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Su nombre se debe a los grupos funcionales que contiene: un grupo amino básico
(NH2) y un grupo carboxilo ácido (COOH) unidos a una cadena carbonada (R).
Se han identificado 20 aminoácidos como formadores de proteínas. La relación
cuantificada de cada aminoácido se llama “aminograma”.
Se han detectado también en los vegetales más de 250 aminoácidos no-proteicos, con
funciones fisiológicas, metabólicas, de intermedio funcional, etc.
L. Si la posición del grupo amino se sitúa a la Izquierda del grupo hidroxilo del
carboxilo. (Figura 2)
D. Si la posición del grupo amino se sitúa a la Derecha. (Figura 3)
Sólo los aminoácidos proteicos “L” son útiles para la formación de las proteínas.
La síntesis de los aminoácidos en las plantas se realiza por cinco vías principales, que
se denominan en función del precursor del que derivan:
Las proteínas están constituidas por largas cadenas de aminoácidos proteicos unidos
entre sí por un tipo de enlace llamado: “enlace peptídico”. El peso molecular o tamaño
de las proteínas es muy diverso; existiendo de peso molecular pequeño hasta otras con
cifras superiores a los 300.000 Daltons.
Las diversas proteínas se diferencian entre sí por la cantidad de cada uno de los
aminoácidos presentes en su molécula. Los aminoácidos son los mismos en todas las
proteínas, la diferencia está en la cantidad de cada uno de ellos. Es decir, en el
aminograma.
La hidrólisis es el proceso químico de rotura de los enlaces peptídicos que unen los
aminoácidos de una proteína.
La hidrólisis es una reacción química que únicamente incorpora agua; pero, necesita la
presencia de un catalizador. El tipo de catalizador o “agente hidrolítico” define la
hidrólisis.
La hidrólisis enzimática, por la propia naturaleza de las enzimas, puede ser selectiva en
la rotura de los enlaces peptídicos. Por ello, genera polipéptidos y la cantidad de
aminoácidos libres, depende del tipo de enzima y del tiempo, generalmente, mucho más
largo.
El estrés se sitúa en el cambio de cualquier factor ambiental, que actúe sobre el vegetal
afectando a la respuesta bioquímica y fisiológica de los mismos, pudiendo provocar
daños y lesiones, ocasionalmente irrecuperables.
Según Larcher (1987) el estrés es una reacción de presión interna que resulta de fuerzas
externas. Hay tres fases en la dinámica del estrés:
El tipo de los factores que afectan a los vegetales divide el estrés en dos grupos. Uno es
el estrés abiótico. Alteración en el metabolismo celular, inducido por factores no
infecciosos como:
Los años 70 son de una aceptación cada vez más fecunda en el ámbito científico de la
acción de los aminoácidos. A partir de mediados de los años 80, si consultamos el
“Horticultural Abstracts” e Internet, las citas de estudios aparecen en cantidades
crecientes. Además, se abre el objeto de las investigaciones desde la acción de un solo
aminoácido, como en los inicios, a la acción de la aplicación de bioestimulantes (a
base de hidrolizados de proteínas) que incorporan todos los aminoácidos proteicos. Este
hecho es fruto de la constatación de que existen respuestas comprobadas de los
vegetales a la aplicación de aminoácidos. Las respuestas de los vegetales no derivan
solamente de la carga nutricional que aportan sino que implican la existencia de una
acción colaboradora en la regulación del metabolismo y del crecimiento.
Una de las primeras investigaciones sobre los efectos de los aminoácidos como
colaboradores en la regulación del crecimiento fue realizado por Nickell (1964) en el
cultivo de la caña de azúcar. En la implantación de la caña de azúcar existen graves
problemas para obtener una buena germinación y un crecimiento inicial rápido, que
promuevan una buena cobertura del suelo. Los investigadores ensayaron diversos
reguladores para esta finalidad y observaron una respuesta extraordinaria con la
aplicación de arginina. Maretzki (1968 y 1969) y Nickell (1969 y 1972) confirmaron el
trabajo inicial a nivel celular preparando medios de cultivo con suspensiones de células
de caña de azúcar.
Parsons (1991), estudió que la acumulación de prolina, bajo el estrés hídrico, alcanza
hasta 100 veces y se debe a la síntesis nueva y no a la degradación de las proteínas del
vegetal.
En 1986 Lambracht publicó uno de los primeros estudios sobre los efectos de un
bioestimulante comercial en diversos cultivos frutales y ornamentales. Las
aplicaciones por pulverización aumenta el vigor de las plantas madres de diversas
especies ornamentales con el consiguiente incremento en la producción de esquejes. El
riego del sustrato de enraizamiento de ornamentales mejora el arraigo y crecimiento de
esquejes. La incorporación del bioestimulante a los tratamientos de fungicidas y
herbicidas implica una mejor dispersión, penetración y persistencia de los fitosanitarios,
en consecuencia se puede reducir las dosis aplicadas.
Un ensayo de Moustafa (1986) durante tres años en viñas de 12 años, se comprobó que
la aplicación de un bioestimulante comportaba un incremento de la producción y de la
calidad de la uva.
A partir de los años 90, las empresas de agroquímicos han introducido en el mercado
agrícola una gran cantidad de fertilizantes con aminoácidos libres. Al mismo tiempo,
han desarrollado una inmensa docencia de documentación técnica teórica y práctica de
ensayos de campo que cubren todas las variedades vegetales en cualquier situación
metabólica de su ciclo vegetativo.
Todos los seres vivos necesitan L-aminoácidos como unidades estructurales fundamentales para la
formación de proteínas, enzimas y materiales de partida para la síntesis de otras sustancias esenciales. Hasta
hace unos años, la única forma de promover la formación de aminoácidos en las plantas era de forma
indirecta y solo a través del sistema radicular: por medio de la adición de fertilizantes inorgánicos, el
nitrógeno pasa a la solución del suelo y de aquí es absorbido por las raíces y transformado en aminoácidos.
Este proceso exige a la planta un consumo energético muy alto, que podría ser aprovechado en otros
procesos biológicos.
En la actualidad, está demostrado que la aplicación al suelo o foliar de aminoácidos tiene un efecto muy
favorable sobre la nutrición de los cultivos, ya que se le suministran los eslabones fundamentales para la
formación de las macromoléculas biológicas, sin necesidad de pasos intermedios para la síntesis.
Los aminoácidos son los componentes básicos de las proteínas, macromoléculas complejas que en las
plantas desarrollan funciones estructurales (como componentes de las paredes celulares), enzimáticas
(muchos procesos bioquímicos están catalizados por proteínas) y hormonales.
Se caracterizan por tener en su molécula un grupo amino (-NH2) y un grupo ácido (-COOH) unidos a un
mismo carbono, denominado carbono alfa. A este carbono se encuentran unidos también un átomo de
hidrógeno y un radical que es el que diferencia a los distintos aminoácidos.
COOH
H - C - NH2
R
En función de la posición que ocupen en el espacio los 4 grupos unidos al carbono alfa, se distinguen dos
tipos de isómeros denominados dextrógiros (D) y levógiros (L). Los aminoácidos que forman las proteínas,
denominados aminoácidos proteicos, y la mayoría de los que se encuentran en la naturaleza, son siempre de
la forma L.
Además de los aminoácidos proteicos, que son 20, existen otros que se presentan en forma libre o
combinada, pero nunca formando parte de las proteínas. A estos se les denomina aminoácidos no proteicos y
se conocen más de 200.
Las plantas son capaces de sintetizar todos los aminoácidos, tanto los proteicos como los no proteicos,
utilizando como fuente de nitrógeno el amonio y el nitrato que encuentran en el suelo o que se les aporta
foliarmente. Algunos aminoácidos, además contienen azufre, que la planta obtiene del sulfato del suelo.
La síntesis de aminoácidos es costosa para las plantas en relación al requerimiento energético que precisan.
Este gasto de energía es especialmente importante en momentos en los cuales la fisiología de la planta no es
óptima, como puede ser en el caso de golpes de calor o frío, enfermedades o estrés hídrico.
Además, está demostrado que las plantas sometidas a cualquier tipo de estrés, necesitan incrementar el
contenido total de aminoácidos libres para soportar dicha situación. Esto, lo hacen a costa de disminuir la
formación de proteínas, lo que provoca una reducción en la tasa de crecimiento de éstas.
Al final de la década de 1970 surgió la alternativa de la fertilización directa de las plantas con
aminoácidos libres. Este método evitaría la transformación química del nitrógeno nítrico y
amónico dentro de la planta en aminoácidos y por tanto llevaría a ésta a un importante ahorro
energético que le ayudaría a superar, tanto situaciones de estrés como para fomentar su
crecimiento y desarrollo.
También se sabe que los aminoácidos están íntimamente relacionados con los mecanismos de
regulación del crecimiento y desarrollo vegetal. Algunas hormonas vegetales se encuentran unidas
a aminoácidos o proceden de la transformación de éstos, lo que indica el importante papel que
puede tener la aplicación de aminoácidos libres como fertilizantes.
Las plantas pueden absorber los aminoácidos tanto por vía radicular como por vía foliar.
Por vía radicular serían absorbidos igual que el nitrógeno nítrico o amónico, y la savia los
repartiría por toda la planta.
La vía foliar es la más utilizada, ya que pueden aplicarse conjuntamente con otros
tratamientos como abonos foliares, fitosanitarios, herbicidas, etc., traslocándose los
aminoácidos desde las hojas al resto de la planta. La aplicación foliar es más eficiente a
corto plazo que la vía radicular, aunque esta última es la aconsejable para favorecer el
enraizamiento tras el transplante, fundamentalmente en hortícolas.
Pruebas realizadas aplicando aminoácidos radioactivos (marcados con 14C) han demostrado que
éstos entran rápidamente en la planta, y entre un 5 y un 20% se integra en ella antes de un día,
dependiendo ésto del aminoácido, la planta y factores externos. Estas pruebas han demostrado la
efectividad de los L-aminoácidos externos al comprobarse su rápida incorporación al metabolismo
de las plantas como si fueran éstas las que los han sintetizado, contribuyendo así al proceso de
desarrollo y crecimiento.
OBTENCIÓN DE AMINOÁCIDOS:
Los aminoácidos se obtienen por hidrólisis de proteínas. La hidrólisis significa la ruptura de las proteínas en
las unidades que las forman, es decir, los aminoácidos. Tras el proceso de hidrólisis se obtiene una mezcla
compuesta mayoritariamente por aminoácidos libres, aunque también contiene en menor proporción
pequeñas cadenas de aminoácidos (péptido de cadena corta). La planta únicamente puede utilizar los
aminoácidos libres y dentro de éstos los que son de forma L.
Las proteínas empleadas para la obtención de aminoácidos pueden ser de origen vegetal o animal. Las más
aconsejables para su empleo como fertilizantes son las de origen vegetal, ya que contienen los aminoácidos
que emplean las plantas en las concentraciones usuales en ellas.
La hidrólisis del material proteico para su transformación en aminoácidos libres puede realizarse por medio
de enzimas proteolíticas (hidrólisis enzimática) o por ataque con ácidos concentrados como ácido
clorhídrico o sulfúrico (hidrólisis ácida). La hidrólisis enzimática se realiza en condiciones suaves
(aproximadamente de 60 ºC de temperatura) por moléculas que selectivamente van rompiendo las cadenas
de proteína y liberando aminoácidos.Por el contrario, la hidrólisis ácida se produce en condiciones extremas
(T > 100º C y medio ácido concentrado), lo que provoca la destrucción de algunos aminoácidos esenciales
como el triptófano (que está relacionado con la síntesis de una hormona: el ácido indol-acético) y la
obtención de una mezcla de D y L aminoácidos, no siendo útiles los D-aminoácidos para la planta, como ya
se dijo.
Por tanto, puede afirmarse que los aminoácidos procedentes de la hidrólisis enzimática de proteínas de
origen vegetal (soya, girasol, etc.) constituyen un fertilizante equilibrado para las plantas al contener todos
los aminoácidos necesarios para las plantas y en las proporciones adecuadas. Por todo lo anteriormente
mencionado, los aminoácidos entran al grupo de sustancias llamadas bioactivadores.
BIOACTIVADORES
Los Bioactivadores están compuestos por aminoácidos, polisacáridos, péptidos y/o ácidos húmicos. Los
bioctivadores se absorben y se utilizan de forma inmediata. Su absorción no depende de la actividad
fotosintética de la planta. Los bioactivadores pasan directamente a los tejidos conductores con un consumo
mínimo de energía.
Los aminoácidos son elementos esenciales de las enzimas que catalizan la síntesis de azúcares, almidón y
otros componentes de hojas, flores y frutos. Aminoácidos como la Lisina y Arginina, contribuyen al
aumento de clorofila de las hojas y retrasan el envejecimiento, con lo que se intensifica el rendimiento de
la fotosíntesis.
Aminoácidos:
Los aminoácidos son sustancias orgánicas que se forman simétricamente por un átomo de carbono que
esta unido a:
Bio-Síntesis de la Proteína
Las proteinas tienen funciones diferentes: Estructural (de apoyo), metabólica (enzimas), de transporte,
reserva de aminoácidos y otras funciones en las cuales los aminoácidos forman parte. Los L-aminoácidos
solamente puede ser asimilados por las plantas, en cambio los D-aminoácidos no son reconocidos por las
enzimas y no participan en el procesos bio-sintético de las plantas.
Resistencia al estrés abiótico
Condiciones del estrés abiótico como las temperaturas altas, poca humedad, heladas, plagas, granizo,
inundaciones, enfermedades y efectos fitotóxicos son efectos negativos en el metabolismo de la planta
que a su vez afectan en la calidad y la cantidad del cultivo. La aplicacion de aminoácidos antes, durante
y despues de las condiciones estresantes, proporciona a las plantas aminoácidos que están directamente
relacionados al estrés fisiológico facilitando un efecto de prevención y recuperación.
Fotosíntesis
Estoma
Los estomas son estructuras celulares que controlan el balance hídrico de la planta,
como también la absorción de gases y nutrientes. Las aberturas del estoma son
controladas por factores externos (luz, humedad, temperatura y concentración de
sales), y por factores internos (concentración de aminoácidos y acido abscísico, etc.,).
Quelación
Los aminoácidos tienen un efecto quelante en cuanto a los nutrientes. Cuando se aplican en conjunto
con elementos micros, la absorción y transportación dentro de la planta se simplifica. Esto es originado
por la permeabilidad de la quelación y la membrana. Los aminoácidos L- glicina y L- ácido glutámico son
reconocidos como agentes quelantes muy efectivos.
Aminoácidos y fitohormonas
forma –L, la manufactura se lleva a cabo por medio de enzimas. Cuando L- triptófano
se produce usando los procesos industriales más comunes, este aminoácido tan
importante es destruido con frecuencia.
Efecto trófico:
Efecto hormonal:
Clorofila
indol-3-acético
Vitaminas
Varios sistemas enzimáticos
Estimula la floración
Mejor entorno para el fruto
Más alta calidad en la precocidad/pre-madurez, tamaño y coloración de los
frutos.
Observaciones cuando se aplican aminoácidos a la planta
Mas alto grado brix
Mayor contenido vitamínico
Fuente: bioibérica
Eso sí, la aplicación de estos aminoácidos no está limitada únicamente a intentar aliviar
el estrés al que se ven sometidas las plantas, sino también para beneficiar a la planta en
algunos momentos críticos durante la plantación.
Otra cosa importante es saber distinguir entre los L-aminoácidos y los D-aminoácidos.
Esto está relacionado con la posición de las moléculas que forman el aminoácido, es decir,
su disposición espacial. De entre estos dos, sólo los L- aminoácidos son los que forman
las proteínas de las que se alimentan las plantas, y los que encontraremos en los productos
que lleven aminoácidos.
Más que favorecer, son los aminoácidos los que permiten que la planta pueda desarrollar
en un determinado momento sus hormonas vegetales. Estas podrían ser el etileno, las
auxinas, las hormonas que intervienen en la floración, etc.
interesante.