El Vanguardismo, y los poemas vanguardistas en general, surgieron
en la primera mitad del siglo XX y su principal característica era la libertar plena: tanto en métricas, en la irreverencia mostrada en la narrativa, en la creatividad y la construcción de contextos literarios.
Del mismo modo, sugerían no asumir ninguno de los convencionalismos
literarios de la época. Junto al Romanticismo, suponen una ruptura completa de los dogmas poéticos establecidos.
El vanguardismo como movimiento es anárquico, desde la concepción hasta en
los detalles que a simple vista parecen insignificantes. Se utilizaban tipografías personalizadas, se escribía al revés, en espiral, en lenguajes de signos, se le agregaban onomatopeyas, dibujos, y un sinfín de criterios a juicio de cada artista.
UNA ROSA Y MILTON – JORGE LUIS BORGES
De las generaciones de las rosas
que en el fondo del tiempo se han perdido quiero que una se salve del olvido, una sin marca o signo entre las cosas
que fueron. El destino me depara
este don de nombrar por vez primera esa flor silenciosa, la postrera rosa que Milton acercó a su cara,
sin verla. Oh tú bermeja o amarilla
o blanca rosa de un jardín borrado, deja mágicamente tu pasado
inmemorial y en este verso brilla,
oro, sangre o marfil o tenebrosa como en sus manos, invisible rosa.
LA RUEDA DEL HAMBRIENTO – Cesar Vallejo
Por entre mis propios dientes salgo humeando,
dando voces, pujando, bajándome los pantalones… Váca mi estómago, váca mi yeyuno, la miseria me saca por entre mis propios dientes, cogido con un palito por el puño de la camisa. Una piedra en que sentarme ¿no habrá ahora para mí? Aún aquella piedra en que tropieza la mujer que ha dado a luz, la madre del cordero, la causa, la raíz, ¿ésa no habrá ahora para mí? ¡Siquiera aquella otra, que ha pasado agachándose por mi alma! Siquiera la calcárida o la mala (humilde océano) o la que ya no sirve ni para ser tirada contra el hombre ésa dádmela ahora para mí!
Siquiera la que hallaren atravesada y sola en un insulto,
ésa dádmela ahora para mí! Siquiera la torcida y coronada, en que resuena solamente una vez el andar de las rectas conciencias, o, al menos, esa otra, que arrojada en digna curva, va a caer por sí misma, en profesión de entraña verdadera, ¡ésa dádmela ahora para mí!
Un pedazo de pan, tampoco habrá para mí?
Ya no más he de ser lo que siempre he de ser, pero dadme una piedra en que sentarme, pero dadme, por favor, un pedazo de pan en que sentarme, pero dadme en español algo, en fin, de beber, de comer, de vivir, de reposarse y después me iré… Halló una extraña forma, está muy rota y sucia mi camisa y ya no tengo nada, esto es horrendo.