ASIGNATURA:
ESTUDIANTE:
Ismael González
DOCENTE:
CICLO:
FECHA DE ENTREGA:
LOJA- ECUADOR
2015-2016
Estado del arte sobre la Cosmovisión Andina, con énfasis en la relación cultura-agua-
riego, donde se incluya experiencias y/o vivencias que la gente andina ha desarrollado.
En el mundo andino cada chacra (campo de cultivo) tiene su propio y singular diálogo con el
agua de que dispone cada año, llegando a un entendimiento específico para conseguir que la
vida encuentre la mejor acogida posible en la chacra. Por otra parte, en el mundo andino no
se concibe que la chacra pueda gozar de buena salud dentro de un paisaje afectado por la
sequía, por ejemplo. La chacra comparte la salud del paisaje. Si hay sequía se hace
invocaciones para "traer" lluvia para las chacras y para los cerros, para que las chacras y los
cerros verdeen, florezcan y fructifiquen. No se busca salidas individuales ante la sequía como
por ejemplo instalar una bomba para extraer agua del subsuelo para regar la chacra propia
mientras que las otras chacras y la sallqa permanecen secas.
En la visión andina el agua es una persona viva y vivificante, es una huaca, es decir, digna
de cariño y respeto, y, como persona viva, está en continuo diálogo y reciprocidad con la
comunidad humana. En cambio, en la cosmología occidental moderna el agua es considerada
como un objeto físico-químico, como un mero recurso; en estas condiciones el ciclo del agua
importa sólo en función de la productividad (Fernandez, 1994).
2.Visión Pukará del agua, No se puede tener una idea aislada del agua sino en un todo;
el agua es un ser vivo y como tal es parte de la vida toda, no es el más importante ni el menos
necesario, pero es un ser con quien compartimos las emociones, sensaciones, el capricho y
las penas; los runas pukarás también lo consideraban como una madre: unu mama (madre
agua) en todas sus formas de manifestación.
En cuanto a las distintas formas de agua, éstas siempre se regeneran; por ejemplo refiriéndose
a la lluvia dicen: musuj para la lluvia nueva o machu para la lluvia vieja, y también las
distintas formas de vida del agua son diferenciadas en macho y hembra, y éstas cambian de
una época a otra y de un lugar a otro con manifestaciones diferentes.
Para la lluvia, Es la forma de agua tranquila y la más permanente de todas, siendo la madre
para la revitalización de la vida. Por eso, después de sembrar, la comunidad campesina de
Koriñahui evoca a la lluvia diciendo: para mama cunancca chayaricuy (madre lluvia ahora
puedes caer), pues la madre lluvia y la madre pacha fecundan y hacen germinar las semillas
y con ello recrean la vida que es el regocijo de todos los componentes del ayllu.
El granizo es la forma de vida en que el agua se muestra más caprichosa, pero el agua en la
forma de granizo representa a muchas personas, donde cada una tiene sus días. El testimonio
de don Alejandro Jara del ayllu de Pacaje nos dice: el granizo en paray uras, en los siete días
de la semana, son personas distintas de acuerdo al día en que caen. Por ejemplo, el día
Domingo cuando cae el granizo es San Santiago; el día Martes es San Damián; el Miércoles,
es San Felipe; el Jueves, es San Lorenzo; el Viernes es San Roque y el Sábado es Santa
Bárbara; el día Martes y Viernes el granizo es k’oa, un granizo un poco maligno. Con el
granizo se conversa de acuerdo al día en que caen.” El granizo, según el común de los runas
pukarás, es el hermano mayor del viento y la nevada y muchas veces ellos andan juntos.
Cuando los runas no se acuerdan de ellos, las cosechas son llevadas por el granizo, luego el
viento y después la helada. El granizo es perspicaz porque puede detectar lugares donde los
runas hacen líos o peleas y es allí donde cae intensamente (Apaza, 1997).
3.El agua fecundante se mueve entre diversos ciclos del espacio-tiempo (pacha). Ya
hablamos de un macrociclo que engloba desde la Vía Láctea al Inframundo y hace la forma
de su circulación cósmica y planetaria. Pero el ser agua, la persona agua, también tiene ciclos
más particulares de manifestación: continental, regional, en cada pacha local. Por ello, el
diálogo y la reciprocidad tienen diferentes niveles y la observación diversos paisajes y
alcances. Se dialoga con el clima y sus señales para entender el tipo de año agrícola que viene
respecto al agua: sequía, lluvias regulares o inundaciones; con la época del año en que se
mueve este ciclo agrícola y la expresión del agua: barbecho, preparación del terreno, siembra,
deshierbe, riego, fructificación, cosecha, almacenamiento; con el pacha local en el ayllu o la
comunidad y con respecto a otras comunidades y al territorio archipiélago (ubicado en
diferentes ecosistemas y pisos climáticos) para lograr la seguridad alimentaria; en fin, se teje
la unidad-complementariedad dentro de la diversidad que la hace posible. En este diálogo y
reciprocidad es donde se comprende, de manera vivencial, el hecho de la multiculturalidad
en diálogo con la pluridiversidad ecosistémica.
Ahora bien, el ser agua no existe solo; es familia con la naturaleza y estructurador del
territorio. En la chacra el agua está en relación de diálogo y ayni (reciprocidad) con el suelo
específico en el que habita y camina, con los cultivos que allí crecen como tejido familiar,
con los animales que se crían en este ambiente, y con el microclima natural y recreado de la
chacra. Cuando el indígena dialoga con la chacra y por ende con el agua, en ese acto de
crianza mutua que es cultivar el alimento, lo hace mediante el ritual y su saber hacer,
incluyendo el sol, las estrellas, las nubes, el rayo, el granizo, la lluvia, la helada, el viento
suave o huracanado, el agua que riega o inunda, la sequía, las plantas y los animales, es un
diálogo incluyente, un “pensar con el corazón” hacia el otro ( (Restrepo, 2001).
Son una de las más conocidas y asombrosas técnicas de cultivo legadas por la cultura Inca.
Los andenes tuvieron como finalidad aumentar la superficie de cultivo y evitar que en las
fuertes pendientes las lluvias arrastraran la tierra y con ella sus sembríos. Al escalonar las
empinadas laderas, lograron controlar la escorrentía, disminuir la erosión del suelo y generar
un sistema productivo muy eficiente.
Son una técnica que se utiliza en muchas partes de la región andina, principalmente para
aprovechar el desbordamiento de los ríos y el aumento de nivel de los lagos. Los camellones
son terraplenes, es decir macizos de tierra que se levantan un poco más alto que el resto del
terreno, rodeado e interconectado por canales que recogen, conducen y drenan el agua, y en
donde se ubican las zonas de cultivo y vivienda.
De esta manera, se mejoran las condiciones del suelo y se mantienen las condiciones óptimas
de humedad, se regula la temperatura y se eliminan las sales.
Las “qochas”
Qocha es un vocablo quechua que significa laguna. Las qochas son excavaciones para la
captación, almacenamiento y manejo de aguas lluvias. El agua almacenada sirve como
reserva para las períodos secos, manteniendo la disponibilidad de agua para cultivar a su
alrededor ( (Nannetti, 2010).
5. Durante siglos, los habitantes de Los Andes desarrollaron su propia tecnología para
utilizar el agua. Ejemplo son los sucaqollus en las zonas inundables del lago Titikaka, las
qochas para almacenar la lluvia, los andenes y los canales de riego. Los páramos, por otra
parte, han sido los principales proveedores de agua en la región. Estos delicados ecosistemas
absorben la humedad cuando llueve, también agua de la bruma y los deshielos. Compuestos
por suelos de origen volcánico, están situados entre 5 mil y 3 mil metros de altitud.
Tradicionalmente se han utilizado los canales de riego para llevar el agua desde las zonas
altas hasta las poblaciones y áreas de cultivo, ubicadas en tierras a menor altitud.
Este modo tradicional de gestión del agua se inserta, en efecto, en un mundo social
caracterizado principalmente por la reciprocidad y la complementariedad. El agua es,
ciertamente, un elemento que activa la reproducción de los principios comunitarios que rigen
la vida social. Las actividades en torno al agua generan vínculos sociales, no sólo a través del
trabajo, también en relación a las fiestas y ceremonias; refuerzan la cohesión del grupo social.
Muestra de ello son también las labores relacionadas a la limpieza de los canales de riego.
Celebración que une ritual, fiesta y trabajo, se realiza durante seis días aproximadamente a
finales del mes de julio. Participan todas las familias, incluyendo los parientes que viven en
otros pueblos o ciudades. Se retiran los pastos y musgos que los cubren, restaurándose las
partes estropeadas para que pueda fluir libremente el agua que baja de las montañas. Al
finalizar la tarea, se come, bebe y baila durante toda la noche. El trabajo colectivo (minga) y
la ayuda mutua (ayni) garantizan, pues, el mantenimiento y conservación de los sistemas
hidráulicos comunitarios (Mattié, 2003).
BIBLIOGRAFÍA