DE LA SALUD
Gunther Emde
Barcelona, septiembre 2010
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A todos los que con valentía practican formas
alternativas de alimentarse, de sanar y de vivir.
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INTRODUCCIÓN
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I: ¿Qué quieres decir?
I: ¿Por qué?
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I: Si hemos de asumir que las costumbres culturales
siempre dañarán al organismo, ¿nunca podremos obtener
una salud perfecta?
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LA AUTÉNTICA
FISIOLOGÍA HUMANA
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I: Pero a mí me apetece comer carne… es como si mi
cuerpo me lo pidiera.
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G: El singular hecho de pasar los alimentos por el fuego
responde a motivaciones muy alejadas de la nutrición. El
tópico convencional afirma que fue la inteligencia del ser
humano lo que le hizo descubrir que asar o cocer permitía
ampliar su dieta a sustancias que en estado crudo son indi-
gestas. Sin embargo, esto no explica por qué se cuecen ali-
mentos que sí son fácilmente digeribles y de buen sabor
cuando están crudos, ni por qué se usa el fuego en zonas
donde la comida cruda es abundante. Igual que en el caso
de la carne, deberíamos haber abandonado la cocción en
tiempos actuales, en los que en cualquier supermercado es
posible encontrar una amplia variedad de frutas y vegeta-
les, tanto autóctonos como tropicales. Pero nunca se ha
cocinado tanto ni se ha consumido tanta carne en la socie-
dad occidental como en los dos últimos siglos.
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I: Si todo esto es cierto, Gunther, ¿qué hemos de co-
mer? ¿Tan sólo fruta? ¿No es esa una dieta que nos provo-
cará alguna carencia?
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“Desde hace ya mucho tiempo se ha observado que la
mayoría de los espíritus superiores, estudiosos, sabios, filó-
sofos, santos o inspirados, han llevado una vida extremada-
mente frugal y abstemia. En otros tiempos se creía que esta
frugalidad era la consecuencia de su superioridad de espíri-
tu, que les hacía despreciar, o por lo menos descuidar, las
satisfacciones materiales de los placeres de la mesa. Nues-
tras actuales nociones sobre las circulaciones magnéticas
nos llevan a considerar la abstinencia de los sabios y de los
santos, no sólo como un efecto, sino también como una
causa parcial de su sabiduría” - Dr. PARVUS
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I: Entonces la vieja concepción del sabio que desdeña
los placeres de la mesa no se debe a que ese sabio
“desprecia algo tan bajo” como es la comida, sino que
realmente ha llegado a comprender la verdadera naturaleza
de su cuerpo…
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de crudos: los Hounza, en Pakistán; los Vilca Bambas, en
los Andes del Ecuador; los Abkhazes, en el Mar Negro de
la antigua Rusia.
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I: Has estado demoliendo la Nutrición humana de una
forma bastante cruel. ¿Vas a decirme entonces que la Me-
dicina puede ser desmontada de una forma parecida?
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PLAN DE AHORRO ENERGÉTICO:
Debilidad muscular: te cuesta andar y estar de pie. Te
duermes en todas partes.
Tensión arterial baja: mareo.
Falta de apetito, cuesta hacer la digestión, pérdida de pe-
so...
Estreñimiento, el intestino se echa a descansar.
Extremidades frías.
Vista cansada, oído sensible, vértigos...
Desaparece la ovulación y la regla.
Falta de apetito sexual.
PLAN DE DESINTOXICACIÓN
El aumento de trabajo en los cuatro filtros depuradores:
Mal aliento (por el pulmón)
Orina oscura y con olor fuerte, arenilla, cálculo renal,
molestias al orinar y en los riñones.
Cólicos biliares, vómitos amargos, diarreas, hígado dolo-
rido.
Sudor fuerte que puede irritar la piel.
La fiebre: aumenta la temperatura corporal como conse-
cuencia del esfuerzo de limpieza interna.
La inflamación o congestión: el cuerpo elige un punto
fuerte para que haga de “válvula de escape”, para ayudar a
los cuatro filtros en la evacuación de tóxicos. Aumenta la
circulación sanguínea en esa zona, por lo que se abulta, se
calienta, se pone roja, duele y se altera la función de ese te-
jido. Las inflamaciones son molestas, pero curan. Gracias al
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dolor, el cuerpo nos avisa que algo marcha mal y que hay
que extremar los cuidados” - Dr. Eneko LANDABURU
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“Si interrumpimos la determinada duración de las enfer-
medades, si intervenimos con medicamentos irritantes, en-
tonces ocurre que las enfermedades de poca importancia
se convierten en enfermedades graves y que su número, al
principio muy pequeño, se vuelve muy grande” - PLATÓN
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I: ¿Eso es todo? ¿Realmente crees que esos breves tex-
tos pueden destruir siglos enteros de investigación científi-
ca? Lo siento pero creo que voy a tener que hacerte algu-
nas preguntas. No voy a permitir que dilapides materias
tan importantes como son la Medicina y la Nutrición de
una forma tan poco seria.
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NUTRICIÓN, MEDICINA Y
EVOLUCIÓN DE LA CONCIENCIA
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La euforia que debieron sentir al ingerir la carne y la
sangre del enemigo -una euforia, recordemos, producto
del esfuerzo del organismo por liberarse de una sustancia
tóxica que no puede asimilar correctamente- apoyaría su
creencia de que comiéndose a otro ser humano podían
alejar la calavera de su propio grupo. Además sentían que
incorporaban la vida de ese individuo dentro de su cuerpo,
algo que todavía hoy día pervive en el dicho “la carne da
fuerza”.
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I: ¿Cuál es el siguiente nivel?
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Pero esta es la forma de avanzar que tiene la conciencia,
algo que por cierto puede observarse fácilmente en el de-
sarrollo de un niño: los objetos, sonidos y conceptos de
venerable importancia pasan a constituir meros instru-
mentos del nivel de conciencia siguiente. Así, la palabra,
por ejemplo, va perdiendo su inmenso poder mágico para
convertirse en un simple componente de la frase. Enton-
ces la frase es el nuevo nivel que posee ese inmenso poder.
Hasta que las diferentes frases se convierten en los consti-
tuyentes del párrafo, y así sucesivamente.
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¿No es asombroso constatar cómo funcionan la medici-
na y la nutrición? Aquello que se come o se receta actual-
mente es adecuado, mientras que lo que se comía o receta-
ba en el pasado es perjudicial. En el nivel racional y Nueva
Era este cambio tan radical se produce cada pocos años.
Prácticamente cada semana podemos leer acerca de medi-
camentos (antes recetados con entusiasmo) que tras ape-
nas un decenio son retirados del mercado debido a su pe-
ligrosidad. Y lo mismo ocurre con la alimentación y los
suplementos nutricionales.
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REFLEXIONES DEMOLEDORAS
SOBRE MEDICINA, NUTRICIÓN
Y CONCIENCIA
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I: Tengo mucha confianza en medicamentos y remedios
para toda clase de enfermedades...
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Pero el cuerpo, es decir Dios, sabe lo que es necesario
hacer. No respetamos esto, nos pone muy nerviosos, y en-
tonces escapamos con todos esos remedios, lo cual tiene
consecuencias graves. Cuando intervenimos en el proceso
natural de sanación, la crisis curativa queda atenuada y no
se logra restablecer totalmente el equilibrio, por lo que el
cuerpo entra en una fase de resistencia pasiva, para ir so-
breviviendo. La supresión reiterada de la crisis curativa lle-
va inexorablemente a la enfermedad crónica. Y en eso nos
convertimos muy pronto, apenas llegados a los cuarenta o
a los cincuenta, en enfermos crónicos, situación irreversi-
ble que nos lleva a una muerte nada lúcida, nada conscien-
te. Es una muerte indigna de un hombre o de una mujer.
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Esta es una explicación muy simplificada de procesos
sin duda más complejos, pero creo que ha llegado la hora
de dejar bien claro que la medicina no cura ninguna enfer-
medad, pues la enfermedad es el proceso del cuerpo para
curarse. La enfermedad es la curación, y por eso no podrá
nunca curarse un resfriado, porque el resfriado es una cu-
ración.
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G: Es tremendamente difícil, sólo una sucesión de mu-
chos desengaños podrá sacarnos de ahí.. Hemos estado
hablando de la medicina, pero en el terreno de la alimenta-
ción ocurre algo similar. Los argumentos científicos son
usados para justificar unas costumbres que son ancestra-
les. Antes la carne daba fuerza porque introducías en tu
cuerpo la fuerza o las cualidades del animal que habías
capturado. Actualmente la carne es buena “porque contie-
ne proteínas.” Los científicos dicen por un lado que los
humanos son primates frugívoros, y por el otro que han
de ingerir proteína animal, una de tantas contradicciones
internas de la cultura “racional.”
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I: Voy a preguntarte sobre aspectos más concretos.
¿Qué clase de impulso nos obliga a consumir tantos pro-
ductos endulzados o salados artificialmente?
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G: El sabor amargo del cacao (indicador de que no es
comestible) se disimula con el azúcar y entones su sabor
se torna agradable. Y como ahora ya sabe bien, ¡entonces
se considera alimento!
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LA DEMOLICIÓN DE LA NUEVA ERA
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G: Sí, los adeptos radicales de la Nueva Era descubren
con gran dolor que no pueden simplemente negar las ne-
cesidades de su mente. La cultura humana tiene un peso
de miles de años. Tu personalidad, tus pensamientos, el
idioma que hablas, tus creencias, todo eso es cultura. Tú
eres cultura. No puedes abandonar eso sin desaparecer co-
mo persona.
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Pero la característica esencial humana no es la muscula-
tura, ni el sistema digestivo, ni el dinero, ni siquiera la sa-
lud, sino la conciencia. Por tanto, tener más músculo, o
más dinero, o una mejor salud no nos hace más humanos. Lo
único que puede hacernos más humanos es el incremento
de la profundidad de la conciencia. Si la salud fuera sínto-
ma de humanidad, cualquier mono del bosque, rebosante
de vitalidad, superaría al mejor de nuestros sabios.
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G: Sí, pero no estoy del todo seguro de que en el nivel
Nueva Era pueda darse una comprensión real sobre lo que
significa la trascendencia. Por lo general, en este estadio se
persigue obsesivamente la purificación corporal como su-
cedáneo de la purificación mental, se piensa que Dios se
encuentra en la Naturaleza, y en las sensaciones placente-
ras del organismo.
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EXISTENCIALISMO:
EL FINAL DE LA BÚSQUEDA EXTERIOR
I: Está muy bien todo eso que dices, pero ¿qué sentido
tiene sufrir tanto? Realmente creo que la vida de los seres
humanos es un completo absurdo. Todos medrando en
este maldito mundo, unos creyendo que son sólo cerebros
racionales, sin entender nada del cuerpo que transporta
ese cerebro. Otros parecen venerar únicamente a sus orga-
nismos, a los que nutren y cuidan con devoción, haciendo
ver que no tienen una cabeza que pide a gritos algo más
que manzanas y paseos en el campo. Y luego estoy yo, que
veo todo eso, y me río de todos ellos, porque sé que lo que
hacen es escapar del sufrimiento guareciéndose en sus res-
pectivos refugios. Ahí dentro ellos “saben”, tienen amigos,
consiguen trabajos. Y también lloro lágrimas muy amar-
gas, porque yo añoro esos refugios, echo de menos esa
clase de ignorancia que le hace a uno feliz con su juguete.
Pero alguna clase de horrible comprensión me impide vol-
ver a cobijarme bajo techo alguno. Estoy destinado a va-
gar por siempre por el desierto del no saber, sin conoci-
mientos, sin amigos, sin trabajo. Sólo yo y la nada más ab-
surda. Temo volverme loco, Gunther.
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G: La angustia existencial constituye una experiencia te-
rrible. Lo que ha descubierto el existencialista es cierto. Su
visión es más lúcida, y abarca mucho más que los univer-
sos racional y Nueva Era por separado. Pero esa visión es
nuevamente parcial. De la misma forma que a un raciona-
lista puro le es imposible entender que existe algo más que
el mero intelecto, y de la misma forma que un Nueva Era
puro no puede comprender que exista algo más elevado
que la salud corporal, un existencialista puro y duro cree
sinceramente que su búsqueda ha concluido, que no hay
nada más allá de su desesperación.
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G: Si tu cinismo te lo permite, quizás sea este un buen
momento para comenzar alguna forma de meditación. Si
lo consideras una estupidez, lo único que puedo decirte es
que permanezcas en tu angustia. Contémplala desde fuera.
¿Quién es el que se da cuenta de esa angustia? Eso que se
da cuenta ¿se encuentra angustiado? No, eso que simple-
mente contempla no está en ningún estado, ni de alegría ni
de tristeza, sólo contempla desde una extraordinaria paz.
Aunque te parezca imposible, tú eres esa paz.
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EL IMPULSO TRASCENDENTE
DE LA CONCIENCIA
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G: Exacto, y en cada uno de esos niveles se presenta la
promesa -que nunca se cumple- de que se podrá alcanzar
la felicidad usando los símbolos y rituales de sus culturas
asociadas.
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I: ¿Del futuro? ¿Cómo es eso posible?
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G: Sí. En realidad ya hemos visto cómo opera este me-
canismo en lo referente al consumo de carne. De la carne
humana se pasó a la carne animal, de ésta a la proteína
procedente de legumbres, y de ahí a los aminoácidos de las
frutas.
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Algunas personas, en las que su centro de gravedad se
ha desplazado fuertemente hacia niveles superiores de
conciencia, y que por tanto conforman lo que se podría
considerar la avanzadilla de la conciencia, el comer vegeta-
les se manifiesta de forma natural y sin excesivo esfuerzo.
Pero son realmente pocos los individuos que han experi-
mentado la trascendencia real de sus estadios más básicos.
El grueso de adeptos a los dogmas de la actual Nueva Era
simplemente ha de aplicar una gran fuerza de voluntad pa-
ra mantener sus actos a la altura de sus convicciones.
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A continuación expondré las leyes vitales de la fisiología
humana, y a través de ellas podremos echar un vistazo al
futuro que le espera a la humanidad. Es posible que el ex-
perimento de la Conciencia quede truncado.
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LAS LEYES VITALES DEL SER HUMANO
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I: Entonces, tú afirmas que los seres vivos se rigen por
unas leyes que no son ni físicas ni químicas.
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G: El ser humano es un cuerpo animal que ha sido
habitado o colonizado por una entidad, la conciencia, que
ha ido evolucionando hasta el actual nivel racional con-
vencional. Y lo cierto es que la fisiología está profunda-
mente alterada por la acción constante de esa entidad so-
bre cada una de nuestras células, a través del sistema ner-
vioso. Esta acción es tan persistente que probablemente
sólo cesa en los breves periodos de sueño profundo
(sueño sin sueños), y son esos momentos los que permi-
ten al cuerpo funcionar libremente, y por tanto regenerar-
se.
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G: Sólo podemos deducirlo comparándolo con la vitali-
dad tremenda de los animales que viven en condiciones
naturales. Cualquier naturalista se maravilla de la portento-
sa energía y capacidad de recuperación de los seres vivos.
Numerosas presas logran escapar de sus depredadores
con heridas y desgarros muy importantes, ellos simple-
mente se retiran a un lugar apartado y dejan de comer.
Pueden estar así semanas enteras, y sanan completamente.
Tenemos las increíbles hazañas de velocidad o de fuerza
sin ningún entrenamiento ni calentamiento previo. Un
guepardo pasa de cero a setenta, noventa o más de cien ki-
lómetros por hora en pocos segundos. Una leona puede
arrastrar durante mucho tiempo una presa muerta que su-
pera su propio peso. Hay aves que efectúan migraciones
de miles de kilómetros, con muy breves descansos.
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G: Somos animales domesticados cruelmente por esa
entidad llamada mente. Sí, es más que probable que esa
comparación sea válida. Fuimos lobos, y nos hemos con-
vertido en unos de esos pobres perros enfermizos, de ins-
tintos atrofiados, siempre atados a la cadena de nuestros
miedos.
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I: En nuestro caso, todo aquello que no sean frutas, ve-
getales y frutos secos en estado crudo.
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G: Sí. Y lo mismo ocurre cuando tomas vitaminas sinté-
ticas, remedios alopáticos, plantas medicinales, suplemen-
tos alimenticios, reforzantes del sistema inmunológico, etc.
Todo eso es ajeno a los tejidos de nuestro cuerpo, el cual
procura con diligencia deshacerse de esas sustancias extra-
ñas.
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G: Hay que recalcar que los estímulos naturales, tales
como el esfuerzo físico moderado, la ingesta de frutas, el
sol, el viento o el agua en intensidades apropiadas, las
emociones ponderadas, etc, no alteran de forma importan-
te el trabajo de la vitalidad dentro de los tejidos.
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I: Estamos destinados a la enfermedad, pues.
I: ¿De enfermedad?
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G: No, porque los mecanismos que rigen la salud y la
enfermedad son demasiado complejos como para ence-
rrarlos en alguna clase doctrina, llámese naturopatía o me-
dicina convencional. La actitud auténticamente científica
es aquella que mantiene una disposición abierta, sin prejui-
cio alguno, a nuevos datos y a nuevas formas de conside-
rar los viejos problemas. Por tanto, no tengo reparos en
afirmar que el tema del contagio no está resuelto, ni por
los médicos, ni por los terapeutas de la Nueva Era.
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I: Pero ha aparecido un nuevo estadio de conciencia, la
Nueva Era, que comienza a captar todo esto...
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EL PUNTO CRUCIAL
I: Pero a nivel interno los efectos tienen que ser muy di-
ferentes, ¿no es así?
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G: Sí, lo que hacen las sustancias estimulantes es extraer
energía de la pila, sin reponer nada. Como el cuerpo gene-
ra energía para desembarazarse de esas sustancias y esa
energía es usada por la mente para la vida diaria, ese gasto
pasa inadvertido. Incluso pensamos que los estimulantes
son nutrientes, dado que nos sentimos “alimentados” por
ellos, creemos que “nos dan energía”. La realidad es que
agotan la pila a marchas forzadas.
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I: ¿No podría emprender un ayuno, por ejemplo, para
sanar?
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Lecturas básicas
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