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EL ORDEN DE LAS SEFIROT

Extraido del Tania Completo. Conceptos Místicos en el Jasidismo por el Rabino Jacob
Immanuel Schochet

Las sefirot son diez dimensiones o clases en el siguiente orden: Kéter


(Corona); Jojmá (Sabiduría); Biná (Entendimiento); Jésed (Bondad; gracia;
benevolencia); Guevurá (Poder); Tiferet (Belleza); Nétzaj (Resistencia; victoria);
Hod (Esplendor; majestuosidad); Iesod (Fundamento); Maljut (Soberanía;
Reinado). En algunos esquemas Kéter es omitido del orden de las Diez Sefirot
por razones a explicarse más adelante; estos esquemas toman a Jojmá como
la primera de las diez e insertan a Dáat (Comprensión) como un sefirá después
de Biná.

El orden total de las sefirot se divide generalmente en dos grupos conocidos


como “las tres madres y las siete dobles”. O sea, las tres primeras son las
sefirot principales, las imot (“madres”) de las que, y por cuyo intermedio,
emanan las otras siete sefirot. Cuando se comienza con Jojmá, la tríada de las
primeras tres sefirot también es llamada Séjel (“Intelecto”) mientras que las
otras siete se llaman Midot (Atributos; Facultades emocionales).

Se hace otra distinción al llamar a las primeras tres “Tres Rishonot” (“Tres
Primeras”, o a veces “Tres Superiores”), y a las otras siete “Siete Tajtonot”
(“Siete Inferiores”). Las “Siete Inferiores” se subdividen en las dos tríadas de
Jésed-Guevurá-Tiferet y Nétzaj-Hod-Iesod (estas seis, en conjunto, se llaman
“Seis Ktzavot”, “Seis Extremidades”), y la última singular, Maljut. Si bien hay
una serie de otras agrupaciones y distinciones tales que abundan en los
escritos místicos (y con algunas de éstas nos encontraremos en los capítulos
siguientes), las mencionadas son las principales o más comunes.

Rabino Jacob Immanuel Schochet

Kéter

Kéter (corona) es la dimensión o nivel más alto de las sefirot.

El término mismo denota su importancia: como una corona está en lo alto de la


cabeza y la rodea, así Kéter está en lo alto de todas las sefirot y las rodea a
todas. La analogía va un paso más lejos: tal como la corona no es parte de la
cabeza ni del cuerpo sino separado de estos, del mismo modo Kéter es
esencialmente distinto de las demás sefirot.

Es la primera emanación, y como tal el “nivel más bajo”, para decirlo de alguna
manera, del Emanador. A ello se debe que Kéter sea llamado Temirá dejol
Temirín (“El más oculto de todos los ocultos”), y se lo denomine Ain (“nada”).

Estos términos significan el total ocultamiento del rango de Kéter debido a su


suprema sublimidad. Kéter es tan sublime y oculto que nada puede decirse o
postularse de él.

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El Zohar, por lo tanto, le aplica el refrán de Ben Sirá: “No procures las cosas
que están más allá de ti, ni busques cosas ocultas de ti”.

Mientras que otras sefirot son representadas a veces por diversas letras del
alfabeto, ninguna puede describir o representar a Kéter.

A ello se debe que Kéter a veces sea excluido del esquema de las sefirot. Es
demasiado sublime como para ser incluido. Es una categoría y clase en mérito
propio. De hecho, se denomina el “intermediario” entre el Ein Sof y las sefirot,
salvando la brecha, como si fuera: es el “nivel más bajo” de la Luz del Ein Sof y
desde allí, y por su intermedio, emanan las subsiguientes emanaciones Divinas
(siendo de este modo la raíz o alma misma de las sefirot).

Kéter representa la “palanca” de las manifestaciones Divinas y como tal se


llama Ratzon HaElión (“Voluntad Suprema”) de Di-s:
no una voluntad particular dirigida a alguna meta específica, sino la Voluntad
Divina (Ratzón) original subyacente a la voluntad creativa; es la “Voluntad de
voluntades”, la “voluntad esencial” o la “voluntad de tener voluntad”, como si
fuera, que precede a todas las facultades o atributos (o sea, las sefirot).

Jojmá­Biná­Dáat

Estas tres sefirot forman una tríada, abreviada como JaBaD. Análogo a ellas
son las tres facultades en el intelecto humano, con los mismos nombres,
Sabiduría, Entendimiento y Comprensión.

Jojmá es la raíz de los atributos siguientes. Por eso se la llama Reishit


(“Comienzo”). Representa la primera actividad creativa de Di-s; es el
instrumento inicial de la creación Divina concreta. El Ein Sof, con la mediación
de Kéter, se “inviste” en Jojmá, y allí comienza la creación. Así, está escrito:
“Tú los has hecho a todos beJojmá” (Salmos 104:24) y “Di-s fundó la tierra
beJojmá” (Proverbios 3:19). BeJojmá puede traducirse de dos maneras
correlacionadas, ambas importantes en nuestro contexto. El primer sentido es
“con”, o “por”, Jojmá; así, Jojmá es el instrumento de creación. Todo deriva de
Jojmá; Jojmá es inmanente en todo (aunque en crecientes ocultamientos) y lo
anima todo, como está escrito “Jojmá da vida a quien la tiene” (Eclesiastés
7:12).

El segundo sentido es “en Jojmá”. Esto significa que en Jojmá se funda la


creación, y la posibilidad de todo ser adicional existe allí en potencia. Así, la
palabra Jojmá se interpreta significando kóaj ma/d”m gj, el “potencial” de “qué
es”. Jojmá es la semilla de creación, el principio y la primera revelación de
creación. Sin embargo, es tan concentrada y comprimida que por sí misma no
es captable. Por sí misma es un estado de oscuridad (mojá setimáa — el
“cerebro oculto”). Entre las letras del Tetragrámaton que simbolizan todas las
sefirot, Jojmá es representada por la primera, la iud/i — un pequeño punto,
simple y no-descriptivo, y se la demonima “el Jardín del Edén” del que se ha
dicho “ningún ojo lo ha visto”. Así, es poco lo que puede decirse de Jojmá, por
lo que también es denominada áin (“nada”). El potencial de Jojmá es extraído
de la oscuridad total y externalizado en Biná, la siguiente sefirá.

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Esto se entenderá trazando una analogía con las facultades del intelecto
humano: Jojmá se corresponde con el destello intuitivo de la iluminación
intelectual: la idea original propiamente dicha. Es la idea seminal, el
“pensamiento interior”, los detalles que aún no fueron diferenciados y
externalizados; aún no fueron procesados y se encuentran intensamente
concentrados en el destello intuitivo.

Cuando se medita acerca de la idea, sus implicaciones y detalles resultarán


revelados; la idea se entenderá. Los elementos individuales ocultos en el
destello original entonces se externalizan y se tornan manifiestos en la mente.
Esta es la facultad y el estado de Biná (entendimiento).

Biná es realmente la expansión y elucidación de Jojmá, y ésta “se vuelve


sabida únicamente mediante Biná”. La definición estándar de la facultad de
Biná es “Entender o deducir una cuestión de otra”.

Entre las letras del Tetragrámaton, Biná es representada por la hei/d. A


diferencia del punto simple no-dimensional de la iud, la hei es una letra más
concreta: tiene dimensiones de largo y ancho, lo que significa explicación,
entendimiento y manifestación. Por lo tanto, el Zohar se refiere a las sefirot de
Jojmá y Biná como “El punto (Jojmá) en el palacio (Biná)”, simbolizando el
significado de estas categorías y su relación.

Sin embargo, Jojmá y Biná por sí mismos son abstractos. El concepto está allí
y es claro en la mente. Pero está sólo en la mente, internamente, mientras que
externamente es inaudible e invisible. Por sí mismo, en la mente, no conduce a
ninguna conclusión, no está plenamente concretado. El concepto, sabiduría y
entendimiento, son un poder potencial que precisa ser concretado, pero todavía
no lo fue. Además, Jojmá y Biná son dos facultades separadas: el destello
intuitivo del conocimiento intelectual (Jojmá) puede estar allí, y así es con el
poder de deducción (Biná), el poder de comprender este destello.

Pero, ¿cómo se los une? ¿Cómo llega el “punto” a externalizarse en el


“palacio”?

Estos dos estados —la unión de Jojmá con Biná, y la implementación práctica
del concepto informado— se logran mediante la facultad de Dáat. Sin embargo,
tal como hablamos de dos estados, efectos o “actividades” en dos niveles
diferentes, del mismo modo debemos hablar de dos categorías de Dáat, o sea,
Dáat en dos planos: Dáat Elión (“Dáat Superior”) y Dáat Tajtón (“Dáat Inferior”).

El significado etimológico de Dáat es “apego” o “unión”. Así, Dáat es el principio


unificador que junta y combina las facultades de Jojmá y Biná. Este principio
unificador se llama Dáat Elión, pues trasciende a Jojmá y Biná; es un aspecto o
derivado directo de Kéter, la Voluntad Suprema que desea y procura —y en
consecuencia es capaz de lograr— la unión de Jojmá y Biná. Pero producir
esta unión es, por sí mismo, un medio hacia un fin adicional: implementar o
aplicar y concretar el concepto de Jojmá que tomó cuerpo en Biná. El poseer
sabiduría o incluso entendimiento todavía no significa que realmente será
implementado y aplicado en la práctica.

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El principio de sabiduría no precisa sólo ser entendido sino también sentirse.
Debe canalizarse a los atributos emocionales para que estos actúen sobre él
en términos de disposiciones apropiadas: procurar aquello que la sabiduría
dicta que debe buscarse, y evitar aquello que la sabiduría dicta que debe
evitarse. Esta profunda concentración interior en, y devoción a, la Jojmá
corporizada en Biná, esta sensibilización (Hargashá), es la facultad de Dáat
Tajtón.

Es la plena preocupación con el concepto captado y entendido hasta lograr una


intensa unión entre el intelecto y las emociones (Séjel y Midot) y llevar la idea a
su lógica conclusión en la aplicación práctica. Esta facultad de Dáat Tajtón es
inferior a Jojmá y Biná —y de ella se ha dicho “Si no hay Biná, no hay Dáat”
(Avot 3:17)— y las sigue. Es a esta facultad de Dáat que se hace referencia
comúnmente cuando el término Dáat aparece sin calificativos.

En la terminología metafórica de la Cabalá y el jasidismo, Jojmá se llama Aba


(“Padre”) y Biná se llama Ima (“Madre”). En términos metafóricos, la semilla de
Aba se implanta en la matriz de Ima y allí la planta rudimentaria de la semilla se
desarrolla, expande y es externalizada. Dáat se llama Ben (“Hijo”), o sea, la
progenie de esta unión de Jojmá y Biná. Allí, el concepto e idea original ha
madurado en disposiciones correspondientes. Por lo tanto, Dáat es la esencia
todo-abarcante de las Midot, las facultades emocionales o los atributos de las
sefirot inferiores. Pues las Midot expresan y revelan estas disposiciones,
originadas en el Séjel, en la forma de Jésed, Guevurá, Tiferet, Nétzaj, Hod,
Iesod y Maljut.

Un comentario final en cuanto a lo dicho hasta acá: Al explicar estas sefirot y su


interrelación como lo hemos hecho hasta aquí (y haremos en los capítulos
siguientes), lo hicimos por medio de la referencia analógica con las facultades
del alma del hombre: Kéter (la voluntad todo-abarcante) conduciendo a Jojmá
(el destello intelectual intuitivo o seminal) que es unido por Dáat Elión a Biná (la
facultad de entender) para entonces concretarse en Dáat Tajtón y establecerse
en las disposiciones de las Midot. En el hombre hay, por lo tanto, una
secuencia temporal, un proceso de desarrollo gradual en etapas
temporalmente diferentes. Obviamente, no puede decirse lo mismo del proceso
Divino. Como enfatizara Rabí Ishaiá Horowitz, la analogía es inadecuada y se
quiebra por dos razones básicas:

En primer lugar, con Di-s no hay secuencia temporal; todas estas “etapas” son
simultáneas al grado de que tan pronto como “surge en la Voluntad de Di-s” se
ejecuta instantáneamente y no hay “antes” y “después” salvo en algún sentido
sumamente sutil y cualitativo. En segundo lugar, en el hombre la ejecución de
su voluntad y sabiduría es una categoría distinta, dependiente pero separada,
de su voluntad y sabiduría mismas, en tanto que con Di-s son una unidad
absoluta e inseparable.

Jésed­Guevurá­Tiferet
Jésed significa bondad en el sentido de una benevolencia absoluta, gratuita e
ilimitada.

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Es la total cristalización de la disposición para conferir bondad y benevolencia
con el objeto mismo de conferir bondad, sin importar los méritos del receptor.
Es el atributo o la disposición que subyace a la creación, para traer a la
existencia receptores para la benevolencia Divina, y así está escrito: “El mundo
fue construido por Jésed” (Salmos 89:3). O sea, como es intrínseco a la
naturaleza del benévolo ser benevolente en la acción, Di-s llamó a ser —a
partir de la nada— el mundo y todas las criaturas. La Creación, por lo tanto, es
un acto de Jésed, y es de este atributo que la fuerza vital Divina, que anima a
toda la creación, emana. La implicación de Jésed (la creación y su sostén
continuo) es una manifestación de la benevolencia infinita (Jésed) que es de la
esencia de Di-s.

Sin embargo, la radiación del Jésed Divino es tan ilimitada como su Fuente, en
tanto que las criaturas a las que emana son limitadas y finitas. Las criaturas
finitas no pueden absorber ni tolerar semejante abundante y poderosa
emanación como lo es el Jésed Divino. De ser expuestas a él, se volverían
nulas y dejarían de existir. Jésed precisa ser controlado, restringido, y su fuerza
plena resguardada, ocultada, limitada. Esto se logra mediante Guevurá.

Guevurá significa “Poderío” o “Fortaleza” en el sentido de severidad. Es el


atributo de Din (Ley y Juicio). El din exige que Jésed sea distribuido
justamente, o sea, en proporción con los méritos del presunto receptor, y no de
manera gratuita e ilimitada. Así, es el principio que procura controlar, limitar y
restringir.

Guevurá implica tzimtzúm, contraer, retirar, esconder y limitar las emanaciones


Divinas. Por sí mismos, Jésed y Guevurá presentan una antinomia como
principios diametralmente opuestos uno del otro, pues Guevurá busca impedir,
total o parcialmente, la emanación de Jésed. Así, de la severidad de Guevurá
se derivan también los severos Juicios Divinos. Pero esto no significa que
Guevurá es un concepto estrictamente negativo. Por el contrario, siendo uno de
los atributos Divinos, debe verse como positivo y contribuyente.

De hecho, la benevolencia Divina según es canalizada por medio de Guevurá


puede tener una ventaja exclusivamente peculiar. Particularmente en el marco
del acto de creación, Guevurá —precisamente como se expresa por el
tzimtzúm— es, en efecto, una expresión del Amor y la Benevolencia Divinas.
Pues, como hemos visto, el tzimtzúm posibilita que las criaturas de Di-s puedan
existir y subsistir. Sin embargo, éste no sería el caso si Guevurá dominara sola.
Tal como Jésed por sí mismo imposibilita que la creación pueda subsistir, del
mismo modo Guevurá por sí misma excluye la existencia de la creación. Pero
como ambos son atributos Divinos en absoluta unidad con la esencia Divina, no
son principios separados ni luchan uno con el otro. Ellos pueden “operar”
exitosamente por vías de una facultad mediadora, el Divino atributo de Tiferet.

Tiferet armoniza y mezcla el flujo libre de Jésed con el severo tzimtzúm de


Guevurá. Los combina de manera tal que Jésed siga fluyendo, limitado por
Guevurá como para que Jésed resulte tolerable, o sea, que las criaturas
puedan continuar existiendo incluso cuando se benefician de Jésed. Tiferet, por
lo tanto, no es una mezcla por igual sino que tiende a Jésed.

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Esta cualidad explica por qué esta sefirá es llamada Tiferet, “belleza”: combina
los diferentes colores de Jésed y Guevurá, y el armonioso colorido de este
atributo lo hace hermoso (Tiferet).

La relación entre estas tres sefirot se ve a las claras. A ello se debe que, juntas,
formen una tríada conocida con el acróstico de JaGaT. También, estas tres son
las Midot esenciales o básicas en relación con las que las otras no son sino
derivadas, como se verá en la sección siguiente. Pues todas las Midot son un
aspecto de Jésed (emanación y derrame), de Guevurá (retiro y restricción), o
de Tiferet (la armoniosa mezcla de los dos aspectos anteriores). Además, muy
a menudo se habla de Tiferet sola como del principio de las Midot porque
contiene dentro de sí las disposiciones básicas de las Midot.

Hay una serie de términos que aparecen frecuentemente como sinónimos para
estas tres Midot.

Así Jésed se llama Guedulá (Grandeza; magnificencia) porque expresa la


infinita Grandeza (Benevolencia) de Di-s; Guevurá es sinónimo de Din (Juicio),
y Tiferet de Rajamím (Compasión; misericordia). Rajamím, la Compasión
Divina, es el principio armonizador que restringe el Jésed excesivo y mitiga la
severa Guevurá, y de ese modo el plan Divino de creación resulta posible y la
“disposición del benévolo es ser benévolo” se concreta.

En este contexto, Tiferet también es llamado Emet (Verdad).

Similarmente, hay una referencia frecuente a diversos otros factores que se


corresponden con estas Midot así como también con las otras sefirot. Así, las
siete Midot tiene entidades correspondientes en las siete figuras dominantes de
las Escrituras llamadas “los padres del universo”: Avraham, Itzjak, Iaacov, Iosef,
Moshé, Aharón y David.

Cada uno de estos, por su posición individual, disposición y modo de servicio y


veneración, se corresponde con una de las Midot. La referencia más frecuente
es a los tres Patriarcas según se corresponden con las tres primeras Midot. Así,
Avraham representa Jésed porque sus inclinaciones y actividades expresaron
bondad y benevolencia en su máximo grado. Itzjak simboliza Guevurá pues
éste era el atributo más dominante en él. Iaacov representa Tiferet porque él
combinó el Jésed de su abuelo y la Guevurá de su padre.

Nétzaj­Hod­Iesod

Estas tres sefirot, también, forman una tríada conocida con el acróstico de
NeHÍ. Su importancia básica, así como también la característica de su relación,
es que Nétzaj, Hod y Iesod son los receptáculos para los tres Patriarcas, es
decir, Jésed, Guevurá y Tiferet. En otras palabras, estas tres Midot “inferiores”
sirven de herramientas, recipientes o canales por los cuales las precitadas
Midot “superiores” logran su propósito y objetivo. Esto no significa que NeHÍ es
idéntico a JaGaT: Nétzaj es meramente una rama y canal de Jésed, Hod de
Guevurá, y Iesod de Tiferet.

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Jésed-Guevurá-Tiferet son la esencia misma de los atributos que implican y
están directamente influenciados y dirigidos por Jojmá, Biná y Dáat. Una vez
que los atributos de JaGaT son establecidos por JaBaD, forman disposiciones
para concretarse a sí mismos. Estas disposiciones ya no están influenciadas o
controladas directamente por JaBaD sino que son las disposiciones simples,
supra-racionales, que buscan llevar los atributos de JaGaT a su conclusión
lógica. Estas disposiciones son Nétzaj, Hod y Iesod, que actúan, como si fuera,
por simple fe, o “mecánicamente”, más que por el estímulo de la razón ( Séjel)
como lo hace JaGaT.

También, pese a su identificación como ramas o derivados de sus


predecesoras, Nétzaj no es siquiera proporcionalmente idéntico a Jésed, ni
Guevurá a Hod, ni Iesod a Tiferet. Pues dado que evolucionan por medo del
abarcante atributo de Tiferet que incluye en sí tanto Jésed como Guevurá,
Nétzaj no posee la intensidad simple de Jésed, ni Hod la de Guevurá. Lo
mismo con Iesod, aunque media entre Nétzaj y Hod como Tiferet entre Jésed y
Guevurá, por la antedicha razón difiere de Tiferet no sólo en intensidad, sino
más significativamente porque tiende hacia Hod (el lado de Guevurá) mientras
que Tiferet —como hemos visto— tiende hacia Jésed. Por otra parte, mediante
Tiferet, Nétzaj también es capaz de recibir y aplicar los aspectos positivos de
Guevurá mientras Hod es capaz de recibir el flujo de Jésed, mitigando de esa
manera su aspecto de la severidad de Guevurá.

Otra distinción sustancial es la siguiente: A diferencia de las otras Midot, Nétzaj


y Hod comúnmente van emparejadas juntas. El Zohar se refiere a ellas como
“dos mitades de un cuerpo, casi como mellizos”. Y similarmente los términos
que se relacionan con estos dos atributos están comúnmente íntimamente
relacionados uno con el otro. En este contexto, y en vista de lo dicho, Nétzaj y
Hod se denominan “los apoyos de las sefirot superiores”, análogos a las
caderas, muslos o piernas del cuerpo humano que sostienen el cuerpo entero
(incluyendo la cabeza). En consecuencia, son vistos como estando fuera del
cuerpo mismo, o sea, fuera del cuerpo de JaBaD y JaGaT —aunque sostienen
al cuerpo— conduciéndolo a su destino en general y canalizando a Jésed y
Guevurá en particular. Así, como se dijera, están en el nivel de la actividad,
preocupados directamente con la emisión definitiva de Jésed y Guevurá.

En la metáfora del hombre, Nétzaj y Hod son los “riñones que aconsejan”. O
sea, en el momento de las emanaciones concretas desde las Midot superiores
es preciso deliberar cómo han de emanar de tal suerte que resulten justos y
benéficos. Por ejemplo, cuando un padre desea transmitir alguna información
intelectual a su hijo, no puede enseñarle los datos simples por sí mismos tal
como están en su propia mente.

El padre ya ha reflexionado sobre la información; en su propia mente ésta es


clara; él la comprende plenamente. Pero cuando ahora encara a su hijo con
esta información (es decir, tal como es por sí misma y en su totalidad) sin
rebajar el razonamiento al nivel del niño, éste será incapaz de comprenderla y
absorberla. Si ésta ha de ser transmitida efectivamente, el padre precisa tomar
en cuenta las facultades limitadas de la mente de su hijo y enseñarle en
consonancia.

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Hay dos consideraciones: por un lado enseñar al niño tanto como sea posible
(una noción de Jésed), y por otra parte retener del niño aquello que éste es, por
ahora, incapaz de absorber (una noción de Guevurá). Estas consideraciones —
la deliberación del padre y la disposición de los datos y el razonamiento de tal
suerte que el niño sea capaz de captarlos efectivamente— son funciones de
Nétzaj y Hod.

Nétzaj, así, representa el atributo de Persistencia, de predominar y mantenerse


firme contra todo lo que retendría o interferiría (esto es, los aspectos de
Guevurá) con el flujo de la Benevolencia Divina (Jésed), y conquistarlo. Hod
busca restringir (Guevurá) el exceso de absorbencia, preservar el Esplendor y
la Majestad Divina de resultar disipada en la abundante Benevolencia (Jésed).

Ahora bien, para llevar la mencionada metáfora un paso más allá: Si la mente
del padre no está dispuesta a enseñar a su hijo, el hijo no puede ser un
receptor eficiente para el conocimiento del padre. Si la transmisión de
información ha de ser plenamente efectiva, de la persona se requiere no sólo
una iluminadora clarificación y la presentación de los datos en proporción con
la capacidad del estudiante, sino también, y no menos importante, un vínculo
interior entre el maestro dador y el estudiante receptor. No basta con que el
padre se ponga momentáneamente en el nivel del hijo (la deliberación de
Nétzaj y Hod), sino que debe crear un canal de comunicación: debe unirse con
el hijo, crear un vínculo entre ellos. De hecho, el grado mismo de iluminadora
clarificación depende de ese nexo.

La mente del padre necesita disponerse a enseñar a su hijo; debe querer


enseñarle. Y cuanto mayor el deseo del padre de enseñar —que surge del
amor del padre por su hijo— tanto más intenso es el nexo que une a ambos, y
mayor y más intensa la eficacia de los esfuerzos del padre. Si el hijo oyera a su
padre enunciando los datos para sí mismo, sólo captaría algunos puntos de
información — especialmente cuando oye a su padre enunciarlos con claridad
y en forma detallada. Pero este tipo de nuevo conocimiento adquirido no se
compara de manera alguna con el conocimiento más profundo que habría
adquirido si el padre le hubiera enseñado directamente, con amor y ganas.
Este nexo que vincula al Emanador con el Receptor es el atributo de Iesod.

Tal como Tiferet media entre Jésed y Guevurá, Iesod media, combina e integra
Nétzaj y Hod. Además, como el tercero, el principio armonizador de estas
sefirot activas que integran en sí las sefirot esenciales precedentes, Iesod es el
canal de combinación de todas las sefirot precedentes: todas las sefirot
“derraman” su luz en Iesod, y Iesod sirve como el principio que lo incluye todo
uniendo cielo con tierra, haciendo posible que las emanaciones de las sefirot
emanen efectivamente a las criaturas. Así, Iesod es el Fundamento de la
creación.

Maljut

Maljut es única entre las sefirot. El Reinado o la Soberanía es un estado más


que una actividad: cuando hay súbditos sometidos al rey se puede hablar de
Reinado y Soberanía, pero no cuando no los hay. Así, Maljut, el “nivel más

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bajo” y último de las sefirot, no ejerce ninguna influencia propia: es una esfera
pasiva que “nada propio tiene, salvo lo que las demás sefirot vuelcan en ella”.
Por otra parte, Maljut juega un papel importante. Es el instrumento mismo, para
decirlo de alguna manera, mediante el cual el plan creativo original se concreta.
Es mediante Maljut que la creación potencial y latente emerge en realidad
manifiesta y substancial. Así, de Maljut se dice que es “el Arquitecto con quien
se hizo toda la creación” y “Nada ocurre entre los seres inferiores a menos que
sea a través de Maljut”.

Tal como Biná es la Madre Superior (Ima Ilaá) así es Maljut la Madre Inferior
(Ima Tataá). El potencial del mundo (la semilla de Jojmá) es externalizado e
individualizado en la matriz de Biná, pero perdura oculto como un feto. Por lo
tanto, Biná se denomina Mundo Oculto (Alma deItkasiá). Por vía y medio de las
sefirot siguientes (las Midot), Biná —el “Mundo Oculto”— se implanta en la
matriz de Maljut y de allí egresa como ser manifiesto. Así, Maljut es llamada el
“Mundo Revelado” (Alma deItgaliá). Maljut es la “Boca de Di-s”: La Palabra de
Di-s y el Aliento de Su Boca mediante el cual el mundo cobró existencia
concreta y manifiesta. Tal como Jojmá es kóaj ma/d”m gj, “la potencialidad de
qué es”, del mismo modo Maljut es llamada ma/d”m, “aquello que es”. En
Maljut finalmente se concreta la potencialidad. Mediante Maljut todo cobra
existencia manifiesta.

El atributo de Maljut explica de hecho su propio término. Pues es por medio de


Maljut que la disposición del Benévolo para ser benevolente puede
concretarse: un mundo y criaturas cobran existencia. El mundo y las criaturas
proveen potenciales receptores para la benevolencia de Di-s. Ellos hacen
posible hablar de un Reino Divino pues “No hay Rey sin nación” y gente
diferente de él mismo sobre quien gobernar. Cuando criaturas finitas son
llamadas a ser mediante la sefirá de Maljut, el atributo Divino de Reinado,
Soberanía, se vuelve significativo y real. Así, Maljut es el origen de la
revelación de la luz del Ein Sof que se extiende al mundo y a las criaturas en
forma “revelada”, y los ilumina. Desde esta fuente se extiende a cada entidad
individual la luz y vitalidad particular acorde a ella: informando, animando y
manteniéndola. A ello se debe que Maljut es idéntico a la Shejiná, la Presencia
Divina inmanente o “de residencia interior”.

Igulím y Iósher; el “Cuerpo de las Sefirot”

Hay dos esquemas básicos en la emanación de las sefirot o Luces Divinas


luego del ocultamiento del tzimtzúm. Como se mencionara antes, en el capítulo
acerca del tzimtzúm, la Luz Divina se manifestó en la esfera del espacio
primordial (jalal) por medio del kav, la “línea” o rayo de luz que descendió del
Or Ein Sof abarcando el jalal hasta su núcleo mismo. Este kav no se extendió
desde la circunferencia al punto central en una completa e inmediata
manifestación, sino gradualmente. O sea, inmediatamente al “entrar” en el jalal
giró paralelo al perímetro del jalal, rondando sobre la zona interior del jalal,
estableciendo de este modo una esfera concéntrica dentro de él. Esta esfera
concéntrica de Or Ein Sof disminuido se denomina Kéter.

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Luego el kav se extendió un tanto más, de nuevo sólo parcialmente, para
repetir el mismo proceso: una nueva revolución alrededor del jalal para formar
otra esfera concéntrica inmediatamente debajo de aquella de Kéter. Esta nueva
esfera es Jojmá. Y de esta manera el kav se extendió más aún, descendiendo
gradualmente al centro mismo del jalal, expandiéndose y girando, círculos
dentro de círculos, hasta que se formó la décima esfera concéntrica, a saber,
aquella de Maljut, en el centro mismo del jalal. Así, cada una de estas diez
esferas sigue a la precedente, con una subsiguiente reducción de la luz de
manera que cada una sea distinta de todas las demás. Este es el esquema de
Igulím (círculos, o esferas concéntricas).

En este esquema inicial de Igulím, las sefirot son como las capas de una
cebolla —una dentro de otra— o como un cerebro comprendido por muchas
membranas una sobre otra. El punto importante de este esquema es que
esencialmente todas las sefirot se relacionan entre sí sólo en cuanto a que
constituyen un proceso consecutivo: una emana después de la otra, pero cada
una es realmente una esfera o punto separado, auto-contenido.

El segundo y subsiguiente esquema de sefirot emanando es el de “Iósher —


como el aspecto de un hombre parado erguido”, o sea, “Análogo al hombre que
se divide en órganos, los que, todos, existen en un nivel encima de otro y se
perfeccionan unos con otros, pero formando todos ellos (juntos) un cuerpo”.

Esta analogía sirve para señalar la plena interrelación entre las sefirot de
Iósher (tal como los órganos humanos se relacionan unos con otros para
formar un único cuerpo), incluso al tiempo que ponen en relieve y retienen las
características peculiares a cada uno. Así, en el esquema de Iósher, las sefirot
no son simples principios o facultades independientes una de otra, sino que
forman un cuerpo esencialmente unificado. La analogía es llevada un paso
más, al grado de relacionar las sefirot particulares con los órganos o
extremidades particulares en el Cuerpo o Configuración (Partzuf) del Hombre:

Jojmá, Biná y Dáat, en un sentido extendido, son los tres cerebros en la cabeza
del hombre. Más específicamente, Jojmá se corresponde con el cerebro en
general, es decir, con la fuente del pensamiento e intelecto. Biná se
corresponde con el corazón, el asiento del entendimiento. Jésed es el brazo
derecho mientras que Guevurá es el izquierdo. Tiferet es el cuerpo,
interviniendo y mediando, y combinando, los lados de Jésed y Guevurá.

Nétzaj es el muslo o la pierna derecha mientras que Hod es el muslo o la


pierna izquierda, sosteniendo juntos el cuerpo entero y llevándolo a su destino.
Iesod es el órgano de procreación mediante el cual las emanaciones de las
sefirot superiores fluyen a Maljut para producir una creación manifiesta. Como
Maljut es el aspecto manifestante, se dice que se corresponde con la boca, el
órgano del habla mediante el cual los pensamientos interiores y disposiciones
emocionales del orador se expresan y dan a conocer. Kéter es la corona
rodeando —de esa manera relacionada con, pero independiente de— el
cuerpo; más específicamente, en el contexto de la metáfora del hombre, a
menudo se hace referencia a él como el cráneo que abarca (y por lo tanto
trasciende) el cerebro.

10
Como se mencionara, el esquema de Iósher no solamente resalta las funciones
de las sefirot sino también su interrelación como una unidad o Cuerpo. Por lo
tanto, a pesar de la ubicación de “correspondientes partes físicas” en el cuerpo
del hombre, las sefirot de Iósher se dibujan frecuentemente a modo de tres
líneas: derecha, izquierda y centro. Esto se hace poniendo a Jojmá del lado
derecho, alineada pero encima de Jésed y Nétzaj, y a Biná del lado izquierdo,
alineada pero encima de Guevurá y Hod. Así, tenemos tres nuevas tríadas: (1)
Jojmá-Jésed-Nétzaj, del lado derecho, el “lado de Jésed”, porque hay una
relación innata entre estos tres (Jésed es una rama de Jojmá, y Nétzaj una de
Jésed); (2) Biná-Guevurá-Hod del lado izquierdo, el “lado de Guevurá”, porque
hay una relación innata entre estas tres (Guevurá es una rama de Biná, y Hod
una de Guevurá); y (3) Kéter-Tiferet-Iesod-Maljut en el medio, simbólico de los
principios armonizadores centrales, mediadores o todo-abarcantes, que
constituyen.

Es también en este esquema de Iósher que hablamos de la facultad de Dáat


Elión, el Dáat Supremo. Esta facultad, una rama o derivado de Kéter, el
principio unificador de Jojmá y Biná, así, se ubicaría en la línea del medio como
el extremo superior del triángulo Jojmá-Biná-Dáat.

La plena importancia de estos dos esquemas de Igulím y Iósher resultará


evidente mas adelante, en el contexto de los capítulos Shevirat HaKeilím,
Partzufím, y Tóhu y Tikún.

Las Sefirot Como Compuestos

Hasta ahora hemos analizado las sefirot principalmente desde el ángulo de los
atributos particulares, como potencias y principios específicos. Al mismo
tiempo, hemos visto también la interrelación e interacción de las sefirot en una
sucesión de desarrollo desde Kéter hasta Maljut. Pero esto sugiere una
pregunta: ¿cómo, de hecho, pueden relacionarse las sefirot e interactuar,
cuando parecen estar separadas, y en algunos casos constituyendo aparentes
principios contradictorios (por ejemplo, la antinomia Jésed-Guevurá, y Nétzaj-
Hod)? Pues incluso cuando las sefirot no se contradicen unas con otras, o de
algunas se habla como de principios mediadores, siguen siendo esencialmente
facultades únicas que, a fin de interactuar, requerirían algún “denominador
común”.

Los místicos resuelven este problema declarando que, en efecto, cada sefirá es
un compuesto de diez niveles generales: cada sefirá contiene dentro de sí
aspectos de todas las diez sefirot. Así, la sefirá de Jojmá se divide en Jojmá de
Jojmá, Biná de Jojmá y así sucesivamente; la sefirá de Jésed es divisible en
Jojmá de Jésed, Biná de Jésed, y así sucesivamente. La diferenciación entre
las sefirot es preservada plenamente de manera que en cada sefirá predomine
su propio aspecto y sea determinante: Jojmá de Jojmá en Jojmá, Biná de Biná
en Biná, etc., para que cada sefirá pueda seguir llamándose con un nombre
específico y ser radicalmente diferente de todas las demás. Esta inclusividad
mutua tiene una significación doblemente importante:

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(1) Señala el vínculo integral, y la unidad esencial, entre las sefirot (en
contraste con considerar cada sefirá como independiente y no
relacionada, conduciendo ello a una concepción errada de la división
del esquema de las sefirot) incluso mientras conserva la identidad
específica, y diferenciación, entre las sefirot.
(2) Permite la necesaria interacción de todas sefirot en todo, pese a que los
aspectos que las distinguen, sus características determinantes, puedan
parecer opuestas una a otra (por ejemplo, Jésed y Guevurá). Así, por
ejemplo, cuando el atributo de Jésed se exprese y manifieste
involucrará a todas las demás sefirot, incluyendo Guevurá, por medio
del aspecto de Jésed incluido en cada otra sefirá.

(3) Este concepto de las sefirot como Compuestos se relaciona


íntimamente con el concepto del esquema de Iósher y, como éste, su
significación plena surgirá en los capítulos que tratan Shevirat
HaKeilím, Partzufím y Tóhu y Tikún.

Rabino Jacob Immanuel Schochet

APREHENDIENDO LAS SEFIROT

Keter: La Voluntad [ratzón]

Extraído de "Anatomía del Alma" escrito por Por Jaim Kramer Con Abraham Sutton .
Traducido al Español por Guillermo Beilinson

La voluntad y el deseo están íntimamente relacionados, pero también pueden


ser opuestos: la voluntad suele basarse en una elección racional, mientras que
el deseo suele surgir de una emoción profunda. Distinguimos entre Keter, la
voluntad primera [o instinto] y Daat, el desarrollo de ese instinto que se
manifiesta como deseo. Keter, la primera Sefirá o emanación, es vista como la
voluntad primera pues en el momento en que Keter fue formado no existía otra
cosa excepto la Luz del Infinito. Keter es por tanto una Voluntad Original,
mientras que Daat, que viene luego de Jojmá y Biná, es una manifestación
desarrollada de esa Voluntad y se encuentra así más cercanamente asociada
con el deseo.

Keter es la fuente de la libertad de elección del hombre su capacidad para


elegir cómo actuar y reaccionar frente a las situaciones de la vida. Cuando está
dirigida hacia el bien, esta voluntad puede llevar a la persona al nivel de Keter.
Pero también puede transformarse en una fuerza negativa en la vida.

Cuando un seguidor le pidió al Rabí Najmán que definiera la libertad de


elección, el Rebe contestó: Es realmente muy simple: Si lo deseas, lo haces. Si
no lo deseas, no lo haces.

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El Rabí Natán comenta que esta afirmación aparentemente simple es de hecho
una enseñanza muy importante. La gente actúa en general como si estuviese
atrapada por sus propios deseos o impulsos. A veces la gente justifica una
mala reacción diciendo que así son, y que no pueden cambiar. El Rebe enseña
que cada persona, en cualquier momento de su vida, puede cambiar,
simplemente eligiendo de manera diferente (Likutey Moharán
II, 110) .

El Rabí Natán le atribuye a esta enseñanza amplias ramificaciones.


Desde el momento en que Dios creó al hombre, explica el Rabí Natán, El puso
este poder de la libertad de elección en sus manos. Si una persona decide
buscar la espiritualidad, esa decisión obliga a Dios, si así pudiera decirse, a
activar los poderes que se encuentran en la creación y sostener este deseo. De
manera inversa, si la persona elige seguir los bajos deseos de su corazón
incluso el mal esa decisión en efecto obliga a Dios a sostener y asistir a la
persona en la senda que elige (Likutey Halajot, Birkot HaShajar 5:76-79) .

Si aplica la voluntad, la persona puede liberarse de su pasado, ascendiendo al


Keter de su presente nivel y desde allí más arriba aún. O puede separarse de
todo el bien que pudiera haber alcanzado y descender a niveles muy inferiores
a aquéllos en los que se encuentra. La voluntad controla tanto los movimientos
del comportamiento como los movimientos espirituales. Siendo el instinto
básico del hombre, la voluntad es el primer peldaño en la búsqueda de la
espiritualidad.

Keter: La Voluntad de las Voluntades

En uno de sus discursos clásicos sobre este tema, el Rabí Natán define de esta
manera a la voluntad: la voluntad es la fuerza más importante en la vida. El
hombre debe acostumbrarse en cada momento de su vida a esperar, a desear
y a anhelar la Divinidad estudiar Su Torá, cumplir con Sus mitzvot y servirLo
como corresponde (Likutey Halajot, Arev 3) .

El Rebe Najmán enseñó que la voluntad es el principal servicio al Santo,


bendito sea. Ni siquiera los ángeles pueden decir que sirven verdaderamente al
Santo, bendito sea, tal como corresponde en virtud de Su grandeza y
elevación, más allá de toda descripción. Si es así, cómo puede el hombre servir
alguna vez al Santo, bendito sea? A través del deseo de servir al Santo, bendito
sea. En esta área todas las personas son iguales.
Aunque todos somos diferentes y no hay dos personas que tengan los mismos
deseos, la voluntad y el deseo de cada persona actúan como sus poderes más
grandes en esta búsqueda por alcanzar los niveles más elevados (ver
Sabiduría y Enseñanzas del Rabí Najmán de Breslov #51) .

Aquél que dirige su voluntad hacia Dios podrá elevarse a un nivel de verdadera
espiritualidad. Incluso si es detenido por fuerzas externas y se ve impedido de
cumplir su deseo en el servicio a Dios, esto no es usado en su contra. Mientras
no pierda la esperanza de desear hacer el bien y de servir a Dios, podrá recibir
su recompensa, pues su deseo estaba dirigido en la dirección correcta.

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La principal recompensa que le aguarda al alma es alcanzar la Voluntad
Absoluta que, en el lenguaje del Zohar es llamada Ra´ava d´Ra´avin
(literalmente, La Voluntad de las Voluntades). El alma fue hecha descender
desde los ámbitos más elevados para habitar aquí abajo, en este universo
material. Mientras el alma se encuentra encapsulada en un cuerpo terrenal, la
persona debe aprender a dirigir su voluntad hacia la Voluntad de su Creador.
Podemos comparar esto con el sentimiento de dos personas muy apegadas
entre sí. Cuanto más grande sea la distancia que las separe, más grande será
su deseo y voluntad de volver a estar cerca. De manera similar, el alma ha
viajado desde los niveles más elevados Keter hacia este mundo inferior. Aquí
debe aprender a dirigir su voluntad para retornar a su Fuente y merecer la
cercanía con Dios en el Mundo que Viene.

Por otro lado, la voluntad negativa aleja a la persona de Dios; así como los
buenos deseos llevarán en última instancia a la persona hacia las buenas
acciones, los malos deseos harán descender a la persona, distanciándola de
Dios.

El Rabí Natán continúa explicando que dado que Keter es la primera


manifestación de la Voluntad de Dios para crear el mundo, todo en la creación
refleja un aspecto de la Voluntad de Dios (ver también Likutey Moharán I,
17:1) . Es por esto que el hombre puede encontrar a Dios en todas partes, pues
Su Voluntad está presente en todas las cosas. Así, no existe la desesperanza
para aquél que busca la espiritualidad, pues no importa dónde se encuentre ni
en qué nivel esté, siempre podrá encontrar a Dios. Esta es la principal tarea del
hombre en la vida, anhelar y buscar la Divinidad (Likutey Halajot, Arev 3:1-5) .

Explica también el Rabí Natán que la recompensa para el que busca la


espiritualidad es la capacidad de avanzar espiritualmente con un constante
aumento de la conciencia y el conocimiento de Dios, para alinear su voluntad
con la Voluntad de Dios y ser incluido en Su Unidad. Al dirigir la voluntad para
servir a Dios con lo mejor de nuestras capacidades, nos conectamos con Keter,
la Voluntad Absoluta.

Como hemos visto, dado que Keter se define como el Propósito Final de la
creación y la recompensa del Mundo que Viene, la persona puede de hecho
experimentar y vivenciar su recompensa eterna incluso en este mundo (Likutey
Halajot, Netilat Iadaim LiSeudá 6:57) .

Es interesante notar que el Rebe Najmán enseña que mediante el acto de


comer Es posible alcanzar la elevada conciencia de esta voluntad (Likutey
Moharán II, 7:10) . Esto es sorprendente a la luz del hecho de que la voluntad
representa a Keter, el nivel espiritual más elevado, mientras que comer parece
ser una función vulgarmente mundana. Sin embargo, explica el Rabí Natán, el
acto de comer facilita el logro del objetivo espiritual del hombre en este mundo:
sostiene la vida, manteniendo el alma conectada al cuerpo. Esto ocurre
especialmente al comer con intención de obtener las fuerzas necesarias para el
logro de la espiritualidad, pues este tipo de comer eleva las chispas de santidad
que se encuentran en la comida. Comer con esta actitud puede llevar a la

14
persona a un intenso deseo y voluntad por lo espiritual (al punto en que pueda
unirse prácticamente con Keter) (Likutey Halajot, Netilat Iadaim LiSeudá 6:45) .

Keter y Paciencia

De una manera u otra, todas las enseñanzas del Rebe Najmán nos dan una
profunda percepción de la dinámica del verdadero ascenso espiritual. En una
de sus enseñanzas más importantes (que trataremos más adelante) explica el
Rebe que, hasta cierto punto, todo crecimiento y avance tiene lugar dentro de
las limitaciones del nivel actual de la persona. Por ejemplo, cuando una
persona se encuentra al nivel del Néfesh , todos sus esfuerzos espirituales
hasta ese momento han tenido como objetivo rectificar los cinco niveles de su
alma dentro del nivel del Néfesh . Recién luego de haber completado esta
rectificación la persona esta lista para avanzar al siguiente nivel del Rúaj .

En este punto, sin embargo, se presenta un problema. Cómo es que la persona


sabe que ha llegado al cenit del nivel inferior y que ahora está lista para
avanzar al nivel siguiente? Cómo puede saber qué implica el acto de elevarse
al nivel siguiente?

Además es necesaria la restricción para frenar a la mente, de modo que ésta


no se vea expuesta a los niveles demasiado poderosos que están más allá de
las capacidades que ha desarrollado hasta el momento. Cómo puede elevarse
con seguridad por sobre su nivel actual sin pasar más allá de los límites de su
mente racional?

Esa es la función de Keter. La palabra KeTeR quiere decir corona , pero


también connota espera , como en (Job 36:2) , Espera [ KaTaR ] un poco. La
corona indica que existe algo arriba, algo que compele a la persona a ascender
a un nivel superior. Pero, aun así, uno debe comprender que es imposible
alcanzar ese nivel de manera directa. Existe una barrera que rodea a la
persona y que la retiene, evitando que avance más allá de su posibilidad. Esta
barrera, Keter, se manifiesta en el atributo de la paciencia, que impone un
período de espera entre la absorción del conocimiento del nivel ya alcanzado y
el avance hacia el nivel superior. Aquél que usa la cabeza sabe cuál es la
diferencia. Con el intelecto bajo control, será capaz de reconocer sus límites y
fallas. Al mismo tiempo buscará alcanzar niveles más elevados y estará listo
para aprovechar toda oportunidad de crecimiento.

Así, Keter actúa como una barrera automática que impide que la persona vaya
demasiado lejos, demasiado rápido. Para ascender continuamente por esta
escala espiritual, cada persona deberá trabajar cultivando la virtud de la
paciencia, absolutamente necesaria para alcanzar Keter el intelecto superior.

Veamos cómo traduce el Rebe Najmán estas enseñanzas en un consejo


práctico para todo aquél que busque un camino espiritual.

Keter: Los trece atributos de misericordia

Tomer Devorá

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El Rabí Moshé Cordovero (1522-1170) es autor de muchas e importantes obras
de Kabalá y fue director de la escuela de Kabalá de Safed antes de la llegada
del Ari. Entre sus escritos se encuentra el Tomer Devora (La Palmera de
Débora), donde describe y explica las principales "Características" de Dios que
el hombre debe emular, y cómo están aludidas en las Diez Sefirot. En este
importante trabajo muestra cómo es que el hombre puede alcanzar estos
elevados niveles. Comienza su primer capítulo con una explicación del objetivo
de su libro:

Es apropiado que el hombre se parezca a su Creador, pues entonces se hace


digno de su "imagen Divina". Si su parecido con la imagen espiritual sólo fuese
corporal, sin el desarrollo de las características espirituales relacionadas,
estaría falsificando la exaltada forma que posee, obteniendo el título de "una
bella forma con actos detestables", pues las acciones del hombre son la forma
espiritual y la imagen Divina. ¿De qué sirve la "imagen Divina" física del
hombre si en sus acciones no se parece a su Creador? Corresponde por tanto
que el hombre se asemeje en sus acciones y actos a la [Sefirá de] Keter...

El Rabí Moshé Cordovero procede a realizar un estudio sobre cómo las


"Características" se encuentran aludidas en cada una de las Diez Sefirot y
cómo el hombre puede alcanzar estas características en cada uno de los
Niveles Superiores. También explica (Capítulo 2) que el hombre no puede
lograr todos estos atributos de una sola vez, sino que debe desarrollarlos e
internalizarlos de manera lenta y constante. Lo que sigue es una síntesis de las
enseñanzas del Tomer Devora.

Keter

Los Trece Atributos de Misericordia están enraizados en la Sefirá de Keter.


Dedicarse a obtener estos atributos rectifica el propio nivel de Keter. El Rabí
Cordovero basa su lista de características espirituales en el versículo de Mija
(7:18-20) donde se enumeran los Trece Atributos de Misericordia. Estos
atributos, los cuales el hombre debe esforzarse por imitar, son:

(1) Tolerancia; (2) Paciencia con los demás; (3) Perdonar; (4) Buscar el bien en
los demás y para los demás; (5) No guardar la ira; (6) Realizar actos de
bondad; (7) Amar y buscar el bien para alguien que te ha hecho daño y ahora
desea rectificar ese daño (perdonarlo no es suficiente); (8) Recordar las buenas
acciones de los demás y olvidar sus malas acciones; (9) Sentir compasión por
los demás, incluso por la gente malvada; (10) Actuar con honestidad; (11)
Actuar con bondad e indulgencia hacia los demás (no insistir en aplicar "la letra
de la ley" sobre los demás); (12) Ayudar a los demás a arrepentirse y no
guardarles rencor; (13) Buscar maneras de mostrar misericordia y compasión a
los demás, aunque uno no encuentre en ellos ningún factor atenuante.

Otros atributos y acciones paralelos de Keter que se encuentran en la "imagen


Divina" del cuerpo humano son:

- La humildad; mantener la mente libre de todo pensamiento de mal; mostrarle


siempre favor a los demás; mirar siempre el bien y rechazar el mal; evitar mirar

16
lo impropio o indecente; ayudar al indigente; no caer en la ira; ejercer la
paciencia; recibir a toda persona con alegría; nunca hablar mal, ni maldecir ni
dedicarse a una charla vana; hablar siempre de cosas buenas.

Para alcanzar el atributo de la humildad, uno debe huir del honor y no buscarlo
nunca. Es necesario reconocer los propios errores, recordando constantemente
nuestros pecados y buscando maneras para rectificarlos. Esto nos mantendrá
en el camino hacia la humildad. Además, tratar de honrar a todos y amar a los
demás.

Jojmá y Biná: Los poderes del intelecto

Jojmá y Biná

El cerebro se compone de tres secciones el cerebro, el cerebelo y el bulbo


raquídeo ( medulla oblongata ). Cada una de estas tres secciones posee
funciones diferentes pero totalmente coordinadas. El cerebro es el asiento del
intelecto, el cerebelo coordina los movimientos del cuerpo y el bulbo raquídeo
(conformado por la médula, el cerebro central y el hipotálamo) transmite los
impulsos a través de todo el sistema nervioso. Estas tres áreas fundamentales
del cerebro actúan como vehículos de sus correspondientes mojin , los poderes
espirituales del intelecto: el cerebro es el asiento de Jojmá (Sabiduría); el
cerebelo es el asiento de Biná (Comprensión); y el bulbo raquídeo es el asiento
de Daat (Conocimiento). El cráneo, que alberga los mojin , corresponde a Keter
(Corona).

Los Mojín: Una Perspectiva Kabalista

Tanto en la Biblia como en los escritos Talmúdicos y Kabalistas encontramos


referencias a Jojmá (Sabiduría), a Biná (o Tevuná , Comprensión y Lógica) y a
Daat (Conocimiento). Estos tres forman la Cabeza del Arbol Sefirótico de la
Vida y son llamados en general los mojin (poderes intelectuales). Las siete
Sefirot inferiores corresponden al Cuerpo y son llamadas midot (atributos del
carácter) a través de los cuales se manifiestan los mojin .

Como sistema unificado, las Sefirot representan etapas de desarrollo a partir de


un impulso inicial o voluntad (Keter) hacia un acto final de realización de esa
voluntad (Maljut). Keter puede ser visto como Causa y Maljut como el Efecto.
Todas las otras Sefirot todo lo que sucede en el camino son etapas en el
proceso de llevar el primer impulso hacia su realización final.

Jojmá (Sabiduría) y Biná (Comprensión)

Así como Keter corresponde al cráneo, Jojmá y Biná corresponden a los dos
hemisferios del cerebro. Juntos, Jojmá y Biná son llamados las cosas ocultas,
pues así como los pensamientos de la persona sólo se manifiestan a través de
sus acciones, de la misma manera, los efectos de Jojmá y Biná son visibles
sólo cuando se actualizan en las Sefirot inferiores.

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Una de las fuentes Bíblicas para Jojmá y Biná es el versículo en Proverbios
(3:19) , Dios fundó la tierra con Jojmá ; El estableció los cielos con Biná . La
Biblia afirma aquí que Jojmá y Biná son las fuerzas básicas empleadas por
Dios para crear el mundo.

En un sentido Divino, Jojmá constituye los axiomas que definen el mundo,


mientras que Biná comprende el sistema lógico que conecta estos axiomas.
Todas las leyes de la naturaleza son esencialmente axiomas y el más simple de
los axiomas contiene varios niveles. Por ejemplo, el axioma de que la distancia
más corta entre dos puntos es una línea recta implica la existencia de un punto,
de líneas rectas, del espacio y demás. Estas categorías existen en Jojmá. En
Biná, ellas juegan lógicamente y emergen como un sistema coherente de leyes.

A nivel humano, Jojmá se manifiesta como la sabiduría Divina comunicada


a través de la revelación profética, que denota la capacidad de penetrar las
capas superficiales de la realidad y percibir la esencia de las cosas. Esto puede
verse en la construcción misma de la palabra Jojmá.

Si separamos [e invertimos en hebreo] las dos primeras letras, obtenemos


KoaJ MaH (en hebreo la j puede leerse también como k) que literalmente
significa, el potencial de qué? o el poder de preguntar. En este sentido, Jojmá,
KoaJ MaH , se refiere a la pregunta con respecto a lo que algo realmente es, a
su esencia.

Jojmá es llamada comienzo, como en (Salmos 111:10) , Reshit Jojmá El


comienzo de la sabiduría. Siendo un paralelo del hemisferio derecho del
cerebro, de lo no verbal, Jojmá corresponde a los axiomas fundamentales del
conocimiento que yacen detrás de todo nuestro proceso de pensamiento. Estos
axiomas se encuentran en la estructura misma de la mente al nacer y llegan a
integrarse a ella mediante nuestras experiencias de vida. Ellas forman la base
de nuestra capacidad de estructurar y categorizar la información, y por tanto de
obtener sabiduría.

Biná es la capacidad de deducir información adicional a partir de la información


que ya ha sido recibida. El Talmud (Sanedrín 93b) define BiNa como la
capacidad de comprender o distinguir una cosa de la otra. Está relacionada a la
palabra hebrea BeiN , que significa entre medio. En este sentido, Biná implica
la capacidad de reconocer las relaciones subyacentes.

Así, mientras que Jojmá nos permite llegar a la esencia de algo, Biná nos
permite percibir esa cosa en relación con otras. En el nivel de Jojmá, todo lo
que existe se encuentra en un estado de potencial indiferenciado, de esencia.
Es a través de Biná que la mente diferencia las cosas.

Jojmá representa así un conocimiento indiferenciado, mientras que Biná es la


fuente de la capacidad para analizar este conocimiento y separarlo en sus
partes componentes. Podemos hacer una analogía con el agua (Jojmá)
fluyendo a través de un sistema de tuberías (Biná).

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El agua misma es un fluido indiferenciado sin una estructura macroscópica
esencial. La estructura se le impone cuando fluye a través del sistema de
tuberías.

Debemos hacer notar que, en general, la gente tiende a oscilar en sus


aplicaciones de Jojmá y Biná. Y esto se hace de manera inconsciente. El
sistema de pensamiento de la Kabalá enfatiza sin embargo el hecho de ser
conscientes de este movimiento pendular de la conciencia y de integrarlo para
que pueda funcionar en conjunto. Este es el significado de la directiva para la
meditación que se encuentra en el Sefer Ietzirá (Libro de la Formación 1:4) ,
Comprende con sabiduría y sé sabio con comprensión.

Jojmá y Biná: Alcanzar un intelecto fiel

Se dice que Jojmá y Biná corresponden al intelecto, aquello que conocemos y


comprendemos. Keter, por otro lado, corresponde a la fe no a una fe sin mente,
sino a una fe que incluye y a la vez trasciende el intelecto.

El Intelecto de Dios es Infinito; el nuestro no. No importa cuán alto podamos


ascender en la escala espiritual, siempre quedarán niveles superiores que aún
no hemos ni siquiera comenzado a entrever. El intelecto humano puede
compararse a la mente de un niño que aprende constantemente a través de
sus maestros, de libros o de las experiencias de la vida. Al crecer, comprenderá
más; y al mismo tiempo tomará fuerzas del conocimiento que ha obtenido y ello
lo llevará a aprender más aún.

Cada nuevo descubrimiento le abrirá nuevos y vastos horizontes. Comprenderá


cuánto más hay aún por conocer, mucho más que lo que pensó en un
comienzo.
Siempre quedarán campos enteros de conocimiento totalmente desconocidos
para él; siempre niveles superiores de sabiduría que aún no ha alcanzado.
Esto es una lección de humildad.

Nosotros somos este niño. Antes de abalanzarnos como el proverbial elefante


en la tienda de porcelana, primero debemos alcanzar la humildad de reconocer
nuestras limitaciones. Si bien es verdad que nuestro deseo es obtener los más
altos niveles de comprensión espiritual, no podemos basarnos solamente en
nuestros propios e incipientes intelectos para llegar allí. Debemos desarrollar
un saludable respeto por nuestros maestros, poniendo nuestra fe en aquellos
que son más sabios que nosotros. Por sobre todo, debemos tener fe en el
hecho de que existe un Dios Cuyo Intelecto trasciende infinitamente el nuestro.
Esta fe nos llevará por sí misma hacia los niveles más elevados del intelecto. Y
también generará en nosotros la humildad necesaria para no avanzar
demasiado rápido en nuestra búsqueda, a no ir demasiado lejos.

Enseña el Rebe Najmán:

El judío debe siempre concentrarse en la sabiduría más elevada y en el


intelecto inmanente que se halla en todas las cosas. Debe unirse a ese
intelecto de modo que éste pueda iluminar su propio intelecto.

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De esta manera, será capaz de acercarse al Santo, bendito sea, a través de
cualquier objeto. Pues el intelecto inmanente es una gran luz que brilla
constantemente para la persona. Así está escrito (Eclesiastés 8:1) , La
sabiduría hace brillar el rostro de la persona (Likutey Moharán I, 1:2) .

La cita anterior proviene de la primera lección del Likutey Moharán , el magnum


opus del Rabí Najmán. Esta lección trata sobre la importancia de desarrollar el
intelecto en toda su capacidad. Buscando la sabiduría, uno puede ascender al
nivel del alma denominado Jaiá , el más alto y profundo nivel de Jojmá ,
haciendo descender la Esencia de Vida hacia la propia vida de la persona.

El Rebe Najmán explica este fenómeno comparando la mente con la luz del
sol, la brillante fuente lumínica que nos permite ver con claridad aquello que se
encuentra delante nuestro y así saber cuál sendero debemos tomar en la vida.
Pero, señala el Rebe, la luz del sol es extremadamente brillante, tan intensa
que no podemos mirarla directamente, pues puede cegarnos. Sólo podemos
mirar al sol a través de un filtro o pantalla, o mirar su luz reflejada por la luna.
De la misma manera, el intelecto del hombre es una brillante luz que puede
enceguecer a la persona que lo utiliza sin filtros, esto es, a aquél que trata de
ser demasiado inteligente y piensa que ya sabe y conoce todo aquello que se
puede conocer. Para protegernos de esta actitud, requerimos del filtro de la fe.

Así como la luna refleja la luz del sol, la fe refleja la luz del intelecto. Este filtro
de la fe consiste de hecho en saber que existe un intelecto superior.
Sabiendo esto, nadie será tan arrogante como para pensar que conoce todo lo
que pueda conocerse. Entonces, dado que uno no puede comprender este
intelecto, tal como uno no puede mirar el sol, se apoyará entonces en la misma
fe que le dará la confianza para continuar ganando más conocimiento.

Todos, no importa cuán seguros puedan parecer, se enfrentan siempre a las


dudas. La gente se encuentra asediada por todo tipo de preguntas y de
pensamientos confusos. El intelecto no siempre puede ver más allá del
torbellino de la vida. Por el contrario, hay muchas instancias en las que el sol,
es decir la capacidad de tomar una decisión, está oculto y prevalece la
oscuridad. Uno simplemente no puede ver cómo salir del problema. Es la luz
reflejada, nuestra fe en la existencia de una solución, lo que nos permite salir.
Esto se haya aludido en el versículo (Isaías 30:26) , La luz de la luna será
como la luz del sol. Cuando la fe de la persona es fuerte, la luz de la luna
aumentará y llegará a brillar tanto como la del sol. La fe guiará a la persona a
través de los momentos difíciles hasta que alcance una genuina claridad el
verdadero intelecto.

Pero no todo lo que se presenta como intelecto es verdadero intelecto. Existen


filosofías e ideas que parecen muy impresionantes, pero que pueden alejar a la
persona de Dios. Tal intelecto es llamado también luz del sol, pero la luz que
refleja es la luz de la falsa creencia. Y así puede verse con frecuencia cómo la
vida de la gente se arruina a causa de una falsa creencia. Con respecto a esta
clase de intelecto está escrito (Isaías 24:23) , La luna se turbará y el sol tendrá
vergüenza...

20
Jojmá / Un Pensamiento de Humildad

La mejor manera de alcanzar la sabiduría es adquirir el rasgo de la humildad.


Dice el versículo (Job 28:12) , Jojmá proviene de Ein [la nada]. Como hemos
visto, Ein corresponde a Keter, y Jojmá proviene de Keter. Dado que Ein hace
referencia a la nada, aquél que adquiere el atributo de la humildad (es decir, la
negación de sí mismo) puede alcanzar verdadera Jojmá.

Sin embargo, la persona que separa su sabiduría de la humildad, se separa de


Keter, la fuente de la verdadera sabiduría. Su sabiduría se vuelve suya propia,
pero es una sabiduría fallida, tanto en el pensamiento como en la capacidad
creadora que sigue al pensamiento.

Esta persona ya no acepta sus propias fallas y, como enseña el RebeNajmán


(Likutey Moharán II, 12:1) , Aquél que se apoya sólo en su propia mente puede
equivocarse seriamente y llegar a un terrible mal. Así dice el Rebe (Likutey
Moharán I, 10:4) , El intelecto le advierte constantemente al individuo que no
sea orgulloso.

Más bien uno debe comprender que el principal servicio al Santo, bendito sea,
es la total simpleza, sin ninguna clase de sofisticación (Likutey Moharán II,
19:1) . Dejando de lado la sofisticación y el orgullo, uno puede llegar a ser
completo y servir a Dios con total simpleza.

Hoy en día, en una era en que los cultos, y en especial los cultos religiosos, se
encuentran muy difundidos, puede haber algunos que pongan en duda la
afirmación del Rebe Najmán, Aquél que sólo se apoya en su propia mente
puede equivocarse seriamente y llegar a un terrible mal. A los miembros de
estos cultos se les enseña que el pensamiento independiente es algo peligroso
y son llevados a dejar de pensar. Sin embargo, la diferencia entre esa vacía
falta de pensar y el proceso de pensamiento guiado por Jojmá es que Jojmá es
una expresión de Koaj Ma , el poder de ´qué?´ lo que indica el poder de
maravillarse y preguntar. Una y otra vez, en sus conversaciones y lecciones, el
Rebe Najmán animaba a sus discípulos a que preguntasen y exhortaba a sus
seguidores a que utilizasen sus facultades mentales en todo su potencial. La
advertencia del Rebe sobre los peligros de basarse en el propio intelecto se
refiere a un intelecto carente de Torá. Ello estaba dirigido a los líderes del
Iluminismo de esos días. Estos eran hombres instruidos que habían dejado de
lado la observancia de la Torá, siguiendo los dictados
de sus mentes y no los de nuestros Sabios. El resultado fue KaReT
(separación) de KeTeR, una completa alienación del Judaísmo y asimilación
con su entorno material. Puede decirse que al emplear su propia Jojmá, se
desconectaron de Keter, perdiendo así la salvaguarda que los hubiera
protegido y mantenido dentro del ámbito de la espiritualidad.

Jojmá y Biná...tan opuestos como inseparables

Enseña el Ari que Jojmá y Biná son inseparables. Estos atributos son llamados
dos amigos que nunca se separan (Zohar III, 4a) y son paralelos al cerebro,
dividido en los hemisferios derecho e izquierdo. Aunque cada uno posee su

21
propia identidad, ellos nunca se separan. Como hemos visto, Jojmá representa
una sabiduría indiferenciada, el hemisferio derecho no verbal, mientras que
Biná es la manifestación de esa sabiduría, el hemisferio izquierdo verbal. El
Sefer Ietzirá (1:4) dice, Comprende con Sabiduría y sé Sabio con Comprensión,
significando que para alcanzar los niveles más altos de percepción de Dios,
Jojmá y Biná deben ser utilizadas en conjunto.

Alternativamente, Jojmá y Biná corresponden respectivamente al cerebro, que


controla el proceso de pensamiento y al cerebelo que es responsable de la
coordinación muscular y del equilibrio del cuerpo. En este sentido, Jojmá
representa el intelecto general del hombre, la capacidad de dominar un tema y
de integrar sus principios fundamentales dentro de su proceso mental. Biná
indica la capacidad de dirigir el cuerpo basado en las órdenes de la mente.
Esto se logra a través de la capacidad de la mente para derivar información
adicional de los datos ya recibidos. Para poder buscar la espiritualidad, la
persona necesita de ambos.

Para ilustrar esto, en el nivel de Jojmá, cada ser humano sabe que existe un
Dios. Incluso aquellos que no buscan a Dios poseen un reconocimiento latente
de El. Incluso el autodenominado ateo posee un profundo sentido de Dios, si
bien oculto. Biná dirige la lucha para comprender y desarrollar este
conocimiento latente. Sin Biná, Jojmá no cumple ningún propósito.

La relación entre Jojmá y Biná también se encuentra expresada en la Kabalá


en términos de masculino y femenino. Para la formación de un ser humano, el
hombre aporta el esperma mientras que la mujer lo retiene en el útero durante
nueve meses hasta que emerge un niño completamente desarrollado. De la
misma manera, Jojmá toma la forma de una serie de hechos que pueden ser
colocados dentro del útero de Biná para ser desarrollados y transformados en
una estructura lógica completa. Vemos así que la fuerza creadora de lo
masculino puede llegar a fructificar sólo cuando es recibida, canalizada y
procesada dentro del útero femenino. Esto es consistente con la relación entre
una Sefirá y un Partzuf . La Sefirá de Jojmá corresponde al Partzuf de Aba
[Padre], mientras que Biná corresponde a Ima [Madre]).

En otro sentido, Jojmá alude al pasado, mientras que Biná se refiere al futuro.
Esto puede verse en las palabras hebreas para masculino y femenino. La
palabra hebrea para masculino es ZaJoR , que está compuesta por las mismas
consonantes que ZoJeR (recordar). Femenino en hebreo es NeKeVá , que
contiene las mismas consonantes que NiKeV (agujerear; penetrar). De modo
que lo masculino recuerda el pasado, mientras que lo femenino penetra en el
futuro. Tanto Jojmá como el pasado pueden ser explicados en términos de la
información que tenemos.

El futuro, por otro lado, existe sólo en nuestras proyecciones imaginarias, que
son producto de Biná. Debemos por tanto emplear nuestra Biná para poder ver
allí.

Trabajar los atributos de Jojmá y Biná

22
Es apropiado que el hombre se parezca a su Creador, pues entonces se hace
digno de su "imagen Divina". Si su parecido con la imagen espiritual sólo fuese
corporal, sin el desarrollo de las características espirituales relacionadas,
estaría falsificando la exaltada forma que posee, obteniendo el título de "una
bella forma con actos detestables", pues las acciones del hombre son la forma
espiritual y la imagen Divina. ¿De qué sirve la "imagen Divina" física del
hombre si en sus acciones no se parece a su Creador? Corresponde por tanto
que el hombre se asemeje en sus acciones y actos a la [Sefirá de]

Jojmá

Uno debe esperar que Dios le imparta Su conocimiento al hombre, para que el
hombre pueda alcanzar percepciones más claras de la Divinidad. Más aún, la
persona debe estar siempre deseosa de compartir su conocimiento con los
demás.

El versículo afirma (Salmos 104:24), "Todo fue creado con Jojmá". Así, todo en
el mundo refleja la sabiduría de Dios. Con este conocimiento, la persona debe
centrar sus pensamientos en cómo beneficiar a los demás, buscando siempre
maneras de ayudarlos. Así como un padre siente compasión por sus hijos,
cada persona tiene la responsabilidad de ser compasiva hacia los demás, al
igual que hacia todos los niveles de la Creación - mineral, vegetal y animal.
Uno debe cuidar el medio ambiente dado que ello refleja a Dios y a Su
Sabiduría.

Biná

Para perfeccionar el atributo de Biná, uno debe arrepentirse constantemente. El


arrepentimiento está asociado con Biná, con el corazón y con el sistema
sanguíneo.

Daat, la unión perfecta

Daat [Conocimiento]

Como hemos visto, Jojmá impregna a Biná, el útero, que almacena el pasado y
da nacimiento al futuro.

Pero, aunque podemos recordar el pasado y quizás anticipar el futuro es sólo el


presente lo que conocemos . Daat (Conocimiento) es producto de la
confluencia de Jojmá y Biná. El momento presente, ubicado en la transición
entre el pasado y el futuro, corresponde a Daat.

Daat representa así la idea de la unión perfecta entre los opuestos. Es por esta
razón que la Torá utiliza este término en referencia a las relaciones conyugales,
como en el versículo (Génesis 4:1) , Y Adán conoció a Eva. No existe relación
más íntima que aquélla en que el esposo y la esposa dos opuestos se conocen
uno al otro. Mediante las relaciones maritales, el esposo y la esposa se vuelven
una sola carne (ibid. 2:24) y pueden concebir un hijo que será la unificación

23
tangible de sus propias características. Así la unión del marido con la esposa y
el hijo nacido de esa unión, encarnan el concepto de Daat.

Daat es también una manifestación especial de Keter. Esto puede verse en el


hecho de que casi nunca encontramos juntos a Keter y Daat en una misma
representación del orden Sefirótico . Siempre que Keter es contado entre las
Diez Sefirot , Daat es excluido y viceversa.

El Ari trata en numerosos lugares con respecto a la relación mutuamente


excluyente de Keter y Daat. Keter y Daat son respectivamente manifestaciones
internas y externas del mismo concepto. Keter, como hemos visto, es
equivalente a nuestra voluntad más básica y a nuestro impulso interno más
inviolable. Daat, por otro lado, es el nivel del intelecto que empleamos para
conectarnos con el mundo.

Con relación a Jojmá y Biná, Daat representa una manifestación externa.


Jojmá y Biná son procesos completamente internos, llamados las cosas
ocultas, mientras que Daat es la capacidad de expresar a los demás esa
actividad interna. Así, Jojmá y Biná y, en un grado mayor Keter, son las fuerzas
que yacen detrás de los procesos internos del pensamiento, mientras que Daat
está detrás de la capacidad de comunicar eficientemente nuestros
pensamientos.

Expresado en términos de la conciencia humana, Jojmá representa aquello que


podemos llamar pensamiento puro e indiferenciado, el cual aún no ha sido
separado en ideas o conceptos diversos. En el nivel de Jojmá encontramos los
axiomas más básicos de la existencia en una suerte de unidad prístina. Biná es
el nivel que sigue inmediatamente a Jojmá. Representa el poder de
diferenciación, la capacidad de escrutar y realizar distinciones lógicas. En este
sentido, Biná es el sistema de lógica mediante el cual los axiomas básicos de
Jojmá son delineados y definidos. Daat puede llamarse lógica aplicada, la
manifestación de esa mente interna.

Así, Daat es la capacidad de comunicar aquello que conocemos. Esto puede


verse en la definición Talmúdica de una persona sordomuda. El Talmud
(Jaguigá 2b) afirma que el sordomudo no posee Daat. Es posible que tenga los
poderes del intelecto, pero mientras le falte la capacidad de comunicar su
conocimiento al mundo, es considerado como si no tuviese Daat. Por otro lado,
en el momento en que puede comunicarse, así sea a través de la escritura o
por señas, ya no es más considerado un mudo de acuerdo con la ley judía.
Vemos así que la capacidad básica para comunicar y desarrollar una relación
inteligente con el mundo externo es función de Daat (Likutey Moharán I, 25:1) .

Juntos, Jojmá, Biná y Daat constituyen los procesos mentales básicos que
subyacen toda expresión creativa. Pero, aunque ellos puedan representar los
niveles más abstractos de la mente, de hecho derivan del impulso primario de
Voluntad (Keter), que es mucho más sutil y abstracto y que trasciende los
axiomas y la lógica de la creación. Keter contiene a Jojmá, Biná y Daat dentro
de sí en una unidad trascendente. Esto se expresa en una muy poderosa

24
guematria (equivalente numérico): el total del valor numérico de Jojmá (73) más
Biná (67) más v´Daat (480) es 620, que es el valor exacto de Keter .

Daat: La construcción interior

Daat: El Santo Templo

Moisés recibió la orden de construir el Santuario en donde se revelaría sobre la


tierra la Presencia Divina de Dios. ¡Mira! le dijo Dios: Yo he llamado a Betzalel...
Yo lo he dotado con un espíritu Divino, con Jojmá (Sabiduría), Tevuná
(Comprensión) y con Daat (Conocimiento)... (Exodo 31:2-3) . Rashi define a
Daat como Rúaj HaKodesh , inspiración divina. Cuando los poderes de Jojmá y
de Biná se combinan, se obtiene Daat (Conocimiento) y se construye un
Santuario. Esto también puede lograrse a nivel individual. Toda persona es
capaz de construirse a sí misma como un Santo Templo en el cual puede
manifestarse el Rúaj HaKodesh .

Así enseñó el Rebe Najmán (Likutey Moharán I, 13:1) ,

Adquirir Daat es comparable a la construcción del Santo Templo, mientras que


la ausencia de Daat corresponde a su destrucción.

Por ende, el objetivo del hombre debe ser buscar Daat y construir su propio y
personal santuario de espiritualidad, en donde pueda revelarse la Divinidad.

Como hemos visto (Capítulo 14) , Daat es la manifestación externa de Keter.


Es una cuasi- sefirá que debe ser formada mediante la confluencia de Jojmá y
Biná. De hecho, la principal rectificación de todo lo dañado en este mundo
proviene de la construcción del intelecto de Daat. El Rabí Natán explica que la
razón principal de esto radica en el pecado de Adán al comer del Etz HaDaat ,
el Arbol del Conocimiento del Bien y del Mal. Dado que el daño que él generó
con ese pecado se produjo en el ámbito de Daat, también su rectificación debe
provenir de Daat (Likutey Halajot, Kriat HaTorá 6:11) .

Daat, la fuerza de vivir en presente

Enseña el Rebe Najmán:

Jojmá es el intelecto potencial; Biná es el intelecto lógico; Daat es la sabiduría


adquirida (Likutey Moharán I, 25:1) .

Jojmá es la primera revelación del intelecto. Es el intelecto potencial, pues aún


se encuentra indiferenciado. Biná es el proceso de pensamiento lógico a través
del cual se manifiesta Jojmá. Finalmente, cuando aquello que ha sido
absorbido y comprendido puede ser aplicado en un nivel práctico , uno ha
alcanzado Daat.

Daat: El Bulbo Raquídeo y la Médula Espinal

25
Esto puede comprenderse mejor recordando que Daat es un paralelo del bulbo
raquídeo y de la médula espinal. Todo lo procesado por el cerebro se
manifiesta en la respuesta del cuerpo frente a la dirección del cerebro. La
médula espinal, siendo una extensión del bulbo raquídeo, refleja la capacidad
de Daat de recibir de Jojmá y Biná. Como hemos visto, Jojmá representa el
pasado mientras que Biná representa el futuro. Daat es la fuerza del presente,
el aquí y ahora, donde interactuamos con las fuerzas que nos rodean. Como tal
es sólo a través de Daat que podemos verdaderamente llegar a ser
conscientes de la Divinidad que nos rodea y nos conforma.

Para aprender cómo llegar a ser conscientes de la espiritualidad a través de


Daat, recordemos que en la estructura de las Sefirot , Jojmá se encuentra del
lado derecho y Biná del lado izquierdo .

Los lados derecho e izquierdo corresponden respectivamente a Jasadim


(Bondad) y Guevurot (Juicios). Anteriormente explicamos [entrega 8.2] que
Jojmá, que es el aspecto masculino, se une con Biná, el aspecto femenino,
para crear Daat. La combinación de Jojmá y Biná es crucial para el
funcionamiento del Daat.

A nivel práctico, si intentamos estructurar nuestras vidas sólo con la bondad,


nos sentiremos abrumados e incapacitados para funcionar.

Si tratáramos de vivir una vida regida puramente por el juicio no podríamos


existir, pues toda mínima desviación de las responsabilidades demandaría un
grave castigo. Así, el equilibrio entre la bondad y el juicio es algo crucial para
una existencia sana.

De la misma manera, alcanzar la mezcla perfecta de amor y de respeto a Dios


(Jesed y Guevurá) es equivalente a alcanzar Su conocimiento.

El amor nos permite entregarnos de manera irrestricta, mientras que el respeto


nos ayuda a mantener la distancia apropiada necesaria para servir a Uno tan
exaltado como Dios.

Daat crea también un equilibrio saludable en las relaciones humanas. Daat


representa la compasión, estado en el cual la bondad y la restricción son
ejercidas de manera simultánea. Un ejemplo de esta combinación puede verse
claramente en la manera sabia de disciplinar a un niño. Un padre puede
castigar duramente a su hijo para descargar su propia ira, o puede evitar
castigarlo, por temor a generar un mayor antagonismo. Cualquiera de estos
comportamientos va en detrimento del niño. La disciplina administrada en
forma ordenada puede ser empleada de manera tal que el niño comprenda cuál
es el comportamiento inaceptable y cómo debe comportarse en el futuro. La
restricción es utilizada en su forma de castigo pero combinada con el amor al
niño. Esta es la verdadera compasión, la compasión creada mediante Daat.

Dáat, la búsqueda del centro

Adaptado de material de clases de Ben Itzjak por ruthshira@tora.org.ar

26
El hombre tiene, por definición, una tremenda necesidad de entender. Pero
existe una contradicción entre nuestra extrema necesidad de entender y lo que
pasa a nuestro alrededor: en el mundo, en la historia... En pocas palabras: ¿por
qué pasa lo que pasa? ¿Verdaderamente logramos entendernos a nosotros
mismos, al prójimo, etc.? Y más aun: ¿qué es lo que nosotros realmente
hacemos para entender? Intentemos definir esta notable contradicción: nuestro
desarrollo, por ahora llamémoslo mental o analítico, suele ser mínimo, y, por
consiguiente, como nuestra capacidad de analizar la compleja realidad es
mínima, nos resulta imposible llegar a definir lo que podríamos llamar como
verdadero.

Nuestra necesidad de entender también podría ser considerada como la


imperiosa necesidad de saber qué es lo correcto, qué es lo que esencialmente
deberíamos hacer, para qué estamos aquí, qué es lo que hemos venido a
hacer al mundo, qué es lo que Di´s quiere de nosotros.
Por otro lado, estamos todo el tiempo experimentando, dejándonos guiar por la
intuición, por nuestras voluntades aprendidas.

Cuando yo puedo decir con absoluta certeza: esto es lo correcto y esto es lo


que debo hacer, es porque el proceso en proceso de análisis he superado al
"yo pienso", al "yo creo", al "me parece" y al "me gusta..". Digamos que he
ejercido una energía mental que me ha llevado a una conclusión clara y
objetiva y, en consecuencia, puedo decir esto es lo correcto y es lo que yo
debo hacer sin lugar a dudas.

Sufrimos mucho por nuestra incapacidad de entender y se nos va la vida en


esto: porque cuando no entendemos estamos picoteando acá y allá, probando,
cambiando, frustrándonos.

Y, además, únicamente cuando el hombre está en lo correcto, en su verdad, en


su lugar, en su espacio y en su tiempo, recibe ayuda de los Cielos. ¡Ahí todo
funciona! En cambio, cuando se corre de un lugar a otro, cuando la brújula
interna se ha extraviado, nada funciona. Vamos en contra de la corriente,
chocamos contra muros espirituales, energéticos; nos vamos cayendo, nos
tropezamos porque no es lo nuestro, no tenemos que estar ahí. Más cuidado:
no actuamos de este modo porque somos mala gente sino porque simplemente
no sabemos cómo hacerlo diferente, no hemos podido escudriñar de un modo
suficiente el por qué de todo lo que pasa a nuestro alrededor.

En el pensamiento de Torá, esta energía o esta llave para entender es llamada:


Dáat (dalet, ain, tav).

El Dáat es una fuerza mental que la mayoría de nosotros no utilizamos porque


no hemos sido educados para utilizarla y porque ser autodidacta en este
campo es casi imposible.

El Dáat es lo único que nos puede sacar del "yo pienso que", "yo siento que",
"yo creo", "me parece" en el que nosotros vivimos, de esa sopa de
sentimientos, intuiciones y gustos en la que intentamos estar con nuestro cuello
fuera para poder seguir sobreviviendo.

27
En los textos místicos de Israel, la esencia de Moisés está asociada con el nivel
del Dáat. No resulta curioso entonces que en el camino desde Egipto al Sinaí,
de la esclavitud a la Torá, Moisés haya debido enfrentarse a Amalek, cuyo valor
numérico es similar al de la palabra hebrea safek, duda. Moisés, el Dáat,
derrota a la duda permanente que nos habita, al safek (Éxodo 17).
Hay un texto talmúdico impresionante que está en el Tratado de Nedarím, del
Talmud de Babilonia, página 41. Allí encontramos un pasaje del libro del
Deuteronomio en el que se explica que, si Israel se desvía completamente del
camino, de su lugar y de su esencia, recaerá sobre el pueblo la maldición
definida en la Torá como: "bejoser kol" : "desprovisto de todo".

Esta maldición, "desprovisto de todo", es definida en el Talmud por Rab Nájman


dice como el nivel de la carencia absoluta. Se trata del nivel en el que la
persona simplemente "no tiene Dáat".

O sea, aquella persona que no tiene Dáat no tiene nada.

Abáie, otro sabio, dice también en el Talmud que la máxima pobreza se alcanza
cuando el individuo carece del nivel de Dáat.

El Talmud también enseña: "En occidente dijeron (para el Talmud de Babilonia,


Babilonia está ubicada en Oriente, e Israel es Occidente): El que tiene el Dáat,
todo lo tiene; el que no lo tiene ¿qué tiene? El que lo adquirió ¿qué le falta?. Y
el que no lo adquirió ¿qué adquirió?".

Rashi, el exegeta clásico, acerca de este texto comenta: el que tiene Dáat tiene
absolutamente todo y no le falta definitivamente nada.

Lo que los sabios del Talmud nos revelan aquí es que el Dáat es la principal
energía del hombre, o sea, es lo que define el todo o la nada.
Lo que en el Talmud nos revelan es que aquella persona que posee el nivel del
Dáat es una persona rica, íntegra, completa, a pesar de que le falte todo el
resto, porque el que tiene Dáat no le falta nada. Y, por el contrario, la persona
que tenga todo a escala material, pero que no tenga Dáat, en realidad no tiene
nada. La pobreza, cuando es la expresión de la falta del Dáat, es la pobreza
esencial.

Otra de las cosas que los sabios nos revelan es que el Dáat es la energía que
permite adquirir, poseer. Cuando ellos dicen: "quien tiene Dáat tiene todo y
quien no tiene Dáat no tiene nada", en realidad nos están enseñando que
únicamente a partir de la energía del Dáat, se puede adquirir, o sea, se puede
lograr que algo que no era mío pase a mi propiedad esencial.

El Dáat es lo que me permite adquirir y comprar, y por eso resulta lógico,


entonces, que una persona que no tiene Dáat, no puede comprar nada
tampoco a nivel legal, o sea, un niño no puede comprar porque no tiene Dáat.
¿Qué significa "comprar y vender" y "adquirir"?

28
Es cuando yo renuncio a algo a tu favor y este intercambio, ante todo, es
mental; algo que era mío pasa a ser tuyo y yo entrego otra cosa, para asumir o
tomar posesión sobre algo que me estás dando.

Ahora bien, y requerimos en este caso de vuestra máxima atención: cabe


preguntar: si el nivel del Dáat es lo que permite comprar y adquirir ¿cómo
podemos llegar a "tener" Dáat antes de poseerlo? En pocas palabras: sino
tengo Dáat, como puede adquirir y obtener mi Dáat. Esto se presenta,
aparentemente, como una contradicción.

La respuesta la trae el Rey Shlomó cuando dice que el Dáat proviene - según
el lenguaje exacto - Mipiv (de la boca del Creador) Dáat UTevuná, es decir, el
Dáat lo recibimos directamente de Di´s y creo que deberíamos entenderlo así:
sabemos que la Neshamá, el alma, que tenemos proviene directamente del
aliento que Di´s insufló en nosotros. "Aliento de vida", dice la Torá. En ese
insuflar aliento de vida, en ese darnos vida, o lo que nosotros llamamos: puso
en nosotros un alma, eso incluye también el Dáat, que es lo más elevado de
esa Neshamá.

El problema es que aunque lo tenemos, esta en nosotros en potencia, y la


pregunta es si lo transformamos en una energía utilizable, en algo que día a día
nos sirva para vivir.

Por lo tanto, la llave principal no está afuera, según nos revelan los sabios. Esa
llave ya habita en nosotros, es un tesoro que tenemos, y no hay ningún
maestro que nos pueda transmitir el Dáat desde afuera.

Es cierto, un buen maestro de Torá no puede ofrecerte Dáat, pero puede y


debe guiarte hacia como llegar a ejercer el Dáat, como bucear en las
profundidades de nuestra Neshamá para poder llegar a esta energía y
transformarla en algo relevante.

Tratemos de transparentar nuestra dinámica interior, y resumiendo para poder


construir sobre la base de estos cimientos que nos pertenecen digamos que:
Nosotros estamos todo el tiempo "queriendo cosas", el ratzón (voluntad), hace
que el hombre por naturaleza esté todo el tiempo queriendo y necesitando. El
estar vivo, muy probablemente, pueda identificarse con el querer. Todo el
tiempo que quiero algo estoy vivo. Profundicemos más todavía: ¿dónde
estamos nosotros ahí? ¿Qué significa ese "yo quiero" permanente que nos
habita? Esa voz ¿soy realmente "yo" o son mis voluntades aprendidas
disfrazadas de mi yo esencial?

Hay que poder separar esto, desmembrarlo y abrirlo.

Hay que tener mucho cuidado en esto, es un tema muy delicado, y toda
nuestra vida espiritual depende de esto. Normalmente los "yo quiero..."
aprendidos de la educación recibida, la televisión, la radio, etc, etc, tapan con
una cantidad increíble de cáscaras mi "verdadero yo" y estoy tan identificado
con mis voluntades aprendidas que finalmente no sé dónde estoy ni quién soy.
Evidentemente, si lo figuramos en la mente, el Dáat está en el centro del yo

29
asfixiado por una enorme cantidad de voluntades aprendidas.
Todo el tiempo que el ratzón (voluntad) funciona de modo enloquecido, el Dáat
no funciona.

Por supuesto, estamos todavía hablando a escala general, pero para


aproximarnos al tema podemos decir que: todo el tiempo que yo quiero... (al
nivel ese que hemos definido, yo quiero una manzana, yo quiero una casa, yo
quiero un trabajo, y que ahí se nos va la vida...), todo el tiempo que yo estoy
detrás de todo eso, el Dáat no tiene espacio.

Únicamente cuando yo puedo decir: no me interesa lo que quiero sino que


me interesa lo que debo, me interesa lo que es correcto para mí, y logro
deshacerme por un instante de las voluntades aprendidas, entonces
únicamente ahí le doy lugar al Dáat, es decir, le "paso el micrófono" para que
hable y se exprese.

Es mucho más "fácil" dejarse arrastrar por ese torrente de voluntades que van
decidiendo por nosotros, que enfrentarse a la corriente, parar este torrente y
decir: no te escucho, no me quiero guiar por vos, no me interesa lo que opinas,
y quiero objetivamente determinar lo que es correcto para mí, en este tiempo y
en este espacio.

Nosotros sabemos y entendemos que el mundo tiene Sentido y que tenemos


una Misión, y que existe una Voluntad Primaria y que estamos aquí para algo.
Y es obvio que podemos decir: qué es lo que debo, porque toda persona en su
interior sabe qué debe hacer y para qué vino al mundo. La sensación de estar
en deuda no es necesario explicarla; el hombre es un ente que se siente en
deuda, el hombre es un deudor existencial, o sea, el hombre sabe que esta
aquí para cumplir una misión determinada. El hombre tiene eso que llamamos
matzpún (conciencia, palabra hebrea relacionada con la "brújula") y sabe que
está aquí para algo y se siente mal perdiendo su tiempo.

Todo el tiempo que nosotros no podamos - se agrega aquí un concepto -


ejercer la contemplación, lo cual significa: detenerme, contemplar la situación
específica que me toca vivir, reflexionar acerca de esta situación particular
(dado que es única), no tengo ninguna posibilidad de parar el torrente de
voluntades. Cuando contemplo y digo: ¿y ahora qué, cómo sigo?,
automáticamente las voluntades me quieren venden baratijas, pero yo puedo
decir: ¡No, hoy no compro nada! ¡Hoy quiero lo más caro, lo más preciado, lo
esencial!

Obviamente, hacer esto es muy trabajoso y es mucho más fácil dejarse tentar
por las baratijas, además: ¡todos compran baratijas y todos viven! Aunque,
claro, deberíamos en algún momento definir qué significa vivir...
Para llegar a querer hacer lo que debo, tiene que haber una actitud
contemplativa, reflexiva y ese es el primer paso cuando venimos desde afuera
y estamos en búsqueda del centro.

Daat: Saber qué es el bien

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No todo lo que expresamos con nuestros labios es digno de ser llamado habla.
El Rebe Najmán enseña que sólo aquellas palabras que son aceptadas pueden
ser consideradas habla. Esto se comprende a partir del versículo (Salmos
19:4), No es considerado ni habla ni palabras cuando [lo que es dicho] no es
escuchado. Si nuestras palabras contienen bien, serán aceptadas, pues la
gente tiende por naturaleza a buscar el bien. Las palabras que carecen de bien
son en general rechazadas. Para saber qué es el bien, necesitamos Daat. Sólo
si introducimos Daat en nuestro hablar serán aceptadas nuestras palabras
(Likutey Moharán I, 29:1).

Aquí el Rebe Najmán ensalza la importancia del buen hablar. Bueno es un


término relativo. Uno puede recorrer todo el espectro de la vida y encontrar que
el bien tiene innumerables niveles.

En muchos casos el mal puede disfrazarse de bien, lo que da como resultado


todas las mentiras que son aceptadas junto con un hablar verdadero y bueno;
pero todos están de acuerdo en que las calumnias y otras clases de hablar
denigrado no son buenos. Estas clases de habla ejercen un fuerte efecto
negativo sobre la persona que las articula aparte del daño que causan a quien
las escucha y a la persona calumniada. Por ende, es necesario definir el bien
que uno debe introducir en su hablar.

Cuando el Rebe Najmán habla de introducir Daat dentro del habla, se refiere al
conocimiento y al reconocimiento de Dios. Existen muchas maneras de
acceder al reconocimiento de Dios, incluso en temas mundanos. Uno puede
llegar a reconocerlo a través de la alegría, del temor, de la plegaria, del amor o
de cualquiera de las muchas emociones e incluso frustraciones que una
persona puede experimentar.

Es necesario estimular conscientemente nuestro intelecto para reconocer a


Dios. Con la conciencia de Dios, automáticamente introduciremos Daat en
nuestras palabras.

Jesed: la fuerza del amor

El amor es quizás la más poderosa de las emociones. El amor puede ser tan
abrasador que nada puede interponerse en su camino. El Rey Salomón
comprendió muy bien esto cuando dijo (Cantar de los Cantares 8:7), Muchas
aguas no pueden extinguir el amor. Esto se debe a que el amor humano está
enraizado en el Atributo Divino de Jesed (Bondad).

Debido a que Dios derrama constantemente Su bondad sobre la Creación, los


sentimientos de bondad y de amor abundan siempre en el mundo.
Ellos pueden llevar al hombre hacia alturas increíbles, o hacia el más profundo
de los abismos.

El amor al dinero puede llevar a una persona a poner en riesgo su propia vida o
la vida de aquellos que se encuentren en su camino. La inmoralidad sexual es
una perversión del amor; generalmente trae como resultado la destrucción de
los hogares e hijos ilegítimos o no deseados. El amor al poder, tan frecuente en

31
los anales de la historia, ha ocasionado guerras y derramamiento de sangre en
gran escala. Por el contrario, el mismo atributo de amor, aplicado
correctamente, puede construir un matrimonio saludable y un hogar cálido y
comprensivo. Puede llevar a la persona a las alturas de la creatividad en
beneficio de toda la humanidad.

Así, el tremendo poder del amor tanto en sus aspectos constructivos como
destructivos puede explicarse mejor en el hecho de la cercanía de Jesed con
Biná (Jesed se encuentra inmediatamente detrás de Biná; ver Apéndice C). Las
Sefirot superiores (Keter, Jojmá y Biná, las mentalidades) están ocultas y la
primera manifestación de sus tremendos poderes en las Sefirot inferiores, se
produce en la Sefirá de Jesed, que implica salir hacia los demás y avanzar
hacia los otros para su beneficio. Visto de otra manera, Jesed está más arriba
que Guevurá, indicando que se encuentra más arriba y más allá de la
restricción, lo que evidencia el gran poder del amor. Como hemos visto a lo
largo de este libro, existe un equilibrio entre el bien y el mal sea cual fuere el
poder que existe para el bien, ese mismo potencial existe para el mal. Así, si el
amor no es debidamente controlado a través de Guevurá, es decir, del temor a
Dios puede llegar a ser muy destructivo. Si el amor es adecuadamente
controlado, se vuelve la herramienta más efectiva para la construcción de la
humanidad y de la paz. Así dice el versículo (Salmos 89:3), El mundo se
construye con Jesed.

Aquél que difunde el amor y trae la paz entre las personas produce grandes
rectificaciones Arriba (Likutey Moharán I, 75:4).

Guevura

El "Arbol Sefirótico de la Vida" se representa tradicionalmente en tres


columnas: derecha, izquierda y centro.

A la derecha, correspondientes al cerebro derecho, el brazo derecho y la pierna


derecha respectivamente, se encuentran Jojmá, Jesed y Netzaj.

A la izquierda, correspondientes al cerebro izquierdo, el brazo izquierdo y la


pierna izquierda, están Biná, Guevurá y Hod.

En el centro, correspondientes al bulbo raquídeo, la espina dorsal y los órganos


sexuales están Keter, Tiferet, Iesod y Maljut. La cuasi-Sefirá de Daat se incluye
entre las Sefirot cuando Keter no está presente y viceversa.

En la Kabalá, la "Derecha" representa el concepto de la irrestricta e


incondicional Misericordia, Amor e Iluminación. La "Izquierda" representa el
concepto de restricción y de un dar condicionado (dependiendo del recipiente y
de su capacidad para recibir). El "Centro" representa el equilibrio sinergético
óptimo de las dos polaridades.

El concepto de derecha, izquierda y centro está aludido en la Introducción al


"Tikuney Zohar" (p.17a), llamado "Petijat Eliahú" (El Discurso de Elías), que
aparece en muchos Sidurim:

32
Estas Diez "Sefirot" se ordenan de acuerdo a tres columnas. La columna de la
derecha es "larga" [porque representa el amor y la bondad]. La columna de la
izquierda es "corta" [porque representa el juicio y el poder de restricción]. La
columna del centro o cuerpo se dice que es "intermedia" [porque representa la
misericordia, la armonía perfecta entre el amor y la restricción].

[De esta manera las Diez Sefirot sirven como conductos a través de los cuales
Dios regula Su interacción con los seres humanos de acuerdo con sus
acciones]. Por sobre todo, sólo está Él Quien las dirige, pero a Él ningún poder
lo dirige ni por encima ni por debajo, ni de ningún lado.

Si el amor no es debidamente controlado a través de Guevurá, es decir, del


temor a Dios puede llegar a ser muy destructivo. Si el amor es adecuadamente
controlado, se vuelve la herramienta más efectiva para la construcción de la
humanidad y de la paz.

A nivel práctico, si intentamos estructurar nuestras vidas sólo con la bondad,


nos sentiremos abrumados e incapacitados para funcionar. Si tratáramos de
vivir una vida regida puramente por el juicio no podríamos existir, pues toda
mínima desviación de las responsabilidades demandaría un grave castigo. Así,
el equilibrio entre la bondad y el juicio es algo crucial para una existencia sana.

De la misma manera, alcanzar la mezcla perfecta de amor y de respeto a Dios


(Jesed y Guevurá) es equivalente a alcanzar Su conocimiento. El amor nos
permite entregarnos de manera irrrestricta, mientras que el respeto nos ayuda
a mantener la distancia apropiada necesaria para servir a Uno tan exaltado
como Dios.

El conocimiento de que la mezcla entre las fuerzas opuestas (Jesed y Guevurá)


es algo necesario para mantener la creación puede ayudarnos a comprender
cómo la Divinidad está presente en este denso planeta material. El principio
básico de la existencia es que Dios permea toda la Creación, desde los niveles
más elevados hasta los más bajos. Por un lado, cuanto más elevado sea el
nivel al que la persona ascienda, más grande será la revelación de Divinidad
que experimente y más será atraída hacia lo espiritual. Por otro lado, en los
niveles inferiores de existencia, la presencia de Dios se hace cada vez más
oculta, hasta que en el más bajo de los niveles da la sensación de que Él no
existe, Dios no lo permita.

Dado que Jesed y Guevurá son las "Sefirot" que sirven de interfase
directamente con los "mojín" (los poderes del intelecto), ellas expresan
pensamientos. El nivel de los pensamientos de una persona representa el
límite de su capacidad espiritual, de su alcance. Sus pensamientos
determinarán cuánto Jesed y Guevurá utilizará, dependiendo de su nivel. Las
manos, representadas por Jesed y Guevurá, también expresan pensamientos
mediante los movimientos y gestos con los cuales tienden a acompañar las
palabras. Las manos siempre se están moviendo; "hacia qué" lado se muevan
depende de las intenciones de la persona.

33
Por esta razón el Talmud declara (Shabat 14a), "!Manos activas!" pues ellas
están expresando constantemente nuestras emociones internas. Así las manos
no sólo expresan el límite físico externo, sino también nuestra capacidad
espiritual. Como veremos, en ningún otro lugar es esto tan evidente como en la
plegaria y en la fe.

En la estructura de las Diez Sefirot, Jesed (Bondad) hacia la derecha y


Guevurá (Juicios) hacia la izquierda, vienen inmediatamente después de Biná.
Biná, directamente por sobre Guevurá, es de hecho la fuente de todos los
juicios, como en (Proverbios 8:14), Yo soy Biná; la fuerza [Guevurá] es mía.
Más aún, sabemos que Biná está enraizada en el corazón, que se sitúa
levemente hacia la izquierda del cuerpo (Zohar I, 10b; Likutey Moharán I, 41). A
partir de esto podemos comprender que Biná, como fuente de Guevurá
(fuerza), indica que el corazón tiene un tremendo poder que, apropiadamente
canalizado, es capaz de dirigir a la persona hacia Dios.

El Rebe Najmán enseña así que cuando alguien despierta su corazón para
servir a Dios, tanto la fuerza como los juicios (que se encuentran en el corazón)
lo inspiran con cálidas palabras.

Conceptualmente, los juicios que uno enfrenta son los sufrimientos que uno
debe soportar (por ejemplo, los problemas familiares, la confusión, las dudas, la
adversidad. Estos juicios inspiran a la persona para que examine sus
pensamientos y sus acciones, para ver si están enraizados en el bien o, Dios
no lo permita, en el mal. Una vez que ha contemplado la verdad de sus
acciones, y se ha visto estimulado a cambiar su comportamiento, o bien sus
buenas acciones lo han inspirado a realizar más actos buenos, puede entonces
llorar ante Dios, con cálidas palabras de plegaria y con absoluta verdad
(Likutey Moharán I, 38:5; ver también ibid. 15:2). Este despertar del corazón
en la plegaria mitiga los juicios, pues servir a Dios con verdad en el corazón
revela la elección (es decir, el buen juicio y sinceridad) de los deseos de la
persona. Sus palabras de verdad actúan como guía para llevarla por el sendero
que finalmente aliviará sus sufrimientos. Así el acto de orar nos confiere el
poder de traer al mundo abundante bondad y bienestar, lo opuesto al juicio
(Likutey Moharán I, 45, 46).

El habla deriva del aspecto Divino de Guevurá, que denota fuerza y severidad.
Por tanto debe ser suavizada mediante el estudio de la Torá y la expresión de
palabras de bondad y de santidad. Este es el motivo por el cual debemos tener
especial cuidado en evitar todas las formas de hablar degradado, en especial
los comentarios peyorativos sobre otra gente. [Likutey Etzot]

Tiferet: El sendero del medio

La forma humana encarna también las Diez ´Sefirot´. El cráneo corresponde a


Keter, el hemisferio derecho del cerebro corresponde a Jojmá y el hemisferio
izquierdo corresponde a Biná. El bulbo raquídeo y la médula espinal
corresponden a Daat. El brazo y la mano derecha corresponden a Jesed; el
brazo y la mano izquierda corresponden a Guevurá; y el torso corresponde a
Tiferet. La pierna derecha y el riñón derecho corresponden a Netzaj; la pierna

34
izquierda y el riñón izquierdo corresponden a Hod; y la señal del santo Pacto, la
circuncisión, corresponde a Iesod. El espacio en el cual la persona se para (es
decir, los pies) representa su Maljut (Reinado).

Las siete ´Sefirot´ inferiores se corresponden con el cuerpo de la siguiente


manera (ver ´Innerspace´, Capítulos 4 y 7-9, para una exposición detallada de
las Sefirot):

Representación Representación
Sefirá
Física Conceptual
Jesed brazo/mano derecha dar
Guevura brazo/mano izquierda restringir
Tiferet torso armonia, verdad
pierna/riñon, testiculo
Netzaj victoria, duracion
derecho
pierna/riñon, testiculo
Hod sumision, majestad
izquierdo
Iesod organo sexual pacto , canal
pies, corona del
Maljut recibir, reciprocidad
miembro, pareja

En su estado ideal "rectificado" , las ´Diez Sefirot´ se ordenan en tres


columnas: derecha, izquierda y centro. Las columnas derecha e izquierda
representan fuerzas espirituales extremadamente poderosas y opuestas. La
columna derecha siempre representa misericordia y bondad, mientras que la
columna izquierda representa severidad, disciplina y restricción. La columna
derecha se caracteriza por un amor y aceptación incondicional y una voluntad
de trascender los límites mediante la unión de un yo con otro; la columna de la
izquierda enfatiza las obligaciones y las responsabilidades, determinando
límites y definiciones del yo. Mientras que cada columna por sí sola podría
parecer no tener nada que ver con la otra, en verdad, ellas son opuestos
complementarios. Esta relación se concreta en la columna del centro. Es
función de la columna central el sintetizar las fuerzas aparentemente opuestas
de la "derecha" y de la "izquierda" , generando armonía, unidad y paz. Cuando
la columna del centro funciona de esta manera, se dice que las Diez ´Sefirot´se
encuentran en un estado rectificado.

Hemos visto esto al tratar con Jojmá y Biná, las ´Sefirot´que definen las
funciones de la mente: la derecha (intuitiva, artística) y la izquierda (analítica,
lógica). Cada una por separado carece de perfección. Para alcanzar un estado
perfecto de equilibrio mental, la mente humana requiere de Daat, la confluencia
de Jojmá y Biná.

Un principio idéntico se aplica a todas las fuerzas humanas: la armonía se logra


cuando aprendemos a equilibrar los aspectos opuestos de nuestra
personalidad. De acuerdo con las enseñanzas antiguas, esto sólo puede
lograrse cuando la influencia unificadora de Jojmá, Biná y Daat (nuestra

35
Conciencia Divina Superior) fluye hacia abajo, hacia los "compartimientos"
opuestos de nuestras ´midot´(rasgos de la personalidad y emociones).

El torso encarna el concepto de Tiferet, la columna central de armonía y


verdad: representa el objetivo final de una vida armoniosa basada en la verdad.
El torso equilibra las tendencias extremas de los lados "derecho" e "izquierdo"
de nuestra personalidad. Mientras que Jesed (correspondiente a la mano
derecha), simboliza un dar y una aceptación incondicional, y Guevurá (la mano
izquierda) simboliza la justicia basada solamente en el mérito del receptor,
Tiferet (el torso) armoniza estos dos extremos. Es por esta razón que Tiferet es
llamado a veces "Rajamim" (misericordia) y a veces ´Mishpat´ (un juicio
apropiado y justo). Tiferet es así un Juicio Misericordioso (un juicio atemperado
con misericordia), el equilibrio final de dos aparentes opuestos.

Es por esto que la palabra hebrea para designar al juez es ´ShoFeT´. Su


función es juzgar entre dos partes en disputa y ayudarlas a llegar a un acuerdo
pacífico, lo cual es ´miShPaT´. Aunque nosotros como individuos podamos
percibir la verdad de maneras diferentes, el juez verdaderamente sabio puede
ayudarnos a reconocer y aceptar las vastas diferencias entre los litigantes y
puede incluso llegar a superar esas diferencias, de modo que podamos vivir
juntos en armonía. Esta es la manifestación de Tiferet.

El Rebe Najmán enseña que Tiferet, la columna central, corresponde a la


plegaria. La plegaria se asemeja a (Salmos 149:6) "una espada de doble filo
[que corta todas las barreras entre la persona y Dios]" . Al orar debemos
cuidarnos de no dirigir nuestra "espada" demasiado a la derecha, hacia Jesed,
ni demasiado a la izquierda, hacia Guevurá. Debemos mantenernos centrados
(Likutey Moharán I, 2:3).

El Rabí Natán explica esta enseñanza del Rebe Najmán: Abraham, Itzjak y
Iaacov encarnan las tres ´Sefirot´ de Jesed, Guevurá y Tiferet,
respectivamente. Abraham representa a Jesed, tal y como puede verse
claramente a través de sus bien conocidos rasgos de bondad y hospitalidad.
Itzjak es el paradigma de Guevurá, pues él estaba deseoso de realizar el auto
sacrificio más grande en aras de Dios. Iaacov es conocido como Tiferet, pues
integró en su vida los dos atributos, el de su padre y el de su abuelo.

Abraham tuvo dos hijos, Ishmael e Itzjak. Itzjak también tuvo dos hijos, Esaú y
Iaacov. En cada caso, el primogénito representa una especie de absorción
genética donde los ´siguim´ (impurezas) fueron separados en dos etapas a
partir de la simiente pura de los Patriarcas, de modo que finalmente, a través
de la tercera generación de los hijos de Iaacov, se estableció la santa nación de
Israel. Dicho de otra manera, Abraham e Itzjak "trabajaron juntos" , cada uno
desarrollando por completo su propio atributo, hasta que fueron capaces de
unirlos en Iaacov. Y así es como llegó a la existencia la nación judía.

Abraham le puso a su primogénito el nombre de Ishmael (en hebreo significa


literalmente, ´Ishma El´ : "Dios escuchará" ). Esto implica que Dios escucha
nuestras plegarias, tal como puede verse en las palabras del ángel de Dios a
Agar, la madre de Ishmael, al informarle que ella tendría un hijo de Abraham

36
(Génesis 6:11), "Le pondrás por nombre Ishmael, porque Dios ha escuchado tu
angustia" . Sin embargo, en este sentido, Ishmael alude también a la noción de
que todo aquello que necesitamos nos llega debido al Jesed de Dios (Bondad).
Aunque esto es absolutamente verdadero, da lugar a un gran error. Esta actitud
puede llevarnos a la errada conclusión de que no necesitamos esforzarnos
para lograr algo. "Dios ´Ya´ ha escuchado mi plegaria. ¿Para qué seguir
orando?"

Esaú representa el acercamiento opuesto. El nombre ESaU significa


"terminado" o "completo" , a partir de la palabra hebrea ´ASUi´ (literalmente
"hecho" ) (Rashi Génesis 25:25). "Esaú" simboliza al hombre en su propia "auto
imagen" , relacionándose con el mundo como si él fuera lo más importante y el
objetivo final de la vida. Fue Esaú quien preguntó:(Génesis 25:32), "¿Para qué
necesito la primogenitura?" indicando una negación de la Divina Providencia y
repudiando por tanto la plegaria. Es el poder de "Esaú" dentro de la persona lo
que la hace preguntar: "¿Para qué orar cuando mis plegarias son inútiles?
Dado que no existe providencia, mis plegarias no funcionarán" . Rechaza la
compasión de Dios, diciendo que Dios no escucha nuestras plegarias pues sólo
recibimos lo que merecemos.

Estas dos perspectivas, la de Ishmael y la de Esaú, cada una de las cuales por
sí sola debe ser rechazada, están simbolizadas en la ceremonia del ´brit milá´
(circuncisión). La circuncisión conlleva, ante todo, el retiro del prepucio. Este
tiene dos capas, una externa y otra interna. Existen por tanto dos etapas en la
mitzvá de la circuncisión: ´milá´ (literalmente "cortar" ), con lo cual se retira la
capa externa del prepucio; y ´priá´ (literalmente "revelando" ), que implica llevar
para atrás la fina membrana interna para "revelar" la corona. La capa externa
del prepucio representa una ´klipá´ (cáscara) de materialidad irredimible y que
debe ser totalmente rechazada y eliminada. La capa interna tiene
connotaciones más sutiles, pero sigue siendo una ´klipá´. Las circuncisión judía
no está completa sin ambas. Retirar el prepucio sin retraer la membrana fina
para revelar la corona es como no haber hecho la circuncisión en absoluto (Ioré
Deá 264:4).

Al aplicar esto a Esaú y a Ishmael, vemos lo siguiente: Esaú representa la parte


de la humanidad que no realiza ninguna clase de circuncisión. Esaú desdeña la
circuncisión y todo lo que ella representa, no habiendo razón alguna para
volverse a Dios. Ishmael, por el otro lado, realiza la circuncisión, pero sólo de
modo parcial. Él retira la capa externa del prepucio, pero deja intacta la capa
interna. Aplicando esto a la plegaria, Esaú representa esa parte de nosotros
que no quiere retirar el prepucio del corazón, mientras que Ishmael representa
esa parte en nosotros que trata, pero se detiene antes de completar el proceso.

El Rabí Natán explica este concepto en términos de la "espada de doble filo" de


la plegaria mencionada más arriba, y representada por Tiferet:

La persona debe tomar el camino equilibrado del centro. Debe aumentar


constantemente sus esfuerzos en la plegaria, sabiendo que ninguno de sus
ruegos es en vano; pero al mismo tiempo debe recordar que sin la bondad del
Santo, bendito sea, será incapaz de alcanzar nada, a pesar de todos sus

37
esfuerzos y devociones. Cuando hacemos nuestra parte, orando
constantemente por la salvación, el Santo, bendito sea, hace ciertamente Su
parte y en aras de Él Mismo nos agracia con Su bondad y nos redime.

Para alcanzar este equilibrio se necesita la práctica de la caridad (la cualidad


de Iaacov como en, "Justicia y ´Tzedaká´ [caridad] en Iaacov" (Salmos 99:4).
Es por esto que debemos dar caridad antes de orar. Al hacerlo, distribuimos
abundancia a través de nuestros propios actos de caridad y esto nos permite
elevar la calidad de nuestra plegarias. De la misma manera, nuestras plegarias
unidas a la caridad Le dan al Santo, bendito sea, motivo y razón para
responder nuestros ruegos y enviarnos la abundancia que buscamos (ver
Likutey Halajot, Najalot 4:23).

Iaacov, el progenitor de las doce tribus de Israel y la encarnación de la columna


del centro, representa el sendero medio de la verdad que armoniza los dos
extremos. Debemos seguir el sendero de Iaacov en nuestra oración y tener fe
en que Dios ha escuchado y aceptado nuestras plegarias. Pero aun así
debemos esforzarnos constantemente e intensificar nuestras plegarias pues
siempre hay mucho más por lo cual debemos orar.

El Rabí Natán explica que la verdad (Tiferet) es el principal catalizador que


permite transformar todo lo potencial en existente, pues "la verdad permanece,
pero no la mentira" (Shabat 104a). Si la persona se apega a la verdad, sus
ideas terminarán por actualizarse y perdurarán. Sin la verdad, sus actos,
aunque puedan llegar a fructificar, finalmente se volverán estériles (Likutey
Halajot, Matna Shejiv Mera 2:4). Está claro que ante todo debemos buscar la
verdad en todo lo que emprendamos. Entonces, cuando comencemos a
formular nuestros pensamientos y tomar los pasos necesarios para llevarlos a
la práctica, éstos podrán perdurar

Netzaj

El Tikuney Zohar describe las Diez Sefirot como un sistema unificado que Dios
permea y dirige tal como el alma permea y dirige al cuerpo. Los "miembros" del
"cuerpo cósmico" están ordenados de la siguiente manera:

Jesed [bondad y amor] es el brazo derecho, Guevurá [restricción] es el brazo


izquierdo y Tiferet [armonía] es el torso. Netzaj [dominio] y Hod [empatía] son
los dos muslos y Iesod [cimiento; canal] es la extremidad del cuerpo, el signo
del pacto sagrado. Maljut [reinado] es la boca [del santo pacto]. Es por tanto
llamado Torá She be´alPé ["Torá de la boca" o "Torá Oral" ]. [Por sobre estos
"miembros" está la "cabeza" en la cual] Jojmá [sabiduría] es el cerebro
[derecho], el asiento del pensamiento y Biná [comprensión] es el cerebro
[izquierdo] y el corazón, mediante el cual el corazón comprende. Respecto a
estos, está escrito (Deuteronomio 29:28),

"Los secretos pertenecen a Dios [correspondiendo a la Sefirá de Jojmá]


nuestro Señor [correspondiendo a la Sefirá de Biná]" . Keter Elión [corona
superna] es el Keter [corona] de Maljut [reinado], con respecto a la cual se ha

38
dicho (Isaías 46:10), "Yo [Dios] declaro el final [Maljut] desde el principio
[Keter]" .

Todo el sistema de Olamot y Sefirot fue creado como un filtro de la Luz de Dios
para permitir que el hombre pueda interactuar con Dios de manera segura, sin
ser abrumado. Tal como el cuerpo humano enmascara la intensidad del alma,
también las Sefirot enmascaran y ocultan la Luz de Dios.

Extendiéndose hacia abajo desde la extremidad inferior del torso, las piernas
son los pilares que soportan el cuerpo y el principal medio de locomoción del
hombre. En el plano espiritual, las piernas representan el límite inferior y más
externo del hombre.

Es mediante las piernas que el hombre se pone en contacto con el suelo físico.
Al empujar con sus piernas contra la tierra, el hombre es capaz de levantarse y
elevarse por encima de esa misma tierra. Las piernas corresponden a las
Sefirot de Netzaj y Hod. Juntamente con el órgano sexual, que corresponde a
Iesod, componen la tríada inferior de Sefirot. NeTZaJ viene de la raíz l
´NaTZeaJ, que significa tener dominio o victoria. HoD significa esplendor, pero
también está relacionado con el término HoDaá, admisión, y connota un estado
de sumisión. Netzaj es una extensión de Jesed, el atributo de dar. Sólo aquél
que tiene "control" sobre sí mismo es capaz de mostrar benevolencia hacia los
demás. Hod es una manifestación de Guevurá, el rasgo de restricción. Ambos
atributos son necesarios para lograr un equilibrio en la vida, pues uno debe
saber no sólo cuándo refrenarse, sino también cuándo consentir con lo de los
demás. Utilizando ambas "piernas" , uno puede avanzar, confiado en la
"victoria" y en el éxito de su emprendimiento, al tiempo que lo equilibra con una
saludable conciencia de que hay veces en que uno debe restringirse frente a
fuerzas superiores a las propias.

El Rebe Najmán enfatiza cuán importante es equilibrar estas dos fuerzas


opuestas. En muchos lugares (ver por ejemplo Likutey Moharán I, 6:4) habla de
ser experto en "ir y volver" . Esto se basa en la visión de Ezequiel (Ezequiel
1:14), "Las "Jaiot" iban y volvían, con la apariencia de un relámpago" . La
capacidad de "ir" es necesaria en nuestro servicio a Dios, en esos momentos
en los cuales deseamos "elevarnos al cielo" (Salmos 139:8). La capacidad de
"volver" se requiere cuando nos vemos forzados a "hacer nuestro lecho en el
infierno" (ibid.).

Esto significa que si, por un lado, uno es digno de ascender a un cierto nivel, no
debe quedarse allí. No importa dónde uno se encuentre, nunca debe estar
satisfecho de su nivel. Uno es capaz de más, de modo que está obligado a
desarrollar y utilizar esa capacidad. Esto es Netzaj. Esta es la capacidad
necesaria para creer y saber que uno puede avanzar constantemente, cada
vez más.

Por otro lado, si uno debe caer, Dios no lo permita, entonces no importa cuán
lejos o en qué abismos uno haya caído, incluso si se encuentra en los abismos
mismos de la depravación, Dios no lo permita, nunca debe abandonar la
esperanza. Suceda lo que suceda, es necesario buscar y apelar a Dios para

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que nos ayude. Es necesario fortalecerse como uno pueda, allí donde se
encuentre. Dios puede ser hallado hasta en el más hondo de los abismos.
También allí debes unirte a Él y no darte por vencido. Esto es Hod. Esta es la
capacidad de volver, de encontrar a Dios incluso cuando te has visto forzado a
"hacer tu lecho en el infierno" , aceptando, incluso en la más desfavorable de
las circunstancias, Su Voluntad y sólo Su Voluntad.

Tus piernas tienen una fuerza tremenda. Aprende a utilizarlas. Practica el


mantenerte firmemente de pie. Cuando decidas avanzar, hazlo con convicción.
Afírmate. Cuando debas detenerte y dejar el paso, hazlo sin dudas ni pesar.

Dejar pasar implica comprender el secreto de la auto anulación. La pierna


derecha corresponde a la auto afirmación y la pierna izquierda a la auto
anulación. Caminar requiere de ambas. Cuando te afirmes, no dejes a Dios
fuera. Cuando debas anularte, no te engañes pensando que eres inferior. Los
más grandes Tzadikim conocieron el secreto de la auto anulación y en eso
yace su misma grandeza. Incluso con respecto a Dios se dice que:

Siempre que encuentres la mención de la grandeza de Dios y de Su


omnipotencia, también encontrarás mención de Su humildad. Esta idea puede
verse en la Torá, en los Profetas y en las Sagradas Escrituras.

Hod

El "Arbol Sefirótico de la Vida" se representa tradicionalmente en tres


columnas: derecha, izquierda y centro. A la derecha, correspondientes al
cerebro derecho, el brazo derecho y la pierna derecha respectivamente, se
encuentran Jojmá, Jesed y Netzaj. A la izquierda, correspondientes al cerebro
izquierdo, el brazo izquierdo y la pierna izquierda, están Biná, Guevurá y Hod.
En el centro, correspondientes al bulbo raquídeo, la espina dorsal y los órganos
sexuales están Keter, Tiferet, Iesod y Maljut. (La cuasi-Sefirá de Daat se
incluye entre las Sefirot cuando Keter no está presente y viceversa).

En la Kabalá, la "Derecha" representa el concepto de la irrestricta e


incondicional Misericordia, Amor e Iluminación. La "Izquierda" representa el
concepto de restricción y de un dar condicionado (dependiendo del recipiente y
de su capacidad para recibir). El "Centro" representa el equilibrio sinergético
óptimo de las dos polaridades.

*Tal como fue citado en el articulo sobre Netzaj:

Las piernas corresponden a las Sefirot de Netzaj y Hod. Juntamente con el


órgano sexual, que corresponde a Iesod, componen la tríada inferior de Sefirot.
HoD significa esplendor, pero también está relacionado con el término HoDaá,
admisión, y connota un estado de sumisión. Netzaj es una extensión de Jesed,
el atributo de dar. Sólo aquél que tiene "control" sobre sí mismo es capaz de
mostrar benevolencia hacia los demás. Hod es una manifestación de Guevurá,
el rasgo de restricción. Ambos atributos son necesarios para lograr un equilibrio
en la vida, pues uno debe saber no sólo cuándo refrenarse, sino también
cuándo consentir con lo de los demás. Utilizando ambas "piernas" , uno puede

40
avanzar, confiado en la "victoria" y en el éxito de su emprendimiento, al tiempo
que lo equilibra con una saludable conciencia de que hay veces en que uno
debe restringirse frente a fuerzas superiores a las propias.

Enseña el Ari que Hod, siendo el extremo más bajo del cuerpo por su lado
izquierdo (que representa los juicios), es el lugar de donde surge el potencial
para el mal. Es por esta razón que cuando Iaacov luchó con el ángel guardián
de Esaú, éste lo golpeó en el muslo izquierdo, indicando un debilitamiento de la
capacidad de Iaacov para luchar contra el mal durante el exilio (ver Génesis
32:26; Julin 91a).

Como hemos visto, las piernas y los pies representan el extremo más bajo al
cual puede llegar un hombre y, como tal, su contacto continuo con el mundo
material. La existencia espiritual es llamada "vida" , mientras que el dedicarse
solamente a lo material lleva a la insensibilidad y a la muerte espiritual. Así
enseña el Rebe Najmán que los pies, representando Maljut, son los más
cercanos al lado de la muerte, al ámbito del "Otro Lado" , como dice el
versículo (Proverbios 5:5), "Sus pies descienden a la muerte" . Por tanto, aquél
que ha dañado los "pies" no sólo se une a una existencia material, sino que de
hecho le entrega su fuerza espiritual al Otro Lado y permite que las fuerzas del
mal se nutran a través suyo (Likutey Moharán I, 67:4), que Dios nos salve.

Enseña el Rebe Najmán que todo el mundo físico es comparable a los "pies" ,
la extremidad inferior de los universos de santidad. Este es el significado de
(Isaías 66:1), "La tierra es Mi escabel" . Es posible encontrar a Dios en todas
partes, incluso en el más mundano de los ambientes. Sin embargo, la santidad
que se encuentra en los niveles más bajos no tiene el poder ni cercanamente
parecido al de aquélla que puede hallarse en los niveles superiores.
Más aún, una intensa exposición al mundo material puede absorber a la
persona, alejándola de la misma santidad que está buscando. Por tanto el
Rebe Najmán recomienda decididamente buscar a Dios a través del estudio de
la Torá y de la plegaria, en lugar de tener que descender a los niveles más
bajos para poder cumplir con nuestra búsqueda espiritual (ver Likutey Moharán
I, 54:2).

Caminando Erguido

Enseña el Rebe Najmán:

Para ser capaz de andar por la senda del arrepentimiento (Teshuvá) uno debe
conocer la Halajá, los Códigos (Likutey Moharán I, 6:4). La palabra hebrea para
caminar es HaLiJÁ, relacionada con la palabra bHaLaJÁ, que designa los
Códigos de la Ley. Dado que la palabra para "caminar" es similar a la utilizada
para designar los Códigos, podemos deducir que el conocimiento de los
Códigos es aquel conocimiento necesario para andar con éxito por el sendero
de la vida. Los Códigos indican aquello que está permitido (refiriéndose a la
Sefirá de Netzaj, pues ellos nos instruyen sobre cuándo y cómo avanzar) y lo
que está prohibido (refiriéndose a Hod, pues nos instruyen con respecto a
cuándo detenernos y no avanzar). Tal conocimiento "trae paz" a un corazón

41
dividido (ver Likutey Moharán 1, 62:2). Saber qué hacer en una situación dada
crea una actitud segura y saludable (cimiento o Iesod) frente a la vida.

También enseña el Rebe Najmán que la plegaria corresponde a los pies


(Likutey Moharán I, 55:5). Orar a Dios constituye el reconocimiento de Su
dominio, y ésta es la esencia de "pararse con firmeza" . Más aún, el temor
corresponde a los pies, como en (Eclesiastés 12:13), "El final de todo... es
temer a Dios" .
El temor es el "final" , que indica los niveles más bajos. Uno debe comenzar la
búsqueda espiritual con "un pie firme" , con temor a Dios. Cuando los "pies"
son "firmes" (cuando el temor a Dios está presente), ellos crean un canal a
través del cual es posible recibir la abundancia proveniente de Dios.

* Aclaración de la editora

Iesod

El Ari habla de Or Iashar(Luz Directa) y de Or Jozer (Luz Refleja). Dios nos


envía la abundancia que nos sustenta. Con ella vivimos y somos capaces de
realizar buenas acciones. De manera recíproca, estas buenas acciones Le dan
a Dios un cierto placer. Como un padre y una madre, Dios se alegra cuando
Sus hijos "crecen" y se vuelven capaces de Imitarlo. Este es el najes (placer)
que Él recibe de nuestras buenas acciones. Cuando buscamos emular a Dios,
ello es considerado como si Le hubiésemos dado algo en retorno.

Enseña el Rebe Najmán:

El benefactor corresponde al aspecto masculino, mientras que el beneficiario


corresponde al aspecto femenino. Aquél que da corresponde al hombre. Aquél
que recibe corresponde a la mujer.

Este principio se aplica a todos los Universos y a todos los niveles. Incluso el
Santo, bendito sea, cuando recibe placer del cumplimiento de una buena
acción por parte de Sus creaciones, es considerado, si así pudiera decirse, un
Beneficiario, reflejando el Aspecto Femenino (Likutey Moharán I, 73:2).

Este concepto puede ser visto en términos de la interacción del hombre con
Dios a través de las Diez Sefirot: la abundancia de Dios se expande desde
Arriba, a lo largo del sendero de las Sefirot, a través de Iesod y hasta Maljut.
Maljut es la más baja de las Sefirot y el punto a través del cual el hombre
puede llegar a reconocer y servir a Dios. Aceptar el Reinado de Dios es el
primer paso para acercarse a Él. De modo que inicialmente es a través de la
Sefirá de Maljut que interactuamos y establecemos una relación fundamental
con Dios. (Recordemos que Maljut corresponde a lo femenino pues se basa en
el rol de aceptacióndel yugo del Reinado de Dios). Sólo luego de haber
aceptado el yugo de Su Maljut (Reinado) es posible comenzar a relacionarse
con Iesod como el puente hacia los ámbitos superiores. Así como Dios siente
placer al enviarnos Su abundancia, también recibe placer de Sus criaturas
cuando éstas avanzan hacia niveles superiores en el reconocimiento y servicio
a Dios.

42
La Sefirá de Iesod corresponde al brit, el órgano reproductor masculino; en la
Kabalá, Iesod es llamado Jai Olamim- la "Vida de los Mundos" (Zohar I, 193b).
"Vida" , pues por un lado sirve al propósito y a la esencia misma de la vida y
por otro, porque se dice que está "vivo" , es decir, es un instrumento para dar la
vida; "Mundos" , porque Iesod actúa como un catalizador, permitiendo la
interacción entre los Mundos Superiores y este mundo (Maljut). Así como la
Sefirá de Iesod transfiere shefa desde las Sefirot superiores hacia la Sefirá de
Maljut, Iesod es también el punto de retorno desde donde Maljut, habiendo
derivado su fuerza vital y abundancia desde Arriba, puede devolver a Dios el
placer de Sus criaturas al servirLo. "Iesod representa así uno de los más
grandes placeres humanos. Es el tipo de placer que incluye los niveles más
profundos de la mente humana. El placer puede ser bueno o malo, pues puede
llevar hacia una u otra dirección" (Innerspace, p.69). Si el nivel de Iesod de la
persona es de santidad, la llevará a buscar niveles más elevados de Divinidad.

Maljut: el poder de interactuar con D­s

El Principio Femenino

Maljut es el Reinado. Es la última de las Sefirot, representando la terminación y


culminación de la Creación, que es la revelación del Reinado de Dios. En la
fisiología humana, la "energía" de Maljut se encuentra contenida en los órganos
reproductivos femeninos.

Espiritualmente, Maljut es considerado también un "principio femenino" , pues


se beneficia del flujo de energía espiritual que emana desde Arriba. Como
hemos visto, Maljut también devuelve aquello que ha recibido, de una manera
más completa y refinada. En la unión marital, el hombre entrega cientos de
millones de células espermáticas, de las cuales sólo una logrará por lo general
fusionarse con el núcleo del óvulo femenino. A partir de este óvulo fertilizado la
mujer entregará en retorno niño completo. Antes de tratar los órganos
femeninos en detalle, pasemos revista a algunos de los principios y
manifestaciones de Maljut.

Zeir Anpin comprende seis Sefirot, comenzando con Jesed y terminando con la
sexta, Iesod. La energía de Jesed, de Guevurá y de las Sefirot que les siguen
son contenidas y retenidas dentro de Zeir Anpin hasta que alcanzan la Sefirá
de Iesod. (Por ende, la revelación de Jesed, etcétera, sólo tiene lugar en el
nivel de Iesod). Es a través de Iesod que Zeir Anpin transmite su shefa
(abundancia) a Maljut.

Maljut recibe la shefa y la desarrolla hasta que está lista para ser transferida al
mundo, para beneficio de la humanidad.

El Sefer Ietzirá explica que las seis direcciones del espacio (norte, sur, este,
oeste, arriba y abajo) corresponden a las seis Sefirot de Zeir Anpin. Para
alguien ubicado en un determinado lugar, las seis direcciones apuntan hacia
fuera. Esto define el aspecto masculino, pues lo masculino se relaciona con el
mundo y se expresa a sí mismo con una orientación "hacia afuera" . Maljut, el

43
aspecto femenino, es por el otro lado, una única Sefirá y es el punto central que
atrae a las seis direcciones de Zeir Anpin. Así, el aspecto femenino de la
Creación está representado por un modo introspectivo y es el objetivo final de
Zeir Anpin.

Explayándonos más sobre este punto, podemos visualizar a Zeir Anpin y a


Maljut como los seis días de la semana y el Shabat. Los seis días de la semana
corresponden a las seis Sefirot de Zeir Anpin, el aspecto masculino, días en
que salimos a ocuparnos de nuestras tareas -- así sean nuestras necesidades
materiales o nuestra lucha espiritual. Durante el Shabat, nos encontramos en el
nivel femenino, pues ahora podemos absorber los frutos de todo lo que hemos
estado haciendo durante la semana. Así, una persona puede trabajar muy duro
durante toda la semana, física o espiritualmente, pero sin el Shabat no tiene
manera de recibirlos beneficios de sus esfuerzos (ver "Innerspace", p.75).

Como hemos mencionado, Maljut representa la introspección, la capacidad de


mirar hacia adentro y de controlarse. Esto puede verse más claramente en la
forma en que Maljut se manifiesta como la Ley Oral, como la plegaria y como la
fe.

Maljut es la boca -la Torá de la boca [la Torá Oral]. Tikuney Zohar p.17a

Maljut es el principal Atributo a través del cual el hombre puede interactuar con
Dios. A veces Maljut es también llamado Shejiná, la Presencia Divina de Dios.
Nuestra aceptación del Maljut (Reinado) de Dios es el requerimiento primordial
y más importante para el reconocimiento de Su soberanía y para Su servicio.
La razón por la cual Maljut está asociado con la boca es que un melej (rey)
gobierna principalmente a través de la palabra. Sus edictos, que surgen de los
pensamientos de su mente, deben ser expresados para que puedan ser
obedecidos por los súbditos; estos pensamientos del melej se hacen públicos
sólo a través de las palabras, que sirven para descubrir las intenciones del rey.

La misma correlación se aplica a la Torá Escrita y al cuerpo de las enseñanzas


orales del Sinaí que la acompañan. La Torá Oral, que está asociada con Maljut,
nos permite comprender la Voluntad de Dios tal como está expresada en la
Torá Escrita. La Ley Escrita contiene una gran cantidad de Mitzvot que no están
claramente explicadas. Únicamente a través de la Torá Oral podemos
comprender qué es lo que quiere Dios de nosotros, lo cual nos permite servirlo
apropiadamente. Es por esto que Maljut se refiere tanto a "la boca" como a la
Ley Oral, pues ella es la revelación de la Voluntad de Dios (ver Likutey
Moharán I, 18:6). Así enseña el Rebe Najmán:

La boca corresponde a la Ley Oral. Aquél que estudia la Torá en aras del
Santo, bendito sea, y por Su honor, rectifica su boca. Merece una íntima
cercanía con la Shejiná del Santo, bendito sea [que corresponde a Su boca].
De manera inversa, aquél que estudia Torá para alcanzar sus propios objetivos
de honor, riqueza, etcétera, hace que la Presencia Divina salga al exilio [es
decir, que se le oculte] ("Likutey Moharán" I, 12:1; ibid.101:1).

44
Tal es el poder de la boca en nuestra búsqueda por la espiritualidad. Con
motivaciones puras, las palabras que decimos pueden ser utilizadas para crear
la más íntima conexión con Dios. Por el otro lado, palabras dichas con motivos
ulteriores, no expresadas en aras de Dios sino para la propia ganancia
personal o para daño de alguna otra persona, hacen que la Presencia Divina se
nos oculte. Y esto es claro: las palabras que se contraponen al propósito de la
Creación son equivalentes a ocultar a Dios y a arrojar el yugo de Su soberanía.
Si nos sentimos distantes de Dios, eso es una clara señal de que Lo hemos
ocultado a través de nuestras palabras.

El Habla

El habla también se encuentra relacionada con el concepto de Maljut. Ningún


líder puede gobernar sin el habla. Sus edictos deben ser revelados para que
sus súbditos los puedan cumplir. De la misma manera, a través de aspecto del
habla, Maljut "proclama" la voluntad de Dios y revela Su soberanía.

Enseña el Rebe Najmán:

Maljut corresponde a la Divina Presencia. Aquél que rectifica su habla adquiere


la capacidad de lograr un contacto íntimo con Maljut, con la Divina Presencia
del Santo, bendito sea (Likutey Moharán I, 2:1).

Maljut, representado por la boca, es el punto a través del cual se canalizan


hacia abajo los más sublimes pensamientos que luego son revelados en este
denso plano físico. Aunque nadie puede saber lo que otra persona tiene en su
mente, sus pensamientos pueden revelarse a través del aspecto de Maljut tal
cual es percibido en el habla.

Maljut representa así la culminación de todo el proceso del pensamiento,


siendo a su vez un desencadenante de nuevos pensamientos (que no habrían
llegado a la mente de no haber expresado y escuchado otros pensamientos).

45
Las Emanaciones Divinas
LAS DIEZ SEFIROT

Una sefirá (pl. "Sefirot ") es un canal de energía Divina o fuerza de vida. Se describen
en la literatura cabalística un total de 11 sefirot, pero siendo que dos de ellas (keter y
daat), representan diferentes dimensiones de una misma fuerza, la tradición habla
generalmente de sólo 10.

El orden y significado de las sefirot es el siguiente:

Keter "Corona"
Jojmá "Sabiduría"
Biná "Entendimiento"
Daat "Conocimiento"
Jesed "Bondad"
Guevurá "Poder"
Tiferet "Belleza"
Netzaj "Victoria"
Hod "Esplendor"
Iesod "Fundamento"
Maljut "Reino"

Las sefirot representan secuencialmente las distintas etapas del proceso creativo, por
medio del cual Di-s generó desde el mismo núcleo de Su ser infinito la progresión de
reinos, los cuales culminan en nuestro universo físico finito. Como grupo coexistente,
las sefirot constituyen los componentes interactivos de una única estructura metafísica o
espiritual, cuya expresión "génetica" puede ser reconocida en todos los niveles, y dentro
de todos los aspectos de la Creación.

Subyacente al aspecto puramente estructural-funcional de la sefirá, hay una fuerza


motivacional oculta, que es mejor entendida a través de su comparación con algunos
estados psico-espirituales del alma humana. La forma en que el jasidismo expone las
sefirot, consiste básicamente en la articulación de estos estados, y la exploración del rol
que ellos juegan en el servicio del hombre a Di-s en este mundo.

La configuración de las sefirot es descripta gráficamente en los textos cabalísticos con


un esquema de tres ejes paralelos (kavim) en sentido vertical, representando cada uno de
ellos, un modo de influencia Divina dentro de la Creación. La literatura se refiere en
forma diversa a esta configuración: como sulam (escalera), etz (arbol), o tzelem Elokim
(suprema "imagen de Di-s"). De acuerdo a esta última designación, la configuración de
las sefirot sugiere la del cuerpo humano, ya que como está escrito en la Biblia, el
hombre fue hecho a imagen y semejanza de Di-s. De esta manera, cada sefirá es
asociada con un miembro o un órgano particular, coincidente con su posición en la
estructura anatómica de las sefirot.

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keter--corona
biná--entendimiento jojmá--sabiduría
daat--conocimiento
guevurá--poder jesed--bondad
tiferet--belleza
hod--agradecimiento netzaj--victoria
iesod--fundamento
maljut--reino

La interacción entre las distintas sefirot, es representada a través de una red de tzinorot
(canales) interconectados, que ilustra el flujo de energía Divina que permea la Creación.
Estas conecciones sugieren varios subgrupos, cada uno reflejando una dinámica común
entre las sefirot que incluyen. Una división inicial de las sefirot, identifica a jojmá, biná
y daat (o alternativamente keter), como pertenecientes a un subgrupo cuya dinámica es
cognitiva; jesed, guevurá y tiferet, a un segundo grupo cuya dinámica es puramente
emotiva; y netzaj, hod, y iesod a un tercero cuya dinámica es instintiva y pragmática.
Maljut puede ser visto tanto como un apéndice de este último subgrupo, o como una
entidad independiente, recibiendo su energía de aquellos que lo preceden.

Otra forma de dividir las sefirot es en partzufim ("perfiles o rostros"). Un partzuf es una
figura metafórica de similitud humana, usada para representar la elaboración de una
sefirá individual o grupo de sefirot, dentro de una configuración independiente,
incluyendo dentro de si misma a las diez sefirot. De acuerdo con la cabalá, las sefirot
keter, jojmá, biná y maljut, poseen cada una dos partzufim interrelacionados; mientras
que las seis sefirot desde jesed hasta iesod, forman su propio e independiente par de
partzufim.

Sequentially, the sefirot represent the various stages of the creative process
whereby God generated from the very core of His own infinite being, the
progression of created realms which culminated in our finite physical universe.
As a coexisting group, the sefirot constitute the interacting components of a
single metaphysical structure whose "genetic" imprint can be identified at all
levels, and within all aspects, of Creation.

Underlying the purely functional structural aspect of each sefirah is a hidden


motivational force which is best understood by way of comparison to some
corresponding psycho-spiritual state of the human soul. Chassidut's exposition
of the sefirot is primarily concerned with articulating these states and exploring
the role that they play in man's service of God in this world.

Keter
"Corona"

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Keter, la primera de las diez sefirot, corresponde al reino de la superconsciencia de la
experiencia, y esto se corresponde con la imagen de una "corona", lo que sugiere un
aura rodeando la propia conciencia.

En la configuración de las sefirot, keter aparece en el ápice del eje central.

El Zohar establece: "la corona suprema (keter elión) es la corona del reino (keter
maljut)". La primera, la más elevada de las emanaciones Divinas (keter), es entonces
conectada con la última (maljut).

La palabra keter = 620. Este número, es el total de los mandamientos que Di-s ordenó al
pueblo de Israel, las 613 mitzvot de la Torá escrita, junto con las 7 mitzvot de la Torá
oral. El texto de la Torá donde se relatan los Diez Mandamientos, está compuesto por
620 letras, por lo que cada una de las 620 mitzvot están incluidas en los Diez
Mandamientos. En Cabala, el secreto de los 620 mandamientos es que de keter (=620)
son proyectados "620 pilares de luz" que sirven para conectar el "techo" de keter con el
"piso" maljut. Estos pilares de luz acompañan las almas de Israel que cumplen
devotamente la voluntad (keter) del Rey de Reyes, el Santo Bendito Sea (malchut).

La sefirá de keter se desarrolla dentro de dos partzufim ("perfiles"). Su partzuf externo,


llamado Arij Anpín ("el Rostro extendido"), corresponde al poder supraconciente de
ratzón ("deseo o voluntad") en el alma. El partzuf interno, conocido como Atik Iomín
("el Anciano de Días"), corresponde al poder correspondiente de taanug ("placer") en el
alma.

Las siete sefirot inferiores de Atik Iomín se "incluyen" dentro del partzuf de Arij Anpín,
(presentando de este modo al placer como una fuerza motivadora primaria conduciendo
la voluntad). Las tres sefirot superiores de Atik Yomin, la cuales no se "incluyen" en Arij
Anpín, representan el inalterado placer supraconciente de emuná ("fe"), derivado de la
experiencia del arraigo esencial de uno, dentro de la Divinidad.

Por otra parte, la cabalá habla de los tres Reshin ("cabezas") de keter, referido en el
Zohar (Deuteronomio 288a ) y el Arizal como: Reisha d'Arij ("la cabeza extendida"),
correspondiente a la fuerza de ratzón, Reisha d'Ain ("la cabeza de la nulidad"),
correspondiente a la fuerza de taanug; y Reisha d'lo Itiadá ("la cabeza incognosible"),
correspondiente a la fuerza de emuná.

Estas tres "cabezas" corresponden a los tres significados de la palabra keter en hebreo.
Sumado al significado de "corona", la raíz hebrea de la palabra keter significa también
"esperar" y "rodear".

El significado "esperar" corresponde a "la cabeza incognosible" de keter, por la que


esperamos con fé completa, ese nivel de Divinidad esencial de Di-s completamente
oculto y encubierto a nuestra conciencia de este mundo, que va a ser revelado en la
conciencia del mundo por venir.

El significado "corona", corresponde en particular a "la cabeza de nulidad", la fuente de


placer Divino en el alma. La "corona" simboliza el poder espirtual de recibir e integrar
en la propia conciencia el placer de la revelación Divina, como nuestros sabios expresan

48
con respecto al mundo por venir : "los justos se sientan con sus coronas en sus cabezas y
reciben placer de la radiación de la Presencia Divina" (Tratado Kalá Rabatí 2:3 ).

El significado "rodear" corresponde a la "cabeza extendida" el nivel de deseo ó voluntad


suprema. El poder de voluntad "rodea" o envuelve todos los poderes concientes del
alma (correspondientes a las emanaciones Divinas de jojmá a maljut). Los fuerza a
manifestarse de acuerdo con sus directivas.

Tres "Significados" Cómo se refleja


Fuerza
Reishin de keter en Di-s

Reisha Di-s es todo.


Emuná "aguardar"
d'lo Itiada Todo es Di-s

Reisha d'Ain Taanug "corona" Omnipresencia

Reisha d'Arij Ratzón "rodear" Omnipotencia

El poder de voluntad, o sea "la cabeza extendida" de keter, refleja la omnipotencia de


Di-s. Por su parte el estado Divino de placer, "la cabeza de nulidad" de keter, refleja la
omnipresencia de Di-s, ("la radiación de la Presencia Divina"). Fe perfecta, "la cabeza
incognosible" de keter, refleja la verdad absoluta de que "Di-s es todo, y todo es Di-s".

Jojmá
"Sabiduría"

Jojmá, la segunda de las diez sefirot, es el primer poder conciente del intelecto en la
Creación.

Jojmá aparece en la configuración de las sefirot en el tope del eje derecho, y


corresponde en el tzelem Elokim al hemisferio derecho del cerebro.

En su forma completamente articulada, jojmá posee dos partzufim: el de nivel superior


es conocido como Aba Ilaá ("el padre superior"), mientras que el de nivel inferior como
Israel Saba ("Israel, el Abuelo"). Estos dos partzufim juntos son conocidos como Aba
("el Padre").

Jojmá es asociado en el alma con el poder del conocimiento intuitivo, una idea,
resplandeciendo a través de la conciencia como destellos. El partzuf de Aba Ilaá es
asociado con el poder de extraer espontáneamente esa idea desde el reino de la
supraconciencia, mientras que el partzuf de Israel Saba es asociado con el poder de
dirigir esa idea hacia la conciencia.

La "sabiduría" de Jojmá también implica la habilidad de observar profundamente en


algún aspecto de la realidad y extraer su esencia conceptual, hasta que uno logra
descubrir su verdad axiomática subyacente. Estas semillas de verdad pueden luego ser
transportadas al poder que acompaña a jojmá, llamado biná, procurando un análisis
intelectual y su desarrollo.

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Jojmá es la fuerza primaria ("principio") en el proceso creativo, como está dicho: "Tu
has hecho todo con sabiduría". La primera palabra de la Torá, Bereshit, "En el principio"
("Di-s creó los cielos y la tierra")," es traducida como "Con jojmá" ("Di-s creó...").

Jojmá tiene valor numérico (guematria normal) = 73 (el 22o número primo). En
numeración ordinal, jojmá = 37 (el punto medio de 73; el número primo 13 o). En
numeración pequeña, jojmá = 19 (el punto medio de 37; el número primo 9o ; 9 más 13
= 22). El número pequeño final de jojmá es 1.

El valor numérico completo del primer versículo de la Creación: "En el comienzo Di-s
creó los cielos y la tierra" = 2701 = la suma de todos los número desde 1 hasta 73 (es
decir el "triángulo de 73) = 37 veces 73. La última parte del versículo, "y la tierra" =
703 = la suma de todos los números desde 1 hasta 37 = 19 veces 37.

La palabra jojmá es citada en el Zohar (Números 220b) como coaj ma, "el poder de
autoanulación," o alternativamente como jeij ma, "el paladar de autoanulación". Este
poder implica no sólo el poder de autoanulación en si mismo, sino el gran poder
creativo que la autoanulación encierra. "El paladar de autoanulación", es la habilidad
del alma de "paladear" Divinidad en virtud del propio estado de autoanulación, como
está dicho (Salmos 34:9): "Probad y ved que Di-s es bueno". En general, el sentido de la
visión se conecta con jojmá (los destellos resplandecientes citados más arriba). De este
versículo aprendemos que hay un sentido interno, espiritual de paladear que es inherente
a jojmá, que precede y despierta el sentido de la visión.

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


jojmá es el de bitul (autoanulación).

Biná
"ENTENDIMIENTO"

Biná es la tercera de las diez sefirot, y el segundo poder conciente del intelecto en la
Creación.

Biná aparece en la configuración de las sefirot al tope del eje izquierdo, y corresponde
en el tzelem Elokim, al hemisferio cerebral izquierdo.

En su forma completamente articulada, biná posee dos partzufim: el superior, se conoce


como Ima Ilaá ("la madre superior"), mientras que el inferior es llamado Tevuná
("comprehensión"). Estos dos partzufim en conjunto son llamados Ima ("la madre").

Biná es asociado en el alma con el poder de análisis conceptual y razonamiento; por un


lado inductivo, y por el otro deductivo. El partzuf de Ima Ilaá es asociado en particular
con el poder de captar y comprehender las ideas de jojmá, mientras que Tevuná
representa el poder de asimilar completamente en la propia conciencia, las ideas
resultantes.

La "comprensión" de biná, implica también la habilidad de examinar el grado de verdad


o falsedad inherente en una idea en particular. Job expresa esto como (12:11 y 34:3): "el
oído examina las palabras". El oído, el sentido de la audición, es asociado con biná.

50
"Oye, O Israel..." (Deuteronomio 6:4), significa "Comprende...." Las letras iniciales de
la frase: "el oído examina las palabras" forman la palabra emet, "verdad".

Otra característica que se identifica con la propiedad de biná es la habilidad de explicar


y elucidar conceptos tanto a uno mismo como a los demás. Por esta razón es
simbolizada en cabalá como "el río extenso".

La palabra biná deriva de la raiz gramatical ben, que significa "entre". El poder de biná
es distinguir y diferenciar entre ideas. Biná misma es el segundo "cerebro" entre jojmá y
daat.

La unión de jojmá y biná ("la unión superior" en cabalá), el "padre" y la "madre" (los
hemisferios derecho e izquierdo del cerebro) es continua, y en el Zohar se encuentra
insinuada al expresar: "dos compañeros que nunca se separan". Esta unión es necesaria
para la recreación continua del mundo (comenzando con el nacimiento de los siete
atributos del corazón, correspondientes a los siete días de la Creación, desde el vientre
de la "madre", biná).

La unión de jojma (73) y biná (67) = 140. 140 es la suma del cuadrado de los números
de1 1 al 7. Esto refleja el origen de los siete atributos del corazón (los días de la
creación), los 7 "hijos", en su máximo estado de prefección (el cuadrado de un número,
representa un estado prefecto del ser) en la mente de "padre" y "madre".

El estado espiritual identificado en el jasidismo, como correspondiente a la sefirá de


biná es el de simjá (alegría).

Daat
"CONOCIMIENTO"

Daat es el tercer y último poder conciente del intelecto dentro de la Creación.

Generalmente, daat es contada dentro de las sefirot sólo cuando no está keter. Esto se
debe al hecho de que daat representa la reflección de (la dimensión interior de) keter
mismo dentro del reino de la conciencia (como fue explicado anteriormente). De aquí
que daat aparece en la configuración de las sefirot en el eje central, directamente debajo
de keter, y corresponde en el tzelem Elokim al cerebelo (parte posterior del cerebro).

Daat es asociada en el alma con los poderes de la memoria y la concentración, poderes


que se basan en el propio "reconocimiento" (hakará), y "sensitividad" (hergesh) de la
significación potencial de aquellas ideas generadas en la conciencia a través de los
poderes de jojmá y biná. La sensitividad en si misma, deriva de la conección con el
origen supraconciente del alma.

En general daat opera en dos niveles: El nivel superior conocido como daat elión
("conocimiento supremo") o daat haneelam ("el conocimiento oculto"), que sirve para
asegurar la continuidad del nexo entre los dos poderes superiores del intelecto -jojmá y
biná; y el nivel inferior referido como daat tajtón ("conocimiento inferior") o daat
hamitpashet ("conocimiento que se extiende"), que sirve para conectar el intelecto como
un todo con el reino de la emoción, lo que acrecienta la propia determinación,

51
resolviendo actuar en concordancia con las verdades esenciales que uno a incorporado
en la conciencia.

Daat elión Conocimiento supremo

Daat haneelam Conocimiento oculto

Daat tajtón Conocimiento inferior

Daat hamitpashet Conocimiento que se extiende

Está dicho de este nivel de daat (Proverbios 24:4): "los cuartos están llenos con daat".
"Los cuartos" son las cámaras del corazón, las emociones del alma (como está insinuado
en la palabra jeder, "cuarto" que es un acrónimo de jesed din rajamim, las tres
emociones primarias del alma). La conciencia interior de daat llena estos cuartos y les
da vida, como el alma al cuerpo.

En el Zohar, este nivel de daat es conocido como "la llave que incluye seis". La "llave"
de daat abre las seis cámaras (atributos) del corazón y los llena de fuerza vital. Cada
una de las seis cámaras, cuando se llenan con daat, nos insinúan una deá ("actitud", de
la raíz de daat) particular del alma.

Daat = 474, Deá = 79; 474 = 6 veces 79 -daat que incluye (y genera) 6 deot.

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


daat es el de ijud ("unificación").

Jesed
"BONDAD, CARIÑO"

Jesed es la cuarta de la diez sefirot, y el primero de los atributos emotivos inherentes a


la Creación.

Aparece en la configuración de las sefirot en el eje derecho, directamente debajo de


jojmá, y corresponde en el tzelem Elokim al "brazo derecho".

Jesed es asociado en el alma con el deseo de abarcar la Creación toda, y agraciarla con
su bondad. Como la fuerza expansiva que impele al alma a conectarse con la realidad
exterior, jesed inspira y por ende implícitamente acompaña a las otras expresiones de
fuerza emotiva, que le suceden en el alma.

Jesed es el primer "día" de la Creación. En él fue creada la hermosa luz de bondad y


cariño por todo. El primer día es llamado en la Torá "el día uno" (iom ejad, Génesis
1:5). La conciencia Divina de este dia es que todo en la Creación es uno, como abarcado
por el amor, por la Unicidad del Creador, (ejad, "uno" = 13 = ahavá, "amor").

Está dicho acerca de este día: "Día(s) en que Di-s ordenó Su bondad" (salmos 42:9). La
singular forma en que está escrito "día(s), iomam, implica, de acuerdo con las palabras

52
del Zohar: "el día que acompaña todos los días". De aquí aprendemos que el primer día,
el día de bondad, "acompaña" e irradia su luz a todos los demás días de la Creación.

Jesed = 72 = 2 veces 6², y 6² representa el estado perfecto de las seis emociones del
corazón, que se corresponden con los seis días de la Creación. 2 veces 6² representa la
armonía y el amor perfecto dentro de la Creación, "como el rostro se refleja en el agua
(el símbolo físico básico de jesed), así también el corazón del hombre hacia el hombre"
(Proverbios 27:19).

El Zohar habla de 72 "puentes " de amor (equivalentes a los 72 Nombre ocultos de Di-
s) que conectan en forma conjunta y en perfecta armonía, la realidad existente.

En jasidismo, se identifica el estado espritual correspondiente a la sefirá de jesed con


ahavá (amor).

Guevurá
"PODER"

Guevurá es la quinta de las diez sefirot, y el segundo de los atributos emotivos en la


Creación.

Guevurá aparece en la configuración de las diez sefirot en el eje izquierdo, directamente


debajo de biná, y corresponde en el tzelem Elokim al "brazo izquierdo".

Guevurá es asociada en el alma con el poder de restringir las propias necesidades


innatas de brindar benevolencia a los demás, cuando el receptor de tal bien es juzgado
indigno de él, y propenso a darle un uso no correcto. Como fuerza que mide y evalúa la
importancia y el valor de la Creación, guevurá es conocida en cabalá como midat hadín
("el atributo del juicio"). Es el poder de restringir que posee guevurá, lo que le permite a
uno vencer a sus enemigos, tanto externos como internos (visto este último como su
propia inclinación al mal).

Jesed y guevurá actúan conjuntamente para crear un balance interno, en la


aproximación del alma al mundo exterior. Mientras que el "brazo derecho" de jesed se
ocupa de acercar a los otros, el "brazo izquierdo" de guevurá, se reserva la opción de
repeler aquello que es considerado injusto. (También, aquellos con los que en un
principio hay una relación de "el brazo izquierdo que aleja", uno debe aplicar a
continuación el principio complementario de "el brazo derecho que acerca").

Finalmente, el poder de guevurá, se convierte en el poder y energía que implementa el


propio deseo innato de jesed. Únicamente con el poder de guevurá, es capaz jesed de
penetrar la tosca y basta superficie de la realidad.

Guevurá = 216 = 63. Las tablas del testimonio que Moisés recibió en el monte Sinaí,
medían 6 x 6 x 6 palmos. La Torá fue dada a Moisés y al pueblo de Israel desde "la
Boca de la Guevurá". Es muy significativo que no es usado por nuestros sabios el
nombre de ninguna otra sefirá para referirse a Di-s en Si Mismo, salvo el de guevurá
(En la Biblia, Di-s es referido como "netzaj [eternidad] de Israel" (Samuel 1 15:29),
pero no netzaj en forma aislada). Aquí, guevurá implica el poder esencial de Di-s, de

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contraer y concentrar Su luz infinita, y materializarla en las letras finitas de la Torá
(especialmente aquellas talladas en las tablas del testimonio, los Diez Mandamientos).

216 (guevurá) = 3 veces 72 (jesed). Cada uno de los 72 Nombres ocultos de Di-s posee
tres letras, siendo en total 216, cuyo significado es inherente a las palabras y los
nombres. El "significado" final de cada Nombre de Di-s, es Su expresión de amor
(jesed) por Su Creación, y cada uno expresa Su amor de una manera especial. Los
componentes de cada palabra y cada nombre, los "ladrillos" de la Creación, son las
letras que se combinan para formar palabras. Las letras son "tajadas" de la "materia
prima" de la "pro-creación" (el secreto de reshimu, la "impresión" de la luz infinita de
Di-s que quedo después del acto inicial de tzimtzum, "la contracción inicial") reflejan la
guevurá de Di-s.

Las dos manos que trabajan juntas para formar la realidad, jesed (72) más guevurá
(216) = 288 = 2 veces el cuadrado de 12. También 288 es el número de nitzotzot,
"chispas" (que cayeron desde el cataclismo primordial de "la ruptura de los
recipientes"), las cuales permean toda la realidad creada. A través del "esfuerzo dual" de
jesed y guevurá, no sólo para formar la realidad, sino para rectificarla, (con los dos
conceptos de "el brazo izquierdo que rechaza mientras el derecho acerca), esas chispas
caídas son redimidas y elevadas, para volver a unirse con su verdadera fuente original.
En sentido general, este es el secreto de la venida del Mashiaj, y la resurrección de los
difuntos.

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


guevurá es el de irá (temor).

Tiferet
"BELLEZA"

Tiferet es la sexta de las diez sefirot, y el tercero de los atributos emotivos dentro de la
Creación.

Tiferet aparece en la configuración de las sefirot en el eje central, directamente debajo


de daat (o de keter,cuando se excluye daat), y corresponde en el Tzelem Elokim a la
parte superior del torso (en particular, el corazón).

Tiferet es asociada en el alma con el poder de redimir o reconciliar las inclinaciones


conflictivas de jesed y guevurá, como así también permitir brindar compasión, por lo
que se la identifica en cabalá como midat harajamim ("el atributo de misericordia"). La
belleza de tiferet, se manifiesta a través de la mezcla elegante de los gestos emotivos
implícitos en su expresión.

La raíz de tiferet, puede connotar tambíen el acto de enorgullecerse y como tal


representa el orgullo que tiene Di-s, como si fuera, por su pueblo Israel. Cuando
servimos y alabamos a Di-s desde una conciencia de tiferet, lo hacemos con la intención
de renovar ese orgullo.

Tiferet = 1081, la suma de todos los números desde 1 a 46 (triángulo de 46). 46 = Levi,
el tercero de los hijos de Iacob, correspondiente al tercero de los atributos del corazón,
tiferet. La tribu de Leví, (la "elegida" de las tribus de Israel, como Iacob mismo, el

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tercero de los patriarcas -tiferet- es el "elegido" de los patriarcas) se divide en dos, los
Cohanim (sacerdotes) y los Leviim (levitas). De momento que tiferet, que se encuentra
en la línea media, conecta y balancea las dos líneas a izquierda y derecha, debe poseer
en si misma dos "lados". El lado derecho de tiferet (su inclinación o tendencia hacia
jesed) es personificado por los Cohanim, mientras que el lado derecho, (hacia guevurá)
es personificado por los Leviim.

La unión de las tres emociones primarias del corazón, jesed (72) guevurá (216) y tiferet
(1081) = 1369 = 37². Este es el número de letras en el capítulo de la Torá que precede a
los Diez Mandamientos, donde se describe la preparación del pueblo de Israel para
recibir la Torá. La Torá en si misma corresponde a la sefirá de tiferet. Ella fue dada a
Israel con las dos manos de Di-s, jesed y guevurá. Este es el valor numérico de la
conclusión del segundo versículo de la Torá, (Génesis 1:2): "y el espíritu de Di-s se
cernía sobre la superficie de las aguas" (=1369). "Las aguas" simbolizan la Torá. El
espíritu de Di-s que se cernía sobre la superficie de las aguas simboliza a la porción de
la Torá que precede a la entrega de la Torá.

37 = hevel ("vapor"; Abel, el hijo de Adán y Eva). Nuestros sabios nos enseñan que: "La
Torá de este mundo es hevel en comparación con la Torá del mundo por venir".

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


tiferet es el de rajamim (misericordia).

Netzaj
"VICTORIA"

Netzaj es la séptima de las diez sefirot, y el cuarto de los atributos emotivos dentro de la
Creación.

Aparece en la configuración de las sefirot en el eje derecho, directamente debajo de


jesed, y corresponde en el Tzelem Elokim a la pierna derecha.

Netzaj es asociada en el alma, con el poder de vencer aquellos obstáculos que se


encuentran en el camino de la realización de las propias aspiraciones de jesed, otorgar
bondad a la Creación. De momento que la palabra netzaj denota tanto "victoria" como
"eternidad", se puede decir que la victoria definitiva de netzaj, es sobre la muerte
misma, el impedimento final de la concreción de jesed.

Antes de matar a Agag el rey del pueblo de Amalek, el profeta Samuel dijo: "y además
Netzaj de Israel [Di-s], no va a engañar ni va a apiadarse, porque El no es un hombre
para apiadarse" (Samuel 1 15:29). "Apiadarse" significa cambiar de opinión. La sefirá
de netzaj se mantiene firme por siempre y nunca se apiada. Netzaj no es un mortal ("no
es un hombre") que teme a la muerte y es por lo tanto susceptible de "apiadarse" frente a
la muerte.

Esto, el poder de mesirut-nefesh, estar dispuesto a sacrificar la propia vida por Di-s y la
Torá, está latente en cada alma judía, y encuentra su definitiva expresión en la sefirá de
netzaj.

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Netzaj también puede significar "conducir" u "orquestar" (como la palabra con la que
empiezan muchos de los salmos de David, lamnatzeaj). De aquí que su conciencia es
pragmática por naturaleza, como está reflejado en su correspondencia con la pierna
derecha, la cual es el primer miembro del cuerpo supremo que "toca el suelo".

En la "unión inferior" de tiferet (el novio Divino) y maljut ( la Divina novia), la unión
de la emoción (el corazón) y la expresión (la boca), "El [el novio] está en [entra en un
estado de conciencia de] netzaj, y ella [la desposada] está en [entra en un estado de
conciencia de] hod".

La experiencia del novio, en la unión con su novia, es en calidad de netzaj, con un


sentido de vida eterna y atemporalidad, dentro de los parámetros limitados del tiempo
mismo.

El valor de netzaj, 148, refleja la manera mediante la cual recibe e implementa el deseo
emotivo de jesed. En cabalá, una palabra o concepto refleja su significado y presencia,
hacia el nivel que está debajo de él, a través de significados que se obtienen
"desarrollando" su escritura. Podemos ejemplificar esto observando la palabra jesed.
Está compuesta por tres letras: jet (8), samej (60) y dalet (4). Si se "desarrola" su
deletreo: jet (8); jet samej (68); jet samej dalet (72) = 148 = netzaj.

El estado espiritual identificado en jasidismo como correspondiente a la sefirá de netzaj


es el de bitajón (confianza).

Hod
"ESPLENDOR", "RECONOCIMIENTO"

Hod es la octava de las diez sefirot, y el quinto de los atributos emotivos dentro de la
Creación.

Aparece en la configuración de las sefirot en el eje izquierdo, directamente debajo de


guevurá, y corresponde en el tzelem Elokim a la pierna izquierda.

Hod es asociada en el alma con el poder de avance continuo, con la determinación y


perseverancia nacidos de un mandato interno muy profundo, con la finalidad de la
realización de los propios objetivos de vida. El reconocimiento de un propósito supremo
en la vida y la total sumisión a lo que lo inspira, sirve para dotar a la fuente de la propia
inspiración con un aura de esplendor y majestuosidad. Así, la palabra hod connota tanto
"reconocimiento" (hodaá), como "esplendor", este visto como una especie de
"reverberación" en forma de aura (hed) de luz.

El aspecto de hodaá de hod, también se manifiesta como el poder de expresar gratitud,


(esto lo califica como una respuesta "sefirótica" a jesed), y también como el poder de
"confesión" (vidui).

Las dos sefirot de netzaj y hod son llamadas "dos mitades de un solo cuerpo". A
menudo en cabalá, son consideradas como una sóla sefirá (en relación con los Nombres
de Di-s, hay uno que los representa: Tzevakot). Esto es más todavía que con respecto a
jesed y guevurá (los brazos derecho e izquierdo), netzaj y hod (las piernas derecha e
izquierda) sólo pueden llevar a cabo su tarea (caminar), funcionando juntas.

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En el Zohar, se hace referencia a ellas como "los platillos de la balanza de la justicia".
Netzaj reconoce mientras que hod concede ("reconoce " o "confiesa"). Son los
responsables del estado de equilibrio general del cuerpo, por ser los dos pilares sobre los
que se mantiene.

En la "unión inferior" (descripto antes en netzaj), la novia entra en un estado conciente


de hod. Ella experimenta en forma total la presencia de la providencia Divina, que la
llevó a la unión con su novio. Desde lo profundo de su corazón, ella expresa su gratitud
y agradecimiento a Di-s, el "tercer socio", de su casamiento.

Hod = 15, la suma de todos los números del 1 al 5. Hod expresa y refleja las cinco
emociones del corazón, desde jesed hasta hod. "Biná [la "madre" de las emociones del
corazón] se extiende hasta hod."

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de hod


es el de temimut (sinceridad).

Iesod
"FUNDAMENTO"

Iesod es la novena de las diez sefirot, y el sexto de los atributos emotivos dentro de la
Creación.

Aparece en la configuración de las sefirot en el eje central, directamente debajo de


tiferet, y corresponde en el tzelem Elokim al órgano reproductivo (en el hombre; y el
útero en la mujer).

Iesod es asociado en el alma con el poder de contactarse, conectarse y comunicarse con


la realidad exterior (representada por la sefirá de maljut). El fundamento (iesod) de un
edificio es su inserción en el suelo, su unión con la tierra, (maljut).

Correspondiendo con el órgano reproductivo en el hombre, iesod es el fundamento de


las generaciones por venir. El poder de procrear, es la manifestación del infinto dentro
del contexto finito de la criatura llamada ser humano. Cada hombre individual, es
"pequeño" respecto de todas las generaciones que vendrán (de él). El iesod es conocido
como el "pequeño órgano" del hombre, lo "pequeño que aferra lo grande [infinito]". El
iesod es el "pequeño" y "estrecho" puente entre el infinito potencial de procreación que
fluye dentro de el, y su actual manifestación en la progenie humana.

Por esta razón, la sefirá de iesod es identificada en la Torá con el tzadik (el justo), como
está dicho: "y el tzadik es el fundamento del mundo". En particular, esto se refiere al
único, perfecto tzadik de la generación. En el propio cuerpo del tzadik, finito y limitado
en tiempo y espacio, se vuelven manifiestos la luz infinita y la fuerza vital creadora de
Di-s. El tzadik procrea tanto en el plano espiritual, como también en el físico. El
experimenta procreación en el ojo interior de su conciencia, en el continuo flujo de
nuevas ideas e innovaciones verdaderas en la Torá. El procrea despertando las almas de
su generación, para que retornen a Di-s y la Torá. Y eso es lo que dijo el rebe Shneur
Zalman de Liadi, con respecto a la primera mitzvá de la Torá ("fructificad y
multiplicaos"), el fundamento de la Torá: "Un judío debe hacer otro judío".

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El iesod es conocido también como el brit, el sagrado signo del pacto (que Di-s hizo
con Abraham, el primer judío). En particular, el iesod es el pacto entre los dos atributos
Divinos de verdad y paz, como dice el profeta (Zejaria 8:19): "verdad y paz van a amar"
El origen del amor es representado por el alma de Abraham, sobre el que esta dicho:
"Abraham, Mi amante" (Isaias 41:8). Toda su bondad (jesed) desciende (como el agua),
para concentrarse en iesod. Allí se crea el pacto entre la verdad absoluta de la Torá y la
paz de las mitzvot, buenas acciones realizadas con amor por Israel.

Así como "fundamento" es llamado "principio", iesod es llamado "la conclusión del
cuerpo" (el cuerpo, tiferet, se extiende hasta el órgano reproductivo, iesod, como está
dicho: "cuerpo y brit son considerados uno"). La propiedad de "paz" -shalom- inherente
en iesod, significa entonces el poder de llevar un acto a su conclusión, como nos
enseñan nuestros sabios: "uno que empieza una mitzvá es llamado 'final'". Entonces el
sentido y poder completo de la sefirá de iesod es su habilidad de manifestar la unión del
principio con el final, como está dicho en el Sefer Ietzirá (1:7): "el final está incluido en
el principio, y el principio en el final".

Iesod = 80 = 8 (jet) veces 10 (iud) - jai (18). El tzadik es llamado jai, 80 = clal (el
cuerpo "general" o "entero" del pueblo judío). El clal, el tzibur ("la comunidad entera")
"nunca muere". El tzadik iesod olam (el justo, fundamento del mundo) es el "alma
general" (neshamá clalit) de la generación.

Las seis sefirot desde jesed hasta iesod se ensamblan y desarrollan para formar el
partzuf de Zeir Anpín. Zeir Anpín recibe su "cabeza" o "poder cerebral" (las tres sefirot
superiores jojmá biná y daat) de los partzufim superiores de Aba e Ima.

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


iesod es la de emet (verdad), como el poder de "verificar" las propias convicciones y
emociones en la acción, y adquirir una verdadera autorrealización en la vida.

Maljut
"REINADO"

Maljut es la última de las diez sefirot, y el atributo emotivo final dentro de la Creación
(o más precisamente, el poder de expresar los pensamientos y emociones propios a los
demás).

Aparece en la configuración de las sefirot en la base del eje central, directamente debajo
de iesod, y corresponde en el tzelem Elokim a la "corona" del órgano de la reproducción,
(corona en el hombre; labia en la mujer), o a la boca.

Maljut está asociado en el alma con el poder de auto-expresión. La cabalá identifica tres
"vestimentas" básicas (levushim) del alma, las cuales le permiten expresarse:
"pensamiento" (majshavá), con el que el alma se revela interiormente; "habla" (dibur) y
"acción" (maasé), con los que se revela hacia el exterior.

Maljut como un todo, es llamado a menudo "el mundo del habla", de momento que la
palabra hablada representa el medio esencial de auto-expresión, permitiéndole a uno no
sólamente revelarse a si mismo a la realidad exterior, sino también guiarla e

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influenciarla. Por otra parte, el habla le permite a uno ejercitar autoridad y "realeza", el
significado literal de maljut.

Maljut, sirve también como un instrumento para establecer una identificación con la
realidad exterior. Ejercitar realeza, requiere una extrema sensibilidad hacia las
necesidades del reino que uno trata de regir. Por lo tanto, maljut requiere que todo
agente de influencia dentro de la Creación asuma una postura receptiva con respecto a la
fuente Divina de la autoridad, como el único camino de asegurar el bienestar definitivo
del reino mundano.

Al meditar acerca de la Divinidad, el alma sólo puede percibir y ascender a las sefirot
superiores a través de la "ventana" o portal de maljut. "Este es el pórtico hacia Di-s, los
justos van a entrar a través de él" (salmos 118:20). En el servicio devoto del individuo a
Di-s, esto significa recibir sobre si mismo, bajo total compromiso, "el yugo del reino de
los cielos".

Maljut = 496, que es la suma de todos los números desde el 1 hasta 31. Sumado a que es
un "triángulo" (como fue descripto anteriormente, respecto de las sefirot tiferet y hod),
496 es un "número perfecto" (un número que equivale a la suma de todos sus divisores.
Los primeros cuatro "números perfectos" son 1, 6, 28, 496). De esta manera, las diez
sefirot finalizan (llegan a su consumación) con un "número perfecto".

La unión de las últimas sefirot, iesod (80) y maljut (496) = 576 = 242.

El principio, la continaución y el final de las sefirot (todas a lo largo del eje central),
keter (620), tiferet (1081), y maljut (496) = 2197 = 133.

La sefirah de maljut se desarrolla para formar el partzuf de Nukva d'Zeir Anpín.


Comenzando como un punto único, Nukva d'Zeir Anpin recibe todas sus 9 sefirot
superiores desde los niveles individuales de maljut contenidos dentro de cada una de las
sefirot superiores (maljut de jojmá pasa a ser jojmá de maljut, etc.).

El estado espiritual identificado en el jasidismo como correspondiente a la sefirá de


maljut es la de shiflut (humildad).

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El Estudio de la Cabalá

Parte 1: Introducción

Cabalá: La Unión de la Sabiduría y la Profecía

El valor numérico de la palabra “cabalá”1 en hebreo es 137. Sorpresivamente, este es


uno de los números más importantes hoy en día en la física moderna. Como número
puro, sin dimensiones2, es conocido como el “inverso de la constante de la estructura
fina” y expresa una importante propiedad del espacio en relación a la creación.

137 es el valor de la suma de dos palabras muy importantes que se relacionan con la
cabalá: “sabiduría” 3 = 73 y “profecía” 4 = 64, jojmá y nevuá. La cabalá puede ser
entendida entonces como la unión (o el matrimonio) de ambos conceptos.

Históricamente, la cabalá evolucionó de la tradición profética que existió en el judaísmo


hasta la época del segundo Templo (comenzando en el cuarto siglo antes de la era
común). Aunque luego el espíritu profético que residió en los profetas
continuó”sobrevolando” sobre el pueblo de Israel, ya no se manifestó en forma directa.
En cambio, el espíritu de sabiduría manifestó lo Divino en la forma de la Toráh Oral, (la
tradición oral), el cuerpo de conocimientos rabínicos que se comenzó a desarrollar
durante el período del segundo templo y continúa hasta nuestros días. El encuentro de la
sabiduría (la mente, el intelecto) y la profecía (el espíritu que permanece) y su unión es
lo que produce y define la esencia de la cabalá.

En el esquema conceptual de la cabalá, la “sabiduría” corresponde a la sefirá de jojmá,


sabiduría, conocida por otro lado como el principio “padre” (aba) y “profecía”
corresponde a la sefirá de biná, entendimiento, o el principio “madre” (ima). La
sabiduría y el entendimiento son descriptos en el Zohar como “dos compañeros que
nunca se separan”. Así, la cabalá representa la unión de la sabiduría y la profecía en el
alma colectiva judía; siempre que estudiamos cabalá, que es la sabiduría interior de la
Torá, revelamos esta unión.

Es importante aclarar que la cabalá no es una disciplina separada del estudio tradicional
de la Toráh, es más bien el alma interior de la Toráh (nishmata deoraita, en el lenguaje
del Zohar y el Arizal).

A menudo la unión de dos cosas es representada en cabalá como un acrónimo


compuesto por sus letras iniciales. En este caso, “sabiduría”, que en hebreo comienza
con la letra jet, y profecía que comienza con la letra nun, forman la palabra hebrea
“jen”, que significa “gracia”, en el sentido de belleza. Gracia se refiere en particular a la
belleza simétrica, es decir, el tipo de belleza que percibimos en la simetría. Esta
observación está ligada al hecho que la sabiduría interior de la Toráh, la cabalá, es
conocida como “jojmat hajen”, que podríamos traducir literalmente como la sabiduría
de jen. A su vez, jen es el acrónimo de otras dos palabras: “sabiduría oculta” (jojmá
nistará). Pero, siguiendo nuestro análisis aquí, la cabalá es llamada jen porque es la
unión de sabiduría y profecía.

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Porque comprende a ambas, sabiduría y profecía, la cabalá como alma interior de la
Torá, es apropiada para brindarnos una visión del futuro perfeccionado y utópico del
mundo que vamos a disfrutar cuando el Mashíaj se revele. El estudio de la Torá nos
proporciona a nivel individual y colectivo la conciencia y la fortaleza de carácter
necesaria para imaginar este futuro y trabajar en pos de él durante las horas de oscuridad
más colosales.

Notas

1. kuf = 100; bet = 2; lamed = 30; hei = 5.

2. “sin dimensiones” significa que este número no es una medida de ninguna cantidad,
por ejemplo: distancia (metros) o tiempo (segundos) o energía (julios), etc., o la relación
entre unidades, como velocidad: metros por segundo, etc.).

3. jet = 8; caf = 20; mem = 40; hei = 5.

4. nun = 50; bet = 2; vav = 6; alef = 1; hei = 5.

La Evolución de la Cabalá

En general hay 5 etapas en la revelación de la sabiduría de la cabalá, cada una aparece,


podríamos decir incluso codificada, dentro de un texto en particular. La cabalá analiza
todas las cosas de nuestro mundo, especialmente aquellas que se relacionan
explícitamente a la Torá, en concordancia con modelos básicos predefinidos que derivan
de un estudio profundo de la Torá. Naturalmente, estas cinco etapas son significativas y
deben ser analizadas basándose en los cinco niveles ascendentes del alma.

1. Vital – nefesh

2. Espiritual – ruaj

3. Respiración (la dimensión intelectual) – neshama

4. El viviente (la conección supraracional del alma con Di-s) - jaia

5. El único (es uno con Di-s, iejida leiejdaj): este nivel brinda el poder del total
autosacrificio (kidush Hashem), porque es siempre uno con Di-s, ya sea investido en el
cuerpo o no. - iejida

Uno: El Libro de la Formación

El texto que revela la primera etapa que corresponde al nivel vital del alma es El Libro
de la Formación, (Sefer Ietzirá). De acuerdo a la tradición judía, la sabiduría en este
texto es atribuida al primer judío, Abraham. Respecto a su tamaño, es un texto
relativamente corto y la mayoría de su contenido aparece como frases enigmáticas,
quedando claro por su lenguaje que tiene por cierto un origen muy antiguo.
Explícitamente, esto significa que la sabiduría contenida en este libro antecede a la

61
antrega de la Torá en el monte Sinaí. Sin embargo, tradicionalmente, la edición final del
libro al que podemos acceder en la actualidad fue compilada en la generación anterior a
la destrucción del segundo Templo (siglo I de la era común) por el sabio más grande del
período tanaico (de la Mishná), rabí Akiva. Este fue también el maestro y educador de
rabí Shimón bar Iojai, el autor del Zohar, literalmente el Libro del Resplandor.

Dos: El Zohar

Al contrario del Libro de la Formación, el texto que revela la segunda etapa de la


cabalá, el Zohar, es muy largo. Su contenido está estructurado primariamente como una
interpretación de la Biblia en general y de los Cinco Libros de Moisés en particular. El
Zohar, si bien habla en un lenguaje menos enigmático que el anterior, es
estructuralmente variado. Algunos de sus contenidos aparecen como el relato de una
historia, algunos como un análisis profundo de “los mundos superiores”, el reino de las
sefirot, la manera en que estas evolucionan en “figuras” (partzufim)(1), persona
espirituales (2) de los mundos superiores, etc.. Hay algunas partes del Zohar (como el
Idra Raba y el Idra Zuta) que permanecieron casi completamente incomprensibles hasta
que el Arizal (siglo XVI) arrojó luz sobre ellas (hay más sobre el Arizal en la cuarta
etapa). En el cuerpo completo de las muchas escrituras que componen la Torá, el Zohar
es considerado un midrash – un discurso homilético o hermenéutico de la Torá (3). A
veces se hace referencia al Zohar como Midrash Rashbi (un acrónimo del nombre de su
autor: Rabi Shimón Bar Iojai).

Aunque fue compuesto originalmente por su autor en la 2da centuria EC, el Zohar no
fue publicado abiertamente sino después de 1200 años. Durante ese interín, fue pasando
de maestro a alumno. “Una cosa en su momento [apropiado] es buena” (4) y eso fue la
revelación pública del Zohar. Inmediatamente luego de su revelación, el Zohar se
esparció por el mundo de la cultura judía y muchos de los sabios cabalistas comenzaron
a tratar de revelar sus secretos interpretando apropiadamente sus miríadas de alusiones y
metáforas. Esto continuó durante casi 200 años, hasta que este proceso llegó a su zenit
con el trabajo de rabí Moshe Cordovero (1522-1570), conocido por su acrónimo, el
Ramac.

Tres: El Huerto de las Granadas

El trabajo del Ramak representa la tercera etapa de la avolución de la Cabalá. Su


interpretación del Zohar estaba basada en un método racional (no muy diferente del
utilizado para explicar otra literatura midráshica, ver nota 3) y un conocimiento amplio
y circunspecto de toda la Torá en sus estratos exotéricos (revelados) y esotéricos
(ocultos) por igual. El comentario del Zohar realizado por el Ramac, titulado Or Iakar,
es tremendo en su alcance, abarcando docenas de largos volúmenes. Pero su obra magna
fue el volumen titulado El Huerto de las Granadas (Pardes Rimonim), basado en lo que
es posiblemente uno de los más enigmátios versos de toda la Biblia: “Tus retoños son un
huerto de granadas con frutas placenteras, jena y nardos.”

Este verso forma parte de El Cantar de los Cantares, una descripción poética y
metafórica del amor entre el novio y su prometida. Aunque todos los sabios del período
talmúdico lo conocían y estaban inmersos en el estudio de la cabalá, el Talmud no
investida abiertamente dentro de sus misterios. Sin embargo, hay un capítulo dedicado a
este tópico: el segundo capítulo del tratado de Jaguigá. Allí, los sabios que estaban

62
iniciados en el estudio de la cabalá son descriptos como habiendo entrado en el Pardés,
el “huerto”. La palabra hebrea pardés es tambíen interpretada en cabalá como el
acrónimo de las cuatro partes de la Torá: literal, alusiva, homilética/hermenéutica y
secreta (5). Que el “huerto” contenga las cuatro partes de la Torá implica que es
imposible ser iniciado verdaderamente en sus secretos sin estudiar los otros tres niveles.
(6)

Cuatro: El Arbol de la Vida

Con el trabajo del Ramac y otros sobre el Zohar, fueron revelados muchos de sus
misterios, pero sin embargo, los conceptos y enseñanzas más profundos no pudieron ser
penetrados por la mente humana sóla si no hubiera sido inspirada desde arriba por el
Todopoderoso. El Santo Arí, el acrónimo de Rabí Isaac ben Shlomo Luria, fue el alma
nueva (7) enviada desde lo alto y elegida para revelar esto. El Arí arrivó al pueblo del
Ramac, la ciudad santa de Safed, el mismo día que el Ramac falleció y fue sepultado
(8).

Más allá de tener la capacidad intelectual y el conocimiento de sus predecesores, el Arí


tuvo el mérito de recibir una revelación completamente nueva de la sabiduría del cielo.
Aunque esta nueva sabiduría podría ser enseñada independientemente, el Arí prefirió
“recubrirla” como una interpretación del Zohar, esto es, enseñarla en un contexto del
lenguaje y el estilo del Zohar. Las enseñanzas del Ari fueron entonces compiladas en el
texto titulado El Arbol de la Vida (Etz Jaim). Tan abarcadoras y penetrantes eran las
enseñanzas del Ari, que un estudiante de cabalá que no haya estudiado aún el quinto
nivel de la cabalá, podría decir que el trabajo clásico para el estudio de la cabalá en
nuestras generaciones es El Arbol de la Vida.

Notas:

1. Como en nuestra entrega anterior, nos referimos a los principios/figuras de el


padre (Aba) y la madre (Ima).

2. Por supuesto, todas estas figuras/personas son entidades creadas emanadas por
Di-s durante el proceso de la creación, no son una parte de Di-s Mismo.

3. otros textos midráshicos incluyen los midrashim halágicos (legales) como la


Mejilta (sobre el libro de Exodo), Torat Cohanim o Sifra (sobre el libro
Levítico), Sifrí (sobre los libros Números y Deuteronomio). Entre los midrashim
homiléticos (algunos con un contenido similar al Zohar) están Tanjuma, Rabá,
Pirkei Derabbi Eliezer, Shojer Tov y otros.

4. Proverbios 15:23. Ver también Job 3:11: “Di-s ha hecho todo en su momento
apropiado...”

5. Pardés en hebreo se deletrea: pei reish dalet samej. Pei por pshat (literal), reish
por remez (alusivo), dalet por drush (homilético/hermenéutico) y samej por sod
(secreto).

6. Es tan justo como importante notar que si la parte “secreta” de la Torá está
ausente en nuestro estudio, el acrónimo se transforma en la palabra pered, que

63
significa “separado”. Sin el alma interior de la torá, hasta el estudiante más
dedicado puede permanecer separado de Di-s, el que entrega y es el origen de la
Torá.

7. En cabalá, un alma nueva es aquella que no estaba contenida dentro de Adam


por lo tanto no tomó parte del pecado original de comer del Arbol del
Conocimiento del Bien y el Mal. Como cada ser humano es verdaderamente un
mosaico de almas, y la mayoría, si no todas ellas, estaban contenidas dentro de
Adam, el Arí, como todos los seres humanos maldecidos con la muerte,
eventualmente falleció. Para una explicación más profunda, ver “Tzadik Iesod
Olam” en el volumen del rabino Ginsburgh en hebreo Lev Ladaat, p. 136. (aún
no se tradujo al castellano).

8. El Arí contó luego que vió una columna de fuego que se elevaba del cuerpo del
Ramac durante su funeral. En cada generación, hay un individuo que tiene el
mérito de ver el pilar de fuego que elevándose del cuerpo del lider desaparecido
de la generación previa. Al verlo, ese individuo es señalado desde los cielos para
ser el lider de su generación. El lider judío de cada generación es llamado el
Moshe Rabeinu (nuestro Maestro Moshé) de la generación (Moshé shebador)

La Evolución de la Cabalá

Divulgación de la Sabiduría

El Arizal explica que a medida que se aproxima la era mesiánica se vuelve crucial que
sea enseñado el estudio de la cabalá. En sus palabras: “es una mitzvá [un mandamiento]
revelar esta sabiduría” (mitzvá legalot zot hajojmá). Esto está basado en la declaración
del Zohar que “con este libro [es decir el Zohar], saldremos del nuestro exilio con
miscericordia” (Zohar III:124b). En otras palabras, el estudio de la dimensión interior
de la Torá, como se revela en el Zohar, tiene el poder de prevenir los dificultosos
eventos traumáticos que de otra manera serían necesarios atravesar para hacer la
transición desde nuestro estado presente de conciencia hacia la conciencia de la era
Mesiánica.

Aunque el Arizal fue el primero en decir que había llegado el momento de que la cabalá
sea enseñada abiertamente, de todas maneras aún plantea ciertas condiciones impuestas
a aquellos que decidan estudiar la dimensión esotérica de la Torá. Por parte de los
maestros hay por cierto una mitzvá de revelar las enseñanzas ocultas, pero sólo a
aquellos que ya son dignos de integrarlas a sus vidas. La descripción de lo que se
requiere de un estudiante apropiado incluso está delineada en la introducción al Eitz
Jaim, El Arbol de la Vida, el texto más básico de la cabalá del Arizal.

La Quinta Etapa de la Cabalá: El Jasidut

Más de un siglo y medio después de la declaración del Arizal de que el tiempo había
llegado para que se revele la cabalá, el Baal Shem Tov (1698-1760) fundó el
movimiento jasídico. Como fue explicado en extenso por uno de los más grandes sabios
jasídicos, rabí Isaac de Homil (que fue un discípulo de rabí Shneur Zalmen de Liadi, el
fundador de la rama Jabad del jasidut, de su hijo rabí Dov Ber y su nieto el Tzemaj
Tzedek), las enseñanzas del Baal Shem Tov en particular y el jasidut en general son la

64
etapa final de la cabalá. Son una revelación única de la sabiduría Divina de la Cabalá en
el sentido que forman un nuevo cuerpo de enseñanzas que proveen como un todo una
visión más profunda y un esquema conceptual más avanzado que los que fueron
revelados antes, con el cual comprender e internalizar las enseñanzas del Zohar y del
Arizal. Jasidut es entonces la quinta etapa de la revelación de la cabalá.

Pero la cabalá del Baal Shem Tov no sólo es diferente por sus amplísimas explicaciones,
sino también por su largo alcance. Mientras que el Arizal sigue imponiendo limitaciones
sobre quién es digno de estudiar la cabalá, el Baal Shem Tov propugnó una
aproximación radicalmente nueva. Experimentó cierta vez una elevación de su alma
hasta la morada del Mashíaj en el cielo, donde éste le reveló que la redención habría de
ocurrir cuando los manatiales de sus enseñanzas [del Baal Shem Tov] se diseminen
hasta los extremos más remotos (iafutzu maaianoteja jutza).

Subsecuentemente, el Baal Shem Tov explicó que los “extremos más remotos” se refiere
específicamente a aquellos judíos que hasta ese momento no se podrían haber
considerado considerado suficientemente santificados para estudiar cabalá. Obviamente,
diseminar los manantiales de la cabalá hasta esos extremos se refiere específicamente
dirigirse a todo judío, sin importar su nivel de observancia o compromiso con la Torá.
No sólo eso, sino más aún, a los no judíos que también requieren la sabiduría de la
cabalá para participar en la redención de una manera compasiva y miscericordiosa, se
les debe hablar y enseñarles aquellas partes de la sabiduría que les sea pertinente. Esto
implica que realmente ya no hay más condiciones impuestas para el estudio de la
cabalá. Como todas las almas requieren esta sabiduría para rectificarse, tampoco hay ya
diferencia respecto al género. Hasta la llegada del Mashíaj nuestra tarea es todo lo que
esté en nuestro poder para diseminar los manantiales del jasidut, el quinto nivel de la
cabalá.

Revelación de lo Oculto

Es importante mencionar que siempre que hablamos de “nuevas enseñanzas”, por


supuesto no estamos dando a entender que alguna “nueva” Torá ha sido entregada por
Di-s a través de alguien, sino que algunos individuos justos han tenido el mérito de
revelar partes ocultas de la Torá que siempre estuvieron presentes en ella, pero
permanecieron ocultas hasta ese momento del tiempo (por razones que sólo Di-s
conoce, en su providencia para llevar a la creación y a la historia a ese estado utópico
para el cual el mundo fue creado). Esas almas especiales enviadas desde el cielo en
ciertos momentos críticos de la historia para revelar nuevas dimensiones de la Torá,
nunca van a contradecir, por supuesto, o nulificar ninguna de las leyes o enseñanzas de
la Torá que han sido reveladas hasta ese momento.

Rabí Shneur Zalman, el fundador de Jabad, afirmó que “no habrá una segunda entrega
de la Tora”, queriendo significar que todas las nuevas enseñanzas siempre deben estar
fundadas verdaderamente en la Torá, tal como fue transmitida y desarrollada de
generación en generación. La Torá que fue entregada por Di-s en el monte Sinaí ya
contiene todas las nuevas enseñanzas y nociones de todas las generaciones que le
siguieron, incluyendo también las profundas revelaciones que serán enseñadas por el
Mashíaj. De hecho, los profetas afirmaron claramente que justo antes de las
revelaciones finales de la Torá por medio del Mashíaj, la profecía retornará al pueblo
judío. Una vez más, el propósito de esta profecía no es revelar una “nueva” Torá, sino

65
más bien preparar el alma para que pueda incorporar la profundidad de la revelación de
las enseñanzas ocultas de la Torá tal como serán reveladas por el Mashíaj.

La Evolución de la Cabalá

El Sendero a la Profecía

Veamos ahora cómo se correlacionan las cinco etapas del desarrollo de la cabalá con los
5 aspectos del alma.

· vital - nefesh (facultades naturales)

· espíritu - ruaj (facultades emocionales)

· aliento - neshamá (facultades mentales)

· vida - chaiá (facultades supra-racionales)

· unicidad – iejidá (uno con Di-s)

Como se mencionó, las cinco etapas de la cabalá constituyen una evolución de la


conciencia judía. Encontramos en los profetas que la profecía verdadera retornará al
pueblo judío justo antes de la redención final. En esencia, este no es sólo un signo de la
redención que está llegando, es también un prerrequisito. Como mencionamos al
comienzo, la cabalá es en realidad la unificación de la sabiduría con la profecía y es la
que prepara al pueblo judío para el retorno de la profecía.

El primer texto, el Sefer Ietzirá, habla acerca de los diferentes fenómenos de la


naturaleza (las estaciones, los días de la semana, los planetas, el cuerpo humano, etc.) y
los relaciona con las letras del alfabeto hebreo, por lo que este libro se corresponde con la
revelación del aspecto del alma natural o vital, nefesh.

El segundo texto, el Zohar, cuando está despojado de las profundas explicaciones


contemplativas ofrecidas en las etapas posteriores y es leído textualmente, tiene el valor
especial de elevar el espíritu del alma, ruaj. Como dijo uno de los Rebes de Jabad, como
texto, no hay nada como el Zohar para despertar las emociones de la persona. Por
supuesto, el aspecto espiritual del alma incluye las facultades emocionales.

Los cabalistas de la tercera etapa, encarnados por el Ramak y su obra, buscaban usar sus
facultades mentales para comprender los misterios ocultos del Zohar. Esta etapa fue
enfatizada continuamente por el más importante texto filosófico del judaísmo, La Guía
de los Perplejos de Maimónides (Moré Hanevojim). El ideal era unificar la sabiduría
esotérica del Zohar con la tradición filosófica judía; unir cabalá con jakirá (la filosofía
judía). El aspecto de neshamá del alma (1) contiene sus facultades mentales, el cual
evolucionó y alcanzó su apogeo durante esta etapa.

La nueva revelación de los postulados del Arizal llevó las facultades de la mente hasta el
límite, pero más importante aún, desafió al alma a ir más allá del enfoque racional de la
mente. Su esencia es supranacional, aunque el Arizal presentó su esencia en términos
intelectuales. A diferencia del Zohar que lleva a una experiencia emocional, la lectura el
Etz Jaim requiere un profundo esfuerzo intelectual, pero deja la sensación de ser algo
que está por encima del intelecto. De esta manera, la cabalá del Arizal sirve para revelar
el nivel del aspecto jaiá del alma. Jaiá se describe como teniendo la cualidad de
"tocar/no tocar" (noguea veino noguea); revolotea siempre muy cerca de nuestra mente,
pero constantemente la esquiva.

66
La revelación final es conocida en la tradición jasídica como el "alma de la cabalá del
Arizal", o el "alma del alma de la Torá" (nishmeta lenishmeta deoraita). El texto clásico
del jasidismo es el Tania, Escrito por Rabi Shneur Zalman de Liadi.

Una de las enseñanzas más importantes del Tania es que el alma judía es una verdadera
parte de Di-s (jelek eloka mimaal mamash) (2). Aunque este pensamiento aparece en los
textos cabalísticos tempranos (en varias formulaciones) (3), nunca fue establecido tan
inequívocamente y nunca había sido la base de un esquema conceptual completo como lo
es en el Tania. Lo que dice esta afirmación es que tenemos una conexión continua y
eterna con Di-s y que cada acción que realizamos refleja la esencia de lo Divino. Así, el
jasidismo revela el nivel de Divinidad previo a la contracción inicial de la luz infinita de
Di-s que permitió la creación de la realidad finita; el jasidismo revela entonces la
capacidad infinita del alma judía. Para comprender lo novedoso de esta revelaci ón,
señalamos que el Arizal no se explaya respecto a las etapas previas a la contracción
inicial. Fue dejado al jasidismo revelar y desarrollar estas etapas, en virtud del hecho de
que la esencia de nuestra alma Divina estaba por cierto allí. Jasidismo es revelar una
memoria prístina e inconciente del alma previa a la creación.

Cuando un nuevo discípulo llegaba al Baal Shem Tov, la primera pregunta que le
formulaba era "¿qué recuerdas?". El Baal Shem Tov estaba tintineando en los niveles
más profundos del alma del nuevo discípulo para prepararlo para el estudio del
jasidismo. En la cabalá del Arizal también había una "activación de la memoria" pero
incluía el "recuerdo de las encarnaciones previas, que por supuesto no revela la
existencia del alma como era antes de la creación del mundo, cuando era aún una
verdadera parte de Di-s, la iejidá, el aspecto de unicidad del alma.

Aspecto del alma Texto central desarrollo


El
entendimiento
nefesh Sefer Ietziá del mundo
natural
El reino de las
Ruaj Zohar emociones
Las facultades
Neshamá Pardés Rimonim intelectuales
El
Jaiá Etz Jaim entendimiento
supraracional
La unidad con
Iejidá Tania Di-s

Viendo el Futuro

Después que el Maguid de Mezeritch (el sucesor del Baal Shem Tov) falleci ó, cada
discípulo buscó a un Rebe a quien seguir. El mayor de ellos fue el Rebe Menajem Najum
de Chernobil. El Rebe Shneur Zalmen, el fundador de Jabad no siguió a su caro amigo el
Rebe Najum, sino que se dirigió al Rebe Menajem Mendel de Vitebsk en busca de guía.

El Rebe Shneur Zalman y El Rebe Najum se visitaban una vez al año para la festividad
de Sucot y en una de esas visitas, cuando estaban sentados discutiendo profundos
misterios de la Torá en la Sucá, el Rebe Najum le preguntó su amigo: "¿Por qu é
tomaste al Rebe Menajem Mendel como tu Rebe y no a mi?"

67
A lo que le contestó: "Una vez lo ví cuando estaba dando una audiencia y me di cuenta
que conocía todas las cosa que las personas que buscaban su consejo habían hecho en su
vida".

El Rebe Najum se encogió de Hombros como diciendo que él también veía los actos del
pasado.

Rebe Shneur Zalmen continuó: "entonces comprendí que no sólo podía ver sus acciones
en la presente vida, sino que conocía las de todas las encarnaciones previas de la persona
desde los seis días de la creación.

Rebe Najum se encogió de hombros nuevamente.

Finalmente, Rebe Shneur Zalmen dijo: "al cabo comprendí que no sólo podía ver las
acciones pasadas y las encarnaciones anteriores, también podía ver todo lo que su alma
tenía destinado para el futuro hasta la llegada del Mashíaj y después".

En ese momento Rebe Najum alzó sus cejas maravillado, aceptando de esa manera la
elección de Rebe Shneur Zalmen, pero la conversación terminó abruptamente, cuando
los jasidim, que intentaban escuchar las santas palabras de los dos tzadikim desde lo alto
de la sucá, repentinamente se movieron y fueron escuchados.

Todo lo que la persona ha hecho en su vida hasta el momento presente, ya sea en la


acción, la palabra o el pensamiento, corresponde a los primeros tres niveles del alma:
nefesh, ruaj y neshamá. Esto era claro para los cabalistas antes del Arizal. Las
encarnaciones pasadas, sobre las que se enfocó el Arizal, corresponden al aspecto jaiá
del alma

Pero para ver el destino del alma en el futuro, es necesario verla como es, una parte
verdadera de Di-s, para quien el pasado, el presente y el futuro existe al mismo tiempo.
La facultad de Rebe Menajem Mendel de ver la iejidá de una persona fue lo que
convenció al Rebe Shneur Zalmen de seguir su guía.

Aspecto del alma tema central

nefesh, ruaj, y neshamá Acciones pasadas (hechos,


palabras y pensamientos)

Jaiá Encarnaciones pasadas

Iejidá Destino futuro

Notas:

1. Cuando se estudia la Torá, no es raro encontrar que un aspecto particular


de un ente compuesto es llamado para el ente como un todo. En este caso,
neshamá, el tercer aspecto del alma, se traduce normalmente al castellano
como "alma". Pero puede ser traducido también como "aliento"
(neshimá) basado en el versículo "Di-s insufló en él el aliento ("nishmat")

68
de vida" (Génesis 2), que también puede ser traducido como "Di-s sopló
en él el alma (nishmat) de vida".

2. Ver comienzo del capítulo 2.

3. Especialmente remarcado por el autor del trabajo cabalístico Shefa Tal,


Shabtai Sheftel Horowitz quien vivió antes que el Baal Shem Tov.

Los Peligros de la Cabalá

Lo primero debemos preguntar antes de estudiar Cabalá es cuál es el modo correcto de


hacerlo sin ponernos en peligro, dado el enorme poder, altamente energético
(psicológicamente) y que puede alterar la conciencia (espiritualmente), de esta parte de
la Torá. Las pasadas experiencias nos brindan muchos ejemplos de gente que perdió la
cordura o fue dañado psicológicamente por estudiar Cabalá de una manera inapropiada.
Muchos de estos individuos no eran completamente estables desde un comienzo, pero
de todas maneras no hay dudas de que el estudio impropio de la Cabalá contribuyó en
cierta medida a su crisis psicológica.

En nuestra generación esto es menos frecuente, porque estas personas que no son
psicológicamente estables buscan en general ayuda profesional de alguna tipo y están en
alguna clase de programa de tratamiento. Pero aunque muchos peligros psicológicos ya
no son más que temas de estudio, siguen existiendo peligros espirituales tales que ponen
en riesgo el bienestar espiritual y por ende físico de la persona.

La Cabalá es una Parte de la Torá

El primer peligro radica en la noción de que es posible estudiar Cabalá sin observar las
mitzvot. El pueblo judío recibió la Torá en el Monte Sinaí sobre la base de su
declaración "naasé venishmá" (1), que significa "haremos y luego entenderemos". El
hacer crea los recipientes, mientras que entender trae la luz o el alma adentro de estos
recipientes. Es importante entender que el propósito definitivo por el cual Di-s creó el
mundo fue la formación de los recipientes, viviendo una vida buena emulando a Di-s, la
esencia de la Torá con sus 613 mandamientos para los judíos y los 7 mandamientos para
la humanidad.

El intento de tener experiencias místicas o incluso proféticas sin crear los recipientes
adecuados que los contengan es peligroso, porque es como crear "un alma sin un
cuerpo". La mayoría de las veces estas mismas vivencias son simple ilusión, y no hay
existe en realidad más que la imaginación de la persona trabajando. Pero si se vuelven
reales entonces en esencia son el equivalente de la muerte, porque eso es esencialmente
"un alma sin cuerpo". La importancia de crear recipientes se compara con la
importancia del lugar que tiene la Tora en la vida. En este sentido, los mandamientos de
la Torá "dan vida" (2), o sea, hacen posible la vida al crear los recipientes en donde
entre el alma.

La Torá nos cuenta acerca de grandes almas, como los hijos mayores de Aharon (el
Gran Sacerdote, hermano de Moisés) Nadav y Avihu, que estaban inmersos plenamente
en los más profundos misterios de lo Divino, pero, como no cumplieron con un
mandamiento de Di-s, perecieron mientras servían en el Tabernáculo (3). En Cabalá, su
error es descrito como "correr" hacia Di-s de manera demasiado entusiasta, sin el ancla

69
provista por el cumplimiento apropiado de los mandamientos que permite a la persona
permanecer "con los pies en la tierra", incluso al trascender los más elevados niveles de
espiritualidad. Esta es la esencia del primer peligro: sin estar afirmado apropiadamente
en la tierra a través del cumplimiento de las mitzvot, la persona puede perder fácilmente
contacto con la realidad.

Hemos mencionado que desde los tiempos del Baal Shem Tov, el estudio de la
dimensión interior de la Torá se volvió permisible y hasta necesario para todos, tanto
hombres como mujeres. Esto es especialmente cierto respecto de la Cabalá en cuanto a
su máximo nivel de revelación, el Jasidut. La Cabalá como se manifiesta en el Jasidut es
una necesidad para todos. El Rebe de Lubavitch escribe que la permisibilidad y la
conveniencia del estudio de la Cabalá, tal como aparece en el Eitz Jaim del Arizal
depende del grado de deseo que tiene cada persona en particular por este tipo de estudio.
Para poder entrar de manera segura y salir de la huerta metafórica, el pardés (4), es
necesario estar bien protegido de semejante poderosa energía y bien asentado en la
realidad a través del cumplimiento serio de toda la Torá.

El maestro no debe impartir la falsa concepción de que no es necesario comprometerse


con la Torá toda cuando alguien desea aprender Cabalá. Sin embargo, debe saber cómo
cumplir con el legado del Baal Shem Tov, que incluso aquellos judíos que están lejos
del estudio de la Torá estudien esta sabiduría, ya que muchos de ellos que crecieron
lejos de la Torá no desean al principio asumir la responsabilidad de cumplir los
preceptos. El verdadero maestro de la Cabalá ha de saber cómo tomar apropiadamente
el riesgo de acercar a alguien a la Torá a pesar de que aún no esté preparado para
cumplirla en su totalidad.

El Maestro Real, Erudito y de Naturaleza Interior

Real: El segundo peligro involucra a quién elegimos para que nos enseñe Cabalá. No se
debe recibir sabiduría de una fuente no auténtica, incluso si decidimos aceptar vivir de
acuerdo con la Torá como parte del estudio de la Cabalá.

Brindaremos algunos ejemplos de fuentes falsas. Si usted va a ver a alguien así llamado
cabalista y comienza realizando todo tipo de cálculos con su nombre, y el de su esposa y
su conclusión es que su nombre no es bueno y debe ser cambiado, o no es una buena
pareja para su esposa, entonces puede estar seguro cien por ciento que esta persona es
un charlatán. Haría mejor mantenerse lo más alejado posible de alguien así. El Arizal
dejó bien aclarado que en nuestras generaciones ya no hay necesidad o legitimidad de
usar la Cabalá práctica. (5)

Erudito: En segundo lugar, hay muchos maestros que aunque tienen buenas
intenciones, en realidad son ignorantes en lo que respecta al resto de la Torá. Como su
conocimiento de la parte revelada de la Torá es tan flojo, no pueden entender
plenamente sus facetas ocultas; consecuentemente, tanto conciente o inconcientemente,
enseñan un conocimiento incorrecto. (6)

Interior: Finalmente, un defecto más sutil respecto a la fuente de nuestro estudio es que
muchos de los maestros que enseñan hoy en día sólo comprenden los aspectos externos
de la Cabalá. La parte más grande de las enseñanzas del Arizal está basada en la
distinción entre los aspectos externos e internos de las cosas. (7) Incluso alguien que

70
sabe de Torá y Cabalá, puede carecer completamente de su conocimiento interior. El
entendimiento interior se refiere a ser capaz de no sólo entender intelectualmente el
significado de las enseñanzas de la Cabalá, sino más bien, como se explica en extenso
en Jasidut, de ser capaz de experimentarlos de una manera rectificada y sagrada. Un
auténtico maestro de Cabalá comprende y transmite a sus estudiantes que la Cabalá no
se refierie solamente a la realidad externa. Reconocer a un maestro que comprende la
sabiduría de la Cabalá de una manera íntima depende de la sensibilidad a| la verdad del
estudiante.

El anterior Rebe de Lubavitch, Rabi Iosef Itzjak, dijo algo muy importante a este
respecto. Si una persona acostumbra observar el mundo superficialmente, arruina su
habilidad de adquirir luego un punto de vista o perspectiva interior. Es como si la
perspectiva externa produciera una especie de daño mental o espiritual al alma Divina.

Para explicar un poco más esta falla, debemos utilizar la declaración de nuestros sabios
que dice: "una mujer crea un lazo sólo con el primer hombre que hace de ella un
recipiente (es decir, que ella es íntima de él). (8) Un maestro de la Torá es llamado rav
(rabino). Un maestro de la dimensión interior de la Torá es llamado Rabi (con la letra
iud adicional al final). La relación entre el estudiante y el maestro de Cabalá es como la
de marido y mujer. Así, como una mujer, creas un nexo o pacto intelectual con el primer
maestro que te inspira con las enseñanzas de la Cabalá. Es difícil romper esta unión, no
del todo imposible, pero muy difícil.

Cabalá y Jasidut

El tercer peligro en nuestra generación es estudiar Cabalá sin Jasidut. Como ya se


explicó, la quinta etapa de la revelación de la sabiduría de la Cabalá es el Jasidut. Desde
la época en que este fue revelado es la forma preferencial para estudiar esta sabiduría.
La Cabalá debe ser estudiada también de los textos originales, pero siempre con la
inspiración y las fuentes supremas que brindó y reveló el Jasidut. El Baal Shem Tov
explicó que incluso cuando los textos clásicos de Cabalá, que precedieron al Jasidut, son
estudiados con un corazón ansioso por el entendimiento interior, no obstante, a causa de
la tosquedad de la mente humana, las enseñanzas pueden ser mal interpretadas y pueden
resultar en un antropomorfismo del Todopoderoso, que por otro lado es conocido en
hebreo como hagshamá.

Las enseñanzas de la Cabalá, especialmente en los textos del Arizal, involucran una
personificación de lo Divino. Es descripto con una secuencia completa de personajes
interactivos (parzufim). La única manera de evitar una mala interpretación de esta
personificación es estudiar la Cabalá con Jasidut. Por ejemplo, incluso sin llegar hasta
los personajes de lo Divino del Arizal, podemos tomar el secreto de la contracción, sod
hatzimtzum, que es la primera cosa enseñada en su trabajo central, el Etz Jaim. Si, Di-s
no lo permita, una persona entiende este secreto literalmente, podría pensar que Di-s no
está omnipresente en la realidad, que de alguna manera "Di-s ha dejado la tierra" (9) y
se alejó de ella. Sólo estudiando las enseñanzas del Jasidut estamos convencidos de que
la contracción de la luz de Di-s no debe ser entendida literalmente sino como una
metáfora. La manera correcta de interpretar estas enseñanzas sólo puede ser
comprendida estudiando Jasidut.

Sumisión, Separación, Dulcificación

71
Los tres peligros descriptos corresponden al modelo básico de la transformación
psicológica introducido por el Baal Shem Tov. Las tres etapas de este modelo son
conocidas como sumisión, separación y dulcificación.

La etapa de sumisión corresponde al primer peligro, porque para superarlo se debe


reconocer sumisamente que la acción debe preceder al entendimiento y que para
estudiar Cabalá debe haber un compromiso de estudiar la Torá como un todo, tal como
hizo el pueblo judío en el monte Sinaí.

La etapa de separación implica distanciarse de un maestro de la Cabalá no auténtico.

La etapa final de dulcificación corresponde a la dulzura de estudiar Cabalá en nuestra


generación como debe ser estudiada con la inspiración que nos brindan las enseñanzas
del Baal Shem Tov.

Notas

1. Exodo 24:7

2. Levítico 18:5.

3. Ibid. 10.

4. La palabra hebrea pardés, que significa "huerta", es un acrónimo de los nombre de las
cuatro partes de la Torá: pshat, el significado simple del texto; remez, los indicios e
insinuaciones dentro del texto; drush, las implicaciones que derivan del texto a las que
se arriban a través de reglas hermenéuticas; sod, el significado simbólico y esotérico del
texto. (Las interpretaciones cabalísticas son consideradas parte del nivel de sod).

5. Rabi Jaim Vital, el estudiante más avanzado del Arizal, escribió en extenso acerca de
esta prohibición en su libro titulado Shaarei Kedushá (Los Portales de la Santidad)

6. Las enseñanzas reveladas de la Torá (como el Talmud) están basadas en pensamientos


racionales. Las facetas ocultas como la Cabalá (especialmente como aparecen en los
escritos del Arizal) están basadas en ideas supranacionales. Explicamos arriba que el
nivel de estudio racional precede al nivel supranacional así como la neshamá (intelecto)
precede a jaiá (la inspiración supranacional del "viviente")

7. Etz Jaim, Shaar Pnimiut Vejitzoniut (40).

8. Sanedrin 22b.

9. Ezekiel 8:12.

72
LOS PODERES DEL ALMA
para Experimentar a Di-s

Introducción
La Dimensión Interior

La cabalá nos enseña que a todo nivel de la Creación, desde el reino perfecto de Atzilut
(el mundo de pura "Emanación" Divina ) hasta el plano imperfecto de nuestra existencia
terrenal, existen diez sefirot ("emanaciones" o poderes Divinos), con las cuales se
construye la realidad. A cada una de estas sefirot se les da un nombre, que describe su
rol específico en el modelado de la existencia.

Cada una de las sefirot posee dos dimensiones, una externa y otra interna. La
dimensión exterior de cada una, es identificada con el rol "funcional" que juega en el
proceso de la Creación; la dimensión interna, es identificada con la fuerza
motivadora oculta que inspira su actividad. Aún más que su aspecto externo, la
dimensión interior de las sefirot sólo puede ser apreciada dentro del contexto de su
manifiestación en el alma judía. Dado la derivación Divina de nuestra alma, podemos
entender que un análisis de sus propiedades y poderes esenciales, sirven como el
vehículo ideal para adquirir comprensión acerca del ser de Di-s.

El jasidismo describe la fuerza inspiradora que hay detrás de cada sefira. Mientras que
sus nombres cabalísticos sirven para expresar el efecto Divino que cada uno de esos
poderes tienen sobre la Creación, sólo los términos que propone el jasidismo, revelan la
dimensión interior de cada sefira.

Otra forma de explicar la diferencia entre la cabala y el jasidismo, es que la primera


hace hincapié en los instrumentos o "recipientes" (kelim) de Creación, mientras que el
jasidismo lo hace sobre las "luces" (orot) que llenan esos recipientes. Esta distinción es
evidente incluso en sus nombres: la palabra cabala deriva de la raíz hebrea kabal: "algo
que sirve como receptáculo o recipiente", mientras que jasidismo, proviene de la raíz
jesed, "bondad", un atributo a menudo denominado simbólicamente como "la luz del
día".

Emuna

Emuná es el estado espiritual asociado con la experiencia interna de la más elevada de


las tres "cabezas" de keter, la Reisha d'lo Itiadá ("la cabeza incognosible").

Emuná es la conección esencial o "pacto" entre Israel y Di-s. Dice un dicho jasídico: la
"fé simple" (emuná peshutá) del "judío simple" (iehudí pashut) lo conecta con "la
unidad simple (absoluta)" (ajdut peshutá) del Atzmut de Di-s (La esencia, por encima
de la revelación de Su luz infinita, or ein sof ). Toda alma judía hereda su fé de los
patriarcas y matriarcas del pueblo judío en general, y de Abraham, el primer creyente,
en particular. Como rasgo hereditario, emuná está siempre presente en el alma de cada
judío, aunque no necesariamente en forma conciente.

73
La función de Moisés, (presente en cada generación), es mantener y reforzar la
conciencia de la fé de Israel, y concecuentemente la identidad judía, a través de
alimentarla con la sabiduría de la Torá: Gracias a Moisés, se le dió maná al pueblo de
Israel. En la Torá, aparece por primera vez escrito como "man hu", cuyas letras
conforman también la palabra"emuná".

La predisposición innata del judío de entregar su vida completamente al servicio de Di-


s, y hasta sacrificar la vida por Su causa, es la expresión esencial de su emuná en el
Creador.

Taanug
PLACER

Taanug es el estado espiritual asociado, en particular, con la segunda cabeza de keter, la


Reisha d'Ain ("la cabeza de la nada"). En general, taanug es la fuerza vital, el "fluido" o
"aguas vivientes" de todos los poderes del alma. En particular, taanug, que representa el
partzuf interno de keter (Atik Iomín), sirve para motivar y dirigir la ratzón (el deseo
supraconciente), que representa el partzuf externo de keter (Arij Anpín).

Hablamos de taanug neelam (el placer oculto o inconciente), en contraste con el


taanug murgash (el placer que se siente); y el taanug pashut (el placer simple, es
decir, la experiencia del placer puro o serenidad, desligado de todos los otros poderes
del alma), en contraste con el taanug murkav (placer compuesto, es decir, el placer
inherente en la experiencia de los otros poderes del alma). La sabiduría de la Torá,
deriva en definitiva del estado de taanug Divino, como es expresado por el Rey David
en los Salmos (119:77): "Si no fuera por Tu Torá que es mi deleite (shaashuim), me
hubiera perdido en mi aflicción"; y por su hijo el Rey Salomón, en Proverbios (8:30):
"Y Yo (la Torá, hablando en primera persona) fui Su deleite (shaashuim) cada día...".

Taanug neelam Placer oculto

Taanug murgash Placer sentido

Taanug pashut Placer simple

Taanug murkav Placer Compuesto

Ratzón
VOLUNTAD o DESEO

Ratzón es el estado espiritual asociado con la inferior de las tres cabezas de keter, la
Reisha d'Arij ("la cabeza extendida").

Con respecto al poder de voluntad, está dicho: "nada puede contra la (propia fuerza de)
voluntad", y "no hay nada tan poderoso como la voluntad".

En el partzuf de Arij Anpin (el partzuf exterior de keter que representa el poder general
de voluntad del alma), el "origen de la voluntad" es asociado con su "corona" o su
"cráneo", conocido como la gulgalta. A este nivel, "no hay una causa (racional) para

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la voluntad". De todas maneras, en la sabiduría intrínseca de Arij Anpin, conocida
como moja stimá ("cerebro oculto"), existe "un motivo oculto (no expresable) de la
voluntad".

El nivel superior de la voluntad, de naturaleza totalmente suprarracional, sirve para


controlar y dirigir (desde arriba y prescindiendo de) todos los poderes concientes y
racionales del alma, comenzando por el intelecto, la base espíritual de la propia
racionalidad. El nivel inferior de la voluntad, que posee una racionalidad oculta, es el
origen de la fuerza que tiene el alma, de perseguir intencionalmente aquellos objetivos
racionales seleccionados por la mente. El primero es denominado ratzón lemaala
mitaam v'daat, (voluntad o deseo por encima de cualquier motivo o razón), y el
segundo como ratzón al pi taam v'daat, (voluntad o deseo que tiene algún motivo).

La ratzón Divina, encuentra su expresión esencial en los mandamientos que le fueron


dados a Israel en la Torá. En nuestro servicio Divino, cuando cumplimos devotamente
los mandamientos de Di-s, sólo porque son la expresión de Su voluntad esencial
(l'maala m'taam v'daat), nos conectamos con el primer nivel de la voluntad de Di-s.
Con nuestras intenciones concientes, basadas en los secretos y misterios que se nos
revelan en la cabala, respecto de los efectos espirituales de cada mandamiento en
particular, nos conectamos con el segundo nivel de la voluntad de Di-s.

Bitul
"AUTOANULACIÓN" o "DESINTERÉS"

Bitul es el estado espiritual asociado con la experiencia interna de jojmá, por medio de
la cual, la propia conciencia se abre al flujo continuo de sabiduría Divina y a nuevas
comprensiones, cuando uno anula su sentido de ser autónomo y autosuficiente. Es la
experiencia de ain, de ser nada dentro del resplandor omnipresente de la luz infinita de
Di-s. En general, se pueden identificar dos niveles de bitul:

1. Bitul b'metziut ("anulación existencial"), constituye la forma absoluta de bitul,


en el cual uno pierde todo sentido de existencia independiente. Este es el
estado de bitul en el mundo de Atzilut, cuya conciencia, permeada por el nivel
supremo de Jojmá (Abba mekanen b'Atzilut, "el Padre como se denomina en
Atzilut), es exclusivo de la omnipresencia de Di-s.
2. Bitul haiesh ("anulación del ego") constituye una forma inferior de bitul, por
medio del cual uno se involucra, concientemente, en el proceso de anulación de
la capa externa del ser (ego). Esto se lleva a cabo, con el esfuerzo concentrado
en experimentar que la continua recreación de la realidad, incluyendo a uno
mismo, es "algo de la nada". Así se produce una imagen en nuestra conciencia,
de que no existe una realidad independiente conectada con nuestro sentimiento
de ser "algo". Este es el estado de bitul presente en los tres mundos inferiores
de Beriá, Ietzirá y Asiá, y su experiencia conciente depende de nuestro servicio
Divino. La conciencia Divina en los tres mundos inferiores, deriva de jojmá de
maljut d'Atzilut, que conocemos como jojmá inferior, que lleva a elevarnos al
nivel inferior de bitul.

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Simjá
ALEGRÍA

Simjá es el estado espiritual asociado con la sefirá de biná. Proviene de la satisfación


espiritual de tener éxito en la comprensión de una idea, y relacionarlo con las propias
emociones, (despertando una respuesta emocional). Está dicho de la "madre" (biná): "la
madre de los niños está alegre".

La simjá de la maternidad se desarrolla en etapas progresivas.

Primero está la simjá del casamiento, que se extiende en la alegría de la expectativa por
el embarazo (un estado mental que realmente facilita la concepción).

Luego sigue la simjá de concebir, que se extiende durante el embarazo, en la alegría de


esperar el nacimiento.

Finalmente, "la madre de los niños está alegre", por los chicos que alumbró, y
aumenta su alegría en vistas a un futuro de criarlos y ayudarlos a crecer.

Vemos entonces, que mientras que cada etapa de simjá se inicia con un nivel particular
de realización o logro, siempre se dirige con expectativa hacia el próximo nivel.

En cabala, la simjá de biná (llamada en el Sefer Ietzirá omek ajarit, "profundidad del
futuro"), es identificada con la simjá del mundo por venir.

Los tres niveles descriptos de simjá corresponden a las tres festividades de la Torá, que
fueron dadas al alma de judía para que pueda experimentar verdadera simjá en su
servicio Divino.

La simjá de Pesaj, es la de los desponsales y la consecuente expectativa por la


concepción; la entrega de la Torá a Israel en Shavuot, genera la simjá de la concepción
que conlleva la expectativa del nacimiento; y la simjá de Sucot representa la alegría del
nacimiento y la dedicación a la crianza de la familia para vivir con la Torá (Simjat Torá
). Ver jedvá.

Festividad Etapa de Simjá

Pesaj Desponsales

Shavuot Concepción

Sucot Nacimiento

Simjat Torá Crianza de la Familia

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Ijud
UNIFICACIÓN

Ijud describe la unificación de dos cuerpos o almas, el volverse uno. Sobre la creación
de Adán y Eva, está dicho (con referencia a toda la futura humanidad: "Y él se aferrará a
su esposa y se volverán una sola carne" (Genesis 2:24). Subsecuentemente, esta unión
es descripta como un acto de daat: "Y Adán conoció a su esposa Eva" (Genesis 4:1).

El poder de ijud (tanto en el plano espiritual como en el físico) es entonces visto como
arraigado en nuestro poder de daat, la habilidad de reconocer las propias decisiones, y
establecer con él/ella un entendimiento auténtico. Ijud es entonces el proceso de "volver
a juntar", las dos mitades perdidas de lo que fue inicialmente una entidad única.

Las cavanot (intenciones) de la cabala, son conocidas como ijudim, ya que ellas
intentan efectuar unificaciones entre las múltiples dimensiones de la realidad
(comenzando con las del reino Divino de Atzilut mismo). La intención de que todos los
actos que uno realiza sean "en aras del cielo", es conocida como ijud hamaasé ("la
unificación de la acción"). Ver Iabok.

Ahavá
AMOR

Ahavá es el estado espiritual asociado con la sefirá de jesed. Ahavá es el poder esencial
de "crecimiento" inherente en la existencia. Di-s creó el mundo con amor, y lo sostiene
con amor.

La experiencia de ahavá comienza con un sentido de atracción y ser conducido hacia


otro, que continúa creciendo y expandiéndose hasta que uno y el ser amado son
virtualmente abarcados en el proceso de aferrarse uno al otro. El amor es un vector o
canales de atracción de fuerza.

Existen trece de esos vectores (ahavá = 13), correspondientes a los 13 estados


espirituales asociados con las sefirot:

 el amor de Di-s por Israel.

 el amor de Israel por Di-s (el origen de este par de amores se conoce como
ahavá rabá, el "gran [e infinito] amor").

 el amor del maestro por su discípulo.

 el amor del discípulo por su maestro.

 el amor entre discípulos (el origen de estos tres amores es el amor de la Torá).

 el amor del marido por su mujer.

 el amor de la mujer por su marido.

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 el amor entre amigos (el origen de esos tres amores es el amor de Israel.

 el amor de los padres por su niño/a.

 el amor del niño/a por sus padres.

 el amor entre hermanos (el origen de estos tres amores es el amor de la tierra de
Israel, la conección física eterna entre las generaciones).

 el amor del rey por sus súbditos.

 y el amor de un súbdito por su rey (el origen de este par de amores se conoce
como ahavat olam, "amor mundano [finito]).

Nuestro amor por Di-s se expresa en tres faces crecientes: con todo tu corazón, con
toda tu alma, y con toda tu fuerza" (Deuteronomio 6:5). Estas tres faces se reflejan en
todos los niveles descriptos antes (el espectro completo de los 13 vectores de amor, que
manifiestan sus cinco orígenes generales).

El versículo: "y amarás a Havaiá, tu Di-s, con todo tu corazón, con toda tu alma y con
toda tu fuerza", tiene 39 letras (así como el versículo completo, que contiene la
siguiente frase de 13 letras: "y amarás a tu prójimo como a ti mismo"). Y 39 = 3 x 13
(las tres faces de cada uno de los 13 amores), que equivalen a Havaiá (26) Ejad (13),
"Havaiá es Uno" (Deuteronomio 6:4).

Irá
TEMOR

Irá es el estado espiritual asociado con la sefirá de guevurá. Contrastando con el deseo
inicial de dar derivado de ahavá, innato en el corazón, irá expresa el sentimiento
profundo de preocupación y temor, de que lo que uno da, caiga en manos de un
receptor indigno, que pueda hacer de eso un mal uso en forma destructiva.

Irá evoca guevurá, el poder necesario para rechazar e incluso luchar contra fuerzas
destructivas y negativas.

Los dos poderes de ahavá e irá, intentan complementarse uno al otro y actúan en pareja,
como las dos manos del cuerpo, en su esfuerzo mancomunado por construir, o como las
alas de un pájaro para elevarse en su vuelo. En un sentido más general, irá representa
la propia sensibilidad frente a la presencia del otro. La sensibilidad, da origen a la
consideración de los sentimientos de los demás y el respeto por ellos (como en la
expresión irat hakavod, temor respetuoso). Mientras que ahavá produce atracción y
unión, irá se para desde lejos con temor respetuoso.

En relación a Di-s, hay muchos niveles de irá: irat haromemut (sobrecogimiento frente
a la presencia de la exaltada Divinidad infinita), irat hamaljut (frente a la presencia del
reinado Divino), e irat haonesh (miedo al castigo). Este último nivel no es
completamente "puro" en cuanto a su motivación (porque no presenta a Di-s como el
objeto directo del propio temor), sino más bien deriva de la kelipat noga (cáscara
transparente o neutra) de la experiencia de la propia alma, que encierra una mezcla de

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bien (porque imposibilita pecar), y mal (porque ensombrece nuestra conciencia con
pensamientos que derivarían en consecuencias dañinas).

Sobrecogimiento frente a la
Irat
presencia de la exaltada Divinidad
haromemut
infinita

Temor frente a la presencia del


Irat hamaljut
reinado Divino

Irat haonesh Miedo al castigo

Rajamim
MISERICORDIA

Rajamim es el estado espiritual asociado con la sefirá de tiferet. Rajamim sigue a los
atributos de ahavá e irá, como el poder de sintetizar sus aparentemente dos fuerzas
opuestas, el deseo de dar y la voluntad de retener.

Ahavá ve todo como potencial receptor de su benevolencia.

Irá procede a juzgar a cada potencial receptor, encontrándolo indigno de recibir.

Rajamim es el sentido de la verdadera empatía con las otras almas, en su situación


presente en la vida; e incluso si el otro es indigno aparentemente, rajamim penetra por
debajo y más allá de esta objetividad relativamente superficial, y lo juzga digno en
esencia. Así encontramos la expresión de nuestros sabios de que Di-s, en Su juicio de la
Creación, se levanta de su trono de juicio severo, y se sienta en el trono de la
misericordia.

Si bien la entrega de ahavá y jesed puede ser cuantitativamente mayor que la de


rajamim, la de esta es mayor en calidad. Desde rajamim, uno da de su propio ser al
otro, porque su empatía hacia él es tan enorme, que él siente que el otro es en esencia
una extensión de si mismo. Servir a Di-s con el atributo de rajamim significa
reconocer siempre a Di-s como nuestro "padre misericordioso", y despertar
constantemente en nuestra conciencia Su misericordia por nosotros, Sus hijos, para que
nos redima de nuestro estado de exilio.

Bitajon
CONFIANZA

Bitajón es el estado espiritual asociado con la sefirá de netzaj.

Hay dos formas de bitajón: activo y pasivo.

Bitajón activo, es la confianza en su propio poder y habilidad de tener éxito en sus


ambiciones de vida.

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Bitajón pasivo es la confianza en la providencia Divina, de que "todo va a estar bien".
En particular, este bitajón es asociado con la sefirá de netzaj; mientras que el pasivo es
asociado con la de hod (o más precisamente, la interinclusión de hod dentro de netzaj).
Esto es así de acuerdo con el principio general de que un estado activo es relativamente
"masculino", y el pasivo relativamente "femenino" (aunque es necesario decir, que tanto
lo femenino como lo masculino, poseen ambos estados psicológicos).

Se dice de este par de sefirot, "él [en su unión con ella] está en [el estado psicológico
general de] netzaj y ella [en su unión con él] está en [el estado psicológico de] hod". El
activo bitajón de netzaj representa el poder del alma de tomar la iniciativa. Di-s
desea de nosotros una gran e "independiente" iniciativa, la de rectificar y traer la
redención al mundo entero. En nuestra propia toma de la iniciativa, debemos reconcer
permanentemente que "es El quien nos da el poder de tener éxito". Es Su fuerza de vida
y energía, la fuente de nuestra inspiración para llegar al objetivo. En nuestro bitajón
activo, se vuelve manifiesto Netzaj Israel - Di-s, la victoria y eternidad de Israel.

Temimut
SINCERIDAD

Temimut es el estado espiritual asociado con la sefirá de hod. Comprende tres niveles
generales:

 temimut haratzon (sinceridad de voluntad).


 temimut halev (sinceridad de corazón).
 temimut hamaasé (sinceridad de acción).

Temimut siempre implica "plenitud". En el servicio a Di-s, representa el nivel de


completa voluntad que uno tiene de cumplir Sus deseos. Este nivel de emoción es
relativamente makif ("rodea" por naturaleza), y no penetra necesariamente en el dominio
interior del alma y sus emociones, que son directamente responsables de nuestras
acciones físicas.

A nivel del corazón, temimut representa la total "seriedad" de nuestra experiencia en el


esfuerzo devoto por servir a Di-s.

A nivel de la acción, representa la intención de empeñarse y dedicarse "sensatamente"


a cumplir meticulosamente con cada uno de los detalles de los mandamientos de Di-s.
En general, el jasidismo enseña que de todas las emociones del corazon, temimut, en
todos sus aspectos, es un regalo innato de Di-s al alma judía, el atributo más "difícil" de
conseguir a través del esfuerzo conciente.

Temimut: representa:

haratzón Deseo de cumplir la voluntad de Di-s

Esfuerzo serio y devoto por servir a


halev
Di-s

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Empeño en cumplir cada detalle de
hamaasé
los mandamientos de Di-s.

Así como temimut implica "plenitud", también implica "simplicidad". Es el atributo


esencial del "judío simple". (Notemos que hod es la raíz de la palabra Iehudí, judío). En
la Torá aparece como una expresión idiomática junto con el verbo "caminar". El pie
izquierdo (asociado a la sefirá de hod ), que "controla" el poder de caminar" (como
establece el Sefer Yetzirá). Con temimut, el judío anda en el camino de Di-s, y en
esencia camina con El.

Emet
Verdad

Emet es el estado espiritual asociado con la sefirá de iesod.

En las palabras de nuestros sabios: "el sello de Di-s es la verdad". Las letras finales de
las tres palabras con que se concluye el relato de la Creación: bará Elokim laasot ("Di-s
creó para hacer" [Génesis 2:3]), forman la palabra emet.

Di-s creó la realidad para "hacer", y es interpretado por los sabios, que es algo que nos
incumbe a nosotros, las criaturas de Di-s, completar lo "hecho" (es decir rectificar), Su
Creación.

Emet, cuyas tres letras se refieren al comienzo, el medio y el final del alef-bet, significa
la real "verificación" ("final" o "rúbrica"), y realización de la voluntad primordial de
Di-s (el "principio") en la Creación. (Emet en su sentido intelectual, representa el plan
de Di-s para la existencia, el cual sigue a Su voluntad y precede a Su rúbrica, que
corresponde a la etapa "intermedia" de emet).

Como una emoción espiritual del alma, emet es entendida como la experiencia de la
"conducta" menos impulsiva del alma, el final de una búsqueda creativa, para
"hacerla realidad" (verdad). Emet, entonces, entraña la experiencia de la
autorealización en todos los emprendimientos de nuestra vida.

El tzadik ("el fundamento del universo", conocido como "tzadik emet") es aquel al que
se le confirió el poder de "decretar" que Di-s realice y cumpla en la realidad, todas las
buenas promesas que hizo a Israel. El potencial interior de cada uno y uno de los judíos,
es llegar a ser tal tzadik emet.

Así, emet es el poder de realizar nuestro potencial más profundo, que es de hecho el
poder del alma judía, y que lleva a la realización definitiva del potencial de Di-s.

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Shiflut
HUMILDAD

Shiflut es el estado espiritual asociado con la sefirá de maljut.

Al contrario de bitul ("autoanulación"), que es el estado espiritual asociado con jojmá,


shiflut no implica la negación del ser, sino más bien la experiencia de la propia
"bajeza" existencial, estar "muy alejado" de Di-s. En shiflut, uno experimenta un
estado innato de pecado, como David (el alma arquetípica de maljut atributo interno de
shiflut) expresa en los Salmos (51:7): "y en pecado fui concebido por mi madre".

Como un sagrado atributo de la Torá, que sirve para conectar la conciencia de uno con
Di-s, se dice de shiflut: "Di-s se me aparece desde la distancia". La verdadera esencia
de Di-s es revelada al alma que, en shiflut, se siente a si mismo "muy alejado", más que
a aquel que se siente "cerca".

Shiflut es la máxima fuente de motivación del alma para volver en teshuvá a


Hashem. El salmo de David citado arriba, es la expresión quintaesencial de teshuvá en
la Biblia. El Baal Shem Tov (un descendiente de David), enseña que el principio de todo
servicio Divino, es experimentar una identificación existencial con todas las criaturas
más bajas de la tierra, diciéndose a si mismo: "todos ellos cumplen fielmente las
intenciones que Di-s tiene para con ellos, ¡sería yo capaz de hacer lo mismo!".

En proporción directa a su estado existencial de shiflut (cuya raíz shefel significa


"bajamar"), el verdadero rey es capaz de manifestar ese estado de "nobleza" (geut,
"pleamar"), necesario para regir constructivamente a su pueblo, (ambos términos shefel
y geut, equivalen exactamente de acuerdo a su guematria).

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