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UNIVERSIDAD CATÓLICA LOS ÁNGELES DE CHIMBOTE

FACULTAD DE DERECHO Y CIENCIAS POLÍTICAS

ESCUELA PROFESIONAL DE DERECHO.

CURSO : SEGURIDAD SOCIAL

DOCENTE : VILLANUEVA CAVERO JESUS

CICLO : X

SEMESTRE : 2018- I

TURNO : NOCHE

TEMA : VIGENCIA DE LA SEGURIDAD SOCIAL

INTEGRANTES :

PALLACA CHAVEZ, MAYLI

HUARAZ – ANCASH
RESUMEN DE VIGENCIA DE LA RESPONSABILIDAD SOCIAL

Analizar la evolución de la relación de trabajo es siempre interesante y útil estar alerta a las
orientaciones de la jurisprudencia. Los jueces y otros órganos de administración de justicia
desempeñan un papel determinante en la calificación de la condición del trabajador con
arreglo a los hechos. Vale la pena mencionar algunas decisiones tomadas en diferentes países.
El caso Denny constituye en Irlanda un importante precedente judicial en la materia y como
tal fue mencionado de modo expreso en el informe del grupo de trabajo sobre el estatuto en el
empleo antes citado. Una trabajadora firmó un contrato de trabajo como demostradora de
Denny, una compañía de alimentos, y como tal pasó a integrar su lista de demostradores, es
decir, de personas que, por ejemplo, en un supermercado ofrecen gratuitamente a los clientes
diversas muestras de productos. A requerimiento de una tienda cliente, la compañía Denny
contactaba a un demostrador de su lista y le encargaba que hiciera una demostración. Una vez
concluida, el empleado hacía un pedido, refrendado por el administrador de la tienda. La
persona era pagada por día y recibía una prima de transporte, pero no tenía derecho a pensión
ni a formar parte de un sindicato. El contrato anual de la trabajadora de quien se trata fue
renovado varias veces; sin embargo, en 1993 el contrato estipuló que ella era una trabajadora
independiente; como tal debía responsabilizarse de pagar sus impuestos. Para esa época la
interesada trabajaba un promedio de 28 horas por semana, durante 48 a 50 semanas por año en
las que hacía unas 50 demostraciones sin la supervisión de la compañía, pero cumpliendo
cualquier indicación razonable proveniente del propietario de la tienda e instrucciones escritas
de la compañía, de la cual recibía los materiales para la demostración y el consentimiento para
realizarla. La cuestión que se planteaba en este caso era saber si la trabajadora era en efecto
independiente o si era una empleada, en tal caso debía ser asegurada por la empresa. La Corte
Suprema consideró, de acuerdo con los hechos establecidos y los principios generales
desarrollados por la jurisprudencia, que la trabajadora era una empleada, vinculada por tanto
por un contrato de trabajo, por haber prestado servicios por cuenta de otra persona y no por su
propia cuenta. En otro caso en Irlanda, el Tribunal del Trabajo consideró la situación de un
veterinario que desde 1996 había desempeñado funciones de inspector, con carácter de
temporero y a tiempo parcial, en el Departamento de Agricultura, para determinar si era o no
un empleado. El Tribunal dijo que la distinción entre un contrato de trabajo y un contrato de
arrendamiento de servicio es sumamente sutil y está rodeada de complejidades jurídicas que
hacen difícil considerar los casos extremos. En su decisión el Tribunal tuvo en cuenta los
criterios incluidos en el Código de Prácticas para determinar la condición jurídica de
empleado o de trabajador independiente ya mencionado con anterioridad. A la luz de lo
establecido en dicho Código de Prácticas y de otros criterios, el Tribunal llegó a la conclusión
de que el veterinario era un trabajador autónomo y era económicamente independiente de
quien había solicitado sus servicios, teniendo en cuenta el derecho que tenía de rechazar el
trabajo y el grado de control que ejercía sobre sus funciones de inspector. El Tribunal
concluyó, por tanto, que el veterinario había trabajado en virtud de un contrato de
arrendamiento de servicios y que no era un «empleado». En Sudáfrica, una empresa
contratista de construcción especializada en la fabricación e instalación de armarios
empotrados convenció a la gran mayoría de sus empleados para que renunciaran y siguieran
prestándole servicios en calidad de trabajadores independientes. El Tribunal de Trabajo
examinó si los contratos con los trabajadores eran genuinos y habían sido concluidos de buena
fe, basándose en uno de los casos. Comprobó que en ese caso el trabajador sólo ayudaba a
cargar armarios en un vehículo y luego a limpiarlos y retocarlos una vez instalados, y que ese
trabajo formaba parte integral del servicio que brindaba el contratista. Sostuvo que el
contratista había gastado una broma pesada al trabajador al inducirlo a creer que era un
empresario independiente, con lo cual de paso lo dejaba sin la protección que la ley acuerda a
un empleado. El contrato con el trabajador, afirmó el Tribunal, había sido una farsa y seguía
siéndolo a pesar de que el trabajador lo hubiera aceptado. En los Países Bajos, en 2004 la
Corte de Distrito de Apeldoorn decidió, de acuerdo con la jurisprudencia de la Suprema
Corte, que «para que exista subordinación no es necesario que el empleador realmente dé
instrucciones al empleado, sino que basta que tenga la autoridad de darlas» 110. También de
acuerdo con la jurisprudencia anterior, la Corte de Apelaciones de Middelburg decidió que el
contenido de un contrato escrito no es concluyente para determinar la existencia de un
contrato de trabajo, sino que debe tenerse en cuenta el propósito del contrato y la manera
como ha sido ejecutado. En el caso de un consejero médico, la Corte estableció que había
habido un contrato de trabajo sobre la base de los siguientes hechos:

a) el «empleado» no trabajaba para otras empresas distintas del «empleador»

b) tenía que ajustar su método de trabajo y organización a los del «empleador»

c) recibía instrucciones respecto del contenido de su trabajo

d) trabajaba en la oficina del «empleador» en días y horas fijos

e) no podía ausentarse del trabajo sin consentimiento del «empleador»

f) su salario había sido fijado sobre la base de una directiva de la asociación de doctores
empleados

g) el impuesto y las retribuciones le eran retenidos por el «empleador»


h) el «empleado» tenía que realizar su trabajo personalmente

En Francia, la Sala Social de la Corte de Casación examinó el caso de una persona que
conducía un taxi de conformidad con un contrato de un mes de duración, renovable por tácita
reconstrucción, denominado «contrato de alquiler de un vehículo equipado como taxi», y
pagaba una suma calificada contractualmente de «canon». La Corte de Casación consideró
que ese contrato de alquiler de muy breve duración disimulaba en realidad un contrato de
trabajo, pues sobre el taxista recaían numerosas y estrictas

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