La fiesta de la Virgen
del Carmen de Gisela Cánepa
Fecha: 09/10/18
I. La máscara: discusión
Como explica Cánepa, la máscara en occidente estuvo desde un inicio
relacionada a la persona y siguiendo la línea de análisis que plantea se desprende que
dentro de ella hay dos ámbitos opuesto: lo externo e interno. De ahí que el cuerpo es
una manifestación temporal de la mente y esta es la auténtica esencia dela persona. En
ese sentido, como dice Cánepa, “la materialidad misma es entendida como obstáculo
para una representación fiel y verdadera… es así que la máscara como manifestación
materializada de una identidad pierde su autoridad como representación auténtica de la
persona”. (pg 11). Es así como la máscara pasó de ser un símbolo de identidad a uno de
falsedad y a la representación de esta. Sin embargo hay otras sociedades en las cuales la
representación y lo representado son interdependientes, la máscara adquiere un carácter
ritual, “un poder mediador y transformador entre…el significado y significante” (pg
12). Por ejemplo, los sacerdotes de las culturas pre hispánicas eran mediadores entre lo
divino y lo terrenal y mediante ellos se generaban los cambios del orden social.
En la máscara teatral se tiene en claro la distinción entre actor y personaje,
mientras que en un ritual la identidad de las personas se definen en su participación
social de dicha actividad y a diferencia del teatro, aquí no hay escenario ni cuarta pared,
solo se subordina al contexto de dicho ritual.
Con respecto al estudio de la máscara en el Perú, nos presenta a la máscara como un
objeto de colección hecho por artesanos que tiene una presencia muy importante en las
danzas de la zona andina. Además, las primeras mascaras fueron las de animales siendo
usada por los pre-cerámicos en la caza de estos.
Para terminar este capítulo Cánepa hace referencia a la máscara ritual y como esta tiene
marcadas diferencias con la máscara teatral. La primera se mueve en dos planos: real e
irreal, y es ambigua en su delimitación; mientras que la segunda al ser una convención,
se asume que todo lo visto en el fondo es ficción. Por ejemplo, en las danzas los
bailarines toman actitudes propias de su personaje, y se sabe que es ficticio en parte
como en otros casos puede de verdad “ser el personaje”. Esto no sucede en el teatro,
pues cuando acaba la función, el actor deja completamente el personaje para retomar su
identidad como actor/persona.
II. Ritual e identidad