secundarios
El hecho de que existan una gran cantidad de síntomas y trastornos diferentes ha provocado
que exista una amplia variedad de fármacos para tratarlos, divididos en diferentes tipos de
psicofármacos. Ninguna de estas categorías es, de por sí, mejor que el resto, y su utilidad
dependerá de cada caso. Sin embargo, los psicólogos clínicos y los psiquiatras los deben
conocer todos para ofrecer el mejor tratamiento posible a sus pacientes.
1. Neurolépticos/antipsicóticos
Empleados principalmente como método de control de las crisis psicóticas, este grupo de
psicofármacos eran antiguamente denominados tranquilizantes mayores debido al nivel de
sedación que sus primeras versiones provocaban. Existen diferentes grupos dentro de este
conglomerado, ejerciendo efecto principalmente en la transmisión de dopamina en distantes
regiones cerebrales.
Además, estos medicamentos tienen muy pocos efectos en los síntomas negativos (falta de
lógica, lenguaje pobre, lentitud motora y mental), siendo su efecto prácticamente inexistente
en este sentido. Dentro de este grupo se pueden encontrar la clorpromacina, el haloperidol o
la pimozida, entre otros.
1.2. Antipsicóticos atípicos
Con el objetivo de producir una mejoría también en los síntomas de tipo negativo y reducir
los efectos secundarios debidos a la afectación de otras vías se sintetizaron los antipsicóticos
atípicos. Este tipo de neuroléptico actúa bloqueando la dopamina y la serotonina,
logrando con el bloqueo de la segunda eliminar los efectos secundarios del bloqueo de la
primera.
2. Ansiolíticos e Hipnótico-sedantes
Este tipo de psicofármaco actúa ejerciendo un efecto depresor sobre el sistema nervioso,
provocando un descenso en el nivel de actividad de la persona. Generalmente actúan sobre
la hormona GABA, potenciando su acción inhibitoria. Algunos tipos de psicofármacos
incluidos en esta clasificación son empleados como sedantes, para facilitar el sueño, mientras
que otros son empleados para lograr simplemente una relajación física y mental.
2.1. Barbitúricos
Este grupo de psicofármacos fueron los más populares hasta el descubrimiento de las
benzodiacepinas a la hora de tratar la ansiedad. Sin embargo, el riesgo de estos medicamentos
es que presentan una elevada capacidad de provocar dependencia, no siendo infrecuente la
intoxicación por sobredosis e incluso la muerte. Asimismo a largo plazo podrían provocar
daños neurológicos.
2.2. Benzodiacepinas
Además de por su efecto ansiolítico las benzodiacepinas son utilizadas como sedantes e
incluso como anticonvulsivos. Sin embargo en tratamientos largos pueden generar
dependencia así como abstinencia tras el cese de su consumo, de modo que se han de seguir
las prescripciones médicas con rigor y pautar correctamente su toma y retirada.
Se trata de un tipo de sustancia que favorece la función inhibitoria del GABA, siendo
agonistas indirectas de este neurotransmisor. Si bien se distribuyen de forma inespecífica
por todo el cerebro, la corteza y el sistema límbico es donde presentan mayor actuación.
Zaleplom, Zolpidem y Zopiclona son los nombres de tres fármacos que, al igual que las
benzodiacepinas, actúan como agonistas del GABA. La principal diferencia con las
benzodiacepinas es que mientras estas actúan sobre todos los receptores GABA, los
hipnóticos sólo actúan sobre los receptores vinculados al sueño, no afectando a cognición,
memoria ni función muscular.
2.4. Buspirona
3. Antidepresivos
Después de los trastornos de ansiedad, los trastornos del estado del ánimo son algunos de
los más prevalentes en la población general, especialmente en el caso de las depresiones.
Para tratar este problema disponemos de esta clase de psicofármacos, que plantean diferentes
alternativas:
Los primeros antidepresivos en ser descubiertos, este tipo de psicofármacos fue hallado
accidentalmente mientras se buscaba un remedio contra la tuberculosis. Su
funcionamiento se basa en la inhibición de la enzima monoamino oxidasa, la cual se encarga
normalmente de eliminar el exceso de monoaminas (concretamente la serotonina, la
dopamina y la noradrenalina).
Sin embargo, al margen de su efecto sobre serotonina y noradrenalina también afectan otras
hormonas, siendo antagonistas de la acetilcolina, la histamina y bloqueando algunos
receptores de noradrenalina. Por ello pueden causar efectos antihistamínicos y
anticolinérgicos (sequedad de boca, estreñimiento, visión borrosa…). También pueden causar
muerte por sobredosis, con lo que se han de regular con especial precaución.
Los ISRS son un tipo de psicofármaco que se caracteriza por, como indica su nombre,
inhibir la recaptación de la serotonina de manera específica. Es decir, impedir que la
serotonina sea reabsorbida de manera que esté más disponible y se prolongue su presencia en
el cerebro, sin afectar a otros neurotransmisores.
Se trata del tipo de antidepresivo con mayor nivel de seguridad y menores efectos
secundarios, siendo tratamiento de primera elección en muchos casos, y no únicamente ante
la depresión mayor sino también en otros trastornos. Concretamente resultan tratamiento
farmacológico de elección en el TOC, así como en trastornos de la alimentación (la
fluoxetina es el más eficaz en casos de bulimia)
3.4. Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Noradrenalina
Al igual que los ISRS, la actuación de este tipo de fármaco se basa en inhibir la recaptación
de una hormona de manera que tenga una mayor presencia en las sinapsis neuronales,
siendo en este caso la noradrenalina el neurotransmisor en cuestión. La reboxetina es el
fármaco más relevante en este sentido.
Actúa de igual forma que los tricíclicos, pero con la diferencia de que únicamente afectan a
los neurotransmisores en los que se pretende actuar. Es decir, son específicos, con lo que
se eliminan gran parte de los efectos secundarios. El ejemplo de fármaco de este tipo
disponible en la actualidad es la venlafaxina.
Otro de los principales trastornos del estado del ánimo es el trastorno bipolar. Con el fin
de mantener un estado del ánimo equilibrado y estable, también se dispone de dos tipos
básicos de psicofármaco:
Si bien se propone que produce una alteración de la proteína G que modula la transmisión de
mensajes en las sinapsis neuronales, el mecanismo de acción de este tipo de psicofármaco no
es aún del todo conocido. A pesar del desconocimiento exacto del porqué, este medicamento
ha demostrado una elevada eficacia en tratar episodios maníacos y mantener el ánimo
estable.
Sin embargo, presenta la desventaja de que la diferencia entre la cantidad necesaria para
producir un efecto eutimizante y la necesaria para la intoxicación es muy estrecha, siendo
imprescindible el control mediante análisis del nivel de litio en sangre. Además puede
producir algunos efectos secundarios tales como diarreas, acné, temblores, pérdida de cabello
o pérdidas cognitivas, con lo puede haber una cierta resistencia al tratamiento.
4.2. Anticonvulsivos
Si bien estos medicamentos fueron elaborados con el fin de controlar las convulsiones en
casos de epilepsia, los estudios han demostrado que también poseen una gran eficacia
para tratar la bipolaridad.