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LA FLORA INTESTINAL

ÍNDICE
Las bacterias.................................................................................................................................. 1
Las enfermedades bacterianas y los antibióticos................................................................................3
La flora intestinal humana................................................................................................................ 3
Los principales tipos de bacterias presentes en la flora intestinal humana.............................................4
Los principales factores que inciden en la salud y composición de la flora intestinal humana..................5
Los probióticos............................................................................................................................... 6
Los prebióticos............................................................................................................................... 7
Los simbióticos............................................................................................................................... 7
Los trasplantes de flora intestinal......................................................................................................8

Las bacterias

Las bacterias son, junto a las arqueas y a las eucariotas, uno de los tres grandes dominios de la vida en la
Tierra.

Las bacterias son los organismos más abundantes del planeta. Su tamaño por lo general oscila entre las 0,5
y las 5 micras (μm) de longitud. En cuanto a su forma, algunas de las más básicas y habituales son la de
esfera, la de varilla o bastón, y la helicoidal.

 Las bacterias con forma de esfera reciben el nombre de ‘cocos’. Los cocos se pueden agrupar en
díadas (‘diplococos’), tétradas, cadenas (‘estreptococos’), racimos (‘estafilococos’), cubos (‘sarcinas’)
o figuras irregulares.
 Las bacterias con forma de varilla o bastón reciben el nombre de ‘bacilos’. Los bacilos también se
pueden agrupar de diversas formas, como cadenas (‘estreptobacilos’), letras chinas o empalizadas.
 Las bacterias con formas helicoidales pueden tener a su vez forma de alubia (‘vibrios’), ondulada
(‘espirilos’) o de tirabuzón o espiral (‘espiroquetas’)

Las bacterias y las arqueas son organismos unicelulares procariotas. Las procariotas son células más
sencillas que las procariotas, y por lo general más pequeñas que ellas. A diferencia de las eucariotas, las
células bacterianas carecen de un núcleo bien definido, y carecen también de algunos orgánulos como las
mitocondrias, los aparatos de Golgi, o los retículos endoplasmáticos.
Las bacterias cuentan con un nucleoide (formado por una doble cadena de ADN cerrada sobre sí misma en
forma circular) que no está separado por una membrana del resto de la célula, y una pared celular
(compuesta por una sustancia llamada peptidoglicano). Muchas disponen de flagelos u otros sistemas de
desplazamiento, y de fimbrias (filamentos finos que facilitan la adherencia a una superficie o a otras
células). En el citoplasma se pueden apreciar plásmidos (pequeñas moléculas circulares de ADN que
coexisten con el del nucleoide), vacuolas (gránulos que contienen sustancias de reserva) y ribosomas
(utilizados en la síntesis de proteínas).

Se reproducen asexualmente, por fisión binaria, un proceso en el que una sola célula se divide para dar
origen a otras dos.

CLASIFICACIÓN DE LOS SERES VIVOS


DOMINIO REINO
Bacteria (bacterias) Bacteria Células procariotas
Unicelulares
Archaea (arqueas) Archaea (sin núcleo)
Protista  Algas, Protozoos, Mohos Unicelulares
Fungi  Hongos Células eucariotas
Eukarya (eucariontes)
Plantae  Plantas Pluricelulares (con núcleo)
Animalia  Animales

La mayor parte de las bacterias se pueden clasificar como grampositivas o como gramnegativas, de
acuerdo con su respuesta a una tinción conocida como tinción de Gram (las bacterias grampositivas se tiñen
y se visualizan en color violeta o púrpura, y las gramnegativas apenas se tiñen y se visualizan en color rojizo
o rosado). Esa diferencia depende a su vez de las diferencias en la estructura de la envoltura celular de uno
y otro tipo de bacterias. Las bacterias gramnegativas presentan una pared celular fina, pero también una
segunda membrana externa a la pared celular. Por su parte, las bacterias grampositivas cuentan con una
gruesa capa de peptidoglicano en su pared celular pero no con una segunda membrana externa. (Hay
algunas excepciones a esta regla, pues algunas bacterias con estructura grampositiva dan negativo cuando
se les aplica la tinción de Gram.) Aun siendo menos abundantes que las grampositivas, las bacterias
gramnegativas son responsables de muchas de las enfermedades bacterianas.

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Las enfermedades bacterianas y los antibióticos

En nuestro entorno (la corteza terrestre) las bacterias son muy abundantes y están presente por doquier.
Las bacterias también se encuentran, en gran cantidad, en el interior de cada ser humano. De hecho, el
número de células bacterianas en nuestro organismo es superior al de células propiamente humanas.

La mayoría de las bacterias son o bien inocuas o bien beneficiosas para los seres humanos, pero algunas son
patógenas –denominándose así a aquellas que pueden producir enfermedades. Entre las enfermedades
bacterianas más conocidas están el ántrax (o carbunco), el botulismo, el cólera, la difteria, la escarlatina, la
gonorrea, la legionelosis, la lepra, la peste bubónica, la sífilis, la tuberculosis, el tétanos, el tifus, o la tos
ferina.

Los antibióticos son sustancias empleadas en medicina para el tratamiento de enfermedades infecciosas,
pues matan o impiden el crecimiento de ciertas clases de microorganismos, sobre todo de bacterias.
Normalmente presentan toxicidad selectiva, siendo superior para los microorganismos invasores que para
los organismos que los hospedan –aunque también suelen afectar a estos últimos, así como a las bacterias
no patógenas presentes en ellos. El descubrimiento de los antibióticos en la primera mitad del siglo XX
revolucionó la medicina, pues permitió combatir con eficacia muchas enfermedades bacterianas. No
obstante, desde entonces las bacterias han desarrollado –por selección natural– diferentes grados de
resistencia frente a los antibióticos, por lo que muchos de ellos son cada vez menos eficaces.

La flora intestinal humana

La gran mayoría de las células bacterianas presentes en el cuerpo humano se concentran en sistema
digestivo, sobre todo en el intestino, y en especial en el colon y el recto (es decir, en la parte terminal del
intestino grueso).

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Los microorganismos presentes en el intestino se denominan ‘flora intestinal’ (o, en términos más técnicos,
‘microbiota intestinal’ o ‘microbioma intestinal’). En su mayor parte son bacterias, aunque no
exclusivamente. Por ejemplo la Methanobrevibacter smithii no es una bacteria, sino una arquea que
combina el hidrógeno con el dióxido de carbono para producir metano, lo que aumenta la eficacia de los
procesos de fermentación y de extracción de energía de los nutrientes.

En el intestino de un adulto promedio habitan en torno a un kilo y medio o dos kilos de bacterias (unos cien
billones de ellas) pertenecientes a unas mil especies diferentes. Muchas de estas bacterias residentes en el
intestino establecen allí una relación simbiótica con el organismo que las acoge: facilitan el proceso
digestivo, sintetizan algunas vitaminas, auxilian al sistema inmunitario –por ejemplo reduciendo procesos
inflamatorios asociados a muchos trastornos inmunes–, y colonizan un espacio que ya no puede ser
ocupado por las bacterias patógenas.

Los principales tipos de bacterias presentes en la flora intestinal humana

Los principales tipos de bacterias presentes en la flora intestinal humana son:

 Las BACTEROIDETES
El filo de las Bacteroidetes incluye, entre otros, a los géneros Bacteroides y Prevotellas.
 Las FIRMICUTES
El filo de las Firmicutes incluye, entre otros, al orden Lactobacillales y a los géneros Ruminococcus,
Clostridiums y Staphylococcus.
El aumento de la presencia relativa de firmicutes en comparación con la de bacteroidetes en la flora
intestinal ha sido vinculado con la obesidad.
Lo anterior no parece sin embargo aplicable a las firmicutes del orden lactobacillales, unas
bacterias acidolacticas (BAL) que descomponen los hidratos de carbono produciendo ácido láctico.
El ácido láctico es una sustancia que controla el crecimiento de bacterias patógenas, como las del
genero clostridiums. Estas últimas producen sustancias como fenoles, índoles y amoniaco, que en
grandes cantidades son tóxicas. Las BAL son muy sensibles a los antibióticos.
 Las PROTEOBACTERIAS
El filo de las Proteobacterias incluye a las Thiobacterias (bacterias del sulfato y relacionadas) y a las
Rhodobacterias (bacterias púrpuras y relacionadas).
 Las ACTINOBACTERIAS
El filo de las Actinobacterias incluye, entre otros, al género Bifidobacterium.
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Las bacterias del género bifidobacterium ayudan en la digestión, están asociadas con una menor
incidencia epidemiológica de alergias, y frenan el crecimiento de algunos tumores.

La flora intestinal de las personas sanas suele ser relativamente similar, y estar compuesta –a modo de
promedio– por en torno a un 50% de Firmicutes, un 45% de Bacteroidetes, un 2,3% de Proteobacterias y un
1,3% de Actinobacterias.

No obstante estos valores están sujetos a variaciones, por lo que se han propuesto tres grandes enterotipos
en función del tipo de bacteria que predomina en el intestino humano:

 El ENTEROTIPO 1 (ó A), de predominio del género Bacteroides.


Las personas con este enterotipo suelen producir bastante cantidad de vitamina B7 (también
conocida como vitamina H o biotina). Esta vitamina alivia dolores musculares y enfermedades
cutáneas, y también ayuda a combatir la depresión, el cansancio y la somnolencia excesiva y los
niveles altos de colesterol.
 El ENTEROTIPO 2 (B), de predominio del género Prevotellas.
Las personas con este enterotipo suelen producir bastante cantidad de vitamina B1 (o tiamina). Esta
vitamina estimula el metabolismo energético y la función muscular, así como la atención y la
memoria, y ayuda a prevenir la diabetes.
 El ENTEROTIPO 3 (C), de predominio del género Ruminococcus (aunque también con amplia
presencia de otros géneros como el Staphylococcus y el Gordonibacter).
Este parece ser el enterotipo más común. Las bacterias del género ruminococcus sintetizan el grupo
hemo, que forma parte de la estructura de diversas proteínas entre las que destaca la hemoglobina
(la proteína que le confiere el color rojo a la sangre y que trasporta el oxígeno desde los pulmones
hasta los tejidos).

Los principales factores que inciden en la salud y composición de la flora intestinal humana

La composición específica de la flora intestinal es el fruto de multitud de factores. En el momento del


nacimiento esta microbiota no está aún presente, o sólo lo está en cantidades mínimas. Cuando entramos
en contacto con las bacterias es poco antes del parto, al romperse la bolsa amniótica. La microbiota se va
formando en los primeros días de vida, y conformando en las primeras semanas, meses y años, y lo hace en
respuesta a la genética, a la alimentación y, en general, al entorno bacteriano con el que está en contacto el
organismo. Por ejemplo los japoneses suelen tener bacterias intestinales que descomponen las algas
marinas, pues alimentarse con estas algas no es infrecuente en el país nipón, pero esas bacterias suelen
estar ausentes en los occidentales. La microbiota presente en el canal vaginal de la madre durante el parto y
las bacterias presentes en la leche materna se consideran de particular importancia para la formación de la
primera flora intestinal. La composición de esta flora intestinal se consolida y estabiliza en torno a los tres
años de edad, si bien sigue sujeta a variaciones.

Entre los factores más importantes que reducen la flora intestinal de bacterias simbióticas o su diversidad
están:

 La genética.
Aunque no heredamos bacterias, nuestros genes regulan muchas condiciones orgánicas en las que
estas se desarrollan, lo que redunda en “ambientes corporales” más o menos propicios para ellas.
 Una alimentación inadecuada.
Por ejemplo, en nuestros tiempos ha aumentado mucho el consumo de alimentos industrialmente
procesados, que con frecuencia son altos en fructosa y bajos en fibra y otros nutrientes. El
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triptófano es un aminoácido que se une a la fructosa durante la digestión. Si la cantidad de fructosa
en el estómago es excesiva y no puede ser absorbida se elimina, pero al eliminarla también se
pierde el triptófano unido a ella. El problema es que el triptófano es necesario para producir
serotonina (5-HT). La gran mayoría de las investigaciones sobre la serotonina se han centrado en sus
efectos en el Sistema Nervioso Central (SNC), siendo bien conocida la estrecha relación entre este
neurotransmisor y el estado de ánimo. El 95% de la serotonina se produce en el tracto
gastrointestinal, donde juega un papel importante en el funcionamiento del tracto gastrointestinal y
en la prevención de la aparición de procesos inflamatorios. La serotonina también se relaciona con
la sensación de saciedad, por lo que su carencia juega un papel importante en la obesidad.
 Algunas enfermedades, intoxicaciones e infecciones.
Algunas enfermedades, intoxicaciones e infecciones tienen un efecto negativo sobre la salud
intestinal. Las bacterias simbióticas que pueblan el intestino pueden por ejemplo verse afectadas
por algunos virus, o verse desplazadas y sustituidas por una infección de otras bacterias no
benéficas.
 Los niveles de estrés o ansiedad altos y prolongados en el tiempo.
Se sabe que unos niveles de estrés o ansiedad altos y prolongados en el tiempo son un factor
importante en la enfermedad inflamatoria intestinal, pero el mecanismo subyacente es complejo y
no está del todo claro. También se cumple la relación inversa: las alteraciones gastrointestinales
pueden propiciar el estrés y la ansiedad.
 El consumo de algunos medicamentos, en especial de antibióticos, y –en menor medida– de otros
medicamentos, como los corticoides.
Si bien el intestino recupera por si mismo su composición normal de bacterias aproximadamente un
mes después de la última toma de antibióticos, en ciertos casos algunas cepas bacterianas pueden
tardar años en recuperarse. Por eso es importante evitar el abuso de antibióticos, así como
acompañar su uso por algún tipo de suplemento probiótico que reduzca su impacto sobre la flora
intestinal.

La disminución o alteración de la flora intestinal puede dar lugar a diversos trastornos. Los más habituales
suelen ser el estreñimiento o la gastroenteritis (diarrea), aunque no son los únicos. Se cree que la
disminución de algunas de estas bacterias puede disminuir la respuesta inmunitaria, incidir negativamente
sobre el estado de ánimo, favorecer la obesidad, o aumentar los niveles de colesterol LDL (el llamado
“colesterol malo”).

Los probióticos

Los probióticos son microorganismos (normalmente bacterias, pero también hongos o levaduras) que, tras
ser ingeridos, tienen un efecto benéfico sobre la salud. Están presentes en alimentos fermentados como los
yogures, el kéfir, los quesos blancos, la col fermentada o los encurtidos.

Los probióticos más conocidos son los lactobacilos y las bifidobacterias. También son probióticos levaduras
como la Saccharomyces cerevisiae (utilizada para la fermentación del pan, la cerveza o el vino) o la
Saccharomyces boulardii. Las levaduras prebióticas presentan la ventaja de que no son afectadas por los
antibióticos, y el inconveniente de que presentan más efectos secundarios que sus colegas bacterianas
(pueden por ejemplo desencadenar reacciones alérgicas en algunas personas).

El Yogurt suele contener Streptococcus thermophilus, y también miembros del género Lactobacillus. El
Yogurt probiótico se diferencia del normal en que contiene cepas bacterianas más resistentes a la digestión,
por lo que normalmente esas bacterias permanecen vivas al alcanzar las zonas bajas del intestino (salvo
cuando se ha roto la cadena del frío en la conservación del yogurt, o cuando la persona tiene acidez

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estomacal o una digestión especialmente larga). Si se trata de un Yogurt con bifidus entonces lleva además
alguna especie de Bifidobacterias.

El Kéfir es una leche fermentada parecida al yogurt pero diferente de él. En el kéfir encontramos una
comunidad más amplia de microorganismos que incluye bacterias y levaduras como Acharomyces kephir,
Lactobacillus bulgaricus, Leuconostoc caucasiano, Lactobacillus brevis, Lactobacillus kefiri, Lactobacillus
kefiranofaciens subsp. kefirgranum, Lactobacillus kefirgranum, Lactobacillus parakefir, Saccharomyces
lactis, y Cándida Kéfir. Dependiendo de las características de su elaboración, en el kéfir pueden aparecer
también otras bacterias como Lactobacillus cellobiosus, Lactobacillus casei subsp. rhamnosus, Lactobacillus
paracasei subsp. paracasei, Lactobacillus casei subsp. pseudoplantarum, Lactobacillus plantarum,
Lactobacillus helveticus subsp. lactis, Lactobacillus delbrueckii subsp. bulgaricus, Lactobacillus fructivorans,
Lactobacillus delbrueckii, subsp. lactis, Lactobacillus hilgardii, Lactobacillus kefiranofaciens subsp.
kefirgranum, Lactobacillus lactis var. diacetylactis, Lactobacillus lactis subsp. cremoris, Lactococci lactis
subsp. lactis, Streptococcus Thermophilus, Enterococcus durans, Kluyveromyceslactis,
Kluyveromycesmarxianus, Kluyveromyces fragilismarxianus, Cándida pseudotropicalis, Leuconostoc
mesenteroides, Cándida tenuis, Cándida rancens, Saccharomyces subsp. torulopsisholmii, Saccharomyces
unisporus, Saccharomyces carlsbergensis, Acetobacters rasens, o Acetobacters aceti.

Existen preparados farmacéuticos comerciales (en forma de comprimidos, cápsulas, sobres…) que reúnen
cepas, o combinaciones específicas de cepas, de estas bacterias.

Como un suplemento que incluya una única cepa puede no reequilibrar suficientemente la composición de
la flora, parecen más adecuados suplementos que incluyan combinaciones específicas. No obstante aun no
conocemos bien los efectos de esas combinaciones. Aunque se sabe que algunas bacterias ayudan al
sistema inmunitario, otras son eficaces contra la diarrea, etc., cada cual debe ir probando hasta encontrar el
tipo de bacterias que le ayude en su caso y en su problema concreto. Los probióticos bacterianos no suelen
ser excesivamente caros, y tampoco suelen tener efectos negativos sobre la salud, por lo que simplemente
debemos saber qué estamos tomando, y si después de cuatro semanas no observamos cambios favorables
conviene darle una oportunidad a tipos bacterianos diferentes.

Los probióticos son capaces de modificar la flora intestinal, pero –al menos en adultos– su efecto es
temporal (desaparece cuando se dejan de consumir). Aun cuando pudieran tener algún efecto más
duradero, esto último no esta bien demostrado.

Los prebióticos

Los prebióticos no son seres vivos sino compuestos que, tras ser ingeridos, estimulan el desarrollo de
algunas bacterias benéficas. Por lo general se trata de unos hidratos de carbono no digeribles denominados
genéricamente ‘fibra alimentaria’.

Los prebióticos más conocidos son la inulina y los fructooligosacáridos (FOS). Se encuentran presentes en
algunos alimentos cotidianos, como la achicoria, el ajo, la cebolla, la alcachofa, el puerro, el espárrago, la
endivia, la avena, o el trigo integral.

Aun cuando nosotros no podemos digerir esa fibra, nuestra flora intestinal sí que puede. Puesto que los
prebióticos atraviesan el estómago y el duodeno casi sin sufrir cambios, al llegar al intestino delgado están
disponibles para ser metabolizados por algunos microorganismos intestinales, como los lactobacilos y las
bifidobacterias, favoreciendo el desarrollo y proliferación de estos últimos.

No conviene pasar con brusquedad de una dieta baja en fibra a una dieta con cantidades saludables de
fibra, pues el resultado es un periodo de gases y flatulencias que se prolonga hasta que la flora intestinal se
acostumbra a la nueva dieta.

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Los simbióticos

Los simbióticos son combinaciones específicas de prebióticos y probióticos que actúan de forma sinérgica
entre sí.

Los trasplantes de flora intestinal

Los trasplantes de flora intestinal (también llamados trasplantes fecales) consisten en inocular heces de otra
persona en el intestino de la persona implantada. El objetivo es que las bacterias presentes en esas heces
restituyan la flora bacteriana del receptor.

Los efectos favorables de estos trasplantes sobre la flora intestinal del receptor son más duraderos que los
del consumo de probióticos o de prebióticos, pues se prolongan hasta tres o seis meses –y en el caso de
algunas cepas más tiempo.

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