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La música del Barroco: Una mirada al pasado para

alimentar el presente

Por: Carlos Durán Rincón


Este periodo, comprendido entre el siglo XVII y mediados del siglo XVIII, más
exactamente entre los años 1600 a 1750, fue bautizado así pues al principio se
buscó una palabra despectiva que designaba un tipo de arte caprichoso,
grandilocuente, excesivamente recargado. Así apareció por vez primera en el
Dictionnaire de Trévoux en 1771, que define «en pintura, un cuadro o una figura de
gusto barroco, donde las reglas y las proporciones no son respetadas y todo está
representado siguiendo el capricho del artista». El vocablo barroco, el cual se deriva
de la palabra en portugués “barrôco” significa “perla de forma irregular”. Ha sido
utilizado desde el siglo XVIII para referirse a un periodo específico de las artes y la
música en Europa.

Quizás, y a pesar de la connotación negativa en un principio, el término cae como


anillo al dedo para este periodo de la historia de la música, pues refleja la búsqueda
que estaban teniendo los compositores de la época al sentirse más liberados del
yugo de la Iglesia católica, que hasta entonces limitaba las posibilidades musicales
de éstos, pues al servicio del catolicismo la música vocal era lo que más se había
desarrollado hasta este momento de la historia; Ahora la música profana e
instrumental encontraría su auge. Aparecen las primeras orquestas y grupos
netamente instrumentales y así el instrumento se independiza de la voz en géneros
como el concierto (género que fue explotado al máximo por compositores como
Vivaldi y Corelli), pues antes le servía mayoritariamente de acompañamiento. La
música vocal también encuentra otros caminos dentro de lo que se habla como
música profana o secular. Es interesante señalar aquí lo que sucedió con la música
vocal en el momento en que la música instrumental comienza a evolucionar; ésta
comienza a influenciar la manera como la música de carácter vocal se compone,
haciéndola más rica y diversa en detalles y ornamentaciones, volviéndola más
“virtuosa” y difícil de interpretar. Un ejemplo es el nacimiento de la ópera, género
vocal que narra una historia a través piezas cantadas con gran virtuosismo.
De todos modos, y aunque la música de este periodo ha encontrado nuevas
posibilidades sonoras, melódicas, contrapuntísticas y armónicas, aún se ve limitada
en cuanto al acceso público, pues con excepción de algunos géneros eclesiásticos,
esta música seguía siendo un lujo de aristócratas y nobles, los cuales consideraban
a los músicos como servidores y realizaban muchos encargos que inevitablemente
influenciaban el estilo de las obras compuestas para estos señores. También es
importante señalar que Europa se encontraba convulsionada por diferentes
sucesos, como reformas religiosas, guerras, revoluciones ciudadanas y
campesinas, etc., y que estos sucesos derivaron en un estilo de pensamiento
contradictorio, lleno de altibajos, como si de una montaña rusa se tratase. Esto se
vio plasmado en el claroscuro, en los marcados contrastes entre alegría y tristeza,
vida y muerte, riqueza y pobreza. Nada tenía un término medio. O era un extremo,
el otro o una contraposición de ambos.

Gracias a los avances en cuanto a la teoría musical, del barroco surge el llamado
“Bajo continuo”, técnica en donde el compositor escribía la línea melódica y el bajo
acompañante, que era ejecutado por uno o más instrumentos. También hay un
fuerte desarrollo de las técnicas contrapuntísticas que venían implementándose
desde principios del renacimiento.

El Barroco también sirvió como punto de partida para la exploración de la retórica


como fuente de inspiración para el ejercicio de la composición y así encontrar
nuevas cotas de expresividad. Se encuentran diferencias en su desarrollo
dependiendo de cada país de Europa.

En Italia, Claudio Monteverdi, creador de un nuevo género, denominado “drama a


través de la música” (drama per música), buscaba transmitir los más delicados
matices de las emociones espirituales a través de la elaboración del “estilo agitado”
(stille concitato); También fue el impulsor de las primeras óperas. Vivaldi y Corelli
hacen lo suyo con el desarrollo de los Concertos grossos y su estructura “Lento-
rápido-lento”

En Francia, Jean Baptiste Lully, con sus ballet-óperas y comedias-ballets


equilibrados, claros en su exposición, estrechamente ligados con el concepto
clásico de la belleza, exploraba todos los efectos que buscaban la “pomposidad”,
una característica principal de la sonoridad barroca.
En Inglaterra en cambio, composiciones de músicos como William Byrd reflejaban
los aires de las canciones populares con más lirismo y efectos más suavizados,
respondiendo a los gustos de su situación geográfica y el aislamiento de Inglaterra
con el resto de Europa. Aunque más adelante el Oratorio (Género vocal similar a la
ópera pero de carácter religioso) gozó de popularidad gracias a G.F Haendel.

En Alemania los compositores seguían enfocados en desarrollar misas y demás


géneros dedicados a la liturgia, además de composiciones para teclado y órgano.
Johann Sebastián Bach logra, sin embargo, las más altas cotas de genialidad al
abarcar casi todos los géneros de la época (concierto, oratorio, sonata barroca,
cantata, preludio, fuga, fantasía, coral, suite, tocata, etc.) y desarrollándolos hasta
casi agotarlos en sus posibilidades sonoras, melódicas, contrapuntísticas y
armónicas. Aunque el grueso de su obra se encuentra en lo relacionado con lo
religioso. A Bach se le atribuye el establecimiento de todas las tonalidades posibles
(con su obra El Clave Bien Temperado), gracias a que se consiguió la afinación
adecuada para que en un instrumento se pudiese tocar en cualquier tonalidad con
las mismas precisiones interválicas.

Como conclusión, se puede decir que el barroco en sus más amplias


manifestaciones artísticas es un fenómeno complejo de índole social, político y
religioso. El barroco expresa un mundo en movimiento y una agitación de los
sentidos.

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