KAITLIN BEVIS
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LA BIBLIOTECA DE AFRODITA
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INDICE
CAPITULO 1 CAPITULO 11
CAPITULO 2 CAPITULO 12
CAPITULO 3 CAPITULO 13
CAPITULO 4 CAPITULO 14
CAPITULO 5 CAPITULO 15
CAPITULO 6 CAPITULO 16
CAPITULO 7 CAPITULO 1 7
CAPITULO 8 CAPITULO 1 8
CAPITULO 9 CAPITULO 19
CAPITULO 10 CAPITULO 20
CAPITULO 21 CAPITULO 31
CAPITULO 22 CAPITULO 32
CAPITULO 23 CAPITULO 33
CAPITULO 24 CAPITULO 34
CAPITULO 25 CAPITULO 35
CAPITULO 26 CAPITULO 36
CAPITULO 27 PROXIMO LIBRO
CAPITULO 28 SOBRE LA AUTORA
CAPITULO 29
CAPITULO 30
AFRODITA
Daughters of Zeus
#4
Ser perfecta no es fácil, pero Afrodita
está determinada a vivir de acuerdo con
ese ideal. Entonces cuando Poseidón le
pide que ella Investigue
acontecimientos extraños en varios
barcos de crucero, ella aprovecha la
oportunidad de probarse a sí misma.
Los semidioses están desaparecidos, y
nadie se acuerda de ellos a bordo.
Afrodita con su encanto consigue la
mejor habitación del barco, preparada
para investigar con estilo.
Desafortunadamente, el cuarto
pertenece a un hombre inmune a su
encanto.
Adonis…
Pigmalión accedió, y cuando colocó la última piedra del templo en el lugar, Zeus
sopló vida dentro de la estatua, vaciando sus entrañas y removiendo cada rastro de
quien ella fue un día, para sustituir su esencia con lo que Pigmalión deseaba que
fuera.
- Recomponte, Afrodita.
-Sólo una pesadilla- susurré, aunque la palabra inadecuada me hacía sonar como una
niña asustada temblando a causa de un monstruo imaginario. Zeus era real. De
hecho, muerto sí, pero los hechos nunca importaron la noche en que mis
pensamientos cuidadosamente controlados se liberaron para causar estragos en mi
mente dormida. Sólo en la oscuridad, yo sabía lo que nunca me admitiría a mí misma
despierta. Zeus nunca estaría muerto. No para mí.
El glamour permitía a los dioses cambiar su apariencia. Los cambios podían ser
sutiles, como cuando cambié el color de un vestido para combinar con mis ojos, o
cambios grandes, como Zeus disfrazado para parecer un animal o marido de alguna
mujer infeliz. No hacía glamour en el cuerpo entero. Pero los pequeños tonos hacían
mucha diferencia. Había energía en la belleza. Y yo necesitaba todas las ventajas que
pudiera tener.
El timbre sonó, y yo me burlé bajo mi respiración. Perséfone nunca pedía entrar. Ella
atravesaba los escudos que levante alrededor de mi pequeña casa de playa como si
no fueran nada. Mi mente recorrió una lista mental de todos los que sabían donde
vivía cuando salí del baño.
Perséfone.
Cierto, lista corta. ¿Quién estaría en mi puerta a las tres de la mañana?
- ¿Quien está ahí? -pregunté, cerrando la puerta de la habitación para esconder las
sábanas enredadas y torcidas. Mi mano siguió por el pasamanos mientras yo bajaba
las escaleras.
Gracias a un piso abierto y muebles minimalistas, casi veía cada centímetro del
lugar. Nadie se escondía dentro de esas paredes.
Vacile cuando llegué a la puerta, oyendo. Las olas caían contra la arena, pero
ningún otro sonido penetraba las paredes. Una mirada a través del ojo mágico sólo
mostraba una figura sombría con hombros anchos. - ¿Quién es?
- Yo.
Ares. Fregando los dientes, eché mi cabello hacia atrás y abrí la puerta.
Ojos impetuosos me saludaron, inflamados con meses de rabia reprimida en mí...
¿Qué era? ¿Ex? ¿Nuestro breve coqueteo en el verano pasado contaba como una
relación? Inferno, si yo supiera.
Mi mano rascaba para cerrar la puerta en su cara. En vez de eso, di mi sonrisa más
deslumbrante, solté el escudo y me arrojé en sus brazos. – ¡Ares! - Me hice reír...
como si no me hubiera roto el corazón... mientras él me cogía y me gira alrededor. -
No te veo...
Saque el libro ilustrado desde dentro, sonriendo al ver la portada. Era un libro
infantil sobre mitología. Recorriendo las páginas, vi los sobres minúsculos
implorando para ser abiertos, recortes tridimensionales y una mezcla de elementos
atados a la página como un álbum de recortes.
Como una nueva diosa, algunas de las cosas de la humanidad me escapaban. Leer
lo que ellos creían sobre nuestra historia, particularmente, como ellos moldeaban
los mitos para sus hijos, me daba alguna introspección
Era increíble cuánto los humanos se equivocaban.
Me volví a una página que mostraba a una chica bajando para arrancar una flor de la
orilla del lecho, aparentemente inconsciente del hielo arrastrándose por los pétalos.
El título proclamaba el mito de Bóreas y Oritía y el origen del invierno
-Habría llegado, o pasado por aquí, o algo, después...- Él metió las manos en los
bolsillos de su chaqueta de cuero. - Lo siento mucho. Yo estaba atrapado en una
botella. Es una larga historia, y ya estamos atrasados. -Ella me contó. - Perséfone
podría ser una diosa poderosa, pero ya me he preocupado más de una vez si su
ingenuidad sería mi caída.
- Créeme, me estoy haciendo la misma pregunta. - Me moví hacia atrás hasta que
golpeé contra el sofá. Sentándome crucé las piernas y estudié Ares.
Su mirada se detuvo en mis piernas por una fracción de segundo antes de encontrar
mis ojos. - ¿Las pesadillas fueron tan malas?
No empieces a preguntar sobre mis pesadillas. Mostré mis dientes a él. Después de
que Zeus murió, Ares, Adonis, Hefesto y yo partimos en un viaje festejando,
pensando que Zeus nunca más nos molestaría. Hasta que me desperté gritando. -
¿realmente no vas a elaborar una excusa sobre cómo te quedaste atrapado en un
frasco durante más de un año? ¿En serio?
Sus manos se quedaron en los bolsillos de la chaqueta mientras él se apoyaba en
la pared opuesta a mí, colocando tanto espacio entre nosotros como la pequeña
sala nos permitía físicamente.
- Mira, lo entiendo. Soy la última persona con quien quieres hablar sobre eso, pero
necesitas ayuda,Afrodita. Si esta es la razón total de la solución de Perséfone, digo,
es bonita, pero...
Ares volvió los ojos. - Esta cosa toda de reina nunca fue oficial.
No los mío. Cuando Zeus me creó, él colocó un detalle especial extra, haciendo que
yo fuera obediente a cualquiera de su linaje que me sobrepasara. Sólo Perséfone
me ha superado hasta ahora.
Hice los ojos y tomé mi teléfono, haciendo un show de mirar hacia el lado mientras
hablaba.
Ares cogió el teléfono por reflejo. - No puedes darte el lujo de ser vista como débil.
-En este momento, sí. Pero la paz nunca dura. Perséfone puede resbalar o
Poseidón se puede salir de los carriles...infierno, ya está a medio camino de eso.
Pero algo sucederá y saltaremos en las gargantas el uno del otro. Todos lo
sabemos. ¿Por qué crees que pasamos los últimos miles de años en nuestros
cantos separados, ignorando el uno al otro?
-¿Para hacer más fácil a Zeus agarrarte? - Sugerí, estudiando las marcas de media
luna dejadas en mis palmas por mis uñas.
- Hiciste una declaración,Afrodita, pero la única ventaja que tienes para apoyarla es
el encanto. Esto no siempre será suficiente.-
Podía hacer escudos, curación, glamour, y todo el material estándar también, pero
la mayoría de los dioses que quedaron recibieron algo extra de ambos padres.
Sólo tenía un...Zeus. - ¿Hablas del encanto que he utilizado para inhabilitar
completamente? - Bufe. - Yo diría que es suficiente
.
El encanto, carisma, es como el control de la mente. Si lo utilizo correctamente,
puedo mirar a cualquier humano, y la mayoría de los dioses a los ojos, y hacerlos
hacer lo que quiera.
Suerte mía, ya que los dioses necesitan la adoración para sobrevivir. Ya que sólo
fui creada hace dos años, yo no tenía exactamente un culto para apoyar mi
existencia.
Hice una mueca, tratando de averiguar con lo que él pensó que debería
preocuparme. Atenea, probablemente, aunque siempre ha sido lo suficientemente
amigable conmigo. ¿Poseidón, tal vez? Sólo un idiota bajaría la guardia cerca de
él. Sin embargo, consideré a todos los demás en el Panteón como un amigo.
-Déjame ayudarte-. Ares dio un paso adelante, cerrando el espacio entre nosotros.
Ares apretó los dientes.-Pero por ahora, necesitamos una razón convincente para
explicar por qué estamos atrasados, por no mencionar el motivo por el cual
vamos juntos-.
-¿Cómo sobreviviste antes de mí? - Pasé mis brazos alrededor de él, temblando
cuando mi piel entró en contacto con su chaqueta fría.
- Ah. - Ares dijo, entendiendo. Él bajó la boca a la mía. - Sí, eso funcionará
también.
Sus labios ardían contra los míos, calientes y ansiosos. Familiares. El beso se
profundizó, después se multiplicó.
Diez besos tan cortos como uno, uno hasta veinte, y el universo entero se disolvió
con el toque de Ares. Por un precioso segundo, me sentí más que una
herramienta. Más que la abominación de Zeus que quería vivir. Alguien, no algo.
Pero sus besos eran mentiras. Y dañaron más que cualquier verdad que he
enfrentado. Los recuerdos brotaron en mi mente espontáneamente. El susurro del
tejido, una caricia suave, sus labios contra los míos." Lo que tu buscas", él
susurró," no puedo dártelo".
Mi espalda golpeó el sofá, sosteniendo su brazo debajo de mí.
- ¿Estás lista? - preguntó, rompiendo el beso.
- Sí- susurré, mi voz ronca ¿con qué? ¿Dolor? ¿Deseo? Cualquiera que sea la
sensación, no me gustó. O tal vez me habia gustado demasiado.
-Por el Estige, Ares, toma alguna ropa- Artemisa estalló, pero la risa en su voz
disminuyo su ira. - Pero ese es un misterio resuelto. Me debes dinero, Hefe. Yo
dije que no estaba desaparecido. Sólo escondido con algún pedazo de...
¡Afrodita!
No se podía ver más allá de lo que estaba justo delante de ti. No había periferia,
ni miradas de algo en el canto del ojo, ni conciencia de nada acechando al lado.
Artemisa habría podido ver la espalda desnuda de Ares, pero no mucho más.
Ya que la ropa podía ser convocada inmediatamente en sueños, no habría
algunos presupuestos naturales sobre el estado de mi vestido antes de entrar
en el sueño, por no mencionar el por qué estábamos atrasados.
- Ya era hora de que aparecieran. - Una sombra fría cayó sobre nos
otros.
Estire mi cuello, apretando los ojos contra la luz del sol que ardía alrededor de
una silueta en forma de Poseidón.Los cabellos rubios, cortos y espesos,
completaban su imagen de surfista. No parecía mucho más viejo que
veinticinco años, y nunca parecería, a menos que usara glamour para parecer
más viejo. Los dioses no envejecían después del auge. No físicamente, de
todos modos.
- Bueno, mira lo que la marea trajo. - Ofrecí a Poseidón mi más bonita sonrisa y
solté la mano de Ares.
-¿En serio?- Artemisa protestó. - ¿Con Ares? Sé que eres nueva, Afrodita, pero
pensé que eres más inteligente que eso. ¿Nadie te avisó de él? Atenea,¿ no
deberías estar en eso?
- Sólo unos minutos- respondió Hefesto en su asiento. Él desvió los ojos de Ares
hacia mí. - Es bueno verte,Afrodita.
Como heredera de Deméter y Zeus y esposa de Hades, Señor del Submundo, ella
gobernaba tres de los cuatro reinos con acceso indiscutible al cuarto, gracias a
una improbable amistad con el difunto hijo de Poseidón.
Ninguna divinidad había acumulado tanto poder desde los días de los Titanes. -
Deberíamos...
-Odio interrumpir- Atenea dijo desde algún lugar detrás de Perséfone. - Pero tengo
que dar una conferencia en la mañana, entonces si pudiéramos seguir adelante,
eso sería genial.
-Cierto. - Perséfone me llevo al resto del panteón, que fue grande una vez, y cayó
en un asiento al lado de Hades al final de la mesa.
Ares se colocó entre Hefesto y Artemisa, que luego golpeó su cabeza. - Tiene tres
años de edad.
Hice los ojos atrás mientras me deslizaba en la silla al lado de Atenea. Técnicamente, Artemisa
no estaba equivocada sobre mi edad. Pero cuando un dios es creado en vez de nacido, viene al
mundo maduro. Físicamente y diferente.
- Poseidón, ¿creo que tienes algo cerca en la agenda? - Hades preguntó, llevándonos de vuelta a
los carriles.
Me di un segundo para admirar las características perfectamente esculpidas de Hades, sus ojos
azules eléctricos brillando detrás del pelo negro de medianoche caído en su cara y el cuerpo
increíble que acompañaba. Entonces respiré profundamente y me esforcé para no babear.
Hades era el epítome del tipo comprometido.
Su barbilla se levantó y su mirada permaneció fija en su cara, ni siquiera deslizándose para ver el
resto de ella. - No hay necesidad de pedir disculpas. - Él dio un acento cordial. - Pero quizá le
debo una a Afrodita por el lugar. - Se concentró en mí. - No estaba seguro de cómo te sentirías en
volver aquí, pero puse tanta energía en este paisaje de ensueño que construir otra sería
inconveniente.
¿Dónde estábamos? Busqué una pista alrededor, pero no vi nada que distinguiera esta playa de
cualquier otra. Sólo podía significar un lugar. Isla de Cumberland. Zeus me abandonó en esta
costa momentos después de mi creación. Pasé días atrás de un escudo, aterrorizada, hasta que
Perséfone me encontró.
Los ojos de océano de Poseidón quemaban, del color del mar, desplazándose del azul al verde
al marrón, con olas blancas quebrando alrededor de sus pupilas. Cuando no hice ninguna
objeción al lugar, él volvió su atención a Perséfone. - Tengo una pista sobre los semidioses
desaparecidos-.
Esto llamó la atención de todos, y por buenas razones. Deméter fue la única en darse cuenta de
que los informes de personas desaparecidas correspondían a la descripción de los semidioses.
Y la descripción era simple, ya que la mayoría de los humanos no creen más en dioses, mucho
menos que al final de la calle George en realidad es la mitad de una. Infierno, probablemente ni
siquiera sabían en estos días. Pero para quien conoce, los semidioses se destacan como un
pulgar dolorido. Todos los semidioses comparten una coloración similar. El icor2 en su sangre
los hacía extremadamente dorados: cabellos, piel, ojos, todo, excepto la sangre corriendo en sus
venas, lo que no tenía sentido para mí, pero no estuve en la creación para añadir mis dos
centavos.
-Podrías haber comenzado con eso-dijo Artemisa, inclinándose hacia adelante en su asiento.
- Quería explicar sólo una vez-Poseidón dio una mirada hacia Ares y hacia mí,
pero antes que cualquiera de nosotros pudiera decir una palabra en nuestra
defensa, su mirada volvió a Perséfone, como un imán. - He notado una anomalía
dentro de esta línea de crucero-. Poseidón convocó una pila de folletos y pasó los
papeles cargados de tinta en la mesa.
El viento disminuyó hacia una brisa suave.-Ellos salen con más pasajeros de lo
que regresan a casa-explicó Poseidón. - Nadie parece notar, lo que, si conoces
algo sobre los registros humanos, es inusual por sí mismo.
Esta última parte fue para el beneficio de Perséfone, ya que el resto de nosotros
sabía todo acerca de los registros humanos. Una ventaja de ser creada como
divinidad en vez de nacer como Perséfone era entrar en la existencia con el
conocimiento acumulado de los dioses - a menos que los retuviera
deliberadamente - sobre toda la creación. Había excepciones, por supuesto. No
éramos omniscientes. A menos que una profecía estuviera involucrada, los
eventos futuros y actuales estaban más allá de nuestro alcance. Pero cuando se
trataba de una mierda humana al azar, sabíamos casi todo.
- ¿Crees que la gente estaba encantada para olvidarlos -Los ojos oscuros de
Artemisa se entrecortaron mientras estudiaba el folleto.
-Podría ser capaz de encantar un barco entero para olvidar que existió, pero usar
suficiente energía para retirar la memoria en masa sería demasiado, incluso para
mí.-
Perséfone junto su pelo ondulado en una cola de caballo en la base del cuello. -
No tengo interés en hacer una investigación en tu reino en este momento. -
Sujeto los cabellos rubios por un momento, antes de soltar la mano con un
suspiro. El gesto la hizo parecer cansada. No podía dejar de preguntarme cómo
iban las cosas desde la derrota de Zeus.
- Ella dijo no. - La voz de Hades no dejó espacio para la discusión. - Siguiente
opción.
Perséfone aclaro la garganta. - Hades, ¿cuántas veces has puesto el pie fuera de
tu reino en los últimos milenios? ¿Tres?
- ¿Y tú, Poseidón? ¿Una vez? ¿Dos veces? - Perséfone arqueó una ceja para
Atenea. - ¿Quieres darles una lección sobre la gestión del tiempo también, o
podemos volver a la tarea en las manos?
Perséfone estaba bajo presión para redistribuir su poder desde que mató a Zeus.
Atenea sabía muy bien el por qué Perséfone no quería visitar el reino de
Poseidón, pero implicar que Perséfone no era lo suficiente competente para lidiar
con las responsabilidades que venía con sus reinos dio a Atenea la palanca que
necesitaba para aplicar esa presión.
- ¿Por qué? - Hefesto interrumpió. - ¿Desde cuándo nos preocupamos por los
semidioses?
-... Él resurgió y fue ligado a los semidioses desaparecidos. Si algo o alguien por ahí, está
tratando de recoger nuestras debilidades, necesitamos saber por qué. - La voz de Atenea no dejó
espacio para la discusión.
- Envíenme. - Ya que juré fidelidad a Perséfone, yo podría actuar como su representante. Entre
los dioses, los votos de lealtad van mucho más allá de la obediencia o promesas de lealtad.
Perséfone podría utilizarme como una extensión de sus poderes. Ella nunca me lo pediría. Pero
yo podría ser voluntaria.
-Gracias por la oferta, Afrodita pero eso es demasiado para ti. - Poseidón ni siquiera me miró.
Esto implicaría sacar su mirada de la cara de Perséfone.
Hades estrechó los ojos, aparentemente tan asustado por la intensa atención de Poseidón en su
esposa como yo. - A menos que alguien más quiera ser voluntario, no tienes opciones.
Atenea lanzó una sonrisa de labios cerrados. - Perfecta es una palabra fuerte, pero sí, creo que es
la mejor alternativa que podemos esperar. ¿Está segura de eso, Afrodita ? no tienes mucha
experiencia ...
- Ni Perséfone, y estabas bien en enviarla. -Mire a Poseidón, levantando las cejas. - ¿Puedo tener
permiso para viajar en tu reino?
-Parece que no hay otras opciones. - La sonrisa de Poseidón no alcanzó sus ojos. - Tu crucero
sale en setenta y dos horas. - Lanzándome un sobre grueso, agregó: - No te atrases.
Setenta y dos horas, ¿eh? Esto casi no era suficiente tiempo para hacer compras.
CAPITULO 3
El recepcionista principal Miguel, colocó mis maletas en el suelo de mármol de la
entrada con una reverencia generalmente reservada para artefactos sagrados. Y
si hablamos enserio, cualquier pertenencia mía era un artefacto sagrado.
-Hay una pequeña cocina por aquí con una nevera totalmente abastecida. -
Miguel dejó el equipaje en la puerta y rodeó el bar. - Todo es gratuito, por
supuesto. Si necesita cualquier otra cosa, basta con marcar cinco en su teléfono
para hablar con su recepcionista personal. Chalecos salvavidas - apuntó
alrededor del bar para abrir una puerta detrás de la escalera curva- Están
ubicados en el armario cerca del baño. - Él apuntó a un conjunto de armarios
blancos. - Junto con una caja fuerte, albornoces y toallas.
Balanceé la cabeza, dando un paso hacia el balcón para apreciar la vista de las
sillas de mimbre, hidromasaje y mesa de comedor. Mi punto de vista de los
edificios que se aglomeraban en la puerta del túnel de Miami pronto daría lugar a
un océano interminable. Miré hacia abajo, encantada con la forma en que las olas
grisáceas ondulaban como seda contra el barco.
- Claro. - Él esperó, sus ojos oscuros con el encanto. - ¿Con qué más puedo
servirle?
- Sí, lo sería. - Buscar en los registros después de todos los check-in sería más
eficiente. Después de todo, identificar semidioses a punto de desaparecer era
el primer paso en mi plan.
- Once y media.
- Te veo después.
Él salió corriendo de la habitación. Cuando la puerta se cerró, me volví,
apreciando la sensación de la gruesa alfombra blanca debajo de mis pies
antes de subir las escaleras, arrastrando mi maleta más pequeña conmigo.
Las ruedas batieron en cada escalón mientras yo tiraba la maleta pesada
detrás de mí. Incluso en febrero, Miami era sofocada. Todo lo que quería
hacer era tomar un baño y vestir algo ligero.
Dos sillas blancas y una pequeña mesa con tapa de cristal fueron instaladas
frente a la media pared, la cual permitía una vista panorámica sobre el área de
estar abajo. Una pared acristalada menor, que daba a un pequeño balcón,
estaba al lado de la escalera.
- Adonis- suspiré.
- Pídeles que juren lealtad a mí. - La memoria de la voz de Zeus resonó por mi
mente.
Y entonces, tal vez, si yo fuera muy, muy afortunada, Zeus me dejaría morir en
vez de forzarme a vivir como su títere.
No haría eso con ellos. Zeus los mataría en un instante. ¡No podía parar!
Mis labios se separaron por voluntad propia y puse la mano sobre mi boca. Zeus
cruzó los brazos, pareciendo aburrido.
No podía resistir para siempre, y él lo sabía. Cada fibra de mi ser reclamaba para
que yo obedeciera a su mando.
Desvié la mirada de Zeus, pero descubrí que no podía encarar la devoción ciega
en los ojos de Ares y Hefesto. No había nada más de ellos. Todo lo que querían
hacer era complacerme.
Adonis se burló, sus ojos yendo a la lámpara mientras digería lo que le dije. -
No puedo simplemente salir- dijo finalmente. - Estoy aquí para trabajar. Es un
gran evento. Tenemos eventos programados en cada uno de los puertos y...
- Déjame lidiar con eso. Mientras tanto - lo empujé hacia la puerta- ¿Por qué no
vamos a encontrar a tu jefe, y no sé, tal vez encantarlo para pensar que te
quedaste a bordo todo el tiempo? ¿Quieres un aumento? Creo que puedo
conseguir un aumento. ... sólo...
Bueno, tal vez sea tan grave como parece, pero los dioses no tienen el mismo
tabú del incesto como seres humanos. No pasamos material genético, sólo
poder.
- ¿Tienes hermanas?
Adonis me dio una mirada, que me avisó de que este tema estaba cerrado. -
¿Qué planeas hacer aquí? No estás usando glamour. ¿Por qué? Cualquier
persona que sepa de alguna cosa te vera como una diosa. ¿Es parte de tu plan?
¿El panteón te usa como una distracción? ¿Alguien cuyas firmas de energía
aleatorias pueden ser asignadas mientras Perséfone o uno de los dioses trabaja
en segundo plano?
- ¿Qué tal explicar en el camino? - Abri la puerta, pero Adonis la cerró,
manteniendo el brazo presionado contra ella para sostenerla.
Casi nadie ha oído hablar de mí. Creo que es mejor dejar que quien esté detrás
de mí me note y pueda descubrirme. Dejarlos asumir que no soy uno de los
muy pocos dioses que podrían soportar el nivel de encanto que se necesita
para acabar con lo que están haciendo.
Froté mis sienes, tratando de pensar en la manera más rápida de salir del
barco. Necesitaríamos ir a la cubierta principal, ¿verdad? - Eso es... Un plan
elaborado.
- Gracias. ¿Y...?
Tomé la puerta de nuevo, sin éxito. - Podría parecerme a ella, pero no podría
afirmar ser ella. No puedo mentir, ¿recuerdas? ¿Y si alguien hace una pregunta
que no puedo responder? ¿No crees que, de hecho, llamaría más la atención a
mí si intento y no puedo fingir ser un semidiós?
- Adonis ... - bajé los ojos, sin querer encontrando la mirada de él.
- Y quieres saber por qué todos los odian. - Los ojos dorados bloquearon los
míos, ardiendo de rabia. - Los pocos mortales que ni siquiera saben que existen
los dioses.
Ok, llega. La porquería calmante de los océanos sólo podría calmar un cierto
número de insultos. - Te das cuenta de que no estás hablando con una multitud
aquí, ¿verdad? Solo a mí.
-Zeus dijo que no toco a los semidioses, pero eso no significa que no estaba
detrás de su desaparición. Y las desapariciones parecían parar cuando murió. Si
hubiese sabido que todavía estabas en peligro, Adonis, te habría avisado.
- ¿Tú lo harías?
- Claro.- Me tiraría en los pozos más calientes del Tártaro antes de dejar que
lastimarán a Adonis. Él había confiado en mí. Incluso sabiendo que Zeus podría
hacerme matar con una palabra, él puso su fe en mí. Eso es lo que hizo.
Significó más para mí de lo que él sabía. Tomé sus manos.
-Estoy avisándote ahora, ¿no? Tú eres mi amigo. Tu no...
-¿Qué esperas aqui, Afrodita? ¿Gratitud? ¿Crees que sólo puedes decir que mi
especie entera está desapareciendo para siempre y esperar que me vaya? ¿ Que
yo cayera a tus pies, agradecido porque te dignaste a avisarme? De ninguna
manera. No voy a ninguna parte.-Él cogió su maleta y se dirigió a las escaleras. -
Si alguien debe salir, deberías ser tú. No puedo ser encantado para olvidar
nada.
- Estoy malditamente mucho más motivado para llegar al fondo de esto que tu -
él argumentó. - Ve a hacer lo que haces. Me aseguraré de que mi gente esté
bien.
- No puedo rastrearte. - Habían dioses que podían rastrear las energías de todo
el mundo, pero yo no era uno de ellos. - Pero si insistes en quedarte...
- Lo insisto.
- Entonces creo que necesitaré una nueva habitación. -Giré para ir a buscar mis
maletas, sin ganas de dejarle ver lo mucho que sus palabras me hirieron.
CAPITULO 4
Cuando adonis cambio de dirección, lo seguí, tal vez yo no podía encantarlo para
irse, ni tener la fuerza física para arrastrarlo fuera de la nave.
Dejando escapar una risa avergonzada, tropecé con Tántalo. No debería ser tan
dura conmigo misma; Sólo comencé a caminar hace tres años. Se necesita
práctica. —Gracias
Parándome en el borde del auditorio, me incliné contra la pared trasera, tuve una
sensación de cosquillas en mis brazos desnudos. Lejos, en medio de la multitud,
Adonis se destacaba como un faro dorado, de alguna manera casi brillando a
pesar de la poca iluminación. Él estaba envuelto en una animada discusión con
una mujer que parecía muy simple para formar parte de una convención de
modelos.
Tántalo dio un paso frente a mí, extendiendo las manos como un regalo de los
dioses para la humanidad. Lo que, técnicamente hablando... —Bueno, no mires
más, querida.
-¿Puedo hablar contigo? - La pregunta de Adonis pudo haber sido dirigida a mí,
pero su mirada nunca se apartó de Tántalo.
Tántalo se encogió de hombros, volviéndose casi lo suficiente hacia mí para
evitar chocar contra él cuando me alejé de la pared.- Ella es toda tuya. - Su tono
dejó las palabras no dichas por ahora tan alto como si las hubiera gritado.
— Para con eso. — Adonis se volvió hacia mí, sus ojos dorados parpadeando.
— ¿Por qué? — Incliné la cabeza, y una mecha de cabello rojo cayó sobre mi
hombro. — ¿Preocupado que la diosa mala dañe a tu amigo? Oh, él aún está
mirando hacia nosotros. — Asentí, parpadeando para Tántalo con una sonrisa.
— No te preocupes, yo no creo que a él le importe mi compañía.
Adonis abrió la boca para protestar, pero levanté la mano para pararlo. — No
voy a correr tras de ti, Adonis. Ni en tus sueños más locos. Y si esperas que yo
me disculpe o pida tu comprensión, estas tristemente mal informado. A causa
de nuestra historia, te dije por qué estaba aquí y ofrecí llevarte a algún lugar
seguro. Pero eso fue sólo por cortesía.
-¿Y qué quieres decir con eso?- La sala abarrotada irrumpió en aplausos antes
de que pudiera responder.
- Señoras y señores - gritó otro semidiós que había saltado al escenario. -
Bienvenidos a Model Madness.
Adonis la abrazó, pero el movimiento parecía más por reflejo que cariño. -
¿Elise? Me pareció que había un acuerdo con...
- Cambié de idea. - observo los ojos de Adonis con una mirada que me hizo
pensar que ella hablaba sobre algo más que una elección de carrera…
Hércules ganó tanta fama por matar monstruos de maneras que parecían
inteligentes. Pero en realidad, el encanto de él dirigió a esas criaturas para la
muerte. Ellos sabían que él quería verlos muertos, entonces obedecieron. Las
personas recordaron a los monstruos. Olvidando que el encanto también hizo
que su esposa matara a sus hijos y así misma. Al final, se quedó tan fuera de
control que Zeus activó el icor en la sangre de Hércules para convertir al héroe
en un dios.
- Digo- dijo, retrocediendo. - Oh, vamos, miren hacia ella. Ustedes son
estrellas, cualquiera puede ver eso, pero ustedes necesitan admitir, se
resplandece un poco más brillante. Y... - él chasqueó los dedos. - Ven aquí.
Por un segundo, pensé que él hablaba con Elise. Entonces, una mujer bonita
con los ojos abiertos e inteligentes atravesó el auditorio rápidamente,
acercándose detrás de Narciso, esquivando mesas y modelos con una gracia
de ninfa. Y sacó una tablet y agarró una pluma lista para anotar.
Los ojos dorados de Elise ardieron y ella se llevó las manos a las caderas. -
Narciso, pido disculpas por ser tan poco profesional, pero realmente
estábamos hablando cuando tú...-
- Está todo bien. - Narciso dijo con un acento de desprecio. - Los dos pueden
irse.
- ¿Adonis? - Elise inclinó la cabeza.
Adonis rechino los dientes, mirando entre Elise y yo. - No es lo que parece, y
me gustaría explicar. Después, tal vez. Pero ahora...
- Hum ... -¿ mi tipo, eh? El modelaje no era una carrera inusual para un dios
luchando para encontrar un culto.
Necesitamos la adoración, y no podíamos mentir, lo que dificultaba la
actuación o las otras carreras en las que necesitaba fingir. Pero yo tenía
encanto. Podría conseguir toda la adoración que necesitaba simplemente
caminando por una sala llena.
- Ah, vamos. ¿Una chica bonita como tú? - Narciso levantó las cejas hacia mí.
- Claro piénsalo. Y, traigo el papeleo.
- ¿Qué? - Le di a Adonis una mirada confusa, pero hasta él pareció sorprendido con la
petición de Narciso.
Adonis se encogió de hombros, así que me los quite. No había muchos modelos que
quedaran en el salón, pero los pocos que permanecieron se me quedaron viendo cuando
me quite mis zapatos.
- Acérquense.
Adonis y yo nos movimos hasta que estuvimos lado a lado. Bajo mis pies, la alfombra
parecía aplastada y húmeda. Como un fino tejido sudado
- Encajan. - Sus ojos dejaron su tableta de vez en cuando, Como si intentase no parecer
ocupada por algo en su pantalla. ¿Está jugando un juego? ¿Por qué se preocuparía por
mentirle a su jefe? A lo largo de toda esta conversación, Narciso ni la miró.
Narciso nos estudió por un momento, sus dedos enganchados en las presillas de su
pantalón caqui. - compraría cualquier cosa que ambos me vendieran. Lo haría.
- ¿Me estas tomando el pelo? - Elise miró a Narciso como si hubiera enloquecido.
Ok, entendí. Di un paso atrás en mis zapatos y me alejé de Adonis. - ¿Estaré solo en las
sesiones de Adonis? - Eso me daría un mejor acceso de lo que podría esperar conseguir sin
el uso de encanto.
- Claro.
- Elise.
-Claro que no. - Él parpadeó. - Y aunque se hiciera, de alguna manera, dudo que
tengas documentos adecuados. Pero tu palabra es suficiente para mí,
filmaremos anuncios y ninguna empresa pagará por fotos sin autorización
escrita. Si no puedo vender, no hay razón para tomar una foto tuya. ¿Qué tal si
preparamos el papeleo para ti después, y trabajamos en esos detalles
posteriormente?
- Ok... ¿Por qué? - Hice un gesto hacia el brazo, y acentué a la puerta del
ascensor.
-Vi una película una vez... - Adonis se estremeció, moviendo las manos hacia su
cuello antes de bajarlas, como si no hubiera percibido que estaban en
movimiento. – los elevadores me dejan nervioso, eso es todo.
- No, no es... - Adonis tragó en seco y agarró la puerta del ascensor hasta que
estábamos libres de los límites de metal de la aparente trampa de muerte. - Ella
es como yo.
Sentí mi pelo en mi nuca. Una semidiosa con el linaje extraño de Adonis tendría
una cantidad insana de encanto, y sería completamente inmune al mío. ¿Podría
ser responsable de encantar a todos en el barco? Nadie sabía la verdadera
extensión de los estúpidos proyectos de ciencia de Zeus.
Adonis caminó a mi lado cuando fuimos hacia el pasillo. - Es por eso que
terminamos. No conseguí superar lo que Deméter dijo, sobre Zeus de tener
una versión femenina de mí allá, que yo... - se detuvo, frotandose la nuca. – Tú
sabes, con quién sería obligado a engendrar. - La expresión de Adonis se
torció, como si hubiera probado algo desagradable. - Entonces, puedes ver
cómo pasear como una diosa después de terminar con ella porque no quiero
tener nada que ver con los dioses, puedes irritarla. - Él frunció la frente,
moviendo los bolsillos mientras nos acercábamos a la puerta de la suite. -
¿Dónde fue que ... Claro. Nunca me dieron una llave.
- ¿Para ti también? - Me reí, sacando los zapatos. - Hay una llave extra en el
mostrador. Puedes quedarte con ella.
-Te lo agradezco, pero voy a necesitar una mía si quiero entrar y salir de este
barco cuando lleguemos a un puerto- Adonis me recordó. Yendo a la nevera,
abrió la puerta y miró dentro de ella por un momento, como si el contenido
pudiera haber cambiado mientras estábamos fuera. Después de un largo
minuto, él preguntó: - ¿Con sed? - Cuando balanceé la cabeza, Adonis tomó
dos botellas de agua y me dio una para mí.
Alce los hombros, apenas diciendo.-Podrías conseguir algo mejor que Elise-.
- ¿Gracias? - Se inclinó, dejando los codos descansando en sus rodillas. - Sé
que no parecía muy buena, pero no es tan mala. En realidad... - él sacudió la
cabeza. - No importa. Después de que descubrí... No lo conseguí... Ah, no
importa. - Se apoyó en el sofá, mirando al techo. - No tiene ningún sentido.
Adonis abrió la boca como si estuviera a punto de decir algo, pero un golpe en
la puerta lo interrumpió.
Cuando se levantó del sofá, yo acentué con la mano, haciendo señal para que
parara. -Yo voy. - Dudaba que alguien que se preocupara por los golpes estaría
aquí para llevar a Adonis a la tierra de los semidioses desaparecidos, pero ¿por
qué arriesgar?
Miguel me miró con adoración y me entregó un sobre pardo. - Este era para ser
entregado a la otra habitación, la del Sr. Eros. Fue marcado como urgente, así
que fui adelante y...
- ¿Sr. Eros?
No tardó mucho para Miguel resolver todo. Cuando salió, prometiendo volver
con la tarjeta de habitación de Adonis antes de que la noche terminara, Adonis
agradeció, cerró la puerta, y rasgó el sobre. - Contrato - anunció. - Voy a subir y
leer esto.
- ¿Por qué? - El contrato era para mí, después de todo.
Giro el contrato y extendió la página con una firma en la parte superior. Por un
momento, sólo pude ver la firma bellamente caligrafiada con el nombre de
Narciso. Wow, Narciso tenía una hermosa escritura. A continuación, vi la tercera
línea de firma. El contrato de Adonis debió haber cambiado para acomodar el
mío.
Yo balanceé la cabeza y tomé mis cosas allá arriba, entendiendo que dormía en
el sofá. No es que eso importara. Los dioses no necesitan dormir. Somos
capaces de eso, por supuesto, cómo comer, pero no es necesario para la
supervivencia.
Cuando volví al sofá, paré para recoger un cuaderno y una pluma de mi maleta.
Para algo escrito en lenguaje jurídico, el contrato parecía extremadamente
simple. Me llevo un tiempo repasar el papel, pero o Narciso era mucho más
honesto de lo que parecía, o él era lo suficientemente inteligente para no
molestar a una diosa.
La tarde se transformó en noche con nubes llegando con tal sutileza que no
percibí cuán oscuro la sala quedó hasta que me encontré mirando de soslayo al
cuaderno. Las olas eran suaves, haciendo que el barco sacudiera hacia atrás y
hacia adelante, de una manera que me dejó feliz por ser inmune a mareos.
- Nuestra habitación está blindada. Nadie nos puede oír. - Me incliné contra las
lisas barras de metal separándome de una caída de once plataformas para las
olas agitadas. La nave se balanceó, sumergiéndose aún más en la tempestad.
- No voy a caer. - Me reí. - ¿Y qué quieres decir con lo que estoy celebrando?
¿Estás bromeando? - Rayos parpadearon sobre el mar. - ¡Eso! Mi mano
extendida apuntó a toda la tempestad: el espeso muro de nubes negras
dominando el horizonte, las turbulencias, todo.
-Nosotros ayudamos. - El agua golpeaba en el piso bajo mis pies, fresca, pero
aún no tan fría como el aire acondicionado en la suite. Mi mente volvió al viaje,
cuanto más dirigíamos, pero la muerte de Zeus parecía real. - En el viaje, Ares -
trague en seco, no queriendo dejar mi rabia macular esta cosa maravillosa que
él hizo, -Nos hizo prometer no olvidar nunca que Zeus todavía podría estar
vivo ahora si no fuera por nosotros. Que hicimos algo bueno, no importa qué.-
Tomé el agua debajo de mis pies, arrojando gotas al aire con una ráfaga de
poder, haciéndolas brillar antes de caer. - Cada vez que hay una tormenta,
celebramos.
-Oh, vamos allá, espera- grité cuando regresó a la habitación. - Deberías unirte
a mí. - Gotas de lluvia gritaban en mi mano extendida. - Esta es su celebración
también.
Crucé hacia la parte abrigada del balcón para recoger su mano, desesperada
para llevarlo a entender cómo él cambió toda mi existencia. Me dio la fuerza
para resistir a Zeus. Infierno, me dio un futuro. Cuando Zeus andaba en la
tierra, sabía que mis días estaban contados. ¿Pero ahora? Podría hacer
cualquier cosa.
-No puedes lastimarme. - Abriendo los ojos, parpadeé la lluvia fuera de ellos. -
¿Has escuchado eso? - Exigí más alto, infundiendo mi voz con determinación.
Un trueno retumbó, y sonríe para irritarlo más. - ¡Estoy libre! - Dije y grité,
girando, alejando de mí el agua de la lluvia.
- Ron.
-Así es mejor- Adonis habló cuando la luz iluminó el balcón soleado. Él miró a
la bañera de hidromasaje incrustada en la esquina. - ¿Vamos? - Él gritó,
después de otro trueno.
-Y luego digo algo que nunca he hecho. - Entendí la esencia del juego en las
primeras diez rondas, pero Adonis aún parecía sorprendido por no haber oído
hablar de este juego antes de esta noche, entonces continuó hablando de las
reglas.
- Sí. Y si lo hice...
-Tienes que tomar un trago. Lo entendí. - Golpee un pozo detrás de mí y maniobre
una toalla debajo de mí antes de meterme en el borde del asiento. - Yo nunca...
Mentí.
-Ah, vamos. - Adonis fue obligado a tomar otro trago directo de la botella.
Desistimos de las copas durante mucho tiempo en ese juego. -Bueno, nunca
encante a nadie para deshacerme de una multa.
Me tome un trago de ron mientras intentaba pensar en otra cosa que nunca hice,
pero estaba segura de que lo había hecho.
Adonis sonrió. - Vamos, Afrodita, sólo has estado viva por dos años. Esto no debe
ser difícil.
Tres. Pero él tenía un buen punto. - Yo... Nunca he escuchado esta canción antes
de hoy-.
Adonis tomó una copa. - Esta es una gran canción. Nunca robe un coche.-
Hice una mueca hacia él. Yo tomaba un trago prácticamente cada vuelta. - Nunca
golpeé a una chica.
Adonis se burló y tomó otro trago. - Nunca he pedido disculpas por eso.
-Yo nunca... - sus labios torcieron en una sonrisa picara. - Robe una tienda.
Adonis se rió. - Oh, por favor, señorita ¿Nunca golpee a una chica? -
Conocimiento es munición, no importa la fuente. - Él golpeó mi botella con la
suya. - Bebe.
- OK ok. - Tomé otro trago e hice una mueca. - Si no te conociera, pensaría que
estás tratando de emborracharme.
- No es serio. Tenemos que... Educarte o algo así. Todo el mundo vivo conoce
esta canción. ¿Quién sabe lo que más perdiste? Podríamos... - se detuvo. -
¿Qué estás haciendo?
Salte hacia arriba y hacia abajo, llena de impaciencia. - ¡Tengo una buena!
- Uh-uh, mi turno. - Adonis se puso de pie, llevando el licor con él. -Yo nunca- él
frunció la frente como si articular su pensamiento requiriera esfuerzo... - Estuve
preso. Su voz se profundizó. - Por lo que yo sé.
-No lo habría visto si no fuera por ti. - Tragando en seco, coloque la botella
en el suelo de la cubierta y estudié la forma en que la luna reflejaba en su
piel y la lluvia goteaba los contornos de su rostro, comprometiendo la fe del
hombre que me salvó.
Adonis me miró, sus ojos dorados oscureciendo con una emoción que no
reconocí. - Nunca voy a pedirte que lo hagas.
Envolví mis piernas alrededor de él. Como mi vestido subía por mis muslos,
mis manos exploraban los caminos de las gotas de lluvia que caían por su
piel dorada. No había donde sostenerse en Adonis; todo él era músculo. Él
tenía sabor a limón, sal y lluvia. Su boca se alejó de la mía y yo gritaba de
objeción, pero después sentí su respiración contra mi piel; Besos y caricias
trabajando su camino en mi garganta, en el hueco de mi cuello, quemando el
frío.
-Estoy bien.- Agitada, mordí el labio y probé agua salada. ¿Por qué mi escudo
falló?
- Muy bien, mestizo-. Los ojos de Poseidón eran tan oscuros como el mar, y la
luna brilló en las olas dentro de ellos, como si se burlara del momento que
Adonis y yo compartimos. Se paró delante de la rejilla blanca, las nubes oscuras
creando un escenario dramático para el dios del mar. Las gotas de lluvia
brillaban en su pecho desnudo. Él pasó la mano por su pelo, una ola de poder
secando las gotas cuando él extendió el escudo para evitar que la lluvia
escurriera y acabase con su aparición divina.
Adonis giró hacia Poseidón. -¿Qué hiciste? - Él puso una mano en mi espalda. -
Afrodita, ¿estás bien?-
Levanté la mano para tirar de las mangas de mi vestido hacia arriba de mis
brazos, entonces me detuve.
Poseidón se rió de mí. - Podría haber esperado, pero no sabía que te gustaba la
audiencia. Si te gusta este tipo de cosas, sin embargo, quédate a gusto. - Su
mano acentuó en un gesto de continuar.
-Sí.- Adonis arrastró la palabra, su acento traicionando sus raíces del Norte. Él
miró entre Poseidón y yo y tiró su camiseta, sus manos trémulas traicionándole
mientras luchaba con los botones. - No voy a ninguna parte.
Adonis apretó la mandíbula, miró una vez más a Poseidón, luego pasó por el
balcón, empujando una silla de playa en su camino al cruzar el umbral para la
suite.
Poseidón acentuó, dándole a Adonis una sonrisa salvaje. - Que tengas una buena
noche.-
-¿Te gustó esto? -pregunte después de que Adonis golpeó la puerta al cerrarla.
Una luz se encendió en la suite, seguida segundos después por otra luz en la
ventana del segundo piso. El balcón aclaró un poco, iluminando el suelo de
madera y brillantes barras plateadas me separaron del mar.
-Oh, por favor, acabo de impedirte cometer un error enorme. Ese semidiós...-
Poseidón apuntó al cuarto- ... Es una víctima profesional. He mantenido un ojo en
él desde que Deméter me dijo quién era. ¿Sabes cuánto tiempo gasta
lamentándose por la forma en que los dioses herraron con su familia durante
generaciones?
- No está mal. - Di una mirada irritada a Poseidón, cruzando los brazos. - ¿Te
importa después de todo?
-Oh, no lo sé-. Poseidón se rió, como si hubiera dicho algo gracioso. Él serpenteo
hacia una tumbona, mirando las copas con diversión en la mirada. - Haz lo que
quieras con el semidiós; Sólo espera hasta que no esté borracho. Eso - levantó la
botella casi vacía de tequila, - es casi tan malo como el encanto.
Era como si un interruptor hubiese sido girado. Poseidón dio una sonrisa gélida.
-Pareces haber olvidado tu lugar en la jerarquía. - Se movió hacia mí. - Estás en
mi reino. Todo y todos en él- él agarró mis hombros, sus dedos clavando en mi
carne-Es mío. Te traje aquí por una razón. Entonces, cuando pido una
actualización de estado, espero que dejes lo que sea, o quién sea, para
atenderme. ¿Está claro?-
Poseidón me soltó tan rápido que tropecé en la rejilla. - Bueno.- Él sonrió para mí
como si nada fuera de lo común hubiera ocurrido y se sentó en una de las sillas.
- Entonces, ¿qué has descubierto hasta ahora?
Respiré profundamente y me senté en la silla frente a él, tirando hacia arriba las
mangas de mi vestido con las manos temblorosas. -Esperaba a que Adonis
salga para hacer alguna investigación y...
Hice los ojos, pero no mordí el cebo.- Tendré más información en la mañana. Por
lo que yo sé, hay cuatro semidioses a bordo del barco, pero sólo tres objetivos
probables.
-¿Por qué no cuatro? - Él miró las botellas de licor por un momento como si
estuviera considerando el contenido, entonces se encogió de hombros y cogió el
tequila, dando un trago cauteloso. - Esto es asqueroso. - Se volvió a la botella,
arrojando el alcohol en el suelo de madera.
Sentí una ola de poder tan fuerte que mi pelo se puso de pie mientras el líquido
en la botella caía. El olor dulce de ambrosia llenó el aire. Mi barbilla cayó. ¿Ha
convocado ambrosia? ¿De la nada? Qué desperdicio de energía.. Él tomó un
trago del líquido, sus ojos me encontraron encima de la botella, la mirada
expectante.
Cierto. Parpadeando, forcé a mi mente de nuevo la discusión. - Uh... Narciso
gestiona la agencia de modelos. Encantar a todos para olvidar que él vino
sería difícil, si no imposible, sin dejar algunos grandes agujeros. Además, su
asistente le sigue a todas partes. Voy a descubrir en qué cuarto está esta
noche, pero sin duda, está cerca.
Estudie la imagen del barco, tratando de tener sentido de las plataformas y los
números de las habitaciones. - Aquí- dije, apuntando. - Además, el asistente
puede ser una ninfa. No podría decir con certeza, pero tengo una mirada sobre
ella.
Él sacudió la cabeza. -Fuiste vista con él, de modo que el daño probablemente
ya fue hecho. Además, me gusta aquí-. Poseidón agitó los brazos, cubriendo el
balcón. - Fácil acceso.
Forcé una sonrisa, me dejé caer en mi lugar. - Tántalo, otro semidiós, está en
esta habitación. - Apunte sobre un punto en el mapa. - Está solo. Pero sus
fotos no serán fáciles de explicar...
- ¿Fotos?
- Todos son modelos- expliqué, tratando de frotar un poco de calor en mis brazos
con la toalla. - Será difícil explicar por qué un semidiós que nunca estuvo a bordo
se tomó fotos en el barco.
-Una foto regular de una cámara común, con seguridad. - Volví mi pelo hacia
abajo y froté las mechas rojas con vigor en una toalla nueva. Si tuviera encanto,
me llevaría unos segundos, pero no me atreví a intentar usar cualquiera de mis
poderes tan cerca de Poseidón. Aquella proximidad dolía. - Pero ellos modelan
para las empresas. Hay un proyecto allí que sería difícil de ignorar, incluso con
encanto. Entonces, si los modelos desaparecen, me imagino que será antes de
que terminen sus sesiones.
Poseidón levantó una ceja por el nombre, obviamente femenino, y yo asentí. - Sí,
hay más. Adonis me dijo que ambos padres de ella son semidioses.
- No la examine, pero sí es más probable que lo sea. Debe ser más fuerte que
Adonis, ¿verdad? - Dejé caer la toalla en la cubierta, más caliente ahora que no
estaba empapada.
Poseidón me dio una sonrisa fácil, acercándose a mí. -Vi, no fue tan difícil…A
propósito... - sus ojos pararon sobre mí en una larga mirada. - Eso es bueno
para ti. Sé que estás... Frustrada por haber interrumpido tu diversión. - Él
extendió la mano hacia mí, deslizándola por mi brazo. - Podría ayudar con
eso.
Por un segundo horrible, pensé que no iba a retroceder, pero los nombres
tuvieron el efecto deseado. Poseidón dejó caer los brazos hacia los lados. -
Como desees. Pasa mañana con la información que obtuviste. Haz una copia
de los horarios y los números de las habitaciones, y vamos a ver adónde van
las cosas.
Dejé escapar un suspiro que no percibía que había sostenido. – Lo hare.
-Así, con esta Elise, puede haber dos semidioses inmunes a mucho de lo que
podemos disparar en ellos- Poseidón meditó. - Imagino que fueron destinados
a ser una pareja. - Fue a la orilla del balcón. Cuando alcanzó a las barras
plateadas, él hizo una pausa, mirando por encima del hombro hacia mí. - Creo
que hemos permitido que los experimentos de Zeus vivan lo suficiente, ¿no?
Si ellos son inmunes al encanto, no hay como decir que otras extrañas cosas
hay en ellos y lo que pueden pasar. Son muy peligrosos.
El hundimiento del barco sería tan fácil para él. - Podrían ser útiles. - Me
incliné contra la pared de vidrio y estudié mis uñas, tratando de parecer
desinteresada.
- Sí, estoy seguro de que has encontrado muchos usos para los mestizos-.
Poseidón volvió la atención hacia el mar, sus dedos sosteniendo las barras
plateadas lo suficientemente fuerte para blanquear los nudos de sus dedos. -
Pero hay mucho que no sabemos. ¿Por qué Zeus los creó?, por ejemplo. - La
mirada pensativa de Poseidón se agarró a algo en la distancia. - Si Zeus
quería a todos los dioses muertos, ¿para qué crear nuevos semidioses? - Él
sacudió la cabeza. - No me gustan. Deben morir.
-No deberíamos descubrir por qué... ¿Quién está llevando a los semidioses y
haciendo qué? -¿Podría Poseidón estar detrás de sus desapariciones? Todos
desaparecieron en su reino. Pero ¿por qué pedir a Perséfone cuidar del
problema? ¿Para evitar sospechas, tal vez? ¿O llevarla a su reino?
-Pueden usarse contra nosotros. Por lo que sabemos, pueden matar a dioses,
independientemente del linaje.
-Te gustaría eso-. Poseidón estudió el horizonte con los músculos tensos. A
lo lejos, las estrellas brillaban contra el fondo negro del cielo nocturno
mientras las nubes retrocedían a lo lejos. - ¿Pero qué estarías dispuesta a
hacer a cambio de tal favor?
Sin aviso, Poseidón giró y me tiró hacia él, cubriendo mi boca con la suya en
un beso intenso. La ambrosia en su aliento se volvió en mi estómago. Sus
manos me recorrían, ásperas y exigentes. Me estreché contra el asombro,
tratando de alejarme de él, pero no podía liberarme.
- Estoy inclinado a estar de acuerdo con él. - Poseidón se rió. - Toma la noche,
piensa en eso, querida.
-Afrodita...- Adonis miró el lugar donde Poseidón estuvo. - ¿Qué rayos fue eso?
-Hice una pregunta.- Adonis cerró la puerta de cristal deslizante con un clic, y luego
fue hasta el panel, cerrando las cortinas sobre las ventanas del suelo al techo,
como si, de alguna forma, el tejido pudiera crear una barrera contra Poseidón.
Desafortunadamente, todo lo que hizo fue hacer el cuarto parecer más pequeño. -
¿Tiempo para pensar en qué? ¿En lo qué acabas de acordar?
-Aun no acorde nada. - Si mis manos dejaran de temblar, yo podría quitarme este
vestido estúpido y vestir algo caliente.
-¿Todavía? -Adonis paso los dedos por sus cabellos dorados, su cara tensa con
preocupación. - Afrodita, no. Yo sé que él gobierna un reino y todo eso, pero sólo
porque él es poderoso, no significa que él vale...
- Crees que lo haría... - miré a Adonis con incredulidad. - ¿Por qué? ¿Crees que ese
es mi precio?
- ¿Qué soy una puta? - Replique; Toda la rabia y el miedo que sentí hace poco en el
balcón cambiaba a un destino seguro. - ¿Es eso lo que piensas de mí? ¿Qué tengo
sexo con cualquiera, no importa cuánto hagan que mi piel se agriete, siempre y
cuando me ofrezcan lo suficiente? Que yo estaría dispuesta a...
— Fuiste tú quien dijo aún. — Adonis levantó las manos en señal de rendición.
— A pesar del hecho de estar temblando. Que nada en tu rostro, ni una señal de
lenguaje corporal, indique que querías eso. - Él apuntó un dedo hacia fuera en
el balcón. - Mucho menos algo más allá. Él te está ofreciendo algo, o
manteniendo algo sobre ti. Y estoy diciéndote, que sea lo que sea, no vale la
pena. Si la mitad de los mitos que he leído son verdaderos, es despreciable.
Tenemos que sacarte de aquí.
- Sé que quieres descubrir lo que está pasando con los semidioses, pero puedo
ayudarte. - Adonis se sentó a mi lado. - No he olvido todo lo que sucede. No
puedo ser encantado, y todavía estoy dispuesto a investigar para ti. Coloca un
glamour en mí, para quien quiera que esté detrás de eso, que deje el barco con
contigo. Puedes encontrarme cuando regresemos a Florida. Y Contarte todo lo
que vi.
La máquina de café hizo clic. Detrás de mí, oí a Adonis sacar dos vasos del
armario. ¿Alguien de este reino puede teletransportarte hacia fuera?
Balanceé la cabeza. - Tengo que ser de este reino o tener permiso de Poseidón
para teletransportarme. - Giré para estudiar Adonis. - ¿Quién tienes en
mente? Poseidón es, que yo sepa, el único dios soberano del mar.
- Por un tiempo. Él murió por falta de culto, como la mayoría de los demás
dioses, pero... - tomé un trago de mi café, considerando cuidadosamente mis
palabras. - No es un proceso fácil, para ambas partes. - No había casi ningún
poder involucrado en la apoteosis, el proceso por el cual un semidiós era
transformado en una plena divinidad. Bastaba una chispa para activar el icor en
la sangre de un semidiós. - Y hay un precio.
- ¿Qué tipo de precio? – La curiosidad brilló en los ojos de Adonis, pero no
hambre. Mis hombros se relajaron un poco cuando percibí que él estaba
legítimamente curioso sobre el proceso, no desesperado por intentarlo.
- Es, uh, se necesita tiempo para construir, y aún más tiempo para que el cuerpo
del semidiós cambie lo suficiente para lidiar con poderes divinos. Entonces, por
algunos meses, no hay... - vacilé, tratando de pensar en la palabra correcta. -
¿Una conexión? No, más como una transferencia. Si yo te transformara en un
dios ahora, mi poder fluir para ti, y yo sería humana por algunos meses.
Eventualmente, tu cuerpo se estabilizaría y mi poder fluiría de vuelta hacia mí.
El vínculo abierto entre dios y divinidad recién creada era extraño. Sin energía
suficiente, los dioses morían. Pero la conexión permitía que pudiera fluir,
permitiendo que ambas partes vivieran a través del proceso, desde que hubiera
culto suficiente para mantenerlos. Ellos eran prácticamente inútiles, en términos
de ser capaces de hacer cualquier cosa con su poder hasta que la
transformación se completara, pero vivían. - Y no, este no sería tu reino.
Recibirías una actualización, pero todavía serías nacido en la tierra de Deméter. -
Incluso me crearon en la tierra. El estar atrapada en el océano se produjo poco
después.
- ¿Una reunión? Adonis extendió la mano al teléfono, los dedos rozando contra
los míos cuando tomó el fino dispositivo de vuelta. - ¿Con quién? ¿y porque?.
- ¿Crees que mi investigación está limitada a seguirte todo el día? -pregunte con
una ligereza que no sentía. Abri la puerta y sonríe a Miguel. - Quédate ahí voy a
proteger el ambiente - dije a Adonis mientras lanzaba un escudo doble y triple,
verificando la barrera. Esta vez, esa maldita cosa quedó activa sin ningún
problema. - Quédate ahí. - Como si tuviera una elección.
CAPITULO 9
- Puedes buscar a los pasajeros apellido, o el número de cuenta. - Miguel movió
el cursor sobre la pantalla del ordenador. Hizo clic en una guía, y una larga lista
de nombres y números clasificados en columnas llenó la pantalla. – O su por
número de habitación.
- Estoy contento de ayudar. - Miguel sonrió e hizo intención de salir, pero vaciló.
- Esta personas que buscas, y el hombre con quien viaja... - Miguel paró como si
debatiera qué decir enseguida.
Agradecí, sacudiendo la cabeza con una sonrisa mientras pensaba que era
extraño que Miguel reconociera un semidiós y temerle, y no percibir que estaba
en presencia de una divinidad de sangre pura. Entonces, tal vez estuviera en
otros barcos con algunos de los semidioses desaparecidos y fue encantado
para olvidarlos. La memoria, o la falta de ella, ciertamente sería irritante.
Otrera abordo el barco el día en que el navío partió, desembarcando dos días
después en la pequeña isla que la línea de cruceros poseía, a continuación,
zarpo otra vez aquella tarde. Ella no desembarcó de nuevo por el resto del viaje.
Al hacer clic en la siguiente guía, busqué en sus transacciones y descubrí que
la última fue una bebida en la tercera noche del crucero, en el bar del karaoke.
Entonces, nada, ninguna actividad.
Mis ojos ardían con la fatiga mientras pensaba sobre lo que yo sabía. Los
semidioses desaparecidos no siempre viajaron en esta ruta de crucero, pero
todos los barcos pasaron por las mismas coordenadas en el plazo de
veinticuatro horas de las últimas transacciones de los semidioses.
- Está soñando, amor. - Sus pupilas estaban llenas de encanto cuando dio un
paso detrás de la mesa.
No podía ver a Zeus, pero él estaba allí. Él estaba siempre escondido en algún
lugar en mis sueños, esperando para convertirlos en pesadillas. Su respiración
agitó el pelo en mi cuello. Pero no podía girar la cara hacia él. No con Ares
delante de mí, mirándome como si fuera ciego y yo fuera su primera vislumbre
del sol.
-Jura lealtad-. Las palabras de odio dejaron mi lengua, pero la voz pertenecía a
Zeus.
Horrorizada, cerré los ojos recordando su nombre siendo gritado por mí. No
había solución para esto. Sin fingir. - Yo no quería.
Todos los demás volvieron a sus propias vidas, pero yo no tenía nada más que
Zeus. Al principio, la libertad pareció emocionante, llena de potencial.
Entonces todo lo que estaba tan seguro de que sabía acabó por ser
incorrecto. Sobrevivir no me preparó para vivir con lo que yo había
sobrevivido.
Desistí y arrojé sus propias palabras de la otra noche de vuelta a él. - No puedo
darme el lujo de ser débil, ¿recuerdas?- Tomando un lazo de pelo, di un paso
atrás y tiré mi pelo en una cola de caballo floja.
- Esto no es una debilidad. - Ares hizo una señal alrededor del paisaje de sueños
en blanco. - Esto eres tú, tratando. Escondiéndote, evitando reuniones, a menos
que alguien pueda físicamente tirar de ti, fingiendo que lo que sucedió no te
afecta, que eso no es...
Una mueca marcó las características perfectas de Ares. - Me has traído aquí.
- Tal vez la tensión de estar en otro reino te haya afectado-. Ares caminó detrás
de mí para ver la pantalla de la computadora. Las letras y símbolos mezclados
llenaban la pantalla, pero las imágenes pasaban sin ningún problema. - Lleva
algún tiempo acostumbrarse. Pero también...
-¿Él está aquí? - Ares levantó las cejas. - Eso cambia las cosas. No podemos
dejar que Adonis desaparezca. ¿Le contaste a Poseidón?
- No me quedan.
Perséfone se puso roja. - No, quiero decir... - ella tiró del cuello de la camiseta. -
Los tirantes se me resbalaban de los hombros, y quedaba todo arrugado mientras
yo dormía, y... -continuó balbuceando, tratando de corregir su error verbal, pero
sólo consiguió parecer más perturbada. - ¿Cómo está el crucero? -preguntó,
renunciando
- Wow, has estado ocupada. - Ella sonrió, con gratitud brillando en su expresión. -
Gracias una vez más por cuidar de eso. Entonces, ¿quién crees que está
encantando a todos los pasajeros? ¿La semidiosa?
- No sé. - vacile. - ¿Crees que podría haber otra diosa allá afuera, como yo? Digo,
tal vez la forma en que me crearon...
Zeus me creó usando los restos de cuerpo de Urano para actuar como mi segundo
padre y mejorar mi encanto. No preguntes. Es serio, sólo se vuelve más extraño.
-Puedo estar equivocada, sin embargo- Perséfone volvió atrás. - No soy
exactamente una experta.
- Uno de ellos debería tener. – Los dioses repasaban sus poderes, en vez de
material genético. Los nuevos poderes no se manifestaron desde Caos.
- ¿Cuál? - Perséfone arranco un pétalo amarillo de una flor. Una tira de vástago
verde siguió al pétalo. - Puedo buscar, ver si todavía están seguros en el Tártaro.
Perséfone vaciló. - Tengo dificultades para manejar toda esta nueva energía. Es
demasiado, y soy muy nueva. Cada vez que creo que lo he conseguido, las reglas
cambian. Tal vez tengan algunos consejos.-
Los cultos eran combustibles de energía, entonces cuanto más la gente hablaba
sobre el nuevo culto loco de Orfeo, más poder Perséfone ganaba. Sin embargo,
ya que no podía manejar el poder, Hades ayudó a canalizar el exceso, desviando
la energía lejos, para que no la quemara.
Ella suspiró. - Ahora que realmente absorbo mis poderes, este es un juego
totalmente diferente. Antes yo necesitaba usar tanta energía como fuera posible
en cada una de las cosas que hacía, sólo para sobrevivir un día más. ¿Ahora
tengo que intentar conservarla?-
- Lo sé. Sólo tengo dificultades para descubrir cómo realizar cualquier cosa con
un toque más ligero. Prácticamente tengo que reaprender todo.
Ella sacudió la cabeza. - El único dios en quien confío lo suficiente para darle el
reino de Zeus eres tú, pero ya que me juraste lealtad, eso no aliviaría la presión
y...
-Sería una pesadilla política. - Además, yo no estoy interesada en comandar
un reino. Ya lidio con demasiados ahora. - Atenea es la más vieja sin un reino.
Ella sería la elección lógica.
-Sí, pero no estoy lista para crear vida ahora. - Ella volvió los ojos. - La mía ya
es lo suficientemente complicada como es.
- Justo. - Sonríe y miré al cielo azul brillante. Más tarde, cuando ella no
estuviera tan estresada, yo la ayudaría a corregir ese paisaje de sueños. Los
sonidos de ambiente eran buenos. Este lugar era muy tranquilo, una
primavera silenciosa. Si ella añadía una brisa, tal vez algunos pájaros
cantando, hojas quebradas al viento, ese tipo de cosas, este paisaje de
sueños sería bueno.
-Con toda la energía que tienes de Zeus, Tritón, y tu madre, por no mencionar
toda la adoración que tienes de los dioses, seres humanos, y las almas, tienes
toneladas de tiempo para descubrir todo.
- Sí, excepto... - ella dejó caer la flor mutilada en su regazo y acarició las
manos contra la falda blanca. - No puedo usar tanto poder en cosas como yo
solía o... - se interrumpió, tragando en seco.
- ¿O qué? - Rodé sobre mi estómago, para que pudiera ver a Perséfone sin
estirar mi cuello, y crucé las manos bajo la barbilla, cruzando los pies en el
aire detrás de mí.
¿Podría ser más vaga? Abrí la boca, dispuesta a exigir saber el tipo de cosas
que ocurrían, cuando el paisaje de sueños se estremeció, y sentí una
sensación de incomodidad. - Creo que estás despertando. ¿Te veo la noche?
¿Podemos conversar más, ok?
- No me lo perdería por nada. - Perséfone asintió, y el paisaje de sueños se
oscureció alrededor de ella. Me paré, y me encontré de vuelta en el mostrador
de servicio al cliente con tortícolis en el cuello.
- Papel
Él se rió. - Sin bromas, pero ¿qué es eso?- El ascensor timbro y salí fuera.
Adonis estaba allí antes de que Tántalo llegar a la cocina, quitándole los
documentos y no tan sutilmente dirigiéndolo de vuelta al pasillo. - Gracias, -
dijo, golpeando la puerta detrás de Tántalo.
- Wow- miré a la puerta cerrada. – A ti realmente no te gusta.
- ¿Qué te hizo notar eso?-Adonis consiguió dar una sonrisa tensa, entonces
miró el reloj. - ¿Sabes que más no me gusta? - Él levantó una ceja para mí. -
Estar encerrado en mi habitación durante toda la noche, sin salir. Estoy
retrasado, gracias a ti.
- Entonces, creo que eso significa que súper velocidad, fuerza, y todo eso es
un mito-. Adonis me condujo por el pasillo.
Una sonrisa se asomo en los labios de Adonis.-Lo que sea. Hoy supere aun
dios. Sólo me voy a enorgullecer de eso un poco.
Después de limpiarnos, seguimos hasta las salas de conferencias del otro lado
del barco. Adonis mantuvo un flujo constante de bromas, pero había una
tensión en él. No me quería aquí. No podía culparle por no estar animado por
tener una sombra en su trabajo. No debe ser divertido estar encerrado en la
habitación toda la noche, o enfrentar a las divinidades marinas con rabia por
mi causa. Cualquiera que sea el calor inducido por el alcohol que existió entre
nosotros la noche pasada, eso termino con la cruda luz del día. Pero, al
menos, se esforzaba por ser civil y no abiertamente hostil. Dos pasos
adelante, un paso atrás.
Mostré mis dientes a ella analizando la pequeña habitación con espejos, cuando
otra mujer llevó a Adonis a una silla junto a Elise. - Esa soy yo.
Ante el sonido de mi voz, Elise abrió los ojos. - ¿En serio? - Dijo, volviéndose a
Adonis. - Dime que ustedes no están aquí para las fotos del desodorante.
El otro miró para cima de donde hacía mis uñas. — Puede muy bien hacerlo. ¿Ya
has oído a alguien decir no a aquel hombre?
- ¿Es decir, que si estoy lista para quedarme parada y tomar una foto? - Estiré el
cuello para mantener a Adonis a la vista conforme lo llevaban.
- Quédate quieta. – Dijo una mujer con pasadores saliendo de su boca, tirando de mi
cabeza de nuevo en el lugar.
La mujer con la brocha de maquillaje inclinó la cabeza hacia ella y las dos siguieron
retocándome y tocándome de varias maneras. Cerré los dientes, tragando en seco
cuando sentimientos familiares se desenrollaron en mi pecho.
Ansiedad. Miedo. Pánico.
Pero éstas eran sólo seres humanos, y yo era una diosa. Me sentía nerviosa por
eso que era tan ridículo como correr de miedo a una hormiga en la manta del picnic.
- Eh, Beth. - Elise extendió las manos. - Ella es nueva, ¿recuerdas? - Elise se levantó,
verificándose en el espejo.
- Seguro. - Beth atrajo una respiración profunda. - Lo siento, quedó medio caótico por
aquí. ¿Cuál es tu nombre, muñeca?
Esto hizo que sus cejas se levantaran, pero las mujeres continuaron trabajando.
- Yo soy Beth-. La mujer apuntó el cepillo a sí misma, luego a la mujer de mi otro lado.
- Sarah. Y esa es Elise.
- Hacen un trabajo increíble-dijo Elise con una sonrisa. - Pero... ¿Tal vez puedan tener
un segundo para orientarla sobre lo que están haciendo? - Ella dio a las mujeres una
mirada, sosteniendo su mirada hasta que asintieron. - Bien.- Ella sonrió. - Es fácil
olvidar cuán aplastante es ser nuevo, pero todos hemos pasado por eso. Ahora, Jane
está en el C, ¿verdad? - Ella miró a la maquilladora.
- Sí-respondió Sarah.
-Ella es muy buena.- Elise se quedó parada mientras su asistente sacaba su ropa y
rápidamente envolvía a la semidiosa en una gruesa toalla. - Muy profesional. Pero las
cosas quedaron medio caóticas esta mañana. Entonces, cuando vaya allí, tendrá una
rápida charla contigo acerca de lo que espera. Si tienes alguna objeción a ser tocada,
o si hay algo con lo que no esté cómoda, dilo desde el principio. Ella es muy
respetuosa.
Me tropecé con un Adonis sin camiseta, vistiendo unos jeans muy apretados de
cintura baja, el me agarró, sosteniéndome firme. - Quédate cerca de mí. - Pasó el
brazo alrededor de mi cintura.
- Toque es más rápido - explicó Adonis. - Ellos nos colocan en las poses que
quieren, pero algunos modelos no se conforman con eso, entonces ellos sólo
reciben instrucciones verbales.
- Está bien, vamos a tomar algunas fotografías de prueba- otra mujer con un
auricular gritó.
Adonis luchó para mantener una expresión seria cuando me tiró hacia él. Su
mano se deslizó por mi lado mientras levantaba mi camiseta un poquito, como
instruido. Mi respiración quedó atrapada. Todo en lo que podía pensar era en sus
labios quemando en la lluvia fría anoche. La voz de la fotógrafa perforó el
zumbido en mis oídos, y siguió sus instrucciones sin pensar, poniendo mi mano
en el pecho de Adonis y mirando hacia él. Su corazón golpeaba contra la palma
de mi mano mientras él engullía en seco y colocaba mi pelo detrás de mi oreja.
Sus dedos suaves trazaron mi barbilla, levantando mi cara hacia él, acercándolo.
- Eso no es...
Adonis rodo los ojos, pero se abstuvo de comentar mientras Jane alineaba las
próximas poses. Cuando Jane me pidió que entrelazara los brazos en el cuello
de él, él susurró en mi oído, su respiración agitando mi pelo - Dices esto como
si estuvieras tan por encima de nosotros. Como si estuvieras más allá de
preocuparte por las miradas, pero nunca te he visto pasar por una superficie
reflexiva sin mirar.
He visto aquella mirada de auto satisfacción en tu cara cuando te das cuenta de
que eres lo primero que todo el mundo nota en la sala. No finjas que no te gusta.
No sé por qué estás tan presa para impresionar a la gente que tan obviamente
crees que están por debajo de ti, pero...
-Realmente tienes una opinión baja de mí, ¿no? - Dije cuando se alejaron. ¿Por
qué me sorprende? Él me dijo claramente que odiaba a los dioses e implicaba
que yo dormía con alguien por poder. Su opinión sobre mí sólo podía caer más si
yo me bañaba de sangre de niños pero no tendría como caer más que eso. - Me
parece increíble. Ser así, estar orgullosa de eso, no es algún tipo de fallo que
necesito superar.
Yo solté humo en silencio mientras uno de los asistentes nos cambiaba en una
posición incómoda, en la que yo tenía una mano en mi cadera derecha y otra en el
bolsillo izquierdo de Adonis. Su pose resonaba la mía y yo podía sentir la presión
de sus dedos separados de mi piel por apenas un fino tejido. Di una sonrisa que
no sentía en mi cara, y en el segundo en que me coloqué con mi cara lejos de la
cámara, volví a hablar. - viste a Zeus al final. ¿Acaso has percibido que tienes la
misma altura?
- Zeus me hizo. Pues... - pasé mis dedos por su pecho - ... una pieza. Él quería
que me fijara a él de esa manera. - Me presioné contra Adonis. - Tengo este color
de cabello porque tenía una debilidad por las pelirrojas. No hay una
característica en mí que él no colocó allí para su propio placer personal. Cada
aspecto de mi ser, cada pedazo de mí...- paré, difundiendo calor en mi voz. - Lo
siento- grité a Jane, con la voz brillante. - ¿Así? - Me incliné contra Adonis,
tirándolo hacia un abrazo que me protegió de las luces brillantes.
- Hmm - Jane nos evalúo por un momento. - Uh,¿ chica nueva? Esta expresión
no está funcionando para mí. Ten pensamientos hermosos, y mira lejos. - Ella
sacudió las manos. - De esa forma.
Otra mujer con maquillaje corrió a la luz y me apuntó con un cepillo duro.
Cuando sentí manos en las caderas que sutilmente me dirigían hacia la actitud
correcta, perdí el control. - ¿Quieres parar con eso? - Me alejé de las manos
mientras luchaba para respirar profundamente.
- Afrodita...- Adonis se paró al dar un buen vistazo a mi cara. Todo lo que vio allí
hizo que se detuviera. - Ok, vamos a hacer una pausa. ¿Pueden darnos un
minuto?
- En realidad, eso no fue una pregunta-. Adonis miró bien en sus ojos. - Vamos a
parar un minuto. Dennos un espacio-. Encanto. Él debía estar usando encanto,
pero por alguna razón, no pude sentirlo. De hecho... No podía sentir ninguna
fuerza venida de él. Podía sentir su línea de base la noche pasada, pero ahora no
sentía nada.
Sentir una línea de base de energía era cómo medir el humor de alguien. Hay
todas esas pistas visuales cuando alguien está enojado: hombros definidos,
mandíbula apretada, los ojos estrechos, lo que sea. Pero en vez de
individualmente percibir toda el habla, el cerebro interpreta un sentimiento de
rabia. El cerebro a veces era divertido así. Pero sentir a alguien usar sus
poderes es tan obvio como oír a una persona con rabia gritando. Entonces,
¿por qué no percibí nada? ¿Y por qué diablos no podía respirar? ¿Qué estaba
mal conmigo? Mi corazón se disparó y mi cabeza estaba ligera. Las sombras en
la sala parecían ponderadas, como si me estuviesen presionando, apretándome.
- Esta fue una idea estúpida. -Me encogí, luchando para calmar mi corazón
acelerado. - Voy a ver el rodaje de allí. - Comencé a alejarme, pero Adonis tomó
mi brazo, su apretón fue más sugerente que una presión real.
Alivio inundó los ojos de Adonis. –Estás dando demasiada atención a todo a tu
alrededor. Deberías mirarme, ¿verdad? Así pues, el foco en mí. ¿Puede hacer
esto?
- Ok. - Él me miro por un instante, rompiendo el encanto que ejercía sobre los
demás. - Puedo ayudarte. Sólo continúa. - Él tomó mis manos. Cuando no me
alejé, me tiró hacia él, apuntando a la fotógrafa a continuar. - ¿Puedo?-trague en
seco y asentí. Adonis movió mis brazos hacia su cintura, y agarró mi cara con
las manos. - Mira, lo conseguirás.
CAPITULO 12
- Aquí por favor. - Un hombre vestido en un traje nos llevó al comedor. Las luces
de la enorme habitación reflejaban la luz proveniente de las ventanas con un
brillo deslumbrante.
- Sí, bueno, espero que tengas razón-. Adonis acentuó a Narciso cuando nos
acercamos a la mesa. - Esta mi carrera en juego.
Sin embargo, si decidía dejar de ser modelo, se enfadaría que arriesgara todo el
plan al confirmar que era lo suficientemente fuerte para encantar una sala llena
de gente. Yo odiaba la capacidad de Adonis de hacerme cuestionarme a mí
misma. No importa lo que decida, él interpreta mi elección como egoísta. Él me
hacía sentir como si hubiera algo malo conmigo, y una parte de mí creía en eso.
Pero entonces, él se volvía y actuaba como si le importara, que yo le importaba,
y hacía algo tan agradable que yo no entendía.
Tan pronto como nuestros pedidos fueron anotados y nuestros vasos estaban
llenos, dejé a Adonis asumir el liderazgo. Esta era su carrera, después de todo.
Punto por punto, Adonis martilló a través de lo jurídico hasta que se sintió
satisfecho con el contrato. Mientras conversaban, estudié el comedor. No había
rastros de energía procedentes de ninguno de los pasajeros. También no había
escudos o glamours, y nadie más aquí parecía divino o algo así.
Las cabezas se volvían hacia los semidioses, pero eso era de esperar. Los
semidioses se destacaban. De vez en cuando, las crisis de risa de ellos subían
sobre el ruido de la conversación. Todos ellos parecían provocar unos a otros,
pero sobre la base de sus sonrisas, ninguno de ellos se preocupaba.
- Tengo algunas preguntas. No sobre el contrato, sino sobre todo eso. - Levanté
mis brazos, indicando el barco de crucero. - ¿Te importa si tomo un poco más
de tu tiempo?
Cuando Narciso dudó, apliqué un ligero toque de encanto, muy pequeño para
destacar por encima de las firmas de energía de los semidioses, pero
hábilmente aplicado. Una ola de dolor acompañó el poder. Eso era nuevo.
¿Proximidad? Resistí al impulso de buscar a Poseidón. A pesar de que él
estaba en esta sala, la proximidad sólo era relevante si usaba el encanto
contra...
Entonces no era Poseidón disfrazado, porque el dios del mar no podía mentir.
¿Por estar en otro reino, entonces? ¿Eso existía? El conocimiento se encajó en
mi mente, confirmando que era realmente una cosa. Se puede esperar una leve
molestia durante las visitas prolongadas en otros reinos. Ignoré la mirada
interrogativa de Adonis, empujé el dolor hacia lejos, y pegué una sonrisa en mi
cara. - Model Madness. - Tomando un cuaderno de mi bolso y una pluma, me
obligue a enfocar. - ¿Cómo pensaste en eso?
- Ciertamente, señor.
Moví mi pie impacientemente mientras mirábamos alrededor de la mesa para
pedir postres y cafés. Cuando el camarero se alejó, le pregunté: - ¿Model
Madness siempre sucede en un barco de crucero?
- Eso fue... ¿divertido? - La voz de Adonis sonó divertida cuando salimos del
comedor después de que Adonis terminara de firmar el contrato. La gente se
reunía en grupos alrededor de los ascensores, las conversaciones fluyendo y
refluyendo con las campanas de apertura de puertas.
Yo me reí. - Eso fue aburrido y muy aburrido como el infierno. ¿A dónde
vamos ahora?
- Perfecto. - Sonríe. - Vas con ellos, y yo atrás, para mantener un ojo en ti.
Creo que me quedare muy cerca de ti. Quizá si alguien tiene la oportunidad de
acercarse...
- ¡Adonis! - Elise nos vio al salir del comedor, su cara era brillante. - ¿Vienes
esta noche? - Ella vaciló cuando sus ojos se posaron en mí, el dolor parpadeo
en sus mejillas por un instante. - ¿Traerás a tu amiga? – Era necesario, nunca
dije que fuera fácil para ella.
Elise empujó a Tantalo lejos de ella con una sonrisa amigable. Adonis movió
las manos mientras hablaba, y sentí una punzada en mi pecho cuando percibí
cuán relajado parecía al hablar con ellos. Toda su actitud parecía tan diferente
de cuando hablaba conmigo. Bueno, con la excepción de anoche, cuando se
quedó borracho.
Una sonrisa bromeó en mis labios y arrojé mi pelo sobre mi hombro. Sentarme
y sentir pena de mí misma no era mi estilo. Sólo tenía mareo de reinos, o algo
así. Pero ya era suficiente. Era hora de dejar de estar deprimida y divertirme.
Elise me miró y sus labios se estrecharon en una línea fina. Cuando ella se
separó de los otros semidioses y se dirigió a mí, pedí un Kiss on the Lips y
deseé ambrosia.
- ¿Puedo sentarme aquí? - Cuando balancee la cabeza, Elise dio una sonrisa
cautelosa y se sentó en un taburete, haciendo señal para el barman. - ¿Cómo
fue tu sesión?
- Brutal.
Ella se rió. - Lo siento, no pude creer que Narciso te jugó en una presentación
como esa. Todo el mundo se sintió muy mal después de tu brote.
- Creo que ninguno de ellos percibió que cuando Narciso dijo haber
descubierto un nuevo rostro fabuloso, él quiso decir nuevo de nuevo, sabes,
no sólo nuevo en la convención. De todas formas, algunas de las otras chicas y
yo queremos invitarte al desayuno mañana antes de atracarnos y darte un tipo
de curso intensivo. ¿Estás interesada?
- Uh, seguro. - parpadee en confusión. - ¿Por qué estás siendo tan buena?
- Fui ruda ayer. - Ella bajó la cabeza, jugando con una servilleta. - Mis
problemas con Adonis son con Adonis. Tú no tienes nada que ver con ellos, así
que no hay razón para cobrártelos. Lo siento mucho.
Tomé un trago de mi bebida, la cual tenía un sabor delicioso, por cierto. ¿Quién
diría que la adición al licor de melocotón y granadina y un toque de mango
resultaría en algo tan sabroso? Bajé mi vaso y miré hacia Elise. - Descubrí que
la actitud tenía más que ver con lo que soy, en lugar de con quién estoy.
- Oh, eso fue un factor. - Me dio una sonrisa de lado. - Pero odiar a alguien por
lo que son, es una ladera resbaladiza, ¿no crees? Si voy a odiar, será por lo
que mereció.
Ella tomó un momento para procesar eso, apoyando los codos en el mostrador
y revolviendo su bebida rosa con uno de esos inútiles palillos rojos. -
Entonces, ¿no lo estás amenazando, ni su familia, ni nadie con quien se
preocupa?
- No.
Esperé hasta que estaba segura de que no podía oír antes de volver a Elise. -
No todos somos monstruos, sabes.
- En realidad, lo sé, pero... - Luces multicolores brillaban en sus ojos,
haciéndole parecer al borde de las lágrimas. - Odio a los dioses. Me dejó
porque no quería tener nada que ver con el tablero del juego divino, no quería
ser el peón de algún dios. ¿Y ahora, tengo que creer que él se olvidó de todo
eso y se unió a uno de los jugadores?
- No es su...
- Antes de disculparme - ella interrumpió, cerrando los ojos para mí- Antes de
intentar cualquier respuesta condescendiente y divina, quiero que consideres
una cosa. - Ella esperó hasta tener toda mi atención antes de continuar. -estás
compartiendo la habitación con mi ex. Paseas por el barco pegada a él. Veo la
manera en que lo miras, como tu voz cae cuando dices su nombre. El te gusta.
- El dolor brilló en los ojos de ella. - ¿Crees que es fácil pedir algo hacia ti?
¿Crees que me molestaría si no estuviera aterrorizada?
- No de esa manera.
Dude, sin saber qué hablar. Pero entonces Tántalo vino a nuestra sección del
bar, ahorrándome el tomar una decisión.
- Bueno, si no son las dos mujeres más bonitas del ambiente... - Tántalo se
sentó en el banquito al lado de Elise. - Y yo, luego entre ustedes... - Nos dio una
sonrisa. - Un tipo podría tener ideas.
- Ugh, eres incorregible. - Elise rodo los ojos en disgusto y se deslizó fuera del
banco.
- Ah, bueno. -Tántalo apoyó los codos contra el mostrador. - Esa- él me apuntó,
- ¿Me debes una bebida de todos modos, cierto, querida?
La voz sonó sutil, pero leía su preocupación, alta y clara. Ella sabía que algo
estaba sucediendo y no confiaba en Adonis para decirle. – Esto es
absolutamente seguro. No puedo esperar a hablar de nuevo.
Ella tragó en seco, su cara pálida. Pero forzó una sonrisa en la cara, echó el
pelo hacia tras y con un acento se volteó para forjar su camino a través de la
multitud. Yo tenía la sensación de que Adonis tendría alguna explicación que
dar cuando me reuniera con él.
Mis ojos se fueron a Tántalos antes de dar la vuelta al barman. - Dos tragos de
todo lo que está en esas botellas allí. - Hice un gesto hacia abajo del mostrador,
donde un conjunto de vasos brillaba bajo las luces estroboscópicas.
- Tú acertaste.
- Infierno, sí.- Tántalos colocó el vaso vacío en el mostrador y me tiró hacia él.
- ¿Puedo interrumpir? -Poseidón preguntó con voz seca. Él, por una vez, usaba
una camiseta. Aunque la estampa hawaiana llamativa me hizo desear que no la
hubiera usado.
Tántalos giró los ojos y parecía a punto de hacer algún tipo de comentario
sarcástico, entonces palideció al ver a Poseidón. - eres un...
El dios del mar estrechó los ojos y las olas dentro de ellos agitaban con una
intensidad espeluznante. – Vete a fuera, semidiós.
Tántalos despegó.
- Bien ¿que querías?. - Él me tiró cerca, pasando por el escudo alrededor de él. -
Estoy aquí para una actualización de estado. Puedes reanudar - él bufó... - Lo que
sea cuando salgas.
- ¿No sabías que esa es una opción? - Provoque, alejándome de él. - Creo que
ahora sé por qué verte completamente vestido es tan raro.
Las luces pulsantes cambiaron dentro de nuestro escudo para un brillo suave,
vacilante. Todavía podía ver al resto del club, pero mi visión parecía filtrada, como
si mirara a través de una ventana mate. Incluso la música se desvaneció a un
volumen más suave. A pesar de todo, me sentía impresionada. Los escudos
generalmente funcionaban como un negocio de todo o nada. Atemorizar la
eficacia de un escudo, como bloquear sólo algunas visiones y algunos sonidos, y
así sucesivamente, necesitaba un nivel de control que llevaba siglos para
dominar.
- Para ver hasta dónde puedo ir, aparentemente. - arrugue mi nariz y tiré la manga
de su camiseta, mirando la estampa hawaiana naranja con disgusto. - Tienen
tiendas a bordo de este barco, ¿sabes?. Estoy segura de que podrías encontrar
algo un poco menos... - no podría siquiera encontrar un adjetivo lo
suficientemente mal para describir su armario actual. - Trágico.
- ¿Y tengo que confiar en tu juicio? - Sonrió. – Tu realmente tienes una cosa por
los semidioses, ¿eh?- Poseidón me tiró hacia él, moviéndose contra mí en el ritmo
de la música. - He encontrado que has acordado hacer esto para ayudar a
protegerlos, no alimentar a tu fetiche mestizo.
Arrugue mi nariz. - Si te doy una actualización de estado, ¿te vas?
- Tal vez. - Él convocó una copa de ambrosia. - ¿Quieres una?-Lo miré incrédula.
La noche pasada, yo estaba demasiado abultada para pensar en el costo de
convocar algo de la nada. Él acababa de tirar todo mi trabajo duro, usando sólo un
encanto simple, tratando de evitar llamar la atención. De cualquier manera,
Poseidón me estaba haciendo parecer más fuerte de lo que era, ya que se quedó
escondido detrás de un escudo todas las veces en que estuvo a bordo.
- No gracias.
- La próxima vez que los semidioses ciertamente estarán juntos es para una
sesión de modelaje en la isla privada de la línea de cruceros, mañana por la
mañana. Tengo los números de las habitaciones y horarios que pediste. Los dejé
allá arriba, junto con mis notas, sobre la mesa en el balcón-.
Poseidón estuvo de acuerdo. - Yo los cogí. Fui a tu suite antes. No estabas cerca,
entonces seguí tu glamour. No fue fácil, dada la poca energía que estás utilizando
para... ¿Qué? ¿Cambiar el color de tu vestido?
- Dice el tipo que apareció de la nada en el centro de una sala llena. - Ojos de
océano y todo me quemaron- No puedo ocultar que soy una diosa de cualquier
cosa que puede leer firmas de energía, pero no necesito confirmar que soy lo
suficientemente fuerte para molestarme.
- Dudo que lo que esté detrás de eso está a bordo todavía. No he percibido una
única firma que no pertenezca a ti o a un semidiós. - La respiración de Poseidón
en mi oído me dio escalofríos. - ¿Pensaste en mi oferta?
Él bufó. - Pierdete.
- Nosotros dos fuimos rotos - mantuve mis ojos fijos en los suyos, - y nos
sanamos. Yo sé que duele, y...
- Oh, eso es valioso. - Poseidón volvió los ojos, pero no perdí el brillo de dolor
en ellos. - Palabras de sabiduría de una niña diosa.
- ¿Crees que has cambiado? - Las luces filtradas hicieron al dios del mar
aparentar estar en cámara lenta. - ¿Por qué? ¿Por qué te rebelaste contra Zeus?
Él me creó para ser leal a él. - Cuando mi espalda golpeó el escudo, cerré los
dientes y luché contra una ola de pánico.
- No, él te creó para ser obediente a él. - Cuando incliné la cabeza en confusión,
presunción penetró en la voz del dios del mar. - ¿Nunca te preguntaste por qué
no se preocupó en hacer que tu quisieras obedecer?
-¿Por qué no le importaba lo que querías? Por qué preocuparse por el...
Esfuerzo extra.
- ¿Qué? ¿Crees que sería más laborioso garantizar que no gastaste cada
momento de tu vida tratando de encontrar una manera de eludir como te hizo? -
Sonrió y sacudió la cabeza, como si estuviera sorprendido por mi estupidez. - No
necesitaba preocuparse por lo que te da personalidad, Afrodita. Tú eras
desechable; Podría haber hecho una concha vacía. ¿Realmente crees que la
personalidad que recibiste fue un accidente?
- ¡Para!
Poseidón agarró mi brazo con tanta fuerza que vi estrellas. - No eres más que un
juguete de Zeus. No has cambiado, Afrodita. - Me dio una sacudida áspera y grité
de dolor. – Hiciste exactamente lo que estaba diseñado para que hicieras. Él
simplemente nunca adelantó perder. Y no te engañes, no tuviste nada que ver
con eso. Él perdió porque no previó el sacrificio de Deméter.
- Espera. Poseidón extendió la mano hacia mí, las manos en un gesto de calma, -
Calma, - perplejidad escrita en su cara.
- ¡No!
Saltee con un grito, retrocediendo a la puerta con suficiente fuerza para lastimar.
Cuando vi a Adonis allí de pie, me quedé blanda contra la madera, con la mano
en mi pecho y luchando para respirar en mis pulmones. - No hagas eso.
- Aquí-. Adonis abrió la puerta y extendió la mano para mí, pero me alejé de él.
- No. - Tropecé en la habitación. - Oh, dioses, él tiene razón, - admití, con la voz
rota. Salí de mi lugar, moviéndome en el piloto automático hacia el cuarto
oscuro, parando cuando llegué a la media pared separando cocina y comedor. -
Está absolutamente seguro. -Podría haberme obligado a amarlo-
- ¿Qué? ¿Afrodita, qué sucedió allí? ¿Qué hizo Poseidón? - Adonis se volvió al
interruptor y la luz inundó la suite. - Él...
- Podría haber sido feliz. – Un sollozo trabajó por mi garganta, pero por supuesto,
no podía llorar. - No habría conocido nada mejor. ¿Sabes cómo sería mucho más
fácil... - Adonis me puso la mano en mi hombro y algo en mí estalló. - ¡No me
toques! - Dejé el mostrador mientras giraba para encararlo.
Adonis retrocedió, con las manos en el aire. - Ok, estoy...
- ¿Realmente crees que eres mejor que él? ¿Qué cualquiera de ellos? - Toda mi
rabia, confusión y miedo se enfocaba en un objetivo seguro. No podía herir a
Adonis, y él no podría lastimarme. ¿Y eso no era lo que vi en él? Dioses, que
patético. – Eres exactamente lo mismo. Ninguno de ustedes piensa que soy real.
Puedo sentir eso. Que soy algo y no alguien. Pero estás equivocado. Soy real, y
yo...
-Afrodita... - Adonis se movió hacia mí, pero se detuvo cuando vacilé. Levantó las
manos, dando un paso atrás. - Necesitas...
Hablé entre suspiros de respiración. - ¿Quieres saber lo que Poseidón tiene contra
mí? Lo que él pensó que podría estar dispuesta a hacer...?- si pudiera respirar,
podría terminar esta frase.
-Tú sólo...
-¡Tú!
Deslice por la pared hasta llegar al suelo, sosteniendo mis rodillas en mi pecho. -
Él amenazó con matarte, a menos que yo....
-No- Adonis tropezó hacia atrás, sus manos yendo a la cabeza, como si estuviera
listo para tapar sus oídos si no le gustaba lo que oyera. - ¡No no! Tú no lo hiciste.
Nadie me ve; Sólo ven la cosa que Zeus hizo. Pero yo soy más que eso. Necesito
ser más que eso. - Dejé una respiración aguda tras otra, en rápida sucesión,
tratando de hacer que mis pulmones se llenaran de aire. - Soy real. Sé que lo soy...
Adonis se arrodilló a mi lado, empujando algo en mi mano. - Respira con eso-.
Separé la bolsa de plástico. - Nunca intente primeros auxilios de nuevo.
- Seguro, pésima idea. Debería ser de papel, ¿no? - Él guardó la bolsa y golpeó la
pantalla de su teléfono. - Ok, entonces eso dice que tú necesitas...
- Adonis.
Él desvió los ojos del teléfono, su pelo dorado cayendo en los ojos. - ¿Sí?
- Deja de fingir...- rompí en un murmullo... - Que te importa. - Miré hacia él, mi voz
suplicante. - Sólo... Necesito que salgas.
- Afrodita, no puedo dejarte sola ahora. - Él acentuó con el teléfono.- Creo que
estás teniendo un ataque de pánico, y si te dejo sola...
- Por favor-. Mi corazón golpeaba rápidamente contra mi pecho, tan fuerte que
sentía que sería capaz de ver el órgano tratando de liberarse de mi carne si
miraba hacia abajo. - Sólo... ¡Por favor! - Tomé mi pelo detrás con las manos
temblorosas. - Voy a curar. Necesito, sólo necesito...
- ¡Déjame en paz!
Mi grito ronco lo hizo saltar hacia atrás, asustado. - OK ok. - Adonis se levantó. -
Estaré allá arriba si me necesitas. - Se detuvo cuando llegó a la escalera. - Oh, y
¿Afrodita? - El semidiós se volvió, sus ojos dorados sobre los míos. - No estoy
fingiendo.
Esperé hasta que él caminara hasta las escaleras antes de inclinar mi cabeza
contra la pared y cerrar los ojos. ¿Qué está mal conmigo? Los dioses no tienen
ataques de pánico, no como éste. Yo había despertado con pesadillas, mareada y
ofendiendo de miedo, pero dentro de unos instantes, mi curación sucedía y lo
peor pasaba, dejándome inquieta, pero funcional. Eso fue diferente.
¿Mareo de reino? Me pregunté de nuevo. Ciertamente esto fue más allá de una
pequeña incomodidad. Me preocuparía más tarde; Respirar ahora. Cierto. Todo el
conocimiento que la humanidad acumuló a lo largo de los años sobre lidiar con
ataques de pánico se encajó.
Respiraciones profundas, Afrodita, me entrené. Respira, inhala. Respira, inhala. Me
concentré en la respiración de mi abdomen y finalmente me calmé. ¿Algo que
sucedió hoy fue peor de lo que ya pasé? La revelación de Poseidón puso una
vuelta diferente en toda mi vida, con certeza, pero las manipulaciones de Zeus
estaban todas en el pasado.
Te levantaste contra Zeus. Puedes manejar cualquier cosa. La voz de Ares resonó
en mi mente.
Abrí mis ojos. Las similitudes entre Poseidón y Zeus me llevaron al límite. Él era
superior a mí, y gobernaba un reino en el cual yo estaba presa en aquel momento,
y él era intimidante. Pero al final del día, él no era nada comparado a su hermano
menor. Poseidón era poderoso, con certeza, pero Zeus era poderoso también, y al
final, hice lo imposible. Yo había luchado de vuelta.
- ¿No sabes lo que te ha dado? - Mi voz se elevó a un grito. - Déjame darte una
sugerencia. - Tomando el vaso del bar, arrojé la ambrosia en el suelo. El cristal
golpeó el suelo con un bocado satisfactorio. – Eres demasiado poderoso para
esta mierda.
- ¿Qué diablos? - Poseidón se puso de pie, sus rasgos torciendo en una máscara
distorsionada de rabia. Tomé la botella al lado, pero él extendió la mano y cogió
mi brazo, cambiando su apretón hacia arriba de la lesión cuando me estremecí. -
¿Has enloquecido completamente?No sabes lo que estás haciendo. ¡Comando
un reino, por los dioses! –
- Estamos todos jugando por las nuevas reglas. Esto significa que no puedes
amenazarme, coaccionar o asaltar cuando las cosas no salen a tu manera.
-Puedo hacer lo que diablos quiero- Poseidón gruñó, elevándose sobre mí. - Las
únicas personas cuyas opiniones valoraba están muertas. Todos muertos.
Anfitrite, Deméter, Tri...- él se aclaro la garganta. - Tritón. - Su voz suavizó tanto
que casi no tomé sus últimas palabras. - ¿Cómo soy uno de los últimos vivos?
Hice los ojos. - Si tuvieras la prueba de que realmente era una amenaza, yo
actuaría sobre eso.
- Que vago.
- Al menos no estoy tan borracha que no sé lo que estoy diciendo. ¡Dioses! Esto
es muy peligroso.
- Sí, bueno, no oiré más sobre ser la nueva muñeca de Zeus y sobre darme un
sermón sobre lo que significa ser un dios. Perdí de más de lo que jamás tendrás
que perder.
Incliné mi barbilla hacia arriba. - Nunca conocí a Tritón, pero sé que Deméter te
odiaría por usarla como una excusa por tu estupidez.
Funcionaba mejor que una marioneta. Las palabras eran mi arma favorita
cuando el encanto no funcionaba. - Entonces, tal vez debías oír. – Me senté al
lado de él, sosteniendo su mirada. - Y ver que yo hablo en serio-. Se controlo. -Y
si me tocas de nuevo, que los dioses te ayuden. Poseidón, ni siquiera me
mirares con alguna intención enfermiza de nuevo, O inventare nuevas y
emocionantes maneras de perjudicarte.
La mirada en mi cara debió haberle convencido de que era serio, porque vi algo,
no miedo precisamente, sino algo como precaución, parpadeando en su
mirada.
Mis ojos cayeron a la larga y brillante estaca de plata en sus manos. Metal
Olímpico: la única arma capaz de matar a dioses.
CAPITULO 15
Todo lo que se necesita es un rasguño. No podía respirar. Cuatro humanos
contra dos dioses deberían ser una batalla fácil. Poseidón probablemente podría
manejar con ellos solo. Con los ojos cerrados, en segundos. Pero con Metal
Olímpico, nombrado por la lámina, y no el metal, tocando nuestra piel de
cualquier manera, estábamos muertos. No. Yo estaba muerta. Una vez que
rompieran el escudo, Poseidón se teletransportaría.
Pero ¿por qué venían detrás de nosotros así? Podrían haberme cortado en
cualquier momento en que bajé mi guardia en la multitud. A Poseidón también.
Para enviar un mensaje, ¿tal vez? Que están armados, que son peligrosos, y
pueden venir detrás de nosotros en cualquier lugar.
Todos ellos podrían tener una. Mi mirada barrió el bar lleno. Cada uno de ellos
podría tener una.
¿Qué? ¿Poseidón pensó que estaban bajo mi control? Mi miedo alivió cuando vi
una oportunidad. Una oportunidad muy, muy pequeña, pero cualquier cosa era
mejor que la muerte correcta. Ahora, tenía información que no tenía. Estos seres
humanos no eran míos. Ahora, la amenaza ,mi amenaza en su mente, se quedó
ante él. La próxima vez, él no podría verlos llegando y eso le preocuparía. ¿Pero
preocuparse sería suficiente? Necesitaba intentarlo.
Siempre pensó que era yo. La realización me alcanzó como agua helada. De
todos los dioses conocidos, sólo yo tenía suficiente encanto para conseguirlo
Apuesto a que es por eso que no quería que yo investigara, en primer lugar. .
Perséfone nunca creería en las sospechas de él, entonces, en vez de
expresarlas, él aparecería con una manera de descubrirla sola. No es de
extrañar que no pueda acceder a todos mis poderes aquí. Probablemente los
inhibió a propósito.
Oh, dioses. Él pensaba que tenía algo que ver con la muerte de su hijo.
Bueno, excepto los cuatro pequeños seres humanos con sus puñales
mágicos. Todavía serían un problema.
- ¿Qué?-
- ¡Por caos! Probablemente sólo tienes mareo de reinos o algo así. No tengo
nada que ver con eso. ¡Llámalos de vuelta, Afrodita!
- Y dejar a tus semidioses como daño colateral? Mis votos prohíben eso, gracias a
ti.
Hice mi voz con tanto sarcasmo como pude. - Siempre podemos venir a buscarlos.
Vestido Rosa atacó primero, con toda la gracia de un zombi. Ella saltó hacia
adelante, azotando y cortando el aire con el Metal Olímpico antes de estar a un
metro cerca de Poseidón.
Ella intentaba equivocarse. Las luces parpadeantes iluminaban una lucha salvaje
en sus ojos oscuros. Ella resistió al encanto lo mejor que podía, pero ¿qué
esperanza había de que un mero mortal tuviera más fuerza de voluntad que una
fuerza divina?
- ¿Te has cortado?-Poseidón me dio una mirada, tirando un escudo para ganar
medio segundo para determinar si yo estaba bien o no.
Salimos del bar y corrimos por un pasillo decorado para parecer el cielo
nocturno. Si alguien creyó extraño correr como si nuestras vidas dependieran de
eso, no me di cuenta.
- Agua.
Grité cuando una mano se cerró alrededor de mi tobillo y me tiró por los
escalones. Por un segundo, todo lo que podía enfocar era en los centímetros de
la estaca de mi cara. El arma no se movió. Mi mirada se desplazó hasta el brazo
del pasajero sosteniendo el Metal. El rostro contorneado en una cara de agonía.
Con un tirón violento, él fue arrojado lejos de mí, y golpeó la pared, impulsado
por una fuerza invisible.
Había susurros, rumores, de que los seis originales eran capaces de manipular
el cuerpo humano a través de cofres construidos. Un control para cada dios.
Agua para Poseidón, minerales de la tierra para Deméter, y los cuatro aspectos
del alma para el resto. Pero sólo escuché rumores. Poca información precisa
sobre la creación humana transmitida entre los linajes.
Y nadie puede decir con certeza si esos mismos controles se han construido en
nosotros. Olvídalo por el momento. ¿Cómo no me han cortado? Fui derribada,
empujada, y ni sé cuántas veces debería haber sufrido por lo menos una única
lesión de las dagas olímpicas.
Esta lucha no tiene sentido. Estuve en este barco rodeado por esas personas
desde el último día y medio. ¿Por qué nadie me expulsó antes entonces?
Caí de rodillas, levantando las manos cuando una pared de agua vino sobre mí,
girando alrededor del pavimento cuando los pasajeros encantados pasaron por la
puerta.
Entre, nada para ver aquí. Mi estómago revivió mientras encantaba al comandante
de la nave, alimentando la orden con toda la energía que podría controlar. “Ve a
tu habitación y quédate allí hasta la mañana”.
Mi respuesta fue tragada en el rugido del agua. El calvo invirtió contra Poseidón,
pero fue llevado por la corriente. El agua subió y rodeó a Poseidón, suspendida
en el aire como los brazos de un pulpo, atacando cada vez que uno de los
pasajeros llegaba muy cerca. Pero él no sería capaz de mantener la lucha por
siempre. Rasgue los dientes y me enfadé en reunir más poder.
Nosotros no manejamos con otra divinidad como yo o un Titán sobrecargado.
Eso era algo completamente diferente. ¿Qué diría Zeus? - Tú crees que salvaste
al mundo, matándome, pero tú lo condenaste. Lo que está viniendo es peor. Y
por Hades, ellos están armados.
Pero la mujer de vestido rosa consiguió luchar contra el control externo. Tal vez
ella no fuera la única. Abri los ojos por un segundo, los movimientos bruscos de
los pasajeros confirmaron mi teoría. Rasgando los dientes contra el dolor
angustiante que acompañaba usar mis poderes tan cerca de Poseidón, me
concentré en un solo segmento de encanto, ignorando el resto de la cuerda por
ahora.
Más pasajeros se unieron a la batalla. No abrí los ojos para comprobar, pero
podía sentirlos. ¿Cuántos? ¿Diez? ¿Doce? - ¡Estoy intentando! - Me concentré
en canalizar mi energía a través de las aberturas entre hilos de encanto. Sudor
bañaba mi cara. Utilizar mis poderes no debería doler tanto.
Casi. Empuje las lagrimas, derramando más y más poder con el esfuerzo. El
encanto se disparó y mis ojos se abrieron. - ¡Lo conseguí! - Grité triunfante. -
Yo... - me paré con un suspiro. Los pasajeros estaban suspendidos en una pared
de agua detrás de Poseidón. Sus bocas abiertas, caras congeladas en
expresiones contorsionadas de dolor, pues intentaban desesperadamente
arrastrar el aire en sus pulmones, pero no lo conseguían, encontrando sólo
agua. Sus ojos muertos quemados en acusación.
-No- Poseidón dio un paso atrás y el agua cayó en la cubierta, arrojando los
cuerpos en el suelo con un golpe que sonó enfermo, el Metal Olímpico todavía
apretado en sus dedos muertos. - No lo has conseguido.
CAPITULO 17
- ¿Los asfixiaste? - Encare la pila de cuerpos con horror. Entre el choque de ver
la cubierta estrecha llena de ex pasajeros y el vacío de poder repentino por
liberar mi encanto, mis sentidos quedaron exhaustos. Las luces deslumbrantes
del barco reflejaban al agua brillante la piel de los cadáveres, creando una ilusión
disonante del movimiento contra la quietud no natural. El agua goteaba hacia el
suelo blanco. Música alegre tocaba encima de la respiración irregular de
Poseidón.
Había mucho ruido, mucha luz, y no el espacio suficiente en esta estrecha franja
de la cubierta. Por los dioses, todos estaban muertos. A principio de esta noche,
estuvieron bailando y disfrutando de sus vacaciones, y ahora estaban muertos.
Tomé mis rodillas en mi pecho y respiré profundamente.
- No. - Miré a mis arañazos, deseando que ellos curaran, pero nada sucedió. -
Uh... Necesité usar un montón de encanto para intentar romper el control. Tal
vez... - paré, tratando de traer coherencia a mi pensamiento.
- ¿Tu me viste? Siento una adoración suficiente sólo por entrar en una sala llena.
- Peiné mi pelo hacia atrás con los dedos y respiré profundamente. - Mis poderes
son más difíciles de acceder aquí, sin embargo… - No intente ocultar la
acusación en mi voz. - ¿Es necesario repararlo?
- ¿Más difícil de acceder?- Poseidón agarró mi mano para levantarme. - Tu
tienes permiso para estar aquí, ellos no deberían... - él se burló cuando mis
rodillas se doblaron, cogiéndome antes de que pudiera caer sobre la cubierta
nuevamente. - Mira... - me apoyó contra la rejilla y me miró por un momento para
asegurarse de que no iba a caer. - Necesito librarme de las armas. Voy a
llevarlas a Hefesto y reunir a tantos dioses como pueda. ¿Crees que puedes...?
Mire a Hades.
- Hubo pasajeros que no atacaron. - Barri mi pelo de mis hombros. Estaba tan
caliente aquí afuera. ¿Era la única con calor? - No podemos saber si estaban
armados o no, pero probablemente debemos asumir que sí.
Perséfone frunció el ceño hacia los cuerpos. - Este es un enorme barco. Buscar
y hablar con todos llevará más tiempo de lo que tenemos.
- Yo las tomare todas. Vamos a asegurarnos que nadie más pueda salir, sin
embargo. ¿Tú mantendrás un escudo alrededor de la nave?-
- Lidiare con eso- Poseidón extendió la mano, como si quisiera tocarla, pero se
detuvo cuando sus ojos verdes se estrecharon hacia la mano extendida. Él bajó
el brazo hacia su lado. - Vamos a encontrarnos en la habitación de Afrodita.
- Mantén un escudo a nuestro alrededor para que nadie vea eso- Poseidón
ordenó.
Nadie debia estar fuera de las habitaciones, gracias a mi encanto anterior. Pero
respiré profundamente y lancé un escudo de todos modos. Mi estómago torció, y
mi visión que ya estaba coloreada. Pensé oír algo salpicando detrás de mí, pero
no podía estar seguro sobre el rugido en mis oídos.
Bueno, puedes soltar. La voz de Poseidón vino de algún lugar detrás de mí, pero
seguí derramando poder en el escudo. Hubo un desfase entre las palabras que
escuché y mi capacidad de reaccionar ante ellas. - ¿Afrodita?
- ... ¡Sin respirar! - Los dedos de Adonis escanearon mi cuello por un pulso. ¿De
dónde vino? Él parecía preocupado, y extrañamente, eso me hizo sentir mejor.
- ¿Qué hiciste con ella? - La voz de Adonis estaba llena de rabia. Sus manos
dejaron mis hombros y sentía que se alejaba de mí. - ¿Qué hiciste? - El crujido
del tejido, y el golpe que siguió, me hizo luchar por la conciencia.
Poseidón sonó helado. - Quita tus manos de mí antes de que las quite-.
¡No! Traté de abrir mis ojos, pero hubo una ola de dolor, tan intensa que grité,
haciéndome pequeña de nuevo.
-¡Sal! - Manos callosas tan antiguas como el mar agarraron mis hombros,
derramando poder en mí. La energía se quemó a través de mí como cristal
fundido. Cristalizado. Despedido. El dolor se rasgó a través de mí. Arrastre el aire
en mis pulmones en un suspiro estrangulado que se convirtió en un grito
angustiado. Mi espalda arqueó y luché para liberarme de las garras de Poseidón,
para hacer que el dolor parara. ¡Cualquier cosa!
-¿Te equivocaste con ella? -preguntó Adonis. Sus manos sostuvieron mi cara,
inclinando la cabeza de un lado a otro. - Vamos, Afrodita. Despierta. - Él cepilló el
pelo de mi frente.
- ... Mucho poder durante la lucha.
- ¿Lucha?
- ... Muere- Poseidón respondió, como si la respuesta debiera ser obvia. Casi me
sorprendió no seguir con un duh.
Abriendo los ojos, apreté los ojos contra la luz. Adonis estaba inclinado sobre
mí, equilibrándose sobre el borde del cojín del sofá blanco, apretando mis
manos en las suyas con toda la fuerza. Una sensación que no podía identificar
inundó mi pecho. Seguro, caliente, calmante y algo más. Como si estuviera en
casa. Como si alguien como yo pudiera pertenecer a algún lugar. No lo sentía
hace mucho tiempo. - Eso duele, - gruñi.
Los ojos de Adonis se abrieron. - ¡Dioses! - Él me tiró hacia él en un abrazo
abrumador. - Estás bien-. Sus labios rozaron mi frente cuando él habló. –
Pensé…lo siento. - Él me soltó y se deslizó un poco hacia atrás. - ¿Estás bien?
Adonis se sentó a la orilla del sofá, alejándose para que pudiera quedarme
estirada. Él agarró los cojines en cada lado de él de una forma que podría ser
para el equilibrio, pero también actuó como una especie de barrera entre yo y
Poseidón.
Traje mis rodillas hasta mi pecho, dando a Adonis un poco más de espacio. -
Fue lo que pensé al principio, pero después dejó de importar si tú estabas cerca
o no.
Poseidón empujó el pelo hacia atrás. - Esto no tiene ningún sentido.
- ¿Desde ayer?- Adonis parecía querer preguntar algo más, pero él miró a
Poseidón, sus ojos revelando cuán nervioso se sentía.
Los científicos nunca lograron descubrir por qué las funciones de las células
madre disminuían con la edad. No había razón para que el cuerpo humano
funcionara perfectamente un día y un poco menos perfectamente en el otro.
Los seres humanos sólo morían porque estaban diseñados para ello.
Un teléfono sonó. Poseidón tomó el teléfono rosa de Perséfone del bolsillo.
¿Era mortal? No. ¿Sabría, no? Ciertamente yo sería capaz de sentir mi cuerpo
muriendo a cada respiración.
Miré debajo del mostrador, donde escondí una de mis maletas, y busqué por
algo grueso para vestir, que no expusiera mucha piel, en el caso de encontrar
más Metal Olímpico. Sí, no exponer la piel raramente era mi objetivo al
vestirme.
- Ok- respiré, mirándome en el espejo. Satisfecha con lo que vi, abrí la puerta
del baño.
Musas, gracias, y todos los seres vivos de sangre divina, excepto Hefesto,
llenaban la suite. ¿Cómo consiguio Perséfone reunir a todos tan rápidamente?
Ellos se aglomeraron alrededor de la mesa de café, escuchando mientras
Poseidón contaba todo. Mis ojos se posaron en Ares y trague en seco,
recordándome cómo me agarró la última vez que lo vi. Lo engañe una vez,
pensé irónicamente.
Atraído por el poder de mi mirada, Ares miró hacia arriba. - ¡Eh! - Él se separó
del grupo de dioses y corrió hacia los escalones para encontrarme. - Oí decir
que tu sobreviviste la batalla. Hiciste bien. - La preocupación en sus ojos
oscuros desmintió la broma en su voz. - ¿Has salido ilesa?
Los ojos grises de Atenea barrieron a Ares en una fría evaluación y terminó
con una risa.
- Ouch. - Me reí, saliendo del lado de Ares para dar un abrazo a Atenea. –
Bien, te veo en carne y hueso.
- Oh, Ryan se quedó en casa. No sabía qué encontraría aquí. - Ella tiró el pelo
oscuro por encima del hombro y se encogió de hombros. - Gracias por
preguntar. Él estará encantado de saber que tú preguntaste sobre él.
- ¿Son todas ellas? - Él separó las páginas, los ojos dorados estrechandose
mientras contaba los papeles.
- Hay sólo esas rutas, idiota-. Poseidón sacudió la cabeza. - ¿O crees que
cada crucero navegó inútilmente a través del océano?
Adonis ignoró a Poseidón y colocó los mapas azules impresos sobre la mesa,
separando cada hoja. - ¿Qué son esas pequeñas flechas?
- Estos son días en el mar. Este... - Pase otro mapa de la pila... - Es el lugar donde
seguí todas las rutas. - Puse el papel encima del mapa de Poseidón. - Y coloqué
una X en el último punto donde las tarjetas de los semidioses fueron analizadas, y
otra X en el próximo puerto de escala. Probablemente desaparecieron en algún
lugar entre los dos, y absolutamente desaparecieron antes de que el crucero
terminara, porque nunca hicieron salida.-
- Sí. - Yo coreé, consciente de que todos los dioses a mi alrededor intentaban ver
mejor mi mapa. La habitación estaba apretada con tantas personas presentes.
Demasiado caliente.
- Bien hecho. Entonces, todas ellos se cruzan... Aquí. - Él circuló una pequeña
área en el mapa.
- Ella sabe casi todo de verdad- Poseidón interrumpió. - Los mitos que rodean el
Triángulo de las Bermudas no son...
Poseidón volvió los ojos de nuevo. - No hay ninguna pirámide en la parte inferior
del triángulo, ninguna magia, ninguna ciudad perdida. Estadísticamente, no hay
más barcos o personas desaparecidas allí que en cualquier otro lugar en los siete
mares, cuando cuentas el hecho de que es una de las rutas más viajadas en el
Atlántico.Adonis se encogió de hombros.
Hades hizo una mueca. - Afrodita ¿no te preocupa que Zeus haya creado más
dioses como tú? No parece probable, pero...
- Ellos no tienen que ser tan fuertes como tú, si ellos tienen cantidad de su
lado -dijo Artemisa.
- Así fue como ella logró convencer a Cronos para comer una roca en lugar de
Zeus- Perséfone exclamó. - Este mito tiene mucho más sentido ahora. Bueno,
entonces voy al Tártaro y...
- Aunque especular tiene algunos usos... - Atenea hizo una pausa, esperando
hasta que todos los ojos estuvieran sobre ella antes de continuar. - Debemos
usar el tiempo con sabiduría. - Ella sacó un mapa brillante de la nave del fondo
de la pila de papeles, y plantó la hoja gruesa de papel sobre la mesa. -
Necesitamos buscar cada pulgada de este barco y necesitamos hablar con
todos para que podamos obtener algunas respuestas reales en lugar de
suposiciones salvajes. Ahora, Afrodita ha hecho un trabajo maravilloso de
mantener a todos en sus cuartos...
Ella asintió con la cabeza, sin perder el ritmo. - Pero necesitamos tener certeza
absoluta de que no perdimos ninguno, y no podemos arriesgar nada que quede
escondido en áreas que ya investigamos. Entonces, sugiero mirar plataforma
por plataforma-. Ella apuntó hacia el centro de la plataforma, donde había un
pequeño símbolo indicando escaleras y ascensores. - Vamos a necesitar a
alguien para mantener un escudo aquí y en las otras salidas.
- Por fuera-. Atenea dividió las plataformas por sección, asignando a algunos
de nosotros a hacer escudos y el resto al grupo de búsqueda. Buscamos una
cubierta a la vez dentro del alcance de un grito el uno del otro. - Vamos a
encantar a los pasajeros a olvidar cuando terminemos en cada habitación.
- Perséfone hará todo el trabajo pesado. Lo mejor que puedo hacer para
recargar es ser vista por personas.
Los corredores interiores en las plataformas más bajas intentaron ser bien
iluminados, con iluminación embutida en los techos bajos y luces de pista a lo
largo de los pisos, pero ninguna cantidad de luz artificial puede compensar la
falta de ventanas. Las líneas azules y naranjas en la alfombra imitaban el efecto
de mirar al agua cerca de la costa. Mientras, mantuve mi mirada en la alfombra,
yo no estaba tan consciente de las paredes y del techo más pequeño que la
longitud de un brazo a ambos lados.
Pero aquí estaba la cuestión. Los seres humanos se han modelado como
nosotros. ¿De qué otra forma ellos podrían ver el noticiero? Viendo guerra,
muerte y sufrimiento humano , mientras toman café y después siguen por el día
como si nada estuviera equivocado? La gente necesitaba cierto nivel de
insensibilidad para sobrevivir sin ahogarse en la historia de horror de la vida.
Esta cabina parecía mucho más pequeña que la habitación que Adonis y yo
compartimos. El baño tenía un poco más de espacio que un cubículo. La cama
de matrimonio dejaba sólo un paso de espacio alrededor de ella, y el resto del
mobiliario obstruía la entrada. La búsqueda de la habitación tardó menos de
diez minutos. El equipaje de ellos, no mucho más tiempo. Nada apareció.
- No - Su voz era amarga y la mirada en su cara me dijo que este tema estaba
cerrado.
Ella golpeó una puerta. - Ocupada. Todos los reinos, las cosas de dioses
pueden ser bastante abrumadoras. Es por eso - y sé que estaba enojada con
ella por eso - pero es por eso que estoy muy agradecida con la política de
Melissa de sin divinidades. - Perséfone me lanzó una mirada de disculpas. - Me
dio un lugar para ir donde todo el planeta no es mi responsabilidad. Cuando la
visito, puedo fingir que todo eso con Zeus nunca sucedió, y tipo, salir un poco,
¿sabes? Ver TV. Comer porquería. Chismear. - Ser normal.
Sus ojos verdes brillaron y ella se volvió hacia mí, la barbilla erguida. - Sé lo
que soy. Y llegué a un acuerdo con todo lo que eso significa, bueno y malo. No
estoy dejando mis responsabilidades o deseando que no existieran.
- Bien. - Levanté mis manos en señal de rendición simulada cuando fuimos al
siguiente cuarto. - ¿Pero no te molesta que no acepte este gran aspecto de
quién eres?
Perséfone sacudió la cabeza. - Ella aceptó que era una diosa mucho antes de
yo. Me conoce, Afrodita. Casi mejor que yo. Necesitaba ese espacio. Necesito
un lugar donde todo eso - ella agitó con los brazos... – en donde no sea
relevante.
- Melissa está teniendo una clase de psicología, y ella dice que todo el mundo
asume diferentes identidades en base a quién es. Tú hablas de trabajo y
actúas profesionalmente y diferente en el trabajo de lo que actúas en la
escuela, o con un grupo de amigos en oposición a extraños, o con tu
compañero. Tú incluso hablas una lengua diferente. Ella lo llamó... - se
detuvo, luchando para recordar.
- Si es eso. - No había una respuesta, por lo que Perséfone usó la llave que
cogió de Miguel.
- Yo sé. - La voz de Perséfone resonó del cuarto de baño. - Pero creo que la
ilusión me mantiene sana. Hablo con Melissa sobre nada. Las cosas bobas,
cosas sin importancia. Cosas humanas. Hablo con Cassandra y Helena sobre
los mismos tipos de cosas, pero cosas del submundo. Y hablo contigo sobre
Zeus, o cosas de diosa que Hades no entendería.
- ¿No hablas con nadie sobre Zeus? ¿Ni siquiera con Hades? - Yo odiaba
preguntar sobre Hades. Él y Perséfone habían alcanzado el equilibrio, de
modo que todo lo que ella sabía, él sabía, y viceversa. Hades podría estar
oyendo toda esa conversación a través de Perséfone ahora. Perséfone juró
que ninguno de ellos hacía mucho eso. Escuchar sería grosero, pero también
era difícil, si trata de concentrarse en otra cosa. Todavía.
- Especialmente Hades. – Perséfone se mordió el labio mientras pasábamos a
la siguiente habitación. - Es diferente. Creo que... - ella miró hacia abajo, la
mano congelada encima de la puerta. -Creo que después de todo lo sucedido
el año pasado, no lo sé, lo afectó-.
Golpee por ella. - Miraremos alrededor del cuarto - dijo al hombre asustado en
una bata negra. - Si hay armas divinas, largas estacas plateadas, querrás
avisarnos ahora.
Buscamos por la habitación. - ¿Qué le pasó a él? - Tome la maleta del hombre
en la cama. - Fuiste secuestrada y torturada. ¿Qué diablos tiene que reclamar?
Perséfone cerró los cajones. - Yo creo que ese es el problema. ¿Cómo?, si tal
vez no se sentía en el derecho de estar molesto o cualquier otra cosa, porque
lo que pasé fue peor. Sólo que no es así como funciona. Todos atravesamos el
infierno el año pasado. Las cosas que Zeus hizo fueron demasiado
traumatizantes. Y no sólo para mí. Pero no puedo hablar de ello con él.
Necesito que lo que Hades y yo tenemos sea separado, intacto. Él es mi
santuario, ¿sabes? Estoy segura allí. Tal vez no sea el enfoque más sano,
pero... - se quedó en silencio por un momento. - No eres la única que tiene
pesadillas.
- Simplemente no duermo.
- ¿En serio? - Perséfone abrió la puerta del armario. - Melissa pensó que
estabas loca por él.
- Ella se sintió mal con eso. - Perséfone comprobó los bolsillos de una
chaqueta larga. - Entonces... ¿Es correcto?
- Es complicado.
Perséfone se paró en medio del pasillo y me miró hasta que mis defensas
se desintegraron.
- ¿Tienes alguna idea de qué horas son? - La mujer gruñó. La niña en sus
brazos comenzó a llorar.
La niña tomó su juguete, dándome una mirada tan penetrante que di un paso
atrás.
Espera, ¿otro cuarto vacante? Hice una pausa mientras escribía un V gigante
sobre este cuadrado de mapa del barco, tratando de entender el porqué tantos
cuartos vagos me incomodaban. Perséfone encendió las luces, y el
pensamiento huyó.
- No, realmente. Yo entiendo lo que estás diciendo. - Ella empujó el pelo hacia
atrás, con la mano parada en la parte superior de la cabeza. - Yo solía tener
una caída por, literalmente, cada cara que siempre fue buena para mí y no
eran ellos, ¿sabes? – Dijo ella. - Siempre me sentía fuera de lugar, así que me
quedaba muy agradecida cuando recibía cualquier atención. Pero yo era muy
tímida para actuar sobre mis sentimientos, gracias a los dioses.
Y yo no lo era. Sí. Entendí aquel mensaje subliminal alto y claro. - ¿Crees que
estoy insegura y desesperada por el cariño? - No sabía cómo actuar sobre
eso.
Ella apretó los labios y miró hacia la alfombra. - Creo que estás sola. No estoy
explicando esto muy bien. - Ella suspiró. - Estoy diciendo que lo entiendo. Sé
lo que es sentirse diferente y sola, y sé qué es actuar sobre un pequeño gesto
y enfocar tanto en lo que esa persona dice o hace hasta que se convierta... en
más. Y estás segura, ponerlo en un pedestal no es justo con él. Pero tampoco
es justo contigo, porque acabas poniendo toda esa confianza en alguien que
tal vez no merezca eso.
- No está interesado. - Levanté mis manos después de la mirada de: ¡oh, por
favor!, que me dio. - No, confía en mí, Perséfone. Estuve en eso. No está
interesado. Pero, aunque estuviera, también puede no ser, ¿sabes? Tú y
Hades son extraños. El patrón divino no es la monogamia.-
- Ten cuidado. - Su voz se elevó para dejar claro que ella estaba haciendo un
pedido y no dando una orden de la cual yo sería obligada a seguir. - Los
pedestales donde puse niños no eran bajos, porque todos ellos
eran geniales. Pero todavía lastimaba cuando decían o hacían algo que los
hacía bajar de allí. Tu situación parece un poco más intensa.
- ¿Pero cuida mejor tu propia vida? - Perséfone parpadeó hacia mí y dio una
sonrisa de disculpas y bajó la cabeza. - Lo siento mucho. Probablemente,
sólo proyecto mis propias cosas para ti, de todos modos. - Ella golpeó la
puerta al lado. - ¿Oíste lo que le pasó a Cerbero?
- ¿Lo estoy?- Tántalo tiró del cuello de su camiseta. - Bien... Esta habitación
acaba de estar más caliente. - Perséfone hizo un sonido de disgusto, y él volvió
su atención hacia ella. - ¿Y quién eres? -preguntó. - Sé que no te vi a bordo. -
Él cerró la puerta, usando el movimiento para plantar una mano al lado de ella.
- ¿Qué tal quedarse para conocernos mejor?
Llamé a mi encanto; De hecho, usar mis poderes una vez no perjudicaría tanto.
Mi estómago se apretó, pero el dolor se sintió más como un pulsar monótono
que la sensación de dolor en el estómago de siempre. - Sí, vamos a buscar en
tu habitación, y responderás con la verdad a todo lo que pregunte y luego
olvidarás que estuvimos aquí. Ah, y por eso- añadí cuando Perséfone
desapareció por las escaleras. - De nada.
- ¿Por qué?
Tántalo levantó las cejas. - Si me preguntas - enfatizó la frase y me dio una mirada
irónica- Tengo la sensación de que voy a necesitar cafeína. ¿Quieres un trago?
Ya que Tántalo sabía, me aparté de las preguntas habituales, tomando una ruta
más directa. - ¿Estás tratando de matarme o a cualquiera de los demás dioses?
Tántalo me dio una mirada extraña y derramó el trago en dos vasos. - ¿Ron?
Rechace.
Se encogió de hombros y me dio la espalda, derramando una dosis en uno de los
vasos.
Tomé un trago. - ¿Estás en posesión de alguna arma que pueda matar a un dios?
- No. - Permaneciendo en la punta de los pies, miré hacia lo alto de los armarios. El
barco sacudió y perdí el equilibrio, tropezando contra Tántalo. - Lo siento. - Me
volví a mirarlo mientras él me sostenía.
- Claro que sí. -Sus ojos encontraron los míos, entonces se abrieron de sorpresa.
Una larga sonrisa irrumpió en su cara, debilitándome las rodillas.
Me reí. - Bueno, no voy a prometer nada, pero... - toqué mis labios en los
suyos, manteniendo la provocación. - ¿No crees que valgo el riesgo?
- Infierno, sí. - Tántalo me tiró hacia él, su boca encontró la mía con habilidad
practicada. Él era un buen besador, y yo lo sabía. Cerré los ojos y dejé toda mi
frustración, rabia y miedo de los últimos dos días alimentar el beso. Mis
dientes rozaron su labio inferior y él soltó un gemido bajo, presionándome
contra los armarios mientras sus manos recorrían debajo de mi camiseta.
¡Para! Empuje mi cabeza, rompiendo el contacto visual con él. - Estas usando
encanto - acuse al bajar de la encimera.
- No puedo creer que no encontramos nada - gruñó Artemisa del borde a mi lado.
Las tres ventanas se colocaron tan profundamente en la pared con vistas al
campo de golf en miniatura que servían como bancos, a pesar de la inclinación
hacia adentro.
- Tal vez-. Atenea levantó la voz para ser escuchada sobre el aire corriendo a
nuestro alrededor. Ella se inclinó a los carriles blancos del barco, lejos de
Poseidón y Ares. - Pero en todo este barco, alguien debe saber algo. Ni siquiera
tomamos ninguna firma de energía. Quien está detrás de eso puede haber
encontrado una manera de rodear nuestros escudos.
- Estoy segura de que el gato estaba fuera de la bolsa antes de atacarnos con
Metal Olímpico. - Me pregunté si debería abordar el tema de mis poderes
perdidos y la posible pérdida de mi inmunidad. Ellos no podían contar conmigo
ahora, y permitir pensar de otra forma sería una mala idea. Pero antes de que
pudiera hablar, Perséfone se inclinó alrededor de Hades, extendiendo la mano. -
¿Hacia donde?
Pestañee a la mano, sin saber lo que quería de mí. - ¿Qué?
- Lo que significa que estarán enfocados en ella. Esto no tiene por qué ser
algo malo -dijo Artemisa. - Podría vigilarla, ver si alguien le mira muy
atentamente.
- Tú estás jugando, ¿verdad?- Ares agitó un brazo hacia mí. - Todo el mundo
la verá atentamente. Todas las cabezas en cada habitación se giran cuando
pasa. Es lo que Zeus quería cuando te hizo.
- Eso es mayor que algunos semidioses desaparecidos. Zeus dijo que algo
venía, algo más grande y armado. No quiero ser sorprendida. - Artemisa me
miró. - ¿Te importa? ¿Ser nuestra distracción?
- Y es por eso que no nos importa tu opinión- Poseidón murmuró, sus ojos
enfocados en las olas. - Entonces, necesitamos...
- No. Ser el cebo- explicó Atenea. - Hay cuatro semidioses. Vamos a sustituirlos.
Cuando ellos los lleven, nos tomaran en su lugar.
- Creo que podemos dejar a Adonis. - Atenea ponderó. - Si todos son llevados,
puede ser bueno tener un verdadero semidiós para hablar.
- quieres decir mentir. - Si Perséfone intentó enmascarar la desaprobación en
su voz, ella falló.
- Oh, no tú- Atenea aclaró, alisando su traje gris. - has sido vista en este
barco. Sería sospechoso si desaparecías. Creo que Artemisa tuvo la idea
correcta. Vamos a dejar a quién está detrás de eso desperdiciando su tiempo
observándote. Con alguna suerte, nunca nos verán llegando.
- Oh.
Perséfone le miró por tanto tiempo que Poseidón se movió y frotó la nuca.
Ella se volvió, sin decir una palabra a él. - Atenea, tu idea suena maravillosa.
Ares, Artemisa, gracias por el voluntariado. - Ella me miró. - Voy a
comprobar, tanto como puedo, pero por ahora... - ella lanzó a Poseidón una
mirada dura. - Si te atreves...
- No eres reina aquí - Poseidón recordó. - Este barco está programado para
llegar a tu reino en dos días...
- Podemos no ser tan jóvenes como tu querida, pero puedo asegurar que los
teléfonos móviles no están más allá de nuestra comprensión.
Yo odiaba pedirselo a el, pero Perséfone era muy fuerte, su encanto podría
haber funcionado en mí y pensar que mis poderes no estaban
desapareciendo. No confiaba en Atenea con mi debilidad, y no conocía a
Artemisa muy bien.
- Tal vez. ¿Qué gano por este favor? - Él bromeó.
Le di un empujón juguetón.
- Ouch. - Ares se rió. - No es el pago que yo esperaba. Pero sí, con certeza. - Él
esperó un golpe. - ¿Feliz?
- ¿En serio?- Ares me dio una sonrisa traviesa y encontró mis ojos. - Está todo
bien. Quitate la camiseta.
Mi risa no era audible, aunque mis hombros se balancearon con mis suspiros
histéricos.
- Creo que es posible - Ares admitió. - La forma en que Zeus te hizo... Es como
nada que cualquiera de nosotros ha visto antes. Tal vez simplemente no te
hizo para operar fuera de su reino. Digo, no tiene que haber alguna razón para
que Zeus te enviara al reino de Poseidón poco después de haberte hecho. Tal
vez él estaba manteniéndote débil, hasta que todos los demás estuvieran en
sus lugares.
Apreté mis ojos, pensando en eso. Zeus había querido que yo entrara en el
reino de Poseidón para traer a mi existencia la atención de uno de los dos
dioses. Poseidón, por supuesto que en la época habría usado una divinidad
terrestre apareciendo en su reino como una excusa para hablar con Deméter, y
todos lo sabían. Pero Poseidón no era el único que había notado. Hades
también. Después de todo, tenía acceso a una profeta. De todos modos, todas
las carreteras me llevaron a Perséfone, que en ese tiempo no tenía resistencia
interna a mi encanto.
- Él no te enseñó a controlar tus poderes - Ares me recordó. - Entonces, eras
débil en el reino del océano, pero en el segundo en que tus pies tocaron la
tierra...
- Esta isla es muy pequeña para ser considerada totalmente fuera del reino de
Poseidón. Puedes mejorar un poco, pero la verdadera prueba será en Nassau.
Mientras tanto... - él se sacó la chaqueta y colocó la pieza alrededor de mí. -
Veremos si esto ayuda.
Tokens eran objetos de la casa de un dios que pueden actuar como una
especie de conductor.
En vez de luchar para sacar el poder mientras estaba en un reino extranjero,
un dios podría canalizar su poder a través de su forma, evitando
cuidadosamente todos los efectos colaterales asquerosos que sentía desde
que puse el pie en el reino de Poseidón. Desafortunadamente, Zeus había
retenido mi capacidad para crear uno. Yo lo intenté.
- Ares, no puedo...
Cuando empecé a resbalar mis brazos fuera de las mangas, Ares me tiró
hacia él usando los bordes de la chaqueta, y lo cerró, sus dedos no se
desviaron del pequeño pedazo de metal. Cuando llegó al hueco de mi cuello,
se detuvo. Tomé mi mirada de su mano y miré en sus ojos.
Me incline hacia él, la tensión aliviando de mis hombros cuando sus brazos
me envolvieron.- Lo siento-admití, manteniendo mi mirada fija en sus zapatos.
- ¿Podemos volver a ser como antes?
Ella me siguió, teniendo cuidado de no dejar la puerta golpear, y alzó las cejas
al entrar en la suite. La pared de ventanas brillaba, los rayos de sol de la
mañana reflejaban a través de la alfombra. - Wow. Esto es enorme.
- Uh... - Elise giró la cabeza lejos de las pinturas de espuma del mar y volvió su
atención hacia mí. - Me di cuenta de que nunca te dije dónde encontrarnos para
el desayuno. Vamos a encontrarnos en... - ella tomó el teléfono y miró a la
pantalla. - ¿Treinta minutos? Puedo decirles a las chicas que se retrasen un
poco si necesitas más tiempo. Con todo el equipo y material que necesitas ser
arreglada, tomará un poco antes de ser necesarios en tierra.
Ella frunció la frente, mirando las escaleras cuando el agua se detuvo. - Sí, todo
bien, tal vez. Pero pasé mi vida entera sin ver a un dios, y ahora estoy en un
barco lleno de ellos. Eso me deja nerviosa. ¿Debería estarlo?
- Claro- estuve de acuerdo. Sólo un poco sorprendida de que ella sabía sobre
escudos. - Voy a tomar un baño rápido y entonces podemos tomar el
desayuno.
- Uh- Adonis protestó, pero corrí hasta las escaleras y hasta el baño antes de
que él pudiera articular su objeción. Ella no podía encantarlo, y no sería
capaz de salir si intentaba cualquier cosa. Además, estas habitaciones no
eran a prueba de sonido. Si Adonis me necesitaba, no estaría muy lejos.
Hecho, él respondió.
Los pasajeros muertos la noche pasada aún no han sido notados, envié el
mensaje. No hay posibilidad de que el barco atraque como siempre y que
todos aquellos pasajeros viajen solos. Alguien debería haber notado por
ahora, y mi encanto para mantener a todos tranquilos y en sus habitaciones
habría desaparecido en la madrugada. Eso es nuestro, ¿o eso significa otra
cosa, ya que el encanto ya está a bordo haciendo olvidar a la gente?
- ¿Cómo puedes hacer esto? - Elise exigió. - Fingir que te importar y luego
no avisar...
Hice una mueca, encontrando la toalla húmeda y salí de la ducha, goteando y
con frío para encontrar una que Adonis no hubiera usado.
- Aquí vamos-murmuré, tirando de una toalla más corta del bastidor encima del
inodoro. Cuando envolví el tejido alrededor de mí, casi se cerró. - ¿Qué es eso,
una toalla? ¿Cuál es el punto de una toalla de este tamaño? ¿En serio? - Oh. -
Volví a mi pelo y empecé a secarlo.
- Tengo cuidado. - La voz de Adonis estalló a través de la suite. - ¿Crees que fue
una decisión fácil? ¿Qué quiero que alguien se lastime? Es todo tonto, y estoy
arrepentido, ¿okey? Debería haberlo contado antes. No debería tener... - respiró
profundamente antes de continuar en un volumen más bajo. - Dadas las
condiciones, no sé lo que podría haber hecho.
Tenía razón. Cuanta más gente supiera de la situación, más probable era que mi
presencia aquí se notara como una amenaza. Por supuesto, la noche pasada
estas preocupaciones se lanzaron al agua, pero no pensé en liberar a Adonis
para alertar a sus amigos.
- No está mal. - Mi piel aún estaba dorada de la ducha, y mis cabellos húmedos
caían alrededor de mi cara. Moví mi pelo un poco, tratando de alcanzar lo que
Melissa llamaba un look irritantemente perfecto, descuidado, sexy. No es tan
fácil sin glamour, pero...
- Adonis.
¡Por el estige! ¿Era así su relación? Elise, Adonis, Elise, Adonis. Esta
conversación sonaba como algo fuera de uno de los animes excesivamente
emocionales que Perséfone veía. Consideré poner mi nombre allí sólo para
variar, cuando Adonis pareció recuperar su vocabulario.
La mirada de Elise podría haber congelado las llamas. - Es mejor que sí. - Ella
me miró, colocándose el pelo detrás de las orejas nuevamente. Un gesto
nervioso, me di cuenta mientras ella hablaba. - Tengo una sesión hoy, pero
después de eso, voy a contar a todos que no me siento bien y volveré a bordo.
Si has hablado en serio acerca de sacarme del barco y de en medio de todo
eso... - ella agitó las manos alrededor, los ojos brillando con lágrimas no
derramadas. - Entonces esa será una buena oportunidad.
Ella asintió con la cabeza. - Entonces no vamos a perder más tiempo. Voy a
cancelar el desayuno. Adonis, pide el servicio de habitación, tu sabes lo que me
gusta. Asegúrate de pedir una bebida energética para ella. - Ella me apuntó. - Sin
ofender, pero todavía estás pareciendo a punto de caer en cualquier momento. Y
probablemente deberías traer a quienquiera que vaya a actuar como yo aquí
también. Hay algunas cosas que mi socia necesitará saber si quiere hacerlo.
CAPITULO 23
Después de lo que acabó por ser un tenso desayuno, pero informativo con
Elise, Artemisa y Adonis, no podía esperar para salir del barco y explorar la isla
particular de la línea de cruceros. En vez de eso, me arrastraron a otra sesión
de fotos. Adonis prometió que duraría sólo unas horas antes de que otro lote
de modelos tomara nuestro lugar. Eso fue hace unas horas, entonces con
cierta suerte, estaba casi terminado.
Qué hermosa playa. Si estiraba el cuello, yo podía ver el mar, cerca de la mitad
de la longitud de un campo de fútbol, el agua brillaba como turmalina líquida.
Las voces del otro lado llamaron mi atención, y miré para ver a uno de los
asistentes jugando con una placa de luz. Otro ruido llamó mi atención y me
volví, ganando un tirón de una estilista llamada Trish cuando ella movió mi
cabello.
Lancé una sonrisa sarcástica para él. - ¿Hace más que mal tolerarme?
Tenía razón, pero me sentía demasiado cansada para pensar en eso. Mientras la
bebida energética ciertamente me energizó, mi cabeza aún zumbaba, y aunque
los cortes y arañazos hubieran curado la noche pasada, mi cuerpo aún se
sentía rebanado y picado. Una diosa más inteligente probablemente entendería
la pista y se iría.
- ¿Me observabas muy atentamente, Adonis? - Metí mis dedos de los pies en la
arena caliente. ¿Han terminado de configurar? Miré a la fotógrafa, pero ella
parecía absorta en una conversación con uno de sus asistentes.
- ¡No! -Adonis respiró profundamente y soltó el aire con una calma forzada antes
de añadir en una voz mucho más silenciosa. - No, no ha sido así. Entonces, no
me agradezcas. Y la próxima vez que...
Cuando Adonis habló, podía sentir las palabras recorrer a través de su pecho. -
debes salir del barco. Pídeselo a Perséfone para que puedas teletransportarte a
un lugar seguro mientras estamos en este reino. Cualquier lugar, excepto aquí.
No le dije que rechazaron esa misma oferta la noche pasada. Esta fue la tercera
vez en pocos días que Adonis me pidió que saliera. Si lo pidiera de nuevo,
podría tener que aceptar el pedido personalmente. - No me voy.
Esta era una gran afirmación. - ¿Qué te hace estar tan seguro?
-Por qué... - se detuvo, frotándose la nuca. - no eres sutil cuando quieres besar
a alguien. La manera en que me miras, la manera en que miraste a Ares la
noche pasada... - miró a la arena. - Un ciego podría verlo. Eres mucho más
transparente de lo que piensas.
- Tú también.
- Yo lo hare-. Pero de alguna manera dudaba que todo el cuidado del mundo
fuera suficiente.
CAPITULO 24
Ya que Elise y Artemisa hicieron el cambio, todo lo que Adonis y yo podríamos
hacer para ayudar era quedarnos fuera del camino y parecer normales.
-Creo que llenaron el agua con galletas de mar-. Las manos de Adonis estaban
llenas de discos de arena, una expresión de placer ilumino su rostro.
Sonriendo, cogí la mayor galleta de mar de los dedos de Adonis y salí corriendo
lejos de él.
De repente, no quería nada más que volver a la habitación. Me sentía mal, con
miedo y frío también. Enfrenté mis preocupaciones en mi cabeza y me
concentré en el físico en su lugar.
El sol hizo un buen trabajo secando mi bikini, pero mi pelo todavía estaba
húmedo. Entre la luz del día muriendo y la brisa del mar constante, mi disfraz
de bikini no tenía el menor chance contra el frío.
Limpié la arena de mis piernas y brazos, sin éxito. La playa era hermosa, pero
los gránulos blancos estaban en todas partes, y la sustancia en polvo se
agarró en mi piel como base. Un destello de llamas llamó mi atención hacia la
playa.
- ¿Que están haciendo ellos? - Apreté los ojos, tratando de ver mejor. A juzgar
por las risas y burlas cuando alguien bebía un trago, parecían jugar algún tipo
de juego de beber.
- Tántalo los encantó para ser honestos, no es que ellos lo perciban. Sin
embargo, no es el mejor juego para jugar si eres un impostor que no puede
mentir. - Adonis miró a Tántalo, apretando los ojos para verlo a la distancia. -
Entonces, ¿supongo que Ares no tomó su lugar todavía?
- Tántalo probablemente no estuvo solo-. Adonis hizo una mueca al ver el fuego
y soltó una respiración profunda. - Él tiende a permanecer en una multitud. ¿Y
si él permanece en un grupo toda la noche? Puede incluso no volver a su
habitación solo.
Yo podría usar esto. Le envié un mensaje a Ares con mi plan, luego metí la
toalla de playa, doblándola en mi bolsa. - Quédate aquí.
- Él no saldrá sin nosotros- dijo Tántalo con tanta certeza que imaginé que
él había encantado a alguien para hacer ese arreglo.
Él hizo señal hacia uno de los tripulantes para traernos algunos tragos.-
No respondas las preguntas que quieras, excepto las mías. Realmente
quiero oír tus respuestas.
Cuando vacilé, sus ojos perforaron los míos. - Vamos. Será divertido.
- Violeta, creo que todavía es su turno. - Tántalo le indicó a ella para hacer
una pregunta.
Violeta, una modelo de pelo oscuro, se volvió hacia mí. - Vamos a empezar
con poco. ¿Has matado a alguien?
La niña al lado de ella comenzó a reír. Di una sonrisa fría, y volví a Violeta,
esperando que la risa alrededor del fuego disminuyera a un silencio
nervioso. - Paso. - Tomé un trago.
La risa de Tántalo sonó un poco forzada. – Bueno Adonis, ¿cuál fue la última
mentira que contaste?
El dio una larga mirada -una que no podía descifrar- pasó entre los dos. - Pedí
disculpas a Elise.
Esto atrajo algunos silbidos y risitas del grupo de modelos. Miré sus rostros
sonrientes y me di cuenta de que Elise no era muy querida. ¿Por qué? No me
había importado ella al principio, pero realmente parecía bastante
agradable. Hasta amigable.
- Tengo curiosidad- Tántalo se volvió hacia mí. - ¿Quién era la rubia con quien
estabas la noche pasada?
- Paso. - Extendí la mano a otro trago, pero Tántalo agarró mi mano, con fuerza
suficiente para lastimarme.
- Cuando termine con ella. Ah, y no te preocupes. Nadie se acordará de nada que
tú o yo digamos o sobre ella, no es, personal - Encontró los ojos de cada modelo
antes fijarse en mí.
- Sí - dije, repitiendo con todos los demás. Espera... ¿Por qué dije eso?
- Cuidado, Adonis, - Tántalo advirtió. - Estás muy cerca de cruzar la línea aquí.
Mira, no tienes que jugar. Vuelve al barco. Voy a llevarla de vuelta a ti,
eventualmente.
Adonis se sentó a mi lado, su expresión era de piedra.
Mi teléfono sonó, vibrando en mi bolsa de playa y haciéndola brillar con una luz
azul. Me paré, mirando la bolsa. ¿Qué es lo que dije? ¿Por qué? ...
- ¡Eh! - La voz aguda de Tántalo trajo mi atención de vuelta a él. - Hice una
pregunta.
- Sabemos que los semidioses desaparecerán esta noche, pero eso es todo lo
que sabemos. - Mis dedos cavaron en la arena, sintiendo los granos en polvo
deslizándose contra la palma de la mano.
- Dime todo lo que han encontrado y todo lo que han planeado hasta ahora.
¿Quién está trabajando contigo, y qué pueden hacer?
- Sin ofender, pero de alguna manera dudo que tus padres se hayan informado
de opinión en la esfera de nombre de los bebés-. Ella se rió, dando un empujón
en Tántalo y continuó alrededor del círculo. Cuando llegó a Adonis, ella
preguntó - ¿Tú y Tántalo son parientes?
Bueno, en realidad lo eran. Pero imaginé que sería bastante difícil explicar lo de
Zeus.
Ella coro con el desafío en su voz. - Bueno... Quiero decir, ustedes dos son
Aurums. He oído que esto puede ser genético.
- Sabes -dijo la morena. - Personas parecidas a ellos. Todo dorado y esas cosas.
Ella se rió. - No no. Quiero decir tu número. ¿Con cuántas personas has
dormido?
- Seres – Tántalo corrigió para que yo no pudiera errar. Cuando Nikki le echó
una mirada perpleja, él llamó al encanto. - No preguntes.
-Está ocupado- Adonis ofreció como excusa. Ella siguió su mirada hacia mí y
se encogió de hombros.
- Tú eres quien pierde - respondió con toda la dignidad que logró reunir, y
continuó para la próxima pregunta.
-Tercer paso- gritó Tántalo. - Ronda rápida, ¿quiénes son las víctimas
infelices?- Él giró una botella de cerveza vacía en la arena y sonrió cuando la
boca se detuvo apuntando hacia Adonis. - ¿Cara o cruz? - Jugó una moneda
en el aire.
- Dos minutos, tragos dobles por pasar o mentir-. Tántalo llenó algunos vasos
extra y los colocó delante de Adonis. - ¿Cuál es la cosa más horrible que has
hecho hacia otro ser?
- Conocerte.
Hice una mueca y miré entre los dos. ¿Qué era esto? Cada pregunta era más
hostil que la última. El aire estaba más espeso con la tensión que con el
humo, y nadie más parecía divertirse.
- Cállate la boca.
- Si todo bien. - Ella se volvió hacia Tántalo. - ¿Qué rayo fue eso?
¿Voluntad de morir?
¿Se olvidó del plan? Necesitaba a Tántalo solo. Solté el apretón de Adonis,
me levanté y seguía a Tántalo dentro de la noche.
CAPITULO 25
Vamos, ¡Afrodita! eres la maldita diosa del encanto. Rompe esto. A pesar de
mi esfuerzo mental, todavía no me libere cuando Tántalo me llevó a una de las
pequeñas cabañas de playa de tres lados.
¡Vamos ya! Eso era sólo encanto. Superé cosas peores. Mi cabeza giraba, mi
estómago giró cuando mi visión se nublo. Sin embargo, invoqué más y más
poder. Finalmente, el encanto se disparó y mis habilidades quemaron la vida
dentro de mí. Rasgue los dientes contra el dolor y canalicé tanto encanto para
mi mirada como pude. - Para...
- Ah, ah, ah. - Él cerró la mano sobre mi boca. - Sin luchar de nuevo.
El enorme poder detrás de su mando golpeó mi mente como un amarre.
-¿Afrodita?- Ares apareció delante de mí, y el escudo que Perséfone lanzó para
agarrarme en el lugar se rompió.
- ¿Te lastimó? - Perséfone no sacaba los ojos de Tántalo. - Ares. ¿Ella está bien?
Por supuesto que no estaba bien. Tántalo estaba a punto de ser desgarrado por
la diosa más baja del mundo, y no había nada que yo pudiera hacer para
impedirlo. - Por favor, Perséfone. ¡No le hagas daño! - Yo caí hacia adelante
tratando de impedirlo.
¿Por qué sigue diciendo mi nombre así? Él parecía tan arrepentido que realmente
quería matarlo. - Suéltame - gruñí, mirándolo directamente a los ojos. Pero, por
supuesto, mi encanto no funcionó.
La energía negra fluyo entre los dedos de Perséfone mientras miraba a Tántalo.
Había tanto poder en el aire que su pelo parecía flotar, como si La gravedad
trabajara de forma diferente a su alrededor. - Puedes hablar ahora. Deja el
encanto y tal vez puedas moverte también.
- Primero, dime por qué estás observándome durante todo el día. - El semidiós
apuntó un dedo a Ares. Tántalo casi no parecía asustado lo suficiente. Tal vez él
no creía que la pequeña rubia ante él era realmente una amenaza. Los semidioses
no sentían poderes de la misma manera que las divinidades puras lo sentían. O
normalmente lo sentían. Mientras casi podía ver un aura crepitar de energía
alrededor de Perséfone, no podía sentir la energía.
- Afrodita, mira hacia mí.- Ares hizo una mueca cuando mi puño encontró su cara
con una tapa satisfactoria. - Esta no eres tú. Puedes romper esto, sólo tienes
que recordar el intento. Habla conmigo.
- Hice el escudo alrededor de ella por un motivo - Perséfone dijo por encima del
hombro. - ¿Por qué lo rompiste?
Ares apretó sus dedos y levantó la voz para que Perséfone pudiera oírlo sobre
mis gritos enfurecidos. – Porque nunca debes hacer un escudo en cualquier
persona que haya sido encantada así. He visto personas rompiendo huesos o
peor, tratando de liberarse.
- Es bueno saberlo. - Perséfone dio a Tántalo una sonrisa tan fría que ella debió
haber aprendido con Hades. - Sí, tú no estás en posición de negociar aquí.
Libera el encanto o termino con tu capacidad de usarlo.
Ella lo matará. - Perséfone- grité, tratando de librarme de Ares. - Por favor. ¡Para!
¡No!
- ¡Déjenlo ir! - Yo tiré, golpeé y rasguñe a Ares, sin éxito. - ¡No le hagan daño! -
Dioses, me sentía inútil. ¿De qué valía ser una diosa si no podía mantener ni a
una persona segura?
- Responde- Tántalo exigió. - O juro por el estige que le diré que caiga muerta.
Tántalo y Perséfone parpadearon fuera de la vista cuando un nuevo escudo fue
creado entre nosotros. No podía ni oír más.
cuando el apretón de Ares me soltó. Esperando ser libre, caí hacia delante, y
me congele cuando el encanto se rompió y la sanidad volvió a mi cerebro. - Oh,
dioses. - Mis rodillas se doblaron y caí al suelo. - Oh, dioses- dije de nuevo
cuando Ares se arrodilló a mi lado.
Yo iba a vomitar. - Perséfone, ¿donde está Per? - Traté de ponerme de pie, pero
tan pronto como los brazos de Ares me dejaron, el peso de mi promesa a Ares
me alcanzó como una bolsa de ladrillos. Cualquier cosa. Prometo cualquier
cosa por él.
- Ella llevó a Tántalo al submundo para quitar su encanto en ti. - Ares miró hacia
donde se encontraban. - Ella regresará.
- Eh, eh-. Ares se movió hacia adelante, bajando la cabeza casi hasta el suelo
para quedarse a mi nivel. - Nunca haría nada al respecto. Cuando te pida algo,
reacciona exactamente como lo harías, sin pensar en tu promesa. ¿Entendido?
No quise decir nada. Nunca te haría nada.
- Yo creo... - tragué en seco, el mareo me abrumaba. - Creo que algo está mal
conmigo.
- ¡Afrodita! - La voz de Adonis sonó débil sobre mis gritos. Yo tenía cierta
conciencia de él corriendo dentro de la cabaña, pero la mayoría de mi foco fue
para el torrente de agonía en mí.
-No sé -dijo Adonis, apretando mi mano. - Por alguna razón, esto empeora.
Apreté la mano de él, y los brazos de Ares me apretaron, pero yo no podía
manejar las palabras. Un temblor me atravesó, seguido por otra ola de dolor
tan intensa que grité.
- ¿Realmente lo piensas...?
- No sé qué pensar- Ares estalló. - No sé lo que está mal con ella. No debería
ser encantada o drogada. Y no debería dejar de respirar. He visto a dioses
morir, y nunca he visto nada así. Necesitamos ayudarla, pero permaneces
parado en mi camino.
Yo quería decir algo para detener la discusión, pero las palabras estaban más
allá de mi capacidad en el momento. El dolor fue disminuyendo, lentamente,
pero podía sentir mi cuerpo siendo apagado en un esfuerzo desesperado por
recuperarse.
- Sólo porque no estoy saltando para seguir tus órdenes, no significa que no
estoy preocupado o que estoy celoso, o cualquier otra explicación que
tengas para suavizar tu ego divino. - La voz de Adonis destilaba rabia. -
Piensa lo que quieras, no la dejaré con uno de ustedes.
- Ella es una de nosotros. - Ares retrocedió. - Y fue uno de los tuyos que
mezcló drogas, alcohol y encanto...
- Oh, sí, porque los dioses nunca hacen nada de eso. No es como si toda mi
especie existiera por qué los dioses no engañan, encanta o fuerzan...
- ¿Estás defendiendo a Tántalo?
- No, estoy señalando que Tántalo es mitad dios. Él vino de algún lugar.
- Zeus usó el control de la mente para hacerla hacer lo que quisiera. Hades
estaba dispuesto a sacrificar un planeta para tener a su esposa de vuelta, y
Poseidón la amenazó con matarme si no dormía con él. Entonces, sí, estoy
seguro de que Tántalo sacó el síndrome de idiota del mal de tu lado de
familia.
- ¿Afrodita?- Adonis extendió la mano hacia mí, y golpeé sus manos, aún
desesperada para respirar.
Traté de lanzar un escudo entre los dos, pero no conseguí reunir suficiente
energía. Cierto. Mis poderes no estaban funcionando, yo podía ser encantada, y
no podía curar. Impotente. Me sentía absolutamente impotente y no podía ser
impotente, no de nuevo, nunca más. Mi corazón golpeó contra mi pecho,
golpeando tan fuerte y tan rápido que mi estómago revivió con la sensación
extraña. Hubo mareo en mí, y mi cabeza parecía como si yo hubiera saltado muy
alto en un trampolín. El viento pasó corriendo por mi cara cuando caí del cielo,
sólo que yo no estaba aterrizando. Los temblores zumbaban a través de mí,
haciendo que mis extremos parecieran estáticos. ¿Por qué no conseguía tirar
suficiente oxígeno de mis pulmones?
Tú estás bien. Tú estarás bien. Sólo tuviste una pesadilla. Zeus está muerto. Yo
estaba... Yo estaba... ¡Yo iba a vomitar!
Todo el lavado del mundo no fue suficiente. Nada sería suficiente. Al hundirme
en el suelo de la ducha, apreté mis rodillas en mi pecho, bajando la cabeza
para que el agua ardiente no golpeara mi cara. Las lágrimas picaron mis ojos,
pero nunca se desbordaron. Yo me sentí quebrada, hueca, como si todas mis
lágrimas hubieran sido robadas de mí, dejándola vacía y sin alma.
Tomé la botella de gel de aloe vera, torciendo la tapa. - Perséfone, Ares, los
demás, - me acordé; Mi corazón golpeando fuerte en mi pecho. - Algo está mal.
- La botella se detuvo en mi mano mientras la tapa se encajaba inútilmente, sin
abrir. - ¿Qué sucedió? - Tomé la tapa. - ¿Dónde están todos? - Desistió la
estúpida tapa. - ¿Y por qué no puedo abrirlo?
- Afrodita, respira.
- Mírame. - Tomó el aloe vera y colocó la botella en la mesa detrás de él. - Toma
un minuto de calma-. Adonis agarró mis hombros, con cuidado para evitar lo
peor con las quemaduras.
Balanceé la cabeza. ¿No podía ver que estaba tratando? La calma estaba a eras
de distancia. Me quedaría tranquila cuando mi mundo tuviera sentido
nuevamente, cuando las reglas de mi realidad dejar de ser reescritas.
- Para. - Los ojos dorados de Adonis perforaron los míos. Él movió mi mano a
su pecho. – Respira, cuando yo respire. - Encanto. No tenía que ser capaz de
sentir el poder para reconocer el efecto. Respondí profundamente y solté el aire
cuando el soltó. - Adonis puso mi pelo detrás de las orejas. - Está bien. Está
bien. Calma...
Golpee mi mano libre sobre su boca. - No... No lo hagas. No me digas cómo
sentirme. Por favor. No sabes lo que es eso, perder esa línea entre lo que
piensas y sientes, y lo que alguien te dice que hagas.
Eso podría hacerlo. Los relucientes azulejos blancos del baño parecían
desaparecer cuando miré sus ojos. Pero él te está encantando, la parte en
pánico de mi mente se opuso, pero el poder de Adonis era demasiado fuerte
para el pánico de tener mucha influencia. Además, podía confiar en Adonis.
Entre el encanto de entumecimiento mental y sus brazos alrededor de mí, me
sentía segura. Esto no es real. Eventualmente, él recordará que no te soporta y
desviará la mirada. ¿Y entonces adónde vas?
Balanceé la cabeza.
- Bueno. Era alrededor de las diez la última vez que miré, así que tenemos una
larga espera hasta mañana. ¿Qué tal encontrar algunas prendas secas? - Él
intentó apartarse de mí, pero yo lo agarré.
- Por favor - susurré, sin saber lo que yo estaba pidiendo. Adonis era importante
para mí. Yo podía confiar en él. Necesitaba algo real. Alguien real.
Cuando se sentía cómodo, me tiró hacia él. Coloque mi cabeza contra su pecho,
embelesada por el sonido de su pulso constante.
Su mano acarició mi pelo. -Está bien -dijo de nuevo. - Todo estará bien.
- Es noche.
Tenía lógica eso. - Tal vez sean sólo esas lámparas. - Busqué la manija, y
acabe golpeando mis dedos. No podía adaptarme a este nivel de oscuridad.
Incluso mis ojos no podían trabajar en ausencia total de luz. Intenté abrir la
puerta, pero el peso de Adonis la mantuvo cerrada. - ¿Puedes moverte?
- Quizás más tarde. - Me reí. La lluvia golpeó la ventana con tanta fuerza que
cada gota parecía pesar una tonelada.
Si incluso una fracción de las personas a bordo pensaran como Adonis, habría
pánico en masa. Y Perséfone y los demás estaban allí, vagando alrededor de
un barco oscuro, repleto de personas con miedo, que podrían estar armadas
con Metal Olímpico. Yo caí en el suelo, tumbando a ciegas hasta encontrar la
chaqueta de Ares, el vestido, luego me levanté y caminé por la sala hacia las
escaleras.
- Oh, qué idea- agregue fuego en la ecuación. – Dioses yo esperaba que nadie
hubiera traído velas a bordo-. La última cosa que necesitaba era estar en un
barco, sin energía, en medio del océano, con fuego. Me tropecé en el último
paso, pero retomé mi equilibrio y me fui a la puerta.
- ¡No! - Golpear las manos contra la barrera no hizo nada para combatir el peso
aplastante de la oscuridad y del océano a mí alrededor. El barco continuó
inclinándose. Si se volteaba, estábamos heridos. - Poseidón - trague en seco.
Poseidón necesitaba deshacer el escudo. Subí para coger el teléfono de
Adonis, arrebatando el dispositivo fino de su mano.
Corrí al baño debajo de la escalera, luchando para mantener mis pies debajo
de mí cuando el barco continuó subiendo. Las explosiones de luz iluminaron
mi camino. Alcanzando el baño, seguí a través de la oscuridad hasta que
encontré donde el pequeño frasco había caído, desgraciadamente, aún entero,
debajo del fregadero. Golpee el frasco en el azulejo hasta que el cristal se
rompió, agarré un trozo y salí corriendo hacia el balcón.
Despertar mis poderes dolió tanto que mi interior parecía romperse en astillas,
rasgando mi cuerpo en busca de fuga.
-¿Y si los demás necesitan ayuda? ¿Cómo puedes sentirte así todo el
tiempo? Es impotente. - Mi voz quedó atrapada en la última palabra.
- Dudo que alguien entre en esta habitación cuando Elise y Tántalo están
siendo blancos fáciles, y un grupo de dioses están vagando a bordo - dijo
Adonis. - Pero aunque ellos vengan, Poseidón sabría, y él se
teletransportaría aquí, y... - se detuvo. - No quiero depender de Poseidón.
Me reí. - Tú y yo.
Bufe. - Sí. Algo en aquel metal resuena con nuestro poder y confunde nuestra
capacidad de curar. Es como si fuéramos alcanzados por nosotros mismos,
no importa quién hizo el arma. Sólo que se esparce como un tipo de veneno.
Detalles específicos sobre cómo Hefesto creó el metal no son pasados por las
generaciones, por razones obvias. Todo lo que sé es que la manera como él
forjó el poder en el metal rodea la cosa entera de la inmortalidad. Él tomó el
poder de vuelta dentro de sí y destruyó a todos para protegernos. - Yo temblé,
recordando la masa contorsionad del rostro de Hefesto. - Realmente acabó
con él también.
- Contra otras personas. Los niveles son medios diferentes aquí. - Sentí su
mirada en mí, pesada y expectante, y me volví, rastreando mi bolsa. - No estoy
lo suficientemente fuerte para salir de la habitación.
- Eres fuerte. Tuviste que serlo para sobrevivir a Zeus. ¿Y qué hiciste con
Poseidón? Tiene miedo de mirarte ahora. Tus poderes no ayudaron con eso,
entonces ¿qué hiciste?
- Gracioso, eso suena como si fuera el opuesto de todo lo que has dicho
sobre mí usando mis poderes hasta ahora.
- Contra las personas - Adonis aclaró. - Personas de las que ya tienes ventaja.
No estoy diciendo que debes morir de hambre o terminar en las calles en
lugar de usar tu encanto. Entiendo que sólo medio apareciste en el mundo de
la nada. Necesitas vivir hasta tener un soporte. Son las cosas frívolas que
haces que no soporto. Lo que hiciste a Poseidón no es así. No tenías opción.
- Ellos están usándote, Afrodita. Poseidón te trata como una cosa, algo
desechable, algo que podría usar hasta que algo te obligara a verlo de otra
forma. Así como Zeus, así como los demás. Todos todavía están usándote.
¿Por qué otro motivo enviaría a la diosa más joven, con poderes más limitados
para investigar, cuando ni siquiera sabían cuál era el enemigo?
Adonis respiró profundamente. - Sólo estoy diciendo que no debes sentirte mal
sobre lo que hiciste con Poseidón. ¿Mira, si fueras tan egoísta como piensas
que eres, todavía estarías aquí? Podrías haberte ido en el segundo en que
Perséfone llegó aquí. ¿Por qué no? -
Porque no puedo dejarte. Escogí otra verdad en el lugar. - A causa de todas las
cosas terribles que he hecho. No puedo... si no hago algo para equilibrar... yo...
- luché con las palabras.
Adonis tocó mi mano, entonces sentí su camino hasta mi hombro para darme
un apretón reconfortante.
- Si algo entra aquí, algo que pueda encantar, necesito que me apagues de
nuevo.
Algo en su voz me hizo inclinar la cabeza para estudiar su silueta. - ¿Qué estás
pensando?
El sonrió, sus dientes brillando con puntos de luz. - ¿La práctica no te deleita?
Podríamos jugar un juego para pasar el tiempo hasta que los demás vuelvan. Si
puedo encantarte, mi punto. Si bloqueas, el punto es tuyo. - Se encogió de
hombros. - El primero en llegar a siete puntos gana el juego.
Golpee.
No me estaba tocando, pero estaba tan cerca que casi podía sentirlo. Mi
espalda se cepilló contra la pared. - Acorralada. Creo que acabo de perder.
Abrí mis ojos. Fingiendo ir a la derecha, y saltar a la izquierda, dando un paso
directo en la maleta que escondí bajo las escaleras. - ¡Mierda! - La bolsa se
deslizó debajo de mí y golpeé de lado de Adonis, sacándolo de equilibrio y
arrojando a los dos en la alfombra con un golpe.
- Cinco a uno.
Se detuvo cuando mi boca cubrió la suya, sus manos tocando mi cara con una
ternura que hizo que mi cabeza girara en un torbellino de emociones. Eso era
más, mucho más que el miedo, el dolor. Más que una agradable distracción
física, más que una manera de olvidar.
Él puso las manos en mis caderas y me tiró hacia él con un gemido. Derramé
todos mis sentimientos en el beso. Estábamos presionados juntos, tan
apretados que casi no podía decir dónde terminaba y empezaba, pero no
estaba lo suficientemente cerca. El tejido dio lugar a la carne firme y la
respiración pesada. Y esta vez no hubo interrupciones.
CAPITULO 28
En algún punto en medio de la noche acabamos sobre la cama. Y en algún
punto aún más tarde, dejé a Adonis dormirse. Sueño tenía que ser la peor
debilidad que dimos a los mortales, sus vidas ya eran tan cortas que parecía
una tragedia desperdiciar un tercio de ella dormida.
¿Qué estaba mal conmigo? En la noche, mis síntomas eran una molestia.
Perceptibles, pero no debilitantes. Definitivamente, no debilitantes así pensé,
recordándome toda mi diversión con Adonis. No, este nivel de dolor era nuevo.
Lo que haya de mal en mí estaba peor.
-Es tan frío- gemí a Adonis, aunque la parte racional de mi cerebro supiera que
estaba allá arriba y no estaba conmigo. Qué diablos, al menos ahora yo tenía
a alguien con quien hablar. - ¿Cómo es que no sientes frío?
Los ojos dorados de Adonis se abrieron. – No sientes frío, ¡eres una diosa! -
Se sentó en la cama, su mano cepillando el pelo de mi frente. - Afrodita, estás
quemando.
La ropa sería buena. Perséfone y los demás van a vernos pronto. Agarré la
chaqueta y conseguí ir hasta la maleta debajo de la escalera.
Pestañee a las ropas extendidas por el suelo confusa por algunos momentos,
y mandé a mis pesados miembros a cooperar con mis esfuerzos para
vestirme. Cuando conseguí ponerme un vestido verde, levanté la botella de
agua a mis labios. Vacía. Con un suspiro me tambaleé en mis pies, vestí la
chaqueta de Ares y me arrastré a la cocina. Ahora que el sol estaba alto podía
ver que la suite estaba hecha un lío. Cuando el barco se inclinó la noche
pasada todo cayó. Incluido mi enorme montón de papeles en el mostrador de
la cocina. Un sobre con nombre y número de la antigua habitación de Adonis
llamó mi atención debajo de la nevera.
Habitaciones, números de habitaciones, salones. Febrilmente eché los
cajones, buscando Metal Olímpico. Espera, no. Cerré el cajón tratando de
orientarme. No estaba buscando en el barco, estaba en mi cuarto. No había
nada para encontrar aquí.
Decenas de cuartos vacíos. Sin equipaje, sin personas. Algo sobre las
habitaciones vacías se quedó en mi cabeza, así que dejé de garabatear una
nota en el sobre pardo debajo del nombre de Adonis.
¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué todos estos papeles estaban en el suelo?
Encontré la clave de nuestra habitación y me arrodillé para recoger la tarjeta
de plástico. No podía perder la mía porque Adonis había tomado prestada mi
reserva. En el piso de arriba, Perséfone se movía. Podía oír sus pies pisando
la alfombra por arriba.
Espera. No. Perséfone no estaba aquí. Era Adonis moviéndose en el piso de
arriba. Mi boca estaba seca como polvo. Cierto, agua. La nevera no parecía más
fría y la luz no se encendió. Sin energía, recordé, moviendome para sacar la
tapa de la última botella de agua.
Hice una pausa, mi mano preparada y lista para abrir la botella. ¿Yo rompí el
sello o ya estaba roto? Miré a las botellas de agua vacías extendidas por la
habitación, luchando para recordarme.
No, eso era sólo algo que Adonis siempre hizo por mí. Algo agradable y gentil.
Una cosa buena, ya que ese plástico estúpido lastimaba mi palma.
- ¿Agua?- Adonis preguntó, extendiendo una botella. Una y otra y otra vez.
Siempre ofreciendo bebidas.
La claridad estalló a través de mi delirio febril antes que el líquido frío aliviara
mi garganta reseca. Me quede en la encimera mirando la botella de agua con
incredulidad. ¡Oh, dioses! Algo estaba en el agua. Mis poderes no fallaron
hasta mi primera noche en el barco después de beber el agua. Cada vez que
bebía una botella, empeoraban. ¿Cuántas botellas he bebido? Mi mente hojeó
cada vez que Adonis me pasó una botella de agua, cada vez que invadía la
heladera. La botella sacudió en mi mano temblorosa mientras la estudiaba, en
busca de algún rastro de... ¿Qué? ¿Qué podría herir a un dios, pero dejaría a un
semidiós ileso?
Oh, dioses. Mi respiración aceleró cuando mi mente febril juntó las piezas por
milésima vez en otros tantos minutos. Sólo que esta vez no podía ignorar lo
obvio. No podía culpar a alguien. No podía negar lo único que empeoraría toda
esta situación. Él sabía. -¿Tu... me envenenenaste? ¿Por qué?
- Afrodita-. Adonis vino en mi dirección, los papeles se arrugaron bajo sus pies
cuando cruzó el umbral de la cocina. - Respira profundo.
- ¡No! - Me alejé de él, pero no necesitaba ir muy lejos, con la espalda contra los
armarios blancos. - No me toques. No te acerques. No te atrevas. - La habitación
giró a mí alrededor. Agarrando el borde de la mesa, luché para mantenerme en
pie.
Jason. Archivé el nombre para explorar más adelante. - No sé cómo perdiste eso
- golpeé con los dientes cerrados - pero no podemos salir a ninguna parte. Y
aunque pudiéramos, yo no iría contigo. ¡Me drogaste! Estoy... Podría estar
muriendo.
- Pueden tener un antídoto, o algo así. - La luz solar filtraba de las ventanas del
suelo al techo. Los haces claros se filtrar por la alfombra blanca, invadiendo la
gran sala abierta y delineando la figura de Adonis, iluminando sus rasgos
dorados de una forma que, en mi estado febril, parecía amenazadora, no natural.
Él brillaba con malicia. - Puedo llevarte a Jason, sólo tienes que confiar en mí.
- Afrodita, no era para lastimarte, tienes que creer en mí. - Los ojos dorados de
Adonis encontraron los míos, implorando.
- Dioses, este no era ni siquiera tu cuarto, ¿no? - Más piezas que me había
negado a montar cayeron en el lugar, mi mente de repente más clara de lo que
estuvo durante toda la noche. No había bebido agua durante horas. ¿Tal vez
estoy curando un poco? Es más probable que el choque me haya hecho volver
a mis sentidos. Estaba hecha un desastre cuando la adrenalina subía. Pero
ahora... El número de la habitación, las habitaciones vacías, la llave perdida de
Adonis. - Tú mentiste para mantenerte en la misma habitación, y luego fuiste un
completo idiota conmigo aquí. Y entonces me envenenaste. ¿Por qué?
- Tú no deberías...
Adonis se frotó la nuca pareciendo tan infeliz, tan arrepentido que sentía tantas
cosas por él. - Quitar tus poderes.
- Yo no lo sabía-Adonis extendió las manos- Imaginé que sin tus poderes sólo
serías... Humana. Viva, pero en un campo de juego llano. No debería ser
peligroso.
- ¿Jugar a ser un Dios? - Adonis inclinó la cabeza y me dio una mirada aguda.
- ¡No!- Los ojos de Adonis se abrieron. - Claro que no. Te estoy diciendo
exactamente lo que están haciendo. Ellos están jugando de ser dioses. Por
desgracia... - Adonis miró al techo y soltó una respiración profunda - No son
mucho mejores en eso que ustedes. Las personas inocentes se lastimaron, y
prometieron que eso no sucedería.
- ¿Ustedes? ¿Personas inocentes? No es mucho mejor. Yo fui atacada,
agredida con armas mortales, lavada de cerebro, envenenada, engañada y
traicionada. ¿Son no mucho mejores que nosotros? No somos un colectivo. Ni
tú, Adonis. No puedes esconderte detrás de este grupo, quienquiera que sean.
Tú me drogaste.
- ¿Qué?
- Cuando Tántalo y los demás te vieron con encanto para subir a bordo, se
asustaron, y... - caminó por la suite, tomando botellas de agua vacías mientras
caminaba. Yo podía ver la creciente alarma en sus facciones mientras él
contaba las botellas. - Yo sabía que tenían las armas. No quería que ellos las
usaran en ti, así que prometí que no eras una amenaza, y juré mantener un ojo
en ti. Ellos estuvieron de acuerdo en dejarte en paz, siempre y cuando yo te
diera esto para sacar tus poderes por un tiempo. Ellos no querían que los
encantaran, porque no todos son inmunes-. Adonis empujó las botellas de
agua vacías en la basura.
Sí, ellos estarían bien heridos. El Señor del inframundo no sería muy bueno con
un grupo que buscaba... ¿Qué exactamente? ¿Nuestra extinción?
-Poseidón tenía razón. - Reprimí la risa histérica burbujeando dentro de mí. Los
semidioses eran una amenaza. Ellos estaban trabajando juntos, y estaban
armados; Nos engañaron. Todo porque éramos muy orgullosos para considerar
que podríamos estar tratando con seres inferiores. - Debería haber dejado al
barco hundirse.
Dioses, Poseidón tenía razón sobre Adonis también, él era una víctima
profesional. - ¡Podrías haberme dicho!. - Mi grito enfurecido resonó por la sala.
¿Nosotros? Sólo un momento atrás, había dicho ellos. ¿Cuán profundo estaba en
eso?
Adonis se alejó, moviéndose a través de la línea dividiendo la cocina de la sala de
estar. - No podría ser responsable de la muerte de nadie. Son buenas personas, con
miedo y con rabia, y tienen el derecho de estarlo. Yo no quiero que nadie muera,
incluso tú.
- Eso fue un accidente. Tú ya habías salido del club y ellos no sabían que ibas a
volver. Después de que me di cuenta de que habías dejado la habitación, traté de
avisarte. Lo intenté, pero no me oíste, ellos no intentaban llegar a ti, tú estabas en el
camino. Ellos intentaban llegar a Poseidón.
- La gente murió.
Adonis se estremeció. - ¿Crees que no soy consciente de eso? No estoy más de ese
lado Afrodita. Nadie debería morir.
- Poseidón lo merece.
- No es eso lo que yo... - ¿por qué explicarme para él? - Dioses, realmente nos
odias.- Siempre lo supe, pero no tenía idea de la profundidad del odio de él.
- No te odio.
- Sólo porque pensaste que podría ser algo diferente. - Me incliné contra la mesa de
apoyo. - Algo que puedas tolerar.
- ¿La mayoría de los dioses? Los conociste a casi todos ellos, Adonis.
¿Perséfone se parecía psicótica para ti? ¿O Artemisa? ¿O Ares? ¿O Hefesto?
¿Estás diciendo que ninguno de ellos merece morir como una precaución? -
Escupí la palabra. - Este es un nuevo panteón. Todo es diferente...
-Es tarde para eso. Los dioses nos herraron, herraron a nuestras familias,
algunos de nosotros por generaciones. Toda la familia de Tántalo está
literalmente maldita. Ha pasado por generaciones, debido a algo que sucedió
siglos atrás. No ayuda a conciliar diciendo que los dioses cambiaron a quien ya
fue herido. Ellos lo mataron.
- ... Intentar rehacerme en algo más a tu gusto. Algo que puedas controlar.
Dioses, todas las cosas que dijiste anoche sobre aceptar una ventaja si tuvieras
una. Intentabas justificar lo que hiciste.
- ¡No!
- ¡Dormiste conmigo! - gruñi. - ¿Algo de eso fui yo? ¿O me encantaste para ...
- ¡No!
- Yo te amo.
No. Adonis sentía lo que sucedía cuando jugaba a dos personas en una
habitación, apilaba con desastres físicos y emocionales, peligro y caos, y
jugaba una buena dosis de culpa. Él sintió algo por mí, tal vez incluso algo
fuerte, pero no era amor. No si pudiera entender lo que hizo.
Pero todavía dolía.
Miguel podría golpear la puerta. Lo que significaba que el escudo fue retirado.
Y eso significaba que algo había ocurrido con el escudo o el dios que lo
colocó.
¡Perséfone! Ella se fue con Tántalo. Ares y los demás... Necesitaba advertirles.
Ellos pensaban que estaban ayudando a los semidioses, pero los semidioses
estaban detrás de toda esa cosa y estaban armados. Todo porque fui muy
ciega y estúpida para ver el peligro justo delante de mí. Necesitaba arreglarlo.
Necesitaba ayudarles.
Esto no habría sido posible. Los semidioses no podrían usar glamour, pero
incluso si pudieran, deberían dejar una firma de energía. Mi capacidad de
recoger firmas desapareció casi instantáneamente, pero Poseidón me
rastreaba usando mi glamour. Él habría notado decenas de semidioses
disfrazados. La voz de Poseidón resonó en mi mente. Si son inmunes al
encanto, no hay como decir que otras cosas extrañas hay sobre ellos o lo que
pueden hacer. Son muy peligrosos.
Cerre los ojos. Él tenía razón. Que los dioses me ayuden, Poseidón tenía razón.
- ¿Ellos van a matar a los otros dioses? ¿Van a drogarlos?
- Yo no... - Adonis se frotó la nuca, pareciendo enfermo y con culpa. - No sé.
Ellos no confían más en mí, y no han hablado conmigo. No es como si el
objetivo haya sido siempre atacarlos. Sólo querían ser dejados en paz.
Con una sigla como CONDENADOS, de alguna manera dudaba de eso. Pero
Adonis creyó en lo que querían, y ahora estaba muriendo por eso. Pero no
dejaría que eso sucediera con los demás.
Oh, como si yo fuera a escuchar otra palabra que él dijera de nuevo. Corrí
hacia la puerta.
CAPITULO 30
La puerta golpeo detrás de mí, empujándome en un Miguel asustado. - Lo siento-
engañe, inclinándome contra la puerta.
- Lo siento, ¿qué?
Miré hacia arriba y vi algunas nubes que se pasaban en el cielo, pero incluso
éstas permanecían perfectamente inmóviles. Como si el mundo hubiera
sostenido la respiración, congelando el tiempo.
- Okey... ¿Y ahora? - Mordí mi labio, tamborileando los dedos contra las rejas
de metal. Tal vez Artemisa y Ares habrían permanecido quietos la noche
pasada para mantener sus disfraces. Si yo...
Dioses, ¿qué tan mal estaba para seguir recibiendo esa reacción?
-¿Qué sucedió?
- Eh, eh. - Él se inclinó hacia atrás, listo para deshacerse de mi abrazo hasta
que percibió cómo me agarraba a él para ponerme en pie. - ¿Estás bien?
Él mintió.
El dolor estalló en mi cara. Él me golpeó con fuerza suficiente para hacerme ver
estrellas, y grité en shock cuando tropecé hacia atrás. Pero no abrí mis ojos.
Necesitaba avisar a los demás mientras todavía podía. Una causa divina de
muerte llegando. Tomé un pedazo de vidrio y apreté contra la garganta de
Tántalo. Sus ojos se abrieron.
- Para - él lo ordenó.
Su puño golpeó mi cara, luego en mi intestino. Él me dio varios golpes, sus ojos
salvajes con rabia. Vagamente, yo era consciente de Adonis gritando a un
miembro de la tripulación para apresurarse y abrir la puerta. La tarjeta clave
bocinó, la puerta se abrió, y yo todavía miraba a Tántalo, desesperada para hacer
lo que él pedía.
- ¡Para! - La voz de Adonis sonaba ronca de tanto gritar. Él tiró a Tántalo lejos de
mí, y caí en el suelo, mis ojos aún buscando desesperadamente por él.
- Oh, dioses, oh, dioses. - Adonis apartó el pelo de mi cara, su voz sonando en
pánico. - ¿Qué hiciste?
- Mira eso- Tántalo continuó, levantando la camiseta para inspeccionar los daños.
- Me apuñaló. Y probablemente me dio una conmoción. Vamos. Ayúdame.
Podemos arrestarla con los demás.
Adonis inclinó mi barbilla hacia arriba, sus dedos tocando mi cara pulsante.
Intente desesperadamente ver alrededor de él para encontrar a Tántalo. - ...
Dioses, ¿qué has hecho con ella? Los dioses nos matarán a todos por eso. Nunca
van a parar.
¿Elise?
Me levanté con los ojos abiertos, apretando los ojos contra la fuerte luz
fluorescente. Los ojos dorados de Elise estaban sobre mí, tan llenos de
preocupación, y abrí la boca para tranquilizarla. Pero abrir la boca trajo un nuevo
mundo de dolor. Oh, dioses, cada parte dolía.
¡Tántalo! Apreté mis ojos cerrados e intenté alejarme, pero sólo conseguí algunos
débiles espasmos.
- N-no, - lloré, el pánico inundo mi pecho mientras sus manos se cerraron sobre
mis hombros. - ¡No! - Golpee débilmente en sus brazos. Él me controlaría, lo
haría, cavaria en mi interior y me convertiría en una muñeca viva. No habría nada
de mí, nada. - ¡Por favor no! - Un ruido histérico quedó atrapado en mi garganta.
Yo no pasaría por eso de nuevo.
- estabas muerta. - La voz pertenecía a Elise, pero el tono era todo de Artemisa. -
Nunca he visto nada parecido. Casi perdiste todo tu poder, sin pulso, y no
estabas curando. Cada vez que paramos...
-Horas- Artemis respondió. - Qué bueno que lo has conseguido. - Ella dio un
apretón suave en mi hombro antes de levantarse. La sentía alejarse de nosotros,
pero no podía girar la cabeza para ver a dónde fue.
Adonis gimió, y yo salté. Ares siguió mi mirada hacia Adonis y sus ojos se
estrecharon. - ¿Afrodita? -Ares inclinó mi barbilla hacia arriba, haciendo una
mueca hacia la sangre y los hematomas en la cara. - ¿Qué sucedió?
- Él... - luché para formar palabras para explicar que Adonis me traicionó. Pero
él trató de salvarme también. Había dos imágenes conflictivas de él en mi
mente, una alzando el brazo para abrazarme y otra ofreciendo veneno, y no
conseguía conciliar cuáles eran verdaderas.
- Bien, mierda-. Artemisa se balanceó a sus pies. - Eso cambia las cosas. Tira el
glamour, Ares. Si no conseguimos salir de esto, los necesitamos usando
nuestros cuerpos para justificar la guerra.
Ares liberó su disfraz, pero no dijo nada. Él no dijo una palabra durante toda mi
historia, a pesar de que su brazo que estaba a mí alrededor se había endurecido
en algún momento.
- Ellos no están respondiendo a los llamados casuales, por lo tanto, o los demás
están involucrados - Artemisa continuó - o estamos fuera del mapa. Creo que la
única manera de llamar a los demás- se detuvo delante de Adonis y se arrodilló -
Es utilizando una convocatoria que no puedan ignorar.
-Lo sé- conseguí susurrar. Dioses, moverme era tan malo. - Pero... Mira lo que
hicieron con él. No lo tratan como un aliado. Si está realmente en contra de
ellos, necesitamos saber lo que hacen.
-Por lo que sabemos, ellos pueden curar- Artemisa argumentó. -Sé que parece
que intentó ayudar al final, Afrodita ,entiendo. Pero él no contó sobre el veneno
hasta después de haberlo descubierto. Él no fue a la habitación de Tántalo hasta
después de que estabas bajo su control. Ellos Pueden mentir. - Encontró mis
ojos. - Sé que quieres creer en él, pero no podemos arriesgar.
- Pero...
Artemisa apretó los ojos mientras pensaba sobre todo lo que le dije a ella,
dejando escapar una serie de maldiciones al darse cuenta de que Ares tenía
razón. - Okey, nuevo plan. Voy a intentar Caminar en los sueños, vere si puedo
encontrar a alguien. Si algo aquí cambia...
- Oh. - Escurrí mis brazos de la chaqueta con un silbido de dolor, pero las
manos de Ares me dispararon.
- No. - Un tono de pánico estaba atado en su voz Ares tiró la chaqueta de vuelta
en mis brazos. - Por lo que sabemos, es la única cosa... - empezó a alejarse de
mí, pero no lo dejé.
Cerré los ojos. Me estaba dando las gracias por compartir su token con él. -
Esto es todo culpa mía.
- Eh. No, no lo es.- Ares se quedó frente a mí para que pudiera ver mi rostro. -
Haré todo lo que pueda para sacarnos de aquí, ¿okey?
- No- Ares sacudió la cabeza. - eras una herramienta, Afrodita. Tenías tanta
culpa como un arma cargada en manos de un asesino. Nada que te hizo hacer
fue tu culpa. No te culpo.
- ... Y te fuiste.
- Yo lo sé. Era él. Pero es como dijiste, no puedo... no es algo que pueda
corregir. Y no paró con su muerte. Sigo... La gente me sigue usando para herir
a mis amigos. Estás atrapado aquí por mi culpa. Si hubiera percibido eso más
rápido, si le hubiese dicho a Poseidón...
- Ares... - respiré.
Cerré los ojos, recodando todos los mitos que decían como Zeus estaba
asqueado de Ares. Me acordé de todas las visiones horribles que vi cuando
Ares se presentó por primera vez. Las batallas, el derramamiento de sangre, la
gente gritando con rostros mezclados. Zeus lo convirtió en la guerra. Él tomó
a su hijo más gentil y amable y lo transformó en guerra. - Dioses - susurré,
horrorizada.
Creo que la voz de Perséfone resonó por mi mente, "tal vez no se sienta en el
derecho de estar... Perturbado, o lo que sea, porque lo que pasé fue peor. Sólo
que no es así como funciona".
Dioses, yo era una idiota. Una idiota egoísta. Me incliné hacia Ares,
abrazándolo, he incliné mi barbilla para que yo pudiera susurrar en su oído. -
Nunca podrías romperme. - Yo no daría ese tipo de poder a nadie más. - Pero
está bien si no estás listo para esto, para nosotros. - Besé su mejilla.
Él volvió la cara hacia mí, sus labios rozando contra los míos. Él me besó
suavemente, sus movimientos suaves para advertirme que yo podría
apartarme en cualquier momento... e hice lo que él había hecho tantas veces
por mí, lo agarré hasta que pudiera recomponerse lo suficiente para levantarse
solo.
CAPITULO 33
Algún tiempo después, Artemisa abrió los ojos. - Ya los encontré- ella anunció. -
Ellos están buscándonos. Pero Poseidón cree que debe haber algún escudo,
porque no puede sentirnos.
Artemisa me dio una mirada cansada. - Quiero decir, no lo intentamos en las horas
en que estuvimos aquí.
Ares la silenció, pero no antes de descubrir lo que ella quería decir. Aunque
escaparan, no podrían ir muy lejos conmigo. Levanté mis rodillas hasta mi pecho,
estremeciendo con el dolor, e hice lo mejor para no desmayarme o vomitar en la
celda.
El puño de Ares se cerró y abrió. - Por lo que me imagino, cuando Tántalo le dijo
que cayera muerta, ella no era lo suficientemente fuerte para jurar sobre sus
poderes, entonces ella tuvo una muerte más mundana, y paró su corazón. Suerte
tuya que él no dijo cuánto tiempo ella debía quedar muerta, y ella tenía poder
suficiente para curar el daño cuando fue traída de vuelta.
¿Por qué sería una suerte para Adonis? Miré hacia arriba y cogí la mirada asesina
en los ojos de Ares. Oh.
Adonis tosió, un sonido mojado que me dejó pensando si Tántalo causo más
daño de lo que pensaba. Él me miró, esperando encontrar mis ojos. - Qué bueno
que estás bien.
-Afrodita dijo que nos contarías todo. Ahora sería un buen momento.
- Espera, ¿La maldición de la casa de atreo? - Interrumpí. - Pensé que era una
historia antigua.
-Y lo es. Esa historia terminó con Orestes -dijo Artemisa, refiriéndose al último
descendente maldito en la Casa de Atreo, y descendiente lejano de Tántalo.
-A cambio de la hija-.
-¿Hija? – Interrumpí.- Niobe. Ella y Zeus tuvieron catorce hijos. Siete hijos y siete
hijas. Y cada una de esas hijas...
Adonis asintió. - Por generaciones. Pero entonces, hace dos años, Zeus decidió
que éramos lo suficientemente fuertes para robar nuestros poderes a través de
la fidelidad. Él comenzó a asesinarnos. Tántalo, Jason y Narciso se unieron y
comenzaron los CONDENADOS, a fin de encontrar a los descendientes y
proteger a todos los que pudieran encontrar.
- Él es...
Al final del pasillo, una puerta golpeó. Artemisa se colocó entre mí y las barras,
Adonis se levantó y se tambaleó más o menos hacia la celda, y Ares me tiró del
suelo y me puso delante de él para que me quedara lejos de las barras.
Caí contra él. - Si ellos los drogan, ustedes no pueden ser inmunes al encanto,
ninguno de ustedes. - Levanté mi cabeza con la intención de mirar a Artemisa y
asegurarme de que ella oyó mi advertencia, pero Ares me detuvo.
Miré por encima del hombro como apareció Tántalo, llevando una lanza de
apariencia antigua en una mano.
- Podemos empezar.
Ares leyó la confusión en mi cara y miró hacia arriba, echando una mirada
significativa a una pequeña cúpula negra colgada en el techo. Confundí la
cámara por una luz quemada. Él nos ha estado observando. ¿Tiene audio
también?
-Tú - Ares dijo a Tántalo, manteniendo los ojos presos en los míos- O son los
más valientes, o los semidioses más estúpidos que he encontrado.
- traicionaste nuestra causa. Así que lo estamos usando en ti, para probar la
eficacia del compuesto químico en semidioses que se prueban indignos de sus
poderes.
¿Y lo hicieron sus científicos? Tal vez Zeus no fue el único dios desaparecido el
año pasado.
Tántalo se rió cuando Ares quedó inmóvil, sus pupilas se abrieron. - Mata a lo
que más quieres que viva. - Pasó la lanza a través de las rejas.
CAPITULO 34
- ¡Afrodita, corre!-Artemisa me tiró lejos de Ares tan rápido que perdí el
equilibrio y caí al suelo, aterrizando cuando los fuegos artificiales pasaron cerca
de los pies de Tántalo. Entonces el ruido vino de eso.
Ares se quedó inmóvil, presionando los dientes, sus manos envueltas alrededor
de la lanza tan apretada que los nudos de los dedos quedaron blancos. Cada
músculo en su cuerpo parecía tenso mientras él luchaba contra la influencia de
Tántalo. Sus ojos corrían hacia mí, llenos de pánico.
La mayoría de la gente estaría muerta unas cinco veces hasta ahora, el lado
aburrido de mi cerebro apuntó. Ignoré mi lógica molesta. Reconocer que yo no
está equivocada, sino super equivocada, no ayudaría en nada ahora.
- Tántalo, ¿por qué estás haciendo eso? - El rostro herido e hinchado de Adonis
contorneó en confusión cuando miró a Tántalo. Podría haber sido intimidante, si
no fuera tan obvio que su apretón de muerte en las barras de la celda era todo lo
que le mantenía de pie.
- Te dije, necesitaba un cadáver. Pero estoy satisfecho de que funcionó de esta
manera. Tu novia casi rompió el encanto sobre los pasajeros armados- explicó
Tántalo, pasando algo brillante y parecido como una estaca de un lado a otro.
Metal Olimpico. Excelente. Si Ares no pudiera matarme, Tántalo lo conseguiría. -
Necesitamos ver si romper el encanto es posible con la motivación correcta.
Además, necesitamos una causa divina de muerte.
- ¡Ares! - Artemisa tomo al dios de la guerra y miro sus ojos. - Sal de eso.
- Corre- él consiguió decir entre los dientes cerrados, antes de tirarme del otro
lado de la celda. Me golpeé en la pared opuesta a Ares y me deslicé hacia el
suelo, las estrellas explotaron en toda mi visión.
Oh, dioses. Me empuje en mis brazos, y entré en colapso. No había lugar para ir.
- ¡Eh! - Artemisa chasqueó los dedos delante del rostro de Ares. - ¿Sabes quién
debería querer vivir? - Ella esperó un golpe. -Tú.
Ella me ignoró. -Eres la divinidad más egoísta que he conocido, y eso significa
mucho. Admítelo, Ares. Crees que eres nuestra única esperanza de salir de esta.
No puedes ser el héroe si estás muerto. Si mueres, no puedes salvarnos.
Ares avanzó, empujando a Artemisa fuera del camino con suficiente fuerza para
mandarla girando al suelo. En cuestión de segundos, me acorraló.
- ¿Te oyes? - Adonis gritó. - ¡Eso es una locura! ¿Drogar a las personas,
golpearlas, jugarlas en jaulas, asesinato? Tú no puedes...
Ares vino a mí, su mano apretada sobre la lanza. Cuando Artemisa se echó
hacia él, él la golpeó contra la pared con tanta fuerza que yo sabía que se
había perdido completamente contra el encanto.
- Para - imploré. - Ares, por favor. - Torcí el camino con un grito y la lanza
golpeó la pared, apuntando en el fondo del metal y perforando allí.
Adonis encontró mis ojos. Has alguna cosa, de alguna manera, parecía decir.
Él se quedó jadeante mientras se encogía contra las barras, a meros metros de
distancia. Pero podría muy bien haber estado en otro reino por toda la ayuda
que él era. No vi ninguna esperanza en su expresión, sin fuerzas. Sólo parecía
asustado y herido. Rasgando mi mirada lejos de él, miré del otro lado de la
celda a Artemisa. Ella estaba acostada en un amoníaco inconsciente contra la
pared de la celda.
Esperé hasta el último segundo posible, así que salí del camino. La punta de
la lanza cortó el hierro de las barras, creando un corte en el metal. No era
una ruta de fuga prometedora. Pero si pudiera hacerlo… golpear las barras
lo suficiente...
Entonces el dolor de rodar fuera del camino llegó. Tántalo había hecho
demasiado en mí. Cuando me metí, sentí cosas en mi interior que no debían
moverse. Cayendo contra las rejas de la celda, respiré hondo en un intento
desesperado para parar la sala rodando. No podía moverme más. - Ares, por
favor. Este no eres tú.
Un grito burbujeó dentro de mí, pero yo no podía abrir los labios para dejar
el sonido salir. Trague en seco cuando Ares sacó la lanza. El dolor era tan
intenso que podía ver ráfagas rojas de angustia detrás de mis párpados. Caí
en el suelo, pero de alguna manera, Adonis consiguió mantenerse de pie.
- Una muerte divina- conseguí decir, agarrando a Adonis más cerca de mí. -
Perséfone. - Si Adonis muriera, ella vendría. Sólo porque Tántalo estaba acabado
en el momento no significa que este lugar estaba seguro. Ares y Artemisa
necesitaban acabar con cualquier posibilidad de una amenaza antes de que ella
viniera para acá. - Destrucción - lloré.
CAPITULO 35
Ares asintió en entendimiento, una expresión sombría pasó en su cara. -
Presiona - él me recordó, presionando la camiseta a mi lado y poniendo la
mano sobre ella. Su voz sonaba hueca cuando sus palabras resonaron a través
de la celda de metal y mi corazón dolió por él. Por la culpa escrita en su cara.
Eso no es justo, quería decirle. No fue culpa suya. Pero yo sabía mejor que la
mayoría de lo vacía que eran esas palabras.
Él miró a Adonis una vez más, entonces pareció percibir que no había nada
que pudiera hacer por él. Se unió a Artemisa en las barras de la celda, cogió la
lanza, y se arrojó en las barras, deslizando su lanza contra ellos. Artemisa
pateó el Metal Olimpico de la mano de Tántalo y cuidó de mantenerla segura
mientras Ares arruinaba la puerta. El sonido de metal golpeando llenó la celda,
y mi oportunidad de tranquilizarle fue perdida.
- No hagas eso-. Adonis levantó la mano para tocar mi cara, y sus dedos
salieron mojados con mis lágrimas.
No podía confiar en él, sino que aún me sentía furiosa con él, pero ni un poco
de la rabia era lo suficientemente fuerte para que yo quisiera verlo muerto.
Hay mucha diferencia entre estar enojada con alguien y odiarlo lo suficiente
para no hacer nada mientras él sangraba. Y esa diferencia no tenía nada que
ver con la otra persona. - Yo debería ser capaz de curarte- yo sollozaba,
agarrándolo con más fuerza.
- Grita si nos necesitas- Artemisa gritó por encima del hombro, corriendo por el
pasillo.
- Yo ya vuelvo. Mantén la presión sobre eso - Ares hizo señal a mi lado mientras
se dirigía por el pasillo en la dirección opuesta de Artemisa.
El dolor en mi lado cuando hice exactamente eso intensificó más allá de la
creencia. Me quedé mirando los ríos de sangre mezclándose juntos
Sangre.
Yo era una diosa. Una droga no podría cambiar eso. Y ahora, gracias a Tántalo,
sabía cómo funcionaba el compuesto.
Mis poderes no se fueron, ellos estaban apenas desviados, un reflejo involuntario
ligado a la curación. Pero los dioses no tenían reflejos verdaderamente
involuntarios. Los poderes no eran la única diferencia entre Dioses y el hombre.
Somos diferentes en un nivel fisiológico. Éramos seres fundamentalmente
diferentes.
Y así fue. Sólo necesitaba activar el icor en mi sangre e imbuirlo con la divinidad.
Él se curaría solo, porque icor era la maldita sangre de los dioses.
Ahora venía la parte más difícil. Al concentrarme, active el icor en nuestra sangre
de vuelta antes para una época de caos, oscuridad y poder. Este vacío, esa locura,
era mi derecho de primogenitura, porque yo era más que una hija de Zeus. La
sangre de caos corría en mis venas. El poder bruto de las divinidades
primordiales. Y nadie podía sacar eso de mí.
La sangre de Adonis brillaba, roja parpadeando al oro derretido. Una luz brillante
brilló de su herida, envolviéndonos a ambos. Mi pelo flotaba en la luz, y por un
momento, el tiempo parecía suspendido. Entonces la luz dorada aspiró su herida.
El pigmento alivió en su piel, curando el daño dentro de él, completando la
transformación. Asistió con una fascinación aturdida, su tejido muscular se rasgo
para reconectar el hueso, y una arteria cortada se cerraba con un brillo dorado. La
luz vino hacia fuera, curando todo en su rastro, hasta que finalmente su piel se
unió. Su piel y su cabello quedaron blancos. Cuando sus ojos se abrieron, eran de
un plateado claro.
- eres un dios - conseguí decir, mi visión vacilando cuando caí sobre él, la
conciencia huyendo de mi cuerpo una vez más. - Te salve. - Ahora estábamos a
mano.
CAPITULO 36
No debería ser capaz de ver mi cuerpo flácido contra la pared, o la sangre roja y
brillante contra el suelo plateado. Como regla, las personas inconscientes no ven
mucho, y sé de ello, dada la enorme cantidad de tiempo que he pasado
inconsciente recientemente.
- ¿Ella...? -preguntó.
- Brillante - Ares dijo, sonando como si hablara serio. Él corrió hacia dentro de la
celda y arrodillándose al lado de mi cuerpo, dejó caer la lanza en el suelo,
sacando ataduras y gasa del kit de primeros auxilios.
- Ellos no tienen nada que atacar - Artemisa terminó, pasando en mi cara una
variedad de compresas con alcohol y ataduras.
- Mientras permanezca vivo, de todos modos.
Adonis tomó un momento para digerir eso.
“No lo vi.”
-no puedes curarla - Ares continuó. Ella lo cogió, sus ojos nunca me dejaron.
-Ellos no lo harían. Pero Elise es una historia diferente. - Cuando Ares habló,
sus características cambiaron, su pelo oscuro iluminando como oro. En pocos
segundos, se parecía a Adonis, pre-apoteosis. - No puedo quedarme así
durante mucho tiempo.- Él cerró las miradas con Perséfone. - Entonces yo
necesitaré tu ayuda. ¿Puedes hacerla parecer a Elise?
No, pensé, percibiendo adónde iba Ares con eso. Adonis parecía no oírme.
“Adonis, no los dejes...”
“Mi visión” – “no, la de el” -se nublo por un momento, entonces se oscureció.
Mi audición se cortó, pero luego todos mis sentidos patearon de nuevo, como
una televisión que se encendía de nuevo después de un fallo de energía. Dada
la falta de preocupación de Adonis, percibí que eso no estaba sucediendo con
él. La conexión, en esta fase de todos modos, estaba desapareciendo.
-No. - Adonis luchó por palabras para explicar. - Sus poderes no funcionan en
nosotros, en, en ellos. Podemos caminar a través de un escudo ileso y
cualquier poder que tu dispares en nosotros no nos afecta, pero aún no vemos
nada a través de escudos o glamour, hasta que atravesamos, o oímos, lo que
sea. Con cambio de percepción no es diferente.
Cuando Perséfone me tocó, sentí el glamour sobre mí a través de una niebla de
inconsciencia.
- Voy a asegurarme que ella reciba ayuda- Ares prometió a Perséfone. - Y voy a
recoger el máximo de información que pueda con seguridad. Pero tienes que
mantener los glamours para los dos. ¿Puedes hacer esto?
- Sí. Quiero decir- Perséfone vaciló. - Para ella, sí. Ella todavía está ligada a mí por
el vínculo, pero tú... Con la distancia...
- Llévela a un lugar seguro, sólo un viaje. - Ah, y Poseidón... - Sentí a Ares tomar
la lanza a mi lado. - Voy a necesitar que me apuñales.
FIN
LOVE & WAR
(AMOR Y
GUERRA)
Daughters of zeus #5
Después de escapar con vida por poco, Afrodita se
despierta para encontrarse en el campamento base de
los semidioses, una hermosa isla tropical.
Impotente y herida, ella no tiene opción a
no ser disfrazada como una semidiosa
para descubrir lo que realmente está
pasando. Suerte para ella, no está sola.
Ares está con ella, también disfrazado.
Pero pronto se da cuenta de que ella
puede ser más una responsabilidad que
una ventaja cuando sus ataques de
pánico y pesadillas amenazan con
exponerlos.
Ares está tan ansioso como cualquiera
para cerrar la trama de los semidioses.
Pero ahora, todo lo que puede pensar es
en ella. ¡Él casi la mata, por el amor de
Dios! Y aunque el momento no pudiera
ser peor, se está enamorando
rápidamente. Él hará cualquier cosa para
protegerla... Aunque eso signifique
sacrificarse.
Sin embargo, encuentran aliados en los
lugares más inesperados...
Más diosa que semidiosa, Medea está
casada con el líder rebelde, Jason. Pero
hay algo extraño sucediendo. Jason está
actuando muy extraño, y Medea se
encuentra atraída por una nueva
semidiosa que misteriosamente llegó
casi muerta en la isla. Ella siente que hay
más en esta visitante de lo que el ojo ve.
Ella no adivina...La guerra está llegando,
no hay duda. Pero en su estado
debilitado, ¿Afrodita tiene alguna
esperanza de sobrevivir a esto?
KAITLIN BEVIS
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