Uno de los principales problemas al realizar un análisis contable es el de conciliarlo con nuestra realidad financiera. Es habitual
encontrarnos con empresas con una excelente salud según una primera impresión de sus cuentas, que tienen las cajas vacías.
En tiempos de crisis, más allá de los resultados se atiende a la tesorería de la empresa, y ahí empezamos a toparnos con el
concepto de cashflow.
Podemos definir el cash flow como el flujo de caja o de tesorería. Pero eso, más que una definición viene a ser una traducción.
Así que veamos la que suele darse habitualmente en las escuelas.
Cashflow: Beneficio + amortizaciones + provisiones
Como vemos, el cash flow es un indicador en el que se agregan a los beneficios en un periodo dado las amortizaciones y
las provisiones. ¿Por qué se hace a esto? Si entendemos la respuesta a esta pregunta empezaremos a darnos cuenta de la
tarea que nos queda por delante y de la dimensión del problema.
Las amortizaciones son un coste que no supone una salida del dinero. Contablemente suponen una minoración del resultado
del ejercicio, pero no implican un desembolso. El efectivo, la tesorería sigue ahí. Otro tanto ocurre con las provisiones.
Como podemos empezar a imaginarnos, a través del cash flow intentamos concretar nuestras disponibilidades financieras, el
efectivo que una empresa es capaz de generar en un periodo dado, lo que tiene una importancia capital. Pero no va a ser tan
fácil.
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