Anda di halaman 1dari 16

“Conspiraciones políticas son

de aquellos que ya iniciaron


su campaña electoral”
El presidente Ollanta Humala respondió así a los rumores de una
reelección conyugal. “Creen que van a evadir la justicia del pueblo”,
advirtió sobre los “conspiradores”, a quienes también llamó
“desesperados por el poder”.

 Compartir

 Compartir

 Compartir

 +
notitle

REDACCIÓN GESTIÓN / 08.06.2013 - 01:15 PM

El presidente Ollanta Humala volvió a responder a sus críticos,


dirigiéndose a los políticos "que ya están en campaña". Desde el distrito
de Mazán, en Loreto, anunció además el lanzamiento del proyecto
Plataforma Itinerante de Acción Social.

"Ese es el trabajo que venimos haciendo desde el Gobierno, un trabajo


que no entra en componendas o arreglos políticos, que no acepta
las conspiraciones políticas de aquellos que ya iniciaron su campaña
electoral", expresó ante decenas de pobladores y las cámaras de TV Perú.

"Algunos creen que adelantando su campaña o creando conspiraciones


de reelección, creen que van a evadir la justicia, cuando en realidad se
robaron la plata. Eso no lo debemos olvidar", declaró el mandatario en
aparente alusión a su antecesor, Alan García, uno de los más duros
críticos a la llamada reelección conyugal.

Humala Tasso también se refirió a "esos candidatos desesperados por el


poder, que dejaron nudos sin resolver en el Estado" y que solo están
acostumbrados a trabajar para el pueblo cuando hay campaña.

"Cuando hay gente que trabaja, dicen que está en campaña, cuando en
realidad son estos sinvergüenzas los que ya empezaron su campaña. Allá
ellos, que se peleen en el lodo y en el fango", finalizó durante sus
actividades en Loreto.

1. La conspiración de los Hermanos Silva y


Antonio María Pardo
Hacia 1809, se planificó en Lima un complot en el que participaron Antonio María
Pardo, español venido al Perú; Mateo Silva, abogado e hijo de acomodado
comerciante ; Remigio Silva, comerciante y un pariente Juan Sánchez Silva; se
sumaron además algunos hombres de pueblo.
Lo que llama la atención en este grupo es la presencia de un español que se
aprestaba a luchar contra España. ¿Cómo explicarse? Así es; en la historia hay
muchos casos similares, porque hubo también peruanos que pelearon contra el Perú.
Por eso no debemos juzgar a las personas por su procedencia sino por su posición,
por su actitud. La práctica social es el único criterio de verdad.
Cuando todo se había preparado, una noche de setiembre1809 el grupo dirigente fue
sorprendido en sus camas y encerrado en las cárceles. El complot había fracasado.

2. La conspiración de Francisco de Paula Quiros y


Juan Pardo de Zela
Francisco de Paula Quirós, joven abogado , audaz y emprendedor, relacionado con
los criollos limeños, contagiado de ideas demoliberales planteó una conspiración en
el año 1814.
Para cumplir con su cometido se puso de acuerdo con Juan Pardo de Zela, joven
Teniente Coronel, quien se hallaba preso en Lima por su participación en la lucha
del Alto Perú. Uno desde la prisión y el otro desde la ciudad planificaron el
movimiento.
El plan consistía en realizar en Lima un pronunciamiento popular y enrumbarlo a la
lucha, puesto que Lima se hallaba casi desguarnecida, desde que un gran número de
tropas había partido a sofocar los levantamientos en provincias.
El plan no se concretó porque hubo aplazamientos y contradicciones, para esto ya
había llegado al Callao un batallón de tropas españolas llamado Talayera que se
paseó por los territorios de América sembrado la muerte.
Este hecho anuló todo el plan, pues enterado el virrey, realizó una serie de
detenciones en procura de los autores.

3. El plan subversivo de Aguilar y Ubalde


Manuel UbaldeEl dueño de minas José Gabriel Aguilar
y el abogado Manuel Ubalde tramaron en el Cusco un plan subversivo citadino
(1805). Este plan consistía en apoderarse del cuartel y de las arcas reales de la
ciudad, a la vez que apresar a las autoridades; logrando esto, proclamar Emperador
Inca a José Gabriel Aguilar, en tanto unos cuatro mil indios deberían rodear la
ciudad.
El plan no llegó a desarrollarse por la delación de Mariano Lechuga; éste conocía en
detalle el plan, ya que Aguilar le había propuesto el mando militar del movimiento;
pero prefirió la traición ante la lealtad.
Apresados, Aguilar y Ubalde fueron ahorcados, en tanto que sus colaboradores
fueron condenados a prisión unos y otros al destierro. Así terminó este plan
insurreccional citadino separatista.

4. El levantamiento de Francisco Antonio de Zela


Arizaga
En 1811 se produjo el levantamiento armado del pueblo de Tacna bajo la dirección
de Francisco Antonio de Zela.
En efecto, la noche del 20 de junio de 1811 se produjo con éxito la toma de dos
cuarteles de Tacna, y se procedió a la destitución de Antonio Rivero, subdelegado de
Tacna. Zela fue proclamado Comandante Militar de la Milicias de América.
A los cinco días de iniciado el movimiento, los realistas contra-atacaron y derrotaron
a los insurrectos. Zela fue apresado y, enfermo, fue trasladado a Lima y condenado a
la pena dé prisión. Murió a los 51 años en 1819.
5. La lucha del pueblo de Huanuco: Patanahuas,
Huamalies y Conchucos
Huánuco fue escenario de una gran lucha indígena a la cual se sumaron los criollos.
La brutal explotación de los indios motivó en éstos un descontento generalizado;
este descontento fue canalizado por los alcaldes indios de varias comunidades,
quienes lo transformaron en una lucha armada que se inicia en el campo y luego
avanzó sobre la ciudad de Huánuco.
El 22 de febrero de 1812 los indios de las comunidades Pillao, Santa María del
Valle, Panao, Acomayo, Huamalíes y Conchucos se levantaron en lucha y armados
de palos, piedras, hondas y una escopeta rodearon la ciudad de Huánuco.
Después del triunfo en Huayupampa toman la ciudad de Huánuco, en tanto que las
autoridades habían huido de esta ciudad.
A estas alturas se unieron algunos criollos y mestizos, con ellos se formó una Junta
Gubernativa, nombrando como representante a Domingo Berrospi, quien debido a su
pasividad fue cambiado por Juan Crespo y Castillo.
Con los refuerzos llegados de Lima, los realistas se reagruparon en Tarma y Cerro
de Pasco. Los indios seguían valerosamente en la lucha, pero finalmente fueron
derrotados en las faldas de los cerros de Ambo el 17 de marzo de 1,812.
Los coloniales ingresaron a Huánuco descargando todo su odio sobre los indios a
quienes asesinaron sin contemplaciones. Juan Crespo y Castillo, los alcaldes de los
indios y muchos colaboradores fueron sometidos a la pena del garrote.

6. La conspiración de Gómez, Alcazar y Espejo en


el Callao
En 1818, en el Callao se tramó una conspiración sumamente atrevida, vasta y no
menos decisiva. Se trataba de tomar la fortaleza del Real Felipe del Callao, la más
formidable que había en América, y luego irradiar la insurrección.
Los principales actores fueron José Gómez, tacneño que sufría prisión en el Callao;
Nicolás Alcázar, médico; Casimiro Espejó, comerciante; Mariano Casas, Juan
Barbosa y, principalmente, los prisioneros de la Cárcel Casas Matas ubicado en los
sótanos de la fortaleza del Real Felipe.
Todo estaba listo para las acciones. En la noche del 21 de julio de 1818 los
prisioneros estaban listos, en tanto que los conjurados de Lima ya se hallaban en el
Callao.
La acción no se llegó a concretar por la traición de un tal Escobar; éste había
denunciado a los conjurados ante el gobernador del Callao. De pronto se produjo el
apresamiento de los dirigentes. Gómez, Alcázar y Espejo fueron apresados, luego
ajusticiados; los demás pagaron con penas diferentes.
7. El levantamiento de los Hermanos Angulo y el
brigadier Pumacahua en el Cuzco

Hermanos AnguloHacia 1814 se desarrolló un gran


movimiento anticolonial, cuyo centro fue el Cusco y abarcó Huamanga, Puno,
Arequipa y La Paz. Esto fue más amplio que las anteriores, el empuje más
concertado y mejor dirigido y el esfuerzo más denodado.
En cuanto a su base social, podemos decir que se trataba de un movimiento en donde
se conectaron varios sectores sociales: los criollos de provincias, los mestizos, los
caciques y las masas indígenas.
En cuanto a su carácter, fue anticolonial, como se deduce de su proclama:
“Cusqueños: a vuestro valor se debe la libertad de vuestra patria”.
Las acciones se iniciaron el 2 de agosto de 1814, en el Cusco. Se apresó a las
autoridades y se formó una Junta Gubernativa presidida porMateo Pumacahua
Chihuantito y los hermanos José y Vicente Angulo. La sublevación recibió el
apoyo del pueblo: indios, mestizos y negros pasaron a formar el ejército insurgente.
Luego se formaron tres frentes de lucha: Alto Perú, Huamanga y, Arequipa y Puno.
La campaña hacia Huamanga fue dirigida por Manuel Hurtado de Mendoza.
Este y sus colaboradores José Béjar y Mariano Angulo, en rápidas acciones tomaron
Huamanga, pero ante un contraataque realista se retiraron a Andahuaylas. Los
insurgentes trataron de tomar nuevametente Huamanga, pero fueron derrotados en
Matará. Los dirigentes fueron enviados presos al Cusco, aun cuando los montoneros
Morochucos siguieron atacando en forma de guerrillas.
La campaña hacia el Alto Perú fue comandada por León Pinelo e Ildefonso
Muñecas; ellos en rápidas acciones tomaron La Paz y apresaron a las autoridades
coloniales. Los realistas se reagruparon en Oruro y contraatacaron La Paz
provocando el retiro de los patriotas.
La campaña hacia Arequipa y Puno fue dirigida por el Brigadier Pumacahua. El
primer enfrentamiento se produjo en la Ancheta (cerca de Arequipa) en donde los
patriotas consiguieron una brillante victoria; luego, ante un contraataque realista,
retiran a Ayaviri, trabándose luego en Umachiri un sangriento combate. Los
sublevados fueron derrotados.
Los prisioneros fueron fusilados, entre ellos el célebre poeta Mariano
Melgar. Pumacahua fue ahorcado y descuartizado en Sicuani.
Las coloniales avanzaron al Cusco, donde fusilaron a los hermanos Angulo. Los
demás jefes del levantamiento y las masas indígenas corrieron igual suerte.
Las montoneras de Chumbivilcas, Cailloma, Chuquibamba, Tocto, Livitaca,
Calania, Paucarcolla y Asillo siguieron combatiendo mediante la modalidad de
guerrillas. De esta manera termina un nuevo capítulo de la lucha por la
emancipación.

Francisco Antonio de Zela


8. La lucha del pueblo de Tacna: Enrique
Pallardelle
Hacia 1813 los vientos insurreccionales seguían soplando al pueblo de Tacna. Una
autoridad colonial de esta ciudad informaba al virrey: “La villa se halla inundada de
papeles subversivos y que es tan grande el número de comprometidos en este
negocio que para corregir medianamente el mal sería preciso meter en la cárcel a
medio Tacna”.
Fue en estas condiciones que se desarrolló una nueva lucha del pueblo tacneño, esta
vez, encabezada por los hermanos Juan Francisco y Enrique Pallardelle y Julián
Peñaranda. El plan consistía en realizar una insurrección general en toda la región.
El 3 de octubre de 1813 los insurrectos tomaron los cuarteles y se apoderaron del
pueblo, en tanto que los coloniales preparaban un contraataque.
El encuentro decisivo se produjo en Moquegua, en donde los insurrectos fueron
vencidos; éstos se retiraron por la vía de Camiara.
Fueron éstos, pues, los principales levantamientos armados que se desarrollaron en
el Perú en procura de la emancipación. Estos, remarcamos una vez más, fueron
dirigidos por los criollos de provincias.

Enrique Paillardelle

9. La participación del pueblo en la revolución


emancipadora
Cuando decimos la participación del pueblo en la gesta emancipadora, nos estamos
refiriendo al amplio sector de las masas explotadas que conformaban el Perú de
aquel tiempo. Por eso aquí nos ocuparemos de los esclavos y los indígenas en este
proceso de lucha, puesto que si bien el proceso fue dirigido por los criollos, esta
lucha hubiese sido imposible sin la participación de las amplias masas de indígenas
y esclavos.
9.1 Los Esclavos.
Los esclavos participaron activamente en el proceso emancipador , puesto que
pensaban que el triunfo les brindaría la ansiada libertad. Wilfredo Kapsoli señala:
“Miles de ellos se enrolaron voluntaria o forzadamente a los ejércitos en búsqueda o
con promesa de libertad”. Pero no siendo la emancipación un proceso de cambio
estructural no permitió la libertad de este sector social, puesto que a la aristocracia
limeña no le convenía.
Riva Agüero indicaba a San Martín: “Una vez logrado el desembarque, dar la
libertad a sesenta u ochenta entre los negros más hábiles de las cercanías con la
condición que recorran la región propagando la noticia de que los patriotas conceden
libertad a los esclavos que se alisten en sus filas”.
Acto seguido señalaba: “Esta libertad jamás debe verificarse en el todo, sino en
algunos pocos…”.
En 1821 San Martín decretó la libertad de los esclavos, pero éste como otros
tantos decretos, sólo quedó en el papel. El 14 de octubre de 1825 se expidió un
extenso reglamento sobre las condiciones de vida, trabajo y destino de los esclavos
del Perú.
Terminado el proceso de la emancipación los esclavos proseguirían en las haciendas
soportando la explotación, mientras que los amos ocupaban las Cortes y los
Parlamentos.
Por eso en la mirada de los esclavos, que inválidos se desplazaban por las calles,
“habia fuego” cuando “hablaban de la patria que tan mal les pagaba”.

9.2 Los Indígenas.


Las masas indígenas desde la conquista tienen un problema principal: la tierra.
Creyeron que el proceso de la emancipación serviría para recuperar sus tierras, que
les habían sido arrebatadas; por eso participaron en esta lucha, ya sea como soldados
de los ejércitos o formando las montoneras o partidas guerrilleras.
Se llamaban montoneros o guerrilleros a las fuerzas irregulares de indios que
luchaban en busca de la ansiada solución de su problema: la tierra. Tenían un modo
especial de atacar, sin plan previo; su objetivo era dañar al enemigo, privarlo de
recursos, dificultar su marcha, hostigarlo y desesperarlo; para ello aparecían y
desaparecían alternativamente.
William Miller, refiriéndose a su aspecto externo, señalaba: “su apariencia es
grotesca. Unos montaban sobre mulas otros a caballo; algunos llevaban gorros de
piel, otros cascos, otros morriones y muchos usaban sombreros. Sus uniformes eran
variados: chaquetas de húsares, casacas de infantería arrebatadas a los realistas, y
todo ello mezclado con uniforme de la patria… Sus armas ostentaban la misma
diversidad: carabinas, fusiles pistolas, sables, largos cuchillos, lanzas, rejones y
galgas”.
Así pelearon las amplias masas de indígenas. Toda la zona andina estaba cubierta de
montoneros. Son famosos los montoneros Elejalde en Ulcumayo, Fresco en
Paucartambo, Juan Vives en Carhuamayo, Huachón y Cachicachi; Aliaga en
Apahuay, Lovera en Huaschule, Lozano en Huayllay, Quispe Ninavilca en
Huarochirí y otros, como Otero, Carreño, Huavique, Vidal y Villar. Agregamos a
todo esto a los célebres morochucos de Cangallo.

Rebelión indígenaPor esta participación fueron víctimas de crueles represiones por


parte de los realistas: Canterac fusilaba a los montoneros que caían prisioneros, en
cuyo pecho colocaba un cartel que decía: “muerto por delincuente y revoltoso”.
Carratalá se jactaba de borrar pueblos íntegros del mapa, como lo hizo con Cangallo,
a continuación transcribimos uno de sus decretos.
“Queda reducido a cenizas y borrado para siempre del catálogo de los pueblos el
criminalísimo Cangallo, cuyos habitantes, continuando en su perfidia, se han negado
en su fuga y sus excesos a la fraternidad con que mis tropas han mirado a los demás
del partido. En terreno tan proscripto nadie podrá reedificar… para que no quede
memoria de un pueblo tan malvado que solo puede llamarse nidero de ladrones,
asesinos y toda clase de delincuentes. Sirva de escarmiento a todas las demás
poblaciones del distrito.- Carratalá (firmado). Cuartel general de Putica”.
Así procedieron los colonialistas contra miles de indígenas y cientos de pueblos, en
su desesperado afán de querer detener el avance del desarrollo de la historia.
Terminada la emancipación, las masas indígenas, al igual que los esclavos,
volvieron a las haciendas y a las comunidades a seguir soportando la opresión
feudal. Mientras que los criollos ricos queden un inicio se opusieron a la lucha se
ungieron como “Padres de la Patria”.
Mariátegui tiene un análisis correcto de esta situación, cuando señala: “La
aristocracia, dueña del poder conservó intactos sus derechos feudales sobre la tierra
y, por consiguiente, sobre el indio. … la República la ha pauperizado, agravado su
depresión y exasperado su miseria”, agrega además: “la revolución de la
independencia no constituyó, como se sabe, un movimiento indígena; la
promovieron y usufructuaron los criollos y aun los españoles de las colonias. Pero
aprovechó el apoyo de la masa indígena”.

Esta confusión es terreno propicio para que aparezcan toda clase


de interpretaciones de los hechos, algunas muy cercanas a las
teorías conspirativas. Un ejemplo: se plantea que la captura de
Oropeza es un intento más del gobierno para encubrir las graves
acusaciones contra la primera dama, una cortina de humo para
desviar la atención de los medios de comunicación hacia otros
temas y darle un respiro a su esposa en el tema de las agendas.
Esta interpretación significa que el presidente, Ollanta Humala,
conspira con el ministro del Interior, José Luis Pérez Guadalupe,
con las policías peruana y ecuatoriana, de tal manera que, quizá
sabiendo de antemano la ubicación del prófugo, escogen el
momento indicado para atraparlo. Así, lograrían su oscuro
objetivo: desviar la atención ciudadana de su esposa. Un plan
complejo ejecutado por agentes infalibles.

Las teorías conspirativas tienen algunos elementos comunes a las


interpretaciones que uno escucha de estos hechos que han sido
noticia en los últimos días. Por ejemplo, este tipo de explicaciones
elabora intrincadas series de decisiones que involucra mucha
coordinación entre actores y un plan sincronizado y a prueba de
fallas que las organiza y que es ejecutado impecablemente.
Fuente el comercio

Una interpretación así puede ser verdad, pero la capacidad


organizativa de este gobierno no sostiene una interpretación de
ese estilo. Baste notar la falta de coordinación entre el Ejecutivo y
la bancada de gobierno en el Congreso para ver que la
comunicación no es su principal fortaleza. Digamos que la
evidencia previa está en contra de esa hipótesis.

Sin embargo, la opinión pública suele hacer eco de este tipo de


interpretaciones. Que alguien ordene posibles hechos aislados y
azarosos en una trama organizada en que existen actores con
intenciones claras es una manera de restablecer un orden en la
confusión política y la marea informativa que llega a diario. Pero el
restablecimiento de este orden en el caos político tiene un costo
alto para el ciudadano. Las personas que son más propensas a
creer en teorías conspirativas en el campo político son menos
propensas a involucrarse en la política o se vuelven más cínicas. Si
la política está llena de agentes con oscuros intereses, entonces es
mejor no involucrarse o es mejor creer que nadie es sincero en el
mundo político. Es más, aquellos que aceptan una explicación
conspirativa, luego suelen elevar su nivel de aceptación de otras
teorías de este tipo, aun cuando sean contradictorias, lo que las
hace susceptibles de ser más manipulables, pues es más fácil
convencerlas con poca evidencia. De aquí a la cosmobiología para
explicar la política hay un paso.

En un mundo donde la información abunda, es necesario dar


orden a los hechos que ocurren para que la información llegue a
los ciudadanos y podamos darles sentido y ponderar lo acontecido
adecuadamente. Las teorías conspirativas aparentan ordenar los
hechos, pero solo colaboran con generar mayor desinformación.
En el Perú, hay ciudadanos que quieren creer en este tipo de
explicaciones y también hay bandos que buscan hacer política
esparciendo rumores y creando intrigas sin sustento. Es la política
del rumor y del chisme que finalmente debilita los vínculos de los
ciudadanos con la política y que incuba personas que no creen en
argumentos, solo en falsedades.

EMILIO Lossio, Jorge y Emilio Candela. Prensa, conspiraciones y elecciones: el Perú en el ocaso del
régimen oligárquico. Lima: Instituto RivaAgüero y Pontificia Universidad Católica del Perú, 2015,
155 pp. El libro de Jorge Lossio y Emilio Candela está dividido en quince capítulos, la mayoría de
ellos breves, aparte de la introducción, las conclusiones, la bibliografía y las fuentes. En ellos, los
autores abordan el período transcurrido entre 1930 y 1968, en el cual se produjeron
transformaciones políticas importantes como el inicio del militarismo en el siglo XX, la polarización
de los debates ideológicos entre las derechas y las izquierdas, y la intervención de Pedro Beltrán
con una propuesta liberal y la utilización del periodismo como un arma muy influyente en la
opinión pública. La orientación del texto es claramente de historia política, centrada no en
personajes sino en las corrientes doctrinarias que marcaron las tres elecciones de la década de
1930, en las cuales se enfrentaron posturas radicales que mantuvieron un ambiente de conflicto y
dieron lugar a la aparición de una historiografía sumamente polarizada. Lossio y Candela procuran
hacer una descripción objetiva de lo ocurrido en esos años, sin tomar partido. Buscan, así, destruir
algunos mitos sobre lo que representaron las ideologías y la intervención de Beltrán al lado de
Manuel Prado, durante años enemigos irreconciliables. El libro consta de dos partes claramente
definidas. En la primera, compuesta por nueve capítulos cortos, se presenta la situación que
atravesaba el Perú entre 1930 y 1945, años en los que se radicalizaron las ideologías de izquierda y
derecha. Se analizan, asimismo, las relaciones existentes entre las doctrinas políticas impuestas en
Europa durante el período entreguerras y su presencia en el Perú. En estos años, aparecieron
nuevos partidos políticos que buscaban incorporar a las masas a la vida política, como la Unión
Revolucionaria del comandante Luis M. Sánchez Cerro, el Partido Comunista de José Carlos
Mariátegui y el Partido Aprista de Víctor Raúl Haya de la Torre. Solo los dos últimos eran de
orientación izquierdista, pero todos compartían el carácter totalitario y populista. 172 HIsTORICA
XL.1 / ISSN 0252-8894 La segunda parte está compuesta por los últimos seis capítulos. Estos tienen
como objetivo rescatar el papel jugado por el economista y político Beltrán —uno de los líderes de
la derecha— y su diario La Prensa, hasta el inicio del Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada
en 1968. Es necesario señalar cómo este personaje, que tuvo gran importancia por sus ideas
económicas y por su rol en el periodismo, no logró posicionarse como candidato a la máxima
magistratura. El momento en el que estuvo más cerca de ser candidato presidencial fue durante el
segundo gobierno de Prado, con quien discrepó en ideas económicas y en el leve populismo de
aquel. No obstante fue llamado para ocupar el Ministerio de Hacienda y el premierato en 1959, en
un momento crítico. Beltrán aceptó el reto. En la primera parte del libro, los autores analizan con
bastante acierto la convulsión política que vivía el país desde el inicio de la revolución de Sánchez
Cerro en 1930 para poner fin al Oncenio de Leguía hasta el fin del primer gobierno de Prado en
1945. Allí presentan los orígenes del primer militarismo del siglo XX y el regreso a la democracia.
En estos años se produjo el retroceso de los partidos políticos de derecha, frente al surgimiento de
los de base marxista. Los autores son bastante objetivos al señalar cómo la influencia de la
situación internacional contribuyó a la pérdida del predominio oligárquico en las elecciones de
1936 y 1939, y cómo la derecha recurrió, nuevamente, a las Fuerzas Armadas para detener a la
izquierda. Lossio y Candela mantienen distancia frente a lo que representan candidatos como Luis
Antonio Eguiguren, Luis A., Flores, Jorge Prado y Manuel Vicente Villarán en el proceso de 1936,
así como a la intervención del general Óscar Benavides, al invalidar el proceso electoral y
prolongar su mandato por tres años más. Sin embargo, aun cuando los autores no lo dicen, la
rapidez de la reacción para anular los comicios y prolongar el gobierno militar, hace presumir que
ya el mandatario y quienes lo acompañaban tenían decidido no entregar el gobierno. En esta
primera parte del libro se aprecia cómo se desarrolló la campaña antiaprista entre 1932, cuando
se produjo la revolución de Trujillo, y 1956, cuando el pragmatismo de Prado le devolvió la
legalidad al Partido Aprista. Los autores, sin embargo, dada la brevedad del texto, no guerra Lossio
y Candela: Prensa, conspiraciones y elecciones 173 analizan la posibilidad de que el mismo partido
haya sido responsable de toda la violencia de esos años, sino que siguen la tradición sobre dicha
participación. La segunda parte del libro está dedicada a analizar los orígenes de la Guerra Fría.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el mundo quedó dividido en dos grandes bloques: los
países capitalistas, encabezados por Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia; y los países
comunistas, alrededor de Rusia bajo la dictadura de Stalin. En ese contexto, y dada su admiración
por el mundo anglosajón, Beltrán fue el mayor exponente en el Perú del pensamiento económico
capitalista. Así, los autores resaltan la figura de Beltrán, por sus elevados conocimientos de la
economía liberal, aunque no totalmente ortodoxo. Lo caracterizan como partidario del libre
comercio, de la defensa de la propiedad privada y de limitar el papel del Estado, mediante el
control del gasto público; en cambio, resulta contrario al proteccionismo y al mercantilismo, a los
totalitarismos de cualquier tendencia, a los populismos y a los colectivismos que supeditan la
iniciativa particular a la colectividad. Beltrán era decididamente anticomunista y antiaprista. No
obstante, ya al formarse el Frente Democrático en 1945, comprendió que era imposible lograr una
alianza de partidos sin Haya de la Torre. Beltrán llegó a representar al sector oligárquico
agroexportador, pero no a los industriales, de allí sus diferencias con Prado. Asimismo, por su
rechazo a los populismos que significaban subsidios y otras cargas para el Estado, que
contrariaban la inversión privada. También chocó con el general Manuel Odría, lo cual limitó su
espacio político. En el libro, se exponen facetas desconocidas de Beltrán que permiten descubrir
su particular competencia en materia económica y política, así como un real conocimiento de los
problemas del Perú y su voluntad para solucionarlos. En las conclusiones no se encuentran
mayores referencias a la figura de Beltrán, a pesar de ocupar la tercera parte del libro. Aquellas se
centran más bien en la presencia de las ideologías en los debates políticos, elemento hoy muy
disminuido. En cuanto a la bibliografía y las fuentes primarias, los autores hacen una revisión muy
cuidadosa de diarios, revistas, documentos de archivo, folletería y textos oficiales, 174 HIsTORICA
XL.1 / ISSN 0252-8894 como mensajes presidenciales y memorias institucionales, además de la
bibliografía secundaria, aunque esta última es algo limitada. El libro de Lossio y Candela es de
lectura fácil, sin el empleo de términos demasiado eruditos. Además, está precedido de sendos
prólogos a cargo de Antonio Zapata y Gonzalo Zegarra, destacados intelectuales. Pese a la
brevedad de los capítulos, se plantean interrogantes útiles para nuevas investigaciones. No es un
estudio exhaustivo del ocaso político de la oligarquía peruana, sino más bien uno provocador que
incita a la búsqueda de respuestas. Margarita Guerra Martinière Pontificia Universidad Católica del
Perú

Cualquier tipo de componenda o conspiración política que afecte el


esfuerzo del Gobierno por lograr el desarrollo del país, rechazó hoy
el presidente de la Reública, Ollanta Humala, al criticar que algunos
políticos hayan empezado ya una campaña electoral.

Durante su participación en el lanzamiento del proyecto piloto


Plataforma Itinerante de Acción Social, que llega a través de un
buque de la Marina de Guerra en la región Loreto, manifestó que el
Poder Ejecutivo hace caso omiso de esa campaña y continúa su
labor.

“Ese es el trabajo que venimos haciendo desde el Gobierno, un


trabajo que no entra en componendas o arreglos políticos, que
no acepta las conspiraciones políticas de aquellos que ya iniciaron
su campaña electoral”, expresó ante decenas de pobladores.

Agregó que esas componendas provienen de aquellos que tienen


cuentas por arreglar, por ir a la justicia, y que creen que
adelantando su campaña, “creando conspiraciones de
reelección”, van a evadir la justicia y el juicio del pueblo.

El jefe del Estado sostuvo que en el país debe existir “espíritu de


justicia” porque al pueblo peruano no se le puede robar dos o tres
veces; por el contrario, consideró que debe respetarse la
economía del pueblo.

“Por eso, sabemos que ya se inició la campaña electoral, allá que


vayan a correr esos candidatos desde ahora, desesperados por
el poder, desesperados porque dejaron nudos sin resolver
dentro del Estado, gobiernos que dejaron cosas a medio hacer”,
señaló.
En ese sentido, demandó dejar de lado “las cortinas humo y las
conspiraciones políticas” que afectan las acciones del Gobierno por
lograr el desarrollo de los pueblos.

Servicio militar

Por otro lado, el presidente de la República respaldó la aprobación


de la Ley del Servicio Militar Obligatorio porque permite una
mayor cercanía de las Fuerzas Armadas con las poblaciones de
todo el territorio nacional.

“Necesitamos una Fuerza Armada compenetrada con su


realidad, con su tierra, con su gente. Por eso defiendo el servicio
militar, porque hoy día, el servicio militar como tal, es el servicio más
discriminatorio del planeta”, refirió.

Añadió que el actual sistema del servicio militar, solo obliga a


cumplir con este deber a los pobres que carecen de recursos o
algún tipo de influencia que les ayude a evadir su
cumplimiento.

El jefe del Estado lamentó que ese sistema antiguo sea defendido
por los burócratas que nunca han hecho el servicio militar y
desconocen las necesidades del pueblo en diferentes puntos
del país.

“Necesitamos más soldados para nuestra Amazonía,


necesitamos más soldados para dominar nuestro territorio,
para generar desarrollo y crecimiento, eso es lo que queremos
nosotros”, remarcó.

Destacó, por ello, que las Fuerzas Armadas se compenetren cada


día más con la realidad nacional llevando, por ejemplo, la
Plataforma Itinerante de Acción Social de la Marina de Guerra a las
poblaciones más pobres de la selva peruana.

Anda mungkin juga menyukai