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Arte romano : todas las manifestaciones en las artes visuales desarrolladas en la ciudad

de Roma que fueron exportadas a todos los territorios imperio romano. Las primeras
manifestaciones del arte romano, surgieron bajo el influjo del arte etrusco y fueron
contagiadas por el arte griego; que los romanos conocieron en las colonias de la Magna
Grecia ubicadas en el sur de Italia que conquistó en el proceso de unificación territorial de
la península, durante los siglos IV y III a. C. La influencia griega se acrecienta cuando, en
el siglo II a. C Roma ocupa Macedonia y Grecia.

Hasta cierto punto puede pensarse que el arte de Roma es una imitación y ampliación
del arte griego, y por supuesto del arte etrusco, pero el espíritu que animó a los artistas
romanos es totalmente diferente de aquellos. La Roma conquistadora y urbanista trató de
unir al sentido estético griego, el carácter utilitario y funcional que sus obras requerían.

Desde el punto de vista cronológico, el arte romano se desarrolló con bastante


homogeneidad y autonomía desde el siglo III a. C. hasta el siglo V. Siguiendo las etapas que
su devenir histórico marca, destacan al menos la República, hasta el año 27 a. C., y el
Imperio, que se extendió desde los tiempos de Augusto hasta la caída de Roma en manos
de los bárbaros en el año 476.

A causa del profundo centralismo ejercido por Roma sobre sus provincias en todos los
aspectos de la vida, se originó un arte muy uniforme sin que pueda hablarse de escuelas
provinciales, al menos durante la época imperial. No obstante, dada la amplitud del Imperio
y su constitución en diferentes momentos, no existe una contemporaneidad cronológica,
pues en zonas donde el arte helenístico está más consolidado sus formas artísticas están
mucho más evolucionadas que en las provincias más tardíamente incorporadas a la cultura
romana. Arte romano (del siglo III a. C. al siglo V):

Renacimiento :es el nombre dado a un amplio movimiento cultural que se produjo


en Europa Occidental durante los siglos XV y XVI. Fue un período de transición entre la Edad
Media y los inicios de la Edad Moderna. Sus principales exponentes se hallan en el campo
de las artes, aunque también se produjo una renovación en las ciencias,
tanto naturales como humanas. La ciudad de Florencia, en Italia, fue el lugar de nacimiento
y desarrollo de este movimiento, que se extendió después por toda Europa. El
Renacimiento fue fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una
nueva concepción del hombre y del mundo. El término «renacimiento» se utilizó
reivindicando ciertos elementos de la cultura clásica griega y romana, y se aplicó
originariamente como una vuelta a los valores de la cultura grecolatina y a la
contemplación libre de la naturaleza tras siglos de predominio de un tipo de mentalidad
más rígida y dogmática establecida en la Europa medieval. En esta nueva etapa se planteó
una nueva forma de ver el mundo y al ser humano, con nuevos enfoques en los campos de
las artes, la política, la filosofía y las ciencias, sustituyendo el teocentrismo medieval por
el antropocentrismo.

En ese sentido, el historiador y artista Giorgio Vasari formuló una idea determinante: el
nuevo nacimiento del arte antiguo (Rinascita), que presuponía una marcada conciencia
histórica individual, fenómeno completamente nuevo. De hecho, el Renacimiento rompió,
conscientemente, con la tradición artística medieval, a la que calificó como un estilo
de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de Gótico. Sin embargo, los cambios
tanto estéticos como en cuanto a la mentalidad fueron lentos y graduales. El concepto
actual de renacimiento será formulado tal y como hoy lo entendemos en el siglo XIX por el
historiador Jules Michelet.

Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significó


una «ruptura» con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional».
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde los puntos de vista cronológico y
geográfico: su ámbito se limitó a la cultura europea y a los territorios americanos recién
descubiertos, a los que las novedades renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo
coincidió con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la consolidación de los estados
europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y América, la
descomposición del feudalismo, el ascenso de la burguesía y la afirmación del capitalismo.
Sin embargo, muchos de estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en
el tiempo el ámbito renacentista.1

La arquitectura: renacentista tuvo un carácter marcadamente profano en comparación con


la época anterior. Surgió en una ciudad en donde la arquitectura gótica apenas había
penetrado, Florencia. A pesar de ello, muchas de las obras más destacadas fueron edificios
religiosos.

Con el nuevo gusto, se buscaba ordenar y renovar los viejos burgos medievales e incluso se
proyectaban ciudades de nueva planta. La búsqueda de la «ciudad ideal», opuesta al
modelo caótico y desordenado del medievo, sería una constante preocupación de artistas y
mecenas. Así, el papa Pío II reordenó su ciudad natal, Pienza, convirtiéndola en un
auténtico muestrario del nuevo urbanismo renacentista. En sí, las ciudades se convertirían
en el escenario ideal de la renovación artística, oponiéndose al concepto medieval en el
que lo rural tenía un papel preferente gracias al monacato.

Al tomar elementos de la arquitectura clásica, los arquitectos renacentistas lo hacían de


forma selectiva, así por ejemplo en lugar de utilizar la columna dórica clásica se prefirió
el orden toscano. Igualmente se crearon formas nuevas, como la columna abalaustrada,
nuevos órdenes de capiteles o decoraciones que si bien se inspiraban en la antigüedad
habían de adaptarse al uso religioso de las iglesias. Así, los amorcillos clásicos que
acompañaban a Venus en las representaciones griegas o romanas pasan a ser angelotes
(putti).

Los arquitectos emplean las proporciones modulares y la superposición de órdenes que


aparecía en los edificios romanos; las cúpulas se utilizaron mucho como elemento
monumental en iglesias y edificios públicos. A partir de este momento, el arquitecto
abandona el carácter gremial y anónimo que había tenido durante la Edad Media y se
convierte en un intelectual, un investigador. Muchos de ellos escribieron tratados y obras
especulativas de gran trascendencia, como en el caso de Leon Battista Alberti o Sebastiano
Serlio.

Los elementos constructivos más característicos del estilo renacentista fueron:

 En Estructuras: arco de medio punto, columnas, cúpula semiesférica, bóveda de


cañón y cubierta plana con casetones. Todos ellos habían sido usados en la
antigüedad, especialmente por el arte romano, y se recuperan ahora, modificándolos.
Decae paulatinamente el tradicional método de construcción del gótico, y se abandona
en gran medida las bóvedas de crucería, el arco apuntado, las naves escalonadas y,
sobre todo, la impresión de colosalismo y multiplicidad de los edificios medievales.
Predominarían ahora valores como la simetría, la claridad estructural, la sencillez y,
sobre todo, la adaptación del espacio a la medida del hombre.

 Decorativos: pilastras, frontones, pórticos,


motivos heráldicos, almohadillados, volutas, grutescos, guirnaldas, motivos
de candelieri (candelabros o pebeteros) y tondos o medallones. Algunos de estos ya se
habían utilizado en el gótico, otros son creaciones originales y la mayoría se inspiraron
en modelos romanos y griegos. En cuanto a la decoración, el Renacimiento
En pintura: las novedades del Renacimiento se introdujeron de forma paulatina pero
irreversible a partir del siglo XV. Un antecedente de las mismas fue Giotto, pintor aún dentro
de la órbita del gótico, pero que desarrolló en sus pinturas conceptos como volumen
tridimensional, perspectiva y naturalismo, que alejaban su obra de los rígidos modos de la
tradición bizantina y gótica y preludiaban el Renacimiento pictórico.

En el Quattrocento (siglo XV) se recogieron todas estas novedades y se adaptaron a la


nueva mentalidad humanista y burguesa que se expandía por las ciudades-estado italianas.
Los pintores, aun tratando temas religiosos la mayoría de ellos, introdujeron también en sus
obras la mitología, la alegoría y el retrato, que se desarrollarían a partir de ahora
enormemente. Una búsqueda constante de los pintores de esta época sería la perspectiva,
objeto de estudio y reflexión para muchos artistas: se trató de llegar a la ilusión de espacio
tridimensional de una forma científica y reglada. La pintura cuatrocentista es una época de
experimentación; las pinturas abandonan lenta y progresivamente la rigidez gótica y se
aproximan cada vez más a la realidad. Aparece la naturaleza retratada en los fondos de las
composiciones, y se introducen los desnudos en las figuras.34

Los pintores más destacados de esta época fueron: en Florencia, Fra


Angélico, Masaccio, Benozzo Gozzoli, Piero della Francesca, Filippo Lippi y Paolo Uccello;
en Umbría, Perugino; en Padua, Andrea Mantegna; y, en Venecia, Giovanni Bellini. Por
encima de todos ellos destaca Sandro Botticelli, autor de alegorías, delicadas madonnas y
asuntos mitológicos. Su estilo dulce, muy atento a la belleza y sensibilidad femeninas, y
predominantemente dibujístico, caracterizan la escuela florentina de pintura y toda esta
época. Otros autores del Quattrocento italiano son Andrea del Castagno, Antonio
Pollaiuolo, Pinturicchio, Domenico Ghirlandaio, Cima da Conegliano, Luca
Signorelli, Cosimo Tura, Vincenzo Foppa, Alessio Baldovinetti, Vittore Carpaccio y, en el sur
de la península, Antonello da Messina.

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