Se trata de la historia de Teodoro Guillén, un beisbolista prometedor que, un día, deja de serlo y su equipo deja de existir. Guillén, que había llegado a sentir la gloria de los excesos y las malas decisiones. Parece, entonces, que el protagonista tiene una cierta preocupación por volver a la vida corriente y pobre de La Guaira, de donde venía. Se puede contrastar, de algún modo, con el personaje que abre la historia, Luciano, que contrariamente a Teodoro, parece enmarcarse perfectamente dentro de una sociedad obediente y tradicional. “Teodoro entristeció hasta los huesos mientras oía las razones de don Luisito. Como una fea pesadilla pálida, el recuerdo de sus tiempos de alpargatas y miseria, de trabajo duro si quería conseguir algo, lo apretaba como un peso negro. Alegría, brillo y locura del aguardiente y la parranda se irían definitivamente y se quedaría la miseria de la casa pobre, las miradas severas del viejo, la vida paupérrima del barrio”. “(…) se percibe como título de la obra a dos jóvenes deportistas, salidos de la más humilde condición social, y exaltados a la lucha de convertirse en campeones de los dos deportes más populares y de mayor tradición en nuestro país, el béisbol y el boxeo”.
LOS ALEGRES DESHAUCIADOS – Andrés Mariño Palacio (1927 – 1966).
“(…) transición de un cambio del imaginario rural al imaginario urbano, recreando personajes conflictivos y complejos dados más a elementos propiamente urbanos y pequeños burgueses, que a elementos provincianos y marginales en el recorrido que hacer de la ciudad de Caracas en 1948”. Si bien es cierto que para el momento en que se publica esta novela el tema de lo urbano no era lo imperante, no lo es menos que Mariño, de todas maneras, se vale de un relato donde predomina este tema. “Sus personajes se caracterizan por mostrar multiplicidad de facetas culturales, temperamentales de lo citadino. Podemos decir que, con Mariño Palacio, se inicia la tradición de la novela venezolana de la ciudad”. Esta novela “(…) presenta elementos constitutivos como novela de formación, noción de aventura, el viaje como atrevimiento existencial, proyectos de vida en cada uno de sus personajes” “(…) la producción literaria de Mariño Palacio está inscrita en una poética de la ciudad metrópolis. La obra no hace apología del poder, más bien contraviene el discurso de la modernidad, descubre la mascarada de la explotación económica (el petróleo), la ciudad expresión del nuevo origen tiene sus bordes, su lado oscuro, unión de los contrarios, la alegría, la fiesta, la tristeza, la muerte, el poder, el lupanar”. Mariño Palacio perteneció al grupo Contrapunto (1948 – 1950) “(…) cuyo propósito estuvo en dar sentido de identidad a una nación que va en búsqueda de nuevas maneras de pensamiento, de renovación literaria en la narrativa del país”. (Contrapunto) “(…) visualizó su preocupación por la universalización del arte, el respeto por el pasado y la justa valoración de las tradiciones; siendo de gran aporte a la situación del país, al debate democrático entre los diferentes sectores políticos”.
EL HOMBRE Y SU VERDE CABALLO – Antonio Márquez Salas (1919 – 2003).
Márquez Salas fue un miembro fundador de la revista Contrapunto, además de ser considerado uno de los principales renovadores del género. “Sin dejar de ser narraciones, sus relatos manifiestan invariablemente un toque lírico”. Sus obras están relacionadas con lo lírico y, además, sus rasgos lingüísticos son bastante trabajados. “(…) la acción narrativa no se emplaza en un tiempo y un espacio nítidamente reconocibles. No es que se trate de ambientes neutros o sin importancia (…) la ubicación espacio-temporal precisa no interesa a Márquez Salas, porque su mirada estética está más bien dirigida hacia lo interior”. En El hombre y su verde caballo, el personaje principal, el indio Genaro, “(…) muestra una mirada más atenta es un personaje representativo de la máxima miseria humana, una síntesis viviente de las carencias extremas que pueden afectar a un hombre y a su entorno familiar inmediato”.