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LA HISTORIA DE RONALD EL PAYASO DE MC DONALDS

3 monólogos

JUDAS
Siempre dije: nada me jode más que esa gente que tiene pesadillas
recurrentes. Gente que, más o menos tres o cuatro veces a la semana sueña
con la misma pesadilla. O gente que tiene miedo a alguna cosa determinada.
Gente que tiene, digamos, “fijaciones”. La gente que tiene “fijaciones” me
parece una puta mierda. Es gente que quiere llamar la atención. Por ejemplo,
un tipo que no come ensalada. Estas comiendo con el y con más gente, le
pasas la fuente de pescado, se sirve, te dice “gracias”. Le pasas el vino, se
sirve una copa, bebe y se lo pasa de puta madre. Hasta que le pasas la
ensalada. Le pasas la ensalada y dice: “no gracias: yo no como ensalada”.
Entonces empiezan las preguntas de todo el mundo. ¿Por qué? ¿Y desde
cuándo? ¿Es por tus padres? ¿Es que tu padre era un cabronazo que te
obligaba a comer ensalada?...y chorradas por el estilo. Y como la gente con un
tema así, es decir, un tema que NO LES COMPROMETE A NADA, NI
SIQUIERA A PENSAR se pueden tirar varias horas, disfrutan los capullos.
Cada vez que en la mesa sale un tema de charla inútil, la mesa se llena de
alegría. ¿Quieres llevar alegría a la mesa? Lleva un tema de conversación
inútil! Como el de la maldita ensalada. Entonces resulta que toda una cena se
convierte en una discusión acalorada acerca de la manía de un fulano con las
ensaladas. Ya sabes: le preguntan si le ocurre lo mismo con otras cosas; si las
verduras las come hervidas pero nunca crudas; si le molesta el vinagre o si le
echa limón al pollo y no a la ensalada... Y una noche de verano, por ejemplo,
con la luna, la brisa...se jode por completo, se pone a reventar de estupideces.
Esa clase de hijos de puta como el tipo de la ensalada se propone reventar una
noche de verano solo por llamar la atención. Es gente que se sienta a la mesa
con la única finalidad de llamar la atención , hostias. Como no han hecho nada
importante en su vida, se sientan a la mesa y dicen: “no gracias: yo no como
ensalada”. Cuando todo el mundo come ensalada. Y si alguien no come
ensalada, se lo calla, hostias. Se lo calla y come, hostias. O no come; se la
sirve, no la come y se lo calla, hostias. Luego el tipo se va a la cama tranquilo
porque esa noche al menos diez personas se dedicaron durante una hora a
hablar de él y de su puta manía con la ensalada. Sostuve toda la vida que
nadie tenía razón de ninguna clase que justifique una fijación: si has sido
víctima de abusos sexuales en tu infancia, no tienes por qué odiar el sexo,
hostias. Si te pegaron con una correa toda tu infancia, no me vengas con que le
tienes miedo a los cinturones, hostias. Si te obligaron a estudiar piano, no me
cuentes que odias la música, hostias. Si te mordió un perro, no me digas que
es “por eso” que no te gustan los perros. Esa era mi teoría, hasta ahora, que
me he dado cuenta que yo también tengo una maldita fijación y no lo puedo
seguir negando, joder. Me ves y dices: el tipo este esta sano, hostias. ¿Qué
fijación va a tener? La fijación es un puto capricho y una suerte de debilidad.
Debilidad de espíritu y mental. Yo me miro en el espejo cada mañana y no me
veo mal, hostias. No soy un débil mental. No soy un débil mental. Y sin
embargo ...veo a Judas por todas partes. (VÍDEO) Salgo de casa y pienso:
“Hoy es un nuevo día; verás como te la van a meter doblada al menos treinta
personas”. Y salgo de casa acojonado, hostias. Así no se puede salir a la calle,
hostias. Me cruzo con un vecino y pienso: me la va a meter doblada. Me monto
en un taxi y pienso: me ha tocado el taxista que me la va a meter doblada.
Hago la compra y pienso: hay seis cajeras, ya verás como me toca la que me
la va a meter doblada! Voy a la playa y pienso, el puto bañero, el puto bañero
es capaz de rescatar a un perro ahogándose pero si a mi me pasa algo, ese
bañero me la va a meter doblada! Si quedo con una chavala sé perfectamente
que me la va a meter doblada! Y para no quedar con ninguna tía, me voy de
putas, sé perfectamente que me va a tocar la cabrona que me la va a meter
doblada! Y si llevo el coche al mecánico, ¿qué mecánico me va a tocar a mi?
¿Cuál de todos? El mecánico dispuesto a metérmela doblada. Imagino a todo
el mundo preguntándome: ¿Seré yo, Señor? ¿Seré yo, Señor? ¿Seré yo,
Señor? ¿Seré yo, Señor?

EL GALLO CLAUDIO

De niño había cantidad de dibujos animados.


Nunca entendí por qué, pero todos los niños de mi época estaban
enganchados sobre todo con un gato que perseguía a un ratón...
Diez años más tarde me enteré que se llamaban Tom y Jerry.
No tocaban la merienda, no tocaban la tostada, la mermelada, la mantequilla:
se quedaban con la boca abierta viendo a Tom Y Jerry.
Tenías que ver a mis compañeros de clase: encima de la mesa tenían todo: la
tostada, la mermelada, el Colacao...
Y ellos ni puto caso: ellos pegados a la tele con Tom y Jerry.
Y con la carrera de los autos locos: Pierre No doy una, Patán, Penélope
Gramour...
De niño a mí también me gustaban ver la tele, pero mi padre cuando me pillaba
frente a la tele me daba una hostia en la cabeza, y decía: apaga la tele y
venga, a trabajar. Joder con este niño! Ya estás mayor para ver los dibujos!
Mientras los demás niños veían los dibujos yo curraba de carnicero con mi
padre.
De todas formas me las apañé para ver dibujos y tele, en general.
Lo hacía para poder hablar con los demás, en el colegio.
Pero nunca conseguimos hablar de la tele, porque yo veía otras cosas.
A los once años estaba completamente colgado con el Gallo Claudio y con
Rafaella Carrá.
Mis amigos se quedaban viendo a Tom y Jerry con la boca abierta y yo me
quedaba viendo a Rafaella con la bragueta abierta.
Los niños no veían a Rafaella Carrá, veían a Pipo Pescador, que era un
maricón que tenía un programa infantil en la 2.
Se ponía una gorrita y tenía los labios operados.
Para que os hagáis una idea, la canción tan famosa de “vamos de paseo, en
un auto feo, pero no me importa porque llevo torta”, que todos creen que es de
Gaby Fofo y Miliky porque la grabaron varias veces, pues es de Pipo Pescador
que se follaba a los niños y les hacía cantar.
Pipo les decía: venga niños, a cantar!
Y tomaba notas el muy cabrón.
Gaby, Fofó, Miliki y Milikito, igual.
Dicen que juegan con los niños y lo que hacen es follárselos y robarles las
canciones.
Luego las graban y ganan discos de platino!
Es muy probable que la canción del “vamos de paseo, en un auto feo, pero no
me importa porque llevo torta”, la haya compuesto un chaval de los que
sodomizaba el Pipo Pescador y no Pipo Pescador.
Hablar de estas cosas es de mal gusto. Pero peor es hacer danza
contemporánea o montar una ópera, ¿no?
La gente me dice: mira, de estas cosas, lo mejor es no hablar.
Ocurren; pero mejor no hablar.
Qué cabrones los tíos!
A lo que iba: que mientras los niños de mi clase veían a Pipo y a Tom y Jerry yo
me la cascaba frente a la tele con el programa “Hola Rafaella”.
No me salía nada de la polla, sólo meado.
Pero me daba un placer de la hostia.
Joder, si te tocas un poquito aquí en el cuello y te mueres de placer, ¿como no
te va a dar placer tocarte la polla?
Pero de esto tampoco se habla.
Si te tocan la nuca o el antebrazo, es un placer cojonudo; pero si te tocan la
polla... no se habla.
Mis padres nunca me pillaron pajeándome viendo Hola Rafaella porque era por
la tarde-noche y todavía tenían la carnicería abierta, con clientes.
Ellos abajo, dale que dale con el serrucho cortando carne.
Y yo en la planta de arriba, cascándomela frente a la tele, con Rafaella y sus
muchachos.
Mis viejos con la máquina picadora.
Y yo, cascándomela!
Era la hostia porque Rafaella salía siempre a bailar con diez o doce tipos que le
hacían de todo.
La subían, la bajaban, se la pasaban unos a otros...
Vale, estaba cantado que más de la mitad eran maricones, pero se salvaban
fijo tres o cuatro y yo me imaginaba unas orgías de la hostia viendo el Show de
Rafaella!
Todos contra Rafella y de repente, todos contra todos!
Por las tardes-noches me las ingeniaba para ver a Rafaella y por las mañanas,
me las ingeniaba para ver al gallo Claudio:
El Gallo Claudio era un dibujo que consistía en la ira por la Ira.
Pregonaba la Cólera. Era un dibujo absolutamente Bíblico el Gallo Claudio!
Una mente empapada en Sigmund Freud!
Bueno, que digo Sigmund Freud: digo “el hijo de la gran puta de Sigmund
Freud”
Para mí, el gallo Claudio siempre ha representado la Furia, lo más cercano a
ciertos pasajes de las sagradas escrituras.
Y llama la atención que lo más cercano a las sagradas escrituras sea un
producto Warner Brothers.
Brothers, Brothers...la Biblia...Brothers...
Se levantaba Claudio por las mañanas,
se estiraba, bostezaba,
cogía un bate de béisbol
y hacía unos metros cantando :
“lira, lira, loo”
hasta la caseta de un perro
que dormía.
Lo cogía del rabo,
lo levantaba en el aire y le daba,
como es natural en cualquier
dibujo animado,
quinientos mil garrotazos en
dos segundos
Y lo dejaba tirado
hecho papilla en el suelo
Y se marchaba cantando:
“lira, lira, loo”
Todavía me acuerdo del movimiento
del bate de béisbol del gallo claudio
como una porra de policía
y cantaba o silbaba
-de eso no me acuerdo-
“lira, lira, loo”
El gallo claudio era blanco, pero para mí, era negro reluciente, como un policía
uniformado adiestrado para matar.
Como el que reventó al chaval de Génova de un tiro en la cabeza; igualito.
Vamos a aclararnos:
Tom odia a Jerry porque son gato y ratón.
Pierre ”no-doy-una” odia a Penélope Glamour porque quiere ganar la carrera
de los autos locos.
El coyote odia al corre caminos porque nunca puede cogerlo y comérselo en el
puto desierto.
Y resulta que el Gallo Claudio destroza a golpes al perro vecino sin motivo de
ninguna clase.
Sencillamente se levanta por la mañana, coge al enemigo, le pone la etiqueta
de “enemigo” porque le da la gana, es decir que coge a cualquiera por
enemigo, lo levanta, y lo muele palos, joder.
Lo revienta a palos.
Lo deja hecho puré al perro.
Y eso me gusta.
La gente que pega a una mujer o a un niño o a un animal por motivos
justificados como no terminar la comida o ponerse minifalda, es gente que no
me gusta.
Pero si se pega porque sí, eso me gusta, joder.
A las mujeres, a los niños y a los negros y a los argentinos, a los perros, a los
conejos, a los taxistas se les pega y ya. Y a los jueces, a los futbolistas, a los
empresarios y a los ministros se les pega y ya.
Pumba, pumba, pim, pam.
Como El gallo Claudio.
Selección natural: Alguien nace para pegar y alguien nace para recibir, joder.
Es ley de vida.
Es el destino.
La policía nace para pegar, los borrachos y los mendigos nacen para recibir.
Los tipos con una educación deficiente que pesan más de 90 kilos nacen para
pegar, sus mujeres nacen para recibir.
Los cabezas rapadas de entre 15 y 20 años nacen para pegar, joder; los
africanos nacen para recibir.
Es el destino, joder.
¿Para qué tuvimos Auswichtz?
¿Para nada?
¿Para qué tuvimos Islas Malvinas?
¿Para nada?
¿Y Afganistán?
¿Para nada?
Tuvimos Malvinas, tuvimos Afganistán, tuvimos Astwichtz para aprender de una
puñetera vez que alguien tiene que poner la otra mejilla, porque si nadie pone
la otra mejilla, esto no avanza, joder.
O se nace para repartir hostias –como Margaret Thacher, por decir un nombre
así al voleo- o se nace para recibir hostias joder.
Y se suele menospreciar a los que reciben las hostias: dicen que son débiles.
No señor.
Sin ellos no se hubiera escrito la historia de la humanidad.
Gente cojonuda la nacida para recibir hostias!
Que aprendan. Que aprendan del perro del Gallo Claudio, joder.
A curar las heridas…y a olvidar!
Mientras que el dibujo animado olvida y se prepara para la siguiente entrega,
como si nada hubiera pasado, el torturado cada mañana sale de su celda un
poco más mermado, física y psicológicamente.
Un tipo de 35 años o una mujer embarazada no aguanta diez sesiones de
electricidad sin que el cuerpo y el cerebro le queden marcados para toda la
vida...
Y ojo con la frase “toda la vida”.
Porque hay vidas que, para vivirlas después de pasar por la degradación, mejor
no ser vividas.
Te dejan con las puertas abiertas al suicidio, con el cuerpo mermado,
haciéndote creer que ya no eres ser humano, te dejan menos que un perro,
abandonado justo al borde del acantilado.
Y si el torturado se salva, si salva la vida, lo que le espera es una vida bajo los
efectos del pánico.
Un torturado puesto en libertad, tiene pánico hasta de quemarse los labios con
una taza de té demasiado caliente.
Seguramente hay vídeos de las torturas dirigidas por Jorge Rafael Videla en La
Argentina a partir de 1976 y hasta 1984.
Sí que los hay. Sólo que están bien guardados.
Pues que los pongan cada tarde junto a los dibujos animados; antes y después
de los Pica-piedras, porque es infinitamente más sano, esclarecedor y realista
que tus hijos vean vídeos de torturas reales que putos dibujos animados de
mierda.
Los Americanos dibujaban sus dibujos animados y financiaban la tortura en
Chile, en la Argentina y en África.
Dibujaban resurrecciones ficticias en los dibujos animados y memoria de tus
muertos en Santiago y en Buenos Aires.
Exportaban por un lado, dolor real y por otro, técnicas de olvido en forma de
dibujo animado.
Cada mañana, millones de niños frente a la tele aprendían esto del gallo
Claudio: aprendían a aguantar y a estarse callados. Pero con el paso de los
años, no consiguieron que ninguno olvide.
La oligarquía sudamericana mandaba el dinero necesario para producir dibujos
animados a cambio de mantener intactas su porcelana inglesa, sus vacas, sus
criados criollos, sus caballos, sus fábricas de cerveza y materiales para la
construcción.
En Buenos Aires, una misma familia de ese “clan” fabricó materiales para la
construcción y cerveza ; es decir: fabricó piedras para que carguen los
albañiles y cerveza para que olviden y se maten.
A eso le llamo yo tener control sobre el día y sobre la noche.
¿Quieres tener control sobre el día y la noche?
Sólo hace falta dinero y un sistema de educación corrupto.

RONALD

No sé qué tengo más revuelto, si la cabeza o el estómago.


Por las cosas que se me pasan por la cabeza , digo: tienes más revuelta la
cabeza que nadie.
Y por los pedos que me tiro me digo: nadie puede tener el estómago así de
revuelto.
Pero no.
Yo sé que tengo más revuelta la cabeza que el estómago porque un
pensamiento mío es infinitamente más inaguantable que un pedo mío.
Me tiro un pedo, lo huelo y digo: se puede aguantar.
Pero analizo un pensamiento mío y digo: esto si que no lo aguanta nadie.
Un pensamiento mío es más asqueroso que el peor de los pedos que puedas
tirarte debajo del edredón.
Esos pedos que en invierno sirven para calentar la cama. Que calientan la
cama mejor que una chimenea!
La gente piensa que los esquimales pescan haciendo un agujero en el hielo y
se alimentan de lo que pescan.
Pues no.
Los esquimales comen fabes durante todo el día y por la noche calientan sus
camas gracias a sus propios pedos, joder.
No hacen un agujerito en el hielo y se sientan con la caña de pescar.
Abren latas de fabada Litoral y se los zampan a cucharadas.
Son esquimales que se cuecen en sus propios pedos.
Así como los europeos se cuecen en su propio palabrerío bienpensante.
Así como los americanos se cuecen en su propia ignorancia.
Así como los políticos se cuecen en sus propias promesas.
Por esto me interesa tanto la relación entre lo que se come y lo que se piensa.
La relación estómago-cabeza es una relación básicamente gaseosa: se
establece en el eructo, ese gas que va de las tripas a la cabeza, que sale por la
boca.
Se reconoce en el aliento y en los pedos.
Pero sobre todo, por el olor de las orejas.
Tu puedes saber con seguridad si otra persona está podrida por el olor de las
orejas.
Tal vez no lo sepáis pero uno de los peores olores del cuerpo sale por los
oídos.
Es cuando se descompone algo del cerebro.
Por culpa de la comida o mejor dicho, por culpa del eructo que comunica
estómago con cerebro.
Un pedo, comparado con el olor de los oídos podridos, es un perfume.
Peor, no hay nada.
Le pasó a mi perro.
Se le pudría el cerebro.
Yo le ponía unas gotas todas las noches, durante una semana.
Y al acercarme a la oreja llegaba esa peste; la absoluta confirmación de un
cerebro podrido.
La gente dice: para conocer el corazón de una persona yo lo miro fijamente a
los ojos.
Y yo te digo: si quieres conocer el corazón de una persona, huélele la oreja.
En un segundo sabes si está podrido o no está podrido.
Por culpa de la comunicación de los gases.
Hay algo en ciertas comidas que jode el cerebro.
Yo trabajo de payaso de McDonalds.
Le doy a los niños Happy meals. Con naves espaciales, Dinosaurios y comida.
Si un niño come esto, está claro que eructa esto.
Porque el eructo es la comunicación más evidente entre aparato intestinal y
cerebro, ya que nace en las tripas y sale por la boca o sea, la cabeza.
Luego uno piensa según lo que come. O mejor dicho, lo que eructa, que es la
síntesis de lo que come.
No tengo nada en contra del pueblo americano.
Solo estudio la relación de los gases y de la comunicación de los gases con el
cerebro por medio de los eructos. Y la deformaciones del pensamiento y las
deformaciones de la conducta.
He pensado seriamente en envenenar los Happy meals de los niños.
Con matarratas.
Porque mejor que mueran rápido, ese domingo, a que anden toda la vida con la
cabeza hecha una peste y echando pestes, o sea, echando pensamientos que
apestan, joder.
Y las cosas que yo pienso, ojo...las hago.
Lo común es que una persona piense muchas cosas y que no haga nada.
O que piense cosas terribles y al final siempre acabe haciendo cosas más o
menos correctas.
Piensan en matar al jefe y le sirven café.
Piensan en saltar por encima del molinete del metro y compran el billete de
diez viajes.
Piensan en pegarle a un policía hasta dejarlo roto en la acera y van y le
preguntan por el nombre de una calle.
Piensan en abortar y al final deciden parir.
Piensan en quemar vivo a un mendigo y le dan limosna.
Piensan votar a la ultraderecha y se quedan dormidos ese domingo.
Piensan por fin ser homosexuales o al menos bisexuales y duermen toda una
vida un coño junto a una polla.
Este es un Happy Meal.
Vamos a analizarlo.
Aquí están los sucedáneos de lechuga, los sucedáneos de tomate, y sobre
todo este pedazo ovalado de color marrón y duro que pretende pasar por un
trozo de carne real.
A lo que hay que agregar los líquidos amarillos y rojos que no tienen nada ni de
mostaza ni de tomate en su fórmula.
Luego la mezcla explosiva de todos estos elementos en esta cajita prodigiosa
llamada Happy Meal, provoca una gran cantidad de gases nocivos al niño que
lo ingiere, con su evidente repercusión eructo-cerebral.
Quien coma esto, jamás en la vida podrá volver a pensar correctamente.
Y eso puedo demostrarlo científicamente.
Por eso lo mejor es echarle matarratas al Happy Meal y a otra cosa.
Y como lo que pienso, repito, yo sí que lo hago; compré treinta kilos de
matarratas y los cargué en el maletero del coche.
Me puse el traje de Ronald el payaso de McDonalds y detrás en el maletero
llevaba el matarratas.
Pero me arrepentí por el camino, joder.
Me dije, hay que ser más positivo, hostias: mejor comer esto, que chupar
pollas.
Porque un niño que está comiendo un Happy Meal, no está chupando una
polla.
Si tienes nueve años y vives en Lisboa, vas al McDonalds todos los domingos.
Si tienes nueve años y vives en Cuba, vas a chuparle la polla a un turista
italiano.
Si tienes nueve años y vives en Bruselas, vas al McDonalds los domingos.
Si vives en Bolivia, vas a la mina para los gringos.
Si tienes nueve años y vives en Florencia, vas al McDonalds los domingos.
Si vives en África, coses balones para Nike.
Si tienes nueve años y vives en Nueva York, vas al McDonalds los domingos.
Si tienes nueve años y vives en Tailandia, tienes que dejar que te de por el culo
un australiano.
Después dos aviones se llevan por delante dos rascacielos y la gente se
asombra.
Las causas religiosas son otra mentira más.
Os creéis la propaganda política igual que os creéis la publicidad de Danone.
Una nación cree que puede desollar Hiroshima y quedar impune.
Que puede destrozar económicamente Argentina y quedar impune.
Que puede bombardear cualquier pedazo de tierra y quedar impune.
Y hace propaganda del discurso opuesto: dicen que son un pueblo herido.
Tropas de soldados, tropas de donnuts, tropas de big macs, tropas de Levis,
tropas de Philips, tropas de Hollywood…
Qué cabrones!

HISTORIA DEL ARTE


(Este texto se proyecta mientras un actor dice de memoria decenas
de definiciones de un diccionario de arte moderno: qué es Fluxus, qué
es figuración, etc.).
Parece fácil, pero este tío se aprendió de memoria todo un diccionario de arte.
Hombre, es menos cantidad de texto que el de un personaje importante en una
obra de Moliere, pero sigue siendo un montón de texto.
Hemos quedado en que él se lo aprendía y lo hizo.
Tardó varios días.
Cuando eres niño, estar empollando todas las tardes te imposibilita ir a jugar
con tus amigos.
Yo no lo veo como algo grave.
Pero cuando eres adulto, tirarte horas y horas trabajando hace que tu pareja
comience alejándose de ti y al final, llegue incluso a despreciarte.
La jornada laboral de ocho horas (sin contar las que tardas en ir y venir del
trabajo y sin contar las horas que, fuera de tu trabajo no haces otra cosa que
pensar en tu trabajo) priva a cualquier ser humano normal de una gran cantidad
de sensaciones y conceptos.
La amistad, por ejemplo, pasa a ser un fenómeno lejano que culminó en la
adolescencia.
Y ocupa su lugar una atropellada serie de relaciones públicas.
Con el amor, pasa algo parecido.
Debes encontrar maneras de adaptación que no son más que un autoengaño
que por lo general el otro no está dispuesto a tolerar.
El carácter y el metabolismo se modifican por los horarios establecidos para las
comidas y las cenas.
Tampoco es posible dedicarte plenamente a la educación: ni a la tuya ni a la
de tus hijos, si es que los tienes.
Dejar la educación de tus hijos en manos de desconocidos diplomados por el
Estado y para colmo ejecutantes de un sistema de enseñanza deficiente por
marcharte a trabajar es una contradicción:
Trabajas para que tus hijos tengan una mala educación.
Y trabajas para que tu pareja tenga un trato sexual insatisfactorio.
Si la jornada laboral supera, como en mi caso por ejemplo, las ocho horas
diarias, la cosa es diferente.
Te separas hasta tal punto de la vida, el desapego es tan grande, que te
quedas solo y ni lo notas.
Ya no tienes la clase de problemas que acabo de mencionar.
Las drogas o el alcohol pueden distraer bastante.
De hecho todo el mundo las usa.
Es sorprendente que el Estado se quede con tantos beneficios de la venta de
tabaco y alcohol y persiga toda clase de drogas que no puede controlar desde
un punto de vista comercial.
Se trata de la misma estructura que regula la jornada laboral.
Sí: el mismo partido o alianza que regula el impuesto sobre el tabaco y el
alcohol, decide sobre la legislación del trabajo y persigue el negocio ajeno: los
ácidos, las pastillas, el caballo, la heroína…
Ante toda esta mierda, uno ya no sabe como ocupar un lugar público como un
teatro en mi caso.
Uno no sabe si continuar hablando de estas cosas o callando del todo.
Ambas posiciones representan una angustiante pérdida de tiempo. Y
acrecientan la soledad.
Hay gente que se ha desplazado kilómetros esta noche para venir hasta aquí,
esta noche, a ver esta obra; yo lo sé.
Y mira lo que tienen que oír.

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