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Cuando un ser humano viene al mundo, en su propia naturalea, trae necesidades que parten

del derecho primario que es VIVIR.

Por ello, les pedimos que proclamen con valentía el valor sagrado de la vida.

El ha tenido a bien, poner en nuestra vida para que con ellos, honremos su nombre

SAGRADA POR NATURALEZA


¿Qué resulta de la acción creadora de Dios con la participación de los padres, en la
generación? Una imagen de Dios. Esta es la gran revelación sobre la naturaleza humana: Dios
creó al hombre a su imagen (... ), varón y mujer los creó (Gen 1, 27). Esto -explica Juan Pablo II-
es lo que se quiere recordar cuando se afirma que la vida humana es sagrada. Explica también
que el Concilio Vaticano II afirme que el hombre es la única criatura que Dios ha querido por sí
misma. Para Dios, todos y cada uno de los seres humanos poseen un valor excepcional, único,
irrepetible, insustituible.

¿Desde cuándo? Desde el momento en que es concebido en el seno de la madre (Juan Pablo II,
Enc. Redemptor hominis, nº. 13). Nuestra vida -enseña el Papa- es un don que brota del amor
de un Padre, que reserva a todo ser humano, desde su concepción, un lugar especial en su
corazón, llamándolo a la comunión gozosa de su casa. En toda vida, aún la recién concebida,
como también incluso en la débil y sufriente, el cristiano sabe reconocer el sí que Dios le ha
dirigido de una vez para siempre, y sabe comprometerse para hacer de este sí la norma de la
propia actitud hacia cada uno de sus prójimos, en cualquier situación en que se encuentre.

Afirmamos que todo miembro de la raza humana es una persona. La


atención debida a cada uno no depende ni de su edad ni de la enfermedad
que podría afectarlo. Desde su concepción hasta el último instante de su
vida, es el mismo ser humano que se desarrolla y muere.

El hombre engendra y, simultáneamente, Dios crea; de tal modo que, en la generación, es


muchísimo mayor la obra de Dios que la obra del hombre. Dice San Agustín que Dios es quien
da vigor a la semilla y fecundidad a la madre, y sólo Él pone -creándola- el alma. Por eso, otro
padre de la Iglesia nos hace esta sugerencia bellísima: Cuando alguno de vosotros besa a un
niño, en virtud de la religión debe descubrir las manos de Dios que lo acaban de formar, pues
es una obra aún reciente (de Dios), al cual, de algún modo, besamos, ya que lo hacemos con lo
que Él ha hecho. Así pues, la vida humana, desde su concepción posee valor divino, sagrado.

LA VIDA ES UN DON DE DIOS! Esta expresión simple y bella, tantas veces repetida,
encierra una profunda riqueza de sentido cuando se refiere a la vida humana. Indica una
realidad trascendente, misteriosa y sagrada; evoca palabras divinas registradas en la
primera página de la Biblia: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra
semejanza (Génesis 1, 26). El pequeño segmento de nuestra existencia temporal se revela
en todo su valor cuando se considera que tiene en Dios su origen y su fin. Esta convicción
se expresa en el respeto y el aprecio de la vida humana desde la concepción hasta la
muerte natural.

A pesar de la fragilidad de la vida, el hombre considera la vida, como don


precioso de Dios que hay que cuidarla y sobretodo que es un regalo sagrado que
el mismo Dios ama. Y Yo os prometo reclamar vuestra propia sangre: la
reclamaré a todo animal y al hombre: a todos y a cada uno le reclamaré el alma
humana (Gn: 5. Ex 20, 13).
La muerte de un ser humano nos hace pensar siempre en el significado de la vida.
¿Qué pensar cuando alguien quita la vida de otro? ¿Cómo reaccionamos ante la
muerte de un ser indefenso en el vientre sagrado de una madre? ¿Qué podemos
decir cuando llegan a mil los ejecutados por la pena de muerte en Estados Unidos
desde que se restableció en 1976? Sólo tres países ejecutan a más personas que
en Estados Unidos: China, Irán y Vietnam. 38 Estados permiten el uso de la pena
capital: Texas, Virginia y Oklahoma los que más aplican la pena de muerte. Cada
diez días se ejecuta una persona en estados Unidos. Los gastos de un reo
ejecutado, incluyendo las apelaciones federales y estatales cuesta a la sociedad un
poco más de dos millones y medio de dólares. Todo esto nos hace pensar que
estamos inmersos en la cultura de la muerte. La violencia engendra más
violencia.

La vida es sagrada. La vida del político. La vida del militar. La vida del
guerrillero. La vida del paramilitar. La vida del líder social. La vida del
campesino. La vida de los civiles. La vida de los pobres. La vida de los ricos.
La vida del terrateniente. La vida del periodista… la vida de todos.

Hasta que aprendamos a respetar la vida,

Para la Biblia, el hombre se distingue de los otros seres del reino animal por su esencia
misma. El hombre fue creado a la imagen y semejanza de Dios, es decir que recibió otra
dimensión: una necesidad espiritual que lo lleva a tomar conciencia de la existencia de
Dios, de volverse a Él y de mantener contacto con Él.

Encarnándose en Cristo, Dios mismo participa de la naturaleza humana. La muerte de


Cristo en la cruz tiene por meta establecer un puente entre el hombre y Dios. Por su
muerte nos da, ya sobre la tierra, el poder de volver a ser hijos de Dios y de participar de la
naturaleza divina. Por eso, a los ojos del cristiano, cada vida humana es sagrada, aunque
sea débil, disminuida o limitada, porque esta vida es una expresión única de Dios. Es una
representación de su imagen, que no repitió en ningún otro caso y es en verdad una parte
esencial del testimonio que constituye el conjunto de la creación, testificando de la realidad
de Dios.

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