El término “Inteligencia Emocional” fue utilizado por primera vez en 1990 por los
psicólogos Peter Salovey de la Universidad de Harvard y John Mayer de la
Universidad de New Hampshire. Se le empleó para descubrir las cualidades
emocionales que parecen tener importancia para el éxito. Estas pueden incluir:
La Empatía.
La expresión y comprensión de los sentimientos.
El control del mal genio (la ira.)
La independencia.
La capacidad de adaptación.
La simpatía.
La capacidad de resolver los problemas en forma interpersonal.
La persistencia.
La cordialidad.
La amabilidad.
El respeto.
Estos cinco principios se refuerzan entre sí, por ejemplo, es más fácil recibir
datos si uno está interesado y motivado, y si el proceso de recepción es
compatible con las funciones cerebrales.
Tras a ver recibido la información de manera eficiente, es más fácil retenerla y
analizarla. A la inversa, una retención y un análisis eficiente incrementaran
nuestra capacidad para recibir información.
De modo similar, el análisis que abarca una disposición compleja de las tareas
de recolección de información, exige una capacidad para retener recordar y
asociar aquello que se ha recibido. Es obvio que la calidad de análisis se verá
afecta por nuestra capacidad para recibir y retener la información.
La quinta categoría la del control, de refiere a la actividad general del cerebro por
la cual este se constituye en desertor de todas nuestra funciones mentales y
físicas, incluyendo la salud general, actitud y las condiciones ambientales. Esta
categoría es de particular importancia porque una mente y un cuerpo sanos son
esenciales para que los otros cuatro funcionen recibir, retener, analizar y emitir
y puedan operar en la plenitud de su potencial.
Estamos de acuerdo con Foley, Louis: En que es posible que nos enfademos
con nuestra pareja, pero si constantemente nos dejamos llevar por el calor del
momento estaríamos actuando irresponsablemente, no sólo nos sentiríamos mal
sino también pediríamos perdón cotidianamente desvirtuando el valor que ello
tiene.
AUTORREGULACION EMOCIONAL
La idea principal de la que parten Higgins, Grant y Shah es que las personas
prefieren algunos estados más que otros y que la autorregulación permite la
ocurrencia de los estados preferidos más que de los no preferidos. Igualmente
señalan que el tipo de placer y el tipo de malestar que la gente experimenta
depende de qué tipo de autorregulación esté funcionando.
CONCLUSIONES