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Al llegar el invasor español con su maquinaria bélica, su ambición de riquezas y

su ideología despectiva de pseudo-superioridad, comienza a construir al "indio"


como ser inferior, casi que animal. Por lo general el conquistador hacía suya la
cultura del conquistado, al mismo tiempo que enriquecía la de éste. Todo lo
contrario ocurrió en América, el conquistador y el conquistado se presentan
como oposiciones cerradas, imposibles de sintetizar. El conquistador no quiere
ser asimilado, pero tampoco asimilar. Busca imponerse manteniendo su propia
identidad, no quiere ser identificado con los hombres y pueblos que ha
sometido. Los conquistadores españoles trataron de imponer su cultura y de
extirpar la aborigen, ya que desde la concepción católica las prácticas rituales
de los aborígenes americanos eran salvajes e idolatras casi que demoníacas.

Per los europeos no pudieron desarraigar por completo la cultura aborigen,


pese a que destruyeron templos, dioses y otras expresiones culturales. Debido
a este fracaso, se planteó otra estrategia: la cristianización, aquí la iglesia
católica jugo un papel preponderante ya que promulgaba que los errores
paganos debían ser desarraigados y la verdad cristiana impuesta a toda costa,
además buscando una justificación filosófica y moral para la conquista tomaron
el planteamiento de Aristóteles quien decía que: "Algunos seres desde el
momento en que nacen, están destinados, unos a obedecer y otros a mandar".
Según esta visión, no todos los hombres son iguales, sino distintos por
naturaleza .entonces en consonancia con este tipo de ideas surgieron por parte
de la iglesia distintas posturas respecto de cómo se debería llevar a cabo el
proceso evangelizador, hubo numerosos teólogos, algunos, como Juan Guinés
de Sepúlveda, quien estuvo de acuerdo con la conversión forzada de los indios,
aduciendo que los estos no fueron creados por Dios y que no son personas ya
que viven fuera de la "ley natural", debido a su comportamiento. Dicha ley
establecía que lo perfecto domina a lo imperfecto, por lo que, la supuesta
superioridad de los españoles seirá el derecho a dominar y a conquistar al
indígena. Sepúlveda también afirmaba que los aborígenes estaban mucho más
abajo que lo humano, cercano a lo animal. Decía que eran débiles, cobardes,
tímidos y carecían de virtud. Todo lo contrario pensaba Fray Bartolomé de Las
Casas, que creía que, si bien el indio era débil, también era un hombre y como
tal, ante los ojos de Dios, era igual que un español, por lo cual este último
debía ocuparse de cuidarlo y educarlo con buenas maneras. Pero nadie
reconoció en aquella época el derecho de los indígenas a mantener sus
propias creencias.

Pero más allá de esto, lo que ocurrió en América fue un verdadero genocidio
aparejado con etnocidio, que conllevaron a la errada construcción del “indio”
como ser inferior, y toda esa violencia terminó por convertir a los aborígenes
en indios, ya que ellos mismo se convencieron de la pseudo-superioridad del
europeo. Las atrocidades realizadas por estos últimos no se pueden explicar
solo por la codicia y el poder, sino también por una construcción de los indios
por los españoles, como seres inferiores, a medio camino entre lo humano y lo
animal, como pregonaba Sepúlveda.
Y así a lo largo de 500 años de conjunción con agentes culturales europeos,
los pueblos americanos resultaron profundamente afectados, sus sociedades
fueron remodeladas desde la base, se vio alterada su composición étnica y
degradada su cultura. De esta forma, se dio la transformación de una
multiplicidad de pueblos autónomos, poseedores de tradiciones auténticas en
unas pocas sociedades de cultura alienada.

Pero en la actualidad, los pueblos luchan por rescatar su identidad y darse a


conocer al mundo. Para esto, forman organizaciones políticas que se
autodenominan indias o indígenas, o bien adoptan el nombre del grupo étnico
al que representan. Todos estos grupos pregonan una identificación pan-india
opuesta a occidente y a las políticas indigenistas de los gobiernos
latinoamericanos, ya que éstos tienen como objetivo la integración de los indios
en un modelo de estado nacional napoleónico, que no refleja el carácter
pluriétnico de las sociedades englobadas en él.

Los neo-colonizadores afirman que las diferencias étnicas dividen y lo hacen


como estrategia de dominio, a favor de su empresa neocolonizadora
occidental. Ante esto, las políticas indigenistas tratan de demostrar la existencia
de una único y diferente conglomerado de creencias y tradiciones proveniente
de un ancestral arraigo a la tierra y de una particular cosmovisión, buscando
lograr una unión panindígena. Para alcanzar este objetivo, es relevante la
descolonización de la historia, ya que ésta ha sido escrita y enseñada por el
colonizador. Pero existe otra, la del indio, que es al revés; los héroes de la
primera son los villanos de ésta, sus méritos son su oprobio.

Además hoy, medio siglo después, el indigena es conciente de lo que le ocurre


a sí mismo y a sus hermanos en toda América; se da cuenta del lugar que
ocupa en la sociedad occidental y del concepto de sí mismo que esta cultura
etnocéntrica le impone. Él conoce de discriminación, violencia y miseria más
que nadie; sabe del peso de creerse y saberse inferior. Pero es tambien en la
actualidad cuando comienza a reencontrarse con sus raíces, comienza a
rechazar la universalidad de la historia europea para creer en la propia, callada
por varios siglos. Es precisamente en su propia historia, junto con la
cotidianidad de sus costumbres y la repetición de sus ritos ancestrales, en
donde reside la base de la nueva identidad. Ésta, ya no será de inferioridad,
sino que se basará en una escala de valores propia de su cultura, que es la
continuación de la aborigen previa a la invasión.

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