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AFRODITA

KAITLIN BEVIS
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LA BIBLIOTECA DE AFRODITA

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INDICE

CAPITULO 1 CAPITULO 11
CAPITULO 2 CAPITULO 12
CAPITULO 3 CAPITULO 13
CAPITULO 4 CAPITULO 14
CAPITULO 5 CAPITULO 15
CAPITULO 6 CAPITULO 16
CAPITULO 7 CAPITULO 1 7
CAPITULO 8 CAPITULO 1 8
CAPITULO 9 CAPITULO 19
CAPITULO 10 CAPITULO 20
CAPITULO 21 CAPITULO 31
CAPITULO 22 CAPITULO 32
CAPITULO 23 CAPITULO 33
CAPITULO 24 CAPITULO 34
CAPITULO 25 CAPITULO 35
CAPITULO 26 CAPITULO 36
CAPITULO 27 PROXIMO LIBRO
CAPITULO 28 SOBRE LA AUTORA
CAPITULO 29
CAPITULO 30
AFRODITA
Daughters of Zeus
#4
Ser perfecta no es fácil, pero Afrodita
está determinada a vivir de acuerdo con
ese ideal. Entonces cuando Poseidón le
pide que ella Investigue
acontecimientos extraños en varios
barcos de crucero, ella aprovecha la
oportunidad de probarse a sí misma.
Los semidioses están desaparecidos, y
nadie se acuerda de ellos a bordo.
Afrodita con su encanto consigue la
mejor habitación del barco, preparada
para investigar con estilo.
Desafortunadamente, el cuarto
pertenece a un hombre inmune a su
encanto.

Adonis…

Cuando Afrodita se da cuenta de que


podría ser el próximo objetivo, su
investigación se vuelve más
complicada. Peor aún, el responsable
de los semidioses desaparecidos
encantó a los pasajeros y los armó con
armas muy olvidadas y diseñadas para
matar a los dioses.
Cuando el barco se queda
completamente oscuro, Afrodita y
Adonis tienen que trabajar juntos para
descubrir quién está detrás del caos
antes de que Poseidón hunda su barco,
y cada ser humano encantado y armado
en él, son más problemas de lo que
valen.
CAPITULO 1
Erase una vez, una mujer hecha de piedra. Ella era hermosa, perfecta y fuerte. Ciego
de su belleza, Pigmalión tomó un cincel y la remodeló para ajustarla mejor a sus
propios deseos. Sin embargo, aun con su carne ablandada y su forma alterada,
permaneció fuerte e inalterada por dentro.
Frustrado, el hombre apeló a los dioses. - Las mujeres de Chipre son todas
inadecuadas para un hombre de mi posición. Respiren vida en esta piedra, y yo
construiré un gran templo en su honor.

- La ciudad de Chipre está llena de mujeres hechas de carne y hueso- razonó la


Diosa de la Sabiduría. - Tal vez el problema no esté con ellas.

Artemisa asintió con la cabeza. - No culpes a la presa cuando no eres digno de la


caza-.

- Nunca-. Los ojos de Ares parpadearon con desdén.

Pero Pigmalión encontró un aliado sorprendente en su búsqueda. - Construye un


templo que toque el cielo, y la mujer será tuya- decretó el Dios-Rey.

Pigmalión accedió, y cuando colocó la última piedra del templo en el lugar, Zeus
sopló vida dentro de la estatua, vaciando sus entrañas y removiendo cada rastro de
quien ella fue un día, para sustituir su esencia con lo que Pigmalión deseaba que
fuera.

De acuerdo con el mito, la estatua se convirtió en una esposa perfecta. Bonita,


dedicada y obediente a todos los caprichos de Pigmalión. Pero sé mejor que nadie
que la perfección tiene un precio.
Un rastro de baba amarilla recorrio mi barbilla al borde del asiento del inodoro. No
tengo tiempo para eso. Ocho minutos hasta la reunión, dos más para que Perséfone
perciba que me estaba retrasando, y quizá tres antes de que ella venga detrás de mí.
Quince minutos en total, si tenía suerte. Necesitaba empezar a trabajar.

- Recomponte, Afrodita.

“No llores”. El susurro de Zeus reverberó en mi cabeza. "Nunca llores".


Mi estómago se estiró, pero yo no tenía nada más. El vacío en mi intestino se quemó
en los bordes. Encogiéndome, tiré las rodillas hacia mi pecho y envolví mis brazos
alrededor de ellos.

-Sólo una pesadilla- susurré, aunque la palabra inadecuada me hacía sonar como una
niña asustada temblando a causa de un monstruo imaginario. Zeus era real. De
hecho, muerto sí, pero los hechos nunca importaron la noche en que mis
pensamientos cuidadosamente controlados se liberaron para causar estragos en mi
mente dormida. Sólo en la oscuridad, yo sabía lo que nunca me admitiría a mí misma
despierta. Zeus nunca estaría muerto. No para mí.

Hay más de una manera de alcanzar la inmortalidad. Realmente no se necesita ser un


dios, o vivir eternamente, no si puedes herir tanto a alguien que no pueda olvidar, no
importa cuánto lo intente. Cuando se vive en los miedos de alguien, en las pesadillas
de alguien, nunca te mueres. No de verdad. Salí del suelo, agudamente consciente de
los segundos pasando. Mirando hacia el espejo, me di cuenta de que no había cómo
conseguir presentarme a tiempo. Aunque necesitaba una pausa para adorar al dios de
porcelana para parecer presentable.

- Ok. - Respire profundamente y lancé un glamour. Pedazo por pedazo, me convertí, y


la ilusión de perfección se estableció sobre mí como una armadura finamente
equipada.

El glamour permitía a los dioses cambiar su apariencia. Los cambios podían ser
sutiles, como cuando cambié el color de un vestido para combinar con mis ojos, o
cambios grandes, como Zeus disfrazado para parecer un animal o marido de alguna
mujer infeliz. No hacía glamour en el cuerpo entero. Pero los pequeños tonos hacían
mucha diferencia. Había energía en la belleza. Y yo necesitaba todas las ventajas que
pudiera tener.
El timbre sonó, y yo me burlé bajo mi respiración. Perséfone nunca pedía entrar. Ella
atravesaba los escudos que levante alrededor de mi pequeña casa de playa como si
no fueran nada. Mi mente recorrió una lista mental de todos los que sabían donde
vivía cuando salí del baño.

Perséfone.
Cierto, lista corta. ¿Quién estaría en mi puerta a las tres de la mañana?

- ¿Quien está ahí? -pregunté, cerrando la puerta de la habitación para esconder las
sábanas enredadas y torcidas. Mi mano siguió por el pasamanos mientras yo bajaba
las escaleras.

Gracias a un piso abierto y muebles minimalistas, casi veía cada centímetro del
lugar. Nadie se escondía dentro de esas paredes.
Vacile cuando llegué a la puerta, oyendo. Las olas caían contra la arena, pero
ningún otro sonido penetraba las paredes. Una mirada a través del ojo mágico sólo
mostraba una figura sombría con hombros anchos. - ¿Quién es?

- Yo.
Ares. Fregando los dientes, eché mi cabello hacia atrás y abrí la puerta.
Ojos impetuosos me saludaron, inflamados con meses de rabia reprimida en mí...
¿Qué era? ¿Ex? ¿Nuestro breve coqueteo en el verano pasado contaba como una
relación? Inferno, si yo supiera.

-Afrodita- Él dio un paso adelante, el movimiento parecía casi involuntario cuando


sus ojos me analizaron. Cuando se acercó a mi escudo, frunció el ceño.

Mi mano rascaba para cerrar la puerta en su cara. En vez de eso, di mi sonrisa más
deslumbrante, solté el escudo y me arrojé en sus brazos. – ¡Ares! - Me hice reír...
como si no me hubiera roto el corazón... mientras él me cogía y me gira alrededor. -
No te veo...

La palabra quedó atrapada en mi garganta. Los dioses no podían mentir.


Físicamente imposible. Pero las palabras humanas tienden a quedar atrapadas en
mi cabeza. - Trece meses.

- ¿Contaste? Una sonrisa arrogante iluminó su rostro cuando me puso en el suelo y


atravesó el umbral. - Traje algo para ti. - Se quitó una larga y fina bolsa de papel
marrón de la chaqueta y me la entregó.

Saque el libro ilustrado desde dentro, sonriendo al ver la portada. Era un libro
infantil sobre mitología. Recorriendo las páginas, vi los sobres minúsculos
implorando para ser abiertos, recortes tridimensionales y una mezcla de elementos
atados a la página como un álbum de recortes.

Como una nueva diosa, algunas de las cosas de la humanidad me escapaban. Leer
lo que ellos creían sobre nuestra historia, particularmente, como ellos moldeaban
los mitos para sus hijos, me daba alguna introspección
Era increíble cuánto los humanos se equivocaban.
Me volví a una página que mostraba a una chica bajando para arrancar una flor de la
orilla del lecho, aparentemente inconsciente del hielo arrastrándose por los pétalos.
El título proclamaba el mito de Bóreas y Oritía y el origen del invierno

Me volví a otra sección y mi mirada se posó en una ilustración de Eris, la Diosa de la


Discordia, sosteniendo una manzana dorada entre Hera, Atenea y Artemisa. Fruncí el
ceño, leyendo el título de la sección. - El Concurso de la Belleza Divina.
Ares miró por encima de mi hombro, su respiración era familiar en mi cuello. - Si
hubieses estado en esa época, habrías ganado eso. Fácil.

Lo que Ares vio en mi cara hizo a su sonrisa vacilar. Se alejó.

-Habría llegado, o pasado por aquí, o algo, después...- Él metió las manos en los
bolsillos de su chaqueta de cuero. - Lo siento mucho. Yo estaba atrapado en una
botella. Es una larga historia, y ya estamos atrasados. -Ella me contó. - Perséfone
podría ser una diosa poderosa, pero ya me he preocupado más de una vez si su
ingenuidad sería mi caída.

-Poseidón consiguió una pista sobre los semidioses desaparecidos, entonces me


llamó a una reunión para hablar de estrategia. No sé por qué piensan que puedo
ayudar. - Sonrió, entrando en mi pequeña sala de estar, sus ojos oscuros revirtiendo
los pocos muebles. Nadie tomaba a Ares en serio, y le gustaba de esa manera. -
Hades salió por tiempo suficiente para pedirme que te buscara. - Un parpadeo de
preocupación iluminó sus ojos mientras él me miraba. - Y puedo sentir que tienes
suficiente poder para caminar en sueños. Entonces, ¿por qué me envió?

Caminar en sueños no usaba mucho poder. Pero la capacidad de dormir el tiempo


suficiente para resbalar en un sueño ayudaba. Perséfone entendía por qué tener un
sueño tranquilo era un problema para mí, entonces decidíamos encontrarnos antes.
Si yo no aparecía, ella me tiraría físicamente para el sueño.

- Créeme, me estoy haciendo la misma pregunta. - Me moví hacia atrás hasta que
golpeé contra el sofá. Sentándome crucé las piernas y estudié Ares.

Su mirada se detuvo en mis piernas por una fracción de segundo antes de encontrar
mis ojos. - ¿Las pesadillas fueron tan malas?

No empieces a preguntar sobre mis pesadillas. Mostré mis dientes a él. Después de
que Zeus murió, Ares, Adonis, Hefesto y yo partimos en un viaje festejando,
pensando que Zeus nunca más nos molestaría. Hasta que me desperté gritando. -
¿realmente no vas a elaborar una excusa sobre cómo te quedaste atrapado en un
frasco durante más de un año? ¿En serio?
Sus manos se quedaron en los bolsillos de la chaqueta mientras él se apoyaba en
la pared opuesta a mí, colocando tanto espacio entre nosotros como la pequeña
sala nos permitía físicamente.

- Mira, lo entiendo. Soy la última persona con quien quieres hablar sobre eso, pero
necesitas ayuda,Afrodita. Si esta es la razón total de la solución de Perséfone, digo,
es bonita, pero...

- ¿Bonita? - Levanté la mano. - Déjame interrumpirte aquí. Nuestra reina no es linda,


ella...

Ares volvió los ojos. - Esta cosa toda de reina nunca fue oficial.

-¡Juramos sobre nuestros poderes! ¿Cuánto más oficial puede ser?

- Ella los devolvió después de matar a Zeus.

No los mío. Cuando Zeus me creó, él colocó un detalle especial extra, haciendo que
yo fuera obediente a cualquiera de su linaje que me sobrepasara. Sólo Perséfone
me ha superado hasta ahora.

Pero rechazar romper el voto de fidelidad que le di a Perséfone, el control de mis


poderes, la obediencia era de mi elección y no la de ella.
Ares podía ver la distinción como sin sentido; Al final, yo tenía que obedecerla, de
todos modos. Pero algunos días, las sutiles distinciones entre las elecciones de
Zeus y las mías eran todo lo que me mantenía sana.

-Es fuerte-. Ares extendió las manos en apaciguamiento. – No me opongo.

Hice los ojos y tomé mi teléfono, haciendo un show de mirar hacia el lado mientras
hablaba.

-Pero la fuerza no supera el conocimiento. He estado cerca por mucho más de


tiempo. Sé una cosa o dos sobre...

- Y estamos oficialmente atrasados. - Avente el teléfono en su dirección antes de


que él pudiera protestar. No sabía nada de lo que pasé. Si supiera, aquella noche
habría terminado muy diferente.

Ares cogió el teléfono por reflejo. - No puedes darte el lujo de ser vista como débil.

Mis uñas marcaron las palmas de mis manos. - Ya sé.

- No creo que lo sepas. - Él atravesó la habitación, deteniéndose para colocar mi


teléfono en el brazo del sofá. – Tú estás con Perséfone.
En un nivel, la reivindicación de ella puede ayudar, porque nadie te tocará a ti, a
menos que quieran lidiar con ella. Pero si quieren llegar a ella o enviar un mensaje,
entonces eres una buena manera de hacerlo.-

- Sabía los riesgos cuando hice el juramento hacia ella.

-¿Sabías? Porque hiciste una declaración que no necesitabas. Has escogido un


lado...
La muerte de Zeus podría haberme liberado, pero las circunstancias de su muerte
crearon un gran vacío de poder y perturbaron completamente la jerarquía de los
dioses, que estaban acostumbrados a escoger lados y pequeñas disputas en
cualquier momento.
Ahora todos cayeron en una tregua incómoda. Sabía que Ares no esperaba que
durara mucho, pero yo tenía esperanza. Este era un nuevo panteón. No había
tantos de nosotros, y nuestros problemas eran un poco más significativos que
concursos de belleza y chismes escandalosos.

-En este momento, sí. Pero la paz nunca dura. Perséfone puede resbalar o
Poseidón se puede salir de los carriles...infierno, ya está a medio camino de eso.
Pero algo sucederá y saltaremos en las gargantas el uno del otro. Todos lo
sabemos. ¿Por qué crees que pasamos los últimos miles de años en nuestros
cantos separados, ignorando el uno al otro?

-¿Para hacer más fácil a Zeus agarrarte? - Sugerí, estudiando las marcas de media
luna dejadas en mis palmas por mis uñas.

Zeus venía sistemáticamente matando a su descendencia y absorbiendo sus


poderes sin el conocimiento del Panteón. Así fue hasta que él secuestró a la hija
de Deméter y al hijo de Poseidón. Ir detrás de los hijos de los gobernantes de un
reino era una ofensa muy grande para ignorar, entonces el Panteón se unió y luchó
contra Zeus en una batalla amarga, cargada de pérdida.

- Hiciste una declaración,Afrodita, pero la única ventaja que tienes para apoyarla es
el encanto. Esto no siempre será suficiente.-

Podía hacer escudos, curación, glamour, y todo el material estándar también, pero
la mayoría de los dioses que quedaron recibieron algo extra de ambos padres.
Sólo tenía un...Zeus. - ¿Hablas del encanto que he utilizado para inhabilitar
completamente? - Bufe. - Yo diría que es suficiente
.
El encanto, carisma, es como el control de la mente. Si lo utilizo correctamente,
puedo mirar a cualquier humano, y la mayoría de los dioses a los ojos, y hacerlos
hacer lo que quiera.
Suerte mía, ya que los dioses necesitan la adoración para sobrevivir. Ya que sólo
fui creada hace dos años, yo no tenía exactamente un culto para apoyar mi
existencia.

Ares se movió, visiblemente incómodo con el recordatorio. - No soy uno de los


dioses por los que deberías preocuparte.

Hice una mueca, tratando de averiguar con lo que él pensó que debería
preocuparme. Atenea, probablemente, aunque siempre ha sido lo suficientemente
amigable conmigo. ¿Poseidón, tal vez? Sólo un idiota bajaría la guardia cerca de
él. Sin embargo, consideré a todos los demás en el Panteón como un amigo.

-Déjame ayudarte-. Ares dio un paso adelante, cerrando el espacio entre nosotros.

Estreché mis ojos. - Lo que busco no me lo puedes dar.

Ares apretó los dientes.-Pero por ahora, necesitamos una razón convincente para
explicar por qué estamos atrasados, por no mencionar el motivo por el cual
vamos juntos-.

Tenía un buen punto. Los otros dioses no preguntarían, pero yo no quería


comenzar el rumor de que Ares o yo éramos demasiado débiles para caminar por
el sueño sin ayuda.

- Ok, entonces es medio día en Bangkok. - El rostro de Ares se arrugó con el


pensamiento. - Si aparecemos en medio del tráfico allí, entonces podemos decir
que fuimos atrapados...

-¿Cómo sobreviviste antes de mí? - Pasé mis brazos alrededor de él, temblando
cuando mi piel entró en contacto con su chaqueta fría.

- Ah. - Ares dijo, entendiendo. Él bajó la boca a la mía. - Sí, eso funcionará
también.
Sus labios ardían contra los míos, calientes y ansiosos. Familiares. El beso se
profundizó, después se multiplicó.

Diez besos tan cortos como uno, uno hasta veinte, y el universo entero se disolvió
con el toque de Ares. Por un precioso segundo, me sentí más que una
herramienta. Más que la abominación de Zeus que quería vivir. Alguien, no algo.
Pero sus besos eran mentiras. Y dañaron más que cualquier verdad que he
enfrentado. Los recuerdos brotaron en mi mente espontáneamente. El susurro del
tejido, una caricia suave, sus labios contra los míos." Lo que tu buscas", él
susurró," no puedo dártelo".
Mi espalda golpeó el sofá, sosteniendo su brazo debajo de mí.
- ¿Estás lista? - preguntó, rompiendo el beso.

- Sí- susurré, mi voz ronca ¿con qué? ¿Dolor? ¿Deseo? Cualquiera que sea la
sensación, no me gustó. O tal vez me habia gustado demasiado.

Ares presionó dos dedos en mi frente y me empujó hacia el paisaje de los


sueños.
CAPITULO 2
Arena presionó contra mi espalda, no tan caliente como los brazos de Ares,
pero casi. Él me empujó apresuradamente y se levantó con una maldición.

-Por el Estige, Ares, toma alguna ropa- Artemisa estalló, pero la risa en su voz
disminuyo su ira. - Pero ese es un misterio resuelto. Me debes dinero, Hefe. Yo
dije que no estaba desaparecido. Sólo escondido con algún pedazo de...
¡Afrodita!

-Hola, Artemisa- conseguí decir, aunque no podía verla detrás de Ares.


Ares extendió la mano para ayudarme a levantarme, y le di una sonrisa
agradecida. Los paisajes soñadores siguieron a las mismas leyes cambiantes
que los sueños.

No se podía ver más allá de lo que estaba justo delante de ti. No había periferia,
ni miradas de algo en el canto del ojo, ni conciencia de nada acechando al lado.
Artemisa habría podido ver la espalda desnuda de Ares, pero no mucho más.
Ya que la ropa podía ser convocada inmediatamente en sueños, no habría
algunos presupuestos naturales sobre el estado de mi vestido antes de entrar
en el sueño, por no mencionar el por qué estábamos atrasados.

- Ya era hora de que aparecieran. - Una sombra fría cayó sobre nos
otros.

Estire mi cuello, apretando los ojos contra la luz del sol que ardía alrededor de
una silueta en forma de Poseidón.Los cabellos rubios, cortos y espesos,
completaban su imagen de surfista. No parecía mucho más viejo que
veinticinco años, y nunca parecería, a menos que usara glamour para parecer
más viejo. Los dioses no envejecían después del auge. No físicamente, de
todos modos.

- Bueno, mira lo que la marea trajo. - Ofrecí a Poseidón mi más bonita sonrisa y
solté la mano de Ares.

-¿En serio?- Artemisa protestó. - ¿Con Ares? Sé que eres nueva, Afrodita, pero
pensé que eres más inteligente que eso. ¿Nadie te avisó de él? Atenea,¿ no
deberías estar en eso?

-Ven a sentarte conmigo, Afrodita, - Atenea hablo de algún lugar a mi izquierda.


- Deberíamos conversar.
-¿Estamos atrasados?- Ares se alejó para poder alcanzar al grupo de dioses
reunidos en una mesa de playa de mimbre a pocos metros de distancia.

- Sólo unos minutos- respondió Hefesto en su asiento. Él desvió los ojos de Ares
hacia mí. - Es bueno verte,Afrodita.

La mitad de la cara de Hefesto parecía una red irreconocible de tejido cicatricial


con piel colgada en lugares extraños. Un zócalo de ojo caído, vacío y derretido. La
otra mitad de la cara parecía completamente normal. Hasta Perfecta. Me obligue a
concentrarme en su lado bueno cuando encontré su mirada y sonreí. - Tú también.
Lo siento por mantenerlos esperando. Nosotros estábamos...

- TMI.1 - Perséfone empujó, pasando por Poseidón y barriendo en un abrazo que


olía a flores silvestres y sol. Sus manos estaban frías contra mi espalda, y salté,
sorprendida por el frío inesperado. ¿Desde cuándo la encarnación de la primavera
sentía frío? - Podemos llenar los espacios en blanco. ¿Cómo estás? Hace tanto
tiempo.

- Te vi en la última reunión - le recordé, alejándome.


- Un mes atrás. - La rubia pequeña y tierna parecía muy joven para ser una diosa
de cualquier importancia, pero hace dos años Perséfone pasó de una diosa
insignificante a una superpotencia en el Panteón cuando derrotó a Zeus.

Como heredera de Deméter y Zeus y esposa de Hades, Señor del Submundo, ella
gobernaba tres de los cuatro reinos con acceso indiscutible al cuarto, gracias a
una improbable amistad con el difunto hijo de Poseidón.

1 TMI –MUCHA INFORMACION.

Ninguna divinidad había acumulado tanto poder desde los días de los Titanes. -
Deberíamos...

-Odio interrumpir- Atenea dijo desde algún lugar detrás de Perséfone. - Pero tengo
que dar una conferencia en la mañana, entonces si pudiéramos seguir adelante,
eso sería genial.

-Cierto. - Perséfone me llevo al resto del panteón, que fue grande una vez, y cayó
en un asiento al lado de Hades al final de la mesa.

Ares se colocó entre Hefesto y Artemisa, que luego golpeó su cabeza. - Tiene tres
años de edad.
Hice los ojos atrás mientras me deslizaba en la silla al lado de Atenea. Técnicamente, Artemisa
no estaba equivocada sobre mi edad. Pero cuando un dios es creado en vez de nacido, viene al
mundo maduro. Físicamente y diferente.
- Poseidón, ¿creo que tienes algo cerca en la agenda? - Hades preguntó, llevándonos de vuelta a
los carriles.

Me di un segundo para admirar las características perfectamente esculpidas de Hades, sus ojos
azules eléctricos brillando detrás del pelo negro de medianoche caído en su cara y el cuerpo
increíble que acompañaba. Entonces respiré profundamente y me esforcé para no babear.
Hades era el epítome del tipo comprometido.

- Sí, siento la interrupción. - Perséfone sonrió a Poseidón.


El comportamiento de Poseidón cambió cuando Perséfone volvió su atención hacia él.

Su barbilla se levantó y su mirada permaneció fija en su cara, ni siquiera deslizándose para ver el
resto de ella. - No hay necesidad de pedir disculpas. - Él dio un acento cordial. - Pero quizá le
debo una a Afrodita por el lugar. - Se concentró en mí. - No estaba seguro de cómo te sentirías en
volver aquí, pero puse tanta energía en este paisaje de ensueño que construir otra sería
inconveniente.

¿Dónde estábamos? Busqué una pista alrededor, pero no vi nada que distinguiera esta playa de
cualquier otra. Sólo podía significar un lugar. Isla de Cumberland. Zeus me abandonó en esta
costa momentos después de mi creación. Pasé días atrás de un escudo, aterrorizada, hasta que
Perséfone me encontró.

Los ojos de océano de Poseidón quemaban, del color del mar, desplazándose del azul al verde
al marrón, con olas blancas quebrando alrededor de sus pupilas. Cuando no hice ninguna
objeción al lugar, él volvió su atención a Perséfone. - Tengo una pista sobre los semidioses
desaparecidos-.

Esto llamó la atención de todos, y por buenas razones. Deméter fue la única en darse cuenta de
que los informes de personas desaparecidas correspondían a la descripción de los semidioses.

Y la descripción era simple, ya que la mayoría de los humanos no creen más en dioses, mucho
menos que al final de la calle George en realidad es la mitad de una. Infierno, probablemente ni
siquiera sabían en estos días. Pero para quien conoce, los semidioses se destacan como un
pulgar dolorido. Todos los semidioses comparten una coloración similar. El icor2 en su sangre
los hacía extremadamente dorados: cabellos, piel, ojos, todo, excepto la sangre corriendo en sus
venas, lo que no tenía sentido para mí, pero no estuve en la creación para añadir mis dos
centavos.

-Podrías haber comenzado con eso-dijo Artemisa, inclinándose hacia adelante en su asiento.
- Quería explicar sólo una vez-Poseidón dio una mirada hacia Ares y hacia mí,
pero antes que cualquiera de nosotros pudiera decir una palabra en nuestra
defensa, su mirada volvió a Perséfone, como un imán. - He notado una anomalía
dentro de esta línea de crucero-. Poseidón convocó una pila de folletos y pasó los
papeles cargados de tinta en la mesa.

-¿Crucero Fantasía? - Me esforcé para asegurar el anuncio firmemente contra el


azote del viento. -¿Qué...? Poseidón, yo aprecio la cantidad insana de detalles que
colocaste en esos paisajes soñadores, pero enserio, ¿puedes cortar la
configuración del viento?

El viento disminuyó hacia una brisa suave.-Ellos salen con más pasajeros de lo
que regresan a casa-explicó Poseidón. - Nadie parece notar, lo que, si conoces
algo sobre los registros humanos, es inusual por sí mismo.

Esta última parte fue para el beneficio de Perséfone, ya que el resto de nosotros
sabía todo acerca de los registros humanos. Una ventaja de ser creada como
divinidad en vez de nacer como Perséfone era entrar en la existencia con el
conocimiento acumulado de los dioses - a menos que los retuviera
deliberadamente - sobre toda la creación. Había excepciones, por supuesto. No
éramos omniscientes. A menos que una profecía estuviera involucrada, los
eventos futuros y actuales estaban más allá de nuestro alcance. Pero cuando se
trataba de una mierda humana al azar, sabíamos casi todo.

2 fluido que corre como sangre en las venas de dioses

- ¿Crees que la gente estaba encantada para olvidarlos -Los ojos oscuros de
Artemisa se entrecortaron mientras estudiaba el folleto.

- ¿Es posible en esta escala? - Preguntó Perséfone.

Todos los ojos se volvieron hacia mí.

-Podría ser capaz de encantar un barco entero para olvidar que existió, pero usar
suficiente energía para retirar la memoria en masa sería demasiado, incluso para
mí.-

Poseidón convocó a otro grupo de papeles y los distribuyó por la mesa. - La


pérdida de memoria en relación a la existencia de la persona no dura mucho
tiempo - sólo las circunstancias de su desaparición. Los carteles de
desaparecidos surgen en cuestión de días
Atenea me entregó los papeles. Tomé uno y pasé el resto a Perséfone, luego
estudié el papel delante de mí, el cual mostraba una semidiosa sonriente llamada
Otrera.

Cambie papeles con Ares. Ciertamente, el póster de él mostraba otro semidiós


desaparecido. Los semidioses no eran exactamente tan comunes. Muchos
usando la misma línea de crucero parecía estadísticamente imposible.

Poseidón pasó más papeles. - Hay casi exactamente el mismo número de


semidioses desaparecidos como pasajeros. He enviado espías en esos barcos,
pero ellos vuelven tan desorientados como el resto de los pasajeros. Esto
significa que han sido encantados, o los pasajeros desaparecen en el puerto.
Necesitamos llegar al fondo de eso. Pero para eso necesitamos a alguien con
acceso irrestricto a ambos reinos, y que sea muy fuerte para ser encantado.

En otras palabras, necesitaba a Perséfone. Pero, por la forma en que sus


hombros se tensaron, ella no quería ir.

Perséfone junto su pelo ondulado en una cola de caballo en la base del cuello. -
No tengo interés en hacer una investigación en tu reino en este momento. -
Sujeto los cabellos rubios por un momento, antes de soltar la mano con un
suspiro. El gesto la hizo parecer cansada. No podía dejar de preguntarme cómo
iban las cosas desde la derrota de Zeus.

- Soy consciente de tu poca disposición a visitar mi reino. Pero necesitamos


saber lo que sucedió con los semidioses. - La voz de Poseidón sonaba suave,
como si intentara ser amable, lo que de alguna forma parecía aún más
espeluznante que su manera grosera y lasciva de siempre. - sabes que no te
pediría que lo hicieras de otra manera.

- Ella dijo no. - La voz de Hades no dejó espacio para la discusión. - Siguiente
opción.

Perséfone le lanzó una sonrisa agradecida, y me sorprendió el contraste entre los


dos. Ella parecía irradiar la propia luz que él absorbía. Cuando estaban juntos,
casi dolía mirarlos. Creo que incluso los opuestos se atraen.

-Poseidón tiene un buen punto-Atenea intervino.- Perséfone, me doy cuenta de


que tu plato está medio lleno ahora, con tres reinos para comandar, pero si
delegas esas responsabilidades, seguramente tendrás tiempo para... ¿Algo
divertido, Ares?
Ares tragó su risa, pareciendo castigado. - En realidad, sí. Estoy preguntándome
lo que Zeus o Deméter o cualquier otro gobernante del reino habrían hecho
contigo si hubieras sugerido que ellos arreglaran su tiempo para hacer un
reconocimiento. Digo... - él hizo una pausa, dándome una mirada tan significativa
en la mesa que me senté más erguida. - Zeus solía enviar a Hermes para hacer
todo, incluyendo el secuestro de sus amantes. ¿Lo hacía,o no lo hacía?

-Bueno, todos sabemos cómo Zeus invirtió en nuestra supervivencia-dijo Atenea


fríamente.

Perséfone aclaro la garganta. - Hades, ¿cuántas veces has puesto el pie fuera de
tu reino en los últimos milenios? ¿Tres?

Hades asintió. - Es correcto.

- ¿Y tú, Poseidón? ¿Una vez? ¿Dos veces? - Perséfone arqueó una ceja para
Atenea. - ¿Quieres darles una lección sobre la gestión del tiempo también, o
podemos volver a la tarea en las manos?

Perséfone estaba bajo presión para redistribuir su poder desde que mató a Zeus.
Atenea sabía muy bien el por qué Perséfone no quería visitar el reino de
Poseidón, pero implicar que Perséfone no era lo suficiente competente para lidiar
con las responsabilidades que venía con sus reinos dio a Atenea la palanca que
necesitaba para aplicar esa presión.

- Somos mucho menos ahora. - Le recordó Atenea a Perséfone. - Todos


necesitamos ser más activos en nuestras funciones.

- ¿Por qué? - Hefesto interrumpió. - ¿Desde cuándo nos preocupamos por los
semidioses?

-Son debilidades. Nuestros hijos pueden matarnos, argumentó Poseidón. -


Entonces, si alguien está recogiendo...

- ¿Nuestros hijos? - Hefesto miró alrededor de la habitación. - Tuve algunos


espíritus en el pasado, pero ¿los semidioses? Nunca me molestaron. Y, por lo
que sé, a la mayoría de ustedes tampoco. ¿Artemisa? ¿Hades?
¿Perséfone? ¿Afrodita? ¿Alguna de ustedes tiene hijos entre los vivos? - Él
esperó hasta que sacudiéramos la cabeza antes de continuar, e intenté realmente
no percibir que él no había incluido a Ares entre los sin hijos. - Entonces, no
pueden matarnos.
- Pero el metal Olímpico puede- dijo Atenea, refiriéndose a la única arma en el mundo que podría
matar a un dios. - A pesar de tu alegación de haber destruido todo...

- Lo destruí - insistió Hefesto.

-... Él resurgió y fue ligado a los semidioses desaparecidos. Si algo o alguien por ahí, está
tratando de recoger nuestras debilidades, necesitamos saber por qué. - La voz de Atenea no dejó
espacio para la discusión.

- Envíenme. - Ya que juré fidelidad a Perséfone, yo podría actuar como su representante. Entre
los dioses, los votos de lealtad van mucho más allá de la obediencia o promesas de lealtad.
Perséfone podría utilizarme como una extensión de sus poderes. Ella nunca me lo pediría. Pero
yo podría ser voluntaria.

-Afrodita - Los ojos de Perséfone se abrieron. - No, tu no necesitas...

-Gracias por la oferta, Afrodita pero eso es demasiado para ti. - Poseidón ni siquiera me miró.
Esto implicaría sacar su mirada de la cara de Perséfone.

Hades estrechó los ojos, aparentemente tan asustado por la intensa atención de Poseidón en su
esposa como yo. - A menos que alguien más quiera ser voluntario, no tienes opciones.

Artemisa me estudió por un largo tiempo antes de hablar.


-Afrodita tiene más encanto que todos nosotros juntos, y ya que ella juró a Perséfone, puede
actuar en nombre de ella si las cosas sobrepasan el reino de Poseidón. Es una solución perfecta,
no es así, ¿Atenea?

Atenea lanzó una sonrisa de labios cerrados. - Perfecta es una palabra fuerte, pero sí, creo que es
la mejor alternativa que podemos esperar. ¿Está segura de eso, Afrodita ? no tienes mucha
experiencia ...

- Ni Perséfone, y estabas bien en enviarla. -Mire a Poseidón, levantando las cejas. - ¿Puedo tener
permiso para viajar en tu reino?

-Parece que no hay otras opciones. - La sonrisa de Poseidón no alcanzó sus ojos. - Tu crucero
sale en setenta y dos horas. - Lanzándome un sobre grueso, agregó: - No te atrases.

Setenta y dos horas, ¿eh? Esto casi no era suficiente tiempo para hacer compras.
CAPITULO 3
El recepcionista principal Miguel, colocó mis maletas en el suelo de mármol de la
entrada con una reverencia generalmente reservada para artefactos sagrados. Y
si hablamos enserio, cualquier pertenencia mía era un artefacto sagrado.

-¿Esta habitación está más a su gusto? - Sus pupilas se encontraban bajo la


influencia de mi encanto.

Una solución limpiadora de limón perfumado golpeó mi nariz mientras yo miraba


alrededor de la sala llena de sol. La suite se doblaba alrededor de la parte trasera
del barco. Cortinas de tonos claros cubrían las ventanas del suelo al techo, lo
que era bueno, ya que aún estábamos en el puerto.

-Hay una pequeña cocina por aquí con una nevera totalmente abastecida. -
Miguel dejó el equipaje en la puerta y rodeó el bar. - Todo es gratuito, por
supuesto. Si necesita cualquier otra cosa, basta con marcar cinco en su teléfono
para hablar con su recepcionista personal. Chalecos salvavidas - apuntó
alrededor del bar para abrir una puerta detrás de la escalera curva- Están
ubicados en el armario cerca del baño. - Él apuntó a un conjunto de armarios
blancos. - Junto con una caja fuerte, albornoces y toallas.

Balanceé la cabeza, dando un paso hacia el balcón para apreciar la vista de las
sillas de mimbre, hidromasaje y mesa de comedor. Mi punto de vista de los
edificios que se aglomeraban en la puerta del túnel de Miami pronto daría lugar a
un océano interminable. Miré hacia abajo, encantada con la forma en que las olas
grisáceas ondulaban como seda contra el barco.

- Los necesitará. - Él colocó dos tarjetas de plástico en el bar. - Las llaves de la


habitación funcionan como una tarjeta de crédito para cualquier gasto a bordo.
Todos los cargos serán cobrados a la habitación. También necesitará devolver la
clave cuando desee salir del buque. Si me necesita, en cualquier momento, por
favor, avíseme.

-En realidad... Espera. - Volví a la sala corriendo y tiré mi pequeña maleta,


parando cuando la alfombra aterciopelada bloqueó las ruedas. - Creo que está
aquí-Gruñí, abriendo el bolsillo delantero para alcanzar una de las carpetas
amarillo brillante que había doblado dentro. Dentro de ella, puse fotos de todos
los semidioses que desaparecieron de este barco en el último año. Extendiendo
el archivo a Miguel, le pregunté: - ¿Reconoces a alguna de esas personas?
Él hojeó los folletos, su expresión transformándose de ansiosa a devastada
con cada hoja. –No- los hombros de Miguel cedieron. - ¿Hay alguna otra
manera en que pueda ayudarla?

-¿Podrías mostrarme al resto de la tripulación? – Sonreí hacia él para mostrar


que no estaba molesta, esperé al mayordomo decepcionado encontrar mis
ojos de nuevo. Entonces disminuí el encanto con un toque. El Encanto podría
ser complicado. No podría tratar con mi nuevo asistente personal tirando del
barco en un acceso de desesperación, -¿podrías? -Si reconoces a alguien,
tráelo hacia mí.

- Claro. - Él esperó, sus ojos oscuros con el encanto. - ¿Con qué más puedo
servirle?

Lo consideré. Si la clave del cuarto monitoreaba cada compra, llegada y salida,


entonces tal vez yo pudiera identificar exactamente cuando los semidioses
desaparecieron. - ¿Podría acceder a los registros de cruceros anteriores?

Su pelo oscuro cayó en sus ojos cuando él sacudió la cabeza de nuevo. -


Puedo buscarlos por el nombre o número de reserva. ¿Eso sería útil?

- Sí, lo sería. - Buscar en los registros después de todos los check-in sería más
eficiente. Después de todo, identificar semidioses a punto de desaparecer era
el primer paso en mi plan.

Pensé en la foto que Miguel me sacó antes de embarcarme. - Mi foto está


vinculada a mi cuenta, ¿verdad? - Si estas fotos estaban en el sistema, una
simple investigación diría cómo muchos semidioses estaban en el barco.
Entonces yo sabría en qué mantener mis ojos.

-Sí. Necesitamos asegurar que la foto en la tarjeta corresponda a la persona


con él antes de hacer cualquier compra o dejar el barco-.

- Perfecto. ¿A qué hora sales?

- Once y media.

- Te veo después.
Él salió corriendo de la habitación. Cuando la puerta se cerró, me volví,
apreciando la sensación de la gruesa alfombra blanca debajo de mis pies
antes de subir las escaleras, arrastrando mi maleta más pequeña conmigo.
Las ruedas batieron en cada escalón mientras yo tiraba la maleta pesada
detrás de mí. Incluso en febrero, Miami era sofocada. Todo lo que quería
hacer era tomar un baño y vestir algo ligero.

-No es tan mal- murmuré, mirando alrededor de la habitación. Me recuerdo a


la casa de playa, cuyo dueño encante para conseguir entrar en Pebble Beach.

Dos sillas blancas y una pequeña mesa con tapa de cristal fueron instaladas
frente a la media pared, la cual permitía una vista panorámica sobre el área de
estar abajo. Una pared acristalada menor, que daba a un pequeño balcón,
estaba al lado de la escalera.

Gruñí cuando avente mi maleta encima de la cama king-size con suficiente


fuerza para hacer una onda de movimiento a lo largo del edredón blanco. Pero
apenas había abierto la maleta antes de oír voces fuera de mi cuarto.

- Te estoy diciendo, este es mi cuarto.

La cerradura hizo clic y fui a la escalera, decidida a encantar a quien viniera a


la habitación para que siguiera adelante.
Debajo de mí, la puerta se abrió, golpeando la pared. Las pinturas azules se
estremecieron, pero permanecieron, y los sonidos delicados de los golpes
vinieron enseguida. Un familiar semidiós atravesó el umbral.

- Adonis- suspiré.

- Pídeles que juren lealtad a mí. - La memoria de la voz de Zeus resonó por mi
mente.

Adonis estuvo allí, junto con Ares, Hefesto, y la sacerdotisa de Perséfone,


Melissa. Pero sólo Adonis fue inmune a mi encanto.

Él vio cómo mi cuerpo se transformaba de acuerdo con mi voluntad,


obligándome a obedecer la orden. Yo sabía lo que vendría, pero estaba
impotente para detenerlo. Zeus planeó usarme para forzar a Ares y Hefesto a
jurar todo su poder hasta que se volvieran polvo. Suicidio por devoción.
Entonces, él planeó hacerme matar a Adonis y a Melissa por él. No porque ellos
fueran una amenaza, pero si por qué matarlos me lastimaría.

Y entonces, tal vez, si yo fuera muy, muy afortunada, Zeus me dejaría morir en
vez de forzarme a vivir como su títere.

Detrás de Adonis, Miguel balbuceó excusas al hacer movimientos salvajes para


indicar cómo Adonis entro a la fuerza a la habitación. Ninguno de nosotros le
prestó atención.

- ¿Afrodita? - Él parecía aturdido al verme.

Las memorias me bombardearon.

Las palabras subieron, llenando mi boca mientras yo empujaba contra mis


labios. Tragándo, las forceje, pero ellas rasgaron mi garganta. Un lamento
estrangulado llenó la sala, pareciendo tan extraño, tan desesperado e impotente,
que en un primer momento no me di cuenta de que era mío.

No haría eso con ellos. Zeus los mataría en un instante. ¡No podía parar!

Mis labios se separaron por voluntad propia y puse la mano sobre mi boca. Zeus
cruzó los brazos, pareciendo aburrido.

No podía resistir para siempre, y él lo sabía. Cada fibra de mi ser reclamaba para
que yo obedeciera a su mando.

Desvié la mirada de Zeus, pero descubrí que no podía encarar la devoción ciega
en los ojos de Ares y Hefesto. No había nada más de ellos. Todo lo que querían
hacer era complacerme.

Esto era incorrecto. Mi visión se nublo, y parpadeé las lágrimas, mirando a


Adonis. Su coraje y fuerza estaban telegrafiados en su postura rígida, y había
confianza en sus ojos, los cuales mantenía pegados en mí.

Una pequeña sonrisa se formó en su cara, fresca y confiada. Sólo espera,


parecía decir. Saldremos de esta.
Y salimos. Todo a causa de él.
- ¿Está viajando con usted? - Miguel bajó la maleta de Adonis entre la puerta y
la habitación. Él parecía listo para poner a Adonis fuera de la sala si dijera que
no.
- te puedes ir – dije a Miguel, infundiendo encanto suficiente detrás de las
palabras, para cerciorarme de que él haría lo que pedía.

- ¿O que? ... - Adonis preguntó cuando la puerta se cerró detrás de Miguel. -


¿Por que estas aquí?
Oh, dioses. Me recuperé del choque lo suficiente para percibir lo que
significaba que Adonis estuviera aquí .

- necesitas irte. - Corrí escaleras abajo, casi tropezando en mi prisa de


alcanzarlo antes de que el crucero partiera. - Adonis tienes que irte. No es...
- Este es mi cuarto - argumentó, saliendo lo suficiente de su somnolencia para
ponerse a la defensiva. – Lo compre y lo pague. No sé lo que estás...

-... seguro. Tú no puedes estar en este barco. – Tomé su maleta mientras


agarraba su brazo, empujándolo hacia la puerta. Estar en esta habitación
parecía una coincidencia muy grande para procesar. Por ahora, sólo agradecí a
los antiguos dioses por descubrirlo a bordo, antes de que fuera demasiado
tarde. - Vamos, te llevo al muelle.

- ¿Qué es lo que quieres decir, no es seguro? - Él soltó el brazo y sacó su


maleta de mí. - ¿Qué está pasando?

- Los semidioses están desaparecidos. - Le conté lo mejor que pude, dando


miradas ansiosas al mostrador para mirar la vela del barco y comprobar que
aún no había zarpado. - No es seguro para ti estar aquí.

Adonis se burló, sus ojos yendo a la lámpara mientras digería lo que le dije. -
No puedo simplemente salir- dijo finalmente. - Estoy aquí para trabajar. Es un
gran evento. Tenemos eventos programados en cada uno de los puertos y...

-¿Hay otros semidioses? - Semidioses, particularmente aquellos que


conseguían hacer encanto, gravitaban para áreas como el modelaje, artes o
política. ¿Qué mejor manera de reunir a varios semidioses que en un lugar
donde mirarían sus carreras más probables? Hice una nota mental para
comprobar si los otros cruceros estaban dirigidos a cualquier área con muchos
semidioses.
- ¿Qué?- Adonis sacudió la cabeza. - Ninguno de mi agencia. En toda la
convivencia, tal vez tres o cuatro. - Se burló de nuevo. - Tengo que avisarles.
Tener tres o cuatro semidioses en un navío era una coincidencia muy
improbable.
Probablemente todos ellos eran blancos

Pero si él les contaba, si se comportaban de forma diferente a causa de lo que


ellos sabían, yo podría perder la posibilidad de descubrir quién o qué hacía eso.

- Déjame lidiar con eso. Mientras tanto - lo empujé hacia la puerta- ¿Por qué no
vamos a encontrar a tu jefe, y no sé, tal vez encantarlo para pensar que te
quedaste a bordo todo el tiempo? ¿Quieres un aumento? Creo que puedo
conseguir un aumento. ... sólo...

No se movió. - ¿Cuál es tu plan?

-¿En este momento? Sacarte de este barco. - Apreté mi mandíbula, deseando


que Adonis fuera un semidiós normal y que yo pudiera encantarlo. Pero Adonis
era especial. Gracias a siglos de endogamia, Adonis no sólo era inmune al
encanto de cualquier otra persona, parecía que no tenía control sobre el suyo.
Un poco de consanguinidad no era tan grave como parecía. Antes de que Zeus
muriera, él experimentó tanto con semidioses como con dioses. Ambos padres
de Adonis eran descendientes de Zeus. Así como sus padres antes de ellos, y
sus padres antes de eso. Haciendo que el abuelo, bisabuelo y tatarabuelo de
Adonis fueran descendientes de Zeus, y así sucesivamente, en ambos lados.

Bueno, tal vez sea tan grave como parece, pero los dioses no tienen el mismo
tabú del incesto como seres humanos. No pasamos material genético, sólo
poder.

Adonis se apoyó en la puerta. - Pasé bastante tiempo contigo el año pasado


para saber que no eres infalible,Afrodita. Ninguno de los dioses lo son, no
importa lo que tú piensas. - Se alejó de la puerta. - Los semidioses están
desaparecidos, yo soy un semidiós. Así como mis hermanas.

- ¿Tienes hermanas?

Adonis me dio una mirada, que me avisó de que este tema estaba cerrado. -
¿Qué planeas hacer aquí? No estás usando glamour. ¿Por qué? Cualquier
persona que sepa de alguna cosa te vera como una diosa. ¿Es parte de tu plan?
¿El panteón te usa como una distracción? ¿Alguien cuyas firmas de energía
aleatorias pueden ser asignadas mientras Perséfone o uno de los dioses trabaja
en segundo plano?
- ¿Qué tal explicar en el camino? - Abri la puerta, pero Adonis la cerró,
manteniendo el brazo presionado contra ella para sostenerla.

Con un suspiro de frustración, me volví hacia él, hablando rápidamente para


que dejara el asunto. – Un dios a bordo no se puede ocultar, incluso con
glamour, porque el poder que se necesita para mantener un glamour es algo
que podemos sentir.

Casi nadie ha oído hablar de mí. Creo que es mejor dejar que quien esté detrás
de mí me note y pueda descubrirme. Dejarlos asumir que no soy uno de los
muy pocos dioses que podrían soportar el nivel de encanto que se necesita
para acabar con lo que están haciendo.

Adonis se quedó en silencio mientras lo consideraba, llevando un tiempo


irritantemente largo para hacerlo. - Ok, pero en lugar de mezclarte, tu usaste
glamour para parecerte a nosotros. Los semidioses normalmente no consiguen
controlar sus poderes, de ninguna manera un poder disperso podría ser
explicado si tú pareces como uno de nosotros. - Cuanto más hablaba, más
animado parecía sobre su idea. – Hay una semidiosa que conozco , Elise. Ella
debió venir a la convención, pero consiguió una presentación a último minuto.
Podríamos decir que vino. Tú puedes parecerte a ella y ser llevada con
nosotros. Descubrirás todo lo que está pasando, y si lo necesitas, pueden
teletransportarse el resto de los dioses para traer la caballería.

Froté mis sienes, tratando de pensar en la manera más rápida de salir del
barco. Necesitaríamos ir a la cubierta principal, ¿verdad? - Eso es... Un plan
elaborado.

- Gracias. ¿Y...?

Tomé la puerta de nuevo, sin éxito. - Podría parecerme a ella, pero no podría
afirmar ser ella. No puedo mentir, ¿recuerdas? ¿Y si alguien hace una pregunta
que no puedo responder? ¿No crees que, de hecho, llamaría más la atención a
mí si intento y no puedo fingir ser un semidiós?

-Pero perdiste el elemento sorpresa, - él protestó. - Entonces lo que está detrás


de eso va a verte llegar. ¿Y sobre los semidioses que ya desaparecieron? Por
ser tan obvia, puedes realmente ponerlos en peligro. Y también están los
semidioses todavía a bordo. ¿Al menos los consideras?
No había una buena manera de decirle que no era una misión de rescate. No
debería evitar que los semidioses desaparecieran. Simplemente observar, hacer
un informe, y dejar que los gobernantes del reino descubrieran qué hacer con la
información.

Al parecer, no necesitaba decir nada. Adonis me estudió por un largo momento,


su boca cayó abierta al descubrir lo que yo no diría. - ¿Somos indispensables
para ustedes, o no somos? A ti realmente no te importa que estemos
desapareciendo. Sólo quieres cerciorarte de que todo lo que sucede con
nosotros no es una amenaza para ustedes.

- Adonis ... - bajé los ojos, sin querer encontrando la mirada de él.

- Y quieres saber por qué todos los odian. - Los ojos dorados bloquearon los
míos, ardiendo de rabia. - Los pocos mortales que ni siquiera saben que existen
los dioses.

No, todos lo sabíamos. Nunca necesitamos preguntar. El barco se balanceaba


en las olas cuando salíamos del puerto. Me concentré en el movimiento, la lustre
balanceada, el sonido sutil del océano más allá de las paredes de cristal,
incómoda por el rumbo que la conversación había tomado.

Adonis cerró los puños. -Eres insensible, egoísta, y ...

Ok, llega. La porquería calmante de los océanos sólo podría calmar un cierto
número de insultos. - Te das cuenta de que no estás hablando con una multitud
aquí, ¿verdad? Solo a mí.

- Como si fueras diferente. - Adonis sacudió la cabeza en disgusto. -Sabes hace


más de un año que Zeus era la causa de la desaparición de los semidioses.
¿Por qué no me avisaste?

- No están muertos. - Hades habría visto en el inframundo.


- ¿Y de ahí?- Adonis cruzó los brazos, luego los arrojó de lado como si se diera
cuenta de que copio mi pose.
- ¿Ustedes asumen que no estar muertos es igual a estar bien?

-Zeus dijo que no toco a los semidioses, pero eso no significa que no estaba
detrás de su desaparición. Y las desapariciones parecían parar cuando murió. Si
hubiese sabido que todavía estabas en peligro, Adonis, te habría avisado.

- ¿Tú lo harías?
- Claro.- Me tiraría en los pozos más calientes del Tártaro antes de dejar que
lastimarán a Adonis. Él había confiado en mí. Incluso sabiendo que Zeus podría
hacerme matar con una palabra, él puso su fe en mí. Eso es lo que hizo.
Significó más para mí de lo que él sabía. Tomé sus manos.
-Estoy avisándote ahora, ¿no? Tú eres mi amigo. Tu no...

- No somos amigos - Adonis explotó.

Mi respiración quedó atrapada. La fe de Adonis en mí me ayudó a pasar por uno


de los peores momentos de mi vida. La fuerza de Adonis me aseguró cuando
ceder parecía la única opción. ¿No acababa de impedirme hacer algo que yo
pasaría el resto de mi vida lamentando? Él salvó mi vida. No existiría si no fuera
por él. Pero ahora, él me miraba como si hubiese preferido no hacerlo.

-Realmente no entiendes, ¿no es así? - Sus ojos dorados analizaron mi rostro,


llenos de rabia y disgusto.

-¿Qué esperas aqui, Afrodita? ¿Gratitud? ¿Crees que sólo puedes decir que mi
especie entera está desapareciendo para siempre y esperar que me vaya? ¿ Que
yo cayera a tus pies, agradecido porque te dignaste a avisarme? De ninguna
manera. No voy a ninguna parte.-Él cogió su maleta y se dirigió a las escaleras. -
Si alguien debe salir, deberías ser tú. No puedo ser encantado para olvidar
nada.

-Haz tu cosa divina y rastréame. Suponiendo que yo no esté muerto, que no es


igual a catatónico y te cuento sobre todos los detalles cuando me encuentres. -

Todavía aturdida, balanceé la cabeza. - No te usare como cebo.

- Estoy malditamente mucho más motivado para llegar al fondo de esto que tu -
él argumentó. - Ve a hacer lo que haces. Me aseguraré de que mi gente esté
bien.

- No puedo rastrearte. - Habían dioses que podían rastrear las energías de todo
el mundo, pero yo no era uno de ellos. - Pero si insistes en quedarte...

- Lo insisto.

- Entonces creo que necesitaré una nueva habitación. -Giré para ir a buscar mis
maletas, sin ganas de dejarle ver lo mucho que sus palabras me hirieron.
CAPITULO 4
Cuando adonis cambio de dirección, lo seguí, tal vez yo no podía encantarlo para
irse, ni tener la fuerza física para arrastrarlo fuera de la nave.

Eso no significa que no pueda encantar a algunos pasajeros para ayudarme.


Sentiría cierta satisfacción en verlo ser arrastrado fuera del barco. Debía informar
a Perséfone y Poseidón que había hecho una escena usando encanto. Dejando
-
caer los hombros, me di cuenta de que no había nada que pudiera hacer para
sacar a Adonis sin poner en riesgo mi misión. Tal vez, me fuera útil. Las
posibilidades eran buenas de que los otros modelos semidioses estarían en esta
cesión también. Necesitaba echar un vistazo a los blancos potenciales.

Alcance Adonis en la escalera. Él se puso tenso, pero no se detuvo a reconocer


mi presencia. En el momento en que llegó a la plataforma de paseo, tuve una
buena idea de dónde íbamos. Cuando Adonis hizo un camino más corto para el
auditorio principal, disminuí.

—Sabes, si yo tuviera una diosa linda siguiéndome, yo desaceleraría— Un


semidiós desconocido estaba parado al lado de las puertas dobles plateadas. Él
parecía más alto que Adonis y mucho más musculoso.

—Tántalo— El semidiós musculoso me ofreció su mano, y cambió de posición,


agarrándome antes de que yo viera la señal de Privado atado a un poste dorado.
—Cuidado.

Dejando escapar una risa avergonzada, tropecé con Tántalo. No debería ser tan
dura conmigo misma; Sólo comencé a caminar hace tres años. Se necesita
práctica. —Gracias

— ¿Vienen a la convención?— Tántalo mantuvo sus manos en mis hombros y no


se alejó de mí ni del camino de la puerta.

- Hum... De hecho... - me paré, alejándome de él y atravesando las puertas dobles


para el auditorio oscurecido. Podría encantarlo para no contar a nadie acerca de
mi investigación. Podría incluso encantarlo para decirme si observo algo
sospechoso. Pero, en una sala como ésta, no había forma de saber cuán lejos
incluso un susurro podría ir, por no mencionar quién o qué más vería la firma de
energía de mi encanto. Busqué por otra razón para estar aquí, pero mi mente
quedó en blanco. - ¿Quería ir a un crucero?
Examine el resto de la sala, tomándome un momento para orientarme. Las
cabinas estaban esparcidas por la sala, dispuestas en semicírculos para que
todos sentados pudieran ver el escenario, pero nadie se sentó. Sentarse parecía
ser un compromiso de tiempo que nadie quería asumir.

Parándome en el borde del auditorio, me incliné contra la pared trasera, tuve una
sensación de cosquillas en mis brazos desnudos. Lejos, en medio de la multitud,
Adonis se destacaba como un faro dorado, de alguna manera casi brillando a
pesar de la poca iluminación. Él estaba envuelto en una animada discusión con
una mujer que parecía muy simple para formar parte de una convención de
modelos.

Tántalo me siguió con una sonrisa y se inclinó a la pared de mi lado, la mano


plantada junto a mi cabeza. — Yo creería eso si te hubiera visto en la cubierta.

Sonreí, mirándolo. — Tal vez esté sólo apreciando la vista.

Tántalo dio un paso frente a mí, extendiendo las manos como un regalo de los
dioses para la humanidad. Lo que, técnicamente hablando... —Bueno, no mires
más, querida.

Un temblor violento me atravesó al oír el término cariñoso. Pasé mis brazos


alrededor de mí como si me hubiera estremecido.

-¿Frío?- Sus ojos me recorrieron. - Si lo deseas, podemos retirarnos a un lugar


más cálido. - La malicia en su voz dejó pocas dudas de que él hablaba de su cama

Consideré su propuesta. Bueno, no ese ángulo de su propuesta. Yo prefería


hombres que me adoraban, y no a sí mismos. Pero Tántalo no me cuestionaría
sobre seguirlo. En realidad le gustaba la atención. Y yo no quedaría con el
corazón partido si algo sucediera con él. Esto lo hacía un buen cebo. - ¿En qué
habitación estás?

Él dijo el número de la habitación. - Es uno de los más bonitos en el barco. Podría


mostrarte.
Adonis tocó mi brazo, y salte de la sorpresa. No lo vi venir.

-¿Puedo hablar contigo? - La pregunta de Adonis pudo haber sido dirigida a mí,
pero su mirada nunca se apartó de Tántalo.
Tántalo se encogió de hombros, volviéndose casi lo suficiente hacia mí para
evitar chocar contra él cuando me alejé de la pared.- Ella es toda tuya. - Su tono
dejó las palabras no dichas por ahora tan alto como si las hubiera gritado.

Dejé a Adonis acompañarme hacia el interior del auditorio, pero me volví y


gesticule con algunos dedos hacia Tántalo mientras nos alejábamos.

— Para con eso. — Adonis se volvió hacia mí, sus ojos dorados parpadeando.

— ¿Por qué? — Incliné la cabeza, y una mecha de cabello rojo cayó sobre mi
hombro. — ¿Preocupado que la diosa mala dañe a tu amigo? Oh, él aún está
mirando hacia nosotros. — Asentí, parpadeando para Tántalo con una sonrisa.
— No te preocupes, yo no creo que a él le importe mi compañía.

Mantuve mi sonrisa agradable. - Como un ataque al corazón.-Lo que,


considerando todas las cosas, no es algo terriblemente serio para los dioses,
pero me ha gustado la frase. - Puedo conseguir toda la información que
necesito observándolo, sin la actitud irritante.

Adonis abrió la boca para protestar, pero levanté la mano para pararlo. — No
voy a correr tras de ti, Adonis. Ni en tus sueños más locos. Y si esperas que yo
me disculpe o pida tu comprensión, estas tristemente mal informado. A causa
de nuestra historia, te dije por qué estaba aquí y ofrecí llevarte a algún lugar
seguro. Pero eso fue sólo por cortesía.

Adonis bufó. – ¿sólo por cortesía?

— Tú no tienes derecho a una misión de rescate sólo por ser un semidiós, — le


recordé. — Personas desaparecen todo el tiempo sin intervención divina.
¿Cuándo fue la última vez que tú, personalmente, hiciste cualquiera esfuerzo
para descubrir el motivo?

Él apretó la mandíbula, pero no respondió.

-No planeo perjudicar a tu amigo- aseguré. - O aprovecharme de él, o lo que tu


crees que los monstruos hacen, pero...

- No es él por el que estoy preocupado.

-¿Y qué quieres decir con eso?- La sala abarrotada irrumpió en aplausos antes
de que pudiera responder.
- Señoras y señores - gritó otro semidiós que había saltado al escenario. -
Bienvenidos a Model Madness.

— ¿Tres o cuatro semidioses en toda la convención? - desafié mientras el


semidiós comenzaba un discurso. Algo sobre el trabajo, diversión y la caridad.
No conseguía decidir si él quería venderme algo o realmente animarme por
estar aquí.

Adonis se encogió de hombros, diciendo. — Tántalos trabaja para otra agencia.


Narciso - apuntó a los semidioses en el escenario- administra mi agencia y la
convención. Y ya te conté sobre Elise que se quedó atrás en el último minuto. -
Se encogió de hombros de nuevo. - Puede haber más que yo no sé, pero dudo.
Somos una comunidad.

Sí, ya lo había descubierto por el sacerdote principal de Perséfone, Orfeo. Los


semidioses de hoy tenían tanta suerte. Cuando el Olimpo todavía existía, no
había acceso a Internet para rastrear el uno al otro y formar grupos de apoyo.

— ¡Adonis! — Una semidiosa alta y de piernas largas se liberó de la multitud y


se lanzó a los brazos de él.

Adonis la abrazó, pero el movimiento parecía más por reflejo que cariño. -
¿Elise? Me pareció que había un acuerdo con...

- Cambié de idea. - observo los ojos de Adonis con una mirada que me hizo
pensar que ella hablaba sobre algo más que una elección de carrera…

- ¿Eso es bueno? - La sonrisa de Adonis parecía vacilante


.
Elise dio a Adonis una mirada interrogativa, y mostró sorpresa al notarme. – ¿Y
tu eres?.....

- Hola. - Extendí la mano. - Yo soy...

-¿Sabes qué? No me interesa. - Ella volvió su atención a Adonis,


disculpándose, como si yo no fuera digna de su interés.
Mi boca cayó abierta. ¿Qué acaba de suceder? Yo era una diosa. No me
dejaban de lado. Nunca lo hacían. Rechinando los dientes, concentré mi
atención en el escenario mientras la multitud irrumpió en otra ronda de
aplausos. Podría haber escupido algo osado y sarcástico para ella, pero las
discusiones con los mortales estaban por debajo de mí. No valía la pena mi
tiempo.

Continúe diciéndome eso a mí misma. Afrodita. Los delirios son divertidos. Si


sólo insultar a otras personas fuera tan fácil como insultarse a uno mismo.
Malhumorada, por el rabillo del ojo estudié a la semidiosa. Los semidioses
femeninos eran raros. La genética divina desencadenaba el cromosoma Y más
a menudo, parecía que las semidiosas eran más fuertes.

Hércules ganó tanta fama por matar monstruos de maneras que parecían
inteligentes. Pero en realidad, el encanto de él dirigió a esas criaturas para la
muerte. Ellos sabían que él quería verlos muertos, entonces obedecieron. Las
personas recordaron a los monstruos. Olvidando que el encanto también hizo
que su esposa matara a sus hijos y así misma. Al final, se quedó tan fuera de
control que Zeus activó el icor en la sangre de Hércules para convertir al héroe
en un dios.

Pero en comparación con Helena de Troya, Hércules fue pequeño. El encanto


de Hércules mató a algunos monstruos; Helena destruyó toda una civilización.
Necesitaba descubrir el linaje de esta niña. Puede que no tenga ningún poder,
pero si lo tenía, sería exponencialmente más fuerte que un semidiós masculino
del mismo linaje.

Los ojos dorados de Narciso se posaron en mí y se abrieron. En cuanto


terminó su discurso, saltó del escenario, haciendo un camino más corto para
nuestro extraño trío.

- Por favor, se de mi agencia - Narciso imploró cuando llegó. Si se destaca en


esta multitud es un acontecimiento.

Adonis y Elise le dieron a Narciso una mirada uniforme.

- Digo- dijo, retrocediendo. - Oh, vamos, miren hacia ella. Ustedes son
estrellas, cualquiera puede ver eso, pero ustedes necesitan admitir, se
resplandece un poco más brillante. Y... - él chasqueó los dedos. - Ven aquí.
Por un segundo, pensé que él hablaba con Elise. Entonces, una mujer bonita
con los ojos abiertos e inteligentes atravesó el auditorio rápidamente,
acercándose detrás de Narciso, esquivando mesas y modelos con una gracia
de ninfa. Y sacó una tablet y agarró una pluma lista para anotar.

Narciso me miró. - ¿Está contigo, Donnie?

¿Yo estaba? Levanté una ceja y miré a Adonis.

Él miró entre mí y Elise entonces soltó un suspiro largo de sufrimiento. - Sí, -


decidió. - Está conmigo.

¿Contigo? - Elise estalló. - ¿Qué quiere decir contigo?

- ¿Podemos hablar de eso después?- Adonis preguntó en voz baja.

Los ojos dorados de Elise ardieron y ella se llevó las manos a las caderas. -
Narciso, pido disculpas por ser tan poco profesional, pero realmente
estábamos hablando cuando tú...-

- Está todo bien. - Narciso dijo con un acento de desprecio. - Los dos pueden
irse.
- ¿Adonis? - Elise inclinó la cabeza.

Adonis rechino los dientes, mirando entre Elise y yo. - No es lo que parece, y
me gustaría explicar. Después, tal vez. Pero ahora...

- ¿Has considerado una carrera en el modelaje? - Narciso me preguntó, ajeno


al drama ocurriendo entre los dos modelos. - tu tipo necesita toda la
exposición posible, ¿verdad?

- Hum ... -¿ mi tipo, eh? El modelaje no era una carrera inusual para un dios
luchando para encontrar un culto.
Necesitamos la adoración, y no podíamos mentir, lo que dificultaba la
actuación o las otras carreras en las que necesitaba fingir. Pero yo tenía
encanto. Podría conseguir toda la adoración que necesitaba simplemente
caminando por una sala llena.

- Ah, vamos. ¿Una chica bonita como tú? - Narciso levantó las cejas hacia mí.
- Claro piénsalo. Y, traigo el papeleo.

-¿El papeleo? - Y al menos se dio cuenta de que no había aceptado.


- No está aquí para... - Adonis protestó, pero Narciso lo interrumpió.

- ¿No me quieres quitándole el tiempo a tu novia? - Narciso ignoró el sonido ofendido de


Elise con la palabra novia. - Entiendo. No la dejaría salir de mi vista si fuera tú. Puedo
colocarla en tus sesiones, si lo deseas. Es decir, si los miro a ustedes dos. - Sus ojos
dorados se lanzaron entre nosotros. - quítate tus zapatos, querida.

- ¿Qué? - Le di a Adonis una mirada confusa, pero hasta él pareció sorprendido con la
petición de Narciso.

Adonis se encogió de hombros, así que me los quite. No había muchos modelos que
quedaran en el salón, pero los pocos que permanecieron se me quedaron viendo cuando
me quite mis zapatos.

- Acérquense.

Adonis y yo nos movimos hasta que estuvimos lado a lado. Bajo mis pies, la alfombra
parecía aplastada y húmeda. Como un fino tejido sudado

- Perfecto, y mira. Encajan como un maldito rompecabezas.

- Encajan. - Sus ojos dejaron su tableta de vez en cuando, Como si intentase no parecer
ocupada por algo en su pantalla. ¿Está jugando un juego? ¿Por qué se preocuparía por
mentirle a su jefe? A lo largo de toda esta conversación, Narciso ni la miró.

Narciso nos estudió por un momento, sus dedos enganchados en las presillas de su
pantalón caqui. - compraría cualquier cosa que ambos me vendieran. Lo haría.

- ¿Me estas tomando el pelo? - Elise miró a Narciso como si hubiera enloquecido.

Ok, entendí. Di un paso atrás en mis zapatos y me alejé de Adonis. - ¿Estaré solo en las
sesiones de Adonis? - Eso me daría un mejor acceso de lo que podría esperar conseguir sin
el uso de encanto.

- Claro.

- Estoy dispuesta a considerar esto.

- Y, te envió el papeleo. La suite de Adonis, supongo.


Adonis abrió la boca, después cerró los labios en una línea apretada,
balanceando la cabeza.
- ¿Está alojada en tu habitación? – exigió Elise

- Elise.

- Olvídalo. - Elise sacudió la cabeza y se alejó.

Adonis la observó ir, alivio y pesar eran evidentes en su expresión.

Me aclare la garganta, atrayendo la atención de Narciso hacia mí. - No firmaré


nada. – los dioses no pueden mentir, y quién sabe lo que ese tipo pondría en
ese contrato.

-Claro que no. - Él parpadeó. - Y aunque se hiciera, de alguna manera, dudo que
tengas documentos adecuados. Pero tu palabra es suficiente para mí,
filmaremos anuncios y ninguna empresa pagará por fotos sin autorización
escrita. Si no puedo vender, no hay razón para tomar una foto tuya. ¿Qué tal si
preparamos el papeleo para ti después, y trabajamos en esos detalles
posteriormente?

- Mmm ... Todavía no permitiré que coloques mi nombre en algo que no


entiendo. ¿Repasaras el contrato conmigo durante la cena? - Necesitaba saber
con quién hablar de organizar la convención. ¿Alguien sugirió el crucero para
él, o él vino con la idea? ¿Dónde anunciaban el Model Madness?

Probablemente no, la información sería inútil. Melissa y yo conseguimos cazar


a Adonis el año pasado usando nada más que los medios sociales. Gracias a
sus características distintivas, los semidioses no eran difíciles de rastrear si
alguien realmente quería encontrarlos. Pero, sin embargo, puede haber una
oportunidad de recoger algunos detalles importantes para mi investigación.

-Me encantaría. ¿Mañana, a las siete? Dejaré el contrato en tu habitación en


pocas horas. Puedes mirar todo y pensar en preguntas. Por cierto...- Narciso
hizo una pausa, considerando. - ¿Por qué no hacemos una sesión con Adonis
mañana para ver si el trabajo es de tu gusto?

Miré a Adonis. Él puso los ojos en blanco, pero no se opuso.

Pongo una sonrisa en mi cara. - ¿Porque no?


CAPITULO 5
Adonis mantuvo un brazo delante de la puerta del ascensor para entrar. Pero no
de una manera educada, tipo déjame hacer esto para ti. No, él sostenía la puerta
trasera como si un pesado ingenio fuese a surgir de la nada y aplastarlo en
cualquier momento. Una vez que estábamos claramente dentro, él levantó la
mano y apretó el botón a nuestra plataforma, sus hombros relajándose cuando
el ascensor subió sin incidentes.

- Ok... ¿Por qué? - Hice un gesto hacia el brazo, y acentué a la puerta del
ascensor.

-Vi una película una vez... - Adonis se estremeció, moviendo las manos hacia su
cuello antes de bajarlas, como si no hubiera percibido que estaban en
movimiento. – los elevadores me dejan nervioso, eso es todo.

-Debe haber sido un infierno de película. - Estudie mi reflejo distorsionado en la


puerta de plata, sin saber cómo me sentía sobre la forma en que mi cuerpo se
estiraba y contorsionaba, dependiendo de donde yo estaba. - ¿Quieres que yo
resuelva las cosas con tu novia?

-Ex-novia- Adonis corrigió cuando el ascensor se desaceleró para parar. - Y


hablar con ella no ayudará. No está molesta porque crea que estoy con otra
persona; Los dos seguimos adelante hace un tiempo.

- No parece eso para mí.

- No, no es... - Adonis tragó en seco y agarró la puerta del ascensor hasta que
estábamos libres de los límites de metal de la aparente trampa de muerte. - Ella
es como yo.

Hice una mueca. - ¿Como tú?

- ¿Qué soy? Es lo mismo. Conocí a sus padres. Ambos son semidioses.

Sentí mi pelo en mi nuca. Una semidiosa con el linaje extraño de Adonis tendría
una cantidad insana de encanto, y sería completamente inmune al mío. ¿Podría
ser responsable de encantar a todos en el barco? Nadie sabía la verdadera
extensión de los estúpidos proyectos de ciencia de Zeus.
Adonis caminó a mi lado cuando fuimos hacia el pasillo. - Es por eso que
terminamos. No conseguí superar lo que Deméter dijo, sobre Zeus de tener
una versión femenina de mí allá, que yo... - se detuvo, frotandose la nuca. – Tú
sabes, con quién sería obligado a engendrar. - La expresión de Adonis se
torció, como si hubiera probado algo desagradable. - Entonces, puedes ver
cómo pasear como una diosa después de terminar con ella porque no quiero
tener nada que ver con los dioses, puedes irritarla. - Él frunció la frente,
moviendo los bolsillos mientras nos acercábamos a la puerta de la suite. -
¿Dónde fue que ... Claro. Nunca me dieron una llave.

- Aquí tengo la mía. - Pase mi tarjeta llave en la ranura de la cerradura.

- Gracias. - Adonis pasó después de mí a la habitación. - ¿Qué día, eh?

- ¿Para ti también? - Me reí, sacando los zapatos. - Hay una llave extra en el
mostrador. Puedes quedarte con ella.

-Te lo agradezco, pero voy a necesitar una mía si quiero entrar y salir de este
barco cuando lleguemos a un puerto- Adonis me recordó. Yendo a la nevera,
abrió la puerta y miró dentro de ella por un momento, como si el contenido
pudiera haber cambiado mientras estábamos fuera. Después de un largo
minuto, él preguntó: - ¿Con sed? - Cuando balanceé la cabeza, Adonis tomó
dos botellas de agua y me dio una para mí.

Tomé la botella y me hundí en el sofá blanco, dejando mis hombros caer


cuando me incliné hacia atrás. El lugar de investigar parecía mal, ineficiente,
pero no podía pensar en nada más que pudiera buscar antes de que Miguel me
diera acceso a las computadoras. - Haré a Miguel cuidar de eso.

El cojín se hundió cuando Adonis se sentó en el extremo opuesto del sofá,


apoyando los pies sobre la mesa de mimbre. Él parecía tan abatido sobre su
encuentro con Elise que tuve pena de él.

- Conseguirás algo mejor-.

- ¿Huh? - Ni siquiera sacó la cabeza del sofá cuando me miró, dejando su


rostro presionado contra el tejido fibroso.

Alce los hombros, apenas diciendo.-Podrías conseguir algo mejor que Elise-.
- ¿Gracias? - Se inclinó, dejando los codos descansando en sus rodillas. - Sé
que no parecía muy buena, pero no es tan mala. En realidad... - él sacudió la
cabeza. - No importa. Después de que descubrí... No lo conseguí... Ah, no
importa. - Se apoyó en el sofá, mirando al techo. - No tiene ningún sentido.

-Lo hace, a pesar de todo. - Tomé un trago de mi agua. - Ser un experimento


científico vivo es una droga, cree en mí, entiendo. Incluso las opciones más
inocuas pueden parecer...-me pare, incapaz de pensar en una palabra lo
suficientemente fuerte para capturar lo que Zeus había hecho con nosotros.
Diferentes métodos, incluso resultados. A ambos nos construyeron de acuerdo
con sus especificaciones.

- ¿Programados? - Adonis ofreció, encontrando mi mirada.

-Exactamente. - Mi garganta se secó. Él entendió. Me entiende. Tragué en seco,


bajando mi mirada, sintiéndome ruborizada.

Adonis abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo, pero un golpe en
la puerta lo interrumpió.

Cuando se levantó del sofá, yo acentué con la mano, haciendo señal para que
parara. -Yo voy. - Dudaba que alguien que se preocupara por los golpes estaría
aquí para llevar a Adonis a la tierra de los semidioses desaparecidos, pero ¿por
qué arriesgar?

- Miguel - exclamé al abrir la puerta. - El hombre que quería ver.

Miguel me miró con adoración y me entregó un sobre pardo. - Este era para ser
entregado a la otra habitación, la del Sr. Eros. Fue marcado como urgente, así
que fui adelante y...

- ¿Sr. Eros?

Miguel miró directamente sobre mi hombro a Adonis y parpadeé. Cierto.


Apellidos. Los seres humanos tenían eso. -Gracias.- Pasé el sobre a Adonis. -
¿Podrías hacer un favor? Adonis aquí necesita una llave de la habitación...

No tardó mucho para Miguel resolver todo. Cuando salió, prometiendo volver
con la tarjeta de habitación de Adonis antes de que la noche terminara, Adonis
agradeció, cerró la puerta, y rasgó el sobre. - Contrato - anunció. - Voy a subir y
leer esto.
- ¿Por qué? - El contrato era para mí, después de todo.

Giro el contrato y extendió la página con una firma en la parte superior. Por un
momento, sólo pude ver la firma bellamente caligrafiada con el nombre de
Narciso. Wow, Narciso tenía una hermosa escritura. A continuación, vi la tercera
línea de firma. El contrato de Adonis debió haber cambiado para acomodar el
mío.

-Necesito decir que mi parte no ha cambiado mucho-. Adonis me entregó una


segunda copia del contrato antes de subir la escalera curva. - Parece que tu
sesión y entrenamiento es mañana temprano. Te veo por la mañana.

-¿Mañana? - ¿No vas a salir a cenar?

Adonis alcanzó la cima de la escalera y sacudió la cabeza. - Voy a pedir servicio


de habitación en breve. ¿Necesitas algo de aquí arriba antes de que me
establezca?

Yo balanceé la cabeza y tomé mis cosas allá arriba, entendiendo que dormía en
el sofá. No es que eso importara. Los dioses no necesitan dormir. Somos
capaces de eso, por supuesto, cómo comer, pero no es necesario para la
supervivencia.

Cuando volví al sofá, paré para recoger un cuaderno y una pluma de mi maleta.
Para algo escrito en lenguaje jurídico, el contrato parecía extremadamente
simple. Me llevo un tiempo repasar el papel, pero o Narciso era mucho más
honesto de lo que parecía, o él era lo suficientemente inteligente para no
molestar a una diosa.

La tarde se transformó en noche con nubes llegando con tal sutileza que no
percibí cuán oscuro la sala quedó hasta que me encontré mirando de soslayo al
cuaderno. Las olas eran suaves, haciendo que el barco sacudiera hacia atrás y
hacia adelante, de una manera que me dejó feliz por ser inmune a mareos.

Los relámpagos brillaban en el horizonte, tirando hacia el balcón como una


mariposa hacia una llama. Apreté la mano hacia la puerta de correr cuando un
trueno reverberó a través del cristal fino. Entonces, sin más reflexión, abrí la
puerta y salí a la tempestad.
CAPITULO 6
El espíritu de la lluvia caía contra mi cara boca arriba cuando pise en la
estrecha franja de balcón que no estaba cubierta por el tejado. Riendo, me
volví, con los brazos abiertos. Los relámpagos y los truenos roncaron, pero
no me importó. Levanté mi voz, gritando de alegría a la tempestad sin
palabras, y sonreí, sabiendo que si estaba lloviendo donde estaban Hefesto y
Ares estarían haciendo lo mismo.

-¿Qué estás haciendo? - La voz de Adonis me paró abruptamente. Él estaba


parado dentro de la suite. El balcón era más largo que ancho, así que no podía
estar más que una tumbona y media de mí. Sin embargo, la entrada ampliaba
la distancia entre nosotros. Como si estuviéramos en mundos diferentes.

Mi mundo era más divertido. - Estoy celebrando. - Volví de nuevo, el goteo de


lluvia cayó en mi falda. - Lo sabrías todo si te hubieras quedado en ese viaje
por más de un día y medio.

-¿Celebrando qué? - Las cejas de Adonis se levantaron nuevamente,


cambiando su expresión de cuidadosa y confusa para incrédula. - ¿Y cómo?
¿Irritando a la gente en la habitación al lado?

- Nuestra habitación está blindada. Nadie nos puede oír. - Me incliné contra las
lisas barras de metal separándome de una caída de once plataformas para las
olas agitadas. La nave se balanceó, sumergiéndose aún más en la tempestad.

-Tu...- Adonis extendió la mano, sacudiendo hacia adelante en alarma.

- No voy a caer. - Me reí. - ¿Y qué quieres decir con lo que estoy celebrando?
¿Estás bromeando? - Rayos parpadearon sobre el mar. - ¡Eso! Mi mano
extendida apuntó a toda la tempestad: el espeso muro de nubes negras
dominando el horizonte, las turbulencias, todo.

- ¿Eso? - Adonis pareció no entender.

- El símbolo de Zeus. ... Su identidad. - Incliné la cabeza hacia arriba, dejando


caer la lluvia por mi cuerpo y respiré profundamente.-Cada tormenta, cada
relámpago. Él ganaba poder de eso. - Mi cara dolía de tanto sonreír. - Pero no
más.
Un trueno se agrietó en el cielo, me alejé del borde y volví, gritando de nuevo. -
Por nuestra causa. Fuimos una parte de eso.- No podía contener la alegría en
mi alta voz. - Lo derrotamos.

Adonis se inclinó contra la puerta de cristal, cruzando los brazos, su expresión


dudosa. - Sí, pero ¿Perséfone no...?

-Nosotros ayudamos. - El agua golpeaba en el piso bajo mis pies, fresca, pero
aún no tan fría como el aire acondicionado en la suite. Mi mente volvió al viaje,
cuanto más dirigíamos, pero la muerte de Zeus parecía real. - En el viaje, Ares -
trague en seco, no queriendo dejar mi rabia macular esta cosa maravillosa que
él hizo, -Nos hizo prometer no olvidar nunca que Zeus todavía podría estar
vivo ahora si no fuera por nosotros. Que hicimos algo bueno, no importa qué.-
Tomé el agua debajo de mis pies, arrojando gotas al aire con una ráfaga de
poder, haciéndolas brillar antes de caer. - Cada vez que hay una tormenta,
celebramos.

Adonis levantó las cejas. -¿quedando empapada y gritando al cielo?

- Bailando en la lluvia y gritando hacia los cielos- respondí, rechazando


sentirme constreñida. - Nosotros somos dioses. ¿Te sorprende que nos guste
un ritual?

Adonis se encogió de hombros. - Haz lo que quieras.

- Oh, gracioso. - Me reí.

Adonis puso los ojos y retrocedió.

-Oh, vamos allá, espera- grité cuando regresó a la habitación. - Deberías unirte
a mí. - Gotas de lluvia gritaban en mi mano extendida. - Esta es su celebración
también.

- ¿Mía? - Adonis se rió. - Todo lo que hice fue noquearte. No es mi momento de


mayor orgullo

Respire profundamente, sorprendida. -¿No percibes lo que hiciste? Adonis, tú


has salvado nuestras vidas, y al hacerlo, puedes haber hecho la balanza
pender a favor de Perséfone. Si recuerdas, fue en medio de una disputa
apretada.
Adonis miró hacia abajo y se frotó la nuca. - No creo.-

Crucé hacia la parte abrigada del balcón para recoger su mano, desesperada
para llevarlo a entender cómo él cambió toda mi existencia. Me dio la fuerza
para resistir a Zeus. Infierno, me dio un futuro. Cuando Zeus andaba en la
tierra, sabía que mis días estaban contados. ¿Pero ahora? Podría hacer
cualquier cosa.

-Batallas así...- mi voz disminuyó. - Ellas parecen resumirse a una persona o


una acción en un gran y altivo momento, pero no es así. Grandes victorias
vienen en partes. Cada acción, cada sacrificio, cada pequeño acto de desafío
añade algo. Además- bajé mi cabeza, colocando un mechón de pelo mojado
detrás de mi oreja, - aunque no quieras tomar el crédito por lo que sucedió con
Zeus, estoy viva por tu causa-. Las gotas de agua se agarraron a mis pestañas
cuando lo miré. - Esta es tu victoria, también. Celebra. Te mereces esto.

Una expresión que yo no podía leer atravesó la cara de Adonis. -Dioses-


susurró, extendiendo la mano para mí como si estuviera en trance. - Tú eres
tan...

Se detuvo y miró a su mano como si lo hubiera traicionado. - Uh, diviértete-.


Adonis me dio una sonrisa de boca cerrada, y luego se alejó, retirándose a la
habitación.

Ignorando la despedida de Adonis, volví al borde del balcón. Yo estaba libre.


Zeus nunca podría obligarme a hacer nada de nuevo. Excepto en mis
pesadillas.

-No puedes lastimarme. - Abriendo los ojos, parpadeé la lluvia fuera de ellos. -
¿Has escuchado eso? - Exigí más alto, infundiendo mi voz con determinación.
Un trueno retumbó, y sonríe para irritarlo más. - ¡Estoy libre! - Dije y grité,
girando, alejando de mí el agua de la lluvia.

-Si vamos a hacer esto...- Adonis reapareció en la puerta de cristal deslizante y


cruzó el umbral, llevando su teléfono y una bandeja llena de copas y dos
botellas de licor. - Vamos a hacerlo bien. ¿Nadie nos puede oír?

Sonreí y balancee la cabeza.


Él colocó la bandeja sobre una pequeña mesa de mimbre entre las dos sillas. -
¿Tu puedes? - Él hizo un movimiento agitando a la vacante en la mesa.

- Oh, sí, seguro. - Esperaba que él apretara play en su teléfono, y lanzar un


escudo alrededor de toda la mesa, concentrándome en mantener el agua lejos,
no los cuerpos o el sonido. La música llenó el balcón.

- Gracias. ¿Ron o tequila?

- Ron.

Me sirvió un poco. - Por la victoria.

Levanté la copa a los labios. - Por la victoria.

El trueno resonó y ambos gritamos, luego tomamos un trago. Me volví,


agarrando las manos de Adonis y llevándolo conmigo mientras yo giraba en
círculos, perdiéndome en la música y la lluvia.

Una hora después, la tormenta se extendió, pero nuestra energía disminuyó.


Adonis arrastró las dos tumbonas lo más cerca posible de la puerta de la suite
para protegerlas de cualquier goteo aislado, y arrojó dos de toallas en ellas.
Aproveche la oportunidad para encender la luz.

-Así es mejor- Adonis habló cuando la luz iluminó el balcón soleado. Él miró a
la bañera de hidromasaje incrustada en la esquina. - ¿Vamos? - Él gritó,
después de otro trueno.

- Quizá después de que los relámpagos se detengan. - Me reí. Yo podría


sobrevivir a un rayo, pero Adonis podría quedar crujiente.

- Oh sí, es verdad. - Se cayó en una tumbona. - Ok, entonces, tu turno. Tu


dices, Yo nunca y...

-Y luego digo algo que nunca he hecho. - Entendí la esencia del juego en las
primeras diez rondas, pero Adonis aún parecía sorprendido por no haber oído
hablar de este juego antes de esta noche, entonces continuó hablando de las
reglas.

- Sí. Y si lo hice...
-Tienes que tomar un trago. Lo entendí. - Golpee un pozo detrás de mí y maniobre
una toalla debajo de mí antes de meterme en el borde del asiento. - Yo nunca...
Mentí.

-Ah, vamos. - Adonis fue obligado a tomar otro trago directo de la botella.
Desistimos de las copas durante mucho tiempo en ese juego. -Bueno, nunca
encante a nadie para deshacerme de una multa.

Me tome un trago de ron mientras intentaba pensar en otra cosa que nunca hice,
pero estaba segura de que lo había hecho.

Adonis sonrió. - Vamos, Afrodita, sólo has estado viva por dos años. Esto no debe
ser difícil.

Tres. Pero él tenía un buen punto. - Yo... Nunca he escuchado esta canción antes
de hoy-.

Adonis tomó una copa. - Esta es una gran canción. Nunca robe un coche.-

Hice una mueca hacia él. Yo tomaba un trago prácticamente cada vuelta. - Nunca
golpeé a una chica.

Adonis se burló y tomó otro trago. - Nunca he pedido disculpas por eso.

- Nunca voy a pedirlas. - Me reí.

-Yo nunca... - sus labios torcieron en una sonrisa picara. - Robe una tienda.

Ok, ¿enserio? -Estás engañándome- dije, dando un golpecito en el hombro de él


con la palma de mi mano. – No puedes formular todos los Nunca de cosas que ya
sabes que he hecho, gracias a la gran boca de Melissa.

Adonis se rió. - Oh, por favor, señorita ¿Nunca golpee a una chica? -
Conocimiento es munición, no importa la fuente. - Él golpeó mi botella con la
suya. - Bebe.

- OK ok. - Tomé otro trago e hice una mueca. - Si no te conociera, pensaría que
estás tratando de emborracharme.

-Oh, sí, ese es mi propósito. Me atrapaste. - Él descartó mi acusación con un


bufido. - ¿Puedes quedarte borracha?
-No con eso. - Balanceé el ron dentro de la botella. – Los dioses pueden
quedarse borrachos con bebidas divinas, pero esas bebidas mediocres de los
humanos no funcionan.

- Oh, ¿mediocres, eh? - Él sacudió la cabeza. - Dioses, hablar contigo es


alucinante. Supe que soy un semidiós toda mi vida. Es decir, descubrir que soy
uno de los locos experimentos científicos de Zeus fue novedad para mí. Pero
mi cotidiano está fundamentado en lo normal. Ni siquiera sabes lo que es
normal.-

- Oh, lo sé - Dije jugado. - Muy indigno de mí.

- No es serio. Tenemos que... Educarte o algo así. Todo el mundo vivo conoce
esta canción. ¿Quién sabe lo que más perdiste? Podríamos... - se detuvo. -
¿Qué estás haciendo?

Salte hacia arriba y hacia abajo, llena de impaciencia. - ¡Tengo una buena!

- Pues adelante. - Él se rió.

- Yo nunca... - mi voz sonó gruesa con autos satisfacción. - Besé a un semidiós.

Adonis sonrió. - Puedo arreglarlo.

Esperaba un poco que él recordara a su ex novia, a quien él con certeza, al


menos, besó. - Elise - golpeé cuando él se inclinó hacia mí.

- Mi ... - Adonis exclamó, sacudiendo hacia adelante como si la memoria lo


hubiera desmantelado. - Como yo... Está bien - él gimió, tomando un trago.
Me reí. - Tal vez deberíamos resolver esto una noche.

- Uh-uh, mi turno. - Adonis se puso de pie, llevando el licor con él. -Yo nunca- él
frunció la frente como si articular su pensamiento requiriera esfuerzo... - Estuve
preso. Su voz se profundizó. - Por lo que yo sé.

-Ok, ya has tenido suficiente. - Me levanté, extendiendo la mano a la botella,


pero sólo encontré aire cuando Adonis colocó la botella sobre su cabeza.

El trueno resonó, sacudiendo el balcón. Adonis y yo gritamos hacia él cuando


el barco saltó en el agua agitada. Él bajó la botella por una fracción de segundo
cuando gritó, y arrebaté su tequila, riendo al ver la expresión asustada en la
cara.
- Devuélvela-. Adonis cogió la botella, pero baile hacia atrás, fuera de su
alcance, riendo. -Devuélvela.

Se rió y comenzó a responder, entonces se detuvo cuando el barco emergió


de las nubes de tormenta, revelando un cielo claro. Me volví a ver lo que
podría enmudecer a un semidiós.

Mercurio alineo el mar azul de la medianoche, brillando como magia. La luna


subía de las olas en una subida lenta, la luz dispersando a través del agua
de una que sólo podría describirse como sublime.

Nosotros asistimos en absoluto silencio a la luz reuniendo en una bola


plateada derretida y subiendo por encima de la marea, lanzando un camino
brillante en el agua que llevaba directamente a nosotros.

El mar se oscureció mientras el barco se sumergía en otro conjunto de


nubes. Hechizo roto, Adonis aclaro la garganta. - Nunca he visto nada
parecido a eso.-

-No lo habría visto si no fuera por ti. - Tragando en seco, coloque la botella
en el suelo de la cubierta y estudié la forma en que la luna reflejaba en su
piel y la lluvia goteaba los contornos de su rostro, comprometiendo la fe del
hombre que me salvó.

- ¿Qué? - Se movió bajo la intensidad de mi mirada.

- Nunca te agradecí, - me di cuenta.

Adonis me miró, sus ojos dorados oscureciendo con una emoción que no
reconocí. - Nunca voy a pedirte que lo hagas.

De alguna manera, nos acercamos, tirados como la marea. Pasamos por un


momento, antes de que sus manos agarraran el pasamanos en ambos lados.
Incliné mi cara para tocar mis labios en los suyos. Yo pretendía provocarlo.
Un beso suave y simple antes de bajarme, jadeante. Siempre dejarlo
queriendo más y etc.

No estaba preparada para su reacción. Sus brazos me envolvieron,


tirándome contra él. Cuando sus labios calientes presionaron contra los
míos, aquello expulsó toda la lluvia fría cayendo entre nosotros.
Pero no había posibilidad de que me permitiría ser superada por un
semidiós. Mis manos agarraron la camiseta de él, tirándolo hacia mí con el
mismo fervor desesperado que él usó para tirarme hacia él. Agarrando el
tejido, tiré su camiseta hacia arriba. El tejido blando dio lugar a la piel firme

Me soltó para deshacer los botones antes de que pudiera romperlo o


estrangularlo. La camiseta cayó al suelo empapado. Adonis me levantó
encima de las barras del balcón y en el pasamanos plano. Él mantuvo una
mano a mí alrededor, sólida y segura mientras me apoyaba contra la rejilla
del exterior del barco. Me golpeé contra el escudo que puse para no caer en
el agua mientras su otra mano se deslizaba por mi piel, sacando mi vestido
de mis hombros.

Envolví mis piernas alrededor de él. Como mi vestido subía por mis muslos,
mis manos exploraban los caminos de las gotas de lluvia que caían por su
piel dorada. No había donde sostenerse en Adonis; todo él era músculo. Él
tenía sabor a limón, sal y lluvia. Su boca se alejó de la mía y yo gritaba de
objeción, pero después sentí su respiración contra mi piel; Besos y caricias
trabajando su camino en mi garganta, en el hueco de mi cuello, quemando el
frío.

Una garganta fue aclarada.- Bueno, esto se intensificó rápido. Jugando


rápido y liberando los escudos, eh, ¿Afrodita?

Adonis se giro hacia la voz. Me Deslice, saliendo de él, en el pasamanos


plano del barco. ¡Mi escudo se fue! Nada más allá del aire me separaba del
océano. El barco saltó, alcanzando otro conjunto de ondas agitadas.

Mi posición tenue en la rejilla resbaló en una nada vertiginosa cuando caí.


CAPITULO 7
Poseidón se burló, jugando un escudo firme. Me empujó fuera de la barrera y me
balanceé de nuevo sobre las barandillas. Cuando mis pies tocaron la cubierta,
me permitió respirar de nuevo.

Adonis parecía horrorizado. - Afrodita, siento m...

-Estoy bien.- Agitada, mordí el labio y probé agua salada. ¿Por qué mi escudo
falló?

- Muy bien, mestizo-. Los ojos de Poseidón eran tan oscuros como el mar, y la
luna brilló en las olas dentro de ellos, como si se burlara del momento que
Adonis y yo compartimos. Se paró delante de la rejilla blanca, las nubes oscuras
creando un escenario dramático para el dios del mar. Las gotas de lluvia
brillaban en su pecho desnudo. Él pasó la mano por su pelo, una ola de poder
secando las gotas cuando él extendió el escudo para evitar que la lluvia
escurriera y acabase con su aparición divina.

El silencio descendió en el balcón, o la lista de música de Adonis había


terminado o el teléfono estaba dentro de la influencia del escudo de Poseidón.
El susurro del viento cesó y el sonido de las olas golpeando contra el buque se
desvaneció. La lluvia golpeaba contra el escudo y hacía que la barrera invisible
brillara en los focos.

Pero, ¿dónde estaba mi escudo? Busque mi firma de energía, pero no encontré


nada. Frunciendo la frente, reformulé el escudo, entonces grité, doblándome
cuando el dolor brilló a través de mí.

Adonis giró hacia Poseidón. -¿Qué hiciste? - Él puso una mano en mi espalda. -
Afrodita, ¿estás bien?-

Poseidón levantó los brazos en señal de rendición simulada. - ¿Yo? Yo no...

-Casi. - Dije por su preocupación. En el dominio de Poseidón, usar mis poderes


contra él causaría una reverberación incómoda. Hacer una barrera dentro de su
dominio debe haber causado la misma reacción.

- ¿No has traído un token?- Poseidón frunció la frente mientras me miraba.


-No- Un token era un objeto que las divinidades utilizaban para canalizar el
poder de sus reinos nativos. Zeus no me concedió la capacidad de hacer uno.

- ¿Que estás haciendo aquí? - Adonis volvió su atención hacia Poseidón.

-Necesitaba información del estado-. Los ojos de Poseidón me observaron,


lentos y precisos. Parecía invasivo, pero la mirada fija en sus ojos me hizo
pensar si su mirada persistente fue más para exhibir que interés genuino.

Levanté la mano para tirar de las mangas de mi vestido hacia arriba de mis
brazos, entonces me detuve.

El actuar de forma perturbada sólo daba más poder a Poseidón, y si yo hiciera


la forma correcta, podría sacarlo de equilibrio. En vez de eso, fingí arreglar mi
pelo simulando enfado.

-¿En estos momentos? ¿No podrías haber encontrado un momento mejor?-

Poseidón se rió de mí. - Podría haber esperado, pero no sabía que te gustaba la
audiencia. Si te gusta este tipo de cosas, sin embargo, quédate a gusto. - Su
mano acentuó en un gesto de continuar.

Adonis agarró la camiseta de la mesa, murmurando obscenidades bajo su


respiración.

- Tu semidiós puede salir-.

Adonis siguió la mirada de Poseidón hacia mí, y por un momento, me


preguntaba qué parecía. Estaba empapada, mi ropa estaba hecha un lío, y sólo
los dioses sabían cómo se veía mi cabello. Pero a Poseidón le gustó lo que vio,
si su sonrisa lasciva era cualquier indicación.

-Sí.- Adonis arrastró la palabra, su acento traicionando sus raíces del Norte. Él
miró entre Poseidón y yo y tiró su camiseta, sus manos trémulas traicionándole
mientras luchaba con los botones. - No voy a ninguna parte.

Poseidón inclinó la cabeza hacia Adonis.


Mi estómago cayó cuando vi la expresión en la cara del dios del mar. El mar
agitado hizo que las olas salpicaran contra el barco con fuerza suficiente para
hacerlo balancear.
-Adonis. - Me moví entre él y Poseidón. - Todo bien. Puedes irte. - En el silencio
tenso siguió, yo mentalmente imploré para que él lo hiciera. La última cosa que
quería era que Adonis se lastimara, o peor, acabara muerto, por mi causa.

Adonis apretó la mandíbula, miró una vez más a Poseidón, luego pasó por el
balcón, empujando una silla de playa en su camino al cruzar el umbral para la
suite.

Poseidón acentuó, dándole a Adonis una sonrisa salvaje. - Que tengas una buena
noche.-

-¿Te gustó esto? -pregunte después de que Adonis golpeó la puerta al cerrarla.

Una luz se encendió en la suite, seguida segundos después por otra luz en la
ventana del segundo piso. El balcón aclaró un poco, iluminando el suelo de
madera y brillantes barras plateadas me separaron del mar.

-Oh, por favor, acabo de impedirte cometer un error enorme. Ese semidiós...-
Poseidón apuntó al cuarto- ... Es una víctima profesional. He mantenido un ojo en
él desde que Deméter me dijo quién era. ¿Sabes cuánto tiempo gasta
lamentándose por la forma en que los dioses herraron con su familia durante
generaciones?

- No está mal. - Di una mirada irritada a Poseidón, cruzando los brazos. - ¿Te
importa después de todo?

-Oh, no lo sé-. Poseidón se rió, como si hubiera dicho algo gracioso. Él serpenteo
hacia una tumbona, mirando las copas con diversión en la mirada. - Haz lo que
quieras con el semidiós; Sólo espera hasta que no esté borracho. Eso - levantó la
botella casi vacía de tequila, - es casi tan malo como el encanto.

Nunca se me ocurrió que Adonis podría haber bebido lo suficiente para


comprometer su juicio. Sin embargo, de todas las personas para enseñarme...-
¿Desde cuándo te preocupas por este tipo de cosas, después de todo? - Poseidón
no era el chico propaganda para el sexo consensual.

Su expresión quedó sombría, y él colocó el tequila en la mesita de madera


posicionada entre las tumbonas.- Las cosas cambian. Puedes darme esa
actualización de estado en cualquier momento. Tengo un reino que reinar, Por si
te has olvidado. Mi tiempo es bastante valioso.-
-Debería hacerte esperar- provoqué, forzando una ligereza que no sentía en mi
voz para disimular cuán nerviosa me sentía sobre estar atrapada dentro de su
escudo. - Serviría de lección para ti, después de lo que acabó de afrontar.

Era como si un interruptor hubiese sido girado. Poseidón dio una sonrisa gélida.
-Pareces haber olvidado tu lugar en la jerarquía. - Se movió hacia mí. - Estás en
mi reino. Todo y todos en él- él agarró mis hombros, sus dedos clavando en mi
carne-Es mío. Te traje aquí por una razón. Entonces, cuando pido una
actualización de estado, espero que dejes lo que sea, o quién sea, para
atenderme. ¿Está claro?-

Trague en seco, dejando caer mi mirada de sus ojos de color de océano. - Lo


siento mucho.

Poseidón me soltó tan rápido que tropecé en la rejilla. - Bueno.- Él sonrió para mí
como si nada fuera de lo común hubiera ocurrido y se sentó en una de las sillas.
- Entonces, ¿qué has descubierto hasta ahora?

Respiré profundamente y me senté en la silla frente a él, tirando hacia arriba las
mangas de mi vestido con las manos temblorosas. -Esperaba a que Adonis
salga para hacer alguna investigación y...

- Sí, he visto tu idea de investigación. - Poseidón me dio una mirada irónica. -


Tengo un misterio que podrías resolver más tarde, si estás interesada.

Hice los ojos, pero no mordí el cebo.- Tendré más información en la mañana. Por
lo que yo sé, hay cuatro semidioses a bordo del barco, pero sólo tres objetivos
probables.

-¿Por qué no cuatro? - Él miró las botellas de licor por un momento como si
estuviera considerando el contenido, entonces se encogió de hombros y cogió el
tequila, dando un trago cauteloso. - Esto es asqueroso. - Se volvió a la botella,
arrojando el alcohol en el suelo de madera.

Sentí una ola de poder tan fuerte que mi pelo se puso de pie mientras el líquido
en la botella caía. El olor dulce de ambrosia llenó el aire. Mi barbilla cayó. ¿Ha
convocado ambrosia? ¿De la nada? Qué desperdicio de energía.. Él tomó un
trago del líquido, sus ojos me encontraron encima de la botella, la mirada
expectante.
Cierto. Parpadeando, forcé a mi mente de nuevo la discusión. - Uh... Narciso
gestiona la agencia de modelos. Encantar a todos para olvidar que él vino
sería difícil, si no imposible, sin dejar algunos grandes agujeros. Además, su
asistente le sigue a todas partes. Voy a descubrir en qué cuarto está esta
noche, pero sin duda, está cerca.

- ¿Sabes dónde puede estar ahora? -

Pensé en el número de habitación que Narciso había incluido con su


información de contacto cuando envió el contrato, así que me di cuenta de que
no significaba nada para Poseidón. - Está en el... - acentué mi mano vagamente
hacia la izquierda. - ¿Tienes un mapa de la nave?

Poseidón convocó un mapa tirando de la pequeña mesa de madera entre


nosotros.

Estudie la imagen del barco, tratando de tener sentido de las plataformas y los
números de las habitaciones. - Aquí- dije, apuntando. - Además, el asistente
puede ser una ninfa. No podría decir con certeza, pero tengo una mirada sobre
ella.

- Bien.- Poseidón estuvo de acuerdo. - Estoy de acuerdo. Él es de perfil muy


alto para desaparecer, pero mantendré un ojo en él cuando pueda. ¿Y los otros
tres?

-Esta Adonis,obviamente. - Temblé, tiré mis cabellos ondulados húmedos y


me levanté, buscando una toalla seca en el balcón.

La mirada de Poseidón me siguió mientras me movía.- También no es un


blanco probable contigo como compañero de cuarto.-

- Puedo cambiarme a una habitación diferente. - Encontré un estante


resguardado debajo de la bañera de hidromasaje y me arrodillé para recoger
una toalla seca antes de volver mi atención hacia Poseidón.

Él sacudió la cabeza. -Fuiste vista con él, de modo que el daño probablemente
ya fue hecho. Además, me gusta aquí-. Poseidón agitó los brazos, cubriendo el
balcón. - Fácil acceso.

Forcé una sonrisa, me dejé caer en mi lugar. - Tántalo, otro semidiós, está en
esta habitación. - Apunte sobre un punto en el mapa. - Está solo. Pero sus
fotos no serán fáciles de explicar...
- ¿Fotos?

- Todos son modelos- expliqué, tratando de frotar un poco de calor en mis brazos
con la toalla. - Será difícil explicar por qué un semidiós que nunca estuvo a bordo
se tomó fotos en el barco.

Se encogió de hombros. - Ellos podrían ser encantados para excluirlos.

-Una foto regular de una cámara común, con seguridad. - Volví mi pelo hacia
abajo y froté las mechas rojas con vigor en una toalla nueva. Si tuviera encanto,
me llevaría unos segundos, pero no me atreví a intentar usar cualquiera de mis
poderes tan cerca de Poseidón. Aquella proximidad dolía. - Pero ellos modelan
para las empresas. Hay un proyecto allí que sería difícil de ignorar, incluso con
encanto. Entonces, si los modelos desaparecen, me imagino que será antes de
que terminen sus sesiones.

- ¿Tienes los horarios?

- Tengo los de Adonis, pero puedo conseguir los demás.

- ¿Quién es el cuarto semidiós? - Sus ojos se posaron en mis piernas mientras yo


las secaba.

-Elise. Todavía no sé en qué habitación está, pero lo descubriré esta noche.

Poseidón levantó una ceja por el nombre, obviamente femenino, y yo asentí. - Sí,
hay más. Adonis me dijo que ambos padres de ella son semidioses.

- Interesante. ¿Entonces ella es inmune al encanto? - Tomó otro trago de la


botella, terminando la ambrosia.

- No la examine, pero sí es más probable que lo sea. Debe ser más fuerte que
Adonis, ¿verdad? - Dejé caer la toalla en la cubierta, más caliente ahora que no
estaba empapada.

Poseidón levantó las cejas. - Si el patrón se mantiene. ¿Podría estar detrás de


todo esto?

-Probablemente no- admití. El hecho de que me molestara, no hacía que Elise


fuera un tipo de genio del mal que necesitaba ser eliminado. Pero una chica
puede soñar, ¿verdad? - Aun así, no sabemos de qué es capaz, entonces es mejor
prevenir que curar.
- La observare bien, así que no dejes de descubrir cuál es el cuarto de ella-.
Poseidón se levantó, dejando caer la botella vacía en la silla, y pateó mis
toallas fuera del camino.

Balanceé la cabeza, levantándome para seguirlo, curiosa para ver si él se


teletransportaría al salir o si daría un salto, volando fuera del balcón. Sus
olas podrían cogerlo. - ¿Los otros cruceros tenían convenciones de
profesiones con semidioses?

-Puedo descubrir. - Una sonrisa apareció en su cara cuando me miró de


arriba abajo. - ¿Algo más?

La repetición de la pregunta, combinada con su sonrisa lasciva me dejó


nerviosa. Mantuve cautela en mi voz, haciendo que mi expresión siga el
ejemplo. - Nada en lo que pueda pensar en el momento.

Poseidón me dio una sonrisa fácil, acercándose a mí. -Vi, no fue tan difícil…A
propósito... - sus ojos pararon sobre mí en una larga mirada. - Eso es bueno
para ti. Sé que estás... Frustrada por haber interrumpido tu diversión. - Él
extendió la mano hacia mí, deslizándola por mi brazo. - Podría ayudar con
eso.

Resistí a la voluntad de alejarme y posiblemente ofender al dios del mar,


escogí mis palabras cuidadosamente.

Mis poderes eran inútiles contra él, y ni siquiera tenía derecho de


teletransportarme en este reino. No vi deseo detrás del brillo predatorio en su
mirada, lo que de alguna manera lo hizo aún más espeluznante. Él me miraba
de forma... Vacía.

Mis palabras cuidadosas huyeron cuando él presionó contra mí, y tropecé de


nuevo en un esfuerzo por poner distancia entre nosotros. - ¿Por qué? Ni
siquiera estás interesado en mí. - Estúpida, me reprendí, alejándome de
Poseidón. No se trataba de atracción. Lo había desafiado, insultado y
menospreciado. Esto era sobre el poder.

Él cerró la distancia entre nosotros, tirándome hacia él. Cuando sacó la


cremallera de mi vestido, la proximidad de sus dedos me asustó casi tanto
como lo que estaba haciendo. - No necesitas estar interesada.
Luche contra el pánico cuando mi espalda golpeó en la pared de cristal que
separaba el balcón de la suite, tartamudeé la primera excusa que yo podría
pensar. - Yo, uh... Perséfone y Hades querían ser informados. Sabes, caminar
en los sueños. ¿En alguna otra hora?

Por un segundo horrible, pensé que no iba a retroceder, pero los nombres
tuvieron el efecto deseado. Poseidón dejó caer los brazos hacia los lados. -
Como desees. Pasa mañana con la información que obtuviste. Haz una copia
de los horarios y los números de las habitaciones, y vamos a ver adónde van
las cosas.
Dejé escapar un suspiro que no percibía que había sostenido. – Lo hare.

-Así, con esta Elise, puede haber dos semidioses inmunes a mucho de lo que
podemos disparar en ellos- Poseidón meditó. - Imagino que fueron destinados
a ser una pareja. - Fue a la orilla del balcón. Cuando alcanzó a las barras
plateadas, él hizo una pausa, mirando por encima del hombro hacia mí. - Creo
que hemos permitido que los experimentos de Zeus vivan lo suficiente, ¿no?
Si ellos son inmunes al encanto, no hay como decir que otras extrañas cosas
hay en ellos y lo que pueden pasar. Son muy peligrosos.

Mi corazón se aceleró en mi pecho. - No creo que Perséfone tendría como...

-No es responsable de este dominio, - Poseidón me recordó, parpadeando en


una sonrisa cruel. - Los dos están aquí; Lo que hace que la decisión sea mía.

El hundimiento del barco sería tan fácil para él. - Podrían ser útiles. - Me
incliné contra la pared de vidrio y estudié mis uñas, tratando de parecer
desinteresada.

- Sí, estoy seguro de que has encontrado muchos usos para los mestizos-.
Poseidón volvió la atención hacia el mar, sus dedos sosteniendo las barras
plateadas lo suficientemente fuerte para blanquear los nudos de sus dedos. -
Pero hay mucho que no sabemos. ¿Por qué Zeus los creó?, por ejemplo. - La
mirada pensativa de Poseidón se agarró a algo en la distancia. - Si Zeus
quería a todos los dioses muertos, ¿para qué crear nuevos semidioses? - Él
sacudió la cabeza. - No me gustan. Deben morir.

-No deberíamos descubrir por qué... ¿Quién está llevando a los semidioses y
haciendo qué? -¿Podría Poseidón estar detrás de sus desapariciones? Todos
desaparecieron en su reino. Pero ¿por qué pedir a Perséfone cuidar del
problema? ¿Para evitar sospechas, tal vez? ¿O llevarla a su reino?
-Pueden usarse contra nosotros. Por lo que sabemos, pueden matar a dioses,
independientemente del linaje.

- Eso es pensar muy lejos. - Fingí pensar en su preocupación, como si mi


opinión importara para él de una forma u otra. – Pero podrían estar
escondiendo algo. No sabemos lo que Adonis y su especie son capaces, pero
estoy en una posición muy buena para descubrir. - Infundí una sonrisa en mi
tono de voz cuando me acerqué al dios del mar. - ¿Por qué no me dan algunos
días para descubrir más? - El barco terminaría en la isla privada de la línea de
cruceros en menos de cuarenta y ocho horas. Si yo pudiera llevar a Adonis a
tierra, él estaría seguro en el reino de Perséfone.

-Te gustaría eso-. Poseidón estudió el horizonte con los músculos tensos. A
lo lejos, las estrellas brillaban contra el fondo negro del cielo nocturno
mientras las nubes retrocedían a lo lejos. - ¿Pero qué estarías dispuesta a
hacer a cambio de tal favor?

Mi boca se quedó seca. - Uh...

Sin aviso, Poseidón giró y me tiró hacia él, cubriendo mi boca con la suya en
un beso intenso. La ambrosia en su aliento se volvió en mi estómago. Sus
manos me recorrían, ásperas y exigentes. Me estreché contra el asombro,
tratando de alejarme de él, pero no podía liberarme.

La puerta al balcón se abrió de repente, asustando a Poseidón y liberándome.


Me alejé de él lo más rápido que pude.

Adonis se movió a mi lado, mirando a Poseidón. - Necesitas salir. Ahora-

Oh, dioses. Poseidón lo mataría por interrumpir. Todavía temblando, intenté


moverme, ponerme entre ellos, en la vana esperanza de que yo pudiera
impedir que Adonis se lastimara, pero no podía hacer que mis músculos
cooperaran.

Poseidón ni siquiera reconoció a Adonis. Él me miró de mí. - Bueno,


¿Afrodita? ¿Es un precio muy alto?

No necesité preguntar lo que quería decir. - Adonis, debes irte - murmuré,


sintiendo náuseas.

Él miró entre mí y Poseidón, luego sacudió la cabeza. - No.


- Adonis, ve. - Mi voz tembló.
Adonis trabo su mandíbula, y luego soltó un suspiro profundo.

Él se volvió la espalda hacia Poseidón, mirándome directamente a los ojos. -


Todo lo que tiene que ver sobre ti no vale la pena.

- Estoy inclinado a estar de acuerdo con él. - Poseidón se rió. - Toma la noche,
piensa en eso, querida.

Vacile con la palabra.

- Si todavía estas interesada, voy a encontrarte mañana. Si no estás…- Su


mirada se deslizó a Adonis. - Bueno, vas a descubrirlo. - Sentí un pulso de
poder a través de él.

-Poseidón, espera - lloré, empujando hacia adelante, los brazos extendidos,


en un esfuerzo inútil para parar lo que él planeaba hacer a continuación. Él me
lanzó una sonrisa lasciva, y desapareció.
CAPITULO 8
La sensación de las manos de Poseidón sujetándome, sus labios presionando
contra los míos, su lengua serpenteando por mi garganta, me cubrían como un
residuo sucio. No quería nada más que quitármelo.

-Afrodita...- Adonis miró el lugar donde Poseidón estuvo. - ¿Qué rayos fue eso?

Pasé a su lado para entrar en la habitación. El calor chocaba contra mi cara


mientras mi piel se ajustaba a la falta del viento frio pasando por el calor de mi
cuerpo. Adonis debio haber apagado el aire acondicionado, porque el cuarto no
compitió por el título de lugar más frío en la tierra.

-Hice una pregunta.- Adonis cerró la puerta de cristal deslizante con un clic, y luego
fue hasta el panel, cerrando las cortinas sobre las ventanas del suelo al techo,
como si, de alguna forma, el tejido pudiera crear una barrera contra Poseidón.
Desafortunadamente, todo lo que hizo fue hacer el cuarto parecer más pequeño. -
¿Tiempo para pensar en qué? ¿En lo qué acabas de acordar?

-Aun no acorde nada. - Si mis manos dejaran de temblar, yo podría quitarme este
vestido estúpido y vestir algo caliente.

-¿Todavía? -Adonis paso los dedos por sus cabellos dorados, su cara tensa con
preocupación. - Afrodita, no. Yo sé que él gobierna un reino y todo eso, pero sólo
porque él es poderoso, no significa que él vale...

- Crees que lo haría... - miré a Adonis con incredulidad. - ¿Por qué? ¿Crees que ese
es mi precio?

- ¿Qué más quieres de él?

-Lo siento-dijo Adonis, por fin, desplazándose incómodamente. - No tuve la


intención de insinuar…

- ¿Qué soy una puta? - Replique; Toda la rabia y el miedo que sentí hace poco en el
balcón cambiaba a un destino seguro. - ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Qué tengo
sexo con cualquiera, no importa cuánto hagan que mi piel se agriete, siempre y
cuando me ofrezcan lo suficiente? Que yo estaría dispuesta a...
— Fuiste tú quien dijo aún. — Adonis levantó las manos en señal de rendición.
— A pesar del hecho de estar temblando. Que nada en tu rostro, ni una señal de
lenguaje corporal, indique que querías eso. - Él apuntó un dedo hacia fuera en
el balcón. - Mucho menos algo más allá. Él te está ofreciendo algo, o
manteniendo algo sobre ti. Y estoy diciéndote, que sea lo que sea, no vale la
pena. Si la mitad de los mitos que he leído son verdaderos, es despreciable.
Tenemos que sacarte de aquí.

El calor de mi rabia se disipó, dejándome fría por dentro. Mis rodillas se


doblaron debajo de mí mientras me sentaba en el sofá, inclinándome hacia
adelante para sostener la cabeza en mis manos. - No puedo salir.

- Sé que quieres descubrir lo que está pasando con los semidioses, pero puedo
ayudarte. - Adonis se sentó a mi lado. - No he olvido todo lo que sucede. No
puedo ser encantado, y todavía estoy dispuesto a investigar para ti. Coloca un
glamour en mí, para quien quiera que esté detrás de eso, que deje el barco con
contigo. Puedes encontrarme cuando regresemos a Florida. Y Contarte todo lo
que vi.

El frío de mi vestido empapado en mi piel era demasiado para ser ignorado. Me


levanté y me tope con la cremallera. - No fue lo que quería decir. No puedo dejar
un barco en medio del océano, más que tú. - Mis manos temblaban mucho, mis
dedos estaban muy durmientes. Yo lo atore. - ¿No tenemos una tijera?

- ¿Qué? - Adonis se levantó. - No, a ver, déjame. - Él se aclaro la garganta, y tan


pronto como terminó de abrir el vestido, se alejó de mí. - ¿No puedes
teletransportarte?

-No- Esperé hasta que Adonis fuera a la cocina, y cerciorándose de mantener la


espalda hacia mí hasta que saliera del vestido. Alcanzando dentro de la maleta,
cogí un pantalón de yoga y una camiseta gris gruesa. ¡Mierda! Mis pies se
alegraron cuando deslicé el tejido de algodón sobre los dedos de mis pies
congelados de frío. Peiné mi pelo con los dedos y entré a la cocina. - Lo siento.
- Alcanzando detrás de Adonis, cogí una botella de agua.

- Espera. - Tomó la botella y la puso de nuevo en la nevera. - Vamos a tomar


algo caliente. Voy a pedir algo - Adonis paró, su mirada barriéndome. - Uh, hum.
Sabes el servicio de cuarto tomará una eternidad. - Se recuperó. - ¿Sirve el
café? - Él rastreó el cajón debajo de la máquina de café. - También tenemos té y
chocolate caliente.
- Café está bien.

Él sacudió la cabeza y frunció la frente a la cafetera, luego empezó a moverse


con ella. - ¿Perséfone no puede teletransportarnos hacia fuera?

- No soy de este reino, de ninguna manera. - Cuando mi pecho se apretó, me


obligue a respirar. -Tú estarás bien-. Me apoyé en una de las banquetas y puse
los codos en el balcón liso, mirando al otro lado de la sala de estar, enfocada
en tomar respiraciones profundas.

La máquina de café hizo clic. Detrás de mí, oí a Adonis sacar dos vasos del
armario. ¿Alguien de este reino puede teletransportarte hacia fuera?

Balanceé la cabeza. - Tengo que ser de este reino o tener permiso de Poseidón
para teletransportarme. - Giré para estudiar Adonis. - ¿Quién tienes en
mente? Poseidón es, que yo sepa, el único dios soberano del mar.

Adonis se encogió de hombros y volvió a la cafetera. El sonido del líquido


derramando en las tazas llenó mis oídos mientras el aroma de avellana flotaba
en el aire. - Eh, bueno, si me transformas en un dios en este reino, entonces yo
técnicamente ser...

-Transformarte en un... - incrédula, yo giré en mi asiento, quedando de frente a


él. - ¿Qué tipo de idea es esa?

Adonis se encogió de hombros, pareciendo avergonzado. - No es algo que yo


quiera. Sólo estoy pensando en la resolución de problemas. Aportar ideas.

Me quedé boquiabierta. - ¿Qué te hace pensar que siquiera es posible?

- ¿Hércules no fue transformado en un dios? -Adonis me pasó una taza de café,


pero la puse en la bancada sin tomar un trago.

- Por un tiempo. Él murió por falta de culto, como la mayoría de los demás
dioses, pero... - tomé un trago de mi café, considerando cuidadosamente mis
palabras. - No es un proceso fácil, para ambas partes. - No había casi ningún
poder involucrado en la apoteosis, el proceso por el cual un semidiós era
transformado en una plena divinidad. Bastaba una chispa para activar el icor en
la sangre de un semidiós. - Y hay un precio.
- ¿Qué tipo de precio? – La curiosidad brilló en los ojos de Adonis, pero no
hambre. Mis hombros se relajaron un poco cuando percibí que él estaba
legítimamente curioso sobre el proceso, no desesperado por intentarlo.

- Activar el icor no da suficiente energía para sobrevivir como una divinidad. - El


barco golpeó en otro conjunto de olas agitadas, y los cristales sobre la lámpara
colgada en la sala de estar sonaron melódicamente. Las luces de los cristales se
movieron a lo largo de las paredes blancas. Trague en seco, alejando el
recordatorio de que incluso dentro de estas paredes, estaba atrapada en el reino
de Poseidón.

- Es, uh, se necesita tiempo para construir, y aún más tiempo para que el cuerpo
del semidiós cambie lo suficiente para lidiar con poderes divinos. Entonces, por
algunos meses, no hay... - vacilé, tratando de pensar en la palabra correcta. -
¿Una conexión? No, más como una transferencia. Si yo te transformara en un
dios ahora, mi poder fluir para ti, y yo sería humana por algunos meses.
Eventualmente, tu cuerpo se estabilizaría y mi poder fluiría de vuelta hacia mí.

El vínculo abierto entre dios y divinidad recién creada era extraño. Sin energía
suficiente, los dioses morían. Pero la conexión permitía que pudiera fluir,
permitiendo que ambas partes vivieran a través del proceso, desde que hubiera
culto suficiente para mantenerlos. Ellos eran prácticamente inútiles, en términos
de ser capaces de hacer cualquier cosa con su poder hasta que la
transformación se completara, pero vivían. - Y no, este no sería tu reino.
Recibirías una actualización, pero todavía serías nacido en la tierra de Deméter. -
Incluso me crearon en la tierra. El estar atrapada en el océano se produjo poco
después.

Alguien golpeó la puerta. Tomé el teléfono de Adonis de la banca y comprobé el


horario. - Estoy retrasada para una reunión.

- ¿Una reunión? Adonis extendió la mano al teléfono, los dedos rozando contra
los míos cuando tomó el fino dispositivo de vuelta. - ¿Con quién? ¿y porque?.

- ¿Crees que mi investigación está limitada a seguirte todo el día? -pregunte con
una ligereza que no sentía. Abri la puerta y sonríe a Miguel. - Quédate ahí voy a
proteger el ambiente - dije a Adonis mientras lanzaba un escudo doble y triple,
verificando la barrera. Esta vez, esa maldita cosa quedó activa sin ningún
problema. - Quédate ahí. - Como si tuviera una elección.
CAPITULO 9
- Puedes buscar a los pasajeros apellido, o el número de cuenta. - Miguel movió
el cursor sobre la pantalla del ordenador. Hizo clic en una guía, y una larga lista
de nombres y números clasificados en columnas llenó la pantalla. – O su por
número de habitación.

Nos sentamos en el mostrador de servicio del vestíbulo, fuera de la vista,


gracias a un escudo cuidadosamente elaborado. Miguel escogió la computadora
del medio, alegando ser la máquina más rápida.

- ¿Puedes imprimir? - Miré por encima y por debajo de la superficie de la mesa,


pero no vi una impresora.

Miguel asintió. - Está conectado a una impresora en la oficina. - Él apuntó a la


puerta de cristal detrás de nosotros, donde se leía sólo funcionarios.

Los pasajeros caminaban por el suelo de mármol sosteniendo envases, cada


grupo en una dirección diferente, con un sentido de propósito. La música clásica
tocaba por los altavoces, la melodía cadente de Beyond the Sea haciendo qué mi
pie golpeara contra la silla de ruedas que yo ocupaba mientras esperaba a
Miguel terminar ese innecesario tour de software y entregar pronto el maldito
ordenador.

- Y puedes ver sus transacciones haciendo clic aquí- continuó, mostrándome la


guía apropiada.

- ¿Allí donde dice transacciones? - Traté de ocultar la frustración de mi voz.


Hasta ahora, todo parecía bastante auto explicativo. Entonces, si yo sólo pudiera
tomar el teclado... - creo que entiendo, Miguel. Puedes irte ahora. Gracias-.

- Estoy contento de ayudar. - Miguel sonrió e hizo intención de salir, pero vaciló.

- ¿Sí? - No miré mientras escribía el nombre y apellido de Narciso.

- Esta personas que buscas, y el hombre con quien viaja... - Miguel paró como si
debatiera qué decir enseguida.

Miré hacia arriba. - ¿Adonis? ¿Qué tiene él?


- Conozco su tipo. No son... Confiables. Ten cuidado.

Agradecí, sacudiendo la cabeza con una sonrisa mientras pensaba que era
extraño que Miguel reconociera un semidiós y temerle, y no percibir que estaba
en presencia de una divinidad de sangre pura. Entonces, tal vez estuviera en
otros barcos con algunos de los semidioses desaparecidos y fue encantado
para olvidarlos. La memoria, o la falta de ella, ciertamente sería irritante.

Archivando aquel pensamiento para más tarde, me estableci en mi asiento y


repase las fotos de todos los pasajeros a bordo del barco, asegurándome de
descubrir todos los semidioses a bordo.

Lo logré. Grave los números de las habitaciones y busqué en sus


transacciones, tratando de encontrar un patrón para compartir con Poseidón.
Entonces volví mi atención hacia los cruceros del pasado, y empecé a compilar
una lista de pasajeros semidioses y fechas de crucero. - Oh, olvídate de eso-
murmuré, después de estudiar otro barco lleno de pasajeros. Podría encantar
un equipo para hacer esto para mí más adelante. En vez de eso, escribí los
nombres de los semidioses que sabía que estaban desaparecidos. Necesitaba
identificar exactamente cuando desaparecieron en sus cruceros privados y
descubrir si había algún enlace.

La música bajó en deferencia al sueño de los pasajeros mientras la noche


avanzaba, y un silencio general cayó sobre el barco, interrumpido sólo de vez
en cuando por un grupo de alegres borrachos caminando de un club a otro.
Pero cuando llegué a escribir el nombre del último semidiós desaparecido

-Otrera Efeso- en el campo de búsqueda, esos grupos vagaban con menos


frecuencia. Al leer su archivo, descubrí que Otrera navegaba con Cruise Line
Fantasy poco antes de desaparecer... En este barco. Tecleando el nombre de
nuestro barco, y las fechas, seguí a la otra guía.

Otrera abordo el barco el día en que el navío partió, desembarcando dos días
después en la pequeña isla que la línea de cruceros poseía, a continuación,
zarpo otra vez aquella tarde. Ella no desembarcó de nuevo por el resto del viaje.
Al hacer clic en la siguiente guía, busqué en sus transacciones y descubrí que
la última fue una bebida en la tercera noche del crucero, en el bar del karaoke.
Entonces, nada, ninguna actividad.
Mis ojos ardían con la fatiga mientras pensaba sobre lo que yo sabía. Los
semidioses desaparecidos no siempre viajaron en esta ruta de crucero, pero
todos los barcos pasaron por las mismas coordenadas en el plazo de
veinticuatro horas de las últimas transacciones de los semidioses.

Mirando en el mapa, bostece. No vi nada notable allí, sólo más océano. En


realidad... me incliné más; Midiendo la distancia con mis dedos. Lo que hacía la
ubicación notable era la falta de ambiente. Las coordenadas marcaban el punto
más lejano del crucero de la tierra. Me adormecí tomando mi frente en mis
manos, bostezando de nuevo. - Es hora de hacer una pausa. - Podría tratar de
entender todo esto más tarde. Hora de levantarse, recoger los papeles y...

Un golpe en el escudo me llamó la atención y levanté la cabeza. Ares estaba del


otro lado, con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta de cuero.

- ¿Qué? - Dejé caer mi escudo de sorpresa. - ¿Cómo estás... por qué?

- Está soñando, amor. - Sus pupilas estaban llenas de encanto cuando dio un
paso detrás de la mesa.

- Para - susurré mientras Ares se arrodillaba delante de mí, mirándome con


aquellos ojos en blanco, adorando.

No podía ver a Zeus, pero él estaba allí. Él estaba siempre escondido en algún
lugar en mis sueños, esperando para convertirlos en pesadillas. Su respiración
agitó el pelo en mi cuello. Pero no podía girar la cara hacia él. No con Ares
delante de mí, mirándome como si fuera ciego y yo fuera su primera vislumbre
del sol.

-Jura lealtad-. Las palabras de odio dejaron mi lengua, pero la voz pertenecía a
Zeus.

- Yo juro. -Cuando Ares habló, se deshizo en polvo y huesos.


Grité su nombre, arrancándome fuera de la pesadilla y cayendo en un paisaje
de sueños.

- ¡Afrodita!- Los brazos de Ares se cerraron a mí alrededor.

No cuestioné su presencia, sólo enterré mi cabeza en su hombro. - Lo siento, lo


siento, - sollozaba. - Lo siento mucho. – me agarré de él, luchando contra el
pánico creciendo en mi pecho de lo que se volvió una memoria horrible. No
podía salvar a nadie. Alguien siempre encontraba una manera de usarme contra
las personas que mas me preocupaban. ¿Por qué me ofrecí voluntaria para
venir aquí? ¿Qué pensé que podía hacer? - No lo haría... No quería...
Él hizo ruidos calmantes y acarició mi pelo, sosteniéndome hasta que mi
charla se volvió coherente, y luego se detuvo. Finalmente, me estableci lo
suficiente para reconocer que sus brazos alrededor de mí eran cálidos, firmes
y reales.

- ¿Cómo llegaste aquí? - Me alejé de él, con la voz ronca.

- Tu, uh. - Él miró hacia abajo. - Me llamaste aquí.

Horrorizada, cerré los ojos recordando su nombre siendo gritado por mí. No
había solución para esto. Sin fingir. - Yo no quería.

Se encogió hombros, empujando las manos en los bolsillos de la chaqueta de


cuero. - No me importó. ¿Pesadilla?

- No importa. - Fregando mi cara, yo intentaba recuperar alguna apariencia de


compostura. - Yo, hum, necesito encontrarme con Perséfone. No debería
tener...

-Tienes derecho a tener pesadillas, Afrodita. Inferno, tienes derecho-. Ares


retrocedió, estudiándome con preocupación.- Hace un año, nunca pediste
disculpas por nada. ¿Ahora, tropiezas contigo misma tratando de deshacer lo
que acabo de ver? ¿Qué te pasó?

Te fuiste. Lo miré, tratando de aparentar menos necesitada, menos


desesperada, menos...
Verdadera.
Todos se fueron después de la muerte de Zeus. Perséfone desapareció en su
pesar y en las responsabilidades de comandar tres reinos por meses. Melissa
fue a la universidad.

Todos los demás volvieron a sus propias vidas, pero yo no tenía nada más que
Zeus. Al principio, la libertad pareció emocionante, llena de potencial.
Entonces todo lo que estaba tan seguro de que sabía acabó por ser
incorrecto. Sobrevivir no me preparó para vivir con lo que yo había
sobrevivido.

Desistí y arrojé sus propias palabras de la otra noche de vuelta a él. - No puedo
darme el lujo de ser débil, ¿recuerdas?- Tomando un lazo de pelo, di un paso
atrás y tiré mi pelo en una cola de caballo floja.
- Esto no es una debilidad. - Ares hizo una señal alrededor del paisaje de sueños
en blanco. - Esto eres tú, tratando. Escondiéndote, evitando reuniones, a menos
que alguien pueda físicamente tirar de ti, fingiendo que lo que sucedió no te
afecta, que eso no es...

- Tu problema. - Apreté la cola de caballo. - Y francamente, no es de tu cuenta.


No soy uno de tus soldados, Ares.-

Una mueca marcó las características perfectas de Ares. - Me has traído aquí.

-Yo no quería, sólo sucedió, - refute, incapaz de contener mi temperamento. - Yo


sólo…- mi temperamento fracasó cuando un sentimiento de incertidumbre subió
por mi espina - adormecí, creo.

- ¿Eso crees?-Ares inclinó la cabeza, las cejas levantadas en confusión. -Los


Dioses no necesitan dormir. Cuando elegimos dormir, es una acción consciente.
Afrodita, ¿dónde estás ahora?-

Cerré los ojos y desplace el paisaje de sueños, sacando mi conciencia del


mundo alrededor de mi forma dormida. Los detalles se llenaron. La mesa en
forma de C, el lobby bien iluminado, yo con mi cabeza enterrada en mis brazos,
durmiendo. - Mis escudos todavía están activo - me di cuenta, aliviada.

- Tal vez la tensión de estar en otro reino te haya afectado-. Ares caminó detrás
de mí para ver la pantalla de la computadora. Las letras y símbolos mezclados
llenaban la pantalla, pero las imágenes pasaban sin ningún problema. - Lleva
algún tiempo acostumbrarse. Pero también...

- También estoy manteniendo dos escudos - argumenté. - Y fue un largo día.

- ¿Dos? - Ares miró alrededor.

- Uno en el cuarto de Adonis.

-¿Él está aquí? - Ares levantó las cejas. - Eso cambia las cosas. No podemos
dejar que Adonis desaparezca. ¿Le contaste a Poseidón?

Trague en seco. - Sí. Él lo sabe.-


Ares abrió la boca, y luego la cerró, estudiándome intensamente. Parte de mí
quería contarle, pero no era como si hubiera algo que pudiera hacer. Él estaba a
un reino de distancia. La única persona que realmente podría hacer algo sobre
Poseidón era Perséfone. Y yo no la pondría en esto. Ella reaccionaría mal y
otros dioses podrían interpretar su reacción como un juego por el reino de
Poseidón. - Yo trataré con Poseidón- aseguré a Ares. A pesar de lo bien que
pudiera hacer eso todavía necesitaba ser visto.
-Yo lo sé. - Cuando miré a Ares, sorpresa, un fantasma de una sonrisa atravesó
su rostro. - Enfrentaste a Zeus con probabilidades mucho peores. Tú no eres el
tapete de nadie, Afrodita.

Respire profundamente. - Gracias.

Los ojos de Ares se quemaron en los míos. - En cualquier momento.


CAPITULO 10
- Afrodita, ¿qué has conseguido?.- Los brazos de Perséfone se cerraron a mí
alrededor en un abrazo apretado cuando entré en su paisaje de sueños.

- Perséfone... - me alejé para mirar a la diosa, sonriendo por su camiseta de Sailor


Moon. - Hablando de eso. ¿Qué pasó con todas las ropas que te envié?

- No me quedan.

Di a Perséfone una mirada comprensiva. - Esa era la intención.

Perséfone se puso roja. - No, quiero decir... - ella tiró del cuello de la camiseta. -
Los tirantes se me resbalaban de los hombros, y quedaba todo arrugado mientras
yo dormía, y... -continuó balbuceando, tratando de corregir su error verbal, pero
sólo consiguió parecer más perturbada. - ¿Cómo está el crucero? -preguntó,
renunciando

- Eh, ha sido interesante hasta ahora. - Miré alrededor, sorprendiéndome al


encontrarme un prado dorado. Las salpicaduras de colores de flores silvestres
confusas florecían a lo largo del paisaje. El perfume embriagador de la flora
flotaba en el aire espeso con la luz del sol. Una manta de picnic, decorada con
filas de margaritas gigantes, se arrugaba debajo de mí cada vez que me movía mis
pies.

- Siéntate. - Perséfone me liberó y se sentó con las piernas cruzadas sobre la


manta. - ¿Qué has descubierto hasta ahora?

Le contado todo, dejando fuera la amenaza de Poseidón.

- Wow, has estado ocupada. - Ella sonrió, con gratitud brillando en su expresión. -
Gracias una vez más por cuidar de eso. Entonces, ¿quién crees que está
encantando a todos los pasajeros? ¿La semidiosa?

- No sé. - vacile. - ¿Crees que podría haber otra diosa allá afuera, como yo? Digo,
tal vez la forma en que me crearon...
Zeus me creó usando los restos de cuerpo de Urano para actuar como mi segundo
padre y mejorar mi encanto. No preguntes. Es serio, sólo se vuelve más extraño.
-Puedo estar equivocada, sin embargo- Perséfone volvió atrás. - No soy
exactamente una experta.

Con esa pequeña inspiración de confianza de nuestra valiente líder, me incliné en


mis codos, bebiendo la luz del sol brillante, y arrojé otra teoría. - ¿Algún Titán se
liberó del submundo?

Perséfone sacudió la cabeza. - No que yo sepa. ¿Algunos de los Titanes todavía


tienen encanto?

- Uno de ellos debería tener. – Los dioses repasaban sus poderes, en vez de
material genético. Los nuevos poderes no se manifestaron desde Caos.

- ¿Cuál? - Perséfone arranco un pétalo amarillo de una flor. Una tira de vástago
verde siguió al pétalo. - Puedo buscar, ver si todavía están seguros en el Tártaro.

- Probablemente Urano despertó, tu sabes, por mí. Pero casi ningún


conocimiento de lo anterior fue pasado más allá de la primera generación. -
Conocimiento es poder, después de todo.

La primera generación se refiere a Hades, Poseidón, Zeus, Deméter, Hestia y


Hera. Los hermanos originales que dieron el puntapié inicial en la creación
humana. Ellos lo nombraron todo antes de la creación del consejo, porque ellos
eran súper creativos.

Perséfone frunció la frente. - Voy a averiguar. Honestamente me gustaría


sentarme con un Titán o dos, de todos modos.

Me sacudí por sorpresa. - ¿Con un Titán? ¿Por qué?

Perséfone vaciló. - Tengo dificultades para manejar toda esta nueva energía. Es
demasiado, y soy muy nueva. Cada vez que creo que lo he conseguido, las reglas
cambian. Tal vez tengan algunos consejos.-

-Probablemente, pero no tienen ninguna razón para compartirlo. No eran


exactamente agradables. ¿Y qué quieres decir con que las reglas cambian? - Me
acosté sobre la manta, descansando en mis codos nuevamente, pero en vez de
inclinar la cabeza hacia el sol, mantuve mi mirada en ella.
Ella se encogió de hombros, tirando de otro pétalo de la flor. - Cuando llegué al
submundo y empecé a entrenar, las lecciones eran casi teóricas. No tenía
prácticamente ningún poder para trabajar, así que aprendí cómo
teletransportarme y encantar, y todo eso sin ningún combustible real detrás.
Pero todo cambió cuando mi nombre fue público.-

Balanceé la cabeza, familiarizada con la historia. La mayoría de los dioses nacía


totalmente crecidos y capaz de usar sus poderes, como yo. Pero cuando los
dioses quieren la experiencia de crear un hijo, pasan por todo el proceso de ser
bebé y comienzan de cero, creando divinidades como Perséfone, que nacen y
crecen hasta el límite, alcanzando poder poco a poco a lo largo del camino. Sus
cuerpos no podían manejar el alcance completo de la divinidad hasta entonces.

Perséfone apenas había comenzado a descubrir sus poderes cuando Hades le


ofreció refugio en el inframundo. Pero entonces, ella permitió que una estrella
del rock que ella idolatraba Orfeo, llevara a su esposa de vuelta al reino de los
vivos, y él agradeció de una forma por la que otros dioses matarían. Él llevó su
historia al público, contando al mundo entero sobre sus aventuras y la diosa
benevolente Perséfone, que le ayudó a salvar a su esposa. Con la ayuda de sus
conciertos, fans y medios sociales, la historia se volvió viral.

Los cultos eran combustibles de energía, entonces cuanto más la gente hablaba
sobre el nuevo culto loco de Orfeo, más poder Perséfone ganaba. Sin embargo,
ya que no podía manejar el poder, Hades ayudó a canalizar el exceso, desviando
la energía lejos, para que no la quemara.

Ella suspiró. - Ahora que realmente absorbo mis poderes, este es un juego
totalmente diferente. Antes yo necesitaba usar tanta energía como fuera posible
en cada una de las cosas que hacía, sólo para sobrevivir un día más. ¿Ahora
tengo que intentar conservarla?-

- La adoración no dura para siempre- recordé. - Consérvala como tu madre y los


demás que sobrevivieron tanto tiempo después de la caída del Olimpo.

- Lo sé. Sólo tengo dificultades para descubrir cómo realizar cualquier cosa con
un toque más ligero. Prácticamente tengo que reaprender todo.

- Podrías pasar algunos de tus poderes a alguien.

Ella sacudió la cabeza. - El único dios en quien confío lo suficiente para darle el
reino de Zeus eres tú, pero ya que me juraste lealtad, eso no aliviaría la presión
y...
-Sería una pesadilla política. - Además, yo no estoy interesada en comandar
un reino. Ya lidio con demasiados ahora. - Atenea es la más vieja sin un reino.
Ella sería la elección lógica.

Perséfone sacudió la cabeza. - No confío en ella, ella es muy maquiavélica.

- No es como si el reino de Zeus tuviera vida suficiente ahora. ¿A quién


lastimaría?

- No sé. Yo sólo... No confío en ella.

- Hay otras opciones

-Sí, pero no estoy lista para crear vida ahora. - Ella volvió los ojos. - La mía ya
es lo suficientemente complicada como es.

- Justo. - Sonríe y miré al cielo azul brillante. Más tarde, cuando ella no
estuviera tan estresada, yo la ayudaría a corregir ese paisaje de sueños. Los
sonidos de ambiente eran buenos. Este lugar era muy tranquilo, una
primavera silenciosa. Si ella añadía una brisa, tal vez algunos pájaros
cantando, hojas quebradas al viento, ese tipo de cosas, este paisaje de
sueños sería bueno.

-Con toda la energía que tienes de Zeus, Tritón, y tu madre, por no mencionar
toda la adoración que tienes de los dioses, seres humanos, y las almas, tienes
toneladas de tiempo para descubrir todo.

- Sí, excepto... - ella dejó caer la flor mutilada en su regazo y acarició las
manos contra la falda blanca. - No puedo usar tanto poder en cosas como yo
solía o... - se interrumpió, tragando en seco.

- ¿O qué? - Rodé sobre mi estómago, para que pudiera ver a Perséfone sin
estirar mi cuello, y crucé las manos bajo la barbilla, cruzando los pies en el
aire detrás de mí.

Miedo brilló en sus ojos. - Cosas que sucedieron.

¿Podría ser más vaga? Abrí la boca, dispuesta a exigir saber el tipo de cosas
que ocurrían, cuando el paisaje de sueños se estremeció, y sentí una
sensación de incomodidad. - Creo que estás despertando. ¿Te veo la noche?
¿Podemos conversar más, ok?
- No me lo perdería por nada. - Perséfone asintió, y el paisaje de sueños se
oscureció alrededor de ella. Me paré, y me encontré de vuelta en el mostrador
de servicio al cliente con tortícolis en el cuello.

Abostezando, imprimí la lista de pasajeros del crucero, completa con


imágenes en miniatura. Después de buscar a Miguel y encantarlo y un lugar
seguro de la tripulación para investigar todos los registros disponibles para
los semidioses, volví a los ascensores. La enorme cantidad de papel que traía
podría haber sido responsable de un bosque entero.

- Déjame ayudarte. - La voz de Tántalo vino de algún lugar a la izquierda de la


montaña de papeles. Estiré el cuello y lo vi llegando a la pila de papeles.

- Toma. – le coloque la pila de papeles en sus brazos. Tántalo gruñó bajo el


peso inesperado y me siguió hasta el ascensor de cristal. - ¿Despertándote, o
vas a la cama?

Apreté el botón para mi cubierta y observé el patio desaparecer.

Tántalo levantó las cejas cuando no respondí. - ¿Qué es todo esto?

- Papel

Él se rió. - Sin bromas, pero ¿qué es eso?- El ascensor timbro y salí fuera.

- Por aquí. - Dejé caer el escudo alrededor de la habitación, abrí la puerta y


encendí la luz.

Tántalo entró en el cuarto con la cabeza girando mientras miraba alrededor


con interés audaz. - Entonces, quieres...

- ¿Qué diablos estás haciendo aquí?- La voz airada de Adonis resonó de la


escalera, desde donde le echaba una mirada con los ojos turbios a Tántalo.

- Trabajo manual. – Sonríe hacia Tántalo. - Puedes colocarlos allí. - Hice un


gesto hacia la encimera.

Adonis estaba allí antes de que Tántalo llegar a la cocina, quitándole los
documentos y no tan sutilmente dirigiéndolo de vuelta al pasillo. - Gracias, -
dijo, golpeando la puerta detrás de Tántalo.
- Wow- miré a la puerta cerrada. – A ti realmente no te gusta.

- ¿Qué te hizo notar eso?-Adonis consiguió dar una sonrisa tensa, entonces
miró el reloj. - ¿Sabes que más no me gusta? - Él levantó una ceja para mí. -
Estar encerrado en mi habitación durante toda la noche, sin salir. Estoy
retrasado, gracias a ti.

- ¿Retrasado? - El sol no surgia todavía. - ¿Retrasado para qué?

- Necesito ir al gimnasio antes del rodaje. Mira... - se frotó la nuca. - No tienes


que venir, pero no puedo salir de la habitación sin tu ayuda, así que si
puedes...

El escudo. Cierto. - No, yo voy. Dame un minuto para arreglarme.


CAPITULO 11
-Sabes que no tienes que hacer realmente los ejercicios conmigo, ¿verdad? -
Adonis extendió una botella de agua cuando salimos del gimnasio.

Acepte la botella y tomé un largo trago. Mantuve un nivel similar a él todo el


tiempo, pero sólo por poco. - Nunca me ejercité antes- me atragante de agua. -
Imaginé que cualquier cosa que produjera tanto sudor debería ser divertido.

- Entonces, creo que eso significa que súper velocidad, fuerza, y todo eso es
un mito-. Adonis me condujo por el pasillo.

- No exactamente. Yo... - apunté a mi cuerpo- ... Soy una versión ligeramente


más que perfecta de una hembra humana, con la recopilación exacta de su
apogeo absoluto y en la cúspide de salud. Bueno, antes, cuando la humanidad
no tenía idea de cómo funcionaban sus cuerpos, y mucho menos el
conocimiento o recursos para cuidar de sí mismos, hacía una diferencia
bastante notable. Ahora... – Me encogí de hombros. - No mucho. Por supuesto
que me superas. Eres más alto, más musculoso, y dedicas una tonelada de
tiempo manteniéndote en forma. Además, eres un semidiós. Eso te da un
impulso, de cualquier manera.

Una sonrisa se asomo en los labios de Adonis.-Lo que sea. Hoy supere aun
dios. Sólo me voy a enorgullecer de eso un poco.

- La voluntad. – aludí con mis manos, como si le concediera permiso.

Después de limpiarnos, seguimos hasta las salas de conferencias del otro lado
del barco. Adonis mantuvo un flujo constante de bromas, pero había una
tensión en él. No me quería aquí. No podía culparle por no estar animado por
tener una sombra en su trabajo. No debe ser divertido estar encerrado en la
habitación toda la noche, o enfrentar a las divinidades marinas con rabia por
mi causa. Cualquiera que sea el calor inducido por el alcohol que existió entre
nosotros la noche pasada, eso termino con la cruda luz del día. Pero, al
menos, se esforzaba por ser civil y no abiertamente hostil. Dos pasos
adelante, un paso atrás.

En cuanto atravesó la puerta de la sala de conferencias, una mujer vino a mí


con un cepillo de maquillaje. - Oh, no necesito maquillaje- dije.
Ella sonrió de una manera que parecía ser decididamente hostil, sus dientes
brillantes contra su piel oscura. - ¿Eres la nueva chica, eh? ¿La añadida a las
sesiones después de que toda la ropa y los suministros fueron empacados y
sacados en el barco, estropeando completamente cualquier aspecto de orden que
pueda haber experimentado durante el resto de la semana?-

Mostré mis dientes a ella analizando la pequeña habitación con espejos, cuando
otra mujer llevó a Adonis a una silla junto a Elise. - Esa soy yo.

Ante el sonido de mi voz, Elise abrió los ojos. - ¿En serio? - Dijo, volviéndose a
Adonis. - Dime que ustedes no están aquí para las fotos del desodorante.

-Nah,ropa- Adonis respondió. - Estamos en la sala C de conferencias.

- Bueno, princesa- dijo la técnica de maquillaje, llamando mi atención de nuevo


hacia ella, - puede que no necesites maquillaje en el día a día, pero si no quieres
parecer un espíritu pálido arrastrando a Adonis al submundo, entonces te
quedaras parada y nos dejará hacer nuestro trabajo. - Ella me miró de arriba abajo,
estrechando los ojos en evaluación. - Vamos a ver lo que tenemos en tu talla.

Durante la próxima media hora empujaron, corrieron y me pintaron mientras yo


intentaba no hervir con insultos. Peor, me ignoraron completamente. Los
maquilladores conversaban sobre mi cabeza sobre el cambio en el cronograma
mientras curvaban mis pestañas y hacían mis uñas.

— Decidiendo sólo…no era decisión solo de él — dijo uno de ellos, mojando mi


cabello con algo que olía a frutas cítricas.

El otro miró para cima de donde hacía mis uñas. — Puede muy bien hacerlo. ¿Ya
has oído a alguien decir no a aquel hombre?

- ¿Hablas de Narciso? - No percibí ningún poder proveniente del semidiós, pero su


descripción parecía con mucho encanto.
- No te mueves, querida. - La estilista tiró de mi pelo, trabajando el material cítrico
en los rulos.

- Olvídate de Narciso. - Elise me estudió en el espejo. - ¿Tienes alguna idea de lo


que estás haciendo?

- Adonis-alguien llamó de otra sala de conferencias. - Estamos listos para ti.

- ¿Es decir, que si estoy lista para quedarme parada y tomar una foto? - Estiré el
cuello para mantener a Adonis a la vista conforme lo llevaban.
- Quédate quieta. – Dijo una mujer con pasadores saliendo de su boca, tirando de mi
cabeza de nuevo en el lugar.

La mujer con la brocha de maquillaje inclinó la cabeza hacia ella y las dos siguieron
retocándome y tocándome de varias maneras. Cerré los dientes, tragando en seco
cuando sentimientos familiares se desenrollaron en mi pecho.
Ansiedad. Miedo. Pánico.

Pero éstas eran sólo seres humanos, y yo era una diosa. Me sentía nerviosa por
eso que era tan ridículo como correr de miedo a una hormiga en la manta del picnic.

- Eh, Beth. - Elise extendió las manos. - Ella es nueva, ¿recuerdas? - Elise se levantó,
verificándose en el espejo.

- Seguro. - Beth atrajo una respiración profunda. - Lo siento, quedó medio caótico por
aquí. ¿Cuál es tu nombre, muñeca?

- Afrodita- conseguí decir.

Esto hizo que sus cejas se levantaran, pero las mujeres continuaron trabajando.

- Yo soy Beth-. La mujer apuntó el cepillo a sí misma, luego a la mujer de mi otro lado.
- Sarah. Y esa es Elise.

- Hacen un trabajo increíble-dijo Elise con una sonrisa. - Pero... ¿Tal vez puedan tener
un segundo para orientarla sobre lo que están haciendo? - Ella dio a las mujeres una
mirada, sosteniendo su mirada hasta que asintieron. - Bien.- Ella sonrió. - Es fácil
olvidar cuán aplastante es ser nuevo, pero todos hemos pasado por eso. Ahora, Jane
está en el C, ¿verdad? - Ella miró a la maquilladora.

- Sí-respondió Sarah.

-Ella es muy buena.- Elise se quedó parada mientras su asistente sacaba su ropa y
rápidamente envolvía a la semidiosa en una gruesa toalla. - Muy profesional. Pero las
cosas quedaron medio caóticas esta mañana. Entonces, cuando vaya allí, tendrá una
rápida charla contigo acerca de lo que espera. Si tienes alguna objeción a ser tocada,
o si hay algo con lo que no esté cómoda, dilo desde el principio. Ella es muy
respetuosa.

- Hum ¿gracias? - Miré a la semidiosa con sospechoso.

- Tú parecías aterrorizada. - Elise se encogió de hombros en respuesta a mi pregunta


no formulada. - Es posible que desees trabajar. Buena suerte-. Ella siguió a uno de los
asistentes fuera de la sala.
- ¿Estás lista para el armario? - Una mujer con un portapapeles exigió, empujando
un bastidor de ropa por la pequeña sala.

Beth y Sarah hicieron un esfuerzo para hablar conmigo a través de un torbellino de


cambios de ropa, hasta que me consideraron vestida para la super perfección. Yo
usaba un par de jeans y una camiseta blanca con un escote. La mujer con el
sujetapapeles deshizo una serie de instrucciones cuando me llevó a la sala de
conferencias, entonces me empujó hacia Adonis mientras otro conjunto de seres
humanos al azar comenzaron a trabajar, verificando la iluminación.

Me tropecé con un Adonis sin camiseta, vistiendo unos jeans muy apretados de
cintura baja, el me agarró, sosteniéndome firme. - Quédate cerca de mí. - Pasó el
brazo alrededor de mi cintura.

- ¿Toque o no toque? - La editorial de moda exigió.

- ¿Qué? - Parpadeé, tratando de orientarme. Nos quedamos delante de una


pantalla blanca, toda la luz enfocada en nosotros. La oscuridad engullía el resto de
la habitación. Las personas que vestían camisetas negras andaban en la periferia
con un aire de caos organizado mientras conversaban en auriculares.
El hombre gimió. - Ella es realmente nueva.

- Toque es más rápido - explicó Adonis. - Ellos nos colocan en las poses que
quieren, pero algunos modelos no se conforman con eso, entonces ellos sólo
reciben instrucciones verbales.

- Uh... - no me gusta la idea de ser movida como una marioneta.

- Es mucho más rápido, y ya estamos atrasados- Adonis murmuró.

- Si todo bien. Que sea.

- Está bien, vamos a tomar algunas fotografías de prueba- otra mujer con un
auricular gritó.

- ¿Esto no es para una línea de ropa? - Me acordaba de haber visto tiendas de la


marca en el centro comercial, cubierta de fotografías en blanco y negro y
disparando música alta. - ¿No deberíamos usar....?

Adonis me levantó en el aire y me giró. - Ríe - él instruyó. Cuando obedecí, él


agregó- creen que cuanto más usan los modelos, menos venden. - Adonis me
sentó y metió los pulgares a través de los pasadores del pantalón, tirándome más
cerca de él. - El salario es una mierda, pero la exposición es grande.
- Claramente. - Dejé un paso atrás, dando a Adonis una mirada evaluadora. Él y
Poseidón podían competir por el título de menos-vestido.

Adonis dio una carcajada. - Lo siento, lo siento- le dijo al fotógrafo, antes de


reanudar su expresión seria.

La fotógrafa lanzó una sonrisa hacia él antes de dar más instrucciones


desconcertantes como, actúa natural y no sonreías.

- ¿Podemos arreglar eso en las pruebas? - Un técnico... perdí la noción de lo que


él hacía y lo que preguntó. - O debemos empezar el maquillaje...

- Ella parece familiar. - Yo miraba a la oscuridad, ignorando la conversación a mí


alrededor mientras intentaba distinguir las características de la fotógrafa.

Adonis tocó mi barbilla, tirando de mi mirada hacia él antes de que la fotógrafa


pudiera atacar mi desliz. Cuando lo colocaron en una posición que lo dejó de
espaldas a la cámara, él resolvió el misterio para mí. -Es Jane. Probablemente me
viste hablar con ella ayer.

Mi mente volvió a la mujer sencilla con quien conversaba en el navío - Oh. Me


pregunté qué hacía allí. - Sonríe, me sentí tonta por no considerar que todos en el
navío no serían necesariamente modelos. - Tiene todo el sentido de tenerla detrás
de la cámara.

Adonis luchó para mantener una expresión seria cuando me tiró hacia él. Su
mano se deslizó por mi lado mientras levantaba mi camiseta un poquito, como
instruido. Mi respiración quedó atrapada. Todo en lo que podía pensar era en sus
labios quemando en la lluvia fría anoche. La voz de la fotógrafa perforó el
zumbido en mis oídos, y siguió sus instrucciones sin pensar, poniendo mi mano
en el pecho de Adonis y mirando hacia él. Su corazón golpeaba contra la palma
de mi mano mientras él engullía en seco y colocaba mi pelo detrás de mi oreja.
Sus dedos suaves trazaron mi barbilla, levantando mi cara hacia él, acercándolo.

-Ok- Jane gritó después de un momento. - Vamos a recomenzar.

Las personas salieron corriendo del camerino, moviéndose a nuestro alrededor


para ajustar el equipo. Mientras reorganizaban cuadros blancos y erguían
paraguas de luz, el ambiente en la habitación cambió. Nunca pensé en la luz
como algo con textura antes, pero cuando las sombras de la sala cambiaron de
suaves a densas, me preguntaba si algo estaba a salvo de manipulaciones de los
dioses y de los hombres.
- ¿Tiene sentido estar detrás de la cámara? - Adonis exigió luego que era
seguro hablar.

- ¿Qué quieres decir con eso?-Parpadee, confusa. - Es simple, eso es todo.

- Esa mujer - él inclinó la cabeza hacia la fotógrafa- Habla tres lenguas, da la


mitad del salario de ella a la Humane Society, y quitaría la piel de alguien vivo si
éste se moviera con uno de sus modelos. Ella es la persona que yo llamaría si
necesito enterrar un cuerpo, y ella es tan inteligente que probablemente podría
escapar de eso. Y en una frase, la redujiste a nada sólo por su apariencia.

- ¿Qué más debería saber? La vi en una multitud, dos veces. No es como si yo


conociera su historia de vida. - Todavía no se ha presentado. Y para que conste,
yo podría literalmente obligar a un cadáver a cavar su propia sepultura, proteger
el lugar, y encantar a quien se atreva a investigarlo a pensar de que fuera un
conejo. Si necesitas enterrar un cuerpo, llámame a mí.-
- Oh, mis dioses. - Adonis levantó las manos, frustrado. – ¿podrías ser más
vanidosa?

- Ok, listo - Jane llamó, cortando a Adonis al caminar a pasos agigantados y


situarse entre Adonis y yo en otro medio abrazo. Seguí las instrucciones de ella,
poniendo una mano en el pecho de Adonis y mirando hacia él.

- ¿Por qué es algo malo? -Susurre mientras Jane volvía a su cámara. -


Honestamente, no entiendo cómo alguien puede funcionar en una sociedad con
un código social tan complejo y contradictorio. Tú dices que valoras la
honestidad, pero prosperas en mentiras. Llamar a una persona simple de alguna
manera es un insulto, en lugar de una declaración de hecho, mientras que...

- Eso no es...

-... La única forma aceptable de validación de otras personas es dándole


elogios. Pero ahí tienes que negarlos- dije. Esto no parece correcto. - ¿No soy
de tu estructura social, recuerdas? Estas reglas no se aplican a mí. Si continúas
esperando que yo actúe como humano, quedarás decepcionado. No puedo
mentir. Ni siquiera por bondad.

Adonis rodo los ojos, pero se abstuvo de comentar mientras Jane alineaba las
próximas poses. Cuando Jane me pidió que entrelazara los brazos en el cuello
de él, él susurró en mi oído, su respiración agitando mi pelo - Dices esto como
si estuvieras tan por encima de nosotros. Como si estuvieras más allá de
preocuparte por las miradas, pero nunca te he visto pasar por una superficie
reflexiva sin mirar.
He visto aquella mirada de auto satisfacción en tu cara cuando te das cuenta de
que eres lo primero que todo el mundo nota en la sala. No finjas que no te gusta.
No sé por qué estás tan presa para impresionar a la gente que tan obviamente
crees que están por debajo de ti, pero...

Fue interrumpido cuando dos mujeres empuñando pinceles en polvo vinieron y


limpiaron nuestras pruebas.

-Realmente tienes una opinión baja de mí, ¿no? - Dije cuando se alejaron. ¿Por
qué me sorprende? Él me dijo claramente que odiaba a los dioses e implicaba
que yo dormía con alguien por poder. Su opinión sobre mí sólo podía caer más si
yo me bañaba de sangre de niños pero no tendría como caer más que eso. - Me
parece increíble. Ser así, estar orgullosa de eso, no es algún tipo de fallo que
necesito superar.

- No- estuvo de acuerdo. - Pero actuar como si fueras superior...

- Yo soy superior. ¿Cómo no entiendes eso?

- No significa que tengas que actuar como tal.

Perséfone no paraba de decirme exactamente lo mismo y eso me dejaba loca. -


¿Pero por qué? - No pude apartar la frustración de mi voz. - ¿Por qué da a las
personas el poder de definirlo? ¿Por qué necesito fingir ser menor sólo para dejar
a alguien... Más cómodo?

Jane se aclaro la garganta. - Parecen un poco tensos, personal. Traten de


relajarse, por favor.

Yo solté humo en silencio mientras uno de los asistentes nos cambiaba en una
posición incómoda, en la que yo tenía una mano en mi cadera derecha y otra en el
bolsillo izquierdo de Adonis. Su pose resonaba la mía y yo podía sentir la presión
de sus dedos separados de mi piel por apenas un fino tejido. Di una sonrisa que
no sentía en mi cara, y en el segundo en que me coloqué con mi cara lejos de la
cámara, volví a hablar. - viste a Zeus al final. ¿Acaso has percibido que tienes la
misma altura?

Adonis habló sin mover los labios. - ¿Y?

- Mmm... La misma complicación también. - Corrí la mano por el brazo de Adonis,


apretando cuando llegué al músculo por instrucciones de Jane. - Entonces dime,
honestamente crees que es una coincidencia que tú y yo... ¿Cómo Narciso habla?
-
Mi voz se endureció.- Combinamos como un maldito rompecabezas.

- Zeus me hizo. Pues... - pasé mis dedos por su pecho - ... una pieza. Él quería
que me fijara a él de esa manera. - Me presioné contra Adonis. - Tengo este color
de cabello porque tenía una debilidad por las pelirrojas. No hay una
característica en mí que él no colocó allí para su propio placer personal. Cada
aspecto de mi ser, cada pedazo de mí...- paré, difundiendo calor en mi voz. - Lo
siento- grité a Jane, con la voz brillante. - ¿Así? - Me incliné contra Adonis,
tirándolo hacia un abrazo que me protegió de las luces brillantes.

-Vamos a hacerla moverse detrás de él, - Jane sugirió. - Adonis, puedes


arrodillarte, y... Eso. - La fotógrafa acentuó una señal de positivo. - Inclina la
cabeza Un poco... Eso, mira de esa manera, pero no sonrías Adonis, coloca las
manos sobre la suya y mírala... ¡Perfecto!

- Lo que dijiste anteriormente -susurré en el oído de Adonis. - Sobre el


sentimiento programado, no sabes la mitad. Y lejos de mí, de dar a alguien ese
tipo de poder.

Adonis no podía responder, y aparecía de frente a la cámara quieto, pero vi su


mandíbula contraerse. Después de pasar un momento sin discutir, el calor de mi
indignación se enfrió, dejando un vacío en mi pecho que dolía doble con
vergüenza y rabia. Odiaba la forma en que me hacía sentir, como si yo hubiera
hecho algo mal. Estaba cansada de defenderme.

- Hmm - Jane nos evalúo por un momento. - Uh,¿ chica nueva? Esta expresión
no está funcionando para mí. Ten pensamientos hermosos, y mira lejos. - Ella
sacudió las manos. - De esa forma.

¿Pensamientos hermosos? ¿Dónde está, Tierra de Nunca jamás? Sin embargo,


le di una sonrisa en la cara y miré lejos.

- Ok, un poco más solemne.

La editorial de moda corrió a la luz para volver a colocar, me cubrió alrededor de


Adonis como un accesorio, pidiendo que yo mantuviera la posición incómoda.
No podíamos hablar los dos mirando a la cámara así, entonces yo estaba sin
nada para enfocar, además de los pensamientos que había instigado y el caos
del rodaje.

- Mueve la rodilla- dijo un asistente de Adonis, haciéndome saltar.


Yo odiaba saber que Zeus me creo. A veces, mirar en el espejo y ver su obra me
dejaba nauseabunda. Podría cambiar absolutamente todos los aspectos de mi
apariencia. Hacerme otra persona. Pero… ¿sería mejor?

- Humedece más los labios.


Una mujer pasó algo frío y pegajoso en mis labios, inclinando mi mentón hacia
arriba para examinarlos a la luz. - Ok.

Me había convertido en una chica asustada, escondiéndome detrás de glamour,


viviendo con miedo de mi verdadero reflejo. Pero no le daría a Zeus tanto poder
sobre mí. Tal vez me habia creado, pero yo era más que su juguete.

- Ajusta la luz... Eso, ahí vamos.

Otra mujer con maquillaje corrió a la luz y me apuntó con un cepillo duro.

Más que algunas poses de muñeca…

La editorial de moda vino cerca para ponerme en una posición cuando no


respondí lo suficientemente rápido.

Más que un títere…

Mi pecho se contrajo cuando un conjunto de manos corrió hacia la periferia de la


luz, tirando de mi camiseta cuando una pose torció el tejido de forma equivocada.

Yo era una diosa. Fuerte, hermosa, poderosa, y nadie podría...

Cuando sentí manos en las caderas que sutilmente me dirigían hacia la actitud
correcta, perdí el control. - ¿Quieres parar con eso? - Me alejé de las manos
mientras luchaba para respirar profundamente.

- Afrodita...- Adonis se paró al dar un buen vistazo a mi cara. Todo lo que vio allí
hizo que se detuviera. - Ok, vamos a hacer una pausa. ¿Pueden darnos un
minuto?

La mujer con el auricular giró los ojos. - Nosotros no tenemos...

- En realidad, eso no fue una pregunta-. Adonis miró bien en sus ojos. - Vamos a
parar un minuto. Dennos un espacio-. Encanto. Él debía estar usando encanto,
pero por alguna razón, no pude sentirlo. De hecho... No podía sentir ninguna
fuerza venida de él. Podía sentir su línea de base la noche pasada, pero ahora no
sentía nada.
Sentir una línea de base de energía era cómo medir el humor de alguien. Hay
todas esas pistas visuales cuando alguien está enojado: hombros definidos,
mandíbula apretada, los ojos estrechos, lo que sea. Pero en vez de
individualmente percibir toda el habla, el cerebro interpreta un sentimiento de
rabia. El cerebro a veces era divertido así. Pero sentir a alguien usar sus
poderes es tan obvio como oír a una persona con rabia gritando. Entonces,
¿por qué no percibí nada? ¿Y por qué diablos no podía respirar? ¿Qué estaba
mal conmigo? Mi corazón se disparó y mi cabeza estaba ligera. Las sombras en
la sala parecían ponderadas, como si me estuviesen presionando, apretándome.

- Esta fue una idea estúpida. -Me encogí, luchando para calmar mi corazón
acelerado. - Voy a ver el rodaje de allí. - Comencé a alejarme, pero Adonis tomó
mi brazo, su apretón fue más sugerente que una presión real.

- Este es mi trabajo Afrodita, no puedo sólo... - se detuvo, balanceando la


cabeza. - Mira, sé que es abrumador. Entiendo. Pero prometo que puedo
ayudarte a terminar el día y después puedes decir a Narciso que no vas a firmar.
Pero si no terminas hoy...

Estaría herrando con él. - ¿Qué hago?

Alivio inundó los ojos de Adonis. –Estás dando demasiada atención a todo a tu
alrededor. Deberías mirarme, ¿verdad? Así pues, el foco en mí. ¿Puede hacer
esto?

Yo respiraré profundamente, forzándome a calmarme. - Sí.

- Ok. - Él me miro por un instante, rompiendo el encanto que ejercía sobre los
demás. - Puedo ayudarte. Sólo continúa. - Él tomó mis manos. Cuando no me
alejé, me tiró hacia él, apuntando a la fotógrafa a continuar. - ¿Puedo?-trague en
seco y asentí. Adonis movió mis brazos hacia su cintura, y agarró mi cara con
las manos. - Mira, lo conseguirás.
CAPITULO 12
- Aquí por favor. - Un hombre vestido en un traje nos llevó al comedor. Las luces
de la enorme habitación reflejaban la luz proveniente de las ventanas con un
brillo deslumbrante.

- ¿Todavía estás seriamente pensando en continuar con eso? -preguntó Adonis


bajo su respiración conforme el empleado nos llevaba al segundo piso en forma
de U.

No tuvimos tiempo suficiente para correr de vuelta a la suite y prepararnos


después de la sesión, mucho menos pensar en un plan de juego para esta
reunión. - No sabía que había tantas personas involucradas en una sesión de
fotos. Si encanto a todos para ignorar que he estado allí, seguramente dejaré una
firma de energía perceptible. No quiero dejar claro que hay alguien a bordo con
suficiente encanto para recordar, si ustedes desaparecen. –

Mis pensamientos volvieron al sobre lleno de programaciones que había


escondido en nuestra habitación. Los horarios que prometí dar a Poseidón la
próxima vez que lo viera. Mi estómago revivió con el recordatorio de que tendría
que enfrentarme al dios del mar nuevamente. - Creo que tendré que quedarme
con la cosa del modelaje.

- Pero odias eso - Adonis protestó, interpretando mal el miedo en mi cara. - Y te


asustaste durante la sesión.

Me acordé de mi súbita incapacidad para respirar. La forma en que mi corazón se


disparó, golpeando descontadamente contra mi pecho apretado. - Sí... No sé qué
pasó.

- ¿Un ataque de pánico? - Adonis sugirió.

Balanceé la cabeza. – Los dioses no tienen ataques de pánico. - Me acordé de mis


pesadillas. - Digo, podemos entrar en pánico, y no hay efectos colaterales físicos,
pero nada como eso. - Me estremecí con el recuerdo. - Yo no lo sé. Voy a
descubrir. Pero, por ahora, habrá sólo cuatro sesiones, ¿verdad? - La próxima
sería mañana por la mañana, en la isla privada de la línea de cruceros. - Ahora
que sé esperar- y yo sabía mejor que no los dejaria controlar... - creo que puedo
manejarlo.

- Sí, bueno, espero que tengas razón-. Adonis acentuó a Narciso cuando nos
acercamos a la mesa. - Esta mi carrera en juego.
Sin embargo, si decidía dejar de ser modelo, se enfadaría que arriesgara todo el
plan al confirmar que era lo suficientemente fuerte para encantar una sala llena
de gente. Yo odiaba la capacidad de Adonis de hacerme cuestionarme a mí
misma. No importa lo que decida, él interpreta mi elección como egoísta. Él me
hacía sentir como si hubiera algo malo conmigo, y una parte de mí creía en eso.
Pero entonces, él se volvía y actuaba como si le importara, que yo le importaba,
y hacía algo tan agradable que yo no entendía.

Narciso se paró de mi lado. - ¿Has tenido tiempo de leer el contrato?

Balanceé la cabeza. - Tenemos algunas preocupaciones.-Narciso aclamó a su


asistente; -¿Cuál era tu nombre? ¿Y? ¿Era diminutivo después de todo?- Ella
sostenía una tableta, preparada para hacer anotaciones, y nos dio una mirada
expectante.

- ¿Han tenido la oportunidad de mirar el menú? - Un camarero vestido con


camisa blanca con un lazo negro preguntó al pasar por la mesa.

- Sí - Narciso confirmó. - ¿Pero ustedes dos necesitan más tiempo?

Adonis miró al menú. - Sé lo que quiero, gracias.

- Y yo elijo antes de llegar a mi turno – prometí

Tan pronto como nuestros pedidos fueron anotados y nuestros vasos estaban
llenos, dejé a Adonis asumir el liderazgo. Esta era su carrera, después de todo.
Punto por punto, Adonis martilló a través de lo jurídico hasta que se sintió
satisfecho con el contrato. Mientras conversaban, estudié el comedor. No había
rastros de energía procedentes de ninguno de los pasajeros. También no había
escudos o glamours, y nadie más aquí parecía divino o algo así.

Debajo de nosotros, no bien en el centro de la sala, pero atrayendo mi mirada,


estaban Tántalo y Elise. Ellos estaban sentados con Jane y otras dos mujeres
que reconocía de la sesión de fotos. Desde ese punto de vista, yo podría ver si
alguien tenía un interés inusual en la mesa de ellos.

Las cabezas se volvían hacia los semidioses, pero eso era de esperar. Los
semidioses se destacaban. De vez en cuando, las crisis de risa de ellos subían
sobre el ruido de la conversación. Todos ellos parecían provocar unos a otros,
pero sobre la base de sus sonrisas, ninguno de ellos se preocupaba.

El camarero tomó mi plato de champiñones rellenos y colocó delante de mí un


nuevo plato, con una cola de langosta a la parrilla y puré de patatas.
- Gracias - murmuré cuando Adonis me golpeó. Volví mi mirada a la mesa llena
de risas abajo.

- Entonces, ¿estamos de acuerdo? - Narciso bajó la horquilla sobre el plato


vacío.
Adonis me miró.

- Tengo algunas preguntas. No sobre el contrato, sino sobre todo eso. - Levanté
mis brazos, indicando el barco de crucero. - ¿Te importa si tomo un poco más
de tu tiempo?

Cuando Narciso dudó, apliqué un ligero toque de encanto, muy pequeño para
destacar por encima de las firmas de energía de los semidioses, pero
hábilmente aplicado. Una ola de dolor acompañó el poder. Eso era nuevo.
¿Proximidad? Resistí al impulso de buscar a Poseidón. A pesar de que él
estaba en esta sala, la proximidad sólo era relevante si usaba el encanto
contra...

Encontré los ojos de Narciso. - Dime si eres un semidiós.


Su frente frunció en confusión. - Yo soy un semidiós. Prefiero pensar que eso
era obvio.

Entonces no era Poseidón disfrazado, porque el dios del mar no podía mentir.
¿Por estar en otro reino, entonces? ¿Eso existía? El conocimiento se encajó en
mi mente, confirmando que era realmente una cosa. Se puede esperar una leve
molestia durante las visitas prolongadas en otros reinos. Ignoré la mirada
interrogativa de Adonis, empujé el dolor hacia lejos, y pegué una sonrisa en mi
cara. - Model Madness. - Tomando un cuaderno de mi bolso y una pluma, me
obligue a enfocar. - ¿Cómo pensaste en eso?

Narciso se rió y se relajó en su asiento como si permaneciera, y fuera idea de


él. - Es inteligente, ¿no? Me encantaría tener el crédito, pero este es un evento
anual. Estamos en nuestro duodécimo año. Lo siento. - Señaló a un camarero. -
¿Puedo ver el menú de postres, después de todo?

- Ciertamente, señor.
Moví mi pie impacientemente mientras mirábamos alrededor de la mesa para
pedir postres y cafés. Cuando el camarero se alejó, le pregunté: - ¿Model
Madness siempre sucede en un barco de crucero?

Él asintió. - Siempre. Ha sido un gran éxito.


- ¿Siempre has elegido esta línea de crucero? - Mi pluma se puso sobre el
papel, lista.

Él sacudió la cabeza. - La línea depende de quién ofrece las mejores tarifas.


Este año, el mejor precio fue el de Fantasy Cruises. Es casi siempre la Fantasy
o la Fascination.

Lo que... No era tan prometedor como yo esperaba. ¿Qué esperabas? ¿Alguna


razón súper obvia y malintencionada? Bueno, tal vez no obvio, pero la
sugerencia de una pista.

Pasé la media hora siguiente preguntando a Narciso entre las mordeduras de


un cheese cake. Mi cuaderno se llenó con los nombres de todas las personas
con las que interactuaba mientras reservaba el crucero. Tendría que buscar
las promociones pasadas de Fascination Cruise Lines y confirmar si la
Fantasy realmente ofreció a Narciso la mejor tasa. Incluso los precios no
serían difíciles de manipular con suficiente encanto. Alguien en esta lista
podría estar detrás de los semidioses desaparecidos, sería difícilmente
presionada para descubrir con certeza, a menos que estuvieran en el barco,
también.

- Eso fue... ¿divertido? - La voz de Adonis sonó divertida cuando salimos del
comedor después de que Adonis terminara de firmar el contrato. La gente se
reunía en grupos alrededor de los ascensores, las conversaciones fluyendo y
refluyendo con las campanas de apertura de puertas.
Yo me reí. - Eso fue aburrido y muy aburrido como el infierno. ¿A dónde
vamos ahora?

Adonis se encogió de hombros. - El cuarto. - Debo haber parecido


decepcionada, porque él agregó - Elise y Tántalo dijeron algo temprano sobre
ir a uno de los clubes después de la cena, pero no sé si...

- Perfecto. - Sonríe. - Vas con ellos, y yo atrás, para mantener un ojo en ti.
Creo que me quedare muy cerca de ti. Quizá si alguien tiene la oportunidad de
acercarse...

Él hizo una mueca. - Entonces, yo seré el cebo. Divertido.

- Adonis. - En un impulso, agarré su brazo. Se volvió, sutilmente


desplazándose fuera del flujo de tráfico. - Mira, sé que no piensas mucho de
mí...

El semidiós revivió los ojos. - No es...


Corte sus falsas trivialidades. -Y sé que estamos en desacuerdo sobre... - paré
cuando un grupo de adolescentes pasó, cerca lo suficiente para que uno de
ellos rozara contra mi brazo en su camino hacia las escaleras... - Prácticamente
todo. Pero, ¿en general? Todo eso no importa lo suficiente para que sólo me
quede con los brazos cruzados mientras te lastiman. Sé que no piensas en
nosotros como amigos, pero eso no significa que no vaya a hacer todo lo que
puedo para mantenerte seguro.

Adonis se burló, sorprendido. - Afrodita... - algo parecido a lamento brilló en


sus ojos. - No me debes nada. - Se deslizó la mano por el pelo, mirando
alrededor del lobby, luego bajó la voz. - Deberíamos...

- ¡Adonis! - Elise nos vio al salir del comedor, su cara era brillante. - ¿Vienes
esta noche? - Ella vaciló cuando sus ojos se posaron en mí, el dolor parpadeo
en sus mejillas por un instante. - ¿Traerás a tu amiga? – Era necesario, nunca
dije que fuera fácil para ella.

- Estaremos allí- Adonis respondió.

Después de dejar caer mi bolsa en la habitación, seguí al semidiós de pelo


dorado hasta el club. Música, danza, hombres. Justo la distracción que
necesitaba. Los clubes en el barco eran lo suficientemente pequeños para
mantener un ojo en Adonis y en los otros semidioses sin mucho esfuerzo, y
tengo que divertirme para mezclarme. Sería obvio que observaba a los
semidioses.

Ruidosamente, la música pulsante me golpeó a medida que atravesábamos la


puerta. Las luces estroboscópicas parpadearon en el techo con diamantes
falsos del tamaño de mi puño. Adonis y Elise se alejaron en una dirección, y
dejé que la multitud me tirara en la otra. Me moví con la música, dejando que el
pulso del golpe me distraiga, pero no tanto a punto de perder la noción de
Adonis. Él parecía un rayo de luz entre la multitud. Luz normal. No la de los
reflectores de color rosa, verde y azul barriendo el suelo entre destellos de
diamante. Él encontró a Tántalo, y los dos comenzaron a conversar con uno de
los amigos de Jane.

Elise empujó a Tantalo lejos de ella con una sonrisa amigable. Adonis movió
las manos mientras hablaba, y sentí una punzada en mi pecho cuando percibí
cuán relajado parecía al hablar con ellos. Toda su actitud parecía tan diferente
de cuando hablaba conmigo. Bueno, con la excepción de anoche, cuando se
quedó borracho.
Una sonrisa bromeó en mis labios y arrojé mi pelo sobre mi hombro. Sentarme
y sentir pena de mí misma no era mi estilo. Sólo tenía mareo de reinos, o algo
así. Pero ya era suficiente. Era hora de dejar de estar deprimida y divertirme.

Elise me miró y sus labios se estrecharon en una línea fina. Cuando ella se
separó de los otros semidioses y se dirigió a mí, pedí un Kiss on the Lips y
deseé ambrosia.

- ¿Puedo sentarme aquí? - Cuando balancee la cabeza, Elise dio una sonrisa
cautelosa y se sentó en un taburete, haciendo señal para el barman. - ¿Cómo
fue tu sesión?

- Brutal.

Ella se rió. - Lo siento, no pude creer que Narciso te jugó en una presentación
como esa. Todo el mundo se sintió muy mal después de tu brote.

¿Mi brote? Wow.

- Creo que ninguno de ellos percibió que cuando Narciso dijo haber
descubierto un nuevo rostro fabuloso, él quiso decir nuevo de nuevo, sabes,
no sólo nuevo en la convención. De todas formas, algunas de las otras chicas y
yo queremos invitarte al desayuno mañana antes de atracarnos y darte un tipo
de curso intensivo. ¿Estás interesada?

- Uh, seguro. - parpadee en confusión. - ¿Por qué estás siendo tan buena?

- Fui ruda ayer. - Ella bajó la cabeza, jugando con una servilleta. - Mis
problemas con Adonis son con Adonis. Tú no tienes nada que ver con ellos, así
que no hay razón para cobrártelos. Lo siento mucho.

Tomé un trago de mi bebida, la cual tenía un sabor delicioso, por cierto. ¿Quién
diría que la adición al licor de melocotón y granadina y un toque de mango
resultaría en algo tan sabroso? Bajé mi vaso y miré hacia Elise. - Descubrí que
la actitud tenía más que ver con lo que soy, en lugar de con quién estoy.

- Oh, eso fue un factor. - Me dio una sonrisa de lado. - Pero odiar a alguien por
lo que son, es una ladera resbaladiza, ¿no crees? Si voy a odiar, será por lo
que mereció.

Devolví la sonrisa. - Yo respeto eso.


Ella colocó una mecha de pelo detrás de la oreja. - Tengo... Preguntas que
necesito hacer. - Su rubor se profundizó. - Tengo que preguntar. No podría
vivir conmigo si no lo hago.

Yo suspiré, inclinando la base de mi vaso entre mis dedos. - No estoy


encantando a Adonis.

- Oh, lo sé. Los dos somos inmunes al encanto.

Yo sospechaba eso, pero aún era sorprendente recibir confirmación. -


Entonces, ¿cuál es tu pregunta?

Ella respiró profundamente. - ¿Estás chantajeándolo? Haciendo la familia de él


rehén, coaccionando de cualquier manera, forzándolo...

- Yo no haría eso. - Tome mi bebida, resistiendo la voluntad de rodar los ojos.

Ella tomó un momento para procesar eso, apoyando los codos en el mostrador
y revolviendo su bebida rosa con uno de esos inútiles palillos rojos. -
Entonces, ¿no lo estás amenazando, ni su familia, ni nadie con quien se
preocupa?

- No.

- Di algo - insistió. Cuando lo hice, ella frunció la frente. - Entonces, ¿qué


diablos está pasando? - Su voz aumentó en frustración y ella respiró, como si
se obligara a calmarse. - Lo siento- dijo ella, después de un momento,
Peinando los cabellos dorados con las uñas bien cuidadas. - Sólo... ¿Por qué
estás aquí? ¿Y por qué está aquí con él?

- Tal vez yo sólo quisiera ir a un crucero - sugerí, llamando al barman cuando


se volvió en nuestro camino. Su mirada se deslizó sobre mí, entonces él
levantó una ceja expectante.

- Sí, quiero lo mismo que ella- le dije a él.

- Por cuenta de la casa- dijo, entregando la bebida un momento después. Él


consiguió sacar los ojos de mí por tiempo suficiente para notar a otro cliente,
y se alejó con pesar.

Esperé hasta que estaba segura de que no podía oír antes de volver a Elise. -
No todos somos monstruos, sabes.
- En realidad, lo sé, pero... - Luces multicolores brillaban en sus ojos,
haciéndole parecer al borde de las lágrimas. - Odio a los dioses. Me dejó
porque no quería tener nada que ver con el tablero del juego divino, no quería
ser el peón de algún dios. ¿Y ahora, tengo que creer que él se olvidó de todo
eso y se unió a uno de los jugadores?

- No es su...

- Antes de disculparme - ella interrumpió, cerrando los ojos para mí- Antes de
intentar cualquier respuesta condescendiente y divina, quiero que consideres
una cosa. - Ella esperó hasta tener toda mi atención antes de continuar. -estás
compartiendo la habitación con mi ex. Paseas por el barco pegada a él. Veo la
manera en que lo miras, como tu voz cae cuando dices su nombre. El te gusta.
- El dolor brilló en los ojos de ella. - ¿Crees que es fácil pedir algo hacia ti?
¿Crees que me molestaría si no estuviera aterrorizada?

Ella tenía un punto. - No.

- Entonces, por favor, no lo hagas. - Dejó de hablar cuando el camarero pasó y


esperó un momento antes de continuar. - No estás con él. - Me miró por un
momento, y me di cuenta de que quería que yo confirmara eso.

- No de esa manera.

Elise dejó escapar un suspiro de alivio, sus ojos fijos en la multitud. -


Entonces, ¿por qué estás a bordo del barco? Algo peligroso está sucediendo,
porque cuando los de tu tipo se involucran, las personas mueren.

Dude, sin saber qué hablar. Pero entonces Tántalo vino a nuestra sección del
bar, ahorrándome el tomar una decisión.

- Bueno, si no son las dos mujeres más bonitas del ambiente... - Tántalo se
sentó en el banquito al lado de Elise. - Y yo, luego entre ustedes... - Nos dio una
sonrisa. - Un tipo podría tener ideas.

- Ugh, eres incorregible. - Elise rodo los ojos en disgusto y se deslizó fuera del
banco.

- Ah, bueno. -Tántalo apoyó los codos contra el mostrador. - Esa- él me apuntó,
- ¿Me debes una bebida de todos modos, cierto, querida?

Yo tenía preguntas para Tántalo también, entonces pegué una sonrisa en la


cara. - Creo que es lo mínimo que podría hacer después de tu ayuda la noche
pasada. - Yo di una palmadita en el asiento a mi lado.
- Sí, buena suerte con eso. - Elise volvió. - Hablo contigo mañana. - Encontró
mis ojos. - Voy a pasar algunos consejos. Preséntate alrededor. Estoy segura
de que Adonis se ha esforzado, pero los hombres pierden cosas. No siempre
dicen todo lo que necesitas saber.

La voz sonó sutil, pero leía su preocupación, alta y clara. Ella sabía que algo
estaba sucediendo y no confiaba en Adonis para decirle. – Esto es
absolutamente seguro. No puedo esperar a hablar de nuevo.

Ella tragó en seco, su cara pálida. Pero forzó una sonrisa en la cara, echó el
pelo hacia tras y con un acento se volteó para forjar su camino a través de la
multitud. Yo tenía la sensación de que Adonis tendría alguna explicación que
dar cuando me reuniera con él.

Mis ojos se fueron a Tántalos antes de dar la vuelta al barman. - Dos tragos de
todo lo que está en esas botellas allí. - Hice un gesto hacia abajo del mostrador,
donde un conjunto de vasos brillaba bajo las luces estroboscópicas.
- Tú acertaste.

Tragué la bebida, y agarré la mano de Tántalos. - ¿Bailas conmigo?

- Infierno, sí.- Tántalos colocó el vaso vacío en el mostrador y me tiró hacia él.

En medio de la danza, oí un carraspeo detrás de mí. Oh, mierda.

- ¿Puedo interrumpir? -Poseidón preguntó con voz seca. Él, por una vez, usaba
una camiseta. Aunque la estampa hawaiana llamativa me hizo desear que no la
hubiera usado.

Tántalos giró los ojos y parecía a punto de hacer algún tipo de comentario
sarcástico, entonces palideció al ver a Poseidón. - eres un...

El dios del mar estrechó los ojos y las olas dentro de ellos agitaban con una
intensidad espeluznante. – Vete a fuera, semidiós.

Tántalos despegó.

- ¿Vamos? - Poseidón extendió la mano.


CAPITULO 13
Hice una mueca para Poseidón, permitiendo que mi irritación dominara mi miedo.
Si me dejaba pensar en ser acorralada por él en el balcón la noche pasada,
perdería el control. - Estoy sintiendo un patrón aquí. Es un medio patético.

- Bien ¿que querías?. - Él me tiró cerca, pasando por el escudo alrededor de él. -
Estoy aquí para una actualización de estado. Puedes reanudar - él bufó... - Lo que
sea cuando salgas.

Me empuje lejos de él. - Eso era bailar.

-¿Bailar? - Poseidón rió, el dulce aroma nauseante de ambrosia bañando mi cara.


- No, eso era sexo con ropa.

- ¿No sabías que esa es una opción? - Provoque, alejándome de él. - Creo que
ahora sé por qué verte completamente vestido es tan raro.

- ¿Por qué moverse con la perfección?

Las luces pulsantes cambiaron dentro de nuestro escudo para un brillo suave,
vacilante. Todavía podía ver al resto del club, pero mi visión parecía filtrada, como
si mirara a través de una ventana mate. Incluso la música se desvaneció a un
volumen más suave. A pesar de todo, me sentía impresionada. Los escudos
generalmente funcionaban como un negocio de todo o nada. Atemorizar la
eficacia de un escudo, como bloquear sólo algunas visiones y algunos sonidos, y
así sucesivamente, necesitaba un nivel de control que llevaba siglos para
dominar.

- Para ver hasta dónde puedo ir, aparentemente. - arrugue mi nariz y tiré la manga
de su camiseta, mirando la estampa hawaiana naranja con disgusto. - Tienen
tiendas a bordo de este barco, ¿sabes?. Estoy segura de que podrías encontrar
algo un poco menos... - no podría siquiera encontrar un adjetivo lo
suficientemente mal para describir su armario actual. - Trágico.

- ¿Y tengo que confiar en tu juicio? - Sonrió. – Tu realmente tienes una cosa por
los semidioses, ¿eh?- Poseidón me tiró hacia él, moviéndose contra mí en el ritmo
de la música. - He encontrado que has acordado hacer esto para ayudar a
protegerlos, no alimentar a tu fetiche mestizo.
Arrugue mi nariz. - Si te doy una actualización de estado, ¿te vas?

- Tal vez. - Él convocó una copa de ambrosia. - ¿Quieres una?-Lo miré incrédula.
La noche pasada, yo estaba demasiado abultada para pensar en el costo de
convocar algo de la nada. Él acababa de tirar todo mi trabajo duro, usando sólo un
encanto simple, tratando de evitar llamar la atención. De cualquier manera,
Poseidón me estaba haciendo parecer más fuerte de lo que era, ya que se quedó
escondido detrás de un escudo todas las veces en que estuvo a bordo.

- No gracias.

Con esfuerzo, mantuve mi rabia lejos de mi voz. No quería irritarlo de nuevo. En


vez de eso, intenté ignorar la forma en que él se presionó contra mí, y le conté
sobre lo que descubrí la noche pasada; Sobre el calendario y las coordenadas del
buque, cuando los semidioses probablemente empezaban a desaparecer.

- La próxima vez que los semidioses ciertamente estarán juntos es para una
sesión de modelaje en la isla privada de la línea de cruceros, mañana por la
mañana. Tengo los números de las habitaciones y horarios que pediste. Los dejé
allá arriba, junto con mis notas, sobre la mesa en el balcón-.

Poseidón estuvo de acuerdo. - Yo los cogí. Fui a tu suite antes. No estabas cerca,
entonces seguí tu glamour. No fue fácil, dada la poca energía que estás utilizando
para... ¿Qué? ¿Cambiar el color de tu vestido?

- Arrugada. Mi ropa no se quedó bien en la maleta. Estoy tratando de evitar llamar


mucha atención.

El acento persistente de Poseidón parecía indicar que estaba haciendo un mal


trabajo. - Estoy sorprendido de que no utilices algo un poco más largo. Pasar
desapercibido es más fácil cuando no es tan perceptible.

- Dice el tipo que apareció de la nada en el centro de una sala llena. - Ojos de
océano y todo me quemaron- No puedo ocultar que soy una diosa de cualquier
cosa que puede leer firmas de energía, pero no necesito confirmar que soy lo
suficientemente fuerte para molestarme.

- Dudo que lo que esté detrás de eso está a bordo todavía. No he percibido una
única firma que no pertenezca a ti o a un semidiós. - La respiración de Poseidón
en mi oído me dio escalofríos. - ¿Pensaste en mi oferta?

- Sí. - Luché contra una ola de náuseas. - No estoy interesada


Él parpadeó, asustado. - ¿Descartarías a tu semidiós?

Aprovechándome de su sorpresa, me liberé de sus garras. - Si piensas que es


una amenaza, nada que yo haga te convencerá de otra cosa. Sin embargo,
buena suerte explicando por qué sentiste la necesidad de hundir a un aliado de
Perséfone, conocido por todo panteón. - Dejé un paso lejos, o lo intenté. El
blindaje no me permitió ir más lejos que la longitud de un brazo del dios del mar.
En vez de permitir que el miedo rompiera la compostura, estudié a Poseidón por
un largo momento, tratando de ver más allá de lo irritada y asustada que me
dejaba.

Se movió bajo la intensidad de mi mirada. - ¿Qué?

- No somos tan diferentes, tú y yo.

Él bufó. - Pierdete.

- Nosotros dos fuimos rotos - mantuve mis ojos fijos en los suyos, - y nos
sanamos. Yo sé que duele, y...

- Oh, eso es valioso. - Poseidón volvió los ojos, pero no perdí el brillo de dolor
en ellos. - Palabras de sabiduría de una niña diosa.

Di un paso vacilante hacia adelante. - Sé cómo se siente, como si estuvieras


atrapado en un papel por el que no vale más pelear, pero todo es diferente
ahora. Puedes cambiar. Yo cambié. Es un nuevo panteón, y...

- ¿Crees que has cambiado? - Las luces filtradas hicieron al dios del mar
aparentar estar en cámara lenta. - ¿Por qué? ¿Por qué te rebelaste contra Zeus?
Él me creó para ser leal a él. - Cuando mi espalda golpeó el escudo, cerré los
dientes y luché contra una ola de pánico.

- Entonces... Sí. Yo diría que tengo alguna experiencia con el cambio.

- No, él te creó para ser obediente a él. - Cuando incliné la cabeza en confusión,
presunción penetró en la voz del dios del mar. - ¿Nunca te preguntaste por qué
no se preocupó en hacer que tu quisieras obedecer?

¿A dónde iba Poseidón con eso?

-¿Por qué no le importaba lo que querías? Por qué preocuparse por el...
Esfuerzo extra.
- ¿Qué? ¿Crees que sería más laborioso garantizar que no gastaste cada
momento de tu vida tratando de encontrar una manera de eludir como te hizo? -
Sonrió y sacudió la cabeza, como si estuviera sorprendido por mi estupidez. - No
necesitaba preocuparse por lo que te da personalidad, Afrodita. Tú eras
desechable; Podría haber hecho una concha vacía. ¿Realmente crees que la
personalidad que recibiste fue un accidente?

- Para con eso.

- Le gustaba el desafío. - Las luces estroboscópicas de colores brillaban contra


los dientes de Poseidón. - Incluso cuando hacía lo correcto. La conformidad
incuestionable sería molesta para Zeus, y tú...

- ¡Para!

Poseidón agarró mi brazo con tanta fuerza que vi estrellas. - No eres más que un
juguete de Zeus. No has cambiado, Afrodita. - Me dio una sacudida áspera y grité
de dolor. – Hiciste exactamente lo que estaba diseñado para que hicieras. Él
simplemente nunca adelantó perder. Y no te engañes, no tuviste nada que ver
con eso. Él perdió porque no previó el sacrificio de Deméter.

- Dije que pares. - Traté de soltar mi brazo, mi grito me sorprendió a mí misma.


No fue hasta que la claridad surgió en la expresión de Poseidón que percibí que
su discurso fue casi imperceptiblemente arrastrado. Él me soltó tan rápido que
tropecé en el escudo que nos rodeaba.

- Espera. Poseidón extendió la mano hacia mí, las manos en un gesto de calma, -
Calma, - perplejidad escrita en su cara.

-No. - Rechacé hacia el lado y lejos de él, en un intento fútil de encontrar un


punto débil en su escudo. Mi respiración vino en suspiros afilados. - Tú estás... -
traté de decir mal, pero la palabra no se formaba. ¡No no! No creería en él. Intente
de nuevo. - Todo lo que acabas de decir es... Sólo

Poseidón bajó el escudo y caí hacia atrás, cayendo al suelo.

- ¡Eres una escoria! - Me levanté, sosteniendo mi brazo. La gente cerca de mí


dejó de bailar. - Nada más que lodo. - Me volví y tropecé por el club, empujando a
todos hasta que yo podía correr. Cuando llegué a la puerta de mi suite, me
detuve, percibiendo que no tenía una llave.

- ¡Vamos yá! – Golpee contra la puerta una y otra vez.


Poseidón estaba equivocado. Él nunca estuvo en mi cabeza. Él no sabía cómo
era luchar contra cada instinto que Zeus me dio, día tras día. ¿Pero no era yo
quien todavía dejaba a Zeus definirme? Dejo las cosas que hice controlar mis
reacciones. Él me forzaba a la izquierda, así que yo iba a la derecha. Al final, todo
lo que hacía me llevaba de vuelta a él.

- ¡No!

-¿Afrodita?- Una mano tocó mi hombro.

Saltee con un grito, retrocediendo a la puerta con suficiente fuerza para lastimar.
Cuando vi a Adonis allí de pie, me quedé blanda contra la madera, con la mano
en mi pecho y luchando para respirar en mis pulmones. - No hagas eso.

- ¿Estás bien?- La mirada de Adonis se agarró a mi brazo, que rápidamente se


transformaba en una confusión morada con manchas, y él respiró con sorpresa
entre los dientes. - ¿Poseidón lo hizo? ¿Por qué no estás curando?

- No puedo... - tragué en seco de nuevo. - No consigo respirar.

- Aquí-. Adonis abrió la puerta y extendió la mano para mí, pero me alejé de él.

- No. - Tropecé en la habitación. - Oh, dioses, él tiene razón, - admití, con la voz
rota. Salí de mi lugar, moviéndome en el piloto automático hacia el cuarto
oscuro, parando cuando llegué a la media pared separando cocina y comedor. -
Está absolutamente seguro. -Podría haberme obligado a amarlo-

- ¿Qué? ¿Afrodita, qué sucedió allí? ¿Qué hizo Poseidón? - Adonis se volvió al
interruptor y la luz inundó la suite. - Él...

- Zeus podría haberme obligado a amarlo. - Mis manos presionaron fuertemente


contra el banco. Me quedé curvada, codos cerrados, el pelo cayendo en mi cara
mientras yo miraba a la superficie blanca, respirando con dificultad. - Podría
haberme obligado.

- Eso habría sido horrible. - La confusión en la voz de Adonis sería cómica en


circunstancias diferentes. - Pero no veo lo que...

- Podría haber sido feliz. – Un sollozo trabajó por mi garganta, pero por supuesto,
no podía llorar. - No habría conocido nada mejor. ¿Sabes cómo sería mucho más
fácil... - Adonis me puso la mano en mi hombro y algo en mí estalló. - ¡No me
toques! - Dejé el mostrador mientras giraba para encararlo.
Adonis retrocedió, con las manos en el aire. - Ok, estoy...

- ¿Realmente crees que eres mejor que él? ¿Qué cualquiera de ellos? - Toda mi
rabia, confusión y miedo se enfocaba en un objetivo seguro. No podía herir a
Adonis, y él no podría lastimarme. ¿Y eso no era lo que vi en él? Dioses, que
patético. – Eres exactamente lo mismo. Ninguno de ustedes piensa que soy real.
Puedo sentir eso. Que soy algo y no alguien. Pero estás equivocado. Soy real, y
yo...

- Wow. Nunca dije...

- Deberías ser diferente. - Respirando profundamente, recuperé el aliento. - Pero


no eres tan amable. - Trague en seco. - Yo estaba tan cerca de ceder a Zeus. Cerca
de desistir. Pero entonces, tú... Pensé que habías creído en mí, confiado en mí. Y
nadie lo hizo nunca. - Respire, estremeciendome. - Pero era todo mentira. - Me
incliné contra la media pared, esperando que la estabilidad fuese suficiente para
compensar la sala girando. - No crees en mí, ni me conoces

-Afrodita... - Adonis se movió hacia mí, pero se detuvo cuando vacilé. Levantó las
manos, dando un paso atrás. - Necesitas...

Hablé entre suspiros de respiración. - ¿Quieres saber lo que Poseidón tiene contra
mí? Lo que él pensó que podría estar dispuesta a hacer...?- si pudiera respirar,
podría terminar esta frase.

-Tú sólo...

-¡Tú!

Adonis se congeló. - ¿Qué?

Deslice por la pared hasta llegar al suelo, sosteniendo mis rodillas en mi pecho. -
Él amenazó con matarte, a menos que yo....

-No- Adonis tropezó hacia atrás, sus manos yendo a la cabeza, como si estuviera
listo para tapar sus oídos si no le gustaba lo que oyera. - ¡No no! Tú no lo hiciste.

-Por supuesto que no lo hice, idiota. - Yo acabaría desmayándome, sofocándome,


o algo así, si no recuperara el aliento pronto. - Pero yo lo consideré. ¿Por qué? Tú
no me ves.

Nadie me ve; Sólo ven la cosa que Zeus hizo. Pero yo soy más que eso. Necesito
ser más que eso. - Dejé una respiración aguda tras otra, en rápida sucesión,
tratando de hacer que mis pulmones se llenaran de aire. - Soy real. Sé que lo soy...
Adonis se arrodilló a mi lado, empujando algo en mi mano. - Respira con eso-.
Separé la bolsa de plástico. - Nunca intente primeros auxilios de nuevo.

- Seguro, pésima idea. Debería ser de papel, ¿no? - Él guardó la bolsa y golpeó la
pantalla de su teléfono. - Ok, entonces eso dice que tú necesitas...

- Adonis.

Él desvió los ojos del teléfono, su pelo dorado cayendo en los ojos. - ¿Sí?

- Deja de fingir...- rompí en un murmullo... - Que te importa. - Miré hacia él, mi voz
suplicante. - Sólo... Necesito que salgas.

- Afrodita, no puedo dejarte sola ahora. - Él acentuó con el teléfono.- Creo que
estás teniendo un ataque de pánico, y si te dejo sola...

- Por favor-. Mi corazón golpeaba rápidamente contra mi pecho, tan fuerte que
sentía que sería capaz de ver el órgano tratando de liberarse de mi carne si
miraba hacia abajo. - Sólo... ¡Por favor! - Tomé mi pelo detrás con las manos
temblorosas. - Voy a curar. Necesito, sólo necesito...

- Afrodita... - se arrodilló a mi lado.

- ¡Déjame en paz!

Mi grito ronco lo hizo saltar hacia atrás, asustado. - OK ok. - Adonis se levantó. -
Estaré allá arriba si me necesitas. - Se detuvo cuando llegó a la escalera. - Oh, y
¿Afrodita? - El semidiós se volvió, sus ojos dorados sobre los míos. - No estoy
fingiendo.

Esperé hasta que él caminara hasta las escaleras antes de inclinar mi cabeza
contra la pared y cerrar los ojos. ¿Qué está mal conmigo? Los dioses no tienen
ataques de pánico, no como éste. Yo había despertado con pesadillas, mareada y
ofendiendo de miedo, pero dentro de unos instantes, mi curación sucedía y lo
peor pasaba, dejándome inquieta, pero funcional. Eso fue diferente.

¿Mareo de reino? Me pregunté de nuevo. Ciertamente esto fue más allá de una
pequeña incomodidad. Me preocuparía más tarde; Respirar ahora. Cierto. Todo el
conocimiento que la humanidad acumuló a lo largo de los años sobre lidiar con
ataques de pánico se encajó.
Respiraciones profundas, Afrodita, me entrené. Respira, inhala. Respira, inhala. Me
concentré en la respiración de mi abdomen y finalmente me calmé. ¿Algo que
sucedió hoy fue peor de lo que ya pasé? La revelación de Poseidón puso una
vuelta diferente en toda mi vida, con certeza, pero las manipulaciones de Zeus
estaban todas en el pasado.

Por supuesto que Zeus me hizo así. A pesar de que él no me tallo - mi


personalidad, sus acciones, la amenaza de él deteniéndose sobre mí, moldeó mi
vida entera. Pero Zeus no puede lastimarme ahora.

Te levantaste contra Zeus. Puedes manejar cualquier cosa. La voz de Ares resonó
en mi mente.

Abrí mis ojos. Las similitudes entre Poseidón y Zeus me llevaron al límite. Él era
superior a mí, y gobernaba un reino en el cual yo estaba presa en aquel momento,
y él era intimidante. Pero al final del día, él no era nada comparado a su hermano
menor. Poseidón era poderoso, con certeza, pero Zeus era poderoso también, y al
final, hice lo imposible. Yo había luchado de vuelta.

Incluso en mi hora más oscura, encontré fuerzas para resistir a Zeus. Le di a


Adonis el crédito por eso, lo marque como un símbolo, pero mi fuerza compró el
segundo que el semidiós necesitaba para no estropearlo.
De pie, caminé hasta la cocina y cogí agua de la nevera para aliviar mi garganta
seca como el desierto. Drene la botella, y cogí otra, obligándome a tomar pequeños
goles lentamente mientras ponderaba mi situación.
Después de deliberar por un momento, cogí la tarjeta clave de la encimera y salí,
cerrando la habitación cuando la puerta se cerró.

Rechace tener miedo de Poseidón. Y me aseguraría de que él lo supiera antes de


que la noche terminara.
CAPITULO 14
No esperaba que Poseidón estuviera paseando a bordo, pero yo sería estúpida
al intentar convocarlo sin antes comprobar si estaba en el bar primero.
Desafortunadamente, buscar su firma de energía necesitaba un nivel de calma
que yo no poseía en mi estado actual. Me obligue a respirar profundamente,
tratando de sentirme cómoda dentro de la seguridad de la multitud que se
contorsionaba. La música batió a través de la habitación, resonando a través
del suelo. Las salas apretadas del club y la gente pegada contra mí hicieron mi
pecho apretar. Cerrando los ojos, respiré hondo, e inhale el olor de alcohol,
jugo de frutas, sudor y el siempre presente olor salado del océano que se
infiltraba en el barco y se pegaba en la piel humana. Luces multicolores
brillantes bailaban en mis párpados cerrados.

- Ok - murmuré mientras el apretón en mi pecho disminuía. Mis ojos se


abrieron, y miré alrededor del club con un renovado sentido de propósito. No
estaba en el conjunto de mesas cerca de la puerta. Ni en la pista de baile. Mis
ojos viajaron por la madera pulida del bar curva alrededor del club, en busca de
lagunas inexplicables.
Alli.

Examiné la extensión del bar, la enorme cantidad de espacio libre de personas


denunciando la ubicación de Poseidón más que su firma de energía. Cuando
me acerqué a él, el escudo parpadeó, permitiéndome avanzar del otro lado de la
barrera.

- Lo siento mucho. - Él no miró hacia arriba mientras el escudo se rehízo detrás


de mí, bajando el volumen de la música del club a un murmullo silencioso.

Si gatitos cantando irrumpieran en su cráneo, no me sentiría más sorprendida. -


Tú... ¿lo sientes mucho? - Las palabras eran tan simples, considerando el
hecho que había sucedido, que de alguna manera me sentía más ofendida que
si no hubiera dicho nada. - ¿Por qué, Poseidón? ¿Agredirme la noche pasada?
¿Amenazar a matar a mi amigo si no duermo contigo? ¿Las cosas horribles que
me dijiste? ¿Qué es esto? - Extendí mi brazo, mostrando la marca púrpura que
su apretón había dejado. - Soy una diosa, Poseidón. Yo curo muy rápidamente.
¿Sabes cuánta presión tienes que aplicar para dejar una marca en mí? Mucho
menos una que lleva tanto tiempo para curar- Si yo fuera humana, mi brazo se
habría roto.
Él cerró los ojos, pareciendo una figura derrotada cuidando una copa de
ambrosia. - Sí. No sé lo que me dio. Yo estoy...

- ¿No sabes lo que te ha dado? - Mi voz se elevó a un grito. - Déjame darte una
sugerencia. - Tomando el vaso del bar, arrojé la ambrosia en el suelo. El cristal
golpeó el suelo con un bocado satisfactorio. – Eres demasiado poderoso para
esta mierda.

- ¿Qué diablos? - Poseidón se puso de pie, sus rasgos torciendo en una máscara
distorsionada de rabia. Tomé la botella al lado, pero él extendió la mano y cogió
mi brazo, cambiando su apretón hacia arriba de la lesión cuando me estremecí. -
¿Has enloquecido completamente?No sabes lo que estás haciendo. ¡Comando
un reino, por los dioses! –

Soltando mi brazo, di un paso atrás, sacudiendo gotas de ambrosia de mis


zapatos. - Hablé en serio antes. Este es un nuevo panteón. Perséfone...
- No tienes autoridad aquí. - Los ojos de Poseidón brillaron desafiantes.

- Estamos todos jugando por las nuevas reglas. Esto significa que no puedes
amenazarme, coaccionar o asaltar cuando las cosas no salen a tu manera.

- ¿Qué harás? - Las luces parpadeando felices bailando sobre Poseidón de


repente se convirtieron en flashes amenazadores - ¿Qué crees que puedes hacer
para pararme?

- Yo no. - Balanceé la cabeza para dar énfasis. - Ella. Tú diste a Perséfone un


derecho natural a tu reino cuando te negaste a recoger los poderes de Tritón. -
Un pensamiento me hizo pausar. - Eso fue intencional, ¿no? Estás utilizándola
como una red de seguridad. Tú sabes que si se estropea todo, ella entrará y se
asegurará de que tu reino todavía esté seguro. No puedes hacer eso, Poseidón.
No te puedes deprimir.

-Puedo hacer lo que diablos quiero- Poseidón gruñó, elevándose sobre mí. - Las
únicas personas cuyas opiniones valoraba están muertas. Todos muertos.
Anfitrite, Deméter, Tri...- él se aclaro la garganta. - Tritón. - Su voz suavizó tanto
que casi no tomé sus últimas palabras. - ¿Cómo soy uno de los últimos vivos?

- Somos dioses. Tenemos responsabilidades, obligaciones. - Traté de inyectar un


poco de simpatía en mi tono, pero fallé.
Hace cuarenta y ocho horas, podría haberlo conseguido, pero aprendí mucho
sobre Poseidón en los últimos dos días. No merecía mi pena. - Tienes un reino
para comandar y poder suficiente para hacer algunos daños serios más que
algo tonto.-

Jugué con la botella de ambrosia en el suelo. En lugar de romperse, golpeó el


suelo con un bocado hueco antes de rodar bajo el bar. Miré a la botella,
decepcionada de que la ambrosía no hizo justicia a su potencial dramático,
antes de volver mi atención hacia Poseidón. – el sufrimiento es un lujo mortal.
No puedes hacerlo.

Sucio, conocía el mal.

¡Cállate la boca! Argumenté con el lado sarcástico de mi cerebro. Las últimas


veinte horas difícilmente fueron típicas y yo no comandaba un reino.
Los gobernantes no pueden poner a sus amigos y familiares sobre el destino de
todos los demás, no importa cuán importantes sean. Hades estaba dispuesto a
romper el mundo para encontrar a Perséfone. Es por eso que los dioses no
hacían cosas como la familia. Porque el equilibrio es difícil y no confiamos en
nosotros mismos para no fallar.

Tal vez la generación de Poseidón estaba defectuosa. Consideré todo el drama,


celos y angustia que impregnaron la mitología desde que aparecieron. Tal vez
los Titanes tuvieran razón al intentar poner fin a su generación.

Poseidón me miró con tanta vehemencia que, por un segundo, me pregunté si


podía oír mis pensamientos. - Te vi con ese semidiós. No hagas faltar
importancia. Avisé que podría ser una amenaza...

Hice los ojos. - Si tuvieras la prueba de que realmente era una amenaza, yo
actuaría sobre eso.

- Que vago.

- Al menos no estoy tan borracha que no sé lo que estoy diciendo. ¡Dioses! Esto
es muy peligroso.

- Sí, bueno, no oiré más sobre ser la nueva muñeca de Zeus y sobre darme un
sermón sobre lo que significa ser un dios. Perdí de más de lo que jamás tendrás
que perder.
Incliné mi barbilla hacia arriba. - Nunca conocí a Tritón, pero sé que Deméter te
odiaría por usarla como una excusa por tu estupidez.

Él sacudió la cabeza y volvió a su lugar. - Ya me odiaban. Mi hijo murió. Y me


llevó semanas para darme cuenta de que estaba desaparecido.- Poseidón se
aclaro la garganta y corrió los dedos a lo largo del mostrador de madera. - Y
Deméter... Siempre pensé que yo... que encontraría una manera de arreglar las
cosas, hacer las cosas bien.

- Tú no puedes, y nunca vas a poder. - Las palabras salieron más directas de lo


que yo pretendía, pero no menos verdaderas. La madre de Perséfone y
Poseidón fueron una pareja por siglos, hasta que terminó todo. No termino
bien. No conocía todos los detalles - el drama interpersonal entre los dioses no
fue incluido en mi base de conocimiento, pero sabía que fue malo.

Deméter dejó el consejo olímpico y desapareció en su propio reino, negándose


a hablar con Poseidón nuevamente, hasta que su hija desapareció y ella
necesitó su ayuda. Y ahora Perséfone, la diosa más gentil del panteón, apenas
miraba al
dios del mar, a menos que él exigiera su atención. Y aun así, era con una
desconfianza que Poseidón pareció tomar como un desafío. Observarle intentar
probarse a ella era desconcertante, por lo menos.

- Pero puedes hacer todo en tu poder para no hundirte más. Un pequeño


consuelo, tal vez, pero mejor de lo que mereces.

Poseidón parpadeó. - Tienes don con las palabras.

Funcionaba mejor que una marioneta. Las palabras eran mi arma favorita
cuando el encanto no funcionaba. - Entonces, tal vez debías oír. – Me senté al
lado de él, sosteniendo su mirada. - Y ver que yo hablo en serio-. Se controlo. -Y
si me tocas de nuevo, que los dioses te ayuden. Poseidón, ni siquiera me
mirares con alguna intención enfermiza de nuevo, O inventare nuevas y
emocionantes maneras de perjudicarte.

La mirada en mi cara debió haberle convencido de que era serio, porque vi algo,
no miedo precisamente, sino algo como precaución, parpadeando en su
mirada.

Mostré mis dientes en una sonrisa fría.

Los ojos de Poseidón se ensancharon en alarma.


Yo no era tan buena. Cuando me volví para ver lo que podría alarmar al dios del
mar, mi corazón tartamudeo en mi pecho. Imposible. Cuatro pasajeros separados
de los demás examinaban la multitud, los ojos abiertos, las pupilas
completamente dilatadas. Encantados.

Tipo, realmente encantados. El poder absoluto derramando a través de ellos dejó


me erizo el cabello.

Mis ojos cayeron a la larga y brillante estaca de plata en sus manos. Metal
Olímpico: la única arma capaz de matar a dioses.
CAPITULO 15
Todo lo que se necesita es un rasguño. No podía respirar. Cuatro humanos
contra dos dioses deberían ser una batalla fácil. Poseidón probablemente podría
manejar con ellos solo. Con los ojos cerrados, en segundos. Pero con Metal
Olímpico, nombrado por la lámina, y no el metal, tocando nuestra piel de
cualquier manera, estábamos muertos. No. Yo estaba muerta. Una vez que
rompieran el escudo, Poseidón se teletransportaría.

Pero ¿por qué venían detrás de nosotros así? Podrían haberme cortado en
cualquier momento en que bajé mi guardia en la multitud. A Poseidón también.
Para enviar un mensaje, ¿tal vez? Que están armados, que son peligrosos, y
pueden venir detrás de nosotros en cualquier lugar.

Tal vez. Pero ¿para qué?

¿Qué importa? Yo estoy Muerta. Ciertamente uno de ellos conseguiría dar al


menos un rasguño en mí. ¡Muévete! Me dije a mí misma. En vez de eso,
permanecí sentada, como si estuviera pegada a mi banquito, con una sonrisa
congelada en la cara. Para un observador de fuera, podría incluso parecer
tranquilo, pero sólo era causa del miedo paralizante bombeando en mis venas.
Yo estaba muerta. Aunque, de alguna manera, me escapara ahora, yo estaba
muerta. Estaba atrapada en un barco lleno de pasajeros que podían ser
encantados. ¿Quién sabía cuántas de esas armas estaban allá afuera?

Todos ellos podrían tener una. Mi mirada barrió el bar lleno. Cada uno de ellos
podría tener una.

Poseidón se puso en movimiento lentamente, controlado y levantó las manos en


señal de rendición. - Mensaje recibido, alto y claro. Tú estás fuera de los límites-.

¿Qué? ¿Poseidón pensó que estaban bajo mi control? Mi miedo alivió cuando vi
una oportunidad. Una oportunidad muy, muy pequeña, pero cualquier cosa era
mejor que la muerte correcta. Ahora, tenía información que no tenía. Estos seres
humanos no eran míos. Ahora, la amenaza ,mi amenaza en su mente, se quedó
ante él. La próxima vez, él no podría verlos llegando y eso le preocuparía. ¿Pero
preocuparse sería suficiente? Necesitaba intentarlo.

- Promete que ni tú ni tus agentes actuarán con la intención de perjudicarme, o


Adonis, o cualquier otra persona que yo declare fuera de los límites.
Los pasajeros levantaron los brazos al unísono y cortaron el escudo con una
precisión espeluznante, las luces estroboscópicas dejando el movimiento
fluido. ¿Cómo nos veían si estábamos protegidos? Probablemente de la misma
manera que yo descubrí donde estaba el. Un vacío grande de espacio en una
sala llena. Eso, o ellos notaron que pase aquí y desaparecí de vista.
Sí, eso no fue terriblemente sutil.

El escudo se estremeció, pero se sostuvo. Uno de los humanos, un chico con


el pelo castaño desgranado, no parecía lo suficientemente grande para entrar
al club. Él usaba jeans, una camiseta de algodón azul y tenis.

Al lado de él estaba un hombre usando gafas y un pegajoso traje marrón. Mi


mirada se deslizó hacia la pasajera del lado, una morena en un vestido rosa
bibrante, luego al hombre con pelo negro, grueso, gafas de aro negro, pantalón
caqui y camiseta azul.

Poseidón se acercó a mí y lejos de los pasajeros. Sudor escurría a lo largo de


su frente debido al esfuerzo de sostener el escudo. - Prometo que ni yo ni mis
agentes actuaremos con la intención de perjudicarte, a Adonis, o cualquier
otro individuo que declares fuera de los límites, a menos que tú o ellos
intenten perjudicar-.

- Físicamente. - No quería que Poseidón fuera capaz de venir detrás de


nosotros por herir sus sentimientos.

- A menos que tú o ellos intenten perjudicarnos físicamente- él estuvo de


acuerdo con un acento.

El escudo parpadeó, y luché para mantener mi rostro compuesto. - Jura


protección también, y que pararás con el comportamiento autodestructivo y
comenzarás a comportarte de forma responsable.

Los pasajeros se abatieron sobre el escudo, implacables. Miré alrededor del


bar. Nadie parecía preocupado por las cuatro personas cortando el aire con
estacas de plata. El resto de los pasajeros estaba detrás de otro escudo, ¿o
todos estaban encantados? ¿Con qué diablos estábamos tratando? ¿Y qué tan
borracho debía estar Poseidón para atribuirme esto?

Siempre pensó que era yo. La realización me alcanzó como agua helada. De
todos los dioses conocidos, sólo yo tenía suficiente encanto para conseguirlo
Apuesto a que es por eso que no quería que yo investigara, en primer lugar. .
Perséfone nunca creería en las sospechas de él, entonces, en vez de
expresarlas, él aparecería con una manera de descubrirla sola. No es de
extrañar que no pueda acceder a todos mis poderes aquí. Probablemente los
inhibió a propósito.

En una forma distorsionada, su teoría casi tenía sentido. El primero de los


semidioses desapareció poco después de mi creación. Comencé a trabajar
con Zeus en el momento, contra mi voluntad, sí, pero Poseidón no podía saber
lo que Zeus me mandó hacer antes de morir. Además, Zeus, obviamente,
encontró una manera de entrar y salir del reino de Poseidón inadvertido.
¿Cómo pudo haber llegado hasta Tritón?

Oh, dioses. Él pensaba que tenía algo que ver con la muerte de su hijo.

- Lo juro. ¡Ahora hazlos volver!

Cada segundo que el escudo sostenía me daba la oportunidad de hacerme un


poco menos impotente. - Y cualquier favor que pueda pedir en el futuro.
Cualquier cosa que yo quiera y que tengas el poder de proporcionarme.-

- No fidelidad. - El poder compartido era muy personal. Aunque yo al mando…


el pensamiento de ser jurada por Poseidón me dio escalofríos. - Favores.

La música aumentó a nuestro alrededor con fuerza total y la multitud pulsante


afilada entró en foco. Oh mierda, oh mierda, oh mierda. Mi determinación
vaciló, pero respiré hondo y me obligue a esperar la respuesta de Poseidón.

Di algo, imploré mentalmente. Aunque nunca realmente utilizaba los favores,


tenerlos sería una medida de seguridad tan fuerte, que la ventaja es superior al
riesgo de muerte. Yo estaría segura. Entre jurar a Perséfone, y poseer a
Poseidón, nadie, dios u otra cosa, jamás sería capaz de amenazarme de nuevo

Bueno, excepto los cuatro pequeños seres humanos con sus puñales
mágicos. Todavía serían un problema.

Poseidón dudó, probablemente preguntándose si debía darme lo que quería o


simplemente teletransportarse. Ahora, la amenaza estaba delante de él. La
próxima vez, él no podría verlos llegando. - Tres favores. Cualquier cosa
dentro de mi poder, siempre que tu petición no me perjudique, o a mi reino, o a
cualquier otro dios, concedido sin condición.
.
Tres favores eran dos más de lo que esperaba. - Hecho. Y no cuenta como un
favor a menos que diga la frase: Poseidón, estoy pidiendo un favor.

Él repitió los votos, las advertencias y todo después de mí. A continuación, el


escudo se rompió. - ¡Llámalos de vuelta!

- Primero, dime lo que has hecho conmigo.

- ¿Qué?-

- Has hecho algo conmigo. ¿Qué? - Exigí.

- No sé de qué estás hablando.

- Me duele cuando uso mis poderes y algo está extraño, yo...

- ¡Por caos! Probablemente sólo tienes mareo de reinos o algo así. No tengo
nada que ver con eso. ¡Llámalos de vuelta, Afrodita!

Momento de la verdad. Era hora de probar sus votos. - No son míos.

Poseidón se volvió hacia mí, su mandíbula abierta en incredulidad. Por un


segundo preciso se quedó allí, mirando en estado de shock. - ¿Estás jugando
conmigo?

- Prometiste protegerme - recordé. Inclinando la cabeza a los pasajeros


encantados, y añadí: - Ahora sería un buen momento para empezar.
CAPITULO 16
- Tu tipo no es bienvenido aquí- dijo el hombre de cabellos oscuros, gruñendo y
empujando sus anteojos de lentes gruesos en la nariz con el dedo índice. El
pequeño con el pelo desgreñado y el hombre calvo lo rodearon, el metal Olímpico
agarrado firmemente en sus manos. No podía quitar los ojos de las estacas
brillantes.

Poseidón soltó una serie de maldiciones de marinero. - Detrás de mí. - Él extendió


la mano, listo para empujarme si no cumplía. Su tridente apareció en la otra mano
con un flash dorado tan brillante en la oscuridad, que me encontré parpadeando
debido a los puntos brillantes. - Y prepárate para correr.

- ¿Correr? - Exigí. - ¿Por qué no podemos teletransportarnos? -Poseidón podría


concederme la autorización en un segundo.

- Y dejar a tus semidioses como daño colateral? Mis votos prohíben eso, gracias a
ti.

Hice mi voz con tanto sarcasmo como pude. - Siempre podemos venir a buscarlos.

Vestido Rosa atacó primero, con toda la gracia de un zombi. Ella saltó hacia
adelante, azotando y cortando el aire con el Metal Olímpico antes de estar a un
metro cerca de Poseidón.

Ella intentaba equivocarse. Las luces parpadeantes iluminaban una lucha salvaje
en sus ojos oscuros. Ella resistió al encanto lo mejor que podía, pero ¿qué
esperanza había de que un mero mortal tuviera más fuerza de voluntad que una
fuerza divina?

- ¿ Y arriesgar caer directamente en una trampa?-Poseidón tenía razón. No podría


protegerse mientras teletransportaba. Podríamos ser capaces de convocar un
escudo en el segundo en que llegáramos, pero estaríamos vulnerables en ese
segundo.

- Lidiaremos con eso ahora, - Poseidón declaró.

Llamé a mi encanto, crujiendo los dientes contra el dolor que rasgaba mi


estómago. ¡Gah! -¿Qué fue eso? -El encanto se deslizó por los pasajeros como
agua. Tramando en seco, yo retrocedí, golpeando una banqueta.- ¿Correr? ¿De los
seres humanos?-
Poseidón evitó un ataque del calvo, y pareció acordarse de mí, jugando entre
nosotros dos, el tridente girando para bloquear la lámina. - Después
hablaremos del acuerdo que hicimos ahora.

- Habla lo que quieras. Tus promesas todavía son vinculantes. -Levanté un


escudo, la energía quemaba dentro de mí. Dioses, que dolor. Apretando los
dientes, ignoré el dolor angustiante y empujé el escudo a los pasajeros
encantados tan pronto como el greñudo entró en la pelea, el Metal rompió mi
escudo en un segundo.

Me congelé. La lucha no estaba en mi conjunto de habilidades. A diferencia de


Perséfone, nunca he visto motivos en pasar mi tiempo aprendiendo
autodefensa o perfeccionando mis poderes para que yo estuviera lista para una
situación de combate. Mi encanto podría acabar con los dioses. ¿Por qué
necesito algo más allá de eso?

Poseidón me empujó hacia un lado, interceptando el metal con su tridente. El


calvo saltó en auxilio de Peludo, cortando hacia Poseidón, pero Poseidón lo
hizo volar al bar, golpeando en una pared de botellas con fuerza suficiente para
romperlas. El calvo golpeó el suelo, alcohol y vidrio llovieron alrededor de él. El
barman imperturbable, continuó derramando bebidas. ¿Qué diablos? Todos
bailaban o se quedaban en grupos pequeños. ¿Todo el club estaba encantado?
Santo Hades, ¿con qué tipo de poder estábamos lidiando?

No te quedes parada. Haz algo. Respirando profundamente, dejé de pensar en


la música pulsante y me concentré. Con esfuerzo, elegí varios pasajeros más
encantados, así como un escudo que envolvía todo el bar. - Poseidón, ¡rompe el
escudo!

Una ola de energía creció de Poseidón. El escudo se rompió. Mi estómago


torció mientras yo cubría el ambiente con encanto, en un intento desesperado
de ganar el control de los pasajeros antes de que entrar en pánico y huir. Ellos
podrían venir a la cabeza.

¡Dioses! El esfuerzo de canalizar mis poderes me dejó doblando de agonía.

Rasgando los dientes, empujé el dolor, rompiendo la concentración cuando


otro pasajero invirtió contra mí, tirándome al suelo. Rodando hacia fuera del
camino, deslice por el cristal quebrado. Las botellas quebradas cortaron mi
piel. Me puse en pie.
Los pasajeros desencantados tomaron conocimiento de la lucha en medio de
ellos, y corrieron hacia la puerta gritando ¡Mierda! Al empujar el dolor, volví a
concentrar mi poder sobre la multitud cuando la música dejó de tocar y las luces
fluorescentes se encendieron.

- ¿Te has cortado?-Poseidón me dio una mirada, tirando un escudo para ganar
medio segundo para determinar si yo estaba bien o no.

- No por el Metal. - Respirando profundamente, forzaba mi encanto a tomar


posesión de los demás pasajeros. - ¡Ayúdame!-

- Ve - Poseidón gritó, el tridente balanceando en un arco salvaje. Vestido rosa


bajó para desviar el golpe, cortando hacia Poseidón, pero fue interceptada por un
miembro de la tripulación bajo la influencia de mi encanto. Corrí, Poseidón me
siguió sobre mis talones. La multitud estaba dividida en mi frente, formando un
corredor estrecho que cerró detrás de nosotros. Un escudo vivo.

Dispersos dentro de la multitud, yo podría elegir a los pasajeros que no estaban


bajo mi control esperando por nosotros para llegar lo suficientemente cerca para
atacar. - ¡Vestido rojo! ¡Gafas! ¡Camarera detrás de la mesa! - Grité avisos para
Poseidón así que elegí a los pasajeros que atacar, mirando hacia atrás para medir
su éxito.

El tridente de Poseidón brilló. Ahora entendía por qué Deméter y Hades


estuvieron tan determinados para traerlo a su lado en la lucha contra Zeus.
Poseidón no era sólo poderoso. Él luchaba de una manera que la mayoría de los
dioses serían demasiado complacientes para siquiera considerar.

No podía decir donde terminaban sus poderes y su destreza física comenzaba. El


relámpago verde irrumpió del tridente, seguido por un puñetazo, una patada, un
escudo invertido Alrededor de un pasajero para contenerlos. Él parecía estar en
todas partes al mismo tiempo, hasta que intentó contraatacar, y entonces él
desapareció.

- ¡Eres increíble! - No tenía la intención de hablar en voz alta, y, por derecho, no


debería ser audible sobre la lucha, pero de alguna manera, Poseidón oyó y me
respondió con una sonrisa.

-Pareces sorprendida. Pensé que era de conocimiento común. - Su sonrisa


desapareció. - ¡Cuidado!-
Me bajé cuando otro pasajero encantado avanzó en medio de la multitud,
cortando en el lugar donde estuve con un ataque centelleante. Poseidón estaba
allí en un flash. El pasajero salió volando en la pared, blando como una muñeca
de tela.

Salimos del bar y corrimos por un pasillo decorado para parecer el cielo
nocturno. Si alguien creyó extraño correr como si nuestras vidas dependieran de
eso, no me di cuenta.

- ¿A dónde vamos? - Lloré.

- Agua.

Cierto. Me volví hacia el atrio cuando el salón se abrió en un vestíbulo de entrada


lleno de tiendas de regalos, mesas y fotógrafos sacando fotos de pasajeros al
azar delante de escenarios bonitos. Los pasajeros encantados siguieron detrás
de nuestros talones. - ¡Por aquí! - Corrí en todo el atrio y hasta la escalera curva y
dorada.

Grité cuando una mano se cerró alrededor de mi tobillo y me tiró por los
escalones. Por un segundo, todo lo que podía enfocar era en los centímetros de
la estaca de mi cara. El arma no se movió. Mi mirada se desplazó hasta el brazo
del pasajero sosteniendo el Metal. El rostro contorneado en una cara de agonía.
Con un tirón violento, él fue arrojado lejos de mí, y golpeó la pared, impulsado
por una fuerza invisible.

- ¿Qué? - Puliendo a mis pies, encontré a Poseidón. Él estaba con un brazo


erguido hacia arriba mientras fundía y rehacia un escudo para mantener a los
pasajeros lejos, casi tan rápido como lo cortaban; Y el otro estirado en la
dirección del hombre, el tridente extendido. - ¿Cómo lo hiciste? - Telequinesia no
estaba en nuestro conjunto de habilidades.

- El agua salada. - Poseidón se burló, el esfuerzo de lanzar un nuevo escudo cada


vez que el metal lo cortaba era evidente en su cara. - ¡Corre!-Subí los escalones,
mi mente girando.

Había susurros, rumores, de que los seis originales eran capaces de manipular
el cuerpo humano a través de cofres construidos. Un control para cada dios.
Agua para Poseidón, minerales de la tierra para Deméter, y los cuatro aspectos
del alma para el resto. Pero sólo escuché rumores. Poca información precisa
sobre la creación humana transmitida entre los linajes.
Y nadie puede decir con certeza si esos mismos controles se han construido en
nosotros. Olvídalo por el momento. ¿Cómo no me han cortado? Fui derribada,
empujada, y ni sé cuántas veces debería haber sufrido por lo menos una única
lesión de las dagas olímpicas.

Esta lucha no tiene sentido. Estuve en este barco rodeado por esas personas
desde el último día y medio. ¿Por qué nadie me expulsó antes entonces?

Tal vez yo no sea el blanco.

¿Y si yo estuviera en el camino? ¿Nos abordaron a nosotros dos o sólo a


Poseidón al principio de la lucha? Él se quedó detrás de un escudo casi todo el
tiempo en que estuvimos a bordo. Tal vez ellos estuvieran así porque derribar el
escudo sería perceptible, no importa lo que hicieran. Si no puedes ir a la
sorpresa, ¿usas la fuerza?

Irrumpí por la puerta exterior y golpeé el parapeto, intentando recuperar el aliento.

- Quédate contra el carril. - Poseidón se deslizó hasta parar a mi frente.

- ¿Aquí? - Di una mirada nerviosa alrededor. El pequeño pedazo de cubierta que


ocupamos me hizo recordar una calzada. La estrecha franja de tablas de madera
blanca y rieles de metal pintados corrían paralelamente al vestíbulo principal,
separados por ventanas y puertas de cristal. Los pasajeros encantados estaban
en la puerta abierta, cortando el escudo de Poseidón. La música caribeña suave y
la risa venían de la piscina más debajo de la cubierta. Miré a los escalones
exteriores, preguntándome si debíamos correr hasta una cubierta.

- Aquí. - El escudo de Poseidón se rompió y sentí el poder rebotar de nuevo hacia


él. - ¿Puedes romper el encanto?

Dude. Nunca conseguí liberar a Perséfone del encanto de Zeus, no importaba


cuánto lo intentara. Había intentado mucho. - Tengo algunas teorías.

Poseidón estuvo de acuerdo. - Intenta entonces. Prefiero no tener que matar a


nadie.

- ¿En serio? - No era como si pensara que Poseidón apreciaba la muerte y la


violencia mucho. Pero no esperaba que le importara si las personas que nos
atacaban morían o vivían.

Poseidón se encogió de hombros. - No quiero dar a Hades cualquier excusa para


venir a mi reino.
Cierto. Los Dioses tenían que responder por causas divinas de muerte. Es de
imaginar que es con eso que Poseidón se preocupe ahora. El dios del mar se
volvió hacia la puerta. - Te daré el máximo de tiempo que puedas. Es posible que
desee huir.

Caí de rodillas, levantando las manos cuando una pared de agua vino sobre mí,
girando alrededor del pavimento cuando los pasajeros encantados pasaron por la
puerta.

Entre, nada para ver aquí. Mi estómago revivió mientras encantaba al comandante
de la nave, alimentando la orden con toda la energía que podría controlar. “Ve a
tu habitación y quédate allí hasta la mañana”.

El esfuerzo de mantener el asimiento de tantos pasajeros torció mi estómago en


ratos dolorosos. Oh, dioses, esto duele. El agua rugió a mí alrededor,
interrumpiendo mi concentración. Apretando los ojos cerrados, esperé hasta que
sentí que los pasajeros bajo mi control comenzaron a retroceder en toda la nave.

Imaginé puertas cerrándose, y esperé unos segundos para instalarme,


asegurándome a imprimir un fuerte deseo en sus mentes para permanecer en las
habitaciones hasta la salida del sol, antes de liberarlos de mi encanto. Incluso
fuera de mi control, sería más probable obedecer al comando subconsciente.
Estreché mi foco en los pasajeros bajo control extraño yendo en dirección a esta
plataforma.

¿Cuántos eran en total? Desistí de contar en el número treinta y cambie mi foco


para pelear con Poseidón.
Yo podía sentir el encanto sosteniéndolos, pero algo en la firma de poder parecía
extraño. El Encanto era como un hilo de energía que se extendía del Dios al
hombre. Un hilo. Pero el encanto manteniendo a los seres humanos no era una
sola línea solitaria, si no muchas, tejidas juntas como una cuerda.

- Hay más de un controlador- solté la realización golpeando en mí como una ola.

- ¿Qué? - Poseidón gritó.

Mi respuesta fue tragada en el rugido del agua. El calvo invirtió contra Poseidón,
pero fue llevado por la corriente. El agua subió y rodeó a Poseidón, suspendida
en el aire como los brazos de un pulpo, atacando cada vez que uno de los
pasajeros llegaba muy cerca. Pero él no sería capaz de mantener la lucha por
siempre. Rasgue los dientes y me enfadé en reunir más poder.
Nosotros no manejamos con otra divinidad como yo o un Titán sobrecargado.
Eso era algo completamente diferente. ¿Qué diría Zeus? - Tú crees que salvaste
al mundo, matándome, pero tú lo condenaste. Lo que está viniendo es peor. Y
por Hades, ellos están armados.

Ellos están armados. Plural. Luchamos con un grupo. Un ejército.

Mantuve mis ojos cerrados, reduciendo los gritos, gruñidos y flashes


ocasionales de rayos verdes para separar cada firma de energía que encontré
conectada a uno de los pasajeros encantados. Los hilos de poder estaban
trenzados juntos en una cadena compleja de encanto.

Pero la mujer de vestido rosa consiguió luchar contra el control externo. Tal vez
ella no fuera la única. Abri los ojos por un segundo, los movimientos bruscos de
los pasajeros confirmaron mi teoría. Rasgando los dientes contra el dolor
angustiante que acompañaba usar mis poderes tan cerca de Poseidón, me
concentré en un solo segmento de encanto, ignorando el resto de la cuerda por
ahora.

Los hilos individuales eran débiles.

- Afrodita- Poseidón estallo.- ¡En cualquier momento!

Más pasajeros se unieron a la batalla. No abrí los ojos para comprobar, pero
podía sentirlos. ¿Cuántos? ¿Diez? ¿Doce? - ¡Estoy intentando! - Me concentré
en canalizar mi energía a través de las aberturas entre hilos de encanto. Sudor
bañaba mi cara. Utilizar mis poderes no debería doler tanto.

Casi. Empuje las lagrimas, derramando más y más poder con el esfuerzo. El
encanto se disparó y mis ojos se abrieron. - ¡Lo conseguí! - Grité triunfante. -
Yo... - me paré con un suspiro. Los pasajeros estaban suspendidos en una pared
de agua detrás de Poseidón. Sus bocas abiertas, caras congeladas en
expresiones contorsionadas de dolor, pues intentaban desesperadamente
arrastrar el aire en sus pulmones, pero no lo conseguían, encontrando sólo
agua. Sus ojos muertos quemados en acusación.

-No- Poseidón dio un paso atrás y el agua cayó en la cubierta, arrojando los
cuerpos en el suelo con un golpe que sonó enfermo, el Metal Olímpico todavía
apretado en sus dedos muertos. - No lo has conseguido.
CAPITULO 17
- ¿Los asfixiaste? - Encare la pila de cuerpos con horror. Entre el choque de ver
la cubierta estrecha llena de ex pasajeros y el vacío de poder repentino por
liberar mi encanto, mis sentidos quedaron exhaustos. Las luces deslumbrantes
del barco reflejaban al agua brillante la piel de los cadáveres, creando una ilusión
disonante del movimiento contra la quietud no natural. El agua goteaba hacia el
suelo blanco. Música alegre tocaba encima de la respiración irregular de
Poseidón.

Había mucho ruido, mucha luz, y no el espacio suficiente en esta estrecha franja
de la cubierta. Por los dioses, todos estaban muertos. A principio de esta noche,
estuvieron bailando y disfrutando de sus vacaciones, y ahora estaban muertos.
Tomé mis rodillas en mi pecho y respiré profundamente.

-¿Qué diablos debía hacer? Tú no estabas ayudando-. Poseidón trabo un


músculo en su mandíbula. - Necesitamos descubrir lo que pasó. ¿Por qué fuimos
atacados? ¿Quién los controlaba? ¿Y por qué sólo te sentaste ahí como un ser
humano inútil? - Él cruzó la cubierta, sus ojos parpadeaban con irritación. - Tú
me hiciste pensar que ellos estaban bajo tu... - Él hizo una pausa. - ¿Que tienes?

Confundida, seguí la mirada de él sobre mi hombro. Las laceraciones hechas por


el cristal quebrado atravesaban mi espalda. No estaban curando.

- ¿Te has cortado con...?

- No. - Miré a mis arañazos, deseando que ellos curaran, pero nada sucedió. -
Uh... Necesité usar un montón de encanto para intentar romper el control. Tal
vez... - paré, tratando de traer coherencia a mi pensamiento.

- ¿Estás recibiendo la adoración suficiente?- Poseidón parecía avergonzado de


hacer una pregunta tan tabú. Esto simplemente no era el tipo de cosas que los
dioses discutían.

- ¿Tu me viste? Siento una adoración suficiente sólo por entrar en una sala llena.
- Peiné mi pelo hacia atrás con los dedos y respiré profundamente. - Mis poderes
son más difíciles de acceder aquí, sin embargo… - No intente ocultar la
acusación en mi voz. - ¿Es necesario repararlo?
- ¿Más difícil de acceder?- Poseidón agarró mi mano para levantarme. - Tu
tienes permiso para estar aquí, ellos no deberían... - él se burló cuando mis
rodillas se doblaron, cogiéndome antes de que pudiera caer sobre la cubierta
nuevamente. - Mira... - me apoyó contra la rejilla y me miró por un momento para
asegurarse de que no iba a caer. - Necesito librarme de las armas. Voy a
llevarlas a Hefesto y reunir a tantos dioses como pueda. ¿Crees que puedes...?

-¿Qué...? - La voz de Perséfone rasgó la mirada de Poseidón de vuelta al centro


de la plataforma donde los cuerpos estaban en un gran charco- ¿Hiciste?

- ¡Cuidado!- Poseidón extendió la mano hacia ella, pero Hades lo interceptó. - Tú


no tienes permiso para estar en mi reino- Poseidón recordó a Hades.

Hades se encogió de hombros cuando se arrodilló para estudiar los cuerpos.-


Las muertes con causas divinas exigen una respuesta divina. ¿Qué pasó aquí?
¿Cuidado con qué?-

Mientras Poseidón le contaba todo, esperé que la cubierta dejara de girar.


Cuando me sentí más firme en mis pies, caminé a través de los cuerpos,
recogiendo el Metal. Mientras las láminas no tocaban mi piel, yo estaría bien. -
¿Qué debo hacer con esto?

-Dámelo a mi- Poseidón y Hades exigieron simultáneamente.

Mire a Hades.

-Espera, espera. - Poseidón se desabrochó la camiseta hawaiana berrante y


pasó la abominación hacia mí.

Sostuve mi respiración mientras envolvía el metal en la camiseta. Un


deslizamiento, y estaría muerta. - Ok, aquí. - Pasé el paquete peligroso a Hades.

Perséfone se arrodilló al lado de cada cuerpo, tocando a cada pasajero y asumí,


liberando sus almas. Cuando terminó, ella se levantó. - Entonces, ¿cuál es el
plan?

- Hubo pasajeros que no atacaron. - Barri mi pelo de mis hombros. Estaba tan
caliente aquí afuera. ¿Era la única con calor? - No podemos saber si estaban
armados o no, pero probablemente debemos asumir que sí.

Hades cambió de posición, inclinándose para ver la puerta. -Necesitamos estar


seguros de que no hay más armas en el barco-.
Poseidón estuvo de acuerdo. - Y necesitamos preguntarnos todos si Afrodita
está segura de ser un gran grupo...

- Yo lo estoy. - Yo iba a vomitar, o desmayarme. Los puntos llenaban mi visión.


Di un paso atrás, tanteando ciegamente por el pasamanos blanco.. Cuando mi
mano se cerró alrededor del metal frío, me incliné contra las rejas.

Perséfone frunció el ceño hacia los cuerpos. - Este es un enorme barco. Buscar
y hablar con todos llevará más tiempo de lo que tenemos.

-No si tenemos suficiente ayuda-dijo Poseidón. - Estoy dando una autorización


temporal para teletransportarse en mi reino. Reúne a todos los que puedas. Si
hay más armas, hay que mantenerlas aisladas aquí.

-Dejaré las almas en el submundo y las llevaré a Hefesto. - Hades cambió el


paquete de armas mortales en sus manos. - Perséfone...

- Yo las tomare todas. Vamos a asegurarnos que nadie más pueda salir, sin
embargo. ¿Tú mantendrás un escudo alrededor de la nave?-

- Pueden romper escudos. - Balanceé la cabeza, intentando interrumpir el


zumbido en mis oídos para que yo pudiera concentrarme.

-Pero Poseidón sabrá si se rompen. Afrodita, mantén a todos en sus


habitaciones de la mejor manera posible. - Perséfone no sacaba los ojos de los
cuerpos. - Será más fácil la búsqueda, y tal vez podamos mantener a más
personas fuera de la línea de fuego si otra pelea irrumpe. - Ella soltó una
respiración profunda. - ¿Qué vamos a hacer con…- ella se aclaro la garganta... -
O, uh, los cuerpos?

- Lidiare con eso- Poseidón extendió la mano, como si quisiera tocarla, pero se
detuvo cuando sus ojos verdes se estrecharon hacia la mano extendida. Él bajó
el brazo hacia su lado. - Vamos a encontrarnos en la habitación de Afrodita.

Hubo más detalles intercambiados, números de las habitaciones y tal, pero yo


no podía concentrarme.

- Vuelvo luego. - Perséfone sonrió en mi dirección, y me esforcé para sonreírle a


ella antes de que ella y Hades desaparecieran.

- Mantén un escudo a nuestro alrededor para que nadie vea eso- Poseidón
ordenó.
Nadie debia estar fuera de las habitaciones, gracias a mi encanto anterior. Pero
respiré profundamente y lancé un escudo de todos modos. Mi estómago torció, y
mi visión que ya estaba coloreada. Pensé oír algo salpicando detrás de mí, pero
no podía estar seguro sobre el rugido en mis oídos.

Bueno, puedes soltar. La voz de Poseidón vino de algún lugar detrás de mí, pero
seguí derramando poder en el escudo. Hubo un desfase entre las palabras que
escuché y mi capacidad de reaccionar ante ellas. - ¿Afrodita?

Su mano tocó mi hombro, y empujó en sorpresa, dejando caer el escudo. Mis


rodillas cedieron. Poseidón maldijo, cogiéndome antes de que pudiera golpear el
suelo. Sentí ser levantada, sentí mi cuerpo estallar y entonces rehacer en un giro
enfermizo. Por un segundo, o posiblemente un siglo, todo se oscureció.

- ... ¡Sin respirar! - Los dedos de Adonis escanearon mi cuello por un pulso. ¿De
dónde vino? Él parecía preocupado, y extrañamente, eso me hizo sentir mejor.

Adoración. Me di cuenta mientras limpiaba mi cabeza. Más o menos.

- ¿Qué hiciste con ella? - La voz de Adonis estaba llena de rabia. Sus manos
dejaron mis hombros y sentía que se alejaba de mí. - ¿Qué hiciste? - El crujido
del tejido, y el golpe que siguió, me hizo luchar por la conciencia.

Poseidón sonó helado. - Quita tus manos de mí antes de que las quite-.

¡No! Traté de abrir mis ojos, pero hubo una ola de dolor, tan intensa que grité,
haciéndome pequeña de nuevo.

-¡Sal! - Manos callosas tan antiguas como el mar agarraron mis hombros,
derramando poder en mí. La energía se quemó a través de mí como cristal
fundido. Cristalizado. Despedido. El dolor se rasgó a través de mí. Arrastre el aire
en mis pulmones en un suspiro estrangulado que se convirtió en un grito
angustiado. Mi espalda arqueó y luché para liberarme de las garras de Poseidón,
para hacer que el dolor parara. ¡Cualquier cosa!

-¡Para! - El grito de pánico de Adonis resonó en mis pensamientos.

- Está respirando de nuevo, ¿no? - El dolor se detuvo, la presión sobre mis


hombros alivió. Poseidón dijo más palabras, pero yo no podía entenderlas.

-¿Te equivocaste con ella? -preguntó Adonis. Sus manos sostuvieron mi cara,
inclinando la cabeza de un lado a otro. - Vamos, Afrodita. Despierta. - Él cepilló el
pelo de mi frente.
- ... Mucho poder durante la lucha.

- ¿Lucha?

- ¿Pero seguramente no quemaría toda su reserva en una batalla?

La voz de Adonis se levantó con frustración. - ¿Qué batalla? ¿Qué pasa si se


queda sin energía?

- ... Muere- Poseidón respondió, como si la respuesta debiera ser obvia. Casi me
sorprendió no seguir con un duh.

Me gustaría poder reír. Duh es una palabra idiota.

- ¿Qué? - La voz horrorizada de Adonis sacó mi atención a la conversación. - No.


Ustedes viven de adoración.

- La adoración es el combustible de nuestro poder. La falta de adoración no nos


mataría si... - la voz de Poseidón se desvaneció en murmullos indistintos cuando
perdí la capacidad de acompañar la conversación. Pensé haber escuchado el
nombre de Perséfone, luego el cerrar de una puerta, pero no podía estar segura.

Oí un suspiro, y el sofá se hundió con el peso de Adonis. - Afrodita... - parecía


tan preocupado que intenté responder. - Vamos, Afrodita. Por favor. - Él agarró
mis manos en las suyas. - Vamos. Despierta. Por favor, despierta. - Él repitió las
palabras como un mantra, sosteniendo mis manos con tanta fuerza que me
lastimó.

No sé cuánto tiempo nos quedamos así, pero poco a poco, mi respiración


irregular igualó.

- Por favor, por favor - Adonis respiraba.

Abriendo los ojos, apreté los ojos contra la luz. Adonis estaba inclinado sobre
mí, equilibrándose sobre el borde del cojín del sofá blanco, apretando mis
manos en las suyas con toda la fuerza. Una sensación que no podía identificar
inundó mi pecho. Seguro, caliente, calmante y algo más. Como si estuviera en
casa. Como si alguien como yo pudiera pertenecer a algún lugar. No lo sentía
hace mucho tiempo. - Eso duele, - gruñi.
Los ojos de Adonis se abrieron. - ¡Dioses! - Él me tiró hacia él en un abrazo
abrumador. - Estás bien-. Sus labios rozaron mi frente cuando él habló. –
Pensé…lo siento. - Él me soltó y se deslizó un poco hacia atrás. - ¿Estás bien?

- Sí- dije jadeante, tonta. - Adonis... Gracias a ti.

- No.- Él sacudió la cabeza. - No me agradezco. ... Dioses, Afrodita ... Yo ...

La puerta se abrió. - Dije para encerrar eso- Poseidón murmuró al entrar en la


habitación.

- ¿Dónde está Perséfone? - Adonis preguntó. - Pensé que ibas a buscarla.


Poseidón sacudió la cabeza. - No hay necesidad. Me pareció que si tomaba el
foco en mí, algo así sucedería.

- ¿Y si te equivocas? –Me senté, cogiendo una almohada para apoyar detrás de


mí.

Poseidón me dio una larga mirada, y leí la respuesta en su cara. Él prometió


protegerme. No correr para ayudar. Si yo moría, los votos que él había prometido
morirían conmigo. Poseidón movió una de las sillas blancas tapadas más cerca
del sofá y se sentó. - Tú has dicho algo sobre tus poderes de ser más difíciles de
acceder aquí. ¿Pensaste que había hecho algo contra ti? ¿A qué te refieres?

Adonis se sentó a la orilla del sofá, alejándose para que pudiera quedarme
estirada. Él agarró los cojines en cada lado de él de una forma que podría ser
para el equilibrio, pero también actuó como una especie de barrera entre yo y
Poseidón.

Inteligentemente hecho. Observe a Adonis por la esquina de mi ojo. - Es sólo...


Me duele cuando intento usar mis poderes aquí. - Lo miré, el corazón golpeando
cuando percibí con absoluta certeza que él no estaba detrás de eso. - Yo sé que
a veces los dioses pueden...

- Eso no me gusta-. Poseidón sacudió la cabeza. - Te concedí acceso total a mi


reino. Puedes hacer todo, excepto teletransportarte y atacarme directamente. -
Se frotó la barbilla. - ¿Cercanía?

Traje mis rodillas hasta mi pecho, dando a Adonis un poco más de espacio. -
Fue lo que pensé al principio, pero después dejó de importar si tú estabas cerca
o no.
Poseidón empujó el pelo hacia atrás. - Esto no tiene ningún sentido.

- ¿Desde cuándo está sucediendo? - La voz de Adonis parecía tensa.

Poseidón no puede lastimarme, yo quería decirle. Pero no podía decirlo en voz


alta. Ahora, Adonis pensaba que él me estaba protegiendo. Señalar que en
realidad era lo contrario frente a Poseidón parecía grosero. - Desde ayer.

- ¿Desde ayer?- Adonis parecía querer preguntar algo más, pero él miró a
Poseidón, sus ojos revelando cuán nervioso se sentía.

Poseidón no estaba mirándolo. Él frunció la frente, inmerso en pensamientos. -


Zeus nunca dijo nada sobre ti- él dudó -¿Una fecha de caducidad?

Mi respiración quedó atrapada. - Él nunca dijo nada, pero... - Eso no significa


que no tenga. Zeus no planeó mantenerme durante mucho tiempo. Él tenía la
intención de obligarme a jurar lealtad y darle todos mis poderes. Entonces, de
nuevo, también estaba trabajando con un calendario muy específico. - ¿Es
esto posible?

Poseidón se encogió de hombros. - Los seres humanos las tienen.

Los científicos nunca lograron descubrir por qué las funciones de las células
madre disminuían con la edad. No había razón para que el cuerpo humano
funcionara perfectamente un día y un poco menos perfectamente en el otro.
Los seres humanos sólo morían porque estaban diseñados para ello.
Un teléfono sonó. Poseidón tomó el teléfono rosa de Perséfone del bolsillo.

- Estamos listos. - La voz de Perséfone entró en erupción en los altavoces. -


Libera el escudo.

¿Mis poderes se estaban poniéndose más difíciles de usar hasta que


empezaron a fallar completamente? Miré por encima de mi hombro, tratando
de ver los arañazos. Ellos se curaron en algún punto. ¿La curación tardará un
poco más cada día, hasta que dejara de ser capaz de curar?

¿Era mortal? No. ¿Sabría, no? Ciertamente yo sería capaz de sentir mi cuerpo
muriendo a cada respiración.

- Hecho- Poseidón dijo al teléfono, antes de colgar sin un adiós.


- Tú sabes que si ella piensa que tengo problemas, ella hará algo estúpido. - Yo
estaba ligada a Perséfone. Ella podría darme poderes, así como sacarlos. El
poder era nuestra fuerza vital. No sería responsable de que Perséfone perdiera
ninguno de los suyos.

Poseidón vaciló. - ¿Me estás pidiendo un favor?

- No. - No entendía la obsesión de Poseidón con Perséfone, pero sabía que él no


diría nada a ella si yo le pedía. Especialmente si pudiera salvarme. Cuanto antes
muriera, más temprano estaría libre del juramento.
CAPITULO 18
El suave golpe en la puerta me hizo correr al baño. No podía dejar que todo el
mundo me viera toda débil y temblorosa, mucho menos sudada y asquerosa.

Pase por una batalla, el lado racional de mi cerebro apuntó mientras yo me


estudiaba en el espejo y gemía. Los cortes y las contusiones podían haberse
curado, pero no había hecho nada para disimular la sangre seca cruzando mi
piel o el sudor atado a mi pelo y rostro. Incluso mi vestido parecía sucio.

Fregando mi cara en un intento de salvar mi apariencia, me preguntaba, en


una escala de uno a diez, cuán estúpido sería lanzar un glamour en mí ahora.
Las voces llenaron el camarote y maldije.Deja de enrollar, me dije, tejiendo mi
pelo en una trenza completa. Pero no podía impedirme pensar. Los
movimientos familiares de arreglarme me aterrizaban. Lo necesitaba después
de lo que acababa de pasar.

Miré debajo del mostrador, donde escondí una de mis maletas, y busqué por
algo grueso para vestir, que no expusiera mucha piel, en el caso de encontrar
más Metal Olímpico. Sí, no exponer la piel raramente era mi objetivo al
vestirme.

- Esto servirá - murmuré, deslizándose en un suéter largo que traje en caso de


frío y combinando la lana gris con leggins y botas de cuero de caña alta. Me
quedaría caliente, y no en el sentido que prefería, pero tuve suficiente suerte
esta noche.

El tejido no me protegería de ser apuñalada, pero al menos evitaría estar


expuesta a arañazos o cortes.

- Ok- respiré, mirándome en el espejo. Satisfecha con lo que vi, abrí la puerta
del baño.

Musas, gracias, y todos los seres vivos de sangre divina, excepto Hefesto,
llenaban la suite. ¿Cómo consiguio Perséfone reunir a todos tan rápidamente?
Ellos se aglomeraron alrededor de la mesa de café, escuchando mientras
Poseidón contaba todo. Mis ojos se posaron en Ares y trague en seco,
recordándome cómo me agarró la última vez que lo vi. Lo engañe una vez,
pensé irónicamente.
Atraído por el poder de mi mirada, Ares miró hacia arriba. - ¡Eh! - Él se separó
del grupo de dioses y corrió hacia los escalones para encontrarme. - Oí decir
que tu sobreviviste la batalla. Hiciste bien. - La preocupación en sus ojos
oscuros desmintió la broma en su voz. - ¿Has salido ilesa?

Me obligue a sonreír. - ¿Puedo considerarme una diosa de la guerra ahora?


Porque yo arrasaría en el look princesa guerrera. Cambiarlo - apunté a mi
leggins- Por una de esas faldas de cuero puntiagudas. Podría funcionar.

Ares se rió. - Yo no cambiaría tus tacones por botas de combate todavía,


pero apoyo la idea de la falda de cuero. - Él tocó mi codo y me tiró hacia el
resto de los dioses. - Desafortunadamente, si la cara del viejo del mar es
cualquiera indicación, tendremos que hablar de trabajo más tarde.

Poseidón se burló. - No te engañes. No esperamos tu opinión.

- Bueno, en ese caso... - Ares se puso de hombros y volvió su atención hacia


mí.

- Dejar de coquetear, Ares. - Atenea sacudió la cabeza, lanzándome una


sonrisa triste.

- Cielos - Ares jugó.

Los ojos grises de Atenea barrieron a Ares en una fría evaluación y terminó
con una risa.

- Ouch. - Me reí, saliendo del lado de Ares para dar un abrazo a Atenea. –
Bien, te veo en carne y hueso.

-Está bien, ¿y el semidiós Adonis?- Ares preguntó, deteniéndose antes de


llamar al mestizo de semidiós. – Tú pareces un poco acabado.

Adonis sacudió la mirada lejos de mí, como si estuviera sorprendido por


haber mirado allí. - No, ah, estoy bien. Sólo tratando de recordar algo.
¿Puedo ver esto?- Adonis se movió entre Poseidón y la mesa de café para
estudiar el mapa, ignorando la mirada de Poseidón. - ¿Aquí? ¿Estás seguro
de que este es el lugar donde se produjeron las desapariciones?
Me mudé detrás de Adonis y miré por encima del hombro. - Quiero decir, no
puedo determinar la ubicación exacta sobre la base de la información que he
encontrado. Pero en algún lugar por aquí. - Vi a Artemisa y grité, abrazando a
la diosa menor. - ¿Dónde está tu otra mitad?

- Oh, Ryan se quedó en casa. No sabía qué encontraría aquí. - Ella tiró el pelo
oscuro por encima del hombro y se encogió de hombros. - Gracias por
preguntar. Él estará encantado de saber que tú preguntaste sobre él.

Perséfone y yo probablemente somos las únicas diosas que no se refieren al


ser humano como su mascota. Me llevó un momento para saludar a las
Musas, las gracias, y todo otro dios que conocí en la casa de Deméter el año
pasado. Me sentía ridículamente feliz de verlos a todos vivos, enteros y
sonriendo.

- Son sólo números- Adonis murmuró.

- ¿Qué números? - Ares preguntó.

- ¿Puedo? - Adonis tomó un lápiz de la mesa sin esperar el permiso y diseñó


una línea de Miami, Florida a San Juan, Puerto Rico.

Poseidón gimió y se sentó en el sofá, haciéndo los ojos.

Adonis añadió una línea de San Juan a Bermuda, luego de Bermuda de


regreso a Miami. - ¿De la derecha aquí? - Él apuntó al centro inferior del
triángulo.

Le di una mirada interrogativa. - En algún lugar por aquí. Espera. - Contorne


el mostrador de la cocina y eché la pila gigante de papeles que había juntado.
- Ok, entonces éstas... – Le di a Adonis algunas páginas. - Son las rutas de
todos los barcos en los que desaparecieron los semidioses.

- ¿Son todas ellas? - Él separó las páginas, los ojos dorados estrechandose
mientras contaba los papeles.

- Hay sólo esas rutas, idiota-. Poseidón sacudió la cabeza. - ¿O crees que
cada crucero navegó inútilmente a través del océano?

Adonis ignoró a Poseidón y colocó los mapas azules impresos sobre la mesa,
separando cada hoja. - ¿Qué son esas pequeñas flechas?
- Estos son días en el mar. Este... - Pase otro mapa de la pila... - Es el lugar donde
seguí todas las rutas. - Puse el papel encima del mapa de Poseidón. - Y coloqué
una X en el último punto donde las tarjetas de los semidioses fueron analizadas, y
otra X en el próximo puerto de escala. Probablemente desaparecieron en algún
lugar entre los dos, y absolutamente desaparecieron antes de que el crucero
terminara, porque nunca hicieron salida.-

- Entonces, ¿cambiaste el color de la línea con la última verificación? -preguntó


Adonis.

- Sí. - Yo coreé, consciente de que todos los dioses a mi alrededor intentaban ver
mejor mi mapa. La habitación estaba apretada con tantas personas presentes.
Demasiado caliente.

- Bien hecho. Entonces, todas ellos se cruzan... Aquí. - Él circuló una pequeña
área en el mapa.

- No es muy terreno... Es agua.

Adonis asintió. - Pero, sin embargo - dijo, apuntando al círculo flotando en la


mitad inferior del triángulo dibujado. - Vamos, tienes que ver eso.

- ¿Formas? - Miré a Poseidón. - Los seres humanos tienen conocimiento sobre


las formas a un tiempo, ¿verdad? ¿O es que Zeus ha barajado un poco de historia
por mí?

- Sí, conocemos formas. - Adonis se rió. - ¿Pero tu realmente no sabes qué es


eso? Hablo en serio, creía que sabías todo, excepto buena música y otras cosas.

- Ella sabe casi todo de verdad- Poseidón interrumpió. - Los mitos que rodean el
Triángulo de las Bermudas no son...

- Más escandalosos que aquellos sobre ti - añadió Adonis.

Poseidón volvió los ojos de nuevo. - No hay ninguna pirámide en la parte inferior
del triángulo, ninguna magia, ninguna ciudad perdida. Estadísticamente, no hay
más barcos o personas desaparecidas allí que en cualquier otro lugar en los siete
mares, cuando cuentas el hecho de que es una de las rutas más viajadas en el
Atlántico.Adonis se encogió de hombros.

- ¿Excepto por el centenar de semidioses que desaparecieron en el último año?


Aquellos que nadie se acuerda de haber desaparecido
Poseidón hizo una mueca. - Coincidencia.

- ¿Coincidencia?- Adonis empujó su pelo dorado de la frente, dando a


Poseidón una mirada escéptica. - Si todos han sido encantados para olvidar
las desapariciones, como sabes que no hay un número aún mayor de...

-De todos modos- Atenea interrumpió, su voz era lo suficientemente severa


para callar a ambos chicos.- Necesitamos descubrir quién y con qué estamos
tratando. ¿Qué enfrentamos aquí? ¿Un Dios? ¿Un Titán? ¿Algo nuevo?
¿Pueden teletransportarse? Si es así, ¿qué los mantiene en el barco?

Poseidón sacudió la cabeza. - Puse un escudo bloqueando el teletransporte


tan pronto como todos llegaron.

- Mi apuesta está en un Titán-. Temblé, recordando cuánto encanto


necesitaba usar para intentar sacar a los pasajeros en modo de ataque. -
Nunca vi nada parecido a eso, el bar entero...

- Club entero - Poseidón corrigió. - No sólo las personas sentadas cerca de


nosotros. Ni una sola cabeza se volvió cuando las botellas se rompieron.
Pero dijiste que estamos tratando con más de un controlador usando una...
¿una cadena de encanto?

Balanceé la cabeza. - Creada por un grupo de personas que pueden usar


encanto. Más de los que están en esta sala ahora, y somos los últimos
descendientes divinos conocidos de Zeus. Pero los Titanes pueden crear
más dioses, ¿verdad? Este encanto necesita venir de algún lugar.

- Podemos crear más dioses también- agregó Perséfone.

-Sin embargo, ninguno de nosotros pasa encanto. Es nuestra salvación. - Yo


tenía suficiente para ahorrar algo para mí si quería reproducirme, suponiendo
que incluso podría, pero yo tenía más encanto que la mayoría. Los demás
necesitaban cada gota de encanto para generar la adoración suficiente para
sobrevivir. - Ares, ¿alguno de tus hijos tiene encanto?
- Nunca repuse encanto.

Nosotros estuvimos alrededor de la habitación, confirmando lo que ya sabía.


-Viste - dije cuando la cuestión vino todo para mí. - No puede ser nuestro.

- Espera, vamos a sacarlo del camino- Perséfone sugirió. - ¿No encantaste a


nadie a bordo de esta nave. Ares?
- No encante a nadie a bordo de este barco.

Esperé hasta que la instrucción circulara el cuarto entero. - Obviamente, yo


encante. Pero no para atacarnos. ¿Algunos titanes desaparecidos de la
prisión?

- No que yo sepa- dijo Hades

- Has pasado los últimos siglos convencido de que Zeus estaba en el


inframundo- Ares recordó. - Es posible que desees comprobar de nuevo.

Hades hizo una mueca. - Afrodita ¿no te preocupa que Zeus haya creado más
dioses como tú? No parece probable, pero...

Hice una mueca. - ¿Cientos de ellos?

- Ellos no tienen que ser tan fuertes como tú, si ellos tienen cantidad de su
lado -dijo Artemisa.

- Debemos mirar las dos posibilidades- dijo Perséfone. - ¿Algún Titán en


particular que deberíamos buscar? ¿Quién le dio a Zeus su encanto?

Grillos. Bueno, no grillos de verdad. Estábamos en medio del océano,


después de todo.

- Rea- Poseidón dijo finalmente.

- Así fue como ella logró convencer a Cronos para comer una roca en lugar de
Zeus- Perséfone exclamó. - Este mito tiene mucho más sentido ahora. Bueno,
entonces voy al Tártaro y...

- No está en el Tártaro. - Hades corrió sus dedos por los cabellos. - No


podíamos... No iríamos... Ella no está allí.

- Entonces, ¿dónde está? -pregunté.

Poseidón y Hades intercambiaron una mirada.

- Voy a comprobar sobre ella- Poseidón prometió. - Ella no puede


teletransportarse, entonces si ella está detrás de eso, lo que dudo, está lejos
del barco. Además, el Metal Olímpico es casi tan mortal para ella como para
nosotros.
¿Casi? Antes de que pudiera preguntar sobre casi, Atenea habló.

- Aunque especular tiene algunos usos... - Atenea hizo una pausa, esperando
hasta que todos los ojos estuvieran sobre ella antes de continuar. - Debemos
usar el tiempo con sabiduría. - Ella sacó un mapa brillante de la nave del fondo
de la pila de papeles, y plantó la hoja gruesa de papel sobre la mesa. -
Necesitamos buscar cada pulgada de este barco y necesitamos hablar con
todos para que podamos obtener algunas respuestas reales en lugar de
suposiciones salvajes. Ahora, Afrodita ha hecho un trabajo maravilloso de
mantener a todos en sus cuartos...

- Gracias. - Sonríe a ella, feliz por el reconocimiento

Ella asintió con la cabeza, sin perder el ritmo. - Pero necesitamos tener certeza
absoluta de que no perdimos ninguno, y no podemos arriesgar nada que quede
escondido en áreas que ya investigamos. Entonces, sugiero mirar plataforma
por plataforma-. Ella apuntó hacia el centro de la plataforma, donde había un
pequeño símbolo indicando escaleras y ascensores. - Vamos a necesitar a
alguien para mantener un escudo aquí y en las otras salidas.

- Pueden romper escudos - le recordé. - Con el Metal.

- Entonces vamos a saber exactamente dónde están. - Me dio una sonrisa


salvaje. - Hades, Poseidón, ya que ustedes dos son más fuertes sin encanto,
ustedes son las elecciones lógicas para esa tarea.

- ¿Y el resto de nosotros? -preguntó Ares.

- Por fuera-. Atenea dividió las plataformas por sección, asignando a algunos
de nosotros a hacer escudos y el resto al grupo de búsqueda. Buscamos una
cubierta a la vez dentro del alcance de un grito el uno del otro. - Vamos a
encantar a los pasajeros a olvidar cuando terminemos en cada habitación.

- Eso no funcionará en Elise- dije. - Es inmune al encanto. No he podido


confirmar si Narciso y Tántalo son inmunes o no, pero podrían ser.

- Confirmaremos esta noche-dijo Atenea, sin importarle. - Y mostrarles la


importancia del silencio de ellos si el encanto falla.
Amenazarlos, quería decir ella. Miré hacia abajo, claramente ignorando la
mirada intensa de Adonis.

- ¿Y si no encontramos nada? -preguntó Artemisa, sus ojos oscuros brillando.


- Entonces, podemos esperar ya que tenemos todas las armas- Atenea explicó.
- Descubriremos el paso dos pronto. Vamos a ver si hay algo que encontrar
antes.

Entablamos las preguntas que haríamos y los acompañamientos adecuados,


qué hacer si encontramos algo, y una docena de otros aspectos prácticos antes
de ir hasta la puerta.

- ¿Vienes? - Le pregunté a Adonis.

Él sacudió la cabeza. - Estoy sorprendido de que iras. ¿Deberías utilizar mucho


poder ahora?

- Perséfone hará todo el trabajo pesado. Lo mejor que puedo hacer para
recargar es ser vista por personas.

Adonis no parecía convencido, pero se encogió de hombros. - Hasta luego.


CAPITULO 19
Poseidón protegió el cuarto, encerrando a Adonis con seguridad dentro. Las
tres primeras cubiertas eran sólo de la tripulación, entonces encontramos a un
tripulante para que Perséfone encantara a bajar a los subniveles de la nave.
Atenea y Ares se separaron para buscar las zonas de personas libres, mientras
que el resto de nosotros empezó a buscar en los cuartos de la tripulación.

En el momento en que alcanzamos el primer nivel de pasajeros, Perséfone y yo


caímos en la rutina y conversábamos mientras trabajábamos. Bueno, hablar
sobre otras cosas, en lugar de…- ¿Crees que se abra? - peor, la brillante voz de
Perséfone preguntando: - ¿Qué es eso? - Ella estaba aprendiendo muchas
cosas hoy al revisar las pertenencias particulares de las personas.

Los corredores interiores en las plataformas más bajas intentaron ser bien
iluminados, con iluminación embutida en los techos bajos y luces de pista a lo
largo de los pisos, pero ninguna cantidad de luz artificial puede compensar la
falta de ventanas. Las líneas azules y naranjas en la alfombra imitaban el efecto
de mirar al agua cerca de la costa. Mientras, mantuve mi mirada en la alfombra,
yo no estaba tan consciente de las paredes y del techo más pequeño que la
longitud de un brazo a ambos lados.

- ¿Estás bien? - Perséfone preguntó cuando marque en el mapa la habitación


que acababa de comprobar. Ella golpeó la puerta de la próxima cabina. - Debe
haber sido horrible cuando las pobres personas se ahogaron. Y los dioses
saben cuántos más han sido heridos en la lucha. - Ella dio una sacudida
deprimida de su cabeza.

Hice un ruido que podría interpretar como un dictamen favorable. En realidad,


no estaba tan molesta con los pasajeros. Claro que fue chocante y terrible en el
momento, pero las personas morían. Sucedió. Y más a menudo que no, la
muerte no era cierta o justa. No me molestaría con eso. Pero si dijese a
Perséfone como me sentía, ella atribuiría mi falta de tristeza como insensibilidad
divina.

Pero aquí estaba la cuestión. Los seres humanos se han modelado como
nosotros. ¿De qué otra forma ellos podrían ver el noticiero? Viendo guerra,
muerte y sufrimiento humano , mientras toman café y después siguen por el día
como si nada estuviera equivocado? La gente necesitaba cierto nivel de
insensibilidad para sobrevivir sin ahogarse en la historia de horror de la vida.
Esta cabina parecía mucho más pequeña que la habitación que Adonis y yo
compartimos. El baño tenía un poco más de espacio que un cubículo. La cama
de matrimonio dejaba sólo un paso de espacio alrededor de ella, y el resto del
mobiliario obstruía la entrada. La búsqueda de la habitación tardó menos de
diez minutos. El equipaje de ellos, no mucho más tiempo. Nada apareció.

- Entonces, supongo que todavía no tuviste la oportunidad de conversar con un


Titán sobre tus poderes y las cosas que están sucediendo,¿ cómo tú querías?

- No - Su voz era amarga y la mirada en su cara me dijo que este tema estaba
cerrado.

Hice una mueca, dividida entre la curiosidad y su obvio deseo de dejar el


asunto. - ¿Cómo vas, después de todo? - Miré a Perséfone con la esquina de mi
ojo mientras caminábamos por el pasillo. - Desde Zeus.

Ella golpeó una puerta. - Ocupada. Todos los reinos, las cosas de dioses
pueden ser bastante abrumadoras. Es por eso - y sé que estaba enojada con
ella por eso - pero es por eso que estoy muy agradecida con la política de
Melissa de sin divinidades. - Perséfone me lanzó una mirada de disculpas. - Me
dio un lugar para ir donde todo el planeta no es mi responsabilidad. Cuando la
visito, puedo fingir que todo eso con Zeus nunca sucedió, y tipo, salir un poco,
¿sabes? Ver TV. Comer porquería. Chismear. - Ser normal.

Esta última parte no fue anunciada, pero yo conocía a Perséfone


suficientemente bien para saber que el deseo estaba en alguna parte.

Especialmente cuando se trataba de pasar tiempo con su humana favorita.


Esperé hasta que encantara al residente de la habitación de alado antes de
decir: - No estoy enojado con Melissa. - Enojada no era la palabra correcta para
alguien que yo consideraba una amiga, que prohibiria cualquier referencia a la
característica definitoria de mi vida. - Yo sólo... - suspiré, barriendo mi pelo de
mis hombros. - Perséfone, somos dioses. Esto no cambiara, no importa con
quién nos quedamos. La vida no es así. Sé que las dos somos muy nuevas en
eso, pero...

Sus ojos verdes brillaron y ella se volvió hacia mí, la barbilla erguida. - Sé lo
que soy. Y llegué a un acuerdo con todo lo que eso significa, bueno y malo. No
estoy dejando mis responsabilidades o deseando que no existieran.
- Bien. - Levanté mis manos en señal de rendición simulada cuando fuimos al
siguiente cuarto. - ¿Pero no te molesta que no acepte este gran aspecto de
quién eres?

Perséfone sacudió la cabeza. - Ella aceptó que era una diosa mucho antes de
yo. Me conoce, Afrodita. Casi mejor que yo. Necesitaba ese espacio. Necesito
un lugar donde todo eso - ella agitó con los brazos... – en donde no sea
relevante.

Perséfone se quedó en silencio mientras buscamos la próxima habitación.


Este contenía cinco camas. La búsqueda a través del equipaje tardó casi
media hora. Cuando salimos al pasillo, me dio una mirada pensativa.

- Melissa está teniendo una clase de psicología, y ella dice que todo el mundo
asume diferentes identidades en base a quién es. Tú hablas de trabajo y
actúas profesionalmente y diferente en el trabajo de lo que actúas en la
escuela, o con un grupo de amigos en oposición a extraños, o con tu
compañero. Tú incluso hablas una lengua diferente. Ella lo llamó... - se
detuvo, luchando para recordar.

- ¿Código de comunicación? - Golpee en la puerta al lado.

- Si es eso. - No había una respuesta, por lo que Perséfone usó la llave que
cogió de Miguel.

- Seguro. - Fui directo al armario, rastreando los chalecos salvavidas. - Pero


no es sobre tener diferentes identidades, es sobre usar diferentes aspectos
de una misma identidad. Nada realmente desaparece cuando no...

- Yo sé. - La voz de Perséfone resonó del cuarto de baño. - Pero creo que la
ilusión me mantiene sana. Hablo con Melissa sobre nada. Las cosas bobas,
cosas sin importancia. Cosas humanas. Hablo con Cassandra y Helena sobre
los mismos tipos de cosas, pero cosas del submundo. Y hablo contigo sobre
Zeus, o cosas de diosa que Hades no entendería.

- ¿No hablas con nadie sobre Zeus? ¿Ni siquiera con Hades? - Yo odiaba
preguntar sobre Hades. Él y Perséfone habían alcanzado el equilibrio, de
modo que todo lo que ella sabía, él sabía, y viceversa. Hades podría estar
oyendo toda esa conversación a través de Perséfone ahora. Perséfone juró
que ninguno de ellos hacía mucho eso. Escuchar sería grosero, pero también
era difícil, si trata de concentrarse en otra cosa. Todavía.
- Especialmente Hades. – Perséfone se mordió el labio mientras pasábamos a
la siguiente habitación. - Es diferente. Creo que... - ella miró hacia abajo, la
mano congelada encima de la puerta. -Creo que después de todo lo sucedido
el año pasado, no lo sé, lo afectó-.

Golpee por ella. - Miraremos alrededor del cuarto - dijo al hombre asustado en
una bata negra. - Si hay armas divinas, largas estacas plateadas, querrás
avisarnos ahora.

Parpadeó. - Hum, ok.

Buscamos por la habitación. - ¿Qué le pasó a él? - Tome la maleta del hombre
en la cama. - Fuiste secuestrada y torturada. ¿Qué diablos tiene que reclamar?

Perséfone cerró los cajones. - Yo creo que ese es el problema. ¿Cómo?, si tal
vez no se sentía en el derecho de estar molesto o cualquier otra cosa, porque
lo que pasé fue peor. Sólo que no es así como funciona. Todos atravesamos el
infierno el año pasado. Las cosas que Zeus hizo fueron demasiado
traumatizantes. Y no sólo para mí. Pero no puedo hablar de ello con él.
Necesito que lo que Hades y yo tenemos sea separado, intacto. Él es mi
santuario, ¿sabes? Estoy segura allí. Tal vez no sea el enfoque más sano,
pero... - se quedó en silencio por un momento. - No eres la única que tiene
pesadillas.

- Tal vez deberías tratar de no dormir. - Parpadee a ella y golpeé en la puerta al


lado. – Hacer que Hades sea útil.

Perséfone ignoró el doble sentido. - Él definitivamente ayuda. No podía


imaginarme despertarse sola después... - se detuvo. - Honestamente, no sé
cómo lidias con todo eso sola.

- Simplemente no duermo.

Perséfone sacudió la cabeza. - Probablemente todos necesitamos terapia.

Me reí. - ¿Será que Atenea nos cobraría?

Perséfone se rió, y ambos ignoramos el hecho de que eso no era tonto.


Estábamos todos tan rotos y desgarrados, ninguna cantidad de terapia jamás
sería capaz de repararnos a tal punto que las grietas no aparecieran.
- Probablemente cobraría. Entonces... - ella dejó la palabra arrastrar, su
voz provocando cuando sacó una almohada de la maleta. - ¿Cómo no
dormir, considerando que estás compartiendo una habitación con
Adonis?

Me reí, abriendo una maleta. - Adonis y yo no estamos juntos.

- ¿En serio? - Perséfone abrió la puerta del armario. - Melissa pensó que
estabas loca por él.

Hice una mueca, arrojando una bolsa de playa y revisando el contenido. -


¿Y ella creyó que me enamore? Excelente.

- Ella se sintió mal con eso. - Perséfone comprobó los bolsillos de una
chaqueta larga. - Entonces... ¿Es correcto?

- Es complicado.

Perséfone se paró en medio del pasillo y me miró hasta que mis defensas
se desintegraron.

-Creo que me apasioné por su idea. La realidad es bastante


decepcionante.

- ¿Qué quieres decir? - Sondeó cuando pasamos a la siguiente sala. Una


mujer sosteniendo una niña somnolienta de pijamas abrió la puerta con
una carcajada.

- ¿Tienes alguna idea de qué horas son? - La mujer gruñó. La niña en sus
brazos comenzó a llorar.

- Lo siento - dijo Perséfone, llena de encanto. - Pero necesitamos buscar


en su habitación.

- No puedo encantarlo. - Esperé hasta que Perséfone terminara de


cuestionar a la madre antes de continuar. - Incluso accidentalmente. Todo
lo que él dice y hace es real, ¿sabes?

- Lo sé, de hecho - dijo Perséfone. - Afrodita - ella reprendió cuando tomé


un osito de peluche de la niña.
- Bebé Jaguar - la niña gimió. - Mi bebé jaguar. De él... - ella calló bajo la
influencia del encanto de Perséfone.

- Es para ocultar las cosas en bichos de peluche- expliqué, apretando el


jaguar. - Está limpio. Aquí está, chica.

La niña tomó su juguete, dándome una mirada tan penetrante que di un paso
atrás.

- De todos modos- dije, después que Perséfone convenció a la niña a volver a


dormir. - No puede hacerme daño. No es lo suficientemente fuerte. Entonces,
podemos equilibrar. Y cuando la cosa de Zeus sucedió, me salvó. Él confiaba
en mí, creyó en mí en un momento en que nadie más podía.

- ¿Pero? - Perséfone preguntó después de un momento de silencio, cerrando


la puerta tan silenciosamente como podría para no despertar al dragón
dormido.

- En realidad, no es él. Lo puse en un pedestal y lo convertí en un símbolo.


Pero no era justa con él. No puedo vivir de acuerdo con eso, ¿sabes? Y el
verdadero Adonis no querría, de todos modos.

Perséfone sacudió la cabeza, golpeando la puerta al lado. - Lo entiendo. - Otro


cuarto vacante. Lo que significaba que no había equipaje para buscar. Sin
embargo, buscamos en los cajones y muebles.

- Uh-huh. - No podría imaginar otro ser, mucho menos Perséfone, entendiendo


algo que yo apenas entendía sobre mí misma.

Espera, ¿otro cuarto vacante? Hice una pausa mientras escribía un V gigante
sobre este cuadrado de mapa del barco, tratando de entender el porqué tantos
cuartos vagos me incomodaban. Perséfone encendió las luces, y el
pensamiento huyó.

- No, realmente. Yo entiendo lo que estás diciendo. - Ella empujó el pelo hacia
atrás, con la mano parada en la parte superior de la cabeza. - Yo solía tener
una caída por, literalmente, cada cara que siempre fue buena para mí y no
eran ellos, ¿sabes? – Dijo ella. - Siempre me sentía fuera de lugar, así que me
quedaba muy agradecida cuando recibía cualquier atención. Pero yo era muy
tímida para actuar sobre mis sentimientos, gracias a los dioses.

Y yo no lo era. Sí. Entendí aquel mensaje subliminal alto y claro. - ¿Crees que
estoy insegura y desesperada por el cariño? - No sabía cómo actuar sobre
eso.
Ella apretó los labios y miró hacia la alfombra. - Creo que estás sola. No estoy
explicando esto muy bien. - Ella suspiró. - Estoy diciendo que lo entiendo. Sé
lo que es sentirse diferente y sola, y sé qué es actuar sobre un pequeño gesto
y enfocar tanto en lo que esa persona dice o hace hasta que se convierta... en
más. Y estás segura, ponerlo en un pedestal no es justo con él. Pero tampoco
es justo contigo, porque acabas poniendo toda esa confianza en alguien que
tal vez no merezca eso.

Mi garganta se apretó. - Sí.

- Además, siempre esta Ares - ella bromeó.

- No está interesado. - Levanté mis manos después de la mirada de: ¡oh, por
favor!, que me dio. - No, confía en mí, Perséfone. Estuve en eso. No está
interesado. Pero, aunque estuviera, también puede no ser, ¿sabes? Tú y
Hades son extraños. El patrón divino no es la monogamia.-

Ella se encogió de hombros. - Tu vida amorosa, tus elecciones. No conozco a


nadie que este saliendo con una persona. Miles de miles... - No se qué es lo
que quieran, pero ... - se alejó el pelo de la cara.

- ¿Pero? - Repeti, sin saber dónde quería llegar.

- Ten cuidado. - Su voz se elevó para dejar claro que ella estaba haciendo un
pedido y no dando una orden de la cual yo sería obligada a seguir. - Los
pedestales donde puse niños no eran bajos, porque todos ellos
eran geniales. Pero todavía lastimaba cuando decían o hacían algo que los
hacía bajar de allí. Tu situación parece un poco más intensa.

Escogí mis palabras con cuidado. - Agradezco tu preocupación...

- ¿Pero cuida mejor tu propia vida? - Perséfone parpadeó hacia mí y dio una
sonrisa de disculpas y bajó la cabeza. - Lo siento mucho. Probablemente,
sólo proyecto mis propias cosas para ti, de todos modos. - Ella golpeó la
puerta al lado. - ¿Oíste lo que le pasó a Cerbero?

Tántalo abrió la puerta y sonrió cuando vio a Perséfone y a mí de pie delante


de él. - Tengo sueños que empiezan así. - Él abrió la puerta e hizo señal para
que entrar. - Entren.
CAPITULO 20
Entre en la suite de Tántalo y me encontré en una copia de la habitación que
compartía con Adonis. Después de un momento de vacilación Perséfone me
siguió.

-Está sudando- observé, mirando a Tántalo. Él usaba pantalones de franela


oscura y una camiseta blanca. Su pelo dorado parecía desordenado, y sudor
brillaba en su cuello. - ¿Algo mal?

- ¿Lo estoy?- Tántalo tiró del cuello de su camiseta. - Bien... Esta habitación
acaba de estar más caliente. - Perséfone hizo un sonido de disgusto, y él volvió
su atención hacia ella. - ¿Y quién eres? -preguntó. - Sé que no te vi a bordo. -
Él cerró la puerta, usando el movimiento para plantar una mano al lado de ella.
- ¿Qué tal quedarse para conocernos mejor?

Agarré su brazo y lo arrastré a la sala de estar, observando que la puerta del


balcón de Tántalo estaba abierta. - ¿Puedes buscar allá arriba? - pregunté a
Perséfone. - Voy a cuestionarlo y empezar a trabajar aquí.

- Hecho. - El alivio era evidente en su voz.

- ¿Preguntarme? -preguntó Tántalo. - ¿Buscar? ¿Qué son...?

Llamé a mi encanto; De hecho, usar mis poderes una vez no perjudicaría tanto.
Mi estómago se apretó, pero el dolor se sintió más como un pulsar monótono
que la sensación de dolor en el estómago de siempre. - Sí, vamos a buscar en
tu habitación, y responderás con la verdad a todo lo que pregunte y luego
olvidarás que estuvimos aquí. Ah, y por eso- añadí cuando Perséfone
desapareció por las escaleras. - De nada.

- ¿Por qué?

Lo empujé hacia el sofá y le señalaba que se sentara. - Acabo de salvarte de un


mundo de dolor. No coquetees con ella. No está interesada-.

Él se sentó, mirando hacia los escalones, como si esperaba a tomar otra


vislumbre de Perséfone. - ¿Quién es ella?
- No está interesada. Eso es todo lo que necesitas saber.

Tántalo levantó las cejas. - Si me preguntas - enfatizó la frase y me dio una mirada
irónica- Tengo la sensación de que voy a necesitar cafeína. ¿Quieres un trago?

- Claro. - Lo seguí hasta la cocina y me senté en el bar mientras Tántalo rebuscaba


en la heladera.

Ya que Tántalo sabía, me aparté de las preguntas habituales, tomando una ruta
más directa. - ¿Estás tratando de matarme o a cualquiera de los demás dioses?

Tántalo me dio una mirada extraña y derramó el trago en dos vasos. - ¿Ron?

Rechace.
Se encogió de hombros y me dio la espalda, derramando una dosis en uno de los
vasos.

- ¿Sabes quién podría querer eso?

- No- él puso las bebidas en el bar y se sentó cerca de mí.

Tomé un trago. - ¿Estás en posesión de alguna arma que pueda matar a un dios?

- ¡No! - Tántalo retrocedió por sorpresa. - ¿Hay algo de eso?

- No vas a recordar. - Repasé el resto de las preguntas y terminé mi bebida.


Cuando empecé a buscar en la cocina Tántalo se levantó. - ¿Puedo ayudar?

- No. - Permaneciendo en la punta de los pies, miré hacia lo alto de los armarios. El
barco sacudió y perdí el equilibrio, tropezando contra Tántalo. - Lo siento. - Me
volví a mirarlo mientras él me sostenía.

- Claro que sí. -Sus ojos encontraron los míos, entonces se abrieron de sorpresa.
Una larga sonrisa irrumpió en su cara, debilitándome las rodillas.

Si todo bien. Él actuó arrogante y egocéntrico, pero él también parecía realmente


caliente. ¿Qué chica no reaccionaría así al estar en sus brazos?
Tántalo inclinó mi barbilla hacia arriba. - Si te beso, no me convertir en una
planta o algo así, ¿no?

Me reí. - Bueno, no voy a prometer nada, pero... - toqué mis labios en los
suyos, manteniendo la provocación. - ¿No crees que valgo el riesgo?

- Infierno, sí. - Tántalo me tiró hacia él, su boca encontró la mía con habilidad
practicada. Él era un buen besador, y yo lo sabía. Cerré los ojos y dejé toda mi
frustración, rabia y miedo de los últimos dos días alimentar el beso. Mis
dientes rozaron su labio inferior y él soltó un gemido bajo, presionándome
contra los armarios mientras sus manos recorrían debajo de mi camiseta.

- Eh, ¿Afrodita? - Perséfone llamó desde el piso de arriba.

¿Qué diablos estaba haciendo? Al alejarme de Tántalo, luché para recuperar el


aliento. Debería estar buscando en la suite, no besando al increíblemente
caliente...

Mis pensamientos pararon en el olvido mientras yo miraba los ojos dorados de


Tántalo. Lo tiré de nuevo usando el cordón de sus pantalones de pijamas. Su
boca se aplastó contra la mía mientras barría la encimera detrás de mí. Algo
cayó al suelo y se rompió.

¡Para! Empuje mi cabeza, rompiendo el contacto visual con él. - Estas usando
encanto - acuse al bajar de la encimera.

- Siempre. - Tántalo se encogió de hombros. - No puedo apagarlo. Tengo que


decir- deslizó la mano por mi brazo, tratando de tirar de él de nuevo... - Es
bueno saber que era todo. - En mi mirada perpleja, él inclinó la cabeza, el pelo
dorado cayendo en sus ojos. - Bueno, eres inmune, ¿verdad? No podría
probablemente encantar a un dios.

Pasos llegaron del piso arriba. - ¿Afrodita?

- ¿Lo dejamos para otra hora? - Tántalo sugirió, liberando su apretón en mi


brazo.

Lo miré, tambaleando en estado de shock. ¿Tenía encanto? Entonces, él era un


hijo de Zeus. ¿Tres de los semidioses de Zeus en una nave? ¿Cuáles eran las
probabilidades? ¿Cuántos niños tuvo Zeus? ¿Y si Tántalo siempre utilizaba
encanto, como no percibí eso antes?
¿Cómo no podía sentirlo usando el encanto ahora?

¿Y cómo podría haberme encantado? Nadie me encantaba, excepto, tal vez,


Perséfone. Pero si mis poderes estaban desapareciendo, tal vez todas las reglas
estuvieran cambiando. Necesitaba probar mi inmunidad, pero, para hacerlo,
necesitaba alguien que sabía lo que estaba haciendo.

- Eh. - Perséfone giró la esquina de la cocina. - ¿Estás bien?

- Terminé aquí. - Me alejé de Tántalo. - ¿Necesitas ayuda con algo?


CAPITULO 21
El resto de lo ocurrido pasó en un desenfoque. No podía enfocarme en la tarea
que tenia. Ni siquiera cuando busqué en las tiendas. Fue muy malo, ya que ni la
ropa de marca conseguía sostener mi atención.

-¿Y ahora?- Ares preguntó cuando Perséfone y yo encontramos al resto del


grupo reunido en la cubierta superior justo delante del barco.

De aquí podríamos ver a alguien llegando, y el viento constante hacía un escudo


innecesario para bloquear el sonido. El mar todavía estaba oscuro como brea,
pero el horizonte presentaba señales de madrugada acercándose. Ya habíamos
liberado a las Musas, Gracias y divinidades menores, instruyéndoles a usar
glamour y mezclarse con los pasajeros, manteniendo los ojos abiertos al
problema, por lo que nuestro grupo estaba compuesto por sólo nosotros siete.
Artemisa, Perséfone y yo reclamamos los parapetos de las ventanas, mientras
que Ares, Hades, Poseidón y Atenea estaban de pie.

- No puedo creer que no encontramos nada - gruñó Artemisa del borde a mi lado.
Las tres ventanas se colocaron tan profundamente en la pared con vistas al
campo de golf en miniatura que servían como bancos, a pesar de la inclinación
hacia adentro.

- Eso es bueno, ¿verdad? - Perséfone se sentó en el borde de mi otro lado. No


podía verla muy bien alrededor de Hades, que se apoyaba en la pared entre
nosotras. - Eso significa que no había más armas.

- Tal vez-. Atenea levantó la voz para ser escuchada sobre el aire corriendo a
nuestro alrededor. Ella se inclinó a los carriles blancos del barco, lejos de
Poseidón y Ares. - Pero en todo este barco, alguien debe saber algo. Ni siquiera
tomamos ninguna firma de energía. Quien está detrás de eso puede haber
encontrado una manera de rodear nuestros escudos.

- De todos modos, ellos saben que estamos aquí. - La mirada de Poseidón se


centró en el mar.

- Estoy segura de que el gato estaba fuera de la bolsa antes de atacarnos con
Metal Olímpico. - Me pregunté si debería abordar el tema de mis poderes
perdidos y la posible pérdida de mi inmunidad. Ellos no podían contar conmigo
ahora, y permitir pensar de otra forma sería una mala idea. Pero antes de que
pudiera hablar, Perséfone se inclinó alrededor de Hades, extendiendo la mano. -
¿Hacia donde?
Pestañee a la mano, sin saber lo que quería de mí. - ¿Qué?

- Terminaste aquí - Poseidón dijo antes que Perséfone pudiera aclarar.-


Puedes irte a casa. No necesito más de ti. Saben que estoy detrás de ellos.
No tengo razón para ser sutil.

- ¿Querías ser sutil y la enviaste?- Ares sacudió la cabeza y me dio una


sonrisa. - Sin ofender Afrodita, pero tú te destacas.

Acepte el elogio con un encogimiento de hombros, volviendo mi atención a


Perséfone. - Me gustaría quedarme aquí. - Me incliné contra el cristal frío de
la ventana. - He establecido una relación con los semidioses. Creo que me
dirán si algo...

- Encantaste una habitación entera llena de gente para protegernos, casi


rompiste el encanto afectando a los pasajeros que atacaron, entonces
encantaste a todos los pasajeros de la nave para quedarse en sus
habitaciones mientras buscamos- Poseidón dijo, sonando impresionado, a
pesar de él- Creo que es seguro asumir que no estás disfrazada. Nadie va a
suponer que puedes ser encantada para olvidar cualquier cosa.

- Lo que significa que estarán enfocados en ella. Esto no tiene por qué ser
algo malo -dijo Artemisa. - Podría vigilarla, ver si alguien le mira muy
atentamente.

- Tú estás jugando, ¿verdad?- Ares agitó un brazo hacia mí. - Todo el mundo
la verá atentamente. Todas las cabezas en cada habitación se giran cuando
pasa. Es lo que Zeus quería cuando te hizo.

- Eso es mayor que algunos semidioses desaparecidos. Zeus dijo que algo
venía, algo más grande y armado. No quiero ser sorprendida. - Artemisa me
miró. - ¿Te importa? ¿Ser nuestra distracción?

- Uh... - necesitaba contar. Si podía ser encantada, yo estaba completamente


vulnerable. ¿Pero podría arriesgarme a que me manden? Adonis Y los otros
semidioses estaban en peligro. Él no estaba equivocado en su estimación de
su importancia, o la falta de ella - para la mayoría de los dioses-. Miré a
Poseidón por orientación, pero él claramente me ignoró, frunciendo la frente
mientras miraba las olas.

- ¿Cuánto tiempo tenemos?- Ares preguntó, cruzando los brazos.


- No sé exactamente. - Limpié las gotas saladas de agua cubriendo mi cara,
traídas por la brisa húmeda del mar. - Si los patrones continúan, los semidioses
desaparecerían en algún lugar entre la medianoche y seis horas.

Ares miró el reloj. - Ya son las siete.

Artemisa estalló con la risa, pero yo lo miré, esperando que él entendiera.


Él cerró los ojos. - Quisiste decir la próxima medianoche... Sí, lo entendí.

- Y es por eso que no nos importa tu opinión- Poseidón murmuró, sus ojos
enfocados en las olas. - Entonces, necesitamos...

- Dejar que suceda - Atenea sugirió.

- ¿Qué? - Hades empujó adelante con sorpresa.

Los ojos grises de Atenea quedaron uniformes, y su rostro asumió aquella


mirada paciente pasiva que yo sólo veía en su expresión cuando ella se ponía
súper molesta por tener su consejo cuestionado. - Necesitamos saber más
sobre lo que se hacen con los semidioses, para que son usados y de donde
están viniendo esas armas. El camino correcto para hacer esto es...

- ¿Utilizarlos como cebo? - No me gusto el sonido de eso más de lo que me ha


gustado la idea de ser una distracción. Pero no estaba sorprendida.

- No. Ser el cebo- explicó Atenea. - Hay cuatro semidioses. Vamos a sustituirlos.
Cuando ellos los lleven, nos tomaran en su lugar.

Huh, ¿quién habría pensado que Adonis y la diosa de la sabiduría estarían en la


misma página, casi la misma idea?

- ¿Qué haremos con los semidioses de verdad? - Preguntó Perséfone.

- Esconderlos en el submundo hasta que termine- Atenea sugirió. Los


semidioses eran los únicos seres vivos que podrían ir al inframundo sin ser
invitados.

- Adonis y Elise no pueden ser encantados, - añadí. - Pueden no hacerlo.

- Creo que podemos dejar a Adonis. - Atenea ponderó. - Si todos son llevados,
puede ser bueno tener un verdadero semidiós para hablar.
- quieres decir mentir. - Si Perséfone intentó enmascarar la desaprobación en
su voz, ella falló.

- Precisamente. - Atenea se tocó el cabello como para asegurar que el viento


no hubiera dañado su peinado. Como si un moño apretado pudiera ser
deshecho por nada menos que un tornado. Hice una nota mental para darle
algunos consejos más adelante. La belleza práctica era una cosa. -Adonis
probó que él podía cuidarse y que es confiable. Aquellos con encanto
necesitarían sustituir a los semidioses, y uno de nosotros tendría que
sustituir a la asistente. Por lo que he observado, está lo suficientemente
cerca para notar pequeños cambios en el comportamiento de Narciso. En
cuanto al resto de nosotros, podemos usar el glamour para mezclarnos con
los pasajeros.

Miré hacia arriba. No sabía cómo podía mantener glamour. - Yo...

- Oh, no tú- Atenea aclaró, alisando su traje gris. - has sido vista en este
barco. Sería sospechoso si desaparecías. Creo que Artemisa tuvo la idea
correcta. Vamos a dejar a quién está detrás de eso desperdiciando su tiempo
observándote. Con alguna suerte, nunca nos verán llegando.

- Yo podría sustituir a Elise-. Los ojos oscuros de Artemisa estaban


apretados con el pensamiento. - La diferencia de altura será algo difícil.
¿Cuánto mide? ¿ Un metro y setenta, un metro y ochenta?

- Espera, ¿podemos cambiar nuestra altura? - Perséfone parecía tan animada


que todos paramos para mirarla.

- Cuanto mayor es la diferencia de nuestra forma original, más poder


necesitamos para mantener. - Expliqué. - La altura es un gran problema
porque afecta la estructura esquelética entera. No sería práctico en el día a
día.

- Oh.

- Voy a sustituir a Tántalo - Ares dijo, llevándonos de vuelta al asunto con


una sonrisa maliciosa.

- Esta no es una buena idea - Poseidón se opuso.

- ¿Tienes un plan mejor? - Perséfone preguntó.


- Sí. Ahogar el barco. Sacar las armas de las manos humanas en seguridad.
Si todo lo que está detrás de todo esto sobrevive al ahogamiento, entonces
habremos aprendido más sobre la naturaleza del mismo. Si no, tú y Hades
pueden resolver todo en el Tártaro.

Perséfone le miró por tanto tiempo que Poseidón se movió y frotó la nuca.
Ella se volvió, sin decir una palabra a él. - Atenea, tu idea suena maravillosa.
Ares, Artemisa, gracias por el voluntariado. - Ella me miró. - Voy a
comprobar, tanto como puedo, pero por ahora... - ella lanzó a Poseidón una
mirada dura. - Si te atreves...

- No eres reina aquí - Poseidón recordó. - Este barco está programado para
llegar a tu reino en dos días...

- Mañana- corregí. - Bueno, tipo en una hora.

Poseidón sacudió la cabeza. - En una isla privada, lo suficientemente


pequeña para proteger. Pero esta embarcación atracará en Nassau en dos
días, que es una isla muy grande para monitorear cada pulgada. En este
momento, todo lo que tenemos que cuidar son de los semidioses
desaparecidos y esas armas atrapadas en un barco. No dejaré que huyan de
mi reino. Dos días, y el barco se movera. En ese tiempo, puedo jugar a ser
Narciso. No creo que sea uno de los de Zeus. ¿Lo has visto usar el encanto?

Balanceé la cabeza. - Pero los otros semidioses en la nave pueden. He oído


algunas cosas que indican que hay una buena oportunidad de que él
también pueda.

- Sólo en el caso, yo seré la asistente de Narciso-dijo Atenea, trayéndonos


de vuelta al foco de la conversación. - Puedo usar el encanto, si es
necesario. Nosotros haremos el cambio después de la sesión de hoy. Esto
nos da tiempo para observar sus gestos.

- ¿Todo el mundo tiene un teléfono? - Preguntó Perséfone. - Podemos


necesitar alcanzar el uno al otro sin esperar un paisaje de sueños.

- Tengo uno - Ares dijo.

- Yo también - Artemisa entró en la conversación.

Atenea, Poseidón y yo, no dijimos nada.

- Volvemos pronto. - Perséfone desapareció.


Después de trabajar un poco más de la logística, reapareció con algunos
smartphones, seguros en sus cajas. - El chico de la tienda juró que estaban
totalmente cargados y listos para su uso.

-¿La tienda? ¿A qué zona horaria te teletransportaste?

- He programado todos nuestros números en los teléfonos, así que todo lo


que tienes que hacer es cargarlo de vez en cuando y mantenerlo. No duden
en mandar un mensaje si tienen preguntas. Uh... ¿Todos saben mandar
mensajes?- Ella entregó un teléfono plateado a Atenea, que se burló.

- Podemos no ser tan jóvenes como tu querida, pero puedo asegurar que los
teléfonos móviles no están más allá de nuestra comprensión.

Perséfone parecía dudosa, pero entregó a Poseidón un teléfono negro, sin


argumento, y me entregó uno dorado. - Debería haber cogido algunas fundas
- se preocupó.

- Podemos protegerlos - recordé a ella. - Gracias, sin embargo. - Guarde el


teléfono.

Después de repasar algunos detalles de última hora, todos estaban listos


para pasar por las tareas asignadas.

- Ares - llamé, corriendo detrás de él antes de que él pudiera distanciarse


demasiado. - ¿Puedo hablar contigo por un segundo?

- Claro. - Él me siguió por la cubierta, fuera de la vista del campo de golf.


Dejamos de andar cuando alcanzamos una pared de vidrio que daba a la
siguiente plataforma. - ¿Estás bien con Poseidón?

- Ya se ha resuelto. Pero ahora, necesito un favor. - Cuando su expresión


quedó cerrada, me reí. - Sólo necesito probar una cosa. ¿Puedes usar tu
encanto?

Yo odiaba pedirselo a el, pero Perséfone era muy fuerte, su encanto podría
haber funcionado en mí y pensar que mis poderes no estaban
desapareciendo. No confiaba en Atenea con mi debilidad, y no conocía a
Artemisa muy bien.
- Tal vez. ¿Qué gano por este favor? - Él bromeó.
Le di un empujón juguetón.

- Ouch. - Ares se rió. - No es el pago que yo esperaba. Pero sí, con certeza. - Él
esperó un golpe. - ¿Feliz?

Hice una mueca. - No puedo sentir nada. Encantame.

- ¿En serio?- Ares me dio una sonrisa traviesa y encontró mis ojos. - Está todo
bien. Quitate la camiseta.

Dioses, la camiseta comenzó a rascarse en mí. Extendí la mano a la barra de


mi camiseta y mire nerviosa, empezando a alarmarme. - Para. - Él agarró mis
manos. - Eso no debería funcionar.

¿Qué no debería funcionar? Miré sus manos envueltas alrededor de la mías,


en la parte inferior de mi camiseta. - ¿Ares, enserio? - Tomé mis manos y lo
empujé. - ¿Eso es donde va tu mente?

- Por supuesto que es donde mi mente fue.

Apreté los ojos hacia él.

- Te paré - me recordó. - Yo no... Yo no...

- ¿Estás sonrojado? - Las puntas de las orejas, apenas visibles a través de su


muro de pelo ondulado, eran de un rojo vivo.

-Eso no es donde iría... - continuó, balbuceando. - No contigo. No con nadie,


pero definitivamente no contigo... - hizo una pausa. - ¿Te estás riendo de mi?
Dejé de intentar sostenerme y empecé a reír tanto que no podía respirar.

Agarré mi estómago, tratando de aspirar el aire entre risas. Se rió por un


momento, aunque no lo deseaba.

Su risa desapareció cuando percibió que yo no paraba.

- Lo siento - engañé, aún riendo, presa en el puro absurdo de mi situación. -


No es gracioso, yo solo... Sólo... - yo no podía parar. Hice al maldito dios de la
guerra, batalla y derramamiento de sangre sonrojarse. Yo podría ser
encantada. Había una posibilidad distinta de que estuviera muriendo. Fui
atacada, perseguida e insultada por convertirme en una modelo, y...
convertirme en una modelo, y...

Yo podría ser encantada.

Y probablemente estaba muriendo.

Mi risa no era audible, aunque mis hombros se balancearon con mis suspiros
histéricos.

Ares dudó. - Afrodita... - él pasó el brazo alrededor de mi hombro y me tiró


cerca de él en un abrazo torpe.

A pesar de todo, me incliné hacia él, agarrándome a su chaqueta. Cuando mi


risa se paró y se mudó a respiraciones profundas, temblando, se alejó. -
¿Cómo pude encantarte?

Dude por un segundo. Pero yo estaba más allá, y necesitaba un parecer de


alguien que no se beneficiaría de mi muerte tanto como Poseidón. Temblando
con el frío viento de la mañana mordiendo a través de mi camiseta, le conté
todo lo que sucedió desde que embarqué y la teoría de Poseidón. Cuando
llegué a mi encuentro con Tántalo, Ares apretó la mandíbula, pero no comentó.
- ¿Crees que Poseidón está en lo cierto que tengo una fecha de caducidad? -
pregunté después de terminar toda la historia.

- Creo que es posible - Ares admitió. - La forma en que Zeus te hizo... Es como
nada que cualquiera de nosotros ha visto antes. Tal vez simplemente no te
hizo para operar fuera de su reino. Digo, no tiene que haber alguna razón para
que Zeus te enviara al reino de Poseidón poco después de haberte hecho. Tal
vez él estaba manteniéndote débil, hasta que todos los demás estuvieran en
sus lugares.

Apreté mis ojos, pensando en eso. Zeus había querido que yo entrara en el
reino de Poseidón para traer a mi existencia la atención de uno de los dos
dioses. Poseidón, por supuesto que en la época habría usado una divinidad
terrestre apareciendo en su reino como una excusa para hablar con Deméter, y
todos lo sabían. Pero Poseidón no era el único que había notado. Hades
también. Después de todo, tenía acceso a una profeta. De todos modos, todas
las carreteras me llevaron a Perséfone, que en ese tiempo no tenía resistencia
interna a mi encanto.
- Él no te enseñó a controlar tus poderes - Ares me recordó. - Entonces, eras
débil en el reino del océano, pero en el segundo en que tus pies tocaron la
tierra...

-Ah.- Mis poderes volvieron sin ningún pensamiento o dirección. Perséfone


intentó ahogarse para alejarse de mí. Hades tuvo que transferir más poder,
sólo para devolverla a la cordura. - Eso puede explicar por qué mis poderes
son más difíciles de acceder a bordo del barco, pero... - Hice una mueca. - Eso
no me hace sentir como si estuviera sólo desconectada de mis poderes. Tuve
un ataque de pánico a gran escala la noche pasada. Me quede claustrofóbica y
emotiva. Algo está mal conmigo. Puedo sentirlo.

Ares respiró profundamente y se inclinó contra la pared de vidrio. - Quiero


decir... has sido traumatizada. Lo que Zeus te hizo, la forma en que te usó -
trabo su mandíbula, sus ojos distantes, como si buscara las palabras. - Eso
no se va sólo porque te cures. Está siempre allí, por lo tanto, Las pesadillas
con tus poderes en el lugar, podrías despertar y quedar bien en cuestión de
segundos. Pero sin ellos...

-Tengo los efectos secundarios físicos. - Yo consideré, frotando los brazos


para calentarme contra el viento frío. Yo quería discutir, pero si cualquier dios
conocía traumas, era el de la guerra. - Eso continúa. Bueno, con cierta suerte,
tu teoría está segura y yo estaré bien como nueva cuando llegue a la isla hoy,
y...- me detuve cuando vi a Ares balanceando la cabeza. - ¿Qué?

- Esta isla es muy pequeña para ser considerada totalmente fuera del reino de
Poseidón. Puedes mejorar un poco, pero la verdadera prueba será en Nassau.
Mientras tanto... - él se sacó la chaqueta y colocó la pieza alrededor de mí. -
Veremos si esto ayuda.

El gesto parecía extrañamente íntimo. Ares y yo progresamos en nuestro viaje


por la carretera el año pasado, pero tener su chaqueta sobre mis hombros era
realmente bueno en un nivel diferente. Reconfortante, de alguna manera. El
interior del abrigo tenía el calor del cuerpo de Ares y olía un poco como
canela quemada. Me sentí aterrada por primera vez desde que subí al barco.
Casi como si estuviera de vuelta en mi reino. - Ese es tu token- me di cuenta.

Tokens eran objetos de la casa de un dios que pueden actuar como una
especie de conductor.
En vez de luchar para sacar el poder mientras estaba en un reino extranjero,
un dios podría canalizar su poder a través de su forma, evitando
cuidadosamente todos los efectos colaterales asquerosos que sentía desde
que puse el pie en el reino de Poseidón. Desafortunadamente, Zeus había
retenido mi capacidad para crear uno. Yo lo intenté.

- Ares, no puedo...

Cuando empecé a resbalar mis brazos fuera de las mangas, Ares me tiró
hacia él usando los bordes de la chaqueta, y lo cerró, sus dedos no se
desviaron del pequeño pedazo de metal. Cuando llegó al hueco de mi cuello,
se detuvo. Tomé mi mirada de su mano y miré en sus ojos.

- Puedo hacer otro. Tú, no puedes sustituir. ¿Serás cuidadosa?

Mi corazón tartamudeó en las palabras no dichas, las promesas silenciosas


en sus ojos. Estaba tan enojada con él, y era fácil enfadarse mientras estaba
fuera, porque no estaba cerca para oponerse. Pero yo ya no podía enfadarme.
- Dioses- conseguí susurrar. - me dificultas odiarte.

- Lo intento. - Sus labios se contrajeron en una sonrisa.

Me incline hacia él, la tensión aliviando de mis hombros cuando sus brazos
me envolvieron.- Lo siento-admití, manteniendo mi mirada fija en sus zapatos.
- ¿Podemos volver a ser como antes?

Él apretó mis hombros. - Afrodita...


- No tengo expectativas - dije, rápidamente, incapaz de dejar de hablar ahora
que entré en la desesperación. ¿No podría hundirse más bajo, entonces por
qué no continuar ahogándome? - Sé que soy un lío. Entonces, si era sólo una
aventura... - acentué mis manos. - ¿Y de ahí? Fue una gran aventura. Tú no
necesitas...

- No fue una aventura. No para mí.

- ...fingir- La palabra estaba fuera de mi boca antes de que yo procesara lo


que él había dicho, y de alguna manera, saber que no había mal interpretado
o algo así me hizo sentir peor. Lo miré tan rápido que casi golpeé mi barbilla.
- ¿Qué?

- Fue más. - Él miró hacia la cubierta, luego me miró de nuevo, fuego


quemaba en sus ojos. - fuiste más.
- Para con eso. - Me alejé de él, temblando cuando salí de sus brazos. - no
necesitas palabras bonitas o grandes gestos. Soy una cosa correcta,
¿recuerdas? Nunca pedí ser más, nunca esperé eso de ti. Entonces, no me
insultes tratando de fingir que realmente te importaba. Yo estaba muy bien
con...

- Me importas. - Él dio un paso en mi dirección, entonces pareció pensarlo


mejor.

- Lo dije todo. - No podía mantener el dolor crudo de mi voz. - Y te fuiste.


Durante más de un año. Sólo escapaste en medio de la noche como un
cobarde. Eso no se le hace a las personas que realmente te importan.

- Tienes razón. - Dejo caer la mano. - Estás absolutamente en lo correcto. No


merecías eso.

- Lo sé - dije, sacandome la chaqueta y extendiéndola hacia él. - Por lo tanto,


no lo hagas de nuevo.
CAPITULO 22
Volví a la suite sintiendo dolor y cansancio. Nunca me sentí tan cansada antes,
mentalmente, físicamente o emocionalmente. Dioses, si el ser humano se sentía
así tal vez esos cortos períodos de vida fuese una misericordia. Con esfuerzo,
empujé a Ares fuera de mi mente. No podía gastar más energía quedando
enfadada con él, y la alternativa dolía tanto. Mejor no pensar en él.

Para mi sorpresa, Elise descansaba en el banco cerca de mi puerta. - Oh,


dioses. - Sus ojos se abrieron al verme. – te ves horrible.

- Bueno, fue una noche larga. - Deslicé mi tarjeta en el dispositivo y volvía la


manija agradecida a Poseidón de haber removido el escudo alrededor de la
habitación. - ¿Quieres entrar?

Ella me siguió, teniendo cuidado de no dejar la puerta golpear, y alzó las cejas
al entrar en la suite. La pared de ventanas brillaba, los rayos de sol de la
mañana reflejaban a través de la alfombra. - Wow. Esto es enorme.

Me encogí de hombros, jugando en el sofá blanco y poniendo los pies sobre la


mesa de mimbre, demasiado exhausta para preocuparme por mantener las
apariencias. ¿Dónde estaba Adonis? El grito de los tubos y el agua corriendo en
el baño de arriba respondió mi pregunta antes de que yo pudiera preguntar. Los
baños de Adonis podían tardar años, así que si pudiera despachar a Elise, tal
vez pudiera tener un poco de descanso antes de ir a la playa. - ¿Elise?

- Uh... - Elise giró la cabeza lejos de las pinturas de espuma del mar y volvió su
atención hacia mí. - Me di cuenta de que nunca te dije dónde encontrarnos para
el desayuno. Vamos a encontrarnos en... - ella tomó el teléfono y miró a la
pantalla. - ¿Treinta minutos? Puedo decirles a las chicas que se retrasen un
poco si necesitas más tiempo. Con todo el equipo y material que necesitas ser
arreglada, tomará un poco antes de ser necesarios en tierra.

Mierda, me olvidé del desayuno. - Si claro. - Por lo que quería descansar, no


podía dejar pasar la oportunidad de saber más sobre Elise, aunque fuera al
submundo en pocas horas. Y... Yo…ella me gustaba. Ella era aleatoriamente
amigable, y yo sabía que no tenía nada que ver con mi encanto. - Sólo dame
unos minutos cuando salga de la ducha. Necesito cambiarme, y al menos lavar
mi cara. - Y enviar mensaje a Poseidón para volver a aplicar el escudo, o
arrastrar a Adonis hacia la cubierta conmigo.
- Claro. - Ella se movió delante de mí, empujando la mesa de café para que
pudiera sentarse en la aparente frágil mesa de mimbre. - Entonces... Tántalo
nos interrumpió antes de que pudieras responderme en el club. A continuación,
una banda de dioses buscó las habitaciones en toda la noche pasada y nadie
se acuerda. Sé que no haces cosas de ese tipo a menos que algo está
realmente mal, entonces...

- ¿Cómo puedes saber si lo hacemos o no? - Me incliné hacia adelante. - La


mayoría de la gente olvida cuando encanto. Esto podría ser una ocurrencia
nocturna, y a menos que alguien como tu estuviese allí, la gente nunca oiría
sobre eso.

Ella frunció la frente, mirando las escaleras cuando el agua se detuvo. - Sí, todo
bien, tal vez. Pero pasé mi vida entera sin ver a un dios, y ahora estoy en un
barco lleno de ellos. Eso me deja nerviosa. ¿Debería estarlo?

- No, porque te sacaremos de aquí. - Tal vez yo estaba cometiendo un error al


confiar en ella, pero ella merecía saber que estaba en peligro, y me sentía
demasiado cansada para inventar una media verdad plausible para sacarla de
encima de mí. Entonces, en vez de eso, lo conté todo.

- Tú estás... Ayudándonos. - Se inclinó hacia atrás, pasmada. - No sé qué decir.

- ¿Gracias? - Sugerí con un bostezo lo suficientemente grande

- Sí. - Ella tenía una expresión extraña en la cara. - Gracias.

- ¿Elise? - Adonis estaba en la cima de la escalera, vestido con un short y una


camiseta. Su pelo parecía raro cuando estaba húmedo. Como metal líquido. -
¿Qué haces aquí?

Ella lo miró, y en ese momento la reconocí de las revistas, los carteles


brillantes en el centro comercial. Ella era modelo de maquillaje o cremas de
cara o algo así. Era extraño no acordarme de ella antes.

- Adonis. - Su voz era perfectamente neutra. Agradable, aunque distante. -


Necesitamos hablar. - Ella se volvió hacia mí, el falso entusiasmo en sus ojos
me asusto. - ¿Podemos tener sólo un minuto? No saldremos de la habitación,
lo prometo. Puedes incluso hacer un escudo.

- Claro- estuve de acuerdo. Sólo un poco sorprendida de que ella sabía sobre
escudos. - Voy a tomar un baño rápido y entonces podemos tomar el
desayuno.
- Uh- Adonis protestó, pero corrí hasta las escaleras y hasta el baño antes de
que él pudiera articular su objeción. Ella no podía encantarlo, y no sería
capaz de salir si intentaba cualquier cosa. Además, estas habitaciones no
eran a prueba de sonido. Si Adonis me necesitaba, no estaría muy lejos.

¿Puedes proteger la habitación nuevamente durante unos minutos? Envié un


mensaje a Poseidón. Algo apareció.

Hecho, él respondió.

Los pasajeros muertos la noche pasada aún no han sido notados, envié el
mensaje. No hay posibilidad de que el barco atraque como siempre y que
todos aquellos pasajeros viajen solos. Alguien debería haber notado por
ahora, y mi encanto para mantener a todos tranquilos y en sus habitaciones
habría desaparecido en la madrugada. Eso es nuestro, ¿o eso significa otra
cosa, ya que el encanto ya está a bordo haciendo olvidar a la gente?

Él no respondió por un largo momento. Ten cuidado.

Trague en seco, puse el teléfono y abrí el agua. No nosotros, entonces.

- ... ¡Piensa que estamos en peligro! - La voz de Elise se levantó sobre el


spray de agua que acababa de llamar, me azotaba como puñales.

- Lo sé, todo bien... Debería haber dicho...

- ¡La gente murió! Este no es el momento para los secretos.

Entré en la ducha y sus voces se desvanecieron para ser murmullos


indistintos. El agua abrasadora era sólo lo que necesitaba para despertar y
desatar los músculos tensos en la espalda. Dioses, estos últimos días fueron
brutales. Tarareando, froté mi piel con fervor suficiente para dejarla cruda.
Como si deshacerme del sudor y suciedad cuando buscamos en todos los
camarotes la noche pasada quitaría la tensión y el miedo. Satisfecha de que
estaba completamente limpia, abrí el agua fría. Cualquier somnolencia que
sentía antes huyó bajo el agua helada. Trague en seco, mi corazón
golpeando fuerte, y cerré la ducha, alcanzando una de las suaves toallas
blancas.

- ¿Cómo puedes hacer esto? - Elise exigió. - Fingir que te importar y luego
no avisar...
Hice una mueca, encontrando la toalla húmeda y salí de la ducha, goteando y
con frío para encontrar una que Adonis no hubiera usado.

- Aquí vamos-murmuré, tirando de una toalla más corta del bastidor encima del
inodoro. Cuando envolví el tejido alrededor de mí, casi se cerró. - ¿Qué es eso,
una toalla? ¿Cuál es el punto de una toalla de este tamaño? ¿En serio? - Oh. -
Volví a mi pelo y empecé a secarlo.

- Tengo cuidado. - La voz de Adonis estalló a través de la suite. - ¿Crees que fue
una decisión fácil? ¿Qué quiero que alguien se lastime? Es todo tonto, y estoy
arrepentido, ¿okey? Debería haberlo contado antes. No debería tener... - respiró
profundamente antes de continuar en un volumen más bajo. - Dadas las
condiciones, no sé lo que podría haber hecho.

Tenía razón. Cuanta más gente supiera de la situación, más probable era que mi
presencia aquí se notara como una amenaza. Por supuesto, la noche pasada
estas preocupaciones se lanzaron al agua, pero no pensé en liberar a Adonis
para alertar a sus amigos.

Mi cabello seco bastante, abrí la maleta en busca de ropas de playa. Me deslicé


en mi bikini azul claro y tiré un vestido de playa blanco sobre él. No había razón
para hacer nada en mi cabello más allá de un rápido peinado, porque los
estilistas trabajarían en él ¿en...? ¿Una hora? ¿Dos? Miré a mi celular. Yo estaba
cerca, una hora y media. Deslizándome en sandalias, me inspeccioné en el
espejo.

- No está mal. - Mi piel aún estaba dorada de la ducha, y mis cabellos húmedos
caían alrededor de mi cara. Moví mi pelo un poco, tratando de alcanzar lo que
Melissa llamaba un look irritantemente perfecto, descuidado, sexy. No es tan
fácil sin glamour, pero...

- ¡No! - Elise parecía al borde de las lágrimas.

Yo suspiré, estudiando en el espejo, en un intento de encontrar algo, cualquier


otra cosa que hiciera ruido y me diera algún tiempo. Estaba tratando de darles
privacidad a ellos. Lo mínimo que podían hacer era mantener sus bajas voces.

- No quiero ser parte de esto - ella continuó. - Tú no deberías serlo. Cuando


salgamos, cuando estamos seguros, podemos...
- Oh, diablos- murmure, abriendo la puerta del baño. Ellos tuvieron mucho más
de un minuto, de todos modos. - Necesitamos a alguien que pueda mentir -
expliqué, ignorando sus miradas sorprendidas mientras yo descendía la
escalera. Lo hice, si no me querían en la conversación, debían haber susurrado.
- Entonces, si quieres quedarte... - mis ojos encontraron los de Adonis. - Él es
bienvenido.

Elise cruzó los brazos con un bufido. - De hecho, puede mentir.

- Elise. - Si Adonis intentaba ocultar la frustración de su tono, falló.

- Adonis.

¡Por el estige! ¿Era así su relación? Elise, Adonis, Elise, Adonis. Esta
conversación sonaba como algo fuera de uno de los animes excesivamente
emocionales que Perséfone veía. Consideré poner mi nombre allí sólo para
variar, cuando Adonis pareció recuperar su vocabulario.

- Vamos a arreglar eso.

La mirada de Elise podría haber congelado las llamas. - Es mejor que sí. - Ella
me miró, colocándose el pelo detrás de las orejas nuevamente. Un gesto
nervioso, me di cuenta mientras ella hablaba. - Tengo una sesión hoy, pero
después de eso, voy a contar a todos que no me siento bien y volveré a bordo.
Si has hablado en serio acerca de sacarme del barco y de en medio de todo
eso... - ella agitó las manos alrededor, los ojos brillando con lágrimas no
derramadas. - Entonces esa será una buena oportunidad.

-Te lo dije- le aseguré a ella.

Ella asintió con la cabeza. - Entonces no vamos a perder más tiempo. Voy a
cancelar el desayuno. Adonis, pide el servicio de habitación, tu sabes lo que me
gusta. Asegúrate de pedir una bebida energética para ella. - Ella me apuntó. - Sin
ofender, pero todavía estás pareciendo a punto de caer en cualquier momento. Y
probablemente deberías traer a quienquiera que vaya a actuar como yo aquí
también. Hay algunas cosas que mi socia necesitará saber si quiere hacerlo.
CAPITULO 23
Después de lo que acabó por ser un tenso desayuno, pero informativo con
Elise, Artemisa y Adonis, no podía esperar para salir del barco y explorar la isla
particular de la línea de cruceros. En vez de eso, me arrastraron a otra sesión
de fotos. Adonis prometió que duraría sólo unas horas antes de que otro lote
de modelos tomara nuestro lugar. Eso fue hace unas horas, entonces con
cierta suerte, estaba casi terminado.

Yo estaba en la playa, sentada con Adonis, y me sentía absolutamente


nerviosa mientras un maquillador sacaba los cabellos rojos de mi cara. El sol
reflejando en la arena brillaba y hacía mis ojos doler. Al menos, así es como
justifiqué mantener mi mirada enfocada en la piel desnuda de Adonis. A pesar
del sol batiendo en nosotros, la brisa fresca saliendo del mar nos impidió
sudar. La mayoría de las veces.

Qué hermosa playa. Si estiraba el cuello, yo podía ver el mar, cerca de la mitad
de la longitud de un campo de fútbol, el agua brillaba como turmalina líquida.
Las voces del otro lado llamaron mi atención, y miré para ver a uno de los
asistentes jugando con una placa de luz. Otro ruido llamó mi atención y me
volví, ganando un tirón de una estilista llamada Trish cuando ella movió mi
cabello.

- ¿Podrías por favor, quedarte quieta? - preguntó Trish.

- Sí, realmente - añadió Adonis.

- Lo siento.- Dije, percibiendo que casi saltaba con energía incontenida. El


hecho de que las bebidas energéticas me afectaran no traía ninguna
posibilidad de mejorar cuando atravesáramos en tierra firme, pero en vez de
concentrarme en lo negativo decidí aprovechar la novedad de la experiencia. Si
las bebidas energéticas podrían afectarme ahora, ¿podría quedar borracha?
¿Qué más cambios habrían? Yo podría...

- En serio- Adonis se quejó.

-Lo siento.- Dije de nuevo.- ¿Cuál es tu problema? te quedaste todo irritado e


introspectivo después de la discusión con Elise-. En vez de ceder a la angustia
de él, volví mi atención hacia Trish. - Entonces, ¿cómo venden pantalones
vaqueros?
- Ellos venden traje de baño también. - Trish pulverizó mi pelo con algo que olía
como una versión química de un paraíso tropical. - No es que probablemente
vaya a estar en la sesión.

Adonis y yo usábamos jeans de la empresa, pero cuando él estaba sin


camiseta, de acuerdo con la norma, yo usaba un top rayado de bikini que
realmente parecía muy bonito. Si no me dejaban mantener el bikini, tendría que
elegir uno la próxima vez que fuera al centro comercial.

¿El anuncio me convenció para comprar el producto mientras yo estaba dentro


del anuncio? Que loco

Lancé una sonrisa sarcástica para él. - ¿Hace más que mal tolerarme?

Adonis se estremeció. - Sí.

Tenía razón, pero me sentía demasiado cansada para pensar en eso. Mientras la
bebida energética ciertamente me energizó, mi cabeza aún zumbaba, y aunque
los cortes y arañazos hubieran curado la noche pasada, mi cuerpo aún se
sentía rebanado y picado. Una diosa más inteligente probablemente entendería
la pista y se iría.

Ser atacada era muy por encima de mi salario, especialmente si mi tiempo


realmente fuera limitado. Pero no, me quedaría cerca. Todo por un semidiós
estúpido. A veces me preguntaba si la programación de Zeus era más profunda
de lo que pensaba. Más profundo de lo que incluso Poseidón implicó. Zeus creó
lealtad para mí. Servicialidad también, aunque esto ha sido más difícil de
mantener.

- Cerca de la muerte es prácticamente mi estado desde mi creación. - Cambié mi


peso a mis manos, para que no hubiera mucho contacto piel-a-piel. Malditas
cosas que me distraían, pero de alguna manera no conseguía importarme. - No
puedo simplemente dejarlo todo a causa de alguna teoría. Poseidón podría
estar equivocado.

Adonis se apoyó en sus brazos. - Tu escudo se rompió cuando estábamos en el


balcón.

- Alguien me distrajo- provoque, plantando una mano en su pecho desnudo y


empujándolo sobre la arena.
Los dos quedamos en silencio por una serie de sesiones donde nuestros
rostros eran visibles, pero en el segundo en que estábamos lejos de la cámara,
Adonis continuó donde se detuvo. - Te estremeces cada vez que encantas a
alguien o levantas un escudo. No solías hacer eso.

- ¿Me observabas muy atentamente, Adonis? - Metí mis dedos de los pies en la
arena caliente. ¿Han terminado de configurar? Miré a la fotógrafa, pero ella
parecía absorta en una conversación con uno de sus asistentes.

- Tuviste un ataque de pánico la noche pasada. - La voz grave de Adonis me


llamó la atención. - Nunca he oído hablar de un dios teniendo uno de ellos.

-Tal vez yo estaba en pánico– Explote, perdiendo la paciencia. ¿Qué quería


decir? Todo estaba siendo una droga, a medida que mis poderes parecían
abandonarme, ¿yo estaría muerta al amanecer? ¿Qué bien haría insistir en lo
obvio? Esto pasaría o no.

- Afrodita, estoy preocupado. Has dejado de curarte. - Su mano reposó


levemente sobre mi espalda, y me estremeció al recordar la colcha de retazos de
arañazos que gané al pasar por el cristal quebrado ayer.

Me incliné hacia su tacto, aceptando la disculpa en su voz. - Me curé


eventualmente.

- Has dejado de respirar. Tienes alguna idea de que... - él miró lejos. - Yo no


sabía qué hacer. Pensé, pensé que tú estabas... - respiró profundamente, se
sacudió cuando toqué su brazo.

- Estoy respirando ahora. Realmente después de que me salvaste de nuevo. -


Incliné la cabeza y lancé mi sonrisa más deslumbrante. - Gracias, por cierto.

- ¡No! -Adonis respiró profundamente y soltó el aire con una calma forzada antes
de añadir en una voz mucho más silenciosa. - No, no ha sido así. Entonces, no
me agradezcas. Y la próxima vez que...

- ¿Quién dijo que habrá una próxima vez?

La fotógrafa vino y nos reposicionó, hablándonos a Adonis y a mí como quería


las poses. En el momento en que terminó, Adonis y yo encaramos la cámara, mi
cabeza en el pecho de él, sus brazos alrededor de mí.
Me dejé relajar contra él. Cuando Ares me tocaba, podía sentir el poder
pulsando a través de él, dejándolo caliente al tacto. En sus brazos, me sentía
como una mariposa atraída por la llama fatal. Nunca quise que me quemara
tanto. Le faltaba ese calor a Adonis, pero sus brazos eran seguros y firmes.
Había una comodidad aquí que necesitaba desesperadamente ahora.

Cuando Adonis habló, podía sentir las palabras recorrer a través de su pecho. -
debes salir del barco. Pídeselo a Perséfone para que puedas teletransportarte a
un lugar seguro mientras estamos en este reino. Cualquier lugar, excepto aquí.

No le dije que rechazaron esa misma oferta la noche pasada. Esta fue la tercera
vez en pocos días que Adonis me pidió que saliera. Si lo pidiera de nuevo,
podría tener que aceptar el pedido personalmente. - No me voy.

- Fuiste atacada y encantada...

Dejé salir un gemido exagerado, y me senté, haciendo la pose conforme a las


instrucciones de la fotógrafa. - Te lo dije, no me encantaron cuando me quedé
con Tántalo.

- Si lo hicieron-. Adonis se apoyó en sus brazos y se inclinó hacia mí medio


sentado. - no lo habrías besado de otra manera.

Esta era una gran afirmación. - ¿Qué te hace estar tan seguro?

-Por qué... - se detuvo, frotándose la nuca. - no eres sutil cuando quieres besar
a alguien. La manera en que me miras, la manera en que miraste a Ares la
noche pasada... - miró a la arena. - Un ciego podría verlo. Eres mucho más
transparente de lo que piensas.

Le di una mirada llana. - Entonces, sabes que no voy a ninguna parte.

- No te quedes aquí por mí. Por favor, Afrodita. No por mí.

- Estás realmente preocupado- me di cuenta con el nivel de preocupación en su


voz. Intente inyectar un poco de ligereza en la conversación. - Y aquí, yo
pensando que no éramos amigos.

- Te dije, no estoy fingiendo. - Adonis parpadeó una sonrisa juguetona para la


cámara y me agarró más apretado antes de rodar. Yo me reía, medio que grité
con sorpresa al encontrarme acostada en la arena debajo de él.
- A mi me importas-. Adonis liberó sus brazos, plantando uno de cada lado para
soportar su peso. - No sé exactamente cuándo sucedió y en qué grado. Yo
principalmente, intenté ignorarlo. Pero entonces... - se detuvo con un
movimiento acentuado de su cabeza.

- ¿Pero entonces? - Pregunte, colocando el pelo detrás de su cara.

- Dejaste de respirar. - La voz de Adonis vaciló. - La forma en que me sentía, en


ese momento... No puedo ignorar eso. Si te quedas por mí y te lastimas, o
peor... no podría vivir conmigo mismo. - Sus ojos dorados perforaron los míos,
llenos de miedo. - Por favor, Afrodita. Por favor, vete.

- ¿Y si me voy y algo sucede contigo? - No lo insultaría, pidiéndole ir, incluso


sabiendo que Perséfone lo escondería en el inframundo con los demás si yo lo
pedía. Adonis no se escondería mientras los semidioses desaparecían en la
superficie. Todos en su familia eran semidioses. - ¿Qué crees que esto haría
conmigo?

- Afrodita... - él bajó la cabeza y cepilló su frente contra la mía. - No estoy... No


estoy en...

- Ellos dijeron que terminaron. ¿Hola?

La voz de Elise hizo a Adonis levantarse en estado de shock. Miré alrededor,


sorprendida al ver que todo el equipo estaba en lo suyo y nadie, excepto Elise,
realmente se concentraba en nosotros.

Adonis inclinó la cabeza. - Tú no eres...

- No es necesario anunciarlo al mundo. - Su rostro podía pertenecer a Elise,


pero la sonrisa no era segura. - Sólo quería verlos antes de volver al barco-. Ella
se volvió, lenta, con los brazos extendidos. - ¿Como estoy?

- Acertaste. - Sonríe a Artemisa. - Ten cuidado, ¿okey?

- Tú también.

- Yo lo hare-. Pero de alguna manera dudaba que todo el cuidado del mundo
fuera suficiente.
CAPITULO 24
Ya que Elise y Artemisa hicieron el cambio, todo lo que Adonis y yo podríamos
hacer para ayudar era quedarnos fuera del camino y parecer normales.

-Creo que llenaron el agua con galletas de mar-. Las manos de Adonis estaban
llenas de discos de arena, una expresión de placer ilumino su rostro.

- Probablemente-. El agua parecía tan clara que podía ver ondulaciones


reflejadas haciendo un patrón de retazos en la arena en el fondo. Si te
enfocabas, conseguías ver casi una docena de galletas de mar cerca. La luz del
sol golpeaba el agua cristalina, haciendo que el arcoíris espumoso reflejara y
las ondas suaves golpearan.

Sonriendo, cogí la mayor galleta de mar de los dedos de Adonis y salí corriendo
lejos de él.

- ¡Eh! - Él salpicó el agua detrás de mí. – Tienes un centenar de otras que


podrías recoger-. Adonis jugó un pedazo de galleta de mar en mi cabeza. -
Toma una para ti.

La galleta de mar golpeó mi cabeza con un thunk antes de desintegrarse y caer


en el mar. Frote mis pies y mire a Adonis. - Pero yo quiero esa.

- ¡Nunca! - Se rió, salpicando agua en mi dirección.

Seguí la galleta de mar encima de mi cabeza. - ¡Yo voy a jugar!

- No te atrevas-. Adonis se echó hacia mí y enrolló un brazo alrededor de mi


tronco para tirar hacia él e intentar agarrar el disco de mis dedos. Me empujé
hacia atrás en la arena. Caímos, empujando y tirando el uno al otro, hasta que
caímos en el agua poco profunda, la arena raspaba en mi espalda.

Agarró mi mano, mirándome de soslayo cuando encontró mis dedos vacíos.

- La dejé caer - admití.


Empezó a reír. - Apuesto a que la encuentro antes.

- Bien lo que quieras. - Me sumergí en el agua.

Las horas se estiraron por una eternidad. Nos sumergimos, jugamos a


voleibol, y descansamos en la playa. Nubes en líneas finas llenaban el brillante
cielo azul. Perfumadas flores de color rosa florecían al lado de minúsculas
palmeras y pinos puntiagudos de cedro. Por poco tiempo, me sentía como si
hubiéramos congelado un día perfecto en el paraíso.

Entonces el sol empezó a hundirse en las olas de agua marina, y la sensación


cálida y eufórica que había apreciado durante todo el día se congeló en mi
pecho. Lo que estuviera pasando con los semidioses ocurriría esta noche, y yo
no podría evitarlo. Miré a Adonis, tragando en seco con la presión repentina en
mi pecho. No era sólo él quien estaría en peligro esta noche. Ares, Artemisa,
Atenea, incluso Poseidón, serían blancos y yo estaba impotente contra lo que
estaba por venir.

De repente, no quería nada más que volver a la habitación. Me sentía mal, con
miedo y frío también. Enfrenté mis preocupaciones en mi cabeza y me
concentré en el físico en su lugar.

El sol hizo un buen trabajo secando mi bikini, pero mi pelo todavía estaba
húmedo. Entre la luz del día muriendo y la brisa del mar constante, mi disfraz
de bikini no tenía el menor chance contra el frío.

Limpié la arena de mis piernas y brazos, sin éxito. La playa era hermosa, pero
los gránulos blancos estaban en todas partes, y la sustancia en polvo se
agarró en mi piel como base. Un destello de llamas llamó mi atención hacia la
playa.

Un grupo de modelos estaba alrededor de una hoguera. Los fragmentos de


conversaciones y carcajadas nos alcanzaban a través del viento, pero no
estábamos lo suficientemente cerca para distinguir las palabras.

- ¿Que están haciendo ellos? - Apreté los ojos, tratando de ver mejor. A juzgar
por las risas y burlas cuando alguien bebía un trago, parecían jugar algún tipo
de juego de beber.

- Están jugando Verdad. - Adonis bostezó, extendiéndose de una manera que


me pareció increíblemente perturbadora.
- ¿Qué, tipo Verdad o reto?. - Me obligue a mirarlo a la cara.

- Sólo Verdad. Nosotros... Cortamos los retos después de algunos... Incidentes.


Es un juego estúpido- explicó. - Todo el mundo piensa que la cosa entera es
tonta, pero, sabes... - Adonis se encogió de hombros. - Es algo que hacer para
relajarse después de una sesión, siempre que estés atrapado en el lugar. Ellos
hacen preguntas, y si no responden o se mienten, tienes que beber.

- ¿Cómo saben que estás mintiendo?

- Tántalo los encantó para ser honestos, no es que ellos lo perciban. Sin
embargo, no es el mejor juego para jugar si eres un impostor que no puede
mentir. - Adonis miró a Tántalo, apretando los ojos para verlo a la distancia. -
Entonces, ¿supongo que Ares no tomó su lugar todavía?

Envié un mensaje a Ares.

Él está siempre en un grupo, él respondió. Si no va a algún lugar solo, tendré


que esperar hasta que vuelva a la suite.

Miré a mi teléfono. - Todavía es él.

- Tántalo probablemente no estuvo solo-. Adonis hizo una mueca al ver el fuego
y soltó una respiración profunda. - Él tiende a permanecer en una multitud. ¿Y
si él permanece en un grupo toda la noche? Puede incluso no volver a su
habitación solo.

- Él no tenía a nadie con él la noche pasada.

- Probablemente todavía está esperando un intento contigo.

Yo podría usar esto. Le envié un mensaje a Ares con mi plan, luego metí la
toalla de playa, doblándola en mi bolsa. - Quédate aquí.

- Afrodita, no-. Adonis me siguió mientras me acercaba al fuego, las llamas


eran verdes y azules gracias a la sal del mar.

- ¿Te importa si me uno a ti? – Le di a Tántalo una sonrisa.

- Por favor. – Tántalo se levantó y cogió mi mano, tirándome al lugar al lado de


él. - Estamos jugando un partido. Estoy ganando, pero no es demasiado tarde
para participar.
- Si por ganar quieres decir bien cerca de caer borracho-. La morena al
lado de Tántalo le dio un empujón juguetón.

- ¿Ese no era el objetivo de este juego? - Sonrió, y volvió su atención a


Adonis. - Puedes unirte también, siéntate. Juega una partida, pasa y bebe.
Debes beber.

- ¿El barco no saldrá pronto? -preguntó Adonis. - Tal vez deberíamos


volver.

- Él no saldrá sin nosotros- dijo Tántalo con tanta certeza que imaginé que
él había encantado a alguien para hacer ese arreglo.

Él hizo señal hacia uno de los tripulantes para traernos algunos tragos.-
No respondas las preguntas que quieras, excepto las mías. Realmente
quiero oír tus respuestas.

Cuando vacilé, sus ojos perforaron los míos. - Vamos. Será divertido.

Cuanto antes el juego terminara, antes podría encontrar a Tántalo solo y


Ares podría hacer el cambio. Me relajé, sentándome en el lugar que
Tántalo indicó, uniéndome al círculo de siete otros modelos. El aire
brillaba con el calor de las llamas azules y verdes que se levantaban del
tronco de madera, llenando de sal y un poco de humo mi paladar.

El olor de la hoguera siempre me recordaba a las hogueras que Ares,


Hefesto y yo hacíamos para asar los hotdogs calientes en nuestro viaje
el año pasado. Al contrario de la mayor parte de ese viaje, sin embargo, ni
una sola nube marcó el cielo, permitiendo que la luz de la luna reflejase en
la arena blanca.

- Violeta, creo que todavía es su turno. - Tántalo le indicó a ella para hacer
una pregunta.

Violeta, una modelo de pelo oscuro, se volvió hacia mí. - Vamos a empezar
con poco. ¿Has matado a alguien?

La niña al lado de ella comenzó a reír. Di una sonrisa fría, y volví a Violeta,
esperando que la risa alrededor del fuego disminuyera a un silencio
nervioso. - Paso. - Tomé un trago.
La risa de Tántalo sonó un poco forzada. – Bueno Adonis, ¿cuál fue la última
mentira que contaste?

El dio una larga mirada -una que no podía descifrar- pasó entre los dos. - Pedí
disculpas a Elise.

Esto atrajo algunos silbidos y risitas del grupo de modelos. Miré sus rostros
sonrientes y me di cuenta de que Elise no era muy querida. ¿Por qué? No me
había importado ella al principio, pero realmente parecía bastante
agradable. Hasta amigable.

Tántalo miró a Adonis. - ¿Me harás decir eso?

Adonis apretó la mandíbula y tomó un trago.

- Tengo curiosidad- Tántalo se volvió hacia mí. - ¿Quién era la rubia con quien
estabas la noche pasada?

- Paso. - Extendí la mano a otro trago, pero Tántalo agarró mi mano, con fuerza
suficiente para lastimarme.

- Quién. - Él me miró a los ojos. - ¿Era ella?

- Perséfone. - Le conté con el máximo de detalles sobre ella que yo podría


pensar, olvidando las palabras, incluso mientras las hablaba.

Adonis miró a Tántalo, su cara oscureciendo. - Deja de encantarla. Suéltala.

- Cuando termine con ella. Ah, y no te preocupes. Nadie se acordará de nada que
tú o yo digamos o sobre ella, no es, personal - Encontró los ojos de cada modelo
antes fijarse en mí.

- Sí - dije, repitiendo con todos los demás. Espera... ¿Por qué dije eso?

- Estamos apenas divirtiéndonos. - La hoguera azul verdosa parpadeó en los


rizos dorados de Tántalo. - Nada de anormal está ocurriendo, ¿verdad?

Todas las cabezas alrededor del círculo asintieron.

Adonis trabo su mandíbula. - Tántalo...

- Cuidado, Adonis, - Tántalo advirtió. - Estás muy cerca de cruzar la línea aquí.
Mira, no tienes que jugar. Vuelve al barco. Voy a llevarla de vuelta a ti,
eventualmente.
Adonis se sentó a mi lado, su expresión era de piedra.

Tántalo se inclinó, con su mirada intensa. - ¿Por qué estabas buscando en el


barco? - Su voz sonaba tan baja que casi no podía oírla sobre el crepitar de las
llamas.

No debería haber recordado la búsqueda. O era inmune, o yo estaba tan


encantada que sólo pensé que lo había olvidado. Bueno, no podía imaginar por
qué quise encantarlo a olvidar cualquier cosa. - Fuimos atacados por los
pasajeros encantados con el Metal Olímpico. Necesitábamos estar seguros de
que no había más en el barco.

- ¿Por qué estás en el barco para empezar?

Mi teléfono sonó, vibrando en mi bolsa de playa y haciéndola brillar con una luz
azul. Me paré, mirando la bolsa. ¿Qué es lo que dije? ¿Por qué? ...

- ¡Eh! - La voz aguda de Tántalo trajo mi atención de vuelta a él. - Hice una
pregunta.

Cierto. Recordé. - Los semidioses están desapareciendo. Estamos tratando de


averiguar a dónde van y por qué.

Tántalo hizo un sonido de sorpresa. - ¿Alguna pista?

- Sabemos que los semidioses desaparecerán esta noche, pero eso es todo lo
que sabemos. - Mis dedos cavaron en la arena, sintiendo los granos en polvo
deslizándose contra la palma de la mano.

- Dime todo lo que han encontrado y todo lo que han planeado hasta ahora.
¿Quién está trabajando contigo, y qué pueden hacer?

- Tántalo - Adonis se opuso. - Basta.

Las palabras salieron de mi boca, impaciente y ansiosa. Cuando terminé, Tántalo


se volvió a la siguiente chica. - ¿Cuál es tu color favorito, Andrea?
- Azul.
Él caminó alrededor del círculo, cada pregunta más inocua que la última. Enterré
los pies en la arena, frunciendo la frente. ¿Me hizo una pregunta? ¿O me ignoró?
No me importaría ser ignorada en este juego, pero... ¿Me preguntó algo, no
preguntó?
Miré a Adonis en busca de pistas, pero él no miraba mis ojos.

- Es mi turno - la morena al lado de Tántalo anunció. - ¿Qué rayos de nombre es


Tántalo? enserio ¿por qué tienes nombres extraños?

El rostro de Tántalo se oscureció. - Es griego. Y Nikki fue un nombre extraño


una vez. Tendencias de nombres deben comenzar en alguna parte.

- Sin ofender, pero de alguna manera dudo que tus padres se hayan informado
de opinión en la esfera de nombre de los bebés-. Ella se rió, dando un empujón
en Tántalo y continuó alrededor del círculo. Cuando llegó a Adonis, ella
preguntó - ¿Tú y Tántalo son parientes?

Los dos semidioses intercambiaron miradas, pero Tántalo respondió. - No que


sepamos, ¿por qué?

Bueno, en realidad lo eran. Pero imaginé que sería bastante difícil explicar lo de
Zeus.

Ella coro con el desafío en su voz. - Bueno... Quiero decir, ustedes dos son
Aurums. He oído que esto puede ser genético.

Resistí a la voluntad de hacer los ojos en la explicación humana de los


semidioses.

- Lo siento - Violeta interrumpió. - ¿Aurum?

- Sabes -dijo la morena. - Personas parecidas a ellos. Todo dorado y esas cosas.

- La mayoría de las veces, no es genético. - La sonrisa de Tántalo parecía menos


que amistosa. - Aurumismo es una anomalía genética que absolutamente
cualquier persona puede tener, no importa su etnia o historia familiar.

- Nosotros preferimos personas con Aurumismo - añadió Adonis.

¿Qué?, ¿ellos estaban leyendo el mismo libreto? Ambas respuestas parecían


súper ensayadas.

- ¿Cual es la diferencia? -preguntó Violeta.


Adonis miró a la arena, el rostro se burló de vergüenza. - Hablar en primera
persona es un poco menos inhumano.

- ¿Inhumano? - Uno de los otros modelos se rió. - Ustedes, gobiernan el


mundo. ¿Cuántas personas famosas lo tienen? Tipo, ¿una en diez?

- Al menos- Andrea entró en la conversación. - Parece que todas las


estrellas de cine, modelos o cantantes tienen eso.

- Mi profesor de historia me dijo que ustedes fueron tomados como dioses


en la mayoría de las sociedades antiguas.

-También hicimos sacrificios útiles. Y hoy, desaparecemos y morimos


gracias al tráfico de seres humanos y personas locas que piensan que
somos algún tipo de abominación no natural. - La voz de Tántalo sonó seca.
- Vamos a seguir adelante. - Él dio a la morena una mirada aguda.

- Si todo bien-. Nikki se volvió hacia mí. - ¿Cuál es tu número?

- Uh. - Hice una mueca, tratando de recordar el número de teléfono que


Perséfone me dio. - Siete, seis...

Ella se rió. - No no. Quiero decir tu número. ¿Con cuántas personas has
dormido?

-¿Personas? - Medité, inclinándome hacia atrás, apreciando la forma en que


las palabras hacían en mis labios formarse. ¿Después de un trago? Aunque
mi tolerancia divina ha disminuido a niveles humanos, no debería sentirme
tonta todavía. ¿Cierto? ¿Qué había en esas cosas? Sin más para mí. -
Hmm... No sé lo que...

- Seres – Tántalo corrigió para que yo no pudiera errar. Cuando Nikki le echó
una mirada perpleja, él llamó al encanto. - No preguntes.

Me sentí ultra consciente de Adonis sentado a mi lado. Y no estaba segura


si quería que él supiera mi número. En contra de mi mejor juicio, tomé otro
trago.

- Ah, vamos. - Ella hizo un puchero por un momento, después se detuvo


cuando Tántalo susurró algo en su oído. - Ok. Adonis... - ella entrelazó los
dedos sobre la rodilla y vibró sus pestañas con una mirada tan
impresionante que me vi tomando notas. - ¿Cuál es el número de tu
habitación?
Adonis dio una sonrisa de boca abajo a la invitación obvia en su voz, dio un
silbido dentro de la respiración, y tomó un trago.

- Ouch - gritó otro modelo. Había risas y burlas alrededor de la hoguera y


Nikki se puso roja.

-Está ocupado- Adonis ofreció como excusa. Ella siguió su mirada hacia mí y
se encogió de hombros.

- Tú eres quien pierde - respondió con toda la dignidad que logró reunir, y
continuó para la próxima pregunta.

- Paso- el siguiente modelo respondió.

-Tercer paso- gritó Tántalo. - Ronda rápida, ¿quiénes son las víctimas
infelices?- Él giró una botella de cerveza vacía en la arena y sonrió cuando la
boca se detuvo apuntando hacia Adonis. - ¿Cara o cruz? - Jugó una moneda
en el aire.

-Cara -dijo Adonis.

La moneda se posó sobre la arena. Cruz.

- Dos minutos, tragos dobles por pasar o mentir-. Tántalo llenó algunos vasos
extra y los colocó delante de Adonis. - ¿Cuál es la cosa más horrible que has
hecho hacia otro ser?

Adonis tomó un trago.

Tántalo sonrió. - ¿Mayor arrepentimiento?

- Conocerte.

Hice una mueca y miré entre los dos. ¿Qué era esto? Cada pregunta era más
hostil que la última. El aire estaba más espeso con la tensión que con el
humo, y nadie más parecía divertirse.

Tántalo se inclinó. - ¿Cómo está tu hermana?

Adonis apreto los dientes y tomó otro trago.


- ¿Todavía haciendo una prueba para un papel en Teen Mom?

Levanté mis cejas. Algunos de los modelos se aclararon la garganta y


miraron lejos. Yo tenía la sensación de que había una historia bien
conocida aquí, y nadie parecía muy emocionado con Tántalo trayendo a la
superficie el asunto.

- Cállate la boca.

- Oh... Eso es un sí, lo acepto. No estoy sorprendido. Fue genial.

- ¡Dije, cállate la boca! - Adonis se quedó de pie, la arena volando por


todas partes. Yo estaba de pie, lista para intervenir, entonces reconsidere.
Tántalo merecía todo lo que Adonis quería hacer contra él.

- Whoa, todo bien. El minuto acabó- Violeta declaró. - Tu turno. - Ella


apuntó a la rubia cuyo pase provocó la ronda relámpago.

- Si todo bien. - Ella se volvió hacia Tántalo. - ¿Qué rayo fue eso?
¿Voluntad de morir?

Tántalo sonrió, y aunque no podía sentir la energía venida de él, yo podría


decir que él usó encanto, porque todo el mundo se relajó visiblemente.
Adonis sacudió la cabeza. - Voy a salir de aquí. Afrodita, vamos. - Se
volvió hacia mí, después hizo una pausa, respiró profundamente y se
hundió en la arena nuevamente. - O... - él levantó un dedo. - Voy a esperar.
¿Qué tiene ese trago?

La sonrisa de Tántalo pareció predatoria a la luz del fuego brujo. - Algo


especial.

-Déjame recoger un poco de agua- Andrea murmuró, levantando la mano a


la nevera. Ella pasó la botella de agua a Adonis, pero él no pareció notarlo,
porque miraba a Tántalo con una intensidad sorprendente.

- ¿Muestras mucha piel para una sesión de fotos? - La rubia me preguntó.

Pestañee, trayendo mi atención de nuevo al juego. - Menos que Adonis. -


Eso provocó algunas risas. Inclinándome hacia atrás, describí la ropa que
yo había usado hoy.
- Un top de bikini ¿y pantalones vaqueros? - La rubia se rió. - Ah, eres nueva.
¿De dónde has venido, de todos modos? Nunca te vi antes.

- Eso es más que una pregunta, - Tántalo interrumpió. - Continua.

Cuando llegó mi vez de nuevo, uno de los modelos masculinos preguntó: -


¿Cuántos años tienes?

Sonríe hacia él y levanté mi vaso, pero Adonis agarró mi brazo. - No.

Mi sonrisa vaciló y lo miré, pero él todavía miraba a Tántalo. - Sí- dijo


después de un momento, con la voz arrastrada. - Nadie se acordará de esta
conversación.

Mi mente se quedó en blanco. Parpadeando rápidamente, intenté limpiar mis


pensamientos borrosos. Algo sucedía aquí. Algo importante.

Necesitaba mantener mi juicio. Pero yo no podía... Espera. ¿Qué acabo de


pensar? ¿Algo estaba mal?

Adonis luchó para quedarse de pie. - ¿Cuánto le diste a ella...? - Él respiró


hondo y cerró los puños, como si intentara no balancearse. - ¿Cuánto le
diste a ella?

- ¿Qué te importa?-Tántalo se levantó en un movimiento suave y desinhibido,


moviéndose hacia Adonis. - Sabes lo que es. Tú odias a su especie más que
la mayoría.

- No es como ellos. - Me estremecí con la melancolía en su tono. Adonis no


creía que era como los demás dioses más de lo que queria. Yo era una diosa,
no importa cuánto él deseara lo contrario. No cambiaría.

Y no debería. No veía mi divinidad como algo que debía avergonzarme. Si


no... ¡Afrodita! Alguna parte clara y funcional de mi Intentó en vano
mantenerme bajo control. En una escala de uno a importante, eso ni siquiera
se clasifica. Rompe el encanto. ¡Ahora!

- No te engañes, Donnie. - Tántalo empujó a Adonis. No podía haber mucha


fuerza detrás del empujón, pero Adonis fue derribado. - Es exactamente
como ellos. - Se volvió y encontró los ojos de cada persona alrededor del
círculo. - Manténganlo fuera de mi camino. - Sus ojos encontraron los míos, y
mi mente quedó limpia. ¿Qué había para dejarme confusa? Era sólo hacer lo
que él decía. - ¿Qué tal si tú y yo vamos a un lugar más privado?
Adonis agarró mi mano. - Afrodita, ¡para!

¿Se olvidó del plan? Necesitaba a Tántalo solo. Solté el apretón de Adonis,
me levanté y seguía a Tántalo dentro de la noche.
CAPITULO 25
Vamos, ¡Afrodita! eres la maldita diosa del encanto. Rompe esto. A pesar de
mi esfuerzo mental, todavía no me libere cuando Tántalo me llevó a una de las
pequeñas cabañas de playa de tres lados.

- Quédate aquí. - Él me empujó contra la esquina de atrás, los pies arrastrando


a lo largo de los listones de madera del suelo.

Aunque me detuve, mi mente parecía un campo de batalla. Luché contra el


encanto, el dolor quemando a través de mí cada vez que alcanzaba mis
poderes. El pánico inundó mi sistema. Mi respiración aceleró, y sentí como si
las paredes sucias de madera de la cabaña se acercaran a mí. A través de la
pared abierta, podía ver la luna brillando sobre el océano. A pesar de la
pequeña cabaña tal vez del tamaño de un garaje, la libertad parecía tan lejos.

¡Vamos ya! Eso era sólo encanto. Superé cosas peores. Mi cabeza giraba, mi
estómago giró cuando mi visión se nublo. Sin embargo, invoqué más y más
poder. Finalmente, el encanto se disparó y mis habilidades quemaron la vida
dentro de mí. Rasgue los dientes contra el dolor y canalicé tanto encanto para
mi mirada como pude. - Para...

- Ah, ah, ah. - Él cerró la mano sobre mi boca. - Sin luchar de nuevo.
El enorme poder detrás de su mando golpeó mi mente como un amarre.

¿Era tan fuerte, o estaba tan débil?


¿Importaba? Estaba herida de todos modos.

Él me miró por un momento, empujando más energía en su mando, y


gradualmente mi mente aceptó. ¿Luchar? ¿Para qué? Miré a Tántalo en
adoración, sin saber por qué quise luchar contra lo que quería.

Tántalo sacó la mano de mi boca y lamenté la pérdida. ¿Hice algo para


molestarle? ¿Cómo podría corregir esto? Las lágrimas llenaron mis ojos, y no
podía recuperar el aliento. ¿Por qué siempre estropeaba todo?

- Necesito de un favor. - Él me estudió por un largo momento, su expresión


incierta.
¡Oh, gracias a los dioses! Puse la oportunidad de redimirme, la desesperación
salió de mí como el peso de plomo. Radiante y emocionada más allá de las
palabras por el dignarse a hablar conmigo, respiré profundamente. - Haré
cualquier...

Un escudo me envolvió, golpeándome en el lugar y cortando mis palabras.


Tántalo hizo un sonido jadeante y estrangulado. Las venas negras atravesaron
sobre su cara, los vasos sanguíneos estallando. Él voló lejos de mí y golpeó la
pared opuesta con un ruido sordo. Luché contra el escudo, o intenté, pero una
ola de mareo me empujó de nuevo en el lugar. Tántalo se puso de pie y golpeó a
una rubia de un metro y sesenta con brillantes ojos verdes. Los vidrios brotaron
del suelo, atravesando los listones de madera en el suelo y tejiendo alrededor de
Tántalo. Él parpadeó fuera de la vista cuando otra capa del escudo se encajó a mí
alrededor.

- ¡No! - Luché contra el escudo de Perséfone. - ¡Perséfone, para!

-¿Afrodita?- Ares apareció delante de mí, y el escudo que Perséfone lanzó para
agarrarme en el lugar se rompió.

- ¿Te lastimó? - Perséfone no sacaba los ojos de Tántalo. - Ares. ¿Ella está bien?

Por supuesto que no estaba bien. Tántalo estaba a punto de ser desgarrado por
la diosa más baja del mundo, y no había nada que yo pudiera hacer para
impedirlo. - Por favor, Perséfone. ¡No le hagas daño! - Yo caí hacia adelante
tratando de impedirlo.

Ares me agarró. - Afrodita, lo siento mucho.

¿Por qué sigue diciendo mi nombre así? Él parecía tan arrepentido que realmente
quería matarlo. - Suéltame - gruñí, mirándolo directamente a los ojos. Pero, por
supuesto, mi encanto no funcionó.

La energía negra fluyo entre los dedos de Perséfone mientras miraba a Tántalo.
Había tanto poder en el aire que su pelo parecía flotar, como si La gravedad
trabajara de forma diferente a su alrededor. - Puedes hablar ahora. Deja el
encanto y tal vez puedas moverte también.

- Primero, dime por qué estás observándome durante todo el día. - El semidiós
apuntó un dedo a Ares. Tántalo casi no parecía asustado lo suficiente. Tal vez él
no creía que la pequeña rubia ante él era realmente una amenaza. Los semidioses
no sentían poderes de la misma manera que las divinidades puras lo sentían. O
normalmente lo sentían. Mientras casi podía ver un aura crepitar de energía
alrededor de Perséfone, no podía sentir la energía.
- Afrodita, mira hacia mí.- Ares hizo una mueca cuando mi puño encontró su cara
con una tapa satisfactoria. - Esta no eres tú. Puedes romper esto, sólo tienes
que recordar el intento. Habla conmigo.

- ¡Cállate la boca! - Golpe Ares tan fuerte como yo pude.

- Hice el escudo alrededor de ella por un motivo - Perséfone dijo por encima del
hombro. - ¿Por qué lo rompiste?

Ares apretó sus dedos y levantó la voz para que Perséfone pudiera oírlo sobre
mis gritos enfurecidos. – Porque nunca debes hacer un escudo en cualquier
persona que haya sido encantada así. He visto personas rompiendo huesos o
peor, tratando de liberarse.

- Es bueno saberlo. - Perséfone dio a Tántalo una sonrisa tan fría que ella debió
haber aprendido con Hades. - Sí, tú no estás en posición de negociar aquí.
Libera el encanto o termino con tu capacidad de usarlo.

Ella lo matará. - Perséfone- grité, tratando de librarme de Ares. - Por favor. ¡Para!
¡No!

-¿Por qué rastreaste mi habitación anoche? - Tántalo no parecía ni un poco


perturbado por mi explosión. - ¿Qué quieres de nosotros? Sé que los
semidioses están desaparecidos, y ahora hay algo mal con Elise y Adonis.
Ninguno de ellos pasaría un minuto con un dios si tuvieran elección.-

- ¡Déjenlo ir! - Yo tiré, golpeé y rasguñe a Ares, sin éxito. - ¡No le hagan daño! -
Dioses, me sentía inútil. ¿De qué valía ser una diosa si no podía mantener ni a
una persona segura?

- Responde- Tántalo exigió. - O juro por el estige que le diré que caiga muerta.
Tántalo y Perséfone parpadearon fuera de la vista cuando un nuevo escudo fue
creado entre nosotros. No podía ni oír más.

- ¡No! Perséfone - grité, intentando empujar a Ares, pero él no se movió. - ¡Por


favor, Ares! ¡Por favor! Déjame hablar con él. Por favor, Ares. Quítate. Si me
sueltas, haré lo que quieras, Ares, por favor. ¡Haré cualquier cosa!

Ares cerró la mano sobre mi boca.


Di un rodillazo en su ingle y golpeé mi codo en su estómago. – Suéltame - grité

cuando el apretón de Ares me soltó. Esperando ser libre, caí hacia delante, y
me congele cuando el encanto se rompió y la sanidad volvió a mi cerebro. - Oh,
dioses. - Mis rodillas se doblaron y caí al suelo. - Oh, dioses- dije de nuevo
cuando Ares se arrodilló a mi lado.

-Estas de vuelta ahora. - Ares me abrazó. - Se acabó.

Mi visión se nublo, y no podía parar de temblar. Nunca más. Nunca quise


sentirme así de nuevo, y ahora... - No había nada más de mí; No había nada
más.

Yo iba a vomitar. - Perséfone, ¿donde está Per? - Traté de ponerme de pie, pero
tan pronto como los brazos de Ares me dejaron, el peso de mi promesa a Ares
me alcanzó como una bolsa de ladrillos. Cualquier cosa. Prometo cualquier
cosa por él.

- Ella llevó a Tántalo al submundo para quitar su encanto en ti. - Ares miró hacia
donde se encontraban. - Ella regresará.

Cualquier cosa. Cualquier cosa. Cualquier cosa. La palabra resonó por mi


mente. Una promesa incondicional. Sin límites, sin fecha de caducidad. Me
hundí en el suelo otra vez, el horror de lo que me había perforado. El suelo era
áspero en mis rodillas, después los brazos, mientras me deslizaba hacia
adelante, la cabeza en mis manos. - Oh, mis dioses.

- Eh, eh-. Ares se movió hacia adelante, bajando la cabeza casi hasta el suelo
para quedarse a mi nivel. - Nunca haría nada al respecto. Cuando te pida algo,
reacciona exactamente como lo harías, sin pensar en tu promesa. ¿Entendido?
No quise decir nada. Nunca te haría nada.

No dudaría en usar una promesa incondicional, no importa las circunstancias


en que sucedió. ¿No conseguí un voto de Poseidón con el malentendido? No
debería sorprenderme que Ares se haya ido en esa noche. Yo era un monstruo
así como Zeus.

- ¿Crees que puedes levantarte? -Ares me miró. - Debes estar congelando en


eso. - Él chasqueó los dedos, y su chaqueta apareció. La colocó alrededor de
mí.

Suspiré cuando el calor me envolvió. - Gracias. - Tomé la mano de él y luché


para ponerme de pie, tragando en seco. - Me siento extraña, Ares.
- Adrenalina, probablemente. Te tengo. - Él apoyó mi peso cuando caí contra
él, entonces frunció la frente, apretando la mano en mi frente. - Estás caliente.

No me sentía caliente. La chaqueta de Ares contenía la mayor parte de la


agitación, pero todavía me sentía como si yo hubiera sido tallada en hielo.

- Yo creo... - tragué en seco, el mareo me abrumaba. - Creo que algo está mal
conmigo.

La preocupación parpadeó en su cara. - Bueno, vamos a arreglarlo. - El poder


surgió de sus dedos en mi piel.

Dolor. Burbujas, Agonía. Mis gritos resonaban en las vigas.

- ¡Afrodita! - La voz de Adonis sonó débil sobre mis gritos. Yo tenía cierta
conciencia de él corriendo dentro de la cabaña, pero la mayoría de mi foco fue
para el torrente de agonía en mí.

- Intentaba curarla- Ares protestó. - ¿Qué sucedió?

-No sé -dijo Adonis, apretando mi mano. - Por alguna razón, esto empeora.
Apreté la mano de él, y los brazos de Ares me apretaron, pero yo no podía
manejar las palabras. Un temblor me atravesó, seguido por otra ola de dolor
tan intensa que grité.

Ares me cogió en sus brazos y me levantó, en el estilo doncella afligida, como


se dirigía al barco.

- Tántalo le dio algo a ella - Adonis explicó, siguiendo detrás de Ares.


- ¿Qué? ¿En caso de que el encanto no sea suficiente? - Ares sonó enojado. -
Descubre lo que estaba en su bebida. Voy a llevarla a... Sal de mi camino.

-¿Dónde estabas? - Adonis exigió. - Deberías estar observándonos. Debiste


agarrarlo en el minuto que salió de la multitud.

- Algo apareció. Los demás necesitaban mi ayuda. Envié un mensaje media


docena de veces para que ustedes aplazaran-. Ares intentó mover a Adonis,
pero Adonis lo bloqueó.

- Déjamela a mí. Tú puedes ir a buscar la bebida.

- ¿En serio? - Ares exigió. - Mira, no tenemos tiempo para...


- Entonces no lo pierdas. Déjame a ella.

- ¿Podemos no hacer eso? - Ares gimió. - Esto no es un triángulo amoroso.


Tengo mucho respeto por esta mierda, y sé que ella también. Deberías
también. Pero de todos modos, ahora realmente no es el momento para
afirmar lo que es...

- ¿Realmente lo piensas...?

- No sé qué pensar- Ares estalló. - No sé lo que está mal con ella. No debería
ser encantada o drogada. Y no debería dejar de respirar. He visto a dioses
morir, y nunca he visto nada así. Necesitamos ayudarla, pero permaneces
parado en mi camino.

Yo quería decir algo para detener la discusión, pero las palabras estaban más
allá de mi capacidad en el momento. El dolor fue disminuyendo, lentamente,
pero podía sentir mi cuerpo siendo apagado en un esfuerzo desesperado por
recuperarse.

- Sólo porque no estoy saltando para seguir tus órdenes, no significa que no
estoy preocupado o que estoy celoso, o cualquier otra explicación que
tengas para suavizar tu ego divino. - La voz de Adonis destilaba rabia. -
Piensa lo que quieras, no la dejaré con uno de ustedes.

- Ella es una de nosotros. - Ares retrocedió. - Y fue uno de los tuyos que
mezcló drogas, alcohol y encanto...

- Oh, sí, porque los dioses nunca hacen nada de eso. No es como si toda mi
especie existiera por qué los dioses no engañan, encanta o fuerzan...
- ¿Estás defendiendo a Tántalo?

- No, estoy señalando que Tántalo es mitad dios. Él vino de algún lugar.

- Ah, entonces, lógicamente asumes tu lado... Divino.

- Zeus usó el control de la mente para hacerla hacer lo que quisiera. Hades
estaba dispuesto a sacrificar un planeta para tener a su esposa de vuelta, y
Poseidón la amenazó con matarme si no dormía con él. Entonces, sí, estoy
seguro de que Tántalo sacó el síndrome de idiota del mal de tu lado de
familia.

- ¿Poseidón hizo qué? - Toda la buena naturaleza y alegría que me


acostumbré a escuchar en la voz de Ares se evaporaron.
No podía evitar que Adonis le contara. En el momento en que terminó,
estábamos de vuelta a bordo, rodeados por Perséfone, Poseidón, y todos los
demás. Excepto Hades. ¿Dónde estaba Hades? ¿Me desmayé? ¿Cómo
llegamos aquí? Ares no podía teletransportarse al barco. ¿Cuando llegaron
aquí?

La conversación fluyó a mí alrededor, llena de urgencia, pero yo no podía oír.


Las palabras giraron en un vórtice de confusión.

- ¿Qué es lo que quieres decir? - Ares exigió.

- ... Buscamos en todas partes.

- ... También en la isla y el barco, pero necesitamos...

-¿Buscaron en todas partes? ¿Buscan en todas partes por quién? – Adonis


pregunto.

Traté de sentarme, pero los mareos me empujaron hacia abajo. - ¿Dónde


está...?

- Estoy bien aquí. - Agarró mi hombro y me incliné en su tacto, aliviada por no


haber desaparecido.

- Voy a proteger el medio ambiente. - La voz de Poseidón se rompió a través de


la niebla de mis pensamientos en pánico. - Te quedarás atrapado aquí hasta
encontrar...

- ... Entiendo - dijo Adonis.

Mi pánico disminuyó. Poseidón nos mantendría seguros. Nos quedamos bien.


Ahora, si sólo pudiera...

Antes de que yo pudiera completar el pensamiento, la oscuridad me tragó


completamente.
CAPITULO 26
Yo no conseguía respirar. Las lágrimas llenaron mi garganta y la presión que
tenia encima de mí aplastando mi pulmón, hizo imposible tomar una sola
respiración.

- Oh, querida - Zeus murmuró. - No llores. Nunca llores. De hecho... - se sentó y


la presión en mi pecho disminuyó. Algo brillo oscuro en sus ojos azules
sobrenaturales. Una sonrisa cruel se extendió por su cara. - No sólo te acuestes
allí. Diviértete.

No tenía opción de no obedecer.

Salí de la cama, la chaqueta de Ares se deslizo de mí cayendo hacia el suelo. No


podía respirar. ¡No podía respirar!

- ¿Afrodita?- Adonis extendió la mano hacia mí, y golpeé sus manos, aún
desesperada para respirar.

-No me toques- me atragante, sacando las sabanas y tropezando fuera de la


cama. Cuando él extendió la mano para agarrarme grité - ¡Para!

Traté de lanzar un escudo entre los dos, pero no conseguí reunir suficiente
energía. Cierto. Mis poderes no estaban funcionando, yo podía ser encantada, y
no podía curar. Impotente. Me sentía absolutamente impotente y no podía ser
impotente, no de nuevo, nunca más. Mi corazón golpeó contra mi pecho,
golpeando tan fuerte y tan rápido que mi estómago revivió con la sensación
extraña. Hubo mareo en mí, y mi cabeza parecía como si yo hubiera saltado muy
alto en un trampolín. El viento pasó corriendo por mi cara cuando caí del cielo,
sólo que yo no estaba aterrizando. Los temblores zumbaban a través de mí,
haciendo que mis extremos parecieran estáticos. ¿Por qué no conseguía tirar
suficiente oxígeno de mis pulmones?

Tú estás bien. Tú estarás bien. Sólo tuviste una pesadilla. Zeus está muerto. Yo
estaba... Yo estaba... ¡Yo iba a vomitar!

Corrí al baño, golpeando la puerta detrás de mí y tirando el escudo. Mi


estómago se soltó, y lo que parecía ser todo lo que había comido en el último
año estornudó en el inodoro. Me sentí terrible.

Adonis golpeó la puerta. - ¿Estás bien? Eh, responde.


Dejé la descarga y me levanté. El enjuague bocal ayudaría. Después de un
largo minuto de enjuagarme, escupí en el fregadero, entonces arrojé un poco
de agua para librarme de la sensación de menta quemándome. Cuando levanté
la cabeza, me vi en el espejo. Oh, eso no resolvería nada. Ignorando el golpe
persistente de Adonis, cogí la toalla y la puse debajo del agua. Limpié mi cara,
luego mis manos, entonces mis brazos, pero la piel, donde Zeus tocó, aún me
quemaba, como si hubiera dejado algún tipo de marca en mí, y ninguna
cantidad de fregado ayudaría.

Todavía podía sentir su aliento caliente contra mí, su sudor ardiendo en mi


piel, su peso presionando contra mi pecho. Dioses, yo no podía respirar. Sí,
puedes, el lado racional de mi cerebro apuntó. Si no pudiera respirar ya estaría
inconsciente. Deja de entrar en pánico; vas a vomitar. Controla eso. Respira,
uno, dos. Expira, un...

¡No! Esto no es suficiente. Mi cuerpo estaba más allá del razonamiento


racional. Intente en vano arrastrar más aire en mis pulmones cuando la
oscuridad amenazó con superar mi visión.

- ¡Afrodita! - La puerta se estremeció bajo los golpes de Adonis.

Necesitaba sacar la memoria de Zeus encima de mí. Mis manos temblaban


cuando pasé por la bañera de hidromasaje y la ducha. Llamé la ducha tan
caliente como yo podía soportar, y entré debajo del chorro, con bikini y todo.
Agarrando la esponja, pise bajo el chorro ardiente, frotando mi piel cruda.

Todo el lavado del mundo no fue suficiente. Nada sería suficiente. Al hundirme
en el suelo de la ducha, apreté mis rodillas en mi pecho, bajando la cabeza
para que el agua ardiente no golpeara mi cara. Las lágrimas picaron mis ojos,
pero nunca se desbordaron. Yo me sentí quebrada, hueca, como si todas mis
lágrimas hubieran sido robadas de mí, dejándola vacía y sin alma.

Vapor llenó el baño, espesando el aire y oscureciendo los brillantes azulejos


blancos. El agua entorpeció el sonido de Adonis golpeando en la puerta
nuevamente. Zumbando con exceso de oxigenación, me sentía sola,
dolorosamente. Mis hombros cayeron, los músculos se relajaron contra la
pared de la ducha. No me sentía de verdad.

Oí un chasquido, y luego un boom cuando la puerta se abrió. Adonis alcanzó


la ducha y cerró el agua, aspirando una respiración dolorida cuando el agua
caliente escurrió en su brazo. Él sacó una toalla del estante y me tiró hacia
arriba y hacia fuera de la ducha.
- Por el estige-. Adonis envolvió la toalla alrededor de mí. – Tú realmente te
quemaste. Sostente. - Se acercó al mostrador,con vapor girando alrededor de
él. - Creo que hay un poco de aloe vera aquí en algún lugar. ¿Qué sucedió?

- Pesadilla. – Conseguí jadear.

-Debe haber sido un infierno de sueño-. El vapor se limpió un poco, escapando


por la puerta abierta, y yo podía distinguir a Adonis rastreando el armario, un
reflejo deformado del semidiós que pasaba sobre sí mismo en el espejo
brumoso. Adonis extendió una botella verde. - Esto ayudará.

Tomé la botella de gel de aloe vera, torciendo la tapa. - Perséfone, Ares, los
demás, - me acordé; Mi corazón golpeando fuerte en mi pecho. - Algo está mal.
- La botella se detuvo en mi mano mientras la tapa se encajaba inútilmente, sin
abrir. - ¿Qué sucedió? - Tomé la tapa. - ¿Dónde están todos? - Desistió la
estúpida tapa. - ¿Y por qué no puedo abrirlo?

- Afrodita, respira.

- Estoy intentando. - Engañé. Mi corazón golpeaba contra mi pecho en


temblores espasmódicos, y me sentía tensa. Quería correr de mi vida, sólo que
no había lugar para ir, y aunque yo llegara allí, estaría herida, de todos modos. -
¿Por qué? - Mi voz falló. - ¿Qué está pasando conmigo? ¿Qué está mal
conmigo? No puedo... No puedo hacer esto, ser así. Yo soy una diosa, yo
debería ser una diosa.

- Mírame. - Tomó el aloe vera y colocó la botella en la mesa detrás de él. - Toma
un minuto de calma-. Adonis agarró mis hombros, con cuidado para evitar lo
peor con las quemaduras.

Balanceé la cabeza. ¿No podía ver que estaba tratando? La calma estaba a eras
de distancia. Me quedaría tranquila cuando mi mundo tuviera sentido
nuevamente, cuando las reglas de mi realidad dejar de ser reescritas.

- Para. - Los ojos dorados de Adonis perforaron los míos. Él movió mi mano a
su pecho. – Respira, cuando yo respire. - Encanto. No tenía que ser capaz de
sentir el poder para reconocer el efecto. Respondí profundamente y solté el aire
cuando el soltó. - Adonis puso mi pelo detrás de las orejas. - Está bien. Está
bien. Calma...
Golpee mi mano libre sobre su boca. - No... No lo hagas. No me digas cómo
sentirme. Por favor. No sabes lo que es eso, perder esa línea entre lo que
piensas y sientes, y lo que alguien te dice que hagas.

- Yo no lo hare, no lo hare - me aseguró; Culpa, pena, y horror intermitente


atravesaron sus ojos en rápida sucesión. - Lo siento mucho. Yo no quise... Sólo
respirara conmigo, ¿okey?

Eso podría hacerlo. Los relucientes azulejos blancos del baño parecían
desaparecer cuando miré sus ojos. Pero él te está encantando, la parte en
pánico de mi mente se opuso, pero el poder de Adonis era demasiado fuerte
para el pánico de tener mucha influencia. Además, podía confiar en Adonis.
Entre el encanto de entumecimiento mental y sus brazos alrededor de mí, me
sentía segura. Esto no es real. Eventualmente, él recordará que no te soporta y
desviará la mirada. ¿Y entonces adónde vas?

- Está bien - susurró, y yo sufría para creer en él.

El vapor extremo y la hiperventilación no se combinaban. Mis rodillas no


podrían apoyar mi peso. Caímos en el suelo, apoyados en la pared húmeda,
encogidos, mojados y agarrando el uno al otro. No sé cuánto tiempo pasó, pero
por algunos minutos, todo lo que parecía existir fueron sus ojos atrapados en
los míos, su corazón golpeando debajo de mi mano, sus brazos a mi alrededor.

- ¿Mejor? - preguntó, tan pronto como mi respiración igualó. Cuando balanceé


la cabeza, él dijo: - Está bien. - Su voz sonaba calmante, y sus ojos nunca
dejaron los míos. Él respiró hondo, esperando hasta que yo siguiera el ejemplo.
- Perséfone y los demás están bien. La última vez que oí, ellos buscaban a
Hades.

Mi espalda se endureció. ¿Buscaban a Hades? Perséfone y Hades estaban


conectados. Ellos podían sentirse uno al otro. Ella nunca debería tener que
buscar a Hades.

- Respira, relájate. - Adonis me recordó. Cuando obedecí, continuó. - Narciso y


su asistente desaparecieron antes de que Hades y Atenea pudieran hacer el
cambio. Poseidón blindó nuestra habitación y todos están buscando en
el barco. Pero sin Artemisa y Ares para ayudar...
- ¿Qué sucedió con ellos? –pregunté con el pánico volviendo completamente. -
¿Por qué no pueden ayudar?

- Esto... terminaría con el disfraz. - La preocupación brilló en los ojos de Adonis.


- ¿Recuerdas?

Oh sí. Ellos estaban disfrazados de Tántalo y Elise. Cierto.

- Tomará un tiempo para buscar en el barco - Adonis continuó. - Perséfone dijo


que volvería por la mañana cuando terminaran. -¿Menos mal?

Balanceé la cabeza.

- Bueno. Era alrededor de las diez la última vez que miré, así que tenemos una
larga espera hasta mañana. ¿Qué tal encontrar algunas prendas secas? - Él
intentó apartarse de mí, pero yo lo agarré.

- Por favor - susurré, sin saber lo que yo estaba pidiendo. Adonis era importante
para mí. Yo podía confiar en él. Necesitaba algo real. Alguien real.

- Afrodita... - Pena brilló en sus ojos.

- Por favor, Adonis.

- Okey, sólo... - se inclinó hacia atrás, cambiando de posición. - Mi pie está


dormido.

Cuando se sentía cómodo, me tiró hacia él. Coloque mi cabeza contra su pecho,
embelesada por el sonido de su pulso constante.

Su mano acarició mi pelo. -Está bien -dijo de nuevo. - Todo estará bien.

Cerré los ojos y me dejé creer la mentira.


CAPITULO 27
Horas después, una explosión de trueno sonó tan fuerte que el barco entero
sacudió e hizo que las luces del baño parpadearan antes de apagarse.
Levanté la cabeza y miré alrededor, parpadeando en confusión mientras mis
ojos intentaban ajustarse a la oscuridad. - ¿Adonis?

-¿Hmm? – Preguntó, con su mano todavía rítmicamente acariciando mi pelo.


Él cayó en sueño, me di cuenta, saliendo de debajo de su brazo y
levantándome.
- ¿Las luces tienen un temporizador? - Pregunta estúpida. Escuche las
bombillas hacer pop antes de que la energía fallara. Mis dedos se arrastraron
sobre el papel tapiz, hasta llegar al interruptor de luz.

- No lo sé -dijo con un bostezo. - ¿Por qué?

Trague en seco mientras el barco se balanceaba hacia adelante y hacia atrás


con una frecuencia nauseabunda y encendí el interruptor un par de veces,
pero nada sucedió. - Las luces se apagaron.

- Es noche.

Tenía lógica eso. - Tal vez sean sólo esas lámparas. - Busqué la manija, y
acabe golpeando mis dedos. No podía adaptarme a este nivel de oscuridad.
Incluso mis ojos no podían trabajar en ausencia total de luz. Intenté abrir la
puerta, pero el peso de Adonis la mantuvo cerrada. - ¿Puedes moverte?

- Espera, ¿qué está pasando? - Adonis se estiró y se puso de pie. - Dioses -


murmuró cuando el barco fue alcanzado por una ola fuerte. Oí un ruido hueco,
indicando que se golpeó en la bañera de agua caliente, seguido por algunas
palabrotas. Él empujó en sorpresa cuando su mano rozó la mía y algo cayó
ruidosamente frente a la mesa y al suelo. Aloe vera, me di cuenta cuando la
botella golpeó contra mi pie. Tomé el envase de plástico fuera del camino
para que ninguno de nosotros tropezar con la botella verde.

Adonis encontró el interruptor de luz y lo encendió. - ¿Qué pasó con las


luces?

- No sé. - Conseguí abrir la puerta y respiré un poco más fácil. No había


mucha luz de las ventanas, pero la luz que las estrellas proporcionaban era
suficiente luz para transformar la oscuridad en un distorsionado azul oscuro.
Los muebles ganaron contornos. Gran mejora.
Los relámpagos brillaron, iluminando la suite en una luz blanca caliente por un
período de tres destellos. - ¿Danza en la lluvia? - Adonis bromeó.

- Quizás más tarde. - Me reí. La lluvia golpeó la ventana con tanta fuerza que
cada gota parecía pesar una tonelada.

Caminando a lo largo de la pared hasta llegar a la cabecera, yo tanteaba a


ciegas buscando la lámpara. El sonido de clic cuando giré al botón llenó el
aire, pero ninguna luz. - Sin energía.

- No puede ser - Adonis se opuso. - Estamos en un barco.

- Escucha. - Seguí mi propio consejo. Ni un solo sonido se erguía sobre la


lluvia y el viento. - Sin energía, sin ventiladores, sin ruido de fondo. Todo
silencioso.

- No, es un barco de crucero. - Adonis todavía sonaba confuso. - Ellos tienen


generadores y equipos para impedir que esto suceda. No podemos quedarnos
sin energía.

- ¿Miedo a la oscuridad? - Proclamé.

- No. No entiendes. - La voz de Adonis tenía un toque de pánico. - Todo


funciona a base de energía en barcos como éste. Tenemos la suerte de tener
ventanas para que la oscuridad no sea total. ¿Y en las salas interiores? O los
ascensores, o... - Se interrumpió, probablemente recordando que pasamos el
último par de horas encogidos en el suelo del baño, gracias a mi ataque de
pánico divino. - Probablemente no es nada- corrigió, se aclaro la garganta. -
Todo estará bien. Apuesto a que se arreglarán pronto.

Si incluso una fracción de las personas a bordo pensaran como Adonis, habría
pánico en masa. Y Perséfone y los demás estaban allí, vagando alrededor de
un barco oscuro, repleto de personas con miedo, que podrían estar armadas
con Metal Olímpico. Yo caí en el suelo, tumbando a ciegas hasta encontrar la
chaqueta de Ares, el vestido, luego me levanté y caminé por la sala hacia las
escaleras.

- Afrodita. -Adonis tomó mi mano mientras yo pasaba, pero me solté. - ¿a


dónde...?

- Encontré el teléfono. - Me agarré al pasamanos, mis dedos apuntados en


busca del próximo paso. - Podemos usarlo para la luz.
- Si todo bien. Tal vez hay algunas velas o algo en la cocina.

- Oh, qué idea- agregue fuego en la ecuación. – Dioses yo esperaba que nadie
hubiera traído velas a bordo-. La última cosa que necesitaba era estar en un
barco, sin energía, en medio del océano, con fuego. Me tropecé en el último
paso, pero retomé mi equilibrio y me fui a la puerta.

- Cierto. Espera, ¿los chalecos salvavidas no tienen algún tipo de linterna? - El


teléfono de Adonis estaba iluminado en su mano y se fue al armario que
contenía todos los chalecos salvavidas y apuntó el teléfono al suelo. - ¿Ves
eso?

No necesité mirar el piso abajo para sentir el barco inclinando.

Adonis se burló, agachándose al caer cuando el suelo subió para encontrarlo.

-Muévete - grité, empujándolo lejos del armario cuando los chalecos


salvavidas y zapatos salieron. Subimos la rampa. Abrí la puerta y me golpeé
contra el escudo de Poseidón con suficiente fuerza para empujarme de nuevo
a los brazos de Adonis. ¡El escudo! Habia olvidado el escudo.

- ¡No! - Golpear las manos contra la barrera no hizo nada para combatir el peso
aplastante de la oscuridad y del océano a mí alrededor. El barco continuó
inclinándose. Si se volteaba, estábamos heridos. - Poseidón - trague en seco.
Poseidón necesitaba deshacer el escudo. Subí para coger el teléfono de
Adonis, arrebatando el dispositivo fino de su mano.

- ¿Qué hacemos? - Adonis exigió. - ¡No podemos salir! ¿Qué hacemos?

Marque el número de Poseidón. Sin señal. - Mierda. - Pasé a Adonis el


teléfono, pensando rápido. El sonido de platos golpeando contra el interior de
los armarios de la cocina me dio una idea. - Continúa tratando de llamarlo.

Corrí al baño debajo de la escalera, luchando para mantener mis pies debajo
de mí cuando el barco continuó subiendo. Las explosiones de luz iluminaron
mi camino. Alcanzando el baño, seguí a través de la oscuridad hasta que
encontré donde el pequeño frasco había caído, desgraciadamente, aún entero,
debajo del fregadero. Golpee el frasco en el azulejo hasta que el cristal se
rompió, agarré un trozo y salí corriendo hacia el balcón.

- ¿Qué estás haciendo?-Adonis gritó mientras yo luchaba para abrir la puerta


del balcón.
- ¡Conseguir ayuda! - Corrí hacia el balcón, parando cuando la fuerza total del
viento me alcanzó. Las gotas de lluvia frías alcanzaron mi piel como decenas
de agujas minúsculas. Y respiré profundamente y caminé hasta el borde del
balcón, cortando la palma de mi mano contra el cristal mientras caminaba.

Mi mano temblaba mientras sostenía la rejilla, dejando que mi sangre brillara


marrón en la oscuridad y escurriese al mar, con la esperanza de algo de lo que
hice cayera en el agua. No es suficiente. Una o dos gotas en el océano serían
suficiente, pero el viento soplaba hacia mí, anulando las posibilidades de las
minúsculas gotas de sangre llegaran al mar. Rasgando los dientes, seguí hacia
la esquina del balcón, donde el barco se zumbó más cerca de las olas y me
clavé mis uñas en el corte.

-Poseidón- grité, con tanto poder en la invocación como pude.

Despertar mis poderes dolió tanto que mi interior parecía romperse en astillas,
rasgando mi cuerpo en busca de fuga.

- Te tengo -Los brazos de Adonis estaban a mi alrededor, tirándome hacia él


cuando mis rodillas cedieron. - ¡Cuidado! - La nave continuó inclinándose y los
muebles de la plataforma se armaron hacia nosotros. Adonis me tiró al suelo,
cubriendo mi cuerpo con el suyo cuando el mobiliario de mimbre cayó del
lugar. Él murmuró cuando un pie de mesa golpeó a su lado antes de golpear
ruidosamente la pared y chocar con el escudo.

El navío se detuvo. Flotaba. Mi respiración vino en dosis cortas mientras yo


miraba hacia el suelo inclinado. Después de lo que parecía una eternidad, la
cubierta volvió a llenar.

-Oh dioses, gracias. - Dije en seco, aún agarrándome a Adonis. Él me agarró


tan fuerte que sus dedos me lastimaron a los lados.

- Estás sangrando- dijo.

- Voy a curar... Eventualmente. - Las olas golpearon el barco, hacia atrás y


hacia adelante, como una pelota de voleibol. - ¿Estás bien?

- Sí. - Adonis me ayudó a levantarme, y volvimos a la suite para ver si


podríamos salir por la puerta.
Todavía estábamos con el escudo. -Odio eso- susurré, presionando mi
frente y manos contra el escudo, mis hombros caídos. - Me siento tan inútil.

-¿Y si los demás necesitan ayuda? ¿Cómo puedes sentirte así todo el
tiempo? Es impotente. - Mi voz quedó atrapada en la última palabra.

- No estamos impotentes, y estoy seguro de que los demás están bien.


Sólo... Ocupados. Esto puede incluso ser bueno. - No parecía convencido. –
Sí...no podemos salir, pero nadie puede entrar. Desde que el barco no se
hunde nos quedamos bien.

El hecho de que Poseidón no haya aparecido o roto su escudo no augura


nada bueno para su control sobre la situación. Algo grande estaba
sucediendo. – el Metal Olímpico puede romper escudos.

- Dudo que alguien entre en esta habitación cuando Elise y Tántalo están
siendo blancos fáciles, y un grupo de dioses están vagando a bordo - dijo
Adonis. - Pero aunque ellos vengan, Poseidón sabría, y él se
teletransportaría aquí, y... - se detuvo. - No quiero depender de Poseidón.

Me reí. - Tú y yo.

- Entonces no vamos. - Adonis respiró profundamente. - Mira, sabemos lo


que no podemos hacer. No puedes encantar, pero incluso con encanto, no
podrías romper el dominio sobre los pasajeros una última vez, ¿verdad?

Tenía razón. Aunque mis poderes estuvieran funcionando, nunca descubrí


cómo encantar a alguien ya bajo la influencia de otro dios. - No puedo
curarte… tú o yo...

- No serías capaz de curar del Metal Olímpico, de todos modos. - Adonis se


encogió de hombros. - No es una gran pérdida. ¿Qué es el Metal Olímpico,
después de todo? Quiero decir, entiendo que es un tipo de metal, pero ¿y lo
además? No sé mucho. - Él continuó moviéndose mientras hablaba,
pasando alrededor, equilibrándose sobre los talones, y corriendo la mano
sobre el escudo, como si la barrera pudiera desaparecer en cualquier
momento y él quería estar listo para los botes salvavidas. Sus gestos eran
nerviosos, pero él estaba tratando de ocultar el miedo.

Por mí, me di cuenta. Él estaba aterrorizado. ¿Quién no lo estaría? Pero él


intentaba mantener la calma por mi causa.
- Ellos son... Hum... Son hechos de diamante, como casi todo metal divino.
Puertas, tronos, el tridente de Poseidón, cualquier cosa. - Me sumergí en la
distracción de explicar hechos oscuros, tanto para mí y para él. Una vez que
empecé a hablar, las palabras siguieron viniendo, saliendo libres por mi
lengua, con energía nerviosa. – el metal se refiere al tipo de arma. Es, tu
sabes... - yo delineé la forma de estaca en mis manos, entonces recordé que
él no podía verme. - Como un tipo de puñal. O selección. Hefesto hizo uno con
un diseño bonito, sin frescura, porque eran sólo prototipos. Pero él tenía una
línea entera planificada. Metal Crónico, Metal Primordial, Metal Elemental. Por
supuesto, nunca llegó tan lejos después de percibir lo que había creado.

Adonis se inclinó al escudo, su camiseta rozando a mi lado. - Entonces, si los


materiales no los hacen mortales, ¿qué hacen?

- No canalizan el poder como la mayoría de las armas divinas. Ellos tienen


poder propio, y eso nos mata. - Hice mi camino hasta el sofá, aproveché la
oscuridad para ajustar mi bikini. Seguí adelante, sentando a lo largo del suelo
hasta llegar a mi equipaje y encontrar mi bolsa de playa contra el sofá. – los
Dioses tienen un punto débil. Nuestros propios poderes. No podemos venir
contra nosotros mismos, el instinto se apaga, pero no podemos curar de ellos
también. Cuando pasamos nuestros poderes, pasamos nuestras debilidades.
Es por eso que nuestros hijos nos pueden matar.

Adonis asintió. - Como cuenta todo mito.

Bufe. - Sí. Algo en aquel metal resuena con nuestro poder y confunde nuestra
capacidad de curar. Es como si fuéramos alcanzados por nosotros mismos,
no importa quién hizo el arma. Sólo que se esparce como un tipo de veneno.
Detalles específicos sobre cómo Hefesto creó el metal no son pasados por las
generaciones, por razones obvias. Todo lo que sé es que la manera como él
forjó el poder en el metal rodea la cosa entera de la inmortalidad. Él tomó el
poder de vuelta dentro de sí y destruyó a todos para protegernos. - Yo temblé,
recordando la masa contorsionad del rostro de Hefesto. - Realmente acabó
con él también.

-Pero si él destruyó a todos, ¿dónde...? - Adonis se paró, a la espera de


explicación.

- Y esa es la pregunta de un millón de dólares. - Sonríe hacia él. - Decir que


fuimos sorprendidos cuando el Metal volvió es un eufemismo. Nuestra mejor
conjetura es que Zeus descubrió cómo reproducirlo.
Adonis golpeó el escudo, llenando el aire con sonidos de golpe. - Okey, de
vuelta al problema en cuestión. El estar sin poderes no nos hace impotentes.
Las personas viven sin poderes todos los días.

- Contra otras personas. Los niveles son medios diferentes aquí. - Sentí su
mirada en mí, pesada y expectante, y me volví, rastreando mi bolsa. - No estoy
lo suficientemente fuerte para salir de la habitación.

- Eres fuerte. Tuviste que serlo para sobrevivir a Zeus. ¿Y qué hiciste con
Poseidón? Tiene miedo de mirarte ahora. Tus poderes no ayudaron con eso,
entonces ¿qué hiciste?

- No sé. Una voluntad de hacer cosas que nunca sucederían a cualquier


persona con cualquier comprensión de cierto e incorrecto. - Yo estaba
sentada en el sofá, tirando de mis rodillas en mi pecho y contando todo sobre
las promesas forzadas. - He herido a las personas Adonis. Hice cosas
terribles, terribles. Pero antes, yo siempre podría decir que yo estaba bajo el
control de Zeus. Lo que hice a Poseidón fue tan malo como Zeus lo haría... La
diferencia es que era sólo yo.

- Para el infierno con Poseidón. Si hay alguna justicia en el universo, cosas


malas nunca dejaran de suceder con aquel idiota.

No entendía. - Pero lo hice. Y lo haría de nuevo. Porque así es como sobreviví.


Yo lastimé a las personas, me lastimé y huí de luchas que no podía ganar.

- A veces ser agradable y hacer lo correcto es un lujo. - El sofá se hundió


cuando Adonis se sentó a mi lado. - A veces, necesitas utilizar cualquier
ventaja que tengas.

- Gracioso, eso suena como si fuera el opuesto de todo lo que has dicho
sobre mí usando mis poderes hasta ahora.

- Contra las personas - Adonis aclaró. - Personas de las que ya tienes ventaja.
No estoy diciendo que debes morir de hambre o terminar en las calles en
lugar de usar tu encanto. Entiendo que sólo medio apareciste en el mundo de
la nada. Necesitas vivir hasta tener un soporte. Son las cosas frívolas que
haces que no soporto. Lo que hiciste a Poseidón no es así. No tenías opción.

Balanceé la cabeza. - Perséfone no lo habría hecho, incluso antes de


descubrir sus poderes. Ares no lo hizo cuando tuvo la oportunidad. Por lo que
puedo decir, eso ni siquiera cruzaría la mente de ellos.
-Perséfone tuvo dos de los dioses más poderosos en la creación protegiéndola
hasta que ella descubrió sus poderes, y tiene a todo el panteón apoyando
ahora. Ares tuvo siglos para construir poder, riqueza, y cualquier otra cosa que
realmente necesitara. No los dejes definir tu brújula moral. Ellos tienen la
ventaja. Por supuesto, no quieren que tú te sientas bien haciendo eso con
ellos.

Hice una mueca. - Ellos no son...

- Ellos están usándote, Afrodita. Poseidón te trata como una cosa, algo
desechable, algo que podría usar hasta que algo te obligara a verlo de otra
forma. Así como Zeus, así como los demás. Todos todavía están usándote.
¿Por qué otro motivo enviaría a la diosa más joven, con poderes más limitados
para investigar, cuando ni siquiera sabían cuál era el enemigo?

- Me ofrecí - le recordé. - El Encanto es mi tipo de cosas, así que tenía sentido.


En el segundo en que eso fue mayor de lo que podía soportar, el resto de ellos
entraron. Están todos afuera, Adonis. - Hice un gesto hacia la puerta. -
Intentando llegar al fondo de esto mientras estamos blindados y seguros.

Adonis respiró profundamente. - Sólo estoy diciendo que no debes sentirte mal
sobre lo que hiciste con Poseidón. ¿Mira, si fueras tan egoísta como piensas
que eres, todavía estarías aquí? Podrías haberte ido en el segundo en que
Perséfone llegó aquí. ¿Por qué no? -

Porque no puedo dejarte. Escogí otra verdad en el lugar. - A causa de todas las
cosas terribles que he hecho. No puedo... si no hago algo para equilibrar... yo...
- luché con las palabras.

- Quiero ser capaz de mirarme en el espejo y no sentirme culpable por cada


cosa horrible que ya he hecho. Quiero ser capaz de dormir sin... - asentí mi
mano en la dirección general de la habitación, aunque probablemente no
pudiera ver el gesto. - Quiero hacer más que sobrevivir, aunque me mate. No
debería tener mucha vida Adonis, así que quiero ser capaz de sentirme bien
sobre lo que hago con la mía.

Adonis tocó mi mano, entonces sentí su camino hasta mi hombro para darme
un apretón reconfortante.

Me incliné hacia su tacto. - Necesito que me prometas una cosa.


- Mis promesas no conservan tanto peso como las tuyas.

- Entonces significa más si mantienes tu palabra.


Él vaciló por un segundo. - ¿Qué necesitas?

- Si algo entra aquí, algo que pueda encantar, necesito que me apagues de
nuevo.

Adonis sacudió la cabeza. - No puedo hacer eso.

- Adonis, no soy lo suficientemente fuerte para resistir el encanto ahora. No


quiero ser usada para lastimar a alguien.

- Tampoco puedes curar- argumentó. - Sé que tu perspectiva sobre esto puede


ser sesgada, pero ser alcanzada con fuerza suficiente para perder la conciencia
es algo realmente grande.

- ¡No me importa! Prefiero morir a sentirme así de nuevo. No entiendes. Nunca


has sido encantado, pero es...

- No te voy a lastimar. - Él agarró mi mano y me miró a los ojos, la luz de las


estrellas brillando en los suyos. - No puedo. No me pidas eso, por favor. Pero
tal vez haya otra manera. El encanto requiere contacto con los ojos, ¿verdad?-
Adonis extendió las manos para indicar la oscuridad. - No tienes que facilitar
tanto.

Algo en su voz me hizo inclinar la cabeza para estudiar su silueta. - ¿Qué estás
pensando?

El sonrió, sus dientes brillando con puntos de luz. - ¿La práctica no te deleita?
Podríamos jugar un juego para pasar el tiempo hasta que los demás vuelvan. Si
puedo encantarte, mi punto. Si bloqueas, el punto es tuyo. - Se encogió de
hombros. - El primero en llegar a siete puntos gana el juego.

Si fuera tan fácil. A diferencia de los semidioses, divinidades de sangre pura


podrían cubrir un área con poder. El contacto visual sólo facilitaba y reforzaba
el control. Aún así... Necesitaba hacer algo, aunque sea algo inútil. Mi corazón
todavía golpeaba el pecho de mi aventura en el balcón, y cada vez que una ola
fuerte golpeaba el barco, me congelaba de miedo hasta que estaba segura de
que el barco no se inclinaba de nuevo.Si continuase sólo sentada aquí, yo me
volvería loca. Y por la forma tensa como Adonis sonaba, él necesitaba pensar
en otra cosa también. A él no le gustaba estar atrapado en un ascensor. - ¿Y yo
que gano?
Adonis sonrió. - Adelantándote un poco, ¿no? ¿Elección del ganador?

Podría encontrar maneras de hacerlo divertido. Dejé el sofá y me alejé de él.


- Listo... Va...

- ¡Vaya! - Adonis me miró. – golpea tus palmas tres veces.

Cuando no golpeé las palmas, se burló. - Muy oscuro. - Él tropezó en el


borde del sofá, cerrando la distancia entre nosotros. - Aplaude tres veces.

Apreté mis ojos cerrados. - Dos a cero. - Yo miraba, tratando de encontrar a


Adonis, pero no podía ver su silueta. Donde estaba él...

-Boo - Adonis susurró en mi oído, y grité de sorpresa, girando para


encararlo. - Aplaude tres veces.

Golpee.

- Uno a dos. - Sus dientes brillaron en una sonrisa triunfante. - Aplaude


tres...

Me levanté, tropezando y luchando sobre el mobiliario en el interior de la


suite. Él tendría que encontrarme para encantarme. Él consiguió agarrar el
cuello de la chaqueta de Ares, pero escurrí mis brazos libres y continué.

- Tres a uno. - Mi camino a través de la sala en completa oscuridad fue un


desafío, pero a juzgar por los sonidos de golpes detrás de mí, navegaba por
los obstáculos mejor que Adonis.

No. Bajé en un rincón debajo de la escalera y traté de estar quieta y


silenciosa.

Él tropezó alrededor, luego una luz barrió la habitación. Su teléfono brilló


en su mano. Trampa. Cerré los ojos cuando la luz llegó cerca.

La luz blanca brilló a través de mis párpados. - Aplaude tres veces.


Sonrei. - Cuatro a uno.

No me estaba tocando, pero estaba tan cerca que casi podía sentirlo. Mi
espalda se cepilló contra la pared. - Acorralada. Creo que acabo de perder.
Abrí mis ojos. Fingiendo ir a la derecha, y saltar a la izquierda, dando un paso
directo en la maleta que escondí bajo las escaleras. - ¡Mierda! - La bolsa se
deslizó debajo de mí y golpeé de lado de Adonis, sacándolo de equilibrio y
arrojando a los dos en la alfombra con un golpe.

- Ouch - él gimió, frotandose la cabeza. - ¿Estás bien?

- Cinco a uno.

Sus ojos brillaban en desafío. - Aplaude...

Me monté en él, cubriendo sus ojos con las manos. - Seis.

Él pasó las manos alrededor de mis brazos y me sacó de equilibrio. Grité,


encontrándome cara a cara con él, mis manos deslizándose en la alfombra
detrás de la cabeza para estabilizarme. - Aplaude...

Toque mi boca en la suya, un movimiento leve. Con un movimiento de mi


lengua, abrí sus labios bajo los míos. Adonis se congeló, vacilando por medio
segundo, entonces me besó con ardor. Sus manos aplastaron en mi espalda,
presionando contra él. - No es justo- él gimió.

Siete. - Me reí, deleitándome con el conocimiento de que puse calor en su voz.


Mi realidad puede estar rompiendo, mis poderes desvaneciéndose, mi encanto
desaparecido, ¿pero eso? Eso, todavía podía controlarlo. Y necesitaba control
ahora. Me apoyé en su pecho, sonriendo para él. - Acéptalo, perdiste.

- Gracioso, no parece que perdí. - Se inclinó hacia arriba, su boca capturando


la mía. Sus dedos ataron mis cabellos y él bajó de nuevo en el suelo,
llevándome con él.

Nosotros respiramos el uno al otro cuando nuestro beso se profundizó. Su


boca se movió contra la mía. Cuando sus manos se deslizaron hacia mi
cintura, mi corazón golpeó mi pecho. Sus labios en los míos parecían una
promesa que yo quería mantener con una intensidad asustadora. Sin romper el
beso, desabroché la camiseta de él y le permití sentarse lo suficiente para
bajar sus brazos antes de plantar una mano en su pecho desnudo y alejarlo un
poco.
En la oscuridad, éramos poco más que sombras, pero nuestras manos
exploraron lo que no podíamos ver. Trague en seco cuando sus manos se
deslizaron debajo de la parte superior de mi bikini. - Dioses- gemí, enterrando
la cabeza en su hombro.

- Espera, espera, espera.- Adonis se alejó, y se apoyó en un brazo. - Sólo... - él


tomó el teléfono y la luz brilló en mis ojos, quemando mi visión. Me alejé,
sosteniendo mis manos para alejar el brillo. - Lo siento. - Él agarró mi mano,
tirándome hacia él. - Lo siento, sólo necesitaba estar seguro de que no estabas
encantada.

Se detuvo cuando mi boca cubrió la suya, sus manos tocando mi cara con una
ternura que hizo que mi cabeza girara en un torbellino de emociones. Eso era
más, mucho más que el miedo, el dolor. Más que una agradable distracción
física, más que una manera de olvidar.

- Afrodita... Espera - la voz de Adonis sonaba ronca, pero él ignoró su propio


consejo, enredando las piernas mientras sus labios se encontraban con los
míos de nuevo y nuevamente y nuevamente. Cada beso parecía más profundo,
más intenso y más desesperado. Su dedo hábilmente desató a los nudos que
sostenían mi bikini. - Yo debería...

Él respiró hondo cuando deslicé mi mano debajo del cinturón de sus


pantalones vaqueros. Si me dijese que no me quería porque yo era una diosa o
cualquier otro motivo, me rompería. Yo haría cualquier cosa, ser cualquier cosa
o cualquiera que él quisiera si eso significaba que no perdería la forma en que
me sentía en ese momento. - Por favor - susurré.

Él puso las manos en mis caderas y me tiró hacia él con un gemido. Derramé
todos mis sentimientos en el beso. Estábamos presionados juntos, tan
apretados que casi no podía decir dónde terminaba y empezaba, pero no
estaba lo suficientemente cerca. El tejido dio lugar a la carne firme y la
respiración pesada. Y esta vez no hubo interrupciones.
CAPITULO 28
En algún punto en medio de la noche acabamos sobre la cama. Y en algún
punto aún más tarde, dejé a Adonis dormirse. Sueño tenía que ser la peor
debilidad que dimos a los mortales, sus vidas ya eran tan cortas que parecía
una tragedia desperdiciar un tercio de ella dormida.

Descendí las escaleras, drenando una botella de agua, y deslizándome en la


cama de nuevo, sin molestarlo. Él cambió de posición, pasando el brazo
alrededor de mí. Teníamos nuestras piernas entrelazadas, cuerpos presionados
cerca, de una forma que no debería ser cómoda pero lo era, de alguna forma.
Mirando hacia el techo, sonrei, sorprendida con lo feliz que me sentía.
Acostada en sus brazos, sin nada para distraerme de la ascensión y caída de
su pecho, el sonido rítmico de su ritmo cardíaco, y la manera como su cuerpo
estaba caliente contra el mío, era bueno.

Mientras los minutos se convertían en horas, la euforia se desvaneció en favor


de las necesidades más apremiantes. Los síntomas empezaron pequeños; Más
pequeños, un pequeño brote de mareo, algunos sudores fríos, y una sed que
parecía insaciable. Cuando hice mi tercer viaje al piso de abajo con la luz
temblante del teléfono celular de Adonis para otra botella de agua, todo mi
cuerpo temblaba de fatiga.

No podía hacerlo. No podía hacerme subir las escaleras. Temblando, abrí la


botella de agua y bebí un trago, decidida a aliviar mi garganta seca como un
desierto. Esto era un poco mejor.

Mi estómago se volvió, y una ola de mareo me golpeó. Me tropecé,


apoyándome en la pared y jadeando mientras esperaba que el sentimiento
terrible pasara. La chaqueta de Ares, me acordé. No estaba segura si un token
de mi reino ayudaría, pero en este momento, yo intentaría cualquier cosa.

¿Qué estaba mal conmigo? En la noche, mis síntomas eran una molestia.
Perceptibles, pero no debilitantes. Definitivamente, no debilitantes así pensé,
recordándome toda mi diversión con Adonis. No, este nivel de dolor era nuevo.
Lo que haya de mal en mí estaba peor.

Vacile en la habitación oscura a un ritmo lento, pero doloroso. Mis labios se


apretaron cuando un gemido escapó de mi garganta.
Cada músculo, cada articulación, cada fibra de mi ser gritaba en agonía. En
algún lugar por encima de mí, Adonis dormía sin saber, y eso me irritaba sin
motivo alguno. No sabía por qué sentía rabia, mucho menos porque no lo
llamé. Creo que la lógica y la agonía insoportable no eran grandes
compañeros.

- Dioses. - Trague en seco apoyándome en la pared, estorbando con el tipo de


peso blando asociado a los muy enfermos, los borrachos, o los muertos
vivientes. Caí al suelo y me arrastre. Mi piel muy caliente se agrietaba con cada
doblado o estiramiento, como si cada capa estuviera curtida, encogida, y
luego estirada sobre mis huesos. Cuero fresco rozó mis dedos y sentí un poco
de alivio. Tomé la chaqueta para mí, sin preocuparme de arrastrarme a la
pequeña distancia hasta el sofá.

Pasé la noche alternando entre congelar y quemar mientras yo temblaba bajo


la chaqueta de Ares, tomando pequeños golpes de mi botella de agua. Cuando
terminé, no tuve la energía para recoger otra botella. Mi cabeza estaba llena de
lava derretida, y mis venas parecían haber sido llenadas con granos de cristal
afilados. Cada golpe del corazón parecía cortar mi cuerpo con una ola de
dolor.

Delirio. Pensamientos y memorias fragmentadas pasaban por mi mente


mientras el sol iluminaba el horizonte.

-Es tan frío- gemí a Adonis, aunque la parte racional de mi cerebro supiera que
estaba allá arriba y no estaba conmigo. Qué diablos, al menos ahora yo tenía
a alguien con quien hablar. - ¿Cómo es que no sientes frío?

Los ojos dorados de Adonis se abrieron. – No sientes frío, ¡eres una diosa! -
Se sentó en la cama, su mano cepillando el pelo de mi frente. - Afrodita, estás
quemando.

No podía parar de temblar. - Siento como si me estuviera congelada.

- Bien, aquí. - Él sacó el edredón de plumas de la cama y puso el tejido fresco


alrededor de mí. - ¿Mejor?

Ahora me sentía muy caliente, pero no tenía el coraje de decirle, entonces lo


tiré hacia mí y lo besé en su lugar. - Eso es mejor.

- Mmm - estuvo de acuerdo. Sus manos agarraron mi cara, su pulgar


acariciando mi mejilla mientras el beso se profundizaba. Por algunos minutos,
me sentí mejor.
Entonces cambie de posición y la fricción de la alfombra debajo de mí me hizo
sentirme en confusión. No estaba en la cama. Estaba en el piso abajo. -
Debería corregirlo - murmuré. Mis labios se agrietaron cuando hablé. Me
levanté y la chaqueta de Ares se deslizó hacia el suelo.

La ropa sería buena. Perséfone y los demás van a vernos pronto. Agarré la
chaqueta y conseguí ir hasta la maleta debajo de la escalera.

Pestañee a las ropas extendidas por el suelo confusa por algunos momentos,
y mandé a mis pesados miembros a cooperar con mis esfuerzos para
vestirme. Cuando conseguí ponerme un vestido verde, levanté la botella de
agua a mis labios. Vacía. Con un suspiro me tambaleé en mis pies, vestí la
chaqueta de Ares y me arrastré a la cocina. Ahora que el sol estaba alto podía
ver que la suite estaba hecha un lío. Cuando el barco se inclinó la noche
pasada todo cayó. Incluido mi enorme montón de papeles en el mostrador de
la cocina. Un sobre con nombre y número de la antigua habitación de Adonis
llamó mi atención debajo de la nevera.
Habitaciones, números de habitaciones, salones. Febrilmente eché los
cajones, buscando Metal Olímpico. Espera, no. Cerré el cajón tratando de
orientarme. No estaba buscando en el barco, estaba en mi cuarto. No había
nada para encontrar aquí.

Decenas de cuartos vacíos. Sin equipaje, sin personas. Algo sobre las
habitaciones vacías se quedó en mi cabeza, así que dejé de garabatear una
nota en el sobre pardo debajo del nombre de Adonis.

No hay otras habitaciones, la voz de Adonis estalló. Miguel intentó escoltarlo


fuera de la nave porque estaban llenos.

- ¡Augh! - Apreté la mano en mi frente, respirando despacio. No podía...


Pensar. Dioses, mi cabeza estaba a punto de estallar. Yo podía escuchar mi
pulso golpeando mis oídos, y el pensamiento de sangre bombeando en mis
venas era casi demasiado para que mi estómago mareado soportara. Un
gemido quedó atrapado en mi garganta. Me sentía peor, mucho peor. ¿Por
qué todo dolía?

¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué todos estos papeles estaban en el suelo?
Encontré la clave de nuestra habitación y me arrodillé para recoger la tarjeta
de plástico. No podía perder la mía porque Adonis había tomado prestada mi
reserva. En el piso de arriba, Perséfone se movía. Podía oír sus pies pisando
la alfombra por arriba.
Espera. No. Perséfone no estaba aquí. Era Adonis moviéndose en el piso de
arriba. Mi boca estaba seca como polvo. Cierto, agua. La nevera no parecía más
fría y la luz no se encendió. Sin energía, recordé, moviendome para sacar la
tapa de la última botella de agua.

Hice una pausa, mi mano preparada y lista para abrir la botella. ¿Yo rompí el
sello o ya estaba roto? Miré a las botellas de agua vacías extendidas por la
habitación, luchando para recordarme.

No, eso era sólo algo que Adonis siempre hizo por mí. Algo agradable y gentil.
Una cosa buena, ya que ese plástico estúpido lastimaba mi palma.

- ¿Agua?- Adonis preguntó, extendiendo una botella. Una y otra y otra vez.
Siempre ofreciendo bebidas.

- Okey - susurré, trayendo la botella a los labios.

La claridad estalló a través de mi delirio febril antes que el líquido frío aliviara
mi garganta reseca. Me quede en la encimera mirando la botella de agua con
incredulidad. ¡Oh, dioses! Algo estaba en el agua. Mis poderes no fallaron
hasta mi primera noche en el barco después de beber el agua. Cada vez que
bebía una botella, empeoraban. ¿Cuántas botellas he bebido? Mi mente hojeó
cada vez que Adonis me pasó una botella de agua, cada vez que invadía la
heladera. La botella sacudió en mi mano temblorosa mientras la estudiaba, en
busca de algún rastro de... ¿Qué? ¿Qué podría herir a un dios, pero dejaría a un
semidiós ileso?

Un temblor violento me atravesó, dejando todo mi cuerpo en llamas. Trague en


seco, limpiando el sudor de mi frente con la mano libre. Mi cuerpo cayó contra
la mesa porque ya no podía soportar mi propio peso. Hice una mueca,
sosteniendo mi estómago. Yo dejaba algo pasar, una pieza del rompecabezas
que haría a todo el resto tener sentido. Pero no podía pensar con... Claridad
suficiente.

¡No! Minúsculos, casi microscópicos, copos de puntitos plateados en el interior


de la botella llamaron mi atención en la luz del sol. ¿Qué rayos era eso?
¿Metal? Imposible. Un solo rasguño podría matarme en cuestión de segundos.
El agua llegaba a la corriente sanguínea humana dentro de cinco minutos de
consumo. Yo estaría muerta hace días.

- Afrodita... - Adonis se paró en la entrada de la cocina. Lo miré, el temor lleno


la boca de mi estómago cuando vi la culpa escrita en su cara. - No bebas eso.
CAPITULO 29
Deje la botella de agua. El plástico débil amasó después de golpear el suelo y el
agua escurrió libre de la parte superior sin sello. - ¿Qué hiciste? - Mi voz sonaba
débil y frágil, y mi mente gritaba no preguntarle. Porque todo lo que él dijera
entonces sería malo. Tan malo que no habría retorno. Era obvio por la mirada en
su cara y la torsión en mi intestino. - Adonis, ¿qué has hecho?

Él cerró los ojos. - Me dijeron que no te harían daño.

Oh, dioses. Mi respiración aceleró cuando mi mente febril juntó las piezas por
milésima vez en otros tantos minutos. Sólo que esta vez no podía ignorar lo
obvio. No podía culpar a alguien. No podía negar lo único que empeoraría toda
esta situación. Él sabía. -¿Tu... me envenenenaste? ¿Por qué?

- Afrodita-. Adonis vino en mi dirección, los papeles se arrugaron bajo sus pies
cuando cruzó el umbral de la cocina. - Respira profundo.

- ¡No! - Me alejé de él, pero no necesitaba ir muy lejos, con la espalda contra los
armarios blancos. - No me toques. No te acerques. No te atrevas. - La habitación
giró a mí alrededor. Agarrando el borde de la mesa, luché para mantenerme en
pie.

Adonis retrocedió. - Afrodita, te explicaré todo, lo juro. Pero tienes demasiado de


ese material en tu sistema. Tengo que llevarte a Jason para que pueda...

Jason. Archivé el nombre para explorar más adelante. - No sé cómo perdiste eso
- golpeé con los dientes cerrados - pero no podemos salir a ninguna parte. Y
aunque pudiéramos, yo no iría contigo. ¡Me drogaste! Estoy... Podría estar
muriendo.

- Pueden tener un antídoto, o algo así. - La luz solar filtraba de las ventanas del
suelo al techo. Los haces claros se filtrar por la alfombra blanca, invadiendo la
gran sala abierta y delineando la figura de Adonis, iluminando sus rasgos
dorados de una forma que, en mi estado febril, parecía amenazadora, no natural.
Él brillaba con malicia. - Puedo llevarte a Jason, sólo tienes que confiar en mí.

- ¿Confiar en ti? - ¿Hablaba en serio?

- Afrodita, no era para lastimarte, tienes que creer en mí. - Los ojos dorados de
Adonis encontraron los míos, implorando.
- Dioses, este no era ni siquiera tu cuarto, ¿no? - Más piezas que me había
negado a montar cayeron en el lugar, mi mente de repente más clara de lo que
estuvo durante toda la noche. No había bebido agua durante horas. ¿Tal vez
estoy curando un poco? Es más probable que el choque me haya hecho volver
a mis sentidos. Estaba hecha un desastre cuando la adrenalina subía. Pero
ahora... El número de la habitación, las habitaciones vacías, la llave perdida de
Adonis. - Tú mentiste para mantenerte en la misma habitación, y luego fuiste un
completo idiota conmigo aquí. Y entonces me envenenaste. ¿Por qué?

- Tú no deberías...

- Entonces, ¿qué debería suceder? - Mi corazón golpeó mi pecho cuando la


adrenalina pulsó a través de mis venas, dejándome tonta, dolorosamente e
hiperactiva, todo de una vez.

Adonis se frotó la nuca pareciendo tan infeliz, tan arrepentido que sentía tantas
cosas por él. - Quitar tus poderes.

Sus palabras me alcanzaron como un puñal en el estómago. Me sentía como si


fuera tirada de un acantilado y podía sentir el suelo corriendo hacia mí a un
millón de millas por hora. - Eso me va a matar.

- Yo no lo sabía-Adonis extendió las manos- Imaginé que sin tus poderes sólo
serías... Humana. Viva, pero en un campo de juego llano. No debería ser
peligroso.

- Tienes poderes. ¡No es igualdad de condiciones si eres más alto! Y tú no


puedes apenas... - acentué mis manos por un segundo, en busqueda de
palabras - Convertirme en humana. No funciona de esta manera. Y los dioses
sin poderes no son humanos. ¡Ellos están muertos! El poder no es todo lo que
nos separa de la humanidad. Somos... Somos una especie diferente. Estamos
unidos de forma diferente. No puedes simplemente... no puedes...

- ¿Jugar a ser un Dios? - Adonis inclinó la cabeza y me dio una mirada aguda.

Mi barbilla cayó. - ¿Estás haciendo juegos de palabras ahora? ¿Eso... Eso es


divertido para ti?

- ¡No!- Los ojos de Adonis se abrieron. - Claro que no. Te estoy diciendo
exactamente lo que están haciendo. Ellos están jugando de ser dioses. Por
desgracia... - Adonis miró al techo y soltó una respiración profunda - No son
mucho mejores en eso que ustedes. Las personas inocentes se lastimaron, y
prometieron que eso no sucedería.
- ¿Ustedes? ¿Personas inocentes? No es mucho mejor. Yo fui atacada,
agredida con armas mortales, lavada de cerebro, envenenada, engañada y
traicionada. ¿Son no mucho mejores que nosotros? No somos un colectivo. Ni
tú, Adonis. No puedes esconderte detrás de este grupo, quienquiera que sean.
Tú me drogaste.

- ¡No tuve elección!

Rasgue los dientes contra el dolor y me levanté totalmente canalizando toda la


indignación que yo podría reunir. – Tú me vas a decir quiénes son, o me
ayudas, Adonis o...

- No hay que amenazar. - El pie de Adonis cruzó la alfombra cuando entró en la


cocina, con las manos en el aire en un gesto de rendición. - Quise contar todo.
Comencé a hacerlo mil veces.... Ayer por la noche, antes de nosotros... En la
playa, antes de salir con Tántalo, después de que Poseidón salió contigo en el
club. Lo intente, Afrodita.

No lo suficiente. Fuimos compañeros de cuarto, y estuvimos juntos por casi


las veinticuatro horas al día. Ha tenido decenas de oportunidades. Sólo había
optado por no usarlas.

Al contrario de mis pensamientos, Adonis continuó. - E incluso antes de eso,


intenté hacerte salir de la nave. Dejé de darte el agua la noche en que dejaste
de respirar, a la hora que me di cuenta de que sacaba tus poderes… realmente
te lastimé. Vacié todas las botellas de agua. No sabía que las reemplazaron.
Afrodita... - respiró profundamente. - Ellos sabían, ellos sabían que no te las
estaba dando. Es por eso que Tántalo te dio tanto la noche pasada. Yo sé que
tú estás furiosa ahora, y tienes todo el derecho de estarlo, pero yo no intentaba
herirte. Lo Juro, si yo no hubiera hecho lo que querían, ellos te habrían
matado.

Mi cabeza giraba, y toqué mi mano en mi frente, tratando de pensar en todo lo


que él hizo. Gritar con él parecía mucho más fácil que intentar descifrar eso,
pero yo no era la única en juego aquí. Esta información importa. – ¿Tántalo? -
¿Qué tiene que ver con esto? Adonis, ¿quiénes son? - Me alejé de él cuando
abrió la nevera.

- Los semidioses no están desaparecidos. - Él miró a la heladera vacía, su cara


pálida. - ¿Cuántas has bebido? ¿Cuántas?- Adonis me miró de arriba a abajo,
sus ojos abiertos con alarma mientras parecía ver mi piel sucia y mis piernas
temblando por primera vez. – Afrodita...
- Sí, probablemente estoy casi muerta- Golpee. - ¿Crees que podrías empezar a
responder las preguntas tan bien como asesinar? Por qué te hice algunas.
¿Qué quieres decir con que los semidioses no desaparecen?

Tragó en seco y se bajó para recoger la botella de agua en el suelo. Resistí la


voluntad de patearlo en el intestino, pero sólo porque no estaba segura de si
podía ponerme de pie. - Estamos siendo reclutados. Los semidioses que
buscas salieron por voluntad propia.

- ¿Qué?

- Cuando Tántalo y los demás te vieron con encanto para subir a bordo, se
asustaron, y... - caminó por la suite, tomando botellas de agua vacías mientras
caminaba. Yo podía ver la creciente alarma en sus facciones mientras él
contaba las botellas. - Yo sabía que tenían las armas. No quería que ellos las
usaran en ti, así que prometí que no eras una amenaza, y juré mantener un ojo
en ti. Ellos estuvieron de acuerdo en dejarte en paz, siempre y cuando yo te
diera esto para sacar tus poderes por un tiempo. Ellos no querían que los
encantaran, porque no todos son inmunes-. Adonis empujó las botellas de
agua vacías en la basura.

El cuarto giró a mí alrededor, y no podía tirar suficiente aire en mis pulmones.


¿Los semidioses? ¿En serio? ¿No estábamos buscando un dios, un Titán, un
primordial o cualquier cosa que ya habíamos considerado importantes en
términos de poder? Pensé en el encanto, tejido por cientos, cientos de
diferentes fuentes de energía, forjando un eslabón inquebrantable con los
pasajeros.

Los semidioses no eran nada, pero juntos...


Especialmente cuando había semidioses como Adonis.

Él ciertamente consigue mentir. La voz de Elise resonó en mis pensamientos.


¿Cómo perdimos eso? ¿Cómo perdí eso? Dioses, el Metal Olímpico. Sabía
exactamente dónde estaba el resto de las armas. La única habitación donde no
terminé de buscar. La de Tántalo.
Suponiendo que no estén en el equipaje de Adonis. Nunca pensé en buscar allí
también.

Me acordé de la expresión de horror en el rostro de Elise después de que


Adonis explicara que intentábamos ayudar a encontrar a los semidioses
desaparecidos. No soy una parte de esto, y no deberías serlo también.
- Se titulan CONDENADOS.3 Semidioses contra las principales ninfas,
Elementales y Divinidades.
- ¿Ninfas? – las ninfas estaban casi extinguidas, y nunca fueron poderosas.

Adonis se encogió de hombros. - Ellos buscaban principalmente algo para


completar la sigla. Porque pueden cambiar las cosas en la superficie, pero saben
que cuando mueran... Bueno, tú sabes… Hades.

Sí, ellos estarían bien heridos. El Señor del inframundo no sería muy bueno con
un grupo que buscaba... ¿Qué exactamente? ¿Nuestra extinción?

-¿Dónde está Hades? -pregunté, recordando el comentario improvisado de


Adonis la noche pasada. Perséfone siempre puede encontrar a Hades, a menos
que estén separados por circunstancias extremas, como un rayo de Zeus o todo
un reino de distancia. ¿O un grupo de semidioses sanguinarios armados con
Metal? No, si Hades muriera, Perséfone sabría instantáneamente. No habría razón
para buscar.

Adonis se encogió de hombros. - Probablemente con los demás ahora. Ya te dije,


la última vez que oí, ellos buscaban a Narciso. Estoy seguro de que todos
volverán pronto. - Él palideció. - Lo contare todo.

-Poseidón tenía razón. - Reprimí la risa histérica burbujeando dentro de mí. Los
semidioses eran una amenaza. Ellos estaban trabajando juntos, y estaban
armados; Nos engañaron. Todo porque éramos muy orgullosos para considerar
que podríamos estar tratando con seres inferiores. - Debería haber dejado al
barco hundirse.

3 En el original: DAMNED = Demigods Contra Major Nymphs, Elementales, y


Deities.

¿No sería bueno?

Adonis parecía no haber escuchado, porque siguió tratando de explicar, su voz


más desesperada. - Ellos juraron que no te lastimarían. Lo siento mucho, lo
siento mucho, pero yo no tenía elección.

Dioses, Poseidón tenía razón sobre Adonis también, él era una víctima
profesional. - ¡Podrías haberme dicho!. - Mi grito enfurecido resonó por la sala.

- ¿Y después? - Adonis exigió; Frustración dando lugar a la rabia. - Habrías


contado a Poseidón, y él nos habría matado en el minuto en que se diera cuenta
de que estábamos armados.

¿Nosotros? Sólo un momento atrás, había dicho ellos. ¿Cuán profundo estaba en
eso?
Adonis se alejó, moviéndose a través de la línea dividiendo la cocina de la sala de
estar. - No podría ser responsable de la muerte de nadie. Son buenas personas, con
miedo y con rabia, y tienen el derecho de estarlo. Yo no quiero que nadie muera,
incluso tú.

- Me atacaron. - ¿O olvidaste a los pasajeros empuñando Metal Olímpico?

- Eso fue un accidente. Tú ya habías salido del club y ellos no sabían que ibas a
volver. Después de que me di cuenta de que habías dejado la habitación, traté de
avisarte. Lo intenté, pero no me oíste, ellos no intentaban llegar a ti, tú estabas en el
camino. Ellos intentaban llegar a Poseidón.

- La gente murió.

Adonis se estremeció. - ¿Crees que no soy consciente de eso? No estoy más de ese
lado Afrodita. Nadie debería morir.

- Excepto Poseidón, obviamente. – Encare a Adonis con incredulidad. - ¿Cómo si


eso fuera mejor de alguna manera?

- Poseidón lo merece.

Balanceé la cabeza. - Somos una especie en extinción, Adonis. Si alguno de


nosotros morimos, todos sufrimos.

- Me pareció que no eran un colectivo.

- No es eso lo que yo... - ¿por qué explicarme para él? - Dioses, realmente nos
odias.- Siempre lo supe, pero no tenía idea de la profundidad del odio de él.

- No te odio.

- Sólo porque pensaste que podría ser algo diferente. - Me incliné contra la mesa de
apoyo. - Algo que puedas tolerar.

- ¡No! Eso no es...

- Hace tres días, tú no podías tolerarme. Ahora, de repente...

- Hace tres días, yo no te conocía. No de verdad. - Las palabras parecieron estallar


de dentro de Adonis, como si él pusiera suficiente energía detrás de ellas, como si
el volumen me forzaría a ver la razón.
Como si pudiera sofocar la voz horrorizada en mi cabeza gritando que él me
envenenaba, me traicionaba, me lastimaba. Pero la verdad no podía ser
silenciada. - Todo lo que yo sabía era que tu no eras psicótica como la mayoría
de los dioses, y no merecías morir por precaución.

- ¿La mayoría de los dioses? Los conociste a casi todos ellos, Adonis.
¿Perséfone se parecía psicótica para ti? ¿O Artemisa? ¿O Ares? ¿O Hefesto?
¿Estás diciendo que ninguno de ellos merece morir como una precaución? -
Escupí la palabra. - Este es un nuevo panteón. Todo es diferente...

-Es tarde para eso. Los dioses nos herraron, herraron a nuestras familias,
algunos de nosotros por generaciones. Toda la familia de Tántalo está
literalmente maldita. Ha pasado por generaciones, debido a algo que sucedió
siglos atrás. No ayuda a conciliar diciendo que los dioses cambiaron a quien ya
fue herido. Ellos lo mataron.

Sus palabras resonaron por la habitación cuando fijamos nuestras miradas el


uno en el otro, respirando con dificultad. - ¿Qué quieres decir Adonis? ¿Qué lo
que has hecho es comprensible? ¿Qué está bien? Porque no lo está.

- Lo sé. Sólo quiero que entiendas que no tenía elección.

- Pero la tenías. Y elegiste drogarme .Optaste por mentirme... Podrías haber


confiado en mí, en lugar de traicionarme e...

- ¡Lo siento mucho!

- ... Intentar rehacerme en algo más a tu gusto. Algo que puedas controlar.
Dioses, todas las cosas que dijiste anoche sobre aceptar una ventaja si tuvieras
una. Intentabas justificar lo que hiciste.

- ¡No!

- ¡Dormiste conmigo! - gruñi. - ¿Algo de eso fui yo? ¿O me encantaste para ...

-¡No!- Adonis parecía horrorizado con el pensamiento. - Incluso lo comprobé. No


te encante. Yo nunca...

- ¿Pero si estoy drogada, entonces todo está bien?

- ¡No!

- ¿Cómo voy a creer en ti? ¡Puedes mentir!


- Porque yo podría encantarte ahora para creer lo que digo, y no lo estoy
haciendo. No mentí la noche pasada. Significó algo para mí. Creo que... Creo
que incluso podría ...

- No - Mi voz se rompió cuando el sentimiento que encontré la noche pasada


rompió dentro de mí, los pedazos rasgando mi corazón, alma, y mi propio ser
en pedazos. En todo el infierno que he vivido antes…nunca me sentí tan
vacía y quebrada como ahora. Pero no cometería ese error de nuevo. - ¡No te
atrevas a decirlo. No después de lo que hiciste.!

- Yo te amo.

Probablemente creía eso. Pero eso no era amor. Yo conocía el amor. Lo vi en


la fuerza de Perséfone cuando ella debería estar rota más allá de la
reparación, en el sacrificio de Deméter, en la forma como la voz de Hades se
suavizaba cada vez que él decía el nombre de Perséfone, y cómo la de
Poseidón se rompía cada vez que él mencionaba a Tritón. El amor puede ser
el dolor y el miedo, una fuerza y una maravilla, y todo en el medio. Pero
nunca era veneno.

No. Adonis sentía lo que sucedía cuando jugaba a dos personas en una
habitación, apilaba con desastres físicos y emocionales, peligro y caos, y
jugaba una buena dosis de culpa. Él sintió algo por mí, tal vez incluso algo
fuerte, pero no era amor. No si pudiera entender lo que hizo.
Pero todavía dolía.

- Nunca quise que nada de esto sucediera.- Adonis se acercó a mí y algo


dentro de mí estalló. No parecía molesto, y actuaba como si tuviera el
corazón partido. No, probablemente estaba muriendo, y él no sólo causó eso,
sino que también asistió mientras mis poderes se deterioraban, jugando en
un mundo de dolor. Y nunca dijo nada.

Él me mintió, me engañó, me traicionó, e intentó cambiarme, todo al mismo


tiempo, pretendiendo cuidar de mí, ¿y ahora se atrevía a decir que me
amaba? Gruñendo me acerque al mostrador y arrojé un vaso de cerámica en
él.

- Aléjate de mí. - La taza golpeó el armario detrás de él y se rompió en


pedazos. - ¡Eres todo lo que odio. En realidad, eres peor! Después de toda tu
conversación sobre cómo los dioses eran tan malos, tratando de hacerme
sentir vergüenza de lo que soy... ¿Y todo ese tiempo, me estabas
manipulando?
- Afrodita...

- ¡Eres un monstruo!- grité tan alto que mi voz se puso ronca.

Un golpe en la puerta llamó mi atención. La voz de Miguel filtró a través del


metal grueso. - ¿Está todo bien aquí?

Miguel podría golpear la puerta. Lo que significaba que el escudo fue retirado.
Y eso significaba que algo había ocurrido con el escudo o el dios que lo
colocó.

¡Perséfone! Ella se fue con Tántalo. Ares y los demás... Necesitaba advertirles.
Ellos pensaban que estaban ayudando a los semidioses, pero los semidioses
estaban detrás de toda esa cosa y estaban armados. Todo porque fui muy
ciega y estúpida para ver el peligro justo delante de mí. Necesitaba arreglarlo.
Necesitaba ayudarles.

Dioses, probablemente era demasiado tarde.

No podría desmoronarme ahora. Había mucho en juego. Con esfuerzo, empujé


de lado mi dolor y rabia para que pudiera pasar a asuntos más importantes. -
¿Me habrían matado? - Mi voz sonó entumecida, destacada.

- Sí. - Adonis me miró, los ojos llenos de esperanza.

Hubiera preferido morir. Al menos los demás no estarían en peligro. -


¿Cuántos semidioses están en este barco, realmente?

- Muchos. ... Algunos pueden usar glamour.

Esto no habría sido posible. Los semidioses no podrían usar glamour, pero
incluso si pudieran, deberían dejar una firma de energía. Mi capacidad de
recoger firmas desapareció casi instantáneamente, pero Poseidón me
rastreaba usando mi glamour. Él habría notado decenas de semidioses
disfrazados. La voz de Poseidón resonó en mi mente. Si son inmunes al
encanto, no hay como decir que otras cosas extrañas hay sobre ellos o lo que
pueden hacer. Son muy peligrosos.

Cerre los ojos. Él tenía razón. Que los dioses me ayuden, Poseidón tenía razón.
- ¿Ellos van a matar a los otros dioses? ¿Van a drogarlos?
- Yo no... - Adonis se frotó la nuca, pareciendo enfermo y con culpa. - No sé.
Ellos no confían más en mí, y no han hablado conmigo. No es como si el
objetivo haya sido siempre atacarlos. Sólo querían ser dejados en paz.

Con una sigla como CONDENADOS, de alguna manera dudaba de eso. Pero
Adonis creyó en lo que querían, y ahora estaba muriendo por eso. Pero no
dejaría que eso sucediera con los demás.

-¡Afrodita, no vayas allá afuera!

Oh, como si yo fuera a escuchar otra palabra que él dijera de nuevo. Corrí
hacia la puerta.
CAPITULO 30
La puerta golpeo detrás de mí, empujándome en un Miguel asustado. - Lo siento-
engañe, inclinándome contra la puerta.

Miguel asintió, estudiando mi cara. - ¿Está bien señorita?

El picaporte se sacudió, y apreté la manija plateada. Miguel me miró y agarró la


manija, sosteniéndola cerrada.

- ¡Afrodita! - El grito sofocado de Adonis resonó por el pasillo y golpeó la puerta.


- Puedo ayudar, sólo abre la puerta.

- ¿...Señorita? - Miguel miró a la puerta estremecerse con los golpes persistentes


de Adonis.

- Puedo acabar desmayada - avisé a Miguel, ajustando la chaqueta de Ares. - Si


eso sucede, prométeme no dejarme con él.

- Lo siento, ¿qué?

Mi cabeza giraba y decidí trabajar en tener sentido más adelante. Ahora,


necesitaba mantener a Adonis alejado. Cerré los ojos y usé todo lo que tenía,
que no era mucho, para hacer un escudo. Mi estómago se torció. La sangre
escurría de mi nariz y manchas llenaba mi visión, pero el escudo se levantó.

- Señorita - Miguel gritó en alarma cuando mis rodillas se doblaron, pero


mantuvo la puerta cerrada. Hombre inteligente.

-Okey – murmuré en la pared. Inclinando mi cabeza, pellizqué la punta de mi


nariz para estancar el flujo de sangre. La luz del sol pasaba a través de la
claraboya de cristal y los pasillos interminables de ventanas. El apretón en mi
pecho disminuyó. Tenía miedo de que todo el barco estuviera oscuro como
brea.Respira.- Necesito...Yo sólo... - Poseidón. Yo le diría a Poseidón. Él
conseguiría localizar a cualquier divinidad en su reino y todos nosotros nos
teletransportariamos de aquí. Quisiera contar esta historia sólo una vez.
Respirando profundamente, esperé a que lo peor de la marea pasara. Cuando
finalmente estaba segura de que no iba a colapsar, anuncié- Necesito salir.
-Debe ir a el ala médica, es... - Miguel me miró, como evaluando mi capacidad
de llegar hasta el fondo del barco. - Hay una puerta, en línea recta hacia abajo
en este corredor que lleva hacia fuera. Espere ahí, voy a mandar a alguien para
acompañarla el resto del camino. - Tomó una radio atada al cinturón cuando la
puerta se estremeció. - Vaya.

Afortunadamente, mi habitación no estaba lejos de un salón exterior. La


adrenalina que me mantenía de pie no iba a durar mucho, pero yo necesitaba
saber. - ¿Qué sucedió? ¿Por qué la energía cayó?

Yo podía ver la lucha en su cara, él quería preguntar lo que estaba pasando


entre Adonis y yo, pero yo no estaba cien por ciento segura de que él quisiera
saber. - Uh... Hubo una avería. La energía debe regresar pronto, y cuando eso
suceda, estaremos de nuevo en movimiento.

- Gracias. -Descendí de la pared y me fui a la puerta al final del pasillo.


Mientras me movía por el pasillo, oí a Miguel hablando rápido en español en su
radio, y la voz de otro miembro de la tripulación hablando con un grupo de
pasajeros.

-Intenten no cerrar la puerta de la cabina completamente, porque no pueden ser


capaz de desbloquear de nuevo. Los rastreadores serán procesados en toda la
extensión de la ley. Ah, y si sus instalaciones no funcionan, por favor, orinen en
el desagüe de la ducha. Los sacos suministran a la materia fecal.

Abrí la puerta y respiré profundamente el aire teñido de sal. Las paredes


blancas del barco parecían desaparecer cuando miré el tramo interminable de
azul marino. No había olas. Ningún viento. El océano parecía plano como vidrio,
la falta de movimiento tan profundamente equivocado hizo que me alejara de
las rejas. - ¿Qué?

Miré hacia arriba y vi algunas nubes que se pasaban en el cielo, pero incluso
éstas permanecían perfectamente inmóviles. Como si el mundo hubiera
sostenido la respiración, congelando el tiempo.

Yo sabía exactamente qué coordenada había alcanzado el barco. Necesitaba


encontrar a los demás ahora. Pero en el segundo que el ayudante de Miguel
llegara y abriera la puerta de nuestra suite, Adonis encantaría a Miguel para
decirle exactamente donde fui. No podía estar aquí.

Temblando de cansancio, caminé hasta la escalera y bajé, agarrándome al


pasamanos blanco. Recorrí algunos escalones cuando mis piernas desistieron.
- Okey entonces. - Me incliné contra el pasamanos y miré alrededor. Escuche
gente murmurando en la cubierta, pero nadie en esta franja de paso. - Vamos a
intentarlo de nuevo. - Trague en seco, clavando mis uñas en la palma de mi
mano y hasta que la sangre roja brotó brillante. Sostuve mi mano cortada
sobre el carril y vi cuando mi sangre se deslizó hacia el océano. El agua
parecía tan quieta, y vi cada gota roja alcanzar el agua debajo del barco.
Poseidón, concentré mis pensamientos. Es una emergencia.

Nada pasó. Minutos pasaban, y mi preocupación aumentó. Estoy lista para


pedir un favor, añadí en desesperación.

Nada aún. Repetí el ritual en voz alta, sin suerte.

¿Perséfone? Envié una oración en su dirección. Es importante.

Nada. - Okey, piensa Afrodita. Algo obviamente sucedió anoche. - No pueden


estar muertos. - Yo sentiría mi vínculo de fidelidad presionando si algo hubiera
ocurrido con Perséfone. En cuanto a Poseidón, la muerte de un gobernante del
reino no era un acontecimiento sutil, habría ecos de su muerte y caos en todo
el reino.

Mi mente se acordó de la inclinación del barco y de la tormenta salvaje la


noche pasada, pero descarte el pensamiento. Las tormentas eran comunes.
Aterrorizantes, si estuvieras en un barco y encerrada en una habitación, pero
el caos que reinaba cuando un gobernante de reino moría era del tipo
legendarias, no simples pesadillas.

Yo sabría si Poseidón había muerto. A menos, claro, que Poseidón hiciera


como Deméter y deseara todo su poder a otra persona. Pero la única persona
en la que él confiaría lo suficiente para dar todo su poder sería Perséfone, y
ella no estaba respondiendo también.

¡Ares! ¡Hades! ¡Artemisa! ¡Atenea! Fui a través de la lista de cada divinidad


viva que yo podría pensar. Nada.

- Okey... ¿Y ahora? - Mordí mi labio, tamborileando los dedos contra las rejas
de metal. Tal vez Artemisa y Ares habrían permanecido quietos la noche
pasada para mantener sus disfraces. Si yo...

- ¿Afrodita? - La voz de Adonis filtró de algún lugar por encima de mí.


Congelándome, sostuve la respiración. Me conocía, sabía que, dada una
elección, me tiraría del barco en vez de quedarme parada. Moviéndome lo más
silenciosamente que pude, abrí la puerta y entré, tropezando hacia la escalera
oscura que llevaba a las plataformas más bajas.
Las soluciones llenaron la escalera. Los fragmentos de conversaciones con
rabia, frustradas y asustadas fluían por mí mientras yo bajaba los escalones.
Cuanto más bajo yo iba, más oscuro el barco se quedaba. No podía ver nada.
Las voces sin cuerpo causaron escalofríos en mi espina. O tal vez fuera la
fiebre.
Busqué mi camino a lo largo de la escalera, mis manos en la pared mientras yo
seguía, hasta que mis dedos tocaran el borde de los próximos peldaños. Había
algo aterrador sobre vagar en una nave de crucero en la oscuridad. Saber
cuántas personas estaba a bordo conmigo, muchos de ellos semidioses con la
intención de destruirme, cuán pequeño ese barco era comparado al océano, y
cuán oscura esta escalera parecía... todo me presionaba. Miedo palpable...
Nunca sentí ataques de pánico claustrofóbicos antes de que Adonis me
drogara. Pero ahora, me sentía como si me estuviera sofocando. Me enjuague
con aire oliendo a productos químicos, moho, sudor y sal.

De alguna manera, llegué al cuarto de Elise, con la esperanza de que Artemisa


estuviera allí. Si alguien necesitaba saber que los semidioses estaban detrás de
todos los problemas, eran las divinidades personificando semidioses.

Empuje las mangas de la chaqueta de Ares y golpeé en la puerta por un minuto


entero, cada golpe más alto y más desesperado que el último. - ¡Vamos!
¡Vamos!. ¡Abre la puerta! - Todo el esfuerzo físico y emocional se acercaba a mí,
y mi adrenalina estaba acabando. Mi cabeza giraba cuando golpeé mi puño
contra la puerta una última vez. - ¡Vamos!

La puerta al lado de la de ella abrió. La luz solar derramaba en el pasillo oscuro,


revelando a un viejo irritado en un bata de baño con tres largos cabellos
blancos sobre su cabeza. - ¿Quieres parar con eso? - Él frunció, mirándome con
su cara arrugada. - Obviamente, no hay nadie... Querida, ¿estás bien? - Parecía
realmente verme por primera vez.

Dioses, ¿qué tan mal estaba para seguir recibiendo esa reacción?

- Lo sien…siento- tartamudez, retrocediendo.

- Espera- me llamó cuando caminé por el pasillo, pero lo ignoré. Yo estaba


mucho más allá de la ayuda de los mortales.

Encontré la habitación de Tántalo y golpee. El sol caliente y acogedor


derramaba en el pasillo, bañándose en la luz cuando la puerta se abrió. - Eh, tú.-
Ares realmente hizo su tarea en imitar las expresiones faciales de Tántalo. Esa
familiar sonrisa de lado iluminó su cara dorada.
- ¡Ares! - Puse mis brazos alrededor de él, tan aliviada por encontrarlo seguro,
que por un segundo mi fiebre no importaba. - Oh, dioses. Yo estaba tan
asustada. No puedo encontrar a Poseidón, Perséfone, Artemisa, o cualquier
otro.

-¿Qué sucedió?

Me encogí un poco. - En realidad, no importa, tenemos que hacer que todos se


unan ahora.

- Eh, eh. - Él se inclinó hacia atrás, listo para deshacerse de mi abrazo hasta
que percibió cómo me agarraba a él para ponerme en pie. - ¿Estás bien?

Balanceé la cabeza. - Los semidioses no están desapareciendo Ares, están


conspirando contra nosotros. Ellos tienen armas, veneno, y Adonis... - Un nudo
se formó en mi garganta cuando pensé en Adonis. - Él lo sabía. Él lo supo todo
el tiempo. Lo dejé con un escudo en la habitación. Cuando reunamos a los
demás, él puede contar toda la historia.

- ¿Sabía qué? -Ares cambió su apretón en mí cuando cerró la puerta. - Espera,


¿qué pasa con los semidioses? ¿Tiene algo que ver con la caída de energía?

- No sé. – Me encogí de hombros, preguntando por qué se había dado el trabajo


de encerrar la puerta en lugar de poner un escudo. ¿Por qué Tántalo no sería
capaz de hacer uno? - Puedes deshacer el disfraz Ares, no tienes motivo. ¿Qué
pasó en la noche? ¿Dónde están los demás?

- Ellos están aquí. - Él apuntó a la puerta de entrada.

¿Aquí? ¿Por qué estarían aquí? Me solté de Ares y me volví a la esquina. -


Ares, no tienes ni idea de qué... - la habitación estaba vacía.

Él mintió.

No es posible. Los dioses no pueden mentir.

Los semidioses pueden.

¿Tántalo? Pero vi a Perséfone llevar a Tántalo. Lo vi. Él estaba en el


inframundo. Incluso si hubiera podido pasar por el Tártaro y escapar, ¿cómo
podría haber encontrado su camino de vuelta a un barco en movimiento?

Lo sentía acercarme detrás de mí. - Tú vas...


Cerré los ojos, mi estómago torciendo cuando pensé en el juego con Adonis la
noche pasada. Aplaude tres veces. Empuje el dolor y la fatiga para explotar en
acción.

Dioses, ¿cuántas advertencias he perdido? Tomé una de las pinturas de


espuma del mar de la pared, lista para golpearle con el marco pesado.

Él lo esquivó, sin sorpresa, ya que luchaba ciega. La pintura cayó en el suelo, el


cristal se rompío en el momento del impacto. - Está bien - Tántalo se quejó. - Lo
haremos de la manera más difícil.

El dolor estalló en mi cara. Él me golpeó con fuerza suficiente para hacerme ver
estrellas, y grité en shock cuando tropecé hacia atrás. Pero no abrí mis ojos.

Sus manos se cerraron sobre mis hombros y él me golpeó contra la pared. Di


un rodillazo en su estómago y me libré de su alcance, luchando para llegar
hasta la puerta. Me arrojó al suelo. - Mírame- gritó, su peso me aplasto contra la
alfombra.

- ¡No! - Mis dedos se cerraron sobre un pedazo de cristal quebrado. Apunte a


Tántalo en algún lugar en el torso, rebanando mi propia mano al hacer eso, y él
gruñó y aflojó el apretón. Me empuje hacia el otro lado, llevándolo conmigo
mientras yo salía de la alfombra a la puerta de entrada. Agarrando su pelo,
golpeé su cabeza contra el suelo de mármol, una y otra vez, hasta que su
cuerpo se mojó de sangre bajo el mío.

Oh, dioses. Respiré profundamente y abrí mis ojos a la habitación girando a mí


alrededor. Mantente consciente, me demandé. Era más fácil decir que hacer.
Estuve en mala forma antes de lanzar un escudo, correr por todo el barco, y
luchar contra un semidiós.

Necesitaba avisar a los demás mientras todavía podía. Una causa divina de
muerte llegando. Tomé un pedazo de vidrio y apreté contra la garganta de
Tántalo. Sus ojos se abrieron.

- Para - él lo ordenó.

Dejé caer el cristal y me alejé de él. - Lo siento, lo siento mucho, lo siento


mucho. - ¿Qué pensaba? ¿Por qué le lastimaría?

Se estremeció cuando se levantó. Fui hacia adelante para ayudarle y él me


agarró por el cuello de la chaqueta de Ares y me golpeó en la pared. - ¡Mírame,
puta estúpida!
Lo mire, era una petición tan simple. Nunca me apartaría, a menos que me lo
pidiera. ¿Por qué querría eso?

- ¡Tántalo! - Adonis golpeó la puerta.

- Cuando termine- Tántalo gruñó.

Su puño golpeó mi cara, luego en mi intestino. Él me dio varios golpes, sus ojos
salvajes con rabia. Vagamente, yo era consciente de Adonis gritando a un
miembro de la tripulación para apresurarse y abrir la puerta. La tarjeta clave
bocinó, la puerta se abrió, y yo todavía miraba a Tántalo, desesperada para hacer
lo que él pedía.

- ¡Para! - La voz de Adonis sonaba ronca de tanto gritar. Él tiró a Tántalo lejos de
mí, y caí en el suelo, mis ojos aún buscando desesperadamente por él.

- Oh, dioses, oh, dioses. - Adonis apartó el pelo de mi cara, su voz sonando en
pánico. - ¿Qué hiciste?

- Acaba de tratar de cortar mi garganta – Tántalo gritó. – tenías un trabajo,


Donnie. Sólo un trabajo. Sostenerla - él apuntó un dedo hacia mí... - Fuera del
camino, y nosotros la dejaríamos fuera de eso.

- Mira eso- Tántalo continuó, levantando la camiseta para inspeccionar los daños.
- Me apuñaló. Y probablemente me dio una conmoción. Vamos. Ayúdame.
Podemos arrestarla con los demás.

Adonis inclinó mi barbilla hacia arriba, sus dedos tocando mi cara pulsante.
Intente desesperadamente ver alrededor de él para encontrar a Tántalo. - ...
Dioses, ¿qué has hecho con ella? Los dioses nos matarán a todos por eso. Nunca
van a parar.

- Quédate quieta- Tántalo ordenó cuando vacilé lejos de Adonis. - No hay


necesidad de preocuparse por los demás dioses. En el momento en que hayamos
terminado con ellos, estarán tan indefensos como ella. - hizo una señal para mí, y
me concentré en quedarme muy quieta. Pero era difícil sostener mi respiración.
Mis pulmones parecían a punto de estallar. –Hey Donnie, ¿quieres ver algo
divertido? - Él esperó hasta tener la atención de Adonis, y entonces me miró. –
Cae muerta.

- ¡No! - El rostro de Adonis contorsionó de miedo. Sus dedos apretaron mis


hombros, tirándome en sus brazos. Entonces todo quedó oscuro.
CAPITULO 31
-¡Vamos!- Una voz familiar gritó, sus manos empujaban mi esternón con
suficiente fuerza para dejar una hematoma. Su boca cubrió la mía y él exhaló. Mis
manos se contrajeron en una patética tentativa de agarrar sus hombros y alejarlo.
Había algo sobre esa voz, algo importante.

- ¡Mira, ella se movió! - Otra voz vino de mi lado derecho.

¿Elise?

- ¿Puedes escucharnos, Afrodita?

Me levanté con los ojos abiertos, apretando los ojos contra la fuerte luz
fluorescente. Los ojos dorados de Elise estaban sobre mí, tan llenos de
preocupación, y abrí la boca para tranquilizarla. Pero abrir la boca trajo un nuevo
mundo de dolor. Oh, dioses, cada parte dolía.

Otro rostro entró en mi campo de visión.

¡Tántalo! Apreté mis ojos cerrados e intenté alejarme, pero sólo conseguí algunos
débiles espasmos.

- ¿Está volviendo? - Elise exigió.

- N-no, - lloré, el pánico inundo mi pecho mientras sus manos se cerraron sobre
mis hombros. - ¡No! - Golpee débilmente en sus brazos. Él me controlaría, lo
haría, cavaria en mi interior y me convertiría en una muñeca viva. No habría nada
de mí, nada. - ¡Por favor no! - Un ruido histérico quedó atrapado en mi garganta.
Yo no pasaría por eso de nuevo.

Elise parecía realmente en pánico ahora. - ¿Ella...?

- No. Ella tiene… - él parecía distraído mientras me cogía... - Pesadillas, a veces.


Puede tardar un minuto en salir de ellas. - Él hizo ruidos calmantes y acarició mi
pelo, el calor irradiando de sus dedos. - Estoy contigo, amor.

- ¿Ares? - Susurré, sin atreverme a abrir los ojos.

Sus brazos se estrecharon alrededor de mí. - Yo estoy contigo.

- Oh, dioses, - Me atragante, me agarre a él por todo lo que valía la pena.


Me agarró tan apretado. - Pensé que estabas muerta. Pensé...

- estabas muerta. - La voz pertenecía a Elise, pero el tono era todo de Artemisa. -
Nunca he visto nada parecido. Casi perdiste todo tu poder, sin pulso, y no
estabas curando. Cada vez que paramos...

- Tu corazón se había detenido.

- ¿Cuánto tiempo? - Pregunte.

Ares sacudió la cabeza, pero no conseguía producir una respuesta.

-Horas- Artemis respondió. - Qué bueno que lo has conseguido. - Ella dio un
apretón suave en mi hombro antes de levantarse. La sentía alejarse de nosotros,
pero no podía girar la cabeza para ver a dónde fue.

Horas. Me mantuvieron viva durante horas. Yo respiré estremeciendo


profundamente. - Gracias.

Ares sonrió. - En cualquier momento.

Con esfuerzo, levanté la cabeza de su hombro, observando las paredes metálicas


y las puertas cerradas de lo que parecía ser una celda de prisión. La celda entera
parecía tan larga como las camas queen-size, y no era mucho más amplia. Tres
de las paredes eran de metal sólido, y la cuarta era de barras de prisión
comunes. A través de las barras quedaba un pequeño pasillo vacío, excepto por
una mesa de madera contra una celda idéntica a la nuestra, del otro lado.

- No puedo curarlo.- El susurro de Artemisa llamó mi atención hacia la esquina


frente a mí, donde estaba arrodillada cerca de un Adonis empapado de sangre. -
¿Estamos dentro de un escudo? No siento nada.

Adonis. La sangre ensucio su pelo dorado en su cabeza. La piel cortada a lo


largo de la mejilla, la frente y la mandíbula parecían más el resultado del tejido
hinchado estallando libre que golpes. Recuerdo la expresión de horror en la cara
de Adonis cuando Tántalo me dijo que cayera muerta. Sobre la base de sus
heridas, podía adivinar lo que sucedió a continuación.

La presión de los brazos de Ares a mí alrededor me alivió cuando se levantó. -


No siento nada. - Se arrodilló y puso la mano en la frente de Adonis, entonces
frunció la frente. - Eso es extraño.
Debí haber hecho un sonido, porque Ares miró hacia arriba y me dio una
sonrisa tranquilizadora. - Parece peor de lo que está. Los semidioses curan
también. Lleva mucho tiempo. Podemos acelerar eso. - Él miró alrededor de la
celda furtivamente. - No está tan mal como estaba. Una vez que salgamos de
aquí, estará tan bien como nuevo.

Artemisa caminó por la celda, pasando la mano a lo largo de la pared de metal.


- La última cosa que recuerdo antes de despertar aquí era llegar a la habitación.
Alguien debió haber llegado detrás de mí, pero... - ella bajó tanto la voz que
casi no podía entender lo que ella dijo. - Me pareció que las habitaciones
estaban protegidas contra teletransporte.

- Ellas lo estaban- Ares confirmó, cayendo para sentarme a mi lado.- Lo mismo


sucedió conmigo. Sea lo que sea, los escudos no lo impidieron.

- Bien, definitivamente se quedó mucho más cerca y personal con ustedes


dos-. Artemisa me miró, las cejas arqueadas en cuestionamiento. - Ustedes
deben haber pasado por un infierno de lucha.

No lo sabían. El pánico inundó mi pecho mientras me daba cuenta de que


todavía estaban disfrazados, por qué estaban susurrando. Pensaban que el
plan había funcionado. Ellos representaban a sus semidioses y fueron
capturados. Ahora esperaban ver la información que podrían recoger antes de
llamar a los demás o hacer algo. No se dieron cuenta de que estaban presos.

Adonis gimió, y yo salté. Ares siguió mi mirada hacia Adonis y sus ojos se
estrecharon. - ¿Afrodita? -Ares inclinó mi barbilla hacia arriba, haciendo una
mueca hacia la sangre y los hematomas en la cara. - ¿Qué sucedió?

- Él... - luché para formar palabras para explicar que Adonis me traicionó. Pero
él trató de salvarme también. Había dos imágenes conflictivas de él en mi
mente, una alzando el brazo para abrazarme y otra ofreciendo veneno, y no
conseguía conciliar cuáles eran verdaderas.

Dando un suspiro tembloroso, ajuste la chaqueta de Ares y conté todo lo que


sucedió desde que llegué al barco. Todo. Las pistas y advertencias parecían
muy obvias para mí ahora, pero las perdí antes, así que no me atrevía a dejar
nada fuera.

- Bien, mierda-. Artemisa se balanceó a sus pies. - Eso cambia las cosas. Tira el
glamour, Ares. Si no conseguimos salir de esto, los necesitamos usando
nuestros cuerpos para justificar la guerra.
Ares liberó su disfraz, pero no dijo nada. Él no dijo una palabra durante toda mi
historia, a pesar de que su brazo que estaba a mí alrededor se había endurecido
en algún momento.

-Este todavía es el reino de Poseidón- ella continuó, circulando la celda en


busca de cualquier tipo de debilidad en la estructura.- Por eso no podemos
teletransportarnos hacia fuera. Si Poseidón pudiera rastrearnos, él estaría aquí
ahora.

Los gobernantes de los reinos normalmente podían sentir una divinidad no


autorizada en su reino. Dada la forma en que el reino de Poseidón era poco
poblado, y nuestra necesidad general de respirar, encontrarnos no debe ser
difícil.

- Ellos no están respondiendo a los llamados casuales, por lo tanto, o los demás
están involucrados - Artemisa continuó - o estamos fuera del mapa. Creo que la
única manera de llamar a los demás- se detuvo delante de Adonis y se arrodilló -
Es utilizando una convocatoria que no puedan ignorar.

Una muerte con causa divina. - No - protesté.

Artemisa miró con sorpresa. - ¿Estás de broma? Él tomó completamente ventaja


de ti. Él te drogó. Mintió y...

-Lo sé- conseguí susurrar. Dioses, moverme era tan malo. - Pero... Mira lo que
hicieron con él. No lo tratan como un aliado. Si está realmente en contra de
ellos, necesitamos saber lo que hacen.

-Por lo que sabemos, ellos pueden curar- Artemisa argumentó. -Sé que parece
que intentó ayudar al final, Afrodita ,entiendo. Pero él no contó sobre el veneno
hasta después de haberlo descubierto. Él no fue a la habitación de Tántalo hasta
después de que estabas bajo su control. Ellos Pueden mentir. - Encontró mis
ojos. - Sé que quieres creer en él, pero no podemos arriesgar.

- Déjalo vivir. - No había ninguna emoción en la voz de Ares. Ninguna emoción.

- Pero...

-Podría ser una trampa, de todos modos Artemisa. No podemos llamar a


Perséfone hasta que sepamos con lo que estamos tratando.
- Ella puede teletransportarse de nuevo- Artemisa protestó. - Con la gente.

- No con todos nosotros.

Con un toque de mi estómago, me di cuenta de que tenía razón. La última vez


que Poseidón se teletransportó conmigo, dejé de respirar. En ese punto, no
había consumido una fracción del veneno que tenía en mi sistema ahora. Cada
vez que usaba mis poderes, yo empeoraba, y cada vez que usaban poderes en
mí, peor ni siquiera podía describir.

Pero Perséfone nunca saldría sin mí.

Artemisa apretó los ojos mientras pensaba sobre todo lo que le dije a ella,
dejando escapar una serie de maldiciones al darse cuenta de que Ares tenía
razón. - Okey, nuevo plan. Voy a intentar Caminar en los sueños, vere si puedo
encontrar a alguien. Si algo aquí cambia...

- Te despertare. - Ares prometió.


CAPITULO 32
Ares flexionó el brazo detrás de la espalda, gimiendo mientras se estiraba.
Estábamos sentados en la esquina, en un ángulo en el que pudiéramos ver toda
la celda y el pasillo en el exterior. Algunos centímetros a nuestra derecha,
Artemisa dormía, tratando de caminar en sueños.

Me estremecí, alejándome para que Ares pudiera cambiar de posición, pero él


me paró, su mano cayó sobre mi hombro. - No tienes que... - hice una pausa,
tratando de encontrar una manera de decir las palabras correctas, sin implicar
que yo no lo quería tócame. - Yo quiero decir...

- Lo siento.- Ares dejó caer la mano de mi hombro. - Es sólo... Mi token.

- Oh. - Escurrí mis brazos de la chaqueta con un silbido de dolor, pero las
manos de Ares me dispararon.

- No. - Un tono de pánico estaba atado en su voz Ares tiró la chaqueta de vuelta
en mis brazos. - Por lo que sabemos, es la única cosa... - empezó a alejarse de
mí, pero no lo dejé.

- ¿No? No me importa. Sólo piensa... - Apoyándome contra el dolor, me volví de


espaldas a él, inclinándome para que toda la longitud de la chaqueta estuviera
presionada en él, entonces paso los brazos alrededor de mí. - ¿Eso es cómodo?

Sentí la sonrisa en la voz de Ares. – Si lo es. Gracias.

Cerré los ojos. Me estaba dando las gracias por compartir su token con él. -
Esto es todo culpa mía.

- Eh. No, no lo es.- Ares se quedó frente a mí para que pudiera ver mi rostro. -
Haré todo lo que pueda para sacarnos de aquí, ¿okey?

- Sigo hiriendo a las personas. Dioses, no me sorprende... - tragué en seco.

- ¿No te sorprende qué?


No podía parar de mover mi cabeza. Cada palabra que decía era arrancada de
mí desde algún lugar profundo, doloroso, que yo no quería reconocer. No
quería importarme tanto. No quería ser tan carente. Pero no podía
recomponerme. - ¿No te sorprende qué, Afrodita?

– tú te fuiste- susurré, odiando lo quebrada y patética mi voz sonaba. - Lo que


yo soy, lo que hice... te dije todo, Ares. Todo lo que Zeus me hizo. Todo lo que
me hizo hacer y...

- No- Ares sacudió la cabeza. - eras una herramienta, Afrodita. Tenías tanta
culpa como un arma cargada en manos de un asesino. Nada que te hizo hacer
fue tu culpa. No te culpo.

- ... Y te fuiste.

- No fuiste tú. - El calor de sus manos me quemó a través de la camiseta. -


Juro que no fuiste tú.

- Yo lo sé. Era él. Pero es como dijiste, no puedo... no es algo que pueda
corregir. Y no paró con su muerte. Sigo... La gente me sigue usando para herir
a mis amigos. Estás atrapado aquí por mi culpa. Si hubiera percibido eso más
rápido, si le hubiese dicho a Poseidón...

-Ninguno de nosotros sospecho de los semidioses. Eh, eh. Mírame - Él esperó


hasta que yo hiciera contacto visual para continuar. - Lo que Adonis hizo
contigo, lo que hizo Tántalo... - Un músculo se contrajo en su mandíbula. - Eso
sobre nosotros... Asumiste un riesgo y entraste en una situación que ninguno
de nosotros comprendía para protegernos. Podrías haberte ido cuando las
cosas te asustaron, pero no lo hiciste. Por nosotros. Tú ya hiciste tu parte,
ahora es nuestro turno. Y si fallamos, si eso termina mal, es nuestra culpa.

Él tocó mi mentón para impedir que balanceara la cabeza, cuidando para


evitar la peor de los hematomas. - llegaste al fondo de la cuestión, algo que
ninguno de nosotros consiguió, a un gran costo personal. Y en cuanto a
Zeus... continúas concentrándote en lo que él hizo contigo, no lo que elegiste
hacer. Te volviste contra él, sabiendo que él podría matarte con una palabra.
Te resististe, sabiendo que él te partiría. - La garganta de Ares tembló cuando
tragó en seco. - eres valiente, hermosa y fuerte. E irme en aquella noche fue la
cosa más estúpida que he hecho. Pero no fue por tu culpa.
- ¿Entonces por qué? - Mi voz sonaba ronca.

- Me fui por que... - Se detuvo y se alejó; Cuando habló de nuevo, oí la pena


del dolor y del equipaje de siglos en su voz. - Zeus nos destruyó Afrodita. La
forma en que nos usó, las cosas que nos hizo hacer. No fue nuestra culpa.
Pero si te dejan asombrarte, si no puedes hacerlas parar, entonces
eventualmente, ellas te cambian. Te convierten en alguien que nunca
reconocerías. Pero eres nueva. - Él se alejó de mí. – tuviste una oportunidad
Afrodita, para curar. Sólo estabas empezando a reajustarte.

- Ares... - respiré.

- No podía hacerlo contigo. No te lastimaría. Porque cuando te miro, veo todo


lo que hizo conmigo. Y no puedo hacer que sea peor para ti. Es como si yo... -
hizo una respiración profunda. - Rompiera todo lo que toco. No podía... No
quería hacerte daño.

Cerré los ojos, recodando todos los mitos que decían como Zeus estaba
asqueado de Ares. Me acordé de todas las visiones horribles que vi cuando
Ares se presentó por primera vez. Las batallas, el derramamiento de sangre, la
gente gritando con rostros mezclados. Zeus lo convirtió en la guerra. Él tomó
a su hijo más gentil y amable y lo transformó en guerra. - Dioses - susurré,
horrorizada.

¿Perséfone y yo estuvimos a merced de Zeus por cuanto? ¿Un año? ¿Dos


entre nosotras dos? Ares y los demás sufrieron en sus manos por milenios;
Pensaron que Zeus había muerto durante siglos. Entonces, de repente, volvió
a aterrorizar a los dioses. Matando a sus hijos allí y aquí, y forzándolos a
doblarse a él. Estaba tan enfocada en lo que Perséfone y yo pasamos, y tan
concentrada en lo que sobrevivimos que nunca consideré que pesadilla fue el
regreso de Zeus para los demás. Lo que su muerte trajo de vuelta a la
superficie.

Creo que la voz de Perséfone resonó por mi mente, "tal vez no se sienta en el
derecho de estar... Perturbado, o lo que sea, porque lo que pasé fue peor. Sólo
que no es así como funciona".

Dioses, yo era una idiota. Una idiota egoísta. Me incliné hacia Ares,
abrazándolo, he incliné mi barbilla para que yo pudiera susurrar en su oído. -
Nunca podrías romperme. - Yo no daría ese tipo de poder a nadie más. - Pero
está bien si no estás listo para esto, para nosotros. - Besé su mejilla.
Él volvió la cara hacia mí, sus labios rozando contra los míos. Él me besó
suavemente, sus movimientos suaves para advertirme que yo podría
apartarme en cualquier momento... e hice lo que él había hecho tantas veces
por mí, lo agarré hasta que pudiera recomponerse lo suficiente para levantarse
solo.
CAPITULO 33
Algún tiempo después, Artemisa abrió los ojos. - Ya los encontré- ella anunció. -
Ellos están buscándonos. Pero Poseidón cree que debe haber algún escudo,
porque no puede sentirnos.

- Necesitamos salir de aquí. Enviar señales para ellos de alguna manera... - Me


levanté, y entonces percibí cómo era una mala idea.

Ares se levantó, extendiendo la mano para estabilizarme. – Suavemente-.

Artemisa me dio una mirada cansada. - Quiero decir, no lo intentamos en las horas
en que estuvimos aquí.

- Es cierto. - Me estremecí cuando Ares me bajó hasta el suelo.

- ¿Cómo vamos a hacer eso?- Artemisa preguntó en voz baja.

Ares la silenció, pero no antes de descubrir lo que ella quería decir. Aunque
escaparan, no podrían ir muy lejos conmigo. Levanté mis rodillas hasta mi pecho,
estremeciendo con el dolor, e hice lo mejor para no desmayarme o vomitar en la
celda.

Adonis gimió, atrayendo toda nuestra atención como un imán.

- Dije que se curaría- Ares murmuró, pasando delante de mí.

- ¿Qué sucedió? - La voz de Adonis sonó gruesa. - Afrodita... Ella está...

-¿Muerta?- Artemisa cruzó los brazos. – Ella lo estaba, técnicamente.

El puño de Ares se cerró y abrió. - Por lo que me imagino, cuando Tántalo le dijo
que cayera muerta, ella no era lo suficientemente fuerte para jurar sobre sus
poderes, entonces ella tuvo una muerte más mundana, y paró su corazón. Suerte
tuya que él no dijo cuánto tiempo ella debía quedar muerta, y ella tenía poder
suficiente para curar el daño cuando fue traída de vuelta.

¿Por qué sería una suerte para Adonis? Miré hacia arriba y cogí la mirada asesina
en los ojos de Ares. Oh.
Adonis tosió, un sonido mojado que me dejó pensando si Tántalo causo más
daño de lo que pensaba. Él me miró, esperando encontrar mis ojos. - Qué bueno
que estás bien.

-Tú no puedes mirarla - Artemisa explicó, arrodillándose delante del semidiós. -


Mírame. Y si intentas encantar, Ares va a romper tu cuello. ¿Estamos
entendidos?

- Entendidos - Adonis estuvo de acuerdo.

-Afrodita dijo que nos contarías todo. Ahora sería un buen momento.

Adonis tragó en seco y contó su lado de los acontecimientos. - Nadie debería


lastimarse - dijo, envolviéndose. Él se empujó en una posición sentada. - Pero
Tántalo se ha vuelto loco. Estaba hablando sobre furias y…

- Espera, ¿La maldición de la casa de atreo? - Interrumpí. - Pensé que era una
historia antigua.

-Y lo es. Esa historia terminó con Orestes -dijo Artemisa, refiriéndose al último
descendente maldito en la Casa de Atreo, y descendiente lejano de Tántalo.

- Terminó- Adonis estuvo de acuerdo. - Para los descendientes de Tántalo.

Ares se congeló. - Espera, ¿estás diciendo que él es ese Tántalo?

Adonis asintió. - Y yo pensando que ustedes sabían de todo

- Hay límites - Artemisa dijo distraídamente.- Si otro Dios retiene la información,


no pasan por los linajes. Y nosotros no somos omniscientes. No puedo decir lo
que comiste en el desayuno de ayer, qué estás pensando, o si estarás vivo en
una hora. Pero si inventaras algo, yo sabría cómo utilizarlo.

Adonis lo consideró por un momento, entonces continuó. - Tántalo fue maldito


con la inmortalidad con un toque sádico. Beber lo deja sediento, comer lo deja
con más hambre. Y de vez en cuando, todo lo lleva a la locura. Su mente cura
eventualmente. Por un tiempo, por lo menos.

Yo conocía esa maldición. Era una de las favoritas de Deméter. - No parece


particularmente hambriento.
-Zeus combatió la maldición- explicó Adonis. - No cambia la forma en que se
siente Tántalo, pero su cuerpo puede procesar alimentos y bebidas.

- ¿Por qué Zeus combatió la maldición? -preguntó Artemisa.

-A cambio de la hija-.

-¿Hija? – Interrumpí.- Niobe. Ella y Zeus tuvieron catorce hijos. Siete hijos y siete
hijas. Y cada una de esas hijas...

- Tuvo más hijas con Zeus - dije, percibiendo adónde iba.

Adonis asintió. - Por generaciones. Pero entonces, hace dos años, Zeus decidió
que éramos lo suficientemente fuertes para robar nuestros poderes a través de
la fidelidad. Él comenzó a asesinarnos. Tántalo, Jason y Narciso se unieron y
comenzaron los CONDENADOS, a fin de encontrar a los descendientes y
proteger a todos los que pudieran encontrar.

- ¿Dónde está la base? - Ares exigió. - Qué...

- Este viaje fue todo para reclutarnos a Elise y a mi - Adonis interrumpió. - Oí el


discurso inicial, pero sin muchos detalles. Especialmente, desde que dejé bien
claro que no estaba interesado en unirme a cualquier grupo donde Tántalo
formara parte. Lo conocía desde hace dos años, cuando era modelo. No he
escuchado toda la historia. No nos llevamos exactamente bien.

Mi mente fue para el comentario de Tántalo sobre que la hermanita de Adonis


hacia una prueba para un papel en Teen Mom. No se veía un enorme eufemismo.

- Jason me pidió oírlos, y en términos de show, el crucero no era tan malo.


Realmente no planeaba unirme a ellos. Ni siquiera sabía sobre las armas, la
única razón es porque apareció. - Él me apuntó.

- Espera ahí. - Me froté la frente, tratando de recordar todos los nombres. –


Mencionaste a Jason algunas veces ahora. ¿Quién es él?

- Él es...
Al final del pasillo, una puerta golpeó. Artemisa se colocó entre mí y las barras,
Adonis se levantó y se tambaleó más o menos hacia la celda, y Ares me tiró del
suelo y me puso delante de él para que me quedara lejos de las barras.

Caí contra él. - Si ellos los drogan, ustedes no pueden ser inmunes al encanto,
ninguno de ustedes. - Levanté mi cabeza con la intención de mirar a Artemisa y
asegurarme de que ella oyó mi advertencia, pero Ares me detuvo.

-Nosotros lo sabemos. - Él inclinó mi barbilla y encontró mi mirada.

- Ahora que todos están despiertos.

Miré por encima del hombro como apareció Tántalo, llevando una lanza de
apariencia antigua en una mano.

Ares empujó mi barbilla hacia él.

- Podemos empezar.

¿Todos despiertos? ¿Cómo podría saberlo?

Ares leyó la confusión en mi cara y miró hacia arriba, echando una mirada
significativa a una pequeña cúpula negra colgada en el techo. Confundí la
cámara por una luz quemada. Él nos ha estado observando. ¿Tiene audio
también?

- ¿Reconoces eso Ares? -preguntó Tántalo. - Agamenon se murio por tus


manos en la caída de Troya. Era fuerte, tan fuerte... Pero no fue suficiente para
la salvación.

-Tú - Ares dijo a Tántalo, manteniendo los ojos presos en los míos- O son los
más valientes, o los semidioses más estúpidos que he encontrado.

- Y eso es decir mucho- agregó Artemisa. - Nosotros conocemos a Hércules.

Tántalo la ignoró. -Adonis. Tú pareces mejor. Entonces, o el compuesto no


funciona en semidioses, o necesitamos cambiar la dosis…. Implicaciones
interesantes, de todos modos.
- ¿Qué dosis? - La voz de Adonis se hizo cautelosa.

- traicionaste nuestra causa. Así que lo estamos usando en ti, para probar la
eficacia del compuesto químico en semidioses que se prueban indignos de sus
poderes.

- ¿Que estás haciendo? - Adonis exigió.

Resistí la voluntad de comentar sobre el choque y horror aparente de Adonis


con la perspectiva de ser drogado.

- ¿Compuesto? - Los ojos oscuros de Ares parpadearon, y tiré el cuello de su


camiseta para mantener su mirada hacia abajo. - ¿Qué tipo de compuesto?

- Oh, es bastante notable. - Conforme Tántalo hablaba yo me estremecía al


sonido distinto de metal siendo raspado contra el suelo.- Nuestro científico
rompió algunas de las propiedades más inusuales del diamante. Es necesario el
poder invocar, pero nosotros tenemos eso, entonces fue sólo cuestión de aislar
los isótopos que actuaban como un catalizador para que la reacción grave que
tu tipo sufre al tocar el Metal. - Él parecía tan presuntuoso que me ceñía para dar
un puñetazo a él. - Estoy seguro de que todos ustedes han notado los efectos
hasta ahora. Hemos desarrollado una solución liposoluble altamente eficaz para
el resultado deseado.

Bufe en disgusto. -¿realmente entiendes todo esto, o simplemente repites lo que


te han dicho?

- ¿Mi explicación fue demasiado compleja? - Tántalo preguntó, su tono era


sarcástico. - Lo siento, me olvidé de que hablaba con la Diosa Barbie.

- ¿Resultado deseado?-Ares interrumpió antes de que pudiera llegar a una


respuesta espirituosa. -¿Qué pasó...?

-Dejarlos impotentes, por supuesto.- Tántalo pareció sorprendido que no


hubiéramos juntado eso, como si la respuesta fuera obvia. - Hay algunos de
nosotros que no quieren recurrir a algo tan drástico como asesinato, pero tú
probaste que no pueden ser confiables con sus poderes.

- No es el discurso de reclutamiento - Ares estalló. - debes saber que morimos


sin los poderes; Estuviste cerca por demasiado tiempo para no haber
descubierto eso. Pero tienes el Metal, que es una manera mucho más fácil de
matarnos. Entonces, ¿por qué toda la letanía?
- Oh, no podríamos realmente quitar sus poderes - explicó Tántalo. - Nosotros
los desviamos. El compuesto trabaja para romperlo de dentro hacia fuera, y sus
poderes trabajan para curarlos. Nuestros científicos han descubierto que sus
poderes siempre priorizan mantenerlos vivos, ya sea que deseen usarlos para
otra cosa o no.

¿Y lo hicieron sus científicos? Tal vez Zeus no fue el único dios desaparecido el
año pasado.

Al contrario de mis pensamientos, Tántalo continuó. - Es involuntario, como un


latido del corazón. El proceso no es ciertamente eficiente, pero es temporal.

No completamente. Los liposolubles significaban que los medicamentos se


disuelven en grasa, por lo que mientras el peso del impacto se sentiría
Inmediatamente, el compuesto podía tardar meses, posiblemente incluso años,
para quedar completamente fuera de nuestros sistemas. Pero nada de eso
cambió el hecho de que, si el compuesto se basó en Metal, debería haber muerto
unas diez veces. A menos que el metal que hacen no sea mortal. Cuando un dios
imbuía poderes al Metal, el mundo se derrumbaba. Pero los semidioses nunca
hicieron armas antes.

Cuando Ares se quedó tenso, me di cuenta de que concentrarme en cómo podría


o no matarnos era pensar muy pequeño. ¿Por qué preocuparse por medidas
temporales cuando la preocupación parecía que no podíamos manejar el poder
en modo alguno? Los semidioses no nos querían muertos, y no nos querían
impotentes. Nos querían controlados. Podríamos ser encantados si
estuviéramos impotentes, y obligados a hacer promesas que estaríamos
obligados a mantener cuando nuestros poderes fueran devueltos.

-Bueno... - Tántalo arrastró la palabra como si un pensamiento acabara de


ocurrirle. Tal vez no estaba familiarizado con la sensación. - Hay una salvedad.
Necesitamos tener mucho cuidado con cuánto administrar. De lo contrario, es
posible que no tengan suficiente energía para curar. Pero a lo largo de los
últimos días, hemos tenido una idea mucho mejor de cuánto pueden aguantar.
Gracias por casi tener una sobredosis, Afrodita. Proporcionaste algunos datos
muy valiosos. ¿O debo agradecerte por eso, Adonis?

- Vete al infierno- Adonis ladro.

- Ya estuve allí, no me gustó. Jason pronto llegará con algunos de nuestros


científicos para llevarlos a otro lugar. Sin embargo, hay otra prueba que me
gustaría hacer. Mira, yo prometí un cadáver a los científicos, y moriste y volviste
a la vida. Pero no soy exigente.
Un sonido alto de desbordamiento llenó la celda, junto a un flash blanco cálido
de luces y el olor de azufre. La mirada de Ares fue hacia la fuente de la
conmoción.

- No mires - grité, agarrando su barbilla y tratando de atraer su mirada hacia


mí. Pero la distracción de Tántalo ya había hecho su trabajo.

Tántalo se rió cuando Ares quedó inmóvil, sus pupilas se abrieron. - Mata a lo
que más quieres que viva. - Pasó la lanza a través de las rejas.
CAPITULO 34
- ¡Afrodita, corre!-Artemisa me tiró lejos de Ares tan rápido que perdí el
equilibrio y caí al suelo, aterrizando cuando los fuegos artificiales pasaron cerca
de los pies de Tántalo. Entonces el ruido vino de eso.

La pequeña diosa se colocó entre Ares y las barras en un intento desesperado


de romper el contacto visual de Tántalo antes de que el encanto funcionara.

¿Correr? ¿Correr a dónde? intente levantarme. Oh, dioses, yo no lo conseguía...


yo no podía hacerlo. Mi cuerpo entero cantó con dolor. Me puse contra la pared,
respirando en suspiros cuando mi visión quedó nublada.

Ares se quedó inmóvil, presionando los dientes, sus manos envueltas alrededor
de la lanza tan apretada que los nudos de los dedos quedaron blancos. Cada
músculo en su cuerpo parecía tenso mientras él luchaba contra la influencia de
Tántalo. Sus ojos corrían hacia mí, llenos de pánico.

Yo ya no podría defenderme en circunstancias normales, mucho menos cuando


estaba medio muerta de fiebre, golpeada, herida y encerrada en una jaula sin
tener a dónde ir. Pero entonces yo era una diosa. Incluso envenenada, éramos
un poco más resistentes que la mayoría de las personas. Tal vez yo pudiera...

La mayoría de la gente estaría muerta unas cinco veces hasta ahora, el lado
aburrido de mi cerebro apuntó. Ignoré mi lógica molesta. Reconocer que yo no
está equivocada, sino super equivocada, no ayudaría en nada ahora.

Nunca me sentí tan profundamente consciente de la falta de espacio entre


cuatro paredes. No vi nada para esconderme. Nada para retrasar a Ares. Sólo
un pequeño fragmento de espacio vacío, iluminado por una luz fluorescente
centelleante.

- Tántalo, ¿por qué estás haciendo eso? - El rostro herido e hinchado de Adonis
contorneó en confusión cuando miró a Tántalo. Podría haber sido intimidante, si
no fuera tan obvio que su apretón de muerte en las barras de la celda era todo lo
que le mantenía de pie.
- Te dije, necesitaba un cadáver. Pero estoy satisfecho de que funcionó de esta
manera. Tu novia casi rompió el encanto sobre los pasajeros armados- explicó
Tántalo, pasando algo brillante y parecido como una estaca de un lado a otro.
Metal Olimpico. Excelente. Si Ares no pudiera matarme, Tántalo lo conseguiría. -
Necesitamos ver si romper el encanto es posible con la motivación correcta.
Además, necesitamos una causa divina de muerte.

- ¡Ares! - Artemisa tomo al dios de la guerra y miro sus ojos. - Sal de eso.

Él se estremeció, empujándose hacia atrás y fuera de su alcance, pero la orden


ya la habían dado, el encanto ya había tomado cuenta. Ares agarró a Artemisa
por los hombros y la sacó del camino con un empujón áspero. Sus manos
temblorosas me llenaron de esperanza.

- No quieres hacerme daño. - Convicción llenó mi voz. - Sé que no quieres que


me lastime. Lucha, Ares. Sé que puedes.

- Corre- él consiguió decir entre los dientes cerrados, antes de tirarme del otro
lado de la celda. Me golpeé en la pared opuesta a Ares y me deslicé hacia el
suelo, las estrellas explotaron en toda mi visión.

Oh, dioses. Me empuje en mis brazos, y entré en colapso. No había lugar para ir.

- ¡Eh! - Artemisa chasqueó los dedos delante del rostro de Ares. - ¿Sabes quién
debería querer vivir? - Ella esperó un golpe. -Tú.

- ¡Artemisa! - Me agache. - ¡No!

Ella me ignoró. -Eres la divinidad más egoísta que he conocido, y eso significa
mucho. Admítelo, Ares. Crees que eres nuestra única esperanza de salir de esta.
No puedes ser el héroe si estás muerto. Si mueres, no puedes salvarnos.

- ¡Para! - Mi pulso golpeaba mi garganta. Si Artemisa convencía a Ares que debía


vivir más, Ares se mataría. Ares no podía morir. Ninguno de nosotros podía
morir. Pasamos por Zeus. No me sentaría aquí y nos dejaría morir por algún
semidiós psicótico.

Ares avanzó, empujando a Artemisa fuera del camino con suficiente fuerza para
mandarla girando al suelo. En cuestión de segundos, me acorraló.

- Sí, medio percibí que era un intento improbable – Artemisa murmuró,


limpiándose.
- Para con eso - Adonis pidió, volviéndose hacia Tántalo. - Si pudiera romper el
encanto, ya lo habría hecho. El experimento acabó, ¿okey?

- No necesariamente. - Gotas de sudor brillaban en la frente de Tántalo con el


esfuerzo de mantener el encanto, y percibí una cosa.

No era como Adonis. Los semidioses especiales de Zeus se ponían más


fuertes en cada generación. Tántalo precedió todo el experimento. Él podría
haber vivido lo suficiente para aprender a controlar y perfeccionar su encanto,
pero no podría ser lo suficientemente fuerte para sostenerlo durante mucho
tiempo.

- Él podía estar fingiendo. - Tántalo continuó. - La única manera de saber con


certeza es si hace algo que no puede ser revertido. Si la mata, entonces...

- ¿Te oyes? - Adonis gritó. - ¡Eso es una locura! ¿Drogar a las personas,
golpearlas, jugarlas en jaulas, asesinato? Tú no puedes...

- No son personas. - Los ojos de Tántalo se quemaron con indignación. - Son


dioses. Ellos están equivocados. Su propia existencia, las cosas que hicieron.
Todo en ellos es incorrecto. ¿Cómo puedes quedarte del lado de ellos?

Ares vino a mí, su mano apretada sobre la lanza. Cuando Artemisa se echó
hacia él, él la golpeó contra la pared con tanta fuerza que yo sabía que se
había perdido completamente contra el encanto.

- Para - imploré. - Ares, por favor. - Torcí el camino con un grito y la lanza
golpeó la pared, apuntando en el fondo del metal y perforando allí.

Adonis encontró mis ojos. Has alguna cosa, de alguna manera, parecía decir.
Él se quedó jadeante mientras se encogía contra las barras, a meros metros de
distancia. Pero podría muy bien haber estado en otro reino por toda la ayuda
que él era. No vi ninguna esperanza en su expresión, sin fuerzas. Sólo parecía
asustado y herido. Rasgando mi mirada lejos de él, miré del otro lado de la
celda a Artemisa. Ella estaba acostada en un amoníaco inconsciente contra la
pared de la celda.

Sin ayuda aquí. Solo yo.


Mi mente corrió en un intento desesperado de encontrar alguna manera de
salir de ésta. Piensa, Afrodita. Vi a Ares luchar para tirar la lanza de la pared
de metal. ¿La lanza puede cortar el metal? Bueno... Esto abría nuevas
opciones. Me incliné de espaldas a las barras, observé a Ares soltar la lanza
y correr hacia mí.

Esperé hasta el último segundo posible, así que salí del camino. La punta de
la lanza cortó el hierro de las barras, creando un corte en el metal. No era
una ruta de fuga prometedora. Pero si pudiera hacerlo… golpear las barras
lo suficiente...

Entonces el dolor de rodar fuera del camino llegó. Tántalo había hecho
demasiado en mí. Cuando me metí, sentí cosas en mi interior que no debían
moverse. Cayendo contra las rejas de la celda, respiré hondo en un intento
desesperado para parar la sala rodando. No podía moverme más. - Ares, por
favor. Este no eres tú.

A mi izquierda, Artemisa gimió y se sentó, poniendo la cabeza en sus


manos. Entonces, ella pareció recordar dónde estaba y corrió hacia Ares.

Él levantó la lanza. El metal brillaba bajo las luces fluorescentes cuando el


arma empujó a través del aire. Cerré los ojos.

- ¡Afrodita! -Adonis se colocó entre Ares y yo.

Mis ojos se abrieron a tiempo para ver la lanza atravesando a Adonis y


alcanzar mi lado.

Un grito burbujeó dentro de mí, pero yo no podía abrir los labios para dejar
el sonido salir. Trague en seco cuando Ares sacó la lanza. El dolor era tan
intenso que podía ver ráfagas rojas de angustia detrás de mis párpados. Caí
en el suelo, pero de alguna manera, Adonis consiguió mantenerse de pie.

- Para. - Adonis encontró la mirada de Ares. - No... - él vaciló, sus rodillas


doblando debajo de él cuando cayó en el suelo delante de mí.

El encanto estalló. Ares giró, tirando la lanza a través de las barras y en el


pecho de Tántalo con una precisión aterradora. Tántalo tosió y cayó hacia
adelante.

-¿Artemisa? -Ares llamó, apresurándose hacia adelante. Él extendió la mano


a través de las barras de la celda y cogió la lanza.
- Entendí.- Artemisa tomó la lanza.- ¡Ayúdalos!

No necesitaba decirlo dos veces. Él corrió hacia mi lado, cayendo de rodillas. -


¡Afrodita! Yo... Yo... - parecía más perturbado de lo que lo había visto. Él se sacó
la camiseta y se mudó para presionarla a mi lado, pero bloqueé su mano.

- Una muerte divina- conseguí decir, agarrando a Adonis más cerca de mí. -
Perséfone. - Si Adonis muriera, ella vendría. Sólo porque Tántalo estaba acabado
en el momento no significa que este lugar estaba seguro. Ares y Artemisa
necesitaban acabar con cualquier posibilidad de una amenaza antes de que ella
viniera para acá. - Destrucción - lloré.
CAPITULO 35
Ares asintió en entendimiento, una expresión sombría pasó en su cara. -
Presiona - él me recordó, presionando la camiseta a mi lado y poniendo la
mano sobre ella. Su voz sonaba hueca cuando sus palabras resonaron a través
de la celda de metal y mi corazón dolió por él. Por la culpa escrita en su cara.

Rompo todo lo que toco, su voz susurró en mi memoria.

Eso no es justo, quería decirle. No fue culpa suya. Pero yo sabía mejor que la
mayoría de lo vacía que eran esas palabras.

Él miró a Adonis una vez más, entonces pareció percibir que no había nada
que pudiera hacer por él. Se unió a Artemisa en las barras de la celda, cogió la
lanza, y se arrojó en las barras, deslizando su lanza contra ellos. Artemisa
pateó el Metal Olimpico de la mano de Tántalo y cuidó de mantenerla segura
mientras Ares arruinaba la puerta. El sonido de metal golpeando llenó la celda,
y mi oportunidad de tranquilizarle fue perdida.

Mis pensamientos disminuyeron y yo sabía que estaba en estado de shock.


Todo a mí alrededor se produjo en cámara lenta, como terribles instantáneas
que venían completas con imagen y sonido.

Líquido caliente bombeaba de mi lado.

Ares rompía las rejas, ciego de rabia.

La sangre de Adonis empapó mi vestido, pegando el tejido contra mí y el suelo


de metal frío.

El olor de cobre era abrumador en este pequeño espacio.

- No hagas eso-. Adonis levantó la mano para tocar mi cara, y sus dedos
salieron mojados con mis lágrimas.

No me di cuenta de que estaba llorando. No percibí el lamento bajo penetrando


la habitación que venía de mí. No me di cuenta de que era capaz de eso.

No podía confiar en él, sino que aún me sentía furiosa con él, pero ni un poco
de la rabia era lo suficientemente fuerte para que yo quisiera verlo muerto.
Hay mucha diferencia entre estar enojada con alguien y odiarlo lo suficiente
para no hacer nada mientras él sangraba. Y esa diferencia no tenía nada que
ver con la otra persona. - Yo debería ser capaz de curarte- yo sollozaba,
agarrándolo con más fuerza.

- Tú no puedes hacer eso- dije, odiando como mi voz sonaba. - ¿Me


escuchaste? Tú no puedes hacer eso. - Pasé un tercio de mi vida sintiéndome
en deuda con él por salvarme, y menos de veinticuatro horas odiándole por
envenenarme. No terminé de estar rabiosa. No podría añadir culpa en la mezcla.
No a este nivel. No sería capaz de sobrevivir a ella.

No podía morir. No por mí. No podía morir.

La puerta de la celda golpeó y mire hacia arriba, sorprendida al descubrir a


Tántalo tirado en la jaula en el otro lado del pasillo. Dada la falta de divinidades
de muerte o segadores, Tántalo aún no estaba muerto. - ¿Qué estás haciendo?
¿Porque tu no...?

Ares golpeó la puerta de la otra celda y guardó la llave. - Él es inmortal- él me


recordó. - Y no podemos romper la maldición de la inmortalidad en Tántalo
mientras las drogas estén en nuestro sistema. Perséfone o uno de los demás
tendrán que quitar la maldición. Necesito asegurar que nadie más esté aquí.
Los semidioses están armados, ¿recuerdas?

Tenía razón. Si se iban sobre nosotros, podría ser fatal.

- Artemisa, ¿vas a la izquierda? - Ares habló.

- Grita si nos necesitas- Artemisa gritó por encima del hombro, corriendo por el
pasillo.

- Yo ya vuelvo. Mantén la presión sobre eso - Ares hizo señal a mi lado mientras
se dirigía por el pasillo en la dirección opuesta de Artemisa.
El dolor en mi lado cuando hice exactamente eso intensificó más allá de la
creencia. Me quedé mirando los ríos de sangre mezclándose juntos

. La luz Fluorescente iluminó una reflexión distorsionada de la escena macabra


en el creciente charco de fluido viscoso.

Sangre.

Yo era una diosa. Una droga no podría cambiar eso. Y ahora, gracias a Tántalo,
sabía cómo funcionaba el compuesto.
Mis poderes no se fueron, ellos estaban apenas desviados, un reflejo involuntario
ligado a la curación. Pero los dioses no tenían reflejos verdaderamente
involuntarios. Los poderes no eran la única diferencia entre Dioses y el hombre.
Somos diferentes en un nivel fisiológico. Éramos seres fundamentalmente
diferentes.

Así como los semidioses.

Mi respiración quedó atrapada cuando percibí lo que podía hacer. La apoteosis


sólo se realizó una vez antes, y con gran costo. Pero el proceso era posible.
Incluso sin mis poderes, porque no tengo sangre mortal en mis venas. Tengo icor.

Y así fue. Sólo necesitaba activar el icor en mi sangre e imbuirlo con la divinidad.
Él se curaría solo, porque icor era la maldita sangre de los dioses.

Adonis se estremeció en mis brazos, recordándome que no tenía mucho tiempo.

Respirando profundamente, llamé a mis poderes profundamente dentro de mí. Con


una mueca contra el dolor, desvíe mi poder para mantenerme sana. Sumergí mis
dedos en mi sangre y arrojé gotas en su herida. Mi sangre fluyó hacia la suya,
indistinguibles, a pesar de todas nuestras diferencias.

Ahora venía la parte más difícil. Al concentrarme, active el icor en nuestra sangre
de vuelta antes para una época de caos, oscuridad y poder. Este vacío, esa locura,
era mi derecho de primogenitura, porque yo era más que una hija de Zeus. La
sangre de caos corría en mis venas. El poder bruto de las divinidades
primordiales. Y nadie podía sacar eso de mí.

La sangre de Adonis brillaba, roja parpadeando al oro derretido. Una luz brillante
brilló de su herida, envolviéndonos a ambos. Mi pelo flotaba en la luz, y por un
momento, el tiempo parecía suspendido. Entonces la luz dorada aspiró su herida.
El pigmento alivió en su piel, curando el daño dentro de él, completando la
transformación. Asistió con una fascinación aturdida, su tejido muscular se rasgo
para reconectar el hueso, y una arteria cortada se cerraba con un brillo dorado. La
luz vino hacia fuera, curando todo en su rastro, hasta que finalmente su piel se
unió. Su piel y su cabello quedaron blancos. Cuando sus ojos se abrieron, eran de
un plateado claro.

- ¿Qué? - Él suspiró, sentándose. - ¿Cómo?

- eres un dios - conseguí decir, mi visión vacilando cuando caí sobre él, la
conciencia huyendo de mi cuerpo una vez más. - Te salve. - Ahora estábamos a
mano.
CAPITULO 36
No debería ser capaz de ver mi cuerpo flácido contra la pared, o la sangre roja y
brillante contra el suelo plateado. Como regla, las personas inconscientes no ven
mucho, y sé de ello, dada la enorme cantidad de tiempo que he pasado
inconsciente recientemente.

Pero vi todo esto a través de los claros ojos plateados.

“¿Afrodita?” Adonis pensó, el pánico saturando sus pensamientos. Él extendió


la mano, sus manos pálidas temblando cuando sacudió mi hombro, como si
pudiera llevar de vuelta mi cabeza.

“Es temporal” aseguré, curiosamente desprovista de sentimiento. Me sentía


relajada. La parte de estar en la cabeza el uno del otro duraba apenas unos
minutos. O, al menos, fue lo que le pasó a Hércules. “A continuación, la conexión
se reducirá para poder fluir”, “ ¿y después de eso?” Dejé la impresión mental en
un encogerse de hombros. “Tú tendrás el tuyo y yo tendré el mío”.

“Me hiciste un dios”. Su mente volvió a nuestra conversación sobre la apoteosis.


“Me salvaste. ¿Por qué? Digo, no estoy reclamando, pero después de lo que te
hice...”

Yo podía sentir la explicación que él esperaba. La idea de que salvarlo ha sido


parte de algún gran gesto romántico, lleno de perdón, amor, confianza,
redención, gratitud y mil otros significados muy cargados para una acción,
brillando en el canto de su mente. " Yo podría amarte", su mente parecía sangrar
el pensamiento.

Pero entonces él desencadenó mis pensamientos de los suyos y vio la verdad.


Había una diferencia entre estar rabiosa con alguien y ser rencorosa lo suficiente
para dejarlo morir. Y la diferencia no tenía nada que ver con lo que él había
hecho y todo a ver con cómo yo podía vivir.

Podía sentir el pesar y el dolor a través de su mente. La verdad detrás de sus


intenciones. Su necesidad desesperada para hacerlo bien. He estado allí y
conocía el sentimiento muy bien. Tal vez yo pudiera perdonarlo, pero no podía
confiar en él. Y eso significaba que nunca sería capaz de amarlo.
"No tenía elección", el pensamiento estaba en bucle a través de su mente, junto
con un millón de otras justificaciones.
Entonces abrí mi mente y por un segundo lo dejé sentir exactamente como era no
tener ninguna opción. Había un mundo de diferencia entre estar conflictivo y ser
forzado.

“No hables conmigo sobre elecciones”. Golpee la puerta mental sobre la


memoria.

Pasos doblando la esquina. Ares vino corriendo, cargando un kit de primeros


auxilios. Él llegó a un punto final, mirando a Adonis por un minuto sólido.
Artemisa, viniendo del lado opuesto, derrapó hasta parar al lado de él.

- ¿Ella...? -preguntó.

Adonis levantó las manos. - Yo no...

- Brillante - Ares dijo, sonando como si hablara serio. Él corrió hacia dentro de la
celda y arrodillándose al lado de mi cuerpo, dejó caer la lanza en el suelo,
sacando ataduras y gasa del kit de primeros auxilios.

Adonis cayó al suelo, alivio inundando su mente.

“¿Qué crees que iba a suceder cuando te vieran?” Le pregunté.

“Más como cuando te vieran”, explicó. "¿Muerte súbita? No soy un idiota,


Afrodita. Si mueres, de alguna manera dudo que me quedara muy atrás de ti".

Artemisa lo miró cuidadosamente por un momento, después pareció decidir que


estaba sorprendida por no haber ninguna otra lesión, y fue hasta el lado de Ares.
- ¿Brillante? tendrás que explicarme.

Ares rasgó un vendaje. - Las cosas que le dio ella...

-Realmente necesitamos un nombre para eso- Artemisa agregó, tomando el


vendaje de Ares y pasándolo debajo de mí para entregarlo.

- Realmente necesitamos un nombre para eso- Ares estuvo de acuerdo,


desenrollando más gasa del kit de primeros auxilios. - Ataca los poderes. Si los
de ella están con él...

- Ellos no tienen nada que atacar - Artemisa terminó, pasando en mi cara una
variedad de compresas con alcohol y ataduras.
- Mientras permanezca vivo, de todos modos.
Adonis tomó un momento para digerir eso.

“¿Puedes mirar a cualquier otro lugar? ver frotar mi sangre es un poco


demasiado...”

“Con mucho gusto”. Él miró al techo, su mirada mirando la cámara. “Vamos a


tener que hacer algo al respecto”.

- ¡Oh Dios mío! - La voz de Perséfone resonó por la celda.

Adonis estuvo de nuevo en sorpresa al encontrarla de pie en la entrada, con


Poseidón.

“¿Dónde está Hades?” Le pregunté.

“No lo vi.”

“Por eso te pregunté.”

- El barco se acerca - Poseidón recordó a Perséfone.

Eso la sacó del choque. Perséfone corrió hacia mi lado. - Déjame...

- No- Artemisa y Ares exclamaron al mismo tiempo.

-no puedes curarla - Ares continuó. Ella lo cogió, sus ojos nunca me dejaron.

-Bien.- Perséfone levanto su barbilla inclinada con determinación.- Entonces no


podemos curarla, y no podemos teletransportarnos. Necesitamos otra manera
para salir de aquí

- Hay un barco que se acerca - Poseidón recordó. - Por lo que sabemos, él es


lleno de semidioses, todo armado inmunológicamente. Podemos jugar contra
ellos. Ellos... - él señalo con la mano a Adonis, Artemisa, y Ares... - Ellos no
están aptos para la batalla. Necesitamos sacarlos de aquí.

-Entonces, ¿debería salir? - Los ojos verdes de Perséfone se estrecharon. - Sí,


eso no va...

- Sí. - Ares miró hacia arriba. - nos dejarán a los dos.


- ¿Qué? - La palabra estalló de Adonis, pero no pude decir cuál de nosotros
había hablado.

- Necesita ayuda. Si ellos pueden llevarla a un hospital, entonces...

- ¿Por qué la llevar a un hospital? - Perséfone exigió.

-Ellos no lo harían. Pero Elise es una historia diferente. - Cuando Ares habló,
sus características cambiaron, su pelo oscuro iluminando como oro. En pocos
segundos, se parecía a Adonis, pre-apoteosis. - No puedo quedarme así
durante mucho tiempo.- Él cerró las miradas con Perséfone. - Entonces yo
necesitaré tu ayuda. ¿Puedes hacerla parecer a Elise?

No, pensé, percibiendo adónde iba Ares con eso. Adonis parecía no oírme.
“Adonis, no los dejes...”

“Mi visión” – “no, la de el” -se nublo por un momento, entonces se oscureció.

- Pensé que usar los poderes… la herida…- la voz de Perséfone se opuso. - Yo


pensé...

Mi audición se cortó, pero luego todos mis sentidos patearon de nuevo, como
una televisión que se encendía de nuevo después de un fallo de energía. Dada
la falta de preocupación de Adonis, percibí que eso no estaba sucediendo con
él. La conexión, en esta fase de todos modos, estaba desapareciendo.

- En el interior- Ares explicó. - Cosas externas, como escudos y glamours no


debe afectarla. Artemisa, ¿puedes manejar la cámara?

- Sí. Ven conmigo-. Artemisa salió corriendo de la habitación, tirando a


Poseidón con ella. - Sólo en el caso de que Ares haya perdido a alguien.

Perséfone se arrodilló en el suelo a mi lado.

- Percepción solamente - Ares advirtió. - No un glamour total. Ella tiene la altura


correcta y está lo suficientemente cerca del cuerpo. De lo que pasó, nadie va a
esperar que se mueva de la misma manera. - Un pensamiento le ocurrió y se
volvió a Adonis. - ¿Algún semidiós puede ver a través de glamour?

-No. - Adonis luchó por palabras para explicar. - Sus poderes no funcionan en
nosotros, en, en ellos. Podemos caminar a través de un escudo ileso y
cualquier poder que tu dispares en nosotros no nos afecta, pero aún no vemos
nada a través de escudos o glamour, hasta que atravesamos, o oímos, lo que
sea. Con cambio de percepción no es diferente.
Cuando Perséfone me tocó, sentí el glamour sobre mí a través de una niebla de
inconsciencia.

¡No!, quería protestar, pero la palabra no se formaba.

- Voy a asegurarme que ella reciba ayuda- Ares prometió a Perséfone. - Y voy a
recoger el máximo de información que pueda con seguridad. Pero tienes que
mantener los glamours para los dos. ¿Puedes hacer esto?

- Sí. Quiero decir- Perséfone vaciló. - Para ella, sí. Ella todavía está ligada a mí por
el vínculo, pero tú... Con la distancia...

Ares no dudó. - Te juro fidelidad a ti.

- Están viniendo. - La voz de Poseidón resonó por la sala, y yo podía oír a


Artemisa justo detrás de él. - Necesitamos irnos.

- ¿Puedes teletransportarte? - Ares preguntó a Artemisa.

- Va a doler como el infierno, pero estoy segura de que yo sobreviviré a eso.

- Llévela a un lugar seguro, sólo un viaje. - Ah, y Poseidón... - Sentí a Ares tomar
la lanza a mi lado. - Voy a necesitar que me apuñales.

FIN
LOVE & WAR
(AMOR Y
GUERRA)
Daughters of zeus #5
Después de escapar con vida por poco, Afrodita se
despierta para encontrarse en el campamento base de
los semidioses, una hermosa isla tropical.
Impotente y herida, ella no tiene opción a
no ser disfrazada como una semidiosa
para descubrir lo que realmente está
pasando. Suerte para ella, no está sola.
Ares está con ella, también disfrazado.
Pero pronto se da cuenta de que ella
puede ser más una responsabilidad que
una ventaja cuando sus ataques de
pánico y pesadillas amenazan con
exponerlos.
Ares está tan ansioso como cualquiera
para cerrar la trama de los semidioses.
Pero ahora, todo lo que puede pensar es
en ella. ¡Él casi la mata, por el amor de
Dios! Y aunque el momento no pudiera
ser peor, se está enamorando
rápidamente. Él hará cualquier cosa para
protegerla... Aunque eso signifique
sacrificarse.
Sin embargo, encuentran aliados en los
lugares más inesperados...
Más diosa que semidiosa, Medea está
casada con el líder rebelde, Jason. Pero
hay algo extraño sucediendo. Jason está
actuando muy extraño, y Medea se
encuentra atraída por una nueva
semidiosa que misteriosamente llegó
casi muerta en la isla. Ella siente que hay
más en esta visitante de lo que el ojo ve.
Ella no adivina...La guerra está llegando,
no hay duda. Pero en su estado
debilitado, ¿Afrodita tiene alguna
esperanza de sobrevivir a esto?
KAITLIN BEVIS

Paso su infancia acurrucada con un libro y una pluma.


Si el final no le gustaba lo reescribía, siempre había querido ser
escritora y se paso la secundaria y la universidad aprendiendo
todo lo que podía para que un día pudiera lograr esa meta.
Se graduó de la universidad con licenciatura en bellas artes en
ingles con una concentración en escritura creativa y está
estudiando su maestría en la universidad de Georgia.
LA BIBLIOTECA DE AFRODITA

https://bibliotecadelmonteolimpo.blogspot.mx/

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