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Rodrigo Díaz Guzmán

El silencio emancipado - El archivo Casasola

La reproducción en masa de fotografías por medio de la prensa o en forma de postal,


significo para la sociedad del recién iniciado siglo XX una nueva forma de relacionarse con
la realidad1. El uso de placas de fotograbado y procesos de medio tono2 posibilitaron que
nuestro afamado invento francés que hasta hace poco poblaría exclusivamente los
álbumes familiares de la burguesía o viéndose sumergido en la individualidad de la postal,
pudiese reproducirse en revistas y periódicos cubriendo así los deseos de un público cada
vez más amplio. El fotoperiodismo en México surge de este mismo auge, coincidiendo sus
primeros años con los últimos de la dictadura de Porfirio Díaz. Son los años de la paz
porfiriana, cuyos ideales positivistas hicieron de la ciudad de México el centro de los
avances tecnológicos del país entre los que figuraba la prensa ilustrada con fotografías.
Una prensa que verá nacer a una primera generación de fotoperiodistas o reporters,
Abraham Lupercio, Gerónimo Hernández, Ezequiel Álvarez Tostado, Manuel Ramos,
Ezequiel Carrasco, Antonio Garduño3 son algunos nombres de estos pioneros
fotoperiodistas, cuya identidad como gremio los llevará a organizarse en 1911 bajo el
nombre de Asociación de Fotógrafos de Prensa encabezada por Agustín Víctor Casasola4.
Estos fotógrafos serán conscientes de la responsabilidad que tienen como comunicadores
visuales, haciendo patentes sus inquietudes artísticas en lo que llamaron la: “primera
exposición de arte fotográfico en México”5 . Esta tendencia a estetizar la realidad será lo
que forje el carácter vanguardista del archivo Casasola dentro de su periodo
revolucionario.

El archivo Casasola suma un total de 483 993 piezas, realizadas por 488 fotógrafos y
situadas entre 1895 y 19726, cubriendo una amplia gama temática que tenía por proyecto
ser el retrato histórico de la sociedad mexicana de la primera mitad del siglo XX, siendo el
acervo de la revolución su rostro más visible. El archivo Casasola no es el único registro de
la revolución7, sin embargo y sin duda es el más extenso. Nunca el país había visto un
proyecto de documentación que ocupara a tantos fotógrafos cubriendo distintos estados

1
Escorza Rodríguez, Daniel, El itinerario fotoperiodístico de Agustín Víctor Casasola, 1901-1910, HISTORIA, Sáo Paulo, v. 26, n. 2, p. 19-
42, 2007
2
Del Castillo, Alberto, Historia de la fotografía en México, 1890 a 1920 en Imaginarios y fotografía en México, 1839-1970, coord. Emma
Cecilia García Krinsky, México, Lunwerg, 2005. P 67.
3
Escorza Rodríguez, Daniel, Fotógrafos y cámaras en los inicios del siglo XX, Dimensión antropológica, año 19, vol. 55, mayo/agosto,
2012
4
Villela F. Samuel, Abraham Lupercio, fotorreportero en la revolución, Dimensión antropológica, año 20, vol. 58, Mayo/Agosto, 2013. P
153
5
Rebeca Monroy Nasr, Ezequiel Carrasco. Entre los nitratos de plata y las balas de bronce, México, INAH, 2011, p. 21, Citada por Samuel
Villela F. en Dimensión antropológica, año 20, vol. 58, mayo/agosto, 2013.
6
Arroyo, Raúl Sergio, en Mirada y memoria, archivo fotográfico Casasola. México: 1900-1940, edit. INAH, Turner, Madrid, 2002. P. 11
7
Véase Herrera Sipriano Francisco, La insurrección maderista en Guerrero, Dimensión antropológica, año 17, vol. 49, mayo-agosto,
2010
de la república simultáneamente. Esta lucha armada vista desde el archivo Casasola es la
primera gran odisea de la fotografía mexicana, su coautoría la convierte prácticamente en
una tendencia. No sabemos con exactitud cuántos fotógrafos participaron durante esa
época8 sin embargo nos es posible ver una línea editorial, línea comunicante en el actuar
de estos fotógrafos que verá su reflejo sobre todo en el encuadre que en muchos casos
podríamos calificar de vanguardista. Esta mirada colectiva se volverá pionera del reportaje
de guerra –no existe documento fotográfico de tales alcances estéticos e históricos ni de
la revolución rusa, ni de la primera guerra mundial- adscribiéndose así, a la historia de la
fotografía global.

El levantamiento armado, movilizo actores sociales en el ámbito político nacional que


hasta ese momento se mostraban fantasmales. Negado su derecho a la tierra comunal a
partir de la constitución de 1857 el indígena vive el siglo XIX bajo ataque permanente del
estado. El porfiriato, su afrancesamiento, su proyecto liberal y positivista requería de la
desaparición del indígena para llevar a cabo su plan modernizador, como respuesta, la
participación de los pueblos indígenas dentro del levantamiento armado -Mayas en
Yucatán o los Yaquis en Sonora- será innegable. La más visible, la causa zapatista, que sin
ser abiertamente étnica pone de manifiesto demandas y reivindicaciones que solo pueden
ser entendidas desde una cosmovisión rural. Zapata hace uso de la lengua náhuatl tanto
en manifiestos políticos como en eventos públicos9 identificando claramente la lucha
armada con una reivindicación de la identidad.

El indígena como un ser que se rebela ante el estatus establecido es uno de los legados
que el archivo Casasola ofrece al imaginario colectivo. Nada más distante al hermetismo
del estudio antropométrico o a lo pintoresco de los tipos mexicanos que verlo ahora
organizado, insurrecto.

La adhesión del archivo Casasola al imaginario fotográfico de México fue solventada por el
uso que los gobiernos pos revolucionarios dieron a las imágenes10, otorgándoles un lugar
predominante dentro del limitado universo iconográfico de la llamada identidad
mexicana. Si como dice Sontag “una sociedad se vuelve moderna cuando una de sus
actividades principales es producir y consumir imágenes” 11 el archivo Casasola se convierte
entonces en material de construcción visual del México moderno, reproducido como
discurso histórico en libros de texto o decorando la cantina, la tiendita o la tortillería. Son

8
En su estudio, Gautreau Marion encontró en tan solo 7 números de la revista “la ilustración semanal” a 33 fotógrafos distintos, cuyas
fotografías aparecen bajo el dominio del archivo Casasola, de octubre de 1913 a marzo de 1915. Véase, Gautreau, Marion, La
ilustración y el archivo Casasola. Una aproximación a la desmitificación de la fotografía de la revolución Mexicana, Cuicuilco, vol. 14, no.
41, sep-dic, 2007, INAH, México, p. 130.
9
León Portilla, Miguel, en Visión de los vencidos: relaciones indígenas de la conquista, Unam, México, 2006. P. 184-186
10
Gautreau, Marion, Ibíd. P. 115
11
Sontag, Susan, El mundo de las imágenes, en Sobre la fotografía, Edit. Edhasa, Barcelona, 1996.
de orden cotidiano las imágenes del archivo, imágenes producidas bajo la autoridad de la
coyuntura de un ayer impreciso, de una historia de un olvido que llamamos revolución.
Imágenes de prensa que durante el siglo XX se institucionalizan, adscribiéndose a la
cultura visual de un país que –ya desde el siglo XIX- reclama por el derecho narcisista de
verse a sí mismo. Al incluir al indígena en su orbe y al ser este orbe institucionalizado, el
archivo Casasola será referente obligado para el arte nacionalista impulsado por
Vasconcelos y sus “tres grandes”, quienes a su vez y como en juego de ping pon, influirán
profundamente sobre la imagen del indígena en la fotografía mexicana de mitad del siglo
XX.

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