Algunos al leer las primeras páginas de la Biblia, tal vez se pregunten: ¿Cómo
se formó este mundo? ¿Cómo surgió la vida sobre la tierra? ¿Qué nos la
ciencia al respecto? ¿Hay contradicción entre la Biblia y la ciencia?
Como cristianos creemos que el mundo y todo lo que en él se contiene, fue
creado por Dios y que El es el Ser Supremo, inmanente y trascendente; pero,
¿cómo hizo Dios el mundo?
Durante siglos, la inmensa mayoría de los creyentes, interpretando
literalmente las palabras de la Biblia, pensó que Dios había creado todas las
cosas desde un comienzo, tal como las vemos ahora. O sea, que había creado
el sol, la luna, las estrellas y los había puesto cada uno en su lugar para que
siguieran dando vueltas en el firmamento. Se creía también que Dios había
hecho los montes, las semillas, las plantas, los animales y el mismo hombre,
tal como los vemos ahora y que cada especie había tenido descendientes
siempre en todo semejantes a sus progenitores.
Esta era una lectura que hoy llamaríamos «fundamentalista» de la Biblia. Es
decir, una lectura que interpretaba cada frase en sentido literal y sin atender
para nada al estilo literario que utilizaban los orientales en sus narraciones.
Era una lectura sin sentido crítico ni literario. Y de hecho algunas sectas
fundamentalistas siguen aún esta tendencia y la exigen a sus adeptos. ¿Qué
pensar?
Hoy las ciencias humanas han avanzado mucho y nos aseguran que esos
relatos no son históricos en el sentido actual de la palabra, sino que son
poéticos y nos presentan el relato bíblico en el marco de una cultura oriental
que se expresa preferentemente a través de signos e imágenes poéticas.