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Universidad La Salle de Cuernavaca

Maestría en Psicoterapia
Victoria Mastache Peláez

Síntesis 6
Introducción a la Obra de Melanie Klein
Capítulo 1. La fantasía
Las fantasías inconscientes están presentes y siempre activas en todo individuo, su presencia no
indica enfermedad o falta de sentido de la realidad; sin embargo, lo que determina el estado
psíquico del sujeto es la naturaleza de estas fantasías en relación con la realidad externa. Para Klein,
la fantasía inconsciente es la expresión mental de los instintos de forma que existen desde el
comienzo de la vida.

A cada impulso le corresponde una fantasía porque los instintos son buscadores de objeto, por lo
tanto, el aparato mental los experimenta vinculándolos con la fantasía de un objeto “adecuado”; en
este sentido, al deseo de comer le corresponde la fantasía “pecho”, en tanto que fue algo comestible
que satisfaría ese deseo. Crear fantasías es una función del Yo, los impulsos y la ansiedad lo llevan a
establecer relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad; el impacto con esta última
comienza con el nacimiento y se continua con experiencias varias de gratificación, así como de
frustración de los deseos.

La fantasía inconsciente influye y altera constantemente la percepción o la interpretación de la


realidad, mientras que la realidad ejerce impacto sobre la fantasía inconsciente; entendiendo esto,
se puede asumir que cuando un bebé comienza a tener hambre, trata de sobreponerse mediante la
alucinación omnipotente de poseer un pecho bueno que lo amamante, si esto ocurre el bebé sentirá
que el pecho real se funde con el pecho fantaseado, de forma que su propia bondad y la del objeto
bueno le parecerán firmes y duraderas. Por el contrario, si se le dejara con hambre por largo tiempo,
se sentirá avasallado por el hambre y la ira, en su fantasía se acrecentará la fantasía de un objeto
malo persecutorio, su propia ira le parecerá más poderosa que su amor, además de que su objeto
malo se hará más fuerte que el bueno.

Se entiende pues que el factor ambiental se encuentra correlacionado con los instintos y fantasías
del bebé, así, una experiencia mala del medio se hace importante cuando el bebé ha tenido intensas
fantasías coléricas en las que atacaba al pecho debido a que se le confirma la sensación de que el
mundo exterior es malo, de que él mismo es malo, dando relevancia a la omnipotencia de sus
fantasías malevolentes. Por otro lado, las experiencias buenas disminuirán la ira, modificarán las
experiencias persecutorias, estimularán el amor, la gratitud y la creencia en el objeto bueno.

El objetivo de la fantasía es satisfacer impulsos instintivos prescindiendo de la realidad externa, así


que la gratificación resultante es una DEFENSA contra la realidad externa de la privación; además,
se puede entender cono una defensa contra la realidad interna de su propia hambre e ira. Algunas
fantasías se pueden utilizar como defensa de otras fantasías, por ejemplo, la aparición de fantasías
maniacas que impiden que aparezcan fantasías depresivas. Es importante aclarar que a diferencia
de los mecanismos de defensa, la fantasía es una representación mental detallada y específica que
expresan lo que la persona siente; se deduce entonces que la interpretación es ineficaz si se dirige
a los mecanismos de defensa, pues debe realizarse en función de lo que el paciente realmente siente
que le está haciendo con ellos al analista en la transferencia, a sus otros objetos o a partes de su Yo;
de este modo, la interpretación y los mecanismos se tornan significativos para el paciente.

Las fantasías se hacen de objetos introyectados, primero se introyectan objetos parciales (primero
el pecho y luego el pene), después se introyectan objetos totales (el padre, la madre, la pareja
parental); cuanto más temprana es la introyección, más fantásticos son los objetos introyectados y
más distorsionados están por lo que se ha proyectado en ellos; conforme avanza el desarrollo se
acrecienta el sentido de la realidad de forma que los objetos internos se aproximan más a las
personas reales del mundo exterior; la identificación introyectiva se produce cuando el Yo se
identifica con alguno de estos objetos. La estructura de la personalidad está determinada por las
fantasías más permanentes del Yo sobre sí mismo y los objetos que contiene habiendo una estrecha
relación entre estructura y fantasía inconsciente de forma que es posible influir en la estructura del
Yo y del Superyó mediante el análisis.

Capítulo 2. La posición esquizo-paranoide.


Al nacer, hay un incipiente Yo que siente ansiedad, establecer mecanismos de defensa y establecer
relaciones objetales primitivas en la fantasía y en la realidad; desde Freud se describe un mecanismo
de defensa temprano, la deflexión (cambio de dirección) de instinto de muerte que ocurre al
comienzo de la vida, y su concepto de realización alucinatoria de deseos implica un Yo capaz de
establecer una relación objetal en la fantasía; para Klein, esta deflexión consiste en parte en una
proyección, en parte en la conversión del instinto de muerte en agresión, el yo se escinde y proyecta
fuera su parte que contiene al instinto de muerte en el objeto externo original, el pecho, de forma
que se experimenta como malo o amenazador, lo que origina el sentimiento de persecución
(paranoide), así que el miedo original al instinto de muerte se convierte en el miedo a un
perseguidor; si ese siente al pecho escindido el miedo será a muchos perseguidores; por otro lado,
parte del instinto de muerte queda en el Yo convirtiéndose en agresión que se dirige a los
perseguidores.

La libido también se proyecta creando un objeto que satisfaga el impulso de conservación, esto
permite tener relación con dos objetos el pecho ideal fusionado con experiencias gratificadores de
ser amado y el persecutorio que se asocia a experiencias de frustración y dolor. La ansiedad
predominante de la posición esquizo paranoide es que el objeto (s) persecutorio (s) se introduzcan
y aniquilen al objeto ideal, así como al Yo. La etapa se nombra esquizo-paranoide porque la ansiedad
es de persecución, pero el estado del Yo es de escisión que se vincula con la creciente idealización
del objeto para hacerlo invulnerable, dando lugar a la negación mágica omnipotente, es decir, a la
fantasía de la total aniquilación de los perseguidores cuando la persecución se hace insoportable.

Ya se puede apreciar aquí el uso defensivo de la introyección y proyección, generalmente se


introyecta lo bueno y se proyecta lo malo, pero habrá ocasiones en que se proyectará lo bueno para
salvarlo de un sentimiento abrumador de maldad interna; en otros casos, se introyectarán los
perseguidores con el fin de controlarlos. En la identificación proyectiva se escinden y apartan los
fragmentos del Yo y de los objetos internos, proyectándolos en el objeto externo, evitando la
separación del objeto ideal o controlando la fuente de peligro; la identificación proyectiva comienza
en cuanto se instala la posición esquizo-paranoide en relación con el pecho intensificándose cuando
se percibe a la madre como objeto total. Ahora bien, la proyección hacia fuera de partes buenas
produce la ansiedad de quedar vacío de bondad e invadido de perseguidores, dando la ansiedad de
ser controlado por otros objetos; ante esto, el yo se defiende con la desintegración, sin embargo, es
la escisión la que perite al Yo emerger del caos y ordenar sus experiencias, siendo la base de lo que
más tarde será la represión al relacionar la ansiedad con la persecución.

Capítulo 3. La envidia.
La envidia es una relación de dos partes en que el sujeto envidia al objeto por alguna posesión o
cualidad; se experimenta en función de los objetos parciales, aunque persiste en las relaciones de
objeto total. Surge cuando el bebé reconoce en el pecho la fuente de vida y experiencias buenas, lo
que, asociado a la idealización, hace sentir que el pecho es la fuente de todo bienestar físico y
mental. La experiencia dichosa que el objeto puede proporcionar aumenta el amor a él y el deseo
de poseerlo, preservarlo y protegerlo, esto evoluciona en el deseo de ser uno mismo la fuente de
perfección, entonces aparece la envidia en la que subyace el deseo de arruinar las cualidades del
objeto que produce sentimientos tan penosos. En este momento se puede fusionar con la voracidad,
entonces el deseo es agotar enteramente al objeto para vaciarlo y que no contenga nada envidiable;
sin embargo, el alimento incorporado se vuelve objeto de ataques envidiosos dirigidos al objeto
interno.

Frecuentemente, el mecanismo principal de la envidia es la proyección que se presenta cuando el


bebé se siente lleno de ansiedad y de maldad quiere dañar al pecho y le adjudica partes malas de sí
mismo; en la fantasía ataca y arruina al objeto ideal de forma que obstaculiza el mantenimiento de
la escisión en un objeto ideal y un objeto persecutorio, elemento vital en la posición esquizo-
paranoide, derivando en una confusión entre lo bueno y lo malo, lo que interfiere con la introyección
del objeto ideal y la identificación con él; esta pérdida del objeto ideal implica una gran
desesperación porque no existe la esperanza de recibir amor o ayuda. Los objetos destruidos son
fuente de incesante persecución y posteriormente, culpa, privando al Yo de su capacidad de crecer
y asimilar, surge así un círculo vicioso en que la envidia impide una buena introyección, mientras
que las dificultades introyectivas aumentan la envidia.

Las defensas contra la envidia se manifiestan como: deseos de arruinar porque un objeto arruinado
no provoca envidia; desvalorización, porque si el objeto vale menos, no se le destruye totalmente;
rígida idealización para preservar al objeto ideal (consideremos que cuanto más ideal el objeto, más
intensa la envidia)

ENVIDIA VORACIDAD CELOS


Relación de 2 Su objetivo es poseer todo lo Se basan en el amor
Se envidia una posesión o bueno que pueda extraerse Intentan poseer al objeto
cualidad. del objeto sin importar las amado
El objetivo es ser tan bueno consecuencias. Exclusión de un rival
como el objeto; si esto no es Puede devenir en una
posible, se opta por destruir destrucción contingente del
todo lo bueno del objeto. objeto.
Capítulo 4. Psicopatología de la posición esquizo paranoide.
La enfermedad psíquica se produce una regresión en la que ya estaban presentes perturbaciones
patológicas que crearon bloqueos de desarrollo y puntos de fijación; los procesos implicados en la
posición esquizo-paranoide se perturban cuando las experiencias malas predominan sobre las
buenas, esto desembocan en fenómenos patológicos típicos.

Cuando la ansiedad y los impulsos hostiles-envidiosos son muy intensos la parte del Yo proyectada
es hecha pedazos, así que lo que se proyecta al objeto son fragmentos, esto con el propósito de
desembarazarse de la persecución con la que se experimenta la realidad, esta se percibe inundada
de objetos extraños cargados de hostilidad. El ataque a la realidad se conecta con el ataque a los
vínculos, de forma que se ataca cualquier función u órgano que se percibe vinculado al objeto,
entonces, el sujeto se ataca a sí mismo o a cualquier elemento que se asocie con el objeto; entre
más se atacan los vínculos, menos se es capaz de establecerlos.

Capítulo 5. La posición depresiva.


La posición esquizo paranoide en su desarrollo esperado permite al bebé organizar gradualmente
su universo dado que dan la oportunidad de ordenar percepciones, emociones, lo bueno y lo malo
mediante la proyección y la introyección. Si el desarrollo se efectúa en condiciones favorables el
bebé siente que su objeto ideal y sus propios impulsos libidinales son más fuertes que el objeto
malo y sus propios impulsos malos, se identifica con su objeto ideal y siente que su Yo está más
fortificado para su defensa, el bebé tolera mejor el instinto de muerte dentro de sí, decrecen sus
temores paranoides, disminuyen la escisión y la proyección.

Cuando los procesos integradores se hacen más estables y continuos, surge la posición depresiva,
donde el bebé reconoce un objeto total y se relaciona con él; distinguimos este proceso por el
reconocimiento de la madre (implica la percepción del objeto total) y enseguida, por el
reconocimiento de otras personas de su ambiente, generalmente primero al padre. Asumimos que
los objetos parciales se han superado y se ha instaurado la madre, que puede ser buena o mala,
estar presente o ausente, se puede amar u odiar en tanto que es fuente de lo malo y de lo bueno;
en este proceso el bebé descubre su desamparo, su dependencia, y los celos que le provocan los
demás. A medida que el objeto se convierte en un objeto total, el Yo se convierte en un Yo total que
se escinde cada vez menos, recuerda a la madre y gratificaciones anteriores en momentos de
frustración.

La integración yoica y objetal cambia las ansiedades del bebé, pues en la posición depresiva, brotan
de la ambivalencia de que el bebé destruya al objeto del que depende, los procesos de introyección
se intensifican, aumenta la necesidad de poseer el objeto, protegiéndolo de la propia destructividad.
La posición depresiva comienza en la fase oral, el objeto interno bueno forma el núcleo del Yo, la
integración del amor y el odio da lugar a sentimientos “nuevos”, el duelo y la nostalgia por el objeto
que pueden devenir en desesperación depresiva, donde el bebé recuerda que ha amado pero siente
que ha destruido al objeto; su mundo interno se encuentra en pedazos y vivencia agudos
sentimientos de culpa así como de nostalgia; en la cúspide de los sentimientos depresivos aparece
cierta regresión y nuevamente se proyectan malos sentimientos a los que se identifica con
perseguidores internos.
La experiencia de depresión moviliza en el bebé el deseo de reparar a su objeto u objetos destruidos,
anhela compensar los daños que les ocasionó en sus fantasías omnipotentes, restaurar y recuperar
los objetos de amor perdidos, creyendo que su amor puede deshacer los efectos de su agresión.
Con base en lo anterior, se puede entender que el conflicto depresivo es una lucha constante entre
la destructividad del sujeto y los impulsos amorosos-reparatorios; el fracaso en la reparación
conduce a la desesperación, el éxito a la esperanza; gradualmente, el bebé resuelve las ansiedades
depresivas al reparar a sus objetos internos y externos en sus fantasías omnipotentes y en la
realidad, lo cual implica el descubrimiento de la propia realidad psíquica, la advertencia de los
objetos como seres distintos a él, la apreciación de sus impulsos y la diferenciación entre fantasía y
realidad.

Las dificultades que aparecen en el desarrollo, después de que el sujeto alcanza y elabora, al menos
en parte, la posición depresiva, serán de orden neurótico; con la elaboración de esta etapa, el bebé
logra reconocer sus impulsos, responsabilizarse por ellos y tolerar la culpa; la relación ahora se basa
en la preocupación por los objetos, esto lo motiva al aprendizaje y autocontrol.

Además, cambia el carácter del Superyó, este se formó con los objetos ideales que se convierten en
el ideal del yo, experimentándose como persecutorio por las elevadas exigencias de perfección;
también contiene objetos persecutorios introyectados durante la posición esquizo-paranoide,
vivenciados después como autor de castigos; al atravesar por la posición depresiva el superyó se
integra, vivenciándose como un objeto total amado con ambivalencia; los ataques a este objeto
originan sentimientos de culpa y autorreproches.

El dolor del duelo vivenciado en la posición depresiva, los impulsos reparatorios que se desarrollan
para restaurar los objetos internos y externos amados, constituyen la base de la creatividad y la
sublimación al tratar de crear y recrear el objeto que fue hecho pedazos; así, los mecanismos
psicóticos desaparecen gradualmente ceden su lugar a mecanismos neuróticos: inhibición,
represión y desplazamiento; entonces tiene origen la formación de símbolos que da al pensamiento
la posibilidad de abstraer. La posición depresiva nunca se elabora completamente, siempre tenemos
ansiedades relacionadas con la ambivalencia, la culpa o las situaciones de pérdida.

Capítulo 6. Defensas maniacas.


Cuando el Yo es invadido por la desesperación y la depresión devenidas por el sentimiento de
“arruinar el objeto”, utiliza pertenecientes a dos categorías: reparación y defensas maniacas; los
deseos reparatorios generan un mayor desarrollo del Yo en un proceso lento; sin embargo,
generalmente sólo se puede superar el dolor mediante defensas maniacas que incluyen
mecanismos de escisión, idealización, identificación proyectiva o negación para proteger de la
desesperación total, dirigiéndose a todo sentimiento de dependencia para evitar, negar o invertir la
realidad psíquica; paradójicamente, esto interfiere con la psicoterapia.

Capítulo 7. Reparación.
Los impulsos reparatorios hacen progresar la integración; en este deseo se basa la capacidad el yo
para conservar el amor y las relaciones a pesar de los conflictos y las dificultades, así que mediante
fantasías, se resuelve la ansiedad de la posición depresiva; la capacidad de restaurar, es la base de
la autoconfianza, el sujeto se capacita para soportar la privación sin que lo inunde el odio. Se puede
dar el caso de que aparezca una reparación maniaca, que tiene por finalidad reparar sin sentir culpa
o pérdida.

Capítulo 8. Los estadios tempranos del complejo de Edipo.


El complejo de Edipo comienza a desarrollarse en la posición depresiva porque el bebé es capaz de
advertir el vínculo entra el padre y la madre; la percepción de este vínculo es desfigurada por la
proyección porque se proyecta en los padres los deseos libidinales y agresivos, fantaseando que la
pareja parental comparte gratificaciones, originando frustración, celos o envidia; el bebé reacciona
con sentimientos agresivos, en su fantasía ataca a sus padres con todos sus recursos destructivos.

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