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Mediación judicial

y extrajudicial

Mediación,
Arbitraje y
Negociación

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1
Mediación Judicial y
Extrajudicial. Ámbito de
aplicación
En términos generales la ley definió dos tipos de mediación en la Provincia
de Córdoba: la Mediación Judicial y la Extrajudicial. Esto ha sido
reivindicado por importantes autores como una gran medida, ya que “…La
medicación puede servir para auxiliar la labor judicial pero es también un
método de pacificación social en el que pueden embarcarse los
particulares. A partir de esa distinción se crean esferas de acción para el
poder judicial, para el poder político y para los particulares, abriendo un
abanico de posibilidades.” (7)

De esta manera, en el texto normativo encontramos todo el Título Segundo


que desarrolla la Mediación Judicial y el Título III que reglamenta la
Mediación en Sede Extra Judicial.

Carácter Voluntario – Causas


Mediables - Excepciones
Un primer punto que determina un aspecto muy importante de la ley, y que
fortalece la institución de la mediación es el hecho de que la ley en su
artículo primero declara de Interés Público Provincial la utilización,
promoción, difusión y desarrollo de la instancia de mediación.

“Artículo 1. INSTITÚYESE en todo el ámbito de la Provincia de Córdoba


y declárese de interés público provincial la utilización, promoción,
difusión y desarrollo de la instancia de mediación con carácter voluntario,
como método no adversarial de resolución de conflictos, cuyo objeto sea
materia disponible por los particulares, que se regirá por las disposiciones
de la presente Ley.” (Ley 8858)

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7
Diez Francisco y Gachi Tapia, “Herramientas para trabajar en Mediación”,
Editorial Paidós (1999).

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Los efectos de esta declaración se traducen en un compromiso para el poder
político. Un compromiso superior con la mediación, que lo obliga a ser el
Estado el propulsor y promotor de la difusión y puesta en marcha de este
mecanismo. No es solamente reconocer el derecho de los particulares de
poder recurrir a la mediación, sino que va más allá, y además de reconocer
ese derecho, existe una obligación del Estado de difundir, promocionar y
desarrollar la mediación en toda la Provincia.

La ley en su artículo primero, reconoce expresamente a la instancia de


mediación con carácter voluntario, marcando así una diferencia central
con el proceso judicial. Si bien, como veremos más adelante, el mismo texto
establece excepciones a este principio, determinando en qué casos la
mediación será obligatoria, debe desatacarse que esa obligatoriedad se
limita a concurrir a la primera audiencia de mediación en sede judicial,
previendo una multa para quien no asistiese. Sólo es obligatorio la
concurrencia luego de ella; cualquier de las partes o el mediador mismo
puede levantar o dar por concluida la instancia, incluso retirarse de la
mismo o no asistir a ninguna de las audiencias posteriores. Y en ningún
caso y bajo ningún motivo la obligatoriedad puede aplicarse a la necesidad
de llegar a un acuerdo.

Dentro de la clasificación de los métodos de resolución de conflictos como


Adversariales y No Adversariales, en relación a la posición de las partes, se
consagra expresamente a la mediación como un método no Adversarial,
donde las partes se encuentran en posición de colaboración o cooperación,
y no como un adversario al que se debe vencer. Se reconoce el principio
rector de “ganar-ganar” sobre el “ganar o perder” característico de la
instancia judicial.

A partir del primer artículo de la ley provincial se puede advertir que los
legisladores buscaron darle un espacio importante a la mediación como
herramienta de resolución alternativa de conflictos, reconociendo en ella un
elemento de complementación con el sistema judicial, y nunca se lo pensó
como una sustitución del mismo, cuyos efectos están direccionados en
aumentar las posibilidades para que la ciudadanía pueda resolver sus
conflictos a través de distintos procesos, y reducir la cantidad de casos que
no se resuelven porque no se tiene acceso al servicio de justicia.

Y por último, este primer artículo brinda una definición expresa de las
causas o temas que pueden ser mediables al consagrar como principio
general todas aquellas cuestiones “…cuyo objeto sea materia
disponible por los particulares…”. Es decir que todo lo que entre en
la órbita privada de las personas y sobre las cuales tengan facultades de
disponerlas, podrán ser sometidos en caso de conflicto a mediación. Por el
contrario, todo aquello que afecte el orden público o que sea de interés
general, o donde se encuentre en juego un bien general no podrá ser
decidido por las partes en una instancia de mediación y en esos casos, se

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deberá irremediablemente recurrir a instancias judiciales. Sobre este
aspecto se volverá más adelante.

Excepciones a la voluntariedad.

Se desarrolló precedentemente que en este primer artículo se consagra


expresamente al proceso de mediación como voluntario, principio rector
de todos los métodos de resolución alternativas de conflictos, pero también
se definieron algunas excepciones a esa voluntariedad, que es necesario
analizar y comprender en su justa medida.

En ese sentido en el artículo 2 se dispuso expresamente lo


siguiente:

EXCLUSIÓN

“Artículo 2. Excepcionalmente será de instancia obligatoria en toda


contienda judicial civil o comercial en los siguientes casos:

a) En contiendas de competencia de los jueces de primera instancia civil y


comercial que deban sustanciarse por el trámite del juicio declarativo
abreviado y ordinario cuyo monto no supere el equivalente a cinco mil
pesos (204 jus);

b) En todas las causas donde se solicite el beneficio de litigar sin gastos;

c) Cuando el Juez por la naturaleza del asunto, su complejidad los


intereses en juego, estimare conveniente intentar la solución del conflicto
por la vía de la mediación.”

El intento de solución del conflicto por vía de la mediación, realizada en


sede extrajudicial a través de un mediador o Centro de Mediación público o
privado, debidamente acreditado, eximirá a las partes del proceso de
mediación en sede judicial.

Es importante que se comprenda, y por ello la necesidad de desarrollarlo


puntualmente, qué es lo que comprende este artículo 3. Se ha dicho
anteriormente que esa obligatoriedad se limita a concurrir a la primera
audiencia de mediación en sede judicial, previendo una multa para quién
no asistiese. Efectivamente la ley establece con carácter de excepción,
en consecuencia en el principio general continúa siendo la voluntariedad, la
concurrencia obligatoria a la primera audiencia de mediación en sede
judicial, previéndose en el art. 20 la imposición de una multa a la parte que
no comparezca injustificadamente.

Tal como lo manifiestan Norberto Barmat y Silvia Rivero en la ley


comentada que publicaron en el año 2001, “…la obligatoriedad se refiere

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solo a la concurrencia, pero habiendo comparecido, cualquiera de las
partes o el mediador podrá dar por terminada la mediación desde la
celebración de la primer audiencia. En ningún caso existe obligatoriedad
de arribar a un acuerdo.” (8)

En el debate parlamentario realizado en oportunidad de la aprobación,


mucho es lo que se ha discutido en este punto, ya que el solo hecho de
establecer la obligación de asistir a una mediación, significa, para algunos
legisladores, una contradicción con la esencia de la mediación y sostenían
estos la necesidad de mantener sin excepción alguna la voluntariedad de la
misma

Que la instancia de mediación sea obligatoria para determinadas causas, en


razón de su monto, naturaleza o complejidad, considero que da
cumplimiento a dos razones centrales. Por un lado, se puede encontrar para
esos temas una forma más ágil, rápida y efectiva para resolver la contienda
que se ha planteado, y de esta manera evitar juicios que tarden años en
poner fin a esos a los mismos.

Y también es una forma de otorgarle mayor valor a esta herramienta de


resolución alternativa de conflictos, y favorecer a partir de las instituciones
su promoción y difusión para que la sociedad se vaya familiarizando con las
mismas. No se debe olvidar que al momento del dictado de la ley, año 2000,
estos procedimientos eran absolutamente novedosos, salvo por algunas
pruebas pilotos desarrolladas previamente.

Incluso al día de hoy no es un herramienta lo suficientemente conocida por


el común de las personas, incluso aquellos vinculados a la vida judicial,
entonces el hecho de obligar a las partes a tener que asistir a la primera
audiencia, acompañados por sus respectivos letrados, es un forma de
ponerla en práctica pero además de difundirla y promocionarla.
Fundamentalmente si se toma en cuenta el inc. C de este artículo segundo,
donde se otorga facultades al juez para que en todo caso que por su
naturaleza y complejidad, él considere prudente intentar resolverlo por
medio de acuerdo entre partes.

Incluso el último punto del artículo en cuestión viene a confirmar lo que se


está exponiendo, ya que si en algún momento, en sede extrajudicial, se
intentó buscar la solución por este medio, y no ha tenido resultado positivo,
con solo presentar el certificado que acredite tal situación exime a las partes
de concurrir nuevamente a mediación.

En conclusión, la Provincia de Córdoba adoptó en este aspecto un sistema


mixto, ya que tal como se ha expuesto precedentemente, la regla principal
es la voluntariedad pero con determinadas excepciones.
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Norberto Daniel Barmat y Silvia Rivero. “Ley Provincial de Mediación N° 8858
y su reglamentación. Comentada, Anotada, Concordada. Marcos Lerner
Editora Córdoba (2001).

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Causas Excluidas de la Mediación.

En oportunidad de analizar el artículo 1 de la Ley, se destacó que todo


aquello “…cuyo objeto sea materia disponible por los particulares…” es
posible ser sometido a mediación.

Pero también se establecieron expresamente determinadas causas que se


excluyen de la posibilidad de ser resueltas por esta vía, y se encuentran
enumeradas en el artículo 3 de la Ley.

“Artículo 3. QUEDAN excluidas del ámbito de la mediación las siguientes


causas:

a. Procesos penales por delitos de acción pública, con excepción de las


acciones civiles derivadas del delito y que se tramiten en sede penal.
Las causas penales donde se haya instado la constitución de actor civil y
en las cuales el imputado no se encuentre privado de su libertad, podrán
ser sometidas a mediación en el aspecto civil, una vez vencidos los
términos de la oposición a la constitución del mismo, sin que ello implique
la suspensión de término alguno;
b. Acciones de divorcio vincular o personal, nulidad matrimonial,
filiación, patria potestad, adopción; con excepción de: las cuestiones
patrimoniales provenientes de estas, alimentos, tenencia de hijos, régimen
de visitas y conexos con éstas;
c. Procesos de declaración de incapacidad y de rehabilitación;
d. Amparo, hábeas corpus e interdictos;
e. Medidas preparatorias y prueba anticipada;
f. Medidas cautelares;
g. Juicios sucesorios y voluntarios, con excepción de las cuestiones
patrimoniales derivadas de éstos;
h. Concursos y quiebras;
i. En general, todas aquellas cuestiones en que esté involucrado el orden
público o que resulten indisponibles para los particulares.”

A partir de la redacción del inciso 1 del artículo 3, se entiende que todos los
procesos penales por delitos que dan lugar a la acción privada previstos en
el Código Penal quedan incluidos en el ámbito de la mediación, ya que la ley
excluye solamente a los delitos de acción pública.

Debe destacarse que si el delito es de acción pública queda excluido


expresamente de la posibilidad de ser resuelto por la vía de la mediación,
pero si puedo mediar lo referido a las acciones civiles derivadas de ese
delito, aun cuando las mismas se tramiten en sede penal.

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Por otro lado, es un derecho de las personas contraer matrimonio como
divorciarse, el reconocimiento de su identidad, adoptar, etc., pero “…el
ejercicio de tales derecho solo adquiere status jurídico y adecuación legal
cuando el Estado así lo declara mediante una resolución judicial”.
(Barmat-Rivero. 2001:40)

Así como el Estado, por medio de la autoridad competente, declara y


reconoce el matrimonio entre dos personas, de igual modo deberá existir el
pronunciamiento del mismo Estado para modificar esa situación jurídica.
Pero sí pueden ser sometidos a mediación aspectos puntuales vinculados a
esas situaciones, particularmente aquellos que se relacionan con cuestiones
patrimoniales, y que perfectamente pueden ser acordados por las partes,
como son alimentos, tenencia de hijos, régimen de visita, etc.

También se excluyen expresamente del proceso de mediación todas las


medidas preparatorias y prueba anticipada, como así también las medidas
cautelares. Este tipo de medidas, como son el embargo preventivo,
inhibición general de bienes, anotación de litis, etc. “…son actos destinados
a garantizar el resultado de los juicios. Normalmente se adoptan sin
escuchar a la parte contra la cual se dirigen” (Gay Barbosa –
Magris.1998:16), es por ellos que resulta claro que queden excluidas de la
mediación. (9)

De igual modo, las acciones correspondientes a las garantías


constitucionales, como son amparo o hábeas corpus, son remedios jurídicos
que el sistema ha previsto para responder con mayor rapidez que, incluso,
un proceso de mediación, por lo que sería contradictorio con la esencia de
esta vía, que es dotar de mayor celeridad y eficiencia al procedimiento para
resolución de conflictos.

En el último párrafo de dicho artículo se establece un principio general muy


claro y amplio, excluyendo del ámbito de la mediación a todas aquellas
cuestiones en que esté involucrado el orden público, o que sea indisponible
para las partes. Y siempre que sea necesario el pronunciamiento del Estado,
ya sea porque es facultad del mismo reconocer o modificar determinadas
relaciones jurídicas, o porque el interés general de la sociedad así lo
ameriten.

Hoy se encuentra en discusión si es posible la existencia de la mediación


penal, al respecto las opiniones se encuentran divididas, entre aquellos que
ven en la misma, una forma de lograr una solución ágil y eficiente, tomando
en cuenta diversos aspectos, entre ellos la ineficiencia de la pena. Otros
consideran importante preservar el pronunciamiento del Estado a los fines
de restablecer el orden jurídico quebrado pero además como señal
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ejemplificadora para el resto de la sociedad.

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Gay Barbosa y Magris, “Mediación”, Marcos Lerner Editora Córdoba (1996)

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Sin duda que el tema es muy complejo y amerita un análisis más profundo y
detallado que no corresponde a este material, pero se considera necesario
dejar sentado la su existencia.

Principios que consagra la ley.


Oportunidad
Otro punto que se considera importante desarrollar del marco normativo
provincial, está relacionado con los principios y garantías del proceso de
mediación, consagrados expresamente en la ley.

Principios

“Artículo 4. El procedimiento de mediación deberá asegurar:

a- Neutralidad;

b- Confidencialidad de las actuaciones;

c- Comunicación directa de las partes;

d- Satisfactoria composición de intereses;

e- Consentimiento informado.”

Los principios y garantías consagrados en el artículo 4 citado


precedentemente, deben ser informados y explicados a las partes que
concurran a la instancia de mediación en el discurso inicial. Es decir que a
partir de la primera acción del mediador en el procedimiento propiamente
dicho de la mediación, debe informar y además explicar cada uno de los
principios y garantías que la ley establece para el mismo.

Neutralidad.

La neutralidad consagrada en el primer inciso de este artículo está


dirigida al mediador, y se traduce en la falta de compromiso que lo acerque
a algunas de las partes. No podrá emitir opiniones o valoraciones acerca de
lo dicho por cada parte, o adoptar cualquier decisión o posición que
signifique incidir en la forma o en el contenido de la resolución del
conflicto.

No se debe olvidar que la voluntariedad permite que cualquiera de las


partes pueda desistir del proceso de mediación en cualquier momento, y la
falta de neutralidad manifiesta por parte del mediador puede ser el factor

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desencadenante para que la parte afectada decida no continuar del proceso
y retirarse de la mesa de mediación.

El mediador no puede, bajo ningún punto de vista, perder la neutralidad en


el proceso del que forma parte, y si esto ocurriera, debería él mismo al
percibir esa dificultad, apartarse del proceso, de manera que no afecte la
credibilidad del proceso y de esa manera poder continuar con el mismo, con
la participación de otro mediador.

Confidencialidad de las actuaciones.


Todo lo dicho o expresado en una mesa de mediación, debe quedar en la
mesa de mediación, y nada de ello debe ser trasladado fuera de la misma, ni
utilizado por ninguno de los participantes en el proceso, en una instancia
posterior.

Esta garantía abarca a todos las personas que de alguna manera han
tomado intervención en el proceso, incluso si se hubiera previsto la
presencia de observadores, éstos también quedan comprendidos en este
punto, tal como lo establece el Decreto Reglamentario N° 1773/00.

La confidencialidad es uno de los principios fundamentales del proceso que


se está analizando, y el legislador lo entendió de esa manera, a punto tal que
de todos los principios consagrados en la norma el único que es
desarrollado en un artículo específico es la confidencialidad.

De esa manera en el artículo N° 5 de la Ley, se expresa que:

Confidencialidad

“Artículo 5: EL procedimiento de mediación tendrá carácter confidencial.


Las partes, sus abogados, el o los mediadores, los demás profesionales o
peritos, y todo aquél que intervenga en la mediación, tendrán el deber de
confidencialidad, el que ratificarán en la primera audiencia de la
mediación mediante la suscripción del compromiso.
No deberán dejarse constancias ni registro alguno de los dichos y
opiniones de las partes ni podrán éstos ser incorporados como prueba en
un proceso judicial posterior. En ningún caso las partes, el o los
mediadores, los abogados, los demás profesionales y peritos y todo aquél
que haya intervenido en un proceso de mediación, podrán absolver
posiciones ni prestar declaración testimonial sobre lo expresado en dicha
mediación.” (Ley 8858)

De este artículo surge la obligación de suscribir un convenio o acuerdo de


confidencialidad en la primera audiencia que se lleve a cabo. En la misma,
el mediador deberá en el discurso inicial hacer saber a las partes y a todos

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los intervinientes que el proceso en marcha tiene carácter confidencial, y
que en virtud de ellos, invita a todos a suscribir el respectivo convenio, que
será posteriormente archivado por el centro de mediación en el que
transcurre el proceso junto con el legajo del caso en cuestión.

Además, y tal como lo expone el párrafo segundo, no debe quedar registro


de nada de lo dicho y opiniones que se hubieran expresado en el proceso,
pero nada dice de las notas o apuntes que las partes, el mediador o los
observadores hubieran tomado en el transcurso del proceso. Pero como
todos están incluidos en el convenio de confidencialidad, más allá de que la
ley no exige la destrucción de esa información, la misma no puede ser
incorporada como elemento probatorio en un proceso judicial posterior, y
todos los que han participado, quedan excluidos de absolver posiciones o
prestar declaración testimonial.

En varias ocasiones, han sido citados mediadores que habían participado en


procesos que no llegaron a acuerdo, y que posteriormente, ejerciendo el
derecho que les corresponde, una de las partes llevó adelante una acción
judicial. Ante esas situaciones los profesionales notificados se excluyeron de
presentarse como testigos, en virtud del convenio suscripto oportunamente.
En verdad, no deberían ni siquiera hacer sido notificados, ya que los
debería haber excluido el propio tribunal de oficio, pero al efectuase la
misma, y ante la presentación del convenio en cuestión, automáticamente
fueron desafectado del proceso judicial.

En relación al Convenio de Confidencialidad, el Decreto


Reglamentario N° 1773/00, estableció los requisitos que deberá
contener el mismo, a saber:

“Artículo 5°: El compromiso de confidencialidad deberá contener:


a. Nombre y apellido de las partes y número de causa;
b. Fecha de suscripción del compromiso;
c. Expresión clara y precisa de que nada de lo dicho, conocido,
ocurrido o información obtenida por medio de la documentación
aportada, deberá ser revelada, excepto casos en que se ejerza o se haya
ejercido violencia contra un menor, o se hubiere transgredido lo dispuesto
en las convenciones sobre derechos del niño ratificadas por la República
Argentina;
d. Firma, aclaración y número de documento de identidad de todos
los intervinientes en el proceso de mediación;
e. Se deberán confeccionar tantas copias como participantes haya en
el procedimiento de mediación, debiendo entregar a cada uno copia
autorizada.” (Decreto Reglamentario N° 1773/00).

Obsérvese que por medio del decreto reglamentario se incorpora una


excepción a la confidencialidad que no está prevista en la Ley. En el inciso C
se establece como excepción a la confidencialidad, cuando se tuviera

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conocimiento de situaciones de violencia que afecten a menores, o se
hubiera violado las convenciones sobre los derechos del niño ratificadas por
Argentina.

La excepción que se incorpora se circunscribe solamente al ámbito de


protección legal de la minoridad, en virtud de convenios internacionales
que en el sistema jurídico argentino adquieren supremacía frente a las
normas nacionales, en virtud de lo establecido por la Constitución Nacional
en los artículos 31 y 75 inc. 22. Pero es cuestionable, y así lo ha observado
gran parte de la doctrina, el hecho de que el instrumento que fija la
reglamentación excede el alcance de la Ley que reglamenta. Y por lo tanto la
excepción allí consagrada, podría ser considerada inconstitucional en virtud
de lo dicho anteriormente.

A partir de consagrarse está excepción al deber de confidencialidad, surge


un interrogante al cual el marco normativo no ha dado respuesta, y tiene
que ver con cuál debe ser la actitud del mediador, cuando al desempeñar su
rol en un proceso, tomase conocimiento de la existencia de un delito grave.

Son diversas las respuestas a este interrogante. Algunos alegan el derecho al


secreto profesional, y por lo tanto la posibilidad de mantener la
confidencialidad. Por otro lado, algunos marcos normativos, como por caso
la Ley de Mediación de Santiago del Estero, contiene una excepción más
amplia que la prevista en Córdoba, expresando: “...el mediador quedará
relevado del debe de confidencialidad, cuando tomare conocimiento de la
tentativa o comisión de un delito que de lugar a la acción pública, o de la
existencia de delitos contra la honestidad de un menor o estado de
violencia o peligro del mismo.”

Una situación intermedia, es considerar que “…el mediador podrá


merituar en el caso concreto si la gravedad de un delito llegado a su
conocimiento, que aún se está consumando, amerita omitir su deber de
confidencialidad, en resguardo de otros bienes jurídicos que merecen
mayor protección”. (Barmat-Rivero. 2001:56).

Con el desarrollo del principio de confidencialidad se da por terminado el


Título I de la Ley 8858, y a partir del título siguiente se establecen los
procedimiento de la mediación judicial en primer lugar, y luego el proceso
previsto para la mediación extrajudicial en el Título III. Posteriormente el
Título IV se refiere a la autoridad de aplicación y el V hace referencias a los
Centro de Mediación, tanto públicos como privados. Y por último los
Títulos VI y VII relacionados con disposiciones generales y transitorias
respectivamente.

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Mediación en Sede Extra Judicial.

La Ley 8858 establece en su artículo 37 que: “Habrá mediación en sede


extrajudicial cuando las partes, sin instar proceso judicial
previo, adhieran voluntariamente al proceso de mediación para
la resolución de un conflicto, ante un mediador, centro de
mediación público o privado habilitado a tal fin.”

Y en relación al procedimiento establece que se regirá por todo lo dispuesto


en relación a la mediación en sede judicial y que se ha desarrollado
precedentemente.

A diferencia de lo previsto para la mediación judicial, el artículo 39


establece que el efecto del acuerdo será el mismo que tiene un convenio
entre partes, e igual validez independientemente del centro de mediación y
del mediador.

Y seguidamente en el art. 40 prevé para la homologación que:


“Cualquiera de las partes podrá solicitar la homologación del
acuerdo ante el Juez en turno con competencia en la materia,
con las previsiones del Artículo 80 de la Ley Nº 8465 y el
Artículo 4 de la Ley Nº 8226. El trámite de homologación estará
exento de tasa de justicia, aportes y todo otro gasto.”

Para el resto de lo referido a la ejecución del acuerdo una vez homologado


se aplica lo previsto para la Mediación Judicial.

Otra diferencia que se presenta en relación a la Mediación Judicial, tiene


que ver con los requisitos para actuar como mediador en sede extra judicial,
ya que para este último se exige poseer cualquier título universitario,
además de haber aprobado la capacitación para mediadores y estar
matriculado. (Art. 41)

Mientras que en sede judicial se exige el título de abogado, además de la


capacitación como mediados y estar matriculado.

Para todo lo demás se rige por lo establecido para la mediación judicial y


que ha sido desarrollado precedentemente.

Otros aspectos considerados en la ley provincial.

Por último y concluyendo con el análisis del marco normativo debe


considerarse algunos aspectos más que quedan comprendidos dentro del
mismo.

En ese sentido, es importante destacar que el Art. 43 establece la autoridad


de aplicación, fijando que: “El Ministerio de Justicia, a través de la
Dirección de Métodos Alternativos para la Resolución de Conflictos

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(DIMARC), será la Autoridad de Aplicación de la presente Ley, teniendo a
su cargo las siguientes atribuciones…” y efectúa una enumeración de las
distintas funciones que el corresponden a la DIMARC, entre las que son
importantes destacar las previstas en relación a los mediadores en toda la
provincia, en los siguientes incisos:

“d. Otorgar matrícula a los mediadores mencionados;

e. Determinar las condiciones de admisibilidad y pautas de valuación


para la obtención por parte de los solicitantes de la matrícula habilitante;

f. Organizar el Registro de Mediadores y llevar un legajo personal de cada


uno de ellos;

g. Solicitar información al Tribunal Superior de Justicia sobre la cantidad


de causas que tramiten por ante el Centro Judicial de Mediación y
cualquier otro dato relevante a los fines estadísticos;

h. Recibir denuncias por infracción de mediadores en su actuación;

i. Aplicar a través del Tribunal de Disciplina las normas éticas para el


ejercicio de la mediación y controlar su cumplimiento;

j. Aplicar a través del Tribunal de Disciplina sanciones de apercibimiento,


multa, suspensión y cancelación de la matrícula de los mediadores y
Centros de Mediación, según la gravedad de la falta;…”

En relación a los centros de mediación, fija las funciones del Centro Judicial
de Mediación, en el art. 53 y 54, luego de reconocer la existencia de centros
privados de mediación que deberán ser habilitados por dicha Autoridad de
Aplicación y el Centro Público de Mediación en la órbita del Poder
Ejecutivo, y cuya función central de este último es que “…desarrollará
programas de asistencia gratuita para personas de escasos recursos…”
(art. 46)

Por último, dentro del título “Disposiciones Generales” se encuentra la


creación del “Tribunal de Disciplina”, que “…se encargará del conocimiento
y juzgamiento de las infracciones a los regímenes ético y disciplinario, de
los mediadores aplicando las sanciones que correspondan conforme a la
naturaleza, gravedad del hecho y antecedentes del infractor.” (Art. 55)

El reconocimiento a los jueces de paz legos como mediadores en sus


respectivas jurisdicciones, es un gran anhelo y una herramienta de gran
trascendencia para acercar la mediación a todos los rincones de la Provincia
de Córdoba, y sobre todo en aquellas pequeñas comunidades del interior,
pero lamentablemente no tiene aún el desarrollo y la promoción suficiente.

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Designación del Mediador - Pasos y
Plazos del procedimiento
El procedimiento previsto para designar los mediadores y sus
consecuencias, se encuentran desarrollado en el punto 3. Mediación. 3.6.
Etapas de la Mediación, a cuya lectura se remite, ya que en definitiva, el
marco legal toma como base el proceso previsto para la mediación, lo
consagra y regula positivamente en la Ley 8858. Para su profundización
debe acudirse también al texto de la ley.

Formularios que exige la ley y


requisitos de los mediadores
En muchos casos se criticó la ley 8858 y su decreto reglamentario por ser
demasiado detallista, aunque en la práctica debe reconocerse que ha
resultado positivo ese exceso de detalles. Estos aspectos están
contemplados en oportunidad de desarrollar el punto 3.6. Etapas de la
Mediación, y debe ser complementados con el texto de la ley y de su decreto
reglamentario.

Asistencia letrada - Rol del Abogado en


la Mediación - Honorarios
La asistencia letrada de las partes es obligatoria en la mediación judicial,
atento a que se ha iniciado una demanda judicial, y se encuentra en proceso
esa instancia, y las partes para llegar a ello cuentan el patrocinio de un
abogado, los mismos participan con las partes de las distintas audiencias de
mediación.

En el supuesto de no contar con presencia del abogado, el mediador no


puede abrir el proceso, y deberá convocar a una nueva audiencia y se lo
tomará como no comparecido.

En la mediación extrajudicial el patrocinio letrado es voluntario.

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Conclusiones.

La mediación significa un cambio de paradigma muy importante en la


sociedad. Es modificar patrones de conductas y culturales arraigados en
nosotros, y por ello es tan compleja su instrumentación, cuando las
disposiciones legales sean de muy buen nivel, más allá de los defectos que
se pueden encontrar y que han sido destacados precedentemente.

Es muy difícil entender que cada ciudadano debe hacerse cargo de sus
problemas y conflictos, y tratar de enfrentarlos para resolverlos, sin tener
que recurrir a la decisión de un tercero, que es, de alguna manera,
desligarse de la responsabilidad de tener que pensar en la solución conjunta
con la otra parte de ese problema.

Lamentablemente, la cultura del diálogo no es una práctica muy común en


sociedades donde, día a día, vemos más fuerte como la violencia comienza
tornarse como algo natural, y ya no nos sorprenden las noticias que nos
brinda los medios periodísticos, aceptamos que son las reglas de juego.

Bien, desde este lugar se pretende que Ud., como futuro profesional,
conozca que existen otras formas de resolver los conflictos, que puede
ayudar a disminuir los niveles de intensidad y violencia en la convivencia
diaria con nuestros familiares, amigos, socios y simplemente vecinos, donde
resolver el problema no significa que no gane y otro pierda, sino que ambos
salgan satisfecho con la resolución que se adopte, y sean protagonistas de
ella.

En términos generales, la Ley de Mediación de la Provincia de Córdoba es


considerada positiva, aun cuando a más de 10 años de su dictado es
necesario que se analice su reforma en varios aspectos, pero nos brinda una
herramienta fundamental en estos procesos. Seguramente se podrá
plantear que falta difusión, promoción, capacitación en la sociedad, pero
será parte de vuestra responsabilidad como profesionales, brindar a cada
cliente la posibilidad de solucionar algunos de sus problemas por un
método alternativo y pacífico de resolución de conflictos.
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