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MÓNICA GAMEROS
Cuidado de Edición
ISRAEL MIRANDA
Diseño de portada y formación tipográfica
Estaba un día el Jaime rascándose sus destos mientras le daba pa’ sus tunas a un
texto bronco, necio y difícil de domar, quizá de esos que nunca se domestican
del todo, cuando timbró el teléfono y después del consabido “¿Qué pex?”,
del otro lado de la línea, la voz acelerada y pastosa del ISRA lo asaltó:
Mucho se ha escrito acerca de que los poetas en nuestro país abusan del
formalismo y que existe una fascinación por la métrica exacta… Si
hablamos de MURO DE SILENCIO, es necesario, de inmediato,
olvidarse de esas tonterías; la frase “la poesía se sangra, no se mide”, bien
podría ser atribuida a MIRANDA. En éste su cuarto libro, existe un cuidado,
un gusto, una evasión del Deber ser a favor del Ser, un rechazo al formalismo
que desemboca en el mutismo: justo el polo opuesto al silencio, ese paraje
de la preceptiva literaria que nadie ha podido asir del todo: el verso libre.
Así que si el lector se pregunta por el metro, deje de hacerlo o lea El cristal
de nuestros vasos. Pero si le preguntan al ISRA, contestaría: que luego de que
se acaba la Línea 8, se debe enRumbar a bordo de un taxi “Sobre Eje 6
pasando Guelatao dos semáforos siete calles y luego cuatro hacia dentro”.
Por otro lado, uno siempre quiere ser parte de algo, de una
pandilla, de la “banda”, quizá por eso Nunca crecimos. Hay muchas maneras
de pertenecer a un clan, sobretodo si se trata de inscribirse en la tradición
literaria y, casi todos los escritores acaban incluyéndose de un modo u
otro en alguna corriente, aunque las maneras sean disparejas como los
dedos de la mano. En el caso de MIRANDA, su trabajo como editor es
elocuente en cuanto a la tribu de su pertenencia, pero es la coincidencia
con los muertos lo que lo incluye en la tradición. Al respecto, no deja de
ser simbólico que el poeta que nos ocupa comparta con el autor de Aullido
de cisne, la admiración y el gusto por el ars poetica de un grande, el autor de
El turno del aullante, Max Rojas. Y también, me parece gracioso que un
personaje despreciable sea otro punto de coincidencia entre ISRAEL
MIRANDA y Mario Santiago Papasquiaro, el Wittgenstein en la solapa & los
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12
14
15
Escribo.
17
19
Me acostumbré al silencio.
II
21
Abatido
arrastro mis astillados huesos
por senderos divididos.
Tomo constantemente el camino equivocado
pero hace mucho que ya no me importa.
Es más fuerte mi necesidad de abismos,
mi obsesión por las sombras
y el vértigo de la caída expuesta.
III
Retorno
a mi soledad obstinada.
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23
II
24
III
25
II
26
III
27
Escribo,
llevo algunos libros
y sé que aún no he dicho
nada importante. Nada
trascendente.
Esgrimo
un corazón roto, otro más.
Es demasiado simple.
Como la luz de un cigarrillo
extinguiéndose
en el pavimento.
II
28
Escribo,
llevo algunos libros.
Sus páginas sirven perfectamente
para anotar direcciones
o teléfonos apresuradamente.
Para forjar enormes toques,
envolver pescado,
limpiarse el culo,
comenzar un incendio
en la estación de policía,
pulir el revólver
que apuntará a la cabeza
del próximo presidente.
Esgrimo
un corazón roto, otro más.
29
30
II
31
IV
32
Ya no la necesito.
33
Nunca crecimos.
Nunca tuvimos oportunidad
de ser niños.
34
Estaba feliz.
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36
37
Te cubres en silencio
mientras mis labios beben la sangre de tu tatuaje.
Sabemos que ésta es la penúltima ocasión
que estamos juntos.
Así lo prometimos.
Decido quedarme,
invertí lo del taxi en la habitación,
sería un desperdicio desocuparla tan temprano.
38
A través de la ventana
tu mano diciendo adiós.
Tu nota también decía adiós.
La quité del cinescopio tres lluvias después.
II
39
III
40
41
Soy un escarabajo
con el extremo de un hilo amarrado
a una de mis patitas
y el otro anclado al más pequeño de tus sueños.
Giro a tu alrededor
como el sol gira alrededor del planeta,
únicamente para entibiarte,
para verme reflejado
en el cristal de tu sonrisa,
para resplandecer.
Soy un saltamontes
bailando en la palma de tu mano,
tocando el violín,
cantando las canciones de cuna que nunca escuché.
Salto a tu alrededor
como la lluvia salta alrededor de los campos,
únicamente para abrazarte,
para renacer
en el fulgor de tu mirada,
para florecer.
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44
II
III
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47
48
III
49
50
51
II
52
III
53
Me resisto a transformarme
en una vulgar procesadora de alimentos,
en una máquina de complejos,
en el código alfanumérico en que los dueños del dinero
quieren convertirme,
a sentirme constantemente fatigado,
deprimido, contenido,
un sueño ahogado en una botella de cerveza,
sexo en el armario,
revólver con silenciador.
II
III
IV
56
III
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58
59
60
Tenemos tiempo.
61
En casa se enfadaron así que tenía pocas opciones, trabajar o tocar rock.
Nunca fui buen músico, pero tampoco estaba dispuesto a trabajar y mucho
menos a seguir órdenes de cualquier pendejo. Entonces, entré a una banda.
(Sin embargo, poco después igual tuve que empezar a trabajar y seguir
órdenes, efectivamente, de un pendejo.)
62
Empezamos a tocar.
Contra la pared,
vampiros de todos tamaños y espesores eran cateados,
a otros les arruinaban el peinado a jalones
rumbo a las patrullas.
Al día siguiente las fotos salieron
en la prensa sensacionalista
y el video en un noticiero conducido
por unos gemelos subnormales.
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MURO DE SILENCIO
Tarde otra vez........................................................ 21
Espejos.................................................................. 23
El cristal de nuestros vasos................................... 26
Otro más............................................................... 28
Bunker.................................................................. 30
Valija de pretextos................................................. 31
Nunca crecimos.................................................... 34
Sigues huyendo..................................................... 36
Hotel Garage......................................................... 38
Televisor................................................................ 39
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