Una herida es una falta de la continuidad de la piel que puede estar
originada por diferentes causas, como un golpe, un corte con un objeto
afilado o una mordedura. Es importante conocer su origen, ya que el tratamiento va a estar condicionado en gran medida al agente que la provoca, si por ejemplo la herida ha sido provocada por una mordedura de animal habrá que vacunar a la persona, o para un corte puede que sea necesario suturar.
La mayoría de las veces las heridas no suponen un riesgo inmediato, pero
pueden llegar a serlo si no se actúa correctamente desde el primer momento. Para no encontrarnos con alguna complicación hay una serie de signos que debemos conocer y unas conductas que debemos adoptar que nos proporcionarán tranquilidad y ayudarán a la recuperación de la herida.
Complicaciones de una herida
Las complicaciones más importantes que pueden derivarse de una herida son:
Hemorragia: importante saber tratarla de inmediato porque puede llevar a
un shock. Infección: si es leve enlentece el proceso de curación y causa fiebre y dolor intenso. Si pasa a ser grave puede conllevar la pérdida del miembro afectado o incluso shock y muerte.
TIPOS
Abiertas: con separación de la piel. Debemos comprobar la distancia que
hay de un borde a otro de la herida, y la profundidad. Si no es muy abierta, no será necesaria una sutura. Cerradas: no se observa separación de la piel, pero generalmente hay hematoma. Suelen estar producidas por golpes, y requieren una atención rápida para descartar el compromiso de algún órgano o de la circulación. Simples: alcanzan solamente a la piel sin afectar ninguna función del organismo. La persona solo manifiesta dolor local, no se queja de dolor en órganos internos. Complicadas: son extensas y profundas, con hemorragia abundante, y generalmente conllevan lesiones de músculos, nervios, vasos u órganos internos. Son muy llamativas y se reconocen fácilmente
i te dispones a curar una herida, ya sea propia, de un familiar o una persona
de la calle, conviene que conozcas los pasos a seguir para hacerlo correctamente y evitar infecciones u otras complicaciones: Antes de actuar, es importante lavarse las manos con agua y jabón. Hay que observar si hay dolor, hemorragia, el tipo de herida que es y su extensión. Conviene conocer la causa para saber qué hacer: por ejemplo, las mordeduras necesitan atención médica no inmediata. Observa la hemorragia: si la sangre es más oscura y sale a impulsos es sangre arterial, más grave. En ese caso acude rápidamente a un centro de salud para ser atendido. Si existe hemorragia se debe presionar con una gasa estéril. En caso de no tener una a mano, presiona con un paño. Comprueba si hay objetos extraños en la herida (arena, cristal…), pero no los extraigas. Una vez que la hemorragia ha parado, cubre la herida prestando atención a que no se adhiera, y vigilando que no vuelva a sangrar. Si dispones de algún gel bacteriano a mano aplícalo.
Qué no hacer para curar una herida
Nunca hay que hacer torniquetes, puede provocar necrosis del miembro.
Dejar la herida al descubierto.
Sacar los objetos extraños de la herida. Puede que el cuerpo extraño esté taponando una hemorragia y es peor sacarlo que dejarlo.
Si se está aplicando presión a una hemorragia, nunca quitar la gasa/paño
que esté en contacto con la herida, ya que podemos romper la capa que se está creando para detener la hemorragia