos


acreedores de cuentas en las que el concursado figure como titular indistinto, salvo
prueba en contrario apreciada como suficiente por la administración concursal.

Como es obvio los bienes de propiedad ajena que se encuentren en poder del
concursado y sobre los cuales éste no tenga derecho de uso, garantía o retención serán
entregados por la administración concursal a sus legítimos titulares, a solicitud de
éstos. En definitiva, los bienes ajenos en poder del concursado sin título que
justifique ni si quiera su uso y posesión no forman parte de la masa activa y se han de
devolver a sus legítimos titulares.

Si los bienes y derechos susceptibles de separación hubieran sido enajenados


por el deudor antes de la declaración de concurso a tercero de quien no puedan
reivindicarse, el titular perjudicado podrá optar entre exigir la cesión del derecho a
recibir la contraprestación si todavía el adquirente no la hubiera realizado, o

207
comunicar a la administración concursal, para su reconocimiento en el concurso, el
crédito correspondiente al valor que tuvieran los bienes y derechos en el momento de
la enajenación o en otro posterior, a elección del solicitante, más el interés legal.

En estos casos, el crédito que resulte a favor del titular perjudicado tendrá la
consideración de crédito concursal ordinario. Los efectos de la falta de comunicación
oportuna del crédito se producirán transcurrido un mes desde la aceptación por la
administración concursal o desde la firmeza de la resolución judicial que hubiere
reconocido los derechos del titular perjudicado.

Corresponde a la administración concursal elaborar un inventario que con la


relación y el avalúo de los bienes y derechos del deudor integrados en la masa activa
a la fecha de cierre, que será el día anterior al de emisión de su informe. En caso de
concurso de persona casada en régimen de gananciales o cualquier otro de comunidad
de bienes, se incluirán en el inventario la relación y el avalúo de los bienes y derechos
privativos del deudor concursado, así como las de los bienes y derechos gananciales o
comunes, con expresa indicación de su carácter.

De cada uno de los bienes y derechos relacionados en el inventario debe


expresarse su naturaleza, características, lugar en que se encuentre y, en su caso,
datos de identificación registral. Se indicarán también los gravámenes, trabas y cargas
que afecten a estos bienes y derechos, con expresión de su naturaleza y los datos de
identificación.

El avalúo de cada uno de los bienes y derechos se realizará con arreglo a su


valor de mercado, teniendo en cuenta los derechos, gravámenes o cargas de
naturaleza perpetua, temporal o redimible que directamente les afecten e influyan en
su valor, así como las garantías reales y las trabas o embargos que garanticen o
aseguren deudas no incluidas en la masa pasiva.

Al inventario se añade una relación de todos los litigios cuyo resultado pueda
afectar a su contenido y otra comprensiva de cuantas acciones debieran promoverse, a
juicio de la administración concursal, para la reintegración de la masa activa. En
ambas relaciones se informará sobre viabilidad, riesgos, costes y posibilidades de
financiación de las correspondientes actuaciones judiciales.

208
Para la valoración de los bienes o para determinar la viabilidad de las acciones
a ejercitar la administración concursal puede asesorarse de expertos independientes,
en cuyo caso propondrá al Juez su nombramiento y los términos del encargo. Los
informes emitidos por los expertos y el detalle de los honorarios devengados con
cargo a la masa se unirán al inventario.

d. LAS ACCIONES DE REINTEGRACIÓN

La debida composición de la masa activa puede exigir el ejercicio de acciones


de reintegración. En este ámbito la Ley da un nuevo tratamiento al difícil tema de los
efectos de la declaración de concurso sobre los actos realizados por el deudor en
período sospechoso por su proximidad a ésta. El perturbador sistema de retroacción
del concurso se sustituye por unas específicas acciones de reintegración destinadas a
rescindir los actos perjudiciales para la masa activa, perjuicio que en unos casos la ley
presume y en los demás habrá de probarse por la administración concursal o,
subsidiariamente, por los acreedores legitimados para ejercitar la correspondiente
acción. Los terceros adquirentes de bienes o derechos afectados por estas acciones
gozan de la protección que derive, en su caso, de la buena fe, de las normas sobre
irreivindicabilidad o del registro.

Así, conforme al artículo 71 de la Ley Concursal 22/2003, declarado el


concurso, son rescindibles los actos perjudiciales para la masa activa realizados por el
deudor dentro de los dos años anteriores a la fecha de la declaración, aunque no
hubiere existido intención fraudulenta.

La acción rescisoria concursal se asienta sobre el perjuicio con independencia


de la intención o no fraudulenta de los actos del concursado.

Para favorecer la prueba del perjuicio patrimonial la Ley Concursal establece


unas presunciones iuris et de iure, que no admiten prueba en contrario y otras iuris
tantum que sí pueden destruirse acreditando lo contrario.

209
Se presume el perjuicio patrimonial, sin admitir prueba en contrario, en los dos
siguientes supuestos:

a) Cuando se trate de actos de disposición a título gratuito, salvo las


liberalidades de uso.

b) En el supuesto de pagos u otros actos de extinción de obligaciones cuyo


vencimiento fuere posterior a la declaración del concurso, excepto si contasen con
garantía real.

Salvo prueba en contrario, el perjuicio patrimonial se presume cuando se trate


de los siguientes actos:

1. Los dispositivos a título oneroso realizados a favor de alguna de las personas


especialmente relacionadas con el concursado.

2. La constitución de garantías reales a favor de obligaciones preexistentes o de


las nuevas contraídas en sustitución de aquéllas.

3. Los pagos u otros actos de extinción de obligaciones que contasen con


garantía real y cuyo vencimiento fuere posterior a la declaración de Concurso.

En los demás casos, esto es, cuando se trate de actos no comprendidos en las
presunciones anteriores, el perjuicio patrimonial deberá ser probado por quien ejercite
la acción rescisoria.

En ningún caso podrán ser objeto de rescisión:

1º Los actos ordinarios de la actividad profesional o empresarial del deudor


realizados en condiciones normales.

2º Los actos comprendidos en el ámbito de leyes especiales reguladoras de los


sistemas de pagos y compensación y liquidación de valores e instrumentos derivados.

3º Las garantías constituidas a favor de los créditos de derecho público y a


favor del Fondo de Garantía Salarial en los acuerdos o convenios de recuperación
previstos en su normativa específica.

Tampoco serán rescindibles los acuerdos de refinanciación alcanzados por el


deudor, así como los negocios, actos y pagos, cualquiera que sea la naturaleza y la

210
forma en que se hubieren realizado, y las garantías constituidas en ejecución de los
mismos, cuando:

a) En virtud de éstos se proceda, al menos, a la ampliación significativa del


crédito disponible o a la modificación o extinción de sus obligaciones, bien mediante
prórroga de su plazo de vencimiento o el establecimiento de otras contraídas en
sustitución de aquéllas, siempre que respondan a un plan de viabilidad que permita la
continuidad de la actividad profesional o empresarial en el corto y medio plazo; y

b) Con anterioridad a la declaración del concurso:

1.º El acuerdo haya sido suscrito por acreedores cuyos créditos representen al
menos tres quintos del pasivo del deudor en la fecha de adopción del acuerdo de
refinanciación. En el caso de acuerdos de grupo, el porcentaje señalado se calculará
tanto en base individual, en relación con todas y cada una de las sociedades afectadas,
como en base consolidada, en relación con los créditos de cada grupo o subgrupo
afectados y excluyendo en ambos casos del cómputo del pasivo los préstamos y
créditos concedidos por sociedades del grupo.

2.º Se emita certificación del auditor de cuentas del deudor sobre la suficiencia
del pasivo que se exige para adoptar el acuerdo. De no existir, será auditor el
nombrado al efecto por el registrador mercantil del domicilio del deudor y, si éste
fuera un grupo o subgrupo de sociedades, el de la sociedad dominante.

3.º El acuerdo haya sido formalizado en instrumento público al que se habrán


unido todos los documentos que justifiquen su contenido y el cumplimiento de los
requisitos anteriores.

Tampoco serán rescindibles aquellos actos que, realizados con anterioridad a la


declaración de concurso, no puedan acogerse al apartado anterior pero cumplan todas
las condiciones siguientes (en el momento de suscripción del correspondiente
instrumento público), ya sea de forma individual o conjuntamente con otros que se
hayan realizado en ejecución del mismo acuerdo de refinanciación:

a) Que incrementen la proporción de activo sobre pasivo previa.

211
b) Que el activo corriente resultante sea superior o igual al pasivo corriente.
Para ello, y para el anterior requisito, se tendrán en cuenta todas las consecuencias de
índole patrimonial o financiera, incluidas las fiscales, las cláusulas de vencimiento
anticipado, u otras similares, derivadas de los actos que se lleven a cabo, aun cuando
se produzcan con respecto a acreedores no intervinientes.

c) Que el valor de las garantías resultantes a favor de los acreedores


intervinientes no exceda de los nueve décimos del valor de la deuda pendiente a favor
de los mismos, ni de la proporción de garantías sobre deuda pendiente que tuviesen
con anterioridad al acuerdo. Se entiende por valor de las garantías el definido en el
apartado 2 de la disposición adicional 4ª LC 22/2003.

d) Que el tipo de interés aplicable a la deuda subsistente o resultante del


acuerdo de refinanciación a favor del o de los acreedores intervinientes no exceda en
más de un tercio al aplicable a la deuda previa.

e) Que el acuerdo haya sido formalizado en instrumento público otorgado por


todas las partes intervinientes en el mismo, y con constancia expresa de las razones
que justifican, desde el punto de vista económico, los diversos actos y negocios
realizados entre el deudor y los acreedores intervinientes, con especial mención de las
condiciones previstas en las letras anteriores.

Tanto el deudor como los acreedores podrán solicitar el nombramiento de un


experto independiente para que informe sobre el carácter razonable y realizable del
plan de viabilidad, sobre la proporcionalidad de las garantías conforme a condiciones
normales de mercado en el momento de la firma del acuerdo, así como las demás
menciones que, en su caso, prevea la normativa aplicable. Cuando el informe
contuviera reservas o limitaciones de cualquier clase, su importancia deberá ser
expresamente evaluada por los firmantes del acuerdo. El nombramiento de un experto
independiente corresponderá al registrador mercantil del domicilio del deudor. Si el
acuerdo de refinanciación afectara a varias sociedades del mismo grupo, el informe
podrá ser único y elaborado por un solo experto, designado por el registrador del
domicilio de la sociedad dominante, si estuviera afectada por el acuerdo o, en su
defecto, por el del domicilio de cualquiera de las sociedades del grupo. El

212
nombramiento se hará entre profesionales que resulten idóneos para la función.
Dichos expertos quedarán sometidos al régimen de incapacidades,
incompatibilidades, prohibiciones, recusación y responsabilidad establecido para los
administradores concursales y sus representantes y a las causas de incompatibilidad
establecidas para los auditores en la legislación de auditoría de cuentas.

Debe tenerse en cuenta que el ejercicio de las acciones rescisorias es


compatible con el de otras acciones de impugnación de actos del deudor que
procedan conforme a Derecho (nulidad, anulabilidad, pauliana...), las cuales podrán
ejercitarse ante el Juez del concurso, conforme a las normas de legitimación y
procedimiento que para aquéllas contiene el artículo siguiente.

La legitimación activa para el ejercicio de las acciones rescisorias y demás de


impugnación corresponderá a la administración concursal. Además, se establece una
legitimación subsidiaria a favor de los acreedores (exceptuando los casos en los que
se impugne el acuerdo de refinanciación del art. 172 bis LC 22/2003) siempre que
hayan instado por escrito de la administración concursal el ejercicio de alguna acción,
señalando el acto concreto que se trate de rescindir o impugnar y el fundamento para
ello, si la administración concursal no lo hiciere dentro de los dos meses siguientes al
requerimiento.

La legitimación pasiva corresponde al deudor y a aquellos que hayan sido parte


en el acto impugnado. Si el bien que se pretenda reintegrar hubiera sido transmitido a
un tercero, la demanda también deberá dirigirse contra éste cuando el actor pretenda
desvirtuar la presunción de buena fe del adquirente o atacar la irreivindicabilidad de
que goce o la protección derivada de la publicidad registral.

Las acciones rescisorias y demás de impugnación se tramitarán por el cauce del


incidente concursal.

En cuanto a los efectos de la rescisión, la sentencia que estime la acción


declarará la ineficacia del acto impugnado y condenará a la restitución de las
prestaciones objeto de aquel, con sus frutos e intereses.

Si los bienes y derechos salidos del patrimonio del deudor no pudieran


reintegrarse a la masa por pertenecer a tercero no demandado o que, conforme a la
213
sentencia, hubiera procedido de buena fe o gozase de irreivindicabilidad o de
protección registral, se condenará a quien hubiera sido parte en el acto rescindido a
entregar el valor que tuvieran cuando salieron del patrimonio del deudor concursado,
más el interés legal; si la sentencia apreciase mala fe en quien contrató con el
concursado, se le condenará a indemnizar la totalidad de los daños y perjuicios
causados a la masa activa.

El derecho a la prestación que resulte a favor de cualquiera de los demandados


como consecuencia de la rescisión tendrá la consideración de crédito contra la masa,
que habrá de satisfacerse simultáneamente a la reintegración de los bienes y derechos
objeto del acto rescindido, salvo que la sentencia apreciare mala fe en el acreedor, en
cuyo caso se considerará crédito concursal subordinado.

e. LA MASA PASIVA

Declarado el concurso, todos los acreedores del deudor, ordinarios o no,


cualesquiera que sean su nacionalidad y domicilio, quedarán de derecho integrados en
la masa pasiva del concurso, sin más excepciones que las establecidas en las leyes.

Constituyen la masa pasiva del concurso los créditos contra el deudor común
que conforme a la Ley Concursal no tengan la consideración de créditos contra la
masa. En caso de concurso de persona casada en régimen de gananciales o cualquier
otro de comunidad de bienes, no se integrarán en la masa pasiva los créditos contra el
cónyuge del concursado, aunque sean, además, créditos a cargo de la sociedad o
comunidad conyugal.

1. Créditos contra la masa

Como hemos indicado los créditos contra la masa se contraponen a los créditos
concursales y no integran la masa pasiva del concurso.

Tienen la consideración de créditos contra la masa, y serán satisfechos


conforme a lo dispuesto en el artículo 154 de la Ley Concursal 22/2003, esto es, a su
214
respectivo vencimiento (salvo en los supuestos de insuficiencia de masa para el pago
de los créditos contra la masa, en cuyo caso entrará en funcionamiento el orden
previsto en el artículo 176 bis.2 Ley Concursal 22/2003):

a) Los créditos por salarios por los últimos treinta días de trabajo efectivo
anteriores a la declaración de concurso y en cuantía que no supere el doble del salario
mínimo interprofesional.

b) Los de costas y gastos judiciales necesarios para la solicitud y la declaración


de concurso, la adopción de medidas cautelares, la publicación de las resoluciones
judiciales previstas en esta Ley, y la asistencia y representación del concursado y de
la administración concursal durante toda la tramitación del procedimiento y sus
incidentes cuando su intervención sea legalmente obligatoria o se realice en interés de
la masa, hasta la eficacia del convenio o, en otro caso, hasta la conclusión del
concurso, con excepción de los ocasionados por los recursos que interpongan contra
resoluciones del juez cuando fueren total o parcialmente desestimados con expresa
condena en costas.

c) Los de costas y gastos judiciales ocasionados por la asistencia y


representación del deudor, de la administración concursal o de acreedores legitimados
en los juicios que, en interés de la masa, continúen o inicien conforme a lo dispuesto
en la de la Ley Concursal, salvo lo previsto para los casos de desistimiento,
allanamiento, transacción y defensa separada del deudor y, en su caso, hasta los
límites cuantitativos en ella establecidos.

d) Los de alimentos del deudor y de las personas respecto de las cuales tuviera
el deber legal de prestarlos, conforme a lo dispuesto en la de la Ley Concursal sobre
su procedencia y cuantía así como, en toda la extensión que se fije en la
correspondiente resolución judicial posterior a la declaración del concurso, los de los
alimentos a cargo del concursado acordados por el Juez de Primera Instancia en
alguno de los procesos a que se refiere el título I del Libro IV de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.

215
Tendrán también esta consideración los créditos de este tipo devengados con
posterioridad a la declaración de concurso cuando tenga su origen en una resolución
judicial anterior.

e) Los generados por el ejercicio de la actividad profesional o empresarial del


deudor tras la declaración del concurso, incluyendo los créditos laborales,
comprendidas en ellos las indemnizaciones de despido o extinción de los contratos de
trabajo, así como los recargos sobre las prestaciones por incumplimiento de las
obligaciones en materia de salud laboral, hasta que el juez acuerde el cese de la
actividad profesional o empresarial, apruebe un convenio o, en otro caso, declare la
conclusión del concurso.

Los créditos por indemnizaciones derivadas de extinciones colectivas de


contratos de trabajo ordenados por el juez del concurso se entenderán comunicados y
reconocidos por la propia resolución que los apruebe, sea cual sea el momento.

f) Los que, conforme a la de la Ley Concursal, resulten de prestaciones a cargo


del concursado en los contratos con obligaciones recíprocas pendientes de
cumplimiento que continúen en vigor tras la declaración de concurso, y de
obligaciones de restitución e indemnización en caso de resolución voluntaria o por
incumplimiento del concursado.

g) Los que, en los casos de pago de créditos con privilegio especial sin
realización de los bienes o derechos afectos, en los de rehabilitación de contratos o de
enervación de desahucio y en los demás previstos en la de la Ley Concursal,
correspondan por las cantidades debidas y las de vencimiento futuro a cargo del
concursado.

h) Los que, en los casos de rescisión concursal de actos realizados por el


deudor, correspondan a la devolución de contraprestaciones recibidas por éste, salvo
que la sentencia apreciare mala fe en el titular de este crédito.

i) Los que resulten de obligaciones válidamente contraídas durante el


procedimiento por la administración concursal o, con la autorización o conformidad
de ésta, por el concursado sometido a intervención.

216
j) Los que resulten de obligaciones nacidas de la de la Ley o de responsabilidad
extracontractual del concursado con posterioridad a la declaración de concurso y
hasta la cancelación del mismo.

k) El cincuenta por ciento de los créditos que supongan nuevos ingresos de


tesorería y hayan sido concedidos en el marco de un acuerdo de refinanciación, en las
condiciones previstas en el artículo 71.bis LC 22/2003 o en la disposición adicional
4ª LC 22/2003.

En caso de liquidación, los créditos concedidos al concursado en el marco de


un convenio conforme a lo dispuesto en el artículo 100.5 LC 22/2003. Esta
clasificación no se aplica a los ingresos de tesorería realizados por el propio deudor o
por personas especialmente relacionadas a través de una operación de aumento de
capital, préstamos o actos con análoga finalidad.

l) Cualesquiera otros créditos a los que de la Ley Concursal atribuya


expresamente tal consideración.

2. Formación de la lista de acreedores

Para la formación de la lista de acreedores, éstos deben comunicar en el plazo


de un mes a contar desde la publicación del extracto de la declaración del concurso en
el Boletín Oficial del Estado, a la administración concursal la existencia de sus
créditos.

La comunicación se formulará por escrito firmado por el acreedor, por


cualquier otro interesado en el crédito o por quien acredite representación suficiente
de ellos, y se presentará directamente ante la administración concursal en la dirección
postal o telegráfica proporcionada por la misma, y reflejada en el referido extracto.

El escrito expresará nombre, domicilio y demás datos de identidad del


acreedor, así como los relativos al crédito, su concepto, cuantía, fechas de adquisición
y vencimiento, características y calificación que se pretenda. Si se invocare un
privilegio especial, se indicarán, además, los bienes o derechos a que afecte y, en su
caso, los datos registrales. Se acompañarán los originales o copias autenticadas del
título o de los documentos relativos al crédito. Si se solicitare la devolución de los

217
títulos, documentos o escrituras de poder acompañados, quedarán en las actuaciones
testimonios bastantes autorizados por el secretario.

No obstante, cuando los originales de los títulos o documentos hayan sido


aportados o consten en otro procedimiento judicial o administrativo, podrán
acompañarse copias no autenticadas de los mismos siempre que se justifique la
solicitud efectuada ante el juzgado u organismo correspondiente para la obtención de
testimonio o la devolución de originales.

En caso de concursos simultáneos de deudores solidarios, el acreedor o el


interesado podrán comunicar la existencia de los créditos a la administración
concursal de cada uno de los concursos. El escrito presentado en cada concurso
expresará si se ha efectuado o se va a efectuar la comunicación en los demás,
acompañándose, en su caso, copia del escrito o de los escritos presentados y de los
que se hubieren recibido.

Es competencia de la administración concursal determinar la inclusión o


exclusión en la lista de acreedores de los créditos puestos de manifiesto en el
procedimiento. Esta decisión se adoptará respecto de cada uno de los créditos, tanto
de los que se hayan comunicado expresamente como de los que resultaren de los
libros y documentos del deudor o por cualquier otra razón constaren en el concurso.

Existen una serie de supuestos de reconocimiento obligatorio para la


administración concursal cuales son aquellos créditos que hayan sido reconocidos por
laudo o por sentencia, aunque no fueran firmes, los que consten en documento con
fuerza ejecutiva, los reconocidos por certificación administrativa, los asegurados con
garantía real inscrita en registro público, y los créditos de los trabajadores cuya
existencia y cuantía resulten de los libros y documentos del deudor o por cualquier
otra razón consten en el concurso. No obstante, la administración concursal podrá
impugnar en juicio ordinario y dentro del plazo para emitir su informe, los convenios
o procedimientos arbitrales en caso de fraude, conforme a lo previsto en el artículo
53.2 de la Ley Concursal 22/2003, y la existencia y validez de los créditos
consignados en título ejecutivo o asegurados con garantía real, así como, a través de
los cauces admitidos al efecto por su legislación específica, los actos administrativos.

218
Cuando el concursado fuere persona casada en régimen de gananciales o
cualquier otro de comunidad de bienes, la administración concursal expresará,
respecto de cada uno de los créditos incluidos en la lista, si sólo pueden hacerse
efectivos sobre su patrimonio privativo o también sobre el patrimonio común.

3. Supuestos especiales de reconocimiento de créditos

También debe aludirse a los supuestos especiales de reconocimiento que se


contemplan en el artículo 87 de la Ley Concursal 22/2003. Dichos supuestos son los
siguientes:

a) Los créditos sometidos a condición resolutoria se reconocerán como


condicionales y disfrutarán de los derechos concursales que correspondan a su
cuantía y calificación, en tanto no se cumpla la condición. Cumplida ésta, podrán
anularse, a petición de parte, las actuaciones y decisiones en las que el acto, la
adhesión o el voto del acreedor condicional hubiere sido decisivo. Todas las demás
actuaciones se mantendrán, sin perjuicio del deber de devolución a la masa, en su
caso, de las cantidades cobradas por el acreedor condicional, y de la responsabilidad
en que dicho acreedor hubiere podido incurrir frente a la masa o frente a los
acreedores.

b) A los créditos de derecho público de las Administraciones públicas y sus


organismos públicos recurridos en vía administrativa o jurisdiccional, aun cuando su
ejecutividad se encuentre cautelarmente suspendida, les será de aplicación lo
dispuesto en el apartado anterior.

Por el contrario, los créditos de derecho público de las Administraciones


públicas y sus organismos públicos que resulten de procedimientos de comprobación
o inspección se reconocerán como contingentes hasta su cuantificación, a partir de la
cual tendrán el carácter que les corresponda con arreglo a su naturaleza sin que sea
posible su subordinación por comunicación tardía. Igualmente, en el caso de no
existir liquidación administrativa, se clasificarán como contingentes hasta su
reconocimiento por sentencia judicial, las cantidades defraudadas a la Hacienda
Pública y a la Tesorería General de la Seguridad Social desde la admisión a trámite
de la querella o denuncia.

219
c) Los créditos sometidos a condición suspensiva y los litigiosos serán
reconocidos en el concurso como créditos contingentes sin cuantía propia y con la
calificación que corresponda, admitiéndose a sus titulares como acreedores
legitimados en el juicio sin más limitaciones que la suspensión de los derechos de
adhesión, de voto y de cobro. En todo caso, la confirmación del crédito contingente o
su reconocimiento en sentencia firme o susceptible de ejecución provisional, otorgará
a su titular la totalidad de los derechos concursales que correspondan a su cuantía y
calificación.

d) Cuando el juez del concurso estime probable el cumplimiento de la


condición resolutoria o la confirmación del crédito contingente, podrá, a petición de
parte, adoptar las medidas cautelares de constitución de provisiones con cargo a la
masa, de prestación de fianzas por las partes y cualesquiera otras que considere
oportunas en cada caso.

e) Los créditos que no puedan ser hechos efectivos contra el concursado sin la
previa excusión del patrimonio del deudor principal se reconocerán como créditos
contingentes mientras el acreedor no justifique cumplidamente a la administración
concursal haber agotado la excusión, confirmándose, en tal caso, el reconocimiento
del crédito en el concurso por el saldo subsistente.

f) Los créditos en los que el acreedor disfrute de fianza de tercero se


reconocerán por su importe sin limitación alguna y sin perjuicio de la sustitución del
titular del crédito en caso de pago por el fiador. Siempre que se produzca la
subrogación por pago, en la calificación de estos créditos se optará por la que resulte
menos gravosa para el concurso entre las que correspondan al acreedor o al fiador,
conforme a la redacción dada al artículo 87.6 de la Ley Concursal 22/2003 por el
artículo 9.2 del Real Decreto Ley 3/2009, de 27 de marzo, de Medidas urgentes en
materia tributaria, financiera y concursal ante la evolución de la situación económica.

g) A solicitud del acreedor que hubiese cobrado parte de su crédito de un


avalista, fiador o deudor solidario del concursado, podrán incluirse a su favor en la
lista de acreedores tanto el resto de su crédito no satisfecho como la totalidad del que,
por reembolso o por cuota de solidaridad, corresponda a quien hubiere hecho el pago

220
parcial, aunque éste no hubiere comunicado su crédito o hubiere hecho remisión de la
deuda.

Si antes de la presentación de los textos definitivos se hubiera cumplido la


contingencia, condición o supuesto especial recogido en este artículo, la
administración concursal procederá, de oficio o a solicitud del interesado, a incluir las
modificaciones que procedan conforme a los apartados anteriores.

En cuanto a la forma de computar los créditos, a los solos efectos de la


cuantificación del pasivo, todos los créditos se computarán en dinero y se expresarán
en moneda de curso legal, sin que ello suponga su conversión ni modificación.

Los créditos expresados en otra moneda se computarán en la de curso legal


según el tipo de cambio oficial en la fecha de la declaración de concurso.

Los créditos que tuvieran por objeto prestaciones no dinerarias o prestaciones


dinerarias determinadas por referencia a un bien distinto del dinero se computarán por
el valor de las prestaciones o del bien en la fecha de la declaración de concurso.

Los créditos que tuvieran por objeto prestaciones dinerarias futuras se


computarán por su valor a la fecha de la declaración de concurso, efectuándose la
actualización conforme al tipo de interés legal vigente en ese momento.

f. CLASIFICACIÓN DE LOS CRÉDITOS CONCURSALES QUE


INTEGRAN LA MASA PASIVA

Especial importancia tiene la clasificación de los créditos concursales que son


lo que integran la masa pasiva como ya hemos visto.

La regulación de esta materia de clasificación de los créditos constituye una de


las innovaciones más importantes que introduce la Ley, porque reduce drásticamente
los privilegios y preferencias a efectos del concurso, sin perjuicio de que puedan
subsistir en ejecuciones singulares, por virtud de las tercerías de mejor derecho. Se

221
considera que el principio de igualdad de tratamiento de los acreedores ha de
constituir la regla general del concurso, y que sus excepciones han de ser muy
contadas y siempre justificadas.

Las excepciones que la Ley admite son positivas o negativas, en relación con
los créditos ordinarios. Las primeras se concretan en los privilegios, especiales o
generales, por razón de las garantías de que gocen los créditos o de la causa o
naturaleza de éstos. A los acreedores privilegiados, en principio, sólo afectará el
convenio con su conformidad y, en caso de liquidación, se les pagará con prioridad
respecto de los ordinarios. Pero esos privilegios se reducen en número e incluso se
limitan en su cuantía a algunos de los tradicionalmente reconocidos, como los
tributarios y los de cuotas de la Seguridad Social (hasta el 50 por ciento de su importe
en cada caso).

Por su parte, los salarios de los últimos 30 días de trabajo anteriores a la


declaración del concurso y en cuantía que no supere el doble del salario mínimo
interprofesional, y los devengados con posterioridad a la declaración de concurso, así
como los de indemnización por extinción del contrato de trabajo, acordada por el juez
del concurso, tendrán la consideración de créditos contra la masa y serán satisfechos
con preferencia respecto de los créditos concursales; los salarios del artículo 32.1 del
Estatuto de los Trabajadores serán satisfechos con anterioridad al resto de créditos
concursales; y los salariales del artículo 32.3 del Estatuto de los Trabajadores gozarán
de privilegio general, al igual que las indemnizaciones derivadas de accidente de
trabajo y los recargos sobre las prestaciones por incumplimiento de las obligaciones
en materia de salud laboral devengadas con anterioridad a la declaración del
concurso.

Se pretende así evitar que el concurso se consuma con el pago de algunos


créditos, y, sin desconocer el interés general de la satisfacción de éstos, conjugarlo
con el de la masa pasiva en su conjunto, a la vez que se fomentan soluciones de
convenio que estén apoyadas por los trabajadores y la Administración pública en la
parte en que sus créditos no gozan de privilegio.

222
Las excepciones negativas son las de los créditos subordinados, una nueva
categoría que introduce la ley para clasificar aquellos que merecen quedar
postergados tras los ordinarios, por razón de su tardía comunicación, por pacto
contractual, por su carácter accesorio (intereses), por su naturaleza sancionadora
(multas) o por la condición personal de sus titulares (personas especialmente
relacionadas con el concursado o partes de mala fe en actos perjudiciales para el
concurso). A estos efectos, conviene precisar que la categoría de créditos
subordinados incluye los intereses devengados y sanciones impuestas con ocasión de
la exacción de los créditos públicos, tanto tributarios como de la Seguridad Social.
Los titulares de estos créditos subordinados carecen de derecho de voto en la junta de
acreedores y, en caso de liquidación, no podrán ser pagados hasta que hayan quedado
íntegramente satisfechos los ordinarios.

La subordinación por motivo de especiales relaciones personales con el


concursado no sólo se basa en las de parentesco o de convivencia de hecho, sino que,
en caso de persona jurídica, se extiende a los socios con responsabilidad por las
deudas sociales o con una participación significativa en el capital social, así como a
los administradores de derecho o de hecho, a los liquidadores y a las sociedades del
mismo grupo. En todo caso, la clasificación afecta también a los cesionarios o
adjudicatarios de créditos pertenecientes a personas especialmente relacionadas con
el concursado si la adquisición se produce dentro de los dos años anteriores a la
declaración de concurso.

Conforme al artículo 89 de la Ley Concursal 22/2003, los créditos incluidos en


la lista de acreedores se clasificarán, a efectos del concurso, en privilegiados,
ordinarios y subordinados.

1. Los créditos privilegiados y los ordinarios

Los créditos privilegiados se clasificarán, a su vez, en créditos con privilegio


especial, si afectan a determinados bienes o derechos, y créditos con privilegio
general, si afectan a la totalidad del patrimonio del deudor. No se admitirá en el
concurso ningún privilegio o preferencia que no esté reconocido en esta Ley.

223
Por exclusión los créditos ordinarios son aquellos que no se encuentren
calificados en la de la Ley Concursal como privilegiados ni como subordinados.

a) Son créditos con privilegio especial

1. Los créditos garantizados con hipoteca voluntaria o legal, inmobiliaria o


mobiliaria, o con prenda sin desplazamiento, sobre los bienes o derechos hipotecados
o pignorados.

2. Los créditos garantizados con anticresis, sobre los frutos del inmueble
gravado.

3. Los créditos refaccionarios, sobre los bienes refaccionados, incluidos los de


los trabajadores sobre los objetos por ellos elaborados mientras sean propiedad o
estén en posesión del concursado.

4. Los créditos por cuotas de arrendamiento financiero o plazos de


compraventa con precio aplazado de bienes muebles o inmuebles, a favor de los
arrendadores o vendedores y, en su caso, de los financiadores, sobre los bienes
arrendados o vendidos con reserva de dominio, con prohibición de disponer o con
condición resolutoria en caso de falta de pago.

5. Los créditos con garantía de valores representados mediante anotaciones en


cuenta, sobre los valores gravados.

6. Los créditos garantizados con prenda constituida en documento público,


sobre los bienes o derechos pignorados que estén en posesión del acreedor o de un
tercero. Si se tratare de prenda de créditos, bastará con que conste en documento con
fecha fehaciente para gozar de privilegio sobre los créditos pignorados. La prenda en
garantía de créditos futuros sólo atribuirá privilegio especial a los créditos nacidos
antes de la declaración de concurso, así como a los créditos nacidos después de la
misma, cuando en virtud del artículo 68 se proceda a su rehabilitación o cuando la
prenda estuviera inscrita en un registro público con anterioridad a la declaración del
concurso.

Para que los créditos mencionados en los números 1º a 5º puedan ser


clasificados con privilegio especial, la respectiva garantía deberá estar constituida con

224
los requisitos y formalidades previstos en su legislación específica para su
oponibilidad a terceros, salvo que se trate de hipoteca legal tácita o de los
refaccionarios de los trabajadores.

b) Son créditos con privilegio general

1. Los créditos por salarios que no tengan reconocido privilegio especial, en la


cuantía que resulte de multiplicar el triple del salario mínimo interprofesional por el
número de días de salario pendientes de pago, las indemnizaciones derivadas de la
extinción de los contratos, en la cuantía correspondiente al mínimo legal calculada
sobre una base que no supere el triple del salario mínimo interprofesional, las
indemnizaciones derivadas de accidente de trabajo y enfermedad profesional,
devengados con anterioridad a la declaración de concurso. Igual privilegio ostentarán
los capitales coste de Seguridad Social de los que sea legalmente responsable el
concursado, y los recargos sobre las prestaciones por incumplimiento de las
obligaciones en materia de salud laboral devengados con anterioridad a la declaración
de concurso.

2. Las cantidades correspondientes a retenciones tributarias y de Seguridad


Social debidas por el concursado en cumplimiento de una obligación legal.

3. Los créditos de personas naturales derivados por trabajo personal no


dependiente y los que correspondan al propio autor por la cesión de los derechos de
explotación de la obra objeto de propiedad intelectual, devengados durante los seis
meses anteriores a la declaración del concurso.

4. Los créditos tributarios y demás de Derecho público, así como los créditos
de la Seguridad Social que no gocen de privilegio especial conforme al apartado 1 del
artículo 90 LC 22/2003, ni del privilegio general del número 2 del artículo 91 LC
22/2003. Este privilegio podrá ejercerse para el conjunto de los créditos de la
Hacienda Pública y para el conjunto de los créditos de la Seguridad Social,
respectivamente, hasta el cincuenta por ciento de su importe.

5. Los créditos por responsabilidad civil extracontractual. No obstante, los


daños personales no asegurados se tramitarán en concurrencia con los créditos
recogidos en el número 4º.
225
Los créditos en concepto de responsabilidad civil derivada de delito contra la
Hacienda Pública y contra la Seguridad Social.

6. Los créditos que supongan nuevos ingresos de tesorería concedidos en el


marco de un acuerdo de refinanciación que reúna las condiciones previstas en el
artículo 71.6 LC 22/2003 y en la cuantía no reconocida como crédito contra la masa.

7. Los créditos de que fuera titular el acreedor a instancia del cual se hubiere
declarado el concurso y que no tuvieren el carácter de subordinados, hasta el
cincuenta por ciento de su importe.

El nuevo artículo 94.2 Ley Concursal 22/2003, a los efectos de poder extender
los efectos de convenio a todos los créditos privilegiados, tanto especiales como
generales, distingue entre cuatro subclases de ambos:

1. º Laborales, entendiéndose por tales los acreedores de derecho laboral.

2.º Públicos, entendiéndose por tales los acreedores de derecho público.

3.º Financieros, entendiéndose por tales los titulares de cualquier


endeudamiento financiero con independencia de que estén o no sometidos a
supervisión financiera.

4.º Resto de acreedores, entre los cuales se incluirán los acreedores por
operaciones comerciales y el resto de acreedores no incluidos en las categorías
anteriores.

2. Los créditos subordinados

Son créditos subordinados:

1. Los créditos que, habiendo sido comunicados tardíamente, sean incluidos


por la administración concursal en la lista de acreedores, así como los que, no
habiendo sido comunicados, o habiéndolo sido de forma tardía, sean incluidos en
dicha lista por comunicaciones posteriores o por el juez al resolver sobre la
impugnación de ésta. No quedarán subordinados por esta causa, y serán clasificados
según corresponda, los créditos del artículo 86.3 LC 22/2003, los créditos cuya
existencia resultare de la documentación del deudor, los que consten en documento
con fuerza ejecutiva, los créditos asegurados con garantía real inscrita en registro
226
público, los que constaren de otro modo en el concurso o en otro procedimiento
judicial, y aquellos otros para cuya determinación sea precisa la actuación de
comprobación de las Administraciones públicas.

2. Los créditos que por pacto contractual tengan el carácter de subordinados


respecto de todos los demás créditos contra el deudor.

3. Los créditos por recargos intereses de cualquier clase, incluidos los


moratorios, salvo los correspondientes a créditos con garantía real hasta donde
alcance la respectiva garantía.

4. Los créditos por multas y demás sanciones pecuniarias.

5. Los créditos de que fuera titular alguna de las personas especialmente


relacionadas con el deudor a las que se refiere el artículo siguiente, excepto los
comprendidos en el artículo 91.1 LC 22/2003 cuando el concursado sea persona
natural y los créditos diferentes de los préstamos o actos con análoga finalidad de los
que sean titulares los socios a los que se refieren los apartados 1º y 3º del artículo
93.2 LC 22/2003 que reúnan las condiciones de participación en el capital que allí se
indican. Los acreedores que hayan capitalizado directa o indirectamente todo o parte
de sus créditos en cumplimiento de un acuerdo de refinanciación adoptado de
conformidad con el artículo 71 bis LC 22/2003 o la disposición adicional 4ª LC
22/2003, no tendrán la consideración de personas especialmente relacionadas con el
concursado a los efectos de la calificación de los créditos que ostenten contra el
deudor como consecuencia de la refinanciación que le hubiesen otorgado en virtud de
dicho acuerdo. Asimismo, se exceptúan de esta regla los créditos por alimentos
nacidos y vencidos antes de la declaración de concurso que tendrán la consideración
de crédito ordinario.

6. Los créditos que como consecuencia de rescisión concursal resulten a favor


de quien en la sentencia haya sido declarado parte de mala fe en el acto impugnado.

7. Los créditos derivados de los contratos con obligaciones recíprocas a que se


refieren los artículos 61, 62, 68 y 69 LC 22/2003, cuando el juez constate, previo
informe de la administración concursal, que el acreedor obstaculiza de forma
reiterada el cumplimiento del contrato en perjuicio del interés del concurso.
227
3. Las personas especialmente relacionadas con el concursado

A estos efectos se consideran personas especialmente relacionadas con el


concursado persona natural:

1. El cónyuge del concursado o quien lo hubiera sido dentro de los dos años
anteriores a la declaración de concurso su pareja de hecho inscrita, o las personas que
convivan con análoga relación de afectividad o hubieran convivido habitualmente con
él dentro de los dos años anteriores a la declaración de concurso.

2. Los ascendientes, descendientes y hermanos del concursado o de cualquiera


de las personas a que se refiere el número anterior.

3. Los cónyuges de los ascendientes, de los descendientes y de los hermanos


del concursado.

Se consideran personas especialmente relacionadas con el concursado persona


jurídica:

1. Los socios que conforme a la ley sean personal e ilimitadamente


responsables de las deudas sociales y aquellos otros que en el momento del
nacimiento del derecho de crédito, sean titulares de, al menos, un cinco por ciento del
capital social, si la sociedad declarada en concurso tuviera valores admitidos a
negociación en mercado secundario oficial, o un diez por ciento si no los tuviera.
Cuando los socios sean personas naturales, se considerarán también personas
especialmente relacionadas con la persona jurídica concursada las personas que lo
sean con los socios conforme a lo dispuesto en el apartado anterior.

2. Los administradores, de derecho o de hecho, los liquidadores del concursado


persona jurídica y los apoderados con poderes generales de la empresa, así como
quienes lo hubieren sido dentro de los dos años anteriores a la declaración de
concurso. Los acreedores que hayan capitalizado directa o indirectamente todo o
parte de sus créditos en cumplimiento de un acuerdo de refinanciación adoptado de
conformidad con el artículo 71 bis o la disposición adicional cuarta, de un acuerdo
extrajudicial de pagos o de un convenio concursal, y aunque hayan asumido cargos en
la administración del deudor por razón de la capitalización, no tendrán la
consideración de personas especialmente relacionadas con el concursado a los efectos
228
de la calificación de los créditos que ostenten contra el deudor como consecuencia de
la refinanciación que le hubiesen otorgado en virtud de dicho acuerdo o convenio.
Salvo prueba en contrario, no tendrán la consideración de administradores de hecho
los acreedores que hayan suscrito el acuerdo de refinanciación previsto por el artículo
71 bis LC 22/2003 o la disposición adicional 4ª LC 22/2003, por las obligaciones que
asuma el deudor en relación con el plan de viabilidad, salvo que se probase la
existencia de alguna circunstancia que pudiera justificar esta condición.

3. Las sociedades que formen parte del mismo grupo que la sociedad declarada
en concurso y sus socios comunes, siempre que éstos reúnan las mismas condiciones
que en el número 1.º del artículo 93.2 LC 22/2003.

Salvo prueba en contrario, se presumen personas especialmente relacionadas


con el concursado los cesionarios o adjudicatarios de créditos pertenecientes a
cualquiera de las personas mencionadas en los apartados anteriores, siempre que la
adquisición se hubiere producido dentro de los dos años anteriores a la declaración de
concurso.

Efectuada la comunicación y reconocimiento de créditos, al informe de la


administración concursal se acompañará la lista de acreedores, referida a la fecha de
solicitud del concurso, que comprenderá una relación de los incluidos y otra de los
excluidos, ambas ordenadas alfabéticamente.

La relación de los acreedores incluidos expresará la identidad de cada uno de


ellos, la causa, la cuantía por principal y por intereses, fechas de origen y vencimiento
de los créditos reconocidos de que fuere titular, sus garantías personales o reales y su
calificación jurídica, indicándose, en su caso, su carácter de litigiosos, condicionales
o pendientes de la previa excusión del patrimonio del deudor principal. Se harán
constar expresamente, si las hubiere, las diferencias entre la comunicación y el
reconocimiento y las consecuencias de la falta de comunicación oportuna.

Cuando el concursado fuere persona casada en régimen de gananciales o


cualquier otro de comunidad de bienes, se relacionarán separadamente los créditos
que solo pueden hacerse efectivos sobre su patrimonio privativo y los que pueden
hacerse efectivos también sobre el patrimonio común.

229
La relación de los excluidos expresará la identidad de cada uno de ellos y los
motivos de la exclusión. En relación separada, se detallarán y cuantificarán los
créditos contra la masa, devengados y pendientes de pago.

4. La presentación del informe y actos ulteriores

Presentado el informe, debe darse la oportuna publicidad al mismo a los efectos


de su conocimiento por los acreedores y su posible impugnación.

Así, la administración concursal, simultáneamente a la presentación del


informe, dirigirá comunicación personal, por cualquier medio que acredite su recibo,
a cada uno de los interesados que hayan sido excluidos, incluidos sin comunicación
previa del crédito o por cuantía inferior o con calificación distinta a las pretendidas,
indicándoles estas circunstancias y señalándoles un plazo de diez días desde su recibo
para que formulen las reclamaciones que tengan por conveniente.

La presentación al juez del informe de la administración concursal y de la


documentación complementaria se comunicará de acuerdo con lo dispuesto en el
artículo 23 LC 22/2003 y se publicará en el Registro Público Concursal y en el tablón
de anuncios del juzgado.

El juez podrá acordar, de oficio o a instancia de interesado, cualquier


publicidad complementaria que considere oportuna, en medios oficiales o privados.

Dentro del plazo de diez días a contar desde la comunicación de la presentación


al juez del informe de la administración concursal y de la documentación
complementaria, cualquier interesado podrá impugnar el inventario y la lista de
acreedores, a cuyo fin podrá obtener copia a su costa.

La impugnación del inventario podrá consistir en la solicitud de la inclusión o


de la exclusión de bienes o derechos, o del aumento o disminución del avalúo de los
incluidos.

El objeto de la impugnación de la lista de acreedores puede consistir en la


inclusión o a la exclusión de créditos, así como a la cuantía o a la clasificación de los
reconocidos.

230
Cuando las impugnaciones afecten a menos del veinte por ciento del activo o
del pasivo del concurso el juez podrá ordenar la finalización de la fase común y la
apertura de la fase de convenio o de liquidación, sin perjuicio del reflejo que las
impugnaciones puedan tener en los textos definitivos y las medidas cautelares que
pueda adoptar para su efectividad.

Las impugnaciones se sustanciarán por los trámites del incidente concursal


pudiendo el juez de oficio acumularlas para resolverlas conjuntamente. Dentro de los
cinco días siguientes a la notificación de la última sentencia resolutoria de las
impugnaciones, la administración concursal introducirá en el inventario, en la lista de
acreedores y en la exposición motivada de su informe las modificaciones que, en su
caso, procedan y presentará al juez los textos definitivos correspondientes así como
una relación actualizada de los créditos contra la masa devengados y pendientes de
pago, todo lo cual quedará de manifiesto en la secretaría del juzgado.

La consecuencia de no impugnar en tiempo y forma el inventario o la lista de


acreedores es que no podrán plantearse pretensiones de modificación del contenido
de estos documentos, aunque sí podrán recurrir contra las modificaciones
introducidas por el juez al resolver otras impugnaciones.

Si el acreedor calificado en la lista de acreedores como especialmente


relacionado con el deudor no impugnare en tiempo y forma esta calificación, el juez
del concurso, vencido el plazo de impugnación y sin más trámites, dictará auto
declarando extinguidas las garantías de cualquier clase constituidas a favor de los
créditos de que aquel fuera titular, ordenando, en su caso, la restitución posesoria y la
cancelación de los asientos en los registros correspondientes. Quedan exceptuados de
este supuesto los créditos comprendidos en el artículo 91.1 LC 22/2003 cuando el
concursado sea persona natural.

Es importante para la delimitación de las masas activa y pasiva del concurso


que declarado éste, no podrán iniciarse ejecuciones singulares, judiciales o
extrajudiciales, ni seguirse apremios administrativos o tributarios contra el
patrimonio del deudor.

231
Sólo podrán continuarse aquellos procedimientos administrativos de ejecución
en los que se hubiera dictado providencia de apremio y las ejecuciones laborales en
las que se hubieran embargado bienes del concursado, todo ello con anterioridad a la
fecha de declaración del concurso, siempre que los bienes objeto de embargo no
resulten necesarios para la continuidad de la actividad profesional o empresarial del
deudor.

Las actuaciones que se hallaran en tramitación quedarán en suspenso desde la


fecha de declaración de concurso, sin perjuicio del tratamiento concursal que
corresponda dar a los respectivos créditos.

Las actuaciones que se practiquen en contravención de lo que acaba de exponer


son nulas de pleno derecho.

También el concurso afecta sustancialmente a los créditos garantizados con


hipoteca y asimilados y a su ejecución.

Así, los acreedores con garantía real sobre bienes del concursado afectos a su
actividad profesional o empresarial o a una unidad productiva de su titularidad no
podrán iniciar la ejecución o realización forzosa de la garantía hasta que se apruebe
un convenio cuyo contenido no afecte al ejercicio de este derecho o transcurra un año
desde la declaración de concurso sin que se hubiera producido la apertura de la
liquidación.

Tampoco podrán ejercitarse durante ese tiempo, cuando se refieran a los bienes
indicados en el párrafo anterior, las acciones tendentes a recuperar los bienes
vendidos en virtud de contratos inscritos en el Registro de bienes muebles o los
cedidos en arrendamientos financieros formalizados en documento que lleve
aparejada ejecución o haya sido inscrito en el referido registro, ni las resolutorias de
ventas de inmuebles por falta de pago del precio aplazado, aunque deriven de
condiciones explícitas inscritas en el Registro de la Propiedad.

Las actuaciones ya iniciadas en ejercicio de las acciones a que se refiere el


apartado anterior se suspenderán desde que la declaración del concurso conste en el
correspondiente procedimiento y podrán reanudarse en los términos previstos en ese
apartado. Se exceptúa el caso en que al tiempo de la declaración de concurso ya
232
estuvieran publicados los anuncios de subasta del bien o derecho afecto y la ejecución
no recaiga sobre bienes o derechos necesarios para la continuidad de la actividad
profesional o empresarial del deudor.

La declaración de concurso no afectará a la ejecución de la garantía cuando el


concursado tenga la condición de tercer poseedor del bien objeto de ésta.

El ejercicio de acciones que se inicie o se reanude conforme a lo previsto en el


artículo anterior durante la tramitación del concurso se someterá a la jurisdicción del
juez de éste, quien a instancia de parte decidirá sobre su procedencia y, en su caso,
acordará su tramitación en pieza separada, acomodando las actuaciones a las normas
propias del procedimiento judicial o extrajudicial que corresponda.

Iniciadas o reanudadas las actuaciones, no podrán ser suspendidas por razón de


vicisitudes propias del concurso.

Abierta la fase de liquidación, los acreedores que antes de la declaración de


concurso no hubieran ejercitado estas acciones perderán el derecho de hacerlo en
procedimiento separado. Las actuaciones que hubieran quedado suspendidas como
consecuencia de la declaración de concurso se reanudarán, acumulándose al
procedimiento de ejecución colectiva como pieza separada.

16. REGISTRO PÚBLICO DE RESOLUCIONES CONCURSALES

a. CONCEPTO

La Ley Concursal establece como un objetivo primordial para el cumplimiento


de los fines de esta institución, asegurar la adecuada publicidad de las resoluciones
dictadas en los procesos concursales. Al objeto de establecer el régimen de publicidad
y difusión de estas resoluciones, el Real Decreto 685/2005, de 10 de junio, regula el
sistema de publicidad de las resoluciones judiciales que se realizará a través del

233
Registro Mercantil, si la resolución fuera inscribible en éste, y a través de un portal en
Internet que se localizará dentro de la sede electrónica que determine el Ministerio de
Justicia. El Real Decreto 892/2013, de 15 de noviembre, por el que se regula el
Registro Público Concursal, en vigor desde el 3 de marzo de 2014, ha concretado el
funcionamiento del mismo.

La gestión material del servicio de publicidad a través del portal en Internet se


encomienda al Colegio de Registradores de la Propiedad, Mercantiles y de Bienes
Muebles de España, que la realizará a sus expensas, bajo la dependencia del
Ministerio de Justicia. Los datos serán los remitidos por los Juzgados de lo Mercantil,
los Registradores Mercantiles, los Notarios y por los registros públicos en los que se
realicen los asientos previstos en la Ley Concursal. Las comunicaciones realizadas a
través del registro, se harán preferentemente por vía electrónico en modo que se
asegure la seguridad e integridad de su contenido. Si fuera imposible tal vía, se
realizará por otra vía, pero asegurando la referida seguridad e integridad del
contenido.

En todo caso, el acceso al Registro será libre a través de Internet, sin necesidad
de acreditar legitimación alguna, público, gratuito y permanente. Asimismo, el
Registro publicará un extracto con los datos indispensables de las resoluciones
procesales de las que deba ofrecer publicidad, con referencia a los datos registrales
que hubieran causado anotación o inscripción en algún registro público, o con la
indicación de la pendencia de dicha circunstancia. La accesibilidad se limitará en los
supuestos de inhabilitaciones de sentencias de calificación culpable no firmes.

El Registro se estructura en tres secciones: edictos concursales, publicidad


registral de resoluciones concursales y acuerdos extrajudiciales. La publicidad de las
dos primeras, que siempre respetará la normativa de protección de datos de carácter
personal, permitirá consultar el nombre, denominación o número de identificación
fiscal del deudor o concursado, el nombre o denominación de las personas físicas o
jurídicas que hubieren sido nombrados o separados como administradores
concursales, el número de autos y el número de identificación general del
procedimiento y el Juzgado competente; así como la parte dispositiva de las
sentencias de calificación culpable respecto de las inhabilitaciones de las personas
234
afectadas. La publicidad de la tercera permitirá consultar el nombre o denominación
del deudor, el nombre o denominación del mediador concursal que hubieren
aceptado, así como por el número de identificación fiscal, el número de expediente o
procedimiento y el Notario o Registrador Mercantil que lo tramite. En el caso de
procedimientos de homologación, número de autos y el número de identificación
general del procedimiento y el Juzgado competente.

Los datos personales que deriven de las resoluciones concursales publicadas y


de los asientos registrales insertados en el registro, se cancelarán en el mes siguiente
tras finalizar sus efectos:

1. Los datos relativos a las sentencias firmes en que se ordena la inhabilitación


serán cancelados de oficio en el plazo de dos meses contados desde que hubiere
trascurrido el período de inhabilitación establecido en la misma sentencia.

2. También se cancelarán de oficio en dos meses los datos relativos a la


inhabilitación temporal para ser nombrado administrador en otros concursos en los
términos previstos en el apartado 4 del artículo 181 de la Ley Concursal 22/2003 y
una vez terminen los efectos de la inhabilitación según lo que se establece en la
sentencia de desaprobación de cuentas.

3. Los datos relativos al cese de los administradores concursales o auxiliares


delegados en aplicación de lo que establecen los artículos 37, 151, 152 y 153 de la
Ley Concursal 22/2003, se cancelarán transcurrido un plazo de tres años desde la
firmeza del auto o de la resolución judicial.

4. Los datos relativos al acuerdo extrajudicial de pagos se cancelarán de oficio


transcurridos dos meses desde la publicación del acta notarial de cumplimiento del
plan de pagos o desde la firmeza de la resolución judicial que declare la conclusión
del concurso consecutivo.

235
b. SECCIÓN PRIMERA

En la sección primera de edictos concursales se insertarán, ordenadas por


deudor o concursado y dentro de cada procedimiento por fecha de su adopción, la
resolución por la que se deje constancia de la comunicación de negociaciones prevista
en el artículo 5 bis LC 22/2003, las resoluciones procesales que deban publicarse
conforme a lo previsto en el artículo 23 de la Ley Concursal 22/2003 y demás
preceptos que a aquél se remiten, deban publicarse por decisión judicial, o cuando lo
solicite el síndico designado por un tribunal de la Unión Europea, en el supuesto de
un procedimiento de insolvencia abierto en otro estado miembro.

Dichas resoluciones se remitirán desde los sistemas de gestión procesal por el


personal del Juzgado de lo Mercantil, bajo la dirección del Secretario judicial, a
través de la aplicación electrónica y el modelo que el Registro pondrá a su
disposición. Como vía subsidiaria, serán entregadas al procurador del solicitante del
concurso que de inmediato los remitirá al Registro Público Concursal; o por
mandamiento del propio secretario judicial, cuando el concurso se hubiera solicitado
por una Administración Pública que actuase representada y defendida por sus
servicios jurídicos. Los documentos remitidos deberán contener los siguientes datos:
clase de resolución procesal, identidad del deudor o concursado por su nombre o
denominación social y el número de identidad fiscal si lo tuviere, la denominación y
número de Juzgado, del Tribunal u Oficina judicial que la hubiere dictado, la
identidad del Juez o, en caso de Tribunales colegiados, del ponente o del Secretario
judicial cuando se trate de un decreto, el número de autos y la fecha de la resolución,
con expresa indicación de si es o no firme; el contenido literal del edicto, y la firma
del secretario. La misma transmisión se operará a los registros públicos de personas,
de bienes, o administrativos donde tales resoluciones deban anotarse.

236
c. SECCIÓN SEGUNDA

En la sección segunda de publicidad registral se harán constar en extracto y


ordenadas por concursado y fechas, las resoluciones registrales anotadas o inscritas
en todos los registros públicos de personas referidos en los apartados 1, 2 y 3 del
artículo 24 de la Ley Concursal 22/2003; incluidos los asientos registrales relativos a
las sentencias que declaren concursados culpables o acuerden la designación o
inhabilitación de los administradores concursales, y en virtud de certificaciones
remitidas de oficio por el encargado del Registro una vez practicado el
correspondiente asiento.

Dichas resoluciones se remitirán por el Registrador competente que estuviere a


cargo del correspondiente registro público, quien expedirá una certificación en
extracto del contenido del asiento autorizada con su firma, en el formato
proporcionado por el propio Registro Público Concursal, a quien se remitirá, y
contendrá la indicación del tipo de asiento practicado y los datos de inscripción.
Recibidos por el registro, se publicará el extracto, o se comunicarán los defectos que
impiden la difusión.

d. SECCIÓN TERCERA

En la sección tercera, de acuerdos extrajudiciales, se hará constar, ordenados


por deudor, los procedimientos para alcanzar un acuerdo extrajudicial de pagos, con
indicación del nombre o denominación del deudor y del mediador concursal, del
número de identificación fiscal de ambos, de las fechas de solicitud, de apertura del
expediente, de inicio de negociaciones y de finalización de las mismas, así como la
información que se indica en los artículos siguientes.

Asimismo, se publicarán, ordenadas por entidades deudoras, con el extracto del


decreto del Secretario judicial por el que se admite a trámite la solicitud de la
237
homologación, del auto judicial por el que se apruebe la homologación de los
acuerdos de refinanciación y de la sentencia que resuelva sobre la impugnación de la
homologación en los términos previstos en la disposición adicional cuarta de la Ley
Concursal.

La publicidad del acuerdo extrajudicial de pagos será remitida por el Notario o


el Registrador Mercantil, mediante certificación o copia del acta al Registro Público
Concursal, ajustada al formato proporcionado por el Registro Público Concursal, para
su publicación en la sección tercera de la apertura del expediente, indicando:
identidad y NIF del deudor, fecha de la solicitud, admisión del procedimiento, y
aceptación del mediador concursal, además de la identidad de este último, NIF, y
dirección electrónica. Asimismo, el Notario o el Registrador Mercantil, comunicará al
Registro Público Concursal la finalización de las negociaciones y, en su caso, si se ha
solicitado declaración de concurso consecutivo. Todo ello será aplicable al acuerdo
alcanzado (con indicación de que el expediente está a disposición de los acreedores
interesados en el Registro Mercantil o Notaría correspondiente), su eventual
anulación por sentencia (cuya remisión se realizará por el Juzgado de lo Mercantil,
bajo la dirección del Secretario judicial), el cumplimiento del plan de pagos, su
incumplimiento, o la imposibilidad de aprobar el acuerdo.

La publicidad del acuerdo de refinanciación homologado, o de la sentencia que


resuelva su impugnación, declara su anulación, o su incumplimiento; se llevará a
cabo por remisión del Juzgado de lo Mercantil, bajo la dirección del Secretario
judicial.

238
V. JURISPRUDENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO

1-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 28 DE MAYO DE 1979

ANTECEDENTES DE HECHO:

RESULTANDO: que el fundamento de hecho de la sentencia recurrida dice así:


Primer Resultando: Probado y así se declara, que el procesado Bruno, mayor de edad,
de buena conducta y sin antecedentes penales y comerciante, compró a la entidad
querellante Compañía Mercantil «Distribuidora de Turismos, Sociedad Anónima» un
lote de vehículos usados; en pago del precio del mismo aceptó una letra de cambio en
fecha 28 de junio de 1974, por importe de 300.000 pesetas, teniendo el Bruno en ese
momento cobertura económica suficiente para atender dicho crédito concedido por la
entidad vendedora querellante: que la referida letra de cambio resultó impagada, siendo
protestada y presentada demanda ejecutoria por ante el Juzgado de Primera Instancia
número ,5 de esta capital, en proceso civil número 791 de 1975; que el embargo de
bienes del procesado Bruno resultó ineficaz, dado que el mismo en perjuicio de sus
acreedores había donado un piso sito en la localidad de Foyos el día 4 de septiembre de
1974, a su hijo Leonardo y puesto de acuerdo con su otro hijo también procesado Jon ,
de treinta y dos años de edad, de buena conducta, de profesión camarero y sin
antecedentes penales, realizó las operaciones adecuadas para que los negocios propios
de Bruno pasaran a nombre de su hijo referido Jon.

RESULTANDO que en la expresada sentencia se estimó que los hechos


declarados probados eran legalmente constitutivos de un delito de alzamiento de bienes,
comprendido en el artículo 519 del Código Penal , siendo responsables en concepto de
autores los procesados, sin circunstancias, se dictó el siguiente pronunciamiento:
Fallamos que debemos condenar y condenamos a los procesados Bruno y Jon, como
responsables, en concepto de autores de un delito de alzamiento de bienes, ya definido,
sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a las
penas siguientes: para el procesado Bruno un año de presidio menor y para el procesado
Jon tres meses de arresto mayor, a las accesorias de suspensión de todo cargo público,
239
profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena y al pago de las
costas procesales, así como a que abonen mancomunada y solidariamente a la Entidad
«Distribuidora de Turismos, S. A.», la cantidad de 300.000 pesetas, como
indemnización de perjuicios.

Declaramos la insolvencia del procesado Bruno y la solvencia parcial del


procesado Jon, aprobando el auto que a este fin dictó el Juzgado Instructor. Y por
último, para el cumplimiento de las penas que se imponen en esta resolución les
abonamos todo el tiempo que han estado privados de libertad por esta causa. En el lugar
de la solicitud de declaración de nulidad de la escritura de donación que verifica la parte
querellante, ya que por un lado este procedimiento no es el adecuado para ello y, por
otro, porque el donatario no es parte en este proceso al no estar procesado.

RESULTANDO que el presente recurso se interpuso por la representación


conjunta de los procesados Bruno, basándose además en de otro, en el siguiente motivo:
Primero. Lo invoco al amparo del número 1.° del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, infracción de ley por aplicación indebida del artículo 519 del
Código Penal. Entendemos que ha sido infringido el precepto penal sustantivo citado,
por cuanto en el transcrito Resultando de hechos probados, no se nos dice cuáles fueron,
en qué consistieron las operaciones mediante las cuales fueron o pasaron los negocios
de Bruno a nombre de su hijo, el otro procesado, Jon . Ni asimismo tampoco se expresa
en tal Resultando de hechos probados qué negocios tenía el procesado Bruno que
pasaron a nombre de su hijo referido Jon. Estimamos que debía haberse dicho en el
Resultando de hechos probados cuáles eran tales negocios propios del procesado Bruno
y en qué consistieron las operaciones adecuadas, qué realizó el procesado referido para
pasarlos a nombre de su hijo Jon . Asimismo, en el Resultando de hechos probados de la
sentencia que recurrimos, se dice «que el embargo de bienes del procesado Bruno,
resultó ineficaz, dado que el mismo en perjuicio de sus acreedores...» pero no se dice
que hubiera en el procesado Bruno intención de perjudicar a sus acreedores. Falta así,
pues, por una parte expresar los negocios de los que siendo titular el procesado pasaron
a nombre de su hijo Leonardo , así como en virtud de qué operaciones se llevó a cabo
tal cambio de titularidad, y por otra parte que existiere ánimo en el procesado de
perjudicar a sus acreedores. Por consiguiente faltan los dos requisitos indispensables
240
que exige el artículo 519 del Código Penal , el objetivo y el subjetivo, para que pueda
estimársela comisión por el procesado recurrente de tal delito de alzamiento de bienes.

RESULTANDO que el recurso del procesado Jon se basa además de en otro,


inadmitido por auto dictado por esta Sala en fecha 4 de abril último, en el siguiente
motivo: Primero: Lo invoca al amparo del número 1.° del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , infracción de ley por aplicación indebida del artículo 519 del
Código Penal. Entendemos que ha sido infringido el precepto penal sustantivo citado
por cuanto en el transcrito Resultando de hechos probados no constan cuáles fueran los
negocios propios del otro procesado, Bruno, que pasaron a nombre del procesado
recurrente Jon. Asimismo no consta en tal Resultando qué bienes muebles o inmuebles
propiedad de Bruno, pasaran a nombre de su hijo. Ni tampoco consta en tal resultancia
fáctica de la sentencia que recurren que Jon tuviera conocimiento de que su padre
hubiera aceptado una letra de cambio, que nó la pagara y que para evitar su pago, pasar
a su nombre sus negocios. Estimamos que la no determinación de los bienes que siendo
propiedad de la persona que aceptó la letra que resultó impagada, Bruno pasaran a
nombre de su hijo Jon, hacen inviable la aplicación al caso recurrido del artículo 519 del
Código Penal, ya que es preciso especificar cuáles sean los bienes de los que se
desposee el deudor, para hacer infructuosa la acción del acreedor.

RESULTANDO que el Ministerio Fiscal se instruyó de ambos recursos.

RESULTANDO que en el acto de la vista el Letrado don Joaquín Ruiz de


Mendoza, defensor de los recurrentes sostuvo sus recursos que fueron impugnados por
el Ministerio Fiscal.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

CONSIDERANDO que encabezando la Sección primera del capítulo IV del


título XIII del libro II del Código Penal se encuentra la descripción y sanción del delito
de alzamiento de bienes, cuya infracción ha sido estudiada reiteradamente por este
Tribunal -v gr., en sentencias de 17 de diciembre de 1973 , 11 de enero de 1974 , 31 de
enero y 6 de junio de 1977 y 15 de abril y 30 de diciembre de 1978 -, el cual perpetrado
el citado artículo 519 ha sostenido, de modo invariable aunque ajustado a la temática
peculiar de cada uno de los casos enjuiciados, que el alzamiento es una infracción
241
contra el patrimonio caracterizada: a) por la presencia de una deuda preexistente,
legítima y real, generalmente vencida, líquida y exigible; b) por una dinámica comisiva
variadísima pero encaminada siempre a la abolición, merma o disminución fraudulenta
del activo del deudor, realizando actos de desposesión de bienes y de derechos,
enajenaciones reales o ficticias, gratuitas u onerosas, pero con desaparición siempre del
numerario obtenido en su caso, ocultación o destrucción de dichos bienes o derechos,
constitución de gravámenes, ficción de créditos privilegiados y preferentes o
cualesquiera otros medios operativos que la inventiva de los deudores, o de sus
mentores, maquina incesantemente con el afán y la esperanza de eludir el cumplimiento
de sus obligaciones; c) por la especial intención o ánimo específico de burlar al acreedor
o acreedores legítimos, de tal modo que los actos enumerados se practiquen con el fin
de evadir la responsabilidad patrimonial universal establecida en los artículos 1.111 y
1.911 del Código Civil , impidiendo, de ese modo torticero, que dichos acreedores, ante
la ausencia de bienes en los que hacer trance y remate, perciban el importe de sus
créditos; d) y, finalmente, por la concurrencia de un elemento residual, como lo es que
el deudor devenga, merced a los fraudulentos actos de desposesión de bienes, total o
parcialmente insolvente con el consiguiente detrimento patrimonial para su acreedor o
acreedores.

CONSIDERANDO que, en el caso presente, el «factum» de la sentencia


recurrida contiene todo aquello que debe constituir el soporte fáctico de una calificación
de alzamiento de bienes deuda anterior por un importe de 300.000 pesetas, donación de
un inmueble urbano y traspaso de negocio, intención defraudatoria y subsiguiente
perjuicio para la entidad acreedora, disipándose toda duda al respecto, y especialmente
las formuladas por el recurrente, con la lectura de la referida narración histórica
complementada con el texto del encabezamiento y primer Considerando de la sentencia
combatida, los cuales, según declaración constante de este Tribunal, pueden completar
al aludido «factum» en toda cuanta sustancia láctica contengan, revelando dichos
medios complementarios de conocer lo sucedido; a) el ánimo de perjudicar a sus
acreedores con el que obró Bruno ; o) que el negocio cedido a su hijo Leonardo , en
todo caso valuable económicamente, fuesen los que fueren su entidad y volumen,
consistía en un establecimiento de compra y venta de vehículos usados que «traspasó»

242
al mencionado hijo; y c) la consecutiva insolvencia del acusado Bruno . Procediendo, en
perfecta congruencia con lo expuesto, la desestimación del único motivo subsistente del
recurso interpuesto por el acabado de citar Bruno y que, basado en el artículo 849,
número 1,°, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por aplicación indebida del artículo
519 del Código Penal , a la vista de su concreta fundamentación, más bien debió
sustentarse en el inciso primero del número 1 del artículo 851 de dicha Ley.

CONSIDERANDO que, en el primero y único motivo subsistente del recurso


interpuesto por el impugnado Jon, y basado en los mismos preceptos legales que el
anterior, se insiste de nuevo en la insuficiencia y oscuridad de la narración de la
sentencia de instancia, por lo que la pretensión casacional debió, con mayor acierto,
canalizarse por el cauce del inciso primero del número 1.° del artículo 851 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , pero, en cualquier caso, el recurso no puede prosperar puesto
que, dicha sentencia, en su «factum», ya dice que padre e hijo se pusieron de acuerdo
para que los negocios propios de Bruno , pasaran a nombre de su hijo Jon , agregándose,
en el primer Considerando, que se trataba de un negocio de compraventa de vehículos
usados que traspasó el progenitor a su vástago; no pudiéndose dudar de que la
cooperación necesaria número del artículo 14 del Código Penal - de Jon respecto a los
actos defraudatarios perpetrados por su padre fue precedida del perfecto conocimiento
de la ilegalidad de los actos de éste, ya que la narración histórica tantas veces citada,
plasma dicho conocimiento, «conscientia scaeleris» o conciencia de la ilicitud del acto
pactado, en la frase «puesto de acuerdo con su otro hijo Jon », bastando, por lo demás,
con que el ánimo de perjudicar y de burlar a sus acreedores lo tuviera su correo que es
quien realizó los actos capitales y nucleares de la acción típica respecto a la cual el Jon
simplemente cooperó, siquiera fuere, desgraciadamente para él, de modo indispensable
o necesario que incardina su conducta en el número 3.° del artículo 14 antes citado.

FALLO:

Fallamos que debemos declarar y declaramos no haber lugar a ninguno de los


recursos de casación jaor infracción de ley interpuesto por la representación de los
procesados Bruno y Jon, contra la sentencia pronunciada por la Audiencia de Valencia
en fecha 27 de enero de 1978, en causa seguida a los mismos por el delito de alzamiento
de bienes, condenándoles al pago de las costas y al abono, cada uno, de 750 pesetas por
243
razón de depósitos dejados de constituir, si mejorasen de fortuna. Comuníquese esta
resolución al Tribunal sentenciador a los efectos legales oportunos, con devolución de la
causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia que se publicará en la COLECCIÓN


LEGISLATIVA, lo pronunciamos, mandamos y firmamos. Luis Vivas Marzal.-
Bernardo F. Castro.-Mariano Gómez de Liaño.- Rubricados.

Publicación-Leída y publicada fue la anterior sentencia por el excelentísimo señor


Magistrado Ponente don Luis Vivas Marzal, estando celebrando audiencia pública en el
día de hoy la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como Secretario certifico.

Madrid, 28 de mayo de 1979.

2-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 25 DE MAYO DE 1987

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero: El Juzgado de Instrucción de La Estrada instruyó sumario con el


número 1 de 1984 y, una vez concluso, lo elevó a la Audiencia Provincial de
Pontevedra, la que dictó sentencia, con fecha 2 de junio de 1984 , que contiene el hecho
probado del tenor literal siguiente: 1.° Resultando: Probado y así se declara: Que el
procesado Plácido , mayor de edad penal, de ignorada conducta y sin antecedentes
penales, vecino de La Estrada, lugar y parroquia de Paradela, mediante contrato -
documento privado- otorgado en la ciudad de Vigo en fecha 26 de junio de 1979, con
Jose Ramón , éste en calidad de gerente de la entidad mercantil "Galicia de
Automoción, S. A.» (Galasa), aquél -el procesado- reconocía como consecuencia de las
relaciones comerciales sostenidas con dicha Sociedad adeudar en definitiva a ésta un
saldo deudor de 2.828.364 pesetas, que el procesado se comprometía a pagar mediante
el libramiento de 24 letras de cambio debidamente aceptadas por un nominal cada una
de 60.000 pesetas, con vencimientos respectivos del 26 de julio de 1979 al 26 de junio
de 1981, ambos inclusive, y otras 12 letras de cambio aceptadas con vencimientos
244
respectivos de 26 de julio de 1981 al 26 de junio de 1982, ambos inclusive, por un
nominal cada una de 115.697 pesetas; al mismo tiempo, el procesado se comprometía a
no disponer de ning1 de sus bienes muebles e inmuebles, ni gravarlos hasta el total pago
de la suma antes citada como adeudada. Pese a este compromiso, el procesado, después
de abonar las cuatro primeras letras de cambio, se colocó en estado de insolvencia y en
perjuicio de la entidad acreedora -"Galicia de Automoción, SA.» (Galasa)-, frente a las
reclamaciones judiciales entabladas por ésta, contra aquél, haciendo donación a su hija
Mónica, de la finca " DIRECCION000 ", con reserva de usufructo a favor del acusado;
a virtud de escritura pública otorgada en fecha 3 de octubre de 1979, ante el Notario de
Santiago don Ildefonso Sánchez Mera; y a virtud de escritura pública de compra- venta
formalizada ante el fedatario extrajudicial de Lalín por sustitución de Silleda por
vacante don Agustín , en fecha 31 de diciembre de 1979, a favor de sus hijos Mónica ,
Alvaro , Alvaro y Luis Pedro , de un edificio enclavado en la finca "Chouzo do Monte",
como asimismo de la finca y de las denominadas "Regó de Foxo", "Piñeiro de
Estibada", "Cerrada do Faxo", "Pumar da Retorta" y dos más conocidas por el nombre
de "Piñeiro de Estivada" distintas entre sí.

Segundo: La referida sentencia estimó que los indicados hechos probados eran
constitutivos de un delito de alzamiento de bienes previsto y penado en el artículo 519
del Código Penal , siendo responsable en concepto de autor el procesado, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y contiene
el siguiente fallo: "Que debemos condenar y condenamos al procesado Plácido , como
autor responsable de un delito de alzamiento de bienes, ya definido, sin la concurrencia
de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de seis meses y
un día de prisión menor, con las accesorias de suspensión de todo cargo público,
profesión, oficio y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena impuesta, y al
pago de las costas procesales. Se declara la nulidad de la transmisión de los bienes
contenida en la escritura pública de donación de fecha 3 de octubre de 1979, con reserva
de usufructo otorgada ante el Notario de Santiago don Ildefonso Sánchez Mera, y la
también escritura pública de compraventa otorgada en fecha 31 de diciembre de 1979
ante el fedatario extrajudicial de Lalín don Agustín , como sustituto legal por vacante de
la Notaría de Silleda, anulando los asientos regístrales existentes en el Registro de la

245
Propiedad de La Estrada; para el cumplimiento de la pena impuesta se le abona todo el
tiempo que ha estado privado de la libertad por esta causa. Reclámese del Instructor la
pieza de responsabilidad civil y de situación personal. Finalmente debemos de absolver
y absolvemos al procesado Plácido del delito de estafa de que viene acusado en la
presente causa, con declaración de oficio de las costas procesales».

Tercero: Notificada dicha sentencia a las partes, se preparó contra la misma por
Plácido, recurso de casación por infracción de Ley que se tuvo por anunciado,
remitiéndose en consecuencia a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, por la
Audiencia de instancia, las pertinentes certificaciones para su sustanciación y
resolución.

Cuarto: Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, se formalizó el


recurso al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ,
alegándose como único motivo violación del artículo 519 del Código Penal, así como
los artículos 742.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y 19 del Código Penal , en
cuanto a responsabilidad civil, así como normas concordantes de derecho privado de
aplicación, normas infringidas por indebida aplicación, cometiendo la sentencia
recurrida error de derecho, al calificar los hechos 907 enjuiciados como constitutivos de
un delito de alzamiento de bienes, sin que en los declarados probados consten los
requisitos para configurar tal figura de alzamiento, según la definición que de la misma
hacía reiterada jurisprudencia, declarando además por vía de responsabilidad civil, la
nulidad de negocios jurídicos y asientos regístrales, sin que los afectados y titulares
hayan sido parte en el procedimiento; no se establecía la existencia de la deuda con el
carácter de real, líquida, vencida y exigible bajo el aspecto del derecho civil y
únicamente se hacía constar qu el recurrente "firmó un documento privado con el señor
Jose Ramón, éste como gerente de "Galicia de Automoción, SA.", por el cual el
procesado reconocía qué, como consecuencia de las relaciones comerciales sostenidas
con dicha entidad, adeudaba en definitiva a ésta un saldo deudor de 2.828.362 pesetas»;
tampoco se establecía que el recurrente haya ocultado su patrimonio o efectuado venta
simulada o fraudulenta del mismo; no se determinaba que la insolvencia haya sido
buscada finalísticamente con el propósito de perjudicar a sus acreedores, y no se decía
por qué tal no había sido así, pues al contrario, la situación de insolvencia se produce
246
precisamente al pagar el recurrente a sus acreedores como lo eran don José , don Felipe
y don Blas, sin que tuviera propósito de defraudar a "Galasa", pues el recurrente
considera que nada adeuda a tal entidad; se daba la circunstancia de que los
compradores y donataria gozaban de la condición de terceros de buena fe, y que no
habían sido parte en el proceso, no pudiendo declararse la nulidad de negocios en cuyo
otorgamiento intervenían terceros de buena fe, que no podían ser alterados sus derechos
por resoluciones recaídas en procesos en los que no fueron parte; por otra parte, dado el
carácter de gananciales de los bienes transmitidos, en los negocios jurídicos, intervino
igualmente la esposa del recurrente doña Blanca, quien no había sido parte en el
proceso, ni siquiera fue oída en el mismo. Quinto: Instruido del recurso el Ministerio
Fiscal, la Sala lo admitió, quedando los autos conclusos pendientes de señalamiento de
día para la vista cuando en turno correspondiera.

Sexto: Hecho el señalamiento, ha tenido lugar la vista prevenida en 3 de abril


pasado, con asistencia del Letrado don Jesús Carlos Palmón Lorenzo, que mantuvo su
recurso, y del Ministerio Fiscal, que apoyó parcialmente el motivo.

Séptimo: Esta Sala, con suspensión del término para dictar sentencia, y haciendo
uso de la facultad concedida en el artículo 899 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ,
acordó reclamar de la Audiencia de instancia la causa origen del recurso, lo que se
verificó; y recibida que ha sido, en proveído de 13 de mayo pasado, se acordó alzar la
suspensión del término para dictar esta resolución y que continuara el mismo luego de
notificarse tal proveído, lo que ha tenido lugar al siguiente día 14 de mayo.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero: De modo incorrecto unifica el recurrente en un solo motivo de casación


por infracción de Ley -al amparo del número 1 del artículo 849 de la de Enjuiciamiento
Criminal- dos impugnaciones o alegaciones que deberían ser objeto de trato separado,
pues, de un lado, se denuncia la aplicación indebida del artículo 519 del Código Penal, y
de otro, dentro ya de la responsabilidad civil, la de los artículos 742.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, y 19 del repetido Texto penal sustantivo, en relación este
ultimo con los artículos 1.111, 1.261, 1.291 y 1.295 del Código Penal y con los artículos
247
38 y 40.a) de la Ley Hipotecaria , de manera que dicho planteamiento pudiera incurrir
en la correspondiente causa de inadmisión (estimable ahora como de desestimación), y
más exactamente en la 4 del artículo 884 de la mencionada Ley procesal. Sin embargo,
las declaraciones del Tribunal Constitucional, así como las de esta misma Sala en casos
similares al presente, se han ido orientando, cada vez más, a favor de un aligeramiento
de las exigencias formales del recurso, y en esa línea ha de salvarse el aludido defecto,
ya que la exposición del motivo único permite distinguir con claridad su dual contenido.

Segundo: Por lo que atañe a la pretendida infracción, por aplicación indebida del
artículo 519 del Código Penal, mal cabe apreciar aquélla a tenor de un relato fáctico -
inmodificable por esta vía-, del que se desprende la concurrencia de cuantos requisitos o
elementos conforman el alzamiento de bienes: a) existencia de deudas legítimas, reales,
líquidas y, generalmente, vencidas y exigibles, ya que la acción correspondiente al tipo
penal puede ser posterior a la exigibilidad crediticia, siempre que se demuestre que
estaba encaminada a impedir la efectividad de los créditos conforme a las previsiones
del ordenamiento jurídico sentencias de 9 de mayo de 1981 y 16 de febrero de 1983);
b) ocultación, enajenación o desaparición de los bienes por cualquier medio, con
independencia -en cuanto a la enajenación- de que la misma sea real o ficticia, onerosa o
gratuita (sentencias de 18 de noviembre de 1985 y 10 de febrero y 7 de marzo de 1986),
y c) ánimo tendencial hacia la insolvencia, de forma que este elemento subjetivo del
injusto, además de rechazar la comisión culposa, refuerza la concepción del alzamiento
como delito de mero riesgo y resultado cortado, en el que la consumación se alcanza sin
necesidad de que se produzca el perjuicio efectivo del acreedor, o se llegue a la
insolvencia total ( sentencias de 14 de diciembre de 1985 y 9 de mayo y 9 de junio de
1986 ). En el caso de autos, el ahora recurrente -según el relato fáctico- reconoció en
documento privado de 26 de junio de 1979 ser deudor a la entidad mercantil "Galicia de
Automoción, SA.» de un saldo de 2.828.364 pesetas, "consecuencia de las relaciones
comerciales sostenidas en dicha sociedad», y se comprometió a su abono mediante
veinticuatro cambiales con vencimientos mensuales desde el 26 de julio de 1979 al 26
de junio de 1982, si bien cesó en sus pagos tras el abono de sólo cuatro cambiales, "y se
colocó en estado de insolvencia y en perjuicio de la entidad acreedora -Galicia de
Automoción, SA. (Galasa)- frente a las reclamaciones judiciales entabladas por ésta», y

248
ello mediante la donación de una finca a su hijo en escritura pública de 3 de octubre de
1979 y enajenación de otros inmuebles a sus hijos en escritura de 31 de diciembre de
igual año, lo que revela la concurrencia tanto de los elementos objetivos del tipo como
del ánimo tendencial defraudatorio.

Tercero: Mejor suerte ha de correr la alegación respecto a la aplicación indebida


del artículo 19 del Código Penal, en relación con los ya citados artículos del Código
Civil y de la Ley Hipotecaria, pues, una vez admitida la legitimación del recurrente
como persona directa o indirectamente interesada en la anulación ó no anulación de
dichas donación y compraventa, resulta indudable -sin utilizar otros argumentos que los
del propio recurrente- que, si bien la jurisprudencia, sobre todo la más reciente, señala
que "en materia de responsabilidad civil dimanante del delito de alzamiento de bienes,
lo que tiene que hacer la sentencia penal condenatoria es restituir el orden jurídico
perturbado por la infracción que, en tales casos, no es otro, en dicho aspecto, que el de
reintegrar al patrimonio del deudor los bienes indebidamente saca2 del mismo», como
se lee en la sentencia de 20 de febrero pasado, en línea con las de 16 de noviembre de
1971, 4 de noviembre de 1981, 25 de mayo de 1983, 11 de junio de 1984, 14 de
diciembre de 1985 y 9 de mayo y 14 de julio de 1986, es lo cierto que ni el principio
constitucional de tutela judicial efectiva, proclamado en el artículo 24.1 de nuestra Ley
Fundamental, ni el juego de las disposiciones procesales que garantizan la contradicción
y la defensa, ni los preceptos sustantivos sobre rescisión o anulación de contratos
permiten declaración alguna de nulidad respecto a donaciones o contratos de
compraventa referidos a personas que ni aparecen como responsables criminales del
alzamiento -al margen de su grado de participación- ni fueron traídas a la causa como
demandados civiles, sin olvidar tampoco que ni siquiera el relato fáctico revela
inequívocamente que dichas enajenaciones fueran fingidas (véanse las ya citadas
sentencias de 4 de noviembre de 1981 y 25 de mayo de 1983); de modo que produce
estimar en este extremo la petición del recurrente y -extendiéndose a las inscripciones
regístrales, como consecuencia del razonamiento anterior, que no precisa de ninguna
argumentación complementaria o específica- casar la sentencia impugnada y dictar por
separado la nueva sentencia prevista en el artículo 902 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal .

249
FALLO:

Que debemos declarar y declaramos haber lugar al recurso de casación por


infracción de Ley interpuesto por Plácido, contra sentencia dictada por la Audiencia
Provincial de Pontevedra, en causa seguida al mismo por delito de alzamiento de bienes,
y, en su virtud, casamos y anulamos dicha sentencia con declaración de las costas de
oficio. Comuníquese esta resolución y la que seguidamente se dicte a la mencionada
Audiencia, a los efectos legales oportunos con devolución de la causa.

ASI por esta nuestra sentencia.

SEGUNDA SENTENCIA En la villa de Madrid, a 25 de mayo de 1987.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción de La Estrada, con el número


1 de 1984 y seguida ante la Audiencia Provincial de Pontevedra por delito de
alzamiento de bienes contra Plácido, natural de La Estrada (Pontevedra), de profesión
labrador, de estado casado, con instrucción de ignorada conducta, sin antecedentes
penales, cuya solvencia o insolvencia no consta, cuya situación personal no consta; y en
cuya causa se dictó sentencia por la mencionada Audiencia, con fecha 2 de junio de
1984, que ha sido casada y anulada, por la pronunciada por esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo, en el día de hoy.

Antecedentes de hecho. Único: Se aceptan todas las de la sentencia recurrida y


los de la primera sentencia de esta Sala.

Fundamentos de Derecho Primero: Se dan por reproducidos todos los de la


sentencia recurrida, excepto el contenido en su 5.º considerando, y los de la primera
sentencia de esta Sala.

Segundo: La responsabilidad civil prevista en el artículo 19 del Código Penal


puede extenderse, según la jurisprudencia más reciente de esta Sala y conforme a lo
razonado en el fundamento de derecho 3.° de la primera sentencia dictada en el presente
recurso, a la anulación de escrituras de enajenación de bienes, e incluso de inscripciones
regístrales, pero no en este caso por cuanto ni el donatario ni los compradores de los
inmuebles vendidos por el único procesado (y condenado) fueron parte penal o civil en
250
la causa, de modo que merecen la estimación de terceras de buena fe, y no deben ser
afectados por un procedimiento penal seguido a sus espaldas.

FALLAMOS: Que, manteniendo el resto de los pronunciamientos de la


sentencia impugnada, compatibles con el presente, no procede declarar la nulidad de las
transmisiones de bienes contenidas en las escrituras de 3 de octubre y 31 de diciembre
de 1979, ni la de las inscripciones regístrales de las mismas.

ASI por esta nuestra sentencia, definitivamente juzgando, lo pronunciamos,


mandamos y firmarnos.

3-SENTENCIA LDE TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE JULIO DE 1988

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero: El Juzgado de Instrucción número 6 de los de Madrid, instruyó sumario


con el número 13 de 1982, contra Matías y otro, y una vez concluso, lo elevó a la
Audiencia Provincial de la misma capital, que con fecha 29 de enero de 1985 , dictó
sentencia que contiene el siguiente fallo: "Que debemos absolver y absolvemos al
procesado Matías de los delitos de alzamiento de bienes, cheques en descubierto y
estafa de que se le acusaba en esta causa, declarando de oficio las costas procesales».

Segundo: El referido fallo se basó en el hecho probado del tenor literal siguiente:
Primer resultando probado y así se declara, que el procesado Matías , fue copropietario -
con otra persona ya juzgada- de un negocio comercial bajo el nombre de “Tapicars”,
dedicado a la tapicería del automóvil, funcionando como empresa con patrimonio
mercantil con cuentas bancarias y con dos locales comerciales, y con este carácter, y
bajo ese nombre comercial, el procesado y el otro condueño, mantuvieron relaciones
comerciales con la entidad “Géneros de Punto Nerva, S. A.”, entre los años 1977 y
1980, por una cuantía aproximada de 13.199.695 pesetas, de cuya cantidad la sociedad
citada reclama como pendiente 2.157.898 pesetas como parte del precio de mercancía
suministrada al procesado y su condueño, sin que éstos estuvieran conformes alegando
251
la necesidad de una liquidación por una posible o supuesta devolución de mercancías
por defecto de las mismas. Para hacer efectivo el precio de las mercancías, se aceptaron
por el procesado y la otra persona, letras de cambio, y en sustitución de alguna de ellas
que resultó impagada a su vencimiento, se libraron por los titulares de "Tapicars»
cheques o talones contra las cuentas corrientes de las que disponían conjuntamente los
dos condueños, y 3 de estos talones no se hicieron efectivos por el banco librado.
Durante las conversaciones entre las partes, sobre estas relaciones económicas, se
disolvió la asociación o comunidad del negocio comercial "Tapicars» y no habiéndose
pagado las cantidades reclamadas, la sociedad querellante instó ejecución,
procediéndose al embargo judicial de los establecimientos comerciales que el procesado
y su condueño regentaban en Fuenlabrada y Getafe respectivamente, o derechos que
sobre los mismos les correspondieran, la maquinaria y enseres que hubiera en los
mismos, muebles y enseres de las viviendas respectivas, depósitos y cuentas bancarias y
la propiedad de los pisos en que tenían su vivienda y al tratar de anotar el embargo
sobre el piso vivienda del procesado, se tuvo conocimiento de que éste y su esposa
habían otorgado capitulaciones adoptando el régimen de separación, y adjudicando
dicho piso, en propiedad, a la esposa por escritura de 11 de agosto de 1980. No se
acredita la continuación de la ejecución y tasación sobre los demás bienes embargados.

Tercero: Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación y


remitidas las pertinentes certificaciones al Tribunal Supremo, se formó el rollo
correspondiente, formalizándose el recurso que se basa en los siguientes motivos: 1.º
Por infracción de Ley, al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , por no aplicación del artículo 519 del Código Penal,
tipificador del delito de alzamiento de bienes.

2.° Amparado en el número 2 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, infracción de Ley , al incidir la sentencia en error de hecho en la apreciación
de las pruebas, basado en documentos que obran en autos, sin resultar contradichos por
otros elementos probatorios. Cita el documento consistente en la escritura de
capitulaciones matrimoniales.

252
Cuarto: El Ministerio Fiscal y la representación del recurrido Matías , sé
instruyeron del recurso, quedando conclusos los Autos para señalamiento de vista
cuando por turno correspondiera.

Quinto: Hecho el señalamiento para la vista, se celebró la misma prevenida el


día 29 de junio del presente año de 1988, con la asistencia del Letrado recurrente don
José Luis Barón de Benito, en representación de "Géneros de Punto Nerva, S. A.», que
mantuvo su recurso. Comparece también el Letrado recurrido doña María Luisa
González García Pardo, que impugnó el recurso. El Ministerio Fiscal impugnó el
recurso.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero: Es doctrina pacíficamente aceptada y reiteradísima a través de


numerosas sentencias de esta Sala la de que el delito de alzamiento de bienes es un
delito de mera actividad de riesgo o resultado cortado en el que la intención excede el
resultado y, a su vez que puede adoptar la más variada morfología, dadas las ilimitadas
e imprevisibles acciones que se pueden realizar para lograr el resultado apetecido o
buscado, como es, el vaciar el propio patrimonio total o parcialmente haciendo
desaparecer él mismo todos o parte de los bienes que lo integraban, bien mediante la
ocultación o desaparición jurídica de los mismos o, bien mediante un ficticio aumento
del pasivo que quebrante las garantías patrimoniales del acreedor, pero en todo caso
para que se entienda cometida la infracción penal es menester que concurran los
requisitos siguientes: a) La existencia de una deuda legítima, real, líquida, vencida y
exigible b) Ocultación, enajenación o desaparición de los medios, sea cual fuere el
medio utilizado para ello, y de que tratándose de enajenación, sea real o ficticia, onerosa
o gratuita, c) La existencia de un ánimo tendencial a lograr que se frustren las acciones
del acreedor a la realización de su crédito, cuyo ánimo o intención constituye el
elemento subjetivo del injusto.

Segundo: Del relato fáctico de la sentencia recurrida, aparece, que el procesado


fue copropietario con otra persona ya juzgada, de un negocio con el nombre "Tapicars»,
dedicado a la tapicería del automóvil, funcionando como empresa con patrimonio
253
mercantil con cuentas bancarias y con dos locales comerciales, el procesado y el
condueño, mantuvieron relaciones comerciales con la entidad "Géneros de Punto Nerva,
S. A.», entre los años 1977 y 1980, por una cuantía aproximada de 13.199.696 pesetas,
de cuya cantidad la sociedad citada reclama como pendiente 2.157.898 pesetas, como
parte del precio de mercancía suministrada al procesado y su condueño sin que estos
estuvieran conformes con la liquidación por una posible o supuesta devolución de
mercancías por defecto de las mismas, y que para hacer efectivo el precio de las
mercancías se aceptaron por el procesado y la otra persona, letras de cambio, y en
sustitución de alguna de ellas que resultó impagada a su vencimiento, se libraron por los
titulares de "Tapicars» cheques o talones contra las cuentas corrientes de las que
disponía conjuntamente, los dos condueños y 3 de estos talones no se hicieron efectivos
por el banco librado. Durante las conversaciones entre las partes, sobre estas relaciones
económicas, se disolvió la asociación o comunidad del negocio comercial "Tapicars» y
no habiéndose pagado las cantidades reclamadas, la sociedad querellante instó
ejecución, procediéndose al embargo judicial de los establecimientos comerciales que el
procesado y su condueño regentaban en Fuenlabrada y Getafe, respectivamente, o
derechos que sobre los mismos les correspondieran, la maquinaria y enseres que hubiera
en los mismos, muebles y enseres de las viviendas respectivas, depósitos y cuentas
bancarias y la propiedad de los pisos en que tenían su vivienda y al tratar de anotar el
embargo sobre el piso vivienda del procesado, se tuvo conocimiento de que éste y su
esposa habían otorgado capitulaciones matrimoniales adoptando el régimen de
separación y adjudicando dicho piso, en propiedad, a la esposa por escritura de fecha 11
de agosto de 1980. No se acredita la continuación de la ejecución y tasación sobre los
demás bienes embargados.

Tercero: De todo el relato fáctico de la sentencia recurrida, anteriormente


transcrito resulta, que en él no se dice nada en absoluto respecto a cuando el crédito
reclamado por los acreedores se convirtió en líquido y exigible; ni la fecha en la que
promovieron la correspondiente acción judicial tendente a lograr la realización del
mismo; ni la fecha en la que fueron decretados los embargos, etc., de modo que
únicamente quedan como fechas clave a los efectos decisorios de la cuestión planteada
las dos siguiente: a) La de que la sociedad "Géneros de Punto Nerva, S. A.», y el

254
procesado, mantuvieron relaciones comerciales hasta el año 1980, y que el procesado
otorgó la mentada escritura de capitulaciones con fecha 11 de agosto de 1980, de donde
claramente resulta, que no hay términos hábiles para saber si dicha escritura fue
otorgada en fecha anterior o posterior a aquella durante la cual las partes mantuvieron
relaciones comerciales y negociaciones sobre la fijación y forma de pagó de la deuda en
cuanto que se dice que las tuvieron en el año 1980, o sea, hasta el mismo en que fue
otorgada la escritura de capitulaciones, o sea que no hay datos precisos para saber si fue
antes p después de que él crédito fuese liquidó y exigible, anterior, p posterior a la fecha
de iniciación de las reclamaciones judiciales, al decretamiento de las embargos, etc., por
lo que, como la parte recurrente no ha interpuesto el correspondiente motivo de casación
tendente a que se completase el tan deficiente relato fáctico con los elementales datos,
referidos que son absolutamente imprescindibles para conocer si han concurrido o no,
todos los elementos integrantes del delito de alzamiento de bienes, la comisión del
mismo no puede darse por probada por no aparecer en el resultando de hechos
probados, con la necesaria claridad, los datos necesarios para comprobar si han
concurrido o no, los requisitos que lo integran, razón por la que procede desestimar el
primero de los motivos interpuesto al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , denunciando la infracción de lo dispuesto en el artículo 519
del Código Penal.

Cuarto: La desestimación del segundo de los motivos procede por la sencilla


razón de que se interpone al amparo del número 2 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, denunciando el supuesto error de hecho en la apreciación de
la prueba en la que se dice haber incurrido el Tribunal de instancia y se cita como
documento acreditativo de tal error el documento que obra en los folios 161 a 164 del
sumario, que es, precisamente la ya mencionada escritura de capitulaciones
matrimoniales, de la que resulta únicamente, la fecha en que se otorgó y lo que en ella
se hizo constar, pero lo que no resulta de ella y, a ello sí que debió dirigirse el recurso,
es la determinación de las otras fechas claves a las que se ha hecho referencia
anteriormente, para determinar si la escritura de capitulaciones fue otorgada durante el
tiempo en que podía serlo lícitamente aunque se hiciese en provisión de aconteceres
posteriores, o fue otorgada en la fecha que el querellado tenía anuladas las facultades de

255
disposición por la exigencia del ordenamiento legal que impone a los deudores el
mantenimiento íntegro del contenido de su patrimonio para evitar que se frustren
fraudulentamente las expectativas de los acreedores a la realización de sus créditos.

En consecuencia;

FALLO:

FALLAMOS: Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de


casación por infracción de Ley, interpuesto por la acusación particular "Géneros de
Punto Nerva, S. A.», contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Madrid, de
fecha 29 de enero de 1985 , en causa seguida contra Matías y otro, por delitos de
alzamiento de bienes, cheque en descubierto y estafa. Condenamos a dicho recurrente al
pago de las costas ocasionadas en el presente recurso y a la pérdida del depósito que
constituyó en su día al que se le dará el correspondiente destino legal. Comuníquese esta
resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos, con devolución
de la causa que remitió.

Así por esta nuestra sentencia.

4-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE MAYO DE 1990

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero: El Juzgado de Instrucción número. 1 de Sagunto instruyó sumario con


el número. 19 de 1985, contra Jesús Carlos y otros y una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de Valencia, que con fecha 4 de julio de 1987, dictó sentencia que
contiene el siguiente hecho probado: «En virtud de lo acordado en el juicio ejecutivo,
número. 416/1980 seguido en el Juzgado de Primera Instancia número. 1 de Sagunto a
instancias del Banco de Bilbao contra Jesús Carlos, el 17 de noviembre de 1980, se
trabó embargo sobre la mitad indivisa de una casa sita en el número. 57 de la calle
Mayor de Sagunto, y sobre 2 fincas rústicas de carácter ganancial notificándose tal
embargo, a los efectos prevenidos en el art. 144 del Reglamento de la Ley Hipotecaria a

256
la esposa del demandado María Virtudes, ambos mayores de edad y sin antecedentes
penales.

Ante lo cual, los procesados, aconsejados por su Abogado don Joaquín Arnau
Antonino, gestionaron ante la Caja de Ahorros y Socorros de Sagunto la concesión de
un préstamo para atender al pago de la deuda, siéndoles concedido el 2 de diciembre de
1980 por importe de 1.300.800 ptas. y documentado en el correspondiente contrato
intervenido por Corredor de Comercio el 5 de diciembre de dicho año figurando como
prestatario Jesús Carlos y como fiadores su esposa, María Virtudes , y los otros dos
procesados Tomás y Elisa , mayores de edad y sin antecedentes penales, a quienes, en
garantía de su posible responsabilidad para el afianzamiento del mencionado préstamo,
se les otorgó escritura de venta de las fincas embargadas por el Banco de Bilbao el 3 de
diciembre de 1980, que fue presentada al Registro de la Propiedad el mismo día para
anotación en el Diario, sin que el ejecutante pudiera anotar el embargo trabado sobre las
mismas fincas. Dicha compraventa, de carácter simulado, no fue más que una
transmisión en garantía de la posible responsabilidad que para los avalistas o fiadores-
compradores pudiera derivarse de la no devolución del préstamo concedido a Jesús
Carlos por la Caja de Ahorros de Sagunto el que, una vez cancelado, o extinguida la
fianza prestada por los compradores implicaría el retorno de las fincas a la titularidad
del vendedor.

Conseguido así 1.300.000 ptas. el 5 de diciembre de 1980 los procesados Jesús


Carlos y María Virtudes, obtuvieron por su importe un cheque de la Caja de Ahorros
prestamista, número NUM000, que el mismo día fue compensado con el Banco de la
Exportación, sucursal de Sagunto, donde fue ingresado en la cuenta corriente número.
40 a nombre de su Abogado don Joaquín Arnay Antonino, para que éste pagara al
Banco de Bilbao la cantidad reclamada en los autos de juicio ejecutivo número.
416/1980 pese a lo cual, dicho Abogado, no consignó en el Banco ejecutante la cantidad
recibida hasta el 5 de noviembre de 1983 practicándose en tal fecha la correspondiente
liquidación.

Posteriormente, ante el impago de otros cambiales y tras más diligencias


preparatorias de ejecución, el Banco de Bilbao instó contra Jesús Carlos otro juicio
ejecutivo número. 99/1981, en relación de 2.094.620 ptas. en el que no pudo embargar
257
las fincas del demandado objeto de la referida escritura de compraventa otorgada el 3 de
diciembre de 1980».

Segundo: La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


«Fallamos: Absolvemos a los procesados, Jesús Carlos, María Virtudes , Tomás y Elisa,
del delito de alzamiento de bienes porque se les acusaba. Declaramos de oficio las
costas del proceso. Firme esta resolución, déjense sin efecto cuantas trabas y embargos
se hubieran acordado al respecto a los mismos.

Dedúzcase testimonio de esta sentencia y de los folios 166 y 167 de la causa así
como del apartado A-3 del escrito de proposición de prueba de la defensa de Jesús
Carlos y María Virtudes de 8 de octubre de 1986, fotocopias de los cheques aportados
con el mismo, y certificaciones de la Caja de Ahorros y Socorros de Sagunto de 27 de
octubre de 1986 y del Banco de la Exportación de 6 de noviembre de 1986 para su
remisión al Juzgado de Instrucción Decano de Sagunto por si la actuación de don
Alberto fuera constitutiva de delito, interesando acuse de recibo con indicación de las
diligencias que se incoen para su averiguación.» Tercero: Notificada la sentencia a las
partes, se preparó recurso de casación por infracción de ley, por el acusador particular
«Banco de Bilbao, S. A.», que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda
del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

Cuarto: La representación del recurrente basa su recurso en un motivo único de


casación por infracción de ley, con base en el núm. 2.° del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , al haber cometido la sentencia recurrida, error de derecho,
calificando los hechos ya enjuiciados como no constitutivos de un delito de alzamiento
de bienes, constando todos y cada 1 de los requisitos objetivos y subjetivos para
configurar dicho tipo penal, con violación del art. 519 del Código Penal que ha sido
infringido por aplicación indebida.

Quinto: Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de vista cuando por turno
corresponda.

258
Sexto: Hecho el señalamiento se celebró la vista prevenida el día 24 del pasado
mes de abril, con asistencia e intervención del Letrado don Juan Carlos Tobal Montero,
defensor de los recurridos que impugnó el recurso y del Ministerio Fiscal que asimismo
lo impugnó. El Letrado defensor del recurrente no compareció.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Único: El único motivo del recurso del acusador particular se funda en el art.
849.2.° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal . En él se expone que de los hechos
probados surge que los procesados han obrado con dolo. Afirma el recurrente que si
fuera verdad que la venta realizada por los procesados respondía al fin de pagar la deuda
que éstos tenían con los presuntos compradores, hubieran vendido otras propiedades
pertenecientes a la esposa «y no única y exclusivamente los bienes embargados por el
Banco de Bilbao».

Concluye la representación del banco que debe quedar claro «que la venta
realizada en fecha 3 de diciembre de 1980, no fue, ni mucho menos, para garantizar las
responsabilidades derivadas de la póliza de préstamos suscrita con la Caja de Ahorros y
Socorros de Sagunto por don Jesús Carlos y su esposa, en la que figuran como garantes
don Tomás y su esposa». El motivo debe ser desestimado, a) Si bien el recurso ha sido
deducido por la vía del art. 849.2.° de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , es lo cierto
que su fundamentación no se apoya en la errónea determinación del hecho probado, sino
en lo que en opinión del recurrente es una errónea subsunción del mismo. Por lo tanto,
las cuestiones planteadas se deben tratar según lo establecido en el hecho probado en
relación a su subsunción. Concretamente, por lo tanto, en relación a la existencia o no
de los elementos del tipo, dado que el recurrente no señala documento alguno que
demuestre el error en el que habría incurrido el a quo.

b) El delito de alzamiento de bienes previsto en el art. 519 del Código Penal


protege al acreedor respecto de disminuciones patrimoniales fraudulentas provocadas
por el deudor. Estas disminuciones patrimoniales se deben determinar en relación al
valor general de los bienes y no a los objetos mismos que componen el patrimonio. De
lo contrario, la garantía genérica del patrimonio para los acreedores importaría una
259
obligación total de inmovilidad comercial del deudor, que no resulta compatible con el
sistema de garantías jurídicas del orden jurídico vigente. La existencia de institutos
específicos para lograr la inmovilidad patrimonial de cosas determinadas del
patrimonio, como la hipoteca y la prenda, demuestran, en este sentido, que la finalidad
del art. 519 del Código Penal no puede consistir en prohibir todo negocio jurídico de
enajenación, sino en imponer una obligación de mantenimiento del valor global del
patrimonio, dentro de lo que resulte socialmente adecuado.

Esta obligación no será, por lo tanto, infringida cuando el deudor realice


enajenaciones o entregue bienes en garantía ingresando en su patrimonio lo percibido
realmente por tales operaciones, pues en tales casos no habrá disminuido su patrimonio,
sino simplemente cambiado valores relativamente equivalentes dentro del mismo.

Precisamente ésta es la situación que refleja el hecho probado, dado que los
procesados saldaron con el importe recibido, por el préstamo para el que entregaron las
propiedades en garantía, la deuda que provenía del juicio ejecutivo número. 416/1980
del Juzgado de Sagunto, en el que el Banco de Bilbao reclamaba el pago de un crédito.

Cabe, de todos modos, preguntar si el delito no se habría consumado


posteriormente, cuando el banco acreedor intentó ejecutar sobre los mismos bienes el
crédito que le fue reconocido en otro juicio ejecutivo (número. 99/1981). Pero la
respuesta debe ser también negativa. En efecto, una vez admitido que el acto inicial, que
produjo la frustración de la ejecución se desarrolló dentro de lo socialmente adecuado -
aunque pudiera ser considerado como un negocio poco afortunado-, no resulta posible
fundamentar la tipicidad en este segundo momento. La permanencia de los efectos del
primer acto no es suficiente para convertirlo, por el simple paso del tiempo, en un hecho
típico.

Todo ello demuestra que, en realidad, no es la falta de dolo lo que impide la


adecuación típica del hecho, sino la ausencia de los elementos exigidos por el tipo
objetivo del delito previsto en el art. 519 del Código Penal.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación por


infracción de ley, interpuesto por el «Banco de Bilbao, S. A.», contra Sentencia dictada
260
por la Audiencia Provincial de Valencia, de fecha 4 de julio de 1987, en causa seguida a
Jesús Carlos y otros por el delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dicho
recurrente al pago de las costas ocasionadas en el presente recurso y pérdida del
depósito constituido al que se dará el destino legal.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos con devolución de la causa que en su día remitió.

Asi, por esta nuestra sentencia.

5-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 2 DE NOVIEMBRE DE


1990

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero: El Juzgado de Instrucción número. 12 de Valencia, instruyó sumario


con el número. 36 de 1987 contra los procesados Daniel y Melisa, y una vez concluso,
lo remitió a la Audiencia Provincial de Valencia, que con fecha 7 de mayo de 1988
dictó sentencia que contiene los siguientes hechos probados: Daniel, mayor de edad y
sin antecedentes penales, había venido desarrollando su actividad de industrial dedicado
a la confección de ropa femenina con anterioridad al año 1984 y como empresario
individual, pasando a mediados del referido año a constituir de su empresa una sociedad
limitada, de la que formó parte la también procesada Melisa, mayor de edad y sin
antecedentes penales, persona con la que el otro procesado había mantenido relaciones
íntimas hasta el extremo de convivir en un mismo domicilio en Valencia, sin que tal
cambio de denominación afectase al funcionamiento de hecho de la industria razón por
la que ante la Magistratura de Trabajo de Valencia se ha reconocido en sentencia la
responsabilidad conjunta y solidaria del procesado y de la razón social por
reclamaciones de trabajadores que prestaron sus servicios para el procesado, entre los
que se encuentran los querellantes que por Sentencia de fecha 13 de noviembre de 1984
y posterior Auto de 26 de enero de 1985 vieron reconocidos a su favor créditos por parte
261
superior a los 2.000.000 de pesetas contra Daniel y «Confecciones Ojeda S.L.» por
despido improcedente y negativa de readmisión. Pasada la titularidad de los bienes del
procesado a favor de «Confecciones Ojeda, S.L.», vio subastados unos por deudas y
tuvo que adjudicar otros inmuebles a tercero para pago igualmente de deudas; asimismo
dispuso de un vehículo "Mercedes-Benz" matricula F-....-FZ en 26 de febrero de 1985 a
favor de un cuñado de la procesada por precio de 1.800.000 ptas., de las que recibió
800.000 ptas. en metálico y el resto del precio se compensó con el compromiso del
comprador de hacer efectivas las letras todavía adeudadas por dicha cantidad a «Autos
Cátala»; casi después de un año de dicha operación, adquirió el vehículo la procesada
por precio esta vez de 1.500.000 ptas., constatando que al tiempo de la primera venta
dispuso el procesado, concretamente en fecha 11 de marzo de 1985, de la cantidad de
449.481 ptas. en favor del mismo acreedor en cuyo favor tenía hecha cesión de bienes
inmuebles en pago de deudas. Por último, intentaron también los querellantes
acreedores hacer efectivos sus derechos sobre una vivienda de la calle DIRECCION000
de Valencia que éste tuvo inscrita a su favor por escritura de fecha 17 de abril de 1984
de adjudicación a socios de la cooperativa constructora, y que pasó a titularidad de la
procesada por escritura de rectificación de la anterior de fecha 24 de octubre de 1984,
constando que ya en fecha 21 de diciembre de 1982 ambos procesados habían
concedido poderes a los legales representantes de la cooperativa para los trámites
oportunos de compra, construcción y adjudicación de viviendas, de manera que fue
usando de dicho poder como se otorgó la escritura de fecha 17 de abril de 1984 sin la
presencia física de los procesados, aunque consta de los antecedentes de la asesoría
jurídica de la cooperativa que para dicho acto habría sido citada la procesada por ser la
persona que figuraba como adjudicatoria de la vivienda que, efectivamente, finalmente
se le atribuyó después de la rectificación antes citada. Con las descritas circunstancias
no han podido obtener los querellantes para pago de sus créditos más que las cantidades
correspondientes del fondo de garantía salarial.

Segundo: La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


Fallamos: Absolvemos a los procesados Daniel y Melisa del delito de alzamiento de
bienes de que venían siendo acusados por el Ministerio Fiscal y acusación particular,
declarando de oficio las costas causadas. Firme que sea esta sentencia, queden sin efecto

262
cuantas trabas y embargos se hubieren constituido en sus piezas y ramos respecto de las
personas y bienes de dichos procesados.

Tercero: Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de ley, por los acusadores particulares don
Mauricio y doña Magdalena , que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

Cuarto: El recurso interpuesto por la representación de los acusadores


particulares don Mauricio y doña Magdalena, lo basó en los siguientes motivos de
casación: 1.° Por infracción de ley del art. 849 número 1.° de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal , al haberse infringido preceptos penales de carácter sustantivo y normas de
carácter jurídico que deben ser observados en la aplicación de la Ley Penal, dados los
hechos que se declaran probados en la sentencia, con violación del art. 519 del Código
Penal; 2.° Por infracción de ley del art. 849 número. 2 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, al haber habido en la apreciación de la prueba error en documentos que obren
en autos que demuestran la equivocación del juzgador, con violación del art. 519 del
Código Penal; 3 .° Por quebrantamiento de forma al amparo del art. 851 núm. 1.° de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal cuando en la sentencia no se exprese clara y
terminantemente cuáles son los hechos que se consideren probados o resulte manifiesta
contradicción entre ellos o se consignen como hechos probados conceptos que, por su
carácter jurídico, implique predeterminación del fallo, 4° Por quebrantamiento de forma
al amparo del apartado tercero del art. 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal ,
cuando no se resuelva en ella todos los puntos que hayan sido objeto de acusación o
defensa.

Quinto: Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, impugnó sus


cuatro motivos, quedando conclusos los autos para señalamiento de vista cuando por
turno correspondiera.

Sexto: Hecho el señalamiento para la vista, se celebró la misma el día 23 de


octubre de 1990, con la no comparecencia del Letrado recurrente, no obstante estar
citado en forma, en defensa de los acusadores particulares don Mauricio y doña

263
Magdalena; con la comparecencia del Letrado recurrido don José Salvador González en
defensa de los recurridos procesados Daniel y Melisa, que impugnó el recurso, y del
Ministerio Fiscal, que también lo impugnó.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero: Por quebrantamiento de forma y al amparo del art. 851.3 de la ley de


Enjuiciamiento Criminal, se formula el cuarto de los motivos del recurso, atribuyendo a
la sentencia no haber resuelto todos los puntos objeto de 1 acusación o defensa. La
esencia de la incongruencia omisiva, que es la que vienen a denunciarse, estriba en la
vulneración por parte del Tribunal del deber atendimiento y resolución de cuantas
pretensiones se hayan traído al proceso oportuna y temporáneamente, descendiendo a
todos y cada 1 de los extremos planteados y dando respuesta, positiva o negativa, a los
mismos. Abstención y silencio del órgano judicial, dejando de considerar y ponderar
aquéllas y, en consecuencia, de decidirlas, capaz de provocar indefensión a quien,
hallándose bajo la salvaguarda jurisdiccional y decisoria de un órgano judicial, espera
fundadamente que el mismo emita una resolución razonada atinente a ese haz temático
suscitado en la instancia. Reflejo o manifestación todo ello de derechos fundamentales,
tales como el de obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales en el ejercicio de
sus derechos e intereses legítimos, así como una resolución motivada, que tanto quiere
decir como fundada en Derecho -arts. 24.1, 53.3 y 120.3, de la Constitución-.
Omisiones , las denunciables como integrantes del quebrantamiento formal y procesal
constitutivo del motivo, referibles a cuestiones jurídicas o pretensiones de carácter
sustantivo y no a meros supuestos fácticos, frente a cuyos errores apreciativos o
silencios padecidos sólo cabe la vía impugnatoria o integradora del núm. 2.° del art. 849
de la propia Ley Procesal . Habiendo de precisarse, igualmente que, a tenor de un
reiterado sentir jurisprudencial -Sentencias de 22 de diciembre de 1982, 25 de marzo y
21 de junio de 1983, 7 de julio de 1984, 29 de marzo y 15 de mayo de 1985 y 24 de
enero de 1986, entre muchas- la aceptación por el Tribunal de una calificación jurídica
que suponga, antitéticamente, la exclusión de la tesis sostenida por una parte en sus
conclusiones, implica la desestimación implícita de la misma. Las cuestiones jurídicas
referidas habrán de ser planteadas en los escritos de conclusiones definitivas. Del
264
examen de las misma confrontándolas con el fallo de la sentencia impugnada, bien se
aprecia haber sido resueltas, si bien no lo sean en sentido favorable a los acusadores
recurrentes. El motivo ha de ser desestimado.

Segundo: El tercer motivo, también por supuesto vicio formal y fundado en el


art. 851.1, de la Ley Procesal penal, imputa a la sentencia no expresar clara y
terminantemente cuáles son los hechos que se consideran probados, apuntando a la vez
contradicción ante los mismos cuando no predeterminación del fallo. Todo ello se
expone lacónica y confusamente, sin la menor sistemática correlativa a los varios
incisos contenidos en el apartado referido del art. 851, y sin observancia de los
requisitos formales exigibles conforme al art. 874, lo que habría de determinar la
inadmisión del motivo a tenor del art. 844.4 de la Ley Procesal , hoy transmutada en
causa de desestimación. No existe la apuntada falta de claridad en el factum,
contradicción entre sus términos y aseveraciones. Que el relato histórico, en cuanto tal y
como premisa básica del silogismo judicial, condiciona el sentido de la resolución es
algo normal e inherente a la estructura de la sentencia; no siendo ese el sentido de la
«predeterminación» prevista en el precepto, referida a la incorporación a los hechos
proba2 de conceptos jurídicos integrantes del tipo, reservables para la fundamentación
jurídica de la sentencia y que, con su indebida anticipación, señalan inexorablemente el
sentido del fallo judicial. El motivo merece ser rechazado.

Tercero: En el segundo motivo, por infracción de ley y cita del número. 2.° del
art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se dice haberse incurrido en error de
hecho en la apreciación de la prueba.

Es doctrina jurisprudencial reiterada la de que las declaraciones de procesados y


testigos no constituyen documentos a efectos casacionales, tratándose de pruebas
personales documentadas a efectos de constancia e integración en la causa. De las
escrituras de segregación y compraventa y de apoderamiento conjunto de los procesados
no resulta el pretendido error a que se refiere el recurso. En último caso se olvida por los
recurrentes la existencia de otras pruebas ratificadoras de la tesis de la sentencia, tal la
declaración en el acto del juicio oral de Donato, Letrado asesor de la Cooperativa, quien
afirma rotundamente ser la procesada la que debía adquirir la vivienda, por ser la titular
del piso, habiéndose incurrido en error al otorgar la escritura, siendo aquélla la que fue
265
citada para que acudiera a la notaría; la cooperativa siempre trataba con la procesada.
En consecuencia se impone la desestimación del motivo.

Cuarto: En el primer motivo, residenciado en el número. 1.° del art. 849 de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, se invoca como violado, por indebida inaplicación, el
art. 519 del Código Penal. Constituye el delito de alzamiento de bienes una infracción
de tendencia o mero riesgo, más que de resultado real y lesivo, cuya consumación no
exige la absoluta, insuperable y definitiva perjudicialidad del acreedor burlado,
pudiendo señalarse como elementos que le caracterizan y definen los siguientes: a)
Preexistencia de una relación jurídica obligacional de la que se desprende la presencia
de una o varias deudas reales, generalmente vencidas, líquidas y exigibles (Sentencia,
entre otras, de 6 de junio de 1977, 30 de diciembre de 1978, 28 de mayo de 1979, 9 de
mayo y 9 de junio de 1986 y 10 de marzo de 1987); b) ánimo del deudor
finalísticamente encaminado a defraudar a sus acreedores, eludiendo el cumplimiento de
sus obligaciones merced a la procurada desposesión de sus bienes, ocultación,
enajenación o desaparición de todo o parte del patrimonio al servicio de aquel designio
engañoso, lo que impedirá el ejercicio con resultado favorable de cualquier pretensión
dirigida a la realización del crédito, o tornará difícil y escabroso el camino a seguir para
la prosperabilidad de la pretensión reclamadora, elemento subjetivo del injusto que tilda
de antijurídico el proceder del reo que, de otra forma, carecería de relevancia en la
órbita penal, no confundible con el dolo, limitado éste, ante el conocimiento de las
circunstancias del tipo objetivo, a la voluntad del deudor de insolventarse, de «alzarse»,
conociendo el alcance de su acción en orden al cumplimiento de sus obligaciones; c)
materialización de la ocultación, enajenación o desaparición de los bienes propios
merced a la actividad dinámica desplegada, imposible de encerrar en numerus clausus y
tan varia como alumbra la imaginación humana cuando viene incitada por propósitos
defraudatorios, gratuitos u onerosos, constitución de gravámenes, ficción de créditos de
carácter preferente, etc., medios directos o indirectos de sustraer el activo a la
disposición de los acreedores que vienen a definir el elemento objetivo del delito,
burlándose de tal modo la eficacia de un orden jurídico estatuido para atendimiento y
defensa de los intereses del acreedor; d) situación de insolvencia total o parcial, real o
aparente, del deudor, efecto y consecuencia de las maniobras elusivas y fraudulentas

266
llevadas a término con precedencia, en definitiva, directa relación de causalidad entre el
alzamiento y la defraudación conseguida, haciéndose de tal modo inefectivos los
derechos crediticios de los acreedores, al devenir estéril el ejercicio de sus normales
pretensiones procesales de ejecución, tras el reconocimiento judicial del crédito y el
imperativo pronunciamiento de condena subsiguiente; situación fáctica del deudor que
obstruye el juego normal de la responsabilidad universal proclamada por el art. 1.911
del Código Civil , ya de una manera absoluta, ya relativa, poniéndose en peligro o
afectándose de alguna manera el derecho de satisfacción del acreedor, verdadero bien
jurídico protegido en el delito de alzamiento de bienes, al crearse un riesgo anormal
para sus intereses a través de conductas del deudor que van más allá de los razonables
límites de la libertad contractual y del normal poder de disposición; siendo reiterada la
jurisprudencia que, de forma más o menos pormenorizada, viene refiriéndose a los
enumerados elementos como requisitos configuradores del delito de alzamiento de
bienes, cabiendo citar, entre otras muchas, las Sentencias de 20 de marzo de 1974, 30 de
junio de 1975, 15 de abril de 1978, 28 de mayo de 1979, 9 de mayo de 1981, 16 de
diciembre de 1982, 16 de febrero de 1983, 29 de mayo de 1985, 7 de marzo de 1986, 22
de abril de 1987 y 27 de octubre de 1988.

Quinto: No puede apreciarse en el proceder del querellado aquella conducta


integrante del tipo penal del art. 519 del Código Penal. Se acusa aquel elemento previo a
la existencia de cualquier delito de alzamiento de bienes, cual es la existencia de deudas
legítimas y reales, vencidas, líquidas y exigibles. Mas ha de estimarse ausente el ánimo
de defraudar a los acreedores, vaciando de contenido el haber del procesado o de la
empresa «Confecciones Ojeda», en ejecución de un plan encaminado con aquel respaldo
económico del deudor para la satisfacción última de sus pretensiones satisfactivas. El
inculpado, y según reza el factum, pasada la titularidad de los bienes a favor de
«Confecciones Ojeda», vio subastados unos por deudas y tuvo que adjudicar otros
inmuebles a terceros para pago igualmente de deudas, En cuanto a la venta del vehículo,
se dice en el presupuesto fáctico que recibió 800.000 ptas. en metálico y el resto del
precio se compensó con el compromiso del comprador de hacer efectivas las letras
todavía adeudadas por dicha cantidad a «Autos Cátala»; asimismo se deja constancia de
que el procesado, de la suma recibida, dispuso en fecha 11 de marzo de 1985 de

267
449.481 ptas. en favor del acreedor al que había hecho cesión de bienes inmuebles en
pago de deudas.

Ninguna influencia ofrece en el enjuiciamiento de los hechos la circunstancia de


que la procesada figure como adquirente del vehículo en el último eslabón de la cadena
transmisora. En lo concerniente a la vivienda de la calle DIRECCION000 de Valencia
consta haberse llevado a efecto la rectificación de su titularidad a favor de Melisa por
escritura de 24 de octubre de 1984, por ser ella la adjudicataria del piso y haberse
debido a un error la titulación a nombre del procesado. Son conclusiones acerca de la
prueba, formuladas por la Sala sentenciadora en uso de las atribuciones conferidas por
los arts. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y 117.3 de la Constitución Española.
Partiendo pues, de la intangibilidad de los hechos declarados probados no puede
sostenerse la existencia de la imputada dinámica finalísticamente defraudora, haciendo
desaparecer bienes propios y creando una ficticia e infundada insolvencia, tornando
quiméricas las pretensiones de los acreedores. El motivo ha de ser desestimado.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos no haber lugar al recurso de casación por


quebrantamiento e infracción de ley, interpuesto por los acusadores particulares don
Mauricio y doña Magdalena, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de
Valencia, de fecha 7 de marzo de 1988 , en causa seguida contra los procesados Daniel
y Melisa, que les absolvió del delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dichos
recurrentes al pago de las costas procesales ocasionadas en su recurso, y a la pérdida del
depósito que constituyeron en su día, al que se le dará el correspondiente destino legal.
Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos
con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia.

6-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 31 DE MAYO DE 1991

268
ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción de Puigcerdá instruyó sumario con el número 24


de 1985 contra Víctor, Mari Luz Y Angelina y, una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de Gerona que, con fecha 27 de enero de 1989, dictó sentencia que
contiene el siguiente hecho probado: "Probado y asi se declara que el procesado Víctor,
nacido el 30 de enero de 1949 y sin antecedentes penales, de profesión comerciante,
solicitó un préstamo de 2.750.000 pesetas, a la Banca March S.A., sucursal de
Puigcerdá, y al no ofrecer garantías para la devolución, el préstamo dinerario le fue
concedido mediante el libramiento de una letra de cambio, por el citado importe, en la
que figuraba como librador el padre del procesado Cosme, en la actualidad fallecido, y
como aceptante el procesado, pues con ello la Banca March S.A., de no devolverse la
cantidad prestada, que obtuvo el procesado descontando la mentada letra en la propia
Banca March S.A., podía dirigirse, en vía de regreso, contra el librador, padre del
procesado, que era propietario de cuatro fincas cuyo valor garantizaba la devolución del
dinero. A los indicados efectos se libró la letra de cambio nº O A NUM000, expedida en
Puigcerdá con fecha de expedición 30-4-83 y de vencimiento 29-7-83, importe de
2.750.000 pesetas, y firmando como librador el padre del procesado y como aceptante
éste último. LLegada la fecha de vencimiento, el procesado no pagó el importe de la
misma, cuyo descuento, como se ha dicho, había obtenido, procediéndose al
correspondiente protesto en fecha 30 de julio de 1983, y siendo requerido el procesado,
varias veces y en forma verbal, para que abonase el importe de le letra, sin que el
procesado lo efectuara, razón por la que Banca March, primero en fecha 6 de agosto de
1983, por vía notarial y después en fecha 3-11-83, mediante telegrama con acuse de
recibo, reclamó, tanto al procesado como a su fallecido padre, el importe de 2.755.465
pesetas, en concepto de principal y gastos. Al tener noticia de esta reclamación el
procesado, para evitar que el juicio ejecutivo, que la Banca March S.A. podía interponer
contra Cosme, diera lugar al embargo de las cuatro fincas propiedad de aquél, de
acuerdo con Cosme y utilizando un poder que tenía concedido, vendió, mediante
escritura pública de fecha 19-11-83, autorizada por el Notario de Girona, Antonio
García Conesa, con el número 1.299 de su protocolo, las cuatro fincas, a las procesadas
Marí Luz, nacida el 19-2-66 y sin antecedentes penales y Angelina , nacida el 14-3-67 y

269
sin antecedentes penales, hijas del procesado, que aceptan intervenir en la compraventa,
sin pagar el precio pactado, sabedoras de la verdadera finalidad de tal contrato, esto es,
evitar el embargo de las cuatro fincas de Cosme, padre y abuelo del procesado y las
procesadas. Con tal operación los procesados consiguieron que en el juicio ejecutivo
seguido por Banca March, S.A., contra Cosme, interpuesta la demanda en fecha 23-11-
83, no se pudiera hacer traba de las fincas, dictándose sentencia de remate en fecha 4-5-
84, y, por último, el procesado Víctor en fecha 22-11-83 solicitó la declaración de
estado de suspensión de pagos. Las fincas compradas por las procesadas son, en el
aspecto registral, la NUM001 inscrita en el tomo NUM002, libro NUM002, folio
NUM003; la NUM004 y NUM005 inscritas al tomo NUM006, libro NUM007, folio
NUM008 y NUM009 y la NUM010, folio NUM011 del libro NUM012, tomo NUM013
del Archivo, todas del Registro de la propiedad de Puigcerdá".

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS:


Que debemos condenar y condenamos a los acusados Víctor, Mari Luz y Angelina,
como autores responsables de un delito de ALZAMIENTO DE BIENES, ya definido,
con la concurrencia de la circunstancia atenuante de ser menor de 18 años las
procesadas Mari Luz y Angelina, a la pena de UN AÑO DE PRISION MENOR al
procesado Víctor y MULTA DE TREINTA MIL PESETAS, con arresto sustitutorio de
quince días en caso de impago y previa excusión de bienes, a cada una de las dos
restantes procesadas a las accesorias de suspensión de todo cargo público y del derecho
de sufragio durante el tiempo de la condena, y al pago de las costas procesales, en una
tercera parte cada 1 de los procesados, incluidas las de la acusación particular. En orden
a la responsabilidad Civil, se declara la nulidad de la escritura de compraventa de fecha
19 de noviembre de 1983 y firme la sentencia se remitirá mandamiento al Registro de la
Propiedad de Puigcerdá para que se dejen sin efecto las inscripciones de dominio, en
favor de las procesadas, de las fincas que se describen en el relato fáctico.

Reclámese del Instructor la terminación de la pieza de Responsabilidad Civil


con arreglo a Derecho. Y para el cumplimiento de la pena principal y responsabilidad
subsidiaria que se impone les abonamos todo el tiempo que hayan estado priva2 de
libertad por esta causa.

270
3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por
infracción de ley, por los procesados que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta
Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación
y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- La representación de los recurrentes basa su recurso en los siguientes


motivos. Primero. Por infracción de ley, al amparo del nº 2º del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, al haberse incurrido en error de hecho en la apreciación de las
pruebas, pues la sentencia recurrida en la descripción fáctica de los antecedentes de
hecho (Primero), en relación al apartado primero de los Fundamentos de Derecho,
declara como hecho probado la insolvencia ya sea total, parcial o aparente del procesado
Víctor , cuando en realidad del expediente de suspensión de pagos, se deduce todo lo
contrario, la solvencia del recurrente, Documento este auténtico que revela la
equivocación evidente del juzgador, no desvirtuado por otras pruebas.

Segundo. Por infracción de ley, al amparo del nº 2º del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, al haberse incurrido también en el error sobre la comisión del
delito de alzamiento de bienes, desde el punto de vista de los elementos subjetivos del
injusto penal, o lo que es lo mismo, desde el punto de vista de la culpabilidad, en
relación a su vez al art. 1 del Código Penal, ya que la sentencia recurrida en la
descripción fáctica, y en los Fundamentos de Derecho, declara la culpabilidad del
recurrente, al considerar que la conducta del procesado ha sido finalisticamente dirigida
a defraudar a sus acreedores, y es obvio que en el sumario se ha acreditado lo contrario.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a


trámite, quedando conclusos los autos para deliberación y fallo cuando por turno
corresponda.

6.- Hecho el señalamiento se celebró la deliberación prevenida el día 20 del


actual mes de mayo.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

271
PRIMERO.- El primero de los motivos del presente recurso se canaliza por el
art. 849,2º LECr. y se fundamenta en la falta de prueba de la insolvencia real del
procesado. La Defensa apoya su punto de vista en la existencia de "una resolución
judicial de carácter civil", que acredita la solvencia, es decir, que se refiere al auto
dictado por el Juzgado de 1ª Instancia de Puigcerdá, de 6 de julio de 1985, que obra al
folio 135 del sumario, por el que se aprobó el expediente de suspensión de pagos.

El motivo debe ser desestimado.

El recurso de casación previsto en el art. 849,2º LECr. se fundamenta en una de


las formas que asume la infracción de ley en este recurso. En efecto, se trata de la
modalidad de la infracción de ley consistente en aplicar una disposición penal sustantiva
a un hecho que no constituye el presupuesto fáctico de la consecuencia jurídica prevista
por la ley. De allí se deduce que no es de apreciar una infracción de ley en este sentido
cuando se alegan circunstancias que no determinan el error en la aplicación de la ley.

Tal situación es la que se presenta en el caso que ahora se juzga. La insolvencia


real del autor no es elemento necesario del delito de alzamiento de bienes, dado que éste
se consuma no con la frustración definitiva del crédito del acreedor, sino con la
frustración de la ejecución del mismo, mediante una clara forma de fraude a la ley (art.
6.4 Cod. Civ.), que consiste en valerse de formas jurídicas legales para lograr una
finalidad antijurídica.

Por lo tanto, en la medida en la que el recurrente pretende modificar los hechos


probados introduciendo elementos que no importarían la modificación del fallo, no
existe entre el motivo alegado y la supuesta infracción de ley la relación de causalidad
que presupone la casación.

SEGUNDO.- Sostiene asimismo en el segundo motivo del recurso la Defensa de


los recurrentes, que "ha existido error en la sentencia al considerar que la transmisión
patrimonial se realizó con animus de defraudar.

Ello se deduce, a juicio del recurrente, de la incorporación del crédito de la


Banca March en la lista del pasivo o relación nominal de acreedores, pues le parece
evidente que "si hubiera perseguido (el procesado) el fin de defraudar, no hubiera
incorporado el crédito en la suspensión".
272
El motivo debe ser desestimado.

El llamado "ánimo de defraudar" del delito de alzamiento de bienes (art. 519


CP) no es otra cosa que el dolo de este hecho punible. Por lo tanto, sólo requiere el
conocimiento de los elementos del tipo objetivo del delito y la voluntad de realización
del mismo, que se deduce de tal conocimiento.

Por lo tanto, el dolo será de apreciar cuando el autor o autores hayan tenido
conciencia de realizar operaciones que frustraban la ejecución del crédito del acreedor.
Tal conocimiento es indiscutible cuando el autor realiza operaciones simuladas, por
precios ficticios y transmisión a parientes próximos de la propiedad de bienes, afectados
directamente por la ejecución de un crédito, cuyo pago sabe ha incumplido.

El reconocimiento del crédito en la relación de acreedores del procedimiento de


la suspensión de pagos no modifica en lo más mínimo estos elementos constitutivos del
dolo, pues el autor al excluir sin causa lícita del patrimonio los bienes que garantizaban
el crédito, ha frustrado, de todos modos, la ejecución normal del crédito, remitiendo al
acreedor a un procedimiento, en principio, de resultados inciertos.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR NO HABER LUGAR AL RECURSO DE


CASACION por infracción de ley, interpuesto por Víctor, Mari Luz y Angelina, contra
sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Gerona, de fecha 27 de enero de 1989,
en causa seguida a los mismos por un delito de alzamiento de bienes.

Condenamos a dichos recurrentes al pago de las costas ocasionadas en el


presente recurso y a la pérdida de los depósitos en su día constituidos a los que se dará
el destino legal. Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos
legales oportunos con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia.

273
7-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 13 DE FEBRERO DE
1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza instruyó sumario con el


número 110 de 1.984 contra Iván, Mónica y Aurelio y, una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de Zaragoza que, con fecha 16 de noviembre de 1.987 dictó
sentencia que contiene el siguiente hecho probado: "PRIMERO RESULTANDO:
probado, y así se declara, que A) Los procesados Iván, de 29 años de edad y Mónica, de
37 años de edad, ambos sin antecedentes penales, suscribieron el día 25 de junio de
1982, una póliza de afianzamiento con el Banco de Madrid, en la cual los procesados,
que eran los únicos propietarios de la sociedad DIRECCION000. constituían garantía
personal afianzando las operaciones que dicha sociedad realizara con el Banco de
Madrid, hasta un límite de seis millones de pesetas, estableciéndose en la cláusula
novena de dicho Documento que "los fiadores se comprometen a no enajenar ni gravar
sus bienes sin consentimiento del Banco de Madrid, S.A., mientras subsista la fianza".
A tal efecto, ambos procesados suscribieron por separado una relación de sus bienes,
haciéndose constar en la relación firmada por Iván: 1/2 piso en DIRECCION001
NUM000 - NUM001 NUM002, con plaza de garaje en el mismo edificio, valorada en
5.000.000 de pesetas; 1/2 piso en DIRECCION002 NUM003 , valorada en 2.200.000
pesetas y 1/2 nave en CARRETERA000 Km. NUM004 , valorada en 5.500.000 pesetas,
bienes todos ellos sitos en Zaragoza; mientras que en la relación de bienes firmada por
Mónica , además de la otra mitad de los bienes citados, que pertenecían proindiviso a
ambos hermanos, se consignaba 1/2 piso sito en CALLE000, NUM005 de Madrid.
Además se consignaba como bien la totalidad de la empresa DIRECCION000.
perteneciente en un 60% a Iván y en un 40% a Mónica. Pese a haber adquirido el
anterior compromiso, los procesados otorgaron el 20 de julio de 1.982 escritura pública
de venta del piso sito en DIRECCION001 NUM000 y su plaza de garaje, a favor del
también procesado Aurelio , de 40 años de edad y sin antecedentes penales, esposo de la
procesada Mónica , por un total de 4.000.000 de pesetas, de las que otorgaban los
vendedores carta de pago por 2.500.000 pesetas, mientras que la cantidad de 1.500.000
274
pesetas restantes correspondía al saldo del préstamo hipotecario que afectaba a dicho
piso de cuyo pago se haría cargo el comprador. Asimismo, los procesados Iván Mónica,
en escritura pública otorgada el 20 de julio de 1982 extinguieron el condominio que
tenían sobre la nave sita en la CARRETERA000 Km. NUM004, que quedaba
adjudicada a Iván, el cual en escritura de 21 de enero de 1983, adjudicó dicha finca al
también procesado Aurelio como pago parcial de una deuda de 7.768.000 pesetas, que
reconocía tener con el mismo, estimando el valor de la nave adjudicada en 4.000.000 de
pesetas. Dicha fina, inscrita la adjudicación en el Registro de la Propiedad, fue vendida
el 1 de junio de 1.983 por Aurelio a la sociedad "V.L.F., S.L." la cual inscribió
asimismo su título en el Registro. Por otra parte, sobre el piso sito en la
DIRECCION002 nº NUM003 de Zaragoza, que pertenecía a los procesados Iván y
Mónica, y sobre el piso sito en la CALLE000 nº NUM005 de Madrid, cuya mitad
pertenecía a la procesada Mónica, se constituyó el 16 de febrero de 1.983 hipoteca a
favor del Banco de Vizcaya en virtud de deudas que los procesados Iván y Mónica
tenían con el mismo. Con todo ello, los procesados Iván y Mónica con la necesaria
colaboración del procesado Aurelio, se constituyeron en insolvencia frente al Banco de
Madrid, al que adeudaban un total de 3.591.970 pesetas. Asimismo los procesados Iván
y Mónica , con la necesaria colaboración del procesado Aurelio, burlaron el derecho a
percibir una cantidad mensual de 30.000 pesetas, que tiene Mónica, la cual estuvo
casada con el padre de los procesados Iván y Mónica, habiéndose establecido en el
testamento de aquél, que Pilar tendría derecho a percibir una pensión mensual de 30.000
pesetas, que será pagada por sus herederos, Iván y Mónica, pudiendo Pilar solicitar
garantía hipotecaria o del tipo que considere conveniente para el pago de dicha pensión,
habiendo solicitado Pilar dicha garantía mediante acto de conciliación intentado sin
efecto por incomparecencia de los demandados el día 20 de enero de 1.983 y
encontrándose Pilar en la imposibilidad de cobrar el importe de las pensiones atrasadas
y de garantizar el pago de las futuras ante la insolvencia en que se constituyeron Iván y
Mónica . B) El procesado Iván , que era quien llevaba directamente la gestión de la
empresa " DIRECCION000 ." procedió a ingresar en la cuenta de crédito cuatro efectos
librados a nombre de Lucio , domiciliado en la CALLE001 NUM006 de Zaragoza,
fechados tres de ellos el 6-7-82 y el cuarto en 13-7-82, por importe total de 848.266

275
pesetas, que fue abonado en la cuenta de crédito y del que dispuso el procesado, efectos
que fueron devueltos por manifestar el librado, no correspondían a deuda real".

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: Que debemos CONDENAR Y CONDENAMOS a los acusados


Iván, Mónica y Aurelio, como autores responsables del delito de alzamiento de bienes
sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal a la
pena de SEIS MESES Y UN DIA DE PRISION MENOR, a las accesorias de
suspensión de todo cargo público y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena
y al pago de las tres cuartas partes de las costas procesales, incluidas las de las
acusaciones particulares. Se declara la nulidad de la escritura de 20 de julio de 1983 por
la que los procesados Iván y Mónica, vendieron al procesado Aurelio el piso sito en
DIRECCION001, NUM000 de Zaragoza, propiedad de aquéllos, así como la plaza de
garaje sita en el mismo edificio. Aurelio deberá consignar en el Juzgado la cantidad de
CUATRO MILLONES DE PESETAS, precio de la nave por él vendida, a fin de que
sobre dicha cantidad puedan ejercer sus derechos Banco de Madrid, S.A. y Pilar.
Declaramos la solvencia e insolvencia de dichos procesados aprobando los autos que a
este fin dictó y consulta el Juzgado Instructor. ASIMISMO DEBEMOS ABSOLVER Y
ABSOLVEMOS a Iván del delito de estafa de que viene acusado, declarando de oficio
una cuarta parte de las costas".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de Ley por los procesados Iván; Mónica y
Aurelio, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose
el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del procesado Iván se basó en los
siguientes MOTIVOS DE CASACION:

Por quebrantamiento de forma Primero.- Quebrantamiento de forma del art. 851.


nº 1 de la L.E.Cr. aduce falta de claridad en los hechos probados, respecto a la actividad
de comerciante y a pesar de ello es condenado por esa agravante específica en el art.
519 del C.P. Por infracción de Ley Segundo.- Amparado en el art.849.2 de la L.E.Cr.
276
Tercero.- Al amparo del art. 849.1 de la L.E.Cr. por aplicación indebida del art. 519 del
Código Penal. Cuarto.- Al amparo del art. 849.1 de la L.E.Cr. al ser condenado su
mandante con una agravante de comerciante del art. 519 del C.P. cuando tal
circunstancia no consta en los hechos probados. Quinto.- Al amparo del art. 849.1 de la
L.E.Cr. por aplicación indebida de los arts.109 y 110 del C.P.

El recurso interpuesto por la representación de la procesada Mónica se basó en


los siguientes MOTIVOS DE CASACION:

Por quebrantamiento de forma Primero.- Al amparo del nº 1 inciso primero del


art. 851 de la L.E.Cr., aplicación indebida art.519 del C.P. Por infracción de Ley
Segundo.- Amparado en el nº 2 del art. 849 de la L.E.cr. Tercero.- Amparado en el nº 2
del art. 849 de la L.E.Cr. Cuarto.- Amparado en el nº 1 del art. 849 de la L.E.Cr.
aplicación indebida del art. 519 del C.P. Quinto.- Amparado en el nº 1 del art. 849 de la
L.E.Cr. aplicación indebida del art.519 del C.P. Sexto.- Amparado en el nº 1 del art. 849
de la L.E.Cr. aplicación indebida del art. 519 del C.P. Séptimo.- Amparado en el nº 1
del art. 849 de la L.E.Cr. aplicación indebida del art. 109 y 110 del C.P. en relación con
el art. 240.2 de la L.E.cr.

El recurso interpuesto por la representación del procesado Aurelio se basó en los


siguientes MOTIVOS DE CASACION: Por quebrantamiento de forma Primero.- Al
amparo del nº 1º del art.851 de la L.E.Cr. por falta de claridad en el relato de hechos
probados. Segundo.- Al amparo del nº 1 del art. 851 de la L.E.Cr. por falta de claridad
en los hechos al omitir la cualidad de comerciante y aplicación indebida del art. 519 del
C.P. Por infracción de Ley Tercero.- Al amparo del nº 2 del art. 849 de la L.E.Cr. al
haber incurrido la sentencia en error de hecho en la apreciación de la prueba. Cuarto.-Al
amparo del nº 2º del art. 849 de la L.E.Cr. Quinto.- En base al nº 1º del art. 849 de la
L.E.Cr. infracción por aplicación indebida del art. 519 del C.P. Sexto.- Al amparo del nº
1 del art. 849 de la L.E.Cr. aplicación indebida del art. 519 del C.P. en cuanto que del
relato fáctico no se deduce la intención de perjudicar a los acreedores. Séptimo.- Al
amparo del art. 849 de la L.E.cr. aplicación indebida del art. 14-3º del C. P. en relación
con el art. 519 del mismo Código. Octavo.- Amparado en el nº 1 del art. 849 de la
L.E.Cr. aplicación indebida del art. 519 del C.P..Noveno.- Al amparo del nº 1 del art.

277
849 de la L.E.Cr. infringido el art. 109 del C.P. y 110 en relación con el art. 240.2 de la
L.E.Cr.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos la Sala admitió los
mismos, quedando conclusos los autos para señalamiento de vista cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para la vista se celebró la misma el día 3 de febrero de


1.992 con la asistencia del Letrado D. Carmelo Santos Alcalde por el Procesado Iván
quien mantuvo su recurso ratificándose en el escrito de formalización e informando
sobre el mismo, por los otros dos procesados el Letrado D. Fabián Gómez Tarodo quien
mantuvo los dos recursos en base a sus motivos y remitiéndose a los escritos de
formalización e informando sobre los mismos, por la acusación particular Pilar el
Letrado Pedro Cristóbal S. que se dé por reproducido el escrito de impugnación, no
comparece la defensa de la acusación particular Banco de Madrid S.A; el Ministerio
Fiscal apoya los motivos 8 y 9 de Aurelio, 5º de Iván y 7 de Mónica , se ratifica en el
escrito de impugnación de los recursos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La sentencia recurrida condenó a Iván, Mónica y Aurelio como


autores de un delito de alzamiento de bienes cometido por comerciantes, imponiéndoles
las penas de seis meses y un día de prisión menor, al tiempo que absolvió a dicho Iván
de un delito de estafa.

Dichos condenados recurrieron en casación, cada uno de ellos por separado, si


bien algunos de los motivos de los distintos recurrentes son coincidentes entre sí.

SEGUNDO.- Aurelio, en el primero de los motivos de su recurso, al amparo del


nº 1 del art. 851 de la L.E.Cr., dice que hubo quebrantamiento de forma por falta de
claridad en el relato de hechos probados, porque, a su juicio, existieron en el mismo,
lagunas esenciales que impiden comprender la realidad de lo ocurrido.

Examinados los puntos concretos en que se afirma la concurrencia de tales


lagunas, esta Sala no puede compartir la tesis del recurrente, porque la narración de lo
ocurrido que nos ofrece la Audiencia es perfectamente comprensible y, de las distintas

278
circunstancias que se reputan omitidas, unas no son propias de este apartado de la
sentencia, y otras son innecesarias dada la estructura del delito de alzamiento de bienes
que luego será examinada, lo que obliga a rechazar este motivo.

TERCERO.- El mismo Aurelio, en el motivo 2º de su recurso, por la misma vía


procesal del nº 1º del art. 851 de la L.E.Cr., aduce asimismo falta de claridad porque en
el relato se omite su cualidad de comerciante y, sin embargo, se le impone la pena que
en el art.519 está reservado para quien ostenta tal condición.

Del mismo tenor son los motivos primeros de los otros dos recurrentes.

Todos ellos han de ser desestimados, porque lo que denuncian nada tiene que
ver con el defecto de forma a que se refiere la norma procesal en que se fundan (851-
1º), sino que constituye una errónea calificación jurídica, y como tal será tratado
después en el fundamento de derecho 11º.

CUARTO.- El motivo 3º del recurso de Aurelio se funda en el nº 2º del art. 849.


En el mismo se dice que hubo error en la apreciación de la prueba cuando se afirma en
la resolución recurrida que los deudores se constituyeron en insolvencia.

Tanto este motivo, como los segundos de los otros dos recurrentes, coincidentes
en lo sustancial, tratan de hacer ver que no hubo situación de insolvencia porque
quedaban bienes en el patrimonio de los deudores suficientes para cubrir las deudas
tanto del Banco de Madrid como de la querellante Pilar.

Luego nos referiremos a la forma en que ha de entenderse en esta clase de


delitos el requisito de la insolvencia, que no exige, como es obvio, que haya de hacerse
un balance de la situación económica del deudor de modo que su pasivo supere a su
activo, bastando con que no aparezcan bienes realizables libres de otra responsabilidad
contra los que pudiera dirigirse el acreedor. Cualquier acto de voluntaria ocultación o
exclusión de bienes del patrimonio del deudor, hecho voluntariamente por éste, con la
intención de obstaculizar o impedir la vía de apremio que aquél tiene derecho a seguir
para la ejecución de su crédito, constituye este delito, ya se trate de actos reales o
ficticios, ya se refiere a la totalidad de dicho patrimonio o sólo a una parte.

279
Los Documentos que se citan en estos motivos como acreditativos del error de
hecho, en realidad nada importante acreditan que pudiera ser contrario a lo que se da
como probado por la Audiencia. En lo sustancial la Sala de instancia afirma que
existieron unos actos fraudulentos de enajenación de parte del patrimonio de los
deudores Iván y Mónica en favor del marido de esta última, y es evidente, como luego
se razonará, que ello se hizo con clara intención de perjudicar a los acreedores. Frente a
ello poco importa:

A). Que haya un Documento que acredite que el Banco de Madrid cobró una
cantidad procedente de una subasta pública en procedimiento judicial (ni siquiera se
dice cuánto se cobró, aunque al Director de esta entidad que declaró en el juicio dijo que
no cubría el importe de la deuda). Tal percepción no excluye el delito y sólo habrá de
servir para la liquidación final de la deuda.

B) Que la hipoteca constituida a favor del Banco de Vizcaya no cubra la


totalidad del valor de las fincas hipotecadas, porque no se puede exigir a los acreedores
dirigir la ejecución contra unos bienes respecto de los cuales hay una carga real que
cubre la mayor parte de su valor (hipoteca de 8.181.940 pts. sobre bienes valorados en
12 millones), cuando había otros, los que se habían enajenado a favor de Aurelio, que
carecían de un gravamen semejante.

C) Que Pilar pudiera afirmar en alguna ocasión que debía alguna cantidad a los
hijos de su difunto marido por haber pagado éstos unos impuestos que eran de su cargo,
ya que siempre habrá de hacerse una liquidación. Sobre todo, ha de tenerse en cuenta
que la deuda a favor de esta señora consiste en un derecho a cobrar una pensión mensual
cuya cuantía va aumentando a medida que pasan los meses y no se le abona.

D) Lo que pudiera decir el escrito de querella en orden al domicilio fijado para


la celebración de un acto de conciliación.

QUINTO.- En el motivo 4º de los de Aurelio, coincidente en lo sustancial con el


3º de los de Mónica , también al amparo del nº 2º del art. 849 de la L.E.cr., se vuelve a
decir que hubo error en la apreciación de la prueba, ahora por afirmarse que Aurelio
colaboró en el alzamiento, citándose como acreditativos de tal error una serie de
Documentos que tampoco acreditan nada que pudiera tener la eficacia de producir una
280
sentencia absolutoria, por razones semejantes a las esgrimidas para rechazar los motivos
examinados en el fundamento de derecho anterior.

En efecto, a la realidad del delito ahora examinado no obsta:

A) El que se omita si el precio de 4.000.000 pts. en que aparece vendido el piso


era o no el adecuado, pues lo único que importa es que tal precio no se pagó. Se dice por
Iván en el juicio oral que tal inmueble se dio a Aurelio en pago parcial de una deuda
existente, deuda cuya realidad no estimó probada la Audiencia.

B) El que tal piso tuviera o no alguna otra carga además de la que se recoge en la
sentencia.

C) El valor que pudiera tener la nave adjudicada a Aurelio por 4 millones de pts.

D) Los Documentos aportados por Aurelio en los que se pretende fundar la


realidad de la deuda en cuyo pago se afirma que entregaron el piso y la nave
mencionados, pues ninguno de ellos tiene valor por sí para acreditar lo que se pretendió
con su presentación. La Audiencia los examinó y no consideró que sirvieran para
justificar deuda a favor de Aurelio. Por eso no dijo que ésta existiera y condenó porque
las enajenaciones no se hicieron en pago de un crédito real, sino para impedir el cobro
de los verdaderos acreedores.

SEXTO.- En el motivo 5º del recurso de Aurelio, en base al nº 1º del art. 849 de


la L.E.Cr. se dice que hubo infracción de ley por aplicación indebida del art. 519 del
C.P., porque se afirma la existencia de dos deudas, una a favor del Banco de Madrid y
otra a favor de Pilar , y tales deudas no consta que fueran líquidas, vencidas y exigibles
cuando se realizaron los actos de enajenación por los que se condenó a los ahora
recurrentes.

Este motivo coincide con el 3º de Iván y el 4º de Mónica.

Luego, Aurelio, en su motivo 6º, por la misma vía procesal, dice que se violó el
mismo art. 519 del C.P. porque esas enajenaciones se hicieron sin intención de
perjudicar a los acreedores, aduciendo que la afirmación de tal intención es un juicio de
valor recurrible en casación, que ahora debe revisar esta Sala, ya que, en realidad hubo

281
un pago a favor de Aurelio de créditos realmente existentes, pues no existe este delito
cuando se paga a unos acreedores con preterición de otros.

Coincide este motivo 6º de Aurelio con el 5º de Mónica.

Antes de resolver sobre tales alegaciones conviene precisar el alcance de esta


singular figura de infracción penal.

El delito de alzamiento de bienes constituye una infracción del deber de


mantener íntegro el propio patrimonio como garantía universal en beneficio de
cualquier acreedor (artículo 1.911 del Código Civil). Aparece sucintamente definido en
el artículo 519 del Código Penal que utiliza dos expresiones muy ricas en su
significación, conforme han sido reiteradamente interpretadas por la Doctrina y por la
jurisprudencia de esta Sala, "alzarse con sus bienes" y "en perjuicio de sus acreedores".

Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra historia, referido al


supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de su patrimonio, en la
actualidad alzamiento de bienes equivale a ocultación o sustracción que el deudor hace
de todo o parte de su activo de modo que el acreedor encuentra dificultades para hallar
bienes con los que poder cobrarse.

Tal ocultación o sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede


hacerse de modo elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor
ignore donde se encuentra, o puede cometerse de modo más sofisticado, a través de
algún negocio jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra
persona, generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o
dificulta la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque
efectivamente suponga una transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como
sucede en los casos tan frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un
negocio ficticio que, precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en
verdad el patrimonio del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito
porque aparece un tercero como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza
la vía de apremio.

La expresión "en perjuicio de sus acreedores”, que utiliza el mencionado artículo


519,ha sido siempre interpretada por la Doctrina de esta Sala, no como exigencia de un
282
perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el sentido de
intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio en su propio
beneficio o en el de alguna otra persona allegada, obstaculizando así la vía de ejecución
que podrían seguir sus acreedores.

De tal expresión así entendida se deducen tres consecuencias:

1ª. Han de existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque
puede ocurrir que cuando la ocultación se produce todavía no fueran vencidos o fueran
ilíquidos, y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que ante la perspectiva de
una deuda, ya nacida pero aún no ejercitable, alguien realice un verdadero y propio
alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo que


impide la realización de este delito por imprudencia.

3ª. Se configura así este tipo penal como un delito de tendencia en el que basta la
intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que obstaculiza la vía de
apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total y absolutamente
cerrada, ya que basta con que se realice esa ocultación o sustracción de bienes que es el
resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real pertenece, no a la fase de perfección
del delito, sino a la de su agotamiento.

La jurisprudencia de esta Sala viene exigiendo ese resultado para la


consumación de este delito utilizando la expresión insolvencia y la Doctrina encuadra
esta infracción junto con los delitos de quiebra y concurso bajo la denominación de
insolvencias punibles, criterio sistemático que acoge nuestro Código Penal al incluir
todos ellos en la misma sección bajo el título "del alzamiento, quiebra, concurso e
insolvencias punibles." Ahora conviene precisar que como resultado de este delito no se
exige una insolvencia real y efectiva, sino una verdadera ocultación de bienes que sea, o
razonablemente se crea que puede ser, un obstáculo para el éxito de la vía de apremio, y
por eso las sentencias de esta Sala, que hablan de la insolvencia como resultado del
alzamiento de bienes, siempre añaden los adjetivos total o parcial, real o ficticia
(sentencias de 28-5-79, 29-10-88 y otras muchas),porque no es necesario en cada caso
hacerle la cuenta al deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo, lo cual no sería
283
posible en muchos casos precisamente por la actitud de ocultación que adopta el deudor
en estos supuestos.

Desde luego no se puede exigir que el acreedor, que se considera burlado por la
actitud de alzamiento del deudor, tenga que ultimar el procedimiento de ejecución de su
crédito hasta realizar los bienes embargados (sentencia de 6-5-89), ni menos aún que
tenga que agotar el patrimonio del deudor embargándole uno tras otro todos sus bienes
para, de este modo, llegar a conocer su verdadera y real situación económica.

Volvemos a repetir que lo que se exige como resultado en este delito es una
efectiva ocultación de alguno o algunos bienes que obstaculice razonablemente una
posible vía de apremio con resultado positivo y suficiente para cubrir la deuda, de modo
que el acreedor no tiene la carga de agotar el procedimiento de ejecución, precisamente
porque el deudor con su actitud de alzamiento ha colocado su patrimonio en una
situación tal que no es previsible la obtención de un resultado positivo en orden a la
satisfacción del crédito.

Por lo tanto, producida la ocultación de bienes con intención probada de impedir


a los acreedores la ejecución de sus derechos, ya no es necesario ningún otro requisito
para la existencia del delito del artículo 519.

OCTAVO.- A la vista de la Doctrina antes expuesta no cabe duda de que en el


caso presente concurrieran esos requisitos exigidos para la existencia del delito de
alzamiento de bienes.

Para razonar esta conclusión, hemos de partir, dada la vía procesal utilizada por
los recurrentes en los motivos ahora examinados, del relato de hechos probados que nos
presenta la Audiencia Provincial en la sentencia ahora recurrida.

Hubo una situación de graves dificultades económicas en el desarrollo de las


actividades de la empresa "DIRECCION000.", que aunque no aparece expresamente
afirmada en la resolución ahora impugnada, sin embargo late en el fondo del relato de
hechos como razón última de todo lo que en el mismo se narra, y, desde luego, así
aparece en las propias declaraciones de los acusados en el acto del juicio oral.

284
Ante tales dificultades, para seguir operando con el Banco de Madrid, Iván y su
hermana Mónica que eran los titulares de la referida Sociedad Limitada en proporción
del 60 y el 40 por ciento respectivamente, firmaron con dicha entidad bancaria una
póliza de afianzamiento personal garantizando las deudas de dicha sociedad hasta un
límite de seis millones de pesetas, y realizaron al efecto, como es habitual en estos
casos, unas declaraciones de bienes de ambos fiadores comprometiéndose expresamente
a no enajenarlos ni gravarlos mientras subsistiera esta fianza.

Tal póliza de afianzamiento se firmó el 25 de junio de 1.982, y antes de


transcurrido un mes, el 20 de julio de 1.982, dichos dos hermanos vendieron por
escritura pública un piso, que había sido incluido en esa declaración de bienes y que
pertenecían por mitad a ambos, a Aurelio, el otro acusado a la sazón esposo de Mónica,
figurando como precio 4.000.000 pts., dándose carta de pago por 2.500.000 pts.,
mientras que el 1.500.000 pts. restante correspondía a una hipoteca del mismo inmueble
vendido que pasaba al comprador.

Asimismo, en escritura de la misma fecha, 20 de julio de 1.982, ambos


hermanos extinguieron el condominio que tenían sobre una nave comercial,
adjudicándose a Iván, quien por otra escritura de 21 de enero de 1.983 la adjudicó a su
cuñado Aurelio en concepto de pago parcial de una deuda de 7.763.000 pts.,
valorándose tal nave en 4.000.000 pts., la cual luego fue vendida a otra sociedad que la
inscribió a su favor en el Registro de la Propiedad.

Luego, otros bienes de los incluidos en la declaración hecha con el Banco de


Madrid se hipotecaron en favor del Banco de Vizcaya para garantizar deudas que tenían
Iván y Mónica, por medio de escritura de 16 de febrero de 1.983.

Con todo ello Iván y Mónica, con la colaboración de Aurelio, se constituyeron


en insolvencia frente al Banco de Madrid, al que adeudaban un total de 3.519.970 pts. y
frente a Pilar que era acreedora por su derecho a percibir una pensión mensual de
30.000 pts. NOVENO.- A la vista de tales hechos es evidente que hubo delito de
alzamiento de bienes y que de él han de responder como autores los dos hermanos
deudores que excluyeron de su patrimonio determinados bienes a fin de salvarlos en

285
provecho de una familiar próximo, el otro procesado, Aurelio, que así ha de responder
como cooperador necesario del nº 3º del art. 14 del C.P.

No puede caber duda de que tales enajenaciones a favor de Aurelio


disminuyeron el patrimonio de los dos hermanos y que ello, junto con las hipotecas
posteriores a favor del Banco de Vizcaya, impidieron, u obstaculizaron de forma
importante, las posibilidades de éxito de una vía de apremio contra el patrimonio de los
deudores, pues prácticamente desaparecieron de su activo la totalidad de los bienes
declarados como suyos al constituir la póliza de afianzamiento.

Cierto es que produce sorpresa el que, después de las enajenaciones a favor de


Aurelio, se constituyeran unas hipotecas en beneficio del Banco de Vizcaya, que era un
acreedor real de los dos hermanos. Quizá la explicación se encuentre en lo que Iván
declaró en el juicio oral cuando dijo que en este Banco era avalista su cuñado, a pesar de
que un oficio de la misma entidad bancaria parece negarlo (folio 244 del sumario). Sin
duda, la Audiencia tuvo en cuenta esta pluralidad de pruebas sobre el mismo objeto;
pero, en todo caso, ello se refiere a un extremo que no incide directamente en el delito
que nos ocupa, que, evidentemente, no se cometió por la hipoteca a favor del Banco de
Vizcaya, sino por las enajenaciones en beneficio de Aurelio. Tal hipoteca posterior sirve
para acreditar la verdadera intención defraudatoria de los deudores, quienes, por la
razón que fuera, quisieron perjudicar al Banco de Madrid y a Pilar, y quizá también a
otros, pero no al Banco de Vizcaya.

Por otro lado, ha de añadirse que nada importa a estos efectos la fecha del
vencimiento ni la constancia de la liquidez de las deudas, pues lo único que interesa
sobre este particular para la apreciación de este delito es la realidad de uno o varios
créditos verdaderamente existentes, aunque aún pudieran estar sin vencer o sin concretar
su cuantía cuando los actos fraudulentos se realizaran, ya que, como antes se ha dicho,
es posible que,ante la perspectiva de una deuda pendiente sobre el patrimonio de una
persona, incluso cuando ésta sea exigible sólo en un momento posterior, existan actos
de disminución del patrimonio del deudor que encajen en la figura penal ahora
examinada.

286
Asimismo ha de insistirse ahora en que la Audiencia no estimó como probado
que Aurelio fuera acreedor, y por ello ha de rechazarse el argumento de que se pagó a
unos acreedores con postergación de otros, pues tal supuesto aquí no existió.

Por último, hay que decir que hubo prueba de indicios acreditativa de que todos
los ahora recurrentes obraron con la finalidad de perjudicar, al menos, a los dos
acreedores, que actuaron como acusadores en la presente causa, el Banco de Madrid y
Pilar.

En efecto, hay circunstancias plenamente acreditadas que nos conducen a


afirmar la realidad de ese ánimo defraudatorio por la vía de un simple razonamiento
lógico.

En una situación de dificultades patrimoniales por el mal resultado económico


de "DIRECCION000." los dos socios de ésta afianzan las deudas de dicha empresa en
favor del Banco con el cual está operando esta última, produciéndose así una deuda de
la que tales dos socios han de responder con su propio patrimonio, existiendo además
otra obligación frente a Pilar por una pensión de 30.000 pts. mensuales que tienen que
pagar los dos hijos de su difunto marido.

Se hacen dos escrituras por las que dos inmuebles pertenecientes a dichos
deudores pasan a la propiedad de dicho Aurelio, sin que se entregue dinero alguno por
el comprador, porque se dice que había unos créditos de Aurelio contra Iván por
importe superior al valor de dichos inmuebles.

Todo ello se hace en el breve plazo de unos meses, con una proximidad insólita
entre la constitución de la fianza a favor del Banco de Madrid con la correspondiente
declaración de bienes y la primera de las enajenaciones a favor de Aurelio.

Deducir de tal conjunto de circunstancias plenamente acreditadas (art. 1.249 del


C.C.) la realidad de esa intención de perjudicar a los acreedores porque, ante una
situación de dificultades económicas, en el seno de la propia familia se trata de salvar
algunos de los bienes de los deudores en beneficio de uno de sus miembros, es algo que
esta Sala estima conforme al mecanismo de la prueba de indicios o de presunciones,
porque entre aquellas circunstancias probadas y este otro hecho que se trata de

287
demostrar existe un enlace preciso y directo según las reglas del criterio humano (art.
1.253 del mismo código).

DECIMO.- De todo lo antes expuesto se deduce la necesidad de rechazar


también el motivo 7º del recurso de Aurelio, en el que se alega, asimismo por el nº 1º
del art. 849 de la L.E.cr., que hubo aplicación indebida del nº 3º del art. 14 del C.P., que
prevé la condena como autor de quien coopera a la ejecución del hecho con un acto sin
el cual no se hubiere efectuado.

No parece serio poner en duda que Aurelio, esposo de Mónica, y que tuvo
intervención en muchas operaciones del negocio de "DIRECCION000.", como se
acredita con los numerosos Documentos por él mismo aportados a la presente causa, y
que accedió a fingir la realidad de la deuda en cuyo pago se enajenaron a su favor los
dos inmuebles de autos, obró, desde luego, a sabiendas de los propósitos defraudadores
de su esposa y cuñado.

La intervención de Aurelio antes descrita, sin la cual no podía haberse producido


la sustración de los bienes por él adquiridos a las posibilidades de ejecución de sus
créditos por parte de los acreedores, teniendo en cuenta la forma concreta en que se
produjo el delito en el caso presente, es claro que ha de calificarse como una conducta
de cooperación necesaria que encaja perfectamente en el nº 3º del art. 14 del C.P.,lo que
obliga a desestimar también este motivo 7º.

UNDECIMO.- Aurelio, en el motivo 8º de su recurso, Mónica en el 6º y Iván en


el 4º, asimismo con fundamento procesal en el nº 1º del art. 849 de la L.E.cr., alegan
infracción de ley por aplicación indebida del art. 519, en cuanto que fueron condenados
con las penas asignadas en tal norma penal para los comerciantes cuando en el hecho
probado no consta afirmado que lo fueran y que actuaran como tales, motivos que han
de prosperar conforme se razona a continuación.

Desde luego no aparece en el texto de la sentencia recurrida ningún hecho o


circunstancia de los que pudiera deducirse que Mónica o Aurelio hubieran de ser
considerados comerciantes.

Con relación a Aurelio simplemente aparece su condición de publicista en en


encabezamiento y la de esposo de Mónica después.
288
Respecto de Mónica nada se dice de que ejerciera alguna profesión y sólo se
afirma que era propietario de un 40 por ciento de las participaciones sociales de
"DIRECCION000.", condición que no le confiere la cualidad de comerciante, porque no
lleva consigo el ejercicio de actos de comercio que es lo que, conforme al art. 1º del
Código de Comercio, atribuye tal condición.

Sin embargo, con relación a Iván se afirma, al final del relato de hechos
probados (hecho B), que era él quien llevaba directamente la gestión de la empresa
"DIRECCION000 ", es decir, Iván tenía la cualidad de comerciante en cuanto tal gestor
de un sociedad que por su propia naturaleza era mercantil. En cuanto actuara en calidad
de administrador o representante de tal empresa mercantil Iván tenía que ser reputado
comerciante, pero no así cuando, como ocurrió en el caso presente, obrara en su propio
nombre, precisamente ofreciendo su patrimonio personal en garantía de deudas ajenas,
aunque estas deudas fueran las de la propia sociedad limitada que él dirigía. Y más claro
aún aparece desvinculado del carácter de comerciante con relación a su acreedora Pilar,
que lo es sólo como titular de una pensión que le dejó su difunto esposo, padre de Iván y
Mónica, y con relación a los actos de enajenación hechos en favor de Aurelio, referidos
todos al propio patrimonio y al de su hermana, nunca a bienes de la mencionada
sociedad mercantil.

Aquí a cualidad de comerciante se encuentra en la sociedad limitada, no en la


persona de Iván, y éste solo podía ser considerado comerciante cuando actuara como
director o gerente o representante de tal sociedad, pero no cuando lo hiciera fuera de
este ámbito que es lo que ocurrió en el supuesto de autos, en el que, personalmente,
como particular, afianzó la deuda de "DIRECCION000." comprometiendo su propio
patrimonio, y no el de tal empresa, y realizando los actos de enajenación a favor de
Aurelio en relación con ese patrimonio personal.

Por tanto, ha de entenderse que Iván en el comportamiento por el que aquí fue
condenado no actuó como comerciante.

Otra cosa habría de entenderse si Iván, siendo deudora la mencionada sociedad,


hubiera actuado en su representación y en tal concepto hubiera enajenado u ocultado
bienes de esa sociedad para perjudicar a los acreedores de la misma. Entonces sí habría

289
tenido que ser condenado como comerciante en el correspondiente delito del art. 519,
por aplicación del art. 15 bis del C.P.

Así pues, ninguno de los tres ahora recurrentes, ha de reputarse comerciante en


los presente hechos, lo que obliga a estimar estos motivos ahora examinados.

DUODECIMO.- Pasamos a continuación a tratar el tema de las costas al que se


refieren los motivos 9º del recurso de Aurelio, el 7º de Mónica y el 5º de Iván, los
cuales, al amparo del nº 1º del art.849 de la L.E.Cr., estiman que fue infringido el art.
109 del C.P. por cuanto que, al existir acusación por dos delitos, con condena por uno y
absolución por el otro, debió declararse de oficio la mitad de las costas y distribuir la
otra mitad entre los tres condenados, no estimándose correcto lo que hizo la sentencia
recurrida que condenó a cada uno de los tres ahora recurrentes al pago de una cuarta
parte, cuando debió hacerlo en una sexta parte para cada uno declarando de oficio las
otras tres sextas partes.

Cierto es que cuando se acusa a diversos condenados por distintos delitos en una
causa penal (sentencias de 14-4-87, 16-9-88, 21-10-88, 16-2-89, 15-6-90, 14-10-90, 22-
11-90, 7-5-91, 15-5-91, 11-5-91, 5-6-91, entre otras muchas) viene establecido el
reparto de las costas haciendo primero una distribución conforme al número de delitos,
dividiendo luego la parte correspondiente a cada delito entre los distintos condenados,
sin comunicación de responsabilidades de unos con otros en caso de insolvencia de
alguno, y declarando de oficio la porción relativa a los delitos o acusados que resultaran
absueltos, todo ello en aplicación del art. 109 del C.P. y 240-1º y 2º de la L.E.Cr.

Conforme a tal criterio habría de entenderse que tiene razón el recurrente.

Pero este sistema de distribución, que ha de reputarse en general adecuado y


correcto, puede tener sus excepciones en los casos en que no todos los delitos sean
iguales o no todos los responsables penales

FALLO:

NO HA LUGAR A LA ESTIMACION DE NINGUNO de los motivos alegados


por quebrantamiento de forma.

290
HA LUGAR A LOS RECURSOS DE CASACION por infracción de ley
formulados por Iván, Mónica y Aurelio, por estimación de los motivos 4º del primero,
6º de la segunda y 8º del tercero, con desestimación de los demás, y, en consecuencia,
anulamos la sentencia que les condenó por delito de alzamiento de bienes, dictada por la
Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Zaragoza con fecha dieciséis de
noviembre de mil novecientos ochenta y siete, declarando de oficio las costas de esta
alzada y ordenando la devolución de los depósitos que se hubieran constituido para
recurrir.

Comuníquese esta resolución y la que a continuación se dicta a la mencionada


Audiencia a los efectos legales oportunos con devolución de la causa que en su día
remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

SEGUNDA SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a trece de Febrero de mil novecientos noventa y dos.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 4 de Zaragoza, con el


número 110 de 1.984 y seguida ante la Audiencia Provincial de esa misma Capital por
delito de alzamiento de bienes contra los procesados Iván, Mónica y Aurelio teniéndose
por reproducidos todos los datos que aparecen en el encabezamiento de la sentencia
recurrida y anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y bajo la
Ponencia del Excmo. Sr. D. Joaquín Delgado García, hace constar lo siguiente:

Antecedentes Segunda Sentencia:

Los de la sentencia recurrida y anulada, incluso su declaración de hechos


probados.

Fundamentos Jurídicos Segunda Sentencia:

PRIMERO.- Los de la sentencia de la Audiencia.

291
SEGUNDO.- Los de la anterior sentencia dictada por esta misma Sala en la
presente causa y fecha.

TERCERO.- Por las razones expuestas en el décimo de los fundamentos de


derecho de la anterior sentencia de esta sala, ha de condenarse a los tres acusados como
autores del delito de alzamiento de bienes del art. 519 del C.P., pero entendiendo que
ninguno de ellos actuó como comerciante en los hechos de autos, por lo que procede
imponerles la pena de arresto mayor.

VISTOS los preceptos legales de aplicación al caso.

Fallo Segunda Sentencia:

Se tiene por reproducida aquí la parte dispositiva de la sentencia de la


Audiencia, con la única salvedad de que la pena que se impone a los tres acusados se
reduce de seis meses y un día de prisión menor a DOS MESES DE ARRESTO
MAYOR.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

8-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 14 DE FEBRERO DE


1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 2 de Córdoba, instruyó sumario con el


número 11 de 1.986, contra Gregorio y otros, y, una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de la misma Capital, que, con fecha siete de octubre de mil
novecientos ochenta y nueve, dictó sentencia que contiene el siguiente hecho probado:

"HECHOS PROBADOS.- El procesado Gregorio, comerciante, una de cuyas


actividades mercantiles han consistido en recibir de los agricultores trigo en depósito

292
para almacenarlo en su finca " DIRECCION000 " situada a la altura del km. NUM000
de la carretera de Córdoba-Palma del Río. En principio cuando el citado cereal sólo
podía venderse al SEMPA, el procesado actuaba como colaborador de esta Entidad,
siendo un simple almacenista y cuando el SEMPA se hacía cargo del trigo y se lo
abonaba al agricultor, éste le pagaba al procesado una cantidad por el tiempo de
almacenamiento. Después cuando el trigo fue liberalizado, la actividad del procesado
era también recibir dicho cereal y almacenarlo en su referida finca, para venderlo
mediante una comisión. En el mes de Junio de 1.984, el procesado concertó con Jesús
Ángel, DIRECCION003 de Elsa, propietaria de la finca denominada
"DIRECCION001", situada en el término de Córdoba, retirar parte de la cosecha de
dicho grano recolectado en el referido año. Como consecuencia de lo pactado, el
procesado retiró, después de haberlo limpiado en su almacén, de impurezas, partidas de
trigo de las clases de Cajeme, Yécora, y King, por un total de 442,761 kilogramos. El
precio de dicho trigo era de 23'53 pesetas kilogramo, por lo que el trigo retirado por el
procesado ascendió a la suma de 10.418,166 pesetas. Gregorio, al principio, según iba
vendiendo el trigo que retiraba empezó a pagar a Elsa, a través del DIRECCION003 de
ésta, algunas cantidades de dinero, la última el 21 de agosto de 1.984, que sumadas
todas ascienden a 3.512, 122 pesetas. A partir de esta fecha, no obstante las gestiones de
la agricultora, el procesado no atendió a las reclamaciones, por lo que, a pesar de haber
vendido el trigo, retuvo para sí el dinero, hasta el 16 de diciembre de 1.984, y, el día 17
de diciembre de 1.984, en que es remitida a la "DIRECCION001" una liquidación del
trigo retirado, en la que aparecen como deducciones los 3.512,122 pesetas ya abonadas
y 1.130,527 pesetas por gastos de transporte y limpieza, abonándose el trigo sólo a 19
pesetas kilo, resultando un saldo a favor de la Sra. Elsa de 3.760,820 pesetas. Si se
hubiera abonado el trigo a 23'35 pesetas desde luego, el saldo a favor de la Sra. Elsa y,
por lo tanto el dinero retenido desde que se vendió todo el cereal, aun admitiéndose
como correctas todas las deducciones, hubiera sido de 5.774,527 pesetas. En esta
liquidación se detallaba además la forma de pago del saldo, consistiendo ésta en plazos,
el primero de los cuales de 500.000 pesetas se abonaría el 26 de Diciembre de 1.984 y el
último el 15 de Junio de 1.985. Para el pago del primero de los plazos el día 17 de
Diciembre de 1.984, el procesado Gregorio , libró contra su cuenta corriente de la Caja
Rural Provincial de Córdoba, un cheque nominativo a favor del DIRECCION003 de la
293
Sra. Elsa, Jesús Ángel, por la cantidad de quinientas mil pesetas, fechado el 26 de
Diciembre de 1.984, y lo entregó en esta Capital a su acreedora, a través del
DIRECCION003 de ésta y presentado al cobro el mismo no fue abonado por la
inexistencia de saldo contra la cuenta contra la que fue librado.

Como el procesado Gregorio enajenó en perjuicio de sus acreedores todos sus


bienes, como después se dirá, hasta con posterioridad al 30 de Julio de 1.986, la Sra.
Elsa no ha sido indemnizada. El día 28 de enero de 1.967 el procesado Gregorio compró
a Diego , casado con Andrea , una finca, procedente de la segregación del antiguo
cortijo denominado DIRECCION002 , sita en las proximidades del km. NUM001 de la
carretera de Córdoba-Palma del Rio y de la que ya era arrendatario el comprador. El
pago del precio se estableció a plazos terminando el último de éstos el 20 de enero de
1.983. Sin embargo, como el procesado no pagaba una parte del precio que quedaba por
abonar que eran 250.000 pesetas, se instrumentó esta cantidad en una letra de cambio,
que fue renovada repetidas veces. Por fin el día 18 de agosto de 1.984, con vencimiento
a los 90 días se renovó por última vez dicho efecto en el que figuraba como librador el
vendedor Diego y a la orden de su esposa Andrea, siendo aceptado por Gregorio . La
letra no fue atendida a su vencimiento por el aceptante y, como éste tampoco atendió a
los requerimientos de pago ni de renovación en último caso, la tomadora del efecto
Andrea planteó el correspondiente juicio ejecutivo, que se siguió en el Juzgado de 1ª
Instancia número Uno de esta Capital con el número 40/85. En la diligencia de
requerimiento de pago, embargo y citación de remate, efectuada por la Comisión del
Juzgado el 25 de febrero de 1.985, en la que no estuvo presente el ejecutado, fué
embargado un camión marca Barreiros, matrícula CO-8169E, reservándose la parte
actora en dicha diligencia el derecho de nombrar depositario. Tras el correspondiente
escrito de solicitud, en providencia de 15 de marzo de 1.985 se ordenó a Gregorio se
presentara con el vehículo en el aparcamiento del Palacio de Justicia para entregárselo a
Diego , designado depositario, pero la entrega no pudo llevarse a efecto porque el citado
Gregorio no se presentó el día señalado. Entonces la parte actora pidió el precinto del
camión y entrega al depositario, ordenando el Juzgado a la Policía Municipal el 30 de
Abril de 1.985 a que llevaran a cabo tal servicio, pero tampoco se consiguió, porque
presentándose dicha Policía en la DIRECCION000 " y aunque comprobó que el camión

294
estaba en una nave, como el acceso a éste se encontraba cerrado y el conductor habitual
Héctor , único presente, alegando que él sin autorización de Gregorio, que no se
encontraba allí, no se atrevía a abrir la puerta de la nave, se suspendió el precintaje y la
entrega del vehículo a Diego que se encontraba presente. Entre tanto la Jefatura de
Tráfico comunicó al Juzgado el 13 de marzo de 1.985 que no podía anotarse el embargo
porque desde el 15 de octubre de 1.984 había ya una anotación de venta del camión a
DIRECCION006. Actualmente, según informe de la Policía, el camión pertenece a
DIRECCION004. Sociedad ésta a la que después se hará referencia. En definitiva la
actora no pudo hacer efectivo su crédito, ni tampoco su esposo, porque el procesado
Gregorio ya en el año1.984, cuando su deuda era exigible, había enajenado todos sus
bienes, incluido el camión, en perjuicio de sus acreedores. Con posterioridad al 31 de
Julio de 1.986 Diego y Andrea han sido indemnizados por lo que han renunciado a las
acciones que les competan por estos hechos. El día 3 de Octubre de 1.984 el procesado
Gregorio , como consecuencia de unas mercancías que había adquirido, adeudaba a
Pedro Miguel la suma de 995.306 pesetas y el deudor en lugar de abonar dicha cantidad
aceptó una letra de cambio con vencimiento el 15 de diciembre de 1.984. Al no atender
el efecto, el procesado fue demandado por Pedro Miguel en juicio ejecutivo que se
tramitó con el nº 80/85 del Juzgado de 1ª Instancia nº uno de Córdoba. En dicho juicio
con fecha 14 de marzo de 1.985 se efectuó por la Comisión del Juzgado la diligencia de
requerimiento de pago, embargo y citación de remate, llevada a cabo en el domicilio
particular del ejecutado, que en tiempo pasado fue de la sociedad conyugal del mismo,
situado en la Avda. DIRECCION005 , nº NUM002 - NUM003 derecha. Esta diligencia,
al no estar presente ni el ejecutado ni su esposa, se hizo, así como la citación a través de
la empleada del hogar Diana, embargándose los siguientes bienes:

Un camión Barreiros, un coche Mercedes 280, Un Renault-5, una parcela de


tierra procedente del cortijo DIRECCION002 ( DIRECCION000 ) y los derechos del
demandado en el piso NUM003 del nº NUM002 de la Avda. DIRECCION005. Por
sentencia de 26 de Octubre de 1.985, en el fallo, se manda seguir la ejecución. El
camión Barreiro no pudo anotarse el embargo por existir una anotación de venta a favor
de DIRECCION006.; el Mercedes 280 cuya matrícula es G-....-GK según una nota
informativa obrante en el folio 468 pertenece también a DIRECCION004 desde el 12-

295
3-85 el piso DIRECCION005 y la parcela de tierra habían sido vendidos por el
procesado en el año 1.984 a "DIRECCION004."; En cuanto al Renault-5 se desconoce
la matrícula y por lo tanto si perteneció en alguna ocasión a Gregorio. En definitiva, el
procesado, había hecho desaparecer de su patrimonio la totalidad de sus bienes en
perjuicio de sus acreedores.

El perjudicado Pedro Miguel ha sido indemnizado con posterioridad por lo que


ha renunciado a las acciones que le competen. Aproximadamente, hacia el segundo
semestre del año 1.984 el Abogado en ejercicio del Ilustre Colegio de esta Capital Don
Carlos Francisco, comenzó a prestar sus servicios como Letrado al procesado Gregorio.
Como consecuencia de ciertas gestiones profesionales que el referido Abogado prestó a
su cliente (entre éstas algunas en interés de la sociedad DIRECCION004 de la que el Sr.
Gregorio era Administrador y además manifiesta en las actuaciones que es el dueño de
la misma o casi el dueño) los honorarios por el segundo semestre de 1.984 ascendieron
a un total de 95.000 pesetas. Además dicho Abogado, defendió a Gregorio en el juicio
ejecutivo nº 80/85 del Juzgado de Primera Instancia ya mencionado, cuyos honorarios
ascendieron a 175.000 pesetas. Ninguna de estas cantidades, fueron satisfechas al Sr.
Carlos Francisco. El día 16 de Junio de 1.986, el referido Letrado, presentó la Jura de
Cuentas por sus honorarios en el pleito 80/85 y transcurrido el plazo de requerimiento
sin que el Sr. Gregorio hiciera efectiva en el Juzgado la cantidad reclamada, la pieza se
encuentra pendiente de que Sr. Carlos Francisco inste el apremio. Sr. Carlos Francisco
ha sido indemnizado.

El día 25 de agosto de 1.981, el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba


concedió a Gregorio que a la sazón tenía o aparentaba tener un importante patrimonio,
un préstamo de tres millones de pesetas, instrumentados en una Póliza de Préstamo y de
Crédito, por tiempo de tres años. Para dicha operación, el prestatario declaró a la
entidad prestamista una relación de bienes de la que era propietario, consistente en la
"DIRECCION000" con nueve naves construidas para almacén de cereales (en
colaboración con el SEMPA) con su correspondiente maquinaria para su
funcionamiento como son sinfines, maquinas limpiadoras, etc.; un, piso en la Avda.
DIRECCION005 nº NUM002 - NUM003; un camión Barreiros; un automóvil Mercedes
280; existencias en el almacén de maíz y soja; ganado de cerda; ganado lanar, además
296
de un cheque y una letra para negociar ascendiendo el valor de los bienes declarados a
la suma de 62.100,000 pesetas, de las que deducía un pasivo de 6.700.000 pesetas, por
lo que según tal declaración, el procesado manifestaba tener un patrimonio valorado con
un saldo a su favor de 55.400.000 pesetas.

Además dicha operación fue garantizada solidariamente por la esposa del


procesado María Luisa y concuñado del mismo Eloy, renunciando los avalistas al
beneficio de excusión.

Con posterioridad, como hemos venido diciendo, el procesado Gregorio, se


deshizo de todos sus bienes en perjuicio de sus acreedores. Transcurrido con exceso el
plazo del préstamo y el pago de los intereses, como el procesado no había devuelto
aquél ni abonado éstos, el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba se dirigió al
avalista solidario Eloy. En consecuencia, el Sr. Eloy, vistos los términos en que se ha
dirigido a él la entidad prestataria, si el procesado no paga, tendrá que abonar al Monte
de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba el mencionado préstamo y sus intereses, si
efectivamente dicha entidad se dirige contra él como ya se lo ha anunciado, sin que
conste en las actuaciones que el monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba haya
entablado ya las acciones judiciales contra el mencionado Sr. Eloy, el cual ha sido
indemnizado. La forma como el procesado se deshizo de todos sus bienes, colocándose
en una situación de insolvencia, en perjuicio de sus acreedores, ha sido sobre todo
valiéndose de dos entidades, una de ellas DIRECCION006 de la que eran únicos socios
y miembros del Consejo de Administración los procesados Carlos Ramón y Jose Miguel
juntamente con Gregorio y la otra denominada "DIRECCION004.". Sin embargo de la
que más se ha valido es de la "DIRECCION004.". Esta Sociedad se constituyó en
Madrid el 20 de enero de 1.984, con un capital de 500.0000 pesetas y con el domicilio
en dicha capital, siendo sus socios fundadores y únicos accionistas Oscar, Antonia y
Bartolomé, quienes además constituyen el primer Consejo de Administración. En la
Junta General Universal Extraordinaria celebrada el 3 de septiembre de 1.984 los
citados socios transmiten todas sus acciones a los procesados Carlos Ramón, Jose
Miguel que coincidentemente son los socios y miembros del Consejo de Administración
de "DIRECCION006." y a la también procesada Begoña , que a la sazón era la más
importante colaboradora en los negocios de Gregorio . En dicha Junta se nombra el
297
nuevo Consejo de Administración que los forman los tres nuevos y únicos accionistas,
se modifican los estatutos sociales trasladándose el domicilio social a Córdoba a la
Avda. DIRECCION005 nº NUM002 , haciéndose constar como otra modificación de
los Estatutos que el Gerente sea Administrador único concediéndole tan amplias
facultades de forma que pueda actuar como si fuera el dueño de la Sociedad y además es
él quien solamente puede disponer de la cuenta corriente de la Entidad, que fué la
abierta en la Caja de Ronda, Sucursal de Córdoba, con el número NUM004 . Desde
luego es nombrado Administrador único de la Sociedad el procesado Gregorio , que es
por lo tanto quien de facto y como si fuera el propietario va a dirigir DIRECCION004 .,
sin aparecer como socio de la misma. En efecto, el fin perseguido y realizado, es que "
DIRECCION004 ." adquiera la mayor parte de los bienes de Gregorio , y para ello en la
primera Junta Universal General, celebrada en Córdoba el 19 de Octubre de 1.984, se
acuerda por los socios, que solo son los tres referidos, comprar el piso
DIRECCION005, nº NUM002 - NUM003 perteneciente a la sociedad conyugal, con el
carácter ganancial, del citado Gregorio , y en cumplimiento de lo acordado en el mismo
19 de octubre referido, actuando en la operación como representante la socia Begoña,
DIRECCION004 compra a Gregorio y a su esposa María Luisa el citado piso, que como
se ha dicho es ganancial y además constituye la vivienda del matrimonio, en el precio de
cuatro millones de pesetas, pagaderas a plazos, el primero de ellos de 250.000 pesetas
en el acto de la escritura y el último de un millón de pesetas el 29 de enero de 1.986. Es
significativo que los vendedores a pesar de que no reciben el total del precio más que la
pequeña cantidad de 250.000 pesetas otorguen la escritura pública. En la segunda Junta
Universal en Córdoba celebrada al día siguiente 20 de Octubre de 1.984, a la que solo
asisten los tres únicos socios, acuerdan elevar el capital social a 1.500.000 pesetas. En la
tercera Junta Universal celebrada en Córdoba al día siguiente 21 de Octubre de 1.984 a
la que también asisten los tres únicos socios, acuerdan comprar a Gregorio la finca
"DIRECCION000" y para cumplimentar lo acordado, el día 22 de octubre citado,
actuando en representación de DIRECCION004, la socia y miembro del Consejo de
Administración Begoña se efectúa la referida compra en el precio de nueve millones de
pesetas, también pagaderos a plazos el primero de ellos en el acto de 500.000 pesetas y
el último de cuatro millones el 22 de Octubre de 1.991. A pesar de que Gregorio sólo
recibe las primeras 500.000 pesetas también otorga la escritura pública. Con
298
posterioridad Gregorio transmite a "DIRECCION004." otros bienes de su propiedad
como es el automóvil Mercedes 280. Además entre otras cosas Gregorio que dedicaba "
DIRECCION000" a cebadero en el año 1.984, cuando ya debía y tenía acreedores,
vende los referidos animales y tampoco destina el precio al pago de sus deudas. En
definitiva, con estas enajenaciones se queda sin bienes a él pertenecientes o al menos
que estén a su nombre y contra los cuales puedan dirigirse los acreedores. Pero como se
ha referido antes, las ventas, especialmente a DIRECCION004 no han sido más que una
ficción para conseguir un estado de insolvencia personal, ya que dicha Sociedad es suya
o casi suya, de tal manera que apremiado por los acreedores y para librarse de ellos
desaparece de Córdoba, mas dado que sus poderes en DIRECCION004 como
Administrador eran tan omnipotentes, el 30 de Junio de 1.986 ratifica notarialmente en
Ayamonte el apoderamiento que con anterioridad por sustitución otorgó ante un notario
de Córdoba a favor de Begoña y asimismo autoriza a dicha apoderada y a la entidad
mercantil " DIRECCION004 ." para que pueda llevar a cabo la venta de la finca "
DIRECCION000 ". Igualmente en Ayamonte el 19-6-1.986 como DIRECCION003 de
DIRECCION004." y con facultades para ello, confiere un poder tan amplio como en
derecho se requiera y sea necesario a favor de María Luisa (que es su esposa) para que
en nombre de la sociedad venda la finca " DIRECCION000”. El 3 de Julio de 1.986
Carlos Ramón , Jose Miguel y Begoña , como Presidente, Secretario y, Vocal,
respectivamente de " DIRECCION004 ." habían hecho constar en un acta notarial "que
conscientes de la coyuntura por la que actualmente pasa la Sociedad, acuerdan
unánimemente, aprobar la venta de la " DIRECCION000 " en el precio y condiciones
que los Letrados asesores de la misma tengan acordado, y siempre que con dicho
importe se hagan efectivos los créditos que mantienen los acreedores de Gregorio , en
pago a su vez, de los que el referido Gregorio tiene contra la sociedad, en representación
del precio aplazado de la finca que se autoriza enajenar". En esta nada se dice de la
relación de dicha entidad con los acreedores de su Administrador, ni cuál es la
coyuntura por la que la misma pasa. En consecuencia, con los antecedentes descritos,
María Luisa, en nombre y representación del DIRECCION004 en virtud del poder que
le fue conferido por su esposo y, Begoña a los efectos de su relación con
"DIRECCION004.", en nombre de Gregorio con la representación que la representante
de dicha Entidad la reconoce a su plena satisfacción, en virtud del acta otorgada en
299
Ayamonte venden a Augusto la finca " DIRECCION000”. El precio real de la venta fue
el de veintiún millones de pesetas, de los que doce se ingresaron en una cuenta corriente
de dos Abogados y los otros nueve en otra cuenta corriente cuyos titulares eran un
Abogado y la esposa de Gregorio, María Luisa. Con dicho dinero han indemnizado a
Elsa, la que si bien en un escrito renunciaba a toda clase de acciones sin embargo al
ratificarse en presencia judicial dice que sólo renuncia a la civil pero no a la penal, a
Andrea y a su esposo Diego y a Pedro Miguel. También se ha abonado al Monte de
Piedad y Caja de Ahorros un millón de pesetas a cuenta del crédito referido. También se
ha abonado otro pequeño crédito que Gregorio debía al citado Monte de Piedad. Se
desconoce si se han hecho abonos a otros acreedores que pudiera tener Gregorio, ya que
de las querellas de esta causa solo se conocen los citados en los mismos y, del préstamo
del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Córdoba, aunque esta entidad no es la
querellante sino el avalista Eloy, excepto el millón mencionado no consta que se haya
abonado más por el resto de principal y los intereses. También consta en las actuaciones
que en el año 1.984, no aparecía en la Hacienda Pública Gregorio como contribuyente
por los conceptos de rústica, urbana e industrial. Actualmente "DIRECCION004" es
propietaria entre otros bienes de una Discoteca en la Avda. DIRECCION005. En la
actualidad asimismo, Gregorio y su familia siguen habitando el piso DIRECCION005
nº NUM002 que él y su esposa vendieron a "DIRECCION004". Igualmente sigue
utilizando el automóvil Mercedes, que vendió a dicha Sociedad. En una de las
manifestaciones se dice que las 250.000 pesetas que "DIRECCION004." entregó a
Gregorio por el precio del piso, fueron pagadas en acciones de la referida Entidad, la
piara de cerdos vendida por Gregorio en 1.984 cuyo comprador fue Pedro Francisco,
tenía un valor de 4.690.000 pesetas. El piso de la Avda. DIRECCION005 nº NUM002
ha sido valorado en 6.850.000 pesetas. El automóvil marca Mercedes matrícula G-....-
GK ha sido tasado en 500.000 pesetas. El procesado Jose Miguel es de profesión
industrial. No consta que Carlos Ramón sea comerciante, pues en sus declaraciones se
dice que es agricultor. Tampoco está acreditado que la procesada Begoña tenga por
profesión la del comercio, ya que en sus manifestaciones se ha hecho constar que es
administrativa. El procesado Gregorio, ha sido condenado en 1.985, firmeza de la
sentencia el 4 de febrero de 1.986, con posterioridad por lo tanto a los hechos de esta
causa, por un delito de cheque en descubierto.
300
El procesado Carlos Ramón ha sido condenado en 1.982 (en sentencia de 5 de
febrero, 28 de enero y 20 de noviembre) por tres delitos de cheque en descubierto. Las
cuentas corrientes abiertas con el precio obtenido por la venta de la finca "
DIRECCION000 " han sido ya canceladas.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

“FALLAMOS.- Que debemos condenar y condenamos a Gregorio, como autor


responsable de un delito de apropiación indebida de los arts. 535, 528 y 529 nº 7º; un
delito de cheque en descubierto del art. 563 bis b) nº 1º y un delito de alzamiento de
bienes del art. 519, todos del Código Penal, sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a las penas de: seis meses y un día de
prisión menor por el delito de apropiación indebida, a la pena de un mes y un día de
arresto mayor por el de cheque en descubierto y, a la de seis meses y un día de prisión
menor por el de alzamiento de bienes, a las accesorias de suspensión de todo cargo
público y del derecho de sufragio durante el tiempo de la condena y, al pago de las
costas procesales y, declaramos la insolvencia de dicho acusado, aprobando a este fin el
auto que dictó el Juzgado Instructor y consulta en el ramo separado correspondiente,
absolviendo a Carlos Ramón , Jose Miguel y Begoña , del delito de alzamiento de
bienes de que se les acusaba y, dejando sin efecto cuantas medidas de índole personal y
patrimonial se hayan dictado contra los mismos por razón de esta causa. Y para el
cumplimiento de la pena principal y responsabilidad subsidiaria que se impone le
abonamos el tiempo que ha estado privado de libertad por esta causa.- Notifíquese esta
resolución a las partes, a las que se instruirá de los recursos a interponer contra esta
sentencia y, una vez firme, comuníquese al Registro Central de Penados y Rebeldes y al
de la naturaleza del condenado. 3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó
recurso de casación por Infracción de Ley, por el procesado Gregorio, que se tuvo por
anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones
necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del procesado Gregorio , se basa


en los siguientes motivos de casación: MOTIVO PRIMERO: Al amparo del número 2
del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por error de hecho en la
301
apreciación de la prueba, impugnándose expresamente los hechos que se declaran
probados en la sentencia recurrida.- MOTIVO SEGUNDO: Al amparo del número 1 del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación de los
artículos 535, 528 y 529-7º del Código Penal y de la Jurisprudencia interpretadora del
mismo, contenida entre otras muchas en sentencias de 20 de Enero de 1.983, 8 de Julio,
9 de Abril y 23 de Marzo de 1.981.- MOTIVO TERCERO: Al amparo del número 1 del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación del artículo
563 bis b) número 1 del Código Penal, y de la jurisprudencia interpretadora del mismo,
contenida entre otras, en sentencias de 30 de Abril de 1.987 y 21 de Enero de 1.985.-
MOTIVO CUARTO: Al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación del artículo 519 del Código Penal y
jurisprudencia interpretadora del mismo, contenida entre otras en sentencias de 16 de
Diciembre de 1.982, 17 de Octubre de 1.981, 3 de Octubre de 1.980, 24 de Mayo de
1.979 y 15 de Abril de 1.978.- MOTIVO QUINTO: Al amparo del número 1 del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación del artículo
9, circunstancia 9ª en relación con la 10ª del Código Penal, y jurisprudencia
interpretadora del mismo, contenida entre otras en sentencias de 3 de Noviembre y 3 de
Diciembre de 1.988.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los Autos, para señalamiento de Fallo, cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día 3


de Febrero de 1.992.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El primer motivo, deducido al amparo del núm. 2º del art. 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia "error de hecho en la apreciación de la
prueba".

Alega la parte recurrente, en apoyo de este motivo, que "no entendemos cómo
puede la sentencia recurrida considerar probados tales hechos (en referencia a los
recogidos en el "factum" sobre las relaciones mercantiles habidas entre el procesado y
302
Jesús Ángel, DIRECCION003 de Elsa ) que de los particulares designados en el escrito
de preparación del recurso, cuarto párrafo de la declaración de Jesús Ángel (fº 47 del
sumario) y certificación de la entidad Campaña, S.A: (fº 66), se desprende que la
relación jurídica existente entre Don Gregorio y Dª Elsa fue una relación de
compraventa con pago aplazado, por lo que el trigo lo recibió el recurrente a título de
dueño del mismo, ..". Y, por lo que se refiere al cheque librado por el procesado a favor
de Jesús Ángel , "de fecha 26 de diciembre de 1984 fue entregado por el Sr. Gregorio el
17 de diciembre de 1984, según se establece en el particular designado relativo al
extracto de la cuenta corriente en la Caja Rural (fº 92 y 93), el 17 de diciembre de
1.984, existía saldo en la citada cuenta corriente de 517.056 pesetas, y que
posteriormente, la propia entidad bancaria ha ido atendiendo los descubiertos de la
cuenta". Finalmente, que la sentencia omite toda referencia a unos convenios de pago
aportados como prueba documental al escrito de conclusiones provisionales y adverados
en el acto del juicio oral por su anterior Letrado.

En relación con este motivo, procede decir lo siguiente:

a) En cuanto al tipo de relaciones jurídicas convenidas por el procesado: que, al


folio 47, obra la declaración prestada por Jesús Ángel ante el Juez de Instrucción, a
presencia del Letrado de la parte querellante, a la que el recurrente se refiere de modo
parcial e interesado; por cuanto en el párrafo primero de la misma, se dice claramente
que "el Sr. Gregorio actuó siempre como mero depositario y corredor”. Y que, al folio
66, obra una certificación firmada por Jose Manuel, como Director de DIRECCION007,
en la que se dice que "según consta en sus libros de contabilidad, figura la compra de
trigo efectuada a Dª Elsa, en los meses de junio y julio de 1984"; no pudiendo
reconocerse a dicho escrito otro alcance que el de un simple testimonio.

Baste, pues, recordar que, según reiterada y conocida jurisprudencia de esta sala, las
declaraciones de procesados y testigos no tienen carácter "documental, a efectos
casacionales, cualquiera que sea el momento procesal o la forma en que las hayan
prestado.

b) En cuanto al libramiento del cheque : que, a los folios 92 y 93, obra una
simple "fotocopia" del extracto de la cuenta corriente del procesado en la Caja Rural

303
Provincial de Córdoba, sin que, por lo demás, de la misma se desprenda que el saldo de
la misma fuese positivo y suficiente para atender el importe del mismo el día 17 de
diciembre, ya que el saldo de dicha cuenta fue "negativo" hasta el 23 de dicho mes, en
que figura un saldo positivo de "58.077 ptas.".

Por lo demás, la afirmación del recurrente de que "posteriormente, la propia


entidad bancaria ha ido atendiendo los descubiertos de la cuenta", no va referida a
ninguna prueba "documental" concreta, obrante en los autos. Y, c) En cuanto a los
"convenios de pago aportados como prueba documental al escrito de conclusiones
provisionales”: que no aparecen el rollo de la Audiencia, donde únicamente obra -- en el
acta del juicio oral-- el testimonio de D. Miguel Ángel, que dice que "se pagó a todos
los acreedores". Pero tal manifestación no pasa de ser un testimonio --no se trata, pues,
de ningún documento --, ni, por otra parte, se ve en qué medida puede oponerse tal
afirmación a lo reconocido en el relato fáctico de la sentencia recurrida.

Por todo lo dicho, es manifiesto que el motivo carece de todo fundamento y debe
ser desestimado.

2º: El segundo motivo, al amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , denuncia infracción de ley "por indebida aplicación de los
artículos 535, 528 y 529-7º del Código Penal".

Alega la parte recurrente, en apoyo de este motivo, que "como hemos puesto de
manifiesto en el motivo anterior, ..., al existir entre las partes una relación jurídica de
compraventa con pago aplazado, el Sr. Gregorio recibió el trigo a título de dueño, lo que
unido a que ese trigo no lo vendió a terceras personas, sino que lo consumió para sus
cerdos, según sus propias manifestaciones del juicio oral (dato, por lo demás, no
reflejado en el "factum" -V. art. 884-3º Ley Enjuiciamiento Criminal-), impide la
aplicación del art. 535 del Código Penal.

Con independencia de la falta de respeto al relato de hechos probados --


intangible, dado el cauce procesal elegido--, es patente que este motivo se halla
directamente subordinado a la estimación del anterior. Al haber sido desestimado éste,
el ahora examinado debe correr la misma suerte.

304
3º.: El tercer motivo, al amparo del número 1º del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, denuncia igualmente infracción de ley "por indebida
aplicación del art. 563 bis b) nº 1 del Código Penal", por cuanto --según dice la parte
recurrente-- la jurisprudencia establece que el cheque pierde su protección penal por la
"postdatación".

Como resumidamente se dice en la sentencia de 3 de mayo de 1988, no puede


entenderse cometido el delito de "cheque en descubierto" cuando por convenio de las
partes haya quedado desnaturalizada la función específica del cheque, como acontece
cuando en vez de ser entregado con fines solutorios son entregados como un simple
instrumento de crédito, siendo una prueba de que ello aconteció así, cuando se entregan
ante o postdatados, existiendo un largo lapso de tiempo entre la fecha de la entrega y las
consignadas en el documento, pero al mismo tiempo, se ha venido declarando también
que no basta para que desaparezca la figura penal el simple hecho de que haya sido ante
o postdatado cuando por la escasa diferencia de tiempo que media entre una y otra fecha
y las demás circunstancias concurrentes resulte acreditado que el cheque fue entregado
para cumplir su función específica de pago.

En el presente caso, es patente : 1º) que el talón de autos fué entregado para
pagar parte de la deuda contraída por el procesado con Dª Elsa , tras la "liquidación"
practicada el día 16 de diciembre de 1984 (v. "factum"); 2º) que la fecha de entrega (17
de diciembre) y la consignada en el cheque (26 de diciembre), son ciertamente muy
próximas; y 3º) que tanto en una como en la otra de dichas fechas el procesado carecía
de saldo positivo suficiente para que el cheque pudiera ser atendido por la entidad de
crédito contra la que había sido librado.

El motivo, por todo lo dicho, carece de fundamento y debe ser desestimado


también.

4º.: El cuarto motivo, al amparo del núm. 1º del art. 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal , denuncia asimismo infracción de ley "por indebida aplicación
del art. 519 del Código Penal.".

Afirma la parte recurrente, en apoyo de este motivo, que, entre otros requisitos,
exige la jurisprudencia de esta Sala --para la existencia del delito de alzamiento de
305
bienes-- "a) Existencia de uno o varios créditos reales, legítimos y exigibles" y "d) un
resultado de insolvencia querida y buscada expresamente,..". Y, en este sentido, se
refiere a las concretas fechas de venta de sus bienes, y, seguidamente, a las del
vencimiento de los títulos de los acreedores (posteriores a aquéllas); añadiendo que
"además, el Sr. Gregorio tenía solvencia suficiente consistente en un derecho de crédito
por importe de 13.000.000 ptas., reconocido en escrituras públicas,..".

Tiene declarado esta Sala que los requisitos precisos para la existencia del delito
de "alzamiento de bienes" son los siguientes:

a) como presupuesto básico, la existencia de uno o más créditos contra el sujeto


activo, generalmente preexistentes, reales, serios y graves, y, de ordinario, vencidos,
líquidos y exigibles; empleándose las expresiones adverbiales "generalmente" y "de
ordinario", porque es muy frecuente que los defraudadores, ante la inminencia o
proximidad del advenimiento de un crédito futuro, augurando un evidente perjuicio para
sus intereses patrimoniales, se adelanten o anticipen a la materialización del crédito o
créditos, o a su vencimiento, liquidez o exigibilidad, frustrando y abortando las
legítimas expectativas de sus acreedores, mediante la adopción de medidas de
desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y a eludir su
responsabilidad patrimonial; b) un elemento dinámico que puede estribar en destrucción
u ocultación de su activo, en enajenaciones reales o ficticias, onerosas o gratuitas, y en
otras muchas más modalidades comisivas; c) un elemento tendencial o ánimo específico
de defraudar al acreedor o acreedores, burlando y eludiendo la responsabilidad personal
patrimonial universal del deudor, consagrada en los artículos 1911 y 1111 del Código
Civil; y d) que, como consecuencia de tales maniobras elusivas, devenga total o
parcialmente insolvente, o experimente una acusada, aunque ficticia, disminución de su
acervo patrimonial, imposibilitando o dificultando, en grado sumo, a sus acreedores el
cobro de sus legítimos créditos (v. las ss. de 8 de julio de 1988 y de 2 de noviembre de
1990).

En el presente caso -- y con independencia de las consecuencias inherentes a la


aplicación al mismo de la anterior doctrina jurisprudencial--, es preciso tener en cuenta,
además , que las deudas del procesado, al margen de las fechas de vencimiento de los
plazos e instrumentos de pago convenidos, habían sido contraídas en fechas
306
notoriamente anteriores a las de las enajenaciones de sus bienes, pues éstas tuvieron
lugar mayoritariamente en octubre de 1984, y, como resulta del "factum", la compra de
la finca a Diego tuvo lugar el 28 de enero de 1967, habiéndose convenido inicialmente
el pago del precio a plazos y, como último vencimiento, el 20 de enero de 1983; el
préstamo concertado, por tres años, con la Caja de Ahorros de Córdoba lo fue el 25 de
agosto de 1981; e, incluso, las operaciones mercantiles convenidas con el
DIRECCION003 de Dª Elsa se desarrollaron los meses de junio y julio de 1984.

Es patente, por todo lo dicho, que el motivo carece de fundamento y debe ser
desestimado.

5º.: El quinto, y último de los motivos, deducido por el cauce procesal del núm.
1º del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal , denuncia también infracción de
ley "por indebida aplicación del artículo 9, circunstancia 9ª en relación con la 10ª del
Código Penal ..".

Alega sustancialmente la parte recurrente, en apoyo de este motivo, que consta


acreditado en la causa "que el recurrente ha satisfecho todas las responsabilidades".

Silencia la parte recurrente que la indemnización a su acreedores tuvo lugar a


partir del segundo semestre de 1.986 (así consta en el "factum"), cuando la querella
formulada por Doña Elsa , origen de las presentes actuaciones penales, fue admitida a
trámite por auto de fecha veinticinco de marzo de mil novecientos ochenta y cinco, (v.
fº46), y que este mismo año sus acreedores hubieron de promover contra él los juicios
ejecutivos, de los que correspondió conocer al Juzgado de Primera Instancia nº 1 de
Córdoba --registrados, bajo los números 40 y 80/1985--, según resulta del "factum".

En cualquier caso, como quiera que el Tribunal de instancia ha impuesto al hoy


recurrente las penas correspondientes a los delitos por los que le ha condenado en el
límite mínimo de sus respectivos grados mínimos, es evidente que el motivo ahora
examinado carecería de toda finalidad práctica.

Por todo lo dicho, procede desestimar también este último motivo.

FALLO:

307
Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR AL RECURSO DE
CASACION por Infracción de Ley, interpuesto por la representación del procesado
Gregorio , contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Córdoba, de fecha
siete de octubre de mil novecientos ochenta y nueve, en causa seguida al mismo, por
delito de apropiación indebida y cheque en descubierto.

Condenamos a dicho recurrente al pago de las costas ocasionadas en el presente


recurso y a la cantidad de setecientas cincuenta pesetas, si viniere a mejor fortuna, por
razón de depósito no constituido.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

9-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 7 DE ABRIL DE


1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 1 de los de Tarragona, instruyó sumario


con el número 49 de 1987, contra Juan Ignacio , Amanda , Aurora y Concepción , y una
vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de la misma capital que, con fecha
veintiuno de marzo de mil novecientos noventa, dictó sentencia que contiene el
siguiente hecho probado:

<<Probado y así se declara: que en el ámbito de las relaciones mercantiles


mantenidas por las entidades Bancarias querellantes con DIRECCION002 de la que es
principal accionista y gestiona el procesado Juan Ignacio, mayor de edad y sin
antecedentes penales, éste concertó con el Banco Atlántico dos pólizas de afianzamiento
personal en garantía de las operaciones de dicha sociedad que a sus respectivas fechas

308
de vencimiento 8-6-85 y 14-8-85 arrojaban un saldo deudor que junto con otros
descubiertos por impagados ascendía a 35.633.397 Pts. en fecha 15 de octubre de 1985,
de cuyo pago fue requerido. Asimismo en póliza de crédito en cuenta corriente
concertada con el Banco de Santander, Juan Ignacio y su esposa Amanda, mayor de
edad y sin antecedentes penales, se obligaban igualmente como fiadores solidarios de la
citada sociedad, que a su vencimiento el de junio de 1985 arrojó un saldo deudor por
principal de 29.145.766 Pts. que junto con los intereses el 11 de octubre de 1985
ascendía a 30.941.208 Pts., de cuyo pago fueron requeridos ambos. Como garantía de
solvencia a ambos bancos aportaron una relación de bienes, entre ellos las siguientes
propiedades pertenecientes por mitad a los dos procesados: relacionado con el nº
NUM000 Piso en Tarragona C/ RAMBLA000 nº NUM001 , valorado en 15.200.000
Pts.; relacionado con el nº NUM002 , Casa en la Partida de DIRECCION000 , vivienda
y fábrica anexa con 3 naves industriales valorada en 47.000.000 Pts.; relacionado con el
nº NUM003 , vivienda chalet en DIRECCION001, valorada en 36.500.000 Pts. Tales
inmuebles fueron enajenados por los referidos cónyuges en escritura notarial otorgada el
1 de octubre de 1985 a favor de sus hijas también procesadas Aurora y Concepción de
20 y 18 años de edad respectivamente, con el fin de salvaguardarlos de posibles
ejecuciones por las deudas de que debían responder, quienes con conocimiento de ello
los adquirieron de la siguiente forma: ambas por mitad y pro indiviso compran parte de
la finca sita en DIRECCION000 y una posición de tierra de secano en la misma zona,
por la cantidad de 1.700.000 Pts. de las que se dice percibido parte del precio el resto se
aplaza en 10 anualidades. Concepción compra el piso de Tarragona RAMBLA000 por
el precio de 4.250.000 Pts. parte del cual se confiesa percibido y el resto se aplaza en 15
anualidades. Este piso constituye la vivienda familiar y en él siguiente residiendo los
padres vendedores.

Los referidos créditos no fueron abonado a los bancos querellantes a su


requerimiento de pago pues, después de presentar suspensión de pagos
DIRECCION002., Juan Ignacio y Amanda presentaron suspensión de pagos que fue
admitida a trámite por providencia de 17 de octubre de 1985 y se concertó el convenio y
aprobó judicialmente por auto de 10 de diciembre de 1986, quedando incluidos sus
respectivos créditos, convenio cuyo cumplimiento se asegura con garantías reales, según

309
el pacto sexto, procediendo la Comisión de Acreedores a la cancelación parcial de tales
garantías a medida que los suspensos vayan realizando los pagos establecidos, siendo la
propia comisión quién señala los bienes concretos que deben ser objeto de desafectación
por las sumas pagadas. Tales garantías reales consistieron en la constitución por los
deudores de hipotecas y prendas en escritura de 5 de marzo de 1987 sobre determinados
bienes de su patrimonio por un montante de casi mil millones de pesetas. Tal convenio
se encuentra en fase de cumplimiento, habiendo cancelado ya la comisión de acreedores
parte de las referidas garantías.

En el balance definitivo formulado por los interventores judiciales sobre el


patrimonio de los suspensos se refleja un activo de 1.648.068.614 Pts. del que
corresponde a bienes inmuebles 523.982.000 Pts., y se hace constar un pasivo por
deudas más los gastos del expediente de suspensión de pagos de 753.606.680 Pts por lo
que la diferencia en el patrimonio de los procesados a favor del activo era de
894.461.934 Pts. lo que implica su solvencia.>> 2.- La Audiencia de instancia dictó el
siguiente pronunciamiento:

<<F A L L A M O S: Que debemos absolver y absolvemos a los procesados


Juan Ignacio , Amanda , Aurora y Concepción , de los delitos de alzamiento de bienes y
falsedad documental de que eran acusados con declaración de oficio de las costas de
este procedimiento.>> 3.- Notificada la sentencia a las partes, se prepararon recursos de
casación por infracción de Ley, por los acusadores particulares BANCO DE
SANTANDER S.A. y BANCO ATLANTICO S.A., que se tuvieron por anunciados,
remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias
para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.

4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, las representaciones de


los recurrentes, formalizaron sus recursos alegando los motivos siguientes:

Motivos aducidos en nombre de BANCO DE SANTANDER S. A.:

MOTIVO PRIMERO.- (único) Al amparo de cuanto determina el artículo 849,


en su número 1, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, entendiéndose en el presente
caso infringido el precepto penal consignado en el artículo 519 del Código Penal.
310
Motivos aducidos en nombre de BANCO ALTLANTICO S.A.:

MOTIVO SEGUNDO.- (primero) Se invoca al amparo del número 1 del artículo


849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, infracción de Ley por inaplicación del
artículo 519 del Código Penal en cuanto que por el mismo se tipifica el delito de
alzamiento de bienes.

MOTIVO TERCERO.- (segundo) Se articula con carácter subsidiario, para el


supuesto de no prosperar el motivo primero, toda vez que el delito de alzamiento de
bines absorbe las falsedades cometidas en las enajenaciones fraudulentas. Se invoca este
motivo al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal,
infracción de Ley por inaplicación de los artículos 303 y 302, párrafo 4º, del Código
Penal, en cuanto que definen el delito de falsedad en documento público cometido por
particular.

5.- Las representaciones de los recurridos se instruyeron de los recursos


interpuestos impugnando todos los motivos presentados; el Ministerio Fiscal se instruyó
de los recursos presentados, apoyando el único motivo formulado en nombre del Banco
de Santander S.A., así como el primero de los motivos interpuesto en nombre del Banco
Atlántico S.A., impugnando su segundo motivo; la representación del Banco Atlántico
se instruyó del recurso interpuesto en nombre del Banco de Santander S.A. En escrito
presentado por el Procurador Sr. Morales Price, se da por instruido del escrito del
Ministerio Fiscal oponiéndose al apoyo efectuado por éste a los motivos único del
Banco de Santander y primero del Banco Atlántico S.A.; asimismo el Sr. Ricardo,
instruido del escrito del Fiscal pide su nulidad por vulneración del artículo 24 de la
Constitución y principio acusatorio; quedando conclusos los autos para señalamiento de
Fallo cuando por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día


treinta de marzo de mil novecientos noventa y dos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La sentencia recurrida absolvió a los acusados de los dos delitos, de


alzamiento de bienes y falsedad ideológica, por los que venían encausados en las
presentes actuaciones.
311
Las dos acusaciones particulares, Bancos Atlántico y Santander, recurrieron
aquélla en base a un análogo motivo casacional al amparo del artículo 849.1 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, por inaplicación del artículo 519 del Código Penal, aunque
la representación de la primera entidad bancaria referida adujo también un segundo
motivo, subsidiariamente, en este caso por inaplicación igualmente indebida de los
artículos 303 y 302.4 de la misma Ley penal sustantiva, a través de semejante vía
casacional.

SEGUNDO.- Como quiera que los motivos alegados tienen que partir,
inexcusablemente, del hecho probado y acreditado en el relato fáctico de la resolución
impugnada, bueno es, diríase que imprescindible dada la naturaleza especial de los
hechos aquí debatidos, consignar ahora las declaraciones fundamentales acogidas por
aquella sentencia .

1./ El Banco Atlántico S.A., por medio de dos pólizas que vencían los días 8 de
junio y 14 de agosto de 1985 , era acreedor, según saldo del 15 de octubre del mismo
año , por un total de 35.633.397 pesetas (treinta y cinco millones seiscientas treinta y
tres mil trescientas noventa y siete pesetas).

2./ El Banco de Santander S.A. era a su vez igualmente acreedor, al 11 de


octubre de 1985, de una cantidad ascendente a 30.941.208 pesetas (treinta millones
novecientas cuarenta y un mil doscientas ocho pesetas), según póliza vencida en el mes
de junio anterior.

3./ Los deudores, cónyuges y padres de las otras dos inculpadas, enajenaron por
escritura pública del 1 de octubre de 1985, antes pues de la definitiva liquidación y del
requerimiento de pago también último , a sus dos hijas citadas, a una de ellas un piso en
Tarragona, valorado en 15.200.000 pesetas (quince millones doscientas mil pesetas), en
la cantidad de 4.250.000 pesetas (cuatro millones doscientas cincuenta mil pesetas), a la
otra un chalet, valorado en 36.500.000 pesetas (treinta y seis millones quinientas mil
pesetas), por precio de 2.300.000 pesetas (dos millones trescientas mil pesetas), y
finalmente a las dos, por mitad y en pro-indiviso, una parte de la finca y tierra de secano
que se indica, por precio de 1.700.000 pesetas (un millón setecientas mil pesetas), sin

312
que el relato histórico concrete qué parte del total valorado en 47.000.000 pesetas
(cuarenta y siete millones de pesetas) fue objeto de la transferencia.

4./ Las enajenaciones se hicieron con el fin de salvaguardar tales bienes de


posibles ejecuciones por las deudas de que debían responder .

5./ El 17 de octubre de 1985 se admitió a trámite la declaración de suspensión de


pago presentada por los padres, aprobándose el oportuno convenio por auto de 10 de
diciembre de 1986 , en el cual se incluían los respectivos créditos de las entidades
acusadoras, garantizados que fueron por hipotecas y prendas constituidas en escritura de
5 de marzo de 1987 sobre otros bienes de su patrimonio por un montante de casi mil
millones de pesetas, habiéndose ya cancelado por la correspondiente comisión de
acreedores parte de las referidas garantías.

6./ El balance definitivo formulado por los interventores judiciales sobre el


patrimonio de los suspensos reflejaba un activo de 1.648.068.614 pesetas, (mil
seiscientos cuarenta y ocho millones sesenta y ocho mil seiscientas catorce pesetas), del
que a bienes inmuebles corresponden 523.982.000 pesetas, (quinientos veintitrés
millones novecientas ochenta y dos mil pesetas), y un pasivo de 753.606.680 pesetas,
(setecientos cincuenta y tres millones, seiscientas seis mil seiscientas ochenta pesetas),
con una diferencia solvente de 894.461.934 pesetas, (ochocientos noventa y cuatro
millones cuatrocientas sesenta y una mil novecientas treinta y cuatro pesetas).

SEGUNDO.- El delito de alzamiento de bienes es un delito de mera actividad y


de riesgo, también denominado de resultado cortado, acogido en el artículo 519 del
Código Penal.

Aun cuando adopta diversas modalidades, siempre se busca, por medio de la


actividad del sujeto activo, la fuga, la falsedad, el engaño y el perjuicio para quienes son
legítimos acreedores. Una conducta que pretende la desaparición engañosa del propio
caudal, bien entendido que la infracción subsiste a pesar de que la ocultación o las
operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o camuflar la intención dolosa, se
origine en el momento en el que el crédito todavía no fuere vencido ni exigible.

En tal sentido nada impide (Sentencias de 26 de febrero de 1990 y 6 de marzo de


1991) que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, se
313
realice un verdadero alzamiento de bienes, a medio o por medio de cualquier
preparación previa para enmascarar o facilitar el fraude.

Con la infracción se protege indirectamente al acreedor respecto de las


discriminaciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor (Sentencia de 8
de mayo de 1990).

Se ha dicho que al ser delito de tendencia, es suficiente la intención de


perjudicar a los acreedores mediante la maniobra fraudulenta *para obstaculizar la vía
de apremio, en tanto que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del delito
sino a la de su agotamiento.

Por eso no se exige en el tipo penal que la insolvencia a la que se llegue, sea real
y efectiva, porque puede ser real o ficticia, total o parcial.

Como en tantas infracciones acontece, el elemento subjetivo del injusto, o dolo


intencional, si no surge por propia manifestación, ha de deducirse por medios indirectos.
El ánimo y deseo de defraudar legítimos derechos de los acreedores ha pues de inferirse
de cuantos datos externos o signos reveladores, no meras sospechas, concurran.

TERCERO.- El primer motivo ha de ser desestimado porque ahora, a la vista del


"factum" asumido por los jueces, no concurren los requisitos del tipo contenido en el
artículo 519.

1./ Para que se consume el delito basta con que se haya llegado a una
insolvencia parcial provocada con el propósito de burlar la acción judicial (Sentencia de
13 de junio de 1990), mas aquí ni se ha producido insolvencia de clase alguna ni los
acusados principales buscaban ningún fraude, solo preservar determinados bienes, de
entre los muchos que constituían su patrimonio, de la acción judicial, intención que, sea
por las razones que fueren, no conculca en este caso precepto penal alguno.

2./ Si se protege al acreedor, o acreedores, respecto de disminuciones


patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor, esas disminuciones se deben
determinar , desde el punto de vista del delito, en relación al valor general de los bienes,
porque de lo contrario se establecería poco menos que una obligación total de
inamovilidad comercial del deudor, o deudores , cuando en este caso el valor de los

314
bienes enajenados representan una mínima parte del enorme capital de los acusados
principales, léase los padres que transmitieron a sus dos hijas (Sentencia de 8 de mayo
de 1990).

3./ El delito exige la existencia de la deuda y la enajenación o desaparición de


algunos bienes del patrimonio, datos ahora concurrentes. Más también exige, y estos
requisitos no se dan aquí, el dolo y la insolvencia. Y es que la ocultación de bienes
razonablemente ha de suponer un obstáculo para el éxito de la vía de apremio, sin que
sea preciso que en cada caso se haga la cuenta al deudor para ver si tiene o no más
activo que pasivo. Pero lo que ha de dejarse claro es que el delito, tal ahora acontece, es
incompatible con la existencia de bienes importantes, de valor suficiente, muy superior
al conjunto de las deudas , que en ningún momento van a propiciar una dificultosa vía
de apremio. No parece lógico estimar la intención de perjudicar a los acreedores cuando
se conserva un capital de cerca de mil millones de pesetas sobre el total del pasivo
(Sentencia de 26 de diciembre de 1989).

El concepto de insolvencia debe referirse siempre a casos en los que la


ocultación de parte del activo del deudor produzca un impedimento importante a la hora
de la ejecución de las deudas, de modo tal que sea razonable prever un fracaso en la
eventual vía de apremio.

CUARTO.- Por la falsedad ideológica del artículo 302.4 del Código Penal se
falta a la verdad en la narración de los hechos, también denominada falsedad espiritual.

Por medio de ella, y ante el funcionario correspondiente, se vierten expresiones


que no responden a la realidad. Se da un contenido al documento (en este caso notarial)
que es inexacto porque se proyectan pensamientos, decisiones e ideas manifiestamente
falsas, con mutación sensible y notoria de la verdad respecto de elementos esenciales y
transcendentales del documento, también con transcendencia sobre el acto o negocio
jurídico que se documenta (Sentencias de 27 de junio y 16 de octubre de 1991).

Tal falsedad ha de ir acompañada del dolo falsario como conciencia y voluntad


para trastocar la realidad, convirtiendo en veraz lo que no lo es. Ese dolo supone la
conciencia, como querer de la mente, de alterar la verdad, con intención de cambio
("muttatio veritatis").
315
En suma, es el elemento subjetivo del injusto que representa la intención
maliciosa a través de la cual se persigue una finalidad ilegal e inmoral.

La posibilidad de comisión por un particular del delito previsto en el artículo


302.4 del Código Penal ha sido puesta en duda por algún sector de la doctrina científica
(Sentencia de 10 de noviembre de 1990).

La doctrina de la Sala Segunda ha mantenido sin embargo que bajo


determinadas condiciones también los particulares cometen la infracción. Aunque el
particular no ejecuta la acción típica de documentación (no extiende la escritura pública
ni da fe de su contenido) que solo al funcionario corresponde, puede ello no obstante,
según el artículo 303 del mismo Código, vulnerar el bien jurídicamente protegido
logrando que quien aparenta ser autor, expida una certificación o extienda una escritura
acreditando o dando por supuesto hechos totalmente falsos.

La tipicidad de la conducta del artículo 303 en relación con el 302.4, es


consecuencia de haber hecho documentar una circunstancia falsa en un documento
expedido por funcionario público.

QUINTO.- En el caso presente no hay delito. El segundo motivo ha de seguir la


misma suerte desestimatoria.

No pudiéndose juzgar por meras suposiciones o sospechas, aquí resultan la


realidad de unas enajenaciones evidentemente por un precio notablemente inferior al
valor de lo transferido, sin que de ello pueda obtenerse la consecuencia de la
inexistencia de las transacciones. Piénsese la relación afectiva y familiar entre
vendedores y compradores. Piénsese que los vendedores valientemente consignan la
razón de la operación mercantil que no es otra, como ha sido dicho antes, que el deseo
de sustraer esos bienes a una posible acción judicial, con el propósito no ilícito, sin
perjudicar a tercero, de mantener determinados bienes en el patrimonio familiar.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a la estimación de los


recursos de casación por infracción de Ley, interpuestos por los acusadores particulares
BANCO DE SANTANDER S.A. y BANCO ATLANTICO S.A., contra sentencia

316
dictada por la Audiencia Provincial de Tarragona, de fecha veintiuno de marzo de mil
novecientos noventa, en causa seguida a Juan Ignacio, Amanda, Aurora y Concepción,
por delitos de alzamiento de bienes y falsedad documental, de los que fueron absueltos.
Condenamos a dichos recurrentes al pago de las costas ocasionadas en el presente
recurso y a la pérdida de los depósitos constituidos en su día, a los que se dará el destino
legal oportuno.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos, interesándole acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

10-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 13 DE MAYO DE 1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 2 de Torrelavega, instruyó sumario con el


número 78/89, contra Gabriel y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial
de Santander que, con fecha 14 de Marzo de 1.990, dictó sentencia que contiene el
siguiente hecho probado:

PRIMERO RESULTANDO: Probado, y así se declara, que el acusado Gabriel,


mayor de edad y sin antecedentes penales, en fecha 31 de Enero de 1.981, tenía
constituida una sociedad con Jose Pedro, siendo éste propietario de un negocio de
puertas metálicas, y teniendo ambos abierta la cuenta corriente número NUM000 en la
Sucursal 1 del Banco de Vizcaya, de Torrelavega, en la que operaban y descontaban
efectos comerciales. En referida fecha, suscribieron una Póliza de Crédito con dicha
entidad bancaria, quien otorgó un préstamo por importe de 2.900.000 pesetas a los dos
socios con carácter solidario, con vencimiento del 31 de Enero de 1.982, a cuyo término
se pagó por la otra persona contratante su parte de crédito, quedando aún un débito de
1.939.238 pesetas.
317
Por ser dicha obligación solidaria, y estimando el Banco de Viczaya, S.A., en
cualquier caso, que a quien incumbía el pago era al acusado, después de haber sido éste
requerido en varias ocasiones a la liquidación de la deuda contraída, promovió la
entidad bancaria en fecha 22 de Noviembre de 1.982 un juicio ejecutivo contra Gabriel ,
en el que se le embargó el 24 de diciembre de 1.987 la vivienda sita en el Barrio de
Miranda de Santander, inscrita con el número NUM001 en el Registro de la Propiedad,
así como la participación que tenía en la titularidad de la finca registral NUM002 , que
es un local o segundo semisótano en el mismo lugar.

Constándole al acusado, la exigibilidad del crédito, procedió con ánimo de


disminuir su solvencia o provocar su insolvencia a hacer ilusorios los legítimos
derechos de los acreedores, a enajenar ambos inmuebles el día 23 de Diciembre de
1.982 a Inocencio y a su esposa Isabel, quienes los adquirieron sin que conste la
existencia en éstos de mala fe o conocimiento del ilícito proceder de Gabriel,
consiguiendo con todo ello que no pudiera tener efectividad la acción ejecutiva
entablada ni cobrarse el crédito adeudado.

En la fecha del 23 de Diciembre de 1.982, en que se otorgó la escritura pública


de venta en el precio de dos millones de pesetas, los inmuebles enajenados tenían un
valor de ocho millones de pesetas.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

FALLAMOS: Que debemos CONDENAR Y CONDENAMOS al acusado


Gabriel , como autor responsable criminalmente de un delito de alzamiento de bienes,
ya definido, del artículo 519 del Código Penal, sin concurrir circunstancias
modificativas de la responsabilidad penal, a las penas de SEIS MESES Y UN DIA de
Prisión Menor, con las accesorias de suspensión de todo cargo público y derecho de
sufragio durante el tiempo de la condena, y al abono de las costas procesales, incluidas
las de la acusación particular.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de ley, por el procesado Gabriel, que se tuvo por anunciado, remitiéndose a
esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su

318
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.

4.- D. Ramiro Reynolds de Miguel, Procurador de los Tribunales y en


representación del procesado Gabriel, basó su recurso en los siguientes motivos de
casación.- PRIMERO.- Con amparo y por la vía del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial. Se denuncia en el motivo violación por inaplicación siendo aplicable del
art. 24.2 de la Constitución Española.

SEGUNDO.- Con amparo en el contenido del art. 849 nº 1 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal. Se denuncia en el motivo infracción por aplicación indebida
del art. 519 del Código Penal.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebró la votación el día


treinta de abril de mil novecientos noventa y dos.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El primer motivo del recurso, por la vía del artículo 5.4 de la Ley
Orgánica del Poder Judicial, aduce infracción del artículo 24.2 de la Constitución
Española en su concreta invocación del derecho a la presunción de inocencia por
entender que no existe prueba de cargo, ni aún indiciaria, que demuestre que la
enajenación de bienes por el deudor-procesado fuera una venta simulada en tanto que él
ignoraba que se había trabado embargo sobre sus bienes, como se demuestra por la
fecha que tal venta que fue anterior a la diligencia de requerimiento y embargo, de
modo que tal venta fue real y no simulada o fraudulenta, propia del delito imputado.

SEGUNDO.- En primer lugar conviene señalar lo que se entiende por


alzamiento de bienes en la descripción típica del artículo 519 del Código Penal. La voz
alzar tiene una semántica por demás proteica. No en vano el Diccionario de la Real
Academia Española registra hasta diecisiete acepciones de la misma. Si nos reducimos
al estricto campo jurídico, el alzarse con sus bienes el deudor, se adjudicó antiguamente

319
al deudor fugitivo. Más tarde al que disipa sus bienes en perjuicio de sus acreedores. Por
eso se dijo: decoctor ergo fraudatur. Finalmente, la cambiante morfología del elemento
objetivo de este delito se identifica con cualquier actividad que tienda a menoscabar
fraudulentamente el patrimonio del deudor haciendo ineficaz la acción de los acreedores
según dijo de manera paradigmática la antigua sentencia de 13 de mayo de 1882 luego
constantemente repetida por la posterior jurisprudencia, de cuya concepción se deduce
que estamos ante un delito de los llamados de tendencia y de resultado cortado, porque
el elemento subjetivo del injusto delatado por la locución finalista "en perjuicio",
anticipa el resultado que ya no es la efectiva causación del perjuicio a los acreedores,
sino el peligro de causarlo, que de producirse agotaría el delito ya consumado
jurídicamente, por lo que bien puede calificarse este delito como de actividad y de
riesgo. De otra parte el predominante elemento subjetivo o animus nocendi lleva a
cubrir tanto la insolvencia real como aparente, total como parcial, según notoria
jurisprudencia que es ocioso citar.

TERCERO.- Tras la anterior referencia a la naturaleza jurídica del delito de


alzamiento de bienes, ya se comprende que la acción de alzarse no está vinculada en sus
aspectos objetivos a la clase de actos realizados por el deudor para evadir la acción de
sus acreedores, actos que pueden ser incluso reales y lícitos siempre que ostenten la
exigible finalidad del buscado perjuicio que haga desaparecer o mermar la total garantía
patrimonial que tiene el deudor frente a sus acreedores a tenor del artículo 1.911 del
Código Civil.

En consecuencia, aun dando por válido que la fecha de la diligencia de


requerimiento y embargo fuera posterior a la venta de los bienes realizada por el
procesado y admitiendo igualmente que tal venta no fue simulada sino efectiva, ajena al
consilium fraudis con los compradores de dichos bienes, si existe prueba indiciaria,
única posible, del propósito del procesado de menoscabar con tal venta el crédito de su
acreedor el Banco de Vizcaya, pues es claro que, después de todo lo dicho, se habrá
consumado el delito imputado.

En todo caso existe un dato insoslayable y es que, no obstante el precio que se


dice obtenido por el procesado con la venta, que alcanzó los dos millones de pesetas
(los dos inmuebles enajenados tenían un valor de ocho millones), no se aplicó tal precio
320
obtenido al pago del crédito que ostentaba dicho Banco que se cifra en 1.939.238
pesetas. Es decir, hubo conmutación de un bien por otro pero en todo caso se ocultaron
ambos con perjuicio para el acreedor.

Finalmente, existe otros datos periféricos al delito, los llamados indicios,


perfectamente probados, que la sentencia analiza y que la llevan a sentar en juicio
razonable y lógico la prueba del delito cometido, datos apoyados por prueba documental
y a los que nos remitimos para evitar inútiles repeticiones.

El motivo, por tanto, debe ser desestimado.

CUARTO.- El motivo segundo , con amparo en el número 1º del artículo 849 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, estima indebidamente aplicado el artículo 519 del
Código Penal al considerar al acusado con la repercusión que ello tiene en la penalidad.

Entiende que tal condición de comerciante no se ha probado, pero dada la vía


casacional empleada en este motivo no cabe discutir esa cualidad expresada en el relato
probatorio.

Por otra parte, si con arreglo al artículo 1º del Código de Comercio son
comerciantes los que se dedican habitualmente a ejercer el comercio (criterio objetivo)
prescindiendo de su matriculación o no como comerciantes (criterio subjetivo), al
primero de los cuales se adscribe el propio artículo 519 del Código Penal, se hace
evidente que si el procesado se asoció con Jose Pedro para la explotación y
comercialización de un negocio de puertas metálicas del que era propietario el segundo
de los nombrados, que a tal efecto abrieron una cuenta corriente común en la Sucursal
del Banco de Vizcaya de Torrelavega, con la que operaban y descontaban efectos
comerciales, y suscribieron una póliza de crédito con dicha entidad bancaria que ambos
socios suscribieron con carácter solidario que se pagó a su vencimiento por Jose Pedro
en la parte que le correspondía, lo que no hizo el acusado quedando un débito contra él
de 1.939.238 pesetas, es evidente, decimos, que conociendo el procesado la exigibilidad
de su parte de deuda, no la hizo efectiva pese a los requerimientos de la entidad bancaria
la que, al final, se vio obligada a promover un juicio ejecutivo en 22 noviembre de 1982
y que en 23 diciembre 1982, el procesado vendió los dos inmuebles que constituían su
garantía patrimonial, toda esta actividad antecedente, concomitante y posterior a la
321
concesión del crédito bancario e impago del mismo por parte del acusado, está ligada a
una serie de operaciones mercantiles que transfunden la condición de comerciante a
quien las realiza.

Otros aspectos incluidos en este motivo, como la existencia de una venta real y
no simulada y fraudulenta de los bienes inmuebles realizada por el acusado, han sido ya
contestados en el motivo anterior.

El motivo ahora en examen debe ser desestimado igualmente.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACION por infracción de Ley, interpuesto por la representación
del procesado Gabriel, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de
Santander, de fecha catorce de marzo de mil novecientos noventa, en causa seguida al
mismo por delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dicho recurrente al pago de
las costas ocasionadas en esta instancia y a la cantidad de setecientas cincuenta pesetas
por razón de depósito no constituido.

Comuníquese la presente resolución a la mencionada Audiencia a los efectos


legales oportunos, con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

11-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE JUNIO DE 1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción de Yecla instruyó sumario con el número 5 de


1985, contra Rosendo, Filomena, Pedro Francisco, María Teresa, Esteban, Romeo y
otro, y una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de Murcia que, con fecha
cinco de mayo de mil novecientos noventa, dictó sentencia que contiene el siguiente
hecho probado:
322
<<1.- A) Los hoy procesados Rosendo, nacido el 16 de octubre de 1944, sin
antecedentes penales y Pedro Francisco , nacido el 5 de septiembre de 1936, sin
antecedentes penales, vecinos de Yecla (Murcia) e industriales dedicados a la
fabricación de convertibles mecánicos, sostuvieron relaciones comerciales a partir de
1987 aproximadamente, con la mercantil "Hierros de Yecla, S.A." de quien recibían
material necesario para su negocio, hasta que por el año 1980 y como dos únicos socios,
crearon la sociedad "DIRECCION000." con la que continuaron en el ejercicio de sus
actividades, pero como fueran declinando paulatinamente sus perspectivas comerciales,
y empeoraron los negocios hasta el extremo de solicitar unos créditos a la Caja de
Ahorros de Yecla, Banco Popular Español, y mantuvieron deudas con otros empresarios
como la carpintería Martínez de Yecla, "Hierros de Yecla, S.A.", ello les llevó a
proyectar la realización de algunos convenios de compraventa con familiares allegados
al objeto de hacer desaparecer de su patrimonio determinados bienes buscando una
situación de insolvencia y hacer ilusorios los derechos de sus acreedores, y ello sobre la
base de que en 8 de septiembre de 1981, ambos procesados, firmaron un documento
privado con membrete "DIRECCION000." en el que reconocían adeudar personalmente
a "Hierros Yecla, S.A." la cantidad de 2.551.177 ptas. como resultado de una
liquidación de cuentas, admitiendo el vencimiento y liquidez de dicho crédito, pero ya
unos días antes, en 17 de julio de 1981, en ejecución del plan que habían proyectado por
escritura pública ante Notario Rosendo y su esposa Filomena, nacida el 3 de marzo de
1949, sin antecedentes penales, vendieron por precio de 200.000 ptas. que los
transmitentes dijeron tener recibidas al procesado Romeo , nacido el 21 de diciembre de
1957, sin antecedentes penales, hermano de la referida Filomena, una vivienda sita en la
calle DIRECCION001 de Yecla de superficie construida de 119 metros, tres decímetros
cuadrados la que continuaron ocupando los esposos vendedores tras concertar un
alquiler con el comprador a base de 25.000 pesetas mensuales que no se han hecho
efectivas, al paso que por escritura de 12 de julio de 1982, Pedro Francisco y su esposa
María Teresa , nacida el 8 de diciembre de 1939, sin antecedentes penales, vendieron a
su hijo Esteban , nacido el 15 de abril de 1964, sin antecedentes penales, una vivienda
sita en la c/ DIRECCION002 de Yecla de 149 metros 21 decímetros cuadrados
construidos gravada con una hipoteca a favor del Banco de Crédito de la Construcción
como garantía de 676.000 ptas., para cuyo pago se subrogó el comprador quien abonó
323
por el piso la cantidad de 524.000 ptas. que los transmitentes confesaron tener recibidas,
siendo de notar que los vendedores del inmueble continuaron viviendo y disfrutando del
mismo. B) El procesado Enrique , nacido el 4 de junio de 1938, sin antecedentes
penales, industrial avecindado en Yecla, como le interesara la adquisición de una nave
industrial para ampliación de su negocio, concertó con los esposos Rosendo Filomena y
Pedro Francisco María Teresa como dueños de un trozo de tierra en el que se hallaba
emplazada una edificación industrial, la adquisición de la misma, sita en el paraje
DIRECCION003 de Yecla, y a tal efecto se otorgó la escritura de venta ante Notario el
5 de julio de 1982 concertándose un precio de 2.200.000 ptas. que el adquirente terminó
de abonar a mediados del mes de diciembre de 1982, siendo de notar que Enrique no era
pariente y conocía muy superficialmente a los vendedores permaneciendo extraño y
ajeno a los proyectos y negocios de éstos, habiendo sufrido un contratiempo familiar
que le obligó a vender a terceros la finca en 17 de diciembre de 1982. C) Es de notar
que las escrituras públicas de 17 de julio de 1981 y de 12 de julio de 1982 se
suscribieron después que todos sus otorgantes estuviesen de acuerdo en que los
respectivos vendedores quedaran insolventes, sin patrimonio alguno, ante la perspectiva
que la situación de sus negocios presentaba y que si bien los compradores ostentaban
determinados créditos por despido frente a la entidad "DIRECCION000" su importe
total aproximado, 595.310 respecto a Romeo y 282.531 ptas. respecto a Esteban no
guarda concordancia con el valor real de las viviendas adquiridas, siendo de advertir que
no ha quedado acreditado que Romeo y Esteban tuvieran metálico suficiente a su
disposición para pagar las viviendas que compraban, y finalmente, que con fecha 23 de
julio y 23 de septiembre de 1982, Rosendo y Pedro Francisco cancelaron el préstamo y
la póliza de crédito que tenían concertada con la Caja de Ahorros Provincial de Murcia
y el Banco Popular Español y que en 7 de enero 1983 terminaron de saldar la deuda que
tenían con "Construcciones y Carpintería Martínez, S.L.", de Yecla. D) Como no se
hiciera efectivo a "Hierros Yecla, S.A." su crédito de 2.551.117 pesetas. plasmado en el
documento de 8 de septiembre de 1981, por dicha sociedad se inició juicio ordinario de
mayor cuantía en el Juzgado de Primera Instancia de Yecla con el nº 15 de 1983 en
reclamación de dicha cantidad contra los procesados Rosendo y Pedro Francisco y sus
esposas, que terminó por sentencia de 8 de julio de 1983 reconociendo las pretensiones
de la entidad demandante, pero no se pudo ejecutar dicha resolución y hacer efectiva la
324
deuda en razón a la situación de insolvencia de los demandados, lo que originó que en
10 de agosto de 1984 se redactara una querella por alzamiento de bienes en nombre de
"Hierros de Yecla, S.A.", dando origen a las presentes actuaciones.

2.- La resultancia fáctica que antecede a efectos de lo dispuesto en el artº. 120 de


la Constitución y señalan las sentencias del Tribunal Constitucional de 13 de mayo de
1987 y 17 de diciembre de 1985 y del Tribunal Supremo de 3 de mayo y 3 de febrero de
1988, se hace constar con el artº. 741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, con el
resultado de la totalidad de las actuaciones (sentencias del T. Supremo de 20 de febrero
de 1989, 3 de noviembre de 1987) y por lo actuado en el acto del juicio oral, con el
examen del documento de 8 de septiembre de 1981 al rollo de Sala, y contratos de C.
Venta de 17 de julio de 1981, rollo de Sala y de 5 de julio y 12 de julio de 1982 (folios
117, 120); folios 56, 80, 45, 48 y 49 relativos a deudas de los querellados, folio 19
sentencia de 8 de julio de 1983, folio 135 contrato de arrendamiento, folios 160
enfermedad de la hija de Enrique, compraventa de 17 de diciembre de 1982 al rollo de
Sala, etc. lo que constituye prueba fe cargo legalmente constatada a juicio de esta Sala
para enervar el principio "iuris tantum" de presunción de inocencia del artº 24 de la
Constitución y llegar al pronunciamiento condenatorio que se contiene en esta
resolución.>> 2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

<<F A L L A M O S: Que debemos absolver y absolvemos libremente al


procesado Enrique del delito de alzamiento de bienes de que era responsabilizado en las
presentes actuaciones con declaración de oficio para una séptima parte de las costas del
proceso; debemos condenar y condenamos a los procesados Rosendo y Pedro Francisco
como autores criminalmente responsables de un delito de alzamiento de bienes sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de su responsabilidad penal, a las penas,
para cada uno de ellos, de 1 año de prisión menor con sus accesorias de suspensión de
todo cargo público y derecho de sufragio durante la condena, e igualmente debemos
condenar y condenamos a los procesados Romeo, Esteban, Filomena y María Teresa,
como cooperadores necesarios de un delito de alzamiento de bienes sin la concurrencia
de circunstancias genéricas modificativas de su responsabilidad penal, a las penas de 8
meses de prisión menor para cada uno de ellos con sus accesorias de suspensión de
cargo público, y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena; los condenados
325
referidos pagarán cada uno de ellos una séptima parte de las costas del proceso;
decretamos la nulidad de las escrituras públicas de compraventa de 17 de julio de 1981
y de 12 de julio de 1982 otorgadas en la Notaría de Luis Martínez Pertusa con los nº 813
y 440 de su protocolo en la ciudad de Yecla; termínese con arreglo a derecho la pieza de
responsabilidad civil del sumario; notifíquese esta resolución de conformidad con el artº
248.4 de la Ley Orgánica 6/1985 y una vez sea firme cúmplase con lo dispuesto en los
artº 252 y 253 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y pasen las actuaciones al
Ministerio Fiscal a efectos de lo dispuesto en el artº 92 y concordantes del Código
Penal.>> 3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recursos de casación por
quebrantamiento de forma e infracción de Ley, por los procesados Rosendo y cinco
más, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose
el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, las representaciones de


los recurrentes formalizaron sus recursos alegando los motivos siguientes:

Motivos aducidos en nombre de Rosendo, Filomena, Pedro Francisco y María


Teresa.- MOTIVO PRIMERO.- Por quebrantamiento de forma, acogido al número 1º,
inciso segundo, del artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por existir
contradicción manifiesta de los hechos que se consideran probados en la sentencia
recurrida.

MOTIVO SEGUNDO.-Por quebrantamiento de forma, acogido al número 1º,


inciso tercero, del artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por haber
consignado como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la
predeterminación del fallo.

MOTIVO TERCERO.- Por infracción de Ley, con base en el número 2º del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por haber existido error en la
apreciación de la prueba basada en documentos que obran en autos y que muestran la
equivocación de la Sala Juzgadora de instancia sin resultar contradichos por otros
elementos probatorios, sino que, al contrario, tales elementos probatorios documentales,
resaltan la equivocación cometida.

326
MOTIVO CUARTO.- Por infracción de Ley, con base en el número 1º del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al haber cometido la sentencia
recurrida error de derecho, con violación del artículo 519 del Código Penal que ha sido
infringido por aplicación indebida.

Motivos aducidos en nombre de Esteban.- MOTIVO PRIMERO.- Por


quebrantamiento de forma, al amparo del número uno, inciso segundo, del artículo 851
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por resultar manifiesta contradicción de los
hechos que se consideran probados.

MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de Ley, al amparo del número dos del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por haber existido error en la
apreciación de la prueba, basado en documentos que obren en autos, que demuestren la
equivocación del Juzgador sin resultar contradichos por otros elementos probatorios.

MOTIVO TERCERO.- Por infracción de Ley, al amparo del número uno del
artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, al haberse infringido por aplicación
indebida el artículo 519 del Código Penal.

Motivos aducidos en nombre de Romeo.-

MOTIVO PRIMERO.- Al amparo del número 1º del artículo 851 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por quebrantamiento de forma al existir contradicción
manifiesta de los hechos que se consideran probados en la sentencia recurrida de tal
forma que la aceptación del conocimiento de uno hace posible el otro.

MOTIVO SEGUNDO.- Al amparo del número 2º del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por infracción de Ley por haber existido error en la
apreciación de la prueba basada en documentos que obran en autos y que muestran la
equivocación del Juzgador.

MOTIVO TERCERO.- Al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por infracción de Ley, al haberse infringido por aplicación
indebida el artículo 519 del Código Penal.

5.- El Ministerio Fiscal se instruyó de los recursos interpuestos, apoyando


parcialmente los motivos cuarto del recurso de Rosendo y tres más, y tercero de los
327
recursos de Esteban y Romeo, e impugnando todos los demás, quedando conclusos los
autos para señalamiento de Fallo cuando por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día


diecinueve de junio de mil novecientos noventa.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- Tres son los recursos interpuestos contra la sentencia de la


Audiencia que condenó a dos acusados como autores de un delito de alzamiento de
bienes, con pena de un año de prisión menor, a la vez que a otros cuatro les condenaba
en concepto de cooperadores necesarios, por análoga infracción, aunque imponiéndoles
la pena de ocho meses de prisión menor.

Quiere decirse que todos los inculpados referidos fueron considerados autores
por razón del artículo 519 del Código Penal, en su consideración de comerciantes. Los
tres recursos, de otro lado, se desarrollan a través de semejante motivación con la
excepción que se dirá.

El primer motivo se apoya en el artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, por supuesta contradicción en los hechos probados.

Este primer motivo de todos y cada uno de los tres recursos, ha de ser
desestimado porque el particular que se indica, como integrante de la resultancia
probatoria, no supone en modo alguno el vicio procesal denunciado.

La contradicción que tiene que referirse a extremos esenciales, importantes y


fundamentales (nunca inocuos, intranscendentes o inoperantes), exige sobre todo una
incompatibilidad real entre distintos extremos del relato histórico. Discrepancia,
contradicción gramatical o enfrentamiento intrínseco entre frases, que no lo es cuando,
con mayor o menor fortuna, se refieren por la sentencia hechos complejos, difíciles,
controvertidos o incluso en algún momento hasta cierto punto ininteligible, en tanto que
ello propiciaría en todo caso la falta de claridad como supuesto distinto.

Los dos principales acusados, por medio de la empresa mercantil por ellos
creada, se vieron abocados a una situación económica difícil, por lo que proyectaron "la
realización de algunos convenios de compraventa con familiares allegados al objeto de
328
hacer desaparecer de su patrimonio determinados bienes, buscando una situación de
insolvencia" para hacer ilusorios los derechos de sus acreedores, por lo cual el 8 de
septiembre de 1981 firmaron un documento privado, con membrete de la empresa
propia, en el que reconocían adeudar a la entidad comercial que se menciona, poco más
de dos millones y medio de pesetas.

Tal expresión no es incompatible con el hecho, que a continuación se contiene


en el "factum", de que "ya unos días antes, el 17 de julio de 1981, en ejecución del plan
que habían proyectado ", vendió uno de los acusados, en unión de su esposa, a otro
también encartado y condenado, el bien inmueble que se señala.

No se trata de momentos o situaciones incompatibles. Simplemente se está


refiriendo una trama compleja con diversos estados, en los cuales o con los cuales no
solamente se reconocía la deuda sino que, solapada y subrepticiamente, se consumaban
alguna al menos de las transacciones previstas.

Los motivos se han de desestimar.

SEGUNDO.- El delito de alzamiento de bienes es un delito de mera actividad y


de riesgo, también denominado de resultado cortado , acogido en el artículo 519 del
Código Penal.

Aun cuando adopta diversas modalidades, siempre se busca, por medio de la


actividad del sujeto activo, la fuga, la falsedad, el engaño y el perjuicio para quienes son
legítimos acreedores. Una conducta que pretende la desaparición engañosa del propio
caudal, bien entendido que la infracción subsiste a pesar de que la ocultación o las
operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o camuflar la intención dolosa, se
origine en el momento en el que el crédito todavía no fuere vencido ni exigible.

En tal sentido nada impide (Sentencias de 26 de febrero de 1990 y 6 de marzo de


1991) que ante la perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, se
realice un verdadero alzamiento de bienes, a medio o por medio de cualquier
preparación previa para enmascarar o facilitar el fraude.

329
Con la infracción se protege indirectamente al acreedor respecto de las
discriminaciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor (Sentencia de 8
de mayo de 1990).

Se ha dicho que al ser delito de tendencia, es suficiente la intención de


perjudicar a los acreedores mediante la maniobra fraudulenta para obstaculizar la vía de
apremio, en tanto que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del delito
sino a la de su agotamiento.

Por eso no se exige en el tipo penal que la insolvencia a la que se llegue, sea real
y efectiva, porque puede ser real o ficticia, total o parcial.

Como en tantas infracciones acontece, el elemento subjetivo del injusto, o dolo


intencional, si no surge por propia manifestación, ha de deducirse por medios indirectos.
El ánimo y deseo de defraudar legítimos derechos de los acreedores ha pues de inferirse
de cuantos datos externos o signos reveladores, no meras sospechas, concurran.

TERCERO.- En tal sentido puede señalarse:

1./ Para que se consume el delito basta con que se haya llegado a una
insolvencia parcial provocada con el propósito de burlar la acción judicial (Sentencia de
13 de junio de 1990).

2./ Si se protege al acreedor, o acreedores, respecto de disminuciones


patrimoniales fraudulentas provocadas por el deudor, esas disminuciones se deben
determinar , desde el punto de vista del delito, en relación al valor general de los bienes,
porque de lo contrario se establecería poco menos que una obligación total de
inamovilidad comercial del deudor, o deudores .

3./ El delito exige la existencia de la deuda y la enajenación o desaparición de


algunos bienes del patrimonio, datos ahora concurrentes. Más también precisa el dolo y
la insolvencia. Y es que la ocultación de bienes razonablemente ha de suponer un
obstáculo para el éxito de la vía de apremio, sin que sea necesario que en cada caso se
haga la cuenta al deudor para ver si tiene o no más activo que pasivo.

El concepto de insolvencia debe referirse siempre a casos en los que la


ocultación de parte del activo del deudor produzca un impedimento importante a la hora
330
de la ejecución de las deudas, de modo tal que sea razonable prever un fracaso en la
eventual vía de apremio.

CUARTO.- Con tales antecedentes doctrinales se alega un segundo motivo por


dos de los recursos (en el restante va numerado como tercero) basado en el error de
hecho del artículo 849.2 procesal por supuesta equivocación de los jueces.

Con apoyo en los documentos ya indicados, el reconocimiento de deuda y las


escrituras públicas de compraventa, se manifiesta que si los acusados, denominados
principales, no reconocieron débito alguno a título particular sino en nombre de la
industria que regentaban, mal puede hablarse de alzamiento de bienes porque después
dispusieran la venta de los mismos. El reconocimiento lo sería como empresa, la venta
lo fue como particulares.

Los motivos se han de desestimar porque en el ámbito estricto del motivo y de la


vía casacional escogida, queda claro que los documentos, si tuvieran los dos el valor
probatorio que el precepto procesal exige, no acreditan error alguno. En todo caso
justificarían un punto de vista, acertado por supuesto, no compartido por los acusados.
Y es que los motivos parten de un sofisma que como tal es falso.

Los acusados titulares de la sociedad mercantil que admitieron documentalmente


la existencia de un importante saldo en su contra, por lo que se refería a otra entidad
acreedora, fueron los mismos que dolosamente hicieron desaparecer sus bienes en
fraude de acreedores, puesto que con propios bienes respondían de las deudas
empresariales.

QUINTO.- La predeterminación del fallo, artículo 851.1, inciso tercero, de la


Ley procesal penal, implica la utilización de expresiones técnicamente jurídicas por
medio de las cuales se define ya en el relato de los hechos probados, anticipadamente, el
tipo delictivo asumido después por el fallo de la sentencia y, previamente, por los
Fundamentos de Derecho.

En el caso de ahora se denuncia por uno de los recursos un segundo motivo en


virtud del cual se alega tal vicio formal. En concreto, por usarse de la palabra
"comerciante" en el repetido "factum".

331
Obviamente el motivo se ha de desestimar en tanto que tal nominación
corresponde a una expresión vulgar, de las que están en el lenguaje común, en ningún
caso se trata de palabra con contenido jurídico aún a pesar de que esté incluida en la
definición penal del delito o al menos en su contexto general. Palabra que de otro lado
es necesario indicar y utilizar en esa premisa del silogismo judicial si se quiere que éste
sea acorde y adecuado. La denominación del comerciante se corresponde con un
significado fácilmente entendible por cualquier persona, aun careciendo de
conocimientos jurídicos.

SEXTO.- El último motivo (tercero para dos de los recurrentes, cuarto para el
otro) viene formulado por infracción de Ley al amparo del artículo 849.1 procesal, para
denunciar, a su través, la aplicación indebida del artículo 519 del Código Penal.

La sentencia de la Audiencia acoge en su relato histórico todos y cada uno de los


requisitos integrantes del tipo penal, de acuerdo con la referencia doctrinal antes
explicada.

Así, son evidentes el precio inferior al real en cuanto a la venta de las viviendas.
Como también el vínculo de parentesco y las demás connotaciones que alrededor de tal
transacción se mueven (la dudosa capacidad adquisitiva de los compradores, la
continuidad de los vendedores en el disfrute de las viviendas después de la transmisión,
etc.). Finalmente, la situación de insolvencia en que los acusados quedaron respecto de
la deuda contraída con sus acreedores.

Sin embargo la Audiencia, a pesar de afirmar que los restantes acusados,


distintos de aquellos dos principales (los padres), no son comerciantes, les aplica el
inciso primero del repetido artículo 519 del Código, con pena impuesta de prisión
menor.

La condición de comerciante constituye realmente un subtipo agravado en


función de la especial confianza pública que inspiran así como la mayor facilidad para
sus actividades jurídico-mercantiles, con todo lo cual se configura un "status"
caracterizado por una mayor exigencia en las obligaciones contraídas, un "plus" de
culpabilidad (Sentencias de 29 de noviembre de 1985 y 5 de julio de 1989) y en

332
conclusión un mayor rigor penal del artículo 519, cuya aplicación lleva consigo una
referencia necesaria al artículo 1 del Código de Comercio.

Ahora el desplazamiento patrimonial para que los acreedores no puedan hacer


efectivos sus créditos cuando sean exigibles y el ánimo tendencial dirigido a
perjudicarles, dan cima al delito aquí considerado desde el momento en que la deuda o
vínculo obligacional y la exclusión de algún elemento patrimonial a aquella posibilidad
de ejecución, si la insolvencia así sobrevenida se hace manifiesta, definen lo que
entonces es incuestionable (Sentencia de 11 de octubre de 1991).

Los cuatro cooperadores necesarios se hacen acreedores a la condena, al igual


que los otros dos coautores por participación directa. Mas es evidente que no puede
hacerse extensivo el carácter de comerciante, en interpretación alusiva , a las esposas,
cuñadas o hijas, a pesar de que todos estos hayan tenido una participación decisiva con
los sujetos activos principales, y aunque conocieran la cualidad mercantil de estos, sus
maniobras y sus intenciones.

Los motivos deben por eso ser parcialmente estimados en el solo aspecto que se
dirá ya que (Sentencias de 30 de abril y 2 de junio de 1990) sólo se aplica dicho inciso a
quien efectivamente tuviera la cualidad personal de comerciante, lo que afecta a los
acusados Filomena, María Teresa, Romeo y Esteban.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos HABER LUGAR a la estimación de los


recursos por quebrantamiento de forma e infracción de Ley, interpuestos por los
procesados Filomena, María Teresa, Esteban y Romeo, contra sentencia dictada por la
Audiencia Provincial de Murcia, con fecha cinco de mayo de mil novecientos noventa,
en causa seguida contra los mismos por delito de alzamiento de bienes, estimando
parcialmente los motivos cuarto del recurso de Filomena y María Teresa, y el tercero de
los recursos de Esteban y Romeo, y en su virtud casamos y anulamos la sentencia
dictada por dicha Audiencia declarando de oficio la parte proporcional de las costas
causadas.

Asimismo debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a la estimación


de los recursos por quebrantamiento de forma e infracción de Ley, interpuestos por los
333
procesados Rosendo y Pedro Francisco, contra sentencia y Audiencia arriba reseñados.
Condenamos a dichos recurrentes al pago de la parte proporcional de las costas
causadas, así como de la cantidad de setecientas cincuenta pesetas, si vinieren a mejor
fortuna, por razón de depósitos no constituidos.

Comuníquese esta resolución y la que seguidamente se dicta al Tribunal


Sentenciador, a los efectos procedentes, con devolución de la causa que en su día
remitió, interesándole acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

SEGUNDA SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a veintiséis de Junio de mil novecientos noventa y dos.

En la causa que en su día fue tramitada por el Juzgado de Instrucción de Yecla, y


fallada posteriormente por la Audiencia Provincial de Murcia, y que por sentencia de
casación ha sido casada y anulada en el día de la fecha y que fue seguida por delito de
alzamiento de bienes contra Rosendo , con D.N.I. número NUM000 , casado, hijo de
Juan y Nuria , natural y vecino de Yecla, con domicilio en c/ DIRECCION001 número
NUM001 , empresario, con instrucción, buena conducta, sin antecedentes penales, en
situación de libertad provisional, de solvencia en tramitación; Pedro Francisco, con
D.N.I. número NUM002, casado, hijo de Víctor Manuel y de Irene, natural y vecino de
Yecla, con domicilio en c/ DIRECCION002 número NUM003, industrial, con
instrucción, buena conducta, sin antecedentes penales, en situación de libertad
provisional, de solvencia en tramitación; Esteban, con D.N.I. número NUM004, soltero,
hijo de Ismael y Nuria , natural de París (Francia), vecino de Yecla, con domicilio en c/
DIRECCION002 número NUM003, metalúrgico, con instrucción, buena conducta, sin
antecedentes penales, en situación de libertad provisional, de solvencia en tramitación;
Enrique, con D.N.I. número NUM005, casado, hijo de Serafín y de Guadalupe, natural
y vecino de Yecla, con domicilio en c/ DIRECCION004 número NUM006 , mecánico,
con instrucción, buena conducta, sin antecedentes penales, en situación de libertad
provisional, de solvencia en tramitación; Romeo, con D.N.I. número NUM007, casado,
hijo de Jorge y Estefanía , natural de Yecla, vecino de Almansa, con domicilio en c/
334
DIRECCION005 número NUM008, metalúrgico, con instrucción, buena conducta, sin
antecedentes penales, en situación de libertad provisional, de solvencia en tramitación;
Filomena, con D.N.I. número NUM009, casada, hija de Jorge y Estefanía, natural y
vecina de Yecla, con domicilio en c/ DIRECCION001 número NUM001, sus labores,
con instrucción, buena conducta, sin antecedentes penales, en situación de libertad
provisional, de solvencia en tramitación; y María Teresa , con D.N.I. número NUM010,
casada, hija de Juan y Nuria, natural y vecina de Yecla, con domicilio en c/
DIRECCION002 número NUM011, sus labores, con instrucción, buena conducta, sin
antecedentes penales, en situación de libertad provisional, de solvencia en tramitación;
la Sala Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al
margen y bajo Ponencia del Excmo. Sr. Don Ismael augusto de Vega Ruiz, hace constar
los siguientes:

Antecedentes Segunda Sentencia:

UNICO.- Se aceptan y reproducen íntegramente los fundamentos fácticos de la


sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Murcia, y los demás antecedentes de
hecho de la pronunciada por esta Sala.

Fundamentos Jurídicos Segunda Sentencia:

UNICO.- Por las razones expuestas en la anterior sentencia, los cuatro acusados
que se dirán, no pueden ser condenados sino con base, exclusivamente, en lo dispuesto
por el artículo 519, último inciso.

VISTOS los preceptos legales de aplicación al caso.

Fallo Segunda Sentencia:

Que ratificando la sentencia de la Audiencia Provincial de Murcia en todos sus


extremos, menos en lo que aquí ahora se señala, debemos CONDENAR y
CONDENAMOS a los acusados Esteban, Filomena, María Teresa y Romeo, como
autores criminalmente responsables de un delito de alzamiento de bienes, en concepto
de cooperadores necesarios, sin circunstancias modificativas, a la pena para cada uno de
ellos de TRES MESES DE ARRESTO MAYOR con las mismas accesorias legales.

335
Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo
pronunciamos, mandamos y firmamos.

12-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10 DE JULIO DE 1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 6, instruyó sumario con el número 25/84,


contra Pedro Miguel y Blanca y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial
de Madrid que, con fecha 1 de Junio de 1.990, dictó sentencia que contiene el siguiente
hecho probado: PRIMER RESULTANDO: probado, y así se declara, que Pedro Miguel,
titular de "DIRECCION000", en pago de mercancías suministradas por "Pablo Werhli,
S.A.", de la que era delegado Luis Antonio, el día 19 de enero de 1.982 aceptó una letra
de cambio por importe de 2.140.429 ptas., con vencimiento el 15 de abril de 1.982.
Después fue endosada por "Pablo Werhli, S.A." a Luis Antonio.

Llegada la fecha del vencimiento, la letra no fue atendida por Pedro Miguel,
entablándose por el tenedor de la misma un juicio ejecutivo, en el que con fecha 5 de
Mayo de 1.982 se dictó auto despachando la ejecución.

El día 17 de mayo de 1.982 se practicó diligencia de embargo sobre los bienes


del ejecutado, que resultó infructuoso, debido a que de acuerdo con su esposa, Blanca, y
para eludir esa responsabilidad, el día 8 de marzo de 1.982 habían liquidado la sociedad
de gananciales, otorgando capitulaciones matrimoniales. En éstas optaban por el
régimen de separación de bienes, atribuyéndose a la esposa dos pisos y un automóvil
"Mercedes". Ello hizo que Pedro Miguel resultara a partir de ese momento insolvente.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS:


Que debemos CONDENAR Y CONDENAMOS a Pedro Miguel y a Blanca, como
autores responsables de un delito de alzamiento de bienes, a las penas de 6 meses y 1
día de prisión menor, para el primero y a la de 1 mes y 1 día de arresto mayor para la
segunda. En ambos casos con la accesoria de privación del derecho de sufragio durante
la condena. También al pago de las costas por mitad.
336
No ha lugar a la indemnización solicitada.

Se declara la nulidad de las capitulaciones matrimoniales otorgadas por los


condenados ante el Notario de Madrid D. José Manuel Pérez Jofre Esteban el día 8 de
marzo de 1.982, con el número 737 de su protocolo.

Expídase mandamiento a tal efecto, una vez firme esta resolución.

Esta sentencia es recurrible en casación ante el Tribunal Supremo, mediante


escrito que habría de presentarse en esta Sala dentro de los cinco días siguientes a la
notificación de esta resolución.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de ley, por los procesados Pedro Miguel y
Blanca, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose
el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- La representación de los procesados basa su recurso en los siguientes


MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO.- Al amparo del número 1 del artículo 851 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

SEGUNDO.- Amparado en el nº 2 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, infracción de ley.

TERCERO.- Al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 519 del Código Penal.

CUARTO.- Al amparo del nº 2 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, infracción por inaplicación del artículo 24 de la vigente Constitución
Española.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.

337
6.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebró la votación el día 29 de
Junio de 1.992.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- Se formaliza un primer motivo al amparo del nº 1º del artículo 851


de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por consignar como hechos probados conceptos
que por su carácter jurídico implican la determinación del fallo.

1.- Estima el recurrente que se ha consignado indebidamente en los hechos


probados expresiones que predeterminan el fallo y centra su ataque a la validez formal
de la sentencia recurrida en el pasaje que hace referencia a que el procesado resultara
insolvente.

Como han señalado numerosas sentencias de esta Sala los conceptos jurídicos
predeterminantes del fallo se caracterizan esencialmente por: 1º. Ser expresiones
jurídicas de carácter sustantivo penal que dan nombre, individualizan o definen la
esencia del tipo de la infracción criminal; esto es, palabras que contienen lo que es la
medida y entraña del tipo delictivo; 2º. Que tales expresiones, por consiguiente sólo son
asequibles ordinariamente a los juristas, porque no son propias del lenguaje común
ordinario que es el que se debe emplear para narrar conductas sometidas a
enjuiciamiento y fallo; 3º. Que predeterminan el fallo en cuanto que son juicios de valor
que encierran una verdadera calificación jurídico penal de los hechos, cuyo lugar
adecuado y procesal son los fundamentos jurídicos de la sentencia y han sido
desplazados inadecuadamente a la narración fáctica; 4º. Predeterminan el fallo,
negativamente, en cuanto que si se suprimen dejan sin base el hecho y vacía la narración
fáctica, reduciéndola al juicio de valor que encierra.

2.- La afirmación de que el procesado resultó a partir de un determinado


momento insolvente, figura al final del relato de hechos probados después de haber
descrito que la operación de embargo llevada a cabo por el acreedor resultó infructuosa
debido a que, concertado con su esposa, había otorgado capitulaciones matrimoniales
por las que se atribuían a ésta, -condenada como cooperadora necesaria-, los únicos
bienes de valor que declararon los procesados.

338
El procesado como consecuencia de estas operaciones se constituyó en estado de
insolvencia por lo que la definición y calificación que realiza la sentencia recurrida no
incurre en el vicio procesal que se denuncia en cuanto que la expresión insolvente es
perfectamente clara y definidora de la situación económica en que se encontraba con
respecto a su acreedor que trataba infructuosamente de lograr el pago de lo que se le
debía.

El resto de las alegaciones que se contienen en el desarrollo del motivo están


fuera del ámbito del quebrantamiento de forma y se refieren más bien a posibles
omisiones en la redacción del hecho probado que tienen su cauce más adecuado por la
vía del error de hecho.

Por todo lo expuesto el motivo debe ser desestimado.

SEGUNDO.- El motivo segundo se ampara en el número 2º del artículo 849 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal por error de hecho en la apreciación de la prueba
resultante de documentos obrantes en autos que evidencian el error del juzgador.

1.- En el desarrollo del motivo se invocan una serie de documentos en los que se
fundamenta el posible error de hecho que se atribuye a la Sala sentenciadora. Se
concreta la fundamentación argumental en los documentos que incorporan el Auto
judicial despachando ejecución (Folio 8), la diligencia de embargo (Folio 9) la letra de
cambio en la que se incorporaba la deuda contraída (Folio 14) y los Folios 21 al 34 en
los que se contienen las capitulaciones matrimoniales concertadas entre los procesados.

Basándose en su contenido estima la Sala sentenciadora que con el otorgamiento


de las capitulaciones matrimoniales se pretendía generar la insolvencia del acusado y la
imposibilidad, en fin, del cobro de la letra.

No se precisa cual debía ser el sentido del hecho probado que sustituyese al
originalmente redactado.

2.- Precisamente los documentos invocados como base y fundamento del error
del juzgador han sido los que ha utilizado la Sala sentenciadora para sustentar el hecho
probado ya que su contenido no se opone o contradice la redacción definitiva que se
incorpora al hecho probado.

339
En virtud de la realidad que se desprende de los mencionados documentos se
puede afirmar que el procesado suscribió la letra de cambio en pago de la cantidad
adeudada. Está perfectamente acreditado que cuando llega el día del vencimiento la
letra no fue atendida lo que dio lugar al consiguiente juicio ejecutivo en el que se dictó
auto despachando ejecución y acordada la práctica de la diligencia de embargo resultó
infructuosa debido a que el procesado, -de acuerdo con su esposa-, había liquidado la
sociedad de gananciales otorgando nuevas capitulaciones matrimoniales.

Resulta indiferente que el procesado tuviese otros bienes pues lo verdaderamente


acreditado es que no se pudo realizar traba sobre bienes propios del procesado.
Conviene precisar, ante esta clase de delitos, que no corresponde al acreedor la
búsqueda y pesquisa del patrimonio del deudor, sino que debe ser éste, en aras de la
buena fe contractual y en cumplimiento de la responsabilidad universal contraída por
ley frente a sus acreedores, el que debe mostrar los bienes de que dispone, al no hacerlo
así se colocó en situación de insolvencia real frente a su acreedor, por lo que su
conducta entra de lleno en el tipo penal que acertadamente declaró la sentencia
recurrida.

El motivo debe ser desestimado.

TERCERO.- Se formaliza un tercer motivo al amparo del nº 1º del artículo 849


de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por aplicación indebida del artículo 519 del
Código Penal.

1.- Reconoce expresamente el recurrente que debemos partir de un absoluto


respeto al contenido de hechos probados. Como ha señalado una reiterada doctrina de
esta Sala el delito de alzamiento de bienes es una infracción de tendencia o mero riesgo,
más que de resultado real y lesivo, cuya consumación no exige el absoluto, insuperable
y definitivo perjuicio del acreedor burlado, pudiendo señalarse como elemento que le
caracteriza y define: a) Preexistencia de una relación jurídica obligacional de la que se
desprende la presencia de una o varias deudas reales, generalmente vencidas, líquidas y
exigibles; b) Un ánimo o propósito delictivo encaminado a defraudar a los acreedores
eludiendo el pago o cumplimiento de sus obligaciones merced a la desposesión de sus
bienes, ocultándolos, enajenándolos o haciéndolos desaparecer mediante actos o

340
negocios jurídicos fingidos que denotan el elemento subjetivo del tipo exigido por el
principio de culpabilidad; c) Materialización de la ocultación o disipación del
patrimonio merced a la actividad desplegada por el deudor, actividad que puede adoptar
numerosas formas no todas ellas previstas o encajables en las relaciones jurídicas
reconocidas por el ordenamiento ya que lo verdaderamente efectivo es la desaparición
material y jurídica de los bienes que abandonan el patrimonio del deudor, colocándole
en una situación de insolvencia real y efectiva al no existir bienes susceptibles de ser
sometidos a la acción de los acreedores; d) Situación de insolvencia total o parcial, real
o aparente del deudor que sea consecuencia o efecto de las maniobras elusivas o
fraudulentas, haciéndose de tal modo inefectivos los derechos de los acreedores al
devenir estériles el ejercicio de sus normales pretensiones de ejecución, tras el
reconocimiento judicial del crédito y el imperativo pronunciamiento de condena
subsiguiente, situación fáctica del deudor que obstruye el juego normal de la
responsabilidad universal recogida en el artículo 1.911 del Código Civil.

Por todo lo expuesto el motivo debe ser desestimado.

CUARTO.- El cuarto motivo se articula al amparo del nº 2º del artículo 849 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal por inaplicación del artículo 24 de la Constitución en
el apartado relativo a la presunción de inocencia.

1.- El motivo está incorrectamente planteado en cuanto que lo que se postula no


es la declaración de un error de hecho en la apreciación de la prueba sino la inaplicación
o vulneración de un precepto constitucional que tiene su cauce adecuado por la vía
directa del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.

En el desarrollo del motivo no se observa la invocación de aspectos probatorios


que hayan sido indebidamente traídos a la causa o la utilización de pruebas
ilegítimamente obtenidas. La única argumentación que se esgrime para acreditar la
presunción de inocencia consiste en que los dos procesados han negado su participación
en los hechos por los que fueron condenados, que han comparecido a los llamamientos
judiciales y que han mostrado una posición unitaria congruente en sus manifestaciones
y que en ningún momento han pretendido quedarse en estado de insolvencia al otorgar

341
capitulaciones matrimoniales ya que existían bienes suficientes para que el actor trabara
el correspondiente embargo.

2.- Frente a esta línea de defensa, existe en las actuaciones una serie de pruebas
objetivas e inequívocas que demuestran que la relación de hechos probados responde al
resultado de la prueba legítimamente traída a las actuaciones y practicada en el
momento del juicio oral.

Resulta absolutamente inobjetable que el procesado contrajo la deuda que se


menciona con la parte querellante que disponía de un crédito instrumentado en una letra
de cambio que estaba perfectamente vencido y era inmediatamente ejecutable.

También aparece debidamente contrastado y probado que los esposos


concertaron entre sí, sin ninguna causa objetiva que lo justificara, un cambio en el
régimen económico conyugal con objeto de desviar todos los bienes valorables hacia la
esposa quedando el marido en situación de insolvencia real y efectiva en cuanto que en
el momento de reclamársele el pago de la cantidad y de no hacer frente al mismo no
designó cuáles eran los bienes que estaban o permanecían en su efectiva disposición y
que ofrecía en pago de la deuda contraída.

Por todo lo expuesto el motivo debe ser también desestimado.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACION por quebrantamiento de forma e infracción de ley
interpuesto por la representación de los procesados Pedro Miguel y Blanca contra la
sentencia dictada el día 1 de Junio de 1.990 por la Audiencia Provincial de Madrid en la
causa seguida contra los mismos por el delito de alzamiento de bienes.

Condenamos a los recurrentes al pago de las costas causadas y a la pérdida del


depósito si lo constituyen cuando vinieren a mejor fortuna. Comuníquese esta
resolución a la Audiencia mencionada a los efectos oportunos, con devolución de la
causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia.

342
13-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17 DE SEPTIEMBRE
DE 1992

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 6 de Valencia instruyó sumario con el


número 61 de 1.988 contra Luis Francisco , Guillermo y Luis Pedro y, una vez
concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de Valencia que, con fecha 25 de junio de
1.990 dictó sentencia que contiene el siguiente hecho probado: "PRIMERO
RESULTANDO: probado, y así se declara, que en el año 1985, Guillermo, Luis Pedro y
Luis Francisco, eran socios y Gerentes de la Entidad Comercial DIRECCION000, según
escritura otorgada en esta ciudad el 17 de enero de 1985, y explotando el Supermercado
sito en la C) DIRECCION001 nº NUM000 de Picasent.

Durante los meses y de julio y agosto de ese año, Comercial DIRECCION000,


adquirió mercancías de cárnicas DIRECCION002, por importe de 1.059.480 pts. para
cuyo pago los aceptaron los procesados cuatro letras de cambio por el importe total y
con vencimientos el 27 de septiembre de 1985 (2 letras), 28 de septiembre de 1985 (1
letra) y 3 de octubre de 1985 (1 letra), que resultaron impagadas. El 18-2-86, la
acreedora instó un juicio que se tramitó por el juzgado de 1ª Instancia nº 5 con el
número 215/86, en el que por auto de 25 de febrero de 1.986, se acordó despachar la
ejecución contra los bienes de Comercial DIRECCION000 - Personada la comisión
judicial el día 18-4-86 en la AVENIDA000 nº NUM001, planta NUM002, despacho
letra NUM003, se suspendió la diligencia de requerimiento y embargo al hallarse
cerrado. Intentada su práctica el 30-4-86, y hallando en el domicilio de la sociedad a
Romeo indicó que el Supermercado referido se había transmitido a Guillermo
liquidándose el 20-2-86. No se ha acreditado las condiciones en las que, la sociedad
trasmitió a Guillermo la explotación del supermercado, la cual se llevó a cabo sin
constancia documental. Comercial DIRECCION000, ha dejado de funcionar de hecho,
en fecha no fijada, sin liquidación ni anotación en el Registro Mercantil, haciendo
imposible el cobro de la deuda reclamada en el procedimiento ejecutivo instado por
Cárnicas DIRECCION002, Guillermo, mayor de edad ha sido ejecutoriamente

343
condenado en sentencias de 11 de junio de 1980, 16 marzo de 1984 y 4 octubre de 1984
por delitos de receptación y cheque en descubierto, habiéndose apreciado la
circunstancia agravante de reincidencia en la última de las sentencias dictadas; Luis
Pedro, mayor de edad, carece de antecedentes penales así como Luis Francisco; también
mayor de edad."

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: CONDENAMOS a Guillermo, Luis Pedro y Luis Francisco


como criminalmente responsables en concepto de coautores de un delito de alzamiento
de bienes, con la condición de comerciantes, sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal en Luis Pedro Y Luis Francisco Y con la
concurrencia de la circunstancia modificativa de la responsabilidad criminal, agravante
de reincidencia a las siguientes penas: Guillermo de ellos a DOS AÑOS, CUATRO
MESES Y UN DIA DE PRISION MENOR; y a Luis Pedro Y Luis Francisco a UN
AÑO DE PRISION MENOR, con las accesorias legales de suspensión de todo cargo
público y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena, al pago de costas
incluidas las de la acusación particular y a que en concepto de responsabilidad civil
abonen conjunta y solidariamente a Cárnicas DIRECCION002, la cantidad de
1.059.480.- pts. importe de la cantidad adeudada, la cual devengará los intereses
previstos en el art. 921 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. Para el cumplimiento de
la pena privativa de libertad y responsabilidad personal subsidiaria, que se impone,
abonamos a los acusados todo el tiempo que han estado privados de libertad por esta
causa. Reclámese del instructor, debidamente terminada, la pieza de responsabilidades
pecuniarias".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de ley por los procesados Luis Francisco y
Guillermo y Luis Pedro que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del procesado Luis Francisco se


basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACION: Por infracción de ley Primero.- Al

344
amparo del nº 1 del art. 849. Segundo.- Al amparo del art. 849-1º de la Ley procesal,
por infracción del art. 519 del C.P. y art. 142 de la L.E.Cr. Tercero.- Infracción de ley
acogido al nº 2 del art. 849. Por quebrantamiento de forma. Cuarto.- Al amparo del art.
850 de la L.E.Cr.

El recurso interpuesto por la representación de los procesados Guillermo Y Luis


Pedro se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACION: Por infracción de ley
Primero.- Al amparo del núm. primero del art. 849 de la L.E.Cr. aplicación indebida del
519 del C.P.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal impugnó todos los motivos y la Sala admitió
los mismos, quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el fallo se celebró la votación prevenida el día 8


de septiembre de 1.992.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- Contra la sentencia que condenó a Luis Francisco, Guillermo y


Luis Pedro como autores de un delito de alzamiento de bienes recurrieron dichos tres
condenados, por un lado Luis Francisco que formuló tres motivos de casación, y por
otro los otros dos que alegaron uno solo.

SEGUNDO.- Por lo dispuesto en los arts. 901 bis a) y 901 bis b) de la L.E.Cr.
procede examinar en primer lugar el único de los motivos que se interpuso por
quebrantamiento de forma, el formulado por Luis Francisco , en el que, al amparo del nº
1º del art. 850 de la L.E.Cr., se dice que fue indebidamente rechazada una prueba
pertinente, concretamente la declaración de un testigo, Fermín , ante cuya falta de
comparecencia al juicio oral la Audiencia acordó no suspender dicho acto, pese a la
petición y la consiguiente protesta de la parte proponente.

En estos supuestos, para que la no suspensión del juicio pueda encajar en el


motivo de casación del nº 1º del art. 850 de la L.E.Cr. es necesario, no sólo que la
prueba correspondiente hubiere sido propuesta y admitida como tal, sino también que,
345
ante el acuerdo de continuación del acto, la parte proponente formule la correspondiente
protesta, que en el caso presente sí existió, y, además, que se concreten las preguntas
que se pretendían hacer al testigo, para así poder conocer la relevancia que sus
manifestaciones pudieran haber tenido respecto de los pronunciamientos formulados en
la sentencia recurrida.

Este último requisito faltó en el caso presente y por ello este Tribunal no puede
conocer ahora el alcance de esa prueba frustrada, lo que obliga a rechazar este motivo.

TERCERO.- En el motivo único del recurso de Guillermo y Luis Pedro y en el


primero de los dos que por infracción de Ley adujo Luis Francisco, por el cauce del nº
1º del art. 849 de la L.E.Cr. se alega aplicación indebida del art. 519 del C.P., porque, se
dice, en el relato de hechos probados no concurren los requisitos exigidos en tal
precepto penal, estimando esta Sala que así es, conforme se razona a continuación.

El delito de alzamiento de bienes constituye una infracción del deber de


mantener íntegro el propio patrimonio como garantía universal en beneficio de
cualquier acreedor (artículo 1.911 del Código Civil). Aparece sucintamente definido en
el artículo 519 del Código Penal que utiliza dos expresiones muy ricas en su
significación, conforme han sido reiteradamente interpretadas por la doctrina y por la
jurisprudencia de esta Sala, "alzarse con sus bienes" y "en perjuicio de sus acreedores".

Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra historia, referido al


supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de su patrimonio, en la
actualidad alzamiento de bienes equivale a ocultación o sustracción que el deudor hace
de todo o parte de su activo de modo que el acreedor encuentre dificultades para hallar
bienes con los que poder cobrarse.

Tal ocultación o sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede


hacerse de modo elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor
ignore donde se encuentra, o puede cometerse de modo más sofisticado, a través de
algún negocio jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra
persona, generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o
dificulta la posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque
efectivamente suponga una transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como
346
sucede en los casos tan frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un
negocio ficticio que, precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en
verdad el patrimonio del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito
porque aparece un tercero como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza
la vía de apremio.

La expresión "en perjuicio de sus acreedores", que utiliza el mencionado artículo


519,ha sido siempre interpretada por la doctrina de esta Sala, no como exigencia de un
perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el sentido de
intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio en su propio
beneficio o en el de alguna otra persona allegada, obstaculizando así la vía de ejecución
que podrían seguir sus acreedores.

De tal expresión así entendida se deducen tres consecuencias:

1ª. Han de existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque
puede ocurrir que cuando la sustracción se produce todavía no fueran vencidos o fueran
ilíquidos, y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que ante la perspectiva de
una deuda, ya nacida pero aún no ejercitable, alguien realice un verdadero y propio
alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo que


impide la realización de este delito por imprudencia.

3ª. Se configura así este tipo penal como un delito de tendencia en el que basta la
intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que obstaculiza la vía de
apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total y absolutamente
cerrada, ya que basta con que se realice esa ocultación o sustracción de bienes que es el
resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real pertenece, no a la fase de perfección
del delito, sino a la de su agotamiento.

En cuanto a este particular elemento subjetivo del delito de alzamiento de


bienes, conviene ahora poner de relieve que, como todos los de esta clase,
ordinariamente no puede acreditarse mediante prueba directa, por lo que es necesario
con frecuencia acudir a la de indicios, para deducir su concurrencia del conjunto de
circunstancias que rodearon el hecho de la ocultación o sustracción del correspondiente
347
activo patrimonial, circunstancias que han de estar plenamente acreditadas (art. 1.249
del C.C.) y han de conducir al hecho necesitado de acreditación porque haya un enlace
preciso y directo según las reglas del criterio humano (art. 1.253 del mismo Código).

Ninguna prueba directa hubo en el caso presente respecto de que los ahora
recurrentes hubieran transmitido la explotación del supermercado de autos a uno de
ellos, concretamente a Guillermo, con intención de impedir la ejecución del derecho de
crédito de la entidad querellante. Siempre lo negaron los procesados, quienes
manifestaron haber actuado así para dejar a uno solo de ellos que llevara el negocio, que
no deba beneficios para poder vivir los tres, y sacar así el dinero necesario para poder ir
pagando las deudas y salir adelante.

Se hacía imprescindible, por tanto, acudir a la prueba de indicios, para cuyo


éxito era necesario concretar las circunstancias de esa transmisión para, una vez
concretadas, poder deducir de ellas si hubo o no esa intención de perjudicar a los
acreedores.

Pero la sentencia de la Audiencia reconoció en el propio relato de hechos


probados que no llegaron a acreditarse "las condiciones en que la sociedad transmitió a
Guillermo la explotación del supermercado, la cual se llevó a cabo sin constancia
documental".

Ante tal carencia de datos en relación con el hecho central de la pretendida


infracción penal, no cabe otra opción que la de negar la posibilidad de utilización de la
prueba de indicios al fin mencionado, porque falla el elemento básico en este especial
mecanismo probatorio, la acreditación de las circunstancias concretas de las cuales
pudiera inferirse la realidad de la mencionada intención.

La sentencia recurrida en el apartado d) de su fundamento de derecho 1º dice


que "el acuerdo de los tres socios, la ausencia de pruebas sobre el pago de otros créditos
que hallándose en iguales condiciones justificase su acción, la ausencia de
contraprestación en la transmisión con la que hace frente al crédito este, nos llevan de
forma clara a estimar probada esta intención.

Entiende esta Sala que no es conforme con las reglas de la lógica tal
razonamiento de la Audiencia, porque las mencionadas circunstancias son
348
perfectamente compatibles con la explicación dada por los acusados, antes referida, que
es coherente y ofrece credibilidad teniendo en cuenta la forma en que los hechos
acaecieron.

Conviene poner de manifiesto, aquí y para terminar, que en los casos en que se
somete al Tribunal de casación el resultado de una prueba de indicios, la Sala "ad quem"
ha de respetar los hechos básicos en que tal prueba se funda (a salvo siempre su
posibilidad de impugnación por carencia de prueba en base a la presunción de inocencia
o por la vía del nº 2º del art. 849 de la L.E.Cr.); pero puede revisar el mecanismo de
inferencia del hecho necesitado de prueba y resolver en contra del razonamiento del
Tribunal "a quo" cuando éste no responda a las reglas del criterio humano a las que se
refiere el mencionado art. 1.253 del C.C. (sentencias de esta Sala de 14-2-90, 11-3-91,
12-3-92 y 23-3-92, entre otras muchas).

Por todo lo expuesto han de ser estimados estos motivos lo que excusa del
examen del otro que también fue formulado por infracción de ley por los recurrentes
Guillermo y Luis Pedro.

FALLO:

HA LUGAR A LOS RECURSOS DE CASACION por infracción de Ley


formulados, uno por Luis Francisco, y otro por Guillermo y Luis Pedro, con
desestimación del que por quebrantamiento de forma interpuso el primero de ellos, y en
consecuencia anulamos la sentencia que condenó a los tres por delito de alzamiento de
bienes, dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Valencia con fecha
veinticinco de junio de mil novecientos noventa, declarando de oficio las costas de esta
alzada y ordenando la devolución del depósito constituido para recurrir.

Comuníquese esta resolución y la que a continuación se dicta a la mencionada


Audiencia a los efectos legales oportunos con devolución de la causa que en su día
remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

SEGUNDA SENTENCIA

349
En la Villa de Madrid, a diecisiete de Septiembre de mil novecientos noventa y
dos.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 6 de Valencia, con el


número 61 de 1.988, y seguida ante la Audiencia Provincial de Valencia por delito de
alzamiento de bienes contra los procesados Luis Francisco, Guillermo y Luis Pedro;
teniéndose por reproducidos todos los datos que aparecen en el encabezamiento de la
sentencia recurrida y anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala Segunda
del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y bajo la
Ponencia del Excmo. Sr. D. Joaquín Delgado García, hace constar lo siguiente:

Antecedentes Segunda Sentencia:

Los de la sentencia recurrida y anulada, incluso los que recoge el relato de


hechos probados.

Fundamentos Jurídicos Segunda Sentencia:

PRIMERO.- Por las razones expuestas en la anterior sentencia dictada por esta
misma Sala en la presente causa, no existió el delito de alzamiento de bienes por el que
fueron acusados Luis Francisco, Guillermo y Luis Pedro, por lo que procede su
absolución.

SEGUNDO.- Por lo dispuesto en los arts. 109 del C.P. y 239 y ss. de la L.E.Cr.,
hay que declarar de oficio las costas devengadas en la instancia.

Fallo Segunda Sentencia:

ABSOLVEMOS A Luis Francisco, Guillermo y Luis Pedro del delito de


alzamiento de bienes de que han sido acusados, dejando sin efecto su procesamiento y
cuantas medidas cautelares se hubieran acordado contra los mismos y declarando de
oficio las costas de la instancia.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

350
14-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 20 DE ENERO DE
1993

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 3 de Valencia instruyó sumario con el


número 153/84, y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de dicha
capital que, con fecha 2 de mayo de 1986, dictó sentencia que contiene los siguientes
HECHOS PROBADOS:

PRIMERO: Los procesados Sergio mayor de edad y carente de antecedentes


penales, y su esposa Magdalena, mayor de edad y sin antecedentes penales, comerciante
el primero y dedicada a las labores del hogar la segunda, después de mantener una
prolongada relación el procesado con el Banco Comercial Español S.A.

Sucursal de Valencia Agencia nº 1 descontando letras de cambio diversas, en


22-10-81 suscribieron con dicha entidad, una póliza de garantía y afianzamiento de
operaciones mercantiles hasta la suma de tres millones de ptas. en la que los
suscribientes facultaban al Banco para que cuando lo estimara oportuno convirtiera en
su totalidad o parcialmente, los descuentos o negociaciones de las letras por el cedidas,
en efectos de simple gestión de cobro, siendo deudores los garantizados por el importe
de las citadas cambiales que en tal momento se consideraba deuda líquida y vencida.
Sin embargo, la propia póliza precisaba que se entenderían liquidas las deudas sin otro
requisito ni trámite que la misma liquidación que de aquellas practicare el Banco,
acreditándose las mismas mediante NOTIFICACION emitido por la entidad, siempre y
cuando AL DORSO de esta póliza se extendiera certificación expedida por Agente de
Cambio y Bolsa o CORREDOR de comercio colegiado en la que se acreditara la
conformidad de la póliza con los asientos de su libro de Registro y la fecha de éstos.-

SEGUNDO: El referido procesado obtuvo el descuento en dicho Banco de 30


letras de cambio que libró entre los meses de octubre de 1981 y febrero de 1982, con
vencimientos comprendidos entre los meses de enero y mayo de 1982 a cargo de
diversos librados no aceptantes, que no las atendieron.

TERCERO: La entidad bancaria querellante instó ante el Juzgado de Primera


Instancia nº dos de Valencia juicio ejecutivo que se siguió con el nº 784/82, iniciado en
351
fecha que no consta, contra ambos procesados en reclamación de 2.632.413 ptas. de
principal y 600.000 ptas. para intereses y costas, en el curso del cual el Ilmo.

Sr. Juez del referido Juzgado entregó en 26-5-82 a su Agente despacho de


ejecución para que requiriera a los deudores al pago de las dichas cantidades, y para que
caso de no verificarlo en el acto procediera al embargo de sus bienes suficientes a cubrir
dichas cantidades, guardando para ello el orden establecido en el art. 1447 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, citando de remate acto seguido a los mismos con entrega de las
copias de la demanda a los efectos legales oportunos. Constituido el Sr. Agente con el
Procurador de la entidad actora en el domicilio del demandado y no encontrándoles se
dio por terminada la diligencia que se reanudó en 28 de mayo de 1982 haciéndose
constar que no siendo hallados los demandados de nuevo se entregaba la cédula, copias
de la demanda y demás documentos de una vecina del mismo inmueble, designando en
tal acto el Procurador concurrente, como bienes a embargar, y sobre los que el agente
manifestó trabar embargo, los siguientes: Piso sito en Valencia calle DIRECCION000
NUM000 ; Parcela de Secano en término de Liria y vivienda en la NUM001 , pta.
NUM002 de la calle DIRECCION001 nº NUM003 de esta Ciudad.-

CUARTO: En tres de junio de 1982 fue dictada, en el mencionado


procedimiento ejecutivo sentencia de remate a favor del Banco Comercial Español S.A:
cuya firmeza no consta, decretándose en 8-6-82 anotación preventiva del embargo en
los Registros de la Propiedad correspondiente la cual fue denegada por aparecer las
fincas inscritas a nombre de terceros, según certificaciones de los Registradores de
Valencia VI y Liria, de fechas 15- 7-82 y 5-1-83 respectivamente.-

QUINTO: Los procesados Sergio y Magdalena otorgaron en 27-4-82 escritura


pública de cesión en pago de una deuda de 1.200.000 ptas., de la vivienda sita en la
calle DIRECCION001 nº NUM003 de Valencia, a favor de los también procesados
Benedicto y Rosario, padres de Magdalena, así como de la plaza de estacionamiento que
tenían en el sótano del edificio nº NUM004 de la calle DIRECCION000 de Valencia.-

SEXTO: igualmente Sergio y Magdalena otorgaron en 28-4-82 escritura de


cesión en pago de una deuda de 4.000.000 ptas. con poder liberatorio de 150.000 ptas.,
en favor del procesado Luis Enrique hermano de Sergio, y de su esposa, también

352
procesada, Mari Trini, respecto de la mitad indivisa de una parcela de tierra de secano
de 20,19 áreas sita en la partida del CAMINO000 o DIRECCION002 del término de
Liria.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


"FALLAMOS: Que ABSOLVEMOS a los procesados Sergio, Magdalena, Benedicto,
Rosario, Luis Enrique y Mari Trini, delito de alzamiento de bienes que les imputaban el
Ministerio Fiscal y la acusación particular en esta causa, declarando de oficio las costas
causadas. Firme que sea esta sentencia cancélense y déjense sin efecto cuantas medidas
cautelares se hubieren adoptado en ella y en sus piezas o ramos".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de Ley, que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACION:


Primero.- Por infracción de Ley al amparo del número 2 del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, en el que se invoca error de hecho en la apreciación de las
pruebas que resultan de documentos que muestran la equivocación evidente del
juzgador y no están desvirtuados por otras pruebas, con la consiguiente infracción, por
inaplicación, del artículo 519 del Código Penal. Segundo.- Infracción de Ley, al amparo
del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en el que se
invoca falta de aplicación del artículo 519 del Código Penal.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el fallo, se celebró la votación prevenida el día


13 de enero de 1993.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La acusación particular ejercida por el BANCO COMERCIAL


ESPAÑOL S.A., formaliza un primer motivo, por infracción de Ley, al amparo del

353
número 2º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, en el que invoca error
de hecho en la apreciación de las pruebas que resultan de documentos que muestran la
equivocación evidente del juzgador y no están desvirtuados por otras pruebas, con la
consiguiente infracción, por inaplicación, del artículo 519 del Código Penal.

La argumentación esgrimida, en apoyo del motivo, se fundamenta en combatir


los razonamientos expresados en la sentencia de instancia para absolver a los acusados y
en concreto se fija en los siguientes: a) Inexistencia de crédito líquido; b) desconocer si
la sentencia recaída en el precedente juicio ejecutivo adquirió carácter de firme; c) que
la posibilidad de una impugnación de la sentencia no puede descartarse y d) que los
procesados Sergio y Magdalena cedieron sus bienes en pago de deudas.

En el motivo se designan como documentos que evidencian el error del juzgador


acerca de la iliquidez del crédito los siguientes: la propia póliza que obra al folio 114;
las declaraciones de Sergio y de su esposa Magdalena, señalando el folio 35 del
sumario, los originales de las letras descontadas por el querellado que obran a los folios
68 a 98 del sumario y el recurso de reforma interpuesto por los querellados contra el
auto de procesamiento, que obra al folio 131 vuelto del sumario.

En los hechos que se declaran probados en la sentencia se recogen literalmente


los extremos consignados en la Póliza de garantía y afianzamiento de operaciones
mercantiles que obra incorporada al folio 114 de las diligencias. La sentencia
absolutoria tiene especialmente en cuenta el contenido de la citada póliza. Ningún error
puede, pues, invocarse a su amparo. Lo mismo cabe decir respecto a las letras originales
que fueron descontadas y que aparecen incorporadas a los folios 68 a 98 del sumario,
sobre cuyo contenido en nada se discrepa en el relato histórico de la sentencia.

Tampoco puede fundamentarse el motivo en las declaraciones de Sergio y de su


esposa Magdalena, ya que es reiterada y constante la jurisprudencia de esa Sala que
niega el carácter de documentos, a estos efectos casacionales, a las declaraciones de
acusados y testigos, que no pierden su naturaleza de pruebas personales por el hecho de
aparecer documentadas en las actuaciones, y sujetas, por consiguiente, a la valoración
que de las mismas realice el Tribunal sentenciador. Otro tanto cabe decir respecto a las

354
alegaciones que se vierten en el escrito que contiene el recurso de reforma interpuesto
por los querellados contra el auto de procesamiento.

En el mismo motivo, se señalan como documentos para acreditar la firmeza de la


sentencia de remate todos los folios del sumario, el recurso de reforma antes citado y la
propia sentencia de remate.

Los expresados no constituyen documentos a los efectos del número 2º del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por lo que resulta inviable
fundamentar en ellos el error que se invoca, máxime cuando de los citados tampoco se
infiere discrepancia alguna con lo que se dice en el relato de la sentencia.

Reitera la referida documentación respecto a la impugnación de la sentencia de


remate, posibilidad que se niega en el motivo y que la sentencia recurrida no descarta.

Lo aducido en el motivo no puede encontrar apoyo en los documentos antes


señalados ni en la diligencia de embargo llevada a cabo en el juicio ejecutivo y de la que
obra testimonio incorporado al sumario.

Por último, se cuestiona en el motivo lo recogido en los hechos probados acerca


de que los procesados Sergio y Magdalena habían cedido sus bienes a terceros en pago
de deudas. No puede, sin embargo, servir de apoyo a tal distanciamiento del relato
histórico, para el cauce procesal esgrimido, las declaraciones de varios de los
procesados, ya que, como antes de dijo, en modo alguno constituyen documentos
conforme a constante jurisprudencia de esta Sala. El error tampoco se infiere de las
escrituras de cesión referidas en el motivo.

El Tribunal de instancia no puede verse vinculado por lo que no constituyen


documentos, a los efectos del recurso de casación, y el Tribunal, por lo dicho, no
aparece discrepante respecto aquéllos que si tienen naturaleza documental. Así las
cosas, la entidad recurrente no puede pretender arrogarse la valoración de la prueba ya
que ello es competencia exclusiva del Tribunal, a tenor de lo dispuesto en el artículo
741 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. El motivo debe ser desestimado al no
constatarse el error basado en documentos que se postula.

355
SEGUNDO.- En el segundo motivo del recurso, por infracción de Ley, al
amparo del número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se invoca
falta de aplicación del artículo 519 del Código Penal.

Desde el respeto al relato histórico de la sentencia, que resulta obligado dado el


cauce procesal en que se ampara el motivo, éste no puede prosperar.

Queda claramente consignado en los hechos que se declaran probados en la


sentencia que la presunta situación de insolvencia que se invoca de los procesados, a
resultas de las cesiones de bienes realizadas, es consecuencia del pago de deudas
anteriormente contraídas.

Tiene declarado esta Sala que el delito de alzamiento de bienes requiere la


concurrencia de los siguientes presupuestos: a) la existencia de uno o más créditos
contra el sujeto activo, generalmente preexistentes y reales, y, de ordinario, vencidos,
líquidos y exigibles, si bien es frecuente que los defraudadores, ante la inminencia del
advenimiento de un crédito, se adelanten a su vencimiento, liquidez o exigibilidad,
frustrando las legítimas expectativas de los acreedores, mediante la adopción de
medidas de desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquellos y
eludir su responsabilidad patrimonial; b) un elemento dinámico consistente en destruir u
ocultar su activo, real o ficticiamente; c) un elemento tendencial o ánimo específico de
defraudar las legítimas expectativas generadas en el acreedor de poder cobrar sus
créditos; y d) que como consecuencia de las maniobras defraudatorias, devenga el
deudor total o parcialmente insolvente, o experimente una acusada, aunque ficticia,
disminución de su patrimonio, imposibilitando o dificultando a sus acreedores el cobro
de sus créditos (Cfr. sentencias de esta Sala de 24 de noviembre de 1989, 2 de
noviembre de 1990, 21 de enero y 14 de febrero y 23 de octubre de 1992).

En el caso que examinamos no concurren los presupuestos que viabilizan la


figura delictiva de alzamiento de bienes. No están presentes las maniobras
defraudadoras del crédito del acreedor al expresarse que los contratos de cesión de
bienes responden al pago de deudas anteriormente contraídas. El motivo debe ser
desestimado.

FALLO:
356
QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL
RECURSO DE CASACION por infracción de Ley, interpuesto por BANCO
COMERCIAL ESPAÑOL S.A., contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de
Valencia, de fecha 2 de mayo de 1986, en causa seguida por alzamiento de bienes.

Condenamos a dicha entidad recurrente al pago de las costas ocasionadas en el


presente recurso y a la pérdida del depósito legal que se le dará el destino previsto por la
Ley.

Comuníquese esta Sentencia a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos, con devolución de la causa que en su día remitió, interesando acuse de
recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

15-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 19 DE FEBRERO DE


1993

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 12 de los de Madrid instruyó sumario con


el número 94/85 contra Salvador, Sofía, Luz y Jose Ramón y, una vez concluso, lo
remitió a la Audiencia Provincial de Madrid que, con fecha 1 de febrero de 1991, dictó
sentencia que contiene el siguiente hecho probado: HECHOS PROBADOS.- "El
procesado Salvador , mayor de edad y sin antecedentes penales, socio mayoritario de
DIRECCION000 ., ante la delicada situación económica de dicha compañía afianzó en
unión de su esposa la también procesada Camila, y de otros fiadores no procesados, un
préstamo de 5.000.000 ptas. que el Banco de Santander concedió a la citada compañía
mercantil el día 18 de enero de 1982 y con vencimiento el 18 de enero de 1983. En
dicho contrato de préstamo los fiadores se obligaban solidariamente entre sí y con el
prestatario a la devolución de la cuantía del préstamo con sus intereses. La marcha
económica de DIRECCION000 no fue buena y ante la evidencia de que la sociedad
prestataria, que en el año 1983 promovió expediente de suspensión de Pagos, no podía
hacer frente a las obligaciones dimanantes del contrato, el procesado Salvador,

357
convenció a su esposa, persona de escasa cultura y con problemas psíquicos, nada
entendida en operaciones comerciales y que obraba al dictado de su cónyuge, que era
conveniente que la titularidad del piso propiedad del matrimonio sito en la calle
DIRECCION001 nº NUM000 pasara a nombre de la hija y el esposo de ambos,
recientemente casados, los también procesados Luz y Jose Ramón , quienes conocían la
delicada situación económica de DIRECCION000 y el riesgo de que el piso fuera
embargado y adjudicado a terceros y querían ayudar a su padre y suegro, evitar ese
presumible resultado. En efecto, el día 29 de diciembre de 1982 los cónyuges Salvador
y Sofía otorgaron escritura de compraventa ante el Notario de Madrid D. Emilio Garrido
Cerda, en favor de D. Jose Ramón que lo adquiría en el precio de 2.000.000 pts. que
figuraban como ya entregados al vendedor por el comprador, para la sociedad conyugal
ya que estaba casado en régimen de gananciales con Luz. Ello no obstante el
matrimonio formado por Salvador y Sofía continuó habitando en el mismo piso, junto a
su hija y yerno.

Cuando el Banco de Santander instó ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 21 el


juicio ejecutivo nº 173/83 y se acordó con fecha 1 de marzo de dicho año el embargo
del piso citado y con fecha 7 de marzo se dictó sentencia de remate, la misma no pudo
ejecutarse por estar inscrito el piso a nombre de personas distintas de las demandadas,
con lo que el Banco de Santander no pudo hacer efectivo su crédito. 2.- La descripción
registral del piso es la siguiente: Piso NUM001, de la casa sita en esta capital y su calle
de DIRECCION001 nº NUM000. Situado en la planta NUM001, sin contar la baja ni
sótanos, parte anterior derecha del edificio.

Sus linderos son: frente Oeste, caja de escalera y patio derecha de la finca, al que
tiene cuatro huecos; derecha entrando Sur, con el piso letra NUM002; izquierda Norte,
con terrenos propiedad de los señores Miguel Ángel y Sara; y fondo, con la citada calle
de DIRECCION001, a la que tiene cuatro huecos, dos volados y dos con terraza. Consta
de cuatro dormitorios, comedor, cocina, baño, aseo de servicio, vestíbulo y pasillo.

Ocupa una superficie de ochenta y nueve metros cuadrados." 2.- La Audiencia


de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS.- "1.- Condenar a
Salvador, Luz y Jose Ramón como autores del calificado delito de alzamiento de bienes
a las penas de seis meses y un día de prisión menor al primero y a las de un mes y un
358
día de arresto mayor a los otros dos en todo caso con las accesorias de suspensión de
cargo público y derecho de sufragio durante el tiempo de la condena. 2.- Declarar nulo
el contrato de compraventa de 29 de diciembre de 1982 celebrado entre Salvador y
Sofía como vendedores y Jose Ramón como comprador, respecto del piso que se
describe en el relato de hechos probados de esta sentencia. 3.- Imponer a los condenados
el pago por terceras partes de tres cuartas partes de las costas del proceso incluidas las
de la acusación particular. 4.- Absolver libremente a Sofía del delito de alzamiento de
bienes de que venía acusada y declarar de oficio una cuarta parte de las costas del
juicio." 3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por
quebrantamiento de forma e infracción de Ley por los procesados Salvador , Luz y Jose
Ramón que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose
el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación de los


recurrentes formalizó el recurso, alegando los motivos siguientes:

PRIMERO.- Al amparo de lo dispuesto en el nº 1º último inciso del art. 851 de


la L.E.Cr., por quebrantamiento de forma, al consignar la sentencia recurrida como
hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la predeterminación
del fallo.

SEGUNDO.- Al amparo del art. 849,2º de la L.E.Cr., error en la apreciación de


la prueba, basado en documentos que obran en autos, que demuestran la equivocación
del Juzgador, sin resultar contradichos por otros documentos probatorios.

TERCERO.- Al amparo del art. 849,1º de la L.E.Cr., infracción por indebida


aplicación del art. 519 del C.P. al estimar indebidamente como crédito real y legítimo el
del Banco querellante.

CUARTO.- Al amparo de lo dispuesto en el art. 849,1º de la L.E.Cr.,


denunciando infracción, por indebida aplicación del art. 519 del C.P., al apreciar
indebidamente el Tribunal de Instancia la inexistente ocultación de los bienes
transmitidos.

359
QUINTO.- Al amparo del art. 849,1º por indebida aplicación del art. 519 del
C.P., al apreciarse en la sentencia recurrida una insolvencia deliberada, que no es tal.

SEXTO.- Se articula al amparo del art. 849,1º de la L.E.Cr., denunciando


infracción de Ley, por indebida aplicación del art. 519 del C.P., al considerar existente
el inexistente ánimo de defraudar a los condenados. SEPTIMO.- Al amparo del art.
849,2º de la L.E.Cr., infracción, por indebida aplicación del art. 519 del C.P. al
producirse quebrantamiento del principio Constitucional de igualdad en la aplicación de
la Ley ( art. 14 de la C.E.). OCTAVO.- Al amparo del art. 849,1º de la L.E.Cr.,
infracción por indebida aplicación del art. 519 del C.P. y de la jurisprudencia que lo
interpreta, al contener su pronunciamiento orden de nulidad del contrato de
compraventa, pese a no contener tal petición ni el Ministerio Fiscal ni la acusación
particular en sus escritos de calificación provisional.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, lo impugnó. La Sala


admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando por
turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día 10


de febrero de 1993.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El recurso conjunto de los tres procesados se articula en ocho


motivos de casación, abriéndose por uno de quebrantamiento de forma, amparado en el
nº 1º, último inciso, del art. 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denunciando a la
sentencia impugnada por consignar como hechos probados conceptos que, por su
carácter jurídico, implican predeterminación del fallo. El quebrantamiento de forma
recogido en el inciso final del número 1º del art. 851 de la ley procesal penal, encuentra
su razón de ser en evitar la sustitución de un hecho o sucesión de hechos, elemento
fáctico de la sentencia penal, por un concepto jurídico, en cuanto significa una
irrazonable anticipación conceptual de la subsunción jurídica, que ha de realizarse
lógica y cronológicamente después de tal exposición fáctica, pretendiendo así impedir el
pre- juicio, que por su irrazonabilidad es fuente de injusticia al traducir, además, en
consecuencias perjudiciales para el afectado en cuanto generadoras de indefensión por
360
coartar o aminorar las posibilidades negatorias de determinadas conductas y actuaciones
no descritas en la resolución judicial, que ha reemplazado el relato puro y aséptico del
hecho por su significación.

Una reiterada doctrina jurisprudencial ha recogido que la predeterminación del


fallo requiere para su estimación: a) Que se trate de expresiones técnico-jurídicas que
definan o den nombre a la esencia del tipo aplicado; b) Que tales expresiones sean por
lo general asequibles tan sólo para los juristas y no sean compartidas en el uso del
lenguaje común; c) Que tengan valor causal respecto al fallo y d) Que suprimidos tales
conceptos jurídicos dejen el hecho histórico sin base alguna -por todas, sentencia de 23
de diciembre de 1991-. La predeterminación del fallo precisa pues la utilización de
expresiones técnicamente jurídicas y con virtualidad causal respecto al fallo - sentencias
de 27 de febrero y 4 de octubre de 1982, 14 de febrero de 1986, 19 de febrero y 13 de
marzo de 1987, 26 de enero, 13 de marzo y 14 de abril de 1989, 18 de septiembre de
1991 y 17 de enero de 1992-. O sea, cuando la descripción del hecho se reemplaza por
su significación - sentencias de 12 de marzo y 11 de octubre de 1989-. En un cierto
sentido los hechos probados tienen que predeterminar el fallo, pues si en los mismos se
describe una conducta subsumible en un tipo penal, la consecuencia lógica se infiere
aunque se describa en la parte dispositiva o fallo de la sentencia, pero no es este el
sentido, sino que se produce exclusivamente por la utilización en el factum de
expresiones técnicamente jurídicas que definan y den nombre a la esencia del tipo
aplicable y aplicado, expresiones ajenas al gran público y al lenguaje común, con un
valor causalista del fallo, o sea predeterminación eficaz y causal, por lo que si
suprimidos tales anómalos conceptos jurídicos incrustados en el relato no dejan el hecho
histórico sin base alguna, huérfano de intelegibilidad y sentido, el vicio procesal no
existe.

El párrafo del relato probado que se tacha como predeterminantes del fallo
condenatorio de la sentencia recurrida es el siguiente: <<El procesado Salvador
convenció a su esposa, persona de escasa cultura y con problemas psíquicos, nada
entendida en operaciones comerciales y que obraba al dictado de su cónyuge, que era
conveniente que la titularidad del piso propiedad del matrimonio, sito en la c/
DIRECCION001 NUM000, pasara a nombre de la hija y el esposo de ambos...>> A la
361
vista de la doctrina expuesta debe desestimarse inexcusablemente el motivo, habida
cuenta que la expresión "convenció a su esposa" constituye una locución tan usual y
corriente, que puede ser comprendida por cualquier persona y que, además, carece de
carga jurídica alguna, no sólo porque es totalmente ajena a la tipicidad de la figura del
art. 519 del Código Penal, sino porque está absolutamente falta de cualquier
significación normativa. Por último hace referencia a una persona no condenada.

La carencia de fundamento en el motivo, se patentiza por su pretensión que un


párrafo desarticulado del hecho probado y que nada implica "per se", constituya el vicio
procesal denunciado.

SEGUNDO.- El siguiente motivo, al amparo del nº 2º del art. 849 de la Ley


procesal penal, denuncia error de hecho en la apreciación de la prueba basado en
determinados documentos no contradichos: un contrato de arrendamiento suscrito entre
el acusado, Salvador y Unicentro Habana, un impreso oficial obrante al folio 27, la
escritura de cancelación de hipoteca, letras libradas por Unicentro Habana, así como
diversas facturas.

La carencia de fundamento del motivo se destaca en el elemento fáctico


determinante de la condena del recurrente citado, que avaló como socio de
DIRECCION000 una póliza de crédito bancario concedida a tal entidad y ante el
previsible impago de tal deuda, decidió vender, veinte días antes de la fecha del
reintegro del crédito a Bansander, el piso en que residía, siendo compradores los
también recurrentes, hija y yerno que sabedores de la deuda y para evitar el embargo del
piso realizaron tal operación, burlando así el derecho de un legítimo acreedor.

Tales hechos determinantes del fallo condenatorio no se pueden desvirtuar con


los sedicentes documentos aducidos, que no se refieren para nada al aparente préstamo
del yerno al suegro.

No hace falta por ello examinar en este caso, como en otros acontece, la
virtualidad documental de los aducidos escritos, para desestimar el motivo, pues aun
admitiendo tal carácter a efectos casacionales y como aptos para demostrar el error facti,
nunca enervarían la otra parte del hecho probado. La sentencia impugnada, modélica,
describe en primer lugar los hechos acreditados y el mecanismo probatorio determinante
362
para después realizar diversas refutaciones, entre ellas el argumento defensivo del
motivo, relativo a que los anteriores negocios del procesado Salvador originaron
diversos gastos que fueron satisfechos con préstamos del coprocesado Jose Ramón y
que se reintegraron con la venta del piso. Destaca al respecto la sentencia de instancia:
a) El dato que la transmisión se realizara veinte días antes del vencimiento del crédito
bancario.

b) Que siguiera viviendo, tras la enajenación a su hija y yerno en la misma


vivienda.

c) Que no se abonara en efectivo el precio de tal venta, sino que se imputara a


préstamos anteriores realizados por el yerno, en tiempo que aún no había contraído
matrimonio con la hija.

d) Por ser hecho notorio que el mencionado yerno no podía disponer de dinero
para realizar tales préstamos, por carecer de fortuna propia y sus ingresos ser los propios
de un Oficial del Ejército.

e) Tras la adquisición de la vivienda por el joven matrimonio, éste marcha a


vivir a otro lugar y deja el adquirido para su padre.

f) El coprocesado adquirió como ganancial un piso, contraprestación de un


dinero privativo, pues estaba en tiempo del supuesto préstamo, soltero y g) Incluso con
referencia al pago de la supuesta deuda, el precio del piso, a juicio de los recurrentes, no
era superior en mucho en el año 1982 al que se hizo figurar en la escritura, mientras que
la deuda contraída de Luz con su yerno, si que era superior a tal precio y la cesión de tal
piso no era sino pago de dicha deuda.

Así, aun dando por supuesto que existieran tales deudas que los sedicentes
documentos acreditarían, ello no alteraría el dato de que fue, no para pagar las mismas,
sino para evitar que el piso fuera embargado por un acreedor legítimo, lo que determinó
tal venta simulada.

TERCERO.- El motivo correlativo, amparado en el nº 1º del art. 849 de la


Ordenanza procesal penal denuncia infracción de Ley por aplicación indebida del art.
519 del Código Penal, al estimarse inadecuadamente como crédito real y legítimo el del

363
Banco querellante. Pretende el motivo que el crédito del Banco de Santander no era real
y legítimo, ni generador de una deuda vencida y líquida, con olvido que la vía
casacional emprendida por los recurrentes exige un respeto absoluto al hecho probado y
cualquier alteración del mismo desencadena la inadmisión -en este trámite procesal la
desestimación-. El hecho probado 1, "in fine" describe al respecto que <<cuando el
Banco de Santander instó ante el Juzgado de Primera Instancia nº 21, el juicio ejecutivo
nº 173/83 y se acordó con fecha 1 de marzo de dicho año el embargo del piso citado y
con fecha 7 de marzo se dictó sentencia de remate, la misma no pudo ejecutarse por
estar inscrito el piso a nombre de personas distintas de las demandadas, con lo que el
Banco de Santander no pudo hacer efectivo su crédito>>. Tal relato patentiza la
existencia de un crédito real y fue estimado en la sentencia de remate, o sea tras un
proceso ejecutivo. No fue la carencia de virtualidad, ni la falta de legitimidad del
crédito, sino la elusión de la responsabilidad patrimonial contraída para burlar el
derecho del acreedor a recuperar su dinero e intereses.

El motivo pretende alterar el intangible factum, con lamentable olvido de que


aquí sólo se cuestiona el error iuris, pretendiéndose en esta vía penal atacar el crédito
extemporáneamente, cuando en la propia vía civil precedente no compareció y fue
declarado en rebeldía. Tampoco la defensa planteó tal cuestión, en las conclusiones
provisionales que elevó a definitivas en el acto del juicio, ello constituiría una cuestión
nueva proscrita en casación.

Además la introducción de tal dato fáctico quebranta la línea casacional del


motivo emprendido y se encuentra en abierta contradicción con el hecho probado.

Todo ello hace obligada la desestimación del motivo.

CUARTO.- El correlativo, amparado en el mismo precepto procesal que el


precedente, denuncia indebida aplicación del art. 519 del Código Penal, al apreciar
indebidamente la existencia de ocultación, porque la escritura se formalizó ante Notario,
lo que presupone la ausencia de todo planteamiento de ocultación.

Con tal argumentación del motivo se confunde e involucra la ocultación de los


bienes, no ha existido ciertamente la ocultación material, pero sí la jurídica que se
patentiza en el hecho probado, cuando se describe al acreedor, que en virtud de un título
364
judicial pretende la posesión habiendo desaparecido el requisito de la titularidad para
hacerla efectiva. Existía en tal momento del fallido apremio un nuevo titular registral
por virtud de la maniobra transmisiva, realizada de consenso por todos los recurrentes.

No se precisa la ocultación material que, por otra parte resulta imposible en los
inmuebles, bastando cualquier ardid para sacar dicho bien, afecto a la responsabilidad
universal proclamada en el art. 1911 del Código Civil, para la existencia de la
infracción.

Como ha destacado la sentencia de esta Sala de 6 de marzo de 1991, el delito de


alzamiento de bienes adopta muy diversas modalidades, todas alrededor de esta típica
conducta del deudor que busca la fuga, la ocultación, la defraudación, la falsedad, el
engaño y el perjuicio para quienes son legítimos acreedores y proteger indirectamente a
todo acreedor respecto a las disminuciones patrimoniales fraudulentas provocadas por el
deudor - sentencia de 8 de mayo de 1990- pues lo que castiga en definitiva el art. 519
del Código Penal es la exclusión de elementos patrimoniales a las posibilidades de
ejecución de los acreedores - sentencia de 17 de abril de 1990-.

QUINTO.- El correlativo motivo, con el mismo amparo que el precedente,


denuncia la indebida aplicación del art. 519 del Código Penal al apreciarse en la
sentencia recurrida una insolvencia deliberada que no es tal.

Luego en la fundamentación los recurrentes sostienen que la sentencia de


instancia no menciona tan esencial elemento y sí el deudor pagó a alguno de sus
acreedores, aún en perjuicio de los demás, su conducta estaría justificada, aun no
existiendo prelación de créditos.

La omisión de la insolvencia en la sentencia impugnada carece de relevancia


alguna, porque la doctrina de esta Sala ha ido progresivamente evolucionando en este
punto del delito del art. 519 del Código Penal, desde la insolvencia total a la parcial -
sentencias de 22 de noviembre de 1990 y 4 de febrero de 1991, que comprenden más
precisamente la real o ficticia, la total o parcial, - sentencia de 17 de enero de 1992- que
estima suficiente para la consumación delictiva una insolvencia aparente. La de 13 de
febrero del mismo año configura el tipo penal como un delito de tendencia en el que
basta la intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación, como el que
365
obstaculiza la vía de apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total o
absolutamente cerrada, pues el principio real pertenece, no a la fase de perfección del
delito, sino a la de su agotamiento-. Reiteran la exigencia de la insolvencia real o
ficticia, total o parcial las de 14 de febrero, 7 de abril, 12 y 26 de junio, 11 y 17 de
septiembre de 1992, insistiendo la de 28 de febrero de dicho año, que el delito de
alzamiento de bienes no consiste en un delito de insolvencia, toda vez que la insolvencia
del autor no es un elemento necesario del tipo del delito, lo decisivo no es la
enajenación de los bienes del patrimonio, sino la frustración (mediante insolvencia o no)
de la ejecución de las pretensiones de los acreedores.

En cuanto al otro punto del motivo, respecto al pago a otro acreedor que el
hecho probado no niega tajantemente, omite la realidad del pago entre los coprocesados,
al contradecir que el recurrente Jose Ramón hubiese prestado dinero a su suegro, el
coprocesado Salvador, por lo que tal alegación del motivo, frontalmente contraria al
factum , determina su desestimación.

SEXTO.- Por la misma vía casacional que los precedentes, sigue estimando la
indebida aplicación del art. 519 del Código Penal "al considerar existente el inexistente
ánimo de defraudar de los condenados" (sic).

El motivo tiene que ser desestimado inexcusablemente, pues no respeta el hecho


probado, que se completa con los oportunos fundamentos jurídicos.

SEPTIMO.- Por la vía del art. 849,2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se


denuncia la violación del principio de igualdad consagrado en el art. 14 de la
Constitución Española.

Se sostiene que otro Banco presentó otra querella en otro Juzgado de Instrucción
de Madrid, por los mismos hechos aquí perseguidos y condenados y se archivó por no
estimar los hechos constitutivos de delito.

No se pueden estimar elementos desiguales, designados como iguales, pues eso


contraría el principio de igualdad, y no puede equipararse una condena penal con
amplitud de contradicción, publicidad e inmediación con un archivo de querella. Son
elementos diferentes, de alcance y entidad tan diversa que no pueden equipararse, ni
siquiera por mor de defensa. Por otra parte, como con acierto destaca el Ministerio
366
Fiscal, ello afectaría a la otra entidad bancaria, que vio archivada su querella por tales
hechos, pero en modo alguno alcanzaría a afectos al "non bis in idem" a los recurrentes.

La igualdad ante la Ley hay que entenderla como parificación de los ciudadanos
ante el ordenamiento jurídico en idénticas circunstancias, con las mismas cualidades,
méritos o servicios y con paralelo comportamiento y conducta.

El motivo debe desestimarse, porque no afecta al principio de igualdad, ni


compara a los recurrentes con otros y desde el punto de vista de los querellantes, carece
de legitimación para tal denuncia.

OCTAVO.- El último motivo del recurso, por la vía del nº 1º del art. 849 de la
Ley procesal penal, denuncia indebida aplicación del art. 519 del Código Penal por
declararse en la sentencia la nulidad del contrato que no han solicitado ninguna de las
acusaciones.

El motivo debe rechazarse por su inexactitud, porque en el acto del juicio oral
consta que la acusación particular modificó la sexta conclusión en el sentido de solicitar
la nulidad de la escritura pública y las demás a definitivas.

El recurso debe ser desestimado por ello.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACION por infracción de Ley y quebrantamiento de forma,
interpuesto por los procesados, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de
Madrid, de fecha 1 de febrero de 1991, en causa seguida a Salvador, Luz, Jose Ramón y
otra, por delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dichos recurrentes al pago de las
costas ocasionadas en el presente recurso. Comuníquese la presente resolución a la
mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos, con devolución de la causa que
remitió en su día, interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

367
16-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 25 DE FEBRERO DE
1993

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 2 de Madrid, instruyó sumario con el


número 3 de 1.988, contra Franco, y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia
Provincial de Madrid, que, con fecha nueve de octubre de mil novecientos noventa,
dictó sentencia que contiene el siguiente hecho probado: El día 3 de Junio de 1.985, el
procesado Franco, mayor de edad y sin antecedentes penales, titular de una empresa de
transporte de mercancías y su esposa, la también procesada María Antonieta, fallecida el
uno de diciembre de 1.989, procedieron de mutuo acuerdo a otorgar escritura de
capitulaciones matrimoniales en virtud de la cual se adjudicaba a esta última una
vivienda sita en el nº NUM000 de la c/ DIRECCION000 de Madrid, único inmueble
existente en la sociedad legal de gananciales, disuelta en base a meritadas capitulaciones
que fueron inscritas en el Registro de la Propiedad en fecha 11 de junio de 1.985. Con
anterioridad a tan citadas capitulaciones y ante la Magistratura de Trabajo nº 10 de
Madrid, se iniciaron con el nº 1.429/84, actuaciones de despido a instancia de Victor
Manuel, trabajador de la empresa propiedad del acusado, autos que concluyeron por
sentencia de 10 de enero de 1.985, en la que se decretaba improcedente meritado
despido, condenando a Franco, bien a readmitir al trabajador, bien a abonarle 1.185.620
pesetas más los salarios de tramitación devengados. Ante tal resolución, Franco,
readmitió al trabajador, si bien las condiciones a que este se vio sometido -consistentes
primordialmente en la carencia de actividad laboral- provocó el que con fecha 21 de
mayo 1.985 instara Víctor Manuel la resolución de la relación laboral y el abono de la
indemnización que la correspondiera, pretensión que fue acogida por la Magistratura de
Trabajo, fijando en fecha tres de julio de 1.985 como indemnización la suma de
1.252.281 pesetas. La disolución de la sociedad legal de gananciales y la adjudicación
de la vivienda antes referida a la esposa, provocó la imposibilidad de ejecutar anterior
resolución, declarándose insolvente a Franco por auto de 29 de julio de 1.986, haciendo
frente el Fondo de Garantía Salarial a la indemnización establecida, hasta el límite
fijado por la normativa entonces vigente.
368
2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

FALLAMOS: Que debemos condenar y condenamos al procesado Franco como


responsable en concepto de autor de un delito de alzamiento de bienes a la pena de SEIS
MESES Y UN DIA DE PRISION MENOR, con sus accesorias de suspensión de todo
cargo público y derecho de sufragio por el tiempo de la condena, al pago de la mitad de
las costas procesales. Se declara extinguida por fallecimiento las responsabilidades
penales que por los hechos enjuiciados pudieran derivarse contra María Antonieta,
declarándose de oficio la mitad de las costas procesales. Se decreta la nulidad de las
capitulaciones matrimoniales otorgadas por el procesado y su esposa en fecha 3 de junio
de 1.985, debiéndose cancelar la inscripción registral de las mismas. Recábese del
Instructor la pieza de responsabilidad civil concluida conforme a derecho. Contra esta
sentencia cabe recurso de casación por infracción de ley, y quebrantamiento de forma
ante la Sala Segunda del Tribunal Supremo que, en su caso, habrá de interponerse en el
plazo de cinco días contados a partir de la notificación presente.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de ley, por el procesado Franco, que se tuvo por anunciado, remitiéndose a
esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.

4.- El recurso se basó en los siguientes motivos:

Primero.- Por infracción de ley, al amparo del número 1º del artículo 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 519 del Código
Penal.

Segundo.- Por infracción de ley, al amparo del número 1º del artículo 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, por inaplicación del artículo 8.11º del Código Penal.

Tercero.- Por infracción de ley, al amparo del número 1º del artículo 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, por infracción del artículo 101 del Código Penal en
relación con el 1.392 del Código Civil.

369
5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el
mismo, quedando conclusos para el señalamiento de fallo, cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el fallo, se celebró la votación el pasado día 18


de los corrientes.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El primer motivo de impugnación, al amparo del número 1º del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia aplicación indebida del
artículo 519 del Código Penal, ya que, según el recurrente, no concurren los requisitos
jurisprudenciales que configuran el delito de alzamiento de bienes, basándose en los
hechos probados de la Sentencia de instancia. Y así, expresa que no existía título
obligacional del que emanara una deuda exigible y válida, por cuanto que dicho título se
produce cuando la Magistratura de Trabajo fija, en fecha 3 de Julio de 1.985, como
indemnización la suma de 1.252.281 pesetas mientras que la escritura de capitulaciones
matrimoniales se otorgó el 3 de Junio del mismo año. Así mismo, cuestiona el
recurrente la concurrencia de un ánimo de defraudar, ya que el otorgamiento de la citada
escritura supone la realización de un acto lícito, verificado cuando aún no podía
considerarse deudor.

Tampoco, asevera, es equiparable la firma de la escritura a "la desposesión de


sus bienes", y por último, tampoco estima concurre el elemento referente a que la
situación de insolvencia, como consecuencia de las maniobras fraudulentas, hiciera
ineficaz el derecho del acreedor.

Sin embargo, 1º) si bien es cierto que la escritura de capitulaciones


matrimoniales fue anterior al señalamiento de la indemnización, por resolución del
contrato en favor del trabajador por la Magistratura, también la narración fáctica afirma,
que las actuaciones del despido, a instancia de aquel, concluyeron por Sentencia de 10
de Enero de 1.985, en la que se decretó la readmisión o el abono de 1.185.620 pesetas,
más el importe de los salarios de tramitación devengados. Y que el procesado, si bien lo
readmitió, no le proporcionó ocupación laboral, por lo que con fecha 21 de mayo del
mismo año 1.985, el trabajador instó la resolución de la relación laboral y el abono de la
370
correspondiente indemnización fijada definitivamente por la suma mencionada, el 3 de
Julio siguiente. El recurrente, pues, ante la perspectiva de la resolución del contrato y
señalamiento de la indemnización ya solicitada, el 21 de mayo, otorga la escritura de
capitulaciones matrimoniales el 3 de junio, en la cual, se adjudica a su esposa el único
bien inmueble existente en la sociedad de gananciales, de tal forma, que aunque la
fijación de la indemnización fue un mes después de aquel otorgamiento, dicha
adjudicación provocó la imposibilidad de hacerla efectiva, y en consecuencia, se le
declare insolvente por la Magistratura.

La sentencia de esta Sala de 26 de Febrero de 1.990 declaró que, aunque han de


existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, puede ocurrir que cuando la
ocultación se produce, no fueran vencidos o fueran ilíquidos, y por ende, aún no
exigibles, pero ello no impide que, ante la perspectiva de una deuda ya nacida, pero aún
no ejercitable, alguien realice un verdadero y propio alzamiento de bienes.

2º) La expresión "en perjuicio de sus acreedores", que emplea la dicción del
artículo 519 del Código Penal, ha sido interpretada por la doctrina de esta Sala -cfr.
Sentencias 13 y 14 Febrero, 13 Mayo y 17 Setiembre 1.992-, no como exigencia de un
perjuicio real y efectivo en el titular de un derecho de crédito, sino en el sentido de
intención del deudor que pretende poner a salvo algún bien o todo su patrimonio en su
propio beneficio, o en el de alguna persona muy allegada, obstaculizando así la vía de
apremio de los acreedores. Es por ello, que el delito de alzamiento de bienes, se
configura como un delito de tendencia en el que basta que se lleve a cabo esa ocultación
de bienes que es el resultado exigido por el tipo, ya que el perjuicio real pertenece no a
la fase de perfección del delito, sino a la de agotamiento.

Es evidente, pues, la existencia de ese ánimo tendencial en el procesado, dirigido


a lograr la frustración de la acción del trabajador puesto que, y así se manifiesta en el
fundamento de derecho primero de la Sentencia impugnada, el otorgamiento de las
capitulaciones matrimoniales tuvo como única finalidad preservar la vivienda, al no
acreditarse razón alguna que justificara la desarmonía conyugal que pudiera servirle de
fundamento, y la materialización de tal ánimo, se logró mediante dicho otorgamiento y
el acceso de la correspondiente escritura al Registro de la Propiedad, que determinó al
Magistrado a denegar el embargo de dicho inmueble, con la consiguiente declaración de
371
insolvencia del procesado, al no ser titular de otros bienes sobre los que hacer efectiva la
pertinente vía de apremio.

La configuración del delito de alzamiento como una infracción tendencial o de


mero riesgo, priva de valor a la alegación del recurrente de no haberse hecho ineficaz el
derecho del trabajador, al haber sido satisfecha, hasta el límite que establecía la
normativa vigente, el Fondo de Garantía Salarial, ya que el tipo delictivo que se
examina, no requiere una insolvencia real y efectiva sino una verdadera ocultación de
bienes. La responsabilidad subsidiaria del Fondo, se establece para los supuestos de
insolvencia en las situaciones que se refiere en el artículo 33 del Estatuto de los
Trabajadores, previa condena de la empresa y subsiguiente insolvencia, para poder
exigir del Fondo el pago de lo que corresponda en su caso.

El motivo, pues, debe rechazarse.

SEGUNDO.- En el correlativo motivo, por la vía procesal del número 1º del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se denuncia la inaplicación del
artículo 8.11ª del Código Penal, en relación con los artículos 9,3, 24 y 25 de la
Constitución y 1.392.4º del Código Civil. Sostiene el recurrente que su conducta se
halla justificada al haber obrado en el ejercicio legítimo de un derecho al otorgar la
escritura de capitulaciones matrimoniales, ya que la disolución y liquidación de la
Sociedad de Gananciales la estima un acto lícito y un derecho que se reconoce a los
cónyuges en el nº 4 del artículo 1.392 del Código Civil, y no se puede convertir el
ejercicio de un derecho en un delito, contraviniendo el principio de legalidad penal.

Mas al argumentar así, olvida el recurrente, que el propio Código Civil que
invoca en su artículo 7º, establece que los derechos deberán ejercitarse conforme a las
exigencias de la buena fe y que la ley no amparará el abuso del derecho o el ejercicio
antisocial del mismo. Y mucho menos, que al amparo del ejercicio de un derecho
legítimo, se incida en una infracción del tipo penal, siendo aquel el medio "legal" para
su realización. Las capitulaciones matrimoniales, son válidas y ésta regulado su
otorgamiento por el ordenamiento civil entre los cónyuges, pero no cuando aquéllas
tienen una finalidad ilícita, cual es, salvaguardar la vivienda del procesado, de las
acciones, también legítimas, del trabajador dirigidas a obtener el resarcimiento de su

372
crédito. El delito de alzamiento de bienes, exige como uno de sus requisitos esenciales,
el de la ocultación, enajenación o desaparición de los bienes del deudor, sea cual fuere
el medio utilizado para ello, imposible de delimitar en un numerus clausus, pudiendo
indudablemente cometerse a través de un negocio jurídico ficticio o bien real, pero con
una finalidad que incida en dicho tipo penal. Procede, pues, la desestimación del
motivo.

TERCERO.- Por el mismo cauce procesal que el precedente, se formula el tercer


motivo de impugnación, en el que se aduce infracción del artículo 101 del Código
Penal, en relación con el artículo 1.392 del Código Civil. Continúa argumentando el
recurrente que no se puede declarar la nulidad de las capitulaciones matrimoniales, al
tratarse de un derecho reconocido a los cónyuges, en el precepto citado del Código
sustantivo civil y porque la responsabilidad civil sólo puede comprender la reparación
del daño causado, la restitución o la indemnización de daños y perjuicios, sin que la Ley
la extienda a otros conceptos.

Mas al mantener tal tesis el recurrente, olvida que una reiteradísima doctrina
jurisprudencial, -cfr. Tribunal Supremo Sentencia, 16 Marzo, 16 Abril, 8 Julio 1.992-,
ha declarado que en materia de responsabilidad civil dimanante del delito de alzamiento
de bienes, lo que tiene que efectuar la Sentencia condenatoria, es restituir el orden
jurídico perturbado por la infracción, que en tales supuestos, no puede ser otro que el de
reintegrar al patrimonio del deudor los bienes indebidamente extraídos del mismo, para
que respondan del crédito existente, decretando la nulidad de los contratos fraudulentos,
siempre que lo hayan solicitado el Ministerio Fiscal o la parte acusadora y figuren en la
causa las partes del negocio cuestionado. En concordancia con la doctrina expuesta y la
petición verificada por el Ministerio Fiscal a la que se adhirió la acusación particular y
presentes todas las partes, no puede estimarse infringido el precepto penal alegado, y el
motivo debe rechazarse.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACION por infracción de ley, en ninguno de sus motivos,
interpuesto por la representación del procesado, contra sentencia dictada por la

373
Audiencia Provincial de Madrid, de fecha nueve de octubre de mil novecientos noventa,
en causa seguida a Franco, por delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dicho
recurrente al pago de las costas ocasionadas en el presente recurso.

Comuníquesela presente resolución a la mencionada Audiencia a los efectos


oportunos, con devolución de la causa, que en su día se remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

17-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE MAYO DE 1995

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 20 de Barcelona instruyó sumario con el


número 3416/91-PA contra Simón y Octavio y, una vez concluso, lo remitió a la
Audiencia Provincial de la misma Capital que, con fecha 30 de Mayo de 1994, dictó
sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

Se declara probado que el acusado Simón, mayor de edad y sin antecedentes


penales, en su condición de accionista único y administrador de la compañía mercantil
"DIRECCION000.", dedicada a la fabricación, reparación y comercialización de
aparatos electrónicos, con domicilio social en la calle DIRECCION001 NUM000 de
Barcelona, instó en fecha 9 de Noviembre de 1.987 ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 11
de Barcelona la declaración en estado legal de suspensión de pagos de la sociedad; en
este expediente judicial de suspensión de pagos los interventores designados
judicialmente emitieron dictamen de fecha 26 de Mayo de 1.988 en el que se formulaba
un balance que cifraba el pasivo en 435,750.355 ptas., y el activo en 392,714.101 ptas.;
entre las partidas del activo figuraban la de maquinaria por importe de 19,682.000 ptas.,
la de instalaciones por importe de 24,323.000 ptas., la de aparatos, útiles y herramientas
por valor de 7,682.000 ptas., equipo informático por importe de 9,231.000 ptas.,
mobiliario por valor de 12,206.000 ptas., valor de 2,400.000 ptas. El expediente de
374
suspensión de pagos fue sobreseído por falta de quorum para la válida celebración de la
Junta de acreedores.

En fecha 5 de Junio de 1.989 por el mismo Juzgado de 1ª Instancia nº 11 fue


declarada la quiebra necesaria de la sociedad DIRECCION000, a instancias de la
entidad Gaelco S.A., acreedora de la misma.

En este juicio universal de quiebra, en el que no compareció el acusado Simón,


resultó infructuosa la diligencia de ocupación de bienes y libros de contabilidad que se
intentó practicar el 9 de Mayo de 1.989 en el domicilio social de la DIRECCION001,
por haberse ausentado de él la sociedad sin haberlo puesto en conocimiento del Juzgado
ni de los interventores de la suspensión de pagos, y sin dejar tampoco constancia en el
Registro Mercantil del cambio de domicilio; asimismo resultó infructuosa la diligencia
de ocupación que intentó practicarse el día 5 de Julio de 1.989 en un local de la calle
DIRECCION002 nº NUM001 de Hospitalet de Llobregat donde la sociedad había
trasladado sus bienes; finalmente en un almacén sito en la Avda. de DIRECCION003,
nº NUM002 de Viladecans, fue localizada una parte de los bienes de la sociedad, siendo
este local propiedad de Remedios , madre del acusado, que promovió un juicio de
desahucio, tras el cual esos bienes fueron trasladados a un lugar que se ignora, sin que
conste el valor de los mismos. En el citado procedimiento de quiebra se abrió la
correspondiente pieza de responsabilidad, en la que recayó sentencia firme de 4 de
Septiembre de 1.990 calificando la quiebra como fraudulenta.

El acusado Simón en fecha no determinada hizo entrega a su primo y también


acusado Octavio , mayor de edad y sin antecedentes penales, de un programador, un
televídeo y un osciloscopio pertenecientes a DIRECCION000, sin que conste que este
último tuviera conocimiento de la suspensión de pagos y posterior declaración de
quiebra. Octavio desde el momento en que fue requerido judicialmente a reintegrar
dichos bienes, mostró su disposición a hacerlo, efectuándose finalmente la entrega de
los mismos a la sindicatura de la quiebra en fecha 16 de Diciembre de 1.993.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

375
FALLAMOS: Que debemos ABSOLVER y ABSOLVEMOS a Octavio del
delito de complicidad en insolvencia fraudulenta que le imputaba por el Ministerio
Fiscal, declarando de oficio la mitad de las costas causadas.

Y debemos CONDENAR y CONDENAMOS al acusado Simón, como autor


criminalmente responsable de un delito de quiebra fraudulenta, a la pena de UN AÑO y
SEIS MESES de prisión menor, con su accesoria de suspensión de cargo público y
derecho de sufragio por el mismo tiempo y al pago de la mitad de las costas procesales.

Le condenamos asimismo a que indemnice a la masa de la quiebra de la entidad


DIRECCION000 en la cantidad que se determinará en ejecución de sentencia
equivalente a la diferencia del pasivo sobre el activo que resulte del juicio universal de
quiebra, que se sigue en el Juzgado de 1ª Instancia nº 11 de esta ciudad.

Reclámese del Juzgado instructor la conclusión y remisión de la pieza de


responsabilidad pecuniaria.

Para el cumplimiento de la pena impuesta declaramos de abono todo el tiempo


en que el acusado haya estado privado de libertad por esta causa, siempre que no le
hubiera sido computado en otra.

Notifíquese que contra la presente resolución cabe interponer recurso de


casación por infracción de ley o por quebrantamiento de forma, dentro del plazo de
cinco días.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de Ley, por el procesado Simón, que se tuvo por anunciado, remitiéndose a
esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.

4.- La representación del procesado basa su recurso en los siguientes MOTIVOS


DE CASACION:

PRIMERO.- Al amparo del número 1 del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, señalándose como infringido, por aplicación indebida, el
artículo 520 del Código Penal.
376
SEGUNDO.- Al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
se articula y alega la vulneración del principio de presunción de inocencia consagrado
en el artículo 24.2 de la Constitución Española.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto la Sala lo admitió a


trámite, quedando conclusos los autos para señalamiento de deliberación cuando por
turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para la deliberación, ésta se celebró el día 16 de Mayo


de 1995.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

UNICO.- El presente recurso se basa en una única cuestión articulada en dos


diferentes motivos con distinta perspectiva. Por un lado sostiene que la infracción del
art. 520 CP. alegando que el recurrente no ha obrado con "la intención de perjudicar a
sus acreedores", razón por la cual -dice la Defensa- "falta uno de los elementos del tipo:
el requisito subjetivo de lo injusto y, en consecuencia, no puede concluirse que se de el
tipo del art. 520 CP.". Por otro lado, afirma el recurrente que se ha vulnerado el art. 24.2
CE pues se ha considerado acreditado "el ánimo de defraudar a los acreedores", cuando
"de todo lo actuado se desprende que el procesado actuó con el "único objetivo de
preservar el patrimonio de la sociedad quebrada".

El recurso debe ser desestimado.

a) El texto del art. 520 CP. no hace referencia alguna a especiales elementos
subjetivos de la autoría, para decirlo con una terminología más clásica, a especiales
elementos subjetivos de lo injusto. La cuestión de si además del dolo este delito requiere
un particular "animo de defraudar a los acreedores", por otra parte, ha dividido la
opinión de la doctrina. Mientras algunos autores requieren tal "animo de defraudar",
otros se limitan a exigir que el autor haya obrado con dolo, es decir, con conocimiento,
y en su caso voluntad, de la realización de la acción descrita en el tipo penal. En la
jurisprudencia se ha sostenido que es preciso que el autor haya obrado con "ánimo de
defraudar a los acreedores" y se ha considerado este elemento, ocasionalmente, como
dolo específico (ver SSTS 13-6-59; 29-3-68; 20-12-69; 23-6-78; 23-3-79, entre otras).
Sin embargo, la jurisprudencia ha reconocido que el delito del art. 520 CP. puede ser
377
cometido en forma imprudente, es decir, que puede ser sancionado mediante el art. 565
CP (ver también entre otros SSTS 13-6-59; 9-4-69; 20-12-69; 27- 6-72; 20-6-77), punto
de vista que da lugar a la cuestión de si este ánimo de defraudar constituye realmente un
elemento subjetivo diferente del dolo. En efecto, por regla, la jurisprudencia ha excluido
una aplicación del art. 565 CP. cuando el delito requiera un especial elemento subjetivo
no compatible con la realización imprudente del tipo. De ello cabe deducir que cuando
en los precedentes de esta Sala se ha entendido que la punibilidad requiere que el autor
haya obrado con ánimo de defraudar, en realidad, ha hecho referencia simplemente al
carácter doloso de la acción típica.

Esta visión del problema resulta, además, confirmada por la sencilla razón que el
carácter criminal de la quiebra fraudulenta no es consecuencia de una actitud anímica
especial del autor, sino que el disvalor de la conducta punible, al menos en el caso de
ocultamiento y alzamiento (art. 890,1º C. Com.), está ya íntegramente dado en el caso
en el que el autor sabe que oculta bienes a la masa, pues ello implica necesariamente
una reducción de las posibilidades de ésta de satisfacer sus créditos. La cuestión de si
todos los supuestos del art. 890 C. de comercio tienen la misma estructura subjetiva que
el número primero de dicho artículo, puede quedar aquí abierta a nuevas
consideraciones, dado que en el presente caso la Audiencia aplicó dicho supuesto y el
recurrente no cuestiona este aspecto de la sentencia recurrida.

b) Aclarada la configuración del tipo subjetivo del delito del art. 520 CP.,
aplicado en relación al art. 890,1º C. de Com., la decisión del presente caso no resulta
problemática. En la medida en la que de los precedentes jurisprudenciales de esta Sala
no es posible deducir que el ánimo de defraudar sea un elemento distinto del dolo, la
pretensión del recurrente no puede prosperar, dado que se fundamenta en una exigencia
que la ley no establece y que la jurisprudencia no ha entendido necesaria.

Tampoco cabe pensar en una vulneración del art. 24.2 CE., dado que el derecho
a la presunción de inocencia no puede ser vulnerado por la falta de prueba de un
elemento que no constituye un presupuesto de la punibilidad recogido en el tipo
(garantía) del delito, es decir, en aquella forma más general del tipo penal que recoge
íntegramente todos los presupuestos que condicionan la punibilidad.

378
Por lo demás, si el procesado supo -como ha establecido el hecho probado- que
entregaba parte de los bienes a un tercero y que otros los trasladaba fuera de la sociedad
quebrada, sin comunicarlo a los interventores de la suspensión de pagos y sin asentarlo
registralmente, no puede haber ignorado que, de esa manera, excluía del activo bienes
sobre los que no sería posible la ejecución, pues difícilmente podrían ser encontrados
por los acreedores. Acreditado esto no ofrece dudas que el saber lo que hacía, el
recurrente también sabía que perjudicaba a sus acreedores.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACION por infracción de Ley interpuesto por la representación del
procesado, Simón , contra Sentencia dictada el día 30 de Mayo de 1994 por la
Audiencia Provincial de Barcelona, en causa seguida contra el mismo y otro por un
delito de quiebra fraudulenta.

Condenamos al procesado recurrente al pago de las costas ocasionadas en este


recurso y a la pérdida del depósito si lo hubiere constituido.

Comuníquese esta resolución a la Audiencia mencionada a los efectos legales


oportunos, con devolución de la causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

18-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE OCTUBRE DE


1996

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 3 de Santander, instruyó Procedimiento


Abreviado con el número 249/90, contra Fermín y otros, y, una vez concluso lo remitió

379
a la Audiencia Provincial de la misma Capital, que con fecha dos de mayo de mil
novecientos noventa y cinco, dictó sentencia que contiene el siguiente hecho probado:

"HECHOS PROBADOS.- HECHO -A.- 1.- Benedicto nació en el seno de una


familia numerosa, de tradición agrícola y ganadera, que continuó desde joven, aunque
con pretensiones de constituir una Empresa que por su importancia fuera líder más allá
de los estrechos límites de la entonces -años 70- provincia de Santander. Las
connaturales dificultades que encontró las enfrentó activamente desde una actitud
individual y también colectiva, ya desde el asociacionismo sindical en un principio, ya
desde la participación política, ingresando en los años 70 en el partido
DIRECCION000, a través del cual llegó a presidir la Comisión de Agricultura del
Congreso de los Diputados.- El aspecto financiero era con todo el mayor obstáculo a sus
aspiraciones empresariales ante el desnivel entre el punto de partida y lo que quería
conseguir. Sus proyectos encontraron mejor acogida en la DIRECCION001, Sociedad
cooperativa por la que el Banco de Crédito Agrícola -instrumento financiero de la
política agrícola- canalizaba importantes beneficios en forma de subvenciones y créditos
agrícolas. Sin embargo Benedicto no podía acceder a créditos hipotecarios al no existir
bienes bastantes que hipotecar, por lo que DIRECCION001 -a través de su Presidente, a
la sazón Carlos Antonio (hoy fallecido)- y el Sr. Benedicto acuerdan articular la
financiación que necesita éste en una primera fase, a través de créditos puente (corto
plazo) materializados en el libramiento de letras financieras cuyo descuento se ingresa
en las cuentas corrientes del grupo del Sr. Benedicto , con cuyos saldos el Sr. Benedicto
adquiere bienes, fincas, inmuebles, maquinaria, animales, etc. En una segunda fase, las
deudas así contraídas se novarían en créditos hipotecarios, ya que en este segundo
momento aquellos bienes habrían pasado a propiedad del Sr. Benedicto y pudieran ser
hipotecados.- 2.- El conjunto de Empresas servía a una finalidad única, dirigidas en
definitiva por una persona - Benedicto - explotando la ganadería (cerdos, vacas,
gallinas, etc.), y estaba compuesto por "DIRECCION002" que después (E.P. de 20-7-
82) se transformó en "DIRECCION003"; "DIRECCION004"; "DIRECCION005);
"DIRECCION006), "DIRECCION007" (sociedad instrumental para comercializar los
productos del conjunto empresarial).- 3.- Un grupo de personas -familiares de Benedicto
y empleados de confianza servían al designio de Benedicto y firmaron los efectos

380
necesarios para la forma de financiación acordado por éste y el Sr. Carlos Antonio. Así:-
Carlos Ramón, cotitular de la Empresa "DIRECCION008" al 50% con Carmen, esposa
de Benedicto, a quien éste le pidió firmar algunas letras a lo que aquél accedió con el
propósito de colaborar con Benedicto a quien le estaba muy agradecido ya que lo que
tenía se lo debía a la ayuda pasada de Benedicto- - Carmen, ya mencionada, esposa de
Benedicto, quien colabora con su firma siempre que su esposo lo solicita.- - Carlos
Alberto , agente de ventas del DIRECCION009, quien también firmó cheques y letras a
petición inmediata de Pedro pero en el entendimiento de que provenía de Benedicto,
firma que plasmaba sin saber y en blanco en la confianza de que se hacía en interés del
éxito de la Empresa, y los descuentos no se ingresaron en su cuenta personal sino en las
del DIRECCION009- - Pedro, ya nombrado, hacía la función de contable en directo e
inmediato contacto con Benedicto y bajo su dirección, y a través del cual se solicitó la
firma de la mayoría de las letras financieras. Esta persona también obtuvo un crédito
personal, pero como tenía también como finalidad financiar el DIRECCION009, su
importe fue ingresado en cuenta de uno de los hermanos Benedicto (Juan Pedro). Por
este crédito se siguió procedimiento judicial ejecutivo, habiéndose ejecutado el crédito
sobre su vivienda.- - Narciso, hermano de Carmen, y, por consiguiente, cuñado de
Benedicto, trabajador de la Empresa y firmante de efectos a petición de Pedro, con
idéntica finalidad- - Silvio, jefe- administrativo de "DIRECCION004".- -Hermanos de
Benedicto: 1.- Juan Pedro : empleado y socio de algunas de las Empresas, administrador
único de "DIRECCION004".- 2.- Inocencio: colaborador, también, en su cuenta se
ingresan algunos de los préstamos solicitados por otros.- 3.- Daniel: hermano pequeño,
que explotaba el negocio familiar de vacas, que figuraba como presidente de la
"DIRECCION003".- 4.- Federico: Secretario de "DIRECCION004"; llevaba el
departamento del matadero.- 4.- La fórmula de financiación acordada, si bien ideada por
parte de la DIRECCION001 por el Sr. Carlos Antonio, tuvo su formalización y
ejecución a través de los distintos órganos de la Cooperativa, órganos decisorios, de
gestión e inspección, y sus resultados tuvieron en todo momento puntual expresión en la
documentación y Contabilidad de la Caja, con la excepción de que no pasaba el filtro
del Departamento de Riesgos, trámite ordinario para valorar las garantías del
solicitante.- Esta fórmula de financiación, a corto plazo, era frecuente en el tiempo a que
se contraen los hechos (1.977- 1981), y se basa en la confianza que suscitan la persona y
381
los proyectos de quien la demanda, y el excepcional riesgo que se asume (sin garantías
reales) se compensa con los beneficios excepcionales que se obtienen con los elevados
intereses que se devengan.- 5.- Las expectativas ofrecidas por el Sr. Benedicto no
tuvieron el refrendo de la realidad; y de esa manera en el año 1.981 una inspección del
Banco de España observó una deuda superior a 300 millones de ptas.; un riesgo
insoportable (concentración en el Sr. Benedicto de un riesgo superior al 10 % del total);
y una financiación irregular en cuanto se canalizó sin la garantía hipotecaria.- 6.- El Sr.
Benedicto a la vista de que se le exige una inmediata regularidad de la situación, pone
en marcha un mecanismo de reconocimiento de deuda con los siguientes datos: a) El 9
de Noviembre de 1.981 Carlos Alberto , avalado por el Sr. Silvio y Inocencio, otorga
Póliza de afianzamiento por importe de 25 millones de ptas. a favor de
DIRECCION001- b) El 13 de Enero de 1.982 "DIRECCION004" firma póliza de
préstamo de 97.998.000 ptas. con el Banco de Crédito Agrícola.- c) El 7 de Agosto de
1.982 se otorgan sendas Escrituras de Reconocimiento de Deuda por DIRECCION005 a
favor de DIRECCION001 por importe de 46.840.350 ptas., con la garantía hipotecaria
de finca de DIRECCION010, y por Daniel, por importe de 24.623.616 ptas. con
garantía hipotecaria.- d) El 24 de Agosto de 1.982 se otorgan tres escrituras de
reconocimiento de deuda a favor de DIRECCION001 por Narciso, por importe de
80.681.106 ptas., por DIRECCION005, por importe de 51.499.314 ptas., ambas con
garantía hipotecaria, y por Benedicto y Daniel y la sociedad "DIRECCION003" por
importe de 74.521.520 ptas., que posteriormente, el 7 de Octubre de 1.982 afianzan
personal y solidariamente Benedicto y Juan Pedro.- e) Por último, tras conversaciones
entre el Letrado Sr. Fontecha (Abogado de Benedicto) y el Sr. Ruiz de Velasco (por
Caja Madrid), el Sr. Notario de Santander, Roiz Quintanilla, elabora un Proyecto de
Escritura de Transacción que se rechaza por cartas de 18 de Septiembre de 1.989 y 3 de
Enero de 1.990 (Caixa y Caja Madrid), en las que se dicen las razones técnico-
económicas por lo que no es aceptable para la parte acreedora tal proyecto y se señala
cuál sería, a su juicio, la formulación correcta. En ambas cartas se expresa la necesidad
de que comparezca y afiance la esposa de Benedicto, en cuyo proyecto de transacción
no aparece.- HECHO -B.- El 12 de Octubre de 1.962 contrajeron matrimonio Benedicto,
comerciante, y Carmen bajo el régimen económico de gananciales.- El 28 de Mayo de
1.982 -79 días después del nombramiento de administradores provisionales en
382
DIRECCION001 por el Banco de España (Marzo de 1.982), y algo más de dos meses
antes al reconocimiento de deuda del grupo de Empresas DIRECCION009 con los
citados administradores- el matrimonio citado otorga Escritura Pública de
Capitulaciones Matrimoniales, pactándose la separación absoluta de bienes. Con
posterioridad Carmen hipotecó bienes adjudicados en la liquidación de gananciales en
garantía de deudas contraídas por su esposo y Empresas del Grupo.- HECHO -C.- 1.-
Lorenzo , dedicado a la industria de productos de la mar (pescado), en los años 70 idea
dar vida a una organización empresarial de importancia, para lo que necesita fuertes
inversiones lo que le obliga a pedir colaboración de personas, financiación externa para
la actividad que se pretende y la formalización de un marco jurídico de titularidad
empresarial. De este modo logra crear una red de Empresas y oficinas en diversos
puntos de la Península, Huelva, Madrid, Valladolid, Santander. En concreto: En el año
1.977 funda la DIRECCION011, con sede social en Huelva, capital social de 20
millones de ptas. y cuyo fin social es la explotación - comercialización de productos del
mar (pescado y marisco) -contando para esos fines con otra sociedad de la que también
es titular "DIRECCION012", que disponía de cinco barcos- contando con un
colaborador, Lucio , empleado -administrativo pero con poderes de la Empresa para
firmar efectos mercantiles (letras, cheques), teniendo tal Empresa abiertas cuentas
corrientes en Banco de Andalucía de Huelva (c/c nº NUM000, fecha de 29 de Mayo de
1.979).- 2.- En el año 1.979 funda en Santoña la Sociedad DIRECCION013 , con 1
millón de ptas. de capital social, con la finalidad de comercializar pescado en
colaboración con DIRECCION011 ., para la que nombró gerente a un pariente suyo,
Hugo, comenzando a trabajar con diversas entidades financieras de Santander, aunque
después se polarizó en la DIRECCION001, a través de su oficina en DIRECCION014,
en que se abrió el 3 de Julio de 1.979 cuenta corriente Nº NUM001, por motivo de que
en esta delegación trabajaban dos personas próximas a Lorenzo y Hugo, esto es, Juan
Miguel y Pedro Jesús.- 3.- Los ingresos en c/c de DIRECCION013 venían constituidos
en gran parte por remesas de talones procedentes de la cuenta de DIRECCION011,
firmados generalmente por Lucio. Cuando se recibían en la oficina de DIRECCION014
los citados empleados simplemente los posicionaban, con la única cautela impuesta
desde la Central desde mayo de 1.980, de que llamaban al interventor de la oficina
principal, José Carlos, indicándole que había llegado una remesa de talones (cantidad y
383
número), y el mismo día, se remitían a dicha oficina principal a través del taxi que
diariamente recorría los pueblos para esta función u otros propios del negocio. La
función de esta sucursal, de tan solo dos empleados, un local en extremo pequeño, era la
de captación de clientes, sin facultades, y como única documentación tenían las fichas
de posición. El control, la ficha contable y ficha valor y el establecimiento de relaciones
jurídicas se reservaban a la oficina principal. Los extractos enviados mensualmente a
DIRECCION013 fueron siempre positivos (algún mes llegó a 91 millones) hasta los
meses de febrero, marzo y abril de 1.981 que van apareciendo saldos negativos, por lo
que DIRECCION001, en Abril, pese a que acepta en primera instancia cheques contra
esta cuenta del Banco de Bilbao, posteriormente intenta sin éxito su devolución.- Con
periodicidad irregular (cada mes o dos meses) y por sorpresa un inspector interno de la
DIRECCION001 visitaba esta sucursal sin que se manifestara irregularidad alguna.- En
la Dirección de la DIRECCION001 llegó a ser considerado el Sr. Lorenzo por su
Presidente (Sr. Carlos Antonio) como un cliente a cuidar, de suerte que fue agasajado
con espléndidos almuerzos. La propia Caja le concedió una línea de descuento de 5
millones de ptas, y sobre todo, cuando hubo necesidad de mayor financiación la Caja se
la concedió mediante la firma de una póliza por importe de 50 millones de ptas. en
febrero de 1.981, para cubrir posibles descubiertos en cuenta. Se ha de recordar al
respecto que el Sr. Lorenzo a través de la Sociedad "DIRECCION012" arrastraba una
deuda inicial de 150 millones de ptas por la adquisición de cinco barcos a Astilleros de
Huelva, con lo que la necesidad de financiación era evidente.- 4.- A su vez gran parte de
los ingresos en la c/c de DIRECCION011 se producía por la remesa de talones de la
cuenta de DIRECCION013 que se rellenaban por el contable Sergio y se firmaban por
el ya citado gerente Hugo, quien firmó varios talones en blanco que justifica por su
ausencia por motivo de su boda, y que se enviaban por correo a su sede social de
Huelva, en donde a la fecha fijada en el talón se procedía a ingresar en alguna de las
cuentas de los referidos bancos del Sur de España según las previsiones de pagos, por el
Sr. Lorenzo o el Sr. Lucio.- Al no haberse aportado al juicio la Contabilidad de las
Empresas implicadas desconoce la Sala la causa jurídica y la razón de los cheques
origen de las remesas, si se trataba de una ayuda a la financiación de una Empresa
hermana o respondía a la facturación consecuente a envío y recepción de mercancía.- En
cualquier caso en abril de 1.981 algunos Bancos, entre ellos el Popular, rechazan talones
384
a ingresar en DIRECCION013, y la DIRECCION001 deja de adeudar a
DIRECCION013 talones girados contra este cuenta por falta de saldo, como ya quedó
dicho.- Detectada la irregular financiación por el Banco de España a la vez que se pone
fin a la misma se pretende su regularización, para lo que el Sr. Lorenzo se reúne en
diversas ocasiones con los responsables de DIRECCION001, llegando a un acuerdo que
cristaliza en el otorgamiento de documento de reconocimiento de deuda de 20 de Enero
de 1.982 por importe de 173.504.894?93 ptas., firmado por el Sr. Lorenzo como deudor
y el Sr. Luis Carlos y otro como apoderados de DIRECCION001.- HECHO -D.- -Entre
los años 1.971 y 1.982 la DIRECCION001 concedió diversos créditos a diversas
Cooperativas: DIRECCION016 (Unión Territorial de Cooperatvas del Campo), .-
DIRECCION015 (Cooperativa Agrícola Ganadera y Forestal de Santander), .-
DIRECCION017 (Cooperativa Provincial de Suministros Ganaderos), créditos que no
se amortizaban y se concedían nuevos créditos superiores a los anteriores con lo que se
pretendía saldar los pendientes.- La concesión de dichos créditos se producía de modo
formalmente correcto en cuanto seguían los trámites de previo informe técnico y
decisión de los órganos competentes de la DIRECCION001 con la constancia
documental y contable correspondiente.- No obstante Carlos Antonio (hoy fallecido) era
a la vez Director de la DIRECCION001 y gerente de mencionadas cooperativas. En
DIRECCION016, y, posteriormente al desaparecer éstas por disposición legal,
DIRECCION015 y DIRECCION017, el Sr. Carlos Antonio tenían un empleado, Luis,
que pese a firmar talones, lo hacía desconociendo la realidad y las finalidades últimas de
tales operaciones, pues seguía, confiado, las órdenes del Sr. Carlos Antonio , cerebro
del sistema y jefe de dicho empleado.- En dichas relaciones (DIRECCION001 -
Cooperativas), intervino también Blas en quien concurría la cualidad de Presidente de
DIRECCION015 y Consejero de la DIRECCION001 , aunque su profesión era la de
constructor, en cuyos órganos intervenía para la aprobación de los créditos. Asimismo
participó Lázaro (hoy fallecido) como secretario de la DIRECCION001, y más tarde
como nuevo presidente de dicha institución.- Luis y Blas firman una póliza de crédito
(nº 1.890) el 31 de Diciembre de 1.977 a favor de DIRECCION015 por un límite
máximo de 65 millones de ptas, pero el mismo día se transfieren 50 millones a la cuenta
de DIRECCION016, sociedad ésta de la que era gerente el Sr. Carlos Antonio.-
HECHO -G.- 1.- Fermín, que perteneció al sindicato ganadero, entre el año 1.980 y
385
1.982 fue miembro del Consejo Rector de la DIRECCION001 , y de su Comisión
Permanente algunos meses.- En 26 de Diciembre de 1.977 la Caja representada por su
Director, Carlos Antonio le concede un crédito personal de 5.500.000 ptas. El 19 de
Octubre de 1.978 el saldo deudor en la cuenta de crédito es de 5.919.574 ptas., y al
tiempo de su vencimiento (30 de Diciembre de 1.978), de 10.124.198 ptas., que la Caja
no le reclama.- El 12 de Enero de 1.981 el Sr. Carlos Antonio, como representante de la
DIRECCION001 concede a Beatriz, hermana de Fermín, un préstamo personal de 7
millones de ptas. instrumentalizado en póliza de crédito nº NUM002. Su importe se
ingresa en c/c de su hermano Fermín.- El 31 de Diciembre de 1.983 la deuda por este
préstamo llega a 9.386.000 ptas.- el 17 de Febrero de 1.981 el Sr. Carlos Antonio
concede a Fermín un nuevo préstamo personal por importe de 12 millones de ptas. Los
préstamos concedidos a Fermín van avalados por su padre - Alonso - y por su hermana -
Beatriz; el solicitado por ésta, va avalado por su citado padre y su hermano Fermín,
enumerándose en la documentación pertinente los bienes rústicos, urbanos y cabezas de
ganado que cada una de las tres referidas personas tenían a efectos de garantía.- 2.- a) El
15 de Enero de 1.981 Fermín -ganadero- compró una finca que sintéticamente se
describe e identifica así: Prado y Labrantío, al sitio del DIRECCION018 , 6 Ha, 7 a y 60
Ca, con su casa-cabaña y accesorios, inscrita al Tomo NUM003 , Libro NUM004 , folio
NUM005 , finca NUM006 , que hasta el momento poseía en calidad de arrendatario.
Para evitar que DIRECCION001 cobrase la deuda, que a finales de 1.982 estaba
próxima a los 22 millones de ptas., Fermín busca el modo de despojarse aparentemente
de sus fincas. Y así: b) El 25 de Octubre de 1.982 Beatriz , viuda, emancipa a su hijo,
Javier , de 16 años por Escritura Notarial.- En la misma escritura se formaliza
compraventa en virtud de la cual Fermín vende a su sobrino, Javier, cuatro fincas, esto
es, por una parte tres fincas rústicas cuya titularidad correspondía a Fermín por compra
en Escritura Pública de 4 de Abril de 1.975: 1.- Finca a DIRECCION019 y erial de 290
carros inscrita Tomo NUM007, Libro NUM008 , v, finca NUM009, NUM010; .- 2.-
Finca al sitio del "DIRECCION020 de 13 Ha y 8 áreas, inscrita en Tomo NUM011,
libro NUM012, folio NUM013, finca NUM014, 1ª;.- 3.- Heredad a DIRECCION019 y
erial, con dos casas cabañas unidas, de 6 Ha, inscrita al Tomo NUM011, libro
NUM012, folio NUM015, V, finca NUM016, 2ª; y la cuarta finca referida en a), por un
precio total de 4.450.000 ptas. que confiesa el comprador haber previamente recibido,
386
aunque ningún precio abono el sedicente comprador.- Dicha compraventa se inscribe en
el Registro de la Propiedad el 13 de Enero de 1.983, el 14 de Enero de 1.983 la
DIRECCION001 insta procedimiento ejecutivo contra Beatriz, Fermín y el padre,
Alonso. Se embargan bienes por el Juzgado. Las fincas aquí citadas (b) están inscritas a
nombre del sobrino por lo que no se practica anotación (respuesta del Registrador de la
Propiedad de 3 de Octubre de 1.983). El 30 de Julio de 1.983 el Juzgado dictó Sentencia
en el proceso civil indicado estimando sustancialmente la Demanda ejecutiva. Parte de
la deuda se cobró sobre los bienes del padre, Alonso.- HECHO -I.- I. Con fecha 6 de
Junio de 1.968 Ricardo recibe de sus padres por compraventa diversas fincas.- Entre los
años 1.978 y 1.980 Ricardo obtiene diversos préstamos de la Caja DIRECCION001 que
no se amortizan.- La Caja entabla juicios ejecutivos (27 de Diciembre de 1.980 y 23 de
Octubre de 1.980) en reclamación de la deuda, embargándose los bienes de Ricardo .-
Estos embargos resultan ineficaces ya que en el año 1.981 los hermanos de Ricardo
entablaron Demanda contra éste pretendiendo y obteniendo la nulidad de aquella
compraventa, hecho con perjuicio de estos coherederos.- Al tiempo de los hechos
Ricardo era titular de unas 100 vacas de raza frisona, valoradas en unos 20 millones de
ptas, amén de los derechos sobre la herencia de su padre.- En Somo, era titular de finca
rústica valorada en unos 17 millones de ptas., y un edificio con anexo de almacén y
huerta valorados en unos 20 millones, Su patrimonio en esos momentos, pericialmente,
queda globalmente valorado en unos 40 millones de ptas.- HECHO J.- 1.- Clemente era
gerente de la Empresa "DIRECCION021" que se inició como Empresa individual hasta
que en enero de 1.978 se constituyó en Sociedad; empresa dedicada a la fabricación de
Caucho y plástico con proyección internacional, exportando, por ejemplo, a Alemania.-
La DIRECCION001 entendió que le era beneficiosos trabajar con aquel empresario en
vista de las expectativas que ofrecía, de suerte que tras conversaciones de su Director,
Carlos Antonio, con el propio Clemente, se abrió una línea de crédito instrumentalizado
a través de una cuenta corriente.- Las esperanzas de explotación exitosa se frustran
cuando desde Alemania se devuelven dos importantes pedidos por defectos y se
produce un exagerado adeudo por saldo negativo y efectos devueltos. La regularización
de esta cuenta era delicada ya que la DIRECCION001 estaba financiando una Empresa
que no era precisamente Agrícola y si se cortaba la relación de forma fulminante
llevaría necesariamente a un crédito fallido, de ahí que pensando que la situación era
387
simplemente transitoria y con posibilidad de superar el contratiempo, la Caja, con la
intervención personal del Apoderado y a la sazón Jefe de Inversiones (1.977-1.979),
Juan Carlos , pero con la aprobación de la Comisión Permanente a la que informaba, y
sin perjuicio de la intervención intensa a cargo del Sr. Simón y los informes mensuales
a los organismos correspondientes, idea la fórmula de garantizar los cobros de los
excedidos en cuenta a través del mecanismo de la emisión de varias letras financieras
que, por consiguiente, no se utilizan para descuento, avaladas por su padre Juan Enrique
y por su suegra Amelia, exigiéndosele y aceptando también la firma de 3 pólizas
personales de afianzamiento, llegando a firmar también documento de cesión de
derechos de traspaso, instalaciones, maquinaria, etc. a favor de la Caja. El 5 de Febrero
de 1.980 otorga Escritura Pública de Reconocimiento de deuda por negociación de
efectos financieros.- La intervención del Banco de España puso al descubierto los
hechos relatados.- 2.- Clemente y su esposa, Ángela, comenzaron a tener problemas de
relación personal aproximadamente desde el año 1.976, rompiendo de hecho en 1.979, y
hoy se hallan divorciados. La Sra. Ángela ignoraba las actividades financieras de su
esposo.- Tienen una relación puntual en beneficio de las hijas cuando el abuelo paterno,
Juan Enrique , entonces habitante en calidad de inquilino del piso NUM017 D del nº
NUM018 de Madrid, resuelve comprar dicha vivienda, pero para evitar trasmisiones y
los tributos y gastos inherentes, decide de acuerdo con el vendedor (Juan Pablo), que
formalmente sean sus dos nietas (hijas del Sr. Clemente y la Sra. Ángela ) las
compradoras adquirientes. Sin embargo al ser menores su padre (Clemente) intervenía
en representación de sus hijas, circunstancia que no se hizo constar en la Escritura de
compraventa de 28 de Enero de 1.980; de modo que formalmente el comprador lo fue el
Sr. Clemente ; para dar cumplimiento a la voluntad del abuelo, al día siguiente, 29 de
Enero de 1.990 vuelven al Notario y el Sr. Clemente , y su esposa, la Sra. Ángela, hacen
donación del piso ayer comprado, a sus dos hijas, tras emancipar a la mayor de ellas".-

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: 1.- Que debemos condenar y condenamos a Fermín como autor


responsable de un delito de alzamiento de bienes a la pena de dos meses de arresto
mayor y suspensión de derecho de sufragio activo y pasivo y cargo público durante el
tiempo de la condena, declarando como declaramos la nulidad de la compraventa, que
388
se deja sin efecto, otorgada en Escritura Pública de veinticinco de Octubre de 1.982
relativa a las 4 fincas que en el Registro de la Propiedad de Ramales de la Victoria se
describen: 1.- Finca a DIRECCION019 y erial de 290 carros inscrita en Tomo
NUM007, Libro NUM019 , folio NUM020, finca NUM009, 6ª.- 2.-Finca el sitio del
"DIRECCION020 de 13 Ha y 8 áreas, inscrita en Tomo NUM011 , Libro NUM012,
folio NUM013, finca NUM014, 1ª.- 3.- Heredad a DIRECCION019 y erial, con dos
casas cabañas unidas, de 6 Ha, inscrita al Tomo NUM011, libro NUM012 , folio
NUM015, v, finca NUM016, 2ª;.- 4.- Prado y Labrantío, al sitio del DIRECCION018, 6
Ha, 7 a y 60 Ca, con su Casa -cabaña y accesorios, inscrita al Tomo NUM003 , Libro
NUM004 , folio NUM005, finca NUM006; y para que produzca sus efectos registrales
expídase, firme esta resolución, Mandamiento al Registrador de la Propiedad de
Ramales, con testimonio de esta Sentencia y demás formalidades de la L. y R.
Hipotecarios.- Le condenamos además al abono de 1/42 de las costas.- 2.- Que debemos
absolver y absolvemos a Benedicto, Juan Pedro, Inocencio, Daniel, Carmen, Carlos
Alberto, Narciso, Federico, Pedro, Blas, Lorenzo, Hugo, Lucio, Luis, Clemente, Juan
Miguel, Pedro Jesús, Beatriz, Javier, Ricardo, Silvio, Carlos Ramón, Juan Carlos y
Ángela de los hechos que se les imputaba declarando de oficio las costas, dejando sin
efectos cuantas medidas cautelares se adoptaron en su día, una vez firme la Sentencia.-
Notifíquese la presente resolución a las partes.".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó Recurso de Casación por


Infracción de Ley, por el acusado Fermín, que se tuvo por anunciado remitiéndose a esta
Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación
y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado Fermín, se basa en


los siguientes motivos de casación: POR INFRACCION DE LEY-MOTIVO
PRIMERO.- Al amparo del art. 849.2º de la L.E.Cr., se denuncia el error padecido por
el Tribunal sentenciador al afirmar en el punto G.2, letra b, página. 17 de la Sentencia,
que " ningún precio" abonó Javier a su tío Fermín , por la compra a éste de cuatro
fincas, que se elevó a escritura pública en fecha 25 de octubre de 1982.- MOTIVO
SEGUNDO.- Al amparo del art. 849.1º de la L.E.Cr., se denuncia la infracción por la
Sentencia recurrida del art. 519 del Código Penal, por aplicación indebida del mismo,
389
dado que los hechos declarados probados no son, en ningún caso, constitutivos del
referido delito.- POR INFRACCION DEL PRECEPTO CONSTITUCIONAL.-
MOTIVO TERCERO: Con carácter subsidiario a los motivos primero y segundo y al
amparo y por la vía del art. 5.4º de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se denuncia la
vulneración por la Sentencia recurrida del derecho de mi patrocinado a un proceso
público sin dilaciones indebidas, reconocido en el art. 24.2 de la Constitución
Española.-

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los Autos, para señalamiento de fallo, cuando por turno
correspondiera.-

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día 26


de Septiembre de 1.996.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La sentencia recurrida, tanto en su narración fáctica, como en sus


fundamentos de derecho, contempla y describe un cúmulo de hechos y de posibles
delitos cometidos aunque al final absuelve de todos a los inicialmente imputados,
excepción hecha de uno de ellos, el ahora recurrente, al que condena como autor
responsable de un delito de alzamiento de bienes previsto en el artículo 519 del Código
Penal. Obvio es decir que esta sentencia ha de referirse en exclusiva a esta cuestión.

Aún a fuer de repetitivos, pero en aras a una mayor claridad de los problemas
que se plantean en el recurso, los hechos base de la sentencia condenatoria deben ser de
esta manera resumidos: a) El encausado y ahora recurrente, que fue miembro del
Consejo Rector de la DIRECCION001, obtuvo de esta entidad diversos créditos a su
favor que llegaron a alcanzar a finales del año 1.982 la cantidad de veintidós millones
de pesetas. b) Con fecha 25 de Octubre de ese mismo año, una hermana del encausado
otorga escritura pública por la que concede la emancipación a un hijo suyo de 16 años
de edad, Javier, y en la misma escritura dicho encausado hace venta al recién
emancipado, ya con plena capacidad de obrar, de diversas fincas de su propiedad que
constituían prácticamente todo su patrimonio y servían de sostén y lógica garantía a los
préstamos obtenidos de la indicada entidad bancaria.
390
De estos hechos así resumidos, que consideramos los únicos importantes a los
efectos que nos ocupan, el Tribunal "a quo" llega a la conclusión de que el vendedor de
sus fincas cometió un delito de alzamiento de bienes en perjuicio de su acreedor,
exonerando no obstante del mismo, tanto al comprador directo, el menor emancipado,
como a su madre, que le otorgó ese beneficio sin una causa que realmente lo justificara.

SEGUNDO.- Centrada así la cuestión, la parte recurrente alega un primer


motivo de casación con sede procesal en el artículo 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento
por error de hecho en la apreciación de la prueba, basando el error en una serie de
documentos que se especifican en el escrito de formalización y respecto de los cuales
hemos de indicar lo siguiente: 1º. Es verdad que todos ellos nos parecen adecuados para
servir de sostén o vehículo casacional a la pretensión que se articula, sobre todo después
de la definición de "documento" que nos ofrece el artículo 26 del vigente Código Penal,
aprobado por Ley Orgánica de 23 de Noviembre de 1.995, cuando dice que "....... se
considera documento todo soporte material que exprese o incorpore datos, hechos o
narraciones con eficacia probatoria o cualquier otro tipo de relevancia jurídica". 2º. Sin
embargo, en el caso concreto que nos ocupa, la mayoría de ellos carecen de
trascendencia por tratarse de documentos acreditativos del modo en que las fincas
objeto de posterior venta entraron a formar parte del patrimonio del inculpado, sin que
nada nos prueben, por tanto, en orden a su posible culpabilidad como autor del delito de
alzamiento del que fue acusado y posteriormente condenado, de ahí que sea
exclusivamente la escritura de 25 de Octubre de 1.982 la que debe tenerse en cuenta en
el debate planteado, es decir, es el único documento que a través de su examen e
interpretación nos puede servir de fundamento para llegar a la conclusión de si hubo o
no error de hecho en la apreciación de la prueba.

En este sentido hemos de indicar, como razonamiento previo, que cualquier


escritura pública que contenga un negocio jurídico, de lo único que da fe el notario
autorizante y sirve de prueba frente a terceros, es de su fecha, de la identidad de las
personas intervinientes y del hecho que motivó su otorgamiento (artículo 1.218, inciso
primero, del Código Civil). De lo demás, el notario es un auditor y subsiguiente relator
de lo que las partes intervinientes le expresen, ya sean verdaderas o falsas, aunque ello
no quiere decir que ese funcionario no tenga la obligación moral y profesional de tratar
391
de averiguar si lo expresado en el acto del otorgamiento es fiel reflejo de una realidad y
no contiene ninguna finalidad espuria o ilegal.

Partiendo de esa idea inicial de lo que constituye en esencia la fe notarial, la


referida escritura de 25 de Octubre de 1.982 lo único cierto que nos prueba, amén de la
fecha y de los intervinientes, es el dato objetivo de la transmisión, pero de forma alguna
si se pagó un precio cierto por parte del comprador, si fue simulada, ni, por ende, si la
intención del vendedor fue o no la real venta o, por el contrario, deshacerse temporal y
ficticiamente de sus bienes para provocar su insolvencia. O lo que es lo mismo, esa
posible intención defraudatoria ha de inferirse de los hechos antecedentes y de los
concomitantes que provocaron la escritura y subsiguiente inscripción registral, así como
de las consecuencias obtenidas con ella. En este sentido, es de resaltar lo que sigue: a)
Nadie pone en duda, ni es objeto de discusión, que el recurrente-vendedor había
contraído una importante deuda procedente de diversos créditos obtenidos. b) Que como
sustento o garantía de los mismos, además de algunos avales prestados por otras
personas, lo eran las fincas objeto de la tan repetida compraventa. c) Que el adquirente
de la transmisión y subsiguiente titular registral, lo fue, según se ha dicho, un pariente
próximo, menor de edad y con lógica dificultad para pagar el precio de la compra, a lo
que se ha de añadir, a efectos de una mayor concreción simuladora del negocio jurídico,
el dato de que el menor obtuvo su capacidad de obrar en el mismo acto transmisorio a
través del instrumento de la emancipación. d) Que, finalmente, fue esa venta y
subsiguiente inscripción, la que imposibilitó a la entidad acreedora hacerse cobro de lo
debido.

Fácil es comprender, por lo dicho, que la Sala de instancia no incidió en error


alguno en la apreciación de la prueba, ni, en concreto, en la interpretación de la escritura
pública base de la inculpación, debido esencialmente, y repetimos, por no haberse
justificado de forma alguna el pago del precio como elemento esencial del contrato,
máxime cuando es difícil imaginar a un recién emancipado (instantáneamente
emancipado) con disponibilidad económica suficiente para hacer pago de lo adquirido.
Además, el pago del precio, al que después nos volveremos a referir, ni ha sido
demostrado y, ni siquiera, se ha intentado hacerlo.

Por lo expuesto, el motivo debe ser rechazado.


392
TERCERO.- La segunda alegación se formula al amparo del artículo 849.1º de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal y tiene su base sustantiva en la infracción del
artículo 519 del Código Penal en cuanto tipifica el delito de alzamiento de bienes, y ello
por considerar que de la narración de los hechos contenida en la sentencia no cabe
inferir la existencia de tal delito.

De una interpretación lógica de ese precepto se deduce que el tipo delictivo que
en él se describe se compone de dos elementos esenciales, uno objetivo y otro subjetivo.
El requisito objetivo que exige el tipo lo constituye la existencia de uno o varios
créditos reales y exigibles en su día de los que sea deudor el acusado del delito, sin la
necesidad de que esos créditos estén vencidos o fueran líquidos en el momento del
alzamiento, de ahí que digamos "exigibles en su día", pues entender la necesidad del
vencimiento como requisito comisorio sería tanto como desnaturalizar la esencia de este
acto defraudatorio, ya que es precisamente el temor a que llegue el momento del
cumplimiento de la deuda lo que induce en pura lógica al vendedor a evitarlo con la
necesaria anticipación, deshaciéndose de todos sus bienes o parte de ellos para así caer
en insolvencia total o parcial e impedir a los acreedores o dificultarles el cobro de lo
debido. En el caso que nos ocupa es obvio que este primer requisito se cumple
plenamente según anteriormente hemos indicado y nos señalan los hechos probados de
la sentencia.

El elemento subjetivo consiste en la intencionalidad del agente comisor de


"alzarse" con sus bienes en perjuicio de su acreedor o acreedores, utilizando para ello el
mecanismo de desaparición simulada o aparente del patrimonio que sirve de garantía al
crédito. Esa intencionalidad directa (no cabe la comisión por imprudencia) ha de
inferirse necesariamente de los actos realizados por el deudor en orden a provocar su
insolvencia, que normalmente consisten en la transmisión de sus bienes a familiares,
amigos o personas de su confianza que ya saben de antemano lo ficticio o irreal de esa
transmisión. En el supuesto que nos ocupa es muy claro, según antes se ha razonado,
que el método o vehículo empleado para el alzamiento no fue otro que la escritura de
venta de 25 de Octubre de 1.982 que por sí sola denota lo simulado de la transmisión,
sobre todo, en cuanto fue irreal la contraprestación, es decir el precio que se dice
pagado.
393
En este último punto nos hemos de detener brevemente. De manera esencial la
Sala de instancia razona su inexistencia con el dato de la menor edad del comprador que
al ser emancipado en la misma escritura hace imposible su disponibilidad económica.
En contra de ello, y ante tal evidencia, el imputado reacciona en este trámite de recurso
alegando que tal pago se había efectuado con anterioridad por su hermana, madre del
menor, mediante la cesión de un crédito de siete millones de pesetas que le había
concedido la misma Caja de Ahorros. Sin embargo, y dicho respetuosamente, este
argumento nos parece un tanto absurdo y que de modo alguno sirve para destruir el
empleado por el Tribunal sentenciador, pues si bien la cesión de créditos favorables a
quien los cede puede ser una forma de pago, lo que no cabe es que sirva para tal fin la
cesión de deudas, que fue lo que, en definitiva, hizo la madre del comprador a favor de
su hermano, el vendedor, ya que si bien los referidos siete millones de pesetas entraron
inicialmente a formar parte de su patrimonio, quedaron siempre sometidos a la
obligación de devolverlos, por lo que de ningún modo pudieron constituir el precio de la
compraventa.

Al no existir precio sólo existió ese negocio jurídico de manera simulada,


simulación provocada lógicamente por el inculpado que así consiguió su insolvencia e
impidió a sus acreedores satisfacer sus derechos de cobro.

El motivo debe ser igualmente desestimado.

CUARTO.- Con carácter subsidiario de los anteriores, se alega un tercer motivo


que tiene su sede procesal en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial y su
fundamento sustantivo en el artículo 24.2 de la Constitución en cuanto pueda referirse al
derecho del recurrente a tener un proceso público "sin dilaciones indebidas".

A este respecto hemos de señalar con carácter muy breve que: a) De un examen
de lo actuado y del propio reconocimiento del Tribunal, si bien se aprecia la existencia
de unas ciertas dilaciones en el trámite, no cabe olvidar que el concepto de "indebidas"
es difícil de apreciar, no habiéndose probado por quien correspondía. b) En todo caso, y
de manera principal, hay que razonar, según reiterada jurisprudencia de este Tribunal
Supremo y del Constitucional, que las dilaciones indebidas sólo pueden ser corregidas o
compensadas a través de dos mecanismos, el del indulto o el indemnizatorio,

394
mecanismos ambos que carecen de naturaleza jurisdiccional, ya que la solución de
ambas peticiones corresponde o entra dentro del área administrativa, el primero a través
de la solicitud del derecho de gracia, y el segundo por medio del trámite del anormal
funcionamiento de la Administración de Justicia que regulan los artículos 292 y
siguientes de la Ley Orgánica del Poder Judicial. Por ello, al no tener el necesario
carácter jurisdiccional lo planteado en el motivo, este Tribunal carece de competencia
para dar soluciones dentro del ámbito de la casación, sin perjuicio de que sea la parte
afectada quien pueda promover, si lo desea, el trámite adecuado para compensar o
corregir esas dilaciones que se denuncian.

El motivo debe ser rechazado.

Que pudiendo estar afectados los hechos por la entrada en vigor del nuevo
Código Penal, corresponde a la Audiencia de instancia realizar la oportuna
acomodación, en el caso de que procediere.

FALLO:

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS, NO HABER LUGAR al


recurso de casación por Infracción de Ley, interpuesto por la representación del acusado
Fermín, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Santander, de fecha dos
de mayo de mil novecientos noventa y cinco, en causa seguida contra el mismo y otros,
por delito de estafa, apropiación indebida, falsedad documental y alzamiento de bienes.
Condenamos a dicho recurrente al pago de las costas ocasionadas en este recurso.
Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia, a los efectos legales
oportunos, con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

395
19-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 20 DE ENERO DE
1997

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número. 1 de Valencia incoó Procedimiento


Abreviado con el número 219 de 1.990, contra Gaspar y Elena y, una vez concluso lo
remitió a la Audiencia Provincial de Valencia (Sección Primera) que, con fecha 31 de
julio de 1.995, dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

"Probado, y así se declara, que: PRIMERO.- En el año 1985 el acusado Gaspar,


casado con Beatriz, en unión de sus hijos, domiciliados en Valencia, C)
DIRECCION000 NUM000, juntamente con María Teresa, madre de Gaspar,
domiciliada aquella en la misma ciudad, calle DIRECCION001 NUM001) residían
todos en una casa de campo ubicada en unas fincas rústicas de secano y regadío,
propiedad de los mencionados Gaspar y María Teresa. Las precitadas fincas aparecen
relacionadas en la escritura de fecha 2 de noviembre de 1986 (folio 57 y siguientes)
otorgada por los nombrados y en la que aparece perteneciendo en aquellas fechas a
María Teresa que es propietaria de las siguientes fincas:

A) Ciento veintiuna fanegadas y veintinueve brazas o sean diez hectáreas, seis


áreas, ochenta centiáreas de tierra secano monte, una tercera parte campo y el resto
leñas y en actualidad linda: por Norte, con el rio Albaida y tierras del Sr. Benedicto , por
el Este, con el término de Manuel; por Sur, con la parcela que se describe a
continuación bajo la Letra B), y por Oeste con tierras de los Sres. Héctor , Inocencio ,
José y tierras de la herencia de D. Plácido, camino de la Fillola en medio.

Comprende las subparcelas letra o, p, q, r, l, m y n, en parte de la parcela


NUM002 del Polígono NUM003 de Término Municipal de Villanueva de Castellón,
paraje Saladera y Terrer Roig.

B) Doscientas sesenta y una fanegadas igual a veintiuna hectáreas, sesenta y


nueve áreas, veinte centiáreas, o lo que hubiere de tierra secano monte leña, en la
actualidad, linda: por Norte con la finca descrita en la letra anterior a); por Este, con los

396
términos de Manuel y Jativa, por Sur, con propiedades de la Entidad Mercantil
FUENTE AMARGA, S.L. y por el Oeste con terrenos de la herencia de D. Plácido , Sr.
Oscar y otros, camino de la Fillola en medio.

CARGAS: Las asegura totalmente libres de cargas y sin arrendatarios.

Gaspar era propietario, con carácter privativo, de las siguientes fincas:

A) Tierra secano, leñas y olivos, sita en el término de Villanueva de Castellón,


paraje del Castellet del Partido Judicial de Alzira, comprensiva de sesenta y cuatro
fanegadas, igual a cinco hectáreas treinta y una áreas y ochenta y nueve centiáreas. En
la actualidad, dicha finca linda: Norte, con tierras de la Herencia de D. Plácido , en
parte, por Este, con tierras de los señores Juan María y terrenos de la herencia de D.
Plácido, en parte, camino en medio; y por Oeste con la finca que se describe a
continuación y tierras propiedad de los Sres. Carlos María , en parte, Brazal Nou del
Castellet en medio. B) Tierra secano inculta con leñas y olivos sita en el término de
Villanueva de Castellón, paraje del Castellet, comprensiva de cincuenta fanegadas igual
a cuatro hectáreas quince áreas y cincuenta y cuatro centiáreas. En la actualidad, dicha
finca linda: por Norte con la finca que se acaba de describir bajo la letra a) por el sur,
con tierras de la herencia de D. Félix y D. Plácido , y de los Sres. Javier , Cosme y
otros, camino en medio y Sr. Octavio en parte, Brazal Nou del Castellet en medio, por
este, con la finca que se acaba de describir bajo la letra a) y tierras de Don Carlos María
y Octavio , Brazal Nou del Castellet en medio.

CARGAS: Las asegura totalmente libres de cargas y sin arrendatarios.

C) Rústica.- Tierra secano, en término de Villanueva de Castellón, partida del


Castellet de una Hanegada, equivalentes a ocho áreas y treinta y una centiáreas,
teniendo además ciento sesenta y tres brazas, equivalentes a seis áreas, setenta y siete
centiáreas convertidas en barranco. Linda: Norte y Poniente, con tierras de Félix y
Plácido; Sur, con trozos adjudicados a Margarita y Cosme, canal de desagüe en medio y
Levante, con el barranco.

CARGAS: Afecta a un embargo dimanante del juicio de menor cuantía nº


290/84, promovido por D. Jesús, ante el Juzgado de 1ª Instancia nº uno de Valencia, a
cuyo levantamiento y total cancelación se obliga la parte transmitente.
397
SEGUNDO.- En fecha no determinada, mas al parecer con anterioridad 9 de
diciembre de 1985 por Gaspar, se pactó con Carlos Manuel la explotación de parte de
las fincas relacionadas, contrato que había terminado, quedando desavenencias
pendientes entre las partes.

TERCERO.- Por documento privado de fecha 2 de mayo de 1979, por María


Teresa y Jesús se suscribió un contrato de sociedad, para la explotación conjunta de 60
fanegadas de las fincas antes relacionadas como propiedad de María Teresa , contrato de
cinco años de duración, pudiendo Jesús aportar los gastos de explotación, debiendo ser
resarcido de ellos repartiéndose al 50 por ciento las pérdidas y ganancias, asignando un
valor en dinero a la aportación de María Teresa de 31.000 ptas. por fanegada. En 22 de
noviembre de 1983 por la representación de Jesús se formuló demanda de juicio de
mayor cuantía contra María Teresa y su hijo Gaspar, en reclamación de los gastos de
transformación de la finca, habiendo terminado los trabajos en unas cien fanegadas, más
y parcialmente, sobre treinta fanegadas más. En sentencia del Juzgado de Primera
Instancia nº uno de Valencia de 3 de diciembre de 1984, se declara que el contrato
discutido es de sociedad y no arrendaticio y tras un examen de las aportaciones de las
partes desestimó la reconvención formulada por la parte demandada y condenó a esta al
pago al actor, de la suma de 2.998.176 ptas.

CUARTO.- En el año 1985, el acusado Gaspar, trabó amistad con el hoy


querellante, Isidro, en quien depositó su plena confianza, motivando el otorgamiento
por el acusado y su madre María Teresa, con fecha 16 de abril de 1985, una escritura de
concesión de poderes a Isidro, respecto a las fincas de su propiedad, para administrar las
mismas, transformar su cultivo y la plena representación de los poderdantes.

Por documento privado de 17 de febrero de 1986, suscrito de una parte por


Everardo , Gaspar y María Teresa y de otra parte Isidro y su esposa Elsa . En dicho
documento por Everardo (hijo de Gaspar) se expone:

1.- Con fecha 26 de diciembre de 1985, suscribió mediante documento privado,


un contrato de OPCION DE COMPRA de las Fincas Rústicas propiedad de D. Carlos
Manuel, y que a continuación se describen:

398
A.- RUSTICA: cincuenta y nueve fanegadas, o cuatro hectáreas, noventa Áreas
y veintinueve centiáreas de tierra de labranza y monte denominada del Castellet, y
secano con olivos y algarrobos, naranjos y arrozal. Está sita en el término de Villanueva
de Castellón.

B.- RUSTICA.- La nuda propiedad de una cuarta parte indivisa de un campo de


tierra inculta y monte con algunos algarrobos y olivos, en el término de Villanueva de
Castellón. En el referido contrato de Opción de Compra a favor del Sr. Everardo , se
pactó como PRECIO para la adquisición de las fincas antes descritas, la cantidad de
DIEZ MILLONES DOSCIENTAS SETENTA Y CINCO MIL PESETAS, siendo el
PLAZO pactado para el ejercicio de la facultad de opción referida el de TRES MESES,
contados a partir de la suscripción del referido Contrato, finalizando dicho plazo, el día
26 de marzo de 1.986.

2º.- Es propietario entre otras de 150 acciones de la Entidad Mercantil


"Peninsular de Obras y Proyecto S.A.". Asimismo es propietario de 75 Participaciones
de la Entidad Mercantil "Áridos ELCA S.L.".

3ª.- María Teresa es propietaria de diversas Fincas Rústicas, sitas en los


Términos de Villanueva de Castellón Partida del Pla, Teixonera o Castellete y

4ª.- Elsa, es propietaria de 200 acciones de Entidad Mercantil "Peninsular de


Obras y Proyectos, S.A.

5º.- Los intervinientes, deseando proceder a la explotación conjunta de las


Fincas Rústicas descritas en el Exponendo 1º y de cuantas pudieran pertenecer a los
Sres. Gaspar , en los Términos Municipales antes indicados (Exponiendo 3º), así como
el ejercicio de común acuerdo, de cuantos derechos pudieran corresponderles,
respectivamente, por su condición de socios, los Sres. Gaspar de las Entidades
Mercantiles antes citadas, y la Sra. Elsa de la Entidad "Peninsular de Obras y Proyectos,
S.A." CONVIENEN en formalizar el presente documento.

CLAUSULAS: PRIMERA.- Las partes contratantes, se comprometen a proceder


a la explotación conjunta de las Fincas Rústicas descritas en el exponendo 1º y de todas
aquellas que pudieran pertenecer a los Sres. Gaspar con arreglo a las siguientes BASES:

399
1ª.- Dicha Explotación, se iniciará para las referidas Fincas en el Exponendo 1º,
tan pronto las mismas sean propiedad de Everardo , y para las demás consignadas en el
Exponendo 3º del presente contrato, tan pronto figuren las mismas inscritas
registralmente a nombre de María Teresa o de la persona o personas que esta designe.
Todo ello, sin perjuicio de que por parte del interviniente Isidro se realicen sobre dichas
fincas, aquellos trabajos que se estimen necesarios para iniciar, sobre las mismas la
explotación aquí pretendida.

2ª.- La propiedad de las fincas rústicas, objeto de la explotación pretendida en el


presente contrato, pertenecerá siempre y en todo momento con carácter exclusivo a los
Sres. Gaspar.

3ª.- Isidro se compromete a dirigir la explotación de las Fincas en cuestión,


asimismo se compromete a anticipar cuantas cantidades sean necesarias para obtener la
titulación registral a favor de los señores Gaspar de las referidas fincas asi como realizar
cuantas inversiones estime pertinentes para la adecuada explotación de las mismas
siendo la suma anticipada por el Sr. Isidro hasta la fecha de CINCO MILLONES
QUINIENTAS MIL PESETAS.

4ª.- En cuanto a los beneficios netos que se obtengan se destinarán en primer


lugar a cancelar la deuda que el Sr. Everardo tiene contraída con Carlos Manuel como
consecuencia de sendos contratos de Opción de Compra, suscritos con el mismo, el día
26 de Diciembre de 1985, uno, el referido en el Exponendo 1º del presente documento y
otro referente a la opción de compra del piso vivienda sito en Valencia, calle
DIRECCION002, nº NUM004, pta. NUM003.

C.- Una vez reintegradas a Isidro, las cantidades anticipadas los beneficios netos
obtenidos por la explotación de las Fincas en cuestión se distribuirán, por mitad, entre
ambas partes contratantes.

5º.- La explotación pactada en el presente contrato tendrá una duración máxima


de CINCUENTA AÑOS, comenzados a partir de la firma del mismo pudiendo
prorrogarse por mutuo acuerdo entre las partes contratantes, o por de quien ellos traigan
causa.

400
SEGUNDA.- Los Sres. Gaspar podrán en cualquier momento, proceder a la
venta de las fincas o finca de su propiedad en cuyo supuesto los comparecientes
convienen lo siguiente:

Que Isidro o quien de él traiga causa, tendrá derecho de tanteo sobre la finca o
fincas cuya venta se pretende.

TERCERA.- Los intervinientes con el fin de proceder a la explotación de las


fincas referidas en los exponendos 1ª y 3ª del presente documento se comprometen a
constituir una sociedad mercantil de responsabilidad Limitada.

QUINTA.- Como agradecimiento por los servicios prestados hasta el momento a


los Sres. Gaspar por Isidro, María Teresa se compromete a CEDER gratuitamente a
dicho compareciente en el momento en que figuren insritas a su nombre en el Registro
de la Propiedad correspondiente la mitad de las tierras que le pertenezcan, como
propietaria en el Paraje denominado "TERRER ROIG", sito en el término Municipal de
Villanueva de Castellón.

Por escritura de fecha 28 de febrero de 1986 se constituyó por Everardo , su


hermano Cesar, Millán, Emilia y Isidro la entidad "Explotaciones agropecuarias
"DIRECCION003", nombrándose administrador de la misma por cinco años a Isidro .

QUINTO.- Por el querellante Isidro , usando los poderes de fecha 16 de


diciembre de 1985, comenzó la dirección de la explotación de las fincas antes
relacionadas y que sin interrupción continuó después como administrador de la sociedad
DIRECCION003, instalándose una oficina en la casa de campo de la familia Gaspar en
la que Everardo estuvo trabajando desde Enero hasta Junio o Julio de 1986, así como
Carlos José y Juan Antonio, empleados por el querellante Isidro y hombres de su
confianza (Carlos José como capataz) para el trabajo agrícola y también en la oficina.
Durante todo el año 1986, en las tierras reseñadas bajo las ordenes de Isidro se
realizaron extensas plantaciones de fresas, sandias y melones vendiendo aquella a
compradores no determinados y los melones a una persona de Mercamadrid. A
mediados del verano de 1986, Isidro y en presencia de Octavio y Juan Antonio, se llevó
toda la contabilidad desde la casa de campo de los Gaspar a su domicilio, cesando
Everardo en su trabajo.
401
Como la familia Gaspar adeudaran desde 1981 a la Real Acequia de Escalona
suministros de agua para el riego de sus fincas que importaban en diciembre de 1986, la
suma de 1.810.864 ptas. y se negasen en la acequia a facilitar más agua con el fin de
proceder a realizar el riego, con fecha 27 de noviembre de 1986, María Teresa y Gaspar
a instancias de Isidro escribieron una carta dirigida a la Comunidad de Regantes citada
manifestando que los bienes de su propiedad habían sido arrendados a la sociedad
Explotaciones agropecuarias DIRECCION003 por cincuenta años y reconociendo la
citada deuda.

SEXTO.- En ejecución de la sentencia dictada en juicio declarativo promovido


por Jesús contra María Teresa y Gaspar por edicto 27 de mayo de 1986 se anunció para
el 30 de Julio del mismo año subasta de dos fincas rústicas una tierra secano en el
término de Villanueva de Castellón partida del Castellet, de 1a fanegada equivalente a 8
a 31 ca., teniendo además 163 brazas, equivalentes a 6 a 77 ca. Convertidas en barranco,
inscrita en el registro de la propiedad de Alberique al tomo 52 folio 128 finca 1.714
valorada en CIEN MIL PESETAS (100.000).

RUSTICA.- Finca situada en el término de Villanueva de Castellón, partidas de


la Noria Castellet, Terrer Roig Saladar de una superficie aproximada de 50Ha. 92 á y 43
ca. de monte bajo con algunos pinos en parte dedicada a cantera para la extracción de
áridos y en parte de regadío hoy inculta; con derecho a agua, de la Real Acequia de
Escalona y en cuyo perímetro existen diversas construcciones en especial una casa de
labranza denominada "Heredad de Castellet". Asimismo se incluyen en su valoración
acciones de la Comunidad de Regantes valorada en SIETE MILLONES
CUATROCIENTAS CUARENTA MIL PESETAS (7.440.000 PTAS).

Tanto Gaspar como Isidro tuvieron conocimiento de la subasta antes de su


celebración resolviéndose esta cuestión mediante un préstamo efectuado el día 29 de
julio de 1986 por la acusada Elena , pariente de la familia Gaspar , de 4.151.497 ptas,
suma que fué abonada a Jesús , en pago de la deuda quedando así anulada la subasta. En
el mismo día se suscribió un contrato entre la citada Elena e Cesar , éste en nombre
propio y de su hermano Everardo , en el que se pactó el préstamo antes relacionado y el
destino de su importe.

402
Por escritura nº 1.913 de 10 de septiembre de 1986 autorizada por el Notario D.
Antonio Beaus Codes, María Teresa y Gaspar, tras manifestar como de sus respectivas
propiedades las fincas que se detallan en el HECHO PRIMERO como dación en pago
del préstamo de 4.151.497 ptas. realizado por Elena también presente le transmiten el
pleno domicilio de dichas fincas haciendo constar que las mismas no están arrendadas
ni cedidas en aparcería.

Por escritura nº 1914 de la misma fecha 16 de septiembre de 1986 y ante el


Notario citado, por Elena y su esposo Ángel Daniel y con la asistencia de los hermanos
de doble vinculo, Donato y Gustavo, por Elena se manifestó ser la propietaria de la
finca relacionada en la anterior escritura nº 1913, adquiridas por dicho documento en
concepto de dación en pago. Por la citada Elena y su esposo Ángel Daniel venden a los
hermanos Donato y Gustavo que compran toda la relatada finca por el precio de
4.151.497 pts. pagaderas en plazos anuales.

SEPTIMO.- En la actualidad de Isidro continua con la posesión y disfrute de la


finca de unas 20 fanegadas sita en el denominado "Terrer Roig" que se cita en la
cláusula quinta del documento privado de 17 de febrero de 1986. No ha sido aportada
por Isidro la contabilidad de la administración correspondiente en las fincas discutidas,
no obstante los requerimientos que se le han realizado.

María Teresa falleció el día 4 de julio de 1988. También ha fallecido D. Ángel


Daniel el día 8 de mayo de 1988, quien padecía un carcinoma desde julio de 1984.

Los acusados Gaspar nacido el día 15 de junio de 1935 y Elena, nacida el 19 de


marzo de 1914 carecen de antecedentes penales."

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: ABSOLVEMOS a los acusados Gaspar y Elena de los delitos de


los que en concepto de autores les imputan el Ministerio Fiscal del delito de estafa
específica del art. 531-2 en relación con los arts. 528 y 529-7 como muy cualificada al
acusado Gaspar; del delito de estafa genérica del art. 528 en relación con el art. 529-7
imputa la parte querellante al mismo acusado Gaspar, de los delitos de estafa de los arts.
531-2 y 532-2, en relación con los arts. 528 y 529-7, del delito de falsedad en
documento público del art. 303 y art. 302-4 y de alzamiento de bienes del art. 519 del
403
Código Penal de los que también en concepto de autores, asimismo imputa al
querellante, a los acusados Gaspar y Elena; con todas las concurrencias legales
inherentes a estos pronunciamientos, declarando de oficio las costas causadas.

Firme que fuere esta resolución, álcense y déjense sin efecto cuantas medidas
cautelares se hubiesen adoptado en las piezas de situación y responsabilidad civil."

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de Ley y de precepto constitucional por la Acusación Particular Isidro, que se
tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación de la Acusación Particular Isidro,


se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACION: Primero.- Infracción de Ley al
amparo del art. 849-1º por indebida aplicación del art. 531.2 en relación con los arts.
528 y 529.7 del CP y del art. 101 de la Ley de Arrendamientos Rústicos. Segundo.-
Infracción de Ley, al amparo del nº 2 del art. 849 de la LECr, en relación con el art. 528
y 529-7 del CP, por entender que en la apreciación de la prueba ha habido error de
hecho resultante de los documentos que demuestran la equivocación evidente en que ha
incurrido la Sala sentenciadora. Tercero.-Infracción de ley, al amparo del art. 5.4 de la
LOPJ, por absolver a los acusados del delito de falsedad de los arts. 303 en relación con
el art. 302-4 del CP y arts. 24 y 120-3 de la CE. Cuarto.- Infracción de Ley, al amparo
del nº 2º del art. 849 de la LECr, al entender que en la apreciación de la prueba ha
habido error de hecho resultante de los documentos que a continuación se indican que
muestran la equivocación de la Sala sentenciadora. Quinto.- Infracción de ley al amparo
del nº 2 del art. 849 de la LECr, en relación con el art. 532-2º del CP, por entender que
en la apreciación de la prueba ha habido error de hecho resultante de los documentos
que a continuación se indican que muestran la equivocación evidente en que ha
incurrido la Sala Sentenciadora.

5.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, el Ministerio Fiscal impugnó
todos los motivos presentados.

404
6.- Conferido nuevo traslado a los efectos convenidos en la Disposición
Transitoria Novena Letra C de la Ley Orgánica 10/95, de 23 de noviembre, la
representación del recurrente adaptó los motivos de su recurso de casación a los
preceptos del nuevo Código Penal, de acuerdo con las modificaciones recogidas en su
escrito de fecha 10 de junio de 1.996 obrante en autos.

7.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, el Ministerio Fiscal en escrito de
fecha 16 de julio de 1996, dice: Que los acusados en la causa, fueron absueltos, y contra
dicha sentencia se interpuso recurso de casación por la Acusación Particular, quien ha
hecho uso de la facultad que le otorga la disposición transitoria novena de la L.O. 10/95,
de 23 de noviembre y dado que el Ministerio Fiscal solicitó la conformidad con la
sentencia recurrida no procede la adaptación de esta resolución con el nuevo Código
Penal vigente, y en el supuesto de que la sentencia fuera revocada, procederá imponer la
pena de acuerdo con el nuevo Código Penal. La Sala lo admitió a trámite, quedando
conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno correspondiera.

8.- Realizado el señalamiento para el fallo se celebraron la deliberación y


votación prevenidas el día 10 de enero de 1997.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La sentencia recurrida absolvió a Gaspar y a Elena de los diferentes


delitos de que fueron acusados: en definitiva tres estafas, una falsedad y un alzamiento
de bienes respecto del primero, y los mismos delitos, salvo una de las estafas, respecto
de la segunda.

Isidro, en calidad de acusador particular, recurrió en casación por cinco motivos,


que fueron impugnados por los citados acusados, y también por el Ministerio Fiscal, y
que hemos de desestimar.

SEGUNDO.- Examinamos, en primer lugar, el motivo 3º, en el que, por el cauce


del art. 5.4 de la LOPJ, se alega infracción de los arts. 24 y 120.3 de la CE, fundado en
que la absolución que se hace por el delito de falsedad carece de la más mínima
motivación en la sentencia recurrida.

405
Tiene razón el recurrente en cuanto a la realidad de la carencia de motivación
que aquí se denuncia: la Audiencia reconoce la acusación por falsedad, absuelve por tal
delito y nada razona al respecto en el texto de la sentencia.

Pero carecería de sentido el que ahora procediéramos a declarar la nulidad de la


resolución de la Audiencia para que fuera completada con la oportuna argumentación
sobre tal extremo. El propio escrito de recurso nos ofrece la solución de que, obviando
tal defecto formal, entremos en el fondo del asunto (página 31): así lo hacemos, pero no
para realizar algún pronunciamiento condenatorio, sino para corroborar la absolución
acordada en la instancia, por la argumentación siguiente:

A) La propia sentencia recurrida en su Fundamento de Derecho 1º, al razonar


sobre la inexistencia del delito del art. 531-2 tácitamente nos viene a decir el porqué de
su absolución por la falsedad.

La acusación particular entendió que hubo un delito del art. 303 en relación con
el 302-4º (faltar a la verdad en la narración de los hechos) por haber manifestado el
acusado Gaspar en las dos escrituras públicas de 16 de septiembre de 1986 que las
fincas rústicas objeto del mismo "no están arrendadas ni cedidas en aparcería" (folio 61
de las diligencias previas y 120 vuelto del rollo de la Audiencia), cuando la realidad era,
se dice, que había un arrendamiento por 50 años hecho a favor de "Explotaciones
Agropecuarias DIRECCION003.".

Dicho Fundamento de Derecho 1º expresa que no quedó probada la existencia


del pretendido arrendamiento, ni tampoco aparcería (contrato no invocado por las
acusaciones), sino un contrato muy complejo, que no cabe considerar como un
gravamen cuya omisión al contratar pudiera constituir la citada infracción penal del art.
531.2 (disponer de un bien como libre sabiendo que está gravado). Lo que hace dicho
Fundamento de Derecho 1º después de haber razonado de modo coherente sobre la
prueba de la que dedujo la inexistencia de tal arrendamiento.

A tal Fundamento de Derecho 1º nos remitimos. Lo único que le falta a la


sentencia recurrida es declarar en su conclusión final, además de que no existía el citado
delito de estafa del art. 531.2, que tampoco concurrió el delito de falsedad que la parte
ahora recurrente imputó a los dos acusados, pues los argumentos de tal Fundamento de
406
Derecho 1º, al razonar sobre la inexistencia de gravamen servían, no sólo para excluir
tal estafa impropia del 531.2, sino también la mencionada falsedad.

B) Esta Sala ha examinado con el debido detalle el documento privado de 17 de


febrero de 1.985 que aparece correctamente sintetizado en el apartado 4º del relato de
hechos probados de la sentencia recurrida y cuyo original está unido al escrito de
querella (folios 25 a 28 de las diligencias previas) y ello nos permite afirmar que
ciertamente nos encontramos ante un contrato muy complejo que no cabe calificar de
arrendamiento como pretende el recurrente y que se halla próximo a la figura de la
sociedad civil (arts. 1.665 y ss. del CC), que en el caso fue concertada por la confianza
de los dueños de las fincas en las cualidades personales de D. Isidro como director de la
explotación de tales fincas, confianza que se pone de relieve en los amplios poderes que
en fechas anteriores dichos dueños, D. Gaspar y su madre Dª María Teresa , habían
concedido a D. Isidro . Estos contratos, precisamente por hallarse fundados en las
cualidades personales de las partes que los conciertan, se encuentran sometidos a la
posibilidad de su extinción por voluntad de los socios con las limitaciones que la Ley
prevé (arts. 1.700-4º y 1.707 CC), lo cual nos sirve para corroborar la tesis de la
sentencia recurrida: un contrato de estas características no puede equipararse a un
arrendamiento, ni puede constituir el gravamen del tan repetido art. 531.2, por lo que en
ningún caso cabe hablar aquí del delito de falsedad pretendido por la acusación
particular. Conviene precisar ahora, a los efectos del citado art. 1.707 CC que tal
contrato de 17 de febrero de 1.985 no se hizo por 50 años, sino que dichos 50 años
aparecen concertados como de "duración máxima" (base 5ª de la cláusula 1ª).

C) En último extremo, hemos de tener en cuenta que, conforme a lo dispuesto en


el CP recientemente entrado en vigor (arts. 390 y 392), la falsedad del nº 4º del art. 390,
que coincide con la del nº 4º del anterior art. 302 por la que acusó aquí Isidro, ya no es
constitutiva de delito cuando la comete un particular en un documento público. Tal
despenalización en todo caso habría de llevar consigo la aplicación retroactiva de la
nueva norma como más favorable al reo (art. 2 CP actual y Disposición Transitoria 1ª y
2ª de la L.O. 10/1.995 por la que tal CP fue publicado).

D) La conclusión no puede ser otra que la antes indicada: carecería de sentido


devolver la causa al Tribunal de instancia para que argumentara sobre las razones que
407
tuvo para absolver por el delito de falsedad. Es tan evidente ahora la inexistencia de
responsabilidad penal por tal delito que la remisión a la Audiencia para la subsanación
del defecto formal denunciado en este motivo 2º sólo habría de servir para una mayor
dilación en un trámite ya excesivamente retrasado, pues los hechos de autos son de
1.986.

TERCERO.- Con lo expuesto en el anterior Fundamento de Derecho,


particularmente en sus apartados A) y B), donde hemos razonado sobre la inexistencia
del delito de estafa impropia del art. 531.2, rechazamos el motivo 1º en el que, al
amparo del nº 1º del art. 849 LECr, se alega que hubo infracción de Ley por no haberse
aplicado al caso el citado art. 531.2. Ya ha quedado expuesto cómo no existieron ni el
delito de falsedad ni esta clase especial de estafa.

CUARTO.- Nos quedan por examinar los motivos 2º, 4º y 5º en los cuales, todos
ellos por la vía del nº 2º del art. 849 LECr; se denuncia error en la apreciación de la
prueba que se pretende acreditar por medio de sendos documentos (los que reflejan los
diversos contratos de autos), con los cuales se quiere completar el relato de hechos
probados, razonando de modo muy extenso sobre cada una de las estafas por las que se
acusó y sobre el alzamiento de bienes que, además de la falsedad y de la estafa del
531.2 del anterior CP, entiende el recurrente que existieron en los hechos de autos.

Hemos de rechazar tales tres motivos, porque los hechos probados de la


sentencia recurrida recogen lo esencial de tales documentos, sin que los extremos
omitidos tengan aptitud alguna para modificar los pronunciamientos absolutorios objeto
del presente recurso.

Del examen de las extensas argumentaciones hechas en el desarrollo de estos


tres motivos llegamos a la conclusión de que fueron dos los datos de tales documentos
que la parte recurrente reputa esenciales a los referidos efectos de completar los hechos
probados:

1º. El valor de cada fanegada de las fincas objeto del contrato de 17-2-86 que en
el documento privado correspondiente (folio 27, apartado B) se fijó en 225.000 pts.,
muy superior al que resulta de la dación en pago (así la llama el recurrente) hecha por
escritura pública nº 1.913 de 10-9-86.
408
2º. El derecho de Isidro, pactado en el citado documento de 17-2-86, sobre la
mitad del precio de la venta, para el caso de que alguna finca rústica se vendiera sin
haberle hecho la notificación para el tanteo asimismo prevista en dicho documento
(folio 27, apartado G).

Aunque tales dos extremos, que aparecen consignados en documento fehaciente


para acreditar su realidad, fueran añadidos al relato de hechos probados, los
pronunciamientos absolutorios de la sentencia recurrida continuarían siendo correctos.
Veámoslo con relación a la estafa ordinaria del art. 528 y 529-7º y luego respecto del
alzamiento de bienes del art. 519 y estafa impropia por simulación de delito del 532.2,
todos al anterior CP, vigente cuando ocurrieron los hechos de autos:

A) Pretende el recurrente que hubo un delito de estafa ordinaria del art. 528 con
la agravación específica del nº 7º de 529 del CP recién derogado.

Lo argumenta sobre la base de unos hechos ocurridos después de los antes


examinados, cuando abonó a partir de diciembre de 1.986, 1.810.864 pts. que se debían
a la Real Acequia de Escalona en concepto de riegos no pagados en relación con las
fincas objeto de este proceso, pretendiendo hacer ver que no habría hecho tal pago de
haber conocido las transmisiones efectuadas meses antes, el 10-9-86.

La estafa ordinaria por la que se acusó en la instancia (folios 287 y ss. y 577 y
ss. de las diligencias previas en la que constan las calificaciones provisionales
ampliadas con posterioridad, y las definitivas, unidas sin foliar en el rollo de la
Audiencia, antes del testimonio de la sentencia recurrida) no aparece bien precisada en
tales escritos, pero en todo caso nada tiene que ver con el citado pago de 1.810.864 pts,
que no aparece recogido en los hechos que tales escritos de acusación recogieron y que
sirvieron para fijar el objeto del presente proceso penal. Si nosotros ahora utilizáramos
tal pago y las circunstancias que lo rodearon para construir sobre los mismos un delito
de estafa, como pretende el recurrente, infringiríamos el principio acusatorio. Estos
últimos hechos quedaron fuera del proceso en la instancia, lo que impide su
introducción en la casación.

B) Con relación al delito de alzamiento de bienes, definido en el art. 519 del CP


anterior, que se corresponde con el 257 del ahora vigente, nos remitimos a lo que la
409
sentencia recurrida nos dice, al final de su Fundamento de Derecho 2º (páginas 14 y 15),
respecto de la inexistencia de acreedores en cuyo perjuicio se hubiera producido el
alzamiento de bienes. Parece lógico considerar no probada la realidad del derecho de
crédito cuando no fue posible liquidar las relaciones patrimoniales existentes entre
Gaspar y Isidro, como protagonistas de estos hechos, al no haberse aportado por este
último la contabilidad de la administración correspondiente a las fincas discutidas, no
obstante los requerimientos que al respecto se le realizaron (Hecho probado 7º).

En todo caso, entendemos que no hay prueba de que la llamada dación en pago y
la escritura posterior de la misma fecha (1.913 y 1.914 de 10-9-86), por las que el
recurrente dice que se cometió el alzamiento de bienes ahora examinada, se hicieran con
la intención de sustraer las fincas a las obligaciones a que estaban afectas por el contrato
de 17-2-86. La prueba con que ordinariamente queda acreditada tal intención es la de
indicios, y algunos de los que hay al respecto en el caso presente apuntan en la dirección
opuesta: hubo un préstamo real de Elena a favor de la familia de Gaspar para impedir
una subasta púbica de dos de los inmuebles de autos y toda la operación posterior (las
dos mencionadas escrituras, 1.913 y 1.914 de 10-9-86) estaban dirigidas a permitir que
ese crédito pudiera ser pagado. En todo caso las fincas no habían salido de la familia y
continuaron bajo la posesión de Isidro que siguió administrándolas, y aún continúa así
con relación a parte de las mismas, todo ello sin rendición alguna de las cuentas que
habría de llevar en calidad de administrador de la S.L. "Explotaciones Agropecuarias
DIRECCION003”.

C) Las mismas razones antes expuestas valen respecto del otro delito por el que
acusó la parte querellante, el de simulación de contrato en perjuicio de otro del art.
532.2º del CP anterior que aparece con idéntica redacción en el nº 3º del art. 251 del
ahora en vigor.

Nos hallamos ante una figura de delito que requiere los siguientes elementos:

1º. Dos o más personas se ponen de acuerdo para aparentar la realidad de un


contrato cuando no quieren celebrar ninguno (simulación absoluta) o quieren otro
diferente (simulación relativa).

410
2º. Todo ello con un resultado que ha de consistir en un perjuicio evaluable
económicamente, de acuerdo con la naturaleza patrimonial que siempre tienen las
estafas.

3º. El dolo, como elemento subjetivo, consistente en la conciencia y voluntad de


que concurren los dos elementos objetivos antes expuestos: simulación y perjuicio
patrimonial (Sentencias de esta Sala de 30-1-85 y 12-6-88, entre otras muchas).

Aunque aquí pudiera haber existido la simulación antes referida, concretamente


en el último contrato en el que, con apariencia de compraventa, parece que hubo una
donación en favor de los hijos de Everardo, Donato y Gustavo, precisamente los que no
habían intervenido en el contrato privado anterior de 17-2-86 ni en la posterior
constitución de la Sociedad Limitada "Explotaciones Agropecuarias DIRECCION003"
(simulación relativa), en todo caso faltan datos para acreditar que hubo un perjuicio
patrimonial, ante la falta de liquidación por parte del querellante en relación con la
explotación de las fincas rústicas que aportó la otra parte contratante para el reparto por
mitad de los beneficios que pudieran obtenerse una vez cubiertos determinados
conceptos que se especificaron en el correspondiente documento.

Extraña a esta Sala que un señor que no es capaz de rendir cuentas de la


administración de una importante explotación agraria para la que los otros contratantes
han aportado todo su patrimonio rústico se atreva a formular una querella acusando de
unos delitos que, en definitiva, siempre requieren un perjuicio patrimonial.

En conclusión, en cuanto a estos tres motivos del presente recurso (2, 4º y 5º),
hemos de decir que la pretendida omisión de datos esenciales acreditados por prueba
documental no existió, porque, aun introduciendo en el relato de hechos probados de la
sentencia recurrida los relativos al valor de la fanegada y al derecho de Isidro al cobro
de la mitad del precio de la venta, ninguno de los delitos objeto de la acusación se
habrían cometido, ninguno de los tres examinados en este Fundamento de Derecho
(estafa del 532-2º, alzamiento de bienes o estafa ordinaria del 528), ni tampoco los otros
dos a que nos hemos referido antes (estafa del 531-2 y falsedad).

Así pues, no existió el error en la apreciación de la prueba del nº 2º del art. 849
de la LECr, denunciado en estos tres motivos: la sentencia recurrida en sus hechos
411
probados recogió los elementos esenciales de los contratos escritos que en estos tres
motivos se utilizan como prueba documental con la que se intenta acreditar el citado
error.

Conviene añadir, antes de finalizar, que en ningún caso, incluso aunque la


resolución definitiva hubiera sido condenatoria respecto de alguno de los delitos por los
que se acusó, se hubiera podido acordar la nulidad de las escrituras públicas 1.913 y
1.914 a que nos hemos venido refiriendo, porque no actuaron como partes en este
proceso algunas de las personas que intervinieron en las mismas (o sus herederos al
haber fallecido dos de ellas), con lo cual las principales cuestiones civiles, que
lógicamente habrán sido las que movieron al querellante al ejercicio de su acusación en
la presente causa, habrían quedado en todo caso sin resolver.

FALLO:

NO HA LUGAR AL RECURSO DE CASACION por infracción de Ley y de


precepto constitucional formulado por Isidro en calidad de acusador particular contra la
sentencia que absolvió a Gaspar y Elena de los delitos de estafa, falsedad y alzamiento
de bienes, dictada por la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Valencia con
fecha treinta y uno de julio de mil novecientos noventa y cinco, condenando a dicho
recurrente al pago de las costas de esta alzada y a la pérdida del depósito constituido
para recurrir.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


pertinentes con devolución de la causa que en su día remitió, sin perjuicio de que dicha
Audiencia pueda acomodar la presente resolución al nuevo Código Penal si ello fuera
necesario.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

412
20-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 24 DE ENERO DE
1997

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción nº 1 de Ocaña incoó procedimiento abreviado con


el número 31 de 1.991 contra José, y una vez concluso, lo remitió a la Audiencia
Provincial de Toledo, Sección Primera, que con fecha 9 de octubre de 1.995, dictó
sentencia que contiene los siguientes Hechos Probados: PRIMERO.- En el mes de
octubre de 1.984, se instó declaración de quiebra de la empresa "Vinos
DIRECCION000" anteriormente denominada "Vinos DIRECCION001", promovida por
"Vidrieras Españolas Vicasa, S.A." dictándose auto en el que se declaraba el estado de
quiebra necesaria de la citada entidad, acordando retrotraer sus efectos al día 1-7-82,
fecha en que el quebrado cesó en el pago de sus obligaciones corrientes, y
posteriormente en sentencia de fecha 17-3-90 se declara fraudulenta la quiebra y se
acuerda deducir testimonio para proceder penalmente contra el administrador y demás
personas que hubieren tenido participación en los hechos, todo ello en los autos 124/84
del Juzgado de Primera Instancia nº 1 de Ocaña. SEGUNDO.- El día 16 de diciembre de
1.972, Doña Rita, compró a la Sociedad Anónima DIRECCION002, representada por su
consejero delegado Don Romeo, una Nave sita en la urbanización industrial "Cortijo
Ramírez" en Sevilla, cuyo destino era para industria o almacén y que se hallaba inscrita
en el Registro de la Propiedad nº 4 de Sevilla al folio NUM000 del tomo NUM001 del
libro NUM002 finca nº NUM003, por precio de tres millones novecientas veinte mil
pesetas. En fecha 19 de septiembre de 1.975 Doña Rita, por escritura pública otorgada
en Barcelona, cede, vende y transfiere a favor de la Sociedad "Vinos DIRECCION001"
representada por su administrador José para la cual adquiría, los derechos y
obligaciones derivados del contrato de compraventa mencionado anteriormente, y en
virtud del cual el comprador entregó a la vendedora la cantidad de 200.000 pts. No
consta otorgamiento de escritura pública de la citada transmisión, a pesar de que Doña
Rita, requirió notarialmente a la Sociedad DIRECCION002 para que de conformidad
con la estipulación 5ª del contrato suscrito con dicha entidad, la otorgara a favor de
"Vinos DIRECCION001". Tampoco consta la inscripción en el registro civil de la
413
propiedad de la finca descrita. A pesar de ello, desde ese momento, la Sociedad "Vinos
DIRECCION001." constituida en fecha 16-9-75 denominada posteriormente "Vinos
DIRECCION000, tomó posesión de aquella, ejerciendo parte de su actividad industrial
en la misma. TERCERO.- Durante el transcurso del año 1.982, se produce en la entidad
"Vinos DIRECCION000.", un estado de sobreseimiento general en los pagos,
incumpliendo reiteradamente las obligaciones contraídas con sus acreedores, sin que se
solicitara por el administrador único de dicha Sociedad, José la declaración de quiebra,
sino que por el contrario abandonó el establecimiento, no dejando encargado alguno al
frente, cerrando las instalaciones situadas en Noblejas. El mencionado Administrador,
sufrió un accidente de tráfico el día 28 de octubre de 1.981, siendo declarada su sanidad
en el mes de octubre de 1.982. CUARTO.- Conocida la situación de insolvencia y con
la finalidad de sustraer del patrimonio de la entidad "Vinos DIRECCION000.", el
acusado Don José organizó las siguientes actuaciones: 1º) Instó a la acusada Doña Rita
quien desconocía la situación económica de la Sociedad administrada por aquél, para
que otorgara poder a Don Federico, para que en su representación otorgara escritura
pública de la venta años antes realizada, lo cual esta hizo con la intención de evitarse
molestias. 2º) Envió a Federico , esposo de su hija, quien desconocía también la
situación de insolvencia de la quebrada por ser ajeno a sus actividades mercantiles, para
que en virtud del poder descrito anteriormente, otorgara escritura pública de venta de la
finca descrita a favor de su esposa, la acusada Laura , ante el Notario de Sevilla Sr.
García Hernández, representado a su vez por un empleado de la Notaría, el Sr. Augusto
, el cual se ofreció para evitar el impedimento de que el anterior contratara consigo
mismo, al actuar también en representación de la compradora, lo cual hizo como gestor
sin mandato, que fue ratificado posteriormente el día 2-3-84. Dicha operación se
verificó, pactando un precio de 3.920.000 pts. siendo inscrita en el registro de la
Propiedad el día 11-6-85. 3º) Instó a su esposa Laura, quien desconocía asimismo la
quiebra de la empresa, para que nuevamente representada por su yerno Federico,
vendiera el 18 de julio de 1.985 la finca-nave a la entidad "Unión de Drogueros y
Perfumistas Andaluces, S.A.", por precio de 5.600.000 pts., lo cual efectivamente hizo.
QUINTO.- El referido inmueble (Solar-Nave) ha sido valorado pericialmente en fecha
23-3-93 en la cantidad de 54.920.664 pts. SEXTO.- No consta acreditada la pérdida

414
ocasionada a los acreedores, siendo en todo caso inferior al 10 de sus respectivos
créditos.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS.-


Que debemos condenar y condenamos a José como responsable en concepto de autor,
de un delito de quiebra fraudulenta previsto y penado en los artículos 520 y 527 del
Código Penal, a la pena de un año de prisión menor, suspensión de todo cargo público y
derecho de sufragio durante el mismo período de tiempo, así como al pago de las costas
procesales; y que indemnice a sus acreedores en los perjuicios causales, que serán
determinados en ejecución de sentencia. Asimismo, debemos absolver y absolvemos a
Laura y a Rita del delito que les venía siendo imputado. Declarando la extinción de la
responsabilidad criminal, caso de haber existido, de Federico por prescripción del delito.
Pronúnciese esta sentencia en audiencia pública y notifíquese a las partes.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de ley e infracción de precepto constitucional, por el acusado José , que se
tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado José , lo basó en los
siguientes MOTIVOS DE CASACION: Primero.- Al amparo del artículo 5.4 de la
L.O.P.J. en relación con el artículo 24.2 de la Constitución por infracción del derecho
constitucional a la presunción de inocencia; Segundo.- Al amparo del nº 4 del artículo 5
de la L.O.P.J. en relación con el artículo 24.1 de la Constitución, por entender vulnerado
el derecho constitucional a la tutela judicial efectiva; Tercero.- Al amparo de lo
establecido en el artículo 849, número primero, de la L.E.Cr., por aplicación indebida
del artículo 520 del Código Penal, dados los hechos declarados probados; Cuarto.- Al
amparo de lo establecido en el número segundo del artículo 849 de la L.E.Cr. por error
en la apreciación de la prueba resultante de documentos, consistentes en escritura
pública de cesión de fecha 29 de septiembre de 1.975 y sentencia de fecha 17 de marzo
de 1.990, obrantes en autos y no contradichos por otros elementos probatorios; Quinto.-
Al amparo del número primero del artículo 849 de la L.E.Cr., por aplicación indebida

415
del artículo 520 del Código Penal dados los hechos declarados probados, modificados
por el motivo anterior.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, se opuso a la admisión


de todos sus motivos, impugnándolos subsidiariamente, quedando conclusos los autos
para señalamiento de fallo cuando por turno correspondiera.

6.- Por Providencia de 28 de mayo de 1.996, a los efectos prevenidos en la


Disposición Transitoria 9 a.c) de la Ley 10/1995, de 23 de noviembre, se requirió a la
parte recurrente para que, en plazo de ocho días, si lo estimara procedente, adaptase los
motivos de casación alegados, a los preceptos del nuevo Código Penal.

Por Providencia de 15 de noviembre de 1.996, se señaló para fallo el día 14 de


enero de 1.997, designándose Ponente al Magistrado, Excmo. Sr. D. Francisco Soto
Nieto, en sustitución del que lo fue anteriormente.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El primer motivo del recurso interpuesto por el acusado José lo es


al amparo del artículo 5.4 de la L.O.P.J. en relación con el artículo 24.2 de la C.E., por
decirse vulnerado el derecho a la presunción de inocencia. En definitiva viene a
objetarse que la finca constituida por la Nave sita en la urbanización industrial "Cortijo
Ramírez" en Sevilla, no se integró en el patrimonio de la S.A. "Vinos
DIRECCION001", y, además, que no existe identidad entre "Vinos DIRECCION001."
y "Vinos DIRECCION000", que es la entidad quebrada. A ello da respuesta la sentencia
de instancia haciendo constar que el día 16 de diciembre de 1.972, Doña Rita , compró a
la Sociedad Anónima DIRECCION002 , representada por su consejero delegado Don
Romeo , una Nave sita en la urbanización industrial "Cortijo Ramírez" en Sevilla, cuyo
destino era para industria o almacén y que se hallaba inscrita en el Registro de la
Propiedad nº 4 de Sevilla al folio NUM000 del tomo NUM001 del libro NUM002 finca
nº NUM003 , por precio de tres millones novecientas veinte mil pesetas. En fecha 19 de
septiembre de 1.975 Doña Rita, por escritura pública otorgada en Barcelona, cede,
vende y transfiere a favor de la Sociedad "Vinos DIRECCION001." representada por su
administrador José para la cual adquiría, los derechos y obligaciones derivados del
contrato de compraventa mencionada anteriormente, y en virtud del cual el comprador
416
entregó a la vendedora la cantidad de 200.000 pts. No consta otorgamiento de escritura
pública de la citada transmisión, a pesar de que Doña Rita, requirió notarialmente a la
Sociedad DIRECCION002 para que de conformidad con la estipulación 5ª del contrato
suscrito con dicha entidad, la otorgara a favor de "Vinos DIRECCION001.". Tampoco
consta la inscripción en el registro civil de la propiedad de la finca descrita. A pesar de
ello, desde ese momento, la Sociedad "Vinos DIRECCION001." constituida en fecha
16-9-75 denominada posteriormente "Vinos DIRECCION000.", tomó posesión de
aquélla, ejerciendo parte de su actividad industrial en la misma. Todo ello corroborado
en la causa, en la que obran el contrato privado de compraventa celebrado entre la
Sociedad Anónima DIRECCION002 y doña Rita de 16 de diciembre de 1.972 (f. 31),
escritura pública, otorgada por la última a favor de la Sociedad "Vinos DIRECCION001
.", de 19 de septiembre de 1.975 (f. 22), así como Acta de requerimiento de 19 de
septiembre de 1.975 a instancia de aludida doña Rita a la Sociedad DIRECCION002 a
fin de que otorgara escritura a favor de "Vinos DIRECCION001", conforme a lo
pactado (f. 27).

SEGUNDO.- En el fundamento jurídico segundo la sentencia, tras la minuciosa


observación de los diversos actos realizados o inducidos por el acusado, resalta que un
bien adquirido por la Sra. Rita, que ella enajena a favor de "Vinos DIRECCION001.",
luego denominada "Vinos DIRECCION000.", pasa a ser propiedad de la esposa de
quien adquirió el bien para la Sociedad, no habiendo previamente inscrito las
transmisiones en favor de la Sra. Rita ni en favor de la quebrada. Es evidente -se
subraya- que la finca adquirida fue utilizada por las sociedades anónimas "Vinos
DIRECCION001 ." y después "Vinos DIRECCION000", para el ejercicio de su
actividad social y que existía identidad entre ambas, pues idéntico era el objeto social;
tenían el mismo administrador y ejercían su actividad con los mismos medios humanos
y materiales. Por otra parte, el que no conste en autos la ratificación de otros socios con
respecto a la compra de la finca, no quiere decir que ello no haya de inferirse de otras
circunstancias que revelan tal voluntad, como es el hecho de que en ella se viniera
ejerciendo la actividad social durante varios años y también como ya se dijo que el Sr.
José la adquirió en representación de la sociedad.

417
El propio acusado, en su declaración en el Juzgado (f. 55) viene a reconocer que
la Sociedad "Vinos DIRECCION000" supone una continuidad de "Vinos
DIRECCION001.". Rita, en su primera declaración, manifiesta que "desde el año 1.975
Vinos DIRECCION001 y luego Vinos DIRECCION000 ha sido dueño del local de
Sevilla ya que en esa fecha la declarante se lo vendió a dicha Sociedad".

Corolario de todo ello ha de ser la conclusión de que no se ha producido la


vulneración del derecho a la presunción de inocencia, al haber sido desvirtuada esta
última. El motivo debe ser desestimado.

TERCERO.- Al amparo del artículo 5.4 de la L.O.P.J. en relación con el artículo


24.1 de la C.E., se formula el motivo segundo del recurso, por entenderse vulnerado el
derecho constitucional a la tutela judicial efectiva, toda vez que la sentencia no ha sido
suficientemente motivada.

La afirmación del recurrente carece de todo fundamento. La sentencia de


instancia, en su fundamentación jurídica, tras estudiar los elementos constitutivos del
tipo de quiebra fraudulenta recogido en los artículos 520 y 527 del Código Penal,
incorpora atinados y pormenorizados argumentos para justificar sus conclusiones
incriminatorias respecto al acusado José. El fundamento tercero supone un verdadero y
exhaustivo alarde de reflexiones, a la vista del conjunto probatorio acumulado en autos,
que llevan al pronunciamiento de condena en que aquélla desemboca.

El motivo debe ser desestimado.

CUARTO.- En el tercer motivo, por infracción de ley y al amparo del artículo


849,1º, de la L.E.Cr., se denuncia aplicación indebida del artículo 520 del C.P., dados
los hechos declarados probados. Y ello porque no puede concluirse la comisión del
delito de quiebra fraudulenta, por cuanto no concurren la totalidad de los elementos
configuradores de aquél. El delito de quiebra fraudulenta exige la concurrencia de los
siguientes elementos: a) que se den algunos de los supuestos descritos en los artículos
890 a 892 y 899.2 del Código de Comercio; b) que igualmente exista entre esos hechos,
de relevancia penal, y la insolvencia, una relación de causalidad; c) que concurra a la
vez un perjuicio económico, material, concreto y manifiesto; d) cualidad de comerciante
en el sujeto activo de la infracción, salvo la autoría o cooperación necesaria por parte de
418
quien no ostentaba tal carácter; e) como elemento subjetivo del injusto es necesario se
dé el claro propósito de perjudicar a los acreedores, de defraudar a la masa de
acreedores, porque las acciones y omisiones tiendan a provocar la situación de
insolvencia, y f) como requisito previo de procedibilidad en el proceso penal es también
imprescindible la declaración, por parte del Juez civil, de quiebra fraudulenta en
atención a los hechos producidos, temporalmente, antes de la ocupación de bienes y
papeles a los que se refiere el art. 1.334 de la L.E.Cr. (Sentencia de 25 de octubre de
1.993, por cita de alguna). El carácter criminal de la quiebra fraudulenta no es
consecuencia de una actitud anímica especial del autor, sino que el disvalor de la
conducta punible, al menos en el caso de ocultamiento y alzamiento (artículo 890,1, del
C. de C.), está ya íntegramente dado en el caso en que el autor sabe que oculta bienes a
la masa, pues ello implica necesariamente una reducción de las posibilidades de ésta de
satisfacer sus créditos (Cfr. sentencia de 27 de mayo de 1.995).

En el apartado sexto de los hechos probados se dice "no consta acreditada la


pérdida ocasionada a los acreedores, siendo en todo caso inferior al 10 por ciento de sus
respectivos créditos". Se completa dicha declaración con el pronunciamiento del fallo
que deja para ejecución de sentencia la concreción de los perjuicios causados y
respectivas indemnizaciones. Ello no supone, cual apunta el recurrente, que no conste
que los acreedores hubieran sufrido ningún perjuicio; obvio resulta que la eliminación
del patrimonio de un bien como el que nos ocupa ha de repercutir en la expectativa de
realización de los créditos pendientes sobre la sociedad. Lo que se relega al período de
ejecución es la determinación concreta del quantum de perjudicialidad. De otra parte, si
el perjuicio exigido en el tipo delictivo se concreta en el importe del bien
fraudulentamente "extraído" de la masa de la quiebra, aquel viene cifrado en el apartado
quinto del factum, según valaración pericial, en 54.920.665 pesetas.

El elemento subjetivo fluye de modo patente y natural a través de los actos


descritos en el relato fáctico. Basta su lectura y las consideraciones vertidas por el
Tribunal en el fundamento segundo de la sentencia para comprobar el ánimo que ha
impulsado al acusado de mantener en su propio patrimonio el bien en cuestión,
perjudicando a los acreedores.

419
QUINTO.- Se aduce por el recurrente que el tipo delictivo del artículo 520
requiere que las acciones u omisiones que provoquen la insolvencia se hubieran
producido con anterioridad a la ocupación de papeles, bienes y demás diligencias a las
que hace referencia el artículo 1.334 de la Ley de Enjuiciamiento Civil. El enunciado de
Hechos Probados de la sentencia que se recurre -se dice- relata las actuaciones que
según la misma organizó el ahora recurrente para sustraer del patrimonio de la entidad
"Vinos DIRECCION000." la nave de Sevilla, siendo la última de estas actuaciones y
siempre según la propia sentencia, instar a su esposa Laura para que en fecha 18 de julio
de 1.985 vendiera la finca-nave a la entidad "Unión de Drogueros y Perfumistas
Andaluces S.A.", cosa que efectivamente se hizo. Por lo tanto -concluye el recurrente- si
tenemos en cuenta que la propia sentencia (en sus Fundamentos de Derecho) considera
esta fecha, la del 18 de julio de 1.985, como fecha de comisión del delito y que la
ocupación de papeles, bienes y demás diligencias referidas en el artículo 1.334 de la
L.E.C. se produjo con anterioridad, en fecha 14 de febrero de 1.985 (consta a folio 230
de las actuaciones), se debe colegir que no puede tipificarse la conducta de José como
constitutiva del delito del art. 520 del Código Penal por la ausencia del mencionado
requisito.

En la sentencia se resalta perfectamente cómo una operación realizada años


antes, aun sin haber tenido reflejo registral, es "rehabilitada" ante la insolvencia patente
de "Vinos DIRECCION000.", mediante otorgamiento de poderes y escrituras
correspondientes, para extraerla del patrimonio social al que correspondía, como revela
su permanente utilización por la quebrada. El recurrente fija su atención en la última
operación de venta que consta en los hechos probados, al instar el acusado a su esposa
Laura para vender la finca en 18 de julio de 1.985 a la entidad "Unión de Drogueros y
Perfumistas Andaluces". Pero, antes de referida transacción, la maniobra tendente a la
eliminación de la finca-nave del patrimonio de Vinos DIRECCION000" por su
administrador, el acusado José , quedó consumada merced a la escritura de compraventa
otorgado por Rita a favor de Laura en 17 de febrero de 1.984 (f. 76), haciéndose constar
haberla adquirido la vendedora por compra a "DIRECCION002" en contrato privado
celebrado el día 16 de diciembre de 1.972, elevado a escritura pública el propio 17 de
febrero de 1.984 (f. 83); compra ratificada el día 2 de marzo de 1.984 (f. 80). Estas

420
fechas son las decisivas al objeto de confrontar con la de 14 de febrero de 1.985 de
ocupación de libros y papeles en la quiebra (f. 230).

El motivo ha de desestimarse.

SEXTO.- Al amparo de lo establecido en el artículo 849,2º, de la L.E.Cr. se


articula el motivo cuarto aduciendo error en la apreciación de la prueba, citando como
documentos que lo corroboran la escritura pública de cesión de fecha 29 de septiembre
de 1.975 y la sentencia de fecha 17 de marzo de 1.990 (f. 494). No consta en forma
alguna acreditado -se dice-, como se pretende en la sentencia que se recurre la relación
entre las mercantiles "Vinos DIRECCION001 ." y "Vinos DIRECCION000" y tampoco
consta acreditado que la nave en cuestión perteneciera al patrimonio de la entidad
"Vinos DIRECCION000 ." ni "Vinos DIRECCION001".

Basta la remisión a cuanto se ha expuesto anteriormente para comprender la


sinrazón del motivo, aferrado a constancias formales y ficticias y no a la versión real de
los hechos extraída de las pruebas practicadas. La referida sentencia de 1.990 es
ilustrativa al respecto atribuyendo a Federico la pretensión de sacar o extraer de la masa
actora de la quiebra el referido bien patrimonial que era de su pleno dominio. En el fallo
de la misma se dice: "declaro fraudulenta la quiebra de Vinos DIRECCION000 antes
Vinos DIRECCION001, cuyo administrador era don José”. Cual dice el Ministerio
Fiscal en su escrito de impugnación, las conclusiones de la sentencia recurrida, cual
resulta de sus fundamentos, es fruto de la interpretación en relación con las pruebas
practicadas; y ello en su totalidad y no en función de un determinado documento. Lo
que sucede siempre que hay que desenmascarar cualquier maniobra fraudulenta.

El motivo debe ser desestimado.

Lo que conlleva, a su vez, la desestimación del motivo quinto, formalizado al


amparo del artículo 849,1º, de la L.E.Cr., por aplicación indebida del artículo 520 del
C.P., que parte de los hechos declarados probados, modificados por el motivo anterior.
Comoquiera que este motivo ha sido rechazado, igual suerte ha de correr el quinto del
recurso.

FALLO:

421
QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR al
recurso de casación por infracción de ley e infracción de precepto constitucional,
interpuesto por el acusado José, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de
Toledo, Sección Primera, de fecha 9 de octubre de 1.995, en causa seguida contra el
mismo, por delito de quiebra fraudulenta. Condenamos a dicho recurrente al pago de las
costas procesales ocasionadas en su recurso. Todo ello sin perjuicio de que por el
Tribunal de instancia pueda llevarse a efecto la revisión de la sentencia, si procediese,
para su acomodación al nuevo Código Penal de 1.995. Comuníquese esta resolución, a
la mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos, con devolución de la causa,
que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

21-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 31 DE ENERO DE


1997

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 4 instruyó sumario con el número 1 de


1992, contra Rodolfo y otros, y una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial
de la misma capital (Sección Tercera) que, con fecha once de julio de mil novecientos
noventa y cinco, dictó sentencia que contiene los siguientes Hechos Probados:

<<Se declaran hechos probados que: A) Con ocasión de las relaciones


comerciales habidas entre la entidad mercantil Talleres Meleiro S.A. --en anagramas
TAMESA-- y la también mercantil DIRECCION000 (sic), de la que era administrador
Esteban que falleció el 7 de octubre de 1991, esta última empresa era deudora de
Tamesa por impagos de precios de suministros efectuados a lo largo de los años 1986 y
1987, los cuales fueron reclamados judicialmente a medio de demanda en cuantía de
11.618.070 ptas. que dio lugar al juicio de menor cuantía número 315/88, promovido 1l
422
11 de mayo de 1988 y del que conoció el Juzgado de Primera Instancia nº cuatro de
Oviedo que dictó sentencia el 22 de abril de 1989 por la que se condenaba a la
demandada al pago de aquella cantidad más los intereses y gastos por el aplazamiento
del pago, DIRECCION000 ., que en las fechas citadas se hallaba en situación de crisis y
sin producir prácticamente ya en marzo de 1988, cesó en su actividad industrial como
tal entidad con esa denominación, si bien para dedicarse a ella --actividad industrial-- el
procesado Rodolfo , mayor de edad, sin antecedentes penales, hijo del antedicho
Esteban y pleno conocedor de la situación de quiebra de DIRECCION000 ., constituyó
la Sociedad DIRECCION001 ., mediante escritura pública de 8 de marzo de 1988 que
se inscribió en el Registro Mercantil el día 18 del mismo mes y año asumiendo el
procesado la condición de socio mayoritario y administrador único hasta el día 12 de
diciembre de 1988 en que se designó administrador solidario con él al también
procesado Carlos Jesús y socio fundador --minoritario-- de DIRECCION001 . A tales
fines de continuar la actividad industrial de DIRECCION000, Rodolfo, como
administrador de DIRECCION001, concertó con su padre Esteban , éste como
Administrador de DIRECCION000, el arrendamiento de la parcela, nave e instalaciones
sitas en el nº NUM000 del POLÍGONO000, Concejo de Llanera-Oviedo, donde se
ubicaba la empresa, y la maquinaria de ésta. Posteriormente, con fecha 1 de julio de
1988, con el propósito de sustraer esa maquinaria --que constituía el único activo de
DIRECCION000-- manifestaba vender dicha maquinaria a DIRECCION001 por el
precio de seis millones de pesetas de las que 2.292.655 ptas. se consideraban abonadas a
cuenta de una serie de pagos a terceros correspondientes a deudas de DIRECCION000 .,
que había pagado DIRECCION001 ., conviniéndose el pago del resto del precio en un
plazo de cinco años a contar desde aquella fecha de 1-7-88. De todas las máquinas que
se relacionaban en el antedicho documento de compraventa, en número de cincuenta y
nueve, sólo las que se van a indicar ya tenían un valor superior a los diez millones de
pesetas:

- Una prensa de estampación Blanch de 50 Tm valorada en 200.000 ptas.

- Una prensa de estampación Blanch de 130 Tm valorada en 250.000 ptas.

- Una prensa de estampación Blanch de 90 Tm valorada en 600.000 ptas.

423
- Tres prensas de tipo fricción Gamei de 100 Tm valoradas en 900.000 ptas.

- Tres prensas de tipo fricción Gamei de 150 Tm valoradas en 1.200.000 ptas.

- Cizallas de tipo guillotina:

-- Una Albertina con mesa cargadora anexa, valorada en 60.000 ptas.

-- Dos Gairu.

-- Cizalla de perfiles Peddinghaus Tedisa de 400 Tm valorada en 1.900.000 ptas.

- Cuatro roscadoras laminadoras IZPE RSC-300, valoradas en 1.200.000 ptas.

- Una Enderezadora de Perfiles, valorada en 100.000 ptas.

- Una Enderezadora de Redondos, valorada en 540.000 ptas.

- Dos hornos de estampado en caliente, tipo Sping, valorado en 400.000 ptas.

- Dos hornos eléctricos L.C. mufla, valorados en 400.000 ptas.

- Un horno tipo Lloy, valorado en 650.000 ptas.

- Un puente-grua de 25 mts., marca DEMAG, valorado en 1.650.000 ptas.

- Una cinta transportadora.

- Una carretilla elevadora, siendo su valoración total de 10.050.000 ptas.

Por su parte, el Juzgado de Primera Instancia nº cuatro de Oviedo que conocía


de aquel juicio de menor cuantía nº 315/88 decretó el embargo preventivo de bienes de
la parte demandada, DIRECCION000 ., el cual había sido pedido en la demanda rectora
de los autos, llevándose a efecto en la Nave NUM000 de la Parcela del mismo número
del POLÍGONO000 el día 1 de diciembre de 1988, entendiéndose la diligencia con el
procesado Rodolfo que intervenía como Gerente de DIRECCION001, con
conocimiento de la razón del embargo, ejecutándose éste sobre los bienes que antes han
sido relacionados, quedando estos en poder del procesado a resultas del procedimiento
en que se decretó el embargo haciéndole saber la obligación que contrae de mantenerlos
en su poder y en el estado en que se encuentran y que de no hacerlo incurriría en delito,
haciéndose cargo del depósito de las mismas. No obstante, en escritura pública de 13 de

424
septiembre de 1989 Rodolfo vendió sus acciones en DIRECCION001. al ya aludido
procesado Carlos Jesús y al también procesado Ernesto, mayor de edad, sin
antecedentes penales, quedando el primero -- Carlos Jesús -- como socio mayoritario y
los dos -- Carlos Jesús y Ernesto -- como administradores solidarios. Desde esa fecha
Rodolfo dejó de tener relación con la sociedad desentendiéndose por completo de
aquellos bienes de los que era depositario, los cuales permanecían en la nave industrial
y eran utilizados como elementos productivos de DIRECCION001. desde su fundación.

B) Con fecha 27 de noviembre de 1989 la entidad Marceliano Martín S.A.


promovió demanda de juicio ejecutivo contra DIRECCION001. al resultar la ejecutante
tenedora de sendas cambiales y cheque librados en los meses de agosto, septiembre y
octubre de 1989 en el curso de las relaciones comerciales mantenidas entre ambas
empresas, por importe de 1.593.762 ptas. siguiéndose con tal ocasión autos de juicio
ejecutivo n1 689/89 en el Juzgado de Primera Instancia nº Tres de Oviedo, y en los que
tuvo lugar la diligencia de requerimiento de pago, embargo y citación de remate el 16 de
febrero de 1990 en la que la Comisión Judicial formada por el Agente Judicial, Oficial y
Procurador de la demandante, se entendió con el procesado Ernesto que se presentaba
como empleado de la ejecutada, procediéndose al embargo de los siguientes bienes,
valorados en 6.850.000 ptas. en ese juicio ejecutivo:

a) Tres prensas de fricción marca Gamey.

b) Dos hornos eléctricos.

c) Un horno marca Sitjes. (Elementos estos que ya habían sido objeto de embargo en el
juicio de menor cuantía 315/88).

d) Un ordenador Olivetti.

Tal diligencia fue hecha en un impreso modelo estándar en el que al designar


depositario al aludido procesado se hacía constar, según el impreso modelo, lo
siguiente: ".... quien instruido por mí en este acto de sus obligaciones y
responsabilidades, acepta el cargo y jura desempeñarlo bien y fielmente ....". Entre
finales de 1990 y los primeros meses de 1991, cuando la empresa se hallaba en
dificultades económicas, Ernesto y Carlos Jesús , fueron disponiendo sucesivamente de
la maquinaria que primero sacaron de la nave donde se hallaba para ubicarla en un
425
almacén propiedad de la empresa Hierros Cornelio y de aquí la fueron sacando para su
venta. Este segundo embargo practicado en los autos de juicio ejecutivo nº 689/89 fue
dejado sin efecto en virtud de sentencia de fecha 25 de septiembre de 1991 pronunciada
por el Juzgado de Primera Instancia nº Tres de Oviedo en autos nº 683/90 seguidos a
instancia de Talleres Meleiro S.A. contra Marceliano Martín S.A., DIRECCION001. y
DIRECCION000 ., sobre Tercería de dominio, resuelta a favor del demandante a la que
en aquellos autos de menor cuantía nº 315/88, en virtud de subasta pública con dictado
de auto de adjudicación del remate de 22-11-90, se le habían adjudicado por un precio
de 7.500.000 ptas. los bienes que habían sido embargados a su favor, relacionados en el
apartado A) de este relato de hechos probados, si bien la adjudicación no pudo llevarse a
cabo porque conforme se ha relatado, tales bienes desaparecieron.>>

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

<<FALLAMOS: Que debemos condenar y condenamos a Rodolfo como autor


de un delito de alzamiento de bienes y de otro de malversación impropia, ambos ya
definidos, sin concurrir circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a
las penas siguientes:

A) Por el delito de alzamiento de bienes UN AÑO DE PRISION MENOR con


accesorias legales de suspensión de cargo público y derecho de sufragio durante el
tiempo de la condena y

B) Por el delito de malversación impropia, DIEZ MILLONES DE PESETAS de


multa con seis meses de arresto sustitutorio en caso de impago.

El condenado deberá abonar la mitad de las costas procesales causadas, con


inclusión de las de la acusación particular, e indemnizar a Talleres Meleiro S.A. en la
cantidad de siete millones quinientas mil pesetas, la que devengará los intereses legales
previstos en el art. 921 de la Ley de Enjuiciamiento Civil.

Se declara la nulidad del contrato de compraventa otorgado en la ciudad de


Benidorm el día 1 de julio de 1988 ante el Notario de la misma Don José Escámez
Morales.

426
Se aprueba por sus fundamentos y con las reservas que contiene el auto de
insolvencia dictado por el Instructor en la correspondiente pieza de responsabilidad
civil.

Se absuelve libremente, con todos los pronunciamientos favorables, a los


procesados Ernesto y Carlos Jesús del delito de malversación impropia que les era
imputado por la acusación particular, declarando de oficio la mitad de las costas
procesales que se corresponden con este pronunciamiento absolutorio, ordenando
asimismo la cesación de cuantas medidas cautelares, reales o personales se hayan
adoptado durante la tramitación de la causa en relación a los absueltos. >>

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de preceptos constitucionales, quebrantamiento de forma e infracción de Ley,
por el procesado Rodolfo, que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda
del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo la representación del


recurrente formalizó el recurso alegando los motivos siguientes:

MOTIVO PRIMERO.- Por infracción de precepto constitucional, amparado en


el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en relación con el artículo 24.2 de
la Constitución (derecho a la presunción de inocencia).

MOTIVO SEGUNDO.- Por infracción de precepto constitucional, amparado en


el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, en relación con los artículos 120.3
y 24.1 de la Constitución (falta de motivación de la sentencia condenatoria).

MOTIVO TERCERO.- Por error en la apreciación de la prueba, amparado en el


artículo 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

MOTIVO CUARTO.- Por infracción de Ley, amparado en el artículo 849 de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 519 del Código
Penal y jurisprudencia que lo interpreta.

427
MOTIVO QUINTO.- Por infracción de Ley, amparado en el artículo 849 de la
Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 519 del Código
Penal, y jurisprudencia que lo interpreta.

MOTIVO SEXTO.- Por infracción de Ley, amparado en el artículo 849 de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, en relación con el artículo 1 del Código de Comercio.

MOTIVO SEPTIMO.- Por infracción de Ley, amparado en el artículo 849 de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida de los artículos 399 en
relación con el artículo 395 del Código Penal y jurisprudencia que lo interpreta.

MOTIVO OCTAVO.- Por quebrantamiento de forma, amparado en el artículo


851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por denegación de prueba documental
propuesta en tiempo y forma, y oportunamente protestada en cuanto a su denegación.

5.- Conferido nuevo traslado a los efectos convenidos en la Disposición


Transitoria Novena letra C de la Ley Orgánica 10/95, de 23 de noviembre, la
representación del recurrente manifiesta que no teniéndose como típica la conducta
descrita en el artículo 395 del antiguo Código Penal, en el nuevo texto, debe declararse,
en la sentencia que dicte ese Tribunal la exención de responsabilidad penal, por el delito
de malversación impropia a que se le condenó en la causa.

6.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso interpuesto, impugnando todos


los motivos presentados, así mismo dado traslado de la adaptación realizada al nuevo
Código Penal informa que habiendo sido condenado el recurrente, aparte de por un
delito de alzamiento de bienes, por otro de malversación impropia del artículo 399 en
relación con el 395 del anterior Código Penal, que no es objeto de tipificación en el
nuevo Código, resultaría procedente la aplicación retroactiva de este Texto y, en
consecuencia, la absolución por este delito por lo que mediante este escrito se renuncia
al motivo séptimo del escrito de impugnación. La Sala admitió el recurso, quedando
conclusos los autos para señalamiento de Vista cuando por turno correspondiera.

7.- Realizado el señalamiento para Vista se celebró la misma el día veintidós de


enero de mil novecientos noventa y siete. Con la asistencia del Letrado recurrente D.
Alfredo Pulido Sánchez, en nombre y representación del procesado, quien mantuvo su

428
recurso y plantea la posible prescripción del delito de alzamiento de bienes. El
Ministerio Fiscal impugnó el recurso.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El acusado y recurrente aparece condenado aquí por sendos delitos


de alzamiento de bines y malversación de caudales públicos a las penas,
respectivamente, de un año de prisión menor y multa de diez millones de pesetas. Los
complejos hechos acaecidos, propios de otro lado en este tipo de infracciones, obligan a
una somera y clara matización de cuanto aconteció, según el "factum" de la Audiencia
que después se someterá a consideración y análisis.

1. DIRECCION000 , cuyo Administrador era el padre del recurrente, ya


fallecido en octubre de 1991, era deudora de Tamesa en más de once millones y medio
de pesetas, lo que dio lugar al juicio de menor cuantía 315/88 iniciado que fue en mayo
de 1988.

2. El hoy acusado y recurrente, pleno conocedor de la situación de quiebra y


crisis de DIRECCION000 sin producción ya en marzo de 1988, constituyó la
denominada DIRECCION001, en dicho mes precisamente, como socio mayoritario y
Administrador único hasta diciembre de 1988 en que se designó Administrador
solidario a uno de los otros dos coacusados después absueltos por la resolución
recurrida.

3. El acusado con la finalidad de ayudar la continuación de la actividad


industrial de DIRECCION000, concertó con su padre, ambos como titulares capacitados
de cada una de las dos empresas indicadas, el arrendamiento de la parcela, nave e
instalaciones donde se ubicaba la empresa arrendadora, DIRECCION000, y la
maquinaria de ésta, surgiendo así el primer juicio de valor asumido por los Jueces de la
Audiencia, claramente deducible de las actuaciones y, muy especialmente, del
contenido que el propio arrendamiento pone de manifiesto, inferencia que empieza a
matizar la intención dolosa del acusado para sucesivas acciones.

4. Posteriormente, concretamente en julio de 1988, y con la finalidad, en


segundo juicio de valor, de sustraer esa maquinaria, único activo de DIRECCION000,
de la reclamación efectuada por Tamesa, iniciada que fue en el mes de mayo, el
429
acusado, con esa finalidad, otorgó de acuerdo con su padre una escritura pública en
virtud de la cual vendía DIRECCION000 a DIRECCION001 aquella maquinaria en seis
millones de pesetas, siendo así que del total de cincuenta y nueve maquinarias, objeto
de la venta, solamente veintisiete valían ya más de diez millones de pesetas, haciéndose
constar en la escritura que de ese precio cerca de dos millones trescientas mil pesetas se
consideraban abonadas por pagos hechos por la compradora en favor de acreedores de
la vendedora, dato éste según los Jueces "a quo" no acreditado suficientemente, datos y
circunstancias configuradores en la tesis asumida por la instancia, del delito de
alzamiento de bienes del artículo 519 del Código.

5. En diciembre de 1988 se procedió al embargo preventivo que la demandante


en el juicio de menor cuantía, en el apartado primero de este relato referido, había
solicitado, embargo que se trabó en los bienes que antes se relacionaron "in genere" y
que quedaron en poder del acusado, que actuaba en representación de DIRECCION001
, "a resultas del procedimiento en que se decretó el embargo haciéndole saber la
obligación que contrae de mantenerlos en su poder y en el estado en que se encuentran y
que de no hacerlo incurrirían en delito, haciéndose cargo del depósito de las mismas",
sin que al firmar el acusado la correspondiente diligencia se hiciera por éste
manifestación acreditada alguna, lo que es de singular importancia a la hora de enjuiciar
la malversación impropia del artículo 399, en relación con el artículo 395, del también
Código de 1973, como segunda infracción asumida por la Audiencia.

6. En septiembre de 1989 el acusado vendió sus acciones de DIRECCION001 a


los dos coacusados absueltos, desde cuya fecha el acusado se desentendió por completo
de tales bienes, siendo así que ya en abril de 1989 el Juzgado había dictado sentencia en
el juicio de menor cuantía referido condenando a DIRECCION000 al pago de lo
reclamado más intereses y gastos por el aplazamiento del mismo.

7. En noviembre de 1989 una tercera entidad mercantil promovió un ejecutivo,


por impago de poco más de un millón y medio de pesetas, contra DIRECCION001 , de
resultas de lo cual se embargaron en febrero de 1990 algunos de los bienes ya objeto de
traba en el más que repetido menor cuantía, todo lo cual ya se entendió con uno de los
coacusados absueltos, embargo que fue dejado sin efecto después por sentencia de
septiembre de 1991, sobre tercería de dominio, que había sido ejercitada por Tamesa
430
contra las otras tres entidades mercantiles reseñadas con anterioridad, tercería resulta a
favor de la demandante en base especialmente a que en noviembre de 1990 se había ya
dictado auto de adjudicación de remate, por precio de siete millones y medio de pesetas,
respecto de todos los bienes embargados en diciembre de 1988 al principio indicados en
el menor cuantía, adjudicaciones que finalmente no pudieran llevarse a efecto por haber
desaparecido todos los bienes.

SEGUNDO.- El primer motivo aducido por el recurrente se apoya en el artículo


5.4 de la Ley orgánica del Poder Judicial con la intención de denunciar la vulneración
del derecho a la presunción de inocencia del artículo 24.2 de la Constitución. Se
considera, en suma, que la prueba incriminatoria de cargo no es válida para destruir la
presunción. De manera concreta se alude a dos aspectos distintos de la resolución
pronunciada. De una parte se afirma en la diligencia de embargo llevada a cabo en
diciembre de 1988 a instancias de Tamesa se trabaron bienes de DIRECCION000 que
entonces pertenecían ya a la Sociedad DIRECCION001 , sin que además se hiciera
constar en tal diligencia la aceptación del cargo de depositario de los bienes embargados
por parte del acusado y recurrente. De otro lado se afirma no haberse probado que el
valor de la maquinaria adquirida por Sociedad DIRECCION001, consecuencia de la
venta hecha por DIRECCION000 a ésta previo concierto de sus respectivos
representantes, padre e hijo, que ese valor, se repite, fuere superior al que en la
correspondiente escritura pública se estableció.

El motivo se ha de rechazar porque en este caso el relato de la Audiencia, y los


supuestos acaecidos señalados en esta misma resolución, aparece constatado por una
prueba documental fehaciente, ya sean escrituras públicas, ya sean actuaciones
judiciales debidamente documentadas y adveradas con la fe judicial. Así consta la
diligencia de embargo sobre bienes de la empresa deudora entonces, aunque
subrepticiamente, como mera ficción, DIRECCION000 del padre del hoy acusado,
vendiera su único activo a DIRECCION001 que el recurrente administraba, no
pudiendo constituir obstáculo contra la justa incriminación el hecho de que la
maquinaria que se embargaba apareciera, como consecuencia de una previo acuerdo,
como pertenecientes a la compradora que obviamente no era la deudora en el juicio de
menor cuantía.
431
TERCERO.- En cuanto a la no aceptación del cargo de depositario en tal
embargo, también consta literalmente si no la aceptación expresa del cargo por parte del
acusado, sí que no hizo ninguna manifestación cuando firmó la diligencia en la que se le
hacía saber la obligación que contraía de mantenerlos (los efectos embargados) en su
poder en el estado que se encontraban pues incurriría en delito en otro caso, "haciéndose
cargo del depósito de las mismas" (las maquinarias). Es significativo, incluso, que el
acusado cuando voluntariamente cedió sus acciones de DIRECCION001 a los otros dos
coacusados indicados más arriba, dijo, a presencia de Letrado y en Juzgado, que se le
había olvidado "pedir se le relevara de su condición de depositario por desconocer tal
requisito", paladina confesión que corrobora su conocimiento del carácter de depositario
que había asumido. Alegaciones estas ya innecesarias si el tipo penal del artículo 395 no
se contempla en el Código de 1995.

Finalmente, y en cuanto al valor de la maquinaria figura en las actuaciones el


dictamen pericial, ratificado en el plenario, acreditativo de que el precio de venta de la
misma, fijado en la escritura de diciembre de 1988, era notablemente inferior al valor
real de la misma.

Lo que acontece es que el recurrente manifiesta su oposición a la valoración de


las pruebas llevada a cabo por los Jueces de la Audiencia de acuerdo con las facultades
exclusivas que los artículos 741 procesal y 117.3 constitucional les confieren (ver la
Sentencia de 24 de mayo de 1996), pues la prueba evidentemente existe
documentalmente en relación a las dos infracciones, alzamiento de bienes y
malversación, tanto la venta del patrimonio único activo de la que era empresa deudora,
de un lado, como la aceptación del cargo de depositario de los bienes embargados y su
posterior desaparición, de otro. Otra cosa son las deducciones lícitas obtenidas por los
Jueces por medio de una prueba indirecta cuando ésta fue necesaria para la inferencia
asumida en su caso por el Tribunal de instancia de acuerdo con las reglas que los
artículos 1.253 y 1.249 del Código Civil señalan (ver la Sentencia de 12 de diciembre de
1994). Como se ha dicho hasta la reiteración (ver la Sentencia de 24 de abril de 1995)
los juicios de inferencia sobre las intenciones de los intervinientes en los actos
criminales no son hechos en sentido estricto, y al no ser aprehensibles por los sentidos,
no son objeto de prueba propiamente dicha, quedando así fuera de la garantía
432
constitucional, lo que es distinto de que, a través del artículo 849.1 procesal, se puedan
discutir los hechos en los que el juicio de valor se apoya.

CUARTO.- El octavo motivo ordinal se interpone al amparo del artículo 851 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, aunque debe referirse al artículo 850.1, porque se
denegó indebidamente la prueba documental solicitada en la iniciación del juicio. La
prueba consistía en un certificado médico que refería la cardiopatía isquémica del
acusado, diagnosticada en 1989, en virtud de la cual se recomendaba evitar actividades
que pudieran producir stress. Con la misma pretendía acreditarse que el acusado no
controlaba la Sociedad DIRECCION001. La inadmisión de la prueba, se dice, afectó al
derecho a utilizar los medios de prueba pertinentes.

El motivo también se ha de desestimar. Según el artículo 728 de la Ley procesal


penal, en el procedimiento ordinario no pueden practicarse otras diligencias de prueba
que las propuestas por las partes al tiempo de formular los escritos de calificación
provisional, sin que puedan pedirse posteriormente ningunas otras, a diferencia de lo
que ocurre en el procedimiento abreviado.

Mas, en cualquier supuesto, tampoco la realidad de esa enfermedad puede


afectar a los tipos penales aquí asumidos por los Jueces en tanto ella, la enfermedad, no
justifica la conducta del acusado que, como acertadamente señala el Fiscal, podía haber
solicitado en último caso la remoción del cargo de depositario, aparte de que nunca sería
obstáculo serio para la ejecución de los actos que, en la esfera de uno u otro delito, llevó
a término el acusado. Ello no hace más que proclamar la afirmación jurisprudencial de
que el derecho a la prueba no es nunca un derecho absoluto (entre otras muchas, ver de
entre las últimas las Sentencias de 20, 16 y 9 de mayo de 1996).

QUINTO.- El segundo motivo alega, a través del artículo 5.4 orgánico citado, la
infracción de los artículos 24.1 y 120.3 de la Constitución porque considera que la
sentencia de la Audiencia no razona ni motiva suficientemente los elementos de cargo
tenidos en cuenta para llegar a la culpabilidad.

Como dice la Sentencia de 24 de mayo de 1996, ha de tenerse presente que la


exigencia de motivación de las resoluciones judiciales es una obligación de los jueces
(Sentencia del Tribunal Constitucional de 25 de abril de 1994) que impone el artículo
433
120.3 constitucional y, a la vez, un derecho que forma parte de la tutela judicial efectiva
del artículo 24.1 de la repetida Constitución, derecho a la motivación que se satisface
cuando la resolución judicial, como acontece aquí, de manera explícita o implícita
contiene razones o elementos de juicio que permiten conocer cuales han sido los
criterios jurídicos que fundamentan la decisión, sin que sea exigible una determinada
extensión ni un razonamiento explícito, exhaustivo y pormenorizado de todos los
aspectos y perspectivas que las partes puedan tener de la cuestión sobre la que se
pronuncia la resolución judicial (también la Sentencia del mismo Tribunal de 25 de
enero de 1993).

Las Sentencias del Tribunal Supremo de 13 de mayo, 30 y 19 de abril de 1996,


por citar de entre las últimas, exhaustivamente analizan todo cuanto a este problema se
refiere. Sólo cabe hacer expresa remisión al contenido de las mismas. Fuera de un
determinado rigor lógico o de una determinada elegancia retórica, que no son
circunstancias o aspectos imprescindibles para la necesaria "suficiencia del
razonamiento", es evidente que el auto judicial dictado para conceder el mandamiento
judicial se ajustó a las normas que se vienen diciendo. No se olvide además, que la
parquedad de la fundamentación jurídica de los Autos merece, según la Sentencia del
Tribunal Constitucional de 20 de enero de 1991, un tratamiento más permisivo si no se
vulnera manifiestamente el artículo 120.3, que de otro lado admite la argumentación
escueta y concisa, incluso la fundamentación por remisión.

El motivo se ha de desestimar. Los Jueces cumplieron con las exigencias


precisas que justifican no sólo el control jurisdiccional necesario sino también la
necesidad de que se sepa que la resolución del caso es consecuencia de una
interpretación racional del ordenamiento y no el fruto de una arbitrariedad.
Concretamente y en cuanto al alzamiento de bienes, la Audiencia analiza en el
fundamento jurídico segundo de su resolución los datos reales, incluso los indiciarios,
acreditativos de la venta maliciosa de los bienes que constituían el único activo de la
entidad deudora, DIRECCION000, en favor de la compradora DIRECCION001,
conociendo sus respectivos titulares la existencia de la deuda y del crédito instado
judicialmente por Tamesa contra la primera sociedad dicha, otorgamiento de escritura
en el que incluso se hacía constar un precio manifiestamente inferior al valor real de lo
434
que se transfería, dato pues coadyuvante de la inferencia de los Jueces en cuanto a la
intención del acusado. De otro lado en el fundamento jurídico tercero, y por lo que
afecta a la malversación, se razona igualmente sobre la aceptación del cargo de
depositario, por parte del recurrente, respecto de unos bienes después desaparecidos, tal
y como se ha venido ya explicando más arriba.

SEXTO.- El motivo tercero se alega por supuesto error de hecho, artículo 849.2
procedimental, para acreditar que en la tan repetida diligencia de embargo no hubo
aceptación por parte del acusado, aparte de indicar la desvinculación del mismo, desde
una determinada fecha, de las obligaciones derivadas de una posible aceptación, lo cual
no deja de ser contradictorio con lo afirmado antes.

El motivo ha de perecer porque ninguno de los documentos señalados, recogidos


en su contenido por el "factum" recurrido, acredita el error que se invoca. Ya han sido
dichas antes las razones por las que indefectiblemente hubo aceptación del cargo de
depositario.

Se ha de decir ahora que la comparecencia de un tercero en el Juzgado


afirmando ser el depositario de los bienes, no es concluyente frente a las demás pruebas
articuladas, pues en todo caso la posible diligencia de remoción que se pretendía no
pudo llevarse a cabo al estar entonces el acusado en ignorado paradero. El motivo
realmente no tiene razón de ser ya, si se considera que la infracción a la que el mismo se
refiere no tiene cobertura en el Código de 1995.

SEPTIMO.- Los motivos cuarto y quinto denuncian, a través del artículo 849.1
procesal, la indebida aplicación del artículo 519 del viejo Código, pues la conducta del
acusado en modo alguno puede ser incardinada dentro del alzamiento de bienes.

El respeto, obligado en este cauce procesal, a los hechos dados como probados
por los Jueces de la instancia, acreditan y justifican la infracción pues con base en los
mismos es concluyente la existencia de todos y cada uno de los requisitos exigidos para
considerar conculcado el precepto penal.

Los elementos del tipo, hoy acogido con mucha mayor precisión en el artículo
257 del Código de 1995, se descomponen así: a) existencia de un derecho de crédito por
parte de un acreedor y en consecuencia unas obligaciones dinerarias por parte del
435
deudor, generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b) ocultación, enajenación real o
ficticia, onerosa o gratuita de los propios bienes, simulación fraudulenta de créditos o
cualquier actividad que sustraiga los bienes citados al destino solutorio a que se hayan
afectos; c) situación de insolvencia total o parcial, real o aparente, del deudor como
consecuencia de la actividad dinámica antes mencionada; y d) concurrencia de un
elemento subjetivo específico, tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio
al acreedor, bien entendido no obstante que el alzamiento es un delito de mera actividad,
de riesgo, de resultado cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación
de bienes, como resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de
perjudicar, pues el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su
agotamiento (Sentencias de 8 de octubre de 1996, 20 de enero y 19 de febrero de 1993,
26 de junio y 7 de abril de 1992, etc.)

En el supuesto presente se traspasa el único activo patrimonial de la sociedad


deudora, en julio de 1988 cuando el que vende y el que compra (no puede dejarse de
lado que eran padre e hijo) conocen que desde mayo del mismo año se reclamaban a
aquélla más de once millones de pesetas. La acreedora no ha podido hacer efectivo su
crédito ni siquiera a través del auto de adjudicación del remate sobre los bienes
embargados, precisamente los transferidos, lo que sigue siendo significativo, y ayuda a
formar la convicción judicial sobre el dolo específico de quien, ahora acusado, fue
realmente un cooperador necesario del autor directo. Como quiera que la transferencia,
u ocultación de bienes, se hizo valorando a la baja el patrimonio único objeto de la
misma, claro es que no puede hablarse aquí, como enervador del delito, de un activo
restante suficiente (Sentencia de 7 de marzo de 1996).

Los motivos se han de desestimar.

OCTAVO.- El sexto motivo, también por la infracción de Ley del artículo


849.1, denuncia la indebida aplicación del artículo 1 del Código de Comercio, lo que
hay que entender en relación al mismo artículo 519 en el particular referido al supuesto
agravado del comerciante.

La condición de comerciante constituye realmente un subtipo agravado en


función de la especial confianza pública que inspiran, así como la mayor facilidad que

436
ello implica para el desarrollo de sus actividades jurídico-mercantiles, con todo lo cual
se configura un "status" caracterizado por una mayor exigencia respecto de las
obligaciones contraidas, un "plus" de culpabilidad y, en conclusión, un mayor rigor
penal, todo lo cual lleva consigo una necesaria conexión del tema con el citado artículo
1 mercantil (Sentencias de 26 de junio y 13 de febrero de 1992, 14 de mayo de 1991,
etc.).

El motivo se ha de desestimar porque el "factum" recurrido señala que el


acusado constituyó la Sociedad DIRECCION001, como socio mayoritario y
Administrador al principio único, tras su debida inscripción en el Registro Mercantil,
entidad que fue la que actuó como compradora del capital que la sociedad mercantil
deudora transfería. No puede caber duda la calidad de comerciante de quien se dedica al
comercio.

NOVENO.- El séptimo motivo, en análoga vía casacional, denuncia ahora la


aplicación indebida de los artículos 399 y 395 del Código de 1973, hoy artículo 435 en
el Código de 1995. Es el caso, sin embargo, que en el texto ahora ya vigente sólo se
contempla, en relación a los hechos aquí enjuiciados, la malversación impropia en
cuanto a los particulares legalmente designados como depositarios de caudales o efectos
públicos, sin que se refiera para nada a la modalidad del antiguo artículo 395 cuando el
delito se comete por abandono o negligencia inexcusable.

Es así por tanto que por haber dejado de tipificarse la infracción por la que venía
condenado el recurrente, en cuanto a la malversación, y de acuerdo con lo expuesto en
este trámite por el Fiscal y el propio acusado, procede casar la sentencia en este
particular en tanto la Disposición Transitoria Primera y el artículo 2.2 del nuevo Código
establecen la aplicación retroactiva de la norma penal más favorable.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos HABER LUGAR a la estimación parcial


del recurso de casación por infracción de preceptos constitucionales, quebrantamiento
de forma e infracción de Ley, interpuesto por el procesado Rodolfo, contra sentencia
dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo, con fecha once de
julio de mil novecientos noventa y cinco, en causa seguida al mismo por delitos de
437
alzamiento de bienes y malversación impropia, estimando su motivo séptimo por
infracción de Ley, y en su virtud casamos y anulamos la sentencia dictada por dicha
Audiencia con declaración de las costas de oficio.

Comuníquese esta resolución y la que seguidamente se dicta al Tribunal


Sentenciador a los efectos procedentes, con devolución de la causa que en su día
remitió, interesandole acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.-Excmos. Sres. D. José Augusto de Vega Ruiz;
D. Eduardo Moner Muñoz; y D. Manuel Areal Álvarez; Firmado y Rubricado.-
PUBLICACIÓN.- Leída y publicada ha sido la anterior sentencia por el Magistrado
Ponente Excmo. Sr. D. José Augusto de Vega Ruiz, mientras se celebraba audiencia
pública en el día de su fecha la Sala Segunda del Tribunal Supremo, de lo que como
Secretario certifico.

SEGUNDA SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a treinta y uno de Enero de mil novecientos noventa y


siete.

En la causa que en su día fue tramitada por el Juzgado de Instrucción número 4


de los de Oviedo, y fallada posteriormente por la Audiencia Provincial de la misma
capital (sección Tercera), y que por sentencia de casación ha sido casada y anulada en el
día de la fecha, y que fue seguida por delitos de alzamiento de bienes y malversación
impropia contra Rodolfo , nacido en Oviedo el día 31 de agosto de 1959, hijo de
Joaquín y Elisa, domiciliado en Oviedo, titular del D.N.I. número NUM001, soltero,
industrial, con instrucción, sin antecedentes penales, declarado insolvente, en libertad
provisional de la que no consta haya estado privado durante la instrucción; la Sala
Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y
bajo Ponencia del Excmo. Sr. D. José Augusto de Vega Ruiz, hace constar los
siguientes:

Antecedentes Segunda Sentencia:

438
UNICO.- Se aceptan y reproducen íntegramente los fundamentos fácticos de la
sentencia dictada por la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Oviedo y los
demás antecedentes de hecho de la pronunciada por esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo.

Fundamentos Jurídicos Segunda Sentencia:

UNICO.- De acuerdo con lo reseñado en la anterior resolución procede absolver al


acusado en cuanto al delito de malversación de los artículos 399 y 395 del viejo Código
Penal.

Fallo Segunda Sentencia:

Que debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS libremente al acusado Rodolfo


del delito de malversación de caudales públicos de los artículos 399 y 395 del Código
de 1973 por el que aparecía condenado por la Audiencia Provincial de Oviedo,
ratificándose en un todo los demás pronunciamientos de la sentencia que se casa en lo
que no sea contradictorio con lo que aquí se resuelve, declarándose de oficio la mitad de
las costas por las que en la instancia había sido condenado el acusado.

Así por esta nuestra sentencia.

22-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 12 DE FEBRERO DE


1997

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 5 de Alicante instruyó sumario con el


número 72/85 contra Ernesto, Rafael, Juan Pablo y Gaspar y, una vez concluso, lo
remitió a la Audiencia Provincial de la misma Capital que, con fecha 16 de Marzo de
1995, dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

"Se declara expresa y terminantemente PROBADO que, los procesados en esta


causa, Ernesto , nacido el 27 de mayo de 1937, Rafael , nacido el 13 de mayo de 1938,
Juan Pablo , nacido el 22 de enero de 1931, y su hermano, Gaspar, nacido el 27 de junio
439
de 1932, todos se ignorada conducta y sin antecedentes penales, fueron administradores
sucesivos de la Empresa "TALLERES BESÁN, S.A.", domiciliada en Alicante y
dedicada a la fabricación de elementos accesorios del mueble y decoración, actuando en
la referida gestión, sucesivamente el Sr. Ernesto , que además era socio de la entidad,
compartida con el hoy fallecido Alfonso , por razón de ser titular del 66,5% de las
acciones este último, y el 33,5% el referido Ernesto , el cual actuó como único
administrador desde 1971 hasta finales de 1973, en que se incorporó a la actividad de
administrador el procesado Sr. Rafael , actuando ambos de forma compartida y conjunta
hasta 1977 en que es cesado el Sr. Ernesto , siguiendo con la gestión única y exclusiva
el Sr. Rafael , el cual cesa en noviembre de 1980, siendo nombrado el procesado Juan
Pablo , precisamente hijo del socio fallecido Sr. Alfonso , desempeñando este procesado
las funciones de administrador único y exclusivo hasta marzo de 1981 en que cesa,
siendo sustituido en aquella actividad por su hermano, el también procesado Gaspar , el
cual no obstante ser designado como apoderado dispone de plenos poderes de gestión,
que apenas lleva a cabo, puesto que enseguida interviene en el balance de la suspensión
de pagos de la empresa y su presentación en el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de
ALICANTE, sobreseyéndose el expediente y pasando a situación de quiebra necesaria,
en virtud de declaración de la misma, efectuada el 6 de marzo de 1982, a instancia de la
entidad acreedora, mercantil "Transmecha S.L." y tramitada en el Juzgado de 1ª
Instancia nº 5 de ALICANTE, con el nº 148 de 1982 y en la que recayó sentencia, con
fecha 8 de noviembre de 1983, confirmada por la, entonces, Audiencia Territorial de
Valencia , con fecha 16 de febrero de 1985, calificando de fraudulenta la quiebra de la
citada empresa "Talleres Besán S.A.". Durante dicho periodo de tiempo en que
ejercieron la gestión los procesados, la empresa, por medio de su primer administrador,
el Sr. Ernesto, adquirió un terreno de 10.880 metros cuadrados, con fecha 10 de
noviembre de 1971, en el lugar conocido por "Pla de la Vallonga" de Alicante,
pagándose por ello la suma de 5.440.000 pts., más intereses, por medio de letras
aceptadas y pagaderas en periodos regulares hasta su completo pago. Con fecha 28 de
diciembre de 1972, adquirió de la misma Empresa anterior, otra parcela, lindante con la
anterior, de 7.832 metros cuadrados que, igualmente, fue abonada por medio de letras,
por importe global de 3.132.000 ptas. más intereses. Ante Notario, con fechas 3 de
octubre de 1974, respecto de la primera parcela y 12 de abril de 1975 la segunda, se
440
otorgaron las correspondientes escrituras públicas a favor de los querellados
personalmente, y en la proporción idéntica a sus respectivas participaciones en el capital
de la sociedad, en los términos antes expuestos. Se construyen unas naves industriales
en tales parcelas, por cuenta de la empresa, y una vez ultimados, se produce al traslado
de la misma, en razón de un contrato de alquiler que llevan a cabo los titulares de la
parcela y naves, con aquélla, que de esta forma queda instalada definitivamente en
dicho lugar. Asimismo, durante estos periodos en que los procesados eran
administradores, cada uno en el periodo de actuación que le correspondía, se efectuaron
transferencias de fondos sociales a favor de los dos socios, los cuales aparecían como
acreedores de la empresa, a razón de 5.038.500 ptas. a favor del Sr. Ernesto y de
10.060.953 y 12.400.000 pts. a favor del Sr. Alfonso (fallecido), a cuenta de pretendidos
créditos a su favor. En periodo de suspensión de pagos, en el informe emitido por
técnicos al efecto, se dictamina que el balance de la situación económica de Besán S.A.,
el 27 de abril de 1981, era de: activo, 208.492.000 pts. y pasivo 118.698.876 pts., y en
las distintas conversaciones llevadas a cabo con los acreedores se intentan acuerdos
encaminados a mantener el funcionamiento de aquella entidad, al contar con el informe
de la Delegación de Trabajo, de fecha 21 de mayo de 1981, en el que se llega a la
conclusión de que existen posibilidades de rentabilidad muy importantes, apuntando la
necesidad de una pequeña reestructuración de secciones y una inyección financiera, que
no llegan a feliz término por falta de acuerdo con la base laboral y ausencia de
"quorum" con los acreedores; por todo ello, se llega a la prueba necesaria y su
culminación en la declaración de insolvencia fraudulenta, base de este procedimiento.
En ambos casos, por la abundante prueba documental y testifical, que la Empresa
"Talleres Besán S.A." fue plenamente solvente, con un próspero régimen de trabajo y
beneficios que fue manteniéndose a lo largo de los años 1973, 1974, 1975, 1976, 1977 y
1978, iniciándose problemas desde entonces con los acreedores, derivados de la
situación económico- social planteada por entonces, con posiciones radicales de la base
trabajadora, huelgas y pretensiones de difícil realización, que repercutió en la
producción, en el pago de acreedores con regularidad, ocasionando renovaciones
aunque se siguió trabajando hasta 1981, en que la actuación se agrava, hasta hacerse
insostenible, desembocando primero en la referida suspensión y luego en la quiebra, en
los términos dichos".
441
2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: Que debemos absolver y ABSOLVEMOS a los procesados en


esta causa, Ernesto , Rafael , Juan Pablo y Gaspar , del delito de quiebra fraudulenta, de
que son acusados por el Ministerio Fiscal, y la acusación particular en nombre de la
Sindicatura de la Quiebra de "Talleres Besán S.A.", con todos los pronunciamientos
favorables".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de Ley por la Acusación Particular,
"SINDICATURA DE QUIEBRA DE TALLERES BESAN, S.A.", que se tuvieron por
anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones
necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.

4.- La representación de la Acusación Particular basa su recurso en los


siguientes MOTIVOS DE CASACIÓN:

PRIMERO.- Por infracción de Ley, amparado en el art. 849 nº 2 de la LECr .

SEGUNDO.- Por infracción de Ley, igualmente amparado en el art. 849, 2 de la


Ley Procesal Penal .

TERCERO.- Por quebrantamiento de forma. Amparado en el art. 851, nº 1


inciso último de la LECr .

CUARTO.- Por infracción de Ley, amparado en el art. 849, nº 2 de la LECr .

QUINTO.- Por quebrantamiento de forma, amparado en el nº 3 del art. 951 de la


LECr.

SEXTO.- Por infracción de Ley, amparado en el nº 1 del art. 849 de la LECr .


Infracción de Ley constituida por la del art. 520 CP. en su relación con el art. 890 nºs. 1,
2, 3 y 12 del Código de Comercio.

5.- Instruidas las partes del recurso interpuesto por la Acusación Particular, la
Sala lo admitió a trámite quedando conclusos los autos para señalamiento de vista y
fallo cuando por turno correspondiera.

442
6.- Hecho el señalamiento para la vista, ésta se celebró el día 31 de Enero de
1997.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El tratamiento sistemático de los motivos del recurso obliga a


comenzar por el quinto del mismo, en el que el recurrente sostiene que el Tribunal a quo
no ha resuelto todas las cuestiones que le han sido sometidas por las partes y que, por
ello, es de aplicación el art. 851,3º LECr . Entiende la Defensa que la Audiencia ha
omitido decidir "cuáles son la imputación (sic) de que las ventas al contado se hacía
figurar en la contabilidad como préstamos de los únicos socios Sres. Ernesto y Gaspar ,
figurando éstos como acreedores por tales ventas al contado" y si éstas constancias
figuraban como tales en el expediente de suspensión de pagos.

El motivo debe ser desestimado.

Reiteradamente la jurisprudencia de esta Sala ha puesto de manifiesto que la


incongruencia omisiva sólo se refiere a las cuestiones de derecho sometidas al Tribunal,
dado que las referentes a los hechos que el Tribunal tuvo por probados, en tanto pueden
ser objeto del recurso de casación, tienen un cauce específico en el art. 849,2º LECr .
Como se percibe claramente en la impugnación de la Defensa las cuestiones sobre las
que el recurrente pretende una respuesta se refieren a hechos y, por lo tanto, no es
aplicable a ellos el art. 851,3º LECr .

SEGUNDO.- También desde la perspectiva de los quebrantamientos de forma


sostiene la Defensa que en los hechos probados se han consignado conceptos jurídicos
que predeterminan el fallo. Señala al respecto las expresiones "a cuenta de pretendidos
créditos a su favor", "por falta de acuerdo con la base laboral", así como "iniciarse
problemas con los acreedores derivados de la situación económica-social planteada con
posiciones radicales de la clase trabajadora, huelgas y pretensiones de difícil realización
que repercutió en la producción y en el pago de los acreedores con regularidad".

El motivo debe ser desestimado.

Como lo vienen reiterando numerosos precedentes de este Tribunal Supremo, la


predeterminación del fallo por introducción de conceptos jurídicos en los hechos

443
probados sólo se da cuando el Tribunal de instancia ha declarado la subsunción de un
hecho bajo los presupuestos de hecho de una norma, sin exponer el hecho que subsume.
Es evidente que en tales casos este quebrantamiento de forma afecta al derecho al
recurso, es decir, a la tutela judicial efectiva, dado que impide materialmente al
recurrente cuestionar la subsunción practicada por el Tribunal a quo. Por lo tanto, carece
de toda relevancia si las palabras de la descripción de los hechos tienen alguna acepción
técnico-jurídica (tales como "crédito" o "acreedores") pues lo que verdaderamente es
significativo es si en la casación es posible diferenciar los hechos del derecho aplicado.

En este sentido, en el presente caso, la distinción es clara y no ofrece ninguna


dificultad, toda vez que no ha reemplazado la descripción de lo sucedido por su
significación jurídica sin más.

TERCERO.- A continuación la Defensa formalizó los motivos primero, segundo


y cuarto con apoyo en el art. 849,2º LECr. Al efecto señala los que obran a los folios
236 (ó 164), 149 a 235 (ó 79/163) y 55/62 del sumario. Por medio de estos documentos
la Defensa entiende poder contrarrestar la afirmación contenida en los hechos probados
referente al "escaso valor de la compra de los terrenos, sin mencionar la inversión
realizada en la construcción de la nave, ni la escritura de declaración de obra nueva", así
como la referente a que este inmueble fue dado en arrendamiento a Talleres Besán S.A.,
que estaba en quiebra.

Asimismo se citan los documentos obrantes a los folios 702 a 706 (ó 628/633),
los de los folios 822 a 824 (ó 709/711), los de los folios 690 a 795 (ó 617 a 622) y las
sentencias del Juzgado de Instrucción Nº 5 de Alicante, de 21-4-84 , en la que se califica
la quiebra como fraudulenta (pieza de responsabilidad civil folios 18/23) y la de la
Audiencia Territorial de Valencia de 13-1-86 (folios 24/27 de la misma pieza). Con
tales documentos el recurrente estima poder controvertir la afirmación del Tribunal de
instancia relativa a las transferencias de fondos sociales a favor de los socios Sres.
Ernesto y Juan Pablo.

Por último señala la Defensa que en el balance presentado en el expediente de


suspensión de pagos y en el Informe de la Delegación de Trabajo de 21 de Mayo de
1981 existe un error que los jueces a quibus no han tenido en consideración.

444
El motivo debe ser desestimado.

a) El supuesto del recurso de casación contenido en el art. 849,2º LECr ., como


lo dice el texto legal mismo, constituye una forma de la casación por infracción de Ley.
Se trata de un supuesto de infracción indirecta de la ley, que también resulta vulnerada
cuando el hecho que subsume bajo la misma ha sido establecido en forma incorrecta.
Por lo tanto, entre la cuestión planteada y el fallo condenatorio o absolutorio debe
existir una "relación de causalidad", de tal manera que si la infracción denunciada no
podría determinar una modificación del fallo, el motivo resulta inadmisible. Esta
exigencia, por lo demás, es consecuencia de que el recurso de casación sólo se dirige
contra el fallo, es decir, contra la norma individual, no contra los fundamentos que
explican su deducción de la norma general.

b) En el presente caso estos presupuestos vienen a demostrar que los


documentos que la acusación particular pretende sean considerados por esta Sala no
tendrían ninguna incidencia sobre el fallo, dado que el Tribunal a quo ha considerado en
los hechos probados la construcción de la nave y la adquisición de los solares.
Asimismo ha tenido en cuenta estas mismas circunstancias en los fundamentos jurídicos
cuarto y sexto.

c) Lo mismo ocurre con las transferencias de fondos a los socios, que el Tribunal
a quo ha considerado en el Fundamento Jurídico cuarto de la sentencia recurrida, en la
que, además se señala que estos hechos deben ir acompañados de un elemento subjetivo
consistente en el propósito de causar perjuicio a terceras personas. Este propósito no ha
sido apreciado por la Audiencia por las razones que expuso en el Fundamento Jurídico
sexto de la sentencia, cuyas conclusiones no dependen en modo alguno de los
documentos citados en el recurso.

d) Por último, tampoco es pertinente invocar el informe del Inspector de Trabajo


de 21 de Mayo de 1981, dado que la Audiencia también lo ha ponderado como prueba
en el Fundamento Jurídico sexto de la sentencia recurrida, sin apartarse del mismo, sino
considerándolo de acuerdo con las propias recomendaciones del mismo.

CUARTO.- El restante motivo, sexto del recurso, se basa en la infracción del art.
520 CP. La Acusación particular recurrente sostiene que la realización del tipo se
445
deduce de la compra y pago de terrenos de la sociedad, de la construcción de una nave y
su escrituración a nombre de los socios como personas físicas, la contabilización de las
ventas al contado como ventas a favor de los socios y figuración de créditos ficticios a
favor de éstos contra la sociedad.

El motivo debe ser estimado.

a) En los hechos probados consta que los terrenos adquiridos por la empresa
"Talleres Besán S.A." el 10-11-71 y 28-12-72 por 5.440.000 pts. y 3.312.000 pts.,
fueron cedidos a los querellados en proporción idéntica a sus respectivas participaciones
en el capital de la sociedad. Consta asimismo que se efectuaron transferencias por
5.083.500 pts., 10.060.953 y 12.400.000 pts. a favor de los acusados Ernesto y Alfonso
(fallecido) que no responderían más que a pretendidos créditos a favor de los mismos.
Por último se establece en los hechos probados que en las parcelas señaladas se
construyeron naves industriales por cuenta de la empresa, naves que posteriormente
fueron alquiladas a "Talleres Besán S.A.".

b) Evidentemente estas operaciones tienen una significación patrimonial precisa:


importan una transferencia patrimonial sin causa de la Empresa Talleres Besán S.A. a
los socios en forma particular. Su tipicidad dependerá de si pueden ser consideradas
como causa o, al menos, como agravación del estado de insolvencia de la Empresa. Este
punto de vista fue sostenido durante la vigencia del art. 520 CP. (1973) como producto
de la interpretación y ha sido incorporado al nuevo texto del Código Penal.

c) La Audiencia se ha ocupado de esta cuestión en el Fundamento jurídico


cuarto de la sentencia recurrida, llegando a la conclusión de que las operaciones
referentes a las parcelas y a la construcción de naves no han tenido una influencia
decisiva "si se tiene en cuenta el volumen de operaciones de la empresa por aquella
época" y que los créditos simulados a favor de los socios (unos 28.400.000 pts., dice el
Tribunal a quo) "permiten una valoración mínima de su influencia en la referida
situación de insolvencia que luego se produce".

De los pasajes de la argumentación transcritos se deduce claramente que la


Audiencia sólo ha considerado un aspecto del problema, toda vez que se ha limitado a
comprobar la relación de causalidad entre las operaciones indebidas y el resultado de la
446
crisis que culminó en la quiebra. Por el contrario, la Audiencia no tuvo en cuenta que el
tipo penal, tal como ha sido precisado en la doctrina, no sólo se da cuando las
operaciones dolosas han causado la quiebra, sino también cuando las mismas han
agravado la situación crítica de la entidad mercantil. Por agravación de ésta se debe
entender el perjuicio injustificado de la masa de acreedores. En este sentido, es preciso
señalar, que la ley penal y su complemento normativo mercantil (art. 890 C. Comercio),
no requiere un mínimo de perjuicio patrimonial.

En el presente caso, de acuerdo con lo dicho, el argumento central de la


Audiencia tendente a excluir la aplicación del art. 520 CP . adolece de un error
fundamental al desconocer que la escrituración a nombre de los acusados de las parcelas
referidas en los hechos probados, adquiridas con fondos de la empresa, la construcción
de naves en dichas parcelas por cuenta de la empresa, así como la simulación de
créditos a favor de aquéllos importan una disminución injustificada del patrimonio
social. La circunstancia de que la sociedad haya tenido perspectivas económicas, que,
como resulta claro de las actuaciones, no llegaron a materializarse, no tiene los efectos
que le atribuye la Audiencia. En efecto, de esas posibilidades económicas o de su
solvencia no surge ningún derecho de los administradores a utilizar en propio beneficio
los fondos sociales y, por lo tanto, cualquiera haya sido el futuro que se hubiera podido
augurar a la sociedad tales circunstancias no justifican la disminución del activo causada
por los administradores.

De la misma manera resulta indiscutible que tampoco tienen tal efecto


justificante del proceder de los acusados los desacuerdos de la sociedad con sus
trabajadores y sus acreedores. Es evidente que la punibilidad del delito, consistente en
despojar a la masa de acreedores de bienes que pertenecen al activo social, no está
condicionada por ninguna otra circunstancia. Dicho de otra manera: las dificultades
económico-sociales y los desacuerdos con la base trabajadora no generan derecho
alguno de los socios para extraer de la sociedad partes de su capital en favor de sí
mismos.

Las Defensas han alegado, por otra parte, otras razones adicionales que tampoco
son atendibles. En efecto, la circunstancia que en el momento de la extracción de los
bienes no existieran todavía los conflictos que finalmente condujeron a la quiebra, no
447
otorgaba a los socios derecho alguno a extraer parte del activo de la sociedad para su
propio provecho.

d) Tampoco resulta convincente la exclusión del dolo que se postula en la


sentencia recurrida. El dolo se debe apreciar cuando el autor, al menos, sabe que la
realización del tipo por su acción no es improbable (confr. STS de 23-4-92). En el delito
de quiebra fraudulenta, el tipo está constituido por la causación de la insolvencia que la
motiva o por la agravación de la misma, dado que sólo éstos son los elementos del tipo
objetivo. Por el contrario, la declaración de quiebra no forma parte del tipo objetivo y,
consecuentemente, no requiere haber sido alcanzada por el dolo del autor en el
momento de realizar la acción. Como es sabido, la declaración de quiebra en el delito
del art. 520 CP. constituye una condición objetiva de punibilidad. La Audiencia al
excluir el dolo, sin embargo, ha razonado considerando, implícitamente, que la
declaración de la quiebra y de las circunstancias mercantiles que la generaron son un
elemento del tipo penal y por ello ha atribuido importancia al hecho que cuando se
realizaron las acciones de detrimento injustificado del activo social nada hacía presagiar
la bancarrota en la que finalmente se caería.

e) El contenido del tipo penal del art. 520 CP. (1973) no ha sido modificado por
el nuevo delito del art. 260 CP. (L.O. 10/95), pues éste sólo ha explicitado lo que la
doctrina y la jurisprudencia venían entendiendo respecto de la conducta típica. Sin
embargo la nueva redacción del art. 260 CP. conmina el hecho punible con una pena de
dos a seis años de prisión y multa de ocho a veinticuatro meses, que es evidentemente
más favorable a los acusados y que, por tal razón, configura el marco penal aplicable
según el art. 2º.2 CP .

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR AL


SEXTO MOTIVO DE CASACIÓN por quebrantamiento de forma e infracción de Ley
interpuesto por la Acusación Particular, SINDICATURA DE QUIEBRA DE
TALLERES "BESAN, S.A.", contra sentencia dictada el día 16 de Marzo de 1995 por
la Audiencia Provincial de Alicante en causa seguida contra los procesados Ernesto,
Rafael , Juan Pablo y Gaspar por un delito de quiebra fraudulenta, declarando aplicable

448
al caso el art. 260 (L.O. 10/95 ) en razón de lo dispuesto por el art. 2º.2 CP .; y en su
virtud casamos y anulamos dicha sentencia declarando de oficio las costas ocasionadas
en este recurso.

Comuníquese esta resolución y la que a continuación se dicta a la Audiencia


mencionada a los efectos legales oportunos, con devolución de la causa en su día
remitida.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

SEGUNDA SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a doce de Febrero de mil novecientos noventa y siete.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 5 de Alicante, con el


número 72/85 y seguida ante la Audiencia Provincial de la misma Capital, por delito de
quiebra fraudulenta contra los procesados Ernesto, Rafael , Juan Pablo , y Gaspar y en
cuya causa se dictó sentencia por la mencionada Audiencia, con fecha 16 de Marzo de
1995, que ha sido casada y anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y
bajo la Ponencia del Excmo. Sr. D. Enrique Bacigalupo Zapater, hace constar lo
siguiente:

Antecedentes Segunda Sentencia:

ÚNICO.- Se dan por reproducidos los de la sentencia dictada el día 16 de Marzo


de 1995 por la Audiencia Provincial de Alicante.

Fundamentos Jurídicos Segunda Sentencia:

ÚNICO.- a) Los hechos motivo de acusación se subsumen bajo el tipo del art.
520 CP. (1973 ) y deben ser sancionados con el marco penal del art. 260 CP. (L.O.
10/95 ) de acuerdo con los fundamentos expuestos en la primera sentencia.

b) Autores de estos hechos son los procesados Ernesto, Rafael y Gaspar, dado
que en el periodo de su actuación, como consta en los hechos probados, "se efectuaron
transferencias de fondos sociales a favor de los dos socios" (Ernesto y Alfonso,

449
fallecido). Asimismo al tiempo de ser otorgadas las escrituras públicas a favor de los
querellados (3 de Octubre de 1974 y 12 de Abril de 1975) Ernesto y Rafael actuaban en
"forma compartida" como administradores.

c) Dada la reforma operada por el Código Penal (L.O. 10/95 ) que establece una
pena más favorable al acusado, se debe aplicar la ley más favorable a los mismos y
graduar la sanción dentro del nuevo marco penal que la ley penal vigente establece.

Fallo Segunda Sentencia:

Que debemos condenar y CONDENAMOS a Ernesto , Rafael , Juan Pablo y


Gaspar como autores de un delito de quiebra a la pena a cada uno de ellos de DOS
AÑOS de PRISIÓN MENOR y OCHO MESES de MULTA (DOSCIENTOS
CUARENTA DÍAS) a razón de 25.000 pts. por cada día multa (total: 6.000.000 pts.).

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

Auto Aclaratorio: T R I B U N A L S U P R E M O. Sala de lo Penal

AUTO DE ACLARACIÓN

En la Villa de Madrid, a veinticinco de Abril de mil novecientos noventa y siete.

I.- H E C H O S

ÚNICO.- La Acusación particular solicita aclaración de la sentencia dictada por


esta Sala Segunda del Tribunal Supremo el doce de Febrero de 1997 en el recurso de
casación nº 1375/95. Afirma en este sentido que en el único Fundamento de Derecho,
extremo b) de la segunda sentencia, se recogen como "autores" de los hechos que han
dado lugar a la condena a los procesados Ernesto, Rafael y Gaspar, lo que constituye un
error material, dado que en lugar de Gaspar debería decir Gaspar y Juan Pablo.

Asimismo, entiende la Acusación particular que en el fallo de la sentencia


dictada por este Tribunal Supremo, se ha omitido el pronunciamiento referente a la
responsabilidad civil.

450
II.- RAZONAMIENTOS JURÍDICOS

ÚNICO.- 1. Se debe aclarar que en la segunda sentencia, en el Fundamento Jurídico


Único, punto b), donde dice Gaspar se debe decir Juan Pablo y que en el fallo de la
misma se debe eliminar el nombre de Gaspar.

2. Respecto de la responsabilidad civil, ésta se deberá fijar en la fase de


ejecución de sentencia, dado que esta Sala no dispone de los elementos necesarios para
ello y es preciso que se respete el derecho a la doble instancia de quienes resulten
afectados.

III.- RESOLUCIÓN

En nombre de S. M. El Rey y por la autoridad conferida por el pueblo español

LA SALA ACUERDA: Aclarar que en el Fundamento Jurídico Único, punto b) de la


Segunda Sentencia, dictada en el recurso de casación nº 1375/95 , donde dice
Gaspar debe decir Juan Pablo y que en el fallo de dicha sentencia se debe eliminar el
nombre de Gaspar.

Así lo acordamos, mandamos y firmamos.

23-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 15 DE DICIEMBRE


DE 1997

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 1 de Amurrio incoó Procedimiento


Abreviado con el número 2/89 contra Juan María y Millán y, una vez concluso lo
remitió a la Audiencia Provincial de Álava que, con fecha 4 de febrero de 1997 dictó
sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

"Los acusados Juan María y Millán -ambos mayores de edad, con instrucción y
sin antecedentes penales-, constituyeron en Madrid el día seis de marzo de mil

451
novecientos ochenta y cinco con un capital social de veinticinco millones de pesetas la
sociedad mercantil DIRECCION000 ., fijando su domicilio social precisamente en la
ciudad de Llodio. Su finalidad era adquirir la planta embotelladora de Vinícola
Internacional S.A. conocida con el nombre de "Bodegas Areta", y así en fecha trece de
marzo de mil novecientos ochenta y cinco se adquieren los activos de esta última por
diez millones de pesetas, haciéndose cargo incluso de los ciento tres trabajadores que
formaban la plantilla de Vinícola Internacional, S.A. Los acusados, Consejero-Delegado
y Presidente del Consejo de Administración de DIRECCION000, asumieron la gestión
directa de la empresa sin perjuicio de designar un gerente.- El día diecinueve de
septiembre de mil novecientos ochenta y cinco los acusados, junto con Rafael que era a
la sazón gerente de DIRECCION000 constituyeron la sociedad DIRECCION001, con el
mismo domicilio que la anterior y con un capital social de un millón de pesetas. En el
mes de julio del siguiente año el gerente vendió sus doscientas acciones a los acusados
que de esta forma eran titulares del cien por cien del capital social. DIRECCION001 .,
no consta dada de alta en el régimen general de la Seguridad Social, ni en la Cía.
Telefónica, así como tampoco figuran trabajadores dependientes de la misma.- El
catorce de enero de mil novecientos ochenta seis se constituyó una póliza de crédito en
cuenta corriente con garantía personal por parte de la Caja de Ahorros Municipal de
Bilbao por un importe de veinticinco millones de pesetas a favor de Bodegas Ribera
Alta, S.A., prestando garantía solidaria de dicha responsabilidad junto con la
mencionada sociedad DIRECCION000 ., formalizando la operación en representación
de ambas sociedades los acusados.- El cinco de marzo de mil novecientos ochenta y seis
se constituyó una póliza de garantía, avalando la Caja de Ahorros Municipal de Bilbao
siete letras de cambio por un importe de veinticuatro millones doscientas setenta y siete
mil novecientas noventa y cinco pesetas, letras giradas a cargo y aceptadas por Bodegas
Ribera Alta, S.A., afianzando solidariamente la operación ésta última y
DIRECCION000 figurando en representación de la primera Millán y de la segunda éste
y Juan María.- El veintisiete de noviembre de mil novecientos ochenta y seis en
Logroño, DIRECCION000 reconoce adeudar a DIRECCION001 la suma de ciento
millones de pesetas, constituyéndose en garantía de ello hipoteca mobiliaria e
inmobiliaria y prenda sin desplazamiento en favor de la última para garantizar el pago
de la deuda reconocida. En nombre y representación de DIRECCION000 intervinieron
452
los dos acusados y por parte de DIRECCION001 Juan María.- El día tres de febrero de
mil novecientos ochenta y siete DIRECCION001 fue vendida a Cosecheros Riojanos,
S.A. transmitiéndole, naturalmente, la garantía hipotecaria mencionada anteriormente.

A finales del año mil novecientos ochenta y seis comienza a retrasarse el pago
de las nóminas correspondientes a DIRECCION000 dejándose de abonar el veinte por
ciento de la paga extraordinaria, no satisfaciéndose ya la nómina correspondiente al mes
de enero de mil novecientos ochenta y siete. El día nueve de febrero de este último año
los trabajadores inician una huelga, previo cumplimiento del plazo correspondiente. Los
trabajadores en el curso de la misma deciden ocupar la fábrica. El diecinueve de febrero
siguiente DIRECCION000 comunica a la autoridad administrativa correspondiente el
cierre patronal de la empresa, requiriéndose a los representantes de la misma su
reapertura el cuatro de marzo, levantándose acta de infracción el día treinta y uno
siguiente por la Delegación de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social del Gobierno
Vasco, Delegación Provincial de Alava, por entender que las instalaciones industriales
se encontraban en estado de seguir produciendo. La orden de reapertura fue recurrida en
alzada sin cumplir el requerimiento, desestimándose dicho recurso el veinticinco de
julio de mil novecientos ochenta y siete. El diez de marzo de mil novecientos ochenta y
siete el letrado de la empresa Sr. Montaña en reunión mantenida con el Delegado
Territorial de Trabajo, Sanidad y Seguridad Social y miembros del Comité de
Trabajadores expone que la empresa en esos momentos debe cien millones a distintos
acreedores, tiene una hipoteca de ciento veinte millones y debe cincuenta y cinco
millones a entidades públicas.- Instada la quiebra necesaria de la empresa por la
representación del Banco Atlántico, Banco de financiación Industrial, Banco Hispano
Americano, Banco Zaragozano y Banco Guipuzcoano, el Juzgado de primera Instancia
nº 1 de Bilbao en fecha diecinueve de agosto de mil novecientos ochenta y siete declaró
en estado de quiebra necesaria a la sociedad DIRECCION000 ., retrotrayendo los
efectos de la quiebra al día de uno de enero de mil novecientos ochenta y seis. El día
dos de junio de mil novecientos ochenta y nueve se dictó sentencia por el Juzgado
calificando como fraudulenta la quiebra.. Con posterioridad a la declaración de quiebra
el acusado Juan María ha continuado utilizando y disponiendo del vehículo marca
Peugeot 505, matrícula KA-....-K , propiedad de DIRECCION000 ., sin contar con

453
autorización de los órganos de la quiebra, sin que se haya acreditado que el valor de
dicho vehículo excede de cincuenta mil pesetas.- El Ayuntamiento de Llodio ha
justificado subvenciones entregadas a los trabajadores de DIRECCION000 . por
importe de seiscientas mil pesetas."

La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: CONDENAR al acusado Juan María como autor criminalmente


responsable de un delito de quiebra, ya definido, sin concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de tres años de prisión y multa
de doce meses con una cuota diaria de dos mil pesetas, con la accesoria de
inhabilitación para pertenecer a Consejos de Administración o ejercer cargos de lata
dirección en sociedades mercantiles durante el tiempo de la condena; y asimismo como
autor de una falta de apropiación indebida, también definida, a la pena de arresto de tres
fines de semana, debiendo satisfacer dos séptimas partes de las costas procesales
causadas, la mitad de ellas correspondientes a un juicio de faltas; CONDENAR al
acusado Millán como autor criminalmente responsable de un delito de quiebra, sin la
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena
de tres años de prisión y multa de doce meses con una cuota diaria de dos mil pesetas,
así como la accesoria de inhabilitación para pertenecer a Consejos de Administración o
ejercer cargos de alta dirección en sociedades mercantiles durante el tiempo de la
condena, debiendo satisfacer una séptima parte de las costas procesales, incluyendo en
este caso, como en el anterior, la correspondiente a la acusación particular. ABSOLVER
a los mencionados acusados de los delitos de desobediencia y social, y al primero de
ellos también del de apropiación indebida, de los que eran acusados por la acusación
particular y el último también por el Ministerio Fiscal. Se declara de oficio las cuatro
séptimas partes restantes de las costas procesales. Ambos acusados indemnizarán
conjunta y solidariamente al Ayuntamiento de Llodio en la suma de seiscientas mil
pesetas (600.000 ptas.) más los intereses legales, desestimándose el resto de las
peticiones atinentes a responsabilidad civil con la reserva correspondiente para la
continuidad de su ejercicio en el expediente civil de quiebra.- Se aprueban, por ahora y
sin perjuicio, los autos de insolvencia dictados por el instructor en fecha 12/3/96.-
Frente a esta resolución cabe interponer recurso de casación ante la Sala Segunda del
454
Tribunal Supremo, preparándose ante esta Audiencia dentro del plazo de cinco días,
computados desde el siguiente al de la notificación de la sentencia."

3.- Notificada la sentencia a las partes, se prepararon sendos recursos de


casación por quebrantamiento de forma e infracción de Ley por los inculpados Juan
María y Millán, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose los recursos.

4.- El recurso interpuesto por la representación de Juan María se basa en los


siguientes motivos de casación: PRIMERO.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.1
de la LECrim., por haber infringido la sentencia que se recurre, lo dispuesto en el art.
131.1.3 del C.P. vigente. SEGUNDO.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.1 de la
LECrim., al haberse cometido una infracción de una norma jurídica de carácter
sustantivo cuya apreciación hubiera debido ser observada en la resolución recurrida.
TERCERO.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.1 de la LECrim., por haber
infringido la sentencia recurrida lo dispuesto en los arts. 118 y 520 del mismo Cuerpo
legal. CUARTO.- Al amparo de lo previsto en el art. 849.2 de la LECrim., por
considerar ha existido error en la apreciación de la prueba. QUINTO.- Al amparo de lo
contenido en el nº 2º del art. 849 de la LECrim., al producirse un error en la apreciación
de la prueba, basado en documentos que obren en autos, que demuestren la
equivocación del juzgador, sin resultar contradichos por otros elementos probatorios.

SEXTO.- Al amparo de lo establecido en el nº 1º del art. 851 de la LECrim., por


no expresar clara y terminantemente cuáles son los hechos que se consideran probados,
o resulte manifiesta contradicción entre ellos, o se consignen como hechos probados
conceptos que, por su carácter jurídico, impliquen la predeterminación del fallo, en la
sentencia.

El recurso interpuesto por la representación de Millán, se basa en los siguientes


motivos de casación: PRIMERO.- Por infracción de Ley, con apoyo en el art. 849.1 de
la LECrim., al cometerse la infracción de precepto penal de carácter sustantivo cuya
apreciación debió ser observada en la sentencia recurrida, refiriéndose concretamente a
la inobservancia del art. 260.1 y 2 del vigente C.P., al producirse un error de derecho en

455
la aplicación de tal artículo para con las conductas y premisas obrantes en autos y
hechos probados en la sentencia. SEGUNDO.- Por infracción de Ley, con apoyo en el
art. 849.1 de la LECrim., al cometerse la infracción de precepto penal de carácter
sustantivo cuya apreciación debió ser observada en la sentencia recurrida, refiriéndose
concretamente a la inobservancia del art. 260.1 y 2 del vigente C.P., en relación con el
artículo 520 del viejo C.P., al producirse un error de derecho en la aplicación de tal
artículo para con las conductas y premisas obrantes en autos y hechos probados en la
sentencia. TERCERO.- Por infracción de Ley del art. 849.2 de la LECrim., al apreciarse
error en la apreciación de la prueba, basado en documentos que obren en autos que
demuestran la equivocación del Juzgador sin resultar contradichos por otros elementos
probatorios. Designando a tal efecto como documentos relativos al informe pericial de
la quiebra, el informe emitido por el Comisario de la Quiebra en el acta del juicio oral
en relación con las manifestaciones de los peritos intervinientes en el acto del juicio
oral, que consta en el acta del juicio. CUARTO.- Por infracción de Ley del art. 849.2 de
la LECrim., al apreciarse error en la apreciación de la prueba, basado en documentos
que obren en autos que demuestran la equivocación del Juzgador sin resultar
contradichos por otros elementos probatorios. Designando a tal efecto como
documentos relativos a la venta de la Sociedad DIRECCION001 a la sociedad
Cosecheros Riojanos S.A. QUINTO.- Por infracción de Ley con apoyo en el art. 849.1
de la LECrim., al cometerse la infracción de una norma jurídica de carácter sustantivo
cuya apreciación hubiera debido ser observada en la sentencia recurrida, refiriéndose
concretamente a la inobservancia del art. 131.1.3 del vigente C.P. SEXTO.-Por
infracción de Ley con apoyo en el art. 849.1 de la LECrim., al cometerse la infracción
de una norma jurídica de carácter sustantivo cuya apreciación hubiera debido ser
observada en la sentencia recurrida, refiriéndose concretamente a la inobservancia de
los arts. 118 y 520 de la LECrim.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, los impugnó. La


Sala los admitió a trámite, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo
cuando por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento, se celebró la Votación prevenida el día 9 de


diciembre.
456
FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRELIMINAR.- La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Alava en la


causa seguida por Procedimiento Abreviado, procedente del Juzgado de Instrucción nº 1
de Amurrio, por los delitos de quiebra, alzamiento de bienes, estafa, apropiación
indebida, desobediencia a la autoridad y delito social, en su sentencia 5/97, de 4 de
febrero de 1997, condenó a los acusados, Juan María y Millán , como autores
criminalmente responsables de un delito de quiebra, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal y al primero también como
autor de una falta de apropiación indebida, a las penas correspondientes de costas,
absolviéndoles de los demás delitos imputados.

Impugnan cada uno de los condenados dicha resolución con sendos recursos de
casación. El de Juan María , con un recurso mixto de quebrantamiento de forma e
infracción de ley con un motivo, los tres primeros acogidos al cauce casacional del nº 1º
del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y los dos siguientes de error de
hecho en la apreciación de la prueba, del nº 2º del citado precepto procesal, el sexto de
quebrantamiento de forma y los restantes de infracción de ley, los tres primeros
acogidos al cauce casacional del nº 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal y los dos siguientes de error de hecho en la apreciación de la prueba, del nº 2º
del citado precepto procesal.

El recurso de Millán , también con seis motivos, todos de infracción de ley,


acogiéndose a la vía del nº 1º del art. 849, el primero, segundo, quinto y sexto y el resto
acogidos al error de hecho del nº 2º del mismo artículo.

En el recurso de Juan María debe comenzarse, por razones lógicas, amén de por
expreso mandato legal de los artículos 901, 901 bis a), 901 bis b) y 902 de la Ordenanza
procesal penal, por el motivo de quebrantamiento de forma y tan sólo si este es
desestimado, se procederá al examen de los restantes motivos. En ambos recursos serán
preferentes en su examen los motivos de error de hecho sobre los de infracción de
precepto sustantivo penal.

RECURSO DE Juan María

457
PRIMERO.- El sexto motivo, antepuesto a los demás, se ampara en el nº 1º del
artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por no expresar claramente la
sentencia cuáles son los hechos probados, o si resulta manifiesta contradicción entre
ellos, o se consignen como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico,
impliquen la predeterminación del fallo. Con un laconismo impropio del recurso de
casación señala que, por razones expuestas en anteriores motivos, no se resuelve en la
sentencia objeto del recurso sobre alguno de los defectos formales alegados: la
prescripción de delito y la falta de emplazamiento a este recurrente en el expediente de
quiebra.

Por otra parte, se considera probado el ofrecimiento de acciones al impugnante,


en contra de lo argumentado por su defensa y con referencia a las declaraciones
prestadas sin letrado.

Esta Sala tiene repetido en numerosas ocasiones que bajo el nº 1º del art. 851 de
la LECrim. se agrupan tres motivos diversos, que ya fueron diferenciados y separados
por la doctrina jurisprudencial de esta Sala -ad exemplum, sentencias de 26 de abril de
1966, 20 de octubre de 1967, 3 de febrero de 1969 y más recientemente en la sentencia
de 8 de junio de 1992- consistentes: a) En la falta de claridad en los hechos probados, b)
En la contradicción entre ellos y c) En la consignación en el probatum de conceptos
jurídicos determinantes del fallo.

Con tal planteamiento, el motivo tiene que perecer inexcusablemente, porque ni


el Tribunal ha incurrido en el vicio procesal de falta de claridad en el relato, ni la
descripción fáctica contiene contradicciones, ni menos aún aparecen en la narración
histórica conceptos jurídicos predeterminantes del fallo.

Aquí no cabe comprensión, pues la parte recurrente copia en la formulación del


motivo el texto literal del nº 1º del art. 851, pero lo que denuncia después es la falta de
respuesta a determinadas cuestiones y ello se reconduce en el nº 3º de dicho precepto.

Mas prescindiendo de tal defecto procesal de planteamiento, destacable en un


recurso de carácter limitado y extraordinario, como es el de casación, tampoco puede
prosperar el motivo. Sus alegaciones son totalmente inveraces, porque la sentencia
recurrida ha dado cumplida respuesta a las cuestiones planteadas. Otra cosa es que tal
458
respuesta no convenza o satisfaga al recurrente, pero ello no determina el vicio procesal
denunciado.

Esta Sala, para evitar repeticiones innecesarias, se remite a la última parte del
fundamento jurídico primero de la sentencia, donde se da condigna respuesta a las
cuestiones planteadas que ahora inexplicablemente, se dicen irresueltas o incontestadas.

El motivo debe perecer por ello.

SEGUNDO.- El primero de los motivos de error de hecho en la apreciación de la


prueba, el cuarto, aduce que tanto del acta del juicio, como del informe de la quiebra se
reconoce que ni Comisario, ni peritos contactaron con el hoy recurrente, ni le
emplazaron en el expediente.

Lo que pretende denunciar esta parte impugnante es no un error en la


apreciación de la prueba, sino supuestos o presuntos defectos procesales de la
jurisdicción civil, que no pueden ser revisados en esta jurisdicción punitiva. La
sentencia es conforme con los dictámenes periciales y con el Informe emitido por el
Comisario. Por ello, pese a la paciencia acreditada de esta Sala y a su buena voluntad,
no logra alcanzar dónde está el error en el relato de hechos probados, dónde se halla la
equivocación de lo descrito en el relato fáctico.

La vía casacional del error de hecho en la apreciación de la prueba, del nº 2º del


artículo 849 de la LECrim. se condiciona a que de documentos genuinos, extrínsecos a
la causa y literosuficientes se patentice, acredite o demuestre un error de hecho en la
apreciación de la prueba que haya cristalizado en el relato de datos probados y que no
está contradicho por otros elementos probatorios.

No existe equivocación alguna en el juzgador a quo, el recurrente, ni siquiera la


aduce y, por el contrario, los documentos que cita, precisamente como acreditativos del
error de hecho, uno de ellos, el acta del plenario, carece de virtualidad documental a
estos efectos, pero además confirman ambos documentos lo que recoge el relato de
hechos probados.

459
Así, si no hay error, ni siquiera se dice dónde está la equivocación del relato, si
los documentos son acordes con lo que describe la sentencia, el motivo tiene que
perecer inexcusablemente.

Lo pretendido por el recurrente es algo distinto, cuestionar la validez y la


eficacia de tales documentos, pero ello es totalmente ajeno a la vía casacional del error
facti. El motivo tiene que ser desestimado por ello.

TERCERO.- Por el mismo cauce procesal que el precedente, el quinto motivo


aduce como documentos acreditativos del error los referentes a la venta de la entidad
DIRECCION001 a la sociedad Cosecheros Riojanos S.A.

El motivo, fuera de toda ortodoxia casacional, no se refiere al antecedente de


hechos probados, sino al fundamento jurídico segundo, y a ningún dato fáctico del
mismo sino a la apreciación del dolo por no dar veracidad ni credibilidad a la deuda.
Nuevamente, además de esta anomalía, el documento referido se recoge en su estricta
literalidad en el relato de hechos probados de la sentencia impugnada.

Por otra parte, la apreciación y valoración de la prueba corresponde al Tribunal


de instancia, pero, en todo caso, tal sedicente documento carece de virtualidad porque se
ha recogido en el factum.

CUARTO.- El primer motivo, acogido al nº 1º del art. 849 de la Ley procesal


penal, señala que la sentencia a quo ha infringido lo dispuesto en el art. 131, 1, 3 del
Código Penal. Entiende que por tratarse de un delito menos grave, la prescripción se
produce a los tres años y la propia recurrente denunció la paralización del
procedimiento de 13 de diciembre de 1989 a 21 de enero de 1993.

Esta Sala no puede compartir los argumentos de la parte recurrente y sí acepta,


por el contrario, íntegramente, los utilizados por el Tribunal de instancia en el
fundamento jurídico primero de la sentencia.

A solicitud de la defensa de los acusados, por ser más favorable el Código Penal
de 1995, se elevaron a definitivas las calificaciones de conformidad con esta normativa.
En cuanto a la invocada prescripción del art. 131, 1 y 3, hay que tener en cuenta que el
delito de quiebra se encuentra sancionado con pena de prisión de dos a seis años y multa

460
de ocho a veinticuatro meses y el precepto citado como infringido, el art. 131, recoge la
prescripción a los diez años cuando la pena señala sea de más de cinco y menos de diez
años.

Con tal claridad el motivo tiene que perecer, habida cuenta demás de los
argumentos de la Sala de instancia que este Tribunal ratifica para evitar repeticiones.

QUINTO.- El motivo segundo, también por la vía del error iuris del precedente,
señala que se ha aplicado indebidamente el art. 260 y en todo caso quedaría incardinado
en el art. 520.

El acta del juicio patentiza -y de ello se hace eco el fundamento jurídico primero
de la sentencia de la Audiencia- que todas las defensas solicitaron de forma contundente
y categórica la aplicación de las disposiciones del Código Penal de 1995, por
considerarlas más favorables, debiendo tenerse en cuenta al respecto que las partes
acusadoras habían formulado conclusiones alternativas para el supuesto de aplicación de
una u otra legislación y si optaron por la nueva normativa era porque sus disposiciones
en este punto son mucho más beneficiosas para el condenado.

Si se aplicara el artículo 520 del texto de 1973, castigado con prisión mayor, su
prescripción, por exceder de seis años, en cuanto se extendía de seis años y un día a
doce años, se fijaba en los diez años y tampoco habría prescrito la infracción y el
motivo tendría que perecer inexcusablemente.

Por tanto, no puede ahora la defensa de este acusado solicitar que se le apliquen
disposiciones del texto punitivo de 1973, cuando ella, juntamente con la del coacusado,
solicitó -y así fue aceptada por el Tribunal de instancia- la aplicación del Código de
1995. Mas, y ello se dice tan sólo a efectos dialécticos y puramente discursivos, si se
aplicara el texto derogado habría que partirse del presupuesto acusatorio de las
alternativas fijadas en las calificaciones provisionales, luego elevadas a definitivas.

El motivo tiene que perecer inexcusablemente.

SEXTO.- El motivo tercero, con el mismo amparo casacional que los


precedentes, denuncia infracción por parte de la sentencia recurrida de lo dispuesto en
los artículos 118 y 520 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

461
Lamentablemente la parte impugnante aduce la vulneración de un precepto
procesal, con manifiesto olvido, que el precepto procedimental de cobertura, el nº 1º del
artículo 849 de la LECrim. se refiere a que <<se hubiere infringido un precepto penal de
carácter sustantivo u otra norma jurídica del mismo carácter que deba ser observada en
aplicación de Ley penal>> Ello quiere decir que por esta vía del error iuris no puede
alegarse un vicio in procedendo (estos aparecen taxativamente recogidos en los artículos
850 y 851) y así se recoge en una constante, pacífica y reiterada doctrina casacional -ad
exemplum, sentencias de 6 de julio de 1963, 6 de julio de 1990 y 15 de julio de 1993-.
Mas aunque se mantenga un criterio extensivo en favor del principio constitucional de
la tutela judicial efectiva, con apoyo en la doctrina del Tribunal Constitucional en su
resolución de 27 de enero de 1994, y que esta propia Sala ha seguido en alguna ocasión
-sentencia de 8 de octubre de 1990- tampoco puede prosperar el motivo.

Se aduce en el desarrollo del mismo que en las declaraciones de este impugnante


en la instrucción no fue asistido de Abogado, por lo que debe entenderse que no acudió
a declarar como imputado, hablándose a continuación de una nulidad de pleno derecho
de todas las actuaciones, porque no se le realizó el ofrecimiento previsto en el art. 118
de la LECrim.

La única consecuencia de tales irregularidades sería la nulidad de tales


diligencias y de aquel material probatorio que traiga causa de las mismas, pero
pretender la nulidad de todo lo actuado hasta el juicio oral no puede sostenerse
razonablemente.

Ya en la primera declaración que se recibe a este imputado -folio 288, se dice


expresamente que "queda instruido de los derechos reconocidos en el art. 118 de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal" y asimismo que "conoce los hechos por los que se le
acusa" (folio 288).

Ello, sin tener en cuenta que tanto este acusado, como su compañero y también
recurrente, por sus cambios de domicilio y ausencias del mismo, determinaron una
reiterada actuación del Juez de Instrucción de Amurrio para poder recibirles declaración
-folios 523, 547, 594, etc.-.

462
En todo caso, ambos acusados comparecen en las actuaciones penales con
Procurador (folio 595) con poder conjunto de ambos, representándoles el causídico,
Don Federico de Miguel Alonso, que se persona en las diligencias Previas en nombre de
ambos.

Juan María es instruido nuevamente del art. 118 y conoce los hechos de que se
le acusa (folios 606 a 609) y el 10 de diciembre de 1988 se presenta un escrito del
Procurador y Letrado de ambos haciendo extensas consideraciones sobre la no
responsabilidad en los hechos por parte de los mismos (folios 700 a 702).

Por auto de 22 de febrero de 1989 (folio 705) se les declara procesados y


solicitan por su representación y defensa la reforma del auto (folio 708). El auto de 8 de
marzo de 1989 acuerda tramitar las actuaciones por el Procedimiento Abreviado y su
representación y defensa (Don Alvaro Vidal Alberca) presentan interrogatorio de
preguntas a determinados testigos (folios 745 y 746).

Nuevamente el 17 de marzo de 1989, en Madrid, se les instruye de los artículos


118 y 520 de la LECrim. y al preguntar al ahora impugnante, si quería que le asistiera
Letrado del turno de oficio, contesta que "no necesita que le asista ningún Letrado"
(folio 846). Nuevamente en Madrid, el 13 de marzo de 1995, renuncia a la presencia de
Abogado y se acoge al derecho de no declarar (folio 1005), pero el 27 de abril de 1995
declara ya en el Juzgado de Amurrio, asistido de Letrado que le acompaña, Don Manuel
Montaña Porres (folio 1005).

El auto de 8 de noviembre de 1995 acordó tener por presentada acusación contra


ambos (folio 1034), contestando Juan María, a través de su Abogado y Procurador
(folios 1039 a 1042). El auto de 15 de enero de 1996, desestima la solicitud de nulidad,
por ser los hechos alegados falsos (sic) y luego presentó un extenso escrito de defensa.

A la vista de este esquemático iter procesal resulta obvia y patente la carencia de


razón y sentido en el motivo. Se niega la instrucción sobre los artículos 118 y 520 de la
Ordenanza procesal penal y aparece reiterada en diversas ocasiones, se niega la
asistencia letrada durante la instrucción y consta que el recurrente se ha negado a ella en
varias ocasiones y ha tenido Procurador y Abogado en la causa que han formulado
pruebas y sobre todo nulidades y le han asistido en alguna declaración. Si en otra
463
ocasión ha hecho uso del derecho a no declarar y así consta, no se comprende la
asistencia letrada para tal abstención.

Finalmente, aunque se tengan por inexistentes las declaraciones -escasísimas,


por cierto, a virtud de lo antes relatado- prestadas sin asistencia de Abogado, ello resulta
irrelevante en un proceso con prueba principalmente consistente en documental pública
y donde antes de la imputación formal presentó declaración con asistencia letrada.

El motivo debe ser desestimado.

RECURSO DE Millán

SEPTIMO.- El primero de los dos motivos de error de hecho en la apreciación


de la prueba de este recurso, ordinal tercero del escrito, aporta como documentos el
informe emitido por el Comisario de la quiebra y el dictamen de los peritos.

Con independencia de tal irregularidad impropia de esta vía del error facti del nº
2º del art. 849 de la LECrim., esta Sala para evitar innecesarias repeticiones, se remite al
fundamento jurídico segundo de esta resolución que da condigna respuesta a esta
cuestión.

OCTAVO.- El cuarto motivo, por el mismo camino procesal que el anterior,


aduce también error en la apreciación de la prueba y señala como prueba documental al
efecto los escritos relativos a la venta de la Sociedad DIRECCION001 a la entidad
"Cosecheros Riojanos S.A.".

El motivo es prácticamente idéntico al quinto del recurso del coacusado, por lo


que este Tribunal de casación se remite al tercero de los fundamentos jurídicos de esta
sentencia.

NOVENO.- El motivo primero, con apoyo en el nº 1º del art. 849 de la LECrim.,


alega la inobservancia del artículo 260,1 y 2 del vigente Código Penal, al producirse un
error de derecho en la aplicación de tal artículo (sic). Luego señala que no se dan en el
recurrente los requisitos de tal precepto.

El inatacable factum describe la constitución por el ahora recurrente y el


coacusado en Madrid de una sociedad DIRECCION000 con un capital social de
veinticinco millones de pesetas, fijando el domicilio social en Llodio y la finalidad la
464
adquisición de la planta embotelladora de Vinícola Internacional S.A. (conocida como
"Bodegas Areta") adquiriendo los activos de esta por diez millones de pesetas, y
haciéndose cargo de 103 trabajadores de la plantilla de esta sociedad. Tanto el
recurrente como el coacusado asumieron la gestión directa de dicha empresa.

El 19 de septiembre de 1985, ambos acusados y el gerente entonces de


DIRECCION000 constituyen DIRECCION001, entidad con el mismo domicilio que la
otra y con un capital de un millón de pesetas. En junio siguiente el gerente vendió sus
doscientas acciones a los acusados que se convierten en titulares del cien por cien del
capital social de esta nueva entidad, de la que no figuran trabajadores, no está dada de
alta en la Seguridad Social, ni siquiera en la Compañía Telefónica. Se constituye el 14
de enero de 1986 una póliza de crédito de cuenta corriente con garantía personal por
veinticinco millones de pesetas en favor de Bodegas Ribera Arta S.A. y presta garantía
solidaria DIRECCION000. Tal operación se realiza con la Caja de Ahorros Municipal
de Bilbao. El 5 de marzo siguiente se constituye una póliza de garantía con la misma
entidad que avala siete cambiales por un importe de siete millones doscientas setenta y
siete mil novecientas noventa y cinco pesetas, letras que son giradas y aceptadas por
Bodegas Ribera Alta S.A. afianzando tal operación solidariamente DIRECCION000.
Figurando en representación de la primera el recurrente y de la otra el coacusado Juan
María. El 29 de noviembre siguiente DIRECCION000 reconoce adeudar a
DIRECCION001 ciento veinte millones de pesetas y se constituye en garantía de tal
deuda hipotecas y prenda, interviniendo por DIRECCION000 ambos acusados y Juan
María por DIRECCION001 . El 3 de febrero de 1987 " DIRECCION001 fue vendida a
Cosecheros Riojanos S.A.. con transmisión de la citada garantía hipotecaria.

Pero ya, a finales de 1986, se retrasa DIRECCION000 en el pago de las


nóminas, deja de abonar el veinte por cien de la paga extraordinaria y no se paga la
nómina de enero de 1987 hasta el punto de iniciar los trabajadores una huelga,
ocupando la fábrica DIRECCION000 comunica a la autoridad administrativa el cierre
patronal. Cuando surgen problemas con los trabajadores sobre la reapertura. El Letrado
de la empresa indica que ésta debe cien millones a distintos acreedores y tienen una
hipoteca de ciento veinte millones de pesetas y cincuenta y cinco millones más a
entidades públicas.
465
La quiebra necesaria es instada por los Bancos Atlántico, Financiación
Industrial, Hispano Americano, Zaragozano y Guipuzcoano, declarándose así por auto
de 19 de agosto de 1987 a la Sociedad DIRECCION000 . y retrotrayéndose la quiebra al
1 de enero de 1986.

El día dos de junio de 1989 se dictó sentencia por el Juzgado de Primera


Instancia nº 1 de Bilbao calificando la quiebra de fraudulenta.

Aún añade el relato fáctico, que Juan María después de la declaración de quiebra
ha seguido utilizando el Peugeot 506, propiedad de DIRECCION000 sin estar
autorizado por los órganos de la quiebra y el Ayuntamiento de Llodio ha justificado
subvenciones a los trabajadores de la citada empresa por importe de seiscientas mil
pesetas.

No cabe duda de que se trata en el sentido mercantil de una quiebra fraudulenta,


la más grave de las así calificadas en la práctica comercial, que ahora en la nueva
tipicidad del precepto se comete con un presupuesto de la declaración de quiebra y cuya
insolvencia ha sido causada o agravada dolosamente por el deudor.

Mas ello concurre indudablemente en este supuesto y para evitar repeticiones,


esta Sala acepta las razones del fundamento jurídico de la resolución recurrida, así como
la cuantía del perjuicio, el número de afectados y su condición económica. Las
actuaciones realizadas en la póliza en favor de Bodegas Rivera Alta S.A. y su cobertura
hipotecaria e inmobiliaria sin justificación a deudas anteriores y con ausencia de los
asientos contables al respecto, agravaron intencional, maliciosa y voluntariamente la
crisis económica de la empresa.

El delito es paradigma del art. 260 aducido y por ello el motivo debe ser
desestimado.

DECIMO.- El motivo segundo, por la misma vía que el anterior aduce de nuevo
la inobservancia del art. 260, 1 y 2 del actual Código Penal, en relación con el art. 520
del texto de 1973.

En realidad se trata en la argumentación del motivo, de variaciones sobre el


anterior. La aplicación del nuevo texto punitivo se debe a su carácter de más favorable.

466
Esta Sala para evitar repeticiones superfluas, se remite al ordinal quinto de los
fundamentos jurídicos de esta resolución.

DECIMOPRIMERO.- Por el mismo cauce casacional, el motivo quinto aduce la


infracción del art. 131, 1 y 3 del Código Penal de 1995.

Este Tribunal se remite al fundamento de Derecho cuarto de esta sentencia de


casación, donde se da condigna respuesta.

DECIMOSEGUNDO.- También por la vía del error iuris del nº 1º del art. 849 de
la LECrim. se aduce la inobservancia de los artículos 118 y 520 de la LECrim.

Esta Sala se remite, en primer lugar al ordinal sexto de estos fundamentos


jurídicos y añade asimismo, que al ahora recurrente, se le instruyó del art. 118 y
manifestó conocer de los delitos que se le acusaba (folio 290), es instruido nuevamente
del art. 118 y conoce los hechos de que se le acusa (folios 603 a 605).

Ya en 10 de diciembre de 1988 se persona junto con el coacusado por


Procurador y con Letrado y hace extensas consideraciones defensivas sobre los hechos
imputados (folios 700 a 702). Al declarársele procesado, solicitó por este medio su
reforma (folio 708). Transformada la causa en procedimiento abreviado, su defensa y
representación presenta interrogatorio de preguntas para determinados testigos (folio
745 y 746). Nuevamente se le instruye del art. 118 y 520 LECrim. en Madrid (folio 845)
y se le ofrece Abogado de oficio y se niega. En Amurrio el 16 de diciembre de 1995
asistido del letrado, Don José Antonio Blanco (folio 989).

Trasladado escrito de la acusación, no presentó contestación en su plazo, a


diferencia de su compañero y se le tuvo por opuesto, después presentó contestación que
se le admitió tardíamente (folios 1067 a 1071).

De todo ello no se deduce sino lo inexacto del motivo, la ausencia de


indefensión y el perecimiento consecuente del motivo y recurso.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR A


LOS RECURSOS DE CASACION por quebrantamiento de forma e infracción de Ley,
interpuestos por Juan María y Millán, contra sentencia dictada por la Audiencia
467
Provincial de Alava, de fecha 4 de febrero de 1997, en causa seguida a los mismos, por
delito de quiebra y otros. Condenamos a dichos recurrentes al pago proporcional de las
costas ocasionadas en el presente recurso. Y comuníquese la presente resolución a la
mencionada Audiencia a los efectos procesales oportunos, con devolución de la causa,
que en su día se remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

24-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 24 DE ENERO DE


1998

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 1 de Fregenal de la Sierra instruyó


sumario con el número 8/94-PA contra F.H.R. y J.M.H.C. y, una vez concluso, lo
remitió a la Audiencia Provincial de Badajoz que, con fecha 10 de Marzo de 1997, dictó
sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

Los días 2 y 22 de Febrero de 1991, el inculpado D. F.H.R., mayor de edad, con


D.N.I. AAAAAAAA, sin antecedentes penales, en pago de unas partidas de cerdos,
libró dos cheques a favor de D. A.G.M. y D. A.G.M., por importe de 1.393.039 pts. uno
de ellos y 1.286.987 pts. el otro, contra la cuenta BBBBBBBB del Banco CCCCCCCC,
a nombre de la S.C.L. DDDDDDDD, de la que es apoderado el Sr. F.H.R., careciendo
de fondos dicha cuenta, tanto en el momento de librarse los cheques, como en el de su
presentación al cobro.

Para eludir el pago de estas y otras deudas D. F.H.R.el día 7 de Marzo de 1991,
ante Notario de Fregenal de la Sierra, y en calidad de representante de DDDDDDDD
S.C.L. vendió a la mercantil EEEEEEEE S.L. representada por su hijo, el también
inculpado D. J.M.H.C., mayor de edad, con D.N.I. FFFFFFFF y sin antecedentes
penales, todos los activos de DDDDDDDD S.C.L., dejando a ésta en situación de
468
insolvencia.- A resultas de esta operación, cuya transcendencia era conocida por ambos
inculpados, los acreedores de la S.C.L. DDDDDDDD vieron cercenada cualquier
posibilidad de cobrar sus créditos sobre los bienes de la entidad.

EEEEEEEE S.L. se constituyó el día 16 de Enero de 1991 y al tiempo de


celebrarse el contrato de 7 de Marzo del mismo año entre ella y DDDDDDDD S.C.L.,
aún se encontraba pendiente de inscripción en el Registro Mercantil y carecía de C.I.F.

En virtud de referido contrato de 7 de Marzo de 1991 (escritura obrante al folio


531 y sig.) DDDDDDDD S.L. vendió a EEEEEEEE S.L. el patrimonio inmobiliario
propio, con todas sus instalaciones industriales cámaras y maquinarias existentes en las
naves que fueron declarados en obra nueva, libre de cargas y con todos sus derechos,
usos y servidumbres, por el precio total de 60.000.000 pts. aplazado durante 15 años sin
intereses que serán pagados mediante 15 letras de cambio de 4.000.000 de pts. cada una
con vencimientos anuales sucesivos de una en una desde el 7 de Marzo de 1992 al 7 de
Marzo del 2006. Como garantía de pago de las cantidades aplazadas, los contratantes
pactaron condición resolutoria expresa de tal forma que el contrato quedara resuelto de
pleno derecho, incluso en perjuicio de tercero adquirente, si la Sociedad compradora
dejase de abonar a su vencimiento, en todo o en parte, alguna de las cantidades
aplazadas.

De las 15 letras libradas como medio de cobro del precio de la compraventa


concertada entre DDDDDDDD S.C. y EEEEEEEE S.L., tan solo se tiene constancia de
que una de ellas, la de vencimiento 7 de Marzo de 1994, ha sido negociada; este efecto
es cedido por DDDDDDDD S.C.L. a GGGGGGGG S.C.R., el 26 de Abril de 1994,
junto con los derechos derivados de la condición resolutoria que incorporaba la escritura
de 7 de Marzo de 1991, y en virtud de ello y previo allanamiento a la demanda de
EEEEEEEE S.L. se consigue judicialmente que los bienes vendidos a EEEEEEEE S.L.
por DDDDDDDD S.C. queden siendo de la titularidad de GGGGGGGG S.C. después
de tramitado el juicio de Menor Cuantía nº 282/94 ante el Juzgado nº 6 de Badajoz.
GGGGGGGG S.L. se constituyó en escritura de 24 de Marzo de 1994 y se hallaba
pendiente de inscripción cuando el 26 de Abril de 1994 recibió la cesión del Crédito
hecha por DDDDDDDD S.C.L. Posteriormente consiguió la inscripción de la parcela y
obra nueva que fuera de propiedad de DDDDDDDD S.C. antes de la venta efectuada a
469
ella a EEEEEEEE, después de haber sido declarada legítima propietaria en sentencia de
14 de Julio de 1994, dictada en el juicio declarativo 282/94 del Juzgado nº 6 de Badajoz,
dimanante de la resolución del contrato de compraventa celebrado entre la S.C.
DDDDDDDD y EEEEEEEE S.L.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS:


DEBEMOS CONDENAR Y CONDENAMOS a F.H.R. y J.M.H.C., como autores
responsables de un delito de alzamiento de bien en grado de consumación, sin
concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, a la pena de 7 meses
de prisión menor y accesorias legales a cada uno de ellos, imponiéndole las costas por
mitad e iguales partes y debiendo indemnizar conjunta y solidariamente en 3.047.326
pts., más los intereses devengados por dicha cantidad, a A.G.M. y A.G.M.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


quebrantamiento de forma e infracción de Ley por los procesados, F.H.R. y J.M.H.C.,
que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo
las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- La representación de los procesados basa su recurso en los siguientes


MOTIVOS DE CASACIÓN:

PRIMERO.- Quebrantamiento de forma, al amparo del art. 24 CE, por violación


del principio de tutela judicial efectiva.

SEGUNDO.- Quebrantamiento de forma, al amparo del art. 24 CE, por dilación


indebida.

TERCERO.- Quebrantamiento de forma, al amparo del art. 851,1 de la LECr., al


no expresarse clara y terminantemente los hechos que se consideran probados.

CUARTO.- Infracción de Ley por error en la apreciación de la prueba al amparo


del art. 849.2 LECr., basado en documentos auténticos.

QUINTO.- Infracción de Ley y de doctrina legal al amparo del art. 849.1 LECr.
por aplicación indebida del art. 519 del anterior CP.

470
SEXTO.- Infracción de Ley y de doctrina legal al amparo del art. 849.1 LECr.
por inaplicación del principio de presunción de inocencia que consagra el art. 24 CE.

5.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a trámite
quedando conclusos los autos para señalamiento de deliberación y fallo cuando por
turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para la deliberación, ésta se celebró el día 13 de Enero


de 1998.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- El primero de los motivos del recurso se apoya en vulneración del


art. 24 CE en cuanto ésta consagra el derecho a la tutela judicial efectiva. En este
sentido sostiene que la acusación no puede dirigirse contra quien no haya adquirido
previamente la condición de imputado, gozando de la misma posibilidad de ejercitar su
derecho de defensa en la fase instructora. La vulneración del derecho surgiría de haberse
omitido en este proceso un auto de inculpación, distinto del de apertura del juicio oral.

El motivo debe ser desestimado. De acuerdo con la STC 290/93 (que condensa
la doctrina expuesta en las SSTC 135/89, 186/90, 128/93, 129/93, 152/93 y 273/93) en
el proceso penal abreviado no puede clausurarse una instrucción sin haber puesto en
conocimiento del imputado el hecho punible de que tratan las diligencias previas,
haberle ilustrado de sus derechos (...) y haberle permitido alegar frente a la imputación.
De estas consideraciones surge que lo exigido es que el acusado haya tenido durante la
instrucción conocimiento de la imputación, de sus derechos y de ejercer su defensa. En
modo alguno se exige en estos precedentes que la imputación o inculpación haya tenido
la forma ad-solemnitatem de auto.

En la presente causa los recurrentes fueron advertidos e instruidos en la forma


prevista en el art. 789,4º LECr., según se desprende de las actas de sus primeras
declaraciones obrantes a los folios 148 y 234 de las diligencias previas. Por otra parte en
tanto los recurrentes limitan su denuncia a la omisión de una declaración formal de la
inculpación en forma de un auto, no se ha especificado que durante dichas diligencias se
les haya impedido de alguna manera ejercer su derecho de defensa o que se les haya
ocultado el contenido de las imputaciones que pesaban sobre ellos.
471
SEGUNDO.- En segundo lugar alegan los recurrentes la vulneración del derecho
a ser juzgados sin dilaciones indebidas. Estima la Defensa que se han planteado tres
juicios ejecutivos en Juzgados diferentes, así como también se han iniciado tres
acciones penales. Por otra parte, sostienen los recurrentes que existió un acuerdo con el
Banco de Comercio y concluyen afirmando que es notorio que la conducta de la
acusación privada ha sido extremadamente caprichosa con el único fin de pretender
mantener viva la amenaza penal, presionando a los Sres. F.H.R. y J.M.H.C. en orden a
obtener un resarcimiento económico.

El motivo debe ser desestimado. Los recurrentes no denuncian dilaciones


indebidas sino comportamientos procesales de la acusación que estiman incorrectos. En
efecto, la existencia de tres juicios ejecutivos o de tres acciones penales -que no se
especifican- no constituyen ninguna dilación indebida, dado que ésta requiere que, cada
una de las acciones haya sido tramitada en un tiempo superior al razonable. La
diversidad de acciones, por sí misma, no vulnera el derecho a ser juzgado sin dilaciones
indebidas.

Otro tanto cabe decir respecto de las supuestas coacciones que los acreedores
habrían tratado de ejercer sobre los recurrentes. En sí mismas no significan la
vulneración de las dilaciones indebidas.

Por otra parte, el derecho a ser juzgado dentro de un plazo razonable no tiene
efectos horizontales y, por lo tanto, su vulneración debe ser producto del mal
funcionamiento del órgano judicial, lo que en el caso no se percibe que haya ocurrido
Sin perjuicio de ello, los recurrentes no acreditan haber reclamado ante demoras
concretas el pronto despacho de cuestiones pendientes que hayan demorado la
tramitación del proceso y no tienen en cuenta que ciertas demoras, como las originadas
por la tramitación de exhortos o la entrada en vigor del nuevo Código Penal, son por sí
mismas justificadas.

TERCERO.- En el siguiente motivo sostienen los recurrentes que se ha


entendido erróneamente el documento, que consta en la escritura pública de
compraventa de 7 de Marzo de 1991, corroborada -dicen- por la escritura de cesión de
créditos otorgada el 26 de Abril de 1994. De estos documentos, afirma la Defensa, se

472
desprende que la sentencia no ha podido declarar probada la simulación del contrato, de
forma que si el contrato no es simulado sino totalmente real, hay que afirmar
rotundamente que el sustento de hecho del delito de alzamiento de bienes se derrumba
por su base. La argumentación se continúa en el motivo quinto, que constituye una
unidad con el cuarto, en el que se afirma la aplicación indebida del art. 519 CP. 1973,
por no concurrir los elementos del tipo.

Ambos motivos deben ser desestimados.

En principio es claro que la prueba de la simulación de un contrato no surge del


contrato mismo, salvo cuando ello se diga expresamente en el documento. Pero éste no
es el caso en la presente causa. Por lo tanto, el contrato que consta en escritura pública
no puede tampoco proporcionar la prueba de su realidad.

Independientemente de ello, que ya sería suficiente para la inadmisión a trámite


del motivo, lo cierto es que el delito de alzamiento de bienes se comete tanto cuando se
produce una insolvencia ficticia como una insolvencia real (confr. SSTS de 22-4-87; 9-
5-81; 10-3-87; 6-3-90 entre muchas otras). Por lo tanto la supuesta realidad del contrato
carece de relevancia, dado que el delito de alzamiento de bienes no es un delito de
insolvencia, sino de frustración de la ejecución de las obligaciones por parte del deudor
y, a tales efectos, cuando en la jurisprudencia se hace referencia a la insolvencia real o
ficticia se quiere decir, en verdad, que ésta, como tal, es innecesaria para la
configuración del delito.

En lo que concierne al elemento subjetivo del tipo, es decir al dolo, es evidente


que también es de apreciar, dado que los acusados sabían que mediante el
procedimiento de la enajenación hacían prácticamente imposible la ejecución de la
deuda. La afirmación de la Defensa relativa al pago a otros acreedores que habría
realizado el acusado F.H.R. con el producto de la enajenación a su hijo de los bienes de
DDDDDDDD S.A., no puede ser considerada en el marco del art. 849,1º LECr., dado
que no surge de los hechos probados y no hubiera surgido de los documentos invocados
en el cuarto motivo del recurso, aunque el mismo hubiera sido de estimar.

QUINTO.- El sexto y último motivo del recurso se basa en la infracción del art.
24 CE. Considera la Defensa que es lamentable que (la Audiencia) interprete que el
473
hecho de haber vendido un bien, con cuyo producto se ha pagado a varios acreedores,
persiguiese la intención de dejar de pagar a los Sres. G.M.

El motivo debe ser desestimado. La Audiencia no ha tenido por probado que el


producto de la venta del patrimonio inmobiliario de DDDDDDDD S.L. se haya
destinado al pago de otros acreedores. El recurrente no dice de qué elementos de la
causa el Tribunal a quo debería haber tenido por probado dichos extremos. Se limita a
afirmar que no existen pruebas claras en cuanto a los hechos. La jurisprudencia de esta
Sala ha sostenido reiteradamente que el razonamiento del Tribunal a quo sobre la
prueba producida es revisable en casación cuando infringe las reglas de la lógica, se
aparta de las máximas de la experiencia o de los conocimientos científicos. En la
medida en la que la Defensa no ha intentado siquiera fundamentar alguno de estos
extremos es claro que el motivo carece manifiestamente de contenido y que puede ser
desestimado con apoyo en el art. 885,1º LECr.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACIÓN por quebrantamiento de forma e infracción de Ley
interpuesto por los procesados F.H.R. y J.M.H.C. contra sentencia dictada el día 10 de
Marzo de 1997 por la Audiencia Provincial de Badajoz, en causa seguida contra los
mismos por un delito de alzamiento de bienes.

Condenamos a los procesados recurrentes al pago por mitad de las costas


ocasionadas en este recurso.

Comuníquese esta resolución a la Audiencia mencionada a los efectos legales


oportunos, con devolución de la causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

474
25-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 21 DE OCTUBRE DE
1998

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción nº 30 de Barcelona incoó diligencias previas con el


nº 3.556 de 1.995 contra Ángel , y una vez concluso, lo remitió a la Audiencia
Provincial de Barcelona, Sección Novena, que con fecha 15 de septiembre de 1.997,
dictó sentencia que contiene los siguientes Hechos Probados: Se declara probado que
Ángel , mayor de edad y sin antecedentes penales, en el mes de enero de 1993 ostentaba
la cualidad de Administrador único de la sociedad DIRECCION000 ., de la que era
único socio junto con su esposa, y en dicha cualidad, en fecha 8 de enero del referido
año, aportó a la sociedad mercantil DIRECCION001, diez casas inscritas en el Registro
de la Propiedad de Barcelona, como fincas NUM000 , NUM001 , NUM002 , NUM003
y NUM004, todas ellas sitas en la calle DIRECCION002 de Barcelona, aportación que
se realizó como contravalor a la adquisición de 30.000 participaciones emitidas por esta
última como ampliación de capital. Comoquiera que la entidad DIRECCION000
sobreseyera el pago corriente de sus obligaciones respecto de sus acreedores, entre los
que se encontraba el Banco Popular Español, éste instó procedimiento de Quiebra
Necesaria que se tramita en el Juzgado de Primera Instancia nº 10 de Barcelona con nº
de expediente 454/93, en el que en fecha 5 de julio de 1.993 dictó Auto en que se
declaró en estado de Quiebra Necesaria a la Cía. Mercantil DIRECCION000,
retrotrayendo los efectos de la misma al 25 de mayo de 1.992, por lo que afectaba a la
aportación de su patrimonio a la entidad DIRECCION001, a que se ha hecho referencia.
El acusado en fecha 20 de julio de 1.993 fue nombrado administrador único de la
Sociedad DIRECCION001, y en tal cualidad no obstante ser conocedor de la
declaración judicial de quiebra y del plazo de retroacción decretado en el Auto judicial,
y con la única finalidad de evitar la nulidad de la aportación de las fincas impidiendo así
que las mismas se reintegraran a la masa de la quiebra, el 28 de octubre de 1.994
procedió a vender las fincas anteriormente mencionadas a la sociedad
"DIRECCION003", por un precio de sesenta millones de pesetas, de las que recibió
efectivamente treinta, que utilizó para fines particulares, frustrando así las expectativas
475
de los acreedores de la entidad DIRECCION000 . de que el patrimonio de la misma
aportado en su día a DIRECCION001, volviera al mismo y satisfacer así sus créditos.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS:


CONDENAMOS A Ángel, como criminalmente responsable en concepto de autor de
un delito de ALZAMIENTO DE BIENES del artículo 519 del Código Penal de 1.973,
sin concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la
pena de SEIS MESES Y UN DIA DE PRISION MENOR, accesorias legales de
suspensión del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y al pago de
las costas procesales. En concepto de responsabilidad civil, se declara la nulidad de la
escritura de Compraventa de fecha 28 de octubre de 1994 otorgada ante la Iltre. Notario
de la ciudad de Barcelona Dª Berta García Prieto por el acusado Ángel en nombre y
representación de la Compañía Mercantil DIRECCION001 . a favor de la entidad
DIRECCION003, representada por D. Carlos Ramón. Notifíquese que contra la
presente resolución cabe interponer recurso de casación por infracción de ley o por
quebrantamiento de forma, dentro del plazo de cinco días.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de ley e infracción de precepto constitucional, por el acusado Ángel , que se
tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado Ángel , lo basó en


los siguientes MOTIVOS DE CASACION: Primero.- Amparado en el art. 5.4 de la
L.O.P.J., por vulneración del principio de presunción de inocencia reconocido en el art.
24.2 de la Constitución Española, cuando establece el derecho a la presunción de
inocencia, al estimar que el mismo no ha sido desvirtuado por las pruebas de cargo;
Segundo.- Al amparo del art. 5.4 de la L.O.P.J., por vulneración del principio de
presunción de inocencia reconocido en el art. 24.2 de la C.E., y vulneración del
principio de que no puede producirse indefensión, del art. 24.1 de la propia
Constitución, en el particular que la responsabilidad civil declarada en la sentencia
afecta a tercero que no ha sido oído ni condenado; Tercero.- Amparado en el art. 849,1º

476
de la L.E.Cr., fundado en la infracción del art. 519 del Código Penal vigente en el
momento en que ocurrieron los hechos, por indebida aplicación.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, solicitó la inadmisión


de todos los motivos, dándose asimismo por instruida la representación de la parte
recurrida, impugnando el recurso, quedando conclusos los autos para señalamiento de
fallo cuando por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el fallo, se celebró la votación prevenida el día


15 de octubre de 1.998.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La Audiencia Provincial de Barcelona (Sección Novena) condenó


al acusado por un delito de alzamiento de bienes ejecutado por comerciante del art. 519
del C.P. de 1.973, de aplicación por ser el vigente en el momento de los hechos y
resultar en conjunto más beneficioso que el actualmente vigente.

El primer motivo del recurso interpuesto por el condenado en la instancia se


formula al amparo del art. 5.4 de la L.O.P.J. denunciándose la vulneración del principio
de presunción de inocencia por entender que el mismo no ha sido desvirtuado por
prueba de cargo. El recurrente hace un repaso de los hechos declarados probados por el
Tribunal a quo y fija su atención en el dato contenido en el "factum" de la sentencia
según el cual el acusado "utilizó para fines particulares" los treinta millones de pesetas
que recibió por la venta de los inmuebles a la Sociedad " DIRECCION003 ", afirmando
que no existe prueba de cargo alguna que acredite dicha resultancia.

Innumerables precedentes de esta Sala Segunda han precisado que cuando se


invoca el derecho fundamental a la presunción de inocencia en un recurso de casación
ante el Tribunal Supremo -o de amparo ante el Tribunal Constitucional-, la única tarea
que les compete a éstos es la de comprobar si ha existido una actividad probatoria de
cargo, por mínima que sea, y practicada con observancia de las garantías
constitucionales y procesales, que permitan un pronunciamiento incriminatorio sobre
los hechos imputados y la participación que en los mismos haya tenido el acusado.
También se ha explicado en multitud de ocasiones que los hechos que han de quedar
acreditados por prueba de cargo suficiente son aquellos sobre los que se fundamenta la
477
subsunción, y, finalmente, que queda fuera del ámbito de este derecho fundamental el
elemento subjetivo del delito, en cuanto que los propósitos, las intenciones no son
hechos en sentido estricto, y al no ser aprehensibles por los sentidos no son objeto de
prueba propiamente dicha, quedando por ello extramuros de la garantía constitucional,
lo cual no impide que se puedan discutir los hechos en los que se apoya el juicio de
valor.

En el caso presente, ninguna cuestión se suscita respecto de los datos de hecho


que se recogen en el relato histórico de la sentencia impugnada, que no sea el ya
reseñado del uso con fines particulares por el acusado del producto de la venta
mencionada. A este respecto conviene hacer algunas precisiones. En primer término, -y
anticipándonos a lo que más tarde se dirá sobre el tercer motivo de casación-, que el
delito de alzamiento de bienes no exige para su consumación otra cosa que la ocultación
de los bienes, es decir, la detracción de los mismos al destino solutorio al que se hallan
afectos. No se requiere, por consiguiente, que tras esa detracción, el sujeto activo del
ilícito penal lleve a cabo una determinada actividad con los bienes sustraídos del acervo
sobre el que el acreedor pudiera haber realizado su derecho crediticio, sea disponiendo
de los bienes en provecho propio o ajeno, sea destruyéndolos... Es suficiente, insistimos,
el simple apartamiento de los bienes sobre los cuales el acreedor pueda satisfacer su
crédito. Por lo tanto, que el acusado los hubiera o no utilizado con unos u otros fines,
resulta irrelevante a efectos de la calificación jurídica, siempre que quede acreditado el
hecho esencial de la indebida disposición sustractora de esa masa patrimonial con la
intención de perjudicar al acreedor en sus expectativas.

Pero es que, además, existe en las actuaciones prueba de cargo suficiente para
constatar que el acusado, con conocimiento del auto judicial que declaró la Quiebra
Necesaria de DIRECCION000 con efectos desde el 25 de mayo de 1.992, enajenó en
octubre de 1.994 los inmuebles que como administrador único de la citada empresa
había ingresado en el patrimonio de la sociedad mercantil DIRECCION001 en enero de
1.993, esto es, en fecha en que esta operación estaba afectada por el efecto retroactivo
de la declaración de quiebra, privando así al acreedor de DIRECCION000 de ejercer su
derecho de cobro sobre aquellos bienes que, como consecuencia de la retroacción de la
quiebra, seguían siendo patrimonio de la empresa DIRECCION000. No sólo está
478
acreditado este extremo con prueba de cargo documental y testifical, con lo que queda
claro el hecho básico de la detracción de los bienes a que antes nos referíamos, sino que
la misma prueba de cargo existe sobre el hecho de que el acusado dispuso del importe
de la enajenación por compraventa, y no para reservarlo a disposición del acreedor, sino
para otros fines muy diferentes como solventar ciertas obligaciones precedentemente
asumidas. Así, en declaración prestada ante el Juez de Instrucción (f. 256), manifiesta
que del precio de sesenta millones de pesetas que figura en la escritura de compraventa,
fueron retenidos treinta millones por parte del comprador para indemnizar a los
arrendatarios de las viviendas; del resto, veinte millones se constituyeron en depósito a
favor de otra empresa, y los últimos diez millones "... de momento no pueden
justificarse documentalmente, requiriendo más tiempo para justificarlos", justificación
que nunca tuvo lugar. Pero todavía más ilustrativa a los efectos que examinamos es la
declaración precedente ante el mismo Juez de Instrucción (folio 126) en la que como
inculpado y, tras ser instruido de sus derechos y asistido por Letrado, afirma que "el
destino que dio a los 30 millones fue pagar deudas personales del declarante". Estas
declaraciones junto a la variada prueba documental que las sostienen, constituyen
prueba de cargo sobre el dato fáctico discutido por el recurrente que consta en la
sentencia sobre el uso con fines particulares dado por el acusado al metálico procedente
de la venta de los inmuebles.

En este mismo motivo alega el recurrente que tampoco existe prueba de cargo
sobre la actuación dolosa del acusado. Esta cuestión la abordaremos con más
detenimiento al examinar el tercer motivo del recurso, en el que se denuncia la falta de
concurrencia en el caso de autos de los elementos constitutivos del delito de alzamiento
de bienes. Por ahora, bastará con reiterar que el derecho fundamental a la presunción de
inocencia no abarca los juicios de inferencia sobre las intenciones del agente, ni en
general a los juicios de valor sobre la culpabilidad, toda vez que el animus que
configura el elemento subjetivo del delito no es un hecho y, por consiguiente, no puede
ser objeto de prueba directa.

SEGUNDO.- El segundo motivo se formula al amparo del art. 5.4 de la L.O.P.J.,


por vulneración del principio de presunción de inocencia, así como del derecho
fundamental que proscribe la indefensión (art.24.1 de la C.E.).
479
Ninguna alegación se hace en el desarrollo del motivo sobre el primero de los
derechos fundamentales invocados, y todo el esfuerzo argumental se concentra en
censurar el pronunciamiento que hace la sentencia de instancia sobre la responsabilidad
civil al declarar la "nulidad de la escritura de compraventa de fecha 28 de octubre de
1.994 otorgada ante la Iltre. Notario de la ciudad de Barcelona Dª Berta García Prieto
por el acusado Ángel en nombre y representación de la Compañía Mercantil
DIRECCION001 a favor de la entidad DIRECCION003, representada por D. Carlos
Ramón. Sostiene el recurrente que este pronunciamiento "afecta de lleno" a la entidad
compradora, ocasionándole un grave perjuicio del que no ha podido defenderse al no
haber sido oída en el proceso en el que se declaró la referida nulidad, conculcándose así
el precepto constitucional que consagra que en ningún caso pueda producirse
indefensión.

Dos son las cuestiones que se derivan de este motivo: la legitimidad del
recurrente -representante procesal del acusado y condenado- para denunciar la
vulneración de los derechos constitucionales que hubiera podido sufrir un tercero, y, por
otro lado, la comprobación de si, en todo caso, efectivamente se ha ocasionado a éste la
indefensión que se reclama.

Comenzando por este segundo aspecto del problema, significaremos que la


indefensión cuya proscripción consagra el art. 24 de la C.E. surge cuando se priva al
interesado (no sólo al justiciable) de alguno de los instrumentos que el Ordenamiento
Jurídico pone a su alcance para la defensa de sus derechos con el consiguiente perjuicio
(SS.T.C., entre otras, 145/1990, 106/1993, 366/1993), o cuando se sitúa al interesado al
margen de alegar y defender en el proceso sus derechos (por todas, STC 290/1993). Es
cierto que en el caso de autos, la entidad DIRECCION003 no fue oída -como parte- en
el proceso en el que finalmente se dispuso la anulación de la compraventa reseñada,
pero también es verdad que si ello fue así se debió exclusivamente a la voluntad de la
propia empresa. En efecto, en comparecencia ante el Juzgado de Instrucción, el
representante de dicha entidad mercantil fue instruido de su derecho a mostrarse parte
en el proceso y fue informado de que, aun no haciéndolo, el Ministerio Fiscal ejercitaría
las acciones civiles correspondientes si procediera (folio 209), siendo citado el
mencionado representante de la compradora a Juicio Oral como testigo propuesto por el
480
Ministerio Fiscal en sus conclusiones provisionales, en las que solicitaba a la Sala
dictara la nulidad de la venta (Folio 321).

Así pues, la empresa DIRECCION003 tuvo desde el inicio del proceso


conocimiento de la existencia de éste, conocía también las consecuencias que podrían
derivarse de un fallo condenatorio respecto a la compraventa efectuada, fue informado
de su derecho a personarse como parte en el procedimiento y advertido de que, en todo
caso el Ministerio Público ejercitaría las acciones civiles que correspondieran. Y aun
así, no acudió al proceso a defender sus derechos e intereses, y no porque, como se
advierte, los órganos jurisdiccionales que sucesivamente intervinieron en la instrucción
y enjuiciamiento le hubieran obstaculizado, restringido, coartado, y mucho menos
impedido, ejercer su derecho a ser oído, sino por propia voluntad del interesado.
Sostener en tales circunstancias que la resolución judicial ha provocado la indefensión
que se denuncia es de todo punto inaceptable.

En cuanto a la legitimación del recurrente para sostener esta censura, hemos de


dar también una respuesta negativa, siendo suficiente para razonar el rechazo,
remitirnos a la Sentencia de esta misma Sala de 10 de febrero de 1.992 que escueta pero
tajantemente resuelve sobre este punto al decir: "una doctrina jurisprudencial constante
tiene declarado que en los supuestos de alzamiento de bienes en que se haya consumado
el delito mediante el otorgamiento de una escritura pública, es preciso declarar la
nulidad de ésta para restaurar el orden jurídico perturbado, y como esto fue lo que hizo
la Sala sentenciadora y tal pronunciamiento no fue impugnado por quien legítimamente
pudiera hacerlo, que desde luego no son los condenados, no queda otra alternativa que
la de proceder a su confirmación, con todas sus consecuencia legales".

Este motivo, en consecuencia, debe ser desestimado.

TERCERO.- Finalmente, el tercer motivo se articula por el cauce del art. 849,1º
de la L.E.Cr., por indebida aplicación del art. 519 del C.P. vigente, que recoge la figura
delictiva del alzamiento de bienes.

Dice el recurrente que no concurren los elementos que configuran el ilícito penal
por el que fue condenado el acusado, y al desarrollar el motivo introduce una serie de
factores y datos que no figuran en el factum de la sentencia combatida procediendo,
481
seguidamente, a hacer una crítica de la valoración de la prueba efectuada por el Tribunal
de instancia, quebrantando de esta manera la esencia de esta vía impugnativa, que exige
un absoluto respeto al relato de hechos probados, que deben permanecer incólumes a
todo tipo de añadido o de exclusión de los que allí se contienen, a partir de los cuales
sólo se permite el análisis de los mismos a fin de determinar si la subsunción que se
realiza en el fallo es o no ajustada a la ley, Tiene declarado esta Sala que el delito de
alzamiento de bienes es un tipo penal de actividad o riesgo, o de resultado cortado, pues
basta la existencia de una situación de insolvencia parcial provocada para burlar la
actuación judicial o extraprocesal de los acreedores para que se produzca la
consumación del mismo.

Igualmente es doctrina de esta sala que el mencionado delito requiere la


concurrencia de los siguientes presupuestos: a) la existencia de uno o más créditos
contra el sujeto activo, generalmente preexistentes y reales y, de ordinario, vencidos,
líquidos y exigibles, si bien es frecuente que los defraudadores, ante la inminencia del
vencimiento de un crédito, se adelanten a su advenimiento, frustrando las legítimas
expectativas de los acreedores mediante la adopción de medidas de desposesión de sus
bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y eludir su responsabilidad
patrimonial; b) un elemento dinámico consistente en destruir u ocultar su activo, real o
ficticiamente; c) un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar las legítimas
expectativas generadas en el acreedor de poder cobrar sus créditos, intención ésta que
excede del resultado típico, ya que el alzamiento es un delito de mera actividad, y d)
que, como consecuencia de las maniobras defraudatorias, devenga el deudor total o
parcialmente insolvente, o experimente una acusada aunque ficticia disminución de su
patrimonio, imposibilitando o dificultando a sus acreedores el cobro de sus créditos
(STS de 7 de abril y 26 de junio de 1.992, 20 de enero y 19 de febrero de 1.993, 8 de
octubre de 1.996, 31 de enero de 1.997, etc.).

En cuanto al llamado "ánimo de defraudar", se ha entendido como el dolo de


este hecho punible y que, por tanto, sólo requiere el conocimiento de los elementos del
tipo objetivo del delito y la voluntad de realización del mismo, que se deducen de tal
conocimiento ( STS de 31 de mayo de 1.991, entre otras). También, la expresión "en
perjuicio de terceros" que emplea la dicción del art. 519 del C.P.A. ha sido interpretada
482
por la doctrina de esta Sala Segunda, no como exigencia de un perjuicio real y efectivo
al titular de un derecho de crédito, sino en el sentido de intención del deudor que
pretende poner a salvo algunos bienes o todo su patrimonio obstaculizando así la vía de
apremio de los acreedores, siendo suficiente para la consumación esa ocultación de los
bienes, ya que el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección del delito, sino a la
de su agotamiento (STS de 13 y 14 de febrero, 13 de mayo y 17 de septiembre de 1.992,
25 de febrero de 1.993, etc.).

Pues bien, sobre la base de la doctrina jurisprudencial anterior, resulta patente


que los hechos declarados probados en la sentencia de instancia reúnen todos y cada uno
de los elementos objetivos del tipo delictivo, en cuanto que allí constan con meridiana
claridad las actividades del acusado mediante las cuales se separan los bienes inmuebles
de la masa de la quiebra de la empresa DIRECCION000 impidiendo al acreedor realizar
sus derechos crediticios sobre dichos bienes.

Y, en cuanto al elemento subjetivo del tipo, también concurre. El Tribunal a quo


lo afirma de manera expresa en el "factum" de la sentencia, con técnica procesal poco
ortodoxa por cuanto esta misma Sala ha insistido en múltiples ocasiones en que los
propósitos, las intenciones y, en definitiva, los factores anímicos y subjetivos no deben
figurar en los hechos probados, precisamente por no tratarse de hechos, sino solamente
los elementos objetivos y fácticos de los que deducir en los Fundamentos de Derecho la
correspondiente inferencia sobre aquéllos.

No obstante lo cual, y aún excluyendo del relato histórico la frase en cuestión


("con la única finalidad de evitar la nulidad de la aportación de las fincas"), permanece
incólume la concurrencia del ánimo defraudatorio del acusado que el Tribunal de
instancia apreció y razonó en su fundamentación jurídíca, basándose para ello no sólo
en la mecánica comisiva de esta clase de infracciones, sino también en la falta de
credibilidad que le mereció el acusado cuando ante el propio Tribunal trató de excluir de
su conducta el propósito de defraudar las expectativas del acreedor. La Sala valoró las
pruebas existentes sobre los hechos, ponderó los factores indiciarios concurrentes,
escuchó y vio al acusado en sus explicaciones -lo que este Tribunal no puede hacer- y
con todo ese bagaje formó su convicción al respecto, convicción que en absoluto puede
ser calificada de ilógica o arbitraria, sino en todo ajustada a la razón y coherente con los
483
elementos de juicio utilizados que constan en los hechos probados, más que suficientes
para apreciar la concurrencia del elemento subjetivo de este delito.

El motivo debe ser rechazado.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR al


recurso de casación por infracción de ley e infracción de precepto constitucional,
interpuesto por el acusado Ángel , contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial
de Barcelona, Sección Novena, de fecha 15 de septiembre de 1.997, en causa seguida
contra el mismo, por delito de alzamiento de bienes. Condenamos a dicho recurrente al
pago de las costas procesales ocasionadas en su recurso. Comuníquese esta resolución, a
la mencionada Audiencia a los efectos legales oportunos, con devolución de la causa
que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia.

26-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE FEBRERO DE


1999

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero.- El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1 de Almansa incoó


Procedimiento Abreviado nº 67/95 contra R.G.M., J.P.R. y otros por Delitos de Estafa y
Alzamiento de bienes y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de
Albacete, Sección Primera que, con fecha treinta y uno de diciembre de mil novecientos
noventa y siete dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

"Ha resultado probado y así se declara expresamente que: A) El acusado


R.G.M., mayor de edad y sin antecedentes penales, y F.G.G., sobrino del anterior
nacido el 9-10-64, y sin antecedentes penales, con fecha 28-1-84, constituyeron la
sociedad Motrans, S.L., que fue adaptada en sus estatutos a la Ley de Sociedad
484
Limitada el 8-9-92, inscribiéndose la misma con fecha 17-11-92; con fecha 3-4-89, los
dos anteriores acusados, junto con la esposa del primero, hoy también acusada, V.S.M.,
mayor de edad y sin antecedentes penales, constituyeron la sociedad Maycer, S.L.
adaptándose sus Estatutos a la legalidad vigente con fecha 8-9-92, produciéndose la
correspondiente inscripción registral con fecha 17-11-92, siendo administradores
solidarios de dichas entidades sus componentes, y teniendo ambas como domicilio
social la calle XXX (Albacete), c) XXX s/n, que es el mimo domicilio del matrimonio
hoy acusado. B) Las citadas sociedades, y sobre todo Maycer, S. L. se venían dedicando
a la compraventa de maíz y cereales interviniendo siempre en las transacciones,
únicamente el acusado R.G.M., quién en realidad, era la única persona que llevaba los
negocios de dichas sociedades, pese a que su esposa y sobrino figurasen, también
formalmente, como administradores; en los primeros años de su actividad negocial,
societaria, R.G.M., actuando en nombre y representación de Maycer y Motrans, SS.LL,
unas veces y otras en nombre propio, venía cumpliendo sus obligaciones de pago con
aquellas personas que le vendían maíz y cereales pero llegado el año 1992, pese a las
elevadas deudas que tenía contraídas, tanto con entidades bancarias como entidades
agrícolas y particulares, siendo consciente de que no iba a poder abonar el precio del
maíz y cereales que adquiriese, a finales de dicho año y principios de 1993, compró las
citadas mercaderías a diversos pagarés que resultaron impagados resultando
perjudicados los siguientes:

-A.C.D., quién vendió en diciembre de 1992, la cantidad de 1.011.855 Kg. de


maíz, por un precio de 29.343.975 pesetas, conviniéndose que se abonaría el 30-1-93, y
aplazándose posteriormente dicho pago el 2-2-93, para lo cual el acusado libró 4
pagarés con vencimiento 5-8-93, por 8-343.795 ptas.; vencimiento por 8.000.000 ptas. y
vencimiento 15-8-93, por otros 8.000.000 ptas. pactándose un interés del 15 por ciento.-
I.F.J., que vendió con fecha 1-3-93, 36.137 kg. de maíz por importe de 977.144 ptas. al
que se le extendió un pagaré con vencimiento 29-3-93.- A.C.L., quién vendió 22.708
kg. de maíz con fecha 25-3-93, por un importe de 614.024 ptas., entregándosele un
pagaré con vencimiento 3-5-93.- M.G.A., que vendió 100.000 kg. de cebada por el
precio de 2.200.000 ptas. recibiendo un pagaré con vencimiento 20-9-93.- J.E.C., que
vendió 97.180 kg. de cebada por importe de 2.435.720 ptas., entregándose dos pagarés,

485
uno con vencimiento 27-9-93 por importe de 1.253.200 ptas. y otro con vencimiento 16-
11-93, por importe de 1.182.520 ptas.- R.B.S., quien vendió 181.680 kg. de cebada por
importe de 4.621.939 ptas. de las que se abonaron parte, entregándose por el resto dos
cheques, librados con fechas 13-4-93 y 26-4-93, por importe, total de 1.541.193 ptas.
que también fueron impagados.- J.C.A., que vendió 19.705 kg. de maíz, en día 1-3-93,
por importe de 532.823 ptas. entregándose un pagaré con vencimiento 29-3-93.- J.J.A.,
quien vendió 55.097 kg. de maíz por importe de 2.044.465 ptas. entregándosele tres
pagarés con vencimientos, 14--93; 18-4-93 y 4-5-93, por importe cada uno de 300.000
ptas. 232.740 ptas. y 1.511.725 ptas.-

D.L.M., que vendió el 25-3-93, maíz en cantidad de 9.272 kg. por importe de
250.715 ptas. extendiéndosele un pagaré con vencimiento 2-0-4-93.- L.L.M., quién
vendió 49.453 kg. de maíz el día 25-3-93, por importe de 1.337.209 ptas., recibiendo un
pagaré con vencimiento 2-5-93.- P.Q.A..- que con fecha 1-3-93 vendió 9.798 kg. de
maíz, por el precio de 264.938 ptas. recibiendo un pagaré con vencimiento de 29-3-93.-
E.A.P., que con fecha 1-3-93, vendió 35.538 kg. de maíz por importe de 960.948 ptas.
recibiendo un pagaré con vencimiento 29-3-93.-

A.Q.E., que con la misma fecha que el anterior vendió 58.154 kg. de maíz por
importe de 1.572.484 ptas. siéndole entregado un pagaré con vencimiento 29-3-93; y -
D.C.T., que con fecha 5-8-93, vendió maíz por importe de 1.500-000 ptas.,
entregándosele un pagaré con vencimiento 6-11-93.- Todos los pagarés anteriores
fueron librados contra BANESTO a excepción de 4 que lo fueron contra el Banco de
Madrid.- Ante el impago de tales documentos, se presentaron en los Juzgados de
Almansa los Juicios Ejecutivos número 163 y 164/93 (en el nº 2) y 248/93 (en el nº 1),
sin que en ninguno de ellos se consiguiera cobrara las cantidades reclamadas al no
poderse llevar a efecto la ejecución sobre los bienes embargados debido a que el
acusado, con la colaboración de V.P.R. hoy también acusado, mayor de edad y con
antecedentes penales cancelables, realizó diversas operaciones tendentes directamente a
situar a las empresas Motrans y Maycer SS.LL. y a él mismo, en situación de
insolvencia, con objeto de evitar que sus acreedores pudieran cobrar su crédito; y así el
día 23 de abril de 1993, actuando en nombre de Motrans S.L. ante la Notario de Elche,
Dña. P.C.O., otorgó escritura de permuta a virtud de la cual permutó los siguientes
486
bienes: A) Finca registral nº XXX, rústica, de 6.422 metros cuadrados, propiedad de la
referida mercantil (posteriormente aportada por R.G.M. a la Junta de Compensación
para el Sector Sur nº 1 del Plan General de Ordenación Urbana de Almansa) con un
valor declarado de 24.700.000 ptas.; B) cinco camiones y un turismo, también
propiedad de la empresa dando a los mismos un valor de 11 millones de pesetas; C) la
finca nº XXX, urbana, vivienda en la planta baja, de 196 metros cuadrados de
superficie, en Montealegre del Castillo, c/ XXX 71, a la que otorgan un valor de
f4.300.000 ptas.; esta finca era propiedad de V.S.M., esposa de R.G.M.; y D) 3.000.000
de pesetas, en metálico, por un trozo de terreno rústico, tierra monte, en Tibi (Alicante)
con una extensión de 6.384 metros cuadrados, al que se le dió un valor de 43.000.000 de
pesetas., propiedad del también acusado J.P.R.; dicho terreno en Tibi fue valorado a
instancia del acusado por el perito Sr. B.S., en la cantidad de 12.129.600 ptas. a razón
de 1.900 ptas. metro cuadrado; por su parte el perito insaculado Sr. T.G. valoró los
6.384 de terreno permutado en 1.276.800 ptas. a razón de 200 ptas. metro cuadrado. Las
fincas citadas, tanto rústicas como urbana, no se inscribieron nunca a nombre de los
permutantes, que siguieren disponiendo de ellas como si tal permuta no se hubiese
efectuado, enajenándolas, posteriormente, a terceras personas, a excepción dela urbana,
propiedad de V.S.M. que continúa figurando a su nombre en el Registro de la Propiedad
de Almansa; los camiones y el turismo fueron transferidos por Motrans con fecha 9-11-
95 a la entidad U.S.F., S.L; hasta dicha fecha, los mismos habían seguido siendo
utilizados por la empresa Motrans S.L. y el acusado Sr. G.M.. Posteriormente, con fecha
3 de mayo de 1993, el acusado R.G.M., actuando en representación de Maycer, S.L.
otorgó escritura pública de venta, a su sobrino F.G.G. (también socio de Maycer S.L.)
en la mitad indivisa de la finca urbana nº XXX de 165'24 metros cuadrados ubicada en
la C/ XXX nº 31 de Montealegre del Castillo, que pertenecía a dicha sociedad y a
F.G.G., desde el día 3-5-89, por el precio de 4.015.000 pesetas, que fue rectificado por
escritura de subsanación de 9-7-93 a 2.007.500 ptas; con la misma finalidad de evitar
que los acreedores de dicha entidad pudieran hacerse pago con la misma.- Con fecha 3-
9-93, el acusado R.G.M., en nombre de Motrans, S.L., comparece ante Doña P.C.O.,
Notario de Elche, y reconoce tener una deuda con varios acreedores (los que en dicha
escritura se describen) por valor de 86.579.942 ptas., ofreciendo en garantía, el citado
trozo de terreno de 6.384'33 metros cuadrados de Tibi, comprometiéndose a abonar, con
487
al precio de su venta, a cada acreedor de los designados, la parte proporcional que
pudiera corresponderles; dicha escritura tampoco tuvo entrada en el Registro, sin que
conste se efectuase, fehacientemente el correspondiente ofrecimiento.-

Con fecha 17-9-93, se presentan en los Juzgados de Almansa, las solicitudes de


quiebra voluntaria de Motrans, S.L. y Maycer S.L.". (sic)

Segundo.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: Que debemos condenar y condenamos a R.G.M., como autor del


delito de estafa, ya definido, sin la concurrencia de circunstancia alguna modificativa de
responsabilidad a la pena de dos años de prisión menor, con las accesorias de
suspensión de todo cargo público y derecho de sufragio durante el tiempo de duración
de la condena, y al pago de la tercera parte de las costas, incluidas las de las acusaciones
particulares; así como a que indemnice a las personas que se citan en el fundamento
octavo de esta resolución, en las cantidades que en dicho fundamento se enumeran.-
Asimismo debemos condenar y condenamos al citado R.G.M. y al también acusado
J.P.R., como autores del delito de alzamiento de bienes, ya definido, sin la concurrencia,
en ninguno de ellos, de circunstancias modificativas de responsabilidad, a las penas de
un año de prisión menor, al primero de ellos y a la de cuatro meses de arresto mayor al
segundo, con las accesorias a ambos de suspensión de todo cargo público y derecho de
sufragio durante el tiempo de duración de dichas condenas y al pago, cada uno, de la
tercera parte de las costas, incluidas las de la acusación particular. En concepto de
responsabilidad civil, se declara la nulidad de las escrituras a que se hace referencia en
el fundamento octavo de esta resolución.- Debemos absolver y absolvemos a J.G.S.,
V.S.M. y F.G.G., de los delitos de estafa y alzamiento de que venían siendo acusados,
con todos los pronunciamientos favorables.- Se abona a los hoy condenados, el tiempo
que por esta causa hubiesen podido estar privados de libertad.- Fórmese por el Juzgado
Instructor, las correspondientes piezas de responsabilidad civil." (sic)

Tercero.- Notificada la sentencia a las partes, se prepararon recursos de casación


por las representaciones de R.G.M. y J.P.R., que se tuvieron por anunciados
remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias

488
para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.

Cuarto.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, las representaciones


de los recurrentes, formalizaron los recursos, alegando los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:

RECURSO DE R.G.M.

PRIMERO.- Por quebrantamiento de forma, al amparo del art. 851-1º L.E.Cr.


Predeterminación.

SEGUNDO.- Infracción de Ley del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error de hecho
en la apreciación de la prueba.

TERCERO.- Infracción de Ley del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error de hecho
en la apreciación de la prueba.

CUARTO.- Infracción de Ley del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error de hecho en
la apreciación de la prueba basado en la ausencia de actividad probatoria y vulneración
del art. 24 de la C.E.

QUINTO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-1º de la L.E.Cr. por


aplicación indebida del art. 528 del C. Penal e infracción del art. 24 C.E.

SEXTO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-1º de la L.E.Cr. por


aplicación indebida del art. 519 del C. Penal e infracción del art. 24-2 C.E

RECURSO DE J.P.R.

PRIMERO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error
de hecho en la apreciación de la prueba.

SEGUNDO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error
de hecho en la apreciación de la prueba.

TERCERO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error
de hecho en la apreciación de la prueba.

489
CUARTO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-2º de la L.E.Cr. por error
de hecho en la apreciación de la prueba.

QUINTO.- Infracción de Ley al amparo del art. 849-1º de la L.E.Cr. por


aplicación indebida del art. 519 del C. Penal.

Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, los impugnó;


la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo
cuando por turno correspondiera.

Sexto.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día


17 de febrero de 1999.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

RECURSO R.G.M.

PRIMERO.- El primero de los Motivos se acoge al nº 1 del art. 851 de la L.E.Cr.


para denunciar quebrantamiento de forma por "existir predeterminación del fallo en los
hechos que se declaran probados".

Entiende el recurrente -después de reseñar diversas citas jurisprudenciales- que


la lectura del "factum" ya contiene un adelanto del fallo condenatorio por la utilización
de conceptos de los que se vale el legislador para decidir y sancionar el comportamiento
enjuiciado u otros términos semejantes o de idéntica transcendencia. Al efecto
transcribe diversas expresiones -la primera referida al Delito de Estafa y las restantes al
de Alzamiento de bienes- que extraídas del relato de hechos tienen a su juicio, carácter
predeterminante. Son éstas: "siendo consciente", "tendentes directamente a situar ... en
situación de insolvencia", "finalidad de evitar que los acreedores ... pudieran hacerse
pago con la misma".

El intento recurrente de demostrar el vicio denunciado fracasa pues la mera


lectura de las frases traídas a la censura casacional y contrastadas con los tipos penales
de estafa y alzamiento de bienes llevan a rechazar categóricamente la existencia de
predeterminación del fallo dado que las expresiones señaladas no aparecen en la
definición del tipo penal, no tienen entidad técnico-jurídica al ser propias del lenguaje
común y son asequibles a cualquier persona.
490
Es cierto -como dice la Sentencia de 27-1-98- que la declaración de hechos es el
presupuesto de la aplicación de la norma sustantiva y del fallo, pero no es esta lógica e
inevitable concatenación la que puede ser tomada por quebrantamiento de forma. El
referido vicio procesal -según una constante y pacífica doctrina de este Tribunal de
casación Sentencias 190/1994, de 3 de febrero, 227/1994, de 11 de febrero, 527/1994,
de 14 de marzo, 1814/1994, de 13 de octubre, 837/1995, de 12 de julio, 1027/1995, de
23 de octubre, 1304/1995, de 19 de diciembre, 117/1996, de 25 de marzo, 129/1996, de
19 de febrero, 331/1995, de 11 de abril, 334/1996, de 17 de abril y 420/1996, de 6 de
mayo y 27 de enero de 1998, entre otras- requiere para su estimación:

a) Que se trate de expresiones técnico-jurídicas que definan o den nombre a la


esencia del tipo aplicado;

b) Que tales expresiones sean por lo general asequibles tan sólo para los juristas
y no sean compartidas en el uso del lenguaje común;

c) Que tengan valor causal respecto al fallo y

d) Que suprimidos tales conceptos jurídicos dejen el hecho histórico sin base
alguna -por todas, sentencia de 23 de diciembre de 1991-.

La predeterminación del fallo precisa, pues, la utilización de expresiones


técnicamente jurídicas y con virtualidad causal respecto al fallo lo que significa que la
descripción del hecho se reemplaza por su significación o, lo que es lo mismo, se
prejuzga, se enjuicia antes de tiempo. Mas ello no ocurre en el supuesto traído ahora a la
censura casacional. El reproche no existe, porque el relato fluye libre de toda
subsunción y describe con objetividad y carente de calificaciones jurídicas, los hechos
tal y como ocurrieron según la prueba practicada y apreciada por el Tribunal.

Consecuentemente, el Motivo se desestima.

SEGUNDO.- El segundo apartado del Recurso -al igual que el tercero y cuarto-
escogen la vía del número 2º del art. 849 de la L.E.Cr. para denunciar error en la
apreciación de la prueba basado en documentos consistentes en certificaciones y
extractos de las entidades Central Hispano y Banesto y declaraciones del Impuesto de
Sociedades de la mercantil "MOTRANS, S.L." correspondientes a los ejercicios 1988 a

491
1993 y ello -dice el recurrente- "por violación del Principio de Presunción de Inocencia
del art. 24-2º de la C.E."

La referencia al Principio de Presunción de Inocencia que sirve de colofón


expositivo al enunciado del Motivo es, además de incongruente con la censura a la que
se añade, contradictoria en el seno de un alegato que, en definitiva, no hace sino valorar
interesadamente prueba incorporada a la causa, obviando toda la referencia a otros
componentes del acervo acreditativo también existente en autos que son los que, en
definitiva, privan de posibilidad de éxito a la pretensión recurrente destinada a presentar
la realidad de un "modus operandi" consciente y deliberado bajo una fórmula de
operatividad bancaria que sería ajena a cualquier maniobra engañosa o fraudulenta de su
patrocinado.

Por otra parte, el artículo 855.2º de la Ordenanza Procesal Penal prescribe que
"cuando el recurrente se proponga fundar el recurso de casación en el núm. 2º del
artículo 849, deberá designar, sin razonamiento alguno, los particulares del documento
que muestren el error en la apreciación de la prueba", sin que se pueda tener por
cumplida tal exigencia con la cita de los correspondientes folios, como sin designación
de particular alguno.

Tal genérica referencia resulta claro que incumple la exigencia casacional,


porque no es todo el documento o conjunto de ellos lo que patentiza una equivocación
del juzgador de instancia, ya que ello comportaría una nueva apreciación de la prueba,
sino un concreto extremo o punto del documento el que acredita el error producido por
la Audiencia. No obstante existir tal déficit, una vez superada la fase de admisión hemos
de dar respuesta integral al planteamiento recurrente en aras del Derecho a la Tutela
Judicial efectiva, recordando, sin embargo que, en punto al vicio denunciado, esta Sala
viene afirmando reiteradamente que el error sólo puede prosperar cuando, a través de
documentos denominados "literosuficientes", se acredita de manera indubitada la
existencia de una equivocación en la valoración de la prueba, siempre y cuando ese
supuesto error no resulte contradicho por otros medios probatorios de, al menos,
análoga consistencia, credibilidad y fiabilidad, puesto que no existiendo en el proceso
penal pruebas excluyentes, todas son aptas para propiciar la íntima convicción del
artículo 741 de la L.E.Cr., pues si, sobre el punto respecto del cual se alega el error
492
llevaran a cabo otras pruebas distintas, con resultado diferente, se reconoce entonces al
Tribunal la facultad de llegar a una conjunta valoración que permite estimar que la
verdad del hecho no es la que aparece en el documento o en los documentos
especialmente traídos a colación, si no la que ofrece ese otro o esos otros medios
probatorios, ya que el error de hecho supone, no que los Jueces desconozcan los
documentos que se alegan sino, por el contrario, que los mismos se interpretaron
erróneamente o que fueron simplemente desdeñados. Dicho en otros términos, cuando
la sentencia impugnada los analiza y, a pesar de lo cual y en el marco de un racional y
justo análisis, se apoya en otros medios probatorios de significado contrario a aquéllos,
no puede alegarse el error que ahora se invoca, puesto que entonces se estaría tratando
de un tema de valoración de pruebas que, también como es sabido, es de la exclusiva
incumbencia de los Jueces.

A partir de tales parámetros analíticos, el Motivo está abocado al fracaso una vez
que se constata como el fundamento jurídico primero de la sentencia recurrida
pormenoriza de forma minuciosa la situación deudora del acusado previa a la
adquisición del maíz y cereales, la cual evidencia que, a pesar de saber que no podía
pagar, compraba todo lo que le llevaban.

Dicha conclusión está basada, no sólo en la existencia de hipotecas constituidas


sobre las fincas de "Maycer y Motrans", sobre las fincas del matrimonio o privativas del
cónyuge del acusado, sino a través de los movimientos de las cuentas que a nombre de
las entidades y del acusado, existían en Banesto y en el B.C.H. El elenco de datos de
que hace gala la combatida -extraídos de la abundante documentación aportada a la
causa y de declaraciones del propio acusado- pone de relieve que los documentos
citados en el motivo carecen de lo que se denomina autarquía demostrativa tal como ya
se ha apuntado precedentemente por no tener virtualidad autónoma para acreditar la
censura de equivocación judicial que, por lo mismo, se rechaza.

TERCERO.- También el tercer Motivo denuncia error de hecho en la


apreciación de la prueba basado en las declaraciones testificales de D. P.Q.A. y D.
J.C.A., obrantes en el acta del Juicio Oral, así como la diligencia de ocupación de bienes
de la entidad quebrada "Motrans, S.L.", de fecha 17 de marzo de 1994.

493
El desarrollo del Motivo está exclusivamente destinado a comentar las
declaraciones testificales citadas y sólo contiene una breve referencia a la meritada
diligencia de ocupación de bienes. Con tal estructura impugnativa se pretende fundar la
censura de "error facti" que el recurrente residencia en la expresión de los hechos
probados "sin que conste efectuare, fehacientemente, el correspondiente ofrecimiento".

El alegato carece de la virtualidad rectificatoria que le asigna su patrocinador,


pues sabido es que las declaraciones testificales no son documentos a efectos
casacionales sino pruebas personales documentadas sin que en este caso sean operativos
por el hecho de que, instada la quiebra, se reconozcan los créditos a los acreedores en la
diligencia de ocupación de bienes, dado que lo afirmado en la combatida no resulta
alterado por la constancia de ese posterior trámite al que el propio autor del Recurso
reconoce mera relevancia formal como colofón expositivo de una línea argumental que
discurre por cauces inapropiados a la vista de una reiteradísima doctrina jurisprudencial
que excluye a los testimonios -aunque estén adverados bajo la fe pública judicial o
aparezcan incorporados al acto del juicio oral- de homologación documental en
términos casacionales.

Por todo ello, el Motivo se rechaza.

CUARTO.- El correlativo apartado del Recurso insiste en denunciar "error de


hecho en la apreciación de las pruebas, basado en la ausencia de actividad probatoria, en
relación con el documento consistente en diligencia de ocupación de bienes de la
entidad quebrada Motrans, S.L., practicada en los autos de Quiebra núm. 259/93 del
Juzgado de 1ª Instancia núm. 1 de Almansa; y ello supone infracción del principio de
presunción de inocencia".

La respuesta jurisdiccional que merece esta nueva censura ha de retomar en aras


de evitar reiteraciones innecesarias el contenido del fundamento jurídico segundo de
esta resolución para justificar el rechazo de aquélla cuya tajante afirmación de que no
existe en autos actividad probatoria directa ni tan siquiera indiciaria, acerca de que los
bienes embargados no hayan sido realizarlos por motivo de la permuta, carece de
fundamento en el seno de una formulación casacional en la que, bajo el amparo del nº 2
del art. 849 de la L.E.Cr., lo que realmente plantea son hipótesis valorativas interesadas

494
destinadas a acreditar -en paralela y, lógicamente, discrepante y crítica evaluación- la
ausencia de dolo en el alzamiento de bienes.

Tal planteamiento -tan real que su propio autor intenta justificarlo excluyéndolo
formalmente al reconocer estar en presencia de un juicio de valor- no puede alcanzar el
éxito pretendido una vez que existe en la causa un patrimonio probatorio en el que se
integran no sólo acreditaciones indiciarias, sino directas de carácter testifical y
documental que privan de literosuficiencia a la referida diligencia de ocupación en tanto
que ésta, "per se", no permite verificar la existencia del error denunciado a través de tan
heterodoxa formula de censura.

La exposición que ofrece la combatida del proceso evaluador llevado a cabo por
la Sala "a quo" para fijar el relato de hechos evidencia una realidad probatoria que
descalifica la postulación recurrente en términos contundentes, pues la indiscutida
ejecución de las maniobras precedentes a la declaración de quiebra anulan la pretendida
efectividad rectificatoria asignada al contenido de ésta una vez que se constata como,
debiendo a los perjudicados por la venta del cereal 43.089.402 de pesetas que se debían
abonar al vencimiento de los pagarés entregados al efecto (vencimientos que se
iniciaban el 29 de marzo de 1993 hasta el 6 de noviembre de 1993), los acusados
simularon, a través de la escritura pública fechada el 23 de abril de 1993, la permuta de
los bienes de las sociedades "Motrans y Maycer" con la única finalidad de que,
aparentando que salían de su patrimonio a cambio de una finca rústica de escaso valor,
los acreedores no pudieran hacerse pago con dichos bienes, a pesar de que aquéllos
siguieron disponiendo y poseyendo las fincas que fingieron permutar.

En su consecuencia, se ratifica la anunciada desestimación del Motivo.

QUINTO.- El Motivo quinto se funda en el art. 849-1º de la L.E.Cr. para


denunciar infracción, por aplicación indebida, del art. 528 del C. Penal y vulneración
del Derecho a la Presunción de Inocencia del art. 24-2º de la C.E.

En este caso, desde un punto de vista sustantivo aunque con referencia a las
carencias probatorias que justificarían tan peculiar y conjunta censura, mantiene el
recurrente que falta el dolo defraudatorio característico del delito de estafa y que no
existe prueba de que se actuara con un plan preconcebido.
495
La sustancial incompatibilidad de ambas formulaciones en un solo Motivo ya es
de por sí expresiva de la fragilidad de una estructura casacional cuyo desarrollo pone de
relieve que la invocación del socorrido Principio presuntivo trata de reafirmar -
aludiendo a la ausencia de prueba- la aseveración recurrente de inexistencia de Dolo y
engaño.

El planteamiento impugnativo no puede asumirse en modo alguno, no sólo


porque resulta ajeno a la ortodoxia casacional que exige el tratamiento diferenciado de
cuestiones tan dispares, sino porque la axiomática regla de respeto integral a los hechos
probados impuesta por la vía elegida se violenta clamorosamente por quién recurre y el
alegato referido a la inexistencia de prueba no encubre sino la realidad de una paralela e
invasiva valoración destinada a descalificar a través de ocho conclusiones exculpatorias
que resumen una interesada evaluación de la conducta de sus patrocinados, la deducción
inculpatoria obtenida por la Sala "a quo" que, plasmada con precisión en los
fundamentos jurídicos primero y segundo de la combatida, contiene múltiples y
expresas referencias a la prueba personal y documental obrante en autos para explicar
las contundentes conclusiones incriminatorias proporcionadas por su detallado análisis
que se resume en estos términos:

"1.- Por el reconocimiento del propio acusado, quién en el acto del juicio (f. 386
vto. del Rollo), admitió que el dinero que obtuvo de vender los cereales comprados, lo
dedicó a pagar a otros acreedores (no consta tal pago en todo el proceso) y sobre todo
para montar un negocio de alimentación con unos checoslovacos y belgas en Tibi;
negocio que tampoco ha quedado acreditado ni siquiera indiciariamente; no existe en
autos la más mínima prueba no solo de que el negocio se llevara o no a efecto sino que
no consta ni que hubiere conversaciones previas con tales ciudadanos; no obstante,
tampoco puede entenderse como un negocio que no llega a formalizarse puede suponer
una pérdida de decenas de millones máxime cuando ni siquiera existió compra del
terreno, sino que este, en todo caso, se habría adquirido mediante una permuta que, en el
peor de los supuestos, y aunque se admitiese que la misma existió (que no se admite por
lo que posteriormente se dirá) únicamente hubiera producido un desembolso en
metálico de tres millones de pesetas;

496
2.- Porque cuando se adquiere el maíz, y se entregan los pagarés, no solo
existían constituidas hipotecas sobres las fincas de Maycer y Motrans, sino sobre las
propias del matrimonio G.S. e incluso sobre las privativas de V.S.M.."

Por ello, a partir de una narración fáctica inalterada -una vez que han fracasado
los Motivos destinados a conseguir su rectificación- no procede tachar de indebida la
aplicación del tipo descrito en el art. 528 del C. Penal a la conducta enjuiciada por
ausencia de Dolo, pues del "factum" fluye naturalmente el elemento subjetivo propio de
la estafa en tanto que se refleja la existencia de un conocimiento previo por parte del
acusado de la situación económica en la que se encontraba, la cual le impedía hacer
frente al pago de la mercancía que iba a adquirir. Así si se dice en el relato de hechos
probados: "siendo consciente de que no iba a poder abonar el precio del maíz y
cereales", y a pesar de ello, el acusado actúa y no paga disponiendo de la mercancía, se
está afirmando la existencia de un engaño omisivo en el que, como dice la Sentencia de
esta Sala de 7-2-97, "se ocultan datos significativos decisivos para que la parte
desinformada acceda a realizar la prestación y el consiguiente desplazamiento
patrimonial". Tal actitud lleva a los perjudicados a confiar en el resultado de
transacciones de años anteriores sin conocer la difícil situación financiera del
comprador que, de antemano, sabía que no cumpliría con el pago.

Los términos en que al respecto se pronuncia la Sala de instancia son, por su


coincidente adscripción a la praxis jurisprudencial que cita, asumibles en su integridad
en este trance. De ahí que nos sirvan para, por vía reproductiva, completar la respuesta
jurisdiccional que merece el alegato recurrente: "Existe estafa, por cuanto sí bien es
cierto el acusado, R.G.M., dueño y administrador único de las sociedades limitadas
Motrans y Maycer (aunque formalmente no conste así), no engañó "materialmente" a
los perjudicados para que estos le vendieran el maíz o la cebada, haciéndolo por tanto de
forma voluntaria, no lo es menos, por un lado, que ellos venden al acusado dichos
productos porque en años anteriores no habían existido problemas de pago con las
personas que habían vendido sus productos al acusado, lo cual, obviamente, les
producía confianza, y de otro, (este es el principal motivo de entender que concurren los
elementos de la estafa) que el acusado cuando compra el maíz y los cereales, es
consciente de que no va a poder pagar y pese a ello adquiere todo cuanto le llevan; es lo
497
que nuestra doctrina jurisprudencial ha denominado "negocios jurídicos
criminalizados"; que se consuman cuando en el intercambio social se encubren, bajo la
forma de relaciones comerciales transacciones engañosas que son meras simulaciones,
como ocurre cuando una de las partes contratantes -y así sucede en el caso de autos- no
tiene propósito de cumplir (o se haya imposibilitada de hacerlo) lo que le incumbe,
ocultando su designio a la otra, en cuyo caso, no existe compensación mutua y el que
hace entrega de dinero o cosa -en el caso enjuiciado, cebada y maíz- resulta burlado en
su buena fe y patrimonio, al dar por cierta y ser ficticia la apariencia de solvencia,
crédito y honestidad comercial, en cuyo medio engañoso radica el dolo característico de
los citados negocios defraudatorios".

Por tanto, si la criminalización de los negocios civiles y mercantiles, se produce


cuando el propósito defraudatorio se produce antes o al momento de la celebración del
contrato y es capaz de mover la voluntad de la otra parte a diferencia del "dolo
subsequens" del mero incumplimiento contractual y -como se afirma en la Sentencia de
este Tribunal de 31-12-96- el elemento nuclear del engaño existe, no sólo cuando se
desarrolla una puesta en escena destinada a crear una apariencia de solvencia que en
realidad no existe, sino también cuando se omiten o escamotean elementos de la
realidad cuyo conocimiento hubiera sido decisivo para disuadir a la otra parte de llevar a
cabo un determinado contrato, no cabe sino reafirmar que en el supuesto sometido a
consideración resulta incuestionable la presencia de ese dolo penal que aflora cuando,
en función de las circunstancias perfectamente conocidas por el autor del
incumplimiento, se tiene la convicción de que la prestación asumida se presenta
imposible o altamente problemática.

En su consecuencia, el Motivo se desestima.

SEXTO.- El último Motivo del Recurso toma también el cauce del nº 1 del art.
849 de la L.E.Cr. para censurar como indebida la aplicación del art. 519 del Código
Penal así como denunciar infracción del Principio de Presunción de Inocencia del art.
24-2º de la C.E.

Aún más evidente que en el anterior apartado del Recurso resulta la


incongruencia de invocar conjuntamente en un solo Motivo censuras de tan diferenciada

498
entidad y función impugnativa cuando, además en este que ahora se examina la
referencia a la Presunción de Inocencia queda reducida a un mero aderezo formal sin
otro contenido que su pura reseña en el enunciado y, por tanto, carente de desarrollo
sustantivo alguno. Ello ya nos exime de formular consideraciones acerca de tan
instrumentado Principio, si bien nos sirve para retomar la línea de respuesta casacional
incorporada al anterior fundamento jurídico de esta resolución, pues únicamente
variando el tipo penal de referencia -en este caso Alzamiento de bienes en lugar de
Estafa- el desarrollo argumental del Motivo discurre por derroteros de análoga
consistencia y dirección que los del precedentemente analizado.

Una vez que constata que, no obstante elegir la vía del nº1 del precitado
precepto procesal, alejado de los hechos, todo el discurso del recurrente gira en torno a
la valoración de la prueba efectuada por el Tribunal Provincial para así activar desde
una lógica perspectiva exculpatoria la justificación de su propia interpretación fáctica en
la que destacan pasajes destinados a resaltar omisiones valorativas, evaluaciones
probatorias discrepantes o consideraciones críticas más propias de una censura de error
"facti" al residenciarse en documentos incorporados a la causa, frente a un exhaustivo
análisis del tipo y de sus connotaciones probatorias pormenorizados en el fundamento
jurídico quinto de la impugnada, hemos de rechazar la viabilidad de tal proceder
casacional en tanto que la estructura y funcionalidad de este Recurso extraordinario está
diseñada desde parámetros tasados de revisión que no se corresponden en absoluto con
una segunda instancia. Tal determinación no excluye, sin embargo, el reconocimiento
de un infructuoso intento por conseguir la exclusión punitiva de la conducta enjuiciada a
base de activar el Principio de Intervención mínima del Derecho Penal, esfuerzo que,
por otra parte, resulta vano ante la contundencia de una conducta que sobrepasa con
creces los márgenes del ilícito civil y transforma en realidad la figura del Delito de
Alzamiento de bienes del art. 519 del Código de 1973 que -como dice la Sentencia de
24-1-98- no es un delito de insolvencia, sino de frustración de la ejecución de las
obligaciones por parte del deudor y, a tales efectos, cuando en la jurisprudencia se hace
referencia a la insolvencia real o ficticia se quiere decir, en verdad, que ésta, como tal,
es innecesaria para la configuración del delito.

Por todo ello, hemos de ratificar el anunciado rechazo del Motivo.


499
RECURSO DE J.P.R.

SÉPTIMO.- Los cuatro primeros Motivos se basan todos ellos en el nº 2 del art.
849 de la L.E.Cr. para encauzar sendas y respectivas denuncias de error en la
apreciación de la prueba.

En el primero se justifica dicha censura como "resultante de la confrontación en


lo admitido en la sentencia y ciertos particulares de documentos obrantes en la causa así
como del acta de la vista del Juicio Oral, que muestran la equivocación evidente del
Juzgador, no desvirtuada por otras pruebas", concretándose el "error facti" en el
siguiente pasaje de los hechos probados "y así permutó las siguientes fincas ... por un
trozo de terreno rústico, tierra monte, en Tibi (Alicante) con una extensión de 6.384
metros cuadrados, al que se le dio un valor de 43.000.000 de pesetas, propiedad del
también acusado J.P.R.; dicho terreno de Tibi fue valorado a instancias del acusado, por
el perito Sr. B.S., en la cantidad de 12.129.600 ptas., a razón de 1.900 ptas./metro
cuadrado; por su parte el perito insaculado, Sr. T.G., valoró los 6.384 metros cuadrados
de terreno permutados en 1.276.800 ptas. a razón de 200 ptas./metro cuadrado."

Afirma quién recurre que el pasaje transcrito "no se ajusta con las pruebas
obrantes en autos" y a tal fin cita una escritura de permuta de 23-4-93 y una
certificación del Ayuntamiento de Tibi de 10 de junio de 1997 para acreditar que las
valoraciones citadas no pueden aceptarse dada la naturaleza de los terrenos y las
circunstancias en que fue realizada la tasación.

Frente a tal alegato, hemos de decir que las declaraciones prestadas en el Juicio
Oral que se citan como complemento para dotar de valor argumental al alegato carecen
de virtualidad por no ser documentos en el sentido casacional de la expresión sino
pruebas personales documentadas.

Por otra parte, destacamos que, valorando en sentido negativo los informes
periciales incorporados a la causa a lo largo de la instrucción que, -incluso el emitido a
instancias del propio acusado-, el recurrente no hace sino usurpar la función exclusiva y
excluyente que el art. 117-3º de la C.E. y 741 de la L.E.Cr. asigna a los órganos
judiciales. Si ello ya es razón bastante para rechazar el Motivo, dicha decisión encuentra
su refuerzo definitivo en el propio desarrollo impugnativo que viene a destacar, con tan
500
invasivo proceder evaluador, que los documentos citados carecen de literosuficiencia,
en tanto que para plasmar la afirmación fáctica cuestionada la Sala "a quo" ha
ponderado conjuntamente pruebas de distinta naturaleza -pericial y documental- que
inciden sobre idénticos extremos cuyo resultado valorativo queda indemne frente a
invocaciones de error precisamente por esa conjunción de acreditaciones diversas,
ninguna de las cuales prevalece sobre las demás, porque el Tribunal que conoció de la
causa en la instancia habiendo presidido la práctica de todas ellas y habiendo escuchado
las alegaciones de las partes, tiene facultad para, sopesando unas y otras, apreciar su
resultado con la libertad de criterio que le reconoce el citado art. 741 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal.

OCTAVO.- En este caso para rectificar el pasaje fáctico que sigue: "Las fincas
citadas, tanto rústicas como urbana, no se inscribieron nunca a nombre de los
permutantes, que siguieron disponiendo de ellas como si tal permuta no se hubiese
efectuado, enajenándolas, posteriormente a terceras personas, a excepción de la urbana,
propiedad de V.S.M. que continúa figurando a su nombre en el Registro de la Propiedad
de Almansa; los camiones y el turismo fueron transferidos por Motrans con fecha 9-11-
95 a la entidad U.S.F., S.L.; hasta dicha fecha, los mismos habían seguido siendo
utilizados por la empresa Motrans, S.L. y el acusado Sr. G.M.", el recurrente acude a las
declaraciones de su patrocinado en el acto del Juicio Oral. El alegato carece de utilidad
dado que dichas manifestaciones -según una pacífica doctrina jurisprudencial- carecen
de valor documental en casación. E igualmente la pretensión rectificatoria es rechazable
si toma como referencia la cantidad de tres millones que se dicen pagados en el
momento de la permuta, pues basta la lectura del fundamento jurídico quinto de la
sentencia recurrida, para constatar la existencia de variadas y suficientes elementos
probatorios que, correcta y minuciosamente valorados por el juzgador, permiten
concluir que todas las maniobras descritas constituyeron una "puesta en escena" para
que, sin llevar a efecto la permuta, cada uno de los intervinientes pudiera disponer de
los bienes que eran el objeto de la relación jurídico-mercantil, en tanto que esta no
existía más que en apariencia. A tan múltiple acreditación nos remitimos por vía
reproductiva para descalificar definitivamente la virtualidad rectificatoria que atribuye
el recurrente a sus citas pseudo documentales.

501
NOVENO.- El pasaje del "factum" en el que el recurrente localiza el "error
facti" denunciado es el siguiente: "Las fincas citadas, tanto rústicas como urbanas, no se
inscribieron nunca a nombre de los permutantes, que siguieron disponiendo de ellas
como si tal permuta no se hubiera efectuado, enajenándolas posteriormente a terceras
personas". En apoyo de tal censura se reseñan las manifestaciones del acusado en juicio
y una escritura de compraventa de 20-2-94.

Descartadas las declaraciones por las razones ya expuestas, el documento citado


no permite "per se" rectificar el fragmento fáctico transcrito salvo que se aísle su
consideración extrayéndola de la global valoración probatoria en la que concurren
acreditaciones de otra naturaleza sobre extremos de hecho antecedentes y coetáneos a la
permuta instrumentada al efecto. Tal proceder, apoyado en la justificación formal de
dicha operación, no invalida la realidad material que el juzgador "a quo" -sin negar la
formal cesión de 6.384 metros cuadrados del terreno situado en Tibi (Alicante) e
identificado como finca registral nº XXX- afirma ante la concurrencia de
comportamientos acreditativos de cuyo racional análisis hace la Sala en el ya
mencionado fundamento jurídico quinto al afirmar: "que no puede entenderse, que
exista una permuta con un valora tan dispar en los bienes permutados, dado que,
mientras a los 6.384 metros cuadrados de Tibi, se les ha valorado por el perito del
propio acusado, Sr. B.S. en 12.129.600 pesetas, mientras que por el de la acusación
particular, insaculado, Sr. T.G. (f. 1050), se ha peritado en 1.276.800 pesetas; a la finca
del Sr. G.M. se le atribuye en la escritura de permuta un valor de 24.700.00 pesetas; en
la hipoteca con el B.C.H., responde de 26. 130.000 de pesetas y en la quiebra de
Motrans, S.L., el propio quebrado le da un valor de 40.000.000 de pesetas; conforme a
lo expuesto, el negocio de J.P.R., sería tan redondo como absurdo, desde el momento en
que; por un lado, sigue en la posesión y propiedad de la totalidad de la finca permutada
de Tibi, hasta el punto de que vende la misma y percibe su total precio; por otro lado,
cobra los 3 millones que constan en la escritura de permuta; posteriormente, cobra 2
millones de pagarés que le da el Sr. G. (f. 389 del rollo); por otro, percibe 15.000.000 de
pesetas de los camiones y 1 millón del turismo y además dice poseer la vivienda de
Montealegre del Castillo (que sin embargo sigue inscrita a nombre de la permutante
V.S.M.); en definitiva el Sr. P.R. habría percibido 21 millones de pesetas, tendría la

502
citada casa y además habría vendido su finca y, todo ello, sin conocer para nada al Sr.
G.M., (así lo tiene admitido el Sr. P.R. al folio 389 del rollo) y sin dar nada a cambio;
esto resulta totalmente absurdo y lo único que viene a demostrar es la intención de los
acusados al otorgar la escritura de permuta; si el Sr. G.M. alega que adquirió (tal
adquisición no se produjo) el terreno de Tibi para un supuesto negocio con checos y
belgas, no tiene sentido que sobre ese terreno constituyera hipoteca unilateral y ofrezca
el mismo a los acreedores (o a alguno de ellos) y si quería pagar a sus acreedores no
puede entenderse por qué esa hipoteca unilateral no la constituyó sobre sus fincas y
vehículos, simuladamente permutados y lo hace sobre el terreno de Tibi, que a decir del
perjudicado Sr. C.D. (f. 392 vto. del rollo) "era un barranco"; la explicación es sencilla,
porque quería conservar sus fincas que tenían gran valor y contentar "con un barranco"
a los acreedores".

Por todo ello, el Motivo tercero también se rechaza.

DÉCIMO.- Insistiendo en alegatos y documentos ya expuestos en Motivos


precedentes y prácticamente recopilando los argumentos y referencias que empapan
todo el Recurso, su autor formaliza un cuarto Motivo para reiterar una denuncia de error
en la apreciación de la prueba en este caso centrada en la afirmación del "factum" de
que "el acusado, con la colaboración de J.P.R., hoy también acusado, realizó diversas
operaciones tendentes directamente a situar a las empresas Motrans y Maycer, S.L, y a
él mismo, en situación de insolvencia", a la que asigna la calificación de conclusión a
que llega la Sala tras la relación de hechos descritos en la sentencia y que han sido,
igualmente, motivo de casación.

A tal fin, aludiendo a declaraciones vertidas en el juicio oral, a hipótesis fácticas


deducidas interesadamente de "todo el procedimiento" a ausencias probatorias incluso
indiciarias o a operaciones cuyo soporte probatorio ya ha sido analizado, se configura
una especie de resumen impugnativo que trata de reconducir la propuesta recurrente a
un nuevo y genérico examen casacional que únicamente provocaría reiteraciones
argumentales. La inutilidad de tal pretensión es tan palmaria que, por innecesaria,
justifica el rechazo del Motivo no sin antes destacar que, ante al pluralismo probatorio
incorporado a la causa, la exhaustividad de su análisis constatada en la fundamentación
jurídica de la sentencia, la razonabilidad deductiva que destila ésta en la ponderación
503
global de la prueba, no es posible hablar de documental exclusiva y literosuficiente que
permita modificar el pasaje del "factum" cuestionado.

UNDÉCIMO.- El quinto y último Motivo se funda en el art. 849-1º de la L.E.Cr.


para denunciar infracción, por aplicación indebida, del art. 519 del C. Penal.

En un intento de justificación de tal censura sustantiva se hace cita de una


Sentencia de esta Sala de 16-12-82, se tachan de incorrectas e irreales las valoraciones
contenidas en el fundamento jurídico quinto de la combatida y se reitera una evaluación
probatoria paralela con reproducción de argumentos e hipótesis interrogantes ya
expuestas. Dicho afán por dar cobertura argumental a un alegato huérfano en sí mismo
de contenido en razón de la esencial subsidiariedad que le acompaña dado que su éxito
dependía de los Motivos destinados a rectificar el "factum", ve frustrados todas sus
posibilidades de estimación en tanto que el relato fáctico permanece inalterado y
mantiene su condición de obligada referencia en razón del cauce elegido para formalizar
el Motivo, por más que su proponente se empeñe en eludir tal obligación casacional
accediendo a la segunda premisa del silogismo judicial para residenciar su desarrollo.

En el relato de hechos se compendian los elementos objetivos y subjetivos del


tipo descrito en el art. 519, pues, el alzamiento de bienes (art. 519 del C.P.), como
infracción de un mero riesgo que es, más que de resultado lesivo, (pues el perjuicio real
pertenece no a la fase de perfección del Delito, sino a la de su agotamiento) exige los
siguientes requisitos:

a) como presupuesto básico, la existencia de uno o más créditos contra el sujeto


activo generalmente preexistentes, reales serios y graves y, de ordinario, vencidos,
líquidos y exigibles; empleándose las expresiones adverbiales "generalmente" y "de
ordinario", porque es muy frecuente que los defraudadores, ante la inminencia o
proximidad del advenimiento de un crédito futuro, augurando un evidente perjuicio para
sus intereses patrimoniales, se adelanten o anticipen a la materialización del crédito o
créditos, o a su vencimiento, liquidez o exigibilidad, frustrando o abortando las
legítimas expectativas de sus acreedores, mediante la adopción de medidas de
desposesión de sus bienes, tendentes a burlar los derechos de aquéllos y a eludir su
responsabilidad patrimonial;

504
b) un elemento dinámico que puede estribar en destrucción u ocultación de su
activo, en enajenaciones reales o ficticias, onerosas o gratuitas, y en otras muchas más
modalidades comisivas;

c) un elemento tendencial o ánimo específico de defraudar al acreedor o


acreedores, burlando y eludiendo la responsabilidad personal patrimonial universal del
deudor, consagrada en el art. 111 y 1911 C. Civil; y

d) que, como consecuencia de tales maniobras elusivas, devenga total y


parcialmente insolvente, o experimente una acusada, aunque ficticia, disminución de su
acervo patrimonial, imposibilitando o dificultando en grado sumo a sus acreedores el
cobro de sus legítimos créditos. (S.S. 8-7-88, 2-11-90 y 14-2-92).

Pues bien, el detalle con que la Sala de instancia analiza las circunstancias del
caso enjuiciado ratificando la presencia del mencionado tipo delictivo permite
homologar su decisión en este trance procesal.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR AL


RECURSO DE CASACIÓN por Infracción de Ley y Quebrantamiento de forma
interpuesto por las representaciones de los acusados R.G.M. y J.P.R. contra la sentencia
dictada el día 31 de diciembre de 1997 por la Audiencia Provincial Albacete, Sección
Primera en la causa seguida contra los mismos por Delitos de Estafa y Alzamiento de
bienes. Condenamos a dicho recurrente al pago de las costas causadas.

Todo ello sin perjuicio de que por el Tribunal que conozca de la ejecutoria se
lleve a efecto la revisión de la sentencia de instancia, si ello fuere procedente.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos con devolución de la causa que en su día remitió, interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

505
27-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 10 DE JUNIO DE 1999

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 3 de los de Córdoba, instruyó Sumario con


el número 95 de 1997, contra José Antonio , Eugenio y Carlos Antonio y, una vez
concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de la misma capital (Sección Primera)
que, con fecha cinco de marzo de mil novecientos noventa y ocho, dictó sentencia que
contiene los siguientes Hechos Probados: <<Este Tribunal da como probados los
siguientes hechos: Los acusados José Antonio , Eugenio y Carlos Antonio , mayores de
edad, casados, industriales con domicilio en Peralta (Navarra) eran administradores de
la Sociedad "DIRECCION000", siendo constituida en escritura de 13 de septiembre de
1990 ante el Notario D. Vicente Mora Benavente, siendo su domicilio en RONDA000
nº NUM006 . NUM007 y su objeto social la siembra, cultivo, explotación,
manipulación, comercialización y exportación de productos agrícolas o ganaderos.

Dichos acusados, y con ánimo de que los acreedores no pudiesen cobrar sus
deudas, eliminaron los elementos del inmovilizado registrados en las cuentas de
Instalaciones Técnicas y Maquinaria, adquiriendo derecho de cobro sin soporte
documental, produciéndose en consecuencia la salida de activos de DIRECCION000 a
favor de Huerta Peralta, consistente en maquinaria e instalaciones como inmovilizado
por un total de 22.804.041 pesetas y que aparecen como cargos en la contabilidad de
Huerta Peralta.

José Francisco y Esteban, en su condición de acreedores sociales, instaron


judicialmente la quiebra necesaria de dicha sociedad ante el Juzgado de 1ª Instancia nº 2
de Córdoba, con el número 1192/91, siendo dicha quiebra declarada por Auto de 2 de
octubre de 1991.

Del expresado expediente de quiebra, dimanó la correspondiente pieza de


calificación con intervención del Ministerio Fiscal resultando la calificación de

506
fraudulenta una vez acreditado, el alzamiento de bienes y la inexistencia de libros
oficiales de contabilidad.

En dicha pieza se dictó por el Juzgado sentencia el 13 de noviembre de 1995,


declarando fraudulenta la quiebra DIRECCION000, la que fue confirmada íntegramente
por la Sección 1ª de esta Audiencia Provincial en Sentencia de 18 de abril de 1996. La
cuantía del perjuicio inferido a los acreedores se cifra en 26.256.342 pesetas.>> 2.- La
Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: <<FALLAMOS: Que
debemos absolver y absolvemos a los acusados Jose Antonio , Eugenio y Carlos
Antonio del delito de quiebra fraudulenta del que se les acusa, declarándose de oficio
sus costas procesales.

Que debemos condenar y condenamos a los acusados José Antonio , Eugenio y


Carlos Antonio, como autores responsables del definido delito de insolvencia punible,
sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la
pena de un año de prisión y multa de quince meses, a razón de mil pesetas día, a cada
uno de ellos, con la accesoria de inhabilitación especial del derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de condena, y a que reintegren a los perjudicados en la cantidad de
22.804.041 pesetas, con el incremento de los intereses legales correspondientes, así
como al pago de las costas procesales relativas a este pronunciamiento, sin que se
incluyan las de la acusación particular. La referida suma, con sus incrementos, se
distribuirá en fase de ejecución entre los acreedores perjudicados, en la cantidad que
cada uno de ellos acredite que le corresponde.

Reclámese del Juzgado Instructor la pieza de responsabilidad civil de cada uno


de los acusados.

Notifíquese la presente resolución a las partes, a las que se les instruirá de los
recursos a interponer contra esta sentencia y, una vez firme, comuníquese al Registro
Central de Penados y Rebeldes. >> 3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó
recurso de casación por infracción de Ley y de precepto constitucional, por la
representación de José Antonio , Eugenio y Carlos Antonio , que se tuvo por anunciado,
remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias

507
para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y
formalizándose el recurso.

4.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación de José


Antonio, Eugenio y Carlos Antonio, formalizaron el recurso, alegando los motivos
siguientes: MOTIVO

PRIMERO.- Infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el artículo 851.1 de


la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por quebrantamiento de forma al haberse
consignado como hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la
predeterminación del fallo.

MOTIVO

SEGUNDO.- Infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de


la Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción del artículo 24.2 de la Constitución
Española, derecho a la tutela jurisdiccional, en su vertiente de derecho a utilizar los
medios de prueba pertinentes para la defensa).

MOTIVO

TERCERO.- Infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la


Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción de precepto constitucional,
concretamente el artículo 24.1 de la Constitución Española, derecho a la tutela judicial
efectiva sin que, en ningún caso, pueda producirse indefensión, en relación con el
artículo 9.3 de la Constitución Española, interdicción de la arbitrariedad.

MOTIVO

CUARTO.- Infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la


Ley Orgánica del Poder Judicial, por infracción de precepto constitucional,
concretamente el artículo 24.1 y 2 de la Constitución Española, derechos a la tutela
judicial efectiva con interdicción de la indefensión, a ser informado de la acusación y a
un proceso con las debidas garantías, principios de inmediación, contradicción y
oralidad. Se divide el motivo en dos subapartados: A) Infracción del derecho a la tutela
judicial efectiva con interdicción de la indefensión y B) violación de la sentencia
condenatoria del principio contradictorio.
508
MOTIVO

QUINTO.- Infracción de Ley, al amparo de lo dispuesto en el artículo 849.1º de


la ley de Enjuiciamiento Criminal, subdividido en dos apartados: A) Infracción de lo
preceptuado en los artículos 4.1 del Código Penal vigente en relación con los artículos
519 y 529 del Código Penal antiguo y con el artículo 8.3º del actual Código Penal (
artículo 68 del antiguo Código); y B) Por infracción de lo preceptuado en el artículo 2.1
del vigente Código penal en relación con el artículo 4.2º del Código penal y con los
artículos 25.1 (principio de legalidad) y 9.3 de la Constitución Española.

5.- El Ministerio Fiscal se instruyó del recurso interpuesto, oponiéndose a la


admisión de los cuatro primeros motivo y de la primera parte del quinto, apoyando la
segunda parte de éste último motivo, la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los
autos para señalamiento de Fallo, cuando por turno correspondiera.

6.- Realizado el señalamiento para Fallo, se celebraron la deliberación y


votación prevenidas el día 3 de Junio de 1999.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- Siguiendo a la reciente Sentencia de 21 de abril de 1999 la


predeterminación del fallo, y como decía la Sentencia de 16 de julio de 1998,
implantada por el legislador desde y a partir de la Ley de 28 de junio de 1933, viene
recogida como un quebrantamiento de forma relevante (ver las Sentencias de 6 de junio
de 1997 y 25 de marzo de 1996 entre otras muchas). Todo relato histórico, como
antecedente o premisa primera del silogismo judicial, conlleva siempre un cierto
carácter predeterminante de lo que después va a ser la parte dispositiva de la sentencia,
lo que sin embargo ha de entenderse dentro de los justos límites que impone la más
elemental garantía procedimental en los derechos a los presentes inculpados atinente,
porque no puede estimarse correcta ( Sentencias de 12 de julio y 16 de noviembre de
1984 y 3 de enero de 1985), en términos estrictamente procesales, la utilización, en la
sentencia, de frases "ostensiblemente determinantes" del fallo, pues ello supondría un
menosprecio a las argumentaciones de las partes intervinientes, adelantando con la
relación fáctica una serie de datos que harían innecesarias las posteriores
consideraciones jurídicas precisas de otro lado para fundamentar la aplicación de la
509
norma a aquellos hechos. Todo lo cual no excusa, sin embargo, la conveniencia de
establecer, una vez más, los requisitos que han de configurar el contenido del defecto
procesal apuntado, siendo así que para su viabilidad casacional ha de producirse
indefectiblemente un indebido uso, o "utilización gramatical", de frases y expresiones
jurídicas normalmente incluidas en las argumentaciones profesionales, componiendo, a
la vez, el verbo núcleo del tipo por el que se procede, en anticipación manifiesta y
ostensible del fallo; expresiones, y esto constituye el segundo aspecto del defecto
procesal cuestionado que han debido sustituir innecesariamente a expresiones de uso
común, de tal forma que la entonces obligada supresión de esos conceptos jurídicos
tendrían que originar, si se quiere el éxito del motivo, un vacío en el resultado de hechos
probados con un contenido ininteligible imposible de subsanar.

Como se acaba de decir tal defecto implica adelantar y anticipar


ostensiblemente, por medio del "factum", el fallo inicial, utilizándose para ello
expresiones jurídicas y técnicas, no asequibles por quienes están fuera del mundo del
Derecho. Los juicios sobre intenciones, como apreciaciones subjetivas que el Tribunal
hace respecto de las finalidades o pretensiones de los acusados, quedan fuera de la
predeterminación. Son, por el contrario, "pareceres" que la sentencia debe asumir en los
razonamientos jurídicos, en cualquier caso combatidos por la vía casacional del artículo
849.1 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal. La determinación de los deseos,
intenciones o quereres de las personas es, por otra parte, una tendencia emocional que,
escondida en lo más profundo del alma, ha de ser deducida, salvo espontánea
manifestación, por medio de pruebas indirectas.

SEGUNDO.- En el caso de ahora no habría que acudir a lo que los juicios de


valor representan en ese error de forma, porque la denuncia casacional en realidad se
aparta de ese concepto para seguir propugnando la existencia de esa predeterminación.

El primer motivo, al amparo del artículo 851.1º de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, denuncia la predeterminación del fallo, al relatarse en los hechos probados
que, instada la quiebra necesaria, del expediente de quiebra dimanó la correspondiente
pieza de calificación con intervención del Ministerio Fiscal, resultando la calificación
fraudulenta una vez acreditado el alzamiento de bienes y la inexistencia de libros

510
oficiales de contabilidad en base a todo lo cual se entiende que tales expresiones
suponen un verdadero y auténtico pre-juicio.

El motivo se ha de rechazar. No solo porque la supresión de la frase, que se dice


es determinante, en nada afectaría a la comprensión de lo acaecido ni a la calificación
jurídica asumida, sino además porque el relato histórico de instancia no hace sino
señalar lo acaecido, de manera objetiva y escrupulosa, por lo cual tenía que consignar
forzosamente, no juicios de valor propios, la calificación que en el correspondiente
procedimiento civil se realizó respecto de la quiebra en tal jurisdicción tramitada, a la
vista de lo establecido en el artículo 890.1.3 del Código de Comercio, lo que habría de
permitir, después, que los jueces de la jurisdicción penal acordaran lo a su juicio
procedente.

TERCERO.- Los motivos segundo, tercero y cuarto giran los tres alrededor de
una serie de derechos fundamentales íntimamente relacionados entre sí, de los cuales se
extraen las conclusiones que los recurrentes estiman procedente para la defensa de su
caso.

El derecho al proceso con todas las garantías, de acuerdo con los artículos 11 de
la Declaración Universal de Derechos Humanos, 14 del Pacto Internacional de Nueva
York de 1996 y 6 del Convenio de Roma de 1950, implica solo que, para evitar el
desequilibrio entre las partes, todas ellas dispongan de las mismas posibilidades en
cuanto a alegaciones, pruebas e impugnaciones, lo que cobra singular relevancia en el
juicio oral y en lo que es propiamente la actividad probatoria ( Sentencia del Tribunal
Constitucional de 17 de abril de 1989).

Debe no obstante reconocerse (ver la Sentencia de la Sala Tercera del Tribunal


Supremo de 10 de enero de 1986) que ese derecho es amplio porque se conecta con las
garantías en general contenidas en el artículo 24 constitucional, pues el otorgamiento de
todas las garantías procesales constitucionalizadas es el objeto perseguido por la
genérica designación del derecho ahora invocado.

No hay duda de que el artículo 24.2 de la Constitución reconoce el viejo


principio que prohíbe imponer una pena sin un juicio previo con todas las garantías.
Este principio se suele expresar con el aforismo "nulla poena sine juicio". Precisamente
511
el triple fundamento de la legalidad penal en un Estado de Derecho viene constituido
por dicho principio (ninguna pena sin juicio) en relación con otros dos
complementadores de esa legalidad, "nullum crimen sine lege", "nulla poena sine lege",
esto es, ningún delito sin ley y ninguna pena sin ley.

Mas la finalidad de esa exigencia, para un proceso con todas las garantías, es
doble. De una parte el juicio oral supone dar a los acusados, y en general a las partes
que intervienen, la plena posibilidad de exponer sus argumentos y de defender sus
derechos, siendo así que para el acusado en particular se manifiesta, durante el juicio
oral, su derecho a la defensa de manera más transcendente.

La segunda finalidad es la de que el Tribunal disponga de todos los elementos de


juicio necesarios para dictar su sentencia. Ambas finalidades, íntimamente unidas entre
sí, forman el núcleo de la garantía constitucional. El acusado debe tener plenas
posibilidades de defensa, pero también los jueces deben tener el más amplio conjunto de
elementos de juicio a la hora de dictar sentencia. Conceptos que hay que examinarlos
sin abusos ni extralimitaciones, en sus justos términos.

Pero ese derecho al proceso va directamente relacionado con la tutela judicial


efectiva, ambos a su vez conectados con lo que constituye el fin último de las garantías
procedimentales, que no es otros que la no causación de indefensión. Los motivos
confunden también lo que la tutela judicial efectiva significa y representa, puesto que si
esta supone la garantización de que en ningún supuesto se ha de producir denegación de
justicia (Sentencia de 23 de abril de 1993), y si tal garantía significa, a la vez, que a la
petición de justicia se ha de corresponder con una resolución o pronunciamiento
fundado en Derecho (Sentencia de 14 de diciembre de 1984), es indudable que la
resolución recurrida, razonando adecuadamente el porqué de su decisión, se atemperó
estrictamente a lo que la Constitución proclama como valor superior del orden jurídico.
La Sentencia de 18 de marzo de 1996 es suficientemente explícita a este respecto. La
garantía antes dicha deriva del derecho público y subjetivo que pide la respuesta del
Tribunal, a tenor igualmente de lo que históricamente se señaló por el artículo 10 de la
Declaración Universal de 1948, por el artículo 6 del Convenio de Roma de 1950 o por
el artículo 14 del Pacto Internacional de Nueva York de 1966. El principio exige, y eso
se ha cumplido ahora con creces, que las partes sean oídas en el proceso con intención
512
de lograr una resolución fundada en Derecho, sea o no favorable a la pretensión
ejercitada siempre que, como en este caso, se cumplan los requisitos procesales
(Sentencias del Tribunal Constitucional de 6 de febrero de 1990 y 10 de marzo de
1998).

CUARTO.- En el segundo motivo, por la vía del artículo 5.4 de la Ley Orgánica
del Poder Judicial, se denuncia la infracción del artículo 24.2 de la Constitución
Española, derecho a la tutela jurisdiccional, en cuanto al derecho a utilizar los medios de
prueba pertinentes para la defensa, que concreta en no haber podido efectuar el perito
propuesto el informe interesado al no facilitársele la documentación que tuvo a la vista
un anterior perito contable para elaborar el informe presentado en el expediente de
quiebra y que obra en los folios 66 a 78 de esta causa penal.

El derecho a la prueba está lógicamente subordinado a la posibilidad de su


práctica, de modo que ahora imposible resultaba que al perito propuesto por la parte se
le facilitara la documentación interesada, si la misma, según certificado de la federataria
judicial, obrante al folio 48 del rollo, no consta en el procedimiento de quiebra.

La finalidad de la prueba propuesta en su día, para someter a contradicción por


otro perito el informe inicialmente emitido por un primer perito, se cumplió
satisfactoriamente en el juicio oral en el que el propuesto por la defensa de los acusados
ampliamente contradijo el anterior dictamen, hasta el punto de afirmar, curiosamente,
entre otras cosas que desde el punto de vista técnico el informe del anterior le parecía
atrevido e imprudente ante la carencia de soportes documentados, expresión esta que
viene a abundar en la sinrazón del motivo.

Hay que indicar, por último, siguiendo al Fiscal, que ante las manifestaciones en
el juicio oral, por parte del primer perito, de "no traer por escrito el informe", no se
solicitó la suspensión del juicio, lo que, desde luego, habría carecido, como ahora el
motivo, de fundamento, al no existir en la causa los referidos documentos.

Precisamente por eso el dictamen pericial contable señaló en su momento que


los documentos que obran en autos "se desarrollan en listados mecanizados que carecen
de legalización judicial o certificación de inscripción en el Registro mercantil", razón
por la cual el perito, ya en el juicio oral, indicó, aparte de ratificar la salida de activos de
513
la sociedad en beneficio de otra, que se ignoraba si la sociedad usaba o no libros de
contabilidad y que, además, las operaciones analizadas no estaban soportadas por
reflejos documentales sino solo por apuntes de ordenador.

QUINTO.- El tercer motivo, en análoga vía casacional y con análogos


pronunciamientos sustantivos, acude además a la interdicción de la arbitrariedad del
artículo 9.3 de la Constitución.

De manera concreta denuncia tal arbitrariedad por haberse admitido, como parte
acusadora, a los Síndicos de la quiebra, los cuales habían interpuesto querella por
quiebra fraudulenta y se habían personado en nombre de la Sindicatura de la quiebra sin
el preceptivo acuerdo de la Junta General de acreedores que exige el artículo 1387,
párrafo primero, de la Ley de Enjuiciamiento Civil, también sin el poder especial del
artículo 277 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

El motivo se ha de desestimar por cuanto, si bien es cierto que los Síndicos, no


han de hacer gestión alguna bajo la representación que, en juicio y fuera de él, ostentan
de la quiebra, conforme a los artículos 1218.1º en relación con el 1319 de la Ley de
Enjuiciamiento Civil, sino por acuerdo de la Junta General de acreedores, no puede
olvidarse sin embargo que, en cuanto acreedores, son perjudicados y pueden usar de las
acciones que les competan con arreglo a las leyes criminales, si bien habrán de hacerlo a
sus propias expensas si carecieren de tal autorización lo que en cualquier caso no
consta.

En cuanto a la falta de poder especial, es irreprochable práctica judicial, con


relación a la carencia de la firma a que se refiere el artículo 277.7 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, que basta la subsanación mediante ratificación de la querella,
dato referencial que figura al folio 10 de las actuaciones.

En cualquier caso ha de tenerse presente que la resolución impugnada condenó


por delito de insolvencia punible del artículo 257.1, insolvencia punible antes recogida
como alzamiento de bienes en el artículo 519 del viejo Código, según la conclusión
alternativa del Ministerio Fiscal, siendo así que la insolvencia punible por declaración
de quiebra, del artículo 260.1 vigente ahora, antiguo artículo 520 que regulaba la que se
denominaba insolvencia fraudulenta, era la única petición de la acusación particular, lo
514
que quiere decir que al haberse dictado sentencia absolutoria en cuanto a esta modalidad
de insolvencia, devienen en intranscendentes cualquier irregularidad formal que fuere
achacable a la personación de los citados Síndicos.

SEXTO.- El cuarto motivo vuelve a tratar alguna de las cuestiones ya


planteadas, aunque de manera expresa se hable, más concretamente, de la indefensión,
del principio acusatorio, o de la inmediación, contradicción y oralidad como principios
generales del proceso.

Que la prueba se desarrolló en el plenario, y especialmente la pericial, en vista


pública, bajo la directa inmediación de los jueces y sometida toda ella a la contradicción
de parte, es algo que no puede ofrecer la menor duda. Bajo esa inmediación se valoró la
prueba por quienes la percibieron directamente, viendo y oyendo por sus sentidos lo que
ya después otros ojos y oídos no podían percibir. Por medio de la contradicción las
partes pudieron defender sus postulados respectivos, con apoyo en la prueba favorable y
con rechazo de la que le era adversa. De otra parte no cabe más que ratificar cuando se
expuso más arriba respecto de la prueba pericial practicada en el plenario, con
intervención de los peritos, uno de ellos a propuesta del Fiscal según consta en sus
conclusiones provisionales y al margen de cualquier error padecido a la hora de
designarlo "nominatum".

En cuanto al principio acusatorio debe hacerse referencia a la definición, ámbito


y exigencias del mismo, según se dice, entre otras, en la reciente Sentencia de 14 de
mayo de 1999, a cuyo contenido forzoso nos remitimos ahora. Tal principio ha sido
observado y respetado en el presente caso hasta el punto de no comprender
verdaderamente la línea jurídica que en este aspecto diseña el recurso. Hubo correlación
entre las acusaciones y el fallo, después de que los acusados conocieren adecuadamente
los términos del debate para defenderse contradictoriamente de lo que en su contra se
esgrimía.

El motivo se ha de desestimar.

SEPTIMO.- Los elementos del tipo acogido en el artículo 257 del Código Penal
se descomponen así, a) existencia de un derecho de crédito por parte de un acreedor y
en consecuencia unas obligaciones dinerarias por parte del deudor, generalmente
515
vencidas, líquidas y exigibles; b) ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o
gratuita de los propios bienes, simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad
que sustraiga los bienes citados al destino solutorio a que se hayan afectos; c) situación
de insolvencia total o parcial, real o aparente, del deudor como consecuencia de la
actividad dinámica antes mencionada; y d) concurrencia de un elemento subjetivo
específico, tendencial, consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien
entendido no obstante que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de
resultado cortado, con lo cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes,
como resultado exigido por el tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues
el perjuicio real pertenece no a la fase de perfección sino a la de su agotamiento
(Sentencias de 8 de octubre de 1996, 20 de enero y 19 de febrero de 1993, 26 de junio y
7 de abril de 1992, etc.).

El delito de alzamiento de bienes subsiste aún cuando la ocultación o las


operaciones pertinentes para configurar, enmascarar o camuflar la intención dolosa, se
produzca y origine en el momento en que el crédito todavía no fuere vencido, ni
exigible, siendo así que nada impide ( Sentencia de 26 de febrero de 1990) que ante la
perspectiva de una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, se realice, con cualquier
suerte de preparación previa que enmascare o facilite el fraude, un verdadero y propio
alzamiento de bienes.

El delito de alzamiento de bienes, como delito de mera actividad y de riesgo,


adopta muy diversas modalidades, todas alrededor de esta típica conducta del deudor,
no definida por la Ley, que busca la fuga, la ocultación, la defraudación, la falsedad, el
engaño y el perjuicio para quien o quienes son sus legítimos acreedores. Una conducta
que busca la desaparición engañosa de su propio caudal. Es, en suma, una infracción
que protege indirectamente al acreedor respecto de las disminuciones patrimoniales
fraudulentas provocadas por el deudor (sentencia de 8 de mayo de 1990).

OCTAVO.- El quinto y último motivo de los aducidos guarda relación con lo


acabado de señalar en tanto la reclamación de ahora se hace a través de la vía casacional
del artículo 849.1 procesal que obliga a respetar el hecho probado si no se quiere
incurrir en la inadmisión del artículo 884.3 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

516
Es así que ese relato fáctico de la instancia acoge los requisitos del tipo penal
asumido por los Jueces de la Audiencia. Los tres acusados, como administradores de la
sociedad que se indica, con ánimo de que los acreedores no pudieran cobrar sus deudas,
provocaron la salida de activos de la sociedad en beneficio de otra, por un total de casi
veintitrés millones de pesetas, para lo cual, previa eliminación de los elementos
necesarios registrados, adquirieron los oportunos derechos de cobro sin soporte
documental.

Del correspondiente expediente de quiebra, instado por dos acreedores sociales,


resultó la calificación de fraudulenta una vez acreditado el alzamiento de bienes y la
inexistencia de libros oficiales de contabilidad, aunque tampoco existió, como
condición objetiva de procedibilidad, la declaración previa del Juez civil sobre la
insolvencia o quiebra fraudulenta, razón por la cual recayó la absolución por el delito de
quiebra fraudulenta del que también eran acusados los recurrentes en base al artículo
260.1 del vigente Código.

En este aspecto el motivo se ha de rechazar igualmente. En el presente caso no


hay un conflicto de normas, artículo 8 del viejo Código o artículo 68 del vigente, en el
sentido y significado que se quiere aquí discutir. El Tribunal dentro de la alternativa
ofrecida por el Fiscal, tuvo en cuenta, estrictamente, el principio de legalidad antes de
aplicar el oportuno precepto.

NOVENO.- Más como quiera que también se plantea el problema del precepto
más favorable, artículo 257 o artículo 519 de los Códigos de 1995 y 1973,
respectivamente, el problema ha de ser resuelto con la aplicación del precepto vigente
cuando los hechos acaecieron, que además es más beneficioso en principio que el
Código de 1995.

Para tal conclusión ha de tenerse en cuenta de un lado los artículos 519 y 61.4
del Código de 1.973, y de otro los artículos 257.1 y 66.1 del Código de 1995. En el
primer caso la pena a imponer oscilaría entre seis meses y un día a 4 años y dos meses
de prisión menor (grados mínimos y medio). En el segundo supuesto la pena, aparte de
la multa, sería en principio de uno a cuatro años de prisión, que lógicamente tendría que
oscilar en la forma que el Código autoriza ante la ausencia de agravantes y atenuantes,

517
no obstante consignar que la Audiencia, al aplicar el Código de 1995, impuso la pena en
el mínimo de la mitad inferior, esto es, un año de prisión. Queda por decir que, como es
sabido, en el nuevo Código no cabe la redención de penas por el trabajo. También que,
teniendo en cuenta lo dispuesto en la disposición transitoria segunda del nuevo Código,
no han sido oídos los acusados sobre tal problema.

El motivo, apoyado por el Fiscal, ha de ser estimado parcialmente. Tiempo hay,


en todo caso, a rectificar en el futuro la decisión de ahora.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR


parcialmente por su motivo quinto AL RECURSO DE CASACIÓN por infracción de
Ley y de precepto constitucional, interpuesto por la representación de los procesados
Jose Antonio, Eugenio y Carlos Antonio, contra sentencia dictada por la Audiencia
Provincial de Córdoba, Sección Primera, con fecha cinco de marzo de mil novecientos
noventa y ocho, en causa seguida contra los mismos, por delito de insolvencia punible,
y en su virtud, casamos y anulamos la sentencia dictada por la Audiencia Provincial y
declaramos de oficio las costas causadas.

Comuníquese ésta resolución y la que seguidamente se dicta al Tribunal


sentenciador a los efectos procedentes, con devolución de la causa que en su día se
remitió, interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

SEGUNDA SENTENCIA En la Villa de Madrid, a diez de Junio de mil


novecientos noventa y nueve.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 3 de los de Córdoba,


con el número 95 de 1997, y seguida ante a la Audiencia Provincial de la misma
Capital, Sección Primera, por delito de insolvencia punible, contra los procesados José
Antonio, con Documento Nacional de Identidad nº NUM000, nacido en Peralta
(Navarra) el 4 de diciembre de 1950, hijo de Rogelio y de Elvira, y vecino de Peralta,
Avenida DIRECCION001 nº NUM001; Eugenio, con Documento Nacional de

518
Identidad nº NUM002 , nacido en Peralta (navarra) el 23 de abril de 1952, hijo de
Enrique y Flora, con domicilio en Peralta, calle DIRECCION002 nº NUM003 ; y contra
Carlos Antonio , con Documento Nacional de Identidad nº NUM004 , nacido en Peralta
(navarra) el 29 de julio de 1950, hijo de Gustavo y Paloma , con domicilio en Peralta,
calle DIRECCION003 nº NUM005 -Izquierda, todos ellos con instrucción, cuyos
antecedentes penales y solvencia no constan, y en libertad provisional por esta causa de
la que no han estado privados y en cuya causa se dictó sentencia por la mencionada
Audiencia, con fecha cinco de marzo de mil novecientos noventa y ocho, que ha sido
casada y anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen y bajo la Ponencia del
Excmo. Sr. Don José Augusto de Vega Ruiz, hace constar lo siguiente: I.
ANTECEDENTES 1.- Se dan por reproducidos todos los antecedentes de hecho y
hechos probados de las sentencias de instancia y casación.

II. FUNDAMENTOS DE DERECHO Único.- Por las razones antes dichas, se


ha de condenar a los tres acusados en los términos previstos en el Código de 1973.

III. FALLO Ratificando todos los demás pronunciamientos de la resolución que


se casa, debemos condenar y condenamos a los tres acusados José Antonio, Eugenio y
Carlos Antonio, a la pena de un año de prisión menor para cada uno de ellos, con las
accesorias legales previstas, sin expresa condena en costas por este recurso.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

28-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 12 DE ABRIL DE 2000

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero.- El Juzgado de Instrucción nº 9 de Valencia incoó Procedimiento


Abreviado nº 2748/97 contra Juan Ramón, Esther, Íñigo, Luis Pablo y Raquel por Delito
de Insolvencia Punible y, una vez concluso, lo remitió a la Audiencia Provincial de
519
Valencia que, con fecha veintiocho de septiembre de mil novecientos noventa y ocho,
dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS: "En fecha 8 de
noviembre de 1.993, el acusado Juan Ramón, mayor de edad y sin antecedentes penales,
obtuvo para la entidad Central Saneamiento S.A., de la que era administrador único, un
préstamo de "Bancaja" por importe de trescientos millones de pesetas, mediante
contrato otorgado en paterna (Valencia) en que dicho acusado y su esposa, también
acusada, Esther , mayor de edad y sin antecedentes penales, aparecían como fiadores
solidarios, condición que se mantuvo después que se mudasen algunas condiciones del
contrato mediante escritura de fecha 26-5-95.- Condición del contrato era la posibilidad
de que la entidad prestamista pudiera declarar el vencimiento anticipado del préstamo
caso que la prestataria o fiadores disminuyeran de algún modo su patrimonio o
garantías, y como en fecha 18-1-96 se constituyera hipoteca de máximo por doscientos
millones de pesetas sobre una nave industrial de la prestataria procedió Bancaja a
resolver el contrato y requerir de pago a los deudores, entre ellos los acusados, mediante
escrituras notariales de fechas 1 y 30 de julio de 1.996.- Durante el mes de marzo de ese
año 1.996, el acusado había reunido a su familia, la citada esposa y los tres hijos,
también acusados, Íñigo , Luis Pablo y Raquel , mayores de edad y sin antecedentes
penales, a quienes puso al corriente de la adversa situación económica que atravesaba,
decidiendo un plan para tratar de salvar algo del patrimonio familiar. De ese modo, por
sendas escrituras de fechas 28 de junio de 1.996 , números 1692 y 1693, otorgadas ante
el Notario de Valencia D. Blas Sancho Alegre, el padre donó a sus hijos Luis Pablo y
Raquel sendas viviendas sitas en la calle Cuenca, esquina Gran Vía de Valencia,
valorada en 6.240.295 pesetas y 4.990.883 pesetas, respectivamente, que pertenecían al
donante por herencia de su padre, y por escritura de fecha 27 de septiembre del mismo
año otorgada ante el Notario de Valencia D. Vicente Martorell Eixarch, número 1329,
ambos padres donan a los tres hijos el que es todavía en la actualidad domicilio
conyugal sito en la calle DIRECCION000 nº NUM000 , puerta NUM001 de Valencia, y
la plaza de garaje sita en el mismo inmueble, por un valor de 14.809.000 ptas. y 689.094
ptas., respectivamente, que pertenecían a los cónyuges por compra constante
matrimonio. Antes, en fecha 28-5-96, los donantes habían constituido sobre ambos
bienes y un chalet sito en la localidad de chiva hipoteca por 31 millones de pesetas, en
cuya escritura resultan tasados piso y plaza por 33.162.000 ptas. y el chalet por
520
26.572.000 pesetas. No consta que los padres tengan ningún otro bien, ni que los hijos
dispongan de trabajo o ingresos por algún concepto.- Tras el requerimiento practicado
por Bancaja, se siguió a su instancia Juicio Ejecutivo con el nº 352/96 del Juzgado de
Paterna nº 3, y cuando en fecha 21-5-97 logró anotar el embargo acordado en dicho
ejecutivo sobre aquel inmueble de Getafe, además de la hipoteca antes citada a favor de
la entidad Roca Radiadores, se habían anotado otros embargos por valor superior a los
setenta millones de pesetas, entre ellos uno de fecha 6-10-96 por reclamaciones de
trabajadores y valor de sesenta millones de pesetas, y con posterioridad al embargo de
Bancaja siguieron otros por valor que supera también otros setenta millones de pesetas.-
Según información referenciada en diligencia extendida por el señor Secretario del
Juzgado de lo Social nº 17 de Madrid en fecha 9 de marzo del corriente año, en trámite
de subasta de la finca de Getafe, la hipoteca de máximo a favor de Roca Radiadores
quedaría finalmente fijada en 94.381.780 pesetas de principal, tasándose el valor de
dicha finca en 386.278.880 pesetas.- En cuanto a Bancaja, hecho efectivo un plazo de
amortización del capital después de la resolución contractual mediante valores
mobiliarios pignorados por los deudores, entre los que contaba con propiedad de los dos
primeros acusados por valor de 22.310 pesetas, y deducidos cobros como los percibidos
por intereses en 30-6-96 por importe de unos diez millones de pesetas, ve reducido su
crédito a la cantidad 120.444.088 pesetas.-" (sic) Segundo.- La Audiencia de instancia
dictó el siguiente pronunciamiento: "FALLAMOS: En atención a lo expuesto, la
Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia, ha decidido: Primero.-
Condenar a los acusados Juan Ramón , Esther , Íñigo , Luis Pablo y Raquel , como
criminalmente responsables en concepto de autores de un delito de insolvencia punible
antes definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, alas penas, para cada uno de ellos, de un año de prisión con inhabilitación para
el derecho de sufragio pasivo por dicho tiempo, y multa de doce meses con una cuota
diaria de quinientas mil pesetas, cuyo importe harán efectivo los condenados en cuanto
sea firme la sentencia, o de otro modo se determine en su ejecución, sufriendo caso de
impago la correspondiente responsabilidad persona.- Segundo.- Condenarles igualmente
al pago de las costas, incluidas las de la acusación particular, por partes iguales. Y
decretamos la nulidad de las escrituras de fecha 28 de junio de 1.996, números 1692 y
1693 otorgadas ante el Notario de Valencia D. Blas Sancho Alegre y de la escritura de
521
fecha 27 de septiembre del mismo año otorgada ante el Notario de Valencia D. Vicente
Martorell Eixarch, número 1316.-" (sic) Tercero.- Notificada la sentencia a las partes, se
preparó recurso de casación por la representación de los condenados Juan Ramón,
Esther, Íñigo, Luis Pablo y Raquel , que se tuvo por anunciado remitiéndose a esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

Cuarto.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación de


los recurrentes, formalizó el recurso, alegando los siguientes MOTIVOS DE
CASACIÓN:

PRIMERO.- Al amparo del nº1 del art. 851 de la L.E.Cr. por quebrantamiento
de forma, ya que en la Sentencia recurrida existe contradicción manifiesta entre los
hechos que se consideran probados.

SEGUNDO.- Al amparo del nº 3 del art. 851 de la L.E.Cr., al no resolver la


Sentencia sobre todos los puntos que han sido objeto de acusación y defensa.

TERCERO.- Al amparo del nº 2 del art. 849 de la L.E.Cr. por infracción de Ley
al existir error en la apreciación de la prueba, basado en documentos que obren en
Autos, que demuestren equivocación del juzgador sin resultar contradicho por otros
elementos de prueba.

CUARTO.- Al amparo del nº 1 del art. 849 de la L.E.Cr. por infracción de Ley
al infringir la sentencia recurrida los artículos 5-4 de la L.O.P.J. en relación con el art.
24-2 de la C.E., relativo al derecho de presunción de inocencia y el art. 257-1.2º del C.
Penal, en relación con el art. 5 de la misma norma sustantiva, así como el art. 28 del C.
Penal.

Quinto.- Instruidos el Ministerio Fiscal y la representación de la recurrida "Caja


de Ahorros de Valencia, Castellón y Alicante, Bancaja" del recurso interpuesto, lo
impugnaron; la Sala admitió el mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento
de Fallo cuando por turno correspondiera.

Sexto.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación el día 11 de


abril de 2.000.

522
FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero.- Por la representación legal del matrimonio formado por Juan Ramón y
su esposa Esther, así como de sus tres hijos Íñigo, Raquel y Luis Pablo se formaliza un
único y común recurso de casación contra la sentencia de 28 de Septiembre de 1998
dictada por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia que les condenó
como autores de un delito de insolvencia punible.

El recurso aparece formalizado por cinco motivos, que serán estudiados por
razones de lógica y sistemática jurídica por orden distinto del propuesto, comenzando
por la denunciada vulneración de principios constitucionales --quinto motivo-- para
continuar por los motivos de quebrantamiento de forma --primero y segundo--,
concluyendo por el de Infracción de Ley.

En el quinto motivo se denuncia la vulneración del derecho a la presunción de


inocencia reconocida en el art. 24 de la Constitución, lo que equivale a la afirmación de
que la Sala sentenciadora ha condenado sin pruebas de cargo, añadiendo el recurrente
que esta vulneración arrastra a su vez la vulneración del principio in dubio pro reo.

Analicemos separadamente ambas cuestiones que indebidamente se relacionan


en la articulación del motivo.

La violación del derecho a la presunción de inocencia, obliga a esta Sala de


Casación a verificar "el juicio sobre la prueba", es decir a constatar si el juicio de
certeza objetivado por la Sala sentenciadora en el factum tiene apoyatura probatoria, o
por el contrario es solo reflejo de un conocimiento intuitivo y por tanto imaginado. En
todo caso queda extramuros del control casacional la valoración de la prueba de cargo,
la que corresponde en exclusiva al Tribunal sentenciador de conformidad con el art. 741
LECriminal y en virtud de la inmediación de que dispuso.

En relación al principio in dubio pro reo, en varias ocasiones se ha ocupado esta


Sala de delimitar su contenido y marcar las diferencias con el derecho de presunción de
inocencia -- SSTS 70/98 de 26 de Enero, 546/98 de 27 de Abril y 892/98 de 28 de Junio
y 168/99 de 12 de Febrero--. El principio in dubio pro reo es una regla vertebral de
valoración dirigida exclusivamente a los Jueces y Tribunales del orden penal, en virtud
de la cual en aquellos supuestos a enjuiciar en los que exista una indestructible duda
523
racional derivada de la valoración de las pruebas de cargo y de descargo, deben adoptar
el criterio más favorable al reo. Por ello el destinatario natural del principio es el
Tribunal sentenciador que debe valorar la prueba. De ahí que su acceso al control
casacional sea limitadísimo y prácticamente reducido al supuesto de que el Tribunal
sentenciador, constatando una duda racional, se aparta del principio y de las posibles
soluciones, adopta la que sea más perjudicial para el reo a pesar de las dudas del
Tribunal.

En el presente caso, la prueba de cargo es clara e inequívoca estando constituido


de un lado por la condición de Juan Ramón y su esposa Esther como fiadores solidarios
del préstamo concedido por Bancaja para la entidad Central de Saneamiento S.A. de la
que era administrador único Juan Ramón. En el contrato de préstamo se concedía a la
entidad prestamista la posibilidad de declarar el vencimiento anticipado del préstamo
caso de que la prestataria o los fiadores solidarios disminuyeran de algún modo su
patrimonio o garantías. En fecha 1 y 30 de Julio de 1996 Bancaja procedió a resolver el
contrato de préstamo requiriendo de pago a los deudores, por concurrir las causas que le
autorizaban a tal resolución. En fechas anteriores los fiadores solidarios --el matrimonio
Juan Ramón Esther --, de acuerdo con sus hijos donan a sus hijos Luis Pablo y Raquel
dos viviendas sitas en Valencia, donación que se formaliza en documento público de
fecha 28 de Junio de 1996, y por otra escritura pública de 27 de Septiembre de 1996
donan a los tres hijos la vivienda que constituye el domicilio conyugal. Previamente,
con fecha 28 de Mayo de 1996 los donantes constituyeron hipoteca sobre dicho piso y
un chalet por importe de 31 millones de ptas., siendo el resultado de estas operaciones
que los padres se quedaron sin bienes, y que por otra parte, los tres hijos carecen de
trabajo y de ingresos.

La prueba está constituida por los documentos públicos acreditativos de los


actos de disposición efectuados, prueba que fue la tenida en cuenta por la Sala para
fundamentar el juicio de certeza objetivado en el factum. Los recurrentes se esfuerzan
en contrargumentar la inexistencia de alzamiento estimando que no existe ánimo
defraudatario, que el recurrente Íñigo hizo pago de los intereses del préstamo, y que
asimismo hubo de pagar del impuesto de sucesiones de sus padres diez millones de ptas.
y por ello hipotecó dos inmuebles. la Sala de instancia da respuesta a esas cuestiones en
524
el segundo de sus fundamentos, y el mantenimiento de esta estrategia por el recurrente
ante esta sede casacional evidencia que lo realmente apetecido con el motivo no es
alegar la existencia de vacío probatorio sino a pretexto de inexistencia discrepar de la
valoración de la prueba de cargo existente efectuada por la Sala de instancia, lo que está
condenado al fracaso porque como ya se ha dicho y ahora se reitera, la valoración de la
prueba no tiene acceso a la casación por el cauce de la violación del derecho a la
presunción de inocencia, y poco importa que la entidad prestamista pudiera haberse
cobrado con el exceso del valor no gravado de la nave industrial de Getafe. Debe
tenerse en cuenta que el delito por el que han sido condenados, de insolvencia punible
previsto y penado en el art. 257-1-2º del Código Penal se articula por la conjunción de
los siguientes elementos: a) Existencia de créditos vencidos, líquidos y exigibles por
parte de unos acreedores, constituido en el presente caso por la resolución anticipada del
préstamo concedido por Bancaja al concurrir los requisitos pactados en el contrato.

b) La sustracción por el deudor al destino solutorio de sus obligaciones, de


bienes propios, realizado de cualquier modo, tales como enajenación real o ficticia,
onerosa o gratuita o simulación fraudulenta de créditos.

En el presente caso se está en presencia de unas fraudulentas escrituras públicas


de donación de bienes inmuebles efectuados a los hijos del matrimonio.

c) La consecución de un estado de insolvencia real o aparente, ya sea total o


parcial. Y en el presente caso con las enajenaciones efectuadas el matrimonio se quedó
sin patrimonio.

d) La concurrencia como hilo conductor que encauza y da sentido a todas las


operaciones, de un dolo específico de causar perjuicio a los acreedores, que actúa como
elemento subjetivo tendencial, debiéndose recordar que el delito de alzamiento está
concebido como mera actividad --o si se quiere de resultado en cuanto a la ocultación--
en la medida que no requiere la real causación del perjuicio a los acreedores, por ello
puede decirse que se consuma con la realidad del alzamiento de los bienes a través de su
ocultación, pero no es un delito de lesión, porque no exige la realidad del prejuicio que
se buscaba.

El motivo debe ser desestimado.


525
Segundo.- De acuerdo con el orden anunciado, pasamos a estudiar los dos
motivos, primero y segundo, según el orden del recurrente, ambos por el cauce del error
in procedendo con base en el art. 851 apartado 1º y 3º.

Se denuncia contradicción manifiesta entre los hechos probados. La consolidada


doctrina jurisprudencial de esta sala en relación al vicio denunciado que es uno de los
tres previstos en el párrafo primero, exige para que pueda prosperar la concurrencia de
los siguientes elementos: a) Que la contradicción sea gramatical, no conceptual,
debiendo emanar de los propios términos empleados en el factum los que tienen que ser
concretados -- STS de 11 de Febrero de 1997--.

b) Que sea interna, es decir, debe encontrarse entre los distintos apartados de los
hechos probados, y no entre estos y la fundamentación jurídica -- STS de 11 de Marzo
de 1996--.

c) Que sea esencial al afectar a extremos capitales del relato fáctico -- STS de 15
de Abril de 1988--.

d) Debe ser insubsanable y absoluta, por lo tanto no siendo posible su


armonización o coordinación, de suerte que recíprocamente excluidos los párrafos
contradictorios, no quede del resto del factum suficiente substancia fáctica como para
servir de soporte para la adecuada calificación jurídica de los problemas debatidos en el
Plenario al resultar un vacío insalvable -- STS de 15 de marzo de 1988--.

e) Tal contradicción debe proyectarse necesaria y esencialmente sobre el fallo --


STS de 12 de Diciembre de 1988--.

f) Ha de ser manifiesta y por lo tanto directamente observable sin precisar de


conjeturas o deducciones para hacerla evidente -- STS de 22 de Mayo de 1989--.

g) Finalmente ha de ser trascendente y por lo tanto imprescindibles para la


actividad probatoria a desarrollar por el Tribunal debiendo afectar a extremos relevantes
-- STS de 15 de Abril de 1996--.

Una aplicación de la doctrina expuesta a la denuncia casacional efectuada y


desarrollada en la argumentación del motivo evidencia la no concurrencia de los
elementos citados. En concreto, el recurrente centra la contradicción entre el factum y la
526
fundamentación jurídica, y en consecuencia no acota los extremos del factum entre los
que se produce --según su tesis-- la denuncia de contradicción. En definitiva toda su
argumentación se reduce a afirmar que Bancaja podría haberse cobrado con el
remanente de valor de la nave industrial de Getafe, toda vez que la hipoteca de máximo
que la gravaba a favor de Roca Radiadores ascendió a 94.278.000 pts.

La argumentación discurre por cauces que nada tienen que ver con el vicio
procesal que se denuncia.

El motivo debe ser desestimado.

Al igual conclusión debemos llegar en relación al motivo segundo en el que se


denuncia no haberse resuelto en la sentencia todos los puntos de debate --incongruencia
omisiva--. El párrafo 3º del art. 851 se refiere inexcusable y exclusivamente a la falta de
respuesta por parte del Tribunal de todas cuantas pretensiones, y por tanto cuestiones
jurídicas, se hayan suscitado y explicitado en los escritos de calificación oportuna y
temporáneamente.

El recurrente conecta esta incongruencia omisiva con la no toma en


consideración de concretas cuestiones fácticas --no jurídicas-- que solo constituyeron la
estrategia de la defensa, tales como si Bancaja pudo continuar con la demanda ejecutiva
para hacerse pago de su crédito contra la nave de Getafe, sin necesidad de resolver el
contrato y dirigirse contra los fiadores, o sobre si a la vista de ciertas testificales el
recurrente tenía, a pesar de las donaciones, bienes bastantes para hacer frente a sus
obligaciones como fiador solidario, o sobre la existencia del dolo tendencial que como
elemento subjetivo del injusto da vida y sentido al delito de insolvencia punible,
extremo al que por cierto la Sala dedica el segundo de los Fundamentos Jurídicos.

En definitiva, también este motivo debe ser desestimado.

Finalmente, en relación al tercero de los motivos formalizados, por el cauce del


art. 849-2º de la LECriminal, se denuncia por los recurrentes error en la apreciación de
las pruebas que trata de haber derivar de diversas declaraciones testificales y de los
propios recurrentes efectuadas tanto durante la instrucción como en el Plenario.

527
El motivo incurre en causa de inadmisión ya que por presupuesto de esta se
exige la presencia de documentos en el preciso sentido casacional que tiene tal término
en esta sede -- STS de 10 de Noviembre de 1995 y en innumerables sentencias
posteriores--. No son documentos las pruebas personales --testificales, acta de juicio
oral, confesiones, etc al no perder el carácter de pruebas personales aunque aparezcan
documentadas, generalmente en papel.

El motivo de inadmisión citado, opera en este momento como causa de


desestimación.

Tercero.- La desestimación del recurso formalizado, tiene por consecuencia la


imposición a los recurrentes de las costas causadas de conformidad con el art. 901
LECriminal.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR al recurso de


casación formalizado por la representación legal de Juan Ramón, Esther, y los hijos de
ambos Íñigo, Raquel y Luis Pablo, contra la sentencia de 28 de Septiembre de 1998
dictada por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia, con imposición a
los recurrentes de las costas del recurso.

Notifíquese esta resolución al Ministerio Fiscal, recurrentes y recurrido y


póngase en conocimiento de la Audiencia Provincial de Valencia, con devolución de la
causa a esta última e interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

528
29-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE ABRIL DE 2000

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 2 de Jaca incoó Procedimiento Abreviado


con el nº 9/98 contra Gonzalo que, una vez concluso remitió a la Audiencia Provincial
de Huesca que, con fecha 23 de septiembre de 1998, dictó sentencia que contiene los
siguientes HECHOS PROBADOS:

"Probado, y así se declara, que: A) El acusado, Gonzalo, mayor de edad, sin


antecedentes penales, viene ejerciendo funciones como consejero delegado y
representante legal de la compañía DIRECCION000, desde el año 1988, en la que,
además, es accionista mayoritario, mientras que sus seis hijos son los restantes socios.
También actúa como comerciante individual en el tráfico mercantil bajo el nombre de
Tiendas Yaca, con establecimiento abierto en Jaca, en donde también radica el
domicilio social de DIRECCION000.

B) En una época no determinada del año 1995, la Fundación Pirineos para el


Desarrollo Rural, representada por su DIRECCION001, Ignacio, contrató con el
inculpado la rehabilitación de la aldea de Puy de Cinca, principalmente su decoración y
amueblamiento. Por ello, la empresa Tiendas Yaca expidió las correspondientes facturas
en mayo y junio de 1996 y otra más de 23 de noviembre de 1996, cuyos importes fueron
abonados por la Fundación DIRECCION000 también intervino en la obra
desarrollando funciones de asesoramiento y de gestión. Por tales trabajos, la sociedad
expidió dos facturas el 22 de noviembre de 1995 y el 15 de enero de 1996, por importe
de 290.000 pesetas cada una de ellas (IVA incluido), las cuales también fueron
atendidas por la entidad dueña de la obra mediante cheques expedidos el 1 de diciembre
de 1995 y en una fecha no determinada de principios del año 1996.

C) El acusado subcontrató parte de los trabajos a desarrollar en la aldea a la


comunidad de bienes Lucio y otros, DIRECCION002, también conocida como
DIRECCION003 , dedicada a la actividad de carpintería y ebanistería, y cuyo partícipe
más importante es Pedro Antonio . Como había hecho en anteriores ocasiones, Gonzalo
indicó a Pedro Antonio que expidiera la factura a nombre de DIRECCION000 ., lo que
529
así hizo el 1 de julio de 1996, por importe de 1.321.530 pesetas. Lo mismo ocurrió con
los trabajos desarrollados en iguales circunstancias para otro cliente, Luis Andrés :
factura de 7 de junio de 1996, que se elevó a 317.028 pesetas. Para el pago de ambas
facturas, Lucio libró varias letras de cambio contra DIRECCION000 con vencimientos
sucesivos que iban desde el 6 de agosto de 1996 hasta el 10 de noviembre del mismo
año. La librada no atendió ninguno de los efectos. Por ello, a finales de agosto de 1996,
Alfredo habló con Gonzalo y le exigió el pago de la deuda.

D) En esa misma época, el imputado decidió vender el turismo propiedad de


DIRECCION000, marca Opel Omega, matrícula R-....-UD A tal efecto contactó con
Antonio, como representante de DIRECCION004 de Jaca, al que encomendó que
hiciera las gestiones necesarias para encontrar un comprador y le comentó que no tenía
plena seguridad en las prestaciones del coche desde que resultó afectado en la riada de
Biescas, a pesar de que había sido reparado a costa de la Administración a mediados de
agosto de 1996. Al mismo tiempo, le indicó que necesitaba otro vehículo tipo
"monovolumen" de segunda mano, en sustitución del que iba a vender, por lo que
Antonio, le mostró un turismo de esas características, marca Renault Space, mas, como
este automóvil no interesó a Gonzalo, le puso en contacto con un policía municipal que
le podía proporcionar esa clase de vehículo. En el año 1997, Antonio, ha visto en alguna
ocasión que el acusado utiliza en Jaca el "monovolumen" antes propiedad del policía
municipal, marca Pontiac, modelo Trans Sport, si bien el permiso de circulación del
mismo aparece desde el mes de mayo de 1997, a nombre de uno de los hijos de Gonzalo
Roberto, con domicilio en Jaca, según el indicado permiso. Este último, tiene
domiciliado en IBERCAJA, sucursal de Zaragoza, el pago de un préstamo personal, con
una cuota de 28.045 pesetas al mes.

E) El día 5 de septiembre de 1996, la comunidad de bienes referida presentó,


ante el Juzgado de primera instancia e instrucción número 1 de Jaca, demanda contra
DIRECCION000 en reclamación de 717.028 pesetas, la cual fue tramitada como juicio
de cognición número 178/96. esta deuda resultaba de las letras de cambio referidas que
habían vencido y no habían sido satisfechas hasta esa época. El Juzgado emplazó a la
demandada en la persona de su representante, el quí acusado, el 9 de septiembre de
1996. Con arreglo a lo acordado en la providencia de admisión de la demanda, se
530
practicó acto seguido la diligencia de embargo preventivo contra la deudora, estando
también presente el inculpado, y en la que se embargaron los "créditos que la sociedad
demandada adeuda frente a la Fundación Pirineos para el Progreso Rural, con domicilio
en Huesca [...]. El DIRECCION001 de la Fundación remitió al Juzgado un escrito de
fecha 20 de septiembre de 1996, en la que comunicaba que "en la actualidad no existe
ningún crédito pendiente con la demandada".

F) A mediados de septiembre de 1996, Gonzalo dejó el vehículo en el


establecimiento de DIRECCION004 para posibilitar su venta a un tercero. No obstante,
a principios de octubre, instó a su representante, Antonio, para que cerrara lo mas rápido
posible la operación, ya que, según le dijo, necesitaba el dinero, aunque en realidad lo
que pretendía era impedir que el coche fuera embargado en el juicio de cognición
178/96. El 2 de octubre de 1996, Gonzalo y DIRECCION004" firmaron un documento
privado de compraventa sobre el turismo marca Opel Omega, matrícula R-....-UD, por
el precio de 725.000 pesetas (625.000 pesetas de principal y 100.000 pesetas de IVA al
16%). La compradora entregó el dinero en metálico al vendedor el mismo día, salvo
120.000 pesetas, que pagó directamente a la panadería Roca acreedora del acusado y
situada en las inmediaciones del taller. No consta el destino del resto del dinero
obtenido con la venta del Opel Omega ni que haya sido incluido en las cuentas de la
sociedad. DIRECCION004 se dio de alta en el permiso de circulación del turismo el 23
de octubre de 1996, posteriormente en diciembre de 1997, lo vendió a una tercera
persona.

G) Con fecha 8 de noviembre de 1997, se practicó una nueva diligencia de


embargo en los autos civiles, en la que, a presencia del propio encartado, quedaron
embargados los siguientes bienes: derechos de traspaso del local sito en Jaca,
restaurante El viejo Aragón, el Opel Omega matrícula R-....-UD de continua referencia
y los saldos de libretas y cuentas corrientes bancarias. La mejora de embargo también
resultó infructuosa, pues el derecho de arrendamiento del local se encontraba ya
hipotecado el turismo ya había sido vendido, como hemos dicho, y la deudora,
DIRECCION000 ., no disponía ni dispone de saldos acreedores en ninguna entidad
financiera. Por el contrario, en agosto de 1996 adeudaba ya a IBERCAJA más de 51
millones de pesetas por diversos préstamos, sin tener en cuenta los intereses, y más 56
531
millones de pesetas en la actualidad, merced a un nuevo préstamo de unos 5 millones de
pesetas posteriormente en una fecha no determinada.

Mediante carta de 30 de septiembre de 1996, DIRECCION000 ., despidió a una


de sus empleadas. El finiquito de liquidación se firmó el 31 de octubre de 1996 y
ascendió a 98.439 pesetas en favor de la trabajadora.

H) El día 21 de enero de 1997, recayó sentencia definitiva que ya es firme, en el


juicio de cognición, en la cual se estimó íntegramente la demanda, aunque no ha podido
ejecutarse, por las razones expuestas."

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

“FALLAMOS: CONDENAMOS al acusado Gonzalo como autor responsable de un


delito de alzamiento de bienes, ya debidamente tipificado, sin la concurrencia de
circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de UN AÑO DE
PRISION, con la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo
durante el tiempo de la condena, y MULTA DE 12 MESES, con una cuota diaria de
1.000 pts.

En materia de responsabilidad civil, el acusado deberá reintegrar al patrimonio


de DIRECCION000 la cantidad de 505.000 pesetas, a disposición de los acreedores.

ABSOLVEMOS a DIRECCION000 de la pretensión civil ejercitada en su


contra.

ABSOLVEMOS al acusado del delito de estafa que le imputa la acusación


particular.

Imponemos al acusado la mitad de las costas causadas, incluyendo las de la


acusación particular, y declaramos de oficio las restantes."

3.-Notificada la anterior sentencia a las partes, se preparó recurso de casación


por infracción de ley, por el acusado Gonzalo, que se tuvo por anunciado, remitiéndose
a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las certificaciones necesarias para su
sustanciación y resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el
recurso.

532
4.- El recurso interpuesto por la representación del acusado Gonzalo, se basó en
el siguiente MOTIVO DE CASACION: Único.- Infracción de ley, con base en el nº 1
del art. 849 LECr, denuncia indebida inaplicación del art. 257 nuevo CP.

5.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala lo admitió a trámite y
quedaron conclusos los autos para señalamiento de fallo, cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el correspondiente señalamiento se celebró la deliberación y votación


el día 14 de abril del año 2.000.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La sentencia recurrida, además de absolver por un delito de estafa,


condenó a Gonzalo como autor de un delito de alzamiento de bienes, por haber
sustraído a la ejecución de una deuda que tenía con DIRECCION003 el vehículo Opel
Omega que era propiedad de DIRECCION000, empresa deudora, de la que era
consejero delegado y representante dicho condenado, que no ingresó el precio cobrado
por la venta de tal vehículo en el patrimonio de la mencionada sociedad anónima.

Dicho condenado recurrió en casación por un solo motivo al amparo del nº 1º


del art. 849 de la LECr, en el que denuncia infracción de ley por aplicación indebida del
art. 257.1.1º del CP, al entender que en el caso no concurrieron los requisitos exigidos
para la existencia de tal delito de alzamiento de bienes.

SEGUNDO.- El delito de alzamiento de bienes aparecía sucintamente definido


en el art. 519 del CP anterior. Ahora se encuentra regulado con una mayor extensión en
los arts. 257 y 258 del CP vigente. Sin embargo, en ambas regulaciones, obedece a la
misma finalidad: la necesidad de mantener íntegro el patrimonio del deudor como
garantía universal en beneficio de sus acreedores ( art. 1911 del Código Civil).

Pese a la mencionada mayor extensión de su regulación actual, las diversas


figuras de este delito que aparecen recogidas en tales arts. 257 y 258 responden a la
definición que nos daba el art. 519 del CP anterior y que ahora recoge el nº 1 del
apartado 1 del art. 257 CP actual que sanciona al " que se alce con sus bienes en
perjuicio de sus acreedores".

533
Prescindiendo del concepto tradicional que tuvo en nuestra historia, referido al
supuesto de fuga del deudor con desaparición de su persona y de su patrimonio, en la
actualidad alzamiento de bienes equivale a la sustracción u ocultación que el deudor
hace de todo o parte de su activo de modo que el acreedor encuentra dificultades para
hallar bienes con los que poder cobrarse.

Tal ocultación o sustracción, en la que caben modalidades muy diversas, puede


hacerse de modo elemental apartando físicamente algún bien de forma que el acreedor
ignore donde se encuentra, o de modo más sofisticado, a través de algún negocio
jurídico por medio del cual se enajena alguna cosa en favor de otra persona,
generalmente parientes o amigos, o se constituye un gravamen que impide o dificulta la
posibilidad de realización ejecutiva, bien sea tal negocio real, porque efectivamente
suponga una transmisión o gravamen verdaderos pero fraudulentos, como sucede en los
casos tan frecuentes de donaciones de padres a hijos, bien se trate de un negocio ficticio
que, precisamente por tratarse de una simulación, no disminuye en verdad el patrimonio
del deudor, pero en la práctica impide la ejecución del crédito porque aparece un tercero
como titular del dominio o de un derecho real que obstaculiza la vía de apremio.

La expresión "en perjuicio de sus acreedores" que utiliza el mencionado artículo


257.1.1º ha sido siempre interpretada por la doctrina de esta Sala, no como exigencia de
un perjuicio real y efectivo en el titular del derecho de crédito, sino en el sentido de
intención del deudor que pretende salvar algún bien o todo su patrimonio en su propio
beneficio o en el de alguna otra persona allegada, obstaculizando así la vía de ejecución
que podrían seguir sus acreedores.

De tal expresión así entendida se deducen tres consecuencias:

1ª. Han de existir uno o varios derechos de crédito reales y existentes, aunque
puede ocurrir que cuando la ocultación se produce todavía no fueran vencidos o fueran
ilíquidos y, por tanto, aún no exigibles, porque nada impide que ante la perspectiva de
una deuda, ya nacida pero todavía no ejercitable, alguien realice un verdadero y propio
alzamiento de bienes.

2ª. La intención de perjudicar constituye un elemento subjetivo del tipo.

534
3ª. Se configura así este tipo penal como un delito de tendencia en el que basta la
intención de perjudicar a los acreedores mediante la ocultación que obstaculiza la vía de
apremio, sin que sea necesario que esta vía ejecutiva quede total y absolutamente
cerrada, ya que es suficiente con que se realice esa ocultación o sustracción de bienes,
que es el resultado exigido en el tipo, pues el perjuicio real pertenece, no la fase de
perfección del delito, sino a la de su agotamiento.

La jurisprudencia de esta Sala viene exigiendo ese resultado para la


consumación de este delito utilizando la expresión insolvencia y la doctrina encuadra
esta infracción junto con los delitos de quiebra y concurso bajo la denominación de
insolvencias punibles, criterio sistemático que acoge nuestro Código Penal al incluir
todos ellos el mismo Capítulo VII del Título XIII del Libro II CP bajo la denominación
"De las insolvencias punibles," de modo semejante al CP 73.

Conviene precisar que como resultado de este delito no se exige una insolvencia
real y efectiva, sino una verdadera ocultación o sustracción de bienes que sea un
obstáculo para el éxito de la vía de apremio. Y por eso las sentencias de esta Sala, que
hablan de la insolvencia como resultado del alzamiento de bienes, siempre añaden los
adjetivos total o parcial, real o ficticia (sentencias de 28-5-79, 29-10-88 y otras muchas),
porque no es necesario en cada caso hacerle la cuenta al deudor para ver si tiene o no
más activo que pasivo, lo cual no sería posible en muchos casos precisamente por la
actitud de ocultación que adopta el deudor en estos supuestos.

Desde luego no se puede exigir que el acreedor, que se considera burlado por la
actitud de alzamiento del deudor, tenga que ultimar el procedimiento de ejecución de su
crédito hasta realizar los bienes embargados (sentencia de 6-5-89), ni menos aún que
tenga que agotar el patrimonio del deudor embargándole uno tras otro todos sus bienes
para, de este modo, llegar a conocer su verdadera y real situación económica.

Volvemos a repetir que lo que se exige como resultado en este delito es una
efectiva sustracción de alguno o algunos bienes, que obstaculice razonablemente una
posible vía de apremio con resultado positivo y suficiente para cubrir la deuda, de modo
que el acreedor no tiene la carga de agotar el procedimiento de ejecución, precisamente
porque el deudor con su actitud de alzamiento ha colocado su patrimonio en una

535
situación tal que no es previsible la obtención de un resultado positivo en orden a la
satisfacción del crédito.

Por lo tanto, producida la ocultación de bienes con intención probada de impedir


a los acreedores la ejecución de sus derechos, ya no es necesario ningún otro requisito
para la existencia del delito del artículo 257.1.1º.

Ahora bien, es incompatible este delito con la existencia de algún bien no


ocultado y conocido, de valor suficiente y libre de otras responsabilidades, en situación
tal que permitiera prever una posible vía de apremio de resultado positivo para cubrir el
importe de la deuda, porque en ese caso aquella ocultación no era tal y resultaba inocua
para los intereses ajenos al propio deudor y porque nunca podría entenderse en estos
supuestos que el aparente alzamiento se hubiera hecho con la intención de perjudicar a
los acreedores, pues no parece lógico estimar que tal intención pudiera existir cuando se
conservaron otros elementos del activo patrimonial susceptibles de una vía de ejecución
con perspectivas de éxito.

En conclusión, el concepto de insolvencia, en cuanto resultado necesario exigido


para el delito de alzamiento de bienes, no puede separarse de los adjetivos con los que la
jurisprudencia de esta Sala lo suele acompañar, total o parcial, real o ficticia, y debe
referirse siempre a los casos en los que la ocultación de elementos del activo del deudor
produce un impedimento o un obstáculo importante para una posible actividad de
ejecución de la deuda, de modo tal que sea razonable prever un fracaso en la eventual
vía de apremio. En definitiva, algo que se encuentra ínsito en el mismo concepto de
alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores y que no puede constituir un
elemento del tipo nuevo a añadir a la definición del artículo 257.1.1º del Código Penal,
salvo que se entienda en la forma antes expuesta.

TERCERO.- Pues bien, en el caso presente, a la luz de la mencionada doctrina,


no cabe la menor duda de que nos encontramos ante un delito de alzamiento de bienes.
Es más, ante un supuesto en que, no sólo se ha consumado ese delito por concurrir todos
sus requisitos, sino que ha sido agotado en sus efectos prejudiciales para el acreedor,
que ha tratado de embargar bienes de la empresa deudora, DIRECCION000, y no ha

536
encontrado ninguno en que pudiera hacer efectivo su crédito que aparece incluso
reconocido en sentencia firme cuya ejecución ha quedado frustrada.

Más concretamente, tras un primer embargo, que resultó baldío, se trabaron


otros bienes, el derecho de traspaso de un local comercial que también resultó
infructuoso porque tal derecho ya se encontraba hipotecado, y el coche Opel Omega R-
....-UD del que asimismo era titular la mencionada empresa DIRECCION000 con
relación al cual tampoco tuvo éxito el embargo, pues había sido vendido días antes por
Gonzalo (hechos probados E), F), y G)). Este acto de venta es el constitutivo del delito
por el que la Audiencia condenó.

Ciertamente concurrieron todos los elementos de este tipo de infracción penal:

1º. Había un derecho de crédito respecto del cual, incluso, ya se había iniciado
procedimiento judicial;

2º.- Hubo un acto de sustracción de un elemento del activo patrimonial de la


empresa deudora, la venta del mencionado Opel Omega, sin que el precio cobrado por
ella llegara a ingresarse en las cuentas de dicha empresa;

3º.- Tal sustracción impidió que en el proceso judicial que se hallaba tramitando
se pudiera embargar el mencionado vehículo;

4º.- Por la proximidad de las fechas y por las prisas con que el coche fue
vendido no cabe duda alguna de que la finalidad de Gonzalo al enajenarlo fue impedir
que pudiera ser embargado en el mencionado procedimiento judicial, tal y como lo
razona la sentencia recurrida en el párrafo penúltimo de su fundamento de derecho
segundo;

5º.- No se hallaron otros bienes libres de responsabilidad en que se pudiera hacer


efectivo el mencionado derecho de crédito.

FALLO:

NO HA LUGAR AL RECURSO DE CASACION por infracción de ley


formulado por Gonzalo contra la sentencia que le condenó por delito de alzamiento de
bienes dictada por la Audiencia Provincial de Huesca con fecha veintitrés de septiembre

537
de mil novecientos noventa y ocho, imponiendo a dicho recurrente el pago de las costas
de esta alzada.

Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos con devolución de la causa que en su día remitió.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

30-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 16 DE JUNIO DE 2000

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 4 de Tarrasa, instruyó sumario con el


número 446/94, contra J.H.L., J.A.H.L., R.J.J.D., J.P.F. y, una vez concluso, lo remitió a
la Audiencia Provincial de Barcelona que, con fecha 8 de Abril de 1.998, dictó
sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS:

PRIMERO RESULTANDO: Probado, y así se declara, que los acusados J. y Jo.


A.H.L., mayores de edad, sin antecedentes penales, hermanos entre sí, eran en octubre
de 1.991 titulares, al cincuenta por ciento cada uno, de las sociedades Puig Maquinaria y
Transmisiones S.A., con domicilio social en Terrassa, C/ XXX, 88, de la que era
administrador único J.H.L. y cuyo objeto era la fabricación, comercio y servicios
relacionados con las industrias metalúrgica, química y de construcción, y HERCRE,
Construcciones Metálicas S.A., con domicilio en Terrassa, C/ XXX, 212, de la que era
administrador único Jo. A.H.L., y cuyo objeto venía constituido por la preparación,
construcción y montaje de todo tiempo de protecciones metálicas para construcciones,
dedicándose a la fabricación de puertas cortafuegos, en la que ambas sociedades
realizaban tareas complementarias; en el citado y siguientes meses concertaron los
acusados diversos contratos de crédito y descuento con Banco de Comercio S.A, así: a)
HERCRE S.A. el 7 de Octubre de 1.991, apertura de crédito en cuenta corriente de
cinco millones de pesetas, siendo avalistas solidarios los Hermanos H.L.; b) HERCRE
538
S.A., el mismo día, apertura de póliza para descuento de efectos de cinco millones de
pesetas, con aval solidario de los hermanos H.L.; c) en 28 de Febrero de 1.992, apertura
de segunda póliza de descuento de efectos, complementaria de la anterior, de cinco
millones de pesetas, con garantía solidaria de los hermanos H.L.; d) Puig S.A. el 7 de
Octubre de 1.991, apertura de crédito en cuenta de dos millones de pesetas, siendo
avalistas solidarios los hermanos H.L.; e) Puig S.A., en el mismo día, apertura de una
póliza de descuento de efectos mercantiles por valor de cinco millones de pesetas,
siendo avalistas solidarios los Hermanos H.L.; f) Puig S.A. el 28 de Febrero de 1.992,
préstamo por valor de cuatro millones de pesetas, con garantía solidaria de los hermanos
H.L.; y g) J.A.H.L., el 7 de Mayo de 1.992, préstamo personal por siete millones de
pesetas, siendo J.H.L. avalista solidario de su hermano; en 30 de Noviembre de 1.992
Banco de Comercio S.A., procedió al cierre de las referidas cuentas, que arrojaron un
saldo deudor total de 35.761.763 ptas., desglosado en 5.678.546 ptas., a f), y 7.613.925
ptas., a g); a la vista de la situación de grave crisis económica por la que pasaban las
sociedades Puig S.A. y HERCRE S.A. los acusados J. y J.A.H.L., visitaron en el mes de
julio de 1.992, en su despacho profesional, al también acusado R.J.J.D., mayor de edad,
sin antecedentes penales, abogado especializado en quiebras y suspensiones de pagos, el
cual, a instancias de aquellos, ideo un plan encaminado a que pudieran los hermanos
H.L. continuar su actividad empresarial y, al tiempo, evitar el pago de las sumas debidas
a sus acreedores, a cuyo fin dirigió la constitución en escritura pública de 25 de Agosto
de 1.992 de una sociedad denominada Fistop S.L. con domicilio en Cerdanyola del
Vallés, Calle XXX, sin número, cuyo objeto era el almacenamiento, comercialización,
distribución y representación de artículos y productos de hierro y cerrajería en general,
siendo aparentes socios fundadores el acusado J.P.F., mayor de edad, sin antecedentes
penales, perito mercantil, colaborador profesional de Jufresa Durán, y A.G.B., esposa de
P. la cual, ignoraba la verdadera naturaleza de la operación, y administrador único P., si
bien los verdaderos titulares y gestores de la empresa eran los hermanos H.L., bien que
P., en su condición de experto, les asesorara económicamente; Fistop S.L. continuó
realizando en el domicilio indicado de Cerdanyola del Vallés la misma actividad
empresarial que HERCRE S.A., y Puig S.A., las cuales cerraron sus puertas y dejaron
de funcionar, sin proceso alguno de liquidación, pero no antes de transferir
materialmente a Fistop S.L. las materias primas, máquinas e instrumentos de su
539
propiedad, así como la mayor parte de sus empleados, los cuales continuaron prestando
servicios para la nueva sociedad; Banco de Comercio S.A. no ha percibido parte alguna
de su crédito; Fistop S.L. desapareció en el curso del año 1.993, no constando el
paradero de sus bienes.

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: FALLAMOS:


QUE DEBEMOS CONDENAR Y CONDENAMOS a los acusados J.H.L., J.A.H.L.,
R.J.J.D. y J.P.F., como autores responsables en concepto de autores directos los dos
primeros y de cooperadores necesarios los otros dos, de un delito de alzamiento de
bienes, precedentemente definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas
de la responsabilidad criminal, a las penas de DOS AÑOS Y CUATRO MESES DE
PRISION MENOR a J. y J.A.H.L. y DOS AÑOS DE PRISION MENOR, a R.J.J.D. y
J.P.F., a las accesorias de suspensión del derecho de sufragio pasivo a todos ellos, que
se hace extensiva al ejercicio de la profesión de abogado en cuanto a Ramón Jufresa
Durán, y al pago de las costas procesales por iguales partes, con inclusión de las
causadas por la Acusación Particular.

Reclámense las piezas de responsabilidad civil.

Notifíquese que contra la presente resolución cabe interponer recurso de


casación por infracción de ley o por quebrantamiento de forma, dentro del plazo de
cinco días.

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por los
procesados, que se tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su substanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- La representación del procesado J.H.L., basa su recurso en los siguientes


MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO.- Por infracción de ley del artículo 849.1º de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

SEGUNDO.- Por infracción de ley del artículo 849.2 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

540
- La representación del procesado J.A.H.L., basa su recurso en los siguientes
MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO.- Por infracción de ley del artículo 849.1º de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

SEGUNDO.- Por infracción de ley del artículo 849.2 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

- La representación del procesado R.J.J.D., basa su recurso en los siguientes


MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO y SEGUNDO.- Vulneración de la presunción de inocencia, art. 24 de


la Constitución Española e infracción de ley, art. 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal.

TERCERO.- Infracción de ley del art. 849.1 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal. Infracción art. 519 del Código Penal.

- La representación del procesado J.P.F., basa su recurso en los siguientes


MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO AL QUINTO.- Infracción de Ley del art. 849.1 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, la Sala admitió los
mismos quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebró la deliberación el día 6


de Junio de 2.000.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- Examinaremos conjuntamente los recursos formalizados por los


acusados J.H.L. y Jo. A.H.L. ya que, aunque presentados en escritos independientes, son
sustancialmente iguales y plantean idénticas cuestiones. Ordenando sistemáticamente su
contenido abordaremos en primer lugar el motivo segundo, que se canaliza por la vía

541
del artículo 849.2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por estimar que ha existido
error de hecho en la apreciación de la prueba.

1.- En el desarrollo de los motivos por error de hecho, ambos acusados alegan,
que según las pruebas existentes, los activos de la empresa se entregaron a los
trabajadores para atender las deudas apremiantes derivadas de las relaciones laborales.
Añaden que los salarios tienen la consideración de créditos preferentes en los
procedimientos concursales y, por otro lado, no existe constancia de que desaparecieran
otros bienes de la sociedad, ni que se hubieran dispuesto de ellos. Entrando en el fondo
de la cuestión plantean, incorrectamente, la inexistencia del elemento subjetivo del
injusto consistente en el ánimo de perjudicar o defraudar a los que legítimamente
pudiesen reclamar el pago de las cantidades que se les adeudasen. A su vez consideran
que falta también el elemento objetivo, al no existir otros bienes que aquellos que se
adjudican con su entrega a los trabajadores, según consta acreditado documentalmente
en la causa.

A continuación citan una serie de escrituras notariales y resoluciones judiciales,


que estiman suficientes para acreditar el error del juzgador. Igualmente esgrimen, como
prueba documental acreditativa del error del juzgador, una serie de documentos
presentados por la defensa del letrado que ha resultado condenado en la presente causa,
así como un documento de cesión de créditos de una de las sociedades de los
recurrentes y los acuerdos firmados con dos de los trabajadores de una de dichas
empresas.

2.- La remisión que hacen los recurrentes a diversos documentos incorporados a


las actuaciones se realizan sin mencionar los folios en que se encuentran y, por
supuesto, sin precisar o extractar los particulares que, a su juicio, afectan a la veracidad
y exactitud del hecho probado. De todas formas, debemos anticipar que los documentos
invocados, no tienen la entidad y contenido suficiente como para acreditar el error del
juzgador. El hecho de que las empresas iniciales fueran desahuciadas de los locales en
que estaban residenciadas, no era causa suficiente para poner en marcha una nueva
sociedad que, en principio, tiene los caracteres de ficticia. Además, debió darse cuenta
de este traslado a los interesados e informarles del traspaso de bienes que se iba a
realizar. La inexistencia de cualquier actividad encaminada a comunicar a los
542
acreedores los cambios producidos, está perfectamente acreditada y no consta actividad
probatoria a alguna, que pueda acreditar este extremo y, por el contrario, se dispone de
manifestaciones testificales de representante de la entidad financiera perjudicada, en el
sentido de que tal cambio representó una sorpresa.

3.- Se pretende demostrar que existe constancia de unos pagos de deudas,


anteriores a la constitución de la sociedad ficticia, pero no obstante ello no es suficiente
para desmentir los hechos que se declaran probados y cuya apreciación se razona
suficientemente en el fundamento de derecho primero. Los posible pagos, según declara
la sentencia recurrida, se realizan tras haberse consumado el alzamiento y con la
finalidad de lograr la continuidad de los suministros. Como pone de relieve el
Ministerio Fiscal, en su completo dictamen, en el juicio oral sólo compareció un
proveedor, que manifestó que la habían pagado algunas deudas y dos trabajadores, -de
los once que había en plantilla-, que mencionaron la existencia de elevadas deudas con
ellos, procedentes de las empresas originarias y de la posteriormente creada en su lugar.

4.- Los documentos de los folios 155 a 159 son contundentes, en cuanto a la
demostración de la maniobra fraudulenta realizada por los acusados en cuanto que la
sociedad ficticia, se crea bajo un contrato de fiducia en él que, los que figuran
aparentemente como accionistas, admiten la titularidad encubierta de los recurrentes. De
la misma manera no es motivo suficiente para demostrar el error del juzgador, el hecho
de que se acordara,- en septiembre de 1992-, instar la suspensión de pagos, pues en
realidad no hubo tramitación judicial y, en su lugar, apareció la sociedad ficticia a ,la
que continuamente nos venimos refiriendo. En definitiva, debemos concluir afirmando
que todos los hechos incorporados al relato fáctico corresponden a la realidad de lo
acontecido y que no ha existido ningún error en la apreciación de las pruebas que pueda
ser sustentado, por los documentos esgrimidos genéricamente por los recurrentes.

Por lo expuesto ambos motivos debe ser desestimados.

SEGUNDO.- El motivo primero de ambos recurrentes se ampara en el artículo


849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal y denuncia la vulneración, por aplicación
indebida, del artículo 519 del anterior Código Penal.

543
1.- Consideran que no existe una base fáctica que acredite la concurrencia del
elemento subjetivo del injusto, ni tampoco del elemento objetivo.

A partir de este primer argumento, todos los esfuerzos dialécticos se dedican a


combatir el hecho probado, tratando de matizar o contradecir determinados pasajes o
referencias que debemos considerar como inmutables. Señalan que, el desalojo de las
sedes físicas de las dos sociedades iniciales, se debió a un juicio de desahucio y que las
demás medidas adoptadas, respondían a la finalidad de solventar la situación de crisis
por la que atravesaba la empresa. Para poner de relieve su falta de intencionalidad
afirman que, bien directamente los recurrentes o bien por medio de su abogado, fueron
anunciando a los acreedores el lugar donde se había situado la nueva empresa que se
había creado con la intención de poder reflotar y liquidar las deudas contraídas por las
antiguas sociedades. Añaden que desecharon la idea de la suspensión de pagos, porque
no hubiera sido suficiente para hacer frente a las obligaciones contraídas y además, por
esa vía, se hubieran perdido los puestos de trabajo. Todo ello sin descartar que
existieran unas ciertas expectativas de mercado.

2.- A la vista del contenido del hecho probado, que debe permanecer intangible
al haberse desestimado los motivos por error de hecho, se puede constatar que
concurren todos los requisitos necesarios para la configuración de un delito de
alzamiento de bienes del artículo 519 del anterior Código Penal, tal como lo ha señalado
la sentencia recurrida.

Acudiendo a los requisitos exigidos por la jurisprudencia de esta Sala podemos


afirmar que confluyen todos ellos: a) Preexistencia de una relación jurídica obligacional
de la que se deriva la presencia de una o varias deudas reales, generalmente vencidas y
líquidas y exigibles. Del relato fáctico se desprende que, ambos acusados, como
titulares y administradores únicos de las sociedades constituidas, habían contraído, con
una entidad bancaria, una serie de deudas derivadas de diversos contratos de crédito y
descuento. El saldo total deudor ascendía a más de treinta y cinco millones de pesetas.
b) La materialización de la ocultación o disipación del patrimonio que responde de las
deudas, merced a la actividad desplegada por el deudor o deudores, actividad que, como
dice la Sentencia de esta Sala de 10 de Julio de 1.992, puede adoptar numerosas formas
no todas ellas previstas o encajables en las relaciones jurídicas reconocidas por el
544
ordenamiento ya que, lo verdaderamente efectivo, es la desaparición material o jurídica
de los bienes, que abandonan el patrimonio del deudor colocándole en una situación de
insolvencia real y efectiva, al no existir bienes susceptibles de ser sometidos a la acción
de los acreedores. La sentencia recurrida, después de relatar las maniobras realizadas
para extinguir las sociedades deudoras y crear otra nueva, declara que los acusados
transfirieron materialmente a esta última sociedad, las materias primas, máquinas e
instrumentos de su propiedad, así como la mayor parte de sus empleados, los cuales
continuaron prestando servicios para la nueva sociedad. c) Situación de insolvencia total
o parcial, real o aparente del deudor que sea consecuencia o efecto de las maniobras
elusivas o fraudulentas, haciéndose inefectivos los derechos de los acreedores, al derivar
estériles el ejercicio de sus normales pretensiones de cobro. Como dato final, la
sentencia recurrida nos dice que la entidad bancaria no ha percibido parte alguna de su
crédito, habiendo desaparecido la nueva empresa y no constando el paradero de sus
bienes. d) Como elemento vitalizador del injusto se requiere un ánimo o propósito
delictivo encaminado a defraudar a los acreedores, eludiendo el pago o cumplimiento de
sus obligaciones merced a la desposesión de sus bienes, ocultándolos, enajenándolos o
haciéndolos desaparecer, mediante actos o negocios jurídicos fingidos que denotan el
elemento subjetivo del tipo exigido por el principio de culpabilidad. El elemento
subjetivo o tendencial aflora con facilidad, a través del examen y análisis de todos los
elementos objetivos que constan incorporados al hecho probado. Todas las maniobras
fraudulentas que se han descrito con anterioridad, nos llevan a concluir, del mismo
modo que ha hecho la Sala sentenciadora, que el propósito que animaba a los
recurrentes era el de eludir el pago de la deuda contraída con la entidad bancaria.
Admitiendo en principio la situación material de las empresas originarias y la grave
crisis por la que atravesaban, tal como reconoce el hecho probado y admitiendo que, en
teoría, una de las soluciones posibles pasaba por mantener los puestos de trabajo, lo
cierto es que resulta injustificable que los recurrentes no hubieran informado de este
propósito a la entidad bancaria acreedora para que, si lo estimaba factible, hubiera
incluso proporcionado su asentimiento a la operación si con ello contribuía a salvar la
crisis existente. A pesar de las protestas de las partes recurrentes, no existe el más
mínimo dato que avale su afirmación de que avisaron a los acreedores y además
concurren elementos, como el de la creación de una sociedad en la que sus verdaderos
545
gestores y administradores permanecían en la sombra, que denotan inequívocamente un
propósito fraudulento tal como ha apreciado la sentencia recurrida. Por otro lado, se
cierra el círculo de las valoraciones sobre el elemento subjetivo, al existir un dato
complementario de carácter fáctico que avala esta conclusión, como es el relativo a que,
en ningún momento, las sociedades extinguidas abrieron un proceso de liquidación
acudiendo a los instrumentos jurídicos previstos para estas situaciones.

Por lo expuesto los motivos deben ser desestimados.

TERCERO.- El recurrente R.J.J.D. formaliza un primer motivo al amparo del


artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial por estimar que se ha infringido el
artículo 24.2 de la Constitución en el apartado relativo a la presunción de inocencia.

1.- Afirma que del examen de la prueba, la única evidencia que se desprende
como indiscutible, es la existencia de una deuda contraída por las sociedades originarias
y los anteriores recurrentes a título individual con la entidad financiera y una efectiva
situación de grave crisis económica de las citadas sociedades, al tiempo de ocurrir los
hechos. En su opinión, ninguna de las actividades señaladas por la sentencia recurrida,
acredita que la finalidad que presidía la creación de una nueva sociedad fuera la de
evitar el pago de las sumas debidas a sus acreedores. Se apoya para hacer esta
afirmación, en las declaraciones de los anteriores recurrentes en el acto del juicio oral,
así como en la diversa prueba testifical practicada en el plenario. Asimismo acude a la
prueba documental contenida en el escrito de acusación del Ministerio Fiscal, que se da
por reproducida en el mismo acto, así como a los documentos presentados por la parte
recurrente, en el momento de comenzar las sesiones públicas de esta causa. Termina
afirmando que la sentencia, sin base probatoria alguna, declara la existencia e ideación
de una trama fraudulenta y de un ánimo de perjudicar a los acreedores. A manera de
colofón señala que se está expresando un juicio de valor que no ha podido ser
objetivado.

2.- Como se ha dicho reiteradamente por la doctrina de esta Sala y del Tribunal
Constitucional el ámbito protector de la presunción de inocencia, se extiende
únicamente a la existencia o inexistencia de los elementos objetivos del tipo penal
aplicado y a la participación, que el acusado que la invoca, haya tenido en su realización

546
o comisión. Por lo que respecta a la primera cuestión, el relato fáctico imputa al
recurrente, la ideación de un plan encaminado a conseguir que, los otros otros dos
recurrentes a los que anteriormente nos hemos referido, pudieran continuar su actividad
empresarial y, al tiempo, evitar el pago de las sumas debidas a sus acreedores. Se
precisa todavía más y se añade, que fue él, quien dirigió la constitución en escritura
pública de una sociedad denominada Fistop S.L. cuyo objeto era el almacenamiento,
comercialización, distribución y representación de artículos y productos de hierro y
cerrajería en general.

La sentencia explica con detalle, cómo se desarrolla esta estrategia interviniendo


un colaborador profesional del recurrente y cómo se pusieron al frente de esta sociedad
nueva, unas personas que actuaban como testaferros de los principales acusados.

3.- Esta realidad se deriva de una serie de pruebas existentes en las actuaciones
y, sobre todo, de las declaraciones de los dos acusados, -cuyos motivos ya hemos
examinado-,, en el acto del juicio oral. Estas manifestaciones las considera la Sala
sentenciadora como una verdadera confesión. Ante la existencia de una prueba de esta
naturaleza, difícilmente se puede abrir paso la tesis de la presunción de inocencia, ya
que está perfectamente acreditado, por prueba directa, que el recurrente, haciendo uso
de sus conocimientos de jurista especializado, ideó y puso en práctica la trama
defraudatoria. En el siguiente motivo se plantea la posibilidad de que este relato de
hechos sea erróneo, lo que nada tiene que ver con la presunción de inocencia, sino que
se incardina con la infracción de ley, derivada de la existencia de documentos que
acrediten el error del juzgador en la valoración de la prueba.

Para finalizar la contestación a este punto concreto de la posible efectividad del


principio constitucional de presunción de inocencia, afirmamos que existe prueba válida
y de entidad inculpatoria que sirve para evitar el efecto protector de este principio
constitucional, que encarna un derecho fundamental de toda persona acusada de la
comisión de un hecho delictivo.

Por lo expuesto el motivo debe ser desestimado.

CUARTO.- El segundo motivo de este recurrente, se ampara en el artículo


849.2º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por estimar que se ha producido error en la
547
apreciación de las pruebas, según se desprende de documentos obrantes en autos y que
no están contradichos por otros elementos probatorios.

1.- Sostiene la parte recurrente que, de los documentos designados en el escrito


de preparación del recurso de casación, se demuestra que la creación de la nueva
sociedad no fue una maniobra fraudulenta llevada a cabo por los acusados y encaminada
a evitar el pago de las sumas debidas a los acreedores, sino que, por el contrario, su
finalidad era la de lograr saldar esas deudas, mantener unos puestos de trabajo y salvar
una actividad empresarial, todo ello tras haberse realizado el oportuno estudio de
viabilidad.

Para sustentar esta afirmación acude a la cita de una serie de documentos que
obran en las actuaciones y que fueron presentados, en su mayoría, por el recurrente en el
trámite de intervenciones previas que contempla el artículo 793.2 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal. Expone que existen documentos acreditativos de la intención
de solicitar la suspensión de pagos. También combate documentalmente, la afirmación
de la Sala sentenciadora en el sentido de que los posibles pagos se han realizado tras
consumarse el alzamiento, sin que aparezca plenamente demostrada la realidad de los
pagos. Sostiene que esta realidad se demuestra, mediante los treinta y ocho documentos
presentados en el trámite previo y que sirven para acreditar que se vieron forzados a
enajenar los bienes de las empresas, para saldar las deudas contraídas por ellas y
preferencialmente los salarios de los trabajadores.

Por último señala, que se comete un error en la apreciación de la prueba cuando


se declara que la empresa Fistop SL desapareció en el curso de 1.993, no constando el
paradero de sus bienes, cuando la documentación aportada demuestra cual ha sido el
destino de su patrimonio.

2.- No puede olvidarse que el efecto probatorio de los documentos, que se


esgrimen como base casacional para tratar de demostrar un posible error de hecho, no es
absoluto en cuanto que, su contenido, puede verse desmentido o corregido por cualquier
otro elemento probatorio que exista en las actuaciones y que sirva para acreditar o
reforzar la valoración efectuada por el órgano juzgador.

548
Los documentos esgrimidos por la parte recurrente y que son en esencia los que
se presentaron en el momento previsto al comienzo de la prueba en el juicio oral, tratan
de acreditar que se acordó solicitar judicialmente la suspensión de pagos y que se
solventaron algunas deudas con ciertos acreedores. Asimismo se trata de demostrar la
existencia de varios procedimientos judiciales de desahucio, cesiones de créditos y
acuerdos con determinados trabajadores en los que estos manifiestan la satisfacción de
sus créditos laborales.

Todo este arsenal documental, sólo sirve para acreditar datos o aspectos fácticos
que ya han sido tenidos en cuenta por la Sala sentenciadora y que incluso se pueden
tener como ciertos y verdaderos pero no por ello, evidencian el error del juzgador ya
que su contenido es perfectamente compatible con las valoraciones y apreciaciones
realizadas por el órgano juzgador sobre los hechos que constituyen el soporte
inmodificable de los elementos constitutivos del delito de alzamiento de bienes.

Por lo expuesto el motivo debe ser desestimado.

QUINTO.- El motivo tercero y último de este recurrente se ampara en el artículo


849.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal por estimar que se le ha aplicado
indebidamente el artículo 519 del anterior Código Penal adjudicándole la condición de
comerciante.

1.- El motivo se formula con carácter subsidiario de los dos anteriores y para el
caso de que no prosperasen y admite, como no podía ser de otra forma, el contenido del
hecho probado. En consecuencia estima, que su actividad se limitó a proporcionar sus
consejos profesionales como abogado especializado en quiebras y suspensiones de
pago. Señala que, en el primero de los fundamentos de derecho, se califican los hechos
como constitutivos de un delito de alzamiento de bienes del artículo 519 del anterior
Código Penal estableciendo que se aplica el subtipo agravado dada la condición de
comerciantes de los autores directos. En el segundo fundamento de derecho, se
considera al recurrente cooperador necesario del artículo 14.3 del anterior Código Penal.
Señala que la propia sentencia declara que el acusado es abogado de profesión y que,
por esta condición, intervino en los hechos objeto de enjuiciamiento, por lo que resulta
obvio que no ostenta la condición de comerciante. Reconoce que existe una línea

549
jurisprudencial uniforme, que entronca con la polémica suscitada en torno al parricidio,
en la que se rompe el título de imputación, no ya por la aplicación inmediata del anterior
artículo 60 del Código penal, sino porque su espíritu puede trasladarse analógicamente,
en favor del reo, a los supuestos en que la agravante es específica y no generalizada.

2.- El artículo 519 del Código Penal derogado, establecía una pena mínima de
arresto mayor, para el supuesto de alzamiento de bienes que pudiéramos denominar
básico, es decir, el cometido por cualquier deudor en perjuicio de sus acreedores.
Paralelamente contemplaba una pena de prisión menor, cuando el hecho fuera realizado
por un comerciante, matriculado o no. El vigente Código Penal dispone, en el artículo
257.1.1ª, que comete este delito el que se alce con sus bienes en perjuicio de sus
acreedores, sin hacer especificaciones o matices en función de la condición de
comerciante del sujeto activo, si bien esta circunstancia podría tenerse en cuenta,
cuando fuera relevante, a la hora de individualizar la pena.

La jurisprudencia tradicional venía considerando mayoritariamente que, al


amparo del artículo 60 del Código Penal de 1.973, las circunstancias agravantes que
consistieren en la disposición moral de delincuente, en sus relaciones particulares con el
ofendido o en otra causa personal, sólo servirán para agravar la responsabilidad de
aquellos culpables en quienes concurran. El artículo 65 del Código vigente reproduce
íntegramente la redacción anterior, por lo que no existen bases para establecer un
cambio de jurisprudencia.

Aunque no existe obstáculo alguno para estimar la participación de un extraño


en un delito especial propio, como es el alzamiento de bienes de los comerciantes, ello
no lleva automáticamente, a trasvasar los efectos punitivos específicos previstos para el
autor material u directo, a todos los que concurren a la realización del hecho con
aportaciones de colaboración o coparticipación. Los efectos agravatorios, sólo pueden
anudarse a las conductas realizadas por el sujeto material y directo del acto típico y sólo
en el caso de que, esta condición concurra además en los copartícipes, se puede extender
la agravación de la pena.

Esta doctrina se ha recogido en varias sentencias de esta Sala entre las que
podemos citar la de 26 de Junio de 1.992 que, al contemplar un supuesto de

550
coparticipación en un delito de alzamiento de bienes, declara que los cuatro
cooperadores necesarios se hacen acreedores a la condena, al igual que los otros dos
coautores por participación directa. Ahora bien, la doctrina de esta Sala ha declarado
que no puede hacerse extensivo el carácter de comerciante a todos los que hayan
coparticipado en los hechos, sino solamente a los que ostentan el "status" de
comerciante, que es a los que se les puede reprochar un plus de culpabilidad, por existir
una mayor exigencia en el cumplimiento de sus obligaciones.

Por lo expuesto el motivo debe ser estimado.

SEXTO.- El tercer recurrente J.P.F., aunque escinde su recurso en cinco motivos


diferentes, en realidad se trata de uno sólo formalizado al amparo del artículo 849.1º de
la Ley de Enjuiciamiento Criminal por estimar que se ha aplicado indebidamente el
artículo 519 del anterior Código Penal.

1.- Extractando sus varias pretensiones casacionales nos encontramos, en primer


lugar, con la alegación de que no existe dolo en cuanto que se ha reconocido las deudas
y se ha pagado a algunos de los acreedores y a los trabajadores. Admite que el
procedimiento de liquidación de la empresa no fue muy riguroso, pero alega que parte
de la culpa la tuvo el Banco perjudicado, al no adoptar demasiadas garantías. Cita
alguna jurisprudencia en la que se dice que el alzamiento de bienes no supone una
criminalización, sin más, de una situación de insolvencia. Por último admite que,
vencidos e incobrados los créditos, habría que acudir a la insolvencia fraudulenta y no al
alzamiento de bienes.

2.- Habiéndose adoptado la vía del error de derecho, el contenido del relato
fáctico se convierte en el punto de referencia inmutable, para contrastar la existencia de
los elementos integrantes del delito de alzamiento de bienes y de la participación que en
él haya tenido el recurrente.

El acusado aparece como socio fundador de la sociedad que sustituye las


originarias, si bien con carácter aparente, habiéndose determinado su participación en
los hechos en virtud de su condición de perito mercantil y colaborador profesional del
anterior recurrente. De la narración de hechos probados se desprende que conocía
perfectamente la situación, y que sabía y se prestaba voluntariamente a actuar de
551
testaferro, para ocultar o tratar de ocultar a los verdaderos titulares y gestores de la
empresa, respecto de los cuales actuaba a su vez como asesor económico. Como
consecuencia de todo el entramado puesto en marcha y de la decisiva participación del
recurrente, se defraudan los créditos de algunos acreedores desapareciendo la nueva
empresa sin que conste el paradero de sus bienes.

3.- De todo lo anteriormente expuesto se desprende con claridad, que no nos


encontramos ante un supuesto de simple alteración de la relación de créditos, sino ante
una trama perfectamente diseñada, por la que se evade el patrimonio de las entidades
deudoras traspasándolo a un nuevo titular aparente que permanece oculto para la
mayoría de los acreedores.

Nada obsta al carácter delictivo de la conducta descrita en el relato de hechos


probados, la circunstancia de que se hayan pagado algunas deudas, como las que
corresponden a alguno de los trabajadores que habían pasado a la nueva empresa. Lo
cierto es que el Banco acreedor no cobró ninguna cantidad debido al artificio creado por
los condenados al que ya nos hemos referido reiteradamente.

Por último, como señala el Ministerio Fiscal, no es procedente invocar que los
hechos podían haber sido tipificados en los artículos 520 a 527 ya que ello supondría la
aplicación de una penalidad mayor al concurrir además los elementos integrantes del
alzamiento de bienes.

Por lo expuesto el motivo debe ser desestimado.

FALLO:

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR A


LOS RECURSOS DE CASACION por infracción de ley interpuestos por las
representaciones procesales de J.H.L., J.A.H.L., y J.P.F. contra la sentencia dictada el
día 8 de Abril de 1.998 por la Audiencia Provincial de Barcelona en la causa seguida
contra los mismos por un delito de alzamiento de bienes. Condenamos a los recurrentes
al pago de las costas causadas.

QUE DEBEMOS DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR


PARCIALMENTE AL RECURSO DE CASACION por infracción de ley interpuesto

552
por la representación procesal de R.J.J.D., casando y anulando la sentencia dictada el
día 8 de Abril de 1.998 por la Audiencia Provincial de Barcelona. Declaramos de oficio
las costas causadas.

Comuníquese esta resolución y la que a continuación se dicta a la Audiencia


mencionada a los efectos oportunos con devolución de la causa en su día remitida.

Así por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

VOTO PARTICULAR:

En nombre del Rey

La Sala Segunda de lo Penal, del Tribunal Supremo, constituida por los Excmos.
Sres. mencionados al margen, en el ejercicio de la potestad jurisdiccional que la
Constitución y el pueblo español le otorgan, ha dictado la siguiente SENTENCIA

En la Villa de Madrid, a dieciséis de Junio de dos mil.

En la causa incoada por el Juzgado de Instrucción número 4 de Tarrasa, con el


número 446/94 contra J.H.L., nacido el 26 de Diciembre de 1.995, hijo de A. y de Jo.,
natural y vecino de Terrassa, sin antecedentes penales, de no acreditada solvencia, en
libertad provisional por esta causa, J.A.H.L., nacido el 26 de Diciembre de 1.995, hijo
de A. y de Jo., natural y vecino de Terrassa, sin antecedentes penales, de no acreditada
solvencia, en libertad provisional por esta causa, R.J.J.D., nacido el 3 de Septiembre de
1.935, hijo de Pe. y de R., natural de Terrassa, vecino de Matadepera (Barcelona), sin
antecedentes penales, de no acreditada solvencia, en libertad provisional por esta causa,
J.P.F., nacido el 1 de Enero de 1.942, hijo de An. y de M., natural de Gerona, vecino de
Sant Vicenç de Montalt (Barcelona) sin antecedentes penales, de no acreditada
solvencia, y en libertad provisional por la presente causa, en la cual se dictó sentencia
por la mencionada Audiencia con fecha 8 de Abril de 1.998, que ha sido casada y
anulada por la pronunciada en el día de hoy por esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo, integrada por los Excmos. Sres. expresados al margen, bajo la Ponencia del
Excmo. Sr. D. José Antonio Martín Pallín, que hace constar lo siguiente:

ANTECEDENTES DE HECHO
553
1.- Se dan por reproducidos los antecedentes de hecho y hechos probados de la
sentencia recurrida.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

1.- Se da por reproducido el fundamento de derecho quinto de la sentencia


antecedente.

FALLO

QUE DEBEMOS CONDENAR Y CONDENAMOS a R.J.J.D. como autor, por


cooperación necesaria, de un delito de alzamiento de bienes sin la concurrencia de la
condición de comerciante, a la pena de tres meses de arresto mayor con las
correspondientes accesorias.

Se mantiene el resto de los pronunciamientos de la sentencia recurrida en cuanto


que no se opongan a la presente.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa, lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

31-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 29 DE JUNIO DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero.- El Juzgado de Instrucción nº 30 de Barcelona, incoó Diligencias


Previas nº 1441/97, contra Armando y Carlos María, por delito de insolvencia punible, y
una vez concluso lo remitió a la Audiencia Provincial de Barcelona, Sección Quinta,
que con fecha 8 de Abril de 1999 dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS
PROBADOS: "

PRIMERO.- Se declaran probados los siguientes hechos: El acusado Armando,


mayor de edad y sin antecedentes penales, socio mayoritario y administrador solidario
con su esposa Eugenia socia minoritaria, director único de la Sociedad

554
DIRECCION000, dedicada a la comercialización al por mayor de carnes frescas, con
facultad de sacrificar reses para su despacho en fresco, a partir de julio de 1992 dejo de
satisfacer, pagares que emitió para pagar los proveedores que le suministraban ganado;
por valor de 9.262.388. - pesetas a Alexander (con vencimientos de 10.7.93, 23.7.93,
29.7.93, 13.8.93); a Carlos Ramón (con vtos. de 10.7.93 y 5.8.93 por la suma de
4.951.368 pesetas; al Turrullón, SA por la cantidad de 1.997.307 pesetas (con
vencimiento de 16.9.93; a Millán por la cifra de 1.894.480 pesetas (con vencimiento de
14.7.93). El acusado en fecha 24 de Agosto de 1993, de común acuerdo con el acusado
Carlos María , mayor de edad y con antecedentes no computables por delitos de estafa,
con el objetivo de eludir las responsabilidades contraídas por la mercantil
DIRECCION000 administraba y dirigía, y con el resultado de descapitalización total de
la empresa, trasmitió al acusado Carlos María la casi totalidad de las participaciones de
esta sociedad, asumiendo este acusado la condición de administrador único de la
Sociedad y cambiando el domicilio social de la localidad de Argentona, a la calle
DIRECCION001 NUM000 de Barcelona, transmisión que no conocieron los citados
acreedores que reclamaron insistentemente el pago de sus créditos al acusado Armando
, quien no les comunico la venta de la empresa.- En fecha 6 de Junio de 1994, el
acreedor El Turrullón S.A, instó la quiebra necesaria de DIRECCION000 , que
correspondió al Juzgado nº 5 de Barcelona. En fecha 22 de Julio de 1995 se declaró a
esta sociedad en estado de quiebra necesaria acordando retrotraer sus efectos al día 6 de
Julio de 1992, expediente en el que no resulto posible ocupar bienes, libros de
contabilidad, ni documentación de la quebrada, al no encontrarse dicha sociedad ni su
nuevo administrador el acusado Carlos María en el domicilio que constaba
registralmente ni en ningún otro, siendo declarada fraudulenta la quiebra en sentencia de
30 de Noviembre de 1996, que no ha sido recurrida.- A la fecha de la venta de la
empresa DIRECCION000 ., esta sociedad disponía entre su activo, en concepto de
impagos por devolución de pagarés de clientes de empresas sólidas en el sector, la suma
de 40 millones de pesetas.- El pasivo de DIRECCION000, según estado de acreedores
presentado ante el Comisario de la Quiebra asciende a 18.105.543 pesetas". (sic)
Segundo.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:
"FALLAMOS: Condenamos a los acusados Armando y Carlos María como autores
responsables de un delito de quiebra, ya definido, sin circunstancias modificativas de la
555
responsabilidad criminal, a la pena para cada uno de los acusados de dos años de prisión
y multa de 8 meses con una cuota día de 2.000 pesetas con responsabilidad personal
subsidiaria de 4 meses y al pago de las costas procesales por mitad, incluidas las de la
acusación particular. Por vía de responsabilidad civil abonaran a los acreedores El
Turullon S.A, Alexander , Carlos Ramón y Millán , la cantidad en que se determine en
ejecución de sentencia los perjuicios causales de los activos realizables de
DIRECCION000 , en proporción a sus respectivos créditos, a incorporar en su caso a la
masa de la quiebra.- Para el cumplimiento de la pena que se impone declaramos de
abono todo el tiempo que haya estado privado de libertad por la presente causa, siempre
que no le hubiera sido computado en otra". (sic) Tercero.- Notificada la sentencia a las
partes, se prepararon recursos de casación por las representaciones de Armando y
Carlos María , que se tuvieron por anunciados remitiéndose a esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose los recursos.

Cuarto.- La representación de Armando, formalizó su recurso alegando los


siguientes MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO: Fundado en el artículo 849.1º de la LECriminal, por vulneración de


precepto penal sustantivo, concretamente por indebida aplicación de los arts. 31 y 260
del actual C.P.

SEGUNDO: Se interpone igualmente, al amparo de lo establecido en el art. 5.4


de la LOPJ, por vulneración del derecho fundamental a la presunción de inocencia
previsto en el art. 24 de la C.E.

TERCERO: Por Infracción de ley, al amparo del artículo 849.2º de la


LECriminal, por entender que ha existido error de hecho en la apreciación de la prueba
en base a cuantos documentos se relacionan en el extremo tercero del escrito de anuncio
del presente recurso.

CUARTO: Fundado en el art. 849.1º de la LECriminal, por vulneración de


precepto penal sustantivo, concretamente por indebida aplicación del art. 50 del actual
C.P. de 1995.

556
La representación de Carlos María, formalizó su recurso de casación alegando
un UNICO MOTIVO: Al amparo del art. 849-1º de la LECriminal en relación con los
arts. 24-2 de la Constitución Española y 5.4 de la LOPJ, por aplicación indebida al
recurrente de los arts. 28.2 y 260 del vigente C.P.

Quinto.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, los impugnó;


la Sala admitió los mismos, quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo
cuando por turno correspondiera.

Sexto.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación el día 26 de


Junio de 2001.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero.- La sentencia dictada por la Sección Quinta de la Audiencia Provincial


de Barcelona el día 8 de Abril de 1999, condenó a Armando y a Carlos María, como
autores de un delito de quiebra del art. 260 del Código Penal.

Contra dicha sentencia se han formalizado sendos recursos por los recurrentes,
que serán estudiados seguida y separadamente.

Segundo.- Recurso de Armando.

Formalizado a través de cinco motivos, cuyo estudio lo reordenaremos


comenzando por el segundo motivo, en razón a venir encauzado por la vulneración de
derechos constitucionales en relación a la violación del derecho a la presunción de
inocencia.

Tal denuncia, en la medida que equivale a afirmar que la sentencia condenatoria


se ha producido con un total vacío probatorio de cargo, exige de esta Sala de Casación
la verificación del "juicio sobre la prueba" de que haya podido disponer la Sala
sentenciadora, quedando extramuros del control casacional la valoración efectuada
sobre la misma, por ser competencia de dicha Sala, en virtud de la inmediación de que
dispuso, y de conformidad con el art. 741 LECriminal.

Solo en circunstancias excepcionales de falta de motivación o de conclusiones


arbitrarias y por tanto carentes de razonabilidad, el control casacional abarcaría estos
extremos en garantía de la interdicción de toda arbitrariedad -- art. 9-3º C.E.--.
557
No es el caso sometido al presente control. El recurrente en la argumentación del
recurso reitera la inexistencia de los elementos que darían vida al delito de quiebra por
el que ha sido condenado, estimando que en todo caso la responsabilidad de la
descapitalización de la empresa debería recaer sobre el adquirente de la empresa --el Sr.
Carlos María , el otro condenado--.

Para una mejor comprensión, recordemos que el factum, recoge la situación de


la sociedad "DIRECCION000" dedicada a la comercialización al por mayor de carnes
frescas de la que es socio mayoritario y administrador solidario el recurrente, Armando ,
junto con su esposa Eugenia , socia minoritaria; como director único, el recurrente dejó
de satisfacer unos pagarés a partir de Julio de 1992 emitidos en pago del ganado que le
suministraban los proveedores, por importe de más de dieciocho millones de Ptas.

Dichos pagarés tenían fecha de vencimiento los meses de Julio, Agosto y


Septiembre de 1993.

Con fecha 24 de Agosto de 1993, Armando vende al otro condenado la


mercantil DIRECCION000, transmitiéndole la casi totalidad de la participación,
asumiendo el Sr. Carlos María la condición de Administrador Único. Se cambió el
domicilio de la empresa, lo que no se comunicó a los acreedores, no comunicándoles
Armando el hecho de la venta. Instado por uno de los acreedores la quiebra de
DIRECCION000, esta fue declarada judicialmente el 22 de Julio de 1995,
retrotrayéndose sus efectos al 6 de Julio de 1992. No se pudieron ocupar bienes, ni
libros de contabilidad, no encontrándose ausente el nuevo administrador, en el domicilio
en que constaba registralmente, ni en ningún otro.

El recurrente, en la argumentación del motivo más que alegar vacío probatorio,


reitera que no se dan los elementos que vertebran el delito por el que ha sido condenado
--lo que será objeto de estudio en el siguiente motivo-- y centra su denuncia en la
inexistencia de móvil o motivo que pudiera justificar la pretendida venta fraudulenta, y
en tal sentido se dice que en la sentencia "....nada se razona sobre el porqué la venta de
las participaciones de la empresa al Sr. Carlos María en una situación en la que el activo
de la empresa es de 40 millones de Ptas., provoca una descapitalización de la misma, si
nada se explicita sobre el destino de dicho activo....".

558
Al respecto debemos efectuar dos observaciones: a) En relación a los activos
citados, en la sentencia sometida al presente trance casacional se reconoce que
DIRECCION000, en la fecha de la venta al Sr. Carlos María disponía de unos 40
millones de Ptas. en conceptos de impagados a la empresa, pero de clientes sólidos en el
sector, activos en favor de DIRECCION000 que eran realizables, que incluso algunos
fueron cobrados por el Sr. Armando , pero que fueron ocultados en el procedimiento
civil de quiebra en perjuicio de los instantes de la misma -- Fundamento Jurídico
primero-- siendo hecho cierto que DIRECCION000 tras la venta dejó de funcionar.

b) Que la queja que se exterioriza en el motivo más que referirse a vacío


probatorio, se refiere a la inexistencia de móvil por parte del recurrente para proceder a
la venta de DIRECCION000, y en este sentido debemos recordar, que los móviles en
cuanto referidos a la última intención que mueve a una persona a delinquir, son ajenos a
la existencia de prueba de cargo, ámbito propio del motivo formalizado, y por lo demás
el móvil queda extramuros de los elementos que vertebran el delito por el que se ha
condenado al recurrente y no puede ser confundido con el dolo, que se integra por la
conciencia y voluntad de ejecutar el acto típicamente antijurídico.

El motivo debe ser desestimado.

Primer Motivo, por el cauce de la Infracción de Ley por indebida aplicación de


los artículos 31 y 260 del Código Penal.

Se cuestiona la existencia del delito de quiebra por el que ha sido condenado


como autor el recurrente.

El cauce casacional parte del presupuesto del respeto a los hechos probados, lo
que el recurrente no cumple en la medida que alegando inexistencia de los elementos
que vertebran el delito de quiebra, obvia tales elementos que se encuentran en el factum.

En efecto, en el Fundamento Jurídico primero de la sentencia recurrida se


estudian los elementos que integran el delito de quiebra fraudulenta del art. 260 del
vigente Código Penal, equivalente al art. 520 del anterior Código Penal, si bien se aplica
la legalidad actual al ser menor la pena prevista al tipo.

559
En este control casacional se comprueba la consecuencia de todos los elementos
que vertebran el tipo.

En efecto, consta: a) la previa declaración por el Juez civil de quiebra


fraudulenta, que opera como requisito de procedibilidad para el proceso penal, aunque
es obvio que a consecuencia de la independencia que tiene cada orden jurisdiccional,
aquel pronunciamiento de fraudulenta en el orden civil no se impone en el orden penal,
por lo que resulta indispensable la existencia de prueba en el proceso penal que sirva de
fundamento al Juez penal para efectuar el pronunciamiento correspondiente, por ello
procede rechazar la critica que se efectúa en el motivo de sumisión acrítica del orden
penal al civil en orden a la calificación de fraudulenta de la quiebra. Nada más lejano.
La declaración se efectúa en virtud de la prueba practicada en el juicio oral.

b) El elemento causal al que se refiere el art. 260 en relación a que la situación


de crisis económica o la insolvencia sea causada o agravada dolosamente, se patentiza
en el presente caso con la enajenación de las participaciones de DIRECCION000 por
parte del recurrente al coacusado venta que tuvo la consecuencia de propiciar la
inactividad de DIRECCION000, con la correspondiente pérdida de los posibles activos
que tenía a su favor, pendiente de cobro, e imposibilitando el pago de los créditos que
los proveedores tenían contra ella. Dicha venta, además se tradujo en la práctica en la
desaparición de la empresa, de suerte que en el proceso civil de quiebra no se pudo
ocupar ningún bien ni documentación o contabilidad de la quebrada.

Precisamente aquí pudiera estar el móvil de la concertada acción entre los dos
recurrentes y al que se refería la representación del Sr. Armando en el anterior motivo,
pues es lo cierto, como se afirma en la sentencia, que no se tiene conocimiento del
destino de aquellos activos --40 millones-- cobrables en gran medida de que disponía
DIRECCION000, pudiendo apuntarse como especulación sobre el móvil de la
transmisión rechazada, el impago a los acreedores, poniendo a salvo dicho activo
realizable mediante el velo de la transmisión realizada y el cese de la actividad
empresarial, todo ello con el acuerdo de ambos condenados.

c) El elemento tendencial de naturaleza subjetiva de efectuar tales operaciones


en perjuicio de la masa de acreedores, bien patente en el presente caso como se recoge

560
en el factum "....con el objetivo de eludir las responsabilidades contraídas por la
mercantil DIRECCION000.

d) En relación a la condición de comerciante --extremo que se niega por el


recurrente-- es claro que concurre en el Sr. Armando en su condición de director único
de la Sociedad DIRECCION000 ., de la que era, además, socio mayoritario y
administrador solidario junto con su esposa. Precisamente esa condición de director de
la Empresa que le facultaba para disponer de ella, como hizo al venderla al Sr. Carlos
María , le legitima como responsable penal en nuestro sistema de justicia, ya que
manteniéndose el dogma de que la sociedad no delinque, su lógico correctivo que
impide la impunidad de la delincuencia societaria, es la atribución de la responsabilidad,
de conformidad con el art. 31, al administrador o a aquél que tenga la representación
legal o voluntaria de la empresa, que en este caso recae sobre Armando como ya se ha
argumentado. Recordemos que en el factum se recoge el hecho de que el Sr. Armando
"administraba y dirigía" DIRECCION000.

El motivo debe ser desestimado.

Como tercer motivo, y por el cauce del error en la valoración de la prueba


fundado en documentos, se argumenta que el recurrente no fue el responsable de la
desaparición de la empresa tras su venta, que fue ajeno al destino que pudieran tener los
activos de que disponía la empresa en el momento de su venta, que él no fue
responsable de la descapitalización de DIRECCION000 y que no ostentaba la condición
de comerciante.

Como presupuesto en el que descansa el denunciado error se cita en el escrito de


anuncio del recurso de casación de 26 de Abril de 1999 los siguientes documentos: a)
Informe del Depositario de la Quiebra Necesaria de DIRECCION000, en los autos
civiles --folios 8 a 10--.

b) Fotocopia escritura del cese y nombramiento de administrador y traslado de


domicilio efectuada por Carlos María.

c) Acta de la Junta Universal de Accionistas constituida por Armando y con


presencia de Carlos María en la que se produjo la venta de la totalidad de las acciones a
éste.
561
d) Certificado del Colegio de Corredores de Comercio que recoge la transmisión
de las acciones de DIRECCION000 a Carlos María.

e) Fotocopia de la publicación del Acuerdo Extraordinario de la Junta Universal


de Accionistas de DIRECCION000 por el que se acuerda el cambio de domicilio.

Ninguno de los documentos acreditan los errores que se denuncian. En realidad,


tales documentos solo acreditan lo que en ellos se refleja, lo que no se niega que haya
ocurrido: ni la venta de la sociedad, ni el cambio de domicilio, la desaparición del
quebrado, etc. etc., precisamente esos actos constituyen e integran la estructura para la
defraudación provocada a los acreedores, por el concierto entre ambos condenados, todo
lo cual lleva a la desestimación del motivo.

En relación al Informe del Depositario de la Quiebra --folios 8 a 10-- más que un


documento en el sentido casacional del término tiene el carácter de una declaración de
conocimiento, siendo relevante del mismo los datos relativos a la inexistencia de
papeles, libros de contabilidad, así como la desaparición del quebrado, Carlos María , lo
que lejos de exonerar a Armando, patentiza el acuerdo entre ambos como ya se ha
dicho, porque recuérdese que la retroacción de la Quiebra se situó el 6 de Julio de 1992,
por tanto en fecha anterior a la venta de la empresa que se llevó a cabo el 24 de Agosto
de 1993 como se reconoce por el propio recurrente en la documentación que se cita en
apoyo del motivo --escritura pública obrante a los folios 56 y siguientes--, y se recoge
en el factum.

Procede la desestimación del motivo.

Cuarto motivo, por el cauce de la Infracción de Ley del art. 849-1º por
vulneración del art. 50 del vigente Código Penal.

La denuncia casacional se refiere a la cuantificación de la multa, que de acuerdo


con el sistema de días- multa, tiene un abanico cuantitativo desde 200 Ptas. diarias a
50.000, determinando el párrafo 5º del artículo citado que los Jueces y Tribunales
determinaron el importe de las cuotas "....teniendo en cuenta para ello exclusivamente la
situación económica del reo, deducida de su patrimonio, ingresos, obligaciones y cargas
familiares y demás circunstancias personales del mismo...".

562
En cumplimiento a este mandato legal de motivación de la cuantía de las cuotas
de la multa, el Fundamento cuarto de la sentencia fija la misma en 2.000 Ptas diarias en
base al argumento del potencial económico de cada recurrente que puede deducirse de
haberse costeado letrado particular que les defienda en el proceso penal.

Se alza contra esta fundamentación el recurrente que tilda de "verdadera


perversión de los efectos del ejercicio por el encautado --sic-- del derecho a la defensa",
estimando el argumento torticero, porque no es ostentación de lujo, el disponer de
Letrado elegido, amén de no constar que el letrado haya cobrado del recurrente, o
incluso puede haber cobrado de otra persona.

No le asiste la razón al recurrente en ninguna de sus críticas. El tema es mucho


más sencillo. El art. 50 exige que la imposición de la cuantía de la multa lo sea en
proporción a la situación económica del condenado, dando unos indicadores:
patrimonio, ingresos, obligaciones y cargas familiares. Ello exige una investigación
económica cuya ubicación sería la pieza de responsabilidad civil y su destino, entre
otros, facilitar los datos para fijar la cuantía de la multa.

Desde este presupuesto, la Sala sentenciadora ha tenido en cuenta la existencia


de letrado particular que le ha defendido para fijar el importe de la cuota-multa en 2000
Ptas. Esta defensa particular, es ciertamente un indicador de una cierta situación
económica, que debiera haberse complementado con más datos, pero en la medida que
la cuantía de la multa fijada no llega a la vigésima parte del máximo, y se encuentra en
zona muy próxima del mínimo --cuantía de 2.000 Ptas. sobre un mínimo legal de 200
Ptas-- se ofrece una suficiente fundamentación -- SSTS nº 252/2000 de 24 de Febrero y
7 de Abril de 1999 y 1377/2001 de 11 de Julio--.

Procede la desestimación del motivo.

Tercero.- Recurso de Carlos María.

Aparece formalizado por un único motivo encauzado por la vulneración de


derechos constitucionales en relación al derecho a la presunción de inocencia.

Desde la doctrina expuesta en el estudio del segundo motivo del anterior


recurso, que damos por reproducida, procede la desestimación del motivo.

563
El recurrente más que cuestionar la inexistencia de prueba, discrepa de la
valoración dada a la existente por la Sala sentenciadora.

Precisamente las argumentaciones del motivo vienen a patentizar el acuerdo


defraudatorio existente entre ambos. En efecto, se dice que la quiebra de
DIRECCION000 declarada por la jurisdicción civil lo fue en base a operaciones
comerciales realizadas por el anterior administrador y propietario, el también condenado
y recurrente Armando , y ello es cierto porque la retroacción de la quiebra a la fecha de
6 de Julio de 1992, la sitúa en fecha anterior a la venta de la empresa, pero nada se dice
de la práctica desaparición de la empresa y del quebrado durante la tramitación del
proceso civil, que era Carlos María , siendo significativa y de la mayor importancia para
acreditar la confabulación defraudatoria entre ambos, que en sus respectivas
declaraciones responsabilizan al contrario de la inexistencia de documentación, libros
de contabilidad, como se valora en el Fundamento Jurídico primero de la sentencia --
página 8--, y ello tanto más significativo cuando que el giro de la mercantil de la
empresa alcanzaba los 500 millones de Ptas., así como la falta de comunicación de la
transmisión efectuada a los acreedores y la ausencia de justificación sobre el destino de
los aproximadamente 40 millones de activos patrimoniales que en concepto de
impagados a DIRECCION000 de empresas sólidas del sector existían al tiempo de la
venta de DIRECCION000 al actual recurrente.

Hubo prueba de cargo y las conclusiones extraídas por la sentencia recurrida


están argumentadas y fundadas y llenas de razonabilidad.

Procede la desestimación del recurso.

Cuarto.- De conformidad con el art. 901, procede la imposición de las costas del
recurso, respectivamente, a cada recurrente.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a los recursos de


casación formalizados por las representaciones legales de Armando y Carlos María
contra la sentencia dictada el día 8 de Abril de 1999 por la Sección Quinta de la
Audiencia Provincial de Barcelona con imposición a los recurrentes de las costas de sus
respectivos recursos.
564
Notifíquese esta resolución al Ministerio Fiscal y recurrentes, y póngase en
conocimiento de la Audiencia Provincial de Barcelona, con devolución de la causa a
esta última e interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

32-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 23 DE JULIO DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

Primero.- El Juzgado de Instrucción nº 19 de Madrid, incoó Procedimiento


Abreviado nº 7998/96, contra Pablo, por delito de alzamiento de bienes, y una vez
concluso lo remitió a la Audiencia Provincial de Madrid, Sección Séptima, que con
fecha 26 de Febrero de 1999 dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS
PROBADOS:

"El acusado Pablo , mayor de edad y sin antecedentes penales, en su calidad de


administrador único de las empresas DIRECCION002, DIRECCION003 e
DIRECCION004., el 11 de mayo de 1996 comunicó mediante escrito a Mariano su
despido de tales empresas para las que había estado prestando servicios como contable.
Mariano presentó demanda por despido improcedente que dio lugar a los autos nº
339/96 del Juzgado de lo Social nº 3 de Madrid; el 1 de julio de 1996 recayó sentencia
estimando el despido improcedente y condenando al demandado a optar por la
readmisión del demandante o por indemnizarle en la cantidad de 7.623.654 pesetas. El
17 de julio de 1996 el acusado presentó escrito en el Juzgado de lo Social optando por la
indemnización.- El día 25 de julio de 1996 Mariano solicitó del Juzgado de lo Social la
ejecución por vía de apremio de la sentencia condenatoria y el embargo del piso ubicado
en la calle DIRECCION000 nº NUM000, 1º de Madrid propiedad de DIRECCION004.
El 3 de septiembre de 1996 en el procedimiento citado se dictó auto ordenando
despachar ejecución y por providencia de 24 de septiembre de 1996, notificada al
acusado el 1 de octubre siguiente, se acuerda el embargo del referido piso; dicho
565
embargo fue anotado preventivamente en el Registro de la Propiedad el 3 de diciembre
de 1996.- El piso a que venimos aludiendo, sito en la DIRECCION000 nº NUM000 de
esta ciudad, estaba gravado desde el 12 de noviembre de 1994 con una hipoteca de 24
millones a favor de la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de Madrid habiéndose
valorado la finca en la escritura de constitución de la hipoteca en 48.641.250 pesetas.
Mediante escritura pública de fecha 17 de octubre de 1996 el acusado constituyó sobre
dicho inmueble una nueva hipoteca a favor de la Caja de Madrid en garantía de un
préstamo por importe de 31 millones de pesetas, siendo inscrita la misma en el Registro
de la Propiedad el 2 de diciembre de 1996. Los treinta y un millones del préstamo
recibido fueron destinados a satisfacer deudas contraídas por DIRECCION004 con Caja
Madrid, procedentes de una línea de crédito que tenía concedida por importe de 30
millones de pesetas y vencimiento el 20 de octubre de 1996 y a amortizar, en parte, el
préstamo garantizado la hipoteca de fecha 12 de noviembre de 1994.- Las tres
sociedades DIRECCION002 ., DIRECCION003 . e DIRECCION004 . no consta que en
la actualidad desarrollen actualmente actividad de clase alguna, siendo el acusado en la
actualidad Administrador de L.C. Consultores S.L.". (sic)

Segundo.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:

"FALLAMOS: Que debemos ABSOLVER Y ABSOLVEMOS al acusado Pablo


del delito de ALZAMIENTO DE BIENES del que venía siendo acusado por la
acusación particular declarando de oficio las costas procesales.- Déjense sin efecto las
medidas acordadas contra su persona y bienes". (sic)

Tercero.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


la representación de Mariano, que se tuvo por anunciado remitiéndose a esta Sala
Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y
resolución, formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

Cuarto.- Formado en este Tribunal el correspondiente rollo, la representación del


recurrente, formalizó el recurso, alegando los siguientes MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO: Por Infracción de Ley, al amparo del art. 849.1 de la LECriminal,


por inaplicación del art. 257.1 y 2 y 257.2 en relación con el art. 251.2 del Código
Penal.
566
SEGUNDO: Por la vía del art. 849.2 de la LECriminal, se invoca error en la
apreciación de la prueba designándose como referencia documental las certificaciones
del Registro que prueban que las dos hipotecas tenían autonomía y como tales figuraban
vivas en la oficina registral.

Quinto.- Instruidas las partes del recurso interpuesto, la Sala admitió el mismo,
quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo, cuando por turno
correspondiera.

Sexto.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación el día 19 de


Julio de 2001.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Primero.- La sentencia dictada el día 26 de Febrero de 1999 por la Sección


Séptima de la Audiencia Provincial de Madrid absolvió a Pablo del delito de alzamiento
de bienes del que venía siendo condenado contra dicha sentencia se ha formalizado
recurso de casación por la representación de la Acusación Particular ejercitado por
Mariano que lo vertebra a través de dos motivos, por Infracción de Ley de los números
1º y 2º --respectivamente--, del art. 849 de la LECriminal.

Antes de pasar al estudio del recurso, y como referente indispensable para una
mejor comprensión, debemos recoger, someramente, los hechos declarados probados.
Estos se refieren al despido acordado por el recurrido-absuelto, administrador único de
las empresas DIRECCION002, DIRECCION003 e DIRECCION004 respecto de quien
había sido el contable Mariano. El despido fue declarado finalmente improcedente,
optando Mariano por la indemnización que fue fijada en 7.623.654 Ptas. El Sr. Mariano
solicitó del Juzgado de lo Social la ejecución por la vía de apremio de la sentencia
condenatoria interesando el embargo del piso propiedad de DIRECCION004 sito en la
c/ DIRECCION000 de Madrid. Por proveído de 24 de Septiembre de 1996 se acuerda el
embargo notificado al Sr. Pablo el 1 de Octubre de 1996.

Dicho piso, previamente a lo señalado, ya estaba gravado con una hipoteca por
importe de 24 millones de Ptas. en favor de la Caja Madrid desde el 12 de Noviembre
de 1994, habiéndose valorado el piso en 48.641.250 Ptas.

567
El Sr. Pablo , mediante escritura pública constituyó el día 17 de Octubre de 1996
nueva hipoteca en favor de Caja Madrid en garantía de un préstamo de 31 millones de
Ptas. que solicitó. Dicho importe fue destinado a satisfacer deudas contraídas por
DIRECCION004 con Caja Madrid procedentes de una línea de crédito que tenía
concedida por importe de 30 millones de Ptas. y vencimiento 20 de Octubre de 1996, así
como a amortizar parte del préstamo garantizado con la hipoteca de 12 de Noviembre de
1994. Con estos datos, la tesis de la sentencia que justifica la absolución es que la
segunda hipoteca constituida sobre el piso no fue en fraude de acreedores, sino que el
acusado optó por cancelar en primer lugar los créditos que tenía concedidos con Caja
Madrid con preferencia al que tenía con Mariano.

Segundo.- El recurso de la Acusación Particular aparece formalizado por dos


motivos.

El primer motivo, por el cauce del art. 849-1º de la LECriminal por


interpretación errónea del art. 257-1º párrafo segundo y 257-2º, en relación con el art.
251.2, todos del vigente Código Penal.

La tesis que sustenta el motivo es que en la medida en que con fecha 1 de


Octubre de 1996, se le notificó al Sr. Pablo el embargo de la vivienda en el
procedimiento de apremio seguido ante el Juzgado de lo Social a instancias de su
anterior empleado, indebidamente despedido, y que con posterioridad a tener
conocimiento de ello, dispuso días después de la vivienda, estableciendo una nueva
hipoteca, ello fue con la exclusiva finalidad de hacer ineficaz el embargo trabado por el
Juzgado de lo Social, conducta que integra la acción típica descrita en el art. 257-1º
párrafo segundo, según la cual integra la acción de alzamiento "....cualquier acto de
disposición patrimonial generador de obligaciones que dilata, dificulte o impida la
eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio judicial,
extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación....".

El actual art. 257 del Código Penal, no solo es el sucesor del art. 519 que
sancionaba el alzamiento de bienes, sino que además ha ampliado notablemente su
contenido, pues junto con el tipo básico de alzamiento, consistente en la desaparición
física del deudor con sus bienes, incluye una nueva modalidad de alzamiento

568
consistente en la realización de "....cualquier acto de disposición patrimonial o
generador de obligaciones....", siempre que a consecuencia de este acto patrimonial u
obligacional, el deudor se muestre insolvente ante la obligación, esta ampliación del
tipo ha reforzado la naturaleza del delito como de estructura abierta. Esta nueva
modalidad delictiva que supone un acto de disposición u obligacional en perjuicio de un
acreedor, puede entrar en colisión con la consolidada doctrina jurisprudencial que tiene
declarado que el delito de alzamiento castiga la insolvencia, no la pretensión de
acreedores, puesto que si el que recibe los bienes con injusta preferencia, es en todo
caso titular de un crédito, se tratará de un problema de anulabilidad del negocio, situado
extramuros del Código Penal. Es preciso deslindar en cada caso los ámbitos del ámbito
civil y penal o dicho de otro modo, separar el negocio civil impugnable del delito de
alzamiento de bienes.

Se estará ante una conducta de favorecimiento de acreedores, situada extramuros


del Código Penal cuando el futuro insolvente solventa sus deudas con alguno de los
acreedores, perjudicando al resto siempre que aquél no esté constreñido a satisfacer el
crédito pospuesto en el pago, por el contrario, cuando exista este constreñimiento
jurídico debe estimarse que no existe causa de justificación que ampare tal anticipación
de pago, y que en consecuencia en la medida que con el pago efectuado se ha
constituido en una situación de insolvencia, es decir sin bienes, ante el resto de los
acreedores, singularmente ante aquel acreedor que ostentaba un crédito ya realizable, ha
de estimarse tal acción como incursa en el nuevo supuesto contemplado en el art. 257-1º
párrafo segundo que solo exige que el crédito pretendido sea ejecutivo, habiéndose ya
iniciado la ejecución o siendo previsible su iniciación, debiéndose deducirse el elemento
subjetivo tendencial consistente en la intención de causar perjuicio a los acreedores,
como objetivo intentado, sin que se exija su efectividad, de la propia prueba indiciaria
que exista al respecto en el supuesto contemplado, ya que, la acreditación de este
elemento interno, como juicio de intenciones que anima la acción del culpable, se
acreditará más bien por prueba indirecta o indiciaria, que por prueba directa -- STS de
20 de Enero de 1997--.

En definitiva el nuevo tipo que se comenta viene a sancionar todas aquellas


maniobras del deudor que tienden a entorpecer, obstaculizar o impedir la satisfacción de
569
un crédito para el que ya se esté en fase de ejecución o de previsible ejecución, en
perjuicio del titular de dicho crédito.

Tercero.- De conformidad con la doctrina expuesta, pasamos a analizar el hecho


enjuiciado.

En síntesis, el factum, inatacable dado el cauce casacional empleado recoge con


incidencia en la resolución del caso que el recurrido absuelto, tras serle notificado el día
1 de Octubre el embargo del piso acordado por el Juzgado de lo Social para responder
de la indemnización de 7.623.654 Ptas. correspondiente al empleado que había
despedido de forma improcedente, unos días después, el 17 del mismo mes y año vuelve
a constituir nueva hipoteca sobre el piso a favor de Caja Madrid en garantía de un
préstamo por importe de 31 millones de Ptas. Un examen de los autos permite verificar
la realidad de lo expuesto, debiendo significarse que en el propio auto de fecha tres de
Septiembre del Juzgado de lo Social en el que se despacha ejecución, se le advierte
expresamente que "....se abstenga de realizar actos de disposición sobre su patrimonio
que pudieran implicar una situación de insolvencia....", notificándosele dicho auto el 3
de Octubre --no el 1 de Octubre como se dice en el factum--, según se comprueba al
folio 213 del Tomo II de las actuaciones.

Estos datos acreditan que el recurrido absuelto, con quebrantamiento del deber
de lealtad que expresamente se le había notificado, efectuó un acto generador de
obligaciones que impidió de hecho el cobro de la indemnización debida al empleado
que ilegalmente había despedido, y para cuya efectividad ya se había despachado
ejecución con embargo, precisamente del piso de la c/ DIRECCION000 sobre el que
días después constituyó nueva hipoteca.

Solo un extremo resta por verificar: es el relativo a si los otros créditos atendidos
preferentemente por el recurrido, también este estaba constreñido jurídicamente a
satisfacerlos o no. Al respecto la sentencia recurrida afirma en el Fundamento Jurídico
primero que en relación a la póliza de crédito que Caja Madrid tenía concedida a
DIRECCION002 este debía ser cancelado el 20 de Octubre y ascendía a 30 millones de
Ptas. Hay que decir que si bien el importe máximo de la línea de crédito era 30 millones
de Ptas. y la línea de crédito vencía el 20 de Octubre de 1996 --Documento de póliza de

570
crédito obrante al folio 68 del Tomo I de las actuaciones--, se desconoce la cuantía del
saldo acreedor final a favor del banco por capital, intereses y comisión, ya que se
canceló antes de su vencimiento. Que el vencimiento de la misma fuera el 20 del mismo
mes de Octubre de 1996, pone además de manifiesto un vencimiento posterior al del
crédito del empleado despedido, pues la ejecución se despachó el día 3 de Septiembre y
se le notificó el 3 de Octubre sin que conste que por Caja Madrid se hubiese instado
embargo o procedimiento ejecutivo en reintegro del saldo deudor que pudiera arrojar
dicha línea de crédito. También se refiere la sentencia al préstamo garantizado con la
primera hipoteca que gravaba la vivienda. Dicha hipoteca lo era por importe de 24
millones de Ptas., de los que en el mes de Agosto de 1996 quedaban pendientes de
devolución 15.146.233 Ptas. estando garantizada la devolución del préstamo con la
hipoteca existente sobre el piso valorado a tal efecto en 48.641.250 Ptas. sin existir
prueba ni del transcurso del plazo de devolución del préstamo garantizado con la
repetida hipoteca, ni tampoco del ejercicio de la correspondiente acción hipotecaria.

La conclusión de todo lo expuesto, es que el recurrido absuelto, Sr. Pablo, sin


estar constreñido jurídicamente al pago de los créditos que tenía con Caja Madrid,
antepuso su pago, con la constitución de la segunda hipoteca sobre el piso de la c/
DIRECCION000, y con ello impidió la eficacia del embargo y despacho de ejecución
contra dicho piso acordado por el Juzgado de lo Social, eludiendo el pago de la
indemnización fijada en favor del empleado/recurrente D. Mariano. Su actuación no
puede quedar atípica porque no obró en el ejercicio de un derecho, no existió causa de
justificación alguna sino conducta dolosa tendente a perjudicar a aquél, la evidencia de
este ánimo tendencial, esencial en el delito de alzamiento, como ya se ha dicho, se suele
acreditar con prueba indiciaria al ser un juicio de intenciones de naturaleza subjetiva. En
el presente caso, con independencia de lo alegado en el recurso en el sentido de que en
diversas ocasiones el Sr. Pablo no le advirtió que no percibiría ni un duro como
consecuencia del despido, lo que no puede ser estimado como prueba en la medida que
no consta manifestación del recurrente en tal sentido, es lo cierto que la proximidad de
las fechas entre el despacho de ejecución acordado por el Juzgado de lo Social y la
constitución a los pocos días de la segunda hipoteca para abonar deudas de Caja Madrid
respecto de las que no existía procedimiento ejecutivo alguno, permite dada la singular

571
potencia acreditativa del indicio, no desvirtuado por contraindicios, obtener el juicio de
inferencia de que esta segunda hipoteca tuvo como finalidad eludir el pago de aquella
deuda.

En conclusión, procede la estimación del motivo, debiéndose calificar la acción


del recurrido Sr. Pablo, como incursa en el supuesto de insolvencia punible del art. 257-
1º párrafo segundo, lo que se efectuará en la segunda sentencia.

Procede la estimación del motivo.

La estimación del motivo anterior hace innecesario entrar en el estudio del


segundo motivo.

Cuarto.- De conformidad con el art. 921 LECriminal procede declarar de oficio


las costas del recurso dada su estimación.

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos HABER LUGAR al recurso de casación


formalizado por la representación legal de la Acusación Particular contra la sentencia
dictada el día 26 de Febrero de 1999 por la Sección Séptima de la Audiencia Provincial
de Madrid, y en consecuencia casamos y anulamos la referida sentencia, la que será
sustituida por la que seguida y separadamente vamos a pronunciar.

Se declaran de oficio las costas del recurso.

Notifíquese esta resolución y la que seguidamente se va a dictar a las partes y


póngase en conocimiento de la Audiencia Provincial de Madrid, Sección Séptima, con
envío de las actuaciones e interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa lo


pronunciamos, mandamos y firmamos José Antonio Martín Pallín Joaquín Giménez
García Eduardo Moner Muñoz

SEGUNDA SENTENCIA:

Fallo Segunda Sentencia:

572
Que debemos condenar y condenamos a Pablo, como autor de un delito de
insolvencia sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad, a
las penas de un año de prisión y doce meses de multa a razón de cuota diaria de 3.000
Ptas.

Asimismo le condenamos a que en concepto de responsabilidad civil abone a


Mariano la cantidad de nueve millones de Ptas. y asimismo le imponemos las costas del
juicio con inclusión de las causadas por la Acusación Particular.

Notifíquese esta sentencia en los mismos términos que la anterior.

Así por esta nuestra sentencia.

33-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 18 DE SEPTIEMBRE


DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción nº 5 de Santander incoó Procedimiento Abreviado


con el número 45/98 contra M.A.C.E., y una vez concluso lo remitió a la Audiencia
Provincial de Santander, cuya Sección Primera, con fecha quince de abril de mil
novecientos noventa y nueve dictó sentencia que contiene los siguientes HECHOS
PROBADOS: "El acusado M.A.C.E., mayor de edad, sin antecedentes penales,
administrador de la entidad mercantil "Recambios del Norte, S.L." con domicilio social
en esta ciudad, c/ XXX, como consecuencia de relaciones comerciales mantenidas con
la empresa "Hercos Parayas, SA", resultó deudora por la cantidad de 1.060.321 pts.-
Ante el impago de esta deuda, "Hercos Parayas, SA" presentó, con fecha 25 de abril de
1996, demanda en reclamación de cantidad, que se siguió ante el Juzgado de Primera
Instancia nº 10, bajo los autos de Juicio de Menor Cuantía 358/96. De esta demanda se
dio traslado al acusado mediante emplazamiento de fecha 16 de mayo, a la que contestó

573
mediante escrito presentado el día 11 de junio.- Con fecha 3 de Junio de 1996, se dictó
auto por el que se acordó el embargo prevent8vo de bienes del deudor y por providencia
de 11 de julio se decretó la anotación preventiva de embargo en el Registro de la
Propiedad de la parcela de terreno en el lugar de la Reyerta, término municipal de
Santander, de cabida quinientos once metros cincuenta decímetros cuadrados dentro de
la cual existe una nave industrial, finca registral XXX y propiedad de la empresa
Recambios del Norte, S.L. la cual se llevó a efecto con fecha 29 de julio de 1996.- Por
el Juzgado de Primera Instancia nº 10 se dictó sentencia el día 21 de abril de 1997
condenado a Recambios del Norte, S.L. a abonar la cantidad debida a Hercos Parayas.-
Por escritura otorgada el día 26 de junio de 1996, ante el Notario Don J.M.P.D., vendió
la finca descrita a la compañía mercantil denominada "Gráficas Calima, S.A." por el
precio de 29.500.000 pts., ignorando ésta última entidad la existencia de la anotación
preventiva de embargo por no encontrarse, en la fecha de otorgamiento de la escritura,
anotada en el Registro de la Propiedad.- Con fecha 9 de octubre de 1997, la empresa
Gráficas Calima, SA., presentó demanda de tercería de dominio contra Hercos Papayas,
SA. y Recambios del Norte, S:L.- El inculpado tuvo noticia del embargo en 8-7-1996.-
Con el precio de la venta de la finca el inculpado pagó deudas pendientes a Banco
Central, Caja Cantabria, Bankinter, trabajadores, proveedores y otras deudas por valor
superior a 30 millones en fechas inmediatas a dicha venta".

2. La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: "FALLAMOS:


Que debemos absolver y absolvemos a M.A.C.E. de la acusación que contra él se
formuló, imponiendo las costas a la acusación particular, HERCOS PAPAYAS, S.A.
por mantener una acusación temeraria.- Déjense sin efecto las posibles medidas
cautelares adoptadas en esta causa".

3. Notificada la Sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de ley y quebrantamiento de forma por la acusación particular HERCOS
PARAYAS, S.A.., que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del
Tribunal Supremo las certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución,
formándose el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto por la representación de recurrente, la acusación


particular HERCOS PAPAYAS, S.A. se basó en los siguientes MOTIVOS: UNICO.-
574
Por infracción de Ley previsto en el art. 849, apdo. 1º y 2º de la Ley de Enj.Criminal y
por Quebrantamiento de forma previsto en el art. 851 apdo. 2º y 3º de citada Ley.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto el mismo impugnó el


motivo en cuanto a la existencia del delito y apoyó la alegación en cuanto a la
imposición de costas. Y la representación del recurrido, el acusado M.A.C.E.,
personado en dicho recuso, impugnó totalmente el mismo; la Sala lo admitió a trámite y
quedaron conclusos los autos para señalamiento de fallo para cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el correspondiente señalamiento, se celebró la votación y fallo del


presente recurso el día 10 de Septiembre del año 2001.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La atípica formalización del recurso, obliga a indagar la voluntad


impugnativa, y los verdaderos motivos alegados.

En siete líneas introductorias del escrito del recurso, se señala de forma general e
indeterminada los cauces impugnativos utilizados: art 849-1º y 2º L.E.Cr., por
infracción de ley, y 851 ap.2º y 3º, por quebrantamiento de forma.

A continuación el recurrente hace un repaso de los aspectos tanto fácticos como


jurídicos de la sentencia combatida, manteniendo en determinados extremos sus
discrepancias con la misma.

Elementales razones de sistemática casacional imponen el análisis preferente de


los vicios "in procedendo" denunciados (quebrantamiento de forma), para luego
examinar lo atinente al "error facti" (art. 849-2º L.E.Cr.), concluyendo con lo que,
interpretando los propósitos impugnativos, entendemos como infracción de ley
(inaplicación indebida del art. 257 C.Penal, por un lado, y del art. 240-3º de la L.E.Cr.,
por otro.).

SEGUNDO.- Invoca el recurrente infracción del art. 851-2 de la L.E.Cr. y lo


hace sin ninguna base o fundamento.

1. En la motivación del recurso, nada se precisa sobre las posibles carencias del
factum. Quizás constituya un error la invocación, pero de la simple lectura de los hechos
575
probados, se observa, cómo existe un perfecto desarrollo descriptivo de lo que fue
objeto de la pretensión penal.

No se dice en ellos, que no se hayan probado los hechos objeto de la acusación


sin más. Luego, ya en los fundamentos jurídicos de la sentencia impugnada se razona,
como es adecuado dentro de la estructura formal de la resolución que se dicta, la
inexistencia de dolo o ausencia del elemento subjetivo del injusto, de defraudar a los
acreedores. El submotivo debe rechazarse.

2. Tampoco se advierte de la simple lectura de la sentencia que se haya incurrido


en incongruencia omisiva, como parece denunciar el recurrente al aludir al nº 3 del art.
851 L.E.Cr.

La STS. nº 1816/2000, de 28 de diciembre, se expresa así, sobre esta cuestión:


"La llamada "incongruencia omisiva" o "fallo corto" constituye un "vicio in iudicando"
que tiene como esencial la vulneración por parte del Tribunal del deber de atendimiento
y resolución de aquellas pretensiones que se hayan traído al proceso oportuna y
temporalmente, frustrando con ello el derecho de la parte -integrado en el de tutela
judicial efectiva- a obtener una respuesta fundada en derecho sobre la cuestión
formalmente planteada (Sentencias del T. Constitucional 192/87, de 23 de junio,
8/1998, de 22 de enero y 108/1990, de 7 de junio, entre otras, y de esta Sala Segunda de
2 de noviembre de 1990, 19 de octubre de 1992 y 3 de octubre de 1997, entre otras
muchas). La doctrina jurisprudencial estima que son condiciones necesarias para la
casación de una sentencia por la apreciación de este "vicio in iudicando", las siguientes:
1) que la omisión o silencio verse sobre cuestiones jurídicas y no sobre extremos de
hecho; 2) que las pretensiones ignoradas se hayan formulado claramente y en el
momento procesal oportuno; 3) que se traten de pretensiones en sentido propio y no de
meras alegaciones que apoyan una pretensión; 4) que no conste resueltas en la
sentencia, ya de modo directo o expreso, ya de modo indirecto o implícito, siendo
admisible este último únicamente cuando la decisión se deduzca manifiestamente de la
resolución adoptada respecto de una pretensión incompatible, siempre que el conjunto
de la resolución permita conocer sin dificultad la motivación de la decisión implícita,
pues en todo caso ha de mantenerse el imperativo de la razonabilidad de la resolución
(STS. 771/1996, de 5 de febrero, 263/96, de 25 de marzo o 893/97, de 20 de junio)""
576
3. A la luz de la doctrina reseñada, no se descubre en el caso que nos ocupa
ninguna pretensión jurídica, oportunamente deducida por el recurrente, que haya sido
desatendida. Por lo menos ninguna concreta en el escrito del recurso. Por tal razón,
dicho motivo también está destinado al fracaso.

TERCERO.- Menciona el recurrente en su anárquica exposición impugnativa, el


art. 849-2º de la L.E.Cr., relativo al error facti.

Hemos de partir de los términos de la censura, como es preceptivo, así como de


los documentos que la parte invoca y modo de realizar la concreción del aspecto del
documento, no considerando por el Tribunal sentenciador. En el apartado señalado con
la letra E) del recurso hace referencia a la totalidad del expediente, haciendo especial
hincapié en lo siguiente:

a) Declaración del inculpado.

b) Autos dictados por el Juez Instructor de fechas 13 de enero, 29 de junio y 31


de julio de 1998

c) Escrito de calificación del Ministerio Fiscal.

Ni la referencia a la totalidad del expediente es adecuada ni cumple con la


obligación del recurrente de designar particulares del documento preterido, ni las
declaraciones del inculpado, aunque se hallen documentadas, merecen el calificativo de
documento a efectos casacionales, ni mucho menos las resoluciones judiciales o los
escritos de las partes en los que se ejercitan las pretensiones ante el órgano
jurisdiccional.

Por lo demás, del análisis del proceso, no se descubre ninguna manifestación o


descripción en el factum, que se halle en contradicción con documento alguno, obrante
en el proceso, que acredite algún aspecto, con la debida fehaciencia, sin hallarse
contradicho por otras pruebas.

El motivo también debe rechazarse.

CUARTO.- Al amparo del art. 849-1º, la Sala interpreta que el acusado denuncia
inaplicación del art. 257 del C. Penal.

577
1. La naturaleza de la censura obliga al más absoluto respeto a los hechos
probados. De ellos se colige, que el acusado desplegó una conducta, que objetivamente
podía incardinarse en el art. 257 del C. Penal, si no fuera porque el Tribunal, no estimó
concurrente el elemento subjetivo del injusto, integrado por el propósito de perjudicar a
los acreedores.

2. En el caso de autos es obvio la concurrencia de:

a) existencia de un derecho de crédito real y exigible, reconocido además por


sentencia firme.

b) enajenación real y efectiva del único bien que patrimonialmente estaba


destinado a la satisfacción de los créditos.

c) situación de insolvencia provocada por tal enajenación.

d) ocasionamiento de un perjuicio objetivo a un acreedor, ya que de no haberse


producido la enajenación el embargo trabado habría surtido sus efectos.

Pues bien, a pesar de darse tales requisitos, no puede desconocerse la ausencia del
elemento subjetivo del delito, dadas las circunstancias concurrentes en el hecho, a partir
de las cuales y en racional inferencia el Tribunal pudo alcanzar la convicción que el
factum refleja

Ha quedado acreditado que ya en septiembre de 1995 el acusado hizo gestiones


para vender la finca y el día que tiene noticia del embargo (8-julio-96), ya había
realizado la venta, que tuvo lugar el 26 de junio de 1996. Frente a estos datos no figura
ninguno de signo contrario que dé base para entender que la actuación tuvo otros
móviles.

En efecto, el acusado no oculta bien alguno, por el acto de disposición realizado,


que se efectúa pública, abierta y conocidamente (escritura notarial). Con tal enajenación
no se obtiene ningún beneficio para el acusado, ya que el importe de lo conseguido lo
aplica a la extinción de créditos distintos a los del querellante; eso sí, sin que se
conozcan las razones de la elección de los créditos a extinguir, lo que supone una
conducta arbitraria, y quizás egoísta, pero no típica, en cuanto no iba dirigida a provocar
la inefectividad de los créditos pendientes.
578
Constituye doctrina de esta Sala, oportunamente recordada por el Mº Público,
que no hay alzamiento de bienes, cuando aquello que sustrae el deudor a la posible vía
de apremio del acreedor fue empleado en el pago de otras deudas realmente existentes,
pues lo que el art. 257 castiga es la exclusión de algún elemento patrimonial a las
posibilidades de ejecución de los acreedores en su globalidad y no individualmente
determinados, ya que esta figura de infracción criminal no es una tipificación penal de
la violación de las normas civiles o mercantiles relativas a la prelación de créditos. La
determinación de la preferencia entre los acreedores para la satisfacción de sus
respectivos derechos es una materia de Derecho privado cuya inobservancia no
constituye el objeto del delito ahora examinado.

El motivo debe rechazarse.

QUINTO.- Por último, y por el mismo cauce casacional que el motivo


precedente (art. 849-1º L.E.Cr.) estima infringido, por aplicación indebida el art. 240-3
L.E.Cr., al considerar injustamente impuestas las costas del proceso al recurrente en su
condición de acusador particular.

Hemos de partir de que la determinación del elemento normativo integrado en el


precepto que se considera infringido (temeridad o mala fe), y que constituye el
presupuesto de la imposición de costas compete al arbitrio del Tribunal de instancia.

Esta Sala no podrá sustituir el arbitrio ejercido si no contraviene (en los casos en
que los haya y éste no es uno de tales) los condicionamientos o parámetros legales sobre
los que ha de descansar dicho arbitrio; o bien cuando éste se aparta de la racionalidad,
moderación y prudencia exigidos en la función enjuiciadora, como contrapunto de la
prohibición de la arbitrariedad proclamada por el art. 9-2 de la Constitución Española.

La Sala de instancia entiende y reputa temeraria la conducta, en atención a la


ligereza mostrada por el querellante al mantener la acusación, especialmente después de
concluida la instrucción, produciendo un desprestigio en el acusado al obligarle a
soportar un proceso penal.

Tales razonamientos, no han tenido en consideración otros, que a juicio de la


Sala revisora tienen más peso específico en trance de efectuar tal valoración:

579
a) En primer lugar, no puede un Tribunal ser riguroso, acudiendo a criterios
próximos al vencimiento, a la hora de calificar una denuncia, querella o acusación como
temeraria, si no quiere coartar el libre ejercicio del derecho de acción penal, como
instrumento de la tutela judicial efectiva.

b) En el caso de autos tanto el Juez de Instrucción, imputando al acusado los


hechos y decretando la apertura del juicio oral contra el mismo, como el Mº Fiscal
formulando acusación y manteniéndola hasta el juicio, conducen al entendimiento de
que no resultaba tan clara, como el Tribunal estimó, la temeridad de la acusación
particular, que discurrió por los mismos cauces que la del Mº Fiscal.

c) En los hechos se daban los elementos objetivos del tipo. El subjetivo, que no
se estimó concurrente, debió inferirse del conjunto de circunstancias concomitantes,
valoradas en el momento del plenario, y no antes, con la adecuada contradicción, habida
cuenta de la inmediación de que gozó el Tribunal.

d) En el juicio oral se pudo haber acreditado, por ejemplo, que el valor por el
que se vendió el inmueble era ficticio, y pudo haber pactos privados (extranotariales)
con el adquirente; o se pudo probar que alguno de los créditos que satisfizo el acusado
ya estaba pagado, se había simulado, o elevado subrepticiamente su cuantía, o todavía
no había vencido, y no era exigible su pago; etc, etc., elementos de hecho todos, cuya
concurrencia o ausencia no pudo quedar despejada, sino en el momento del juicio oral.

e) Respecto al posible desprestigio ocasionado, hemos de afirmar, que si el


mismo consistía en la fama de "mal pagador", o la de haber dejado voluntariamente
incumplida una deuda pendiente reconocida judicialmente, tales circunstancias
obedecían a la realidad, forjada por el acusado con su conducta.

Dicho acusado no mostró con lo acreditado en juicio, que actuara como un


ordenado comerciante o como un ejemplar y responsable deudor en sus relaciones
jurídico-patrimoniales con terceros, al calcular mal su activo y pasivo, con perjuicio de
las espectativas de acreedores legítimos.

f) Por último, el propio acusado hubiera podido impedir el proceso pagando al


acreedor, que tenía reconocido el crédito en sentencia firme, ya que el crédito (poco más
de un millón) no era de los más dificultosos de saldar, partiendo del importe obtenido
580
con la venta del inmueble (cerca de 30 millones). Es indudable, que su arbitrario modo
de proceder al saldar sus deudas, fue determinante para la prosecución de este proceso,
al no constar que hubiese sido denunciado por otros acreedores.

A la vista de las razones expuestas, que deben prevalecer, frente a las que ha
tenido en consideración la Sala, se estima, como decisión más razonable y plenamente
acomodada a las reglas de la experiencia, no hacer expresa imposición de costas al
querellante, decisión apoyada por el Ministerio Fiscal.

El motivo debe ser acogido.

Las costas del recurso, se declaran de oficio, a tenor de lo dispuesto en el art.


901 de la L.E.Cr.

FALLO:

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS HABER LUGAR parcialmente


al recurso de casación, interpuesto por la representación de la acusación particular
HERCOS PARAYAS, S.A. en particular el Motivo señalado con la letra D), y en su
virtud, casamos y anulamos la sentencia dictada por la Sección Primera de la Audiencia
Provincial de Santander, en ese particular aspecto.

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR al resto


de los argumentos señalados en el Motivo articulado de mencionado recurso interpuesto
por HERCOS PARAYAS, S.A. contra la sentencia anteriormente dicha.

Se declaran de oficio las costas ocasionadas en el presente recurso, con


devolución a dicha parte recurrente del depósito constituido en su día.

Comuníquese esta resolución y la que seguidamente se dicte a la Audiencia


Provincial de Santander, Sección 1ª, a los efectos legales oportunos, con devolución de
la causa.

Así por esta nuestra sentencia que se publicará en la Colección Legislativa, lo


pronunciamos, mandamos y firmamos

VOTO PARTICULAR:

En la Villa de Madrid, a dieciocho de Septiembre de dos mil uno.


581
En el Procedimiento Abreviado nº 45/1998 incoado por el Juzgado de
Instrucción nº 5 de Santander, y fallado posteriormente por la Audiencia Provincial de
Santander, Sección Primera, contra el acusado M.A.C.E., mayor de edad, sin
antecedentes penales, y en cuya causa se dictó Sentencia por la mencionada Audiencia
Provincial en quince de Abril de mil novecientos noventa y nueve, que ha sido casada y
anulada por la pronunciada por esta Sala Segunda del Tribunal Supremo en el día de la
fecha, bajo la Presidencia del primero de los indicados y Ponencia del Excmo.Sr.D.José
Ramón Soriano Soriano, hace constar lo siguiente:

ANTECEDENTES DE HECHO

UNICO.- Se admiten y dan por reproducidos los que se contienen en la


sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Santander, Sección Primera, con fecha
quince de Abril de mil novecientos noventa y nueve.

FUNDAMENTOS DE DERECHO

UNICO.- Acordes con la interpretación del art. 340.3 de la L.E.Cr., se estima


incorrectamente aplicados los parámetros normativos de la temeridad y mala fe, como
se explicitó en la sentencia rescindente, no debiendo hacer expresa imposición de costas
a la acusación particular, Hercos Parayas, S.A.

FALLO

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR a


imponer las costas procesales al querellante, HERCOS PARAYAS, S.A., declarando
todas las causadas de oficio, manteniendo todos los demás pronunciamientos de la
sentencia recurrida.

Así por esta nuestra sentencia, que se publicará en la Colección Legislativa, lo


pronunciamos, mandamos y firmamos.

582
34-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 8 DE NOVIEMBRE
DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

PRIMERO.- El Juzgado de Instrucción número. 2 de Esplugues de Llobregat


(Barcelona) incoó Procedimiento Abreviado número. 77/99 por delito de alzamiento de
bienes contra Agustín y Almudena, y una vez concluso lo remitió a la Sección Tercera
de la Audiencia Provincial de Barcelona que con fecha 25 de octubre de 1999 dictó
Sentencia que contiene los siguientes HECHOS PROBADOS: "En fecha 10 de febrero
de 1994 el Juzgado de Primera Instancia número. 2 de Esplugues de Llobregat dictó
sentencia de divorcio relativa al matrimonio formado por Estíbaliz y el acusado
Agustín, mayor de edad y sin antecedentes penales. En la referida resolución se aprobó
el convenio regulador suscrito por ambas partes, en el que se establecía, como pensión
compensatoria, la suma de 114.600 pesetas a cargo del acusado, con las
revalorizaciones anuales correspondientes.

En el mes de julio de 1996 el acusado dejó de abonar la referida pensión, por lo


que en fecha 7 de noviembre de 1996 Estíbaliz instó la ejecución de la sentencia de
divorcio. Una vez se procedió a la referida ejecución no se consiguió el abono de las
pensiones adeudadas por cuanto el acusado, con ánimo de defraudar los derechos de la
que había sido su esposa, en connivencia con la también acusada Almudena , mayor de
edad y sin antecedentes penales, habían efectuado las siguientes operaciones tendentes a
desprenderse el acusado de su patrimonio: - En fecha 19 de septiembre de 1996 el
acusado Agustín otorgó a favor de la acusada Almudena escritura pública de
compraventa de la plaza de garaje sita en la calle DIRECCION000 NUM000 bis de la
localidad de Cornella, inscrita en el Registro de la Propiedad de Hospitalet de Llobregat
núm. 2, al tomo y libro NUM001 del Ayuntamiento de Cornella, folio NUM002 , finca
núm. NUM003 haciendo constar que el precio de la venta era de 1.800.000 pesetas.

- En fecha 30 de septiembre de 1996 el acusado otorgó escritura pública de


donación a favor de la acusada respecto de la finca rústica sita en la Cabra del Campo

583
(Tarragona) haciendo constar que el valor del bien donado a efectos fiscales era de
450.000 pesetas.

- En fecha no precisada pero próxima a las anteriores y anterior al mes de


noviembre del mismo año 1996, el acusado transmitió a la acusada la titularidad del
vehículo de colección marca Mercedes Benz modelo 170-D matrícula W-.... en la
cantidad declarada por el acusado de 500.000 pesetas.

No obstante lo anterior el acusado, con el consentimiento de la acusada, ha


continuado disfrutando de los referidos bienes como si continuara siendo su titular."

SEGUNDO.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


"FALLO: Que debemos condenar y condenamos a los acusados Agustín y Almudena
como autores criminalmente responsables de un delito de alzamiento de bienes
anteriormente definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal a cada uno de ellos a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN, con
la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena, así como a una pena de DOCE MESES DE MULTA, con una
cuota diaria de 500 pesetas a Agustín y de 200 pesetas a Almudena , con una
responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad, por cada dos
cuotas diarias no satisfechas y al pago de las costas del juicio por mitad.

En concepto de responsabilidad civil se declara la nulidad de: 1) El contrato de


compraventa celebrado por los acusados con fecha 19 de septiembre de 1996 mediante
escritura pública y relativo a una plaza de garaje sita en la DIRECCION000 NUM000 -
bis de la localidad de Cornella.

2) La donación realizada por el acusado Agustín a favor de Almudena relativa a


la finca rústica sita en la localidad de Cabra del Campo (Tarragona) otorgada mediante
escritura pública de fecha 20 de septiembre de 1996.

3) El contrato privado de compraventa celebrado por los acusados relativo al


vehículo de colección marca Mercedes Benz modelo 170- D, matrícula W-.... .

Dichos bienes que deberán reintegrarse al patrimonio del acusado Agustín a los
efectos de lo dispuesto en el art 1.911 del C. Civil."

584
TERCERO.- Notificada en forma la Sentencia a todas las partes personadas se
prepararon por las representaciones de los acusados Agustín y Almudena recursos de
casación por infracción de Ley y de precepto constitucional, que se tuvieron
anunciados; remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las certificaciones
necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el correspondiente Rollo y
formalizándose el recurso.

CUARTO.- El recurso de casación formulado por la representación del acusado


Agustín se basó en el siguiente MOTIVO DE CASACIÓN: 1º y único.- Infracción de
Ley por error en la apreciación de la prueba, consagrado en el art. 24 de la CE, en
relación con el art. 741 LECrim.

El recurso de casación formulado por la representación legal de la acusada


Almudena se basó en los siguiente MOTIVOS DE CASACIÓN: 1º.- Infracción de Ley,
al haberse infringido precepto penal de carácter sustantivo, en relación con el art. 257
del C. Penal.

2º.- Vulneración del derecho a la presunción de inocencia consagrado en el art.


24.2 de la CE, conforme al art. 5.4 de la LOPJ, por inexistencia de un mínimo de
actividad probatoria que desvirtúe la presunción.

QUINTO.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos no estimó


necesaria la celebración de vista para la resolución de los mismos y solicitó su
inadmisión y desestimación por las razones expuestas en su informe; la Sala admitió los
mismos quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo cuando por turno
correspondiera.

SEXTO.- Por Providencia de esta Sala se señaló el recurso para FALLO, sin
celebración de vista, el día 18 de septiembre de 2001. Por Providencia de fecha 12 de
septiembre de dos mil uno, y por necesidades del servicio, se suspende el mismo
quedando las actuaciones pendientes de nuevo señalamiento.

SÉPTIMO.- Hecho de nuevo el señalamiento para Fallo, por Providencia de


fecha 4 de octubre de 2001, se celebró la deliberación y votación prevenidas el día 29 de
octubre de 2001.

585
FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- La Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Barcelona


condenó a Agustín y Almudena, como autores criminalmente responsables de un delito
de alzamiento de bienes, frente a cuya resolución se formalizan sendos recursos de
casación por ambos condenados en la instancia, lo que será objeto de estudio a
continuación.

Recurso de Agustín.

SEGUNDO.- Como motivo único de su censura casacional, formalizado al


amparo de lo dispuesto en el número segundo del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal, denuncia error en la valoración probatoria a la que llega la Sala sentenciadora
basado en dos documentos que figuran en los autos a los folios 70 a 79 (escritura
notarial de compraventa) y folios 99 a 104 (escritura pública de donación); por el
primero, uno de los acusados vende a otro un local destinado a garaje, por precio de un
millón ochocientas mil pesetas; mediante el segundo, el Sr. Agustín dona a la Sra.
Almudena una finca sita en el término municipal de Cabra del Campo, valorada en
450.000 pesetas.

El motivo tiene que ser desestimado. En efecto, confunde el recurrente el efecto


probatorio civil que disponen los artículos 1216 y siguientes del Código civil, con el
juego probatorio que se dispone en el proceso penal, mediante el mecanismo del art. 741
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, con la motivación y razonamiento expresado en
la resolución que exige nuestra doctrina jurisprudencial. La Sala sentenciadora incluyó
tal venta y donación en los hechos probados de la Sentencia dictada, por lo que no se
produjo error alguno en la valoración probatoria. Ahora bien, dedujo, mediante prueba
indiciaria, que ambos instrumentos públicos encubrían el elemento subjetivo del tipo
penal (del alzamiento de bienes que aplicó) consistente en el deliberado propósito de
defraudar el crédito que ostentaba la parte querellante, Estíbaliz, que había obtenido,
mediante Sentencia de divorcio, aprobatoria del convenio regulador, una pensión
compensatoria de 114.600 pesetas, a cargo del acusado Sr. Agustín (su ex marido), con
las revalorizaciones correspondientes, cantidades que dejaron de satisfacerse a partir de
julio de 1996. El Tribunal "a quo" toma como elementos probatorios: 1) el hecho de no

586
constar deudas anteriores a favor de la coacusada Sra. Almudena , y que sustentaban el
pago de la compraventa y al parecer el objeto de la donación; 2) la coincidencia en el
tiempo con el inicio de las actuaciones civiles tendentes a la ejecución del crédito por
parte de la querellante; 3) la circunstancia acreditada de que el acusado siguió estando
en posesión de los bienes que formalmente había enajenado, pues así lo reconocieron
los acusados en declaración efectuada en fase de instrucción. Tales indicios son
razonablemente suficientes, a efectos de este control casacional, para llegar a la
conclusión que obtiene la Sala sentenciadora.

Por las razones expresadas, se desestima este primer recurso casacional.

Recurso de Almudena.

TERCERO.- Por razones metodológicas y legales, comenzaremos analizando el


segundo motivo de su censura casacional. El motivo se fundamenta en vulneración
constitucional y se articula por el cauce autorizado por el art. 5.4 de la Ley Orgánica del
Poder Judicial, alegándose como infringido el principio de presunción de inocencia ( art.
24.2 de la Constitución española).

En su desarrollo, la recurrente reprocha a la Sala sentenciadora que basó su


convicción en las declaraciones obrantes en folios sumariales (116 y 117),
particularmente en el aspecto por el que ambos acusados reconocen que los bienes
enajenados seguían en posesión del Sr. Agustín. Sin embargo, como hemos analizado en
nuestro anterior fundamento jurídico, el Tribunal "a quo" contó con otros datos
indiciarios de donde extrajo fundadamente el ánimo defraudatorio que todo alzamiento
de bienes lleva implícito. Y con respecto a la valoración de la declaración sumarial
referida, es doctrina jurisprudencial muy consolidada (SSTS 26 febrero y 10 septiembre
1992 y 15 julio, 3 y 20 diciembre 1993, entre otras muchas posteriores), de conformidad
también con la propia doctrina constitucional (así, SSTC 137/1988 y 161/1990), que en
la facultad de apreciación de la prueba que el art. 741.1 de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal concede al Tribunal de instancia entra el estimar, entre las declaraciones
contradictorias de una misma persona -acusada o testigo-, aquella que a su juicio
valorativo resulte más convincente y se acomode mejor a los datos disponibles y a la

587
realidad de los hechos, pudiendo para ello confrontar entre sí las distintas declaraciones
prestadas para elegir la que, en conciencia, considere ajustada a la verdad.

Por estas razones, se desestima el motivo.

CUARTO.- El primer motivo, formalizado por infracción de ley, del número


primero del art. 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, denuncia la incorrecta
aplicación del art. 257 del Código penal, en dos apartados: por un lado, falta de
tipicidad y por otro, ausencia de los requisitos constitutivos de la infracción.
Analizaremos separadamente ambas censuras casacionales.

Alega el recurrente que no se ha precisado por el Tribunal de instancia el


concreto tipo por el que ha sido condenado, si el número primero o el segundo del
meritado art. 257 del Código penal, lo que le ha disminuido "notablemente sus
facultades de defensa".

Sin embargo, consta que el Ministerio fiscal, en sus conclusiones definitivas,


calificó los hechos como constitutivos de un delito de alzamiento de bienes tipificado en
el art. 257.2º del Código penal. Tras la entrada en vigor de este nuevo texto punitivo, las
conductas típicas definidas en los dos apartados del mismo son constitutivas de
alzamiento de bienes, si bien en sus diversas fases comisivas, que integran el propio
alzamiento de bienes en perjuicio de los acreedores del sujeto activo del delito, o bien la
realización de actos de simple dilación, dificultad o impedimento de la eficacia de un
embargo o de un procedimiento ejecutivo o de apremio, judicial, extrajudicial o
administrativo, iniciado o de previsible iniciación, todo ello de acuerdo con la línea
interpretativa que venía manteniendo este Tribunal respecto a la interpretación del
precepto punitivo, contenido en el art. 519 del Código penal de 1973. Con relación a
dicha postura jurisprudencial, ya habíamos declarado (Sentencia de 8 octubre 1996) que
de una interpretación lógica de ese precepto se deduce que el tipo delictivo que en él se
describe se compone de dos elementos esenciales, uno objetivo y otro subjetivo.

El requisito objetivo que exige el tipo lo constituye la existencia de uno o varios


créditos reales y exigibles en su día, de los que sea deudor el acusado del delito, sin la
necesidad de que esos créditos estén vencidos o fueran líquidos en el momento del
alzamiento, de ahí que digamos «exigibles en su día», pues entender la necesidad del
588
vencimiento como requisito comisorio sería tanto como desnaturalizar la esencia de este
acto defraudatorio, ya que es precisamente el temor a que llegue el momento del
cumplimiento de la deuda lo que induce en pura lógica al deudor a evitarlo con la
necesaria anticipación, deshaciéndose de todos sus bienes o parte de ellos para así caer
en insolvencia total o parcial e impedir a los acreedores o dificultarles el cobro de lo
debido. El elemento subjetivo consiste en la intencionalidad del agente comisor de
«alzarse» con sus bienes en perjuicio de su acreedor o acreedores, utilizando para ello el
mecanismo de desaparición simulada o aparente del patrimonio que sirve de garantía al
crédito. Esa intencionalidad directa (no cabe la comisión por imprudencia) ha de
inferirse necesariamente de los actos realizados por el deudor en orden a provocar su
insolvencia, que normalmente consisten en la transmisión de sus bienes a familiares,
amigos o personas de su confianza que ya saben de antemano lo ficticio o irreal de esa
transmisión. De manera que los elementos del tipo, hoy recogido con mucha mayor
precisión en el artículo 257 del Código de 1995, se descomponen así: a) existencia de
un derecho de crédito por parte de un acreedor y en consecuencia unas obligaciones
dinerarias por parte del deudor, generalmente vencidas, líquidas y exigibles; b)
ocultación, enajenación real o ficticia, onerosa o gratuita de los propios bienes,
simulación fraudulenta de créditos o cualquier actividad que sustraiga los bienes citados
al destino solutorio a que se hayan afectos; c) situación de insolvencia total o parcial,
real o aparente, del deudor como consecuencia de la actividad dinámica antes
mencionada; y d) concurrencia de un elemento subjetivo específico, tendencial,
consistente en la intención de causar perjuicio al acreedor, bien entendido no obstante
que el alzamiento es un delito de mera actividad, de riesgo, de resultado cortado, con lo
cual basta con que se lleve a cabo la ocultación de bienes, como resultado exigido por el
tipo en relación a la simple intención de perjudicar, pues el perjuicio real pertenece no a
la fase de perfección sino a la de su agotamiento ( Sentencias de 8 octubre 1996, 20
enero y 19 febrero 1993, 26 junio y 7 abril 1992, y últimamente Sentencia de 31 enero
1997).

El tipo penal aplicado por la Sala sentenciadora fue el número segundo del
citado art. 257 del Código penal, habiéndose cumplido en este caso todos los citados
requisitos constitutivos de la infracción (segundo apartado de este reproche casacional),

589
ya que no existe -como alega el recurrente- crédito posterior a las enajenaciones
llevadas a cabo, sino anterior que se produjo como consecuencia del impago de las
pensiones que el Sr. Agustín debía (en el mes de julio de 1996), lo que determinó que
Estíbaliz instara la ejecución de la Sentencia de divorcio en tal apartado económico, y
para ponerse a salvo de cualquier traba judicial en su patrimonio, se realizaron las
enajenaciones que constan en el "factum" con la finalidad de burlar tal procedimiento
ejecutivo, lo que constituye la esencia del delito aplicado, deduciendo el Tribunal
sentenciador la connivencia en el fraude por las relaciones habidas entre los acusados,
pero fundamentalmente por el hecho de mantenerse en poder del Sr. Agustín la posesión
de los bienes enajenados, como consta en las declaraciones prestadas en los folios 116 y
117 de los autos, cuya valoración probatoria no podemos invadir.

Por las razones expuestas, se desestima también este motivo.

QUINTO.- Procediendo la desestimación de los recursos, deben ser impuestas


las costas procesales a los recurrentes (art. 901 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal).

FALLO:

Que debemos declarar y declaramos NO HABER LUGAR a los recursos de


casación por infracción de Ley y de precepto constitucional interpuestos por las
representaciones legales de los acusados Agustín y Almudena, contra Sentencia de
fecha 23 de octubre de 1999 de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de
Barcelona, que les condenó como autores criminalmente responsables de un delito de
alzamiento de bienes, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la
responsabilidad criminal a cada uno de ellos a la pena de UN AÑO DE PRISIÓN, con
la accesoria de inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el
tiempo de la condena, así como a una pena de DOCE MESES DE MULTA, con una
cuota diaria de 500 pesetas a Agustín y de 200 pesetas a Almudena , con una
responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad, por cada dos
cuotas diarias no satisfechas y al pago de las costas del juicio por mitad; y en concepto
de responsabilidad civil se declaró la nulidad de: 1) El contrato de compraventa
celebrado por los acusados con fecha 19 de septiembre de 1996 mediante escritura
pública y relativo a una plaza de garaje sita en la DIRECCION000 NUM000 -bis de la

590
localidad de Cornella; 2) La donación realizada por el acusado Agustín a favor de
Almudena relativa a la finca rústica sita en la localidad de Cabra del Campo (Tarragona)
otorgada mediante escritura pública de fecha 20 de septiembre de 1996; y 3) El contrato
privado de compraventa celebrado por los acusados relativo al vehículo de colección
marca Mercedes Benz modelo 170- D, matrícula W-.... ; dichos bienes deberán
reintegrarse al patrimonio del acusado Agustín a los efectos de lo dispuesto en el art
1.911 del C. Civil. Asimismo condenamos a dichos recurrentes al pago por mitad de las
costas procesales ocasionadas en la presente instancia.

Comuníquese la presente resolución y la que seguidamente se dicta a la


Audiencia Provincial de procedencia, con devolución de la causa que en su día remitió
interesándole acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

35-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 27 DE NOVIEMBRE


DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado Instrucción nº 3 de Gandía instruyó el Procedimiento Abreviado


154/96, contra Cornelio, Federico, María Inmaculada, Imanol Y Blanca y, una vez
concluso, lo elevó a la Audiencia Provincial de Valencia -Sección 5ª- que con fecha
veinte de marzo de mil novecientos noventa y nueve, dictó la sentencia que contiene los
siguientes HECHOS PROBADOS: "

PRIMERO. El acusado Cornelio, mayor de edad y sin antecedentes penales, que


consta ejerció el comercio de venta de baratijas al por mayor hasta fecha de 31 de
diciembre de 1992, tenía concertada póliza de crédito con el Banco Atlántico, sucursal
de Gandía, por cantidad de cuatro millones de pesetas, y por la que a su vencimiento en
fecha 6-11-1993 adeudada por exceso de giro e intereses, más capital del que nada había
amortizado, una cantidad superior a los cinco millones de pesetas.
591
Tenía el acusado un considerable patrimonio inmobiliario en una buena parte
gravado por múltiples responsabilidades pecuniarias, quedando más liberados un piso
en el centro de Gandía cuyo valor se tasa en 6.752.000 pesetas, con hipotecas por
5.367.000 pesetas, que por precio de 6.387.614 pesetas vende en escritura de fecha 26-
7-1993 otorgada en Gandía ante el Notario señor Jose Carlos al que era su inquilino, el
también acusado Federico , mayor de edad y sin antecedentes penales, que nada pagó
del pretendido precio, ni poseyó nunca la vivienda a título de dueño, vivienda que,
finalmente, ha sido ejecutada por mor de las cargas que pesaban contra ella.

En escritura de fecha 20-7-1993, vende Cornelio a la que ahora es su esposa y


entonces le unía amistad íntima, la también acusada María Inmaculada , mayor de edad
y sin antecedentes penales, escritura pública otorgada ante el mismo señor Notario, un
inmueble sito en el lugar de Marchunquera, zona de esparcimiento de Gandía, con nº
registral NUM000, y otras con nº NUM001, NUM002 y NUM003, por precio para
todas ellas de 1.070.000 pesetas, libre de cargas y gravámenes, y con valor tasado
pericialmente en 6.982.400 pesetas la primera relacionada.

Y en la misma fecha y ante el mismo señor Notario vende a los ahora sus
suegros Imanol y Blanca, ambos mayores de edad y sin antecedentes penales, una finca
sita en el dicho lugar con nº Registral NUM004, y otra con nº NUM005, pericialmente
tasada la primera en 8.120.000 pesetas, por precio manifestado de 3.800.000 pesetas,
que en su mayor parte se dice retenido para el pago de unas hipotecas por 3.500.000
pesetas.

El Banco Atlántico S.A. siguió contra Cornelio juicio ejecutivo con el nº 273/94
ante el Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Gandía, frustrado por no poseer el
ejecutado capital alguno sobre el que hacer efectiva la sentencia".

2.- La Audiencia de instancia dictó la siguiente resolución: "FALLO.- En


atención a todo lo expuesto, la Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia
ha decidido: Primero: Condenar a los acusados Cornelio, Federico, María Inmaculada,
Imanol y Blanca, como criminalmente responsables en concepto de autores de un delito
de alzamiento de bienes a las penas: para Federico de un mes y un día de arresto mayor;
para María Inmaculada, Imanol y Blanca de dos meses de arresto mayor, y para

592
Cornelio de cuatro meses de arresto mayor, con la accesoria en cada caso de
inhabilitación para el derecho de sufragio pasivo por el tiempo de la condena.

Segundo: Les condenamos igualmente al pago de las costas causadas en el


procedimiento, incluida las de la acusación particular, por quintas partes.

Tercero: Decretamos, por vía de responsabilidad civil, la nulidad de las


escrituras de compraventa otorgadas entre Cornelio y los cónyuges María Inmaculada,
de fecha 20 de julio de 1993 y otorgada ante el Notario de Gandía Don Jose Carlos,
fincas nº NUM005 y NUM004, y Cornelio con María Inmaculada, de fecha 20 de julio
de 1993, ante el mismo señor Notario y relativa a las fincas nº NUM001, NUM002,
NUM000 y NUM003.

De no ser posible la reversión de tales fincas, responderán los acusados por el


valor de las mismas hasta la cantidad adeudada por Cornelio al Banco Atlántico".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


vulneración de precepto constitucional, quebrantamiento de forma e infracción de ley,
por los recurrentes Cornelio, Federico, María Inmaculada, Imanol y Blanca, que se
tuvieron por anunciados, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el
correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

4.- La representación de María Inmaculada, Imanol y Blanca, basó su recurso en


los siguientes MOTIVOS DE CASACION:

PRIMERO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, por vulneración del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y a
un proceso con todas las garantías con proscripción de cualquier indefensión, recogidos
en el artículo 24 de la Constitución Española, denunciándose la violación de los
principios de inmediación y contradicción.

SEGUNDO.- Por quebrantamiento de forma al amparo de lo dispuesto en el


artículo 851 nº 1 primero, de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, basada en que en la
sentencia recurrida no se expresan clara y terminantemente los hechos que se consideran
probados.

593
TERCERO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 849, número 2º de la Ley
de Enjuiciamiento Criminal, por error en la apreciación de la prueba.

CUARTO.- Por infracción de Ley con base en el artículo 849.1º de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida de los artículos 14 y 519 del anterior
Código Penal.

QUINTO.- Por infracción de ley, con base en el artículo 849.1º de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación del artículo 116 del Código Penal de
1995.

Por la representación de Cornelio, basó su recurso en los siguientes MOTIVOS


DE CASACION:

PRIMERO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, por violación de los derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva
y a un proceso con todas las garantías con prohibición de cualquier indefensión,
recogidos en el artículo 24 números 1º y 2º de la Constitución Española.

SEGUNDO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica


del Poder Judicial, por violación al derecho fundamental a la presunción de inocencia,
garantizado por el artículo 24.2, in fine, de la Constitución Española.

TERCERO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, por vulneración del derecho fundamental a la tutela judicial efectiva
garantizado en el artículo 24.1º de la Constitución Española, por violación de los
principios de culpabilidad y proporcionalidad, y del derecho a la libertad personal.

CUARTO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica de


Poder Judicial, por vulneración del principio acusatorio y en consecuencia, por
vulneración de los derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva y a un proceso
con todas las garantías con prohibición de la indefensión, recogidos en el artículo 24 de
la Constitución Española.

QUINTO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 849.1 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida del artículo 519 del Código Penal,
texto refundido de 1973.
594
SEXTO.- Al amparo de lo dispuesto en el nº 1º del artículo 849 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación de los artículos 116 y siguientes del
Código Penal de 1995.

SEPTIMO.- Al amparo de lo dispuesto en el nº 1º del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por indebida aplicación de los artículos 116 y siguientes del
Código penal de 1995.

OCTAVO.- Al amparo de lo dispuesto en el nº 1º del artículo 849 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por haber aplicado indebidamente los artículos 123 y 124 del
Código Penal de 1995.

NOVENO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del


Poder Judicial, por vulneración del derecho fundamental a un proceso sin dilaciones
indebidas garantizado en el artículo 24.2 de la Constitución Española.

Por la representación de Federico, basó su recurso en los siguientes MOTIVOS


DE CASACION:

PRIMERO.- Al amparo del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial,
en relación al artículo 24 de la Constitución Española

SEGUNDO.- Con base en el artículo 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal, por aplicación indebida de los artículos 14 y 519 del Código Penal.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal de los recursos interpuestos, interesó la


desestimación de los mismos, dándose, asimismo, por instruida la parte recurrida
solicitando la inadmisión de los recursos. La Sala admitió los mismos quedando
conclusos los autos para señalamiento de Fallo, cuando por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el Fallo, se celebró la Votación prevista para el


día 15 de noviembre de 2001.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

Recurso de Cornelio

PRIMERO.- En el inicial motivo de impugnación, se alega al amparo de lo


dispuesto en el artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por violación de los
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derechos fundamentales a la tutela judicial efectiva, derecho a un proceso con todas las
garantías con prohibición de cualquier indefensión, recogidos en el artículo 24 números
1 y 2 de la Constitución Española.

El motivo es improsperable.

Es cierto que al remitirse el Procedimiento Abreviado desde el Juzgado de


Instrucción de Gandía, a la Audiencia Provincial de Valencia, como Órgano encargado
del enjuiciamiento, el Procurador que representaba a la acusación debía cesar en la
misma, ya que no podía ejercer en Valencia, y en consecuencia, procedía el
nombramiento de otro profesional que gozase de tal cualidad, para lo cual, debería
otorgarse poder al nuevo Procurador, o presentar, para su unión a la causa, un poder en
el que se designara a un Procurador ejerciente en Valencia, y al que se le habría
concedido tal representación, y a tal fin, efectuó dicha manifestación, el causídico de
Gandía, que fue ratificado ante dicho Tribunal de Valencia por la actuación de hecho de
la Procuradora designada.

Sin embargo, aunque se pretendiera dialécticamente admitir que faltaba el


requisito de la presentación del poder que legitimara a dicha Procuradora para su
actuación en la causa, tal omisión, no puede tener los efectos que se atribuyen por el
recurrente, por cuanto que ni él, ni las otras partes personadas han cuestionado tal
defecto, ni la actuación de los profesionales designados -Procurador y Letrado-, y en
todo caso, tal irregularidad fue tácitamente convalidada, como afirma el Tribunal "a
quo".

Por último, aun cuando se atribuyera algún efecto a dicho vicio, es evidente que
el mismo no supone vulneración de los derechos constitucionales, que se invocan, y más
concretamente el de indefensión, pues según una retirada doctrina de esta Sala, y del
Tribunal Constitucional, han declarado que no puede alegarse dicha indefensión, si
efectivamente no se ha producido tal indefensión y se ha acreditado en autos, lo que
indudablemente no ha efectuado el recurrente.

SEGUNDO.- En el correlativo motivo, por la vía del artículo 5.4 de la Ley


Orgánica de Poder Judicial, se aduce violación del derecho a la presunción de inocencia
que consagra el artículo 24.2 de la Constitución Española, ya que se afirma que no se ha
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acreditado la existencia de deuda del recurrente con el Banco Atlántico, lo que deduce
de la no aportación de la sentencia de remate y el auto despachando ejecución dictados
en el procedimiento seguido al efecto.

La argumentación expuesta es errónea, porque el que exista o no sentencia de


remate es totalmente intrascendente a efectos del tipo del alzamiento de bienes, ya que
la existencia del crédito, puede acreditarse por otros medios probatorios. Y consta
probado que el acusado era deudor frente al Banco Atlántico de un crédito originado por
una póliza mercantil que ante su impago, le fue reclamado, sin que pudiera resarcirse la
entidad bancaria, al haber transmitido a los demás acusados los inmuebles que poseía,
obrando en la causa, folios 1 al 28, el título crediticio del Banco, la diligencia de
requerimiento, embargo y citación de remate por el Juzgado nº 2 de Gandía, y por las
propias declaraciones del recurrente en fase sumarial y del Plenario, en las que
reconoció la deuda y su impago, y las del Director del Banco.

Al existir prueba de cargo, sobre la realidad de los hechos cuestionados en el


motivo, éste, debe decaer.

TERCERO.- En el correlativo motivo, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5,


apartado 4, de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se aduce vulneración del derecho
fundamental a la tutela judicial efectiva garantizado en el artículo 24.1 de la
Constitución Española, por violación de los principios de culpabilidad y
proporcionalidad y del derecho a la libertad personal.

Efectivamente, la sentencia no contiene un fundamento de derecho, en el que se


motive, las razones del concreto quantum punitivo que se impone al acusado, lo que
acentúa su trascendencia, al no sancionarse con las penas mínimas las que señala el
texto legal para el delito por el que se le condena.

Sin embargo, y para evitar dilaciones indebidas, como expresa acertadamente el


Ministerio Fiscal, pueden tomarse en consideración una serie de elementos que
justificarían la individualización, no razonada debidamente, del Tribunal "a quo", y que
pueden sintetizarse en los siguientes: la importante cantidad de dinero adeudada, cuyo
pago se pretendía eludir; el hecho de que para conseguir su propósito, se viera obligado

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a realizar distintos actos de disposición; y que para cada uno de dichos actos, recabase la
cooperación de diversas personas.

De dicha forma podría aceptarse y estimarse adecuada la pena impuesta en el


límite de su grado medio, cuatro meses de arresto mayor.

Por tanto, el motivo, debe desestimarse.

CUARTO.- En el cuarto motivo, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5,


apartado 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se alega vulneración del principio
acusatorio y en consecuencia violación de los derechos fundamentales a la tutela
judicial efectiva y a un proceso con todas las garantías con prohibición de la
indefensión, recogidos en el artículo 24 de la Constitución Española.

El motivo, es improsperable, ya que la argumentación del recurrente no se ajusta


a la realidad, puesto que en los escritos de conclusiones provisionales de las partes
acusadoras, se hacen referencia al juicio ejecutivo nº 273/94, que se seguía en el
Juzgado nº 2 de Gandía. Efectivamente, al folio 473 de las actuaciones, obra la
calificación provisional del Ministerio Fiscal que transcrito literalmente dice: "...
Cornelio vendió a Federico , la finca registral nº NUM006 , sabiendo ambos que con la
compraventa descrita el Banco Atlántico no podría llegar a hacer efectivo, a través del
Juicio Ejecutivo nº 273/94 que se seguía en el Juzgado de 1ª Instancia nº 2 de Gandía
para el cobro de 5.137.777, que el primero adeudaba...".

En parecidos términos se redacta el escrito de acusación de la representación del


Banco Atlántico - folio 482-.

Resulta, pues, evidente, que la supuesta vulneración del principio acusatorio no


ha tenido realidad.

QUINTO.- Se formaliza el quinto motivo de impugnación, con cita del nº 1º del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, aduciéndose aplicación indebida del
artículo 519 del Código Penal de 1973.

El delito de alzamiento de bienes del artículo 519, no es definido en el texto


legal, a diferencia de lo que ocurría en nuestro derecho histórico, si bien coinciden la
doctrina científica y la jurisprudencia en que supone sustraer los propios bienes a la
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acción de los acreedores, no solo si desaparece con ellos, sino también mediante su
enajenación u ocultación fraudulenta, llegando la jurisprudencia de esta Sala -sentencias
14 Octubre 1985 y 5 Julio 1986- a referirse a miles de formas comisivas imaginables
que lleven a la insolvencia, e imposibiliten al acreedor la satisfacción de su crédito.

Se trata de un delito de peligro, de simple actividad, de tendencia o resultado


cortado, que se consuma por la simple ocultación de bienes, o simulación de deudas,
con intención de defraudar a créditos legítimos, sin precisar resultado perjudicial
alguno, perteneciendo el perjuicio real a la fase de agotamiento del delito, y no, a la de
perfección.

Como requisitos del tipo, se exigen: 1º) Existencia de uno o más créditos
generalmente preexistentes, reales, y de ordinario, vencidos, líquidos y exigibles,
aunque es frecuente que los defraudadores ante la inminencia del vencimiento de un
crédito futuro, se anticipen, frustrando las legítimas expectativas de su acreedor o
acreedores - Tribunal Supremo sentencias de 14 febrero y 7 abril de 1992, y 20 febrero
y 8 octubre de 1996-.

2º) Animo de defraudar a los acreedores, mediante la ocultación o enajenación


de todo o parte de su patrimonio.

3º) Materialización de tal ánimo, merced a una conducta dinámica que no es


posible identificar en un "numerus clausus", pues es cualquier actividad tendente al fin
expuesto, considerándose medio idóneo, el otorgamiento de capitulaciones
matrimoniales - Tribunal Supremo sentencias de 15 abril y 14 mayo de 1991-.

4º) Insolvencia total o parcial, real o aparente del deudor - sentencia 6 de marzo
de 1991-.

En relación con la responsabilidad civil, procederá la sentencia a declarar la


nulidad de los contratos fraudulentos reintegrando al patrimonio del deudor los bienes
para que respondan del crédito, si lo solicitan el Ministerio Fiscal o la parte acusadora,
sin que pueda perjudicar a quien no fuera parte, habiendo reiteradamente declarado esta
Sala que el importe de la responsabilidad no se identifica con el de las deudas
preexistentes, sino al perjuicio derivado de la maquinación que integra el alzamiento -
sentencia de 12 julio 1996-.
599
Aplicando tal doctrina al supuesto que se examina, es evidente que del "factum",
se deducen todos y cada uno de los requisitos expuestos para integrar el delito de
alzamiento de bienes por el que se condena a los acusados, conforme se ha expuesto con
anterioridad en el fundamento segundo de esta resolución, y por tanto, el motivo ha de
rechazarse.

SEXTO.- En el sexto motivo, que se formula por infracción de ley, al amparo de


lo dispuesto en el nº 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por
indebida aplicación de los artículos 116 y siguientes del Código Penal de 1995.

Efectivamente, la Sala "a quo" yerra al citar como aplicable el artículo 116 del
Código Penal de 1995, cuando por la fecha de comisión de los hechos, lo correcto sería
hacerlo con el de 1973.

Sin embargo, hay que reconocer que el artículo 19 y 101 y siguientes del texto
punitivo entonces vigente, tienen idéntico contenido que el 116 y siguientes del Código
Penal de 1995, por lo que el defecto queda reducido a un mero error material sin
transcendencia jurídica alguna, por lo que el motivo debe rechazarse.

SEPTIMO.- Por infracción de ley, al amparo de lo dispuesto en el nº 1 del


artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se alega indebida aplicación de los
artículos 116 y siguientes del Código Penal de 1995, en el séptimo motivo de
impugnación.

Como ya se ha dicho en el fundamento de derecho quinto, - sentencia del


Tribunal Supremo de 17.07.96-, reiteradamente ha declarado esta Sala que el importe de
la responsabilidad civil en el delito de alzamiento de bienes no se identifica con el de las
deudas preexistentes, sino con el perjuicio derivado de la maquinación integradora a
cubrir la totalidad de las deudas, el perjuicio derivado del delito será obviamente
inferior al importe total de la deuda, aun cuando puede incrementarse en los gastos
adicionales sufridos por los acreedores como consecuencia del alzamiento.

Por tanto, el motivo debe desestimarse.

OCTAVO.- En el octavo motivo del recurso que se formula por infracción de


ley, al amparo de lo dispuesto en el nº 1 del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento

600
Criminal, se denuncia haberse aplicado indebidamente los artículos 123 y 124 del
Código Penal de 1995, en cuanto que el Tribunal juzgador condena a los acusados, y en
concreto al Sr. Cornelio, al pago de las costas de la acusación particular.

No obstante la opinión del recurrente, lo cierto es que fue la denuncia, del que
luego se constituyó en acusación particular, el que originó el presente procedimiento.

Por lo demás, habrá de reconocerse que las pretensiones de la parte acusadora


son esencialmente coincidentes con la del Ministerio Fiscal, y en definitiva fueron
acogidos en su práctica totalidad por la sentencia impugnada.

En modo alguno, pues puede mantenerse que dicha actuación haya sido
extravagante o perturbadora, por lo que el motivo ha de rechazarse.

NOVENO.- Se formaliza el noveno motivo, al amparo del artículo 5 apartado 4


de la Ley Orgánica del Poder Judicial, por vulneración del derecho fundamental a un
proceso sin dilaciones indebidas garantizado en el artículo 24.2 de la Constitución
Española.

Aunque es cierto que el juicio oral tuvo que suspenderse en cuatro ocasiones, no
lo es menos, que entre el escrito de acusación del Ministerio Fiscal -31 Julio de 1997-, y
la sentencia -20 marzo de 1999-, no ha transcurrido un importante periodo de tiempo,
como para justificar la alegación, máxime si tenemos en cuenta el número de partes
personadas y la complejidad del procedimiento.

El fundamento de derecho primero de la sentencia de instancia dá respuesta


adecuada a tal cuestión, y al mismo nos remitimos, puesto que analiza las causas de
dichas dilaciones, debidas casi siempre a la conducta del acusado Federico que provocó
la suspensión del juicio oral en cuatro ocasiones, por lo que en definitiva el
comportamiento de los acusados fue la causa determinante de dichas dilaciones, que no
pueden alegarse ahora en su beneficio.

El Tribunal Constitucional -sentencias de 14 julio de 1981 y 21 febrero de 1989-


entre otras, ha hecho suya la doctrina del Tribunal Europeo de Derechos Humanos, y
considera como criterios adecuados para determinar la concurrencia o no, de las
dilaciones indebidas, la complejidad del asunto, el comportamiento de los litigantes,

601
etc., extremos estos que por sí rechazan el motivo esgrimido por el recurrente, pues
como bien señala la Audiencia constan acreditada las notables facultades escurridizas de
uno de los acusados y la complejidad del asunto en el que intervienen dos acusadores -
público y privado- y cinco acusados. Sin que sea de apreciar un excesivo lapso temporal
ni que se haya causado perjuicio alguno al recurrente, el que sólo ha acudido ante los
Organos Judiciales en unas cuantas y escasas ocasiones y por poco espacio de tiempo,
pese al perjuicio millonario ocasionado a la entidad bancaria.

Debe rechazarse el motivo.

Recurso de María Inmaculada, Imanol y Blanca.

DECIMO.- En el primer motivo, al amparo de lo dispuesto en el artículo 5


apartado 4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, que se formaliza por vulneración del
derecho fundamental a la tutela judicial efectiva y a un proceso con todas las garantías
con proscripción de cualquier indefensión, recogidos en el artículo 24 de la Constitución
Española, denunciándose la violación de los principios de inmediación y contradicción.

La tesis del motivo resulta inaceptable, por cuanto que lo que necesita ser
sometido a debate contradictorio son los hechos que se declaran probados, y no los
razonamientos en función de los cuales el Tribunal ha llegado a fijarlos. Estos pueden
ser cuestionados por infracción de ley, en el caso de que fuesen absurdos e ilógicos, o
incluso, de tener contenido fáctico, por la vía del nº 2 del artículo 849, apoyándose en
documentos que obren en Autos.

Ello debe implicar el rechazo del motivo.

UNDECIMO.- Se formula el segundo motivo por quebrantamiento de forma, al


amparo de lo dispuesto en el artículo 851 nº 1, inciso primero de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, basado en que en la sentencia recurrida no se expresan clara y
terminantemente los hechos que se consideran probados.

Dentro de este sistema normativador, cobra especial importancia la fijación del


hecho o hechos declarados probados, cuya falta de claridad, constituye el vicio
denunciado, y del que se ha hecho mención; y que sin ánimo de agotar el tema, puede
sistematizarse del siguiente modo: 1º ha de tratarse de un hecho recogido en la

602
sentencia, ya dentro del apartado de la motivación específicamente destinada a ello - art.
142.1º L.E.Cr.-, ya en las afirmaciones de carácter fáctico que se contengan en la
fundamentación jurídica, sin que las omisiones tengan cabida dentro de este vicio
sentencial, ya que el lugar adecuado para denunciarlas es el previsto en el art. 849.2º
L.E.Cr.; 2º los hechos han de ser necesarios para la subsunción, entendiéndose por
hecho, en cuanto objeto del proceso penal, el conjunto de los requisitos mínimos que
concurren a perfilar en un plano histórico, un cierto acaecer que encuentra dentro de sí,
los extremos mínimos previstos en una hipótesis normativa; 3º la falta de claridad
propiamente dicha existe cuando en los hechos probados, se produce una incomprensión
por la falta de inteligencia de las frases utilizadas, o por la omisión de datos
fundamentales para la construcción mantenida, lo cual provoque una laguna o vacío en
la descripción de los hechos; 4º la declaración fáctica ha de ser terminante, es decir, han
de utilizarse términos apodícticos, evitando la utilización de términos dubitativos o
ambiguos - SS.T.S. de 19 de enero y 3 de febrero de 1.998-.

Lo que el recurrente no encuentra en el apartado de hechos probados, es la


expresión de los elementos subjetivos del delito -conocimiento de sus patrocinados de la
existencia de las deudas del otro acusado, y de la finalidad defraudatoria de la
transmisión-. Sin embargo, estos datos según una reiterada y pacífica doctrina
jurisprudencial no deben incorporarse en el factum, siendo su ubicación correcta los
fundamentos jurídicos, tal y como se hace en el caso que examinamos.

Por ello el motivo debe desestimarse.

DUODECIMO.- En el tercer motivo, se alega infracción de ley, al amparo de lo


dispuesto en el artículo 849, nº 2 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por error en la
apreciación de la prueba que aparece en documentos que obran en autos.

El propio enunciado del motivo conduce a su desestimación, por cuanto el


recurrente reconoce que los documentos que cita, están en contradicción con aquellos
que han sido tenidos en cuenta por el Tribunal de instancia para justificar su fallo.

El Tribunal, pues, no ha hecho otra cosa que dar estricto cumplimiento a lo


dispuesto en el artículo 741, otorgando una mayor credibilidad y eficacia, a una pruebas
que a otras.
603
Ha de rechazarse el motivo.

DECIMO TERCERO.- Por infracción de ley con base en el artículo 849.1 de la


Ley de Enjuiciamiento Criminal, por aplicación indebida de los artículos 14 y 519 del
anterior Código Penal.

El motivo parece ser consecuencia necesaria del articulado como segundo, por lo
que la desestimación de aquél conduce a que éste corra igual suerte.

Aunque en el factum, no se expresan los elementos subjetivos del tipo aplicado,


estos aparecen explicitados en los fundamentos de derecho.

DECIMO CUARTO.- Por infracción de ley, en base al artículo 849.1 de la Ley


de Enjuiciamiento Criminal, en el motivo quinto, se aduce indebida aplicación del
artículo 116 del Código Penal de 1995.

El motivo se corresponde con los numerados como sexto y séptimo del anterior
recurrente y desestimado en el fundamento de derecho sexto de esta resolución, por lo
que nos remitimos a lo allí dicho para acordar su desestimación.

Recurso de Federico.

DECIMO QUINTO.- En el primer motivo del recurso, se formula por infracción


de ley del artículo 5.4 de la Ley Orgánica de Poder Judicial, en relación con el artículo
24 de la Constitución Española, que consagra los derechos fundamentales a un proceso
con todas las garantías, con prohibición de indefensión, a obtener una tutela judicial
efectiva y el derecho fundamental a la presunción de inocencia.

El mismo recurrente reconoce que en sus distintas declaraciones efectuadas en


fase sumarial y con todas las garantías legales, reconoció de forma rotunda los hechos
que se le imputan, manifestando que nunca había comprado el piso, siguiendo en su
condición de arrendatario.

Por lo demás cuando en el juicio oral modifica sus declaraciones, no puede


aportar dato alguno que acredite la existencia de la compra -ingresos en cuenta, talones
que pudieran verificar el pago-.

604
Forzoso será reconoce que ello, por sí solo, integra prueba de cargo, directa y
legalmente obtenida y con virtualidad suficiente para enervar la vigencia del principio
constitucional alegado, pudiendo el Tribunal de instancia, en virtud de sus facultades de
apreciación de la prueba, otorgar mayor credibilidad a las iniciales declaraciones sobre
las posteriores, en virtud de los principios de inmediación, y contradicción de los que
carece esta Sala, y por tanto, no puede ser censurada en casación tal valoración
probatoria.

Por ello, el motivo debe rechazarse.

DECIMO SEXTO.- Por infracción de ley, en base al artículo 849.1 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, se aduce aplicación indebida de los artículos 14 y 519 del
Código Penal, en el segundo motivo de impugnación.

Para desestimar el motivo, y a fin de evitar innecesarias repeticiones, nos


remitimos a lo dicho al rechazar los motivos segundo y cuarto de los recursos de María
Inmaculada, Imanol y Blanca, con los que guarda absoluta identidad, en los
fundamentos undécimo y décimo tercero de esta resolución.

FALLO:

Que debemos DECLARAR Y DECLARAMOS NO HABER LUGAR al recurso


de casación por vulneración de precepto constitucional, quebrantamiento de forma e
infracción de ley interpuesto por Cornelio , María Inmaculada , Imanol , Blanca y
Federico, contra la sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Valencia -Sección
5ª-, de fecha veinte de marzo de mil novecientos noventa y nueve, en causa seguida
contra los recurrentes, por delito de alzamiento de bienes, con expresa condena, a los
mencionados, de las costas ocasionadas.

Notifíquese esta resolución a los recurrentes, Ministerio Fiscal, parte recurrida, y


a la mencionada Audiencia Provincial, a los efectos legales oportunos, con devolución
de la causa remitida en su día, interesando acuse de recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

605
36-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 30 DE NOVIEMBRE
DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 2 de Murcia, instruyó Procedimiento


Abreviado con el número 118/98, y, una vez concluso, lo elevó a la Audiencia
Provincial de la misma Capital, que con fecha veintisiete de enero de dos mil, dictó
sentencia que contiene el siguiente Hecho Probado: "HECHOS PROBADOS.-
Primero.- Probado, y así se declara, que en autos de juicio ejecutivo nº 137/95, seguidos
ante el Juzgado de Primera instancia nº 1 de Murcia a instancias de la entidad Banco
Central Hispanoamericano S.A. contra la mercantil DIRECCION000 S.L., como deudor
principal, y contra el acusado Benjamín, nacido el 20 de agosto de 1951, sin
antecedentes penales, y otros, como fiadores solidarios, en reclamación de 3.203.875
pesetas de principal, más intereses y gastos, se practicó con fecha 15 de marzo de 1995
diligencia de requerimiento de pago, embargo y citación de remate, en la que, entre
otros bienes y derechos, se embargaron las rentas que habían de percibir los
demandados de las fincas registrales nº NUM000 y NUM001 inscritas en el Registro de
la Propiedad nº NUM002 de Murcia y que la mercantil DIRECCION000 S.L.,
representada por el acusado Benjamín, tenía arrendadas desde el día 1 de mayo de 1994
a la entidad mercantil DIRECCION001 S.L., de la que era representante el también
acusado Luis Carlos, nacido el 12 de septiembre de 1955 y sin antecedentes penales.-
Ante el hecho del embargo, los acusados se concertaron para hacer ineficaz la traba, y
así acordaron que la entidad arrendataria librara hasta un total de sesenta pagarés, cada
uno de ellos por el importe mensual de la renta que ascendía a 287.500 pesetas,
simulando así un pago anticipado de las debidas por cinco años de arrendamiento. una
vez recibió el acusado Luis Carlos diversas comunicaciones del Juzgado interesándole
la retención del importe de las referidas rentas, comunicó la imposibilidad de hacerlo
por tener ya entregados los citados pagarés. De ese modo DIRECCION001 S.L. siguió
pagando la renta al acusado Benjamín , al menos hasta el mes de julio de 1995, ya que
posteriormente se hizo cargo del arrendamiento la entidad Alyser S.C.L. como
continuadora del negocio, entidad ésta en la que también ha venido prestando servicios
606
el acusado Luis Carlos. Con posterioridad a la indicada fecha -Julio de 1995- el acusado
Benjamín continuó recibiendo las rentas de Alyser S.C.L., apropiándoselas en su
beneficio, pese a conocer la existencia del embargo.- Las referidas rentas habían sido
también objeto de embargo en juicio de menor cuantía nº 215/95, tramitado por el
Juzgado de Primera Instancia nº 2 de Murcia, en reclamación de la cantidad de
2.427.019 pesetas de principal, más intereses y costas.- Segundo.- Lo anterior resulta
del conjunto de la prueba practicada y especialmente de la documental obrante en la
causa, de la que se desprende que el presunto pacto acerca del adelanto por
DIRECCION001 S.L. del pago de la renta correspondiente a cinco años, mediante la
entrega de pagarés al acusado Benjamín, se produjo una vez que dicho deudor tenía
conocimiento del embargo, practicado en fecha 15 de marzo de 1995; de lo que cabe
inferir que dicho convenio, extraño a los usos mercantiles, tuvo por finalidad evitar que
la ejecución alcanzara a las referidas rentas.".

2.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


"FALLAMOS.- Que DEBEMOS ABSOLVER Y ABSOLVEMOS a los acusados
Benjamín y Luis Carlos del delito de malversación por el que vienen acusados, y les
CONDENAMOS como, autores responsables de un delito de insolvencia punible, ya
definido, sin la concurrencia de circunstancias modificativas de la responsabilidad
criminal, a cada uno de ellos a la pena de un año de prisión, con la accesoria de
inhabilitación especial para el derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la
condena, y multa de doce meses con una cuota diaria de mil pesetas, así como al pago
de las costas procesales, con inclusión de las causadas a instancias de la Acusación
particular. Igualmente, por vía de responsabilidad civil, condenamos al acusado
Benjamín a indemnizar a la entidad Banco Central Hispano S.A. en el importe de treinta
y dos mensualidades de renta recibidas a razón de 287.500 pesetas cada una, con el
límite del total de la deuda reclamada, siendo responsable civil subsidiaria respecto del
pago de dicha cantidad la entidad DIRECCION000 S.L, respondiendo solidariamente
del pago de seis de dichas mensualidades el otro acusado Luis Carlos . No procede
hacer declaración sobre responsabilidad civil subsidiaria de la entidad DIRECCION001
S.L. pues, pese haber sido tenida por parte en tal concepto, no se ha formulado
finalmente pretensión de condena contra la misma." 3.- Notificada la sentencia a las

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partes, se preparó recurso de casación por Quebrantamiento de Forma e Infracción de
Ley, por las representaciones de los acusados Luis Carlos y Benjamín , que se tuvieron
por anunciados remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo, las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución formándose el
correspondiente rollo y formalizándose los recursos.

4.- I.- El recurso interpuesto por la representación del acusado Luis Carlos, se
basa en los siguientes motivos de casación: INFRACCION DE LEY.-

MOTIVO PRIMERO.- Infracción del art. 24.2 de la Constitución -derecho a la


presunción de inocencia-, vulneración de dicho precepto Constitucional al amparo del
art. 5 párrafo 4 de la Ley Orgánica de Poder Judicial.-

MOTIVO SEGUNDO.- Al amparo de lo dispuesto en el artículo 849.1 de la Ley


de Enjuiciamiento Criminal por aplicación indebida del artículo 257.1.-

MOTIVO TERCERO.- Al amparo de lo establecido en el número 2º del art. 849


de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, cuando haya existido error en la apreciación de la
prueba, basado en documentos que obren en autos, que demuestren la equivocación del
Juzgador, sin resultar contradichos por otros elementos probatorios.-

QUEBRANTAMIENTO DE FORMA.-

MOTIVO CUARTO.- Al amparo de lo establecido en el artículo 851.1 de la Ley


de Enjuiciamiento Criminal por no concretarse en la Sentencia con claridad y
terminantemente cuales son los hechos que se declaran probados.-

MOTIVO QUINTO.- Al amparo de lo regulado en el artículo 851.4 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal, por haberse penado en la Sentencia un delito de los regulados
en el moderno Código Penal, no en el anterior cuando de haberse aplicado este no
hubiera podido recaer técnicamente sentencia condenatoria, por falta y no cumplirse
todos los requisitos legales, doctrinales y jurisprudenciales exigidos para la aplicación
del tipo modificado en Sala y en el acto de juicio por el Ministerio Fiscal como consta
en el acta del juicio.- II.- El recurso interpuesto por la representación del acusado
Benjamín , se basa en los siguientes motivos de casación:

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MOTIVO PRIMERO.- Por vulneración del art. 24, apartado 1º y 2º de la
Constitución Española, conforme autoriza el art. 5.4 de la LOPJ, en lo concerniente al
derecho del recurrente a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva, que
exige un conocimiento de la acusación concreta que es objeto (principio acusatorio).-

MOTIVO SEGUNDO.- Por vulneración del art. 24, apartado 1º y 2º de la


Constitución Española conforme autoriza el art. 5.4 de la LOPJ, en lo concerniente al
derecho del recurrente a no sufrir indefensión, por vulneración del principio acusatorio,
lo que ha creado una situación de indefensión a mi mandante, con quebrantamiento de
forma, vicio in iudicando, art. 851 de la LECrim.-

MOTIVO TERCERO.- Infracción de Ley, al amparo del núm. 1º del art. 849,
por haberse infringido preceptos penales de carácter sustantivo y normas jurídicas del
mismo carácter que debe de ser observadas en aplicación de la Ley Penal, y ello por
aplicación indebida del art. 257.1º.1 del Código Penal.-

MOTIVO CUARTO.- Por error de hecho en la apreciación de la prueba, al


amparo del número 2 del art. 849 de la LECrim, basado en documentos que obran en
autos que demuestran la equivocación del Juzgador sin resultar contradichos por otros
elementos probatorios.-

MOTIVO QUINTO.- Quebrantamiento de forma, al amparo del número 1,


inciso tercero, del art. 851 de la LECrim, por haberse consignado como hechos
declarados probados conceptos que, por su carácter jurídico, implican la
predeterminación del fallo.-

MOTIVO SEXTO.- Por quebrantamiento de forma al amparo de número 4 del


art. 851 de la LECrim, por haberse penado en la Sentencia un delito de los regulados en
el nuevo Código Penal en vez de por el antiguo Código, cuando de haberse aplicado
este no hubiera podido dictarse sentencia condenatoria por faltar y no cumplirse todos
los requisitos legales, doctrinales y jurisprudenciales exigidos.-

MOTIVO SEPTIMO.- Quebrantamiento de forma, al amparo de lo establecido


en el número 3 del art. 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, por haberse resuelto

609
todos y cada uno de los temas que fueron objeto de defensa, o lo que es lo mismo,
incongruencia omisiva.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal y las partes de los recursos interpuestos, la Sala
admitió los mismos quedando conclusos los autos para señalamiento de Fallo, cuando
por turno correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para Fallo, se celebró la votación prevenida el día 19


de Noviembre de 2001.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

RECURSO DE Benjamín.

PRIMERO.- El inicial motivo de este recurrente tiene su sede en el artículo 5.4


de la Ley Orgánica del Poder Judicial por vulneración del artículo 24.1 y 2 de la
Constitución en cuanto establecen el derecho a la tutela judicial efectiva y el principio
de presunción de inocencia. En realidad, no obstante esta dicotomía expositiva, nos
referiremos exclusivamente a lo segundo ya que lo relativo a la tutela judicial se
concreta en otro motivo.

Como hasta la saciedad ha venido diciendo la jurisprudencia de esta Sala y la del


Tribunal Constitucional, para que pueda aceptarse este principio presuntivo es necesario
que de lo actuado en la instancia se aprecie un verdadero vacío probatorio, bien por falta
de pruebas, bién por haber sido obtenidas éstas de manera ilícita, bien cuando la
interpretación de esas pruebas se hubiera hecho por quien corresponde de manera
irracional o ilógica, debiendo decaer o quebrar cuando existan pruebas de cargo y
directas o simplemente indiciarias con suficiente fiabilidad inculpatoria.

Hemos de empezar por decir que en el desarrollo del motivo nada se especifica
sobre la aplicación de ese principio al caso concreto, limitándose el recurrente a citar
entrecomillados una serie de sentencias del Tribunal Constitucional y del Tribunal
Supremo de carácter puramente genéricas, de doctrina general, pero sin exponer ni un
solo argumento que pueda fundamentar su pretensión en el supuesto enjuiciado. El
motivo carece, por tanto, de contenido y debió ser inadmitido "a límine" en fase de

610
instrucción del recurso por falta de fundamento, con arreglo a lo establecido en el
artículo 885.1º de la Ley de Enjuiciamiento Criminal.

No obstante ello se puede añadir que de lo actuado, tanto en fase sumarial como
de plenario, se deduce la existencia de una serie de pruebas inculpatorias que hacen
decaer ese principio presuntivo y que, muy brevemente, podemos resumir Así: a) El
juicio ejecutivo nº 137- 95, promovido ante el Juzgado de Primera Instancia nº 1 de
Murcia contra el ahora recurrente y otras personas en reclamación de 3.203.875 pesetas
de capital y otra cantidad para costas. b) Como consecuencia de tal juicio se practicó,
entre otras diligencias, la de embargo de los bienes de los demandados, entre ellos las
rentas de dos fincas propiedad de éstos. c) Por parte de la entidad arrendataria, de la que
era representante el otro acusado, Luis Carlos, se libraron a favor de la arrendadora un
total de sesenta pagarés, por importe cada uno de 287.500 pts., como pago anticipado de
las rentas embargadas y que de ese modo quedaron fuera del embargo efectuado. d) La
amplia prueba documental obrante en autos, a la que nos remitimos, demostrativa, entre
otras circunstancias, del acuerdo previo existente entre ambas personas.

Esa prueba fue valorada con todo rigor, coherencia y lógica por la Sala de
instancia, con arreglo a la competencia que le otorga el artículo 741 de la Ley de
Enjuiciamiento Criminal, que trae causa de un principio tan importante como es el de
inmediación.

Se desestima el motivo.

SEGUNDO.- Aunque no está bien ensamblado, este motivo, al amparo también


del artículo 5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se refiere esencialmente a la
indefensión a través del principio de tutela judicial efectiva.. Se añade también de
manera incomprensible la existencia de un quebrantamiento de forma del artículo 851
de la Ley Procesal.

Con carácter previo hemos de indicar que el recurrente parte de una base falsa
para defender su pretensión cuando dice textualmente que "se ha pasado de acusar por
un delito del artículo 435.3º, en relación con el 430.1 del Código Penal de 1.995, a
condenar por el tipificado en el artículo 257 del mismo texto legal".

611
Decimos que ello no es cierto en cuanto que no se pasó de una acusación
concreta a una calificación jurídica diferente, sino que existió previamente una
acusación concorde con la posterior calificación contenida en la sentencia, pués no otra
cosa significa que el Ministerio Fiscal, en trámite procesal oportuno, acusara del delito
que después aceptó la Sala, y aunque ello lo hiciera con carácter alternativo, por lo que
no puede hablarse de modo alguno de que se haya conculcado el principio acusatorio.
Por idéntica razón no cabe discutir si los dos delitos objeto de acusación alternativa, el
de malversación impropia y el de insolvencia punible (antes alzamiento de bienes)
tienen o no la naturaleza de delitos homogéneos.

Y es que, en realidad, la parte recurrente trata de basar la indefensión en el


hecho de que el delito de insolvencia punible por el que fue condenado, se introdujo por
el Ministerio Fiscal en el momento de elevar a definitivas sus conclusiones
provisionales, es decir, "a última hora", no pudiéndose así expresar los argumentos
adecuados a su defensa. Ello, sin embargo, hemos de rechazarlo teniendo en cuenta lo
siguiente: 1º. Cuando la acusación introdujo en sus conclusiones esa alternativa, no
modificó ni un ápice los hechos objeto del enjuiciamiento, proporcionando así a las
partes los elementos necesarios y suficientes para su defensa, tanto en orden a la
veracidad o inveracidad de lo sucedido, como respecto a su autoría. Y es que, tanto el
Tribunal Supremo como el Constitucional, han insistido en múltiples sentencias que lo
únicamente inadecuado en supuestos como el presente y lo único que puede causar
indefensión es "introducir un elemento o dato nuevo al que la parte o partes, por su
lógico desconocimiento, no hubieran podido referirse para contradecirlo". 2º. En
cualquier caso, el que ahora protesta por la introducción en el acto del juicio oral de una
acusación alternativa, no hizo uso en su día de la facultad que le otorga el artículo 793.7
de la Ley de Enjuiciamiento Criminal de solicitar el aplazamiento de las sesiones, por
plazo máximo de diez días, en orden a poder aportar los elementos de descargo que
hubiera tenido por conveniente. Si entonces no lo hizo, mal puede introducir ahora esta
alegación en este trámite casacional.

Se rechaza el motivo.

612
TERCERO.- Al amparo del artículo 849.1º de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal se considera indebidamente aplicado el artículo 257.1º del Código Penal que
tipifica el delito de insolvencia punible a través del alzamiento de bienes.

De un examen detenido de los hechos que la sentencia declara como probados, a


los que obligatoriamente nos hemos de atener dada la vía casacional empleada, se
infiere que se dan todos y cada uno de los requisitos que exige el tipo, y así tenemos. 1º.
Existencia de un derecho de crédito vencido, líquido y exigible. No otra cosa significa la
sentencia de remate procedente de un juicio ejecutivo que se tradujo en las diligencias
de requerimiento de pago y subsiguiente embargo. 2º. Ocultación o enajenación real o
ficticia de los propios bienes. Se hicieron desaparecer de la traba de embargo parte de
esos bienes consistentes en las rentas que habían de percibirse del arrendamiento de
unos inmuebles propiedad del acusado, empleando para ello el subterfugio de cobrar por
adelantado las rentas mediante la aceptación como pago, de una serie de pagarés
librados a su favor y por el arrendatario, deudor de las rentas. 3º. De este modo se
colocó en situación de insolvencia, aunque fuera parcial, en perjuicio lógico del
acreedor ejecutante. 4º. El elemento subjetivo o intención de ocultar los bienes y
perjudicar al acreedor, se infiere necesariamente de los hechos defraudatorios antes
indicados y los que resultan del "factum" de la sentencia, sobre todo de ese cobro
anticipado de las rentas embargadas que no pudo tener otra finalidad que sustraerlos o
sacarlos de la traba que sobre ellos pesaba.

Se rechaza el motivo.

CUARTO.- Con base en el artículo 849, 2º de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal se pretende la existencia del error de hecho en la apreciación de la prueba.

Muchos de los documentos que se citan como sostén de ese pretendido error no
tienen la naturaleza de tales, según exige la norma, bien por tratarse de una prueba
testifical, bien por constituir simples "actos documentados" en el proceso. El resto son
documentos que precisamente fueron tenidos en cuenta por la Sala de instancia y en
ellos se basó para hacer la calificación jurídica que ahora se rebate, como pueden ser el
contrato de arrendamiento del que surgió la obligación de pagar las rentas objeto de la
defraudación, el juicio ejecutivo que trajo como consecuencia la sentencia de remate, el

613
requerimiento de pago y el embargo de aquéllas, los pagarés que contienen el pago
anticipado de tales rentas con la finalidad espuria de ocultarlas al acreedor, etc.

Por tanto, el recurrente, a través de este motivo, lo único que hace es interpretar
tales documentos de forma distinta a como lo hizo el Tribunal "a quo", pero aquélla
interpretación, amén de ser parcial en su exclusivo interés, carece de la lógica y la
autenticidad que presenta la hecha por el Tribunal.

Se desestima el motivo.

QUINTO.- Por quebrantamiento de forma al amparo del artículo 851.1 de la Ley


de Enjuiciamiento Criminal, por haberse consignado como hechos declarados probados
conceptos jurídicos que implican la predeterminación del fallo.

Se citan estas tres frases como fundamento de esa pretensión: "Ante el hecho del
embargo, los acusados se concertaron para hacer ineficaz la traba"; "... el acusado
Benjamín continuó percibiendo las rentas de Alyser S.C.L., apropiándoselas en su
beneficio, pese a conocer la existencia del embargo"; y “....lo que cabe inferir que dicho
convenio, extraño a los usos mercantiles, tuvo por finalidad....".

Pues bien, de esas frases que el recurrente pone de relieve como base del defecto
formal, no puede apreciarse ni una sola palabra o vocablo que sirva por sí misma para
predeterminar el posterior fallo, todas son perfectamente inteligibles para el hombre
medio, aunque sea lego en Derecho, y constituyen sin más parte del texto de la premisa
mayor que toda sentencia judicial supone.

A ello podemos añadir con carácter general, que es ilógico casar una sentencia,
con devolución de los autos al Tribunal que la dictó para que sustituya una palabra (en
este caso p.e. "embargo") por otra distinta y de carácter más vulgar, pues ello, aparte de
perjudicar a las partes que así lo proponen, sería tanto como provocar la situación
indeseada y anticonstitucional de las "dilaciones indebidas".

Se rechaza el motivo "pro forma".

SEXTO.- El correlativo también se alega por quebrantamiento de forma del


artículo 851.4 de la Ley de Enjuiciamiento por haberse penado en la sentencia el delito
con arreglo al vigente Código Penal en vez de hacerlo por el derogado de 1.973.
614
Frente a ello hemos de decir: a) El problema así planteado no puede entenderse
de naturaleza formal, como se pretende, sino con el carácter de fondo, pués el
mencionado apartado 4º del artículo 851 sólo hace referencia a aquéllos supuestos en
que se pene un delito más grave que el que haya sido objeto de acusación, y,
precisamente en el presente caso el Ministerio Fiscal acusó en base al Código Penal de
1.995. b) En cualquier caso, para entender si uno u otro es más favorable, hay que
entender la pena en abstracto y no en concreto, y así el artículo 519 del antiguo castiga
el alzamiento de bienes (tipo idéntico al actual d e insolvencia punible) cuando se tenga
la cualidad de comerciante, con la pena de prisión menor que puede llegar hasta los seis
años, mientras que el artículo 257.1 de vigente, la pena máxima privativa de libertad
sólo puede ser la de cuatro años.

Se rechaza el motivo.

SEPTIMO.- El último motivo, también por quebrantamiento de forma, se


ampara en el artículo 851.3 de la Ley Procesal por no haberse resuelto todos y cada uno
de los temas que fueron objeto de defensa.

El motivo carece prácticamente de desarrollo y, además, no se hace ni siquiera


referencia a los posibles puntos del debate no resueltos por la Sala, limitándose a hacer
una brevísima referencia teórica a lo que supone la incongruencia omisiva.

El motivo debió ser inadmitido "a límine" en fase de instrucción por total falta
de fundamento, con arreglo a lo ordenado en el artículo 885.1º de la mentada Ley.

Se desestima el motivo.

RECURSO DE Luis Carlos

PRIMERO.- El inicial motivo de este recurrente tiene su sede en el artículo 5.4


de la Ley Orgánica del Poder Judicial por haberse conculcado el principio de presunción
de inocencia del artículo 24.2 de la Constitución.

Para rechazar esta alegación bástenos remitirnos a lo dicho en el punto primero


del otro recurso, en el que aparece con claridad que las pruebas existentes, y que hacen
decaer el principio presuntivo, no contienen simples sospechas o conjeturas, como se
pretende, sino que se trata, unas veces, de verdaderas pruebas de cargo y, otras, de
615
indicios con suficiente fuerza inculpatoria. A ello podemos añadir que la propia parte
recurrente reconoce la veracidad de esos pagarés como vehículo del pago de las rentas,
siendo precisamente esos documentos mercantiles la esencia y núcleo de la
defraudación llevada a cabo.

Al final de la exposición parece pretenderse la aplicación del principio "in dubio


pro reo". Olvida la parte que este principio sólo tiene cabida en el recurso de casación
en supuestos muy excepcionales y sólo cuando de la propia sentencia de instancia
puedan inferirse dudas razonables que favorecerían al reo, circunstancia que de ningún
modo se aprecia en el caso enjuiciado.

Se desestima el motivo.

SEGUNDO.- El correlativo tiene su base en el artículo 849.1º de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal por aplicación indebida del artículo 257.1 del vigente Código
Penal.

Como se ha razonado en el punto tercero del anterior recurso, en el presente caso


se aprecia la existencia de todos y cada uno de los requisitos que el tipo de la
insolvencia punible requiere, por el que se ha condenado al recurrente en su calidad de
cooperador necesario.

Se rechaza el motivo.

TERCERO.- Se alega al amparo del artículo 849.2 de la Ley de Enjuiciamiento


Criminal por error de hecho en la apreciación de la prueba.

También nos remitimos, en lo esencial, a lo ya dicho en el punto cuarto del


anterior recurso, ya que aquí sirven los mismos argumentos en él expuestos.

Se desestima el motivo.

CUARTO.- Por quebrantamiento de forma del artículo 851.1 de la Ley de


Enjuiciamiento Criminal se alega falta de precisión y claridad en los hechos que se
declaran probados.

616
En realidad no se señalan puntos oscuros e imprecisos en los que pudieran
descansar estos defectos formales, más bien, en su breve desarrollo, se pretende añadir o
completar el "factum" con nuevos hechos.

La verdad es, sin embargo, que de una lectura detenida de la narración fáctica, lo
único que cabe concluir es su total claridad expositiva y en su adecuada concisión,
resultando que el motivo carece del mínimo fundamento impugnatorio que pudo
producir su inadmisión "a límine", según lo establecido en el artículo 885.1º de la Ley
Rituaria.

Se rechaza el motivo "pro forma".

QUINTO.- A través el artículo 851.4 de la citada Ley de Enjuiciamiento, se


alega "haberse penado en la sentencia un delito de los regulados en el moderno Código
Penal, no en el anterior, cuando de haberse aplicado éste no hubiera podido recaer
técnicamente sentencia condenatoria." Olvida el recurrente al así alegar, que la
calificación jurídica hecha por la Sala de instancia es la de un delito de insolvencia
punible, cuyo contenido es prácticamente idéntico al de alzamiento de bienes del
anterior Código, desechando la aplicación del delito de malversación impropia del que
el Ministerio Fiscal había también acusado, aunque con carácter alternativo.

Respecto a lo que brevemente se indica sobre la ampliación de esa acusación en


el acto del juicio oral, nos remitimos a lo que anteriormente se ha dicho en el punto
segundo del otro recurso.

Se desestima este último motivo.

FALLO:

Que debemos DECLARAR y DECLARAMOS NO HABER LUGAR a los


recurso de casación interpuestos por las representaciones de los acusados Luis Carlos y
Benjamín, contra sentencia dictada por la Audiencia Provincial de Murcia, de fecha
veintisiete de enero de dos mil, en causa seguida contra los mismos por delitos de
malversación.

Condenamos a dichos recurrentes al pago de las costas ocasionadas en el


presente recurso.
617
Comuníquese esta resolución a la mencionada Audiencia, a los efectos legales
procedentes con devolución de la causa si en su día la remitió.

Así por esta nuestra sentencia.

37-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 26 DE DICIEMBRE


DE 2001

ANTECEDENTES DE HECHO:

1.- El Juzgado de Instrucción número 7 de Oviedo, instruyó Procedimiento


Abreviado con el número 53/98, y una vez concluso fue elevado a la Audiencia
Provincial de dicha capital que, con fecha 25 de enero de 2000, dictó sentencia que
contiene los siguientes HECHOS PROBADOS: "el acusado Diego, mayor de edad
penal y sin antecedentes penales, socio de la empresa Alquiler de Maquinaria Cariño
S.L. que tenía numerosas deudas, entre otras, con la Administración Tributaria por más
de 47.00.000 de pesetas., con la empresa CEPSA por 409.315 ptas. y con la financiera
La Esfinge con la cantidad de 3.024.420 pts. realizó las siguientes transferencias de
vehículos propiedad de la empresa Alquiler de Maquinaria: a) Con fecha 4.10.1996, de
los vehículos I-....-KK y E-....-XJ a favor de su hija Silvia . b) Con fecha 7 de octubre de
1996 del vehículo E-....-OP en favor de su hija Amparo. En todas las solicitudes de
transferencia figura como transmitente Ildefonso y la firma del mismo ha sido simulada
por persona desconocida, llevando la documentación el propio acusado a la Gestoría
Simón que se encargó de tramitar dichas transferencia existiendo dudas sobre si
Ildefonso llamó previamente a la entrega de dicha documentación por el acusado a la
Secretaria de la Gestoría referida sobre que iban a transferirse tres vehículos de la
Empresa de la que es titular el acusado, habiendo ocultado el acusado en dichas
transferencias con la finalidad de burlar los créditos que tenía su cargo".

2.- La sentencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento: "FALLAMOS:


Que debemos CONDENAR y CONDENAMOS al acusado Diego como autor de un
618
delito de insolvencia punible en su modalidad de alzamiento de bienes sin concurrencia
de circunstancias modificativas de la responsabilidad criminal, a la pena de UN AÑO
DE PRISION con accesorias de inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo durante el tiempo de la condena, multa de 14 de con cuota diaria de 5000 pesetas
y en caso de no pago de la misma con la responsabilidad personal subsidiaria del
artículo 53 del Código Penal, costas del juicio extensibles a las de la acusación
particular, declarándose la nulidad de las ventas de los vehículos a que se refiere el
hecho fáctico probado de la presente resolución".

3.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación por


infracción de preceptos constitucionales, quebrantamiento de forma e infracción de Ley,
que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal Supremo las
certificaciones necesarias para su sustanciación y resolución, formándose el rollo y
formalizándose el recurso.

4.- El recurso interpuesto se basó en los siguientes MOTIVOS DE CASACION:


Primero.- En el primer motivo del recurso, formalizado al amparo del artículo 5.4 de la
Ley Orgánica del Poder Judicial, se invoca vulneración del derecho de presunción de
inocencia que proclama el artículo 24.2 de la Constitución.

Segundo.- En el segundo motivo del recurso, formalizado al amparo del número


1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se invoca infracción, por
aplicación indebida, del artículo 257.1.1º, en relación con el artículo 393, ambos del
Código Penal. Tercero.- En el tercer motivo del recurso, formalizado al amparo del
número del artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se invoca
quebrantamiento de forma pro estimar que en los hechos que se declaran probados se
consignan conceptos que por su carácter jurídico predeterminan el fallo y por existir
manifiesta contradicción.

5.- Instruido el Ministerio Fiscal del recurso interpuesto, la Sala admitió el


mismo, quedando conclusos los autos para señalamiento del fallo cuando por turno
correspondiera.

6.- Hecho el señalamiento para el fallo, se celebró la votación prevenida el día


17 de diciembre de 2001.
619
FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRIMERO.- En el primer motivo del recurso, formalizado al amparo del artículo


5.4 de la Ley Orgánica del Poder Judicial, se invoca vulneración del derecho de
presunción de inocencia que proclama el artículo 24.2 de la Constitución.

Se niega la existencia de pruebas de cargo que acrediten los hechos que se


declaran probados.

Se argumenta, en defensa del motivo, que el testimonio depuesto por el


perjudicado está motivado por enemistad y resentimiento.

Olvida el recurrente que los hechos que se declaran probados se sustentan no


sólo en el testimonio de Ildefonso , sino también en su propia declaración, en la de sus
hijas, en la declaración de la empleada de la gestoría, en la documental acreditativa de
las deudas que tenía pendiente el acusado, en ser el único accionista de la empresa
"Alquiler de Maquinaria Cariño S.L." y en el dictamen pericial sobre firmas, pruebas,
entre otras, a las que se ha referido el Tribunal sentenciador para motivar su convicción
sobre los hechos enjuiciados y la participación que en los mismos ha tenido el acusado.

Cuando se invoca el derecho constitucional a la presunción de inocencia el


examen de este Tribunal debe ceñirse a la supervisión de que ha existido prueba de
cargo, la comprobación de que la actividad probatoria se ha practicado con todas las
garantías y que el órgano de enjuiciamiento ha exteriorizado las razones que le han
conducido a constatar el relato de hechos probados a partir de la actividad probatoria
practicada; y el control de la razonabilidad del discurso que une la actividad probatoria
y el relato fáctico resultante (Cfr. STC 220/1998). Y ciertamente, en el presente caso, se
cumplen estos presupuestos en cuanto el Tribunal de instancia ha contado con medios
de prueba legítimamente obtenidos, sin que se acrediten, en modo alguno, infracción de
los derechos de defensa, habiéndose obtenido las pruebas de cargo con cumplido
acatamiento de las garantías que deben presidir un juicio justo, habiendo hecho el
Tribunal sentenciador expresa mención de los elementos de convicción que ha tenido en
cuenta, como antes se ha expresado.

Se ha cuestionado el testimonio de Ildefonso, y el Tribunal de instancia


desmonta los razonamientos que se alegan por el recurrente para privar de eficacia
620
probatoria a tal declaración, especialmente cuando vienen corroborados por otros
testimonios y la documental aportada.

Queda perfectamente acreditado que el acusado vendió tres vehículos de que era
titular la entidad Alquiler de Maquinaria, de la que era único accionista, a sus hijas, sin
contraprestación alguna, como igualmente ha quedado acreditado las cuantiosas deudas
que tenía pendientes.

Así las cosas, el motivo no puede ser estimado.

SEGUNDO.- En el segundo motivo del recurso, formalizado al amparo del


número 1º del artículo 849 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, se invoca infracción,
por aplicación indebida, del artículo 257.1.1º, en relación con el artículo 393, ambos del
Código Penal.

Se niega la presencia del elemento subjetivo consistente en el ánimo del deudor


de defraudar a los acreedores y se dice que está igualmente ausente la situación de
insolvencia total o parcial del acusado.

El artículo del Código Penal que se dice infringido tipifica las insolvencias
punibles y en su número segundo se refiere a unas específicas insolvencias asimiladas al
alzamiento de bienes y en concreto se castiga a quien con el fin de perjudicar a sus
acreedores realice cualquier acto de disposición patrimonial o generador de obligaciones
que dilate, dificulte o impida la eficacia de un embargo o de un procedimiento ejecutivo
o de apremio judicial, extrajudicial o administrativo, iniciado o de previsible iniciación.

En estas conductas delictivas el deudor trata de obstaculizar o provocar la


ineficacia de los procedimientos que se siguen para el cobro de las deudas o que
previsiblemente se iniciarán.

No debe olvidarse que tanto en esta modalidad delictiva como en las otras
previstas en el mismo artículo del Código Penal, la insolvencia constituye el elemento
nuclear y común, de modo que se requiere, en todo caso, que el deudor se encuentre en
una situación de desequilibrio patrimonial entre los valores realizables y las
prestaciones exigibles, de modo que el acreedor no encuentre en el patrimonio del
deudor medios económicos con los que pueda satisfacer sus crédito.

621
Y tampoco debe olvidarse que no es la mera situación de insolvencia lo que se
persigue con estos delitos, ya que ello supondría reinstaurar una proscrita prisión por
deudas, sino aquella conducta dolosa que provoca o agrava la situación de insolvencia
del deudor en perjuicio de sus acreedores.

En los hechos que se declaran probados, que deben ser respetados, consta, sin
duda, que el acusado dificulta con la venta simulada de los vehículos las expectativas de
los acreedores de cobrar las importantes sumas que debe el recurrente, como tampoco
cabe duda que el acusado, consciente y voluntariamente provoca esa disminución
patrimonial aparentando una venta a sus hijas de bienes que pretende sustraer del pago
de sus deudas.

Han concurrido, pues, los elementos objetivos y subjetivos que caracterizan esta
figura delictiva correctamente apreciada por el Tribunal sentenciador.

El motivo no puede prosperar.

TERCERO.- En el tercer motivo del recurso, formalizado al amparo del número


del artículo 851 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal se invoca quebrantamiento de
forma por estimar que en los hechos que se declaran probados se consignan conceptos
que por su carácter jurídico predeterminan el fallo y por existir manifiesta
contradicción.

Se dice que la contradicción existe cuando por un lado se expresa que llevó a la
gestoría la documentación para transferir los vehículos y por otro que existen dudas de
si previamente a la entrega de la documentación Ildefonso llamó a la gestoría para
advertir de esa transferencia.

Tiene declarado esta Sala que la manifiesta contradicción ha de ser tal que
desemboque necesariamente en conclusiones insostenibles y que los extremos fácticos
que se señalen se encuentren enfrentados en oposición o antítesis manifiesta y que
afecte a hechos o circunstancias esenciales que influyan causalmente en el fallo. Y eso
no sucede en el hecho que examinamos. Queda bien patente que fue el recurrente quien
llevó la documentación a la gestoría para realizar la transferencia de los vehículos a
favor de sus hijas, y ello es así haya o no llamado Ildefonso a la gestoría para prevenir
de la maniobra.
622
No se dice en que consiste la predeterminación del fallo que se denuncia ni
especifica cuáles son los conceptos que en la relación fáctica pueden predeterminar el
fallo, omisión que determina, por sí sólo, la presencia de la causa de inadmisión 4ª del
artículo 884 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal; y de la lectura de la totalidad de la
narración fáctica puede comprobarse que las palabras o locuciones empleadas son
perfectamente entendibles por cualquier persona sin que estén presentes expresiones
técnicas que definan o den nombre a la esencia del tipo aplicado.

Por todo lo que se deja expresado, no ha existido el quebrantamiento de forma


que se aduce y el motivo debe ser desestimado.

FALLO:

DEBEMOS DESESTIMAR Y DESESTIMAMOS EL RECURSO DE


CASACION por infracción de preceptos constitucionales, quebrantamiento de forma e
infracción de Ley interpuesto por Diego, contra sentencia de la Audiencia Provincial de
Oviedo, de fecha 25 de enero de 2000, en causa seguida por delito de alzamiento bienes.
Condenamos a dicho recurrente al pago de las costas ocasionadas en el presente recurso.

Comuníquese esta sentencia a la mencionada Audiencia a los efectos legales


oportunos, con devolución de la causa que en su día remitió, interesando acuse de
recibo.

Así por esta nuestra sentencia.

38-SENTENCIA DEL TRIBUNAL SUPREMO DE 17 DE MAYO DE 2017

ANTECEDENTES DE HECHO:

PRIMERO.- El Juzgado de Instrucción número 18 de Valencia instruyó


Procedimiento Abreviado 19/2012, por delito de insolvencia punible contra Andrea y
otros, y lo remitió a la Audiencia Provincial de Valencia cuya Sección Quinta dictó
sentencia en fecha 19 de julio de 2016 con los siguientes hechos probados:
623
«Así se declaran expresamente los siguientes:

Andrea, mayor de edad, con DNI NUM000 y sin antecedentes penales y Jesús
Manuel, mayor de edad, con DNI NUM001 y con antecedentes penales no computables
por ser posteriores a los hechos, y Armando, en el año 2002 constituyeron la mercantil
DALMO CONSTRUCCIONES, S.L., cuyo objeto social era la compraventa y
urbanización de terrenos, saneamiento y embellecimiento de los mismos, construcción,
promoción y venta de villas, piscinas, depósitos, casas adosadas etc., siendo la acusada
Andrea la socia mayoritaria y su administradora única. El acusado Jesús Manuel se
encargaba, además, de la contabilidad de la mercantil y de asesorar a la acusada Andrea
en los temas fiscales y laborales.

Los acusados, acuciados por las deudas contraídas en el ejercicio ordinario de su


actividad mercantil, puestos de común acuerdo y, guiados por el ánimo de burlar las
inminentes reclamaciones judiciales de sus acreedores realizaron los siguientes hechos:

En fecha 10 de septiembre de 2003, la entidad MARAVISA PARK S.L., en


abono de trabajos realizados por DALMO CONSTRUCCIONES S.L., libró y entregó el
pagaré nº NUM002, por importe de 108.660,94 euros y vencimiento el 30 de noviembre
de 2003, a cargo de la cuenta de la que MARAVISA FARK S.L. era titular nº
2077/0703/78/3101434652, el cual fue cobrado por Andrea y Jesús Manuel en su propio
beneficio.

Del mismo modo, el día 10 de octubre de 2003, la mercantil MARAVISA


FARK S.L., igualmente en pago de trabajos realizados por DALMO
CONSTRUCCIONES S.L. libró y entregó a los acusados el pagaré nominativo nº
NUM003, con vencimiento el 30 de diciembre de 2003, por un importe de 84.166,09
euros, a cargo de la cuenta de la que MARAVISA FARK S.L. era titular n°
2077/0703/78/3101434652, efecto que fue cobrado por los acusados, quienes en vez de
ingresarlo en las cuentas bancarias de Dalmo se lo quedaron en su propio beneficio.

La acusada Andrea en representación de la mercantil DALMO


CONSTRUCCIONES S.L suscribió un documento privado con la mercantil
MARAVISA PARK S.L. el día 7 de noviembre de 2003, en virtud del cual, de común
acuerdo, resolvieron un contrato de ejecución de obra de fecha 11 de diciembre de 2002
624
para la construcción de un centro de servicios asistenciales para la tercera edad en la
urbanización Mas Camarena, término municipal de Bétera. En dicho acto el
representante de la entidad MARAVISA PARK S.L., Luis Alberto, entregó a la acusada
Andrea el pagaré número NUM004, a nombre de DALMO CONSTRUCCIONES S.L,
por un importe de 150.370,11 euros, con vencimiento el día 5 de febrero de 2004, dando
por saldadas las facturas pendientes de pago a excepción de una cantidad de 37.335,71
euros relativa a retenciones pendientes. El pagaré referido por un importe de 150.370,11
euros fue descontado y abonado el día 10 de noviembre 2003 en la cuenta número
2077/0703/74/3101413838 que DALMO CONSTRUCCIONES S.L tenía abierta en la
entidad BANCAJA. La acusada Andrea, ese mismo día libró un cheque bancario al
portador contra dicha cuenta por un importe de 148.000 euros y se lo entregó al acusado
Jesús Manuel, quien siguiendo instrucciones de aquélla lo ingresó en la cuenta número
NUM005 de la entidad BANCAJA de la que él era el único titular con el fin de desviar
ese importe del patrimonio de DALMO CONSTRUCCIONES S.L.

El día 21 de noviembre de 2003 los acusados Andrea y Jesús Manuel (mediante


mandatario verbal) y Armando mediante escritura pública vendieron la totalidad de las
participaciones sociales de la mercantil DALMO CONSTRUCCIONES S.L a la
mercantil BLACKSTONE BUSINESSINVEST S.A. y a Hermenegildo, por un importe
de 12.000 euros, quienes la compraron a sabiendas de que se trataba de una empresa en
crisis. El mismo día fue designado Hermenegildo como administrador único de la
entidad DALMO CONSTRUCCCIONES S.L., no constando que Hermenegildo
estuvieses en connivencia con los acusados en la maniobra de ocultación descrita ni que
realizase ninguna acción en dicho sentido con posterioridad a su adquisición.

Los acreedores de la mercantil DALMO CONSTRUCCIONES S.L. en esas


fechas eran los siguientes:

1.- La mercantil FONTANERIAS RODRÍGUEZ E HIJOS S.L. realizó durante


el año 2003 trabajos de fontanería para DALMO CONSTRUCCIONES S.L. Aquella
entidad emitió una factura de fecha 9 de septiembre de 2003 por un importe de 6.960
euros (pagaré con gastos de 278,40 euros) y dos facturas de fecha 26 de diciembre de
2003 por unos importes de 3.455,64 y 2.320 euros, respectivamente, cantidad que no
fue hecha efectiva y que dio lugar a una reclamación judicial en la jurisdicción civil.
625
2.- La mercantil XIMO MORA S.L. en virtud del contrato de ejecución de obras
suscrito el día 29 de julio de 2003 con la mercantil DALMO CONSTRUCCIONES S.L.
representada por la acusada Andrea realizó trabajos de movimiento de tierras que
motivaron la emisión por aquélla de un total de 14 facturas por un importe de 44.169,89
euros expedidas entre los días 30 de junio hasta el 25 de noviembre de 2003, que no
fueron atendidas.

3.- La acusada Andrea subcontrató a la mercantil BEGARCÓN S.L. para la


ejecución de diversas obras, librando en pago por los trabajos ejecutados, entre los días
21 de julio y 26 de septiembre de 2003, cuatro pagarés por unos importes de 24.500
euros, 13.190,25 euros y 37.500 euros (dos por este importe), efectos que tampoco
fueron atendidos a sus respectivos vencimientos.

4.- La acusada Andrea, en representación de DALMO CONSTRUCCIONES


S.L., subcontrató a la mercantil Gregoria para la ejecución de obras, librando en pago
por los trabajos ejecutados seis pagarés, entre los días 11 de septiembre y 17 de octubre
de 2003, por un importe total de 45.425,12 euros (gastos de devolución incluidos),
efectos que no fueron atendidos a su vencimiento y que fueron reclamados a la entidad
DALMO CONSTRUCCIONES S.L ante el Juzgado de Primera Instancia n° 25 de esta
ciudad, procedimiento cambiario n° 263/04, siendo condenada dicha entidad a su pago.
El día 29 de octubre de 2003 libró un pagaré por un importe de 6.953,04 euros con
vencimiento el día 20 de enero de 2004 que tampoco fue atendido y que no fue incluido
en la reclamación civil.

El día 22 de noviembre de 2003, el acusado Jesús Manuel, con el fin de que el


dinero desviado de DALMO retornara al patrimonio de la acusada, libró dos cheques
contra la cuenta del Banco Zaragozano nº 0101139573, titularidad de la mercantil
ARTEAGA ASESORES S.L., de la que él era administrador único, por unos importes
de 49.000 euros y 211.000 euros, respectivamente, siendo el primero al portador y el
segundo nominativo a favor de la acusada, efectos que fueron ingresados en la cuenta
del Banco de Sabadell nº NUM006 titularidad de la acusada.

La causa no tuvo actividad alguna desde que se dictó Diligencia de Ordenación,


de 23 de abril de 2009, hasta que se dictó Auto de incoación de procedimiento

626
abreviado, el día 15 de febrero de 2012, excepto la incorporación del expediente de
justicia gratuita de Gregoria».

SEGUNDO.- La Audiencia de instancia dictó el siguiente pronunciamiento:


«Fallamos

1°/ Que debemos absolver y absolvemos libremente a Andrea y a Jesús Manuel


del delito de estafa agravada que se les imputaba, con declaración de costas de oficio
respecto a dicho ilícito.

2°/ Que debemos condenar y condenamos a Andrea y a Jesús Manuel, a la


primera como autora responsable y al segundo como cooperador necesario de un delito
de insolvencia punible, con la concurrencia de la circunstancia modificativa de la
responsabilidad criminal, atenuante muy cualificada, de dilaciones indebidas, a la pena,
a cada uno de ellos, de once meses de prisión y multa de cinco meses, con una cuota
diaria de diez euros y una responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de
libertad por cada dos cuotas impagadas, con la accesoria de inhabilitación especial para
el ejercicio del derecho al sufragio pasivo durante. el tiempo de la condena, y abono de
costas procesales por mitad, incluidas las de las acusaciones particulares, si bien las de
la representación de BEGARCON S.L. y XIMO MORA S.L., como ya se ha dicho,
quedarán limitadas únicamente a las que correspondan a dicho ilícito y no a la estafa
agravada, es decir, a la mitad.

Así mismo, se les condena, por vía de responsabilidad civil, a indemnizar,


conjunta y solidariamente a las personas y entidades que siguen en las sumas que a
continuación se detallan, con la responsabilidad civil subsidiaria de DALMO
CONSTRUCCIONES S.L.:

- FONTANERÍAS RODRÍGUEZ E HIJO S.L. 13.014,04 euros.

- XIMO MORA S.L.: 44.169,89 euros.

- BERGARCÓN S.L: 112.690,25 euros.

- Fermina: 52.378,16 EUROS.

A las anteriores cantidades serán de aplicación los intereses prevenidos en el


artículo 576 de la L.E.C.
627
Notifíquese la presente resolución al Ministerio Fiscal y demás partes
personadas, haciéndoles saber que contra la misma cabe interponer recurso de casación,
que deberá prepararse por escrito ante esta Sala, en el plazo de cinco días a contar desde
la última notificación de la sentencia».

TERCERO.- Notificada la sentencia a las partes, se preparó recurso de casación


por Andrea que se tuvo por anunciado, remitiéndose a esta Sala Segunda del Tribunal
Supremo las certificaciones necesarias para su substanciación y resolución, formándose
el correspondiente rollo y formalizándose el recurso.

CUARTO.- La representación de la recurrente basa su recurso de casación en los


siguientes motivos: PRIMERO.- Al amparo del art. 849 2° de la Ley de Enjuiciamiento
Criminal por error en la apreciación de la prueba basado en documentos que obran en
los autos, que demuestran la equivocación del juzgador, sin resultar contradichos por
otros elementos probatorios. SEGUNDO.- Al amparo del artículo 849.1° de la LECR,
Recurso de Casación por infracción de Ley, porque dados los hechos que se declaran
probados, se ha infringido un precepto penal de carácter sustantivo que debe ser
observado en la aplicación de la Ley Penal, en concreto, del artículo 257.1.1° del
Código Penal. TERCERO.- Al amparo del artículo 851, 1° y 3° de la LECR, Recurso de
Casación por quebrantamiento de Forma, por no expresarse en la sentencia clara y
terminantemente cuáles son los hechos que se consideran probados, por consignar como
hechos probados conceptos que, por su carácter jurídico, impliquen la predeterminación
del fallo, y por no resolver en ella sobre todos los puntos que han sido objeto de la
acusación y defensa. CUARTO.- al amparo del artículo 852 de la LECR, Recurso de
Casación por vulneración de precepto constitucional en relación con el artículo 5.4
LOPJ, por violación del artículo 24 de la Constitución Española, que garantiza que
todas las personas tienen derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y tribunales
en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún caso, pueda
producirse indefensión, y a un proceso público sin dilaciones indebidas y con todas las
garantías, utilizando los medios de prueba pertinentes para su defensa y a la presunción
de inocencia.

QUINTO.- Instruidas las partes, la Procuradora Sra. Marín Pérez en nombre y


representación de la mercantil BEGARCON S.L. presentó escrito de impugnación; el
628
Ministerio Fiscal impugnó todos y cada uno de los motivos; la Sala lo admitió a trámite,
quedando conclusos los autos para señalamiento de fallo cuando por turno
correspondiera.

SEXTO.- Hecho el señalamiento del fallo prevenido, se celebraron deliberación


y votación el día 20 de abril de 2017.

FUNDAMENTOS DE DERECHO:

PRELIMINAR. La Sección Quinta de la Audiencia Provincial de Valencia


condenó, en sentencia dictada el 19 de julio de 2016, a Andrea y a Jesús Manuel, a la
primera como autora responsable y al segundo como cooperador necesario de un delito
de insolvencia punible, con la concurrencia de la circunstancia atenuante muy
cualificada de dilaciones indebidas, a la pena, a cada uno de ellos, de once meses de
prisión y multa de cinco meses, con una cuota diaria de diez euros y una
responsabilidad personal subsidiaria de un día de privación de libertad por cada dos
cuotas impagadas, con la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio del
derecho al sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, y abono de costas
procesales por mitad, incluidas las de las acusaciones particulares, si bien las de la
representación de Begarcon, S.L. y Ximo Mora, S.L., quedarán limitadas únicamente a
las que correspondan a dicho ilícito y no a la estafa agravada, es decir, a la mitad.

Asimismo, se les condena, por vía de responsabilidad civil, a indemnizar,


conjunta y solidariamente, en las sumas que a continuación se detallan, con la
responsabilidad civil subsidiaria de Dalmo Construcciones S.L., a favor de las
siguientes entidades y personas físicas: Fontanerías Rodríguez e Hijo, S.L.: 13.014,04 €;
Ximo Mora, S.L.: 44.169,89 €; Begarcón, S.L: 112.690,25 €; y Fermina: 52.378,16 €.

Ambos acusados fueron absueltos del delito de estafa agravada que se les
imputaba, con declaración de costas de oficio respecto a dicho ilícito.

Los hechos objeto de condena se pueden sintetizar, a efectos de mera


introducción, en que los acusados Andrea y Jesús Manuel, junto con una tercera persona
(Armando), constituyeron en el año 2002 la entidad mercantil Dalmo Construcciones,
S.L., cuyo objeto social era la compraventa y urbanización de terrenos, saneamiento y
embellecimiento de los mismos, construcción, promoción y venta de villas, piscinas,
629
depósitos, casas adosadas etc., siendo la acusada Andrea la socia mayoritaria y su
administradora única. El acusado Jesús Manuel se encargaba de la contabilidad de la
mercantil y de asesorar a la acusada Andrea en los temas fiscales y laborales.

Los acusados, acuciados por las deudas contraídas en el ejercicio ordinario de su


actividad mercantil, después de recibir en diferentes fechas de los últimos meses del año
2003 (el 10 de septiembre, el 10 de octubre y el 7 de noviembre), en virtud de las
relaciones y contratos con la entidad Maravisa Park, S.L., tres pagarés por las sumas de
108.660,94 €, 84.066,09 € y 150.370,11 €, en lugar de ingresar ese dinero en las cuentas
de la sociedad se lo quedaron en su propio beneficio, puestos de común acuerdo y
guiados por el ánimo de burlar las inminentes reclamaciones judiciales de sus
acreedores.

El día 21 de noviembre de 2003 los acusados Andrea y Jesús Manuel (mediante


mandatario verbal) y Armando vendieron en escritura pública la totalidad de las
participaciones sociales de Dalmo Construcciones S.L. a la mercantil Blackstone
Businessinvest S.A. y a Hermenegildo, por un importe de 12.000 euros, quienes la
compraron a sabiendas de que se trataba de una empresa en crisis. El mismo día fue
designado Hermenegildo como administrador único de la entidad Dalmo
Construcciones S.L., no constando que Hermenegildo estuviese en connivencia con los
acusados en la maniobra de ocultación descrita ni que realizase ninguna acción en dicho
sentido con posterioridad a su adquisición.

Los acreedores Fontanerías Rodríguez e Hijo, S.L.; Ximo Mora, S.L.; Begarcón,
S.L; y Fermina se quedaron sin cobrar las sumas que les adeudaba la entidad de los
acusados por prestaciones realizadas en los últimos meses, en las cuantías que se
especifican en la sentencia recurrida y que constan como indemnización en el fallo de la
sentencia.

Contra la referida condena recurrió en casación sólo la acusada Andrea,


oponiéndose al recurso el Ministerio Fiscal y la entidad Begarcón S.L.

PRIMERO. 1. En el motivo primero del recurso denuncia la defensa, con


sustento procesal en el art. 849.2º de la LECr., la existencia de error en la apreciación de

630
la prueba basado en documentos que obran en los autos que demuestran la equivocación
del juzgador, sin resultar contradichos por otros elementos probatorios.

Señala la parte recurrente que la sentencia impugnada declara probado el hecho


de que los pagarés relacionados por importe de 108.660,94 €, 84.166,09 € y 150.370,11
€, fueron cobrados por los acusados quedándose con el dinero en su propio beneficio e
impidiendo que los perjudicados pudieran hacer efectivos sus créditos. Dicha
afirmación -según la acusada- resulta contradicha por los documentos que constan en la
causa, que demuestran que dichos pagarés sí fueron ingresados en las cuentas de Dalmo
Construcciones, S.L., y que con su importe se realizaron pagos de deudas de dicha
mercantil.

2. Como es sabido, esta Sala viene exigiendo para que prospere ese motivo de
casación (art. 849.2º LECr.), centrado en el error de hecho, que se funde en una
verdadera prueba documental y no de otra clase, como las pruebas personales, por más
que estén documentadas. Y, además, también se requiere que el documento evidencie el
error de algún dato o elemento fáctico o material de la sentencia de instancia, evidencia
que ha de basarse en el propio y literosuficiente o autosuficiente poder demostrativo
directo del documento, es decir, sin precisar de la adición de ninguna otra prueba ni
tener que recurrir a conjeturas o complejas argumentaciones. A lo que ha de sumarse
que no se halle en contradicción con lo acreditado por otras pruebas y que los datos que
proporciona el documento tengan relevancia para la causa por su capacidad
modificativa de alguno de los pronunciamientos del fallo de la sentencia recurrida
(SSTS de 1653/2002, de 14-10; 892/2008, de 26-12; 89/2009, de 5-2; 109/2011, de 22-
9; 207/2012, de 12-3; 474/2016, de 2-6; y 883/2016, de 23-11, entre otras).

Pues bien, la parte recurrente centra en este motivo sus argumentos


impugnativos en ir desglosando las vicisitudes de los tres pagarés que, según la
sentencia recurrida, acabaron en el patrimonio de los acusados por las cantidades de
108.660,94 €, 84.066,09 € y 150.370,11 €.

Las alegaciones de la defensa se desarrollan siguiendo fundamentalmente dos


líneas argumentales. En unos casos aduce, como en el caso del pagaré por 84.066,09
euros, que no ha sido factible seguir la pista bancaria a este pagaré porque el Banco

631
Sabadell no aportó la documentación que la parte recurrente solicitaba, por lo que no se
habría podido averiguar si se ingresó realmente en la cuenta bancaria de la entidad de
los acusados, Dalmo Construcciones, S.L., ni tampoco si fue a parar a las cuentas de la
ahora impugnante. Sin embargo, tal como señala el Ministerio Fiscal en sus alegaciones
al recurso, en el folio 1721 del tomo X de la causa obra certificación emitida por Bankia
en la que se comunica que dicho pagaré aparece compensado por Cámara, por lo que se
ingresó en otra entidad, sin que conste que ingresara en alguna de las cuentas de Dalmo
Construcciones, ni tampoco que su importe fuera destinado al pago de las deudas de esa
sociedad.

Y con respecto a los otros dos pagarés (por las sumas de 108.660,94 € y
150.370,11 €) alega que consta documentado que fueron ingresados en las cuentas de la
entidad Dalmo Construcciones. Sin embargo, lo cierto es que después en ambos casos el
dinero fue extraído mediante cheques contra esas cuentas, de las que disponían ambos
acusados, y fueron a parar al patrimonio de los imputados.

Frente a los datos bancarios que evidencian la salida del dinero de la cuenta de
Dalmo Construcciones y su ingreso en cuentas de los acusados, contraargumenta la
defensa de la acusada tanto con pruebas testificales personales como con el estado de
sus propias cuentas particulares, aduciendo que con ese dinero se abonaron cargos
pendientes de la sociedad de los acusados.

La defensa, tanto en el informe final de la vista oral ante la Audiencia como en


su escrito de recurso hace reiterada referencia a la prueba testifical de descargo que se
practicó en la vista oral del juicio. Y en cuanto a la prueba documental que pretende
encauzar por la vía procesal del art. 849.2º de la LECr., consciente de que se contradice
con la prueba documental citada por las acusaciones y también con las declaraciones
testificales de los perjudicados, realiza sofisticadas y complejas argumentaciones
contables, la mayor parte relacionadas con cuentas particulares de la acusada y también
con una agenda personal, mediante la que materializaba la doble contabilidad que con la
que dice operar para dirigir su empresa. Nos referimos con ello a la contabilidad que se
deriva de las cuentas bancarias de la empresa, de una parte, y de otra la contabilidad de
las cuentas particulares que utilizaba con habitualidad, según su versión, para hacer
frente al pago de las deudas de la sociedad que dirigía como única administradora, ya
632
que el coacusado se limitaba a realizar algunas labores de asesoramiento en temas
fiscales y laborales, pero sin llevar la administración de la empresa.

Por consiguiente, ni la acusada ha aportado documentos literosuficientes o


autosuficientes que evidencien que el importe de los tres pagarés objeto de acusación ha
sido destinado a abonar deudas de la entidad Dalmo Construcciones, S.L., ni tampoco
aporta argumentos concluyentes que desvirtúen la hipótesis acreditada por las
acusaciones. Se da, pues, la circunstancia de que ni los documentos que esgrime se
corresponden con los exigidos en el art. 849.2º de la LECr., sino que precisa
complementarlos con numerosa prueba personal y de otra índole, ni tampoco puede
prescindir de complejas argumentaciones defensivas ni de interpretaciones y
especulaciones con respecto al contenido de la prueba con el fin de reconducirla a
resultados que favorecen sus alegaciones exculpatorias.

Así las cosas, y sin perjuicio de lo que se dirá al tratar en el fundamento


siguiente el derecho a la presunción de inocencia, el motivo primero no puede acogerse.

SEGUNDO. 1. Dejando provisionalmente a un lado los motivos segundo y


tercero, se examinará ahora, con el fin de proseguir con el análisis del tema probatorio,
el motivo cuarto, en el que la parte recurrente, por la vía procesal de los arts. 852 de la
LECr. y 5.4 de la LOPJ, denuncia la vulneración del derecho fundamental a la
presunción de inocencia (art. 24.2 CE), que a su vez pone en relación con el derecho a la
tutela judicial efectiva (art. 24.1 CE).

Las alegaciones de la defensa sobre la presunción de inocencia nos obligan a


verificar si se han practicado en la instancia, con contradicción de partes, pruebas de
cargo válidas y con un significado incriminatorio suficiente (más allá de toda duda
razonable) para estimar acreditados los hechos integrantes del delito y la intervención de
la acusada en su ejecución; pruebas que, además, tienen que haber sido valoradas con
arreglo a las máximas de la experiencia y a las reglas de la lógica, constando siempre en
la resolución debidamente motivado el resultado de esa valoración; todo ello conforme a
las exigencias que viene imponiendo de forma reiterada la jurisprudencia del Tribunal
Constitucional (SSTC 137/2005, 300/2005, 328/2006, 117/2007, 111/2008 y 25/2011,
entre otras).

633
Pues bien, en contra de lo que aduce la defensa, y tal como se comprobará a
continuación, las acusaciones aportaron prueba de cargo suficiente para enervar la
presunción constitucional.

2. Sostiene la parte recurrente que la sentencia parte de una errónea convicción


al valorar la prueba relativa a la verificación de los hechos declarados probados. Y así,
señala que el Tribunal sentenciador, para justificar el ánimo defraudatorio de los
acusados, destaca, entre otros extremos, que los tres pagarés por importes de 108.660,94
€, 84.166,09 € y 150,370.11€ se distrajeron de Dalmo Construcciones en beneficio de
los acusados, cuando lo cierto, según la defensa, es que según consta en el folio 202 del
tomo I, el pagaré por importe de 108.660,54.4 € fue ingresado en la cuenta n° 2077
0703 78 3101434652 titularidad de Dalmo Construcciones, S.L., y no fue cobrado por
los acusados.

Refiere igualmente que el pagaré por importe de 84.166,09 € tampoco fue


cobrado por los acusados, ya que dicho pagaré fue citado por vez primera por el juez de
instrucción en el auto de incoación de procedimiento abreviado de fecha 15-02-2012. La
recurrente arguye, además, que dicho pagaré fue ingresado en la cuenta corriente de
Dalmo Construcciones en el Banco de Sabadell, junto con otros pagarés que integraban
una remesa por un total de 92,862,13 €, de fecha 16-10-2003. Es más, advierte la parte
que, según consta en la causa (folio 1758 del tomo IX, y 168 del tomo 1), solicitó con
fecha 28-02-2012 que se librara oficio al Banco de Sabadell (folio 1670), reiterado en
fecha 14-11-2012 (folio 1755), petición que volvió a interesar en la vista oral del juicio,
contestando el Banco en el año 2015 (folio 352 y 365 del tomo II de la Audiencia) en el
sentido de que "... debido a la antigüedad del mismo no ha sido posible su
localización...". Por lo cual, concluye la recurrente que el paso del tiempo ha dejado a la
parte totalmente indefensa sin esa prueba, pese a tenerla solicitada desde hacía años,
interpretando el Tribunal ese déficit probatorio en contra del reo.

Por último, en cuanto al pagaré por importe de 150.370,11 €, dice la acusada


que, una vez librado el cheque bancario por importe de 148.000 €, se utilizó el dinero
para cancelar el anticipo comercial que había efectuado para saldar deudas de la entidad.

634
Y también se queja de que no se haya valorado como prueba de descargo su
agenda personal con la excusa de que se aportó tarde a la causa, circunstancia que no
admite la acusada.

3. Las explicaciones y alegaciones de la defensa no pueden, sin embargo,


asumirse por esta Sala. En primer lugar porque, aun siendo cierto que el pagaré por
108.660,94 € (nº NUM002) ingresó en una cuenta de la sociedad Dalmo Construcciones
S.L. el 10 de septiembre de 2003, al librarlo Maravisa Park, S.L. por ese importe, con
vencimiento de 30 de noviembre del mismo año en pago de trabajos realizados por
Dalmo Construcciones S.L. (folio 205, tomo III), se ha acreditado que fue cobrado en la
cuenta de BANKIA a nombre de la entidad. Y consta verificado mediante certificación
bancaria que ese pagaré fue descontado y abonado a través de esa cuenta de la que
disponía la acusada como titular y administradora única de Dalmo Construcciones S.L.
(folio 518, tomo IV).

En cuanto al pagaré por la suma de 84.166,09 € (nº NUM003), se argumenta en


la sentencia recurrida que el 10 de octubre de 2003, Maravisa Park S.L. libró otro
pagaré a nombre de Dalmo Construcciones S.L., por importe de 84.166,09 €. que no
ingresó en las cuentas de la referida mercantil. Consta al folio 191 y ss., del tomo I,
extracto de la cuenta de Dalmo en BANKIA, y en el folio 1721 del Tomo X obra
certificación emitida por la misma entidad bancaria en la que se comunica que dicho
pagaré aparece como compensado por Cámara, por lo que debe inferirse que ingresó en
otra entidad distinta. Sin que conste como ingresado en la cuenta que Dalmo
Construcciones, S.L., tenía abierta en el Banco de Sabadell (folio 1333 y ss tomo VIII),
pese a que en el acto del Juicio Jesús Manuel afirmó que el pagaré se había presentado
al descuento porque había que atender un vencimiento del Banco de Sabadell, y Andrea
también dijo que había ido a dicha cuenta.

Por lo tanto, no consta que dichos pagarés se aplicaran al pago de facturas de


proveedores o para saldar deudas contraídas con acreedores de la entidad Dalmo
Construcciones, S.L.

La defensa de la acusada insiste en su escrito de recurso que, tras haber


solicitado información al Banco de Sabadell sobre si había sido ingresado el pagaré en

635
la cuenta de Dalmo Construcciones en esa entidad, respondió tras años de espera que no
podían localizar la documentación referida dado el tiempo transcurrido. Por lo cual, la
parte responsabiliza al Banco de no poder acreditar sus tesis exculpatorias. Sin embargo,
lo cierto es que la acusada era cliente del Banco y administradora única de la empresa
deudora. Y desde luego lo lógico es que el Banco le remita los extractos de sus cuentas
y en caso de que los extravíe siempre habría podido solicitar que se los reprodujeran. De
tal forma que ella como titular de la empresa tendría que tener a su disposición toda la
documentación bancaria.

Por último, en lo que concierne al pagaré de mayor cuantía, por la suma de


150.370,11 euros, declara probado la sentencia que fue descontado y abonado el día 10
de noviembre 2003 en la cuenta número 2077/0703/74/3101413838 que Dalmo
Construcciones S.L tenía abierta en la entidad Bancaja. Ese mismo día la acusada
Andrea libró un cheque bancario al portador contra dicha cuenta por un importe de
148.000 euros y se lo entregó al coacusado Jesús Manuel, quien siguiendo instrucciones
de aquélla lo ingresó en la cuenta número NUM005 de la entidad BANCAJA, de la que
él era el único titular, con el fin de desviar ese importe del patrimonio de Dalmo
Construcciones S.L.

Y más adelante, complementando lo anterior, se especifica en el "factum" de la


sentencia recurrida que el día 22 de noviembre de 2003, el acusado Jesús Manuel, con el
fin de que el dinero desviado de Dalmo Construcciones retornara al patrimonio de la
acusada, libró dos cheques contra la cuenta del Banco Zaragozano nº 0101139573,
titularidad de la mercantil Arteaga Asesores S.L., de la que el acusado era administrador
único, por unos importes de 49.000 euros y 211.000 euros, respectivamente, siendo el
primero al portador y el segundo nominativo a favor de la acusada, efectos que fueron
ingresados en la cuenta del Banco de Sabadell nº NUM006, titularidad de la acusada.

De esta forma, según resalta la Audiencia en el fundamento segundo de su


sentencia, los acusados Andrea y Jesús Manuel culminan la maniobra planificada, ya
que el día 22 de noviembre de 2003 Jesús Manuel libra dos cheques contra la cuenta
abierta en el Banco Zaragozano a nombre de Arteaga Asesores, S.L., de la que es
administrador único, por importe de 49.000 y 211.000 €, que, a su vez, fueron
ingresados en la cuenta del Banco de Sabadell de la que es titular y única autorizada la
636
ahora recurrente, Andrea (folios 594 a 609 de la causa, tomo V; 1326 y ss, tomo VIII; y
857 y 858, tomo VI), haciendo propio los acusados un efectivo que nunca debió
detraerse de las cuentas de la entidad Dalmo Construcciones, S.L., pues tenía que
haberse destinado al pago de los acreedores.

Para replicar a las evidencias que se acaban de transcribir, aduce en su escrito de


recurso la acusada que esos dos cheques por 49.000 y 211.000 € ingresaron en su cuenta
particular del Banco de Sabadell para compensar los anticipos que había efectuado con
su patrimonio personal para abonar pagos que debía Dalmo Construcciones, S.L. Este
argumento ha sido utilizado por la defensa de forma reiterada tanto en la vista oral del
juicio como en su escrito de recurso para justificar esa clase de ingresos en sus cuentas
particulares de dinero que procedía de cuentas de la referida entidad.

Y así, es importante destacar a este respecto el hecho de que en el escrito de


recurso se expone y reconoce en tres párrafos diferentes que la acusada « era titular de
varias cuentas corrientes como persona física abiertas incluso antes de que se
constituyera Dalmo Construcciones, S.L., se trata de la cuenta del Banco de Sabadell n°
NUM006 (recogida expresamente en los Hechos Probados), y la cuenta del Banco
Zaragozano nº NUM007. Dichas cuentas pese a estar abiertas a nombre de la acusada
como persona física eran unas cuentas de empresa y la acusada las utilizaba
indistintamente para realizar pagos y cobros de DALMO, llevando el registro de los
pagos a realizar de forma manual con anotaciones en una agenda » (página 12 del
recurso).

El mismo contenido argumental lo reitera en otros apartados del escrito de


recurso (páginas 15 y 26), e incluso nombra algunos testigos que avalarían ese proceder,
incidiendo la recurrente en que llevaba la contabilidad de esos pagos de deudas de la
sociedad realizados a través de sus cuentas personales valiéndose de una agenda donde
los hacía constar.

Sin embargo, esos datos más que cuestionar la tesis incriminatoria acogida en la
sentencia lo que hacen es confirmarla. Pues, una vez que se acredita que el dinero pasa
de las cuentas de la sociedad a las particulares de la acusada, ya sea directamente o a
través de alguna cuenta del coacusado Jesús Manuel, queda confirmada la versión

637
acusatoria que ha acogido la sentencia recurrida. Sin que la agenda manual con la que
ha pretendido justificar esos pagos la parte recurrente haya convencido en modo alguno
al Tribunal de instancia, según se consigna en la sentencia, dada la naturaleza y la
procedencia del contenido de la referida agenda.

El hecho de que la recurrente haya admitido -los datos bancarios son, además,
inequívocos y concluyentes en ese punto- que transfería con cierta habitualidad ingresos
de la cuenta de la sociedad a sus cuentas particulares, argumentando que ello lo hacía
porque ella también anticipaba particularmente pagos de deudas de la entidad, acredita
fehacientemente que había establecido un sistema de contabilidad que permitía quedarse
con el dinero de la entidad en perjuicio de los acreedores sin que éstos tuvieran forma
alguna de constatarlo ni de conocer los ingresos reales de la sociedad.

A todo ello ha de sumarse que ha quedado también fehacientemente probado


ante la Audiencia, y así se expresa en la sentencia de instancia, que el día 21 de
noviembre de 2003 los acusados Andrea y Jesús Manuel y Armando vendieron en
escritura pública la totalidad de las participaciones sociales de la mercantil Dalmo
Construcciones S.L. a la mercantil Blackstone Businessinvest, S.A. y a Hermenegildo,
por un importe de 12.000 euros, quienes la compraron a sabiendas de que se trataba de
una empresa en crisis. El mismo día fue designado Hermenegildo como administrador
único de la entidad Dalmo Construcciones, S.L., no llegando a probarse que
Hermenegildo actuara en connivencia con los acusados en la maniobra de ocultación
descrita ni que realizase ninguna acción en dicho sentido con posterioridad a su
adquisición.

Esa venta resulta incuestionable ya que consta acreditado en escritura pública.


Poco tiempo después el comprador de la empresa, Hermenegildo, se marchó a Chile y
se desentendió de la marcha de la entidad.

El hecho de la venta de la empresa, tanto por la forma y el momento en que se


hizo como por su calamitosa deriva final, alcanza un significado sumamente relevante
para la interpretación de la dinámica empresarial y de la conducta de los acusados.

En primer lugar, porque a pesar de que la parte recurrente sostuvo en el juicio de


instancia que la empresa en el momento de la venta tenía patrimonio suficiente para
638
hacer frente a las deudas, al contar cuando mínimo con un activo que superaba los
200.000 euros, todos los indicios apuntan de forma rotunda en sentido contrario. Para
constatarlo es suficiente con fijarse en el precio en que se vendió: 12.000 euros, y
también por la forma como fue abandonada por los adquirentes al poco tiempo de su
compra.

En segundo lugar, también hay que destacar la fecha en que se vendió. Pues toda
la operación referente al destino del último pagaré ingresado por la suma de 150.000
euros se realizó en la primera quincena de noviembre de 2003; es decir, unos días antes
de la venta de la sociedad, ya que se formalizó el 21 de noviembre siguiente.

Por último, ninguno de los acreedores querellantes cobró dinero alguno a partir
de la fecha de la venta. Sin embargo, sí reintegró la acusada el importe del último
pagaré en su cuenta particular del Banco de Sabadell el día siguiente a la venta; esto es,
el 22 de noviembre de 2003.

Por consiguiente, las inferencias que hizo la Audiencia sobre las connotaciones
fraudulentas de la conducta de la acusada se ajustan a las máximas de la experiencia y a
la lógica de lo razonable. De modo que no cabe cuestionar que haya quedado enervado
el derecho fundamental a la presunción de inocencia de la recurrente, al concurrir
prueba de cargo suficiente para considerar acreditado el "factum" de la sentencia
recurrida.

El motivo debe por tanto rechazarse.

TERCERO. En el segundo motivo del recurso invoca la parte, al amparo del


artículo 849.1° de la LECr., la infracción del artículo 257.1.1° del Código Penal
(anterior a la reforma de 2010), al estimar que de los hechos probados no se deduce que
los pagarés relacionados se distrajeran del patrimonio de Dalmo Construcciones, S.L.,
en beneficio de los acusados y en perjuicio de los acreedores, y sin que haya existido
ánimo defraudatorio en la actuación de Andrea que permita considerar punible su
conducta.

2. Según la jurisprudencia del Tribunal Supremo (SSTS 1253/2002, de 5-7;


1122/2005, de 3-10; 652/2006, de 15-6; 557/2009, de 8-4; y 4/2012, de 18-1), los
elementos del delito de alzamiento de bienes son los siguientes:
639
1º) Existencia previa de crédito contra el sujeto activo del delito, que pueden ser
vencidos, líquidos y exigibles, pero también es frecuente que el defraudador se adelante
en conseguir una situación de insolvencia ante la conocida inminencia de que los
créditos lleguen a su vencimiento, liquidez o exigibilidad.

2º) Un elemento dinámico que consiste en una destrucción u ocultación real o


ficticia de sus activos por el acreedor.

3º) Resultado de insolvencia o disminución del patrimonio del delito que


imposibilita o dificulta a los acreedores el cobro de lo que les es debido.

4º) Un elemento tendencial o ánimo específico en el agente de defraudar las


legítimas expectativas de los acreedores de cobrar sus créditos. Basta para su comisión
que el sujeto activo haga desaparecer de su patrimonio uno o varios bienes dificultando
con ello seriamente la efectividad del derecho de los acreedores, y que actúe
precisamente con esa finalidad.

Pues bien, todos estos requisitos concurren en la conducta de la recurrente, a


tenor de lo que se ha explicado y razonado en el fundamento precedente.

En efecto, la acusada tenía pendiente el pago de varias deudas a diferentes


acreedores de su empresa por trabajos y prestaciones que habían realizado en los meses
inmediatamente anteriores a la venta de la empresa a un tercero por un precio simbólico.
Y a sabiendas de ello, y habiendo percibido varios pagarés por distintos conceptos que
se le adeudaban, en lugar de saldar las deudas recientes de los cuatro acreedores que
figuran en la causa, transfirió el importe de esos pagarés a sus cuentas particulares, y a
los pocos días de haber terminado de realizar esa conducta vendió la sociedad a una
tercera persona por un precio prácticamente testimonial (12.000 euros), marchándose
después a Chile el comprador al poco tiempo de adquirirla. De modo que los acreedores
que figuran en la causa se quedaron sin cobrar el importe de las prestaciones que habían
realizado para la empresa de la acusada, propietaria y única administradora de la
entidad.

Concurre así la existencia de varios créditos vencidos, líquidos y exigibles a


favor de diferentes acreedores. También se aprecia la ocultación del patrimonio de la
empresa por parte de la acusada, que lo derivó hacia sus cuentas personales con la
640
inconsistente e inasumible explicación de que ella había hecho anticipos a la sociedad
para abonar deudas sociales que pretendía recuperar mediante el ingreso de los pagarés
que habían abonado los clientes.

Consta igualmente probado que, a los pocos días de recibir el grueso de lo que
se adeudaba a la entidad, vendió la empresa por un precio casi simbólico de 12.000
euros a un sujeto que ni siquiera la explotó, pues al poco tiempo se marchó a Chile,
concurriendo así también el requisito de despatrimonialización de la entidad en
perjuicio de los acreedores, que no pudieron por tanto cobrar lo que se les adeudaba.

Por último, es claro que también se constata el elemento subjetivo del tipo penal;
esto es, el elemento tendencial o el ánimo específico en el agente de defraudar las
legítimas expectativas de los acreedores de cobrar sus créditos. Pues, tal como ya se dijo
en su momento, las fechas y el modo en que vendió la empresa, y el estado en que ésta
quedó, sin posibilidades de que los acreedores cobraran el dinero que les debía la
sociedad de la acusada, evidencia que ésta ocultó el dinero cobrado y vendió después la
empresa a sabiendas de que con ello perjudicaba a los acreedores, al quedar éstos sin
ninguna expectativa de cobro.

Así pues, al darse todos los elementos del tipo penal, el motivo no puede
atenderse.

CUARTO. 1. Por último, en el motivo tercero invoca la parte el


quebrantamiento de forma previsto en el artículo 851, 1° y 3° de la LECr., por no
expresarse en la sentencia clara y terminantemente cuáles son los hechos que se
consideran probados, por consignar como hechos probados conceptos que, por su
carácter jurídico, impliquen la predeterminación del fallo, y por no resolver en ella
sobre todos los puntos que han sido objeto de la acusación y defensa.

Considera la defensa que existe infracción del art. 851.1° y 3° de la LECrim por
cuanto en la sentencia se consignan como hechos probados conceptos jurídicos que
denotan la intencionalidad de los acusados de desviar los importes de Dalmo
Construcciones S.L. en beneficio propio y en perjuicio de los acreedores, sin entrar a
resolver algunos aspectos puntuales planteados por la parte, y omitiendo cualquier
pronunciamiento sobre los hechos relativos a cuál era el funcionamiento de las cuentas
641
corrientes de Andrea y de Dalmo Construcciones con referencia a los pagos realizados
por la acusada a proveedores de la entidad.

2. En lo que respecta, en primer lugar, a la consignación en la relación de hechos


probados de conceptos que, por su carácter jurídico, implican la predeterminación del
fallo, reseña en su escrito la parte recurrente las siguientes expresiones:

- "...guiados por el ánimo de burlar las inminentes reclamaciones judiciales..."

- "...con el fin de desviar ese importe del patrimonio de Dalmo Construcciones,


S.L..."

- "...maniobra de ocultación descrita..."

- "...con el fin de que el dinero desviado de DALMO retomara al patrimonio de


la acusada..."

Planteado en esos términos el submotivo del recurso, se hace preciso anticipar


que sobre el vicio de quebrantamiento de forma que se denuncia en relación con tales
frases y expresiones, tiene establecido esta Sala que la predeterminación del fallo que se
contempla y proscribe en el art. 851.1º de la LECr. es aquella que se produce
exclusivamente por conceptos jurídicos que definen y dan nombre a la esencia del tipo
penal aplicado, exigiéndose para su apreciación: a) que se trate de expresiones técnico-
jurídicas que definan o den nombre a la esencia del tipo aplicado; b) que tales
expresiones sean por lo general asequibles tan solo para los juristas o técnicos y no
compartidas en el uso del lenguaje común o coloquial; c) que tengan un valor causal
apreciable respecto del fallo; y d) que, suprimidos tales conceptos jurídicos, quede el
hecho histórico sin base alguna y carente de significado penal (SSTS núm. 667/2000, de
12-4; 1121/2003, de 10-9; 401/2006, de 10-4; 755/2008, de 26-11; 131/2009, de 12-2;
381/2009, de 14-4; y 449/2012, de 30-5, entre otras muchas).

De otra parte, también se ha argumentado de forma reiterada por este Tribunal


de Casación que no hay, en el sentido propio de esta expresión, consignación de
conceptos jurídicos predeterminantes cuando se relatan unos hechos susceptibles de ser
calificados como delito, pues esta es precisamente la finalidad de la premisa menor del
silogismo de la sentencia cuando la conclusión es un fallo condenatorio (SSTS

642
152/2006, de 1-2; y 755/2008, de 26-11). Por ello, en un cierto sentido los hechos
probados tienen que predeterminar el fallo, pues el "factum" en cuanto integra la base
de la calificación jurídica de los hechos enjuiciados es lógico que la predetermine, salvo
manifiesta incongruencia, de ahí que deba relativizarse la vigencia de este vicio formal
(SSTS 429/2003 de 21-3; 249/204, de 26-2; 280/2004, de 8-3; 409/2004, de 24-3;
893/2005, de 6-7; y 755/2008, de 26-11).

Además, también afirma este Tribunal que dentro del espacio de los hechos
probados deben integrarse tanto los hechos externos atribuibles a la actuación de sus
protagonistas como la intención que animara a los mismos, es decir, el conocimiento y
voluntad que concurrieron en sus autores; esta conciencia y voluntad son hechos
psíquicos, pero esta naturaleza subjetiva o psíquica no les priva de su condición de
hechos que deben estar incluidos en el "factum". Por lo tanto, las expresiones tales
como "....intención de acabar con la vida....", "....ánimo de lucro....", u otras semejantes,
deben estar situadas en los propios hechos probados como se ha dicho con reiteración
por la Sala (SSTS 1245/2006, de 17- 11; 547/2006, de 18-5; 528/2007, de 28-5;
253/2007 de 26-3; 755/2008, de 26-11; 89/2009, de 5-2; y 436/2011, de 13-5).

Pues bien, ninguna de las frases y locuciones que se citan en el recurso, y que
hemos transcrito supra, tienen un carácter técnico-jurídico ni son propias o exclusivas
del ámbito discursivo ni del léxico de los profesionales del derecho, sino que se trata de
expresiones asequibles al ciudadano común utilizadas y compartidas en el uso coloquial
del lenguaje. Y si bien es cierto que contribuyen a condicionar la fundamentación
jurídica y a determinar el fallo de la sentencia, ello no debe considerarse como un vicio
procesal sino más bien como todo lo contrario, dado que no cabría condenar a un sujeto
si los hechos naturales que se describen en la premisa fáctica de la sentencia no
resultaran subsumibles en un precepto penal.

El actuar guiado por el ánimo de burlar las inminentes reclamaciones judiciales


de los acreedores es una frase perfectamente inteligible para el ciudadano medio y que
se utiliza en el lenguaje común de la vida diaria, sin que contenga connotaciones técnico
-jurídicas que predeterminen el fallo. Y lo mismo puede decirse con respecto al fin de
desviar un dinero del patrimonio o de que retornara al patrimonio de la acusada. Y otro
tanto debe afirmarse de la expresión "maniobra de ocultación".
643
La parte discrepa de tales frases y expresiones por las connotaciones peyorativas
que albergan sobre su ilícito proceder. Sin embargo, ello se debe simplemente a que la
incriminan de forma concluyente. Y ese es precisamente el fin que tienen, pues si se
tratara de expresiones del lenguaje natural, común o coloquial que no la incriminaran
sino que denotaran un significado más bien neutro o aséptico, es claro que no cabría
dictar después un fallo condenatorio, ya que sería imposible realizar el juicio de
subsunción que requiere la sentencia penal.

El submotivo no puede por tanto prosperar.

3. En el segundo submotivo se queja la parte de que no se resuelven en la


sentencia todos los puntos que han sido objeto de la defensa. Y cita sobre el particular el
tema de los pagos realizados por Andrea a proveedores de Dalmo Construcciones desde
sus cuentas personales. Y resalta lo que denomina anticipos comerciales realizados
desde sus cuentas personales para atender algunos pagos de su empresa. También alude
a las relaciones comerciales que mantenía mediante "papel de colusión" con alguno de
los acreedores. Y hace referencia igualmente a las cantidades pendientes de cobro que
tenía su empresa en el momento de su venta y a los posibles ingresos que pudo haber
tenido con posterioridad a la fecha en que se vendió la entidad a Hermenegildo.

Sin embargo, a todos esos temas ya se ha hecho referencia en el fundamento


segundo de esta sentencia de casación. Y es que lo que no puede pretender la parte es
que la Audiencia entre a examinar cada uno de los pagos individuales que haya
realizado la acusada en virtud de una agenda personal, singular y peculiar con la que
dice que controlaba la contabilidad de su empresa. Ni que la sentencia de instancia
pormenorice la conducta del comprador de la empresa y entre a escudriñar si pudo o no
pagar alguna deuda pendiente.

Todos estos argumentos exculpatorios centrados en datos y aspectos muy


puntuales de la empresa de los que sólo era conocedora realmente la propia acusada, ya
que era ella quien disponía de toda la documentación para adentrarse en esa compleja
red de contabilidades cruzadas que había establecido en su sociedad, quedan diluidos y
volatilizados por todo lo que se ha razonado y explicado en su momento. Esto es, por la
forma de por sí ya fraudulenta mediante la que llevaba la administración de la entidad la

644
acusada, entremezclando continuamente el patrimonio social con el suyo personal, con
transferencias claramente ilícitas de unas cuentas a otras y con una confusión de
patrimonios que cierra herméticamente las posibilidades de control de la sociedad ante
la reclamación de cualquier acreedor de buena fe.

Y lo mismo debe decirse, tal como se reiteró en su momento, sobre los claros
indicios fraudulentos confluyentes sobre la operación de venta de la sociedad: tanto por
el precio de venta que consta en el contrato, como por las fechas en que se realizó,
como, en fin, por el comprador que se buscó, dejando así un horizonte con unas
perspectivas de cobro nefastas para los acreedores.

Ante todo ese panorama, los argumentos de la parte referentes a la


pormenorización de partidas concretas han de ser ponderados como meros datos
exculpatorios carentes de la capacidad impugnativa que postula la defensa, y que,
además, no pueden subsumirse en la incongruencia omisiva que denuncia el recurso.
Pues, tal como tiene establecido repetidamente la jurisprudencia de esta Sala, el ámbito
propio del motivo de impugnación por incongruencia omisiva no es el de la omisión de
elementos de hecho, sino el de pretensiones jurídicas, de modo que no puede
reconducirse a tal argumento la no constatación o inclusión narrativa de aquellos datos
de hecho que las partes quieran ver reflejados en la sentencia, cuya falta habría de
integrarse, en su caso, por la vía del art. 849.2 ( SSTS 603/2007, de 25-6; 54/2009, de
22-1; 248/2010, de 9-3; y 754/2012, de 11-10).

Visto lo que antecede, tampoco este motivo puede acogerse.

QUINTO. En consonancia con lo razonado en los apartados precedentes, se


desestima el recurso de casación, imponiéndole a la parte recurrente las costas de esta
instancia (art. 901 de la LECr.).

FALLO:

Por todo lo expuesto, en nombre del Rey y por la autoridad que le confiere la
Constitución, esta sala ha decidido

Desestimar el recurso de casación interpuesto por la representación de Andrea


contra la sentencia de la Audiencia Provincial de Valencia, Sección Quinta, de fecha 19

645
de julio de 2016, dictada en la causa seguida por delito de insolvencia punible y de
estafa, en la que fueron condenados la recurrente como autora y Jesús Manuel como
cooperador necesario de un delito de insolvencia punible, con la circunstancia atenuante
muy cualificada de dilaciones indebidas. Se imponen a la recurrente las costas de esta
instancia. Comuníquese esta sentencia a la Audiencia Provincial de instancia con
devolución de la causa, interesando el acuse de recibo de todo ello para su archivo en el
rollo.

Notifíquese esta resolución a las partes haciéndoles saber que contra la misma
no cabe recurso e insértese en la colección legislativa.

Así se acuerda y firma.

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