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COLEGIO DE ALTO RENDIMIENTO

HUÁNUCO

LIMA — Después de casi


veinte años de tratar de
reconstruir su democracia,
Perú todavía sigue luchando
por encontrar una fórmula
que le permita al gobierno
funcionar sin corrupción. En
los últimos años, una sucesión de presidentes peruanos están
prófugos o en prisión. Y en la crisis política más reciente, Pedro
Pablo Kuczynski, antes de cumplir dos años en la presidencia, se
vio obligado a renunciar el miércoles 21 de marzo. Es hasta ahora
la víctima de más alto perfil en la interminable progresión de
escándalos que se ha extendido por toda América Latina.

Kuczynski no tuvo más remedio que dar un paso al costado tras


la revelación de unos videos en los que aparecen funcionarios del
gobierno ofreciendo sobornos a legisladores de la oposición en
el Congreso para intentar evitar su destitución.

En el año 2000, videos grabados clandestinamente también


ocasionaron el final abrupto del régimen autoritario de Alberto
Fujimori, uno de los predecesores de Kuczynski.
Fujimori, sentenciado a 25 años de cárcel en 2009 por
violaciones a los derechos humanos y corrupción, fue liberado
por un indulto presidencial en diciembre del año pasado como parte de un acuerdo para salvar la presidencia de
Kuczynski. Pero esta vez, como Fujimori, Kuczynski no sobrevivió a los videos.

Y, sin embargo, pese a que los videos han arrojado luz sobre las transacciones turbias en las más altas esferas
del poder en el Perú en las últimas décadas, la corrupción persiste. Ha sido más fácil expulsar o encarcelar a los
presidentes que limpiar la política en el país.

En tres semanas, Perú será el anfitrión, ahora con Martín Vizcarra a la cabeza —el exvicepresidente de
Kuczynski— de la Cumbre de las Américas, en la que participarán los jefes de Estado de los países de
América, incluido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump. No es una sorpresa que los grandes temas de
la reunión sean mejorar la gobernabilidad democrática y el combate a la corrupción.

¿Puede una democracia sobrevivir y tener éxito en derrotar a una corrupción omnipresente? ¿Podrá la
democracia del Perú desarrollar un sistema judicial lo suficientemente fuerte e independiente como para
enfrentar el problema? Y si no, uno podría preguntarse: ¿por qué molestarse en celebrar elecciones que les dan
a los políticos licencia para defraudar a los electores?

El modo en el que Perú resuelva esta crisis será crucial para América Latina, donde los sobornos a presidentes,
ministros y candidatos de la constructora brasileña Odebrecht para obtener contratos públicos han desatado
un escándalo que recorre el continente. Este año, mientras que la desilusión a la democracia aumenta, se llevarán
a cabo elecciones decisivas en la región.

El drama que atraviesa Perú es un buen ejemplo. La corrupción está profundamente arraigada en la historia del
país. Durante casi tres siglos de dominio colonial, el oro y la plata de los Andes fueron enviados a España. En
1821, en medio de una larga guerra que devastó el país y lo dejó en bancarrota, se declaró una república
independiente con grandes sueños y aspiraciones. Pero desde el comienzo, en la construcción de los ferrocarriles
y en la explotación de sus nuevas riquezas —como el guano de las islas y el caucho de la selva—, el país vio cómo
su esplendor económico se desvanecía y dilapidaba rápidamente en un pantano de corrupción.

Más recientemente, el expresidente Alejandro Toledo está prófugo de la justicia en Estados Unidos. Ollanta
Humala, otro expresidente, está en la cárcel mientras se le investiga por cargos de corrupción. Y la hija de
Alberto Fujimori, Keiko, cuyo partido político, Fuerza Popular, obtuvo la mayoría en el Congreso peruano e
instrumentó desde el principio la destitución de Kuczynski, está en investigación por corrupción y lavado de
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dinero. Ella también quiere ser presidenta y en la contienda electoral de 2016 fue derrotada por Kuczynski con
una diferencia estrecha.

¿Deberíamos perder la esperanza? No lo creo, porque en los últimos veinticinco años el país ha progresado
mucho. Perú acabó con una sangrienta guerra interna contra el grupo terrorista Sendero Luminoso, resolvió
conflictos con sus vecinos, superó la hiperinflación, se convirtió en una democracia relativamente estable y, a
pesar de su situación actual, tuvo crecimiento económico sostenido y logró reducir la pobreza.

¿Por qué erradicar la corrupción ha sido tan difícil? Las recetas para un buen gobierno y las estrategias contra
la corrupción se conocen desde hace tiempo, pero su aplicación ha fallado estruendosamente.

Un tema clave es que la falta de control sobre el financiamiento ilegal de las elecciones presidenciales,
combinado con las estructuras extremadamente endebles de los partidos políticos, ha convertido a las campañas
electorales en una vía fácil para que algunos aventureros recién llegados a la política se hagan millonarios incluso
antes de conquistar el poder. Los candidatos presidenciales en el Perú han sido financiados por Venezuela y
Brasil, y el financiamiento de este último llegó a través de la asignación de contratos de infraestructura pública
a empresas de construcción brasileñas seleccionadas previamente. Con ese mecanismo puesto en marcha, no
debe extrañarnos que los peruanos sigan eligiendo a mercenarios como presidentes.

Ya hemos estado antes en esta situación. La corrupción se generalizó en la década de los noventa bajo el mandato
de Alberto Fujimori. Su principal asesor, Vladimiro Montesinos, el infame jefe de los servicios secretos,
corrompió a todo el espectro de la sociedad peruana sobornando a políticos, banqueros, empresarios, jueces,
militares y periodistas a los que grababa en el acto, mientras hacía pirámides grotescas de dinero en efectivo
y los extorsionaba. Cuando las cintas se exhibieron por la televisión en horario estelar se creó una comisión
gubernamental formada por figuras respetadas para diseñar una estrategia exhaustiva y vigorosa contra la
corrupción.

Irónicamente, el sucesor de Fujimori, Alejandro Toledo, cuya candidatura se centró en acabar con la corrupción,
antes de llegar a la presidencia robó dinero de campaña donado por George Soros. Más adelante le pidió
al representante de Odebrecht en el Perú un soborno de 35 millones dólares, de los que obtuvo tan solo 20
millones, y creó una nueva maquinaria de corrupción.

Hace una década, como ministro de Economía y Finanzas y primer ministro durante el gobierno de Toledo,
Kuczynski supervisó un sistema que produjo el sobreprecio de las obras públicas. La compañía de Kuczynski tuvo
contratos con Odebrecht mientras era servidor público.

¿Qué sigue ahora? Todavía no está claro si Kuczynski enfrentará cargos, pero está bajo investigación y el poder
judicial ha allanado sus viviendas y le ha impedido salir del país. Su sucesor, Martín Vizcarra, quien tiene un
récord público limpio, tendrá mucha presión para poner en práctica una estrategia efectiva que combata la
corrupción.

Pero su posición es débil: Vizcarra será el nuevo mandatario hasta 2021, pero tendrá que ejercer su cargo con
un congreso dominado por el partido de Keiko Fujimori.

El combate contra la corrupción requiere de instituciones sólidas y un liderazgo fuerte, y ninguno de los dos
existen hoy en Perú. Muchos de los políticos con el poder e influencia para reformar el sistema han sido acusados
de malos manejos en el pasado. Figuras clave en los sectores público y privado también se han beneficiado del
sistema de corrupción imperante. Ellos son los más interesados en mantener el statu quo. ¿Ellos van a impulsar
la necesaria reforma política que podría llevarlos a la cárcel?

Quizás la única ventaja que tiene Vizcarra es que, según las últimas encuestas, el Congreso de Perú es la
institución más desacreditada y corrupta. Si logra movilizar la opinión pública para respaldar una campaña
anticorrupción, podría obligar a los legisladores a apoyar algunos cambios por temor a ser expuestos. Vizcarra
es un presidente accidental. El hecho de que nunca aspiró a ese cargo podría ser su arma política más poderosa.

Sonia Goldenberg es periodista y documentalista. Fue directora del Comité de Protección a los Periodistas
y realizó el documental “Poderoso caballero”, un exposé sobre los videos de la corrupción en el Perú.

Goldenberg, Sonia (2018) ¿Puede la democracia peruana sobrevivir a la corrupción? The New York Times Opinión. Recuperada
de https://www.nytimes.com/es/2018/03/25/opinion-goldenberg-democracia-peru-corrupcion/
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[…] “El Mefistófeles del Partido Nazi”, un


“demagogo ingenioso y sin escrúpulos”, “el más
venenoso y mendaz de todos los nazis”, un hombre
por el que sentirse “fascinado por su deslumbrante
simpatía y sus perfectos modales, así como su fría
lógica”. Desde luego las reacciones que
causó Joseph Goebbels entre sus coetáneos no
fueron de indiferencia… y así han durado hasta
hoy, universalmente conocido por sus labores de
propaganda al servicio del nazismo y una de las más
populares encarnaciones del Mal. Como ante
cualquier persona o cosa de la que se hable no
faltan las opiniones, también entre historiadores,
que zanjan la discusión con un “bah, está
sobrevalorado”. No sin cierta razón, ya
que Hitler no llegó a contar con él para tomar
grandes decisiones políticas ni mucho menos
militares, y vivió en permanente enfrentamiento
con los demás líderes nazis. Pero si bien su labor a
menudo fue la de vocero, es incuestionable que lo hizo muy bien. Supo dar respaldo popular a cada acción del
régimen y preparar el terreno para las siguientes, en ese constante ir más allá que caracterizó al Tercer Reich
hasta su armagedón.

Es tan a menudo citado como maestro del cinismo y la manipulación como


ridiculizado por su apariencia, aunque personalmente no comparto el
énfasis en señalar como objeto de burla los defectos físicos de nadie.
Menos si cabe en alguien responsable de actos tan graves y aun a pesar
de su clara contradicción respecto al ideal racial que exaltaba. Porque
al final da la impresión de que el hecho de haber participado
activamente en la mayor masacre de la historia no fuera bastante: “era
un genocida… y encima bajito y cojo”. A ese respecto no hay duda de
que fue uno de los principales ideólogos del Holocausto, quizá solo por
detrás de Himmler y el propio Führer. Contribuyó además con sus
consignas a la obstinada resistencia que ofrecieron los alemanes
prolongando una guerra que ya estaba perdida. Y finalmente fue un
audaz pionero en técnicas que están plenamente integradas en la
comunicación de masas contemporánea. En este último aspecto nos
centraremos.

[…]Una de sus primeras medidas


fue crear una vasta red de
informadores distribuidos por
Nosotros los trabajadores hemos
todo el país que redactaban las
despertado
impresiones que observaban en
Este cartel de las elecciones de julio
de 1932 muestra al trabajador sus lugares de trabajo, bares,
alemán iluminado a través del podía ir modulando mediante
nacionalsocialismo e imponiéndose prueba y error su influencia en la
sobre sus oponentes. Se lee: opinión pública. Unas técnicas de
"Nosotros, los trabajadores, hemos estudio de mercado con las que
despertado. Estamos votando al ahora estamos familiarizados
nacional socialismo”
pero que por entonces resultaron
novedosas. Perfeccionó los
recursos radiofónicos en la retransmisión del sonido ambiental, para que
reflejase la reacción del público a los discursos, impuso la retransmisión
de los discursos más desatacados en escuelas, centros de trabajo y “El enemigo ve tu luz, ¡apágala!”
restaurantes y abarató el precio de los aparatos de radio, de forma que
Alemania era en los años 30 el país del mundo con mayor número de ellos por habitante.
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Centralizó el suministro de información de forma que todos los medios de comunicación alemanes debían
ajustarse a las consignas que periódicamente iba suministrando. Su idea fundamental era la de repetir el
mismo mensaje de diferentes maneras. Uno de los recursos fue el de utilizar suposiciones no comprobadas,
que pasaban a darse por hechas. Por ejemplo, la oficina de propaganda alemana en Francia difundió la siguiente
consigna en 1943 ante un hipotético desembarco angloamericano en el país: “¿Sería más pacífica esta
ocupación? Para responder a esto, basta con saber lo que sucede actualmente en África del Norte”. En realidad
no sucedía gran cosa en esa zona africana ocupada por los Aliados, pero de esa manera apelaba a una supuesta
información a la que los lectores asentirían para no quedar como ignorantes.

Por supuesto la libertad de expresión quedó abolida, pero procuró que la


censura se hiciera de tal forma que no quedasen rastros de ella, no debía
haber espacios en blancos u otros detalles que hicieran sospechar al
lector de que estaba leyendo información que había pasado un filtro.
Asimismo, intentó comprar medios de comunicación de otros países y
creó una agencia que suministraba noticias a periódicos extranjeros con
pocos recursos para elaborar las propias. Una estrategia de la que hoy en
día ha pasado a ser habitual, lo que se conoce como “notas de prensa”. La
precariedad de recursos, gran carga de trabajo y falta de tiempo —en la
mayoría de los casos— entre los empleados de los medios de comunicación
o bien la simple comodidad —en algunos otros— llevan a que a menudo
dichas notas sean integradas como una noticia más en el medio sin
modificaciones, con todo el ahorro de trabajo que supone. Aunque eso
conlleve, claro, proporcionar una información ajustada a los intereses de
la empresa, asociación o institución pública que la haya remitido. En este
caso era el Tercer Reich.

Goebbels se percató de que para evitar una opinión pública hostil a


“¡Combate con nosotros!”, cartel menudo basta con cambiar el nombre de las cosas. Por ejemplo, las
que representa a Gran Bretaña fastuosas obras arquitectónicas con las que dotar de grandiosidad a
como un monstruo marino. Berlín siguieron en marcha una vez comenzada la guerra, pero para evitar
críticas a tal dispendio pasaron a ser llamadas “Programa de guerra sobre las vías fluviales y los ferrocarriles”.

Antes de cada golpe de mano del régimen iba preparando poco a poco a la opinión pública. Por ejemplo, en los
días previos a la anexión de Austria promovió noticias falsas sobre desórdenes en Viena provocados por los
comunistas, de manera que posteriormente quedase justificada la presencia militar alemana allí. Procuraba
mostrar la realidad de manera que cada agresión siempre fuera una mera reacción defensiva. Antes de la
anexión de Checoslovaquia su ministerio difundió noticias inventadas como “mujeres y niños son aplastados
por tanques checos”, de forma que resultase un rescate de la población alemana cautiva en un país hostil. Pero
las estratagemas fueron aún más elaboradas en el caso de la invasión de Polonia, que dio lugar a la Segunda
Guerra Mundial.

La guerra preventiva
El verano de 1939 Goebbels fue caldeando el ambiente con titulares falsos sobre agresiones polacas a
alemanes, como “¡Una familia inocente apaleada!”. El 23 de agosto se firmó el pacto Ribbentrop-Mólotov de no
agresión entre Alemania y la Unión Soviética, que fue presentado por la prensa de Goebbels esquivando las
diferencias ideológicas entre ambos regímenes (tan explotadas hasta entonces). Unos pocos días después, el
31 de agosto la contraseña “la abuela ha muerto” dio comienzo a una operación en la que un comando de las SS
disfrazado de soldados polacos atacó una estación de radio fronteriza en Gleiwitz, donde dejaron varios
cadáveres de reclusos del campo de concentración de Dachau disfrazados como soldados. A continuación
Goebbels difundió un mensaje colérico:
“La disciplina del pueblo alemán no ha podido ser perturbada hasta ahora, por eso hoy se produce un brutal
ataque. Pero el pueblo alemán no va a tolerar otro ataque. Hasta ahora el terrorismo solo había tenido lugar
en territorio polaco, ahora también en territorio alemán”.

El siguiente paso fue una arrolladora invasión de Polonia, cuya virulencia resultase ejemplarizante para el resto
de Europa. Desde ese momento, el Tercer Reich estableció la pena de muerte por escuchar emisoras de radio
extranjeras. El Ministerio de Propaganda se enfrentaba a un reto considerable. Debía aumentar su intensidad,
pero también procuraba dejar espacios de entretenimiento para relajar la tensión de la población. Así por
ejemplo la UFA aumentó la producción de películas de aventuras, románticas y comedias, mientras que se
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tomaban otras decisiones más pintorescas como prohibir las retransmisiones radiofónicas
del Réquiem de Mozart, ya que Goebbels consideraba que los alemanes en ese momento necesitaban épica, no
cristianismo. El cineasta Hippler fue enviado a la Varsovia recién conquistada para filmar El eterno judío,
donde debía reflejar cosas que los judíos al parecer hacían constantemente, como sacrificar animales.
Respecto a ellos, una vez más, la consigna del ministro debía mostrar las agresiones como actos en defensa
propia: “En los inicios de la guerra que vivimos, el pueblo judío no calculó bien las fuerzas de las que disponía
y ahora sufre un proceso de exterminación gradual que iba dirigido a nosotros”.

Pero mientras tanto había una china en el zapato que resultaba particularmente molesta. Gran Bretaña había
declarado la guerra a Alemania por esta invasión y su líder, Winston Churchill, no daba ninguna muestra de
querer negociar o rendirse. Así que dirigió contra él todos los insultos que se le ocurrieron, como “vanidoso
simio con pantaloncitos rosas” y ordenó toda clase de caricaturas sobre su aspecto, incluidas no solo en
periódicos, revistas y carteles, sino también en productos como las cajetillas de tabaco. Era tal su afán por
descalificarlo de cualquier manera imaginable, que lo culpó de la catástrofe del Athenia —un barco de
pasajeros británico torpedeado por un submarino alemán el tres de septiembre de 1939— que según su
propaganda habría sido hundido por el propio Churchill para involucrar en la guerra a Estados Unidos, dado
que varios pasajeros eran de esta nacionalidad.

A la ocupación de Polonia le siguió la del resto de la Europa continental.


El nueve de abril de 1940 comenzó la invasión de Dinamarca y Noruega,
que Goebbles justificó mediante la consigna dada a los medios:
“respuesta relámpago a los intentos británicos de convertir Escandinavia
en un escenario bélico contra Alemania”. En defensa propia, otra vez. Al
igual que las posteriores invasiones de Bélgica y Holanda, por su
“flagrante violación de las reglas más primitivas de neutralidad”. La
siguiente en caer fue Francia, un terreno que ya estuvo siendo preparado
desde meses atrás mediante el uso de lo que se conoce como “propaganda
negra”. Consiste en emitir propaganda en un país enemigo haciéndose
pasar por autóctono. Para ello desde finales de 1939 el Ministerio había
organizado una emisora de radio llamada Réveil de la France que se hacía
pasar por un medio a cargo de pacifistas franceses, y otra conocida
como Radio-Humanité supuestamente de tendencia comunista. Cuando
Francia cayó en poco más de dos semanas, ya solo quedaba por conquistar
Gran Bretaña… Lo que nos lleva a la que fue la jugada más retorcida y
astuta que hizo Goebbels en toda su vida.
“¡Nunca! La lucha de Alemania y
vuestro trabajo salvarán a Europa
La ocultación de la Operación Barbarroja
del bolchevismo”.
Los movimientos de gran número de tropas alemanas hacia el Este
alertaron a la comunidad internacional sobre la posibilidad de que Hitler abriera un segundo frente en la
guerra, atacando al hasta ahora aliado soviético debido al mencionado pacto Ribbentrop-Mólotov. El 12 de
junio de 1941 Goebbels envió un artículo al Völkischer Beobachter en el que insinuaba una inminente
desembarco en Gran Bretaña. Pero en la madrugada del día siguiente, cuando apenas unos pocos ejemplares
habían sido distribuidos (los suficientes como para que llegasen a las personas apropiadas), ordenó el secuestro
de la edición. La impresión que esto causó en los países Aliados fue justo la que él deseaba: el Ministro de
Propaganda se habría ido de la lengua y Hitler habría sido el que ordenó detener la distribución.

Con el fin de reforzar la impresión de que habría perdido el favor del Führer, su chófer incluso llegó a cambiar
las matrículas de su coche, para poder acceder a la cancillería del Reich. Un día más tarde Goebbels ordenó
el arresto de astrólogos y videntes, por si acaso contaban con información privilegiada que mandara al traste
la operación. Así que ante el pasmo del mundo el 22 de junio dio comienzo la Operación Barbarroja, por la que
un inmenso ejército de 3,5 millones de alemanes atacó a la Unión Soviética. El engaño había funcionado.

Se trató de una operación de enorme envergadura (demasiada, al final) en la que también se hizo uso de la
propaganda negra, retransmitiendo en 19 idiomas distintos. Una tarea de manipulación que contó con el apoyo
de las Propagandakompaniende la Wehrmacht, secciones que pese a pertenecer al ejército alemán actuaban
bajo las órdenes directas de Goebbels. Llegaron a agrupar a 15.000 hombres y sus funciones eran la guerra
psicológica (mediante megafonía, octavillas e instalación de emisoras de radio) la neutralización de la
propaganda enemiga, la propagación de desinformación sobre los movimientos propios y finalmente acciones
destinadas a elevar la moral de los soldados y de la población civil alemana.
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Pero como es sabido, la situación se les fue complicado con el paso de los meses hasta llegar al punto de
inflexión: Stalingrado. La catastrófica derrota sufrida en enero de 1943 no pudo ser ignorada por el Ministerio
de Propaganda, que decretó tres días de luto nacional y dio lugar al que fuera el discurso más trascendental
de Goebbels. Aquel en el que anunció la Guerra Total, el 18 de febrero ante un público enfervorecido en el
Palacio de los Deportes de Berlín. Apenas dos meses más tarde, Goebbels tuvo noticia de algo que creyó que
cambiaría el curso de la guerra, el hallazgo en los bosques de Katyn de miles de cadáveres polacos, asesinados
por las tropas soviéticas a comienzos de 1940. Lo anunció ante el mundo con gran estruendo, con la esperanza
de quebrar la unión en el bando Aliado entre soviéticos y polacos. Lo paradójico del caso es que esta vez estaba
diciendo la verdad, pero había soltado para entonces tal cantidad de mentiras que ya no fue creído.

Desde entonces la situación fue de mal en peor y Goebbels recurrió a la difusión del rumor de que
la Wehrmacht estaba a punto de utilizar una nueva arma secreta de poder apocalíptico. Esto contribuyó a
mantener la moral alta de la población, aunque no faltaron quienes bromearon sobre los no muy eficientes
misiles V-1 —pues eso resultaron ser— rebautizándolos como Volksverdummungsmittel “medio de engañar al
pueblo número uno”. Al final a Goebbels solo le quedaba apelar al sacrificio y a la eternidad, en una mezcla de
iconografía religiosa y pagana. Como en uno de sus últimos discursos —precisamente ante los empleados de su
Ministerio— cuando ya todo estaba perdido, en el que el cine pasaba a ser una especie de equivalente al Más
Allá o al eterno retorno nietzscheano:

“Caballeros, dentro de cien años, se estará mostrando otra excelente película a color sobre los días terribles
en los que estamos viviendo. ¿Queréis desempeñar un papel en esta película?, ¿volver a la vida en un centenar
de años? Cada uno de vosotros tiene ahora la oportunidad de elegir qué papel desempeñará en la película
dentro de cien años. Resistid ahora para que en un siglo los espectadores no os abucheen y silben cuando
aparezcáis en la pantalla”.

Pasó los últimos días de su vida junto a Hitler, en su búnker de Berlín, y tras el suicidio de este decidió junto
a su esposa que debían seguir el mismo camino. Momentos antes de morir, Magda Goebbels escribió una carta
al hijo que tuvo en su primer matrimonio, en la que incluyó un impresionante párrafo a la altura de la prosa de
su marido, una de las muestras de fanatismo más depuradas que se haya escrito nunca:

“No he tenido que pensármelo. Nuestra magnífica idea se hunde, y con ella todo lo hermoso, admirable, noble
y bueno que he conocido en mi vida. Vivir en el mundo que viene después del Führer y del nacionalsocialismo ya
no vale la pena, y por eso he traído aquí también a los niños. La vida que viene después de nosotros no es digna
para ellos, y un Dios compasivo me entenderá si yo misma les doy liberación”.

Bibliografía:
–Joseph Goebbels. Vida y muerte, Toby Thacher (Ed. Ariel)
–Goebbels. Una biografía, Ralf Georg Reuth (Ed. La esfera de los libros)
–La mentira en la propaganda política y en la publicidad, Guy Duradin (Ed. Paidós)
–Vida y muerte en el Tercer Reich, Peter Fritzsche (Ed. Crítica)
-http://www.forosegundaguerra.com

Bilbao, Javier (2013) La propaganda de Goebbels en la Segunda Guerra Mundial. Jot Dow [blog]. Recuperada de
http://www.jotdown.es/2013/02/la-propaganda-de-goebbels-durante-la-segunda-guerra-mundial/

Para el diálogo:

Conversa con tus compañeros de equipo sobre los métodos utilizados por el Gobierno Nazi. ¿Qué
te causa más asombre de lo leído en esta fuente? ¿Cuáles fueron los métodos que pudieron tener
éxito? ¿Cómo estuvo organizado? ¿Qué papel desempeño Goebbels?, etc

¿Qué preguntas surgen en tu cabeza? Regístralas en tu cuaderno y conversa sobre ellas. (Abiertas)

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