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R E V I S T A

#06
septiembre/2013

BARÇA:
LA EXCELENCIA
LLEGÓ POR EL
ESFUERZO

CECH, NEUER,
VALDÉS.
DE PALO A PALO

PEÑAROL. SEIS
AÑOS PARA LA
ETERNIDAD

EMILE GRIFFITH,
VÍCTIMA Y
VERDUGO

La leyenda de

EL BAMBINO
EDITORIAL

LA RELATIVIDAD
En esta sociedad que ha adoptado las frases de autoayuda como si
fuesen un tratado general de filosofía, definir el éxito ha devenido
desalentador. Es corriente hacer pasar la victoria como un éxito, del
mismo modo que se mezclaron precios y valores, causas y efectos o
instrumentos y objetivos.

El éxito reside en la relatividad. Pese al empeño social por encontrar


siempre al mejor en cualquier materia, el mejor no existe porque el
tiempo se encarga de impedirlo. Nunca hay un “mejor” definitivo por-
que todo gira y cambia, recolocando las posiciones, relativizando los
triunfos y las conquistas. El éxito consiste, precisamente, en la rela-
tividad de los conceptos. ¿Quién tiene éxito: el talentoso que vence
pese a no esforzarse o el de condiciones discretas que trabaja deno-
dadamente? Es relativo.

El éxito reside en nuestro interior, en el de cada deportista, y es una


bocanada de relatividad, casi como una pompa de jabón: hay que apro-
vechar nuestra pompa de jabón antes de que desaparezca víctima de
una corriente de aire. Quién somos y adónde podemos llegar. Trabajar
para llegar. Y punto. Esto es el éxito. El resto son victorias.

CLUB PERARNAU / REVISTA #06 SEPTIEMBRE 2013

Este es el número #06 de la revista del Club Perarnau. Se publica en septiem-


bre de 2013. Como todos los contenidos del Club, esta revista es exclusiva
para los socios.

Editorial Primera Impresión.


ÍNDICE

Nadie como Wambach 4

Barça: la excelencia llegó por el esfuerzo 12

Cech, Neuer, Valdés. De palo a palo 23

Los primeros místers 36

Real Madrid. ¡Maldito ‘10’! 51

Florencia y la Fiorentina  63

Telarañas españolas 100

Peñarol. Seis años para la eternidad 107

El nuevo paradigma de la fisioterapia 152

Emile Griffith, víctima y verdugo 163

The oregonians 181

La Bundesliga nos señala el camino 190

La doble vida de Tom Watson 208

The Highland Games 216

La leyenda de El Bambino225

Autores232
NADIE
COMO WAMBACH
Pablo Cervantes

Su cabeza ha perforado redes del mundo entero. Abby Wambach


no es una futbolista más, sino la delantera prodigiosa que ha bati-
do todos los récords goleadores. Coronada mejor jugadora mundial
del pasado curso, estamos frente a una mujer de recursos ilimita-
dos: fuerte, veloz, cabeceadora, de disparo implacable, enérgica,
valiente y responsable. La suya es una historia de pasión desbor-
dante por el fútbol, de ansia por el triunfo, de competitividad sin
límite. Wambach es una cabeza formidable, un disparo temible, la
goleadora sin piedad.

Índice
Revista#06
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“A
bby, la mayoría de los niños ni
siquiera son capaces de gol-
pear la pelota con la cabe-
za”, dijo su entrenadora de instituto,
Kathy Boughton. “No podemos dedi-
car tiempo en los entrenamientos al
remate en plancha”. Abby Wambach
era, cuando se produjo esta conver-
sación, una chica alta que compagi-
naba baloncesto y fútbol con mayor o
menor fortuna. Así que, por insisten-
cia de la niña, su entrenadora empe-
zó a practicar con ella después de los
entrenamientos. Boughton lanzaba balones al corazón del área y Abby los
remataba, en plancha, en salto vertical, con los pies en el suelo… “He esta-
blecido un estándar y si no cumplo con él en un partido voy a asegurarme de
que llegue en el próximo. No voy a dejar que nada me detenga”, sentenciaría
años después, ya como profesional.

Esta determinación se forjó en una infancia en la que era la más joven de sie-
te hermanos y, mientras sus padres trabajaban en un negocio de jardinería,
ella jugaba contra sus cuatro hermanos mayores y otros niños del vecindario.
Toda la cultura que tenía en su infancia sobre el deporte rey provenía de un
libro sobre fútbol que guardaba su madre desde hacía años. Abby se descri-
biría más tarde como “nacida para el fútbol”. Desde esas tardes de 1995
rematando balones tras el entrenamiento al cabezazo más famoso del fútbol
femenino en el verano de 2011, pasó la principal etapa de una de las vidas
deportivas más brillantes del panorama internacional.

Muchos analistas han limitado el talento de Wambach a sus cualidades fí-


sicas, algo que se antoja como un claro reduccionismo. No se llega a ser la
mejor goleadora de la historia solo con eso. Si bien es cierto que sus 180
centímetros de altura y su excepcional complexión han facilitado que anota-
ra la mitad de sus goles con la cabeza —y, de hecho, los tantos anotados solo
con su cabeza ya entrarían en el ranking de goleadoras estadounidenses en
séptima posición—, la realidad es que Abby es una delantera letal en el área
recibiendo a cualquier altura. “La gente se confunde con ella pensando que
es unidimensional. Subestiman lo compleja que es tácticamente”, afirmaba
su compañera de selección Heather O’Reilly. Y es que cualquiera que haya
podido verla en acción entenderá que en su madurez tiene todas las carac-
terísticas necesarias de una delantera centro, que han ido llegando con el
paso de los años, además del juego aéreo: intuición, desmarque, juego de
espaldas, ambición, velocidad de reacción, sangre fría en la definición, juego
al primer toque y capacidad de asociación. Como ella misma reconoce en
múltiples ocasiones, nunca ha anotado un gol sin que nadie le dé una asisten-
cia. Es decir, lo tiene todo excepto el desborde.

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Revista#06
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CAMBIO DE TERCIO EN LA SELECCIÓN

El meteórico paso por la universidad de Abby Wambach, donde anotó los 96


goles que aún perduran como récord de las Gators, valió para que entrara en
una convocatoria para la selección absoluta en 2003. La gloriosa genera-
ción yankee, que había vivido todas las competiciones desde el Mundial de
1991 y ganó el de 1999 en casa, prácticamente terminó con la retirada de
Hamm, Fawcett y Foudy tras la final olímpica de Atenas 2004. Esa fue la pri-
mera gran competición en la que Abby tuvo un rol protagonista, anotando en
tres de los cinco partidos previos a la final. En el encuentro definitivo frente
a Brasil, un gran remate de cabeza suyo a centro de Kristine Lilly en el minuto
112 de la prórroga dio a la selección de Estados Unidos el oro. Nacía así un
nuevo liderazgo.

Esa nueva era se puso a prueba en el Mundial de 2007 en China, donde EE.
UU. llegaba como principal favorita avalada por una racha de tres años sin
perder. Wambach acudía con problemas físicos, arrastrando una lesión en el
pie que se produjo en un amistoso previo. En el primer partido frente a Corea
del Norte anotó, y justo después sufrió un golpe que le provocó una brecha.
Rápidamente fue al vestuario a que le pusieran cinco puntos y cuando volvió,
diez minutos después, su equipo ya perdía 2-1. Con ella en el campo consi-
guió salvar un empate.

Estados Unidos perdería más tarde en las semifinales frente a Brasil por
4-0, en un encuentro que se recordará siempre por un gol inverosímil de Mar-
ta Vieira y por la decisión del seleccionador Greg Ryan de sentar a la habitual
portera, Hope Solo, y alinear a la veterana Brianna Scurry, dejando en evi-
dencia de puertas afuera las tensiones internas entre la generación saliente
y la entrante.

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Pero uno de los momentos más duros de la carrera de Abby llegaría años des-
pués, cuando se fracturó la tibia poco antes de celebrarse los Juegos Olímpicos
de 2008, apartándola en un momento en el que estaba en un estado de forma
inmejorable. El incidente fue un shock para el equipo que, pese a perder a su
jugadora más determinante, consiguió el oro venciendo a Brasil por 1-0. Lauren
Cheney fue la elegida para sustituir a la delantera y la primera llamada que reci-
bió cuando se hizo pública su participación fue de la propia Wambach: “Quiero
que no te sientas mal porque [la convocatoria] haya sido de esta manera”.

Abby sí estuvo presente en el Mundial 2011 de Alemania, donde cuajó una


gran actuación (4 goles, 2 asistencias) que ayudó a que su equipo alcanzara
la final en la que anotó y que, finalmente, perdió en los penaltis frente a la
fabulosa selección de Japón comandada por Homare Sawa. Pero el momen-
to más memorable de todo el torneo fue el gol que anotó la americana en
cuartos de final, en el encuentro contra Brasil. Fue un partido bronco, duro,
polémico, en el que EE. UU. jugó con diez tras la expulsión de Buehler en el
minuto 65. Con un desfavorable 2-1 se llegó al descuento de la prórroga. En
un contragolpe, un balón larguísimo de Megan Rapinoe encontró la cabeza
de Abby Wambach para conseguir el empate, anotando el gol más tardío de
un Mundial, tanto en hombres como en mujeres.

En Londres 2012 anotó en cada uno de los


partidos excepto la final y se llevó el oro, algo que
la catapultó al FIFA World Player 2012. Fue la
primera vez que se le hacía este reconocimiento a
una estadounidense después de que Mia Hamm lo
recibiera a principios de siglo.

La última gran competición de la actual mejor jugadora del mundo fue la de


Londres 2012, donde anotó en cada uno de los partidos, excepto la final, y
se llevó el oro, algo que la catapultó al FIFA World Player 2012. Fue la prime-
ra vez que se le hacía este reconocimiento a una estadounidense después de
que Mia Hamm lo recibiera a principios de siglo.

UN DEPORTE PRESENTE TODO EL AÑO

Si la selección más laureada del mundo se explica a través de los pasos de


Akers, Hamm y Wambach, solo esta última es verdaderamente relevante en
la historia del fútbol profesional a nivel de clubes en su país. De hecho, una
de las labores más importantes de Wambach es la convencida actitud de pro-
moción de una liga potente que hiciera de base para un deporte disperso
entre competiciones de selecciones. Su visión sobre el fútbol femenino tiene
que ver con el espectáculo y asimiló pronto que, para que este sobreviva,
debe ser atractivo, más allá de cuestiones sociales, y estar presente todo el
año en los medios: “No quiero que la gente invierta en el deporte femenino
porque sea lo correcto; quiero que lo haga porque es lo inteligente”.
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Gol a Brasil. Mundial 2011

Ha visto pasar tres intentos en la última década, en todos ellos ha ofrecido


un rendimiento deportivo excepcional y su implicación ha sido incluso a nivel
técnico, cuando tuvo que ejercer de jugadora-entrenadora en el ruinoso ma-
gicJack de Dan Borislow. Abby fue elegida en el draft de la WUSA 2002 en
segunda posición y jugó en Washington Freedom durante dos años. Coincidió
con Mia Hamm en el equipo, anotó más goles que ninguna compañera en el
primer año y en el segundo empató con ella como máxima artillera de la liga.
Con el Freedom perdió la final de 2002 frente a Carolina, siendo proclamada
mejor novata de la liga. Al año siguiente ya sería MVP de la competición y
Washington ganó el título gracias a un tanto suyo en el descuento de la final.
Justo después, la WUSA quebró y Wambach volvería al Washington Freedom
años después, para la temporada inaugural de la WPS en 2009.
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En los tres años en los que existió la WPS, el equipo de Wambach no consi-
guió llegar lejos en playoffs, pero ella completó actuaciones regulares, sien-
do elegida por público y expertos para jugar el partido All-Stars de cada año.
Con el nacimiento de la última liga, la actual NWSL, Abby volvió a su Roches-
ter natal para competir con las Western New York Flash y colarse a base de
goles en la final, que se llevó Portland Thorns. Es decir, al contrario que otras
estrellas estadounidenses, Abby Wambach ha sido absolutamente regular
durante toda su carrera, tanto en la selección como en sus clubes.

Nadie en el fútbol femenino mundial a nivel


de selecciones ha anotado tantos goles
como Wambach, que rompió la barrera de los
160 hace unos meses, superando el récord
anterior de Mia Hamm.

NADIE COMO ABBY

No resulta fácil escribir sobre Abby Wambach. Nadie como ella representa el
fútbol de mujeres en el siglo XXI y contar su historia termina siendo, en defi-
nitiva, intentar abarcar la del propio deporte. Historia, que por otro lado, si-
gue viva. Se puede tratar de explicar su dimensión goleadora y para eso es-
tán los números. Nadie en el fútbol femenino mundial a nivel de selecciones
ha anotado tantos goles como Wambach, que rompió la barrera de los 160
hace unos meses, superando el récord anterior de —nombre recurrente—
Mia Hamm. Sideral dimensión anotadora que no ha perjudicado a su labor
como asistente, algo de lo que también podría presumir, tratándose de la
tercera mejor de la historia estadounidense en este aspecto, por delante de
nombres como Julie Foudy o Michelle Akers.

Balón de Oro 2012

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Revista#06
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Se podría apelar, si se quisiera, a su longevidad en la élite y destacar que
se encuentra en el selecto club mundial de las jugadoras que han superado
las 200 internacionalidades, junto a las dos chinas Pu Wei y Li Jie, las esta-
dounidenses Kate Markgraf, Kristine Lilly y la alemana Birgit Prinz. Y, dada
la velocidad con la que progresa el fútbol femenino, podría decirse que esos
nombres lo lograron “en otro fútbol”. O se podría ser más pragmático y recor-
dar los dos oros olímpicos que residen en su vitrina junto al FIFA World Player
conseguido este año, donde curiosamente falta aún algún Mundial.

Difícilmente se podrá, eso sí, reducir a palabras la energía que transmite en


cada partido, su verdadero valor. Abby Wambach es, sobre todo, una máqui-
na de competir, una atleta genuina, que representa como nadie el espíritu
norteamericano. Su imagen pública es intachable. Ante los medios de co-
municación se muestra como una mujer honesta, sencilla y valiente, que no
tiene problemas en reclamar la presión y ser la primera en dar explicaciones
tras una derrota. Sabiéndose sin el glamour de Hamm, su gran atractivo es
la sinceridad.

A la dorsal número 20 le quedan algunos goles por marcar y quizás algún tí-
tulo por levantar. Su intención es jugar tanto en el Mundial de Canadá 2015
como en Río 2016. Nadie puede prever dónde dejará situado el listón cuan-
do abandone el fútbol y, conociendo su competitividad, su legado deportivo
será difícil de superar incluso por la nueva superdotada que ya está aquí,
Alex Morgan. El otro legado, al que no llegan las cifras, pertenecerá para
siempre a sus miles de seguidores en todo el mundo.

Pablo Cervantes
@ProtagonistasDJ

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BARÇA:
LA EXCELENCIA
LLEGÓ POR EL ESFUERZO
Martí Perarnau

Ilustración: Álex Santaló

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Revista#06
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El debate sobre el modelo de juego del Barça o la posesión del balón
solo es una cortina de humo. El verdadero debate es sobre el modelo
de trabajo, a partir del cual, de la mano del sensato Gerardo Martino,
regresar a la senda de la excelencia, senda que se abandonó hace más
de un año, como han reconocido el propio entrenador, al manifestar que
el equipo ya no está en el lugar en que estuvo, o un jugador tan simbóli-
co como Xavi Hernández, al reconocer la degradación táctica vivida la
pasada temporada.

Para comprender y descifrar los avances de El Tata Martino es impres-


cindible conocer y recordar a Frank Rijkaard, Pep Guardiola y Tito Vi-
lanova. Al fin y al cabo, la década prodigiosa del Barça se ha edificado
desde estos tres entrenadores sobre una misma base de jugadores ex-
celsos, repletos de talento, pero con una virtud superior: casi siempre
estuvieron dispuestos a aceptar la disposición al trabajo que la elite
exige. Para llegar hasta aquí ha habido muchos pasos adelante, pero
también varios frenazos bruscos: momentos concretos en que una par-
te del vestuario, envuelto en el incienso del elogio perpetuo, se creyó
por encima de su entrenador y sin necesidad de seguir trabajando. Se
creían imbatibles y eternos caminantes sobre las aguas del mar futbo-
lístico. Todas las crisis llegaron por dejadez y engreimiento.

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Revista#06
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A
rrojó los guantes sobre el suelo y soltó un improperio: “¡Qué mierda de
frío! ¡Así no se puede jugar!”. Pamplona, 11 de febrero de 2012. Ha
terminado el calentamiento del Barça. El terreno de juego del Reyno de
Navarra está congelado a causa de las bajas temperaturas (-3º) y uno de los
jugadores fundamentales del equipo de Pep Guardiola entra en el vestuario
gritando, hecho una furia, soltando maldiciones sobre la fría noche pamplo-
nica. “Perdemos. Fijo”, le dice un fisio a otro. Nada que ver con el ambiente de
un año atrás.

El 4 de diciembre de 2010, catorce meses antes, el Barça había llegado tar-


de al mismo Reyno de Navarra. Fue el día de la huelga de controladores aé-
reos. La Federación Española le garantizó, a través de Jorge Pérez, secreta-
rio general, a Sandro Rosell que el Osasuna-Barcelona no se disputaría, por
causas de fuerza mayor. El presidente del Barça no se encontraba en su casa
de fin de semana, en la Cerdanya catalana, sino en las oficinas del Camp
Nou, a solo doscientos metros de donde el equipo se había concentrado para
viajar. El presidente no se acercó donde estaba el equipo, pero despachó por
teléfono que se podía deshacer la convocatoria ya que gozaban de la bula
federativa. A mediodía, los jugadores regresaron a casa, pero no el cuadro
técnico. Uno de sus componentes encendió el televisor: en Tele 5 apareció
José Antonio Camacho asegurando que Osasuna estaría, a las ocho en pun-
to de la tarde, sobre el terreno de juego. “Hay que ir”, le dijo a Guardiola. “El
club ha dicho que no hace falta”, respondió el entrenador. “Hay que ir”, repitió
el colaborador. “¡Hay que ir!”. Carles Naval levantó el teléfono y tocó a rebato:
había billetes disponibles de AVE hasta Zaragoza. Un minuto después sona-
ba el zafarrancho de combate.

Pedro Rodríguez llegó esprintando al último vagón de tren, justo a tiempo. El


resto esperaba dentro. En el autobús que trasladó al equipo de Zaragoza a
Pamplona no hubo charla técnica ni instrucción alguna. El equipo llegó tarde,
pero Osasuna había acordado un margen de cortesía. En silencio, sin un gri-
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Revista#06
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to, el protocolo habitual de los partidos, cifrado en 60 minutos, se desarrolló
en apenas 15. Los fisios masajearon músculos, los preparadores ordenaron
calentar, los técnicos desplegaron un breve esquema en la pizarra. Dos pala-
bras y al campo. Un fisio le dijo a otro: “Arrasaremos”. Arrasaron: 0-3.

Un año más tarde, el Barça había engrosado su palmarés con una Champions,
una Liga, una Supercopa de España, una Supercopa de Europa y un Mundial
de Clubes más. Pero había perdido algo importante: las ganas de trabajar. El
punto culminante, el más alto del Pep Team, no había sido Wembley ante el
Manchester United, sino Yokohama frente al Santos de Neymar, aquel día del
esquema 3-7-0, con siete centrocampistas destrozando al rival. Guardiola
siempre recuerda que allí se tocó techo en materia táctica. Desde Yokohama
se fue para abajo.

¿Por qué? Básicamente porque los jugadores se cansaron de trabajar. Seis


años antes había sucedido un proceso similar.

EL (D)ECOSISTEMA

Concluía el mes de noviembre de 2005 y el Bar-


ça de Rijkaard estaba en la gloria: clasificado sin
problema para octavos de Champions y conquis-
tador apoteósico del Bernabéu, con aquel 0-3
simbolizado por el señor del bigote aplaudiendo
a Ronaldinho. Esa última semana de noviembre,
Frank Rijkaard y Paco Seirul.lo planifican el tramo
final de la temporada, pero cuando Deco cono-
ce los acuerdos presenta un veto a la totalidad:
el portentoso volante, jugador formidable, tan
esencial como Ronaldinho en aquel equipo que
ganará la Champions meses más tarde, manda
en el vestuario y no está dispuesto a que Seirul.lo
imponga su ley. El veto a los planes desmantela
la concentración invernal de Perelada, alarga las
vacaciones navideñas y relaja los entrenamien-
tos. Deco implanta lo que en su día definimos
como (D)ecosistema: bajo su mando, el trabajo
colectivo se reducirá a la mínima expresión. Este
proceso no sucede después de ganar la Champions de París, en mayo de
2006, sino antes. El equipo que conquista París rebosa talento y gana a pe-
sar de que hace meses que trabaja poco y se divierte mucho. Ronaldinho,
Motta, Deco, Márquez... gente feliz que, de vez en cuando, saludan a Seirul.
lo al pasar...

Los resultados del (D)ecosistema se recogen las dos temporadas siguientes.


Eto’o, Edmilson, Zambrotta, Gudjohnsen, cada cual con su estilo, denuncian
la dejadez en el trabajo. No se recuerda que Xavi, Puyol, Valdés o Iniesta
abrieran la boca en público para imitar a sus compañeros. El propio entrena-
dor reconoce, en marzo de 2007, el cambio sufrido por los jugadores: “Han
tenido éxito y en este sentido ha cambiado alguna cosa. Hace tres años, des-
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de el número uno hasta el 22 ayudaban. Ahora hay algunos que dicen: “Sí,
queremos ayudar, pero hace demasiado tiempo que no jugamos tanto como
querríamos”. Son cosas que no me sorprenden. Dadas las circunstancias aún
podemos decir que hay una buena mentalidad y espíritu en el vestuario (...).
En cuatro años ha habido ejemplos mucho más graves que los de esta tem-
porada (...). No me preocupa mucho, pero sí que de vez en cuando hay que
reaccionar...” [Declaraciones al diario Avui].

No habrá reacción alguna. Mientras los de casa enmudecen, la clase media


extranjera denunciará la laxitud reinante (Eto’o lo hará a gritos), que se tra-
ducirá en dos temporadas aciagas para una plantilla de leyenda que no gana
los títulos que su calidad auguraba. El derrumbamiento interno se visualiza
el día en que el primer equipo juega un partidillo contra el filial, que dirige
un novel Pep Guardiola. Es tal la diferencia de intensidad y energía que Rij-
kaard, en un aparte, le pide a Guardiola que baje las revoluciones del Barça
B porque la humillación es excesiva. Es un entrenamiento histórico porque
certifica que el (D)ecosistema ha gangrenado tanto al equipo que hace falta
un cambio radical.

CORRER EN BUSCA DE LA EXCELENCIA

Lo que llega a continuación no es la cultura del esfuerzo, como se cree, sino


la búsqueda de la excelencia. Con Guardiola no hay que pensar en términos
de trabajo, sino de calidad. El trabajo se da por descontado. Contra la imagen
romántica que se ha construido a su alrededor, Guardiola es un resultadista
feroz, un estajanovista de los entrenamientos y un puntilloso de los detalles,
pero esa notable capacidad de trabajo no es un fin en sí mismo, sino un medio
en busca de la excelencia. La cultura del esfuerzo será necesaria, pero no
suficiente. Será un instrumento para alcanzar la excelencia.

Aunque públicamente manifiesta que su filosofía consiste en correr, en rea-


lidad solo se trata de una premisa básica: es imprescindible correr, pelear
cada balón, luchar cada saque de banda, correr sin parar, pero solo es el pri-
mer paso. El verdadero objetivo es jugar como nadie lo ha hecho antes, pero
no para lucir palmito sino para poder ganar más que nadie y estar a salvo de
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los mil accidentes que pueblan un partido de
fútbol. No consiste en vencer al azar, como
si se tratara de un reto mitológico: consiste
en minimizar los detalles azarosos del fútbol
y reducirlos a la mínima expresión. Para ello,
el trabajo colectivo alcanzará un volumen for-
midable.

Se entrenarán como nunca antes, trabajarán


todos los detalles hasta la náusea y los repa-
sarán tantas veces, y tan a menudo, que la
expresión “juegan de memoria” alcanzará su
sentido. El camino a la excelencia (que repor-
tará 14 títulos en cuatro años) no consistirá
en buenas palabras y mejores propósitos,
sino en principios tangibles: sobre una base
de jugadores excepcionales se aplicará tra-
bajo e intensidad en cantidades industriales,
con la pretensión de alcanzar una organiza-
ción táctica de alta sofisticación. Se hablará
mucho de conceptos etéreos: llevar la inicia-
tiva, agredir con balón, equipo contracultural, voluntad ofensiva..., pero las
claves del equipo serán tangibles y terrenales y consistirán, fundamental-
mente, en una larga serie de movimientos tácticos, algunos innovadores,
otros rescatados de antaño, que serán los adoquines del camino a la exce-
lencia.

Guardiola tendrá una intervención decisiva en el ámbito emocional de la plan-


tilla: sacrificando a dos grandísimos jugadores como Ronaldinho y Deco, les
dirá al resto que han de poner toda su capacidad individual al servicio del
colectivo. Lo aceptarán. Todos lo aceptarán durante tres años y medio (salvo
Ibrahimovic), incluso cuando el camino a la excelencia exige que el colectivo
realice cien maniobras de distracción para que Messi conquiste los honores.
Durante tres años y medio, hasta la noche del aplastamiento del Santos por
los siete centrocampistas, la plantilla no se apartó un milímetro de este pre-
cepto: primero, el colectivo. Incluso cometiendo errores.

Antes de cada gran partido, Guardiola situaba a sus defensas sobre el cés-
ped y repasaba una y otra vez la salida de balón. Ejercicio de infantiles apli-
cado a profesionales. Una y otra vez, hasta la exasperación. “Dani, cuando
te aprieten aquí saca el balón hacia Gerard. Gerard, conduce, atrae, gira.
Carles, apoya, aguanta. Si aprietan a Gerard, ofrécete...”. Antes de cada gran
rival, la misma historia. Como infantiles. Repasar todos los detalles, repetir
los movimientos, añadir innovaciones que pudieran sorprender al rival, es-
tudiar los cambios del contrario para introducir otros nuevos y perfeccionar
la organización colectiva. Estos eran los preceptos del equipo y no otros.
Ahora, que tanto se parlotea sobre cambio de modelo y estilo, en realidad
se confunden las causas con los efectos. La clave reside en las causas: en
el trabajo intensivo y exhaustivo para perfeccionar la organización colectiva.
No es el modelo de juego; es el modelo de trabajo. No es la búsqueda de la
victoria (que está implícita), sino la búsqueda de la excelencia.
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TRAS YOKOHAMA, EL HARTAZGO

Durante tres años y medio, casi todo fue instrumental: la salida de balón
desde la defensa, el juego en corto del portero, por supuesto la posesión, la
recuperación de balones tras pérdida, la presión imprescindible para dicha
recuperación, los 15 pases necesarios para ordenar las posiciones y evitar
la transición ataque-defensa, las triangulaciones, las diagonales en largo,
la insistencia en un costado para concluir en el opuesto, la búsqueda de
superioridades en el centro y del tercer hombre en todas partes, el dentro-
fuera-dentro, en definitiva, el juego de posición. El objetivo nunca fue uno
de los mencionados instrumentos, sino ganar a partir de una organización
colectiva impecable. Y para ello, la táctica nunca fue un dibujo en una piza-
rra, sino someter al rival, hacerse dueño del control del partido y minimizar
los accidentes azarosos del fútbol. Solistas excepcionales interpretando
una partitura en apariencia improvisada, pero totalmente delineada y ensa-
yada hasta la exasperación.

Yokohama 2011 fue el punto culminante de dicha organización. La grave le-


sión de Villa, y el propio desarrollo de la final, condujo a la alineación puntual
de siete centrocampistas de forma simultánea. Ante un rival, el Santos de
Neymar, que facilita dicha propuesta, el Barça culmina la etapa de Guardiola
con un partido majestuoso, ejerciendo una superioridad mayúscula en el cen-
tro del campo, símbolo perfecto del proyecto.

Alcanzada la cumbre, llega la cuesta abajo. Las vacaciones navideñas son


largas y, al regreso, las cosas han cambiado. No es solo Messi. Ante el Es-
panyol, algunos jugadores eligen correr arriba y abajo. Preguntado, meses
más tarde, por lo que sucedió aquel 8 de enero de 2012 en el estadio de
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Revista#06
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Cornellà-El Prat, Pep Guardiola se encoge de hombros y prefiere guardar si-
lencio. Su Barça es un trencadís de Gaudí, un mosaico compuesto por miles
de pequeñas piezas que, vistas en conjunto, componen una formidable ima-
gen. Pero del trencadís empiezan a caerse piezas.

Hace frío en Pamplona, mucho frío. Han transcurrido 33 días desde el mal
síntoma ante el Espanyol y uno de esos jugadores que había sido llamado
para ser el mejor de Europa en su puesto arroja los guantes en el vestuario
de El Sadar. “¡Qué mierda de frío! ¡Así no se puede jugar!”, suelta. delante de
todos Y hay caras, en ese vestuario, que lo dicen todo. Busquets, Xavi e Inies-
ta están tocados y en su lugar jugarán Mascherano, Thiago y Sergi Roberto.
Al terminar el partido, mientras recogen sus maletines, un fisio le dirá a otro:
“Ahora ya sabemos quién es quién”.

Hasta el final de temporada, Guardiola intentará la imposible remontada li-


guera contra el Madrid a partir de nuevos aires: Cuenca, Tello y Thiago bus-
carán aportar el ímpetu del que otros han dimitido. El 3-4-3 imprescindible
para que Cesc Fàbregas tenga sitio en el equipo titular deja de tener senti-
do, pero el equipo aún disputará algunos partidos sensacionales porque la
inercia del juego continúa. Más allá de la final de Copa, en la que tritura al
Athletic Club, la mayor exhibición se produce en Stamford Bridge, en la ida
de semifinales de Champions contra el Chelsea, partido que el Barça pierde
(1-0), pero que se convierte en paradigma de un modo de concebir el fútbol:
el equipo asalta el área de Cech, contra quien rematará 23 veces en noven-
ta minutos, y controla el juego como pocas veces, aunque un pequeño error
defensivo le amargará la noche. En la vuelta, otra noche de dominio masivo y
control del juego más otros 23 remates contra Cech y dos goles de ventaja
no bastan para eliminar al futuro campeón europeo.

Son pocos, pero en la plantilla hay algunos jugadores que no desean más
sesiones intensas de ejercicios, no más repeticiones de los movimientos, no
más sacrificio individual en favor de la organización colectiva. Pep se va.

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CON TITO, LA LIBERACIÓN

Desde el primer día al mando de Tito Vilano-


va se establecen comparaciones dentro del
vestuario. Liberación y corsé son las dos pa-
labras más usadas. La cantidad de trabajo
en entrenamiento se reduce de manera sus-
tancial, según todos los testimonios directos
y presenciales con quienes hemos hablado,
tanto los que todavía continúan en el mismo
vestuario como los que ya se han marchado.
En contraposición con la disciplina obsesiva,
podríamos decir que enfermiza, de Pep por
cualquier detalle, Tito plantea una versión
más amable y relajada. Sencillamente, com-
parten modelo de juego, pero no modelo de
trabajo. Inteligente como es, Vilanova opta
por otro modelo en la creencia de que será lo
mejor para un equipo que ha vivido altamen-
te presionado durante cuatro años. También
puede ser su sello distintivo como entrenador.

El Barça arrasa en una primera vuelta de ensueño, donde logra acumular más
puntos que nunca. La manera de jugar se ha modificado sustancialmente:
ya es un equipo de líneas separadas, que no mastica las jugadas de forma
premeditada, sino que practica un estilo más directo. Messi es uno de los
grandes beneficiados, pues llega con mayor claridad al área rival y consigue
un número de goles colosal. Valdés es uno de los más perjudicados (además,
no vive su mejor momento de forma) porque los rivales llegan con mucha fa-
cilidad. En realidad, sin los 15 pases previos que juntan al equipo es inviable
soñar con una buena transición ataque-defensa. Busquets puede dar de fe
de ello, pues por más que corra y se empeñe no consigue cerrar las puertas
al campo. En realidad, no es un problema de la transición defensiva, sino de
los movimientos previos a dicha transición: según cómo plantees tu ataque
podrás plantear tu defensa.

Los brillantísimos resultados, las goleadas de Messi y la liberación de Cesc


son la parte positiva del cambio. El cambio es sustancial, especialmente el
invisible, el que se produce en los entrenamientos, donde se van olvidando
pequeños detalles bajo la premisa, precisamente, de que son pequeños de-
talles sin importancia. El 5-1 ante el Athletic Club es la cumbre de un equipo
ya diferente: veloz, directo y “liberado”. El equipo de los “cadetes del 87” (Pi-
qué, Cesc, Messi) justifica con los resultados su nueva manera de hacer. Es
un gran Barça que se mueve en ejes tácticos diferentes y que, en lo emocio-
nal, obedece a dos grandes motivaciones: el cuerpo técnico posa su objetivo
en recuperar el título de Liga para, de este modo, iniciar con brillantez un
curriculum propio; y algunos jugadores desean vencer para demostrar que lo
conseguido años antes fue más bien fruto de su calidad innata. Es un Barça
diferente al de años anteriores, capaz de marcar cinco goles en Riazor y en-
cajar cuatro en el mismo partido. Es el Barça “liberado” que pedían algunos
jugadores dominantes, mientras los cuatro capitanes viven cuitas persona-
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les: Puyol con sus rodillas, Valdés meditando su adiós, Xavi intentando so-
brevivir al vértigo e Iniesta jugando a ser el pegamento del equipo. Busquets
no opina: solo sufre.

La enfermedad de Tito Vilanova trunca todo. Aunque los capitanes deciden


que todo siga igual, el golpe anímico es terrible. Con Tito en Nueva York, los
entrenamientos se convierten en un suplicio. La relajación en el trabajo da
paso a algo mucho peor, pero inevitable: la pesadumbre. Pese al mazazo, el
equipo lucha y certifica un brillante título liguero, aunque a cambio de some-
ter a sus titulares a una sobreexplotación que pasará factura en Champions.
La noche de San Siro y la visita del Paris Saint-Germain son presagios dema-
siado evidentes como para no verlos. No solo habla Mascherano, advirtiendo
que se han alejado tanto que ya casi son irreconocibles: también Iniesta abre
la boca, al contrario que en 2007, y lo hace para decir que deben volver al
punto de partida, a trabajar la organización colectiva. Las advertencias son
despejadas con gesto irónico, pero llega el Bayern... Y ya es demasiado tarde.

Las vacaciones y los extraordinarios 100 puntos en Liga ocultan otra parte
de la realidad: a base de ir olvidando los pequeños detalles, el trencadís del
Barça se está tornando irreconocible. Demasiadas piezas se han despren-
dido del mosaico: movimientos premeditados, acciones delineadas, jugadas
ensayadas... Continúan los mismos jugadores y poseen un talento tan formi-
dable que son capaces de resolver mil situaciones, pero ya no desde la orga-
nización colectiva, sino desde la individualidad. Es un equipo que trabaja con
poca profundidad y donde las jerarquías definen las alineaciones.

EL PULSO

“El año pasado entrenamos poco tácticamente cuando se fue Tito. Se per-
dieron los automatismos”. Es Xavi Hernández quien lo dice, a finales de agos-
to, y no es por casualidad, ni un malentendido. La enfermedad ha apartado a
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Tito Vilanova y en su puesto ahora está un en-
trenador argentino al que los jugadores, parte
esencial en esta historia, acogen con agrado:
unos porque creen que podrán seguir jugando
“liberados” y sin corsés tácticos; otros, porque
depositan en él la esperanza de regresar a la
cultura del esfuerzo como vía para volver a la
excelencia.

El verano ha sido duro en Can Barça. Hay ju-


gadores verdaderamente enfadados por la su-
cesión de hechos que se han vivido: la marcha
de Abidal, con el club dejando el mensaje de
que no está en condiciones de jugar; el tras-
paso de Thiago, a quien el club intentaba ven-
der desde hacía dos años; el despido de Emili
Ricart, el recuperador de Abidal, Iniesta, Xavi
y tantos otros; la incapacidad para fichar un
defensa central; la nueva recaída de Tito, otro
mazazo...

Dani Alves elige el dorsal 22 de Abidal como reivindicación. Iniesta, sencilla-


mente, coge el teléfono. El club ha decidido prescindir de Emili Ricart, hom-
bre clave en la recuperación de numerosos jugadores, pero no se lo comunica
al afectado hasta cerciorarse de que los internacionales españoles ya han
partido de Madrid rumbo a la Copa Confederaciones. La noticia pillará en
Brasil a Xavi, Iniesta, Busquets, Valdés y demás, pero no impedirá que An-
drés Iniesta descuelgue dos veces el teléfono para hablar con Barcelona. Las
dos llamadas serán contundentes y el mensaje de indignación no admitirá
matices.

A El Tata Martino se le acumulará trabajo en una situación de absoluta emer-


gencia. A la dedicación al juego y el entrenamiento deberá añadir la compren-
sión de una realidad subterránea: mientras los cadetes pretenden el mando
definitivo, los capitanes requieren el regreso a la cultura del esfuerzo como
paso imprescindible para volver a ser excelentes. No se trata de ganar, que
se da por descontado, ni tampoco del modelo concreto de juego, sino de algo
más profundo y previo: trabajemos para ser los mejores, independientemen-
te de que seamos (quizás) todavía los mejores.

Hablan muchos. Habla Piqué, habla Valdés, lo hace Alves y también Mas-
cherano y, por supuesto, Xavi. La posesión, el modelo de juego, la evolución,
la revolución... Cortinas de humo. No es la posesión lo que se dirime, es la
búsqueda de la excelencia. No es el modelo de juego lo que debaten los juga-
dores en su largo cruce de declaraciones públicas, sino el modelo de trabajo.
Y Gerardo Martino lo sabe.

Martí Perarnau
@martiperarnau
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CECH,
NEUER,
VALDÉS.
DE PALO A PALO
Diego Huerta

Praga, agosto de 2013, primer título europeo en dis-


puta. De un lado el Bayern de Múnich multicampeón
en la última temporada. Del otro, un renovado Chelsea
que disputa la Supercopa continental por segundo año
consecutivo. Bávaros y londinenses se miden en una
final europea nuevamente y el duelo es presentado
como la disputa de los entrenadores. Es que otra vez
Pep Guardiola y José Mourinho están frente a frente,
reavivando un clásico personal. Sin embargo, también
hay otro choque interesantísimo en cancha: Manuel
Neuer contra Petr Cech. Enfrentados dos de los tres
arqueros del momento a nivel mundial, junto a un Víc-
tor Valdés que cada semana compone actuaciones
prodigiosas. Estamos ante los guardametas que han
ganado las tres últimas Champions: Valdés en 2011,
Cech en 2012, Neuer en 2013. No es casualidad.

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H
ablar de porteros siempre tiene un ingrediente diferente. Es que es un
puesto radicalmente distinto a todos los otros. Incluso ya desde niños
o en los partidos del barrio, el que va al arco es mirado de reojo, casi
con desdén. Sin embargo, es toda una ciencia aparte. No solo se visten di-
ferente, y pueden usar lo que desde su génesis divide al fútbol del rugby (las
manos), sino que el desarrollo propio del deporte ha llevado a que se entre-
nen por separado, casi segregados, con sus auxiliares particulares.

Incluso analizar arqueros no es tarea sencilla. Marcelo Bielsa, en su período


como seleccionador argentino, llegó a reconocer en una conferencia de pren-
sa que él no sabía de arqueros. Convengamos, que es un puesto por demás
ingrato: un error puede sepultar una tarea brillante de 89 minutos… casi lo
contrario al delantero que, quizás, luego de pasar desapercibido se puede
llevar con un gol agónico la portada de todos los diarios del día siguiente, a
pesar de haber tenido un juego por demás discreto.

Así que el solo hecho de estar considerado entre uno de los mejores del mun-
do en esta demarcación nos induce a creer que hay grandes historias detrás
de estos personajes. Y si hablamos de historia, el checo ya lleva un recorrido
un poco más amplio en el gran mundo del fútbol en comparación al alemán.

EL ELEGIDO DE MOURINHO QUE QUERÍA SER


ARQUERO DE HOCKEY SOBRE HIELO

¿Hace cuánto que nos resulta realmente familiar este apellido? ¿Hace cuán-
to que Cech se convirtió en portero de elite? Realmente mucho tiempo pasó
desde que empezó a llamar la atención el golero del Chelsea, por eso a más
de uno le sorprenderá saber que en mayo apenas cumplió 31 años. Volviendo
a las particularidades de este puesto (foco en el cual deberemos pivotar todo
el tiempo), aún hay mucho hilo en ese carretel.

El checo entró en Stamford Bridge en el 2004, en el mismo verano en el


que José Mourinho llegó a Fulham Road para cambiar para siempre la his-
toria del Chelsea. Es verdad, venía de hacer una muy buena Eurocopa en
Portugal -a punto tal de que fue elegido en el equipo ideal-, pero así y todo
no era seguro que el entrenador le confiara la portería a un novel de 22
años cuando se mantenía en el club Carlo Cudicini, hasta allí el titular del
arco blue.

Sin embargo, muy rápidamente se convirtió en uno de los preferidos de The


Special One. Junto a John Terry, Frank Lampard y Dider Drogba armarían la
columna vertebral de un equipo tan duro como potente. Tan arrollador como
peligroso. De todas formas, no siempre estuvo en la cabeza de Petr ser fut-
bolista… aunque sí portero. “Fue solo porque el equipo era muy costoso para
mi familia que elegí el fútbol”, le contó Cech al Daily Mail en el 2011 y habla-
ba de porqué dejó el hockey sobre hielo, su primera pasión. Donde casual-
mente -o no- también atajaba… y donde también se acostumbró a tener que
usar una protección especial en su cabeza. “Era bueno, y cuando era chico
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probablemente lo disfrutaba más que el fútbol. Probablemente porque había
más que hacer. Más disparos con los que enfrentarse”, agregaba.

Pese a su gusto por medirse al disco, no siempre actuó como arquero en el


verde césped. Originalmente, en las divisiones menores del Skoda Plzen (hoy
Viktoria Plzen, equipo que participa en Champions League) lo hacía como
extremo. Fue la lesión de un compañero -a los 9 años- lo que lo llevó a probar
en el arco. Jamás volvería a salir. Todo sería muy de prisa luego. Con 17 años
tuvo su debut profesional en el modesto Chmel Blsany en octubre de 1999,
sus buenas actuaciones y 700.000 euros lo llevaron después de dos años
al Sparta Praga. Allí, a poco de llegar comenzó a confirmar su valía: lograba
el récord de imbatibilidad de la liga local con 903 minutos sin recibir goles.
En esa misma temporada se daba el gusto ya de amargar por primera vez al
Bayern en Múnich (aunque en el antiguo Olympiastadion), cuando el Sparta
se llevó un punto por Champions.

Muy poco duraría en el equipo de la capital checa: el Rennes decidió pagar


cinco millones de euros por sus servicios y trasladaba su promisoria ca-
rrera, con 20 abriles, al equipo bretón. Según contara en 2005, sus dos
años en Francia fueron claves para la formación como arquero. Christoph
Lollichon, entrenador de porteros del conjunto galo, marcó un antes y un
después para el checo. Desde el 2007, Lollichon pasó a realizar su ta-
rea en Stamford Bridge y es señalado como “el gran sobreviviente” ya que
Mourinho es ahora el octavo entrenador con el cual compartirá cuerpo
técnico. Claro, el que siempre se mantuvo fue su pupilo. Solo la heroicidad
del equipo griego evitó que en la Euro 2004 Cech pudiera llegar con su
selección (de la cual formaba parte desde el 2002) a la final continental;
de todas maneras, sus pergaminos eran ya muy buenos cuando llegó a
Londres en ese verano.

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LA NUEVA CARA DE LA VALLA ALEMANA

¿Y qué hay de Neuer? El alemán tuvo un despegue menos explosivo, pero sus
pasos no por eso dejaron de ser los correctos. Para Manu, no hubo marchas
precoces; de hecho, nunca jugó fuera de su país. Él se fue haciendo como
esas viejas manufacturas artesanales, en su casa: el Schalke 04 de Gelsen-
kirchen. Desde muy chico correteaba por ese club, ya que a los cinco años
comenzó a actuar en las fuerzas básicas del equipo azul. Al mismo tiempo, y
hasta los 14 años, Manu se debatía entre los guantes y el tenis, deporte en
el que también estaba federado.

La devoción por el club de su ciudad era total: junto a su hermano -árbitro


él- solía ubicarse en la grada norte del antiguo Park Stadion. Sí, además de
ellos se movilizaban los miembros de la Buuerschenchaff, la peña que él mis-
mo ayudó a fundar. Neuer era un ultra. Su relación con el Meister der Herzen
(Equipo de los corazones) es muy profunda, por eso para Neuer haber triun-
fado en el club de sus sueños es algo inigualable.

Sin embargo, cuando aún no estaba perfectamente horneado, el destino


le puso frente a sí una circunstancia inesperada: debía ser el arquero de la
selección alemana en una Copa del Mundo. Fue en Sudáfrica, en el 2010,
cuando Neuer, si bien llevaba cuatro años actuando a nivel profesional, ape-
nas contaba con un puñado de encuentros en Die Mannschaft.

En los planes de Joachim Löw, Neuer no figuraba como el candidato para


ser el titular en Sudáfrica. Sin embargo, el suicidio de Robert Enke marcó un
quiebre. Pocos meses después de la muerte de su pequeña hija Lara, Enke
acabó con su vida en las vías ferroviarias de Hannover, luego de estar sumer-
gido en una profunda depresión. El entrenador pensó entonces en René Ad-
ler y éste era el número uno para el puesto. Pero una fractura en una costilla
volvía a dejar vacante la portería alemana, la que venían de ocupar Lehmann
y Kahn en los Mundiales anteriores; la que habían defendido Illgner, Köpke o
Schumacher en otro tiempo. Así, inesperadamente, Manuel debía ver de qué
madera estaba hecho. Y no sólo en cuanto a técnica sino, especialmente, en
cuanto a su capacidad anímica para afrontar semejante reto.

A partir del 2006 comienzan a verse los rastros de esta nueva Alemania,
la que cambió la potencia por el gesto técnico, la que le añadió muchísima
más elaboración a la jugada, la que generó los Özil, Götze, Gündogan o Reus.
Pues bien, en el arco Neuer simboliza lo mismo. Es que sus cualidades son
diferentes a los viejos arqueros alemanes: si bien conserva la potencia física,
su juego le añade el condimento de la plasticidad, haciendo mucho más es-
tética su prestación.

En aquella Copa del Mundo mostró que aún no estaba completamente for-
mado: si bien Löw le recriminó el gol inglés de Upson, mucho más grosera
fue su falla en la caída ante Serbia: en el gol quedó de espaldas al rematador
(Jovanovic) luego de un envío lateral. Sin embargo, también mostró buenas
virtudes, incluso en ese mismo juego ante Inglaterra. De un potente saque
de arco nació la apertura del marcador de Miroslav Klose -desde siempre se
destacó su pegada furibunda- y su rapidez y viveza evitaron que Larrionda
sancionara como gol el legítimo tanto de Lampard: la pelota claramente había
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ingresado y el alemán se aprestó a sacar rápido, generando más confusión
en el árbitro uruguayo. Ya ante España, en semifinales, sus intervenciones
fueron sí muy positivas, pero no pudo con el formidable cabezazo de Carles
Puyol. Del Mundial, Neuer salió fortalecido y siendo el titular indiscutido.

¿UN TERCERO EN EL FIRMAMENTO?

Hagamos un alto en este recorrido; más allá de gustos particulares y prefe-


rencias, pocos podrían refutar que el presente de Neuer y Cech los tiene en
lo más alto. Detrás de ellos hay una multiplicidad de arqueros que también se
destacan con buenas actuaciones. Sin embargo, uno en particular ha tenido
un gran arranque de temporada: Víctor Valdés.

En verdad, el catalán ha tenido una progresión tardía, pero ya en las últimas


campañas ha demostrado un nivel de elite. Muchas veces ha quedado muy
pegado con errores puntuales y groseros, por ejemplo en aquel Clásico ante
el Real Madrid en diciembre del 2011 en el cual de un mal pase suyo en una
salida permitió que los Blancos se pusieran arriba antes del minuto. En aque-
lla ocasión, Pep Guardiola ponderó cómo su guardavalla continuó intentando
salir jugando, lejos de acobardarse. Algo similar sucedió meses más tarde,
en la Supercopa española ante el mismo rival. Entonces, Tito Vilanova elogió
que Valdés siguiera jugando como si nada hubiera ocurrido. Ese factor es un
plus en el arquero del Barça.
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Probablemente, no sea el que tenga la mejor técnica, pero es un arquero ga-
na-partidos. Sus tapadas providenciales, en un conjunto que no suele ser pe-
loteado por sus rivales –salvo contadas excepciones-, han sumado muchos
puntos para los culés. Incluso alguna copa: cómo olvidar un mano a mano
que le ahogó a Thierry Henry en la final de la Champions League del 2006
en París. Según contara él mismo, ese juego fue un quiebre en su carrera en
Can Barça.

Pero más allá de hechos puntuales, lo que ha logrado adquirir en estas últi-
mas temporadas ha sido una mayor regularidad. Luego de asimilar muchísi-
mos conceptos y de crecer a la par que lo hizo todo el colectivo en el período
de Pep, en la pasada campaña ha sido un elemento clave para el equipo de
Tito, pese a sufrir algunas etapas grises. Ante ese cambio de paradigma que
propició el entrenador y el mayor intercambio de golpes, sus intervenciones
cobraron otro cariz.

El comienzo de las 2013/2014 incluso ha mejorado esa línea. De allí que


su sucesión de cara a la próxima temporada (cuando finaliza contrato) es un
punto crucial para el elenco catalán. Su crecimiento individual y la suplencia
de Iker Casillas en el Real Madrid (eclipsado por un fenomenal portero como
Diego López) abrieron el debate en la valla de la selección española por pri-
mera vez en muchísimo tiempo. Por lo pronto, Vicente Del Bosque confía en
el arquero que fue clave en la construcción gloriosa de La Roja en los últimos
años. Más allá de este detalle, el presente de Valdés lo marca como un por-
tero de calidad y especialmente confiable.

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SUPERAR LAS ADVERSIDADES

Volvemos entonces con Cech y Neuer. Ya habíamos hablado del enorme ré-
cord de imbatibilidad del checo en la liga de su país. No fue el único registro
impresionante que marcaría Petr en su carrera. A poco de llegar a la Premier
League, teniendo que adaptarse a un nuevo medio, a un nuevo entrenador,
a una vida diferente, en definitiva, Cech logró el que era hasta ese momento
el registro de mayor cantidad de minutos sin recibir tantos en Inglaterra y
que luego sería superado por Edwin Van der Sar: 1.025 minutos de invicto.
El amor con Mou había sido un flechazo a primera vista; en su debut con los
blues mantuvo su arco en cero ante el Manchester United. Esa sería la tónica
habitual, ya que en sus primeros 180 juegos por la liga mantuvo 100 veces
su valla invicta, siendo el que más rápido llegó a esa marca. Todo un prodigio.

Sus dos primeros años en Londres fueron enormes, como los del Chelsea,
como los de Mourinho. Luego de 50 años, los de Stamford Bridge volverían a
ser campeones de Inglaterra; luego de muchos millones de dólares invertidos
por Roman Abramovich, el equipo -al menos en el plano doméstico- respon-
día a sus ambiciones. Apenas 15 goles recibió Cech en su primera Premier.
El éxito sería revalidado al año siguiente y el arquero, además, se preparaba
para disputar el que hasta el momento es su único Mundial.

Decepción checa en Alemania; no pasaron de ronda en un grupo compartido


con Italia, Ghana y Estados Unidos. Luego de un triunfo de arranque ante
Estados Unidos por 3-0, el equipo de Nedved, Poborsky, Rosicky, Koller y
otras firmas caería ante Ghana e Italia por 2-0 y se despediría de la única cita
mundial a la que acudieron desde el desmembramiento de Checoslovaquia.
El punto cúlmine de este grupo había pasado en el 2004.

Sin embargo, la segunda mitad del 2006 le depararía angustias mucho ma-
yores al arquero. Angustias reales. Tras una cirugía menor en un hombro, se
disponía a pelear por el tercer título liguero al hilo. Sin embargo, todo cam-
biaría en Reading, el 14 de octubre. Lo que era una jugada más de partido,
cuando fue abajo a recoger una pelota larga casi termina con su vida: Ste-
phen Hunt impactó la cabeza de Cech y le provocó una fractura de cráneo.
Tuvo suerte. Increíblemente, el árbitro ni siquiera cobró infracción… En aquel
juego, su reemplazo, Cudicini, sufrió un choque y quedó inconsciente. Terry
terminó atajando en el cierre.

Cech es trillizo. Eso, que en un principio sería un dato anecdótico, le dio otro
punto de dramatismo al incidente: ese factor generó que tenga el cráneo más
delgado que el hombre promedio. De allí, que el peligro del golpe fue mucho
mayor y que su médico lo obligara a jugar con el cabezal como protección
desde ese episodio. Por supuesto, no fue el fútbol lo primero que apareció
tras el incidente. Si volvería a jugar o no parecía un detalle.

Pero el corazón, el amor propio y la enjundia hicieron que la recuperación de


Cech fuera incluso más rápida de lo que imaginaban los galenos. Menos de
tres meses más tarde ya estaba de nuevo en los campos. Un mes después,
el Chelsea se quedaría con la Copa de la Liga con Cech en el arco blue. Re-
torno feliz, luego del sufrimiento. No hubo triplete en Premier, tampoco hubo
celebración en Champions, pero además de la Carling Cup también llegó la
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FA Cup para cerrar una temporada difícil, dura, que cambiaría su vida, pero
con un final feliz.

Consultado por si volvió con miedo a los campos, el arquero explicó que si
tuviera esa sensación, no podría volver a atajar. Incluso, en un juego ante el
Blackburn en una acción con cierto parecido a la de Hunt, terminó con una
fractura de nariz: Cech juega a fondo. Y aquella época de arquero de hockey
sobre hielo le generó el hábito de tener la cara cubierta: el cabezal no lo inco-
moda en lo más mínimo.

El Polaco Roberto Goyeneche popularizó el tango “Naranjo en flor”, que reza


en sus versos más conocidos: “Primero hay que sufrir, después amar, des-
pués partir, y al fin andar sin pensamiento”. Acá no hay historias de desamor,
pero sí de sufrimiento para luego poder salir adelante.

También le cabe esta situación a Neuer. Pero en este caso al momento de


llegar al Bayern de Múnich. Repasemos: en Gelsenkirchen, Manuel se había
convertido en icono primero del equipo y, luego, del seleccionado nacional,
sorteando aquella dura prueba en Alemania. A pesar de errores puntuales,
había salido fortalecido.

En la temporada que sucedió a la cita en Sudáfrica, Neuer fue el capitán que


lideró al Schalke, con tapadas sensacionales, a las semifinales de la Cham-
pions League. Él solventaba al equipo y, delante, Raúl ponía su cuota mágica
para un conjunto que aplastó a un Inter desarmado -pero que era vigente
campeón- por 5-2 en Milán. Tras la vuelta en casa y con la victoria asegura-
da, Manu mandó al símbolo del Real Madrid a que se contagiara del espíritu
del público del Schalke. En ese momento se selló para siempre el lazó del ‘7’
con la gente de Gelsenkirchen. Neuer era ya todo un líder.

Pero quedaba todavía una semifinal para el recuerdo. El Manchester United


terminó siendo muy superior y alcanzando la final (donde caería luego ante
el Barcelona en Wembley), pero el nivel evidenciado por Neuer en el juego en
Gelsenkirchen fue apoteósico. Un recital de atajadas de todo tipo. Terminó
siendo victoria inglesa por 0-2, pero a partir de ese juego en Gran Bretaña
comenzaron a exigirle a Ferguson que fichara al alemán para suceder a Van
der Sar. Sin embargo, su destino no estaba tan lejos de casa… al menos en
cuanto a la distancia física.

Se mudó hacia Múnich; entre lágrimas se despidió del club de toda su vida.
Quería jugar asiduamente la Champions, quería competir en serio a nivel lo-
cal y continental; su ciclo en el Schalke había tocado techo en aquella gran
actuación en el 2011. Sin embargo, no sabía el nivel de tensión que genera-
ría su fichaje en Baviera.

Vivimos en tiempos de mucha información. Probablemente excesiva en al-


gunos casos, casi a niveles tóxicos. El bombardeo mediático nos ha llevado
como consumidores a enterarnos, quizás, de demasiadas cosas. En este con-
texto, la veta de ex ultra de Neuer no generó demasiada simpatía en Múnich y
muy poco tardó en revelarse. Menos aún para una hinchada que recordaba el
festejo del arquero en un duelo del 2009, tras un triunfo del Schalke: se tiró
de palomita y luego tomó el banderín del córner y lo ondeó de cara al público,
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como hiciera Kahn al festejar un título que el Bayern le quitó en el cierre de la
temporada 2001 al conjunto azul.

A tal punto llegó la tensión ese verano del 2011, que el Bayern decidió lla-
mar a una mesa redonda con aficionados, directivos y empleados del club
para calmar las aguas. Le marcaron ciertos límites los aficionados a Neuer en
sus actitudes a futuro. Comenzaba la funesta campaña 2011-2012 y, en su
debut como local, el arquero cometía un error tonto y el Bayern perdía en el
Allianz Arena ante el Borussia Mönchengladbach. Se repuso a las miradas de
desconfianza y, a partir de allí, hilvanó una serie de 1.147 minutos sin recibir
goles entre todas las competencias, superando una marca de Kahn. Incluso
batió a Hildebrand, a nivel Bundesliga, al superar sus 826 minutos sin tantos
en contra.

Una nueva muestra de carácter. La misma que evidenció al hablar de la ho-


mosexualidad en el mundo del fútbol. Recordemos, el contexto: luego de que
Löw decidiera que Ballack no formaría parte del equipo alemán en Sudáfrica,
su agente, Michael Becker, afirmó que “una pandilla de gays” conducía a la
Mannschaft y agregó que se trataba de hombres “pobres, feos, sin talento,
burocráticos, inhumanos y gays”. Le replicó Neuer, en una entrevista con la
revista Bunde, cuando dijo: “Los hinchas van a acostumbrarse rápidamente,
porque lo que a ellos les importa es el rendimiento del jugador, no sus pre-
ferencias sexuales. Quien sea homosexual debería decirlo; salir del armario
alivia”. Un paso adelante en un ambiente por demás homofóbico como el del
fútbol. Lamentablemente, algunos medios de comunicación malinterpreta-
ron sus palabras y lo señalaron como homosexual por sus dichos, evidencian-
do que la homofobia no es patrimonio exclusivo del mundo del fútbol.

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LLEGAN LOS DUELOS FRENTE A FRENTE

Neuer quería jugar Champions, quería duelos grandes y eso le proporcionó el


Bayern. Así, llegaría ese 2012 que marcaría el primer pulso Bayern-Chelsea.
Sí, cuando los aficionados blues menos lo esperaban, llegaron nuevamente a
una final de Champions League.

El recuerdo de la caída en Moscú en 2008 por penales aún estaba en el ima-


ginario colectivo. Pasó luego el 2009, Ovrebo, Iniesta y la mar en coche. Los
entrenadores se sucedían y ninguno lograba dibujar a un Chelsea tan arrolla-
dor como el de José Mourinho, más allá de pasajes con Carlo Ancelotti. Inclu-
so un avezado técnico como Luis Felipe Scolari había tenido su período con
más pena que gloria y hasta se llegó a señalar que el brasilero había tenido
un fuerte enfrentamiento con los referentes.

En aquella campaña 2011/2012, André Vilas-Boas llegaba con muchos elo-


gios desde el Porto en su temporada estreno que lo mostró multicampeón.
Los aires lusitanos inspiraban confianza en Stamford Bridge. Sin embargo, el
proyecto fue un fracaso estrepitoso; una caída ignominiosa en el San Paolo,
ante el Napoli, marcaba el fin del portugués con una llave de octavos de final
de Champions aún abierta: los italianos se habían llevado el juego por 3-1.
Enfrentado también con la vieja guardia, que aún resistía, Vilas-Boas no tuvo
margen y debió irse: su intento de cambiar el estilo y rejuvenecer de a poco al
equipo no llegó a buen puerto.

El milagro se obró en Londres y con un 4-1 el Chelsea adquirió una vid extra;
de estar casi afuera pasaron a tener en cuartos un cruce accesible: el Ben-
fica. Quizás el recuerdo generalizado no lo marque así, pero esa serie ante
los lisboetas fue muy apretada, incluso la vuelta en Inglaterra podría haberse
decantado para el lado de las Águilas. Cech comenzaba a crecer.

Y si la historia finalmente terminaría dándole un lugar al Chelsea de Di Matteo


fue por Lampard, Drogba, pero especialmente por Cech. La serie ante el Bar-
celona, particularmente el juego en Fulham Road, fue un recital de atajadas
in extremis del checo. Con los postes como aliados, los blues se anotaron un
1-0 tan importante como insólito en función de lo que ocurrió en el campo; y
en la vuelta darían un batacazo histórico. Con todo en contra al ir 2-0 abajo,
terminarían igualando y marcando el final del ciclo de Guardiola con el Barça
en competencias europeas.

Mientras tanto, en Madrid, el Real de Mourinho quería llegar a la final. Para


eso debía remontar un 2-1. Aquella serie terminó en penales con un gran
juego de Neuer, quien rubricaría su labor tapándole los remates a Ronaldo y
a Kaká. La bronca de los hinchas muniqueses quedaba en el olvido: el arquero
demostró su pasta de campeón en un momento clave.

La final era en el Allianz Arena y nada podía fallar. Si bien el equipo de Heync-
kes ya había fallado en Copa y Bundesliga ante el Borussia Dortmund de
Klopp, la final era ante un equipo virgen en celebraciones de este calibre y,
precisamente, cuando menos opciones reales parecía tener en la última dé-
cada. Sin embargo, el fútbol tiene condimentos tan hermosos como inexpli-
cables. El Bayern de Múnich fue una aplanadora ofensiva, quizás sin la luci-
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Revista#06
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dez que el colectivo alcanzaría 12 meses después, pero sí con las ínfulas de
un señor equipo. Sin embargo, Cech volvió a lucirse; mientras que el checo
tapó casi todo lo que le tiraron (incluso un penal chutado por Robben en el
tiempo suplementario), a Neuer lo batió Drogba en casi la única jugada ingle-
sa de ataque en todo el partido. En los penales, el Chelsea vengaría su caída
rusa y así se llevaba una final en tierra ajena. Así también Cech derrotaba a
Neuer en su país natal y en la que ya comenzaba, de a poco, a ser su casa. La
Vieja Guardia blue se decretaba, finalmente, líder de Europa.

Poco más de un año después volvieron a cruzarse estos dos prodigios bajo
los tres palos. La historia es conocida y Neuer le devolvió las gentilezas a
Cech al derrotarlo en su casa, tras taparle el penal decisivo a Romelu Lukaku
en la serie desde los doce pasos. Antes, habían protagonizado un duelo en el
cual conjugaron tapadas memorables con pequeños errores en los goles de
sus rivales, como para demostrarse humanos.

Claro, en los doce meses que existieron en el medio entre un juego y otro,
Neuer fue pieza vital para el Bayern de Heynckes que se llevó el trébol, ga-
nando todo lo que jugó. Su solidez quedó evidenciada en los escasos 18 go-
les que recibió su equipo en la Bundesliga, su técnica e incluso su excelente
potencia de chut en la final de la Champions League, cuando de sus pies
nació el primer tanto bávaro.

Cech, por su parte, pudo aportar que el Chelsea se quedara con la Europa
League postergando al Benfica. No fue la mejor ni la más brillante campaña
blue, mas ese título terminó por dibujar sonrisas tras un año tumultuoso que
Rafa Benítez supo reencausar.

LOS QUE VIENEN

Pero fue ese choque en Praga donde el mundo vio a la crema en cuanto a
arqueros del presente. Probablemente, los que hoy por hoy han relevado a
dos grandes que han iniciado su fase descendente: Casillas y Buffon. Por
supuesto, esto no nos priva de tener aún buenas prestaciones de ellos; sin
ir más lejos, Gianluigi se salió ante Bulgaria por las eliminatorias europeas.

¿Qué nos deparará el futuro en este rubro? Hay un nombre que parece es-
tar destinado a ser el arquero del mañana: Thibaut Courtois. Casualidades
al margen, el belga ve en Cech uno de sus ídolos. Pese a esto, no dudó en
irse cedido al Atlético de Madrid (su pase pertenece al Chelsea) para seguir
adquiriendo experiencia. No solo su nivel es espectacular: conjuga la plasti-
cidad de Neuer con los reflejos de Cech, añadiéndole cierta elegancia en los
movimientos. Apenas tiene 21 años y, de su mano, el Racing de Genk festejó
en la Jupiler League cuando aún era un niño.

Su explosión precoz nuevamente nos remite a Cech y, al igual que el checo,


solía oficiar como jugador de campo (lateral izquierdo) hasta un torneo infan-
til en el cual se lesionó un compañero y debió ir al arco. Debutó en Primera
División a los 16 años, pero recién se haría con un hueco estable en el primer
equipo en la 2010/2011. No solo terminaría siendo figura, sino que además
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se consagraría a nivel local quien muchos marcan como el sucesor de una
escuela que contó con Pfaff o Preud’Homme. Al igual que Neuer, Courtois
también es la cara en la valla de una nueva gran camada de jugadores en su
selección. El sólido andar del Atlético de Madrid de Diego Simeone ha sido
una tranquilidad para el joven arquero belga. Su futuro parece no tener techo.

Otros nombres como David De Gea (su lugar en el Atlético lo ocupó Courtois),
Marc-Andre ter Stegen o Joe Hart aún deben revalidad que están para dar
ese gran salto y confirmar las buenas sensaciones que han sabido generar
en las últimas temporadas.

Quizás un arquero que no muchos tienen en cuenta es el actual sustituto de


la Azzurra: Federico Marchetti. Claro, sus 30 años parecen prohibitivos para
hablar de porteros del futuro, sin embargo es un caso de explosión tardía. El
guardavalla de la Lazio (con muchos años de ascenso italiano) podría ser, no
solo el relevo de Buffon en el próximo ciclo mundialista, sino que podría ser
el ideal para llevar la posta en un arco que siempre estuvo bien defendido.
¿Quiénes vienen después? Mattia Perin y Francesco Bardi, dos grandes pro-
yectos.

Estos últimos podrían ser los nombres de la próxima década (más Courtois,
ya un sinónimo de presente); otros, como Alphonse Areola (Francia) o Maksyn
Koval (Ucrania), también son señalados por los especialistas en el puesto.
De cualquier forma, volvemos sobre las peculiaridades de la demarcación.
Hacer pronósticos en esta ubicación no es sencillo: los procesos madura-
tivos pueden ser diferentes y, en muchos casos, el desarrollo puede verse
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truncado en caso de no tener continuidad. Se sabe que las posibilidades de
mostrarse, para los arqueros, son menores que para los jugadores de campo.

Además, existen factores externos que también pueden condicionar y mu-


cho. En definitiva, si hace 12 meses alguien hubiera dicho que Iker Casillas
no sería titular en el Real Madrid y que su puesto en la selección española
sería cuestionado, hubiera sido tratado de chiflado. Cosas del fútbol. Cosas
de porteros.

Diego Huerta
@diegofhuerta

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LOS
PRIMEROS
MÍSTERS
Alberto Cosín

Míster Pentland y Míster O’Connell, los dos primeros


de una larga serie de entrenadores de fútbol que traje-
ron su conocimiento pionero al fútbol español. Incluso
trajeron el genérico “míster” para definir al técnico. Su
paso por nuestra geografía balompédica resultó fruc-
tífero en títulos, pero especialmente en innovación.
Cuando predominaba el juego más rudimentario, Pent-
land primero y O’Connell a continuación trajeron méto-
dos de entrenamiento, tácticas nuevas e ideas atrevi-
das. Fueron los primeros y fueron excelentes.

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MR. FRED PENTLAND

La llegada de Frederick Beaconsfield Pentland en 1920 a España supuso


un soplo de aire fresco al fútbol de nuestro país. Sus ideas y métodos mo-
dernizaron el estilo de juego que se practicaba hasta la fecha e impulsaron
una nueva forma de jugar al deporte rey a través del pase corto. En aquel
momento primaba el fútbol directo, el pelotazo, la bravura o la tan conocida
“furia española”, que tuvo su momento álgido en los Juegos Olímpicos de Am-
beres con José María Belauste y su comentario en pleno encuentro: “¡A mí el
pelotón, Sabino, que los arrollo!”.

La concepción de Pentland difería mucho de las anteriormente menciona-


das: él quería tener la posesión del balón, una circulación rápida, que los ju-
gadores combinasen y que el esférico estuviese más tiempo rodando por el
césped que yendo por el aire de un lado a otro. Para ello retrasó la posición
de los interiores en la WM y en los entrenamientos semanales escondía la
pelota a los jugadores si se había perdido el duelo anterior. La razón era bien
sencilla: de esta forma estaban deseando que llegase el siguiente encuentro
para poder tocar el cuero y el hambre de balón iba en aumento con el paso
de los días.

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Su trayectoria como jugador se desarrolló única y exclusi-
vamente en las Islas Británicas. Nacido el 29 de julio de
1883 en Wolverhampton (Inglaterra), fue un extremo dere-
cho ágil, rápido y magnífico centrador, que en sus diez años
en la élite pasó por siete equipos diferentes. Comenzó en el
Blackpool en 1903, pero unos meses después se marchó
al Blackburn Rovers, donde pasaría tres campañas. Entre
1906 y 1908 jugó para el Brentford F.C. y el Queens Park
Rangers, hasta que con 25 años fichó por el Middlesbrough,
equipo en el que dio sus mejores prestaciones, lo que le sir-
vió para ser convocado con el combinado nacional en cinco
ocasiones. Debutó en la edición del Campeonato Británico
de 1909 frente a Gales; además, también participó en otro
partido del mismo torneo ante Escocia y en tres amistosos,
en dos ocasiones contra Hungría y una contra Austria. Se
retiró en 1913 después de haber disputado los dos últimos
cursos con el Halifax Town y el Stoke City.

INICIOS EN EL BANQUILLO

La selección olímpica de Alemania confió en sus servicios para dirigir al con-


junto teutón a partir de 1914, pero el inicio de la I Guerra Mundial canceló
este proyecto. Siguió viviendo en Alemania y durante el conflicto bélico se
dedicó a entrenar a varios equipos militares hasta la conclusión de la gue-
rra. Su siguiente destino fue la selección francesa, a quien entrenó para los
Juegos Olímpicos de Amberes de 1920. En la segunda fase eliminaron a una
buena selección italiana con Renzo de Vecchi o Virginio Rosetta en sus filas
y, posteriormente, cayeron en semifinales ante Checoslovaquia dejando un
buen sabor de boca.

El primer equipo al que entrenó en territorio español fue al Racing de San-


tander. Llegó en 1920 y se le hizo un contrato altísimo para aquella épo-
ca: cobraría 1.000 pesetas al mes durante nueve meses más un partido de
beneficio. Sin embargo, el Athletic de Bilbao le echó el ojo rápidamente y
Pentland dejó la tierra santanderina para trasladarse a la capital del “Bocho”.
En 1922, el Conde de Vilallonga le sedujo con 1.500 pesetas al mes más la
recaudación de un partido amistoso e inició así su primera etapa como técni-
co del conjunto vasco, la cual duraría un total de tres campañas. A raíz de su
llegada, el término Míster se hizo más común para denominar a los entrena-
dores, una vieja costumbre que sigue vigente hoy en día.

El cuadro rojiblanco, por entonces amateur, estaba estructurado en diferen-


tes equipos y había más de 70 jugadores que pertenecían a la entidad. A
todos ellos, e incluso a los socios del club, Míster Pentland les dio un curso
rápido de las reglas que regían el deporte rey y les enseñó la forma correc-
ta de atarse las botas. Le apodaron “El bombín” porque siempre vestía este
tipo de sombrero británico, al igual que era corriente verle con un puro en la
boca. Sucedió en el cargo a otro entrenador inglés, Billy Barnes, cuya marcha
causó un trauma, pues había conquistado con anterioridad cuatro Copas.
38 Barnes había impuesto un estilo de juego rápido y pases largos, mezclado
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con balones de extremo a extremo y con chutadores veloces en el frente de
ataque. A su llegada preguntaron a Míster Pentland cuál era su idea y, sin ti-
tubear, contestó: “Yo trato de enseñar a mis jugadores el fútbol que se prac-
tica en la Primera División inglesa”.

La plantilla estaba inmersa en un proceso de renovación y, a la falta de cali-


dad técnica, se le juntaba un pésimo trato a la pelota. Intentó solucionarlo,
aunque dadas las carencias de los jugadores en este primer periodo su estilo
fue más efectivo que dogmático. Un claro ejemplo fue la final de Copa de
1923, celebrada en Les Corts ante el Europa. Con un planteamiento ram-
plón, los del Athletic defendieron con uñas y dientes su portería y, después
de que Travieso hiciese el 1-0, se encerraron en el área para aguantar el re-
sultado. Al finalizar el encuentro, uno de sus jugadores le tiró el bombín al
suelo y empezó a pisarlo hasta dejarlo inservible. Se convirtió en una tradi-
ción y en títulos posteriores la costumbre siguió sin que a Míster Pentland le
molestase; claro ejemplo de ello fue que, justo antes de terminar un partido,
llegó a dirigirse al bombín y exclamó: “Amigo mío, qué poca vida te queda”.

No se consiguieron más trofeos en esta etapa, pero sí es recordado por otras


enseñanzas no vistas hasta la época, como sus métodos de entrenamiento.
Normalmente tenían lugar los martes y los viernes, en horario estricto, y en
ellos utilizaban porterías móviles para no dañar las áreas de cara a los par-
tidos del fin de semana. Además, hizo hincapié a sus futbolistas en tirar a
puerta con la puntera o el empeine del pie.

Otra faceta destacada de Míster Pentland eran sus famosas frases, con las
que deleitaba a los jugadores; algunas de aquellos años son las siguientes:

“El respeto del jugador se debe ganar demostrán-


dole que se sabe más que ellos, no por exceso de
severidad”.

“Pido a los jugadores que pongan el corazón en el


juego por el honor de su hermosa tierra, por sus
directores, prensa y público y por el gran juego del
foot-ball”.

“Athletic no hay más que uno”. 

“Los verdaderos equipos de fútbol, como los carac-


teres, se forman en las derrotas, no en los éxitos”.

“Cuando se pierde, poco hay que decir, y menos


cuando se gana”.

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Abandonó el Athletic de Bilbao en
1925 y se trasladó a Madrid para
coger las riendas del Atlético de Ma-
drid. Estuvo un solo curso, pero guió
a la escuadra colchonera a la final
de Copa de 1926 con sede en Mes-
talla, en la que fuer derrotada en la
prórroga por el F. C. Barcelona. A
continuación, firmó por el Real Ovie-
do, donde sobre todo es recordado
por los consejos que dio a “Trucha”
para lanzar las penas máximas. El ri-
tual consistía en que el lanzador se
colocaba inicialmente entre la por-
tería y el balón y, una vez de espal-
das al arco, corría, se daba la vuelta
y disparaba para regocijo de todos los aficionados. La suerte no le acompañó
en esta aventura y en 1928 regresó a Madrid para entrenar nuevamente al
Atlético y convertirse en asesor del seleccionador español, José María Ma-
teos. Su ayuda resultó fundamental para obtener la victoria por 4-3 en el
partido amistoso contra Inglaterra en el estadio Metropolitano de Madrid,
que supuso la primera derrota del combinado inglés fuera de las Islas Bri-
tánicas. Con anterioridad había entrenado al equipo nacional en los Juegos
Olímpicos de París en 1924 y, más tarde, repitió en dos enfrentamientos con
Checoslovaquia e Italia en 1930.

SEGUNDA ETAPA EN EL ATHLETIC CLUB

La segunda estancia en el equipo bilbaíno tuvo lugar desde 1929 a 1933


y se caracterizó por ser prolífica en títulos y por las variantes tácticas que
innovó Míster Pentland desde el banco. El nuevo presidente, Manuel Caste-
llanos, le contrató por un salario de 12.000 pesetas al año y bajo su mando
llegaron sendos dobletes de Liga y Copa en 1930 (invictos en el torneo ligue-
ro) y 1931, más las Copas de 1932 y 1933 que otorgaron al club vasco la
propiedad del trofeo. De aquellas temporadas son recordados dos encuen-
tros que han quedado para la historia de la entidad. A comienzos de 1931,
bajo su mando, endosaron una severa derrota por 0-6 al Real Madrid y, se-
manas más tarde, consiguieron la mayor goleada de la competición hasta el
momento, cuando apabullaron por 12-1 al F. C. Barcelona en una gran tarde
de Bata, que anotó seis goles.

La plantilla del Athletic era extraordinaria en cuanto a nombres y calidad y en


ella figuraban, entre otros, el portero Blasco, los defensas Castellanos y Urqui-
zu, los medios Muguerza o Cilaurren y un poderoso ataque conocido como “La
delantera mítica” compuesto por Lafuente, Iraragorri, Bata, Chirri y Gorostiza.
Los cambios tácticos realizados por Pentland fueron decisivos para el buen
funcionamiento del conjunto durante estas temporadas. Tenía una gran fija-
ción por la ocupación correcta de los espacios, primero con el 2-3-5 y luego en
2-5-3. Todo debía estar en su sitio para que funcionara como un reloj. A partir
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de ahí daba libertad a sus jugadores, aunque les exigía un juego rápido y atre-
vido. Un ejemplo eran los extremos, a quienes comentaba: “El extremo no debe
pasar, sino centrar. Sólo debe pasar cuando está muy adelantado respecto a
sus compañeros”, y además les remarcaba que “la paciencia es la virtud princi-
pal del extremo”. Suya fue también la idea de cambiar a los extremos de banda
para que el jugador aprovechase su velocidad y técnica y hacer incursiones en
diagonal en lugar del desborde tradicional.

Amante de la superioridad en el centro del campo, ordenó bajar a los inte-


riores para jugar más cerca de los medios y crear así una poderosa línea de
cinco jugadores. Tenía devoción por algunos de sus pupilos, a los que dedicó
frases y comentarios brillantes. Por ejemplo, de Chirri II decía: “Hay jugado-
res que tienen que jugar para los demás y otros a los que hay que dejar jugar.
No hay que cortarles la iniciativa”. O del extremo Guillermo Gorostiza, al que
dedicó lo siguiente: “Yo no le tuve que decir nunca nada. Goros, mejor jugador
del mundo. Individualista, fenómeno. Cuando avanzaba, ni él sabía lo que iba
a hacer. ¿Cómo se lo iba a indicar yo?”.

Pentland era un tipo de té a las cinco de la tarde, elegante y algo peculiar, que
llegaba en ocasiones a los entrenamientos en camión e incluso se ofreció para
el cargo de director de la banda de música de la ciudad. Se marchó en 1933,
tras no llegar a un acuerdo para la renovación y con una cita para la posteridad:
“Es el momento de marcharme. Los jugadores ya son demasiado amigos míos”.
Dejó una institución consolidada en el profesionalismo y un legado que aún
continúa vigente en la ciudad por su forma de ver y sentir el fútbol.

Pentland se abraza a
Lafuente al concluir la Liga
de 1931.
Foto ABC

ÚLTIMOS AÑOS

Regresó al Atlético de Madrid en 1933 por tercera vez y lo dirigió hasta


poco antes del estallido de la Guerra Civil española. En aquel curso, el equi-
po madrileño se encontraba en Segunda División, pero bajo la dirección de
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Pentland se logró el ascenso al finalizar como subcampeón de la categoría.
El plantel disponía de buenos jugadores como los jóvenes Mesa y Gabilon-
do, el medio Marculeta, su expupilo en el Athletic, Ramón Lafuente, o el go-
leador Elicegui. Sin embargo, los resultados no fueron los esperados y, tras
acabar en mitad de la tabla en 1935, una dura derrota en Les Corts ante
el F. C. Barcelona por 5-1 en noviembre le costó el puesto. Por deseo de
la directiva siguió en el club en calidad de funcionario, realizando trabajos
relacionados con su especialidad hasta que, tras el comienzo del conflicto
bélico en 1936, volvió a Inglaterra. Allí dirigió durante un par de años a su
último club, el Barrow A.F.C. En 1959, el Athletic de Bilbao le preparó un
gran homenaje con la celebración de un partido ante el Chelsea. Mr. Pent-
land pisó por última vez la capital vizcaína y recibió una medalla por los
servicios prestados. Falleció tres años después, el 16 de marzo de 1962
en Lytchett Matravers (Inglaterra).

PALMARÉS MR. FRED PENTLAND

Jugador

QUEENS PARK RANGERS

- Southern League 1907-1908

SELECCIÓN DE INGLATERRA

- Campeonato Británico 1909

Entrenador

ATHLETIC CLUB

- 2 Ligas 1929-1930, 1930-1931

- 5 Copas del Rey 1923, 1930, 1931, 1932, 1933

- 5 Campeonato de Vizcaya 1923-1924, 1924-1925, 1930-1931, 1931-


1932, 1932-1933

ATLÉTICO DE MADRID

- Campeonato Regional Centro 1927-1928

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MR. PATRICK O’CONNELL

La figura de Patrick O’Connell va unida a la de Fred Pentland especialmente


por dos entidades históricas: el Racing de Santander y el Real Oviedo. El
técnico irlandés dirigió a ambos equipos un par de temporadas después de
que Míster Pentland hiciese las maletas, aunque su recuerdo, prestigio y su
huella permanecían inalterables.

O’Connell desarrolló su carrera en los banquillos principalmente en España,


donde estuvo en total casi treinta años entrenando: al Real Betis en tres oca-
siones, al F. C. Barcelona y al Sevilla, además de los ya nombrados Racing de
Santander (en dos etapas) y Real Oviedo. En su librillo como técnico destaca-
ban tres pilares fundamentales: la aptitud, la disciplina y el trabajo en equipo.
Esto supuso un cambio para los jugadores españoles de la época, tanto den-
tro como fuera del campo. En concordancia con el fútbol que había jugado
en las Islas, O’Connell proponía un fútbol muy físico y de choque, basaba su
estilo en la fortaleza del conjunto, la rapidez y la verticalidad.

En concordancia con el fútbol que había jugado en las


Islas, O’Connell proponía un fútbol muy físico y de cho-
43 que, basaba su estilo en la fortaleza del conjunto, la

Índicerapidez y la verticalidad.
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Sus entrenamientos tenían algún paralelismo con los reali-
zados por Míster Pentland. El balón no era protagonista y, a
lo sumo, lo veían una vez a la semana. O’ Connell declaraba
que si había mucho contacto con la pelota “podría enviciar-
les el juego, amanerarles el estilo”.

Además, instauró una original estrategia cuando se implantó una nueva re-
gla del fuera de juego al poco tiempo de su llegada. Ensayó y perfeccionó
con mucho ahínco el movimiento hacia adelante de toda la línea defensiva
cuando el pasador rival se disponía a realizar el pase; de esta forma, al recibir
el delantero el balón ya se encontraba en posición incorrecta. Sus entrena-
mientos tenían algún paralelismo con los realizados por Míster Pentland. El
balón no era protagonista y, a lo sumo, lo veían una vez a la semana. O’ Con-
nell declaraba que si había mucho contacto con la pelota “podría enviciarles
el juego, amanerarles el estilo”.

Hay que tener en cuenta que en los años 20 y 30 los medios de transporte
no eran los actuales, se salía el viernes de la ciudad para jugar el domingo y
se regresaba a los entrenamientos, como muy pronto, los martes. El míster,
además, era un hombre que estaba pendiente de todos los detalles: algún
exjugador suyo, como Larrinoa, contaba que cambiaba personalmente los
tacos de sus botas dependiendo del estado del césped o que, cuando había
que salir a atender a un jugador, ayudaba a los masajistas en su tarea.

HÉROE CON EL BRAZO ROTO

Sus inicios con una pelota de fútbol tienen


lugar en su país, Irlanda, cuando era un crío.
O’Connell nació el 8 de marzo de 1887 en Du-
blín. Jugó en el Frankfort y en el Stranville Ro-
vers de Dublín hasta que se marchó, en 1908,
al Belfast Celtic. Cruzó el mar para enrolarse
en las filas del Sheffield Wednesday, donde
estuvo tres temporadas, y a continuación se
fue al Hull City. En 1914, tras dos cursos con
los Tigres, tuvo el punto de inflexión de su ca-
rrera con el fichaje por el Manchester United
por 1.000 libras. O’Connell era un defensa
central que, adaptado al juego moderno, sería
un mediocentro defensivo muy potente física-
mente, vigoroso y con un disparo demoledor.

En su segundo curso con los diablos rojos ya


fue capitán de la escuadra y, en febrero de
1915, se vio envuelto en un escándalo de
apuestas deportivas. Se debían enfrentar al
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Revista#06
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Liverpool en la Liga y aquel duelo acabó siendo conocido como “The fixed
match” (“El partido amañado”). Varios futbolistas de los dos equipos queda-
ron en un pub de Manchester y acordaron que el resultado del encuentro iba
a ser 2-0, cuando en aquel instante la apuesta se pagaba 8 a 1. El día del
partido, Viernes Santo de aquel año, el marcador reflejó un 2-0 que pudo
haber cambiado si no hubiera sido porque O’Connell falló estrepitosamente
un penalti. El pacto salió a la luz y se castigó a varios de los implicados a
perpetuidad; O’Connell, sin embargo, fue uno de los que salió airoso de las
sanciones impuestas.

Durante su estancia en Manchester trabajaba en la fábrica de coches Ford en


verano y, al iniciarse la I Guerra Mundial, fue cedido al Clapton Orient, Roch-
dale y Chesterfield, abandonando definitivamente la entidad red en 1919 con
destino Dumbarton. Allí, en el conjunto escocés, sólo estuvo una campaña y
después de militar dos temporadas en el Ashington inglés colgó las botas.

Su carrera internacional con la selección irlandesa se resume en seis en-


cuentros entre 1912 y 1919. Hizo su debut en una abultada derrota ante
Inglaterra por 1-6 en el Dalymount Park de Dublín, pero el partido que marcó
su recorrido con los Boys in green fue el celebrado frente a Escocia en el
Campeonato Británico de 1914. El combinado irlandés ya había perdido a
un jugador por lesión cuando O’Connell se fracturó un brazo al caer en mala
postura, tras un encontronazo. El entrenador le dijo que saliese del campo,
pero él se negó y, con un vendaje poco ortodoxo que le sujetaba el brazo, con-
tinuó sobre el césped. Con una movilidad muy limitada, sólo despejaba los
balones que se le aproximaban y, de esta forma, contribuyó al empate final
que les dio el título. El encuentro, titulado al día siguiente por la prensa como
“El partido de los nueve hombres y medio”, es un hito en su país y le aupó a la
categoría de héroe por todos sus compatriotas. Vistió por última vez la za-
marra irlandesa, precisamente, frente a los escoceses en un enfrentamiento
que finalizó con victoria en 1919.

RUMBO A ESPAÑA

La primera toma de contacto con los banquillos se produjo en 1921 en su


segunda campaña en el Ashington, donde compatibilizó el cargo de entrena-
dor con el puesto de jugador. En aquel entonces, el equipo inglés militaba en
la Tercera División Norte y, de la mano de O’Connell, vivió grandes y positi-
vos cambios. Influyó en la llegada de jugadores importantes como Knowles
del Manchester United, Thompson del Leeds o Foster del Sunderland y en
el aumento de capacidad del estadio, que llegó a los 20.000 asientos. La
campaña la finalizaron en décima posición, pero tanto la directiva como los
hinchas estaban encantados con la labor del irlandés. O’Connell, en cambio,
tenía otros planes más drásticos y abandonó el club, el país, y a su esposa y
cuatro hijos con destino España.

Llegó en barco a Santander procedente de Inglaterra en 1922 y tomó las


riendas del Racing. O’Connell, que conocía la labor realizada por Pentland
unos años antes, decidió darle continuidad. Pronto, su prestigio y el del Ra-
cing comenzaron a subir muchos enteros en el país gracias al trabajo de for-
45

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mación que realizó. También encontró el amor y la estabilidad sentimental
en la figura de Ellen, una irlandesa católica, institutriz de los hijos del rey de
España, Alfonso XIII, con la que contrajo matrimonio.

En sus primeras campañas en el cuadro cántabro se apoyó en Santiuste y


Naveda para tirar el fuera de juego, en una plantilla donde también figuraban
Pagaza (plata en Amberes 1920 con la selección española) y Óscar Rodrí-
guez. Los buenos resultados fueron la tónica general y a las vitrinas de la ins-
titución santanderina llegaron cinco campeonatos regionales, mostrándose
muy superiores a sus rivales de la época: la Gimnástica Torrelavega, la Unión
Montañesa o el Unión Club El Astillero. En 1928 tuvieron que disputar un
torneo clasificatorio para conseguir una plaza en la recién creada competi-
ción liguera. Superaron a Valencia, Betis y Sevilla y se convirtieron en uno de
los equipos fundadores de la Liga española.

Para el encuentro de la primera jornada ante el F. C. Barcelona, O’Connell


sacó la siguiente alineación que ha quedado para la historia de la entidad
cántabra: Raba, Santiuste, Gacituaga, Torón, Baragaño, Larrinoa, Santi Zu-
bieta, Loredo, Óscar, Acebo y Amós. La temporada fue muy mediocre y fina-
lizaron en último lugar de la clasificación. En la promoción se encontraron de
nuevo al Sevilla: en la ida cayeronn por 2-1, pero en la vuelta el 2-0 logrado
en los campos de Sport les mantuvo en la máxima categoría. En el verano de
1929, O`Connell fue despedido porque, según su versión, “insistía en poner
de interior izquierda a Larrinaga cuando la afición consideraba que era un
manta”.

Firmó por el Real Oviedo, que entonces se encontraba en Segunda División,


y permaneció durante dos campañas. Allí puso en marcha la considerada
primera “delantera eléctrica”, compuesta por Gallart, Casuco y Lángara, a
la que se unirían, ya sin O’Connell en la parcela técnica, Gale e Inciarte. Su
empeño en colocar al genial delantero de Pasajes como delantero centro le
costó el puesto, ya que a su llegada Lángara jugaba como interior.

CAMPEÓN DE LIGA

Regresó a Inglaterra en 1931 para tomarse un descanso que sólo duraría un


año, pues el Betis Balompié, que acababa de ascender, y su presidente Anto-
nio Moreno le ofrecieron un contrato para el curso 1932-1933. Su aterrizaje
en Sevilla no fue sencillo, al tener a buena parte de la afición en contra de su
fichaje por haberse desprendido el club verdiblanco de Emilio Sempere, el
técnico del ascenso. O’Connell consiguió cambiar rápidamente la tendencia
gracias a su buen hacer, socarronería y el concepto de fútbol que propuso.
En Sevilla hispanizaron su nombre y empezaron a llamarle “Don Patricio”. El
rigor y la alta exigencia que pedía en los entrenamientos se notaron luego en
los partidos y el plantel fue adquiriendo experiencia en las temporadas 1933
y 1934.

El gran éxito llegó con la consecución de la Liga en 1935, hito que en el con-
junto de Heliópolis no se ha podido igualar hasta la fecha. La defensa resultó
parte fundamental de este logro y como muestra son los 19 tantos que con-
46

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virtieron a Urquiaga en el portero menos goleado. El alirón se produjo en la úl-
tima jornada y frente a su primer equipo en España, el Racing. O`Connell fue
al hotel de Santander donde se hospedaba el Racing y preguntó a varios de
los jugadores: “Vosotros ya no os jugáis nada. Mañana no os mataréis para
ganarnos, ¿no?”. A lo que algunos respondieron: “Lo siento, míster. El Madrid
quiere que ganemos y nuestro presidente, José María de Cossio, que es un
fan madridista, nos ofrece 1.000 pesetas de prima a cada uno si vencemos”.
Finalmente, el duelo tuvo poca historia pese a la “motivación” santanderina
y el Betis se impuso por un claro 0-5. Aquel sábado, con la Feria de Abril en
pleno auge, el Betis lograba el trofeo liguero de la mano de este once: Ur-
quiaga, Areso, Aedo, Peral, Gómez, Larrinoa, Saro, Adolfo, Unamuno, Lecue
y Caballero. 

Liga con el Betis en 1935. Foto El País

LA GUERRA, CON EL BARÇA

Al finalizar el curso pasó unos días en su Irlanda natal y allí recibió una sucu-
lenta oferta del F. C. Barcelona. O`Connell no se lo pensó y voló a la Ciudad
Condal. La temporada de su estreno no fue buena y al quinto lugar en Liga hay
que añadir la derrota en la final de Copa ante el Real Madrid en Mestalla, recor-
dada por la magnífica parada de Ricardo Zamora a disparo de José Escolá en
los últimos instantes del duelo. Esa campaña había traído consigo del Betis al
defensa Pedro Areso y para la siguiente hizo el mismo trayecto el portero Joa-
quín Urquiaga, pero O’Connell fracasó al intentar la contratación de Serafín
Aedo, la pieza restante de su trío defensivo en el equipo verdiblanco.

El estallido de la Guerra Civil sorprende a O›Connell en las Islas y, aunque el


F. C. Barcelona le propone cancelar el contrato, lo rechaza y decide seguir
entrenando al conjunto culé. Se organizan varios torneos regionales como
la Liga del Mediterráneo o el Campeonato de Cataluña del que salen vence-
47
dores, pero en 1937 se marchan a realizar una gira por Norteamérica. Eran
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tiempos difíciles, el club tenía grandes dificultades económicas y por ello
aceptan la invitación de Manuel Mas Soriano, un exjugador de baloncesto
mexicano, para disputar partidos por México y Estados Unidos a cambio de
15.000 dólares, una importante cifra por entonces.

La gira, que tenía previsto durar dos


semanas, se alargó finalmente dos me-
ses, tiempo en el que la entidad azul-
grana recibió críticas favorables por
su comportamiento dentro y fuera del
campo. El secretario del club, Rossend
Calvet, ingresó el dinero obtenido en
una cuenta bancaria de París para evi-
tar que cayese en manos fascistas y re-
gresaron a España. En el viaje de vuelta
sólo volvieron cuatro jugadores además
de O›Connell, Calvet, el masajista Án-
gel Mur asó como el médico del equi-
po, Amorós. A su llegada, O›Connell se
marchó de Barcelona al mismo tiempo
que le acusaban a él y al club catalán de
En su estancia en el F. C. Barcelona colaborar con el bando republicano.

Tras acabar la Guerra Civil dirige al equipo durante unos meses, pero es des-
tituido por los malos resultados. Abandona la institución en 1940, dejando
un poso de salvador del club en sus momentos más complicados, que años
después es recompensado con un busto que se encuentra en el museo culé. 

Retorna a la capital hispalense de la que dice que “es un lugar donde la gente
vive como si se fuera a morir esta noche” y se instala en la calle Progreso nº
29. Firma por el Betis, que se encuentra en Segunda, y aunque el primer año
no consigue subir sí lo hace en el curso de 1941-1942, al liderar la tabla
clasificatoria y la liguilla de ascenso.

Para sorpresa de muchos, sobre todo de la afición bética, cambia de acera


y se va al eterno rival, el Sevilla. Realiza una gran labor en una escuadra
donde destacan el portero Busto, el centrocampista Alconero o la delan-
tera “Stuka” formada por López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal
y el polivalente Torrontegui para suplir a Pepillo. Logra un subcampeona-
to en 1943 y un tercer puesto en 1944 que presagian algo grande unos
años más tarde, ya con Ramón Encinas como entrenador. A pesar de estos
resultados, la hinchada es recelosa por su pasado bético y, tras una mala
campaña en 1945, sale del club por la puerta de atrás. Los rumores de una
posible vuelta al Betis son incesantes, pero no es hasta el curso 1946-
1947 cuando se hace oficial. El inicio es esperanzador, pero con el paso de
las jornadas el equipo no levanta cabeza y es cesado a falta de una jornada
para terminar el campeonato.

El último equipo al que entrena es el que le dio fama y popularidad en Espa-


ña, el Racing de Santander, por entonces en Tercera. Se logra el título de la
división y se asciende a Segunda, pero una pésima racha le lleva a ser desti-
48

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tuido durante el curso 1948-1949. Con 62 años, de los cuales 45 los había
dedicado al balompié, pone punto y final a su larga y extensa vida deportiva.

Durante toda su andadura española, O`Connell envió giros postales con


dinero a su antigua familia en Manchester. Sus hijos sólo conocían al pa-
dre mediante fotografías, pero eso no fue un impedimento para verle como
un héroe. Casualmente, la selección española viajó en 1949 a tierras ir-
landesas para enfrentarse con los chicos de verde en una competición
que encumbró a Piru Gaínza como “el gamo de Dublín”. Uno de los hijos
de O`Connell, Daniel, se acercó a la delegación hispana para preguntar
por su padre y saber si le conocían. El entonces seleccionador, Guillermo
Eizaguirre, le contestó afirmativamente y le indicó que residía en Sevilla.
Viajó unos meses después y O`Connell le citó en el Parque de María Luisa.
El recibimiento fue frío, con el técnico más preocupado por la marcha del
Manchester United que por su antigua familia. O´Connell le explicó su ex-
periencia en Sevilla, sus títulos o su visión de España: “Es como un partido
de fútbol en el que los dos equipos intentan comprar al árbitro”. Daniel fue
presentado en sociedad como su sobrino y, en aquel momento, el joven en-
tendió que O`Connell había rehecho su vida y no iba a volver con su antigua
mujer, que aún le amaba, ni sus vástagos ingleses.

Recibió en 1954 un cálido homenaje por parte del Real Betis en un encuen-
tro ante la selección andaluza en el estadio Heliópolis y poco más se sabe de
su vida a partir de entonces. Regresó a Inglaterra, vivió un tiempo con su her-
mano y acabó sus días en la indigencia en una pensión oscura y destartalada,
cerca de la estación de St. Pancras, en Londres, hasta su fallecimiento a los
71 años, el 27 de febrero de 1959.

PALMARÉS MR. PATRICK O’CONNELL

Jugador

SELECCIÓN DE IRLANDA

- Campeonato Británico 1914

Entrenador

RACING DE SANTANDER

- 5 Campeonatos de Cantabria 1923-1924, 1924-1925, 1925-1926,


1926-1927, 1928-1929

REAL BETIS

- Liga 1934-1935

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F. C. BARCELONA

- 2 Campeonatos de Cataluña 1935-1936, 1937-1938 

- Liga Mediterránea 1937

- Liga Catalana 1937-1938

Mr O'Connell

Alberto Cosín
@albertocosin

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REAL MADRID.
¡MALDITO ‘10’!
Jesús Garrido

El número 10 posee una magia especial en el fútbol. Grandes


jugadores, posiblemente los más geniales de la historia, han
vestido ese dorsal. Repasamos los últimos dieces del Real
Madrid precisamente en el momento en que se ha despren-
dido del artista Özil y afronta una temporada en la que, qui-
zás de forma simbólica, ninguno de sus futbolistas portará el
mencionado número.

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U
n buen día, en una rueda de prensa habitual después de un entrena-
miento, un periodista le preguntó a Gonzalo Higuaín si tenía pensado
abandonar el dorsal número 20, que lucía desde que llegó al Real Ma-
drid en 2006, y vestir un dorsal más apropiado para su estatus y su posición,
la de delantero centro. Higuaín, sereno y seguro, más de lo que indicaba su
juventud, contestó que no es más que un número, que lo importante es ser
un ‘9’ en el campo, no en la camiseta. Bueno, en esencia dijo eso. Siete años
y medio después de vestirse por vez primera aquel dorsal, Higuaín se fue
del Madrid con el mismo 20, sin que le importase que otros portasen el 9 de
killer, de goleador de área. De hecho, llegó a Nápoles y fue el propio club el
que le dio el 9.

Sea por marketing, por historia, por preferencia de un número sobre otro o
por el simple hecho de llevar un orden con los jugadores, los dorsales, a pesar
de la indiferencia que creó en el bueno del Pipa, tienen una trascendencia
brutal en el fútbol. No es en absoluto lo mismo que el lateral derecho de un
equipo lleve estampado en la espalda el 2 o el 8, y si un portero no lleva el
1 parece que no es el portero titular. Un número, no nos olvidemos, puede
representar visualmente una posición en el campo, dependiendo del país en
el que se encuentre. No significa lo mismo el 5 para un argentino que para un
inglés y hay pocos números más Marca España que el 4. Y tan raro resulta
ver a un lateral zurdo brasileño que no lleve el 6 como a un arquero francés
sin el 16. Sin embargo, hay uno que para todos siempre significa lo mismo.
El 10 es el 10. Sentir el 10 en la espalda es una responsabilidad para con la
afición del club, con la historia del fútbol. El 10, automáticamente, convierte
en referencia al que lo porta, porque son muchos, infinitos, los futbolistas
que han elevado esas dos cifras a los altares del fútbol y la obligación de los
nuevos dieces es salvaguardar el buen nombre del número que les han entre-
gado o que han tenido la valentía de escoger.

En el Real Madrid son más del 7. No es que no hayan pasado grandes 10


por la avenida de Concha Espina: los ha habido, muchos y buenos. Pero es
el 7 el que ha sido marcado a sangre en la afición merengue, el número que
llevaron los principales ídolos del respetable madridista, vanagloriados por
su competitividad, la entrega en el césped, que convencía al aficionado de
que el jugador abandonaba el campo, al final del partido, sin una gota más
de sudor que sudar. Goleadores, luchadores, carismáticos y muy madridis-
tas. Amancio, Juanito, Butragueño y Raúl son algunos de los predecesores
de Cristiano Ronaldo como dueños del 7 blanco, al que el portugués está
llevando a una nueva dimensión en la faceta goleadora. No es un hombre de
la casa, no ha mamado desde pequeño qué significa jugar en el equipo de
Santiago Bernabéu. Aun así, Cristiano ha mantenido, y quizás aumentado,
el valor del 7 en el madridismo actual y venidero. Empezó con el 9, dorsal
más propio por su olfato de gol, aunque no por su posición. También lució
el 9 esporádicamente el Buitre y Raúl se asentó en el Madrid con el 17, ya
que el 7 lo poseía Esnáider (sí, el bueno de Juan Eduardo se coló en la lista).
Todos estaban destinados a llevar ese número mágico de grandes tardes
en Chamartín.

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Pero centrémonos en el 10. Unos renglones más arriba ya hemos visto que el
10 es un jugador de gran calidad, referente en el equipo en el que lo luzca o al
menos se tratará de un futbolista diferente, alternativo y a la vez genial, en la
mayoría de los casos, claro, también se escapa alguna excepción a la norma.
Pero ¿por qué el 10 no ha sido casi nunca importante en el Real Madrid?
Cuesta echar la vista atrás y sin pensar demasiado decir qué jugador del
Madrid llevaba el 10 en los años 70, o en los 80. Más allá de Puskás, es
difícil identificar a un madridista de alta alcurnia con ese número a la espalda.
Como digo, los ha habido, y buenos, pero no han tenido la trascendencia que
su histórico dorsal les atribuye de antemano. Rafa Martín Vázquez era el
10 de La Quinta, pero siempre estuvo a la sombra del 7 de Butragueño y el
8 de Míchel. Posteriormente, cuando La Quinta estaba dando sus últimos
coletazos persiguiendo inútilmente al Barça de Cruyff, han sido varios los
casos de portadores del 10 que no han terminado de triunfar en el Real Madrid
o que han abandonado la Casa Blanca por la puerta de atrás, haciendo mucho
menos ruido que cuando llegaron, porque desde entonces no ha habido un
10 de la casa, un canterano nunca ha vuelto a lucir ese dorsal mágico.

Desde que en 1995 se convirtió en obligatorio inserir el nombre de los


jugadores en las camisetas y, por lo tanto, que un número perteneciese ya
para toda la temporada a un único jugador, son siete los futbolistas que han 53

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lucido el 10 en el Real Madrid. Siete en dieciocho años, un buen número en
un espacio relativamente corto de tiempo futbolístico. Desde Laudrup hasta
Özil, pasando por Figo y Lass Diarra. Analizaremos qué consiguieron en sus
años en el coliseo madridista, cuáles fueron sus mejores y peores momentos
y, sobre todo, qué les hizo abandonar el Bernabéu de una manera que su
nivel futbolístico no merecía en la grandísima mayoría de los casos.

10 - MICHAEL LAUDRUP (1994-96)

Laudrup fue el único que realmente tuvo una despedida


pura y dura de la afición del Santiago Bernabéu. Fue
el 19 de mayo de 1996, en el último partido en el
coliseo madridista de aquella temporada, contra el
Mérida. Su adiós, la despedida de su afición, existió,
y fue emotiva, pero muy ensombrecida por la marcha
de un ídolo y un mito mucho más grande que el danés
para el aficionado merengue, Míchel. El extremo se
fue aquel día con un doblete a los extremeños; uno de
aquellos goles fue una preciosa volea desde fuera del
área marca de la casa. Míchel lloró por acabar 20 años como
madridista. Michael, en cambio, aguantó las emociones, aunque difícilmente
tuviera un sentimiento blanco tan pronunciado como su compañero por aquel
entonces.

El danés llegó al Real Madrid apenas dos años antes, tras pronunciar su
famosa frase: “No le aguanto más”, refiriéndose al que era su entrenador,
Johann Cruyff. No aguantó tener que ver la final de Atenas desde la grada,
desde donde observó el final del Dream Team, un proyecto mágico que se
desmoronó como una torre de naipes ante el Milan de Capello. Laudrup,
sereno y seguro, anunció que dejaba el Barça única y exclusivamente por su
entrenador, esperando así quizás repeler el odio que iba a crearse cuando,
ni dos meses después, pisase el Bernabéu vestido de blanco, muy a pesar
de no querer “jugar en otro equipo de la Liga española”. No sólo permaneció
en España, sino que se fue al máximo rival a devolver la Liga y la manita al
Real Madrid.

Vivió dos temporadas opuestas en la capital. La primera, exitosa y brillante


para él y el club. Fue llegar Laudrup al Madrid y los blancos ganaron la Liga
cinco años después, aprovechando ya que estaban el vacío de poder que
dejaba la descomposición progresiva y sin freno del Barcelona de Cruyff. Fue
junto a Emilio Amavisca el mejor socio de Iván Zamorano y ayudó al chileno
a conseguir el trofeo Pichichi aquel año de 1995. Tres de los goles que le
sirvieron para ser el máximo goleador del campeonato se los marcó Zamorano
al Barça en el 5-0 del Bernabéu, Michael Laudrup estuvo muy presente en
ese encuentro. No todo fueron alegrías en aquellos años de vacas flacas en
el Real Madrid. Laudrup colaboró en elevar a leyenda la figura de Lars Høgh,
portero del Odense que eliminó al Real Madrid en octavos de final de la Copa
de la UEFA. Aquel 0-2 en Chamartín estuvo muy presente en la memoria
madridista durante muchos años.
54

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Aquella Liga fue el único título de Laudrup como blanco. Al año siguiente,
los fichajes de Freddy Rincón, Miquel Soler y Dejan Petković no auguraban
una temporada de éxitos precisamente. La debacle se fue confirmando
progresivamente hasta la caída de Jorge Valdano y la eliminación en Champions
League contra la Juventus, club en el que maduró futbolísticamente al lado
de Michel Platini. En abril del 96, Laudrup anunciaba que dejaba el Real
Madrid. “Me voy cuando todavía me piden que me quede, es mejor que irse
cuando están deseando que te vayas”, dijo el danés.

10 – CLARENCE SEEDORF (1996-99)

Poco después de que Fabio Capello se convirtiera


en entrenador del Real Madrid, Lorenzo Sanz ya
tenía sobre la mesa una primera petición de fichaje.
El italiano hizo saber al presidente que le urgía la
contratación de Clarence Seedorf, de la Sampdoria.
Aunque no fuera más que un chaval de 21 años, el
holandés de Surinam tenía pinta de convertirse en
el nuevo Rijkaard, un jugador total que ya había sido
campeón de Europa con el Ajax en 1995. La Samp se
adelantó a todo el continente y lo llevó a Italia para que
confirmara en una liga mayor de Europa el potencial que se le
presumía. No duró en la Serie A al ser reclamado por el Real Madrid, que lo
adquirió previo pago de 600 millones de pesetas, una cifra que hoy en día
parece casi irrisoria para lo que ha sido Seedorf con el paso del tiempo. Fue
el primer gran fichaje del Real Madrid post-ley Bosman.

Para desgracia del aficionado madridista, Seedorf no se convirtió en leyenda


en el césped del Bernabéu. Sí fue un jugador importante en el equipo, claro
está, aunque nunca alcanzó el estatus de indiscutible, de estrella, que sí
obtuvieron rápidamente otros como Roberto Carlos y Mijatović. Seedorf no
parecía encontrar una posición en el once que le hiciera juego con su estilo
futbolístico. Era contundente y poseía un gran físico, pero no era un pivote.
Tampoco tenía velocidad ni desborde para jugar de interior derecho, por
donde apareció desde el B Víctor Sánchez para ser indiscutible. Capello
lo puso cerca de Redondo, como creador de juego y llegador al área, para
apoyar a los tres puntas, que eran Raúl, Šuker y Mijatović.

Desde el medio desplegó su mejor versión, muy completa y constante


durante la primera temporada, buena no sólo en cuanto a resultado en la
Liga, sino también en cuanto a recuperación del prestigio del Real Madrid,
perdido en el curso anterior. Ganó la primera Liga de las Estrellas y clasificó
para la Champions League. Ya sin Capello en el banco, Seedorf siguió siendo
importante para Heynckes durante el año de la Séptima. Comenzó el curso
dejando uno de los mejores goles que se recuerdan en los derbis madrileños,
cuando un misil del holandés desde más de 45 metros superó a Molina.
El nivel del holandés, como el de sus compañeros, bajó estrepitosamente
en la Liga sucesiva, aquella temporada de las butifarras de Giovanni en
el Bernabéu y de la resurrección de los equipos vascos. Poco importó
acabar cuarto en la clasificación por detrás de Barça, Athletic y Real; daba 55

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igual que el Alavés los eliminara en octavos de Copa. Seedorf y el Madrid
ganaron la Séptima en Ámsterdam y el madridismo fue finalmente feliz, 32
años después.

La 98-99 resultó parecida a la anterior, pero con la sutil aunque importante


diferencia de no conseguir pasar de cuartos en la Champions. Fue contra
un equipo menor, que por mucho que tuviera a un tal Shevchenko no debía
ser rival del campeón de Europa. El Madrid vendió a Víctor al Racing y
Seedorf tuvo que verse mucho más de lo que le gustaba en la banda, jugando
sólo en el medio cuando por el costado diestro entraba Karembeu. Buen
nivel personal, escaso nivel global. Su última temporada no fue completa,
literalmente hablando. Toshack no sabía muy bien qué estaba haciendo
con el Real Madrid; el equipo andaba demasiado lejos de la lucha por la
Liga y tuvo que llegar Del Bosque para poner cinta aislante a la creciente
gotera. El problema es que el entrenador no lo consideraba indiscutible,
ni mucho menos. De hecho, lo sentó habitualmente, prefiriendo a Guti y
McManaman. Y claro, cuando entró un fax del Inter diciendo que daban
3.900 millones por él, Lorenzo Sanz lo firmó y lo reenvió con el holandés
como archivo adjunto en enero. Tres años y medio acabados en el frío
invierno, sin que casi llamase la atención su marcha, calificada como
“gran negocio” por los dirigentes blancos, misma frase que años después
dirían los milanistas.

10 – LUÍS FIGO (2000-2005)

El caso de Luís Figo es el más paradigmático de


todos los 10 que han pasado en los últimos años
por el Real Madrid. Ninguno de los anteriores ni de
los posteriores pasó de ser la piedra angular de
un proyecto a pieza prescindible. Nadie acaparó
tantos focos como Figo para después salir sin
casi dejar rastro, hundido en las profundidades de
la imparable autodestrucción del primer mandato de
Florentino Pérez. El portugués fue el anzuelo que usó
Pérez para llamar a la puerta de las masas madridistas y
adquirir sus votos en las elecciones del 2000, pero también fue
el primer gran sacrificio de un Madrid a la deriva.

Era sólo la punta del iceberg que el todavía hoy presidente tenía pensado
por entonces. Figo fue el reclamo, el inicio de una era galáctica que debía
continuar, nunca mirando atrás, siempre hacia delante, o hacia arriba en la
montaña de gastos que siguieron. Cada fin de semana de aquella temporada
2000-01, Figo era el más buscado por los objetivos de las cámaras de fotos
y vídeo en cualquier estadio del planeta. Era el más caro, el más valiente por
cambiar Barcelona por Madrid, y el más odiado por los de la Ciudad Condal.
Fue uno de los mejores años, deportivamente hablando, de Figo. Grandes
números tanto en anotación como en asistencias y una Liga más en su pal-
marés. Incluso se convirtió en un gran amigo de Raúl, jefe espiritual del ves-
tuario ante el cercano ocaso de la carrera del capitán Hierro. Figo encajaba
y el Madrid funcionaba. 56

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Todo se fue difuminando en el paraíso del portugués cuando el Madrid fichó a
Zidane. Ya no era el protagonista, ni el más importante del equipo, ni el ídolo
del mundo. Su rol fue incluso más secundario cuando también llegó Ronaldo.
Pero aún seguía teniendo sitio en el equipo. La banda derecha, su hábitat na-
tural, era de su propiedad. La sociedad que formó con Míchel Salgado era una
de las mejores del mundo. Se entendían, se buscaban, se relevaban para en-
contrar la mejor forma de asistir a sus compañeros. Hasta que llegó Beckham.

Con Beckham en la plantilla del Real Madrid, Figo perdía trascendencia. Aun
así, en los primeros meses de competición coexistieron ambos en el once y
fue el inglés el que tuvo que reciclarse a interior, como acompañante del me-
diocentro, dejando libre la banda derecha para el portugués. En pretempora-
da, Carlos Queiroz probó a Figo en la izquierda y Beckham en su lugar natu-
ral, pero no funcionó y apenas se repitió después durante el curso. Jugaron
mucho juntos por un motivo fundamental: la casi total ausencia de relevos de
nivel. Podía entrar Solari esporádicamente en la banda izquierda o Guti en
el centro del campo, pero no había muchas más variantes. El resultado fue
un cansancio acumulado brutal que les hizo perder las fuerzas en el último
tramo de una temporada que debió de ser histórica.

La quinta temporada de Figo, la última, fue la más inestable de todas. El Madrid


se quedó sin Camacho al poco de empezar, Florentino nunca confió en García
Remón y Luxemburgo enderezó el rumbo sacrificando al portugués. Vanderlei
quiso hacerle hueco en el once a Owen, sin tener para ello que prescindir ni de
Raúl ni de Ronaldo, y la única forma que encontró fue sentando a Figo en el
banquillo. Arriba estaba ese triángulo ofensivo y detrás de ellos se asentaban
Beckham hacia la derecha, Zidane hacia la izquierda y Thomas Gravesen como
único pivote. Figo ya era absolutamente secundario y se confirmó cuando sólo
participó en los últimos diez minutos del Clásico contra el Barça de la jornada
31. Figo perdió el cariño del presidente que lo había fichado, perdió su puesto
en el once y decidió marcharse. No pudo despedirse de la afición madridista ya
que, en pretemporada, cuando acababa de llegar a la concentración del equi-
po en Austria, confirmó su fichaje por el Inter de Milán. Sus únicos homenajes
son los que cada año disputa con el Corazon Classic Match de veteranos. El
madridismo se olvidó rápidamente del jugador que devolvió al Madrid al nivel
que le correspondía por historia y tradición.

10 – ROBINHO (2005-2008)

“En los últimos momentos del mercado, el Chelsea


me hizo una gran oferta y la acepté”. Así de con-
tento se mostraba Robinho en la concentración de
Brasil cuando le preguntaron por su fichaje por el
Manchester City. Robinho todavía no era conscien-
te de que el equipo que lo había querido durante
todo aquel verano de 2008, el Chelsea, no había lle-
gado a un acuerdo con el Real Madrid y él tendría que
conformarse con ser la estrella del nuevo rico inglés, el
City, recientemente comprado por un jeque, Mansour bin
Zayed bin Sultan Al Nahyan, dispuesto a invertir lo que hiciera 57

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falta para convertir a los skyblues en un equipo poderoso en Europa (todavía
hoy le está costando conseguirlo).

Robinho estaba contento en el Real Madrid, en realidad. Había disfrutado de


su mejor temporada como blanco, liderando el equipo hacia su segunda Liga
consecutiva como segundo máximo anotador tras Raúl. Su importancia den-
tro de los esquemas de Schuster era total. De hecho, si Robinho no jugaba
las probabilidades de éxito del Madrid se reducían drásticamente. Ni siquiera
el fichaje de Arjen Robben le quitó peso en la plantilla. Robinho era, al fin y al
cabo, casi insustituible en el Real Madrid.

Calderón, sin embargo, tenía otros planes para él. El presidente sabía que
no tenía el apoyo de la grada por haber faltado a sus promesas electorales
dos años antes y quería un fichaje de relumbrón para recuperar el favor de
la afición. Su objetivo fue Cristiano Ronaldo. Negoció durante mucho tiempo
con el Manchester United el traspaso del portugués, pero no encontró forma
de convencer a Alex Ferguson. Una parte importante del montante ofrecido
lo ocupaba el propio Robinho para abaratar lo máximo posible el traspaso.
Y claro, a Robinho no le sentó demasiado bien aquello y, desde que se rom-
pieron las negociaciones entre Madrid y United, Robinho pidió salir del club,
sintiéndose injustamente tratado.

El Chelsea era su primera opción, casi única opción realmente. Scolari con-
fiaba en Robinho para su primer proyecto en Londres y Abramovich estaba
dispuesto a invertir en él, pero el Madrid pedía demasiado, según los britá-
nicos. Robinho, mientras tanto, disputaba la pretemporada con su equipo.
A tres días del final del mercado, Wagner Ribeiro, agente del jugador, reco-
noció que se habían roto las conversaciones entre Chelsea y Real Madrid y
Robinho parecía que seguiría un año más en el Bernabéu, hasta que llegó el
City con 45 millones y se lo llevó al Etihad, dejando huérfana de regate a la
afición merengue, que perdió a Robinho y no tuvo sustituto.

10 – WESLEY SNEIJDER (2007-2009)

Sneijder fue el primero de esta lujosa lista que empe-


zó en el Real Madrid sin que le dieran de entrada el
10, aunque era jugador para ello, sin duda. No es un
jugador muy constante, ni regular, sino más bien se
caracteriza por sus altibajos, motivo principal por el
que se consideró correcta su salida del Real Madrid
en el verano de la vuelta de Florentino al sillón presi-
dencial. El holandés, lejos de amilanarse por su salida
del club blanco, de bajar los brazos por marcharse al In-
ter, demostró al mundo y al madridismo que, con confianza
y relevancia dentro de un equipo, puede ser de los mejores del
planeta en su puesto.

En el Madrid ha habido épocas en las que una nacionalidad ha tenido un


bloque importante dentro del vestuario. Se vivió la época de los brasileños,
con Luxemburgo a la cabeza; más tarde llegó la de los argentinos y, poco
58

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después, la de los holandeses. Hasta seis tulipanes decoraron el campo
blanco durante el final de la temporada 2008-09, aunque sólo cinco pudie-
ron jugar aquella edición de la Copa de Europa. Huntelaar se quedó fuera
al no poder ser inscrito, según el reglamento UEFA que impedía incorporar
a las plantillas a más de un jugador que hubiese disputado la Copa de la
UEFA. Sneijder sí pudo jugar aquel fatídico partido de Anfield, esa horrible
tarde-noche en Liverpool en el que los reds golearon 4-0 a los de Juande
Ramos.

Aquel chorreo en Champions y el posterior 2-6 del Barça en el Bernabéu


justificó al madridismo en su reclamo por el retorno de Florentino y la pro-
gresiva eliminación del clan de los holandeses. Se acabaron los días me-
rengues de los tres que quizás menos lo merecían. El primero que dejó Ma-
drid fue Huntelaar, a pesar de su buen ratio de goles por partido en Liga.
Después fue el propio Sneijder. Se fue sin ganas de irse: quería quedarse
y luchar por un puesto en un equipo nuevo y con un gran proyecto y criticó
abiertamente a la nueva directiva, insinuando que le habían obligado a irse.
Unos días después, Robben firmó por el Bayern. Y nueve meses más tarde,
ambos se enfrentaron por el título de la Copa de Europa (maldades de la
vida) en Chamartín. En Valdebebas seguía entrenando con el equipo un tal
Royston Drenthe.

Wesley Snejder no ha sido un jugador que haya marcado una época en el


Madrid. Estuvo sólo dos años, muy dispares entre sí. En el primero, fue ti-
tular indiscutible, con un rendimiento medio bastante alto y consiguió ganar
la Liga con Schuster. En su último año corrieron muchos rumores sobre su
afición a los bares y discotecas de la capital de España que, verdad o no,
parecieron cobrar sentido visto su bajón físico y de rendimiento. Nadie o muy
pocos pusieron el grito en el cielo cuando supieron que el Madrid lo vendía
al Inter por casi la mitad del precio por el que lo adquirió del Ajax porque “no
era regular” y porque “se queda sin sitio ahora que el Madrid tiene a Kaká”.
Juzguen ahora, desde la perspectiva del tiempo.

10 – LASSANA DIARRA (2009-2012)

Sí, Lass Diarra ha sido el 10 del Real Madrid. En


una lista en las que están los jugadores anterior-
mente citados y el que está por venir, aparece
el polivalente y extraño mediocentro francés.
Resulta cuanto menos chocante. En la plantilla
que formó Florentino Pérez junto a Jorge Val-
dano para Manuel Pellegrini, con jugadores re-
cién fichados como Cristiano Ronaldo, Kaká, Xabi
Alonso y Benzema, todos ellos estrellas mundiales,
potenciales o ya contrastadas, el que lució el dorsal
más mitificado de la historia del fútbol fue el pivote defen-
sivo Lassana Diarra. Pero, claro, en esta publicación tratamos de ser lo más
justos posible y, por supuesto, va a tener su espacio en este repaso a la
maldición del dorsal 10 del Real Madrid, aunque se salga del perfil clásico
del jugador portador del número de Oliver Atom. 59

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Revista#06
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El 10 fue uno de los cuatro dorsales que lució Diarra en sus tres años y medio
en el equipo, el más curioso, sin duda. Fichó por el Real Madrid en el invierno
de la temporada 2008-09 para ocupar la ficha del lesionado Mahamadou
Diarra y, por lo tanto, utilizar su dorsal, el 6. Fue el beneficiado de la dupla
de fichajes invernales y sí pudo jugar aquella eliminatoria contra el Liverpool,
mientras Huntelaar lo veía en la grada. La UEFA no permite que un jugador
utilice un número ya inscrito con anterioridad, aunque haya dado de baja su
ficha, por lo que Lass (nombre artístico elegido por Diarra por coincidir en
apellido con el malí, ya no se lleva lo de Diarra II), tuvo que lucir en Europa el
39. Al año siguiente fue el año en el que decidió, para sorpresa de muchos, o
de todos, portar el 10 en la camiseta.

La verdad sea dicha, el impacto de Lass en su primera media temporada en


el Real Madrid fue tan positivo que se aceptó su elección de dorsal con cier-
ta normalidad. Un curso más tarde, aunque siguieron llegando jugadores de
gran clase como Özil, Lass siguió con esas dos cifras decorando su dorso.
Pero el rendimiento del alemán fue tan elevado, y el del francés tan decep-
cionante, que la directiva decidió dar el 10 a Özil y que Lass se buscase un
número de los que quedaban libres. Escogió el 24 para su última temporada
de blanco, la de la Liga de Mourinho, en la que tuvo un papel poco más que
residual, aunque jugara incluso más que Altintop.

Lo mejor que ofreció Lassana Diarra al Real Madrid fue su polivalencia. Fue
fichado como mediocentro defensivo, pero sus entrenadores lo han utilizado
de lateral derecho e incluso alguna vez ha tenido que jugar en la banda iz-
quierda. No es un fuera de serie en cuanto a técnica se refiere, ni siquiera es
un gran defensor, pero por lo general cumplía las labores que se le encarga-
ban. Cubría al jugador creativo rival, robaba y cedía el balón a un compañero
rápidamente. Lo peor, los 20 millones que tuvo que pagar Ramón Calderón al
Portsmouth por su traspaso. El Anzhi se lo llevó en el último día del mercado
estival de fichajes de 2012 por poco más de cinco millones.

10 – MESUT ÖZIL (2010-13)

No es fácil decir algo sobre la venta de Mesut Özil


que no se haya dicho ya en grandes o pequeños me-
dios de comunicación, en tertulias de bar o en los
interiores del vestuario del Real Madrid. Florentino
Pérez no ha conseguido gestionar jamás los recur-
sos que tiene en las plantillas que ha creado. O se
ha quedado corto en fichajes, o ha fichado lo que
no hacía falta, o se ha pasado y ha tenido que ven-
der a toda costa para pagar cubrir agujeros. Primero
trató de cuadrar la caja, vacía por el fichaje de Figo, con
el traspaso de Redondo al Milan. Para fichar a Beckham en
2003 traspasó a Makélélé al Chelsea. Para fichar a Cristiano y
Kaká vendió a Robben y Sneijder. Y ahora, hace apenas unas semanas, se
desprendió de Özil para fichar a Bale. Trae grandes jugadores sacrificando a
grandes jugadores. ¿Compensa? Por ahora, en sus diez años de presidente,
los títulos no le han dado la razón. El Madrid ha ganado con él tres Ligas, una 60

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Revista#06
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Champions y una Copa. La afición sí le permite estos lujos, al menos par-
cialmente. Si acaso no le agrada la opinión de sus socios, un gesto pidiendo
silencio y se acabó, a otro tema.

Como dijo Sergio Ramos, Özil era “uno de los últimos jugadores que habría
vendido del Real Madrid”. ¿Por qué? Pues porque Özil es un proyecto de Ba-
lón de Oro que llegó como una joven promesa al Real Madrid, donde ha madu-
rado, alcanzando un nivel de estrella mundial, tanto en el club como en la se-
lección alemana, además de tener el cariño y el apoyo de la grada merengue.
Es un jugador diferente, de movimientos aparentemente vagos pero muy
efectivos, eléctrico en la contra, y casi siempre acertado en la toma de deci-
siones, en controlar el tempo del partido. En tres años como madridista, Özil
ha dado 81 asistencias de gol en partidos oficiales, cifra récord en Europa,
siendo Cristiano Ronaldo quien más se ha aprovechado de su generosidad.
Habría que preguntarse ahora que ya no está Özil en el Real Madrid cuántos
goles habría marcado el portugués sin el besugo como aliado. Bastantes, sin
la menor duda, pero también bastantes menos que con Özil en el apoyo. En
esta temporada observaremos si era Özil necesario o no para este Real Ma-
drid, si se bastan con Isco como único mediapunta, si era Bale tan necesario
como indica el montante de su traspaso.

Özil, como Sneijder, empezó con el 23 en el Real Madrid. Para la masa social
madridista era un jugador poco conocido, feo a rabiar, pero que había hecho
un gran Mundial con Alemania. Vamos, que tenía buena pinta para ser susti-
tuto de Kaká cuando el brasileño no estuviese a punto. Lo que no esperaban
es que Kaká no estuviese la mayoría del tiempo y fuese el chaval de 21 años
quien se hiciera con un puesto de titular, que no ha soltado hasta el partido
contra el Athletic Club del domingo 1 de septiembre. Özil ha sido siempre la
mejor conexión entre Xabi Alonso y la delantera, el enganche necesario para
que el balón circulase con criterio entre las piernas de madridistas. Se llevó
su primer revés en el Camp Nou, en 2010, cuando Mourinho lo sentó en el
descanso del partido del 5-0. Fue también el señalado en la ida de las semi-
finales de Champions contra el Barça. Pero ese año, y nunca más, volvió a
dudar Mourinho de su jugador, del que fue su petición en 2010. Se dice que
no es un jugador de grandes partidos, pero ha marcado a Barcelona, Atlético,
Borussia o Bayern, además de repartir asistencias contra esos mismos gran-
des conjuntos, en grandes escenarios.

Wenger, para seguir con el hilo de fichajes innecesarios, se llevó a un jugador


para la posición que mejor cubierta tiene el Arsenal. Da igual, porque Özil
sube y mucho la calidad media de la plantilla gunner, y baja, por lo tanto, la
del Real Madrid. No porque Bale no sea un futbolista de tremenda calidad y
mayor potencial, sino porque son dos jugadores complementarios dentro de
un mismo equipo. Deportivamente hablando, no hacía ni la más mínima falta
vender a Özil para que Bale tuviera su espacio en el once de Ancelotti. Es
más, Özil es un jugador contrastado en uno de los mejores clubes del mundo,
mientras que Bale todavía tiene que pasar esa fase. Dicen algunos que 50
millones es una muy buena cantidad sacada por Özil, pero ¿realmente vale
Özil casi la mitad que Bale?

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SIN 10

Por primera vez en la historia del Real Madrid, ningún jugador aparecerá con
el 10 a la espalda esta temporada. El último día de mercado, antes del cierre
del plazo de inscripción de plantillas, acabó sin que se produjera cambio de
dorsal alguno. También está libre el 8 de Kaká. Dos dorsales ilustres que no
tendrán su espacio en las taquillas madridistas. ¿Querrá el destino futbolís-
tico que el Madrid gane la 10ª sin 10?

Jesús Garrido
@jgarridog7

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FLORENCIA
Y LA FIORENTINA
David de la Peña

Filippo Brunelleschi dispuso de dos décadas para apren-


der los métodos de construcción de los arquitectos del
antiguo Imperio Romano. Durante aquel largo tiempo,
descifró los arcanos que le permitieron afrontar su obra
maestra: la cúpula de la Catedral de Santa María del Fio-
re. Muchos siglos más tarde, y sin la trascendencia artís-
tica del Duomo, Vincenzo Montella se afana en construir
un gran equipo de fútbol en la misma ciudad: la Fiorenti-
na. En su nueva temporada al frente del conjunto viola,
Montella da un paso más en sus aspiraciones aunque el
reloj que contempla su obra no posea la elasticidad de los
tiempos de Brunelleschi.

63

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Revista#06
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E
s cierto que es solo una sensación personal, pero creo que hay pocas
cosas en la historia de la humanidad más impactantes que la construc-
ción de una catedral. La Reforma Protestante que se inició en Alema-
nia en el siglo XVI limitó su magnificencia, pero las obras que ya se habían
construido en Europa por entonces quedaron para la posteridad. Levantar
toneladas de piedra y madera con tal armonía, dadas las limitaciones de la
época, me parece, teniendo en cuenta que mi máxima creación es una mesa
de IKEA, un acto a situar entre la brillantez y el milagro. Cuentan que hasta
mediados del s. XV eran los obreros quienes tenían el control de las obras, y
la causa era que los proyectos se basaban en maquetas aproximadas. Así se
levantó en 1380 la Catedral de Santa Maria del Fiore, en Florencia, en una
obra que duró casi cien años. La Catedral estaba incompleta y fue Filippo
Brunelleschi quien la terminaría 38 años después gracias a una cúpula que
es patrimonio de la historia del arte. Florencia dejó en la historia las bases del
Renacimiento y Brunelleschi, un legado para la arquitectura.

Lo cierto es que si ya alucino con quienes eran capaces de levantar aquello


en aquel momento, conocer la historia de alguien que revolucionó los méto-
dos me causa un respeto parecido al que me daría Leo Messi jugando contra
mi equipo, si los míos estuvieran con los ojos vendados. Más o menos. Al
padre de Brunelleschi, notario, le dio cierto disgusto el hecho de que su hijo
mostrase interés en la orfebrería y la escultura. Pero al chico no se le daba
nada mal y llegó a la final de un concurso que el Baptisterio de Florencia puso
en marcha para elegir a alguien digno de cambiar sus puertas. Lorenzo Ghi-
berti, artista gótico internacional del momento, obtuvo tal honor y un abatido
Brunelleschi se puso rumbo a Roma para aprender los secretos de los anti-
guos. Los métodos del Imperio Romano se habían perdido durante la Edad
Media y Brunelleschi encontró en el Panteón el centro de su estudio. Lo ob-
servó durante dos décadas —más o menos lo que lleva Ryan Giggs jugando
al fútbol— y regresó a Florencia.

Filippo Brunelleschi construyó una bóveda es-


plendorosa y fue el descubridor de la perspectiva
lineal: consiguió que esas obras que controlaban
los obreros fuesen dominadas completamente
desde el papel por los arquitectos.

En aquel momento, el clero estaba preparando otro concurso y el premio era


algo histórico: la construcción de la cúpula de la Basílica de Santa Maria del
Fiore. Brunelleschi, claro, se presentó, pero sus propuestas, totalmente no-
vedosas, le convirtieron en blanco de las burlas. Sin embargo, resultó que las
condiciones especiales de la Catedral provocaron que el asunto no fuese tan
fácil y, a partir de ahí, ya tomaron más en serio a Brunelleschi. Los jueces le
otorgaron el proyecto aunque, para su desgracia, lo tuvo que compartir con
Ghiberti, quien años antes fue el detonante de su primera gran decepción.
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Brunelleschi había aprendido tanto que realizó un diseño muy complejo en la
colocación de los contrafuertes y vio la oportunidad de deshacerse de Ghi-
berti cuando, una mañana, dijo que estaba indispuesto y dejó la obra en ma-
nos de su particular enemigo. Cuando vio las decisiones que había tomado
en su ausencia le criticó abiertamente y, en ese momento, fue nombrado jefe
del proyecto de por vida. Filippo Brunelleschi construyó una bóveda esplen-
dorosa, pero ahí no acabaría su legado. Siguió estudiando, evolucionando, y
fue el descubridor de la perspectiva lineal, un principio básico de la arquitec-
tura moderna. Así que Brunelleschi consiguió, además, que esas obras que
controlaban los obreros, fuesen dominadas completamente desde el papel
por los arquitectos.

Supongo que un florentino que sale de la escuela tiene una sensación pare-
cida con respecto a la arquitectura a la que nosotros experimentamos hoy en
día cuando nos sentamos a ver un partido de la selección española. También
más o menos. El patrimonio arquitectónico de Florencia es espectacular y no
hace falta ni tomar el transporte para llegar a Santa Maria Novella desde la
Basílica de Santa Maria del Fiore. Solo tienes que andar una manzana, atra-
vesar Via dei Banchi —una estrecha calle de algo más de cien metros— y
encuentras la espectacular plaza que la presenta. Santa Maria Novella se
terminó en 1480 con la culminación de una de las obras más importantes del
Renacimiento italiano: su fachada de mármol. Tiene tres naves, numerosas
obras de arte en su interior —entre ellas la única obra en madera de Brune-
lleschi, el crucifijo— y tres edificios anexos que forman el convento. En el
refectorio de aquel convento era donde los monjes desayunaban, comían y
cenaban, y muchos años después se dio en el mismo lugar un paso muy im-
portante en el desarrollo del deporte de la ciudad.

Quizá uno de los detalles más bonitos de la Fio-


rentina como club de fútbol es la relación directa
que tiene con el que quizá es el mayor legado de 65
la ciudad a la humanidad: la arquitectura y, por Índice
extensión, sus catedrales e iglesias. Revista#06
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Era 1877 y en aquel refectorio se estableció la sede de la Palestra Ginnasti-
ca Fiorentina Libertas. El Reino de Italia vivía la reciente Unificación —para
algunos Reunificación, al considerar que la provincia de Italia en la antigua
Roma fue la unidad anterior—, y Vittorio Emanuele II agotaba sus días como
primer rey. A pesar de que los primeros años fueron más difíciles —el Reino
de Italia nace en 1861— la fragilidad en algunas de sus estructuras era aún
una realidad. La Palestra Ginnastica Fioretina Libertas contribuyó enorme-
mente a la difusión de muchas disciplinas deportivas como la gimnasia, la
esgrima, el boxeo o la lucha. Años después se añadió una sección de fútbol,
que se uniría en 1926 al club rival de la ciudad, el Club Sportivo Firenze, para
formar la Associazione Calcio Firenze Fiorentina. Quizá uno de los detalles
más bonitos de la Fiorentina como club de fútbol es la relación directa que
tiene con el que, quizá, es el mayor legado de la ciudad a la humanidad: la
arquitectura y, por extensión, sus catedrales e iglesias. La Florentina, des-
de entonces hasta nuestros días, ha ganado dos Scudetti, seis Coppa Italia,
una Supercoppa y una Recopa de Europa. Su camiseta ha sido vestida por
grandes futbolistas como Antognoni, Roberto Baggio, Passarella o Batistu-
ta, aunque para entender la historia reciente del club, es imprescindible ha-
cer un paréntesis y detenerse en la crisis del final de la etapa de la familia
Cecchi Gori.

LA CRISIS DE LOS CECCHI GORI

El mandato de la familia Cecchi Gori, en el verano de 1990, no empezó de


la mejor manera posible, puesto que la hinchada acababa de recibir un golpe
durísimo. Roberto Baggio, símbolo del equipo, había sido traspasado a la Ju-
ventus, que con este fichaje acababa de dar el golpe definitivo a una enemis-
tad entre clubes que ya había florecido años atrás. El desenlace del Scudetto
del 82, donde Juve y Fiore llegaban empatados a la última jornada, y las deci-
siones arbitrales que perjudicaron a los toscanos, con un gol legal anulado a
Graziani frente al Cagliari y un penalti favorable a la Juve en su partido frente
al Catanzaro, sembraron la semilla de la rivalidad. Años después se produ-
jo la salida de Baggio que, para colmo, sucedió unos pocos meses después
de que la propia Juventus ganase a la Fiorentina en la final de la Copa de la
UEFA 1989-90. Una afrenta que movilizó a los tifosi viola, que protestaron
enérgicamente contra el entonces presidente Flavio Pontello hasta el punto
de que el empresario tuvo que vender el club.

Los Cecchi Gori llegaban, por tanto, con la misión de calmar los ánimos y re-
construir un proyecto que había perdido a su principal estandarte. Mario
Cecchi Gori, un reputado productor cinematográfico y apasionado hincha
viola, fue el dueño y presidente a partir de ese momento, pero el principio de
su andadura resultó francamente difícil. Los dos primeros cursos, la Fioren-
tina quedó en la mitad baja de la tabla y en el verano de 1992 el presidente
pretendió dar un golpe de efecto con dos fichajes que debían generar un paso
adelante en el rendimiento del equipo: Stefan Effenberg y Brian Laudrup.
Mario Cecchi Gori presentó el proyecto de manera multitudinaria en la Piaz-
za Santa Croce y la escuadra completó un buen principio de campaña, empa-
tando a domicilio frente a Lazio e Inter, y apasionando al Artemio Franchi
66

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después de un 7-1 frente al Ancona. Los nuevos fichajes se unieron al segun-
do curso de un joven delantero argentino que empezaba a dar muestras de su
enorme talento: Gabriel Omar Batistuta. Los tifosi divisaron la luz al final del
túnel. Sin embargo, los resultados se torcieron, la prensa catalogó al equipo
de anárquico y Radice, Agroppi, y la dupla Chiarugi-Antognoni, los distintos
integrantes del banquillo durante esa temporada, fueron incapaces de evitar
el descenso a la Serie B.

Con Ranieri como entrenador la escuadra viola consiguió un año más tarde
el ascenso a la Serie A, aunque el suceso que definiría la etapa Cecchi Gori
acontecería en noviembre, cuando apenas arrancaba el campeonato. Mario
moría a los 73 años de un ataque al corazón y los hilos del club pasarían a
manos de su hijo: Vittorio Cecchi Gori. A pesar del descenso, la hinchada
mostraba respeto y admiración por Mario, e incluso la Curva Ferrovia en el
Stadio Artemio Franchi pasó a llamarse durante un tiempo Curva Marione,
en honor a Mario Cecchi Gori. Vittorio, que además de seguir el camino de
su padre en el campo cinematográfico tuvo contactos con la política, inició
el ciclo de más nivel del equipo toscano hasta nuestros días. Vittorio le dio
a Ranieri a Rui Costa para acompañar a Batistuta y el camino lo continuó —
tras Malesani— un Trapattoni que alcanzó el punto álgido en invierno de la
temporada 1998-99, cuando la viola concluyó la primera vuelta de la Serie A
en cabeza de la tabla. El hecho de ser campeón de invierno situó a la Fioren-
tina como favorita al título y quién sabe qué hubiera ocurrido de no haberse
lesionado Batistuta contra el Milan en el mes de febrero. La Fiore solo ganó
uno de los cinco partidos en los que su goleador estuvo ausente y el equipo
le perdió el pulso al campeonato. La Fiorentina alcanzó en esa temporada la
Champions y algunos aficionados aseguraban que la pareja formada por Rui
Costa y Batistuta era el ataque más fuerte de Europa. Un ciclo que se fue
apagando y echó su cierre deportivo con la victoria en Coppa Italia 2000-
01, con Roberto Mancini en el banquillo. Aunque lo cierto es que la cuesta
abajo como institución había empezado un poco antes. 67

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Revista#06
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Como ocurriera años atrás con la venta de Roberto Baggio a la Juventus,
la afición viola tuvo que volver a soportar la impotencia de ver marchar a su
gran referencia: Gabriel Omar Batistuta era traspasado a la Roma. Esto ocu-
rrió en el verano del año 2000 y la decisión de aceptar un traspaso récord
por “Il re Leone” —36 millones de euros— fue tomada para paliar los graves
problemas financieros que acusaba la entidad. Aquello no fue suficiente y
otros futbolistas referencia como Rui Costa y Toldo siguieron el mismo cami-
no dirección a Milan, el primero para vestir de rossonero y el segundo para
hacerlo de nerazzurri. “Medidas drásticas para una situación drástica” era lo
que se dejaba entrever desde la dirección, pero el escándalo envolvió a Vitto-
rio Cecchi Gori cuando una información señaló que parte de los 36 millones
de euros del fichaje de Batistuta habían ido a parar a las arcas de Finmavi,
la sociedad que gestionaba los negocios de sus películas. El golpe definiti-
vo se produjo en la mañana del 5 de julio de 2001, en el Palazzo Borghese
de Roma. “Il Cembalo”, edificio donde residía Vittorio, era asaltado por doce
miembros de la squadra mobile, que investigaban al productor cinematográ-
fico por blanqueo de dinero y fraudes bancarios. La policía irrumpió cuando
estaba con su pareja, la actriz Valeria Marini, y mientras buscaba documen-
tos que le implicasen, le descubrieron en posesión de cocaína. Un escándalo
que, por la presencia de la droga, tomó una repercusión social aún más tur-
bulenta y significó su dimisión como presidente de la Fiorentina cuatro días
después. Tanto ruido mediático, unido a la pérdida de sus estrellas y la lesión
a principio del torneo de Enrico Chiesa —de lo mejor que quedaba en la plan-
tilla— significaron el descenso a la Serie B al final de la temporada 2001-02.
Los problemas económicos hicieron imposible la inscripción del equipo en
esa Serie B y el final de la época Cecchi Gori significó la refundación del club.

LOS DELLA VALLE Y EL REGRESO A LA ÉLITE

Los tifosi lloraban y las plazas de Florencia se llenaban de banderas y bu-


fandas viola. Leonardo Domecini, político natural de Florencia y alcalde de la
ciudad en aquel instante, asumió la responsabilidad de crear e inscribir a una
nueva sociedad futbolística: la Fiorentina 1926, a la que se le reconocerían
los títulos de la extinta Associazione Calcio Fiorentina. Este acto significó el
cariño de los aficionados de la Fiorentina hacia el alcalde, aunque sería la fa-
milia Della Valle quien días después comprara el club y lo hiciera evolucionar
desde aquel momento hasta lo que conocemos hoy en día. Diego Della Valle
es el mayor de tres hermanos: Andrea —muy implicado en el día a día de la
Fiorentina— y Gisella, que se dedica al mundo de la moda. Diego asumió el
control de Tod’s, una conocidísima multinacional que trabaja productos de
cuero de todo tipo, especialmente el calzado. Dorino Della Valle, padre de
Diego, evolucionó el taller de calzado que Filippo, su abuelo, tenía a comien-
zos del s. XX, hasta llevar a la empresa a ser una absoluta referencia en todo
el mundo. En 2013, la revista Forbes ubicó a Diego y Andrea en el puesto
965 de personas más ricas del mundo (20º entre los italianos), con un patri-
monio estimado de 1.500 millones de dólares.

Sin embargo, a principios de la temporada 2002-03 el club estaba lejos de


estridencias y lujos: tenía que regresar a la élite y debía empezar desde la
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Serie C2 (el equivalente a la Tercera División española). La Fiorentina Viola —
nombre utilizado durante la temporada por temas burocráticos— consiguió
ascender de categoría doce meses después y hombres como Di Livio —por
quedarse en la entidad a pesar del descenso— o Riganò —máximo goleador
durante el curso— pasaron a ser ídolos de la hinchada. Riganò y Di Livio apor-
taron su experiencia a algunos jóvenes que empezaban a tener minutos en
el fútbol profesional, como Quagliarella o Alessandro Diamanti, que también
tuvieron una pequeña participación en el ascenso y entre unos y otros culmi-
naron el primer gran objetivo. Después, la fortuna sonrió a la entidad y una
reestructuración de la Serie B a principios del año siguiente ayudó al equipo
a saltarse un escalón en el regreso a la máxima categoría. A la Fiorentina
Viola le tocaba iniciar la temporada 2003-04 en Serie C1, pero el paso de la
Serie B de 20 a 24 equipos provocó la admisión “por méritos deportivos” de
la entidad toscana en la segunda categoría del fútbol italiano, en una deci-
sión que hoy en día sigue levantando polémica.

Lo cierto es que la hinchada viola sentía, tan solo un año después del desca-
labro, el aroma de la élite a un solo paso y los Della Valle empezaban a entrar
en el círculo de las conversaciones del aficionado como los salvadores de la
hecatombe. Y no solo por el hecho de que el equipo fuese a jugar la 2003-04
en Serie B: la implicación de Diego y Andrea en el futuro de la entidad tam-
bién tenía entregados a los tifosi. El desembolso de 2,5 millones de euros
por parte de la familia en una subasta en la que consiguieron recuperar los
colores y el nombre clásicos fue un hecho muy aplaudido y un detalle clave en
la conservación de la identidad del club. La Fiorentina ascendió a la Serie A
la temporada siguiente, después de que el mítico Emiliano Mondonico —que
llegó durante el curso— guiase al equipo, y también gracias a esa dosis espe-
cial de fortuna que acompañaba a esta nueva etapa, y que había comenzado
con esa reestructuración de la Serie B. Después de entrar de rebote en la
categoría, el equipo consiguió la opción de disputar la promoción frente al
Perugia tras acabar en la sexta posición, gracias a que la ampliación de 18 a
20 equipos en la Serie A había dado ya el ascenso a los cinco primeros clasi-
ficados. La Fiorentina le ganó la promoción al Perugia y tan solo dos cursos
después regresaba a la Serie A. Esa relación de la Fiorentina con el alambre
se prolongó un año más, cuando mantuvo la categoría al salvarse en un triple
empate a puntos entre la viola, Bologna y Parma. A comienzos de la siguiente
temporada surgieron dos hombres claves en la evolución posterior del club:
Pantaleo Corvino y Cesare Prandelli.

Pantaleo Corvino es, probablemente, el nombre menos


reconocido internacionalmente de una etapa en la que
la Fiorentina no solo se ha asentado en la Serie A, sino
que también ha dejado actuaciones muy válidas en la
Copa de la UEFA y en la Champions League.

Pantaleo Corvino es, probablemente, el nombre menos reconocido interna-


cionalmente de una etapa en la que la Fiorentina no solo se ha asentado en la
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Serie A, sino que también ha dejado actuaciones muy válidas en la Copa de la
UEFA y en la Champions League. Corvino llegaba a Florencia para ejercer de
director deportivo. Su primera experiencia con el fútbol profesional fue en un
Casarano, de la Serie C1, que se quedó a las puertas de la Serie B en la tem-
porada 1996-97. Corvino había hecho un gran trabajo en el Casanaro —res-
cató de la cantera del Milan a un chico llamado Fabrizio Miccoli— y, en 1998,
el Lecce apostó por él. En la Puglia dejó nombres como Ledesma, Bojinov o
Vucinic; y su facilidad para captar talentos convenció a los Della Valle para
incluirlo en el proyecto viola. El trabajo de Corvino llevó a Florencia a Mutu,
Montolivo, Frey, Gamberini, Vargas, Gilardino, Felipe Melo, Behrami, Ljajic,
Nastasic o la gran joya de la corona: Stevan Jovetic. El mano a mano entre
Corvino en los despachos y Cesare Prandelli en el banquillo llevó a la Fiore a
una gran etapa. Prandelli guió al equipo a disputar la semifinal de la Copa de
la UEFA en 2008 —que perdería frente al Glasgow Rangers en la tanda de
penaltis—, y a los octavos de final de la Liga de Campeones en 2010, cuan-
do el Bayern de Munich, no sin polémica debido a un gol en clamoroso fuera
de juego de Klose en la eliminatoria, les apeó de la competición.

La Fiorentina recibía la admiración de la crítica y la Federación eligió a Ce-


sare Prandelli para convertirlo en seleccionador italiano, cuando al final de
la temporada 2009-10 el club y Cesare resolvieron sus compromisos con-
tractuales tras un último curso algo más decepcionante en la Serie A —11º
puesto—. La Fiorentina pasó entonces dos años a un nivel inferior e incluso
la afición criticó a la familia Della Valle por haber perdido interés en el club.
La primera medida que avivó el rumor fue el hecho de que Andrea dejase de
ser presidente de manera oficial en 2009 y delegase en Mario Cognini, un
hombre de su confianza. Aunque, quizá, el episodio que más decepcionó a
la familia y por la que transmitió esa sensación de desidia fue la respuesta
negativa de Matteo Renzi, alcalde de Florencia, a la posibilidad de construir
un nuevo estadio. El clímax de las protestas llegó a final de la temporada
2011-12, cuando a esa sensación de dejadez se unieron algunas imágenes
lamentables —principalmente la de Delio Rossi, entrenador en ese momento,
pegando a Adem Ljajic tras un cambio—, y el pésimo rendimiento deportivo,
que tuvo a la escuadra toscana peleando por la salvación hasta las últimas
instancias del campeonato.

Se puede decir que el ambiente que precedía a la fantástica actuación du-


rante la temporada 2012-13 que llevó a cabo la Fiorentina no presagiaba,
en absoluto, lo que acabó ocurriendo. La distancia entre directiva y afición
era cada vez más evidente, pero en ese momento de incertidumbre los Della
Valle dieron un paso adelante y decidieron romper con todo. Corvino, una de
las grandes cabezas pensantes, no iba a ser renovado y, además, se iban a
dar hasta once bajas de futbolistas de la primera plantilla y doce altas para el
mismo efecto. Un equipo completamente nuevo. El encargado elegido de lle-
var a cabo la dirección del proyecto desde los despachos fue Daniele Pradè,
que confeccionó la plantilla y la puso en manos de Vincenzo Montella. Los
Della Valle le habían lavado la cara a la escuadra, transmitían otra vez ilusión,
e incluso parece que han olvidado la decepción del nuevo estadio, puesto
que durante este verano se ha remodelado el Artemio Franchi de cara a la
temporada 2013-14, en un proyecto con el nombre de “Franchi all’inglese”,
que ha retirado las barreras y realizado mejoras en las tribunas. “Remodelar
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el Franchi no significa renunciar a la idea del nuevo estadio”, filtran desde
el club. Lo cierto es que la implicación de los Della Valle ha regresado a la
Fiorentina. De hecho, Diego, que llevaba años sin presenciar partidos en di-
recto, regresó el año pasado al palco. No era para menos: el equipo se quedó
a un suspiro de regresar a la UEFA Champions League.

PRADÈ Y MONTELLA: A LOS MANDOS DEL PROYECTO

Daniele Pradè fichó por la Fiorentina en el verano de 2012 con la difícil tarea
de sustituir a Pantaleo Corvino tras una larga experiencia en la A.S. Roma.
Pradè llegó al club capitalino en año 2000 —formó parte del organigrama
que llevó a Batistuta de Florencia a Roma— y permaneció allí hasta 2011. En
primer lugar fue colaborador del director general Fabrizio Lucchesi y, tras la
dimisión de este y el nombramiento de Franco Baldini como director deporti-
vo, como su asistente. Daniele Pradè se mantuvo allí hasta que en 2005, y
tras la salida de Baldini, la familia Sensi le dio el rol de director deportivo. Su
primera decisión fue llevar a la Roma a Luciano Spalletti, un técnico toscano
que estaba haciendo un gran trabajo en el Udinese y que, posteriormente,
completaría una gran etapa al frente de los romanos. Pradè logró en la Roma
un Scudetto, dos Coppa Italia y dos Supercoppa Italia, además de seis sub-
campeonatos de la Serie A. Carta de presentación suficiente para que, des-
pués de que los Sensi vendieran la Roma y DiBenedetto prescindiese de él en
2011 para hacer regresar a Baldini, los Della Valle le reclutasen el pasado
verano para el nuevo proyecto viola.

Pradè tomó decisiones importantes relativas a numerosos cambios, pero


otras piezas iban a continuar, caso del español Eduardo Macía. Macía tenía,
antes de llegar a Florencia, una experiencia importante en clubes de primer
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nivel como encargado de la cantera y captación de jóvenes talentos de la
mano de Rafa Benítez, con el que trabajó en Valencia y Liverpool. Macía es
uno de los responsables de que la Fiorentina haya echado la vista hacia el
mercado español y, además, una pieza importante por haber trabajado du-
rante un año con Pantaleo Corvino y, por lo tanto, haber tenido acceso direc-
to a los informes de este para el club, aunque la principal labor de Macía es la
de controlar las categorías inferiores. El sistema de Liga Primavera en Italia
hace complicado el hecho de promocionar directamente a chicos del segun-
do equipo porque el salto desde este torneo al fútbol profesional es demasia-
do grande. Este es el motivo por el que los clubes italianos en general, y la
Fiorentina en particular, tienen numerosos jugadores cedidos en escalones
inferiores, pero profesionales, del fútbol italiano. En cualquier caso, la Fio-
rentina es uno de los mejores equipos de su grupo —el A— del Campeonato
Primavera y quizá en próximos años escuchemos los nombres de Bernardes-
chi, Zohore, Gondo, Rosa Gastaldo o Empereur, integrantes del último equi-
po Primavera eliminado en cuartos de final del torneo por el Atalanta.

En el buen hacer de la Fiorentina, el verdadero


responsable de las decisiones clave es Vincen-
zo Montella, la más importante de todas las
variaciones en el organigrama técnico.

Dos piezas visibles en cada uno de los escalafones y un cuidadoso equipo


técnico que cubriría otras necesidades. Vincenzo Guerini, un exfutbolista del
club, llegó para ejercer de nexo entre la plantilla y la dirección deportiva, aun-
que las principales renovaciones vendrían en la parcela técnica. Daniele Rus-
so, el segundo entrenador, al que Pradè conocía bien puesto que trabajó con
Spalletti, Ranieri, y también con Montella en la capital. Simone Montanaro,
un hombre encargado única y exclusivamente de la parcela táctica. Aunque
la verdadera arma oculta de este staff es Gianni Vio, que se encarga de la es-
trategia ofensiva a balón parado. Las jugadas diseñadas por Vio le han dado
al equipo 20 de los 76 goles que ha marcado en esta Serie A —sin contar
los seis que han llegado desde el punto de penalti—, y su popularidad se ha
puesto por las nubes. Montella coincidió con Vio en el Catania y pidió expre-
samente su contratación. Porque no olvidemos que, aunque todos y cada uno
de los integrantes han sumado, y mucho, en el buen hacer de la Fiorentina, el
verdadero responsable de las decisiones clave es Vincenzo Montella, la más
importante de todas las variaciones en el organigrama técnico.

La realidad es que Montella llegó a Florencia porque Daniele Pradè sentía


admiración por él y, desde luego, no solo por su trayectoria en los banqui-
llos. Cuando Pradè fichó por la Roma, en el año 2000, Montella llevaba
apenas una temporada en el conjunto giallorosso. De hecho, tras la llegada
de Batistuta hubo una pequeña polémica, o al menos de ello se hicieron eco
los medios, porque Batistuta quería el 9 y ese era el dorsal de Montella.
Al final, Batistuta se quedó con el 18 y ‘l’aeroplanino’ acabó jugando 192
partidos con la camiseta romana, donde marcó 83 goles. Montella fue un
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delantero muy intuitivo, zurdo, inteligente en sus movimientos y con facili-
dad para marcar. Después de una década como futbolista en Roma —con
un par de paréntesis tras cesiones al Fulham y la Sampdoria—, inició su
carrera como entrenador en 2009 en las categorías inferiores de la Roma.
La oportunidad le llegaría dos años después, cuando Ranieri fue despedido
del primer equipo y Pradè le eligió como su sustituto. Montella dejó un buen
sabor de boca entre el tifoso romanista, pero el cambio de directiva que
dio con Pradè en la calle también significó el cambio de entrenador: Luis
Enrique. El Catania le dio la oportunidad y Montella respondió de maravilla,
salvando con holgura al equipo siciliano. Es decir, dos experiencias correc-
tas domo técnico en el primer nivel, más la admiración del recién llegado a
Florencia Daniele Pradè, significaron el fichaje de Vincenzo Montella por la
Associazione Calcio Fiorentina.

ADAPTAR UN MODELO

La Fiorentina había hecho numerosos cambios en su plantilla, así que el ob-


jetivo prioritario de Montella era diseñar un bloque que compitiera desde
el primer día y tenía el problema de tener que lograrlo con futbolistas con
prácticamente nula relación competitiva entre sí. El hecho de que Montella
lo consiguiera ya es de por sí argumento de elogio, pero hacerlo, además,
poniendo en práctica una idea muy clara desde el primer día le otorga todavía
más mérito. Casi todo el mundo ha coincidido en decir que la Fiorentina ha
sido el equipo que mejor jugó en la Serie A 2012-13 y los que discrepan de
esta idea, por regla general, solo ponen por delante a la Juventus, flamante
campeón de Italia.

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Las dos principales estructuras que utilizó Montella —aunque como él mis-
mo comentó, entre una u otra formación apenas había diferencias— fueron
un 3-5-2 o un 4-3-3. Para empezar a analizar la utilización, ventajas y deta-
lles de cada una de ellas, es clave conocer al detalle lo más importante, lo
que le da color a un equipo: los futbolistas.

A. Comportamientos individuales

Portería

Uno de los numerosos puestos —en realidad, casi todos— que vieron llegar
a una nueva incorporación la temporada pasada fue la portería. El titular du-
rante todo el año, salvo en un pequeño tramo central del mismo, fue Emilia-
no Viviano, que tiene una lectura particular por el impacto a nivel emocional
que significó su llegada. Viviano creció en las categorías inferiores del club,
aunque tuvo que buscarse la vida en diversos equipos —Brescia y Bologna
fue donde mejor rindió—, antes de regresar a Florencia. Habitual en sus años
de juventud de la Curva Fiesole —la grada de animación del Artemio Fran-
chi de Florencia—, tiene el escudo de la ciudad tatuado y su hija se llama
Viola. Es decir, un absoluto referente para la grada. Sirva como ejemplo la
reacción que tuvo con Borja Valero, un recién aterrizado en el calcio, cuando
este intercambió su camiseta con Andrea Pirlo al final del primer Juventus-
Fiorentina de la temporada. El equipo acababa de perder el choque y Viviano
tiró al suelo la camiseta de Andrea que Borja llevaba en el hombro. Una acti-
tud poco correcta para muchos, pero que sin duda recibe el beneplácito de
prácticamente cualquier tifoso viola. Desde ese papel de líder, de conector
entre grada y equipo, de transmisor de sentimientos, se puede entender la
influencia del meta en el vestuario.

Habiendo hecho este importante matiz, su aportación futbolística fue, sin ir


más lejos, de aprobado. Viviano es un meta de buena envergadura, pesa bas-
tante y tiene las manos grandes. No es demasiado rápido ni ágil y su blocaje
no es de primer nivel, aunque el tipo es efectivo por concentración y condi-
ciones físicas. Su golpeo de zurda es bueno y, a pesar de que su juego de pies
no es demasiado efectivo por el hecho de que tarda demasiado tiempo en
controlar y eso le impide dar continuidad a la jugada con fluidez, su desplaza-
miento largo sí es bastante preciso. Sin ser excesivamente técnico para de-
fender acciones a balón parado, su altura le permite ser efectivo a pesar de
no ser demasiado ortodoxo. Durante el tramo de temporada que Neto le quitó
la titularidad recibió continuos apoyos, en forma de pancartas por parte de la
grada, y finalmente la presión superó al prometedor guardameta brasileño,
que perdió su puesto en el once después de algún fallo importante. Para defi-
nir de forma concreta la aportación de Viviano durante la pasada temporada,
se puede decir que fue regular en sus intervenciones y que, además, añadió
un plus de combatividad al equipo por su estrecho lazo con el escudo y su
peso en la opinión de la afición. Un líder, con las connotaciones negativas que
en algunos casos conlleva, pero también con sus matices positivos.

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Defensa

La línea defensiva 2012-13 en Florencia era completamente nueva. A la


venta de su futbolista más prometedor en la retaguardia —Matija Nastasic—
al Manchester City, se sumó la salida de hombres que habían tenido peso en
los últimos años —Gamberini, Kroldrup o Natali—, así que la adaptación de
todos los fichajes era, como no podía ser de otra manera, una incógnita. Sa-
vic entró en la operación Nastasic en algo que, más bien, parecía un parche
por sumar efectivos; Gonzalo Rodríguez, un futbolista de primerísimo nivel
en el Villarreal, dejaba muchas dudas por sus graves problemas de rodilla;
y las llegadas de Tomovic, Roncaglia o Hegazy parecían, a priori, soluciones
para un equipo de mitad de tabla.

Gonzalo Rodríguez. Las dudas sobre su tendencia a lesionarse quedaron


atrás en mayo de 2013, cuando al final de temporada el central bonaeren-
se había sumado 35 partidos como titular. Fue el defensa, por conceptos,
que mejor se adaptó a las exigencias de lo que Montella trató de instaurar
alrededor de la pelota desde un primer momento, y es que desde su posición
inicial de central medio en una línea de tres fue el primer foco de salida de
pelota. Su capacidad técnica, habilidad para batir líneas con su pase raso
y excelente desplazamiento, le convirtieron en un bastión importante para
un equipo que, por regla general, siempre acumuló más posesión que su ri-
val. Cuando tocaba defender, hay que matizar su aportación. En primer lugar
hay que dejar claro que Gonzalo Rodríguez tiene un talento especial para
anticipar, leer la jugada y tomar decisiones. Sin duda, estos son sus mejores
argumentos defensivos. Sin embargo, la naturaleza anárquica del centro del
campo, sumada a la fijación del equipo por intentar iniciar casi siempre en
corto, le ponía en problemas. A Gonzalo se le exigió en muchas ocasiones
cubrir grandes distancias de campo tras la pérdida y, en ese sentido, él está
lejos de ser un atleta. En cualquier caso, y a pesar de puntuales problemas
por la exigencia de los problemas del equipo, la temporada de Gonzalo —hizo
incluso seis goles, el mejor registro de su carrera— fue una enorme noticia
para Vincenzo Montella.

Nenad Tomovic. El central o lateral serbio fue otra buena noticia al finalizar
la temporada, hasta el punto de que la entidad toscana ejerció la opción de
compra que había pactado a principio de curso con el Genoa. Su versatilidad
es importante si ponemos como primer argumento sus condiciones físicas.
Es un futbolista de 1’85, extremadamente fuerte en los choques, y que ade-
más tiene una velocidad sostenida aceptable para su peso y una buena téc-
nica para quitar el balón. Su principal problema es de lectura, de saber medir
la jugada y elegir bien la acción, sobre todo defensivamente. Digamos que se
adapta bien a las exigencias tras pérdidas del equipo porque es del corte de
apagar fuegos. Una gran virtud de Tomovic es su recorrido —incluso jugando
como central derecho—, y es que tiene gran facilidad para ganar metros y
—ahí sí— estar bien colocado para recibir en campo rival. Es bastante torpe
en campo contrario con el balón en los pies, pero el hecho de abrir una línea
de pase correcta para desahogar el ataque resulta realmente útil. Dadas las
circunstancias, y su competitividad como central —derecho o izquierdo— y
como lateral, le hizo una pieza importante.

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Facundo Roncaglia. Su rol en la plantilla fue exactamente igual que el de
Tomovic, sin embargo el ex de Boca dejó más dudas por varios motivos. En
primer lugar, su talento defensivo es muy pequeño y basa sus aportaciones
positivas en defensa en la reacción, un buen sprint corto y ese tesón y amor
propio que caracteriza al defensa sudamericano. No es un futbolista fiable
para defender el área cuando hace de central, puesto que su estatura le hace
perder duelos aéreos, aunque sí es cierto que es rápido y sirve para defen-
der en transición, algo de lo que, sin duda, adolece el equipo. Además, como
nota positiva, si el equipo juega con línea de cuatro defensas y él es el lateral
derecho, es más productivo que Tomovic, gracias a un buen disparo y unas
piernas más pequeñas y ágiles que salvan la pelota en momentos más com-
prometidos en campo contrario.

Stefan Savic. Se asentó en el once titular por el mero hecho de ser el defen-
sa más posicional del equipo. En una plantilla que tiene a Gonzalo Rodríguez
y sus conducciones, a Tomovic y Roncaglia —futbolistas que no dudan en dar
un apoyo en campo rival si tienen la oportunidad—, y a un lateral o carrilero
en su perfil —el izquierdo— tan profundo como Pasqual, tener un futbolista
que sí lee mejor la posición y es más calmado para guardarla hace que todo
se equilibre. No es rápido, ni demasiado técnico para robar pelotas, pero es
bastante bueno en los duelos aéreos y, por lo general, tiene una buena co-
locación. Sufre cuando ha de sacar el balón jugado —además, es diestro y
casi siempre, en la Fiore, se encuentra con situaciones donde ha de utilizar la
izquierda—, pero no se complica y suele estar concentrado.

En líneas generales, lo que les faltó a los defensores de la Fiorentina fue


calidad, ni más ni menos, con la excepción de Gonzalo Rodríguez que, sin
embargo, sufrió por no llegar a resolver debido a condiciones físicas. Otros
nombres como Compper o Hegazy apenas disfrutaron de minutos, aunque a
tenor de lo visto cuando sí lo hicieron tampoco hubieran dado un salto posi-
tivo en ese sentido.

Mediocampo

Otra línea por hacer —tan solo Pasqual estaba en plantilla en la anterior tem-
porada—, y, además, de importancia capital dada la idea de Vincenzo Monte-
lla, era el centro del campo. La estructura central fue siempre 1+2, es decir,
un pivote y dos interiores, y resultó ser la base estructural del equipo. Por
fuera, dos carrileros profundísimos que, bien es cierto, tuvieron comporta-
mientos distintos en relación a si el esquema más reconocible era un 3-5-2
o un 4-3-3.

Juan Cuadrado. El colombiano llegó en calidad de cedido, con opción a com-


prar la mitad del pase a final de temporada, procedente de Udinese, y la Fio-
rentina se apresuró a hacerse con el 50 % del jugador una vez terminó el
curso. Probablemente, Cuadrado (junto a Ljajic) sea la mejor obra del Monte-
lla entrenador en Florencia. Analizaremos cuando toquemos los comporta-
mientos colectivos del equipo los posibles motivos que llevaron a ello, pero
su aportación a lo largo del curso fue absolutamente decisiva. Es una bala,
tiene un regate imparable y, además, se destapó como un jugador capaz de 76

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hacer goles en el tramo final de la temporada. Funcionó bien como carrilero
derecho o jugando como extremo, mucho más liberado, y su adaptabilidad
a diferentes circunstancias —rinde igual de bien en transición o en ataque
posicional— le convirtieron en pieza clave.

Manuel Pasqual. El otro carrilero tuvo un peso decisivo, puesto que mostró
ser uno de los argumentos más competitivos. No podía ser de otra forma,
en cualquier caso, dada su importancia dentro del vestuario. Pasqual es el
capitán, un futbolista siempre concentrado, solidario e incansable. Defensi-
vamente, es un jugador muy correcto gracias a estos detalles, pero además
es un activo muy sólido en el juego ofensivo, porque tiene un par de virtu-
des realmente determinantes; la primordial es su pie izquierdo. Es buenísimo
centrando, con la pelota parada o en movimiento, y además es uno de los
principales ejecutores del balón parado del equipo, algo que, con Gianni Vio
en el cuerpo técnico, cobra aún más importancia. La otra gran virtud es su
timing. Centra de maravilla y puede hacerlo con mucha continuidad y con
ventaja porque entiende el momento de su incorporación y la altura de su po-
sición a la perfección. También fue uno de los indiscutibles, tanto de carrilero
con la defensa de tres centrales como de lateral izquierdo con la de dos.

David Pizarro. Un ex de la Roma, muy del gusto de Pradè y Montella, llegó


para ser el epicentro del esquema viola. El técnico napolitano le dio todo el
peso del proyecto, y Pizarro respondió con nota a llevar esa responsabilidad.
Al regista chileno la expresión “quemar el balón en los pies” le resbala bas-
tante. Es puro riesgo. Es el primer receptor de centrales y sus giros y con-
ducciones atraen rivales, liberan espacio y desordenan las marcas. Es el
principal responsable de la salida fluida de pelota del equipo y, por si fuera
poco, cuando la suelta sus pases suelen cambiar el sentido de la jugada, ba-
tiendo línea y siendo productivos. Por supuesto, esto tiene una connotación
negativa y son sus intermitentes, pero peligrosas, pérdidas de pelota. Un
ejemplo sonado fue cuando Montolivo le robó el cuero en el Franchi y el Milan
se llevó un punto en el que era un duelo directo por plaza Champions. Pero el
que no arriesga, no gana. Montella lo sabe y lo asume y le da total libertad a
Pizarro para practicar su fútbol que, cuando es efectivo y transcurre sin erro-
res, es realmente brillante.

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Borja Valero. Indiscutible desde el primer momento en todos los onces de
Montella, encontró su espacio en la posición de interior izquierdo. Valero tie-
ne un físico muy pobre para chocar —algo que Italia le exige mucho—, pero
sabe recibir el balón, bien en la base junto a Pizarro, bien abierto sobre la iz-
quierda. De hecho, en ese sector encontró varios motivos para ser producti-
vo: ese timing de Pasqual, el hecho de que Ljajic y Jovetic le abrieran siempre
línea de pase de calidad por delante de balón y la profundidad de Cuadrado
en el otro sector para activar su fenomenal cambio de orientación. Así, entre
unas cosas y otras, Borja encontró su espacio en el equipo y acabó siendo no
solo pieza clave, sino un ídolo importante de la afición, que en numerosas
encuestas coincidió en señalarle como el mejor fichaje del curso, algo, sin
duda, realmente complicado dado el tremendo número de nuevas incorpora-
ciones que se llevaron a cabo el pasado verano.

Alberto Aquilani. Varios fueron los motivos que le llevaron a ser el interior
derecho titular, después de que tras unos primeros pasos muy prometedores
en la Roma le llevasen a fichar por el Liverpool y a que Juventus o Milan pidie-
ran su cesión tras no triunfar en Anfield, lugares donde tampoco demostró
lo que se le presuponía en la capital. El primero de ellos es sencillo: en esta
Fiore marca goles. Tiene un tremendo disparo, el equipo acumula mucha po-
sesión y él se encuentra con situaciones para pisar área. El segundo es que la
devuelve bien, su pie derecho le salva en estas dos acciones concretas. Sin
embargo, es un futbolista lento, no termina de ser lo suficientemente activo
como para pesar en la circulación y, quizá, el principal problema en un estilo
como este es que tiene poco amor propio para robar el cuero una vez se ha
perdido. Y claro, en un equipo que no tiene recuperadores, la actitud defensi-
va para equilibrar el rendimiento es vital. Fue útil, pero quizá es la pieza más
floja del centro del campo viola.

Los secundarios: Uno de los futbolistas que tuvieron un rol concreto fue
Mati Fernández. A pesar de que hemos visto al chileno, de manera habitual
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a lo largo de su carrera, actuar como mediapunta, Montella le ha querido dar
un rol diferente como interior. Ha sido, en todo momento, secundario, pero es
cierto que a la hora de cerrar partidos es un activo para defenderse que está
dentro del manual de la Fiorentina. Tiene técnica y guarda la pelota y, en ese
sentido, en un equipo que, a pesar de tener una ventaja corta en el marcador
suele seguir teniendo la posesión, un futbolista como él resulta útil. En el
plano contrario estuvo Migliaccio, el único centrocampista de perfil realmen-
te defensivo con el que contó Montella hasta la efímera llegada de Sissoko.
Montella lo utilizó como pegamento, en situaciones donde el balón no estaba
controlado y era necesario un futbolista agresivo, que hiciera faltas y ordena-
se al bloque. El tercer centrocampista que fue utilizado en un rol secundario
por Montella fue Rômulo. En realidad, con la Fiorentina había venido jugando
como carrilero derecho, pero el año pasado lo hizo como interior derecho
para tener un futbolista que alejase el balón de campo propio gracias a sus
buenas conducciones. Tres centrocampistas de perfiles muy distintos que
ayudaron, en determinados momentos, a engordar la cifra de puntos.

Delantera

La vanguardia viola tenía, sobre todo, mucho talento para jugar, aunque en
determinados momentos se echó de menos más capacidad anotadora. Di-
ferentes perfiles, con la puntualización de añadir a Cuadrado en distintos
momentos a esta línea, formaron el ataque de la Fiorentina en el primer año
de Montella.

Stevan Jovetic. La gran joya del equipo y el futbolista emblema de la planti-


lla. La realidad es que no terminó, sobre todo en la segunda mitad de curso,
de rendir como se esperaba aunque, también hay que decirlo, tenía un listón
realmente alto —para algunos, el de mejor futbolista del campeonato italia-
no—. Probablemente por dos motivos principales: sus pequeños problemas
físicos, lesiones musculares que le hacían parar cada poco tiempo, y su de-
seo de salir, como acabó sucediendo este verano, dirección Manchester City.
La mayor aportación de Jovetic en el estilo de Montella fue su relación con el
juego. Un delantero en permanente contacto con el balón, que liberaba es-
pacios y generaba situaciones de gol gracias a su tremenda técnica y feno-
menal talento para jugar. Es cierto que viendo sus cifras —13 tantos— deja
la sensación de haber participado poco en los números del equipo, pero la
realidad es que su aportación era más continua, más de desgaste, y que a pe-
sar de que en un año en el que el equipo jugó tan bien se esperaba, al menos,
un número superior de goles, el mero hecho de estar ahí, sobre el césped,
jugando, ya era vital para el funcionamiento colectivo.

Adem Ljajic. Por un lado Cuadrado y por otro Ljajic, los dos grandes triun-
fos de Vincenzo Montella como entrenador de la Fiorentina. El serbio jugó
bastante acompañando en la punta a Stevan Jovetic, aunque su principal
explosión surgió cuando, a mitad de curso, Montella incorporó el 4-3-3 y le
abrió sobre la izquierda, su mejor posición. De hecho, Ljajic fue uno de los
principales motivos de que se asentara esa formación. Fue el mejor viola de
la segunda vuelta, resultó decisivo con goles muy importantes —10 tantos
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en los últimos 12 partidos de liga que jugó—, alcanzando su mejor registro
anotador de siempre. Jugador con talento, regateador, agresivo para fina-
lizar acciones y con capacidad para asociarse. Una verdadera joya que, sin
embargo, ha partido este verano dirección a Roma, y es que sus diferentes
episodios —Mihajlovic, la pelea con Delio Rossi—, ponen en duda su profe-
sionalidad. Montella, este verano, ha dicho que estaba harto de la situación y
que tenía que irse traspasado -acababa contrato en 2014-, pero es indiscu-
tible que Ljajic fue una de las piezas más decisivas del pasado curso.

Las variantes: A comienzos de año parecía que El Hamdaoui podía ser un


recurso realmente importante para el equipo —logró un golazo en la victoria
en San Siro—, pero poco a poco su luz se fue apagando. Capacidad técnica
brutal, es capaz de hacer la jugada más inverosímil, pero quizá algo indivi-
dualista, inconexo y poco sacrificado. Al final, este verano, acabó saliendo
cedido al Málaga. Como alternativas reales para ejecutar otro plan: Luca Toni
y Larrondo. El uruguayo llegó en invierno y ambos respondían a un mismo
guión: balón directo o centro lateral en situaciones de desventaja. Y lo cierto
es que, cada uno en su momento, acabaron haciendo goles importantes.

B. Comportamientos colectivos

Presentado el rendimiento de los protagonistas durante el pasado curso,


queda analizar sus relaciones entre sí, los comportamientos colectivos que
trató de potenciar Montella, y los diferentes detalles que terminaron de defi-
nir el nuevo modelo que había llegado a Florencia.

1. Salida de balón

Probablemente el primer punto para empezar a abordar el análisis del estilo


de esta Fiorentina. Vincenzo Montella ha sido muy cuidadoso para que el
equipo tuviera una salida de pelota aseada y, sin duda, el hecho de conseguir
hacerlo de diferentes formas ha sido la clave del éxito para que el modelo
haya resultado efectivo. Las cualidades ofensivas del equipo obligaban a su-
mar muchos efectivos en campo rival y que estos estuvieran juntos para po-
der pasarse la pelota y combinar, por lo que avanzar escalones con el control
de la posesión resultaba vital.

1.1 Salida central

La más cómoda para la Fiorentina, puesto que los receptores son los dos hom-
bres más capaces de filtrar un pase a los hombres ofensivos y batir línea. La
hemos visto con continuidad ante equipos que han presentado un repliegue
más bajo y que, por lo tanto, han dejado salir a la Fiore más cómodamente des-
de atrás. Aunque también se ha visto —no olvidemos que el equipo es propen-
so a arriesgar— frente a equipos valientes en la presión. De ahí que Valero
haya cobrado un papel importante en este momento, siendo un interior que se
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juntaba mucho con el pivote —siempre Pizarro— en esta fase del juego. El
hecho de que muchas veces se buscase la recepción de Valero y Pizarro a pe-
sar de tener rivales cerca ha propiciado pérdidas, pero también situaciones de
continuidad peligrosas para los rivales, debido a que un buen control de los dos
centrocampistas significaba espacio a la espalda de los medios contrarios.

1.2 Salida lateral

Como es lógico, los rivales, por lo general, no permitían una recepción có-
moda de Pizarro o Borja Valero, así que ante equipos que adelantaban más
su primera línea de presión vimos un mecanismo de salida lateral. Centrales
muy abiertos y Gonzalo como primer receptor, siendo este el que habilitaba
esa salida lateral hacia el lado que, posteriormente, tenía mejor continuidad
—en la captura, al izquierdo, para posterior recepción de Valero—. Fue una
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buena forma de combatir el problema de no encontrar a Pizarro o a Valero de
forma más directa, y es que en Italia hay muchos equipos que juegan con tres
centrales y dos carrileros y que, por lo tanto, no alzan tanto a los hombres de
banda para impedir que los centrales abiertos puedan tener cierto tiempo y
espacio para el primer control.

1.3 Salida directa

Otras situaciones obligaban a Gonzalo Rodríguez a asumir una responsabi-


lidad mayor en la fase de salida. A veces, esa salida lateral era improductiva
porque el rival esperaba y la recepción por dentro era imposible porque exis-
tían, como en la imagen, marcas individuales. Ahí Gonzalo dio muchísimas
opciones, de ahí que se convirtiera en un jugador tan importante. En la cap-
tura encuentra a Cuadrado sobre la derecha con un pase relativamente fácil,
pero es solo un ejemplo de los otros recursos que ofreció. Ese balón diagonal
más o menos corto, conducciones para atraer rival y descargar (quedando
otros dos centrales por detrás de él) o cambios de orientación, más largos y
precisos, gracias a su buen pie para golpear.

2. Ataque posicional

La filosofía del equipo provocó que la forma de atacar más habitual fueran
fases largas de ataque organizado. Rara vez la Fiorentina hacía una tran-
sición rápida y si sucedía, había un protagonista total y absoluto, que era
Juan Guillermo Cuadrado. Montella, con los comportamientos del equipo en
la fase de salida, dio forma a un discurso que consistía en la circulación de
pelota en campo rival y profundidad por fuera, bien para ganar metros y se-
guir buscando espacio interior, bien para acabar centrando con mucha gente
cargando el área.
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2.1 Ataque organizado en 3-5-2 con ‘9’ referencia

Fue habitual, con cualquiera de las variantes tácticas que los hombres ex-
teriores —generalmente, Cuadrado y Pasqual— abriesen mucho el campo.
Era desde donde el equipo buscaba profundidad, rupturas y uno contra
uno. La variante en la que Luca Toni compartía delantera con Jovetic libe-
raba muchísimo al montenegrino —en la captura es significativo que esté
incluso por detrás de Valero—, y a partir de ahí la Fiorentina conseguía aso-
ciarse y agitar las marcas rivales. Una estructura que alejó a Jovetic de
grandes cifras goleadoras, pero que dio al equipo una enorme calidad en la
tenencia de la pelota. Sin embargo, existían dos problemas: en primer lu-
gar, Luca Toni quedaba absolutamente aislado del juego y eso, en un estilo
como este, era un precio demasiado alto, por lo que empezó a resultar más
útil como alternativa en las segundas partes. El segundo problema fue que
dos de los futbolistas con más talento del equipo, Ljajic y Cuadrado, tenían
poco peso. La evolución del ataque posicional de la Fiore tuvo en estos dos
nombres sus principales protagonistas.

2.2 Ataque organizado en 3-5-2 sin ‘9’ referencia

Una de las variantes que Montella intentó poner en movimiento fue el 3-5-2
sin un ‘9’ que hiciera de referencia. Es decir, sin Luca Toni. Los elegidos para
llevar a cabo tal función, como no podía ser de otra manera, fueron Jovetic
y Ljajic, que se centraban constantemente en tirar movimientos de apoyo y
buscar asociaciones por detrás de la posición de ‘9’. Esto era productivo por
varios motivos. En primer lugar, la Fiorentina añadía un elemento más a la
circulación interior y Valero, Pizarro, Aquilani, Ljajic y Jovetic estaban cerca
para pasarse el balón. En segundo lugar, prescindir de Toni e incorporar a
Ljajic provocaba asegurar más la pelota y, por lo tanto, el riesgo de tener
que enfrentarse a transiciones defensivas —el gran problema del equipo—
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era menor. Pero también tenía sus inconvenientes. El único futbolista con
predisposición para romper hacia la posición de ‘9’ era Aquilani —y no con
demasiada continuidad—, así que el equipo carecía de profundidad y tenía
problemas para encontrar posiciones francas de gol. Y, en segundo lugar, la
necesidad de que los dos hombres exteriores fijasen pegados a la cal obliga-
ba a Cuadrado a vivir constantemente alejado de la pelota y, por lo tanto, y
teniendo en cuenta el discurso viola, del juego.

2.3 Ataque organizado en 4-3-3

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Así que Montella decidió dar en la segunda vuelta un protagonismo impor-
tante a Ljajic y Cuadrado y no es casualidad que sus cifras goleadoras —ade-
más de su participación en el juego colectivo— aumentasen en ese periodo.
Ljajic hizo 10 de sus 11 goles en Serie A a partir del 17 de febrero —fecha
del Fiorentina-Inter de las capturas—, mientras que Cuadrado marcó 4 de
sus 5 tantos de la temporada a partir del 17 de marzo. La capacidad de des-
borde de Ljajic y Cuadrado salía a relucir con sus continuas recepciones ex-
teriores, pero, cuando el equipo circulaba el balón con fluidez y se asentaba
en campo rival, ambos tenían total libertad para jugar por dentro. Jovetic
encontró socios, no solo para tirar paredes, sino también —como se muestra
en la segunda de estas capturas—, para ocupar la posición de ‘9’ que él deja-
ba constantemente aclarada. El ataque posicional mejoró considerablemen-
te y, además, la fase defensiva añadió un registro importante, que analizare-
mos posteriormente.

Ljajic, a pesar de que puede jugar indistintamente


como segundo punta o extremo izquierdo para ex-
plotar su diagonal interior, se vio tremendamente
beneficiado gracias a la evolución del ataque orga-
nizado aunque, sin duda, el hombre que más maduró
fue Juan Guillermo Cuadrado.

Ljajic, a pesar de que puede jugar indistintamente como segundo punta o


extremo izquierdo para explotar su diagonal interior, se vio tremendamente
beneficiado gracias a la evolución del ataque organizado, aunque, sin duda,
el hombre que más maduró fue Juan Guillermo Cuadrado.

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Para visualizar de una forma más sencilla la evolución de Cuadrado —algo
que sugirió un cambio importante en toda la estructura del equipo—, se pue-
den observar los mapas de calor que se presentan. El de la izquierda co-
rresponde al partido de ida frente al Inter, en el Giuseppe Meazza. Se ve un
Cuadrado que es cierto que tiene contactos en campo rival, pero siempre
obligado a fijar en banda y, por tanto, alejado de ofrecer soluciones interio-
res. Sin embargo, en la imagen de la derecha —partido que corresponde al
enfrentamiento de vuelta ante el Inter, mismo rival— se ve que el colombiano
tiene muchísimo más peso interior, y todo ello sin dejar de recibir por fuera,
lugar donde es realmente productivo.

3. Ataque en transición

Sin duda, el gran debe de la Fiorentina durante la temporada pasada fue


conseguir realizar más salidas con vértigo, transiciones rápidas tras robar
y que no fuesen solo cuando se produjeran pérdidas rivales en la línea
defensiva. La falta de futbolistas enfocados a tal efecto fue, evidente-
mente, el principal problema. Sobre todo Cuadrado conseguía activar un
contragolpe, ya que enviarle al colombiano una pelota al espacio es sinó-
nimo de éxito, gracias a su velocidad endiablada. En el otro extremo, Ljajic
fue muy valiente para conducir en dirección portería tras recuperar, pero
al fin y al cabo esta no fue una tónica habitual. Un registro que se quedó
en el tintero durante el pasado curso y que, quizá, podría haber ofrecido
soluciones en situaciones concretas. Claro que Montella tenía que quitar
de algún sitio para poner en otro y decidió eliminar el vértigo y jugar con
futbolistas más asociativos.

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4. Fase defensiva

En líneas generales, la calidad defensiva fue el problema primordial del equi-


po, principalmente cuando se producían pérdidas y se tenía que correr hacía
atrás. El hecho de que se asumiesen muchos riesgos en la salida de balón
provocó que se dieran muchos momentos de defensas en transición, pero,
por supuesto, tratándose de un equipo con bastante calidad ofensiva, se fi-
nalizaba jugada de manera continua y era entonces cuando el equipo podía
organizarse en defensa.

4.1 Defensa posicional en 5-3-2

Durante toda la primera mitad de la temporada pasada este era el dibujo


que se podía observar en la Fiorentina cuando el equipo se organizaba en
defensa. La altura de los carrileros la definía la exigencia de los hombres
de banda rivales, sobre todo en la fase de salida, como la mostrada en la
captura. Si el rival conseguía progresar se definía de manera más evidente
la línea de cinco defensas. Las características de los centrales eran más
propicias para defender el área propia que largos terrenos de campo y es-
tar tan juntos se traducía en ayudas que equilibraban la falta de velocidad
de los Savic o Gonzalo Rodríguez. Para cualquier equipo es lógico que de-
fender juntos y sin conceder espacios resulte más eficaz, pero en el caso
concreto de la Fiore se acentuaba aún más, dadas las características indi-
viduales de los futbolistas. El asunto era que, por plan de juego, la mayoría
de las veces el equipo no se podía agrupar en su totalidad por detrás de la
pelota. El principal problema que se encontró la viola, con esta formación,
es que si el rival clavaba a sus hombres exteriores a gran altura, los carrile-
ros —Cuadrado, Pasqual— no tenían recorrido y el rival se encontraba con
espacio para progresar por fuera.
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4.2 Defensa posicional en 4-1-4-1

Como se ha expuesto anteriormente, la Fiorentina no era un equipo al que le


gustase recuperar la pelota y salir rápido, por lo que perder uno de los dos
puntas para sumarlo a la fase defensiva y también a la circulación, una vez
que se recuperaba, fue un buen negocio. En primer lugar, Cuadrado y Ljajic,
que estaban a la misma altura, impedían una salida exterior cómoda del equi-
po rival, pero si estos superaban línea y la Fiore tenía que organizarse cerca
de su área, contaba con las ayudas de estos en los carriles exteriores para
que no se produjeran situaciones de dos contra uno. En resumen, la Fiore de-
fendía con uno más, se repartían mejor los espacios y se llegaba mejor a las
ayudas y esto, teniendo en cuenta el hecho de que perder un punta no era un
problema dado el plan de juego, sumó eficacia al equipo.

4.3 Defensa en transición

En esta primera captura se ha elegido la situación más extrema, aunque tam-


bién representa bien una constante a lo largo de la temporada por lo que
significó ese gol en contra a final de temporada. El Milan se pone 0-1 en el
Artemio Franchi por una pérdida de Pizarro, en un partido que era clave de
cara a las opciones del equipo a clasificar para la Liga de Campeones. Esta
jugada simboliza el riesgo asumido y lo expuestos que quedan los defensas
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cuando han de afrontar una transición rápida rival. En este caso, es muy cer-
ca de propia portería, lo que agrava aún más la situación. Pizarro retiene en
exceso la pelota y, aún sabiendo de las características del chileno —y de las
suyas propias—, los centrales están muy abiertos y sin guardar equilibrio po-
sicional ante una posible pérdida. El robo, en este caso de Montolivo, acaba
siendo fatal.

En esta segunda captura se observa otro desequilibrio posicional. Gonza-


lo Rodríguez fue otro de los futbolistas clave en esa salida de pelota viola.
Por supuesto, como ya hemos expuesto antes, fue realmente productivo en
dicha fase del juego, pero el hecho de arriesgar —conducciones, balones in-
teriores para batir línea, etc.— provocaba pérdidas con él fuera de posición.
Esta imagen es representativa porque se ve cómo, tras el robo del equipo
rival, es Cuadrado —el futbolista más rápido del equipo— el que llega para
hacer de último hombre. Pérdidas y contragolpes suceden en el fútbol día
tras día, pero lo que se quiere hacer ver con estas dos capturas es que a la
Fiorentina, el pasado año, por propuesta e ideales, le ocurría de forma más
habitual de lo normal.

5. Resumen y comportamientos asociados a lo expuesto anteriormente

Podemos resumir, por lo tanto, el modelo de juego de la Fiore 2012-13 en


una idea asociativa, carente de capacidad para atacar en transición, y seña-
lar que sufría mucho tras la pérdida de balón por la falta de calidad defensiva.
La forma más accesible del equipo para encontrar profundidad era exterior
—ninguno de sus puntas tenía la naturaleza de buscar rupturas de forma
sistemática—, y su mayor argumento para agredir fue el enorme talento indi-
vidual, cada uno con sus virtudes, del trío Cuadrado, Ljajic, Jovetic.

Una de las principales características de los equipos que pretenden hacer una
buena defensa con balón es saber recuperarlo pronto tras haberlo perdido.
Avanzar metros con los futbolistas juntos y que altas secuencias de pases
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desordenen a los rivales para que estos, una vez la hayan robado, no tengan
líneas de pase abiertas por la acumulación de futbolistas alrededor de esa
pérdida. La manida expresión de presión tras pérdida, vamos, que tiene una
incidencia completamente directa con la forma en la que se ha tratado ante-
riormente la pelota. Esto, la Fiorentina, no lo ha llevado a cabo en su máxima
expresión, o al menos no lo ha hecho como para proteger de una forma más
segura a sus defensas. En primer lugar, la sensación es que no ha terminado
de conseguirlo porque la palabra “riesgo” no casa con esta idea. Lo primordial
para obtener dichas ventajas una vez el balón pasa a pies del rival es tener pa-
ciencia, agitar las líneas defensivas contrarias y acumular cadenas de pases
relativamente sencillos. Y la Fiorentina no tuvo paciencia en este sentido. Con-
ducciones en zonas calientes, o precipitación a la hora de encontrar el pase
que batiera línea, fueron argumentos suficientes para que los Aquilani o Valero
—futbolistas cuya capacidad defensiva es muy limitada— no fueran capaces
de hacer de filtro. Evidentemente, todo tiene sus pros y sus contras y esa ac-
titud arriesgada y de extrema libertad creativa llevó al conjunto de Montella a
ser el segundo máximo goleador de la Serie A 2012-13.

Otro de los recursos que ayudaron a mejorar significativamente la cifra de


goles fue la eficacia en el balón parado ofensivo, con Gianni Vio, preparador
específico de la estrategia, como principal protagonista. Vio consiguió, por
ejemplo, que Gonzalo Rodríguez alcanzara la mejor cifra de goles de toda su
carrera, aunque lo cierto es que la cantidad de recursos —en córners, faltas
laterales, o faltas directas— que demostró la Fiorentina el año pasado fue
tremenda. Nada menos que 20 goles gracias a las jugadas que preparó Gian-
ni Vio, 16 de ellos para cambiar el signo del partido.

La Fiorentina acabó la temporada en un cuarto puesto que le dejó con la miel


en los labios, pues tan solo dos goles del Milan en el Artemio Franchi de Sie-
na en los últimos instantes de la temporada le privaron de regresar a la UEFA
Champions League. Un modelo atrevido, divertido para el espectador, con
especial libertad para que los futbolistas más creativos se encuentren cómo-
dos, es lo que aportó Vincenzo Montella en su primer año como técnico viola.
En el debe, la falta de una estructura defensiva sólida y saber si el modelo
resultará también beneficioso ante la exigencia de un calendario europeo. La
2013-14 será la oportunidad para ver la progresión del equipo, el segundo
de los (como dijo Della Valle) muchos años que estará en el club, y es que este
mismo verano se confirmó su renovación hasta 2017.

LA CONFIRMACIÓN DE UN PROYECTO

La temporada 2013-14 será una prueba de fuego para los Della Valle, Pradè
y Montella. Las expectativas son, desde un primer momento, muy altas, y
nada tiene que ver con la incertidumbre que reinaba durante el verano pasa-
do, cuando un equipo totalmente nuevo debía confirmar que la buena pinta
que tenían todos sus fichajes funcionaría de forma colectiva. Hay quien se-
ñala que la Fiore es candidata al Scudetto este año. A partir de los cambios
que ha sufrido la plantilla, lo que ha dejado de tener Montella y lo que ha su-
mado al grupo, vamos a analizar si, a priori, resulta o no factible considerar
que el equipo está preparado para tan altas cotas. 90

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La Fiorentina va a jugar esta temporada en Europa —eliminó en el play off de
la Europa League al Grasshopper—, y este es el principal matiz para abordar
el análisis de la plantilla, puesto que no va a tener nada que ver competir
cada tres días con lo que se encontró Montella en su primer curso en Flo-
rencia, donde la soledad de la Serie A y la Coppa le permitió trabajar con
tranquilidad semana a semana. En este sentido, la plantilla ha acumulado
algunos efectivos con el objeto de ser más profunda, aunque la principal pre-
ocupación debía ser solucionar algunas marchas importantísimas y algunos
problemas que se pusieron de manifiesto durante la pasada campaña.

1. Las bajas

La principal y más peligrosa para el éxito del segundo proyecto de Montella es


la de Stevan Jovetic. El montenegrino ha partido dirección Manchester para
embarcarse en la nueva andadura de Pellegrini con el City. Lo que pierde la
Fiorentina con él es muchísimo, porque era el delantero que permitía que el
modelo tuviera sentido. Es cierto que sus cifras goleadoras no son las de un
killer, pero Jovetic ofrecía mucho más que números. Le daba continuidad al
juego, liberaba espacios y ayudaba a que la pelota se colase con fluidez por las
sólidas defensas que, por obligación, reculan frente a la Fiore. Sin duda, una
pérdida gravísima, que tan solo tiene como argumento positivo el dinero reci-
bido y el hecho de que Jovetic es propenso a padecer problemas musculares.

La realidad es que, con las salidas de Jovetic


y Ljajic, el equipo ha perdido a los dos hom-
bres ofensivos —añadamos a Cuadrado—
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que mejor entendían y ponían en práctica el
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plan de juego de Vincenzo Montella. Revista#06
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La baja de Jovetic podía haber sido bien cubierta —el club lo previno el pasa-
do año— con Giuseppe Rossi que, aún teniendo características diferentes,
se adapta de maravilla a la idea. El problema principal es que la segunda baja
ha sido la del mejor futbolista de la Fiorentina durante la pasada temporada:
Adem Ljajic. La realidad es que, con las salidas de Jovetic y Ljajic, el equipo
ha perdido a los dos hombres ofensivos —añadamos a Cuadrado— que me-
jor entendían y ponían en práctica el plan de juego de Vincenzo Montella así
que, como veremos posteriormente, los Della Valle han hecho una inversión
en futbolistas de primer nivel para suplir estas bajas. Lo cierto es que, más
que nivel, lo que la Fiorentina ha perdido es identidad, jugadores que el club
ya sabía que servían para lo que pretendían hacer.

Al margen de Jovetic y Ljajic, el equipo ha visto marchar a algún que otro fut-
bolista que aportó la pasada temporada. Lógicamente, la marcha de Viviano
es, como se ha expuesto anteriormente, un problema emocional en el vestua-
rio, un jugador que entendía al club y sentía los colores. El relevo será Neto,
que dejó ciertas dudas la pasada campaña —y ya ha tenido un fallo gravísimo
en esta, en la vuelta del play off frente al Grasshopper— aunque tiene una
serie de condiciones para parar bajo palos —tremendos reflejos— de muchí-
simo nivel. Las salidas de Luca Toni, Larrondo o El Hamdaoui no parecen un
problema, aunque sí tienen un matiz importante y es que los tres eran una
segunda opción, una solución, mientras que su sustituto por perfil —Mario
Gómez— es una estrella europea, o al menos, sin duda, ha llegado a Floren-
cia con esa condición. Por lo demás, la Fiorentina no ha perdido más piezas,
así que se puede resumir en que ha visto marchar pocas, pero en algún caso,
demasiado importantes.

2. Las altas

Mario Gómez. La incorporación estrella, la que llevó en masa a la hinchada a


la Curva Fiesole para su presentación rememorando el espíritu del calcio de
los 90. El futbolista alemán salió del Bayern en busca de un rol protagonista
y, dado el recibimiento y el impacto de su fichaje, parece que no va a haber
ninguna duda de que lo ha conseguido. Sin embargo, su llegada es matizable.
Si ponemos como referencia ese 4-3-3 con Cuadrado-Jovetic-Ljajic como
hombres más adelantados que se acabó asentando a final del año pasado,
la llegada de Mario Gómez no es un elemento de continuidad con respecto
a lo que mejor funcionó de la etapa Montella. Es cierto que había futbolistas
en plantilla capaces de hacer de ‘9’ referencia —principalmente Luca Toni—,
pero en todos los casos eran jugadores que asumían su rol secundario. Ma-
rio, por coste de la operación —traspaso más salario— debe ser titular y eso
significa que el equilibrio alcanzado con la anterior composición de la delan-
tera se desvanece y hay que añadir nuevos registros. La lesión sufrida en la
rodilla ante el Cagliari ralentizará la puesta en marcha de su adaptación a los
mecanismos colectivos.

Giuseppe Rossi. A pesar de que la Fiorentina lo fichó en el pasado mercado


invernal, claramente preparando la posterior salida de Stevan Jovetic, la rea-
lidad es que puede considerarse una nueva incorporación, dado que única-
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mente jugó los minutos finales del último partido de liga. Rossi sí es un ele-
mento de continuidad, capaz de jugar fuera del área, —quizá un peldaño por
debajo en incidencia en el juego si lo comparamos con el montenegrino—,
pero capaz de dar continuidad alejado del área y sumando, además, un regis-
tro clave: capacidad de ruptura, porque, si es necesario, él también es agre-
sivo en sus movimientos. Evidentemente es una incógnita saber cómo res-
ponderán sus rodillas —de ahí que el precio del traspaso fuese barato dada
la enorme calidad del futbolista—, pero hablamos, indiscutiblemente, de un
futbolista franquicia. En mi opinión, el mejor capacitado para sustituir —e
incluso mejorar— la aportación de Jovetic, jugando como ‘9’ en el 4-3-3 del
pasado curso.

Joaquín Sánchez. Tacto soberbio de la dirección deportiva con el fichaje de


Joaquín, porque si hay un futbolista capaz de ofrecer buenas soluciones en
un modelo de juego donde la pelota pasa mucho tiempo en campo rival, ese
es el gaditano. Su evolución le ha convertido en un jugador interior, capaz de
desbordar desde cualquier perfil y de darle continuidad a las acciones gra-
cias a una enorme lectura de juego. Montella, en el primer partido en el que le
ha utilizado como titular —frente al Grasshopper, en el partido de vuelta— le
ha puesto de segundo punta, así que cabe esperar que será un relevo para
Giuseppe Rossi. Aunque la versatilidad del futbolista —como vimos en la se-
gunda parte de ese mismo encuentro— le dará minutos en otras zonas, por
ejemplo como extremo en cualquiera de los dos perfiles si el técnico napoli- 93

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tano se decide por el 4-3-3. Un fichaje de categoría, que añadirá más calidad
al modelo de juego con respecto a Ljajic, aunque el equipo con este cambio
pierde, eso sí, cuota de gol.

Massimo Ambrosini. 17 temporadas en un gigante del fútbol mundial como


el AC Milan le avalan. Competitividad pura y dura, algo que sin lugar a dudas
será decisivo para afrontar tres competiciones. Ambrosini llega como susti-
tuto de David Pizarro y, evidentemente, aquí aparece un problema claro en
cuanto a continuidad del plan de juego, puesto que el ex-milanista no tiene
los conceptos del chileno, ni de lejos, en salida de balón. Sin embargo, el
enriquecimiento de la plantilla está fuera de toda duda con su llegada. Es
posible que la Fiore tenga que experimentar con él en el césped otras formas
de llegar a campo rival con el cuero controlado —y, como se ha expuesto, so-
luciones existen—. Ambrosini tiene lectura, posicionamiento, asegura pase
—aunque sea menos productivo que el de Pizarro— y reducirá las pérdidas.
Es evidente que, físicamente, se encuentra en el tramo final de su carrera,
pero por conceptos, y teniendo en cuenta algunos problemas del equipo,
debe enriquecer la plantilla.

Josip Ilicic. Fichó procedente del Palermo y, posiblemente, su llegada haya


cobrado más sentido tras la salida de Ljajic. Si tomamos como referencia la
conveniencia o no de Mario Gómez como jugador titularísimo, en el caso del
esloveno su adaptación al modelo es, quizá, superior. Sin embargo, su rol no
debería ser el de jugador titular y aquí surgen algunas dudas, dadas las con-
diciones y reacciones que ha demostrado el futbolista en Italia. Ilicic es más
bien un segundo punta, de muy buen disparo y movimientos agresivos para
pisar área, algo disperso y de escaso carácter, que es capaz de devolverla
bien cuando el equipo se asocia. El fichaje de Ilicic tiene como parte positiva
que mantiene la continuidad en la idea de puntas que se relacionan con el
juego, pero deja algún interrogante más, porque habrá que ver si acepta un
rol secundario, y qué grado de activación tiene cuando le toque jugar.
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Marcos Alonso. Llega tras ser titular durante la temporada pasada con el
Bolton Wanderers en la Segunda División del fútbol inglés, y la sensación
que ha dejado con respecto a lo que vimos de él en el Real Madrid Castilla,
en la temporada 2009-10, es una evidente evolución física. Llega para ser
recambio de Pasqual, porque el capitán es, a día de hoy, absolutamente in-
cuestionable. Alonso tiene piernas largas, gran zancada y estatura para su-
mar en el juego aéreo —otro arma para el balón parado ofensivo—. En teoría
tendrá minutos para cerrar choques y para ser jugador-rotación en semanas
con carga alta de partidos y exigencia.

Ante Rebic. La venta de Ljajic precipitó la incorporación de esta joven pro-


mesa croata. Un mercado que el club tiene controlado y del que han surgi-
do buenísimas noticias en los últimos años (Jovetic, Ljajic, Nastasic). Rebic
es ya internacional absoluto a sus 19 años (jugó contra Liechtenstein en un
amistoso e hizo gol) y, posicionalmente, es un jugador muy similar a Ljajic: un
extremo diestro que juega en izquierda y tiene la diagonal interior como prin-
cipal recurso, aunque se adapta perfectamente a la posición de delantero.
Menos talentoso que Ljajic para jugar, eso sí, se trata de un futbolista más
fuerte y potente para arrancar. Una incógnita que, según dicen los expertos
en fútbol croata, tiene un futuro tremendo.

Marko Bakic. El Torino le fichó de la liga montenegrina y el acuerdo por el que


Alessio Cerci se ha quedado en propiedad en Turín ha significado la llegada
de Bakic a la entidad toscana. Se ha hecho con el 8 de su compatriota Stevan
Jovetic, aunque no tiene nada que ver con su fútbol. Otra promesa del fútbol
balcánico —19 años y también internacional absoluto, en su caso con Mon-
tenegro— servirá de rotación para los tres puestos de medio campo. Quizá
algo verde para ser el pivote posicional —en el amistoso de pretemporada
frente al Villarreal dejó al equipo muy expuesto en numerosas ocasiones—,
en uno de los dos interiores ofrece recorrido y capacidad asociativa.

Matías Vecino. Otro joven futbolista que deberá ofrecer rotación a los pues-
tos de medio campo, también de un perfil algo distinto a Aquilani, Valero o
Mati Fernández. El uruguayo Vecino completó su pase tras un largo tira y
afloja por la obtención del pasaporte comunitario, y este hecho significa que
sea una incógnita en cuanto a los planes de Montella con él, puesto que no
le hemos visto nada en pretemporada. En Nacional demostró ser un jugador
agresivo, de bastante recorrido y buena capacidad para pisar área rival.

Gustavo Munúa. El experimentado guardameta charrúa llegó libre a la Fiore


con un rol muy definido: portero suplente y parte del cuerpo técnico como
entrenador de porteros. Su reacción tras la clasificación a la Europa League,
con declaraciones calmadas, explicando el éxito que había resultado para el
equipo volver a jugar en Europa, transmitieron la sensación de que está có-
modo y concentrado en su nuevo papel.

Oleksandr Yakovenko. El primer fichaje del verano y, quizá, el que ha que-


dado en un segundo plano una vez se ha cerrado el periodo de traspasos.
Llegó gratis, procedente del Anderlecht, y fue bastante utilizado por Mon-
tella en pretemporada. Parte desde la banda izquierda, jugador ofensivo,
que busca el desborde y con capacidad para jugar por dentro. La salida
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de Ljajic y el hecho de que en Italia el banquillo lo puedan componer doce
futbolistas le puede ir dando minutos, pero teóricamente será un futbolista
con un papel discreto.

3. Evolución tras bajas-altas. Adaptación de incorporaciones al modelo

Como ya se ha comentado, las bajas de Ljajic y Jovetic serán los principales


problemas que deberá afrontar Vincenzo Montella en este nuevo curso y no
solo por la enorme calidad de ambos futbolistas, sino porque fueron piezas
clave a la hora de darle una forma muy definida al plan de juego de la Fio-
rentina. El 4-3-3 con el que se acabó la temporada encontró en ellos a dos
jugadores que le daban continuidad al plan de juego con pelota en campo
rival y, además, en el caso de Ljajic, un jugador capaz de ocupar la zona del
‘9’ que dejaba liberada Stevan Jovetic para acabar resultando también de-
cisivo de cara a puerta.

Mario Gómez es un jugador que, a pesar de ser muy cor-


pulento y no ser hábil en los giros ni vistoso en sus mo-
vimientos, tiene una zancada potente y una velocidad
sostenida decente. Eso le va a hacer un jugador produc-
tivo al espacio, capaz de ganar balones más directos y
jugar de cara para sus compañeros.

El principal sustituto para el ataque es Mario Gómez, que por caracterís-


ticas obliga a un cambio de discurso. Por supuesto, Mario tiene más cosas
que el actual Luca Toni, por matizar su comparación ante la circunstancia
de que nos encontramos con un ‘9’ referencia por otro jugador que ha de
cumplir un rol como este, pero en cualquier caso está alejado de la función
de Jovetic como ‘9’ del equipo. Mario es un jugador que, a pesar de ser
muy corpulento y no ser hábil en los giros ni vistoso en sus movimientos,
posee una zancada potente y una velocidad sostenida decente. Eso le va
a hacer un jugador productivo al espacio, capaz de ganar balones más
directos y jugar de cara para sus compañeros. La otra gran virtud es que
la profundidad exterior de la Fiorentina —con Cuadrado y Pasqual como
principales protagonistas— encontrará un delantero con enorme talento
para ganar centros laterales. En ese sentido, el maravilloso pie izquierdo
de Pasqual debería encontrar un socio constantemente dentro del área.
Claro que estas son características muy concretas. Mario se aislará de la
circulación de pelota, no liberará el espacio de delantero centro, ni produ-
cirá tanto para el equipo como Jovetic. Además, el hecho de que Giuseppe
Rossi sea una pieza importante —importantísima, diría yo— en plantilla,
condiciona el resto del sistema.

La evolución de principio a final de temporada pasada llevó a que Cuadrado-


Ljajic fuesen jugadores con total libertad interior, debido a que Jovetic les
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permitía tener ese rol, pero le daban amplitud lateral al ataque si era necesa-
rio y la situación de juego lo requería. Esto es algo que con Rossi-Gómez en
el campo no puedes conseguir, porque Rossi no es un extremo, ni puede serlo
de manera eventual en el desarrollo de las jugadas. Es decir, el Rossi-Gómez
prácticamente obliga a Montella al 3-5-2 como plan de juego inicial —ambos
son futbolistas con rol de titulares en la plantilla— y eso aleja a Cuadrado
del juego interior. Esto no debería ser un problema a la larga y es un mode-
lo que perfectamente puede tener efectividad por el nivel de los jugadores
que estarán en el campo, pero es evidente que el papel de Cuadrado será
más de desborde tras recepciones exteriores que de productividad por den-
tro —donde en la segunda mitad del curso pasado hizo maravillas—. Claro
que Montella es un técnico imaginativo y bastante valiente y no hay que des-
cartar que el movimiento que permite a Cuadrado jugar por dentro —mucha
altura del lateral derecho, en este caso Tomovic— también se dé aún jugando
este como central diestro en línea de tres. Será cuestión de tiempo ver si las
relaciones entre los futbolistas surten efecto tras el impacto que, lógicamen-
te, deberá causar Mario Gómez en el juego del equipo.

La realidad es que para mantener la misma línea que el curso pasado, lo más
lógico es que Cuadrado-Rossi-Joaquín sea el sustitutivo del Cuadrado-Jo-
vetic-Ljajic, aunque es evidente que el tanque alemán tiene demasiado peso
por las condiciones de su fichaje. En cualquier caso, Joaquín debe ser un
futbolista tremendamente importante por simple adaptación al modelo. Ima-
ginativo, imprevisible, en permanente movimiento para recibir en distintas
zonas del campo y capaz de dar último pase o de agitar defensas con su
capacidad de desborde. Joaquín habrá perdido cambio de ritmo, pero no era
el principal argumento de su regate, sino su cintura y su tobillo. Ahí el gadi-
tano puede seguir, al menos esta temporada, marcando diferencias. Como
extremo izquierdo o derecho, segundo punta o incluso —si vemos al central
diestro hacer prácticamente de lateral— como carrilero derecho. Si Tomovic
o Roncaglia hacen este movimiento de manera constante y Pasqual, que es
un hombre tremendamente capacitado para entender las necesidades del
equipo, equilibra desde el otro perfil, podemos ver un Joaquín bastante libe-
rado para ejercer también dicho papel, aunque Giuseppe Rossi no posea la
capacidad de Ljajic de recibir abierto sobre la izquierda.

Es evidente que el vacío que ha quedado en la parte ofensiva del equipo se ha


cubierto, a pesar de que haya sido con perfiles distintos, con mucha calidad.
Quizá hubiese sido más lógico incorporar un jugador titular del perfil Ilicic y
uno suplente del perfil Gómez, pero el mercado es el que es y la Fiorentina
debió adaptarse a la realidad de sus capacidades, y en ese sentido sumó
efectivos de primer nivel. Ahora le toca a Montella —como ocurre en muchos
equipos que, inevitablemente, tienen que perder a sus mejores futbolistas—
adaptarlos a su idea y conseguir que rindan bien.

Sin embargo, el problema de las transiciones defensivas y de la calidad


en la retaguardia ha quedado aún muy en el aire. Matizando que la llega-
da de Ambrosini le da al equipo un futbolista con el que no contaba —a
pesar de que Miglaccio es un hombre corajudo y capaz de robar balones,
no tiene el temple ni la lectura de las circunstancias de Ambrosini—, la
zona defensiva sigue contando con los mismos efectivos y esto significa
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cierta falta de nivel. Gonzalo es el jugador más talentoso en todos los as-
pectos —salida de balón, lectura posicional y toma de decisiones—, pero
el plan de juego viola, arriesgado, valiente y que permite a los futbolistas
ser atrevidos y cambiar de posición de manera constante, quizá demande
un jugador capaz de apagar fuegos, que en este equipo se encienden de
manera habitual tras las pérdidas. El mejor Mascherano en el Barcelona
cuando ha de cubrir enormes distancias de campo es un buen ejemplo;
es decir, un jugador de dicho corte, un atleta, veloz y con capacidad para
cruzar a pesar de que la distancia a proteger sea muy larga. Quizá es ahí
donde estriba la mayor duda en cuanto a competitividad o, al menos, en
cuanto a evolución en la misma, un detalle con el que, quizá, la dirección
deportiva no ha sido tan cuidadoso como se merecía, sobre todo teniendo
en cuenta que han llegado muchos fichajes para la delantera y el medio
campo ofensivo.

Probablemente, para compensar esta circunstancia Montella esté ideando


un plan alternativo para tener una opción competente en partidos con deter-
minadas exigencias. Lo pudimos ver en la jornada 2 de la Serie A 13/14, con
la visita del equipo a Marassi, en partido que enfrentaba a la Fiorentina con el
Genoa. Una variante táctica que no había aparecido hasta el momento cobró
forma y tuvo, precisamente en Ambrosini, su principal motivo. Cuadrado, que
venía arrastrando problemas, se quedó fuera y Montella utilizó un 4-3-1-2
con Borja Valero como mediapunta. El 1+2 en medio campo se mantuvo, con
Pizarro de pivote y Aquilani de interior derecho, pero el interior izquierdo lo
protagonizó un futbolista como Ambrosini, más capacitado para leer la po-
sición y cubrir las carencias defensivas que podían producirse tras pérdida.
Valero quedó más liberado, pero su posición en la línea de ¾ ayudó a tener 98

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Revista#06
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un elemento defensivo más para obstaculizar la salida de pelota central por
parte del equipo rival. Un recurso más que añadir al registro del equipo que,
sin duda, enriquecerá las opciones en determinados escenarios, algo que
siempre es sinónimo de competitividad.

Resumiendo, las expectativas son muy altas y el precedente Montella es


realmente esperanzador, pero hay que matizar que el segundo año del técni-
co napolitano no comienza exactamente en el segundo escalón, ya que tiene
que reestructurar algunas piezas importantes con futbolistas de mucho peso
y características diferentes, aunque con lo que de verdad tendrá que lidiar
será con el hecho de que no se ha sumado calidad a la defensa, y que deberá
afrontar una temporada muy distinta ante la preparación que supone compe-
tir entre semana en Europa. Nadie dijo que iba a ser fácil, pero, desde luego,
el club, está mucho mejor ahora que cuando él llegó. Un antiguo gigante del
calcio comenzó a abrir los ojos y uno de los alicientes para esta nueva tem-
porada en el planeta fútbol será descubrir si termina de desplegar las alas.

David de la Peña
@david_delapena

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Revista#06
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TELARAÑAS
ESPAÑOLAS
Sergi Besa & Marc Terrés

El fútbol español cumplirá pronto 15 años con fondo


de maniobra negativo: ingresando menos de lo que
gasta. Los 40 equipos que componen sus dos princi-
pales divisiones adeudan miles de millones de euros,
sin que exista la posibilidad de enjugarla a corto pla-
zo. El desequilibrio entre los dos grandes y el resto re-
sulta oceánico y no se advierten signos de cambio de
tendencia, mientras la fuga de talento se incrementa
anualmente. Son las telarañas del fútbol español.

100

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Revista#06
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D
os recién llegados junto con las dos superestrellas, Neymar y Bale,
Messi y Cristiano, frente a frente. La imagen en cuestión podría ser
perfectamente la que promocionara un clásico, uno más de tantos que
ha habido en los últimos años, con el rostro de sus protagonistas más mediá-
ticos. Una captura que no llamaría la atención si fuera portada de los princi-
pales periódicos deportivos españoles, pero que no deja indiferente al ser la
que promociona, no sólo un partido entre azulgranas y blancos, sino la Liga
BBVA en su totalidad, a ojos del mundo, de la mano de Sky Sports, la gigante
y prestigiosa televisión inglesa propiedad del magnate James Murdoch.

La supuesta Liga de las estrellas, tal y como grita el eslogan de la liga es-
pañola, tiene en la bipolarización un grave problema. El resultado es una
competición clasista formada por dos equipos del mundo, cual empresas
internacionalizadas, y otros dieciocho equipos locales, de ámbito domésti-
co. El éxodo de talento, primero puntual, a cuentagotas, y actualmente ya
masivo, es consecuencia de una gestión que agrava el asunto. Escalona-
damente, la Liga empezó perdiendo a los Silva, Mata, Cazorla, Borja Valero
y Javi Martínez, quienes se aventuraron a probar fortuna en otro fútbol y
vaciaron de talento a sus equipos; esta temporada, la salida de otros como
Falcao, Negredo, Soldado, Navas, Aspas o Álvaro Vázquez, junto con los
Özil, Higuaín, Thiago, sacrificados por las dos superpotencias, resta aún
más atracción a una liga que, en palabras del economista José María Gay
de Liébana, “no es sostenible”.

Falto de estrellas, el campeonato liguero español se va quedando huérfano y,


poco a poco, está cavando su propia tumba. Es por este motivo que no extra-
ña que hasta siete equipos no hayan encontrado patrocinador para su cami-
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Revista#06
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seta esta temporada y que salvo FC Barcelona (30M€), Real Madrid (25M€)
y, en menor medida, Atlético de Madrid (12M€), el monto de dinero que se
paga para aparecer en la camiseta de los clubes de la liga no supere o incluso
ni se acerque a los 3M€ que percibe el Valencia. Por el contrario, en la Pre-
mier League, más allá de los seis principales equipos cuya sponsorización es
de 150M€, los 14 restantes suman 46M€ por contratos de patrocinio que
van desde los 7M€ que percibe el Newcastle hasta los cerca de 600.000€
que percibe el recién ascendido y modesto Cardiff.

La historia es la de un pez que se muerde la cola. La liga está fracturada y


prueba de ello está en los ingresos de explotación de los clubes. Así lo mues-
tra el “Informe anual sobre la situación económica y financiera del fútbol es-
pañol” de José María Gay de Liébana. Si bien es cierto que, desde la tempora-
da 2006/2007 hasta la temporada 2011/2013, los ingresos de los clubes
han aumentado de 1.331M€ a 1.780M€ en su conjunto, si se desmenuza
este crecimiento se observa que se debe en su gran mayoría al incremento
de ingresos del FC Barcelona (67 %) y Real Madrid (43 %), mientras que el
resto de clubes tan sólo los han visto aumentados un 14 % en su totalidad.
Además, tan sólo Barcelona y Madrid ingresan el 56 % del total de la Liga.

Los números no engañan y la publicación del informe del Consejo Superior de


Deportes en el que muestra el estado financiero global de los 40 clubes de la
LFP –se incluyen tanto Primera como Segunda División, sin tener en cuenta
los filiales de Barça y Madrid – muestra claramente cómo, en la última dé-
cada, el fútbol español ha ido languideciendo paulatinamente. La causa del
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grave diagnóstico es clara: el aumento de la deuda acumulada de los clubes,
así como el incumplimiento de los pagos a Hacienda y a la Seguridad Social
que se ha ido produciendo en los últimos años.

Los cuarenta clubes que formaban la LFP en la temporada 2010-2011 po-


seían una deuda de 3.600M€, de los cuales unos 660M€ eran deuda con la
Hacienda Pública. Actualmente, en 2013 se estima que la deuda ha dismi-
nuido hasta los 3.335M€, un pequeño avance que no se acerca, ni de lejos, a
los números propuestos por Miguel Cardenal desde que llegó a la presidencia
del CSD (Consejo Superior de Deportes) y trazó el Plan de Sostenibilidad Eco-
nómica para que los equipos españoles cumplan, en 2014, con el Financial
fair-play propuesto por la UEFA. Consecuentemente, quienes no hagan los
deberes y no consigan llegar a 2014 con más ingresos que gastos y con un
nivel de endeudamiento asumible serán penalizados sin poder disputar com-
peticiones europeas, como por ejemplo el Málaga, que ya ha sufrido este año
la mano dura de la UEFA en términos económicos. La siguiente tabla muestra
el incremento anual de la deuda con Hacienda Pública de la Primera División:

Fuente: Informe CSD

Otros síntomas que muestran un diagnóstico muy desfavorable para la eco-


nomía de nuestro fútbol, casi terminal, son los 21 concursos de acreedo-
res que se encuentran en marcha, además del descenso administrativo del
Guadalajara y la desaparición de clubes históricos como, por ejemplo, la UD
Salamanca. La evolución decreciente del fondo de maniobra, esto es la capa-
cidad de financiación a corto plazo que tiene la liga para financiarse, refleja
cómo año tras año va siendo más difícil para los equipos devolver sus deu-
das a corto plazo, de modo que los clubes van entrando en una situación de
insolvencia que con el tiempo se va agravando.
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Fuente: Informe CSD

Fuente: Informe CSD

La relación entre ingresos y gastos no muestra mejores datos. Los ingre-


sos aumentan temporada a temporada y se sitúan, en la 2010-2011, en
1.745M€, pero en realidad esto sólo sucede para Barcelona y Real Madrid,
pues entre los dos ingresaron unos 1.000M€. El resto de equipos ven in-
crementada su pérdida año a año, dejando como resultado pérdidas cada
vez más preocupantes. Unas cifras publicadas que no son, ni mucho menos,
para tirar cohetes y que descubren cómo temporada tras temporada se ha
gastado más de lo ingresado, como si de dinero del Monopoly se tratara, sin
que nadie alertara por ello.

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El punto de inflexión, que no ayuda a remontar la situación sino todo lo con-
trario, reside en el reparto televisivo. Los contratos audiovisuales repre-
sentan uno de los puntos de discusión más importantes en la Liga. Barça
y Madrid se llevan más de un 40 % de los ingresos de este tipo cada año,
mientras que el otro 60 % se reparte entre los dieciocho clubes restan-
tes. Este reparto contrasta con el de otras ligas mucho más competitivas
que la española. Es el ejemplo de la Premier League en la que, gracias a la
negociación conjunta como producto único, la diferencia de ingresos por
derechos televisivos entre el primero -Manchester United ingresa 64,4 mi-
llones de libras- y el último -en 2012 fue el QPR, que ingresó 39,6 millones
de libras- es mucho más equilibrada. La Ligue 1 francesa y la Bundesliga
también reparten los derechos televisivos de una forma más equitativa. En
la Liga se ha entrado en un bucle en el que las televisiones quieren pagar
más a Barça y Madrid para tener mayor audiencia, de modo que estos dos
clubes son cada vez más fuertes gracias a unos mayores ingresos y así su-
cesivamente se va aumentando esta bipolaridad. Enfrente, la liga inglesa y
alemana suman unos ingresos, con 20 y 18 equipos respectivamente, de
2.917M€ y 1.872M€. La primera, gracias a la potente imagen de marca
que ha conseguido y el compromiso de sus fans como fieles consumidores
de sus equipos; la segunda, debido a un trabajo de solvencia económica
criticada en sus inicios, pero envidiable y que muestra cómo el trabajo bien
hecho conlleva resultados.

Fuente: Football Transfer Review 2014 (PrimeTimeSport)

El prestigioso periodista Simon Kuper tiene su propia visión sobre el asunto:


“El fútbol no es un negocio”. En una publicación reciente titulada, precisamen-
te, “¿Por qué el fútbol no es un negocio?” en el Financial Times (2/9/2013)
expone la siguiente teoría a partir de los estudios de Stefan Sczymansky
y Pedro García sobre clubes españoles e ingleses: “Si un club buscara ga-
nancias tendría que gastar menos de lo que gana. Eso significaría limitar el
salario de los jugadores de modo que no podría obtener los mejores. Se trata
de una concesión: para obtener la victoria se sacrifican las ganancias. Para
maximizar las ganancias hay que olvidar la victoria”. Su conclusión y madre
de todos los problemas es clara: “Los clubes no buscan ganancias, sino vic-
torias”. Victorias a cualquier precio.
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En las manos de Barcelona y Madrid, personificadas en Sandro Rosell y Flo-
rentino Pérez, junto a las de todos los dirigentes del fútbol español, está la
capacidad de redirigir la situación, de coger el timón y llevar a este barco
tocado, pero por el momento no hundido, a buen puerto. La bipolaridad tan
sólo se solucionará si se entiende la Liga como un producto de todos, con una
imagen a reposicionar y que tiene que ingeniar una propuesta de valor colec-
tiva para conseguir recuperar el atractivo que ahora despiertan sus compe-
ticiones rivales. El primer paso, dejar de presumir de una cubierta presidida
por Messi y Cristiano, Neymar y Bale, y aplicarse para solucionar los proble-
mas dentro del navío, repleto de telarañas.

Sergi Besa & Marc Terrés


@futbolsegunvin

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PEÑAROL.
SEIS AÑOS PARA LA ETERNIDAD
Álex Couto Lago

El Club Atlético Peñarol nace del asentamiento de la com-


pañía de ferrocarril en la localidad cercana a Montevideo
denominada Villa Peñarol.

Esta localidad surge a mediados del siglo XVIII, cuando


Juan Bautista Crosa, emigrante italiano, se asienta en el
lugar y desarrolla ahí su vida en el Nuevo Mundo. Crosa
incorporará a su apellido el sobrenombre de su lugar de
origen, Pinerolo, localidad situada al norte de Italia. Por
deformación y comodidad en la pronunciación, Pinarolo
se convirtió en Piñarol, sobrenombre por el que era cono-
cido y que adjuntaba a cada documento personal. De ahí
al actual Peñarol solo hay un paso.

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PerarnauClub
E
n 1890, la compañía ferroviaria Central Uruguay Railway Company adquie-
re unos terrenos en Villa Peñarol para asentar su sede central. En 1891 se
inauguran las oficinas y los inmuebles de la compañía. Meses después se
decide constituir un club deportivo destinado a la práctica del cricket.

Nace de este modo el Central Uruguay Railway Cricket Club, más conocido
por CURCC. En la primera asamblea, con 118 socios, se nombra como pre-
sidente a Mr. Frank Henderson, como vicepresidente a Mr. Frank Hudson y
como secretario a Mr. Davenport. La asamblea constituyente se compondrá
de 45 residentes criollos, 72 ingleses y un alemán. El espíritu diverso de Pe-
ñarol había iniciado su andadura.

El 5 de mayo de 1892 se decide en asamblea que el CURCC se dedique,


además, a la práctica del fútbol, siendo esta actividad la que le reportará la
mística futura. Desde esta fecha los cimientos de Peñarol empiezan a for-
marse hasta llegar a convertirse en lo que es hoy en día, el mejor club suda-
mericano del siglo XX.

Los colores oro y carbón, elegidos como símbolo de la institución y por los
que serán reconocidos, salieron de los colores adoptados por el gremio del
ferrocarril, a su vez adquiridos de la locomotora Rocket.

No será hasta 1910 que se institucionaliza la camiseta tal cual la conoce-


mos actualmente, con franjas amarillas y negras. Tampoco será hasta 1914
cuando la institución adopte su nombre actual y ajuste su escudo de las once
estrellas. En una asamblea de 1914 se decide denominar al organismo como
Club Atlético Peñarol, se elige su escudo, a rayas amarillas y negras corona-
das por once estrellas que representan a sus jugadores, y una camiseta de
cuatro franjas amarillas y cinco franjas negras con pantalón y medias negras
ribeteadas de amarillo. Nace de este modo el símbolo por el cual Peñarol pa-
sará a ser reconocido por siempre.

A partir de este momento y hasta la actualidad se iniciará un camino que solo


tiene un objetivo, alcanzar la gloria deportiva y representar a sus afiliados y
simpatizantes salvaguardando el espíritu por el que fue constituido:

“Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera” 108

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COMPETICIÓN PROFESIONAL

A partir de 1932 iniciará su participación en la Liga Uruguaya de Fútbol Profe-


sional, después de haber desarrollado una actividad amateur y sentado las ba-
ses de una andadura relevante y trascendente en el mundo del fútbol uruguayo.
Desde sus inicios convivirá con su más aguerrido y enconado adversario por
demostrar la supremacía carbonera en el contexto del fútbol uruguayo, el Club
Nacional de Fútbol. Desde su incorporación al fútbol profesional hasta mediada
la década de los años 70, ambos equipos aglutinarán el éxito en el campeonato
local, convirtiendo la competición en una bicefalia dominante. La lucha por de-
mostrar ser el mejor perdura hasta nuestros días, la rivalidad será eterna.

Desde su incorporación al fútbol profesional hasta mediada


la década de los años 70, ambos equipos aglutinarán el éxito
en el campeonato local, convirtiendo la competición en una
bicefalia dominante. La lucha por demostrar ser el mejor per-
dura hasta nuestros días, la rivalidad será eterna.

En estos primeros pasos dentro del fútbol profesional, Club Atlético Peñarol
ha tenido momentos de dominio relevantes, tanto por ejercer una dinastía
implacable como por la forma de imponer su estilo y su sello.

Destacaríamos el cuatrienio de 1935 a 1938 inclusive, cuando el cuadro


aurinegro dominó la competición durante esos cuatro ejercicios bajo la ba-
tuta del entrenador Athuel Velásquez, con el aporte de liderazgo de una
leyenda incombustible del fútbol uruguayo, Álvaro Gestido, quien asumió el
papel de referente institucional en el incipiente mundo profesional tomando
el testigo dejado en su momento por Acevedo o Piendibene, leyendas en el
campo amateur.

La “Escuadrilla de la muerte” lideró los campeonatos alcanzados en 1949


y 1951, bajo la supervisión del técnico húngaro Emérico Hirschl. Un equipo
en el que formaban entre otros, Roque Máspoli como portero, Obdulio Varela
como center half y los delanteros componentes de la Escuadrilla, Ghiggia,
Hohberg, Míguez, Schiaffino y Vidal.

Desde 1958 hasta 1962, Club Atlético Peñarol ejerció un dominio aplas-
tante en el campeonato local uruguayo. Hugo Bagnulo, (referente posterior
e historia eterna en el banquillo “manya”), Roberto Scarone y Béla Guttman/
Juan Peregrino dirigirán desde el banquillo el fútbol y el estilo diferenciador
que aplicó y definió el juego de Peñarol.

Y será a partir de este momento donde centraremos nuestro análisis. En el


punto en que Peñarol deja de ser referente local para convertirse en todo un
descubrimiento internacional.

La fundación de la competición continental de campeones de liga, la Copa


Libertadores de América, así como su contraste con el campeón del conti-
109

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Revista#06
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nente europeo, la antigua Copa Intercontinental, convertirán a Peñarol en
el estandarte principal del fútbol sudamericano de la época y se cimentará
su estatus y su porte para ser considerado posteriormente el mejor equipo
sudamericano del siglo XX. Los motivos principales los esgrimió en este
período histórico.

1960, PRIMER CAMPEÓN CONTINENTAL

En agosto de 1959, concretamente en Caracas (Venezuela), se aprobaron


las condiciones básicas por las cuales se establecía el campeonato sudame-
ricano de campeones de liga, como la futura Copa Libertadores de América,
(Copa de Clubes Campeones Sudamericanos). Previamente, en marzo del
mismo año, la delegación chilena había propuesto en Buenos Aires la crea-
ción y desarrollo de un campeonato que reuniese a los mejores equipos sud-
americanos de la época en un torneo continental.

En el ejercicio de 1960 se inicia este primer torneo continental, con la parti-


cipación de los siguientes equipos campeones de los torneos locales de sus
correspondientes países: San Lorenzo de Almagro (Argentina), Jorge Wils-
termann (Bolivia), Olimpia Asunción (Paraguay), Bahía (Brasil), Millonarios de
Bogotá (Colombia), Universidad de Chile y Club Atlético Peñarol de Montevi-
deo (Uruguay).

El primer partido se disputó en el estadio Centenario de Montevideo el 19 de


abril de 1960 entre Peñarol y Jorge Wilstermann boliviano. El resultado, un
contundente 7 a 1, permitió al equipo aurinegro una renta más que notable
para afrontar el partido de vuelta.

Fue el extremo izquierdo, Carlos Borges, el autor del primer gol del campeo-
nato. Spencer con cuatro tantos y Luis Cubilla, además del propio Borges
que marcó un segundo para su cuenta particular, fueron los artilleros del en-
cuentro. Alcocer fue el autor del gol del honor del equipo boliviano.

Ese partido histórico fue jugado por:

C.A. PEÑAROL: Luis Maidana, William Martínez, Milton Alves da


Silva “Salvador”, Santiago Pino, Néstor Tabaré Gonçalves, Walter
Aguerre, Luis Cubilla, Carlos Abel Linazza, Juan Eduardo Hohberg,
Alberto Spencer y Carlos Borges. Entrenador: Roberto Scarone.

JORGE WILSTERMANN: Rico, Claure, Villarroel, José Trujillo, Ro-


cababo, Mario Zabalaga, César Sánchez, Máximo Alcocer, Aus-
berto García, Renán López, Rómulo Cortes (Alfredo Soria). Entre-
nador: Saúl Ongaro.

La vuelta se jugó en el estadio Eduardo Siles Suazo de La Paz, el 30 de abril.


El resultado final fue de empate a un gol; por el equipo boliviano marcó Gar-
cía y por Peñarol volvió a marcar su extremo derecho, Luis Cubilla.

En la siguiente ronda esperaba el campeón argentino, San Lorenzo de Alma-


gro. La disputa de esta eliminatoria fue realmente igualada, necesitando un
110

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tercer partido de desempate que se celebró, por cuestiones económicas, en
el estadio Centenario de Montevideo. El equipo de Boedo había aceptado ju-
gar en territorio adversario con la condición de quedarse con el taquillaje del
partido, visto el poco impacto que había tenido la competición continental
entre sus aficionados. Peñarol aceptó y el partido decisivo para el pase a la
gran final se disputó en territorio uruguayo.

El resultado final fue de dos goles a uno a favor del equipo carbonero. El
partido fue realmente emocionante, ya que se decidió en los instantes fi-
nales del mismo. Se adelantó Peñarol con gol de Spencer en el minuto 61,
para empatar el argentino Sanfilippo en el 86. A falta de un minuto para el
final, la estrella ecuatoriana Spencer daba el gol del triunfo para el equipo
uruguayo. Peñarol y Olimpia de Asunción se convertían en los primeros fi-
nalistas de la competición.

Uruguayos y paraguayos afrontarían la serie final en pos de alcanzar la glo-


ria del primer campeonato continental y enfrentarse, posteriormente, al Real
Madrid en el campeonato mundial de clubes, la Copa Intercontinental.

El primer partido de la final se jugó en Montevideo, en un estadio Centenario


completamente lleno, el 12 de junio de 1960.

Los protagonistas fueron los siguientes:

C.A. PEÑAROL: Maidana, William Martínez (Majewski), “Salvador”,


Pino, Gonçalves, Aguerre, Cubilla, Linazza, Crescio, Spenceer y
Borges. Entrenador: Roberto Scarone.

OLIMPIA DE ASUNCIÓN: Herminio Arias, Edelmiro Arévalo, Juan


Vicente Lezcano, Mariano Osorio, Claudio Lezcano, Pascual Ro-
jas, Vicente Rodríguez, Hipólito Recalde, Luis Doldán, Pedro Anto-
nio Cabral, Teovaldo Melgarejo. Entrenador: Aurelio González.
Peñarol 1960

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Como era de esperar, teniendo en cuenta las particularidades y característi-
cas de ambos contendientes, el partido fue bronco y duro, las defensas pre-
valecieron en todo momento sobre los ataques y el equipo paraguayo fue
capaz de contener la mayoría de ataques del equipo uruguayo. Solo una di-
vergencia, Spencer campaba a sus anchas siendo una auténtica pesadilla
para la zaga del Olimpia. Tal fue el dominio y la incidencia del jugador ecuato-
riano que desequilibró la balanza en el minuto 76.

De Peñarol cabe destacar el incansable trabajo de Luis Cubilla, un verdadero


incordio desde la banda derecha del equipo aurinegro. La calidad y exquisi-
tez del extremo izquierdo, Carlos Borges, y sobre todo el empaque y caudi-
llaje del verdadero capitán de este equipo, Néstor Gonçalves, que lideró a su
equipo sirviendo de equilibrio constante entre el desarrollo del juego predo-
minantemente defensivo con los ajustes en la realización del juego ofensivo.
Mención aparte para la estrella Alberto Spencer, un verdadero martirio para
el cuadro paraguayo. Hay que destacar que en el equipo de Olimpia de Asun-
ción fue expulsado Juan Vicente Lezcano, lo que provocó que el equipo pa-
raguayo jugase durante parte de la segunda mitad con un elemento menos.

Para la vuelta, el 19 de junio, en el estadio Puerto Sajonia (actualmente De-


fensores del Chaco) de la capital Asunción, el ambiente estaba caldeado por
las declaraciones asombrosas del responsable del organismo continental de
fútbol Don Lidio Quevedo, secretario de la Conmebol, acusando al árbitro
chileno de no haber ejercido una tarea ecuánime con ambos conjuntos. Para
evitar controversias, había sido sustituido por un árbitro de nacionalidad ar-
gentina, siguiendo con la costumbre de que los linemen fuesen del país de
origen, en este caso paraguayos.

En esta segunda manga, Peralta sustituyó al expulsado Juan Vicente Lezca-


no en el equipo guaraní y Crescio dejó su lugar a Griecco en el equipo charrúa.

Peñarol tuvo un inicio fulgurante, acosando la meta rival en los primeros mi-
nutos. Olimpia se veía seriamente preocupada de vigilar y neutralizar a su
gran pesadilla del partido anterior, Alberto Spencer. A medida que fueron
transcurriendo los minutos, el juego se fue equilibrando, al punto de que Pe-
ñarol empezó a incrementar su incidencia en el aspecto defensivo, obviando
las posibilidades ofensivas que le ofrecía el partido. Spencer estuvo en todo
momento muy vigilado, y el hecho de haber ido cediendo terreno paulatina-
mente posibilitó que el equipo paraguayo del Olimpia incrementase su grado
de insistencia ofensiva, haciéndose dueño del balón y por ende del juego.

En el minuto 29 de la primera parte, Recalde adelanta a Olimpia, obligando


ya de partida a la disputa de un tercer encuentro, si Peñarol no ponía remedio.
El segundo tiempo fue un intento de Olimpia de dominar el juego y de Peñarol
de encontrar vías para desarrollar y culminar un contraataque que le permi-
tiese alzarse con el campeonato. Scarone, viendo que Spencer no estaba lo
suficientemente vivo para zafarse de la defensa guaraní, decidió cambiarlo
por el veterano Hohberg al filo del descanso. El argentino dio nuevos bríos al
ataque uruguayo y facilitó accesos para sorprender al portero rival.

Como de costumbre en el equipo uruguayo, no fue hasta los minutos finales del
partido cuando apretó en busca del empate, que llegó por medio de un saque de 112

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esquina sacado por Carlos Borges al segundo palo, pasando justo por encima
del argentino Hohberg y siendo cabeceado in extremis por Luis Cubilla. Peñarol
se hacía con el empate en el minuto 82 y evitaba jugar un tercer encuentro de
desempate. El tiempo transcurrió hasta el final del partido sin más novedades
que un control del juego por parte del equipo uruguayo que puso su mayor vete-
ranía y calidad individual a favor del objetivo: mantener la posesión de la pelota.

Después de una serie realmente sufrida y competida, la Copa Libertadores


de América presentaba a su primer campeón: Club Atlético Peñarol de Mon-
tevideo. Analicemos el equipo estándar que solía dibujar Roberto Scarone en
el terreno de juego.

Peñarol solía jugar con un hombre libre, William Martínez (2), jugador con
enorme sentido de la posición, bueno al corte y con capacidad para dirigir a
todos los jugadores que se movían por delante de su puesto y un marcador
central de corte muy técnico y con gran salida de balón, como era el brasileño
Milton Alves da Silva, “Salvador” (3). Por detrás, un mítico, Luis Maidana (1),
un portero con enormes reflejos, un gran sentido de la posición bajo palos y
con grandes dotes de mando.

En los laterales, Pino (4) en la derecha y Aguerre (6) en la izquierda tenían dos
misiones claras: por un lado, defensivamente eran responsables de cerrar los
pasillos laterales a los extremos rivales; desde el momento en que entraban
en su posición ejercían un marcaje férreo y contundente. Por otro lado, ofen-
sivamente se comprometían a acompañar las jugadas que salían por su lado.
Ejercían un constante apoyo de sostén a sus correspondientes compañeros
Luis Cubilla (7) en la derecha y Carlos Borges (11) en la izquierda. Alguna
vez se aventuraban con desmarques de ruptura para provocar situaciones de
dos para uno, pero no era lo más habitual.

En el centro del campo diferenciamos tres posiciones. Por un lado, Néstor


Gonçalves (5), el mediocentro encargado de servir de referencia tanto a los
jugadores responsables de las facetas defensivas como a los que tenían atri-
buciones en el ámbito atacante. Su situación centrada servía para posicionar
a todos sus compañeros. Asimismo, Gonçalves era el metrónomo del equipo:
a nivel defensivo ejercía de cobertor de toda la línea que tenía ante sí y mar-
caba los ritmos a partir de los cuales la intensidad defensiva se iría incremen-
tando. Ofensivamente, ofrecía apoyo a todo aquel que lo necesitase, tanto
en la fase de iniciación del ataque, del que era junto a Salvador el principal
responsable, como en la creación y distribución del juego. Disponía, además,
de un buen pase en largo que permitía habilitar a los extremos o aprovechar
la velocidad e inmensa calidad de Alberto Spencer (9). Su personalidad y alto
sentido competitivo lo acabaron convirtiendo en el gran capitán de Peñarol,
papel que desempeñó con éxito durante gran parte de su carrera.

Por otro lado, el argentino Linazza (8), jugador de enorme calidad técnica
que se desempeñaba habitualmente por la derecha del centro del campo.
Gran pasador, buen gestor de la posesión de la pelota y con visión de juego,
generaba grandes sinergias en la triangulación con Cubilla y Spencer, ge-
nerando una asociación que solía terminar con un desequilibrio por dentro
de Spencer, en situaciones de uno para uno con el portero, o por fuera con
113

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Cubilla, dejándolo en disposición de una acción individual con su marcador y
posterior centro al área.

Finalmente, la tercera posición del centro del campo fue la más disputada.
En principio, Crescio (10) fue el beneficiado al jugar en esa posición, pero era
habitual que la compartiese con su compañero Griecco e, incluso, en alguna
ocasión, con el veterano Hohberg.

Al final, la línea de delanteros era la que más calidad y contenido futbolístico


ofrecía y la que marcaba la diferencia con respecto al resto de equipos. En
la banda derecha, Luis Cubilla (7) era un jugador con una enorme velocidad y
coordinación, a pesar de que su constitución no le acompañaría a lo largo de su
dilatada carrera. Inteligente, sabía jugar hacia adentro y hacia afuera, era letal
en el segundo palo cuando los ataques se finalizaban desde banda contraria,
y era muy habitual en él centrar su posición para buscar desequilibrios en la
circulación del balón con sus compañeros centrocampistas. Su enorme movi-
lidad y olfato de gol hicieron de él una de las grandes figuras en este incipien-
te Peñarol campeón. En la banda izquierda, Carlos Borges (11), ambidiestro,
capaz de desenvolverse por cualquiera de las dos bandas del equipo, aunque
preferentemente jugaba por el lado izquierdo, era un jugador con una técnica y
una potencia tremendas. Gran disparo y buen posicionamiento de cara al gol,
obtuvo el honor de ser el primer goleador de la Copa Libertadores de América.
Su carácter introvertido y silencioso, así como su aversión a los medios, no
le procuraron una fama como a otros futbolistas de su época, el olvido con el
paso del tiempo fue haciendo mella en su figura, pero, sin temor a equivocar-
me, era uno de los grandes referentes de Peñarol en esta época.

En el centro, la gran estrella y gran icono futbolístico de Peñarol a lo largo de


su historia, Alberto Spencer (9), delantero centro de enorme potencia y cali-
dad individual, rematador por excelencia, era la punta de lanza de un equipo
que podía elegir entre jugar combinativo o directo, al final siempre estaba él
en disposición de marcar gol. Era muy habitual el juego largo para que, de es-
paldas a la portería rival, Spencer entregase el balón en segundas jugadas y
buscar de esta manera el desequilibrio. Igualmente podía participar del juego
colectivo, ofreciendo soluciones en el juego corto, mostrándose para la eje-
cución de la pared, o incluso realizando desmarques al espacio para recibir y
forzar situación de gol con acción individual.

Spencer es el máximo goleador de la historia de la Copa Libertadores y será,


a lo largo de la década, el referente de este equipo de Peñarol, que culminará
con su sublimación en la manifestación futbolística con la implementación
del equipo de 1966, uno de los mejores de la historia del fútbol.

Spencer es el máximo goleador de la historia de la Copa


Libertadores y será, a lo largo de la década, el referente de
este equipo de Peñarol, que culminará con su sublimación
en la manifestación futbolística con la implementación del
equipo de 1966, uno de los mejores de la historia del fútbol.

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A nivel grupal, la propia disposición de los jugado-
res sobre el terreno de juego y la contextualización
del juego tal y como se entendía en la época hacían
incluso hasta natural que los equipos se partiesen
en dos: cinco jugadores con ponderaciones defen-
sivas muy marcadas y con disposiciones ofensivas
muy específicas y, como alternativa, cinco jugado-
res netamente ofensivos, con matices defensivos
encaminados a garantizar el equilibrio en las zonas
relevantes del terreno de juego, incidiendo en la
presencia más que en la eficiencia de la acción.

Teniendo en cuenta que el juego era distinto a lo que


estamos acostumbrados, con ritmos e intensidades
diferentes, con tiempos de reacción muy amplios y
las posibilidades en cuanto a ejecución técnica que
esto conlleva, podremos hacer una valoración de los
cometidos y aconteceres defensivos y ofensivos en
términos grupales de la siguiente forma:

Posicionamiento y objetivos defensivos

Peñarol es un equipo con un estilo muy definido que, además, caracteriza


al propio fútbol uruguayo. Se resguarda la portería con todos los efectivos
disponibles en propio campo. El objetivo defensivo es forzar la pérdida de la
pelota a medida que el rival se acerca a la portería propia.

Al contrario que hoy en día, que muchos equipos defienden para atacar, posi-
cionándose en medio campo o en campo contrario, buscando con la presión
y la entrada el robo de la pelota, en los 60 y en Peñarol se defiende por acu-
mulación de efectivos, aumentando los ritmos a medida que la pelota se va
acercando al área propia y cerrando las vías de circulación mientras no se
accede a espacios de riesgo, generalmente en los ¾ de campo, en donde el
rigor defensivo se incrementa en forma y tiempo de intervención.

El tipo de defensa, generalmente, es una zona poco presionante, que se irá


combinando a medida que el rival progresa. La figura del líbero delata la in-
tención del marcaje rígido y cercano a medida que la pelota supera líneas
de defensores y se encuentra de lleno con la última barrera defensiva. En
estos casos, los laterales empiezan a definir la zona de marca a partir de un
momento y punto determinado y convertirán su trabajo en marcaje hombre
a hombre hasta la finalización de la jugada. El defensa central marcador di-
ferirá la rigidez del marcaje al delantero centro a medida que la pelota se
acerque a zonas de influencia, la rigidez o elasticidad del marcaje lo definirá
la lejanía o cercanía de la pelota.

El stopper, número 5, en Peñarol claramente identificable en la figura de


Gonçalvez, hará coberturas sobre toda la línea de efectivos que tenga por
delante de sí y se irá replegando a medida que el equipo rival progrese. Será,
además, el encargado de ir provocando superioridades posicionales puntua-
les en las zonas en donde la pelota se torna relevante.
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La forma de jugar imperante tiende a partir a los equipos, ponderando la im-
portancia defensiva de unos, en contraste con la irrelevancia de otros. Los
espacios y el tiempo de reacción son totalmente diferentes al fútbol actual,
lo que permite la realización de controles y rectificaciones que hacen difícil
la gestión de la entrada como elemento para recuperar la pelota, salvo en
situaciones puntuales. Se tiende a temporizar y replegar a medida que se va
achicando el espacio de juego y, a partir de un momento dado, se incrementa
la intensidad defensiva y la fuerza de intervención.

El posicionamiento replegado, en propio campo, con muchos efectivos entre


la pelota y la portería, condiciona las acciones posteriores a la recuperación
de la pelota, y el propio ritmo de juego hace que la circulación del balón por
zonas intermedias se haga con total naturalidad buscando el espacio libre
para elaborar la jugada en condiciones.

El propio posicionamiento condiciona los tipos de contraataque a realizar, ya


que mediarán muchos metros con respecto a la portería contraria, con lo que
se tenderá a colectivizar el proceso de contraataque o, por el contrario, se
buscará el pase largo y la segunda jugada si se disponen de efectivos adecua-
dos para la ejecución de esta suerte. La polivalencia de los jugadores urugua-
yos permitía las dos opciones, siendo la segunda una característica propiciada
por el hecho de disponer de un jugador como Spencer, el “Cabeza Mágica”.

En las acciones a balón parado, el marcaje hombre a hombre de todos los


efectivos que el rival pudiese incorporar se alterna con la defensa de espa-
cios relevantes por los jugadores que no han sido asignados a ninguna marca
específica. Similar a lo que se ve en nuestros días.

Proceso ofensivo: ataque y contraataque

La percepción del juego nos hace sentir de partida que la técnica es más depu-
rada y las ejecuciones más estilizadas que actualmente. No nos podemos de-
jar engañar, los tiempos de intervención son mucho más largos, el espacio dis-
ponible es mayor y la posibilidad de rectificar una acción técnica para ajustarla
a la eficacia es distinta a lo que se vive en la actualidad, en donde si no ejecu-
tas el control inmediato la probabilidad de perder la pelota es exponencial. Se
juega con espacio y tiempo, sin sentir el acoso rival, salvo en las inmediaciones
de la portería contraria: esto permite la ejecución y el juego pausado en zonas
intermedias y, además, facilita las ponderaciones de riesgo, las acciones indi-
viduales y el lucimiento de los jugadores con cualidades creativas. El juego
trasciende de adentro hacia afuera, teniendo especial relevancia los extremos.
Cubilla y Borges tienen una incidencia determinante en el juego.

Se juega con espacio y tiempo, sin sentir el acoso rival, salvo en


las inmediaciones de la portería contraria: esto permite la ejecu-
ción y el juego pausado en zonas intermedias y, además, facilita
las ponderaciones de riesgo, las acciones individuales y el luci-
miento de los jugadores con cualidades creativas.

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Como decíamos, disponer de un jugador como Spencer facilita el juego largo,
el contraataque a través del juego directo a pesar de la inferioridad posicio-
nal y la búsqueda de acciones de segunda propuesta por el poderío aéreo y la
gestión de la coordinación de su cuerpo en el aire de un jugador tan versátil;
todo ello es fácilmente perceptible en el juego de Peñarol, que no es espe-
cialmente rico en matices, pero sí diverso en opciones, las que les ofrecen
jugadores técnicos y con visión como Linazza, o rápidos y creativos como
Cubilla y Borges, que acompañan sus potencialidades con constantes cam-
bios de posición.

Otra característica del juego ofensivo de Peñarol es su eficacia goleadora.


Tienen una probabilidad altísima de acierto y una diversidad en las formas de
marcar muy definida. Se verán goles de acciones combinadas, de centros al
área y remates posteriores, de tiros lejanos, de acciones individuales y, so-
bre todo, de las interacciones que surgen entre Cubilla y Spencer.

Otro rasgo del juego aurinegro es la cantidad de jugadas de peligro que ge-
neran como consecuencia de las acciones a balón parado indirectas, princi-
palmente entre Borges, Cubilla y Spencer.

Como podemos ver, el juego defensivo condiciona los posteriores desarro-


llos ofensivos pero a su vez, la diversidad que ofrece la gente de las líneas
avanzadas permite un compendio de acciones y derivaciones de jugadas co-
lectivas e individuales altamente satisfactorio. Esta era una de las grandes
ventajas competitivas de las que disponía Peñarol y que se irán acentuando
en los años venideros, hasta llegar a la culminación más profusa que se dará
en el ejercicio de 1966, con el mejor equipo aurinegro de toda su historia y
objeto principal de este estudio.

En 1960 Club Atlético Peñarol será:

• Campeón uruguayo por tercer año consecutivo.

• Campeón de la Copa Libertadores.

• Subcampeón de la Copa Intercontinental, empatando 0-0 al


Real Madrid en Montevideo y perdiendo por un contundente
5-1 en el Santiago Bernabéu.
Peñarol vs R.Madrid

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1961. PEÑAROL LO GANA TODO

Después de haber experimentado la satisfacción de ser el primer campeón


continental sudamericano, Peñarol vuelve a ganar el campeonato uruguayo
que le da derecho a competir y defender título en la Copa Libertadores del
ejercicio 1961.

Para este año, el equipo Mirasol incorpora nuevos efectivos que apuntalarán
el potencial ya disponible hasta el momento. Suben de las inferiores a Pedro
Rocha y suman al plantel a jugadores del prestigio de José Sasía procedente
de Boca Jrs., aunque su club de origen fue Defensor Sporting, el peruano
Juan Joya, del Alianza de Lima, o el lateral derecho Edgardo González.

Para la edición de este año de la Copa Libertadores, todos los países excepto
Venezuela muestran su representante. Independiente de Avellaneda (Argen-
tina), Jorge Wilstermann (Bolivia), Colo-Colo (Chile), Santa Fe (Colombia), Pal-
meiras (Brasil), Universitario (Perú), Barcelona de Guayaquil (Ecuador), Olim-
pia Asunción (Paraguay) y Club Atlético Peñarol (Uruguay).

En los cuartos de final, el emparejamiento para Peñarol fue el equipo peruano


del Universitario. El primer partido a jugar en el estadio Centenario se cele-
bró un 19 de abril de 1961 ante más de 55.000 espectadores.

Ambos clubes formaron con:

C.A. PEÑAROL: Maidana, William Martínez, Núber Cano, Edgar-


do González, Tito Gonçalves, Walter Aguerre, Luis Cubilla, José F.
Sasía, Ángel Cabrera, Alberto Spencer y Juan Víctor Joya. Entre-
nador: Roberto Scarone.

UNIVERSITARIO: Víctor Zegarra, José Fernández, “Joe” Calde-


rón, Ismael Soria, Humberto Arguedas, Luis Cruzado, Jaime Ruiz,
Ángel Uribe, Daniel Ruiz, Manuel Márquez, Jacinto Villalba. Entre-
nador: Segundo Castillo.

El resultado fue un contundente 5 a 0, con goles de Joya (36’), Spencer (44’),


Joya (63’), Spencer (77’) y Sasía (85’).

El despliegue aurinegro fue imparable, dominaron el partido de principio a


fin. El juego fluido en el centro del campo, comandado por Pepe Sasía, y la
contundencia en la finalización de Spencer y del peruano Joya, dieron buena
cuenta de un Universitario que pagó caro su debut.

Para el partido de vuelta, celebrado el 14 de mayo en el estadio Nacional


de Lima, el equipo peruano presentó variaciones en el once con respecto al
equipo que plantó cara a Peñarol en Montevideo. De partida, las ganas de
revancha eran considerables, dado que Universitario no había estado a la
altura de lo esperado en el primer envite. Peñarol, con una amplia ventaja,
afrontó el partido con la tranquilidad que da saberse superior y disponer de
una amplia renta.

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Los protagonistas del partido fueron los siguientes:

UNIVERSITARIO: Víctor Zegarra, José Fernández, Mario Minaya,


Ismael Soria, “Joe” Calderón, René Gutiérrez, Jaime Ruiz, Ángel
Uribe, Luis Cruzado, Manuel Márquez, Tomás Iwasaki. Entrena-
dor: Segundo Castillo.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Néstor Gonçalves, Walter Aguerre, Al-
berto Pedro Spencer, Ernesto Ledesma, Ángel Rubén Cabrera,
José Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto
Scarone.

El partido se resolvió 2 a 0 a favor del equipo peruano, que puso más ímpetu
y garra a la hora de afrontar el duelo. Peñarol jugó con la ventaja del resul-
tado, pero sufrió en Lima su primera derrota en la competición continental.
Por el equipo peruano marcaron Uribe (30’) e Iwasaki (37’). Peñarol pasó a las
semifinales por el valor agregado de los goles, un global de 5 a 2.

En semifinales se repite un duelo esperado contra Olimpia de Asunción, sub-


campeón en ejercicio, y se repite la final continental del año anterior. Lo que
se intuía como un duelo competido y duro se convirtió en la confirmación de
que Peñarol era un claro candidato a revalidar el título. La serie fue muy com-
petida, incluso rayando situaciones límite con el reglamento, dado el tempe-
ramento mostrado por los jugadores de ambos equipos, pero futbolística-
mente fue una demostración de superioridad de Peñarol en ambos partidos.

El primero de ellos se celebró, como de costumbre, en el Centenario de Mon-


tevideo, un 21 de mayo, ante una asistencia que rondó los 45.000 especta-
dores.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Roberto Matosas, Walter Aguerre, Luis
Alberto Cubilla, Ernesto Ledesma, Ángel Rubén Cabrera, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto Scarone.

OLIMPIA DE ASUNCIÓN: Caballero, Edelmiro Arévalo, J. Peralta,


Mariano Osorio, Claudio Lezcano, Eligio Echagüe, Luis Doldán,
Antonio González, J. Florentín (Díaz), Benicio Ferreira, Vicente Ro-
dríguez.

Peñarol se impuso por 3 goles a 1: marca Joya (20’), empata Antonio Gon-
zález (50’) y desnivela el marcador definitivamente Núber Cano (73’), para
sentenciar Luis Cubilla (87’). El partido, bronco por momentos, se completó
con las expulsiones de Ledesma por Peñarol y Osorio y Echague por Olimpia.

Hay que destacar que Peñarol presentó en esta primera serie de semifinales
dos ausencias significativas: la de Néstor Gonçalves como mediocentro y la
de su estrella Spencer. En lugar del cacique aurinegro jugó Roberto Matosas,
que en el ejercicio anterior alcanzó el nivel profesional subiendo de las cate-
gorías inferiores. Un jugador totalmente distinto al perfil de Gonçalves, se
adaptó a la perfección a los cometidos establecidos por Scarone, ofreciendo
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una propuesta futbolística mucho más rica en los aspectos técnicos, dada su
enorme capacidad para gestionar la pelota, así como posibilidades de jugar
en la iniciación con una fluidez y un grado de preciosismo y espectacularidad
que no ofrecía Gonçalves, más cercano al juego sencillo y sin complicaciones
propio del 5 de la época.

Para el partido de vuelta, Peñarol llevaba una ventaja en el marcador y, ade-


más, la fuerza emotiva de saberse capaz de sentenciar para llegar a su se-
gunda final consecutiva. La experiencia de Olimpia en las eliminatorias an-
teriores con Peñarol hizo que la ventaja psicológica cayese del lado charrúa,
aspecto determinante que acabaría inclinando la balanza de forma conside-
rable.

El 27 de mayo, en el estadio Manuel Ferreyra de Asunción, se jugó el par-


tido de vuelta. En esta ocasión, Peñarol impuso no solo su calidad, sino su
experiencia y su flema competitiva para imponerse por 1-2 y sentenciar la
eliminatoria. Goles de Doldán (10’), Sasía de penalti (77’) y Luis Cubilla (80’).
Fueron expulsados en los minutos finales del partido Lezcano y Rodríguez
por el equipo paraguayo.

Jugaron este partido:

OLIMPIA DE ASUNCIÓN: Caballero, Edelmiro Arévalo (Jovellanos


40’), J. Peralta, J. Valverde, Claudio Lezcano, J. Florentín, Luis Dol-
dán, Hipólito Recalde, Antonio González, Benicio Ferreira, Vicente
Rodríguez.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Santiago Pino (Darío Cottiga 40’), Roberto Matosas, Wal-
ter Aguerre, Luis Alberto Cubilla, Edgardo González, Ángel Rubén
Cabrera, José Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Ro-
berto Scarone.

Peñarol fue imponiendo un estilo de juego muy marcado por el aporte de


dos jugadores incorporados al once titular esta temporada: Pepe Sasía y
Roberto Matosas. El primero, dotado de unas características especiales
para jugar al fútbol, imprimió un carácter particular al juego de medio cam-
po del equipo carbonero. Su elegancia y técnica, unida a su capacidad de
liderazgo, improvisación y carácter, dinamizaron mucho el juego colectivo
del equipo, a la par que sus conexiones y entendimiento con los jugadores
de la línea posterior, principalmente Joya y Spencer, generaron enormes
destrozos en los equipos rivales.

Matosas, por su parte, aportó un juego de salida muy dinámico, alterno, con
una oferta de posibilidades más amplia que la propuesta dada por Gonçal-
ves. Un juego más complejo que conectaba a la perfección con el estilo de
Sasía y permitía una mayor gama de posibilidades creativas. Todo ello se fue
consolidando a medida que iban transcurriendo los partidos, el entendimien-
to colectivo era manifiesto y la solidificación del modelo de juego llevaba al
equipo al momento culminante de la competición con todas las garantías
para alcanzar el éxito.
120

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Peñarol iba a testar su potencial en la final del campeonato contra un equipo
sumamente complicado y duro, Palmeiras de Sao Paulo. Un equipo capaz de
ofrecer un fútbol fluido y abierto, típico del estilo brasileño, pero a la vez difí-
cil y correoso en sus desarrollos defensivos, con un estandarte de primer ni-
vel internacional como Djalma Santos.

Peñarol iba a testar su potencial en la final del campeonato


contra un equipo sumamente complicado y duro, Palmeiras
de Sao Paulo. Un equipo capaz de ofrecer un fútbol fluido y
abierto, típico del estilo brasileño, pero a la vez difícil y co-
rreoso en sus desarrollos defensivos, con un estandarte de
primer nivel internacional como Djalma Santos.

Palmeiras había pasado la primera fase del campeonato superando a Inde-


pendiente argentino, ganando ambos partidos de la serie (0-2 y 1-0) y supe-
rando en semifinales al equipo colombiano de Santa Fe (2-2 y 4-1).

El primer partido de la final se disputó en el Centenario de Montevideo, el


4 de junio, ante 65.000 espectadores. El partido, disputado e igualado, no
se decidió hasta los minutos finales del mismo, cosa habitual en la dinámica
competitiva de Peñarol. El equipo aurinegro se impuso por un solitario gol de
Spencer anotado en el minuto 89.

Jugaron ese decisivo partido:

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Roberto Matosas, Walter Aguerre, Luis
Alberto Cubilla, Ernesto Ledesma, Alberto Pedro Spencer, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto Scarone.

PALMEIRAS: Waldir, Waldemar, Aldemar Santos, Djalma Santos,


Zequinha, Geraldo da Silva, Julinho Botelho (Nilton Santos), Hum-
berto Barbosa, Geraldo Scotto, Chinesinho, J. Romeiro. Entrena-
dor: Renganescchi.

Este primer partido demostró la capacidad competitiva de ambos conten-


dientes, ofreciendo un espectáculo en el que ambos equipos fueron capaces
de neutralizarse mutuamente: el juego ofensivo de ambos conjuntos era con-
trarrestado inmediatamente por el dispositivo defensivo del equipo contrario.
Las individualidades sufrieron las consecuencias de la dinámica del juego, ya
que fueron todos neutralizados sin mayor incidencia en el contexto general del
partido. Solo el poder anotador de Spencer, unido a su capacidad para estar so-
breactivado en los minutos finales del partido, inclinó la balanza del lado urugua-
yo. Una primera serie de la final que ponía de manifiesto el poder competitivo de
ambos contendientes y el valor futbolístico de los protagonistas del mismo, al
servicio de una causa común: ganar. El ansia de unos y otros llevó el partido al
máximo grado de igualdad colectiva, que derivó en un choque de fuerzas en el
medio del campo y en un intento ufano de abrir vías de comunicación que fueron
literalmente trombotizadas por el trabajo colectivo del equipo rival. 121

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Todo quedaba a expensas de lo que ocurriese en el partido de vuelta, pero
Peñarol llevaba dos ventajas particulares: la primera, un gol arriba; y la se-
gunda, la experiencia de haber jugado la final del ejercicio anterior en condi-
ciones similares.

El 11 de junio de 1961 tiene lugar el partido definitivo de esta final de Liber-


tadores en el estadio de Pacaembú, Sao Paulo, ante 50.000 espectadores.

El desenlace final del partido tuvo estos protagonistas:

PALMEIRAS: Waldir, Waldemar, Aldemar Santos, Djalma Santos,


Zequinha, Geraldo da Silva, Julinho Botelho, J. Romeiro (Nardo),
Geraldo Scotto, Chinesinho, Gildo. Entrenador: Renganescchi.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Roberto Matosas, Walter Aguerre, Luis
Alberto Cubilla, Ernesto Ledesma, Alberto Pedro Spencer, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto Scarone.

Peñarol supo sacar partido de su mayor experiencia en esta serie decisiva.


La suerte también estuvo de su lado, ya que nada más iniciarse el partido
Pepe Sasía inauguraba el marcador para el equipo Mirasol. La presión se
trasladaba totalmente hacia el lado paulista, ya de por sí condicionado por el
resultado del partido de ida. El juego transcurría como interesaba a Peñarol,
pasando los minutos y dejando que el juego atropellado del equipo brasileño
fuese condicionando aún más su estado de ansiedad. En el minuto 70, Nardo
logra el gol del empate y abre una vía de opciones nuevas al Palmeiras; pero
la mayor capacidad para gestionar la pelota en situaciones de angustia, así
como el poder destructor de la defensa de Peñarol, llevaron la recta final del
partido a un querer y no poder del equipo brasileño. Por segundo año conse-
cutivo, Peñarol logra la gloria continental. Se confirma lo hecho el ejercicio
anterior y solo queda refrendar el éxito testando el poderío del equipo suda-
mericano contra el campeón europeo, en este caso, el Benfica de Lisboa.

Por segundo año consecutivo Peñarol logra la gloria


continental. Se confirma lo hecho el ejercicio anterior
y solo queda refrendar el éxito testando el poderío
del equipo sudamericano contra el campeón europeo,
en este caso, el Benfica de Lisboa.

El mérito de Peñarol, al margen de haber armado uno de los mejores equipos de


su historia, con jugadores de enorme capacidad, complementarios y absoluta-
mente volcados en los intereses de la entidad, fue haber alcanzado las fases
finales del campeonato con sus mejores jugadores en las mejores condiciones.
Solo la ausencia del gran capitán, Néstor Gonçalves, pudo condicionar la evo-
lución y la dinámica del juego de Peñarol, pero la participación protagonista de
Roberto Matosas disipó toda clase de dudas y abrió el abanico a un estilo aún
más dinámico, más fluido y espectacular que el mostrado hasta el momento. 122

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Cabe destacar el papel estelar y protagonista del recién incorporado Sasía,
así como el rigor y la capacidad de trabajo de jugadores como Ledesma, Gon-
zález o Aguerre. En la línea defensiva, William Martínez seguía ejerciendo
de claro dominador de los designios defensivos del equipo, escudado en un
Núber Cano impecable en la marca y altamente comprometido con la forma
de jugar del equipo aurinegro.

El último eslabón para convertirse en un equipo referente en la historia del


fútbol uruguayo era jugar y ganar la Copa Intercontinental. La experiencia
contra el imparable Real Madrid el ejercicio anterior dejó un amargo sabor de
boca en la delegación de Peñarol y deseaban aliviar esa sensación siendo el
primer equipo sudamericano en ganar la competición frente a su homónimo
europeo, todo un descubrimiento futbolístico, el Benfica de la Pantera Ne-
gra, Eusébio, escudado por una pléyade de jugadores del más alto nivel que
había dominado con fútbol y clase la competición europea.

El Benfica del mítico Béla Guttman venía de proclamarse campeón de Europa


al ganarle al F.C. Barcelona en la famosa final de los postes. El primer partido
de la Copa Intercontinental se celebraría en el Estadio Da Luz de Lisboa, el 4
de septiembre de 1961. El equipo Encarnado se alzaría con la victoria en el
primer partido de la serie con un gol de Coluna a los 60 minutos de partido.

Peñarol, poco conocedor de las características y particularidades del equipo


lisboeta, sufrió en sus carnes el primer pellizco de calidad de los jugadores
del Benfica. Coluna, Simoes, José Augusto, Águas o Neto demostraron su
enorme talento y capacidad competitiva y no necesitaron de la participación
del incipiente portento futbolístico que se estaba construyendo en el equipo
das Águias, Eusébio.

Scarone, consciente del potencial portugués, decidió incidir en la motiva-


ción de sus jugadores, aumentando el sentimiento de pertenencia al club y
aludiendo a la derrota sufrida en el ejercicio anterior ante el Real Madrid.
La sensación de que la Intercontinental podía volver a volar de las vitrinas
aurinegras era patente, por lo que se volcó en la tarea de buscar puntos de
encuentro y afinidades para lograr enraizar un sentimiento que permitiese
afrontar el partido de vuelta con plenas garantías de éxito. En ese trabajo
psicológico y mental contó con el apoyo del jugador más empapado de oro y
carbón que tenía en la plantilla, Néstor Gonçalves. En el partido de vuelta, el
17 de septiembre, el estadio Centenario ofrecía un aspecto envidiable para
afrontar el partido, con un lleno hasta la bandera.

Los partícipes del envite fueron los siguientes:

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Néstor Gonçalves, Walter Aguerre, Luis
Alberto Cubilla, Ernesto Ledesma, Alberto Pedro Spencer, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto Scarone.

BENFICA: Costa Pereira, Ángelo, Saraiva, Mário João, Neto, F.


Cruz, José Augusto, Santana, Mendes, Coluna, Cavém. Entrena-
dor: Béla Guttman.
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Scarone había vuelto a encargar a Ledesma que hiciese una vigilancia es-
pecial sobre Coluna, como había realizado ya en el partido de ida. Sabedor
del gran nivel de compromiso táctico del centrocampista uruguayo, buscaba
eliminar la vía creativa del juego ofensivo del equipo portugués. Peñarol salió
desde el primer momento motivado para llevar el partido a su terreno cuanto
antes. Eléctricos e hipermotivados, el equipo aurinegro era espoleado por su
público en busca del dominio del partido.

La consecuencia no se hizo esperar, a los 10’ Sasía marcaba de penalti e igua-


laba la eliminatoria, forzando de partida un nuevo encuentro si Benfica no ofre-
cía alternativa. Entre el minuto 18 y 28, Joya marcaba dos goles más: el par-
tido estaba encarrilado. Gonçalves ejercía de cacique en el medio del campo,
alentando y motivando a sus compañeros, dominando la parcela ancha con
un sistema de toque corto que facilitaba todas las acciones posteriores en la
fase creativa del juego. Sasía, con galones de mariscal, llevaba el juego a las
inmediaciones del área buscando a sus dos socios más productivos, Joya y
Spencer. En la banda derecha, Cubilla intentaba constantemente las acciones
individuales para superar a la defensa portuguesa, tratando de conectar cen-
tros que llegasen en las mejores condiciones a Spencer, quien encontraría el
gol en el minuto 40. Con el partido ya encarrilado y garantizando otra opción
para luchar por la Copa Intercontinental, Peñarol bajó el ritmo en el segundo
tiempo, no sin referenciar su potencial goleador, con la figura de Alberto Spen-
cer que logró marcar un quinto y definitivo gol en el minuto 50.

Peñarol y Benfica debían dirimir la diferencia en un tercer partido, ya que la


normativa del torneo no consideraba la diferencia de goles como una varia-
ble aplicable. Benfica aceptó la propuesta de jugar el partido definitivo en el
propio estadio Centenario, compartiendo los ingresos derivados del mismo.
La revancha final estaba lista. El 19 de septiembre de 1961 se disputa el
tercer y definitivo partido de la final de la Copa Intercontinental.

Los equipos forman con el siguiente once:

BENFICA: Costa Pereira, Ángelo, Humberto, F. Cruz, Neto, Ca-


vém, José Augusto, Eusébio Ferreira, Águas, Coluna, Simões. En-
trenador: Béla Guttman.

C.A.PEÑAROL: Luis María Maidana, William Martínez, Núber


Cano, Edgardo González, Néstor Gonçalves, Walter Aguerre, Luis
Alberto Cubilla, Alberto Pedro Spencer, Ernesto Ledesma, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roberto Scarone.

El duelo final fue un partido igualadísimo. Núber Cano tuvo que lidiar con el
joven Eusébio, que fue una constante pesadilla para la zaga charrúa. William
Martínez, capitán del equipo uruguayo, estuvo pendiente en todo momento
de la posibilidad de que el mozambiqueño se escapase de su rígida marca,
realizando vigilancias y coberturas sobre el espacio cercano a los movimien-
tos de Núber Cano. La concentración defensiva se tornó un elemento clave:
la reducción de la posibilidad de error acercaba a los equipos al éxito ansiado.

El choque iba a tener un protagonista especial que pronto anunciaría su es-


tado de gracia. A los cinco minutos de partido, Walter Aguerre lanza un cen-
124

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tro sobre el área portuguesa y Pepe Sasía conecta un cabezazo que manda
la pelota al fondo de la red defendida por Costa Pereira. El juego se rompía al
principio. El Centenario estalla ante la acción de su ídolo. El partido se enca-
ra con otro ánimo al ver cómo se decanta de inmediato. Pero la alegría duraría
el tiempo que Núber Cano y William Martínez fueron capaces de sostener las
arremetidas de Eusebio. En el minuto 35, la Pantera Negra logra equilibrar la
balanza y sembrar la duda en todo el estadio. Durante un periodo breve de
tiempo, el Centenario volvió a sufrir la incertidumbre de la duda: la Intercon-
tinental aún no estaba ganada.

La dicha de la victoria se hizo presente


cinco minutos más tarde, cuando Pepe
Sasía transformaba el penalti al que
fue castigado el equipo lisboeta y ponía
en franquicia nuevamente la final. De
ahí hasta el cierre del partido fueron un
sinfín de circunstancias las que se vie-
ron en el Centenario. Peñarol jugando a
no jugar, limitando las posesiones del
equipo rival, intentando gestionar tiem-
po, balón y euforia contenda, mientras
Benfica luchaba a la desesperada en un
ambiente hostil y ante un equipo que se
agarraba a la copa con desesperación.

El final fue bondadoso con Peñarol,


agotó todos sus recursos para ganar el
partido y logró que la primera Copa In-
tercontinental para un equipo sudame-
ricano permaneciese para siempre en
sus vitrinas. William Martinez con la Intercontinental

La estructuración del equipo base utilizado por Roberto Scarone a lo largo


del ejercicio 1961 no diferiría mucho de la detallada a continuación.

Al igual que en el ejercicio anterior, Scarone confió la portería al veterano


Maidana (1), que hizo de esa posición todo un muro de contención en el en-
tramado defensivo de Peñarol.

En el eje central de la defensa dos hombres: el líbero y capitán William Mar-


tínez (2), el hombre escoba encargado de hacer coberturas a toda la línea
posterior y el primer iniciador del juego ofensivo una vez puesta la pelota en
juego, todo un referente de la defensa aurinegra y el principal director en la
gestión de movimientos sobre el terreno de juego de los defensores carbo-
neros; y Núber Cano (3), marcador central, férreo y duro, con pocas conce-
siones a la galería.

En la banda derecha, Edgardo González (4) se adaptó rápidamente a la po-


sición y a los requerimientos del puesto e hizo suya esa posición, consoli-
dándose a medida que avanzaba la temporada. Jugador técnico y veloz, era
capaz de incorporarse al ataque con solvencia, pero su marcado sentido de
la responsabilidad hacía que midiese los impulsos y ponderase siempre más 125

Índice
Revista#06
PerarnauClub
su papel defensivo que ofensivo, un buen punto de apoyo para Luis Cubilla
en la banda derecha y un jugador comprometido que demostró su enorme
corazón futbolístico.

En la banda izquierda, Walter Aguerre (6), jugador que ha ido creciendo a


medida que avanzaba la temporada asumiendo roles de protagonista de-
fensivo, pero sirviendo de escudero de lujo a un joven Joya recién incorpo-
rado al equipo.

En la posición central, de mediocentro, han convivido en diferentes etapas


del año dos jugadores distintos pero igualmente productivos: Gonçalves, que
ha tenido un protagonismo más marcado en la segunda parte de la tempo-
rada, principalmente un papel estelar en la Copa Intercontinental; y Roberto
Matosas (5), a quien Scarone ha dado galones ante la ausencia de Gonçalves
y que ha respondido a la perfección a los requerimientos de su entrenador. El
primero, Gonçalves, un jugador de corte más defensivo, con un juego corto
sencillo y fácil y una visión de juego condicionada al desmarque de ruptura
de los jugadores de banda, un perfil muy corporativo, siempre atento a to-
das las inquietudes y necesidades reclamadas desde el club. Matosas, un
jugador joven, a pesar de su apariencia, con una técnica individual exquisita
y una sensibilidad única con el balón en los pies a la hora de iniciar el juego.
Buen pasador, buen conductor de balón, siempre buscaba ganar terreno si
126

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Revista#06
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la ocasión lo propiciaba; con elegancia en el toque, referenciaba a todos los
cercanos y gestionaba los movimientos de los alejados con precisión y per-
fecta visión del momento.

En la parcela interior cabe destacar a Ledesma (8), jugador sacrificado, a me-


nudo utilizado para neutralizar de forma personalizada al jugador más creati-
vo del equipo rival, sabía que su papel era ser secundario de lujo, exigiéndose
esfuerzo y garra, pero comprendiendo que las labores del puesto eran, a la
vez, dominar ciertos parámetros técnicos indispensables. Buena visión del
juego corto, atendía las activaciones instantáneas de los compañeros de la
línea posterior con certeros pases al espacio y sabía ocupar el espacio libre
requerido en cada momento. Un buen apoyo en la fase de creación con un
fútbol sencillo y eficaz.

Por otra parte estaba la gran sensación de esta temporada, Pepe Sasía (10),
la cabeza pensante y creativa de este equipo, jugador que se ganó a la pla-
tea del Centenario por su carácter especial y su fútbol diferente. Capaz de
sacarse de la chistera la jugada más inverosímil, sorprendía por su ritmo, mu-
chas veces cansino y apático, que con inmediatez convertía en eléctrico o
simplemente imparable con un pase impensado. Con un golpeo de balón ex-
celente, era un lanzador de tiros libres y penaltis muy eficaz. Su interacción
con Spencer, y sobre todo con Joya, hizo que la banda izquierda de Peñarol
fuese considerada como un arma letal durante el tiempo que ambos se com-
plementaron sobre ese espacio.

La delantera del equipo carbonero mantuvo del ejercicio anterior a dos de


sus baluartes: Luis Cubilla (7), por la banda derecha, explosivo y letal en el
uno para uno, pero que tuvo problemas al inicio de temporada. Jugador con
tendencia a sobrepeso y a lesiones musculares, fue adoptando un nivel de
exigencia cada vez mayor a medida que avanzaba la temporada, para alcan-
zar su cénit en los momentos determinantes. Alberto Spencer (9), la refe-
rencia ofensiva y el goleador por excelencia de este equipo, no solo mantuvo
su perfil goleador y su aporte indispensable en la productividad general del
equipo, sino que se convirtió en un jugador talismán, ofreciendo un promedio
de goles tremendamente alto en los minutos finales de los partidos. Su aso-
ciación con Joya fue, además, otro activo a incorporar al ya de por sí enorme
bagaje ofensivo del equipo aurinegro.

Por último, Juan Joya (11), extremo izquierdo con olfato de gol, dribling y
enorme potencia en carrera, gran juego de cabeza y tremendo sentido cor-
porativo, capaz de aportar esfuerzo y talento a partes iguales. Otra de las
sensaciones de la temporada, tanto por su aportación individual como por
las sinergias generadas con sus compañeros más talentosos. La comple-
mentariedad con el resto de delanteros permitía que pudiese desenvolverse
en cualquier zona del ataque de su equipo. Con el tiempo se convertiría en
el mejor extremo izquierdo de la competición y de la institución. El peruano,
junto con Sasía, dio un plus de creatividad y valor al patrimonio futbolístico
de Peñarol durante el ejercicio 1961, posibilitando que ganaran todo lo que
habían salido a competir.

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Revista#06
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En el año 1961, el Club Atlético Peñarol se proclamó campeón uruguayo,
campeón de la Copa Libertadores y campeón de la Copa Intercontinental.

1962-1965, SE GESTA LA CONFIGURACIÓN DE UN EQUIPO MÍTICO

El ejercicio de 1962 va a ser el principio del fin de una primera generación


de jugadores aurinegros con aura de campeones y un periodo transitorio ha-
cia otra época dorada inolvidable. En este año se completa el quinquenio de
campeonatos locales que vienen ganando consecutivamente desde 1958,
dominando el campeonato uruguayo con una autoridad y suficiencia mani-
fiesta. Solo en el ejercicio 1963 Nacional cortará esta extraordinaria racha
de victorias, con un equipo legendario, lleno de calidad y magia.

Será precisamente con Nacional, su más acérrimo rival, con quien medirá
fuerzas a lo largo de la Copa Libertadores de 1962, en la que defenderá en-
torchado. La edición de la Copa Libertadores 1962 permite la participación
de Club Nacional de Fútbol como subcampeón de la liga uruguaya, partici-
pando C.A. Peñarol como el vigente campeón de la competición.

La fase previa consiste en tres grupos de tres equipos cada uno, quedando
exento el vigente campeón, que esperaría rival en semifinales. Ese rival sería
Club Nacional de Fútbol y ofrecería una resistencia acorde con su potencial,
rivalidad y ansia de superar al máximo competidor histórico. El primer parti-
do de semifinales se jugó en Montevideo, estadio Centenario, el 8 de julio de
1962, ante más de 50.000 espectadores.

Como se podía prever desde un principio, el juego y el choque en general fue-


ron de máxima tensión y de absoluta igualdad entre ambos contendientes.
Peñarol jugando con su clásica garra y su juego alterno, buscando el valor
añadido de tres delanteros rápidos y potentes, confrontaba la mayor calidad
técnica, el juego corto y el dominio en la posesión de la pelota de Club Nacio-
nal de Fútbol. El primer tiempo terminó en tablas, (1-1) con goles de Rubén
González por Nacional y de Moacyr, recién llegado este ejercicio a la discipli-
na de Peñarol, junto a Béla Guttman y el paraguayo Lezcano. Cabe destacar
asimismo, que Club Nacional de Fútbol estaba dirigido en ese momento por
quien sería posteriormente todo un referente en los banquillos aurinegros y
que ya había tenido una experiencia previa anterior a Mr. Scarone, me refiero
a Hugo Bagnulo.

La balanza se desniveló en el segundo tiempo con el gol de Escalada en el


minuto 55, cuando Peñarol jugaba ya con un hombre menos por la expulsión
de Gonçalves. Posteriormente, hubo un rifirrafe entre Manicera y Moacyr en
los vestuarios antes de tiempo. Este partido fue protagonizado por la élite
del fútbol uruguayo y los aderezos indispensables de varios de los jugadores
no charrúas más importantes del momento.

CLUB NACIONAL DE FÚTBOL: Roberto Sosa, Horacio Troche,


Jorge Manicera, Héctor Modernell, Rubén González, Manuel Ori-
goni, Domingo Pérez, Mario Bergara (Jorge Oyarbide), Juan José
Rodríguez, Vladas Douksas, Guillermo Escalada.
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C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Juan Vicente Lezcano, Núber
Cano, Edgardo González, Néstor Gonçalves, Roberto Matosas,
Pedro Virgilio Rocha, José Francisco Sasía, Alberto Pedro Spen-
cer, Claudino Pinto “Moacyr”, Juan Víctor Joya (Omar Caetano).

La segunda vuelta de la eliminatoria se celebró en el mismo estadio con un aforo


ligeramente superior al del primer encuentro, un 18 de julio de ese mismo año.

El ambiente era tremendamente ruidoso, siendo Peñarol el equipo locatario,


las gradas de Ámsterdam y Colombes ardían con el color aurinegro, siendo
América y Olimpia testigos de la fiesta del fútbol propiciada por la hincha-
da popular de Peñarol. La murga, el ruido y el sentido de pertenencia hacían
del partido un hervidero de sensaciones y de tensión tremendas. Si Peñarol
ganaba, se forzaba un tercer encuentro para dirimir el finalista; si ganaba
Nacional accedería directamente a la final, eliminando de su camino a su más
acérrimo rival. La hinchada de Peñarol consciente de ello preparó el partido a
conciencia. Nacional, igualmente arropada, esperaba y tensaba la situación
previa a sabiendas de su ventaja inicial.

Jugaron ese partido:

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Juan Vicente Lezcano, Núber


Cano, Edgardo González, Roberto Matosas, Omar Caetano, Pedro
Virgilio Rocha, José Francisco Sasía, Ángel Rubén Cabrera (Carlos
Fernández Carranza 43), Alberto Pedro Spencer, Juan Víctor Joya.

CLUB NACIONAL DE FÚTBOL: Roberto Sosa, Horacio Troche,


Emilio Álvarez, Héctor Modernell, Rubén González, Manuel Origo-
ni, Domingo Pérez, Juan José Rodríguez, Vladas Douksas, Héctor
Rodríguez (Jorge Oyarbide), Guillermo Escalada.

El partido se abrió pronto, Peñarol salió directamente hacia el marco de


Roberto Sosa, tratando de imprimir un ritmo que le permitiese amedrentar
desde el inicio a su oponente. Con insistencia de balones a Joya, Cabrera y
Spencer, los centrocampistas Matosas, Sasía y el jovencísimo Pedro Rocha
marcaban la pauta y definían la dinámica ofensiva del partido. En la última
línea, los contados ataques tricolores eran abortados con contundencia, in-
cluso virulencia por los defensores aurinegros. Especialmente cruentos se-
rían los duelos en ambas bandas de la zaga de Peñarol, entre Escalada y
Edgardo González y entre Pérez y Caetano, jugador duro y contundente, con
sangre caliente en su cabeza y en la pierna derecha.

Al minuto 20 de la primera parte, el insistente acoso Mirasol dio sus frutos


con un gol del delantero Cabrera. El partido se abrió como consecuencia del
conflicto de intereses de ambos contendientes, Peñarol forzaba de esta ma-
nera un desempate si Nacional no cambiaba la dinámica del resultado. Hasta
el final de la primera parte, el intercambio de golpes fue constante, jugando
a favor de Peñarol un mejor posicionamiento y un carácter agresivo y contun-
dente que no abandonó una vez marcado el gol.

En el segundo tiempo, la dinámica siguió por un camino similar, hasta que en


el minuto 68 Vladas Doukas, jugador de origen báltico, propició con su acción
129

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Revista#06
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el empate. A partir de este momento, Nacional era virtual finalista de la Copa
Libertadores; Peñarol estaba siendo eliminado por un Bolso que no estaba dis-
puesto a perder la ocasión de referenciarse con semejante broche de oro.

Pero como es costumbre en la historia reciente de Peñarol, dos factores de-


terminarán su destino y su camino glorioso: el valor del tiempo y su estre-
lla. Los minutos finales en partidos apretados siempre fueron gestionados
por Peñarol con criterio e inteligencia; a eso ayudaba disponer de jugadores
como Sasía o Joya, pero fundamentalmente de un icono carbonero como Al-
berto Spencer. El ecuatoriano dio buena cuenta del partido con dos goles
que sentenciaron y silenciaron cualquier atisbo de duda. Los minutos 72 y
79 dieron fe de ello.

A partir de ese momento, los conflictos personales surgidos del roce compe-
titivo salieron a la luz y en el minuto 80 tomaron cuerpo en el enfrentamien-
to entre Escalada y Edgardo González, caliente a lo largo del partido, que
terminó con ambos fuera del encuentro antes del pitido final. Peñarol había
levantado un partido complicado y difícil con connotaciones que trascendían
la propia competición continental. Estaba en juego la supremacía en el fútbol
oriental, el orgullo ante la mirada de toda América del Sur, el dolor de verse
vencido por el histórico oponente o el disfrute de extender más allá la leyen-
da de equipo campeón.

Quedaba un último partido para decidir dichas afrentas, si eso era posible en
un solo envite. Peñarol y Nacional llevan desde su fundación una lucha y una
convivencia paralelas con el éxito y con la riña que quizás los haga eternos en
ambos aspectos. Un solo partido no podría dirimir tal cuestión, pero serviría
para definir quién enfrentaría, ni más ni menos, que al Santos de Pelé, Pepe,
Zito o el controvertido ideológicamente, pero inmenso jugador, Coutinho.

El tercer y decisivo partido se celebró en el mismo foro, el 22 de julio, ante


60.000 espectadores. Uno de los grandes del Uruguay saldría disparado
hacia el éxito, el otro tendría que hacer un amplio ejercicio de autocontrol y
deportividad para aceptar la derrota.

Jugaron el play off decisivo:

CLUB NACIONAL DE FÚTBOL: Roberto Sosa, Horacio Troche,


Emilio Álvarez, Héctor Modernell, Rubén González, Jorge Manice-
ra, Domingo Pérez, Juan José Rodríguez (Jorge Oyarbide), Petroni-
lo Acosta, Vladas Douksas, Danilo Meneses.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Juan Vicente Lezcano, Núber


Cano, Roberto Matosas, Néstor Gonçalves, Omar Caetano, Pedro
Virgilio Rocha, José Francisco Sasía, Ángel Rubén Cabrera (Clau-
dino Pinto “Moacyr” 41’), Alberto Pedro Spencer, Juan Víctor Joya.

Peñarol y Nacional jugaron el partido de play off para determinar el finalista


de la Copa Libertadores con la conciencia de que los errores se pagan. El
partido se disputó por defecto, sin los excesos de las manifestaciones pre-
vias. El control fue el elemento predominante, tanto a nivel táctico, como
emocional. El bloqueo de fundamentos futbolísticos fue total y absoluto
130

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entre ambos contendientes, la correlación de fuerzas era par e igualitaria.
Todo transcurría hasta un punto en que era literalmente destruido; cuando
el otro contendiente iniciaba el desarrollo ofensivo, nuevamente la misma
consecuencia. Ninguno de los dos equipos tenía capacidad o argumentos
para desequilibrar al otro. El primer tiempo fue un ejercicio de contraste de
fuerzas parejas, cada prestación tenía su correspondiente contraprestación
en la misma medida y la misma dimensión, causa y efecto eran lo mismo, lo
único que podía pasar era que no pasara nada, ninguno de los dos equipos
dejaba que pasase.

El segundo tiempo siguió en la misma tónica, pero a medida que transcurría


el tiempo se iba incorporando una variable que haría que el error, erradicado
individualmente en el primer tiempo, hiciese acto de presencia. Esa varia-
ble no formaba parte de la argumentación estratégica de ninguno de los dos
contendientes, era consustancial al juego, a medida que avanzaba: “la fati-
ga” empezaba silenciosamente a trabajar. La respuesta a cada acción era
inmediata hasta que, en el minuto 62, el delantero tricolor, Petronillo Acosta,
rompió la paridad, inaugurando el marcador.

Decíamos que la respuesta a cada acción era inmediata y quién si no sería el


encargado de proponer otra paridad en un partido de iguales irreconciliables:
Alberto Spencer en el minuto 69 marcaba el gol del empate que, dadas las
reglas del momento, haría que fuese definitivo para enviar a Peñarol a la final
continental y a Nacional a pensar cómo los escoceses mandaron a Eduardo,
el rey inglés.

Ante tal igualdad de fuerzas el partido se decantaría hacia el lado aurinegro


por el agregado de los goles acumulados, imponiéndose en esta faceta el
equipo carbonero por 5 goles a 4. La primacía por el liderazgo del fútbol uru-
guayo quedaría aparcada para otra ocasión.
Pelé y Spencer

131

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Revista#06
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Peñarol enfrentaría a Santos con opción de retener por tercera vez el cetro
continental.

El 28 de julio de 1962 tuvo lugar el primer encuentro de la final en el estadio


Centenario, como viene siendo habitual.

Peñarol había preparado concienzudamente el partido, sabiendo además


que Santos viajaría a Montevideo con una ausencia notable, Edson Arantes
do Nascimento, “Pelé”, no sería de la partida.

Este histórico partido fue disputado por:

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Juan Vicente Lezcano, Núber


Cano, Edgardo González, Roberto Matosas, Omar Caetano, Pedro
Virgilio Rocha, José Francisco Sasía, Ángel Rubén Cabrera (Clau-
dino Pinto “Moacyr”), Alberto Pedro Spencer, Juan Víctor Joya. En-
trenador: Béla Guttman.

SANTOS: Gilmar, Mauro, Calvet, Lima, Zito, Dalmo, Dorval, Men-


galvio, Pagão, Coutinho, Pepe (Oswaldo). Entrenador: Luiz Alonso
“Lula”.

A pesar de la ausencia de su estrella, Santos presentó en Montevideo un


equipo plagado de buenos jugadores aderezado con un futbolista especial,
Coutinho. La organización ofensiva del equipo paulista estaba planificada
para que Pelé fuese el máximo exponente. En su ausencia, el pragmatismo
y el sentido de la eficacia de Coutinho sustituyeron a la magia de O Rei. Pe-
ñarol pagó cara su presencia, a pesar de demostrar en innumerables oca-
siones que su equilibrio y capacidad defensiva eran ejemplares. Coutinho
desniveló el partido y silenció el Centenario en los minutos 5 y 44, siendo
este segundo gol un mazazo a las esperanzas aurinegras para el segundo
tiempo. El golpe psicológico que supuso este segundo tanto provocó que la
salida de Peñarol en el segundo tiempo viniese lastrada. El equipo aurine-
gro pagó su pastosidad y falta de creatividad. El Santos supo sostener el
ímpetu del juego colectivo uruguayo y aplicó un sistema defensivo que no
regalaba los espacios necesarios para que Sasía, Rocha y Joya pudiesen
maniobrar a gusto. Spencer estaba siendo maniatado por todo el compen-
dio de ayudas y marcajes que Lula dispuso para la ocasión. El partido fue
siguiendo una tónica decadente para los intereses de Peñarol, hasta que en
el minuto 75 Spencer nuevamente supo aplicar su contundencia anotando
el gol del honor.

El partido no dio para más, Santos supo cómo jugar ante Peñarol y ante el
Centenario, tuvo la eficacia de cara y supo con eficiencia trabajar el partido
para sacar sus virtudes a relucir y además provocar que el, hasta ese mo-
mento, campeón bajase sus prestaciones. La ventaja era manifiesta para el
partido de vuelta, pero Peñarol seguía siendo el campeón.

En Vila Belmiro, Pelé tampoco fue protagonista de excepción. Ante menos


de 20.000 espectadores, Santos pretendía sentenciar la final y proclamar-
se campeón ante su público. La fecha del 2 de agosto la tenían marcada
en rojo para el festejo de tal evento. Pero Peñarol no estaría por la labor.
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Además, para la ocasión, Peñarol contó con un aliado inesperado, la propia
Torcida del Santos, que alteró el partido al punto de provocar su suspen-
sión momentánea en dos ocasiones, una por un golpe con un objeto con-
tundente al árbitro que lo dejó semiinconsciente , posteriormente, por una
agresión a un juez de línea.

Hasta el momento de la suspensión el partido había transcurrido como un


constante toma y daca entre ambos contendientes. Spencer adelantó en el
marcador a Peñarol en el minuto 14, pero inmediatamente hubo respuesta
del Santos, marcando Doval en el 17. Mengalvio adelantaría al equipo paulis-
ta en el minuto 35, terminando el primer tiempo con ventaja del cuadro local.

El segundo tiempo comenzó con Peñarol apretando la meta de Gilmar, hasta


que en el minuto 49, nuevamente Spencer anotaba para alcanzar el empate
en el marcador. Solo dos minutos necesitó Pepe Sasía para desequilibrar la
balanza y poner el 2-3 que desataría las iras del público con el trencilla, lle-
vándolo a suspender el encuentro en el minuto 52.

El árbitro, Carlos Robles, chileno, al igual que sus ayudantes, no estaba dis-
puesto a dejar continuar el partido después de haber sido golpeado con un
objeto que vino desde la grada. Ante las presiones y algo más que presiones
que recibió de la delegación brasileña, e incluso de sus propios jugadores,
decidió que el partido se siguiese jugando para evitar males mayores, pero
de forma “no oficial”: todo lo que ocurriese en el mismo no tendría consecuen-
cias en el resultado final. Tanto fue así que Santos logró empatar el partido
en ese tiempo añadido por mediación de Pepe, pero el señor Carlos Robles
hizo saber a la CSF que el resultado quedaba inalterado en las actas adjun-
tas a las propias del partido.

La final se jugaría en Buenos Aires y con un árbitro holandés, el señor Leopold


Horn. El 30 de agosto, el estadio Monumental de Buenos Aires fue testigo de
cómo Santos barrió literalmente a Peñarol y se alzó con el título continental.
Hubo dos elementos que marcaron la diferencia con respecto a los partidos y
finales jugados por Peñarol anteriormente. Una fue la suerte, esquiva desde
el primer momento, al punto que fue Caetano quien marcó el primer gol en
propia puerta para los brasileños. La segunda, Pelé, autor de dos goles más.
Finalmente, Santos se impuso a Peñarol por tres goles a cero y terminó con
su reinado en Sudamérica.

El 30 de agosto, el estadio Monumental de Buenos Ai-


res fue testigo de cómo Santos barrió literalmente a
Peñarol y se alzó con el título continental.

Fueron partícipes de esa histórica final:

SANTOS: Gilmar, Mauro, Calvet, Lima, Zito, Dalmo, Dorval, Men-


galvio, Coutinho, Pelé, Pepe. Entrenador: Lula.
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C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Juan Vicente Lezcano, Núber
Cano, Omar Caetano, Néstor Gonçalves, Edgardo González, Ro-
berto Matosas, Pedro Virgilio Rocha, Alberto Pedro Spencer, José
Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Béla Guttman.

Resumen del play off final jugado en Buenos Aires entre Santos y Peñarol,
guardado en los archivos de la Cinemateca Uruguaya:

http://www.youtube.com/watch?v=YiTK33cZK_A

El ejercicio de 1963, Peñarol ve cómo el Club Nacional de Fútbol se hace


con el campeonato local, rompiendo la racha de entorchados consecutivos
desde 1958. En la Copa Libertadores no alcanza la final por primera vez,
al ser eliminado en la ronda de semifinales por Boca Jrs. que se impone en
ambos partidos de la serie. Pero es un año que permite realizar una peque-
ña evolución en la estructuración de la plantilla, siendo lo más destacable
la vuelta del “Pardo” Abbadie, procedente del Génova italiano. Julio César
Abbadie volvía a la que fuera su casa, ya pasada la treintena, dispuesto a
poner al servicio del equipo que le dio la oportunidad de brillar en la élite todo
su talento y su magia.

En 1964 se produce un hecho poco usual en un campeonato. Peñarol logra


ganar la liga uruguaya sin perder ningún partido, invicto, ganando el derecho
a volver a la Copa Libertadores, en donde había dejado una huella imborra-
ble. Jugadores como Pedro Virgilio Rocha o Pablo El Boniato Forlán habrán
obtenido el rodaje y el empaque suficiente para ir adquiriendo valor y pres-
tigio, a la par que galones dentro de un equipo ya consolidado y con cierto
grado de veteranía, en el que seguían destacando Gonçalves, el paraguayo
Lezcano, Sasía, Joya y Spencer. Peñarol mantiene el bloque y lo refresca con
jugadores jóvenes que le depararán tardes de gloria futuras.

En 1964 se produce un hecho poco usual en un cam-


peonato. Peñarol logra ganar la liga uruguaya sin per-
der ningún partido, invicto, ganando el derecho a vol-
ver a la Copa Libertadores, en donde había dejado una
huella imborrable.

1965 supone la vuelta de Club Atlético Peñarol a la élite del fútbol sudame-
ricano, la competición que le había dado fama y renombre internacional. En
Uruguay vuelven a ganar el título de liga, con un doblete que confirmaba su
claro dominio en el torneo de la regularidad.

Este ejercicio futbolístico supone, además, la incorporación de un elemento


que posteriormente será determinante en la consolidación de Peñarol en la
historia del fútbol mundial: Ladislao Mazurkiewicz, hijo de emigrantes pola-
cos, le peleará la titularidad de la portería a toda una leyenda aurinegra como
es Luis Maidana. También formarán parte del plantel el argentino Miguel Rez-
nik, Héctor Silva, procedente de Danubio, y el brasileño Milton Días. 134

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Revista#06
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En Copa Libertadores, con el fin de incrementar la espectacularidad y el nivel
competitivo del torneo, se permite la clasificación a los subcampeones de
cada torneo local, por lo que el número de participantes se incrementa, y la
dificultad de obtener el torneo también. Esto redundará definitivamente en
el prestigio del campeón y del torneo propiamente dicho.

El primer partido de su vuelta será en Caracas contra el Deportivo Galicia,


al que elimina sin mayor dificultad. Posteriormente se verá las caras a doble
partido contra el Guaraní paraguayo, ganando por el valor agregado de los
goles. En semifinales se dirimirá un duelo con muchas cosas pendientes: le
espera a Peñarol ni más ni menos que el Santos de Pelé, con quienes habían
sucumbido en 1962.

El 25 de marzo de 1965 en Pacaembú se jugó el primer partido de la serie ante


más de 50.000 espectadores, siendo un frenesí de juego, errores y goles.

SANTOS: Gilmar, Olavo, Joel, Ismael, Zito, Geraldinho, Dorval,


Mengalvio, Coutinho (Toninho), Pelé, Pepe. Entrenador: Lula.

C.A. PEÑAROL: Luis María Maidana, Héctor Maciel (Carlos Pérez),


Luis Alberto Varela, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Omar Cae-
tano, Ernesto Ledesma, Pedro Virgilio Rocha, Héctor Jesús Silva,
José Francisco Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Gas-
tón Máspoli.

Luis Maidana se permitió el lujo en este partido de pararle un penalti a Pelé.


El resultado final no deja lugar a duda de la dinámica que tomó el partido des-
de el principio: 5 goles a 4 a favor de Santos, que ya ganaba por 5 a 2 al final
del primer tiempo. Marcaron por el equipo brasileño, Pelé a los 2 minutos,
Pepe en el minuto 6, Dorval en el 7 y en el 22, y nuevamente Pelé en el 38.
Por los carboneros marcaron Rocha en el 18, Silva en el 24 y, en la segunda
parte, Sasía en el 70 y nuevamente Rocha en el 86.

La vuelta en el Centenario, tres días después, ante casi 70.000 espectado-


res, trajo otro espectáculo de fútbol y goles, siendo en este caso Peñarol el
favorecido por el honor de la victoria al imponerse por 3 goles a 2 y forzar un
tercer partido de desempate a jugar en el campo neutral del Monumental de
Buenos Aires. Ambos equipos repitieron su once anterior, salvo la excepción
del portero de Santos, Laercio, que sustituyó a Gilmar.

Peñarol jugó un partido lleno de raza y pundonor, siendo capaz, además, de


darle la vuelta al marcador, ya que Santos se había adelantado por 1-2 (go-
les de Silva por Peñarol, y Pepe y Coutinho por Santos); finalmente Sasía y
nuevamente Silva sentenciaron para proporcionar otra oportunidad de ser
finalista a los aurinegros.

El partido definitivo se dirimió en Buenos Aires el 31 de marzo. Este partido


tuvo como particularidad la entrada en la portería de Peñarol de Ladislao Ma-
zurkiewicz en lugar de Luis Maidana, hecho que sellaría el papel del veterano
portero en el arco de Peñarol, dando paso a uno de los mejores porteros de
todos los tiempos. Maidana defendió la portería de Peñarol durante más de
una década, siendo un referente obligado de la historia y del éxito aurinegro.
135

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El partido, como era de prever, fue un nadar y guardar la ropa de ambos con-
tendientes. Peñarol, replegado y esperando la oportunidad de lanzar a sus
delanteros, sabedores de la velocidad y precisión en los pases de sus medio-
campistas, a pesar de la ausencia prolongada de Spencer, mantenía el tipo
desarrollando una defensa dura y cerrando espacios a aquellos jugadores
más desequilibrantes, como Coutinho, Pepe o el mismo Zito, capaz de colar
un pase en profundidad a cualquier lugar del frente de ataque. Pelé, vigilado
por Luis Varela y secundado por Pérez, estuvo poco participativo, generando
espacios para que fuesen aprovechados por sus compañeros, pero no te-
niendo una incidencia determinante en el partido.

El partido se rompería en el segundo tiempo, cuando Joya logra perforar la


portería de Laercio en el minuto 61. La alegría Mirasol duró poco, ya que Pelé
empataría en el minuto 76. Como de costumbre, la gestión final del partido
trajo consigo un valor añadido propio del juego de Peñarol, pues en los minu-
tos de descuento Pepe Sasía marcaba el gol del triunfo que volvía a colocar
a Peñarol en una final de Libertadores, la cuarta en seis temporadas. Su rival
sería Independiente de Avellaneda.

Fueron partícipes de esta semifinal:

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Carlos Pérez, Luis Alberto


Varela, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Omar Caetano, Ernesto
Ledesma, Pedro Virgilio Rocha, Héctor Jesús Silva, José Francisco
Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Gastón Máspoli.

SANTOS: Laercio, Mauro, Haroldo, Ismael, Zito, Geraldinho, Dor-


val, Mengalvio, Coutinho, Pelé, Pepe. Entrenador: Lula.
Sasía, Spencer y Joya

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Revista#06
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La final ante Independiente de Avellaneda era la confrontación entre el ac-
tual campeón del torneo, que había derrotado a Club Nacional de Fútbol en
1964, y el aspirante a ser el primer equipo en conseguir una triple corona, al
vencer en 1960 y 1961.

El 9 de abril, en el estadio de La Doble Visera de Avellaneda, se jugará el


primer partido de la serie en un ambiente hostil para los uruguayos, ya que el
rojo fue capaz de juntar en su estadio a más de 45.000 almas dispuestas a
dejarse la garganta animando a su equipo.

El partido es absolutamente igualado, roto por un gol de Bernao en el minuto


83. En el 70 había sido expulsado Pepe Sasía, lo que obligó a Peñarol a jugar
los últimos veinte minutos con un jugador menos, ventaja que supo hacer
valer y rentabilizar el equipo de Avellaneda.

Jugaron la primera fase de la final:

INDEPENDIENTE: Miguel Ángel Santoro, Rubén Marino Navarro,


Raúl Decaria, Roberto Ferreiro, David Acevedo, Juan Carlos Guz-
mán, Raúl Bernao, Osvaldo Luis Mura, Luis Suárez (Vicente De la
Mata), Roque Avallay, Raúl Savoy. Entrenador: Manuel Giúdice.

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Carlos Pérez, Luis Alberto


Varela, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Omar Caetano, Ernesto
Ledesma, Pedro Virgilio Rocha, Héctor Jesús Silva, José Francisco
Sasía, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Máspoli.

Se confirma la titularidad de Mazurkiewicz en la portería de Peñarol y se nota


la ausencia ya prolongada de Alberto Spencer, que no jugará hasta la campa-
ña siguiente. Para el segundo partido a celebrar en el estadio Centenario, Pe-
ñarol cubrirá la baja de Pepe Sasía, expulsado en el partido previo, mediante
Reznik.

Independiente también variará mínimamente su once inicial, sustituyendo a


Raúl Decaría por José Paflik; el resto de participantes serán los mismos con
idéntica formación.

El partido se decanta claramente del lado de Peñarol, que se impone por 3


a 1, forzando un partido de desempate a disputar en el estadio Nacional de
Santiago de Chile. Los goleadores del partido fueron: Gonçalves (14’), Reznik
(43’), Rocha (46’) y De la Mata (88’), que había sustituido a Avallay.

Para el partido final, en Santiago de Chile el 15 de abril, Peñarol mantendrá


a Reznik en el once inicial, saliendo con los mismos jugadores que presentó
en Montevideo, pero mediado el partido, Roque Máspoli deshace el cambio e
introduce a Pepe Sasía por Reznik para dar un mayor empuje al juego de Pe-
ñarol, tal es así que Sasía, revolucionado, es expulsado, aportando muy poco
en los escasos minutos que tuvo de participación; igual suerte corrieron el
aurinegro Ledesma y el argentino Navarro.

Por Independiente, Giúdice otorgó protagonismo a De la Mata, que jugó en


lugar de Luis Suárez, su participación no llenó el ojo de su entrenador y fue
sustituido por Miguel Mori. 137

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El partido final fue un claro manifiesto del equipo rojo: dominó de principio
a fin, inclinando el partido desde los primeros minutos. Al final del primer
tiempo, Independiente ya ganaba por 3 goles a 1, conseguidos por Pérez,
Bernao y Avallay. Solo Joya pudo acortar distancias al término del mismo,
demostrando que este partido y esta final serían esquivos para Peñarol, pero
dejando la espina muy profundamente clavada en la sensibilidad y el orgullo
aurinegros. En la segunda mitad, la propuesta de Peñarol fue un querer y no
poder, jugando con inferioridad numérica y no siendo capaces de gestionar
sus efectivos para que esta no fuese un lastre determinante. La ventaja de
Independiente se mantenía a medida que pasaban los minutos y fue aumen-
tada definitivamente por Osvaldo Mura en el minuto 82.

Independiente alcanzaba su segundo entorchado continental consecutivo y


mantenía la dinámica de los campeones doblando título. Peñarol (60, 61),
Santos (62, 63) e Independiente (64, 65).

Al final del ejercicio, Peñarol sufrirá dos bajas importantes de cara al ejer-
cicio siguiente. El mítico portero Maidana, ya sustituido por un consolidado
Mazurkiewicz, se irá al Palmeiras brasileño, y el ínclito pero genial Pepe Sasía
firmará por Rosario Central argentino.

1966. EQUIPO LEGENDARIO, QUIZÁS EL MEJOR DE SU HISTORIA

Peñarol 1966

A la hora de evaluar y analizar todas las posibilidades que daba un estudio


sobre C.A. Peñarol a lo largo de un periodo de tiempo tan largo, se hace nece-
sario enfocar un objetivo final. Mi objetivo era llegar a este equipo de 1966.
El motivo es sencillo de explicar: a lo largo de la década se fue configurando
poco a poco, a fuego lento, la leyenda de un equipo conocido en Sudamérica,
que por sus particularidades se convirtió en un icono futbolístico mundial.
La esencia final de este icono es el equipo que salió a competir en este ejer- 138

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cicio 1966. Se preguntarán ¿por qué? Básicamente, porque este Peñarol
representa como equipo el equilibrio pleno, sus piezas encajan a la perfec-
ción, la complementariedad es total y no hay ningún elemento que provoque
que otros se desajuste; al contrario, el aporte individual genera tal nivel de
impacto que provoca que las interacciones entre sus jugadores sean cuasi
perfectas. Las relaciones futbolísticas, tanto ofensivas como defensivas, de
este equipo surgen desde la naturalidad de sus participantes, pero son fruto
de años de acoplamiento, de horas de trabajo consciente e inconsciente y,
sobre todo, de la identidad plena de un grupo de deportistas con el sentir de
su entidad, con su filosofía de club, su forma de entender el fútbol, y la mane-
ra de manifestarlo por parte de su populosa hinchada. De ahí la importancia
que le he dado, desde mi propio criterio personal, a las características de
este equipo, posiblemente uno de los mejor ensamblados que haya conocido.

Valoremos sus activos.

La portería de Peñarol siempre fue un lugar reservado a leyendas que han


trascendido lo meramente futbolístico. Luis Maidana ha sido el nexo de unión
de otros dos porteros legendarios, Roque Máspoli, a quien sustituyó, y Ladis-
lao Mazurkiewicz, quien tomó su lugar.

“Mazurka” (1) fue uno de los mejores porteros de la historia, sin más. Do-
tado de todos los argumentos que debe tener un portero y con el carácter
y el amor a su profesión propio de un loco del fútbol. Manos, colocación,
agilidad, rigor en la distribución de papeles defensivos con relación a sus
compañeros, reflejos, sentido del ritmo y dominador del juego aéreo y las
salidas a los pies de los atacantes. Yashin lo definió con mucha más clari-
videncia y sabiduría que un servidor: “Mazurkiewicz es mi sucesor”. Y como
prenda le regaló sus guantes.

La línea defensiva estaba compuesta por un defensa libre y un central mar-


cador. El primero solía ser el paraguayo Lezcano (2), jugador veterano con
amplia experiencia en Copa Libertadores, de gran carácter, buena posición
y capaz de ver en qué momento debía ocupar el espacio adecuado o actuar
sobre el atacante correspondiente. Era el termómetro del sentir defensivo
de Peñarol, organizaba posicionalmente a su defensa y conectaba perfec-
tamente con las ayudas a realizar en cada momento. Duro y expeditivo,
sabía sacar la pelota jugada desde atrás y enviar en largo si la ocasión lo
requería. El marcador central era una posición más repartida en cuanto a
minutos, generalmente jugaba Nelson Díaz (3), jugador con enorme sentido
de la marca, buen diferenciador del marcaje elástico o rígido, daba espacio
virtual al delantero, pero a la hora de la verdad, al recibir no tenía opción
de espacio ni tiempo de reacción. Buen trato de balón, era el encargado de
realizar los envíos y los saques de balón parado en la zona defensiva. Buen
anticipador y cabeceador, no solía dar muestras de dureza explícita, pero
era un jugador con oficio y mucho empaque. Ocasionalmente jugaba como
central marcador, así lo hizo posteriormente en la Copa Intercontinental
Luis Alberto Varela.

Las bandas estaban ocupadas por dos jugadores totalmente diferentes. En


la derecha se posicionaba Pablo Forlán (4), lateral derecho con gran golpeo
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de balón, solía buscar a Spencer o Joya con pases largos desde la posición
defensiva para provocar la salida de su equipo y encontrar segundas accio-
nes que generasen desequilibrio posterior. Buen desmarque de ruptura, solía
combinar e interactuar bien con el Pardo Abbadie y proyectarse en ataque
cuando su compañero ocupaba posiciones más centradas. Jugador cuestio-
nado por momentos por la hinchada local y sumamente contestado por la
archirrival de Nacional, era un futbolista con tendencia a la dispersión defen-
siva, pero con dotes reactivas para dar respuesta a los problemas en los que
se solía meter. Buen entrador, solía medir bien y elegir el momento correcto
para realizar la entrada y no se caracterizaba por una particular vena violen-
ta, a pesar de ello no estaba exento de carácter y no eludía el roce llegado
el caso. Más fino que duro, más técnico que tosco, desarrolló una carrera
meritoria defendiendo la banda derecha de Peñarol.

En el lado izquierdo jugaba habitualmente Omar Caetano (6), jugador racial y


duro, que defendió la banda izquierda de Peñarol durante muchas tempora-
das. A medida que fue avanzando su carrera, aprendió a dominar la posición,
a gestionar correctamente los requerimientos propios de su puesto y a vin-
cularse más a la pelota que al poderío físico. Jugador fuerte y contundente,
diestro que debía jugar a posición cambiada y con sentido del espacio para
resolver los inconvenientes de jugar con su pierna buena por dentro. Sus ma-
yores virtudes eran su pundonor, la capacidad para marcar con contundencia
y la inteligencia para aprender cuándo actuar y cuándo temporizar. Ofensi-
vamente solía proyectarse en ataque, aunque no solía finalizar las acciones;
Joya, Rocha o Spencer tenían querencia a irse hacia la izquierda cuando él
se proyectaba en ataque, lo que le facilitaba la entrega y reducía el riesgo de
pérdidas. Muy responsable y comprometido con la causa aurinegra, defendió
su posición y desarrolló una trayectoria que lo hace indiscutible en el foro de
grandes defensores del Club Atlético Peñarol.

Tras la marcha de Matosas a River Plate, la posición de mediocentro fue,


volvió a ser, será por siempre del gran capitán, Néstor Gonçalves (5), todo un
símbolo de la institución, con una carrera entregada y reconocida a la defen-
sa de los intereses de Peñarol. Su mayor talento, ser capaz de estar siempre
bien posicionado y con una solución preparada para cada acción pertinente.
Su juego corto serviría hoy en día para predefinir claramente a alguno de los
mediocentros más renombrados del fútbol actual. Activado y alerta a todas
las acciones que requerían su presencia defensiva, era el stopper de todo lo
que pasaba por la línea de medio campo y el aparejador del juego ofensivo de
su equipo, ajustando su papel con el verdadero arquitecto y creativo, Pedro
Virgilio Rocha.

Su personalidad e impacto en el sentir general del grupo hicieron de él un


verdadero líder dentro y fuera de los terrenos de juego. Su papel en los mo-
mentos delicados es recordado por muchos de sus compañeros, que valoran
y destacan las arengas y los ánimos para dejar todo en el terreno de juego y
tratar de engrandecer más el renombre de su equipo: el verdadero cataliza-
dor emocional de Peñarol durante la década.

En la parcela creativa se movían tres elementos complementarios, diferen-


tes, pero necesarios los unos para los otros para que todo el entramado de
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relaciones, interacciones y momentos de inspiración saliesen a relucir. En la
banda derecha Julio César el Pardo Abbadie (7), debilidad para muchos afi-
cionados, incluso para reconocidos seguidores de Club Nacional de Fútbol
como Don Eduardo Galeano o mismamente un servidor. Su vuelta de Italia,
del Génova, a la edad tardía de 32 años, lo convertiría en una pieza clave de
la dinámica futbolística de este equipo, imprevisible en el regate, con andar
cansino y desgarbado podía romper cualquier cintura con solo amagar y salir.
Dominador del regate, la pisada, la finta, el requiebro, futbolista con tenden-
cia artística y con una personalidad especial y muy marcada. Conocida es la
anécdota con Juan López, que lo convocó con 19 años al mundial de Brasil
1950 y se negó a ir, argumentando que si no era una pieza principal prefería
quedarse fuera de la convocatoria. Nunca nadie le pudo decir que aquella
Selección estaba destinada a ser campeona del mundo.

En la sala de máquinas, el verdadero creativo del equipo, talento, calidad y


sabiduría futbolística al servicio de un equipo a la altura de sus aportes. Pe-
dro Virgilio Rocha (10) se encontró en este equipo en el momento justo de
su carrera en las condiciones idóneas y con la mente lista y preparada para
dar lo mejor de sí, que era mucho y variado. Ocupó el papel de dinamizador
del juego ofensivo que anteriormente había desarrollado Pepe Sasía. Tras su
marcha a Rosario Central, Rocha asumió más responsabilidades y mayores
compromisos con el club. No tan dado a la imprevisibilidad como su antece-
sor, era un claro conocedor de los entresijos del juego, dominando la parcela
individual para resolver problemas puntuales y entendiendo el desarrollo co-
lectivo del juego para generar valores añadidos. Su instinto para jugar se unía
a la disciplina para asumir responsabilidades menos lúcidas. Gran golpeo de
balón, buen regateador, pausa y ritmo eran el principio de su hoja de ruta y lo
aplicaba a la perfección. Tenía el raro don de marcar goles importantes en los
momentos determinantes.

El tercer mencionado era Julio César Cortés (8), jugador que acompañaba a
Rocha en medio campo por delante de Gonçalves, se caracterizaba por su
entrega, fuerza y trabajo oscuro. No lucía en cuanto a la prestación de cara
al público, pero se hacía indispensable en el desarrollo general del juego. In-
tenso en la intervención, rápido en la colocación, no eludía el choque y estaba
siempre atento a cortar el posible contraataque, presentando una barrera
defensiva sólida y eficaz. Su juego era sencillo, acorde al cometido asumi-
do, pase corto, al pie del compañero para que sean otros quienes asuman
responsabilidades más complejas. Paredes, control y pase, regate simple o
pases al espacio formaban parte de su repertorio habitual, un juego prácti-
co más sujeto a no equivocarse que a acertar. Complemento básico de toda
una línea que representaba la sala de máquinas de un equipo perfilado para
competir hasta el último minuto (esta afirmación no es una ligereza, Peñarol
se caracterizó en esta época por ganar partidos sobre la hora, a falta de po-
cos minutos para el final o a sentenciar cuando otros ya hubiesen arrojado la
toalla; formaba parte de su ADN particular).

La responsabilidad ofensiva recaía, en la parte que a cada uno le correspon-


día, sobre dos elementos ya conocidos. Por el lado izquierdo del ataque, Juan
Joya (11), futbolista con toda una trayectoria en el equipo Mirasol. El perua-
no se caracterizaba por su velocidad de ejecución, rapidez mental y electri-
141

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zante estilo de juego. Escorado en la banda izquierda, dominaba el juego ha-
cia adentro, así como el centro tras el regate con salida hacia afuera, hacia la
banda izquierda. Gran rematador de cabeza, se incorporaba al segundo palo
cuando los centros venían de la derecha, bien de Abbadie o Forlán. Especia-
lista en las acciones de uno para uno con el portero y de un instinto goleador
como pocos, fue tras Spencer y Rocha el principal goleador de este equipo.

Finalmente, Alberto Spencer (9), el máximo goleador de la Copa Libertado-


res y el dueño del gol en C.A. Peñarol. Una carrera dedicada a marcar, que
en este ejercicio se vería acrecentada por el ansia de jugar, tras pasar por un
ejercicio 1965 con múltiples ausencias. Su remate de cabeza está entre los
más valorados de la historia del fútbol mundial, su capacidad y oportunis-
mo en el área están fuera de toda duda. Su gran aporte, con el paso de los
años, fue saber y entender cuál era la mejor posición en cada momento para
proyectarse al ataque en situaciones de ventaja. Rápido en el desmarque de
ruptura, se entendía a la perfección con Joya para la realización de paredes
o acciones combinadas entre ambos, que generalmente acababa finalizando
el ecuatoriano.

Desarrollo del juego colectivo de Peñarol. Características

Peñarol, al igual que la mayoría de equipos uruguayos, tiene interiorizado una


cultura de fútbol y un estilo plenamente definidos. Su juego parte de unos
cimientos muy sólidos arraigados desde muy atrás en el desarrollo de la his-
toria del fútbol uruguayo. Hay dos parámetros que lo definen, uno que marca
la implementación defensiva y otro que resalta el estilo ofensivo.

El posicionamiento defensivo de Peñarol parte de su propio campo. Se hace


fuerte cerca de su área y acumula el mayor número de barreras defensivas
en el último tercio del terreno de juego. Contextualizando el fútbol del mo-
mento, prácticamente ningún equipo realiza tareas de presión en ningún po-
sicionamiento intermedio o avanzado. Una vez perdido el balón, los equipos
tienden a replegarse más o menos en función de las características de su
propuesta ofensiva. Una vez colocados para defender, inician una tarea de
intervención intensa y competente. Los pasos intermedios sirven para reali-
zar interceptaciones a envíos largos o a frenar acciones individuales por me-
dio de su correspondiente par, no se usan para reducir espacios o cualquier
otro menester defensivo.

Los equipos de Peñarol históricamente se sintieron cómodos jugando así, sin


menoscabar de ninguna de las maneras su forma de atacar. Se defiende en
una posición retrasada porque la confianza y la creencia de que es lo mejor
se afianzan en el subconsciente del jugador y ahí realiza, desde la creencia,
su mejor aporte y sus mejores interacciones con el resto de componentes de
líneas. Asimismo, se condiciona el desarrollo ofensivo, ya que una vez recu-
perada la pelota, se busca llevarla a la portería contraria de la mejor de las
maneras.

Volviendo a contextualizar el juego de la época, el fútbol tiene un ritmo y una


cadencia determinados. No está sujeto, como actualmente, a la variable del
tiempo; los estilos, diversos, como hoy en día, vienen condicionados por las
características de los protagonistas y la propia cultura de la institución. Pe- 142

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ñarol juega corto y le interesa llegar con la pelota controlada a las zonas de
influencia; para eso tiene jugadores de calidad contrastada. Los inicios de
los ataques “suelen” ser así: juego de combinaciones para llevar la pelota por
los espacios que interesan.

Además, al no existir presión en las zonas de iniciación, el fluir de la pelo-


ta siempre se hace en superioridad posicional, hasta llegar a las zonas en
donde se encuentran los jugadores relevantes, que elaborarán la parte final
del ataque.

Esto generalmente era así, pero con matices. Este Peñarol de 1966 tenía
unas particularidades especiales que le permitían elegir la alternancia del
juego corto y el juego largo. Un jugador en especial rompía la secuencia de
iniciación, elaboración y finalización: Pablo Forlán solía, una vez recuperada
la pelota en zonas defensivas, lanzar envíos en largo para aprovechar mu-
chas de las virtudes de los delanteros aurinegros.

En primer lugar, volviendo a las características del fútbol del año 66, los
equipos replegaban a posiciones de partida, a posicionamientos replegados.
Cuando perdían la pelota era habitual ver a varios jugadores de espaldas a
la misma recuperando su espacio: esto favorecía los envíos en largo ya que
muchos de ellos la perdían de vista. Por otro lado, los marcajes elásticos per-
mitían que los delanteros se dejasen caer a zonas intermedias o, inclusive,
realizasen desmarques hacia espacios libres predeterminados; esto facili-
taba la recepción o la devolución de espaldas a jugadores que llegaban a
sabiendas de la estrategia establecida.

El juego directo era consecuencia de la realidad defensiva de los equipos


rivales y no tanto una creencia de eficacia, de jugarse el balón al 50 %. Ge-
neralmente partían con ventaja, tanto por dominio espacial, como por inteli-
gencia kinestésica.

Peñarol disponía de cuatro jugadores que provocaban valores añadidos cons-


tantes ante situaciones como las propiciadas por Pablo Forlán o incluso por
Nelson Díaz, otro defensa con gran desplazamiento en largo de la pelota.
Spencer y Joya eran dos estiletes, que además, en el caso del primero, do-
minaba el juego aéreo como ninguno. Pero también estaban Rocha y Abba-
die, jugadores con enorme técnica individual que, una vez bajada la pelota,
desarrollaban acciones desequilibrantes inmediatas, que no tenían respuesta
en la acumulación de efectivos del rival, sino que se apelaba a su capacidad
de defensa individual. Por ello y no por otro motivo, Peñarol buscaba un juego
directo hacia sus delanteros, porque tenían precisión, espacio y relevancia en
las siguientes acciones, de las cuales obtenían una rentabilidad considerable.

Peñarol buscaba un juego directo hacia sus delanteros


porque tenían precisión, espacio y relevancia en las
siguientes acciones, de las cuales obtenían una renta-
bilidad considerable.

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Otro factor relevante, debido al gran valor de la técnica individual de sus ju-
gadores, eran las acciones a balón parado, en donde tanto lanzadores como
receptores obtenían plena eficiencia, que se transformaba en eficacia golea-
dora manifiesta en multitud de ocasiones.

Si se analizase una comparativa entre acciones a balón parado de Peñarol y


cualquier otro equipo del continente veríamos que la diferencia en cuanto a
frecuencia de acciones indirectas o directas con respecto al resto sería con-
siderable, y eso no era consecuencia de una aleatoriedad del juego, sino pro-
vocado por las particularidades de sus componentes.

La implementación y el desarrollo de todas estas características fueron tes-


tados en las tres competiciones en las que Peñarol participó a lo largo de
todo el año 1966.

A pesar de la consideración de equipo especial y la valoración dada, el cam-


peonato uruguayo de ese año no fue ganado por Peñarol, sino por Club Na-
cional de Fútbol, que presentó un equipo extraordinario que era el preludio
de lo que vendría después, a finales de la década.

Sería difícil encontrar en toda Sudamérica dos equipos tan competentes que
se tuviesen que jugar todos los torneos en los que participaban viéndose
las caras en las series finales de cada uno. Salvo excepciones como Inde-
pendiente, Estudiantes o River en Argentina, Palmeiras o Santos en Brasil,
Peñarol, al igual que Nacional, pertenecían a una élite difícil de alcanzar.
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Fue en la Copa Libertadores en donde Peñarol puso lo mejor de sí. Una com-
petición que en este ejercicio incorporaba a los campeones y subcampeo-
nes de cada torneo nacional, dándole otra competitividad y organizándose
en otro formato más complejo. Peñarol fue encuadrado en el grupo 3 junto a
Club Nacional de Fútbol, los bolivianos Jorge Wilstermann y Deportivo Muni-
cipal y los ecuatorianos Emelec y 9 de octubre.

El comienzo no podría ser más desalentador, ya que en su enfrentamiento


de máxima rivalidad cayó derrotado por Nacional por 4 goles a 0. En su
visita a Cochabamba, Jorge Wilstermann le ganó por la mínima, poniendo
su clasificación para la siguiente fase en serios aprietos. Pero la realidad
posterior fue bien diferente porque enlazó los restantes ocho partidos si-
guientes de la clasificación con sendas victorias, devolviendo la afrenta a
Nacional, endosándole un 3 a 0 que compensaba en parte el dolor sufrido
por la contundente derrota. En la siguiente fase, fue emparejado en el gru-
po B junto al propio Nacional, que también logró la clasificación, y el Uni-
versidad Católica, subcampeón del campeonato chileno. En el otro grupo
(A), River, Boca, Independiente y Guaraní de Paraguay se jugaban el pase
igualmente a la final. Accederían a la fase final el campeón de cada grupo
para dirimir el título continental. Peñarol logró ganar su grupo a pesar de
perder el primer partido en tierras chilenas por 1-0, siendo este el único gol
encajado en la serie. Después, tres victorias consecutivas lo auparían a la
final, endosando a Nacional un 3-0 y ganándole el partido decisivo para el
pase a la final a domicilio por la mínima.

Los protagonistas de ese partido trascendental, celebrado un 23 de abril de


1966, fueron:

CLUB NACIONAL DE FÚTBOL: Roberto Sosa, Jorge Manicera,


Luis Ramos, Hugo Fernández, Rubén Techera, Juan Martín Muji-
ca, Jorge Oyarbide, Víctor Espárrago, Orlando Virgili, Milton Viera,
Julio César Morales (José Urruzmendi 40). Entrenador: Fernando
Riera.

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Juan Vicente Lezcano,


Nelson Díaz, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Tabaré González, Al-
berto Pedro Spencer, Julio César Cortés, Héctor Jesús Silva, Pe-
dro Virgilio Rocha, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Máspoli.

El gol del triunfo aurinegro fue conseguido por Cortés en el minuto 71.

La final de la Copa Libertadores de 1966 se dirimiría entre C.A. Peñarol y


River Plate de Buenos Aires. El primer partido de la serie se jugaría en Mon-
tevideo, en el estadio Centenario, el 14 de mayo de 1966. Peñarol se impon-
dría por 2 goles a 0, anotando Abbadie a los 74’ y Joya a los 84’. El partido
fue muy disputado hasta los minutos finales, en donde Peñarol arrancó un
máximo de eficacia a dos acciones que sorprendieron al equipo Millonario.

River, con un equipo dominante, llevó el peso del partido, gestionando la pelo-
ta y tratando de imponer su estilo de juego combinativo y coqueto, con buen
trato de pelota y esperando que sus extraordinarias individualidades pudie-
sen marcar las diferencias. Peñarol, fiel a su estilo, dejó la iniciativa desde el
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punto de vista ofensivo al equipo argentino, controlando el juego desde la po-
sición defensiva y obligando a River a transitar por los espacios que el equipo
aurinegro consideraba convenientes. River tenía la pelota, pero la sensación
era que Peñarol gestionaba la realidad del juego desde una posición cómo-
da que permitía proyectarse con peligro cuando recuperaban la posesión del
esférico. Curiosamente, River sufría cuando Peñarol tenía la posesión e ini-
ciaba su planteamiento de juego corto, dado que el equipo de Núñez tenía
tendencia a romperse y quedar partido.

Finalmente, como es costumbre en la casa, los últimos minutos cambiaron


la cara del partido y Peñarol apretó en ritmo e intensidad para decantar la
balanza a su favor.

Partido destacado de Abbadie y Gonçalves por los Mirasol, y de Sarnari,


quien llevó el peso del juego creativo de su equipo, Solari y Roberto Matosas
por River Plate. Hay que destacar la ausencia de Alberto Spencer en el once
carbonero.

Jugaron aquel partido:

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Juan Vicente Lezcano,


Nelson Díaz, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Omar Caetano, Julio
César Abbadie, Julio César Cortés, Héctor Jesús Silva, Pedro Vir-
gilio Rocha, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Máspoli.

C.A. RIVER PLATE: Amadeo Carrizo, Juan Carlos Guzmán, Rober-


to Matosas, Alberto Carlos Sáinz, Daniel Bayo, Abel Vieitez, Luis
Alberto Cubilla, Juan Carlos Sarnari, Miguel Loayza (Ermindo One-
ga 40), Daniel Onega, Jorge Solari. Entrenador: Renato Cesarini.

El 18 de mayo, en el estadio Antonio Vespucio Liberti, “Monumental” de la


ciudad de Buenos Aires, se juega la segunda manga de la finalísima, ante
más de 70.000 espectadores.

El partido se caracteriza por una constante respuesta a los empujes del equi-
po rival, siendo la dinámica del partido de una búsqueda desesperada del gol
de ambos contendientes. Peñarol logra ponerse por delante en el marcador
por medio de Pedro Rocha en el minuto 35, que marca tras fallar un penalti
y favorecerse del rechace de Carrizo, pero inmediatamente un inspirado Er-
mindo Onega empata en el 37. Finaliza la primera parte con el resultado de
1-1 que daba momentáneamente el título al equipo de Máspoli. En el minuto
53, Spencer logra conectar y marca nuevamente para Peñarol, poniendo en
franquicia el partido y la eliminatoria, pero nuevamente River empata el re-
sultado tres minutos después por mediación de Sarnari. Es un constante ida
y vuelta; Peñarol quiere sentenciar y proclamarse campeón en Buenos Aires,
en un partido de una hostilidad sin igual en las gradas, en donde la hincha-
da millonaria tiene un comportamiento del todo inadecuado con los pocos
uruguayos asistentes. Finalmente, con el ánimo de su público y viendo cómo
Peñarol trataba de enfriar el juego y de que este fuese discontinuo a base de
cortes constantes en el juego, River consigue adelantarse por medio, nueva-
mente, de Ermindo Onega, especialmente motivado para la ocasión.
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El juego sigue por los derroteros marcados de un inicio, con Peñarol tratando
en los minutos finales de acortar distancias y lograr el gol del empate que los
proclamase campeones, pero este nunca llegaría.

El final del partido se tornó complicado para el once uruguayo, que incluso
tuvo problemas para acceder al túnel de vestuarios. Desde el principio hasta
el final, el partido en Buenos Aires se había vuelto complicado. Antes del en-
cuentro, el plantel uruguayo había sido plantado por la empresa encargada
de llevarlos hasta el estadio y tuvieron que desplazarse ellos mismos a pie,
con el consiguiente riesgo, para llegar al estadio casi sin tiempo de cambiar-
se y salir.

El final tuvo un desafortunado cruce de improperios y zarandeos que en nada


facilitaría las cosas para el partido de play off. Había muchas cuentas perso-
nales pendientes, mucha ansia guardada y mucho que demostrar. Santiago
de Chile y el estadio Nacional, bajo la dirección del árbitro chileno Sr. Vicuña,
sería el foro definido para la ocasión.

El partido en el Monumental fue protagonizado por:

C.A. RIVER PLATE: Amadeo Carrizo, Juan Carlos Guzmán, Roberto


Matosas, Alberto Carlos Sáinz, Juan Carlos Sarnari, Abel Vieitez,
Luis Alberto Cubilla, Jorge Solari, Daniel Onega (Juan Carlos Lalla-
na 46), Ermindo Onega, Oscar Mas. Entrenador: Renato Cesarini.

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Juan Vicente Lezcano, Nel-


son Díaz, Pablo Forlán, Néstor Gonçalves, Omar Caetano, Julio Cé-
sar Abbadie, Julio César Cortés, Alberto Pedro Spencer, Pedro Vir-
gilio Rocha, Juan Víctor Joya. Entrenador: Roque Gastón Máspoli.

El partido definitivo se juega el 20 de mayo, en una tarde gris y con amenaza


de lluvia. No había vuelta atrás: de este encuentro saldría el campeón de la
Copa Libertadores 1966.

El partido empezó con claro dominio de River Plate, que salió al terreno de
juego más concentrado y con las expectativas más altas. Desde el primer
momento se hizo con la posesión del esférico y movió las piezas de un Peña-
rol algo incómodo, conforme les interesaba a sus jugadores. Solari, Ermindo
Onega, Sarnari y un especialmente inquieto Luis Cubilla llevaban la batuta
del equipo argentino, con un Matosas magistral en la línea defensiva. Por
Peñarol, Forlán trataba de romper el juego dominante de River con envíos lar-
gos sobre Joya y Spencer, mientras Abbadie y Gonçalves trataban de galva-
nizar el juego corto con criterio. Destacada la actuación de Lezcano y Nelson
Díaz en la última línea, mostrando solvencia y criterio, y un Caetano que, con
pundonor y fuerza, buscaba en sus arreones de genio y emotividad poner a
Peñarol en el partido.

River tomaría ventaja a través de Daniel Onega en el minuto 27, y posterior-


mente Ermindo Onega ampliaría la ventaja en el minuto 42. Este gol hizo es-
pecial daño al cuadro uruguayo, que salió al túnel de vestuarios seriamente
tocado y condicionado.

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Revista#06
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En el descanso, los jugadores relevantes de Peñarol tomaron la palabra tras
las alocuciones correspondientes de Roque Máspoli: el ansia de ganar, el or-
gullo herido, las cuentas pendientes por el comportamiento del público en el
partido de ida y la propia raza de los jugadores uruguayos salieron a relucir y,
en una arenga que aún hoy se recuerda del Caudillo Gonçalves, el gran capi-
tán, los jugadores de Peñarol salieron conjurados a dar la vuelta al partido y
a no regalar una final que se les había puesto muy cuesta arriba. La calidad
y el talento se verán aderezados por la mística de la épica, para convertir la
vuelta al partido en referencia histórica de la leyenda de Peñarol.

Al pisar la grama del estadio Nacional de Chile, los jugadores de Peñarol em-
pezarían otro partido, el que será recordado para la posteridad. La actitud
de los futbolistas de Peñarol se puso pronto de manifiesto en el desarrollo
del juego de la segunda mitad. El balón dejó de ser posesión casi exclusiva
de River, y Rocha, Abbadie y Gonçalves tomaron las riendas del partido. Joya
en banda izquierda empezó a ser un incordio para la defensa de River, y los
envíos largos de Forlán a Spencer tomaron forma y dibujaron nuevas alter-
nativas de ataque para el equipo uruguayo. En el minuto 65, Spencer logra
batir la meta de Carrizo y reducir las distancias en el marcador.

Los jugadores de Peñarol estaban especialmente sensibles con el portero ar-


gentino, muy dado a las chanzas y a las actitudes sobradas, como una parada
con el pecho que le realizó a un delantero de Peñarol, cosa que alteró mucho
los ánimos de alguno de sus jugadores, por otra parte, acción conocida y que
formaba parte del repertorio habitual del ínclito portero del equipo porteño.

La dinámica ofensiva de Peñarol continuó y, en una acción desafortunada,


Matosas marca en propia puerta en el minuto 71. El partido había cambiado.

Los minutos finales fueron de auténtica locura, Peñarol pudo adelantarse por
dos veces justo antes del final y River tuvo la ocasión de oro en el último mi-
nuto del partido, pero no acertaron con el gol. El partido se iba a la prórroga.

Peñarol, espoleado por su orgullo herido y por haber sido capaz de haberle
dado la vuelta al marcador, salió dispuesto a sentenciar cuanto antes. El pri-
mer tiempo de la prórroga fue una extensión de la segunda parte del partido,
con un componente emocional más marcado en Peñarol que en River. En el
minuto 102, a tres del final del primer tiempo de la prórroga, llegó el mo-
mento clave del partido con el gol de Spencer. El equipo uruguayo lograba
adelantarse en el marcador y darle la vuelta a un resultado que se les había
torcido. A partir de ese momento, y aprovechando el bajón anímico sufrido
por el equipo argentino, Peñarol se vino arriba, sacando fuerzas de flaqueza
y sentenció el partido, la final y el campeonato en el minuto 109, por media-
ción de Juan Joya.

De ahí hasta el final todo fue delirio en el equipo uruguayo. Por primera vez
en la historia, Peñarol sería tricampeón de la Libertadores. Más de la mitad
de Uruguay lloró por la alegría de ver sus colores volviendo a lo más alto: el
festejo fue apoteósico.

Solo quedaba refrendar la supremacía internacional, enfrentando al Real Ma-


drid, campeón de Europa. Nuevamente el destino se aliaba con las emociones
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aurinegras, dando la posibilidad al equipo carbonero de saldar viejas cuentas
pendientes con el equipo de Chamartín. La primera Copa Intercontinental es-
taba muy presente en el sentir del equipo uruguayo y había ansia de revancha.

Habían jugado el histórico partido de Santiago de Chile:

C.A. RIVER PLATE: Amadeo Carrizo, Roberto Matosas, Abel Viei-


tez, Alberto Carlos Sáinz (Juan Carlos Lallana 43), Juan Carlos
Sarnari, Eduardo Grispo, Luis Alberto Cubilla, Jorge Solari, Daniel
Onega, Ermindo Onega, Oscar Mas. Entrenador: Renato Cesarini.

C.A.PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Juan Vicente Lezcano,


Nelson Díaz (Tabaré González 43), Pablo Forlán, Néstor Gonçal-
ves, Omar Caetano, Julio César Abbadie, Julio César Cortés, Al-
berto Pedro Spencer, Pedro Virgilio Rocha, Juan Víctor Joya. En-
trenador: Roque Máspoli.

Partido definitivo para Libertadores 66 Peñarol vs River: 4-2:

http://www.youtube.com/watch?v=3T1_Yb5SW5E

El 12 de octubre de 1966 se jugaría en un Centenario de Montevideo aba-


rrotado el primer partido de la serie de la Copa Intercontinental entre C.A.
Peñarol y Real Madrid.

La concienciación y el deseo de querer confrontar con el equipo madrileño,


no solo la eliminatoria, sino eventos pasados, hizo que Peñarol saliese plena-
mente concentrado para pelear el partido. El 5-1 en Madrid del año 1960
estaba muy presente en la memoria histórica de la afición aurinegra y tenían
oportunidad, en otro momento y en otras condiciones y circunstancias, de
compensar esa afrenta regalando un título a toda su masa de seguidores.

Peñarol y Real Madrid pusieron en liza la siguiente propuesta:

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Lezcano, Varela, Gon-


zález, Gonçalves y Caetano, Abbadie, Cortés, Spencer, Rocha y
Joya. Entrenador: Roque Gastón Máspoli.

REAL MADRID: Betancort, Pachín, De Felipe, Sanchis, Félix Ruiz


y Zoco, Serana, Amancio, Pirri, Velázquez y Bueno. Entrenador:
Miguel Muñoz.

El partido discurrió a través de un juego abierto por parte del Real Madrid,
contestado por un Peñarol que presentaba diferencias con respecto al que
jugó en la final con River; Varela sustituye a Nelson Díaz y Forlán dejó su lu-
gar a González.

Este partido tuvo un protagonista de excepción en el ecuatoriano Spencer,


autor de los dos goles que finalmente dieron la victoria a Peñarol, ya que de-
mostró un nivel competitivo que dejó asombrados a los jugadores madridis-
tas. El partido quedó pronto en franquicia para el equipo carbonero, que ade-
más se vio beneficiado por la expulsión de Pachín, aspecto que facilitó que
los intereses aurinegros se manifestasen más abiertamente.
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El partido de vuelta se jugaría en el Santiago Bernabéu dos semanas des-
pués y serviría para reafirmar lo vivido en el Centenario. Nuevamente, Peña-
rol se impuso por dos goles a cero, esta vez obra de Rocha y Joya y puso la
puntilla a una eliminatoria que no necesitó de ningún partido de desempate.
Peñarol alcanzaba su segunda Copa Intercontinental y coronaba un ciclo de
seis años llenos de éxitos y de mística futbolística. El sexenio 1960-1966
convirtió a Peñarol en el mejor equipo de América y en un referente del fút-
bol mundial.

Peñarol alcanzaba su segunda Copa Intercontinental


y coronaba un ciclo de seis años llenos de éxitos y de
mística futbolística. El sexenio 1960-1966 convirtió a
Peñarol en el mejor equipo de América y en un referen-
te del fútbol mundial.

La final en Madrid fue jugada por:

REAL MADRID: Betancort, Calpe, De Felipe, Sanchis, Pirri y Zoco, Serena,


Amancio, Grosso, Velázquez, Gento. Entrenador: Miguel Muñoz.

C.A. PEÑAROL: Ladislao Mazurkiewicz, Lezcano, Varela, González, Gonçal-


ves, Caetano, Abbadie, Cortés, Spencer, Rocha, Joya. Entrenador: Roque
Gastón Máspoli.

Partido de vuelta de la Copa Intercontinental, Real Madrid-Peñarol 1966:

http://www.youtube.com/watch?v=9CWyq3NJS5M

La década de 1960 a 1970 fue para Peñarol la mejor de su gloriosa historia,


poniendo de manifiesto un potencial que se ha mantenido en tiempo y forma
con un estilo y un sello propio. Para tener una dimensión de lo que ha supues-
to este equipo en dicho período de tiempo solo hace falta ver la comparativa
con el resto de equipos míticos de la época y observar que ninguno alcanzó
los niveles de relevancia y excelencia competitiva que logró C.A. Peñarol.

Campeonatos Uruguayos:
1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1964, 1965, 1967, 1968.

Copa Libertadores:
1960 (C), 1961 (C), 1962 (SC), 1963 (SF), 1965 (SC), 1966 (C),
1967 (SF), 1969 (SF), 1970 (SC).

Copa Intercontinental: 1960 (SC), 1961 (C), 1966 (C).


(*) (C) Campeón. (SC) Subcampeón. (SF) Semifinalista.

El impacto histórico que ha tenido la presencia de un club como Peñarol en la


década de los años 60 ha permitido que el fútbol uruguayo, otrora dominante
por las condicionantes geopolíticas del momento en donde la interacción in-
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tercontinental era más limitada, fuese tan relevante que se ha tomado como
marca registrada de un país, que junto con su eterno rival, Nacional, han ex-
portado una tendencia deportiva y futbolística propia e intransferible.

Club Atlético Peñarol forma parte del elenco de clubs clásicos del fútbol
mundial por derecho propio y los jugadores, partícipes de los logros antes
mencionados, son protagonistas directos de la historia de un club mítico, y
configuran uno de los cuadros deportivos más selectos y perfectos dentro
de los deportes colectivos.

La historia ha puesto a Peñarol en un lugar relevante y protagonista al ser de-


clarado el mejor equipo sudamericano del siglo XX. La honra recibida está en
consonancia con la gloria repartida por su capacidad para llevar de la mano a
un pueblo y un sentimiento que se ha convertido en algo único.

Álex Couto Lago


@AlexCoutoLago

BIBLIOGRAFÍA:

Padre y Decano: http://www.padreydecano.com/cms


El enganche: http://www.elenganche.es
Pasión Libertadores: http://www.pasionlibertadores.com
Alineaciones de Peñarol en Libertadores desde 1960 a 1969 en inglés:
http://www.rsssf.com/sacups/penarol-copa1969.html

La Redó: http://www.laredo.net
Wikipedia, campeones y subcampeones de Copa Libertadores:
http://es.wikipedia.org/wiki/Anexo:Equipos_campeones_de_la_Copa_Libertadores_de_
Am%C3%A9rica

Campeones de primera división de Uruguay:


http://es.wikipedia.org/wiki/Primera_Divisi%C3%B3n_de_Uruguay

Peñarol Campeón del Siglo XX. Marcos Silvera. Publicado por Club At-
lético Peñarol
Web oficial de C.A. Peñarol: http://www.xn--pearol-xwa.org/index_1.html
Historia de Peñarol. Luciano Álvarez. Editorial Aguilar
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EL NUEVO
PARADIGMA DE LA FISIOTERAPIA
Loles Vives

Recuperar al deportista lesionado cuanto antes, mejor y sin nece-


sidad de pasar por el quirófano. Este es el objetivo ideal para cual-
quier proceso de recuperación tras lesión, lo que no siempre resul-
ta sencillo. Nos acercamos a la Fisioterapia Invasiva, que agrupa
técnicas de vanguardia de aplicación ya muy extendida entre los
deportistas de élite con resultados espléndidos, tanto en roturas
musculares, como en tendinopatías, fascitis plantar, epicondilitis,
esguinces o pubalgias. En la siguiente entrevista aprenderemos
algunos de los aspectos más innovadores en el tratamiento y recu-
peración exprés de las lesiones más habituales en el fútbol y otras
actividades deportivas.

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N
ada más producirse una lesión -golpe, pinchazo, contractura, torcedura de tobi-
llo, torsión de rodilla, dolor repentino- lo primero que el deportista intenta valorar
es la gravedad de la misma, pero de forma casi inmediata lo que verdaderamente
pasa a preocuparle no es el daño en sí -que también-, sino el tiempo que se verá obliga-
do a estar apartado de los entrenamientos y/o de la competición y las consecuencias
y desilusiones que ello conllevará: pérdida del estado de forma, olvidar los objetivos
soñados, causar baja en una gran competición, dejar de ser titular, perder patrocinios…

En definitiva, cuando un deportista se lesiona pasa a tener un pensamiento único y, a


menudo, obsesivo: recuperarse cuanto antes, a poder ser al día siguiente.

Desgraciadamente, sabemos que cuando la lesión es de cierta envergadura y se busca una


plena recuperación nadie se libra de estar un período más o menos largo en el dique seco.

Una rotura muscular no se cura en cuatro días, sino que se requieren varias semanas
para que la herida cicatrice completamente.

Las dolencias tipo tendinopatías (lesión de los tendones) o fascitis plantar -agudas o
crónicas- suelen ser aún más persistentes y son mayoría los casos de atletas, futbo-
listas, tenistas, jugadores de baloncesto… que han necesitado varios meses, e incluso
años, para aliviar completamente una tendinopatía en el tendón de Aquiles, un codo de
tenista (epicondilitis), una rodilla de corredor (síndrome de la cintilla ileotibial), un sín-
drome isquiotibial o una fascitis plantar, por citar algunos ejemplos.

Y ahí está Juan Carlos ‘La Bomba’ Navarro para corroborar el calvario que le supuso
recuperarse de la fascitis plantar que sufrió durante años y se le agudizó en 2012, po-
niendo en riesgo su participación en los Juegos Olímpicos de Londres.

Si la lesión requiere cirugía, los plazos de recuperación aún se alargan más, a la vez que
se agudiza el vía crucis del deportista.

Pero la medicina y los tratamientos para la recuperación de lesiones avanzan a pasos


agigantados y actualmente existen técnicas al alcance de todo el mundo que permiten
plazos de recuperación impensables hace apenas diez años. Además, patologías que
hace escaso tiempo solo podían repararse pasando por el quirófano, hoy en día pueden
eludirlo mediante nuevos métodos de fisioterapia.

Para conocer estos nuevos tratamientos de gran interés para deportistas, pero que son
igualmente aplicables a personas sedentarias , hemos contactado con los fisioterapeu-
tas Fermín Valera y Francisco Minaya, pioneros en el estudio y aplicación de tratamien-
tos de Fisioterapia Invasiva, que mediante la utilización de agujas a través de la piel,
y siempre basándose en las técnicas de la fisioterapia actual, evitan muchas cirugías,
recuperan lesiones en plazos más cortos y reducen al mínimo el riesgo de recaída.

Quiénes son, dónde y con quiénes trabajan

Fermín Valera y Francisco Minaya, fundadores de MVClinic, son fiel reflejo de una fisio-
terapia de vanguardia que está cambiando la profesión.

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Son expertos en técnicas de Fisioterapia Invasiva como la EPI® (Electrólisis Percutánea
Intratisular) o la Punción Seca y su aplicación a través de la ecografía musculoesquelética.

Son autores del libro recientemente publicado “Fisioterapia Invasiva” (Elsevier), que
aborda los procedimientos invasivos en fisioterapia con una orientación clínica y basa-
da en la evidencia científica. Desde el curso académico 2012/13, la Universidad San
Pablo CEU y su clínica MVClinic organizan conjuntamente el Máster Oficial en Fisiote-
rapia Invasiva, una formación pionera a nivel nacional e internacional.

Ambos tienen amplia experiencia en el mundo del deporte profesional y amateur, sien-
do artífices de pequeños y grandes “milagros” en la recuperación de muchos deportis-
tas de la élite española, como explican en esta entrevista.

Valera y Minaya forman parte, además, del equipo de fisioterapeutas que colaboran
con los servicios médicos del equipo de fútbol del Atlético de Madrid.

Durante la temporada pasada, la aplicación de sus técnicas contribuyó, sin duda, a los
grandes éxitos conseguidos por el equipo colchonero al lograr recuperar plenamente a sus
jugadores de las lesiones musculares sufridas sin que ninguno de ellos sufriera una recaída.

FISIOTERAPIA INVASIVA

¿Qué se entiende por fisioterapia invasiva?

Fermín Valera: La Fisioterapia Invasiva integra


todas aquellas técnicas empleadas por los fisio-
terapeutas que conllevan la utilización de una
aguja para la aplicación, a través de la piel, de
agentes físicos como la electricidad y el calor; o
para inyectar fármacos a nivel subcutáneo en el
tejido musculoesquelético. Se aplican, frecuen-
temente, de forma ecoguiada (con la utilización
de un ecógrafo) que permite visualizar la zona a
tratar y, por lo tanto, mejorar la efectividad y la
seguridad del procedimiento. Se trata de una fisioterapia de vanguar-
dia que mejora los resultados de las técnicas convencionales en lesio-
nes tan frecuentes en el deportista como las tendinopatías y las roturas
musculares.

¿Cuáles son las técnicas más innovadoras de que disponemos hoy


en día para la recuperación de los deportistas?

Francisco Minaya: La Electrólisis Percutánea Intratisular (técnica


EPI®), la punción seca, la técnica PNT (percutaneous needle tenotomy),
la acupuntura neurofuncional o la mesoterapia son actualmente de las
más empleadas. Todas buscan un mismo objetivo: recuperar al depor-
tista antes y mejor.

Objetivo: recuperar al deportista antes, mejor y sin quirófanos.


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¿Estas técnicas pueden evitar que un deportista pase por el quiró-
fano y, por lo tanto, acortar los plazos de recuperación?

F. Minaya: Sí, en lesiones tan complejas y con


tantas recaídas como las tendinopatías (las co-
nocidas, más popularmente, como tendinitis),
dichas técnicas ofrecen una nueva solución con
un alto porcentaje de efectividad (en torno al 80
%). Para muchos deportistas ha supuesto la sal-
vación cuando se encontraban a las puertas del
quirófano. A día de hoy, antes de plantear una in-
tervención quirúrgica estas técnicas deben ser
tenidas en cuenta, ya no sólo para el deportista
profesional o amateur sino también para cualquier persona que tenga
una lesión tan frecuente como las epicondilitis (codo de tenista), la fas-
citis plantar o las tendinitis del supraespinoso en el hombro.

LA EPI®, EL TRATAMIENTRO ESTRELLA

¿Cuál es la técnica que mejores resultados les ha dado?

F. Valera: La técnica que más ha cambiado nuestra forma de trabajar


en los últimos años y ha mejorado nuestros resultados es la electrólisis
percutánea intratisular (técnica EPI®). En este caso, tanto Fran Minaya
como yo mismo hemos vivido volcados en el desarrollo de la misma en
los últimos cinco años.

La investigación animal y en cadáver nos ha abierto nuevas posibilida-


des de aplicación en humanos. La técnica que inicialmente se creó para
tratar las “tendinitis” tiene hoy aplicaciones sobre las roturas muscu-
lares, los puntos gatillo miofasciales, los procesos fibróticos, las pe-
riostitis y los atrapamientos nerviosos, como el síndrome del túnel del
carpo en la muñeca. Los resultados han sido presentados en diferentes
congresos y jornadas de carácter nacional e internacional con el reco-
nocimiento de los diferentes comités científicos, que nos han otorgado
diversos premios de investigación, entre los que destaca el obtenido en
el Congreso Nacional de Fisioterapia 2012 y la publicación en el British
Journal Sports Medicine en 2013.

La EPI® tiene fama de ser muy dolorosa…

F. Minaya: El umbral de dolor no es igual en cada persona, pero se sue-


le tolerar bien. El paciente nota el efecto de la punción. Sin embargo, el
dolor que haya podido ocasionar se olvida cuando el paciente aprecia
que la técnica le beneficia, le disminuye el dolor y van desapareciendo
las molestias ocasionadas por la patología que padece. No obstante,
siendo conscientes de la reticencia a las agujas, hemos desarrollado
nuevas agujas, específicas para la punción, que hacen que sea prácti-
camente indolora la inserción en la piel y su manipulación.
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Aplicación ecoguiada de la técnica EPI sobre el tendón rotuliano.

[Nota de la autora: me he sometido varias veces a tratamientos de EPI® y, en mi caso, el


dolor siempre ha sido muy soportable. El pinchacito de la aguja, igual a la que se usa en
acupuntura, es mucho más leve y nada tiene que ver con el causado por una inyección
de una vacuna, por ejemplo. Cuando se aplica la corriente galvánica se siente como un
pequeño calambre en la zona de la punción, algo doloroso, que dura 2, 3 o 4 segundos].

¿Cada lesión requiere un tipo de técnica? ¿Qué tipo de lesiones son


las más indicadas para tratar con este tipo de técnicas?

F. Valera: Diría mejor que cada condición clínica requiere un tipo de estí-
mulo, es decir, dependiendo de las características de la lesión (aguda o
crónica) y al tejido que afecte (tendón, músculo, ligamento, cartílago, me-
nisco, etc.) el objetivo será la reparación y regeneración del mismo (como
en el caso de una tendinopatía crónica) o la normalización de la condición
fisiológica (como por ejemplo en un esguince de tobillo agudo).

Estas técnicas se aplican sobre tejido blando (músculo, tendón, liga-


mento, cápsula, bursa, etc.) que, frecuentemente, en el deportista se
encuentra alterado (degenerado), producto de los gestos y posturas de
repetición a los que se somete durante los entrenamientos y la com-
petición. La degeneración tiene un patrón común en las tendinopatías,
roturas musculares crónicas asociadas a fibrosis, o esguinces crónicos
de tobillo o rodilla.

¿Qué experiencia y resultados tienen con deportistas?

F. Valera: Nuestro equipo lleva 15 años trabajando con deportistas


profesionales y amateur. Estamos acostumbrados a trabajar con ellos
y nos han permitido mejorar como profesionales ya que han exigido lo

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Revista#06
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máximo de nosotros para poder recuperarse en tiempo récord. Esta-
mos acostumbrados a ganar juntos. La experiencia adquirida con ellos
es la que ofrecemos a toda persona que acuda a nosotros.

F. Minaya: Además el hecho de colaborar con los mejores especialistas


-médicos, podólogos, nutricionistas, psicólogos- nos permite asesorar
al deportista hacía la mejor solución integrada. El deportista necesita,
a su lado, profesionales con su mismo espíritu de lucha y superación y
estos profesionales, por su trayectoria y experiencia, deben estar posi-
cionados entre los mejores. Al deportista no le valen mínimos cuando se
pone en manos de un especialista.

FUTBOLISTAS DEL ATLETICO, DOS AÑOS SIN RECAÍDAS

Como fisioterapeutas del primer equipo del Atlético de Madrid, ¿qué


resultados han obtenido en la recuperación de sus lesiones, aplican-
do técnicas de fisioterapia invasiva?

F. Valera: Colaboramos con distintos servicios médicos de diferentes


clubes y equipos deportivos, aunando esfuerzos. En el caso concreto
del Atlético de Madrid, la colaboración y el trabajo en equipo con el Dr.
José María Villalón, Óscar Pitillas y el resto de fisioterapeutas, es todo
un ejemplo. Tenemos varios protocolos de actuación; en el caso concre-
to de las roturas musculares agudas, realizamos un tratamiento muy
precoz que permite la eliminación del hematoma de la zona de rotura
y la correcta cicatrización de la lesión muscular. Esto, unido al trabajo
posterior de fisioterapia y readaptación que desarrolla el jugador en el
equipo, con ejercicios específicos, ha permitido que desde hace dos
años que iniciamos este programa ningún jugador haya recaído de una
lesión muscular (la hemeroteca está ahí para demostrarlo). La repara-
ción de la lesión muscular se completa en aproximadamente 21 días,
pero con una calidad en la cicatrización claramente superior, demostra-
do por ecografía y RNM. Diversos clubes de mucho prestigio y entrena-
dores de nivel mundial se han interesado por nuestros resultados.

¿Cuáles son las lesiones de mayor incidencia o que más tratan en


futbolistas?

F. Valera: En el futbolista, las lesiones musculares más frecuentes son


las que afectan al recto anterior del cuádriceps, los isquiotibiales y el
gemelo interno-soleo. Son roturas musculares que aparecen en zonas
de conflicto de la unión mioaponeurótica* que, si no cicatrizan bien, tien-
den a recaer, de ahí que sean frecuentes las re-roturas en estos mús-
culos. Con estas técnicas conseguimos que la cicatrización sea mucho
mejor, disminuyendo el riesgo de recaída.

Las tendinopatías más habituales son las que afectan al tendón rotu-
liano y las pubalgias por el impacto repetitivo al golpear y saltar, y los
esguinces de tobillo con afectación del ligamento peroneoastragalino
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anterior y de rodilla sobre el ligamento lateral interno que suelen dar
complicaciones.
* Interfase entre la fibra muscular y el tabique conjuntivo

¿Y en otros deportes, que patologías son las más recurrentes?

F. Valera: La solicitación mecánica es diferente y depende de cada de-


porte y, por lo tanto, las estructuras que se alteran con mayor frecuen-
cia son distintas. En el atletismo, las lesiones que más frecuentemente
tratamos son las fascitis plantares y las tendinopatías que afectan a
los isquiotibiales, a los tendones de Aquiles, al tensor de la fascia lata
(rodilla del corredor) y al tibial posterior.

En deportes emergentes como el pádel, con dos millones de personas


que lo practican de manera habitual en España, lesiones como las “epi-
condilitis” y las “tendinitis” del manguito rotador o supraespinoso son las
de mayor incidencia. El pádel se ha convertido, por su carácter diverti-
do, social, fácil de aprender, sin demasiadas exigencias físicas, en uno
de los deportes más populares, pero también de los que más lesiones
genera. Las roturas musculares en el gemelo (“tennis leg”) son las más
frecuentes, al igual que en cualquier deporte de raqueta, como el tenis.

Imagen ecográfica en un deportista con epicondilitis. Imagen de evaluación antes


del tratamiento (imagen A) y a las 6 semanas tras la finalización del tratamiento
(imagen B). Se realizaron 4 sesiones de tratamiento con EPI. El seguimiento a
medio y largo plazo (6 meses y 12 meses) no reveló recaídas.

En triatlón, uno de los deportes con mayor exigencia, son frecuentes


también las lesiones que afectan al tendón, músculo y bursa (“bursitis”).
En este caso, Alejandro Santamaría, Daniel Rodríguez y Paula García
Godino, se han recuperado con nuestro equipo.

En deportes minoritarios como la escalada, las afectaciones del mús-


culo braquial anterior (tríceps) son características. En este sentido, es-
caladores de otros países se han desplazado a Madrid para encontrar
solución a sus problemas. El deportista viaja allí donde esté la solución.

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¿Qué otros deportistas han pasado por su consulta y se han benefi-
ciado de los tratamientos de fisioterapia invasiva?

F. Valera: Muchos. En fútbol y baloncesto, por ejemplo, dos deportes


donde los días de recuperación constituyen un factor clave para poder
ganar una competición, y donde están en juego millones de euros, he-
mos tratado a futbolistas como Diego Godín, Filipe Luis, Mario Suárez
(Atlético de Madrid), Juan Valera (Getafe CF), Simao Sabrosa (Espan-
yol), Diego Ribas (ex Oporto, Juventus y Atlético de Madrid, actualmen-
te Wolfsburg), Maniche, Antonio López, Silvio (actualmente Benfica),
Rafa Martínez (Valencia Básket) o Flo Pietrus (Valencia Básket y ahora
SLUC Nancy Basket), por citar algunos ejemplos.

En atletismo, el cuatrocentista Roberto Briones, que participó en el re-


levo 4x400 en el reciente Campeonato del Mundo de Moscú, es un claro
ejemplo de cómo un deportista puede recuperarse, mejorar sus tiempos
y proclamarse subcampeón de España absoluto en 400 metros (46.38)
tras sufrir una tendinopatía y ser tratado con la técnica EPI®.

Deportistas de talla mundial como Juan Martín Díaz y Carolina Navarro,


números 1 del mundo en pádel masculino y femenino, junto a Miguel
Lamperti, Agustín Gómez Silingo o Fede Quiles son también pacientes
nuestros.

Tenemos otros muchos atletas de deportes tan diversos como el tenis,


el ciclismo, el taekwondo, el tiro o la natación, pero por diferentes moti-
vos prefieren mantenerse en el anonimato.

GANAR UN TORNEO DIEZ DÍAS DESPUÉS DE UNA ROTURA

¿Es factible que una rotura fibrilar puede curarse en un plazo de una
semana e incluso poder estar compitiendo una semana después de
haberla sufrido? Parece casi un milagro…

F. Minaya: Con el protocolo definido con EPI® por nuestro equipo he-
mos conseguido (con muy pocas sesiones) acelerar la eliminación del
hematoma post-rotura y sellar pequeñas roturas fibrilares en plazos
realmente increíbles, permitiendo que el deportista pueda competir en
un plazo de tiempo muy breve. Tal es el caso de Carolina Navarro, nú-
mero 1 del mundo de pádel femenino, quien este mes de agosto pudo
competir en el cuarto torneo ‘World Padel Tour’ que se disputaba en su
tierra natal, Málaga, y lograr la victoria tras sufrir una pequeña rotura en
el gemelo interno-soleo 10 días antes.

“La mejor cirugía es la que no se hace”.

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Imagen ecográfica de una rotura muscular en el gemelo. Imagen de evolución antes del trata-
miento (imagen de la izquierda) y a las 6 semanas tras la finalización del tratamiento (imagen
de la derecha). La paciente sufrió una rotura muscular en la unión mioaponeurótica del gemelo
interno-soleo, tras dos sesiones continuas con su programa de readaptación y a las 6 sema-
nas se realizó evaluación de seguimiento. Se aprecia reparación total de la lesión, con mejoría
evidente de la estructura muscular y alineación de las fibras.

¿Se tiende a recurrir en exceso al quirófano cuando hay tratamien-


tos que pueden evitarlo? ¿Quizás no se conocen suficientemente
estos tratamientos?

F. Valera: En el deportista existe cierta creencia de que la cirugía es el


camino más corto para la vuelta a los entrenamientos y la competición,
pero en muchas ocasiones no es así. Uno de los mejores cirujanos que
conozco suele decir que “la mejor cirugía es la que no hago”, pero este
es un planteamiento no habitual. Es cierto que existe desconocimiento
por parte de los deportistas, la sociedad en general e incluso de los pro-
pios profesionales (médicos especialistas y fisioterapeutas).

EL NUEVO PARADIGMA: LA MEDICINA REGENERATIVA

¿Pasar por el quirófano será cada vez menos necesario gracias a la


evolución y aparición de nuevas técnicas de fisioterapia?

F. Minaya: Sí, la fisioterapia invasiva constituye una renovación de los


conceptos clásicos de la fisioterapia que no ha finalizado. En pocos
años tendremos nuevas técnicas que incorporar a las que ya aplicamos
para seguir mejorando nuestros resultados y poder ofrecer una alterna-
tiva a la cirugía. Creo que estas técnicas de fisioterapia, junto a otras
desarrolladas desde la medicina (como las infiltraciones con plasma
rico en plaquetas), forman parte de un cambio de paradigma: la medici-
na regenerativa.

En cualquier caso, la clave está en la elección del profesional. De la mis-


ma forma que un deportista selecciona al cirujano que quiere que le ope-
re, por su destreza y experiencia y no se limita a buscar simplemente
una “artroscopia”, en el caso de la fisioterapia invasiva, el deportista no
debe buscar una “EPI®” o una “punción seca” sin más, sino el centro que
le ofrezca garantías por medios disponibles y profesionales de referencia
y con experiencia. Los resultados están vinculados al profesional como lo
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puede estar al entrenador del deportista, éste que es capaz de sacar lo
máximo de su pupilo, como el fisioterapeuta de la propia técnica.

TRATAMIENTO JUNTO A TRABAJO EXCÉNTRICO

Durante los tratamientos de fisioterapia invasiva, ¿qué importancia


adquiere complementarlo con la realización de ciertos ejercicios?

F. Valera: Es fundamental, es una de las claves del éxito. Las técnicas


de fisioterapia invasiva como la punción seca o la EPI® consiguen cam-
biar la biología del tejido a nivel local y estimular la reparación a nivel
segmentario, pero es imprescindible que se asocien a trabajo activo
que permita la maduración del tejido estimulado. La tendencia actual es
asociar programas de trabajo excéntrico a estas técnicas.

RECUPERARSE SIN PARAR DE ENTRENAR

El deportista, cuando se lesiona, lo que busca y desea es poder cu-


rarse sin tener la necesidad de estar ‘parado’ ¿Es eso posible con
estas técnicas?

F. Valera: Sí, es posible y en el deportista profesional es una máxima que


pueda seguir entrenando y recuperándose de forma simultánea. Hoy en
día se sabe que el reposo absoluto puede ser tan perjudicial como una
carga excesiva. La rapidez con la que se va a recuperar depende en gran
medida de ello. Para esto es necesario conocer el grado de lesión y la
resistencia a la carga del tejido lesionado. Nuestra experiencia, y las nue-
vas técnicas de imagen como la elastografía, nos permite determinar de
forma más óptima la situación del tejido, tomar la decisión de si el depor-
tista debe parar o no y, con ello, el programa de tratamiento a seguir.

Imagen de sonoelastografía en un tenista con epicondilitis. En la imagen A, se aprecia el tejido


con menos resistencia a la carga (color rojo) y cómo, tras completar el tratamiento (imagen B),
la resistencia del mismo cambia (color azul) lo que permite dar luz verde al deportista en cuanto
a la solicitación de los golpes.

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La elastografía es el último avance tecnológico que incluyen los equipos de ecografía
de alta gama y que permite medir la elasticidad y la rigidez relativa de unos tejidos res-
pecto a otros. Se basa en la compresión de los tejidos, de tal manera que aquellos que
son más rígidos provocan menos desplazamiento que los blandos, pudiendo ser medi-
dos en tiempo real por ultrasonido a través de un espectro de colores que van desde el
azul al rojo, de mayor o menor resistencia, con verdes y amarillos como valores inter-
medios. El estudio elastográfico se está utilizando, principalmente, con una finalidad
diagnóstica por parte del médico. Nosotros, de forma pionera, hemos incorporado este
tipo de tecnología aplicada al tratamiento de las lesiones tendinosas y musculares.

Con estas nuevas herramientas, realizamos habitualmente una sesión de tratamiento


a la semana mientras el deportista continúa en su centro o lugar de entrenamiento con
el programa de readaptación y entrenamiento acordado.

Loles Vives
@iLoles

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EMILE GRIFFITH,
VÍCTIMA Y VERDUGO
Frederic Porta

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Box, ring de doce cuerdas, submundo peculiar, repleto de le-
yendas hoy anacrónicas, reducidas a simples prejuicios para
quien mantenga fascinación por esa bruma desvanecida por
el paso del tiempo y la penitencia eterna de sus múltiples pe-
cados. Muerto el perro y acabada la rabia, apenas nos quedan
mitos recreados para despachar en cuatro palabras: el mazo
de Jack Dempsey, la desvergüenza libre de Jack Johnson, la
introspección de Gene Tunney, la desnuda honestidad de Roc-
ky Marciano, el genio de Muhammad Ali. Si buscan foto para
la definición de boxeador, allí debe estar el retrato de ‘Sugar’
Ray Robinson. Si quieren asociarlo a los bajos fondos, a la ma-
fia, al truco, ahí queda Sonny Liston. El pavor a la derrota de
Floyd Patterson, relatado entre líneas por Gay Talese. La fie-
reza primaria de Mike Tyson. Tantos, tantos otros, incalcula-
ble el número y la cantidad de legados. ¿Y a qué reducimos a
Emile Griffith?

C
inco veces campeón del mundo, ca, queda de él un tremendo documental
fuera entre los welters o los pesos fechado ocho años atrás bajo el epígrafe
medios, longeva carrera, talento Ring of fire, descarnado trabajo biográfi-
innato, eterna candidez infantil, alma co de un ganador y un perdedor metidos
buena, paria de la tierra y, ante todo, en la misma piel que nunca cabrían por
sobre todo, el hombre que acabó con la tamaño en el corsé de la arbitraria defini-
vida de Benny ‘Kid’ Paret. También, el ho- ción de “juguete roto”, otro eufemismo de
mosexual eternamente recluido en el ar- pésimo estilo dedicado a la mayoría de
mario de los tiempos que le tocaron vivir boxeadores cuyas facturas deportivas
y padecer. Sensibilidad poética contra el se pagaron tarde y mal en vidas maduras
entorno existencial de prosaica crueldad. del todo destrozadas.

A finales del pasado mes de julio fallecía


en Hempstead, New Jersey, a la edad de
75 años, víctima del pésimo funciona- ORÍGENES HUMILDES
miento de sus inservibles riñones y de
Emile Griffith era un grande, vaya por
una avanzada demencia senil, también
delante. Nació en el último escalón del
conocida en eufemismo de latinajo como
subsuelo de las Islas Vírgenes y apliquen
dementia pugilistica. Adiós definitivo a
aquí todas las frases dignas del serial:
este mundo de cambalache para el oriun-
prole numerosa de ocho hermanos, nulos
do de las Islas Vírgenes que, si hilamos
ingresos de los progenitores, padre mis-
fino, ya nos había abandonado parcial-
sing, madre inmigrante en Nueva York
mente un par de veces antes. Primero,
para ganar algún sustento, ni siquiera
el 24 de marzo del 62, con responso re-
escuela donde aprender a leer y escribir.
zado en el Madison Square Garden neo-
En todo caso, a Emile lo internaron en un
yorquino. En segundo traspaso, a la sali-
reformatorio y allí ni siquiera abandonó la
da de un bar de ambiente situado en las
condición de analfabeto, víctima de una
turbias cercanías de aquel sórdido Times
horripilante infancia, la patria definitiva
Square, nada que ver con la actual pos-
de cada cual si atendemos el dictado de
tal para goce vacacional de turistas. Si
Marcel Proust. Por si fuera poco el ba-
creemos en la posteridad cinematográfi- 164

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gaje, la carga a soportar mientras vivie- sólo puedes contar con tu físico para for-
ra fue importante: sufrió repetidamente jarte el nombre que te saque del anonima-
abusos sexuales, extendidos durante to. Además, perdonen los políticamente
largo tiempo, sin que nadie pagara por correctos, eres negro como el tizón y esa
tan cruel delito ni la víctima gozara de puede ser tu única esperanza de prospe-
mínima reparación en cualquier sentido. ridad vital. Gil Clancy, preparador de pro-
A los quince años, reclamado por su ma- yectos, lo cobija bajo su ala. Ahí hay ma-
dre para colaborar en la manutención fa- dera que cortar. En apenas dos meses le
miliar, aterriza en el bullicioso New York prepara para la competición, el oropel de
de la época, la meca de la modernidad, los Golden Gloves, ese canto de sirena
resumible a su vez en la frase cantada que tanto ha embrujado a las promesas
por Frank Sinatra: “Si lo consigues aquí, de diversas generaciones. Normalmente,
puedes lograrlo donde quieras”. Y allá va Clancy se toma todo un año para aleccio-
Emile, aprendiz durante largo periodo en nar y curtir a sus pupilos, pero este Emi-
una tienda de sombreros, diseñador pre- le Griffith es caoba de la mejor calidad,
coz de algunos modelos así que aprende de ahí que se acorten sustancialmente
el ‘abc’ de tan caduco oficio. los términos. Tan verde está que cae en
primera ronda de la competición del 57,
sopladas 19 velas en su pastel de aniver-
sario. Da igual, la suerte está echada y su
La magnitud, proporción y potencial destino, marcado.
de esos bíceps, esa anchura de hom-
bros, esos pectorales, el porte apo-
líneo de divinidad griega esculpida PROMETEDORA FIGURA DEL BOXEO
en negro, sugieren a algún testigo la
recomendación de acudir de inme- Clancy lo cocina a fuego lento. Dispone
diato a un gimnasio para conocer los ahora de otros doce meses para moldear
entresijos del boxeo, ya saben, tal vez a esa estrella en ciernes. Anda sobrado
la autopista más recta del momento de físico y potencial, vamos a trabajar
si querías abandonar la miseria, si los fundamentos. Cómo moverse, cómo
carecías de otras armas y sólo puedes fluir, el juego de piernas, la situación en el
contar con tu físico para forjarte el ring, coger la distancia hasta saber per-
nombre que te saque del anonimato. fectamente, a ojos cerrados, dónde te
encuentras en relación a cada cuerda, a
cada esquina. Horas golpeando el pesa-
do saco para fortalecer nudillos y muñe-
cas, sonido machacón del punching ball
Hasta aquel caluroso día en que, según donde agilizará el juego de golpeo manual
sí cuenta su leyenda, pide permiso para en continua combinación de izquierda,
despojarse de la camiseta y dejar su tor- derecha, izquierda, derecha. Vaya, y qué
so desnudo. La magnitud, proporción y manos tan ágiles y rápidas las de Emile
potencial de esos bíceps, esa anchura Griffith, la joya de su corona particular.
de hombros, esos pectorales, el porte En las veladas de promesas, le ve en ac-
apolíneo de divinidad griega esculpida en ción lo más granado del periodismo de-
negro, sugieren a algún testigo la reco- portivo neoyorquino de aquellos tiempos.
mendación de acudir de inmediato a un Jimmy Breslin, por ejemplo, palabras ma-
gimnasio para conocer los entresijos del yores, abandonaba la redacción, siempre
boxeo, ya saben, tal vez la autopista más en las inmediaciones de Times Square,
recta del momento si querías abandonar para deleitarse a media tarde viéndo-
la miseria, si carecías de otras armas y le cruzar guantes con veteranos de mil
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muescas en físico y alma. Para Bill Ga- de un paria, que es lo que soy”). Esa ex-
llo, otro que tal entre la élite de los beat presión figura en lugar destacado, haga-
writers, la curiosidad hacia el proyecto mos un inciso, entre las cien frases más
queda picada cuando intuye en él cierta recordadas de la historia del séptimo
desgana por boxear, seguro que no es su arte y, sin duda, en lo alto del pódium por
vocación, pero cuando sube ahí y entra lo que respecta a recreación filmada del
en el cuadrilátero, esa armonía reclama box y su ambiente. Volvamos a Emile,
la atención de todos, cazatalentos o sim- aún promesa, aunque ya confirmada por
ples aficionados. Ahí no le notas el menor la cátedra neoyorquina, ombligo de ese
rechazo, parece nacido para combatir y mundillo.
alcanzar la excelencia vital por esa vía.
El ‘abc’ en el ya moldeado estilo de Emile, Griffith regresa a su natal Saint Thomas
primera consigna a seguir: hay que pegar con el primer dinero fresco y abundante
primero y sacar rápido las manos. Para en el bolsillo. En agradecimiento, compra
miembros del oráculo, cualquier merito- una gran casa a mamá y a la numerosa
rio debe disponer de algún arma especí-
fica que le aporte acento, peculiaridad,
diferencia en la clase. El secreto de Emi-
le Griffith es un up jab: golpe recto con
plena extensión del brazo que llega al ob-
jetivo por encima de lo habitual, difícil de
prever, arduo de encajar dada la limpieza
y velocidad de ejecución.

Gil Clancy, por supuesto, encarna la des-


conocida figura paterna y Emile sigue
sus consejos a machamartillo, sin rechis-
tar ante su autoridad. Lo hará siempre y
a cada momento, leal a sus escasos men-
tores, a quienes invierten horas y empe-
ño en pulirle, en hacerle un nombre. Por
fin, ya dispuesto, alcanza el título en los
Golden Gloves, ya es guante de oro y su
nombre suena como futuro contender,
el aspirante por definición henchido de
sueños que, ya para la eternidad, en-
carnaba años antes Marlon Bran-
do en La ley del silencio (“On
the waterfront”) cuando pe-
naba errores del pasado,
confesados en la céle-
bre frase: “I could’ve
been a contender,
I could’ve been so-
mebody instead
of a bum, which is
what I am” (“Hu-
biera podido ser
un aspirante. Hu-
biera podido ser
alguien en lugar 166

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prole de hermanos porque, así lo soltará
al viento: “Nadie de mi familia sabe hacer
nada, ni siquiera trabajar”. En correspon-
dencia, la matriarca se convierte en una
especie de rara avis, habitual en prime-
ra fila de todos los combates del retoño,
donde rápidamente es conocida por su
continuo alarido “pégale, hijo, pégale”,
escena repetida nada habitual, por no
caer en el juicio de valor de considerar-
la poco edificante dado el grado próximo
de parentesco. Da igual, pronto se le unirá
todo el clan en la liturgia de pegar gritos a
dos palmos de la contienda: conseguirán
instantánea celebridad gracias a tal pecu-
liaridad. Son tan rústicos como para eso Griffith y Benvenuti
y más. Y la sofisticada metrópoli les ríe la
gracia por su excéntrico primitivismo. Entonces, recordemos sin la menor nos-
talgia, la televisión resultaba la manera
fácil de labrar nuevas amistades entre el
vecindario, el púlpito que vertía entrete-
BOXEO, EL DEPORTE TELEVISADO
nimiento para la feligresía, el altar ante
el que se congregaba cualquier nación
para articular aún mejor sus complici-
Emile Griffith protagonizó en 23 oca- dades. El tema de conversación preferi-
siones el mejor combate de la velada do donde fijar las triviales charlas de la
en pleno prime time nacional. mañana siguiente. Los viernes, los niños
podían quedarse a verla hasta tarde, li-
berados ya de deberes escolares, la dis-
El Madison Square Garden (MSG) es en- tracción salía gratis y, encima, resultaba
tonces al box lo que La Scala será siem- algo muy especial, tanto que convertía
pre a la ópera. La Catedral, el Taj Mahal. en celebridades a quienes ocupaban
The top, como habría dicho Cole Porter. la pequeña pantalla. Sus nombres no
Desde allí, desde aquel sagrado pabe- eran de serie, tipo Bonanza, Gunsmoke
llón, la cadena ABC transmite cada vier- o Los Intocables, sino carne y huesos
nes su programa en directo Cabalgata dispuestos a golpear bajo el apelativo
de los deportes a toda la nación, con Kid Gavilán, Sugar Ray Robinson, Car-
audiencias archimillonarias, imposibles men Basilio o, bienvenido, también Emi-
siquiera de evaluar en magnitud e im- le Griffith. Nuestro hombre protagonizó
portancia en estos atomizados tiempos en 23 ocasiones el mejor combate de la
de Internet y nuevas tecnologías. Pa- velada en pleno prime time nacional; fre-
trocinan la velada catódica las hojas de nen las bromas, que eso sí es formidable
afeitar Gillette y convierten la antesala exposición a la notoriedad pública.
del weekend en el mejor momento de la
semana para legiones y legiones de nor-
teamericanos. Quien aún no ha puesto a ANTECEDENTES DEL FATÍDICO
ese electrodoméstico en el centro de su COMBATE
vida y de su comedor, corre a casa del
vecino para gorrearle una beer heladita Al sur, en Cuba, primeros tiempos de los
y algo que la acompañe en el trasiego. barbudos en el poder, Batista ya es puro
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recuerdo. De Santa Clara surge Benny para luchar por el cetro mundial el primer
‘Kid’ Paret, púgil curtido en mil peculia- día de abril del 61. El contrincante, Emile
res entrenamientos con sede en la mítica Griffith. Sin boxear nada del otro jueves,
sala de fiestas Tropicana, donde se labra Paret marcha delante en el recuento de
fama de bailarín dotado para la rumba, el puntos hasta que suena la campana que
mambo y el chachachá, percha perfecta cierra el duodécimo asalto. De regreso
para el negro zumbón que canta alegre a su rincón, Gil opta por lo extremo para
el bayón, otro wélter de postín que anda que su pupilo reaccione. Acusa a Emile
llamado a protagonizar la década entre de falta de actitud, de boxear sin alma ni
la élite de la categoría aún cuando faja espíritu y la corta arenga sube de tono
mucho mejor de lo que pega, encaja de hasta culminar en un bofetón, a ver si así
manera formidable y aguanta la distancia despierta de una vez. Vaya si lo consigue.
en los rounds que le puedan echar gra-
cias a sus volátiles pies. Otro paria que Griffith sale furioso en cuanto suena
el destino se encargará de deshacer, si el gong y noquea a Paret de inmediato,
nos dejamos de edulcorar virtudes y op- basta con un buen gancho de izquierda.
tamos por lo crudo. En esa pista de baile Acabada la cuenta de diez, la felicidad
engatusa a Lucy, que apenas sale de la del nuevo campeón es tan excesiva y na-
adolescencia para cargar ya con su fru- tural que salta a brazos del árbitro de la
to, el próximo Benny Jr. Hasta Florida contienda, quien se lo saca, por supues-
hay sólo un salto y allá que lo pega Paret to, de encima. Emile da una voltereta,

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pega brincos dignos de atleta y recibe en conocía de ese idioma profano. No sólo
el ring, a escasos segundos de ganar el eso, ante los fotógrafos, curiosos y perio-
combate, la improvisada visita de mamá, distas presentes en surtido número, Paret
que no quiere perderse el momento, no se atreve a tocarle el trasero a su oponen-
sabe esperar y chupa de paso su cuota te en directa afrenta que pretende sacar
de cámara, ya reconocible para toda la a dominio público lo que es cuchicheo en
afición. El triunfo y el correspondiente la intimidad del box sobre las preferencias
cinturón que acredita al nuevo monarca sexuales del campeón. Recuerden, esta-
de los wélter otorgan gran confianza y mos en 1961, ni siquiera se ha modela-
autoestima a Emile, quien, ahora sí y por do el término “gay”, quedan treinta años
fin, se siente ganador, “el rey de la calle” hasta llegar al eufemismo tolerado social-
en su propia definición. Esos meses su- mente de “salir del armario”, el matrimonio
ponen la felicidad completa, el recono- entre personas del mismo sexo ni siquie-
cimiento popular, vivir en la cresta de la ra es sueño desmesurado para radicales
ola perfecta y deslizarse en surf. Manuel progresistas. La homosexualidad es el
Alfaro, restaurador metido a mánager de peor de los pecados, una enfermedad in-
Paret sin saber cómo calzarle los guan- tolerable, ni siquiera hay liberal que pueda
tes, pide la revancha y le es concedida condescender ante ella.
para el 30 de septiembre. Será “el com-
bate de la semana”, prime time del vier- La mala sangre que ha destilado Griffith
nes, por supuesto, millones pegados de en las horas previas condiciona el com-
nuevo a la transmisión live en blanco y ne- bate desde su arranque. Se pegan con
gro. En la víspera sucederá algo definitivo saña, sin cuartel ni respiro hasta comple-
para las vidas de ambos, un detalle que se tar quince asaltos de sangría. Gana a los
convierte en destino trascendental. puntos el cubano y el peor insulto, ese
faggot, retruena sin cesar en la mente de
Emile, inconsciente de sus preferencias
carnales, que ni siquiera había dedica-
do tiempo a reflexionar si era o no “eso”.
Para él, o estaba bien o estaba mal y esa
inclinación no figuraba entre el paquete
situado en el segundo supuesto.

Alcanzado el título, Alfaro y Paret, muy


metidos en la dinámica del medio, me-
nosprecian en público a Griffith, se nie-
gan a concederle una tercera entrega de
su pugilato particular por mucho que sea
estruendoso el deseo de los aficionados.
Se hacen de rogar. Emile pierde las ga-
nas de seguir entrenando, deja de ir al
gym y se recluye en casa dándole vueltas
a cada instante del lance perdido. Cuan-
ACOSO EN EL RING do le queda un segundo libre de su ob-
sesión, lo dedica a otro flagelo, el de sus
Llegada la ceremonia del pesaje para el
segundo duelo, Benny Paret decide tocar preferencias sexuales. Hasta que mamá
ve peligrar los huevos de oro y le saca a
la moral de su oponente con un dialéctico
empellones del aislamiento, haciéndole
golpe bajo. Le llama “maricón” en perfecto
notar la gran diferencia de condiciones
cubano, a ojos y oídos de los presentes,
entre los términos ganador y perdedor.
“una de las cuatro palabras” que Griffith
De repente, Griffith canaliza toda su ira,
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toda la rabia acumulada desde su más pregunta sobre posibles planes de boda
tierna infancia. Jura y perjura contra del artista. Liberace era EL homosexual
Paret, quien acepta el tercer encuentro estadounidense por excelencia y en esas
gracias a una suculenta bolsa en juego. mayúsculas del texto, pero a él también le
Emile le dice a Gil Clancy que, cuando le obligaban a tapar las apariencias, no fue-
vea de nuevo en el pesaje, le arreará un ra que la condición de invertido fastidiara
buen golpe como tardía venganza al fu- el negocio, fortuna e imagen. Reciente-
nesto incidente de la segunda ocasión. mente, la cadena HBO ha producido un
La réplica de Gil, fría como una tumba: biopic titulado Behind the candelabra,
si lo haces, no hay combate, no hay di- en la que un espléndido Michael Douglas
nero y no tienes ningún futuro. Espérate encarna a Liberace, considerado durante
y salda cuentas en el ring. Ten un mínimo veinte años el artista de show-business
de paciencia. mejor pagado del mundo, parcialmente
especializado a horas de asueto en de-
Homófobo sin saber qué quiere decir mandar a todo aquel que le acusara de
eso, Paret vuelve a repetir insulto en el gay. Máximo tolerable, excéntrico y pun-
tercer pesaje. Las fotos del momento lo to. Esas eran las fronteras de aquellos
plasman sonriente mientras, a su lado, tiempos. Coletilla final antes de volver
el ahora aspirante de las Islas Vírgenes a Griffith: Liberace fue demandado por
pone cara de pasmo, perfecto rostro de su amante, encarnado en esa ficción por
circunstancias. La hipersensibilidad de Matt Damon, y falleció de sida sin reco-
Emile ha sido ultrajada hasta lo más pro- nocer nada de nada; imaginen, pues, el
fundo de su alma y ser. Él, que, por en- desmesurado grado de presión social y
cima de todo, sólo quería ser amado y la necesidad de negarlo todo, incluida la
reconocido y que, en aras a tal objetivo evidencia, si la inquisición apretaba tuer-
existencial, escogió el atajo del pugilato. cas. Infinitamente peor que el Comité de
Los enviados especiales obvian el inci- Actividades Americanas promovido por
dente. Simplemente, por impublicable. el funesto senador McCarthy en la caza
La palabra ‘homosexual’ está vetada en de brujas contra Hollywood de comien-
los periódicos y a Howard Tuckner, que zos de los 50. Un horror.
pretende ofrecer a sus lectores la clave
secreta de esa creciente mala sangre en-
tre ambos negros, el New York Times se
la borra de su crónica. El NYT, la Biblia LLEGA EL CONTROVERTIDO COMBATE
del género, lo más liberal del mundo. Le
24 de marzo de 1962, fecha situada,
ofrecen cambiarle el concepto por un ri-
en feliz acierto de otro grande del oficio
dículo “no hombre” y Tuckner se indigna.
estadounidense como Peter Hamill, “en
El pope Breslin reconoce, rememorando
el último año de la década de los 50”.
aquella tragedia, que nadie se hubiera
La superpotencia sigue feliz y abstraída
atrevido a publicar, a difundir, a transmi-
gozando de su prosperidad, aún no ha
tir la auténtica razón de esa feroz ene-
llegado el magnicidio de Dallas, todavía
mistad. Maricón, faggot… Eso no existe
estamos en el nirvana tan bien plasmado
en la América de entonces.
por George Lucas en su American gra-
Como referencia, si recuerda el lector, ffiti, nadie sabe qué es Vietnam ni dón-
citemos aquí la jugosa escena del film de queda siquiera tan ignota nación. No
Buenas noches y buena suerte en la que ha llegado el literario, cacareado ‘fin de
el sensacional periodista Edward Mu- la inocencia’. En tales condiciones, mejor
rrow se ve obligado a entrevistar al ge- sigamos dedicados a disfrutar del boxeo,
nial pianista Liberace por presión de sus ese deporte protagonizado por pobres
superiores y pacta en la entrevista una para consumo de clases medias, los hé-
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roes de las comunidades forjadas por percibido el primer álbum publicado por
minorías que mostraban a los suyos la un cantautor que ha optado por el nom-
manera de escapar a la pobreza. Treinta bre artístico de Bob Dylan. También el
años más tarde y en otro contexto, Magic coliseo del deporte rezuma aún, transcu-
Johnson lo expresaría de manera igual- rridas escasas semanas, aroma de leyen-
mente cruda al proclamar que los pobla- da: Wilt Chamberlain acaba de meter allí
dores de los ghettos negros sólo podían cien puntos él solito, techo de anotación
escabullirse de su marcado y fatal des- que queda como récord eterno y será ya
tino por dos vías: o como traficantes de siempre la foto de conmemoración con la
drogas o como estrellas del deporte. Y no sencilla cuartilla donde el fotógrafo listo
le faltaba razón, sin duda. ha escrito ‘100’ cerca del rostro del gi-
gante feliz del baloncesto.
24 de marzo de 1962, fecha que llega
después, por horas o días, de que Edgar 24 de marzo del 62, fecha del tercer
Hoover comunique a JFK que comparte Griffith-Paret, con lleno hasta la ban-
amante con el mafioso Sam Giancana y dera en el Madison Square Garden, re-
eso resulta materia altamente peligrosa venta de locura para las primeras filas
para la seguridad nacional. Sábado de de ring, donde hay que estar y ser vis-
primavera en el que franceses y argeli- to o no eres nada, ni pintas nada, en La
nos andan ya a punto de sellar el acuerdo Gran Manzana. Enjambre rebosante de
definitivo para permitir la independencia políticos, gángsteres, diversos tipos de
del país norteafricano. Fin de semana en famosos y acompañantes de lucimiento.
el que sigue pasando totalmente desa- Arbitra Ruby Goldstein, el mejor referee
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posible, número uno en su complicada box con retranca, más retumba el golpe
manera de ganarse la vida, famoso por en el cerebro y mejor se logra que el rival
su honestidad, entereza y rigor. Ha lle- pierda consciencia.
gado el combate del siglo del momen-
to y Griffith, ahora de nuevo reducido a
la condición de aspirante, sale sólido y
concentrado desde que suena la cam- Goldstein llega tarde a detener la
pana inicial. Aún así, un gancho de iz- gratuita sangría porque la rabia de
quierda de libro lanzado por Benny en Griffith ha sido incontrolada, huracán
las postrimerías del sexto asalto le caza de puñetazos dispuestos a saldar las
de lleno. Escucha la cuenta de protec- cuentas pendientes, las de antes, de
ción de Goldstein hasta el número ocho toda la vida mortificada, y las de aho-
y ahí, por suerte para él, suena el gong, ra, las del insulto repetido en público.
se acabó esa porción de tres minutos.
Gil Clancy aprovecha la cortesía a fin
de soltarle otra de sus proverbiales filí-
picas. Si mantienes la distancia, perde- Los testigos de la paliza, sean Hamill,
rás. Mételo dentro, empújalo contra las Breslin o Tuckner, no se ponen de acuerdo
cuerdas, busca el cuerpo a cuerpo, llé- en el lúgubre recuento: diecisiete, veinti-
vatelo a una esquina y atízale hasta que trés, veinticinco golpes limpios arreados
Goldstein te mande parar. O volverás a con desmedida furia en apenas cinco,
perder, te lo aviso. En el futuro, Gil nega- diez segundos de margen. La cabeza de
ría una y mil veces que usara otras tretas Benny va de un lado a otro, como si fuera
de motivación, que pinchara a Emile en un tentempié aguantado por frágil mue-
términos más soeces, guerrilleros, que lle, pelele, guiñapo. Goldstein llega tar-
le pidiera que matara a ese imbécil, tal de a detener la gratuita sangría porque
como algunas voces apuntaron cuando la rabia de Griffith ha sido incontrolada,
todo el mundo se dedicó a la búsqueda huracán de puñetazos dispuestos a sal-
de culpable para justificar lo injustifica- dar las cuentas pendientes, las de an-
ble, el drama en ciernes, la desgracia tes, de toda la vida mortificada, y las de
que ya se avecinaba. ahora, las del insulto repetido en público.
Atrapado contra la unión de las cuerdas
Duodécimo asalto. Los dos primeros mi- del ring, Benny se desliza hacia el suelo
nutos han supuesto una lluvia de golpes como cera derramada. Norman Mailer,
y Paret se lleva la peor parte. Cuidado, siempre perfecto en las descripciones
dos ganchos consecutivos de izquierda cortas y áridas, escribirá que aquello le
levantan al público de sus asientos, es pareció “un bate de béisbol destrozan-
evidente que Benny anda groggy, es el do una calabaza”. Por fin, a los 2:09 del
momento, se aproxima el desenlace, se asalto 12, Ruby Goldstein detiene la
huele el K.O. en el ambiente enfervori- sangría. Paret yace inmóvil en la lona,
zado del MSG. Emile acorrala a Benny cuan largo es, inerte. Le retiran en cami-
contra un rincón, Goldstein vigila la lega- lla sin recuperar no ya consciencia, sino
lidad a espaldas del chico de Saint Tho- el mínimo movimiento. Entubado, cami-
mas, pierde la visión y queda a distancia. no en ambulancia del Roosevelt Hospi-
Lo que sigue es tremendo y lo está vien- tal. No se recuperará del coma y morirá
do todo el país, niños y mayores. Series al cabo de diez días. Lucy vuela desde
continuas de derechazos, ganchos bien Cuba y se desmaya sólo verle en la cama
curtidos desde abajo, combinaciones de del dispensario, aunque sostenga a Ju-
derecha y zurda que buscan la mandíbula nior en los brazos. Diagnóstico: derrame
de Paret, ahí, justo debajo de la comisura cerebral masivo.
labial, donde, dicen los viejos sabios del 172

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DURAS CONSECUENCIAS violencia que ha entrado en todos los ho-
gares y deja tema de conversación nacio-
nal durante semanas y semanas. Vuelve
A Griffith sólo le queda disculparse cons- la polémica cíclica: hay que prohibir prác-
tantemente, a Goldstein le colocan en la tica tan salvaje y primaria, proliferan los
picota por no parar el presunto homicidio propagandistas que ya habían denuncia-
a tiempo, pobre de él. Demasiado brutal, do la peligrosidad del box, tan primitivo.
excesiva violencia que ha entrado en todos Los Angeles Times, para dar con el nivel
los hogares y deja tema de conversación de la controversia, publica una durísima
nacional durante semanas y semanas. editorial donde dictamina que “el país ha
Vuelve la polémica cíclica: hay que prohibir asistido a una ejecución en plaza públi-
práctica tan salvaje y primaria, proliferan ca”. Los concienciados aprovechan para
los propagandistas que ya habían denun- reivindicar los llamados “deportes salu-
ciado la peligrosidad del box, tan primitivo. dables”; fácil imaginar cuáles. Tan tre-
mendo es el grado de alteración que el
gobernador civil de Nueva York, otro más
en la saga Rockefeller, se ve obligado a
De inmediato, comienza esa habitual per- crear un comité de investigación para
secución sañuda en busca de culpables acallar conciencias y guardar, básica-
que sólo los hipócritas saben tejer a la mente, las formas. Pese a desearlo con
perfección, incluso en el mínimo detalle todas sus fuerzas, Goldstein no quiere
de cuándo asestar el enésimo golpe en el ir al hospital mientras Paret languidece,
pecho de supuesta contrición. A Griffith le fastidia la sola idea de enfrentarse a
sólo le queda disculparse constantemen- una nube de micrófonos y ser tachado de
te, a Goldstein le colocan en la picota por oportunista, temeroso de inflamar aún
no parar el presunto homicidio a tiempo, más tan volátil y flamígera crisis. Golds-
pobre de él. Demasiado brutal, excesiva tein ya no volverá a arbitrar, jamás.

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El paso del tiempo, como corresponde, te, previsible, el que le dedicara el finado.
ayuda a atenuar la vorágine creada. Y La situación empeora de tal modo que
van saliendo detalles a la luz: tres me- abandona el territorio para pasar una
ses antes, en el último combate previo temporada en el tópico paradero desco-
de Benny ‘Kid’ Paret, el cubano había re- nocido. Decide poner tierra de por medio
cibido otra soberana paliza a manos de así que la prensa publica lo que le que-
Gene Fullmer, quien reconoce que nunca da a Lucy, apenas 23.000 dólares para
le había pegado tanto y tan bien a nadie. el resto de su vida con la obligación de
O sea, llegaba el pobre más que tocado. criar a Benny Jr. Los quince miembros de
La opinión pública también se lanza a la la Comisión Rockefeller siguen reunidos
yugular de Manuel Alfaro, ese mánager sin alcanzar ninguna conclusión. Colmo
que sólo pretendía exprimir al pobre Ben- de la doble cara: ABC y las grandes ca-
ny hasta la última gota de jugo antes de denas prometen eliminar el boxeo de su
embaucar a su próximo sustituto, la nue- programación por presión popular, pero,
va fuente de ingresos en dólares. Alfaro por el momento, cada día puedes ver la
cabe en el estereotipo de explotador sin redifusión del combate aquí, allá y acu-
escrúpulos, así es presentado. Norman llá, incluida la ralentización de los 129
Mailer aún dedica otra porción de su li- segundos del duodécimo asalto, que la
terario talento al malogrado Paret: “Cayó retina del americano medio ya se sabe de
más lentamente que ningún otro boxea- memoria a poco que no tome la decisión
dor en la historia, como un trasatlántico de apagar el aparato. La mayoría, lo que
que se hunde en el mar, segundo a segun- llaman mainstream America, ha decidido
do hasta su tumba”. Tras el desenlace, la que ya no se siente cómoda viendo a dos
mamá de Benny pretende vender la casa, seres humanos pegarse por televisión.
las pertenencias, todo cuanto pueda oler Pasemos a otra distracción, por favor.
a dinero, pero la ley estadounidense se
lo impide para favorecer a Lucy, su jo-
ven viuda. Decide enterrarle en Nueva
REGRESO OBLIGADO AL RING PARA UN
York tras largos días de colas de extra- TRASTORNADO EMILE
ños, desconocidos y curiosos con barniz
morboso que deciden despedirle, corpo-
re insepulto expuesto en el Ortiz Funeral
House, su penúltima morada. Para Emile El mánager esgrime argumentos de peso:
Griffith comenzaron ya las estaciones de te van a quitar el título como no lo defien-
su personal calvario. das pronto y, aún más definitivo por eviden-
te, como no vuelvas a boxear, no sé cómo te
vas a ganar la vida…

Colmo de la doble cara: ABC y las grandes


cadenas prometen eliminar el boxeo de su
programación por presión popular, pero, Mientras tanto, Howard Tuckner, el pe-
por el momento, cada día puedes ver la riodista del Times, se apunta una buena
redifusión del combate aquí, allá y acullá, exclusiva: ha localizado a Emile en su
incluida la ralentización de los 129 segun- particular destierro y describe en el re-
dos del duodécimo asalto. portaje las secuelas personales que el
combate también le reportó al ganador y
presunto asesino. Sigue aturdido y tiene
miedo, siente pavor a todo, incluso de ni-
El poco flamante campeón recibe ame- miedades. Vive obsesionado, ve a Paret
nazas de muerte de acento hispano, su cuando se mira en el espejo, se siente
teléfono no deja de sonar y tal como lo perseguido, se despierta constantemen-
descuelga oye el mismo insulto laceran- 174

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Revista#06
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te en plena noche, víctima de pesadillas de su exiguo círculo íntimo, su descubri-
y sudores fríos que Griffith confiesa a dor, Howie Albert, se ve obligado a correr
su sagaz interlocutor. Gil Clancy, para- hasta el rincón de Emile para reprender-
digma de hombre pragmático, consigue le a medio combate con la complicidad
al fin convencerle para que abandone el instantánea de Clancy: “Si quieres, deja-
ostracismo y regrese a la realidad. El má- mos el boxeo ahora mismo, tú decides y
nager esgrime argumentos de peso: te poco me importará saltar al ring con Gil
van a quitar el título como no lo defien- y comentárselo al árbitro. Ahora bien, si
das pronto y, aún más definitivo por evi- piensas salir de nuevo ahí, pelea como se
dente, como no vuelvas a boxear, no sé espera de un campeón”. Esas palabras
cómo te vas a ganar la vida… Y le progra- consiguen un efecto balsámico sobre el
ma un retorno cómodo para el 13 de ju- torturado Griffith. Pasa página de sope-
lio del 62, en defensa de la corona de los tón y noquea a Dupas. Arranca la segun-
wélters ante Ralph Dupas, fino estilista, da parte de su biografía boxística.
permitan la licencia, enorme boxeador de
salón, aunque incapaz de dañar a nadie
con los puños. Pero ya no combate igual, ya no es el mis-
mo. Nunca fue un noqueador y jamás lo
Ya de regreso en Nueva York, Jimmy
podrá ser. Ahorra golpes y no pega como
Breslin se las apaña para comer con Emi-
antaño, no quiere hacer daño. Parece que
le Griffith en los días previos a la reapa-
discurra por otro camino, que, de todas
rición y queda absorto ante el panorama,
formas, le reportará de nuevo la condi-
que describe a sus lectores. El boxeador
ción de número uno.
se pasa el ágape con la cabeza entre las
manos. Breslin esgrime que un hombre
en ese estado emocional no puede volver
al cuadrilátero, casi un aviso para nave- Imposible ya mantener el peso bajo el lí-
gantes que busca generar compasión mite de los 66 kilos fijados para los wél-
entre quienes le han demonizado. Por ter, da el paso obligado a la categoría de
desgracia, esos fantasmas ya no se des- los medios e inicia una gira mundial, con
vanecerán jamás, acompañarán a Emile paradas en Londres, Viena y Múnich, en-
el resto de sus días, su sensibilidad ha tre otras ciudades, para sumar méritos
podido más que su fortaleza mental, que- que le lleven hasta lo más alto de nue-
brada en añicos, y sólo le sostiene la evi- vo. Pero ya no combate igual, ya no es el
dencia de Clancy. No queda más remedio mismo. Nunca fue un noqueador y jamás
que seguir en el ring para sobrevivir. El lo podrá ser. Ahorra golpes y no pega
mundo es cruel, sin duda. como antaño, no quiere hacer daño. Pa-
rece que discurra por otro camino que,
de todas formas, le reportará de nuevo
la condición de número uno. Combates
LOS FANTASMAS ACECHAN
a la distancia, ganados por puntuación.
Llegado el momento de medirse a Dupas, Recibe más, pero encaja bien. No para de
el público queda boquiabierto ante lo que combatir, aprovecha años de madurez e
muestra Griffith. No se mueve del centro impacto en las taquillas, donde sigue fi-
del cuadrilátero, rehúye cualquier invita- gurando entre los mejores reclamos de
ción al clinch, al habitual cuerpo a cuer- la disciplina. Se pirra por lucir un Lincoln
po, y el combate se va tornando una far- Continental, siempre de color rosa, co-
sa. Las cuerdas quedan lejísimos, ni las chazo donde le ven al volante, tremenda
visita, no fuera que se le presentara otra percha para alguno de los cincuenta tra-
visión de Paret. Hasta que otro miembro jes cortados por los mejores sastres que
descansan en su vestidor. Gana dinero a 175

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espuertas, visita a menudo las Islas Vír- Contrayente acostumbrado en la prime-
genes donde vive la vida loca y aparenta ra página de la sección deportiva, donde
tanto como tiene. Vuelven sus mejores ha vuelto a instalarse como famoso por
momentos, ya es boxeador curtido, en- méritos estrictamente competitivos. Sus
salzado, de calidad y con la suficiente combates en el Shea Stadium ante el
experiencia como para vencer sobrada- italiano Nino Benvenuti, ya amigo para el
mente a base de prestigio y experiencia, resto, han sido ponderados por la crítica
antes que de golpes certeros. a la altura del caviar Beluga, asaltos di-
rectos a las estanterías históricas para
En una de sus escapadas, allá, en uno de curiosos que deseen saber en la poste-
sus night-clubs caribeños de turno, se ridad cómo endulza la canela en rama
topa con Sadie, una preciosa muñeca a cuando has preparado fina repostería
quien le resta buen trecho para llegar a boxística. Más tarde, también los pulsos
veinteañera aunque sea ya madre solte- contra el pétreo argentino Carlos Mon-
ra. A las pocas horas de trabar contacto, zón arrebatan de gozo al personal. Emile
Emile le ruega que acceda a casarse con Griffith ya es eterno y él se perpetúa. Ha
él. Cabría en el almibarado ‘amor a prime- perdido cabello, pero ahí está, camino de
ra vista’ de no mediar un hecho de mayor los cuarenta, sigue que seguirás, comba-
enjundia. Resulta práctica habitual en- te tras combate hasta el punto de hacer
tre homosexuales contraer matrimonio creer a la afición que el pobre diablo vive
para dar un barniz de social normalidad en bancarrota y ésa continúa siendo su
al asunto de sus preferencias. Así le será única manera de escapar a las previsi-
más fácil ser aceptado. La boda llega en bles cornadas que le pegaría el hambre.
mayo del 71 y entre la pomposa lista de Lejos los días de las grandes bolsas, el ya
invitados figura Joe Smokin’ Frazier, ami- cinco veces, cinco, campeón del mundo
go personal del novio. en las categorías de los wélter y los me-
dios anda ahora por los cincuenta mil dó-
lares fijos cada vez que se viste en calzón
corto. Cuando le preguntan por su longe-
vidad, por si no piensa parar nunca de
boxear, Emile replica con su seductora
sonrisa que lo hará el día que se lo pidan
Gil Clancy y otros allegados, los íntimos
de absoluta confianza. Y no ha llegado
ese momento, por lo visto.

ÚLTIMO PUNCH A EMILE

A Sadie apenas la frecuenta. Ha queda-


do limitada a la triste condición de tapa-
dera. Griffith prefiere tener residencia en
los suburbios, donde le llega la hora del
adiós rozando la cuarentena, justo antes
de otro importante giro vital. Ha adopta-
do a un chico hispano salido del correc-
cional donde trabaja, con el que llena su
deseo de paternidad. No pasa apuros
porque sigue en el ambiente, quiere pulir
talentos y lo logra a base de horas en el
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Gimnasio Gleason de Manhattan, donde poco preciso en la elección de las pala-
le distinguen por su enorme exigencia a bras, olvidadizo, ya típico entre los viejos
la hora de preparar pupilos. Entre ellos, del cuadrilátero de cualquier rincón del
dos portorriqueños alcanzan la cima del globo. Es el habla de los sonados. No ha
oficio y uno de ellos, Juan Laporte, gana perdido, empero, un ápice de sensibili-
por calidad un pasaporte a la posteridad dad, esa que le aconseja dejar fluir los re-
de su disciplina. Cuando deja el trabajo de cuerdos cuando le asaltan para recrear-
maestro en lo suyo, se sumerge por siste- se en ellos y no rehuirlos como si fueran
ma en el submundo marginal, ahí se pier- tortura infringida de los viejos y buenos
de y goza con sus amigos. Le gusta bailar tiempos que ya no volverán. Por suerte,
y lástima que la bebida le ponga irascible. le queda el consuelo del reconocimien-
Sigue fiel a su máxima, no le importa qué to: será nombrado para formar parte en
piense la gente, sólo cree a pies juntillas el Hall of Fame del box, cosecha del 90,
que no está haciendo nada malo. y compartirá la ceremonia con mitos del
calibre de un Angelo Dundee, coach de
Pasan los años y en una noche del 92, tantas generaciones del peso máximo,
a la salida de un garito frecuentado por o del incombustible George Foreman,
transexuales, le esperan cinco mucha- aquel que fue temible cuando se enfren-
chos provistos de armas blancas y ba- taba a Muhammad Ali y ahora es tan
tes de béisbol. Sin duda, saben quién es tierno, accesible, visceralmente humano
y pretenden, en su cortedad de miras, como él, como Emile Griffith.
darle una lección, vayan a saber cuál. El
resultado es una paliza salvaje, desco-
munal, que le deja todo un mes internado
en el Queens General Hospital, con los ri- SE HACE JUSTICIA A LA
ñones hechos polvo, la columna vertebral TORTURADA FIGURA
afectada, también la memoria, el dolor in-
Le queda una asignatura pendiente, ínti-
soportable como compañero constante.
ma, inconfesable: siempre ha reprimido
La rehabilitación será larguísima y nunca
las ganas de acercarse al Saint Raymond
completa. Las lagunas van aumentando
Cemetery del Bronx, donde reposan los
en su materia gris conforme cumple años
restos de Benny ‘Kid’ Paret. Al final, más
en el calendario. El viejo amante de los
de cuatro décadas después, lo consigue
Lincoln viaja ahora en transporte público
en fantástico sentido de la oportunidad
con la movilidad propia de un octogena-
el equipo realizador de su documental
rio, manteniendo, eso sí, una hercúlea
biográfico Ring of fire. Ahora que se han
percha, apariencia jovial que tapa una
ganado la confianza de ese pedazo de
pésima salud oxidada. Si parte de Emile
persona, le invitan a cerrar las últimas
murió también contra Paret, otra sustan-
escenas de metraje con un encuentro
cial porción se ha desgajado de su ser
que cierre el círculo ante Benny Jr., ya
tras la golpiza.
cuarentón y alejado del mundillo por sú-
Vive con Luis, que le cuida y aguanta plica de Lucy, aún cuando el heredero del
esas constantes pesadillas que alteran el infortunado mostrara maneras boxísti-
sueño y descanso de quien fuera champ. cas en edad infantil. Acepta el contacto
Por duro que le pegue la vida, mantiene porque desea pedirle perdón, confirmar-
esa apariencia angelical, la constante le que no sentía el menor anhelo de con-
sonrisa entrañable que despierta ganas vertirle en huérfano a esa tierna edad.
de abrazarle, versión humana del oso de Contemplar esa escena conmovería al
peluche. Su hablar, antes suave y agudo tipo más duro sobre la capa de la tierra,
que también contribuía a los rumores e desharía el pedernal. Sólo reconocerse,
insidias, se ha tornado lento, gangoso, apenas presentados, se funden ambos
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en un eterno abrazo del que sólo se es- no conoció; y el tiempo se detiene ante la
cuchan y desprenden sollozos desde la exhibición de calidad humana.
contemplación en la pantalla. Emociones
que vuelven a desbordarse cuando el hijo Emile Griffith falleció a los 75 años y el
del finado le asegura que Lucy no le guar- suyo no fue ocaso fácil. Por suerte, lo
da ningún rencor, que nunca le educó en embelleció ese precioso homenaje en
el resentimiento hacia Emily. Los “gra- formato de documental ya citado y le die-
cias”, los “lo siento” se suceden como te- ron los últimos toques de agradecimiento
lón de fondo al contacto físico constante a su vital ejemplo las necrológicas y obi-
entre los dos hombretones, que sienten tuarios dedicados a recordar, incluso a
una absoluta familiaridad al momento de presentar ante las nuevas generaciones,
entrecruzar sus almas y desnudarlas. Se a un gran boxeador, enorme persona y
sientan en un banco y empiezan a char- víctima de sus tiempos, obras y fatalida-
lar de sus cosas, de aquella era que uno des. Ya sabemos que la elegía es géne-
ro periodístico donde moran excelentes

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escritores, bien dotados para la glosa y momento de desvelar algunos secretos,
el retrato póstumo. Vale la pena terminar algunas paradojas de su época: “No exis-
el perfil con aportaciones diversas, deta- tía algo parecido a la homofobia en los
lles rememorados en el adiós por una es- 50. O los odiabas o los temías, o ambas
tupenda panoplia de sensibilidades. Por cosas. Y Emile se encuentra exactamen-
supuesto, muchos desempolvan aquella te en el centro del deporte más macho.
vieja entrevista en la prestigiosa revista No le quedaba otro remedio que disimu-
Sports Illustrated en la que Emile asegu- lar… Se enamoró de un hombre que lue-
raba: “Me gustan los hombres y las mu- go sería disparado y quedaría paralítico
jeres. Pero no me gusta esa palabra: ho- de por vida, irónicamente a causa de una
mosexual, gay o maricón. Yo no sé lo que reyerta por una mujer. Ese amor era se-
soy. Amo a los hombres y a las mujeres, creto y lo sucedido le convenció para se-
pero si me pregunta cuál prefiero, diría guir escondiendo su sexualidad costara
que las mujeres, por cómo son”. lo que costara”.

Todo el mundo sabía de sus gustos, pero


Le dieron los últimos toques de agrade- los rectores del Madison Square Gar-
cimiento a su vital ejemplo las necroló- den le construyeron un ficticio mito de
gicas y obituarios dedicados a recordar, playboy especializado en conquistas
incluso a presentar ante las nuevas ge- nórdicas, bellezas rubias de ojos azules,
neraciones, a un gran boxeador, enorme según subrayaba Klores en USA Today.
persona y víctima de sus tiempos, obras Situación ridícula si la contemplamos
y fatalidades. con los estándares de hoy, escapatoria
piadosa entre sus coetáneos. Sus cuida-
dores le amaban y le trataban de mara-
villa, como si fuera su propio hijo y quizá
Recuento final de palmarés, en estricto tampoco le dejaron madurar a causa de
sentido boxístico: 111 combates como tanta protección. No querían que nadie le
profesional, con 85 victorias, 24 derro- hiciera daño, deseo imposible. El último
tas y 2 nulos, 23 K.O. a favor en el total. par de confidencias: Emile Griffith asis-
Saltó al ring en Canadá, Sudáfrica, Fran- tió a una Gay Parade en Nueva York con
cia, Argentina, Colombia, Dinamarca, Ita- su última pareja, feliz de hallarse entre
lia, Inglaterra, Australia, Austria, Puerto gente de sus mismos postulados, decía
Rico o sus nativas Islas Vírgenes. Mon- Klores, a quien las televisiones de su país
zón le desposeyó de su última corona en deben ahora una respuesta. Les ha invita-
el 71. Las ganó antes ante Benvenuti y do a emitir gratuitamente su trabajo como
Dick Tiger, por lo que respecta al peso homenaje póstumo a Emile y gran lección
medio. Su primer combate con Nino, el histórica dedicada a las generaciones
amigo italiano, fue considerado el mejor que no conocieron aquella América. Se lo
del año 67 por la revista The Ring. En el cede, no quiere un dólar, sólo presentar la
adiós, el cineasta Dan Klores, autor de vertiente humana de ese gran personaje.
su Ring de fuego, le homenajeaba dicien-
do que “era un hombre extremadamente
dulce. Amaba la vida y era una persona Evidentemente, nunca volvió a pegar
alegre. Fue múltiple campeón del mundo como en la fatídica velada del 62 por-
cuando sólo existía un título para cada que quería dejar claro que su intención
categoría, sin ser siquiera un artista del no era dañar a nadie, sólo deseaba ya
knockout. No creo que nunca consiga la vencer boxeando, al fin y al cabo su pro-
justa consideración como uno de los me- fesión libremente escogida.
jores welters que hayan existido”. Para
Klores, con el óbito de Griffith llega el 179

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Revista#06
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Su biógrafo, Ron Ross, cuya obra se titu- Evidentemente, nunca volvió a pegar
la con acierto ¡Ocho, nueve, diez!… Los como en la fatídica velada del 62 porque
dos mundos de Emile Griffith (“Nine… quería dejar claro que su intención no era
Ten… And Out! The Two Worlds of Emi- dañar a nadie, sólo deseaba ya vencer
le Griffith”) le definió como “un tremendo boxeando, al fin y al cabo su profesión
boxeador y una bellísima persona. Su libremente escogida. Por lo que respec-
muerte ha resultado un consuelo porque ta, de nuevo, a su identidad sexual, nadie
ha pasado los dos últimos años de su en su sano juicio elige ser perseguido,
vida en estado prácticamente vegetati- ridiculizado o abusado de mil diversas
vo. Conocerlo fue un privilegio. Trascen- maneras. En sus años mozos, resulta-
día las etiquetas, fueran de boxeador, o ba habitual en Occidente el tratamiento
de ser gay o hetero. Vivió la vida de ma- a homosexuales con electroshock o su
nera plena y con alegría contagiosa que internamiento en cárceles por el mero
se empeñaba en trasmitir a cuantos le hecho de serlo, para ser sometidos a
conocían. Emile nunca sintió que fuera todo tipo de oprobios y humillaciones.
distinto. Si quería entrar en un bar gay, Jonathan Coleman, de ese The New Yor-
lo hacía por la puerta principal. Jamás ker que no precisa presentación por nivel
presumió de ello, le salía natural hacer lo de calidad, escribió en primera persona
que quería y le daba la gana hacer”. una rápida necrológica en la página web
de la publicación, vivo el recuerdo del
ambiente del Madison en aquel Griffith-
Paret que significó su infantil debut pre-
sencial entre los combates de boxeo.
Coleman confesaba que había aprendi-
do un montón de metáforas por boca de
Cus D’Amato, el mítico preparador, entre
otros, de Floyd Patterson o el primerizo
Mike Tyson. D’Amato reducía sistemáti-
camente el enfrentamiento sobre el ring
a cosa de emociones entre un boxeador
que tiene miedo y otro que está parali-
zado de pavor. Quien disimula mejor el
tembleque, acostumbra a ganar. Imagi-
nen la cantidad de horrores que disfraza-
ba Emile Griffith, a quien convirtieron la
vida entera en un cuadrilátero cerrado a
las primeras de cambio.

Frederic Porta
@fredericporta

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Revista#06
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THE OREGONIANS
Óscar Fernández Villar

Oregón. El atletismo estadounidense no sería lo mismo sin


ese estado, cuyo potencial está intrínsecamente ligado al
dinamismo económico de Nike, a la imagen mítica de Steve
Prefontaine, a los grupos de entrenamiento de Alberto Sala-
zar y Jerry Schumacher y, por descontado, a los pioneros: Bill
Hayward y Bill Bowerman, The Oregonians por excelencia.

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Revista#06
PerarnauClub
E
l estado de Oregón, situado al noroeste de EE. UU., tiene el honor de
ser la meca del atletismo del país. La tradición atlética en dicho estado
ha provocado que sea considerado la capital del running en Estados
Unidos. Los inicios de esta pasión se remontan a principios del siglo pasado,
cuando Bill Hayward comenzó su carrera como entrenador de la Universidad
de Oregón. Hayward logró colocar a su universidad en lo más alto durante 44
años. En su honor se construyó el Hayward Field en 1919, la catedral del at-
letismo norteamericano, sede del Prefontaine Classic, de los USA Trials para
los JJ. OO. de 1972, 1976, 1980, 2008 y 2012 y que también será sede
para 2016. Asimismo, allí tendrán lugar los Campeonatos del Mundo júnior,
en 2014. Además, el Hayward Field es conocido como el lugar donde Steve
Prefontaine se convirtió en una leyenda.

ORÍGENES DE LA MARCA DE OREGÓN

Una vez retirado, en 1947, Hayward pasó la batuta a Bill Bowerman, el cual
logró aumentar los éxitos cosechados por su predecesor. Durante 24 años
dirigió a la Universidad de Oregón logrando cuatro títulos nacionales y 22
récords nacionales. Bill Bowerman comenzó a crear zapatos personalizados
para sus atletas y se asoció con Phil Knight, un antiguo atleta compañero
suyo, para fundar una empresa llamada Blue Ribbon Sports, una filial de Ti-
ger. El acuerdo duró hasta 1972. Bowerman y Knight continuaron su labor
empresarial y crearon una nueva empresa a la que llamaron Nike. Es posible
que hayan oído hablar de ella… Una estudiante de diseño gráfico, Carolyn
Davidson, creó el Swoosh (logo de Nike) a cambio de 35 dólares y la historia
hizo que esa marca deportiva se popularizara hasta límites insospechados.

Bowerman, además de innovar,


logró popularizar el atletismo,
inculcando que el running no
es sólo para atletas de élite,
sino que es bueno y saludable
para todo tipo de personas.

Bill Hayward Bill Bowerman

Bowerman era un experimentador empedernido y, como fruto de esas cons-


tantes inquietudes por innovar, creó las zapatillas con suela de ‘waffle’ (gofre).
Obsesionado por el peso de las zapatillas deportivas, un día derritió caucho
en una wafflera y así creó una zapatilla que sería revolucionaria para su tiem-
po. Bowerman, además de innovar, logró popularizar el atletismo, inculcando
que el running no es sólo para atletas de élite, sino que es bueno y saludable
para todo tipo de personas.

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Revista#06
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EL MITO PREFONTAINE

Esa generalización del atletismo estuvo marcada y bendecida por la mística


de un atleta fallecido en 1975, Steve Prefontaine, al que se le calificó como
el “James Dean del atletismo”. “Pre”, que así se le conocía, se convirtió en una
leyenda del atletismo por su prematura muerte, a los 24 años de edad. Su
popularidad es innegable y a su alrededor se han realizado dos películas na-
rrando su vida, decenas de libros, artículos y estatuas. El mitin de atletismo
de EE. UU. lleva su nombre y los senderos por donde entrenaba son lugar
de peregrinación de miles de atletas que van a Oregón para entrenar por los
mismos lugares donde el se entrenó.

El Prefontaine Classic se inicia con todo el público coreando “Go, Pre” como
si estuviera corriendo en el estadio. “La gente quiere venir y correr una vuelta
en Hayward Field y pensar que ‘Pre’ entrena junto a ellos paso a paso”, co-
mentaba el actual entrenador del Oregón, Vin Lananna.

Prefontaine no es una leyenda por sus méri-


tos exclusivamente deportivos. Para muchos
su figura trasciende lo deportivo, por lo que
representó en la popularización del running.

A nivel deportivo, Prefontaine nunca logró ser


un atleta del máximo nivel: su mayor logro fue
el cuarto puesto en el 5.000 de los JJ. OO.
de Múnich. Para muchos, es el cuarto pues-
to olímpico más recordado de la historia. Si
le preguntas a un aficionado por el cuarto
puesto del 5.000 de Londres 2012 ten-
dría que pensarlo y pocos sabrían con-
testar a esa pregunta, pero pocos
aficionados dudarían en contestar
quién fue el cuarto en Múnich.
Los grandes atletas españoles
de la época (Álvarez Salga-
do, González Amo) señalan
que “Pre” no era de los más
grandes, pues ese club es-
taría reservado para Viren,
Bedford, Puttemans, Gam-
moudi, etc. Pero si uno va a
Google y pone el nombre de
Prefontaine se dará cuenta
de que tiene más entradas
que Lasse Viren, aunque
el finlandés posee cuatro
oros olímpicos y “Pre”, el ci-
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Revista#06
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tado cuarto puesto. Prefontaine nunca ha estado entre los tres primeros de
un ranking mundial, lo que contribuye a pensar que Prefontaine no es una le-
yenda por sus méritos exclusivamente deportivos, aunque es indudable que
su figura trasciende lo deportivo, por lo que representó en la popularización
del running. Destacan su espíritu indomable, su afán de superación, la capa-
cidad de esfuerzo, sus récords (a lo largo de su carrera deportiva batió 15
récords nacionales en distancias que iban desde los 2.000 a los 10.000
metros), un currículum repleto de victorias (120 de 153 carreras) y que mu-
rió ahogado en la orilla en esa final olímpica por dar la cara, al tirar con gran
ímpetu en la milla final. Para otros, es simplemente un buen atleta encumbra-
do gracias al apoyo de la mayor multinacional deportiva. Pero lo que es inne-
gable es el papel preponderante que ha tenido la figura de Prefontaine en el
desarrollo del atletismo en Estados Unidos y, principalmente, en Oregón.

Prefontaine,
en los 5.000 de Múnich’72

PROYECTO DE ESTADO

Oregón es la cuna del fondo en EE. UU., lo que se debe, además del papel
de los predecesores, a la labor desarrollada por los entrenadores actuales,
que han alcanzado cotas impensables hace unos años. Esta labor se ha visto
muy favorecida por el trabajo de instituciones que han sido básicas y que, en
muchos casos, han ido de la mano: la Universidad de Oregón, el OTC (Oregon
Track Club) y el Nike Oregon Project.

Este último se trata de un programa deportivo que se instauró en 2001 con


la idea de desarrollar una hoja de ruta que permitiera a los atletas norteame-
ricanos lograr medallas en los grandes campeonatos. La idea es captar a jó-
venes talentos y hacerlos crecer deportivamente con el apoyo de una gran
multinacional. Para ello, Nike ha puesto a disposición de sus atletas las más
altas tecnologías: cintas para correr bajo el agua que eliminan el impacto,
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Revista#06
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una pista en medio de un bosque construida a partir de las plantas de viejas
zapatillas de deporte Nike, ayuda médica, soporte psicológico, criocámara
de recuperación, cinta para correr antigravedad (Alter-G) y casas que simu-
lan que el atleta vive en altitud. Entendían que una de las razones de la supre-
macía de los atletas africanos en el fondo es debido a que la mayoría de los
kenianos nacen y viven en altitud. El experimento más elaborado fue la Nike
House, un modesto bungalow de Portland equipado con tecnología que simu-
laba el entrenamiento en altitud.

El proyecto contó desde sus inicios con un grupo


de trabajo multidisciplinar que intentaba desa-
rrollar todas las potencialidades de los atletas.
Salazar comenzó a reclutar corredores talentosos
cuya biomecánica podía enderezar.

Salazar, disputando la Maratón de Nueva York

El proyecto fue impulsado por el


que era en esa época presidente
de Nike, Tom Clarke, y contó con
el apoyo del fundador de la com-
pañía, Phil Knight. En un principio,
se contó con Alberto Salazar como
director del proyecto. Se trata de
un antiguo maratoniano que había
vencido, entre otros triunfos, en
la Maratón de Nueva York y en la
de Boston, y que había tenido una
amplia y exitosa experiencia en el
campo del entrenamiento, ya que
había dirigido, entre otras, a Mary
Decker. El proyecto contó desde
sus inicios con un grupo de trabajo
multidisciplinar que intentaba de-
sarrollar todas las potencialidades
de los atletas. Salazar comenzó
a reclutar corredores talentosos
cuya biomecánica podía enderezar
y cuya formación se podría mejorar
con la tecnología Nike. Salazar guió la dirección del proyecto hasta que, en
2007, sufrió un ataque al corazón que a punto estuvo de costarle la vida.
Durante su convalecencia se nombró un sustituto, Jerry Schumacher. Se
trataba de un joven y prometedor entrenador que procedía de Wisconsin-
Madison. La labor de Schumacher le llevó a tener un grupo de entrenamiento
excelso en el que destacan Solinsky, Tegenkamp, Flanagan, Jager, Goucher,
etc. Muchos de sus pupilos se trasladaron con él a Portland (Oregón).
185

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Revista#06
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ENTRENADORES ENFRENTADOS

Pero la luna de miel inicial entre Salazar y Schumacher acabaría en un divor-


cio. Su rivalidad actual llega al extremo del Prefontaine de hace dos años.
Salazar puso a calentar a Rupp para el 10.000 e incluso le hizo poner los
clavos para que diera la impresión de que iba a intentar batir el récord de los
EE. UU. Que, en ese momento, estaba en posesión de Chris Solinsky, atleta
de Schumacher. Otra muestra de esta rivalidad se produjo este año, cuando
Treniere Moser intentó cambiar de entrenador; todos los rumores apuntaban
que iría a entrenar con Schumacher, pero al enterarse Salazar, rápidamente,
la llamó para que se uniera a su grupo. Moser lograba este año el título nor-
teamericano de 1.500 por delante de Mary Cain.

Salazar tomó las riendas del proyecto con la idea de conseguir resultados a
largo plazo. Ha ayudado a transformar a Mo Farah y llevarlo a doble campeón
olímpico y mundial, y consiguió que un atleta blanco como Galen Rupp fuera
medalla de plata olímpica. El cambio físico, de técnica de carrera, es evi-
dente en sus pupilos. Farah lo transformó desde su llegada en 2011 y pasó
de ser un atleta que sufría derrotas, incluso a manos de atletas europeos
como Jesús España, a ser el número uno del fondo mundial y sin nadie que
sea capaz de hacerle sombra. Después de su récord de Europa de 1.500 en
3:28.81, demuestra que ha mejorado el que era su punto débil. La trayecto-
ria de Rupp con Salazar ha sido mucho más larga, ya que lo ha guiado desde
su época en el high school.

Salazar con Mo Farah y Galen Rupp

Él mismo reconoce que todos los factores son importantes: fuerza, veloci-
dad, flexibilidad, psicología, un enfoque a largo plazo, nutrición, masajes,
pero siempre le da mucha importancia a la biomecánica: “Disponemos de
unas instalaciones que nos permiten medir el tiempo que un atleta está en
contacto con el suelo, desplazamiento de cada pie, longitud de zancada. Con
estos datos podemos ayudar a nuestros fisioterapeutas y ortopedistas para
que corrijan los desequilibrios. He visto a un atleta con una diferencia de
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Revista#06
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potencia de 6 % de un lado al otro y que bajó al 1 % en un periodo de seis
semanas. Usted recibe la gente simétrica y es como una máquina bien en-
grasada. Y Galen es una máquina completamente simétrica. Rupp está al
1/10.000 de un lado a otro”.

Otro de los conceptos fundamentales de Salazar es la búsqueda de simili-


tudes entre los velocistas y los corredores de fondo, disciplinas que históri-
camente se consideraban alejadas, pero Salazar estima que hay que buscar
que el fondista corra biomecánicamente como un velocista.

El grupo de Salazar lo capitanean Farah, Centrowitz y Rupp, pero también


cuenta con Puskedra, Moser, Ritzenhein, Erdmann, Ulrey, Halsey y el recién
llegado Levins. Además de ellos cuentan con la joven Mary Cain, atleta que
ha batido todos los récords de EE. UU. de los high school, pero que en teoría
le está pagando a Salazar para entrenar con lo que, consecuentemente, no
forma parte del Nike Oregon Project, ya que de ser al contrario se le conside-
raría profesional y eso impediría su paso a la NCAA. Cain, de 17 años, ya ha
conseguido bajar de los 2 minutos en el 800, ha hecho 4:04.62 en el 1.500,
ha sido segunda en los USA Trials detrás de su compañera de entrenamiento
Moser y, en en el Mundial Moscú, logró llegar hasta la final del 1.500 y se
convirtió en la atleta más joven en correr una final de esa distancia en la his-
toria de los Campeonatos del Mundo.

UN CLUB ESPECIAL

El club profesional en Oregon es el OTC (Oregon Track Club). Se trata del prin-
cipal club de atletismo del estado y no solo ha aglutinado un proyecto de fon-
distas, sino también atletas de otras especialidades, entre los que destacan el
campeón del mundo en altura en Daegu2011, Jesse Williams, el decatleta
Ashton Eaton, Sally Kipyego, medalla de plata en el 10.000 de Londres, Nick
Symmonds, Andrew Wheating, etc. El club ha estado muy vinculado a Nike,
entre otras cosas porque uno de los fundadores fue Bill Bowerman. La marca
del stick ha ayudado y patrocinado al club, a sus atletas y las pruebas que el
club organiza. La institución se ha mostrado como un eslabón perfecto para
dar continuidad a los atletas una vez han dejado su etapa universitaria. El head
coach del club es Mark Rowland. El británico fue un excepcional obstaculista
que llegó a ser medalla en los JJ. OO. de Seúl en 1988 y que lleva dirigiendo el
proyecto del club profesional desde 2008. Además de su labor directiva sigue
ejerciendo el papel de entrenador y de hecho ha entrenado a muchos atletas
como Nyck Symmonds, Jemma Simpson, Chris Thompson, Andrew Wheating,
Sally Kipyego, Ciaran O´Lionaird, etc.

El atleta más destacado, en este momento,


del club es Ashton Eaton: campeón mundial
al aire libre y en pista cubierta y recordman
mundial al aire libre y en pista cubierta.

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Revista#06
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Ashton Eaton Mary Cain

El atleta más destacado en este momento del club es Ashton Eaton. El de-
catleta norteamericano no puede acumular, con solo 25 años, más variedad
de títulos ya que los tiene todos: campeón mundial al aire libre y en pista cu-
bierta y recordman mundial al aire libre y en pista cubierta.

El concepto de club deportivo en Estados Unidos es diametralmente opues-


to al que tenemos en Europa, debido al sistema escolar que poseen allí. Los
clubes europeos tienen necesidad de atender a los jóvenes atletas. En EE.
UU. un atleta no tiene necesidad de pertenecer a un club de atletismo hasta
que ha terminado su etapa universitaria. La mayoría de los atletas de la uni-
versidad no compiten seriamente después de la graduación y abandonan el
atletismo, así que hay un número muy pequeño de atletas con necesidad de
club una vez acabada su época de estudiante. Por dicha razón llama la aten-
ción la dimensión y el tamaño de este club profesional, algo poco común en
EE. UU., sobre todo si lo comparamos con las secciones de atletismo en la
universidades.

EL RESPALDO UNIVERSITARIO

Otro pilar fundamental en el desarrollo del atletismo en Oregón ha sido la


Universidad, cuyos deportistas son conocidos tradicionalmente como los
Ducks. Durante su historia han logrado decenas de títulos universitarios a ni-
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Revista#06
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vel individual y también por equipos. Su referente histórico siempre es Steve
Prefontaine por todo lo que significó.

En los últimos años habían fichado a Vin Lananna, exitoso head coach pro-
cedente de Stanford, otra de las referencias del atletismo universitario.
Lananna había conseguido un total de siete títulos de la NCAA, incluyendo
por primera vez en la historia el título femenino bajo techo de la NCAA. En
2012 se marchó para trabajar en labores administrativas y su puesto fue
ocupado por Robert Johnson, que en su primer año ha conseguido el título de
cross y pista cubierta femenino. A nivel individual, la atleta más destacada
es English Gardner. La velocista norteamericana ha logrado esta temporada
ser campeona de la NCAA y de los USA Trials, plata en el Mundial de Moscú
con el relevo 4x100 y cuarta en la final de 100 metros. Además de todos
estos títulos ha logrado un registro personal de 10.85, lo que hace predecir
que estamos ante uno de los jóvenes talentos de la velocidad mundial.

Oregón ha logrado convertirse en referente a nivel universitario, a nivel de


clubes, a nivel organizativo sin ser más que un pequeño estado dentro de la
majestuosidad americana, pero también es cierto que nada sería lo mismo
sin la impagable ayuda de la marca del stick.

Óscar Fernández Villar


@gabyandersengz

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LA
BUNDESLIGA
NOS SEÑALA
EL CAMINO
Noelia Quero

Se hace difícil encontrar un modelo competitivo más


eficaz y brillante que la Bundesliga de balonmano, un
campeonato repleto de emoción, pasión e igualdad. Ha-
blamos de una liga formidable, que llena pabellones, con-
vocando aficionados en cantidades inimaginables, y que
lucha en todos los ámbitos por la igualdad competitiva
entre los participantes. La Bundesliga marca el camino
del deporte moderno y, al mismo tiempo, desnuda las ca-
rencias españolas, casi en términos dolorosos.

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1. ¿LA MEJOR LIGA DEL MUNDO?

La Bundesliga es un amor platónico para el resto de ligas europeas. Aquella chi-


ca rodeada de pretendientes deseosos de llevarla al baile de fin de curso. No
sólo es bella por fuera, con sus partidos competitivos y sus pabellones repletos
de aficionados, sino que, además, posee una incalculable belleza interior con
una organización profesionalizada que reniega del inmovilismo con la idea de
seguir mejorando. La fórmula del éxito es el constante inconformismo. Fruto de
la autoexigencia han nacido la Final a 4 de la Copa Alemana o un espectacular
All Star Game que reúne en un duelo a los mejores jugadores de la Bundesliga
frente a la selección nacional. Y los avances no se quedan ahí. La Bundesliga se
autoimpone ser la mejor en todo. Por ello, Frankfurt se prepara para acoger el
récord de espectadores presenciando un partido de balonmano en directo. Un
récord que está en manos de Dinamarca con 36.651 seguidores.

El lema de la Bundesliga es “Die stärkste Liga der Welt” (La mejor liga del mun-
do). Resulta casi imposible encontrar argumentos que contradigan dicha afir-
mación. Tan sólo una pequeña mancha en su impecable expediente: “Creo que
la Bundesliga dura demasiado. Es excesivo disputar 34 jornadas de Liga por-
que también tenemos la Copa alemana a doble partido y, además, partidos
amistosos. La temporada es muy larga. Lo único que cambiaría de la Bundesli-
ga es disponer de más tiempo de vacaciones porque, al final, sólo tenemos un
mes de descanso”, reclama Iker Romero, capitán del Füchse Berlín y ex jugador
del Barça.

MOTIVOS

a) Competitividad fruto de una potente clase media

La Bundesliga 2012/2013 cerró el telón con la imagen de los jugadores del


THW Kiel levantando el título. Desde que se fundara el campeonato nacional
de Liga en 1965, sus seguidores han visto como el trofeo iba a parar a las
vitrinas de los zebras en 18 ocasiones. 18 títulos en 48 años. Más de una
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Revista#06
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de cada tres Bundesligas tienen grabado el nombre del equipo del norte de
Alemania. En los últimos nueve años, la supremacía del THW Kiel se ha inten-
sificado puesto que tan sólo han cedido un título, el conquistado por el HSV
Hamburg en 2011.

En la pasada campaña, el THW Kiel se proclamó campeón con 7 puntos de


ventaja respecto a SG Flensburg-Handewitt y Rhein-Neckar Löwen. Parale-
lamente, el FC Barcelona Intersport hizo lo propio en España, pero con una
diferencia de +9 puntos sobre el BM Atlético de Madrid. Podría creerse que
tanto Bundesliga como Asobal carecen de toda competitividad, pero en las
estadísticas no se cuantifica el sudor de los jugadores del THW Kiel para ven-
cer en supuestas pistas asequibles. “El THW Kiel se tiene que esforzar mu-
cho más que el Barça para ganar sus partidos y eso provoca una carga física
y mental a final de temporada. La ventaja es que cada partido se convierte
en una final, de tal forma que los jugadores están motivadísimos y el público
quiere formar parte de ese espectáculo”, explica Jaume Fort, ex jugador de
FA Göppingen y TBV Lemgo.

Una de las numerosas diferencias entre Bundesliga y Asobal es la existencia


de una potente clase media. En España, la Liga era bipartidista. O se teñía
de azulgrana o de rojiblanca. Con la desaparición este verano del BM Atlético
de Madrid, el título de la temporada 2013/2014 viajará con casi total segu-
ridad rumbo a Barcelona. En Alemania, la incógnita se mantiene hasta el fi-
nal. El THW Kiel siempre parte como favorito, pero SG Flensburg-Handewitt,
Rhein-Neckar Löwen, HSV Hamburg e, incluso, Füchse Berlín tienen muchos
argumentos deportivos y económicos para poder discutirle su hegemonía en
la Bundesliga.

El THW Kiel ha perdido este verano tres piezas capitales en su plantilla: Thie-
rry Omeyer (Montpellier HB), Daniel Narcisse (Paris Saint-Germain) y Momir
Ilic (MKB Veszprem). Por su parte, la clase media alemana se ha reforzado
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Revista#06
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con muy buen criterio. Y siempre dentro de sus límites económicos. “En Ale-
mania no hay clubes que se vuelvan locos a la hora de fichar. No se tira la
casa por la ventana por ningún jugador si no se tiene el dinero en mano. En
España, en cambio, durante la época de las vacas gordas, ciertos equipos
pagaron millonadas por jugadores que, en un futuro inmediato, no pudieron
seguir pagando. Así se explica la Asobal que tenemos y el hecho de que la
Bundesliga esté a un mundo de distancia respecto al resto de ligas euro-
peas”, reconoce Iker Romero.

La competitividad de la Bundesliga es una de las principales obsesiones de


todos aquellos que forman parte del show alemán. No es de extrañar que
exista un pacto de caballeros, mediante el cual los clubes más potentes se
comprometen a no sobrepasar la barrera económica de los 10 millones de
euros para no desequilibrar la balanza de la competitividad. Las distancias
entre clubes no sólo no se amplían, sino que se ven reducidas con el incre-
mento de los presupuestos de la clase media. De hecho, el Füchse Berlín es
el único integrante de esa élite cuyo presupuesto disminuye respecto a la
temporada anterior, pasando de los 5,2 a los 4,8 millones de euros. El resto
recorta distancias respecto a los 9 millones de euros con los que contará en
la presente temporada el THW Kiel (500.000 euros menos que el año ante-
rior). El HSV Hamburg, vigente campeón de la Champions, gozará de un leve
incremento (de 8,1 a 8,5) que le permitirá quedarse muy cerca de las presta-
ciones económicas del campeón de la Bundesliga. Los 6 millones del SG
Flensburg-Handewitt y los 5,5 del Rhein-Neckar Löwen acercan a ambos
equipos a la lucha por el título.

El balonmano alemán goza de buena salud económica. La Bundesliga no es


muy amante de los “hospitales”, pero tampoco los necesita. “Si los jugadores
de la Bundesliga no han cobrado a final de año la totalidad de sus nómi-
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nas, el equipo desciende automáticamente a la Tercera División alemana.
Aunque les faltara por cobrar únicamente un mes de sueldo. Eso sí, siempre
y cuando los propios jugadores hayan denunciado la situación y no hayan
podido llegar a un acuerdo con el club”, admite Iker Romero. Sin el BM Atléti-
co de Madrid, la Asobal es un “enfermo terminal” conectado a un respirador
artificial. La Ligue Nationale de Handball parecía condenada a la UVI, pero
la irrupción del jeque Al-Khelaifi, que ha llenado las arcas del Paris Saint-
Germain, ha devuelto a la liga francesa el glamour perdido. En cuestión de
un año, los parisinos pasaron de los 2,4 millones de presupuesto a unos en-
vidiables 9,2 millones. Un incremento del 276 % bien merece la salida del
enfermo de la UVI y la recolocación del mismo en planta a la espera de una
próxima alta. Más aún cuando el PSG ha oficializado un presupuesto de 13,5
millones para la presente temporada.

El poderío económico alemán es notorio en comparativa a las dos ligas que,


supuestamente, deberían hacerle frente. En un ranking de los 20 equipos
con mayor presupuesto la temporada 2012/2013 en Bundesliga, Asobal y
LNH, los alemanes monopolizaron el ranking con la presencia de 13 equipos
mientras que franceses y españoles colocaron a cinco y dos, respectivamen-
te. Alemania tan sólo se ve amenazada, en la actualidad, por el PSG (Francia),
el Barça, el KS Vive Targi Kielce (Polonia) o el MKB Veszprem (Hungría). Sus
ligas no pueden hacer sombra a la Bundesliga pero sus principales represen-
tantes sí pueden doblegar el dominio alemán en la EHF Champions League.

Aficionadas THW KIEL O2 WORLD HAMBURG

b) La fidelidad de la afición

El capital humano de los clubes alemanes es casi tan importante como el


capital económico. No hay liga con mayor presencia y desplazamiento de se-
guidores que la Bundesliga. Un hecho que enorgullece a los alemanes. El pro-
ducto es atractivo, el marketing y los medios de comunicación se encargan
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de venderlo y los aficionados están dispuestos a pagar para no perderse un
espectáculo de tal magnitud. “Cuando los jugadores salimos a calentar, el
pabellón ya está un 70% lleno. El vestuario se crece viendo ese ambientazo.
Justo antes de empezar el partido nos presentan con las luces apagadas,
cañones de luz, fuego… Pero esto no lo han inventado los alemanes, no nos
volvamos locos. EE. UU. es el referente. Al final, es más importante el show
y poder asistir con la familia que el propio partido. En España, llegas a un
pabellón, hay 300 personas y el producto se limita a los 60 minutos de jue-
go. Normal que sea más difícil venderlo y, sobre todo, fidelizar al público”,
sentencia Iker Romero.

El balonmano es el deporte rey en Kiel (238.000 habitantes), Flensburg


(83.000 habitantes) y Mannheim (290.000 habitantes en la ciudad del Rhein-
Nechar Löwen). Su fuerza reside en las localidades pequeñas, pero también es
el segundo deporte en ciudades de mayor población como Berlín o Hamburgo.
Todos los pabellones alemanes parten de una media de un 60 % de especta-
dores y, algunos, como los del VFL Gummersbach (95 %) o el HBW Balingen-
Weilstetten (99 %), rozan el lleno en cada partido de Bundesliga.

Berlín, con cerca de 3,5 millones de habitantes, es la que presenta un mayor


porcentaje de presencia de espectadores. La media de aficionados que acu-
den al Max Schmeling-Halle alcanza el 90 %. El Füchse Berlín es, sin duda,
un ejemplo a seguir para el equipo más laureado en España: el FC Barcelo-
na. Su hogar, el Palau Blaugrana, apenas alcanza, siendo muy generosos, los
1.000 aficionados por encuentro. Barcelona es una ciudad con una amplia
oferta cultural y deportiva y eso sirve como excusa para que el templo culé
presente un estremecedor aspecto, jornada tras jornada. Berlín es tanto o
más cosmopolita que Barcelona y, además, dispone de equipos de élite en
fútbol (Hertha Berlín), baloncesto (Alba Berlín) e, incluso, hockey sobre hielo
(Eisbären Berlín). Todos tienen su masa fiel de seguidores pero, aún así, las
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campañas de marketing son feroces para tratar de reducir las distancias en-
tre unas disciplinas deportivas y otras.

Hamburgo también da muestras de una perfecta convivencia entre fútbol y


balonmano. Un hecho que en Barcelona sería impensable. Una localidad de
1,8 millones de habitantes permite que tanto el Imtech Arena (57.000 es-
pectadores) como el O2 World Hamburg (13.800 espectadores) luzcan un
aspecto envidiable. Una media de 8.647 seguidores del HSV Hamburg acude
a su pabellón en partidos de Bundesliga. Más espectadores de los que podría
albergar el Palau Blaugrana. Cuando los visitantes son Kiel, Flensburg, RNL
o Füchse Berlín, la demanda se dispara y se agotan las 13.800 localidades.

Según la auditoría realizada por la empresa Deloitte en el año 2012, la Bun-


desliga de balonmano (HBL) está sufriendo el acecho de la liga de baloncesto
(BBL). La temporada 2006/2007, el promedio de espectadores en partidos
de balonmano era de 4.739 por los 3.455 que acudían a ver un partido de
baloncesto. En la actualidad, la distancia es favorable al balonmano, pero por
un reducido margen de apenas 119 aficionados. La principal preocupación
de la HBL es la brecha que se sigue abriendo con la liga de hockey (DEL). La
DKB Handball Bundesliga quiere situar al balonmano como el segundo de-
porte en Alemania, pero el fracaso en la última década de su selección nacio-
nal absoluta está haciéndole pagar una factura muy cara.

c) Sacralización horaria de los partidos

La Bundesliga quiere que sus pabellones estén repletos de familias. Por ello,
los horarios permiten la asistencia y el desplazamiento de todo tipo de públi-
co. Desde el más pequeño de la casa al aficionado jubilado. La sacralización
de los horarios es una praxis que distingue al campeonato nacional alemán.
Los seguidores saben que, si es entre semana, su equipo disputará el parti-
do entre las 19 y las 20 horas. Un horario que se ajusta al fin de la jornada
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laboral y que les permite no regresar muy tarde a sus hogares puesto que el
día siguiente es laborable. El fin de semana, los pabellones reciben a los afi-
cionados en tres turnos: 15h, 17h y 19h. Magnífico horario para que asista
la familia al completo.

Además, el calendario de la Bundesliga se fija con tal antelación que los hin-
chas de los clubes pueden preparar un viaje con el fin de acompañar a su
equipo. Establecido durante el verano, el calendario tiene horarios ya con-
firmados hasta finales de año. No es de extrañar que, cada fin de semana,
cientos de seguidores decidan comprar una entrada y desplazarse con sus
vehículos o con autocares fletados por el propio club hasta la localidad don-
de juegan los suyos. En este sentido, los clubes están obligados a ceder el 5
% del aforo del pabellón a la afición rival.

d) Envidiable salud económica

La economía de los clubes alemanes se sustenta, en gran parte, en los ingre-


sos procedentes de los sponsors. De hecho, la Bundesliga de balonmano es la
que recibe mayor cantidad de dinero de sus patrocinadores. Un total de 3,3
millones que superan los 2,9 de las ligas de baloncesto y hockey y los 2,6 de la
Tercera División del fútbol alemán. La media de ingresos por venta de entradas
es de un millón de euros, mientras que 0,3 millones proceden de las TV y 0,2
de otros conceptos, entre los que se encuentra el merchandising.

• El cuidado del sponsor

Los clubs alemanes miman a aficionados y patrocinadores a partes iguales.


Son sus dos principales fuentes de ingresos, por lo que ambos deben estar
contentos con el servicio prestado. 197

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El balonmano alemán vive en un 99 % de la inversión privada. La contribu-
ción de las entidades públicas locales no se traduce en dinero líquido sino,
más bien, en promoción del club en la propia ciudad para atraer a más aficio-
nados y, sobre todo, máxima colaboración en lo que concierne al alquiler de
las pistas de entrenamiento o del propio pabellón. Al tener una inversión ex-
clusivamente privada en un contexto de bonanza económica como el que
vive Alemania, los clubes no deben sufrir por su estabilidad económica. Hay
muchos compradores potenciales del producto por lo que, si un sponsor cae,
el club puede recomponerse fácilmente. En el mapa de la sponsorización del
SG Flensburg-Handewitt, subcampeón de la pasada Bundesliga, podemos
observar la cantidad de empresas que sustentan su presupuesto. El club no
debe hacer equilibrismos en caso de pérdida de un sponsor puesto que reci-
be dinero a través de diferentes vías. Eso sí, siempre con un patrocinador
principal, en este caso Bet-at-home.com.

En España, en cambio, muchos equipos se dejaron seducir por el dinero


fresco de ayuntamientos y diputaciones. La crisis económica provocó que
ambos no pudieran seguir haciendo frente a sus aportaciones y que los
clubes se quedaran sin su principal fuente de ingresos para pagar a los
jugadores. Recurrir entonces a la inversión privada supuso toda una quime-
ra puesto que las empresas no podían destinar dinero al patrocinio de una
entidad deportiva.

Los sponsors están muy presentes en el día a día de los clubes alemanes
patrocinados. Tienen espacios VIP reservados en los pabellones, programan
198

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Revista#06
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actos semanales con el equipo para que la reciprocidad entre club y spon-
sor sea una realidad, y, además, utilizan la imagen de los jugadores para sus
compañas publicitarias. “Si caminas por Berlín te puedes encontrar a un Iker
Romero de cartón. Concretamente en el banco DKB, que es nuestro patroci-
nador principal y también el de la Bundesliga, puedes ver a un Iker de tama-
ño natural. Un día fui a la oficina donde tengo la cuenta y me encontré a mí
mismo allí”, descubre Iker Romero. “En mi época, lo normal era que, una vez a
la semana, tuviéramos un acto con el sponsor. Era una manera de retornar-
les la inversión y todos los jugadores lo asumíamos como parte de nuestra
jornada laboral. En Göppingen, llegué a un supermercado y me encontré a un
Jaume Fort enorme, de cartón, anunciando agua. Es normal que me conocie-
ra todo el mundo en la ciudad”, bromea Jaume Fort.

• Aficionados dispuestos a comprar sus abonos

Cualquiera puede comprar una entrada, pero ser abonado implica un com-
promiso con el club. El aficionado se siente parte de una gran familia y ese
sentimiento de pertenencia hace que merezca la pena pagar los precios que
alcanzan los abonos en Alemania. Cierto es que la situación económica que
vive el país permite a los aficionados del balonmano destinar una parte de su
sueldo al abono de su equipo.

Existen cuatro razones de peso que empujan al aficionado alemán a fidelizar-


se con su equipo:

• El producto Bundesliga no sólo es de una calidad exquisita, sino


que además viene envuelto con un precioso lazo. El bombardeo
de los medios de comunicación sobre el partido de la semana es
constante. El aficionado recibe tantos inputs que desea acudir
al pabellón. Si todo el mundo habla de ello, el producto tiene que
ser bueno.
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Revista#06
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• En los partidos que se retransmiten por TV, todos los pabellones
están llenos.
• Los horarios permiten asistir no sólo al partido sino también al
ambiente previo y posterior. Los pabellones, en su gran mayoría
de nueva creación, están preparados para acoger a los aficiona-
dos en su tensa espera hasta la hora del partido.
• El abono es económicamente asequible. Eso sí, siempre y cuan-
do se amortice asistiendo a un gran número de partidos.

Los abonos únicamente permiten la fidelización a la Bundesliga. Para los par-


tidos de la Copa alemana o de competiciones europeas, el aficionado deberá
rascarse nuevamente el bolsillo si quiere ver a su equipo en casa. Y lo hará.

El THW Kiel registra 10.200 abonados de un total de 13.500 localidades


del Sparkassen Arena. Hay escasas entradas disponibles para la venta al
público en general puesto que tan sólo 10.250 personas pueden disponer
de asiento. Además, resulta prácticamente imposible acceder a un abono. La
lista de espera ronda los 2-3 años dado que los abonos pasan de padres a
hijos. Así pues, no hay mayor privilegio en la ciudad que tener un abono para
ver la Bundesliga del Kiel. Si algún optimista quiere buscar una entrada para
asistir a la cuna de los zebras puede optar por la reventa. Entradas entre 30-
45€ y abonos entre 170-1.400€. Un negocio redondo para los traficantes
de abonos. Resulta curioso, pero es más fácil asistir a un partido del THW
Kiel fuera de casa que en el Sparkassen Arena. Razón que explica el numero-
so desplazamiento de sus aficionados por todas las pistas del territorio teu-
tón. La fidelización de su masa social permite al THW Kiel ingresar entorno a
5,5 millones de euros en concepto de ticketing. Esto supone que más del 50
% del presupuesto del campeón de la Bundesliga proviene de sus aficiona-
dos. Razón de más para cuidarlos y situarlos como prioridad número uno. En
el Barça, en cambio, tan sólo un 7 % de los ingresos proviene de la venta de
entradas o abonos. La diferencia entre unos y otros es abismal.

Un alemán deberá pagar entre un mínimo de 125€ para el abono más barato
del SG Flensburg-Handewitt y un máximo de 609€ para presenciar un parti-
do en el O2 World Hamburg. En España, la desesperación por ver pabellones
llenos ha llevado al vigente campeón de Liga, el Barça, a ofrecer a sus aficio-
nados una ganga: abono para toda la temporada por 70€. Una cuantía muy
accesible si tenemos en cuenta los precios alemanes y, sobre todo, que la
asistencia a un partido en el Palau Blaugrana supone un gasto de 9€. En ape-
nas ocho partidos, el abono quedaría amortizado. Además, tanto entradas
como abonos permiten ver todas las competiciones en juego y, para más inri,
los socios del Barça (no abonados al Palau) pueden obtener una entrada de
200

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Revista#06
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forma totalmente gratuita. El problema de la poca asistencia no se explica,
pues, por razones económicas. El aficionado español está dispuesto a dejar-
se sus ahorros en entradas con precios desorbitados para ver un partido de
fútbol, pero no está dispuesto a comprar el producto balonmano. Un produc-
to invisible en los medios españoles pese a ser campeones del mundo a nivel
de selecciones y de clubes. Un deporte reducido a la marginalidad.

Dentro de un año se disputará


el “partido del récord” entre el
RNL y el Hamburg, en el esta-
dio Commerzbank-Arena de
Frankfurt, con capacidad para
51.500 espectadores

• Reparto equitativo de los derechos de TV

La empresa MP&Silva ha adquirido los derechos para la distribución de la


Bundesliga entre las temporadas 2013/2014 y 2016/2017. Cuatro tem-
poradas en las que se comercializará el producto a través de la televisión ale-
mana Sport1 con la colaboración de la DKB Handball Bundesliga. El acuerdo
supone la emisión de:

• Dos partidos a la semana del campeonato nacional de Liga que,


habitualmente, estarán fijados los miércoles a las 20:15h y los
domingos a las 17:15h.
• La Supercopa alemana entre THW Kiel y SG Flensburg-Han-
dewitt disputada en Bremen el pasado 20 de agosto.
• El All Star Game (partido de las estrellas).
• La F4 de la German Cup Final Lufthansa (final de copa alemana).
• Programas semanales.

Los ingresos por TV en Alemania alcanzan los 6 millones de euros por tempo-
rada. El pastel se reparte de forma equitativa entre los 18 equipos que con-
forman la Primera División alemana: 333.333 euros para cada club. De esta
manera, se sigue apostando por la competitividad puesto que tanto el THW
Kiel (primer clasificado) como el TUSEM Essen (último) recibieron la misma
cantidad de dinero la temporada pasada. La Bundesliga de handball marca
201

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Revista#06
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una diferencia respecto a la Bundesliga de fútbol. El deporte rey reparte sus
ingresos televisivos de tal forma que el campeón recibe el porcentaje más
alto y el colista, el más bajo. El balonmano va un paso más allá en la solidari-
dad entre clubes.

Pese a que los derechos de televisión no tienen una alta incidencia en el pre-
supuesto de los equipos, los medios de comunicación se convierten en el
aliado perfecto para la promoción del producto. En Alemania existe un círculo
virtuoso. El balonmano es atractivo así que los medios deciden darle mucho
protagonismo en las páginas de sus diarios o revistas y en los programas de
radio o televisión. El balonmano seduce, éste aparece en los medios y los afi-
cionados quieren consumir el producto. Es el pez que se muerde la cola. Pero
para bien. En España el círculo es vicioso. ¿El balonmano no interesa porque
no aparece en los medios o no aparece en los medios porque no interesa?
Sea como fuere, el resultado es el mismo: una liga Asobal de nulo interés.
En Alemania el producto se vende sólo, pero, además, cuenta con toda una
maquinaria mediática detrás. En España, el producto no resulta atractivo por
sí mismo y, encima, no dispone de la complicidad de unos medios obcecados
con el fútbol. Por un lado, la mejor liga del mundo. Por el otro, una Asobal he-
rida de muerte.

Flensburg gana Supercup 2013 al Kiel RheinNeckar Löwen, campeón EHF Cup 2012-13

HSV Hamburg, campeón Champions League 2012-13

202

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Revista#06
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2. EL FUTURO DEL BALONMANO ALEMÁN

La Bundesliga no vive de la historia. Aunque un nuevo y exitoso capítulo se


esté escribiendo en el presente. Su punto de mira se sitúa en el futuro para
seguir desmarcándose del resto de ligas europeas y, cómo no, para aupar
al balonmano al lugar que merece dentro del territorio alemán. Y ese futuro
esplendoroso podría empezar a escribirse el próximo 6 de septiembre del
2014. Alemania quiere convertirse en el país con el récord de espectado-
res en un partido de balonmano. El escenario elegido es el Commerzbank-
Arena, el estadio de fútbol del Eintracht de Frankfurt, con capacidad para
51.500 espectadores. Los protagonistas serán el Rhein-Neckar Löwen y
el HSV Hamburg. Los seguidores de ambos equipos formarán parte de un
día histórico que ha sido declarado “Día del balonmano”. Durante la jornada,
habrá actividades de promoción de este deporte y el fin de fiesta lo pondrá
el partido entre dos de los clubes más potentes de Alemania. El vigente
campeón de la EHF Champions League (HSV) frente al campeón de la EHF
Cup (RNL).

Alemania busca superar así un récord que está en manos de Dinamarca.


36.651 espectadores asistieron al partido disputado en el Parken Stadium
entre el AG Kobenhavn y el Bjerringbro-Silkeborg. Esta cifra sobrepasó el
anterior récord teutón establecido en 2004, los 30.925 alemanes que pre-
senciaron en el Schalke Arena la victoria del THW Kiel ante el TBV Lemgo
(31-26).

Pese a ser y saberse la mejor, la capacidad de reinvención de la Bundesliga


es infinita. Buena prueba de ello son las dos mejoras que están sobre la mesa
de debate en Alemania:

a) Reducción de clubes y play-off

El actual formato de competición está formado por 18 equipos. Los juga-


dores reniegan de un calendario sumamente congestionado que les impide
rendir al máximo en las jornadas finales del campeonato. Justo el momento
crítico en el que títulos, acceso a competiciones europeas y permanencia es-
tán en juego. Los 16 equipos que conforman la Asobal (España) o los 14 de
la Ligue Nationale de Handball (Francia) marcan la hoja de ruta. La resolución
llegará el próximo mes de octubre.

La reducción no buscaría, seguramente, dar mayor descanso a los juga-


dores sino establecer, a corto o medio plazo, un play-off que añada más
emoción al título de Liga. Con la creación de los play-off, la Bundesliga ga-
naría espectáculo, repercusión mediática y más ingresos puesto que, segu-
ramente, estos partidos no entrarían en el abono de temporada. Por contra,
la temporada regular perdería emoción y, además, ser el mejor no garanti-
zaría coronarse campeón.

203

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b) Creación de una Liga Mundial

Si la reducción de clubes y el consiguiente establecimiento del play-off ge-


neran polémica, la Liga Mundial no se queda atrás. El debate no se ciñe a
Alemania sino a toda Europa e, incluso, a otros continentes.

La creación de una Liga Mundial no es una idea nueva, pero sí es la primera


vez que un entrenador de la élite se manifiesta públicamente a favor de su
existencia. El técnico del THW Kiel, Alfred Gislason, reconoció en una en-
trevista a Der Spiegel que es favorable a una Liga Mundial hecha a imagen
y semejanza de la Liga de Campeones. El islandés considera que, pese a
ser una competición mundial, la EHF (European Handball Federation) debería
encargarse de su organización puesto que el modelo de competición de la
Champions, con una final a cuatro, ha demostrado ser todo un éxito.

La Liga Mundial, según Gislason, supondría la creación de un único campeo-


nato con los equipos más potentes de Europa, Qatar, El Cairo, Buenos Aires
y Corea del Sur. De esta forma, el mapa de los patrocinadores se ampliaría
considerablemente, así como el número de medios de comunicación intere-
sados en apostar por el balonmano. Son los dos argumentos que esgrimen
los defensores de este nuevo concepto de balonmano global. Una Liga que
serviría para que muchos equipos europeos abandonasen unos campeona-
tos nacionales en los que la competitividad brilla por su ausencia. Los detrac-
tores, en cambio, recuerdan que el establecimiento de una Liga sólo para los
clubes elitistas echaría por tierra el trabajo de muchísimos clubes sin tantos
recursos económicos y situaría, sobre el resto de ligas, una espada de Da-
mocles.

3. ÉXITO DE LA BUNDESLIGA VS FRACASO DE LA SELECCIÓN ALEMANA

a) Pérdida de visibilidad

Con cerca de 850.000 licencias, respecto a las 500.000 de Francia o a las


90.000 de España, resultaría impensable que la selección absoluta alemana
no cosechara éxitos en Europeos, Mundiales y Juegos Olímpicos. Pero, para
desgracia del pueblo alemán, sus seleccionables no sólo no obtienen gran-
des resultados, sino que protagonizan ridículo tras ridículo. El último es bien
reciente. La selección alemana no estará en el próximo Europeo de Dinamar-
ca (2014) tras haber sido incapaz de clasificarse en un grupo formado por
la República Checa, Montenegro e Israel. Tres victorias combinadas con tres
derrotas facilitaron el fracaso. Un fracaso que se une a un historial impropio
de una selección de la talla de Alemania:

• 5ª clasificada en el Mundial de España (2013)


• No se clasificó para los JJ OO de Londres (2012)
• 7ª clasificada en el Europeo de Serbia (2012)
• 11ª clasificada en el Mundial de Suecia (2011)
• 10ª clasificada en el Europeo de Austria (2010)
• 5ª clasificada en el Mundial de Croacia (2009)
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• No superó la fase de grupos en los JJ OO Pekín (2008)
• 4ª clasificada en el Europeo de Noruega (2008)

Para encontrar una medalla de Die Mannschaft nos tenemos que remontar
al año 2007. En el Mundial celebrado en Alemania, los pupilos de Heiner
Brand, espoleados por su afición, fueron capaces de colgarse el oro. En la
actualidad, poco o nada queda de aquella selección. Tan sólo cuatro jugado-
res repiten en la última convocatoria: Klein, Glandorf, Haass y Roggisch. Los
cambios también han llegado al banquillo. Martin Heuberger, entrenador de
los juniors, tomó las riendas de la absoluta en 2011.

Alemania, cuna del balonmano y con una Liga ejemplar a todos los niveles,
no puede permitirse el lujo de tener una selección que no esté batallando
por los títulos. La ausencia de sus seleccionables en las grandes citas pro-
voca una pérdida de visibilidad del deporte en territorio teutón. Y es que, sin
una selección competitiva, Alemania no puede permanecer en la cresta de
la ola por mucho tiempo más. Heuberger debe dar con la tecla que resuelva
el porqué del fracaso de su selección. Y deberá hacerlo antes de la disputa
de los JJ OO de Río de Janeiro, puesto que la afición no permitiría una nueva
decepción en unos Juegos Olímpicos. En el horizonte, el objetivo de volver a
organizar un Mundial en 2019. Así pues, Alemania dispone de seis años para
recomponerse y volver a la senda del triunfo. Tal vez, Die Mannschaft necesita
volver a jugar en casa para recordar y recuperar el esplendor perdido.

b) Motivos

• Escasa apuesta del producto nacional en la élite

Los clubes de la élite de la Bundesliga no son tan alemanes como debieran.


La necesidad de triunfos obliga a los grandes del balonmano alemán a fichar
a jugadores extranjeros antes de apostar por el talento de los jugadores na-
cionales. Kiel y Flensburg tan sólo cuentan con seis alemanes en sus planti-
llas, mientras que el HSV Hamburg dispone de un total de 10 respecto a un
grupo de 19 jugadores.

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Revista#06
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El campeón de Europa tiene un 52,6 % de alemanes, pero, paradójicamente,
no consiguió llevar a ninguno a de ellos a la última convocatoria de la selec-
ción absoluta. Resulta llamativo observar como, en esa lista, tan sólo siete
jugadores forman parte de grandes clubes: Groetzki (RNL), Wiencek (Kiel),
Klein (Kiel), Glandorf (Flensburg), Heinevetter (Füchse Berlín), Roggisch (RNL)
y Weinhold (Flensburg). De un total de 16 jugadores, únicamente el 43,75
% juegan en los equipos que se disputan los grandes títulos en Alemania.
Al hecho de no contar con jugadores alemanes en los equipos punteros se
le suma que Alemania no exporta talento. El resto de seleccionables para
la última convocatoria frente a Israel juegan en casa: Wetzlar, Melsungen,
Göppingen, Magdeburgo, Balingen, Gummersbach o Minden. La selección no
puede ir a ningún sitio si sus jugadores no están acostumbrados a la tensión
propia de los grandes equipos. “Hay que diferenciar la liga y la selección. La
Asobal está hecha un Cristo y, sin embargo, somos campeones del Mundo.
La Bundesliga es la mejor, pero los alemanes no son los mejores jugadores”,
aclara Iker Romero.

Razón no le falta al capitán del Füchse Berlín. La Asobal se muere, pero ha


sido capaz de retener a algunos talentos y de exportar otros tantos. En la úl-
tima convocatoria de la selección absoluta encontramos grandes diferencias
respecto a la convocatoria alemana. Manolo Cadenas confeccionó una lista
de lo más variopinta: 5 jugadores que juegan en Francia, 4 en España, 3 en
Alemania, 2 en Hungría y 1 en Polonia y Dinamarca. Todos juegan en equipos
de la élite. Todos saben lo que es disputar minutos en los que hay un título en
juego. Todos están preparados para soportar las exigencias propias de una
selección.

Asimismo, resulta significativo que cuatro de los cinco clubes de la élite es-
tén entrenados por técnicos no alemanes. El THW Kiel, el Rhein-Neckar
Löwen y el Füchse Berlín han acudido a Islandia, situando a Alfred Gislason,
Gudmundur Gudmundsson y Dagur Sigurdsson, respectivamente, en sus
banquillos. El SG Flensburg-Handewitt se ha dejado seducir por el talento
del sueco Ljubomir Vranjes, mientras que el HSV Hamburg es el único que ha
apostado por un técnico alemán: Martin Schwalb.

206

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• Ausencia de líderes

La selección alemana no dispone de un líder carismático. Un jugador curti-


do en mil batallas que sea capaz de tirar del carro y con el que se identifi-
quen tanto los aficionados como los jugadores más jóvenes de la selección.
“Los jugadores actuales necesitan un referente, una figura con personali-
dad dentro de la pista. Se han acabado los Kretzschmar, esos jugadores
con chulería y sangre fría. En ese sentido, Iker Romero les da un baño. Por
eso le han hecho capitán del Füchse Berlín. Los líderes nacen, no se hacen”,
afirma Jaume Fort.

La actual selección alemana tiene una media de edad de 27,4 años. No se


aleja de los 28,6 de la media española, pero únicamente dispone de cinco ju-
gadores que igualan o superan la treintena: Klein, Glandorf, Haass, Lichtlein
y Roggisch. Ninguno de ellos es un líder natural. Ni para los aficionados, ni
para sus compañeros. Es una incógnita saber el papel que tomarán los más
jóvenes. Tal vez, los Schmidt, Gensheimer, Sellin, Wiencek o Pevnov se erigi-
rán como líderes a largo plazo. Veremos si Alemania está dispuesta a tener la
paciencia necesaria con ellos.

• Generación llena de talento, pero no de cracks

“No me sorprende que la selección alemana no coseche títulos. Es una cues-


tión generacional. La última década, Alemania tenía una generación muy
buena con la plata en Atenas 2004 o el oro en el Mundial del 2007. Ahora,
la generación buena es la española”, revela Iker Romero. El seleccionador
actual, Martin Heuberger ha querido apostar por los jóvenes valores que des-
puntaron en la selección Junior. La apuesta es arriesgada, pero tiene seis
años de margen de maniobra para lograr que Alemania vuelva a coronarse
campeona del mundo y vuelva a ser la gran Alemania. El seleccionador está
obligado a situar al combinado nacional al mismo nivel de prestigio que des-
prende la Bundesliga. Heuberger tiene en sus manos nada más y nada menos
que el futuro del balonmano alemán.

Noelia Quero
@NoeQuero

Infografías:
Anna Valenzuela

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Revista#06
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LA DOBLE VIDA
DE TOM WATSON
Enrique Soto

Tom Watson es uno de los mejores golfistas que se han visto nunca.
Es un hecho. Entre 1975 y 1983 ganó ocho grandes, acumuló 39
triunfos en el circuito americano a lo largo de su carrera y, además,
venció a Jack Nicklaus en tres ocasiones distintas, cara a cara, en
unos duelos que cualquier aficionado es capaz de rememorar fácil-
mente. Sus manos ásperas, fuertes y llenas de lunares provocados
por los incontables días bajo el sol hablan de todo el trabajo que
empleó en conseguirlo. Verle jugar ahora, a los 64 años, pegando
bolas en la cancha de prácticas o caminando por el campo, provo-
ca la misma sensación que contemplar una diminuta parte de la
historia. Esto no es nada nuevo. Tom Watson ya alcanzó la cima en
su deporte.

208

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Revista#06
PerarnauClub
E
n cualquier otra disciplina, el atleta cuenta con una determinada canti-
dad de años para gestionar su talento. A veces son cinco, en aquellas
más extremas, quizá diez o quince, en las que los más jóvenes acaban
pidiendo paso ante la veteranía. En el golf, sin embargo, ese tramo de com-
petición se puede llegar a extender hasta límites imprevistos. Nicklaus, por
ejemplo, ganó su primer US Open en 1962 y su sexto Masters en 1986.
Entre ambos habían transcurrido veinticuatro años. La edad no es un factor
tan relevante como en otros deportes, en los que el deterioro físico se paga
muy rápido. Esto ha permitido que, a lo largo de la historia, se viera la verda-
dera importancia de la experiencia frente a la juventud, el recuerdo de viejos
errores contra aquellos que no conocen todavía el miedo a perder, hombres
adultos enfrentándose a chicos recién llegados a la universidad.

El paso del tiempo, de cualquier forma, es inevitable y son muy pocos los que
han conseguido rendir a un gran nivel durante varias décadas. Cuando los
años visitan a los golfistas, su swing tiende a recortarse, sus caderas se blo-
quean furiosas y el pulso comienza a fallar si la presión corta el ambiente. Es
una ley natural que no perdona a nadie y, para mantenerse en la élite, no solo
es necesario un enorme sacrificio, sino saber transformarse; saber que la
bola vuela unos cuantos metros menos y que resulta imposible salir con éxito
de una hierba que les llega hasta la cintura. No se suele ver a jugadores cer-
canos a los cincuenta compitiendo contra otros en sus años dorados; es
prácticamente imposible, ya que parten con demasiadas desventajas.

Incluso llegó a acuñar el término Watson


Par para describir su típico hoyo: bola
fuera de calle, golpe imposible a través
de unas ramas que termina de algún
modo cerca de green, approach certero y
solo un putt.

Tom, en sus mejores días, disfrutó de un cuerpo ágil y flexible y su forma de


jugar era salvaje y agresiva, como se podría esperar de un hombre joven. To-
maba riesgos, buscaba cada bandera del recorrido y fue capaz de ganar con
uno de los mejores juegos cortos que se habían visto nunca. Parecía estar
midiéndose contra los elementos mientras atravesaba los campos de lado
a lado, pegando golpes milagrosos entre los árboles o caminando cerca de
un precipicio. Incluso llegó a acuñar el término Watson Par para describir su
típico hoyo: bola fuera de calle, golpe imposible a través de unas ramas que
termina de algún modo cerca de green, approach certero y solo un putt. Lo
utilizaba con cierta picardía en su voz, pero lo hizo con demasiada frecuencia
como para que nadie pensara que se trataba de suerte. En aquellos días, era
el pateador más audaz del mundo porque no tenía miedo. Si se pasaba uno o
dos metros del agujero, metería el de vuelta. Y él lo sabía.
209

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Revista#06
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Fue así como venció a Jack en tres ocasiones o ganó aquellos ocho grandes
en ocho temporadas, siendo nombrado seis veces Jugador del Año en el PGA
Tour. Arnold Palmer había patentado este estilo de juego con anterioridad,
cuando dejaba que su palo dibujara un círculo casi perfecto al finalizar el
swing, como si su potencia se le escapara de las manos; Ballesteros lo hizo
después con una imaginación capaz de cambiar el modo en que muchos com-
petían. Ninguno de ellos, sin embargo, pudo mantenerse a través de los años.
Tuvieron su época, se mostraron como grandes campeones y, cuando su
cuerpo comenzó a sufrir las consecuencias del tiempo, se fueron apagando
paulatinamente. The King ganó su último grande a los 35, mientras que Seve
lo hizo a los 31. Había riesgos en este método libre y alocado de afrontar las
vueltas de golf, demasiada presión en determinados momentos. Cuando Tom
dejó de meter esos putts de vuelta, su suministro de Watson Pars comenzó
a secarse y, como venidos de la nada, se transformaron en Watson Bogeys.
Falló muchos, muchos putts. Los aficionados le enviaban nuevos palos o apa-
ratos que le ayudaran a corregir sus defectos hasta el punto de que el garaje
de su casa parecía una fábrica en plena producción. Era 1985 y tenía 36
años. Pasó dos temporadas sin ganar un solo torneo y, después de un triunfo
en el Nabisco en 1987, pasó otras ocho sin reencontrarse con la victoria.

“No me gusta el golf en días soleados”, ha dicho en ocasiones. “Siempre me


programo a mí mismo”, ha comentado en otras. “Cada vez que juego, intento
dar lo mejor, sabiendo que durante los cuatro días de un campeonato habrá
momentos buenos y malos. En ocasiones, tengo la sensación de que voy a
ganar y me concentro en ella. Es la sensación que me dice que mi vida mar-
cha bien y que estoy en el lugar que quiero. Cuando no juegas bien, no la
sientes y tienes que cambiar algo o hacer lo que sea para volver a sentirla.
Esa siempre ha sido mi misión”. Y Tom comenzó a buscarla cuando comenzó
a fallar aquellos putts. Ya no podía relegar todo el peso de sus resultados
en los green, por lo que tuvo que ingeniárselas para hacer algo que nunca
había hecho: ser más consistente, alejarse de los árboles, seguir el camino
marcado por el diseñador del campo para hacer menos golpes. En 1994, lo
consiguió y escribió un libro titulado The Timeless Swing, en el que explicaba
el cotizado secreto hacia el éxito. Cambió su juego para siempre. 210

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El jugador agresivo y alocado construyó un nuevo
movimiento, afilado y preciso. Pegaba la bola jus-
to donde quería, escuchaba ese raro sonido que
provoca el centro de la cara del palo al hacer con-
tacto, puro y limpio, una y otra vez. Sus rivales se
quedaban maravillados viéndole en la cancha de
prácticas. Podía hacer lo que se le antojaba.

El jugador agresivo y alocado construyó un nuevo movimiento, afilado y pre-


ciso. Pegaba la bola justo donde quería, escuchaba ese raro sonido que pro-
voca el centro de la cara del palo al hacer contacto, puro y limpio, una y otra
vez. Sus rivales se quedaban maravillados viéndole en la cancha de prác-
ticas. Podía hacer lo que se le antojaba. Por primera vez en toda su vida, la
gente alrededor comenzó a hablar del gran swing de Tom Watson. Ganó el
The Memorial a los 46, en Colonial a los 48 y estuvo muy cerca de volver
a triunfar en Pebble Beach aquel mismo año. Se había transformado en un
jugador distinto, pero la base, el germen de aquel cambio, provenía de la mis-
ma persona.

A partir de 1999 comenzó a competir en el Champions Tour, un circuito re-


servado a los jugadores que sobrepasan los cincuenta. En 2007, y gracias
a su nuevo swing, había ganado ya cinco grandes entre los más veteranos.

TURNBERRY RESORT, OPEN CHAMPIONSHIP DE 2009

“Los links se juegan por el suelo. En América, se juega al golf por el aire. A
medida que un hombre envejece, confía más en el suelo que en el aire ya que
no le pega a la bola tan fuerte”. (Billy Casper).

Cinco de los ocho grandes de Tom Watson habían llegado en el Open Cham-
pionship, el único que cada temporada se disputa en un links. En el golf mo-
derno es quien más ha triunfado en estos recorridos arenosos y llenos de
ondulaciones, cercanos al mar, que no son aptos para la agricultura pero en
los que crece con facilidad la hierba. Se le consideraba mejor que el Viejo
Tom Morris y su hijo Young Tom, que colmaron el palmarés del trofeo en el
siglo XIX; o incluso mejor que Harry Vardon, que ganó más veces que cual-
quiera en la historia cuando los palos todavía eran de madera. Cuando llegó a
Turnberry en 2009, Watson tenía 59 años y había disputado 148 rondas de
competición en el Open. Si tenemos en cuenta sus vueltas de prácticas, eran
más de 400 las veces que había jugado en el Reino Unido.

A pesar de contar con su nuevo swing, los años le habían dado el mismo tra-
tamiento que al resto de los mortales. Sus doce victorias en el Champions
Tour se frenaron en seco por unos fuertes dolores en la cadera, hasta el pun-
to de impedirle caminar con normalidad. Ocho meses antes de aquel Open,
le habían repuesto la pelvis izquierda y se había tenido que acostumbrar a
mover de nuevo los músculos circundantes. El final de una enorme carrera
parecía estar muy cerca, al igual que les había sucedido a otros grandes del
211

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golf. Su mejor resultado en este torneo en las últimas veinte ediciones era un
décimo puesto en 1997; su última victoria llegó en 1983. No era de extrañar
que su triunfo se pagara en las casas de apuestas a 2.500 dólares por cada
uno invertido.

Pero Tom todavía confiaba en el nuevo movimiento en el que había estado


trabajando y, si el putt lo permitía, se sentía muy capaz de hacer algo impor-
tante. “Llegué sintiendo que podía ganar”, declaró semanas después. “Tenía
una oportunidad legítima de conseguirlo. Estaba jugando bien. Creo que se
lo dije a los medios. Me hicieron la vieja pregunta: ‘¿crees que puedes hacer-
lo?’ y yo les dije que sí, que por supuesto, que no estaría allí de lo contrario.
No quise decir lo típico, de verdad lo creía”. Su caddie, Neil Oxman, corroboró
esas buenas sensaciones. “Normalmente me dice: ‘Ox, estoy intentando ha-
cer esto, poner mis manos en esta posición, mover la bola de esta manera…
¿Puedes mirar si lo hago?’ Pero esa semana no me dijo nada. Estaba, simple-
mente, muy confiado”. Su relación con este campo lo merecía.

En el Open de 1977 este mismo Tom Watson venció


a Jack Nicklaus en la que está considerada como
la jornada final más emocionante y generosa de la
historia de este campeonato.

Turnberry fue construido en 1906 en la costa oeste de Escocia para atraer


a un gran número de turistas, que podían tomar un tren desde Londres y ju-
gar al golf por la tarde en unas condiciones agradables. La primera vez que
albergó un Open fue en 1977. Entonces, este mismo Tom Watson venció a
Jack Nicklaus en la que está considerada como la jornada final más emocio-
nante y generosa de la historia de este campeonato. Ambos se separaron
del resto de contendientes el domingo por la tarde hasta el punto de que el
tercer clasificado, Hubert Green, declaró: “Oye, yo gané mi torneo. No sé qué
otros dos jugadores estaban compitiendo”. Finalizó once golpes por detrás
de ellos. Fue el llamado “duelo bajo el sol”, en el que dos golfistas disfrazados
de púgiles se intercambiaron golpes haciendo enloquecer a los aficionados,
la mayoría de ellos con poca ropa, debido a un atípico y sofocante calor.

212

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Así que Watson se enfrentaba de nuevo a un viejo conocido. Jack llevaba
ya tiempo retirado, pero el Ailsa Course de Turnberry seguía igual de fuerte
que treinta y dos años atrás. Sabía cómo soplaba el viento en ese terreno,
sin importar que proviniera del océano —lo más habitual— o se retorciera a
través de las colinas del este. A veces cambiaba a mitad de una vuelta, como
suele suceder en Escocia, pero Tom también sabía cómo manejarlo. “Nunca
juegues contra él”, había dicho años atrás. Sabía qué golpes podían pararse
en green y en cuáles era necesario botarla antes y dejar que las continuas
ondulaciones de un links lo acercaran a bandera. Lo sabía todo sobre este
campo, del mismo modo que se terminan conociendo todas las estratage-
mas y peligros de un enemigo.

Solo jugó una vuelta de prácticas antes del torneo. En el primer partido, salió
con Matteo Manassero y Sergio García. Cogió doce de catorce calles, quin-
ce green en regulación y firmó una tarjeta de 67 golpes (menos cinco). Solo
Miguel Ángel Jiménez, con un impacto menos, consiguió superarle en la cla-
sificación. “Hoy no tenía defensas”, dijo tras terminar una vuelta en la que no
había soplado el viento. “Fue un examen sencillo, si es que existe algo así en
un Open”. Era su nuevo swing el que le había permitido llegar a ese resultado.
La estrategia salvaje y desbocada no hubiera encontrado un solo birdie para
alguien de su edad. Aún así, no era el único veterano en la zona alta: Mark
Calcavecchia y Mark O’Meara, más jóvenes que él, habían llegado a casa club
con un 67. A veces ocurre en los links; un día, el cuerpo responde y se restan
unos cuantos años a la realidad.

Su resultado despertó la admiración de muchos, que contemplaron cómo


toda una leyenda, en sus últimos años de competición, había conseguido ba-
tir a Tiger Woods, Phil Mickelson y al resto de primeros clasificados en el
Ranking Mundial. El segundo día, que amaneció con lluvia y viento, la situa-
ción debería ser muy distinta. Pero no lo fue. Tres birdies en sus segundos
nueve hoyos le permitieron finalizar al par del campo, manteniéndose en un
acumulado de menos cinco. Su nombre figuraba de nuevo en lo más alto de
la tabla junto al de Steve Marino. “La bola no sabe cuántos años tienes”, dijo
entonces Paul Lawrie, ganador de este campeonato en 1999.

A partir de ese momento se comenzó a creer


en lo que Tom había dicho en la rueda de pren-
sa; estaba allí para ganar. Sería el jugador de
más edad en hacerlo nunca en un grande y
batiría el récord que ostentaba Julius Boros
por nada menos que once años.

A partir de ese momento se comenzó a creer en lo que Tom había dicho en


la rueda de prensa; estaba allí para ganar. Sería el jugador de más edad en
hacerlo nunca en un grande y batiría el récord que ostentaba Julius Boros
por nada menos que once años. Era la rendición de la lógica, pero al ver el
juego que había desplegado en treinta y seis hoyos, no se podía descartar.
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El sábado recibió a los participantes en condiciones muy similares, con un
viento algo más insistente a última hora de la tarde. Solo cinco hombres con-
siguieron restarle algún impacto al recorrido. Tom terminó con más uno y, al
llegar al green del 18, pudo ver cómo su nombre seguía en lo más alto, solo
que esta vez en solitario. No, aquello no era una broma.

“Dios mío, me hierve la sangre”, dijo Lee Trevino. “Acabo de decirle a mi mujer:
‘No puedo más, tengo setenta años y me voy a entrenar”. Nicklaus, que nunca
ve una vuelta completa de 18 hoyos por televisión, declaró: “No me lo pienso
perder. Espero que gane, de verdad”. Watson, por su parte, sirvió ante los
medios una pequeña venganza: “El primer día vine aquí y la situación era algo
como: ‘Sí, dejad que el viejo tenga su momento de gloria’. Hoy me decís que
de verdad tengo opciones”. Faltaban 18 hoyos y Turnberry se estaba incen-
diando como en 1977, los comentaristas se revolvían en sus asientos, miles
de personas viajaban desde distintos puntos del Reino Unido para acudir a
un campo de golf, ansiosos por formar parte de algo histórico y decir un día:
“Yo estuve allí”. Tom había vuelto, el tiempo no transcurría tan rápido, el hoy
estaba más cerca del ayer.

Dos bogeys en sus tres primeros hoyos abrieron su cuarta y última vuelta en
aquel Open de 2009. Oliver Fisher fue el primero en aprovecharse, pero su
liderato se esfumó al realizar un ocho en su quinta prueba del día. Entonces
surgió Lee Westwood, el eterno candidato a ganar un grande, gracias a un

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eagle en el séptimo. El inglés supo mantenerse, pero en sus últimos cuatro
hoyos cometió tres errores. Los primeros clasificados no sabían sacar parti-
do a las dudas iniciales de Watson, que se mantenía con más dos a lo largo de
su ronda. No se trataba tanto de encadenar aciertos, sino de mantener con
vida las opciones de triunfo; o como señaló Nicklaus en sus mejores tiempos:
“Creo que fallo un poco menos que el resto de jugadores”. Desde la sexta
posición, escondido tras los titulares que habían encumbrado a Tom durante
tres días, apareció Stewart Cink, un hombre con cinco victorias en Estados
Unidos pero que nunca había destacado en los grandes. Había firmado una
vuelta de menos uno y alcanzado el menos dos en el acumulado. Watson solo
necesitaba un par en el 18 para crear un antes y un después en la historia.

Su bola fue a parar al centro de la calle de este par 4 de 421 metros, botó
con fuerza y le dejó con un hierro corto en las manos, con el viento a favor.
Puede que fuera este quien elevara su golpe unos metros más de la cuenta o
quizá la adrenalina, que imprimió más velocidad de la necesaria a la cabeza
del palo. Aterrizó en green, botó con fuerza y acabó enredada en el rough.
Desde allí, Tom pateó por primera vez y se dejó tres metros para ganar su
sexto Open. 59 años, todos ellos dedicados al golf. La bola ni siquiera tocó
el borde del hoyo.

El playoff, disputado a cuatro hoyos, fue un trámite. Watson abandonó cual-


quier esperanza en aquel green del 18, mientras Cink seguía con la tenden-
cia agresiva de su última vuelta, la progresión que se puede esperar de un
joven frente a un veterano. Hizo menos dos, mientras que la leyenda se que-
daba en más cuatro. Pocos años antes de aquel “duelo al sol”, Joe DiMaggio
dijo: “Es la presión de la edad. Con los años llegan los nervios. Sucede con
los golfistas y con cualquier hombre que pase de los cincuenta. El más joven
pateará mejor. El mayor, dudará. Se volverá inseguro, tembloroso. Cuando se
trata de tomar riesgos, el joven, incluso conduciendo, asumirá posibilidades
que el viejo no tomará”.

Y así sucede con la carrera de todos los golfistas. Los más brillantes en su
juventud pierden partes de su juego a medida que crecen. Otros, con proble-
mas en los inicios, son capaces de encontrar su mejor forma en la madurez.
Pero solo ha habido uno, a lo largo de la historia, que ha conseguido ambas
cosas. Tom Watson ha vivido una doble vida como golfista: ha sido el joven
impetuoso y brillante y el viejo sabio y sereno. Es un caso raro, único y es
posible que no se vuelva a repetir, pero a él no le pareció nada extraño. “El
golf es la vida. Nunca eres demasiado joven para empezar. Nunca demasia-
do viejo para jugarlo”.

Enrique Soto
@esoto

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THE HIGHLAND GAMES
Ismael Ledesma

Un maravilloso evento deportivo, histórico, social y cultural se ce-


lebra cada año en, prácticamente, la totalidad de los pueblos es-
coceses. El origen de los Highland Games se remonta varios siglos
atrás, en las reuniones de clanes, cuando los jefes de los clanes
de guardia instauraron estos Juegos de guerra para ver quiénes
eran los guerreros más fuertes y resistentes, los más preparados
para la batalla. Los jefes de dichos clanes elegían también a músi-
cos y bailarinas, lo que confería entretenimiento para su corte y un
gran prestigio. Fue en el siglo XVI cuando se consagraron como un
evento deportivo.

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E
n el siglo XVIII los ingleses invadieron Escocia y trataron de borrar algu-
nas de las tradiciones escocesas, como los Highland Games. Al inicio
del siglo XIX se reanudaron de nuevo y se mantienen vivos hasta la ac-
tualidad. Están regulados por la Asociación de los Highland Games de Esco-
cia y se denominan La fiesta de los pueblos ya que se desarrollan en la mayor
parte de pueblos de Escocia y tienen una repercusión mayúscula en ellos.
La siguiente fotografía ilustra el tipo de terreno donde se suele llevar a cabo
esta competición, aunque varía el estado del césped y su longitud cambia en
cada localidad. Aquí tenemos Bridge of Allan.

¿QUÉ SUPONE UN EVENTO ASÍ EN ESCOCIA?

Se mezcla el culto a las costumbres escocesas, a sus raíces históricas y al amor


por el deporte. Es difícil encontrar algún habitante del pueblo donde se estén
celebrando los Highland Games que no asista al espectáculo. Todos tienen
que pagar la entrada, que se sitúa alrededor de las 8-10 libras. Para participar
en ellos hay algunos pueblos en los cuales tienes que pagar, mientras que en
otros la participación puede ser gratuita. Se desarrollan desde mayo hasta
septiembre de cada año, en un descampado más o menos llano de hierba,
aunque no es extraño apreciar baches en el terreno. Se pueden celebrar
cualquier día de la semana, aunque existe una tendencia hacia los fines de
semana para una mayor asistencia de público y participantes. Suelen durar un
día en cada pueblo. El seguimiento de la prensa local y nacional es mayúsculo,
tanto que un atleta o aficionado es capaz de ganar una prueba en Aberdeen y,
si tres días después va a competir a Braemar, los aficionados le conocen. Un
Highland Game en Escocia es sinónimo de divertimento y pasión.
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¿EN QUÉ CONSISTE? ¿CUÁLES SON LAS PRUEBAS?

Podemos diferenciar, en primera instancia, dos tipos de pruebas.

En primer lugar encontramos las Pruebas Pesadas o Heavy, que comprenden:

• Salto de altura: también podría situarse en el apartado de destreza. En


la foto adjunta vemos a Lucio José Martínez, atleta español que nos ha
contado su magnífica experiencia en este evento, lo que agradecemos.
[Recomendamos su galería de Flickr donde se pueden encontrar más
fotografías de sus distintos viajes a esta competición escocesa].

• Lanzamiento de martillo escocés: el agarre es de madera y pesa


alrededor de los 10 kilos. Lo vemos en la fotografía del bello pueblo
escocés llamado Helmsdale.

• Lanzamiento de tronco (tossing the caber). Pesa 60 kg y mide unos 6


metros, como podemos observar en la instantánea que sigue. El tronco
debe caer en el extremo opuesto y quedarse mirando hacia las 12 como
si fuera un reloj.

Es una prueba en la cual suelen competir exclusivamente los habitantes


escoceses ya que hay que tener mucha fuerza en hombros, brazos, espalda
y pierna, conocer muy bien el movimiento a realizar (sobre todo la posición de
las piernas) y la posibilidad de lesión es grande.

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• Lanzamiento de peso: entre los 7 y los 12 kg.

• Salto con pértiga: la pértiga es un tubo de hierro que se clava en la


hierba. La colchoneta no suele ser grande, por lo que se coloca en el lado
donde se supone que va a caer el pertiguista, que en ocasiones va más
preocupado de no hacerse daño en la caída que de realizar un buen salto.

• Lanzamiento de martillo por altura, que suele iniciarse desde casi los 3
metros y con un martillo alrededor de 25 kg.

• Turn of ware (estirar la cuerda). Es una de las pruebas más divertidas.


Compiten dos equipos y seis personas en cada uno. Muchas veces, para
completar los equipos solicitan la ayuda del público e incluso compite la
banda de gaiteros. La siguiente fotografía es de la localidad de Aboyne.

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En segundo lugar tenemos las Pruebas Ligeras o Light, que son las de atle-
tismo, tanto velocidad como resistencia. Es donde más turistas participan.
Solo hay una prueba que no se desarrolla en el recinto acondicionado para
los Juegos, y es la carrera de cross Siete Colinas. En las pruebas de veloci-
dad marcan con yeso las calles, como vemos en la siguiente foto en el pueblo
de Crieff. Todas las distancias las miden en pies y pulgadas. Para la longitud
y el triple salto no hay tabla ni medición.

Las pruebas van desde lo que nosotros entendemos como los 100 metros
hasta los 800, pasando por los 200 metros, etcétera. Lo curioso es que hay
algunos pueblos cuyo espacio es pequeño, por lo que se da la situación de
tener que realizar la prueba de los 100 metros corriendo en curva, o los 400
dando cuatro vueltas al territorio acondicionado para la prueba.

La picaresca tiene cabida, sobre todo en pueblos pequeños. No es extraño


ver a una pareja asociada para que uno moleste al teórico favorito de ganar
la competición mientras el otro compite, o tratar de adelantarse un poco en
la salida. Pero siempre dentro del clima festivo y el buen ambiente.

También hay pruebas de destreza, como la que vemos a continuación. Con-


siste en lanzar una caña de pescar y el objetivo es meter el anzuelo en un
círculo situado enfrente.
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Llegados a este punto, podemos preguntarnos : ¿solo se celebran pruebas de
fuerza, velocidad, resistencia y destreza? No. Para que pueda participar un
mayor número de gente y animar el evento, se desarrollan competiciones de
gaiteros e incluso de bailes, donde abunda el género femenino. En pruebas
físicas también compiten las mujeres, pero la proporción con respecto a los
hombres es muy pequeña y siempre hay separación entre hombres y mujeres
a la hora de competir, aunque aisladamente, si el número de mujeres es muy
bajo (una o dos), pueden competir mezcladas con los hombres. También sue-
le haber  barracas de feria, castillos inflables para los niños y puestos co-
merciales y de comida. En la siguiente foto vemos uno de estos ejemplos en
Newtonmore. A la derecha, un puesto dedicado exclusivamente al té, prácti-
camente vacío. A la izquierda, completamente lleno, un espacio reservado…
al whisky. Se recomienda visitarlo exclusivamente después de haber compe-
tido, nunca antes.

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¿ALGÚN JUEZ CONTROLA LAS PRUEBAS?

Sí, un handicaper. Se encarga de que no haya trampas y prioriza, aunque


suene poco profesional, mantener viva la emoción, es decir, que cuando falten
10 metros para el final de la prueba la igualdad sea máxima. El handicaper
suele ser escéptico. Cuando pretendes apuntarte tienes que informar de tu
mejor marca en la prueba en cuestión y, en función de dicha marca, te colocan
un hándicap, aunque a veces, sobre todo en casos de velocidad, sospechan
que les están mintiendo y te colocan aún más atrás. Si has competido y
tratas de engañarles buscan información tuya, a través de internet, para ver
si estás diciendo la verdad. Esta fotografía es un buen ejemplo del sistema
de hándicap.

Sustento económico: Los Highland Games se disputan gracias a los patro-


cinadores, que suelen comerciantes del pueblo y casas de comida y bebida.

Países en los que también se celebran: Alemania, Irlanda, Indonesia, Suiza,


Hungría, Brasil, Australia, Canadá, Estados Unidos, siendo los dos últimos
y, sobre todo, Estados Unidos donde más abundan (en más de 50 pueblos o
ciudades). En total, hay alrededor de 400 pruebas de The Highland Games
alrededor del mundo, siendo, eso sí, Escocia precursor y máximo exponente
de este magnífico evento.

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Curiosidades

• La prueba más importante (o más conocida) son las 100 yardas de


los St. Andrews Highland Games, celebrados en la cuna del golf.

• Respecto a la vestimenta, es obligatorio ir en falda escocesa, aun-


que en las tiendas se vende una minifalda que es más barata, lo
que provoca que algunos visitantes extranjeros la compren. Ya
pueden imaginar las risas entre los escoceses cuando eso ocurre.

• El Highland Game que se desarrolla en la Isla de Skye es un círculo


más pequeño que una plaza de toros, por lo que el recorrido del
atleta, sea la prueba que sea, nunca es lineal.

• Los atletas recorren Escocia de pueblo en pueblo para participar


en ellos. Hay gente que se prepara para esta época y trata de par-
ticipar en todas las competiciones posibles. Para ello es obligato-
rio rellenar un formulario con las marcas y la edad.

• Puedes llegar a ganar 600 euros en cuatro pruebas. Si quieres


participar en todo el circuito de pruebas o en varios Highland Ga-
mes hay que pagar una cuota.

• El premio varía en función del pueblo y es mayor en pruebas de


fondo.

• Consejo: mejor apuntarse previamente si hay hándicap (tienes una


buena marca) y no esperar a llegar al pueblo para hacerlo.

• ¿Se celebran siempre? Sí. Llueva o truene, es innegociable que el


día estipulado para desarrollarse uno de estos Higland Games en
un pueblo concreto se celebre. Eso sí, la hora varía.

• Existe el rumor de que algunas de estas pruebas fueron precurso-


ras para los Juegos Olímpicos de la era moderna.

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• Desde primeras horas de la mañana suenan los gaiteros para inau-
gurar la fiesta en cada pueblo. Por la mañana se suele dar prioridad
a pruebas infantiles (foto siguiente en Dornoch) y a los lockouts,
donde participan los atletas nativos de la localidad.

• Es difícil encontrar sitio para dormir en el pueblo donde se celebra


la competición; mejor buscar uno cercano. Hay parking habilitado
fuera de cada recinto.

• El punto álgido de los Juegos llega siempre el primer sábado de sep-


tiembre con el Braemar Gathering, que tradicionalmente era la más
importante reunión de clanes. Acuden la mayoría de los clanes más
relevantes y S.A.R. Isabel II, acompañada de toda la Familia Real.

Ismael Ledesma
@Ismael_Ledesma
Fotografías:
Lucio José Martínez

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LA LEYENDA
DE EL BAMBINO
Andrés Marchante

Babe Ruth. Ocho letras que definen al mayor jonrone-


ro de la historia. Un mito indestructible, perfil orondo,
mandíbula rústica, formación reducida, carrera sin
gestión y sueños sin cumplir. Una leyenda formida-
ble, apoteósica, 714 home runs, el mayor contrato del
béisbol, el deportista más fotografiado, jugador formi-
dable cuya imagen siempre permanecerá unida a un
bate. O a dos.

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Miércoles, 27 de octubre de 2004. Busch Stadium, St.
Louis (Missouri).

Se disputa el cuarto partido de las Series Mundiales


que enfrenta al equipo local, los St. Louis Cardinals,
contra los Boston Red Sox. El equipo visitante lidera la
serie por 3-0. Llegamos a la parte baja de la 9ª entra-
da, los Red Sox ganan por 3-0, tienen 2 outs y la cuen-
ta para el campocorto de los Cards, Edgar Rentería, es
de 1-0. Keith Foulke es el cerrador de Boston: lanza la
pelota buscando el guante del receptor Jason Varitek,
Rentería contacta con la bola, que pica en el suelo y se
eleva en dirección al montículo del lanzador, Foulke la
atrapa con las dos manos, quiere asegurar su presa,
se desplaza rápidamente buscando al 1B de los Red
Sox, Doug Mientkiewicz, antes de que Rentería llegue a la almohadilla. La
pelota llega a manos de Doug, que se asegura estar pisando la almohadilla
mientras se inclina levemente para alcanzar la pelota que le envió Foulke.
Rentería se convierte en el 3 out de esa misma entrada, los Red Sox ganan el
partido y las Series Mundiales de béisbol. Se acaba la maldición de El Bam-
bino, una maldición que duró 86 años.

George Herman Babe Ruth Jr, apodado El Bambino, fue un beisbolista es-
tadounidense nacido el 6 de febrero de 1895 en Baltimore, Maryland. Su
archiconocida maldición (nunca existió una maldición propiamente dicha)
fue una de las historias más increíbles del deporte mundial. Babe, un chico
nacido en el seno de una familia humilde, vio la luz cerca de los muelles de
Baltimore. Primer hijo de un cantinero con mucho carácter, era el primero
de siete hermanos, de los cuales sólo Babe y una hermana sobrevivieron a
la infancia. Babe siempre sospechó que su padre le culpaba por ello, ya que
recibía muchas palizas por parte del cabeza de familia sin argumentos de
peso para ello. Eso propició una infancia difícil, ya que Ruth pronto empezó
a rodearse de malas compañías y a fumar y beber. No iba a la escuela y su
educación dejaba mucho que desear, tanto intelectualmente como en cuanto
a modales. Como el chico no cambiaba, decidieron ingresarle en el orfanato
Santa María. Allí estuvo prácticamente hasta los 19 años de edad, sin ser
apenas visitado por sus familiares, otro hecho que forjó su fuerte carácter.
En el orfanato, del que apenas salía a la calle, pronto encontró un sustituto
en la figura paterna, ya que el hermano Matías le acogió como si de su propio
hijo se tratara y le educó como tal. El hermano Matías era un enamorado del
béisbol y pronto se acercó a Babe, al que observaba en los diferentes parti-
dos que jugaba con otros internos siempre más mayores que él. Directamen-
te le adoraba por su capacidad de jugar a la pelota. Sus actuaciones como
pitcher zurdo pronto llamaron la atención de los cazatalentos de las grandes
ligas que se dejaban caer por las ligas amateur de Baltimore. Por ello, el equi-
po de la ciudad no tardó en hacerse con sus servicios. Los Baltimore Orioles
firmaron a un jugador que sería muy grande.

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Ilustración
Marc Vicens
VENTA A LOS RED SOX

Meses después, los Baltimore Orio-


les decidieron traspasar a su pros-
pecto a Boston y Babe tuvo que
dejar su ciudad para jugar en los
míticos Red Sox, un equipo de le-
yenda en el mundo del béisbol. En
Boston se hizo un nombre en el país y
con su nueva organización logró ganar
nada menos que tres Series Mundiales
(1915, 1916 y 1918). Especialmente
dulces las dos últimas, con una participa-
ron destacada en ambas. 1916 fue la prime-
ra vez que lanzó en unas Series Mundiales. Todo
parecía ir viento en popa. Ruth se ganó el apodo de
La reliquia nacional y ya se acercaba a lo que más tarde
fue: el jugador más popular del planeta. Pitcher zurdo, su bola rápida intimi-
daba a cualquier bateador que velara armas delante de él. Pero lo que Ruth
amaba era batear. Lo llevaba dentro y el cuerpo técnico de los Red Sox decidió
que no podían desaprovechar esa potencia a la hora de romper la bola. Por eso,
Ruth fue movido al jardín izquierdo. Las cosas pronto darían un cambio drásti-
co. En 1917, Harry Frazee compró los Red Sox por un montante de 576.000
dólares de la época. El nuevo dueño, un famoso productor teatral, no era un
enamorado del pasatiempo nacional y, simplemente, quería involucrarse en
los Red Sox por negocio. Cuando necesitaba dinero para poner en marcha un
espectáculo teatral, traspasaba a alguna de sus estrellas. En 1920 le llegó
el turno a Babe Ruth. El dueño estaba a punto de cometer el peor negocio de
la historia del deporte. Traspasó a Ruth nada menos que a los eternos rivales
de los Red Sox; Babe tendría que partir con dirección a Nueva York, donde le
esperaban los Yankees. El traspaso le costó a la organización del Bronx un
montante de 100.000 dólares. Frazee rompía un fabuloso equipo de béisbol
y se lo entregaba a su máximo enemigo deportivo. Los Yankees de la década
de los años veinte tenían casi todas sus estrellas procedentes de la granja
de Boston. Con Ruth se cambiaron de acera, entre otros, Ernie Shore, Duffy
Lewis, Dutch Leonard o Carl Mays.

Ya instalado en Nueva York, pronto empezó a desplegar su potencial en la caja


de bateo. Babe pegó en su primer año como Yankee nada menos que 54 home
runs, 25 más que en su anterior temporada en Boston. Era justo lo que nece-
sitaba el deporte y las grandes ligas, dañadas seriamente en popularidad tras
el escándalo de los Chicago White Sox en 1919, cuando se entregaron a unos
corredores de apuestas y arreglaron perder las Series Mundiales contra los
Cincinnati Reds a cambio de mucho dinero. Babe ayudó a levantar el vuelo y
cambió la historia del deporte. [Ver el fabuloso informe de Frederic Porta “Re-
tazos de las World Series” en la Revista nº 4 del Club Perarnau].

Los Red Sox no se recuperaron del golpe que sufrieron tras el traspaso. De
hecho, Boston participó en cinco de las primeras quince Series Mundiales,
pero no jugarían otra en un cuarto de siglo. Incluso, hasta que Foulke eliminó
a Rentería en 2004 y le dio la corona mundial a la organización de Boston,
228

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jugaron y perdieron cuatro veces el séptimo partido de la final. En ese espa-
cio de tiempo, los Nueva York Yankees abrieron su vitrina 26 veces, cuatro de
ellas (las cuatro primeras de la histórica organización del Bronx) liderados por
El Bambino. Sin duda, una mala decisión que marcó el destino de ambos clu-
bes. En 1921, su tercer año jugando como jardinero izquierdo, Ruth bateó
59 home runs e impulsó 171 carreras. Cifras astronómicas para la época e
incluso hoy en día. Con sólo 26 años ya era el número uno en la historia de los
jonroneros. Una hazaña indescriptible.

En la vida, como en el deporte, la mala gestión de la fama puede hacerte


caer muy pronto. Babe tenía el beneplácito de la prensa, que escondía sus
excesos de alcohol, habanos y mujeres. Hasta que llegó el punto en que todo
se vino abajo, su rendimiento descendió y su mujer se separó, no de manera
oficial, pero si extraoficialmente. Un golpe que Babe no llegó a superar del
todo y que se vio reflejado en su rendimiento deportivo. Su forma empeoró,
incluso si su perfil no era precisamente el de un jugador de élite. Debido a los
excesos y su comportamiento dentro del terreno de juego, las grandes ligas
le sancionaron varias veces. El Bambino empezaba a tocar fondo. Pero pron-
to, Babe decidió volver y vaya si lo hizo.

LA FILA DE ASESINOS

En 1927, Babe Ruth lideró la mejor novena que jamás se vio en un terreno
de juego. Los Yankees del 27, la fila de asesinos. Por su orden al bate: Ear-
le Combs, Mark Koenig, Babe Ruth, Lou Gehrig, Bob Meusel, Tony Lazzeri,
Joe Dugan y Pat Collins. Un equipo, además, apoyado por un pitcheo abridor
demoledor y un muy buen bullpen. La fila de asesinos ganó 110 partidos en
temporada regular, dejando a los Oakland Athletics a nada menos que 19
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Revista#06
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partidos de distancia, y barrió en las Series Mundiales a los Pittsburgh Pi-
rates por 4-0. Un equipo legendario e irrepetible. Un equipo liderado por El
Bambino, que batió su propio récord de home runs al anotar uno más que su
antigua marca. Para llevar la cuenta, Ruth le hacía una muesca al bate cada
vez que sacaba la pelota del terreno de juego. Hasta tal punto que, de tantas
muescas, llegó a resquebrajarse y romperse. Algo que le dolió en lo personal
a Babe, ya que quería ese bate para el recuerdo. Debía estrenar otro, uno
que le ayudara a terminar su obra. Tenía miedo de perder ese segundo bate y
cada vez que conseguía un home run corría las bases con el bate debajo del
brazo, para que los coleccionistas de los Yankees no saltasen y se lo arreba-
taran. Una pieza de colección que Babe no estaba dispuesto a ceder.

Babe era el reflejo de la sociedad estadounidense, el sueño americano. Un chi-


co nacido en una familia sin muchas oportunidades que, a base de trabajo,
llega a ser el hombre más importante del país. La reliquia nacional estaba en
todo tipo de anuncios y la asociación de la prensa de EE. UU. afirmó en un
estudio que era el personaje más fotografiado de la historia. Un jugador capaz
de señalar dónde mandar la pelota en unas Series Mundiales, un jugador espe-
cial. Eso se vio reflejado en el contrato que firmó con los Yankees en 1930. La
extensión le unía dos temporadas más con la organización del Bronx y, según
el acuerdo alcanzado por ambas partes, Babe Ruth cobraría 80.000 dólares
por cada uno de los dos años: el contrato más alto de la historia del deporte. En
la rueda de prensa en la que anunciaron el acuerdo, a Babe Ruth se le preguntó
si le parecía ético recibir tal cantidad de dinero durante la Gran Depresión que
azotaba con fuerza a la sociedad de EE. UU., superando, además, el salario
del presidente de los Estados Unidos, Herbert Clark Hoover. Ruth, sin pelos en
la lengua, contestó: “Lo sé, pero tuve un año mejor que el de Hoover”.

Pero los años pasan y en el deporte se notan aún más. El rendimiento de


Babe Ruth fue descendiendo a la misma velocidad que fue ascendiendo el de
Lou Gehrig, el nuevo líder en la ofensiva Yankee. Ruth tenía planes para ser el
mánager del equipo en un futuro, pero nunca le dejaron serlo. Tras 14 años
de servicio en el Bronx, Ruth fue traspasado al regresar de una gira asiática.
Tenía ya 40 años y esa decisión le volvió a romper el alma, como cuando los
Red Sox le traspasaron a los Yankees. El destino era Boston, pero no jugaría
en los Red Sox, sino en los Braves. Sin duda, el peor equipo de la liga. Ruth
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aceptó porque tenía la promesa de ser mánager del equipo a la temporada
siguiente, pero no fue así: le engañaron. Simplemente resultó ser una estra-
tegia de márketing para atraer más público a unas desiertas gradas. Los Bra-
ves promediaban poco más de mil personas en su estadio. Babe se despidió
el 30 de mayo de 1935 en Pittsburg. El partido enfrentaba a los Braves con
el equipo local, los Pirates, el conjunto al que barrió con su querida fila de
asesinos en el 27. Esa noche, la última, El Bambino se despidió de la compe-
tición con cuatro de cuatro en sus turnos al bate y tres home runs. Un buen
resumen de lo que fue su carrera. Un éxito total, el primer gran jonronero de
la historia. Posiblemente, el mejor de todos los tiempos. 714 home runs que-
dan para la historia, con .342 de porcentaje de bateo.

Babe Ruth murió el 16 de agosto de 1948. Desde aquella última tarde en


Pittsburgh hasta esa última noche de su vida, Ruth no se separó del teléfono
esperando una llamada para ser mánager de algún equipo, una llamada que
nunca llegó. Un sueño que nunca se cumplió.

“Hace veinte años, paré de hablar de Babe Ruth por la simple razón
de que me di cuenta que quienes no le habían visto no me creían”. 

Tommy Holmes en la página de Babe Ruth del Salón de la Fama.

Andrés Marchante
@AndresMarchante
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AUTORES

Pablo Cervantes @ProtagonistasDJ

Martí Perarnau @martiperarnau

Diego Huerta @diegofhuerta

Alberto Cosín @albertocosin

Jesús Garrido @jgarridog7

David de la Peña @david_delapena

Sergi Besa & Marc Terrès @futbolsegunvin

Álex Couto Lago @AlexCoutoLago

Loles Vives @iLoles

Frederic Porta @fredericporta

Óscar Fernández Villar @gabyandersengz

Noelia Quero @NoeQuero

Enrique Soto @esoto

Ismael Ledesma @Ismael_Ledesma

Andrés Marchante @AndresMarchante

DIRIGE
Martí Perarnau
ILUSTRADORES INFOGRAFÍAS
Álex Santaló José A. González COORDINA
@alexsantalo @JoseAGzlez Eric Pujol
Marc Vicens Anna Valenzuela
EDITA
María Victoria Hernández
@ehmaribrie
Darío Ojeda
@DarioOjeda

DISEÑO Y
MAQUETACIÓN
Hormigas y Cigarras
@HoryCig

Para consultas o intercambio de opiniones, escribir a: club@martiperarnau.com


A T S I V E R

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3 1 0 2 / er b m e i t p e s

NADIE COMO WAMBACH

BARÇA: LA EXCELENCIA
LLEGÓ POR EL ESFUERZO

CECH, NEUER, VALDÉS.


DE PALO A PALO

LOS PRIMEROS MÍSTERS

REAL MADRID. ¡MALDITO ‘10’!

FLORENCIA Y LA FIORENTINA

TELARAÑAS ESPAÑOLAS

PEÑAROL. SEIS AÑOS PARA


LA ETERNIDAD

EL NUEVO PARADIGMA
DE LA FISIOTERAPIA

EMILE GRIFFITH,
VÍCTIMA Y VERDUGO

THE OREGONIANS

LA BUNDESLIGA
NOS SEÑALA EL CAMINO

LA DOBLE VIDA
DE TOM WATSON

THE HIGHLAND GAMES

LA LEYENDA DE EL BAMBINO

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