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Filogenia de los dinosaurios

Como todos sabemos desde pequeños, los dinosaurios son unos reptiles que
evolucionaron desde un animal más antiguo y éste de un animal más antiguo, pero hoy
quiero que profundicemos en el origen de los dinosaurios. Para ello, tendremos que
remontarnos al período Pérmico, hace unos 270 millones de años.

Pues sí, todavía faltan 40 millones de años para ver al primer dinosaurio, pero ya por
estos tiempos se pueden apreciar las raíces a partir de las cuales florecieron los lagartos
terribles. A mediados del Pérmico es precisamente cuando el linaje de los reptiles
diápsidos se comienza a separar en dos ramas, lepidosaurios y arcosaurios. Los
arcosaurios son los primeros en diferenciarse, y aunque al principio el grupo tan sólo lo
formaban pequeños tecodontos (grupo polifilético cuyo uso está disminuyendo), más
adelante el grupo se convertiría en uno de los más exitosos de la historia.
Los arcosaurios se distinguían de sus predecesores gracias a ciertas novedades
evolutivas (rasgos distintivos de cada clado que lo sitúan en un árbol filogenético). La
principal es el paso a una postura semierguida, que en los primeros tecodontos se podía
alternar con la postura clásica de lagarto con las patas extendidas. El precio de esta
forma alterna de desplazarse se daba en los tobillos de los tecodontos, donde se debió
sustituir la articulación con el pie a base de huesecillos a una más consistente y menos
“flexible” para aguantar mejor el peso cuando el animal estuviera erguido.
En el cráneo, además de las dos fenestras características de los diápsidos, se abrían una
fenestra anteorbital (delante del ojo) y una fenestra mandibular, cuyo fin sería aligerar
el cráneo y proporcionar espacio para la inserción de músculos. De hecho, el uso de
fenestras en los dinosaurios llegó a ser exagerado en algunos casos, con más superficie
hueca que ósea. Por último, las mandíbulas desarrollaron dientes curvados y aserrados,
típicos de una dieta carnívora para sustituir la dieta insectívora de los reptiles diápsidos
del Carbonífero. Todo esto, sumado al aumento de tamaño permitido por la postura
erguida, convirtió a estos arcosaurios en dignos depredadores.

Todos estos rasgos estarían completamente desarrollados con los tecodontos más
cercanos a los dinosaurios, como es el caso de Euparkeria, pequeño tecodonto
sudafricano. Lo que realmente pudo suceder en el Pérmico medio y tardío sería una
divergencia evolutiva entre los tecodontos, en la que mientras unos desarrollaban los
rasgos anteriormente dichos, otros tomaban un modo de vida anfibio parecido al de los
cocodrilos, y tomaban caminos evolutivos que les llevarían a formar el grupo
Crocodilomorpha. Estos tecodontos eran los proterosúquidos, cuyo principal
representante es Proterosuchus.
Una vez visto todo esto, vamos a centrarnos en el entorno de Euparkeria y sus
contemporáneos. En el Triásico superior ya se habían extinguido numeros0s grupos de
todo tipo, como los gorgonópsidos o los pelicosaurios, que abundaban en el Pérmico,
por lo que nuevas faunas van llenando ese vacío ecológico. Cinodontos, dicinodontos y
rincosaurios son algunos de los animales que conviven con los tecodontos. Los
rincosaurios fueron unos primitivos arcosaurios herbívoros que, si bien estuvieron muy
extendidos durante el Triásico, fue el único período en el que vivieron. Estos pequeños
herbívoros con forma de cerdo, fueron posiblemente presas comunes de los primeros
dinosaurios.
En esta época los tecodontos llegaron a una posición dominante en tierra, y pronto
algunos de ellos evolucionarían lo suficiente como para ser considerados dinosaurios. El
Lagosuchus fue un pequeño reptil (probablemente el más cercano a los dinosaurios) de
Argentina, con forma de lagartija, que terminó de adoptar una posición erguida y
bípeda.
Definitivamente, en el comienzo del Triásico tardío, aparecieron dinosaurios en distintas
partes del mundo, como Argentina, EEUU, Alemania, Madagascar o Brasil, entre hace
230-215 millones de años. Concretamente son Eoraptor, Herrerasaurus y Staurikosaurus
los fósiles que tienen más antiguedad, por lo que podemos afirmar que el grupo se
originó en Sudamérica, extendiéndose a gran velocidad por Sudáfrica (en el Triásico aún
no existía el Atlántico), Norteamérica y lo que hoy es Europa.

Características del tobillo y de la cadera de los dinosaurios eran sus principales


novedades evolutivas. Al haber adoptado una posición totalmente erguida, el tobillo
tenía que aguantar aún más peso que con sus ancestros semierguidos, por lo que la
configuración de las articulaciones volvió a cambiar. Se sustituyó el antiguo sistema por
el tobillo MA (Mesotarsiano Avanzado) en el que el astrágalo se hace mucho mayor que
el calcáneo (ambos huesos del tobillo) y forman la única articulación entre la tibia y el
pie, realizando un simple sistema de bisagra y renunciando a la gran movilidad del tobillo
que proporcionaba el anterior sistema.

En la cadera tuvieron lugar una serie de cambios provocados por el aumento de tamaño
y la posición erecta. En primer lugar, los tres huesos coxales (ilion, isquion y pubis) se
abrieron en tres direcciones distintas hasta dejar un hueco entre ellos llamado
acetábulo, que sirvió de anclaje donde insertar la cabeza del fémur en la posición
erguida. La expansión del ilion y la presencia de tres o más vértebras en la región sacra
también modificaron la cadera, pero un grupo de dinosaurios fue más allá. Se trata de
los ornitisquios, quienes al contrario que los saurisquios “desplazaron” el pubis hacia
atrás hasta dejarlo alineado con el isquion. Este repentino cambio ya había comenzado
a principios del Jurásico con los primeros ornitisquios (como Lesothosaurus), y hay dos
explicaciones que pueden justificarlo.
La más conocida es la hipótesis del aumento del intestino en los dinosaurios herbívoros
(recordamos que esta es la dieta de todos los ornitisquios), que para ganar espacio
acabó por echar el pubis hacia atrás todo lo posible y así ganar espacio. Los saurópodos,
aunque también eran herbívoros, renunciaron a modificar la cadera y se limitaron a
agrandar su cuerpo, albergando un intestino enorme.

Otra hipótesis, propuesta por el doctor Alan Charig (1927-1997), es igualmente válida.
Esta se basa en que al acercarse el pubis y el isquion en la cadera de todos los dinosaurios
y adoptarse la posición erguida, el fémur y el pubis llegaron a estar muy cerca. Los
reptiles mueven sus patas hacia delante con el músculo 1 (¿sabe alguien como se llama?)
del esquema inferior, y hacia atrás con el músculo caudi-femoralis (que va del fémur a
la base de la cola). Como se puede apreciar en la ilustración, el músculo 1 se quedaba
sin espacio para maniobrar al aproximarse tanto el fémur y el pubis, con lo que los
ornitisquios recurrieron a la solución de desplazar el pubis hacia atrás y anclar este
músculo en la parte anterior del ilion, o en una apófisis del pubis que desarrollaron
algunos ornitisquios.
Algunos ornitisquios anclaron el músculo 1 en una apófisis del pubis.

Los saurópodos no le darían solución a este problema, y se limitaron a moverse


lentamente, y los terópodos levantaron el cuerpo y el pubis gracias a su posición bípeda,
con lo que el músculo 1 ganaba el espacio necesario.

Los saurópodos, en cambio, limitaron su movimiento al mantener el anclaje.

Y fue entonces, cuando con los rasgos antes citados los dinosaurios se fueron
diversificando más y más, adoptando características cada vez más extrañas y distintivas,
hasta el extremo de que mientras unos emprendían el vuelo, otros desarrollaban
armaduras o sobrepasaban las 30 e incluso las 40 toneladas de peso.
Bibliografía:

 Spencer G. Lucas (2007): Dinosaurios “un libro de texto”. Barcelona, Ediciones


Omega.
 David Norman (2003): Atlas ilustrado de los Dinosaurios. Madrid, Susaeta
Ediciones.
 http://paleontologia-y-evolucion-ucm.blogspot.pe/2016/03/la-historia-
evolutiva-del-dinosaurio.html
 http://www.megahoo.com/?qa=5623/sabias-aves-unicos-dinosaurios-que-
sobrevivieron-meteorito

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