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Universidad Nacional del Nordeste

Facultad de Humanidades
Departamento de Letras
Literatura de Europa Meridional

Juan Manuel González Breard


Valeria Agustina Noguera
Macarena Belén Verón

La fuerza moral de Dante. Análisis del canto XVI de La Divina Comedia de


Dante Alighieri

Introducción
Dante Alighieri (1265-1321) nace en Florencia, Italia, en una época en la que en
que el orden medieval estable se quiebra, y se inaugura la baja Edad Media, que se
define como «el periodo que transcurre desde que se anuncia la crisis del mundo
medieval -en la segunda mitad del siglo XIII- hasta las postrimerías del siglo XV»
(Romero, 1987:180).
A principios del siglo XIII, cuando nuestro poeta aun no nacía, los conflictos por
la discrepancia entre el papado y el Sacro Imperio, comenzaron a inundar la ciudad,
creándose dos bandos: los güelfos y los gibelinos que adherían al poder del emperador
por sobre el Papa. Entre los fieles al imperio se encontraba la familia de Dante, que
vivió durante el gobierno de los gibelinos antes del nacimiento del poeta. Dentro de los
güelfos que antecedieron a Dante - también güelfo- estaban personas importantes de la
época como Guido Guerra V, Tegghiaio Aldobrandi y Jacobo Rusticucci; que se
convertirán en personajes sodomitas que serán analizados más adelante.
La ciudad desde época anterior a que nazca Dante, había cambiado
rotundamente, nacía una nueva clase de tono burgués y junto con este cambio, las
costumbres comenzaban a cambiar
La clase noble raleaba; comenzaba el surgimiento de la clase nueva, de
modalidad ya burguesa. […] Los intereses materiales, el negocio, no menos que el
gusto por las comodidades y la ostentación suntuaria, iban en aumento. Las
costumbres, en nivel correlativo, se relajaban a ojos vistas (Battistessa, 1994: p. 11-
12)
Esta sociedad siguió cambiando, y los enfrentamientos entre güelfos blancos
(más cercanos a los gibelinos) y negros1, en la época en que Dante se destacaba como
político, fueron cada vez más pronunciados. Sin embargo, Dante «se declaró en rebelión
político patriótica, no teológica, contra la oposición de Bonifacio» (1994: 16) el papa al
que se enfrentó fervientemente por su intromisión en los asuntos de la ciudad, con la

1 Los güelfos se dividieron en blancos y negros. Los blancos – la mayoría de origen burgués – no
aceptaban la intromisión del papa en cuestiones estatales y los negros que pensaban que había necesidad
del apoyo del Papa.
ayuda del príncipe de Francia. Por estos enfrentamientos con los güelfos negros fue
desterrado de su ciudad natal.
En sus últimos años de vida, escribió La Divina Comedia «como el testimonio
del papel de Beatriz en el rescate de la vida moral de Dante» 2 (1994: 30). Dante fue un
gran crítico de su época, y esto veremos plasmado en casi toda su obra donde aparecen
grandes personajes históricos, como también ciudadanos florentinos que sirvieron de
ejemplo para el poeta.
Para Dante fue importante exponer en sus escritos cuatro sentidos: literal,
alegórico, moral (con inclusión de la política) y anagógico (1994: 36). El sentido moral
- como veremos en el párrafo siguiente, pensado desde una combinación entre el
pensamiento aristotélico - filosofía a quien Dante admiraba – y el pensamiento
teológico. Este sentido le sirvió para poder enseñar a través de esta gran alegoría que es
La divina Comedia, la «vía de la salvación» (1994: 32)
Si queremos indagar sobre cómo se aprecia la fuerza moral de Dante en el canto
XVI de la Divina Comedia, debemos tener en cuenta que la idea de moral en el poeta
florentino, aunque heredera de la concepción de Aristóteles de virtud (ἀρετή3), es
repensada desde el cristianismo. Por tanto, si hablamos de «fuerza moral» en el caso de
Dante, estamos enunciando «virtud o excelencia moral aquiniano-aristotélica», pues la
palabra «virtud» proveniente del latín virtus, cuya significación es la de «fuerza»,
«vigor», «valor», y fue asociada a la moral cristiana por Santo Tomás de Aquino bajo el
amparo de la filosofía aristotélica.
La virtud, para Aristóteles (Ética, II, 6, 1985:169), era concebida como un hábito
de elección en una posición intermedia, es decir, una acción voluntaria ejercida o
practicada diariamente con mesura o moderación entre dos extremos, por lo cual esta se
encuentra en un adecuado término medio y debe ser llevada a cabo por alguien de una
manera prudente o justa4. En consonancia con ello, la moral cristiana se basa en el
reconocimiento y puesta en práctica de cuatro virtudes cardinales: Justicia, Prudencia,
Fortaleza y Templanza; estas virtudes son denominadas «morales» por Santo Tomás
(Summa I-II, c.59, a.4, 1993:454), pues «perfeccionan la parte apetitiv 5 del alma
orientándola al bien de la razón» y «versan sobre todo aquello que puede ser ordenado y

2 Se dice que Beatriz fue la amada de Dante, quien al morir en 1290, dejó destrozado emocionalmente al
poeta. Beatriz será – junto con Virgilio – una de las guías hacia la salvación en La Divina Comedia
3 También significa “excelencia”, la cual no se contrapone a la concepción de una virtud ética o moral de
Aristóteles sino que la complementa, es decir, una virtud o excelencia del carácter, de una manera de ser o
costumbre debido a que la palabra griega ἦθος ethos posee este sentido de “hábito, costumbre, uso,
carácter, temperamento, manera de ser, pensar o sentir” (Pabón de Urbina 2007:282).
4 No por nada la virtud ética superior, para Aristóteles, es la justicia, puesto que lo justo señala la debida
proporción entre los extremos (Carpio 2003:130).

5 La parte apetitiva del alma corresponde al aspecto del alma que ‘hace apetecer algo’, Santo Tomás, se
refiere a ella como una potencia cuyo objeto son el bien y el fin: “El fin y la perfección de cualquier otra
potencia está incluido en el de la apetitiva, como lo propio en lo común (...). Por consiguiente, la
perfección y el fin de cualquier potencia, por cuanto son un bien, pertenecen a la apetitiva, porque ésta
mueve a las otras a sus fines, y ella misma logra el fin cuando cualquiera de las otras lo alcanza” (Summa,
I-II, c. 11, a. 1, 1993:138-139). Asimismo, se refiere a ella como una facultad, por ejemplo, el
entendimiento y la voluntad son para él facultades apetitivas superiores. Por otra parte, Platón definía al
alma apetitiva como aquella que busca la satisfacción de los deseos (Carpio 2003:87-88).
moderado» por ella; claro está, este teólogo cristiano de la Edad Media, utiliza el
término «virtud» apoyándose en la propuesta aristotélica.
Dante tiene muy presente estas nociones en su poema, en el cual se retrata a sí
mismo en un viaje de expiación, exponiendo en él una alegoría de su caída (y el de toda
la sociedad) en el pecado, es por ello que para vencerlo tiene que conocerlo, su misión
es la de salvar a sus contemporáneos6. En este sentido, Auerbach (1950:180) afirma que
la Divina Comedia es la historia de la transformación y salvación de un hombre, el cual
funciona como representante de toda la humanidad. Este viaje de ultratumba significa,
entonces, el camino hacia una purificación pero no solo para él, sino para todos los
hombres, y al emprender este recorrido, demuestra una increíble fuerza moral.
En nuestro trabajo, intentaremos analizar esta fuerza moral de Dante mediante
algunos pasajes del canto XVI de la Divina Comedia.

Desarrollo
En el canto XVI, Dante se halla en el tercer giro del séptimo círculo del
Infierno, en el que están los blasfemos, los sodomitas y los usureros, quienes aparecen
en un desierto ardiente de arena con una lluvia de llamas. Los blasfemos se encuentran
echados en la arena, los usureros se representan sentados, y, por último, los sodomitas,
los cuales intervienen en este canto, se encuentran deambulando en grupos.
Al comienzo del canto, se anuncia que tres sombras se acercan, y, reconociendo
las prendas florentinas de Dante, uno de ellos lo llama: «Sòstati tu ch’a l’abito ne
sembri / esser alcun di nostra terra prava» (DC, XVI, 8-9). La figuración de un grito de
alto de un muerto, a partir del reconocimiento de su atuendo, es interesante, puesto que
el poeta es el único que aún pertenece al mundo de los vivos, por lo cual, la mención de
sus prendas son una muestra del realismo de la época. Además, porque en este tercer
recinto del séptimo círculo del infierno los condenados habitan en las llamas: « ¡Ay de
mí! ¡Qué úlceras recientes y antiguas vi en sus cuerpos, producidos por las llamas!» 7;
ésta podría considerarse también una distinción entre Dante, quien aún conserva su
fuerza moral (por sus vestimentas impecables), y aquellos tres cuyos cueros se hayan
corroídos por las llamas.
Una de las cuatro virtudes cardinales que constituye la fuerza moral de Dante es
la prudencia y la misma se puede ver en el siguiente fragmento en que Virgilio advierte
al poeta de no olvidarse de obrar de manera cordial y meditada ante el llamado de los
muertos:

A le lor grida il mio dottor s’attese;


volse’l viso ver me, e: “Or aspetta”,
disse: “a costor si vuole esser cortese.
E se non fosse il foco che saetta
la natura del loco, i’dicerei

6 Para Valgimigli (1904:6) en ello radica la fuerza moral de Dante, en el hecho de que el poeta
consideraba que las mejores cosas debían estar al servicio de lo vendría, en su visión profética y
universal.

7 “Ahimè, che piaghe vidi ni’lor membri/ recenti e vecchie, da le fiamme incese!” (Dante, DC, XVI, 10-
11)
che meglio stesse a te che a lor la fretta.”
(Dante, DC, XVI, 13-18)

La advertencia del maestro y el acatamiento del alumno, era una manera de


figurar, en la época de Dante, el retrato de una noble sumisión del ego, por lo cual la
obediencia magnánima del poeta florentino hacia las palabras de Virgilio es una
indicación de fuerza moral: Dante no se rebela ante su guía sino que lo escucha con
atención y hace caso a sus consejos, es un aprendiz ejemplar. La sugerencia de Virgilio,
entonces, constituye una enseñanza o máxima que Dante pone en práctica a lo largo del
canto a partir de la recomendación virgiliana: es cortés y siente piedad por las almas que
vienen a su encuentro, es prudente en su actuar.
Por otra parte, la templanza de Dante queda demostrada al escuchar de manera
precisa la presentación de las almas condenadas por parte de una de ellas:

“(...)
la fama nostra il tuo animo pieghi
a dirne chi tu se’, che i vivi piedi
così sicuro per lo´nferno freghi.
Questi, l’orme di cui pestar mi vedi,
tutto che nudo e dipelato vada,
fu di grado maggior che tu non credi:
nepote fu de la buona Gualdrada;
Guido Guerra ebbe nome, e in sua vita
fece col senno assai e con la spada.
L’altro, c’appresso me la rena trita,
è Tegghiaio Aldobrandi, la cui voce
nel mondo sù dovrìa esser gradita.
E io, che posto son con loro in croce,
Iacopo Rusticucci fui; e certo
la fiera moglie più ch'altro mi nuoce”.
(Dante, DC, XVI, 31-45)

Aquí se nos presentan tres personajes históricos: Guido Guerra V, Tegghiaio


Aldobrandi, Jacobo Rusticucci, los cuales cometen el pecado de ser violentos contra la
naturaleza, en su caso, la sodomía. Su condena se debe a que la homosexualidad era la
mayor ofensa en un mundo en el que la virilidad es el valor supremo. Estos hombres
famosos en vida, pertenecen al partido güelfo y son de una generación anterior a la de
Dante.
En el siguiente ejemplo, Dante los reconoce y no titubea ante su presencia, se
compadece de ellos, pero además finaliza la frase con una demostración de su fortaleza
personal, pues acepta abismarse hasta lo más profundo del infierno:

(...) “non dispetto, ma doglia


la vostra condizion dentro mi fisse,
tanta che tardi tutta si dispoglia,
tosto che questo mio signor mi disse
parole per le quali i’mi pensai
che qual voi sete, tal gente venisse.
Di vostra terra sono, e sempre mai
l’ovra di voi e li onorati nomi
con affezion ritrassi e ascoltai.
Lascio lo fele e vo per lo dolci pomi
promessi a me per lo verace duca;
ma’nfino al centro pria convien ch'i tomi”
(Dante, DC, XVI, 52-60)

En esta manifestación de Dante de querer continuar su viaje porque al final del


mismo su maestro le ha prometido recibir los dulces frutos de la vida, vemos la fuerza
de su carácter puesto que conociendo todas las penurias de las almas perdidas es que
éste podrá purificarse, y volver a caminar por la recta vía.
Además, podemos reconocer la virtud del florentino puesto que a sus
interlocutores los tranquiliza aseverando que siempre escuchó con cariño sus historias y
que sus nombres aún resultan ilustres en sus días. Esta cualidad de portar una palabra de
aliento para las almas penantes es una demostración de su gran fuerza moral.
En el siguiente fragmento elegido el poeta se muestra preocupado sobre la
situación actual de Florencia:

“La gente nuova e i sùbiti guadagni


orgoglio e dismisura han generata,
Fiorenza, in te, sì che tu già ten piagni”.
Così gridai con la faccia levata;
e i tre, che ciò inteser per risposta,
guardar l’un l’altro com’al ver si guata.
(Dante, DC, XVI, 73-78)

Al aceptar que su ciudad ha caído en el pecado Dante hace muestra de la


realidad de Florencia, y con esto denota su temple justo pues acepta la realidad y la
cuenta tal cual es, sin negar, ni ocultar estas cuestiones que lo podrían avergonzar. Se
hace claro entonces que él representa a su ciudad natal y con este viaje pretende redimir
los pecados de todos sus contemporáneos. Su salvación representa la de todos.
Este fragmento además vislumbra el consuelo que produce el poeta a las tres
almas en llamas puesto que al relatar las verdades sobre la actualidad de Florencia, estos
tres hombres reciben noticias sobre la tierra que los vio crecer y de la que pensaron
nunca jamás volver a saber.
En el episodio de Dante y la cuerda arrojada al vacío por Virgilio también se
puede evidenciar un ejemplo de fuerza moral:

Io avea una corda intorno cinta


e con essa pensai alcuna volta
prender la lonza a la pelle dipinta.
Poschia ch’io l’ebbi tutta da me sciolta,
sì come’l duca m’avea comandato,
porsila a lui aggroppata e ravvolta.
Ond’ei si volse inver’lo destro lato,
e alquanto di lunge da la sponda
la gittò giuso in quell’alto burrato.
‘È pur convien che novità risponda’
dicea fra me medesmo, ‘al novo cenno
che’l maestro con l’occhio si seconda’.
Ahi quanto cauti li uomini esser deènno
presso a color che non veggion pur l’ovra,
ma per entro i pensier miran col senno!
(Dante, DC, XVI, 106-120)

Podemos ver, al inicio, la alusión del poeta a la cuerda que traía ceñida al cuerpo
con la que tenía planeado sujetar a la pantera. Es necesario recordar entonces que en el
canto primero de la obra se muestra a Dante enfrentando a tres animales: la pantera, el
león y la loba, funcionando los mismos como alegoría de la lujuria, la soberbia, y la
avaricia respectivamente. Estos tres son los pecados que alejan al hombre de Dios.
Esta cuerda que sujetaba los atuendos del poeta funciona como alegoría de la
justicia y fortaleza de la humanidad puesto que con ella sería posible mantener sujeta la
pantera, es decir la lujuria que azotaba a Florencia por aquel entonces. Otro dato
llamativo es que la misma estuvo ceñida al cuerpo de Dante, es decir, él se encontraba
«protegido» por la fuerza moral a la que dicha cuerda hace alusión.
De este episodio también advertimos la prudencia con que actúa Dante al
entregar la cuerda a Virgilio para que este la arroje al abismo. Es decir, el poeta confía
plenamente en la estrategia de su maestro y sin cuestionarlo se desprende de ella, a
pesar de que ya tenía planes para la misma. Dante decide seguir los mandatos de
Virgilio, pues confía en su sabiduría.
Por último, se puede demostrar esta fuerza moral, hacia el final del canto, en
donde se expone una apelación al lector que no solo ayuda a la construcción de la
verosimilitud sino que da cuenta de las reflexiones sobre la verdad de la época, las
cuales problematiza Dante:

Sempre a quel ver c’ha faccia di menzogna


de’l’uom chiuder le labbra fin che’l puote
però che sanza colpa fa vergogna;
ma qui tacer nol posso; e per le note
di questa comedìa, lettor, ti giuro,
s’elle non sien di lunga grazia vote,
(Dante, DC, XVI, 124-129)

En los primeros tres versos (124-126), el poeta florentino es prudente, pues se


justifica en su proceder antes de relatar los acontecimientos que se podrían catalogar
como «increíbles». Por lo cual, en los otros tres (127-129), explica interpelando al lector
de manera directa y haciendo una referencia explícita a su obra que la descripción
siguiente (versos 130-136) no es un falso testimonio sino uno verdadero, es decir, le jura
veracidad; lo cual implica el carácter honesto del poeta, el mismo funciona como una
virtud o fuerza demostrando, una vez más, su implacable moral.

Conclusión
La fuerza moral de Dante en el canto XVI de la Divina Comedia se pudo
evidenciar mediante su firmeza de espíritu (recta vía, rectitud) ante los hechos que
presencia en este séptimo círculo del infierno. Así mismo esto se puede constatar a lo
largo de todo el poema, puesto que el poeta representa a la humanidad, él realiza este
viaje de purificación con el fin de salvar a sus contemporáneos que como él han caído
en el pecado. En ello radica la virtud moral de Dante, en esa excelencia o convicción
para exponer de manera alegórica un recorrido por un lugar distópico con el fin de
alcanzar el refugio de la sabiduría y el amor. En definitiva, su fuerza moral se evidencia
en su búsqueda de lograr un futuro mejor para todos los hombres.

Bibliografía
………….... (1933). La Divina Commedia. Bari: Gius. Laterza e Figli. Canto XVI, pp.
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Alighieri, D. (1840). La Divina Commedia. Torino: Marietti. Canto XVI, pp. 103-109.
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Battistesa, A. (1994) La Divina Comedia. La Divina Comedia – Infierno. (Bilingüe; traducción,
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Carpio, A. (2003). Principios de Filosofía. Una introducción a su problemática. Buenos


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