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Carlos Alberto Seguin

El Quinto Oído
Carlos Alberto Seguín
EL QUINTO OÍDO

Un estudio de la comunicación interhumana


Palabras introductorias ÍNDICE

El otro 153

Yo y “el otro” 155

La comunicación interhumana 159

Del “en-contra” al encuentro 161

El Eros psicoterapèutico 163

Cómo oír 165

El quinto oído 167

1. El diálogo consciente 169

2. El tercer oído 170

3. El cuarto oído 171

4. El quinto oído 213 176

Una entrevista 181

Comentarios 193

Apreciación general 207

Algunos detalles 209

Unas palabras sobre técnica 211

Palabras Finales
A todos los que se preocupan por el lenguaje, excelsa
característica del ser humano.
PALABRAS INTRODUCTORIAS

Presento en este libro una teoría que considero fructífera. Expuesta hace años a
diversos auditorios, parece haber suscitado curiosidad e interés.

Se trata de una contribución que, habiéndose originado en la práctica de la


psicoterapia, ha probado su utilidad en el estudio de toda comunicación
interhumana.

Pretendo mostrar su aplicabilidad al análisis pormenorizado de una entrevista,


análisis queilustraampliamentelateoriaysusposibilidades.

Espero que el lector lo comprenda asi.


156 C, ALBERTO SFGl’lN

EL OTRO
No puede concebirse un animal que. en alguna forma, no se comunique y muchos
investigadores sostienen, sobre bases experimentales que consideran sólidas, que aun
los vegetales son capaces de una especie de entendimiento entre ellos. Puede ser
cierto, pero se empequeñece ante la importancia de la comunicación animal, que se
extendería desde el mundo de los seres ínfimamente organizados hasta el hombre.

La comunicación animal se halla ampliamente documentada en todos los niveles.


Pensemos en las feronomas (productos químicos depositados por un animal) que
modifican la conducta de los demás, hasta la trasmisión del pensamiento.

No corresponde ahora su estudio ya que nos ocupará un aspecto de la comunicación


humana.

Yo y“elotro”

Detengámosnos un momento a pensar que la base de todo intento comunicativo es,


indudablemente, la existencia de un ser distinto del que comunica, lo que nos pone al
frente del fascinante problema de “el otro” y su descubrimiento por el Yo. A pesar de
su importancia, es notable que los pensadores no lo hayan estudiado hasta
recientemente.

Parece que los orientales se hallan imbuidos en lo que Scheler llama la “unidad
afectiva cósmica”. Él precisa: “Unidad afectiva cósmica sólo puede esencialmente haber
cuando en la intención de la visión del mundo se da éste como una totalidad’, como un
organismo universal por el que corre una vida...”.

Si esa unidad afectiva cósmica existe, se comprende que la individualización, la clara


distinción entre los seres, no haya sido posible ni necesaria y, por lo tanto, no haya
suscitado el interés de los pensadoresLos griegos conservaron, al parecer, esa visión
integrado™ del universo, que les impidió también pensar en el problema de “el otro” de
manera analítica.

En realidad, hace muy poco tiempo que él se presenta en toda su importancia y se


impone a los estudiosos, planteando serias interrogantes: ¿Qué es mi yo?, ¿Hay otros
yos?, ¿Cómo explico su existencia y, sobre todo, mi conocimiento de ellos?

Las respuestas han sido, por supuesto, muy variadas y su análisis escapa a los
propósitos de esta exposición. Baste recordar que la teoría acerca de la existencia de
seres similares con los que podemos comunicamos ha seguido varios caminos, superado
naturalmente el so lip sismo.

Descartes propone la idea de que la comparación de la actividad de un ser exterior a


nosotros con la nuestra propia nos obliga a pensar que, si actúa como yo, debe tratarse
de otro yo. Una serie de pensadores han planteado el problema y han intentado
soluciones. Asi, Hegel nos asegura que la existencia del propio yo sería incomprensible
sin la presencia del otro. Hegel particulariza la relación interindividual como sometida a
la dualidad que caracteriza la relación señor-siervo, loque inspiraría, en cierta forma, a
Marx.

Dilthey, por su parte, sostiene la idea de que es la “resistencia” del mundo exterior la
que se halla como base para la concepción del yo y concibe, asi, al otro como un
particular centro volitivo que individualiza la oposición vital y determina la conciencia de
ese resistir.

Creo que vale la pena señalar aquí que muchos pensadores han asegurado que la
percepción de un "nosotros” es, no solamente indispensable para la dei “yo”, sino que
es anterior a la noción misma del yo individual. Scheler lo hacía notar en su insistencia
en el co-sentimiento como base de la relación humana, pero es a Buber a quien
debemos una formulación filosófico-poética al mismo tiempo. Para él son básicas las
“palabras” que, en lugar de señalar a las personas, tienen que ver con lo que ocurre
entre ellas. No podemos hablar de un Yo, sino referimos a la clase de relación Yo-Tú o
Yo-Ello. Nos detendremos en este concepto más adelante, cuando tratemos el
“encuentro”.

Los existencialistas, por su parte, encabezados por Hcidcggcr, plantean como básica
la idea del Dasein, que no puede ser concebido sino como un ser-en-el-mundo, lo que
implicaría, fundamentalmente, la idea de los otros elementos esenciales. La existencia
de un Mitsein -un ser-con- y, si se trata de semejantes, un Mitadsein. que no puede
concebirse sino como una relación de coexistencia, que se impone medíante el cuidado
(Sorge). El otro es inferido, postula Heidegger, a través de cuidarlo delicadamente
(Fursorge) sin lo cual la verdadera existencia no podría ser entendida. Así nos dice:
“Ser-con es una característica existencial del Dasein aun cuando fácticamente no haya
otro ser presente-a-la-mano- o percibido”.

Sartre nos plantea como una de las características esenciales del ser lo que llama ser-
para-los-otros (etre-pour-autrui), es decir, la inescapable relación con los demás. Esa
relación determinaría, característicamente, que, a diferencia de las cosas, la presencia
de otro hombre produzca un cambio total de nuestro mundo. Bastaría ello para afirmar
la existencia de ese “otro”. Fácilmente se deduce de esta posición que Sartre considera
a los demás como virtuales enemigos, lo que se ve muy claramente en “Huit cióse". “El
infierno son los otros”, nos dice en otro contexto: “...la aparición entre los objetos de mi
universo de un elemento de desintegración de ese universo”, y "... Sorprendentemente
ha surgido un objeto que me ha robado el mundo”, y “el conflicto es el original sentido
del ser-para-otro”.

Frente a esta posición típicamente sartreana hallamos los que, como Hegel,
consideran más bien que es el “nosotros” la realidad más honda. “Yo soy nosotros”, nos
dice.

A él se unen, en diferentes formas pero con resultados similares, Buber y Scheler, así
como Binswanger. Algunos centran el amor en la certeza de la verdadera relación
intctpersonal. Con su típica manera de expresarse, Unamuno nos grita: “Si está aislada,
una persona deja de serlo porque no tendría a quien amar. Y si no ama, no es persona”,
EL QUINTO OÍDO 157

lo que coincide con la afirmación tajante de otro español: Antonio Machado: “Un
corazón solitario no es un corazón".

No puedo, por supuesto, permitirme ahora el placer de estudiar cada uno de estos
interesantísimos puntos de vista y sí, apenas, señalar que la existencia del “otro”, su
posibilidad y su percepción, han ocupado a los más penetrantes teóricos de la
humanidad. Dice, así, Rof carballo: “En los últimos años, como si de pronto se hubiera
abierto en los cuatro puntos cardinales la cerrada caja que guardaba el secreto del
hombre, pensadores de toda índole, coincidiendo con médicos reflexivos, proclaman
urbi et orbi la trascendencia del tú para la existencia humana”. Recuerda que Lain
Entralgo, al ocuparse con ese fenómeno, ha dado el nobre de Plesiología a la ciencia del
prójimo.
160 C. ALBERTO SEGL'IN

LA COMUNICACIÓN INTERHUMANA

Los otros existen y se relacionan con nosotros de muchas maneras, que


constituyen lo que, algo impropiamente, se llama lenguaje, palabra que, etimológica e
históricamente, tiene un alcance limitado. La academia la define como: “Conjunto de
sonidos articulados con los que el hombre manifiesta lo que piensa o siente” y, en
sentido figurado: “Conjunto de señales que dan a entender una cosa”.

Ciertamente que, cuando hablamos de lenguaje, pensamos en algo mucho más


comprensivo que un conjunto de sonidos articulados. Lenguaje es también el sonido
inarticulado, es la escritura en todas sus formas, es el gesto, el ademán, es la actitud y,
por supuesto, el movimiento expresivo y hasta ciertas reacciones fisiológicas que
trasmiten, aunque no sea voluntariamente, un mensaje: la palidez o el sonrojo, el
temblor o la crispación. Rof Carballo dice: "Las formas articuladas, conexas, racionales,
son percibidas por la parte de nuestra mente que está en la superficie de la conciencia;
los elementos informes, inarticulados, sin configuración, que se sustraen a las leyes de la
lógica, del tiempo y del espacio son. en cambio, percibidos por la mente profunda', por
el subconsciente".

La “comunicación, dice Meerloo :, puede definirse como un agrupamiento de funciones


transaccionales mediante el cual se trasmite un estado del cuerpo y de la mente de una
persona a otra y se evocan respuestas”.

Por su parte, Pagct nos dice que el hombre posee un repertorio de más de medio millón
de gestos expresivos y comunicativos y Kront nos asegura que la mano del hombre
puede producir signos comprensibles unas veinte mil veces más que la boca. Un intento
de estudiar este tópico debería ocuparse, no solamente con el intercambio verbal, sino
con todos los detalles que lo acompañan o lo substituyen. Se comprende que se trata de
una inmensa tarea que no ha sido realizada.

La comunicación por medio de la palabra si ha ocupado a muchísimos autores, desde los


más variados puntos de vista.

Se ha dicho -lo sabemos bien- que la palabra es el supremo medio de comunicación y se


ha dicho también que ella constituye el más útil y el más usado instrumento de engaño.
De ello nos ocuparemos más adelante, pero creo necesario antes referirme a las
condiciones en las que la comunicación por medio de la palabra tiene lugar.

Es interesante recordar aquí lo que se ha dicho de la enfermedad como lenguaje. Me he


ocupado con el tema en otra oportunidads.

Rof Carballo, en otro contexto >• nos recuerda que: “El hombre habla, no sólo con sus
palábras y con sus gestos y ademanes, sino también con sus dolencias” y “la enfermedad
no sólo es un lenguaje, al menos en muchas oportunidades, sino que es el lenguaje
mucho más profundo y verdadero que el que se expresa con palabras".

Basta con lo dicho para señalar la inmensa importancia y variedad de los medios de
comunicación interhumana.
DEL “EN-CONTRA” AL ENCUENTRO

Si bien, como hemos visto, pensadores como Sartre enfocan la relación con el
otro como una lucha, es indiscutible que si el hombre no puede ser solo, no puede
vivir solo. Existe la perentoria necesidad de comunicación, de relación
intcr-humana. Dice Frontín : “El deseo de fusión ¡nterpersonai es el esfuerzo más
poderoso del hombre... El fracaso en obtenerlo significa insania o destrucción de los
otros...”. Si ello es verdad la vida seria incompleta, por decirlo menos, si existe un
aislamiento con nuestros semejantes.

Lo que significa que el ideal humano debería ser el del encuentro con los otros
hombres.

He usado en varias oportunidades, como una manera de aclarar conceptos, el


contraste entre en-contra y encuentro. Cuando dos personas se enfrentan por
primera vez ocurre im fenómeno que puede fácilmente observarse. Comienzan
"midiéndose”. Se preguntan, aunque estas preguntas no sean conscientes: “¿Quién
es, en realidad, esta persona?”, “¿Qué quiere?”, “¿Qué busca?”, “¿De qué manera
me amenaza?”, “¿Cómo debo enfrentarla?”.

Se ponen, entonces, enjuego todos los mecanismos psicológicos de defensa de


cada uno: es el en-contra, Si la comunicación continúa puede ocurrir que esas
preguntas sean respondidas positivamente y, si es así, el en-contra se convertirá en
un encuentro.

La palabra encuentro ha tomado una especial significación basada en conceptos


existenciales y que rebasa largamente las acepciones del Diccionario. Un encuentro
sería, abusando de la sintesis con el peligro de no ser justo, lo que ocurre cuando
dos personas, despojadas de sus “mecanismos de defensa”, se abren la una a la otra
en un acercamiento hondo e incondicionado.

Todo ello quiere decir que el ideal humano debería ser el encuentro con los
semejantes. Naturalmente, ese encuentro presenta diferentes formas y se presta a
un estudio discriminado *. No es igual el encuentro entre amigos al encuentro entre
amantes y hay un tipo de encuentro que tiene características especiales: el del
psicoterapeuta con su paciente. En la obra citada me he ocupado detenidamente
con el asunto, pero creo indispensable decir ahora algo acerca de sus
características.
EL EROS PSICOTERAPÈUTICO

Un estudio fenomenològico preciso (obra citada) nos lleva a afirmar que existe
entre psicoterapeuta y paciente una relación afectiva típica en la que éste se liga al
terapeuta de un modo muy especial y el terapeuta experimenta hacia su enfermo
una forma característica de amor, que he nominado como Eros Psicoterapèutico,
tipo de relación afectiva a la que he dedicado más de una referencia en distintos
contextos.

Quiero recalcar que el Eros Psicoterapèutico (que tiene, por supuesto,


semejanzas con el Eros pedagógico de los griegos) se distingue netamente de los
otros tipos de amor que unen a los hombres. Mis estudios constituyen casi una
respuesta al interrogante que termina con una frase atribuida a Ferenczi: "Es el
amor del médico el que cura al paciente”. Uno está tentado para preguntarse: ¿Qué
clase de amor es el que se emplea?

El Eros Psicoterapèutico presenta características diferenciales negativas y


positivas. Sintetizando, en lo posible, podemos repetir que el Eros Psicoterapèutico
debe hallarse libre de: a) autoridad o tendencia a la posesión; b) identificación; c)
dogma; d) imposición de valores, reglas o conocimientos; e) atracción sexual.

No puedo ahora intentar el análisis de estas condiciones, análisis ya realizado


ampliamente.

En cuanto a las condiciones positivas del Eros Psicoterapèutico, he señalado


algunas de ellas: se trata de un amor por el paciente, o. mejor aún, por la persona
del paciente. No de un amor “humanitario”, que el médico debe de sentir por el
enfermo como enfermo, sino de un movimiento auténtico hacia el individuo en
particular que se halla ante él, que es éste y no otro y que no es un “enfermo”, sino
un hombre. La segunda característica es su indestructibilidad y ella se destaca si
pensamos que las otras formas de amor pueden ser anuladas por uno de los
miembros de la pareja. No el Eros psicoterapèutico. Puede el paciente mostrar una
gama de sentimientos negativos; puede ser agresivo, hostil, intrigante, seductor,
mentiroso, rebelde, incrédulo o atacante. El psicoterapeuta no dejará de amarlo.
Quizás, por el contrario, todo ello aumentará su acercamiento, siendo, como es
generalmente, una demostración de cuán necesitado se halla, precisamente, de ese
amor.

Mucho más podríamos decir sobre este tópico, pero creo que no es el momento de
repetir un estudio ya realizado.

Ahora bien: si aceptamos que en la psicoterapia existe un encuentro, es obvio que ese
encuentro se realiza por medio del lenguaje. El estudio de ese encuentro puede
llevarnos a comprender lo que ocurre en la relación psicoterapèutica y ayudamos a
conocer mejor lo que ocurre en todo enfrentamiento humano.

Los autores lo han intentado repetidamente y no podemos ahora agotar las referencias
bibliográficas, ya que nuestro enfoque pretende dirigirse a un punto de vista específico.
CÓMO OÍR

En el afán de estudiar el proceso en todos su detalles, a fin de adentrarse en su


dinámica, hallar explicaciones valederas de lo que en él ocurre y, al mismo tiempo, usar
ese estudio para edificar una teoria de la psicoterapia, los autores han afinado cada vez
más el análisis y hecho más sutil la observación de lo que sucede en tal proceso.

Al comienzo era la intuición la que predominaba -testigo brillante de ello es la obra


de Theodor Reik (a la que nos referiremos en repetidas oportunidades)- pero, con la
adquisición de medios técnicos de registro y reproducción cada vez mejores, el
cuidadoso estudio de lo que ocurre entre médico y paciente durante la entrevista se ha
hecho posible. Las grabaciones electromagnéticas permiten la conservación del diálogo
y su reproducción todas las veces necesarias y en las más diversas condiciones y, como
la película cinematográfica para el movimiento, han abierto perspectivas novedosas y
posibilidades inmensas para el análisis de la conversación.

Este trabajo trata de aprovechar esas posibilidades y de realizar un estudio


microscópico de la entrevista psicoterapèutica. No constituye, por supuesto, una
novedad, pero creemos que significa un paso más en el camino emprendido y que
ofrece algunos puntos de vista aprovechables. Lo ofrecemos con ese propósito a todos
los interesados, no solamente en el encuentro psicoterepéutico, sino en la comprensión
de cualquier relación interhumana, ya que creemos que los datos obtenidos pueden
aplicarse al diálogo en general y aprovecharse para la comprensión de lo que éste
significa como elemento importantísimo de dicha relación.
EL QUINTO OÍDO

Hay que tender una oreja fina y paciente a


cada “staccato” y a cada “rubato” y
adivinar el sentido que hay en la serie de
vocales y diptongos, adivinar cómo, en su
sucesión, se coloran y se transforman con
ternura y riqueza.

El párrafo de Nietzsche se halla en el capítulo en el que Reik se inspirara al referirse


al “tercer oído”. Reik tomó la frase, alejándose de la intención y, gracias a el, se ha
hecho familiar en la literatura psícoanalítica.

Pero el “tercer oído” de Reik no es, en realidad, un oído. Se trata de la capacidad de


percibir, no solamente en las palabras, sino en una sene de pequeños detalles: gestos,
actitudes, silencios, etc., significados y referencias donde pudieran ser descubiertos
-diñase más bien- por un “sexto sentido”. Ello es confirmado por el mismo autor que se
refiere a que muchas de esas "percepciones" deben realizarse, ya sea por medio de
cualidades sensoriales desconocidas por el hombre de nuestros días, ya sea mediante
una captación inconscienteporel psicólogo del inconsciente del sujeto.

Pero si afinamos el análisis, nos hallamos con que no basta un tercer oído para
abarcar todo lo que debe oirse: que cada frase, cada palabra, cada silencio, están
cargados de significaciones y que, si queremos acercamos algo al misterio de la
comunicación interhumana, debemos proveemos de muchos oídos más.

En los capítulos que siguen trataremos de considerar parcial e imperfectamente, es


verdad, algunos de los aspectos de la relación entre los hombres por medio de la
palabra, pero queremos hacer antes algunas atingencias que creemos pertinentes.

Cuando dos seres humanos se enfrentan, se establece inmediatamente entre ellos,


como hemos visto, quiéranlo o no, una comunicación. Entran en juego una serie de
fenómenos que los relacionan y que no pueden dejar de influenciarlos, Y es que cada
hombre se halla en un equilibrio psicológico inestable'-1, equilibrio mantenido, frente a
los estímulos del medio ambiente, por medio de un conjunto de “mecanismos de
defensa" que le permiten readquirirlo cuando ha sido momentáneamente perdido.

Un semejante constituye el estimulo más “desequilibrante” que debemos enfrentar.


Representa una incógnita, un problema para resolver, una tensión que aplacar. ¿Qué
significa ese hombre para mi?, ¿Qué quiere?, ¿Qué puede?, ¿Cómo va actuar?, ¿Cómo
debo hacer yo para mantener el dominio sobre “mi mundo”M? He aqui algunos de los
interrogantes que, no por inexpresados e inconscientes, son menos importantes.

Apenas nos encontramos frente a otro hombre ponemos, pues, enjuego nuestros
recursos caracterológicos, nuestros mecanismos de defensa psíquicos, e intentamos
manejar la situación de tal manera que no se destruya nuestro equilibrio espiritual; que
“el otro” no conmueva la paz de nuestro existir.

Todo enfrentamiento es una batalla que se desenvuelve en infinidad de frentes, de los


cuales la conversación es apenas uno, ya que la relación interhumana se produce
abarcando la totalidad del ser, desde su fisiología, hasta las más sutiles características de
su espíritu.

Reaccionamos con nuestro sistema neuro-vegetativo y glandular, con nuestro


sentidos, con todo nuestro ser.

Un estudio completo de la relación interhumana en su cabal sutileza y complicación


es imposible. Para hacerlo seria necesario disponer de registros completos que nos
permitiera estudiar cada detalle fisiológico y psicológico en su más delicada intimidad y
ello no es todavía hacedero. Aun la más fina reproducción cinematográfica no haria
justicia a la variedad inmensa de esos fenómenos, ya que muchos de ellos, quizás los
más importantes, ocurren en el invisible e inaudible ámbito de las reacciones vitales
profundas.

Los intentos para registrar, a través de aparatos, las variaciones fisiológicas durante la
relación interpersonal están condenados al fracaso ya que, desde el comienzo, alteran
esa relación y convierten un “encuentro” entre hombres en un entrecruzamiento de
alambres.

Pero sí un propósito tan ambicioso es irrealizable, tenemos aún la posibilidad de


registrar, estudiar y comprender un aspecto fundamental de la relación interhumana: la
conversación.

Aun así reducida, la tarea es inmensa. La conversación es una comunicación hablada,


pero no puede separarse de ella el lenguaje silencioso de los gestos, de las actitudes, de
los pequeñísimos signos conscientes e inconscientes que acompañan las palabras, las
subrayan muchas veces y muchas veces las desmienten. Un rubor súbito puede anular
una frase impositiva; un temblor de las manos traicionar, más allá de las palabras, un
sentimiento porellas negado; los ojos traducen ocasionalmente todo lo contrario de lo
que los labios expresan. En la comunicación deben tomarse en cuenta estos factores, ya
que cada interlocutor reacciona a ellos consciente o inconscientemente. Muchas veces
la respuesta verbal está dirigida, más que a las palabras, a la expresión no hablada;
otras, un gesto, deliberado o no, destruye una afirmación fraseada de la manera más
decisiva.

Desgraciadamente, no podemos estudiar ni siquiera esta reducida gama de


posibilidades expresivas, pero, si queremos acercamos aúna comprensión del ser
humano en su relación con su semejante, debemos hacerlo, modestamente, tratando
de comprender siquiera sus manifestaciones verbales, lo que el oido puede captar.

Es esa ya una tarea inmensa, como lo han probado quienes la intentaran y como lo
veremos en las páginas siguientes. Debemos preguntamos: ¿Está justificada?, ¿se
puede, y se debe, estudiar la conversación, que refleje el “todo” de cada personalidad y
el todo de la relación entre dos o varias, desmenuzando ese todo y reduciéndolo a
detalles que, precisamente por serlo, han perdido el íntegro de su significación integral?
La respuesta está, quizás, en pensar que, sí tenemos siempre a la vista la situación en su
complicación existencial, si mantenemos constantemente presente el lazo entre las
palabras y el espíritu de la comunicación de un hombre a otro, no habremos destruido la
unidad de esa comunicación y sí nos habremos ayudado a comprenderla. El lector
decidirá si ese desiderátum ha sido cumplido en el intento que emprendemos.

1. El diálogo consciente

Si queremos abocamos a la empresa de estudiar la comunicación hablada entre dos


seres humanos, debemos ser conscientes de que se trata de una tarea muy complicada
que nos obligará.quizás.areconocernuestraimpotenciayarenunciaralintento.

Ante todo, oigamos con nuestros dos oídos teniendo siempre en cuenta que no valen
esos dos oídos solamente como órganos receptores de sensaciones, aparatos
registradores y transmisores de ondas, ya que el verdadero oído está más allá de la
periferia, en la zona misteriosa y discutida de la percepción inconsciente.

Un diálogo es un conjunto de palabras que pronuncian dos hombres y que expresan,


o tratan de expresar, ideas. Si nos detenemos a estudiarlo, pronto descubrimos una
serie de características. Debemos preguntamos: ¿Se trata de un diálogo “directo”, es
decir, aquel en que los interlocutores, “con toda buena fe”, “dicen lo que piensan”, en
un afán de comunicación? ¿O se trata de un diálogo en el que debemos estudiar las
intenciones, conscientes pero ocultas o disimuladas, de cada uno de los parlantes?
¿Tendremos que buscar la mentira, la ironía, el sarcasmo, el disimulo, la adulación en
cada una de las palabras?

El análisis de una conversación, ya en este primer nivel, es tarea ardua que nos coloca
frente a la inabarcable realidad de la interrelación humana, cuyo conocimiento ha sido
llevado a profundidades asombrosas más por los artistas que por los hombres de
ciencia,

¡Cuánto nos hacen pensar, en su aparente simplicidad, las palabras que Shakespeare
pone en boca de sus personajes!

"Calumnias, caballero”, responde Hamlet a Polonio cuando éste le pregunta lo que


dice su libro: "este timante es tan mordaz que afirma que los viejos tienen cana la barba,
arrugas en la cara, que sus ojos manan ámbar y goma de ciruelo, y que unen a una gran
falta de ingenio flaquísimas nalgas; y, aunque todo esto lo creo yo total y
absolutamente, no me parece justo que se asiente de este modo; porque, señor mío.
vos mismo tendrías mi edad si pudiesescaminarhaciaatráscomolos cangrej os...

Cada frase tiene, aun el diálogo consciente, muchos posibles significados para
comprender los cuales nos puede ayudar -en verdad- un tercer oído.

2. El tercer oído

No es éste el oído de Nierzsche, ni siquiera el de Reik. El tercer oído al que nos


referimos aquí es el capaz de captar, no lo que se dice, que suponemos recibido por los
dos que todos poseemos, sino la manera cómo es dicho.

Es ésta, en realidad, una nueva dimensión del lenguaje hablado. Bien sabemos que el
modo de decir las cosas puede cambiar totalmente su significado. La diferencia del tono,
de las pausas, los ruidos concomitantes, la respiración diversa durante el vocalizar, el
acento en la frase, son capaces, muchas veces, de expresar más que las mismas
palabras. Pensemos solamente cuán distinto será el significado de una oración tan
sencilla como: “Volveré tarde a mi casa hoy, según qué palabra acentuemos en ella y
cuál riqueza de acepciones que esta sencilla variación permite. Si decimos “Volveré
tarde a mi casa hoy", acentuando el primer vocablo, expresamos algo muy distinto a si
decimos “Volveré tarde a mi casa hoy”, o “volveré tarde a mi casa hoy”, o aun: "Volveré
tarde a mi casa hoy”.

De igual manera, existen sencillos recursos verbales que nos permiten disponer de
una inmensa gama de posibilidades expresivas. El prolongar una sílaba en la palabra
clave, por ejemplo: "Muuuchas cosas”, son más cosas que “muchas”, y “tardíííísimo” es,
evidentemente, muy tarde.

La acentuación de una consonante desempeña un papel similar: “Terrrrible” supera a


"terrible” y “kanalla” es mucho más impresionante que “canalla”.

Pero estos ejemplos son, en realidad, infantiles por lo sencillos. La inmensidad de las
posibilidades expresivas de la fonética solamente puede ser analizada y apreciada por
un especialista, en este caso un lingüista antropólogo.

Sin llegar a esa perfección, podemos, de todas maneras, percibir muchos detalles
interesantes que deben ser tomados en cuenta si queremos comprender un diálogo en
algo más que su superficie.

Nuestro tercer oido será, pues, el que, aparte de lo que se dice, aprecie cómo se dice
y, al hacerlo, nos descubra una dimensión complementaria de la conversación, muchas
veces indispensable para poderla entender justamente.

3. El cuarto oído

Pero hemos apenas iniciado el camino de penetración hacia los misterios del lenguaje
hablado. En realidad, lo más importante queda aún por descubrirse.

Por debajo de las palabras pronunciadas, más allá de la intención consciente, se


desarrolla otro diálogo “indirecto”, “inconsciente” o “profundo" que es, casi siempre,
mucho más interesante que el que nuestros oídos ingenuos son capaces de percibir.

Nos encontramos con un aspecto que, si bien es conocido por todos los
psicoterapeutas y constituye la base del método psicoanalítico h, no ha sido discutido
con la amplitud que merece.

Desde la “psicopatologia de la vida cotidiana” somos familiares con los "actos


fallidos” verbales y sabemos bien cómo, forzando su paso a través de las expresiones
conscientes, los propósitos inconscientes conducen a la elección de las palabras o a las
formas de la construcción de las frases, llevándonos a decir, muchas veces, lo contrario
de lo que conscientemente nos propusimos.

Creo que hoy debemos dar un paso más adelante y aceptar que los actos fallidos son
ejemplos exagerados y, por lo tanto, “psicopatológicos". de algo que está
constantemente ocurriendo en la vida diaria. Cada frase que pronunciamos tiene dos
determinantes: el propósito consciente, que nos guía a decir lo que decimos, y los
propósitos inconscientes que, sin llegar a distorsionar la elocución, la colorean
decisivamente.

Para expresar una idea disponemos de una serie de posibilidades lingüisticas;


podemos ponerla en palabras de muchas maneras diferentes, maneras que variarán de
acuerdo con los estímulos inconscientes actuales. Dicho de otro modo: nuestra
conciencia nos dicta lo que decimos y nuestro inconsciente cómo lo decimos. Esto
incluye, por supuesto, no solamente lo ya revisado respecto a la pronunciación, sino lo
que quizás es más importante, la selección de los vocablos y la construcción de la frase.
Debemos, pues, examinar cada párrafo y saber oir. detrás de la fachada consciente y
lógica, lo que el inconsciente ha tratado de expresar, considerando siempre que los
propósitos inconscientes se manifiestan en todo momento a través de las palabras y
que, cada vez que hablamos, si bien decimos conscientemente lo pensado, al mismo
tiempo, escondido en las sutilezas de la construcción y la pronunciación, decimos
también lo que en ese instante bulle en nuestro inconsciente.

Como ilustración reproduciré las frases de una enferma en psicoterapia. La paciente


expresaba, conscientemente, que su marido interfería en su vida, no dejándole libertad
y provocando una rebelión cada vez mayor. Lo dijo así:

“¿Porqué tiene que meterse a cada rato en todas mis cosas? Yo no puede negarme,
porque para eso es mi marido, pero me perjudica y me duele que baga eso”.

El cuarto oído percibe en este párrafo muchas cosas dignas de atención. Si las
palabras empleadas a los oídos ingenuos expresan lo intentado, al cuarto oído dicen
mucho más: “Meterse a cada rato en todas mis cosas” tiene, indudablemente, un doble
significado. Meter, insinúa una resonancia sexual en la frase; mis cosas, confirma la
sospecha. En el lenguaje coloquial de nuestro país, “mi cosa”, “mis cosas” se refiere a
los órganos sexuales femeninos con mucha frecuencia. Hay. además, una notable
acentuación en la palabra todas de “todas mis cosas”, acentuación que no podemos
pasar por alto. Luego: "Yo no puedo negarme porque para eso es mi marido”, añade
fuerza a nuestra sospecha, la que se afirma aún más ante otros dos vocablos
característicos: “me duele” y, sobre todo, “me perjudica”. En el lenguaje de nuestro
pueblo, “perjudicar” significa hacer perder, a una mujer, la virginidad.

Al oír esta frase, el cuarto oído percibe, pues, mucho más de lo que los otros han
captado; percibe la expresión del inconsciente que no ha producido un acto fallido
-“psicopatologia de la vida cotidiana"- pero ha determinado la elección de las palabras y
la forma de la construcción. Nuestro cuarto oído oyó en esta frase una queja por
actividades sexuales contra natura que el marido imponía a la paciente. Esta idea fue
confirmada muy poco después de manera rotunda.

En la entrevista que reproducimos más adelante hay una frase parecida. Refiriéndose
a que su esposo ni viaja con ella ni la deja viajar sola, nuestra enferma dice: “En
realidad, e...e..., ni me deja sola, ni... ni... no me...”. No podemos evitar que el cuarto
oido perciba en el concepto de toda la entrevista, otra cosa: el marido no la deja
tranquila, y, cuando la busca sexualmente, no la satisface.

He aqui otro ejemplo. Una enferma se quejaba de sufrimientos constantes,


ocasionados por el asma bronquial de su pequeña hija. Dijo una vez:

“Cómo quisiera poder tenerla en mis brazos siempre, quieta, calladita, sin esa terrible
respiración y agitación y, así, poder estar tranquila”.

¿No oye el cuarto oido en la forma de esta expresión el deseo inconsciente, que fue
confirmado, de que la hija estuviera, en realidad, muerta?

Los anteriores ejemplos, característicamente, nos muestran los temas principales a


los que se refiere el "diálogo inconsciente”. Son los dos temas clásicos: sexo y agresión.
Eros y Tánatos.

Hay otro “truco” por medio del cual las tensiones inconscientes se expresan a través de
la conversación "normal”. Es el de referirse en el diálogo directo, a cosas u objetos y sus
características, características que, en el diálogo profundo, corresponden al propio
sujeto o a otra persona. Se trata, por supuesto, de un paso más en la elección de las
palabras para expresar una ¡dea, paso que ya conduce al simbolismo. He aquí un
ejemplo:

Un enfermo se disculpa por haber llegado tarde a la primera entrevista, echándole la


culpa a su automóvil. .

“Mi carro ya no marcha bien. Hace rato que está fallando: no tiene empuje, no sube
cuestas, a la menor dificultad en el tráfico se para, duda para arrancar. Lo he llevado a
revisar varias veces, pero no consigo que lo arreglen. Creo que lo que tiene es vejez”.

Más adelante se vio, con toda claridad, que el paciente si se lo hubiera propuesto, no
habría podido dar una mejor descripción de sus propios síntomas, de sus temores y de la
historia de su enfermedad. El empleo de algunos giros como: “no tiene empuje", “duda
para arrancar”, “lo que tiene es vejez”, muestran ya, en la elección de las palabras, lo
que el cuarto oído puede fácilmente percibir.

Asimismo, referencias a terceras personas pueden oirse como descripciones del


propio sujeto, en una especie de proyección “normal”.

Naturalmente, el cuarto oído es, en realidad, el oído interpretativo. No en la acepción


psicoterapèutica, en la que “interpretar” significa comunicar al enfermo la idea que el
médico tiene sobre sus problemas inconscientes, sino en la de comprender un “sentido”
no abiertamente manifiesto en la expresión verbal.

Esta interpretación, como todas, es, por definición, cargada de subjetividad, y por lo
tanto, sujeta a todas las críticas que esa característica siempre levanta.

¿Qué criterio poseemos para determinar la certidumbre de esas interpretaciones?


¿Cómo estaremos seguros de que podemos confiar en nuestro oído?
El problema es serio y ha sido tratado ampliamente en la literatura. No puedo ahora,
por supuesto, revisar todo lo publicado, pero creo necesario exponer algunas ideas al
respecto, dirigidas principalmente a quienes no son familiares con el juego sutil del
intercambio psicoterapèutico.

El médico, en el diálogo, es capaz de captar los sobretonos inconscientes y el


“sentido” oculto de lo que va desarrollándose. Para ello, usa una serie de posibilidades
psicológicas, no por poco conocidas, menos importantes.

Reik nos ofrece, en una obra digna de leerse, finísimas observaciones al respecto.
Para él, contribuyen a esa captación muchos factores: el registro de pequeños detalles
ofrecidos por los sentidos pero no consciente, recursos que en la evolución filogenètica
han sido descuidados, que son ahora desconocidos para el ser humano, pero que
continúa funcionando con un registro profundo.

Para Reik, el médico capta la trasmisión del inconsciente de su paciente, la hunde en


su propio inconsciente y luego le permite emerger, haciéndose consciente.

Mucho puede haber de cierto en estas ideas, que suenan menos esotéricas leyendo
los amplios capítulos del libro citado, pero creo que hay otros factores que debemos
considerar.

Nuestro oido, si bien influido por el tercero, tiene sus propios modos de acceso a la
realidad inconsciente. Ya he adelantado algo al respecto, pero quiero ahora precisar
conceptos.

Bien sabemos que las palabras no tienen un solo significado. La historia de un vocablo
a través del tiempo es ilustrativa y fascinante porque nos permite ver cómo su valor ha
cambiado y cómo, a veces, llega a denotar precisamente lo contrario de lo que señaló al
comienzo. Las palabras tienen vida y sufren paralelamente a los hombres las influencias
culturales. Por otra parte, un mismo vocablo tiene muchas acepciones en el diccionario,
pero esas acepciones son solamente una pequeñísima porción de las que, en realidad,
posee. Son apenas las que, habiéndose hechas comunes, han llegado al depósito de una
región, de una ciudad o una aldea, de un grupo social o de algunos individuos. Es que las
fuerzas inconscientes usan las palabras para expresarse por encima y más allá de los
propósitos conscientes y las van, así, cargando de significación especial 1*.

El psicoterapeuta está en condiciones para captar y valorar esas cargas significativas


inconscientes de las palabras. Las oye en un contexto especial y unidas a una serie de
movimientos expresivos característicos, las percibe pronunciadas por un sujeto que se
halla en circunstancias peculiares y, sobre todo, está en condiciones de conocer su
verdadero alcance cuando, a lo largo del proceso psicoterapéutico, va haciéndose la luz
sobre la realidad psicológica de su paciente, permitiéndole, de esa manera, comprender
las reales dimensiones de cada expresión verbal.

A lo largo de los años, por otra parte, ha aprendido a oir con el cuarto oido. a
descubrir detrás de la fachada del diálogo consciente, las cargas que el inconsciente de
su interlocutor pone sobre las palabras; a conocer, por un lado, los vocablos plenos de
significaciones profundas, los que, una vez y otra, se prestan al diálogo oculto y, por
otro, las peculiaridades propias de su interlocutor y la manera como éste usa su
vocabulario en ese distinto nivel de la conversación.

Hay, además, otro medio de captar el significado oculto de las palabras y las frases:
analizar su efecto emocional sobre nosotros mismos. Si el inconsciente del terapeuta se
halla sintonizado con su ambiente y, sobre todo, con su enfermo en el momento del
encuentro, sentirá el impacto emocional que la comunicación produce, aunque no sea
consciente de la causa de él. Muchas veces, por ejemplo, sin que se pudiera encontrar
en las ; i labras mismas la razón, somos capaces de “sentir" la hostilidad de nuestro
interlocutor e interpretar, así, no lo que dice a nuestros oídos ingenuos, sino lo que
expresa a nuestro cuarto oido.

Creo, y será la exposición de esta creencia motivo de un trabajo posterior, que es.
precisamente, esa carga inconsciente U. significados no ortodoxos la que caracteriza el
lenguaje del arte.

Por supuesto, éste no es un privilegio de psicoterapeuta. Es una facultad común a


todo ser humano sensible. Se halla en la base de muchas “simparías” y “antipatías" no
justificadas racionalmente y, por supuesto, en la raiz de toda comprensión afectiva
cierta.

No puede, naturalmente, hacerse un "diccionario de significados inconscientes . Si


bien existen palabras cargadas de posibilidades expresivas en ese sentido, todas pueden
ser usadas, v cada una de manera diferente según las circunstancias.

Podemos decir, resumiendo, que el psicoterapeuta experimentado y sensible se halla


constantemente en comunicación con el inconsciente de su interlocutor y que es capaz
de percibir las escondidas determinantes de cada trase y de cada palabra pronunciadas.

Para ello, más que la percepción consciente, lo ayudará al oir de su propio


inconsciente, que se halla, o debe hallarse, sintonizado con el del enfermo.

Se puede reprochar a todo esto una carga de “subjetividad" que le quila convicción
desde el punto de vista “científico". Mucho podría decirse al respecto de la “objetividad"
en el estudio del espíritu humano'5 , pero no es el momento y solamente quiero
expresar, para tranquilidad de los científicos objetivos, que la convicción obtenida de
este modo debe ser siempre sometida a varios criterios de valoración.

Uno de ellos es, por supuesto, el efecto de la interpretación sobre el diálogo mismo.
Si el médico lia captado con su cuarto oído de lo que el paciente dice, responderá a lo
que ha “oído" y su respuesta resonará en el inconsciente de su enfermo y producirá, en
el diálogo, cambios fundamentales que la confirman o niegan.

En el caso presentado más arriba de la madre de la niña asmática, la frase


reproducida resonó en el cuarto oido del terapeuta como un deseo de muerte de la
enfermita y, aunque no comunicó a su paciente la interpretación, reaccionó sin quererlo
emocional mente. Atinó apenas a responder parafraseando lo dicho por la paciente:
“¿Así estaría Ld. tranquila? . La frase parece casi neutral e inofensiva, pero debe haber
estado acompañada de cambios de expresión, de pequeños detalles faciales o
corporales y dicha en un tono delator, porque la paciente se inmutó, calló unos
segundos y luego, trabajosamente, comenzó a contar los detalles de la muerte de otro
hijo suyo.

Se desarrolla, pues, durante todo el diálogo “directo", otro diálogo que muchas veces
transcurre sin que ninguno de los interlocutores sea consciente de el a no ser por la
reacción emocional que le produce. Recordemos cómo, a veces, nos hemos retirado
realmente disgustados de una conversación que, oida ingenuamente, no tuvo nada
especial y cómo, sin que el análisis racional pueda decimos el porqué, calificamos a
algunas personas de “estimulantes” o “deprimentes”. Estamos, en realidad,
reaccionando a lo que nuestro cuarto oído ha captado.

Otro criterio valorativo es el que nos ofrecen las entrevistas sucesivas. Ellas se
encargarán de confirmar o negar nuestra interpretación. Todo proceso inconsciente está
siempre activo a lo largo de las sesiones. Su expresión se disfraza de mil maneras, toma
las más diversas apariencias, pero, si el observador se mantiene alerta, oirá con su
cuarto oído, una y otra vez, parecida expresión, repetida en los más dispares contextos,
hasta que la situación profunda haya cambiado, y, con ella, su manifestación v erbal.

Con lo dicho, sin embargo, no se agota la complicación de la contraparte inconsciente


del diálogo. Si bien el psicoterapeuta puede captar el sentido de esa resonancia, el nivel
de dicha captación es muy variable. Somos ya familiares, a través de repetidos estudios
psicoanalíticos, que. como siempre parten de Freud, con la “sobredeterminación" de las
manifestaciones psicológicas. Cada síntoma neurótico y, muy demostrativamente, cada
detalle de un sueño, encierra no una. sino muchas posibilidades interpretativas y esas
posibilidades son innumerables. Un episodio onírico puede ser interpretado
directamente pero, si el análisis avanza en profundidad, nos hallamos con que, a un
nivel más profundo, la interpretación es diferente y que, si somos capaces de penetrar
aún más, nuevas posibilidades interpretativas se ofrecen a nuestros asombrados ojos. Lo
interesante es que cada uno de los sentidos adjudicados al fenómeno es verdadero al
nivel en el que fue hallado, manteniéndose, de esa manera, la posibilidad de
simultáneas interpretaciones que. siendo diferentes, conservan todo su valor.

Este hallazgo debe ser tomado en cuenta en el examen del diálogo. Si aceptamos que
cada palabra y cada frase de él tienen un sentido consciente y otro inconsciente,
estamos obligados a pensar en la sobredeterminación de este último y, por lo tanto, en
la posibilidad de varias interpretaciones.

Existe, pues, como en el caso de los sueños, un diálogo “manifiesto" e “ideas


latentes“ que detrás de él se esconden.

¿Cuantos oídos necesitaremos para captar esos diálogos profundos?

No nos amilanemos. En la práctica, el cuarto oído se va haciendo cada vez más fino
conforme se avanza en el proceso psicoterapèutico ya que, conociendo cada vez más las
características del paciente y sus reacciones, es capaz de calar más hondo y oír a niveles
más profundos cada \ ez. En otras palabras: nuestro cuarto oído nos servirá siempre, ya
que sintonizará el inconsciente del enfermo y nos permitirá comprender sus expresiones
más y más.
4. El quinto oído

A lo largo de las páginas precedentes, hemos ido revisando las posibilidades de


estudio que el diálogo humano nos ofrece y parece que cuatro oídos debieran
bastamos. Sin embargo no hemos terminado aún. Existe otro aspecto de la conversación
que no ha sido discutido y que es tanto o más interesante que los anteriores.

Se trata de algo que todo psicoterapeuta experimentado sabe: Cada frase lleva
consigo, aparte de su significado “directo” y aun de su propósito inconsciente, una
referencia a la situación actual, a la relación interpersonal que se va desarrollando
durante el diálogo. Es lo que los autores antes citados (14) expresan claramente: (pág.
229): "No importa lo que los seres humanos se comuniquen o piensen que están
comunicándose, ellos están siempre comunicándose acerca de ellos mismos, acerca de
uno en relación con el otro y acerca del contexto inmediato de la comunicación” 2®. Y
más adelante (pág. 231): “Frente a cualquier cosa que sea sugerida por cualquier
comunicación de cualquier participante, debemos siempre preguntamos: ¿en qué
extensión y de qué manera es esto un comentario sobre la situación inmediata?

Quiere decir que. en todo diálogo existe, además de la comunicación de ideas


conscientes y la expresión de procesos inconscientes de que hemos hablado, un
constante intercambio en el plano de la situación actual misma, una permanente
referencia a lo que está ocurriendo entre los interlocutores ahora y aquí. Es como si, al
mismo tiempo que tratan de exponer sus ideas sobre un tópico cualquiera, los que
conversan estuvieran estudiándose, finteando, probándose, intentando llegar a un
equilibrio interpersonal y usando para ello todos los recursos psicológicos a su
disposición.

Característicamente, cada ser humano se comporta en esas circunstancias de una


manera distinta. Es como si fuera sometido a un test y pusiera en juego sus armas
defensivas y ofensivas en un afán de conseguir, resolviendo la situación de prueba, el
mantenimiento de su tranquilidad y el restablecimiento de la homeostasis psicológica
que la situación había destruido.

He aquí, pues, que necesitamos un oído más, el quinto, sintonizado hacia ese aspecto
de la conversación y que, prescindiendo de las ideas conscientes y de los propósitos
inconscientes, se concentrara en descubrir cómo traducen las palabras lo que está
ocurriendo en ese momento entre los interlocutores.

Es éste, en verdad, un oido complicado. Necesita dirigirse, simultáneamente, a dos


aspectos del diálogo: debe captar, por una parte, todas las maniobras que el paciente
usa para imponerse en esta situación interpersonal, todos los trucos que emplea, todos
los recursos a los que echa mano y, al mismo tiempo, analizar esas maniobras para
descubrir, a través de ellas, las características de la personalidad del enfermo, sus
mecanismos de defensa, los niveles en los que su yo se maneja frente a una situación de
“stress”.

¿Cómo se desarrolla ese diálogo? Generalmente, luego de un primer tiempo de


orientación, cada uno de los que conversan comienza a reaccionar a las actitudes de su
interlocutor, a manifestar, de manera indirecta, lo que siente respecto a esas actitudes y
a tratar de modificarlas a su favor.

Es sutil batalla con avances y retrocesos, con estratagemas y táctica, con un juego
fino de recursos de toda clase que cada uno de los dialogantes pone en función y que, si
se mantiene el quinto oido atento, pueden descubrirse. Su análisis es, por supuesto, de
importancia fundamental para el manejo del proceso psicoterapéutico.

Un paciente en psicoterapia había comenzado el tratamiento con una actitud


bastante común en los hombres inteligentes: trataba de manejar las situaciones con su
intelecto, manteniendo su vida afectiva completamente aislada e intocable, con lo que
bloqueaba toda posibilidad de acción. Era de los que, como se lo dijéramos, “ponen su
cuociente intelectual como un escudo, entre ellos y el mundo”.

Reconoció bien pronto que su actitud en la vida era la de derrotar al “adversario”, ya


que veia en cada hombre a un enemigo y, en cada relación humana, una lucha. El callar
del psicoterapcuta lo desconcertaba al principio y, posteriormente, le producía un
inmenso fastidio. En una oportunidad había estado hablando de una serie de problemas
teóricos y exponiendo puntos de vista generales, hasta que el médico rompió el silencio
para hacerle notar la inutilidad de ese modo de pasar el tiempo. El paciente sonrió, se
iluminó su rostro y dijo: “Muchas gradas, Dr. por haber hablado”. Su actitud era de
triunfo y dé imposición. El quinto oído, listo a captar en todo el diálogo alusiones a lo
que en la situación interpersonal estaba ocurriendo, en una actitud de “paranoia de
referencia psicoterapéutica”, oyó, en esa frase, otra: “He conseguido que Ud. hable. Lo
he derrotado”. Comunicada al paciente esta interpretación, el impacto fue notable: su
expresión cambió y, desde ese momento, la conversación tomó otro cariz que pudo
conducir pronto a una relación fructífera desde el punto de vista terapéutico.

Otro ejemplo realmente interesante nos fue ofrecido por nuestro colaborador, el Dr.
Alberto Perales, durante el seminario en el que este trabajo se presentó. Helo aquí:

Se trata de un paciente en tratamiento psicoterapcutico que, en tres sesiones seguidas,


repitió la frase:

“...como cuando, en mi trabajo, estoy concentrado en algo y me dan otro trabajo,


tengo que olvidarme del anterior”.

La primera vez que el enfermo dijo esto, el médico no le dio mayor importancia, pero,
ante la repetición persistente, sesión tras sesión, comenzó a notar algunas
peculiaridades, como el particular énfasis en las palabras “tengo que olvidarme”,
énfasis notable ya que disonaba del contexto general. “Sintió”, entonces, más que pensó
que, detrás de lo dicho había algo que posiblemente el enfermo desconocía, pero que se
expresaba subrepticiamente.

Enfocado el análisis sobre la frase, el resultado no se hizo esperar, ya que el enfermo


mismo ofreció la siguiente interpretación: Así como él en su trabajo, el médico en el
suyo se concentraba en lo que estaba haciendo, pero cuando terminaba con un enfermo
y debía atender a otro, “tenía que olvidarse” del anterior. El paciente era gratificado por
la atención del médico durante su hora psicoterapéutica, pero resentía el que éste “se
olvidara” de él inmediatamente para “concentrarse” en el siguiente enfermo. Tenia la
sensación de ser abandonado como él mismo abandonaba una tarea para atender otra y
esa sensación fue creando en él un resentimiento que, no solamente no se atrevía a
expresar, sino que no quería aceptar siquiera ya que le parecía que eran “tonterías”. Sin
embargo, la tensión afectiva se tradujo en la frase que repitió insistentemente.

Como en todos estos casos la interpretación fue inmediatamente confirmada. El


enfermo confesó que: “Yo sabía que estaba hablando de mi trabajo, pero, sin
embargo, tenía una vaga sensación de que, con mis palabras, le quería dar a entender
algo que yo mismo desconocía”.

Por otra parte, el análisis del episodio trajo abundante material sobre sus ansias
infantiles de cariño no satisfechas, y sobre la directa relación de ellas con la situación
psicoterapéutica actual, permitiendo una translaboración muy fructífera.

Durante todo el proceso del tratamiento psicológico la consideración cuidadosa de este


diálogo, por medio del quinto oído, es importantísima, ya que, desde el comienzo, nos
permite saber lo que está ocurriendo entre los interlocutores, nos informa acerca de las
características de la personalidad del paciente y sus peculiaridades de reacción y nos
ayuda a conduc irlas entrevistas y obrar de una manera justa.
UNA ENTREVISTA

Como una ilustración que aclarará conceptos y nos ahorrará explicaciones, queremos
presentar a continuación el análisis de una entrevista psicoterapéutica en la que
trataremos deaplicarlasideasarribaenunc iadas.

Para ello seguiremos una pauta tipográfica especial. Cada página será dividida en
cuatro columnas. En la primera de ellas reproduciremos el diálogo tal como se
desarrolló, es decir lo que se dijo. En la segunda, trataremos de analizar las
características fonéticas de la elocución, ritmo, entonación, altura, etc.; en otras
palabras, cómo se dijo. En la tercera columna presentaremos el porqué se dijo, es
decir, la contraparte inconsciente de la conversación. En la cuarta columna
intentaremos ofrecer el otro diálogo que tiene lugar; el que se refiere a la situación
actual, a lo que está ocurriendo en el intercambio psicoterapèutico.

En las páginas siguientes analizaremos y trataremos de comprender lo que ocurre.

Hemos elegido para este estudio una entrevista que presenta ciertas características
favorables. Se trata del comienzo de un tratamiento psicoterapèutico de una mujer
de 28 años, casada, con tres hijos de cuatro, tres y uno y medio años de edad, que
consulta por crisis de angustia. Esas crisis se presentan desde hace un año y medio,
generalmente por la noche. Ha sido siempre "nerviosa” y con "pánico a la altura”,
engreída por el padre que murió cuando ella tenia 15 años. No creo necesario entrar
en más detalles de la historia, ya que no es el caso clínico el que aquí nos ocupa.

La entrevista, como dijera, ofrece algunas características favorables. Se trata de la


primera -luego de la inicial, de recepción, en la que se tomaron los datos principales y
en la que se decidió iniciar un tratamiento psicoterapèutico- con el que comienza el
proceso. La paciente llegó a la cita con 30 minutos de atraso, lo que, al hacer la
entrevista más corta, hace más fácil c! análisis. En este caso hemos tenido a nuestra
disposición las grabaciones de todas las sesiones posteriores, lo que hace posible la
comprobación de lo expuesto en las columnas tercera y cuarta, ya que toda
“interpretación” es así vista en la perspectiva del largo proceso y recibe de ella su
confirmación o negación.

En este sentido, el estudio presenta alguna ventaja sobre otros magnificamente


realizados que han debido reducir el análisis a una sola sesión, la reproducida, sin
poder referirse a^sucesivas comprobaciones mediante la observación del resto del
proceso psicoterapèutico.

En la última parte de la entrevista hemos suprimido algunas manifestaciones de la


paciente porque refieren un episodio muy característico y podrían prestarse a una
identificación de los personajes. Precisamente, por su carácter tan particular, no son
ilustrativas y su supresión no altera grandemente las conclusiones.

A partir de la siguiente página ofrecemos la entrevista:


M 1. Buenas lardes. Hay cierta sequedad en el
entorno.

M
Tiene que tener en “Sea
El gritito es afectado y bueno. Mire que cuenta
P 1. Buenas tardes, Dr. Que horror.
coqueto. mi actitud". buena soy
yo".

M 2. Lo siento mucho, porque no vamos a Entre acusador y "Es suya la culpa,


tener tiempo ahora. bonachón. arrepiéntase".

"No tiene mayor


Exageradamente importancia, yo voy a
P 2. Uhmmmmmm... ¡Que honor!
coqueta. manejar la situación como
la manejo siempre".

Con el mismo tono de ¿Cómo se ha atrevido a


M 3. Siéntense ¿Qué le pasó?
M2. hacerme eso?

P 3. ¿Que me pasó? Que...había confundido Continúa con el mismo "Con esa explicación debe
mi cita con el dentista, que era a las tres y tono afectado y coqueto. bastarle".
media...hice esc, ese cálculo, anulé la cita
con el dentista y estaba muy segura que me
venía a la hora..

Algo seco. “No me convence la


M 4. Uhmmmm. Bueno, yo la he estado explicación. Me ha hecho
esperando desde las tres. esperar tanto tiempo y yo no
estoy acostumbrado a eso".

P 4. ¡Ay. doctor, perdóneme! Suave y en tono bajo. "Si Ud. toma esa actitud,
estoy dispuesta a
someterme a ver qué pasa".

M 5. De todas maneras, tenemos un... unos


El tono es firme, pero Tenga en cuenta que. si ha
minutos. Vamos a ver. Yo quiero, ante todo.
bondadoso. cometido una falta y. por su
uh. Que se acostumbre Ud. a esto: cada culpa, no nos queda tiempo
vez que Ud. venga. Ud. va a hablar de lo disponible, debe someterse
que le parezca; va a decir lo que se le a mis reglas y hacer lo que
ocurra. Cualquier cosa que le venga a la yo le digo. Si lo hace,
mente, cualquier cosa que Ud. sienta... seremos
En ese momento qué piensa. Ud. k) "amigos".
dice. ¿Uhmmnm?
M 6....al principio sobre Algo risueño.
todo. ¿Eh? Asi es que.
vamos a ver, pues...
Pó. Vamos a ver... Risilla. Pausa de cuatro "Vamos a ver cómo se desenvuelve esta situación, que hasta
ahora me desconcierta un poco.
segundos.
P 7a. Ah. Yo tenia que Hay una cierta coquetería "Vengo dispuesta a hablar, "Ud. debe ayudarme a hablar.
hablar... en la manera de hablar. pero no sé como tomará Ud. No crea que lo voy a hacer yo
Cada fíase es terminada por lo que voy a decir". todo".
una risilla corta.
P 7b. Es difícil hablará. Habla lenta y suavemente. "Es difícil decir a un "¿Sera fácil hablarle a
desconocido lo que yo
quiero decir". Ud.?".

M 7. Si. Al principio es Se nota cierto tono de "Aunque le parezca difícil, "No crea que con coquetería va
difícil. firmeza y severidad. eso es lo que Ud. debe a conseguir lo que quiera".
hacer".
P8. Ya me imagino. Más sería. "Le voy a dar la razón por ¿No será fácil hablar con Ud.".
ahora".
P9. Le podría decir lo Hay más firmeza en la voz. a "Voy a decir, por ahora "Veré cómo reacciona a lo que
que he estado pesar de las sucesivas solamente, lo que tengo voy a decirle",
pensando ...las repeticiones. preparado".
conclusiones que he
estado sacando... En
estos días.
M8 Vamos a ver. Hay en la voz, al mismo "Estoy dispuesto a oirla. A "Tenga confianza, que no le voy
tiempo, estímulo y pesar de que sé que no me a decir más de lo que quiera
curiosidad. va a decir mucho". dar".
PlOa. Eh...Las Hay una pausa de 7 "En realidad, no creo lo que "Voy a usar un idioma para darle
conclusiones que saco segundos y luego la voz se estoy diciendo". gusto".
yo...¿no?... que me hace, nuevamente, coqueta,
parece que debiera especialmente al final de la
madurar.
PI0b....pcro... y, si frase.
La entonación va "Eso de madurar'es una "Quizás pueda agarrarme de Ud.
maduro...esto. Me haciéndose más sería manera de poner en sus para salir con la
parece que dio en el conforme avanza la frase. palabras mis propósitos".
clavo una vez Ud. mía".
cuando eh. oí

PlOc.
una deEnsus
realidad si yo
conferciK la firmeza desaparece "La maduración puede "¿Me va Ud. a apoyar?",
maduro
JJ>. quizá mi completamente al darme una salida".
matrimonio.... peligre. pronunciar la última
palabra. "Siga Ud. hablando, vamos a "La oigo atentamente y me
M9. Uhmmmmm. ver en lo que Ud. va parar". interesa lo que está diciendo".

P11. Entonces... en Hay una pausa de 4 "¿Debo seguir como "¡Apóyeme!".


realidad... no sé, segundos después de hasta ahora o.
pues, ¿no?, por eso la palabra "realidad" y valiéndome de Ud.,
yo le pregunto si la última parte de la hacer lo que quiero?".
necesito madurar frase es dicha
y... y... quitarme Enfáticamente,
...uh esta ...(ríe) acentuando
esta lacra de apoyo decididamente la
que tengo. palabra "lacra”.
MIO. Ante todo, que entiendo Ud. La voz es firme, como "No la voy a dejar seguir su Estoy con Ud., pero si Ud.
por "madurar", vamos a ver. exigiendo hechos. juego. Juguemos limpio". no se vale de trucos".

P 12a Entiendo por madurar, que La pronunciación es firme y "Todos deben valerse por si "¿Es inmaduro pegarse a
una persona debe valerse por sí hay una gran acentuación de mismos y no apoyarse en Ud?
misma... y no pegarse... a las otras la palabra "pegarse". mi".
personas...¿uh?

M 11. Uh... Apenas se oye entre la última "Continúe". "La sigo".


palabra de la frase anterior y
la que sigue.

P 12b. Por ejemplo, en realidad yo La voz ha sido bastante firme “Mi marido es en realidad el “Simpatice conmigo".
noto que tengo... esas angustias hasta el final, que termina causante de mis síntomas".
que le digo, que, en realidad, no con la misma risilla
son muchas ni muy seguidas, congraciadora.
pero, en la noche. En la noche mi
marido ...eh. tiene oficina... en la
casa y se pone a trabajar hasta las
dos o tres de la mañana. Y
entonces... en ese tiempo me
siento...uh... desamparada (rie).

P 12c. Esa es la palabra,¿no? “Estoy dispuesta a hablar su idioma, si Ud. se pone de mi


lado".

P12d. Entonces; en un tiempo, La voz es tranquila, pero la “Otro médico ya se puso del "Apóyeme Ud. también".
estuve muy preocupada y habia vocalización se hace rápida y lado mió y me comprendió y
ido donde el Dr... por una dicta. casi ininteligible cuando me apoyó".
relata el motivo de su visita al
Después de uno de los bebes medico, para aclararse luego.
había quedado un poco subida de La palabra "úlcera'' es
peso y tenia un fuerte dolor en la acentuada marcadamente.
boca del estómago. Entonces
...este.. El Dr me dijo que si
yo...no olvidaba mis
problemas...iba a terminar con
una úlcera.

P 12e. Entonces... traté La dicción, como se ve. es “Yo traté de manejar mi "Apóyeme".
...de...de...ha...asi echar... en saco entrecortada y vacilante, hay problema, a mi manera, pero
roto y no importarme porque notable énfasis en la ahora necesito su
hasta...uh... digamos.uh...me pronunciación de la palabra
fastidiaba, ¿no? ...ch... sentirme "traté". apoyo”,
sola.

P12f.Entonces...eh... Bueno, dije, La voz. es confidencial y “Yo he hecho lo que he “Trataré también de
no me importa. Trato de sacarle podido para explotar la explotar la situación
mayor provecho posible a esta suave. situación a mi conveniencia" actual”.
situación.
PI2g. Podría, Continúa en un tono igual, "Todas estas cosas no "Busco en Ud. alguien que
digamos...ponerme una las últimas palabras son bastan. Estas frivolidades me comprenda en otro
banda en la cara o echarme acompañadas por la misma no me convencen ni lo plano".
crema o arreglarme el pelo risilla. convencen a Ud.".
(ríe).
P I2h. Entonces... pero quizá
eso ha sido una cosa por La vocalización se hace "No crea Ud. que soy tan
más suave aún. "Se que Ud. me
fuera. Por dentro...ha superficial. Yo mismo me
comprende, pero necesito
seguido... lo mismo... Puedo doy cuenta de que no es
que me lo demuestre".
que eso puede ser en así".
parte...
M 12 Uhmmmm. Usted
Hay un tomo más amistoso "Expliqueme más de lo "Está bien que hablemos el
piensa que Ud. ha
en la voz y una acentuación que en realidad piensa". mismo idioma, pero sea más
conseguido una
fuerte en la última silaba de explícita, si quiere contar
compensación, pero
"superficial", conmigo".
superficial...
P 13. Superficial...
Interrumpiendo, pero muy "Estamos de acuerdo". "Ud. me comprende".
bajo.
Acentuación en "igual".
MI3. y que. en el fondo, el Continúa la actitud
problema está igual. anterior.
P 14a. Temo que si...
Exactamente. En eso es en lo
que he estado pensando. Las primeras palabras son "Ahora veo que Ud. me
"Puede Ud. ayudarme".
(Ric). dichas en un susurro, casi entiende".
ininteligible.
P 14b. Pero...cl
nudo...digamos, que se me
hace.... es el siguiente:
La elocución, siendo siempre "En realidad la que no es Quisiera que Ud. me
ahora, hay otra cosa a... mi
muy suave, se hace vacilante, feliz, en mi matrimonio, ayudara a decirlo".
marido es una persona muy
con muchos cambios de soy yo. pero no lo digo".
buena, pero... hablando una
sentido. Entre "nudo" y
vez de ...los problemas que
"digamos" hay una pausa de
tiene... matrimoniales su
4 segundos.
hermano, que los tiene muy
fuertes, muy terribles,
entonces... una vez dijo:
"bueno... tiene que hacerse
a sus sufrimientos, porque,
en realidad, quién es feliz,
¿no?, ¿qué matrimonio es
feliz?" Entonces, el asunto
era éste, que yo pienso y se
lo aclaré. "Entonces, quiere
decir que ...tú, en realidad,
no eres feliz".
P 14c. "Bueno; lo dije en un
momento de...de...de, que
pensaba, ¿no? Entonces
...mi pensamiento es éste:
en realidad...

El tono continúa suave y "Todo lo que hago por "Compréndalo así Ud.”.
calmado, sin mayores mantener mi matrimonio
variaciones. cs, corno Ud. ve. un
sacrifìcio inciti) e
incomprendido".
no está contento, plegándome yo
a todo lo que él quiere,..
Entonces...¿para qué me sacrifico
yo?

P 14d No hay mayor variante. Da la "No vale la pena”. Entonces pienso


impresión de un recitado, sin
lo siguiente: me sacrifico por mis mayor resonancia
hijos... emocional.

P 14e. Pero, para poder hacer yo Toda la exposición tiene el "Nada de lo que haga por mi "Ud. debe ver que
una vida tranquila, tengo que tono de un recitado un poco matrimonio vale la pena, quisiera no vale la pena mi
ocuparme ..un poco...de monótono, con pausas pensar más en mi, pero no me sacrificio que me
entretenerme, de mis cosas y, acentuadas, como si se atrevo” ha conducido a la
para ocuparme, de eso... tengo estuviera midiendo enfermedad, y
que desatender a mis hijos(ríe). cuidadosamente cada ayudarme a
palabra. liberarme".

P 14f. Entonces...(pausa de 5 La voz se hace baja, casi "Entonces no me queda más "Ud. debe darme
segundos). suplicante. camino que liberarme". autorización para
hacerlo y
ayudarme".
M 14. Uh...Ud. piensa que...si En las pausas pareciera que "Ud. me trae aparentemente un "No confíe mucho
arregla un lado del problema, el médico se ha contagiado problema sin solución". en que yo haga lo
desarregla el de la dicción de la paciente. que Ud. desea".

otro.
P 15. Si... Como era al principio, La voz se hace un poquito "Esa puede ser mi solución,
¿no? Al principio yo estaba más animada. pero...".
bastante bien; quizás
superficialmente, pero, bastante
bien, asi como le digo, ¿no?
Llenando mi vida de... de una serie
de cosas, ¿no?

P 15b. Entonces, tenia en realidad Al comienzo de la frase, la ”No puedo decidirme a abandonar "Yo también,
tantas cosas que hacer que... no elocución es aún monótona y a mis hijos, a tomar esa como mi hijo,
podia ocuparme. Pero ya a uno de expositiva. Al final se hace necesito cariño".
mis hijos ...eh... lo notaba mu.... más dúctil y casi responsabilidad sobre mis
muy raro, ¿no?, en el sentido que emocionada. hombros. Necesito que Ud. me
era un chico que se le veía muy ayude".
triste, el segundo; muy triste, muy
...eh... algo. Entonces comprendí.
Lloraba mucho... En realidad,
tenía...necesitaba cariño.

P 15c. Yo lo habia dejado en El tono vuelve a hacerse "Quisiera que eso fuera suficiente, "Yo soy buena y
manos de una muy buena niñera, reiterativo y monótono. pero, por más que hago, no puedo deben ser buenos
pero...eh...yo pensaba que... que cerrar los ojos a la realidad, que conmigo
dándole su perfecta atención, es me muestra que no lo es". también".
decir, comida excelente,
todo, lo mejor, era
suficiente.
La voz se hace más firme y "Tuve entonces que "Yo también cambiaria si
P I5d. Cuando comprendí mi decidida. comenzar mi sacrificio..." me dieran cariño".
error...corté todo y me
dediqué a este chico, que
cambió notablemente. En,...
es decir, en un mes. Ahora
la criatura es otra.
P 15e.... De modo que... no La voz se hace más baja y "Pero no sé si puedo seguirlo
sé. en realidad. y deseo que me ayude a
suave.
decidir que no vale la pena".

M 15 No sabe, ¿qué? Hay una resonancia risueña "Ud. sabe perfectamente lo " No cuente conmigo
en la voz. que está diciendo". para que la apoye
mcondicionalmcnte",
P 17. No se qué. Ríe también, con la "Ayúdeme".
" No me pregunte. Ud.
misma risilla de antes. sabe lo que quiero decir".

P18.Es difícil, ¿saber?... Hay una pausa de 10 "Me doy cuenta de la "Ud. no comprende mi
Ahora pienso que hay tanta segundos, y luego comienza posición en la que su angustia y le parece que
gente que tiene tantos a hablar con voz muy baja y actitud me pone". mis problemas no lo son,
problemas... que quizás yo... suave. Entre "¿sabe?" y
debería de estar contenta.... pero debe tratar de
".Ahora" hay otra pausa de 5
con lo que tengo, ¿no? Pero acercarse más a mi punto
segundos.
es el subconsciente el que de vista".
trabaja (ríe).

M 16 Llt... Ud, piensa que.


subconscientemente. Ud. no Pausa de 9 segundos. "Ud. no está contenta ni "Aclaremos esto".
está contenta. Comienza en un tono bajo, consciente ni subconsc
que se va a haciendo más lentcmente".
firme al final.

P 19.Asi es ...¿Sabe? ,. Las De nuevo hay 7 segundos


personas son difíciles de "No soy yo la que tiene la " Ud. es muy difícil de
antes de que continúe. Algo culpa".
contentar, ¿no? comentar".
más de animación.
M 17 Uhmmm...
"Veamos qué es lo que va a "La oigo atentamente".
decir ahora".
P 21. En realidad, por C ontinua hablando, sin al "Voy a probarle que la culpa
ejemplo,., mi marido.... yo sé no es mía. Vea Ud. como se "No me fruste como mi
parecer haber oido al
si. no se que pensar. Por portan conmigo". marido".
medico. No hay v ariantes
ejemplo, este viaje... en el tono, pero la
de...quince dias al año que vacilación es notoria
tomamos...ah...se ha ido
alargando desde setiembre,
octubre, noviembre.
P 21 b. Entonces yo le dije: bueno, El tono, sin perder cierta cómo yo reacciono así, "Si Ud. me frustra, puedo
el 12 nos vemos de todas monotonia, es más firme. pero con razón". reaccionar como con él".
maneras. Entonces... ayer me
dice: "Yo creo que no voy a poder
salir el 12 porque tengo mucho
trabajo".

P 21c. Entonces le digo: "Bueno, La entonación contrasta "Tuve esta reacción "Puedo también, como a él,
por favor avisante, porque notablemente con el desafiante, pero abandonarlo a Ud.".
entonces me voy a ir sola. contenido. Éste es firme y plenamente
Necesito 15 días de vacaciones". duro y aquélla, casi dulce. justificada".

P21 d. Entonces se molestó Hay visible acentuación en la "Yo sabía, en el fondo, "Espero que Ud. no tome la
mucho..." Que ... me estás palabra “cuello". que él iba a reaccionar misma actitud que mi marido,
asi. pero quería probar porque seria como él, injusto".
poniendo...uuu... una soga al
mi
cuello". " No sé qué, no sé
cuantos..." (rie). caso".

P 21 e. " Pero entonces, si no La manera de decir todo esto "La probé". "Puedo, si Ud. no me ayuda,
quieres tú, déjame ir sola. Llamo a es casi risueña. manejarme sola".
una amiga y ...y me voy yo".

P21f. En realidad, e... e... ni me Hay más animación en "Yo sabia que eso no "No se porte como mi marido".
deja sola ni... ni no me... general, y quizás eso mismo podía ser, pero lo pedia
trae el balbuceo. para qué se diera
cuenta de su posición
absurda".

M 17. Uhmmm... En la larga pausa, la "Siga Ud. la escucho,


intervención del médico es aún no voy a emitir
apenas audible. opinión".

P 22. Pienso que ese es el Comienza con voz más baja "Creo que ya es tiempo
problcma.¿No? aún. que me diga qué es lo
que Ud. piensa".

M18. Uhmmm. Ud. siente que Luego de 7 segundos de "¿ En realidad, tan "No me convencen del todo sus
necesita .... urgentemente, esos silencio, el médico habla. Su grave es el problema?". quejas. Siga Ud hablando".
días de vacaciones. . voz es baja, suave y casi sin
modulaciones.

P 23. Sí... En realidad, siempre los La primera palabra es casi " Ya es bastante con "¿no comprende Ud.?
tomamos y... y ...y creo que inaudible y la dicción va que aguante todo el
siempre llegó a casi, reforzándose hasta el final. año".
casialasjustasírie).

M 19. Uhmmmmm... Casi inaudible y confundido "Siga, la escucho


con lo que el paciente sigue atentamente".
diciendo.
P 24,Es decir... Entonces si...si me "Es decir" apenas se oye y "Si la situación sigue, "No siga alargando Ud. también la
siguen alargando ...eh...(pausa está "condensado". Luego la soy capaz de hace situación".
dicción se aclara hasta la cualquier cosa".
de 5 segundos). clara acentuación de la
palabra "alargando".

M 20. ¿Si le siguen El tono de la voz es algo "¿Qué es lo que Ud. "No me amenace".
alargando?... más duro y seco. haría?”.

P 25.(Ríe) No sé....(pausa de 8 Hay. otra vez, una manera "Por favor no se enoje,
segundos). coqueta en ta voz. retiro mi amenaza. Sea
bueno".

P 26. Es difícil. En tono suave y bajo. "Mi situación en mi casa "Mi situación ame Ud. es
es inaguantable". difícil, porque, ahora, no
se que actitud tomar".

M 21. Uhmm... Suave. "Veamos".

P 26. (Pausa de 27 segundos ) Esta pausa se halla "Si Ud. no me comprende


Ahora si que creo que no tengo cortada dos veces por un y si bloquea mis recursos
que conversarle. (Ric). amago de risillas, apenas usuales, si Ud. no
audible. La elocución responde como yo
siguiente es suave y de esperaba y necesito, no
tono bajo. tengo nada que decirle",
P 3 la. Por ejemplo...Ahora, Ud. Más seria, vuelve al tono "Veamos qué pasa si yo hablo su idioma y acepto,
Me dijo, ¿no es cierto? lo que casi recitativo. provisionalmente, lo que Ud, dice".
yo siento. Que vivo en una
tensión nerviosa.
P 316. Yo digo, ¿hay personas El tono de pregunta sólo "Si no puedo yo aguantar esta situación en mi casa, menos
que viven siempre en esa es notable en la palabra voy a poder hacerlo aqui. Creo que Ud. está errando el
tensión nerv iosa? ¿Que "nerv iosa". La segunda camino".
pueden vivir? frase es planteada, desde
el comienzo, como
pregunta
M 28. Todos vivimos en una El tono es nuevamente "No exagere su situación y no dramatice".
cierta tensión nerviosa. seco, casi duro y casi
autoritario.
P. 32. ¿Interrumpiendo? No. Hay algo más de inflexión "Entiéndame, yo he venido a buscarlo porque ya no sé
una cierta, por supuesto, ¿no?, en la voz. qué hacer con mi matrimonio y ahora estoy viviendo que
pero digamos ya..., ya como no sé qué hacer tampoco en la situación del tratamiento".
para... para tener problemas.

P 29 ¿Ud. siente que tiene El final de la frase dicha "Trataré de entenderla, si "No dramatice".
problemas., más Rieites que la también en un tono seco, Ud. se explica, pero no
generalidad de las personas? se hace algo interrogativo. creo en sus problemas".

P 33, (Pausa de cinco La primera frase es dicha Yo tengo problemas, pero


segundos) No, doctor. Yo creo muy bajo y suavemente. para Ud.
que soy injusta...rcspecto de Luego el tono vuelve a ser
problemas. el mismo. no son tales. Aceptemos
provisoriamente que Ud.
tiene razón".
M 30. ¿Cómo es esto? Vamos a Ha cambiado un poco el "Hable Ud. Yo trataré de
ver. aclara hasta ta tono. Es más suave y casi ponerme a su lado"
amistoso.
P34. (Rie). Soy injusta...porque Con seguridad y firmeza "Acepto si Ud. quiere que "No creo que Ud. sea un
hay mucha gente... que tiene, en el mismo tono mis problemas pueden ogro, y espero que
por ejemplo amigas mias. que recitativo, que cambia y parecer pequeños, pero debajo de esa
tienen en realidad, unos maridos se hace casi cálido en la son mis problemas. No apariencia, haya otra
que son semi- ogros,¿no? Unos mitad del párrafo, para crea que no he tratado de cosa".
maridos terribles. volver al final, a sonar manejarlos...”.
como al principio.
Tienen uh.uh... problemas en fin Bondadosamente. "Reconozco que puede "No soy tan ogro".
uh. .de orden... m... material y... ser
Y... en fin... miles... Sin embargo,
eh... yo veo que son personas cierto que Ud. se haya
que viven lógicamente y... y muy esforzado1'.
bien, ¿no? hasta, hasta lo que
puedan y... y yo, en realidad, con
pocos problemas,
conscientemente, los echo a la
espalda...
La dicción es más firme y "Si Ud. acepta que hay
rápida. problemas
M 31. Uhmmmm...
subconscientes, tiene que
P35. Pero... (ríe) estar conmigo y
subconscientemente no. i Pausa ayudarme”.
de 6 segundos).

M 32. Uhmm... Usted siente que La vocalización y el tono "Trataré de ponerme en "Me identifico con
sus problemas... en realidad, no (aun las palabras) su lugar. Expltqueme algo Ud.".
son tan grandes como para... el parecen imitar las de la más de lo que ocurre''.
resultado que le producen a Ud. paciente.

P 36a. Así me parece. Bueno, en


Comienza con más "Voy a tratar de "Espero que Ud.
realidad Dr...quizá una de las
espontaneidad, pero explicarle, en sus propias tenga gustos más
cosas por las cuales se casó mi
pronto vuelve al tono palabras, mi problema". afines con los míos y
marido conmigo... era por esa
monótono y a la "Me hubiera casado con me dé la razón”.
dependencia que; tengo
pronunciación, palabra cualquier hombre del que
respecto a... en general a los
por palabra, como si hubiera podido
hombres. Y quizá yo me casé
fuera una lección. Hay, depender"
por. por ese motivo también con
sin embargo, un esbozo
él.
de risilla al decir: "Y
quizá yo...".
P 36b. ...Entonces, eh, si él no.
no llena un vacío, bueno que... La elocución continúa, al "Mi marido no me "No espere que no
en cierta forma nada más, a mi mismo tiempo, vacilante llena, Eso me desespera me cause estrago el
no debería de causarme ese y cuidadosa, j usti ficadamente". hecho de que Ud. no
estrago, ¿no? pronunciando palabra llene mis necesidades
por palabra, en un tono afectivas tampoco".
P3ÓC...Y... en real i dad no sé, monótono.
pues, quizá yo esté Hay firmeza y al mismo "Lo que pasa es que no "Mire, cómo yo trato
evolucionando o quizá, sabe tiempo suavidad en la nos entendemos". de comprender lo que
Dios qué ¿no? Pausa manera de expresarse. ocurre a través de sus
ideas y usando sus
expresiones".
194 C. ALBERTO SEGUIN

de 4 segundos). Casi inaudible. "Continúe".


M33. Lfhmmm (pausa de 13 Las primeras palabras son "Mi marido es dominante en
segundos). dichas casi en un susurro. "No caiga Ud. en lo
extremo y yo no puedo
Luego, se vuelve al mismo mismo".
P37a. Es difícil. Eh, por someterme".
tono y manera usados
ejemplo, mi marido tiene un
anteriormente.
modo de ser, por ejemplo...
que él quiere que la otra
persona... forme...como, no
sé, no... un lodo con él en lo
que él quiere.
P 37b. Por ejemplo... si quiere
ver televisión. yo, yo estoy a
su lado... pero no me provoca
Comienza este párrafo con el "Aqui le doy un ejemplo, no "Espero que Ud. tenga
el programa... Ico, ¿uh?
mismo tono, pero va solamente de la gustos más afines con los
Entonces no le gusta que
animándose. irracionalidad de sus míos y me de la razón.
lea.Quicre que vea la
televisión, aunque a mí no exigencias, sino de que la
La frase: "aunque a mí no me
me parezca, pero, como a el discrepancia se debe a que
parezca" es dicha con una
le parece entretenido, a mí sus gustos son inferiores o
decisión hasta ahora no
debe parce CTTTTC. los míos".
oida.

P 37c.... En realidad hasta Continúa con una He tratado de someterme, "Yo puedo intentar
hace poco, efectivamente, yo entonación expositiva, como pero...” someterme, pero hasta
hacia todo lo que... ¿no? tratando de ser objetiva. cierto límite".
Al comienzo del párrafo se
anima, animación que se
P37d. ...Entonces, en "Lo que voy a contarle es "Después de oír esto, no
presenta en varias
realidad, por ejemplo, (rie) tan absurdo que me puede dejar de estar a mi
oportunidades durante el
unos detalles tontos, ¿no? justifica plenamente". lado. Tiene. Ud. que unirse
relato, para ser substituida
por el tono recitativo a mi y salvarme".
acostumbrado. Por
momentos, aparece un
acento dramático.
El tono es formal y objetivo.

M 34. Bueno, yo creo que "Algo me ha dicho Ud. pero "¿Será Ud. capaz de
muchos problemas se han nada que permita un juicio confiarse y ser
planteado ahora y que claro. Necesito conocer franca?”.
podemos... seguirlos más antes de apoyarla".
considerando, ¿no?
"Yo voy a ayudarla si Ud.
M 35. Vamos a ver, cuando llega a confiarse".
podría yo verla. ¿Ic parece Suave y
bien el viernes? cone i I iator
P 38. Muy bien, doctor. lamente.
Coqueta. "Voy a hacer lo que Ud.
diga siempre que pueda
conseguir su
cooperación”.
M 36. Entonces, hasta el Amable.
viernes. "Espero que así sea en el
futuro”
COMENTARIOS
De MI a P4
Esta parte de la entrevista, desde MI hasta la primera frase de M5, es interesante. En ella se
establece el primer contacto, que no puede ser más característico. La paciente ha llegado
tarde. El médico está visiblemente molesto. El tono de MI es claramente demostrativo. Hay
sequedad, casi dureza, en la voz. El médico quizás ofendido por lo que, inconscientemente,
juzga como una falta de consideración, lo hace notar. La paciente, por su parte, echa mano,
desde el inicio, a los mecanismos de defensa que está acostumbrada a usar coquetería,
sumisión, humildad. El “¡Qué horror!” de la segunda parte de Pl, es típico. En M2 el médico se
ha dado cuenta de su propia reacción y trata de corregirla, pero su enojo y su resentimiento se
traducen, no solamente en lo que dice, sino en el tono con que lo dice. A ello la paciente
responde acentuando las características ya registradas. En P3 da una explicación que no es
clara y que quizás no pretende serlo. Trata de manejar la situación en un nivel emocional y no
racional. El médico quiere demostrar que no se dejará conmover con esa maniobra. Su voz y su
posición en M4 son, nuevamente, secas y duras. El “Uhummm” que inicia esa frase está
diciendo claramente: “No le creo”. La paciente insiste, pero su tono ha variado un poco en P4.
Es menos coqueto y más conciliador y humilde.
La entrevista ha comenzado planteando la situación muy claramente. El médico hace notar
con insistencia que considera el llegar tarde como una ofensa casi personal, que no está tan
dispuesto a perdonar, y que la actitud coqueta de la paciente no va a ablandarlo. La enferma,
por su parte, toma una posición característica: tratar de manejar la situación con armas
emocionales.
Respecto al motivo del atraso, mucho podría decirse. La paciente debía acudir a las tres y dice
que tenía, a las tres y media, una cita con su dentista, cita que debió cancelar. No explica más
detenidamente el episodio, pero da a entender que sabía que el compromiso con el
psicoterapeuta era a la misma hora que el que tenia con el odontólogo. Es decir que sustituyó
el uno por el otro.
Este episodio merecería ser estudiado. Visiblemente demuestra dos cosas: ante todo que,
habiéndose comprometido anteriormente con el dentista, olvidó ese compromiso, o que
decidió anularlo cuando aceptó la hora fijada por el psicoterapeuta.
En cualquier de esos casos, demuestra interés por acudir a la entrevista con éste, interés que
la hace postergar otras obligaciones.
En segundo lugar, hay una visible identificación del dentista con el médico. No es el momento
de entrar en sutiles análisis, pero no quiero dejar de hacer notar que esa identificación no
puede ser despreciada, ya que señala claramente muchas cosas interesantes. Me referiré a
algunas: bien conocemos la resonancia inconsciente de las maniobras odontológicas. El
manoseo bucal en relación con el erotismo oral, por un lado, y por “desplazamiento hacia
arriba”, por el otro, se carga de valor erótico y adquiere coloración instintiva fuerte. La
196 C. ALBERTO SEGUIN

paciente, al sustituir al dentista por el médico, está prefiriendo el “manoseo” de éste al de


aquél, y mostrando así, una catexis positiva a tomar en cuenta. Esta interpretación gana fuerza
cuando sabemos que la enferma, a los siete años, sufrió un accidente al caer del caballo y
perdió los incisivos superiores. Debió ser sometida a un largo tratamiento y, desde entonces,
usa dientes postizos. ¿Qué conexión profunda tiene este episodio y qué significado adquiere la
psicoterapia en relación con este otro tratamiento? No podemos especular demasiado al
respecto, pero debemos, sí, tener presentes todos estos detal les para su posterior
consideración.
Hay que tomar en cuenta además otras posibilidades al interpretar el retraso. Puede haber en
él también un intento de no someterse e imponer, desde el comienzo, condiciones. Lo que
hace esta interpretación plausible es la manera cómo la enferma intenta solucionar la crisis
producida, y cómo, en momentos posteriores de la entrevista, reacciona. Podemos ya
sospechar que, en la vida, actuará de manera similar: no acepta "imposiciones”, hace lo que le
parece y, luego, maneja la situación por medio de una actitud coqueta, conciliadora y humilde,
que le permite “salirse con la suya” fácilmente.
Por su parte, el médico se ha dejado llevar por una reacción de resentimiento y muestra una
fachada de dignidad ofendida. Quizás, digámoslo en su favor, ha captado la maniobra y no
desea dejarse envolver por ella.
Un resumen de esta primera parte podría frasearse así:
Paciente: “He llegado tarde, pero Ud. me va a disculpar porque no puede ser duro ante una
mujer bonita que le pide, coquetamente, perdón”.
Médico: “Conmigo no valen esos recursos. Voy a olvidar, sin embargo, el incidente porque es
mi deber de psicoterapeuta”.
De M5 a P6
Aquí la entrevista entra a una segunda parte claramente diferenciable. El médico ha
abandonado, conscientemente, la actitud acusadora y trata de hacer una “transición técnica”.
Para ello delinea las “reglas” a las que la paciente debe someterse. Al hacerlo su voz va
claramente cambiando, haciéndose más suave y conciliadora en cada frase. El “¿Uhmmm?” del
final de M5 expresa: “¿Estamos de acuerdo, verdad?”.
Sin embargo, debajo de la intención consciente, nuestros nuevos oídos son capaces de percibir
mucho. Ante todo, no podemos dejar de anotar el pequeño lapsus en el que el psicoterapeuta
incurre. Dice: “tenemos un...unos minutos”. Las palabras empleadas parecen elegidas para,
como una acusación, poner énfasis en el poco tiempo que queda (“unos minutos”), pero su
elección no ha bastado para expresar el deseo inconsciente de acusar y recalcar la culpa. El
lapsus reduce aún el tiempo disponible (“un minuto”). Creo que debe destacarse este detalle
como un ejemplo de lo que decíamos anteriormente: las tensiones inconscientes se
manifiestan en la elección de las palabras que van a emplearse para decir algo deseado
conscientemente, pero, cuando éstas, a pesar de esa selección, no bastan para dar la fuerza
deseada al propósito profundo, un lapsus se produce, que acentúa la intención.
Conscientemente -para los oídos ingenuos- el psicoterapeuta desea decir: “No se preocupe.
Aún tenemos tiempo disponible”. Pero expresa todo lo contrario: “Debe Ud. preocuparse,
puesto que, por culpa suya, nos queda apenas un minuto”.
El médico, a continuación, expone las reglas de que desea que la paciente siga durante las
entrevistas. No vamos a discutir ahora la técnica misma ni las ventajas o desventajas de ese
planteo. Trataremos, más bien, de estudiar el modo en el que esas reglas son fraseadas.
El médico comienza diciendo: “Vamos a ver”, con lo que, obviamente, expresa: “Vamos a ver
si es Ud. capaz de aprovechar esos minutos y cumplir su obligación”. Lo
siguiente confirma nuestra idea. Dice:
“Yo quiero que se acostumbre a esto”. No puede evitarse el sentir la imposición en las
palabras y en la construcción de las frases, prueba de que, a pesar del propósito consciente y
del tono conciliador del médico, la hostilidad despertada por la tardanza de la enferma obra
aún y podemos, si sabemos, oírla.
Todo lo que sigue tiene las mismas características: “Ud. va a hablar”, “va a decir”, suenan a
mandato, a pesar de que la intención consciente se traduce en la entonación, que se va
haciendo cada vez más amable.
La paciente se siente desconcertada porque sus oidos suplementarios perciben también esa
desarmonía entre lo que el psicoterapeuta quiere decir y lo que dice, así como por las
exigencias que se le plantean de esa manera. Esa reacción se muestra claramente en P6: ella
repite la última frase del médico, pero esa repetición está también sobredeterminada. “Vamos
a ver”, dice, y las palabras están expresando su duda, su desorientación y desconfianza.
Nos encontramos aquí con otra característica de la paciente: el finalizar sus frases con una
risilla muy especial. Se trata de algo que suena a forzado y artificioso, pero que parece
facilitarle la terminación de los párrafos cuando no está segura de la adecuación de lo que dice
o no sabe cómo continuar.
Aunque se han producido recién las primeras escaramuzas, algo podemos sospechar ya acerca
de la manera cómo la enferma maneja la relación interpersonal. Ya sabemos que, en la
entrevista psicoterapèutica, como en un microscopio, pueden verse claramente los recursos
que cada sujeto emplea en la vida diaria y estudiarse detenidamente. En este caso, parece que
la paciente sigue, frente a una situación de stress, una linea de conducta especial: ante todo,
ofrece una explicación, no por su valor cxculpatorio, sino como un vehículo para la actitud
coqueta, y espera que eso baste a solucionar la tensión producida. Si no es así, cambia su
coquetería abierta por un tono de humildad y poruña dulce solicitud de disculpa. Si estos
recursos fracasan, lo que parece que no es frecuente, se desconcierta, ríeycalla.
De P7aM8
Luego de la última frase, hay una pausa de cuatro segundos. La paciente trata de rehacerse y
tomar posiciones para este segundo aspecto de la “batalla”.
I’7b: “Es difícil hablar”, sintetiza brillantemente en una frase lo que la enferma siente. Se halla
desconcertada y no sabe cómo empezar siquiera.
El médico sigue a la defensiva. Parece que quisiera protegerse él mismo del peligro que
significa la coquetería de su paciente.
En P9 se ve claramente cómo la enferma va afirmando su posición, va reordenando sus
pensamientos y se presta a dar lo que tenia preparado: “Le podría decir lo que he estado
pensando y las conclusiones que he estado sacando en estos días”. Notemos que el tiempo
verbal empleado: "He estado pensando" y he “estado sacando conclusiones", denota un
trabajo largo y determinado seguido durante “estos días”, es decir los anteriores a la
entrevista para la que estaba citada.
En M8 el terapeuta estimula y espera.
De FlOaPll
Hay una pausa de siete segundos entre M8 y PIO, pausa que prueba las suposiciones
anteriores; la enferma está aprestándose para decir algo, pero algo que traía preparado y listo.
Comienza a exponerlo, pero parece que la actitud del médico le hace perder seguridad. Duda,
se detiene, cambia la dirección de su pensamiento. En PI Oa comienza a decir lo que deseaba,
pero en PI Ob no puede terminarlo. Interrumpe la secuencia de su exposición e intercala algo:
198 C. ALBERTO SEGUIN

“Me parece que dio en el clavo una vez Id. cuando oí una de sus conferencias”. Obviamente,
ante el miedo a la desaprobación del médico, trata de apoyarse en él. halagándolo, "hablando
su propio idioma" y haciéndolo responsable de lo que va a decir.
Una vez hecha esta maniobra, la enferma termina, en P10, su pensamiento, aunque aún con
temor. Entre “matrimonio” y “peligre”, hay una pausa que denota el conflicto. Ella,
posiblemente, deseó decir algo más definitivo, como “Si maduro, mi matrimonio se destruye”,
pero no se atrevió.
P11 es interesante. Comienza exponiendo su temor: “No sé”, luego, busca el apoyo, “¿no?”, y
descarga la responsabilidad en el médico: “por eso yo le pregunto”. El final de la frase es
también digno de estudio. Nuevamente hay la intención de exponer la idea: “Necesito
madurar y romper mi matrimonio” y, nuevamente, falta la decisión para hacerlo.
En este momento aparece otra característica de la construcción en el habla de la enferma: el
empleo repetido de la muletilla: “en realidad”. Podemos atrevemos a afirmar que ella está, en
una forma muy curiosa, haciendo de fondo a las maniobras de la paciente. Es como si
expresara: “Esto que ahora digo es' realidad', lo otro disfraz”.
Creo que esta parte de la entrevista, superadas las escaramuzas del comienzo, expone ya
claramente el propósito de la enferma: no es feliz en su matrimonio y desearía deshacerlo. No
se atreve, sin embargo, y busca la ayuda del médico sobre el que puede echar la
responsabilidad del paso dado.
El psicoterapeuta usa, por primera vez, en M9, un recurso tan conocido en la práctica:
“Uhmmm”. Parece en esta oportunidad mostrar interés.
Podemos resumir lo conocido hasta ahora de esta manera;
Paciente: “Mire Ud. Dr. Yo me he dado cuenta de que mi matrimonio no me satisface. Quiero
creer que fue construido sobre mi inmadurez y, ya que Ud. dice que todos debemos de tratar
de madurar, Ud. debe ayudarme a abandonar los escrúpulos que me impiden deshacerme de
esa traba y hacer lo que, en realidad, yo deseo, pero no me atrevo a hacer”.
De MIO a P14a
Entramos aquí a otra etapa. La paciente ha planteado ya su problema y ha expresado,
entrelineas, la clase de ayuda que solicita.
En MU) el psicoterapeuta corta su exposición más o menos bruscamente de una manera que
podría discutirse. En uno de los cambios de ideas producidos oyendo esta grabación, un
miembro del grupo opinó que se trataba de un modo, no justificado, de desviar el problema,
ya que lo preciso hubiera sido mantener a la enferma en el tema de su falta de entendimiento
con el marido. No lo creemos así. La frase del médico en este momento tiene, nos parece, el
significado adjudicado en la tercera columna. La paciente emplea un lenguaje casi técnico y se
refiere a “madurez” en una forma que no es, de ninguna manera, clara. Las palabras de M10 la
obligan a definir y a definirse.
En P12 comienza un intento de explicación. La enferma parece querer decin “Yo dependo
mucho de mi marido. Cuando no está conmigo, me angustio. Eso es inmaduro y quiero
librarme de ello”, pero la manera cómo lo dice merece estudio. F.n P12b emplea de nuevo dos
veces la muletilla “en realidad”, que confirma nuestra anterior explicación, y comienza a
exponer las condiciones en las que su angustia aparece.
A riesgo de ser lachados de “pansexualistas”, creo que debemos sospechar aquí una referencia
a la vida sexual de su matrimonio. Esta sospecha se afirma más adelante en diferentes partes
de la grabación y, además, ha sido confirmada por la misma paciente en posteriores
entrevistas.
El médico permanece silencioso y, ante ese silencio, que ella no sabe cómo interpretar pero
que teme que sea desaprobatorio, intenta arrastrarlo a su lado. P12c obviamente es una
invitación en ese sentido. El terapeuta no responde y, entonces, la enferma, como un reproche
y un ejemplo que presenta a seguir, se refiere a otro médico que, no solamente la apoyó, sino
que le dio una magnífica razón a su favor. Es también interesante anotar, porque tiene directa
relación con la actitud general de la paciente, la manera cómo refiere su visita al colega. Fue
donde él para que le diera “una dieta”, porque “después de uno de los bebés había quedado
un poco subida de peso”.
Es muy posible que esa razón no le parezca suficiente frente al psicoterapeuta, ya que añade
inmediatamente... “Y tenía un fuerte dolor en la boca del estómago”.
El médico sigue en silencio y, entonces, la enferma experimenta la necesidad de explicar que
ha tratado de hacer algo para solucionar su problema. Comienza en P12e, exponiéndolo: le
fastidiaba sentirse sola. Sin embargo, la manera cómo lo dice es sugestiva. “Digamos, uh...me
fastidiaba, ¿no?...eh...sentirme sola”. Podemos oir, sin arriesgamos, mucho más de lo que dice.
Le fastidiaba toda la situación, el matrimonio, el marido, quizás los hijos y el abandono sexual.
En P12f se ve claramente cómo la manera de frasear la exposición traiciona las motivaciones
inconscientes. La paciente quiere decir: “Trato de sobreponerme, de olvidar, de no
preocuparme”, pero dice: “Trato de sacarle el mayor provecho posible (?) a esta situación” y,
en P12g, expone algunas de las cosas que podría hacer. La elección de los ejemplos es también
interesante. En ella juegan varias fuerzas: por una parte, aparece una preocupación consigo
misma que es visible ya a la observación -la paciente es una mujer exageradamente cuidada y
arreglada-, y que se ha manifestado antes (recordemos la razón de la visita al Dr. M,).
Por otra parte, esa elección está también sobredeterminada: trata de llevar al absurdo lo que
está diciendo, al exponerlo ridiculizándolo: “Eso es lo que hacen todas las mujeres frivolas,
pero no es para mí y Ud. lo sabe, o debe saberlo”. Al mismo tiempo eso es lo que hacen las
esposas cuando se acuestan solas o no esperan el acercamiento de su marido durante la
noche.
El médico no responde y, entonces, en P12h, ella pone ya en palabras lo que había sugerido
antes: se trata de una cosa superficial. Sin embargo, se encuentra nuevamente con el silencio
del psicoterapeuta y eso la desconcierta. De allí las hesitaciones y, sobre todo, la manera de
expresarse en la última parte. Es como si dijera algunas palabras esperando el asentimiento y,
al no recibirlo, fuera corrigiendo sus afirmaciones, tratando de hallar una fórmula que el
médico apruebe. Hay pausas de segundos entre una frase y otra: “Pienso que eso puede
ser...enparte...”.
El terapeuta comprende que no puede prolongar la situación, ya que la enferma se siente en el
vacío y necesita algo de apoyo si va a continuar. Sin embargo, sabe que la ayuda no puede, de
ninguna manera, consistir en colocarse al lado de ella y aprobar sus puntos de vista y, por eso,
elige el intervenir con un fraseo inofensivo. Basta, sin embargo, esto para que la paciente se
sienta apoyada y afirme entusiastamente.
De P14b a P17
A pesar de este acercamiento, la enferma está aún desconcertada. No sabe qué actitud tomar
ni cómo presentar su problema para obtener la aprobación y apoyo del psicoterapeuta.
Comienza, en P 14b, a decir algo que cambia súbitamente la dirección de su pensamiento de
una manera muy curiosa. Dice: “Pero...el nudo...digamos, que se me hace...es el siguiente”.
Parece esto indicar que, si bien la interpretación anterior es cierta, hay algo más que la
enferma desea aclarar (la palabra “digamos” trata, por supuesto, de involucrar al médico en la
exposición), pero esa aclaración no llega. Cuando debería haber comenzado, la paciente duda
un segundo y, luego, comienza a hablar de algo distinto.
200 C. ALBERTO SEGUIN

¿Qué es lo que ha ocurrido? Podemos suponer que lo siguiente: Tiene la intención de decir
que se le presenta, entonces, un dilema: deshacer su matrimonio o seguir en él. Es lo que ha
querido poner en palabras desde el principio y lo que continuará haciendo luego,(La palabra
“nudo”, que se repite en P27b: “nudos indisolubles” apunta, indiscutiblemente, al “nudo
matrimonial”). Pero, cuando hace un esfuerzo, una vez más, para expresarlo, no se atreve.
Posiblemente, de una manera inconsciente, considera que el médico no está convencido y,
entonces, coila el hilo de su exposición y comienza a presentar nuevas razones en su intento
desesperado de inclinar al terapeuta a su favor. De ahi el cambio brusco de la frase.
Otro pequeño detalle a notar es la forma como comienza: “Ahora, hay otra cosa...a... mi
marido es una persona muy buena...”.
¿Porqué intercaló esa “...a...”? Creo que también puede explicarse esto pensando que iba a
decir alguna otra cosa y cambió el giro de la exposición en su afán de hacerla convincente.
Por otra parte, la introducción “Mi marido es una persona muy buena” se halla fuera de
contexto. No tiene relación directa con lo que va a seguir. Posiblemente es un ejemplo de
inercia del pensamiento. Si ella iba a hablar del dilema a que nos hemos referido, pensaba,
posiblemente, que una de las razones que hacían ese dilema grave era la “bondad" del marido.
La idea, inexpresada en el momento debido, quedó pendiente y se mezcló en la exposición
posterior, aprovechando las hesitaciones que la inseguridad de la paciente provocaba. Esta
interferencia de un pensamiento anterior puede también explicar el “...a...” a que nos hemos
referido. Esta letra, quizás palabra, correspondía a lo que la enferma iba a decir y quedó
aislada y sin sentido cuando se cortó la frase y se cambió el curso de la exposición.
A continuación la paciente comienza a presentar lo que considera otro argumento de peso
para conv encer al terapeuta de la necesidad de destruir su matrimonio. Al hacerlo dice algo
que es interesante considerar. Cita una frase del marido: “¿Quién es feliz? ¿Qué matrimonio
es feliz?”, frase que prueba que la situación en el hogar no es, de ninguna manera, idea! y que,
si ella se siente tensa, él, por su parte, no se encuentra tampoco contento. La enfenna
reacciona inmediatamente como ante un reproche.
Notemos que, en el curso de la exposición, aparece nuevamente, y tres veces, la muletilla “en
realidad”; la primera al referirse a que no hay matrimonio feliz, la segunda en “tú, en realidad,
no eres feliz”, y la tercera más adelante en P14c: a él, en realidad, no está contento”. “En
realidad”, que parece un automatismo verbal, tiene ciertamente un sentido y él es obvio: sirve
para poner énfasis en la realidad que se impone detrás de las artificiosas posiciones
superficiales.
La respuesta que, luego, pone en boca del marido, no solamente no convence, sino que no
dice nada, pero las palabras elegidas están traicionando, una vez más, la intención. “Lo dije en
un momento que...pensaba”. Si unimos el “pensaba” de esta frase al “yo pienso” de la
anterior y al “mi pensamiento es éste”, de la siguiente, comprendemos que está,
constantemente, hablando de sí misma: es ella la que piensa que no es feliz.
Como detalle interesante, cuyo valor podremos apreciar luego, notemos el uso constante del
verbo pensar.
En lo que sigue, tal como está fraseado, continúa mostrándose el afán de la enfenna de probar
que la única solución es el abandonar todo esfuerzo y vivir la vida como ella lo desea. Más
adelante nos ofrecerá un ejemplo de cómo no es tan cierto aquello de “plegándome yo a todo
lo que él quiere”, pero ahora debemos notar las palabras que emplea para presentar su
actitud: “me sacrifico”, que están demostrando claramente su posición ante su vida
matrimonial, aunque no se atreva a expresarla directamente.
Observemos ahora la manera cómo continúa su exposición: comienza diciendo que “se
sacrifica" por sus hijos (P14d) e, inmediatamente, destruye la posibilidad de creer en ese
sacrificio, ya que afirma que “para hacer una vida tranquila” tiene que “entretenerse”.
En otras palabras, el cuarto oído percibe aquí: “Solamente puedo pensar en mis obligaciones
para con mi hogar y mis hijos como un sacrificio, ya que la única manera como yo estoy
tranquila es ocupándome de mí misma, de mis cosas”.
Tennina este párrafo con una risilla que está diciendo: “Es absurdo. Debe Ud.comprenderlo y
ayudarme”. Ello está reforzado por la siguiente palabra: “Entonces...”, a la que sigue una pausa
de cinco segundos. Es como si dijera: “entonces, no me queda otra cosa que hacer...”.
El médico siente que debe intervenir y lo hace parafraseando y poniendo, de esa manera, el
acento en lo que ella ha querido decir y, sobre todo, en el hecho de que lo que busca es que el
psicoterapcuta le ayude ajustificarla salida que, obviamente, cree la única.
La paciente afirma, ai parecer, lo que eí médico acaba de decir, pero, curiosamente, continúa
con algo completamente distinto. No se refiere a lo que “si arregla un lado del problema,
desarregla el otro”, sino que afirma que “al principio, estaba bien”, es decir, cuando no había
dilema para ella y se dedicaba a “sus cosas”. Durante toda la exposición busca que el terapeuta
apruebe lo que está diciendo: tres veces se interrumpe para intercalar la interrogación ¿no?,
que expresa: “¿No es cierto que tengo razón?”.
Luego, dice: “Tenía tantas cosas que hacer que..,”, duda un momento y sigue: “... No podía
acuparme”. No termina la frase. Hay en todo esto signos claros de inseguridad. Ante la actitud
neutral del médico está aún desorientada. El discurso preparado parece no convencer; su
actitud coqueta tampoco, entonces, lentamente, sigue a la espera de cualquier signo que
denote que está atrayendo a su lado al interlocutor. Al no encontrarlo, se detiene, no termina
las frases, busca, desesperadamente, nuevos argumentos.
P15b muestra claramente la inseguridad en la manera cómo se quiebran las frases. El final nos
hace pensar en que le cuesta mucho trabajo decir lo que está diciendo, como sí esperara la
condena del médico, lo que se confirma en P15c, donde ofrece una justificación de su
conducta, al abandonar a sus hijos, y en P15d, con el recitado de lo que hizo para remediar el
daño.
Si estudiamos ahora la secuencia total de P15, vemos algunas cosas dignas de mención: La
paciente, sin decirlo, nos hace saber (el cuarto oído es útil) que: 1, Ella, para estar bien,
necesita llevar una vida “tranquila”: 2. Que esa vida tranquila, que siguió “al principio”,
consistía en hacer tantas cosas que no le quedaba tiempo para ocuparse de sus hijos; 3. No
pudo continuar esa vida porque uno de ellos se puso “muy raro”. Es necesario aclarar aquí
que, según lo contó la enferma en una entrevista posterior, no fue ella quien se percató del
problema del niño, sino que un médico amigo se lo hizo notar y le dijo que lo que él necesitaba
era cariño; 4. Tiene, entonces, que “cortar todo ' y dedicarse a su hijo; 5. Eso la hace
desgraciada.
Hay una pausa de cinco segundos y, luego, la paciente resume lo que ha sugerido: “De modo
que...(otra pausa de cinco segundos). No sé en realidad”. Claramente busca otra vez el apoyo
del médico.
La intervención de éste en M15 constituye, nuevamente, un shock. La enferma debe haber
creído que su silencio era aprobatorio, pero cuando, después de la invitación a la ayuda, en
P18, el psicoterapeuta responde, ella tiene que comprender que no es así. El médico, en sus
palabras, le está diciendo: “Ud. sabe muy bien lo que quiere, y no puede; al comienzo, más
que ganar tiempo, repitiendo la misma frase del médico”, deja luego pasar diez segundos
antes de continuar y lo que sigue toma otro cariz.
DeP18aP19
La primera frase en P18 expresa lo que la enferma siente. Conscientemente ella se refiere a
que la realidad en que vive es difícil, pero el quinto oído percibe que también está en relación
con lo que en ese momento está ocurriendo; lo difícil es la actual situación, que ella no sabe
como manejar. Al comienzo trató de ganarse al médico con coquetería casi infantil. Al fracasar,
recurrió al halago y luego a la justificación racional, sin descuidar la solicitud de apoyo y cariño.
Ante la frase irónica y cortante del psicoterapeuta, en MI5, se desconcierta y trata de
retroceder. Comienza por reconocer que sus problemas no son tan graves, pero que, a pesar
de lo que sabe, “es el subconsciente el que trabaja” con lo que, nuevamente, al hablar el
idioma del médico, trata de congraciarse con él.
Luego de una pausa de nueve segundos, el terapeuta siente que debe intervenir y lo hace
refraseando lo dicho por la enferma y manteniendo, así, su posición neutral.
DeP20a P25
P20 expresa, claramente, para el quinto oído, lo que la paciente está sintiendo. Luego, ante la
inflexible neutralidad espectante del médico (MI7), comienza un nuevo esfuerzo, en otra
dirección. Aquí también su hablar es hesitaste y dudoso: “no sé”, “no sé qué pensar”. Lo que
insinúa es que el esposo hace esto premeditadamente para molestarla. La frase se aplica, por
supuesto, recibida porel quinto oido, a lasituación actual.
El marido la frustra y ella reacciona de un modo que no justifica sus anteriores afirmaciones de
docilidad y de “plegarse” a todo lo que él quiere. Por el contrario, hay el intento, exitoso al
parecer, de poner en evidencia que ni la deja vivir su vida, ni vive con ella.
Dos aspectos hay en este episodio que merecen consideración.
Ante todo, un cuarto oído muy fino y entrenado psicoanaliticamente puede descubrir
alusiones a algo que va más allá de la situación descrita y en relación con problemas maritales
más directos. No creo que puedan justificarse plenamente estas sospechas en el momento,
pero, en esta misma entrevista, hay otras frases que pueden interpretarse en ese sentido y,
para tranquilidad de los “objetivistas”, puedo decir que, posteriormente, la enferma se refirió
a sus problemas sexuales, confirmando claramente lo que el cuarto oído percibe aquí como un
susurro.
El otro aspecto a considerar corresponde a un plano distinto. Sí bien la queja es contra el
marido y acerca de la frustración del viaje, el quinto oido puede percibir su referencia indirecta
a la situación psicoterapèutica misma. El médico, como el esposo, la frustra en sus
expectativas y, si insiste en hacerlo, puede también demostrarle que es capaz de prescindir de
él y manejarse sola.
Un aspecto interesante de este episodio es que contradice las afirmaciones de comienzo. En
ellas la enferma confesaba una “lacra de apoyo". No podía quedarse sola, dependía
excesivamente del marido. Ahora manifiesta, aunque solamente fuera, como parece haber
sido, un “truco” para formar lo absurdo de la posición de su esposo, que puede hacerlo. La
deducción no es arbitraria. En el curso del tratamiento se probó ampliamente, y la enferma
misma lo dijo, que se trataba más bien de un modo de manejar las situaciones, obteniendo
siempre lo que ella quería.
El psicoterapeuta, al parecer, no ha percibido la relación directa de lo que la paciente
expresaba con lo que estaba ocurriendo en la entrevista y, asi, M18 es solamente un refraseo
estimulante y M19 un intento de apoyo.
En P24 la paciente insiste, casi amenazadora, y ahora el médico parece haber usado el quinto
oído y su respuesta ,(M20), esta referida a la situación actual y es, casi, un desafio. La enferma
lo percibe en el mismo plano y retrocede nuevamente.
De P26a P28
Aquí se repite un episodio anterior: La intervención del terapeuta ha mostrado a la enferma,
otra vez, que no puede contar con su aprobación incondicional; que no está con ella. Entonces
calla por ocho segundos y luego repite: “Es difícil”, refiriéndose, por supuesto, para el quinto
oído, ala situación actual.
El médico sigue neutralmente silencioso y transcurre una pausa de veintisiete segundos,
seguida de una manifestación clara de desconcierto y resistencia: “Ahora sí creo que ya no
tengo qué conversarle”.
Estudiemos con detención esta frase. “Ahora”, está diciendo: “después de lo que Ud. me ha
hecho”; “ahora sí”, afirma la decisión de no hablar. “Ya no tengo qué conversarle”, es también
interesante. La enferma usa la palabra “conversar”, que significa, decididamente, una relación
verbal en la que deben tomar parte ambos interlocutores y lo hace, inconscientemente por
supuesto, para acentuar, con ironía, el hecho de que no ha sido así precisamente y para
demostrar que lo presiente.
Acontinuación, podemos ver un periodo de lucha sutil. El médico no se deja tomar por la
actitud humilde e inerme de la enferma y le exige que coopere. Ella acepta la imposición, pero,
hablando siempre para el quinto oido: “Se piensan tantas cosas, doctor”.
El terapeuta se siente obligado a estimular y lo hace de una manera fría e impositiva. Como
reacción, la enferma cambia de frente.
De P29 a M26
En P29 la paciente modifica su actitud. Abandona, por el momento, el esfuerzo para convencer
al psicoterapeuta y arrastrarlo a su lado y expresa su desilusión. “Yo puedo decir lo que
pienso...pero”, que suena claramente como ha sido interpretado en la tercera y cuarta
columnas,
Al parecer observa algo en el médico que la hace retroceder un poco: “Sí, claro que
eso...ayuda, ¿no?”, pero luego continúa en la misma linea de pensamiento, usando una
manera de expresarse que ya hemos tratado de comprender antes. Usa la palabra “nudo” y el
adjetivo “indisolubles” en referencia superficial a sus problemas pero, para el cuarto oído, se
refieren a su matrimonio.
De M26 a P36
El médico pide, en M26, una aclaración y la enferma comienza con la palabra: “Cómo...”, que
no tiene continuación lógica. ¿Se refiere al “Vamos a ver” del terapeuta, expresando:¿Cómo
vamos a verlo?”. Significa, más bien, siguiendo la linea de su pensamiento: “¿Cómo voy a
disolver ese nudo?”. No podemos, me parece, más que hacer conjeturas. El hecho es que, casi
inmediatamente, comienza a hablar de otra cosa. Es como si dijera: “Ud. no me ayuda y yo no
puedo vivir asi”. El “yo digo” apunta a: “Oigame a mí”.
Se refiere luego a esa “tensión nerviosa” sin aclarar a cuál.
Obviamente quiere expresar que el médico no puede, de ninguna manera, ignorar su
problema. La tensión nerviosa es la suya. Para el cuarto oido, la de su matrimonio; para el
quinto, la tensión a las que es sometida en el momento mismo de la entrevista.
El terapeuta no comprende o, seguramente, “no quiere” comprender y, en M27, exige
explicaciones. Su tono es, esta vez, francamente suave y casi confidencial.
P3 la es otro ejemplo de inercia de! pensamiento. La enferma se ha dado cuenta (sin que esa
comprensión llegue claramente a su conciencia) de que su referencia a “esa tensión” no
estaba justificada y trata, aunque tardíamente, de justificarla. Es el médico el que le dijo que
vivía en tensión nerviosa. La manera del fraseo muestra la constante búsqueda de apoyo y
aseguramiento. “Ud. me dijo, ¿no es cierto?, lo que yo siento”.
En P31b pasa a exponer su nuevo argumento, pero teme hallarse nuevamente con la silenciosa
neutralidad del médico, que ella interpreta como rechazo, y pregunta, pero esa pregunta es
una afirmación, ya que es de las que solamente tienen una respuesta. Es imposible que se le
dijera: “Si, hay personas que pueden vivir siempre en tensión nerviosa”. Intenta, pues,
conseguir que el médico conteste su lógico: “No” y, de esta manera, colocarlo decididamente a
su lado.
El terapeuta ha captado la intención y no se deja envolver. Su respuesta es evasiva. No
responde a la pregunta y, más bien, trata de generalizar el problema, de obligar a la enferma a
precisar y limitar.
Ella reacciona inmediatamente de una manera que obligue al médico a definirse. Éste recurre,
en M29, nuevamente, a la técnica del re fraseo en su afán de evitar el comprometerse con una
respuesta directa. La paciente lo siente, otra vez, como un rechazo y, luego de una larga pausa,
responde, en (P33), con una retirada que la coloca en un plano más ventajoso: Quizás sus
problemas no sean grandes, pero a ella le producen angustia y síntomas y es de eso de lo que
el médico debe preocuparse.
En P34 aparece una palabra: “lógicamente”, que en este momento no hace más que sugerir
que las amigas “viven lógicamente” y ella no, pero que, más adelante, cobrará una importancia
mucho mayor.
Luego de una pausa, y ante la sensación de que debe intervenir, el psicotcrapeuta echa mano
nuevamente a su técnica del refraseo, pero el tono y la forma de hablar señalan una
identificación con la paciente que ocurre por primera vez en la entrevista.
P36 trata, en general, de explicar la situación en términos psicológicos; es un intento de
congraciarse con el médico y un nuevo pedido de comprensión y ayuda.
Si examinamos, sin embargo, cuidadosamente las frases podemos descubrir mucho más. La
dependencia que se refiere es “en general a los hombres” y, si fue una de las razones de su
matrimonio, está sugiriendo que obró, no por amor o atracción personal a su marido, sino
siguiendo un impulso que la hubiera llevado igualmente hacia cualquier hombre.
P36b es, seguramente, sobredeterminada. El marido “no llena un vacío”, “en cierta forma
nada más”. El “vado” al que, superficialmente, se refiere es quizás el de su necesidad de
dependencia, pero, aparte de que esto contradice lo que afirmará luego, quejándose por el
contrario de la dependencia a que él la obliga, la elección de la frase “llenar un vacío” es muy
sugerente. Una vez más nos hace sospechar una resonancia sexual en lo que está diciendo.
En P36c vuelve a pedir ayuda y se coloca en las manos del médico.
Podemos intentar un resumen: con P30 la enferma comienza a usar otra técnica de
“ablandamiento”, técnica que el cuarto y quinto oido deben captar. Al expresarse se refiere,
“directamente”, a la situación que está viviendo en su hogar, pero el cuarto oído percibe que
lo que trata de hacer es convencer al médico que es una víctima e incitarlo a apoyarla en su
intento de “liberación”. Al mismo tiempo, y paralelamente todo lo que dice, se refiere, para el
quinto oído, al momento actual, en la entrevista y a lo que en ella está pasando. Es una clara
instancia de “transferencia” en un sentido sutil y preciso. Al reprochar al marido una serie de
características, está acusando, al mismo tiempo, al psicoterapeuta.
Este se mantiene neutral y quizás algo seco y se repite entonces lo ocurrido anteriormente: la
enferma dice algo, tratando de poner al médico de su lado y cuando no lo logra retrocede, en
un tanteo por medio del cual trata de acertar de qué manera va a obtener lo que pretende. Un
ejemplo muy claro es lo ocurrido en P30 y P31. La paciente dice: “Ud. ha aceptado que vivo en
tensión nerviosa. Yo no puedo vivir constantemente así y, por lo tanto, Ud. debe ayudarme a
salir de ella”. El terapeuta, con su intervención en M28, niega la importancia de esa situación
personal, y entonces la enferma se echa atrás y adopta una posición que considera más
razonable. Pero la situación se repite: M29 la coloca nuevamente frente a la incredulidad -que
suena dura- del médico y la obliga a otro retroceso.
De M33 a P37d
La anterior interpretación se halla confirmada por el silencio que sigue. La paciente espera la
intervención del terapeuta y deja pasar trece segundos. Cuando ella no llega repite las
palabras que ya conocemos: “Es difícil...”.
P37, como lo dijimos anteriormente, contradice las quejas previas. Aquí el marido aparece
como un ser que le exige dependencia ciega. Nuevamente es difícil pasarpor alto la
sobredeterminación sexual. La enferma está sugiriendo que el esposo la obliga a someterse
cuando "no le provoca”. Dice (P37c): “Hasta hace poco, efectivamente, yo hacía todo lo
que...¿no?”, y no termina la frase.
De P37d a P37h
Aquí la paciente, en su afán de convencer al psicoterapeuta, cuenta un episodio interesante,
que parece presentar a! marido como un parano i de. En sucesivas entrevistas hemos tratado
de aclarar lo ocurrido, pero no hemos podido insistir y no tenemos una explicación
convincente.
Hay un detalle a tomar en cuenta. Ya antes nos hemos referido al uso de la palabra “lógica”
por la enferma. Ahora la repite tres veces. Dice, en una de ellas: “E...eso también me,...me
fastidia, ¿no? porque...eh ...me parece ilógico”. Durante las entrevistas posteriores hemos
podido comprender claramente el significado: la paciente se guía, en todo, por la lógica. En
verdad, es esa la causa de la mayor parte de su desadaptación. Se casó, según sus propias
palabras, porque “era en ese momento lo lógico” y manejó, o trató de manejar su vida, de
acuerdo a lo que creia “razonable y lógico”. Un detalle puede ilustrar esto: “Había decidido,
dice la paciente en una entrevista, que yo tendría mi primer enamorado a los 15 años.
Cuando tenía 14 y 8 meses, apareció un muchacho que me atraía mucho, pero no lo acepté y
lo perdí. Me gustaba mucho, pero no me parecía lógico alterar mi situación”.
Hacemos resaltar esto como una demostración de que, como ya ha sido dicho, en la primera
entrevista pueden encontrarse delineados todos los problemas y planteado el camino a seguir.
De M34 a M36
La entrevista termina aqui. El médico frasea cuidadosamente un intento de resumir lo dicho:
“Muchos problemas se han planteado”, es decir que no se ha afirmado nada ni nada definitivo
ha sido aún dicho. “Podemos seguirlos-considerando”, tampoco compromete. Hay, sin
embargo, una invitación al entendimiento. La enferma reacciona adoptando nuevamente un
tono de coquetería, lo que hace esperar, como ocurrió, que continúe la batalla.
APRECIACIÓN GENERAL
Hasta ahora hemos seguido la entrevista analizando los detalles en nuestro propósito de
mostrar cómo los cinco oídos son capaces de captar muchas cosas interesantes. Ahora
intentaremos una apreciación general de lo que ha ocurrido, tratando de comprender las
principales líneas a lo largo de las cuales se ha desenvuelto toda la transacción interpersonal.
La entrevista puede ser dividida en tres grandes secciones: la primera, de M1 a P6, es la
introducción; la segunda, de P7 a P37, constituye el desarrollo; y la tercera, de M34 a M36. el
final.
1. - MI a P6 cubre los primeros momentos, el enfrentamiento inicial entre dos personalidades.
El hecho de que la enferma llegara tarde ha sido útilísimo para que ese primer contacto se
hiciera más patente. Si eso no hubiera ocurrido, posiblemente, el médico habría comenzado la
sesión aplicando su técnica rutinaria y, si bien se hubieran visto los resultados de esa técnica,
hubiésemos perdido el juego vivo de sentimientos que nos ofrece.
La agresión del terapeuta permite ver, desde el comienzo, los recursos de la enferma para
manejar situaciones parecidas. Su primer movimiento es el empleo de una abierta coquetería,
que se transforma en humildad ante la actitud del médico y que es reanudada cuando éste,
comprendiendo que su reacción no es conveniente, “se ablanda”.
Parece ya, desde este momento, planteada la situación: ella tratará de usar su coquetería y
sumisión femeninas y él de no dejarse conmover.
2. - El desarrollo de la entrevista sigue también una pauta que puede descubrirse al análisis.
Existen en ella cuatro segmentos diferenciables claramente y separados por similares
ocurrencias: a) de P7 a M15; b) de P17 a M20; c) de P25 a M33, y d) P37. El desenvolvimiento
del diálogo en cada uno de ellos es similar y se presta a una comprensión de conjunto. La
enferma comienza a presentar razones, a exponer acontecimientos para convencer al
psicoterapeuta y llevarlo a actuar como ella quiere. Ante el silencio neutral o el refraseo sin
compromiso de éste, busca nuevos argumentos y acumula ejemplos. Llega un momento en el
que con una frase corta, con una inflexión de la voz, el médico hace patente con toda claridad
que no está convencido, que no ha sido ganado por las razones o la actitud de la enferma y
que exige algo más que coquetería y recitados aprendidos. La paciente entonces se
desconcierta, retrocede y duda para rehacerse pronto y volver a comenzar el ciclo.
Veamos en una representación gráfica la similaridad de estas reacciones:
P7 P17 P25 P37
“¡Ah! Yo tenía “No sé qué... “No sé... "Es difícil”.
que hablar.,. Es difícil..”. Es difícil.,.”.
Es difícil hablar”.
La primera se ha producido ante la exigencia del médico de hablar y las otras tres luego de
intervenciones del psicoterapeuta que demostraban que no se había rendido a los argumentos
y actitudes de la enferma.
Hay, pues, un patrón que se repite periódicamente de una manera convincente y que nos
informa, indudablemente, de algo: de cómo la paciente se comporta ante las situaciones de su
vida, ya que tenemos derecho a suponer (es una noción bien conocida por los psicoterapeutas)
que la conducta mostrada en la entrevista no es sino un reflejo de los modos de actuar en la
realidad.
No queremos insistir en este asunto, que se prestaría a un interesante estudio, porque no es el
209 C. ALBERTO SEGUIN

propósito de este trabajo analizar el proceso terapéutico en si, sino, apenas, la comunicación
verbal.
3. - El final no necesita mayores comentarios, ya que se desenvuelve sin características
especiales.
Veamos ahora lo que nuestros oídos han captado en toda la entrevista. He aquí un intento de
síntesis en el que la primera columna corresponde al diálogo “directo” o consciente; la
segunda a la contraparte inconsciente, que el cuarto oído percibe; y la tercera a lo que el
quinto oído puede aprovechar:

“Mi problema es éste: ,“Me he convencido de “Apóyeme. Yo necesito


Si me dedico a mi que no puedo resistir la depender de alguien y
hogar y a mis hijos, no vida de hogar, pero no quiero depender de
puedo hacer lo que me me atrevo a pensar en Ud. No me frustre
gusta y necesito y me destruirlo. Necesito como mi marido”.
enfermo; si hago lo que Ud. me ayude y me
que considero mi vida, justifique”.
descuido amis hijos y
me angustio”.
ALGUNOS DETALLES
Intentemos, ahora, revisar los fenómenos de la entrevista que pueden llamar la atención y
enseñamos algo sobre la dinámica de la expresión verbal en nuestra enferma. Para ello
trataremos de estudiar cada una de las “anormalidades” de su expresión.
Repetición.- Se caracteriza porque la paciente repite lo que el médico acaba de pronunciar.
Ejemplos se encuentran en P3, P6, P13 y P17. Parece que es éste un recurso usado cuando no
sabe qué decir y necesita tiempo para orientar sus pensamientos y adoptar una nueva línea
de batalla.
Hesitaciones.- La elocución es cortada por pausas repetidas e injustificadas. Este fenómeno
se aprecia muy claramente en P9, P12, P24, etc., pero está presente en casi toda la entrevista.
Muestra inseguridad y, sobre todo, cuidado de ir diciendo solamente lo que puede ser
favorable.
Iteraciones.- Acompaña la anterior. Durante las pausas, la enferma repite una palabra. Véase
como ejemplos: P9, P11, P12, P14c, P23, etc. Parece ser una combinación de los dos recursos
anteriores y tiene el mismo propósito: disponer de tiempo y “filtrar” io que se va diciendo.
Interpolaciones.- Consiste en pronunciar una palabra fuera de contexto. Este fenómeno
puede ser de dos clases: a) la palabra que se interpola no dice nada: PlOb (“...eh...”), P12d
(“...este...”), P12e (“...ah...uh...”), etc.; b) la palabra trata de buscar apoyo: PlOa (“...¿no?...”),
P15a (el .¿no?..,” está repetido tres veces).
Interrupciones,- Ya nos hemos referido a ellas. La paciente comienza a decir algo, se
interrumpe y continúa con otro pensamiento diferente. P14b es un ejemplo.
Risa.- Se trata, en realidad, no de una risa franca, sino de lo que puede clasificarse justamente
como “risilla”. Llena los momentos, como lo hemos dicho, en los que la enferma termina de
decir algo que no sabe cómo va a ser tomado o cuando quiere hacer tiempo.
Palabras preferidas.- Si examinamos la transcripción de la entrevista, nos encontramos con
que hay ciertas palabras que se encuentran muchas veces, con ligeras variantes: algunas
Ellas son:
veces presentan la forma verbal, otras la sustantivada o adjetivada.
Pensar 13 veces
Problema 9 veces
Difícil 5 veces
Lógica 4 veces
UNAS PALABRAS SOBRE TÉCNICA
No es, por supuesto, el propósito de este trabajo exponer en detalle la técnica de la
entrevista psicoterapéutica. Ese aspecto del proceso se presentará posteriormente en un
estudio en preparación en el que esperamos explicarla y justificarla. Creo, sin embargo, que
algunas palabras se hacen indispensables para que el lector pueda orientarse debidamente.
Bien se sabe que hay muchísimas formas de resolver el problema de lo que debe hacerse y no
hacerse en la relación interpersonal a la que da motivo el encuentro psicoterapéutico. Sin
entrar en digresiones fuera de lugar, quiero solamente exponer algunos aspectos del
procedimiento que nosotros seguimos.
Frente a un paciente nuevo, la primera entrevista es destinada a tomar los datos necesarios
para un enjuiciamiento preciso del cuadro y una orientación terapéutica justificada. Si en esta
primera conversación se encuentran indicaciones para un tratamiento psicológico, se
comunica así al paciente y se le cita para el comienzo de ese tratamiento.
La entrevista producida es, pues, la primera, luego de la orientación. La paciente sabía que
iba a iniciar su psicoterapia y había sido instruida sobre detalles de duración, frecuencia, etc.
El tiempo que cada entrevista dura es de 50 minutos. Debido al retraso de la enferma esta
vez se han empleado solamente 19 minutos.
Ante todo, el médico instruye al paciente sobre la “regla básica” y le pide que diga todo lo
que piense. Trata, luego, de no hablar y, si debe hacerlo, elije un modo que interfiera lo
menos posible con el fluir de las asociaciones del enfermo. Se prefiere el “Uhmmm" ya clásico
y, en algunas oportunidades el “refraseo”, esto es, el poner en otras palabras lo que el
enfermo ha dicho, tratando de expresar y sintetizar los sentimientos más que las ideas. De
esta manera se pretende:
1) Favorecer la ley de asociación.
2) Estimular la catarsis.
3) Apreciar los mecanismos psicológicos del enfermo frente al “stress” de la entrevista.
4) Dejar libre juego a la transferencia.
5) Mantener un cierto nivel de angustia necesario para la productividad y la vibración
afectiva.
6) Descubrir el “patrón” de actitudes del enfermo ante una situación difícil.
El lector puede juzgar por sí mismo si estos objetivos han sido conseguidos, y en qué medida,
en el ejemplo analizado.
PALABRAS FINALES
Hubiéramos deseado completar este trabajo con el análisis de entrevistas no terapéuticas para
ver claramente cómo, en todas, el método seguido puede aplicarse y cómo da resultados para el
entendimiento y la comprensión de la relación interhumana. No hemos podido realizarlo porque
registrar este tipo de diálogos no puede conseguirse fácilmente, si no se presenta la justa
oportunidad. Trataremos de hacerlo en el futuro, pero creemos que lo intentado es bastante
demostrativo y por ello lo presentamos. Esperamos que el lector pueda aprovechar las muchas
enseñanzas que del ejemplo se desprenden.

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